Graciella Cruz-Taura. Espejo de la historia de Cuba...

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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XXXVI, N o 71. Lima-Boston, 1 er Semestre de 2010, pp. 495-527 RESEÑAS Graciella Cruz-Taura. Espejo de paciencia y Silvestre de Balboa en la historia de Cuba . Estudio, edición crítica y selección do- cumental. Madrid: Iberoameri- cana, 2009. 262 pp. Las ediciones críticas de los clásicos de una literatura nos per- miten una mayor y más penetrante comprensión de sus valores y de su importancia en el devenir de la vida nacional. El volumen que ahora comentamos, a cargo de la historia- dora, investigadora y profesora Graciella Cruz-Taura, catedrática de Historia Latinoamericana en Flori- da Atlantic University, Estados Unidos, especializada en temas cu- banos, es un verdadero paradigma de trabajo intelectual riguroso. La profesora Cruz-Taura se ha pro- puesto, como evidencia el título del libro que preparó con gran celo profesional y minuciosidad erudita, dar a las estrofas de Balboa el valor de fuente para la historia de Cuba del periodo en el que ocurren los hechos que cuenta el poema. Hasta ahora, según nos dice la propia in- vestigadora, Espejo de paciencia no había sido considerado, no al me- nos en la dimensión que ella lo hace, un documento de época. Ciertamente, la mayoría de los es- tudiosos de esta obra ha sido de especialistas en literatura, por lo que se han detenido más en el aná- lisis de sus versos desde una pers- pectiva literaria, si bien ninguno de los trabajos que se han dedicado a estos versos han profundizado en análisis estructurales, en la búsque- da de fuentes ni en comparaciones entre el poema de Balboa y sus homólogos americanos y europeos de aquellos años. Esa labor espera aún por los profesionales capaces de emprenderla con hondura y sa- gacidad, pues si bien el texto no posee un gran valor literario, mu- cho pueden decirnos esos análisis acerca de la formación intelectual de su autor y, en general, de los habitantes de Cuba en aquellos años. Cruz-Taura retoma la inten- ción de Pedro Agustín Morell de Santa Cruz –continuada por unos pocos historiadores, entre ellos José Manuel Pérez Cabrera y César García del Pino–, gracias a cuya feliz iniciativa de incluir el poema de Balboa en su Historia de la isla y catedral de Cuba (ca. 1750) como un documento que nos revelaba un hecho histórico de la isla de princi- pios del siglo XVII, conocemos hoy esta obra que da inicio a la lite- ratura cubana.

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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XXXVI, No 71. Lima-Boston, 1er Semestre de 2010, pp. 495-527

RESEÑAS

Graciella Cruz-Taura. Espejo de pac ienc ia y Si lves tre de Balboa en la his tor ia de Cuba . Estudio, edición crítica y selección do-cumental. Madrid: Iberoameri-cana, 2009. 262 pp.

Las ediciones críticas de los

clásicos de una literatura nos per-miten una mayor y más penetrante comprensión de sus valores y de su importancia en el devenir de la vida nacional. El volumen que ahora comentamos, a cargo de la historia-dora, investigadora y profesora Graciella Cruz-Taura, catedrática de Historia Latinoamericana en Flori-da Atlantic University, Estados Unidos, especializada en temas cu-banos, es un verdadero paradigma de trabajo intelectual riguroso. La profesora Cruz-Taura se ha pro-puesto, como evidencia el título del libro que preparó con gran celo profesional y minuciosidad erudita, dar a las estrofas de Balboa el valor de fuente para la historia de Cuba del periodo en el que ocurren los hechos que cuenta el poema. Hasta ahora, según nos dice la propia in-vestigadora, Espejo de paciencia no había sido considerado, no al me-nos en la dimensión que ella lo hace, un documento de época. Ciertamente, la mayoría de los es-

tudiosos de esta obra ha sido de especialistas en literatura, por lo que se han detenido más en el aná-lisis de sus versos desde una pers-pectiva literaria, si bien ninguno de los trabajos que se han dedicado a estos versos han profundizado en análisis estructurales, en la búsque-da de fuentes ni en comparaciones entre el poema de Balboa y sus homólogos americanos y europeos de aquellos años. Esa labor espera aún por los profesionales capaces de emprenderla con hondura y sa-gacidad, pues si bien el texto no posee un gran valor literario, mu-cho pueden decirnos esos análisis acerca de la formación intelectual de su autor y, en general, de los habitantes de Cuba en aquellos años. Cruz-Taura retoma la inten-ción de Pedro Agustín Morell de Santa Cruz –continuada por unos pocos historiadores, entre ellos José Manuel Pérez Cabrera y César García del Pino–, gracias a cuya feliz iniciativa de incluir el poema de Balboa en su Historia de la isla y catedral de Cuba (ca. 1750) como un documento que nos revelaba un hecho histórico de la isla de princi-pios del siglo XVII, conocemos hoy esta obra que da inicio a la lite-ratura cubana.

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El inmenso material con que trabajó la investigadora ha sido muy racionalmente distribuido en su libro, virtud no menor si tenemos en cuenta que esa enorme masa de información puede tornarse ilegible y poco provechosa si no está ade-cuadamente expuesta a los lectores, especialistas o no. Después de unas palabras de agradecimiento a diver-sas personas e instituciones, halla-mos una “Primera parte. Espejo de paciencia y Silvestre de Balboa en la historia de Cuba”, subdividida en “Introducción”, “Capítulo I. Histo-ria de una pelea cubana contra los hugonotes”, “Capítulo II. Historia de una pelea cubana por un poe-ma”, “Capítulo III. El poema y los historiadores”, “Capítulo IV. Con-clusión” y finalmente “Bibliogra-fía”. La “Segunda parte. Edición crítica de Espejo de paciencia”, consta a su vez de estas secciones: “Guías del lector” y “Espejo de paciencia”. La primera subdividida en “I. Escena-rio”, “II. Participantes históricos” y “III. Cronología editorial”, y la se-gunda en “I. Título”, “II. Al lec-tor”, “III. Al Maestro: Carta dedi-catoria”, “IV. Seis sonetos laudato-rios”, “V. Canto Primero” y “VI. Canto Segundo”. La “Tercera par-te. Selección documental” nos en-trega, en la escritura de la época (“Transliteración”) y en ortografía modernizada (“Actualización”), “A. Memorial y Relación del obispo”, “B. Autos testimoniales”, “C. Carta al provisor”, “D. Proceso contra un fraile” y “E. Narrativa de un obispo ilustrado”, todo un conjunto de textos del momento en los que se refieren los acontecimientos relata-dos por diferentes personas y además la versión de Morell de

Santa Cruz en su Historia… En ca-da una de esas partes y en sus capí-tulos o subdivisiones hallamos siempre una cuidadosa utilización de fuentes y de datos de naturaleza disímil, extraídos de los diferentes archivos en los que trabajó Cruz-Taura durante su investigación co-mo parte de su proyecto de realizar una historia de Cuba de los siglos XVI y XVII, magna obra que aún no han realizado los historiadores cubanos, entre los que hay ya im-portantes aportes al conocimiento parcial de aquellas realidades. Son dignas de destacar en todas esas páginas la precisión y sobriedad de las conclusiones a las que va llegan-do la investigadora, la manera en que va exponiendo sus criterios y reflexiones, con un didactismo de la más alta estirpe, consecuente con la rica tradición de trabajos de esta naturaleza.

Mientras leía con cuidado el li-bro, iba yo pensando en qué podría echar de menos el lector, qué po-dría cuestionarse, si se trataba de un lector especializado, a partir de sus diferentes acercamientos a la época y de la inevitable confrontación de otras bibliografías con esta que ahora estuviese leyendo; si no se trataba de un lector especializado, me decía a mí mismo que al irse adentrando éste en las reflexiones y valoraciones de Cruz-Taura iba sur-giendo en su mente un magnífico cuadro de las problemáticas aquí tratadas, con tesis y aseveraciones perfectamente fundadas en docu-mentos y en una acertada valora-ción de lo que esas fuentes nos están diciendo. Acaso podríamos desear, al leer esta edición, que la investigadora nos hubiese dado

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más datos referentes al obispo fray Juan de las Cabezas Altamirano, bien fuese para refutar o confirmar la tesis del investigador cubano César García del Pino acerca de la participación del obispo en el con-trabando, con cuya práctica, según el erudito que mencionamos, se enriqueció extraordinariamente. En varios momentos discrepa la autora de algunos colegas, como el propio García del Pino, el historiador Ma-nuel Moreno Fraginals y yo mismo, siempre con la razón de su parte, pues en cada caso entra en preci-siones que sin duda nos dicen que sus criterios son más sólidos que los que objeta. Quizá si hubiese ahondado, en su exposición, en la vida de Cabezas Altamirano habría podido refutar, con indiscutible argumentación, el criterio de que era un beneficiado del contraban-do, argumento que le resta autori-dad moral a su persona –teniendo en cuenta su condición de repre-sentante de la Iglesia– y obliga a interpretar el texto de Balboa y su dedicatoria como un documento para enmascarar las verdades ante la Corona. La tesis de García del Pino de que la batalla descrita por Balboa en el poema no fue en 1604, sino otra que ocurrió en 1606, pues no era creíble, según ese investiga-dor, que hombres tan experimenta-dos en la guerra se dejasen sor-prender de la manera en que nos cuenta el poeta, es sin duda atracti-va, pero perfectamente bien pudie-ron caer en una trampa como la que se nos relata en las octavas, incluso sin negar las similitudes que puedan encontrarse entre ese com-bate y el de 1606. Leyendo a Cruz-Taura nos convencemos de que era

posible en verdad que Girón y sus hombres hayan sido derrotados por Ramos y sus combatientes de la manera que lo cuenta Espejo de pa-ciencia.

La bibliografía incluida al final de la “Primera parte”, cuya men-ción queda omitida inexplicable-mente en los créditos consignados en la carátula y en la portada inte-rior del volumen, pues es una labor realizada también por Cruz-Taura, es verdaderamente monumental, utilísima para los estudiosos que trabajen con este libro para impartir docencia a estudiantes de Historia o de Literatura o para hacer un aná-lisis de la época o de los poemas. Destacamos la ausencia de un tra-bajo del lingüista Sergio Valdés Bernal que quizá la autora no co-noce o no pudo consultar: “Los indoamericanismos en el Espejo de paciencia”, aparecido en la revista Universidad de La Habana (La Habana, número 215, páginas 142-160, 1981). Grato es verificar la abundante cuantía y hondura de los acercamientos relativamente recien-tes de diferentes estudiosos a este poema épico y los sonetos que lo acompañan, con lo que se va cre-ando una tradición erudita que sin duda redundará en beneficio de la cultura occidental en la medida en que se vayan fijando y depurando valores en la formación histórico-cultural de nuestros países.

La edición crítica que hace Gra-ciella Cruz-Taura de Espejo de pacien-cia y que ahora comentamos es sen-cillamente formidable, más si te-nemos en cuenta que su propósito fundamental no es filológico, como muy claramente queda expresado en la página 105, cuando dice:

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“Considero mi lectura de esta ma-nifestación literaria del evento, compuesta en octava rima por un colonizador de origen canario, con-temporáneo de los protagonistas aunque no testigo del episodio, su rescate como texto histórico”. Cruz-Taura ha utilizado con acierto el aparato crítico y las fuentes eru-ditas para hacer más inteligibles los sonetos y las octavas reales, y al mismo tiempo para llegar a una mayor comprensión de la época y su léxico, con lo cual hemos obte-nido una enorme ganancia todos los que nos interesamos por esta obra de nuestros inicios histórico-culturales, cualesquiera que sean las causas de ese interés. Apenas ha quedado sin anotar algún término o verso que ofrezca alguna dificultad. Las aclaraciones, todas muy perti-nentes, aportan un valiosísimo cau-dal de conocimientos que vienen respaldados por las más notorias autoridades. Los versos de Balboa y de los sonetistas son ahora más nítidos, una vez que hemos podido saber a quiénes o a qué aluden en los momentos en que recurren a personajes mitológicos o literarios y a elementos de la naturaleza o de la vida cultural que no nos son fami-liares. Desde luego, su calidad lite-raria permanece idéntica a sí mis-ma, pues no depende de los cono-cimientos contenidos en los versos ni de las influencias recibidas por los poetas. A pesar de ello, los lec-tores podrán acercarse a estas es-trofas a partir de ahora con otra disposición, una simpatía que difí-cilmente podían tener antes de esta edición, pues a la pobreza formal y conceptual de la obra se unía su in-inteligibilidad en muchos pasajes, lo

cual agrandaba la distancia entre ésta y el público. Cuando se haga u-na edición crítica del poema con objetivos específicamente filológ-cos, habrá que detenerse mucho más en investigaciones de fuentes y de literatura comparada en busca de posibles influencias que permitan fundamentar más sustanciosamente los rasgos más relevantes de los textos y sus valores y significado en la historia de la literatura nacional.

Oportuno nos parece señalar, sin embargo, pequeños errores o erratas en esta parte del libro, inevi-tables cuando se trata de un texto tan distante en el tiempo cuyas fuentes primarias están definitiva-mente perdidas o son, por una u otra causa, inaccesibles. El primero que queremos mencionar es la au-sencia del manuscrito incorporado por Cintio Vitier en su edición de 1962, referente de gran utilidad pa-ra la fijación del texto. Así, por ejemplo, en el verso 132 leemos: “la mano del Señor en gran regalo”, donde debería decir “la mano del Señor un gran regalo”, como nos enseña el manuscrito. En el verso 984 hallamos esta frase: “que se puede decir ‘mate ahogado’”, sin el acento que aparece en la lección del manuscrito: “que se puede decir ‘maté ahogado’”, con el empleo del pasado del verbo matar, no de mate en el sentido que tiene en el aje-drez. En el verso 662 hallamos otra diferencia con el texto que Cruz-Taura denomina JAE/Morell, en el cual aparece el enunciado de esta manera: “donde antes había estado con su yunta”, mientras en esta edición dice: “donde antes había estado en su yunta”. Atentos ahora a las notas destaquemos dos, acaso

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las únicas que podrían objetarse de las 257 de que consta la edición. En la nota 78, referida al verso 228: “como aquel que echó a huir cuan-do el Mesías”, nos dice Cruz-Taura que se refiere a Pedro, al redactar la siguiente aclaración: “Simón, el pescador, luego Pedro, abandona el patio de la casa del Sumo Sacerdote cuando el Mesías, Jesús de Nazaret, se vuelve hacia él, después de que Pedro negara tres veces ser su discípulo y el gallo cantara (Lucas 22: 61-62)”. Pienso que el verso alude al acontecimiento narrado en el Evangelio según San Marcos, capítulo 14, versículos 51-52, don-de se habla de un joven que seguía a Jesús y escapó desnudo al ser apresado, pues iba vestido con sólo una sábana, la que le fue separada del cuerpo en ese momento. En la nota 96 quizá debió abundar la edi-tora en el esclarecimiento de la fra-se “la ley de gracia” del verso 336, estableciendo un sencillo contraste entre la ley mosaica y la ley neotes-tamentaria. Insistimos: la lectura del poema se enriquece notablemente con este trabajo minucioso, ejem-plo de la mejor erudición, dentro de la cual no ocupa un sitio insigni-ficante la racionalidad en la estruc-turación de la obra en su conjunto, en el ordenamiento de las fuentes y en su empleo moderado y oportu-no, factores que caracterizan esta edición y que son de suma impor-tancia para que los lectores menos ambiciosos y los más exigentes ob-tengan el mayor provecho.

Por último, la referencia al do-cumento de Manuel José de Estra-da (“Apuntes para la historia de la isla de Cuba: El Bayamo. Estracto [sic] de la Memoria escrita por el

Dr. D. Manuel José de Estrada […]”, publicada en Memorias de la Sociedad Patriótica de La Habana, no citadas por ningún estudioso del poema que yo conozca, son un im-portantísimo aporte de esta investi-gación de Graciella Cruz-Taura, pues se suma, como un factor de gran peso, a los que ha venido ar-gumentando la crítica para demos-trar la autenticidad de esta obra lite-raria de principios del siglo XVII, con la que se inicia la historia litera-ria de Cuba. Estamos en presencia, con este libro de Graciella Cruz-Taura, de una obra en verdad para-digmática por su rigor académico en el manejo de las fuentes históri-cas y la sustentación de las tesis fundamentales en torno a la historia de Cuba y a la obra de Balboa. Vir-tud no menor es la prosa diáfana y bien elaborada con la que se de-sarrollan las ideas y se discrepa y se defienden criterios a lo largo de todo el libro. Muy valiosa es asi-mismo la edición de Espejo de pacien-cia propiamente dicha, labor que le agradecemos a la autora todos los que nos dedicamos de una u otra manera a estudiar este texto de los orígenes de la cultura cubana. De lecciones como ésta aprendemos no sólo las enseñanzas de sus afir-maciones y negaciones, de sus in-terpretaciones y juicios valorativos, sino además su método investigati-vo, su racionalidad y coherencia, resultados tan valiosos como los puramente teóricos y de interpreta-ción del pasado. La historia políti-co-social y literaria de Cuba es aho-ra más nítida y más cercana, más rica y reveladora, gracias a los hallazgos y aportes de este libro

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que constituye un hito en nuestra historiografía.

Enrique Saínz

Instituto de Literatura y Lingüística José A. Portuondo Valdor, Cuba

Jorgelina Corbatta. Manuel Puig . Mito personal , his tor ia y f i c c ión. Buenos Aires: Corregidor, 2009. 320 pp.

Observar el grado de reflexión que se produce entre un trabajo crítico y su objeto literario es un modo de recorrer la propuesta que Jorgelina Corbatta formula en su análisis de la obra de Manuel Puig. En este caso, la obra de Puig cons-tituye, en primer lugar, todas las novelas de su corpus, el conjunto de sus textos leído como una tota-lidad significante, como un “macro-rrelato” en cuyo análisis se fusionan el mundo ficcional creado por el autor y su biografía real. Este análi-sis que pone en jaque la estabilidad de los límites entre lo real y la fic-ción es construido por Corbatta mediante un trabajo, de vasto sostén teórico, desarrollado a lo largo de varias secciones, capítulos y apéndices, que permiten al lector no sólo aprehender el modelo de la formulación crítica, sino también la historia del contacto personal entre Jorgelina Corbatta y Manuel Puig.

El itinerario que ha recorrido J. Corbatta a lo largo de la produc-ción de sus diversos trabajos críti-cos sobre este tema y que se reúnen en este volumen, tiene un punto de partida muy similar al que refiere Manuel Puig acerca de sus primeros contactos con la literatura. Preci-samente, la imagen de la vida pue-

blerina en el interior de una provin-cia argentina con su carga de deso-lación cultural es un punto de comparación entre los motivos que condujeron a Puig a escribir sus primeras novelas y el escenario en el que J. Corbatta tuvo el primer encuentro con la obra de este autor.

En el prólogo de su obra, Jorge-lina Corbatta refiere los episodios que fueron vinculándola con la obra de Puig: un seminario y un radioteatro en ciudades del interior de la Ar-gentina, un encuentro personal en Colombia, su tesis doctoral en EE.UU. y una fructífera relación epistolar entre autor y crítica. Por su parte, la obra de Manuel Puig también está signada por su propio itinerario migrante, por cuanto los escenarios de las novelas se van enriqueciendo y ampliando según los espacios de su recorrido vital: Buenos Aires, Italia, Estados Uni-dos, Brasil, México.

La experiencia personal y su vinculación con lo social es un fac-tor clave en esta obra, cuyo objeto ilumina las relaciones entre indivi-duo y sociedad sobre la base de una serie de temas que incluyen los as-pectos políticos e idiosincráticos de la sexualidad, el ejercicio del poder y la autoridad en la determinación de los roles de hombres y mujeres. Estos ejes teóricos vertebran el análisis articulándose alrededor de las nociones de “mito personal” y “mito colectivo”, dando forma al yo personal del autor y a su yo so-cial respectivamente.

El aparato metodológico ha sido elaborado mediante la confluencia de dos disciplinas: la sociología de la literatura y la psicocrítica. Si bien los asideros teóricos que sostienen

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las afirmaciones críticas son sobra-damente abundantes, las dos vías principales de acceso al marco teó-rico se erigen sobre algunos con-ceptos nucleares. El concepto rec-tor del análisis acerca del “mito personal” se funda en el método psicocrítico de Charles Mauron, quien plantea la aparición de redes de imágenes obsesivas como el re-sultado de exigencias primitivas. Estas imágenes que se repiten y modifican a lo largo de la obra van diseñando figuras y situaciones dramáticas según una activación ejercida por las influencias exterio-res. De acuerdo con esta dinámica, se reconocen en el escritor una in-terrelación entre su función de “yo creador” y “yo social”.

Por otro lado, la noción de “mi-tos colectivos” es esencial en el pensamiento estético italiano con-temporáneo y, en especial, en la obra de Dorfles y Umberto Eco. En este sentido, se hace notar que los géneros de los mass media que utiliza Puig son portadores de un imaginario colectivo de acuerdo con el cual se modelan conductas, modos de decir, estilos de vida e ideologías. En su producción litera-ria, la elección de una forma es el resultado de la necesidad de desen-trañar un contenido, de resolver un problema que lo obsede. Este de-seo de esclarecer un enigma, como si fuera una investigación, logra el entrecruzamiento de su ficción na-rrativa con sus preocupaciones íntimas y el imaginario de una épo-ca. Su mito personal emerge de una vivencia familiar durante su infan-cia acerca de la inadecuación entre las motivaciones y personalidad de sus padres frente a los roles a los

que éstos se veían sometidos por la estructura social. Este “mito perso-nal” asume diversas metamorfosis, presentificadas en los personajes de sus novelas, mediante la utilización de diversos géneros y formas me-diáticas, que configuran la relación dominado/dominador dentro de campos que exceden lo estricta-mente biográfico.

En el presente trabajo crítico, que resulta de la superposición de las siete novelas, J. Corbatta revela una serie de motivos dominantes que, en interrelación dinámica, se organizan en estructuras subyacen-tes configurando el “mito personal” del autor, el cual va sufriendo va-riaciones debido a la influencia de sus experiencias de vida. Las pro-blemáticas del sexo como instru-mento de poder y dominación, la necesidad de enmascarar el com-portamiento y los problemas que plantea la sujeción del individuo a las presiones del sistema y sus in-tentos de liberarse condenados al fracaso constituyen las preocupa-ciones fundamentales de Puig, via-bilizadas por el condicionamiento inconsciente y colectivo en la con-ducta aparentemente libre de los individuos y evidenciadas en el uso de “lenguajes de segunda mano”.

Corbatta divide la obra de Puig en tres ciclos que van de lo particu-lar a lo general: el ciclo de Coronel Vallejos que comprende las novelas La traición de Rita Hayworth y Boqui-tas pintadas; el segundo, que transcu-rre en Buenos Aires e incluye The Buenos Aires affair y El beso de la mujer araña; y en tercer lugar, el ciclo americano, que abarca Pubis angelical (México), Maldición eterna a quien lea

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estas páginas (EE.UU.) y Sangre de amor correspondido (Brasil).

A lo largo de los tres ciclos de su producción se puede observar la configuración estructural del mito personal del autor resultante del juego de explotación y sometimien-to que la sociedad impone a sus miembros. Esta visión cobra pre-sencia, según las propias declara-ciones de Puig recogidas por Cor-batta, en su infancia al observar un padre imaginativo, menos instruido que su madre, inseguro, que debía adoptar el papel de hombre fuerte y soporte de familia que la sociedad le imponía. Por contraste, su madre universitaria, verdadero sostén de la familia, se veía obligada a aceptar el papel de una mujer débil, insegura y sometida. Frente a esta situación, la elección decisiva es rechazar el po-der para situarse del lado de la sen-sibilidad, del lado del más débil, del sometido, en un campo de investi-gación que excediendo lo familiar, abarca también lo político, lo sexual, la religión, la economía y el aparato cultural.

La apropiación de la que se vale Puig de los géneros mediáticos co-mo la novela folletinesca, el radio-teatro, los boleros y el tango, entre otros, se debe a su intención de rescatar de ellos el imaginario co-lectivo que transportan y sostienen. Los personajes tienen menos im-portancia por sí mismos que por las estructuras de adhesión a los mass media que los componen. El uso bricoleur de estos lenguajes de se-gunda mano le permite a Puig re-cuperar un pasado argentino y di-bujar lo que llama “la ideología de la gran pasión”, constituida por los ideales de fineza, elegancia, sacrifi-

cio, nobleza y, en definitiva, cursi-lería, que permitiría a los inmigran-tes olvidar sus tradiciones y encon-trar una identidad mejor que no se daba en sus casas.

La ideología de la gran pasión es aquella configurada por el uso que hace la clase media argentina de pautas de conducta provenientes del cine, el cancionero, la “novela rosa” y las revistas femeninas, y cuya génesis tiene que ver con el fenómeno inmigratorio y su búsqueda de identidad cultural en un medio que le es ajeno. Por me-dio de este particular procedimien-to de los discursos masivos, Puig interviene conscientemente sobre las ideologías que éstos sostienen mediante mecanismos paródicos, e incluso satíricos, de los géneros adoptados, los cuales son subverti-dos hasta la apoteosis y la irrisión.

El trabajo sobre la forma litera-ria no deja en ningún momento de ser el resultado de la obsesión do-minante del autor que va encarnán-dose en esas diversas formas a las cuales subvierte en su proceso de vehiculizar una doble investigación: personal (por la tramitación ince-sante de aquella escena familiar) y social (por el tratamiento del poder y la autoridad). Las historias de los personajes y sus relaciones, consis-tentemente, son desdoblamientos sucesivos, en cada obra, de esa es-tructura básica que va siendo reela-borada, y que permite al autor me-diante su identificación con los pro-tagonistas desentrañar sus obsesio-nes. Una ilustración de esto se veri-fica en La traición de Rita Hayworth: Toto, el niño huérfano que cuenta historias, películas y novelas, sim-bólicamente adherido a su madre,

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reaparece en el personaje de Gla-dys, en The Buenos Aires affair, al co-piar los dibujos de las revistas y, una vez adulta, cuando defiende la estética del bricolage. Luego, en El beso de la mujer araña, será Molina quien ocupe este lugar, contando películas para entretener y seducir a Valentín.

En el ciclo americano, y siguien-do la línea de desdoblamientos de los personajes, se trata de Larry (Maldición eterna a quien lea estas pági-nas) quien hace uso del género del folletín en sus evocaciones del in-consciente y quien define con ma-yor precisión uno de los aspectos del mito personal que se vincula con lo social: el ejercicio de poder vinculado a la lucha entre los sexos, la presencia de lo “diabólico mas-culino” cuya hipertrofia origina el síndrome nazifascista encarado en el momento peronista. Esta temáti-ca explicita la relación de las nove-las del ciclo americano con la resi-dencia de Puig fuera de la Argenti-na desde 1973, al presentar la pro-blemática de la marginación, el des-arraigo y la alienación.

El espacio de lo político y lo re-lativo a la denuncia de la Guerra Sucia en la Argentina entre 1976 y 1983 es uno de los temas que se abordan en la segunda parte de la obra de Corbatta, compuesta, además, por otra sección que trata independientemente aspectos de la obra de Puig, hasta ahora inexplo-rados: los puntos de relación con Borges respecto de su tratamiento de temas y géneros populares, y, por otra parte, aquellos rasgos que tienen que ver con el discurso ci-nematográfico cuando Puig em-prendió la tarea de escribir un

guión para un cuento de Silvina Ocampo. Este análisis de “Puig y los otros” se completa con un es-tudio de los puntos en común con el corpus fílmico de Pedro Al-modóvar, especialmente en lo que se refiere a los procedimientos kitsch, el tratamiento de las figuras femeninas y el uso de los géneros populares.

La toma de partido por lo mar-ginal o lo sometido es transpuesto desde el plano de lo personal al de los aspectos sociales en el momen-to en que ocurre la elección por los géneros “menores”, objeto de la crítica culta del buen gusto. Los aspectos subjetivos interpretados bajo la luz del psicoanálisis dan forma a una imago siniestra, en el sentido freudiano de algo suscitado siempre en relación con lo familiar, que se ha tornado extraño por el proceso de represión, y que retorna una y otra vez bajo la forma de un “otro”, un “doble”. Ese desdobla-miento sucesivo da lugar a la pro-ducción de la serie literaria, ratifi-cando la afirmación puigeana de que la novela moderna se inicia con Freud.

Las elaboraciones psicoanalíticas en articulación con las reflexiones sociológicas sobre literatura le han permitido construir a J. Corbatta un objeto que destaca, doblemente, el lazo entre el sujeto y el objeto estu-diado porque subrayan de qué for-ma los principios constructivos de la obra de Manuel Puig ponen en evidencia la dinámica que existe entre ésta y el trayecto de experien-cias de su autor. Por otra parte, y abismalmente, el lugar del sujeto crítico también hace explícitos los acontecimientos de su propia expe-

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riencia de vida que han activado y alimentado el proceso de reflexión crítica.

El espacio que media entre el sujeto crítico y el objeto de estudio es, por momentos, significativa-mente lábil si se tiene en cuenta que algunos rasgos caracterizadores de la obra de Puig, tales como la plura-lidad de voces y puntos de vista o la variedad de géneros utilizados tam-bién están presentes en el trabajo de J. Corbatta cuando, mediante la inclusión de una variedad de citas y referencias teóricas así como las apariciones textuales del propio Puig con comentarios acerca de su obra, la forma de la crítica mima las formas de la novelística abordada. Como la misma autora confiesa, entre los capítulos iniciales y los finales tiene lugar un cambio del sujeto enunciante, que va de una postura impersonal a una primera persona. La composición de la obra no deja tampoco de dar cuenta de una heterogeneidad de registros y géneros: desde la especificidad de la escritura académica, pasando por experimentaciones más lúdicas co-mo la enumeración caótica con la que se inicia la segunda sección –¿o debería decir “entrega” a esta altu-ra?– tanto como la inclusión del corpus epistolar entre autor y críti-ca, e inclusive el registro textual, como una cámara testigo, de una conferencia dada por Puig, sin ol-vidar las reconocidas entrevis-tas/diálogos entre ambos.

En todo caso, se trata de una operación, en primer lugar, de re-novación de las propuestas meto-dológicas para el abordaje de un objeto que demanda, evidentemen-te, para sí y para su lectura, la reno-

vación de la condición literaria en función de la interrelación entre las categorías de subjetividad y socie-dad. En segunda instancia, la mis-ma operación de escritura crítica consiste en un gesto que reafirma la capacidad reproductiva, como cate-goría de valor de lo que llamamos literatura.

Mauro L. Asnes

Universidad Nacional del Sur Bahía Blanca, Argentina

Elena Romiti. Los hi los de la t i erra. Relac iones intercul turales y escr i tura: El Inca Garci laso de la Vega (Prólogo de José A. Mazzotti). Montevideo: Biblio-teca Nacional, 2009. 152 pp.

La celebración de los 400 años

de la publicación de la Primera Parte de los Comentarios reales del Inca Garcilaso en 2009 dio lugar a una serie de celebraciones a través de congresos, simposios, conferen-cias y charlas en varios lugares del mundo, pero también ha traído consigo la reedición de las obras de este autor, así como la publicación de varios volúmenes que revisan la crítica sobre este importante y canónico texto del periodo colonial peruano e hispanoamericano. El libro de Romiti coincide con este auge de publicaciones y, sin duda, llenará ciertos vacíos en la crítica sobre el Inca Garcilaso.

Además del prólogo de José A. Mazzotti, uno de los más importan-tes estudiosos de la obra de Garci-laso, el libro tiene cuatro capítulos numerados, de los cuales el más extenso es el primero, precedidos de una “Introducción”, a la que

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sigue una sección sin numerar, llamada “Estudios y campos disci-plinares que colaboran con el cruce cognitivo en los Comentarios reales (I)”. Al parecer, el propósito de esta sección es situar su discurso dentro de la crítica garcilasista, y exponer su ubicación teórico-crítica, que la autora divide en tres líneas de pensamiento: “los estudios garcila-sistas y coloniales, la traductología y la arqueología del quipus, conjunta-mente con la antropología de los números” (23). Para ello nos descri-be a grandes rasgos las contribucio-nes realizadas en este campo desde José de la Riva Agüero a principios del siglo XX hasta las últimas, incluyendo las de Rolena Adorno, Mercedes López-Baralt, Susana Ják-falvi-Leiva, Antonio Cornejo Polar, José A. Mazzotti, Christian Fernán-dez y Song No. En esta misma sec-ción la autora incluye los últimos estudios sobre la teoría de la traducción por Berman, Lefevere, Walter Benjamin, Derrida, etc., y la más reciente investigación desa-rrollada sobre los quipus. En la se-gunda parte de esta sección se da un resumen de cada capítulo del libro.

En el primer y más extenso capítulo, “Ruptura epistemológica y estrategias de convergencia semán-tica”, Romiti lleva a cabo un aná-lisis de lo que ella llama la “ruptura epistemológica” presente en la obra del historiador cuzqueño, y las estrategias que el autor utiliza para resarcir esa ruptura y tender un puente intercultural entre el Nuevo Mundo y el Viejo. Aquí también se analizarán las claves interpretativas, según la autora, manifiestas en la obra del Inca, que permitirían leer y

explicar la conquista española como “un error, una terrible confu-sión de hombres con dioses, en definitiva, un problema de desci-framiento de significados” (29). De manera que aquí el Inca se conver-tiría en un traductor cultural. Para demostrar este intento de Garcilaso a través de la escritura, Romiti se centra en dos temas importantes: el análisis del conocido relato de los melones y, por otro lado, en lo que Julio Ortega ha denominado como el “discurso de la abundancia” en los relatos coloniales.

El segundo capítulo es, a mi juicio, el más interesante del libro: “La lógica numérica y posicional como subtexto andino en la prime-ra parte de los Comentarios reales”. Romiti, sin duda, parte de la pro-puesta de José Antonio Mazzotti en su libro Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas (1996), en donde el crítico peruano propo-ne la existencia de residuos del pensamiento andino como un sub-texto en el discurso de los Comen-tarios, y por otro lado los últimos estudios sobre los quipus llevados a cabo por Gary Urton, en combina-ción con el ya clásico libro de Marcia y Robert Ascher sobre el quipu y las matemáticas (Code of the Quipu. A Study in Media, Mathematics, and Culture, 1981). Como se ve, la propuesta de Romiti es que detrás del discurso del Inca Garcilaso existe un pensamiento numérico andino, y que a través de este pen-samiento se puede ver la posibili-dad de que la historia de los incas narrada por Garcilaso proceda de los quipus “regionales” que, al decir de Romiti, el Inca “declara como una de sus fuentes” (31). Es claro

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que aquí Romiti se refiere a que Garcilaso dice que en muchos casos ha recurrido a sus condiscí-pulos de escuela en el Cuzco en busca de información. En este sen-tido, el pensamiento númerico an-dino constituiría un eje fundamen-tal en el texto del Inca, y esto puede ser comprobado por cualquier lec-tor una vez que reconozca las ca-racterísticas de las matemáticas an-dinas. Esto es: hay prueba empírica para la propuesta y esto revela la producción de conocimiento nuevo en el estudio de Romiti.

El Capítulo Tres se titula “Cruce cognitivo y traducción en los Comentarios reales”. Como es eviden-te por el trabajo que Garcilaso lleva a cabo en la traducción de los Diálogos de amor (1590) de León Hebreo, y en el discurso de los Comentarios reales, el tema de la traducción está presente en toda la obra del Inca y es mencionado constantemente en los estudios sobre Garcilaso. Sin embargo, hasta ahora no se había estudiado dicho tema en profundidad. Este capítulo contribuye a esta línea crítica en que anteriormente habían incursio-nado Susana Jákfalvi-Leiva y Mar-garita Zamora en sus libros de 1984 y 1988 (Traducción, escritura y violencia colonizadora: un estudio de la obra del Inca Garcilaso y Language, Authority and Indigenous History in the Co-mentarios reales, respectivamente). Si-guiendo con las ideas del capítulo anterior, la propuesta de Romiti es que los quipus andinos serían la fuente del relato de las conquistas y de los hechos de los incas antes de la llegada de los españoles (99). Romiti se propone “instalar la dis-cusión en el plano cognitivo que

conllevan los posibles procesos de traducción de los quipus enviados a España desde el Perú por los con-discípulos del Inca” (99).

El cuarto capítulo, “Nomina-lismo americano”, es el más corto del libro. La autora ha aludido de alguna manera a este tema en los capítulos anteriores cuando habla sobre el discurso de la abundancia y de la no traducibilidad de los topó-nimos. Al establecer la categoría de “nominalismo americano” para explicar la influencia del discurso de Garcilaso en la literatura latino-americana posterior y en la novela histórica, propone que: “el Inca afirma y prescribe que los nombres autóctonos no pueden ser borrados por los españoles, no deben ser traducidos en el territorio de la e-nunciación y que el lazo que une el lenguaje general del Perú con la tie-rra andina debe ser respetado. La acción descolonizadora es ejercida por el Inca desde el lenguaje” (33). De este modo, el Inca establece el conocimiento interno (y lingüístico) de la realidad americana como con-dición básica y necesaria para su mejor expresión.

Es justo señalar, además, un as-pecto de la argumentación en otro punto específico.

El Capítulo Uno, como dije anteriormente, es el más extenso y abre la diversidad de temas que se estudian en el libro, especialmente la propuesta sobre la ruptura del sistema andino de significados al momento de la conquista. Esta sección remite indirectamente al libro clásico La conquête de l’Améri-que, la question de l’outre (1982) de Tzvetan Todorov, que trata amplia-mente sobre este tema, aunque

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Romiti asume una información mucho más actualizada desde los estudios transdisciplinarios andinos. Con respecto al análisis del relato de los melones como el texto fundamental sobre el que descansa todo el estudio de esta incom-prensión al momento de la con-quista, Romiti propone que los quipus son sistemas escriturales basados en un tipo de pensamiento numérico, sagrado para los pueblos andinos, y no comprendido desde occidente. El cuento de los melo-nes permite, así, sostener desde diferentes niveles de lectura la propuesta. Quizá el análisis podría expandirse más adelante a otros momentos cruciales en el relato de la conquista también narrados por el Inca en la Segunda Parte de los Comentarios (de la que no trata el presente estudio de Romiti), como el encuentro en Cajamarca entre Valverde y Atahualpa, o la mala traducción de Felipillo, o el relato en que Atahualpa, al estudiar y enterarse de que Pizarro no sabía leer, se da cuenta de que la escritura no era un saber innato en los conquistadores, sino un conoci-miento aprendido.

No cabe duda que el libro de Romiti se instala en la última línea del discurso crítico sobre la obra del Inca Garcilaso, y que los temas tratados como la traducción, el uso de los quipus y el pensamiento numérico andino en los Comentarios reales, así como la nominación, desde la Teoría de los Polisistemas y de la Traducción Intersemiótica, son de capital importancia y abren nuevas posibilidades de investiga-ción en los campos de los estudios garcilasistas y de los estudios inter-

disciplinarios. Por todas estas razo-nes, y aunque este libro necesitaría una revisión a partir de la edición príncipe de los Comentarios, que no utiliza, merece ser leído, discutido y comentado.

Christian Fernández

Louisiana State University, Baton Rouge

Alberto Julián Pérez. Revoluc ión poét i ca y Modernidad per i fér i ca . Ensayos de poes ía hispanoameri -cana . Buenos Aires: Corregidor, 2009. 377 pp.

El autor del volumen es Profe-

sor de Literatura Argentina e His-panoamericana en Texas Tech University. Como crítico literario ha publicado varios ensayos y libros entre los que se cuentan Imaginación literaria y pensamiento propio (2006); Los dilemas políticos de la cultura letra-da. Argentina Siglo XIX (2002); y Modernismo. Vanguardias. Posmoderni-dad (1995).

Revolución poética… reúne veinti-cinco artículos publicados entre los 90 y los primeros años del siglo XXI en diversas revistas de crítica literaria internacional. Según se se-ñala en las primeras páginas, los textos han sido revisados especial-mente para esta edición, y disponen del propósito general de reflexionar sobre las marcas constitutivas y las tensiones de uno de los procesos nucleares en la modernización de las culturas en América Latina: el revulsivo pasaje que las Vanguar-dias propiciaron respecto del Mo-dernismo y la literatura hispanoa-mericana finisecular.

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Según puede leerse en la “In-troducción”, el horizonte de la propuesta fue trazado por la volun-tad de 1) sostener cierta “habilidad hermenéutica”, y; 2) articular una serie de fenómenos relativos entre otros contrapuntos a los de “tradi-ción” y “ruptura”, cruces y dilemas entre la cultura letrada y popular; revolución poética y política; rasgos de las culturas periféricas en rela-ción con las centrales; élites y sec-tores populares, que sin la media-ción de estos trabajos alentados por el deseo de “lograr una cultura uni-versitaria más abierta” (p. 15) no terminarían, según el autor, de hacerse comprensibles. En tal sen-tido, no parece ocioso señalar que el espíritu de indagación que ha guiado la mirada crítica se sostiene en líneas fecundas por medio de las cuales pueden reconocerse las fuer-zas de continuación y puesta al día de hipótesis clásicas de los estudios críticos culturales latinoamericanos.

Entre ellos viene a cuento re-cordar el instrumental ensayo de fines de los ochenta de Beatriz Sar-lo –Una modernidad periférica: Buenos Aires 1920 y 1930– al que A. J. Pérez hace referencia en algunas oportunidades, así como también las vertientes más vigorosas del pensamiento de Ángel Rama, dibu-jadas entre otros sitios, en La novela en América Latina: panoramas 1920-1980. Pérez insiste en abordar la literatura como construcción de un “objeto” variado desde el punto de vista de las condiciones históricas de emergencia, así como también en virtud de los procedimientos que ponen en escena en términos de re-lecturas del presente y del pasado, cuyo eje es la poesía hispa-

noamericana como uno de los géneros más potentes en los que se habría concretado la cantera expe-rimental. En ese marco, la literatura es aprehendida como un bien sim-bólico, privilegiado en términos de yacimiento de la literatura contem-poránea que, contra el telón de fondo de condiciones disimétricas entre América Latina, Europa y EE.UU., es capaz de realzar mo-mentos de autonomía y/o hetero-nomía –según los casos– como una frontera de irreductible perfusión y creatividad. Así, la contemporanei-dad es leída en un devenir de irrup-ciones de posiciones vanguardistas, neo-vanguardistas y anti-vanguar-distas que afortunadamente no coagulan en una perspectiva tele-ológica unidireccional. Por el con-trario, las argumentaciones trabajan con efectos y prácticas descentran-do los riesgos de lecturas esenciali-zantes de la(s) cultura(s) latinoame-ricana(s).

En el diálogo que Pérez abre en-tre las obras, los instrumentos críti-cos y el propio trabajo, es destaca-ble el interés por no circunscribir la labor del discurso crítico a la cele-bración de la inmanencia textual. Muy atento a la “voz” de los crea-dores, exponiendo un conocimien-to profuso de una vasta serie de obras poéticas canónicas (entre las que pueden mencionarse, para re-cordar sólo algunos nombres, Trilce, Residencia en la tierra, Violín y otras cuestiones, Cólera buey, El otoño entre las islas, Libertad bajo palabra, Los elemen-tos de la noche, El reposo del fuego, etc.) apela a engarzarlas con una serie de ensayos muchas veces escritos por los mismos poetas o por otros creadores. Contra ese telón de fon-

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do muchas veces elige privilegiar los textos poéticos antes que el ar-chivo de la crítica y la metacrítica de las vanguardias latinoamericanas, sin soslayar las citas y la aplicación de las categorías teóricas del por cierto ya canónico estudio de Peter Bürger dedicado a la “teoría de la vanguardia” (1987) que a menudo opera como una genuina fuente. En ese marco, no sólo aparece la posi-bilidad de demostrar en la lectura de algunos de los textos de las van-guardias históricas hispanoamerica-nas cómo aquéllos se apropiaron y desplazaron las estrategias de las vanguardias europeas, según los casos, sino también los mecanis-mos de irrisión de la “enciclopedia” del Modernismo y el Romanticismo hispanoamericanos.

En tal sentido, no parece ocioso señalar que se trata de un conjunto de estudios que en la heterogenei-dad de sus elecciones –desde la lite-ratura gauchesca en el Río de La Plata, momentos de la obra de Al-mafuerte, Rubén Darío, Julio Herrera y Reissig, César Vallejo, Eduardo Mitre, Octavio Paz, Er-nesto Cardenal, Juan Gelman, Tino Villanueva, hasta los “poetas críti-cos” de la modernidad representa-dos por el chileno Nicanor Parra y el peruano Carlos Germán Belli, hasta la “poesía neovanguardista” del extraordinario poeta tabasque-ño José Carlos Becerra o la de José Emilio Pacheco, entre otros– y la variedad de sus propósitos, acepta la dimensión impura de su objeto.

Esta colección asume los límites en la construcción de la literatura latinoamericana mientras no renun-cia a trabajar “en la letra” de los escritores para exhibir las fuerzas

de descentramiento que sus textos todavía abren desde el canon.

El dibujo de la tensión entre re-volución poética y periferia se ex-tiende así sobre un mapa que desde el canon abre nuevas perspectivas y las mezcla hacia zonas no tan traba-jadas por la crítica académica “glo-bal”. Tales son los casos del boli-viano Eduardo Mitre (a propósito de quien se hace auspiciosa refe-rencia a las sabias reflexiones de Luis Cachín Antezana y Javier San-jinés) y de la mexicana Silvia Toma-sa Rivera. O las incursiones sobre el valor ético-estético con que la ambigua potencialidad de “escribir en español” inviste la “voluntad” de permancer rebelde y chicano en la escritura de Tino Villanueva, en Shaking off the Dark y en Crónica de mis años peores.

Se trata de una colección de tra-bajos que por ende se enuncian des-de el Sur, que insisten en el valor fecundo de la(s) frontera(s) entre el Norte y el Sur como vías paradoja-les –no dogmáticas– para continuar pensando en problemas constituti-vos de las culturas y las literaturas en el continente.

Así, en uno de los momentos de las páginas que ofician de umbral del libro que en esta oportunidad comentamos, se lee “Los poetas vanguardistas y postvanguardistas sostuvieron un rico y conflictivo diálogo cultural con el desigual proceso político y económico de modernización y desarrollo en His-panoamérica. Poetas, artistas e inte-lectuales tomaron conciencia del desequilibrio social que había gene-rado el proceso de modernización. Este desarrollo desigual dependien-te, o subdesarrollado, fue el talón

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de Aquiles de estas sociedades, pe-ro también el escalón paradójico desde el que los letrados nos aso-mamos a la modernidad, y a la postmodernidad; movilizó la con-ciencia nacional de los intelectuales y artistas de los distintos países his-panoamericanos y generó numero-sos procesos de rebelión” (p. 12).

Claudia Caisso

Universidad Nacional de Rosario El Hijo de l Ahuizote . Edición facsimilar de Daniel Gutiérrez Pedreiro. Prólogo de Sofía Irene Velarde Cruz y Epílogo de Fre-do Arias de la Canal. México D.F.: Frente de Afirmación His-panista, 2010. XIII + 311 pp.

Por primera vez desde su apari-ción en 1885 el periódico ilustrado mexicano El Hijo del Ahuizote resur-ge en una edición facsimilar de 20 números escogidos desde 1896 a 1902 que Daniel Gutiérrez Pedrei-ro, Sofía Irene Velarde Cruz y Fre-do Arias de la Canal ponen en nuestras manos. Esta pionera selec-ción de ejemplares recogidos de archivos de particulares y de reposi-torios mexicanos y extranjeros da vida a uno de los semanarios ilus-trados más importantes en la histo-ria mexicana del siglo XIX.

Esta edición facsimilar de El Hijo del Ahuizote abre una nueva posibilidad de interpretar los usos y costumbres mexicanas en el cambio de siglo y la realidad mexicana bajo el gobierno de Porfirio Díaz, prelu-dio de la Revolución. Como bien lo sugieren sus editores desde el prólogo y el epílogo, la edición fac-similar de este semanario a cien

años de la Revolución Mexicana no deja de tener vigencia en su modo y forma de hacer crítica política y cultural. Su despiadado humor local e internacional y su corrosiva crítica a las instituciones mexicanas y al gobierno resuenan en la narrativa visual de La Familia Burrón, Las aventuras del Dr. Simi y en Operación Bolívar, sólo por mencionar algunos ejemplos actuales que se aglutinan en un mismo discurso gráfico.

En el prólogo, Velarde Cruz nos introduce a la turbulenta histo-ria de El Hijo del Ahuizote a través del relato biográfico de sus creado-res y sus condiciones históricas de producción. El semanario ilustrado –que por momentos aparece con el subtítulo “México para los mexica-nos”– fue fundado en 1885 por Daniel Cabrera, quien fuera escritor y dibujante de muchas de las notas y de las ilustraciones del semanario (bajo el pseudónimo de “Fígaro”). El Hijo del Ahuizote tenía la preten-sión de seguir la tarea del periódico El Ahuizote (1874-75), heraldo de un elevado tono crítico al mandato de Sebastián Lerdo de Tejada (1872-1876). Ya con Porfirio Díaz en el poder, El Hijo siguió las hue-llas de “su padre”, convirtiéndose en un ícono del periodismo de oposición de la Ciudad de México, así como lo indica su lema que se mantuvo del primero al último número: “Semanario Independiente de oposición con todo lo malo”.

La fuerte censura mediática y las restricciones de libertad de impren-ta impuestas por Díaz hacen que El Hijo del Ahuizote cambie en nume-rosas ocasiones de casa de impre-sión y de redacción dentro de la ciudad. En 1900, por problemas de

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salud, Cabrera deja de modo provi-sorio en la dirección a Remigio Ma-teos. Dos años más tarde, el sema-nario pasa a manos de Néstor González, hasta que se hace activa la presencia de los jóvenes del Club Liberal Ponciano Arriaga para, en julio, quedar a cargo de Ricardo Flores Magón. Para esa época, el ataque del Gobierno a los medios de comunicación se agudiza dejan-do en septiembre de 1902 al sema-nario censurado y a Flores Magón encarcelado. En el epílogo de esta edición, Fredo Arias de la Canal reproduce parte del Epistolario Revo-lucionario e Íntimo de Flores Magón que refiere al episodio de la clausu-ra del semanario y su persecución política. Finalmente, la dirección de El Hijo del Ahuizote es retomada por Juan Sarabia hasta principios de 1903, cuando el gobierno de Díaz clausura los talleres de impresión, confisca la imprenta y prohíbe de-finitivamente la publicación de El Hijo del Ahuizote. Se conocen algu-nos intentos editoriales a principios del siglo que continúan la tradición de este semanario ilustrado, como El Nieto del Ahuizote o El Bisnieto del Ahuizote que, desafortunadamente, también siguen con la tradición de ser clausurados y prohibidos por el gobierno.

Desde el prólogo, Velarde Cruz recompone con efectividad y de modo sucinto la dimensión so-ciológica de la publicación en cuan-to a su precio, su tirada de ejempla-res por mes, su circuito de circula-ción y reparto y su público lector. Desde aquí, la editora pasa al con-tenido del semanario. El Hijo del Ahuizote no sólo atacó sostenida-mente las políticas de Porfirio Díaz,

sus diputados y sus ministros, sino que también se presentó como un órgano de denuncia de la influencia de la Iglesia católica en el poder y de la influencia de los capitalistas y empresarios españoles (o los “ga-chupines”) en México. Los “gachu-pines”, según el semanario, realiza-ban su “conquista pacífica” ante la imposibilidad de conquistar el “Atlántico” después de la derrota en Cuba a fines de siglo (139). Es-tos tres frentes de crítica (a las insti-tuciones estatales, la Iglesia y los capitalistas españoles) se encuen-tran bien detallados y ejemplifica-dos en esta edición facsimilar.

Del mismo modo, el prólogo dedica la mitad de sus páginas a la dimensión visual del semanario en la sección “El Hijo del Ahuizote: un ilustrador de su época”. Evidente-mente, esta sección refuerza el pla-no histórico-documental de la edi-ción; nadie puede negar que El Hijo del Ahuizote es un testigo de su pro-pio presente y que su repertorio visual también se puede articular como un “documento” en el archi-vo de la nación. Ésta es una co-rriente muy popular para los críti-cos culturales que consideran que los estudios de cultura visual se pueden simplificar en la recolección y catalogación de imágenes que completan los vacíos que dejan los textos en las historias nacionales. En este sentido, con pocas pala-bras, el prólogo de Velarde Cruz pone a jugar a las imágenes y los textos del semanario en sus propios términos, en su propia coherencia icnográfica (la imagen definida por sí misma) e iconológica (el icono en su relación con el logos).

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En la narrativa visual de El Hijo del Ahuizote podemos apreciar las primeras tiras cómicas (llamadas “historietas gráficas”), su ácida ca-ricatura política de actualidad na-cional e internacional y la integra-ción de imágenes de otros periódi-cos en sus páginas. La prologuista ilumina cómo, al incorporar las ilustraciones del dibujante político francés Caran d'Ache, las caricatu-ras de tipos parisinos de Alfred Grévin y la sátira del periódico neoyorquino Puck, el semanario mexicano participaba de un discur-so gráfico común en la prensa mundial y, al mismo tiempo, cons-truía sus propios tipos locales con ilustradores como Eugenio Olvera, Santiago Hernández, Jesús Martí-nez Carrión y con el inconfundible ingenio de José Guadalupe Posada.

En definitiva, esta edición de El Hijo del Ahuizote nos invita a pensar la prensa ilustrada del XIX como un lugar privilegiado para el análisis de relaciones iconográficas e ico-nológicas; en efecto, los periódicos ilustrados decimonónicos encarnan la relación entre imágenes y textos como ningún otro medio.

Sebastián Díaz-Duhalde

Dartmouth College Erin Graff Zivin, The Wandering Signi f i er . Rhetor i c o f Jewishness in the Latin American Imagina-ry . Durham: Duke U P, 2008. 222 pp.

En The Wandering Signifier, Erin Graff Zivin estudia lo judío (Jewishness) como un signo que, utilizado en textos literarios de escritores argentinos, brasileros y

mexicanos, no sólo alude a repre-sentaciones de judíos, sino que también hace referencia a la ansie-dad por la diferencia en la cultura latinoamericana moderna. Para ello se basa en los escritos de Max Silverman, Zygmunt Bauman, Slavoj Zizek, Bryan Chetter y Laura Marcus que teorizan la figura del judío en la cultura occidental. A partir de estas lecturas, la autora propone que lo judío es un signifi-cante abierto a múltiples y contra-dictorias caracterizaciones de los judíos, afirmando, entonces, el carácter ficcional de este signo. Seguidamente, Graff Zivin analiza un escrito de Jorge Luis Borges de 1951 en donde el intelectual argentino destaca la preeminencia de los judíos en la cultura occi-dental que actúan simultáneamente como miembros y observadores de las sociedades en las que habitan. De esta manera, el presente estudio se diferencia de otros sobre judío-latinoamericanos que analizan la identidad de esta comunidad étnica y sus relaciones con las distintas sociedades latinoamericanas así como de los que trazan evidencias de signo judío, como las alusiones cabalísticas en la literatura latino-americana. El enfoque de esta pu-blicación reside principalmente en analizar la relación entre judíos rea-les e imaginarios en el contexto latinoamericano para indagar sobre su funcionalidad cultural y retórica. Así, Graff Zivin sostiene que lo judío es una forma de represen-tación de los “otros” como forma de referirse a la heterogeneidad cultural de Latinoamérica, ya sean afro-latinoamericanos, indígenas o

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pertenecientes a otras comunidades de inmigrantes.

El primer capítulo analiza el diagnóstico de lo judío en novelas del siglo XIX, María (Jorge Isaacs, 1867) y La Bolsa de Julián Martel (nombre verdadero José María Miró, 1891), y en otra del siglo XX, Vivir afuera (Rodolfo Enrique Fogwill, 1998). En estos textos, lo judío se manifiesta como una enfermedad que separa a los perso-najes judíos de los demás miembros de la comunidad nacional. A con-tinuación, se explora la represen-tación de un judío real, el intelec-tual europeo Max Nordau (nombre verdadero Simon Südfeld, 1849-1923) en los escritos de los moder-nistas Rubén Darío, José Ingenie-ros y José Asunción Silva. Graff Zivin se enfoca en la descripción de Nordau en Los raros (1896) de Darío, aunque Nordau había cata-logado a los intelectuales “raros” utilizando descripciones que se asemejaban estéticamente a las de Darío. Esta contradicción es vista como una forma de entender lo judío. A continuación, se explora Al margen de la ciencia (1908), donde Ingenieros presenta y describe a Nordau para una audiencia latino-americana, marcando la admiración y diferencia entre el sociólogo argentino y el intelectual judío, por lo que la autora encuentra a este “judío real” con un significante maleable y abierto a distinas inter-pretaciones. En De sobremesa (1925), de Silva, la presencia de Nordau es textual, a través de la referencia a su libro Degeneration (1892). El capítulo concluye con un análisis de De pe a pa: de Pekín a París de Luisa Futoransky y “Zapatos: Andante

con variaciones” de Margo Glantz (1991). Estos dos textos semi-autobiográficos, permiten a Graff Zivin identificar la apropiación del diagnóstico que hacen estas escrito-ras como forma de describirse y caracterizar lo judío como una enfermedad/deformidad.

En el segundo capítulo, se estudian las relaciones entre lo judío, el dinero y la prostitución como metáforas de lo judío como transacción. Aquí se parte de La bolsa de Martel y se examinan una variedad de textos desde la samba “Quem da mais?” (Noel Rosa, 1930), el cuento “Emma Zunz” de Jorge Luis Borges (1948), la novela del brasilero Hilário Tácito, Madame Pommery (1920) y Versos de una… de Clara Beter (escrito por Israel Zeitlin en 1926), para culminar con la referencia a Vivir afuera. La prostitución aparece como una forma promiscua que borra la separación entre sujetos judíos y no judíos, haciendo referencia a una posible contaminación. A su vez, se pone énfasis en el rol de los personajes judíos en la circulación de objetos y las transacciones co-merciales y sexuales, utilizando estereotipos de la representación de los judíos y desafiándolos. En estos textos, la representación de lo judío aparece como un exceso que debe ser eliminado o como un resto que no es productivo.

El tercer capítulo se organiza en torno a la exploración de conver-siones textuales basada en los conceptos de Zizek, Hannah Arendt y Zygmunt Bauman. Prime-ramente, se hace referencia a las conversiones de judíos a través de la historia para luego referirse a los

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conceptos de los intelectuales euro-peos nombrados que distinguen entre conversión y asimilación. Graff Zivin provee un análisis de los textos ficcionales María (1867), “A cristã nova” (Joaquim Maria Machado de Asiss, 1875), y la novela de Alfredo Días Gomes, O Santo Inquérito (1966), todos textos que presentan a hijas cristianas de padres judíos. Finalmente, se anali-zan Pessach: a travessia (Heitor Carlos Cony, 1967) y El hablador (Mario Vargas Llosa, 1987) en los cuales se alude a conversiones que implican un cambio político, la asimilación étnica –en el caso de los indígenas– y la consiguiente consolidación nacional.

El cuarto capítulo se centra en “Deutsches Requiem” (Borges, 1946), Respiración artificial (Ricardo Piglia, 1980) y Los planetas de Sergio Chejfec (1999), donde lo judío constituye un elemento que desafía e ilustra los límites de la represen-tación. La autora propone que “lo judío” en estos autores está asocia-do a la vez con la identidad y la alteridad. En el caso de Chejfec, esta tensión recuerda los postu-lados de Zizek en su análisis del antisemitismo moderno, detallado en The Sublime Object of Ideology. Este vacío también tiene dimensiones é-ticas que Graff Zivin relaciona con el pensamiento de Alain Badiou.

The Wandering Signifier carece de una conclusión. Sin embargo, propone una manera original de leer textos canónicos y otros menos conocidos rastreando el significado de lo judío a través de la literatura latinoamericana desde la segunda mitad del siglo XIX hasta la del siglo XX. Por su amplitud temporal

y considerar textos en español y portugués, este estudio ilumina sobre las diferentes posibilidades de leer lo judío en la literatura latinoamericana de ambas lenguas. Consecuentemente, es un estudio que va a ser de interés no sólo para especialistas en cultura judío-latino-americana, sino también para aque-llos interesados en estudios de lite-ratura comparada.

Carolina Rocha

Southern Illinois University, Edwardsville

Héctor Domínguez-Ruvalcaba e Ignacio Corona, editores. Gen-der Violence at the U.S.-Mexico Border : Media Representat ion and Publ i c Response . Tucson, AZ: The U of Arizona P, 2010. vii + 200 pp.

Más que nunca, los debates so-

bre inmigración ilegal, violencia en la frontera México-Estados Unidos y cuestiones legales relacionadas con éstas son temas candentes no sólo en las esferas gubernamentales sino también en los medios masi-vos de comunicación nacional e internacional y en distintos circui-tos universitarios. La abundancia de trabajos y eventos académicos de-dicados a esta problemática en los últimos años nos ha hecho conocer una pluralidad de perspectivas y nuevas interrogantes sobre estos fenómenos. Gender Violence at the U.S.-Mexico Border, Media Representa-tion and Public Response (2010), edita-do por Héctor Domíguez-Ruvalca-ba e Ignacio Corona, se inserta en esta corriente desde un acercamien-to interdisciplinar y con un foco

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específico: la violencia de género. El libro surge de un simposio reali-zado en 2005 en la University of Texas en Austin. Los participantes, como afirman los editores en la introducción, examinaron los com-plejos roles que espacio, género y etnicidad juegan en relación con la violencia en aumento a lo largo de la frontera. Gender Violence consta, además de la introducción, de cua-tro partes: “Oral Testimonies on Gender Violence”, “Audiovisual Representations of Gender Violen-ce”, “Representations of Gender Violence in the Print Media” y “The Legal Status of Feminicides”.

La primera parte está basada en los testimonios orales de víctimas directas (homosexuales) e indirectas (madres de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez) de una violencia de carácter sexual y de género; sin embargo, en los ensayos los autores van mas allá, revelando los meca-nismos de una violencia socio-cultural arraigada en la propia so-ciedad y legitimada por las institu-ciones policíacas y judiciales. En “Violence and Transvestite/Trans-gender Sex Workers in Tijuana”, Debra A. Castillo, María Gudelia Rangel Gómez y Armando Rosas Solís, llaman la atención sobre la complejidad y expansión del siste-ma de prostitución en Tijuana de uno y otro lado de la frontera de-nunciando las agresiones y extor-siones cotidianas sufridas por tra-vestis y transexuales. Los resultados de las entrevistas y datos recolecta-dos conectan estos hechos a otras cuestiones tales como inmigración, drogas o, por ejemplo, la íntima relación entre homofobia y merca-do laboral. Además dan evidencias

de una situación incómoda: la vio-lencia hacia estos grupos sociales proviene principalmente de parte de la policía, imposibilitando, por parte de las víctimas, cualquier tipo de denuncia y fortaleciendo la co-rrupción y la impunidad.

El ensayo de Patricia Ravelo Blancas es parte de un proyecto mayor llamado “Social Protest and Collective Action Regarding Sexual and Gender Violence in Ciudad Juárez”. Ravelo Blancas trabaja con el concepto de subjetividad y la re-lación que se establece entre las respuestas emocionales de los fami-liares de las víctimas frente a la in-acción de autoridades locales y la (re)acción política tomada para de-nunciar los feminicidios y crear conciencia social en la comunidad.

El tercer capítulo, “Death on the Screen”, inaugura la segunda parte del libro. Héctor Domínguez-Ruvalcaba razona acerca de la ma-nipulación y construcción de las imágenes de violencia presentadas en los canales de televisión de México y Estados Unidos, las cua-les forman un imaginario que afecta la percepción que el público tiene del espacio de la frontera. Según el autor, la gramática de la violencia presentada en la televisión crea un ámbito del exceso y de lo teatral donde “[v]iolence is a bloody spec-tacle where the border’s inhabitants play the role of either perpetrators or victims” (61) entre lo tenebroso y lo melodramático.

Al analizar la representación de la(s) violencia(s) de la frontera en la estética audiovisual, María Socorro Tabuenca Córdoba continúa en la misma línea que Domínguez-Ru-valcaba. Su trabajo se centra en la

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producción cinematográfica esta-dounidense y mexicana sobre el tema de los últimos doce años. Pri-vilegia en su análisis 16 en la lista (1998) de Rodolfo Rodoberti, Pa-sión y muerte en Ciudad Juárez (2002) de Javier Ulloa y Luis Estrada y Es-pejo retrovisor (2002) de Liza di Ge-orgina. Asumiendo una posición crítica de base feminista, Tabuenca retoma uno de los temas que sirve de hilo conductor en el libro: la so-ciedad pareciera estar anestesiada frente a la sobreexposición de imá-genes y narrativas violentas, siendo incluso, incapaz de discernir entre ficción y realidad al tiempo en que reproduce –acríticamente– y legiti-ma estereotipos, dentro del propio lenguaje y modos de socialización.

La tercera parte está dedicada al estudio de la representación de la violencia en Ciudad Juárez en el periodismo escrito y al modo en que la retórica de la prensa escrita construye un mapa inexacto y par-cial de la realidad del lugar. Ignacio Corona comienza su ensayo “Over Their Dead Bodies” con una fuerte aseveración: “[n]ews coverage about the U.S.-Mexico border has practically exploded in the past two decades” (105). Estas noticias, de carácter negativo, refuerzan la es-tigmatización del espacio, su co-munidad y la del propio Estado. Forman parte de un tipo de perio-dismo que Corona denomina “vio-lent journalism” puesto que en su reproducción discursiva de los su-cesos violentos de la zona fronteri-za del norte mexicano produce una narrativa que formaliza una realidad distinta (un “México oscuro”) aún más violenta que la original.

“Women in the Global Machi-ne” es el sexto capítulo del libro y trata sobre la representación de la mujer en el contexto de una zona altamente industrializada (las ma-quiladoras en Juárez), pero con un sistema social precario y degradante que es la base para los miles de crímenes contra mujeres trabajado-ras en las maquilas. Miguel López-Lozano analiza el modo en que la representación de la violencia ha afectado el imaginario literario fue-ra y dentro de México. Para ello centra su análisis en tres novelas sobre los feminicidios. Según López-Lozano las novelas La Fron-tière (Francia, 2002) de Patrick Bard, Tierra marchita (México, 2002) de Carmen Galán Benítez y Desert Blo-od: The Juarez Murders (Estados Uni-dos, 2005) de Alicia Gaspar de Al-ba señalan factores internos y ex-ternos para la implantación de un estado de misoginia, corrupción, impunidad e inseguridad que evi-dencian el desgaste del tejido social e institucional de México.

La cuarta y última parte de Gen-der Violence trata también sobre la corrupción. En este caso, James C. Harrington aborda la cuestión des-de el ámbito jurídico (“¡Alto a la Impunidad! Is There Legal Relief for the Murders of Women in Ciu-dad Juárez?”) y comenta sobre la corrupción institucional más visible y aquella que sucede cotidianamen-te en los más variados niveles socia-les afectando la implementación de los tratados de derechos humanos y la regulación de entidades interna-cionales para el efectivo control en la zona.

Existe en este libro de ensayos una unidad estructural y temática

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dada por, podríamos decir, tres puntos centrales: la violencia, lo marginal y lo institucional-estatal. La relación entre estos tres núcleos confluye en las zonas de frontera México-Estados Unidos; con todo, en el mapa presentado por los siete trabajos, el margen deja de ser tal y adquiere un valor metonímico reve-lando problemáticas que aquejan a la sociedad mexicana y al mismo Estado y sus instituciones. La vio-lencia de género es síntoma de una violencia mayor, profunda, y con fuertes raíces históricas.

Aileen El-Kadi

University of Texas, El Paso Acosta, Carmen Elisa e t a l . Lite-ratura, prácticas críticas y transformación cultural. JALLA Bogotá. Bogotá: Ediciones Uniandes / Editorial Pontificia Universidad Javeriana / Ediciones Universidad Nacio-nal de Colombia, 2008. Vol 1: 698 pp. Vol 2: 634 pp.

Este libro colectivo constituye

una fuente invalorable de material bibliográfico que muestra la hete-rogeneidad de las formas de re-flexión sobre la literatura y la cultu-ra de América Latina. Esta compi-lación surge de las VII Jornadas An-dinas de Literatura Latinoamerica-na (Jalla 2006) realizadas en Bogotá, Colombia. Históricamente, los es-tudios acerca de la literatura y las manifestaciones culturales latinoa-mericanas llevados a cabo desde las academias norteamericana y euro-pea alcanzan una mayor circulación con respecto a la de aquellos que se hacen en la misma región latinoa-mericana. En este contexto, las

JALLA sirven y se proponen como un espacio de encuentro de los académicos que trabajan en la re-gión y que llevan a cabo una re-flexión sobre América Latina desde ella misma. JALLA sería entonces un espacio alternativo a congresos como el de la Latin American Stu-dies Association (LASA), organiza-do desde los Estados Unidos, o el del Consejo Europeo de Investiga-ciones Sociales de América Latina (CEISAL).

Las primeras Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana fueron realizadas en La Paz, Bolivia, en el año de 1997. Las JALLA, desde entonces, han experimentado un proceso de constante expansión, pasando de una visión regional a una perspectiva más integradora de nivel continental. Como resultado de las JALLA 2006, el comité or-ganizador decidió hacer una publi-cación arbitrada que destacara los ejes temáticos presentes durante el evento académico. Los compilado-res fueron Carmen Elisa Acosta, Carolina Alzate, Cristo Rafael Fi-gueroa, Alejandra Jaramillo, Sarah de Mojica y Betty Osorio. Esta pu-blicación en dos tomos da cuenta del trabajo de diversos latinoameri-canistas, particularmente de aque-llos provenientes de esta región. La heterogeneidad de los temas y de los artículos incluidos en los dos tomos muestra la diversidad de acercamientos, desde múltiples dis-ciplinas, a los estudios literarios y a los nuevos estudios emergen-tes: “Memoria y patrimonio,” “Es-tudios indígenas”, “Estudios afroamericanos”, “Discursos mi-grantes”, “Oralidad” y “Discursos performativos”.

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En una de las conferencias ple-narias, el profesor Carlos Rincón menciona la conversación que tuvo con Sarah de Mojica justo después de que ella volviera de JALLA 2004. Rincón propuso entonces un tema articulatorio para las siguien-tes JALLA que se realizarían en Bogotá: el de la memoria cultural. Tomando en cuenta este tema co-mo base, destacamos las tres prin-cipales tendencias que adoptan los artículos presentes en esta compila-ción. La primera es la necesidad de articular el pensamiento latinoame-ricano a nivel global, abriendo la posibilidad de diálogo con las aca-demias norteamericana y europea. La segunda es la empresa de re-construir un archivo bibliográfico en el que textos que antes fueron dejados de lado, ahora han sido revalorizados y situados dentro de la memoria cultural latinoamerica-na. La tercera es una crítica literaria que busca nuevas aproximaciones a autores considerados canónicos en América Latina: José Martí, Gabrie-la Mistral, Gabriel García Márquez, entre otros. Estas ponencias abor-dan los textos del canon a partir de nuevas líneas de investigación (es-tudios de género, étnicos, interdis-ciplinarios y socioculturales) que ponen en juego los retos del mun-do contemporáneo.

En el primer volumen hay seis apartados que permiten reformular los estudios literarios en América Latina. En el primero, “Lógicas culturales en debate” (Beatriz González-Stephan, Mary L. Pratt) se plantean diversos ejercicios de memoria que problematizan la ma-nera de abordar las identidades y las diferencias por medio de la histo-

riografía, los medios masivos y la literatura. El segundo, “Teoría e historiografía”, es una reflexión sobre la re-escritura y adaptación de las teorías al contexto latinoameri-cano (Nelson Osorio Tejeda, Felipe Cala Buendía, Analía Gerbaudo), así como una nueva visión sobre la función y la manera de narrar la historia, al hacer énfasis en una nueva historiografía que surge des-de ciertas voces marginales (Martín Centeno Rogers, Carmen Elisa Acosta Peñaloza, Catalina Valdés Echenique, Sandra M. Gómez Mendoza, Damaris E. Serrano Guerra, Víctor Viviescas). El terce-ro, “Escenarios imperiales y nacio-nales. De la colonia al siglo XIX”, nos ofrece tres estudios sobre la evolución de estas nociones y de sus respectivos lugares de enuncia-ción; dos artículos se enfocan en la Colonia (María Antonia Garcés, María José Rodilla), y siete en el siglo XIX (Marta Cabrera, Cristo Figueroa Sánchez, Carmen América Affigne, Kelley Swarthout, Marlene Vázquez). De estos textos vale la pena resaltar las reflexiones acerca del rol del periodismo en el conti-nente (Mauricio Núñez, Mirla Al-cibíades). De la misma manera, el cuarto apartado, “Mercados globa-les y Estrategias de escritura”, pro-pone que estos lugares de enuncia-ción sean explorados en diferentes países del continente: Colombia (Gustavo Forero, Héctor Hoyos, Jacques Joset), Argentina (Graciela Queirolo, Ofelia Ros, David J. Vi-veros Granja, W. Julián Aldana, Diógenes Fajardo Valenzuela, Ángela I. Robledo), Cuba (Alifrank J. Laguna Gómez, Bárbara Muñoz Porqué) y Brasil (Karlin A. Campe-

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neros e Isabel de Brand). El quinto, “La voz de los otros. Re-escritura de la historia”, nos muestra diversas narraciones alternas por medio de la reformulación del discurso poéti-co (María Luisa Ortega, Cecilia Castro Lee, Teobaldo A. Noriega, Gustavo Escobar-Mesa, Lida M. Pedraza Quinche, Albino Chacón, María Mercedes Jaramillo). En el último, “Voces poéticas. Creación y testimonio”, se estudian las obras poéticas de José Asunción Silva (Lina X. Aguirre Prada), Luis Vida-les (Fabio Acevedo Beltrán), Ro-berto Juarroz (Andrea Juliana Enci-so), Meira Delmar (Germán D. Castro Castelblanco) y, por otro lado, la formación de voces poéti-cas en la poesía chilena bajo la dic-tadura (Naín Nómez) y la escritura de fin de siglo en la poesía femeni-na colombiana (Antoine Ventura).

El eje principal del segundo vo-lumen es la memoria cultural. Las conferencias de Jesús Martín Bar-bero, Carlos Rincón y Fernando Urbina Rangel muestran tres mane-ras de estudiar la construcción de esta memoria que articulan diferen-tes partes del libro. La primera par-te del volumen se organiza en torno a tres ejes: memoria y olvido en la constitución de los cánones nacio-nales (Alejandro Quin, María Hele-na Rueda, Alicia Ríos, Margarita Saona), las narrativas de identidad en la diáspora, la guerra y el exi-lio (Madeline Cámara, Marie Estri-peaut-Bourjac, Martha B. Flores Paniagua) y la visibilidad de los grupos indígenas en el imagina-rio nacional (Yobenj A. Chicanga-na-Bayona, Jorge Coronado, Rafael Rondón Narváez, Marco Thomas Bosshard). La segunda plantea la

posibilidad de construir, tanto des-de el discurso académico como del indígena, una memoria ancestral con base en los diferentes enfoques interpretativos del mundo indíge-na: andino (Frank Salomon, Iván R. Reyna, Patricia Alegría Uría, Martin Lienhard, Enrique Rosas Paravici-no) y amazónico (Fernando Urbina Rangel, Juan Guillermo Sánchez Martínez). Además, se hace eviden-te una literatura de resistencia a los discursos hegemónicos de poder a través del análisis de los escritos de Manuel Quintín Lame (Ana María Ferreira Hernández, Juan Carlos Patiño Prieto), Benicia Peteché (Betty Osorio) y de la poesía cen-troamericana femenina (Magda Za-vala). Los últimos artículos, por un lado, introducen nuevas aproxima-ciones a las zonas de contacto entre los espacios rurales y urbanos (An-tonio Melis, Elías Rengifo de la Cruz, Herminia Terrón Bellomo, Oscar A. Ariza Daza, Fernanda E. Bravo Herrera). Por otro lado, pro-ponen nuevas visiones de los nue-vos medios de comunicación y cómo estos influyen en las contra-culturas y en la vida cotidiana (Ana María González, Venize N. Ramos Rodrígues, Margarita Rojas Gonzá-lez, Liliana Ramírez, Felipe Gómez G., Arnaldo E. Valero).

Como en toda compilación, en-contramos trabajos heterogéneos en cuanto a su contenido, la mane-ra en la que lo desarrollan y el al-cance crítico-teórico dentro de los debates académicos contemporá-neos. A lo largo de la publicación son constantes los intentos por re-pensar las teorías globales a partir de las problemáticas de los espacios locales latinoamericanos. Literatura,

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prácticas críticas y transformación cultural es un paso más en el intento de ins-tituir la academia y las organizacio-nes culturales latinoamericanas co-mo lugares productores de cono-cimiento y de nuevas perspectivas críticas.

Jairo Hoyos y Gustavo Quintero

Universidad de los Andes, Bogotá Luis Fernando Chueca, José Güich, Carlos López Degregori y Alejandro Susti. Umbrales y márgenes . El poema en prosa en e l Perú contemporáneo . Lima: Fondo Editorial de la Universi-dad de Lima, 2010. 288 pp.

Umbrales y márgenes constituye un

gran aporte para los estudios litera-rios en el Perú. Desde el título, se presenta como un paso primero y principal de ingreso a un género literario, el poema en prosa, pro-ducción discursiva caracterizada por situarse a los bordes, por mar-char en el terreno liminar de formas híbridas de escritura cuya contribu-ción fundamental habría sido la búsqueda de una escritura en liber-tad y la plasmación de una sensibi-lidad moderna.

La introducción de Alejandro Susti establece los fundamentos teóricos que subyacen a la interpre-tación hermenéutica de cada una de las secciones del libro. El estudio preliminar no sólo consigna el esta-do de la discusión actual sobre la definición del poema en prosa y sus principales características, sino dia-loga con ella. Señala de qué manera, en cuanto género poético, el poema en prosa problematiza la inadecua-ción entre forma y contenido y re-

vela las tensiones existentes en todo proceso de renovación de géneros.

La principal dificultad que en-frenta el estudio de esta clase de textos –nos señala Susti–, es que los límites que separan al poema en prosa de la prosa poética o de un género narrativo como el cuento, se difuminan. En la prosa poética lo que se califica es el carácter lírico de la prosa, mientras en el poema en prosa lo que se define es un tipo de poesía.

La lógica organizativa del libro va a partir, entonces, de la poeti-cidad y la naturaleza híbrida y trans-gresora de los textos seleccionados, pero los va a clasificar teniendo en cuenta el nivel de correspondencia con los criterios centrales de defini-ción del género. Así, “Umbrales” da inicio al estudio de las formas poéticas más tradicionales del poema en prosa y “Márgenes” nos sitúa frente a textos ubicados en el límite entre dos o más géneros, formas que se entrecruzan y se bifurcan cuestionando las ya impre-cisas definiciones ortodoxas de lo que ha venido a considerarse pro-pio del poema en prosa.

La primera sección incluye 5 ensayos: Susti hace una lectura de la obra de Vallejo y otra sobre el poema en prosa en la obra de Varela; López Degregori escribe sobre los poemarios Hollywood y Difícil trabajo de Xavier Abril; Chueca analiza Las nuevas comarcas de Juan Gonzalo Rose; y, por último, Güich recorre los conti-nentes perdidos de Abelardo Sánchez León.

López Degregori y Susti revelan el carácter de diálogo mutuo entre la poesía y las artes visuales: en el

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caso de Abril con el cine y de Varela con la pintura. Se trata de la búsqueda de un intercambio de técnicas y posibilidades expresivas propias de la nueva sensibilidad moderna del poema en prosa. Así, según el primero de los críticos, Hollywood encarna “el deslumbra-miento del cine, la celeridad del cosmopolitismo y la celebración del absurdo”; en este poemario se instaura la fuerza y omnipresencia de la visión y se crea un espacio análogo al del sueño. En Difícil trabajo, más bien, la imagen interior de visiones y delirios configura el viaje onírico y quiebra los soportes de la lógica y la vigilia. Para el segundo de los autores, la adopción de esta modalidad poética es una constante en la obra de Varela y recurre a ella alternativamente y de manera exclusiva en El libro de barro y otros poemas. La unidad, la breve-dad y la organicidad autotélica de los poemas en prosa de Varela crean ese escenario de lo insólito, en el que lo poético se une a lo plástico y estalla para crear textos signados por la fragmentación sintáctica y semántica, por la plurivocidad, la teatralización, la descripción y el montaje. Existe en sus textos en prosa un extraña-miento irónico que apunta a una nueva poética.

En Poemas en prosa de Vallejo, señala Susti, la naturaleza infractora del género se manifiesta, más bien, en el ritmo prosaico y la tensión entre la dimensión dialógica del género narrativo y el lenguaje monológico propio de la poesía. Alude así al contrapunto intertex-tual que opera tanto en el poema en prosa como en el ensayo, para

afirmar que en ambos se manifiesta el carácter híbrido propio de estos textos de clara raigambre vanguar-dista. Chueca, por su parte, plantea que Rose articula y reúne materiales de una gran altura lírica y fuerza evocadora y sensual en la prosa fragmentaria de un hablante poéti-co nómade que funde su voz en una voz colectiva. Esta nueva forma de poetizar rompe con el carácter sagrado de la poesía y la resemantiza mediante el recurso a la ironía, la parodia, el humor y lo bizarro. En cuanto a los poemarios de Sánchez León, Güich afirma que la irrupción de la narratividad tra-yendo consigo la cotidianidad, lo banal y lo vulgar al ámbito de la poesía, es una característica de la poesía neovanguardista de la déca-da del 70 en la que se inscriben los poemas en prosa del autor de Rastro de caracol y Buen lugar para morir. Se trata, según él, de una narrativa o relato del desencanto desde el punto de vista de una voz poética representativa de la alta burguesía limeña.

Luego de hacernos cruzar el umbral de esta nueva forma poé-tica, la segunda sección nos condu-ce a los márgenes de un discurso ya de por sí marginal. ¿Cartas, poemas en prosa o ambos? ¿Cuál es el estatuto de las Cartas a Antonio de César Moro? El tono subjetivo y confesional de las cartas y los elementos retóricos y formales a los que el hablante recurre, más allá de si se escribieron para un destina-tario y si fueron enviadas o no, lo sitúan innegablemente en el terreno de la poesía, declara Chueca. Son cartas de amor, ausencia y deseo que feminizan al sujeto de la

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enunciación y rompen no sólo con la rigidez de los géneros literarios en busca de una escritura en liber-tad, sino también enfrentan la intolerancia moral frente a la ho-mosexualidad y poetizan la libertad de las opciones sexuales.

El segundo debate que abre esta sección lo plantea Güich cuando cuestiona la clasificación de La casa de cartón de Martín Adán y El cuerpo de Giula-no y Primera muerte de María de Jorge Eduardo Eielson como novelas o relatos. No se trata, según él, de aceptar la convención textual que las propone como tales, a sabiendas de que la mera pro-puesta es ya un desafío al orden racional clasificatorio. Son textos híbridos en los que fragmentos significativos son más afines al poema en prosa que al relato como discurso referencial. Poética de la hibridación que en La casa de cartón se manifiesta en una estrategia su-rrealizante que combina la enume-ración caótica y las metáforas insólitas con una suerte de escritura automática y fragmentada, asociada, a su vez, a imágenes cinematográ-ficas. Naturaleza híbrida y proteica que, en el caso de los textos de Eielson, permite lecturas diferentes, pero siempre en las fronteras del discurso. Así, por ejemplo, se trataría de un relato acausal según Sergio Ramírez Franco y, según Güich, de relatos que contienen dentro de sí poemas con estruc-turas afines a lo narrativo, ambas lecturas originales y sólidamente argumentadas que dejan amplio terreno para el debate.

Concluye la exploración de los márgenes el estudio de algunos tex-tos de frontera de Pablo Guevara,

César Calvo y Luis Hernández. López Degregori analiza obras cla-ves de los dos primeros autores. A su parecer, la obra de Guevara puede ser dividida en dos ciclos, el segundo de los cuales se caracteriza por la poliglosia, la simultaneidad, la polifonía e intertextualidad de su poética, y por la opción discursiva del poema en prosa. En La colisión, se recrea la pluralidad e intersección de códigos propios de la ópera; en Hospital, se construye una doble identidad, la del hospital mismo y la del cuerpo del hablante poético en tránsito a la muerte. El principio rítmico musical se manifiesta como eje estructural del primero y la eco-nomía de medios en tránsito al si-lencio, en el segundo. En Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía, de César Calvo, la esqui-va identidad literaria del texto lo sitúa, según López Degregori, en el terreno de la indefinición genérica, mezcla de tradición oral, testimonio antropológico e histórico y viaje iniciático por los senderos de las visiones del ayahuasca. En el tercer y último ensayo de esta sección, Chueca nos sumerge en el universo de Una impecable soledad de Luis Hernández, uno de los conjuntos poéticos en el que el poeta utiliza la prosa como soporte textual. A pe-sar de que Hernández le coloca el rótulo clasificatorio de novela, el crítico se identifica con la aprecia-ción de Tamayo Vargas que lo con-sidera “un hermoso poema en pro-sa a manera de relato vanguardis-ta”. La narración lírica experimental y la creación del personaje Shelley Álvarez intentan crear el efecto de un gran juego paródico. Se trata de una racionalidad y sensibilidad

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“otras”, en las que el espíritu lúdi-co, irónico y paródico expresan la agonía de la lucha cotidiana de se-res como el personaje.

Libro de lectura obligatoria, Umbrales y márgenes conjuga una gran calidad de análisis teórico y hermenéutico con un manejo ac-tualizado de la bibliografía y un im-pecable estilo, propio de poetas y narradores. Debe, por lo tanto, convertirse en fuente bibliográfica sobre el poema en prosa y de con-sulta necesaria para el estudio y el análisis hermenéutico de algunas de las principales figuras de la poesía en el Perú.

Yolanda Westphalen

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

Julián González Barrera. Un viaje de ida y vue l ta . América en las comedias de l pr imer Lope (1562-1598). Alicante: Univer-sitat d’ Alacant, “Cuadernos de América sin nombre”, [2008], 254 pp.

La presencia del tema ameri-

cano en la literatura española de los siglos de oro ha sido objeto de interés de la crítica en numerosas oportunidades y ha dado lugar a importantes bibliotecas de textos. En referencia particular al teatro, la bibliografía sobre el tema es abun-dante y recorre espectros diversos de análisis, desde obras generales y de inexcusable consulta como las de Morínigo o Ruiz Ramón, hasta trabajos breves y específicos sobre problemáticas particulares tales como la configuración de los per-sonajes y los espacios, o la eva-

luación ideológica del aconteci-miento de la conquista.

A este extenso mapa biblio-gráfico llega un aporte nuevo a través del estudio de Julián Gonzá-lez Barrera. En este caso, el crítico se plantea como objetivo novedoso indagar la relación particular de Lope con las Indias a partir de los testimonios de su conocimiento de este Nuevo Mundo, existentes en su primer teatro. El trabajo apunta no tanto a puntualizar aspectos de una general reacción emotiva, que muy pronto alcanzó configuracio-nes tópicas –como la particular fascinación que las tierras descu-biertas y sus exóticos tesoros puedan haber despertado en el dra-maturgo–, sino más bien a un examen de mayor profundidad como el que podría conducir a delinear la posible postura de Lope frente a la empresa de la conquista, incluso dentro de los límites de expresión ideológica que supone un instrumento de tan alta exposición pública como el teatro comercial del Barroco.

Para organizar el análisis, González Barrera estructura su ensayo en dos partes. La primera de ellas corresponde a El viaje de ida: más allá de la línea del horizonte, fragmento en el que recorre las distintas temáticas asociadas al primer movimiento de la aventura americana, es decir la llegada al Nuevo Mundo. Así, da cuenta de las manifestaciones textuales en la obra de Lope del viaje a América, la geografía, los habitantes, sus costumbres tanto en lo relativo a los alimentos y la vestimenta como a las expresiones de su espiri-tualidad. La segunda parte del

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ensayo se consagra al examen de lo ocurrido al regresar a Europa. El viaje de vuelta: el largo camino a casa atiende a cuestiones como la apari-ción de un nuevo tipo social, el in-diano; los animales exóticos expor-tados desde las Indias y la adopción de algunas técnicas y recursos cos-méticos y medicinales aprendidos del otro lado del Atlántico.

El corpus elegido se concentra, como ya advertimos, únicamente en la primera producción de Lope. El criterio de selección se funda-menta en razones extraliterarias que encuentran su sentido en el hecho de que es la etapa de la producción lopesca durante la cual es más intensa la articulación del siempre conflictivo binomio vida/obra. La imagen de un autor oculto bajo “trágicas máscaras de cartón y bri-llantes disfraces poéticos”, bastante recurrida por González Barrera en su introducción, ilustra la relación entre la experiencia vital y la obra, tan insistentemente analizada en el caso de Lope. Aunque el crítico reconoce que el intento de exposi-ción de esta máscara entraña el peligro de crear una especie de igualación entre los acontecimien-tos vividos por un individuo particular y los reflejos de esto en su literatura, en algunos casos sus conclusiones se acercan a este abismo por cuanto el análisis se desvía un poco de las considera-ciones específicamente literarias y se orienta hacia conclusiones apo-yadas en el impacto psicológico que pudieron tener sobre la psiquis del poeta ciertos eventos de su historia personal. Sirva como ejemplo la propuesta de que ciertos episodios negativos, de fuerte impronta en el

decurso vital del dramaturgo (como la apropiación de la exigua herencia que dejaron sus padres por parte de un acreedor que luego huyó a América y el abandono de Elena Osorio por un hombre más rico, sobrino de un indiano) pudieron fraguar en el espíritu de Lope una irreversible visión negativa del universo americano. Sin embargo, estas interpretaciones no dejan de estar presentadas como posibili-dades y no son sostén de ningún argumento o hipótesis crítica sobre la que se asiente el trabajo.

En el desarrollo de los dife-rentes puntos planteados para cada una de las dos partes, González Barrera da cuenta de un conoci-miento completo de los materiales historiográficos relativos al descu-brimiento y conquista de América, dentro del que se debe destacar el hecho de haber sido forjado (o por lo menos en lo que respecta al testimonio presente en esta obra) a través de las fuentes provenientes del Siglo de Oro que presumi-blemente podrían haber funciona-do como vías de información para el mismo Lope. El solvente manejo de la literatura de Indias de género no ficcional desplegado por Gon-zález Barrera (crónicas, relatos de viajeros, descripciones naturalistas) le proporciona un sólido plafón sobre el cual situarse para detectar las alusiones al universo americanis-ta en el primer teatro de Lope. Sin embargo, se extraña un poco algu-na articulación mayor entre estos materiales de índole “referencial” y sus reescrituras literarias o tal vez, algún tratamiento menos detallado y descriptivo de las apariciones de los temas del Nuevo Mundo en la

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obra del Fénix que permitieran que todo el minucioso rastreo llevado a cabo por González Barrera tras-cienda un poco más la categoría de inventario. En algunos ejemplos incluso se produce una super-posición de niveles entre personajes históricos (por caso, los caciques tal cual han sido recuperados por la historiografía en diferentes etapas) y sus configuraciones dramáticas a través de los personajes.

Pero más allá de estas nimias salvedades, la obra de González Barrera es el fruto manifiesto de una cuidada indagación filológica cuya utilidad para profundizar la investigación del tema americano en Lope es incuestionable.

Ximena González

Universidad de Buenos Aires Ulises Juan Zevallos Aguilar. Las provinc ias contraatacan. Re-g ional ismo y ant i central i smo en la l i t eratura peruana de l s ig lo XX . Lima: Fondo Editorial del Vicerrectorado Académico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2009. 231 pp.

Este libro examina un conjunto

diverso de textos surgidos como fruto de la actuación de artistas e intelectuales provincianos e indíge-nas, iluminando así la compleja dialéctica entre lo local, lo regional, lo nacional e incluso lo transnacio-nal, en el caso de la cultura del Perú del siglo XX. Muchos de los inte-lectuales y artistas cuyas obras son estudiadas en este importante libro enuncian sus discursos desde la ex-periencia de la migración, ya sea a la capital o al extranjero. Todos

ellos han vivido intensamente la experiencia de la transculturación.

El libro consta de una introduc-ción y cinco capítulos. En el primer capítulo estudia Tempestad en los an-des (1927), de Luis E. Valcárcel, uno de los textos esenciales de la re-flexión indigenista cuzqueña. Des-taca Zevallos el complejo estatuto genérico de este texto verdadera-mente híbrido, imposible de encasi-llar en un género discursivo tradi-cional. Acertadamente apunta la influencia de las tendencias de van-guardia en su discursividad agenéri-ca o pluri-genérica. Por otra parte, Zevallos propone una lectura del texto que deconstruye el supuesto “fundamentalismo” indigenista que se suele achacar a esta obra de Valcárcel, al remarcar que no hay en ella un repudio de lo mestizo, sino una visión más matizada de las relaciones entre indio y mestizo. Para Zevallos, el texto de Valcárcel prefigura el proceso posterior de andinización de la sociedad peruana a través de las masivas migraciones a las ciudades.

En el segundo capítulo, se e-xamina la novela Sangama (1942) de Arturo Hernández, texto esencial de lo que cabe llamar un regiona-lismo amazónico en el Perú. Para Zevallos, es un texto que logra mostrar la diversidad ecológica y humana de la Amazonía. A pesar de ello, esta obra propone una mo-dernidad fallida, basada en la explo-tación de recursos naturales su-puestamente inagotables. Por ello, no se denuncia la catástrofe ecoló-gica ni la mortandad de la pobla-ción indígena causada por la explo-tación del caucho. El fracaso de la modernización de la Amazonía pa-

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rece deberse básicamente al centra-lismo y a la corrupción e ignorancia de los funcionarios encargados de promoverla.

El capítulo tercero aborda el célebre cuento de José María Ar-guedas “La agonía de Rasu-Ñiti” (1962). Se trata de un relato acla-mado por la crítica y por tanto ple-namente incorporado al ámbito literario de lo canónico. Zevallos enfatiza en su lectura la importancia cultural que la danza de tijeras ha adquirido como elemento simbóli-co fundamental de la identidad an-dina. Zevallos considera este cuen-to como pionero en el estudio de las danzas y la performance andi-nas. Al enfocarlo como expresión de una narrativa neoindigenista, presta especial atención a los víncu-los intertextuales con el poema quechua del propio Arguedas Tupac Amaru kamaq taytanchisman; haylli-taki. Zevallos propone que en este cuento Arguedas construye la utop-ía de una cultura andina plenamen-te autónoma, valiéndose para ello del instrumental de la literatura y de la antropología, y destacando dos aspectos esenciales de esta cultura: el vínculo hombre-naturaleza y su carácter comunitario.

En el cuarto capítulo, examina los manifiestos del grupo literario Kloaka, difundidos entre los años de 1982 y 1984. Estos documentos resultan en opinión de Zevallos esenciales en la construcción de subjetividades juveniles de la época y pioneros en la denuncia de los efectos depredadores de la moder-nidad neoliberal. Kloaka represen-taría, pues, una microestrategia contracultural de resistencia juvenil frente a la violencia sistémica. Un

factor clave para entender la emer-gencia de estas nuevas subjetivida-des es el desmantelamiento del sis-tema educativo público, que blo-quea las posibilidades de movilidad social para la nueva intelectualidad joven. Zevallos estudia el proyecto ideológico-estético de Kloaka, y su consiguiente marginación por la institucionalidad literaria peruana, a la que criticaban virulentamente.

Finalmente, el capítulo quinto estudia la producción de algunos poetas recientes que publicaron poemarios en quechua en la última década del pasado siglo y en la pri-mera del presente, destacando a autores como Fredy Roncalla, Odi Gonzales y Chask’a Anka Ninawa-man, que se desenvuelven preferen-temente en espacios transnaciona-les. Concibe a tales obras como parte de un importante renacimien-to literario quechua, que se expresa fundamentalmente mediante la po-esía. Considera igualmente que este corpus textual ha contribuido al surgimiento de un movimiento in-dígena peruano. Zevallos centra su estudio en dos aspectos: la situa-ción de los escritores como agentes de nuevos movimientos sociales y el uso del yo poético como instru-mento para la construcción del movimiento indígena. A diferencia de poetas quechuas anteriores, los poetas estudiados por Zevallos asumen explícitamente una identi-dad indígena.

El canon literario peruano ha si-do construido en gran medida des-de una perspectiva limeñocéntrica. Más que un mero centralismo cul-tural capitalino, ello supone la per-sistencia de un colonialismo interno que implica la imposición de una

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imagen homogeneizadora de la so-ciedad peruana, definida desde una perspectiva occidentalizante que desdeña el aporte de las culturas locales, en especial andinas y ama-zónicas, y niega la posibilidad de formas de modernidad alternativas a la modernidad occidentocéntrica o eurocéntrica. El libro de Zevallos asume una perspectiva decolonial, en el sentido propuesto por Aníbal Quijano, que apunta a revalorar las diversas matrices culturales regio-nales y locales que conforman la heterogénea totalidad de la cultura peruana. Ello implica desmontar el andamiaje racial que ha servido de sustento de legitimación a ese colo-nialismo interno, contribuyendo a la construcción de un canon litera-rio y cultural más plural. Al recha-zar una modernización basada en la exclusión de vastos sectores socia-les, Zevallos percibe las limitacio-nes de las micropolíticas contra-sistémicas y la necesidad de pro-puestas de cambio que articulen estas heterogéneas aspiraciones. Por todo ello, este volumen acucio-so e innovador se constituye en un aporte de indudable valía.

Carlos García-Bedoya M.

Universidad Nacional Mayor de San Marcos