Faraday campos
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Grandes Ideas de la CienciaIsaac Asimov
Título original: Great Ideas of ScienceTraducción: Miguel Paredes©1 969 Isaac Asimov©1 987 Alianza Editorial S.A.Primera edición en "El Libro de Bolsillo": 1983 Segunda reimpresión en "El Libro de Bolsillo": 1987Printed in Spain
Capítulo 8Faraday y los CamposImaginemos una barra de hierro, de pie sobre uno desus extremos, con una cuerda atada cerca del bordesuperior. ¿Podemos tumbarla?
Por supuesto que sí. Basta con empujarla con undedo o agarrar la cuerda y tirar. El tirón o el empujónes una fuerza. En casi todos los casos la fuerza sóloactúa cuando los dos objetos se tocan.
Al empujar la barra, el dedo la toca. Al tirar, losdedos tocan la cuerda y ésta toca la barra. Alguienpodría decir que si soplamos con fuerza en direccióna la barra, la podemos tumbar sin tocarla. Pero loque hacemos es empujar moléculas de aire, que sonlas que tocan y empujan la barra.
Las tres leyes newtonianas del movimientoexplicaban el comportamiento de estas fuerzas(véase el capítulo 7) y servían también para explicarlos principios en que se basaban máquinas en lasque las palancas, las poleas y los engranajesactuaban tirando y empujando. En este tipo demáquinas los objetos ejercían fuerzas sobre otrosobjetos por contacto.
Un universo «mecánico» Los científicos de principios del siglo XVIIIpensaban que el universo entero funcionaba a basede estas fuerzas de contacto: era lo que se llamauna visión mecanicista del universo.
¿Podían existir fuerzas sin contacto? Sin duda:una de ellas era la fuerza de gravitación explicadapor el propio Newton. La Tierra tiraba de la Luna y lamantenía en su órbita, pero no la tocaba enabsoluto. Entre ambos cuerpos no mediabaabsolutamente nada, ni siquiera aire; pero aun así,ambas estaban ligadas por la gran fuerzagravitatoria.
Otra clase de fuerza sin contacto cabe observarlasi volvemos por un momento a nuestra barra dehierro colocada de pie. Lo único que necesitamos esun pequeño imán. Lo acercamos a la punta superiorde la barra y ésta se inclina hacia el imán y cae. Elimán no necesita tocar para nada la barra, nitampoco es el aire el causante del fenómeno, porqueexactamente lo mismo ocurre en el vacío.
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Si dejamos que un imán largo y fino oscile encualquier dirección, acabará por apuntar hacia elNorte y el Sur. O dicho de otro modo, el imán seconvierte en brújula, en una brújula como las queutilizaron los navegantes europeos para explorar losocéanos desde mediados del siglo XIVaproximadamente.
El extremo del imán que apunta al Norte se llamapolo norte; el otro es el polo sur. Si se acerca el polonorte de un imán al polo sur de otro, se estableceuna fuerte atracción entre ambos, que tenderán aunirse. Y si se hace lo mismo con polos iguales —norte y norte o sur y sur—, ambos se repelen yseparan.
Este tipo de fuerza sin contacto se llama «acción adistancia» y trajo de cabeza a los científicos desde elprincipio. Incluso Tales (véase el capítulo 1) quedóatónito cuando observó por primera vez que ciertomineral negro atraía al hierro a distancia, y exclamó:«¡Este mineral tiene que tener vida!».
No había tal, claro; se trataba simplemente delmineral magnetita. ¿Pero cómo iban a explicar si nolos científicos la misteriosa fuerza de un imán, unafuerza que era capaz de atraer y tumbar una barrade hierro sin tocarla? La acción de una brújula eraaún más misteriosa. La aguja apuntaba siemprehacia el Norte y hacia el Sur porque era atraída porlas lejanas regiones polares de la Tierra. ¡He aquíuna acción a distancias realmente grandes! ¡Unafuerza que podía encontrar una aguja magnética enun pajar!
El científico inglés Michael Faraday abordó en1831 el problema de esa misteriosa fuerza. Colocódos imanes sobre una mesa de madera, con el polonorte de uno mirando hacia el polo sur del otro. Losimanes estaban suficientemente cerca como paraatraerse, pero no tanto como para llegar a juntarse;la atracción a esa distancia no era suficiente parasuperar el rozamiento con la mesa. Faraday sabía,sin embargo, que la fuerza estaba ahí, porque sidejaba caer limaduras de hierro entre los dosimanes, aquéllas se movían hacia los polos y sequedaban pegadas a ellos.
Faraday modificó luego el experimento: colocó untrozo de papel recio sobre los dos imanes y esparciópor encima las limaduras. El rozamiento de laslimaduras contra el papel las retenía e impedía quemigraran hacia los imanes.
«Alineamiento» magnético Faraday dio luego un ligero golpecito al papel paraque las limaduras se movieran un poco, y al puntogiraron como diminutas agujas magnéticas yquedaron señalando hacia uno u otro imán.
Las limaduras parecían alinearse realmente segúncurvas que iban del polo de uno de los imanes alpolo del otro. Faraday lo estudió detenidamente. Laslíneas situadas exactamente entre los dos polos eranrectas. A orillas del vano entre los dos imanesseguían alineándose las limaduras, pero ahoratrazaban una curva. Cuanto más fuera estaban laslimaduras, más curvada era la línea que dibujaban.
Faraday cayó en la cuenta. ¡Ya lo tenía! Entre elpolo norte de un imán y su propio polo sur o el deotro imán corrían líneas magnéticas de fuerza quellegaban muy lejos de los polos.
Quiere decirse que el imán no actuaba ni muchomenos por acción a distancia, sino que atraía oempujaba a un objeto cuando sus líneas de fuerzase aproximaban a él. Las líneas de fuerza de unimán o tocaban el objeto, o se acercaban a las líneasde fuerza que salían de éste.
Los científicos pensaron más tarde queprobablemente era lo mismo que sucedía con otrostipos de acción a distancia. Alrededor de la Tierra yde la Luna, por ejemplo, tenía que haber líneasgravitatorias de fuerza, cuyo contacto es el quepermite que se atraigan los dos cuerpos. Y, por otrolado, los cuerpos eléctricamente cargados tambiénrepelían y atraían a otros objetos, de manera queexistían asimismo líneas eléctricas de fuerza.
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Nuevos generadores Faraday no tardó en demostrar que cuando ciertosobjetos (no cualesquiera) se mueven a través delíneas magnéticas de fuerza se establece unacorriente eléctrica en ellos.
Hasta entonces la corriente eléctrica sólo se podíaobtener con baterías, que son recipientes cerradosen cuyo interior reaccionan ciertas sustanciasquímicas. La electricidad generada con baterías erabastante cara. El nuevo descubrimiento de Faradaypermitía generarla con una máquina de vapor quemoviera ciertos objetos a través de líneasmagnéticas de fuerza. La electricidad obtenida conestos generadores de vapor era muy barata y podíaproducirse en grandes cantidades. Cabe decir, pues,que fueron las líneas magnéticas de fuerza las queelectrificaron el mundo en el siglo XX.
Faraday era un genio autodidacta. Sólo cursóestudios primarios y no sabía matemáticas, por locual no pudo describir cuantitativamente ladistribución de las líneas de fuerza alrededor de unimán. Tuvo que limitarse a reproducirla conlimaduras de hierro.
Sin embargo, el problema lo abordó hacia 1860 unmatemático escocés que se llamaba James ClerkMaxwell. Maxwell obtuvo un conjunto de ecuacionesmatemáticas que describían cómo la intensidad de lafuerza variaba al alejarse cada vez más del imán encualquier dirección.
La fuerza que rodea un imán se denomina«campo». El campo de cualquier imán llena eluniverso entero; lo que ocurre es que se debilitarápidamente con la distancia, de manera que sólopuede medirse muy cerca del imán. A Maxwell se leocurrió trazar una línea que pasara por todas laspartes del campo que tenían una determinadaintensidad. El resultado eran las líneas de fuerza delas que había hablado Faraday. Las ecuaciones deMaxwell permitieron, pues, manejar con precisión laslíneas de fuerza de Faraday.
Maxwell demostró también que los campos
magnéticos y los eléctricos coexistían siempre y quehabía que hablar, por tanto, de un campoelectromagnético. En ciertas condiciones podíapropagarse desde el centro de este campo, y entodas direcciones, un conjunto de «ondas». Era laradiación electromagnética. Según los cálculosmatemáticos de Maxwell, esa radiación tenía queviajar a la velocidad de la luz. Parecía, pues, que lapropia luz era una radiación electromagnética.
Años después de morir Maxwell se demostró quesus teorías eran correctas y se descubrieron nuevostipos de radiación electromagnética, como las ondasde radio y los rayos X. Maxwell lo había predicho,pero no llegó a verlo confirmado experimentalmente.
En 1905, el científico suizoalemán Albert Einsteincomenzó a remodelar la imagen del universo:abandonó la visión mecanicista nacida con las leyesdel movimiento de Newton, y explicó el universosobre la base de la idea de campo.
Los dos campos que se conocían por entonceseran el gravitatorio y el electromagnético. Einsteintrató de hallar un único conjunto de ecuacionesmatemáticas que describiera ambos campos; perofracasó. Desde entonces se han descubierto dosnuevos campos que tienen que ver con lasminúsculas partículas que componen el núcleo delátomo. Son lo que se conoce por «camposnucleares».
La acció n electromagnética Todo lo que antes solía tenerse por fuerzas de«tirar y empujar» se considera ahora como lainteracción de campos.
El contorno de un átomo está ocupado porelectrones. Cuando dos átomos se aproximan entresí, los campos electromagnéticos que rodean a estoselectrones se empujan mutuamente. Los átomospropiamente dichos se separan sin haber llegado atocarse.
Así pues, cuando empujamos una barca o tiramos
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de una cuerda no tocamos en realidad nada sólido.Lo único que hacemos es aprovecharnos de estosdiminutos campos electromagnéticos. La Luna giraalrededor de la Tierra y ésta alrededor del Sol debidoa los campos gravitatorios que rodean a estoscuerpos. Y las bombas atómicas explosionan acausa de procesos que se operan en los camposnucleares.
La nueva imagen del universo, la imagen basadaen los campos, ha permitido a los científicos haceravances que habrían sido imposibles en tiempos dela visión mecanicista. Y lo cierto es que esta nuevavisión tiene su origen en la idea de Faraday de quelas líneas magnéticas de fuerza pueden empujar unobjeto o tirar de él.