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EL EMPIRISMO BRITÁNICO: JOHN LOCKE (1632-1704) Y DAVID HUME (1711-1776)
1. John Locke
1.1. Contexto histórico, sociocultural y filosófico
1.2. Vida, obras y problema fundamental.
1.3. Teoría del conocimiento.
1.4. Ética y política.
1.5. Repaso: conceptos clave
2. David Hume
2.1. Contexto histórico, sociocultural y filosófico
2.2. Vida, obras y problema fundamental
2.3. Teoría del conocimiento
2.4. Crítica a las ideas metafísicas
2.5. Ética (el sensualismo) y política
2.6. Repaso: conceptos clave
1. JOHN LOCKE
1. 1. Contexto histórico, sociocultural y filosófico
John Locke (1632-1704) vive en una época de grandes cambios dentro de la historia de
Inglaterra. Acontecen las Guerras Civiles inglesas entre monárquicos católicos y
parlamentaristas protestantes durante la década de 1640. Tras la victoria parlamentarista bajo
el mando de Oliver Cromwell, el rey Carlos I de Inglaterra es ejecutado en 1649,
estableciéndose una República hasta 1660, en la cual se funda la Commonwealth of England.
Locke es partidario de estas reformas. Tras la República, se restaura el poder absoluto del
monarca con Carlos II de Inglaterra. Durante su reinado nacen dos partidos políticos que
determinarán el futuro de Inglaterra: el partido Tory (conservador) y el partido Whig (liberal).
En 1689 acontece, bajo influencia de las ideas de Locke, la denominada Revolución Gloriosa:
Guillermo de Orange es proclamado rey bajo una monarquía parlamentaria, eliminándose
definitivamente el poder absoluto del monarca. Se proclama la Declaración de Derechos e
Inglaterra se transforma en la principal potencia colonial. En estas transformaciones políticas y
jurídicas también influye el pensamiento de Locke. El contexto histórico del resto de países
europeos está enmarcado en la Paz de Westfalia y el final de la cruenta Guerra de los Treinta
Años. El mapa político de Europa cambia completamente y aparecen las monarquías absolutas
de Luis XIV y Leopoldo I de Habsburgo, Emperador del Sacro Imperio, quien se ve
amenazado por el monarca francés y por las incursiones del Imperio Otomano en la ciudad de
Viena. En España comienza la decadencia de los Austrias con Felipe IV y Carlos II.
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La sociedad europea de la época se basa en estamentos, donde la nobleza y el clero
tienen un gran poder, pero subordinado al poder absoluto del rey (“el Estado soy yo” dice el
monarca francés Luis XIV). Una excepción a esto la representa Inglaterra, donde la nobleza es
la encargada de desplazar el pode absoluto del monarca. La vida social está caracterizada por la
expansión del protestantismo y otras creencias religiosas, muchas de ellas en forma de sectas.
En Inglaterra, el catolicismo es definitivamente derrocado con la expulsión de los reyes
absolutistas (la Casa Real de los Estuardo) y comienza un periodo de gran florecimiento de la
burguesía, clase social que es representada por la filosofía de Locke. Se fomenta la tolerancia
religiosa, que poco a poco irá extendiéndose a otros países. Comienzan migraciones
importantes a América del Norte, sobretodo de los puritanos ingleses (partidarios de
Cromwell), que asientan las primeras colonias. En el plano económico, las grandes potencias
practican el proteccionismo y el mercantilismo. En la Inglaterra de Cromwell se proclaman las
Actas de Navegación, un conjunto de leyes que avalan por el monopolio exclusivo del
comercio inglés. Locke es defensor del liberalismo político y el libre comercio (futuro
liberalismo económico). Esta transformación comercial convierte a Inglaterra en la primera
potencia económica que terminará desencadenando la Guerra de la Independencia de
E.E.U.U. En las artes destaca el estilo barroco, que se manifiesta en la música de Vivaldi y
Purcell, la poesía de Milton, la dramaturgia de Dryden, etc. En España destacan artistas
universales como el escritor Calderón de la Barca y el pintor Diego Velázquez. El escultor y
arquitecto Bernini se muestra como la máxima figura de la escultura y arquitectura barrocas.
Dentro de la filosofía inglesa, Locke es influenciado por el nuevo método inductivo de
Bacon. El punto de partida de su filosofía es la experiencia, la observación a través de nuestros
sentidos. También recibe especial influencia de Thomas Hobbes, tanto en el materialismo
mecanicista como en la filosofía política (Teoría del Contrato). En cierta medida, Locke es un
continuador de las ideas Bacon y Hobbes. En las ciencias naturales, Locke se vincula con las
ideas del físico atomista Robert Boyle, así como con los grandes científicos de la época:
Galileo y Newton. Considera la ciencia natural como un saber fundamental para alcanzar la
felicidad humana. Locke admite los principios mecanicistas de la ciencia moderna, pero se
considera algo escéptico respecto a la existencia de una realidad absoluta independiente de
nuestro conocimiento. Se opone así a la corriente racionalista, cuyos máximos representantes
son Descartes, Spinoza y Leibniz. Todos ellos defienden la existencia de ideas innatas en
nuestra mente, fundamento de todo nuestro conocimiento. En base a estas ideas, los
racionalistas crean grandes sistemas metafísicos. Locke criticará la ambición ilimitada de los
racionalistas, las ideas innatas, su dogmatismo en las especulaciones metafísicas, y pondrá un
límite a la razón. Esta disputa en torno a las ideas innatas se refleja en la discusión que
mantuvo con Leibniz, quien escribe su obra fundamental (Nuevos ensayos del entendimiento
humano) en oposición al empirismo de Locke. En su filosofía moral, Locke es influenciado por
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el deísmo, una concepción del cristianismo que abraza los ideales de la razón y los derechos
naturales, promoviendo la separación entre la Iglesia y el Estado. Locke se convierte en uno de
los principales representantes del deísmo y el ideal de libertad, que influirá posteriormente en
la Ilustración Francesa y Norteamericana.
1.2. Vida, obras y problema fundamental.
John Locke (Wrington 1632 – Essex 1704), filósofo, educador e importante teórico
político, es considerado el padre del empirismo y el liberalismo. Influenciado por la filosofía
de Descartes, Thomas Hobbes y las ciencias experimentales de la época, es el principal
precursor de las teorías políticas que desembocarán en la Declaración de Independencia de los
E.E.U.U. (1776) y, tras la Revolución Francesa, la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano (1789), base de los derechos humanos actuales. Toda la Ilustración europea del
siglo XVIII está determinada por su pensamiento. Su influencia se hizo notar especialmente en
los ilustrados franceses Voltaire, Montesquieu y Rousseau.
Su obra fundamental es Ensayo sobre el entendimiento humano, obra innovadora y muy
influyente. Debido a esta obra, Locke es considerado el padre del empirismo inglés y el primer
filósofo en fijar unos límites al conocimiento. En el ámbito educativo destaca su obra Algunos
pensamientos sobre la educación, donde desarrolla el modelo educativo individualista y liberal;
en el pensamiento político debemos nombrar Dos tratados sobre el gobierno civil y Carta sobre
la tolerancia. El problema fundamental de la filosofía de Locke lo podemos formular de la
siguiente manera: ¿de dónde provienen nuestras ideas de la mente? En el plano más político
y educativo (filosofía práctica), Locke se preocupa por el problema de la libertad ¿cómo
construir un Estado que salvaguarde la libertad y propiedad de los individuos que lo
integran?
1.3. Teoría del conocimiento.
Su producción filosófica más importante se encuentra en la ya citada obra Ensayo
sobre el entendimiento humano. En ella, compuesta de cuatro libros, se analizan las nociones
innatas de nuestra mente, las ideas en general (simples y compuestas), las palabras y el
conocimiento. Esta obra tuvo una enorme repercusión en toda la filosofía posterior hasta la
aparición del Idealismo Alemán. Locke parte de dos nociones fundamentales que lo separan del
racionalismo continental y, en general, de toda la filosofía anterior:
a) Por un lado nos habla de hechos, esto es, los datos que recibimos a través de nuestra
experiencia. Aquí Locke se acerca al sentido común de todos los mortales. Lo más
claro y evidente no es mi idea de yo, como pensaba Descartes, tampoco las nociones
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lógicas o matemáticas, sino todo lo que puedo sentir, palpar, es decir, mis objetos o
hechos de experiencia.
b) Por otro lado, Locke considera que la verdad de los hechos siempre está relacionada con
lo útil, es decir, no existen verdades absolutas, sino que toda verdad se relaciona con
principios de utilidad. Las verdades son siempre probables, como la utilidad, en mayor
o menor grado, pero nunca plenamente necesarias y absolutas.
Siguiendo estos preceptos, Locke parte de modo diferente al resto de filósofos
modernos que hemos tratado hasta ahora. Le interesa, en primer lugar, delimitar su campo de
estudio, el conocimiento. Igual que cada ciencia debería saber los límites y objeto de estudio, así
también debe ocurrir con la filosofía, que debe definir claramente lo que es conocimiento y
distinguirlo de aquello que no lo es.
Locke analiza el conocimiento de manera evolutiva y psicológica, usando el método de
las ciencias naturales de la época. Venimos al mundo con nuestra mente en blanco y, poco a
poco, se impregnan impresiones que van formando ideas. Las ideas de razón o ideas innatas, las
propias de la lógica y la matemática, no están virtualmente en nosotros desde que nacemos, sino
que son el resultado de un largo proceso. Por tanto, aquellas ideas que los racionalistas
Descartes, Spinoza y Leibniz habían considerado como más claras y verdaderas, como los
axiomas de nuestra mente, son para Locke y todo el empirismo posterior el resultado de un
proceso evolutivo que se gesta a través de la combinación de otras ideas más simples. De este
modo, lo que antes hemos visto en primer lugar, aparece aquí en último lugar. Es más, las ideas
matemáticas y lógicas son confusas (pensemos por ejemplo en la idea de infinito o en la propia
idea de verdad).
Puesto que nuestra mente, al venir al mundo, es como una tabula rasa (tabla rasa), las
ideas innatas que defendían los racionalistas son rechazadas. Pero ¿de dónde provienen nuestras
ideas? Locke responde: son efectos que nos producen los objetos externos. Es decir, la primera
causa de nuestras ideas hay que buscarla en el exterior, en la experiencia con el mundo. Este
tipo de experiencia se puede denominar experiencia externa o sensación, que, apoyándose en
los sentidos, forma ideas como “rojo”, “amargo”, o ideas más abstractas como “caballo”,
“libro”, etc. En la experiencia externa el sujeto de conocimiento se comporta pasivamente,
recibiendo información del exterior. Pero además, existe otra experiencia que aparece más tarde
en nosotros. Locke la denomina experiencia interna o reflexión. Mediante la experiencia
interna el sujeto, activamente, construye ideas como “amor”, “libertad, “número”, etc., ideas
que no podemos sentir a través de la experiencia externa, pues no están en el mundo, sino que
son construcciones de nuestra mente. Según Locke, los racionalistas se habrían dejado llevar
sólo por la experiencia interna, la reflexión, desconfiando y dejando de lado la otra, la sensación
o experiencia externa, que para los empiristas es mucho más importante.
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Locke también distingue entre cualidades e ideas. Las cualidades vienen del exterior,
son poderes o potencias que poseen los objetos externos. Por el contrario, las ideas son la
puesta en acto en nuestra mente de estas potencias. Locke identifica las cualidades con las
capacidades de alguien o algo, mientras que las ideas son percepciones, pensamientos o
conocimientos. Las cualidades, a su vez, pueden ser primarias o secundarias. Las cualidades
primarias (solidez, extensión, forma, movimiento, etc.) están en los objetos, son las cualidades
de la materia, mientras que las cualidades secundarias (olor, color, sonido, gusto, etc.),
provienen de las cualidades primarias, pero se transforman en representaciones subjetivas de
nuestra mente. No son verdaderas cualidades, pues no se corresponden con los objetos, sino con
nuestras percepciones de los mismos.
Por último, Locke distingue entre ideas simples y complejas. Las ideas simples son
como los átomos de nuestra mente, las tenemos de forma pasiva, los objetos son sus causantes
últimos (experiencia externa), aunque algunas veces provienen de nuestro interior. Las ideas
complejas resultan de la combinación de las ideas simples, combinación que realiza el sujeto
activamente (experiencia interna). Existen tres tipos de ideas complejas: modos, sustancias y
relaciones. Los modos son las propiedades y características de las sustancias (belleza,
inteligencia, cobardía, etc.) y las entidades lógicas y matemáticas; las sustancias son los
soportes de los objetos, que Locke los identifica con una materia organizada (materialismo);
las relaciones son comparaciones y combinaciones de unas ideas con otras.
De todo esto podemos concluir que tenemos un sistema realista y materialista que se
opone al idealismo de Descartes. El método cartesiano, sin embargo, sigue estando presente en
algunos aspectos del empirismo de Locke. Este es el caso del análisis (2ª regla de Descartes).
Igual que la química analiza lo inorgánico, la filosofía de Locke analiza la mente humana
pasando por las diferentes etapas de su formación. No obstante, esta filosofía también parte de
un principio incuestionable, un axioma fundamental del empirismo: nihil est in intellectu quod
non antea fuerit in sensu (nada está en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos ).
Vemos, pues, como el propio Locke es presa de aquello que él mismo se proponía criticar, pues
este principio no parece provenir de la experiencia. Precisamente Leibniz refuta esta tesis
afirmando que nada está en el intelecto que no haya estado antes en los sentidos excepto el
intelecto mismo, dándonos a entender que la propia tesis del empirismo es un principio que
proviene de la razón, y no de los hechos de experiencia.
1.4. Ética y política.
En el Reino Unido, fueron los propios aristócratas quienes, ya desde la Edad Media,
habían asimilado una mentalidad burguesa, es decir, emprendedora, pragmática y optimista.
Con la Revolución Gloriosa de 1689 se instauró la primera democracia moderna, donde el
Parlamento aristócrata tenía el exclusivo protagonismo, pero que avalaba por la seguridad y
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libertad de sus ciudadanos, conceptos fundamentales en Locke, quien es el principal teórico de
esta nueva forma política, opuesta al absolutismo del monarca. Aquí tenemos que destacar sus
obras sobre educación y política (Dos tratados sobre el gobierno civil, Carta sobre la
Tolerancia, Algunos pensamientos sobre la educación, etc.) que desarrollan los principios
fundamentales de la mentalidad burguesa y capitalista. Según Locke, todo Estado se debe
basar en la propiedad privada, pues el Estado surge por una necesidad natural, que es arropar
al ser humano en la posesión de lo que tiene, empezando por sus principales facultades
corporales y espirituales. A esa propiedad originaria se le deben añadir otras, que el hombre
adquiere a través del trabajo y el esfuerzo. La libertad es aquí entendida como el uso libre y la
conservación de nuestras propiedades y facultades personales. La libertad de pensamiento es,
como en Spinoza,, un principio fundamental que emana de la ley natural misma. La ley natural,
es decir, la ley moral racional enviada por Dios (Deísmo) que todos los humanos tenemos, no
sólo nos dicta conservar nuestra propiedad y libertad, sino también ser felices y obedecer las
leyes del Estado. El Estado, mediante la ley, no debe imponer ninguna religión ni ideología,
sino simplemente garantizar la libertad del individuo, pues sólo de esta manera vivirá seguro.
Los Estados, por ley natural, no deben esclavizar a los individuos; éstos deben moverse con
total libertad. En caso de que el Estado viole estos principios, es legítima una revolución
violenta para garantizar la libertad. Por otro lado, el poder político no debe ser hereditario.
Locke critica la institución monárquica por basar su legitimidad en el mandato divino. El
hecho de que gobiernen unas familias exclusivamente no parece fundamentarse en ningún
principio racional. A través de la racionalidad, es perfectamente legítimo que la sucesión de
gobernantes no se fundamente en la herencia, sino en el pacto o contrato. No ocurre así en el
caso de la herencia económica, donde Locke se muestra un claro defensor de su permanencia.
La herencia económica sí es legítima puesto que el trabajo, en este aspecto, se entiende como
una empresa familiar.
Junto con estos preceptos, Locke es de los primeros filósofos en formular la división de
poderes en el Estado, donde el poder legislativo no puede, de ninguna manera, coincidir con el
poder ejecutivo. Aquél que tiene el mando del gobierno o poder ejecutivo (cargo no heredado
sino elegido por consenso en el Parlamento) no puede ser al mismo tiempo quien crea las leyes
(poder legislativo) y juzga (poder judicial). Importante en su filosofía política es también la idea
de tolerancia religiosa. Por medio de la fuerza no se puede convencer a nadie a seguir cierta
ideología o creencia. Cada ser humano es libre de adoptar las creencias que considere
oportunas. Venimos al mundo libres y “limpios” por ley natural (recordemos que para Locke
nacemos con la mente al modo de una hoja en blanco). Sólo nosotros tenemos el derecho a
ejercer poder sobre nuestra persona. El principio de tolerancia, pues, es fundamental en el
liberalismo de Locke. En relación con ello, la filosofía de la educación de Locke se posiciona
directamente contra cualquier forma de dogmatismo. El tipo de educación que defiende es la
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del maestro antidogmático, que deja desarrollar libremente las capacidades del alumno. Esta
posición relativa a la pedagogía será más tarde adoptada y ampliamente desarrollada por
Rousseau. Así como el maestro no debe inculcar ninguna idea al discípulo que no haya pasado
por el filtro de la crítica racional, así el Estado y sus gobernantes, a un nivel social, no deben
fomentar ningún tipo de idea a seguir, pues representaría una forma de dogmatismo. El Estado
debe ser siempre neutral.
1.5. Repaso: conceptos clave
EXPERIENCIA, RAZÓN FINITA, IDEAS SIMPLES, ESPÍRITU PASIVO, IDEAS
COMPLEJAS, ESPÍRITU ACTIVO, SUSTANCIA, CUALIDADES PRIMARIAS,
CUALIDADES SECUNDARIAS, LIBERTAD, PROPIEDAD, SEPARACIÓN DE PODERES,
LEY NATURAL, TOLERANCIA.
2. DAVID HUME
2.1. Contexto histórico, sociocultural y filosófico
Hume se inscribe en el siglo XVIII, siglo de grandes cambios en la mentalidad europea,
en parte determinados por las revoluciones inglesas del siglo anterior. El siglo comienza con la
Guerra de la Sucesión española (1700-1714) que enfrenta a la Casa de los Habsburgo
(Austria) y la Casa de los Borbones (Francia) por la sucesión del trono de España. Finalmente,
Felipe V de Borbón será el sucesor del rey español Carlos II de Austria. A mediados de siglo
tiene lugar la Guerra de los Siete Años (1756-1763), que enfrenta a las principales potencias
europeas: Prusia y Gran Bretaña contra Austria, España, Francia y Rusia. Es una guerra colonial
cuyas consecuencias desencadenarán la Guerra de la Independencia de E.E.U.U. (1775-
1783), provocada por la negativa de los colonos ingleses asentados en Norteamérica a pagar los
impuestos de guerra a Gran Bretaña. La Declaración de Independencia de E.E.U.U. de 1776
es el resultado de la guerra, donde nace la primera nación republicana con una Constitución
propia: E.E.U.U. En Gran Bretaña destacan los reyes Jorge I, II, y III, todos ellos de la Casa de
Hannover, continuadores de la monarquía parlamentaria establecida en 1689 (Revolución
Gloriosa). El interés de Hume por la historia de su país se hace patente en la Historia de
Inglaterra. Hume, como Locke, es un claro defensor del parlamentarismo.
El siglo XVIII representa en el ámbito político el fin del absolutismo y el comienzo del
despotismo ilustrado, teniendo como representantes a Carlos III de España, Federico II de
Prusia, Catalina la Grande de Rusia y José II de Austria. El despotismo ilustrado mantiene la
forma del Antiguo Régimen pero dando un papel preponderante a la razón y fomentando la
cultura y la educación. Su lema es “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. En el siglo XVIII
también se aplican políticas de tolerancia religiosa y reformas agrarias, manifestándose el
acercamiento entre el monarca y el pueblo. Con la Independencia de E.E.U.U. aparece la
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primera Declaración de Derechos del Hombre de la historia. En Europa surgen los primeros
movimientos feministas, y la burguesía gana mucho protagonismo, sobretodo en economía y
cultura, organizándose en salones y academias junto a la alta aristocracia. En economía destaca
el sistema francés denominado fisiocracia (Quesnay, Turgot) y posteriormente el liberalismo
económico de Gran Bretaña (Adam Smith y David Ricardo), éste último apoyado por David
Hume. En la política inglesa destaca el parlamentarismo y el liberalismo político, constituidos a
partir de las ideas de Locke en base a la separación de poderes. Hume también es partidario de
esta forma de gobierno, opuesta al despotismo y absolutismo continentales.
En las bellas artes acontece el fin del barroco, el auge del rococó y, posteriormente, el
neoclasicismo. En música destacan Bach, Haydn, Mozart y Gluck. Es un siglo donde aparece
la ópera como nuevo género musical. En literatura debemos destacar a los escritores británicos
Jonathan Swift y Laurence Sterne, los poetas y dramaturgos alemanes F. Schiller y Goethe,
el dramaturgo español Leandro Fernández de Moratín, etc. En poesía inglesa sobresale la figura
de Alexander Pope, mientras que en arquitectura se plasma el estilo clásico de la Edad Antigua
a raíz del descubrimiento de Pompeya y Herculano.
En ciencia y filosofía, el siglo XVIII aporta muchas innovaciones. El siglo XVIII es el
siglo de la Ilustración y el Enciclopedismo. También se denomina el Siglo de las Luces, por ser
un siglo que busca la iluminación y el conocimiento a través de la ciencia, la técnica y el
argumento racional. En filosofía continúa la disputa entre el racionalismo continental
(Leibniz, Wolff) y el empirismo anglosajón (Locke y Berkeley). Hume se inscribe dentro del
empirismo, en la rama más radical, que desembocará en el escepticismo. Es discípulo de Locke
y Berkeley, aunque critica a ambos autores por considerarlos poco consecuentes con sus ideas.
En Francia la Ilustración presenta figuras claves del pensamiento, como Diderot, Voltaire,
Rousseau, Montesquieu (autores que participan en la Enciclopedia). Con algunos de ellos tuvo
contacto Hume, siendo éste la máxima figura de la denominada Ilustración escocesa. Algunos
autores ilustrados franceses fueron materialistas y ateos (materialismo francés) movimiento
que no fue apoyado por Hume debido a su crítica al concepto de sustancia y de materia. En
América debemos destacar la Ilustración Norteamericana con figuras de la talla de Thomas
Jefferson y Benjamin Franklin (padres de la Constitución estadounidense). La máxima figura
de la Ilustración española es Gaspar Melchor de Jovellanos. El siglo XVIII también es el siglo
de las ciencias naturales y humanas. En física destaca la figura de Newton, a quien Hume
pretende imitar con su mecanicismo psicológico. También destaca Laplace. En matemáticas,
Euler, d’Alembert y Bernoulli. En el Siglo de las Luces nacen nuevas ciencias naturales: la
química de la mano de Lavoisier, la zoología de Lamarck. En ciencias humanas nace la
arqueología (Winckelmann) y la historia es ampliamente desarrollada, destacando la Escuela
Escocesa (Edward Gibbon, Adam Smith y David Hume) y el movimiento antiilustrado de G.
Vico y J. G. Herder.
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2.2. Vida, obras y problema fundamental
El filósofo, historiador y economista escocés David Hume (Edimburgo 1711- Íbidem
1776) representa la culminación del empirismo y uno de los críticos del pensamiento
metafísico más importantes que ha habido. Es la figura más importante de la Ilustración
escocesa y su influencia es notable en el utilitarismo, positivismo, positivismo lógico y la
filosofía analítica del siglo XX. Su pensamiento también se relaciona con la fenomenología de
Husserl, una de las corrientes más importantes de la filosofía contemporánea. Sus influencias
más importantes las recibe de los empiristas John Locke, George Berkeley y la mecánica
clásica de Isaac Newton (1643-1727).
El problema fundamental de Hume es crear una ciencia del ser humano tan exacta
como la física newtoniana. Igual que Newton había formulado la ley universal a la que están
sometidos todos los objetos físicos (la ley de la gravitación universal), Hume aspira a descubrir
una ley universal para todos los elementos psíquicos de la mente humana. El intento de llevar a
cabo esta tarea fracasará en un rotundo escepticismo gnoseológico. Sus obras más importantes
son Tratado de la naturaleza humana (1739), Investigación sobre el entendimiento humano
(1748), Investigación sobre los principios de la moral (1751), Historia de Inglaterra (1754-62)
y Diálogos sobre la religión natural (1779).
2.3. Teoría del conocimiento
Su teoría del conocimiento se expone principalmente en el Tratado de la naturaleza
humana y la Investigación sobre el entendimiento humano. Hume es partidario, como Locke,
del atomismo psicológico, es decir, nuestra mente se puede reducir a partículas elementales
simples que provienen de la experiencia. Sin embargo, critica el materialismo así como el
concepto de “sustancia” desarrollados por Locke. Para Hume lo único que existe son nuestras
percepciones, es decir, vivencias personales. Los objetos externos quedan reducidos así a la
nada. Pero Hume va más allá, cuestionando incluso la sustancia portadora de nuestras
percepciones, es decir, el sujeto o yo (punto de partida de la filosofía de Descartes). Lo único
que existe va a ser una sucesión temporal de percepciones. La filosofía de Hume derivará así en
un escepticismo gnoseológico en el cual no existe ni el sujeto, ni el objeto de conocimiento, ni
res cogitans ni res extensa. El problema de la relación entre ambos quedaría así resuelto, pues
dejarían de existir. Sin embargo, sigue en él presente el intento de explicar el origen de nuestras
ideas mentales.
En la teoría del conocimiento de Hume sólo existen, como acabamos de decir,
percepciones o, lo que es lo mismo, representaciones. Las percepciones no existen en nada, y
tampoco imitan algo modélico o real. Lo único que hay son representaciones, pues el sujeto, el
objeto, la materia, la sustancia, lo externo o lo interno son siempre representaciones. La
pregunta metafísica ¿qué es la realidad? la responde Hume diciendo: la realidad son
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representaciones. Éstas se dividen en dos clases: a) impresiones, b) ideas. Las impresiones son
las vivencias actuales, inmediatas, son representaciones fuertes y directas, por ejemplo el acto
de tocar una tecla en este momento, o ver este color determinado ahora. Las ideas, por el
contrario, son copias de las impresiones, son, por tanto, representaciones débiles, mediatas;
serían como representaciones de otras representaciones (las impresiones).
Las impresiones y las ideas pueden ser, a su vez, simples o complejas. Existen, pues,
cuatro tipos de percepciones: impresiones simples e impresiones complejas, ideas simples e
ideas complejas. Impresiones simples son el acto de percibir este sonido, este color, este sabor
(pues estas impresiones no se pueden descomponer más). Impresiones complejas serían el acto
de percibir una mesa, a Luis, un gato…Es decir, estas últimas se pueden descomponer en
impresiones más simples. Forman, por tanto, un conjunto de impresiones más elementales. El
gato, por ejemplo, se puede descomponer en las impresiones de color blanco, color negro, forma
determinada, maullido que realiza, etc. Por su parte, una idea es mi representación mental, en
ausencia de la impresión, de esa misma impresión. De este modo tenemos que una idea simple
correspondería a mi imagen mental, en ausencia del acto de percibir, de un color determinado,
por ejemplo, el rojo, mientras que la idea de mesa o casa, o el mismo gato, serían ideas
complejas, pues se compondrían de muchas ideas más elementales. Para distinguir impresiones
e ideas podemos afirmar que la impresión es siempre un acto de percepción presente, mientras
que una idea es una imagen o copia de ese acto de percepción.
Pero, ¿cómo se forman las impresiones y cómo se forman las ideas?, ¿cómo pueden
derivarse de las impresiones las ideas? Las impresiones se forman gracias a la facultad de
nuestros cinco sentidos. Esta facultad es el origen de todas nuestras vivencias y de todo el
conocimiento. Es la tesis más importante del empirismo. Los sentidos comienzan por tener
impresiones simples y, más tarde, mediante la repetición temporal, es decir, la costumbre, y
la organización, se producen impresiones más complejas y se forman las ideas. Para ello son
necesarias dos facultades muy importantes en la teoría del conocimiento de Hume: la memoria
y la imaginación. La memoria constituye la parte pasiva o receptiva del conocimiento,
mientras que la imaginación constituye la parte activa o constructiva. Gracias a la memoria y
la imaginación no sólo percibimos impresiones complejas como Luis, sino que tenemos una
idea de Luis. Ambas facultades son el origen de todas nuestras ideas. La finalidad de la
memoria es retener ideas, y la finalidad de la imaginación es organizarlas, combinarlas y crear
nuevas. Sin la imaginación, nuestra mente sería un caos de ideas desconectadas entre sí: no
habría experiencia. En la imaginación encontramos las leyes de asociación de ideas: ley de
semejanza, ley de contigüidad y ley de causa y efecto.
2.4. Crítica a las ideas metafísicas y al principio de causalidad.
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Una vez explicados los dos principios más importantes de la teoría del conocimiento de
Hume, las impresiones y las ideas, podemos pasar a exponer su crítica a las ideas metafísicas.
Esta crítica parte del criterio de verdad adoptado por Hume, prácticamente el opuesto al
adoptado por Descartes y los racionalistas. Según este criterio, una idea es verdadera cuando es
una copia fiel de una impresión. Por ejemplo, la idea de Congreso de los Diputados es verdadera
si existe una impresión que le corresponda. Por tanto, debe existir una correspondencia entre
impresiones e ideas para que éstas últimas sean verdaderas. Cuánto más simple sea una idea,
más verdadera será, pues Hume considera las impresiones simples lo más inmediato y
primigenio de nuestro conocimiento (todo lo contrario a Descartes, quien había cuestionado los
sentidos). Si entonces ahora imagino ideas tales como Dios, alma, yo, libertad, materia etc.,
compruebo que no se corresponden con ninguna impresión, pues nadie puede sentir impresiones
de Dios, el alma, el yo, la libertad, la materia, igual que sentimos el color blanco de este papel.
Las ideas metafísicas son tan complejas, que han perdido todo contacto con la realidad
empírica. Tales ideas serán descartadas por Hume por ser falsas (van más allá de nuestros
sentidos).
A partir de su criterio de verdad, Hume distingue dos tipos de conocimientos: las
cuestiones de hecho y las relaciones de ideas. Las cuestiones de hecho son conocimientos
empíricos, es decir, conocimientos cuyas ideas corresponden con la experiencia, con
impresiones. Por ejemplo, decir “el hielo está frío” sería una cuestión de hecho. Sin embargo,
las relaciones de ideas son conocimientos más abstractos, donde no encontramos ninguna
correspondencia en la realidad. Los principios de la lógica, las matemáticas, las ideas
metafísicas o los conocimientos políticos como “la libertad es buena”, serían relaciones de
ideas, pues lo que se dice aquí no corresponde con ninguna impresión de la experiencia (que la
libertad es buena nuestros cinco sentidos no lo pueden percibir).
Respecto al principio fundamental de las ciencias, el principio de causalidad, que se
apoya en la existencia de una conexión necesaria entre un efecto (antecedente) y una causa
(consecuente), Hume sostiene que tampoco hay una impresión que le corresponda. Por ejemplo,
si yo percibo la impresión de fuego y a continuación percibo calor, no puedo concluir que exista
una conexión necesaria entre el fuego y el calor y que el fuego sea la causa del calor. No hay
impresión que corresponda a las ideas de “causa”, “efecto” y “conexión necesaria”, sino que
éstas son producto de mi imaginación. Yo sólo percibo dos impresiones de manera sucesiva, y
por medio de la costumbre, me formo una creencia, la que dice que cuando hay fuego, hace
más calor. La ley de causalidad, una de las leyes más importantes de las ciencias naturales y la
filosofía racionalista, sería en realidad una creencia que tenemos respecto a la relación de
objetos y en ningún modo una necesidad absoluta. Las verdades de la ciencia no son necesarias,
sino sólo probables. La verdad es siempre una cuestión de costumbre y probabilidad. De una
repetición de casos no podemos tampoco concluir una teoría universal (crítica a la inducción).
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Nada impediría que en el futuro, a una impresión no le siga su impresión correspondiente, o
incluso que cosas que para todos son evidentes, como que el Sol saldrá mañana, algún día
fallen. En este punto, Hume se da cuenta que el proyecto de hacer una ciencia como la física
newtoniana ha fracasado.
2.5. Ética (el sensualismo) y política
Según Hume, a diferencia del conocimiento, que trata de cómo son las cosas, la ética
trata de cómo deberían ser. Existe así una clara diferencia entre el ser y el deber ser. El ser se
relaciona con la naturaleza, el deber ser, con las costumbres. La ética de Hume es una ética
material y una ética de fines. Puede denominarse ética sensualista o emotivista. Su punto de
partida no va a ser la razón, como pensaron Platón, Aristóteles y los autores racionalistas
modernos. Esto quiere decir que para Hume, el bien o el mal o incluso la justicia, no se pueden
explicar racionalmente. La ética de Hume, como su teoría del conocimiento, quiere apoyarse en
lo más evidente: nuestras impresiones. La razón es incapaz de fundamentar la moral porque se
apoya en conceptos abstractos que no corresponden a ninguna impresión (conceptos
metafísicos). Además, la razón no puede dominar los sentimientos. Somos esclavos de nuestras
pasiones; los sentimientos son lo que nos determinan a obrar. La moral es un producto de la
experiencia, la experiencia que tenemos con dos sensaciones muy concretas: el placer y el
dolor. Todos nuestros sentimientos pueden reducirse a estas sensaciones simples. Lo bueno se
identifica con el placer y lo malo con el dolor. Los valores morales, por tanto, tienen un claro
contenido, pues se construyen a partir de sensaciones. Esto hace que la ética de Hume sea una
ética material. También es una ética de fines porque la meta o fin de nuestra vida será alcanzar
el máximo de placer y el mínimo de dolor.
Esta concepción, heredera del filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679), y con
antecedentes en la filosofía griega (hedonismo o epicureísmo) hace de la moral una cuestión
subjetiva, intransferible e individual. Este individualismo moral, sin embargo, no es tan radical
como podría parecer. Un elemento fundamental del sensualismo ético de Hume es el
sentimiento de simpatía. Este sentimiento hace que nos inclinemos hacia los demás, a que
consideremos el bien colectivo por encima del bien individual. La justicia misma es un producto
del sentimiento de simpatía. Gracias a él también podemos definir lo útil. Lo útil es siempre lo
beneficioso para la mayoría. Podemos comprobar que existe una inclinación natural en todos los
hombres a ser beneficiosos con los demás, a amar a la humanidad. Esto no es un precepto moral
sino un sentimiento. Del mismo principio de utilidad también se van a construir, según Hume,
todas las costumbres y creencias humanas. Las normas de conducta de cada pueblo se apoyan
en él. La filosofía política de Hume, por tanto, se desarrolla a partir del principio de utilidad y
las ideas liberales desarrolladas por Locke.
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