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L a R e v o l u t i o n M e x i c a n a y l a s r e v o l u c i o n e s m o d e r n a s .

L o s h i s t o r i a d o r e s y l a h i s t o r i a p a r a e l s i g l o x x i

Coordinadores JOSE R. PANTOJA REYES

ALEJANDRO PINET PLASENCIA

MARIA XOCHITL DOMINGUEZ PEREZ

Escuela Nacional de Antropologia

e Historia Institute Nacional de Antropologia e Histona < •

Consejo Nacional IOB bistonabores v la historia para rl -» Cultura y las Artes & l v J _ L / U ^V. /v l V U l U l

Ediciones Navarra

INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGIA E HISTORIA Alfonso de Maria y Campos Direction General Rafael Perez Miranda Secretaria Tecnica

ESCUELA NACIONAL DE ANTROPOLOGJA E HISTORIA Alejandro Villalobos Perez Direction Maria Isabel Campos Goenaga Secretaria Academica Berna Leticia Valle Canales Subdireccion de Investigation Jesus Samuel Hernandez Hernandez Subdireccion de Extension Academica

Oscar Arturo Cruz Felix Diseno de portada SPaula M. Navarro E. Diseno de interiores

LA REVOLUCION MEXICANA y LAS REVOLUCIONES MODERNAS. LOS HISrORIADORES V LA HISTORIA PARA EL SIGLO XXI Jose R. Pantoja Reyes Alejandro Pinet Plasencia Maria Xochitl Dominguez Perez Coordinadores

Primera edicion: 2010 ISBN: 978-607-484-151-0

Esta publication no podra ser reproducida total o parcialmente, incluyendo el diseno de portada; tampo-co podra ser transmitida ni utilizada de manera alguna por ningun medio, ya sea electronico, mecanico, electrografico o de otro tipo sin autorizacion por escrito del autor.

D. R. © 2010 Instituto Nacional de Antropologia e Historia Cordoba No. 45, Col. Roma, C. P. 06700, Mexico D.F. [email protected] Escuela Nacional de Antropologia e Historia Periferico sur y Zapote s/n, Col. Isidro Fabela, Tlalpan, C. P. 14030, Mexico D.F.

D. R. © 2010 Ediciones Navarra, por las caracteristicas de esta edicibn. Van Ostade No. 7, Col. Alfonso xm, C. P. 01460, Mexico D.F., Telefono: 56-51-08-56

Impreso y hecho en Mexico

I n d i c e

Presentat ion Jose Pantoja Reyes Alejandro Pinet Plasencia

Diez anos de revolut ion: Francia 1789 -1799 y Mexico 1910 -1920 Catherine Heau Lambert Enrique Rajchenberg S. 13

La Revolut ion Francesa: •J ,jUna historiografia terminee?

Alvaro Santana-Acuna 43

Dos revoluciones, dos bicentenarios. La revolu t ion como rup tu ra en la historiografia de Mexico frente al caso frances Alejandro Pinet Plasencia 69

Un repaso de la historiografia de la Revolut ion Inglesa Jose Enrique Covarrubias

Una revolu t ion sui generis. El fascismo italiano Franco Savarino

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La batalla por Mexico Francisco Pineda 143

La Revolucion Mexicana y la Casa del Obrero Mundia l Anna Ribera Carbo 165

La organiza t ion de los trabajadores y el Estado Revolu­tionary. El caso de la fabrica La Magdalena. 1873-1930 Maria Xochitl Dominguez Perez Lilia Juarez Fiesco 175

La Revolucion Mexicana y el pa t r imonio cultural (1910 -1917) Mtro. Sergio Ydnez Reyes 217

L a R e v o l u c i o n F r a n c e s a :

^ u n a h i s t o r i o g r a f i a terminee?1

Alvaro Santana-Acuna Universidad de Harvard

El p ropos i to d e este trabajo es el d e reflexionar acerca del e s tado de la histo­riografia sobre la Revolucion Francesa tras el bicentenario de 1989. La tesis que defiendo es que dicha historiografia cont inua c o n d e n s a n d o y ejemplifi-cando todas las mane ra s de explicar la historia desde que esta u l t ima adqui -rio su s ta tus de disciplina cientifica en la p r imera mi tad del siglo xix. C o m o resul tado, la revolucion sigue s iendo u n filon inacabable de invest igacion empir ica y u n laboratorio pr ivi legiado pa ra la teoria en historia y ciencias sociales. La res tauracion explicativa de la politica (mediante el concepto de cul tura politica), el ascenso (y vigente casi-monopolio) de la historia cultural , el impacto del giro linguistico, la crisis e in tento actual de renovacion de la historia social, el re torno del sujeto, la explosion de la historia de las mujeres y del genero, la i r rupcion de los es tudios poscoloniales, asi como el interes creciente por la interdiscipl inar iedad, son avances que caracter izan el curso teorico y temat ico de ambas , historia y ciencias sociales, en las u l t imas cua t ro decadas . Todos estos avances no solo han s ido apl icados a invest igaciones sobre la revolucion, sino que a d e m a s ent re sus principales defensores f iguran prec isamente especialistas de la misma.

Correo electronico: [email protected]. El presente trabajo constituye la primera for­mulation de un proyecto en curso en el que analizo la evolution de la historiografia de la Revolucion Francesa en conexion con el origen y desarrollo de la profesion historica. Si bien el esquema interpretative que aqui esbozo es inedito y preliminar, el lector interesado en conocer mas en detalle la aportacion de los historiadores anglofonos a la historiografia revo-lucionaria pos-bicentenario puede consultar mi trabajo previo: "Entre la cultura, el lenguaje, lo 'social' y los actores: la nueva historiografia anglofona sobre la Revolucion francesa", Historia Social 54 (2006) pp. 157-181.

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En consecuencia, parafraseando a Frangois Furet, quien en la decada de 1970 anunciara que la Revolucion Francesa - c o m o evento historico- habia terminee, la produccion cientifica posterior al bicentenario revela que la historiografia revolucionaria esta lejos de haber terminee.2

Sin embargo, sobre todo a part ir de 1989, una par te importante del desarro-llo historiografico no ha ocurr ido en Francia exclusivamente. Si se desea tener constancia de los avances arriba mencionados ha de dirigirse la atencion fuera del hexagono trances hacia la investigacion realizada al otro lado del Canal de la Mancha, del Oceano Atlantico e incluso del m u n d o -caso de Australia. Por lo tanto, u n a pr imera caracteristica de la investigacion pos-bicentenario es lo que podria denominarse la descolonizacion historiogrdfica de la Revolucion Francesa. Francia, la metropolis historiogrdfica que hasta el bicentenario habia ostentado la supremacia de los estudios historicos sobre 1789, comparte hoy dicha suprema-cia con la investigacion de colonias historiogrdficas como Inglaterra, Estados Uni-dos y Austral ia en particular, a d e m a s d e Alemania, Belgica, Italia y Espana.

Esta tendencia poscolonial de la historiografia no afecta solo a la Revolucion Francesa, sino que es visible en la investigacion de otros procesos historicos de la contemporane idad y anteriores a esta. Una explicacion plausible es la creciente internacionalizacion - o globalizacion- de la investigacion, que hace cada vez mas complejo el dominio de historiografias nacionales sobre eventos y procesos historicos t radicionalmente considerados clave para la genesis del m u n d o occidental, como es el caso de la revolucion.3

Bajo esta premisa introductoria de la descolonizacion historiogrdfica, he dividi-do el presente trabajo en tres partes. En la primera, sintetizo los dos principa­l s modelos teoricos para el es tudio de la historia disponibles hasta mediados de los anos sesenta del siglo xx y menciono brevemente a sus representantes para la historiografia de la Revolucion Francesa. En la segunda , presento la respuesta empirica que los historiadores de la revolucion han ofrecido ante el agotamiento de los dos modelos previos. Esta respuesta la ag rupo en cuatro

2 Michel Vovelle ha emitido un juicio similar en: "Preface", en Martine Lapied y Christine Peyrard (dirs.), La Revolution francaise au carrefour ties recherches, Universite de Provence, Aix-en-Provence, 2003, pp. 5-9.

3 A una conclusion parecida llega Georg Iggers, para quien la internacionalizacion historio-grafica ha provocado en los ultimos anos el despegue de una verdadera historia mundial y la explosion de los estudios globales comparativos. Iggers, Historiography in the Twentieth Century: From Scientific Objectivity to the Postmodern Challenge, Wesleyan University Press, Hannover y Londres, 2005,2 epilogo.

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alternativas: la cultura, el lenguaje (o discurso), lo social y los actores. En la ul t ima parte, in t roduzco las aportaciones del pos-revisionismo y la reflexion actual sobre los conceptos fundacionales de la modern idad occidental, espe-cialmente el concepto de "lo social".

1. Las teorias de la historia subjetivista y objetivista

Desde su institucionalizacion como disciplina cientifica en la p r imera mi tad del siglo xix, la historia se ha escrito (y explicado) mediante dos grandes mode-los teoricos: el subjetivista y el objetivista. El p r imero se asocia t radicionalmen-te con el historicismo aleman decimononico, mientras que el s egundo se asocia sobre todo con las dos pr imeras generaciones d e la escuela de los Annates y con los historiadores marxistas britanicos. A partir de la decada de los sesenta del siglo xx, ante el progresivo cuest ionamiento de ambos modelos teoricos co-menzo a surgir u n o nuevo, el mediacional, del que me ocupare mas adelante.4

SUBJETIVISMO. El mode lo subjetivista de la historia se consolido en parale-lo al ascenso de la sociedad liberal-capitalista y la afirmacion de los estados nacionales europeos. Precisamente, en Alemania, u n o de los nuevos es tados nacion, esta teoria alcanzo su pleno apogeo, teniendo en Leopold von Ranke a u n o de sus mas reconocidos adalides. El subjetivismo, en sintesis, es u n a teoria individualista de la historia, basada en una concepcion empirista de la ciencia y centrada en el concepto de sujeto. Segun este modelo, el sujeto, es decir, el individuo, se compor ta de manera au tonoma y racional, sin que su accion este constrenida por el contexto historico en el q u e vive. En consecuencia, para u n historiador subjetivista, como von Ranke, los eventos historicos debian expli-carse como el resul tado directo y no m e d i a d o de la actuacion de los individuos. Evidentemente, cuanto mayor era el poder que u n individuo acumulaba en sus manos, mayor era el impacto que su accion personal tendria en el curso de la

4 Mi caracterizacion de los modelos teoricos subjetivista y objetivista esta basada en: Miguel A. Cabrera, Historia, lenguaje y teoria de la sociedad, Catedra, Madrid, 2001, cap. 1. Para una sintesis del desarrollo historiografico desde mediados del siglo xix hasta inicios del siglo XXI: Iggers, Historiography in the Twentieth Century. Iggers es asimismo autor de un trabajo sobre la profesion historica alemana: Deutsche Geschichtswissenschaft: eine Kritik der traditio-nellen Geschichtsauffassung von Herder bis zur Gegenwart, Bohlau, Viena, 1997. Para el caso trances e ingles: Francois Dosse, L'Histoire en miettes. Des "Annates" a la "nouvelle histoire", La Decouverte, Paris, 20052, y Harvey J. Kaye, The British Marxist Historians: An Introductory Analysis, Polity Press, Nueva York, 1995.2

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historia. Por este motivo, los historiadores subjetivistas d ieron preferencia al es tudio de las elites politicas (en vez del campesinado, los ar tesanos o la clase trabajadora) y, sobre todo, de los grandes hombres y estadistas.

Dado q u e la decision de u n rey, u n gobernante, u n lider politico, entre otras poderosas figuras, podia afectar la vida de miles o millones de personas, el historiador tenia que centrar su invest igat ion sobre esa figura para compren-der sus pensamientos y asi desentranar el por que de su accion. Reconstruir la toma de decisiones de los grandes hombres se convirtio, por consiguiente, en una tarea prioritaria para los historiadores subjetivistas. Al otorgar u n carac-ter au tonomo a la accion de los individuos, aquellos no creian que las ideas que conducian a u n sujeto historico a tomar una de te rminada decision fuesen provocadas o influenciadas por el contexto; al contrario, para el mode lo sub-jetivista, las ideas de u n sujeto e ran concebidas por el mismo, sin influencia significativa d e su entorno, enalteciendose por lo tanto la genial idad intelectual y creativa del sujeto.

La diplomacia, la alta politica o la guerra eran los escenarios privilegiados donde , segun este modelo, la influencia de la accion racional del sujeto auto­n o m o se desplegaba con mayor claridad, en suma, d o n d e la ac tua t ion de los g randes hombres se emancipaba p lenamente de la economia, la sociedad y la cul tura de u n a de terminada epoca, al mi smo t iempo que esta ul t ima por el contrario si era t ransformada en profundidad por la accion de esos hombres .En cuanto a la historiografia de la revolucion se refiere, Alphonse Aulard 5 destaco como u n o de los representantes mas cualificados de este modelo. Quien fuera el pr imer tenedor de la catedra de la Revolucion Francesa creada en 1887 en la Univers idad de la Sorbona, dedico sus obras tempranas a los politicos revolu-cionarios y sus intervenciones en las asambleas consti tuyente y legislativa y en la conven t ion nacional, a lo que siguio u n a colosal labor de algo mas de dos decadas consagrada a la compi la t ion y publ icat ion de fuentes historicas pri-

5 Sobre Aulard: Georges Belloni, Aulard, historien de la Revolution francaise, PUF, Paris, 1949. Entre las principales contribuciones de Aulard destacan: L'Eloquence parlementaire pen­dant la Revolution francaise. Les orateurs de l'Assemblee constituante, Hachette, Paris, 1882; L'Eloquence parlementaire pendant la Revolution francaise. Les orateurs de la Legis­lative et de la Convention, Hachette, Paris, 1885-1886; Recueil des actes du comite de salut public, Imprimerie nationale, Paris, 1889-1904; La Societe des Jacobins, Jouaust, Paris, 1889-1897; Paris pendant la reaction thermidorienne et sous le directoire, L. Cerf, Paris, 1898-1902; Histoire politique de la Revolution francaise, origines et developpement, de la democratie et de la republique, 1789-1804, Paris, A. Colin, 1901.

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marias (en particular, relacionadas con instituciones politicas como el Comite de Salud Ptiblica) y la ed i t ion de las memor ias de destacados politicos revolu-cionarios (especialmente, el presidente de la C o m u n a de Paris Pierre-Gaspard Chaumet te , el presidente de la Conven t ion y miembro del Comite de Salud Publica Marie-Jean Heraul t de Sechelles y el g i rondino Jean-Baptiste Louvet de Couvrai). Ademas , Alphonse Aulard escribio una historia de la revo lu t ion en cuatro tomos de perfil ne tamente politico.

OBJETIVISMO. El segundo modelo teorico, el objetivista, comenzo a institu-cionalizarse irreversiblemente tras la i r rup t ion de tres procesos historicos que contaron con una amplia par t ic ipat ion colectiva: la Primera Guerra Mundia l y las revoluciones rusa y mexicana. Traducido al terreno de la teoria de la histo­ria, estos procesos demost raron que el mode lo subjetivista, al enfocarse exclu-sivamente en la act ion de los grandes hombres y en la alta politica, no podia explicar satisfactoriamente nuevos fenomenos sociales pro tagonizados por la masa colectiva y anonima.

La alternativa teorica ofrecida por los historiadores objetivistas fue u n nue-vo modelo estratificado y monocausal , basado no en el concepto de sujeto, sino en el de sociedad. La act ion del sujeto no era ya explicada como au tonoma sino que, al contrario, estaba profundamente condicionada por la sociedad en la que ocurria. Por lo tanto, las decisiones de los individuos, incluidos los grandes hombres, es taban sometidas a fuerzas estructurales emanadas de la sociedad que escapaban a su control efectivo. En sintesis, los historiadores objetivistas creian (1) que la sociedad estaba divida en dos estructuras: u n a objetiva (la estructura economica y social) y otra subjetiva (conteniendo la cultura, las ins­tituciones, las leyes, las ideas, etc.), y (2) que la estructura objetiva era la que suministraba los patrones de ideas y practicas a la subjetiva. El cambio histori-co, segun este modelo, no era la consecuencia de la act ion individual del sujeto (los grandes hombres y las elites politicas), sino el p roduc to de u n desfase en-tre las dos estructuras de la sociedad. Por tanto, el cambio historico acontecia cuando la re la t ion de ambas estructuras estaba reajustandose.

Para los historiadores objetivistas, las estructuras objetiva y subjetiva de la socie­dad estaban siempre en tension continua, porque la segunda (la subjetiva) queda-ba cronicamente desfasada respecto a la primera. Las fuerzas sociales y economicas generaban este desfase, que no solo escapaba al control de los individuos, sino que condicionaba su pensamiento y action historica, provocando en ultimo termino una transformation integral y profunda de toda la sociedad. De esta manera, el modelo

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objetivista redujo la importancia de la libertad de actuacion de los sujetos, quedando estos sometidos, por el contrario, a los dictados de los cambios operados en la estruc-tura objetiva.

Entre los historiadores que aplicaron el modelo objetivista a la revolucion (creando la l lamada interpretation cldsica) destacaron Albert Mathiez, Ernest La­brousse, Georges Lefebvre y especialmente Albert Soboul. Mathiez,6 sucesor de Aulard en la catedra de la Univers idad de la Sorbona, institucionalizo la interpretacion de la revolucion como u n conflicto social y economico, prota-gonizado por clases sociales. Interpretacion que Lefebvre y Labrousse abraza-ron y perfeccionaron. Lefebvre/ defendio que 1789 fue una revolucion social ( subordinando asi la politica a lo social), protagonizada por una clase social, la burguesia , y con un papel central desarrol lado por las clases populares , en part icular el campesinado. Labrousse,8 por su parte, contr ibuyo decisivamente a investigar la conexion entre hechos socio-economicos y procesos colectivos. Para el, la accion de los indiv iduos en 1789 fue u n reflejo objetivo y directo de los dramaticos cambios materiales (en especial, el desfase creciente entre el alza de los precios de productos de pr imera necesidad y el es tancamiento de los salarios) operados en la economia francesa de fines del Ant iguo Regimen.

Con Soboul,9 sucesor de Lefebvre en la catedra de la Sorbona, la interpre­tacion clasica llego a su pleno apogeo; la revolucion era explicada como el re-sul tado de u n proceso social y economico que acabo radicalmente y por com-pleto con u n a forma de sociedad casi milenaria, el Ant iguo Regimen, siendo sust i tuida por la sociedad burguesa liberal-capitalista. La revolucion marco, en suma, el triunfo de la burguesia sobre otras clases sociales, mientras que la sociedad antiguorregimental , en declive progresivo e irreversible, fallecio de muer te subita en 1789.

La interpretacion clasica domino incontestada hasta mediados de la deca-da de los sesenta del siglo xx, cuando comenzo el revisionismo l iderado por

Vease especialmente: La Vie chere et le mouvement social sous la Terreur, Payot, Paris, 1973 (1927). Veanse en particular: Les Paysans du nord pendant la Revolution francaise, O. Marquant, Lille, 1924, y Quatre-vingt-neuf, Maison du livre francais, Paris, 1939. Veanse especialmente: Esquisse du mouvement des prix et des revenus en France au xvm siecle, Libraire Dalloz, Paris, 1933, y La Crise de Veconomie francaise a la fin de I'ancien regime et au debut de la Revolution, PUF, Paris, 1944. Veanse especialmente:, Clavreuil, Paris, 1958, y Precis d'histoire de la Revolution francaise, Edi­tions sociales, Paris, 1962.

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los historiadores Alfred Cobban, George Taylor, Denis Richet y, en particular, Francois Furet.10 Como abordo a cont inuat ion, el revisionismo estuvo inextri-cablemente u n i d o al agotamiento del mode lo objetivista, lo que condujo a la aparicion de u n nuevo modelo teorico: el mediacional.

2. La teoria de la historia mediacional.

En la decada de los sesenta, los historiadores de vanguard ia se mos t ra ron pro-gresivamente disconformes ante las inconsistencias teoricas del mode lo objeti­vista reveladas por nueva invest igat ion empirica. D a d o que, segun el modelo, la accion de los sujetos tenia su origen en la sociedad, el conocimiento profundo de sus estructuras permitir ia descubrir la ley que gobernaba la historia; a saber, la accion h u m a n a era, en ul t ima instancia, el resul tado del condicionamiento de la estructura objetiva de la sociedad sobre los sujetos. En terminos empiricos, esta ley suponia concluir que a una crisis economica profunda seguiria u n a re­vo lu t ion social t ransformadora o que la pos i t ion objetiva de los indiv iduos en una sociedad determinaba su clase social y en consecuencia su imaginario cul­tural y practica politica. La aplicacion cada vez mecanicista de esta ley, condujo a historiadores como Edward P. Thompson y a la tercera y cuarta genera t ion de los Annalesn (al igual que a los revisionistas de la Revolut ion Francesa), a denunciar que, de la misma manera que el mode lo subjetivista habia reducido las estructuras a meras acciones de grandes hombres , el modelo objetivista ha­bia reducido la explication de la accion h u m a n a a la de terminat ion mecanicista de las estructuras.

Como alternativa teorica, estos historiadores a rgumenta ron que entre la ac­tion de los indiv iduos y el condicionamiento externo de las estructuras existia u n espacio intermedio, ocupado por u n a ent idad hasta entonces desconocida,

10 Cobban, The Social Interpretation of the French Revolution, Cambridge University Press, Cam­bridge, 1964; Taylor, "The Paris Bourse on the Eve of the French Revolution, 1781-1789", The American Historical Review 67:4 (1962), pp. 951-977; "Types of Capitalism in Eighteenth-Century France", The English Historical Review 79:1, p. 312 (1964), pp. 478-497; y "Noncapi-talist Wealth and the Origins of the French Revolution", The American Historical Review 72: 2 (1967) pp. 469-496; Furet y Richet, La Revolution francaise, Hachette, Paris, 1965 (vease tab. prol. ed. 1973).

11 Thompson, E. P., The Making of the English Working Class, Vintage, New York, 1966 (1963), Jacques Le Goff y Pierre Nora (dirs.), Faire de I'histoire, Gallimard, Paris, 1974, y Jacques Le Goff y Roger Chartier (dirs.), La Nouvelle histoire, Retz-c.E.p.u, Paris, 1978.

50 LA REVOLUCION FRANCESA

pero que mediaba la relat ion entre las estructuras y la subjetividad, es decir, que filtraba la relat ion entre la sociedad y el sujeto. Ni el mode lo subjetivista, ni el objetivista advirt ieron jamas la existencia de esta ent idad mediadora y, sin embargo, como defendio la vanguard ia de la profesion entonces, reconocer su importancia era el factor clave para explicar la historia; en otras palabras, para, por ejemplo, esclarecer por que u n poderoso gobernante no s iempre era capaz de arrastrar a millones de personas a u n a guerra o por que una crisis economi-ca n o s iempre conducia ineluctablemente a una revolut ion. Ahora bien, que u n porcentaje cada vez mayor de los historiadores reconociesen la existencia de una ent idad mediacional no condujo forzosamente a u n consenso sobre la mis-ma. De ahi que el debate teorico de las ul t imas cuatro decadas en historia (asi como en las ciencias sociales y humanas) , se haya consagrado a (1) determinar la naturaleza de esta ent idad, (2) investigar su funcionamiento y (3) delimitar su impacto sobre la act ion h u m a n a .

Cua t ro h a n sido las a l ternat ivas teoricas que h a n in ten tado resolver el in te r rogante acerca de cual es la en t idad mediacional en t re el sujeto y la sociedad. In te r rogante q u e se r e s p o n d e hac iendo uso d e (1) la esfera cultu­ral, (2) la cons t ruc t ion lingiiistica de la real idad, (3) la d e t e r m i n a t i o n de las es t ruc turas socioeconomicas o (4) la ac t ion consciente del sujeto ra t ional . En sintesis, las a l ternat ivas h a n s ido la cul tura , el lenguaje, lo social y los actores.

Por lo tanto y frente a las interpretaciones a u n de uso habitual, el revisionis-m o d e la Revolut ion Francesa no p u e d e etiquetarse como u n a simple confron­ta t ion ideologica entre los revisionistas y los clasicistas, entre los seguidores de Furet y de Soboul,12 sino que, de u n a manera mas decisiva, ha de explicarse den t ro del contexto conducente a la quiebra del modelo objetivista y el ascenso del mode lo mediacional.

Con Penser la Revolution Frangaise (1978), Furet, quien ya habia iniciado su invest igat ion anti-clasicista en los sesenta, sento definit ivamente las bases en Francia de la nueva in terpre ta t ion que paso a ser conocida popu la rmente como revisionismo. Furet p ropuso la rehabil i tat ion de la politica y una vision de larga d u r a t i o n de la revolut ion. Asi, esta n o se explicaba como u n a lucha de clases sociales sobre la base del condicionamiento socioeconomico, sino como el resul tado del colapso politico e inst i tut ional de una monarqu ia francesa en

12 Para una recopilacion de los principales textos del debate: Antoine de Baecque (dir.), Pour ou contre la Revolution: De Mirabeau a Mitterrand, Bayard, Paris, 2002, pp. 771ss.

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pleno proceso de reforma y transformacion de su cul tura politica. Sin este co-lapso, la revolucion no hubiese sido necesaria porque, en real idad, resul to li-berticida mas que l ibertadora, pues, segun Furet, la violencia fue consustancial a la propia revolucion desde 1789 y no tan solo duran te el Terror (1793-1794). La revision de Furet implied, grosso modo, sustituir lo social por lo politico; pasar de u n a revolucion social con consecuencias politicas a u n a revolucion politica con consecuencias -en t re o t ras - sociales. Esta interpretacion domino ampl iamente la celebracion del bicentenario en Francia y tambien en el contex-to anglofono.

La aportacion revisionista encarno ademas el profundo cambio historico asociado a la percep t ion y conceptual izat ion contemporanea del objeto revo­lucion, en el que a u n estamos inmersos. Este debate ha modificado sustancial-mente la explicat ion de los origenes, autor ia y desarrollo de las revoluciones modernas , d a d o que ha cuest ionado su naturaleza exclusivamente social, su caracter ruptur is ta y su desarrollo progresivo. N o en vano, los historiadores insisten en la importancia de factores mediacionales (como la cul tura o el len-guaje), subrayan la cont inuidad entre el antes, el duran te y el despues de la revolucion y, por ul t imo, se interrogan nuevamen te sobre si sus consecuencias inmediatas fueron el progreso y la l iberation. En efecto y al menos para el caso frances, resulta sintomatica la aceptacion del concepto de cul tura politica -cen­tral en la revision furetiana-, que es hoy empleado indist intamente tanto por seguidores de Furet, caso de Patrice Gueniffey,13 como por historiadores so­ciales y culturales vinculados a la interpretacion clasica, caso de Jean-Clement Martin.14

A cont inuat ion, presento, art iculadas en torno a las cuatro al ternativas arri-ba mencionadas , la respuesta empirica que los historiadores de la revolucion han ofrecido ante el agotamiento de los dos modelos previos y pa ra resolver el problema teorico de la media t ion entre la subjetividad y las estructuras. La reflexion que sigue, debido a los limites en la extension de este trabajo, se cir-cunscribe (1), como ya mencione, a la historiografia pos-bicentenario y (2) a la historiografia anglofona sobre la Revolucion Francesa.

13 La Politique de la Terreur: Essai sur la violence revolutionnaire 1789-1794, Fayard, Paris, 2000. 14 Violence et Revolution: Essai sur la naissance d'un mythe national, Seuil, Paris, 2006. Vease

tambien: "Une rupture absolument capitale", Le Monde, sup. Le Monde des livres (6 abril 2007).

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2.2. La Revolucion Francesa como revolucion cultural.

La historia cultural ya dominaba en par te la historiografia de la revolucion antes del bicentenario. Despues del mismo, sin embargo, esta tendencia ha im-pues to largamente su agenda. Los historiadores culturales sostienen, en sin-tesis, que la cultura no es u n mero der ivado o reflejo de la realidad, sino u n ingrediente consti tut ive de las estructuras sociales y economicas que estan en la base de la practica y la accion de los sujetos historicos. Ahora bien, este po-der const i tut ive - y por tanto explicativo- de la cultura no ha l legado nunca a ser uni formemente teorizado; por el contrario, contiene mult iples opciones que van desde el reconocimiento de una interaccion bidireccional y horizon­tal entre la sociedad y la cultura hasta autonomizar por completo la cultura. En este u l t imo caso, toda real idad es - y se explica como- cultural, con lo que el mecanicismo socioeconomico del mode lo objetivista es r eemplazado por el mecanicismo cultural del modelo mediacional-culturalista.15

Entre las mas importantes contribuciones continua des tacando la de Lynn Hunt , u n a de las principales teoricas de la new cultural history y tambien la historiadora cultural es tadounidense de la revolucion mas conocida interna-cionalmente. Tras su pre-bicentenario e influyente Politics, Culture, and Class in the French Revolution (1984), H u n t ha proseguido su analisis de los simbolos, lenguajes y rituales que inventaron y t ransmit ieron la cultura politica y la ac­cion revolucionarias.

En part icular destaca su provocat ivo The Family Romance of the French Revolution,16 en el que conecta s imbolismo politico y psicoanalisis para demos-trar que las nociones de familia y politica estuvieron estrechamente un idas du­rante la revolucion. El pr imero de los conceptos clave que in t roduce es el de romance familiar, que adapta de Freud y se refiere a la fantasia neurotica me-diante la cual los hijos expresan el deseo de eliminar y remplazar a sus padres por otros. El segundo concepto es el de chivo expiatorio, que toma de Rene Girard y a lude a la victima sacrificada para expiar la violencia interna de una

15 Lynn Hunt (ed.), The New Cultural History, University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1989, Roger Chartier, Au bord de la falaise: L'Histoire entre certitudes et inquietude, Albin Michel, Paris, 1998, Victoria Bonnell y L. Hunt (eds.), Beyond the Cultural Turn: New Directions in the Study of Society and Culture, University of California Press, Berkeley, Los An­geles y Londres, 1999, y Gabrielle Spiegel (ed.), Practicing History: New Directions in Historical Writing, Routledge, Nueva York, 2005.

16 University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1992.

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comunidad . Apl icando ambos conceptos a la revolucion, H u n t explica como las relaciones entre la monarquia y el pueblo frances estaban codificadas en terminos familiares. El inicio de la revolucion, cuando la soberania paso del rey absoluto a la Asamblea Nacional, signified u n cuest ionamiento radical de la autor idad y rol patriarcal del soberano, ya erosionado duran te el xvm.

En este contexto de creciente desacralizacion, la muer te del rey-padre en 1793 no solo fue posible, sino que requirio la invencion de u n nuevo orden que fuera capaz de dar significado a lo que estaba pasando y al mismo t iempo legi-timarlo. Los diversos romances familiares de la revolucion desempenaron esta funcion al crear una nueva relacion entre padres e hijos. Precisamente, los hi-jos homicidas se convirtieron en he rmanos que sust i tuyeron al rey-padre para asumir juntos la soberania y compart ir la culpabil idad freudiana del parricidio del chivo expiatorio. La revolucion simbolizo, por tanto, el paso del patriarca-do familiar a la banda de hermanos.

Colin Jones, des tacado representante de la historia cultural inglesa, ha combinado el pape l explicativo de la cul tura con la causal idad socioeconomi-ca, el giro l inguistico y la rehabil i tacion de la historia politica de la revolucion y del siglo xvm franceses. Empir icamente , su p ropues t a se articula en to rno a la defensa de u n vinculo necesario ent re la expans ion del capi ta l ismo comer-cial y el de una mayor conciencia hacia el mercado (que se t radujo en la apa-ricion progres iva de una nueva cul tura del consumo) , asi como la genesis de la sociabilidad civica a t raves de la emergencia de la esfera publica burguesa .

Su defensa del material ismo y la demostracion empirica del desarrollo eco-nomico capitalista estan en la base de su interes por aquellas evidencias mate-riales - como productos y mercancias- que i lustran el cambio cultural hacia el consumo; tal y como demuest ra en su articulo "The Great Chain of Buying",17

en el que re introduce socialmente a la burguesia y reorienta el cambio econo-mico, que relaciona causalmente con la genesis de la esfera publica burguesa y la difusion del lenguaje medico. A traves del es tudio de los affiches (prensa de anuncios surgida en el xvm y que en 1789 representaba la mitad de los titulos periodisticos publicados en Francia), narra la emergencia progresiva de una sociedad comercial y de consumo, su vinculo con la burguesia y, a largo plazo, con los origenes sociales y culturales de la Revolucion.

17 "The Great Chain of Buying: Medical Advertisement, the Bourgeois Public Sphere, and the Origins of the French Revolution", The American Historical Review 101:1 (1996); pp. 13-40.

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Jones traza una imaginativa y sugerente conexion entre los anuncios de los affiches, el consumismo, la cultura burguesa, la terminologia medica, el fin de la monarquia y el estallido de la revolucion. Esa conexion fue "la gran cadena de la compra" ; dispuesta horizontalmente y basada en el intercambio y la sociabi-lidad humanas , encarno la organizat ion social abierta y relat ivamente igualita-ria que sirvio de sustento a la expansion de una sociedad comercial -a l mismo t iempo que se opuso a la cadena jerarquica de la monarquia , que unia todos los cuerpos de la nacion, como una cadena, al primer eslabon: el rey. Los affiches se convirtieron en u n eslabon clave de esa nueva gran cadena de la compra, con-t r ibuyendo paralelamente a la creacion de una esfera publica burguesa y una opinion publica que trasladaron el cuerpo politico del monarca a la nacion.

A u n q u e ligado teoricamente a la historia cultural, David Bell ha subrayado tambien con claridad la importancia del lenguaje y los conceptos en la genera-cion de procesos historicos. Su TJie Cult of the Nation in France™ consti tuye u n referente no solo por sus implicaciones para la historia francesa, sino porque ademas obliga a repensar los origenes del nacionalismo en el m u n d o contem-poraneo. En pr imer lugar y frente a las tesis modernistas, Bell sostiene que (1) los nacionalismos no se originaron en el siglo xix, sino que fueron una inven-cion del xvm, y (2) lo que hizo el nacionalismo pensable fue una serie de cam-bios materiales, politicos, filosoficos y, en particular, religiosos en torno al ano 1700 que combinados produjeron una modificacion de la cosmovision de los franceses. Los conceptos de nacion y patr ia mu ta ron a lo largo del siglo xvm en mult iples contextos y no exclusivamente en el politico.

El nacionalismo emergio no como u n sentimiento, sino como u n programa politico de construct ion de u n a comun idad soberana, do tada de una persona-l idad colectiva y homogenea . Fue la pues ta en marcha de este p rograma en el xvm lo que permitio rechazar la religion como la fuerza vinculante de la vida publica y, al mismo tiempo, hacer posible la revolucion. Conforme avanzo el siglo, no seria una unica iglesia, ni el monarca lo que mantendr ia un ida a la poblacion sino una unica nacion: Francia. Bell senala que, ya antes de la revolu­cion, la propia monarquia empleo los conceptos de nacion y patria, pero solo a finales de la decada de 1780 ambos poseyeron u n poder simbolico sobresalien-te y fueron empleados como los conceptos organizadores de la cultura politica francesa, al aludir no s implemente a la colectividad que vivia en u n territorio

18 The Cult of the Nation in France: Inventing Nationalism 1680-1800, Harvard University Press, Cambridge y Londres, 2001.

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particular, sino a u n a intensa union politica y espiritual entre c iudadanos . Asi, en 1789 los Estados Generates procederian au tonomamente a constituirse en Asamblea Nacional, p roc lamando que la fuente de toda soberania residia en la

nacion. 19

2.2. La Revolution Francesa como revolution linguistica

El conocido como giro lingiiistico20 defiende, basicamente, u n a concept ion del lenguaje como matr iz significativa de la real idad y no como u n simple medio de comunicacion. El lenguaje, en definitiva, no es u n mero reflejo ins t rumental de la real idad, sino que la construye como objeto significative Por tanto, segun el giro lingiiistico, la clase, el genero, y la ident idad, entre otros objetos histori-cos, no t ienen u n a existencia independiente del lenguaje, sino que se generan en estrecha relacion con u n regimen lingiiistico que les otorga su significado. A partir de este principio homogeneizador , las posiciones varian entre quienes sostienen que toda real idad ocurre dent ro del lenguaje y su codification histo-rica como discurso -K. Baker y J. Scott- hasta quienes defienden u n a relacion mas horizontal entre la construct ion linguistica de la real idad y el condiciona-miento s o c i o e c o n o m i c o sociocultural -W. Sewell, J. Cowans y S. Rosenfeld.

Keith Baker,21 quien sostiene que el lenguaje no describe simplemente, sino que actua, es uno de los representantes mas reconocidos del giro lingiiistico aplicado a la historia moderna de Francia y, en particular, a la Revolucion Francesa. El dis­curso de la revolucion, explica, activo una cadena intertextual de significados que construyo la realidad sobre la cual los revolucionarios desplegaron sus practicas. El discurso fue, en consecuencia, el significador general de la practica historica. La causalidad social, por tanto, no seria exterior al discurso, sino u n resultado practico del mismo. De ahi que, segun el, la distincion entre realidades sociales no-discursivas y practicas discursivas no sea posible, sino tan solo observar el despliegue permanente de diferentes practicas discursivas o juegos linguisticos.

19 Otras destacadas contribuciones de historiadores culturales tras el bicentenario son las de Malcolm Crook, Clare Crowston, Robert Darnton, Paul Friedland, Dena Goodman, Carla Hesse, Joan Landes, James Livesey, Sarah Maza y Dale Van Kley.

20 Sobre la repercusion del giro lingiiistico en la profesion historica: Cabrera, Historia; Spiegel, Practicing History; y Ernst Breisach, On the Future of History: The Postmodernist Challenge and its Aftermath, University of Chicago Press, Chicago y Londres, 2003.

21 Inventing the French Revolution: Essays on French Political Culture in the Eighteenth Century, Cambridge University Press, Cambridge, 1990.

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Para Baker, la Revolucion Francesa fue inventada dent ro del espacio con­ceptual del Ant iguo Regimen. A partir de mediados del siglo xvm, la monar-quia -a l no poder sostener el centro discurs ivo- tuvo que ceder el control de la hegemonia politica a la opinion publica. En consecuencia, esta fue generando una esfera de discusion y de poder al margen del Estado y de la monarquia : la esfera publica, que fue favorecida por la propia monarquia al luchar tambien por su control. La opinion publica para Baker seria u n disposit ivo retorico para la generacion de la autor idad politica y no una realidad sociologica preexis-tente que se impone automat icamente sobre los actores politicos. La opinion publica, por lo tanto, signified la aparicion de u n nuevo modelo de entender las relaciones politicas y la ostentacion del poder: una nueva cul tura politica. Esta surgio como una nueva forma de autor idad politica que, l igada a la Ilustracion y al jansenismo, se apoyo en la tesis de la razon y la uti l idad, esto es, en la apli-cacion de u n criticismo racional. La autor idad politica migro asi paula t inamen-te del monarca a la nacion. Por eso, concluye que la cultura politica del Ant iguo Regimen invento, estructuro y limito la revolucion.

En sintesis, poder (politico) y lenguaje estan estrechamente un idos en la in­terpretacion que Baker p ropone del fin del Ant iguo Regimen y de los origenes y desarrollo de la revolucion. Tanto la monarquia absoluta como los d ipu tados revolucionarios tuvieron que luchar por el control de la au tor idad linguistica para implantar su autor idad politica. Por esta razon, la revolucion fue u n pro-blema de apropiacion de esta autor idad, es decir, que en esencia se trato de una revolucion linguistica.

Frente a esta interpretacion, Jon Cowans, en To Speak for the People,22 sostiene que la opinion publica, aun siendo u n dispositivo retorico para establecer y legitimar liderazgos, ideas y au tor idad politicas, no puede ser desconectada de la fuerza sociologica p roduc ida por fenomenos socioeconomicos y ac tuando sobre los actores politicos. Para Cowans, la lucha por el control de las definicio-nes de soberania y opinion publica explicaria el problema cronico de legitimi-dad politica de la revolucion.

En A Revolution in Language23 Sophia Rosenfeld ha historizado precisamente la interpretacion linguistica de la revolucion, al demostrar como los propios

22 To Speak for the People: Public Opinion and the Problem of Legitimacy in the French Revolution, Routledge, Nueva York y Londres, 2001.

23 A Revolution in Language: The Problem of Signs in Late Eighteenth-Century France, Stanford University Press, Stanford, 2001.

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revolucionarios eran ya conscientes del impacto del lenguaje sobre la practica politica. Rosenfeld sostiene que la revolucion p u d o entenderse como una lucha por la au tor idad sobre las palabras y los signos debido a la influencia de la teo-ria linguistica del Ant iguo Regimen y la Ilustracion, que hizo pensable e institu-yo en la practica revolucionaria la relacion entre lenguaje y poder (politico).

En Only Paradoxes to Offer,24 Joan Scott analiza la contribucion de las feminis-tas francesas - y en particular, durante la Revolucion, de Olympes de Gouges -y revela las contradicciones del discurso liberal inaugurado por los revolucio­narios. Este discurso universalista perpe tuo y excluyo de la c iudadania a las mujeres y otros grupos, porque el republ icanismo trances genero u n a division entre el universal ismo de los derechos politicos individuales y el universal ismo de la diferencia sexual, que se conceptualizo como u n a diferencia "natura l" entre los hombres y las mujeres. Es decir, que de una parte, se establecieron los derechos naturales - e n la practica solo aplicables a los hombres, blancos y con ciertos recursos economicos- y de otra las diferencias "naturales" que no se p u e d e n trascender y que justificaron la exclusion de las mujeres. En el discurso liberal, lo politico significa lo racional, publico y universal, mientras que las mujeres al ser definidas como "naturales" fueron apar tadas de la politica.

William Sewell, uno de los principales an imadores del debate teorico y el dialogo entre la historia y las ciencias sociales de las ul t imas dos decadas, sen-to las bases en Work and Revolution in France (1980) para la introduccion del giro linguistico en el es tudio del movimiento obrero trances. Segun Sewell, la conciencia de clase no fue un proceso directo der ivado de condiciones so-cioeconomicas objetivas, sino el resul tado de su articulacion con los conceptos procedentes de la Ilustracion y los lenguajes de la Revolucion Francesa y la Francia decimononica. Esta tesis la aplico poster iormente al movimiento popu­lar sans-culotte duran te el Terror,25 cues t ionando que su accion fuera el resulta­do directo e inmedia to de su posicion socioeconomica, d a d o que, para el, los determinantes economicos y sociales estaban mediados por la cul tura politica preexistente y por procesos especificos y contingentes de la lucha politica.

24

25

Only Paradoxes to Offer. French Feminists and the Rights of Man, Harvard University Press, Cambridge y Londres, 1996. "The Sans-Culotte Rhetoric of Subsistence", en Keith Baker et al. (eds.), The French Revolution and the Creation of Modern Political Culture, Pergamon Press, Oxford y Nueva York, vol. 4, 1994, pp. 249-269.

58 LA REVOLUCION FRANCESA

El abastecimiento y el precio de los a l imentos du ran te el Terror es u n o de los espacios clave pa ra la observacion de este fenomeno. Segun Sewell, lo mas significative) es, en p r imer lugar , q u e la retorica sans-culotte n o tenia u n a afiliacion social o politica definida, s ino que fue compar t ida po r diferentes posiciones sociales y politicas. Y, en s e g u n d o lugar, que no existe u n a rela-cion causal directa entre la accion sans-culotte y su referente: el hambre . La respues ta al h a m b r e no es na tu ra l y objetiva, sino historica, al d e p e n d e r de como el h a m b r e fue conceptua l izada y p rove ida de u n significado preciso en u n marco historico dado , como po r ejemplo du ran te el Terror.

En su trabajo sobre la toma de la Bastilla,26 Sewell se p regunta por que esta adquir io ese marcado significado simbolico que la identifica con la revolucion. En pr imer lugar, Sewell sostiene que el evento acontecio en u n contexto de dislocat ion de las estructuras, que permitio, en segundo lugar, poder lo cali-ficar como u n acto revolucionario y no como una simple revuelta. El evento se convirtio en revolucionario al combinar la accion violencia popula r con el concepto d e soberania popular . El paso definitivo ocurrio c u a n d o el rey cedio ante la Asamblea Nacional tres dias mas tarde, es decir, cuando resulto claro el impacto de la accion popula r sobre la alta politica, en ese m o m e n t o surgio la categoria moderna de revolucion. Por consiguiente, Sewell mues t ra que el evento n o adquir io u n significado univoco inmediatamente, sino que depend io de u n acto de signification.

2.3. La Revolucion Francesa como revolucion social

La historiografia de la revolucion y la historia social fueron casi he rmanas ge-melas desde los anos veinte hasta finales de los setenta del siglo xx, coinci-d iendo con el dominio de la in terpre ta t ion clasica. Duran te este per iodo del "giro social" (como lo ha d e n o m i n a d o Hobsbawm),2 7 la Revolucion francesa se convirtio en uno de los temas clave para evaluar el nivel de afinidad entre la historia y lo social. Actualmente, la renova t ion de la historia social pasa por el reconocimiento e intento d e determinar con precision el peso causal de lo politico en la configuration de lo social.

26 "Historical Events as Transformations of Structures: Inventing Revolution at the Bastille", Theory and Society 25:6 (1996) pp. 841-881.

27 "Manifeste pour l'histoire", Le Monde Diplomatique (diciembre 2004):1; pp. 20-1.

t UNA HISTORIOGRAFIA TERM/NEE? 59

David Garrioch acomete su propues ta de renovacion a traves de u n a teoria de la historia centrada en los agentes y sus vivencias, mas que en sus expe­r iences . Sin embargo, no renuncia a los adelantos historiograficos pre- y pos-bicentenario, sino que los incorpora dent ro de u n marco explicativo, en ul t imo termino, social. Asi, el motor causal en la base d e los procesos historicos lo lo-caliza en los cambios exper imentados en los patrones, redes y practicas sociales de los grupos.

Su The Formation of the Parisian Bourgeoisie19, es la formulacion mas refinada de su propues ta de renovacion, d o n d e sostiene categoricamente que en el Paris del siglo xvin no existia la burguesia, sino mercaderes, abogados, profesores, fabricantes y rentistas, en resumen, lo que en entonces se denominaba bourgeois de Paris -nocion m u y distinta a la futura de burguesia . El bourgeois no formaba u n a clase social homogenea , sino lo que Garr ioch considera clases medias. Al estar f ragmentadas localmente y carecer de redes sociales y vinculos ciuda-danos, no disponian de una ident idad propia que les permitiera reconocerse como burguesia . N o en vano, las instituciones sociales y politicas Servian mas para mantener esa fragmentacion identitaria q u e para generarla. Esta s i tua t ion se modified duran te u n largo siglo xvm, que culmino en 1830 con el nacimiento de la burguesia de Paris como una clase social y politica p lenamente difundida por toda la c iudad, con intereses comunes y u n a fuerte conciencia de su propia identidad.

El efecto de la revolucion fue, precisamente, el de ensamblar las estructuras administrat ivas y politicas, asi como la ideologia politica y social en proceso de cambio ya duran te el Antiguo Regimen; ensamblaje que estara en la base de la ident idad politica burguesa decimononica. En efecto, la revolucion abrio las puer tas a este g rupo aun en formacion, pero cuando ya era impor tante demo-grafica y economicamente y, tambien, influyente en la vida publica. Al estudiar la composi t ion de sus detentadores, Garrioch concluye que la revolucion fue controlada por esta burguesia en formacion, incluso duran te el Terror.

Entre los factores formativos que la revolucion acelero y, tambien, modi­fied en parte, Garrioch mezcla tanto el condicionamiento como la evolut ion interna. Tales factores fueron la central izat ion monarquica y la expansion de la adminis t ra t ion estatal, el impacto del capitalismo nacional e internacional y el desarrollo del consumismo domestico, el declive del linaje familiar local como la celula basica de organizat ion social, mutaciones ideologicas y de la sociabi-28 Harvard University Press, Cambridge, 1996.

I

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l idad y, por ultimo, una nueva percepcion del espacio publico como resul tado de u n a mayor integracion urbana.

La reevaluacion del vinculo causal entre la sociedad, la economia y la accion h u m a n a sobre el med io ambiente, asi como el sometimiento de la politica a la practica y la opinion de la gente corriente, son la piedra angular de la propues-ta de renovacion de la historia social de Peter McPhee. En Revolution and Envi­ronment in Southern France29 busca explicar la ecologia social de comunidades o regiones especificas y revela la influencia annalista de u n a historia construida sobre el estudio del medio fisico, la experiencia rural de las revoluciones entre 1789 y 1848 y la interaccion campo-c iudad duran te las mismas, mos t rando que las cronologias n o s iempre coincidieron, ni tampoco la percepcion de una rup-tura radical en el dia a dia rural respecto a Paris.

Este enfoque esta tambien presente en The French Revolution, 1789-1799,30

que es la mejor sintesis (pos-bicentenario) anglofona de historia social dispo-nible. Para contestar las tesis revisionistas, McPhee defiende el caracter radi­cal y ruptur is ta de la revolucion, recupera la dinamica social revolucionaria (basicamente burguesa) y rechaza las explicaciones del Terror y su violencia en terminos ideologicos y politicos. Por el contrario, res taura la clasica tesis de las circunstancias: el Terror fue la respuesta contingente e ineluctable a las guerras civil e internacional que amenazaban la revolucion. N o obstante, u n analisis mas detal lado revela su aceptacion de principios y conceptos revisio­nistas, como la cultura politica o la existencia de dos revoluciones, entrelazada con u n marco teorico fuertemente social; asi como una interpretacion del Te­rror y de su impacto sobre la vida cotidiana de la gente corriente en terminos socioculturales. '1

2.4. La Revolucion Francesa como revolucion de los actores

El termino actores a lude a u n a tendencia de limites menos definidos, pero cuyo eje pr imordia l es el sujeto, ya sea mediante el estudio de su experiencia, sus creencias, sus emociones o del impacto de los eventos sobre sus practicas. Este

29 Revolution and Environment in Southern France, 1780-1830: Peasants, Lords, and Murder in the Corbieres, Oxford University Press, Oxford, 1999.

30 Oxford University Press, Oxford, 2002. 31 Otras destacadas contribuciones de historiadores sociales son las de David Andress, Suzan­

ne Desan, Alan Forrest y John Markoff.

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"giro practice/' posee u n perfil teorico complejo, pero entre un alto porcentaje de sus par t idar ios se advierte u n deseo de renovacion del concepto de sujeto racional.32

A diferencia del modelo subjetivista - como el historicismo decimononico de von Ranke- , no se trata de reconstruir las decisiones de los grandes hombres , sino que esta renovacion teorica del sujeto se logra mediante una concepcion del mismo mas representacional, en el sentido de actuacion. De ahi, la insisten-cia en el cuerpo, la importancia de conceptos como adores historicos y practicas, asi como el interes por enunciados o expresiones "perfomativas" del sujeto.

En el caso de la revolucion, u n ejemplo des tacado lo const i tuye la inves-tigacion de Timothy Tackett, qu ien fundamen ta su explicacion en el evento-marco y las practicas de los agentes historicos. Frente a los condic ionamientos cultural , lingiiistico o socioeconomico, Tackett res taura el pode r explicat ivo de los actores, los eventos y las practicas. Asi, la contingencia y la espontanei -dad ocupan u n lugar central en su nar ra t iva de la revolucion, que in terpre ta como u n a d inamica cuyo curso n o p u e d e explicarse exclus ivamente a priori, sino med ian te el es tud io evolut ivo de las practicas. Por tanto, ent re actores, eventos y practicas existe u n a relacion activa, reciproca y flexible, que es la p iedra angula r d e los cambios pe rmanen t e s en la topografia men ta l d e los sujetos historicos.

En Becoming a Revolutionary,^ Tackett es tudia los p r imeros meses de la revolucion y se p regun ta como los d i p u t a d o s se convir t ieron en revolu-cionarios t ras su separacion de los Estados Generales y su const i tucion en Asamblea Nacional en 1789, d a d o q u e n o l legaron ya con ganas d e hacer u n a revolucion. Frente al revisionismo, Tackett opone la fuerza del presente: la Revolucion no emerg io en mayo de 1789, sino en el curso de eventos como los deba tes de la Asamblea en el ve r ano de ese aho. Median te el analisis d e las reglas de compor t amien to de los d ipu tados , sus sent imientos, asunciones internas y experiencias pre y revolucionaria , describe como sus valores y mo-dos de pensar fueron cambiando en el curso d e la d inamica revolucionar ia , es decir, como aprendieron a ser revolucionar ios . Por tanto, Tackett p r o p o n e

32 Spiegel, "Introduction", en Spiegel, Practicing History; y Peter Burke, "Performing History: The Importance of Occasions", Rethinking History 9:1 (2005), pp. 35-52. Vease tab.: Theo­dore Schatzki et al. (eds.), The Practice Turn in Contemporary Theory, Routledge, Londres y Nueva York, 2001.

33 Becoming a Revolutionary: The Deputies of the French National Assembly and the Emergence of a Revolutionary Culture (1789-1790), Princeton University Press, Princeton, 1996.

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el es tud io de lo que l lama la "escuela de la revolucion", pasar del es tud io de los or igenes al de la experiencia revolucionaria de ind iv iduos concretos que t omaron pa r t e y encarnaron la revolucion. Mas recientemente , Tackett ha e s tud iado la fuga frustrada de Luis xvi y su relacion con los or igenes del Te­rror, de fend iendo que fue u n even to clave para el futuro de la revolucion. Su impacto t an decisivo nos alerta contra las conexiones causales lineales y di-rectas, al t i empo que nos recuerda el caracter impredecible de la revolucion.3 4

La central idad explicativa del evento, su naturaleza y desarrollo contingen-tes, ademas de su resul tado imprevisible sobre las practicas del sujeto historico, son tesis tambien defendidas por Michael Fitzsimmons. En The Night the Old Regime Ended,35 a rguye que el 4 de agosto de 1789 fue la noche en que el Anti-guo Regimen termino. Los eventos acontecidos en la reunion de la Asamblea Nacional, que condujeron a la abolicion del feudalismo antiguorregimental , se sucedieron inesperadamente como atestiguan las cartas de los d ipu tados presentes. En consecuencia, la reunion no solo tuvo u n profundo impacto en la manera en que cualquier indiv iduo percibio la revolucion, sino que forjo su experiencia de la misma a partir de entonces.

Jay Smith, por su parte, intenta hi lvanar una interpretat ion de la revolucion como respuesta al revisionismo median te la reivindicacion de las practicas del sujeto, al buscar la reconstruct ion de sus "estructuras de creencias", entendi-das, pr imero, como la un idad central de experiencia social y, segundo, como el espacio cognitivo en el que los revolucionarios forjaron su agencia politica. Por tanto, ofrece una restauracion del poder creativo h u m a n o en los procesos poli-ticos y la autonomia cognitiva del sujeto. Para ello una de las vias que propone es el es tudio de la conexion entre creencias y palabras.

Como Smith defiende en Nobility Reimagined y en "Between Experience and Discourse",36 los historiadores han de centrarse en la mente y en la p roduc t ion de la conciencia. Mientras en el pr imer trabajo traza u n vinculo explicativo entre u n nacionalismo ya m a d u r o en el siglo xvm y los debates prerrevolucio-narios sobre la categoria y papel de la nobleza y el impacto de ambos en la con-ciencia de las elites en la genesis de la na t ion , en el segundo trabajo reconstruye 34 When the King Took Flight, Harvard University Press, Cambridge, 2003. 35 The Night the Old Regime Ended: August 4, 1789, and the French Revolution, Pennsylvania State

University Press, University Park, 2003. 36 Nobility Reimagined: The Patriotic Nation in Eighteenth-Century France, Cornell University

Press, Ithaca, 2005, y "Between Experience and Discourse: Agency and Ideas in the French Revolution", History and Theory 40 (diciembre 2001), pp. 116-142.

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las operaciones internas de la mente del revolucionario Servan y explora como su conciencia politica fue cambiando en la segunda mitad del siglo xvm. En sus escritos este ensalzo a la nobleza medieval , pero tambien mostro su admi ra t ion por el republ icanismo de la Antigi iedad y manifesto u n deseo de reforma de la sociedad francesa. En 1789, sin embargo, frente a la arrogancia de la nobleza, renuncio a defender la reconciliation del Tercer Estado con ella y el clero como habia hecho hasta entonces y se convirtio en u n acerrimo defensor del Tercer Estado. Este cambio respecto a la nobleza se debio en ult imo termino a una mu ta t i on de su conciencia revolucionaria como resul tado de la interact ion con los eventos que enmarcaron su conciencia y su m u n d o .

Esta renovation del sujeto pasa, ademas, por el estudio de las emociones como propone William Reddy en The Navigation of Feeling,37 donde sostiene que la revo­lution puso fin al regimen emotional del sentimentalismo inaugurado en el reina-do de Luis xiv. Este regimen fue convertido en sistema de gobierno y se extendio finalmente de la corte a toda la sociedad. Reddy explica que el florecimiento del sentimentalismo fue clave en el desarrollo de la revolution y particularmente du­rante el Terror, cuando las emociones se asociaron inextricablemente a u n gobier­no revolucionario que queria implantar una republica de la virtud, pero usando (contradictoriamente) la coercion. Segun Reddy, la caida de Robespierre sirvio para cuestionar el papel de las emociones en la politica y para acabar con el regi­men emotional del sentimentalismo, inaugurandose el regimen liberal y romanti-co de las emociones.

3. El posrevisionismo: iHacia un modelo teorico posmediacional?

Si bien la agenda revisionista y el giro cultural dominaron tras el bicentenario la p roduc t ion historiografica anglofona y francesa,38 ambos h a n comenzado a ser revisados en el ul t imo lustro. Se trata, no obstante, de una tendencia de limites aun poco precisos y para la que no existe todavia una denomina t ion

37 The Navigation of Feeling: A Framework for the History of Emotions, Cambridge University Press, Cambridge, 2001, esp. cap. 6.

38 La evaluacion mas actualizada del estado de la historiografia francesa sobre la revolucion tras el bicentenario se encuentra en: Lapied y Peyrard, La Revolution Franchise. Puede con-sultarse mi resena de esta obra en: Pasado y Memoria: Revista de Historia Contemporanea 4 (2005), pp. 235-239. Vease tab.: Jean-Clement Martin (dir.), La Revolution a I'ceuvre: perspecti­ves actuelles dans I'histoire de la Revolution francaise, Presses universitaires de Rennes, Rennes, 2005.

64 LA REVOLUCION FRANCESA

salvo la etiqueta (en real idad mas descriptiva que definitoria) de posrevisionis-mo. U n a pr imera caracteristica homogeneizadora del mismo es que n o cues-tiona sino que ratifica p lenamente la central idad de la Revolucion Francesa en la generacion del m u n d o contemporaneo; su novedad radica, no obstante, en ahondar la localizacion del centro explicativo de la con temporane idad en el siglo xvm, alejandolo aun mas del xix.

Y la segunda caracteristica es una evaluation mas certera de las limitaciones del modelo teorico mediacional. Asi, la mas fundamental de las limitaciones re-sulta clara: tras cuatro decadas de debate los historiadores y cientificos sociales no han llegado a u n acuerdo respecto a la naturaleza y funcionamiento de la entidad mediadora entre sujeto y sociedad. Ninguna de las cuatro alternativas, es decir, ni la cultura, n i el lenguaje, ni una conception revisada de lo social y de los actores han pod ido ofrecer una respuesta satisfactoria al problema de la media t ion y, por lo tanto, generar una agenda investigadora nueva, homogenea y duradera.

Esta l imitat ion, la falta de consenso teorico, ha l levado a historiadores de-fensores de cada alternativa (Hunt y Bell en cultura, Baker y Sewell en len­guaje, Desan en social y Smith en actores) a plantearse si quizas el origen de la falta d e consenso no rad ique tanto en la respuesta sobre cual es la ent idad mediadora , sino en la p regunta en si misma (,j,que media la interact ion entre sujeto y sociedad?) y mas concretamente en los conceptos (como sujeto y sociedad) que los historiadores h a n ut i l izado hasta ahora para formular y responder al interrogante sobre que causa la act ion h u m a n a y, en definitiva, la historia. Fru-to de este novedoso planteamiento, u n a de las lineas mas prometedoras de la nueva historiografia de la Revolucion Francesa reflexiona precisamente sobre los conceptos que los historiadores u s a n para explicar la historia.

Las investigaciones mas recientes demues t ran que conceptos fundamenta­l s como los de sujeto y sociedad no son transhistoricos, sino que al contrario exper imentaron u n a t ransformat ion decisiva con el ascenso de la mode rn idad occidental, la cual ha afectado la manera no solo en que los historiadores han explicado la historia desde el siglo xix, sino sobre todo ha del imitado el tipo de p regun tas que los historiadores h a n real izado a los documentos pa ra explicar la historia. La constatacion de la mode rn idad de esas p regun tas y conceptos empleados por los historiadores resulta de suma importancia porque, como se ha expuesto, los conceptos de sujeto y sociedad han sido centrales para arti­cular los distintos modelos teoricos de la historia desde que esta se consti tuyo como disciplina cientifica en la pr imera mitad del siglo xix.