Hunter Kiss

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    HUNTER KISS

    MARJORIE M. LIU

    (LIBRO 0 DE LA SAGA)

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    Capitulo Uno

    Traducido por CARMEN_LIMA

    Mi madre sola decir que la historia de mundo est escrita en sangre.

    Sangre en la carne, venas que se bifurcan en el destino como las ramas de un

    rbol del cual cuelga una manzana y la serpiente baila, negociando susurros

    para corromper a los inocentes. El bien y el mal, conocimiento y opcin. Y all,

    en la raz de la historia, el mundo se vino abajo.

    La historia es leyenda. La leyenda es sangre. Y yo, yo estoy completamente

    jodida.

    * * * *

    Mi madre fue asesinada el da que yo cumpl veintiuno.

    Era de noche. Ella me serva pastel. Cuando sopl las velas, ella muri.

    Disparo de escopeta a la cabeza, apuntado a travs de la ventana de la cocina.

    Me alej sin un rasguo. Supongo que la mat, tanto como el zombi que tir del

    gatillo. Intento no pensar en ello.

    Desde entonces, sin embargo, me he mantenido en la va. Sin hogar, sin

    races. nicamente los chicos y yo. Supongo que se merecen tambin una parte

    de la culpa. Toda ella, realmente. Pero odiarlos es lo mismo que odiarme, y mi

    madre no querra eso.

    Por lo tanto, como he dicho, intento no pensar en ello.

    Es una tarde lluviosa en Seattle. Ms all de la llovizna, la puesta de sol est

    pronta a ocurrir. El mejor momento del da, o el peor dependiendo de donde

    estoy. Ahora mismo, es bastante malo. S que el sol se pone porque mis

    tatuajes estn listos a desconcharse. Me pone en aprietos porque no tengo

    ningn lugar a donde ir y ningn lugar donde esconderme. Estoy de pie bajo la

    arcada del atestado nivel superior del abarrotado Mercado de Pike, a slo un

    paso de los adoquines mojados y el trfico ralentizado de la calle principal. Hay

    un eco debajo de mis pies; Los inferiores niveles del mercado, hundindose en

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    la colina, resonando por los pasos de turistas y lugareos; voces que charlan

    alrededor de los anticuarios, los vendedores de historietas, las grandes tiendas,

    los agricultores, artesanos y kitsch. Una combinacin que evocaba nostalgia,

    quizs. Una emocin perdida en m, en este momento particular.

    Culpo a los zombis. Estoy rodeada de ellos. Respiran bajo mi cuello. Y no

    estn felices de verme.

    Los zombis estn claramente mezclados en el da con la jungla de turistas, y

    son tan diferentes como engaosos. Veo a una anciana, el torso tragado por una

    llamativa chaqueta bordada; hombres con barrigas de cerveza y rioneras, un

    tipo universitario con las gafas deslizndose sobre el puente de su nariz

    grasienta. Otros, ordinarios y respetables y algunos peores: Un jovencito, una

    cosa flaca rubia con una mirada vaca. l debe ser un terror. Los crculos bajo

    los ojos de su madre parecen indicar lo mismo. Espero que ella mantenga de

    inmediato, bajo llave todos sus objetos afilados.

    En total, cuento a diez zombis. Podran ser ms. La mayora me da miradas

    de reojo, miradas rpidas debajo de sus pestaas. Unos cuantos tienen las bolas

    para mirarme a los ojos. No sostienen mi fija mirada por mucho tiempo.

    Les llamo zombis porque me gusta el nombre, no porque eso es lo que son.

    Un juego, de hace mucho tiempo, cuando mi madre me dijo que le diera un

    nombre a la especie innumerable de espritus y demonios que invaden este

    mundo desde el otro lado del velo de la prisin.

    Nombre algo, dle poder. Nombre algo, qutelo.

    Zombi rueda por mi lengua.

    Yo tena diez aos. Era Halloween. Tuve un libro de historias de terror y

    mir el ndice. Y los zombis delante de m, como en las pelculas, son fciles de

    ver. Coronas de sombras pulsan y titilan por encima de sus cabezas. Auras

    oscuras: La nica manera de saber si un humano ha sido posedo. Los zombis,

    despus de todo, se ven normales. Normales. Vivos y humanos. Ninguna razn

    para pensar cualquier otra cosa.

    Mis zombis no importa cunto yo ame el arte de George Romero no estn

    muertos. No se levantan de tumbas, descomponindose, hediendo y con las

    tripas afuera. No gimen y arrastran los pies, sin sentido, como vctimas de coma

    en el mando a distancia. Los zombis tienen trabajos. Se ren, lloran. Ellos se

    parecen a la gente que usted ama. Son las personas que usted ama. Por eso es

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    que son tan peligrosos. Los zombis se meten debajo de su piel, y usted nunca lo

    sabe. No hasta que le lastimen. No hasta que le maten. No hasta que usen

    palabras para desgarrarle, doblegando, destruyendo su corazn.

    Los espritus oscuros que llamo zombis son demonios, parsitos, y tienen

    mucha paciencia. Acechan en las franjas de las mentes humanas, descubriendo,

    husmeando quien es dbil y roto; escogiendo el adecuado, el cuerpo y la vida

    perfecta hasta que finalmente, susurrantes ellos roban el interior exprimindolo

    lentamente y toman el mando, controlan, y aprovechan. Alterando de manera

    irrevocable la esencia, la personalidad de la persona que ha sido poseda.

    La posesin nunca termina bien. Los demonios que crean zombis se

    alimentan de las emociones fuertes. No la carne o el cerebro solo el corazn. La

    clera es buena. El dolor es mejor. El dolor y el terror de otros lo superan todo.

    Me apoyo contra un pilar en la arcada y observo a los zombis. Me observan.

    Puedo sentir el sol sumergindose en el horizonte. Tengo que correr rpido y

    esconderme. No me muevo, aunque nunca he visto a tantos zombis reunidos en

    un lugar. Algo no est bien, no est bien. Los zombis no cooperan entre si. No

    intercambian historias de posesin. Ellos tienen el territorio, y eso es sacrosanto.

    Los zombis no hurtan furtivamente el dolor.

    Y ellos no se muestran a m. No sin correr. O pelear.

    Por lo que, tengo un problema. Ms de uno si todava estoy aqu cuando el

    sol descienda. Mala suerte. No vine aqu buscando problemas.

    Lo nico que quise fue dar un paseo en una tarde lluviosa, beber a sorbos en

    Starbucks y mirar los escaparates de las tiendas; Una sombra Pollyana1 en

    botas de vaqueros, una pequea Miss Sunshine en jeans y cuero viejo. Buenos

    ratos, pensando en mis cosas, jugando al turista hasta notar a ltimo momento

    que los chicos se despiertan. Dejamos el pueblo esta noche. Cancel todo en

    Hyatt. Mis bolsos estn en el coche.

    Debera haber permanecido en mi cuarto. Clint Eastwood estaba en marcha.

    Pude haber ordenado bistec.

    Me aparto del pilar y serpenteo a travs de la muchedumbre, tomando el

    largo trecho hacia la calle. Me obligo a ir lentamente, aprendiendo de memoria

    caras, rastreando a los zombis, mientras ellos me hacen lo mismo. Una hmeda

    y fresca brisa de la calle mueve mi pelo. Ojala pudiera hacer ms. Mi cuello alto

    1 Pollyanna se usa para describir a una persona que es optimista de manera exagerada.

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    y mi chaqueta de cuero se sienten demasiado caliente; El sudor baja rodando

    por mi espalda; mis palmas estn sudorosas bajo de mis guantes negros de

    cabritilla.

    Los chicos, luego de un momento, absorben la humedad. Los pequeos

    latidos se saltan una pulsacin como comienzan a despertarse. Es temprano,

    aun para ellos, pero culpo a los zombis. Zee y los dems siempre saben cundo

    el malo est cerca, incluso cuando duermen. Es parte de sus naturalezas: Como

    una llamada. No quiero pensar en lo que eso me hace.

    Tropiezo duramente con la madre del joven nio zombi, la estabilizo con una

    disculpa. Me encuentro co la mirada fija del plido nio sombro a su lado. No

    puedo imaginar cmo o por qu l convenci a su madre de traerle aqu, pero l

    tiene a un demonio dentro de l ahora, y son maestros manipuladores.

    El zombi nio me mira con la muerte en sus ojos, y yo le doy una sonrisa.

    Elogio a su madre por tener a un buen muchacho. Un buen muchacho con un

    aura tan oscura que yo quiero sujetarlo y lanzarle un hechizo dentro de su

    cabeza.

    Tal vez despus. Me marcho dando media vuelta. Con la cartera de su madre

    en mi bolsillo.

    Logro llegar a la calle. Si tengo suerte, tengo cinco minutos antes de que el sol

    se oculte tras el horizonte. No el tiempo suficiente como para llegar al hotel

    incluso corriendo, pero estoy en la ciudad y debe de hacer un cuarto de bao

    cerca. Un estacionamiento. Un hueco en el suelo o algn espacio detrs de un

    contenedor de basura. Algn lugar donde esconderme cundo despierten los

    chicos.

    El hombre a travs de la calle lo cambia todo.

    La nica razn por la que me fijo en l es porque me vuelvo para darle una

    ltima mirada a los zombis y encuentro que ya no me observan. Todos ellos,

    incluso el nio que est siendo arrastrado lejos por su madre despistada, clava

    los ojos en un punto sobre mi hombro, sus miradas tan intensas, tan

    hambrientas, que doy varios pasos en la va antes de volverme y estudiar a la

    muchedumbre del atardecer tras de m.

    Veo al hombre a travs de la lluvia, que cae ms fuerte; el mundo oscuro,

    gris, lleno de brillantes luces y resbaladizas salpicaduras del hormign que

    danzan coloridamente por las ropas y ventanas cercanas a un restaurante. El

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    hombre es humano. Ningn aura oscura.

    Pero l se destaca. No puedo explicar cmo, al igual que su mirada que es

    como ver a un lobo observar a una manada de Chihuahuas. El mojado cabello

    castao cae por delante de su abrigo impermeable azul marino, bajo la

    cremallera abierta se vislumbra una gran camisa de franela trmica. Sus

    pantalones vaqueros son viejos, sus botas de trabajo an ms viejas. Su cara es

    demasiado angular para ser llamada bonita, pero l es alto y su cuerpo est

    lleno de planos y lneas duras. Joven, en sus treinta. l se apoya en un bastn de

    madera tallada, una mochila cuelga en su espalda sobre su hombro.

    Cerca de l se sienta un anciano sin hogar acurrucado en una hoja llana de

    cartn, una lona alquitranada plstica azul se extiende sobre su cana cabeza

    plateada y sus pertenencias atadas. Su cara se pierde en la sombra, pero mis

    ojos son agudos: Veo una boca, en una lnea severa una boca que se relaja

    cuando el hombre con el bastn se agacha a su lado. Los labios se mueven, las

    cabezas oscilan de arriba abajo, movimiento de brazos en el tiempo que

    empeora. Familiar y fcil. Esos dos se conocen los nombres.

    El bastn es dejado de lado, y el hombre cava en su mochila. Una botella de

    agua y una caja blanca emergen, se los entrega rpidamente. El tipo viejo sin

    hogar se los guarda en su regazo. Sonrisas.

    El joven recoge su bastn y se pone de pie, balancendose ligeramente. l

    mira a travs de la calle, su mirada deambula sobre la muchedumbre del

    mercado que camina sin mojarse bajo la arcada de oro alumbrada tras de m.

    Su escrutinio parece vacilar cuando l ve a los zombis. Pero cuando l me mira,

    se detiene completamente.

    l mira fijamente. Me mira fijamente como si estuviera alarmado, como si me

    conociese, como si hubiera una lnea de historia entre nosotros un salvavidas

    y yo no puedo apartar la mirada. No puedo parpadear. Estoy cayendo,

    cayendo, pero el suelo es firme bajo mis pies y mis rodillas son estables y s que

    todo esto sucede dentro de mi cabeza pero no puedo ayudarme a mi misma,

    porque lo nico que importa es su mirada. Sus ojos son tan calidos.

    No dura. Siento movimiento, en todas partes; Los zombis movindose en el

    gento que disminuye, reunindose. Las auras oscuras, la friccin. Los chicos se

    desplazan con mayor urgencia contra mi piel, desconchndose mientras el sol

    raspa el horizonte ms all de las nubes.

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    Tengo que irme ahora. Tengo que correr como un poseso.

    Los zombis todava clavan los ojos en el hombre. El niito se ha ido. Una

    anciana se tambalea cerca. Ella est vestida en seda negra, con una mirada fija

    como uas en una pizarra y labios tan rojos que es como si ella hubiera estado

    sorbiendo la sangre de mar del otro lado del velo. Me pregunto cuanto de la

    verdadera mujer queda, si su mente, la parte que no ha sido subyugada por su

    poseedor, grita.

    Ella abre su bolso y lo inclina hacia m. Veo un arma dentro. No me

    impresiona. Estoy inclinada a tomar el arma y golpear duramente en su

    garganta arrugada. Cada demonio cada zombi sabe cmo muri mi madre. Es

    el mismo modo que su madre muri, y su madre antes de eso. Es el mismo

    modo que morir, a menos que alguien se vuelva creativo. Y dudo eso.

    Seriamente.

    Qu quiere? le pregunto a los zombis, aunque yo slo mire a la anciana.

    Ella, como los dems, me contemplan como si pudieran saborear la futura bala

    marcada para mi cerebro. No que alguien se de cuenta. El grupo de turistas

    disminuyendo, fluye a nuestro alrededor. Algunos de los zombis reciben

    miradas extraas, pero eso es todo; Ningn transente parece ver ms all de la

    superficie, a cuestionarse, preguntarse si hay un problema.

    Excepto el arma que la anciana finalmente arrastra de su bolso ciertamente

    hace girar algunas cabezas. Su mano se agita. Violentos temblores. Veo miedo

    en sus ojos, confusin. Combatiendo la compulsin, luchando en contra el

    demonio dentro de ella. Tal vez. Me gusta darle el crdito a la gente.

    Oye dijo speramente la zombi. Ella tiene una voz grave como de fumador.

    Oye, Cazadora. Cazadora Kiss. Bang, bang.

    Ella apunta el arma, pero no en m. Me giro y simplemente all, cojeando a

    travs de la calle de adoquines, el hombre con el bastn. l todava se destaca

    (un lobo entre perros) y es ms alto de lo que me percat, incluso ms amplio,

    ms fuerte.

    Todo lo que toma es dos pasos. Me lanzo en el hombre, y de algn modo l

    est listo para m, brazos que suben para sostenerme mientras le caigo, mis

    manos sirviendo de almohada a la parte posterior de su crneo.

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    El arma se dispara. Siento la bala rebotar contra mi cuerpo como chocamos

    violentamente contra la va. Oigo un gruido spero debajo de m, una entrada

    ruda de aliento y luego alrededor de nosotros, gritos, los coches tocando la

    bocina, el repiqueteo de la lluvia contra la piedra. Intento rodar libre, pero el

    hombre es fuerte, l me sujeta tan apretado que no puedo respirar.

    Y entonces l me deja ir, un grito que gorgojea de su garganta, y siento algo

    duro presionando la parte posterior de mi crneo. La misma arma, la misma

    anciana zombi. Esta vez ella no cambia su objetivo por el hombre. Ella tira del

    gatillo en m.

    El mundo hace erupcin. Dejo de respirar. Me vuelvo sorda, completamente

    ciega pues todo lo que veo en un momento es una hoja de brillante luz y yo no

    puedo moverme. No puedo pensar. No hasta que siento a mi cuerpo cambiar;

    el hombre rueda colocndose sobre m, gritando, sus manos acunan mi cabeza.

    Sus ojos son salvajes y oscuros, su cuerpo caliente, largo y duro. Tomo aire,

    despus otro jadeante y que me obligo a empujar al hombre. Esto no es seguro.

    l no est a salvo.

    Pero oh oh la anciana zombi se derrumba al lado nuestro, jadeando y

    chillando, contorsionarse como una anguila plida y arrugada. La sangre mana

    de un lado de su cuello, la sangre no es nada comparada con la fuente que sale a

    borbotones de los restos de su mano destrozada. El arma se ha ido. Explot

    como metralla cuando la bala destroz el barril del arma. Tan estpida.

    Estpida por dispararme. Estpida por colocar el arma tan cerca de mi cuerpo.

    Las balas rebotan. Las balas tienen un efecto retroactivo. A las balas y otros

    proyectiles no les gustan mis tatuajes. Los chicos son buenos guardaespaldas. El

    demonio dentro de la anciana debera haberlo sabido. Tengo una reputacin.

    Su sangre empapa mi abrigo, salpica mi cara. Puedo ver al demonio en su

    mirada moribunda, pero alejndose ahora, distante. La criatura va a salir a toda

    prisa. Encontrar a otro anfitrin. Dejar a esta anciana para morir a solas,

    preguntndose lo que ella acaba de hacer, su nombre manchado por siempre,

    destinado a perdurar como un Informe en el Especial Noticioso de la Tarde: La

    violencia al Azar en USA en aumento. Los ancianos atacando.

    Y si yo soy atrapada aqu, tambin estar en ese informe.

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    El hombre rueda alejndose de m, y ruedo con l, sujeto su mano y lo jalo

    conmigo cuando me obligo a levantarme. Huelo la sangre. Toco la parte

    posterior de mi cabeza, abriendo camino entre el grueso pelo para encontrar mi

    piel intacta, caliente al tacto. Recuerdo a mi madre, y quiero vomitar. Mis

    piernas se estremecen. El hombre se me acerca y siento su gran mano caliente

    en mi nuca. l mira perdidamente hacia mis ojos.

    Tengo que apartar la mirada. Los zombis se han ido, dispersados, perdidos

    en la muchedumbre asustada que huye de la violencia. Veo caras detrs de los

    parabrisas mirando fijamente, sus bocas abiertas.

    El hombre todava me toca. se encuentra bien?

    y usted? sueno tan afectada como me siento. Un disparo en la cabeza, un

    disparo en la cabeza. Me encojo de hombros, y l da un paso; a continuacin su

    rodilla se dobla. l coloca su bastn a tiempo, pero tambin lo agarro del brazo,

    jalndole cerca, sujetndole. Su cuerpo se siente duro, fuerte. l huele bien,

    tambin. Como canela y luz del sol. Huele como a hogar, clido.

    Lo siento murmura, pero no digo nada. No tengo tiempo, y no le puedo

    dejar. Le tomo la mano, pero l echa marcha atrs, mirando a la anciana -el

    zombi- que est muriendo en el suelo.

    Tenemos que ir le digo. Nosotros. No es una palabra que he usado en

    mucho tiempo. No con alguien aparte de los chicos.

    Ella est muy sentida dice.

    Ella intent matarle

    No importa . l me mira, y su cara se endurece. Vyase, entonces. Salga.

    Pero no lo hago. Me acerco a su cara y lo sujeto del cuello, estamos tan cerca

    que casi puedo saborear sus labios. Su cara est mojada con la lluvia, la sombra

    de su mandbula fuerte y oscura. Yo debera marcharme. Debera huir y

    abandonarlo. Debera salir de esta ciudad y de todas las dems como esta,

    debera abandonar el misterio de demonios y zombis, de prisiones y velos, de

    las armas y asesinatos, y esconderme en una montaa en lo alto del mundo.

    Ocultarme y fingir que yo no nac para matar.

    Por favor susurro.

    Su mandbula cierra hermticamente. Sus dedos se crispan en mi espalda, y

    luego l la estira y cubre mi mano con la suya.

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    Suelto su cuello. l no me suelta.

    Le jalo debajo de la arcada. l cojea, pero simplemente le arrastro conmigo

    rpido, sin vacilacin y yo no miro hacia atrs. Abandono a la anciana que se

    desangra.

    Abandono al demonio libre para encontrar a un nuevo anfitrin. Odio eso.

    Mi madre odiara eso. En un mundo perfecto yo no les hara esto, solo lo

    correcto. Pero ste no es un mundo perfecto. sta es una prisin, y los

    presidiarios ni siquiera lo notan.

    No tengo tiempo. No s dnde voy, pero veo escaleras y las tomo. El hombre

    suelta mi mano, pero agarro su manga. No le puedo dejar apartarse de m.

    l dice algo una protesta, tal vez (pero yo no lo escucho). En algn sitio por

    encima de nosotros el sol recorta el horizonte, y puedo contar los segundos, los

    puedo sentir hacer tic tac en mi corazn como una luz que quema en todo mi

    cuerpo, desde mi cuero cabelludo hasta las puntas de los dedos de mis pies: Un

    fuego mercurial, la prueba ritual.

    Los chicos se despiertan. Todos a una, con un estremecimiento que es peor

    que el impacto de las balas. Veo un aviso de un cuarto de bao y buceo dentro,

    arrastrando al hombre detrs de m. El lugar apesta a pis y moho. El piso est

    cubierto de manchados azulejos blancos y negros, y las puertas en los cubculos

    slo llegan hasta mi cintura. Dentro de uno de ellos est un tipo todos huesos y

    tendones con una aguja en su brazo, agitndose y gimiendo. l es la nica otra

    persona en el cuarto de bao. Nada puedo hacer yo con l. Ningn cerrojo en la

    puerta principal, ya sea. Me apoyo contra ella y me arranco mis guantes.

    El hombre con el bastn hace un sonido gutural bajo, pero no le miro. Todo

    lo que veo son mis manos. El humo contorsiona contra mi piel, pulsando con

    destellos de luz roja en lo que solo unos segundos antes eran nada ms que las

    intrincadas lneas de un tatuaje.

    El frente de mi suter se hincha. Lo jalo bruscamente hacia arriba. El humo

    plateado serpentea alrededor de mi torso, desconchndose de mis costillas y

    espalda, robando la niebla oscura que cubre mis manos y ms abajo, el humo

    que cubre mis muslos, piernas y pies. Tatuajes, se disuelven en carne de

    demonio, transformndose poco a poco en tres pequeos y oscuros cuerpos:

    Zee, Aaz, y Raw, todos se deslizan abajo por mis piernas hacia el piso. Miran

    detenidamente mis ojos, haciendo sonar sus largas garras. Debajo de mi pelo,

    dos demonios ms diminutos se retuercen libres. Dek y Mal, delgadas

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    serpientes negras con las cabezas de hienas bebes. Se viran alrededor de mi

    cuello, ronroneando, susurrando disparates que no comprendo y nunca har;

    Slo, que es suave, calido, familiar como un arrullo. Me desplomo contra la

    puerta del cuarto de bao, agotada, mi corazn truena. Extiendo la mano y las

    pequeas manos tocan las mas.

    Mis chicos. Los nicos amigos que tengo en este mundo.

    La cara angular de Zee es del color del holln embarrado. Las pas de su pelo

    parecen miles de diminutas agujas de plata que oscilan de arriba abajo,

    mientras sus delgados brazos cubiertos de escamas como hojas de afeitar y

    brillantes garras metlicas. l abre su boca, y sus dientes blancos son dentados,

    su lengua larga y negra.

    Maxine? Zee habla con voz spera quedamente, pero los otros tiran

    fuertemente en su pelo afilado, y todos nosotros miramos a travs del bao en

    el hombre que traje aqu, el hombre que yo no poda abandonar. Abandone a

    un zombi para morir, pero no a l. No l.

    Dejo de respirar. El hombre mira fijamente, y el mundo impacta en m

    cuando examino sus ojos, su mirada fija directa. l no mira a los chicos, sino a

    m. Slo yo.

    Zee y los dems hacen un zumbido, como diminutas motosierras rugiendo

    sus motores.

    Malditos infiernos susurra el pequeo demonio. Problemas.

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    Captulo Dos

    Traducido por: Lucia A.

    Problemas. S. Estoy en un montn de ellos.

    Me toma un largo tiempo moverme. No quiero. Pero el hombre exhala una

    bocanada de aire y se inclina tan lejos de su bastn que temo vaya a caer. As

    que voy con l. Tomo mi propia respiracin profunda y cruzo el bao, dejando

    cierta distancia entre nosotros. No s si el hombre pueda manejar el estar de pie

    cerca de m. No s si puedo manejar el estar cerca de l. Si han sido alguna vez

    testigos del diario ritual de despertar de los chicos, he corrido antes de ser

    forzada a lidiar con las secuelas de terror.

    Pero todo lo que hago ahora es estar de pie, incapaz de hablar. Su mirada es

    tan intensa. Siento como si l pudiera ver a travs de m, aunque su atencin

    est momentneamente puesta en Aaz, que introduce su cara al inodoro para

    comer la torta.

    Ms abajo, oigo el sonido de lengetazos en uno de los puestos. Raw se

    arrastra fuera, limpindose la boca. Los labios del hombre tiemblan.

    Maxine dice Zee de nuevo. Saltando de un pie a otro, sealando la puerta

    del bao. Oigo fuertes pasos y chasqueo mis dedos. Aaz y Raw se lanzan a

    travs del suelo de baldosas y apoyan sus pesados cuerpos contra la vieja

    puerta de madera, preparndose a s mismos cuando alguien empuja desde el

    otro lado. Los chicos no se mueven.

    Son pesados, densos, delgados y retorcidos; un cruce de msculos, tendones

    y afilados objetos, picos de color gris y plata bajan por sus espinas, metal

    orgnico que no tiene igual en este lado de la prisin del velo. Tal vez sin igual

    en cualquier lugar, aunque slo los chicos entienden lo que son. Todo lo que s

    con certeza es que son tan inmortales como sus anfitriones nacidos para ser

    armas, pequeas muertes.

    Y soy su ama. Soy su cazadora, y ellos son mis perros. Por ahora.

    La puerta vuelve a ser empujada, esta vez con ms fuerza. Oigo un grito,

    seguido de puos golpeando. La conmocin es de corta duracin, pero Aaz y

    Raw no se mueven de la puerta.

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    El hombre toca mi brazo. Salto. No lo o moverse. Dek y Mal se levantan de

    su lugar de descanso en mi hombro, silbando, estremeciendo y estrechando la

    escamosa piel de sus cuellos. El hombre se estremece, pero no me suelta. No me

    puedo imaginar de lo que sus nervios estn hechos.

    Qu es esto? sus ojos son de color marrn, con una frente fuerte,

    fruncida. Me siento mareada. Esta es mi peor pesadilla. Miro lejos de l y echo

    un vistazo al largo espejo por encima de los lavados. Blanca Nieves, mi madre

    sola llamarme. Piel blanca, labios rojos, pelo negro como el ala de un cuervo.

    Sin embargo, mis ojos estn huecos. Cansados. Mi cara esta salpicada de sangre.

    No hay atades de cristal o besos para m.

    Sacudo la mano del hombre liberndome, muy consciente de los chicos; Dek

    y Mal todava estn listos para atacar. Alcanzo y acaricio sus espaldas, tratando

    de calmarlos. El hombre me mira, y le miro de vuelta, midindolo,

    encontrndolo sin miedo. No hay miedo en sus ojos, en el conjunto de su boca.

    Slo en su mano, que todava tiembla. Hay una gota de sudor en su frente, en el

    hueco de su garganta. Veo un poco de sangre en su mejilla.

    Retrocedo hasta el lavamanos y abro el grifo. Arrancando una toalla de papel

    y la remojo. Sostenindola ante el hombre y sealando el espejo. Lo mira

    fijamente, luego a m, y despus su reflejo. Espero, tambin. Somos extraos,

    mirndonos el uno al otro, y no puedo leer sus ojos

    Alguien trat de matarte.

    S. Me has salvado la vida. Duda. Dos balas. Deberas haber muerto.

    Trato de no pensar en la bala rebotando en mi crneo. No me gusta recibir un

    disparo en la cabeza. Por obvias razones. No hay una buena explicacin para mi

    supervivencia, nada que tenga sentido. Todo lo que puedo hacer es mirar al

    hombre. Nunca he deseado a nadie que tenga miedo de m -hasta ahora- y no lo

    puedo explicar, salvo a este hombre con esa extraa y tensa calma, con su rgido

    control, no es correcto. No es del todo bien.

    Estrecha sus ojos. T no eres humana.

    Lo suficientemente humana alejo los pensamientos de mi madre. Quin

    eres t? Nombre.

    Tu primero.

    Vacilo. Maxine. Maxine Kiss.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    14 14

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    Maxine repite lentamente. Mi nombre es Grant. Grant Cooperon.

    Grant. Repito su nombre, probndolo. Grant, esto debe ser muy extrao

    para ti.

    S.

    S. Por lo tanto, si necesitas... a

    Perder el control? dice con voz tensa. Salir gritando? No, no, seora. No

    creo que sea una buena idea en absoluto. Pero trata de no parecer tan

    decepcionada.

    Decepcionada murmuro. Ests demasiado calmado.

    Calmado escupe la palabra. Esto no es estar en calma.

    De acuerdo. Mis mejillas se calientan. Le tiro la toalla de papel hmeda y

    luego arreglo la ma. Frotando mi cara en el espejo, lavando la sangre de la vieja

    mujer zombi, miro su reflejo mientras l me mira fijamente y luego a Zee, que

    est merodeando cerca de sus pies, olfateando el aire alrededor de su cuerpo.

    Grant est muy quieto, pero a excepcin de un breve gesto, no muestra miedo.

    Tenemos que irnos le digo, secndome las manos en mis pantalones

    vaqueros. Aqu no es seguro.

    Para ti o para m? los nudillos de Grant estn blancos alrededor de la

    cabeza de su nudoso bastn. Qu es esto? Qu est pasando?

    Me vuelvo a hacia l, pero en el ltimo momento fallo, y me apoyo en el

    lavado, estudiando su rostro, haciendo acopio de todas mis fuerzas para

    coincidir con su penetrante mirada.

    No mira hacia otro lado. Yo tampoco.

    Tu dime susurro en voz baja. Por qu alguien quiere matarte?

    Y por qu alguien como t me salvara? Grant se inclina la cabeza.

    Peculiar, no?

    Todo acerca de esto es extrao. Me empujo lejos del lavabo y tomo un paso

    hacia l. Sin duda ms extrao para ti de lo que es para m.

    No hay duda. l mira hacia abajo a Zee y levanta la ceja. Hola.

    Boo, responde Zee pensativo, poniendo la punta de una garra de plata en

    su boca, chupando ligeramente.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    15 15

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    Tienes los ojos extraos, Hu-Maano. Ojos como el profundo mar. Apuesto a

    que saben bien.

    Apuesto a que nunca tendrs la oportunidad de intentarlo le responde

    Grant, sorprendiendo el infierno fuera de m. Echa una ojeada en mi direccin.

    Creo que es posible que tengas una o dos palabras que opinar acerca de

    arrebatar globos oculares.

    Depende le digo. No me conoces.

    Se encoge de hombros. Tomo en fe los pequeos gestos. Como salvar mi

    vida.

    Incluso si ese salvadora soy yo? Cubierta de demonios?

    Demonios. Prueba la palabra, algo duro y resuelto se posa en su mirada.

    Los demonios no me asustan.

    Tengo que recuperar el aliento. La anciana que trat de matarte estaba

    poseda por uno. Una criatura controlaba sus acciones. Haba otros, tambin.

    Todos ellos all por ti. Esperando.

    Espero su respuesta -algn tipo de negacin, ira. Cualquier cosa. Pero todo lo

    que recibo es esa misma mirada fija, tan pensativa que me pregunto de si no

    estoy loca.

    Algo duro golpea contra la puerta del bao. Haba estado en calma durante

    el ltimo minuto, pero ya no. Hay nuevas voces ahora. Pienso en los zombis del

    piso de arriba, podra haber ms de ellos fuera de esta sala, tambin con armas.

    Nada es seguro.

    Hey! grita un hombre. Es seguridad! Abran la condenada puerta!

    Las fosas nasales de Zee llamean. Sus nudillos crujen. Tres, Maxine. Slo

    tres. Todos hu-Maanos.

    Espera exclama Grant, pero tom su brazo y lo empujo hacia un puesto

    vaco al lado del adicto a la herona. El piso es resbaladizo, el asiento del

    inodoro esta baboso. Estuve a punto de atragantarme por el olor mientras me

    apiaba con el hombre. Dek y Mal se deslizaron ms profundamente en mi

    cabello.

    Grant tira su brazo libre. Para. Necesito respuestas.

    Por qu? disparo devuelta. Parece que ya tienes una idea de las cosas.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    16 16

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    No hay que confundir la calma con la comprensin.

    Por qu no? lo miro fijamente a la cara. l es grande, todo un hombre.

    Impresionante. T no estas en una fase por esto, verdad? Ni un poco.

    La bala fue una sorpresa responde, entrecerrando los ojos. Y t.

    Definitivamente t.

    Me alejo de l, (pero no hay ningn lugar donde ir). Y todo lo que puedo

    pensar es en las probabilidades. Un hombre en una ciudad de millones de

    personas. Un mercado, lleno de zombis quienes nunca se renen, no en

    pandillas. Y yo, all, en la cspide de la puesta de sol. Por supuesto. Solo mi

    suerte.

    Trago saliva. T no eres humano, tampoco. O si lo eres, pero no como

    cualquier humano que haya conocido.

    Lo suficientemente Humano. Roba mis palabras, mostrndome una sonrisa

    amarga.

    A pesar de que tener humanidad y ser humano son dos cosas diferentes.

    Y cual eres t?

    Un hombre de ambos, espero. Grant se balancea cerca. Y t?

    Esto es ridculo murmuro.

    No expresa. Dmelo. Por favor.

    No s susurro, removindome con ira hacia l, a m misma por ser tan

    dbil con las palabras, tan fcilmente acorralada cuando nunca he sido

    arrinconada antes.

    No s lo que soy. Pero ahora mismo me importa un bledo. Quiero

    respuestas, tambin. As que dime, Sr. Cooperon... cmo lo sabes? Cmo

    sabes lo que esas personas eran?

    Grant se balancea mas cerca. Por un momento olvido de que es un

    desconocido, un misterio, porque el pesar y la incertidumbre en su oscura

    mirada de repente se siente como un espejo, un duro reflejo de mis propias

    emociones. No me siento mal por l.

    Veo cosas, me cuenta, con una respiracin profunda que suena como un

    ancla cayendo en su pecho. (Con color). O ausentes de ella, all arriba,

    oscuridad. Oscuridad en la mayor parte de la multitud. Y entonces. l se

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    17 17

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    inclina an ms, su mirada vacila sobre mi cara, mi boca, hasta que, suave, T.

    l dice la palabra como si significa algo, como si lo fuera todo. Me da miedo.

    Todo esto est mal.

    Mi presencia fue un accidente exclamo, apenas capaz de arrastrar mi voz

    por encima de un susurro. Pero esa oscuridad que viste... era un signo de

    posesin. Demonios, un cierto tipo de parsitos. Y ellos estaban all por usted.

    Ellos queran verlo muerto, sin hacer preguntas. No puedo entender por qu.

    Nadie atrae ese tipo de atencin, Sr. Cooperon. Nadie.

    Ni siquiera t? pregunta Grant gravemente.

    La puerta del bao es golpeada hasta abrirla. Oigo tres gritos apagados,

    seguidos por silencio y unos duros golpes sucesivos. Grant y yo nos asomamos

    fuera del cubculo. Dos hombres vestidos con uniformes estn tirados de bruces

    en el sucio suelo, y el tercero, con ropa de calle, descansa sobre la espalda. Estn

    respirando. No hay auras oscuras, tampoco, como Zee prometi. Aaz y Raw

    olfatean sus rostros. Zee empuja una gruesa y redonda barriga con su garra de

    plata.

    Jugoso dice maliciosamente. Muy jugoso, Maxine.

    No le advierto. Te voy a conseguir la cena ms tarde.

    Una cena mejor aade Grant, sorprendindome otra vez, Si ese sujeto

    sabe como se ve.

    Zee sonre, frotndose los pequeos fragmentos de pelo. No soy exigente,

    hu-Maano. Quieres darme tu dedo para un pellizco y un gusto?

    Dame el tuyo, y acordamos un empate replica Grant, y esta vez se ve

    recompensado con unas risitas. No sonre, sino simplemente me mira

    (desafiante) como si me retara a decir algo.

    Todo lo que puedo hacer es mirar. Zee tira de mi manga, y lo recojo en mis

    brazos. Me abraza, presionando su afilada boca a mi oreja.

    Hueles a miedo murmura. Al igual que una batalla de sangre. Soamos, y

    recordamos lo que soamos, pero Aaz dice que algo malo te hizo caer. Un gran

    y malo Zombi Rebanador.

    Me alejo de Grant, hacia la puerta del bao. Puedes decirme de qu se

    trata? Zee sacude la cabeza.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    18 18

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    Respiro, Y el hombre?

    Una vez ms Zee no dice nada, pero el retumbar de ronroneos en su pecho se

    detiene. Aguanto la respiracin. No sera la primera vez que he juzgado mal

    carcter, de un humano o de otro, aunque los chicos son buenas autoridades en

    la confianza, listos para aprobar el veredicto si es o no necesario. La ltima vez

    que conoc a un hombre a los chicos no les gusto, tuve que empacar parte del

    cuerpo en hielo para que los paramdicos lo encontraran.

    Y ahora? Ellos se ren de los chistes.

    Grant, se apoya en su bastn, inclinndose para ver el pulso de los hombres

    inconscientes. Que feroz. Te importara explicarme la mejor manera de

    mantenerlos alejados de su lado malo?

    No me jodas. Le doy una larga y dura mirada. No jodas con alguien que

    no se lo merece.

    Peleando en el lado de la luz, eh? Maravilla de mujer, qudate tranquila

    corazn. La sonrisa de Grant es sombra. Por supuesto, eso no explica cmo

    mantenerse alejada de tu lado malo.

    Eso podra ser imposible para ti.

    Tan dura.

    Comparado con los demonios que te quieren muerto?

    La ltima bala fue para ti. La mirada de Grant parpadeo sobre los chicos,

    quienes lo vigilan con ojos rojos, cuerpos enroscados en espiral sobre sus

    grupas grises y plateadas. Te importara explicarme eso? O cmo

    sobreviviste?

    AAZ y Raw arrastran sus garras sobre las baldosas, siseando suavemente.

    Zee sopla su pequeo pecho. En la luz de da, hu-maano, nuestra piel es su

    piel. Los Rebanadores no consiguieron ninguna gloria sobre nuestra amiga. Los

    Rebanadores solo consiguieron dolor.

    Por rebanador... quieres decir demonio?, Grant aprieta la mandbula. Y

    que eres, pequeo hombre? No eres t lo mismo?

    No lo interrumpo. Ellos no son lo mismo. Los chicos son mi familia, la

    nica familia que tengo. Me ocupo de ellos, y ellos cuidan de m. Me protegen.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    19 19

    19 19

    Por el momento. Los chicos, despus de todo, no protegieron a mi madre en

    su ltima noche. O a su madre. O a su madre antes de ella, o a cualquiera de las

    mujeres en nuestra lnea. La supervivencia siempre gana al final. Siempre, para

    ellos.

    Grant estudia mi rostro. Esta es la conversacin ms larga que he tenido con

    alguien en casi cinco aos. Tambin es, sin lugar a dudas, el peor error de mi

    vida.

    Mira a los chicos, su mirada persiste en sus caras vueltas hacia arriba. Trato

    de verlos como l lo hace, pero he crecido con ellos, y no hay nada acerca de sus

    cuerpos o personalidades que me pueda asustar.

    Ests listo? le pregunto, con ganas de correr, de gritar. Tienes algn

    lugar donde te puedo llevar?

    Vamos a salir de aqu primero dice Grant.

    Llego a la puerta. l me detiene. Su mano est caliente.

    Gracias habla en voz baja. No s por qu me has salvado, pero muchas

    gracias.

    No me lo agradezcas aun le respondo suavemente. Todava podras estar

    muerto por la maana.

    Que optimista.

    S replico, sin humor. No estara aun aqu si no lo fuera.

    Detrs de nosotros, la puerta de una casilla traquetea. El grisceo tipo

    nervudo sale del cubculo, un reguero de sangre corre por su brazo grueso. l

    nos mira y luego nota a los hombres en el suelo, y a los chicos.

    Joder susurra, frotndose los ojos.

    Fuera de aqu le dice Grant inmediatamente despus de nosotros, vete.

    No quieres estar aqu cuando alguien encuentra a estos hombres.

    El hombre asiente con la cabeza. Espero que escuche.

    Abro la puerta. Raw se asoma y chasquea sus garras.

    Salimos rpido.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    20 20

    20 20

    Viajar con demonios no es tan difcil como uno podra pensar. Todo depende

    de los demonios en particular, pero en mi caso los chicos son expertos en

    sombras- saltando. Afortunadamente, la tenue iluminacin del nivel mas bajo

    del mercado Pike ofrece muchas oportunidades para utilizar sus habilidades.

    Zee, Aaz, y Raw saltan al primer lugar oscuro que encuentran-una oscura

    esquina llena con los restos del trabajo de un perezoso conserje: latas de

    refresco, una jeringa, envoltorios de caramelos. Un minuto aqu y en el

    siguiente, se han ido.

    Tragados por las sombras. Dek y Mal, se ocultan ya que estn en mi pelo, se

    quedan conmigo. Presionados contra mi piel con clidos ronroneos, enredados

    y anidados como muy pequeos, muy sinuosos, gatos.

    Grant, apoyado en su bastn de madera tallada, observa a los nios

    desaparecer.

    Interesante.

    T eres un maestro en la subestimacin le digo. A menos que tu vida sea

    ms extraa de lo que ya me has dicho.

    Bastante extraa. A dnde fueron?

    No estoy segura. Saltan distancias cortas, de una sombra a otra. Cuando

    lleguemos a la calle, siempre y cuando este a oscuras, van a ser capaces de

    viajar a nuestro lado sin que nadie los ve.

    Interesante dice una vez ms, y me apunta con una breve y pesada mirada.

    Todava no te explica.

    No mucho lo hace. Empiezo a subir las escaleras. Grant, despus de un

    momento, me sigue. Para un hombre con una cojera, se mueve con

    sorprendente rapidez. Parece demasiado fuerte como para necesitar un aparato

    para caminar, pero la debilidad en su pierna derecha no es un acto. Sealo el

    bastn. Accidente?

    No responde Grant. En absoluto.

    Antes de poder preguntar- antes de poder preguntarme a mi misma por que

    lo quiero hacer- Oigo la esttica de un walkie-talkie. Todava estamos en las

    escaleras, no estamos en el nivel superior del mercado. La radio esta

    sintonizada en la frecuencia de la polica. Oigo otras voces, tonos apagados,

    muy graves. En algn lugar cercano, el aullido de sirenas.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    21 21

    21 21

    Grant me lanza una mirada. Yo podra ser la vctima aqu, pero por qu me

    siento como un criminal?

    El complejo de culpa es una cosa fea, Sr. Cooperon.

    Llmame Grant.

    Lo ignoro. Es su eleccin. Si quiere ir a la polica y presentarse, adelante.

    Dgales que usted estaba all.

    En serio. As de simple.

    T no eres mi prisionero.

    No l est de acuerdo con lentitud. No s muy bien lo que somos.

    Miro para otro lado. Debe saber que no suelo hacer esto.

    Salvar vidas? Secuestrar hombres?

    Mantenerme por ah cerca.

    Ah. Grant me estudia por un momento, y luego mira hacia abajo a sus

    manos, sus pies. As que, los policas. Hablas acerca de una eleccin, pero por

    qu tengo la sensacin de que presentarme a m mismo con esos uniformados

    sera una mala idea?

    La misma razn por la que Zee y los otros noquearon a los guardias de

    seguridad. No hay nada que pudieran precisar de nosotros, pero perderamos

    tiempo.

    Y haran preguntas incmodas. Siento sus dedos en mi espalda, y salto

    cuando hace contacto con mi piel. Llego a su alrededor. Hay un agujero de gran

    tamao en mi chaqueta, justo abajo de mi espina dorsal.

    Tu cabello lo cubre dice Grant en voz baja. Pero yo saba hacia dnde

    mirar.

    Yo trago saliva. Sigo pensando que est manejando esto muy bien.

    Soy demasiado hombre para un ataque de histeria.

    Le disparo una rpida mirada y capturo una brusca inclinacin de su boca.

    Esto me toma tanto por sorpresa que casi sonro-casi- y la boca de Grant se

    curva una fraccin ms.

    Te atrap dice en voz baja.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    22 22

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    No tienes nada. Busco en su rostro, tratando de no verme afectada. Las

    mesas giran, giran rpidamente. Me siento como una presa cuando miro a este

    hombre. Lobo entre perros. Y yo que pensaba que yo era el cazador.

    No s por qu no has probado correr, an digo, mi voz apenas un susurro.

    Pens que me queras aqu.

    T no sabes lo que quiero.

    La sonrisa de Grant se suaviza. Si hubiera tratado de alejarme de ti, creo que

    vendras detrs de m. No soy un pez para ser arrojado de nuevo al agua. No

    despus de todos los problemas que tu has tenido que pasar para mantenerme a

    salvo.

    Ninguna discusin all. Tengo algunas preguntas acerca de por qu eres el

    objetivo. A menos, claro, que ya lo sepas. T, que puedes ver demonios

    desprenderse del cuerpo de una mujer y de alguna manera tratarlo tan cuerdo.

    T, que puedes ver otros tipos de demonios cuando todos los dems en este

    mundo no tienen ni idea.

    Cuerdo es un trmino relativo. Grant se balancea cerca. En cuanto a lo

    otro, supongo que podra tener algo que ver con el por qu esas cosas, lo que t

    dices que son, quieren verme muerto. Lo he...visto antes. La oscuridad.

    Y sabas que estaban posedos?

    Grant duda. Antes de que pueda responder, Zee asoma la cabeza por una

    sombra en un hueco por encima de nosotros -como un demonio nutria cortando

    la superficie de la oscura agua- y prueba la superficie del techo con la punta de

    la lengua. Silba al instante, escupiendo el sabor. Manchas de saliva roja salpican

    mi cara. Lo limpio.

    Maxine habla speramente. Situacin crtica. El lugar entero se est

    quemando. Jodido al rojo vivo.

    Maldita sea murmuro.

    Grant frunce el ceo. Qu significa eso?

    Lo estudio, preguntndome cunto le puedo decir -preguntndome, tambin,

    si ha pasado el punto de no retorno, donde la vacilacin es nada ms que

    estpido orgullo, seguir adelante con ilusin. Mis secretos, las cosas que he

    sabido, siempre han sido mas y slo mas. Por lo menos desde que muri mi

    madre.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    Compartir eso con alguien ms -un extrao, nada menos- se siente mal. Por

    otra parte, mal de repente se convierte en mi nueva normalidad.

    Echo un vistazo por las escaleras, pero no escucho a nadie venir hacia

    nosotros. Jalo a Grant hacia un lado, junto a la barandilla. Ya sabes un poco,

    cierto? Has visto cosas. No quiero saber cunto, todava no, pero la conclusin

    es que hay demonios en este mundo, y ellos no deberan estar aqu. Hay una

    barrera, una prisin (varias prisiones), que los mantienen encerrados, pero a

    veces a pesar de todo se las arreglan para pasar. Empujando lo suficiente, se

    forma una grieta. Presionan ms, y la grieta se convertir en una puerta

    temporal.

    Unpunto caliente.

    S. En algunos lugares se hacen ms que en otros. Las ciudades son siempre

    malas. Demasiados seres humanos, demasiadas emociones, demasiado jugoso;

    atraen a todos aquellos espritus oscuros. El problema es que el nmero de

    puntos calientes est creciendo. El velo se est volviendo dbil.

    Y si todos los demonios vienen a travs?

    Tan slo lo miro. Los seres humanos hacen cosas malas todo por su propia

    cuenta, Sr. Cooperon. Algunos son peores que otros. Algunos necesitan ayuda

    para convertirse en monstruos. Hay ms de los que usted podra pensar. Vea las

    noticias por la noche.

    Las miro dice tristemente. Y veo.

    Entonces sabes lo que pasara, a escala mundial, si la barrera de la que te

    habl cae. Y esos son slo los demonios que poseen a los humanos. Hay otros

    tipos, tambin, pero todos ellos se alimentan de emociones fuertes. Ira, Odio,

    Miedo.

    Y algunos son peor que eso, demonios de los que no puedo hablar. La voz de

    mi madre hace eco en mi cabeza, con sus historias del anillo exterior ms all

    del velo de la prisin. La primera sala, casa de los peores, los ms peligrosos.

    Segadores Mundiales.

    Muerdo el interior de mi mejilla, an estudindolo. Quiero saber por qu

    los demonios de all te queran muerto. Podra ser el hecho de que puedes

    verlos. Pero esa no parece una amenaza para que valga la pena poner en riesgo

    sus anfitriones.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

    24 24

    24 24

    Si t lo dices Grant se frota la frente. Esta es demasiada informacin.

    Demasiado para creer?

    Su mano se aquieta. No. Slo... ms de lo que quera saber. Aunque no me

    quejara si planearas ser mi guardaespaldas.

    Se las arregla para decirlo sin sonar srdido. Una hazaa. Y la nica razn

    por la que no robo su bastn y lo empujo por las escaleras. Doy un paso arriba,

    escuchando el crepitar de las radios. Zee ya ha desaparecido. Por qu viniste

    aqu hoy?

    Hago flautas.

    Flautas. Me giro para mirarlo.

    Las de madera aclara. No las vendo yo mismo. Hay un hombre que lo

    hace por m. Vengo aqu a tocar los fines de semana. Tengo una esquina.

    Huh. Miro alrededor de la pared. La mayor parte de la galera ha sido

    despejada de compradores; Al final, veo cintas amarillas, policas y equipos de

    noticias en todas partes. Ninguno se acerca a nosotros, sin embargo. Dnde

    aprendiste a hacer eso?

    He tocado la flauta desde que era joven, pero aprend a hacerlas en Nepal.

    China, despus de eso. Los habitantes de las montaas producen sonidos

    increbles.

    En serio. Trato de imaginarme dejando el continente, y quedando atrapada

    en el misterio de las puestas del sol y en el horizonte.

    National Geographic y Discovery Channel son lo ms cercano a lo que

    alguna vez llegare a explorar.

    Siempre quisiste hacer eso? Viajar? Ser un fabricante de flautas...?

    No responde Grant. Antes de eso, era un sacerdote.

    Las expectativas son una responsabilidad en este punto. Me apoyo contra la

    pared, mirndolo fijamente. Grant sonre. No encajaba en el perfil, eh?

    Estudio sus largas y magras lneas, su hmedo cabello, los ngulos de su

    cara, y esos oscuros y clidos ojos que llevan el borde algo fuerte. Un gran,

    fuerte y guapo hombre-un buen hombre, cuanto ms lo miro, pero es imposible

    conciliarlo con la idea de contemplacin y devocin a un poder superior.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    25 25

    No le digo con voz dbil. Por qu cambiaste?. Su sonrisa se vuelve

    frgil.

    Es complicado. Doy consejo ahora. Sin el cuello.

    No digo una palabra. Me zumban los odos. Los demonios cazaban a un ex

    sacerdote? Un fabricante de flautas? Un hombre que camina en la lluvia y

    alimenta a las personas sin hogar? No tiene ningn sentido. Lentamente

    expulso mi respiracin y me encuentro con los ojos de Grant. El borde se ha

    desvanecido de su sonrisa, aunque no el humor.

    Lo siento responde. Me tienes miedo, no?

    No, no es miedo. T eres... confuso.

    Y tu no lo eres? sacude la cabeza. No importa.

    Todo est libre a nuestro alrededor. Sin pensarlo, lo tomo de la mano y tiro

    de l hacia la calle en frente de nosotros.

    Cuando trato de dejarlo ir, aprieta los dedos -pero slo por un momento. Un

    apretn, como si quisiera decir aqu estoy. Se deja ir, pero la sensacin persiste.

    Todava esta lloviznando. Nos abrimos paso alrededor del detenido trfico

    en la calle principal, los faros iluminan la ligera bruma calmando la piel

    enrojecida de mi cara y garganta. Se siente tan bien. Solo quiero permanecer

    bajo la lluvia y cerrar mis ojos-respiro lenta y profundamente. Quiero olvidar la

    violencia, el misterio, la responsabilidad. Estoy tan cansada.

    Maxine dice Grant tranquilamente, y oh!, es extrao escucharlo decir mi

    nombre. Oyndolo de su boca. No le respondo, pero en su lugar me enrosco

    ms profundo dentro de mi chaqueta. Olvid revisar si la sangre de la anciana

    zombi era visible en el cuero negro, pero la calle est oscura, hacindose ms

    oscura minuto a minuto. No creo que nadie se de cuenta.

    Trato de mantenerme alerta, pero confo en los chicos para mantener un ojo

    en las cosas.

    Son buenos en eso. Tienen que serlo, para mantenerme a salvo en la noche,

    cuando mi cuerpo es vulnerable. Su sueo es mi armadura, su libertad es mi

    debilidad. Da y noche. Se trata de un patrn sobre el que mi madre me

    advirti, pero nunca lo entend hasta que tuve que vivirlo.

    Le echo un vistazo a Grant y lo encuentro observndome. l se balancea mas

    cerca, y no me alejo. Veo la oscuridad, tambin , le cuento. Es as como supe

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    de la anciana, y de todos los dems a su alrededor, que haban sido posedos.

    Pero t dices ver otras cosas, tambin. Colores. Siempre ha sido as para ti?

    Supongo que s. He visto los colores-auras- desde que era joven. Al principio

    comenz con la msica. Tocaba el piano o la flauta, y cada nota tenia un matiz. Hay

    una condicin neurolgica que causa eso. Sinestesia. 2Estimulacin en un sentido

    crea una respuesta en otro.

    Excepto que el suyo va un paso ms all.

    Mi capacidad de ver colores en la gente empez despus, pero debido a lo

    otro, pens que era natural. Hasta que empec a hablar de ello. Entonces... causa

    problemasse encoge de hombros. Como he dicho, haba una oscuridad en

    torno a esa vieja. En una gran cantidad de esas personas.

    T lo habas visto antes.

    Como una corona de noche explica en voz baja. Una corona sobre la

    cabeza de una criatura a la que no le pertenece.

    No. Pienso de esa vieja muriendo en la calle. Ellos no le pertenecen en

    absoluto.

    Ni t tampoco. Su mirada se desplaza por encima de mi cara y hombros.

    Sin nimo de ofender.

    Podra preguntarle a que se parece mi aura -l claramente espera eso de m-

    pero yo no quiero saberlo.

    Y vas a juzgarme, ex Padre Cooperon? Vas a juzgarme por mis demonios

    o, peor an, por no pertenecer?

    Si no pertenecer fuera un pecado, Maxine, todos estaramos en el infierno.

    Y qu te hace pensar que no lo estamos?, recuerdo las historias de mi

    madre, sus historias de nuestros orgenes, del mundo, de esta dulce prisin.

    Qu te hace pensar que la misma cosa que nos hace humanos, que nos

    distingue, no es lo que nos hace presa? Qu te hace pensar que no hemos sido

    juzgados?

    Grant deja de caminar, sus ojos se vuelven tan graves que casi me pregunto

    si he cometido un error, si he hallado lo nico que va a hacerlo enojar. Se inclina

    2 es la percepcin conjunta o interferencia de varios tipos de sensaciones de diferentes sentidos en un mismo acto

    perceptivo. Un sinestsico puede, por ejemplo, or colores, ver sonidos, y percibir sensaciones gustativas al tocar un

    objeto con una textura determinada

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    mas cerca, la lluvia gotea de sus pestaas, brillando como diamantes por los

    faros de los coches que pasan. Si hemos sido juzgados, Maxine, entonces no

    hay esperanza. No hay esperanza de nada, independientemente de si creas o no

    en Dios o en el cielo. Y si hemos sido juzgados, entonces por qu, por qu

    somos capaces de cambiar? Por qu somos capaces de llegar a ser ms?

    Y si esa capacidad es su juicio? cierro la distancia entre nosotros. Si esa

    capacidad de esperar y soar, para ser tentado por el bien o mal, nos hace tan

    vulnerables que sin proteccin no seramos nada ms que vctimas? Acosados

    en la auto-destruccin? Que nuestra dbil naturaleza es lo que nos aprisiona?

    Exigiendo, incluso, el aislamiento de todo tipo de criaturas, y por nada ms

    que la supervivencia?

    Grant no dice nada durante mucho tiempo. Se me queda mirando, pero no

    creo que este mirando mi cara, slo otra cosa: las memorias, los sueos. Y

    entonces su mirada se aclara, y me mira-observndome duramente y responde:

    Y t, Maxine? Hablas de ti misma como un ser humano, pero no puedes

    serlo. No del todo. Se supone que voy a creer que tu capacidad de esperar y

    cambiar es diferente de la ma? O que los demonios con los que vives son

    diferentes? Que cualquier criatura sensible, demonaca o no, es incapaz de

    convertirse en algo ms de lo que ha nacido para ser?

    Empiezo a caminar otra vez. No estas trayendo ninguna pregunta que an

    no me haya preguntado a m misma.

    Y?

    Y nada. Lo que es una mentira, pero es mejor que enfrentar la alternativa.

    Miro de reojo a Grant, vindolo mirarme. Seguro que no me quieres decir por

    qu dejaste de ser un sacerdote? Viendo como eres todava tan obstinado en

    cuestiones de religin.

    No creo que estamos hablando de ninguna religin aprobada por la Iglesia

    aade Grant con irona, Y en cuanto a mi historia, tal vez te lo diga ms tarde.

    Despus de que me expliques por qu hay demonios viviendo en tu cuerpo.

    O el por qu salv tu vida?

    Prefiero pensar que es porque eres una buena persona.

    Y si te equivocas?

    l sonre. Tengo fe.

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    Refreno otra carcajada. Una patrulla de polica aparece en la cima de la

    colina, luces intermitentes, sirenas apagadas, acelerando por la calle delante de

    nosotros. Una ambulancia la sigue. Espero que sea la segunda, y no la primera

    en llegar a la escena. No quiero pensar en esa anciana tirada en la carretera. Un

    zombi, s, pero una mujer humana en primer lugar. Sangrando hasta la muerte,

    sin nadie que la ayudara. Ayuda que podra haberle dado si hubiera estado

    dispuesta a exponerme y los chicos. Lo que no estaba dispuesta hasta Grant. Y

    eso, todava no puedo explicarlo a m misma.

    Crees que ella muri?. La voz de Grant es grave. Mira hacia atrs por

    encima su hombro al vehculo desapareciendo.

    Espero no lo hiciera. Ella se mereca algo mejor.

    Todo el mundo lo hace. No la culpas por haber sido poseda?

    Le disparo una mirada sucia. Tengo que culpar a las mujeres que llevan

    faldas cortas por haber sido violadas? Dame un respiro.

    Grant se encoge de hombros. Puedes sorprenderte por cuan inclementes son

    algunas personas. Desviarse del rumbo slo un pelo de lo declarado, y pow. Te

    mereces lo que obtienes.

    Djame adivinar. Te desviaste.

    Fui informado que me desve del rumbo. Hay una diferencia.

    Me muevo mas cerca un accidente me digo y froto su codo. Aun estas

    amargado?

    Amargado es una palabra muy fea, Maxine.

    Qu te parece enojado?

    Mejor. Sonre. Pero ya no. Me parece que la vida es menos... asfixiante.

    Me gusta mi libertad intelectual.

    Eso es todo de lo que gusta?

    Grant se re. Como es tu vida?

    Buena. Ordinaria. Las primeras dos palabras que salen de mi boca, y son

    completamente ridculas. Me encojo de hombros, buscando algo mejor, pero al

    final, todo lo que puedo decir es: No lo s. Nadie nunca me pregunt.

    Ests bromeando Grant sacude la cabeza. Wow.

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    Wow, de verdad. Podemos hablar de otra cosa?

    Tenemos que hacerlo?

    Grant.

    Vaya, creo que es la primera vez que utilizas mi nombre, ruedo los ojos, y

    agrega:

    Creo que tengo derecho a ser persistentemente y entrometido cuando se

    trata de ti.

    Deberas estar ms preocupado acerca de ti.

    Y parece que tienes un montn de expectativas acerca de cmo debe

    reaccionar la gente ante las cosas, Maxine.

    Grant deja de caminar y se apoya cerca. El calor irradia de su cuerpo. Trato

    de imaginarlo en negro, con el cuello, y no puedo. O ms bien (puedo), pero

    creo que no debera hacerlo.

    Espero que l siga presionando (otra vez), pero en cambio me sorprende

    llegando y tirando suavemente del cuello de mi chaqueta de cuero. Cepillando

    a un lado un mechn de pelo mojado en mi mejilla, el calor de sus dedos deja

    un sendero que llega hasta mi estmago.

    No estoy acostumbrada a ser tocada. Me gusta. Lo cual es peligroso,

    estpido. Los hombres son una sentencia de muerte para m.

    Literalmente. Y soy demasiado joven para empezar a echar a andar el reloj

    que har tic tac hasta el momento de mi muerte.

    Grant se aclara la garganta. Sin estar sonando como una lnea, quieres ir a

    mi casa?

    Muerdo el interior de mi mejilla. Necesitas un viaje?, su sonrisa es lenta,

    caliente.

    Soy un hombre humilde. Mis piernas siempre han bastado.

    Hago sonar las llaves del coche dentro de mi bolsillo, ubicadas frente a la

    cartera robada. Tengo ruedas. Si no te importa que haga primero una parada.

    Grant mira su reloj. Tengo que estar en casa a las diez.

    Toque de queda?

    No para m dice l y tengo que preguntar. Tengo que hacerlo.

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    Nios? pregunto.

    Su boca se curva. Ahora, quin esta pescando?

    El calor se extiende por mi cara. Giro sobre mis talones y camino

    rpidamente hacia la colina. Grant me alcanza despus de un momento,

    deslizando su mano sobre mi hombro. Siento el calor de cada dedo individual a

    travs de las capas de mi ropa.

    Lo siento dice. No quera avergonzarte.

    No lo hiciste, miento.

    Bien. Duda, mirndome. Y no, no tengo hijos. No estoy casado, tampoco.

    Sin novia. He estado solo desde que me un a la Iglesia, hace ms de ocho aos.

    Esta vez me dejo sonrer. Seguro de que todava no eres un sacerdote?

    Su mano aprieta suavemente mi hombro. Me pregunto por eso mismo, a

    veces.

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    Capitulo TRES

    Traducido por DARK VISHOUS

    Quince minutos despus, Grant y yo nos encontrbamos sentados en mi

    pequeo Mustang rojo. Es muy extrao estar con otra persona dentro de mi

    coche. Las ventanas son polarizadas, y los chicos estn en el asiento de atrs,

    habiendo escapado de las sombras hasta el interior del Mustang, unindose en

    carne y hueso. Sacan sus cosas, juntos con suaves viejas mantas y almohadas.

    Dek y Mal se desenredan de mi pelo para unirse a sus hermanos.

    Lindas ruedas expresa Grant, deslizando su mano sobre el suave cuero del

    interior. l juguetea con el reproductor de CD que yo haba instalado varios

    aos atrs, y Bon Jovi ruge a la vida. Los chicos dejan escapar un grito de jbilo

    desde el asiento trasero.

    Grant ri. Fans?

    Groupies. Me hicieron seguirlo en su ltima gira.

    Mejor que sentarse en casa?

    Un par directamente sobre sus cabezas.

    Y t?

    El otro par. Le devuelvo una pequea sonrisa. Despus de un rato, esper

    por ellos en el estacionamiento.

    l tararea unas pocas melodas de Buscado Vivo o Muerto3, y se retuerce

    en su asiento para mirar a los chicos. Aaz y Raw tienen cuerda y unas tijeras;

    ellos estn destrozando sus osos de peluche, los que tienen sombreros vaqueros

    cosidos. Zee esta de rodilla ojeando una ruma de revistas. Golpea a Dek y Mal

    en sus cabezas a medida que deslizan delante de l.

    Grant mira hacia abajo. National Geographic? Vogue? Playboy?

    Mis mejillas enrojecen. A ellos les gusta las fotos. No s por qu.

    Yo s murmura.

    3 Wanted Dead or Alive

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    Me levanto para escavar en mi bolsillo por la billetera. Los guantes seguan

    all. No toqu las tarjetas de dbito o crdito, sino que saqu la licencia para

    mirarla bajo la luz del techo.

    Katherine Campbell. Nacida el 2 de Agosto, 1967. An as muy fotognica.

    Donadora de rganos. Madre de un nio posedo por un demonio. Un Zombi.

    Ech un vistazo a la direccin, memorizndola, y luego le entregu la licencia

    a Grant. No debo suponer que sepas donde est, verdad?

    Frunce el ceo. Esto no es tuyo.

    S, lo s. Confieso mi pecado. Ahora, direccin?

    Su ceo se profundiz. Capitol Hill. Est cerca. Slo sigue por Pine Street.

    Se detuvo, dudando, y casi puedo or los engranajes girando en su cabeza.

    No robo para vivir, si eso es lo que te ests preguntando puse el coche en

    marcha y lo deslic fuera de la plaza de aparcamiento. Hered dinero de mi

    madre. As es cmo vivo.

    Ah dice Grant lentamente. Cunto tiempo ha pasado?

    Cinco aos miro en el espejo trasero y veo a Zee mirndome. Nunca

    conoc a mi padre.

    Y ellos?

    Los chicos? sonre. Como dije, ellos son familia. Todo lo que me queda.

    Sin hogar?

    Lo ests viendo.

    Parpadea. Qu hay sobre amigos?

    Ests preguntndome si tengo alguno?

    Los tienes?

    Tengo amigos. No hablo con ellos. Mucho.

    Las comisuras de la boca de Grant se curvaron ligeramente, pero eso no es

    consuelo, porque sus ojos no dejan de mirarme, ni siquiera parpadeaban.

    Qu? exclamo. Mis manos estn sudorosas, y hay un calor agradable bajo

    mi estomago que ha ido creciendo desde que nos metimos en el coche juntos. Su

    mirada lo volva peor, me asusta y me hace hambrienta de algo que s que no

    debera tener, o contemplar.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    No es nada responde finalmente, tranquilo. Excepto que creo que

    preferira ser enemigo de tu amigo, si eso significa llegar a hablar ms contigo.

    Mis mejillas arden. Miro hacia el otro lado, pero cuando robo otra mirada l

    sigue todava mirndome, y es demasiado. Sus ojos son demasiados gentiles.

    Para mi voz se quiebra en esa palabra. Por favor.

    l finalmente lo hace, pero no me siento mejor, y excepto por l dndome

    instrucciones mnimas, no volvemos a hablar. Lo miro una vez, encontrndolo

    mirando fuera de la ventana, con una mano cubriendo la boca, y la otra

    sosteniendo el bastn. Parece pensativo.

    Temo comprobar el asiento trasero. Los chicos estaban demasiados

    tranquilos. Ellos toman a los hombres muy en serio. Su supervivencia depende

    de ello, tan seguro como que yo no lo hago.

    Veinte minutos ms tarde llegamos a una calle residencial repleta de bellas y

    finas casas. No hay farolas, son slo siete treinta. Conduzco delante de la casa

    que apareca en la licencia de conducir. Est muy luminoso en su interior. Veo

    gente moverse detrs de las cortinas.

    Me estaciono en una calle, y bajo la ventanilla. Me falta el aire. Zee,

    comprueba el lugar fuera. Aaz y Raw, vayan con l.

    Se deslizaron en las sombras del asiento trasero, mientras Dek y Mal se

    deslizaron por el suelo hasta llegar a mis pies. Suben por mi pierna al regazo,

    rizndose y torcindose, acaricio sus espaldas. Sus ronroneos son fuertes.

    Grant se acerca y con mucho cuidado los toca. Nadie muerde. l duda de

    nuevo, y luego rasca los collares de pelaje de sus esbeltos cuellos. Sus speros

    ronroneos, convirtindose en bajas carcajadas.

    Eres el primer hombre en hacer eso le digo. Me sorprende que todava

    tengas tus dedos.

    No ibas a advertirme?

    Considralo una prueba de fuego.

    Grant sonre, y deja de acariciar a Dek y Mal.

    Tal vez puedas explicarme por qu estamos aqu.

    Tomo la licencia de conducir y la deslizo de nuevo en la billetera. Esta mujer

    tena un hijo que est en el Mercado hoy. l es un zombi.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    Un zombi.

    Perdn. Ese es mi trmino. Quiero decir que ha sido posedo. Por un

    demonio. La misma clase que te quiere muerto.

    Su boca se curva hacia abajo, el surco entre sus ojos profundizndose. Y t

    crees que este nio, o la criatura dentro de l, sabr por qu?

    Vale la pena el intento. Incluso si el demonio no quiere hablar, necesito

    sacarlo del nio.

    Grant estudia sus manos. Su mandbula se tensa. Eres una exorcista?

    Cuando tengo que serlo estudio sus manos tambin. Se ven fuertes,

    acostumbradas al trabajo duro.

    Se ve historia en esas lneas largas y elegantes, en el interior de su mueca, la

    sensibilidad de sus dedos cuando empieza a taconear, taconear, taconear contra

    la dura madera de su bastn tallado.

    Sin embargo, hay una energa inquieta saliendo de l, siento una grieta en su

    calma, y eso me molesta casi tanto como su serena reaccin a nuestro primer

    encuentro.

    Toco la perilla suave del bastn, acariciando el contorno de la hoja. Los

    dedos de Grant se congelan en medio de un toque.

    Cunto sabes sobre los demonios?

    No mucho los dedos de Grant comienzan a moverse de nuevo, slo que

    esta vez lo hace sobre mi mueca. El dolor en mi estmago se convierte en

    temblor, peor, ya que su exploracin se traslada hasta la piel entre mis dedos,

    suave, tan suave. He sido motivado a estudiar el tema desde diversos

    puntos de vista culturales.

    Antes de hoy, t creas que existan.

    He aprendido a creer. As que estudi. Era imposible saber s algo de lo que

    lea era preciso. Ahora creo que no tanto.

    Si piensas sobre qu aprendiste en total, algo de todo ello podra tener algn

    sentido.

    Buscando conexiones?

    Mnimo comn denominador. La perpetuacin del odio. La guerra contra la

    compasin. Eso es todo a lo que se reduce.

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    No siempre sus dedos se deslizaron en mi mueca. No t. Su tacto se

    siente muy bien.

    No me conoces.

    No tengo que hacerlo. l me mira a los ojos.

    Alguien ms trat de matarme. Un atropello y fuga. Sucedi hace un mes.

    Me diriga hacia el mercado en ese momento, tambin.

    Tengo que tomar un momento. Y no sabes por qu?

    Sacude la cabeza, pero slo despus de una breve y significativa vacilacin.

    Esto me recuerda al tratamiento de silencio que Zee me dio cuando le pregunt

    sobre Grant. Eso me recuerda a alguien que est pensando en mentir.

    Los chicos retornan, fluyendo de las sombras hacia el asiento trasero, sin

    aliento, jadeantes, cuchicheando en voz baja y cliqueando las garras. Saqu mi

    mano de Grant mientras Zee deca: Lo hemos encontrado. Mal corredor,

    Maxine. El Cortador obtuvo uno bueno cuando encontr a ese chico chico.

    Podrido, podrido.

    Qu significa eso? Grant se agacha hacia una mochila escondida entre sus

    piernas y el bastn.

    Saca un delgado estuche negro.

    Esto significa que el nio ya estaba daado cuando el demonio lo encontr.

    Ms que daado. Un psicpata, tal vez. Mir a Zee.

    Cmo le llegamos?

    Ahora. Ahora mismo. Afuera, Maxine. Jugando.

    En la oscuridad? murmura Grant. Puedo saborear su inquietud. Por un

    momento pienso decirle que se quede, pero l me lanza una mirada tan

    obstinada que s que todo lo que diga va a tener poca validez.

    l quiere ir.

    l va a ir.

    Fin de la historia, a pesar de que podra forzarlo.

    Dejo a uno de los chicos detrs vigilndolo, con la pierna mala como escusa.

    Con nadie ms lo hara. Pero este hombre

    No s qu es sobre l. Sobre nosotros. No quiero liberarme de l, ni por un

    momento. Por primera vez en mi vida me siento as. Incluso con mi madre,

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    haba veces que quera correr. Lo intent tambin.

    Los chicos siempre me traan a casa.

    Salimos del coche y caminamos. Dek y Mal se esconden dentro de mi pelo,

    todava ronroneando, mientras que Zee, Aaz y Raw brincan entre las sombras.

    La lluvia est cayendo ms fuerte, la acerca est vaca. Las ventanas son

    brillantes y doradas.

    Una vecindad agradable. Comodidad y Riqueza. Las personas que viven en

    zonas como stas se sienten seguros dentro de sus casas. Y tambin fuera de sus

    hogares. Ellos confan en su seguridad. Seguros que s ven a una pareja

    paseando por la calle antes de las ocho de la tarde, sosegadamente, uno de ellos

    lisiado, no puede ser ninguna amenaza. No hay peligro. No hay necesidad de

    tener miedo.

    A menos que seas demonio.

    El hogar de los Campbell tiene un estrecho pasillo que conduce desde la

    entrada al patio trasero. Por una fraccin de segundo, Grant duda, pero lo

    tomo de la mano y lo arrastro como si viviramos ah. La confianza es la clave,

    aunque sea slo un acto. Hay tanto que podra salir mal en estos momentos.

    No te des vuelta me quejo. Slo mantn tus ojos adelante, t vives aqu,

    t eres un invitado aqu

    Eres demasiado experta en esto dijo Grant. Alguna vez has estado en la

    crcel?

    Todava no murmuro. Pero si llego a ir por ti, tendremos unas palabras t

    y yo.

    Seguimos la lnea del camino de entrada hacia la parte posterior de la casa.

    Nadie nos detiene. Zee desaparece en las sombras primero, y despus de un

    momento sigue a Aaz. Raw espera, su nariz inclinada hacia el cielo, girando sus

    ojos rojos. l toma el camino. Pero no antes de hacer cliquear sus garras en

    nosotros.

    El camino es hmedo y estrecho. A nuestra izquierda, la casa. A nuestra

    derecha, rosales cados y pesados por la lluvia. El aire huele bien. Delante de

    nosotros, oigo el sordo roce de un cuerpo a travs de la hierba. Camino ms

    rpido. Raw aparece delante de m y me coge la mano. Me empuja, lo sigo,

    arrastrando a Grant detrs de m, y de repente nos encontramos en un patio

    lleno de rboles y arbustos, rosas densas, y una gran casa de juegos con una

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    tienda de campaa de tamao natural apostado delante de ella.

    Ah es a donde vamos. Puedo or ollas repicando en la casa detrs de

    nosotros, una voz de mujer, pidiendo algo a su marido. La puerta trasera

    entreabierta, ella debe de sentirse muy segura para dejar jugar a su hijo al aire

    libre en la noche, con el tiempo que hace. Eso, o ella se siente aliviada de tenerlo

    lejos de ella.

    Grant y yo nos arrastramos a la tienda de plstico. Huele a calcetines sucios y

    el suelo est mojado debajo de nosotros. El nio est tendido de espaldas, sujeto

    por Zee y Raw. Su boca est cubierta. El aura oscura a un lado, l mira asustado

    y enojado, y tan joven.

    Odio esto. Odio tanto esta parte.

    Aaz cuidadosamente pela una capa de csped cortado y cava por debajo de

    la tierra con una sola mano. No hay luz, pero mi vista es buena. Le veo sacar

    algo peludo de la tierra. Una ardilla envuelta en cinta adhesiva, con slo su

    cabeza y la cola libre. La cosita est muerta ahora, pero tengo el mal

    presentimiento que an respiraba cuando lo colocaron en la suciedad. Tambin

    tengo la sensacin de que podra haber ms cuerpos enterrados a nuestro

    alrededor. Veo las herramientas dentro de la tienda.

    Hay espacio apenas suficiente. Me recuesto a un lado del nio, mientras que

    Grant se agachaba por el otro, bajando su bastn. Los ojos del nio zombi

    rodaban blancos cuando me vio, pero cuando vio a Grant un estremecimiento lo

    recorri a travs de su esbelta figura, un violento escalofro que haca que sus

    talones tamborilearan contra el suelo. l empieza a luchar. Aaz se sienta en sus

    tobillos.

    El nio te conoce murmuro, mirando el parpadeo de emocin en el rostro

    de Grant. Por qu es eso?

    Grant no dice nada. Inquieta, presiono mi mano contra la frente del nio

    zombi. Puedo sentir al demonio dentro de l, acurrucado como un puo

    alrededor de su alma, y yo le atraigo hacia afuera, a la superficie de su mente.

    No s exactamente cmo, slo s que lo siento como un anzuelo en mis manos,

    un anzuelo que envo a travs de la carne para enganchar, y pinchar. Un truco

    que mi madre me ense. Lo uso para atrapar a la oscuridad y mantenerla en

    su lugar.

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    Pero el nio an mira a Grant. Me siento como un segundo violn, por

    primera vez para m, y echo un vistazo a Zee, quien tambin est observando al

    hombre. Sus ojos rojos son prudentes, lo cual es peligroso para todos. Grant

    slo se ve alterado. Mete la mano dentro del estuche delgado negro que l

    enroll en su hombro, y saca una delgada flauta de madera.

    Qu ests haciendo? le pregunt. Grant duda. Zee hace un sonido bajo en

    su garganta, mientras que el nio zombie arquea la espalda en un grito

    ahogado, mirando fijamente la flauta como si fuera una marca al rojo vivo.

    No tengo tiempo para esto. Yo murmuro las palabras que mi madre me

    ense, galimatas, extraas, ms msica que voz, y los ojos cerrados del nio

    aletean en un sueo. Slo el nio, el anfitrin. El demonio comienza a luchar

    como loco debajo de mi mano, pero sin cuerpo para controlar, es impotente.

    Arrastro mi mano lejos de la frente del nio, como dibujando una cuerda de

    moco espeso, y hago una mueca mientras tiro, y tiro, esperando por ese

    chasquido, esa rotura en el alma del nio.

    Cuando viene, Zee se lanza. Se mete al demonio dentro de su boca. Puedo

    orlo gritar.

    Vamos murmuro, sin aliento. Hemos terminado aqu.

    Pero Grant no se mueve. Se queda mirando al muchacho.

    Su aura murmura. Es todava oscura, Maxine.

    El nio, a mis ojos, se ve limpio, pero las nicas auras que puedo ver son las

    pertenecientes a demonios.

    l no es un buen nio le explico. No hay nada que podamos hacer al

    respecto.

    Pero Grant lleva la flauta a sus labios, y antes de que pueda detenerlo,

    respira en el instrumento. O una nota. Slo una, y se dispar a travs de m

    como una espada de hielo cayendo desde la parte superior de mi cabeza hasta

    las plantas de mis pies. Mis dedos hormiguean. Toca otra nota, suave como un

    sueo, y luego ms y ms, la msica susurrando a travs del aire, como si se

    vertiera un polvo de cuentos de hadas de lunas y estrellas. Zee y los dems

    empujan contra m, gruendo. El nio, apoyado en el suelo, se agita y

    murmura.

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    Grant deja de tocar. l respira con dificultad, con los ojos desorbitados, y lo

    oigo murmurar. Mejor, justo cuando la puerta de atrs de la casa se abre.

    Peter! llama la madre del nio, su voz vacilante, hueca. Peter, es hora de

    entrar.

    Dejo de respirar. Grant mantiene la boca cerrada. Los chicos se quedan

    inmviles. La mujer dice el nombre del nio de nuevo, su voz se ha perdido casi

    en un susurro, y me estremezco cuando oigo su movimiento por la hierba hacia

    la tienda.

    Agito a Grant y levanto un dedo. Al mismo tiempo, toco a Aaz en su

    hombro. Cuando l me mira, me tapo los ojos, y luego mi boca. El pequeo

    demonio asiente con la cabeza y desaparece en las sombras de la tienda.

    Raw le sigue.

    Un momento ms tarde, oigo un grito ahogado. Yo escalo hasta la entrada de

    la tienda, tirando a Grant detrs de m.

    Katherine Campbell rostro abajo sobre el csped, retorcindose y luchando

    mientras Aaz se sienta en su espalda con su pequea mano sujetada alrededor

    de su boca. Raw la sostiene por sus largas piernas, los picos de su columna

    vertebral se erizan agitndose.

    Grant y yo corremos. Corremos por el camino, abajo en la entrada, por la

    acera hacia mi coche, agitando los brazos, taconeando el bastn, respirando el

    aire fresco de la noche. Oigo un grito distante mientras bloqueo las puertas, y

    luego estamos todos dentro, los chicos tambin, deslizndose por las sombras

    apindose en el asiento trasero. Enciendo el motor y me pongo en marcha.

    Nadie habla. No al principio. Incluso los chicos estn muy tranquilos. Miro

    hacia atrs y encuentro a todos mirando el estuche. Y la flauta.

    Entonces habla l finalmente, aclarndose la garganta. Eso es un

    exorcismo.

    Quiero matarlo. Veo un McDonalds y me desvo hacia el estacionamiento,

    eligiendo un lugar lo ms lejos posible de los otros coches. Piso el freno, apago

    el motor y me volteo. Grant me mira fijamente. Sealo la flauta.

    Zee, en el asiento trasero, hace un sonido, y agita sus manos sobre su boca.

    Escupe afuera le digo al demonio, aunque mis ojos nunca se desviaron del

    rostro de Grant. Oigo una bofetada hmeda, el sonido de baba que es sorbida

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    de nuevo en la boca. Un gruido muy pequeo.

    Miro. Sujeto en el puo gris de Zee una brizna de nada, aire oscuro, sombras

    cuajndose en un humo que late y palpita. Los chicos se renen alrededor como

    gatos a un ratn. Llego debajo de mi asiento, tiro de la palanca, y me deslizo

    hacia atrs hasta que prcticamente estoy de espaldas a ellos. Dek y Mal se

    desenrollan de mi cuello para ver mejor, y coloco mi rostro a la altura del puo

    de Zee, muy consciente de la observacin de Grant, y de sus nudillos blancos

    alrededor del bastn y la flauta.

    El demonio deja de luchar, su tenue cuerpo an acomodndose en el aire, un

    silbido. Cazadora Kiss.

    S le susurro. Si sabes quin soy, sabes lo que eso significa.

    Un gruido bien alto llena el coche. Hablar o tortura. Sin opciones.

    Sin opciones, (estoy de acuerdo).

    Ninguna en absoluto.

    El demonio grita y grita, pero he pasado por eso antes y s que con el tiempo

    los gritos se detendrn. Pienso en mi madre mientras gime. Me visualizo

    sosteniendo el cuerpo de mi madre baada en su sangre, sentada en un hmedo

    charco caliente con nada ni nadie, sintiendo mi propio grito crecer, y recuerdo a

    los chicos gruendo en el patio trasero, los chicos cazando, los chicos matando.

    Los recuerdos entrando en la cocina cubiertos de sangre de una persona

    diferente. Sangre zombi. Sangre humana. Recuerdo que lloraban sangre.

    Acurrucados contra el cuerpo de la mujer que los llev por casi treinta aos.

    Mi pasado, mi futuro. El demonio, el pequeo creador de zombis deja de

    intentarlo.

    Habla conmigo le pido. Dime cmo es que conoces a este hombre y por

    qu lo quieren muerto. Sealo a Grant, que no se inmuta, pero me mira con la

    mandbula tensa, una dura mirada.

    El Flautista escupe el demonio. Tramposo. Pervertidor.

    En serio miro a Grant. Todas esas cosas?

    Maxine

    Lo corto con un gesto de la mano, y miro al demonio. Dame ms.

    l nos roba el aire cargado de humo vacila en el apretado puo de Zee. l

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    nos corrompe. Nos quita de nuestra madre.

    Su madre.

    La Reina de la Oscuridad susurra el demonio. Blood Mama. La

    Sangrienta Madre. Mi respiracin se detiene. Los chicos murmuran por debajo

    su respiracin. Grant los mira, y luego a m. Qu es eso?

    Problemas murmuro.

    Problemas con Grande y Malo Lesionador aade Zee.

    Grant sigue pareciendo confuso. No me siento mal por l.

    Te he dicho que hay otras dimensiones, todas ellas prisiones, todas ellas

    separadas por barreras, velos. Al Otro lado existe un lugar llamado Mar de

    Sangre, que es por donde esto, (golpeo el humo del demonio), cruza. Y el Mar

    de Sangre, se supone, est gobernado por una reina. Ella es, como puedes

    imaginar, un demonio. Y no cualquier demonio. Blood Mama es la ms

    poderosa voz de los espritus que cruzan la prisin del velo. Sin embargo, hasta

    esta noche, nunca haba escuchado su nombre en voz alta, slo he ledo de ella

    en los diarios guardados por mi madre y su madre, y todas aquellas que nos

    precedieron.

    Leyenda. Otra clase de mito.

    Miro a Grant. Sabes qu es esto de lo que estamos hablando. Corromper,

    robar a distancia.

    Cuando vacila, me inclino hacia su cara, buscando sus ojos. Todo lo que veo

    es incertidumbre, arrepentimiento, y hace que me duela el corazn. Me hace

    desear de nuevo, que este da nunca hubiera ocurrido.

    Dmelo le susurro. Sin juegos.

    Dgale carraspea el demonio en voz baja. Dgale lo que nos hace a

    nosotros.

    Grant se mece lejos de m y toma una profunda respiracin. Mantiene la

    mirada mientras levanta la flauta, recostada en sus manos como una ofrenda.

    Lo vuelvo buenos responde en voz baja. Hago a esos demonios muy

    buenos.

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    Capitulo cuatro

    Traducido por DARK VISHOUS

    Necesito pensar y los chicos tienen hambre. Entro al McDonalds. Grant me

    sigue. Las luces son demasiado brillantes, el interior parece que no ha sido

    renovado desde los aos ochenta, pero los pisos y mesas estn limpias y vacan

    en su mayora. Eso es todo lo que necesito. Un poco de tranquila normalidad,

    aunque no fuera ms que una ilusin.

    Lo siento dice Grant. Lo ignoro y espero a que alguien venga a la caja

    registradora.

    Maxine se inclina sobre el mostrador, obligndome a mirarlo. No es como

    si t me contaras todos tus secretos.

    Te pregunt si sabas por qu los demonios queran matarte. Y dijiste que

    no. Mentiste.

    Lo evad. Hay una diferencia.

    Lo que sea. Hombre de Dios, mi culo.

    Ex chasque l. Dame la oportunidad de explicarlo.

    Alguien se aclara la garganta, y encuentro a una chica de pie detrs de la

    registradora, mirndonos como si furamos una especie de acto de circo. Me

    pregunto lo que Grant y yo parecemos juntos. La idea me irrita. Empiezo a

    apretar el mostrador de plstico con la ua. Grant cubre mi mano y la sostiene

    ah cuando intento alejarme con una sacudida.

    La chica frunci el ceo. Um, chicos van a ordenar algo?

    Yo pago dice Grant.

    Te lo mereces murmuro, y le pido a la chica: veinte hamburguesas dobles

    de queso, veinte tartas de manzana, veinte cajas de papas fritas, y cuatro

    Sprites. No soy una completa perra. Ordeno del men de a dlar de

    McDonalds.

    Sigo esperando que Grant proteste. Nunca lo hace. Las hamburguesas con

    queso hacen contraer su boca, las tartas la curvan, y patatas fritas a la francesa

  • MARJORIE M. LIU FORO DARK GUARDIANS

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    hacen florecer una lenta sonrisa en sus labios que lo hacen tan hermoso, que no

    puedo mirar hacia otro lado.

    Cuando ordeno las bebidas l re, un profundo y masculino ruido, y al

    momento el sonido viaja por mi columna vertebral a mi estmago, no estoy

    muy enojada. Un milagro. Este hombre no es bueno para m.

    Es algo de eso para ti? pregunta Grant. Sacudo mi cabeza, y l suspira,

    sealando el men. Algo que quieras?

    Postre helado me oigo decir.

    Que sean dos le dice Grant a la chica, y me mira mientras saca su tarjeta de

    dbito. Esto, al parecer, es cmo voy a celebrar la segunda crisis nerviosa de mi

    vida.

    Cul fue la primera? El total de la orden era bastante