Eric Alliez - Deleuze, Una Vida Filosófica

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    Gilles Deleuze

    una vida filosfica

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    Bajo la direccin de Eric Alliez

    Gilles Deleuze

    Una vida filosfica

    Encuentros Internacionales Gilles DeleuzeRio de Janeiro - Sao Paulo

    del 10 al 14 de junio de 1996

    Esta edicin se realiz como una colaboracin entre

    la Revista S cauto y la revista Euphorion

    Coleccin: unos cuantos

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    Traduccin:Ernesto Hernndez B.

    Revisin de las traducciones:Clara Ins Perea,Martha Zuluaga A.,Ignacio Puente,Cesar Alfaro Mosquera

    Diseo de cartula:Cesar Alfaro Mosquera y Adriana Ros

    Ilustraciones interiores:Martha Zuluaga A.

    Institut Synthlabo, Pars, Francia, 1998Revista S cauto, Santiago de Cali, Colombia, 2002Revista Euphorion, Medelln, Colombia, 2002

    Editado con la colaboracin dela Sub-direccin de la poltica del libro y de las bibliotecas

    del Ministerio de asuntos extranjeros de Francia.

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    Gilles Deleuze. Una vida filosfica/ 4

    Indice

    Nota para la edicin francesaPresentacin a la edicin en espaol

    Presentacin a la edicin en francs

    Primera parte:Variaciones Filosficas

    Homo tantum. Lo impersonal: una poltica,Ren SchrerEl tiempo no reconciliado,Peter Pl Pelbart

    El ojo del afuera.,Jean-Clet MartinPliegue Deleuziano del pensamiento,Jean-Luc Nancy

    El cubilete del sentido,Franois WahlLa inmanencia absoluta, Giorgio Agamben

    Segunda parte:Historia y devenir de la filosofa

    Lo trascendental y su imagen., Grard LebrunSobre el bergsonismo de Deleuze.,Eric Alliez

    Willian James, Del campo trascendental al nomadismo obrero. ,David LapoujadeSobre el plano de inmanencia.,Bento Prado Jr.

    Entre Deleuze y Whitehead.,Isabelle Stengers

    Tercera parte:Poltica y clnica

    Deleuze y lo posible (del involuntarismo en poltica),Franois ZourabichviliLa sociedad mundial del control,Michael Hardt

    Hay una inteligencia de lo virtual?,John RajchmanCdigo primitivo/cdigo gentico: la consistencia de una vecindad,

    Laymert Garcia dos SantosLos pronombres cosmolgicos y el perspectivismo amerindio,

    Eduardo Viveiros de Castro

    Cuarta parte:Variedades estticas

    A propsito de un curso del 20 de marzo de 1984. El ritornelo y el galope,Pascale Criton

    Existe una esttica deleuziana?,Jacques Rancire

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    El cine del pensamiento o lo virtual como nunca visto,Andr Parente

    Apndices:Nota bibliogrfica., Bibliografa de Gilles Deleuze en espaol.

    Los autores.

    Ilustraciones (I, II, III, IV, V), Martha Zuluaga A.

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    *.- Se trata de las intervenciones de Pascale Criton, Ren Schrer, Arnaud Villani y Franois Wahl. A la cortesa de Jean-CletMartin y Franoise Proust le debemos el tener la oportunidad de publicar el texto de Franois Wahl.El texto de Raymond Bellour fue extrado de su introduccin al primer volumen de las Oeuvres compltesde Henry Michaux,de prxima aparicin en la coleccinLa pliadede las ditions Gallimard. (Este texto se incluye en el tomo II, N. de E.)

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    Nota para la edicin francesa

    La mayor parte de las contribuciones que componen esta obra colectiva han sido presentadas durantelosEncuentros Internacionales Gilles Deleuzeorganizados en el Brasil, en Ro de Janeiro y Sao Paulo, enjunio de 1996 por el Colegio Internacional de estudios Filosficos Transdisciplinarios.

    Estos encuentros se realizaron con el apoyo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia, laEmbajada de Francia en Brasilia, el Consulado General de Francia en Ro de Janeiro, la DelegacinGeneral de la Alianza Francesa en el Brasil, el Colegio Internacional de Filosofa, la Universidad delEstado de Ro de Janeiro, laFolha de S. Pauloy Editora 34.

    A este primer conjunto de textos, hemos aadido las intervenciones de autores que no han podidodesplazarse al Brasil as como algunos artculos escritos para esta publicacin*.

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    1.- Ver, Gilbert Simondon,Lindividu et sa gense physico-biologique, PUF, 1964.

    2.- Gilles Deleuze,Limmanence: une vie..., Revista Philosophie, nmero 47, septiembre de 1995, p. 4.

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    Presentacin de la edicin en espaol

    Este libro, Gilles Deleuze. Una vida filosfica, slo poda pensarse como una obra colectiva, y aqucolectiva toma el doble sentido de estar compuesta como una multiplicidad, por eso mismo trans-personal,y de captar una agitacin pre-personal, pre-individual; as como obra slo podra definirse en el sentido

    de la necesidad de crear los conceptos que exige una experiencia real -la de nuestra presencia en elpresente-. Doble paso al lmite en el que el pensamiento piensa y se ve pensar, en la medida en que sutensin lo lanza y lo hace volver sobre si en el movimiento infinito de la idea-fuerza. Adquiere entoncestodo su sentido una vida que, contempornea del pensamiento, slo puede decirse inmanente, en cuantose encuentra en potencia de pensamiento, pero a la que el pensamiento slo puede nombrar en tanto elmismo est en potencia de vida -lo cual no excluye virulentas rivalidades. De tal modo que entrepensamiento y vida no hay conformidad, ni adecuacin esencial, segn la cual el pensamiento revela laesencia de la vida y se define como la instancia reveladora esencial; como tampoco analoga, o semejanza,algo as como si la vida realizara -y entonces destruyera- al pensamiento, sino inadecuacin, desequilibrio,disenso, afirmacin absoluta de la inactualidad del pensamiento respecto de la vida, de la distancia absolutade la vida respecto del pensamiento, y sin embargo composicin mutua, presuposicin recproca. He aqu

    la filosofa-pensamiento, el filsofo-pensador: el filsofo es Igitur, perpetuamente arrastrado hacia lacomposicin, desigual e hbrido, slo puede instalarse en la diferencia: buscar, soportar y emprender elperpetuo movimiento, el poderoso dinamismo del pensamiento, de la vida... Tenemos que sealar,entonces, que este en potencia de no califica una determinacin singular segn la cual pensamiento yvida seran los trminos de un doble juicio, sino que se trata de un doble devenir en el que el aspectocuantitativo de la potencia, de lo que puede un existente, implica todo un proceso de distincin; y susmodos de existencia son el aspecto cualitativo de los existentes, que implican todo un sistema depolaridades y oposiciones existenciales. Reposo explosivo, de potencialidades disparatadas en equilibriometastable, inmenso reservorio de virtualidades, y salto en el que los elementos heterogneos sedisponen localmente en armona, entran en resonancia, se desfasan amplificndose sin que se detengasu dinamismos inestables1. La simultaneidad cuantitativa y cualitativa constituye una nueva esfera, un

    nuevo universo de instanciacin en el cual las preguntas son del orden de la potencia: de qu es capaz?;y del orden de la existencia: cmo es posible? cmo hay que ser?... una vida,que ya no depende de unSer y no esta sometida a un Acto: conciencia inmediata absoluta en la que la actividad misma no remitea un ser, pero no deja de establecerse en una vida2.

    En tal sentido este libro es una especie de informe, de protocolo experimental, alejado de cualquierpropsito interpretativo, por cuantificar el pensamiento y cualificar el acontecimiento de un modo de existir(y no propiamente de un vivido) de un pensamiento -el de Deleuze, y, tenemos que decirlo, necesariamenteel de Guattari- que ha sabido afirmar una vida, como modo singular de existencia: una vida filosfica.

    De este grueso volumen, hemos seleccionado un conjunto de textos, utilizando como nico criterio lautilidad que pudieran tener para el lector en espaol (y esto en la medida en que desearamos ser losprimeros en leerlo). Hemos aadido una nota bibliogrfica (que no se incluye en la edicin francesa) que

    referencia los libros de Deleuze y sus ediciones en espaol. Para los textos en portugus, italiano e ingls,hemos optado por traducirlos desde el francs, pues, en la mayora de los casos, la versin francesa de losmismos fue realizada por los respectivos autores y revisada por Eric Alliez (director de la compilacin).

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    Gilles Deleuze. Una vida filosfica/ 8

    Tenemos que agradecer la colaboracin entusiasta de Eric Alliez que ha hecho posible esta publicacin.Igualmente al seor Ives Mabin y al Ministerio de asuntos extranjeros en Francia, por su disponibilidady colaboracin.

    Los editores

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    Presentacin de la edicin francesa

    Mi ideal, cuando escribo sobre un autor, sera no escribir nada que pueda afectarlo detristeza, o si est muerto, que lo haga llorar en su tumba: pensar en el autor sobre el cual

    escribo. Pensar en l tan intensamente que ya no pueda ser un objeto, y que ya no puedaidentificarme con l. Evitar la doble ignominia de lo erudito y de lo familiar. Restituir alautor un poco de esa alegra, de esa fuerza, de esa vida amorosa y poltica que ha sabidodar, inventar...

    Gilles Deleuze

    Como continuacin de losRencontres Internationales Gilles Deleuzeorganizados en Brasil, en Ro deJaneiro y Sao Paulo, en junio de 1996, la publicacin de esta obra se presenta como un primer homenajecolectivo que se rinde a un pensamiento que no ha dejado de poner en juego su propia actualidad a partirde la necesidad de pensar diferentemente. Ahora bien, esta alteridad es, de entrada, la de un movimiento

    de pensamiento que, por eso mismo, no basta con decirlo para (re)hacerlo (diferentemente...), prohibiendopor anticipado toda veleidad conmemorativa que pueda desprenderse de la desaparicin del filsofo paradefinir, por enlace o fijacin, las condiciones psicolgicas de una nueva ortodoxia segn el criterio de laproximidad inmediata, de la afinidad selectiva... evitar la doble ignominia de lo erudito y de lo familiar,escribe Deleuze.

    Dicho de otra manera, entonces, este libro no es un trabajo de duelo, que como se cree saber el no-duelo implica todava ms trabajo..., y que no encontraremos aqu la compilacin de las Actas de uncoloquio que reuniera al crculo de los intrpretes autorizados (o supuestos tales), sino un conjunto decontribuciones emanando de campos disciplinarios variados, de contextos culturales y filosficoscontrastados, de lenguajes diferentes, que quizs slo tienen en comn -salvo, y eso no es nada en este

    perodo muy precario [...] de reaccin, una profunda simpata de los autores por la vida filosficadeGilles Deleuze- el haber sido marcadas por el sentimiento de la urgencia apremiante de este pensamientodisidente.

    A pesar de la extraordinaria diversidad de los itinerarios de aproximacin y de los medios deinvestigacin propuestos aqu, yo me arriesgara a declinar su actualidad, a minima, en tres puntos -comootras tantas cristalizaciones o auto-movimientos que ligan la identidad contempornea de una ciertaidea de la filosofa.

    Primer punto, de implicacin de la imagen deleuziana del pensamiento:Si el pensamiento no es nada sin las fuerzas efectivas que actan sobre l y las in-determinaciones

    afectivas que nosfuerzana pensar, y en ese sentido pensar se da en el infinitivo (y no en la primera persona

    del indicativo), ese infinitivo es del presente. En el campo de la filosofa, pensar es, en el mismomovimiento, afirmar la identidad constituyente de la filosofa y de la ontologa, y plantear esta ontologacomo ontologa experimental del presente. Al producir efectivamente este movimiento, nos ponemos enpotencia de pensar diferentemente y en reserva del concepto como heterognesis del ser en el auto-movimiento del pensamiento. Pues, qu puede significar pensar para un filsofo sino crear nuevosconceptos requeridos por la experiencia real, y no solamente posible (es decir abstracta), para dar lugara nuevas experimentaciones de vida? Que se pueda, que se deba, evocar aqu la idea de un Pensamiento

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    1.- El departamento de Filosofa de la Universidad de Warwick acaba de organizar un simposio alrededor de esta temticamaterialista: DELEUZE GUATTARI & MATTER (18-19 de octubre de 1997).

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    68", y asociarlo al nombre de Deleuze o al de Foucault, slo disgustar a aquellos que quieren creer quelos Acontecimientos pasan primero en la cabeza de los intelectuales... De ah, tambin, que el tema del finde la filosofa haya provocado siempre en Deleuze una dulce risa y que su ingenuidad metafsicareivindicada sea la de un materialista superior (o materialista especulativo)1en el que reposa la modernidad-muy clsicamente- sobre la cuestin de la produccin de lo nuevo. En una palabra, nada menos post-moderno que la definicin deleuziana de la filosofa como creacin de conceptos... Se desprende de all

    una concepcin de la historia de la filosofa como reproduccin de la filosofa misma donde la fuerzade una filosofa se mide por los conceptos que crea, o de los que renuevan el sentido, y que imponen unnuevo desglose de las cosas y las acciones. Se opone en todos sus puntos al proyecto de una filosofa dela historia por haber descubierto en el devenir la condicin misma de la filosofa, que no conoce otroprincipio que el de una razn contingente, y en lo virtual distingue, de sus formas de actualizacin, unamanera de problematizacin del movimiento infinito del Ser-Pensamiento -en el punto singular donde elconcepto y la creacin se relacionan el uno al otro para contra-efectuar el acontecimiento (en qu casos,dnde, cundo, cmo, etc.).

    Segundo punto, o segunda entrada: la cuestin de la inmanencia como vrtigo filosfico y puesta enjuego del trabajo filosfico como tal.

    Hay que recordar el ttulo del ltimo texto publicado en vida de Deleuze, La inmanencia: una vida...?constituye una especie de testamento filosfico, como un diagrama concentrado del primero y del ltimopensamiento de Deleuze sobre una inmanencia que convoca lo trascendental para oponerlo a lotrascendente y a toda forma dada en el campo de la conciencia, en la trascendencia tanto del sujeto comodel objeto. Una inmanencia absoluta, ontolgica, y no fenomenolgica o crtica, prohibindose concebirel campo trascendental a imagen y semejanza de lo que supone fundar, y que, experimentando sudeterminabilidad como una vida singular donde la indeterminacin de la persona supone la determinacinpre-individual de lo singular, excluye tambin toda trascendencia del ser -sea ella inmanente a unasubjetividad trascendental... No podra asegurar que el conjunto de los que aqu intervienen hacen suyaesta tesis en su exigencia radical; pero creo poder afirmar que todos reconocen que la cuestin de laexistencia misma de una filosofa contempornea es (re) puesta en juego por el salto as realizado respecto

    a todo cartesianismo epistemolgico o existencial. No es indiferente a nuestro propsito el que estaafirmacin de una inmanencia absoluta implica una nueva inteligencia de lo poltico, o de lo bio-poltico,irreductible a la nocin tradicional de filosofa poltica.

    Tercer y ltimo punto: la filosofa deleuziana funciona como un desempotramientode la filosofacontempornea enfrentada, ciertamente, a un mundo filosfico que se ha acomodado durante mucho tiempoa su reparto geo-histrico en dos bloques (fenomenolgico y analtico), pero igualmente con relacin alas ciencias y las artes que recubren su plena autonoma de pensamiento desde que la filosofa no esconcebida ms que a partir de sus efectos de matriz de una reflexin sobre. No siendo ya reflexiva, sinocreadora de verdades, tomadas sobre las potencias del afuera que trata de captar e individuar en laespecie de ideas vitales y de conceptos de los que la funcin es decir el acontecimiento (y ya no la

    esencia), la filosofa pasa por toda una serie de operaciones, de procesos y de variaciones que la animana anudar nuevas alianzas y a fabricar sus intercesores en los puntos de interferencia o de resonancia conciertas lneas cientficas o artsticas. Al hacer desfilar el conjunto de la historia del cine sobre la pantallanegra deMateria y memoria, los dos libros sobre la imagen-movimiento y la imagen tiempo son ejemplares

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    1.- Asociando microfsica del poder y revolucin molecular, la reflexin poltica de los movimientos contestatarios estaba, enefecto, marcada por los nombres de Michel Foucault y de Flix Guattari, muy presentes en ese pas hasta su desaparicin en

    1992. Su prctica terica del inconsciente empalmada sobre una ecologa social, ha marcado profundamente a los medios psyen ruptura con el lacanismo. De lo cual podremos encontrar ms de un eco en esta publicacin.

    2.- Segn la expresin de Isabelle Stengers, en una serie de obras por entero tramadas a partir de una perplicacin (algo ascomo una replicacin perspectivista, N. de T.) muy fuerte de ciertas ideas-fuerzas de Qu es la filosofa?: Cosmopolitiques,Paris y Les Plessis-Robinson, La Dcouverte / Les Empcheurs de penser en rond, 1996-1997; sobre la ecologa como cienciade las multiplicidades, ver en particularLa Guerre des sciences. Cosmopolitiques I. Flix Guattari ha trabajado esta temticaecolgica, en el sentido de una problematizacin procesual de sus componentes, enLas tres ecologas, Pars, Galile, 1989, (enespaol, Pre-textos, 1992), y sobre todo Caosmosis, Pars, Galile, 1992, (en espaol, traduccin indita de la revista S cauto),donde aparece la nocin de ecologa de lo virtual.

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    a este respecto, tanto para la historia de la filosofa como para la historia del cine -en el punto de unaprctica filosfica transdisciplinaria que no podra aproximarse a nuevos objetos, como el pensamiento-cine, ms que prohibindose el aplicarse desde afuera, por analoga o metfora, con conceptos venidos deotra parte... (Conceptos propios al cine, pero que no pueden formarse ms que filosficamente) Peroseguramente es con Mil mesetas, escrito con Flix Guattari (l es igualmente, lo cual se olvidafrecuentemente, el co-autor de Qu es la filosofa?), que Deleuze se coloca en el punto de encuentro de

    todas las multiplicidades, de todas las formas concretas y de todos los modos de expresin posibles parahacer despuntar a la filosofa multiplicada sobre una lnea de fuga determinando en un mismomovimiento un nuevoplano de composicinpara el pensamiento (hechos rizoma...) y una teora de losagenciamientos para un mundo dramatizado, a partir de nuestros mas actuales devenires, para ladesterritorializacin del hombre.

    Sea el mapa de un nuevo mundo que sabra hacer rimar el pensamiento de la univocidad y la teora delas multiplicidades, filosofa de la vida y filosofa del concepto. Una rima que yo llamara onto-etolgica.

    ** *

    Adems de un ttulo excepcional, que excede ampliamente los muros de la Universidad desde iniciosde los aos ochenta, la recepcin de Deleuze en el Brasil debe mucho a este efecto de diagnstico multi-polar en el que la potencia resultante la sita resueltamente fuera de los campos de referencia tradicionalesde la historia de la filosofa y de su prctica de comentario.

    Entonces, jugar menos, a mi modo de ver, a pesar de la onda de choque de El Antiedipo traducidoen 1976, por las vas de una reapropiacin libertaria de lo poltico stricto sensu1, que por la preguntarenovada de la filosofa en la relacin indita que empieza a sostener de manera constitutivacon susotros para formar bloques de devenir que desplazan sus territorialidades de origen; y experimentar laspotencias de una nueva poltica del saber que podra invertir la imagen dogmtica del pensamientotomando las cosas por el medio. Con una poltica del ser, ms que con una metafsica; una poltica de

    las ciencias, ms que con una epistemologa; una poltica de la sensacin, ms que con una esttica; unapoltica del inconsciente, ms que con una psicologa; una micro-poltica del deseo en lugar y en vez deun psicoanlisis; una poltica de la lengua y una pragmtica, ms que con una lingstica de los signos; unatica de los devenires ms bien que una filosofa poltica... y entonces, asociada a una ecologaespeculativa de las prcticas2, toda una poltica de la filosofa para resistir al presente e inventar nuevasposibilidades de vida.

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    1.- Ver R. Machado, Deleuze e a filosofia, Rio de Janeiro, Graal, 1990; ver en parte el primer captulo donde la tcnicadeleuziana del collagees reevaluada a partir del anlisis (crtico) delFoucault-a causa de la diferencia demasiado grande dela repeticin deleuziana respecto del modelo foucaultiano. Pero quiz el autor ha privilegiado demasiado esta imagendelcollage (que Deleuze opone a las prcticas de pedazos elegidos en una conversacin con J.-N. Vuarnet, publicada en LesLettres franaises, 5 de marzo de 1968), para ponerla al servicio de lo que es, igualmente, el sentido de su demostracin: a saber,que la filosofa de Deleuze es menos el anuncio de un pensamiento nuevo que una suma de pensamientos que pone en relacinpara expresar, a uno u otro nivel, la diferencia (p. 225).

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    Como prueba de la capacidad de intervencin de ese constructivismo sistemtico, asistimos, en sumovimiento tropical a la multiplicacin de grupos de estudio y de cursos informales que renen unpublico heterogneo en el cual la formacin filosfica no era necesariamente la caracterstica dominante.Y lo ms sorprendente, en ese contexto, es que la mayor parte de esos grupos se han alejado muyfrecuentemente de la facilidad pop-filosfica para implicarse en un estudio de los textos msespeculativos (Diferencia y Repeticin - Lgica del sentido) y los ms histricos (Spinoza, Nietzsche,

    Leibniz...) De la obra de Deleuze. No que se trate de proponer un estudio que reproduzca sobre un mododerivado (e inevitablemente ciego) las reglas ms acadmicas de la historia departamental de la filosofa,sino de hacer funcionar esos textos segn el rgimen plural de sus intensidades y dotndolos de pasada,por sus lectores conexos, y segn un proceso ms espiral que lineal, de la utilera conceptual indispensablea la travesa.

    En los aos noventa la situacin comienza a cambiar en un buen nmero de departamentos de filosofa,que hasta ahora haban ignorado soberbiamente la inventividad de los conceptos deleuzianos, en razn desu irreductibilidad a la historia disciplinaria de la filosofa. Preparada por algunos Antiguos, la irrupcinde una nueva generacin de jvenes profesores precipita la transformacin. Para algunos, quebrantandosus primogenituras establecidas de las que se denuncia -no siempre con razn- la formacin dogmtica

    y/o provinciana, la imagen del pensamiento 68" (es decirDeleuze-Guattari msFoucault -de quien elseminario sobre La verdad y las formas jurdicas dictado en 1973 en la Universidad Pontificia de Ro,e inmediatamente publicado, haba marcado de manera duradera los espritus) representar algo del ordende una alternativa culturalimponiendo una prctica resueltamente post-nietzscheana y trasdisciplinariade la filosofa contempornea. Para otros, ms clsicos de formacin, la apertura de la pregunta post-heiddegeriana de una historia filosfica de la filosofa, desde la que ya no se poda satisfacer unaidentificacin destinal a los temas obligados del fin de la filosofa y del olvido del ser, era cada vez menosseparable de una interrogacin sobre las condiciones de agotamiento aportico de la fenomenologa y dela filosofa analtica. Merleau-Ponty y Wittgenstein, que cuentan en el Brasil con extraordinariosintrpretes; pero tambin el Foucault de Las palabras y las cosas y de Arqueologa del saber - yseguramente Deleuze, en cuanto ha sabido inventar un nuevo tono, una nueva prctica enla historia de la

    filosofa: cuando un trabajo sobre un autor slo vale en la medida en que vuelve posible una nuevaproduccin de experiencia.Aguas arriba de este movimiento, preparndolo y anuncindolo a diversos niveles, dos libros que no

    predisponen en nada cualquier paralelismo.El primero publicado en 1990 por Roberto Machado bajo el ttulo Deleuze e a filosofia, se propone

    producir la gnesis de la filosofa deleuziana en tanto que pensamiento de la repeticin de las diferenciasdesplegndose a partir de una lectura cuasi-antropofgicade los filsofos1. Ahora bien, sabemos que laAntropofaga -que capta, adapta y rapta- ha sido investida, por el muy modernista Oswald de Andrade,como diferencia creadora de una cierta identidad brasilera: em luta seletiva, antropofagica....

    El segundo, editado en 1989, reproduce una tesis presentada en la Universidad de Sao Paulo unosveinticinco aos atrs por el futuro traductor de Qu es la filosofa?, Bento Prado Jr., bajo el ttulo

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    1.- B. Prado Jr.,Presena e campo trascendantal.Conscincia e negatividade na filosofia de Bergson, prefacio de M. Chaui,Sao Paulo, EDUSP, 1989; ver en parte el captulo IV para la referencia al artculo de Deleuze titulado La concepcin de ladiferencia en Bergson (1956) -puesto queEl bergsonismoslo aparece diez aos ms tarde, en una fecha muy posterior a laconclusin del trabajo (1964). Notaremos, al contrario, en ms de un lugar la importancia de la referencia, si bien no desarrollada,aEmpirismo y subjetividad.

    2.- Como lo hace Philip Goodchild en una obra reciente que se propone restaurar au finishla Trascendencia activa de la Vidacomo auto-conciente (self-awareness): ver Ph. Goodchild, Deleuze and the Question of Philosophy, London, AssociatedUniversity Presses, 1996; con mi estudio crtico, por aparecer enLes Etudes philosophiques.

    3.- G. Deleuze,Nietzsche y la filosofa, Pars, PUF, 1962, p. 125-126.

    4.- Deleuze nos ha enseado que es necesario concebir los dualismos como el mueble que desplazamos permanentemente.

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    Presena e campo trascendantal. Conscincia e negatividade na filosofia de Bergson. Documentoinevitablemente fechado, como nos lo advierte el autor (la Presencia es demasiado piadosa, dirDeleuze), pero que tendra el inapreciable mrito de presentar el paso vitalista de la fenomenologa a laontologa bajo el signo de un campo trascendental sin sujeto1. Ese campo trascendental sobre el cual seabrirLa inmanencia: una vida...para expresar por una ltima vez lo que hay de salvaje y potente enuna tal corriente de la conciencia que no remite a un objeto ni pertenece a un sujeto; inmanencia absoluta

    de UNA VIDA: ella es potencia, beatitud completa [...] hecha de virtualidades, acontecimientos,singularidades....Virtualidades, acontecimientos, singularidades son as movilizados por cualquier nuevo pensamiento,

    el traza en vivo en el cerebro surcos desconocidos...

    Tanto como decir que no se trata de restaurar el Crystal Palace del que no se sabe muy bien cual es elespiritualismo2, y cual es el vitalismo trascendental del que es portadora esta nueva imagen material-materialista del pensamiento (yo arriesgara material) que implica relaciones de fuerza extremadamentecomplejas dependiendo de ciertas coordenadas.

    As nos corresponde ir a los lugares extremos, en horas extremas, donde viven y se elevan las ms altas

    verdades, las ms profundas

    Y Deleuze concluye sobre la evocacin de una nueva paideia en la que los lugares del pensamientoson las zonas tropicales, frecuentadas por el hombre tropical. No las zonas temperadas, ni el hombre moral,metdico o moderado3.

    No creemos que baste, sin embargo, con superponer la topologa de las fuerzas que hacen delpensamiento algo activo y afirmativo a una geografa todava humana, demasiado humana (sea a partirde un lugar tan supuestamente extico como el Brasil)... pues es al lector a quien corresponde proyectarsus ejes Norte-Sur, segn la manera como los haya concebido en la infinidad de los regmenes posibles4,trazando sus propias lneas tropicalesa partir de las mltiples entradas de un Colectivo abierto.

    En su realidad esencialmente heterognea, este libro propone un cierto nmero de protocolos deexperiencia a partir del agenciamiento, del efecto-Deleuze (y Guattari). Que algunos sean portadores demutaciones que inspiren nuevos usos (crticos y clnicos), que ninguno haga llorar en su tumba al msfilsofo de los filsofos...: entonces este grueso volumen no ser indigno de la actualidad de unpensamiento que sigue Empujando(nos) por la espalda, como una serie de rfagas y de sacudidas.

    ric Alliez

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    Primera ParteVariaciones filosficas

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    1.- L. Ferlinghetti, Un Regard sur le monde, Trad. Por M. Beach y C. Plio, Pars, Bourgeois, 1970, Il (He), p. 111.

    2.- G. Deleuze, La inmanencia: una vida..., enPhilosophie, nro. 47, 1995, p.5. en espaol, Revista de sociologa, Universidadde Antioquia, 1996.

    3.- G. Deleuze,Lgica del sentido, Pars, ditions de Minuit, 1969, p. 124.

    Gilles Deleuze. Una vida filosfica/ 15

    Homo tantum

    Lo impersonal: una poltica

    Ren Schrer

    Y es el ojo loco de la cuarta persona delsingular,

    de la que nadie hablay es la voz de la cuarta persona del singular

    por la cual nadie hablay que, sin embargo, existe.

    (Lawrence Ferlinghetti)1

    El artculo de la muerte

    Permanentemente es necesario volver a ese maravilloso texto en el que todo est dicho, el ltimopublicado de Gilles Deleuze, bajo el ttulo La inmanencia: una vida.... Volver sobre sus lneas inspiradas,casi msticas, pero de un misticismo ateo, donde, a propsito de El amigo comn de Dickens, de lasolicitud, del amor que rodea a un moribundo en s mismo poco estimable, escribe: Hay un momento quees simplemente el de una vida jugando con la muerte. La vida del individuo ha dado lugar a una vidaimpersonal y sin embargo singular que desencadena un puro acontecimiento liberado de los accidentes dela vida interior y exterior, es decir de la subjetividad y la objetividad de lo que sucede. Homo tantum alque todo el mundo compadece y que alcanza una especie de beatitud. 2

    Todo est dicho, puesto que los temas principales del pensamiento de Deleuze, se encuentran allcondensados y, de alguna manera, en ese resumen expresivo, en esa ltima contraccin, llevados a lasuprema potencia. Conocemos esos temas: la dispersin o la elusin del sujeto, el yo disuelto y el yoastillado; una substitucin, en ese sujeto, e igualmente en una individualidad todava demasiado masiva,demasiado molar; en una persona artificial, o sea puramente alegrica, las singularidades moleculares,mviles o nmadas, se desprenden de un campo trascendental del que su descubrimiento yconstruccin son el primer acto del filsofo; el encuentro de un empirismo trascendental que va ms alldel Yo pienso de la tradicin cartesiana, e igualmente de toda conciencia; un campo trascendentalimpersonal, llamado tambin plano de inmanencia al cual este ltimo texto da acceso de una maneraa la vez existencial y terica, tocndolo, de alguna manera, con el dedo de la unin de lo ms impersonaly lo ms singular; en fin, animando otras formulaciones: Las singularidades son los verdaderosacontecimientos trascendentales: lo que Ferlinghetti llama la cuarta persona del singular. Lejos de que

    las singularidades sean individuales o personales, ellas presiden la gnesis de los individuos y de laspersonas.3

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    1.- Id., ibid. - ver Spinoza,Etica, II, P. 40, escolio 2.

    2.- Lucrecio,De la naturaleza, III, v. 842, Ediciones Ctedra.

    3.- G. Deleuze,Lgica del sentido, ob. cit.

    Gilles Deleuze. Una vida filosfica/ 16

    Sobre esta lnea fronteriza, sobre esta cresta o esta punta donde una vida le es disputada a la muerte,aparecen, quiz mejor que en ninguna otra parte, los trazos originales del pensamiento deleuziano y susposturas. Es una conclusin que nos complace encontrar prxima a la intuicin bergsoniana, o alconocimiento que Spinoza llama del tercer gnero, el que corresponde al conocimiento adecuado de laesencia de las cosas: La vida de tal individualidad se borra en provecho de la vida singular inmanente enun hombre que ya no tiene nombre, si bien no se confunde con ningn otro, Esencia singular, una vida.1

    Ciertamente, esta revelacin intuitiva no es bruscamente introducida por la proximidad de la muerte quedebera conducir a creer que la filosofa deba convertirse en una meditacin sobre la muerte, puesto que,al contrario, la muerte slo extrae su sentido de revelar la vida. La muerte no es ni destino, ni un fin, ni elmotivo incesante del deplorar nuestra finitud. Sin embargo no es una simple facticidad -lenguaje deSartre- que nos sera totalmente exterior, extraa. Es un punto lmite, uno de esos puntos singulares queDeleuze se complace en oponer a los ordinarios, inflexiones del movimiento, comienzos de devenires.

    Seguramente, la muerte es, en un sentido, el lmite absoluto de toda experiencia y de todo pensamiento.Es igualmente lo impensable, lo inexperimentable, lo innombrable. Tanto como el sol -lo sabemos segnla celebre mxima de La Rochefoucauld- no se puede mirar fijamente. y tambin, esta exterioridad a todaexperiencia posible, esa nada se hace fuente de quietud en la filosofa epicrea, en Lucrecio: Nil igiturmors est2. Simplemente esas mximas, conjuraciones de terrores y consolacin, estn destinadas al sujeto

    individual, a un yo, a una persona.La muerte deleuziana -si una expresin de este tipo es conveniente- se aleja de lo impensable y de loinsostenible, as como de todo pathos trgico, gracias a la paradoja del acontecimiento y de lo impersonal;escapa a la aprehensin interna del individuo, sin reconstruir un deplorar intersubjetivo. Es comoimpersonal que llega la muerte, que se desprende del sujeto que afecta, siendo indudable y nicamentesuya. Es como impersonal que expresa y califica, ejemplifica todo acontecimiento del que deviene comoel paradigma, en razn de ese desprendimiento impersonal, justamente, del sentido expresado. El imposibleyo muero se desplaza sobre un l y en l se metamorfosea. En ese l, ese se de la muerte, entrael moribundo.

    El momento, paso o trance de la muerte -como lo dice muy bien su artculo- es siempre, relativamenteal yo que se hunde, un impersonal, infinitivo, o artculo, o pronombre que designa el acontecimiento en

    su independencia y en su pureza. El uno, el l, el se, son las denotaciones de una singularidad queavala toda vida -una vida-, pre-individual, pre-subjetiva. En ella, yo no muero, estoy desposedo delpoder de morir, en ella se muere, no se deja y no se termina de morir, escribe Maurice Blanchot a quienDeleuze cita y retoma a su manera.3

    El Se, desacreditado, sujeto indefinido de lo annimo, de lo banal, de la famosa banalidad cotidianaopuesta por Heidegger a la autenticidad de la existencia, ese se que aparentemente slo debera ser elsigno de la opinin, del lugar comn, es convertido, en razn de su misma impersonalidad, en ndice dela ms alta potencia de la vida. Llega en el punto en que estalla el acontecimiento, abre la regin delsentido. En la inminencia de la muerte, en su artculo, aleja de la angustia de la que toda la carga -elpotencial de fuerzas que representa- se transforma en evidencia de la singularidad irremplazable y noperecedera de unavida. La inmanencia absoluta de una vida.

    Esas expresiones impersonales, el se, el l, el uno, valen, en su sentido fuerte, nietzscheano, porun valor que se opone a la incertidumbre de las determinaciones de lo verdadero y de lo falso, del bien ydel mal. Valen porque son vehculos de lo acontecimental de tal modo que en si mismas, este incorporal

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    1.- G. Deleuze,Lgica del sentido.

    2.- Id.,Ibid.

    3.- Id.,Ibid.

    4.- En cuanto a la relacin de ese tantumcon el animal tantumde Avicena, el esse tantumde Duns Scotto, ver Ahmed Alami,Deleuze y Avicena, Chimeresnro. 31, 1997, p. 73-87. En espaol, Revista S cauto, nro 19, 1998.

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    distinto de las cosas corporales y de sus conexiones causales, si bien indisociables entre s, permiten a lavez nombrarlas y orientarlas: Se muere. Ese se -escribe Deleuze- tan alejado de la banalidad cotidiana.Es el se de las singularidades impersonales y pre-individuales, el se del acontecimiento puro donde muerecomo llueve. El esplendor del se, es el del acontecimiento mismo o de la cuarta persona. 1

    El se es el operador acontecimental, el revelador, al mismo tiempo que el creador de su sentido, elpunto en el que se conjugan, sin confundirse, su aspecto privado y su aspecto colectivo, su cara ideal y su

    cara encarnada. Lo que no significa la fusin de lo individual en la generalidad vaga que, hacindolo pasaren el conjunto estadstico, lo endulza. Solamente por el acontecimiento, accediendo a l, es como lamuerte, doble, e impersonal en su doble2, que las singularidades se liberan de los linderos en donde lapersona individual las mantena.

    La liberacin que opera el acontecimiento es del mismo orden que la del fantasma que Lgica delsentidosita ms all de lo pasivo y de lo activo, en tanto que efecto de superficie o acontecimiento, comoel movimiento por el cual el yo se abre a la superficie y libera las singularidades acsmicas, impersonalesy pre-individuales que aprisiona. Literalmente, las lanza como las esporas y estalla en ese deslastre3.Acsmico designa aqu lo que, no estando sometido a las reglas de la organizacin del cosmos, del mundoy del yo, pertenece an al caos. Lo impersonal cae en el caos, se abisma; es a partir de las fuerzas de lasque puede, que traza, en superficie, las lneas sembradas de puntos singulares.

    Lneas de vida

    Incesante estribillo: los impersonales de la lengua constituyen y hacen subsistir por s mismo el sentidodel acontecimiento, el slo acontecimiento, eventum tantum. Una expresin del mismo orden que homotantum, propia para poner en evidencia su ntima afinidad. Las dos son de la misma naturaleza, la mismaesencia, el mismo sentido.

    El eventum tantum, es lo acontecimental propiamente dicho, el slo acontecimiento, del que el sujeto-entiendase sujeto gramatical- es siempre un impersonal, y para el cual la muerte es paradigma. Puesnecesita abolir la parte demasiado subjetiva, demasiado personalmente vivida, de lo que se llamacorrientemente acontecimiento, como su parte demasiado objetiva, de encadenamiento material de lascausas y los efectos donde se disuelve, para simplemente nombrarlo, expresarlo y hacerlo vivir, para

    alcanzar lo acontecimental puro. Abolir lo demasiado humano, para que soporte slo lo impersonal.Spinoza acostumbra usar la palabra latina quatenuspara la expresin de la sustancia (o Naturaleza) porlos modos. Los cuales son la substancia misma como expresada. El Ser, como acontecimiento, como modoo singularidad.

    El tantum, el solamente del eventumes ese quatenusy, igualmente, el tantumde homo: expresinacontecimental de la naturaleza en tanto que hombre. O an: el homo tantum es una Vida comoexpresada. En esta expresin es necesaria la abolicin de la persona, lo impersonal, o, como lo ha escritopoticamente Lawrence Ferlinghetti, una cuarta persona... por la cual nadie habla, de la que nadie habla,y que sin embargo existe. O mejor, en el lenguaje propio de Deleuze, insiste o consiste, ms ydiferentemente que ser -un extra-ser como el acontecimiento del que se hace el sujeto4.

    Vemos aqu la proximidad que se establece entre Deleuze y Blanchot, citado por su se muere, y que

    tambin podra recordrsele por su teora de la escritura que debe abolir las cosas antes de -para-

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    1.- M. Blanchot,La parte del fuego, Pars, Gallimard, 1949, pp. 320-321. En espaol, Monteavila Editores.

    2.- Id.,Ibid.

    3.- G. Deleuze, Crtica y Clnica, Pars, ditions de Minuit, 1993, p. 13.

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    nombrarlas, pues las nombra a partir de su mise hors jeu, de su ausencia, de la ausencia del todo es decirde nada segn las frmulas, devenidas clsicas, deLa part du feu1.

    Pero quiz hay que decir ms. La cuarta persona, o el uso que Deleuze hace de ella, para tomar a cargotodo el plano de desplegamiento de lo impersonal, colma el vaco, la ausencia, el giro puramente negativodel anlisis de Blanchot, las resonancias de la potencia de lo negativo hegeliano o heideggeriano. Loimpersonal escapa a la dialctica de la negatividad. Elude la lgica de lo contradictorio, como la lgica de

    la unin de los contrarios, para adoptar la de la paradoja, o de la admisin de este imposible, motor delsentido, que es la cuarta persona. Salto de una partcula fuera de su rbita que desencadena el mecanismode la creacin.

    Reconocemos en el escritor, deca Blanchot, ese movimiento sin detencin y casi sin intermediario.Vemos en l esta negacin que no se satisface de la irrealidad en la que se muda, pues quiere realizarse yslo lo puede negando algo real, ms real que las palabras, ms verdadero que el individuo aislado del quedispone; as lo empuja permanentemente hacia la vida mundana y la existencia pblica para inducirlo aconcebir cmo, escribiendo, puede devenir esa existencia misma2. Y Deleuze, como en eco, completandoel Blanchot que cita y del que se inspira ampliamente para sus observaciones sobre el l en la escriturade Kafka: La literatura slo se plantea descubriendo bajo las aparentes personas la potencia de unimpersonal que no es simplemente una generalidad, sino una singularidad en el ms alto punto: un hombre,

    una mujer, una bestia, un vientre, un nio. No son las dos primeras personas las que sirven de condicina la enunciacin literaria, la literatura slo comienza cuando nace en nosotros una tercera persona que nosdespoja del poder de decir yo.3

    Una observacin preciosa (la nota nmero 6), en el mismo texto de Crtica y Clnica, indica que laliteratura aqu desmiente a la lingstica cuando esta hace de las dos primeras personas calificadas deembragadores de las condiciones de la enunciacin, es decir de la determinacin del sentido.

    Todava sobre este punto, el acontecimiento puro -el solamente o el en tanto que del acontecimientocomo del homo tantum- es el criterio; l es quien marca el desvo relativo a la lingstica a la cual no sedeja sojuzgar, vinculando a las palabras de la lengua, en sus diferencias ms finas, el ms alto precio.

    Impersonal, no unipersonal

    Deleuze no disimula -an refirindose explcitamente- que, en su concepcin del acontecimiento puro,incorporal, doblado de la produccin material o encarnacin, el designa lo que en otro lenguaje,fenomenolgico, Husserl ha llamado el noema, o el sentido noemtico: esta dobladura, o capa desentido o de significacin (Husserl emplea indistintamente lo uno o lo otro) que se intercala entre la palabray la cosa, capa impalpable, como lo incorporal, forman la designacin de la cosa como tal, sin la cualel signo verbal sera simple seal o parte de la cosa. La palabra nombra al objeto por intermedio de susignificacin, o, para volver al lenguaje estoico-deleuziano, de su sentido acontecimental; le confieresentido en tanto que acontecimiento.

    Las proposiciones husserlianas de lasBsquedas lgicasno valen simplemente para las significacionesfijas llamadas objetivas, sino tambin para las significaciones fluidas llamadas ocasionales, ligadasparticularmente a los pronombres personales as como a los adverbios de lugar o de tiempo y a las

    locuciones verbales que dependen de estos: llueve. O, ms exactamente, el sentido o la significacin deesas locuciones y expresiones es distinto de la circunstancia. Es lo que se llamar noemtico en lasIdeas

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    1.- E. Husserl,Bsquedas lgicas 2, primera parte, PUF, 1991 (reedicin), Bsqueda I, &26: Las fluctuaciones del significar;(En espaol, Fondo de cultura Econmica) eIdeas directrices para una fenomenologa, Pars, Gallimard, 1950, en parte &90:El sentido noemtico. Fondo de Cultura Econmica, Mjico.

    2.- M. Blanchot,La parte del fuego, p. 30.

    3.- G. Deleuze,Foucault, Pars, ditions de Minuit, 1986, p. 62.

    4.- E. Benveniste,Problemas de lingstica general, Pars, Gallimard, 1966 (artculo de 1946): Estructuras de las relacionesde personas en los verbos, p. 230. (En espaol, Siglo XXI editores) -G. Moignet,Le pronom personnel franais - essais depsycho-systmatique historique, Pars, Klincksieck, 1965, en parte, p. 110-158.

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    para una fenomenologa, posteriores a lasBsquedas, donde el vocabulario propio a la fenomenologacontempornea est definitivamente fijado1.

    Esta capa del medio, este entre, entre las palabras y las cosas, ese neutro, sentido expresado onoemtico, es el lugar de lo impersonal o el plano de lo impersonal desplegado. Lugar, tpico de lo queno es ni exterior absolutamente, ni interior, ni subjetivo, ni objetivo absolutamente, donde se intercambiancosas y palabras.

    Lugar de la creacin, del universo del lenguaje en todas sus potencias, liberada de su dependencia paracon el sujeto personal que enuncia con l y que, ms bien, esta penetrado, atravesado por l. Del yoocasional, inmovilizado en sus vividos psquicos, salta, gracias al operador del l, al plano de losenunciados que dicen el acontecimiento puro. Aquello que ni no permanece ni no desaparece, y dura sinposibilidad de durar segn las bellas formulas de Blanchot2

    Los enunciados corren sobre su errancia independientemente del sujeto de la enunciacin, es la herenciahertica de un anlisis noemtico del lenguaje que Michel Foucault igualmente, de su lado, radicalizadesviandola. Deleuze expone claramente la leccin en el libro consagrado al amigo: Si bien lo primeroes un Se habla, murmullo annimo en el cual los emplazamientos estn dispuestos por los sujetos posibles:un gran zumbido incesante y desordenado del discurso. En muchas ocasiones, Foucault invoca ese granmurmullo en el cual desea el mismo colocarse3. Devenir imperceptible, escribe Deleuze: primer gesto

    del escritor, primer paso hacia el Se, hacia el homo.Hay que saber leer en la fenomenologa, a condicin de no restringirla abusivamente a una egologa,el prlogo de este camino que confiere toda su fuerza a lo impersonal deleuziano. Que asegura sobre todosu independencia respecto de las tesis lingsticas y de su horizonte limitado: que favorece su vuelo o susobre-vuelo.

    Cmo escapar, en efecto, de modo distinto al del recurso a lo noemtico, a los embragadores delsentido que la lingstica coloca en los pronombres personales? Seguramente la eleccin no es lingstica.Desde el punto de vista de la lingstica, sabemos que se han presentado dos tesis:- la primera es la que comprende en una sola y misma clase alyo, al t, y al l, y propone para este ltimoel apelativo de unipersonal, extendido al uno, tomando en cuenta sus posibilidades de substitucin en todaslas otras personas: uno/se.

    - la segunda, ms antigua y clsica, la de Emile Benveniste, reposando sobre una distincin radical entrelas nicas dos personas subjetivas, yoy t, de la interlocucin, y la no persona del ly del se, ensignificacin objetiva4.

    Si es verdad que aparentemente, Deleuze adopta la tesis de la no-persona, no podemos renunciar a sul, esta potencia de substitucin que de hecho, no es ciertamente un unipersonal, sino una cuartapersona. Y evidentemente la persona no es por tanto la entrada en el dominio de las significaciones fijasde la objetividad.

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    1.- G. Deleuze, Crtica y Clnica, p. 15.

    2.- G. Trakl,Poemas mayores, Trad. Al francs J. Legrand, presentado por A. Finck, Pars, Aubier, 1993, p. 19. Vewr G. Bloess,Voix et regard intrieurs, memoria de habilitacin, universidad Pars VIII, indito.

    3.- G. Deleuze, Crtica y Clnica, p. 13.

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    No, la eleccin no es lingstica; l practica un desvo, una distancia. Entre las tesis propuestas, el sigue,exactamente, una lnea de fuga, donde vida y escritura, por intermedio de lo impersonal, se hacenindiscernibles la una a la otra.

    Esplendor del se

    Resumamos:

    - el primer acto, la primera cara presentada por lo impersonal fue su aparicin en el artculo (o pronombre)de la muerte. Lo impersonal como absoluto revelador del acontecimiento, de la acontecimentalidad delhombre, homo, se, en el plano de inmanencia de una vida; como su expresin.Nature sive vita quatenushomo tantum. La primera potencia.- la segunda potencia (potencia que es, a la vez virtualidad y poder, estePotenzdel que Hegel hace un usofrecuente en sus primeros escritos) es el flujo de las palabras creadoras de universos inexistentes peroinsistentes, factores integrantes de la realidad humana.

    Y esas dos potencias implican una lgica paradjica:- la primera es la revelacin de una vida por la muerte;- la segunda es que la ms original y autntica expresin de si, la ms singular, slo se conquista por loimpersonal.

    La primera potencia conduce a un plano de inmanencia, la segunda construye y desarrolla un plano deconsistencia que puebla de personajes y de figuras. Que, precisamente, suscita un pueblo y se dirige al1.

    Fuera del registro de los ejemplos suministrados por Deleuze mismo y que forman algo as como sucorpus, encontramos una justificacin muy ilustrativa de las propiedades del borramiento del sujeto de laenunciacin en el poeta alemn Georg Trakl, quien anima ese expresionismo contemporneo del cualDeleuze ha hecho el trazo extraordinario de su esttica. Pues, as como no hay dos estticas, la de lasensacin en el conocimiento y la de la sensibilidad en el arte, no hay dos expresionismos, y la expresininmanente a la vida es aquella que da al arte su valor y su estilo. As el artista no se propone otra meta queconquistar la expresin.

    Tal es el propsito de una carta de 1911 donde Trakl, evocando las etapas del trabajo de uno de sus

    poemas,Tarde de tormenta, escribe: He aqu el poema rehecho. Es mejor que la primera versin, en lamedida en que ahora es impersonal (unpersnnlich) y listo para estallar de movimientos y de visiones.Para introducir este texto, George Bloess, que ha llamado sobre ste mi atencin, encuentra esta frmulalapidaria: He suprimido el yo2.

    Esta frmula servira para resumir a Deleuze as como l ha sabido encontrar las frmulas poticas quesirven para resumir la filosofa de Kant. Bastenos relacionar las visiones de Trakl ganadas en favor delo impersonal de estas proposiciones deleuzianas: La fabulacin no consiste en imaginar ni proyectar unyo. Ella alcanza, ms bien, esas visiones, se eleva hasta esos devenires nacientes3.

    Lo impersonal hace pasar del relato subjetivo, de la ancdota, del recuerdo, del demasiado cerca, alacontecimiento segn su sentido y su propio resplandor: esplendor delse, del l. El poema de Trakl estconsagrado al acontecimiento atmosfrico en su esplendor cristalino, en el que se desprende de las

    circunstancias y alcanza lo imperecedero. Oh! Las rojas horas de la tarde... el espejo del estanqueestallado, inicio de Tarde de tormenta.

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    1.- V. Woolf,La seora Dalloway, en francs traduccin y notas de M. C. Pasquier, Pars, Folio Gallimard, 1994, p. 71. Enespaol Editorial Lumen.

    2.- N. de T.

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    Ese espejo que estalla, es tambin el desgarrn del penoso lago olvidado que aparece bajo la escarcha[...] de Mallarm; y esa tarde lo virgen lo vivaz y lo bello ah conduce a la eternidad del acontecimientopuro, eventum tantum. La transformacin alqumica operada por lo impersonal o el abandono de lasubjetividad, veremos an su confirmacin en la aproximacin que se impone entre el soneto de MallarmyEl cisnede Baudelaire del cual hace la rplica: un paso del recuerdo pleno de la subjetividad romnticaa la expresin de la visin en su pureza, su consistencia cuasi mineral. Devenir-mineral del Cisne,

    metamorfosis del sobre el suelo spero arrastra su blanco plumaje en los transparentes glaciares de lasbandadas que no han huido.Notacin evidentemente furtiva, simple boceto del que no se trata, para el propsito presente, de

    proseguir, tanto como no se puede rechazar, a nombre del expresionismo impersonal mallarmeano, el tanadmirable Cisnede Baudelaire; baste indicar de qu manera lo impersonal despliega, segn su lnea, lo quepermanece envuelto en los repliegues secretos de una experiencia interior. Pars cambia! Pero nada enmi melancola/ se ha movido [...] opuesto al Fantasma que en ese lugar su puro resplandor emplaza.

    El expresionismo desarrolla la lnea abstracta del acontecimiento puro. Trasmuta el recuerdo en visin.Esta transmutacin orienta toda la escritura que no se contenta con comunicar una experiencia personal-o ms bien de informar sobre ella- sino que espera ser recibida, despertar en el prjimo emociones eimgenes, dirigirse en el prjimo a la parte de si mismo que resuena. Esplendor delse, puesto que la forma

    personal es impotente por s misma de alcanzar la singular experiencia a la cual pretende, y comunicarlaa un prjimo. Slo lo impersonal del se o del l hace caer el muro de las interioridades, abre eltamizamiento indefinido y montono del pienso, soy, a otras formas de experiencias que no son ni delsujeto solitario, ni de una intersubjetividad del mismo orden, puesto que proceden de l.

    Elsees la marca del paso, de la entrada en el movimiento, el ndice del agenciamiento colectivo; daconsistencia a lo que pasa entre dos (o muchos), y contra el pienso, a un paseo como el de MrsDalloway por Bond Street, descrito por Virginia Woolf, justamente en trminos de impersonal y deimperceptible: Tena el sentimiento demasiado extrao de ser invisible: ni vista ni conocida; el problemaahora no era casarse, tener nios, estaba ah, avanzando por Bond Street, en medio de la gente que camina,en una asombrosa y solemne procesin, y siendo (on tait) Mrs Dalloway; an ms Clarissa, no, siendo(on tait) Mrs Mr. Richard Dalloway.1

    Que el on de la traduccin francesa [el siendo de la traduccin espaola]2

    traspone un this beingingls no cambia nada, pues este ltimo tambin es impersonal en su expresin y suprime el sujetosubstituyndolo por la procesin de los caminantes, esta entrada en el sujeto moderno, el hombre de lasmultitudes.

    Pero, si buscamos elseen todo el esplendor de su sonoridad propia, en francs, tenemos entonces el deRimbaud: No se es serio cuando se tiene diecisiete aos / y que se tiene el tilo verde sobre el camino,al cual lo impersonal es evidentemente insustituible. No es ni unyoni un nosotros, sino el impersonal delcualquiera, del solamente -tantum- que hace levantar, triunfante, dirigindose a l, al pueblo joven,amoroso, a la cuarta persona de la que nadie habla / por la que nadie habla / y que sin embargo existe.

    Del se a lo humano

    Sin embargo uno no se desembaraza fcilmente del se/nosotros o se/yo, en otros trminos de lageneralizacin pronominal. Esta renace sin cesar como una objecin prejudicial en el empleo estrictamenteimpersonal del se del que pende toda la teora deleuziana. Qu permite llevar al se del lado de lo

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    1.- F. Deligny,Le croire et le craindre, con la colaboracin de Isaac Joseph, Pars, Stock, 1978, en parte: p. 120 y siguientes,y el texto de Isaac Joseph sobre Deligny, p. 235 hasta el final.

    2.- G. Deleuze, Crtica y Clnica, p. 81.

    3.- F. Deligny,Le croire et le craindre, pp. 118, 206.

    4.- F. Deligny,Le Croire et le craindre(texto de Isaac Joseph), p. 259Id, ibid, p. 122.

    5.- Id, ibid, p. 122.

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    impersonal? La pregunta no es puramente lingstica, o lingstica en sentido estricto. Desborda lacategora del pronombre para ir sobre el hombre. Homo, om, on (se); o Manny man. No se trata, sinembargo, de etimologa, sino de sentido implicado. Qu concierne o quien concierne a lo impersonal delse, cul hombre, cules relaciones, cul sociedad humana?

    Y, en ese dominio, la objecin pronominal puede servir de criterio, para hacer, de alguna manera, quevuelva a salir a contrariola originalidad de Deleuze, que permita precisar y orientar las implicaciones, en

    primera instancia no percibidas, de lo impersonal.Encontraremos la ms tajante, la ms pertinente formulacin de la objecin en Fernand Deligny.Objecin tanto ms interesante por cuanto, en Le croire et le craindre, hace del Se -colocado en lascategoras de la ideologa- el vehculo de la ilusin subjetiva, y lo hace a partir de posiciones que le soncomunes con Deleuze y Guattari: crtica del sujeto, adopcin del plano de consistencia, liberacin de lassingularidades propias a los autistas con los que vive, privados de S, sin ser, por tanto menosindividuados1.

    La importancia de la prctica y la teorizacin de Deligny es reconocida por todas partes en Deleuze,retomada cuando, a propsito de Lo que dicen los nios y para criticar la reduccin abusiva de lainterpretacin psicoanaltica a una personologa parental, retoma del solitario de Monoblet la idea de unacartografa donde se traza el proceso de subjetivacin del autista en medio2. El rechazo del Se, tal como

    aparece enLe croire et le craindre, hay que tomarlo entonces, no como una crtica negativa, sino ms biencomo una radicalizacin de la tesis deleuziana y guattariana. El autista -que l prefiere, igualmente, nollamar nio- el individuo Janmari, designado por ese nico vocablo, siendo extrao a s, tambin loes al se. Sin embargo soporta las apelaciones del l o del comn [juntos], si no es un nosotros,cuando se trata de la relacin que emprende con el medio, las cosas o la gente entre los que vive. Si suplano de consistencia elimina el uno/se, l gravita alrededor del ly del comn[juntos]. La expresin quemejor le conviene es: cegamin-l3[ese muchacho ah].

    Puntos de encuentro, puntos de divergencia, mientras elsees replanteado y el ahalcanza su lugar. Nopodemos evitar evocar, pero sin ningn motivo, la oposicin heideggeriana entre el ahde el ser-ah yelsede la banalidad.

    El ahde Deligny no concierne a una diferencia ontolgica, es el de las cosas, del medio de las cosas.

    Si implica un ser-con, no es a la manera delMit-seinheideggeriano, sino ms bien evocando ese segundofondo de un nosotros primordial, un Wirheitque Binswanger ha introducido en su anlisis existencial.No, no hay que comprender a Deligny de manera heideggeriana su l[ah] es, deleuzianamente, de

    superficie. Participa de la crtica del psicoanlisis edipizante que aloja por todas partes personas en elcorazn del nio, an de aquel que est desprovisto de sujeto y de persona: Cuando ese chico del Serretjuega con la vajilla no es una persona: ni Edipo, ni Narciso; de las eccedidades, dira Deleuze, slomanifiestan su presencia y en las que toda la presencia es manifiesta. Sin secreto, o, como usted lo dice,por descubrir4.

    Y es porque el nosotros, desde el punto de vista de ese nio-ah, pasa tambin ah, en superficie,reemplazando el entendimiento lejano y abstracto de los sujetos unidos, en el mundo, por else: permaneceun nosotros marcado desde el punto de vista de individuos para los cuales el Se no existe 5.

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    1.- Id., ibid(Texto de Isaac Joseph), p. 260.

    2.- Id., ibid, p. 164.

    3.- G. Deleuze y F. Guattari, Qu es la filosofa?, Pars, ditions de Minuit, 1991, p. 192.

    4.- G. Deleuze, Crtica y clnica, p. 95.

    5.- Id., ibid, p. 95.

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    La paradoja de Deligny: la personalizacin delse, la impersonalizacin del nosotros. Esa paradoja queparece contradecir literalmente el uso deleuziano del se permite tambin precisar el sentido y conducirloms lejos de lo que parece. Pues lo impersonal delse, es justamente lo que quiere decir el impersonal delnosotrosde Deligny, en su impersonal alianza con el ahdel chico de las puras ecceidades: lo simplementehumano segn una naturaleza que se puede calificar de primordial o de primera; es as como un Nosotrosdice lo primordial para distinguirlo de las personas conjugadas o de la conciencia colectiva1.

    Deligny se engaa cuando cree que elsees la persona (o las personas) de la ideologa y de la opinin,pero tiene razn cuando ata lo impersonal a la singularidad puramente humana de una naturaleza a laque retornan las filosofas de la conciencia y del lenguaje: todo est hecho para ridiculizar el terminomismo de naturaleza que se encadena con los pjaros. Tal es la creencia reinante. Ahora bien, ustedessaben que, incrdulo, yo busco en el ser [...] Es casi una posicin poltica el hacer causa comn con laspalabras denigradas.2

    El autista de este lado de la palabra, el silencioso es -retomando una expresin de Qu es la filosofa?-el caos que aporta la visin3del hombre, simplemente del hombre. No que sea l mismo un caos. Lo esslo relativamente en el orden del lenguaje, pero, dice Deligny, l tiene sus marcas, su punto de versingular, extraos a los puntos del sujeto como de la intersubjetividad y que permiten (encontramos aqua Deleuze) descubrir en l al individuo primordial segn la Naturaleza4.

    La palabra es, eso es verdad, difcil de manejar, por lo que implica a su vez un orden preestablecidosegn leyes inmutables, y como un fondo sustancial que sera el hombre, el hombre por naturaleza, homonatura.

    Naturaleza humana, puede tambin ser la legitimacin de todos los conservadurismos morales ysociales. Pero es necesario pensar la naturaleza como dinamismo, potencia, naturansy no simplementenaturata; devenir y vida de la que el hombre es la expresin inmanente. En ese sentido, hay una naturalezahumana, un homonatural, tantum, cuando el lenguaje falta o cuando cruza en l un vaco, y el se -el Se-tiende al lmite, al borde de la falla, del abismo.

    El mutista que, en su ausencia de palabra, revela en s mismo nada ms que lo humano, llena entoncesexactamente la funcin que Deleuze reserva a las variaciones extremas sobre la lengua y a las experienciaslmite. As, podemos leer en el postfacio al Bartlebyde Melville, ese pasante o escribano del que la

    sorprendente formula es apropiada para dejar estupefacto a cualquier interlocutor, cortar cualquier lazohumano: preferira no5I prefer not tosuprime, en sentido propio, a aquel que la profiere. Ella asola, escribe Deleuze, la

    lengua, desactiva los actos de palabra y hace as, en la lengua, un vaco que arruina todos suspresupuestos. Es decir la dirige al prjimo.

    Bartleby, ciertamente, no es mutista. Se encuentra en el lmite del autismo, en su borde pero ms all,justamente tan prximo como para hacer el puente. Suficientemente en superficie como para que semantenga el paso entre el mundo de la comunicacin humana normal modelada de buenas intenciones yde reglas de conducta, y la escandalosa, inhumana, singularidad. De un lado, el hombre de lo demasiadohumano, del otro, del singular, el original, imposible de frecuentar y vivir.

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    1.- G. Deleuze, Crtica y Clnica, p. 106.

    2.- Id., ibid, p. 70.

    3.- G. Deleuze y C. Parnet,Dilogos, Paris, Flammarion, 1977 (nueva edicin aumentada en 1996), p. 12. En espaol Pre-textos(para la primera edicin).

    4.- G. Deleuze, Crtica y clnica, Cap. VI, VIII, X, XIV.

    5.- Id., ibid, p. 103.

    6.- Id, ibid, p. 68.

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    Es l, sin embargo, el homo tantumque vuelve visible al hombre liberado del peso de las reglas y de lasobligaciones de comportarse socialmente, as como de todo lo que estructura como persona - empezandopor la abrumadora paternidad (padre-madre, escribe por su parte Deligny).

    Punto de encuentro entre el hombre del lenguaje (Deleuze) y el del mutismo (Deligny-Janmari), entreel hombre de las velocidades y el de la lentitud (el inmutable de Deligny), el del acontecimiento(eventum tantum) y el de la naturaleza. Encuentro alrededor del hombre desprovisto de sujeto, primordial

    en razn de la ausencia, en l, de propiedades, de cualidades. Convergencia alrededor de esosoriginales que Deleuze califica de seres de la Naturaleza primera, en una alusin muy espinozista1.

    Poltica de la no persona

    De todas maneras no se trata para Deleuze, sobre la base del descubrimiento del hombre fuera de lascualidades y fuera de la persona, de un retorno a la naturaleza. La gua, la brjula orientante, es aqu loque ha escrito a propsito de D. H. Lawrence que, sabemos, es para l uno de los grandes pensadoresfilosficos de nuestro tiempo. En l no hay un retorno a la naturaleza, slo un problema poltico del almacolectiva, las conexiones de las que es capaz una sociedad, los flujos que soporta, inventa, capta o hacepasar.2

    As la naturaleza primera o el hombre primordial toman sentido y valor cuando es sobre su base

    como se inventan las formas de una sociedad nueva. Virtud de lo impersonal que engendra la vida y la hacemoverse, precisamente porque la vida, como lo dice enDilogos:no es algo personal3.El lector familiarizado con Charles Fourier comprender fcilmente esos pasos paradjicos de lo ms

    singular a lo colectivo, o mejor, a lo societario. Es, en efecto, a partir de la singularidad en losinfinitesimales, una vez disperso el sujeto, que el unitismo puede efectuar sus acuerdos.

    Reunidos en Crtica y clnicade la que forman el pivote, a la que dan el tono, los artculos consagradosa Melville, a Walt Withman, as como a los dos Lawrence, precisan la funcin altamente reintegrante(en lenguaje fouriano) de lo impersonal. Es, liberndola de la sujecin paternal, como abre la va a unasociedad de hermanos, o favorece en el aqu y el ahora una camaradera, extraas a la caridad cristianay a la filantropa humanista4.

    Entre el hombre cualquiera que parece reducido a una originalidad singular que se podra tomar por un

    repliegue en la soledad, y la apertura, por la cadena fraternal, al alma colectiva, hay corriente continua. Sondos polos, indispensables a la creacin y a la circulacin de flujos intensos. En un mismo mundo, escribeDeleuze, a propsito de Kleist o de Melville, alternan los procesos estacionarios y fijos y los procesos deloca velocidad5.

    En efecto -y este es el secreto por descubrir de lo impersonal- de su lado est el alma, la vida, mientrasque la muerte est del lado del yo: Dejar de pensarse como un yo para vivir como un flujo, un conjuntode flujos, con relacin a otros flujos, fuera de s y en s 6.

    En fin, ltima paradoja: homo tantum, si dice hombre, dice tambin, sino lo inhumano, seguramente losobrehumanoen ese acceso abierto a los flujos de la vida. No se prohbe encontrar la expresin, an al

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    1.- F. Nietzsche,As habl Zaratustra, traducido, presentado y comentado por G.-A. Goldschmidt, Pars, Livre de Poche, 1983,p. XI, en espaol Alianza Editorial.

    2.- C. Auzias, Ethnie vs Polis, Chimresnro 25, 1995, p. 75.

    3.- G. Deleuze, Crtica y clnica, p. 80.

    4.- G. Deleuze y F. Guattari, Qu es la filosofa?, p. 96.

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    precio de la contradiccin in adjectoen lo sobrehumano de Nietzsche, de exaltacin de lo que el hombrecontiene de potencias.

    George-Arthur Goldschmidt lo ha pensado en su bello prefacio aAs habl Zaratustra: Encontrar o msbien constituir ese estado a la vez original y posterior (la naturaleza es lo que nosotros fuimos, es lo quequeremos devenir), es lo que Nietzsche ha querido decir por medio de las ideas de lo sobrehumano y deleterno retorno. O, ms de acuerdo, sin duda, con lo que Deleuze expone a propsito de Melville y de

    Lawrence: Lo sobrehumano es ms una alegora que un tipo: no es nadie y nadie ser nunca l.Representa el franqueamiento de todas las obligaciones: soy de no ser nada.1.Ya no es lo demasiado humano acumulando en l y sobre l todas las estratificaciones alienantes, sino

    el ser abierto a todos los devenires: nio, mujer, animal, vegetal, mineral, y tambin, finalmente,Naturaleza, como lo vemos con Whitman.

    Una poltica de lo impersonal es lo que da consistencia y lan a esos devenires. Ms all, igualmente,del cuadro personalista o personalizante de laPolis, se dirige a las tnias, y ms an a ese quinto mundonacionalitario del que hablaba Flix Guattari, el de los sin-patria, los sin-techo, los sin-existenciaciudadana2. Una poltica que dobla - o anima- el sueo revolucionario de fraternidad o de camaraderaa lo Whitman, esa camaradera que implica un encuentro con el Afuera, un caminar de las almas al airelibre, sobre la gran-va3.

    Una poltica que no vacilaramos en calificar -si a Deleuze no le repugnara la palabra-, de utpica, nopara disminuir la eficacia, sino para, al contrario, aumentar el valor. Pues ella designa ese lugar todavano actualizado, del aqu y ahora de unErewhon (now-here)4del que la escritura traza el mapa y atraviesasus lneas. Lneas de fuga gracias a las cuales escapamos a la vergenza de ser un hombre para expresarsimplemente al hombre, homo tantum: Ecce homo.

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    1.- J.L. Borges, El jardn de los senderos que se bifurcan, enFicciones, Buenos Aires, Emec Editores, 1956.

    2.- Parfrasis de la nota de pie de pgina de Jos Gil, en suFernando Pessoa ou La Mtaphysique des sensations: La lecturade Pessoa ha hecho surgir, unos tras otros, los temas deleuzianos [...], se crea una conviccin inquebrantable: Fernando Pessoaha ledo a Deleuze! Lo inverso no se ha verificado [...] (J. Gil,Fernando Pessoa ou La Mtaphysique des sensations, Pars,ditions de la Diffrence, 1988, p. 73).

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    El tiempo no reconciliado

    Peter Pl Pelbart

    Tsui Pn es gobernador de una provincia china, docto en astronoma, astrologa, libros cannicos y,adems, ajedrecista, poeta y calgrafo. Borges cuenta como Tsui Pn renuncia a los placeres de laopresin, de la justicia, del numeroso lecho, de los banquetes y an de la erudicin para componer unlibro y un laberinto, encerrndose durante trece aos en el Pabelln de la Lmpida Soledad. Sin embargo,despus de su muerte, sus herederos encontraron los caticos escritos, pero nada del laberinto. El sinlogoStephen Albert resume as su hiptesis respecto de este enigma: Tsui Pn dira una vez:Me retiro aescribir un libro. Y otra:Me retiro a construir un laberinto. Todos imaginaron dos obras; nadie pens quelibro y laberinto eran un solo objeto.1El llega a esta conclusin a partir de un fragmento de una carta deTsui Pn: Dejo a los varios porvenires (no a todos) mi jardn de los senderos que se bifurcan. Casi enel acto comprend, recuerda Albert, el jardn de los senderos que se bifurcanera la novela catica; la

    frase varios porvenires (no a todos)me sugiri la imagen de la bifurcacin en el tiempo, no en el espacio[...] en todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una yelimina las otras; en la del casi inextricable Tsui Pn, opta -simultneamente- por todas. Crea, as,diversos porvenires, diversos tiempos, que tambin proliferan y se bifurcan. De ah las contradicciones dela novela.. Las variaciones a las cuales estaban sometidos los relatos de Tsui Pn no constituyen elcapricho ocioso de un novelista menor ni una experimentacin terica ms o menos mundana, sino queresponden a una inquietud metafsica, a un asunto filosfico mayor que lo ocupa a lo largo de su vida: elabisal problema del tiempo.

    He aqu como Albert lo explica a un ilustre interlocutor, descendiente de Tsui Pn: El jardn de lossenderos que se bifurcanes una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo conceba TsuiPn. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no crea en un tiempo uniforme, absoluto.Crea en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes,convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o quesecularmente se ignoran, abarca todaslas posibilidades. No existimos en la mayora de esos tiempos; enalgunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. [...] El tiempo se bifurcaperpetuamente hacia innumerables futuros. En uno de ellos soy su enemigo.

    Dejemos al relato de Borges seguir su curso hacia su imprevisible desenlace y presentemos nuestrahiptesis peregrina: el metafsico Tsui Pn es un precursor del patafsico Gilles Deleuze. En nuestrotiempo. En otro tiempo, es lo inverso: Gilles Deleuze es el precursor de Tsui Pn2. Hago un llamado ala indulgencia del lector respecto de los escasos datos biogrficos de que dispongo para probar esta tesis,lo que, espero, estar compensado por las pruebas tericas ulteriores. Recurriremos primero a losfragmentos relacionados por el lexicgrafo griego Suidas, del siglo X despus de J.C., que algunosmodernos llaman Andr Bernold. En su compilacin sobre la vida y la doctrina de filsofos ilustres u

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    1.- Philosophienro. 47, 1995, p. 9.

    2.- G. Deleuze,El pliegue. Leibniz y el barroco, Pars, ditios de Minuit, 1988, p. 90.

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    olvidados, consagra dos pginas, oscuras pero preciosas, a Deleuze. Se puede leer que algunos locolocaban del lado de los fsicos, otros lo consideraban mdico, o gelogo, o el descubridor de la pulsacinde las espirales, o especialista incomprendido en estrategia, etc. El detalle ms divertido nos llega deAteneo: la voz de Deleuze era comparable a un rallador o a un torrente de piedras. Pero, de todos modos,lo esencial est en la conclusin de esta nota biogrfica, frente a la que el lector reacciona con estupor: hahabido una multitud de otros Deleuze1. Quisiramos preguntarle, a este doxgrafo tan desprovisto de

    espritu crtico, por un esclarecimiento mnimo: ha habido una multitud de otros Deleuze al mismotiempo, o en tiempos diferentes y sucesivos? Fueron contradictorios entre s? O Simplementeincompatibles, es decir, posibles pero en mundos distintos? Si han coexistido, an siendo incomposibles,que especie de mundo aberrante podra acogerlos a todos?

    Deleuze Tsui Pn

    Deleuze Tsui Pn se encerr durante aos en el Pabelln del Mestizaje Multitudinario. Debi decir unda: me retiro para escribir un libro, y otro da: me retiro para construir un laberinto. Con la escasadistancia de la que disponemos hoy en da, estamos en capacidad de suponer, inspirados siempre por laperspectiva del sinlogo Albert, que lo que imaginamos como dos obras diferentes, de hecho forman una.

    Como en el caso de Tsui Pn, la arquitectura laberntica de ciertos textos del filsofo parecen responderno a un capricho de un hombre de letras, o a un juego mundano, sino a una inquietud constante raramenteexplicitada, como si fuera demasiado abisal para poder ser expuesta bajo una forma diferente a la charada,la alusin o el anuncio. Un poco como Zaratustra, cuando anuncia de manera completamente alusiva yoblicua su idea del eterno retorno, idea que Deleuze pretende haber explicitado.

    Deleuze Tsui Pn, a diferencia de Newton y de Shopenhauer, no crea en un tiempo uniforme, absoluto,sino en series infinitas de tiempo, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentesy paralelos. Esta trama de tiempos que se aproximan, bifurcan, se cortan o se ignoran durante siglos abrazatodaslas posibilidades. Cada vez que se presentan diversas posibilidades, el hombre adopta una y eliminalas otras; es decir creamltiples porvenires, tiempos diversos que, igualmente, proliferan y bifurcan,produciendo ese pululamiento de vas disparatadas. El filsofo Deleuze Tsui Pn ha hecho resonar e

    igualmente disonar la multitud de otros Deleuze de los que el lexicgrafo Suidas seala su existencia. Esnecesario, deca Deleuze, rechazar la regla de Leibniz segn la cual los mundos posibles no pueden pasara la existencia si son incomposibles con el que eligi Dios. Al contrario, hay que afirmar los incomposiblesen un mismo mundo estallado2. No podemos dejar de ver, presupuesta y entremezclada, una curiosa tesissobre la multiplicidad temporal, de la que el mejor ndice, en Deleuze, est dado por los innumerablestiempos -no siempre compatibles entre s-, operando en su obra, como si la inspiracin borgiana atravesara,no slo su aproximacin al tiempo, sino su propio camino.

    He aqu algunos fragmentos que componen el bizarro mosaico deleuziano del tiempo, con susrespectivas coloraciones: el presente como sntesis pasiva sub-representativa, o contemplacin contractante(Plotino, Hume); el pasado como Memoria ontolgica, Memoria-mundo, Cono Virtual (Bergson); el futurocomo retorno selectivo que rechaza el Sujeto, la Memoria, el Hbito (Nietzsche); la oposicin Aon/Cronos

    (estoicos); el tiempo del acontecimiento (Pguy, Blanchot); lo Intempestivo (Nietzsche); el tiempo comodesfase (Simondon); la Cesura y un tiempo que ya no rima (Hlderlin); el tiempo recobrado, el tiempopuro o reencontrado del arte (Plotino, Proust); el tiempo liberado de su subordinacin al movimiento (Kant

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    invirtiendo a Aristteles); el tiempo como Diferencia, o como Otro (Platn contra Platn); el tiempo comoPotencia, no como Finitud (Bergson contra Heidegger); el tiempo como afuera (Blanchot, Foucault).

    De esos tiempos o conceptos del tiempo que se despliegan en cascada vertiginosa a lo largo de los librosde Deleuze, irrigndolos de un lado a otro, algunas incoherencias saltan a la vista y parecen hacer estallarla obra que, sin embargo, los afirma simultneamente. Las bifurcaciones mayores suscitan en el lector uncuestionamiento: a fin de cuentas, Deleuze concibe el tiempo como contraccin o como escisin? Cmo

    pliegue o como despliegue? Cmo un trascendental o como un virtual? Se trata de un tiempo puro yvaco, o de un tiempo ontolgico, pleno de puntos singulares? Es un tiempo recto o rizomtico? Revelala interioridad o la exterioridad? del Todo o del Afuera? De la Forma o de la Potencia?

    La dramatizacin cinematogrfica.

    Las principales tesis de Deleuze sobre el tiempo, reaparecen de manera dramatizada en sus libros sobreel cine, donde conquistan una operatividad esttica que lanza una luz viva sobre su conjunto y suencadenamiento. Tomemos la idea ms enigmtica que organiza esos libros: el tema de la emancipacindel tiempo. The time is out of joint, exclama Hamlet. El tiempo est fuera de sus goznes! Qu significael tiempo salido de sus ejes, vuelto a s mismo, el tiempo puro y liberado? Primero es un tiempo liberado

    delmovimiento, es decir del movimiento centrado alrededor desueje, encadenado y orientado segn lasucesin de sus presentes encajados. Deleuze alude a un tiempo liberado de la tirana del presente que locurva, y en adelante disponible para las ms excntricas aventuras. Como dice Bruno Schulz en otrocontexto, el tiempo es un elemento desordenado que permanece disciplinado gracias a una preocupacinincesante, a un cuidado, a un control, a una correccin de sus excesos. Privado de esta asistencia,inmediatamente se inclina a las trasgresiones, a una salvaje aberracin, a travesuras irresponsables, a unapayasada amorfa. Schulz recuerda que todos llevamos una carga supernumeraria, que no alcanza acontener el tren de los hechos rodando sobre los dos rieles del tiempo. Para esta contrabanda preciosa quel designa como Acontecimiento, existen esas bandas laterales del tiempo, giros ciegos, donde elAcontecimiento permanece suspendido en el aire, errante, sin foco, en un entrelazamiento multilineal,sin antes ni despus, ni simultaneidad, ni por consiguiente; el murmullo ms ancestral y el futuro

    ms lejano comunican en un comienzo virginal. As, en el seno del tiempo continuo de los presentesencadenados (Cronos) se insina constantemente el tiempo amorfo del Acontecimiento (Aon), en su lgicano dialctica, impersonal, impasible, incorporal: la pura reserva, virtualidad pura que no deja de advenir.

    En este aspecto, Deleuze libera un procedimiento cinematogrfico que consiste en desligar las puntasde presente de su propia actualidad, subordinando ese presente a un acontecimiento que lo atraviesa ydesborda, en el cual justamente ya no hay ni pasado, ni presente, ni futuro, porque todos estn envueltosen el acontecimiento simultneo, inexplicable. En el Acontecimiento co-existen las puntas de presentedesactualizadas, o an, un mismo acontecimiento se distribuye en mundos distintos segn tiemposdiferentes, de tal manera que lo que es pasado para uno es presente para otro, futuro para un tercero -peroes el mismo acontecimiento (LAnne dernire Marienbad). Tiempo sideral o sistema de la relatividad,dice Deleuze, porque implica una cosmologa pluralista, donde un mismo acontecimiento se distribuye en

    versiones incompatibles entre una pluralidad de mundos. En lugar de un Dios que elige el mejor de losmundos posibles, un Proceso que pasa por todos, afirmndolos simultneamente. Es un sistema envariacin: siendo dado un acontecimiento, no abatirlo sobre el presente que lo actualizara, sino hacerlovariar en presentes diversos que pertenecen a muchos mundos, si bien, en un sentido ms genrico,pertenecen a un mismo mundo estallado. O, siendo dado un presente, no agotarlo en s mismo, sinoencontrar el acontecimiento por el cual comunica con los otros presentes en otros mundos, y caer msarriba en el acontecimiento comn donde todos estn implicados: Enmaraamiento Virtual.

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    1.- Habra que citar como excepcin reciente el extraordinario libro de S. Le Poulichet,LOEuvre du temps en psychanalyse,Pars, Payot et Rivages, 1994.

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    Suponemos una Memoria ontolgica gigante, constituida de capas o de arrumamientos de pasado,salidos de estratos que comunican entre s para hacer presin sobre una punta de presente como en unembudo. Algunos personajes de Resnais atraviesan as las edades del mundo, transversalizando o recreandoel Tiempo, cada vez, para las distancias y las proximidades entre los diversos puntos singulares de susvidas. Para continuar con una imagen cmoda, se podra pensar el tiempo como un pauelo: cada vez quese lo usa, se lo devuelve al bolsillo, plegndolo de modo diferente, de suerte que dos puntos lejanos que

    no se tocaban (como dos momentos de la vida alejados segn la lnea del tiempo) devienen ahoracontiguos, y an coincidentes, o al contrario, dos puntos antes vecinos se alejan irremediablemente. Comosi el tiempo fuese una gran masa de arcilla que transforma sus distancias a cada moldeado. Curiosatopologa donde asistimos a una transformacin incesante, a una modulacin que reinventa y hace variarlas relaciones entre las distintas capas y sus puntas centelleantes, cada transformacin crea algo nuevo,memoria plstica, siempre por hacer, siempre por venir. Masa de tiempo moldeable, o mejor, modulable,y a propsito de la cual Deleuze exclama, como un Crstobal Coln: es la Tierra, medio vital fangoso!Cuando el cine se hunde en este orden de coexistencia virtual inventa sus capas paradjicas, hipnticas,alucinatorias, indecidibles. En ese filn bergsoniano, la memoria deja de ser una facultad interior alhombre, y es el hombre quien, al contrario, habita al interior de una vasta Memoria, Memoria-Mundo, conouniversal gigante, multiplicidad virtual de la que nosotros somos slo un grado determinado de distensin

    o de contraccin. Y el filsofo y el cerdo, como en una especie de metempsicosis, retoman el mismo cono,la misma vida en diferentes niveles, dice gustosamente Deleuze.Entonces el tiempo debe ser concebido como un enmaraamiento ms bien que como una lnea, como

    tierra ms bien que como fluido, masa ms bien que flujo, coexistencia ms bien que sucesin, torbellinoms bien que crculo, variacin infinita ms bien que orden; as, ya no se trata de hacer que el tiempo, enserie, rehaga una conciencia -la conciencia del tiempo-, sino, ms bien, de la alucinacin. Locura de esetiempo salido de sus goznes, que no deja de tener relacin con el tiempo de los locos que se consideranigualmente salidos de sus goznes.

    Tiempo y locura.

    Cuando Deleuze habla del tiempo, siempre evoca una alteracin: tiempo descentrado, aberrante, salvaje,paradjico, flotante, o desfondado, hundido. No es abusivo considerar que la locura del tiempo, tal comola trabaja, comunica directamente con la temporalidad de la locura llamada clnica. Ahora bien, se sabeque buena parte de la literatura sobre las psicosis se encuentra completamente desprovista frente a lasmltiples figuras temporales que proliferan, a vuelo de pjaro, en la clnica. Pues, en razn de lanormatividad temporal de la que forzosamente son prisioneras, las teoras psy sufren el mal de abrazaresas perturbaciones. Es muy raro que se piense la temporalidad de la psicosis por una va que no sea la delmodo privativo. An en la aproximacin fenomenolgica o existencial de las psicosis -de Minkowski aMaldiney, pasando por Binswanger o Jaspers-, a pesar del indudable inters descriptivo que presenta, lamultiplicidad que se constata finita -privilegiando, por ejemplo, las estructuras del ser-en-el-mundo, latrascendencia, la anticipacin, el proyecto, a partir de un presente originario, etc.- por estar relacionada a

    un modelo ideal presupuesto. Pero tambin en la literatura estrictamente psicoanaltica, con rarasexcepciones, la no unicidad de la experiencia temporal psictica esta relacionada a su futuracin en eco,en la forma de representaciones atemporales1. De suerte que hay una inmanencia catica que es rechazadaa nombre de un en otra parte, no susceptible de ser asumido por el psictico. En una palabra, toda una

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    1.- G. Deleuze y C. Bene, Superposiciones, Pars, ditions de Minuit, 1979, p. 103

    2.- Id., ibid, p. 95-96

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    apologa de la historizacin, de la que el punto de apoyo es el yo histrico, como dira Piera Aulagnier.As, la temporalidad termina por ser identificada con la historizacin. A pesar de todo lo que estaperspectiva pueda tener de interesante, y de til, as como de necesario en el trabajo clnico, tiene elinconveniente de volver ms difcil la acogida de los devenires en la psicosis. La reflexin de Deleuze yGuattari, cuando ponen en oposicin los devenires y la historia, podra ayudar a repensar estaheterogeneidad temporal de la psicosis que vuelve a poner en cuestin el tiempo de la razn, an

    psicoanaltico.Deleuze lo dice claramente: la Historia es el marcador temporal del Poder1. La personas sueanfrecuentemente con comenzar o recomenzar de cero, y al mismo tiempo tienen miedo del lugar al quevan a llegar o al que van a caer. Siempre buscamos el origen o el desenlace de una vida, en una manacartogrfica, pero se desprecia el medio, que es una anti-memoria, donde se alcanza la velocidad msgrande. Este medio est compuesto de tiempos muy diferentes, que se comunican y se cruzan, y donde seencuentra el movimiento, el devenir, la velocidad, el torbellino2. La pregunta que se plantea es, entonces,muy simple: de qu figura temporal disponemos para pensar ese medio torbellinoso, esadesterritorializacin primera, esa multiplicidad virtual? De todas maneras, no podemos dejar de estarintrigados por el hecho de que ciertos fenmenos de disturbio psquico exponen, ms que otros, lavirtualidad pura en tanto que virtualidad, precisamente desligada de toda actualizacin centrada u

    orientada, abierta entonces a las incongruencias temporales que el cine igualmente, a su manera, exploraincesantemente, desde sus inicios.

    Imgenes de tiempo

    El cine, entonces, le habra servido a Deleuze para revelar algunas conductas del tiempo, dndoleimgenes diversas, evolutivas, circulares, espirales, declinantes, quebradas, salvadoras, desencadenadas,ilocalizadas, multivectoriales. Es el Tiempo como bifurcacin, desfase, brotamiento, oscilacin, escisin,modulacin, etc. Es plausible suponer qu el inters de Deleuze por el tiempo viene de una determinacinms radical, que deja entrever cuando subraya la ambicin del cine por investir, aprehender y reproducirlo propio del pensamiento. El pensamiento y el tiempo estaran, entonces, en una relacin de co-

    pertenencia indisoluble. En efecto, se desprende de los textos de Deleuze a propsito del tiempo, que elpensamiento no podra permanecer indiferente al proyect