Frieden Jeffry Capitalismo Global

33
Frieden Jeffry Capitalismo global. El trasfondo económico de la historia del siglo XX, Barcelona, Crítica, 2007, Cáp. 4 “Fracasos en el desarrollo” El cónsul británico en la colonia conocida como Estado Libre del Congo se desesperaba contemplando los infortunios de sus oprimidos habitantes. «Uno se pregunta en vano -- escribía en 1908-- qué beneficios ha obtenido esta gente de la supuesta civilización del Estado Libre. En vano buscaríamos ningún intento de recompensarlos de algún modo por la enorme riqueza que vierten al Tesoro del Estado. Sus industrias nativas están siendo destruidas, se les ha arrebatado la libertad y su número decrece.» (1) Pese a la revolución económica de la Edad de Oro, la mayor parte del mundo permanecía horrorosamente pobre. Aunque las regiones de rápido desarrollo iban trepando por la escalera del éxito industrial, gran parte de Asia, África y Oriente Medio, e incluso partes de Rusia, del este y el sur de Europa y de Latinoamérica se deslizaban a niveles cada vez más bajos. Casi todas las regiones del mundo crecían, pero había grandes disparidades en sus tasas de crecimiento. Las diferencias en cuestión --un punto porcentual acá o allá-- pueden parecer pequeñas, pero el efecto de un crecimiento más lento se iba acumulando durante décadas. En 1870, por ejemplo, China y la India eran un 20 por 100 más pobres que México en términos de producción per cápita (una diferencia aproximadamente equivalente a la que existía en 2000 entre Europa occidental y Estados Unidos). Durante los cuarenta años siguientes la tasa de crecimiento de los gigantes de Asia era alrededor de un punto y medio menor que la de México. En 1913 México era tres veces más rico que los dos países asiáticos (una diferencia casi equivalente a la que existía entre Estados Unidos y México en 2000). (2) En general, Europa occidental, las áreas de reciente colonización y Latinoamérica crecieron unas cuatro veces más rápida que Asia y una vez y media más rápida que el sur y el este de Europa. Las clases dominantes de esas sociedades eran los principales responsables de su incapacidad para aprovechar las nuevas oportunidades económicas. Muchos gobernantes eran incapaces o no deseaban crear las condiciones para un crecimiento económico sostenido. Algunos de ellos

Transcript of Frieden Jeffry Capitalismo Global

Page 1: Frieden Jeffry Capitalismo Global

Frieden Jeffry Capitalismo global. El trasfondo económico de la historia del siglo XX, Barcelona, Crítica, 2007, Cáp. 4 “Fracasos en el desarrollo”El cónsul británico en la colonia conocida como Estado Libre del Congo se desesperaba contemplando los infortunios de sus oprimidos habitantes. «Uno se pregunta en vano --escribía en 1908-- qué beneficios ha obtenido esta gente de la supuesta civilización del Estado Libre. En vano buscaríamos ningún intento de recompensarlos de algún modo por la enorme riqueza que vierten al Tesoro del Estado. Sus industrias nativas están siendo destruidas, se les ha arrebatado la libertad y su número decrece.» (1)Pese a la revolución económica de la Edad de Oro, la mayor parte del mundo permanecía horrorosamente pobre. Aunque las regiones de rápido desarrollo iban trepando por la escalera del éxito industrial, gran parte de Asia, África y Oriente Medio, e incluso partes de Rusia, del este y el sur de Europa y de Latinoamérica se deslizaban a niveles cada vez más bajos.Casi todas las regiones del mundo crecían, pero había grandes disparidades en sus tasas de crecimiento. Las diferencias en cuestión --un punto porcentual acá o allá-- pueden parecer pequeñas, pero el efecto de un crecimiento más lento se iba acumulando durante décadas. En 1870, por ejemplo, China y la India eran un 20 por 100 más pobres que México en términos de producción per cápita (una diferencia aproximadamente equivalente a la que existía en 2000 entre Europa occidental y Estados Unidos). Durante los cuarenta años siguientes la tasa de crecimiento de los gigantes de Asia era alrededor de un punto y medio menor que la de México. En 1913 México era tres veces más rico que los dos países asiáticos (una diferencia casi equivalente a la que existía entre Estados Unidos y México en 2000). (2) En general, Europa occidental, las áreas de reciente colonización y Latinoamérica crecieron unas cuatro veces más rápida que Asia y una vez y media más rápida que el sur y el este de Europa.Las clases dominantes de esas sociedades eran los principales responsables de su incapacidad para aprovechar las nuevas oportunidades económicas. Muchos gobernantes eran incapaces o no deseaban crear las condiciones para un crecimiento económico sostenido. Algunos de ellos representaban a potencias coloniales extranjeras y utilizaban medios venales y parasitarios para explotar a la población local. El Congo era quizá el ejemplo más sobresaliente de una sociedad abrumadoramente explotada por los colonialistas.EL REY LEOPOLDO Y EL CONGOWilliam Sheppard era un misionero afroamericano que llegó al África central con la intención de convertir a sus habitantes al presbiterianismo. Por accidente se vio complicado en un escándalo mundial que puso en la picota a uno de los regímenes coloniales más asesinos de los tiempos modernos. (3)Sheppard nació en Virginia en las últimas semanas de la guerra civil estadounidense, en una familia de negros libres. Fue ordenado como pastor presbiteriano a la edad de veintitrés años y pronto se presentó voluntario para el trabajo misionero en África. En 1890, Sheppard y un pastor estadounidense blanco, Samuel Lapsley, crearon una misión en Luebo, en la remota región de Kasai en la cuenca central del Congo.La presencia de los jóvenes estadounidenses en aquella región aislada se debía a los extraordinarios designios y la insistencia de un monarca europeo obsesionado por las riquezas de África. En la época en que Sheppard llegó a África, el rey Leopoldo II de Bélgica llevaba veinte años construyendo un imperio personal en el continente. Leopoldo sabía que Bélgica no podría nunca conquistar por sí misma una colonia, ya que no tenía armada ni marina mercante, y el propio Leopoldo era prácticamente el único belga destacado con ambiciones imperiales, por lo que se presentó como un benefactor que pretendía llevar el cristianismo a la población africana. Criticó con

Page 2: Frieden Jeffry Capitalismo Global

especial dureza la trata de esclavos en el continente, que una vez que las potencias europeas suprimieron la trata transatlántica en la década de 1840 se había convertido en una cuestión interna entre esclavistas árabes e indígenas. Leopoldo predicaba que la explotación de «seres humanos totalmente inocentes, brutalmente reducidos a la cautividad, condenados en masa a trabajos forzados ... es motivo de vergüenza para nuestra época.» (4)El rey Leopoldo II comenzó su carrera en África como patrocinador de exploradores, financiando la expedición de Henry Stanley que fue el primero en seguir el río Congo desde su nacimiento hasta el Atlántico (1879-1884). Una vez establecidas sus credenciales, Leopoldo II convenció a las potencias europeas para que le concedieran la autoridad personal sobre toda la cuenca del Congo, una área tan grande como Europa occidental y de la que se suponía que acumulaba enormes riquezas naturales(*a). Su éxito en obtener el control del Congo no fue consecuencia de su capacidad ni de la influencia geopolítica de Bélgica, ambas ínfimas. Para las potencias europeas que se estaban dividiendo África, el nuevo Estado Libre del Congo era un útil amortiguador que separaba las colonias francesas, británicas, alemanas y portuguesas de la región. Leopoldo aceptó permitir a todos los extranjeros igual acceso a las riquezas del área, así que los europeos no tenían necesidad de preocuparse de que la región quedara fuera de sus ambiciones.Sheppard, Lapsley y otros misioneros protestantes estadounidenses sirvieron a los propósitos de Leopoldo. Contrarrestaban la influencia de los misioneros católicos portugueses y franceses, de los que Leopoldo sospechaba que favorecían a su patria respectiva. Como estadounidenses podían recabar apoyo en Estados Unidos para las ambiciones belgas. Los protestantes también podían ayudar a abrir áreas en el interior del Congo para el Estado Libre de Leopoldo, cuya influencia estaba limitada por la vastedad del país. Leopoldo se reunió con Lapsley cuando los dos misioneros se dirigían a África y el ingenuo pastor de veinticuatro años quedó conmovido por la «evidente simpatía del Rey hacia mi misión ... Su expresión era muy amable y su voz igualmente agradable ... Me asombra hasta qué punto ha podido Dios cambiar las cosas para que un rey católico, sucesor de Felipe II, pueda hablar de misiones en el extranjero con un chico estadounidense presbiteriano.»(5) Leopoldo aconsejó a Lapsley que acompañara a Sheppard a la región de Kasai; le dijo que las tropas de su Estado Libre podrían protegerlo mejor allí que en otros lugares. De hecho, Leopoldo quería que los jóvenes estadounidenses fueran a Kasai porque era un área que las autoridades del Estado Libre no conocían ni controlaban, y las misiones podrían ayudar a asegurar la influencia y autoridad de la administración de Leopoldo.Sheppard le tomó cariño a África y a sus habitantes desde el primer momento. Aprendió las lenguas locales y construyó una red de amigos y aliados. Cuando Lapsley murió antes de cumplir dos años en la misión, Sheppard dirigió solo durante cinco años la misión presbiteriana en Kasai. Estudió la sociedad indígena con gran interés y éxito, consiguiendo finalmente entrar en la corte del poderoso y prácticamente desconocido reino de Kuba. Impresionó al público europeo y estadounidense con sus informes y su colección de artefactos, y en 1893 se convirtió en el primer afroamericano y uno de los más jóvenes en ser elegido para formar parte de la Royal Geographic Society británica, probablemente el más alto honor que se podía conceder a un explorador. La Royal Geographic Society también bautizó a un lago de la región de Kasai con el nombre de Sheppard, que lo había «descubierto».El descubrimiento por aquella época de una contabilidad más doméstica tuvo mayor impacto en el Congo. A finales de la década de 1890 Edmund Dene Morel trabajaba para la línea naviera británica Elder Dempster que disfrutaba del monopolio del

Page 3: Frieden Jeffry Capitalismo Global

transporte de mercancías desde Boma hasta Amberes, ciudad que visitaba a menudo para controlar sus negocios. Morel creía firmemente en el libre comercio y al principio era un entusiasta partidario de la iniciativa de Leopoldo II, pero acabó observando un hecho sospechoso. «El Congo --escribía Morel más tarde-- exportaba crecientes cantidades de caucho y marfil por los que, teniendo en cuenta las estadísticas de importación, los nativos no recibían nada o prácticamente nada ... No les llegaba nada a cambio de lo que salía de allí.» Casi lo único que la Elder Dempster transportaba al Congo desde Amberes eran armas y municiones para los soldados del Estado Libre. Y tampoco les podía llegar por otra vía, ya que la línea de Morel tenía el monopolio. A los africanos del Congo no se les permitía utilizar dinero, así que, si no se les pagaba en especie, es que no se les pagaba en absoluto por el suministro de marfil y caucho. Morel sacó la inevitable conclusión: «Trabajos forzados terribles y continuos eran lo único que podía explicar tales beneficios inauditos ... Trabajos forzados de los que el gobierno del Congo era el beneficiario inmediato; trabajos forzados dirigidos por los socios más cercanos del propio Rey.»(6)Morel había descubierto así la lógica económica del reino africano de Leopoldo. Este esperaba obtener enormes beneficios en el Congo; pero primero había que conquistar la región y gobernarla, y esto era inmensamente caro, tan caro que Leopoldo II tuvo que endeudarse mucho para conseguir que su Estado Libre funcionara. Durante una década el marfil de la región proporcionó parte del dinero necesario, pero a mediados de la década de 1890 el caucho sustituyó al marfil como producto más importante de la colonia. La demanda mundial de caucho crecía meteóricamente a medida que las innovaciones técnicas hacían el material más versátil y que inventos como la bicicleta y el automóvil multiplicaban la necesidad de neumáticos de caucho.El caucho salvaje del Congo era un recurso muy cómodo para el rey sediento de dinero, ya que se producía naturalmente y no costaba nada plantarlo. El problema era que reunirlo resultaba difícil y doloroso: las lianas de las que se extraía estaban dispersas en la selva, donde llovía incesantemente y no había senderos, y a menudo la única forma práctica de convertir el látex en caucho era que el cosechador lo repartiera sobre su cuerpo hasta que coagulara y se secara, arrancándoselo después junto con el vello corporal. La cosecha era de hecho tan difícil que los administradores coloniales no podían inducir a los congoleños a cosechar el caucho voluntariamente a cambio de otros artículos, así que el Estado Libre recurrió a la fuerza, estableciendo un «impuesto» que los nativos debían pagar en caucho.Los soldados del Estado Libre utilizaban infinidad de métodos para obligar a la población a cosechar el caucho crudo. A veces secuestraban a las mujeres y los niños de las aldeas, manteniéndolos como rehenes hasta que los varones entregaban la cuota establecida de caucho. A veces sobornaban a los caciques locales para que obligaran a sus súbditos a proporcionar el caucho. Cuando todo eso fallaba, los soldados quemaban y arrasaban las aldeas recalcitrantes hasta los cimientos y masacraban a sus habitantes como escarmiento para las aldeas vecinas.Las noticias sobre las fechorías cometidas en el Estado Libre acabaron filtrándose fuera del Congo. En 1899 el nuevo encargado de la misión presbiteriana, William Morrison, envió a Sheppard a investigar los informes sobre el conflicto entre el reino de Kuba y una tribu caníbal comerciante en esclavos llamada de los zappo-zap. Sheppard regresó a la capital de Kuba(*b) y comprobó con horror que la región había sido devastada. El brutal sistema de recogida de caucho del Estado Libre había llegado a Kuba, que se había resistido viéndose reducida su población a trabajos forzados. El Estado Libre de Leopoldo II había contratado a los zappo-zap y los había enviado a pacificar Kuba, sobre la que establecieron un reinado del terror.

Page 4: Frieden Jeffry Capitalismo Global

Sheppard tropezó por fin con un grupo de zappo-zap que lo llevaron ante su jefe, Malumba N'kusa. Este creyó que era belga y se jactó ante él de haber destruido aldeas enteras. El propio Sheppard vio montones de cuerpos a los que habían cortado trozos para consumo de los soldados. Según escribió Sheppard, el jefe Malumba «nos condujo a un armazón de estacas bajo el que ardía un fuego lento, y allí estaban las manos derechas de los cadáveres. Llegué a contar ochenta y una en total.» Malumba le explicó a Sheppard: «Aquí está nuestra prueba. Siempre les corto la mano derecha a los que matamos para mostrar al Estado cuántos hemos matado.»(7) La lógica de Leopoldo II también funcionaba allí. El Estado Libre suministraba armas y municiones a sus mercenarios pero temía que los utilizaran más para cazar que para los asuntos del Estado. Para hacer ver que estaban cumpliendo con su deber, los soldados tenían que demostrar que las armas y municiones del Estado se estaban utilizando para finalidades militares. Las manos derechas ahumadas de sus víctimas demostraban que el dinero del Estado Libre no se estaba dilapidando.Al cabo de unas semanas el informe de primera mano de William Sheppard sobre las atrocidades en la región de Kasai apareció en las primeras páginas de los periódicos de todo el mundo. Entretanto Edmund Morel había proseguido sus investigaciones sobre el fraude comercial de Leopoldo II con un esfuerzo sistemático por revelar al mundo la realidad congoleña. Comenzó un diario que publicó página tras página los horrorosos detalles sobre la brutalidad de la administración belga. Pocos meses después de las revelaciones de Sheppard un hombre de negocios estadounidense, Edgar Canisius, fue testigo de una expedición de castigo de los soldados del Estado Libre. En el transcurso de seis semanas, según Canisius, las tropas habían «matado a novecientos hombres, mujeres y niños nativos», con el objetivo de «añadir ... veinte toneladas de caucho a la cosecha mensual.»(8) Tras la difusión de estos informes, en 1903 la Cámara de los Comunes británica protestó oficialmente ante Leopoldo II de Bélgica. El Foreign Office británico envió a su cónsul en el Congo a realizar una investigación que duró meses por todo el interior y que confirmó las críticas más severas contra Leopoldo.La Asociación de Reforma del Congo de Morel movilizó a la opinión mundial contra el saqueo del Congo. El movimiento ganó fuerza rápidamente, recibiendo el apoyo de antiimperialistas como Mark Twain, cuyo Soliloquio del rey Leopoldo de 1905 es una amarga obra maestra de sátira política. Hasta convencidos imperialistas se unieron al clamor contra Leopoldo II porque sus desmanes desacreditaban el dominio colonial «responsable». En enero de 1905, de hecho, uno de los principales imperialistas estadounidenses, el presidente Theodore Roosevelt, recibió a William Sheppard en la Casa Blanca y respaldó sus esfuerzos en pro de los congoleños. A las potencias europeas, más pragmáticas, les preocupaba que Leopoldo no estuviera cumpliendo su compromiso de mantener el Congo abierto al comercio y la inversión de otros y estuviera reservando las oportunidades de beneficio a sus propios sicarios.El poderoso Partido Obrero y otros reformadores belgas se unieron al ataque, pidiendo que el imperio africano del rey quedara bajo administración del gobierno belga para ser regido de forma más responsable por un poder colonial adecuado. Sólo los más radicales concebían la posibilidad de la independencia, ya que, aparte de las repúblicas blancas del sur de África, en aquel momento sólo había dos países independientes en toda el África subsahariana.(*c) Leopoldo II respondió nombrando una comisión de investigación, pero incluso ésta encontró pruebas contra él: «La exacción de un impuesto en trabajo es tan opresiva que los nativos a los que afecta no tienen apenas libertad ... Los nativos son prácticamente prisioneros en su propio territorio.» La comisión condenó las frecuentes «expediciones punitivas ... con el propósito de aterrorizar a los nativos y que paguen un impuesto... que los comisionados consideran

Page 5: Frieden Jeffry Capitalismo Global

inhumano.»(9) El rey se vio finalmente obligado a ceder el control de la colonia al gobierno belga, que suprimió los peores excesos.Sin embargo, los conflictos de William Sheppard con las autoridades congoleñas no habían acabado. En 1907 describió elocuentemente cómo los comerciantes de caucho habían destruido la estructura social del medio millón de habitantes de Kuba: Hace tan sólo unos pocos años, los viajeros que llegaban a este país encontraban a sus habitantes viviendo en grandes casas, cada una de ellas con entre una y cuatro habitaciones, amando y viviendo felizmente con sus mujeres e hijos; era una de las tribus más prósperas e inteligentes de toda África, aunque viviera en uno de los lugares más remotos del planeta ... Pero durante esos tres últimos años, ¡cuánto han cambiado las cosas! En sus tierras de cultivo crecen matorrales y jungla, su rey es prácticamente un esclavo, sus casas ya sólo son habitáculos semiconstruidos y están muy abandonadas. Las calles de sus ciudades no están limpias y bien barridas como solían estarlo; incluso sus niños lloran pidiendo pan. ¿Por qué este cambio? La respuesta se puede resumir en pocas palabras: hay centinelas armados de las compañías estatutarias comerciales que obligan a los hombres y mujeres a pasar casi todos sus días y noches en los bosques de la región recogiendo caucho, y el precio que reciben es tan bajo que no pueden vivir de él.(10)Los ofendidos directores de la compañía comercial estatutaria local, la Compagnie du Kasai, presentaron una denuncia por difamación contra Sheppard en un tribunal congoleño. Morel y los presbiterianos crearon una red mundial en su apoyo cuando iba a ser juzgado en Léopoldville [actual Kinshasa]. El gobierno estadounidense protestó contra el juicio y el dirigente del Partido Obrero Belga(*d) Émile Vandervelde se apresuró a viajar al Congo para actuar como abogado de Sheppard. Aquel espectáculo puso aún más de relieve la naturaleza cruel del dominio de Leopoldo II y los beneficios que obtenían sus compañías preferidas; finalmente el juez rechazó las acusaciones contra Sheppard. Después de casi veinte años en el Congo, éste optó por regresar a casa. Se retiró del trabajo misionero y pasó sus últimos veinte años como pastor en Louisville, Kentucky. El propio Leopoldo II murió en 1909, poco después de la absolución de Sheppard, en un estado tan próximo a la desgracia como podía estarlo un monarca reinante.El Estado Libre del Congo de Leopoldo II fue el epítome de los males coloniales modernos. Sir Arthur Conan Doyle, el autor de los relatos protagonizados por Sherlock Holmes, llamaba a la explotación de Leopoldo II en el Congo «el mayor crimen de la historia, el mayor por haber sido llevado a cabo bajo una odiosa pretensión de filantropía.»(11) Por exagerado que pudiera parecer este juicio, expresaba la repugnancia popular frente a los horrores del dominio colonial, una repugnancia expresada gráficamente por el poeta jazzista estadounidense Vachel Lindsay en su poema épico El Congo: Escuchad los alaridos del fantasma de LeopoldoArdiendo en el averno por el cerro de manos cortadas.Oíd cómo los demonios se chancean y aúllancortándole las manos allá abajo en el infierno.Los veinticinco años de desgobierno, saqueo y crueldad de Leopoldo II causaron la muerte violenta de millones de congoleños, pero provocaron un daño aún mayor: la destrucción de gran parte de la estructura social de la región. Los amos coloniales descoyuntaron o devastaron las comunidades locales, exacerbaron los conflictos entre los habitantes del área y no dieron a los congoleños la oportunidad de adoptar y adaptar lo que les pudiera ser útil de la metrópoli. La administración colonial imposibilitó prácticamente a los habitantes de una región con extraordinarios recursos naturales su

Page 6: Frieden Jeffry Capitalismo Global

utilización para desarrollar su economía. Leopoldo II nunca visitó el Congo; su interés era financiero y político, no personal. Pero el soberano feudal ausente y su Estado Libre hicieron un daño enorme a la región. Fueron los principales responsables del decepcionante rendimiento económico de la colonia centroafricana mientras la gobernaron y de su estancamiento en las décadas siguientes.COLONIALISMO Y SUBDESARROLLOMark Twain llamaba a Leopoldo II y sus colegas «el trust de las bendiciones de la civilización». Sobre ese trust escribió: «Hay en él más dinero, más territorio, más soberanía y otros tipos de privilegios que en cualquier otro juego en el mundo.»(12) Muchos miembros del trust estaban decididos, como Leopoldo II, a exprimir el valor de sus posesiones. Extraían todos los recursos que podían en enclaves cerrados con minas de cobre u oro o plantaciones de bananas o caña de azúcar. Los propietarios, clientes y a veces hasta los trabajadores de esos enclaves no tenían ningún interés a largo plazo en la región, y el efecto sobre la economía local era mínimo. Con cierta frecuencia, cuando las explotaciones necesitaban trabajadores, como en el Congo, las autoridades coloniales imponían trabajos forzados a los residentes locales.La economía de tales enclaves era poco más que saqueo organizado. Se extraían recursos valiosos sin dejar tras ellos ninguna riqueza, tecnología o formación. Los colonialistas sometían a veces a los habitantes indígenas a condiciones próximas a la esclavitud, trastornando su modo de vida normal y destruyendo la economía local. Leopoldo II en el Congo y los portugueses en sus colonias fueron los principales explotadores coloniales. Aquellos regímenes eran tan depredadores que incluso en aquella época la difusión de las revelaciones sobre sus pillajes despertó una indignación general, como en el caso del Congo.Las concesiones comerciales eran sólo un poco menos perniciosas que los enclaves extractivos. Constituían un retroceso a los días del mercantilismo europeo de los siglos XVII y XVIII, cuando a las compañías estatutarias por acciones como la Compañía Holandesa de las Indias Orientales o la Compañía de la Bahía de Hudson se les cedía todo el control sobre regiones enteras. En casos más recientes, el poder colonial asignaba el control de una región prometedora a un concesionario comercial, cuyo objetivo era obtener beneficios, no desarrollar la economía local. En palabras de uno de los dirigentes de la Compañía Británica del Sur de África, que administraba Rodesia del Norte (ahora Zambia), «el problema de Rodesia del Norte no es un problema de colonización. Es el problema de cómo desarrollar una gran hacienda sobre líneas científicas de forma que se pueda sacar de ella el máximo beneficio para su propietario.»(13) Si el éxito comercial y el desarrollo económico iban de la mano, bien estaba, pero cuando entraban en conflicto, la primera responsabilidad de los concesionarios era la que tenían con sus accionistas.Cuando pequeños grupos europeos colonizaban áreas con grandes poblaciones indígenas, existía la misma posibilidad de abuso que en el caso del pillaje colonial desnudo. Ese colonialismo era fundamentalmente diferente de la emigración en masa de europeos a áreas tan escasamente pobladas como las praderas de Canadá o la Pampa argentina, donde los inmigrantes y su descendencia constituían prácticamente la totalidad de la población local. Un asentamiento de colonos, en cambio, era gobernado por una casta importada que dominaba y controlaba grandes poblaciones indígenas. Algunas autoridades coloniales alentaban el asentamiento de colonos a fin de desarrollar fuentes de abastecimiento agrícola; y había quienes consideraban a los colonos como un bastión frente a la población nativa y otras potencias coloniales. Pero el desarrollo económico mediante el asentamiento de colonos era casi siempre un fracaso.El asentamiento de colonos se solía promover entregando tierra a los europeos para que

Page 7: Frieden Jeffry Capitalismo Global

cultivaran plantas que la población indígena no cultivaba. La experiencia de los colonos demostraba a menudo la sabiduría de los habitantes de la región al no pretender cultivos que fracasaban miserablemente. Los colonos perturbaban a veces deliberadamente las actividades económicas tradicionales a fin de obligar a los «nativos» a trabajar para ellos en las nuevas explotaciones. Muchos colonos sólo tenían éxito en la agricultura comercial gracias a las subvenciones de las autoridades: créditos, reducciones de impuestos, infraestructura barata, acceso privilegiado a los mercados, expropiación de los propietarios locales. A fin de que seis mil europeos se establecieran en Kenia en 1913, los británicos tuvieron que ceder tierras prácticamente gratis cerca de una nueva vía férrea, expulsar a miles de masais y kikuyus de sus territorios, imponerles tributos de capitación en dinero, o por sus chozas, o sobornar a los caciques locales para inducir a los africanos a trabajar para los colonos. Aun así, la agricultura de los colonos en Kenia fue en gran medida un fracaso.(14)Hubo algunos éxitos importantes, en los que los colonos consiguieron desarrollar cultivos productivos. En Argelia, una vez que se consolidó el dominio francés a mediados del siglo XIX, cientos de miles de europeos se establecieron a lo largo de la costa mediterránea. La región era semejante a la del sur de Francia en clima y topografía y adecuada para cultivos muy conocidos por los franceses. Pronto los colonos estaban exportando grano y vino, con su posición competitiva apuntalada por una política colonial favorable y una mano de obra local barata. Al otro extremo del continente también hubo éxitos económicos en zonas del sur de África como Rodesia y la provincia de El Cabo, en las que las economías de los colonos acabaron siendo rentables y productivas, sobre todo en cultivos para el mercado.Sin embargo, incluso las sociedades de colonos más dinámicas estaban basadas en políticas que les reservaban los beneficios económicos --ya fuera en Argelia o en Rodesia-- y excluían a los habitantes locales. Los colonos rodeados por sociedades indígenas populosas exigían un tratamiento distinto y desigual al de los nativos; si se hubieran concedido iguales derechos al resto de la población, la situación privilegiada de los colonos se habría visto amenazada por la competencia de árabes y africanos dispuestos a trabajar más duro por menos salario. Lo que muchos colonos querían no era el desarrollo general de la agricultura indígena sino una fuerza de trabajo cautiva y barata. Los esfuerzos por mejorar la situación de los "nativos" podían desvanecerse frente a la necesidad de los colonos de mano de obra barata. La mayoría de ellos se oponían pues a la asimilación de otros súbditos coloniales al sistema social, económico y político.Los colonos que se oponían a incluir a la población local en el sistema colonial entraban a veces en conflicto con los propios poderes coloniales.(15) En un primer momento los gobiernos coloniales dieron la bienvenida a una capa de franceses y británicos llegados para supervisar sus posesiones; sin embargo, la población local no podía quedar subyugada por la fuerza para siempre y los poderes imperiales pretendieron más adelante alentar la participación de los nativos en la sociedad colonial, integrarlos en el nuevo orden. Los colonos se oponían a esa integración porque implicaba una reducción de sus privilegios especiales. Si a los musulmanes argelinos o a los negros keniatas o rodesianos se les concedía derecho pleno a la tierra, los servicios públicos o incluso el voto, pronto surgirían poderosas presiones para eliminar los favores concedidos a los europeos.La oposición de los colonos a la integración de los nativos en el sistema colonial bloqueaba a menudo una integración económica internacional de amplia base y en general el desarrollo económico. Los colonos restringían el acceso a la prosperidad a ellos mismos y a sus aliados más cercanos; la marginación de la mayoría de los nativos

Page 8: Frieden Jeffry Capitalismo Global

excluía la posibilidad de un crecimiento de amplia base. Una Argelia o una Rodesia más inclusiva económica, social y políticamente podría haber ampliado las oportunidades económicas para la metrópoli colonial, una razón, junto con la mayor gobernabilidad, por la que Francia y Gran Bretaña optaron finalmente por tal integración. Cuando los colonos bloqueaban la democratización, también bloqueaban el desarrollo social y económico de la región, prefiriendo un trozo más grande de una tarta más pequeña.Incluso allí donde el dominio extranjero no era tan pernicioso como en el colonialismo extractivo y de colonos, podía frenar el crecimiento local. Algunas potencias imperiales restringían el comercio de una forma que recordaba al mercantilismo europeo contra el que habían combatido los movimientos independentistas en el Nuevo Mundo y los liberales metropolitanos. Los mercantilistas habían obligado a las colonias a comprar y vender en el mercado metropolitano, sobrecargando a las colonias por lo que compraban y pagándoles menos por lo que vendían. Además de los precios discriminatorios contra las colonias, los mercantilistas solían desalentar o prohibir la industria local. Algunas potencias imperiales modernas utilizaban políticas de estilo mercantilista para obligar al comercio y la inversión a utilizar los canales coloniales, con lo que negaban a las colonias un acceso pleno a las mercancías, capital y tecnología de una economía mundial en auge. Algunas grandes potencias también obligaron a países subdesarrollados independientes a firmar tratados desiguales que proporcionaban a los países industriales un trato preferente.Los tratados comerciales neomercantilistas y neocoloniales suponían un obstáculo para el desarrollo, pero no sustancial. Los imperios británico y alemán eran librecambistas, como lo era toda el África central; los aranceles formales eran bajos, cuando se llegaban a imponer; y la desviación del comercio informal no les costaba mucho a las colonias. Los tratados comerciales desiguales también tenían efectos limitados: los países que querían imponer altos aranceles, como Brasil, Rusia y Estados Unidos, nunca los aceptaban, y los que los aceptaban tenían poco interés en que los aranceles fueran demasiado altos. De hecho, cuando países como Siam y Japón quedaron liberados de los tratados comerciales desiguales, apenas modificaron su política comercial. Así pues, aunque las potencias imperiales manipulaban su comercio con los países pobres, esa manipulación no era tan radical como para retrasar de forma importante el crecimiento económico.De hecho, la mayoría de las potencias imperiales pretendían que sus colonias participaran en la economía internacional, y no por pura benevolencia imperial, sino más bien porque hacer llegar los recursos de las colonias al mercado solía requerir una participación local activa. En muchas colonias los productos para la exportación eran producidos por los campesinos locales, como sucedía en gran parte del África occidental, Ceilán y el sureste de Asia, y los gobiernos coloniales en esas regiones y en otros lugares se esforzaban por llevar sus productos al mercado mundial. Construían vías férreas, carreteras y puertos, establecían un orden judicial y monetario y alentaban a los comerciantes a buscar productores y consumidores tierra adentro.Ahora bien, los gobernantes coloniales a menudo hacían poco por facilitar el acceso de las colonias a los mercados internacionales. A veces esto se debía a que la potencia imperial había adquirido el territorio por razones no económicas, como acuartelar tropas o guarecer y avituallar sus barcos. Otras veces se debía al abismal retraso de la potencia colonial, como en el caso de las colonias portuguesas y españolas, y otras a que el poder en la colonia dependía de gobernantes locales que temían los efectos de la economía internacional Sobre su control social. A este respecto, la inadecuada oferta de oportunidades económicas a los súbditos coloniales --especialmente a los súbditos coloniales no blancos-- era una deficiencia importante de la mayoría de las potencias

Page 9: Frieden Jeffry Capitalismo Global

coloniales.Sir Arthur Lewis analizó las consecuencias del colonialismo, incluso el más benevolente, con su característica elocuencia y moderación. Escribiendo sobre su experiencia personal --fue el primer súbdito colonial (había nacido en Santa Lucía, en las Antillas) y la primera persona «de color» que obtuvo un premio Nobel en Economía--, decía en la década de 1970: El retraso de los países menos desarrollados en 1870 sólo lo podía modificar gente dispuesta a alterar ciertas costumbres, leyes e instituciones, y a desplazar el equilibrio del poder político y económico arrebatándoselo a las viejas clases terratenientes y aristocráticas. Pero las potencias imperiales se aliaron en su mayoría con los bloques de poder existentes. Eran especialmente hostiles a los jóvenes instruidos, a los que, discriminándolos por su color, impedían el acceso a puestos en los que se podía adquirir experiencia administrativa, ya fuera en el servicio público o en negocios privados. Esa gente, decían entonces, no podía ocupar puestos destacados porque le faltaba experiencia gestora, así como el tipo de fundamento cultural en el que ésta florece. Una consecuencia de esa actitud fue desviar a largas y enconadas luchas anticoloniales a muchos talentos brillantes que se podrían haber utilizado creativamente para el desarrollo.(16)Pero ésos eran pecados de omisión más que de comisión. Evidenciaban una atención inadecuada a los requisitos del desarrollo económico más que una oposición activa a éste; pero aun así eran lo bastante reales e importantes como para coadyuvar a los fracasos del desarrollo en los años anteriores a 1914.El colonialismo obstaculizó el desarrollo en la medida en que obstruía la integración económica de las colonias con el resto del mundo o la posibilidad de que los súbditos coloniales participaran en ese proceso. Esta conclusión contradice la opinión que entiende como principal problema la inversión y el comercio internacional. Muchos activistas anticoloniales de la época hacían críticas anticomerciales de ese tipo, que siguen siendo aún populares en algunos círculos. Acusaban a las grandes potencias de arrojar despiadadamente a las colonias a las turbulentas aguas de la economía global, sometiendo a regiones pobres a las constricciones del mercado mundial. Esta acusación es errónea, al menos en dos sentidos. En primer lugar los gobiernos coloniales más perjudiciales y objetables utilizaban las restricciones sobre el comercio, no el libre comercio, para extraer recursos de sus colonias. En segundo lugar, la inserción en el mercado mundial solía incrementar espectacularmente el crecimiento económico de las colonias. No es una coincidencia que los países latinoamericanos de crecimiento rápido comerciaran más del triple que los países asiáticos de lento crecimiento en proporción a la economía, y más del séxtuplo en relación con el PIB per cápita. Cuando se les daba una oportunidad, los pueblos de las regiones pobres aprovechaban enérgicamente las posibilidades de enriquecimiento ofrecidas por el capitalismo global. Las áreas coloniales que crecían más rápidamente eran aquéllas cuyos gobiernos eran más eficaces en la apertura de vías hacia los mercados globales. Los problemas de desarrollo eran más severos allí donde los regímenes coloniales estaban poco dispuestos o eran incapaces de permitir a los pueblos de las colonias aprovechar lo que la economía global les podía ofrecer.El colonialismo era uno de los muchos factores que afectaba al crecimiento en el mundo subdesarrollado, y no era siempre negativo. El dominio colonial eficaz aceleraba el avance económico, del mismo modo que la explotación colonial corrupta lo retrasaba. Económicamente, la mayoría de las colonias estaba entre esos extremos: dotadas con un mínimo de servicios administrativos y de otro tipo; sometidas a tributos y cierta discriminación comercial. La relativa irrelevancia del colonialismo para las cuestiones

Page 10: Frieden Jeffry Capitalismo Global

del desarrollo se constata claramente desde una perspectiva más amplia: las diferencias de desarrollo eran tan grandes entre los países no coloniales como en las colonias. Por ejemplo, aunque gran parte de Latinoamérica creció rápidamente, áreas de Centroamérica y del noreste de Brasil se estancaron de forma desesperante. Dos de los casos más obvios de estancamiento, el de China y el del imperio otomano, no se debían al dominio colonial, ya que eran independientes. Algunos países coloniales se estancaron y otros crecieron rápidamente, como sucedía con los países independientes. Con excepción de casos de saqueo directo del estilo del Congo o del asentamiento de colonos privilegiados, el colonialismo no solía ser un obstáculo insuperable para el desarrollo económico.MAL GOBIERNO Y SUBDESARROLLOLa política económica de los gobernantes de un país era el factor principal que determinaba su desarrollo económico, ya se tratara de gobernantes coloniales o autóctonos. El crecimiento económico requería inversión, un fácil contacto con los clientes nacionales y extranjeros, formación técnica y acceso al capital y a la tecnología extranjera. Nada de esto podía tener lugar sin el apoyo, o al menos el permiso, de los gobernantes.Las sociedades pobres de finales del siglo XIX y principios del XX eran en su cuatro quintas partes agrícolas y su agricultura estaba extraordinariamente atrasada. En comparación, en 1700 Gran Bretaña era menos rural y sus explotaciones agrícolas eran más productivas.(17) Para modernizarse, los campesinos necesitaban mejorar su tierra, aprender nuevos métodos y plantar nuevos cultivos. En las áreas que crecían rápidamente --las tierras bajas de Tailandia y Birmania donde se cultivaba arroz, las regiones del cacao de África occidental y las zonas del café de Brasil y Colombia-- abundaban los agricultores independientes que desarrollaban sus tierras, y sus gobiernos les facilitaban el aprovechamiento de las oportunidades económicas.Un requisito del crecimiento económico era la infraestructura, servicios que facilitaran la actividad económica. Los agricultores necesitaban información sobre técnicas y mercados, medios de transporte que les hicieran llegar maquinaria y en los que pudieran expedir sus cosechas, y crédito. Los gobernantes interesados en el crecimiento económico se esforzaban por que su población dispusiera de transporte, comunicaciones, finanzas y una moneda fiables.El desarrollo también requería condiciones políticas y legales más sutiles, especialmente garantías para los derechos de propiedad. La protección de la propiedad privada no beneficiaba exclusivamente a los más privilegiados: en las sociedades pobres los principales propietarios eran agricultores con pequeñas parcelas. Para poder aprovechar las nuevas oportunidades económicas, tenían que reservar tiempo, energía y dinero para mejorar el suelo. Un agricultor tenía que arriesgar su sustento para plantar cafetos, roturar nuevas tierras o establecer un sistema de regadío.¿Y cómo podía emprender inversiones tan arriesgadas si no estaba seguro de poder conservar sus ganancias porque los bandoleros le podían robar sus animales o quemar sus campos o los funcionarios del gobierno tenían autoridad para arrebatarle cualquier riqueza que hubiera ahorrado e incluso la administración nacional podía llevarse con los impuestos todos sus beneficios?La formación para mejorar las habilidades de los trabajadores y su alfabetización también tenían un efecto directo sobre la productividad. De hecho, los éxitos económicos reproducían casi exactamente el nivel de escolarización. En Estados Unidos y Alemania tres cuartas partes o más de los niños en edad escolar iban a la escuela; en Japón, la mitad; en Argentina y Chile, la cuarta parte. Además de la educación, también eran importantes la higiene y la sanidad pública, por razones sociales y porque

Page 11: Frieden Jeffry Capitalismo Global

permitían a la gente convertirse en miembros fructíferos de la sociedad.El mal gobierno era el obstáculo principal para el crecimiento económico. El mal gobierno impedía a los agricultores y mineros despachar sus productos al mercado mundial. El mal gobierno impedía a los africanos del este o a los centroamericanos mejorar sus tierras y ciudades. El mal gobierno, ya fuera de las autoridades coloniales o de gobiernos independientes, impedía incuestionablemente el desarrollo; y muchos gobernantes, independientes o coloniales, eran indiferentes u hostiles a las necesidades del desarrollo económico.Signos evidentes de mal gobierno eran la ausencia de una red de transportes y comunicaciones adecuada, la escasez de bancos y la desconfianza popular hacia la moneda nacional. La primera linea ferroviaria en China fue construida veinticinco años después que en la India, por comerciantes extranjeros, y un año después el gobierno chino la levantó y la arrojó al océano.(18) En 1913, China tenía todavía un sistema ferroviario más raquítico que el del minúsculo Japón y sólo una quinta parte del kilometraje de las lineas férreas de la India.Otra señal de mal gobierno era la ausencia de un claro compromiso con un entorno económico fiable, de forma que la gente pudiera aprovechar las oportunidades que les ofrecía el crecimiento de la economía mundial. Los gobernantes tradicionales eran a menudo reacios a garantizar los derechos de los inversores; después de todo, respetar los derechos de propiedad privada significaba restringir las prerrogativas del gobierno. Hasta los primeros años del siglo XX no dio China el paso elemental de adoptar un código empresarial que permitía a las empresas funcionar normalmente, e incluso entonces los funcionarios acostumbraban a vulnerar los derechos de los ciudadanos privados.El mal gobierno también suponía una falta de compromiso por parte de la administración para mejorar la calidad de la vida humana y de los trabajadores. En la India sólo un niño de cada veinte iba a la escuela.(19) En 1907 el 92 por 100 de la población adulta de Egipto era analfabeta, y no había signos de interés por parte del gobierno para reducir ese porcentaje.(20) Muchos gobernantes --independientes, coloniales o neocoloniales-- se despreocupaban absolutamente de proporcionar educación básica, saneamiento o salud pública.¿Por qué condenaban las clases dominantes a sus sociedades al estancamiento? En las colonias la respuesta podía ser que los gobernantes imperialistas no estaban interesados en la situación económica del país; pero muchos de los fracasos del desarrollo no dependían de la política, y cabe presumir que la mayoría de los gobernantes preferían que sus sociedades crecieran más que declinaran, aunque sólo fuera para generar más tributos. No se trataba pues solamente de falta de democracia; en casi todas partes los gobernantes eran oligarcas, tanto en los países pobres como en los ricos. Algunos soberanos estaban simplemente menos dispuestos o eran menos capaces que otros para facilitar un desarrollo económico de amplia base.ESTANCAMIENTO EN ASIALos fracasos más sobresalientes en el desarrollo eran los de China, el imperio otomano y la India. Las tres civilizaciones más viejas del mundo tenían, evidentemente, largas historias de compleja organización social. Como en la Europa premoderna, su economía consistía casi enteramente en pequeña agricultura de subsistencia y artesanía y se había mantenido durante mucho tiempo en cierto equilibrio, suficiente para alimentar y vestir a la población, aunque no para proporcionar un excedente sustancial susceptible de ser utilizado para la inversión y el desarrollo. Los gobiernos eran expertos en administrar sus amplias sociedades, proporcionando estabilidad social y seguridad militar. Los pocos sectores avanzados de la economía --las finanzas y el comercio a larga distancia y

Page 12: Frieden Jeffry Capitalismo Global

con el extranjero, la industria incipiente-- corrían a cargo de grupos muy concretos, a veces de una etnia distinta. Esas islas de actividad económica eran cuidadosamente controladas para evitar el surgimiento de centros de poder alternativos.Las clases dominantes de esos tres grandes países temían que el desarrollo económico pudiera provocar cambios sociales que los hicieran ingobernables, o al menos ingobernables por sus elites de la época. Los gobernantes otomanos, chinos e indios estaban principalmente preocupados por la estabilidad de su orden social y el crecimiento económico los podía desestabilizar. Alentar el surgimiento de un próspero sector privado significaba comprometer a los gobiernos a respetar los derechos de sus súbditos de forma desacostumbrada. Crear la base para un desarrollo económico moderno significaba incorporarse a la economía mundial, cargar con impuestos a los ricos, educar a los pobres, mejorar el transporte rural, desarrollar mercados de crédito local. Casi todo esto implicaba cambios sociales poco deseados por las clases dominantes locales. Ninguno de los tres gobiernos hizo esfuerzos reales por superar la inercia secular hasta finales del siglo XIX, cuando ya era demasiado tarde. El tradicionalismo bloqueó la modernización.(21)Los partidarios de esos tres gobiernos argumentaban que la necesidad política los obligaba a subordinar el desarrollo a los objetivos de política exterior. Al parecer, los imperios otomano y chino tenían que afrontar amenazas a su soberanía que exigían demorar el desarrollo económico. Por ejemplo, una razón esgrimida para defender la hostilidad del gobierno chino a los ferrocarriles era que los militares, comerciantes o misioneros extranjeros los podían utilizar para comprometer la seguridad del país. Pero la propia decisión era reveladora, ya que suponía que los propios chinos no eran capaces de adoptar las nuevas tecnologías, incluido el uso militar de los ferrocarriles, mientras que los japoneses ya lo estaban haciendo; por otra parte, negar al país una revolución en los transportes simplemente para impedir el acceso a él de los extranjeros implicaba que la amenaza a la influencia del gobierno tenía más peso que las oportunidades de crecimiento económico. El poder y la estabilidad imperial eran más importantes que el desarrollo. El gobierno imperial cambió finalmente de opinión después de utilizar ferrocarriles para trasladar rápidamente tropas del gobierno durante la rebelión de los bóxers de 1899-1900 y emprendió un programa de construcción de vías férreas, sólo que cuarenta años tarde. El argumento de la necesidad militar estaba evidentemente equivocado: las crecientes vulneraciones de la soberanía china y otomana durante el siglo XIX y principios del XX eran consecuencia de su retraso económico, no su causa.En el caso de la India se alega a veces su estatus como joya militarmente crucial de la corona británica para explicar el retraso en el crecimiento debido a la falta de atención por parte del imperio a las necesidades económicas. Cierto es que las necesidades militares absorbieron la mayor parte del gasto británico en la India en la construcción de una extensa red de carreteras y vías férreas. Pero lejos de retrasar el desarrollo, el ferrocarril era probablemente el cauce más importante para cualquier éxito económico que registrara la India, aunque por sí solo fuera insuficiente. Tanto los británicos con sus aliados en la India, como los gobernantes de los imperios chino y otomano, estaban preocupados ante todo por mantener el control político y miraban con suspicacia las políticas desarrollistas más audaces.(22)Durante las últimas décadas del siglo XIX quedaron claras las desastrosas consecuencias del retraso en el desarrollo, y en los tres países aparecieron movimientos reformistas. Había muchos agentes lúcidos y bien intencionados del cambio, incluso dentro del gobierno, pero en la mayoría de los casos sus esfuerzos se vieron obstaculizados por la prolongada resistencia imperial.Algunos de los gobernantes chinos, por ejemplo, eran partidarios de la reforma

Page 13: Frieden Jeffry Capitalismo Global

económica y política; pero las credenciales reformistas del gobierno eran sospechosas, como mostró la emperatriz regente china al respaldar la rebelión antioccidental de los bóxers. Hasta los cambios que el gobierno chino puso en práctica se veían distorsionados por la influencia de las clases dominantes tradicionales.Una de las tareas más acuciantes era el desarrollo de una industria moderna, que prácticamente no existía en China; pero los pocos gobernantes nacionales o regionales que alentaban la industria lo hacían sobre todo para ampliar su propia influencia. El gobernador provincial de Hubei-Hunan, por ejemplo, estableció una acería en Hanyang bajo su amparo personal. El mismo realizó los encargos de equipo a través del embajador chino en Londres, insistiendo en que quería lo último en equipo británico. Dada la ignorancia siderúrgica del gobernador, no cabe sorprenderse de que el alto horno encargado fuera inadecuado para el mineral local, mientras que el carbón con el que se pretendía que funcionara era inutilizable. Para empeorar aún más las cosas, se construyó en una localidad demasiado pequeña y demasiado húmeda, pero que tenía la virtud de estar a la vista del palacio del gobernador. Aquel alto horno costó una fortuna y fracasó miserablemente. El historiador de la economía Albert Feuerwerker ha estudiado muchos de esos intentos de última hora del gobierno imperial de estimular la industria. En un caso tras otro los planes emprendidos enriquecieron a unos pocos comerciantes y funcionarios pero no sirvieron en absoluto para enderezar la economía del país. «La abrumadora mayoría de la elite aristocrática ilustrada --escribía en 1995-- se oponía o era indiferente a la industrialización.»(23)Dado que los intereses creados bloqueaban la reforma, los adversarios de las clases dominantes enarbolaron la bandera de la renovación nacional. Los nacionalistas indios que querían mayor autonomía para la colonia encabezaron el movimiento por el desarrollo económico. Los oficiales de rango intermedio del ejército fueron la punta de lanza del impulso por la reforma en el imperio otomano. Los Jóvenes Turcos tomaron el poder en 1908-1909, pero sus planes se vieron desbordados por la Primera Guerra Mundial. La guerra demostró lo calamitoso que había sido el retraso, con masivas pérdidas otomanas frente a los extranjeros y a los movimientos nacionalistas autóctonos. Cuando el imperio se hundió, otro joven oficial, Mustafá Kemal (Atatürk), dirigió los restos del imperio hacia la modernidad como la nueva Turquía laica y republicana. El relativo éxito de la Turquía de Atatürk sólo sirvió para poner aún más de relieve la naturaleza retrógrada del régimen al que sustituyó.Las nuevas fuerzas económicas y sociales también tuvieron que esperar a la revolución para ocupar el primer plano en China. El programa de reformas del gobierno imperial era excesivamente apocado y en 1911 una coalición de oficiales del ejército sublevados y opositores civiles derrocó la monarquía. Sun Yat-sen y su Partido Nacionalista encabezaron el movimiento rebelde que proclamó la república el 29 de diciembre; pero al igual que en el imperio otomano, la reforma llegaba demasiado tarde para evitar el deterioro de la situación del país. Los señores de la guerra dividieron China en feudos regionales, dejando al país casi indefenso mientras un Japón más poderoso e industrializado ampliaba su control sobre territorio chino. Ningún grupo o persona parecía capaz de unificar el país para combatir contra los japoneses o para renovar el gobierno nacional. El resultado fueron casi cuarenta años de guerra civil e invasión japonesa, una calamidad tras otra que demostraban hasta qué punto el sistema imperial había dejado al país poco preparado para la era moderna. La civilización milenaria china, como la del imperio otomano o la de India, bloqueaba más que permitía la adopción de, y adaptación a, las actividades económicas modernas.ESTANCAMIENTO DE LAS PLANTACIONESLos intereses creados podían obstaculizar el desarrollo económico incluso allí donde el

Page 14: Frieden Jeffry Capitalismo Global

peso de la historia no era tan abrumador. Los gobernantes que necesitaban peones para sus plantaciones o mineros para sus minas dispuestos a trabajar por una miseria podían perder la base de sus privilegios si los trabajadores se desplazaban a actividades más lucrativas. Los que dependían de trabajadores cautivos tenían poco interés en facilitar la transición de las masas a un nuevo orden económico. Las elites que no precisaban tanto una mano de obra barata, en cambio, podían beneficiarse del incremento general de prosperidad, actuando como banqueros o agentes a comisión para los pequeños agricultores prósperos, encargándose del lucrativo comercio de exportación-importación o como intermediarios entre los extranjeros y la población local.La compatibilidad de los intereses de las clases dominantes con el desarrollo dependía en parte de la naturaleza de la economía. Diferentes cultivos o materias primas conducían a estructuras económicas basadas en las plantaciones, en minas enormes o en granjas familiares, y esto tenía efectos duraderos sobre la organización social.(24) Algunas actividades eran particularmente proclives a la creación de oligarquías retrógradas que retrasaban el crecimiento económico; otras alentaban la incorporación de la población a la vida económica y política estimulando un mayor desarrollo.Los cuatro principales cultivos para la exportación en los trópicos contrastaban notablemente en su organización de la producción y en las sociedades que generaban. Café, algodón, azúcar y arroz suponían juntos más de la mitad de las exportaciones agrícolas de los trópicos en 1913, y su impacto sobre las sociedades tropicales no podía ser más diferente. Era una opinión muy difundida que la caña de azúcar y el algodón eran cultivos «reaccionarios», mientras que el café y el arroz eran «progresistas», y los subsiguientes estudios han confirmado en gran medida esa opinión. Los primeros eran productos de plantación y dieron lugar a algunas de las sociedades más desiguales y anquilosadas del mundo; los últimos se cultivaban en pequeñas granjas y proporcionaban oportunidades para un amplio crecimiento económico.Los propietarios de plantaciones solían cultivar la caña del azúcar y el algodón con trabajadores forzados. Los capataces supervisaban el avance a través de los campos de hileras de trabajadores estrechamente vigilados, sin tener que recompensar ninguna iniciativa individual ni ofrecer motivación alguna. Por ésta y otras razones, en el cultivo de la caña de azúcar y el algodón había sustanciales economías de escala: las grandes explotaciones eran más eficientes que las pequeñas, y los pequeños agricultores independientes no podían competir con las grandes plantaciones.El café y el arroz, en cambio, eran cultivos ideales para pequeños agricultores. En el caso del café, esto se debía en parte a que su cosecha exige una gran atención al detalle; las bayas maduran a diferente velocidad y el recolector debe observar meticulosamente lo que está recogiendo.(25) A diferencia de lo que sucedía con la caña de azúcar y el algodón, el trabajo forzado a gran escala no era eficaz. En los casos del café y el arroz no cabían economías de escala y los pequeños agricultores dominaban su producción. Y allí donde el cultivo dominante era llevado a cabo por pequeños propietarios independientes, solían darse pautas de desarrollo político más equitativas y con una base más amplia.En Latinoamérica había tanto sociedades «reaccionarias» basadas en la caña de azúcar como «progresistas» basadas en el cultivo del café. La caña de azúcar, como el algodón y el tabaco, se cultivaba originalmente en plantaciones de esclavos. Tras la abolición de la esclavitud, la tecnología y la competencia solían dictar que se siguiera cultivando en grandes plantaciones con salarios muy bajos. Allí donde los antiguos esclavos tenían la posibilidad, evitaban esas plantaciones como una plaga. Los plantadores se esforzaban por incrementar la oferta de trabajo y mantener bajos los salarios. En las islas del azúcar del Caribe y en la costa de Perú, los plantadores importaron miles de indios y chinos, a

Page 15: Frieden Jeffry Capitalismo Global

menudo con una servidumbre contratada. En el noreste de Brasil los propietarios de las plantaciones hacían lo que podían para mantener a «sus» peones ligados a las ellas: limitaciones a la movilidad, deudas, coerción. El problema se exacerbó cuando los europeos comenzaron a cultivar remolacha y a subvencionar la exportación de su azúcar, haciendo bajar notablemente el precio mundial.(26)La amarga consecuencia del dominio del azúcar era una terrible desigualdad. La elite rica dominaba señorialmente un empobrecido depósito de mano de obra, con pocos incentivos para alentar el desarrollo económico, social o humano, que habrían apartado a los trabajadores de las plantaciones de caña. Una situación parecida prevalecía en las regiones donde se cultivaba el algodón en grandes haciendas con mucha mano de obra. En el noreste de Brasil se cultivaba algodón además de caña de azúcar, condenando doblemente su estructura social. El orden económico y político reforzaban la posición de los ricos terratenientes y comerciantes que no veían razón para mejorar la calidad del gobierno, las infraestructuras o la enseñanza.Los resultados solían ser pavorosos. En Venezuela, por ejemplo, la tierra buena de las grandes haciendas estaba rodeada por las pobres chozas de los campesinos sin tierra. Los grandes terratenientes --hacendados-- utilizaban menos de la tercera parte de su tierra pero se negaban a arrendar el resto a los campesinos pobres ya que, si hubieran dispuesto de la tierra ociosa, éstos no habrían estado dispuestos a trabajar por un salario de miseria en las plantaciones, y los hacendados se habrían visto privados de los trabajadores necesarios para hacer económicamente viables sus grandes haciendas; por eso la mayoría de las tierras fértiles permanecían ociosas. A largo plazo eso no podía favorecer los intereses de los terratenientes, ya que la perpetuación de la miseria de los campesinos sin tierra limitaba severamente el mercado nacional, por no hablar de la conflictividad social siempre a punto de estallar. Pero la oligarquía terrateniente estaba más interesada por su riqueza y poder aquí y ahora que por el desarrollo a largo plazo.(27)Esas pautas se repetían en una región tras otra y producto tras producto. El azúcar tuvo un impacto social retrógrado sobre las Indias Orientales Holandesas, Filipinas, Fiyi y Mauricio. El algodón tenía en Egipto efectos comparables a los del noreste de Brasil, reforzando la posición de las clases dominantes terratenientes y comerciantes. Algunos nuevos cultivos, como los de bananas en Centroamérica y el árbol del caucho (Hevea) en Malasia, dieron lugar a nuevas economías plantadoras en tierras en gran medida desocupadas, dominadas en ambos casos por empresas extranjeras que empleaban a peones sin tierra, a menudo importados expresamente de otras regiones pobres con esa finalidad.Los países o regiones de Latinoamérica donde se cultivaba café, en cambio, consiguieron los mayores éxitos en el desarrollo en las décadas inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial. Evidentemente no es una coincidencia que el café, como el arroz o el trigo, fuera fácil de cultivar con costes muy bajos en pequeñas explotaciones. Bastaban unos pocos años para que maduraran los nuevos cafetos, por lo que los campesinos no necesitaban mucho crédito ni ahorros, y a diferencia de las plantaciones de caña de azúcar o algodón los pequeños cafetales podían ser extraordinariamente rentables. Más de la cuarta parte de la producción del oeste de Colombia durante aquel período provenía de pequeñas explotaciones de menos de tres hectáreas. También era posible, evidentemente, cultivar el café en grandes plantaciones, y la producción de Sáo Paulo provenía desproporcionadamente de grandes haciendas; pero en la región también abundaban las pequeñas explotaciones.(28) De hecho, una de las ventajas del café era que los pequeños agricultores podían cultivar maíz, yuca, frijoles o plátanos entre los cafetos, obteniendo así tanto alimentos básicos para sus

Page 16: Frieden Jeffry Capitalismo Global

familias como un lucrativo producto para el mercado. Y allí donde los campesinos disponían de la posibilidad de establecer su propio cafetal, los grandes terratenientes se veían obligados a pagar salarios más decentes a sus peones.Ya se cultivara en pequeñas explotaciones o en grandes haciendas con peones relativamente bien pagados, el café se asociaba con la prosperidad general. Esto no se debía únicamente al alto precio de mercado --entre 1899 y 1913 el algodón tenía precios sustancialmente más altos que el café, el arroz y el cacao(29)-- sino porque el café, por la propia naturaleza de su producción, conducía a un desarrollo económico de amplia base, y sus beneficios no se podían limitar fácilmente a una pequeña elite.Había otros cultivos "progresistas" además del café, y el arroz era el más importante. Birmania, Tailandia e Indochina, que suponían las tres cuartas partes de las exportaciones mundiales de arroz, experimentaron un crecimiento extremadamente rápido que era casi tan inclusivo como en las regiones del café.(30) Lo mismo sucedía en África central con el cacao, un cultivo de pequeñas explotaciones. Y allí donde cereales como el trigo se podían cultivar rentablemente en pequeñas explotaciones, como en el Cono Sur latinoamericano y en parte del norte de la India, las perspectivas de una prosperidad general eran mayores.Brasil demostró el efecto de diferentes cultivos, ya que era un país en el que había tanto regiones fracasadas como con éxito. Su agricultura en el noreste estaba basada en grandes plantaciones de algodón y caña de azúcar. Los terratenientes propietarios de las plantaciones empleaban mano de obra antes esclava y ahora informalmente forzada para mantener sus haciendas en funcionamiento. Se esforzaban por mantener fijos a los peones, porque sin fuerza de trabajo cautiva las plantaciones se vendrían abajo. En el extremo sureste del país, en los alrededores de Sáo Paulo, se desarrollaba en cambio una trepidante economía agrícola basada en el café. Había una demanda constante de mano de obra para abrir nuevas tierras de cultivo. Muchas explotaciones eran pequeñas y muchos campesinos trabajaban para sí mismos; si lo hacían para otros recibían salarios decentes y se movían libremente de un patrono a otro. Aquí los ricos se resituaban por sí mismos en el sector exportador, las finanzas y el comercio. La elite paulista, no menos codiciosa que la del noreste, alentaba la roturación de nuevas tierras y el desarrollo de haciendas aún más rentables. El noreste se estancó mientras que el sureste prosperó.Al país le podría haber ido mejor si la población del noreste hubiera emigrado hacia el sur, al cultivo del café, pero esto habría destruido la base económica de los plantadores del noreste, que hicieron cuanto estaba en su mano para mantener a la gente en las plantaciones: pasaportes internos, inexistencia de vías férreas, boicot a los intermediarios y a los contratistas de mano de obra. Ansiosos de mano de obra, los propietarios del sureste recabaron millones de labradores del sur de Europa; la demanda de trabajadores era tan grande que los gobiernos del Estado subvencionaban directamente sus pasajes.La experiencia brasileña recuerda diferencias regionales análogas en Estados Unidos. Los cultivos reaccionarios en Estados Unidos eran el algodón, el tabaco y la caña de azúcar del sur, mientras que los cultivos progresistas eran el grano y el ganado del norte y oeste. Como en Brasil, las antiguas áreas de las plantaciones permanecieron atrasadas y estancadas durante décadas, mientras que los pequeños ranchos familiares crecían espectacularmente. De hecho el sistema de apartheid legal que reinaba en el sur de Estados Unidos --con su exclusión social y política de los descendientes de esclavos, el miserable sistema educativo, la hostilidad hacia los contratistas de mano de obra y la escasa inversión en transportes y comunicaciones-- era uno de los muchos mecanismos para mantener la empobrecida fuerza de trabajo cautiva en una región cuyos oligarcas dependían de una abundante oferta de mano de obra no especializada y barata.

Page 17: Frieden Jeffry Capitalismo Global

El proceso no era simplemente económico, ya que no había razones intrínsecas por las que la agricultura de las plantaciones no pudiera ser eficiente y dinámica; en otros lugares, como en Cuba, la economía basada en el azúcar experimentaba un rápido crecimiento. Lo que importaba era el efecto en sentido amplio de la agricultura de plantación, con su creación de una diminuta elite que dependía de una gran masa de trabajadores con bajos salarios. En tal marco era fácil limitar la posibilidad de movilidad social y participación política y las tentaciones de la clase dominante para limitarla eran grandes. Y allí donde mucha gente tenía acceso a oportunidades rentables de pequeñas explotaciones, en cambio, le era más difícil --y menos necesario-- limitar las oportunidades económicas a la población.(31) Las sociedades basadas en las plantaciones y similares tendían a ser muy desiguales y polarizadas, dominadas por una elite autoritaria. Sus impasibles gobiernos rara vez estaban dispuestos a alentar el desarrollo socioeconómico --infraestructuras, finanzas y educación-- necesario para que pudieran crecer libremente las fuerzas productivas del conjunto de la sociedad.Un proceso similar, por el que la economía creaba intereses concentrados que mangoneaban el gobierno y bloqueaban el crecimiento económico, estaba asociado con varias materias primas. Cierta minería es similar a la agricultura de enclaves y su impacto económico queda restringido a las áreas donde se encuentran los minerales, y ese tipo de minería --cobre, plata, petróleo-- tendía a crear grandes diferencias entre los productores de mineral y el resto de la sociedad. El alcance de ese fenómeno dependía de la importancia social y política de las minas. Una diferencia real entre la minería y la agricultura era que, como esas sociedades eran abrumadoramente agrícolas, la agricultura para la exportación en los países pobres solía abarcar a gran parte de la población, mientras que la minería solían llevarla a cabo pequeños grupos aislados de mineros.La minería solía tener un gran impacto análogo al de la agricultura allí donde dominaba la economía local, y esto sólo sucedía en pocas regiones. Donde era así, como en los extraordinarios filones de oro del Transvaal, en Sudáfrica, el resultado solía ser la misma sociedad dual característica de las regiones de grandes plantaciones. La evolución social y política de Sudáfrica estuvo estrechamente relacionada con su dominio por agricultores exportadores y propietarios de minas que requerían una gran oferta de mano de obra barata.Esas experiencias casi equivalían a una maldición de la riqueza en recursos naturales o al menos en cierto tipo de recursos. En las regiones idóneas para establecer plantaciones lucrativas o en las que había cierto tipo de depósitos minerales valiosos era probable que se desarrollaran estructuras sociales desequilibradas. Solían estar dominadas por elites muy blindadas y poco interesadas en proporcionar la infraestructura, educación o buena administración necesarias para que el desarrollo fuera más allá del boom inicial de los recursos naturales. Aunque había excepciones, el hecho llamativo es que la producción de cultivos y minerales valiosos en países pobres solía estar asociada con la pobreza y la desigualdad.Pero no había nada determinista en el efecto de tales recursos naturales. Las características puramente económicas de la producción sólo eran el punto de partida para ese deterioro. Los efectos más sobresalientes de esos productos eran sociales y políticos, al crear poderosos grupos oligárquicos interesados en restringir el acceso al poder. La riqueza inicial se acumulaba en pocas manos y no se difundía, y sin una amplia movilización de la población no se producía la modernización económica. Ese proceso se podía evitar, pero en la mayoría de tales sociedades prevalecía la tendencia natural a que los gobernantes existentes utilizaran el boom de los recursos para consolidar su dominio, sin extender los beneficios del desarrollo al resto de la

Page 18: Frieden Jeffry Capitalismo Global

población.OBSTÁCULOS PARA EL DESARROLLOHabía tantas razones para el estancamiento, declive y fracaso en el desarrollo de las regiones pobres del mundo como distintas sociedades en esas regiones. En algunos casos cabía culpar al saqueo colonial; en otros, el peso acumulado de siglos de tradicionalismo sofocaba el desarrollo económico moderno; en otros, la producción de las plantaciones y minas sustentaba el bienestar de una elite hostil o indiferente a las medidas necesarias para un desarrollo generalizado. Esa gente, procurando razonablemente su propio interés(*e) obstruía el desarrollo y destruía las perspectivas económicas de sus paisanos.Los gobernantes locales desempeñaban un papel cuando menos cómplice en prácticamente todas las sociedades que no lograron aprovechar las oportunidades ofrecidas por la economía mundial antes de la Primera Guerra Mundial. Evidentemente, siempre había de por medio extranjeros codiciosos, ya fueran depredadores coloniales, colonos privilegiados o compañías monopolistas metropolitanas. Pero algunas sociedades se enfrentaron a ellos más eficazmente que otras, dejando abierta la cuestión de por qué fue así.En los casos más escandalosos, la desigualdad social y política daba a las clases dominantes tradicionales pocas razones para alentar el desarrollo e incapacitaba a las masas para superar los obstáculos creados por sus amos corruptos o incompetentes. Allí donde la organización social daba a la población acceso a las nuevas oportunidades económicas y los gobernantes apoyaban --o al menos no bloqueaban-- esas nuevas oportunidades, el crecimiento solía ser rápido. Pero había muchas sociedades en las que esas condiciones al parecer mínimas no se cumplían.Junto a la sugestiva visión de la gran riqueza que fluía desde la Pampa, la acelerada marcha de ciertas regiones pobres hacia la modernidad y la industrialización a toda velocidad de las más afortunadas, gran parte de África, Asia y América Latina permanecían desesperadamente pobres y económicamente inertes. Esas regiones representaban algunos de los problemas más difíciles y duraderos del orden internacional a punto de hundirse en la Primera Guerra Mundial.N o t a s 1 Phipps (2002), p. 164.2. Maddison (2001), pp. 264-265.3. Este material procede de Hochschild (1998), Kennedy (2002) y Phipps (2002).4. Phipps (2002), p. 21.5. Citado en ibid., p. 17.6. Hochschild (1998), pp. 180-181.7. Citado en ibid., p. 164.8. Ibid., p. 193.9. Phipps (2002), p. 159.10. Ibid., p. 162.11.11. Citado en ibid., p. 17112. Zwick (1992).13. Citado en Slinn (1971), p. 371.14. La comparación con Uganda, donde los campesinos indígenas tuvieron mucho más éxito en los cultivos para la exportación, es instructiva. Hickman (1970), pp. 178-197.15. Para una exposición magistral de las experiencias irlandesa y argelina (y también la israelí), véase Lustick (1993).16. W. Arthur Lewis (1978), p. 214.17. Bairoch (1975), p. 160, ofrece estimaciones del empleo por sectores.

Page 19: Frieden Jeffry Capitalismo Global

18. Latham (1978), p. 20.19. Mitchell (1998 a, b, c), passim.20. David Reynolds (2000), p. 320.21. El imperio otomano resulta difícil de categorizar y medir. En él había algunas regiones relativamente más avanzadas pero en general estaba muy subdesarrollado. Era enorme, aunque sus fronteras no estaban muy bien definidas. Probablemente sólo le superaban en población China y la India, pero no podemos afirmarlo con seguridad.22. Tomlinson (1979), pp. 1-29, ofrece un resumen sobresaliente de la experiencia india.23. Feuerwerker (1995a), p. 181. Los estudios detallados están en las pp. 165-308. Véanse también Feuerwerker (1995b) y Philip Richardson (1999). Para una panorámica general, véase Spence (1990). La visión más optimista de Waley-Cohen (1999) se concentra en las opiniones más avanzadas de los reformadores, aunque su propio examen deja claro que la puesta en práctica de planes guiados por esas opiniones solía quedar bloqueada por poderosos grupos privilegiados.24. Esto es una derivación de la teoria de recursos o productos básicos desarrollada por investigadores canadienses. Schedvin (1990) ofrece un repaso útil, y ese mismo enfoque ha sido aplicado y ampliado por Engerman y Sokoloff (1997).25. Por ejemplo, De Graaff (1986).26. Stover (1970) es un buen resumen de los cambios en precios y cantidades de las exportaciones tropicales durante este período.27. Norbury (1970), pp. 138-142.28. Bates (1997), p. 56.29. Stover (1970), p. 50.30. Ibid., p. 57.31. Tampoco era tan determinista como se presenta aquí. Nugent y Robinson (1999) argumentan convincentemente que determinados factores políticos influyeron sobre la organización de las economías del café, mostrando que los regímenes oligárquicos de El Salvador y Guatemala promovieron el cultivo del café en grandes haciendas, mientras que en Costa Rica y Colombia regímenes más inclusivos favorecieron las pequeñas explotaciones. Hay que entender pues que se trata de una tendencia más que de una relación inexorable