El Campeon Eterno - Michael Moorcock

7/25/2019 El Campeon Eterno - Michael Moorcock

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Qu extraos poderes llevaron a JohDaker hasta aquel tiempo y lugamposibles? Sobre aquella tumba s

convocaba la presencia de Erekos, pueel momento de necesidad haba llegado

el Campen Eterno deba responder a ldemanda de ayuda. Y John Daker seencontr en el papel de Erekos, e

Hroe, el Esperado. Y tuvo que aceptar suresponsabilidad y destino, conducir a lahuestes de los suyos a una guerra sicuartel contra el ancestral y odiad

enemigo del hombre.


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Michael Moorcock

El Campen EternoCrnicas del Campen Eterno I


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ePUB v1.0

Dyvim Slorm05.12.11


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Ttulo original: The Eternal ChampionISBN 84-270-1481-31970 by Michael Moorcock


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Prlogo

Ellos me llamaron.Eso es lo nico que s de cierto.Ellos me llamaron, y yo acud.

No poda hacer otra cosa, pues lavoluntad del conjunto de lahumanidad era un vnculo muypoderoso que me presionaba atravs de las ataduras del tiempo yde las cadenas del espacio y mearrastraba hacia ella.

Por qu fui yo el escogido?Todava no lo s con certeza,aunque ellos crean habrmelo

dicho. Y ahora ya est hecho y aqu


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estoy. Aqu estar para siempre y si,como me repiten los sabios, eltiempo es cclico, algn da

regresar a la parte del ciclo que hedejado atrs y que he conocido conel nombre de siglo XX despus de

Cristo en la era del Hombre. S,algn da regresar pues, sin quemis acciones o mis deseos tengan

nada que ver en ello, soy un serinmortal.


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1. Una llamada a travs

del tiempo

En ese lapso de tiempo que transcurrentre la vigilia y el sueo, la mayora d

nosotros hemos experimentado la fantasde escuchar voces, fragmentos dconversaciones, frases murmuradas e

onos no familiares. A veces, intentamocon centrar nuestras mentes para podeescuchar ms, pero rara vez lconseguimos. Estas fantasas reciben enombre de alucinaciones hipnaggicas, edecir, son el inicio de los sueos quposteriormente experimentaremo


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mientras dormimos.En mi fantasa haba una mujer. U

nio. Una ciudad. Una ocupacin. U

nombre: John Daker. Un sentimiento dfrustracin. Una necesidad dsatisfaccin. Aunque yo les amaba. S, yo

saba que les amaba.Era invierno y yo estaba acostad

miserablemente en una cama fra, con l

mirada fija en la luna que asomaba tras lventana. No recuerdo cules eran mipensamientos con exactitud. Era algrelacionado de eso no tengo la meno

duda con la mortalidad y la futilidad da existencia humana. Entonces, entre l

vigilia y el sueo, empec a escucha

voces cada noche...


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Al principio no hice caso, esperandcaer dormido inmediatamente, pero lavoces continuaron y empec a intentacomprender lo que decan. Crea qupoda ser un mensaje de mi subconscientepero la palabra que ms se repeta e

aquellas frases era para m un galimatancomprensible:

Erekos Erekos Erekos

Me resultaba imposible reconocer edioma en que hablaban las voces, aunqume sonaba extraamente familiar. A loque ms me pareca que se asemejaba er

al idioma de los indios sioux, pero yo nsaba ms que cuatro palabras en esengua.

Erekos Erekos Erekos


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Cada noche redoblaba mis esfuerzopor concentrarme en las voces y, poco poco, empec a experimentaalucinaciones hipnaggicas cada vez mpoderosas, hasta que una noche mpareci que me liberaba por completo d

mi cuerpo fsico.

Acaso haba permanecido unaeternidad en el limbo? Estabavivo... o muerto? Era quizs elrecuerdo de un mundo que quedabaen el remoto pasado o en el futuro

distante? Un recuerdo de otromundo que pareca ms cercano? Ylos nombres? Quin era yo, John

Daker o Erekos? Era alguno de


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los dos? Muchos otros nombres Corum, Bannan, Flurrun, Aubec,Elric, Rackhir, Simon, Cornelius,

Asquinol, Hawkmoon sesucedieron por los ros fantasmalesde mi mente. Permanec suspendido

en la oscuridad, inmaterial y sincuerpo. Lleg hasta m una voz dehombre. Dnde estaba quien me

hablaba? Trat de verle perocareca de ojos con losquemirarle...

Erekos, el Campen, dnde

ests?.

Otra voz:


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Padre... no es ms que unaleyenda...

No, Iolinda. Noto que me estescuchando. Erekos

Intent responder, pero careca d

engua con la que hablar.Entonces, todava medio despierto, mnvadieron unos ensueos agitados de un

casa en una magnfica ciudad de lomilagros, una ciudad mugrienta y de graamao, atestada de mquinas de colore

deslustrados, muchas de las cuale

ransportaban pasajeros humanos. Aprecivarios edificios de hermosas lneas baja capa de polvo, y otras construccione

ms brillantes y no tan hermosas, d


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neas austeras y numerosas ventanasEscuch gritos y ruidos estridentes.

Un grupo de jinetes galopaba por e

campo abierto, suavemente ondulado. Locaballeros refulgan con sus armadurarecubiertas de oro y sus penachos d

vivos colores en lo alto de sus lanzaeidas de sangre seca. En sus rostros s

apreciaba un profundo cansancio.

Aparecieron entonces en mi suems y ms rostros, algunos de los cualecre reconocer vagamente. Otros mresultaban completamente desconocidos

Muchos de ellos iban cubiertos dextraas vestimentas. Observ a uhombre de mediana edad y cabello

canos, que llevaba una corona alta en l


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cabeza, de hierro con incrustaciones ddiamantes. El hombre abri la boca y lescuch decir:

Erekos. Soy yo, el reyRigenos, Defensor de la

Humanidad...Volvemos a necesitarte,Erekos. La Jaura del Mal se haapoderado de un tercio del mundo y

la Humanidad est agotada en subatalla contra ellos. Ven a nosotros,Erekos. Condcenos a la victoria.

Esos seres perversos han plantadosu corrupto estandarte desde lasllanuras del Hielo Fundente hasta

las montaas del Dolor, y me temo


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que prosigan ms an su avance ennuestros territorios.

Ven a nosotros, Erekos.

Llvanos a la victoria. Ven anosotros, Erekos. Llvanos a...

La voz de mujer son de nuevo:Padre, eso no es ms que una

tumba vaca. Ni siquiera contiene la

momia de Erekos, cuyos restoshace ya mucho que se redujeron apolvo y se esparcieron en el viento.

Vaymonos y regresemos aNecranal para ponernos al frente denuestros camaradas vivos!


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Me sent como un hombre a punto ddesmayarse que luchara por conservar lconciencia pero que, pese a sus esfuerzosno lograra controlar su propio cerebrontent de nuevo responder a la llamada

pero no lo consegu.

Era como si estuviera retrocedienden el tiempo mien tras cada tomo de mser intentaba ir hacia delante. Me embarg

a sensacin de poseer un tamagigantesco, como si estuviera hecho dpiedra y tuviese unos prpados de granitde tamao kilomtrico... Unos prpado

que me resultaba imposible abrir.Y, un segundo despus, me sent

diminuto, como la ms nfima mota d

polvo del espacio sideral. No obstante


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pese a todo, sent que perteneca ms aodo universal como ente minsculo qu

como piedra gigantesca.

Los recuerdos iban y venan en mmente.

El panorama completo del siglo XX

sus descubrimientos y sus falsedades, subellezas y amarguras, sus satisfaccionesrivalidades y autoengaos, sus fantasa

supersticiosas a las que se daba el nombrde ciencia, penetraron en mi mente comel aire penetra y llena el vaco.

Sin embargo, todo ello dur slo u

momento, pues al segundo siguiente todmi ser fue lanzado a otra parte, a umundo que era la Tierra, pero no la Tierra

de John Daker y tampoco exactamente e


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mundo del difunto Erekos...Haba tres grandes continentes, dos d

ellos juntos y separados del tercero por u

vasto ocano salpicado de muchas islasgrandes y pequeas.

Vi un ocano de hielo que, por algun

razn, saba que estaba contrayndoseeran las llanuras del Hielo Fundente.

Contempl el tercer continente

cubierto de una flora lujuriante, densobosques y lagos azules, y circundado esus costas septentrionales por unmpresionante cadena de montaas, la

montaas del Dolor. Y al verlas supe queaqul era el territorio de los Eldren, a loque el rey Rigenos haba denominado l

Jaura del Mal.


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Apreci entonces, en los otros docontinentes, los campos de trigo del oestdel continente de Zavara, con suelevadas ciudades edificadas con rocamulticolores, las opulentas ciudades dStalaco, Calodemia, Mooros, Ninadoon

Dratarda.All estaban los grandes puertos d

Shilaal, Wedmah, Sinara y Tarkar, y

oonos con sus torres tachonadas dpiedras preciosas.Y vi despus las ciudades-fortalez

del continente de Necranala con s

capital, Necranal, que era la mmportante de todas, erigida sobre unmpresionante montaa, alrededor de ell

y en sus entraas, y coronada por e


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nmenso palacio de sus reyes guerreros.Empec a recordar entonces mientras

en el fondo de mi conciencia, escuchab

una voz que me llamaba,Erekos.rekos...Erekos...

Los reyes guerreros de Necrana

reyes durante dos mil aos de humanidaunida, en guerra y unida otra vez. Loreyes guerreros de los cuales el re

Rigenos era el ltimo con vida, ya uanciano y con slo una hija, Iolinda, parcontinuar la estirpe. Rigenos, viejocansado de odiar, pero lleno todava d

odio. De odio contra el pueblo no humanal que denominaba la Jaura del Mal, eenemigo ancestral de la humanidad

salvaje y temerario, vinculado se dec


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a la raza humana por una dbil lnea dsangre producto de la unin entre unantigua reina y Azmobaana, el Malvado

Un pueblo odiado por el rey Rigenocomo inmortales sin alma, como esclavode las perversas maquinaciones d

Azmobaana.Y, por odio, Rigenos invocaba a John

Daker, a quien llamaba Erekos, para qu

e ayudara en la guerra contra ellos.

Erekos, te ruego me respondas

Ests dispuesto a venir?La voz de Rigenos, potente, resonab

como el eco y, tras una breve lucha

consegu responder con una voz qu


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ambin pareca un eco.Estoy dispuesto contest, per

me parece estar encadenado...

Encadenado? respondi la vode Rigenos con un aire de consternaci. Entonces, eres prisionero de lo

emibles esbirros de Azmobaana? Estatrapado en los Mundos Fantasmas?

Quiz, pero no lo creo. Son e

iempo y el espacio los que me encadenanMe separa de ti un abismo sin forma ndimensin...

Cmo podemos tender un puent

sobre ese abismo y traerte hasta nosotros?Los muros unidos de la humanida

pueden ser la solucin.

Ya estamos rezando para que


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puedas venir con nosotros.Seguid, entonces aad.

Sent que de nuevo volva a caer. Crerecordar risas, tristeza, orgullo... Luego

de pronto, ms rostros. Sent como sfuera testigo de la muerte de todos lohombres y mujeres que haba conocido ravs de los tiempos, y por fin un rostr

se superpuso a los dems: eran la cabezy los hombros de una mujer de asombrosbelleza, con sus cabellos rubios recogido

bajo una diadema de piedras preciosaque pareca iluminar la dulce expreside su rostro ovalado.

Iolinda murmur.


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Ahora la vea con ms claridadEstaba asida del brazo del hombre quuca la corona de hierro y diamantes. E

rey Rigenos.Padre e hija estaban ante un estrado d

cuarzo y oro sobre el cual, posada sobr

un cojn de polvo, haba una espada rectque no se atrevan a tocar. Ni siquierosaban aproximarse demasiado a ella

pues despeda una radiacin que podmatarles.Estaban en el interior de un sepulcro.El sepulcro de Erekos. Mi sepulcro.

Avanc hacia el estrado, cernindomsobre l.

Tiempo atrs, mi cuerpo haba estado

colocado all. Contempl la espada, qu


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no resultaba peligrosa para m, pero mfue imposible tomarla entre las manodebido a mi cautividad. Era slo m

espritu el que habitaba el oscuro lugarpero mi espritu completo, no el fragmentdel mismo que haba morado en e

sepulcro durante miles de aos. Aquefragmento de mi espritu haba escuchada invocacin del rey Rigenos y hab

hecho posible que John Daker la oyeraacudiera al lugar y se uniera a lcompletndose por fin.

Erekos! invoc el rey

entrecerrando los ojos para escrutar lpenumbra como si me hubiera vistoErekos, te lo rogamos!

Entonces experiment un dolo


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acerante que asoci inmediatamente aque deben sufrir las mujeres cuando dan uz. Un dolor que pareca eterno pero qu

contena en s mismo su propisuperacin. Me puse a gritar y a agitarmen el aire por encima de las cabezas d

Rigenos y su hija. Me asaltaron intensoespasmos agnicos, pero de una agonlena de significado. Una agona dirigida

a creacin de una nueva vida.Grit, pero en mi grito haba alegra.Gem, pero en mi gemido haba u

aire victorioso.

Me sent pesado y me asalt unsensacin de vrtigo. La pesadez se haccada vez ms acusada y emit un jadeo a

iempo que extenda los brazos par


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mantener el equilibrio.Ahora tena carne, msculos y sangr

y vigor. El vigor se extendi por todo m

ser e inspir profundamente y me palp ecuerpo. Era un cuerpo poderoso, de graamao y armoniosas proporciones.

Alc la mirada y me vi delante dRigenos y la muchacha, en carne y huesosYo era su dios y haba regresado.

He venido exclam. Aquestoy, rey Rigenos. No he dejado tras dm nada que valiera la pena, pero nhagas que lamente haber venido.

No lo lamentars, Campen de lhumanidad.

Rigenos estaba plido, exultante

sonriente. Dirig la mirada hacia Iolinda


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que baj la vista al suelo en un gesto dmodestia y, casi contra su voluntad, lvolvi a levantar para contemplarme

Entonces me volv hacia el estradsituado a mi derecha.

Mi espada... murmur al tiemp

que extenda la mano para asirla. Escuchal rey Rigenos suspirar con airsatisfecho.

Ahora s que estn perdidos esoperros le o decir.


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2. El Campen ha

llegado!

Tenan una vaina para la espada. Lhaban fabricado unos das antes y el re

Rigenos sali a buscarla, dejndome solcon su hija.

Ahora que haba llegado all, ni se m

ocurri preguntarme cmo lo haba hechni por qu haba sido posible. Tampocoella pareci admirarse de mi aparicinYo estaba all. Pareca un hechonevitable.

Nos contemplamos mutuamente esilencio hasta que el rey regres con l


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vaina.Esto nos proteger del veneno de t

espada declar.

La tendi hacia m y, por un instanteitube antes de extender mi mano haci

ella y aceptarla.

El rey frunci el ceo y baj la miradhacia el suelo. La vaina era opaca, comuna especie de extrao cristal, pero e

metal de que estaba compuesta mresultaba desconocido (o, ms bien, se lresultaba a John Daker). Era ligeroflexible y resistente.

Me volv y as la espada. El puestaba envuelto en hilo de oro y parecvibrar al contacto con mi mano. El pom

era un globo de nice y la empuadur


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estaba repujada con franjas de plata y dnice negro. La hoja era larga, rectaafilada, pero no tena el fulgor del acero

Por su color, pareca ms bien de plomoEstaba admirablemente equilibrada y lbland en el aire y emit una sonor

carcajada. La espada pareci reconmigo.

Erekos! Envinala! grit el re

Rigenos con voz alarmada. EnvinalaLa radiacin que emite es mortal parodos menos para ti!

Sin embargo, ahora me senta reacio

soltar el arma. El mero hecho de tocarlhaba despertado en mi interior un difusrecuerdo...

Erekos, por favor! Te lo ruego...


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insisti la voz de Iolinda, secundando su padre. Envaina la espada!

Por fin, a regaadientes, coloqu l

espada en la funda. Por qu era yo enico que poda blandir el arma sin seafectado por su radiacin?

Sera acaso porque, durante esransicin de mi vida anterior como Joh

Daker a la que viva ahora como Erekos

se haba producido en mi constitucifsica algn cambio profundo? Era acasque el antiguo Erekos y el John Dakean por nacer (o era al revs?) posea

unos metabolismos que se habaadaptado para protegerse de la energque brotaba de la espada?

Me encog de hombros. No importaba


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El hecho en s era suficiente. No mpreocupaba. Era como si fuese conscientde que mi destino se me haba escapad

de las manos en gran medida. Me habconvertido en un instrumento...

Si entonces hubiera sabido qu

utilizacin iba a drseme como tanstrumento, quizs habra podido lucha

contra la fuerza que me haba atrado

habra seguido siendo el John Daker, enofensivo intelectual. Pero quiz nsiquiera as habra podido luchar mponerme. La fuerza que me hab

arrastrado a aquel tiempo distinto era mupoderosa.

Fuera como fuese, en aquel moment

estaba dispuesto a hacer todo cuanto e


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destino me exigiera. Permanec de pie alldonde me haba materializado, en esepulcro de Erekos, y me recre con m

nueva fuerza y con mi espada.Ms adelante, las cosas iban

cambiar.

Necesitar ropas dije, pueestaba desnudo. Y una armadura y uncorcel. Yo soy Erekos.

Las ropas ya estn preparadas respondi el rey Rigenos, al tiempo qulamaba a los sirvientes dando un

palmada. Aqu estn.

Entraron los esclavos. Uno llevabuna tnica, otro una capa y un tercero uienzo blanco que, segn comprend a

nstante, deba utilizar como ropa interior


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Los esclavos me envolvieron la cinturaos muslos con el lienzo y me pasaron lnica por la cabeza. Era ancha y fra,

me agrad su contacto con mi piel. Era dun azul intenso con bordados dcomplicado diseo en hilos de oro, plat

y escarlata. La capa tambin era escarlatacon bordados en oro, plata y azuTambin me trajeron unas botas de ant

para los pies y un cinturn ancho de cuermarrn claro con una hebilla de hierro ea que haba engastados rubes y zafiros

Colgu de l la vaina con la espada y

asiendo la empuadura de sta con lmano izquierda, me volv hacia el rey y shija.

Ya estoy preparado declar.


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Iolinda se estremeci.Entonces murmur, salgamo

de este tenebroso lugar.Tras dirigir una ltima mirada a

estrado sobre el cual todava se apreciabel montn de polvo, abandon mi propi

umba con el rey y la princesa decranal y sal al aire libre, en un d

uminoso y sereno que, pese al calor

resultaba sumamente agradable gracias una ligera brisa. Nos encontrbamosobre una pequea colina. A nuestraespalda la tumba, aparentement

construida con cuarzo negro, parecantigua y corroda por el tiempodesgastada por la sucesin de gra

nmero de tormentas y por la accin de


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viento. Sobre la cpula del sepulcrobserv la estatua corroda de un guerrermontado sobre un gran caballo de batalla

El rostro del guerrero haba perdido surasgos debido al polvo y a la lluvia, pero reconoc al instante. Era el mo.

Apart la mirada.Al pie de la colina, una caravana no

aguardaba. Haba un puado de caballo

ricamente enjaezados y una escolta dhombres vestidos con las mismaarmaduras doradas que haba visto en misueos. Sin embargo, los guerreros qu

ahora contemplaba parecan ms frescosdescansados que los de mis ensoaciones

Sus armaduras eran estriadas

realzadas con grabados en relieve


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esplndidas de adornos perabsolutamente inadecuadas para lbatalla, segn me dieron a entender mi

escasos conocimientos sobre armadurasos confusos recuerdos de Erekos que

poco a poco, iban acudiendo a mi mente

Las estras y grabados actuaban como unrampa para atrapar la punta de la espad

o lanza enemigas, en lugar de formar un

superficie que hiciera resbalar el arma deadversario. Pese a la belleza de sacabado, aquellas armaduras significabams un peligro aadido que un

proteccin contra el atacante.La escolta iba a lomos de robusto

caballos de batalla, pero los animales qu

nos aguardaban, arrodillados en el suelo


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parecan una especie de camellos de loque se hubiera eliminado la fealdad de sugibas. Tales animales resultaba

hermosos, y sobre sus altos lomos habunas cabinas de bano, marfilmadreperla, cerradas con cortinas d

sedas refulgentes.Descendimos la ladera de la colina y

mientras lo hacamos, advert que todav

levaba en el dedo el anillo pertenecienta John Daker, un anillo de plata labradque me haba regalado mi esposa... Mesposa... No lograba recordar su rostro

Pens que debera haber dejado atrs eanillo, en aquel otro cuerpo pertenecienta otro tiempo y a otro lugar. Aunque

quizs ese otro cuerpo no exista...


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Llegamos hasta los animales y lescolta adopt un aire marcial parsaludar nuestra llegada. Apreci un airde curiosidad en muchos de los ojos qume contemplaban.

El rey Rigenos seal uno de lo

animales.Quieres ocupar tu cabina

Campen?

Aunque haba sido l quien me habnvocado, pareca tener cierta prevencirespecto a m.

Asent y sub por la escalerilla d

seda trenzada hasta la cabina, que estabcompletamente forrada de mullidocojines de diversos colores.

Los camellos se incorporaron


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empezaron a avanzar rpidamente por uestrecho valle cuyos costados estabacubiertos de verdes rboles que m

resultaban desconocidos, similares baobabs pero con ms ramas y hojas manchas.

Haba colocado la espada sobre mimuslos y proceda a inspeccionarla. Erde hoja lisa, sin marcas, propia de u

guerrero. El puo se adaptabperfectamente a mi mano derecha aasirla. Era una buena espada, pero nogr comprender por qu resultab

mortfera para los dems seres humanosPresumiblemente, tambin deba resultaetal para los Eldren, esos seres a los qu

el rey Rigenos denominaba la Jaura de


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Mal.Continuamos avanzando bajo e

esplndido da y me adormil entre lo

cojines, sintindome extraamentfatigado, hasta que escuch un gritoapart las cortinas de la cabina para ve

qu suceda.All estaba Necranal, la ciudad qu

haba visto en mis sueos.

La ciudad, todava lejana, se alzabhacia el firmamento de tal modo que toda montaa sobre la que se hab

construido quedaba oculta por s

prodigiosa arquitectura. Minaretescampanarios, cpulas y almenas refulgaal sol y, por encima de todos ellos, surg

el inmenso palacio de los reyes guerreros


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una estructura noble de incontables torresconocido por el nombre de Palacio de laDiez Mil Ventanas. El nombre me vino de

nmediato a la memoria.Vi al rey Rigenos asomar el rostro

entre las cortinas de su cabina y gritar:

Katorn, adelntate y comunica apueblo que Erekos el Campen hvenido para expulsar otra vez a lo

malvados a sus montaas del Dolor!El hombre al que se diriga era undividuo de rostro cetrino, que sin dud

diriga la guardia imperial.

A la orden, seor! respondi.Apart su caballo de la fila

emprendi un veloz galope por el camin

de blanco polvo que serpenteaba ahor


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para salvar un desnivel. Observ que ecamino se extenda leguas y leguas hasta lejana ciudad. Segu el avance de

inete un buen rato, hasta que me cans yen lugar de seguir forzando la vista sobrsu diminuta figura, me puse a identifica

os detalles de la monumental arquitecturde la ciudad.

Probablemente, Londres, Nueva York

o Tokio deban de ser mayores esuperficie, aunque no mucho msecranal se extenda al pie de la monta

kilmetros y kilmetros, circundada po

una elevada muralla de la que sobresalaas torres defensivas a intervalo

regulares.

Y as, finalmente, llegamos hasta l


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nmensa puerta principal de Necranaante la cual se detuvo la caravana.

Se escuch el sonido de u

nstrumento musical y las puertaempezaron a abrirse. Nos internamos pounas calles rebosantes de gente alegre

festiva que gritaba tanto que, a veces, tuvque cubrirme los odos por temor a qume rompieran los tmpanos.


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3. La amenaza de los

Eldren

La algaraba fue quedando atrgradualmente mientras la peque

caravana ascenda el tortuoso caminhacia el Palacio de las Diez Mil VentanasSe hizo el silencio y hasta mis odos sl

leg el crujido de la cabina sobre la quviajaba, el tintineo ocasional de un arno el ruido de una herradura sobre eempedrado. Empec a sentirme inquietoHaba en el ambiente de la ciudad algque no resultaba agradable, pero que mera imposible concretar en trmino


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radicionales. Desde luego, se notaba eemor de la gente a un ataque enemigo; s

notaba que la ciudad estaba cansada d

uchar. Sin embargo, el ambiente mpareca que contena una cierta cargmalsana, una mezcla de exaltaci

histrica y de depresin melanclica quslo haba sentido una vez en mi vidanterior, durante la nica visita qu

realic a un hospital psiquitrico...O quiz slo estaba proyectando en eambiente mis propios sentimientosDespus de todo, bien poda decirse qu

me encontraba en una situacin paranoideesquizofrnica: un hombre con dos o mdentidades bien definidas que, asimismo

era considerado en aquel mundo como e


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potencial salvador de la humanidad. Poun instante, me pregunt si de hecho no mhabra vuelto absolutamente loco, si n

sera todo aquello ms que unmonstruosa fantasa de mi mente, si nestara en aquel instante, en realidad

encerrado en aquel mismo manicomio quhaba visitado una vez.

Palp los cortinajes, la espad

envainada; contempl la enorme ciudaque ahora se extenda ante m y admir lenorme mole del Palacio de las Diez MiVentanas que se cerna sobre m. Intent

fijarme bien en los detallesconvencindome deliberadamente de quse trataba de una ilusin y esperando ve

os muros de una habitacin de hospital,


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ncluso los conocidos muros de mi propivivienda. Sin embargo, el Palacio de laDiez Mil Ventanas segua teniendo la

misma solidez del primer instante. Lciudad de Necranal no tena ninguna das caractersticas de los espejismos. M

recost de nuevo en los cojines. Tena quautoconvencerme de que aquello era reade que, de algn modo, haba sid

ransportado a travs de los tiempos y deespacio, hasta aquella Tierra de la que nohaba rastros en ningn libro de historique hubiera ledo nunca (y haba ledo u

buen nmero de ellos) y de los cualeslo quedaban rastros en mitoseyendas.

Yo ya no era John Daker. Ahora era


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Erekos, el Campen Eterno. Una leyendque haba cobrado vida.

Me ech a rer. Si estaba loco... er

una locura gloriosa. Una locura que jamme habra credo capaz de inventar.

Por fin, nuestra caravana lleg a lcima de la montaa y las puertaenjoyadas del palacio se abrieron antnosotros y penetramos en un esplndidpatio en el que crecan los rbolesmanaban las fuentes, aumentand

riachuelos sobre los que cruzabapuentecillos ornamentales. Las aguabullan de peces y en los rboles cantaba

os pjaros. Unos pajes se adelantaro


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hacia nosotros para hacer que sarrodillaran las bestias que nos habaransportado y bajamos de ellas par

estirar las piernas bajo la luz crepuscularEl rey Rigenos sonri con air

orgulloso mientras sealaba con un gest

el enorme patio del palacio.Te gusta esto, Erekos ? Lo hic

construir yo mismo poco despus d

acceder al trono. Hasta entonces, el patiera un lugar sombro y desagradable, quno responda a la hermosura del resto depalacio.

Es muy hermoso respondDespus, tras volverme para mirar olinda, que se haba aproximado

nosotros, aad: Y no es la nica cosa


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hermosa que has ayudado a crear, pueaqu est el adorno ms hermoso de tpalacio...

El rey Rigenos emiti una risilla.Veo que eres tan buen cortesano

como guerrero coment. Me asi de u

brazo y, haciendo lo mismo con Iolindanos condujo por el patio. Naturalmenteen esta poca tengo poco tiempo par

dedicarme a la creacin de belleza. Lque debemos crear hoy son armas. Eugar de planos de jardines, hoy deb

ocuparme de planes de batalla. Exhal

un suspiro y continu: Ojal consigaalejar para siempre a los Eldren, ErekosQuiz cuando hayan sido destruido

podamos disfrutar de nuevo de la bellez


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y de las actividades pacficas...Sent lstima por l en aquel instante

Slo deseaba lo que cualquier hombre

estar libre de temores, tener loportunidad de criar hijos con unrazonable certeza de que stos, a su vez

podran hacerlo con los suyos, vivir coa posibilidad de mirar el futuro sin l

certidumbre de que cualquier proyect

puede verse abortado para siempre por usbito acto de violencia. Su mundo, en efondo, no era muy distinto del que yhaba dejado haca poco.

Pos la mano en el hombro del rey.Espermoslo as, rey Rigenos

respond. Har cuanto est en mi mano

l se aclar la garganta y murmur:


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Y eso ser mucho, Campen. Sque eso contar mucho. Pronto noveremos libres de la amenaza de loEldren!

Penetramos en un fro saln dparedes cubiertas de plata batida sobre l

que colgaban grandes tapices. Era usaln agradable, aunque muy grande. A lapuerta del mismo se extenda una ampli

escalinata por la que descenda ahorodo un ejrcito de esclavos, sirvientescriados de todas clases. Al llegar al pide la escalinata se colocaron en filas

pusieron rodilla en tierra para dar lbienvenida a su rey.

Este es lord Erekos les dijo e

rey Rigenos. Es un gran guerrero


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nvitado de honor de vuestro rey. Tratadlecomo me tratis a m, obedecedle como lhacis conmigo. Cuanto desee, ddselo.

Algo avergonzado, vi como lservidumbre se arrodillaba de nuevomurmuraba, a coro:

Bienvenido, lord Erekos.Extend las manos y se incorporaron

Empezaba a adoptar el tipo d

comportamiento acorde con la situacien que me encontraba. No haba duda dque una parte de mi ser estaba habituada ello.

No voy a abrumarte con unrecepcin oficial esta noche dijRigenos. Si te apetece refrescarte de

viaje en los aposentos que hemo


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destinado para tu uso, pasaremos visitarte ms tarde.

Muy bien asent. Me volv haci

olinda y extend la mano para asir lsuya. Ella correspondi a mi gesto tras unstante de titubeo y pos un beso sobr

sus dedos. Espero veros a ambodentro de poco murmur con la miradfija en lo ms profundo de su

maravillosos ojos.Iolinda baj la vista y retir la manoy yo permit a los criados que mescoltaran escalera arriba hacia mi

habitaciones.Veinte grandes estancias haban sido

acomodadas para mi uso. En ellas hab

espacios para los diez esclavos


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sirvientes personales que me haban sidasignados, y la mayor parte de las salaestaban decoradas con gusto extravagant

y un placer por el lujo que, en mi opinina gente del siglo XX haba perdido

Opulencia, fue la palabra que me vino a l

mente al recorrerlas. No haca falta qume moviera: un esclavo vendra a lmenor indicacin para ayudarme

ponerme la capa, para servirme un vasde agua o para arreglar los cojines de udivn. Pese a todo, me senta algncmodo en esas salas y fue un alivi

encontrar, en mi recorrido por loaposentos, algunas salas ms austerasEran salones para guerreros, de parede

apizadas de armas, sin cojines, sedas n


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pieles, sino con bancos slidos, mazasespadas de hierro y de acero, lanzas dhojas metlicas y flechas afiladas com

cuchillas.Pas un buen rato en las salas d

armas y regres a ellas poco despus par

comer. Los esclavos me trajeron comida yvino, y beb y com alegrecopiosamente.

Cuando termin, me sent como shubiera estado mucho tiempo dormidome acabara de despertar con nuevo vigorRecorr de nuevo los salones

examinndolos con ms atencin enteresndome ms por las armas que po

el mobiliario y la decoracin, que habra

complacido al ms exigente de lo


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sibaritas. Sal a uno de los variobalcones cubiertos y contempl la graciudad de Necranal mientras el sol s

pona y las densas sombras empezaban apoderarse de sus calles.

A lo lejos, el cielo estaba lleno d

colores vaporosos. Haba prpurasnaranjas, amarillos y azules, y esocolores se reflejaban en las cpulas

campanarios de Necranal dando a toda lciudad un tacto ms suave, como el de udibujo al pastel.

Las sombras se hicieron ms oscuras

El sol desapareci tras el horizonte y tide escarlata las cpulas ms altas depalacio, y despus cay la noche y, d

pronto, alrededor de todo el permetro d


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as distantes murallas de Necranal y en enterior de stas, empezaron a encenders

hogueras, distanciadas unas de otras po

apenas unos pasos, que iluminaban graparte de la ciudad. En las ventanas fueroapareciendo luces y escuch los cantos d

os pjaros e insectos nocturnos. Me volvpara entrar de nuevo en la estancia y vque los sirvientes haban encendido una

mparas. La temperatura habdescendido pero titube en el balcndecid permanecer donde estabameditando profundamente sobre m

extraa situacin e intentando calibrar lnaturaleza exacta de los peligros con quse enfrentaba la humanidad.

Un ruido son a mis espaldas. M


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volv para observar los aposentos y ventrar al rey Rigenos. Con l vena eaciturno Katorn, capitn de la guardi

mperial. Ahora, en lugar de casco, lucen la cabeza un aro de platino y, en lugade coraza, un chaleco de cuero co

dibujos estampados en oro; sin embargoa ausencia de armadura no parec

suavizar su porte general. El rey Rigeno

ba envuelto en una capa de pieles blancay luca todava su corona de hierrodiamantes. Los dos hombres se unieron m en el balcn.

Espero que te sientas descansadoErekos dijo el rey Rigenos con aircasi nervioso, como si se hubier

convencido de que yo desaparecera en e


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aire en cuanto me dejara a solas.Me siento perfectamente. Gracias

rey Rigenos.

Bien respondi l, titubeando.-El tiempo es oro, majestad

gru Katorn.

S, Katorn, lo s.El rey Rigenos me mir como s

esperara que yo ya supiera qu pretend

decirme, pero no era as y slo puddevolverle la mirada a la espera de supalabras.

Nos perdonars, Erekos dij

Katorn, si vamos directamente al granoal tema de los Reinos Humanos. El rey texpondr nuestra posicin y lo qu

deseamos de ti...


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Naturalmente respond. Estopreparado.

En realidad, senta un gran inters poconocer la situacin general.

Tenemos mapas intervino el re. Dnde estn los mapas, Katorn?

Dentro, seor.Vamos, pues...?Asent y entramos en mis aposentos

Cruzamos dos habitaciones hasta llegar asaln principal donde haba una gran mesde roble. All se encontraban varios dos esclavos del rey Rigenos con grande

rollos de pergamino bajo los brazosKatorn seleccion varios de tales rollosos extendi sobre la mesa, uno encim

del otro. Sac su pesada espada cort


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para sostener uno de los extremos y utilizun jarrn metlico engastado de rubesesmeraldas para mantener extendidos lo

pergaminos.Observ los mapas con inters y lo

reconoc casi al instante. Eran mu

similares a los que haba visto en sueoantes de que el rey Rigenos me convocara su mundo mediante sus encantamientos.

El rey se inclin sobre los mapas y sargo y plido ndice recorri loerritorios reflejados en el pergamino.

Como ya te dije en tu... tu sepulcro

Erekos, los Eldren dominan hoy todo ehemisferio sur, al que denominaMernadin. Aqusu dedo seal un

regin costera del continente. Hac


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cinco aos reconquistaron el nico puestavanzado real que tenamos en MernadinAqu, en su antiguo puerto de Paphanaa

o hubo apenas lucha.Tus fuerzas huyeron? pregunt.Reconozco que habamos relajad

as medidas de seguridad intervino dnuevo Katorn. Cuando de repentsurgieron de las montaas del Dolor, no

estbamos preparados. Los Eldren debade llevar aos preparando sus ejrcitosno nos habamos dado cuenta, pero esresulta bastante lgico. No podamo

esperar conocer sus planes, pues elloutilizan la brujera y nosotros no.

Supongo que, al menos, pudistei

evacuar vuestras colonias, no es as?


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murmur.Katorn se encogi de hombros.

No fue necesario montar una gra

evacuacin. Mernadin estabprcticamente deshabitado, pues los serehumanos no viviran en una tierr

contaminada por la presencia de la Jaurdel Mal. El continente est malditohabitado por secuaces del infierno.

Me frot el mentn y pregunt con airnocente:Entonces, para qu expulsasteis

os Eldren a las montaas si n

necesitabais sus territorios?Porque mientras ellos tuvieran l

ierra bajo su control eran una amenaz

constante para la humanidad!


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Comprendo asent, al tiempo quhaca un breve gesto con la mano derech. Perdona por haberte interrumpidoContina, por favor.

Una amenaza constante... empeza decir Katorn.

Esa amenaza vuelve a ser inminentle interrumpi la voz del rey, dbil emblorosa. Sus ojos se llenaron d

pronto de temor y odio. Esperamos quen cualquier momento lancen un ataqucontra los dos continentes, sobre Zavara

ecranala.

Sabis cundo proyectan efectuaa invasin? pregunt. De cuntiempo disponemos para organizamos?

Seguro que atacarn! exclam


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Katorn con sus ojos negros llenos dardor.

La breve barba que enmarcaba s

plido rostro pareci erizarse.Seguro que atacarn! asinti e

rey Rigenos. Ya nos habran derrotado

si no estuviramos guerreando con elloconstantemente.

Tenemos que mantenerlos a raya

aadi Katorn. En cuanto se produzcuna brecha en nuestras lneas, se lanzarsobre nosotros.

Sin embargo dijo el rey con u

suspiro, la humanidad est cansada dguerras. Necesitamos una de estas docosas, o, a ser posible, ambas: nuevo

guerreros que hagan retroceder a lo


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Eldren, o un lder que d nuevaesperanzas a los guerreros que yenemos.

Y no se puede preparar a mguerreros? pregunt.

Katorn emiti un breve sonido gutura

que tom por una carcajada. Despureplic:

Imposible! Toda la humanidad

est empeada ya en la lucha contra lamenaza de los Eldren!Por eso te hemos llamado, Erekos

asinti el rey Rigenos. Aunqu

cuando lo haca me consideraba a mmismo una especie de loco desesperadbuscando un milagro irrealizable...

Ante aquel comentario, Katorn s


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volvi de espaldas. Intu que aqullhaba sido la teora ntima del capitn da guardia: que su rey se haba vuelto loc

debido a su desesperada situacin. Ehecho de que yo me hubiera materializaden su mundo pareca haber echado po

ierra su teora, y comprend que de algmodo estaba resentido conmigo, aunqume pareca que no poda echarme la culp

de la decisin del rey. ste se irgui antede continuar.Yo te he llamado para hacert

cumplir tu promesa.

Yo no recordaba ninguna promesa, ya frase me sorprendi.

Qu promesa? pregunt.

Ahora fue el rey quien pareci


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asombrarse.Cul va a ser? La de que si algun

vez los Eldren volvan a domina

Mernadin, regresaras para decidir lucha entre ellos y la humanidad.

Ya comprendo.

Hice una seal a uno de los esclavopara que me trajera una copa de vinoBeb un sorbo y contempl el mapa. Com

John Daker observ una guerra sin sentidentre dos facciones feroces, llenas dodio ciego. Los dos bandos parecalevar a cabo una yijad, una guerra sant

racial el uno contra el otro. Sin embargomis lealtades estaban claras: yperteneca a la raza humana y utilizar

odas mis fuerzas para colaborar en l


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defensa de mi raza. La humanidad tenque ser salvada.

Y los Eldren? pregunt

dirigindome al rey Rigenos. Qudicen ellos?

A qu te refieres? gru Kator

. Decir? Hablas como si no creyeras nuestro rey.

No pongo en duda la verdad d

vuestras afirmaciones repliquDeseo conocer los trminos exactos poos que los Eldren justifican su guerr

contra nosotros. Eso me permitira tene

una idea ms precisa de sus ambiciones ntenciones.

Katorn se encogi de hombros

replic:


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Acabaran con nosotros. No tbasta con saber eso?

No respond. Debis de teneprisioneros. Qu os han dicho arespecto? Extend las manos y aadCmo justifican su guerra contra l

humanidad los lderes de los Eldren?El rey Rigenos sonri con air

condescendiente.

Mucho es lo que has olvidadoErekos, si no recuerdas a los EldrenEllos no son humanos. Son muy listosfros, y poseen una lengua suave

engaosa con la que pueden adormilar ahombre envolvindolo en una falssensacin de tranquilidad antes d

arrancarle el corazn del pecho con su


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colmillos desnudos. Pero tambin sovalientes, eso tengo que reconocerlo. Sos sometemos a torturas, mueren antes d

confesar cules son sus verdaderoplanes. Son muy astutos. Intentaconvencernos de que buscan la paz, l

confianza y la cooperacin mutuas, con lsola esperanza de que bajemos nuestradefensas el tiempo suficiente par

revolverse y destruirnos, o de qualcemos nuestra mirada hacia ellos y teneas la posibilidad de realizar superversos conjuros sobre nosotros. N

seas ingenuo, Erekos. No intentes tratacon un Eldren como lo haras con un sehumano pues, si lo haces, estars perdido

Los Eldren no tienen alma como nosotro


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a concebimos. No saben amar, y sloposeen una especie de fra lealtad parcon su causa y con su amo, Azmobaana

Comprende bien esto, Erekos: los Eldreson diablos. Son secuaces del infierno os que Azmobaana, en su soez blasfemia

ha dotado de algo parecido a la formhumana. Sin embargo, esa forma no debcegarte, pues bajo ella se encuentra u

Eldren que no es humano, que es, eesencia, inhumano...El rostro de Katorn adopt un extra

rictus cuando aadi a las palabras de s

rey lo siguiente:No se puede confiar en esos lobo

Eldren, traicioneros, inmorales

perversos. No estaremos libres hasta qu


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oda su raza quede destruida, totalabsolutamente. Hasta que no quede ufragmento de su carne, una gota de s

sangre, una astilla de sus huesos o umechn de cabello que manchen la TierraY hablo literalmente, Erekos, pue

mientras sobreviva en nuestro mundo emenor rastro de un Eldren, seguirexistiendo la posibilidad de qu

Azmobaana pueda recrear a sus secuacey volver a atacarnos. Esa raza diablicdebe ser reducida a cenizas, incluyendo odos los hombres, mujeres y nios

Deben ser reducidos a cenizas, y stadispersadas al viento, al claro viento dnuestro mundo. Esa es nuestra misin

Erekos. Esa es la misin de l


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humanidad, y contamos con la bendicide los Bienhechores para cumplirla.

Entonces escuch otra voz, mucho m

dulce, y me volv hacia la puerta. Allestaba Iolinda.

Tienes que conducirnos a l

victoria, Erekos musit la muchachcon vehemencia. Lo que dice Katorn ecierto, por muy fieras que pueda

parecerte sus palabras. Los hechos son tacomo te los cuenta. Tienes que llevarnos a victoria.

Volv a clavar mi mirada en sus ojos

suspir profundamente y not mi rostrenso y fro.

Yo os conducir dije por fin.


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4. Iolinda

A la maana siguiente me despertcon el ruido de los esclavos qupreparaban el desayuno. Realmente era

mis esclavos? No sera ms bien mesposa revoloteando por la habitacindisponindose a despertar a nuestro hijcomo todas las maanas?

Abr los ojos esperando encontrarlante m.

Pero no la vi. Ni tampoco reconoc l

estancia como el dormitorio dondreposaba cuando era John Daker.

Pero tampoco vi a ningn esclavo.

Quien se mova alrededor del lech


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era Iolinda. Al comprobar que me habdespertado, me dedic una sonrismientras terminaba de preparar e

desayuno con sus propias manos.Por un instante, me sent culpable

como si hubiera traicionado a mi espos

de alguna oscura manera. Entonces advertque no haba nada de lo que tuviera quavergonzarme. No era ms que un

vctima del destino, de unas fuerzas quno poda alcanzar a comprender. Yo noera John Daker, sino Erekos. Me dcuenta de que sera mejor para m

convencerme de ello. Un hombre divididentre dos identidades es un ser enfermo,por ello resolv olvidar a John Daker l

antes posible. Dado que ahora er


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Erekos, deba concentrarme en senicamente Erekos. En este punto, errotundamente fatalista.

Iolinda me acerc una bandeja dfrutas.

Quieres comer, lord Erekos?

Escog una fruta blanda y extraa, dpiel amarilla y rojiza. La muchacha mendi un pequeo cuchillo. Intent pela

a fruta pero, al serme desconocida, nestaba seguro de por dnde empezarolinda me quit suavemente la fruta y e

cuchillo y empez a pelarla para m

sentada en el borde de mi camaconcentrada, en mi opinin inclusexcesivamente, en la fruta que sostena.

Por fin, termin de quitarle la piel


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parti la fruta en cuatro trozos que colocsobre un plato. Despus me entreg steevitando todava mirarme directamente

pero con una sonrisa algo misteriosa eos labios mientras rebuscaba a s

alrededor. Tom un pedazo de fruta y lo

mord. Tena un sabor intenso y dulce, resultaba muy refrescante.

Gracias musit, es muy buena

Jams haba probado esta fruta hastahora.De veras? respondi ella co

autntica sorpresa. Pero si el ecrex e

a fruta ms comn de Necranala.Olvidas que soy un extrao e

ecranalaseal.

La muchacha torci la cabeza hacia u


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costado y me mir con el ceigeramente torcido. Apart el vaporoso

velo azul que cubra su dorado cabello

se arregl la tnica azul a juego, cogestos algo nerviosos. Realmente, parecun tanto confusa.

Un extrao... murmur.En efecto, un extrao asent.Pero... hizo una pausa, pero t

eres el gran hroe de la humanidad, lorErekos, y has conocido Necranal cuandestaba en la cspide de su gloria, cuand mandabas aqu como el Campen. T

has conocido la Tierra en tiemporemotos, cuando la liberaste de lacadenas con que la haban sometido lo

Eldren. T conoces ms de este planet


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que yo misma, Erekos.Reconozco que muchas de las cosa

que veo me resultan familiares, cada ve

ms familiares asent, encogindome dhombros. Pero hasta ayer mi nombrera John Daker y viva en una ciudad mu

distinta de Necranal y mi ocupacin nera la de guerrero ni nada parecido. Nniego ser Erekos, pues ese nombre m

suena familiar y me siento cmodo con pero desconozco quin era antes Erekosgnoro todo cuanto rodea a es

personalidad, s menos de l que t

misma. Lo nico que s es que fue un grahroe de otros tiempos que jur, antes dmorir, que regresara para decidir e

conflicto entre los Eldren y la humanida


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si era necesario. Tambin s que lenterraron en un sepulcro un tanto lbregsobre una colina, junto con su espada, qu

nicamente l poda blandir...La espada Kanajanamurmur

olinda.

As pues, tiene nombre...S. Kanajana. Es, creo, algo m

que un nombre. Es una especie d

descripcin mstica..., una descripcin dsu naturaleza exacta, de los poderes qucontiene.

Y existe alguna leyenda qu

explique por qu slo yo puedo utilizarlale pregunt.

No una, sino varias.

Cul de ellas prefieres? dije co


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una sonrisa.Entonces, por primera vez en toda l

maana, la muchacha me mir

directamente a los ojos, baj la voz y mdijo:

Prefiero la que dice que t eres e

hijo predilecto del Benefactor, deGrande, que la tuya es una espada de lodioses y que puedes blandira porque t

mismo eres un dios, un Inmortal.No creers eso en serio, verdaddije echndome a rer.

Iolinda volvi a bajar la mirada.

Si t me dices que eso no es ciertoendr que creerte respondi. Po

supuesto.

Reconozco que me sient


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estupendamente aad entonces, perde eso a sentirse como debe sentirse udios, hay un gran trecho. Adems, creo

que si fuera un dios lo sabra en mi fuernterno. Y conocera a otros dioses. Y

vivira en el lugar donde moran lo

dioses. Y tendra a diosas entre miamistades...

Me detuve. La muchacha parec

conturbada. Extend la mano y la toqumientras le deca suavemente:Pero quiz tengas razn. Quiz se

un dios, pues desde luego he tenido e

privilegio de conocer a una diosa.Te ests burlando de m, mi seo

replic ella al tiempo que retiraba s

mano.


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No, no. Lo juro.Iolinda se puso en pie.

Debo parecer una estpida ante useor tan lleno de grandeza como tDisculpa que te haya hecho perder eiempo con mi charla.

No me has hecho perder nada repliqu. En realidad, me has ayudadmucho.

La muchacha abri la boca con airsorprendido.Ayudado?S. Has llenado parte de ese pasad

an especial que llevo a mis espaldasTodava no recuerdo gran cosa de mpasado como Erekos, pero al menos y

s tanto del mismo como cualquiera de lo


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que me rodean, lo cual no es en absolutuna desventaja.

Quiz los largos siglos que ha

pasado dormido han dejado tu mente librde recuerdos dijo ella.

Quizs asent. O quiz durant

ese sueo han habido otros muchorecuerdos, nuevas experiencias, otravidas...

A qu te refieres?Bueno, tengo la impresin de habesido otras muchas personas, adems dser Erekos y John Daker. Otros nombre

vienen a mi mente, nombres extraos ediomas desconocidos. Tengo la vaga,

quizs estpida sensacin de que mientra

dorma como Erekos, mi esprit


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adoptaba otras formas y nombres. Quizese espritu no puede dormir, sino qudebe permanecer siempre en actividad...

Me detuve. Estaba metindome eerrenos profundamente metafsicos, y l

metafsica jams haba sido mi punt

fuerte. En realidad, me consideraba upragmtico. Siempre me haba burlado ddeas como la reencarnacin, y todav

ahora me pareca algo poco serio, pese a evidencia de la realidad en que mhallaba.

Sin embargo, Iolinda me inst

continuar lo que yo consideraba unespeculacin sin sentido.

Sigue dijo. Contina, po

favor, lord Erekos.


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Aunque slo fuera para tener junto m un rato ms a la hermosa muchachahice lo que peda.

Vers expliqu a Iolindamientras t y tu padre intentabais traermaqu, cre recordar otras vidas distintas

as de ese Erekos o de ese otro JohDaker. Record confusamente otracivilizaciones..., aunque no sabra decirt

si existan en el pasado o en el futuro. Dhecho, la idea del pasado y el futuro mparece ahora sin sentido. No tengo ideapor ejemplo, de si esta civilizaci

vuestra est en el futuro o en epasado de mi existencia como JohDaker. Slo est aqu. Slo estoy aqu

ahora. Hay ciertas cosas que tendr qu


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hacer, y eso es lo nico que puedo decir.Pero y esas otras reencarnaciones

dijo ella. Qu sabes de ellas?

Me encog de hombros antes dresponder.

Nada. Estoy intentando describi

una sensacin difusa, no una impresiexacta. Unos cuantos nombres que ahorhe olvidado. Un puado de imgenes qu

ya casi se han desvanecido como suelsuceder con los sueos. Y quiz jamhayan sido otra cosa que eso, merosueos. Quiz mi vida como John Daker

que tambin est empezando a difuminarsen mi mente, no haya sido tampoco mque un sueo. Desde luego, no s nada d

os entes y agentes sobrenaturales de qu


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me han hablado tu padre y Katorn. Nconozco a ningn Azmobaana, a ningdios ni a ningn Grande, a ning

demonio y tampoco a ngel alguno. Lnico que s es que soy un hombre y quexisto.

Una expresin seria cubra lafacciones de la muchacha.

Eso es cierto, eres un hombre

existes. Yo te he visto materializarte.S, pero de dnde vena?De las Otras Regiones dijo ell

. Del lugar donde van todos los grande

guerreros cuando mueren y donde van sumujeres para reunirse con ellos y viviuntos en un estado de eterna felicidad.

Volv a sonrer, pero reprim


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rpidamente la sonrisa porque no deseabofender sus sentimientos. No recordaba eabsoluto tal lugar.

Yo slo recuerdo luchas de todaclases. Si he estado en algn lugar distinta ste, no ha sido en una tierra d

felicidad eterna, sino en varias tierrasodas ellas envueltas en luchas eternas.

De pronto, me sent triste y deprimido

Luchas eternas... repet con ususpiro.Ella me contempl con air

conmiserativo.

Crees que se es tu destino, unucha permanente contra los enemigos da humanidad?

Frunc el ceo antes de responder.


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No exactamente, pues me parecrecordar ocasiones en que no era humanen el sentido que entenderas la palabraSi poseo un espritu que habita muchaformas distintas, como he dicho, entonceha habido ocasiones en que ha habitad

formas que eran... diferentes...Rechac mentalmente tal pensamiento

pues resultaba demasiado difcil d

entender e intolerablemente aterrorizadorot la agitacin que mis palabracausaban en Iolinda. La muchacha sevant y me dirigi una mirada d

ncomprensin.No... no sera la de un...La de un Eldren? complet s

pregunta con una sonrisa. No lo s


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pero no lo creo, pues ese nombre no msuena familiar en este aspecto.

La muchacha pareci bastant

aliviada.Resulta tan difcil confiar...

murmur con aire triste.

Confiar en qu? En las palabras?En cualquier cosa respondi ell

. Una vez cre comprender el mundo

pero quizs era demasiado joven. Hoy ncomprendo nada. No s siquiera si seguircon vida el prximo ao.

Yo dira que ese es un temor comn

a todos nosotros, a todos los mortales dije con suavidad.

Mortales? repiti con un

sonrisa carente de humor. T no ere


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un mortal, Erekos!Hasta aquel instante, no me hab

planteado tal posibilidad. Despus d

odo, haba surgido a la existencia eaquel tiempo y lugar materializndome eel aire. Me ech a rer.

Pronto sabremos si lo soy o no murmur. Ya lo veremos cuandoentremos en batalla con los Eldren.

En ese instante, un breve gemidescap de los labios de Iolinda.Oh! exclam. No pienses asSe encamin hacia la puerta, se detuv

y, volvindose, aadi:T eres inmortal, Erekos! Ere

nvulnerable! Eres..., eres eterno! Eres l

nica cosa de la que puedo estar segura


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a nica persona en quien puedo confiarNo te ras! No te burles ms, te lo ruego

Me qued asombrado ante aque

estallido. Me habra levantado de la campara abrazarla y consolarla, pero estabdesnudo bajo las sbanas. Era cierto qu

olinda ya me haba visto desnudo cuandme materialic en el sepulcro de Erekospero no conoca suficientemente la

costumbres de aquellas gentes como parsaber si tal comportamiento lescandalizara.

Perdname, Iolinda murmur

o me haba dado cuenta...De qu no me haba dado cuenta

Del grado de inseguridad de la pobr

muchacha, o de algo ms profundo?


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No te vayas le supliqu.Ella se detuvo junto a la puerta. S

volvi hacia m y vi lgrimas en suenormes ojos.

T eres eterno, Erekos. Erenmortal. No puedes morir jams!

No supe qu contestar.Por lo que saba, poda considerarm

muerto en el primer encuentro con lo

Eldren.De pronto, tuve plena conciencia de lresponsabilidad que ahora tena. Unresponsabilidad no slo para con aquell

hermosa mujer, sino para con toda la razhumana. Tragu saliva profundamente me recost entre los cojines mientra

olinda sala a toda prisa de la alcoba.


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Estaba yo en condiciones de soportaaquella carga?

Deseaba soportarla?No. No tena una gran fe en mi

propios poderes y no tena razn algunpara creer que fueran superiores a, po

ejemplo, los de Katorn. ste era, despude todo, un guerrero mucho ms experten las batallas que yo, y tena derecho

sentir cierto resentimiento contra m. Sme haba adjudicado su lugar y se le habprivado de su poder y de unresponsabilidad que l estaba preparado

dispuesto a llevar sobre sus hombros. Yadems, sin que yo hubiera demostrado emenor merecimiento. De pronto

comprend el punto de vista de Katorn


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sent simpata por l.Qu derecho tena yo a conducir a l

humanidad en una guerra que pod

decidir su propia existencia? Ninguno, everdad.

Y entonces lleg a mi mente otro

pensamiento, ms lleno de autocompasinQu derecho tena la humanidad

esperar tanto de m?

Por decirlo as, me haban despertaddel sopor que me haba ganado llevanduna vida decente y tranquila como JohDaker. Y ahora me imponan su voluntad

exigiendo que les devolviera la confianzy, s tambin, el convencimiento en lusticia de su lucha, que empezaba

decaer entre ellos.


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Continu en la cama y, durante unominutos, odi al rey Rigenos, a Katornal resto de la raza humana, incluida lrubia Iolinda que me haba hechplantearme la cuestin.

Erekos, el Campen, el Defensor d

a humanidad, el Mayor de los Guerrerospermaneci en su lecho sintindosnfeliz, casi lloroso, sintindos

profundamente apesadumbrado por smismo.


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5. Katorn

Me levant por fin y me vest con unnica sencilla, tras haber sido baado

afeitado, con gran turbacin por mi parte

por los esclavos que me haban asignadoDespus acud solo a las salas de armapara recoger mi espada del lugar dondcolgaba, envainada, sostenida entre doganchos.

Desenvain la hoja y, de nuevo, unespecie de exultacin me invadi. D

nmediato, olvid mis dudas y escrpuloy me ech a rer mientras la espada hacvibrar el aire sobre mi cabeza y mi

msculos se flexionaban bajo su peso.


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Hice una finta con la espada y mpareci como si el arma fuese una partde mi propio cuerpo, una nuevextremidad cuya presencia no hubiesadvertido hasta entonces. Lanc un golpa fondo, recuper la posicin de partida

baj por fin la punta del arma. El merhecho de tenerla en la mano me llen dalegra.

La espada me converta en algsuperior a lo que nunca haba sentido. Mconverta en un hombre, en un guerrero, eun campen.

Y todo ello pese a que, en mpersonalidad como John Daker, slohaba sostenido una espada en mis mano

un par de veces en toda mi vida


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manejndola de la manera ms torpesegn la opinin de aquellos amigos moque se consideraban expertos en esgrima.

Por fin, a regaadientes, envain lespada al ver a un esclavo que rondaba cierta distancia. Record una vez ms qu

slo yo, Erekos, poda sostener aquellespada y seguir con vida.

Qu sucede? pregunt a

esclavo.Es lord Katorn, amo. Desea hablacontigo.

Colgu de nuevo la espada de su

ganchos en la pared.Dile que pase indiqu al esclavo


106/623

Katorn entr en seguida. Pareca habeaguardado un buen rato a que le recibiery no traa un mejor humor que cuando noencontramos por primera vez. Sus botasque parecan llevar suelas metlicasresonaban sobre las losas de la sala d

armas.Buenos das tengas, lord Erekos

dijo Katorn como saludo.

Buenos das, lord Katorn respond con una inclinacin de cabezaLamento que hayas tenido que esperarEstaba probando esa espada...

La espada Kanajana... murmurKatorn, contemplando el arma con airmeditabundo.

La espada Kanajana asent


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Quieres tomar un refresco, lord Katorn?Estaba haciendo un gran esfuerzo par

mostrarme agradable con l, no sl

porque no me convena tener por enemiga un guerrero tan experimentado cuandprecisamente se estaban preparando lo

planes blicos, sino tambin porquecomo ya he expuesto, haba llegado comprender perfectamente su situacin.

Sin embargo, Katorn no deseabapaciguarse.Ya he desayunado al amanecer

dijo. He venido a tratar temas m

urgentes que la comida, lord Erekos.Cules son esos temas?

pregunt, conteniendo virilmente m

malhumor.


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Asuntos de guerra, lord Erekosqu, si no?

Naturalmente. Y qu temaespecficos deseas tratar conmigo, lorKatorn?

Considero que debemos atacar a lo

Eldren antes de que ellos se lancen contrnosotros.

La mejor defensa es un buen ataque

no es eso?Katorn pareci sorprendido al or mipalabras. Era evidente que no habescuchado la frase con anterioridad.

Exactamente, Erekos. Casi se dirque piensas como un Eldren, con esfacilidad de palabra que tienes...

Katorn estaba provocndom


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deliberadamente, pero me tragu lnsinuacin.

As pues, les atacaremos dije

Dnde?Eso es lo que tendremos qu

decidir entre todos los que participan e

a planificacin de esta campaa, aunquparece haber un lugar perfecto parnuestro ataque.

Cul?Katorn dio media vuelta y avanzhasta la siguiente estancia, de la quregres con un mapa que extendi sobr

un banco. Era un mapa del tercecontinente, Mernadin, que controlaban pocompleto los Eldren. El capitn de l

guardia sac su daga y la clav en u


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punto que la noche anterior ya haba vistsealado en el pergamino.

Paphanaal murmur.

Aunque es el punto lgico de uataque inicial en una campaa como lque estamos proyectando, me parec

mprobable que los Eldren esperen dnosotros un movimiento tan osadosabiendo que estamos cansados y bajos d

fuerzas...Pero si estamos dbiles y cansadodije yo, no te parece que sermejor atacar primero alguna otra ciuda

menos importante?Te olvidas, lord Erekos, de qu

nuestros guerreros han cobrado nuevo

nimos con tu llegada replic Kator


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con sequedad.No pude evitar una sonrisa al escucha

sus palabras, pero Katorn se irrit

nteriormente, enfadado porque no mhaba tomado como ofensivas suprovocaciones. Respond a sus palabra

con tranquilidad y flema:Tenemos que aprender a colaborar

Katorn. Yo admiro y respeto tu gran

experiencia como jefe de guerreros,reconozco que tienes un conocimiento dos Eldren mucho ms reciente que el mo

Estoy seguro de que necesito tu ayud

anto o ms de lo que el rey Rigenos crenecesitar la ma.

Katorn pareci tranquilizarse un poc

con mis palabras, carraspe y prosigui


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su exposicin:Una vez tomada la provincia y l

ciudad de Paphanaal, dispondremos d

una cabeza de playa desde la que efectuaotros ataques al interior. Con Paphanaade nuevo en nuestras manos, podremo

decidir nuestra propia estrategianiciando las acciones en lugar d

reaccionar a las iniciativas de los Eldren

Slo despus de que les expulsemos dnuevo a las montaas podremoemprender la tarea final de acabar coodos ellos. Nos llevar aos, pero es l

primero que debemos hacer. Eso, siembargo, ser asunto de la administracimilitar ordinaria y no nos afectar

directamente.


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Qu clase de defensas tienPaphanaal? pregunt.

La ciudad confa fundamentalmenten sus naves de guerra sonri KatornSi conseguimos destruir su flotaPaphanaal caer fcilmente.

Vi que asomaban sus dientes entre loabios, formando lo que tom por un

sonrisa. l me mir, transformando s

expresin en otra de sbita suspicaciacomo si me hubiera revelado demasiadodetalles involuntariamente. Me fumposible pasar por alto su gesto.

Qu tienes en la cabeza, lorKatorn? le pregunt. No confas em?

El guerrero control de nuevo l


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expresin de su rostro.Tengo que confiar en ti dijo co

voz hueca. Todos tenemos que confia

en ti, lord Erekos. Acaso no has vueltpara cumplir tu antigua promesa?

Estudi su rostro para descubrir e

sentido de sus palabras.T lo crees as?Tengo que creerlo.

Crees que soy Erekos, eCampen, que ha regresado?Tambin tengo que creerlo as.Lo crees porque consideras que s

no soy Erekos, el Erekos de laeyendas, entonces la raza humana est

condenada?

Katorn baj la cabeza con gesto d


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asentimiento. Y si no soy ese Erekosord Katorn? ste alz la cabeza.

Tienes que serlo, mi seor. Si no

fuera por una cosa, sospechara...Qu sospecharas?Nada.

Sospecharas que soy un Eldredisfrazado, no es eso? Un astuto nhumano que ha asumido el aspecto extern

de un hombre, verdad, lord Katorn? Lecorrectamente tus pensamientos?Demasiado correctamente

murmur Katorn juntando sus espesa

cejas y apretando los labios, reducidos una lnea fina y plida. Se dice que loEldren tienen el poder de sondear la

mentes, mientras que los seres humanos...


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Entonces, lord Katorn, tienemiedo?

De un Eldren? Por el Bienhechorya te ensear...

Y la poderosa mano del guerrero spos en la empuadura de su espada.

Yo levant la mano y seal la espadaque colgaba envainada de los ganchos da pared.

Sin embargo dije, ste es ehecho que no cuadra en tu teora, no eas? Si no soy Erekos, cmo puedentonces empuar la espada de

Campen?Katorn no lleg a desenvainar s

arma, pero mantuvo la mano en l

empuadura.


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Es o no cierto que cualquiecriatura viviente que toque la espada, sehumano o sea Eldren, morir? pregunten tono reposado.

As dice la leyendaasinti.Leyenda?

Nunca he visto a un Eldrententando empuar la espada Kanajana...

Pero debes considerar que as es

no? De lo contrario...... de lo contrario, pocas esperanzae quedan a la humanidad complet l

frase Katorn, casi como si hubieran d

arrancrsele las palabras de la boca una una.

Est bien, lord Katorn. As pues

ienes que creer que yo soy Erekos


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nvocado por el rey Rigenos parconducir a la victoria a la humanidad.

No tengo ms opcin que creerl

as.Bien. Y tambin hay algo que yo

por mi parte, debo dar por seguro, lor

Katorn.T? Qu es?Debo tener la seguridad de qu

colaborars conmigo en esta empresaQue no habr complots a mis espaldasque no se me privar de informacioneque puedan ser fundamentales, que n

ntentars buscar aliados contra m entrnuestras propias filas. Ya ves, lordKatorn: podra suceder que fuera

precisamente tus suspicacias lo qu


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hiciera naufragar nuestros planes. Uhombre celoso y resentido contra su jefes capaz de causar ms daos qu

cualquier enemigo...Katorn asinti y levant los hombros

apartando la mano de la espada.

Tengo esa observacin en cuentami seor. No soy estpido.

S que no lo eres, lord Katorn. Si l

fueras no me habra molestado emantener esta conversacin.Le vi mover la lengua de un lado

otro de la boca, como si estuvier

masticando mis palabras. Por ltimomurmur:

Y t tampoco eres un estpido, lord

Erekos.


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Gracias. No tena idea de que mconsideraras tan...

Humm.Se quit el casco y se pas los dedo

por sus espesos cabellos. Comprend qusegua dndole vueltas a algo en l

cabeza.Esper a que dijera algo ms pero, u

nstante despus, Katorn volvi

colocarse el casco en la cabezfirmemente, se llev un pulgar a la bocase dio unos golpecitos con la ua sobre udiente. Luego retir el pulgar y m

contempl con intensidad durante unosegundos. Por fin, contempl el mapamurmur:

Bien, al menos tenemos un acuerdo


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Con eso resultar ms sencillo terminacon esta hedionda guerra.

Mucho ms sencillo, en efecto

asent. Katorn hizo una muestra de desd. Qu tal es nuestra flota? aad.

Sigue siendo bastante buena. N

anto como en otros tiempos, pero tambiestamos arreglando eso. Nuestroastilleros trabajan da y noche par

construir naves ms grandes y en mayonmero. Y en nuestras fundicioneforjamos caones poderosos con quarmar esas naves.

Y qu me dices de los hombreque tienen que tripularlas?

Estamos enrolando a todos los qu

podemos. Hasta mujeres y nios so


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utilizados para algunos trabajos. Ya tehemos explicado, y era absolutamentcierto, lord Erekos, que toda l

humanidad est en lucha con los guerreroEldren.

No respond, pero empec a admira

el espritu de aquel pueblo. En mi mentena pocas dudas sobre la legitimidad d

mi actitud. El pueblo de aquel extra

iempo y lugar en que me hallaba estabibrando una batalla ni ms ni menos qupor la supervivencia de su especie.

Sin embargo, otro pensamiento acudi

entonces a mi mente. No poda decirse lmismo de los Eldren? Apart tal idea dmi cabeza.

Al menos, Katorn y yo tenamos alg


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en comn: ambos nos negbamos meternos en temas especulativos, moraleo sentimentales. Tenamos una labor qu

realizar, habamos asumido lresponsabilidad de tal labor, y debamolevarla a cabo como mejor pudiramos.


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6. Preparativos de

guerra

As pues, me reun con generalesalmirantes. Estudiamos mapas

discutimos tcticas, y hablamos dogstica, disponibilidades de hombres

animales y medios de transporte, mientra

a flota segua su construccin y sreclutaban como guerreros a todo tipo dgentes de los Dos Continentes, desdnios de diez aos a ancianos dcincuenta o ms, desde nias de dochasta mujeres de sesenta. Todos ellos sencuadraban bajo la doble ensea de l


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humanidad que llevaba las armas dZavara y Necranala y el estandarte de srey, Rigenos, y de su campen en l

guerra, Erekos.Con el transcurso de los das, fuimo

perfeccionando los planes para l

nvasin por mar y tierra del principapuerto de Mernadin, Paphanaal, y de lprovincia que rodeaba el puerto, tambi

lamada Paphanaal.Cuando no estaba conferenciando coos comandantes de los ejrcitos y l

flota, me adiestraba en el manejo de la

armas y las monturas hasta que llegu convertirme en un experto en ambas artes

No era tanto una cuestin de aprende

como de recordar pues, del mismo mod


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que me haba parecido familiar el tacto da espada al asirla por primera vez, l

misma sensacin tena al sentir un caball

debajo de m. As como siempre habsabido que mi nombre era Erekos (quesegn me haban dicho, significaba E

que siempre est all en un antigudioma de la humanidad que ya no s

utilizaba), tambin haba sabido siempr

cmo colocar una flecha en el arcodispararla contra un blanco mientrapasaba ante l a lomos del caballo.

En cambio, Iolinda no me resultab

familiar de ese modo. Aunque haba unparte de m que pareca capaz de viajar ravs del tiempo y del espacio y asumi

muchas reencarnaciones, era evidente qu


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ales reencarnaciones no eran las mismaso estaba volviendo a vivir un episodi

de mi existencia, sino que me hab

convertido de nuevo, simplemente, en lmisma persona enfrentada a una serie dacontecimientos distintos, o al menos es

pareca. Tena una sensacin clara ddisponer de libre albedro, dentro de talecircunstancias. No me pareca que m

destino estuviera predeterminado, perquiz lo estuviera. Quiz fuese en excesoptimista. Quiz, despus de todo, era erealidad un estpido y Katorn se hab

equivocado en su apreciacin. EEstpido Eterno...

Desde luego, en lo que no estab

dispuesto a ser un estpido era en l


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referente a Iolinda, cuya belleza era casnsoportable. Pero con ella no pod

comportarme como un estpido, pues l

muchacha quera un hroe, un Inmortal, nada. As pues, deba actuar como uhroe ante ella, para consolarla, aunqu

ello no se pareciera a mi manera habituade expresarme, que siempre ha sidbastante despreocupada. A veces, de

hecho, me senta ms como un padre qucomo su posible amante, y con mirudimentarios conocimientos de lamotivaciones humanas adquiridos en e

siglo XX, me pregunt si mi figura nsera slo un sustitutivo del padre fuertque ella esperaba encontrar en Rigenos.

Creo que Iolinda despreciab


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secretamente a Rigenos por no ser mheroico, pero a m me caa bien el anciananciano?... Ms bien soy yo quien tien

ms edad infinitamente ms... Perbasta ya de estas consideraciones...), pueRigenos sobrellevaba una enorm

responsabilidad, y la soportaba bastantbien por lo que poda observar. Despude todo, era un hombre que prefer

proyectar planos de jardines que planede batalla. No era culpa suya haber sidnico descendiente varn de un rey que ne dej hermanos sobre los cuales habe

podido, con un poco de suerte, descargaas responsabilidades heredadas. Yambin escuch decir que se bata co

coraje en las batallas y que nunca rehu


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ninguna de sus responsabilidades. El reRigenos estaba hecho para una vida mranquila, pero poda demostrar bue

nimo cuando se trataba de odiar a loEldren. Yo iba a ser el hroe que l sesenta incapaz de ser.

Acept este hecho, pero me sentmucho ms reacio a ser el padre que l npoda ser. Deseaba mantener con Iolind

una relacin mucho ms agradable o, mdije, preferira no relacionarme con ellen absoluto.

No estoy seguro de que tuvier

eleccin, pues me senta subyugado poella. Probablemente la habra aceptadbajo cualquier condicin.

Pasbamos juntos todo el tiempo qu


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nos era posible, siempre que podibrarme de los soldados y de mi

entrenamientos marciales. Pasebamo

cogidos del brazo entre los balconecerrados que cubran el Palacio de laDiez Mil Ventanas como planta

repadoras, enroscndose desde el pihasta la cspide del gran edificiorebosantes de una incontable cantidad d

flores, arbustos y pjaros enjauladosibres que revoloteaban por entre efollaje de sus pasillos espirales y sposaban en las ramas de las enredaderas

arbolillos y cantaban para nosotromientras pasebamos. Iolinda me contque tambin aquello haba sido idea de

rey Rigenos, para hacer ms agradable lo


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balcones.Pero todo eso haba sido antes de l

legada de los Eldren.

Poco a poco, se acerc el da en qu

a flota estara dispuesta para zarparnavegar hacia el lejano continente qudominaban los Eldren. Al principio, mhaba sentido impaciente por enfrentarmal enemigo, pero ahora me senta cada vems reacio a partir, pues ello significaralejarme de Iolinda y mi pasin por ell

creca con la misma fuerza que lo hacmi amor.

Aunque haba advertido que l

sociedad humana se estaba haciendo m


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y ms cerrada con el transcurso de lodas, limitndose con restriccioneprogresivamente ms desagradables

nnecesarias, todava no se considerabmal que dos personas se acostaran juntasin estar casadas, siempre qu

pertenecieran al mismo estrato social. Msent muy aliviado al saberlo, pues mpareca que un Inmortal como hab

legado a convencerme de que era youna princesa deban de pertenecer a lmisma categora. Sin embargo, no eran loconvencionalismos sociales los qu

imitaban mis ambiciones, sino la propiolinda. Y eso era algo que no poda

solucionar ni toda la libertad

permisividad o licenciosidad (par


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usar las palabras de la gente anticuada conservadora del siglo XX) del mundoEn el siglo XX (me pregunto si est

denominacin significar algo para quieea esta narracin), exista e

convencimiento de que si se abolan la

eyes impuestas por el hombre respecto a moralidad, en especial la moralida

sexual, se desatara de inmediato un

enorme orga sin freno. Al afirmarlo, solvidaba que, por lo general, la gente slse siente atrada por unas cuantapersonas y slo se enamora de una o do

en toda la vida. Y que puede habemuchas otras razones por las que no spueda hacer el amor, incluso si tal amo

existe y es correspondido.


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Por lo que se refera a Iolinda, yena mis dudas pues, como ya he dicho

no deseaba convertirme en un mersustituto de su padre; y tambin elldudaba porque necesitaba estacompletamente segura de que pod

confiar en m. John Daker habrcalificado de neurtica tal actitud. Quizfuera as, pero acaso caba catalogar d

neurtico que una muchacha sintiera algespecial por una persona a la que hacapenas un corto tiempo que haba vistmaterializarse en el aire?

Pero basta de eso. Solamentexpondr que, pese a estar amboprofundamente enamorados del otro po

esa poca, no dormamos juntos y n


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siquiera hablbamos del tema, aunque menudo estaba apunto de surgir de miabios...

Lo que realmente sucedi fue quecosa extraa, mi deseo de poseerlempez a apagarse. Mi amor por Iolind

segua tan fuerte o ms que antes, pero nsenta una gran necesidad de expresarlde un modo fsico. No era lo normal e

m. O ms bien debera decir que no ernormal en John Daker!No obstante, cuando se aproximaba l

fecha de la partida empec a sentir l

necesidad de expresar mi amor de algunmanera y una tarde, mientras pasebamopor los balcones, me detuve y pas l

mano bajo su cabello y le acarici la nuc


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y volv lentamente su rostro hacia m.Ella me contempl con ternura

sonri. Abri ligeramente los labios y no

apart la cara cuando pos sobre ellos lomos y la bes dulcemente. El corazn mdio un vuelco y la mantuve abrazada

notando como sus pechos se alzabandescendan contra el mo. As su mano a llev a mi rostro mientras contemplab

su belleza. Hund mis dedos entre sucabellos y sabore su aliento clidodulce mientras nos besbamos otra vez

uestros dedos se entrecruzaron y, a

abrir los ojos, Iolinda expres en ellofelicidad, autntica felicidad, por veprimera. Despus, nos separamos.

Su respiracin era ahora mucho meno


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regular y la o empezar a murmurar algopero la hice callar al momento. Ella msonri, expectante, con una mezcla d

orgullo y ternura.Cuando regrese dije suavement

, nos casaremos.

Iolinda pareci sorprendida por unstante, y luego comprendi lo qu

acababa de decir, el significado de la

palabras que acababa de pronunciarEstaba intentando decirle que podconfiar en m, y se lo deca del nicmodo que se me ocurra. Quizs era u

reflejo de John Daker, no lo s.Ella asinti mientras se sacaba de

dedo ndice un anillo de oro, perlas

diamantes de color rosa maravillosament


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rabajado. Despus, me coloc el anillen el meique.

Una prenda de mi amor dijo

Una aceptacin de tu proposicin. Uamuleto, quizs, para darte suerte en labatallas. Algo para que me recuerde

cuando te tienten esas bellezas Eldrenhumanas...

Al hacer este ltimo comentario

olinda sonri.Vaya, este anillo tiene muchautilidades! murmur.

Todas las que desees repuso ella

Te lo agradezco.Te quiero, Erekos dijo Iolind

simplemente.

Te quiero, Iolindarespond. Tra


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una pausa, aad: Pero soy un amantpoco delicado, no crees? Yo no tengoprenda alguna que darte. Me sient

avergonzado y un tanto fuera de tono...Tu palabra me basta. Jrame qu

volvers a m.

Por un instante, la mir desconcertadoaturalmente que volvera. Ella insisti:

Jralo.

Lo juro. Naturalmente que...Vuelve a jurarlo.Te lo jurar mil veces si una no t

basta. Lo juro. Juro que volver a t

olinda, amor mo, placer mo...Bien.Ella pareci satisfecha por fin.

Entonces lleg hasta m el sonido d


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unos pasos apresurados por el balcnvimos a un esclavo que reconoc como dos asignados a m, que se acercaba

nosotros a toda prisa. Ah, amo, estis aqu! El re

Rigenos me ha pedido que os lleve ant

l.Ya era bastante tarde y le pregunt qu

quera de m el rey.

No lo ha dicho, amo.Sonre a Iolinda y as sus brazos entros mos.

Est bien. Ahora vamos para all.


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7. La armadura de

Erekos

El esclavo nos condujo a miaposentos, donde no haba nadie salvo m

retn de servidores.Dnde diablos est el re

Rigenos? bram.

Ha dicho que aguardarais aquamo.

Volv a sonrer a Iolinda, y ella medevolvi la sonrisa.

Est bien, esperaremos.No tuvimos que hacerlo mucho rato

Al poco, empezaron a llegar esclavos


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mis aposentos. Llevaban unas abultadapiezas metlicas envueltas en pergaminaceitado que empezaron a amontonar en l

sala de armas. Yo observ e

El Campeon Eterno - Michael Moorcock

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