Estampa (Madrid. 1928). 17-7-1928.pdf

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frc7u¿¿v r928 Ostampg PCLsetf c¿c Jtin Viaantjs 2o ^ - MpDfUD. S o ctms. Dírzx±or Pnopu¿.LcLrio: ÜJlf lAoritíJiL VíjzzrUz fáricfie/^Ckaña añol^Núm.29 i; I 'Efi tA TEJiBEMJJ DEL MOT^TEVIÓ DE ACTOHES ^<^f-do, con ,arho, de nraiad. Coyah gentm^ f j 2 . - de ia Comisión organizadora de la verbena Carme itna Presidenta irganizadora de la verbena Carmen Ruiz 7vlo=¡ ragas, monta ia guardia ante su tómbola, dispuesta a na dejar paaar a nadie que no aporte su contribución a ¡a obra benéfica. ' (Foto Zapaia.'l

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  • frc7uv r928

    Ostampg PCLsetf cc Jtin Viaantjs 2o ^ - MpDfUD.

    So ctms. Drzxor

    Pnopu.LcLrio: Jlf lAoritJiL

    VjzzrUz fricfie/^Ckaa aol^Nm.29

    i; I 'Efi t A TEJiBEMJJ DEL MOT^TEVI DE ACTOHES ^

  • estompa

    H E C H O S Y ROSTROS

    Los pilotos Risticz y Zimmermann. que TARRAGONA. La yola Roger de Lluria, del Club Nutico de esta ciudad, E salvador del general Nobiie (a h dere han batido e record de duracin. 9"^ " ganado el campeonato de Catalua. cha), primer lugarteniente Einar Lundberg.

    (Foto Orrios.) (Foto Chinchilla.) ante su aparato.

    MADRID.Curso de perfeccionamiento de Corte, confeccin y bordados, organizado por doa Angeles de a Tone, con a cooperacin de la Compaa Singer, y patrocinado

    por el ministerio de Instruccin Pblica,

    JATIBA.Los taqugrafos que asistieron a la inauguracin del monumento a Marri, SAN SEBASTIAN. Los Infantes en a^ playa de la Concha, despus de salir inventor de ia Taquigrafa espaolar (poto Va.j del bao.

  • estampa

    I N F O R M A C I N G R F I C A D E M A D R I D

    El ministro de Instruccin Pblica en a Exposicin de os Jistinguidos asistentes al curso para extranjeros, organizado por el Centro de Estudios Histricos, que ha dado com/en-Irabajos presentados por tos alumnos de a Escuela de Ar= zo en a Residencia de Estudiantes. (Foto Contrcras y Vllascca.)

    tes y Oficios. (Foto Vidal.)

    El alcalde, en el srupo es= colar Legado Crespo, viendo la Exposicin de tra= bajos de las alumnos

    de dicho Centro. En

    el crculo inte= rior, la directora.

    (Foto Vida).) Alumnos de la Escuela Central de Ingenieros industriales, que han terminado la carrera, con

    su profesor D. Ramn Izquierdo. (Foto Mateo )

  • : ' L a s u a v i d a d d e l c u t i s ..\ ; es respetada por el Tiempo,,

    cuando est protegida por el ^ -

    JABN :HENO DE PRAVIA Millones de personas lo usan. se lo u s t e d t a m b i n p a r a conse rva r la bella j u v e n t u d

    ;". de su cutis.;";/- ; ,;-Pas ' t a ' n e u t r a y: c o m p a c t a . Espuma suave. Perfume intenso.

    Pastilla, 1,25 en toda Espaa. P E R F U M E R A G A L . - - M A D R I D

  • eitampa C a m p e o n a t o de N a t a c i n

    de C a t a l u a

    BARCELONA.Seoritas dd Club de Natacin, gona^ doras de a carrera por relevos.

    Inauguracin del Ferrocarri l del Canfranc BARCELONA. Mara Luisa Vigo, ganadora de os 00 metros libre.

    La cuenca de Aranones en la que est situada la estacin internacional.

    - - ^ - ^

    . . ; - - " *

    ^^^ :^^:*5^^;^- ' ' -* :"*i f i

  • estampo

    ^1*5-*

    ^ O * ; ^ ^ ^ ^ * CIUDAD SUPe^^

    Tan|-o el 'tZ'&a de Milano^ como la expedicin Noble uyaban en -ru-r

    in/*l-alacioney* de radiotelefona v l ^ v u l o y emi/*oray PHILIPS.

    / X ^ Indudablemenl-e ey debido a l f u n c i -' ^ V namn^operfecto detalcy v lvu la/ ; cjuc

    ye ha podido yaivar a l General Noble y pari-e de lo tripulacin de l IFa l ia ' .

    Y q rac iay a^eyl-ay an pueden yoyf-encr conl'acl'o continuo con el m u n d o l o y y u -perv iv icn l -cy que y e e n c u c n h r o n a iy lodoy en lay rcqioney polares.

    HILIPS O

  • 6tompQ FIGURAS DE LA ACTUALIDAD DEPORTIVA

    --'--'-''^^^^-'

    Ignacio Barrinasa, cam' El admirable medio cemro Los atleias catalanes Culi y Miquel, proclamados olmpi^ Torralha y Bordoy, jugadores del Barcelona^ y del *Eu-pen de Espaa de lanzan Meona, que, restablecido de eos para concurrir a Amsterdam, despus de sus triunfos en ropa, respectivamente, que estn siendo obfetode carmo^ miento de peso en el concur- a lesin que sufra, pronto saltos de prtiga y carreras de medio fondo. sos homenajes con motivo de sus despedidas.

    , n f-.A^^^n .. Pa i . c rBr./ir./-*i- fi pl -firtinn df ' (Fotos Alvaro.l SO celebrado en Reus. (Foto Olansurcn.)

    reaparecer en el campo df juego

    Amador entrenndose para el combate en que disputar con Cabiola el campeonato de Espa-

    a de su categora. (Foto Simot.f

    El gran defensa madrUeo Quesom' da, a quien se fe ha concedido, por sus brillantes actuaciones, ia meda"

    Ha del mrito futbolstico. (Folo Alvaro.)

    D. Francisco Bru, entrenador que fu del equipo nacional, designado para preparar a prxima tempo=

    rada el Rcing madrileo. (Foto Alvaro.)

    sbado

    Prez Junquilas, del Fortuna Sport*}, de Bilbao, que ha batido el record ciclista de la vuelta a Espat

    na en 32 das. (Foto Amado.)

    Belauste, el coloso del ftbolbila baino, a quien se le acaba de otor^ gar la medalla del mrito, por la

    Federacin Nacional, (Folo Alvaro..

    y. Escriv, Guillen y C . Escriv, los tres que fueron clasificados en los primeros lugares en la carzera de estilo libre.

    La embarcacin tripulada por el primer equipo de la C^Agrupacin Nutica Madrilea^, que result vencedora en las regatas.

    Babin, Baux,F. Cruz y Guillen, que formaban el equipo ganador de ia carrera de relevos. (Fotos Alvaro.)

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    Clasificacin por categoras: 1. de categora Fuerza libre. 1 " de categora de 500 c. c. 1. de categora de 250 c. c. I. de categora de sidecars.

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  • estampo

    Igurelej^ de Ejiparla L GLORIO/O CUERPO DE I h V X L l D O r

    Grupo de jefes y oficiales rodeando la vitrina que guarda preciados recuerdos de hs hroes.

    N o parece un cuartel; semeia un templo, por su recocimiento, el vetusto casern de la calle de la Cruzada, donde se alojan estos bravos soldados que en lejanas tierras derramaron su sangre por defen-der el honor patrio.

    Una amplia y seorial escalera nos conduce al piso primero del palacio. En los muros campean grandes panoplias repletas de bruidas armas de guerra, cuas dros antiguos reproduciendo batallas, retratos de h" roes: Alvarez de Castro, el defensor de Gerona, en l u -gar preferente.

    Hablamos con el comandante general de Invlidos, que nos recibe afectuoso v corts.

    Pueden nos d i c e - visitar esta casa y verlo todo. Tvits compaeros, mis subordinados, que se dess velan por conservar este museo de hroes que viven sin perder el recuerdo de los que ya murieron, les daa rn los datos que necesiten. Yo me l imito a agradecer a ESTAMPA, revista que en tan poco tiempo se ha co i Jocado a la cabeza de la Prensa mundial, su deferens ca al acordarse de este puado de hifos de nuestra querida patria.

    Agradecidisirnos nos despedimos del general Aiz puru, y acompaados del teniente coronel de Inva l idos, D, Ricardo M o n c t uno de los hroes del tra gico barranco del Lobo , y del teniente Tr i l l o=F i^ gueroa herido gravemente en Cheruda damos principio a nuestra informacin.

    \1onet, que es un jefe cultisimo y entusiasta, nos va dando detalles y contestando a nuestras preguntas.

    Este Cuerpodicefu creado en el ao i S j y . La reina viuda Doa Mara Cristina, gobernadora del reino por la menor edad de Doa Isabel I I , f i rm la Real orden.

    El primer comandante general que tuvo el Cuerpo fu Palafox, nombrado en la misma fecha de su creacin. Como coronel honorario figura a la cabeza de nuestro escalafn D. Miguel de Cervantes Saavedra, invlido de Lepanto y gloria de los ingenios.

    Este casern debe de ser muy viejo, verdad?pre guntamos.

    Y muy destartalado. Pero pronto tendremos cuar= tel nuevo, porque el general Primo de Rivera tiene un

    proyecto y un crdito aprobado de seis millones de pese tas...Vamos al comedor;es la hora de la comida de la tropa.

    La casona de la caile de a Cruzada donde est el cuartei de Invlidos. (Fotos ContrcraE y ViJaEcca )

    Con mucho gusto. Entramos en un saln amplio con mesas de mrmol,

    ya servidas y preparadas con esmero. El men, tenta-dor. Nos lo muestra el cocinero, un hombre alto, de rubios V encrespados bigotes: sopa de hierbas, cocido a la madrilea, pescado f r i to , postres y vino.

    Hablamos con el comandante Semprn, que sale a nuestro encuentro. Va de paisano, de negro, center Ileantes sus ojos a travs de los lentes. Es un luchador. Desde que ingres en Invlidos dedic su t iempo al estudio y curs la carrera de Medicina. Es el encar-gado de todo lo que se refiere al rgimen interior del cuartel.

    Aqu nos explica deja cada soldado diaria-mente una peseta y veinticinco cntimos para la co-mida; los sargentos, una setenta y cinco.

    jEs milagroso] pensamos en voz alta. N o ; un poco de inters y nada ms. Los caballeros invlidos, de uniforme, luciendo en

    el pecho cruces y medallas evocadoras de tas acciones en que fueron heridos, miertras sirven la comida char= ian con nosotros.

    Animosos, llenos del santo optimismo del deber cumi p l ido, unos, con sus patas de palo , que el negro pantaln oculta; otros, sin brazos, como el sar= gcnto Felipe de la Asuncin, dei regimiento o, con una manga de su guerrera cayendo a plomo sobre el costado y movindose como las hoas a merced del viento; ciegos que caminan a tientas, mancos como el genial coronel honorario. Ninguno habla de sus hcri= das, de sus dolores fsicos. Comentan solamente la ac= cin donde fueron heridos y retienen eJ nombre de ios jefes que les mandaban. Dos de ellos, Andrs Rui2 y Juan Suol, se emocionan al recordar a Mi l ln Astray.

    ^ D i g a n ustedes en ESTAMPA que le queremos m= cho. Qu bueno!,..

    Otro invlido, portugus, Me n des alzada, y un com= paero suyo. Santero, tambin del Tercio, tienen un recuerdo para e) actual general Franco.

    Hablamos tambin con los Alonso, que fu herido en el mismo combate donde hall su gloriosa muerte el heroico teniente coronel Valenzuela.

    -^iQu valiente! nos dice -. Era un' fabato y ha=>

  • estampo ca que todos lo furamos. Ms que mi dolor llor su muerte.

    Las lgrimas empaan sus ojos ante el recuerdo. Salimos del comedor y ^os dirijimos a los dormitoa

    rios. Amplias salas donde duermen tos solteros. Las ca

    mas, limpias y mullidas, estn cubiertas con colchas roas. Al lado del dormitorio, el cuarto de bao, con seis baeras, lavabos, lavapis, un alto espejo al fondo.

    El sargento Rincn, de Infantera, cuida de todo aquello. Fu tambin herido en frica, donde perdi el brazo izquierdo en una operacin difcil y crueitta.

    En nuestro afn de verlo todo, y aun a trueque de abusar de nuestros *cicerones, visitamos la escuela, la barbera, el botiqun. No falta nada ; mesas para esa cribir, biblioteca..., hasta maestro! Muchos apren= dieron en esta escuela a leer y no pocos se ganan la vida por esos mundos aprovechando los conocimientos que aqu adquirieron.

    El comandante Semprn nos presenta a un invlido moro, tangerino, que en defensa de Espaa perdi una de sus piernas. Habla muy bien el espaol y es un en= tusiasta de Madrid.

    j Una vctima de Xaucn Yo estar aqu muy bien dice sonriente . Me

    han bautizado hace poco y estar cristiano. Aunque me falta una pierna, no la echo de menos. Me hicieron sta, que con el pantaln no se nota si es ma o de postiza. Est construida en Es= paa.

    ^-Sabe usted leer? S, seor, y escri=

    bir. Yo leo los ceridi COS. Esos de muecos y retratos gustar mu= cho. Tambin voy al teatro algunas veces. He visto Las castigan doras y Bi sobre verde. Muy alegre todo.

    Y a los toros voy. El da del Corpus estuve, pero llover mucho y 5051= pender corrida.

    Quieres salir re* tratado en EsTAMPA?

    Con mucho gusto salir, pero con un= forme.

    Nos despedimos del simptico mohamed y seguimos nuestra grata tarea de vivir siquiera breves horas entre estos benemritos de la pa= tria, que tantas atene ctones nos prodigan. En el despacho del general Jim" nez Castellanos, s e ^ n d o jefe del Cuerpo, que nos rc= cibe con cordial efusin, nos sentamos un rato y conc versamos con muchos jefes y oficiales invlidos.

    En uno de los testeros de este despacho, encerrada en una vitrina, est la famosa bandera que onde en

    Los tenientes coroneies Barbasn y Monef y tos comandantes Prez de Munuo/n, Chico y Marato, de la promocin de 1904, invlidos del Barranco del Lobo.

    frica el ao 60 en la tienda de campaa del general O'Donnel, acribillada a balazos. Impresiona verla.

    El teniente coronel Monet y el comandante Moreno Morolo

    Es una joya histrica dice el general que se conservar aqui siempre. Hay algunas banderas ms, pero pocas, porque tos regimientos se van llevando las que les pertenecan. Hace das se llevaron algunos es= tandartes de Caballera.

    Y esta plancha de plata?... preguntamos al dc=

    tener la vista en una colocada en la pared sobre un marco rojo.

    Un donativo al Cuerpo. Un seor, don Marceiliio Fernndez Garca, que muri en Cuba y dej todo su

    capital para tos Invli> dos espaoles...

    Mucho? Ciento cuarenta y

    tres mil pesetas. El coronel Mol, que

    guerre en Cuba y luc-go en frica, en cuyas tierras hall gloriosa muerte su hermano y un hijo de ste, nos ofrece pitillos y nos dice al ornos lamene tar de sus desgracias:

    Son gajes del ofii: CO. Fumemos, Ya ve usted stenos afir-ma, sealando al capi* tan de Ingenieros se-or Alafont, con un balazo en la cabeza que le atraves el crneo, y tan contento.

    Durante una hora seguimos conversando con estos hroes, y en el transcurso de ta charla apuntamos los

    elogios que hacen del Cuerpo de Sanidad Militar, que tanto se desvel por atender a los heridos en frica, y la veneracin y agradecimiento que sienten por el malogrado doctor Pags, al que muchos, segn decta> raron llenos de ternura, deben su vida.

    Uno de los ordenanzas, el mozo os Bartolom, que recibi un batazo en el vientre, vive mitagrosan mente, segn nos dice, gracias a la cura y cuidados del famoso mdico.

    Tambin hablan con santa veneracin de la duquesa de la Victoria y de las damas de la Cruz Roja, cuyo agradecimiento unen al que guardan para S. M. la Reina, que siempre tuvo frases de aliento y de consuelo para los heridos en cuantos hospitales visit.

    t^os despedimos al fin de este plantel de bravos, sa= tisfechos V orgullosos de haber merecido tan grata acoe gida, no sin antes rogarles nos hicieran el honor de dejarse fotografiar para que ESTAMPA conserve un gr^ fico recuerdo de ellos y cl pblico pueda contemplarlos y admirarlos.

    Gloria a los bizarros invlidos espaoles!... Para ellos todos los laureles de Espaa.

    Ess DE MIJARES CONDADO L A P A S T A

    NCARINE L I M P I A los d i e n t e s y r e f r e s c a la boca^

    rodeadas de clases y

    soldados del glorioso Cuerpo.

    La Escuela de Invlidos, de la que es profesor el capitn Fernndez Caballero y auxiliar el suboficial Sr. Pulido Aparicio. (Polos Contrcras y Vilascca.) MADERAS ADRIN PIERA Santa Bogracta, 12[i

  • 6tanipa

    &GkaUi% J'.Xh'ira^aCiulu ttfitw^lllatb-id PERO usted confa demasiado en m, seor Alcalde! En slo diez minutos puedo llevarme una idea g^encraj de los proyectos municipales?le pregunto.

    El seor Aristizbat sonre: E P nueve minutos. Ya pas uno. Yo me debato respaldado en nuestro seor el rey

    don Carlos II, que muestra en pintura mural, detrs de m, su real cfig:ie lamentable y mcrtificada, El se= or Aristizbal ha de presidir una Junta a las seis y media y son las seis y veintids minutos. Poco tiempo, muy poco, para que un Alcalde preocupado por todo engrandecimiento de Madrid, lleno de proyectos y de realidades que ponen de manifiesto su clara aptitud, me.hable de tan diversos temas. 1 AU calde me tranquiliza:

    No podra usted, aunque estuvi ramos una hora hablando, llevarse una visin completa de la vida municipal. Esto C3 interminable, barroco, imposio ble de abarcar, como un ocano.

    Entonces me decido a entrar a la bao yoneta con mis preguntas:

    Quiere hablarme algo del presus puesto extraordinario de ensanche?

    El seor Aristizbal, t^uz todos los das ha de hablar continuamente prea gnntado por toda clase de preguntones oficiales u oficiosos, me va diciendo, dejajndo caer lentamente sus palabras, para que pueda tomarlas sobre mis cuartillas:

    La intensa labor municipal, fruto de jn^andes trabados que han venido realizndose en el primer semestre del ao, permite ya ir recogiendo una es= tmahle cosecha. Va est aprobado el proyecto de presupuesto extraordinario del interior, de ciento veintin mUo> nes de pesetas, y el presupuesto del en sarche, de tres millones. En los dos se procura satisa facer las ms elementales necesidades de higiene, de urbanismo, de salubridad y de enseanza.

    Existe, naturalmente, un presupuesto ordinario para e! ensancha?pregunto.

    Desde luego. El da cuatro se ha llevado a la se siP ese proyecto ordinario.

    Miro al reloj. Entro al asalto: Y del convenio municipal con la Empresa de la

    Gran Va, seor Alcalde? Aprobado ya el convenio para el tercer trozo.

    Ser an ms hermoso que los otros dos. Grandes edi=

    fictos, en los que pensamos imponer un estilo lgico, evitando disparates.

    Eso es un hecho, seor Aristizbal? S, seor; se ha aprobado ej proyecto de concurso

    de anteproyectos. Principalmente en la zona del extras rradio ser una gran cosa. Existe un criterio mus cipalista, al que han de sujetarse los trabajos que presenten los tcnicos concursantes.

    / Sr. Arlgtizbal en su despacho.

    Ha establecido el Ayuntamiento premios para los proyectos del extrarradio?

    Se han consignado un premio de doscientas mil pe^ setas y cuatro de veinticinco mil para los proyectos de grandes vas y puntos bsicos del Madrid de extrarradio.

    Tendrn una relacin los proyectos del extrarra= dio con los de ensanche e interior, no es asi?

    S, s; no es posible separar el estudio del extrae rradio de la extensin y hay que relacionarlo con las lneas de la reforma interior, para la visin completa de la gran ciudad. Por ejemplo, atendiendo a la formi dable avenida que forma el Prado, est decidido

    continuarla basta Chamartn. Con ello gana la ciudad, gana el pueblo de Chamartn, la Ciudad Lineal y las colonias formadas por all, entre las que merece toda mi atencin la gran colonia de la Prensa. Dentro de poco, vivir en esos hoteles ser vivir en uno de los sitios mejores de Madrid.

    El ordenanza entra con un vaso de agua pedido por el seor Alcalde.

    Esos dos minutos de sed no entrarn en la cuen-ta, verdad, seor Alcalde?

    Sonre de buena gana. Cordial y amable, exclama: No; estos dos minutos van al horario del pre=

    supuesto del caler. Y bebe el fresco enero del agua en

    este julio ecuatorial. Que me dice usted de la Ciudad

    Universitaria?le digo. Yo, personalmente, pertenezco a la

    lunta constructora de la Ciudad Uni> vcrsitara. El Ayuntamiento coopera con quinientas mil pesetas para ayudar a la iniciativa del Rey.

    Y est usted satisfecho del ejerci ci econmico municpal, seor Alcalde?

    Muy contento. Se han hecho pagos de presupuesto por ms de cuarenta mi llones de pesetas.

    Qu dinero hay consignado para obras exclusivamente?

    Concedo precisamente a esto una gran importancia. Activo la realizacin de las obras de Madrid, adems de por entender que son precisas, para resolver en parte el problema de la falta de trabajo. Slo con cargo al pre* supuesto de ensanche me propongo que se gasten en obras ms de dos millcnes d e pesetas, procedentes d e resultas del pasado ejercicio. Un milln

    setecientas mil, consignadas en el presupuesto en cur so, un milln del presupuesto extraordinario del actual ao, cuando se apruebe. Adems, cinco millones de pesetas para obras de urbanizacin del ensanche... Pero usted sabe qu hora es?

    La veo perfectamente en el reloj colocado sobre la mesa, pero finjo cara inocente. El Alcalde se pone en pie:

    Las siete menos veinte! V an hemos de hacer un retrato?

    CSAR G 0 N Z A L E Z = R U A N 0

    (Foto Zapata.)

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  • ^nuuiro^S dd J^fucri^ estompa

    y JU rUi^ EL arte ^ a v e , que, gota a gota, las centurias fue^ ron diluyendo en las viejas piedras de todos los templos, arcos, mesones, callejuclas^ cncruciladas y recodos integrales de ese maravilloso musco sin te= chumbrc museo al aire libre llamado Toledo, campea hasta en la seca eufona de su nombre. Del nombre de otras ciudades no podramos decir Igual. A Madrid, verbigracia, le sobra en el suyo una letra, la ltima; borremos esa final, segn, descuidadamente solemos hacer todos al hablar, y el nombre sonar* lo mismo. En cambio, el nombre escueto de Toledo no admite supresiones; tampoco consentira aadiduras; es duro, metlico, como el paisaje que evoca. Tres sila* bas no es el tringulo el smbolo de la fuerza?, y en cada silaba una vocal y una consonante: el macho V la hembra; lo justo.

    Toledo, la ciudad pequea pero fuerte, de que habla Tito Livio!... De poco sirvi que Recaredo abras zase alli el catolicismo, que cinco siglos ms tarde el caballo de Rodrigo se arrodillase ante el muro que esconda al Cristo de la Luz, y que el no menos famoso Cristo de la Vega descolgase un brazo para prestar el juramento que haba de reivindicar la com= prometida honestidad de una moza. A pesar de tales leyendas, y a despecho tambin de los Concilios y del incalculable boato y prestigio, as poltico como militar, de los Fonseca, de los Tenorio, de los Loren* zana, de los Cisneros y de otros muchos gloriosos arzos bispos, ei espritu sensual y contemplativo del Islam no emigr de Toledo, junto a la catedral, en una de cuyas capillas se celebra diariamente una misa nmzs rabe, la *mcdia luna vive y triunfa, y a la hora del muecin en la brisa que sopla de los cigarrales, unos de-dos invisibles parecen hojear el Koran.

    Toledo es rabe y es judo; lo pregonan sus callejas tortuosas, empapadas, cual las de Tctun, de religioso misterio; sus casas, de tejaroces saledizos y frontis her

    Patio (ae antecede a a ermita del moso Cristo de

    mlicos; sus puertas ferradas; sus ventanucos, defen= didos por rejas dobles; sus palacios, tan suntuarios en su intimidad como esquivos y hasta miserables pares cen vistos desde fuera; y ms que todos estos detalles materiales, lo declara as *su alma recoleta, perfumada con las dilectas resinas del Silencio y del Desdn.

    Pero si Toledo es rabe y sefard, tambin es hondap mente cristiano, lo que aade a su fisonoma mora] una extraordinaria complejidad. A Toledo y esto lo sabe bien el gran pintor Esteban Domcnech, que habita all y lo conoce piedra a piedra no debemos llegamos de pasada, conforme acostumbran los turistas; Toledo, como las grandes obras de la filosofa, exige del obsera vador un estudio lento; el recio zumo enjorguinador del alma toledana, a imitacin de los poderosos vinos de Jerez, del Rhin y de Borgoa, despacio y a mcsura= dos sorbos ha de beberse, pues, de lo contrario, o nos sobrecoge y marea, o nos aburre.

    Son las de la noche las horas ms idneas para acera carsc al arcano moral de esa ciudad que oy los pa sos bordoneros de Cervantes y recogi el postrer aliento de Francisco de Rojas. Y, miel sobre hojue las, si la noche es fra y nubosa como aquella de U timos de noviembre en que, fiados en lo que una vie* ja vendedora de Zocodover nos haba dicho, fuimos a or cantar a las monjas de Santo Domingo el Real!

    An faltaban cuarenta minutos para las doce cuane do, siguiendo a lo largo de pasadizos techados y ma raosos abiertos entre vetustos muros negros, casi desprovistos de puertas y ventanas, arribamos a la plazuela, mal empedrada y Mena de abolladuras y resaltoscomo convulsa, que se extiende misera= ble ante el convento. Refugiados en un quicio, cspcc ramos. Todo era negro y hmedo a nuestro airede= dor, todo pareca dormir; nicanicntc rompa a inc tcrvalos el infinito silencio el eje desaceitado de una

    Atrio del convento de Santo Domingo el HeaL

  • estampa

    Lo caiJe que sigui el cronista para egar al convento de Santo Dominso e Reai. Un rincn de la ciudad fpeqtiea pero fuerte, de que haba Tito Livio. {Fo tos Rodr guez.

    campana que, pendiente de una espadaa, chirriaba a impulsos del viento con un ruido de agorera. N i transentes, ni rumores humanos, ni siquiera el eco distante de un coche. Nada. En los cuarenta minutos que dur nuestra guardia, slo un perro vagabundo pas...

    Luego, de pronto, las doce campanadas que anun ciaban el trmino del da vibraron solemnes, fatales, semejantes a las doce slabas de una sentencia de muerte; al par que dentro del convento, algunas de cuyas ventanas se haban i luminado, las monjasa voces solasentonaban un cntico de notas parsimoa niosas, estoicas y sumisas. Aquella inefable emocin musical slo dur instantes; fu elgo preexcelso, arro= bador; una especie de aliento del ms all* que, al

    cesar, nos sugiri la emocin de que de la tierra aca= baba de desprenderse un espritu.

    En Toledo, la ciudad embrujadora donde los vie-jos, por obra de cierta comparacin subconsciente que trazamos entre ellos y el ambiente que tes cirs cunda, parecen ms Jvenes, todo nos atrae y suaves mente nos cautiva. De Toledo nos interesarn las calles sarmentosas y mudas, los tipos de l impio per f i l castellano, y los monumentos, algunos de los cua= lesla Catedral y San Juan de los Reyes, entre otros bastan por si solos a honrar una raza. Y nos apasionas rn asimismo los aledaos de la poblacin, emplaza^ da sobre un macizo de granito, de cuyo dursimo cimiento la historia belicosa de ese pueblo pa= rece reflejo afortunado; y ms an se impondr

    a nuestra admiracin la severa hermosura del Tajo, A cada momento este ro, en cuyas ondas se tem

    piaron los aceros que dieron a Espaa la grandeza mil i tar de Roma, curvndose por tres veces alredea dor de la ciudad, improvisa perspectivas sorprender tes y luces inslitas. Es hondo, fiero y ecunime a la vez, dentro de la obscura tonalidad de su cauce ro coso. En invierno, engrosado por los torrentes que descienden de la sierra, trnase impetuoso y sus aguas se arremolinan, espumean y enturbian. Pero en vea rano su corriente se tranquiliza, parece remiansarse, soolienta, y entonces su cristal, casi inmvi l , bril la metlicamente y tiene la q u i " d . la expresin, de una espada desnuda en una hora de paz.

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  • euampa

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    Hustracin de Loto Ansiada para una edicin de Barceiona.

    LOLA Anclada, la finsima dibujante y escritora, acaba de obtener un xito rotundo con un l ibro admirable: En Peret (pedrito), de amensima lectura.

    Decir Lola Ang'lada es como decir la mujer de las manos maravillosas. Entre los que en Catalua cultivan el arte de la pintura o del dibujo, que son legin, Lola Anglada descuella por su delicadsimo trazo, por su expresin opulenta, a veces maliciosa, a veces in= gCi'JUn, por el lujo de sus cuadros e i]us= traciones. Lola Anglada es algo perso= nalsimo en el mundo de nuestros artis= tas; su lnea es inconfundible a primera vista, aun para los r

  • estampo

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    LAS NOVELAS DE tOeweNSTElN

    I BA en el aparato? Si iba, su desaparicin ba s ido or iginada p o r un accidente , o es que et baniquero se suicid?

    T o d a s las hiptesis que surgen para explicarse el casoe del famoso m u tmi liona ro son novelescas. En los Campj)s Elseos mitolgicos, po r la zona de los foUetinisas geniales, pasea, m u y preocupada, la soma bra de Alejandro D u m a s , el au tor de Ei Conde de Montecristo . Locwenstein haba superado en grande^ za, en fantasa y en pode r al hroe d e D u m a s . Pero le novelescamente interc= santc, lo folletinesco d e su vida, comienza ahora.

    Segn la hiptesis que aceptemos, la novela de Loewenstc in ser ms o menos niaravllosa.

    Primera hiptesis : no iba en el aparato. T o d o lo del accidente o el suicidio es mera supercher a . El multi= millonario ob tuvo la coma plicidad del piloto y de sus secretarios y mecangraa fas para desaparecer c o m Loewenstcin y resurgir , en. cualquier par te , con otro n o m b r e . Esta seria una no vela relat ivamente d r a m a s t ica y entretenida, a lo ]or" ge O h n c t , A m no m e gusta . Loewcpstein, con es t e a rgumento , sera u n co= bardf y un fracasado vuU gar . C o n los restos d e su for tuna c o m p r el silencio d e su gente y ahora, en no se sabe q u pas de Amrica, J7 se refait une virginit... Nlada: la hiptesis ser ad= misble, pero la novela resultara trivial.

    Segunda hiptesis: se suicid. La novela sube en in= teres d ramt ico . C o m o lt imo 'gesto de una vida do=! minante y fastuosa, de una vida de amo del mundoo, de empe rado r de los grandes negocios y las empresas temerar ias , ese suicidio' est bien. Es fuerte y es po= t ico . Es moderno y es ant iguo. Dirase el de un dios cansado de serlo. Y es original: nadie se haba suici^ d a d o desde un av in . N a d i e , desde t an majestuosa a l tura , se precipi t en los brazos de Anfitrite, ]Q

    MCIMS "

  • estampa

    Paradores madrileos. Arrieros y mozos de muhs... E\ mesn simboiiza Jo que hubo de mejor y peor en ej alma andare= ga y disparada de Espaa.

    A CASO ningn lugar como el patio de un mesn para sentir en el tutano del alma el pinchazo violento de Espaa hecha cosa, materia que corta y que pesa. Ha vivido uno cinco, diea aos dicindose espaol, llamando hermanos a los espaoles, hablando de Espaa y de la raza con estrepitosos adjetivos por fuerza de costumbre y sin saber demasiado a qu cosa real y evidente corresponden tantas palabras, y un da cualquiera, entre media docena de arrieros y mozos de muas, bajo el negro cobertizo de un parador, las pa= labras vacas se llenan de sentido y vienen a herir lo que hay de ms hondo y vital y primario en nosotros. (Otro da la voz mgica puede estar en el arqueo de brazos con que una bailarina rompe su danza, y otro, en el simple olor de la tierra mojada.) En estos para= dores madrileos, la sensibilidad menos histrica se estremece y aguza. Son varios siglos de vida espaola que se pegan a la piel del visitante en un abrazo irres= pirable. Sin salir de un mesn puede escribirse ia his= toria intima de Espaa, la verdadera historia, al cabo. Durante siglos, la posada fu institucin y smbolo nacional. A una posada comparaban nuestros ms= ticos eJ mundo, por extensin de lo que sus contem= porneos sentan por la tierra que les vio nacer, que era posada o lugar de trnsito. Para el soldado que iba a Flandcs o ai Italia, para el fraile que iba a Composte= la o a Roma, para el segundn que iba a Indias, para el picaro que iba a todas partes, Espaa era tan slo una serie de mesones, paradores y ventas. La mirada de todos ellos describa un arco que naca en el propio coraznfuente de alientosy terminaba, saltando, sin tocarla, por encima de Espaa, en el confn de los mares, o en el celo, o en las tierras remotas del Grai: Turco. Estas tapias y paredes mcsoniles han sido cauce del ro nacional. La vida espaola iba del mesn a la venta y de sta al parador y a otro mesn y a otra venta, hasta llegar al boquete final que les abra el paso al infinito. Al Madrid cortesano se vena en solicitud de privilegios, prerrogativas, sanciones, premios: unos

    para comenaar la vida y otros para terminarla, pero siempre vueltos los ojos hacia la lnea del horizonte ms lejano. Para una estancia tan de albur y prisa, bueno era el mesn y en l daban los huesos del sol=s dado y la santa fundadora, del descubridor de tierras y el misionero, del poeta y el navegante, quin camino de arriba, quin camino de abajo.

    El mesn simboliza lo que hubo de mejor y peor en el alma andariega y disparada de Rspaa. Desde ahora pido que se haga de uno de ellos-del mesn desconocido, es decir, sin historia relumbronamo= numcnto nacional, para que quede como testigo pera durable de una poca absurda y divina.

    Se nos fueron acabando las ganas de andar al mismo tiempo que se inventaban otros medios de locomocin y otras formas de hospedaje y albergue. Con las galeras, las diligencias y los ferrocarriles, vinieron las fondas, las casas de huspedes y los hoteles. En una Gua de Madrid de 1876 se habla ya de los mesones como supervivientes obstinados de una poca fenecida. Los arrieros de Fuensalida, Chozas de Casarrubio, Santa Cruz del lamo, Alcocer, etc., que los han llenado has^ ta hoy, no opinaban lo mismo. Hubo, en efecto, cambio de clientela. Qued reducida a trajinantes, arrieros, buhoneros, gitanos, tratantes y gallofcra de poco pelo, vagabunda, que vena a la Corte ms por curiosidad que por ambicin. Los mesones madrileos tomaron un aire decididamente rural. An hoy, basta asomarse a ellos para sentir que esta Villa del oso y del madroo es, antes que nada, pueblo castellano, labriego, cama pesino. Por la Puerta de Toledo entra en Madrid el viento esencial de la tierra que lo sustenta, viento que se remansa en los patios de los mesones. Pisa uno el asfalto de la Gran Va y se pisa espuma de Espaa y de Europa, si se quiere. Pisa uno los cantos rodados del parador de Medina y se pisa tierra de un pueblo de Castilla la Nueva, con ms o menos habitantes e importancia, pero pueblo castellano antes que nada y por encima de todo.

    No era injustificado ni excesivo el espanto que pos nan en personas y caballeras los primeros automviles que llenaron de polvo y estrpito el limpio silencio de Castilla. Era un espanto de adivinacin, que hoy se llamara freudiano. Ahora se ve. La Coronela y la Galas na, el mayoral y el arriero no se asustaban slo por los desmanes inmediatos y ei estruendo horripilante del momento. Un profeta fcil pudo repetir la frase de

    Estas tapias y paredes mesoniles han sido cauce del ro nacional. (Poto^ Zapata.)

  • eftampa

    JEI ei patio destartalado del mesn, un mondo emparrado; pero basta ei pozo oculto tras anas tablas pora que todo en l adquiera un sentido hogareo.

    Hugo: "Ceci tuero cei. En su nima ingenua, la mua de varas y el borri= co ajero y el macho=guin la presentan. Presentan que aquellas nuevas be5= tas deslizantes, raudas y aparatosas, tiraban contra ellos directamente, y que su ^esto de huida hacia las cunetas, para dejarles pasOr no era sino el eiisan yo de la desbandada defi= nitiva'. As fu. Murieron en breves aos las dil= gencias que el ferrocarril haba respetado, sin lua cha apenas. No haba \a= gar. Murieron luego los grandes carros de transa portes. El primer autoca min que sali a la carre= tera los fu arrojando por los terraplenes a medida que los encontraba en su camino. "Y- una maana, Ids arrieros que traan fru= tas y hortalizas de Aran= -juez, vieron que volva ya del mercado la ca= mioneta que sali horas despus que ellos. En mucho menos tiempo que . ellos ponan en el viaje de ida, la camioneta iba y volva con la faena tera minada. Aquella maana, tos latigazos fueron ms violentos V las interjecciones ms rotundas. Pero ni el ltigo ni el idioma tienen poderes de transmutacin. Al

    Esta bestia, humilde y lrica, iiusped apaleado de la pesebrera de todos los mesones, acaso sea ei descendiente de aquel buen

  • estampa

    ERA intolerablemente fea. Fea por dentro. De esa fealdad que sale a flor de piel a travs de los cosmticos, las pinturas y las sedas, que son capaces de destruir todas las fealdades superficiales; todas las fealdades que no sean, como la de aquella mujer, una fealdad de dentro a fuera, una fealdad ntima y coa= substancial.

    La fealdad femenina es una de las cosas suprimi= das por la civilizacin. Las artes cosmticas, los viejos secretos de tocador, que ya no son tales secretos, han acabado con la fealdad. Ya no hay ninguna mujer fea, socialmente fea, municiplmente fea. En las ca lies de las grandes ciudades no se ve nunca una mu= er desagradable. La belleza se ha democratizado; est al alcance de todas las fortunas. Subsisten las feas slo en provincias y en los arrabales. El colorete, el maquilJaje, las cremas, el bao cotidiano, la falda por encima de la rodilla y la exhibicin habilidosa de las formas bajo la grata mentira de las telas actuales han suprimido la fealdad.

    Por eso, aquella mujer lo peor que tena no era su fealdad superficial, que al ser munici palizada bajo la luz de los arcos voltaicos o a la sombra discreta de las acacias callejeras poda ser tolerable, sino su fcale dad interior, aquello de ser fea tambin por dentro. Era este fondo desagradable, sucio, de mala persona, de feminidad viciada, torpe y purulenta, que fatal=

    ^m^r , mente tiene una fisionmica, lo afeaba.

    El marido de

    traduccin :ue ms la

    esta mujer fea era un hombre r zonable, discrcn to, ecunime, certero en sus )ul dencia, desapareca su fina sensi bilidad y no saba ver a travs de aquella arpa ms que a una crias tura excepcional dotada de todas las gra* cas. El a m o r ? Bah, e I amor! Sa= bemos a qu ateners n o s respecto d e e s e d e s acreditado t a b .

    Era inexplicable; pero aquel hombre se renda emocio-nado ante aquella mujer fea, desagra d a b l e , indeseable unnimemente con= siderada, Si hay a]c ge capaz de dcsper= tar la antipata uni= versal, sso era lo que tena aquella mujer. Cuantos se acercaban a eli c\a perimcntaban e 1 mismo malestar, el mismo sentimiento de repulsin. Mc^ nos el marido, que segua considern=

    dola como un ser de excepcin, sntesis de todas las virtudes, y bellezas.

    La mujer fea se vengaba en l de todos los desdei* nes y repulsas de la Humanidad. Se vengaba miseraa blcmente en aquel pobre hombre, qie tan adicto le era y bajo su poder padeca como no padeci jams marido alguno. Tena ella esa nteligeiicia aguzada de todas las personas defectuosas y pona en torturar a aquel hohnbre que la amaba toda su capacidad intea lectual. Por una aberracin incomprensible, el marido tomaba aquellas canalladas como travesuras graciosas y las soportaba contento porque, segn l, a travs de aquel exterior desagradable haba un fondo de ternura insospechado en su mujer, una belleza recna dita que nadie ms que l haba visto.

    Cifraba este hombre su orgullo en ser ms sutil y comprensivo que nadie, y crea que los encantos de su esposa eran algo tan alquitarado que las gentes vulgares no los perciban. Crea que los dems eran unos idiotas incapaces de descubrir el valor inapre

  • estampa Era ella lo suficientemente inteligente para no i^ =

    norar su fealdad; eran bastante crueles las gentes que la trataban para liaceric notar su repulsin. Y el ma= rido de la mujer fea, que adverta una cosa y [a otra, sufra vindola sufrir y agradeca con toda la ternura de su alma cualquier galantera ritual que se tuviese con la infeliz mujer.

    En sus momentos de optimismo, la fea, se haca la ilusin de que agradaba a alguien ms que a su ina = rido, V era grotesco verla haciendo carantoias al pri = mer hombre que se le acercaba con buen talante. Hubiese estado dispuesta a todo de haber encontrado a otro hombre capaz de demostrarle algn afecto. Mo lo encontraba y su prurito de gustar la llevaba a unos coqueteos desaforados, que !a hacan parecer peor an de lo que era. Despus, gozaba provocando ta ira del marido contra sus supuestos adoradores, y le hacia representar terribles escenas de celos que le aplacaban aquel vivo dolor de sentirse fea y desdeada.

    Aquellas comedias grotescas no satisfacan, sin cm= bargr, su vanidad, y el marido, que piadosaincjite se prestaba a ellas, lleg a desear la aparicin milagrosa del hombre capaz de hacer cl amor a su mujer.

    Esto era una vana ilusin. La fea no tendra nunca ccasin de olvidar que lo era y vivira siempre amar gada y sauda.

    Al ocurrrsele aquello estuvo a punto de ir a la con=: sulta de un psiquiatra para someterle, alarmado, su caso.

    Estaba trabajando sosegadamente en su oficina, y a medida que iba redactando su informe, inclinado sobre cl pupitre, perfilaba mentalmente su plan, Cuan= do advirti la altura a que haban llegado sus Iucubra= ciones y en un momento de recapacitacin se dio cuenta de lo absurdo de su propsito, enrojeci sa hitamente, y l solo, en la soledad de su despacho, se qued avergonzado y cohibido ante si misnio.

    Pero aquello no se le iba ya del pensamiento y ru= mindolo lleg a encontrarlo lgico. Anduvo todava durante unas tardes solitario y hermtico, divagando por las calles con las nianos en los bolsillos y cl soni=: brero en cl cogote. Hasta que se decidi.

    Aquella tarde, al salir de la oficina, cogi del brazo a uno de los delineantes, un chicarrn simptico, in= teligente y discreto, y se lo llev a tomar cerveza en los ventorrillos de las afueras. Bebieron abundantes mente y la noche les cogi caminando vacilantes por los desmontes con un aire lento, tierno y humanizado; con esa humanidad blanducha y anegada del bebedor de cerveza en los pases meridionales. Entonces, slo entonces, a media voz, balbuceando, se atrevi a volt-ear sus confidencias en aquel muchachote, que tena una embriaguez bondadosa como de vaca ahita. Cuan= do l le contaba la grotesca tragedia de su mujer, fea, dramticamente fea, el muchachn se apesadumbraba tanto, tanto, que le apretaba contra su pecho de pers chern, y haciendo fervientes protestas de amistad le deca que estaba dispuesto a todo, con tal de conse= guir la felicidad de amigo tan bueno y tan triste como aqul. El amigo triste y desgraciado slo porque su mujer era fea y nadie la quera.

    Si t quisieras...!aventur tmidamente el ma= rido.

    Porque seas feliz, soy capaz de todo lo que me pidascontest c chicarrn, enternecido al verle tan apesadumbradc, tan encogido, tan irremediablemente triste,

    Por qu no le haces el amor a mi mujer? Eso es una locura. T ests borracho. No; no estoy borracho. Es tan absurdo, tan in=

    sensato lo que te pido, que precisamente por eso no me avergenza pedrtelo. Si ella se sintiese amada, si lograses hacer nacer en ella la satisfaccin y el cone

    tent de s misma.., acaso la hicieses feliz NI pasa= ra nada; yo estoy seguro. Yo s que ella -^s buena; que no sera capas de engaarme. Pero no ser feliz mientras no encuentre una pequea satisfaccin para su vanidad. Es fea; ya lo s. Pero es mujer. Aydame a hacerla feliz. |S bueno! S bueno!

    Se ech a sus pies y ]e bes las manos. Despus se lo llev a cenar a casa.

    Ella empez a estar radiante. Y hasta un poco mE= nos fea, que la satisfaccin interior de sentirse deseada por aquel moceln !a encenda por dentro y le sala a la cara en vivos colores. El marido, al verla feliz. lo era tambin, y a solas se frotaba las manos de con= tent. Notaba el aplomo, la seguridad, cl orgullo de ella y ni siquiera se dola de que este orgullo fuese a veces molesto y despectivo para l. Le trataba peer que antes, con ms dureza, con mayor desprecio. Pero l no lo notaba. La vea resplandeciente y le bastaba con estar en el secreto, con la satisfaccin recndita del hombre inteligente que se siente motor oculto de las cosas.

    Pretextando quehaceres, se ausentaba de la casa y se estaba largas horas en los cafs, mientras el bonda^ doso delineante entretena con sus galanteos a la in^ feliz mujer. No pasar nadase deca; gracias a este artificio, la pobre est gozando de una ilusin que le estaba vedada.

    Desde la primera tarde, cl delineante y l, ruborosos.

    no haban vuelto a abordar francamente el tema. Se entendan con medias palabras, con gestos, con ademanes. Aquel chico era tan bueno, tan inteligente,..

    Una tarde, dormitaba filosficamente en cl divn de su caf favorito, cuando vio llegar sbitamente al chicarrn.

    ^ Q u pasa?le pregunt sobresaltado, Una catstrofe. Al principio cre que podra con=

    jurarla, pero ya es imposible. Esta farsa tiene que aca = bar hoy mismo. Tu esposa est locamente enamorada de m.

    No; r o seas petulante. EDa se siente halagada por tus galanteras. Pero nada ms.

    Te juro que no. Est furiosamente enamorada de m, y ya no s cmo quitrmela de encima. May que desengaarla hoy mismo.

    Desengaarla? Imposible! La haramos tan desgraciada!

    -^Es que si no la desengaamos, cl desgraciado lo sers t. Es decir, no lo sera, porque yo no quiero.

    Pero ella? ^ Ella lleva acosndome dos semanas; acaba de dea

    cirme que lo tiene todo preparado para fugarse maana al amanecer conmigo. V yo no me fugo con tu mujer pase lo que pase. Mi herosmo no llega a tanto.

    Ni yo lo consentira. Bueno, pues no seamos insepsatos. Esto no puede

    pasar de aqu. Ahora mismo vas y le dices a tu mujer que ests enterado de todo, que le vas a dar una paliza, que yo no la quiero, que me parece un adefesio, lo que sea. Esto lo arreglas hoy mismo. Tu mujer no me deja vivir; no tengo paciencia para ms. Contra lo que t supones, tu mujer est dispuesta a todo.

    El marido baj la cabeza entristecido. Mir a su amigo tiernamente y estrechndole la mano, le dijo:

    Gracias, muchas gracias. No me des las gracias. Por ti estaba dispuesto a

    todo; menos a engaarte. No; no me lo digas. Entonces, maana? Me ha dicho que est a las

    siete en un staxi* con las corliritlas echadas, que debe esperarla en la esquina del Gran Teatro,

    No vayas. No vayas ms. Este asunto se ha tcf= minado. Muchas gracias, amigo, muchas gracias.

    A las siete de la maana, la fea entreabre temblorosa el portal de su casa y echa a andar nerviosamente por la acera, en direccin del Gran Teatro. Lleva en la mano un pequeo cabs y disimula su cara fea bajo un tupido velo. El airecillo matinal le hincha los puImo= nes de un precioso elixir de vida; las acacias verdes, que destilan sobre ella el roco, como quintaesencia de la noche, le hacen ventear algo tan fresco, tan claro, tan jugoso como no lo haba venteado nunca. Es la fe= licidad. Pasan aprisa los madrugadores, limpios, gi= les, alegres; con la alegra de una larga jornada por de= jante. Taconea ella graciosamente y cuando, al volver la esquina, el sol, a ras del suelo, se precipita sobre ella y la incendia, se siente maravillosamente transportada a la zona de luz del mundo, a la gloriosa regin donde se mueven las otras, las que son felices, las que no son feas.

    Se zambulle deslumbrada en la penumbra del *taa xis*, que la espera con las cortinillas echadas. El ma= rido ta acoge silencioso, con irn beso fro en la frente.

    Cuando vuelve a mirar a la calle, ya todo tiene otra vez esa media tinta, ese desvado, esa veladura que cl mundo ha tenido siempre para ella.

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  • Pero esto le agradecera que no lo dijera, pare-cera coba.

    Ahora Marcial est visiblemente afectado por el re-cuerdo de sus actuaciones desdichadas. Cambiamos de tema.

    De qu toros son estas cabezas?las dos que hay en el despacho.

    Aqulla, del toro de la alternativa, con el que no estuve bienconfiesa sin* ceramente.

    La otra? De un toro en que me

    concedieron la oreja. Hasta el despacho llegan

    las risas de cristal de unas mujercttas jvenes. Y La landa, gentil^ explica;

    'Son mshermanaSf-ven-ga usted a conocerlas.

    L O S D O S M I L TRAJES DE LUCES

    Un gabinete blanco, que baa de luz un mirador, y all Rosita, Lola y Felisa Lalanda, tres mujercitas encantadoras juegan con un nio de mirada inteli= gente.

    Acostumbrados a estas informaciones en la frialdad del cuarto de un hotel, el cambio de ambiente se agradece como una caricia al oficio.

    Las chiquillas, extremadamente corteses, van 5a= tisfaciendo la curiosidad del rep>rtero. Ellas escogen los trajes de luces de su hermano; pero tiene tantos, que ya no saben qu colores elegir para no repetirlos.

    6 f t a m p a Nunca han visto torear a Marcial, y cuando l mata el ltimo toro, laa habla por telfono desde la Plaza. Tienen en casa un altar de la Sagrada Familia; pero

    Rosita, Lola y Felisa Lalanda, tres mujercitas encantadoras qat nunca han visto

    Lalanda es jns devoto de la Virgen de la Paloma. Pa= san muy malos ratos, y en el invierno, que es cuandd podran vivir tranquilas, a lo mejor se le ocurre a su hermano marcharse a Amrica, y vuelta a sufrir.

    Les parece injusto que el matador ms antiguocasi siempre su hermanotenga que matar los toros de los dems, si hay cogida. A los torerillos que llegan a

    su puerta nunca los des pide sin haberlos SOCOE rrido.

    -Se casaran ustedes con un torero?

    -^ De ninguna manee ra!protestan las chiqui= Has que tantos toreros tie= nen en su familia.

    En la mirada que se cru za entre ellas, se lee toda la angustia desgarradora de la compaera del circense, mientras el hombre de sus amores.lucha con la muer= te ante la muchedumbre.

    Ya est aqu otra vez Marcial, que me presenta aJ nio:

    ^ A q u tiene usted a Pe drito, que le )>an suspend do en los dos primeros aos de Bachillerato.

    No haga usted caso! protesta el interesado.

    Pues qu notas has te nido?le hostiga Marcial.

    ^Slq aprobadoscon-fiesa el nio.

    Ya ve usted qu vera genza, slo aprobados! Insiste Lalanda.

    Y el nio, herido en su torear a su hermano. ^^ -^ SuUo de buen estudiante,

    iFoto Zapata.) increpa al torero: Y t, cuntas tardes

    buenas has tenido esta temporada? La rplica del chiquillo se ahoga en el estrpito de

    una carcajada. GERARDO RIBAS

    OQ0ooc>o:ooacfoci%]iCK^^ niiiiiiiiiniiiinMiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiimiiiiiiimiiiiiniiiiiiiii^

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  • e lampa

    Sudando a chorros. bao el sol implacable, avanzan los segadores, resueltos, impasibles...

    Al golpe seco de sus hoces ceden los tallos, as espigas se abaten y el horizonte se dilata.

    campia de Levante,..Van a Aragn... Van a Casti= lia... Aves viajeras del tra= ba|o, corrern mnchos pueblos... Caern sobre los rubios trigales, abati= rn las mieses enhiestas... Sus hoces, animadas poi insospechado furor, scga= rn sin tregua... Y un da, si la cuenta no falla, se me= tcrn entre la faja ese pu=

    LA siega es el princi= pi del f in . Puso el labrador su afn en el campo. Da tras da, en las suaves y bellas jorna= das del otoo, en la poca cruda del invierno, en !a decisiva V desconcertante primavera, se mir inquie= to en su labranza, en sus amelgas, en las pardas tie= rrasdc pan llevar, Las mi m como se mima a una novia que se nos mete dentro: deseando adivinar sus caprichos, esforzndoB se por anticiparse a sus deseos... Mecesita abono? Pues a drselo!Falta da ero? Pues a buscarlo...

    Han pasado, sin sentir, muchas horas. Y lleg la recoleccin. Pocos goces tan intensos y puros como andar los sembrados en fecha prxima a su siega, y acariciar las altas canas y re= crearse en las voluminosas espigas.

    Vinieron de Galicia, de Asturias, de la luminosa

    difunde entre el racimo de sus cuerpos. All no son ni Juan ni Antonio, ni Santiago iii Pcdrn; son *los segado= res*. Confundidos en el rincn ms apartado y obscuro, en espera del lento tren que ha de conducirles, constitu yen una visin extraa^ algo as como una enorme bolsa de orugas que aguardaran las caricias del sol para cspar cirse por las tierras...

    Los segadores, pecho al aire, hendida entre a mies la cabeza, sudando a chorros, con el botijo a reta= guardia, avanzan resueKos, impasibles, como mo^ vidos por misterioso poder...

    Quin acertara a adi-vinarle? Es acaso la voz del hambre que suena en sus espaldas? Es el rc= cuerdo de la cuitada mu=. jer, que all, en la aldea, espera? Es algn rollizo mueco de carnes apreta= das? O eco dulzn y mi= moso de la gaita, que llaa ma a romera?...

    Por la llanura, donde as espigas ondulaban como las olas del mar, marcha la mquina segadora, dejando rasa a tierra.

    iado de monedas, salvacin del invierno,..Qu innpor= ta que la cama sea dura y el alimento floo, y la labor agotadora y asfixiante el calor?... Todo ser una nube-una plomiza nube de fuego, que tarde a temprano pasar, como pasan todas las nubes... Su personalidad se

    En la llanura, mecidas por el viento, son las es= pigas como la espuma de las olas de un mar que no siempre quiere ser de abundancia. Las segadoras, esas mquinas prodigiosas que a resucitar D. Quijote tomara por descomunales gigantes, mueven la garra de sus aspas. V se van fo r i

    mando gavillas. Las gavillas que, en madrugada no le* ana, sobre el carro chirriante, sern llevadas a la era...

    Son las tres de a tarde juHo, Castilla...

    A N T O N I O G A R C A ROMERO

    Afras van quedando las gavii'c^- formadas, en espera del carro chirriante que ha de llevarlas a la era, mientras las mquinas prodigiosas prosiguen su tarea.

  • estampa

    QjTt^^^^iTirxpu^y/* m !:::

    6tampa

    CIAUENDAR OF NftTIONS iiir\3^*^^^^Lic^

    JANUARY J 2 [ S 6 7 8 9 ' 1 0 1 1 1 2 13 14 1S1617/^r 19 2021 ^22 23 24 25 26 27 28

    FEBRUARY

    i 2 3 4 5 6 9 101112 13

    ^ 1_6t7 18 1920 22 23 24 25 2627

    7 14 21 28

    MAV l^ ki I *' H L * >IE rntf i

    2 . ,S 6 9 i p i l 1 2 1 3 1 5 6 1 7 8 9 2 0 2 2 2 3 2 4 2 5 2 6 27

    7 14 21 281

    ; III Hiiii I

    1 2 3 4 5 G 7 8 9 1 0 1 1 1 2 1 3 14

    1 5 1 6 1 7 1 8 1 9 2 0 2 1 22 2 3 2 4 25 26 27 28

    JULV

    1_5 2 2

    Hti" Tuai taco n w ny.

    2 3l43V"6 "9 i o n [2 13)4 67mr?22f l 232425126^27 2

    T .8 1S 22

    2 3 4 5 6 7 9 1 0 1 1 12 13 14 16 17 1 8 1 9 2 0 2 1 2 3 2 4 2 5 2 6 2 7 al? 2 3 2 4

    i. ^

    i -

    Bslas seoritas son as atumnas de la cscu menos: bajo el sol de julio, tan inexorable dicen os matemticos...Bueno, o dicen

    eia de baie t/r Mary Cambarell, veraneando en os Estados Unidos como aqu, se entregan refirindose a la hipotenusa y a as ecuaciones

    en Ciincy stand... fzsfo de Overaneandot) es un decir, porque, como ven ustedes, no estn descansando ni mucho a una gimnasia que las debe de dejar rendidas. Verdad que esa gimnasia les permite lucir el palmito, qoe, como de segundo grado, no a as muchachitosqae, como dicen os matemticos, Mera lo que se trataba de demastrar.n

    (PotoOfi-is.)

    La joven I urqua no se ha contentado con sacar a las mujerea de los harenes y mnerlus, sin velo.'i y .vm guardias, en medio de a calle. Ahora las est haciendo deportistas. Vean a ttna porcin de alumnas de /O cotegios pblicos, haciendo ejercicios fsicos

    en el Stadium de Constantino pa. (Foto Adrover.)

    A que no adivinan ustedes para qu le sirve a ese caballero el aparato que lleva a los ojos? Pues nada menos que para ver as cosas al revs. Uno se pone eso y empieza a ver a sus con" temporneos andando de coronilla, y as toires de as iglesias hincadas en el suelo y.., en fin, a i^Caganchofi arrimado a los toros; a Luis de Tapia con pantaln bombacho; a maestro Se rrano trabajando.,. Una tontera de aparato! Hace falta de= cir que ta han inventado en los Estados Unido-? E inventor se llama Walter S. Hunter y vive en ^orcester (Estado de Mas-^

    sachusets), para io que ustedes gusten mandar. (FotoOrtlz.

  • estampa

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  • ^j^':jj.-"a.ijj'j-.:'>'j.:ri^ ,-^.,-f},j-.j)|y,n^f,,T-.viti~ -

    ettampa

    T^

  • 6 s t a i T i p a La severa elegancia de terriopcio de seda se muestro trabajada con insuperable maestra por Miranbe ea este findo modelo de (.(soire. Dos flores en tono natutol sonelnico adorno.

    (Foto Henrl Manuel.)

    5C destaca uno Mamado Foarnaise, tambin rodeado de flores y rboles y con embarcaderos... En ste son fa= mosos sus ponches helados, entre los que se destaca el *Antrncan Beaufy, una deliciosa mezcla de crema de mcn ta, jugro de naranja, pina, azcar, ver mouth francs, y hielo picado...

    Muy cerca de *Fournaise

  • 9i^ !!'5-i-!!!-l!! LA GRAN FERIA D E L SOL EN LA CONCHA .ivi^.j.,: .^':-!^ .'if 'J'i'-:lr? ' i ^

    Toldos, luz, gallardetes. Es la gran Feria del Sol... Enterrados en la arena, los nios se entregan a l...

    EN la Concha, al mes, diodaioldos, luz, gal lardete s , muchcdum= bre, es ya la gran Feria del Sol .

    Todas las maanas , los torsos V 'os brazos desnu= dos se estn empapando de l Con verdadera avaria cia, L o s nios le abren charqui tos en la arena, para que se mcla all y cogerle ms a placer.

    A los que se estn achi-char rando se les acerca un vendedor y les ofrece duU CCS helados.

    Luego les dan la vuels ta , para que se tuesten del otro' lado,

    N o es de creer que aqu haga ms sol que en Man dr id . Pero algo tendr este sol de la Concha , cuando todo el m u n d o lo cncucn= tra tan descable .

    Los mdicos t ienen sus raeoncs para aconseirselo a jos enfe rmos . Las se oras t ienen otras para aconsejrselo a sus mari= dos , y otras dist intas las n ias para aconsejrselo a las mamas- En el fondo, acaso todas sean las ms=

    Cuando una seorita entra en el bao, siempre hay una olilla taimada que se abre en es= puma y a trepa pot el cuerpo.

    mas, expuestas de dist ina ta manera.

    Cuando una seorita en tra en e[ bao , s iempre hay una oiilla ta imada, que pta recia venir sin malas in-tenciones , y de pron to , zas!, se abre en e spuma , y te t repa por el cuerpo.

    Entonces la seorita lan-za un grito, se ag;^rra al baero , y acaba r indose ne rv iosamente - .

    En la Concha se p rodu-ce, a lo mejor, un momena to de silencio unnime.

    Es q u e los balandros acaban de salir a hacer su paseo-

    Salen por el lado del C l u b Nut ico , recos in-dose presumidamente tas lonas. Van y vienen en gi= ros leves ya tu rd idos . U n o s se t u m b a n milagrosamen-t e de babor , y ot ros ha= cen cabriolas con la proa en al to. De pronto suena u n caoncillo en la cu-bierta del Nut ico , y sa len todos hacia alta mar e n airosa contienda.

    JOS R . R A M O S .

    Horas del bao enla Concha, en que el agua y el soi acarician tos cuerpos en coms

    pUcidad con la brisa marina.

    .05 balandros han salido a hacer

    su paseo... Salen por el lado del Club Nutico, reco^

    Sindose presumidamente las loixis. Van y vienen en giros leves y aturdidos...

  • 6tampa

    C^t^LMjm^^in^jnl^^ ELTBAPEBO!

    Este es el emporio de a ganga, ta bolsa de cotizacin de todo h.cotizabfe, !a escuela comercial de la tjue es maestro esa figura madrilea que todos conocis: el trapero.

    Estos. Fahio, oh, dolor!, que \>es ahora, puestos en soledad, mustios pingajos, fueron un tiempo el Rastro aquel famoso...

    CABECERA del Rastro abajo... Mar revuelto de cosas que fueron galas de un da; zoco en que toda condicin y ca(,tdad se baraja, emporio de la ganga, mezcolanza demaggica en que junto a la sucia trin= chera del seiiorito y al descolorido mono del mecnico se encoge el casaqun de Femando V I I , y donde el aparato de radio oye, muy displicente y muy novc= centista, las evocaciones melarclcas de un aristn que evoca rigodones y polcas de antao...

    Bolsa de cotizacin de todo lo cotizable; escuela

    Comercial en que se somete a dura disciplina el tema pie de los oficiantes de Mercur io; ctedra del regateo y del arte de pedir ciento por lo que se va a dejar en cinco... Y en !o alto, dominando la cuesta, Eloy Gon= zalo, el hcroEj que, seguramente, vio deslizarse su vida de muchacho en este ocano de las granjerias de bajo calibre, parece como que va a arrojar, en reguero de fuego, su lata de petrleo sobre todas aquellas an= tiguallas y aquellos trastos, trapajos, mohosos herrae jes y polvorienta morralla... Las ltimas luces del cree psculo tien de sangre los arreos militares del hroe. Es en estahora cuando se van deslizando junto al pe= destal unos hombres desaliados que, saco al hombro,

    colgantes los brazos, portean zapatos, som= breros y prendas de vestir,todo ellohom= bres y cosasde una venerab le ancianidad y de una pintoresca suciedad. Son los traperos...

    jHURRA, TRAPEROS DE LA CORTE, HURIA! Si desaparecieran un da, se notara inmediatamente

    que en Madr id nos faltaba algo. Todos nos preguntas riamos, un poco inquietos y cavilosos: Qu es lo que falta hoy aqu? Qu nos habrn quitado?...* Es como

    Las Amricas del Hastro, zvco de loa Madriles, donde se cumifru y se vende iodo.- u trinchera del seorito, el descolorido mono de mecnico y e! casaqun de Fernando VIL y he ah al viejo guarda de tan extraordinario lugar. (Fotos Zapata.)

  • euampa Ya se dice bien claro en nuestro peridicoobserva Chinarrete. Ah Pero tienen ustedes un peridico? lA ver qu vidal. Tenemos / Subastero que, en unin de la cuir ta plana

    de los diarios, nos marca et rastro de las posibles adquisiciones. Tambin scrvi mos de tasadores a los particulares en sus compras. Cuando el lote en venta es de consideracin nos asociamos, v al convertirlo en dinero repartimos ste en partes licales; aunque uno cualquiera de los participantes, en calidad de socio industrial, no haya aportado ms que la noticia del lugar donde se encontraba la ganga. Y si esto no es socialismo, que venga Trosky y lo diga!

    L a profesin ser l ibre... [Que se cree usted eso! Somos unos industriales como otros cualesquiera.

    Nuestras licencias de traperos nos las expiden en la Direccin Gcrcra l de Seguridad. V son ustedes muchos? De l oficio, calculo unos m i l , pocos ms o menos. Hay una pausa. Dirigimos la vista hacia la Ribera de Curtidores, y el Pepe,

    que hasta este momento apenas si haba hecho ms que asentir con la cabeza a lo que decan sus colegas, rezong sordamente;

    La r iberal, . . (Ni sombra ya de lo que fu! Por fuera parece que est igual que antes, pero esto ya no es aquello... N o se vende casi nada, y como hay que apoquinar dos, tres y cinco pesetas diarias, figrese los equilibrios que har esa pobre gente para poder v iv i r y pagar sus impuestos! Si el Ayuntamiento los re-bajase cunto habran de agradecrselo todos esos infelices!... Y sobre todo ahora, en el verano... Esta es la poca de mayores fatigas para el trapero. Tres meses en que estamos paraos y mat viviendo de lo que da la venta de la horchaH

    ta y de las menudencias de bisutera, que da muy poco.

    Sin cmibargo, en las antigedades tienen ustedes un f i ln.

    -La verdad es que no somos expertos en el asunto de las antigedades; nos reducimos a coger aquello que parece de valor, llevndolo a las tiendas, que son las que dicen la ltima palabra. Claro que hay rxcep Clones: ah tiene usted a Tor ib io Vicente, un c>ttrc= meo que, de pastor... de cabras, se dedic a docu" mentarse en esa rama, y aunque recin llegado a la Corte crey haber hecho el negocio cumbre de su vida, comprando unas araas, result luego que aque* Has antiguallas tenari menos edad que l.

    A qu grande hombre habr pertenecido esa casaca?

    Con sus ricos adornos y su traza cortesa"

    no, la prenda evoca escenas

    de antao^

    Tres representantes dei glorioso gremio que ha establecido su cuartel genera! en la Plaza de Nicols Salmern.

    si, de pronto, desaparecieran esos guijos agudsimos que pavimentan tantas c'a^ lies, o como si la Cibeles, una noche, hubiera fustigado sus leones y stos se la hubieran llevado galopando a las excelsitudes del Olimpo...

    E l trapero ha sido un protagonista de la novela, del teatro y de la pelcula, que unas veces nos ha regocijado y otras nos ha hecho derramar lgrimas como puos...

    Este gremio laborioso ha establecido su cuartel'general en la plaza de Nicols Salmern. A ese cuartel general encaminamos nuestros pasos. Eji la calma de la maana, impertrritos, estn al acecho de ocasiones, charlando con el com* padre de oficio, dejando pasar el t iempo y asidos a su inseparable saco de t eb de colchn.

    Al l vemos al Chinarrete, al Pepe y al Ignacio... Son buenos amigos nes tros y verdaderos guilas en estos trapcheos de ventas y cambalaches. Ellos nos dirn cuanto deseemos saber.

    Chinarrete hacc historia: La ms famosa de las traperas madrileas fu la de Baldomcro Moreno.

    Estaba en la calle de Segovia. Esc s que era de lo ms castizo en el gremio! Se ha muerto hace poco. Puede usted decir que el Rastro ha perdido, con el Baldo mero, al hombre ms... ms... cmo dicen ustedes eso?...

    Su figura ms representativa, no? Bueno, eso debe ser. Y el negocio, marcha bien? Da para vivir? E l negocio est iirao, seor, lo que se dice tiraoplae el Ignacio; los me=

    tales en baja; e l papel y el v idr io, con los que, cuando la guerra, se improvisaban fortunas, ahora se cotizan a muy bajo precio. Nuestros principales ingresos provie-nen de la venta de camas y armarios de lunas.

    .Se deci' dir alguno a comprarla? Cunto optimis mo deben atesorar esos hombres sencillos y maliciosos

    para creer que eso casaca

    pueda hegar atener comprador. Verdad es

    que iodos Ms unos hay Carnaval. (Fotos Zap^xa.

  • a g i n a s i n f a n t i l e s etlampa

    SECUNDA PARTa-SEXTO EPISODIO

    s^!?*?. m

    I.Pues, seorexclam Pipo, no hay como caer de la Lima para caer bien.

    Est vistoaprob Pipaque hemos estado ha-ciendo el tonto viviendo en la tierra, i Cunto mejor se est aqu! Si llego yo a saber esto...

    Pero se interrumpi, y Pipo, al volverse, qued es-tupefacto.

    ILPipa, la buena, la duJcc, la honrada Pipa, se haba abalanzado sobre un jiequeo fox-terrier que pasaba y le HKjrdisqueaba la cola.

    .Pipa!e.\clain. Pipo. No te da vorgenza? i Cri-minal t [.Aintropaga de perros!.

    ^Calla, hombrecontest Pipa con el hocico lleno No ves q^ ue es de mazapn?

    I ILEn este momento vieron un seor enormemente gordo y vestido de frxiardia, que estaba parado en una es-quina en actitud c!c repartir prospectos a los transentes. Se acercaron, y el guardia les puso en la mano a cada uno... un puado de almendras en dulce (dudamos qut fuesen de Alcal).

    IV.Un poco ms all haba una uente pblica a dontle iban en fita muchas criadas, todas gOirdsi-mas, y cada una con un cntaro. La fuente representaba una cabeza de pastelero y llevaba un alto gorro blanco; este gorro era de crema Chantilly. Cada criada acercaba su cntaro a la boca abierta de la ucnte, y se lo Uevaba lleno. Pipo y Pipa, que tenan sed, fueron dispuestos a bebferse un buchito de a ^ a , Pero lo que arrojaba la boca del paistclero-fcnle no era agua, sino dukisimD viito de Moscatel.

    V.'Alrededor de la plaza donde estaba la fuente liaba estatuas. Pipo y P.ipa leyeron las inscripciones de los pedestales; "Al inventoi del arroz con leqlie." "AI ms grande de los turroneros." "Al creador de los niarrons glacs." A cada estatua le faltaba algn pedazo; nc era extrao, pues eran de turrn.

    VLComentando el detert'oro dlas estatuas iban nues-tros Hroes, cuando empez a llover, y vieron con sor-presa que todo el mundo echaba la cabeza hacia atrs y se quedaba con la boca abierta. Hkieron otro tanto, e hicieron bien, pues la lluvia que les caa en la boca era almbar.

    VILCes la lluvia, y Pipo y Pipa vieron a uti seor ms gordo an que todos los qise haban visto hasta entonces, que se detena a mirarlos; tras* de conten\plarloa un mpm;t!n.to aquel seor junt la; manos y gruesos lagrinjones cayeron df sus ojos. Y mientras se sorba sus lgrimas con delicia...

    VII I .. . . porque eran de licor de ajis, aquel enorme per-sonaje exclamaba con una voz que, siendo formidable, no dejaba de ser dulce, cnw todo lo que le rodeaba:

    -iPobrecitos! [Qu delgaditos! Qu desgradados deben de ser! Qu pena!

    Y aadi resueltamente: No va a ver ms rentedio que cebarlos.

    T e x t o y d i b u i o s de B A R T 0 L 0 2 Z I r Cntitinuar nn l prxOao nmtn. >

  • etampa

    U>J Gtdr\oJ r\Vd.ler\cidu

    Pero, quin k ha die cho a su mcrs, mi arma, que no trabajamo lo gita^ no?*dicemc en tono rea posado y persuasivo el vie jo-" paran*, decano, con privilegio de majestad, de la grey trashumante que sentara sus reales en Valen cia.

    Mozotro agrega le pegamo a too. Mucho ma fetn que lo payo! Aqu donde mc ve, he 50 esqui la de borrico, canta, to= Cao V baila flamenco y otra mucha coza ma^.

    Cuntos aos tiene usted?ic pregunto.

    Cuatro duros menos dos realesmc contesta.

    Se explica. Son setenta y ocho aos. En sus raras matemticas, un ao equi= vate a un real y, por tanto. Cada duro son cuatro lus= tros.

    Es mi colocutor, el am-^o Antonio Montoya, Fa= ran*, un precioso ejemplar de estaraza pintoresca y aU tiva. Alto, moro, magro, de facciones enrgicas y acu= sadas y ojillos de mirar in quieto y receloso, conserva, a pesar de su edad provcc= ta, una energa muscular asombrosa. Los tufos y las patillas de hacha dan la sensacin de haber sido blanqueados ms por el polvo de los caminos que en cUos se asent, que por el transcurso de los aos. Corretea por las calles como un galgo; enhiesto, mar choso, contoneante la figu= ra. Es muy hbil pulsador de la guitarra, a ta que sabe arrancarte las mclan=> eolias y dulce emocin de la esencia del canto gitano, con toda su prstina pureza, sin innovaciones mixtificantes. Tal como debe se, Ze del Gran Poer!*.,.

    Para corresponder a mis deferencias, me obsequia Faran con un concierto privado originallsimo, y l soto danza, baila y toca la isonanta* al mismo tiempo, marcando hiertico y estatuario el ritmo de un zapa teado estrepitoso, que hace gemir la tarima. Faran* goza en Valencia de la mxima popularidad, como digno representante de la gitanera plebeya, clase ma rada con recelo y menosprecio por los privilegiados

    Tcrcion."cfqilcidor de pjOL nc^e mt^nrctegemaldel

    arfe "jondo/"

    Antonio Montoya, ^Faran, precioso ejtatphr e esta raza pintoresca y atUva.

    de la secta, que en vez de vivir como el viejo cal* y otros de su'estirpe, al aire libre bajo las arcadas del ro, habitan casas confortables de la ciudad. Esta tiCc rra, famosa en todos los rdenes, cuenta tambin, por no carecer de nada, con un sector importante de gic

    taos. Algunas calles de la capital, enclavadas en los seculares barrios del disa trito de la Misericordia, son testigos de vacias gene= raciones de esta gente que, a travs de tiempo, ha sa bido sostener inmarcesible' el culto a sus tradiciones y la fiel observancia de sus preceptos. Su alma cruza los siglos mantenida en su absoluta virginidad, y slo el lenguaje de los gitanos valencianos, aun sin des prenderse de sus giros gra= ciosos y de su acento ln>= c o n f u n d i b l e , ha hecho irrupcin en ta parla regios nal para crear una nueva gerga, mezcla de cal y le= mosn. Ha habido y hayena tre los gitanos de la ciudad y de algunas poblaciones de la provincia, mujeres des lumbrantes por su belleza soberana y por su virtud i n c o n m o v i b l e ; hombres honradisimos que han lie gado a conseguir holgadas posiciones econmicas y hasta algunos destacados ar tistas de ambos sexos. Consc tituyen la aristocracia de la clase y viven bien, y aun que modernizados, por no desprenderse de su innata apetencia por las prendas de vestir de tonalidades va^ Mentes, usan trajes llimati vos y joyas de gran valor.

    Luego, vienen los cals perreros, como as les ca lifican con desdn los gita-nos ricos: los que se des envuelven a salto de mata, en continua zozobra, per* seguidos como alimaas y con la constante pesadilla de la Guardia civil (los pi-* eos"), el presidio y el hos ptal. Su centro de accin lo compendia ej cauce del Turia a las puertas mis mas de la ciudad vieja, en cuyo lveo se establecen las maanas de todos los jue ves para celebrar la feria semanal de ganados. All, burlan constantemente la vigilancia de los agentes de la autoridad y exponen con

    grandes zalemas al rucio valetudinario, que con las mataduras embadurnadas para cubrir las lacras y con una guindilla bajo el rabo, a guisa de revulsivo cruel, agtase con nerviosismo, para que de esta manera des* aparezca la quietud que imponen los aos y las doa

    (Polo Pcpe.j

    SABANA DE BAO QPTS BLANCO YCOLOKES

  • 6tampa Icncias. Tristes caballejos de mirar cansino, desechos de cuarteles y de labranza, aparecen con la dentadur igualada a fuerza de limaduras, para aparentar menos edad. Otras pobres bestias asmticas, muestran una pasajera lozana, tras haber sido sometidas momentos antes a unos inyectables tnicos. Tambin otras, ataca= das de locura, cuyo sntoma cscncialsimo es negarse a hacer marcha atrs, retroceden de pronto impulsadas per el fiero aguijn que aviesamente se oculta en el extremo de un palo... Con tales procedimientos se prc=

    n el cauce reseco dei Turia, las pobres bcsfias. remozadas por ef artificio gitano, aguar' dan ei nue^o amo.

    Mozotro hema zurtio de gente a eze zen*dice el viejo ^icalf

    o nuestro colaho= rador Enrique Mal=

    OySi'.i.. (Fotos Pepe.)

    tende engaar a la gente de la huerta, tarea vana, porque aleccionada ya por la experiencia, acontece que el burlador es el bure lado, dando lugar a que exclame el cal* posedo de viva indignacin:

    *Cuansevol chora a este payo blavet (CuaU quiera engaa a este la= brador). Que lo mulabe el rengue!... (Que lo mate el tren!...)

    De esta gitaiiera salen muchos elementos de am= bos sexos, especialmente churumbeles y ancianos astrosos, que se ganan la vida prestndose a servir de modelos del nutr ido ejercito de pintores que en Valencia existe. Uno de stos, excelso artista va muerto, les tena gran ese tima, por hallarles mucho carcter y una gran pure=

    za de lneas. Varios tipos que f iguran en sus cuadros, aun en los de temas marinos, son giaios, y como a stos no se les ocultaba la preferencia, le s??uan a todas horas, yendo en pos del retratista barbo-, a quien siempre se le topaban unto al mar. Faran* era uno de los que, en busca de ta propinil la, le reclutaba los modelos.

    "Zi ze*termina el vicio cal: "mozotro hemo zurt io de gente a eze ze; a un tal don |oa= qun...

    Y ese ze, enamorado de este mar de ensueo, como muestra de eterna gratitud a sus bohemios coa laboradores de alma viajera, les hizo el ms preciado regalo, cual fu pasearles en sus lienzos y en apoteca sis de victoria por todo el Universo.

    Porque esc tal don |oaquin, el retratista barbo*, era nada menos que Sorolla...

    ENRIQUE M A L B O Y S S O N Valencia.

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    uso de camiseta y cal-zo ncillori. result ando ms cmodo, higinico y econmico que las dos prendas citadas.

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    ^^^w^S^^2TS^^!g?:^^;^^^^r^gij:,iiii MADRID.El Capitulo de la Orden de Mantesa reunido para armar caballeros a don MADRID.El embajador de Francia, conde Peretii de la Roca, rodeado de varios

    Manuel y a D. Ignacio Manglano. (Poto Vidal.) concurrentes a la fiesta del 14 de julio. {Foto Vidal.)

    MADRID.Los ^'Urbanistas'i de los Estados Unidos que se encuentran MADRID.Manuel Agero y Antonio Garda, , pareja de novilleros va5= acTuaimente en Madrid. comadrilena, en quienes tiene puesta su esperanza la aficin, por el valor y el arte

    (Foto Vidal.> de ambos diestras.

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    mnitujo 15.Por qu esos liutyes con kilos, pitones y pcKlcrio 110 \os torean las "lignras del toreo"? Es iujiiHi'j que dies-tros cotno Luis Freg y Carnicfrrilo no los incluya la Knipresa en corriflas ms fciles. Frcg, el torero de bronce, cosido a corna-das, inaugur la temporada matando dos butiws mozos de Curro Molina. Hoy vuel-v t a matar dos enormes Palhas, y sigu cscucliaiido ovaciones, saludando desde el t trcio y matando colosalmcr.rc como ma-tar siempre. Freg no mixtifica la