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C o lecc ió n : A u t o r e s N o v e l e s

Títulos publicados:L a P o t e s t a d d e l C í r c u l oAlfonso S. Barragán RincónV í a C r u c i s(Relato de una noche perdida)Jesúvs Tíscar JandraL a m i r a d a e n l a M e m o r i aManuel María Morales CuestaS o l i l o q u i o a c i n c o b a n d a sEsteban Torres SagraT o d a s l a s e s t a t u a s e s t á n FINGIENDOTomás Alan MuñozC o l e c c ió n d e im p r e s e n t a b l e sJesús Tíscar JandraR e b e l d í a sJesús Cano HenaresE l J a r d í n d e l Á n g u l o O s c u r oIgnacio Calvachc QuesadaR e n a c i m i e n t oFrancisco Manuel Carriscondo Esquivel

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Renacimiento

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RenacimientoFrancisco Manuel Carriscondo Esquivel

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D ise ñ o : G a b in e t e d e D is e ñ o d e laD ip u t a c ió n P r o v in c ia l d e Ja é n

C olección: AUTORES NOVELES

© D ip u t a c ió n P r o v in c ia l d e Ja é nIm prim e: S o p r o a r g r a , S . A. Encuadernación: R o i .u á n , C. 15.I.S .B .N .: 84-86843-94-4 D epósito Legal: J. 405 - 1995

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Cuando tu corazón llora de soledad, tu espíritu ríe de libertad, tu cerebro da a luz los inventos más sorprendentes.

M lCH EI. TOURNIER

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Hace tiempo que una luz —tersa como una tarde de otoño— me hirió tan pro­fundamente, que desde entonces volví a la vida: fue un renacer tras un intenso camino por la muerte.

Desde entonces, el brillo de aquella luz me acompaña en dulce constancia, y la he­rida se acalla con la visión de m i destino: el de saber' sonreiría, deseando aún su brillo.

A aquella luz dedico estos poemas, en clara señal de su aceptación.

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Francisco M anuel CARRISCONDO ESQUIVEL (A ndújar, 1970) es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Filología Hispánica) po r la U ni­versidad de G ranada. Alterna su labor en la investigación —con varias publicaciones en la Revista de la Facultad de Humanidades de Jaén, Angélica, Revista de literatura, Ideal y Jaén— con su vocación literaria, colaborando en varias publicaciones y actividades culturales. H a publi­cado su poem ario Infierno sin tránsito (Jaén, D iputación Provincial de Jaén, 1993). M iem bro en la actualidad del grupo de investigación Filo­logía y Didáctica (código 1202) de la Jun ta de A ndalucía y becado por el program a Intercampus de la Agencia Española de C ooperación In te r­nacional del M inisterio español de A suntos Exteriores para im partir un curso de lexicografía hispánica en la Universidad N acional del Com a- hue, en Río N egro y N euquén (Argentina). Varias lecturas poéticas y algunos títu los inéditos.

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SoledadEn soledad vivía San Juan de la Cruz

En soledad escribo.Y de m í b ro tan cientos de preguntas,

respuestas, dudas y noctivagas inquisiciones siem pre.M as todas vuelan hacia ti, con veloz in tensidad, co m o planeta desbocado, siem pre atrayendo gravem ente.N i m e acom pañan tus palabras, ni las dulces prom esas de verano, asesinadas p o r la bella m áquina inerte , p o r tus dedos solam ente m ovidas, a sazón de sus delgados hilos: com o folio en b lanco , co m o la creada tierra.

Form as im puestas rigen mi p lum a; y siem pre busco el artificio, la arm onía, la dulce música y el loco am or.M as to d o va detrás:to d o , to d o ; detrás de tu alma recia.Es tu alma u n cofre grande, d o n d e se esconden mis sentidos (aquéllos que se duerm en en tre tus sábanas, tras tu desvelo), las dudas blancas, las azules tardes, los grises días...

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Cairiscondo Esquive!

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T o d o aquello que tú ya sabes, a tu lado está; así, tan lejos, en tu vasto d om in io , férreo, seguro.¿Qué qu eda para el triste sacrificio de mi abatido cuerpo?Ni m e queda el pecado, ni la duda, ni el asom bro de ver tu gran materia, ya com prensiva, lánguida; ya irremisible, etérea y en teram ente rodeada en leve y terco asedio mío.Del yo n o queda nada, ni siquiera para la sangre, la costilla y la veloz gacela de m i respiración.D efinitivam ente, nada,ni siquiera el im pulso que m e muevea decir que ya to d o va a tu lado.Por eso m ism o en soledad escribo.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Camscondo Esquivel

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Ahora que lo sabes

Ahora que lo sabes:que sabes el do lor que sobre el verso

se cierne; que mi vida perm anece en u n a cueva oscura, com o el m atiz de tu semblanza: suave a lqu itrán , opaco fondo.

Y ahora que lo sabes con tu firme inteligencia rigurosa, yo transm ito mi ráfaga de sueño , ya co m p ren d ien d o tu rb iam ente que la m em oria es sólo m artillo cálido que clava la estaca del deseo y la penum bra, en esta anatom ía de mis m anos vacías: casi m uertas; ya com prend iendo que la m irada es horizon te frágil, veleta p o r suspiros m ovida, nórdica belleza.

Y, m ientras, corres; y no puedo darte alcance, a tu zaga para siempre, ni lograr la redonda m aquinaria de tu cáliz, ni hallarte en la espesura, ni p o r el brillo de tu esmalte, ni en la poética del sueño.Por eso el m árm ol del frío pensam iento te basta. E n tonces, ahora

RENACIMIENTOFrancisco M anitcl Carriscondo Esquivel

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que lo sabes, y m ientras permanezcaesta carrera, seguiréen el sereno incendio,el dulce corazónde m i barro tra tado en tu vacío.

RENACIM IENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel 1 II

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Restos

Y de ti queda la palabra; quizá la escarcha de paciencia,

que poco a poco congelaba las nobles huellas de m i espera.

Y, sin certeza alguna, queda tu m iel, y tu m anzana y tu pétalo abierto en la granada.

Y nada más, es el legado de inocencia que recibo de ti: que con él sea la luz en las tinieblas y en el frío.

¡4 RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivcl

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Camino

Ir a la vida p o r la senda oscura de la m uerte . Sin m etas, al am paro de las olas ingenuas de tu claro

am or, ocu lto en la m ortal locura.

C am inar po r la extraña arquitectura de un castillo de in terno desamparo, con m oradas tan tenues com o el caro perfum e del rocío de agua pura.

C am inar po r la senda de la m uerte para encontrarte en p len itud divina, mas sabiendo la ciencia y peregrina

luz de som bra que brilla con quererte, la aventura que sufro al conocerte, buscando tu preciada medicina.

RENACIMIENTOFrancisco M annel Caniscondo Esquivel

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¿Qué será?

Tu voz n o es voz que truena fría, ni seres tristes q u e estrem ecen mi oscura, sucia y solitaria granja.

N i tu arom a es arom a de tu sien clavada en m i cerebro; ni de una venus milesina el im posible abrazo.

M as ¿qué será?D e lluvia

roja la tarde es, y —a lo le jo s - la amarga duda aguardo: el tiem p o no es e terno .

M as ¿qué será?Sin una arquitectura

o sin aquel m in u to tal vez ganado , y de do lor cubierto , yo te p regunto : ¿No será la miel, la copa, la hebra, la h o n d a luz o el sacro verbo q u e derrochan tus ojos plenos de azabache?

I k í j Francisco M anuel Camscondo EsquivelRENACIM IENTO

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Forma

TX ú te mereces o tra forma.C ierto perfum e dice: «—Busca

en tre su piel m orena (mármol de sola lid que triunfa solo)». Incluso m i ónice lo dice.

T u no-deseo lo merece, com o las flores del estadio que a p u n to están de ser cortadas. Lo va dejando tu licor, tu noche entera y tu alto trono .

T u form a, form a mía nunca fue... y saltas de once en once sílabas, y de once en once pulsaciones, y de once en once lagos, selvas, códices, rimas, besos, sueños... y yo n o sigo a tu galope ni a tu arom ática concordia.

Mi form a ahora in tenta tuya ser, en su justa y conveniente m edida, para que tú seas eno rm e, bello y regio canon de to d o el m u n d o y toda cosa: así lo dice m i ónice, rodando súb ito en el mármol.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Cmriscondo Esquivel

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'Renacimiento

Te am o en clásico verso, ya m edido, ya escrito en tin ta negra y roja.

T e am o con ese espírituque sólo tú , en tu an tiguosaber, conoces p o r herm ososcancioneros, con firme m ano escritosy con la sola cienciade tu fugaz renacim iento.T e am o p o r en tre las colum nas de tu sagrada arqu itectura , to d a ella llena de frontones, bóvedas, torres y hum anism o, en el tra tado ocu lto de tu sagaz deseo, tu ansiado rostro , tu alma ausente, tu corazón desconocido y tu inédita form a de saber la ciencia clásica y m oderna del h o m bre co m o cen tro exacto de tu espacio sereno y trascendente.T e am o p o r el án im o preciso de aventura que tengo con am arte. Sólo la esfera inmóvil de tu alma sigo, ¡ya lo dicen esos filósofos que estudias m ientras tu canon se vislum bra en las no tas etéreas del arpa, m ientras las letras se estremecen

y 2 1 Francisco M anuel Caniscondo EsquivelRENACIM IENTO

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y las m edidas tiem blan ante mi renacer!

Por to d o te am o.

A hora , nuestro m u n d o recorre u n frío fanático, sin vida, sin aquella lucha, sin fuego de la atroz penum bra solitaria, sin ara donde expiar ta n to cordero san to , pleno de gloria y de destino , en el absurdo acontecer de la to rm enta .A hora, el m u n d o es tan abstracto... tan polar, tan velado, tan oscuro ... Por eso, m ientras siga lánguido, sin prisas, este renacer del hom bre, que habita mi m orada más recóndita, am ándo te estaré, mas con to d o ese gran hum anism o de un deseo iluso.

P o r eso te am o , te persigo, tú , luz, renacim iento.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Camscondo Esquirel

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Si fueras

Si fueras tú la arquitectura de m ar y fuego, y aire y tierra, ocu lto am o r q u e to d o encierra

en el fanal de su estructura.

Si fueras tú la fiel cordura en un suicidio que se aferra, a ta n to am or y tan ta guerra de soledad y de am argura.

Si fueras verso, o el poem a de redención q u e corrobora la ciega voz de tu deseo...

¡Harías de el un teorema!¡Harías de ellos una aurora! ¡Harías de él u n camafeo!

RENACIMIENTOFrancisco M anuel CaiTiscondo Esquivel

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VisitaciónEn estos días heñios recibido muchas visitas

H e visitado el sitiod o n d e vives, aquel, grandioso, p leno

de cuerpos y figuras sin un nom bre.El sitio d o n d e vives tan alejada.

Allí, en tu gloria color gris, he buscado que rostro convenía para tu rostro , qué alma concordaba con tu alma, com o exacto cen tro , más p rop io c indicadode ti.

Vi m uchos rostros, eran torpes, locos, felices, recios, lánguidos, herm osos y grotescos. Y vi muchas almas, etéreas, volátiles... pero no sé si hallé tu sosia afortunado.

Lo presiento y seguiré mi búsqueda incansable, fatídica e inútil.

RENACIMIENTOFrancisco M annel Carriscondo Esquivel

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Primer espacio afortunado

N unca veré, en m i vida, tan am ena cosa co m o ese to q u e que recibe el sitio que visitas. N o concibe

tan ta gracia, te rn u ra , am or o pena.

C o m ed o r, biblioteca o alacena, to d o el espacio conocido vive el dulce tac to q u e tu m ano escribe en el aire cerrado de la escena.

Yo he visitado ese lugar tan santo.Desde en tonces am e la fiel centella que dejaste —olvidada— en m i cintura.

Y su herida acepté, pues fue su encanto , que inunda —con eterna luz— la bella sala, el que m e batió con su dulzura.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Segundo espacio afortunado

H asta en esta palabra y de poeta cuna, y en este espacio tan cerrado —com o el gris de mi lóbrega p a le ta -

incluso aqu í, tu estam pa m e has dejado.

Iba sereno p o r sagaz meseta de arena, de verdura som breado, andaba com o la lirial com eta hasta que vi tu rastro dibujado.

Así, la piedra se h izo vida eterna, la estructu ra de cielo melodía y el voraz arrecife aurora tierna.

N o sirve, pues, mi larga sinfonía de errante en busca de tenaz caverna que aleje tu alba estela de armonía.

RENACIMIENTOFrancisco M am iel Caniscondo Esquivel

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Frente al fuegoInvierno en casa de Saranni

Allí estabas, de brillo dibujada, en aquel venerable asiento, frente al encendido fuego.

¡Dios, que calma! Brillaba tan ta luna allá, sí, allá en el desatino de aquella noche de mi invierno.

T ranquilidad , descanso y calma.Paz, paz ... y sólo paz.

La dulce luz de llama brillaba en tus oscuros ojos, com o el claro rayo de la luna (eres m ás bella fren te al fuego).

Y frente a ti, e incluso más, estaba yo, q u e contem plaba el calor de tu s móviles pupilas: que a m i cálido pecho distraído n o calentaba, con su fuego, ni adorm ecía, con su noche,¡bien sabes tú que lo incendiaba!

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Camscondo Esauivel

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Tarde amarga

Tan ta esperanza en lo que entrego y ta n to am o r que no recibo de ti, q u e siem pre po r ti vivo

en el d o lo r de mi trasiego.

N unca esperar será mi ruego, mas en tregando m i alma escribo: y un recibir de ti m uy altivo en cu en tro siem pre en tu despego.

¿Serán las lágrimas de amarga tarde, o suspiro de una niña clara, p o r cuan to te presento?

Nada: Es la ofrenda de mi larga duda , y las fieras que , en gran piña fuerzan m i m ano contra el viento.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Lágrimas

Para lograr aquel licor —de tierra yerm a zu m o insólito— me exprim o

ta n to que casi entierro mi dura piel en el m aldito fango.

Y cada gota es una acequia turbia de roja sangre y pertinaz corriente: seca los bosques y deshace las flores.

S úb ito reguero de leve sueño y honda pesadilla, que en su m anar corrom pe cálices, desm orona salones, descom pone cuerpos y crea arroyos desbocados.

L íqu ido apócrifo, mi zu m o es —amarga bebida, fru to insano— del negro m osto néctar sin dulzura.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Cálida luz

Cálida luz la de las floresque la nostalgia de la tarde siembran.

Cálida luz la de febrero, en este día adelantado a una estación de primavera.

Cálida luz en el ocaso, cuando , ya niña, prometías tu aliento, m ientras yo colmaba la tierra de deseos.

Cálida luz en el m añana, viendo llegar abril, sin tu presencia, velando tu descuido en el insom nio.

Y aquí estaré p o r siempre solo, cansado, clásico, m ientras con tem plo lo vacío de mis poem as y la cálida luz de mi espera eterna que dices que no sirve para nada.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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PreguntasPor fin llegó tu caita

• O niás podría darte ... ^ V ^ s i tan tas letras esparcidas n o sirven para levantar m i débil voz , ni tan sólo descubrir de tu alma su grisácea ciencia, tan oculta y tan ignota, tan fugaz e incierta en su mistérica geografía y en el silencio de un longevo etcétera?

Cercado siempre en la duda de tu acerbo silencio... ¿Sabes que la angustia en tra en mis huesos, hasta la árida m édula, dejando mis neuronas sin vida? N o lo sabes.

T u cuerpo —eterno in terrogante— ¿qué conm oción , qué nerviosismo, realidad o sueño pide (y así ofrecértelos)?T o d o —lo estás sin tiendoen tu exterior— preguntasson en to rn o a tu gran interrogante,mas el deseo, tu palabray tu silencio son preguntassin respuesta, a n o ser que tu lenguajeperm anezca vedado a los terrestres.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Caniscondo Esquivel

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Prodigio isleñoQué pena a ti alcanzarte, tú sola isla aún intacta Viccntc AlcLxandrc

H acia ti viajaré, prodigio isleño, com o la lluvia de setiembre que riega el seco cam po

en el estío , lluvia fresca de mi erial, irisada tarde náutica.

Y au n q u e el cielo de tu alma inexplorada, —de conquista im posible, no finita hazaña de o tros n av eg an tes-no pueda más p o r tan ta espera, yo seguiré viajando, p o r la sim ple, benévola, errabunda gracia que o to rga mi estación (del viaje no prefiero le llegada: prefiero la aventura del viajar, en rara ínsula arribando, com o navegador en tu imposible espera).

Y m e hago rosa de los vientos, salada gota de agua turbia, agónico, desviado p o r la extraña marea que tu luna desemboca.Y surgen las pasiones en tre las olas, y lam entos de la lejana arena, que, cansada de ta n to sol, desea* tu agua dulce.

Se secará mi cuerpo con la sal del fu tu ro vano y crudo, pero no mi alma adorm ecida,

RENACIM IENTOFrancisco M annel Carriscondo Esquivel >

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que seguirá viajando,solitaria, hacia ti, isla de paciencia,tarde bañada en luz,tierra inédita, y lluvia de setiembre.

RENACIM IENTO:í:j Francisco M anuel Cartiscondo Esquivel

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Panta vei

Ya que no estás, que permaneces allá en tu invierno gris y frío,

to d o parece ser lo m ism o.

Mi primavera se m antiene en la cándida luz de su esperanza, y no parece suceder en ella nada, com o el lugar llamado cielo.

Pasan las gotas de la grata lluvia, las horas, las imágenes, las tardes, las personas que quiero en el noc tu rno discurrir de sonrisas y palabras.T o d o pasa, mas nada permanece, ni siquiera tu nom bre en el lenguaje vano de mi alma. Reconozco que toda tú , crepuscular, te m uestras, com o esencia preciada, en el joyero de m i vago c o n to rn o , tan ausente.

RENACIM IENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Gozo del tacto

Y cuán extraña m e parece la catarata de tu m ano fría

sobre m i piel. Es tan sonora y gélida que m e inunda de cierta lluvia espesa y recuerda la som bra del helado m árm ol, aquél que no derrite mi alma.

¡Hay ta n to tac to en tus sentidos!Y yo lo sien to cuando dices:«—Olvida el cáliz y el perfum e de mis palabras en la noche; ta n to trasto rno en m i mirada, ta n to sabor de solitario cuerpo ; y olvida m i sonido de estrellas ávidas de lluvia.Olvida —sí— mi m ano sobre tu lánguido soporte de hom bros, brazoso m uñecas de tránsito a lo eterno; m i m ano , pues, se pierde en la aridez de lo infinito».Pero no sabes qué volátil huella deja en mis m iem bros tu ártico sen tido , to d o lleno de materia form ada en masa sorprendente de asom bro , lejanía y sobria norm a.

G o zo del tac to , ligamento inform e de ebria plenitud

RENACIM IENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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que conform a m i insólito dom inio de ser basado en tu fugaz distancia.A él en ansiada calma acudo, sabiendo el rastro que su tac to impregna.

RENACIM IENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivcl : í «

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A usencia

Está ahí: sí, y es com o u n ángel, pura. N o sale de su cueva, tan callada.

M e ve con sus lejanos ojos negros, am pliando m i m irada y su horizon te ; y , sin em bargo, no la siento cerca.N o conoce m i rayo, no le hiere,—p o r eso n o sonrío , ni m e escucha—. N o sabe de la masa roja que abre m i alma sangrante, q u e agoniza en tan leve clam or de soledad.Está ahí, mas n o es ella: si la llamo ausencia, nadie m e diría nada, y lo es: ausencia en selvas tan cercanas.

M RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Tu alma, vasto dominio

• | ^ \ u é ágil pareces, con tu lánguidai V ^ p r o p o r c ió n de silencio, polimorfa

ausencia e increíble desatino!¡Tan esbelta en tu tro n o , siempre al m ando de conm ociones, dudas, puros deseos, lúcidos amores, facetas siempre de tu tiempo!T ú , princesa en la bella decadencia, dom in io del esmalte, del topacio, del camafeo, del marfil y del fingido m árm ol en su fuerza.Así, tan lejos, en tu vastod om in io , así, m i vida sóloes u n a larga y vanacarrera, u n salto hacia tu altura,u n cantero de bella pedrería,u n a insólita caja de Pandora,celador de tus vientos inconstantesy de ese territo rio tan extensoq u e tú gobiernas tan rem otaen m i indóm ita búsqueda de tu alma.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Ver es aprender

H e visto tantas cosas, tan tas ... q u e tiem blan en el aire, presas de límites ignotos.

H e despertado lejos de esa tarde em ergente de delirios y pulsaciones de siniestra sangre.Y, al despertar, he visto.

H e visto tantas cosas, tan tas ... que el cuerpo suena a una profana ciencia.

La m añana es inquieta , plenam ente decorada de raras profecías, y u n a in q u ie tu d de luz cobalto q u e colm a la am plitud de la tarea. M as llega la desnuda tarde, entonces la luz em b o ta m i deseo, la p re tend ida estam pa quiebra, y derrite la ciencia, el alm a, el eco...

H e visto tan tas cosas... mas una sólo perm anece: el h o rizo n te la tristeza crea, y no el ro tu n d o límite del presente.

Y, así, ya veo todo .

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Hermoso llanto

°P^ JL o r qué lloras, ausencia de mis días?

¿Acaso te da m iedo m i cosecha de carne y de m entira, aun tan lejana?

¿Acaso n o resistes tanta luz, allá en tu tierra, y buscas este solar de nubes, de paz, de m ar y ensoñaciones?

¿O es que tu voz no suena, del fanal tan opaco de m i sueño presa, en tre flores ya marchitas, y no luces tu aliento de ave hermosa?

Ya to d o ha term inado tus tristes nervios y mis iras, tus lazos albos y mis flores, tu clara voz y mis palabras que an taño tan to te dañaban.

A hora, corre alegre p o r las aguas del lago en el estío.Deja tu casa, tus poem as, inunda tu penum bra con las lágrimas que recogiste, para así ofrecérmelas en la ofrenda de un m ar sin sueño ebrio.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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Crónica

Fuiste, gracia del ébano , ese arom a to tal que en m i cam ino desprendías,

y p o r ti, com o tiernas profecías, se h izo la luz , la flor y la paloma.

Esa voz , que en mi vida tan to asoma, co m o reo pend ien te de sus días, m e llamaba p o r en tre celosías de calma, de pasión ... y de carcoma.

Sí, m e estás destruyendo , am or, sin prisa; ahora to d o se oscurece y m uere para dar a este m u n d o algún sentido.

M as, sin pasión en el final, sumisa luz sin co lor seré; y así m e hiere es fuego que lanza tu latido.

RENACIMIENTOFrancisco M anuel Carriscondo Esquivel

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ÍNDICE

SoledadAhora que lo sabesRestosCamino¿Qué será?FormaRenacimiento Si fueras VisitaciónPrimer espacio afortunadoSegundo espacio afortunadoFrente al fuegoTarde amargaLágrimasCálida luzPreguntasProdigio isleñoPanta reiGozo del tactoAusenciaTu alma, vasto dominio Ver es aprender Hermoso llanto Crónica

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«Renacimiento», de don Francisco M anuel Carriscondo Esquivel,

se acabó de im prim ir en la Sociedad Provincial de Artes Gráficas

(SOPROARGRA, 5. A .), de Jaén,

el día 30 de Agosto del año MCMXCV

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