El Corazon Sacerdotal de Jesus

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Editorial El Reino Juan León Dehon EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Treinta y tres meditaciones destinadas especialmente a los sacerdotes y a los clérigos (1907) A la devoción al Sagrado Corazón, lo mismo que a la Eucaristía, pueden aplicarse estas palabras del libro de la Sabiduría: Panem de coelo praestitisti eis, omne delectamentum in se habentem: Es un pan del cielo que tiene toda clase de gustos. Esta devoción, como el maná del desierto y el maná eucarístico, es un alimento celestial que contiene todos los sabores espirituales y que se adapta maravillosamente a todas las almas, cualesquiera que sean sus necesidades, su condición, su atractivo particular. La devoción al Sagrado Corazón está relacionada con todos los misterios y estados de Nuestro Señor, todos los cuales los explica con esta sola palabra: Amor. Si los fieles encuentran en esta devoción todos los motivos de su confianza y todos los alientos para la virtud, los sacerdotes encontrarán en ella el ideal de la vida sacerdotal y el modelo al que deben asemejarse.

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Editorial

El Reino

Juan León Dehon

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SACERDOTALDE JESÚS

Treinta y tres meditacionesdestinadas especialmente

a los sacerdotes y a los clérigos

(1907)

A la devoción al Sagrado Corazón, lomismo que a la Eucaristía, pueden aplicarseestas palabras del libro de la Sabiduría:Panem de coelo praestitisti eis, omnedelectamentum in se habentem: Es un pandel cielo que tiene toda clase de gustos. Estadevoción, como el maná del desierto y elmaná eucarístico, es un alimento celestialque contiene todos los sabores espirituales yque se adapta maravillosamente a todas lasalmas, cualesquiera que sean sus necesidades,su condición, su atractivo particular.

La devoción al Sagrado Corazón estárelacionada con todos los misterios yestados de Nuestro Señor, todos los cualeslos explica con esta sola palabra: Amor.

Si los fieles encuentran en esta devocióntodos los motivos de su confianza y todoslos alientos para la virtud, los sacerdotesencontrarán en ella el ideal de la vidasacerdotal y el modelo al que debenasemejarse.

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EL CORAZÓN SACERDOTAL

DE JESÚS

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Juan León Dehon

EL

CORAZÓN

SACERDOTAL

DE JESÚS

Treinta y tres meditaciones destinadas

especialmente a los sacerdotes y a los clérigos

(1907)

EDITORIAL EL REINO

TORREJÓN DE ARDOZ (MADRID), 2010

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2.ª edición española de la obra de L. DEHON, Le Coeur Sacerdotal de Jésus,

en Oeuvres Spirtuales 2. Centro General de Estudios scj. Dehoniane Roma 1983,

pp. 517-626; a partir de la traducción de Germán Jiménez Imaz.

© Editorial El Reino, 2010

La Morera, 23-25 - 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid)

ISBN: 84-85017-57-9

Depósito Legal: M. 26.884 - 2010

Printed in Spain

Imprime: Gráficas Dehon. Torrejón de Ardoz

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PRESENTACIÓN

Madrid, 11 de junio de 2010,

Solemnidad del Corazón de Jesús

Prot. nº 42/2010

Queridos hermanos:

Una nueva edición de la obra del venerable Padre León Dehon “El Corazón sacerdotal de Jesús”, publicada por él en 1907 –y editadapor primera vez en español a mediados del siglo pasado–, la publica hoynuestra Provincia española con motivo de la solemnidad del Corazón deJesús del presente año 2010.

Además de ser ésta la fiesta del Titular de nuestra Congregación reli-giosa, es la Jornada de Oración por la Santificación del Clero, desde queel siervo de Dios Juan Pablo II así lo dispusiera.

“El Corazón sacerdotal de Jesús”, que el Padre Dehon subtituló “33 meditaciones destinadas particularmente a los sacerdotes y a los clé-rigos”, se publica nuevamente entre nosotros en una fecha que bien mere-ce ser destacada: la que clausura en toda la Iglesia el Año sacerdotal esta-blecido por el Papa Benedicto XVI con ocasión del 150º aniversario de lamuerte de san Juan María Vianney, el Cura de Ars. Como para que la lec-tura de las inspiradas páginas del Padre Dehon sobre Jesucristo sacerdote yel sacerdocio ministerial pueda ayudar a que las semillas sembradas ennosotros durante ese Año den frutos de santidad para gloria del Señor entodos nosotros.

Fue la Comisión de Comunicación y Publicaciones de nuestraProvincia la que, en su reunión de octubre de 2009, acordó la propuesta de

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publicación de esta obra dehoniana, que sería aprobada por el Gobiernoprovincial el día 14 de diciembre siguiente. El trabajo conjunto de los PP.Vicente Muñoz y Juan José Arnáiz, con oportunas ayudas, ha permitido queen un tiempo razonablemente breve pueda hoy ofreceros a todos este libro:con una traducción, si no del todo nueva, sí muy renovada respecto a la quehiciera D. Germán Jiménez Ímaz para la mencionada primera ediciónespañola.

El original en francés de la obra lleva por título: “Le Coeur sacerdotalde Jésus. Trente-trois méditations destinées particulièrement aux Prêtres etaux Clercs”, y figura como autor el “M.R.P. DEHON, Superior General delos Sacerdotes del S. Corazón de Jesús”; el texto puede encontrarse en elvolumen 2º de sus Oeuvres Spirituelles, cuya paginación se incluye ennuestra edición.

Deseo que la publicación de una nueva obra de nuestro Fundador encastellano contribuya a reforzar la identificación con su persona y con suespiritualidad en todos nosotros.

Jesús Valdezate Soto, scjSuperior Provincial HI

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LA OBRA

El Corazón sacerdotal de Jesús no puede ser considerada, ciertamen-

te, como una obra teológica y espiritual de actualidad; y no sólo por los más

de cien años transcurridos desde que el venerable Padre Dehon la publica-

ra –como de costumbre, en una editorial de prestigio, en este caso, la de H.

& L. Casterman, de Tournai, en 1907–, sino porque la teología y la espiri-

tualidad del ministerio sacerdotal se han desarrollado mucho desde enton-

ces: especialmente, por los trabajos que cristalizaron en el Decreto

“Prebyterorum ordinis” sobre el ministerio y la vida de los presbíteros,

aprobado la víspera de la clausura del Concilio Vaticano II (el 7.12.1965),

por la fuerza del Decreto mismo y por toda la reflexión teológica y el

Magisterio posteriores.

Sin embargo, para nosotros la obra sigue siendo un tesoro, como de

nuestro Fundador. Con el fin de motivar su lectura y meditación, entre la

presentación del P. Provincial y la Introducción del propio Padre Dehon,

los encargados de esta edición hemos creído oportuno ofrecer algunas

citas del texto que sirvan a los lectores como para tomar el pulso de lo

que van a encontrarse en la obra. Lo haremos con sobriedad, pues son

muchos más los lugares que nos han llamado la atención durante nuestro

trabajo.

• “Toda su vida [la de Jesús] fue adoración y amor, desde el abati-

miento de la Encarnación hasta la muerte en cruz: inmolación exte-

rior por el sufrimiento, la humillación, la pobreza; humillación

interior por el amor y la adoración” (Introducción).

• “El Corazón sacerdotal de Jesús es el órgano de un culto perfecto

de amor, de adoración, de gratitud, de reparación y de adoración a

Dios Padre” (6ª meditación).

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• “Las disposiciones del Corazón de Jesús durante su infancia y

juventud eran completamente sacerdotales. Ofrecía a su Padre un

sacrificio perfecto. Pero, conforme a la economía por él adoptada,

podemos pensar que sólo se miraba como un sacerdote en prepa-

ración. Crecía en gracia, en sabiduría” (7ª meditación).

• “Era necesario llevar la verdad a las inteligencias, enseñar; luchar

contra el imperio del pecado, exhortar; ganar los corazones y unir-

los a Dios con los lazos del amor, revelar a los hombres este amor,

darles a conocer al Padre celestial y a su enviado, inspirarles con-

fianza en la divina bondad” (10ª meditación).

• “Al ver el abandono en que se encontraban las muchedumbres,

decía Jesús: ‘¡Qué mies tan abundante! Pero faltan obreros.

Pidámoselos a mi Padre’. Y oraba por nuestra vocación y por nues-

tro ministerio” (ibid.).

• ”Y el Señor daba a sus enseñanzas una invencible autoridad con la

santidad de su vida, con el encanto de su palabra, con la unción de

la gracia de que estaba penetrado. ¿Cómo es nuestra predicación.

¿Tiene un fondo serio? ¿Se sirve lo suficiente de los grandes moti-

vos de la esperanza y el temor? ¿Está apoyada en la santidad de

nuestra vida? No basta instruir y exhortar; es preciso ganar los

corazones y unir los hombres a Dios con las ligaduras del amor”

(ibid.).

• “¡Sacerdotes, daos a las obras antiguas y modernas! Ayudad a la

prensa popular. Favoreced los círculos de estudios, las conferen-

cias, los ejercicios que forman apóstoles. Id al pueblo por el méto-

do apostólico unido al método administrativo; id al pueblo por la

reivindicación de la justicia y del derecho en su favor; id al pueblo

favoreciendo sus intereses, sus honestas diversiones” (26ª medita-ción).

• “En el Gólgota, es la cruz la que sostiene a Jesús, pero María está

presente y, después del sacrificio, recibe en sus brazos la víctima.

Cuando en la misa renuevo el misterio del Calvario, cuando tengo en

mis manos la hostia, que no es otra cosa que el cuerpo de mi

Salvador, me complazco en representarme a María cerca de mí y

pongo dulcemente en sus brazos a aquél cuyos restos inanimados

recibió ella en los suyos la tarde del Viernes santo” (29ª meditación).

10 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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Añadimos una cita de nuestro actual Superior General, el Rvdmo.

P. José Ornelas, en su Carta con ocasión de la solemnidad del Corazónde Jesús de 2010, que titula “Os daré un corazón nuevo”: «Una espiri-tualidad es un camino o, mejor, la guía hacia el Camino, porque Cristo

mismo es camino, motivación, guía y meta del viaje. Los carismas o las

diferentes “espiritualidades” en la Iglesia no dividen, sino que enriquecen

el camino de la vida cristiana con motivaciones, estrategias, momentos de

parada y de ánimo, con visiones panorámicas, objetivos y puntos de

esfuerzo. Todo esto tiene como objetivo entrenar y ayudar a cuantos

caminan o son peregrinos a encontrar la alegría y la motivación del ir jun-

tos, a no perder de vista las metas por alcanzar, a ayudar a otros peregri-

nos en su viaje por la vida... Tal es el desafío que se nos hace hoy: redes-

cubrir y rehacer la experiencia del Señor resucitado vivida y narrada por

el P. Dehon, como indicación de camino para vivir y comunicar a la

Iglesia».

LA OBRA 11

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Fac-símil de la obra original.

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INTRODUCCIÓN DEL P. DEHON

A la devoción al Sagrado Corazón, lo mismo que a la Eucaristía, pue-

den aplicarse estas palabras del libro de la Sabiduría: Panem de coelopraestitisti eis, omne delectamentum in se habentem: Es un pan del cielo

que tiene toda clase de gustos. Esta devoción, como el maná del desierto y

el maná eucarístico, es un alimento celestial que contiene todos los sabores

espirituales y que se adapta maravillosamente a todas las almas, cuales-

quiera que sean sus necesidades, su condición, su atractivo particular.

La devoción al Sagrado Corazón está relacionada con todos los miste-

rios y estados de Nuestro Señor, todos los cuales los explica con esta sola

palabra: Amor.

Si los fieles encuentran en esta devoción todos los motivos de su con-

fianza y todos los alientos para la virtud, los sacerdotes encontrarán en ella

el ideal de la vida sacerdotal y el modelo al que deben asemejarse.

En los comienzos de esta devoción no aparecen dibujos ni imágenes

del Sagrado Corazón, limitándose la meditación de los fieles a los pensa-

mientos, afectos y a los actos interiores de Nuestro Señor. Los escritos de

los Padres y la sagrada Liturgia encauzaban nuestras meditaciones hacia la

vida interior de Jesucristo. Ya entonces era considerado el Corazón de Jesús

como el órgano de las principales obligaciones que han de tributarse a

Dios, como corazón de nuestro Mediador y nuestro Pontífice, como instru-

mento de nuestra religión ante la Santísima Trinidad. El acto y la costum-

bre de unirnos a Él eran considerados como el mejor medio para el perfec-

to cumplimiento de nuestros deberes. Esta consideración se resume en las

palabras del canon de la Misa: Per ipsum, cum ipso et in ipso est tibi...omnis honor et gloria; por Él, con Él y en Él se tributan a Dios todo honor

y toda gloria.

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Per ipsum.— Nuestro Señor es nuestro Mediador y Pontífice. Lo es

sobre todo por su amor, por su corazón, cuya vida toda se consume 522 en

las obligaciones que, en nuestro nombre, tributa a su Padre. Esos deberes y

homenajes parten de su corazón y están animados de su amor, todas sus

obras de salvación tienen ante su Padre un precio sin igual.

Cum ipso.— Nuestro Señor es nuestro Hermano, nuestro Pontífice,

nuestro Abogado. Cuando dirigimos a Dios nuestras oraciones (toda obra

buena es una oración) unimos nuestra voz, nuestros suspiros, nuestros

gemidos a la voz, a los suspiros y los gemidos del Corazón sagrado mil

veces amante de nuestro Hermano. Con Él lanzamos este grito de amor:

¡Padre nuestro! Nuestros corazones, por lo tanto, deben perderse en el cora-

zón dulcísimo del Hermano, del Sacerdote, que tenemos en el cielo y en el

tabernáculo, para tributar a Dios todos nuestros deberes y homenajes.

Et in ipso.— En Él ofrecemos nuestras plegarias y nuestras obras,

teniendo todos, aun los simples fieles, cierta participación en su sacerdo-

cio: gens sancta, genus sacerdotale... Todos los santos del cielo, todos los

santos de la tierra y del purgatorio, todos los cristianos no tienen sino un

corazón en Nuestro Señor, un corazón sacerdotal que ofrece a Dios ala-

banza, amor y sacrificio: Hoc sentite in vobis quod et in Christo Jesu (Fil 2,5).

Omnis honor et gloria.— Toda la gloria, todo el honor que Dios puede

recibir de nosotros, debe pasar por el Corazón sagrado de Jesús, el corazón

de nuestro Mediador, de nuestro Sacerdote. Todo lo que no sea esto, es

nada para Dios.

Esta doctrina la pusieron de relieve muy especialmente dos almas será-

ficas de la orden benedictina: santa Gertrudis y santa Matilde.

Se acentuó en los hermosos tiempos del Oratorio de Francia. El Padre

Olier, fundador de los Sulpicianos, la formuló en sus escritos, particular-

mente en sus oficios del Sacerdocio y del Interior de Nuestro Señor. El

venerable Padre Eudes, discípulo del Cardenal Bérulle y del P. de Condren,

enseñó en su escuela esta doctrina de la mediación de Jesucristo para nues-

tros deberes de religión y dio un paso más, descubrió con mayor claridad

su fuente, vio que todo procedía del Corazón de Jesús y comenzó a propo-

ner a nuestra veneración la imagen del Sagrado Corazón.

* * *

14 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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Desde la revelación de Paray-le-Monial, el Sagrado Corazón de Jesús

no es solamente el órgano de los deberes que tributamos a Dios, Él mismo

es el objeto de nuestro culto y de nuestro amor y recibe nuestros 523homenajes. Es lo que Dios pidió en sus revelaciones a la Beata Margarita

María. Vela, por decirlo así, los esplendores de su divinidad bajo la ama-

bilidad del Corazón que manifiesta a los hombres. Todo el cuadro de la

redención lo resume en estas palabras: “He aquí el Corazón que tanto ha

amado a los hombres”, y pide que se le dé amor por amor. Pero hasta aquí

no se ha puesto suficientemente de relieve el carácter sacerdotal del

Corazón de Jesús.

¿Cómo nos ha amado este Corazón? Inmolándose por nosotros. Por lo

tanto, lo que el buen Maestro nos presenta es su Corazón sacerdotal, su

Corazón de sacerdote y de víctima, el Corazón que nos testimonió su amor

sacrificándose por nosotros en el altar de la cruz. Nos presenta su corazón

de carne como símbolo de su amor, y nos pide que honremos este símbo-

lo y, sobre todo, su amor, pero su amor herido por el sacrificio, como

lo simbolizan la lanza y las espinas, su amor de sacerdote y de víctima

voluntaria.

Con las palabras: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hom-

bres, y que nada se ha perdonado para salvarles”, ¿no pone Nuestro Señor

de relieve a la vez su amor y su sacrificio? Las principales manifestaciones

de este amor: Encarnación, Pasión y Eucaristía, ¿no son los grandes actos

sacerdotales de la vida del Salvador, y como las diversas fases de un mismo

sacrificio?

Toda su vida fue adoración y amor, desde el abatimiento de la

Encarnación hasta la muerte de cruz: inmolación exterior por el sufrimien-

to, la humillación, la pobreza; humillación interior por el amor y la adora-

ción. Tal es el primer fin del sacrificio, así como el primer acto de su vida

eucarística.

Todos los latidos del Corazón de Jesús proclamaban agradecimiento a

su Padre. El Evangelio nos dice muchas veces que daba gracias, gratiasagens, y la acción de gracias es otro de los fines del sacrificio. El sacrifi-

cio del altar hasta se identifica con la gratitud, cuyo nombre lleva:

Eucaristía.

La oración sacerdotal animaba también toda la vida del Salvador.

Hacía oración por nosotros de día y de noche. Vivía para orar y continúa

INTRODUCCIÓN DEL P. DEHON 15

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orando: Semper vivens ad interpellandum pro nobis (Hb 5, 25). He aquí el

tercer fin del sacrificio.

Otro sentimiento que invadía al Corazón de Jesús durante su vida mor-

tal y que aún le hace palpitar en la Eucaristía es la reparación. ¿No es el

afecto reparador lo que más frecuentemente recuerda el Señor en las reve-

laciones hechas a santa Margarita María? Por otra parte, 524 como el fruto

nace de la flor, la reparación nace así del amor y de la gratitud.

El Corazón de Jesús es el órgano y el modelo de nuestra reparación, y

la reparación es el cuarto fin del sacrificio.

El Corazón de Jesús es, pues, muy por encima de todo lo demás, un

corazón de sacerdote, y convenía que los sacerdotes le honrasen bajo este

aspecto.

* * *

La devoción al Corazón sacerdotal de Jesús tiene por objeto el Corazón

de Jesús sacerdote y víctima, que tan admirablemente nos describe el

himno del tiempo pascual:

Almique membra corporis

Amor sacerdos inmolat.

El amor, hecho sacerdote, inmolalos miembros de su cuerpo santo.

Sí, al amor, al Corazón sagrado de Jesús, es a quien eminentemente

compete el carácter sacerdotal. Se inmola a sí mismo, inmola al cuerpo que

Él vivifica, según esta bella expresión: Amor sacerdos inmolat. Esta vida

de sacerdote y de víctima, principio de la cual es el Sagrado Corazón, resu-

me toda la vida, todas las operaciones interiores y exteriores de Nuestro

Señor. Los tres grandes ríos de amor: Encarnación, Pasión y Eucaristía, de

este océano parten, y a Él vuelven después de haber recorrido el mundo en

su curso vivificador y saludable. Aquí está todo: todos los misterios de la

salvación, todos los beneficios de Dios, todas las riquezas de su gracia y de

su misericordia, todo se encierra en el Corazón de Jesús, sacerdote y vícti-

ma de amor.

Nosotros, sacerdotes, ¿no debemos amar y considerar bajo este

aspecto al Corazón de Jesús? ¿No hemos de creernos obligados a

16 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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ello? La verdadera devoción al Sagrado Corazón ¿no lo será para

el sacerdote?

¿No aprenderemos a ser verdaderos y santos sacerdotes en esta escue-

la del Corazón sacerdotal de Jesús?

Sí, contemplemos a este Corazón sacerdotal. Estudiemos sus pensa-

mientos, palpemos sus latidos, meditemos sus amores. Va a decirnos todas

las virtudes sacerdotales, todos los deberes, toda la vida, toda la perfección

del sacerdote.

En contacto con el Corazón sacerdotal de Jesús nos atrevemos a decir

que todo sacerdote será más sacerdote de lo que era antes. 525

INTRODUCCIÓN DEL P. DEHON 17

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El venerable Padre León Dehon (1843-1925).

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1.ª MEDITACIÓN

EL ORIGEN PRIMERO DEL SACERDOCIO ES EL SENO DEL PADRE

“Nos parece que a las alturas sublimes y a los secretos adorables es adonde debemos elevar nuestros espíritus y nuestros corazones, con humil-dad y amor, al comienzo de este libro sobre el Sacerdocio de Jesucristo” (P. Giraud, Sacerdote y Hostia).

El Verbo es la gloria eterna del Padre. Dando gloria y amor a su Padre,¿no ejerce ante Él una especie de sacerdocio?

Se puede decir que el Verbo es como el sacerdote eterno del Padre enla vida íntima e inmanente de la Santísima Trinidad. Es el tipo eminente delsacerdocio.

I. El Verbo es como el sacerdote eterno del Padre

El Hijo es la gloria eterna del Padre: Splendor gloriae et figura subs-tantiae ejus (san Pablo a los Hebreos). Pero tener esta gloria, amar esteestado, cumplir y producir el acto de amor que responde a esta complacen-cia hacia quien es el principio de este estado, ¿no puede ejercer una espe-cie de sacerdocio respecto a Él? El sacerdote es distinto del ministro de lagloria de Dios, según el texto de san Pablo: “Todo pontífice está estableci-do para las cosas de Dios” (Hb 5). Es verdad que esta palabra del Apóstolfue dicha del sacerdocio que existe tras la caída, sacerdote de mediación yde expiación, que implica en aquellos que lo han recibido una verdadera ynecesaria inferioridad relativa a aquel que recibe el homenaje. Pero si, eneste ministerio inferior, dar a Dios una gloria accidental es un acto sacer-dotal, ¿no hay en el estado del Hijo, que es a su Padre su misma gloria esen-cial, y en el acto incesante e infinito de amor que responde a este estado,

Page 19: El Corazon Sacerdotal de Jesus

una especie de sacerdocio 526 sublime, tipo y ejemplo eterno de todosacerdocio y de toda religión? Muchos Padres lo han pensado (P. Giraud,Sacerdote y Hostia).

San Cirilo de Jerusalén, en su décima catequesis, dice: “Cristo esSacerdote soberano; posee un sacerdocio inmutable, que no comenzó con eltiempo. No lo recibió de una sucesión que sea según la carne; no estuvo ungi-do por un óleo figurativo; lo fue por el mismo Padre, antes de los siglos”.

Repitamos una vez más que en el Verbo no se trata de un sacerdociopropiamente dicho, lo que implicaría una inferioridad real: “Christus nonfuit sacerdos secundum quod Deus” (STh III, q. 22, a. 3).

Pero, con los Padres, podemos ver en la glorificación del Padre por elHijo un tipo eminente de sacerdocio.

II. El Verbo ejerce este sacerdocio con su Corazón divino

Esta glorificación inmanente, esta alabanza infinita, este amor solodigno del Padre, ¿no nos dice que el Verbo lo ejerce con su corazón?

La Sagrada Escritura nos habla en muchos sitios del Corazón de Dios.En el Libro de los Reyes, Dios dice a Salomón que su corazón será siem-pre afecto al templo de Jerusalén: Erunt oculi mei et cor meum ibi cunctisdiebus. Muchas veces habla de un hombre según su corazón.

En su hermoso libro sobre el corazón admirable de María, el venerablePadre Eudes nos habla largamente del Corazón divino de Jesús. “SuCorazón divino –dice– es el que nuestro Salvador tiene desde toda la eter-nidad en el seno adorable de su Padre; no es sino un corazón y un amor conel corazón y el amor de su Padre; y con este corazón y este amor, es el prin-cipio del Espíritu Santo” (Coeur admirable, lib. XII).

Distingue en Dios el amor esencial común a las tres personas divinas yel amor personal del Padre y del Hijo, que es el principio del Espíritu Santo.

Santo Tomás de Aquino explica esta distinción. “En el sentido perso-nal o nocional –dice–, amar es producir amor, como hablar es producirpalabras y florecer es producir flores. En este sentido el Padre se dice Élmismo y dice sus criaturas por el Verbo, su Hijo; el Padre y el Hijo se amanen ellos mismos y nos aman por el Espíritu Santo y por el amor que pro-cede de Él” (I, q. 36).

20 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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El acto eterno de alabanza y de amor del Hijo a su Padre es compara-do por muchos Padres de la Iglesia, por san Gregorio el Taumaturgo, 527san Cirilo de Alejandría y san Ambrosio, a un acto sacerdotal.

Thomassin los resume: “Hace distinguir –dice– dos especies de sacer-docio: el primero, se ejerce en la humildad y la servidumbre; el segundo,no tiene nada de semejante, sino que es sublime y por encima de todo loque se parezca a abajamiento alguno. Este último es el que pudo ser ejer-cido, desde la eternidad, por el Hijo verdadero del Padre, respecto a estePadre que es su Autor y su Principio… Es Dios quien rinde homenaje aDios, es el Todopoderoso quien rinde homenaje al Todopoderoso, que reco-noce que le debe todo lo que es, que le da gracias, que se goza eternamen-te de ser por su Principio lo que es, es decir, su gloria. Evidentemente, estegénero de sacerdocio, magnífico, glorioso, que es grandeza y elevación, noes contrario a la dignidad del Verbo; y por eso los santos Padres no hantemido atribuírselo” (De la Encarnación, 1, X).

III. Está ahí como el ejemplo y el tipo del sacerdocio ejercido por elSalvador y por los ministros de la Iglesia

Misterio insondable donde adoro al Padre, primer Pontífice, que se dala única gloria digna de Él, que es su Hijo; y este Hijo, feliz de ser esta ala-banza, esta gloria, la presenta a su Padre como una ofrenda sacerdotal.

Sí, como sacerdotes, podemos buscar hasta estas alturas el ejemplo yel tipo de nuestro sacerdocio. La Sagrada Escritura misma nos autoriza. LaSabiduría, que es el Verbo, nos revela su origen eterno, en el libro delEclesiástico, con este magnífico lenguaje:

“Surgí de la boca del Altísimo, nací antes que toda criatura… y estabaen la presencia de Dios, en la morada santa, ejerciendo un ministerio: Inhabitatione sancta coram ipso ministravi”.

“La Sabiduría –dice el comentarista Corneille de la Pierre– es llamadasacerdote y ministro de Dios, sacerdos et mystes, al guardar los sagradosmisterios, le ofrece víctimas santas”.

Sacerdotes de Cristo, abismaos en este ideal, vuestro modelo, elCorazón del Verbo ofreciendo desde toda la eternidad a su Padre el sacrifi-cio de la infinita alabanza y del infinito amor. 528

1.ª MEDITACIÓN.–EL ORIGEN PRIMERO DEL SACERDOCIO ES EL SENO DEL PADRE 21

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2.ª MEDITACIÓN

LA VOCACIÓN SACERDOTAL DE JESÚS: DIOS PADRE ENVÍA A SU HIJO A ESTE MUNDO

PARA QUE SEA SU SACERDOTE

Las diferentes escuelas teológicas tienen modos de pensar distintos sobrelos motivos de la Encarnación. ¿Quería Dios darnos, en cualquier hipótesis, asu Hijo para que fuera nuestro jefe, nuestro rey, nuestro pontífice, o no quisola Encarnación sino para la reparación del pecado de Adán? Es su secreto.

Sea lo que fuere, una vez que una persona divina haya de encarnarse,ante todo y sobre todo, ha de ser sacerdote de Dios: primero, porque la glo-rificación del nombre de Dios, de sus atributos y de sus derechos es el finde esta encarnación, como es el fin universal de las obras divinas: esta glo-rificación es la misión, la obra y como el ser mismo del sacerdote; ensegundo lugar, porque un Dios que se hace hombre debe ser cabeza de lareligión de toda criatura.

I. Dios hecho hombre será sacerdote

Dios hecho hombre será, pues, sacerdote. Lo será ante todo por Élmismo, porque tendrá que ofrecer un sacrificio a Dios como criatura; peroserá sobre todo Pontífice universal, rindiendo a Dios, en su calidad de Jefey de Mediador, todos los homenajes que la creación entera debe a suCreador (P. Giraud).

Ahora bien, entre las divinas personas, a quien conviene encarnarse para serel Pontífice supremo de la Creación es al Hijo. Fue preparado por el carácterpropio de su filiación, que es ser la gloria de su Padre. “Por este divino sacer-docio, dice Bossuet, no pudo haber nacido sino de Dios; y tienes tu vocación,Jesús, por tu eterno nacimiento” (Elévations sur les mystères, XIIIe semaine).

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San Pablo insinúa la misma doctrina: “Cristo no se arrogó la gloria delPontificado; sino que la recibió del que le dijo: “Tú eres mi Hijo, yo te heengendrado hoy” (Hb 5,5).

Este es el pensamiento de santo Tomás de Aquino y de los Padres:“Encarnarse convenía al Hijo, para ser el sacerdote de Dios, para dar glo-ria a su Padre” (STh III, q. 3, a. 8).

II. Dios Padre da a su Hijo encarnado un corazón de sacerdote

El Padre celestial que envía a su Hijo para que ejerza el supremoPontificado, le da todo lo que conviene a un sacerdote. 528

Le da ante todo un corazón sacerdotal. Del corazón, en efecto, proce-den toda alabanza, todo amor, todo sacrificio. Nuestro Señor mismo loexpresa más tarde: “Lo que profiere la boca viene del corazón” (Mt 15).

Dios reclama, ante todo, el sacrificio del corazón: “Amarás a Dios contodo tu corazón – servirás a Dios con todo tu corazón” (Dt).

Comparando Nuestro Señor su sacrificio con los de la antigua ley,declara ante todo que su Padre le ha dado un cuerpo para inmolar, en lugarde los corderos y terneros, pero añade a continuación que el alma de estesacrificio o su ley directriz está en su corazón: “No has querido –dice a suPadre– víctimas de la antigua ley, me has dado un cuerpo para inmolar (Hb10). – Me has dado oídos para que escuche la ley del sacrificio y la grabeen mi corazón: Aures autem perfecisti mihi. Tunc dixit: ecce venio... Deusmeus, volui et legem tuam in medio cordis mei” (Sal 39).

Así, Dios Padre, al enviar a su Hijo a este mundo para que fuera susacerdote, le da ante todo un corazón sacerdotal. En el momento mismo dela Encarnación, es en su corazón donde Cristo recibe su misión sacerdotaly la acepta con amor: Legem tuam in medio cordis mei (Sal 39). Se sientedichoso y se regocija en su corazón al verse así consagrado sacerdote de lagloria de su Padre en el tiempo como, de diferente e inefable manera, es susacerdote desde toda la eternidad.

III. Será siempre y sobre todo sacerdote

El Verbo Encarnado ejerce este sacerdocio, así recibido, desde elmomento mismo de la Encarnación, sin reserva alguna, con una religión

24 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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infinita para con su santo y adorable Padre: Tunc dixi: Ecce venio, utfaciam, Deus, voluntatem tuam (Hb 10). Su divino Padre lo quiere su víc-tima, pero también Él quiere ser la víctima de su Padre, y, como dice el pro-feta Isaías, se ofrece, en efecto, con un gran corazón, “con una voluntadplena. – Oblatus est, quia ipse voluit” (Sal 53). “He aquí, dice a su Padre,he aquí que vengo para cumplir tu voluntad” (Hb 10). Su corazón es uncorazón de sacerdote. El sacrificio, la inmolación de sí mismo y la glorifi-cación de su Padre, serán su obra por excelencia, el pensamiento dominan-te de su vida, la inclinación constante de su corazón. Su corazón divino yhumano será siempre un corazón de sacerdote: “Tu es sacerdos in aeter-num: Tú eres sacerdote para siempre. – Tu corazón debe ser para siempreun corazón de sacerdote”.

Esta disposición, este acto permanente del corazón sacerdotal de Jesús,será 530 una perpetua glorificación de su Padre, un cumplimiento muy fielde sus designios, un celoso cuidado de referirlo todo a su honra, a su únicasatisfacción, al solo triunfo de sus intereses, de su causa, de su beneplácito.

Sin duda, el sacrificio del Verbo encarnado ha sido ofrecido real-mente a la Santísima Trinidad; pero, como el Padre es Principio enla Trinidad y Él envió a su Hijo, no podemos, siguiendo la costum-bre teológica y tradicional, atribuir al Padre el honor del sacrificio.Nuestro Señor nos da a entender en el Evangelio que esa era la dis-posición de su corazón. Dirá de su vida: “que es toda entera por elPadre.

– Ego vivo propter Patrem” (Jn 6). Dirá de sus acciones y de susobras: “No hago nada por mí mismo. No hago sino lo que agrada a miPadre” (Jn 5 y 8). Hablando de su propia gloria, afirmará que no busca nada(Jn 8). Si se le alaba, elevará los espíritus y los corazones a su Padre: “¿Porqué me llamáis bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Lc 18).

¡Oh sublime y perfecta abnegación! Nada para Él, todo para el Padre,a cuya gloria sirve, porque ha sido constituido su sacerdote y su hostia.

¡Oh sacerdotes de Cristo!, ¿dónde está vuestro corazón? ¿Se olvida desí mismo? ¿Está plenamente inmolado y entregado a la gloria de Dios?Toda vuestra vida debiera llevar esta huella indeleble: “Ego vivo propterPatrem. – Vivo para mi Dios y para mi Padre”. 531

2.ª MEDITACIÓN.–LA VOCACIÓN SACERDOTAL DE JESÚS: DIOS PADRE ENVÍA A SU HIJO... 25

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3.ª MEDITACIÓN

LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE JESÚS: LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO

Nosotros hemos sido hechos sacerdotes por la imposición de las manos ypor una unción sagrada que representa la obra santificadora del Espíritu Santo.

Cristo no recibió una unción simbólica, sino la unción del EspírituSanto mismo: Unxit eum Deus Spiritu Sancto (Hch 10, 38). Por eso es lla-mado el Cristo, el ungido por excelencia.

Honremos, sin embargo, en nosotros la unción figurativa, que nos apli-ca algo de las gracias sacerdotales del Salvador y que hace de nosotros losungidos del Señor.

I. Cristo es sacerdote por la unción del Espíritu Santo

Hemos dicho, con el teólogo Thomassin y con los Padres, que en lavida íntima de la Santísima Trinidad se puede atribuir al Verbo una especiede sacerdocio: sacerdotii nomen aliquod (Thomassin, De la encarnación,lib. X, capítulo IX). La unción de este sacerdocio divino es el EspírituSanto mismo, el amor substancial e infinito que procede del Padre al Hijoy vuelve del Hijo al Padre.

“Cristo es soberano Sacerdote –dice san Cirilo, a quien ya hemos cita-do–, posee un sacerdocio inmutable, que no ha comenzado con el tiempo yque no tiene necesidad de que otro le suceda. No lo recibió de una sucesiónsegún la carne; no fue ungido con óleo figurativo; lo fue antes de los siglos,por el mismo Padre”.

Dejando a un lado la vida íntima y misteriosa de la augusta Trinidad,es cosa cierta que en el orden temporal todo acto de santificación, de con-

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sagración, de bendición divina y de elevación sobrenatural se atribuye alEspíritu Santo, que es amor, caridad, santidad. Cuando el Padre envía a suHijo al mundo, para que sea sacerdote y hostia, la unción de este divinosacerdocio es el Espíritu Santo. “Cuando a Cristo se llama el Ungido delSeñor –dice san Ireneo–, este nombre recuerda a la Santísima Trinidad: alPadre, autor de la unción, al Hijo que la recibe, al Espíritu Santo que es lamisma unción”. Unxit quidem Pater, unctus est vero Filius in Spiritu qui estunctio (Contra los herejes, lib. 3, cap XVIII).

“Muchos son los que han pensado –dice san Ambrosio– que la unciónde Cristo es el Espíritu Santo. Y tienen razón: de este Óleo de alegría seesparce el buen olor de tantas gracias, con que el Padre todopoderoso ungióal Príncipe de los Sacerdotes” (Del Espíritu Santo, lib. 1, cap. IX). 532

II. Cristo recibió la unción del Espíritu Santo sobre todo en su corazón

El Espíritu Santo es el autor de toda la santa humanidad de Jesús.Consagró a Jesús por entero, lo hizo a todo Él sacerdote y hostia. Sinembargo, la acción del Espíritu Santo tiene por término más especial elcorazón. La gracia viene también a nosotros y nos embarga enteramente sino nos resistimos a ella; pero no es menos cierto que obra principalmenteen nuestro corazón: Caritas Dei diffusa est in cordibus nostris per SpiritumSanctum qui datus est nobis (Rom 5,5).

Jesús es sacerdote en todo su ser, pero el centro de su vida sacerdotales su Corazón. En su corazón es donde acepta su misión y su sacrificio:“Aquí estoy –dice a su Padre– y tu voluntad será la ley de mi corazón” (Sal 39).

El Espíritu Santo es el inspirador de toda su oblación: Per Spiritumsanctum semetipsum obtulit immaculatum Deo (Hb 9). El Espíritu Santo leconduce al templo para que en él haga su oblación pública; luego es arro-jado violentamente a Egipto, como en otros tiempos se lanzaba al desiertoel macho cabrío, figura de su estado de hostia de expiación. Le conduce aNazaret donde, durante treinta años, inspira los más sublimes actos de reli-gión para con su Padre a su corazón sacerdotal, en el silencio de la soledad,en la oscuridad y el trabajo. Al comenzar su vida pública, conduce a Jesúsal desierto, donde nuestra adorable víctima hace, en expiación de nuestrospecados, la prodigiosa penitencia que nos relatan los evangelistas. Cuandollega el tiempo de la dolorosa Pasión, inclina su corazón sacerdotal a some-

28 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 28: El Corazon Sacerdotal de Jesus

terse al Padre; y, cuando en el Calvario se realiza el divino holocausto, elEspíritu Santo fue su “fuego consumador”, cooperando así a vivificar almundo por la muerte de la divina víctima (oración litúrgica antes de lacomunión).

Ahora, en el cielo, donde continúa por los siglos de los siglos el sacri-ficio de amor y de alabanza, el Espíritu Santo seguirá siendo eternamentesu fuego consumador. Es así también en el sacrificio eucarístico, donde elpan se convierte en el cuerpo de Jesucristo y el vino en su sangre por laspalabras que brotan del Corazón de Jesús.

El Espíritu Santo es de tal manera el maestro e inspirador del Corazónde Jesús que el venerable Juan Eudes pudo llamarle a ese Santo Espíritu elCorazón espiritual de Jesús.

“Como quiera que se considere el sacrificio de Jesucristo –dice el P. deCondren– en el seno de la Virgen o en la cruz, en la Eucaristía o en el cielo,siempre es el Espíritu Santo el que consagra 533 o consuma el sacrificio(Del sacerdocio y del sacrificio de Jesucristo, 3ª p. cap. VIII).

El Corazón de Jesús especialmente consagrado por el Espíritu Santo es,pues, el principal órgano del sacerdocio de Jesucristo.

III. El Corazón sacerdotal de Jesús debe ser el objeto de nuestrasconsideraciones

Para nosotros, sacerdotes de Jesucristo, el objeto de nuestras contem-placiones, de nuestras alabanzas y de nuestras acciones de gracias debe sereste Corazón sacerdotal de Jesús, manantial y modelo de todo sacerdocio.

Este Corazón divino fue el órgano del Espíritu Santo, el órgano deldivino amor para alabanza de su Padre y salvación de nuestras almas.Fue a la vez sacerdote y hostia para expiar nuestras faltas y merecernostodas las gracias. Él mismo, bajo la inspiración del Espíritu de amor,quiso y determinó la divina efusión de su sangre en la cruz. Ahora nosdistribuye sus méritos por el camino de los sacramentos que Él mismoinstituyó.

Este Corazón sacerdotal fundó el sacerdocio de la ley nueva como unaprolongación de su misión: “Como mi Padre me envió, así os envío yo” (Jn 20,21). Nos hace sacerdotes y nuestro corazón recibe a su vez la unción

3.ª MEDITACIÓN.–LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE JESÚS: LA UNCIÓN DEL... 29

Page 29: El Corazon Sacerdotal de Jesus

del Espíritu Santo, mientras nuestras manos reciben la unción simbólica delaceite y del bálsamo.

¡Qué grande y santo es nuestro sacerdocio! El Espíritu Santo es sualma y su inspiración y no puede darnos otras disposiciones que las deJesús. Como el Salvador, debemos ser a la vez sacerdotes y hostias.Debemos sacrificarnos por la salvación de las almas. Debemos estudiar aJesús, seguir e imitar a Jesús. “Fac secundum exemplar”. El Evangelio esnuestra ley. El Corazón sacerdotal de Jesús es nuestro modelo, nuestroideal, nuestro todo. En cuanto nos permita nuestra flaqueza, debemosreproducir su santidad, su pureza, su celo y su generosidad. 534

30 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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4.ª MEDITACIÓN

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES EL ÚNICOSACERDOTE DEL PADRE DESDE LA ENCARNACIÓN

Y PARA TODA LA ETERNIDAD

Si Nuestro Señor fue el único sacerdote eterno, el único sacerdote figu-

rado en el sacerdocio y en los sacrificios del Antiguo Testamento, es, más

claramente aún tras la Encarnación, el único sacerdote verdadero del que

los demás sacerdotes no son sino sombra y representantes.

El único sacerdote, porque el sacrificio que ofreció toda su vida, que

consumó en la cruz y que continúa, ininterrumpidamente, en el cielo y

sobre el altar eucarístico, es una acción que respondió y eternamente res-

ponderá a todos los fines de la Encarnación.

I. El sacrificio de Nuestro Señor es suficiente para la gloria de su Padre

¿Cuáles son los fines de la Encarnación? Por parte de Dios, su gloria;

por nuestra parte, nuestra salvación. Ahora bien, el sacrificio de Nuestro

Señor abarca perfecta y definitivamente este doble fin.

La gloria de Dios es una adoración, una alabanza, un amor, una acción

de gracias, una súplica, una expiación, dignas de Dios, dignas de su majes-

tad, de su santidad, de su bondad, de su soberana justicia. Este honor, esta

satisfacción, los recibe Dios plenamente del Corazón sacerdotal de su divi-

no Hijo: “Por Él, con Él y en Él –dice la sagrada liturgia– recibe Dios todo

honor y toda gloria”.

El mismo Señor había anunciado por el profeta Malaquías que tendría

toda su complacencia y encontraría toda satisfacción en el único sacrificio

de su Hijo: “Mi afecto no es hacia vosotros –dice a los Israelitas infieles–,

Page 31: El Corazon Sacerdotal de Jesus

no aceptaré de vuestra mano ofrenda alguna; porque desde donde sale el sol

hasta su ocaso, es grande mi nombre en las naciones, y en todo lugar se

ofrece a mi nombre una ofrenda pura” (1, 10).

“Todo lo que Dios puede querer, exigir, desear de una creación, a saber:

la religión, la reverencia, la gratitud, la obediencia, el amor, lo tiene, ante

todo e independientemente de todo, solo en Jesús” (Mons. Gay, 2ª eleva-ción sobre la vida y doctrina de Nuestro Señor Jesucristo).

El sacrificio divino y adorable del Calvario llena perfectamente el pri-

mer fin de la Encarnación, que es la gloria de Dios; y lo llena de una mane-

ra definitiva.

Después de este sacrificio, no hay nada que pueda añadirse 535 a la

gloria, al honor y a la satisfacción de Dios. La criatura rescatada, induda-

blemente, tendrá que darse a esta gloria, a este honor; pero no podrá dar

satisfacción a Dios sino amándolo de prestado del valor infinito del sacri-

ficio del Calvario. Sin esto, de nada valdría lo que aquella pudiera hacer.

El Corazón de Jesús sacerdote y víctima, da sólo y sin medida a Dios

la gloria que le es debida.

II. Es suficiente para nuestra salvación

El segundo fin de la Encarnación es la salvación de las almas. Dios ha

querido unir a su gloria esta redención, esta reconciliación.

Es fácil demostrar en toda la Escritura que es el sacrificio de Nuestro

Señor, que es la ofrenda de su Corazón sacerdotal la que nos procura este

bien. – “Habéis sido rescatados, no con oro ni plata, sino con la sangre

del Cordero inmaculado” (1Pe 1,18). – “Hemos sido lavados con esta

sangre” (Ap 1,5). “El mal que hicimos, ha sido plena y sobreabundante-

mente reparado” (Rom 5,20). – “El decreto dado contra nosotros fue ras-

gado cuando Cristo lo clavó en la cruz” (Col 2,14). “La sangre de

Jesucristo es la que purifica nuestras conciencias y obra nuestra reconci-

liación con Dios” (Hb 9,14; Rm 5,10). – “Por la virtud de su sangre

Jesucristo entró en el cielo, después de haber realizado una redención

eterna” (Ef 1,7; Hb 9,12). – ‘Todo esto es el fruto de su amor, de su

Corazón: “Dilexit nos et lavit nos a peccatis nostris in sanguine suo”

(Ap 1,5).

32 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 32: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Se realizó nuestra redención por la sangre y el sacrificio del Corazónsacerdotal de Jesucristo, y de una manera definitiva: “Con una sola obla-ción –dice san Pablo– Jesucristo hizo perfectos para siempre a los que san-tificó” (Hb 10,14). Queda, indudablemente, la aplicación a nosotros de losfrutos y méritos de esta oblación, y esta aplicación se hace principalmentepor el sacrificio eucarístico, cuyo único manantial es el sacrificio de lacruz.

Como no hay salvación sino en Jesucristo: non est in alio aliquo salus(Hch 4,12), es Él el único sacerdote, el único sacrificador, la única víctima:el único en el cielo, donde su sacrificio continúa, porque Cristo resucitadono muere más (Rm 6,9) y no tiene necesidad ni de sucesores, ni de sustitu-tos. San Pablo nos lo representa como entrando en el cielo con su sangre y como único ministro del verdadero tabernáculo que Dios estableció (Hb 8,2). 536

También en la tierra es el único verdadero sacerdote en la oblacióneucarística que se hace cada día. El sólo, en efecto, tiene el derecho y laautoridad, para ofrecer este sacrificio. Al ser el mismo sacrificio de la cruz,¿quién otro que Nuestro Señor puede tener autoridad para ofrecerlo? Al serdivina la víctima, ¿qué otro sacerdote será digno de ofrecerla? El Conciliode Trento nos dice que Cristo es el único que ofrece la víctima eucarísticapor el ministerio de los sacerdotes (Sesión XXII, capítulo II).

III. Nuestro sacerdocio es una participación del de Cristo

Vosotros, sacerdotes, no sois en el altar sino ministros e instrumentosde Cristo, los órganos de su Corazón adorable. Si Él quiso servirse de vos-otros es porque, al ser la Iglesia una sociedad visible, convenía que hubie-se un sacrificio sensible y que no fuese inferior en esto a la sinagoga.Agradó, pues, a la divina Sabiduría instituir ministros que tuviesen algunaparte en el sacerdocio de Jesucristo para ofrecer, en unión con Él, el sacri-ficio de la Iglesia.

Jesús es el sacerdote perfecto que glorificó plenamente a su Padre yque realizó fielmente lo que su Padre le había confiado que hiciera (Jn 17,4). Y vosotros sois la sombra de este sacerdote eterno.

Jesús es el sacerdote santísimo y dignísimo, la gloria y la alegría de suPadre (Mt 17,5).

4.ª MEDITACIÓN.–NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES EL ÚNICO SACERDOTE DEL PADRE... 33

Page 33: El Corazon Sacerdotal de Jesus

¡Oh Jesús, qué contraste entre tus perfecciones y mi miseria! Tu sacri-ficio es infinitamente más grato a tu Padre que el de Abel, Melquisedec yAbraham, no sólo por la víctima que se ofrece, sino también por las dispo-siciones de tu Corazón sacerdotal.

¡Qué santo, qué puro es este Corazón! ¡Qué abnegado, obediente yamable! ¿Y el mío? ¡Ay! ¿Cómo me atrevo a presentarme en el altar paraofrecer una víctima tan santa y para ejercer un ministerio tan augusto?

Me embarga la confusión. Me veo impulsado a decir con san Pedro:Señor, apártate de mí, que no soy sino un pecador.

¡Oh corazón mío, contempla tu modelo! Jesús ama, adora, ora, repara.Él aborrece toda imperfección. Es víctima de alabanza, de amor, de repa-ración y de acción de gracias, al mismo tiempo que sacerdote. Considéraloincesantemente e imítale en lo que tu debilidad te lo permita. 537

34 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 34: El Corazon Sacerdotal de Jesus

5.ª MEDITACIÓN

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES SACERDOTEY VÍCTIMA EN TODA SU VIDA Y EN TODOS

SUS ACTOS

Como ya hemos dicho, Nuestro Señor vino a este mundo para sersacerdote y hostia. “No has querido –dice a su Padre– sacrificios de la anti-gua ley, aquí estoy para reemplazarlos. Me has dado un cuerpo, una vidahumana, te la sacrificaré toda entera” (Hb 10).

Ecce venio! Nuestro Señor no sólo es sacerdote y hostia en el Calvario.Vino a nosotros como sacerdote y hostia el día de su Encarnación y per-manecerá siempre.

I. Nuestro Señor es sacerdote desde el momento de su Encarnación

La Encarnación misma es un sacrificio de precio infinito. Pero agradóa Dios Padre y a su divino Hijo prolongar este sacrificio, desplegarlo endistintas fases durante treinta y tres años, consumarlo en la efusión de lasangre redentora en el Calvario, a fin de mostrar mejor la aversión inmen-sa de Dios al pecado y su amor infinito a nosotros.

Esta es la enseñanza y el sentir de toda la Iglesia.

“El Redentor –dice san Gregorio Magno– ofrece sin interrupción suholocausto por nosotros. Presenta constantemente a su Padre por nosotrossu Encarnación... y la existencia misma de su humanidad es un sacrificioperpetuo” (Moral, lib I, cap 24).

Se comprende fácilmente: el hecho mismo de la Encarnación de unDios es una inmolación y un sacrificio. Esta humanidad no la tomó sinopara sacrificarla. La tomó en estado de víctima: “No querías ya víctimas de

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la antigua ley, me diste un cuerpo”. Este cuerpo, esta vida humana, Cristolos ofrece y consuma incesantemente para el único fin por el que los tomó:los inmola para la gloria de su Padre y la salvación de las almas.

Thomassin nos muestra en el carácter mismo de la Encarnación unsacrificio incesante. La naturaleza humana es absorbida por la divinidadcomo el hierro es absorbido por el fuego. No subsiste en ella misma. Estápara siempre consagrada y es consumida como un holocausto en estaabsorción divina (Thomassin, De la Encarnación, cap. VIII: Que Cristo es sacerdote desde su concepción y que la Encarnación es un sacrificioperpetuo). 538

II. Continúa y renueva sin cesar su oblación y su sacrificio

Todos los instantes de la vida de Jesús estuvieron ocupados en renovary continuar su oblación y su sacrificio. Este fue el continuo cuidado de sucorazón de sacerdote.

“Desde que comenzó esta gran oblación –dice Bossuet– no se inte-rrumpió jamás, desde su infancia y desde el seno de su Madre permanece-rá en estado de víctima” (Elev. sobre los misterios, elev. 7).

“Durante todo el tiempo misterioso de su silencio y de su oscuridad enel seno de María –dice san Gregorio Magno–, Jesús no deja de decir suEcce venio, con un amor incomprensible por la gloria de su Padre y un celoinfinito por amor a nuestras almas” (Moral, lib. XVII, cap. 30).

“Cuando se dejó ver entre los hombres –dice san Dionisio deAlejandría– como niño, pobre, desconocido, decía en lo íntimo de suCorazón sagrado: Heme aquí, sacerdote y hostia de mi Padre por el mundoculpable: In ipsa Deipara Rex noster factus est Pontifex et manet inperpetuum. Ex ipsa exivit Verbum, factum Pontifex” (Carta a Pablo deSamosata).

El pensamiento de su Corazón de niño jamás se apartaba de la her-mosura, de la santidad, de la justicia, de la voluntad de su Padre. Veía todolo que le era debido de honor, de alabanza, de adoración, de reconoci-miento y de amor, y toda la reparación que era preciso ofrecer por las cria-turas culpables, a fin de reconciliarlas con su Padre. Incesantemente y sindesviarse jamás de esta ciencia y de esta visión, el Verbo se entregaba alos actos que podían satisfacer el honor y los derechos de Dios y aportar

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socorro al mundo culpable. Siempre la misma oblación, el mismo univer-sal sacrificio de sí mismo hecho a la divina Majestad: Aquí estoy paracumplir, oh Dios mío, tu voluntad... ¡Heme aquí por la humillación, elsufrimiento, la muerte!

Convenía que la oblación de este gran sacrificio fuera pública, lo quetuvo lugar el día de la Presentación en el templo.

Después de la oblación en el templo vino la huída a Egipto, la estanciaen aquel país idólatra, luego Nazaret con sus años de silencio, de trabajo,de oración. El sacrificio no cesa. Una sola vez en el santo Evangelio esinterrumpido el silencio de la vida oculta por una palabra del buen Maestro,y esta palabra es completamente sacerdotal: “¿No sabíais que yo he dededicarme a las cosas que son de mi Padre? — In his quae Patris mei sunt”.San Pablo, definiendo más tarde el oficio del Pontífice, dirá también: “Está dado a lo que es de Dios. — In his quae sunt ad Deum”. 539

III. Los actos de su sacerdocio son más manifiestos en su vida pública yen su pasión

Pero sobre todo en la vida pública y en la pasión del Salvador es dondelos sacerdotes de Jesucristo pueden contemplar las manifestaciones delcorazón sacerdotal de su divino modelo.

El bautismo, con la humillación que le acompaña, y la penitencia en eldesierto, con sus austeridades expiatorias, son otros tantos actos de ladivina víctima de reparación. Nos dice santo Tomás que los ángeles que le sirven, después de la tentación, son los ministros de su sacerdocio (III, q. 22, a. 1).

Inmediatamente después, Jesús se pone en relación con los hombres;anuncia el reino de Dios, cura los enfermos, alimenta a las muchedumbres,consuela, bendice; se escoge discípulos y apóstoles; todo esto, toda estamaravillosa variedad de acciones divinas, tantos actos interiores de reli-gión, de caridad, de abnegación, son el sacrificio del Redentor y suCorazón es su altar. Jesús siempre es sacerdote y víctima. “Es –dice sanEpifanio– hostia, sacrificio y altar de sí mismo” (Contra las herejías, lib. II, her. 51).

Y lo es, y aún más manifiestamente, cuando acepta las contradiccionesde los fariseos, cuando se entrega y se abandona a los tormentos de su

5.ª MEDITACIÓN.–NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES SACERDOTE Y VÍCTIMA EN TODA... 37

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Pasión. Oblatus est quia ipse voluit (Sal 53). En esto es invariable la dis-posición de su Corazón. Su Corazón es siempre un corazón sacerdotal (san Epifanio, l. c.).

Sacerdotes de Jesucristo, sed siempre sacerdotes. Que vuestro corazónse inmole en todas vuestras acciones por la gloria de Dios y la salvación delas almas, en unión con el divino Corazón de Jesús. 540

38 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 38: El Corazon Sacerdotal de Jesus

6.ª MEDITACIÓN

EN EL SACERDOCIO DE NUESTRO SEÑOR HAY QUE CONSIDERAR SOBRE TODO

SU CORAZÓN

Jesús ejerce su sacerdocio y se inmola por la gloria de su Padre y nues-tra salvación, por su amor, por su Corazón.

La Iglesia nos lo recuerda en la sagrada Liturgia. En el himno del tiem-po pascual Ad regias Agni dapes nos muestra al Amor-sacerdote, o alCorazón sacerdotal de Jesús ofreciendo el sacrificio redentor.

Divina cujus CaritasSacrum propinat sanguinem,Almique membra corporisAmor sacerdos inmolat.

Cuya Caridad divinada a beber su sagrada sangre,Y el amor, hecho sacerdote, inmolalos miembros de su cuerpo santo

La Caridad, el Amor-sacerdote es el que derramó la sangre e inmoló lacarne del divino Cordero sobre la cruz.

I. El sacrificio de Jesús es un sacrificio de amor

La vida de Jesús fue toda ella un sacrificio de amor. “Habiendo amadoa los suyos –dice san Juan– los amó hasta el fin” (Jn 13). Se presenta delan-te de sus enemigos en Jerusalén, se entrega por consiguiente a sus perse-guidores y a sus verdugos. Obra así, dice “para que el mundo sepa que amaa su Padre” (Jn 14).

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San Pablo nos muestra también la fuente del sacrificio redentor en elamor, en el Corazón de Cristo: “Me amó y se entregó por mí” (Gal 2).

Nuestro Señor mismo dice: “La mayor prueba de amor, ¿no es dar suvida por sus amigos?” (Jn 15).

“¿No estábamos espiritualmente muertos por nuestros pecados? –dicetambién san Pablo–; nos dio la vida por su inmensa caridad: Propternimiam caritatem suam” (Ef 2).

II. El Corazón sacerdotal de Jesús ofrece a su Padre un sacrificio perfecto

El Corazón sacerdotal de Jesús es el órgano de un culto perfecto deamor, de adoración, de gratitud, de reparación y de oración a Dios su Padre.

La alabanza infinita, que en la eternidad es el Verbo en persona, la tras-ladó al mundo. A esta alabanza perpetua se añaden la adoración, la grati-tud, la oración de la humanidad hipostáticamente 541 unida al Verbo. El Verbo encarnado es el sacerdote de Dios sobre la tierra.

Pero, oh Jesús, tu amor quiso más. Quiso alabar, adorar, agradecer, oraral Padre por la inmolación. El mundo, inmolado ante Dios, sería una con-fesión y una alabanza muy elocuente de sus perfecciones, pero pensasteque esto no era nada. En tu sabiduría y en tu amor infinitos, te dijiste: “Espreciso que sea un Dios el que adore, ore y ame a un Dios; y es preciso quele adore, le ore y le ame inmolándose, derramando su sangre, muriendo. Nohay testimonio más expresivo de amor que el sacrificio”.

Y el divino Sacerdote quiso inmolarse, no sólo por amor a su Padre,sino también por amor a los hombres.

¿Me atreveré, oh Jesús, a interpretar aquí tu pensamiento? Te dijistedesde toda la eternidad:

“Si yo, la Verdad infinita, yo, el Verbo, afirmara a los hombres peca-dores que les amo con un amor inmenso; si les dijera que su alma, llama-da a la alegría divina y eterna, es de un precio inestimable; si les dijera qué encantador es el cielo y qué espantoso el infierno, no me creerían, nocreerían a mi amor.

Si estas cosas las dijera encarnándome, viviendo entre ellos en el podery la riqueza, el gozo y la gloria, e instruyéndoles yo mismo, con su len-

40 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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guaje, en estas verdades, aún no se conmoverían. En vano les afirmaría miamor por la Creación, por la Encarnación, por el Evangelio, no me corres-ponderían.

Les diré, pues, que, les amo, en un lenguaje que no podrán menos deentender, que moverá y arrastrará sus corazones. Después de haber vividoen la enfermedad, en los trabajos, la oscuridad, los sufrimientos, moriré enla cruz por ellos, yo, el Hijo de Dios. Por ellos, multiplicaré por toda la tie-rra y eternizaré mi sacrificio; entonces creerán que les amo”.

Y he aquí por qué el Corazón de Jesús no ha querido ejercer solamen-te un sacerdocio pacífico en la alabanza y la acción de gracias, sino unsacerdocio completo en la inmolación de sí mismo, como hostia de amor yde reparación (Sauvé, Jesús íntimo).

III. Este sacrificio de amor es incesante y perpetuo

Comprenderemos mejor aún el amor del Corazón sacerdotal de Jesúspor nosotros si tenemos muy en cuenta que su sacrificio es espontáneo,continuo, universal. 542

Es inútil discutir si la orden de Dios Padre precedió a la aceptación delHijo. Estos dos actos son más bien simultáneos. Las diferentes personas dela Santísima Trinidad deseaban igualmente lograr el fin que se había deobtener, que era la reparación de la gloria divina y la salvación de lasalmas. Dios Padre pedía el sacrificio de su Hijo y el Hijo se ofrecía a suPadre: nuestro Señor dijo a su Padre: “No has querido sacrificios de laAntigua Ley, me diste un cuerpo y yo he dicho: aquí estoy para hacer tuvoluntad” (Hb 10).

El Corazón humano de Jesús entró inmediatamente en todas las dispo-siciones del Verbo, se avino a todas las humillaciones, a todos los sufri-mientos, a la muerte de cruz. Inmensos habían de ser sus sufrimientos, peroel amor del que estaba inflamado era tan grande que los excedía con mucho.

Esta oblación hecha por Jesús desde el primer instante, este deseo delsacrificio por el honor de su Padre y por nuestro amor, esta actitud desacerdote y de víctima jamás cesó un momento. Designada víctima, novivía sino para morir. Y ya en el pesebre espera el Calvario. En los brazosde su Madre suspira con ardientes deseos por el día en que será clavado enlos de la cruz.

6.ª MEDITACIÓN.–EN EL SACERDOCIO DE NUESTRO SEÑOR HAY QUE CONSIDERAR... 41

Page 41: El Corazon Sacerdotal de Jesus

El pensamiento de su sacrificio no le abandona, ni en el trabajo ni enel sueño. En el Tabor habla de ello con Moisés y Elías. Ésta es la disposi-ción constante de su Corazón y, de tal manera se atiene a ese carácter desacerdote y a esa actitud de víctima, que los conservará en la Eucaristía yen el cielo, donde los santos le adoran como un Cordero inmolado.

Es Profeta, es Pastor, es Maestro, es Taumaturgo, pero por encima detodo es Sacerdote y Víctima. Éste es el sentido del Ecce venio. Sería preci-so que fuera también ésta la disposición de todo sacerdote de la ley nueva.

Hermanos míos en el sacerdocio, suscitemos en nuestros corazones unamor a Jesús tan intenso como para estar dispuestos a sacrificarnos por Ély por las almas. 543

42 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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7.ª MEDITACIÓN

PREPARACIÓN DEL SACERDOCIO DE JESUCRISTO:LA FAMILIA DEL SALVADOR Y SU INFANCIA

Jesús crecía en edad, en sabiduría y en gracia (Lc 2,52).

Quiso este crecimiento, aparente y aun real en lo concerniente a laciencia experimental, para pasar por todas nuestras debilidades, a excep-ción del pecado, y para darnos ejemplo en todos los estados de la vida.

Por la misma razón, quiso que hubiese una especie de preparación de susacerdocio, en la que encontramos enseñanzas y alientos muy estimables.

I. Jesús quiso que su sacerdocio tuviese una preparación visible

Jesús siempre es sacerdote: Tu es sacerdos in aeternum. Desde el ins-tante de su concepción es sacerdote. Tributa en su corazón a su Padre todoslos deberes y ofrendas de adoración, de amor, de gratitud, de reparación, deoración.

Un solo instante de vida humana, la humillación de la Encarnación, lehubiera bastado para satisfacer a su Padre. Pero no es sacerdote sólo parasu Padre, lo es para nosotros, sacerdotes y fieles; y, para que comprendié-semos bien todos los caracteres de su sacerdocio, quiso desplegarlo antenuestros ojos durante treinta y tres años. Quiso pasar por todas las fases deuna vida sacerdotal: preparación, ministerio público, consumación en elsacrificio.

Lo quiso, sobre todo, por nosotros los sacerdotes, para suministrarnosel ejemplo de la vida sacerdotal. Si el divino Corazón amó tanto a los hom-bres, ¿no amó particularmente a sus apóstoles? “Vosotros –les dice– no soissólo mis siervos, sino mis amigos”.

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II. Su familia

La vocación sacerdotal muchas veces viene precedida de la piedad denuestros antepasados. Con frecuencia, entre las causas determinantes denuestra vocación hay que señalar los ejemplos, las oraciones, los méritosde una madre, de un abuelo o de otros parientes.

¿No lo fueron, como preludio del Ecce venio de Jesús, el Ecce Ancillade María y la vida santa y pura de la Virgen Inmaculada, la humildad deJosé, padre adoptivo del Salvador, la dignidad de vida de santa Ana y desan Joaquín? 544

Quiere Jesús que conservemos el recuerdo de estas santas preparacio-nes. San Pablo dice a Timoteo: “Ten presente la fe de tu abuela y de tumadre” (2Tim 1).

Muchas veces, en las generaciones previas de la familia del sacerdote,hubo otras vocaciones de sacerdotes, de religiosos, de religiosas. Jesús des-cendía, por María, de la familia de Judá y de la tribu de Leví.

Con bastante frecuencia los piadosos antepasados del sacerdote tuvie-ron que soportar pruebas. Las gracias se adquieren. Santa Ana y sanJoaquín fueron despreciados. María y José vivieron en la pobreza.

Si en el origen de nuestra vocación llegamos a dar con el toque divino,agradezcámoslo al sagrado Corazón de Jesús.

III. Su infancia

El sacerdocio de ordinario viene preparado por una infancia piadosa.La santa infancia de Jesús es el modelo de nuestros apostólicos, de nues-tros seminaristas.

Para que tuviéramos ante nuestros ojos este modelo, se complacíaJesús en manifestar exteriormente crecimientos visibles de gracia y devirtud. “Jesús –dice san Lucas– crecía en sabiduría y en gracia delantede Dios y delante de los hombres, al mismo tiempo que avanzaba enedad”. Acomodándose a la debilidad humana, oraba y practicaba la vir-tud, al principio como niño, después como adolescente y luego comohombre.

Sobre todo, obedecía; es el sello de su vida durante treinta años.

44 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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Ayudaba a sus padres en los trabajos de la casa.

Iba con ellos a la sinagoga y al Templo. Realizaba sin duda las peque-ñas funciones que se confiaban a los niños, observando en ellas las cos-tumbres litúrgicas (Lc 2,42).

Volvamos con el pensamiento a nuestra infancia. Agradezcamos a Dioslas gracias recibidas y pidámosle perdón por nuestras debilidades.

¿Cuáles fueron las disposiciones del Corazón de Jesús durante suinfancia y su juventud? Eran completamente sacerdotales. Ofrecía a suPadre un sacrificio perfecto. Pero, conforme a la economía por Él adopta-da, podemos pensar que sólo se miraba como un sacerdote en preparación.Crecía en gracia, en sabiduría; renovaba sin cesar sus aspiraciones a ejer-cer su ministerio público, a ofrecer la misa del Cenáculo y la misa del 545Calvario. “He deseado comer esta pascua con vosotros”.

¡Qué lección para el clero joven y para el sacerdote que tiene la misiónde preparar niños y jóvenes para el sacerdocio!

Obediencia, estudio, piedad, este es el programa de esta larga prepa-ración.

Durante sus largos años de Nazaret, Jesús pensó en los seminaristas detodos los tiempos, los bendecía, pedía por ellos, se santificaba por ellos.

¿Qué interés ponemos por nuestros seminaristas? ¿Nos sacrificamosalgo por ellos?

Oh Jesús, viviste por mí y en tu infancia me preparaste todas las gra-cias de mi infancia y de mi juventud.

Perdón por todos los abusos que he cometido de tus dones. ¡Graciaspor todos los provechos espirituales que he podido sacar de ellos! 546

7.ª MEDITACIÓN.–PREPARACIÓN DEL SACERDOCIO DE JESUCRISTO: LA FAMILIA... 45

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8.ª MEDITACIÓN

JESÚS EN EL TEMPLO: LOS ESTUDIOS

Jesús no quiso parecer desinteresado de las ocupaciones de nuestra

adolescencia y de los estudios con los que nos preparamos al sacerdocio.

Quiso escuchar las enseñanzas de los rabinos para merecernos gracias

en nuestros estudios y para difundir alguna luz sobre el cuidado que en

ellos hemos de poner.

I. Jesús adolescente quiso animarnos al estudio

Jesús adolescente, en el misterio de su estancia en el templo, quiso

manifestarnos el fuerte deseo de su Corazón por los estudios.

Muy probablemente Jesús niño, en Nazaret, frecuentó la escuela que

solía estar junto a la sinagoga. En ella aprendió la lectura, la historia del

pueblo y de la religión, bastándole para todo ello la Biblia.

Jesús crecía en sabiduría delante de los hombres, dice el Evangelio.

Quiso, pues, estudiar como ellos, manifestar cada día más su ciencia, admi-

rar a sus condiscípulos y maestros con su maravillosa inteligencia.

Cuando los niños cumplían los doce años iban al templo para tomar

parte en la pascua por primera vez. ¿Debían dar entonces pruebas de un

conocimiento suficiente de la ley? En todo caso, Jesús lo hizo. Com-

pareció ante los doctores para merecernos gracias en todos nuestros estu-

dios y exámenes. Escuchaba, preguntaba y asombraba a sus maestros.

Le preguntaban y admiraba a los rabinos por la prudencia de sus res-

puestas.

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II. Escuchaba y preguntaba

Audientem et interrogantem: escuchaba las lecciones y pedía explica-ciones. Tenemos delante al estudiante divino. Preludia su vocación y sumisión de profeta y de mesías.

Así nos hemos preparado nosotros a nuestra misión en los bancos denuestros seminarios y universidades. Jesús es nuestro hermano mayor,nuestro modelo.

El corazón del joven adolescente de Jerusalén rebosaba de amor atodos los estudiantes que habían de prepararse al sacerdocio. Allí modela-ba los corazones de los Luis Gonzaga, de los Juan Berchmans; nos prepa-raba a todos gracias de elección.

Audientem et interrogantem: escuchar y buscar comprender, es todo 547el programa. Jesús quiere oír humildemente las enseñanzas imperfectas delos rabinos. ¡Qué lecciones de humildad, de docilidad, de regularidad!

Pregunta como si quisiera comprender. No tiene necesidad de ello,pero lo hace para darnos ejemplo a nosotros, que sí tenemos necesidad.¡Qué lección de trabajo, de celo y de aplicación!

Estas dos palabras encierran la vida entera del seminarista: audientemet interrogantem. Estudiar humilde y animosamente, y ello en el templo, esdecir, alternándolo con la oración.

III. Nuestros estudios

Veamos algunos de los caracteres que Jesús quiere que revistan nues-tros estudios. El mismo nos lo dirá, tanto en el templo, como más tarde.

Quiere que sean continuos.

Su ciencia crecía, no su ciencia divina y sobrenatural, sino la cienciaexperimental, adquirida con el ejercicio de sus facultades naturales.

“El intelecto obra sucesivamente –dice santo Tomás– y con esta cien-cia (sucesiva y experimental) Jesús no todo lo supo desde el principio, sinopoco a poco, a medida que avanzaba en edad, lo que hace que el Evangelionos diga que crecía en ciencia y en edad” (STh III, q. XII, a. 2).

Jesús leía, reflexionaba y crecía en ciencia. Así lo quiso para mostrar-nos el camino.

48 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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Manifiesta cada vez más ciencia. “Enseñaba en sus sinagogas –dice sanMateo–, quedaban maravillados y decían: ¿De dónde le viene a éste estaciencia? ¿No es obrero e hijo de obrero?” (Mt 13,55).

“Los oyentes –dice san Marcos– admirados de su doctrina decían: ¿Dedónde le viene esta sabiduría?, ¿no es el hijo de María?” (Mc 6,2).

Quiere que sus sacerdotes estudien continuamente. Enseñaba a susapóstoles en particular y les daba la afición al estudio. San Pablo, formadoaparte y después que los demás, tiene el mismo ideal para el sacerdote:“Aplícate –dice a Timoteo– a la lectura y a la doctrina” (1Tim 4,3).

Jesús no sólo quiso darnos ejemplo de crecimiento continuo de ciencia,sino que nos hizo comprender que nuestra ciencia debe estar guiada por laprudencia y la oportunidad.

Los doctores del Templo admiran la prudencia de su joven oyente dedoce años. En cuanto a la oportunidad, contemplad por ejemplo a Jesús enla sinagoga de Nazaret, adonde iba todos los sábados: ponen en sus manosel libro de Isaías, lo desenrolla y busca el pasaje que anuncia su misión (Lc 4,16). 548

Evitemos las doctrinas aventuradas, las novedades peligrosas, para quenuestra ciencia sea siempre prudente. Estudiemos todo lo que pueda ser útila nuestra misión, según el tiempo y los lugares donde tenemos que ejercernuestro ministerio, para que nuestra ciencia sea plenamente oportuna... 549

8.ª MEDITACIÓN.–JESÚS EN EL TEMPLO: LOS ESTUDIOS 49

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9.ª MEDITACIÓN

LOS EJERCICIOS ESPIRITUALESDE LOS SACERDOTES

Jesús quería mucho a sus sacerdotes y seminaristas como para no pre-pararles méritos y dejarles su ejemplo para los días preciosos de sus ejer-cicios espirituales y de sus ordenaciones.

Se preparó a su vida pública como nosotros nos preparamos al sacer-docio y al ministerio apostólico.

Es para nosotros una gracia, a la vez que un gran gozo, encontrar tam-bién aquí sus ejemplos y las manifestaciones de su amor.

I. La preparación sacerdotal

Los ejercicios espirituales en nuestra vida sacerdotal ocupan una granparte de nuestra actividad.

Hay ejercicios de órdenes, ejercicios anuales y un día de retiromensual.

¿Se obligó a estos ejercicios el Corazón sacerdotal de Jesús?Ciertamente, al menos, de una manera equivalente.

El Salvador no fue ordenado sacerdote con una ordenación especial.Recibió la unción del Espíritu Santo juntamente con la unión hipostática,es decir, en el momento mismo de su Encarnación. Desde ese momento essacerdote para siempre. Pero quiso su Padre confirmar y manifestar estaunción en el momento en que el Salvador iba a dar comienzo a su vidapública. A orillas del Jordán, cuando Nuestro Señor recibe el bautismo deJuan, el Espíritu Santo descansa sobre su cabeza y confirma en Él la gracia

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de Mesías y de sacerdote, y Dios Padre nos manifiesta su misión diciéndo-nos: “Este es mi Hijo muy amado”.

San Pedro nos lleva a este misterio, cuando, en sus primeras predica-ciones, expone la misión de Jesús. Comienza la vida de Jesús en el bautis-mo de Juan y nos recuerda cómo Dios Padre le dio la unción especial delEspíritu Santo: Quomodo unxit eum spiritu et virtute (Hch 10,38). Hay aquícierta analogía con nuestras ordenaciones. El Salvador tuvo sus largos ejer-cicios espirituales en las proximidades de esta unción especial del EspírituSanto, como para prepararse a su vida pública.

La vida del Salvador es como el maná que satisfacía todos los gustos yremediaba todas las necesidades. El sacerdote debe encontrar en elEvangelio el modelo de la vida sacerdotal. El corazón del sacerdote debemodelarse sobre el Corazón sacerdotal de Jesús. 550

¡Qué precioso tema de meditación para los ordenandos y para lossacerdotes esta escena del Jordán!: la paloma divina confirmando la unciónsacerdotal de Jesús y Dios Padre promulgando esta unción con estas pala-bras: ¡Este es mi Hijo muy amado!

II. Los ejercicios de Jesús

Nosotros tenemos muchos ejercicios para las órdenes. Jesús se prepa-ró a su vida pública tan solo con unos ejercicios, pero muy prolongados,austeros y sobrehumanos. Se retiró al desierto, a la concavidad de una roca,y allí oró, veló, ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches.

Escogió las rocas de Jericó. Tenía ante sus ojos el valle del Jordán, elrío del mismo nombre que, saliendo de un manantial puro, va a parar a lasmalditas y nauseabundas aguas del mar Muerto, donde estuvieron empla-zadas Sodoma y Gomorra. Jesús contemplaba este gran símbolo de lahumanidad culpable que descendía hacia el abismo del pecado y de la con-denación.

Y este pensamiento cruel de la desobediencia de los hombres y delultraje hecho a su Padre le quitaba hasta las ganas de comer y de beber.

¡Qué días más duros! ¡Cuántas lágrimas tuvieron que costarle!Echémonos en cara la tibieza de nuestros ejercicios y la insensibilidad denuestros corazones.

52 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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9.ª MEDITACIÓN.–LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE LOS SACERDOTES 53

Y después de esta larga agonía, Jesús tuvo hambre. Tuvo hambre de

alimento material, sin duda, pero ¡cuánta más hambre tuvo de almas! Por

eso, dio comienzo a sus predicaciones, a la elección de sus apóstoles y a la

organización de su Iglesia.

¿Hemos tenido siempre hambre ardiente de almas después de nuestros

ejercicios?

III. El espíritu de recogimiento

Jesús fue el hombre de los ejercicios, como debe serlo el sacerdote. Se

entrega al mundo, obra, habla, cura, consuela, se hace todo para todos; pero,

hecho esto, la soledad reclama sus derechos. Se aísla. “Se fue Él solo al

monte”, dicen muchas veces los evangelistas. Días enteros y series de días

se le busca y no se le encuentra. Le encanta, le arrastra el monte, el desier-

to. Y allá abajo, en el valle, en algún rincón sombrío, al pie de un árbol secu-

lar o de un fecundo olivo, o en una gruta abierta a pleno cielo, como a cada

paso se encuentran en Palestina, conversa a solas con su Padre.

Evidentemente, es preciso repetirlo, esta alma unida a la divinidad 551llevaba consigo su soledad a todas partes, aun en medio del trabajo y del

ruido; pero Jesús buscaba el recogimiento visible, para instrucción de los

suyos y para la nuestra.

También nosotros necesitamos recogernos. Sean los que sean nuestros

cuidados y solicitudes, necesitamos hacernos con una vida interior, donde

no entren para nada las huellas de los negocios, a no ser para servir de

aliento al alma.

Las obras del exterior... están bien, pero a condición de que partan de

un fondo que les dé valor a los ojos del Maestro.

¿Qué son en sí mismas nuestras obras si no son las obras de Dios?

Hay que alimentar nuestra alma de la vida divina; y para esto se impo-

ne la soledad y el recogimiento.

La soledad llama a Dios, abre el corazón a los grandes pensamientos.

Penetrar nuestra vida interior del espíritu de Jesucristo es introducir en

ella luz y paz; es darle la serenidad divina, la seguridad del hombre que ha

acertado con su camino y que a su término ve la recompensa, el cielo. 552

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10.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LA PREDICACIÓN

Nazaret fue una prolongada preparación. Llegado el momento, Jesús

va a trabajar en la restauración de la humanidad.

Era necesario llevar la verdad a las inteligencias, enseñar; luchar con-

tra el imperio del pecado, exhortar; ganar los corazones y unirlos a Dios

con los lazos del amor, revelar a los hombres este amor, darles a conocer al

Padre celestial y a su enviado, inspirarles confianza en la divina bondad.

I. Hay que convencer los espíritus

Ante todo era preciso enseñar, y la primera enseñanza que Nuestro

Señor debía dar era la concerniente al establecimiento de su misión divina.

Apenas sale de sus largos ejercicios, atraviesa Galilea y predica en

todas las sinagogas el cumplimiento de las profecías y la venida del reino

de Dios: Circuibat totam Galilaeam, docens in synagogis eorum et praedi-cans evangelium regni.

Nos lo dice san Mateo en el capítulo cuarto de su Evangelio y lo repite en

el noveno: Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando en las sina-

gogas, anunciando la venida del Mesías y probando con milagros su misión.

Tal debe ser el primer fin de nuestra predicación: convencer los espíri-

tus, ganarlos para la verdad probando la misión divina de Cristo con sus

milagros, con su resurrección, con la santidad de su Iglesia.

Al predicar a las multitudes, Jesús pensaba en nosotros, en sus sacer-

dotes. Al ver el abandono en que se encontraban las muchedumbres, añade

Page 55: El Corazon Sacerdotal de Jesus

56 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

san Mateo, decía Jesús: “¡Qué mies tan abundante!, pero faltan operarios.

Pidámoselos a mi Padre”. Y oraba por nuestra vocación y por nuestro

ministerio.

II. Determinar las voluntades

No todo es convencer los espíritus, es preciso determinar las volunta-

des a abrazar una vida santa.

Jesús expone la santidad de vida, la perfección cristiana en el sermón

de la montaña.

“Bienaventurados los que tienen el espíritu de pobreza, de mansedum-

bre, de penitencia, etc.” 553

“Hay que amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, orar con

fervor, huir del mundo y de sus máximas y andar por el camino estrecho

del sacrificio.”

Nos costará, sin duda. El reino de los cielos padece violencia.

Unas veces nos anima Jesús con el acicate de sus recompensas: “El

reino de los cielos es un tesoro que hay que adquirir, una perla que hay que

comprar cueste lo que cueste”.

Otras veces nos sostiene con el temor de los castigos: “El mal trigo será

arrojado al fuego el día de la recolección; —los malos peces cogidos en la

red serán arrojados al mar; —el invitado a las bodas que no tenga el vesti-

do nupcial no será admitido; — las vírgenes necias encontrarán las puertas

cerradas; —el siervo que no haya hecho fructificar su talento, será arroja-

do a las tinieblas exteriores”.

Nuestro Señor describe también minuciosamente el juicio final, del

que la destrucción de Jerusalén no será sino un preludio.

He aquí un fondo sólido de predicación: la santidad de la moral que hay

que poner en práctica, el cielo para los que son fieles, el infierno para los

malos servidores.

Y Nuestro Señor daba a sus enseñanzas una invencible autoridad con

la santidad de su vida, con el encanto de su palabra, con la unción de la gra-

cia de que estaba penetrado.

Page 56: El Corazon Sacerdotal de Jesus

¿Cuál es nuestra predicación? ¿Tiene un fondo serio? ¿Se sirve lo sufi-ciente de los grandes motivos de la esperanza y del temor? ¿Está apoyadaen la santidad de nuestra vida? ¿Estamos suficientemente unidos a Dios porla vida interior, de modo que se vea en todo nuestro ser y en todas nuestraspalabras?

III. Tocar los corazones

No basta instruir y exhortar; es preciso ganar los corazones y unir loshombres a Dios con las ligaduras del amor; esto constituye la obra propiadel Corazón sacerdotal de Jesús.

Es cierto que Jesús llevaba consigo el encanto de su persona y su her-mosura divina. Sembraba milagros y esparcía beneficios. Pero tambiénexponía con frecuencia toda la bondad de Dios en el misterio de laRedención, y esto lo podemos imitar.

Toda la enseñanza de Jesús se resume en la palabra Evangelio, que sig-nifica “la Buena nueva”; predica el evangelio del reino, es decir, la feliznueva de la salvación por la redención y todos los beneficios de la miseri-cordia divina. 554

San Juan retiene mejor que los demás estas llamadas del Corazónsacerdotal de Jesús. Las repite muchas veces.

“Amó tanto Dios al mundo, que le envió a su Hijo único para salvarle”(Jn 3,16).

“Como mi Padre me amó, así os he amado; perseverad en mi amor (Jn 15,9).

Como el mismo Señor lo decía, su Corazón hablaba por su boca: Ex abundantia cordis os loquitur (Mt 12,34); y su Corazón ganaba todoslos corazones.

Mostrar cómo resplandece la bondad divina en los misterios de laEncarnación y Redención es predicar el Sagrado Corazón.

Esta era la fortaleza de san Pablo, que tantas veces repetía: “¡Cristo meamó hasta entregarse por mí!”

Prediquemos al Sagrado Corazón y ganaremos las almas paraJesucristo. 555

10.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LA PREDICACIÓN 57

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11.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LA PERFECCIÓN

El buen Maestro no se limita a enseñar el camino del cielo mediante la

huida del pecado y la práctica de las virtudes comunes, quiere llevar a las

almas escogidas a la perfección del amor. ¿No ha de querer que sus sacer-

dotes lleguen a ella?

“Si alguno quiere ser de mis amigos íntimos, niéguese a sí mismo,

tome su cruz y sígame” (Mt 16).

“Si quieres ser perfecto, ve, vende todos tus bienes, dáselos a los

pobres y sígueme” (Mt 21).

“La caridad es el vínculo de la perfección” (Col 3,14).

I. La perfección consiste en amar a Dios con todo el corazón

La perfección consiste en olvidarnos de nosotros mismos y vivir ente-

ramente para Dios, para su amor y su servicio.

La perfección se propone a todos. Conviene particularmente al sacer-

dote, que tan destacadas relaciones tiene con la Eucaristía y con las almas.

El obispo, dice santo Tomás, debe haber llegado a la perfección, por-

que está llamado a formar almas perfectas (II-II, q. 185 a. 8).

Que el sacerdote sea perfecto es, por lo menos, conveniente, si se tie-

nen en cuenta las funciones sagradas que realiza, porque, si las quiere des-

empeñar dignamente, es necesario que tenga la debida perfección interior

(san Dionisio, De la jerarquía eclesiástica, 8).

Page 59: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Ante todo Dios, Dios amado y servido: está ahí la perfección. Todo porDios, como Él lo quiere y cuando Él lo quiere.

“Todo cuanto hacéis, sea de palabra o de obra –dice san Pablo– hacedlotodo en nombre del Señor Jesús, dando por medio de Él gloria a DiosPadre” (Col 3,17).

“Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlotodo para la gloria de Dios” (1 Cor 10,31).

El estado de perfección puede darse por adquirido cuando hemos pues-to nuestra alma en la disposición habitual de buscar a Dios ante todo ysobre todo y en todas las cosas.

Por lo que a mí toca, decía san Francisco de Sales, no conozco otra per-fección sino amar a Dios con todo el corazón. Y si amamos a Dios verda-deramente, procuraremos su gloria, refiriendo a ella todo nuestro ser ytodas nuestras acciones, y haremos todo el esfuerzo posible por llevar alprójimo a su servicio y a su amor (El Espíritu de san Francisco de Sales,lib. 1, cap. 25 y 27). 556

II. El sacerdote y la perfección

El Corazón sacerdotal de Jesús ofrecía a su Padre ofrendas y sacrificiosperfectos. ¿Cómo no ha de querer que sus continuadores, los sacerdotes dela nueva ley, se esfuercen por hacer lo mismo?

El sacerdote verdaderamente piadoso experimenta un gran gozo enconocer, estudiar, profundizar las leyes de su estado. Sabe muy bien que elCorazón de Jesús le quiere perfecto en la medida posible.

Las leyes litúrgicas y el reglamento de vida le enseñan a alabar a Diosa la perfección.

Las leyes disciplinares y las reglas pastorales le enseñan a sacrificarsey a dedicarse a las almas.

El oficio divino bien rezado, la santa misa bien celebrada son la per-fección de la alabanza, tal como Nuestro Señor la espera del sacerdote.

La vida modesta con la observancia de las leyes y estatutos eclesiásti-cos es la abnegación de sí mismo, es el servicio de Dios y de las almasreglamentado por la Iglesia, que continúa la misión del Salvador.

60 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 60: El Corazon Sacerdotal de Jesus

El sacerdote piadoso y fiel practica la perfección en gran medida sinestar ligado con votos como el religioso.

En ciertas épocas, santos obispos como san Agustín, san Ambrosio osan Eusebio de Vercelli impusieron a sus sacerdotes la vida común y laobediencia y pobreza a ejemplo de la vida religiosa.

Agrupaciones eclesiásticas, animadas por la Iglesia, han adoptado lavida común como una parte de las observancias religiosas.

III. El religioso y la perfección

Pero entraba en los planes de Nuestro Señor que los consejos de per-fección tuvieran siempre en la Iglesia una realización positiva y concreta,especialmente entre los sacerdotes, en los institutos religiosos de todaclase.

Nuestro Señor ama las dos formas de vida sacerdotal, la vida secular yla vida regular, e inspira a cada uno su vocación propia.

El verdadero y santo religioso practica la perfección según la regla.Sabe que para él su regla es la forma de su perfección y la ayuda para lle-gar a ella.

La regla es para él la más fiel y completa expresión del deber.

Su Regla le desprende de las criaturas a través de los votos, la vida con-ventual, las penitencias usuales; le une y aficiona a Dios a través de losejercicios prescritos, que le indican la forma de alabanza y de amor debi-dos a Dios.

Su Regla es suficiente para su piedad, contiene para él toda la volun-tad de Dios y le forma en la perfección.

Siguiendo su regla, sigue a Nuestro Señor.

Nuestro Señor le acompaña y camina con él. Quiere hablarle en la ora-ción, en el oficio divino, en los ejercicios practicados conforme a la regla,tanto en la habitación como en el coro.

Las devociones privadas pueden pecar de búsqueda de sí mismo.

Su regla es su ideal de perfección. En ella le dice Jesús: Sígueme y venconmigo.

11.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LA PERFECCIÓN 61

Page 61: El Corazon Sacerdotal de Jesus

¡Oh sacerdote! ¿No querrías amar a Dios con todo tu corazón? ¿No teha amado Él lo bastante?

¿No te ha hecho su amigo, mientras los demás siguen siendo sus sier-vos?

Dice Dios por Isaías: “¿Qué más hubiera podido hacer por mi puebloprivilegiado, por mi viña escogida?”

No puede Jesús decir: ¿Qué más hubiera podido hacer por mis sacer-dotes, a quienes admito todas las mañanas en mi intimidad y a quienes doypoderes tan maravillosos? 558

62 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 62: El Corazon Sacerdotal de Jesus

12.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LOS PECADORES: LAS PARÁBOLAS

El sacerdote se encuentra frente a los pecadores en el púlpito y en elconfesionario. El Corazón sacerdotal de Jesús le da su ejemplo para ambosministerios.

¿Cómo hablará al pecador en el púlpito?

Al pecador espantado por el temor del juicio y del infierno, se esforzarápor ganarle animándole a la confianza, repitiéndole y comentando las emo-cionantes parábolas del buen Pastor, del Hijo pródigo, de la dracma perdida.

I. El buen Pastor y la oveja perdida

Repitamos aquí estas parábolas, meditémoslas, penetrémonos de suespíritu. El Corazón sacerdotal de Jesús es quien habla.

En primer lugar, la oveja perdida: “¿Quién de vosotros, si tiene cienovejas y ha perdido una, no deja las otras noventa y nueve y va en buscade la que se ha descarriado hasta encontrarla?”

“Y cuando la ha encontrado, la pone en sus hombros lleno de gozo. Yal llegar a su casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Alegraos con-migo, porque he encontrado la oveja que se había perdido”.

“Os aseguro que habrá más alegría en el cielo por un pecador que hagapenitencia que por noventa nueve justos que no tienen necesidad de ella”(Mt 18).

Esta parábola ha brotado del Corazón de Jesús. ¡Cómo ama a los peca-dores! ¡Cómo los anima!

Page 63: El Corazon Sacerdotal de Jesus

¡Qué ejemplo para el sacerdote! ¡Cómo debe buscar la oveja extravia-da, ir a ella con bondad y ganarla de antemano!

II. La dracma perdida

La parábola de la dracma perdida es como una variante de la anterior.Nuestro Señor ponía tanto interés en darnos a conocer su bondad con lospecadores que no juzgó superfluo presentarla bajo diversas formas.

“¿Qué mujer, teniendo diez dracmas, si pierde una, no enciende la luzy barre bien la casa, y lo registra todo 559, hasta dar con ella? Y hallándo-la, convoca a sus amigas y vecinas diciendo: Alegraos conmigo, que heencontrado la dracma que había perdido.”

“Así os digo yo que harán fiesta los ángeles de Dios por un pecador quehaga penitencia” (Lc 15).

¡Qué sencillez y qué bondad la del buen Maestro! Se compara a unapobre mujer que ha perdido su dracma. ¡Nos declara que se regocija consus ángeles cuando nos convertimos!

¡Qué lecciones las de estas parábolas! El divino Maestro no es durocon los pecadores en sus predicaciones. No quiere irritarles, desanimarles.No quiere apagar la mecha que aún humea. ¡Qué contraste con ciertos pas-tores de nuestro tiempo!

Isaías describió este carácter del Salvador: “He aquí a mi Hijo muyamado. Yo le daré mi espíritu. Anunciará a los pueblos el juicio de Dios,pero no voceará, ni se oirá en las calles su voz; la caña cascada no la que-brará, ni apagará el pábilo que aún humea. Los pueblos tendrán confianzaen Él” (Is 17 y Mt 12).

III. El Hijo pródigo

Finalmente, aquí esta el triunfo del Corazón de Jesús, su obra maestradesde el punto de vista oratorio, la parábola del hijo pródigo.

¡A cuántas almas ha conducido a Dios esta página del Evangelio! Estaparábola es la que da a nuestras predicaciones de ejercicios su mayoreficacia.

64 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 64: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Se trata de un muchacho que malgasta su dote y, para poder vivir, se vereducido a guardar un rebaño de puercos. Entonces comienza a añorar lacasa paterna. Pero, ¿cómo volver a ella? ¿Qué acogida se le hará? ¿No sele colmará de reprensiones y se le cerrará la puerta? ¡Oh, qué angustias enel alma herida del pecador necesitado de compasión, de perdón, de cuida-dos afectuosos y que teme los desaires y los reproches!

El Corazón sacerdotal de Jesús mismo se describe en el corazón delpadre compasivo que con tanta bondad recibe a su hijo pródigo.

“Deprisa –dice el padre a sus criados–, traed sus vestidos de antes ypreparad un festín...”

Nos parece ver al corazón de este tierno padre atravesar una serie dediversas impresiones. Primero, este amante padre está triste, llora con fre-cuencia, espera, desea, aguarda; su hijo vuelve, le ahoga el gozo, salta 560a su cuello... Tiene miedo de volver a perderle. Quiere colmarle de benefi-cios para aficionarle a él. Le muestra más bondad que al hijo mayor quesiempre le ha sido fiel.

¡Oh, buen Maestro! ¿Así amas a los pecadores? Entonces, ¿por quédudamos en volver a ti? ¿Qué es lo que tememos?

¡Oh, qué distinto eres de los jueces humanos! ¡Tu tribunal es un tribu-nal de misericordia!

Sacerdotes, sabed por esto cuál es vuestro espíritu. No invoquéis alrayo sobre los culpables. El Hijo del hombre no ha venido a perder lasalmas, sino a salvarlas (Lc 9,55). 561

12.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LOS PECADORES... 65

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13.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LOS PECADORES: JESÚS EN ACCIÓN

El Corazón sacerdotal de Jesús al lado de los pecadores es el modelodel sacerdote en el confesionario.

El sacerdote es padre, médico, doctor y juez. Todo esto era Jesús. Elsacerdote consuela, cura, anima a las almas. Así fue Nuestro Señor.

I. La curación del paralítico y la resurrección de Lázaro son símbolos dela confesión

Llevan un pobre paralítico a Jesús. Al ver la fe de este hombre, le dice:“Tus pecados te son perdonados”. Y como los fariseos se extrañaran, aña-dió: “Levántate, toma tu camilla y ve a tu casa”. Este hombre fue a la vezperdonado y curado. La curación era una prueba y un símbolo del perdón.

Curemos con la misma bondad a las almas que vienen a nosotros confe y arrepentimiento.

La resurrección de Lázaro es también una figura de la confesión. Jesúsexclamó: “Lázaro, sal de ese sepulcro”. Luego dijo a los apóstoles:“Desatadle”. Dios perdona los pecados, pero los sacerdotes, por el sacra-mento de la penitencia, hacen caer las ligaduras.

II. La bondad de Jesús con los publicanos y los pecadores nos muestratambién la caridad que hemos de tener con las almas

Los fariseos, pasmados de esta bondad del Salvador, decían a los após-toles: “¿Por qué vuestro Maestro come con los publicanos y pecadores?”

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— Jesús los oye y les dice:

“No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfer-mos”. Fijaos en estas palabras de la Escritura:

“Quiero la misericordia y no el sacrificio. No he venido a llamar a losjustos, sino a los pecadores” (Mt 9).

Uno de esos publicanos era san Mateo, a quien Nuestro Señor llamó alapostolado. Se hallaba sentado en el mostrador de los impuestos cuandoJesús le dijo: Sígueme, y Mateo celebró una gran fiesta en su casa, donderecibió a Jesús y a sus discípulos (Lc 5). La bondad con los pecadores leslleva 562 al gozo y al agradecimiento, y les anima a tomar generosas reso-luciones.

Zaqueo era uno de los publicanos, jefe entre ellos, célebre por susinjusticias, pero también por sus espléndidas restituciones. Después de suconversión llegó a ser uno de los más fervorosos discípulos de Jesús. Y mástarde, como nos refiere san Clemente, fue ordenado por san Pedro, obispode Cesarea de Palestina, y la tradición le hace un apóstol del Languedoc,donde descansará en el santuario de Rocamadour.

Muchos murmuraban sobre que Jesús fuera a casa de un pecador. PeroJesús, sabiendo lo que pensaban, decía: “El Hijo del hombre ha venido abuscar y salvar a los que estaban perdidos” (Lc 19).

Veamos al buen Pastor en acción. Corre tras la oveja extraviada, queesta vez es una mujer samaritana, objeto de sus indagaciones y de su vivasolicitud. Por ella emprende un penoso viaje; está rendido por tan largaandadura desde la aurora hasta el mediodía, cuando el sol es más ardientee incomoda más el calor. Se sienta cansado en el lugar donde sabe se pre-sentará pronto una oveja perdida.

Los samaritanos eran odiosos para los judíos. Eran una tribu de Asiriosllevados por Salmanasar para repoblar aquel país cuando tuvo cautivas alas diez tribus. Estas gentes mezclaban el culto judío con las supersticionespaganas.

La bondad de Jesús aparece particularmente en esta ocasión al buscara una extranjera, odiosa para su nación, a una mujer que por otra parte pare-cía indigna de sus cuidados al ser una pecadora conocida; se cansa, serinde, emplea todas las industrias de su celo para convertirla. “El que pedíade beber a la samaritana –dice san Agustín– tenía sed de la fe de estamujer”.

68 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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Es inútil referir aquí detalladamente esta conversación; es de sobraconocida. La samaritana creyó en Jesús y le trajo discípulos. Fue a la ciu-dad y dijo a sus vecinos: “Venid a ver a un hombre que me acaba de decircuanto he hecho, ¿no será el Cristo?” Muchos fueron ganados, vinierondonde Jesús, le suplicaron que se quedara con ellos. Permaneció allí dosdías. Su bondad había ganado a todo un grupo de discípulos (Jn 4).

Esta mujer, a quien la tradición llama Fotina, contribuyó a dar a cono-cer al Mesías. Fue martirizada en Cartago con sus hijos. El martirologiohace mención de ella el 20 de marzo. 563

III. Otros ejemplos

¡Qué misericordioso se mostró el Corazón de Jesús con la mujer adúl-tera! Es acusada conforme a la ley. Jesús aparta hábilmente a sus acusado-res y le dice: “¿No hay nadie para condenarte? Tampoco yo te condeno.Vete en paz, pero no peques más”.

En todas estas circunstancias, Jesús nos precedía en el ministerio delconfesionario.

¿Y Magdalena? Era una gran pecadora conocida en toda aquellacomarca por sus desórdenes y sus escándalos. Fue ganada por la bondad deJesús. La libró de siete demonios. Va a casa de Simón el fariseo, sin respe-to humano, a hacer un acto público de humildad.

Se abraza a los pies de Jesús. El médico celestial dirige una mirada decompasión a esta alma enferma. Perdona a esta penitente, que vendrá a serel modelo ideal del arrepentimiento y del agradecimiento.

¡Sacerdotes, qué delicado es nuestro ministerio con los pecadores! ¡Québuenos, celosos y abnegados hay que ser para llevarlos a Jesucristo! 564

13.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LOS PECADORES: JESÚS EN... 69

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14.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LOS QUE SUFREN

El Corazón de Jesús desborda ternura y compasión por todos los que

sufren, están apenados, tienen hambre y están enfermos. Es el suyo un

corazón de padre, un corazón de madre, un corazón de pastor.

Jesús es nuestro padre como Dios, como Salvador, pero lo es también

como Pontífice, como sacerdote. Es nuestro Pastor, el Buen Pastor por

excelencia. Su corazón de sacerdote sufre cuando nosotros sufrimos.

Mejor que san Pablo, puede decir: “¿Quién sufre, que no sufra yo con

él?” (2Cor 11,29).

I. Compadecer a los que sufren es la misión del Mesías

Bajo este aspecto le describió Isaías: “He sido enviado –dice el

Mesías– para evangelizar a los pobres, para consolar a los afligidos, para

levantar a los que sucumben bajo el peso de la fatiga y de la pena, para dar

vista a los ciegos y oído a los sordos” (Is 61).

Nuestro Señor tiene el corazón lleno de la conciencia de su misión.

Llama a Él a todos los que sufren: “Venid a mí, todos los que andáis ago-

biados con trabajos y penas, y yo os consolaré” (Mt 11).

Sabe lo que es sufrir, ha conocido el destierro, la persecución, el ham-

bre; ha tenido siempre ante sus ojos los grandes sufrimientos que le esta-

ban reservados para el fin de su vida.

Así debe ser el sacerdote. Debe ir en busca de los que sufren, visitar-

les, consolarles. Si no puede curarles, puede consolarles, estimularles a la

Page 71: El Corazon Sacerdotal de Jesus

paciencia; puede darles un consejo saludable y ofrecerles medicinas. Debe

preocuparse de ellos más que de los sanos.

II. Jesús en acción

Mirad a Jesús actuando. Se encuentra con la viuda de Naím. Ella llora,llora Él misericordia motus, y devuelve la vida a su hijo (Lc 7).

Un día, Marta y María Magdalena le anuncian llorando la muerte de suhermano. Y llora también: et lacrimatus est Jesus.

La Cananea clama a Jesús: “Señor, Hijo de David, ten compasión demí”. Éste demuestra al principio una aparente insensibilidad. Pero 565pronto cede a la inclinación de su Corazón, y cura a la hija de la pobremujer.

Toda la narración del Evangelio está llena de curaciones milagrosas.“Jesús –dice san Pedro– pasó haciendo el bien y curando a todos los queestaban bajo la opresión del demonio” (Hch 10).

“Jesús –dice san Mateo– recorría Galilea enseñando en las sinagogas,predicando la buena nueva del reino de Dios y sanando toda dolencia ytoda enfermedad. Su fama corrió por toda Siria y le llevaban a todos los queestaban enfermos, los endemoniados, los paralíticos, y a todos los curaba”(Mt 4).

“Era tal –dice san Marcos– el tropel de gente que se apretujaba para sercurado, que a veces el Señor se veía impedido de tomar su alimento”. Susdiscípulos tampoco podían comer su pan. Llegaron incluso a irritarse conÉl y a querer poner fin a su celo, que miraban como una pasión: Quoniamin furorem versus est! (Mc 3,21): ¡La santa locura del Corazón de Jesús...!

Sacerdotes de Jesús, vayamos a los enfermos. ¡Molestémonos algunavez a la hora de nuestra comida o de nuestro sueño!

¡Qué bondad, qué condescendencia! ¡Qué delicada atención la deldivino Maestro para con todos los que sufren! Jamás se ve que haya nega-do a nadie lo que le pedía. Les decía: ¿Qué quieres que haga? — “Que mecures”. Y al momento los curaba.

Eran ciegos, sordos, cojos, paralíticos, poseídos del demonio, leprosos.Comenzaba suscitando su confianza, llamándoles con los más dulces nom-

72 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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bres: “Hijo mío, hija mía, ten confianza, serás curada”. Su celo no se dete-nía por los escrúpulos de los fariseos que pretextaban el descanso del sába-do. Les decía: “¿Dejaríais a vuestro asno en el pozo o a vuestra oveja en lazanja el día del sábado? ¿Por qué queréis que deje a los enfermos en su tris-te estado?”.

III. Jesús se describe a sí mismo con los rasgos del buen samaritano

Un hombre fue despojado, golpeado, herido. Pasaron a su lado unsacerdote judío y un levita y no socorrieron al herido. Pasa un samaritano,es el verdadero sacerdote, es la figura del Salvador, el sacerdote de la nuevaley; se compadece del herido; cura sus llagas derramando en ellas aceite yvino. 566 Toma al herido en su cabalgadura, le conduce al mesón y pagalos cuidados con que ha de ser atendido.

El verdadero sacerdote y pontífice deja ver aquí todo su corazón.

Sacerdotes de Jesucristo, seamos buenos samaritanos con los enfermosde nuestras parroquias.

Había entonces muchos posesos. Los demonios se agitaban tratando depoder hacer fracasar la obra redentora.

Hoy el demonio actúa de muy distinta manera. Dirige a los hombrespor medio de las sectas y las asociaciones secretas. ¿Qué hemos de hacercontra él? Jesús arrojaba los demonios, pero tenía mucha compasión de losposesos. Detestando las sectas, seamos buenos con las personas.

Jesús muestra su bondad por el pobre poseso del país de los gerasenos,que se veía atormentado por una legión de demonios. Le cura. Este hom-bre, vuelto en sí, quiere unirse a Jesús como uno de sus discípulos. Pero eldivino Maestro le dice que vuelva a su país para publicar en Él los benefi-cios de Dios (Lc 8).

Seamos siempre buenos con las personas, condenando las doctrinas ylas prácticas de las sectas. 567

14.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LOS QUE SUFREN 73

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15.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY EL CUIDADO DE LAS VOCACIONES

Uno de los deberes del sacerdote es fomentar las vocaciones, favore-cerlas, prepararlas. También en esto es modelo el Corazón sacerdotal deJesús.

I. Jesús deseó y favoreció las vocaciones

Y, en primer lugar, ¡cómo deseó las vocaciones! Venía recorriendo lasvillas y los pueblos, predicando en las sinagogas y curando enfermos.Había visto a las gentes sin educación, sin dirección y tuvo piedad de ellas.“Están –decía– como un rebaño sin pastor”. Deprimía a aquellas muche-dumbres la miseria moral y la miseria física. Y Jesús decía a sus discípu-los: “¡La mies es mucha! Rogad pues al Señor que envíe obreros”.

Ama a los niños, los bendice y su bendición hace germinar vocaciones.

Llama a los niños, les asegura su amistad. “Dejad que los niños vengana mí”, dice a sus apóstoles.

Un muchacho de buena casa se le acerca. Jesús quería hacer de él unapóstol: “Ve –le dice– vende lo que tienes y sígueme”. El joven resiste a lagracia y Jesús se entristece (Mc 10).

Un niño seguía a Nuestro Señor y los apóstoles, llevando unas pocasprovisiones. Nos dice la tradición que era Marcial, apóstol de Languedoc(Jn 6).

Un día, Nuestro Señor toma a un niño; admira su candor y sencillez, ydice a sus discípulos: “He aquí vuestro modelo, sed sencillos como niños”.Y añade:

Page 75: El Corazon Sacerdotal de Jesus

“Los que en mi nombre reciben a los pequeños, a mí me reciben”.

¡Qué aliento para que nos ocupemos de los niños, nos demos a ellos,buscando vocaciones y fomentándolas!

Un sacerdote que no se interesa por las vocaciones, ¿tiene verdaderoespíritu apostólico?

II. Cómo llamó a sus apóstoles y discípulos

Nuestro Señor llama a setenta y dos discípulos y a doce apóstoles comolos primeros fundamentos de la jerarquía eclesiástica. 568

Pero antes de determinarse a esta elección, quiere orar largamente. Seretira al monte: en la soledad se ora mejor; y pasa toda la noche en oración(Lc 6,12-13). ¡Qué ejemplo! Debemos orar para obtener vocaciones yhacerlas fecundas. Realiza la elección de sus discípulos y apóstoles des-pués de esta vigilia de oración.

Después de la prueba de sus tentaciones, después de su largo ayuno enel desierto, llama a lo más selecto de su apostolado: Pedro, Andrés,Santiago y Juan.

Acto seguido les presenta el ideal del apostolado: “Venid y os haré pes-cadores de hombres”. No les dice: “Seréis ricos, honrados y escuchados”.Les dice: “Conquistaréis hombres para Dios”.

Inspiremos a los niños una vocación pura y sin mezcla.

Jesús se dedica a la formación de sus discípulos. Et veniunt ad domum.Y va por delante con su ejemplo: predica, cura. Tan lleno está de celo, tanardiente y transportado por la abnegación de la caridad, que parece estarfuera de sí mismo. Algunos le toman por un insensato y quieren atarle:Exierunt tenere eum, dicebant enim quoniam in furorem versus est. No ten-gamos miedo de causar admiración por nuestro celo.

III. Cómo les formó

Jesús se da a la formación de sus discípulos y apóstoles.

Sus primeras conversaciones con Andrés y Juan se prolongan toda lanoche (Jn 1,38). Jesús prescinde de su cansancio.

76 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 76: El Corazon Sacerdotal de Jesus

De vez en cuando les conduce a lugar apartado, a la soledad: “Venidaparte –les decía– y que vuestras almas descansen”. A veces es precisodejar la sobrecarga del ministerio para tomar nuevo vigor.

Jesús instruye a sus discípulos con todo interés. Tres años consagra asu formación doctrinal. Con frecuencia les toma aparte. En el sermón de lamontaña, tiene instrucciones especiales para sus apóstoles, y otras para lamultitud. Habla a sus apóstoles en la altura y baja luego al pueblo, comopara indicar que los sacerdotes tienen que hacer estudios más elevados ymás difíciles.

Cuando habla al pueblo con parábolas, se las explica a sus apóstoles:“Vosotros –les dice– tenéis necesidad de comprender bien todos los miste-rios del reino de Dios: Vobis datum est nosse mysteria regni Dei” (Mt 13,11). 569

Era su costumbre volver a sus enseñanzas con sus apóstoles y expli-cárselas: Seorsum autem discipulis disserebat omnia (Mc 4,34). Era comosu curso de exégesis y de teología.

Y así continuó hasta después de su resurrección. En sus apariciones, lesinstruía sobre el reino de Dios, es decir, sobre la Iglesia, sobre su organi-zación, su culto, sus sacramentos: Per dies quadraginta apparens eis, etloquens de regno Dei (Hch 1,4).

¿Pensamos en perpetuar nuestro sacerdocio, en buscar vocaciones, enayudarlas? ¿Hemos intervenido en despertar o desarrollar alguna de ellas? 570

15.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y EL CUIDADO DE LAS... 77

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16.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LAS RELACIONES DEL SALVADOR

CON LOS APÓSTOLES

Las relaciones con sus hermanos son una parte muy importante y deli-

cada de la vida del sacerdote. En las relaciones de Nuestro Señor con sus

apóstoles, a quienes quería tratar como hermanos, encontraremos sobre el

particular santas y sublimes lecciones.

I. Jesús trata a sus apóstoles como hermanos

Le dijeron un día que le esperaban su madre y sus hermanos, o primos.

Extiende entonces su mano hacia sus discípulos y dice: “He aquí a mi

madre y mis hermanos” (Mt 12,49). Amemos a los sacerdotes como a her-

manos nuestros.

Otra vez se recaudaban en Cafarnaún los impuestos personales: dos

dracmas por persona. Jesús quería eximirse de ellos, pero no quiere escan-

dalizar; entonces se identifica con Pedro como con un hermano: “Ve –le

dice–, lanza el anzuelo, coge un pez, lo abres y encontrarás un estáter o

cuatro dracmas, con el que pagarás tu impuesto y el mío”. Jesús nos tiene,

pues, por hermanos suyos.

Vive con sus apóstoles como uno de ellos. Tienen una bolsa común.

Con frecuencia se hospedan en un mismo sitio, comen juntos. Les acom-

paña un muchacho con algunas provisiones para él y para ellos.

Unas veces les pregunta si tienen comida: Pueri, numquid pulmenta-rium habetis? (Jn 21,5). Otras no se desdeña de preparársela Él mismo.

Enciende el fuego, asa los peces, prepara el pan (Jn 21,9).

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Sencillez, caridad: tales son las hermosas virtudes de que Jesús nos da

ejemplo en sus relaciones con sus apóstoles.

II. Asume siempre su defensa

“¿Por qué –le dicen– tus discípulos no ayunan como los de Juan

Bautista?”. “Son –dice– los hijos del Esposo; ¿han de ayunar mientras está

con ellos el esposo?”. Es decir, son los discípulos amados del Mesías, se

gozan en estar con Él; ayunarán más tarde, cuando haya dado la vida por

ellos (Lc 5,34).

Un día, y era sábado, recogían espigas a la orilla de un campo de trigo,

por lo que fueron censurados. El les defiende: “Tienen hambre. Las pres-

cripciones del sábado no obligan a privarse de alimento. David 571 un

día comió los panes sagrados reservados a los sacerdotes, porque tenía

hambre”.

Defendamos siempre a nuestros hermanos.

Cuando Judas y la patrulla de Jerusalén fueron a detener a Jesús en

Getsemaní, después de haberles evidenciado su poder echándoles por tie-

rra, se entrega a ellos, pero tiene cuidado de decirles: “Dejad ir a éstos:

Sinite eos abire” (Jn 18,8).

Si puede hacerles un servicio, lo hace. Toman parte en la multiplica-

ción de los panes, en la pesca milagrosa.

Cura a la suegra de san Pedro que está con fiebre (Lc 4,38). Entre

ellos, tiene algunos que son amigos más íntimos: Pedro, Andrés, Santiago

y Juan.

Los toma con frecuencia aparte, como en la resurrección de la hija de

Jairo, en la agonía, en la transfiguración. También nosotros podemos tener

amigos que nos ayuden y consuelen.

Les recomienda que practiquen entre ellos la corrección fraterna y el

perdón de las ofensas: “Si tu hermano te ha ofendido, háblale en particular

o, si es necesario, delante de uno o dos testigos”. Tengamos alguien que nos

corrija. Solucionemos nuestras pequeñas cuestiones sin alborotos ni dila-

ciones (Mt 18,15).

80 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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III. Los misterios de la Cena, de la Agonía y del Calvario merecen serconsiderados aparte

¡Qué humilde es Jesús en el Cenáculo! Quiere lavar los pies a sus após-

toles y servirles. “He hecho esto –les dice– para daros ejemplo”. Seamos,

pues, humildes unos con otros.

En el Cenáculo todos concurren al esplendor y dignidad del culto.

Pedro y Juan han preparado la sala, todo se ha hecho con orden. Así es

como debemos prestar nuestro concurso a nuestros hermanos para las cere-

monias del culto, manifestando en ellas una gran piedad y dignidad.

¡Qué expansiones de amistad siguen a la cena! La conversación de

Nuestro Señor es toda sobrenatural. Son expansiones de su divino Corazón.

¿Cómo son nuestras conversaciones entre nosotros?

Después de esto viene el velar y orar en Getsemaní, que ha de ser

común a Él y a los suyos: “Velad y orad para que no caigáis en tentación”.

“¿No podéis velar una hora conmigo?”.

Seguir a Jesús hasta el Calvario es privilegio de san Juan. Si amamos

al Corazón de Jesús, nos será fácil y hasta dulce sufrir por Él y con Él. 572

Nos exige Jesús que los sacerdotes del Salvador sean para nosotros

verdaderos hermanos. “Amaos los unos a los otros –decía a sus apóstoles–.

Estad unidos. Sed uno, como mi Padre y yo somos uno”. Esta unión será

nuestra honra y edificará a las almas (Jn 17,21s.). 573

16.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAS RELACIONES... 81

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17.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LA PRÁCTICA DE LA PRUDENCIA

Y DE LA TEMPLAZA

Jesús es modesto, sencillo y mortificado. Es para todos, y particular-

mente para sus sacerdotes, el modelo de todas las virtudes.

I. Jesús es la modestia misma

Nos pone en guardia sobre nuestras miradas y nuestros deseos.

“Si tu ojo fuese sencillo y puro –dice– todo tu cuerpo, es decir todo tu

ser, estaría iluminado. Mas si tu ojo es malicioso, todo tu ser estará en tinie-

blas” (Mt 6,22).

“Si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo. Mejor es perder la

vista que ir al infierno” (Mt 18,9).

“Si miras a una mujer apasionadamente, has adulterado en tu corazón”

(Mt 5,28).

¡Qué prudente es el Salvador en sus relaciones! Tan impresionados

estaban sus discípulos por su modestia habitual que se extrañan de verle

hablar con la Samaritana (Jn 4,27).

Cuando la mujer hemorroísa toca su vestido, se queja de que le hayan

tocado.

María Magdalena es muy audaz; ¡tan agradecida y amante era! Pero

Jesús la mantiene a distancia: “Noli me tangere, no me toques”.

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II. La templanza

En cuanto a esta virtud, multiplica Jesús consejos y ejemplos.

“Id –dice a sus discípulos– a predicar el reino de Dios”. No llevéis nioro, ni plata. Confiad en la Providencia. Si no os reciben, sacudid el polvode vuestras sandalias y pasad de largo. Yo bendeciré a los que os recibanen mi nombre, aunque no os dieran más que un vaso de agua... Confiad.Dios, que cuida de los pajarillos, cuidará de vosotros” (Mt 10).

“No podéis servir a la vez a Dios y al dinero. No os inquietéis por loque habéis de comer, ni por el vestido que habéis de usar. Dios alimenta alos pájaros y viste a las florecillas... Dejad a los paganos que vivan deldinero. Vuestro Padre celestial sabe lo que necesitáis. Buscad ante todo elreino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt6,25 y ss.). 574

Jesús practica lo que aconseja. Va por las villas y aldeas predicando elreino de Dios.

Van con Él sus doce apóstoles.

Poca cosa toman consigo: algunas provisiones para comer en los luga-res desiertos y una pequeña bolsa, más bien para dar limosnas que paracomprar víveres. Gentes honradas les ofrecen lo necesario. Hay tambiénalgunos bienhechores.

Algunas mujeres que Él había curado, dice san Marcos, MaríaMagdalena, Juana, mujer de Cusa, procurador de Herodes, Susana y variasotras seguían al Maestro y a sus apóstoles para oírles, y les ayudaban consus bienes (Mc 8).

III. La mortificación

Recuérdese aquí el gran ayuno de Nuestro Señor, sus cuarenta días enel desierto.

¡Qué ejemplo, qué mortificación!

Nuestro Señor aconsejaba también el ayuno, pero recomendando queno se hiciera ostentación de él, como acostumbraban los fariseos (Mt 6,16).

84 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

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Y durante toda su vida, ¡qué sobriedad! Lo vemos viviendo de pan decebada y de peces frescos o secos. Adopta el modesto régimen de los pes-cadores de Galilea, sus discípulos.

El Evangelio nos revela lo que había en el cesto de provisiones delcolegio apostólico: cinco panes de cebada y dos peces (Jn 6,9).

Otra vez hay siete panes y algunos pececitos, paucos pisciculos(Mt 15,33). Estos peces del lago de Tiberíades abundan sobre todo en espi-nas y son poco apetitosos. Tal era el lujo de la mesa del Señor.

No es más exigente Jesús resucitado. San Juan nos lo presenta prepa-rando para Él y sus apóstoles un pez asado sobre brasas y pan (c. 21).

San Lucas nos lo muestra comiendo un trozo de pez asado y miel (c. 24).

Sabía también ayunar y aplazar sus comidas cuando lo exigían las ocu-paciones del apostolado.

En Samaria está cansado, tiene hambre. Sus apóstoles le apremian a quecoma. No lo hace, está muy ocupado en convertir a la Samaritana. “Tengo–les dice– un alimento que no conocéis..., mi alimento 575 es hacer lavoluntad de mi Padre” (Jn 4,32).

Al comienzo de su vida pública se ve tan rodeado de enfermos que noencuentra tiempo ni para comer un trozo de pan (Mc 3,20).

Todo su régimen de vida es proporcionado a su alimento.

Muchas veces tiene que dormir como en dormitorio común con sus dis-cípulos, a veces se acuesta en el desnudo suelo, sin una piedra por cabece-ra (Mt 8,20). Otras veces duerme sobre las tablas de la barca de Pedro, enmedio del ruido y la agitación de los apóstoles.

¡Qué sencillez! El más humilde sacerdote de aldea está mejor alojadoy alimentado. El misionero de países salvajes recuerda más el género devida escogido por el Salvador.

Las virtudes del divino Maestro deberán ser el objeto de nuestras medi-taciones cotidianas. Es el modelo amable, perfecto y siempre grato. 576

17.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LA PRÁCTICA... 85

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18.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LAS RELACIONES EXTERNAS

Edificar y distribuir beneficios, tal es el fin de las relaciones exterioresde Jesús. Podemos considerarle en sus relaciones con los extraños a la fejudía y en su trato con sus amigos y sus enemigos.

I. Sus relaciones con los extraños a la fe judía

Muchas veces se le ve en relación con gente extraña a la fe nacional,con paganos, con samaritanos cismáticos, a quienes gana para la verdadcon sus atenciones y con su santidad. No tiene sin embargo éxito conPilatos, receleso por el orgullo y el interés.

Veamos, en primer lugar, al centurión de Cafarnaún. Es pagano, perohonrado y bueno, hasta el punto de haber hecho construir una sinagogapara los judíos. Se trata de un hombre recto y humilde. Ha oído hablar delos milagros de Jesús, lo cual le ha obligado a pedirle la curación de su cria-do. Jesús quiere ir a su casa. El centurión pronuncia estas palabras históri-cas: “No soy digno de que entres en mi casa”. Jesús cura a su criado allímismo y ensalza la fe del centurión: “No he encontrado fe tan grande entrelos israelitas”.

La cananea es también pagana. Viene a pedir la curación de su hija.Jesús pone a prueba su fe y su humildad. Al principio no le contesta, des-pués le dice que Él no ha venido para los extraños, sino para los hijos deIsrael, que el pan de la familia es para los hijos y no para los perros. La con-fianza y humildad de esta pobre mujer son realmente admirables:

“Los perros –dice ella– pueden comer las migajas de la mesa”. Jesúsadmira la fe de esta mujer y cura a su hija.

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Los samaritanos son cismáticos. Jesús se interesa sin embargo por lapobre samaritana. A petición de las gentes de la ciudad de Samaria, pasados días entre ellos y muchos creen en El.

Tiene Jesús menos resultado con Pilato, quien, temiendo desagradar alCésar y perder su alto puesto, rechaza las gracias de fe que le vienen, y con-dena al Salvador a pesar de su conciencia.

Seamos siempre dignos y buenos en nuestras relaciones con las gentesextrañas a nuestra fe, con los incrédulos contemporáneos. 577

II. Relaciones con los amigos

Consideremos ahora a Jesús en sus relaciones con las personas amigasy benévolas. Por todas partes derrama beneficios y eleva las almas a Dios.

Jesús asiste a las bodas de Caná porque tiene relaciones de parentescocon los esposos. María y Él están atentos a las necesidades de esta familiay su bondad se hace de ver en un hermoso milagro.

Cuando Jesús llama a Leví Mateo al apostolado, acepta una comida ensu casa, con el fin de sembrar un poco de verdad entre publicanos ymundanos.

Acepta también la invitación de Zaqueo; ¡qué generosidad le inspiraJesús! Zaqueo da la mitad de sus bienes a los pobres y repara por cuadru-plicado los daños que ha podido causar.

La comida en casa de Simón, el de Betania, es muy trascendental.Quería Jesús justificar a la Magdalena y recibir la unción, presagio de supróxima sepultura. Es benévolo para con Simón, pero le da útiles leccio-nes, poniendo su orgullo farisaico en contraste con la humildad deMagdalena.

Jesús acoge al fariseo Nicodemo, que viene a verle de noche disimu-lando su respeto humano. Jesús le instruye y le prepara para la fe.

En fin, podríamos considerar a Jesús en casa de sus amigos de Betania.¡Cómo ama a esta familia! Convierte a la Magdalena, anima a Marta, llorala enfermedad y muerte de Lázaro y le resucita.

No está prohibido al sacerdote tener amistades puras y sobrenatu-rales.

88 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 88: El Corazon Sacerdotal de Jesus

III. Contradictores y perseguidores

Jesús no hubiera debido tener enemigos. Sin embargo, los tuvo.También los sacerdotes los tienen. Jesús les dijo: “Os envío como corderosentre lobos”.

Los principales enemigos de Jesús fueron los fariseos, los puritanos deentonces; gentes que tenían la pretensión de ser grandes observantes de laley y, en el fondo, eran orgullosos, avaros y muchas veces corruptos.

Se escandalizaban de ver a Jesús que iba al pueblo y predicaba la sen-cillez, la humildad, el desprendimiento de los bienes de la tierra.

Hacen lo imposible por quitar a Jesús su popularidad, que les hacesombra. Reprochan a sus discípulos haber comido algunas espigas.Censuran a Jesús 578 por curar a los enfermos los sábados.

Le llevan una mujer adúltera para ver si la condena (Jn 8).

Echan mano de toda clase de artificios, que son descubiertos, y Jesúsconserva la amistad del pueblo.

Los Herodianos, los políticos de aquel tiempo, querrían también quefracasara la popularidad de Jesús y vienen a preguntarle si hay que pagartributo al César.

Jesús contesta a todos con dignidad, pero el odio es tenaz y se unenpara perder a Jesús.

Tenemos enemigos y los tendremos siempre. Opongámosles unasveces el silencio, otras una respuesta digna y tranquila. Si hay que sufrirpersecución, estaremos unidos a Jesús y nuestros sufrimientos reportaránsu fruto.

Jesús es nuestro modelo en todo. Para todos tiene miras de salvación. Esbueno para los extraños a fin de ganarles. Es bueno para sus amigos por lacaridad natural de su divino Corazón. Es firme y severo frente a quienes lecontradicen y le persiguen, para obligarles a reflexionar y convertirse. 579

18.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAS RELACIONES... 89

Page 89: El Corazon Sacerdotal de Jesus
Page 90: El Corazon Sacerdotal de Jesus

19.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LA FAMILIA

Hasta la edad de treinta años Jesús vive, trabaja y ora con su familia,

es obediente y afectuoso.

I. Nazaret

Desde su vuelta de Egipto hasta su vida pública vive en Nazaret. Es el

hijo de un obrero, faber et fabri filius, es el hijo de María. Trabaja de car-

pintero con san José, hace yugos para las yuntas de bueyes y carros para el

laboreo de los campos.

Su familia habita en Nazaret y en Caná. Su tío Cleofás, su tía y sus pri-

mos viven en Nazaret, Él los trata y es afectuoso con todos. Se le conoce

y, cuando comience a predicar en Nazaret, los vecinos dirán: ¿No es el car-

pintero, el hijo de María, el hermano, o primo, de Santiago, de José, de

Judas y de Simón? (Mc 6,3).

Maria Salomé, madre de Santiago el Mayor, y de Juan, es también una

de sus primas, y parece que vivía en Caná.

Hay unidad en la familia de Jesús. Su Madre, María, se ha sacrificado

poniéndose durante tres meses al servicio de su pariente Isabel.

Jesús y María asisten en Caná a unas bodas. ¡Con qué solicitud vela

María porque no les falte nada en el banquete de bodas! Llega incluso a

solicitar de Jesús un milagro.

Jesús cerró los ojos a san José, su padre adoptivo, antes de entregarse

a su vida pública.

Page 91: El Corazon Sacerdotal de Jesus

El sacerdote debe ser buen hijo y buen pariente. Para predicar con frutoel cuarto precepto: “Honrarás a tu padre y a tu madre”, es preciso que élmismo lo cumpla.

II. La separación

Pero llega el tiempo en que el sacerdote y su familia tienen que hacerel sacrificio de la separarse.

Jesús dejó a su familia durante algunos días a la edad de doce años. Enprimer lugar, porque debía preludiar su misión futura, llamando la atenciónde los sacerdotes sobre el próximo cumplimiento de las profecías; perotambién para mostrar a las familias cristianas que deben dar de buena ganasus hijos a los seminarios. 580

Llegada la hora de su vida pública, Jesús deja Nazaret y va donde le recla-ma su ministerio. Dejó Nazaret, dice san Mateo, y vino a habitar en Cafarnaún,a orillas del mar de Tiberíades (c. 4). Y Cafarnaún es su segunda patria.

Tiene ahora una familia nueva, sus discípulos y todas las almas quetiene que evangelizar. Su familia natural no debe serle obstáculo. Un día enCafarnaún le dicen: “Tu madre y tus hermanos o primos, están ahí fuerapreguntando por ti”. — “¿Quiénes son –dice– mi madre y mis hermanos?Mis discípulos, aquellos que creen en mi y que hacen la voluntad de miPadre” (Mt 12,48).

El sacerdote no debe permitir que su familia le distraiga de su ministerio.

Si tiene vocación religiosa, debe separarse aún más completamente delos suyos, para darse todo entero al servicio de su Padre celestial: In hisquae Patris mei sunt, oportet me esse (Lc 2,46).

El que deje a su padre, su madre y a sus hermanos por el servicio deDios recibirá el ciento por uno y la vida eterna (Mt 19,29).

III. El apostolado con su familia

Jesús se hace apóstol de su familia, colmándoles de gracias.

Aún no había nacido cuando derramó gracias de elección en san JuanBautista y sus parientes, Zacarías e Isabel.

92 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 92: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Santificó a sus abuelos, santa Ana y san Joaquín.

Encumbró a su Madre por encima de todos los santos. Colmó de gra-cias a san José.

Su tía y prima, María Cleofás y María Salomé, están en el número delas santas mujeres que se entregan al colegio apostólico y siguen a Jesúshasta el Calvario.

Sus primos Santiago el Menor y Judas, Santiago el Mayor y Juan sonapóstoles. Simón será obispo de Jerusalén después del apóstol Santiago;José, su otro primo, será propuesto para el apostolado con san Matías yvendrá a ser obispo de Eleuterópolis.

No obstante, si obtienen favores y gracias, es preciso que los merezcany correspondan a ellos. No bastan los vínculos de la sangre.

Salomé quería que sus dos hijos, Santiago y Juan, ocuparan el primerpuesto en el reino de Dios, por ser pariente de Jesús. Pero Jesús respondeque no se trata de favoritismo natural y que 581 no tendrán un puesto ele-vado en el cielo sino bebiendo animosamente el cáliz de las persecuciones.

Cuando el sacerdote deja a sus padres es de justicia ponerlos en manosde personas seguras. Jesús, antes de subir al cielo, confió su Madre a sanJuan.

¡Qué hermosas y dulces lecciones nos da el Corazón sacerdotal deJesús!

Amemos a nuestra familia en Dios y para Dios. Sepamos dejarla cuan-do es preciso. Esforcémonos por santificarla. 582

19.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LA FAMILIA 93

Page 93: El Corazon Sacerdotal de Jesus
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20.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSANTE LA NATURALEZA Y EL ARTE

El sentimiento de la naturaleza en Jesús debía ser exquisito, y su huma-

nidad encontró seguramente en él, a la vez que un camino más para ir a su

Padre, el manantial de intensas y delicadas satisfacciones. Sentía mejor que

nosotros la belleza y no le costaba nada remontarse desde ella a su autor

para alabarla.

I. La tierra prometida

Para bajar a la tierra escogió uno de los lugares más bellos y ricos de

ella. El nombre de Tierra prometida no era una palabra vana. El anuncio de

la tierra que mana leche y miel no era una artimaña. En la época de Jesús,

la hermosa patria de Israel ya estaba en pleno desarrollo y en plena exube-

rancia. No era una naturaleza que embriagara con su abundancia placente-

ra, como el Bósforo o las islas de Grecia; era una hermosura considerable

y sana con un matiz de melancolía en dirección a Judea.

Los llanos y valles tenían una fertilidad exuberante; desde lo alto de los

montes se veía, a un lado, el valle simbólico del Jordán y el Mar Muerto;

al otro, el gran mar que conducía hacia las tierras de occidente.

Jesús escogió para su cuna la ciudad blanca, la ciudad del pan, Belén,

situada en un valle escalonado, verdadero cuerno de abundancia donde se

cultivan la viña, el trigo, la higuera y el olivo.

No lejos de allí se encuentran los baños y jardines de Salomón, la fuen-te sellada, el huerto sellado, a los que Salomón se complacía asemejar a su

esposa.

Page 95: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Nazaret, donde Jesús pasará su larga vida oculta, es la ciudad de lasflores. Se abriga bajo las rocas como un nido de palomas, sobre la llanurade Jezrael. Tiene a la vista el Carmelo, la hermosa montaña poblada deárboles y flores, que alegra un poco el paisaje.

En la calma y recogimiento de Nazaret es donde Jesús repetirá diaria-mente su Ecce venio, ofreciendo a su Padre todos sus pensamientos, suspenas, todos sus trabajos, todos sus suspiros, así como tantos otros actosredentores.

Galilea, donde pasará tres años, es la tierra de la actividad, de la pesca,y de la mies. El ambiente era favorable para el desarrollo de su 583 vidaactiva.

II. De Nazaret a Jerusalén

Jesús hizo muchas veces este camino que conduce de Galilea a Judea.Lo hacían todos los peregrinos, atravesando Samaria. Jesús se dirigía allápor la llanura de Esdrelón las tres veces al año que fue a las fiestas religio-sas de Jerusalén.

Era siempre en la hermosa estación de primavera, para la Pascua dePentecostés, y en otoño, para la fiesta de los Tabernáculos.

Jesús dejaba detrás de sí la cordillera del Líbano con el Hermón coro-nado de nieve. Al oriente, el mar de Galilea, apenas velado por una cortinade colinas, futuro teatro de sus divinas proezas; al poniente, el marMediterráneo, por donde la buena nueva tomaría raudo vuelo.

La gran llanura de Esdrelón venía a ser, en primavera, como un move-dizo mar de verdor donde brillaban toda clase de florecillas de todos loscolores y, particularmente, las encarnadas anémonas que formaban tapicesmás ricos que la púrpura de Salomón.

A Jesús le gustaba la fecundidad de los campos, el aspecto imponentede las montañas, las aguas fértiles, las flores con sus mil perfumes, la obrade Dios, que prueba y canta su gloria.

En primavera se percibía el perfume de los almendros y de los limone-ros, tan abundantes en los repliegues del terreno. En el otoño se veía a lossembradores que en sus campos arrojaban el grano al viento, y a los traba-jadores que volvían a la puesta del sol que teñía de púrpura las montañas,

96 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 96: El Corazon Sacerdotal de Jesus

a los rebaños levantando nubes de polvo a lo lejos, a los vigilantes quecumplían sus turnos de guardia.

Jesús pasaba cerca del Tabor, el pedestal de su gloria, por Dotain,donde fue vendido José; por Silo, donde descansó el arca; por Betel, dondeJacob entrevió en sueños el cielo, y por otros lugares donde ocurrieronhechos históricos que preparaban y figuraban la redención.

Jesús se inspiraba en los recuerdos de sus viajes para decirnos susbellas y poéticas parábolas del sembrador, de la viña, del buen Pastor.

¡Que sepamos comprender y gustar la naturaleza! Nuestros sermonespodrían sacar de ella deliciosas imágenes que encantarían a nuestrosoyentes.

III. Judea

Judea propiamente dicha no tenía ni la fecundidad ni el encanto deGalilea y de Samaria.

Parece que Dios quiso establecer una notable diferencia entre el paísdonde Jesús sembró la buena palabra y aquel en que la raza deicida quisoahogar su voz. 584

Es una comarca montañosa, escasa en aguas, con rocas que taladran susuelo, cuyo aspecto general es más bien triste.

Jesús, cuando bajaba del monte de los Olivos, admiraba el templo, sumole, sus esculturas y su ornamentación (Lc 21,5). Después de lo cualanunciaba a sus discípulos el castigo próximo, la destrucción de aquel tem-plo por los romanos.

La naturaleza y el arte elevan las almas hacia Dios. Sepamos gustarlose inspirémonos en ellos en la oración y en la predicación.

Nuestras reservas de trigo nos recuerdan la Eucaristía; nuestros lagaresrepresentan el Calvario. Las flores, la armonía, los perfumes de la natura-leza cantan la gloria de Dios. Agrádenos cantar el Benedicite ante nuestrosjardines y nuestros hermosos campos. 585

20.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS ANTE LA NATURALEZA... 97

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21.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LAS TENTACIONES

¿Por qué quiso Nuestro Señor experimentar tentaciones en el desierto?Para merecer gracia de fortaleza a todos los fieles y, en particular, a lossacerdotes.

Sensualidad, ambición y avaricia son las tres tentaciones que quisosoportar el Salvador y las que frecuentemente asaltan al sacerdote.

I. La ambición

El demonio lleva a Nuestro Señor al pináculo del templo y le dice: “Si eres hijo de Dios, lánzate por los aires”.

Nuestro Señor, evidentemente, se niega a hacer demostración de supoder por un motivo de vanidad.

El amor propio, la ambición y la vanidad son el apetito desordenado dela propia excelencia, tan peligroso para el sacerdote.

Uno pone su complacencia en su pretendido talento; más que elEvangelio, se predica a sí mismo. Otro aspira a las dignidades, son su pre-ocupación.

El ambicioso o vanidoso es menos entusiasta del Reino de Dios que delsuyo propio. El Corazón sacerdotal de Jesús no conoció estas flaquezas.“Aprended de mí –decía el Salvador–, que soy manso y humilde decorazón”.

¡Cuántas veces ordena que callen sus milagros! Y cuando se le quiereproclamar rey, desaparece para enseñarnos la humildad.

Page 99: El Corazon Sacerdotal de Jesus

San Bernardo, que vivía en el Corazón de Jesús y le conocía bien, nosda estos consejos de humildad: “Haceos muchas veces estas tres pregun-tas: ¿Qué era? Nada, puesto que Dios me sacó de la nada para darme elser. — ¿Qué soy? Humo y pecado, que Dios conserva para que no vuelvaa la nada. — ¿Qué sería sin la mano poderosa de Dios? Un saco de gusa-nos. Luego si algo bueno tengo, debo dar gracias a Dios, cantarle elMagnificat, porque se dignó mirar la bajeza de su siervo. Si caes en elpecado, atribúyelo a ti mismo, porque la libertad apenas sabe hacer otracosa que pecar. Si observas la ley, di: Soy un siervo inútil, no he hechomás que lo que debía”.

Jesús se anonadó hasta tomar la apariencia de esclavo; se humilló obe-deciendo hasta la muerte. “No busquéis –decía– 586 el primer puesto en losfestines y reuniones, sino el último”.

“El que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado”.

Cuando Jesús hubo lavado los pies a sus discípulos, les dijo: “He hechoesto para daros ejemplo de humildad”.

San Basilio nos da estos consejos: “Sed mansos con vuestros servido-res, pacientes con los que os persiguen, humanos con los pequeños. Noreprendáis con dureza, no aceptéis que se os alabe, ocultad vuestras virtu-des y habilidades, no permitáis que se murmure de los ausentes. Si necesi-táis reprender a vuestros inferiores, hacedlo con pensamientos de fe”.

II. La avaricia

El demonio lleva a Jesús a un monte elevado y le dice: “Si me adoras,te daré todos los reinos del mundo”.

El sacerdote tiene tentación de aspirar a los puestos que procuran unosbuenos ingresos. Para ello, se inclinará ante los protectores civiles o ecle-siásticos.

Está tentado de acumular los ingresos propios de su cargo, de exigirloscon dureza, de dar poco o nada a los pobres y a las obras pías.

Un día escogió a Cristo por su única herencia, y ahora su corazón estáapasionado por las riquezas. Es una especie de apostasía; porque pensarámás en los cargos ventajosos y en los provechos que en sus deberes paracon Dios y con el prójimo. Envidiará a sus hermanos, orará sin gusto y per-

100 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 100: El Corazon Sacerdotal de Jesus

derá el espíritu de oración. “No podéis servir a dos señores, a Dios y aldinero”, dijo Nuestro Señor.

“¡Ay de los ricos! –dice el Salvador–, porque recibieron su consueloaquí abajo”. Y cuando los apóstoles manifestaron un día el amor a las gran-dezas, tomó a un niño y les dijo: “Si no os convertís y os hacéis como estosniños, no entraréis en el reino de Dios”. Los niños son sencillos y no se pre-ocupan de los bienes de la tierra.

El capítulo sexto de san Mateo nos trae todo un elocuente discurso deNuestro Señor contra la avaricia. “Colocad –dice– vuestro tesoro en elcielo, donde estará al abrigo de la polilla y de los ladrones. Cuidaos pocode las cosas de aquí abajo; observad a los pájaros, cómo encuentran quécomer; a las flores, que se visten mejor que Salomón. Confiad en laProvidencia, Dios ya sabe lo que necesitáis...”

¿Es ésta nuestra disposición? 587

III. La sensualidad

Después de su ayuno, Jesús tuvo hambre y el demonio le dijo: “Si ereshijo de Dios, convierte estas piedras en pan”. A lo que Jesús respondió: “Nosólo de pan vive el hombre, sino también de las dulces comunicaciones deDios a su alma”.

El sacerdote está tentado de darse a la buena mesa y a otras satisfac-ciones más groseras.

Toda la vida de Cristo es una protesta contra estos torpes vicios. Amóla pobreza, la sencillez, la modestia.

Cordero inmaculado es el Hijo de la Virgen y amigo de las almas vír-genes. En el mismo cielo, las vírgenes forman su cortejo.

La mortificación del alma y del cuerpo es la salvaguardia de la casti-dad. “Castigo mi cuerpo –dice san Pablo– para no venir a ser un réprobo”.

Los remedios eficaces son la humildad y la oración. Cerremos nuestrosojos y nuestros pensamientos a las imágenes voluptuosas y no demos entra-da al amor impuro. Abramos nuestra alma a la oración y dejémosla que seenamore del amor puro y purificador del divino Maestro. 588

21.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAS TENTACIONES 101

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22.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY SU ORACIÓN

La oración del Corazón sacerdotal de Jesús es toda ella amor.

La oración eterna del Verbo, ¿no es la procedente del Espíritu Santo,expresión de su amor a su Padre?

Su oración terrena es la efusión de su amor de complacencia, de bene-volencia, de gratitud, de reparación.

Nos lo enseña san Agustín: “La religión recibe su perfección del amor:Non colitur Deus nisi amando”. El amor es lo más sublime y santo que hayen la religión. Es la cumbre a la que el alma se eleva para establecer conDios la más estrecha unión.

Jesús, sacerdote supremo de su Padre, debía consumar su religión en elamor. A propósito de su oración, hablaremos de su amor de complacencia,de gratitud y de condolencia; dejando para la meditación siguiente la con-sideración de su amor de benevolencia.

I. Su amor de complacencia

El amor de complacencia es el del alma que, contemplando la bondadinfinita, inmutable, eterna, siempre antigua y siempre nueva del ser divino,se complace, se regocija en esta visión. Estamos por naturaleza, como lonota san Basilio, inclinados a la admiración de lo bello: Rerum pulchrarumnatura appetentes sumus (Comentario sobre su Regla).

¿Hay algo más hermoso que el ser divino con sus perfecciones infini-tas, sus gloriosos atributos y la vida íntima adorable de la Trinidad?

Page 103: El Corazon Sacerdotal de Jesus

El alma contemplativa, ante esta visión, olvida las criaturas y exclama

con san Agustín: “¡Oh hermosura infinita!, ¿por qué te conocí tan tarde,

tan tarde te amé?”. Pero si las almas santas se extasían ante esta visión,

¿qué sucederá con nuestro divino sacerdote Jesús? Siempre estaba en pre-

sencia de su Padre; y su mirada, a la clara luz no de una fe viva, sino de

la misma gloria, contemplaba sin velos la suprema y gloriosa hermosura

del divino ser; y del amor de complacencia, del que su corazón estaba hen-

chido, transportado y consumido, sólo la eternidad nos permitirá ver los

secretos.

San Francisco de Sales nos da una idea de este amor 589 extático: “El

alma que se halla en el ejercicio del amor de complacencia –dice– exclama

perpetuamente en su sagrado silencio: Me basta que Dios sea Dios, que su

bondad sea infinita, que su perfección sea inmensa; poco me importa vivir

o morir, pues mi Amado vive eternamente con su vida gloriosa...” (Amorde Dios, l. V, c. 3).

II. Su gratitud

Lo que Jesús contempla sin cesar, lo que Él adora y ama, ese Dios tan

perfecto, tan absolutamente hermoso y bueno, no es sólo bueno en sí

mismo, en su esencia, es bueno fuera de Él; todo lo que existe es una

comunicación hecha al exterior de su bondad esencial.

La criatura, que sabe que es amada así y que recibe, por la virtud pro-

pia de ese amor, todos los bienes de que está enriquecida, entra en senti-

mientos de un amor muy fuerte y dulce, el amor de reconocimiento y gra-

titud.

Ahora bien, ¿quién ha sido jamás más amado de Dios que Jesús?

¿Quién ha recibido más que El?

“Ha sido predestinado Hijo de Dios” (Rm 1).

“Es el Hijo del amor del Padre” (Col 1).

“Es el principio y el fin de todas las cosas” (Ap 1).

“Es la figura de la sustancia divina y el esplendor de su gloria” (Hb 1).

“Todas las cosas están en Él, son por Él y para Él” (Col 1).

“Es el Rey de los reyes y el Señor de los señores” (1 Tim 6).

104 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 104: El Corazon Sacerdotal de Jesus

“Es el sacerdote eterno de Dios según el orden de Melquisedec”

(Hb 5).

“Agradó a Dios reunirlo todo en Él, toda criatura recibe de su plenitud”

(Ef 1; Jn 1).

Por eso, el Corazón de Jesús, sacerdote, se eleva perpetuamente hacia

su Padre en cánticos de acción de gracias. De esta disposición del Corazón

sacerdotal de Jesús deben participar todos los sacerdotes, que tanto han

recibido de Dios. La acción de gracias es una de las funciones de su minis-

terio, particularmente en la ofrenda del santo sacrificio y en el rezo del ofi-

cio divino.

El sacerdote necesitaría tener un alma “gertrudiana” para dar a Dios

dignas acciones de gracias en unión con el Corazón sacerdotal de Jesús.

Siempre podrá servirse con provecho de las efusiones de gratitud que se

encuentran en los escritos de santa Gertrudis. Podría decir con ella:

“Gracias sean dadas a vuestra bondad, oh Dios mío... Para demostraros

590 mi gratitud, me uno a la gloria que os da la humanidad bendita de

Nuestro Señor Jesucristo, a una con su gloriosa Madre, con todos los ánge-

les y santos.

En esta sublime unión os adoro, os bendigo y os doy gracias, oh Señor

mío y Dios mío, por el amor con que me creasteis, me habéis rescatado,

santificado, llamado, conservado y enriquecido con toda clase de bienes.

La alabanza en boca del pecador, carece desgraciadamente de esplen-

dor: os suplico pues, dulcísimo Jesús, que vos mismo vengáis en mi ayuda

—¡ay!— con ese mismo amor de que estáis abrasado a la diestra de vues-

tro Padre; dignaos testimoniar por mí a Dios mi gratitud y reconocimiento,

dirigiéndole eternas alabanzas.

Entregaos por mí, querido Jesús, a los transportes de vuestro corazón;

dirigid a Dios por mí un grito de esta gratitud, cuyo secreto sólo vuestro

corazón lo posee.

Oh Señor, oh Dios de infinita grandeza, alabad en Vos, alabad en mí,

alabad por mí a la divina Majestad, con todo el ímpetu de vuestra divini-

dad, con todo el afecto de vuestra santa humanidad, en el nombre y con los

afectos de todo el universo. Amén”.

22.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y SU ORACIÓN 105

Page 105: El Corazon Sacerdotal de Jesus

III. Su compasión

Los que le sirven dan al Salvador motivos de alegría; siente Él, en cam-

bio, de parte de los que le ofenden íntimas y misteriosas tristezas. “Dios

–dice el Génesis– sintió penetrado su corazón de un íntimo dolor” (Gn 6):

Tactus dolore cordis intrinsecus. “Mi dolor está por encima de todo dolor”,

dice el Señor en Jeremías; mi corazón está afligido. — “In me cor meummaerens” (Jr 8).

Los profetas ponen muchas veces de manifiesto estas tristezas divinas

y sus causas: “No he dejado de extender mis manos hacia mi pueblo –dice

el Señor en Isaías–, y este pueblo no cree en mi ternura; me contradice y

sigue andando por el camino del error. He alimentado a mis hijos y los he

exaltado, y ellos me han despreciado”.

Indudablemente, Dios permanece inmutable en su paz y felicidad eter-

nas. Pero el pecado, que contradice a todas las perfecciones de Dios y su

amor por nosotros, es un desorden, un mal que Él rechaza y odia con una

aversión infinita. Esta aversión a la iniquidad es la misteriosa aflicción, es

la profunda tristeza del corazón de Dios.

Esta tristeza de Dios y el afrentoso pecado que es su causa hicieron 591derramar abundantes lágrimas a todos los santos, ¿cómo no habrían de

arrancárselas al Santo de los santos?

No hay palabras para expresar lo que fue la agonía mortal del Corazón

de la adorable Víctima a la vista de nuestros pecados. ¿No los tenía todos

presentes a un mismo tiempo, desde el pecado de Adán hasta las blasfemias

del Anticristo?

Durante toda su vida mortal, desde los días apacibles de Nazaret hasta

con los crueles golpes de la flagelación y bajo el peso doloroso de la cruz,

el sentimiento de la ofensa de su Padre fue su más cruel pasión.

Podía decir sin cesar: “Los oprobios de que sois objeto han caído sobre

mí... Las copiosas aguas de la tribulación han entrado en mi alma. Estoy

sumergido en un abismo de suma tristeza...” (Sal 68).

El amor de condolencia hacia su Padre y el amor de compasión a nues-

tras almas eran en Jesús un mismo amor. Tomó sobre sí todos nuestros

pecados para reparar la gloria de su Padre expiándolos.

106 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 106: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Llevó su peso durante treinta y tres años. Por fin pareció sucumbir,

como si esa horrible carga fuera intolerable a su misma omnipotencia. En

el huerto de los Olivos, el pesado fardo fue como una prensa que hizo salir

la sangre de sus venas; y en esta sangre vertida por nosotros en Getsemaní

y en el Calvario fueron lavados nuestros pecados como en un diluvio de

amor (Ap 1, 5).

¡Oh, qué bueno y fecundo es este amor de condolencia a Dios en un

alma sacerdotal!

Todo pone en acción la condolencia: oraciones, trabajos de todo géne-

ro, mortificaciones, sacrificios; porque no hay pena, ni exterior, ni interior,

comparable al sufrimiento que experimenta el alma apostólica ante el pen-

samiento de que Dios es ofendido, de que esta ofensa no es reparada, y de

que las almas que se pierden por falta de reparación vienen a ser con su

pérdida el supremo e inmenso dolor del Corazón de Dios.

Éstos son los sentimientos que brotan del corazón sacerdotal de san

Pablo: “Estoy poseído de una profunda tristeza –decía– y de un continuo

dolor en mi corazón, hasta desear yo mismo el ser apartado de Cristo por

la salud de mis hermanos” (Rm 9, 2).

Este es el espíritu de nuestra divina Víctima, ésta es la disposición

de su Corazón. ¿Es también ésta la disposición de nuestras oraciones

cotidianas?

¡Quiera la bondad de nuestro Dios multiplicar en su Iglesia almas

sacerdotales que, totalmente animadas y vivificadas por las disposiciones

del Corazón de 592 Jesús, Apóstol y Pontífice, sean apóstoles ante todo por

la oración, la inmolación interior, el fuego del amor de condolencia, y

luego (solamente luego) por las obras exteriores del celo!

Sin este fuego interior toda actividad de celo no será más que humo

(P. Giraud). 593

22.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y SU ORACIÓN 107

Page 107: El Corazon Sacerdotal de Jesus
Page 108: El Corazon Sacerdotal de Jesus

23.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSANIMA SU ORACIÓN Y SU CELO

Amor de benevolencia para con Dios, celo por su gloria, amor de la

salvación de las almas, son términos que casi expresan el mismo pensa-

miento. Porque, tener benevolencia para con Dios, en otros términos,

desearle el bien, no puede significar sino el deseo de su gloria exterior,

cuya petición hacemos cuando decimos: “Santificado sea tu nombre,

venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el

cielo”; y esta oración escuchada es la salvación de las almas. Y, ¿no es ésta

la oración del Corazón de Jesús? ¿No es ése el pensamiento dominante de

este Corazón sacerdotal?

I. Amor de benevolencia

Es cierto que Dios saca su gloria no sólo de la salvación de los justos,

sino también de la pérdida voluntaria de los pecadores. Su gloria, en el jui-

cio final y por toda la eternidad, consistirá en el triunfo de su justicia sobre

ellos; pero hubiera querido (ése era su designio misericordioso, el plan de

su Corazón de padre) no encontrar su gloria sino en la fidelidad de sus cria-

turas primero y después en su eterna salvación.

Es dulce pensar que todo cuanto podemos desear a Dios, de bien, de

honor, de triunfo, en este mundo y en el otro, se confunde con la salvación

de las almas. Las almas son como la materia de su gloria. Si las almas pere-

cen, no sacará en manera alguna la gloria que tuvo a la vista al crear al

mundo. Y es que esta caridad regia de nuestro Dios (regium Dei opus) no

quiere tener en el tiempo otros intereses que los intereses de sus hijos

(Clemente de Alejandría, Pedagogía I, 12).

Page 109: El Corazon Sacerdotal de Jesus

II. Celo por las almas

Pero Jesús lo sabe. Nuestro divino sacerdote ha venido al mundo para

la glorificación de su Padre, por su reinado, por el establecimiento y dila-

tación de su imperio; pero, como todo esto no puede realizarse sino con-

quistándole almas, no hay en su Corazón de sacerdote sino un mismo amor:

el amor del triunfo de su Padre y el amor de la salvación de las almas.

A este fin tiende toda su vida. Ora, sufre, trabaja, se ofrece como víctima

por la gloria de su Padre y la salvación de las almas. Clama: “He venido a

poner fuego en la tierra y ¿qué quiero 594 sino que arda?”. Le consume el

fuego del amor de benevolencia, le consumen los ardores de su celo por la

honra de su Padre, le consume la caridad ardiente por las almas. Es abso-

lutamente necesario que su Padre triunfe y que las almas sean rescatadas y

salvadas: ahí está todo. Los treinta y tres años de su vida estuvieron hen-

chidos de esta pasión interior, que se manifiesta particularmente los días de

su vida pública.

¡Con qué tierno afecto habla de su Padre y de los derechos que tiene a

nuestra fidelidad! ¡Cómo quiere ganar las almas a su servicio! ¡Cómo se

esfuma y desaparece Él para que todos se vuelvan a su amadísimo Padre!

“No habléis de mi bondad –dice–, sólo Dios es bueno” (Lc 18).

Muere para dar satisfacción a su Padre, reparando su gloria, y para

salvar nuestras almas, rescatándolas de sus enemigos.

En fin, día vendrá en que a este dulce triunfador, que, como nos dice

san Agustín, será vencedor porque es víctima: Victor quia victima, se le

someterán todas las almas que han de componer su cuerpo místico.

“Entonces habrá llegado el fin –dice san Pablo–; y el Hijo del hombre

presentará su conquista a Dios Padre y el mismo Hijo se le someterá (en

su humanidad y en su calidad de Sacerdote y de Hostia eterna) al que

todo lo habrá sometido, de suerte que Dios sea todo en todas las cosas”

(1 Cor 15).

Tal es el término de la misión del Hijo. Como se ve, este Hijo encar-

nado, este Sacerdote entregado al Altísimo, jamás separa en su Corazón,

en sus obras, en su inmolación, en su triunfo, a su Padre, cuya gloria

es el fin de todo, y a las almas, cuya salvación es la materia de esta

gloria.

110 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 110: El Corazon Sacerdotal de Jesus

III. El celo es fruto del amor

He aquí una buena lección que deben meditar con frecuencia los hom-

bres apostólicos. El celo es el fruto del amor divino, el cual tanto más acti-

vo y fecundo será cuanto más ardiente sea el amor de benevolencia para

con Dios, más profundo y habitual en un corazón sacerdotal.

“Esta divina pasión, este amor de benevolencia –escribe san Francisco

de Sales–, es el que impulsa a realizar las hazañas de la predicación del

Evangelio, y a despreciar y acometer todos los peligros, como lo hicieron

multitud de religiosos y de sacerdotes, en las Indias, en el Japón, en

Marruecos... Esta pasión santa es la que mueve a escribir tantos libros de

piedad y a fundar tantas iglesias y casas de religión; y, en fin, la que impul-

sa a velar y trabajar y morir a tantos siervos de Dios entre las llamas del

celo que les consume y abrasa” (Amor de Dios, l. V, c. 11). 595

El Corazón sacerdotal de Jesús es nuestro modelo. Nunca ve a las

almas sino en su Padre. Dice expresamente: “Conozco a mi Padre y doy mi

vida por mis ovejas”. Da su vida en todos sus pormenores y con gozo.

Todos los sacrificios le son queridos.

Como un día dará su sangre, da su palabra, sus consejos, sus alientos,

multiplica sus hermosas y emocionantes parábolas.

“Soy –dice– el buen Pastor. Conozco a mis ovejas y mis ovejas me

conocen a mí. Como mi Padre me conoce, conozco yo a mi Padre (conoz-

co sus designios, sus intenciones misericordiosas sobre la salvación de las

almas), y por eso doy mi vida por mis ovejas que no son de este redil. Es

preciso que las traiga y oirán mi voz, y no habrá más que solo un rebaño y

un solo Pastor. He aquí por qué mi Padre me ama: porque sacrifico mi vida,

si bien para tomarla otra vez” (Jn 10).

“Tengo otras ovejas, es preciso que yo las traiga...” Éste es el fin de su

misión y la voluntad de su Padre. Es también la necesidad de su amor. Este

y no otro fue el fin de su Encarnación. Será el fruto de su sacrificio. Será

también la preocupación de su triunfo. “Voy a prepararos un lugar, a fin de

que estéis donde yo estaré” (Jn 14).

Para eso nos dio a su Madre, para esto fundó su Iglesia e instituyó los

sacramentos.

23.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS ANIMA SU ORACIÓN Y SU CELO 111

Page 111: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Para ello está todos los días con nosotros hasta el fin de los siglos, en

su presencia eucarística y en la acción del Espíritu Santo.

¡Qué hermoso y digno de alabanzas y de acción de gracias es el amor

benévolo del Corazón sacerdotal de Jesús!

Este amor es el que hizo latir al Corazón del Niño de Belén, del

Adolescente de Nazaret, del buen Pastor que corre tras los pecadores y del

Cordero Víctima del Calvario.

Sumerjamos nuestros corazones en este horno de amor para que ardan

en un mismo fuego. 596

112 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 112: El Corazon Sacerdotal de Jesus

24.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY SU PARTICIPACIÓN EN EL CULTO PÚBLICO:

SU RELIGIÓN

Jesús, nuestro Pontífice, es santo, la santidad misma. Es el ser y la sus-tancia de la santidad y de toda virtud sobrenatural (Ipse enim Christus estnatura virtutum. Orígenes, Sobre el salmo 38). Por lo tanto, es también lasustancia de la religión, que es la gran virtud del sacerdote; porque el sacer-dote está constituido para dar a Dios todos las alabanzas que le son debi-dos: Constituitur in iis quae sunt ad Deum (Hb 6). Jesús sacerdote es todala religión tributada al Padre. Lo fue primitivamente en sus figuras. Lo fuepersonalmente desde el primer instante de su vida mortal; lo sigue siendoen el Santísimo Sacramento del altar; lo es y lo será eternamente en el cielo.

¡Qué admirable espectáculo el de esta adoración, alabanza, gratitud,esta perpetua y adecuada satisfacción y este contento eterno dado al Padre!

I. Su religión

La religión es una virtud especial que tiene por objeto el culto de Dios;pero en la vida sobrenatural incorpora, por decirlo así, las virtudes de la fe,la esperanza y la caridad (STh II-II, q. 101, a. 3). La religión manda a todaslas demás virtudes relacionándolas a todas con Dios, y da a Dios todo lo quele es debido, en cuanto es dado a la criatura; da a las criaturas lo que tienenque recibir de nosotros, pero para el honor y amor de Dios. De suerte que,en realidad, la religión lo abraza todo, porque nos determina a no pensarnada, a no querer o hacer nada por nosotros sino por Dios (1 Cor 10, 31).

Por la religión, la criatura no mira más que a Dios, no trata más que dealabarle, bendecirle, adorarle, suplicarle, ofrecerle reparación, contentarle,

Page 113: El Corazon Sacerdotal de Jesus

satisfacerle, extender su reino, dar a conocer y santificar su nombre, some-ter a su voluntad al mundo entero.

La religión es, por tanto, el principio de toda la vida espiritual, de todolo que hacemos para responder a los designios de Dios.

Por esta gran virtud de la religión, la criatura reconoce no existir másque para referirse a Dios: “¿No sabíais –dice Nuestro Señor– que debíaocuparme de las cosas de mi Padre?” (Lc 2, 49). 597

“Mi Padre –decía– busca adoradores en espíritu y en verdad” (Jn 4, 23). Era Él el verdadero adorador y el que su Padre buscaba.

Jesús manifestaba su religión en sus plegarias íntimas, en la oracióncomún en la sinagoga y en el templo, en los sacrificios, en las solemnida-des anuales. Hagámonos con su espíritu de religión, particularmente en lasanta misa y en el oficio divino.

II. Adoración y amor

El Corazón sacerdotal de Jesús era el órgano de la perfecta adoración.“Su vida –dice el Padre Faber– era una vida de una incomparable adora-ción a su Padre, una vida de humilde sumisión al Creador de su santahumanidad, una vida de profundo respeto a Dios, cuyas perfecciones veíaen todo su esplendor; en una palabra, era un verdadero culto que tenía surazón de ser en los sentimientos de Jesús sobre la nada de su alma huma-na... Cada uno de los afectos de su Corazón sagrado tenía un precio infini-to; y, como eran innumerables, cabe decir que en cada instante daba a Diosun culto infinito de gloria” (El Santísimo sacramento, lib. II, sec. 3).

Adorar con pleno conocimiento de lo que es Dios, y tener el deseo ínti-mo, insaciable, de darle todo lo que le es debido; no ver sino su ser, que estodo, y no moverse sino para humillarse y anonadarse en su presencia, a finde honrar la majestad e infinitud de ese Ser, el único verdadero Ser, ese erael estado, las disposiciones siempre activas, el acto incesante e inefable-mente amoroso del Corazón sacerdotal de Jesús. Acto amoroso, porque alfin la religión es amor. La religión obra en el amor, termina y se consumeen el amor. El amor es su forma, su belleza, su ser. El amor es el que adora,el que alaba, el que bendice, el que suplica, el que expía, y, anonadándose,encuentra la unión con el Ser que lo es todo. “El culto –dice san Agustín–es todo amor”: “Non colitur nisi amando” (Ep. 140, c. 18).

114 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 114: El Corazon Sacerdotal de Jesus

La religión exterior de Jesucristo no era sino una manifestación de lossentimientos de su Corazón, de su respeto, de su reconocimiento, de suamor, de su celo por su Padre. Pasaba la noche en oración; — levantaba losojos a su Padre; — declaraba que no vivía sino por su Padre; —hacia siem-pre lo que agradaba a su Padre. — Decía también: “Es preciso que elmundo sepa que amo a mi Padre; si doy mi vida, es porque he recibido estemandato de mi Padre”. — Después 598 de la institución de la Eucaristía,dice un himno con sus apóstoles. — En el huerto de los Olivos, se postraante su Padre, ora largamente diciendo siempre lo mismo: “Padre mío, pasede mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Antes de expi-rar, dice a su Padre: “En tus manos entrego mi espíritu”.

¡Qué religión!... Estos ofrecimientos exteriores son la expresión másfiel del ofrecimento interior de todo su Corazón a la voluntad, a los decre-tos, a los designios de Dios, su Padre.

III. Jesús nos ofrecía con Él

Pero Jesús no adoraba sólo por Él. Todo lo que Jesús, nuestro sacerdo-te, hizo en sí, lo hizo a la vez por Él y por nosotros, en nuestro nombre, ennuestro lugar, en nuestro favor, como haciéndose una misma cosa con nos-otros, sin aislarse nunca de nosotros, tomándonos siempre con Él, y elloindisolublemente, porque en cierta manera no está completo sino en nos-otros, según una expresión extraordinaria de san Pablo: Ecclesia quae estcorpus ipsius et plenitudo ejus (Ef 1, 23).

Pues bien de esta magnífica y emotiva doctrina resulta que NuestroSeñor, sacerdote y hostia de adoración, de alabanza, de perfectísima reli-gión, ante la Majestad de su Padre, durante toda su vida, en la cruz, en elcielo, en el altar santo, nos hace sacerdotes y hostias como Él, con Él y enÉl. Porque es la Cabeza, el Rey de toda criatura. Y se hace nuestro repre-sentante, nuestro sustituto. En su Corazón sacerdotal abaja nuestras almasante de su Padre. Luego las eleva hacia su Padre. No hay obstáculo algunoen este acto sacrificial. Su religión abraza todo, todos los lugares y todoslos tiempos: oblación inmensa, alabanza universal, culto supremo ofrecidoa Dios en nombre de todo lo que no es Dios.

Pero une muy particularmente a su sacerdocio las almas adornadas porla gracia. A éstas no sólo las ofrece, sino que quiere que se ofrezcan con Ély que toda su vida de fe sea una especie de sacerdocio; hace de ellas una

24.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y SU PARTICIPACIÓN... 115

Page 115: El Corazon Sacerdotal de Jesus

raza consagrada y un sacerdocio real: Gens sancta, regale sacerdotium(1 Pe 2, 9).

¡Cómo se une más aún a los sacerdotes de la nueva ley! Hace de ellossus co-sacrificadores. Se ofrece por sus manos y por sus labios.

¿Será necesario decir lo unidos que debieran estar sus corazones alCorazón sacerdotal de Cristo? Su religión debiera imitar la de Jesús. Sucorazón debiera decir el mismo himno de adoración y de alabanza. 599

La religión de Jesús es todo amor: “Es preciso que el mundo sepa queamo a mi Padre” (Jn 14, 21). Hay en su Corazón llamas de caridad que seelevan incesantemente hacia su Padre y cuyos ardores le consumen. Quiereque este fuego gane nuestros corazones, sobre todo los nuestros, los de sussacerdotes. Demos al Corazón de Jesús la satisfacción que Él quiere.Participemos de su religión de amor para con su Padre. La adoración, quees el primer acto de su sacrificio, es una adoración toda ella amor. La nues-tra debe imitarla. 600

116 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 116: El Corazon Sacerdotal de Jesus

25.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSANTE LAS PRUEBAS Y PERSECUCIONES

El profeta que mejor entrevió la vida del Redentor, Isaías, nos lo hadescrito con los rasgos de un hombre entregado al dolor y a las pruebas:Virum dolorum et scientem infirmitatem (Is 53). Tampoco nosotros estare-mos exentos de pruebas.

I. Las tristezas de Jesús

Dos veces leemos en el Evangelio que Jesús lloró, y sólo una que seregocijó en el Espíritu Santo (Lc 10, 21).

Lloró ante la tumba de Lázaro y sobre la ingrata Jerusalén. Se gozódando gracias a su Padre porque reveló los misterios de su reino a loshumildes y a los pequeños.

También el sacerdote tendrá más motivos de tristeza que de gozo; noha de ser el discípulo más que el maestro.

Si su ojo iluminado por la fe le descubre la fealdad de los pecados quese cometen en el mundo y si tiene un corazón suficientemente compasivopara conmoverse ante los desastres que el pecado y la muerte producen enlos cuerpos y en las almas, el sacerdote participará necesariamente de lasangustia de nuestro divino Redentor.

Pero treinta y tres años de penas interiores, mezcladas con sufrimien-tos físicos y morales, no fueron capaces de hacer a nuestro divino maes-tro taciturno o melancólico. Los frutos del Espíritu Santo le llenaban en toda su plenitud, y estos frutos son: “la caridad, el gozo y la paz” (Gal 5, 22).

Page 117: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Jamás rostro alguno irradió amor divino y gozo celestial como el ros-tro del Hombre-Dios. No nos pareceríamos a nuestro Maestro si nuestroespíritu fuera sombrío y nuestro hablar lúgubre.

II. El pecado

La mayor pena interior de Jesús, la que jamás le abandonó durante suvida mortal, fue el estar Él, la santidad misma, en contacto cotidiano conlos pecados de la tierra. Cuando consideraba la labor de deformación y dedegradación que el pecado realizaba en la obra de Dios, sufría cruelmente.

El sacerdote tiene un motivo de sufrimiento que no tenía Jesús, lavisión 601 de su propia indignidad. ¿Qué diremos de nosotros mismos, sisan Pablo pudo decir: “Doy gracias a Aquél que me confortó, a NuestroSeñor Jesucristo, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio amí, que fui antes blasfemo, perseguidor y opresor”? (1 Tim 1, 12).

Cuando recuerdo lo que fui, ¿cómo me atrevo a abrir la boca paraanunciar la palabra de Dios? Cuando pongo a los hombres en guardia con-tra el pecado, ¿cómo no me dicen: “Médico, cúrate a ti mismo”? Cuandoles hablo de sus faltas, oigo que me dicen: “Tienes una viga en tu ojo y–como dice san Gregorio– una úlcera en la cara”. Y cuando predico el amorde Dios, el sacrificio y la abnegación, una voz me dice interiormente: “Eresuna pared blanqueada”.

Pero, si el sacerdote lleva el amor de Dios en el corazón, no sufrirá sólopor sus propias debilidades, sino también por las de su rebaño.

Los pecados que se cometen junto a nosotros, los estragos y ruinas queSatanás obra a nuestra vista entre los hombres, son para nosotros motivo deaguda e incesante aflicción.

El pecado se extiende como la lepra en las almas y en las familias.

La tibieza de los buenos es también para nosotros una amargura.Podrían hacer tanto bien, ¡y languidecen!; el egoísmo, el espíritu de críticaagostan las almas y obstaculizan las obras.

Hay una tristeza aún más amarga: la pérdida de un alma sacerdotal, lacaída profunda de un hermano, que es para nosotros un sonrojo, el desga-rre del corazón y como la muerte de la mitad de nosotros mismos. ¿No tuvoel Salvador un Judas?

118 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 118: El Corazon Sacerdotal de Jesus

III. La calumnia

Jesús tuvo que soportar también la calumnia. Fue rechazado por loshombres, que ocultaban su rostro apartándose de Él como si se avergonza-sen de haberle conocido. Fue acusado falsamente como jamás hombrealguno lo fue. Se le llamó samaritano y se hizo correr el rumor de que esta-ba poseído del demonio. Era, se decía, “un hombre a quien gustaba comery beber bien, un amigo de publicanos y pecadores”. Era un impostor, unseductor, un sedicioso. Ser sospechoso y acusado de pecado fue para elSalvador una humillación indecible.

El sacerdote falsamente acusado también sufre terriblemente.

Los que acusaban a Jesús y querían precipitarle peñas abajo y llevarloa la muerte, habían sido colmados de sus favores. Todo sacerdote debeestar dispuesto a soportar la misma ingratitud. 602

¡Cuántos buenos sacerdotes, cuya conducta es criticada, censurada,acusada, condenada oculta o abiertamente! Hasta sus amigos se alejan deellos. Sus hermanos en el sacerdocio, sus mismos superiores acaso, dancrédito a la calumnia. Son en ello, estos tales, lo mismo que en su dignidady en sus ministerios, la imagen viva del Salvador. En fin, el divino Maestromurió bajo una verdadera tempestad de falsas acusaciones y se vio aban-donado de sus mismos amigos.

“Queridísimos –dice san Pedro– cuando Dios os prueba con el fuegode las tribulaciones, no lo extrañéis. Alegraos de participar de la pasión de Jesucristo, para que os gocéis también con Él llenos de júbilo” (1 Pe 4, 12). 603

25.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS ANTE LAS PRUEBAS... 119

Page 119: El Corazon Sacerdotal de Jesus
Page 120: El Corazon Sacerdotal de Jesus

26.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LOS DEBERES DE LA VIDA SOCIAL

Y DE LA ACCIÓN POPULAR

El Corazón sacerdotal de Jesús amó tiernamente a su patria. Gustó y

cumplió el deber cívico, invitándonos a imitarle.

I. El patriotismo y el deber cívico

Jesús amó a Nazaret y trató de ganársela. Rechazado por sus habitan-

tes, no la maldijo (Mc 6, 4).

Amó a Cafarnaum, ciudad que escogió para establecerse y para

ejercer su primer ministerio. La colmó de beneficios y lloró su ingratitud

(Lc 4, 23. 10, 15).

¡Cuánto no amó a Jerusalén! Cuando bajaba de Betania, se detenía en

la pendiente del monte de los Olivos y lloraba contemplando la ciudad

ingrata que iba a padecer el asedio más riguroso que registra la historia, y

el hermoso templo que iba a ser destruido (Mt 23).

Nos enseña Jesús a cumplir nuestros deberes cívicos y políticos: “Dad

al César lo que es del César” (12, 13). “Pagad, como los demás, el impues-

to” (Mt 17).

San Pablo comenta las palabras de Jesucristo: “Dad al César lo que es

del César”: “Todo poder viene de Dios. Obedeced a la autoridad. Los prín-

cipes son los ministros de Dios para el bien. Pagad los impuestos y contri-

buciones. Honrad a las autoridades” (Rm 13).

Page 121: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Hay una excepción, bien entendida: el caso en que la autoridad civilordenara cosas abiertamente opuestas a la ley de Dios: “Se debe obedecera Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29).

Seamos, pues, buenos ciudadanos, consagrados a la patria y a todos susintereses morales y materiales. No seamos hombres de partido. Los fariseosquerían empujar a Jesús por este camino. ¿Se puede, le decían, obedecer alCésar (que es un usurpador, un tirano)? Jesús les mostró la moneda y lesdijo: “¿Quién es el que aquí reina? El César. Obedeced al César”.

II. El Corazón de Jesús y las clases populares

El Corazón sacerdotal de Jesús se dio particularmente a las clasespopulares. 604

Había que renovar el mundo. En Roma el esclavo era como una bestiade carga. Diez millones de ciudadanos eran servidos por cien millones deesclavos. En Palestina, los fariseos eran altaneros y sin corazón.

Sólo un Dios podía decir a los hombres: “Todos sois hermanos” (Mt 23). “Amaos los unos a los otros” (Jn 15).

Esta es la misión de Jesús. Los profetas lo presentaron bajo este aspec-to: “Será penetrado del Espíritu del Señor, evangelizará la buena nueva alos mansos y humildes, curará a los de contrito corazón, remediará todoslos infortunios, predicará el gran jubileo, con la remisión de las deudas y lamejora de los pobres” (Is 61).

En los principios que asienta está en germen toda la reforma económi-ca y social: la paternidad divina y la fraternidad de todos los hombres.

Da ejemplo de sencillez y laboriosidad. Escoge un taller por morada ya los pastores por primeros adoradores. Es obrero e hijo de obrero. Vedleen Nazaret con el delantal y los utensilios de carpintero. Desdeña la rique-za, el lujo y los honores. Reclama para los obreros la justicia, el respeto yel afecto fraternal.

1°. La justicia.— “El obrero tiene derecho a su salario, a su pan, a loque exige su vida cotidiana: Dignus est operarius mercede sua, cibo suo”(Mt 10; Lc 10).

Santiago comenta este precepto: “Ricos avaros –clama–, vuestros teso-ros os atraerán la cólera de Dios. Vuestros obreros segaron vuestras miesesy no les dais sino un salario tardío e insuficiente” (Sant 5).

122 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 122: El Corazon Sacerdotal de Jesus

2°. El respeto.— “Bienaventurados los que son mansos, pacíficos ymisericordiosos” (Mt 5). “El que no cuida a sus criados es más desprecia-ble que un pagano” (1 Tm 5).

3°. Afecto fraternal.— “Todos sois hermanos” (Jn 15). “No hay quehacer distinción entre esclavos y libres. Non est servus neque liber” (Gal 3).

“Amad y practicad la fraternidad” (1-2 Pe; Tes 4).

III. La Iglesia y el pueblo

La Iglesia, inspirándose en el Corazón sacerdotal de Jesús, liberó a losesclavos y los elevó gradualmente a la servidumbre, al proletariado; ella lesllevará a la participación, a la cooperación, a la igualdad cívica.

La Iglesia organizó los gremios, las corporaciones, las órdenes deredención. 605

Con san Francisco, sustrajo al pueblo de la dureza del derecho feudal.

Remedió al proletariado con obras, orfelinatos, hospitales y sociedadesde caridad.

Trajano y Marco Aurelio sometían a esclavos y vencidos a trabajos for-zados y a las luchas del anfiteatro. Voltaire y los filósofos se burlaban delpueblo, que no servía más que para comer paja. Cristo y los apóstoles pro-mulgaban la fraternidad universal.

¡Sacerdotes, daos a las obras antiguas y modernas!

Ayudad a la prensa popular.

Favoreced los círculos de estudios, las conferencias, los ejercicios queforman apóstoles.

Id al pueblo por el método apostólico unido al método administrativo.

Id al pueblo, por la reivindicación de la justicia y del derecho en sufavor.

Id al pueblo favoreciendo sus intereses, sus honestas diversiones.

“Por lo que mira a la fraternidad, de tal manera se desprende delEvangelio que no hay necesidad de escribiros” (Tes 4). 606

26.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LOS DEBERES DE LA VIDA... 123

Page 123: El Corazon Sacerdotal de Jesus
Page 124: El Corazon Sacerdotal de Jesus

27.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO

El augusto sacramento del altar tiene tres fases: su preparación, su cele-bración y la acción de gracias.

El Corazón sacerdotal de Jesús nos servirá de modelo en todas las par-tes del sacrificio.

I. La preparación

Jesús se preparó desde su Encarnación. Se consideraba como el pan devida. Su carne y su sangre estaban destinadas al sacrificio. Era el Corderode Dios, destinado a la inmolación.

Cuando iba al templo, los días de fiesta legal, le dolía ver que perdura-ban las figuras ineficaces del sacrificio redentor. Su Corazón ardía endeseos de que a la figura sucediera la realidad. En el cenáculo expresabaeste deseo de toda su vida: “He deseado comer esta pascua con vosotros”.

Preludia el sacrificio eucarístico con la conversión del agua en vino ycon la multiplicación de los panes.

Habla de él extensamente en el hermoso discurso que nos ofrece sanJuan en su capítulo sexto: “Yo soy el pan de vida –dice–. El maná no erasino una figura, no daba la gracia, la vida sobrenatural. Comeréis mi cuer-po y mi sangre que alimentarán en vosotros la vida del espíritu y os prepa-rarán para la resurrección...”

No lo es todo la preparación remota; cuando llega el momento de cele-brar el sacrificio eucarístico e instituir la comunión, Jesús multiplica losactos de preparación próxima.

Page 125: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Ha predicado durante muchos días la penitencia y los juicios de Dios a

sus discípulos. Les ha propuesto a su consideración las parábolas de las vír-

genes y de los talentos y el anuncio de la destrucción de Jerusalén y del

Juicio final. Les ha ofrecido el ejemplo de la humilde penitencia de María

Magdalena en el banquete en casa de Simón.

A última hora les muestra, con la emocionante ceremonia del lavatorio

de los pies, la pureza que exige la celebración y la comunión.

Y nosotros, ¿cómo nos preparamos? ¿Cuáles son nuestras disposicio-

nes remotas y próximas? ¡Quizás, por desgracia, la indiferencia, la frialdad,

la distracción! 607

II. La celebración

Jesús encarga a Pedro y Juan que preparen y adornen el cenáculo para

indicarnos el esplendor y la dignidad de que debe ir revestido el culto euca-

rístico.

Llegado el momento, después de la Cena figurativa, procede con un

conjunto de detalles precisos que ha hecho que los reproduzcan los

Evangelistas y san Pablo, e instituye la liturgia.

Antes de dar de comulgar a sus apóstoles infunde en ellos un santo

temor. Les anuncia que uno de ellos le va a traicionar. Pedro y los demás

renuevan sus protestas de fidelidad.

San Juan comulga con más fervor y amor, sólo él cumplirá hasta el fin

su juramento.

¿Cómo celebramos nosotros la santa Misa? ¿Cuidamos de la dignidad

de los altares y de los ornamentos sagrados? ¿Procuramos la exactitud

litúrgica?

Nuestras almas, ¿están penetradas de un santo temor? ¿Tenemos el fer-

vor de san Juan?

“Que todos se examinen –dice san Pablo–, antes de tomar parte en el

banquete eucarístico, porque el que comulga indignamente, come y bebe su

propia condenación” (1 Cor 11).

126 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 126: El Corazon Sacerdotal de Jesus

III. La acción de gracias

Jesús tiene su acción de gracias y obliga a sus discípulos a que la ten-

gan. Reza con ellos un himno.

Les sugiere resoluciones. Les prepara para las próximas pruebas. “Os

escandalizaréis por mi causa”, les dice. Les previene contra el desaliento.

“Es preciso que yo me vaya”. Hablaba de su muerte, pero añadía: “Volveré

y os daré el Espíritu Santo”.

Después de esta acción de gracias, bastante agitada, Jesús baja hacia

Getsemaní con sus discípulos para seguir orando. De camino, su corazón

se explaya. Son irradiaciones que se escapan de su ardiente corazón. Sólo

san Juan comprendió su sentido. Los otros Evangelistas no han sabido

expresarlo.

“Yo soy la vid y vosotros los sarmientos (la misma savia circula por

nuestras venas)... Permaneced en mí y yo en vosotros... Como me ha

amado mi Padre, así os amo yo. Permaneced en mi amistad... Vosotros sois

mis amigos, a quienes he revelado los secretos de mi Padre... Amaos los

unos a los otros...” 608

“Como yo, seréis perseguidos; porque no ha de ser el discípulo más

que el maestro. El mundo os odiará. Se os expulsará de vuestros santuarios.

Se deseará vuestra muerte. Os lo prevengo a fin de que no os escandalicéis:

Os enviaré mi Espíritu, que os confortará”.

Después de este discurso, presagio de las luces que recibimos en la

acción de gracias, Jesús se puso a orar a su Padre por sus discípulos: “Padre

mío, glorifica a tu Hijo, haz fecunda su obra. Dale el poder de que haga

conocer tu nombre y esparcir la vida de la gracia. Te lo pido en particular

por los que me diste como discípulos. Consérvalos en la unión entre ellos

y contigo. Que nadie se pierda, de no ser el hijo de perdición. Santifícalos,

consérvalos. Quiero que estén conmigo, que vean y participen de mi gloria

y que los ames como a mí me amas...”

¡Oh Jesús, cómo amas a tus sacerdotes! Renueva tu oración del

Cenáculo, aplícanos sus frutos. Como san Juan, nos mantenemos cerca de

Ti, llenos de confianza y afectos filiales. 609

27.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y EL SACRIFICIO EUCARÍSTICO 127

Page 127: El Corazon Sacerdotal de Jesus
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28.ª MEDITACIÓN

EL TESTAMENTO Y LA MUERTE

Muchos sacerdotes se preparan poco o mal para la muerte. Están ape-

gados a las cosas de la tierra.

Para éstos, el pensamiento de la muerte es inoportuno y desabrido. No

han hecho testamento. Acaso esté esbozado y espera terminarlo. No proce-

dió así Nuestro Señor.

I. La preparación para la muerte

Nuestro divino Maestro gustaba hablar de su muerte cercana.

“Un poco –decía– y no me veréis” (Jn 16).

“Estáis tristes –añadía– porque os digo esto. Pero os conviene que yo

me vaya. Voy a prepararos un lugar. Si me amaseis con más discernimien-

to, no estaríais tristes al ver que voy a la muerte, porque voy a mi Padre,

para participar de su gloria...”

El divino Maestro hizo su testamento. Entrega su alma a su Padre:

“Padre mío, en tus manos pongo mi alma”. A sus discípulos los confía tam-

bién a su Padre; se los ha encomendado, a fin de que los conserve y los

salve a todos, excepto al hijo de la perdición (Jn 17).

San Juan es como su hijo adoptivo, le ha confiado a su Madre: Eccefilius tuus. María necesita una ayuda, un apoyo. Jesús la confía a san Juan:

Ecce Mater tua. Después de esto, todo ha terminado, puede morir.

Nosotros, ¿estamos preparados?

¿Pensamos con frecuencia en la muerte?

Page 129: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Nuestra alma, ¿está dispuesta a comparecer delante de Dios? ¿Hemosprovisto a las necesidades de las personas y de las obras que se nos hanconfiado?

II. La mala muerte

Jesús muere en la cruz.

Los dos ladrones son el símbolo de la buena y de la mala muerte, y danejemplo de ellas. Los sacerdotes pueden tener una mala muerte. En elApocalipsis, el divino Maestro nos señala a varios obispos amenazados deuna mala muerte. Dice al obispo de Éfeso: “Conozco tus obras y tus traba-jos, pero tengo contra ti que has decaído de tu primer fervor... 610 Hazpenitencia y vuelve a tus primeras obras, no sea que vuelva pronto y quitetu candelero de su lugar”.

Al obispo de Sardes: “Pasas por vivo y estás muerto; despierta, conso-lida tus obras que se mueren. Porque no encuentro tus obras suficiente-mente llenas de méritos ante mi Dios. Haz penitencia; si no, vendré a ticomo un ladrón”.

Al obispo de Laodicea: “Conozco bien tus obras, pero porque erestibio, y no frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca. Crees que eresrico y hacendado y no ves que eres pobre y miserable; cómprame a mí eloro afinado del fervor, vístete de las ropas blancas de la pureza y unge tusojos con colirio para ver”.

Se dan sacerdotes culpables sorprendidos por la muerte sin tener la gra-cia de prepararse. Se deslizaron muchos años, testigos de sus caídas, de susconversiones y recaídas, años que les brindaron muchas ocasiones ymedios de verdadera conversión, de los que, por su culpa, no se aprove-charon...; la raíz del mal profundizó más y más en sus corazones, y la con-ciencia dejó de hacer oír su voz.

Hay también muertes de sacerdotes negligentes, tibios y mundanos. Elinterés, la diversión, la vida fácil predominan en su alma. Apenas es sensi-ble en su vida el carácter sacerdotal. Ya no conocen la meditación.Despachan su misa en veinte minutos sin espíritu interior. Terminan rápi-damente su acción de gracias. Rezan su oficio sin puntualidad y sin piedad.La administración de los sacramentos les fastidia; les interesa más el perió-dico, las novelas y el juego. Cuando les sorprende la muerte, no les halla

130 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 130: El Corazon Sacerdotal de Jesus

preparados; y acaso lleguen tarde los últimos sacramentos. ¿No es la higue-ra estéril, el siervo inútil que no hace fructificar su talento?

Las almas que han perdido claman venganza contra ellos.

III. La buena muerte

Hay en fin, gracias a Dios, sacerdotes que mueren bien: es la muertedel sacerdote fervoroso.

No era del mundo. Nunca desde su ordenación o, si tuvo su hora dedesfallecimiento, desde su segunda conversión a Dios, nunca omitió el exa-men diario de su conciencia y los ejercicios anuales en los que severamen-te hizo el balance de sus obras. No descuidó el rezo puntual y tranquilo del oficio, ni la celebración digna y recogida de la misa, ni la confesiónsemanal.

Se dio por entero, sin mirar más que a Dios, al cumplimiento 611 delos deberes de su ministerio.

Cuando llegó la hora decisiva, todo respiraba paz y tranquilidad en sucámara mortuoria. Teme la muerte porque conoce la santidad de Dios y lamalicia del pecado, pero tiene confianza en la misericordia del Maestro aquien sirvió con abnegación y con amor.

El buen Maestro le ilumina sobre las últimas medidas que debe tomar,sobre la última purificación de su conciencia.

El buen sacerdote, ¿no está siempre preparado? Piensa con frecuenciaen la muerte. Se ha dicho muchas veces al ir al altar: “Esta misa puede ser acaso mi última misa”, y al confesarse: “Quizás sea ésta mi últimaabsolución”.

Como Jesús en el Calvario, puede tranquila y confiadamente poner sualma en Dios. 612

28.ª MEDITACIÓN.–EL TESTAMENTO Y LA MUERTE 131

Page 131: El Corazon Sacerdotal de Jesus
Page 132: El Corazon Sacerdotal de Jesus

29.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSY LA VIRGEN MARÍA

Si la Virgen María estuvo tan unida al sacerdocio de Jesús, ¿cómo no

lo estará al nuestro, que es uno con el de Jesús?

I. María fue como el altar del sacrificio de Jesús

El altar donde se consumó el gran sacrificio de la redención fue la cruz.

Sin embargo, antes de la hora del Consummatum est, Jesús había ya

comenzado su ofrenda. San Pablo nos hace penetrar en un santuario inma-

culado, que es el seno de María, y nos muestra en él al Hijo de Dios hecho

hombre en el instante de su primer pensamiento humano.

Así, cuando entró en el mundo dijo: “No has aceptado hostias y obla-

ciones, oh Padre mío, los holocaustos por el pecado no te han satisfecho;

pero me has dado un cuerpo, y aquí estoy para cumplir tu voluntad”

(Hb 10, 5-7).

Fue éste el ofertorio del gran sacrificio; el seno virginal de María servía

de altar.

El día de la purificación en el templo, María presenta al sacerdote al

Niño Jesús, verdadero Cordero de Dios, que renueva su oblación.

El sacrificio redentor no llega a su plena realización sino en el

Calvario, pero se compone de todos los sufrimientos soportados por el

Salvador en el curso de su vida mortal. En el establo de Belén, en la cir-

cuncisión, camino del exilio, en la humilde casa de Nazaret, contemplo a

Jesús en brazos de María.

Page 133: El Corazon Sacerdotal de Jesus

En el Gólgota, es la cruz la que sostiene a Jesús, pero María está pre-sente y, después del sacrificio, recibe en sus brazos la víctima.

Cuando en la misa renuevo el misterio del Calvario, cuando tengo enmis manos la hostia, que no es otra cosa que el cuerpo de mi Salvador, mecomplazco en representarme a María cerca de mí y pongo dulcemente ensus brazos a Aquel cuyos restos inanimados recibió ella en los suyos latarde del Viernes Santo.

II. María participa del sacerdocio de Jesús

María no es únicamente el altar del sacrificio, participa del sacerdociode Jesús, no sólo en el Calvario, sino incluso en cada misa de nuestrosaltares. 613

En el Calvario, María unía su ofrenda a la del Salvador. Su Corazónestaba traspasado por la espada del sufrimiento al mismo tiempo que elCorazón de su divino Hijo era rasgado por la lanza. Ella sola se ofrecía conJesús, la víctima reparadora. Los verdugos no sabían lo que hacían. SanJuan y las santas mujeres estaban absortos por el doloroso pensamiento dela pérdida de su Maestro. Sólo María, de pie junto a la cruz, en plena pose-sión de sí misma, instruida en aquellos grandes misterios que se estabandesarrollando, veía en la muerte de su Hijo el cumplimiento de las profecías,la realización de las figuras, el gran sacrificio en fin, que, gracias a lainstitución de la Eucaristía, había de ser pronto la oblación pura, ofrecida aDios desde el amanecer hasta el ocaso para santificar a todos los hombres.

Cuando el sacerdote dice misa, se renueva el sacrificio del Calvario.¿Cómo iba María a despreocuparse de él? El verdadero sacerdote del sacri-ficio eucarístico es también Jesús. Nosotros somos sacerdotes subordina-dos, portavoces de Jesús. No está en Él ausente María, en absoluto, sinoque está unida, desde los cielos, a toda la vida eucarística de Jesús. Se une,pues, al sacerdote que es la sombra de Jesús, su portavoz. Con él adora yda gracias, expía, pide.

Y como es ella la soberana dispensadora de los dones de Dios, obtieney toma, para distribuirlas a los fieles, del tesoro infinito de los méritos desu Hijo, las gracias preparadas al efecto, en la medida de la piedad y de lasnecesidades de los asistentes.

Sacerdotes: si amáis a María, si tenéis confianza filial en ella, si que-réis agradar a su Corazón maternal, en el altar, a la hora del sacrificio, pen-

134 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 134: El Corazon Sacerdotal de Jesus

sad en ella; está allí como en el Calvario, unida a su divino Hijo para glo-rificar a Dios, calmar su justicia y distribuir sus dones.

III. María unida a la inmolación de Jesús

María está unida no sólo al sacerdote del altar sino también a la víctima.

Cuando nosotros, sacerdotes, celebramos misa, no ofrecemos, comoMelquisedec, un pan inerte, un vino que no es más que zumo sacado de lauva. Sin duda, este pan y este vino son necesarios para que tenga lugar elsacrificio. Son la materia visible del sacrificio; pero cuando pronuncio laspalabras místicas, tengo conmigo a la verdadera víctima, una víctima deprecio infinito, que es la materia real aunque invisible, del sacrificio, elcuerpo y la sangre de Jesucristo.

Y ¿no es María, Madre de Jesús, la que le dio ese cuerpo que se habíade entregar y esa sangre que se había de derramar? 614

La carne de Cristo —dice san Agustín— es carne de María. La sangreque corrió por el leño de la cruz y corre por el altar fue formada de la san-gre purísima de María; el cuerpo de la víctima fue sacado de su sustancia,alimentado con su leche virginal. Tenemos ya una unión íntima de Maríacon la víctima. Hay, además, otra. Penetremos en lo interior del Corazón deMaría. No fue testigo invisible de los dolores que constituyen la redención.La espada de que habló Simeón el día de la Purificación no era un merosímbolo. El Corazón de María fue realmente torturado, desgarrado. Sufriócon Jesús y no es posible que no se ofreciera con Él como víctima. Los mis-mos apóstoles decían: “Vamos a morir con Él” (Jn 11, 16).

Los dolores de María han sido comparados por su inmensidad a lasolas del océano. Eran puros, desinteresados. María se olvidaba de sí, sufríaal ver sufrir a Jesús, con los dolores de Jesús. Jesús sufría en Él mismo yen María. ¿Cómo olvidaré esto en el altar? Lo ofreceré en él, por la gloriade Dios, por mi alma y por las almas, el sacrificio de Jesús y de María.

Ecce Mater tua!

¡Qué dulce y embriagador pensamiento!

¡La Madre de Jesús es mi Madre!, la mía sobre todo, sacerdote, que soysu hijo.

29.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LA VIRGEN MARÍA 135

Page 135: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Ella me permite amarla y yo soy amado por ella.

¡Me adopta, vela por mí, me protege, me ama!

Quid retribuam? ¿Qué haré por ella, por su honor, por su culto?

La amaré. Seré fiel en mi ofrecimiento a ella. Trabajaré por extender su

culto, por darla a conocer y amar.

Ecce Mater! Ecce Filius! Ella es toda mía; yo seré todo suyo. 615

136 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 136: El Corazon Sacerdotal de Jesus

30.ª MEDITACIÓN

SAN JUAN:UN SACERDOTE DEL SAGRADO CORAZÓN

En el Calvario está también la personalidad eminente de san Juan. Noes un apóstol cualquiera, es el apóstol del amor, el apóstol del SagradoCorazón.

Ha podido decir de sí mismo: “Soy el discípulo a quien Jesús amaba”.

San Juan encontró esta definición de Dios: “Dios es amor”, Deus charitas est (1Jn 4).

Él pudo decir: “Nosotros hemos conocido el amor de nuestro Dios yhemos creído en él” (Ib.). Es el sacerdote del Sagrado Corazón.

I. San Juan es el primer sacerdote del Sagrado Corazón

Nuestro Señor le reveló su Corazón haciéndole escuchar sus latidos enel Cenáculo, dejándole asistir a la apertura de su costado por la lanza y,sobre todo, dándole la inteligencia del amor, de la caridad, que es el fondode la vida divina y que debe ser la característica de la nueva religión.

Ahora bien, lo que Nuestro Señor dio a conocer a san Juan por un pri-vilegio particular, nos lo reveló a todos nosotros, sacerdotes de los últimostiempos, por sus manifestaciones de Paray-le-Monial.

San Juan conoció el amor. Nosotros hemos conocido al SagradoCorazón, que es el símbolo y el órgano del amor.

San Juan fue llevado al amor del Sagrado Corazón por los testimoniosde amistad de Jesús; nosotros somos llevados a Él por la revelación delSagrado Corazón.

Page 137: El Corazon Sacerdotal de Jesus

II. Amistad de Jesús con san Juan

Recordemos la profunda amistad entre Jesús y san Juan.

San Juan fue el primer discípulo de Jesús juntamente con san Andrés(Jn 1, 37-40). Oyó al Bautista llamar a Jesús Cordero de Dios y se com-plació en repetir este título cien veces en el Apocalipsis.

San Juan está siempre junto a Jesús, asiste a sus más hermosos mila-gros y a la transfiguración.

Sólo él puede contar detalladamente la agonía, porque asistió a ellamás de cerca que los demás; y el discurso después de la Cena, porque loescuchó y comprendió mejor. 616

En el Cenáculo se sienta junto a Jesús. San Pedro sabe que Juan es elamigo y que por él logrará conocer los secretos que Jesús no revele a todos.

San Juan ama y es amado. Descansa dulcemente sobre el costado deJesús en la Cena. Es fiel hasta el Calvario. Asiste a la muerte de Jesús, a lalanzada, a la sepultura. Ve de cerca el costado de Jesús abierto. Enjuga susangre, puede hundir en aquél su mano y su mirada. Le abraza, sin duda, yle lava con sus lágrimas.

En su gran visión de Patmos ve con frecuencia el costado abierto deJesús y el Cordero inmolado.

“Los pecadores –dice– verán a Aquél a quien traspasaron: Videbit eumomnis oculus et qui eum pupugerunt” (Ap 1, 7).

El Cordero inmolado conduce a los elegidos a las fuentes de vida queson sus llagas (7, 17).

San Juan veía siempre y en todas partes a su Jesús traspasado por lalanza. Se expansionaba con María. El también tenía, como María, su cora-zón traspasado por la espada de la compasión.

III. Su amistad con nosotros

Nosotros tenemos las manifestaciones de Paray. Tenemos la imagendel Sagrado Corazón en nuestros altares y en nuestras casas.

La llaga del Corazón de Jesús, como una boca siempre abierta, nosgrita sin cesar: “He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres, y

138 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 138: El Corazon Sacerdotal de Jesus

que no recibe de la mayor parte y muchas veces, por desgracia, de nosotros,a quienes más ama, más que frialdad, indiferencia e ingratitud”.

El Corazón de Jesús pide el amor de todos, pero sobre todo de sussacerdotes. Las flechas que más herida abren en el Corazón de Jesús sonlas que lanzan contra Él las personas que le están consagradas, por el sacer-docio o por los votos de religión.

Muy numerosas y amargas son las divinas quejas que sobre esto oyósanta Margarita María y cuyos escritos forman su doloroso eco.

“Estando una vez delante del Santísimo Sacramento –escribe–, descu-briendo mi Dios su Corazón, me dijo: ‘En reconocimiento del amor quedemuestro a los hombres no recibo de la mayor parte sino ingratitudeshacia el sacramento de mi amor; pero lo que me es más sensible 617 es queson los corazones que me están consagrados los que actúan así’” (Su vida,por ella misma, 355).

Otra vez: “Descubriéndome su Corazón amoroso, todo desgarrado ytraspasado: ‘He aquí, me dijo, las heridas que recibo de mi pueblo escogi-do. Los demás se contentan con herir mi cuerpo; éstos llegan hasta miCorazón, que nunca ha dejado de amarles’”.

Diez veces tuvo la santa visiones análogas.

Sacerdotes, ¿tendremos corazones de piedra? Pensemos en el Corazónde Jesús; las espinas que más cruelmente le desgarran son nuestras ingrati-tudes y nuestras indiferencias.

¿No amaremos al que tanto nos ha amado? 618

30.ª MEDITACIÓN.–SAN JUAN: UN SACERDOTE DEL SAGRADO CORAZÓN 139

Page 139: El Corazon Sacerdotal de Jesus
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31.ª MEDITACIÓN

EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSEN LA EUCARISTÍA

Bajo apariencias de muerte, el Corazón de Jesús vive, en el SantísimoSacramento, la vida más activa.

Pueden aplicarse al divino Maestro, que vive en la Eucaristía, las pala-bras del Cantar de los Cantares: “Duermo, pero mi corazón vela: Ego dor-mio et cor meum vigilat”. No hay palabras que puedan expresar mejor elmisterio de la vida de Jesús en la Eucaristía y el oficio que en él desempe-ña su Corazón adorable: misterio de muerte y de vida juntamente, dondetodo lo que se ve dice muerte, pero donde el Corazón divino está pletóricode vida.

I. En la Eucaristía, Jesús parece dormir, pero su Corazón vela

En efecto, a juzgar por lo exterior, en la Eucaristía, aun suponiendo la fe en la presencia de Jesús, parece que Cristo duerme, envuelto en el sudario del estado sacramental.

Y realmente, la mayor parte de los hombres le tratan como a un sersin vida. Hasta los cristianos que se acercan a comulgar proceden así,bien por ligereza, bien porque sus oraciones no logran resultado, bienporque el Dios del tabernáculo parece indiferente a sus trabajos y a los dela Iglesia.

Como Cristo dormía en la barca de Pedro, el Cristo del altar parecehacerse el indiferente e ignorar nuestras desgracias.

Pero si nuestra fe fuera firme y más activa, oiría salir del monumentodel altar, “que es un sepulcro de vida y de gloria” (Sal 11), la voz de Cristo

Page 141: El Corazon Sacerdotal de Jesus

inmortal que clama: “Duermo, pero sólo aparentemente, porque míCorazón vela: y aquél cuyo corazón late, no está muerto”.

Era preciso que Nuestro Señor apareciese dormido en el sacramentopara ejercitar nuestra fe y para darse a nosotros como un maná vivificador.

Pero en realidad, vela y obra. Job pudo decir: “¿Quién podrá interrumpirel concierto que las estrellas cantan a la gloria de Dios?: Concertum coeli quisdormire faciet!” (c. 38). Con mayor razón puede decirse: ¿Quién interrumpi-rá la gran vigilia de Jesús-Eucaristía? Cuatro grandes fuerzas le impiden dor-mir: su vida divina, su vida humana glorificada, su amor y su dolor. 619

II. Vive su vida divina y humana

Sí, este Corazón es el corazón de un Dios y vive de su vida eterna; esteCorazón es el corazón de un hombre glorificado por la resurrección y vivede la vida sin desfallecimientos de los elegidos del cielo.

Es el Corazón del Hijo de Dios y en Dios no cabe dormir. ¿Cómo hade dormir el que es la vida eterna, es decir, la plenitud de toda vida en uneterno presente?

¿Cómo podría el cansancio detener los miembros del Omnipotente ycerraría los ojos del que es la luz de todos los seres?

“El que guarda al mundo y, en particular, a su pueblo escogido no seadormecerá ni dormirá: Ecce non dormitavit neque dormiet qui custoditIsraël” (Sal 120).

“Mirad bien todos los que le provocáis en su sueño aparente de con-descendencia y de misericordia”. “Despertará el Señor a la manera del queha dormido y herirá el Señor a sus enemigos y esa herida les cubrirá deoprobio sempiterno” (Sal 77).

El Corazón de Jesús en el tabernáculo es también el Corazón de suhumanidad resucitada y glorificada; y los resucitados no mueren ni losbienaventurados pueden dormir. Su mirada fascinada por los esplendoresdel rostro divino goza de un arrobamiento que le es más dulce que el mástranquilo de los descansos.

Jesús conoció el sueño de la muerte la tarde de su Pasión, pero su Padrele despertó gloriosamente y ya no muere: Fui mortuus, et ecce sum vivensin saecula saeculorum (Ap 1,18).

142 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 142: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Y su vida se desborda en su Iglesia, en sus apóstoles, en las almas fie-

les, suscitando por todas partes el celo y la virtud.

III. El gran amor no admite el sueño

El Corazón sagrado no duerme porque es todo amor y el gran amor no

admite ni descanso en su desarrollo ni interrupción en sus complacencias.

El centinela que guarda el campo y responde del descanso del ejército

se mantiene en pie, ojo avizor y oído atento, a pesar del cansancio y de la

intemperie. Y Jesús en el Santísimo Sacramento es el centinela vigilante

que guarda su Iglesia.

La madre que vela junto a la cuna de su recién nacido no conoce el

sueño y sacrifica gustosa sus noches. Y el Corazón de Jesús es un corazón

de madre lleno de solicitud por sus hijitos: Filioli. Sabe 620 que la vida

sobrenatural está más amenazada en nosotros que la vida natural en el

cuerpo frágil de los niños pequeños, y nos lleva como en sus brazos

(Is 44,4).

Su Corazón nos ama como amigo cuyas complacencias no tienen fin,

como esposo cuyas expansiones no conocen el cansancio.

Su Corazón vela porque es el corazón de un médico que cuida a sus

enfermos sin dejarles hasta que les haya devuelto la salud.

Vela, en fin, porque es un corazón de sacerdote, solicitado sin treguapor dos amores infinitos: el de Dios al que ha de dar satisfacción por la ado-ración, el de los hombres que se ha de satisfacer por el sacrificio y la abne-gación, por el constante alegato en su favor, por la plegaria por sus necesi-dades, por la propiciación por sus pecados.

¡Qué modelo para el sacerdote!

La cuarta fuerza que tiene siempre en vela al Corazón de Jesús en elSantísimo Sacramento es la pesada carga que recae sobre Él de ser una víc-tima perpetuamente inmolada, no por un dolor actual, sino por la misiónque le ha sido dada de representar constantemente a Dios y a los hombreslos dolores de su Pasión en el anonadamiento de su estado eucarístico.

Está allí como los que sufren, con su herida abierta, y los que sufren noduermen.

31.ª MEDITACIÓN.–EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS EN LA EUCARISTÍA 143

Page 143: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Está allí como la víctima siempre inmolada, y aunque no sufra, su esta-

do eucarístico tiene tantas relaciones con su Pasión, que si se digna dejar

verse en él, como en sus apariciones a santa Margarita María, lo hace de

ordinario bajo los rasgos del dolor y en la actitud del Ecce homo (Tesnière:

Etudes sur l’Eucharistie).

¡Sacerdotes, aquí tenéis a vuestro modelo! En cuanto lo permita la

humana flaqueza, velad siempre. Orad, obrad, amad, sufrid. ¡Que vuestros

corazones palpiten al unísono con el Corazón sacerdotal de Jesús!

No durmáis el sueño de la tibieza, de la apatía, de la vida terrestre y

sensual. Velad y vivid la vida fervorosa, la vida de amor, de celo y de sacri-

ficio. 621

144 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 144: El Corazon Sacerdotal de Jesus

32.ª MEDITACIÓN

LA FECUNDIDAD DEL SACERDOTE

Jesús es inmortal, no sólo en el cielo, sino en las almas, en la Iglesia,

en el sacerdocio.

En las almas: sembró virtudes cristianas que se reproducirán siempre.

La penitencia de Magdalena, la fe de san Pedro, la caridad de san Juan fue-

ron como gérmenes que se reproducen sin cesar por la fecundidad del

ejemplo y por la difusión del apostolado.

En la Iglesia: es una organización que abraza cada vez más almas; un

edificio que siempre se eleva, sólidamente apoyado sobre sus primeros fun-

damentos.

En el sacerdocio, Jesús dijo: “Yo estaré con vosotros hasta la consu-

mación de los siglos”. Los apóstoles transmitían su sacerdocio por la impo-

sición de las manos, perdurando así a través de los siglos.

I. El sacerdote, como Jesús, debe pervivir, y primeramente en las almas

Si el sacerdote evangelizó cuidadosamente a los niños, ¿qué gérmenes

de vida no sembró? Es esa una tierra virgen y rica que podrá producir el

céntuplo. Esos niños propagarán ellos mismos su fe y harán obras que per-

durarán.

Si ha hecho volver a ovejas descarriadas, ¿qué obra de vida no ha rea-

lizado como pastor? Estas almas yacían en la muerte y difundían la muer-

te en torno de ellas, y vienen a vivir y a ser manantiales de vida.

Si a muchas almas las conservó fieles, si las hizo avanzar en la virtud,

si cultivó en ellas el fervor, si pudo formar almas selectas, almas unidas a

Page 145: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Dios, estas almas sobrevivirán también y serán fecundas en frutos de vida.

El sacerdote será por ellas, como por sus propias obras, la fuente cuyas

aguas no se agotan (Is 58,11).

II. El sacerdote debe pervivir en sus obras

La gran obra de Jesús fue la Iglesia. La fundó sobre la fe de Pedro ysobre la autoridad de los apóstoles. Se desenvuelve, crece, es inmortal.

El sacerdote tendrá sus obras. Fundará quizás una iglesia, un oratorio,un altar. Fundará una cofradía, una asociación, ejercicios periódicos.Fundará obras nuevas: patronatos, círculos de estudios, grupos de gentejoven, sindicatos, mutualidades. Estas 622 obras durarán y el sacerdotepervivirá en ellas.

El día de la fundación tendrá un gozo inmenso. El día de la siembra esun día de angustias y de dificultades, pero en sus últimos momentos elsacerdote tendrá el gozo de dejar alguna obra viva y fecunda.

Cuando muera seguirán hablando sus obras, por el bien que harán. Sifundó una misión periódica, una obra de prensa, una orden tercera, estasobras prolongarán su apostolado. Si publicó o difundió algunos buenoslibros, seguirá predicando después de su muerte.

¡Sacerdotes: tened la santa ambición de mantener en primer lugar lasobras útiles que fundaron vuestros predecesores y de añadir a ellas, si haylugar, algunas obras modernas! Con ello os sobreviviréis a vosotros mis-mos, tendréis en la tierra hasta la inmortalidad y vuestras obras hablaránpor vosotros delante de Dios.

Fundad vuestras obras con el celo, la caridad, la ternura que animabanal Corazón sacerdotal de Jesús, cuando fundó su Iglesia.

III. El sacerdote debe pervivir en su sacerdocio

Jesús pervivió en su sacerdocio. Dijo a sus apóstoles: “Id, enseñad atodas las gentes, yo estoy con vosotros hasta el fin de los siglos”.

Dejó un grupo jerárquico de apóstoles y de discípulos que debían con-servarse y desplegarse hasta el fin de los siglos.

146 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 146: El Corazon Sacerdotal de Jesus

El que es solo sacerdote no ordena sacerdotes. Cuando asiste a una

ordenación se siente feliz al elevar las manos a una con el obispo e impo-

nerlas sobre la cabeza de los ordenandos como para transmitirles algo de

su sacerdocio.

Pero si el sacerdote no ordena sacerdotes, él es quien los prepara; el

que forma a los niños en la piedad; el que discierne las vocaciones; el que

ayuda al niño a oír el llamamiento divino.

Samuel se turbaba y no comprendía la palabra sobrenatural que escu-

chaba. Iba a buscar al sacerdote Elí, que comprendió que era Dios quien

llamaba al niño para hacerle su profeta: Intellexit ergo Heli quia Dominusvocaret puerum (1Re 3,9).

El sacerdote pervivirá en las vocaciones que haya discernido, animado,

protegido. Se fijará en el niño aficionado a las ceremonias del culto, en el

que recibe gustosa y piadosamente la sagrada comunión. Examinará las

condiciones de la familia, la piedad de la madre y otras circunstancias que

pueden ayudarle a conocer los designios de Dios.

¡Qué culpables son los que se desentienden de las vocaciones ante 623el temor de tener que imponerse algunos sacrificios! En aquellos a quienes

ayudarían a formarse encontrarían estos sacerdotes su providencia en la tie-

rra y su corona en los cielos.

Hay otras vocaciones de las que el sacerdote tendrá que responder ante

Dios. Hay muchachas llamadas a vivir en el claustro, jóvenes que la gracia

querría hacer religiosos, misioneros, hermanos eduadores.

El sacerdote tiene que discernir y favorecer los designios de la

Providencia.

Pervivirá en estas almas que harán el bien. Muerto seguirá hablando:

Defunctus adhuc loquitur (Hb 11).

Sacerdotes de Dios, llevemos en el corazón ser fecundos para contri-

buir largo tiempo a la gloria de Dios y a la salvación de las almas. 624

32.ª MEDITACIÓN.–LA FECUNDIDAD DEL SACERDOTE 147

Page 147: El Corazon Sacerdotal de Jesus
Page 148: El Corazon Sacerdotal de Jesus

33.ª MEDITACIÓN

EL CIELO:LAS RECOMPENSAS DEL SACERDOTE

“Todo el que deje por mí –dice el Señor– su casa, su padre, su madre,

sus hermanos, recibirá el ciento por uno en esta vida y después la vida eter-

na” (Mt 9, 19).

Estas palabras se aplican directamente a sus apóstoles, a los que trata-

ba de dar ánimos, y tienen también su aplicación a los sacerdotes. Pero

aquí, como siempre, Jesús es nuestro modelo; fue el primero en los traba-

jos, lo será en la recompensa.

I. Los gozos del Salvador en la tierra y en el cielo

En la vida de Jesús abundaron los dolores, pero también hubo alegrías.

Todos los progresos de la redención, todos los frutos de la salvación le lle-

naban de un santo regocijo.

El Evangelio no lo dice formalmente más que una vez: “Jesús se ale-

gró y dio gracias a su Padre cuando vio que las almas sencillas abrazaban

la fe” (Mt 19).

Pero en más de un lugar el evangélico nos hace sospechar el gozo de

Jesús.

Es dichoso al ver que los niños se le acercaban. Los abrazaba, los ben-

decía, seguramente les sonreía, y reprendía a los apóstoles que trataban de

alejarlos de Él (Mt 19).

Acepta tomar parte en las alegrías de las bodas de Caná, para prepa-

rar las gracias del matrimonio cristiano y para poner de relieve su poder y

Page 149: El Corazon Sacerdotal de Jesus

la bondad de su madre. Zaqueo y Mateo le invitan a una gran comida, un

festivo banquete de agradecimiento por su conversión. Jesús toma parte en

él y se une indudablemente a la alegría tan laudable de sus amigos

(Lc 5,29).

Se regocija cuando se realiza la conversión de algún pecador. ¿No dijo

que habría en el cielo un gozo intenso cuando un pecador volviera a Dios?

(Lc 15,7).

Se regocija en la resurrección de Lázaro. Da gracias por ello a su Padre.

Toma parte en el festín organizado por Simón en Betania (Jn 12,2).

Se goza después de la institución de la Eucaristía. En las efusiones de

su Corazón sacerdotal, recomienda a sus apóstoles la unión entre ellos y

con Él. Les recuerda cómo el Padre y Él les aman tiernamente, y añade:

“Os lo digo para que participéis de mi alegría y se llenen 625 de ella vues-

tros corazones: Haec locutus sum vobis ut gaudium meum in vobis sit etgaudium vestrum impleatur” (Jn 15,11).

Jesús tuvo, pues, sus goces en la tierra, pero su mayor alegría está en

los cielos. Nos da una idea de ello el día de su transfiguración. Entra del

todo en el cielo el día de la Ascensión. Y sentado a la diestra de Dios Padre,

hace entrar para siempre a su humanidad santa en los embriagadores goces

del triunfo y de la visión beatífica: Ipsi gloria et imperium in saeculasaeculorum (Ap 1).

II. El sacerdote tiene también sus gozos en la tierra

La mayor satisfacción es subir todos los días al altar santo, donde se

encuentra en la divina presencia y rodeado de la corte celestial. Allí posee

a Jesucristo. Si es fervoroso, goza de un cielo anticipado, recibe en su alma

torrentes de luz, de caridad, de consuelo y de salvación.

Si se siente hijo de Dios, si vive con espíritu de fe, obran en él todo el

día la gracia sacramental y los dones del Espíritu Santo, como inagotable

manantial: Fons aquae salientis in vitam aeternam (Jn 4,14). Y los frutos

del Espíritu Santo, ¿no son gozo, paz y caridad?

¡Qué alegría para el sacerdote ver que las almas avanzan en la virtud!

San Juan escribe en su segunda epístola: “Experimento un profundo gozo

150 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 150: El Corazon Sacerdotal de Jesus

al ver que las almas andan en la verdad”. Cuanto más ame el sacerdote a

Dios y a las almas, más sentirá esta alegría completamente sobrenatural.

¡Qué consuelo para el sacerdote ver que las almas de los niños se con-

servan en su pureza y que los adolescentes perseveran en la inocencia de

los primeros días!

Pero la conversión de los pecadores, el retorno de las almas a Dios es

una recompensa aún más sensiblemente intensa para el sacerdote. Se rego-

cija entonces como el padre del hijo pródigo, como el pastor que encontró

la oveja perdida. Se trata de un muerto que ha vuelto a la vida, de un des-

graciado arrancado del fuego (Judas 23).

La gratitud de las almas es también el salario del sacerdote. Hay almas

tan felices de su conversión, como María Magdalena.

Todas estas cosas forman parte del céntuplo prometido por Nuestro

Señor a los que renunciaron por Él a las cosas de la tierra.

Recibirán el ciento por uno porque los bienes espirituales sobrepasan a

los materiales.

Tendrán también en cierto sentido el céntuplo hasta de los bienes mate-

riales 626 que dejaron, porque encontrarán almas generosas que les ayuda-

rán; y si son religiosos, encontrarán hermanos y casas.

III. Los gozos del sacerdote es el cielo

Pero lo que vale más que todo lo hasta aquí dicho, más que el ciento

por uno de los bienes terrenos, es el cielo, la vida eterna.

Es la vida con Dios, la posesión de Dios, que vale más que todos los

honores, que todas las riquezas, que todas las alegrías.

Los sacerdotes y religiosos poseerán a Dios y le poseerán más íntima-

mente que los otros fieles. A ellos ha dicho el Señor como a los apóstoles:

“Los que dejasteis todo por mí, os sentaréis sobre tronos para juzgar a los

demás hombres”.

Sacerdotes: vuestra gloria, estará en proporción a vuestras renuncias.

Habrá para vosotros como un paraíso especial, una unión más estrecha

33.ª MEDITACIÓN.–EL CIELO: LAS RECOMPENSAS DEL SACERDOTE 151

Page 151: El Corazon Sacerdotal de Jesus

con el Salvador, un céntuplo en el cielo, como tenéis un céntuplo en la

tierra.

Los Padres de la Iglesia y los Doctores no dudan en aplicar esta pro-

mesa de Nuestro Señor a los sacerdotes y religiosos.

Juzgarán al mundo, dice san Gregorio, porque son superiores a él por

su desprendimiento; porque se ciernen como águilas en la contemplación

del cielo y el desprecio de la tierra; porque son los maestros y doctores de

la verdad y habrán de juzgar si el mundo ha vivido según su doctrina; por-

que al ser juzgados por el mundo y menospreciados por los insensatos, juz-

garán a su vez la locura del mundo (Moralia 26).

¡Sacerdotes, qué consoladora es esta promesa! En el cielo seréis de los

amigos especiales del Salvador, de los amigos íntimos. Viviréis más cerca

de Él que el común de los elegidos, si verdaderamente vivisteis como

sacerdotes en la tierra.

¿Podría daros Jesús algo más poderosamente alentador?

152 EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS

Page 152: El Corazon Sacerdotal de Jesus

Índice

PRESENTACIÓN ......................................................................................

LA OBRA ....................................................................................................

INTRODUCCIÓN DEL PADRE DEHON ..............................................

1.ª MEDITACIÓN: EL ORIGEN PRIMERO DEL SACERDOCIOES EL SENO DEL PADRE ..............................................................

I. El Verbo es como el sacerdote eterno del PadreII. El Verbo ejerce este sacerdocio con su Corazón divino

III. Está ahí como el ejemplo y el tipo del sacerdocio ejercido por elSalvador y por los ministros de la Iglesia

2.ª MEDITACIÓN: LA VOCACIÓN SACERDOTAL DE JESÚS:DIOS PADRE ENVÍA A SU HIJO A ESTE MUNDO PARA QUESEA SU SACERDOTE ......................................................................

I. Dios hecho hombre será sacerdoteII. Dios Padre da a su Hijo encarnado un corazón de sacerdote

III. Será siempre y sobre todo sacerdote

3.ª MEDITACIÓN: LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE JESÚS:LA UNCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO ............................................

I. Cristo es sacerdote por la unción del Espíritu SantoII. Cristo recibió la unción del Espíritu Santo sobre todo en su

corazónIII. El Corazón sacerdotal de Jesús debe ser el objeto de nuestras

consideraciones

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Page 153: El Corazon Sacerdotal de Jesus

4ª MEDITACIÓN: NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES EL ÚNICOSACERDOTE DEL PADRE DESDE LA ENCARNACIÓN YPARA TODA LA ETERNIDAD ..........................................................

I. El sacrificio de Nuestro Señor es suficiente para la gloria de suPadre

II. Es suficiente para nuestra salvaciónIII. Nuestro sacerdocio es una participación del de Cristo

5.ª MEDITACIÓN: NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES SACER-DOTE Y VÍCTIMA EN TODA SU VIDA Y EN TODOS SUSACTOS ................................................................................................

I. Nuestro Señor es sacerdote desde el momento de suEncarnación

II. Continúa y renueva sin cesar su oblación y su sacrificioIII. Los actos de su sacerdocio son más manifiestos en su vida públi-

ca y en su pasión

6.ª MEDITACIÓN: EN EL SACERDOCIO DE NUESTRO SEÑORHAY QUE CONSIDERAR SOBRE TODO SU CORAZÓN ........

I. El sacrificio de Jesús es un sacrificio de amorII. El Corazón sacerdotal de Jesús ofrece a su Padre un sacrificio

perfectoIII. Este sacrificio de amor es incesante y perpetuo

7.ª MEDITACIÓN: PREPARACIÓN DEL SACERDOCIO DE JESU-CRISTO: LA FAMILIA DEL SALVADOR Y SU INFANCIA ......

I. Jesús quiso que su sacerdocio tuviese una preparación visibleII. Su familia

III. Su infancia

8.ª MEDITACIÓN: JESÚS EN EL TEMPLO: LOS ESTUDIOS........

I. Jesús adolescente quiso animarnos al estudioII. Escuchaba y preguntaba

III. Nuestros estudios

9.ª MEDITACIÓN: LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES DE LOSSACERDOTES ..................................................................................

I. La preparación sacerdotal II. Los ejercicios de Jesús

III. El espíritu de recogimiento

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Page 154: El Corazon Sacerdotal de Jesus

10.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAPREDICACIÓN ................................................................................

I. Hay que convencer los espíritusII. Determinar las voluntades

III. Tocar los corazones

11.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAPERFECCIÓN....................................................................................

I. La perfección consiste en amar a Dios con todo el corazónII. El sacerdote y la perfección

III. El religioso y la perfección

12.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS YLOS PECADORES: LAS PARÁBOLAS ........................................

I. El buen Pastor y la oveja perdidaII. La dracma perdida

III. El Hijo pródigo

13.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS YLOS PECADORES: JESÚS EN ACCIÓN ......................................

I. La curación del paralítico y la resurrección de Lázaro son sím-bolos de la confesión

II. La bondad de Jesús con los publicanos y los pecadores nosmuestra también la caridad que hemos de tener con las almas

III. Otros ejemplos

14.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS YLOS QUE SUFREN ..........................................................................

I. Compadecer a los que sufren es la misión del MesíasII. Jesús en acción

III. Jesús se describe a sí mismo con los rasgos del buen samaritano

15.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y ELCUIDADO DE LAS VOCACIONES ..............................................

I. Jesús deseó y favoreció las vocacionesII. Cómo llamó a sus apóstoles y discípulos

III. Cómo les formó

16.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS YLAS RELACIONES DEL SALVADOR CON LOS APÓSTOLES...

I. Jesús trata a sus apóstoles como hermanosII. Asume siempre su defensa

III. Los misterios de la Cena, de la Agonía y del Calvario merecenser considerados aparte

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17.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAPRÁCTICA DE LA PRUDENCIA Y DE LA TEMPLAZA ..........

I. Jesús es la modestia mismaII. La templanza

III. La mortificación

18.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS YLAS RELACIONES EXTERNAS....................................................

I. Sus relaciones con los extraños a la fe judíaII. Relaciones con los amigos

III. Contradictores y perseguidores

19.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAFAMILIA ............................................................................................

I. NazaretII. La separación

III. El apostolado con su familia

20.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSANTE LA NATURALEZA Y EL ARTE ..........................................

I. La tierra prometidaII. De Nazaret a Jerusalén

III. Judea

21.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS YLAS TENTACIONES ........................................................................

I. La ambiciónII. La avaricia

III. La sensualidad

22.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y SUORACIÓN ..........................................................................................

I. Su amor de complacenciaII. Su gratitud

III. Su compasión

23.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSANIMA SU ORACIÓN Y SU CELO ..............................................

I. Amor de benevolenciaII. Celo por las almas

III. El celo es fruto del amor

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24.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y SUPARTICIPACIÓN EN EL CULTO PÚBLICO: SU RELIGIÓN..

I. Su religiónII. Adoración y amor

III. Jesús nos ofrecía con Él

25.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚSANTE LAS PRUEBAS Y PERSECUCIONES ..............................

I. Las tristezas de JesúsII. El pecado

III. La calumnia

26.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS YLOS DEBERES DE LA VIDA SOCIAL Y DE LA ACCIÓNPOPULAR ..........................................................................................

I. El patriotismo y el deber cívicoII. El Corazón de Jesús y las clases populares

III. La Iglesia y el pueblo

27.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y ELSACRIFICIO EUCARÍSTICO ........................................................

I. La preparaciónII. La celebración

III. Acción de gracias

28.ª MEDITACIÓN: EL TESTAMENTO Y LA MUERTE ....................

I. La preparación para la muerteII. La mala muerte

III. La buena muerte

29.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS Y LAVIRGEN MARÍA ..............................................................................

I. María fue como el altar del sacrificio de JesúsII. María participa del sacerdocio de Jesús

III. María unida a la inmolación de Jesús

30.ª MEDITACIÓN: SAN JUAN: UN SACERDOTE DEL SAGRADOCORAZÓN ........................................................................................

I. San Juan es el primer sacerdote del Sagrado CorazónII. Amistad de Jesús con san Juan

III. Su amistad con nosotros

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31.ª MEDITACIÓN: EL CORAZÓN SACERDOTAL DE JESÚS ENLA EUCARISTÍA ..............................................................................

I. En la Eucaristía, Jesús parece dormir, pero su Corazón velaII. Vive su vida divina y humana

III. El gran amor no admite el sueño

32.ª MEDITACIÓN: LA FECUNDIDAD DEL SACERDOTE ..............

I. El sacerdote, como Jesús, debe pervivir, y primeramente en lasalmas

II. El sacerdote debe pervivir en sus obrasIII. El sacerdote debe pervivir en su sacerdocio

33.ª MEDITACIÓN: EL CIELO: LAS RECOMPENSAS DELSACERDOTE ....................................................................................

I. Los gozos del Salvador en la tierra y en el cieloII. El sacerdote tiene también sus gozos en la tierra

III. Los gozos del sacerdote es el cielo

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