Historia, Memoria y Autogestión.

88
Historia, Memoria y Autogestión. Nestor Baumann Santana

description

El texto propone la gestión del conocimiento histórico por los interesados.

Transcript of Historia, Memoria y Autogestión.

Page 1: Historia, Memoria y Autogestión.

1

Historia, Memoria y

Autogestión.

Nestor Baumann Santana

Page 2: Historia, Memoria y Autogestión.

Nestor Baumann Santana

[email protected]

Nestor Baumann Santana Montevideo 1998

Se autoriza la reproducción parcial o total, con el único requisito de citar la fuente.

2

C

Page 3: Historia, Memoria y Autogestión.

Historia, Memoria y Autogestión

ABSTRACS

The State controls the memory and History. In order to break this

control it is

necessary to process an alternative historical knowledge, through the

autogestión. The form to process that autogestionario historical

knowledge is in workshop of history, of collective character,

independent and concensuado.

Keywords; History, Controls, Autogestión, Workshop.

RESUMEN

El Estado controla la memoria y la Historia. Para romper este control

es necesario generar un proceso de conocimiento histórico

alternativo, basado en la autogestión. La forma que adquiere este

proceso de conocimiento histórico autogestionario son los talleres de

historia, de carácter colectivo, independiente y concensuado.

Palabras claves; Historia, Control, Autogestión, Talleres de Historia.

3

Page 4: Historia, Memoria y Autogestión.

Introducción.

Este trabajo monográfico recoge algunas de nuestras reflexiones

historiográficas corolario de los cursos realizados en la Cátedra de

Teoría y Metodología de Investigación Histórica, a cargo del Prof.

Carlos Zubillaga, dictada en la Facultad de Humanidades y Ciencias

de la Educación, de la Universidad de la República, de Montevideo,

Uruguay.

En estas páginas procuramos abordar el tema del control ejercido por

el Estado sobre la memoria, como una forma más de dominación.

Pero nuestro propósito no es desnudar esos mecanismos de control

exclusivamente, sino procurar romper con el mismo.

Es imprescindible que la gente logre recuperar su historia, pueda

apreciar las grandes líneas de desarrollo de media y larga duración, y

a la vez se ensaye en común un pensamiento crítico acerca de la

realidad tan escamoteada.

Nietzsche decía que una de las cosas que diferencia al hombre de los

animales, y le otorga su humanidad, es que el hombre tiene historia y

puede contarla. El animal solo olvido, esto le impide crear civilización.

El conocimiento histórico para que sea liberador debe estar integrado

a un proyecto que camine en sentido libertario.

El conocimiento histórico colectivo, autónomo, alternativo,

autogestionario, rompe no solo con ese control estatal sobre la

historia, sino también sienta las bases de futuras acciones.

4

Page 5: Historia, Memoria y Autogestión.

CAPÍTULO 1

Historia necesidad para la vida.

Nietzsche considera que el conocimiento histórico en cierto grado es

necesario para la vida. El valor del conocimiento histórico está en

función del servicio que presta a la vida.

¿Cuál es ese servicio?

Le Goff cree “…que al historiador le corresponde transformar la historia

(res gestae) de carga como decía Hegel – en una historia rerum gestarum

que haga del conocimiento del pasado un instrumento de liberación.”1

“La paradoja proviene del contraste entre el éxito de la historia en la

sociedad y la crisis del mundo de los historiadores. El éxito se explica por la

necesidad que tienen las sociedades de nutrir su búsqueda de identidad, de

alimentarse de un imaginario real; y las solicitaciones de los medios

masivos hicieron entrar a la producción histórica en el movimiento de las

sociedades de consumo. Por otra parte, sería importante estudiar las

condiciones y consecuencias de lo que Arthur Marwich definió como “la

industria de la historia”.”2

También es común reivindicar para la Historia el magisterio.

“Una larga tradición encuentra el sentido de la investigación histórica en su

capacidad para producir resultados que operen como guía para la acción.”3

Ahora bien, entorno a ese magisterio Huizinga señala: “Por cierto, el

antiguo dicho Historia vitae magistra ya no tiene la significación ingenua y

escolar de antes. La Historia ya no nos sirve como arsenal de enseñanzas y

ejemplos. Ya no se le piden “lecciones”, ya no se cree que un político pueda

sacar de la Historia su norma de conducta lista y hecha. No se cultiva la

Historia por su “utilidad”, como si enseñara perfección técnica y justos

1LE GOFF, Jacques, Pensar la historia, Barcelona, Ed. Altaya S. A., 1995. Pp. 141.2 Idem, Idem, pp. 141, 142. Donde cita a MARWICK, A., The Nature of History, Londres, Macmillan, 1970.3PEREYRA, Carlos, “Historia, ¿para qué?”; en PEREYRA, Carlos, y otros, Historia ¿para qué?, México, siglo veintiuno editores, sa de cv, 1988. Pp. 12.

5

Page 6: Historia, Memoria y Autogestión.

manejos. Deséase conocer el pasado. ¿Para qué se le desea conocer?

Siempre hay quienes contestan: para prever el porvenir muchos hay

quienes contestan: para comprender el presente. Yo por mi parte, no voy

siquiera tan lejos. Creo que la Historia busca una vista del pasado mismo.

Pero, ¿para qué? Es imposible descuidar el momento final en nuestro afán

de saber. Al fin y al cabo, una y otra vez siempre para “comprender”. ¿Qué?

No las circunstancias ni las posibilidades parciales del confuso presente.[…]

No, no es lo importante la tempestad del oscuro presente, sino el mundo y

la vida misma, en su significación eterna, su eterno impulso y su reposo

eterno. Jacobo Burckhardt lo expresó así: “Lo que fué antes jubilación y

lamentación, debe volverse ahora reconocimiento, como acontece también

en la vida del individuo. Con esto obtiene asimismo un sentido más elevado

y al propio tiempo más modesto la frase Historia vitae magistra. Por la

experiencia no tanto queremos volvernos prudentes (para una vez) sino

sabios (para siempre).”

Concebida así, hase de llamar toda Historia pragmática. Todo el que refiere

algo lo expresa con cierto sentido, da entendimiento, por consiguiente,

enseña, es decir, aumenta la sabiduría.”4

Hay quienes sostienen que no es posible aprender nada de la Historia.

“Los que rechazan la generalización e insisten en que la historia no ocupa

más que de lo único, son quienes, como era de esperar, niegan que de la

historia pueda aprenderse nada. Pero la afirmación de que los hombres

nada aprenden de la historia viene contra dicha por multitud de hechos

observables.”5

Mas adelante Car señala que la “…historia empieza cuando se transmite

la tradición; y la tradición significa el traspaso de los hábitos y las lecciones

del pasado al futuro. Empieza a guardarse memoria del pasado en beneficio

de ulteriores generaciones.”6

Carlos Pereyra afirma que el “…impacto de la historia no se localiza

solamente, por supuesto en el plano discursivo de la comprensión del

proceso social en curso. Antes que nada impregna la práctica misma de los

4 HUIZINGA, J., SOBRE EL ESTADO ACTUAL DE LA CIENCIA HISTORICA. Cuatro Conferencias., Tucumán, Editorial Cervantes, 1934?. Pp. 81.5 CAR, Edward H., ¿Qué es la historia?, Barcelona, Ed. Planeta-De Agostini s.a., 1984. Pp. 90.6 Idem, pp. 145.

6

Page 7: Historia, Memoria y Autogestión.

agentes, quienes actúan en uno u otro sentido según el esquema que la

historia les ha conformado del movimiento de la sociedad. La actuación de

esos agentes está decidida, entre otras cosas, por su visión del pasado de la

comunidad a la que pertenecen y de la humanidad en su conjunto.”7

Para Luis Villoro “La historia intenta dar razón de nuestro presente

concreto; ante él no podemos menos que tener ciertas actitudes y albergar

ciertos propósitos; por ello la historia responde a requerimientos de la vida

presente. Debajo de ella se muestra un doble interés: interés en la realidad,

para adecuar a ella nuestra acción, interés en justificar nuestra situación y

nuestros proyectos; el primero es un interés general, propio de la especie, el

segundo es particular a nuestro grupo, nuestra clase, nuestra comunidad.

Por ello es tan difícil separar en la historia lo que tiene de ciencia de lo que

tiene de ideología.”8

La Historia es un intento por dar respuesta a la búsqueda de sentido

de la vida humana.

“La pregunta por la condición humana se enlaza con la pregunta por su

sentido. Necesitamos encontrar un sentido a la aventura de la especie. Para

responder a esa inquietud el pensamiento humano ha intentado varias vías:

la religión, la filosofía, el arte; la historia es otra de ellas. La búsqueda del

sentido no da lugar a un “para qué” del quehacer histórico diferente a los

dos que expusimos antes; está supuesta en ellos. El interés en explicar

nuestro presente expresa justamente una voluntad de encontrar a la vida

actual un sentido.”9

Car señala que es necesario “…recordar aquí la puntualización que

requiere el doble carácter de la historia. Aprender de la historia no es nunca

un proceso en una sola dirección. Aprender acerca del presente a la luz del

pasado quiere también decir aprender del pasado a la luz del presente. La

función de la historia es la de estimular una más profunda comprensión

tanto del pasado como del presente, por su comparación recíproca.”10

Para Carlos Pereyra “La eficacia del discurso histórico (como, en general,

de las distintas formas del discurso científico) no se reduce a su función de

conocimiento: posee también una función social cuyas modalidades no son

7 PEREYRA, Carlos, Op. Cit, pp. 22.8 VILLORO, Luis, “El sentido de la Historia”, en PEREYRA, Carlos, y otros, Op. Cit., pp. 41.9 Idem, pp. 49.10 CAR, E. H., Op. Cit., pp. 91.

7

Page 8: Historia, Memoria y Autogestión.

exclusiva ni primordialmente de carácter teórico. Sin ninguna duda, pues, el

estudio del movimiento de la sociedad, más allá de la validez o legitimidad

de los conocimientos que genera, acarrea consecuencias diversas para las

confrontaciones y luchas del presente. No hay discurso histórico cuya

eficacia, sea puramente cognoscitiva: todo discurso histórico interviene (se

inscribe) en una determinada realidad social donde es más o menos útil

para las distintas fuerzas en pugna. Ello no conduce, sin embargo a medir

con el mismo rasero las cualidades teóricas de un discurso histórico (su

legitimidad) y su funcionamiento en el debate social: su utilidad ideológico-

política no es una magnitud directamente proporcional a su validez

teórica.”11

La indagación histórica tiene un carácter pragmático que surge de “La

confianza en que hay una vinculación directa e inmediata entre

conocimiento y acción se apoya en la creencia de que la comprensión del

pasado otorga pleno manejo de la situación actual:…”12

La acción de los diversos agentes en el presente está impregnada de

la visión de la historia que permite la comprensión de ese presente.

“Los grupos sociales procuran las soluciones que su idea de la historia les

sugiere para las dificultades y conflictos que enfrentan en cada caso.”13

La búsqueda en el pasado puede tener dos vertientes: por una parte

el interés por justificar nuestra situación, proyectos y acción. Por otro

lado el “…interés en la realidad para adecuar a ella nuestra acción;…”14

“La historia intenta dar razón de nuestro presente concreto; ante él no

podemos menos que tener ciertas actitudes y albergar ciertos propósitos;

por ello la historia responde a requerimientos de la vida presente.”15

El hombre continuamente se pregunta por el sentido de la aventura

humana.

“El interés en explicar nuestro presente expresa justamente una voluntad

de encontrar a la vida actual un sentido.”16

11 PEREYRA, Carlos, Op. Cit., pp. 12, 13.12 Idem, pp. 13.13 Idem, pp. 22.14 VILLORO, Luis, Op. Cit., pp. 41.15 Idem, Idem.16 Idem, pp. 48 y 49.

8

Page 9: Historia, Memoria y Autogestión.

Adolfo Gilly señala que un falso conocimiento puede equivocar la

acción.

“Sin embargo, la persistencia a través de las épocas de las varias versiones

simultáneas de la historia indica que el conocimiento histórico es también, y

antes que nada, un discurso adaptado no a una acción única de la

humanidad sobre la naturaleza, sino a diversas acciones de diversos grupos

humanos sobre sí mismos y entre sí.”17

La conciencia histórica del hombre.

François Châtelet, procura definir los rasgos caracteristicos de la

«conciencia histórica ».

Realidad del Pasado. « …considera que éste, en su modo de ser y hasta

cierto punto en su contenido, no es por naturaleza distinto del presente. »18

Se considera a lo ocurrido como ya cumplido pero no ficticio e irreal.

La no actualidad de lo ocurrido no puede identificarse con no realidad.

Pasado y presente son diferentes. El hecho es que los sucesos del

pasado ya ocurrieron y es esto lo que los caracteriza esencialmente.

Marca su pertenencia al pasado y lo diferencia de cualquier episodio

parecido. « La idea de que en la historia haya repeticiones (res gestae), de

que « no hay nada nuevo bajo el sol, » e incluso la idea según la cual se

pueden extraer lecciones del pasado no tiene sentido sino para una

mentalidad no histórica. »19

Dado que el pasado es real y decisivo debe ser estudiado por la

ciencia histórica con métodos científicos.

Châtelet presenta “…al pasado y el presente como categorías al mismo

tiempo idénticas y diversas:…”20

Ángel Castellan sostiene que debe establecerse la distinción entre

conciencia histórica y la conciencia del pasado. La primera “…

construida historiográficamente, sólo puede asirse a través de la

17 GILLY, Adolfo, “La historia: crítica o discurso del poder”, en PEREYRA, Carlos, y otros, Op. Cit., pp. 198, 199.18 LE GOFF, J., Op. Cit., pp. 184.19 Idem, pp. 184.20 Idem, pp. 184.

9

Page 10: Historia, Memoria y Autogestión.

historiografía. Las nociones adquiridas en la escuela, que integran luego el

patrimonio del saber vulgar resultan de los matices que el pasado fue

adquiriendo en su paso por las generaciones precedentes. Se trata de un

saber a-crítico pero tenaz que afinca en las conciencias y puebla luego las

categorías del lenguaje cotidiano. Esta conciencia del pasado es el motivo

animador de las tradiciones históricas de un pueblo, una sociedad o una

civilización.”21

Por otra parte, el conocimiento del pasado supone en cambio, “…una

actitud crítica privativa de los historiadores. Son ellos los que someten a

prueba las tradiciones, aceptando o rechazando las conclusiones recibidas.

En esta actitud descansa el estímulo de rehacer la historia. En este aspecto,

el punto de partida del conocimiento histórico supone una cierta

preexistencia del pasado tal como se entrega en las tradiciones referidas a

cada problema, tal como se encuentra incluido en las categorías mentales e

historiográficas que se manejan a diario. Si esto es así, toda nueva relación

que se intente con situaciones pasadas debe partir de la conciencia que de

ese pasado tiene el historiador, en cuanto hombre inserto en un medio

social que resultó de la vigencia tradicional de aquéllas. Si logra despegarse

de ese contexto, si supera a través del conocimiento el peso de esa

conciencia de tradiciones es porque entabla un dialogo crítico con las

fuentes de la misma. Como la conciencia de un pasado se forja

historiográficamente, su primer empeño debe ser el de entenderse con la

historiografía de su problema.”22

E. Car señala que ese despertar de la conciencia reflexionando sobre

la historia se realiza en vista de una acción sobre el mundo.

“La historia comienza cuando los hombres empiezan a pensar en el

transcurso del tiempo, no en función de procesos naturales -ciclo de las

estaciones, lapso de la vida humana-, sino en función de una serie de

acontecimientos específicos en que los hombres se hallan comprometidos

conscientemente y en los que conscientemente puede influir. La historia

dice Burckhardt, es “la ruptura con la naturaleza causada por el despertar

de la conciencia”*. La historia es la larga lucha del hombre, mediante el

ejercicio de su razón, por comprender el mundo que le rodea y actuar sobre

21 CASTELLAN, Angel, TIEMPO E HISTORIOGRAFIA, Buenos Aires, Ed. Biblos, 1984. Pp. 28.22 Idem, pp. 28 y 29.

1

Page 11: Historia, Memoria y Autogestión.

él. Pero el período contemporáneo ha ensanchado la lucha de una forma

revolucionaria.”23

Para José Luis Romero, es el historiador quien moviliza esa conciencia

histórica. “… el historiador moviliza una conciencia histórica y la nutre con

los elementos de conocimiento, que de otro modo, no son sino meros datos

carentes de sentido.”24

Sin esa conciencia histórica el pasado es un mero conglomerado de

datos que nada dicen.

“Ciertamente, sólo cuando está animado y nutrido por una vigorosa

conciencia histórica adquiere el conocimiento del pasado toda su dignidad y

transcendencia. Sin ella, el caudal de saber permanece estático y alejado de

la palpitante inquietud del hombre; e, inversamente, nada incita a

movilizarlo cuando la realidad no suscita en el espíritu la viva inquietud que

provoca la duda acerca del destino. En cambio, en los momentos decisivos,

cuando se adivina que está en juego lo que constituye el signo de la propia

individualidad histórica, entonces el caudal de conocimientos, tan

abundante o escaso como sea, se estructura al llamado de una secreta voz,

se carga de sentido inequívoco en la conciencia militante y se afirma como

una actitud vital de profundas raíces en el pasado. En ese instante –y sólo

acaso en ése- el conocimiento acumulado adquiere la plenitud de su valor y

se conforma dentro de un sistema de proposiciones inequívocas y

categóricas; pero también en ese momento se formulan los interrogantes

fundamentales, pletóricos de angustia, tras los cuales correrá luego el mero

afán de conocimiento, …”25

Ese despertar de la conciencia histórica señala a un tiempo los signos

de la crisis y el camino por el que se dirige y hacia donde lo hace una

comunidad. Nada como indagar bajo que presupuestos se produce el

conocimiento histórico y en que circunstancias, para conocer la

pasión que anima esa búsqueda.

23 CAR, Edward. H., Op. Cit., pp. 182. * donde cita: Burckhardt, J., Reflexions on History, (1959), pág. 31.24 ROMERO, José Luis, Sobre la biografía y la historia, Buenos Aires, Editorial Sudamericana s.a., 1945. Pp. 174.25 Idem, pp. 176, 177.

1

Page 12: Historia, Memoria y Autogestión.

“…allí se oculta cierto secreto revelador del alma de la comunidad y

aquellos rasgos que, durante mucho tiempo caracterizarán todas las formas

del conocimiento histórico.”26

Son los momentos de crisis los que despiertan con fuerza la

conciencia histórica.

“Apasionada y militante, la conciencia histórica sólo despierta al llamado de

graves contingencias. Mientras el monótono devenir no suscita en el seno

de una comunidad el problema de su destino, nada mueve al espíritu a

elevarse por sobre el presente para diseñar una ruta que comprometía su

conducta. Por el contrario, cuando una circunstancia inusitada amenaza

alterar las formas vernáculas de existencia, el espíritu –el espíritu

occidental, al menos- adquiere una poderosa tensión y se muestra

apremiado por la necesidad de adoptar una decidida actitud frente a la

realidad circundante, coherente con el sentido de su vida. En el seno de la

comunidad queda entonces planteada una situación de crisis, y el espíritu

se apresta a afrontarla con reflexiva decisión, tras indagar su origen y su

sentido.”27

Según Villoro, “El historiador permite que cada uno de nosotros se

reconozca en una colectividad que lo abarca; cada quien puede trascender

entonces su vida personal hacia la comunidad de otros hombres y, en ese

trascender, su vida adquiere un nuevo sentido.”28

Córdova señala que la historia “…es conciencia colectiva y en ello, más

que en la determinación de los datos del pasado, reside su objetividad y su

poder de convicción. El historiador, en el fondo escribe lo que su tiempo

impone como necesidad y como aspiración en el campo del conocimiento y

de las creencias. No antes ni después, sino en el momento preciso que dicta

el presente de los tiempos.”29

Recuerdo y olvido

E. Car citaba “Un popular y reciente escrito, hablando de los logros de la

ciencia, se refiere gráficamente a los procesos de la mente humana que, 26 Idem, pp. 178.27 Idem, pp. 179.28 VILLORO, Luis, Op. Cit., pp. 49.29 CÓRDOVA, Arnaldo, “Historia, maestra de la política”, en PEREYRA, Carlos, y otros, Op. Cit., pp. 132.

1

Page 13: Historia, Memoria y Autogestión.

escarbando en el amasijo deforme de los hechos”, observados, selecciona,

compone y sistematiza los datos relevantes observados, desechando lo que

son irrelevantes, hasta que tiene cosido un tejido de “conocimiento”

racional y lógico”* Con algún reparo acerca de los peligros del subjetivismo

exagerado, aceptaría estas palabras como imagen del modo en que trabaja

la mente del historiador.”30

No todo lo que ocurrió en el pasado es recordado. En primer lugar es

necesario que el hecho haya dejado huellas o que halla sido recogido

en un testimonio.

“La primera característica del conocimiento de los hechos humanos del

pasado y de la mayor parte de los del presente consiste en ser un

conocimiento por huellas, para usar la feliz expresión de François

Simiand.”31

De ocurrir esto es necesario que este hecho sea exhumando por

algún investigador y considerado digno de ser recordado. Puede que

luego sea mencionado por otros investigadores.

“Su condición de hecho histórico dependerá de una cuestión de

interpretación. Este elemento interpretativo interviene en todos los hechos

históricos.”32

No todos los hechos del pasado son hechos históricos. Esta selección

la realiza el historiador. Según Carlos Monsiváis la Historia sirve “…

para fortalecer y ampliar la conciencia colectiva; para hacer de la

recuperación y el olvido selectivo del pasado un instrumento de identidad

crítica.”33

30 CAR, E. H., Op. Cit. Pp. 139, 140, donde cita * L. PAUL, The Annihilation of Man (1944), pág. 147.31 BLOCH, Marc, Introducción a la Historia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, S.A. de C.V., 1990. Pp. 47.32 CAR, E. H., Op. Cit., pp. 17.33 MONSIVÁIS, Carlos, “La pasión de la Historia”, en PEREYRA, Carlos, Op. Cit., pp. 171.

1

Page 14: Historia, Memoria y Autogestión.

CAPÍTULO 2

Historia y pasión.

Sin duda la Historia es una zona del conocimiento donde las pasiones

se desatan con furia.

“Nuestro conocimiento del pasado es un factor activo del movimiento de la

sociedad, es lo que se ventila en las luchas políticas e ideológicas, una zona

violentamente disputada. El pasado, el conocimiento histórico pueden

funcionar al servicio del conservatismo social o al servicio de las luchas

populares. La historia penetra en la lucha de clases; jamás es neutral, jamás

permanece al margen de la contienda” (Chesneaux).”34

Tanto las pretensiones de neutralidad como la manía de enjuiciar son

escollos para el desarrollo de la ciencia histórica. La glorificación de

un personaje como su denostación empobrecen la comprensión y la

búsqueda de las causas profundas de los fenómenos.

“Los juicios de valor inhiben la recuperación de las luchas, sacrificios,

forcejeos y contradicciones que integran el movimiento de la sociedad y

borran todo con la tajante distinción entre los principios del bien y el mal. El

achatamiento del esfuerzo explicativo generado por la propensión a juzgar

limita la capacidad de pensar históricamente. Si, como le gusta recordar a

Vilar, no se puede “comprender los hechos” más que por la vía de “pensarlo

todo históricamente” entonces es preciso ir más allá de la simple

localización de aciertos y fracasos en la actividad de los hombres, para

encontrar en los componentes económico-políticos e ideológico-culturales

de la totalidad social la explicación incluso, de esos aciertos y fracasos. Los

juicios de valor son inherentes a la función social de la historia pero ajenos a

su función teórica. Un aspecto decisivo del oficio de la historia consiste,

precisamente, en vigilar que la preocupación por la utilidad (político-

ideológica) del discurso histórico no resulte en detrimento de su legitimidad

(teórica).”35

34 PEREYRA, Carlos, Op. Cit., pp. 22.35 Idem, pp. 30, 31.

1

Page 15: Historia, Memoria y Autogestión.

Un mal libro de historia es aquel que no aporta conocimiento,

emoción o fuerza para la acción.

“Lo difícil es concebir un libro de historia que sea sólo saber y no acicate

para la acción y alimento para la emoción, Quizá no exista la historia inútil

puramente cognoscitiva que no afecta al corazón o a los órganos

motores.”36

Dijimos anteriormente que las pretensiones de neutralidad

obstaculizan el desarrollo de nuestra ciencia.

“La parcialidad no significa mentira: significa tomar partido o, también,

apasionarse. Si las relaciones sociales son relaciones de fuerza y si la

historia es historia de la lucha entre las clases y los grupos sociales, tomar

partido no exige faltar a la objetividad. La parcialidad más desinteresada

por alguno de los intereses en lucha, requiere al contrario buscar la

veracidad de los hechos y rechazar la falsedad con la misma severidad con

que el investigador de la naturaleza toma en cuenta tanto los resultados

experimentales que confirman sus hipótesis como aquellos que la

desmienten.”37

La supuesta neutralidad encubre una toma de partido.

“…el grado de objetividad estará fuertemente determinado según que el

interés que guía a la inevitable toma de partido (la supuesta “imparcialidad”

es una toma de partido subrepticia) sea un interés conservador o un interés

crítico hacia el orden de cosas existente.

Dicho esto, la historia, como la crónica, no es justificación, condena, juicio

de valor. Es ante todo narración e interpretación, combinadas pero no

confundidas. Significa reconstruir intelectualmente el curso de los hechos y

explicar por qué fueron así y no de otro modo.”38

Debe existir una suerte de tensión entre subjetividad y objetividad.

“El historiador, para reconstruir con los materiales dados (aparte de saber y

poder reunir los materiales), necesita relacionar su tarea con dos niveles: A)

un método de interpretación general; B) su propia experiencia (vivida,

aprendida o heredada). El primer punto se relaciona con el rigor científico

en su oficio. El segundo, tiene que ver con su calidad de conocedor de seres

36 GONZALEZ, Luis, “De la múltiple utilización de la Historia”, en PEREYRA, Carlos, y otros, Op. Cit., Pp. 57.37 GILLY, Adolfo, Op. Cit., pp. 201.38 Idem, pp. 201, 202.

1

Page 16: Historia, Memoria y Autogestión.

humanos en tanto individuos y en tanto grupos, con capacidad de

acumulación de experiencia vivida (por él o por otros, porque la edad no

siempre es garantía de experiencia y muchas veces lo es de incapacidad de

nueva asimilación).”39

Conocimiento sin pasión es apenas una bandera desteñida. Pero debe

existir un equilibrio consciente de estos ingredientes.

“La reconstrucción histórica debe reproducir el movimiento, la multitensión

(el “multitenso coajuste, como el del arco, como el de la lira”, que decía

Heráclito) que caracteriza el proceso de la historia.. La intensidad de lo

vivido y lo leído, de lo experimentado y lo aprendido, esa tensión entre vida

y conocimiento (empírico o teórico, aquí no importa) cuyo nombre es

pasión; es un ingrediente sin el cual la obra del historiador no pasará de ser

un erudito pan sin levadura.”40

El genio y la Historia

El culto a los héroes determinó el pasaje a un segundo plano de

aquellos que son junto al Gran Personaje cogestores de la historia.

“¿Qué papel le correspondió a las masas en esta distribución de

heroicidades cuya puesta en escena fue responsabilidad compartida de la

historia clásica y de ideólogos como Carlyle y su culto al individualismo

portentoso? En la historia oficial, así se les elogie, las masas rodean las

agonías trágicas, son paisaje fervoroso, la dócil o rencorosa materia que el

héroe guía, o que el héroe contempla con vil indiferencia. Sólo en tanto

voluntades inflamables las masas ingresan a una historia que es en lo

básico, el dominio de los elegidos, el pasmo ante el puñado que va forjando

el destino común.”41

E. Car llama teoría de la historia de la nariz de Cleopatra a la

tendencia a afirmar que lo importante en la historia es el genio

individual.

“Lo que llamaré teoría de la historia de la nariz de Cleopatra, la concepción

según la cual lo importante en la historia es el carácter y el comportamiento

e los individuos, tiene un rancio abolengo. La tendencia a proclamar el genio

39 Idem, pp. 202.40 Idem, Idem.41 MONSIVÁIS, Carlos, Op. Cit., pp. 179, 180.

1

Page 17: Historia, Memoria y Autogestión.

individual como fuerza creadora de la historia es característica de las fases

primitivas de la conciencia histórica. Los griegos antiguos gustaban de

bautizar los logros del pasado con los nombres de héroes epónimos

supuestamente responsables de ellos, a atribuir su épica a un bardo

llamado Homero, y sus leyes o instituciones a un Licurgo o un Solón. Igual

tendencia vemos en el Renacimiento,…”42

José L. Romero señala que “Así que ciertos procesos histórico-sociales

que afectan a la comunidad comienzan a simplificarse, y el espíritu colectivo

los elabora hasta reducirlos a un mero acontecer personal. En la vida del

individuo, por otra parte, el plazo del devenir histórico aparece precisado

por el nacimiento y la muerte, y proporciona un esquema suficientemente

simple para la ordenación del proceso histórico como una sucesión de

etapas que se manifiestan como decisiones y acciones individuales.

Por esa adscripción del devenir colectivo a una existencia personal surge el

héroe, producto de una tendencia antropomórfica del espíritu que olvida

muchos elementos históricos y conserva sólo ciertos rasgos asimilables a la

sucesión de hazañas individuales.”43

Esta teoría aumenta su vigor cuando nos acercamos al presente.

“ La teoría del rey bueno y el rey malo, la que hemos llamado de la nariz de

Cleopatra, cobra especial virulencia cuando nos acercamos a tiempos más

recientes. Es más fácil calificar el comunismo de “parto del cerebro de Karl

Marx” (tomo esta flor de una reciente circular de agentes de cambio y

bolsa) que analizar sus orígenes y su carácter;…”44

Individuo y sociedad son nociones inseparables.

“No es que la noción del hombre como individuo induzca ni más ni menos a

error que su noción como miembro de un grupo: lo que induce a error es el

intento de separar ambas nociones. El individuo es por definición un

miembro de una sociedad, o probablemente de más de una sociedad,

llámesela grupo, clase, tribu, nación o lo que se quiera.”45

Lucien Febvre en su famosa obra Combates por la historia, nos

recuerda que la historia es historia del hombre, siempre del hombre.

Pero del hombre en sociedad.

42 CAR, E. H., Op. Cit., Pp. 59.43 ROMERO, José L., Op. Cit., pp. 24.44 CAR, E. H., Op. Cit. Pp. 61.45 Idem, pp. 62.

1

Page 18: Historia, Memoria y Autogestión.

“En mi opinión, la historia es el estudio científicamente elaborado de las

diversas actividades y de las diversas creaciones de los hombres de otros

tiempos, captadas en su fecha, en el marco de sociedades extremadamente

variadas y, sin embargo comparables unas a otras (el postulado es de la

sociología); actividades y creaciones con las que cubrieron la superficie de

la tierra y la sucesión de las edades.”46

Por si alguna duda pudiéramos abrigar, más adelante afirma: “…el

objeto de nuestros estudios no es un fragmento de lo real, uno de los

aspectos aislados de la actividad humana, sino el hombre mismo,

considerado en el seno de los grupos de que es miembro.”47

Los hechos históricos no son actos individuales, hechos de individuos.

“Los hechos históricos son, por supuesto, hechos acerca de individuos, mas

no de acciones de individuos llevadas a cabo aisladamente, ni tampoco de

los motivos, reales o imaginarios, por los que ellos mismo creen haber

obrado. Son hechos acerca de las relaciones existentes entre los individuos

en el seno de la sociedad, y acerca de las fuerzas sociales que determinan,

partiendo de las acciones individuales, resultados a menudo distintos, y a

veces contrarios, a los que se proponían alcanzar aquéllos.”48

Los Grandes Hombres son representativos de su época pero no se

imponen a la historia.

“La opinión que yo quisiera demoler es la que coloca a los grandes

personajes al margen de la historia y los imagina imponiéndose a la historia

en virtud de su grandeza, como “tentetiesos que asoman milagrosamente

de lo desconocido, para venir a interrumpir la continuidad real de la

historia”*.”49

Los individuos destacados son producto y agentes a la vez, del

proceso histórico.

“Lo que me parece esencial es ver en el gran hombre a un individuo

destacado, a la vez producto y agente del proceso histórico, representante

46 FEBVRE, Lucien, COMBATES POR LA HISTORIA, Barcelona, Ed. Planeta-De Agostini, 1993. Pp. 40.47 Idem, pp. 41.48 CAR, E. H., Op. Cit. Pp. 69.49 Idem, pp. 72.

1

Page 19: Historia, Memoria y Autogestión.

tanto como creador de fuerzas sociales que cambian la faz del mundo y el

pensamiento de los hombres.”50

Los Micrólogos

Le Goff señala que el objetivo de la Historia es ser una Historia global

y total, pero “… en la medida que se constituyen en un cuerpo de

disciplina científica y escolástica, debe encauzarse en categorías que

pragmáticamente la fraccionan. Estas categorías dependen de la evolución

histórica misma: la primera parte del siglo XX vio nacer la historia

económica y social, la segunda la historia de las mentalidades. […] Así la

aspiración de los historiadores a la totalidad histórica puede y debe cobrar

formas diferentes, que evolucionan también con el tiempo.”51

Muchas veces esta situación puede ser impuesta por el estado de la

documentación, cada fuente exige un tratamiento distinto, en algunos

temas existen grandes vacíos documentales, etc.

“Un estudio monográfico limitado en el espacio y en el tiempo puede ser un

excelente trabajo histórico si plantea un problema y se presta a la

comparación, si es llevado como un case study. Sólo parece condenada la

monografía cerrada en sí misma, sin horizontes, que es la hija predilecta de

la historia positivista y de ningún modo ha muerto.”52

Paul Veyne considera que los historiadores han tomado conciencia del

hecho de que todo podía ser objeto de Historia.

“¿Pero es capaz esta historia bulímica de pensar y estructurar esta

totalidad? Algunos piensan que ha llegado el tiempo de la historia en

partículas: “Vivimos la desintegración de la historia”, escribió Pierre Nora,

fundando en 1971 la colección “Bibliothèque des Histoires”. Habría que

hacer historias, no una historia.”53

Car dice al respecto: “Esta herejía es la que tan desbastadores efectos ha

tenido en los últimos cien años para el historiador moderno, produciendo en

Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos una amplia y creciente masa de

historias fácticas, áridas como lo que más, de monografías minuciosamente

50 Idem, pp. 73.51 LE GOFF, J., Op. Cit. Pp. 47.52 Idem, pp. 48.53 Idem, pp. 137.

1

Page 20: Historia, Memoria y Autogestión.

especializadas, obras de aprendices de historiadores sabedores cada vez

más acerca de cada vez menos, perdidos sin dejar rastro en un océano de

datos.”54

Los viajeros indiscretos

El historiador se encuentra inmerso en el curso histórico. Es uno mas

de los individuos que son parte de la historia.

“Hablamos a veces del curso histórico. Diciendo que es “un desfile en

marcha”. La metáfora no es mala, siempre y cuando el historiador no caiga

en la tentación de imaginarse águila espectadora desde una cumbre

solitaria, o personaje importante en la tribuna presidencial. ¡Nada de eso! El

historiador no sino un oscuro personaje más que marcha en otro punto del

desfile.”55

La Historia puede parecerse más a un itinerario turístico que a una

ciencia al servicio de la vida. Sus cultores y consumidores se

transforman en viajeros a los que todo les es ajeno.

“Centenarios, cincuentenarios, sesquicentenarios, simples aniversarios,

conmemoraciones obligatorias. Quizá sea la declinación un genuino sentido

de la historia la que prodiga esas manifestaciones seudohistóricas. Puede

ser también que influya la multiplicación de “lo histórico”, en el sentido de

relatos que fascinan porque no nos conciernen en lo absoluto (la Historia,

turismo sin riesgos; la biografía deleitoso voyeurismo). Como sea, la

combinación de la hegemonía de las ciencias sociales, el culto de lo nuevo

en arte, comercio, tecnología y ciencias, y las múltiples ansiedades que

expresa la “futurología” (planeación, prospectiva, “educación para el año

2000”, puntualizaciones del desastre inevitable y otras formas de astrología

comparada y desmovilización psicológica) han creado la impresión de que la

Historia no tiene ya nada importante que decirnos, así todavía sea capaz de

entretenernos narrativamente. ¡A ver, cuéntame cómo era Napoleón¡”56

54 CAR, E.H., Op. Cit. Pp. 20.55 CAR, E. H., Op. Cit.. Pp. 47.56 MONSIVÁIS, Carlos, Op. Cit.. Pp. 173.

2

Page 21: Historia, Memoria y Autogestión.

Sobre los hechos

E. Car señala que el fetichismo decimonónico de los hechos, se

completaba con un fetichismo de los documentos.

“Los documentos eran, en el templo de los hechos, el Arca de la Alianza. El

historiador devoto llegaba ante ellos con la frente humillada, y hablaba de

ellos en tono reverente. Si los documentos lo dicen, será verdad. Mas, ¿qué

nos dicen, a fin de cuentas, tales documentos: los decretos, los tratados, las

cuentas de los arriendos, los libros azules, la correspondencia oficial, las

cartas y los diarios privados? No hay documento que pueda decirnos acerca

de un particular más de lo que opinaba de él su autor, lo que opinaba que

había acontecido, lo que en su opinión tenía que ocurrir u ocurriría, o acaso

tan sólo lo que quería que los demás creyesen que él pensaba, o incluso

solamente lo que él mismo creyó pensar. Todo esto no significa nada, hasta

que el historiador se ha puesto a trabajar sobre ello y lo ha descifrado.”57

Los datos deben ser elaborados por el historiador antes de su

utilización

Carlos Pereyra dice por su parte que “…frente a quienes suponen (con

base en una confusa noción de objetividad donde ésta se vuelve sinónima

de neutralidad ideológica) que la única posibilidad de conocimientos

objetivos en el ámbito de la historia está dada por el confinamiento de la

investigación en un reducto ajeno a la confrontación social, es

imprescindible recordar el fracaso del proyecto teórico encandilado con la

tarea ilusoria de narrar lo sucedido…[…] Es claro, sin embargo, que no hay

descripción (ni siquiera observación) posible fuera de un campo

problemático y de un aparato teórico, los cuales se estructuran en un

espacio en cuya delimitación interviene también las perspectivas

ideológicas.”58

Para la “historiografía científica” el pasado ya transcurrió, es algo fijo

para siempre.

“Para ella, el pasado es un dato cronológico que cristaliza en uno de los

tiempos del paradigma verbal; su notación de un transcurrir exterior que se

da de una vez para siempre. Como ya “fue”, su condición de objeto

57 CAR, E.H., Op. Cit. Pp. 21, 22.58 PEREYRA, Carlos, Op. Cit. Pp. 15 y 16.

2

Page 22: Historia, Memoria y Autogestión.

circunscripto en el tiempo, de objeto de la gestión historiográfica no ofrece

dudas. Obviamente, el pasado supone una situación que no habrá de

modificarse. En tal contexto, toda posible relación se dará de acuerdo con

su ideal equidistancia: cada historiador, cualquiera sea su instalación

temporal, se abocará al pasado-objeto al modo del biólogo presto a al

vivisección.”59

Toda construcción de una actitud científica se apoya necesariamente

en una teoría del objeto.

“Para la “historiografía científica”, el pasado “fue”. En el supuesto, toda

relación con él será uniforme porque sus “fuentes” no han de variar, porque

se ignora que cada posible pasado sigue transitando en las sucesivas

acogidas que le brinda su capacidad de “proyección”.

Nosotros tenemos por firme –sería otra teoría del objeto- que el pasado

histórico, no el mero pasado, posee tantos rostros como los que puede

otorgarle cada “lectura”, que es como decir cada intención.”60

En esta concepción las “fuentes” son concebidas como mero registro

fotográfico de una situación pasada ignorando que en definitiva una

fuente es solo una lectura posible del acontecer.

“Todo aquello que las primeras “lecturas” fijaron como valores canónicos se

constituyeron en pautas para el juicio posterior.”61

Por otro lado la bibliografía sería el resultado de la gestión del

conocimiento histórico. “… la “bibliografía” es el resultado de una gestión

historiográfica. Aproxima la inevitable y temida intermediación, como si

todo pasado digno de recordarse no fuera ya “intermediado” por sus

mismos protagonistas. En este sentido, el tránsito de una situación pasada

– que se niega en la teoría pero se afirma en la práctica – aparecería

demorado en dos compartimentos-estancos: primero, el “Pasado-fuentes”;

segundo, toda la serie de las “acogidas” bibliográficas.”62

La Ciencia a partir de teoría del objeto organiza la forma de

aprehensión instrumental de ese objeto.

“De donde resulta que todo método genera herramientas conceptuales y

prácticas que, a su vez, suponen un marco teórico que encamina su uso.

59 CASTELLAN, Angel, Op. Cit. Pp. 96.60 Idem, pp. 97.61 Idem, pp. 97.62 Idem, pp. 98.

2

Page 23: Historia, Memoria y Autogestión.

En el ámbito en que nace esta preocupación debe admitirse que la

historiografía tradicional sólo se acogió al segundo aspecto de su exigencia,

descuidando el primero. Y fue así porque dejó al prestigio de las ciencias

físico-naturales la función de transferirle su marco teórico. De esto resultó

que toda situación, circunstancia o proceso pasado fuera visto al modo de

un objeto natural, puesto fuera de la conciencia del historiador, como si

fuera dable repetir aquí la relación e inter-acción objeto-sujeto postuladas

por la gnoseología habitual.”63

Car considera que “…datos y documentos son esenciales para el

historiador. Pero hay que guardarse de convertirlos en fetiches. Por sí solos

no constituyen historia; no brindan por sí ninguna respuesta definitiva a la

fatigosa pregunta de qué es la Historia.”64

Hacer Historia es traer a un presente determinado aspecto del

pasado. Por tanto las preguntas sobre ese pasado surgen a partir de

las inquietudes del hoy.

63 Idem, pp. 101.64 CAR, E. H., Op. Cit.. Pp. 25, 26.

2

Page 24: Historia, Memoria y Autogestión.

CAPÍTULO 3

Historia Monumental

Luis Gonzalez dice que la Historia Monumental es la Historia

esencialmente pragmática.

“Es aún más pragmática que la historia crítica, es la historia pragmática por

excelencia. Es la especie histórica a la que Cicerón apodó “maestra de la

vida”, a la Nietzsche llama reverencial, otros didáctica, conservadora,

moralizante, pragmático-política, pragmático-ética, monumental o de

bronce. Sus padres son famosos: Plutarco y Polibio. Sus características son

bien conocidas: recoge los acontecimientos que suelen celebrarse en fiestas

patrias, en el culto religioso, y en el seno de instituciones; se ocupa de

hombres de estatura extraordinaria (gobernantes, santos, sabios y

caudillos); presenta los hechos desligados de causas, como simples

monumentos dignos de imitación. “Durante muchos siglos la costumbre fue

ésta: aleccionar al hombre con historias”.”65

Perduró desde la antigüedad clásica hasta nuestros días.

“En el siglo XIX, con una burguesía dada al magisterio, se impuso en la

educación pública como elemento fundamental en la consolidación de las

nacionalidades. En las escuelas fue la fiel y segura acompañante del

civismo. Se usó como una especie de predicación moral, y para promover el

espíritu patriótico…”66

Se practica con intención formativa y es la predilecta de los

gobiernos.

“En nuestros días la recomiendan con igual entusiasmo los profesionales del

patriotismo y de las buenas costumbres en el primero, en el segundo y en el

tercer mundo. Es la historia preferida de los gobiernos.

No hay motivos para dudar de la fuerza formativa de la historia de aula.”67

65 GONZALEZ, Luis, Op. Cit., pp. 64, 65.66 Idem, pp. 65.67 Idem, pp. 67.

2

Page 25: Historia, Memoria y Autogestión.

Si bien la Historia Monumental generalmente hace referencia a

políticos, militares, revolucionarios exitosos y santos religiosos,

también se refiere a otros actores. En la Historia Sindical, por

ejemplo, podemos encontrar una Historia épica del movimiento

obrero.

“Pocas modalidades del saber desempeñan un papel tan definitivo en la

reproducción o transformación del sistema establecido de relaciones

sociales. Las formas que adopta la enseñanza de la historia en los niveles de

escolaridad básica y media, la difusión de cierto saber histórico a través de

los medios de comunicación masiva, la inculcación exaltada de unas

cuantas recetas generales, el aprovechamiento mediante actos

conmemorativos oficiales de los pasados triunfos y conquistas populares,

etc., son prueba de una utilización ideológico–política de la historia.”68

Las Historias Nacionales es decir las Historia “oficiales” colaboran en

mantener el sistema imperante sin cuestionamientos.

“Las historias nacionales “oficiales” suelen colaborar a mantener el sistema

de poder establecido y manejarse como instrumentos ideológicos que

justifican la estructura de dominación imperante. Con todo, muchas

historias de minorías oprimidas han servido también para alentar su

conciencia de identidad frente a los otros y mantener vivos sus anhelos

libertarios.”69

Nadie dudó en el siglo XIX del provechoso valor de la Historia de

Bronce.

“El acuerdo sobre su eficacia para promover la imitación de las buenas

obras fue unánime. Una gran dosis de estatuaria podía hacer del peor de los

niños un niño héroe como lo que murieron en Chapultepec “bajo las balas

del invasor”. Quizás el único aguafiestas fue Nietzsche con su afirmación:

“La historia monumental engaña por analogías. Por seductoras

asimilaciones, lanza al hombre valeroso a empresas temerarias” y lo vuelve

temible.”70

El hombre débil puede utilizar peligrosamente la Historia

Monumental.

68 PEREYRA, Carlos, Op. Cit., pp. 22.69 VILLORO, Luis, Op. Cit., pp. 45.70 GONZALEZ, Luis, Op. Cit., pp. 65, 66.

2

Page 26: Historia, Memoria y Autogestión.

“Si para los poderosos la reconstrucción del pasado ha sido un instrumento

de dominación indispensable, para los oprimidos y perseguidos el pasado ha

servido como memoria de su identidad y como fuerza emotiva que

mantiene vivas sus aspiraciones de independencia y liberación. Las guerras

entre naciones y poderes políticos, la lucha de clases, las acciones de

conquista y dominación colonial, la opresión de minorías étnicas o

religiosas, todos estos conflictos han sido enérgicos estimulantes de la

imaginación histórica y creadores de colisiones entre versiones

contradictorias del pasado.”71

Toda Historia Oficial dice Gilly es una Historia elaborada por las

Instituciones Oficiales del Estado o sus ideólogos. “Siendo todo Estado,

también por definición, una forma de dominación, el para qué de esa

historia es la justificación y la prolongación de esa dominación.”72

Luego refiriéndose a los trovadores populares, cantores, payadores,

corridistas, etc., afirma lo siguiente.

“Si la historia del canto es auténtica viene de abajo, y abajo están los

dominados. No quiere decir que hay que creer sin más ni más lo que el

juglar nos cuenta, pero sí que hay que comprenderlo: el narrador refiere lo

que su público quiere oír y no puede hacerlo en las ceremonias y las

instituciones amparadas por la Iglesia y el Estado. Es cierto que en su canto

también penetran profundamente la ideología y la moral dominantes, que

son las de toda su época, pero curiosamente distorsionadas por el punto de

vista de los de abajo o de los sometidos.”73

Esta es sin duda una forma de escuchar las voces de los sometidos,

pero existen otras. Ejemplo de ello puede ser, la Historia Oral, las

historias de vida, la historia de las organizaciones de los dominados,

etc.

Para poder escuchar los oprimidos es imprescindible romper el

monopolio que el Estado tiene sobre la memoria y su articulación. En

la actualidad es imprescindible construir la Historia con los

protagonistas.

71 FLORESCANO, Enrique, “La historia como explicación”, en PEREYRA, Carlos, y otros, Op. Cit., pp. 95, 96.72 GILLY, Adolfo, Op. Cit., pp. 205.73 Idem, Idem.

2

Page 27: Historia, Memoria y Autogestión.

“Sin embargo, tanto las clases dominantes en las diversas sociedades como

los grupos políticos responsables del poder estatal, suelen invocar el pasado

como fuente de sus privilegios. De ahí que, como sucede con muy pocas

modalidades del discurso teórico, la historia es sometida a una intensa

explotación ideológica. Si entre las cuestiones básicas a plantear, Pierre

Vilar incluye “1° ¿cuál fue, cuál es el papel histórico de la historia como

ideología? 2° ¿cuál es ya, cuál podría ser el papel de la historia como

ciencia?”,* ello se debe a que, en efecto, la historia se emplea de manera

sistemática como uno e los instrumentos de mayor eficacia para crear las

condiciones ideológico-culturales que facilitan el mantenimiento de las

relaciones de dominación.”74

Historia Anticuario

Podemos nominar esta forma de encarar la Historia con la

denominación Historia anecdótica.

“En la actualidad la especie cenicienta del género histórico es la historia

que admite muchos adjetivos: anecdótica, arqueológica, anticuaria, placera,

precientífica, menuda, narrativa y romántica. Es una especie del género

histórico que se entretiene en acumular sucedidos de la mudable vida

humana, desde los tiempos más remotos. Por regla general escoge los

hechos que afectan al corazón, que caen en la categoría de emotivos o

poéticos. No le importan las relaciones casuales (sic) ni ningún tipo de

generalización. Por lo común se contenta con un orden espacio-temporal de

los acontecimientos; reparte las anécdotas en series temporales (años,

decenios, siglos y diversas formas de períodos) y en series geográficas

(aldeas, ciudades, provincias, países o continentes). Aunque hay

demasiadas excepciones, puede afirmarse que historia narrativa es igual a

relato con pretensión artística, a expresiones llenas de color, a vecindad de

la literatura.75

74 PEREYRA, Carlos, Op. Cit., pp. 23. *Cita a VILAR, Pierre, Historia marxista, historia en construcción, Anagrama, 1974.75 GONZALEZ, Luis, Op. Cit. Pp. 57, 58.

2

Page 28: Historia, Memoria y Autogestión.

En la actualidad los historiadores académicos desprecian esta forma

de acercarse a la Historia.

“Herodoto, el que puso la etiqueta de historia al oficio, fue, por lo que

parece, un simple narrador de los “hechos públicos de los hombres”.

Después de Herodoto, en las numerosas épocas románticas. La especie más

cotizada del género histórico es la narrativa.

Aunque en las cumbres de la intelectualidad contemporánea no rifa lo

romántico, emotivo, nocturno, flotante, suelto y yang, que sí lo clásico, yin,

diurno y racional, en el subsuelo y los bajos fondos de la cultura cuenta el

romanticismo, y por ende, la historia anticuaria.”76

Esta forma de acercarse a la Historia vende muchos libros, da

prestigio a sus cultores y mucha “gloria mundi”, como decía

Nietzsche.. Nunca dejamos de sorprendernos cuando escuchamos a

encumbrados historiadores de estas latitudes expresar su deseo de

escribir una historia “del ser íntimo del Hombre”. Expresión jocosa

que algunos popes nacionales suelen pronunciar ante nuestros

bizarros medios de comunicación que procuran darles fama.

Podremos, en todo caso, describir conductas; podrá la psicología

trazar la historia del ser íntimo de tal hombre y no del Hombre. Pero

dejemos estos afiebrados próceres de la historiografía nacional, más

preocupados por su gloria personal y por su aceptación en los círculos

intelectuales funcionales al poder, y hablemos en serio de nuestra

ciencia.

“Muchos proletarios y pequeños burgueses de hoy suscribirían lo dicho por

Cicerón hace dos mil años: “Nada hay más agradable y más deleitoso para

un lector que las diferencias de los tiempos y las vicisitudes de la fortuna.”

Podríamos culpar a villanos o mercachifles u opresores de la abundancia de

historia narrativa en la presente época, pues no se puede negar que los

escaparates de las librerías, los puestos de periódicos, las series televisivas,

los cines y demás tretas de comercio y comunicación venden historia

anticuaria a pasto, en cantidades industriales. Sin lugar a dudas la vieja

historia de hechos se mantiene muy vivaz, especialmente en el cine y en la

76 Idem, pp. 58.

2

Page 29: Historia, Memoria y Autogestión.

televisión. Estamos frente a un producto de aceptación masiva, a una droga

muy gustada, a una manera de dormirse al prójimo sin molestias.”77

La Historia anecdótica se presenta como un freno para la acción

fecunda se trata de una especie de adormecedor.

“Seguramente es una especie de historia que no sirve para usos

revolucionarios. Es fácil aceptar lo dicho por Nietzsche: “La historia

anticuaria impide la decisión en favor de lo que es nuevo, paraliza al

hombre de acción que siendo hombre de acción, se rebelaría siempre contra

cualquier clase de piedad”.”78

A pesar de ello y siendo consciente de sus defectos, la lectura de esta

Historia anecdótica o anticuaria, no deja de ser un deleite para el

espíritu cuando está bien escrita.

“Para el primer historiador la historia fue una especie de viaje por el tiempo

que se hacía, al revés de los viajes por el espacio, con ojos y pies ajenos,

pero que procuraba parecido deleite al viajar. Los que escriben a la manera

de Herodoto nos ponen en trance turístico.”79

La Historia anticuario produce placer, pero además permite evadirse

hacia tiempos mejores, diferentes o simplemente ya transcurridos.

Podemos permitirnos una dosis de evasión siempre y cuando esta no

se transforme en un vicio permanente.

“El que viaja hacia el pasado por libros o películas de historia anticuaria, se

complace con las maravillas de algunos tiempos idos, se embelesa con la

visión de costumbres exóticas, se introduce en mundos maravillosos. La

mera búsqueda y narración de hechos no está desprovista de esta función

social.”80

La Historia anticuaria no solo satisface la curiosidad sobre

costumbres, culturas, formas de vida de los tiempos que fueron, sino

también brinda placer y solaz.

“Que no se diga que no están los tiempos para divertirse sino únicamente

para hacer penitencia. En toda época es indispensable soñar y dormir.”81

77 Idem, pp. 59.78 Idem, Idem.79 Idem, pp. 60.80 Idem, Idem.81 Idem, Idem.

2

Page 30: Historia, Memoria y Autogestión.

Historia Crítica

Esta forma de enfocar la Historia busca desnudar privilegios e

injusticias.

“Otra especie del género histórico “trata de darse cuenta de cuán injusta es

la existencia de una cosa, por ejemplo de un privilegio de una casta, de una

dinastía; y entonces se considera, según Nietzsche, el pretérito de esta cosa

bajo el ángulo crítico, se atacan sus raíces con el cuchillo, se atropellan

despiadadamente todos los respetos”. Si la historia anticuaria se asemeja a

romances y corridos, la historia crítica parece medio hermana de la novela

policial; descubre cadáveres y persigue delincuentes. Quizá su mayor

abogado haya sido Voltaire,…”82

La Historia crítica desacraliza el poder al mostrar lo humano de las

instituciones.

“Se trata pues de una historia, que como la anticuaria, si bien no adicta a

sucesos muy remotos, se dirige al corazón aunque únicamente sea para

inyectarle rencor o ponerlo en ascuas. No es una historia meramente

narrativa de sucesos terribles ni una simple galería de villanos. Este saber

histórico para que surta su efecto descubre el origen humano, puramente

humano de instituciones y creencias que conviene proscribir pero que se

oponen al destierro por creérseles de origen divino o de ley natural.

Si la historia anticuaria suele ser la lectura preferida en períodos

posrevolucionarios, la denuncia florece en etapas prerevolucionarios, o por

obra de los revolucionarios.”83

A este tipo de historia se le atribuye una función corrosiva.

“Cuando se llega a sentir que el pasado pesa, se procura romper con él, se

trata de evitar que sobreviva o que regrese. La recordación los sucesos de

infeliz memoria contribuye a lo dicho por Goethe (“Escribir historia es un

modo de deshacerse del pasado”) y por Brunschvigg (“Si los hombres

conocen la historia, la historia no se repetirá”). Así como hay una historia

82 Idem, pp. 61.83 Idem, pp. 61, 62.

3

Page 31: Historia, Memoria y Autogestión.

que nos ata al pasado hay otra que nos desata de él. Este es el saber

histórico disruptivo, revolucionario, liberador, rencoroso. Muchas

supervivencias estorbosas, muchos lastres del pasado susceptibles de

expulsión del presente haciendo conciencia de su cara sombría.” 84

La Historia Crítica alienta a la acción.

“La historia crítica podría llamarse con toda justicia conocimiento activo del

pasado, saber que se traduce muy fácilmente en acción destructora.”85

En lugar de ser fundamento y justificación de las relaciones de

dominación, es un saber liberador que cuestiona y socava la

autoridad.

“La historia aguafiestas es un saber de liberación, no de dominio como la de

bronce. Denuncia los recursos de opresión de opulentos y gobernantes; en

vez de legitimar la autoridad la socava; dibuja tiranos; pinta patronos

crueles de empresas capitalistas; refiere movimientos obreros reprimidos

por la fuerza pública; estudia intervenciones nefastas de los países

imperialistas en naciones frágiles, o destaca los perjuicios de la

sobrevivencia de edades cumplidas. Para sacar adelante ideas jóvenes se

bebe la historia erigida en tribunal que condena, la crítica que corroe las

ideas vetustas. Todos los revolucionarios del siglo XX han echado mano de

ella en distintas formas, con diferentes lenguajes, en especial el

cinematográfico.”86

No siempre la Historia crítica puede destruir toda la tradición injusta.

Los excesos de la Historia

Carlos Marx había señalado que es el hombre quién actúa. “La

Historia nada hace, ni posee una riqueza inmensa, ni libra batallas. Es el

hombre el hombre real y vivo, quien lo hace todo, quien posee y lucha.”87

La Historia parece condenada a tener que demostrar su legitimidad

permanentemente.

84 Idem, pp. 62, 63.85 Idem, pp. 63.86 Idem, pp. 63, 64.87 CAR, E. H., Op. Cit. Pp. 65, donde cita MARX – ENGELS, “Gesamtausgahe”, I, iii, 265.

3

Page 32: Historia, Memoria y Autogestión.

“A buen seguro, en un mundo que acaba de abordar la química del átomo,

que comienza a sondear apenas el secreto de los espacios estelares, en

nuestro pobre mundo que, justamente orgulloso de su ciencia, no logra, sin

embargo, crearse un poco de felicidad, las largas minucias de la erudición

histórica, harto capaces de devorar toda una vida, merecerían ser

condenadas como un absurdo derroche de energías casi criminal sino

condujeran más que a revestir con un poco de verdad uno de nuestros

sentimientos. O será preciso desaconsejar el cultivo de la historia a todos

los espíritus susceptibles de emplear mejor su tiempo en otros terrenos, o la

historia tendrá que probar su legitimidad como conocimiento.”88

Nietzsche señala la ilusión que se produce muchas veces según la

cual una determinada época posee o encarna valores superiores a las

demás. Así por ejemplo una época determinada puede juzgar que es

poseedora de mayor justicia que otras épocas.

Car por su parte dice que “El historiador serio es aquel que reconoce el

carácter históricamente condicionado de todos los valores, y no quien

reclama para sus propios valores una objetividad más allá del alcance de la

historia. Las convicciones que abrigamos y los puntos de referencia de que

partimos en nuestros juicios son parte de la historia, y son tan susceptibles

de investigación histórica como cualquier otro aspecto de la conducta

humana.”89

Esta afirmación puede ser extensible a las sociedades.

Otro de los peligros que entraña para Nietzsche el exceso de estudios

históricos es el sentido de escepticismo que genera. La suposición de

que el historiador es el hacedor de la Historia sin duda descarta toda

historia objetiva.

88 BLOCH, Marc, Op. Cit. Pp. 13.89 CAR, E. H., Op. Cit., pp. 113.

3

Page 33: Historia, Memoria y Autogestión.

CAPÍTULO 4

La construcción del objeto

El siglo XIX fue para la Historia el siglo de los hechos. La “filosofía de

la historia” había agotado sus posibilidades. Hija del romanticismo

había nacido con el iluminismo.

“La Europa que se aprestaba a recomponer sus conceptos, segura de sus

pasos en la medida que venía a recoger un siglo de conquistas tangibles

nutridas en el prestigio de las ciencias físico-naturales, formularía un nuevo

estatuto filosófico. Casi sin esfuerzo nacía el Positivismo como expresión de

una renovada confianza en las virtudes del progreso.”90

Es el tiempo de los “hechos” en la Historia.

“Cuando Ranke, en el cuarto decenio del siglo, apuntaba, en legítima

protesta contra la historia moralizadora, que la tarea del historiador era

“Sólo mostrar lo que realmente aconteció (wie es eigentlich gewesen)”, este

no muy profundo aforismo tuvo un éxito asombroso. […] Los positivistas,

ansiosos por consolidar su defensa de la historia como ciencia,

contribuyeron con el peso de su influjo a este culto de los hechos. Primero

averiguad los hechos, decían los positivistas; luego deducid de ellos las

conclusiones.”91

La primacía del dato oculta un equívoco. “…asumir actitud científica

implicaba confiar en el primado del objeto. Un objeto, por lo que pudo verse,

que asumía características universales, que tendía a perder la posibilidad de

ser especificado. A partir de esa convicción, toda posible actitud científica

sólo podía descansar en una correcta relación entre objeto y sujeto, sin

detenerse a examinar –va de suyo- ni las características del objeto ni la

posición espacio temporal del sujeto. De este modo, todo “objeto” era una

solicitación; todo “sujeto” una capacidad –sin distinción alguna- de

registro.”92

90 CASTELLAN, Angel, Op. Cit., pp. 15.91 CAR, E. H., Op. Cit., pp. 11 y 12.92 CASTELLAN, Angel, Op. Cit., Pp. 16

3

Page 34: Historia, Memoria y Autogestión.

El historiador no opera con el pasado sino con testimonios, huellas de

ese pasado.

“De acuerdo con el arte óptico que se convertía en ideal de la escuela, el

valor de cada testimonio sería medido de acuerdo con el canon espacio-

temporal: la “verdad” aparecía resguardada por la proximidad entre

determinado acontecer y su registro testimonial, Era como decir, siguiendo

las reglas de aprehensión física, que debía ponerse la mayor confianza en

los testimonios a los que, por vía teórica, menos afectaba la posible

historicidad.

De este modo podía verse que la “historiografía científica” nacía

desconfiando de la historia, haciéndose fuerte en una ficción del sujeto que

transfería las características del objeto sin plantearse la posición del sujeto.

En esta línea de operación, la “historiografía científica” edificaba sus

principios partiendo de un equívoco epistemológico…”93

La historiografía “científica” suponía que saber más era igual a saber

mejor, es decir, el mejor conocimiento equivalía a mayor cantidad de

conocimiento. Como dice Castellan saber más para saber lo mismo.

“Como de acuerdo con el canon adoptado el objeto se imponía al sujeto el

historiador se resignaba –está era la ficción- a ser un pasivo anotador de

circunstancias.”94

Ese naturalismo historiográfico oscila entre la imposibilidad y el

prejuicio.

“Adoptando la primera, se lograba constituir un pasado que era puro

pasado, es decir un pasado de nadie; actuando el segundo, se lograba un

pasado que sólo podía informar un aspecto o matiz del propio presente:

fuera el de una familia, una casta, una clase, o un agrupamiento político-

ideológico. Ambas actitudes sólo en apariencia antagónicas, venían en

realidad a confundirse. En un caso, el pasado era transferido al presente

para operar dentro de él relaciones interesadas aunque encubiertas. Al fijar

“objetivamente” un determinado pasado, éste aparecía como el resultado

de una minuciosa aplicación de medios e instrumentos científicos capaces

de obviar toda deformación ulterior. Lo no aclarado, con el argumento de la

93 Idem, pp. 18.94 Idem, pp. 20.

3

Page 35: Historia, Memoria y Autogestión.

ciencia y el pretexto de la adquisición definitiva, es que ese pasado-objeto

había sido deformado con antelación.”95

Se daba especial crédito a los documentos escritos en el momento

mismo del acontecer o próximos a él, adjudicándosele un valor

testimonial. En tanto a las posteriores recepciones historiográficas se

les otorgaba un valor mucho menor en su consideración.

“Al respecto, la teoría historiográfica naturalista desdeñaba una verificación

que nos parece esencial. Si el pasado a discernir era un proceso que se

había dado en una trama peculiar, su conocimiento también era la

resultante de un proceso de reconstrucción en el que esa trama se iba

regenerando a través de sucesivos esfuerzos de intelección.”96

Esta historiografía bajo su pretensión de objetividad oculta una

perversa subjetividad.

“En el fondo, detrás de sus severas pretensiones de objetividad, la

historiografía tradicional, inmovilizando el pasado en beneficio de

situaciones presente, sólo consigue caer en la más objetable forma de

subjetividad. Para nosotros, en función de todo lo dicho acerca de ese

continuo “hacerse” del pasado en el tiempo, la historiografía sólo puede ser

el honesto intento de formular un sistema explicativo e interpretativo del

pasado que nos lo presente como una posibilidad -siempre abierta- de

conocimiento.”97

Como señala Car; “El historiador no es el humilde siervo ni el tiránico

dueño de sus datos. La relación entre el historiador y sus datos es de

igualdad, de intercambio. Como todo historiador activo sabe, si se detiene a

reflexionar acerca de lo que está haciendo cuando piensa y escribe, el

historiador se encuentra en trance continuo de amoldar sus hechos a su

interpretación y ésta a aquéllos. Es imposible dar la primacía a uno u otro

término.”98

95 CASTELLAN, Angel, Op. Cit., pp. 22.96 Idem, pp. 31.97 Idem, pp. 31 y 32.98 CAR, E. H., Op. Cit., Pp. 39 y 40.

3

Page 36: Historia, Memoria y Autogestión.

La pretensión de la Historia de ser ciencia

Con Augusto Compte se produce el primer intento de dignificar las

ciencias que habían quedado al margen de la epistemología galileo-

newtoniana.

“La adopción del modelo físico –no arbitraria en quien procuraba poner las

bases de la ciencia social de la que se beneficiaría luego todas las demás-

no dejará de influir en el contemporáneo aflorar de la “historiografía

científica”. En ambos casos se persigue el rigor: tanto en la Sociología como

en el Método, podemos ver un definido propósito de curar la improvisación,

de superar los meros resultados prácticos que podían derivar del gusto o la

inclinación para llegar a la “ciencia”, ya aureolada con un prestigio cuasi

taumatúrgico. Como se verificó después, ese singular venía cargado de

implicaciones.”99

Pasado y naturaleza parecían identificarse.

“Al postularse como “ciencia del pasado”, la historiografía parecía acceder a

su propio “objeto”; lo que no se advertía es que ese “pasado objeto”,

inevitablemente fijado, se confundía con los entes naturales: Pasado y

Naturaleza venían a identificarse, igualando prestigios. Si había ciencias de

la Naturaleza cuya fundamentación epistemológica no se cuestionaba, se

hacía presente ahora una ciencia del Pasado dispuesta a codearse con sus

ilustres antecesoras. Fue el punto en que convergieron diversas

ambigüedades: como no se estaba en grado y situación de apreciar

distingos y sutilezas posteriores, nacía una bien definida confianza en la

posibilidad de operar –vista la identificación del Pasado y Naturaleza- dentro

del contexto gnoseológico habitual:…”100

Esta nueva ciencia surgía entonces con dos falencias; ausencia de las

características de su objeto, así como de la particular posición del

sujeto.

Mucho le debe la Historia a Ranke y sus seguidores. Sin embargo

como dice Castellan: “nace con ellos el estatuto de un oficio, pero nace

fallido por la adopción de una metodología que corresponde a otro tipo de

inquisiciones. Al no cuestionarse epistemológicamente, la historiografía se

99 CASTELLAN, Angel, pp. 16.100 CASTELLAN, Angel, Op. Cit., pp. 17.

3

Page 37: Historia, Memoria y Autogestión.

queda sin objeto propio, dobla con cierta fatiga el aparato conceptual de la

ciencia física.[…] En síntesis, de acuerdo con el modelo elegido, venía a

predicarse como exterior y ajeno a la conciencia de quien se abocaba a su

consideración. Con esto se dejaban de lado algunas verificaciones

importantes. Por ejemplo, que en la relación historiográfica la distancia

entre sujeto y objeto sólo puede ser ideal, puede ser postulada pero no

vivida. Entre sujeto y objeto se da una comunicación que deriva del hecho

de estar ambos inmersos en el flujo del producirse histórico temporal.”101

El historiador actúa desde su presente; emite juicios, elige un tema y

desdeña otros, selecciona hechos, etc.

“En historiografía -ésta es la idea- el observador es parte del proceso que

observa, es un resultado del mismo. Con lo que venimos a decir, al mismo

tiempo que el juicio del historiador es siempre un fallo o una toma de

posición desde adentro. Predicarle exterioridad, ponerlo objetivamente

fuera del proceso significa poco más o menos, privarlo de la esencia del

oficio.”102

Los supuestos epistemológicos del positivismo daban satisfacción a la

Historia. Si la aprehensión correcta del pasado se veía obstaculizada,

ello se debía sin duda al manejo deficiente de las técnicas y del

método científico, es decir de los instrumentos.

“Todo consistía en saber cómo podía recuperarse el pasado mediante el uso

adecuado de la metodología vigente. Esta historiografía sin problemas

teóricos era, especialmente, una historiografía que no cuestionaba los

supuestos mismos que parecían fundarla. Si puro método por un lado, por el

otro aparecía como una historiografía que ignoraba la urgencia de

plantearse problemas que hicieran una metodología del pensamiento

histórico. Parecía ésta una tarea de filósofos, es decir una gestión teórica

que se planteaba fuera del marco de los contenidos específicos y dentro del

ámbito de la función reguladora que se otorgaba a la filosofía.”103

La función de la Historia

101 Idem, pp. 33.102 Idem, Idem.103 Idem, pp. 36.

3

Page 38: Historia, Memoria y Autogestión.

Castellan señala muy duramente la insatisfacción que produce cierta

historiografía. “Cuando el médico no satisface para que existe.”104

En los últimos tiempos se observa una preocupación muy marcada

por los aspectos teóricos de la Ciencia Histórica, en especial aquellos

referidos a la función social que cumple nuestra ciencia. Quizá tenga

que ver con el avance conservador en el mundo entero, tal vez con la

utilización que hicieron de la Historia las dictaduras americanas, y las

europeo-orientales. Las causas pueden ser otras, la necesidad de dar

respuesta a las interrogantes del hombre común de nuestros días,

etc.

“Es que el hombre cotidiano, aunque no siempre lo tenga en claro, por

oscuro presentimiento no aspira a saber lo que pasó sino cómo él y los

suyos –es decir la comunidad de la que forma parte- vino a ser lo que es:

persigue en tal sentido, un saber autobiográfico en términos sociales. Aquí

estaría la respuesta al interrogante planteado: el mismo hombre que

participa de todo lo que le brinda la sociedad contemporánea –los ejemplos

podría multiplicarse- no lee historia.”105

El hombre no es independiente de su pasado.

“…el hombre de nuestros días sabrá que su ser social no es independiente

de la constitución de circunstancias pasadas que crecen en él a medida que

actúa y transcurre su propia historia. Así concebida, la “lectura”

historiográfica se convierte en agente de una conciencia social que encarna

en términos reales el proceso de su propio pasado, que es como decir la

conformación de su propio presente en todo el conjunto de expresiones que

animan y dan sentido a su vida cotidiana.”106

Existe una relación entre el pasado y el presente. El pasado cesa de

ser visible cuando se desvanecen las circunstancias actuales que le

convocaron.

“Esta interacción entre pasado y presente es lo que se ha llamado la función

social del pasado o de la historia.”107

104 Idem, pp. 82.105 Idem, Idem.106 Idem, Idem.107 LE GOFF, J., Op. Cit., pp. 29.

3

Page 39: Historia, Memoria y Autogestión.

La relación pasado-presente es bidireccional. La función de la Historia

es fomentar una comprensión tanto del pasado como del presente. Si

bien en principio la función reservada a la Historia fue la de mantener

el recuerdo de los acontecimientos considerados memorables. Por

otro lado, y casi desde el comienzo se le adjudico a la Historia un

magisterio sobre la vida. La Historia procura guiar nuestras acciones.

Sin embargo nos encontramos que en el seno de la misma sociedad

coexisten visiones antagónicas de su pasado.

“Ello no tiene que ver sólo ni primordialmente con la inmadurez de la

historia (como proyecto analítico con pretensiones explicativas y no de

mero relato descriptivo) con la pluralidad de modelos teóricos enfrentados:

es también resultado de la división social y del consiguiente carácter

fragmentario de lo que interesa a las diferentes corrientes recuperar en el

pasado. La existencia de un sistema de dominación social implica en sí

misma formas diversas de abordar el examen de la realidad, incluido el

movimiento anterior de ésta.”108

Según Pereyra existe una función teórica y otra social de la Historia

que son complementarias.

“La función teórica de la historia (explicar el movimiento anterior de la

sociedad) y su función social (organizar el pasado en función de los

requerimientos del presente) son complementarias: el saber intelectual

recibe sus estímulos más profundos de la matriz social en permanente

ebullición y, a la vez, los conocimientos producidos en la investigación

histórica están en la base de las soluciones que se procuran en cada

coyuntura. Esta complementariedad, sin embargo, no elimina las tensiones

y desajustes entre ambas funciones.”109

La Historia permite mantener y afianzar la cohesión de una

colectividad. “La historia al explicar su origen, permite al individuo

comprender los lazos que los unen a su comunidad.”110

En tiempos como los que vivimos donde las diversas culturas locales

y regionales son avasalladas por pautas culturales de grupos

dominantes en el ámbito mundial. Se hace imprescindible el

108 PEREYRA, Carlos, Op. Cit., Pp. 27.109 Idem, pp. 28.110 VILLORO, Luis, Op. Cit., pp. 43.

3

Page 40: Historia, Memoria y Autogestión.

conocimiento de la Historia para restablecer un dialogo en pie de

igualdad entre las diversas cultura. Vamos camino hacia una cultura

mundial, es bueno si conviven y se respetan las formas culturales de

cada pueblo y región. Es decir si las autonomías culturales son

respetadas, en caso contrario será nuestro deber colaborar con su

restablecimiento. El conocimiento de la historia puede ser un

elemento que vigorice esas autonomías.

“Ninguna actividad intelectual ha logrado mejor que la historia dar

conciencia de la propia identidad a una comunidad. La historia nacional,

regional o de grupos cumple, aun sin proponérselo, con una doble función

social: por un lado favorece la cohesión en el interior del grupo, por el otro,

refuerza actitudes de defensa y de lucha frente a los grupos externos.”111

Historia y Presente

El pasado depende parcialmente del presente. Desde esta óptica toda

Historia es Historia contemporánea. Esta es una idea fecunda y

peligrosa a la vez. Es fecunda porque es cierto que se parte del

presente, con todo el bagaje del hoy, para preguntar al pasado. Pero

es peligrosa si se sostiene como lo hace Croce, quien supone que;

desde el momento en que el pasado puede ser repensado y rehecho

constantemente, no se encuentra en el tiempo. Por el contrario se

trata de una constante interpretación del presente. Este extremo

idealismo termina por negar la Historia.

“Ahora se sabe que el pasado depende parcialmente del presente. Toda

historia es contemporánea en la medida en que el pasado es captado desde

el presente y responde a sus intereses. Esto no es sólo inevitable, sino

también legítimo. Como la historia es duración, el pasado es al mismo

tiempo pasado y presente. Corresponde al historiador hacer un estudio

“objetivo” del pasado en su doble forma. Cierto, comprometido como está

en la historia, no podrá alcanzar una verdadera objetividad, pero no es

posible ningún otro tipo de historia. El historiador realizará progresos en la

comprensión de la historia, esforzándose por ponerse en discusión a sí

111 Idem, pp. 44.

4

Page 41: Historia, Memoria y Autogestión.

mismo, precisamente como un observador científico tiene en cuenta las

modificaciones que eventualmente aporta al objeto en observación.”112

La historiografía positivista al identificar Pasado-Naturaleza

inmovilizaba ese pasado y lo congelaba en un lugar sin tiempo.

“De aquel identificarse de Pasado y Naturaleza, […] nacía la noción de un

pasado uniforme e inmóvil sujeto a recepción; de un pasado que, aunque se

pretendiera histórico, escapaba a las exigencias del tiempo y su

trascendencia. Así el pasado –un pasado sin definición, aunque no podía

dejar de ser un determinado pasado- se convertía en un ente susceptible de

aprehensión. Conocerlo, aclararlo, enriquecerlo, sólo admitía una

posibilidad: en cuanto ente físico podía ser ampliado o achicado; acerca de

él se sabría más o menos en la medida que se aplicara el método para

lograr determinadas cantidades de conocimiento.”113

Aunque no se admita, la inmovilización del pasado obedece a

elecciones y preferencias que se realizan en el presente.

“Así, traído de la mano con el argumento de la ciencia, se cuela una nueva y

sutil forma de pragmatismo, aplicado ahora no ya a las “lecciones de la

historia” sino a conservar –con el apoyo prestigioso de un pasado construido

ad hoc – las situaciones presentes que entiende resguardar.

Un pasado al que se finge inmóvil, puro objeto de observación al que se

reserva para que no aflore su condición temporal, no puede menos que

convertirse en un modelo. Estamos ante una inesperada resurrección del

tiempo mítico: el pasado de la “historiografía científica” reviste los

caracteres de aquel temporibus illis que cumplía con ser el sagrado

reservorio de las instancias fundadas de una comunidad, posible objeto de

veneración pero no de ciencia.”114

La historiografía positivista procura cerrar ese pasado al que supone

aprehendido de una vez y para siempre en cada tiempo y

circunstancia.

“La pretensión, típica de la historiografía naturalista, de conquistar

definitivamente el pasado, descansa en la suposición de que cada una de

las múltiples y posibles situaciones pasadas, concebidas como “entes”,

pueden concurrir ante convocatorias que tiene un cierto aire ritual. De

112 LE GOFF, J., Op. Cit., pp. 52.113 CASTELLAN, Angel, Op. Cit., pp. 18.114 Idem, pp. 26.

4

Page 42: Historia, Memoria y Autogestión.

acuerdo con esa línea operativa, cada concreta y determinada situación del

pasado se convierte en cosa juzgada que no necesita de nuevas lecturas,

salvo el caso de un nuevo legajo sometido a proceso. Es como decir –

insistimos- que toda posible nueva relación con el pasado sólo puede darse

a través de una ilustración cuantitativa.”115

Esa situación de intercambio entre pasado – presente, presente –

pasado, supone tomar partido frente a situaciones presentes. En esa

medida el pasado continúa siendo “…un pasado histórico no es nunca lo

que “fue” sino lo que cada recepción historiográfica hace que sea. Las

circunstancias que fueron “en” el tiempo no logran recuperarse más que

”con” tiempo, de donde se ve que la temporalidad es la condición

indispensable tanto del “producirse” como del “hacerse” de la historia, no

son más que enfrentamientos que apuntan al “hacerse” historiográfico, es

decir al modo como se conquista la entidad del pasado.”116

El pasado aparece tan inestable como el presente. No sólo en la

medida que también fue presente, sino también por su complejidad y

variedad. Para que se vuelva a corporizar es necesario que un

problema lo solicite desde el presente.

“Desde luego, ese problema no aparece porque sí, nace en la conciencia del

historiador cuando éste encuentra en su presente circunstancias que

“simpatizan” con las anteriores. Sólo entonces se pregunta e interroga,

siente la necesidad de acceder al presente-pasado. Accede porque el

problema que se le presenta es la llave para abrir una puerta, la que da un

preciso territorio que no existiría sin la presencia del historiador. Todo

problema supone un cuerpo de interrogantes que ha de conformar un

territorio, la jurisdicción que ha de restaurarse, que no se hace presente sin

esa condición. Esto supone la presencia de un pasado plástico y móvil, de

un pasado que no existiría sin los presentes-futuros que se muestra capaz

de engendrar, que será tal o cual según sea el interés que mueve su

solicitación: tal cual nazca con el problema, se nutra con los interrogantes y

vuelva a vivir.”117

El pasado se encuentra en una constante interpretación,

reinterpretación y construcción.

115 Idem, pp. 26.116 Idem, pp. 30.117 Idem, pp. 34.

4

Page 43: Historia, Memoria y Autogestión.

“El pasado es una construcción y una reinterpretación constante, y tiene un

futuro que forma parte integrante y significativa de la historia. Lo cual es

verdad en un doble sentido. Ante todo porque el progreso de los métodos y

técnicas permite pensar que una parte importante de los documentos del

pasado está aún por descubrirse. Parte material: la arqueología descubre

incesantemente monumentos ocultos en el pasado, los archivos del pasado

siguen enriqueciéndose sin tregua. Pero también nuevas lecturas de

documentos, frutos de un presente que nacerá en el futuro, deben asegurar

una supervivencia -mejor dicho una vida- al pasado que no ha “transcurrido

definitivamente”. Así que a la relación esencial presente-pasado hay que

añadir el horizonte del futuro.”118

La comprensión del pasado

Lo esencial es el punto de partida del historiador y no el cuerpo de

testimonios. Ese punto de vista se nutre de la vida y de su presente.

Es importante saber si parte o no de un nuevo cuerpo de problemas.

Esa solicitud que impele al historiador a preguntar surge a partir de

un corpus de problemas que sin duda tiene algo que decir.

Sí los problemas, así como el modo de pensar y de sentir, son viejos

el producto que nace será mera reiteración. No importa el quantum

documental y el bagaje erudito que se exhiba. Por el contrario, sí

parte de nuevos problemas lo producido abrirá nuevas brechas.

“Los interrogantes que comienzan a desfilar empujan al historiador, le

exigen una “re-lectura” de todos aquellos materiales en apariencia ya

conocidos. Le imponen cualificar vías de acceso que habían permanecido,

por así decir, en estado de mudez o neutralidad. Como ningún documento

vale por sí mismo, muchas veces permanece mudo durante siglos. Puede

estar presente, édito en los términos conocidos, pero ignorado para todo

aquello que no se le haya preguntado. Esas áreas de silencio comienzan a

cobrar vida cuando reciben una cualificación que nace con las nuevas

preguntas que el historiador le formula. Así, con naturalidad, se puede pasar

de una historiografía del objeto, que abruma al protagonista, a una

118 LE GOFF, J., Op. Cit., pp. 28.

4

Page 44: Historia, Memoria y Autogestión.

historiografía del sujeto que pone el acento en la ineludible presencia del

historiador, que admite la teoría y las hipótesis, que abre paso a una actitud

epistemológica sin la cual toda posible ciencia no tendría el menor

sentido.”119

De acuerdo con este argumento el historiador deja de ser un mero

aparato de registro, para transformarse en “…factor esencial para

determinar la posibilidad que tiene todo testimonio de alcanzar determinada

audiencia.

Publicado o no, un testimonio nada dice antes que un historiador le formule

las preguntas adecuadas. Por eso, en el conjunto de incógnitas puestas a su

disposición hay largos silencios que sólo podrán quebrarse cuando el

historiador exija respuestas a los interrogantes que formula. Y no parece

dudoso que los mismos algo tengan que ver con su aparato mental e

ideológico, con los instrumentos en que apoya su análisis racional y

sensible, con los recursos de su inteligencia: en una palabra, con las voces

de su tiempo.”120

En la historiografía tradicional las fuentes existen dadas de

antemano. En la historiografía de problemas las fuentes se

constituyen en la misma medida, y simultáneamente con el objetivo

de la investigación. Dependiendo ésta de los problemas e

interrogantes planteados por el historiador. No basta con formular un

problema, acto inicial pero insuficiente. A partir de él comienza la

labor de reconstrucción y delimitación del campo, donde los

interrogantes cobran sentido.

La Historia “…no puede demorarse en lo episódico y circunstancial,

alcanzará su inteligencia en el reconocimiento de entramados significativos

y trascendentes, aquéllos que nos llegan con algún interrogante que les

invita a nacer.”121

En los parámetros válidos para la historiografía positivista, ella

encuentra, descubre, pero no “accede”.

“Acceder significa tener conciencia de la constitución de una esfera del

acontecer que, paradójicamente, es previa y posterior a la presencia del

119 CASTELLAN, Angel, Op. Cit., pp. 24.120 Idem, pp. 25.121 Idem, pp. 35.

4

Page 45: Historia, Memoria y Autogestión.

historiador. Es previa, en cuanto supone que sus circunstancias se dieron en

otro tiempo; es posterior en cuanto su latencia no corporizaría sin la llave

que supone el interrogante que se formula. Con esto venimos a decir que el

“objeto” puro de la física debe tornarse aquí solicitación; en cuanto tal, es

objeto posible, reserva potencial de testimonio a solicitar. Por eso, si en la

ciencia física el objeto tiene primacía sobre el sujeto, en nuestro campo es

sólo el sujeto el que lo hace posible, dotándolo, con adecuados

interrogantes, de la entidad provisoria que, en cada momento, corresponde

a su condición.”122

Si dejamos de lado la perspectiva de la historiografía tradicional y “…

planteamos nuestra relación con el pasado como un proceso de

comunicación, vamos a observar que los obstáculos e interferencias para la

tarea del historiador no se presentan en los aledaños de la situación a

reconstruir sino en las etapas de su recepción historiográfica. El pleito y las

dificultades, lejos de nacer en la región inmediata de los testimonios, se

instalan en el largo camino de la mediación; es decir que, en sus

implicaciones profundas, el diferendo crea un problema de comunicación

intelectual. Ese es el momento en que puede advertirse el obstáculo del

ruido.”123

Los ruidos se interponen entre el historiador y lo que se pretende

conocer.

“En este caso, conviene precisar, el “ruido” puede ser provocado por un

personaje, una institución, una ideología, un acontecimiento, un proceso.

Tales “ruidos” se yerguen entre el historiador y lo que pretende conocer,

impidiendo que pueda escuchar las voces que persigue. Aquí también

puede advertirse el segundo efecto al que aludimos más arriba. Toda vez

que el historiador vuelve a su tarea, su oído rebota en la banda del “ruido

interferente. Con viejos nuevos documentos el “ruido” domina su gestión,

va y vuelve del ruido al ruido; es decir, no llega, aunque lo crea, al

conocimiento de lo que se propone saber. Esto explica la reiteración de

viejas categorías historiográficas, no conmovidas por los avances de la

erudición; el ruido no obstaculiza el crecimiento cuantitativo del saber, pero

sí interfiere sobre la capacidad para cualificar, sobre la posibilidad de

122 Idem, Idem.123 Idem, pp. 39.

4

Page 46: Historia, Memoria y Autogestión.

plantear nuevos problemas, de formular interrogantes sin los cuales no hay

crecimiento cualitativo.”124

Estos ruidos generan un saber reiterativo, esto ocurre en la

historiografía tanto como en la filosofía y la ciencia. Se trata de un

saber más para saber lo mismo. Para evitar esto, para que la

comunicación con el pasado no sufra la interferencia de esos ruidos,

es imprescindible una metodología que permita acallar los ruidos.

“Y esta metodología sólo podrá edificarse si se escuchan atentamente las

voces del propio tiempo, esas voces acalladas por los ”ruidos” cuya

estridencia, aunque secular, ya no conforma. Así, yendo de las voces del

presente a los silencios del pasado, se entablará el diálogo que desnudará

los cimientos artificiales de aquellos supuestos nacidos de los grandes

“ruidos” interferentes.”125

El verdadero tema del historiador es su presente. Si bien se rescatan

situaciones pasadas, desde el pasado se “inquiere acerca de su

progenie”, como dice Castellan.126 Busca y rescata aquel pasado que

venga a fundarla, que la constituya, que la convalide, y que le sirva

de sostén.

“La Historia adquiere significado y objetividad sólo cuando establece una

relación coherente entre el pasado y el futuro.”127

Ahora bien todo hombre es el resultado de la conformación histórica

de su comunidad. Pero su ser bio-psíquico es tan histórico como su

ser social, de esto no se debe colegir ningún determinismo. Sin

embargo el hombre no es el resultado del pasado exclusivamente, ni

siquiera de todo el pasado. El historiador debe saber esto muy bien.

Él selecciona desde “su” presente, aspectos de ese pasado. Nosotros

somos una minúscula partícula del acontecer cósmico aquí y ahora.

Nuestro presente es acotado. Desde ese presente acotado por

múltiples condicionantes realizamos los requerimientos siempre

parciales al pasado.

124 Idem, pp. 39, 40.125 Idem, pp. 40.126 Idem, pp. 62.127 CAR, E. H., Op. Cit., pp. 176.

4

Page 47: Historia, Memoria y Autogestión.

Esa selección se hace a partir de un marco de preferencia en el que

se integran nuestras vivencias, nuestra filosofía, nuestros modos de

obrar, pensar y sentir.

“…ningún historiador cuerdo intenta nada tan fantástico como abarcar “el

conjunto de la experiencia”; no puede abarcar más que una reducidísima

fracción de los hechos, aun dentro de su sector propio o del aspecto de la

historia que ha escogido. El mundo del historiador, lo mismo que el mundo

del científico, no es copia fotográfica del mundo real, sino más bien modelo

operativo que le permite, con eficacia variable comprenderlo o dominarlo. El

historiador destila de la experiencia del pasado, o de tanta experiencia

pasada como llega a conocer, aquella parte que le parece reducible a una

explicación y una interpretación racionales, y de ello deduce unas

conclusiones que podrán servir de guía para la acción.”128

Recordemos lo que Nietzsche señalaba sobre el olvido, afirmando que

sin olvido no se puede existir, este es tanto más importante que el

recuerdo.

Historia y poder

El ejercicio vocacional de las tareas que corresponden al historiador

por parte de “aficionados”, parecería dar un mentís a la necesidad de

profesionalización del ejercicio de la Historia. Pero como veremos en

realidad vocación y formación deben marchar juntas.

Castellan señala que un buen día “…oímos algo acerca de las

humanidades como vocación. Y como dudarlo, si con nombres propios –que

por razones de delicadeza hemos de omitir- médicos, físicos, ingenieros y

abogados arrepentidos nos invaden. A veces, incluso, no se arrepienten, y

recalcitran en los dos campos. Este espectáculo muy nuestro, apoyado en la

permanente originalidad que nos asiste –aunque perdamos todas las causas

que vale la pena ganar- pone a punto la cuestión: en nuestro terreno, el

problema de la profesión se convierte en el problema de la vocación. Por

supuesto, esto no lo acepta en su campo propio los diversos colegios

profesionales: nadie podría abocarse a un pleito sin ser abogado, a curar sin

ser médico, a construir un edificio sin ser arquitecto, a rehabilitar un caballo 128 Idem, pp. 139.

4

Page 48: Historia, Memoria y Autogestión.

sin ser veterinario, a extraer una muela –dejemos por piedad, el recuerdo de

los viejos barberos- sin ser odontólogo, dar cima a una receta sin ser

farmacéutico.”129

El ejercicio “ilegal” de la Historia pareciera no entrañar peligros para

la Sociedad.

“…¿cuál es el diploma que se exige para escribir un poema o una novela,

para pintar un cuadro, para esculpir un mármol o para dar cuenta de un

proceso histórico? Ninguno. Es el momento en que se comienza a dudar. El

límite entre lo serio y lo versátil, entre lo científico y lo espontáneo, está

dado por el “ejercicio ilegal”. Si es así, no conocemos ningún caso en que

alguien haya sido procesado por ejercicio ilegal de la poesía o de la

pintura…o de la historiografía. Es decir, la sociedad no considera necesario

defenderse de tales divagadores. Su éxito o derrota dependen del talento –

estrictamente personal- de quien cultiva alguno de los menesteres

referidos.”130

A pesar de esto la de los historiadores es una profesión peligrosa.

Sobre todo sí se práctica fuera de la corte o contra la corte.

“Frente a la naturalidad supersticiosa del poder, el historiador es una fuerza

a contranatura: muestra el artificio en que se entreveran las situaciones

actuales, insiste en que todo es explicable como hechos de artificio (esto es,

como hechos formados por hombres de tal manera y con tales intereses) y,

por tanto, perecedero, transformable, combatible. Frente a la arrogancia del

capital y del poder, el historiador sería una especie de alquimista o mago

que, como en otros tiempos explicara por qué se producen las lluvias y

enfermedades,…[…] volviéndolos inteligibles, esto es, arrebatándoles su

prepotencia mítica…”131

El historiador puede convertirse en algo molesto para el poder, decir

“peligroso” sería demasiado presuntuoso.

“¡Ah! dicen los bobos, el poeta fulano, el pintor mengano; a veces, aunque

mucho menos porque somos escasamente populares, el historiador zutano.

El no correr riesgo de ser llevado ante los tribunales supone un cierto

respiro; pero, al mismo tiempo, viene a confirmarse que las humanidades –

129 CASTELLAN, Angel, Op. Cit. Pp. 148.130 Idem, pp. 148, 149.131 BLANCO, José Joaquín, “El placer de la historia”, en PEREYRA, Carlos y Otros, Op. Cit.. Pp. 84, 85.

4

Page 49: Historia, Memoria y Autogestión.

como diría Mafalda- no son cosa seria. Sin embargo, como la vida está llena

de sorpresas, puede acontecer que algún filósofo, sociólogo, psicólogo e

incluso historiador, sea recluido sin pasar por los tribunales. Son los

momentos en que el ejercicio del pensamiento, tan gratuito siempre, se

revela como peligrosa y casi marginal profesionalidad.”132

Pero sin duda el simple acto de revolver papeles viejos no hace al

historiador, ni produce conocimiento histórico. Tal vez no pase de la

simple y desteñida crónica.

“Por eso, los que creyeron poder reemplazar una cierta atmósfera

conceptual con el manoseo de papeles naufragaron en un aparato de

probanzas en el que siempre se verifica lo decidido de antemano. De ahí

nacen las exposiciones, entre ingenuas y desenfadadas, conque nos afligen

ciertos suplementos literarios que dan pie a variados “historiadores” para

probar lo que traen “in mente”. Tal historiografía, ya que no puede hacer

otra cosa, se convierte en un periódico recordatorio de lugares comunes

impuestos en las escuelas por interesadas corrientes políticas. La supuesta

ilustración se traduce en un acumularse de anécdotas, a través de las

cuales venimos a saber más para quedar en lo mismo.”133

Esta seudo-historia suele estar de antemano ligada a posiciones

políticas a las que sirve o pretende justificar. A partir de que se

produce la excisión entre trabajo manual y trabajo intelectual, y a

partir de la conformación de las clases y el Estado, “…la historia pasa a

ser propiedad de quienes pueden hacer la historia, de los que ya son

propietarios del conocimiento. Todo el método histórico queda impregnado

de su punto de vista, el de quien mira desde lo alto de una pirámide y no el

de quienes a la pirámide, como al sol, sólo pueden contemplarla desde

abajo aunque la hayan alzado con sus brazos. La comunidad inferior es pura

fuerza de trabajo y, como tal, no tiene historia. Esclavos, siervos o

proletarios, hacen el trabajo de la paz o el trabajo de la guerra, que los

señores de la paz o de la guerra dirigen y usufructúan. Son trabajos sin

gloria y sin historia, pero sobre ellos se alza todo el resto. […] …la historia

incluye a unos y excluye a otros: es la historia como discurso del poder.”134

132 CASTELLAN, Angel, Op. Cit., pp. 149.133 Idem, pp. 150.134 GILLY, Adolfo, Op. Cit., pp. 208, 209.

4

Page 50: Historia, Memoria y Autogestión.

Es difícil poder realizar una historia de los excluidos pero no es

imposible.

“Una historia crítica, al contrario, es una historia también y ante todo de los

excluidos y del tejido social de sus vidas, pensamientos y sentimientos.”135

Adolfo Gilly habla de comunidad superior y comunidad inferior, que se

integran en una unidad, en una comunidad ilusoria, formalización

que toma de Carlos Marx.

La comunidad superior –según Gilly- acumula el conocimiento y se

apropia de la historia.

“La historia se convierte en su historia, como una de las primeras formas de

propiedad antes de que la propiedad haya cristalizado plenamente. La otra

historia hay que desenterrarla de abajo de ésta, en un verdadero trabajo de

arqueología de segundo grado. La historia se convierte, en este punto, en

un instrumento privilegiado para la legitimación y la conservación de la

comunidad ilusoria entre los de arriba y los de abajo. Es la historia del

Estado, la historia de todos, narrada por los ideólogos de la comunidad

superior, que se apodera incluso de los héroes de los otros (cuando no

puede suprimirlos del todo) y les expropia su historia.”136

La racionalidad de la comunidad superior se convierte en la razón

universal, y esta no es otra que su dominación.

“El Estado, el poder existente, es el punto hacia el cual converge la historia

desde el principio de los tiempos, que no ha sido entonces más que una

larga transición hacia el presente equilibrio. Hay, por supuesto, muchas

formas sutiles, eruditas, neutrales, “dialécticas” y hasta “populares” de

presentar esta visión de la historia, mucho más cuando quienes las formulan

están firmemente convencidos de que así es porque, desde el punto de

observación en que se colocan, es precisamente eso lo que ven.

Entonces la historia es un discurso del poder, quienquiera que lo haga, en el

cual creen quienes ejercen ese poder y, en la medida en que la ilusión de

seudocomunidad (cuyas raíces son materiales) es estable y no ha sido rota

por una crisis histórica, también quienes a ese poder están sometidos.”137

135 Idem, pp. 209.136 Idem, pp. 210, 211.137 Idem, pp. 211, 212.

5

Page 51: Historia, Memoria y Autogestión.

Es necesario descubrir por debajo de la ideología dominante, (que

todos aceptan por coerción o por convicción), el torrente vigoroso

que une con sus lazos horizontales a los dominados. Esos lazos

pueden adoptar las formas de creencias, supersticiones,

prohibiciones. Ellas tienen en general un fuerte contenido de

solidaridad entre los oprimidos.

“En cada ideología dominante la forma presente de dominación aparece

como un hecho de la naturaleza y la tarea asignada al historiador es,

cuando más, explicar su génesis en el pasado y mostrar las formas

anteriores (o presentes en otras formaciones sociales) como imperfectas,

inmaduras o, si contemporáneas, “primitivas” o “atrasadas” (como

primitivas y atrasadas serían también las normas de relación horizontal de

los dominados).”138

Toda relación vertical supone dos direcciones. Hacia abajo de

dominación y hacia arriba de resistencia. Ambos polos interactúan y

se determinan mutuamente.

“Las revoluciones son la crítica práctica que la sociedad (los dominados)

hace de sus relaciones verticales. La historia como discurso del poder las

concibe como momentos irracionales, o cuando más como crisis indeseables

pero inevitables que deben ser superadas y clausuradas lo más pronto

posible para dar lugar a un restablecimiento bajo nuevas formas, de la

relación “natural” de soberanía y dependencia entre los seres humanos. La

historia como crítica del poder las considera como rupturas hacia las cuales

tiende toda la acumulación realizada durante el equilibrio precedente, de

modo que cada equilibrio es una transición entre la ruptura que lo engendra

y aquella que lo destruye. El primer criterio privilegia la inmovilidad y la

conservación, el segundo, el movimiento y la transformación.”139

Para poder explicar una época es necesario poder explicar, cómo

dominan quienes así lo hacen.

“La relación vertical sólo pude explicarse mirándola desde abajo, desde su

raíz material, y no desde arriba, desde su reflejo ideológico: lo mismo todas

las otras. Nadie explicará a una época y una sociedad y a quienes, al

dominar en ellas, las marcan con el sello de sus ideas y sus actos, si no

138 Idem, pp. 215.139 Idem, pp. 216, 217.

5

Page 52: Historia, Memoria y Autogestión.

explican antes cómo éstos dominan ( y cómo creen hacerlo) y cómo se

relacionan entre sí, se subordinan y a la vez resisten los dominados.”140

Nosotros pensamos que ningún proceso histórico puede explicarse a

partir de una sola causa o un solo grupo de causas. Cierto es que la

mirada desde abajo arroja luz sobre las formas y estructuras de

dominación. Pero es necesario desentrañar los aspectos ideológicos

de esa dominación, la que es aceptada como natural por los

dominados. Para ello es necesario descubrir y hacer visible esos

mecanismos, siendo importante desnudar esos reflejos de que habla

Gilly.

El gran problema para poder oír la voz de los dominados es

justamente la dificultad para escucharla.

“Aquí se llega a una dificultad aparentemente insalvable, porque para hacer

oír la voz de los dominados hay que escucharla. Y éstos no hablan en la

historia, sino sólo entre ellos, y eso no queda escrito. Y aún cuando llegan a

hacerlo, es sólo su capa superior la que habla y escribe por todos: sus

dirigentes, sus intelectuales. El historiador, el cronista mismo, tiene que

afrontar entonces la empresa insoluble de transmitir la voz, los

sentimientos, la comunicación interior de aquella vasta capa inferior

subordinada de la cual él no proviene o se ha separado, si no tampoco él

tendría su voz de historiador o de cronista.”141

Adolfo Gilly propone una solución a este problema.

“La aporía se resuelva comprendiendo la acción, porque los de abajo,

siendo fuerza de trabajo, hablan con sus actos y explican sus parcas

palabras con sus hechos y sus obras, no a la inversa. Entonces hay que leer

en sus acciones, colectivas e individuales, y comprender o intuir…”142

Esto es cierto. Pero es altamente presuntuoso y autoritario suponer

que la función del historiador es hacer oír la voz de los oprimidos.

Nosotros creemos que la tarea del historiador es mucho más

modesta. El historiador no debe ser portavoz de nadie, solo de él

mismo. Es más no debe asumir la representación de nadie. En su voz

se reflejará su tiempo, sus convicciones, sus amores, sus odios, su

140 Idem, pp. 218.141 Idem, pp. 219.142 Idem, pp. 219.

5

Page 53: Historia, Memoria y Autogestión.

ideología, pero solo su voz. Los oprimidos también se expresan a

través de sus acciones como dice Gilly, pero no exclusivamente. Será

cuestión de escucharles. Porque su voz existe, esta allí. ¿Como?

Nosotros pensamos en una opción complementaria. La autogestión

del conocimiento histórico realizado por sus protagonistas, en

talleres, junto al historiador. Allí, en un pie de igualdad, donde el rol

del historiador será el de guía técnico, e incitador, instigador para

escuchar y escucharse. De esta forma los dominados serán capaces

de escribir colectivamente su historia y de reapropiarse de ella.

5

Page 54: Historia, Memoria y Autogestión.

CAPÍTULO 5

El control del Estado sobre la Historia

El Estado ejerce un férreo control sobre la memoria. Ese control se

ejerce de modo directo, y de modo indirecto.

De modo directo: a través de lo que Althusser llamó Aparatos

Represivos del Estado, es decir a través de la Administración Pública.

“…el aparato de Estado (AE) comprende: el gobierno, la administración, el

ejército, la policía, los tribunales, las prisiones, etc., que constituyen lo que

llamaremos desde ahora el aparato represivo de Estado. Represivo significa

que el aparato de Estado en cuestión “funciona mediante la violencia”, por

lo menos en situaciones limite (pues la represión administrativa, por

ejemplo, puede revestir formas no físicas).”143

El Estado tiene el control directo de la casi totalidad de los

Repositorios Documentales, Museos, Hemerotécas, Bibliotecas, y la

edición de Fuentes Documentales.

Ese control sobre los Repositorios Documentales se ejerce en primer

lugar: a través del nombramiento de autoridades encargadas de la

administración de esos Repositorios. Dichas autoridades determinan

que documentación se guarda y cual no. A su vez por medios de

reglamentos y disposiciones se establece a quienes se le permite el

acceso a la documentación y a quienes no. Esto en el mejor de los

casos; en el peor la autorización queda sometida a la voluntad

irrestricta de las jerarquías administrativas. No estamos diciendo que

los documentos originales no necesiten protección para su

conservación. No postulamos la utilización sin reserva de esta

documentación. Lo que sí afirmamos es que hoy existe la tecnología

necesaria para realizar reproducciones fotostáticas, electrónicas, y en

microfilm que posibilitarían el acceso libre a esas reproducciones.

143 ALTHUSSER, Louis, Ideología y aparatos ideológicos de Estado. Freud y Lacan, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión SAIC, 1988. Pp. 24.

5

Page 55: Historia, Memoria y Autogestión.

En segundo lugar ese control se ejerce a través de la utilización del

secreto tanto parcial como total sobre determinada documentación.

En tercer lugar a través de los expurgos que se realizan sin ningún

tipo de control social.

En cuanto a Bibliotecas y Hemerotécas ese control se realiza no solo

mediante el nombramiento de autoridades administrativas, sino

especialmente determinando que material bibliográfico se adquiere y

se depositan en sus anaqueles. También en muchos casos se

establecen restricciones al acceso a los materiales, a veces

justificadas y otras no.

Finalmente en cuanto a la edición de fuentes por parte del Estado es

donde se ejerce un fortísimo control. La adjudicación de recursos

económicos es otra de las formas de priorizar algunas tareas y ahogar

otras. Se prioriza todo aquello que tiene que ver con una concepción

histórica que supone el rescate de la memoria de aquellas clases que

ejercieron y ejercen la dominación de la sociedad. Con el agregado de

que se procura hacer desaparecer todo rastro que identifique tal

dominación con una clase. Es la historia del Gran Hombre, el

personaje destacado que construye su tiempo, su país y el mundo.

Personaje vinculado al Estado, a las fuerzas armadas, al mundo

empresarial. Es una Historia que es mezquina en la explicación

causal. Por otra parte se ahoga financieramente cualquier intento

independiente que vaya en contra de esta orientación. Cualquier

intento de investigación o de divulgación que surja dentro del Estado

y que busque escapar a los criterios sustentados desde el poder, es

cercado económicamente y muere sin cobrar vuelo.

De modo indirecto: el control estatal se efectúa por medio de lo que

Althusser llamó los Aparatos Ideológicos del Estado.

“Designamos con el nombre de aparatos ideológicos de Estado cierto

número de realidades que se presentan al observador inmediato bajo la

forma de instituciones distintas y especializadas.” 144

144 Idem, pp. 24.

5

Page 56: Historia, Memoria y Autogestión.

En primer lugar mediante la difusión que realizan los medios masivos

de comunicación social, (es decir producción cinematográfica,

televisiva, videos, prensa, radio, etc.), de determinada visión de la

historia. Esa visión se caracteriza: por acentuar la narración en

detrimento de la explicación causal, por ser fuertemente maníquea y

por destacar la acción del Gran Personaje como hacedor de la

historia.

Althusser detalla otras de las instituciones que considera aparatos

ideológicos del Estado. Entre ellas señala el AIE escolar y el cultural

(literatura, artes, deportes, etc.), a través de los cuales, según

nuestro criterio, el Estado también controla la Historia, y la memoria.

En segundo lugar mediante la política de edición que realizan las

empresas tanto nacionales como transnacionales, (AIE cultural). Esas

políticas están diseñadas en función de variables económicas

condicionadas por el mercado, los criterios de marketing, el interés de

los accionistas, las ventas y las ganancias, etc. La propia estructura

material del libro señala a que segmento del mercado apunta. Así

existen obras en rústica que se dirigen a los sectores populares, y

otras de edición muy cuidada para consumo de los sectores

académicos. Ese control estatal se materializa sin duda a través de lo

que se hace, pero también a través de lo que se deja de hacer.

El historiador debe regirse por un firme código ético. Ese código

impone actuar en consonancia con criterios que suponen el respeto a

la independencia técnica, a la opción teórica y metodológica que

asume el historiador, así como a la orientación interpretativa que

considere adecuada. En la exigencia de estos criterios el historiador

debe ser inflexible. La lucha por nuestra independencia técnica y por

el respeto a nuestra profesión no se puede resignar. Por otra parte no

restamos valor a la tarea que el historiador/autor individualmente y

con los métodos tradicionales pueda realizar; todo lo contrario. El

Estado uruguayo ha practicado una política de olvido selectivo. Los

dominados han sido empujados fuera de la historia. Esa política de

olvido es una forma de control de la memoria y de la historia por

5

Page 57: Historia, Memoria y Autogestión.

parte del Estado. En especial cuando ese recuerdo incrimina al propio

Estado, cuando éste se vincula con el terrorismo de Estado, o la

violación de los Derechos Humanos fundamentales. El recuerdo

puede incriminar, es necesario olvidar, no basta con perdonar.

Quienes indagan en el pasado son percibidos como enemigos que

“tienen los ojos en la nuca.” No existe una política de conservación de

la historia y de la memoria de los sectores populares.

Un conocimiento autónomo

El problema que se plantea en este punto es; ¿Cómo romper el

control estatal sobre la memoria?

Una respuesta posible es mediante la creación de un conocimiento

histórico autónomo. Tanto del Estado, como de los partidos políticos,

sindicatos, de las instituciones de enseñanza, etc.

“Autonomía: auto-nomos (darse) uno mismo sus leyes. […] Esta autonomía

no tiene nada que ver con la “autonomía” Kantiana por múltiples razones,

basta aquí con mencionar una: no se trata, para ella, de descubrir en una

Razón inmutable una ley que se dará de una vez por todas –sino de

interrogarse sobre la ley y sus fundamentos, y no quedarse fascinado por

esta interrogación, sino hacer e instituir (así pues, decir)-. La autonomía es

el actuar reflexivo de una razón que se crea en un movimiento sin fin, de

una manera a la vez individual y social.”145

¿Cómo? Abocándonos en primer lugar a la creación de Repositorios

Documentales Alternativos, Museos, Bibliotecas y Editoriales, que

atiendan a los requerimientos de la memoria popular, gestionados de

manera comunitaria, autónoma y autogestionaria.

En segundo lugar socializando la producción, (a través de los Talleres

de Historia), y la difusión del conocimiento histórico. Somos muy

conscientes de que el cese definitivo del control estatal sobre la

145 CASTORIADIS, Cornelius, “Poder, política, autonomía”, en FERRER, Christian, y Otros, EL LENGUAJE LIBERTARIO Filosofía de la protesta humana, Tomo II, Montevideo, Ed. Nordan Comunidad, 1991. Pp. 65, 66.

5

Page 58: Historia, Memoria y Autogestión.

Historia y la memoria, no dependerá de la creación de los talleres de

Historia, ni de los espacios que se puedan construir. Esa situación se

define en otras instancias cuyo examen no abarca este trabajo. Pero

la generación de esos espacios permite la creación de un

conocimiento histórico alternativo que escapa del control. “La

autonomía surge, como germen, desde que la pregunta explícita e ilimitada

estalla, haciendo hincapié no sobre lo “hechos” sino sobre las

significaciones imaginarias sociales y su fundamento posible. Momento de la

creación que inaugura no sólo otro tipo de sociedad sino también otro tipo

de individuos. Y digo bien germen, pues la autonomía, ya sea social o

individual, es un proyecto.”146 Este conocimiento alternativo, como todo

conocimiento, amplía nuestro horizonte de libertad, nuestro acervo

cultural, afirma nuestra identidad, (como grupo, clase etc.), y

potencia el pensamiento crítico. Esto no quiere decir que el

conocimiento alternativo, autogestionario y autónomo, este exento

de los valores y la ideología de la dominación. Esta ideología penetra

todos los intersticios sociales. Esta forma de hacer Historia no es la

única, ni la verdad. Es una mirada sobre el pasado que parte desde el

presente. Como toda mirada entraña verdades fragmentarias, en

tanto mirada desde un lugar, y producción fragmentaria de

conocimiento que también lo es. Como ya dijimos:

“La historia oficial, por definición, es la que elaboran las instituciones del

Estado o sus ideólogos. Siendo todo Estado, también por definición, una

forma de dominación, el para qué de esa historia es la justificación y la

prolongación de esa dominación.”147

Talleres de Historia

La socialización de la producción a través de la autogestión del

conocimiento histórico se puede realizar por medio de talleres.

146 Idem, pp. 65.147 GILLY,Adolfo, “La historia: crítica o discurso del poder”, en PEREYRA, Carlos, Op. Cit., pp. 204, 205.

5

Page 59: Historia, Memoria y Autogestión.

“Adviértase que implica no tanto el desplazamiento del sujeto del acontecer

histórico ( lo que fue, en realidad, un aporte de la Historia Social), sino el del

productor del conocimiento. El oficiante de la Historia no será en esta

concepción sólo el académico, sino también el protagonista del acontecer

que es el objeto de aquella. Se trata de una forma de democratizar la

producción historiográfica, que resulta metodológicamente innovadora, pero

que puede generar al mismo tiempo rechazos “profesionales”, más o

menos sinceros.”148

Los talleres son un ámbito igualitario integrado por los propios

agentes gestores de la historia y guardianes de la memoria y los

historiadores académicos. El historiador cumple aquí una función de

facilitador, su papel radica en la orientación teórico-metodológica y

técnica del grupo.

Los talleres abarcan tres etapas:

1. La exposición de la situación nacional e internacional que enmarca

el período a investigar. La formulación del marco teórico de la

investigación y del proyecto así como la planificación del mismo.

2. Rastreo y cotejo de fuentes tradicionales y no tradicionales.

Recolección de los testimonios orales, que los participantes

pondrán en común. Discusión. Corrección de hipótesis.

Coordinación y Control del cumplimiento de las etapas del

Proyecto.

3. Puesta en común de los resultados, evaluación y discusión.

Formulación del texto definitivo.

La socialización de la difusión también se puede realizar en talleres,

ateneos, cursos para trabajadores, etc.

Es imprescindible la creación de editoriales populares, autónomas a

efectos de imprimir los trabajos en ediciones accesibles a los

trabajadores y sectores dominados en general.

Estos talleres pueden estructurarse en torno a temáticas variadas, H.

de las mentalidades, H. Local, H. del mov. Obrero, H. Femenina, H. de

148 ZUBILLAGA, Carlos, “De la memoria del poder a la memoria popular”, en ZUBILLAGA, Carlos, TRABAJADORES Y SINDICATOS EN AMERICA LATINA Reflexiones sobre su historia, Montevideo, CLACSO – CLAEH, 1989. Pp. 12.

5

Page 60: Historia, Memoria y Autogestión.

la niñez, H. de los Grupos Marginales, etc. Pero todas estas formas

deben vincularse procurando alcanzar el ideal de la Historia Total.

Las técnicas a utilizar pueden ser también variadas, pero sin duda la

que mayor réditos puede brindar es la Historia Oral. No hay que

descartar ninguna, y es posible combinarlas todas.

El placer del oficio de historiar.

“Así seguirá ocurriendo mientras las sociedades no organicen

racionalmente, con su memoria, su conocimiento propio renunciando a dejar

este cuidado a sus propias tragedias. No lo lograrán sino luchando cuerpo a

cuerpo con los dos principales responsables del olvido y la ignorancia: la

negligencia que extravía los documentos, y, más peligrosa todavía, la

pasión del secreto -secreto diplomático, secreto de los negocios, secretos de

las familias-, que los esconde o destruye. Es natural que el notario tenga el

deber de no revelar las operaciones de su cliente, pero no que se le permita

envolver en el mismo impenetrable misterio los contratos realizados por los

bisabuelos de su cliente, cuando, por otra parte, nada le impide dejarlos

convertirse en polvo. Nuestras leyes, a este respecto, están absurdamente

fuera de lugar. En cuanto a los motivos que impelen a la mayoría de las

grandes empresas a negarse a hacer públicas las estadísticas más

indispensables para una sana conducta de la economía nacional, rara vez

son dignos de respeto. Nuestra civilización habrá realizado un inmenso

progreso el día en que el disimulo, erigido en método de acción y casi en

virtud burguesa, ceda su lugar al gusto por el informe, a decir, a los

intercambios de noticias.”149

La tarea del historiador tiene sus sinsabores, su tensión, pero también

es altamente placentera.

“Mientras la historia sea, como la literatura o las artes, como algunos

espacios sobrevivientes de las ciencias, un trabajo placentero de suyo,

liberador de suyo, podrá admitir la respuesta privada: hacer historia porque

es una espléndida manera de vivir la propia vida, uno de los escasos

trabajos que permiten una realización más plena del cuerpo del trabajador;

149 BLOCH, Marc, Op. Cit. Pp. 62.

6

Page 61: Historia, Memoria y Autogestión.

en contra de otros tipos de trabajo, en que uno se mata a lo idiota para

buscar realizaciones espurias y deprimentes a través del mero salario,

previamente esclavizado en un consumo igualmente espurio.”150

Esta es una visión romántica del quehacer histórico, sin duda, pero

cierta.

“En la que la imaginación (incluso la más delirante) siga siendo instrumento.

Porque, para terminar, ha habido épocas –y creo que regla en cualquier

tiempo del mejor trabajo histórico- en que la imaginación es motor y

producto del trabajo histórico. Porque al ser llevado, por el placer y la

amplitud liberadora de su trabajo, al deseo de ciertas utopías, a la

visualización de mejores formas de vida, de mundos más habitables, esta

efusividad o este impulso influyen en la labor histórica; y se reinventa…”151

El solo placer que proporciona la práctica de la Ciencia Histórica es

para nosotros una razón valida y suficiente para ejercerla.

“Las ciencias han perdido ya en gran medida esos privilegios: el poder las

ha invadido y burocratizado para mejor utilizarlas a cada vez menos

científicos se les permite su realización humana en su trabajo, y cada vez se

parecen más a los sobrexplotados obreros de una ensambladora de carros;

ya es casi imposible hacer ciencia como aventura, independiente y

libremente. Con la historia sí se puede y la mera existencia de un trabajo

diferente mantiene la idea fija en muchas utopías revolucionarias de

transformar las demás actividades laborales, que siguen caracterizándose

por el mero “sudor de la frente” y la menguada retribución de un salario

(para que “la frente” siga sudando más).

El aspecto de la historia como un trabajo gratificante en sí, realizador en sí,

placentero de suyo, no es una de las menores razones para hacerlo.”152

De la producción del conocimiento histórico.

En el mundo, es en las Universidades donde recae el mayor peso de

la generación de conocimiento histórico. No son las únicas

150 BLANCO, José Joaquín, El placer de la historia, en PEREYRA, Carlos y Otros, “¿Historia para qué?”, Op. Cit., pp. 87. 151 Idem, pp. 88. 152 Idem, pp.89.

6

Page 62: Historia, Memoria y Autogestión.

instituciones que lo producen. En nuestro país ocurre lo mismo, con

una variación. La Universidad de la República es, casi

exclusivamente, la única institución que seriamente produce

conocimiento histórico en calidad y cantidad. Existen muy pocas

instituciones privadas dedicadas, no exclusivamente, a la

investigación histórica, pero las propias limitaciones económicas y la

resistencia del medio disminuyen seriamente su potencial. El Estado

uruguayo delega y financia la creación de conocimiento científico en

general, en la Universidad de la República. Y en particular delega en

nuestra Facultad la producción y divulgación del conocimiento

histórico entre otros.

“En nuestros días, esos medios donde tiene lugar la producción de la

investigación histórica se llaman universidades, academias o institutos, y

cumplen la doble función de crear las condiciones materiales para realizar la

investigación y de definir las prácticas científicas que fijan los requisitos de

la disciplina. Son las instituciones a las que el Estado delega la función

social de crear y transmitir el conocimiento histórico.”153

Donde el Estado es fuerte impone sin más ni más, el para qué, y el

cómo se hace la obra histórica. Utilizando los historiadores y su

trabajo como instrumento de su poder. Así ocurrió recientemente en

nuestro país durante la dictadura militar, en la España de Franco, en

la URSS y sus satélites, y podríamos multiplicar los ejemplos.

“En aquellos donde las clases y organizaciones políticas tienen fuerza propia

frente al Estado, las instituciones de enseñanza e investigación adquieren la

forma de “cuerpos” o estratos profesionales que gozan de cierta autonomía

e imponen en esas instituciones sus intereses propios, gremiales e

ideológicos. Aun cuando estas instituciones declaran ser templos de la

libertad, la objetividad y la imparcialidad científica y académica, por su

composición social, administración, gobierno y formas de reclutamiento, de

hecho favorecen a determinadas corrientes de pensamiento y admiten unas

investigaciones y excluyen otras.”

Florescano es audaz en su crítica.

153 FLORESCANO, Enrique, “La historia como explicación”, en PEREYRA, Carlos y Otros, Op. Cit., Pp.

6

Page 63: Historia, Memoria y Autogestión.

“De manera semejante los programas de enseñanza determinan una

cronología de la historia; una división de sus épocas, una epistemología, una

manera de pensar y construir la realidad histórica, con exclusión de otras.

Del mismo modo se inculcan los métodos, los procedimientos para ordenar,

distinguir, relacionar y analizar los hechos, que nunca se definen como los

medios que permiten defender, afirmar e incrementar el poder o las ideas

de quienes los transmiten, sino como procedimientos “objetivos e

imparciales”.”154

En el seno de estas instituciones pueden encaramarse grupos de

intereses que suelen acumular enorme poder.

“Finalmente, la división concentra el uso de los recursos materiales y

sociales en grupos pequeños y poderosos, que para perpetuarse distribuyen

poder y beneficios entre quienes se adhieren a las prácticas asumidas y

combaten a los disidentes. De este tejido real de intereses, ambiciones y

manipulaciones del aparato institucional que condiciona la base material de

la investigación y los procedimientos bajo los que ésta se desarrolla no se

escribe ni se hace la crítica cuando se habla de “escuelas históricas”, “de

corrientes de investigación.* Y sin embargo, es tan determinante de éstas

como la misma práctica científica que produce las obras.”155

Enrique Florescano señala que en la actualidad existe una separación

entre el producto final y el proceso de elaboración.

“La separación entre el sistema productivo y las obras, entre la fabricación

y el producto, procedimiento típico del trabajo intelectual, opera entonces

contra la misma capacidad del investigador para ejercer él dominio pleno de

su actividad y de las condiciones sociales y científicas que la determinan.

Mantener esta separación es echar un velo más sobre el sistema actual, que

bajo la ficción de la neutralidad científica y la pluralidad de corrientes

declara la “libertad del discurso” pero monopoliza la dirección y

administración del proceso productivo. Y sobre todo, esta separación

provoca una contradicción esencial entre un proceso productivo de

naturaleza social y colectiva y la utilización gremial e individual de sus

154 Idem, pp. 125, 126.155 Idem, pp. 126. *Florescano menciona como una excepción los estudios de Michel de Certeau, y el libro de Jean Chesneaux, ¿Hacemos tabla rasa del pasado?, México, Siglo XXI, 1977.

6

Page 64: Historia, Memoria y Autogestión.

productos, lo que a su vez hace aparecer a los productores como fuera del

proceso social, por encima de sociedad.”156

¿Cuales son las condiciones sociales y materiales a las que hace

referencia Florescano? El historiador esta inmerso en el amplio mar

social que todo lo baña. Realiza su obra en el seno de la sociedad,

dentro de los conflictos sociales y económicos que se desarrollan en

ella. Señala que Michel de Certeau mostró que “Contra la idea de que el

historiador define en la soledad de su pensamiento el tema y los

procedimientos de “su investigación” y que el resultado de ese esfuerzo

sólo está determinado por la concepción de la historia que adopta y por su

capacidad para adecuar ésta a la realidad estudiada, todos los requisitos

que permiten la práctica de la investigación (archivos, instituciones que

apoyan la investigación, métodos y procedimientos de análisis, publicación

de los resultados, lectores), remiten a las condiciones sociales que con

anterioridad a la iniciativa del historiador determinan los temas a estudiar,

los medios sociales donde se realiza la investigación y los procedimientos

analíticos de que puede disponer para realizar su obra personal. Es dentro

de esta red de condiciones materiales y determinaciones sociales lejanas y

próximas que el historiador toma “sus decisiones”, no en función de “ideas”

o “concepciones” fuera de la práctica real de investigación.”157

Hay que decir sin embargo, que a pesar de esas determinaciones

que señala Florescano, a nuestro modo de ver el historiador como

individuo que és puede elevarse por encima de las mismas y tomar

sus decisiones. Estas serán más libres cuanto más consciente sea de

esas determinaciones. Esas decisiones, (sin comillas), incluyen las

determinaciones señaladas pero también las “ideas y concepciones”

del historiador.

Entre esas determinaciones pesa fuertemente el Estado. En nuestro

país la investigación científica está absolutamente huérfana de apoyo

estatal. Particularmente las Ciencias Sociales padecen este ayuno, ni

que decir respecto a la Historia.

El Estado controla la estructuración de una imagen del pasado, su

conocimiento, su interpretación, y su difusión.

156 Idem, pp. 126, 127.157 Idem, pp. 124, 125.

6

Page 65: Historia, Memoria y Autogestión.

“Es más fácil ver en la historia a esa telenovela borrosa y caprichosa donde

el fin casi exclusivo de los episodios fragmentarios y aislados es justificar

las nomenclaturas en pueblos y ciudades. “Esta avenida lleva el nombre del

purísimo anciano que…” De acuerdo, es el razonamiento no dicho pero no

por eso menos implacable, el Estado controla el pasado y la interpretación

del pasado; que al Estado también le correspondan todas las funciones

mnemotécnicas.”158

El Estado asume la representación de la Historia, de este modo al

establecer su representación le niega la autonomía.

“El Estado asume la representación general de la Historia y le deja a los

historiadores profesionales la carga de ratificar o contradecir pero siempre

respetando su sitio de eje implícito o explícito de los procesos.”159

No, el Estado no actúa contra la Historia la utiliza para afianzar el consenso

social. “Al revés, el Estado aprovecha el recuerdo histórico y lo incluye en su

consenso.”160

Para Gilly la racionalidad de lo que Marx llama, (y él retoma),

“comunidad superior” es la racionalidad de su dominación.

“Sus motivaciones o de grupo o de clase se vuelven los fines de la

comunidad o de la nación. El Estado, el poder existente, es el punto hacia el

cual converge la historia desde el principio de los tiempos, que no ha sido

entonces más que una larga transición hacia el presente equilibrio.”161

Esta visión de la Historia puede adquirir formas diversas al ser

formulada.

158 MONSIVÁIS, Carlos, “La pasión de la historia”, en PEREYRA, Carlos, y Otros, Op. Cit., Pp. 172.159 Idem, pp. 181.160 Idem, pp. 183.161 GILLY, Adolfo, “La historia: crítica o discurso del poder”, en PEREYRA, Carlos, y Otros, Op. Cit., pp. 211.

6

Page 66: Historia, Memoria y Autogestión.

CAPÍTULO 6

Historia Popular, Historia Social.

La propuesta formulada en las páginas anteriores podría encuadrarse

en la llamada Historia Popular. Denominación insatisfactoria. En

realidad la propia existencia de una Historia Popular es discutible. Ella

hace referencia al concepto “pueblo”, categoría sumamente

imprecisa. Nosotros pensamos que de lo que tratan estas páginas es

de procurar la construcción de una Historia Social de las clases

dominadas realizada por integrantes de esos mismos sectores, en un

régimen de taller utilizando fuentes convencionales y fuentes orales.

Carlos Zubillaga señala que tanto los sectores hegemónicos como los

sectores dominados pretenden utilizar la Historia en vista de sus

intereses.

“En puridad, tanto los sectores hegemónicos como los populares tendrían

interés en utilizar la Historia para cimentar sus respectivos proyectos

sociales. Aquellos tratando de advertir en el acontecer histórico los

elementos capaces de reforzar las estructuras del poder que disfrutan y

profundizar las desigualdades que les permiten consolidar su dominio; estos

apostando al cambio, sobre la base de destrozar ciertos hilos del tramado

social y reconstruir una red de relaciones más justa (más igualitaria).” 162

La recuperación de la memoria popular contribuye a captar en toda la

compleja riqueza el acaecer.

“Desde esta última perspectiva, que es en definitiva la que convalida el

oficio de historiador como práctica socialmente útil (y éticamente

legitimada), cabe preguntarse si es posible alcanzar en toda su complejidad

el conocimiento histórico sin acudir a la recuperación de la memoria

popular, entendida como una forma de memoria colectiva (abarcadora de la

memoria personal y de la generacional, que se proyecta en el pasado, por lo

162 ZUBILLAGA, Carlos, “de la Memoria del poder a la memoria popular” en ZUBILLAGA, Carlos y Otros, Op. Cit. Pp. 11.

6

Page 67: Historia, Memoria y Autogestión.

general, a través de dos generaciones precedentes la de los padres y la de

los abuelos). Memoria colectiva de los sectores populares (componentes

comunes y humildes de la población, integrados a relaciones asalariadas o

serviles), que concurre tanto a convalidar los aportes de las fuentes que la

investigación académica exhuma, como a sembrar dudas respecto a su

virtualidad congnoscitiva.”163 Hecha esta aclaración resulta interesante

ahondar en lo que los Ingleses llaman Historia Popular, por ser ellos

quienes mejor estudiaron el tema según nos parece.

Raphael Samuel que estuvo al frente de experiencias culturales de

este tipo en Inglaterra, dice lo siguiente: “En la actualidad la expresión

“historia popular” podría aplicarse a toda una serie de iniciativas culturales

que son principalmente aunque no de modo exclusivo, ajenas a las

instituciones de la enseñanza superior o están en las márgenes de las

mismas. La han adoptado con entusiasmo proyectos editoriales basados en

la comunidad como el denominado “People’s autobiography of Hackney”,

[..] En este caso se hace hincapié –como en la History Wokshop- en

democratizar la producción de historia, ampliando la lista de los que la

escriben y aplicando la experiencia presente a la interpretación del pasado.

Buena parte de la historia oral entra en el mismo ámbito. “Historia popular”

es también una expresión que cabría aplicar retrospectivamente a diversos

intentos de escribir una “historia desde abajo”, basada en los archivos,

intentos que han desempeñado un papel muy importante en el reciente

despertar de la historia social inglesa.” 164

En Inglaterra desde el decenio de 1950 se puede vislumbrar el

surgimiento de esta corriente. En Francia su aparición es más

reciente y su temática es diferente, abarca especialmente “histoire de

la vie privée y la vie quotidienne”.

“La historia popular representa siempre un intento de ensanchar la base de

la historia, de aumentar su materia de estudio, de utilizar nuevas materias

primas y ofrecer nuevos mapas de conocimiento. De modo implícito o

explícito, es oposicional, una alternativa a la erudición “plúmbea” y a la

historia tal como se enseña en las escuelas. Pero los términos de esta

163 Idem, pp. 11 y 12.164 SAMUEL, Raphael, y Otros, Historia Popular y teoría socialista, Barcelona, Ed. Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. 1984. Pp. 16.

6

Page 68: Historia, Memoria y Autogestión.

oposición son necesariamente distintos según las épocas y las maneras de

trabajar.”165

Los términos “historia popular” en la actualidad se emplea para

denotar una historia a escala local.

“Característicamente, la expresión “historia popular” se emplea hoy día

para denotar una historia cuya escala es local, cuyo tema es la religión, el

municipio o la parroquia: en el caso de la ciudad, la morfología de un barrio

o suburbio concretos, o incluso de determinada casa o calle. Sin embargo,

en el pasado se ocupaba más de las grande líneas de la evolución

nacional.”166

La versión alemana de la Historia Popular se llamó Kulturgeschichte.

Se desarrollo de la mano de folkloristas, musicólogos y literatos,

quienes procuraron recoger los cuentos, y canciones populares a

partir de la voz del pueblo.

Como dijimos la expresión Historia Popular es ambigua. La palabra

“pueblo” tiene significados muy diversos. Puede utilizarse para

referirse a toda la población, o a toda la población menos un sector

por ejemplo la aristocracia. A veces se utiliza como sinónimo de

campesino, otras adquiere un tinte nacionalista cuando no racista,

ejemplo; el pueblo polaco, el pueblo alemán, el pueblo judío. Es decir

tal conjunto de individuos que reúnen determinadas características

son pueblo en oposición a otros que no lo son. Suele utilizarse

“pueblo” como sinónimo de clase. Popular es lo que tiene éxito en el

mercado de la cultura, y podríamos seguir encontrando significados a

esta palabra, lo que solo confirma la ambigüedad del término. Es

preferible hablar de Historia Social de los sectores dominados.

Algunas consideraciones sobre los talleres.

Si en los talleres se va a utilizar fuentes orales, como es deseable que

así ocurra, es imprescindible que el historiador este informado tanto

165 Idem, pp. 17.166 Idem, pp. 18.

6

Page 69: Historia, Memoria y Autogestión.

sobre el lenguaje, como sobre la psicología grupal y los aspectos

psicológicos de la entrevista.

Sin duda esta forma de recuperación de la historia, “Puede que haga

las veces de escapismo, una huida de las incertidumbres del presente hacia

las estabilidades aparentes del pasado.”167

Este peligro puede superarse en la medida que podamos encuadrar

este acontecer tan local en el marco de los acontecimientos

nacionales e internacionales.

“Se trata de la relación de lo local con el mundo exterior, los aspectos no

locales de la historia local. La localidad se ve afectada a todos los niveles

por su entorno social. Los vínculos se extienden más allá no sólo de los

límites de los municipios, sino también más allá de las ciudades e incluso de

los países, y afectan directamente, aunque a menudo de forma subterránea,

las experiencias vitales de los individuos. Debemos contribuir a crear una

conciencia más amplia que la que puede proporcionarnos la local por sí sola:

vivimos en una sociedad capitalista nacional e internacional; pertenecemos

a una clase obrera nacional e internacional. (Contra todas las apariencias, la

realidad es que Hoxton no termina en Old Street.)”168

Es imprescindible, (y esta es para nosotros una de las tareas

fundamentales del historiador), que el grupo que integra el taller

pueda hurgar debajo de la anécdota explorando y descubriendo las

causas profundas del acontecer. El grupo debe poder mediante; la

reflexión, la guía técnica del historiador, el contraste de fuentes, etc.;

interpretar y comprender lo ocurrido y la medida en que le afecta.

Es común detectar entre los trabajadores una sospecha sobre la

historia monumental. Todos hemos escuchado que la “historia

verdadera” de tal héroe o acontecimiento no es la que nos

enseñaron; que los historiadores sólo cuentan una parte de la

historia, omitiendo las luchas populares, etc. Muchas veces no carece

de asidero tal acusación y desconfianza.

Por otro lado existe un enfoque épico de la Historia Popular que calca

el modelo de la Historia Monumental sustituyendo sus protagonistas.

167 Idem, pp. 39.168 WHITE, Jerry, “Más Allá de la autobiografía”, en SAMUEL, Raphael, y Otros, Op. Cit., pp. 135, 136.

6

Page 70: Historia, Memoria y Autogestión.

Esta forma de concebir la Historia Popular ha llegado hasta nuestros

días. Este es un peligro contra el que se debe estar alerta.

“Quiero concluir diciendo que sea cual sea el grupo elegido para el papel de

héroe de la épica –la burguesía, el proletariado, los negros, o las mujeres- el

resultado es siempre la mistificación. Una historia edificada en torno a

buenos y malos imposibilita entender el pasado tal como sucedió. Sin duda,

el valor del estudio de la historia estriba en que nos recuerda verdades

embarazosas, como, por ejemplo, que no todos los de nuestro bando –sea

éste cual fuere- son necesariamente buenos e inteligentes, y que no todos

los integrantes del otro bando son inevitablemente malos y estúpidos.

Necesitamos colocarnos en el contexto histórico, del mismo modo que

necesitamos colocar a los historiadores románticos y a Tácito en su

contexto histórico. Eso quiere decir que tenemos que dedicar un poco de

tiempo a examinar nuestros propios prejuicios.”169

Finalmente Burke señala algo que suscribimos plenamente.

“…quisiera decir que (aunque me considero socialista e historiador), no soy

un historiador socialista; esto es, no creo en la historia socialista. Creo que

utilizar la historia como arma en la lucha política es contraproducente. Uno

llega a creerse la propaganda, a dramatizar excesivamente el pasado y de

ahí a olvidarse de la complejidad real de los problemas en cualquier

momento. Uno llega a idealizar su propio bando y a dividir a los seres

humanos en dos grupos: “nosotros” y “ellos”. No creo que sea bueno

idealizar a grupo alguno, se trate de uno tan reducido como los miembros

de mi “college” o tan extenso como el proletariado.”170

El aumento de la producción historiográfica en el sentido que hemos

expuesto no es garantía de una mayor conciencia histórica.

“Actualmente es en las instituciones más tradicionales del movimiento

obrero, en los sindicatos y, sobre todo, en el Partido Laborista, donde

virtualmente no existe el crucial sentido histórico de las causas pasadas y

presentes. El ímpetu que en años recientes poseía la historia social

académica ha surtido muy poco efecto en estos ambientes. Calificar a gran

parte de la conciencia popular contemporánea –o memoria popular- de

preocupantemente antihistórica podía parecer paradójico en vista de la

169 BURKE, Peter, “Historia Popular o Historia Total”, en SAMUEL, Raphael, Op. Cit., pp. 76.170 Idem, pp.76, 77.

7

Page 71: Historia, Memoria y Autogestión.

popularidad actual de los temas de historia social en la cultura popular que

representan las series televisivas y los libros en rústica. Es necesario

examinar esta paradoja. Porque es obviamente cierto que los temas de

historia social en la televisión han estado muy en evidencia durante los

últimos años.”171

“No hay duda de que todo esto representa algo importante, o de que

debería representarlo. Y, sin embargo, no estoy seguro de que así sea. El

elemento crucial que falta para que obras tan ricas como éstas puedan

contribuir a moldear la conciencia popular de clase es algún tipo de

contexto social que facilite su asimilación.”172

La importancia de la Historia Popular

¿Que importancia puede tener desarrollar este tipo de Historia?

Además de lo ya señalado podemos agregar lo siguiente.

En primer lugar, la posibilidad de crear lugares de reunión donde los

trabajadores o la gente de sectores sociales dominados pueda

reunirse a discutir, reflexionar y recuperar la historia de sus vidas.

Conectar las luchas pasadas, con las actuales, hacer visibles las

formas de dominación y recrear lazos de solidaridad comunitaria.

En segundo lugar fomenta la creación de instituciones alternativas;

(bibliotecas, editoriales, grupos de estudio, centros culturales,

librerías comunitarias, etc.), capaces de crear una red cultural,

verdadero tejido de cultura popular.

En tercer lugar permite generar espacios de autonomía personal y

grupal. De esta forma, de la recuperación de la memoria, a la

creación de instituciones alternativas, y a descubrir que es posible la

autogestión de espacios culturales propios y autónomos hay solo un

paso.

Estas personas “Prosiguen la lucha, quizás con largos períodos desiguales

a los que sigue esporádicos arranques de velocidad, con todo el proceso de

171 WORPOLE, Ken, “Implicaciones políticas de la historia local del movimiento obrero”, en SAMUEL, Raphael, Op. Cit., pp. 119.172 Idem, pp. 121.

7

Page 72: Historia, Memoria y Autogestión.

recuperar la historia y hacer libros de historia, turnándose en la tarea de

grabar en cinta, transcribir, pasar a máquina, confeccionar maquetas,

vender, llevar la contabilidad, hablar en público y reunirse y organizarse de

forma mutua y asociada. Gracias a la participación activa en estos

proyectos de historia local muchas personas han adquirido experiencias

importantes en la organización y producción material cultural. Asimismo,

gracias a la labor de coordinación a escala nacional que realiza la

Federación, muchas personas, por primera vez en su vida, viajan con

regularidad por todo el país para visitar otras poblaciones y ciudades y

tomar parte en reuniones administrativas y editoriales de la entidad

nacional.”173

Sobre la utilización de fuente oral.

No es el objetivo de este trabajo zanjar una discusión entre

historiadores sobre sí la Historia Oral es un campo autónomo dentro

de la Historia o no. A este respecto compartimos el criterio utilizado

por Mercedes Vilanova en su artículo “El combate, en España, por una

historia sin adjetivos con fuentes orales”. Ella expresa lo siguiente.

“Dejando, pues, bien claro lo que desde siempre habíamos defendido: la

necesidad de las fuentes orales, no la de la “historia oral”.”174

La historia oral es una técnica al servicio de muchas disciplinas

académicas.

“La historia oral se identifica con una técnica y no propone ni un objeto ni

un modo particular de elaborar el conocimiento histórico. Proporciona el

instrumento mientras que el tema le viene de fuera. De hecho, la historia

oral repercutió en el mundo universitario como una llamada democrática y

reanimó esa remota preocupación de los historiadores ingleses: ir hacia el

pueblo.

173 Idem, pp. 126.174 VILANOVA, Mercedes, El Combate, en España, por una historia sin adjetivos con fuentes orales, en “Historia y fuente oral”, N° 14, (Barcelona, Universitat de Barcelona, Arxiu Històric de la Ciutat, 1995), directora Mercedes VILANOVA. Pp. 113.

7

Page 73: Historia, Memoria y Autogestión.

Progresivamente, la historia oral va a profundizar la investigación en dos

terrenos: por un lado las relaciones laborales, y por otro las relaciones

familiares, sobre todo entre padres e hijos.”175

La fuente oral dada sus características específicas nos posibilita un

mejor abordaje de ciertos temas, en tanto en otros casos es la única

opción posible.

“Los archivos orales constituyen una documentación casi exclusiva sobre la

vida cotidiana y las relaciones poder entre hombres y mujeres, padres e

hijos, sobre las que no dicen nada los fondos manuscritos. Sin embargo, la

recolección de los archivos orales, no colma simplemente las lagunas de un

fondo documental, como tampoco lo sustituye. La historia oral, que hunde

sus raíces en un capítulo del movimiento obrero –la historia social-, no se ha

hecho oral por falta de documentos. Aparte de que la noción de archivo

adquiere una nueva extensión y combina las fuentes documentales

tradicionales con archivos no públicos, la historia oral produce efectos

críticos y transformadores de la practica historiográfica. Lo oral informa

sobre la existencia del documento tradicional o modifica su lectura.”176

Según Pilar Folguera, “…la utilización de las fuentes orales está

especialmente indicada en algunas áreas de la historia, tales como la

historia social, la historia local, historia de la familia, de la vida privada,

historia de las mujeres e, incluso, en la historia política.”177

Ya expresamos algo acerca de lo que nos informan las fuentes orales.

El Dr. Okon Edet Uya al respecto dice; “Estos relatos, especialmente si

son autobiográficos, serán altamente personalizados, muy subjetivos e

introspectivos en muchos aspectos. Por ello, se constituyen en una ventana

abierta al modo de percibir el hombre los sucesos que se desarrollan a su

alrededor. De modo que, si bien se manifiesta una percepción subjetiva de

la realidad, ésta no está articulada fuera de los límites de las pautas

culturales. Esa percepción subjetiva puede ser reflejo de un modo de

percepción común a una sociedad, particularmente en el caso de

sociedades tradicionales en las que no se admiten las idiosincrasias

175 SAMUEL, Ralph, “Desprofesionalizar la historia”, en SCHWARZSTEIN, Dora, y Otros, La historia oral, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina S.A., 1991. Pp. 114.176 Idem, pp. 114, 115.177 FOLGUERA, Pilar, Cómo se hace historia oral, Salamanca, Eudema S.A., 1994. Pp. 14.

7

Page 74: Historia, Memoria y Autogestión.

individualistas. Por lo tanto, si bien el testigo ocular puede estar

describiendo su percepción particular de los hechos, tal percepción puede

reflejar la orientación comunitaria de la población en cuestión. En este caso,

el relato pasa a constituirse en una ventana hacia la mentalidad de esa

población.”178

Luisa Passerini, pone el énfasis no solo en lo dicho, sino en lo que no

se dice.

“Como plantea Luisa Passerini, no debemos olvidar que la materia prima de

la historia oral consiste no solo en información de hechos, sino que es

básicamente expresión y representación de cultura, y por lo tanto incluye

no sólo narración literal sino también dimensiones de la memoria, ideología

y deseos inconscientes. Sin duda la memoria tiene un carácter subjetivo y

tendencia a interpretar a la historia más que a reflejarla.*

Es esencial tener en cuenta que en la entrevista se mezclan dos tipos de

significados, por un lado la información explícita y por otro la manera en

que está contada revela las estructuras mentales, culturales e ideológicas.

Esto trae como consecuencia que los trabajos de historia oral, puedan por

un lado reconstruir e interpretar hechos del pasado a través de la

recuperación de distintas perspectivas, hasta ese momento desconocidas, y

a la vez interpretar cambios en la conciencia y encontrar sentido no solo a

lo que la gente dice sino también a lo que no dice.**”179

Para el estudio de las grandes mayorías marginadas del poder el

instrumento idóneo son las fuentes orales, pero no el único.

Es igualmente útil para el estudio de las elites poderosas.

“Es un instrumento privilegiado para hacer la historia de las mujeres, la vida

familiar, los niños, áreas donde se esconden algunas de las claves de la

dinámica de los cambios sociales. Es valiosa asimismo para reconstrucción

del mundo del trabajo y de experiencias como las migraciones.

Aspectos de la historia más reciente que en algunos casos un discurso

dominante trata de suprimir y olvidar encuentran la luz a través de la

178 UYA, Okon Edet, HISTORIA AFRICANA Y AFRO-AMERICANA Cinco problemas de metodología y perspectivas, Buenos Aires, Fundación Editorial de Belgrano, 1990. Pp. 34.179 SCHWARZSTEIN, Dora, “Introducción”, en SCHWARZSTEIN, Dora, Op. Cit., pp. 15, donde cita: * PASSERINI, Luisa, “Work ideology and consensus under italian fascism”, History Workshop, N° 8,autumn 1979. Y: ** THOMPSON, Paul, Our common history: the transformation of Europe, London, 1982.

7

Page 75: Historia, Memoria y Autogestión.

entrevista oral. En algunos casos se recurre a la fuente oral por falta de otro

tipo de fuentes. Pero también la fuente oral puede ser utilizada para el

estudio de las elites y sectores vinculados a la (sic) esferas de decisión en

tanto renueva enfoques y amplia la documentación existente.”180

José Marinas y Cristina Santamarinas afirman lo siguiente: “Atender a

lo que los historiadores llaman “fuentes orales” supone reflexionar –es decir

construir teoría- sobre los procesos sociales y personales de producción y de

intercambio, y no sólo respecto a un pasado más o menos documentable.

Las fuentes, los testigos, los actores no anteceden, sino que se constituyen

y modifican a través de los relatos en los que dan un sentido, a

contrasentido, contracorriente o no, a las formas de dominación y

construcción de identidades actuales. Y esto implica abrir algunas

problemáticas que, por lo que estamos viendo, no son sólo ni

principalmente académicas.

Nos referimos, entre otras que este libro detalla, a la cuestión compleja del

nexo entre el relato individual, la historia de uno o de una, y el conocimiento

o el análisis de la sociedad, de una etapa o de una clase. Se hace historia

oral, análisis e interpretación social para conocer las estructuras, conflictos

y procesos de un grupo o una sociedad. Pero reconstruir el discurso social –

que es más que el mero “recoger” historias- a partir de historias

individuales nos lleva a profundizar críticamente en otras dimensiones.”181

180 Idem, pp. 16, 17.181 MARINAS, José Miguel, y SANTAMARINA, Cristina, LA HISTORIA ORAL: MÉTODOS Y EXPERIENCIAS, Madrid, Ed. Debate S.A., 1993. Pp. 12 y 13.

7

Page 76: Historia, Memoria y Autogestión.

CAPÍTULO 7

El papel del historiador en el Taller de Historia

¿Cuál es el rol del historiador en el taller de Historia?

Acerca de esta pregunta podemos sostener dos posiciones

antagónicas. Por un lado se puede postular la desaparición del rol del

historiador en medio del grupo y para dar paso al discurso grupal, o

como algunos historiadores sostienen “darle la voz a los sin voz”. Este

es un ejercicio de vanidad sin límites, una demostración de poder

absoluta y una falsedad a todas luces. Todos tenemos voz, y todos

nos expresamos, solo que existen ruidos que a veces impiden

escuchar esas voces, como señala, Angel Castellan.

En segundo lugar otra posición afirma que se sostiene fuertemente el

rol del historiador/autor a pesar de lo que este pueda decir. Pero

como veremos más adelante puede haber una tercera posición.

Dora Schwarzstein hace referencia a la segunda postura en el marco

de la Historia Oral, pero puede también afirmarse en el marco de los

Talleres. Ella afirma lo siguiente: “Al ponerse el acento en el poder de la

historia oral para cambiar la tarea tradicional del historiador, se ha dejado

de lado tomar en consideración el modo en que el discurso disciplinar, sus

suposiciones y su contexto influencia esa práctica. Por lo tanto, los trabajos

que se basan en la historia oral oscilan entre extremos de un populismo

entusiasta, donde el historiador desaparece para dar voz al pueblo y una

concepción tradicional de historiografía “objetiva” en la que el

historiador/autor asume una posición privilegiada como intérprete de los

materiales aportados por los entrevistados.”182

Ahora bien en un Taller como el que nosotros formulamos no puede

desaparecer el rol del historiador, ni afirmarse en el papel de

historiador/autor. Por el contrario ese rol se transforma. El historiador

ya no sostiene firmemente las riendas del discurso historiográfico,

182 SCHWARZSTEIN, Dora, “Introducción”, en SCHWARZSTEIN, Dora, Op. Cit., pp. 12.

7

Page 77: Historia, Memoria y Autogestión.

sino que él participa en su construcción. Pero esa participación no es

en calidad de mero integrante del Taller como todos los demás.

“¿Significa esto rechazar (o desdeñar) la actividad académica? ¿Implica

aderezar la actividad académica con un componente “realista”, pero sin

alterar los sustentos teóricos del conocimiento lograble?

No. Supone integrar actividades académica y memoria popular, generando

un modo de investigación activo, sustentado sobre el diálogo franco y

mutuamente fecundador del científico en cuanto tal y del sujeto histórico.

Los efectos removedores de semejante propuesta no se ocultan a nadie. En

el terreno específico de la Historia sindical la misma supone trascender los

abordajes tradicionales sobre los modos organizativos, los postulados

ideológicos y las formas de lucha de los asalariados sindicalizados, para

incursionar en la mentalidad de los sectores populares, en sus conductas

cotidianas (respecto a las relaciones familiares, a las prácticas sexuales, a

las diversiones, a la actitud ante la muerte), en las condiciones de trabajo y

sus múltiples formalizaciones, en la visión empresarial y político-

conservadora sobre las reivindicaciones sindicales, en las proteicas

expresiones de la cultura popular…”183

El historiador participa desde su rol técnico exclusivamente, orienta,

guía, sugiere, cuestiona y es cuestionado. Pone las herramientas con

las que cuenta al servicio, no de la estructuración del discurso por él

deseado o impuesto, sino al servicio del grupo.

“Sucede que un cambio en el oficio de historiar de la entidad de este,

resulta coherente con un proyecto social transformador a nivel de la

sociedad globalmente considerada. Así como en la sociedad nueva (que se

aspira a ver fundada en una igualdad real y una justicia distributiva firme) la

clave democrática deberá residir en la participación (en el sentido de ser

parte, integrante activo, protagonista eficiente de la vida social), en la

nueva práctica historiográfica habrán de conjugarse el discernimiento

científico (y todos sus condicionamientos metodológicos) con la vivencia

personal y generacional, de forma de obtener una conciencia histórica

madura.”184

183 ZUBILLAGA, Carlos, “De la memoria del poder a la memoria popular” en ZUBILLAGA, Carlos y Otros, Op. Cit. Pp. 12.184 Idem, Idem.

7

Page 78: Historia, Memoria y Autogestión.

Entonces surgen varias preguntas. ¿La práctica democrática que la

autogestión del conocimiento histórico propone, es pura ilusión? Para

poder contestar la interrogante debemos saber; en manos de quién

está la producción del discurso historiográfico y hacia quién va

dirigido ese producto.

El historiador posee conocimientos técnicos, metodológicos, sobre la

propia materia histórica, además de una sólida formación científica

de la que carecen normalmente los integrantes del Taller. Esto indica

una primera diferencia entre el historiador y los demás talleristas.

Esta diferencia supone una desigualdad de poder que favorece al

historiador. La cuestión es sí el historiador ejerce o no ese poder. En

este caso el historiador puede asumir la representación de la Historia

y del Saber, y colocarse fuera del grupo y dominarlo. Por el

contrario puede también formar parte del grupo y del proceso como

un miembro más con una capacidad técnica que lo diferencia. Esa

capacidad es una herramienta formidable sí el historiador la coloca al

servicio del grupo, para asesorarlo, orientarlo, para colaborar en la

sistematización de los conocimientos. No para dominar al grupo y su

discurso, sino para colaborar en la estructuración, y en la

formalización de ese discurso, que en última instancia permanece en

manos del grupo. Pero como ya lo dijera José Artigas; “es muy

veleidosa la probidad de los hombres”. Por lo cual no podemos dejar

el ejercicio del poder que dispone el historiador librado a su voluntad

o a sus determinaciones inconscientes. Es necesario establecer reglas

fundamentales que permitan socializar ese poder. Una de ellas es la

necesidad del consenso a la hora de la formulación, planificación,

coordinación, y del control del cumplimiento de las distintas etapas

del proyecto. Esto debe extenderse al momento de la puesta en

común del conocimiento obtenido, al proceso de estructuración, y

formalización del discurso historiográfico.

Ahora bien tanto la indagación como el discurso construido en común,

puede en determinados momentos ser dirigido por el historiador,

tanto consciente como inconscientemente. Pero la aplicación de otra

7

Page 79: Historia, Memoria y Autogestión.

de las reglas fundamentales e imprescindibles que debe regir la tarea

del Taller; es decir la democracia y la constitución no jerárquica del

grupo permite corregir cualquier intento de dominación y apropiación

del discurso grupal.

Por tanto ese discurso surgirá de la propia autonomía del grupo, en la

medida que se mantengan los criterios de no-representación del

saber, de la aplicación de los principios de democracia, consenso, e

igualdad, así como de la propia ubicación del historiador dentro del

grupo y no por fuera de él. En esa medida el discurso historiográfico

no se mantiene fuertemente en manos del historiador, sino por el

contrario emana del grupo.

El producto historiográfico que surge de este proceso esta destinado

en primer lugar al propio grupo. En segundo lugar a los sectores

dominados y al pueblo en general. A modo de resumen podemos

decir que el rol del historiador se mantiene en todo momento dentro

del grupo. Pero ese rol no es el de historiador/autor, sino que se trata

de un rol técnico.

La diferencia fundamental entre estos Talleres y los History Workshop

está dada por los conceptos de autonomía, y no-representación ni del

saber, ni de los individuos, (los llamados “sin voz”).

Castoriadis define la autonomía; “Autonomía social e individual:

hacemos nuestras leyes, la colectividad es efectivamente soberana, los

individuos son efectivamente libres e iguales en su participación en el

poder.”185

Ciertamente esto exige un gran esfuerzo de parte del historiador, un

profundo conocimiento de la Psicología de grupo, un intenso diálogo

con otras disciplinas, particularmente con la Antropología y la

Sociología. Pero sobre todo una gran honestidad y compromiso para

con su ciencia.

185 CASTORIADIS, Cornelius, Psicoanálisis y autonomía. Lectura de La institución imaginaria de la sociedad, Montevideo, Ed. Nordan Comunidad, 1994. (selección y comentarios Martín Wolf-Felder). Pp. 17. Citado en la “Introducción” por PRIETO, Ruben G.

7

Page 80: Historia, Memoria y Autogestión.

Puesta en práctica de los Talleres de Historia

¿Cómo se desarrolla en la practica este modelo teórico? Ya señalamos

que estos Talleres deber ser autónomos. No es posible, ni deseable su

desarrollo en el marco de instituciones estatales o políticas. Por otra

parte tal y como están planteadas las cosas en nuestro país esto sería

impensable en la actualidad.

¿Entonces en que espacio pueden desarrollan los Talleres? En el seno

de las propias organizaciones populares. Es decir, comisiones de

fomento de carácter barrial, merenderos y ollas populares, sindicatos,

centros culturales, teatros independientes, cooperativas de vivienda,

asociaciones estudiantiles y profesionales, policlínicas

autogestionarias, ateneos, etc. Esta enumeración no es taxativa, ni se

agota en estos ejemplos. En esta tarea debería tener un rol de

avanzada, tanto el Colegio de Licenciados de la Facultad de

Humanidades y Ciencias de la Educación, como el Centro de

Estudiantes e incluso la propia Facultad. La convocatoria a integrar

estos grupos debe ser abierta y voluntaria, sobre el supuesto de

grupos homogéneos. Entendiendo por esto aquellos individuos que

hallan vivido experiencias encuadradas en lapsos determinado.

8

Page 81: Historia, Memoria y Autogestión.

CONCLUSIONES

El Estado controla la Historia, y la memoria, y modela la conciencia

histórica del modo que ya vimos. Es necesario la creación de un

conocimiento histórico alternativo y autónomo, lo que solo es posible

a través de la autogestión de ese conocimiento.

La forma que hemos preferido es la de los Talleres de Historia.

Esta propuesta reconoce su antecedente en los History Workshop

ingleses, en algunos postulados de la Historia Oral, y de la llamada

Historia Popular. La diferencia radica en el componente de autonomía,

que nosotros pensamos, es imprescindible para la concreción de la

autogestión de ese conocimiento. Sin autonomía no hay autogestión,

por más que esta se declare. Esta misma autonomía colabora a

liberar a la Historia de sus servidumbres.

El otro elemento clave es la utilización del consenso en el Taller como

medio de evitar la apropiación de esa autonomía en beneficio de

personas o grupos de personas, y como medio de controlar el poder

que sin duda dispone el historiador.

La importancia de este conocimiento alternativo radica

fundamentalmente en la posibilidad de alumbrar y rescatar, zonas de

nuestro pasado común, que permanecen en penumbras o que han

sido oscurecidos de exprofeso.

En segundo lugar contribuye a afirmar nuestra identidad como grupo,

clase, etc. Posibilita a su vez mayor libertad en la autoconstrucción

de nuestra conciencia histórica.

“Todo pensamiento sobre la historia y la sociedad pertenece él mismo a la

historia y a la sociedad…no es más que una modalidad y una forma de

hacer social- histórico. Pero puede permitirse ser lúcido respecto de sí

mismo. Lo que llamo elucidación es el trabajo por el cual los hombres

intentan pensar lo que hacen y saber lo que piensan.”186

186 Idem, pp. 12.

8

Page 82: Historia, Memoria y Autogestión.

Pero sí todas estas razones no fueran suficiente; el enriquecimiento,

cultural, emotivo, social que surge a partir de los Talleres de Historia

es razón suficiente para nosotros.

Finalmente el conocimiento que surge en estos Talleres no tiene

por finalidad servir de apoyo a reivindicaciones, o a posiciones

sostenidas por sector alguno.

8

Page 83: Historia, Memoria y Autogestión.

BIBLIOGRAFIA

ALTHUSSER, Louis, Ideología y aparatos ideológicos de

Estado. Freud y Lacan, Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión,

1988.

BLOCH, Marc, Introducción a la Historia, Buenos Aires, Fondo

de Cultura Económica S.A. de C. V., 1990.

CAR, Edward H., ¿Qué es la historia?, Barcelona, Editorial

Planeta – De Agostini S.A., 1985.

CASTELLAN, Angel, Tiempo e Historiografía, Buenos Aires,

Ed. Biblos, 1984.

CASTORIADIS, Cornelius, Psicoanálisis y autonomía. Lectura

de La institución imaginaria de la sociedad seleccionada y

comentada por Martín Wolf-Felder, Montevideo, Ed. Nordan

Comunidad, 1994.

FEBVRE, Lucien, Combates por la historia, Barcelona, Ed.

Planta – De Agostini S.A., 1993.

8

Page 84: Historia, Memoria y Autogestión.

FERRER, Chistian, y Otros, EL LENGUAJE LIBERTARIO

Filosofía de la protesta humana, tomo 2, Montevideo, Editorial

Nordan Comunidad, 1991.

FOLGUERA, Pilar, Cómo se hace historia oral, Salamanca,

Eudema S.A., 1994.

HUIZINGA, J., SOBRE EL ESTADO ACTUAL DE LA CIENCIA

HISTORICA Cuatro Conferencias, Tucumán, Ed. Cervantes,

1935?.

LE GOFF, Jacques, Pensar la historia, Barcelona, Ed. Altaya

S.A., 1995.

MARINAS, José Miguel, SANTAMARINA, Cristina, La historia

oral: Métodos y experiencias, Madrid, Ed. Debate, 1993.

PEREYRA, Carlos, y Otros, “Historia ¿para qué?, México,

Siglo Veintiuno editores, sa. de cv., 1988.

ROMERO, José Luis, Sobre la Biografía y la Historia, Buenos

Aires, Ed. Sudamericana, 1945.

SCHWARZSTEIN, Dora, y Otros, La historia oral, Buenos

Aires, Centro Editor de América Latina S.A., 1991.

8

Page 85: Historia, Memoria y Autogestión.

SAMUEL, Raphael, y Otros, Historia popular y teoría socialista,

Barcelona, Ed. Crítica S.A., 1984.

UYA, Dr. Okon Edet, HISTORIA AFRICANA Y AFRO-

AMERICANA Cinco problemas de metodología y perspectivas,

Buenos Aires, Fundación Editorial de Belgrano, 1990.

VILANOVA, Mercedes, El combate, en España, por una

Historia sin adjetivos con fuentes orales, en “Historia y Fuente

Oral”, N° 14, (Barcelona, Universitat de Barcelona, Arxiu

Històric de la Ciutat, 1995). Directora Mercedes Vilanova. Págs.

95 a 116.

ZUBILLAGA, Carlos, y Otros, TRABAJADORES Y

SINDICATOS EN AMÉRICA LATINA Reflexiones sobre su

historia, Montevideo, Consejo Latinoamericano de Ciencias

Sociales (CLACSO) – Centro Latinoamericano de Economía

Humana (CLAEH), 1989.

8

Page 86: Historia, Memoria y Autogestión.

Indice.

Introducción..............................................….......I

Capítulo 1

Historia necesidad para la vida...........................1

La conciencia histórica del hombre.....................4

Recuerdo y olvido................................................7

Capítulo 2

Historia y pasión...........................................…....9

El genio y la Historia............................................11

Los Micrólogos..............................................…...13

Los viajeros indiscretos.......................................14

Sobre los hechos.................................................15

Capítulo 3

Historia Monumental...........................................18

Historia Anticuario...............................................20

Historia Crítica.....................................................23

Los excesos de la Historia...................................24

Capítulo 4

La construcción del objeto...................................26

La pretensión de la Historia de ser ciencia..........28

La función de la Historia......................................30

8

Page 87: Historia, Memoria y Autogestión.

Historia y Presente..............................................32

La comprensión del pasado.................................35

Historia y Poder...................................................38

Capítulo 5

El control del Estado sobre la Historia.................44

Un conocimiento autónomo.................................47

Talleres de Historia..............................................48

El placer del oficio de historiar.............................49

De la producción del conocimiento histórico........51

Capítulo 6

Historia popular, Historia social...........................55

Algunas consideraciones sobre los talleres.........57

La importancia de la Historia Popular..................59

Sobre la utilización de la fuente oral...................60

Capítulo 7

El papel del historiador en el Taller de

Historia................................................................64

Puesta en práctica de los Talleres de

Historia................................................................67

Conclusiones.....................................................69

8

Page 88: Historia, Memoria y Autogestión.

Bibliografía........................................................71

8