Presses Universitaires du Mirail

IIIAuthor(s): Francisco MORALESSource: Caravelle (1988-), No. 51 (1988), pp. 96-97Published by: Presses Universitaires du MirailStable URL: http://www.jstor.org/stable/40853369 .

Accessed: 15/06/2014 09:22

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96 CM.H.L.B. Caravelle

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DOCE POETAS JÓVENES DE BAJA CALIFORNIA 97

Hay que ver sus caídas, raspones, el saqueo a su espacio por clong clong de palancas, ritmo ahumando el taller.

Oír, luego, clavar la carne viva de sus días los ring rang de teléfonos en estruendo rabioso, cornetazos de coches y autobuses cruzando, poseyendo, de las calles, anchura, cemento, fragor de cataclismos. Hay que amar su ternura - de gara ensimismada con suspiros errátiles, sumisos - , su retorno al café, a la montaña sombra... y los párpados sepia, desarmados, de la mujer cansada, toda mujer cansada.

IV

Hinco la soledad de días en fila y en callejón de fiebre me protejo. Estas anchas jornadas sin caretas, de horarios guneflexos, enfermizos, van formando cavernas, corredores al postigo demente de las tardes, hacia la duermevela de las noches urbanas.

Hinco la soledad, tuerta la pinto, Acomodo su cráneo en silla hechiza, me prosterno y la adoro con sahumerios.

Corre afuera la risa, fugitiva.

V

Ya te dirán los ojos las veces que remontan ciertas noches las tormentas de arena rechazando emboscadas grano a grano las nubes, letargos del desierto.

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