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© Por Don Jesús López Muñoz, Párroco de Escalonilla-2007 1

Primera edición: febrero de 2007

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Diseño e ilustración de cubierta: J. A. Muñoz © Edición original: Vida de San Germán Antisiodorense 1731, Juan Alonso Maldonado. © Trabajo y traducción: Jesús López Muñoz, 2007. © Plaza de España 4, 45517- Escalonilla (Toledo) Telef. y fax: 925758386

Impreso en España- Printed in Spain

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INDICE Pág.

Explicación del trabajo ………………………………………………5 Datos Biográficos……………..………………………………..……..7 Prologo ……………………………………………………………….8 Descripción y situación del lugar de Escalonilla ………..…………11

Inscripciones del lugar de Escalonilla ………………...…17 Parte oriental del lugar de Escalonilla ………………...…22 Parte septentrional de Escalonilla ..…………….………...30 Parte occidental de Escalonilla ……………………...……33 Parte meridional de Escalonilla ……………………..……35 San Germán ………………………………………….……38 Diferentes milagros obrados por la intercesión de la

milagrosa imagen de San Germán que se venera en Escalonilla. …………………………………………..……40

Protesta del autor …………………………………….……43 Sonetos ……………………………………………….……44 Suma del privilegio …………………………………..……46 Suma de la tasa ……………………………………………46

Vida de San Germán……..…………..…………..…….………..……47

CAPITULO PRIMERO: Doy cuenta de diferentes

Santos, con el nombre de Germán, y de la Cabeza que de un santo de este nombre tiene la Santa Primada Iglesia de Toledo. …………………………….………...……47

CAPITULO II: Nacimiento, origen y patria del Santo Sus Estudios mayores y menores. …………………….……51

CAPITULO III: Toma el santo estado de matrimonio y le hace el Senado Romano Gobernador de su Patria ……52

CAPITULO IV: Sucede a san amador en el Obispado, su milagrosa elección y admirable abstinencia …………………………………………………..54

CAPITULO V: Sus rigurosas penitencias y profunda humildad, y fundación de un Monasterio para su retiro………………………………………………..57

CAPITULO VI: Hace aparecer el santo un dinero perdido, y expele un Demonio del cuerpo del que le había hurtado……………………………………………...59

CAPITULO VII: Libra el santo de un mal contagioso a sus súbditos untándoles con aceite que bendijo. ………………………………………………...……61

CAPITULO VIII: Reduce el santo un idólatra a nuestra verdadera religión, el que fue santo. ………………64

CAPITULO IX: Hace el santo una habitación

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habitable donde se oían ruidos de cadenas y restituye la voz a unos gallos que no cantaba ……………………..…67

CAPITULO X: Es enviado el santo del Sumo Pontífice al Reino de Inglaterra…….……………………...69

CAPITULO XI: Embarcación de los santos, y su feliz arribo a Inglaterra. ………………….…………………72

CAPITULO XII: Predicación del santo en Inglaterra…..…74 CAPITULO XIII: Emprendiose fuego en una casa

contigua en donde estaba el santo y consumió algunas sin tocar donde estaba el santo enfermo. ………...76

CAPITULO XIV: Baja un ángel a librarle del accidente que padece en un pie. ……………………………78

CAPITLO XV: Libra el santo a los ingleses del ejército de los sajones………………………………………80

CAPITULO XVI: hurtan al santo el jumento en que andaba y no pudo moverse con el agresor. ……………82

CAPITULO XVII: Con el contacto de una sabana que había tocado al santo se liberto uno del demonio que estaba de él apoderado ……………………….84

CAPITULO XVIII: Refierense diferentes milagros obrados en la ciudad de León de Francia. ……………...…86 CAPITULO XIX: Refierense diferentes milagros

del santo y la resurrección de un discípulo que se le murió en el camino de Inglaterra. .………………………...88

CAPITULO XX: Repite el santo segundo viaje a Inglaterra…………………………………………………….91

CAPITULO XXI: Resucita el santo una ternera después de muerta y comida juntando en la piel los huesos…………………………………….…………94

CAPITULO XXII: Depone el santo a un rey del reino y pone en su lugar a un porquerizo ……………….….96

CAPITULO XXIII: Detiene el santo el Ejército de Hercharico que iba a destruir a Bretaña. ……...98

CAPITULO XXIV: Diferentes coloquios que tuvo el santo con el cuerpo de San Casiano, pasando por su sepulcro y otros milagros. …………………………101

CAPITULO XXV: Profunda humildad del santo. ……..…103 CAPITULO XXVI: Estando el santo oculto en una

ciudad de Italia manifestó un espirituado se hallaba en y le libertó del poder de los demonios. ………….……...106

CAPITULO XXVII: Recibe el santo doscientos Ducados, en lugar de dos que mandó dar de limosna, y da salud a toda una familia enferma. …………...…………………108

CAPITULO XXVIII: Entrada del santo en la ciudad de Rábena y recibimiento que le hizo la Emperatriz Placida…………………………………………110

CAPITULO XXIX: Convida la emperatriz Placida a comer al santo y durante la comida se le murió el jumento en que fue y le resucitó ……………………….…112

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CAPITULO XXX: Pasando por la cárcel de Rábena se abrieron sus puertas y quedaron libres los presos que en ella había. …………………...…………114

CAPITULO XXXI: Resucita el santo un hijo de Volusiano y libra a uno del demonio que estaba apoderado de él. ……………………………………………116

CAPITULO XXXII: Transito del santo y revelación que Dios le hizo de él. …………………………………...…118

CAPITULO XXXIII: Translación del cuerpo del santo a su iglesia y milagros que obró en el camino. ……..121

CAPITULO XXXIV: Llegada del cuerpo del santo a su obispado, y día de su traslación………………………124

CAPITULO XXXV: Refierense varias opiniones sobre el año en que murió el Santo y algunos autores hacen mención de él. …………...…………………………125

CAPITULO XXXVI: Milagrosa elección del santo, en Patrón de el lugar de Escalonilla. ………………...……128

EXPLICACIÓN DEL TRABAJO

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( por el autor del mismo )

Hace ya algún tiempo, nada más llegar destinado a la Parroquia de Escalonilla, me aproximé tímidamente a la figura de Don Juan Alonso Maldonado y consecuentemente a la de San Germán Antisiodorense. Recogí algunos datos de ambos en mis anteriores publicaciones sobre esta tierra y su pasado. Creo que fue en la Revista con el número uno donde profundicé más en la historia y árbol genealógico de los Alonso Maldonado y su época. Creí que todo cuanto se podía saber ya estaba agotado con esa investigación y con los que los precedentes escritores de Escalonilla habían dicho al respecto. Evidentemente no era así. Siempre había visto en el Archivo Parroquial, espléndido por cierto, unas fotocopias que encuadernadas había regalado a la Parroquia de su querido pueblo el P. Gonzalo. Se trataba del ejemplar que está depositado en la Biblioteca Nacional sobre la Vida de San Germán Antisiodorense escrita por Don Juan Alonso Maldonado. Un libro más, un documento más de los muchos del Archivo Parroquial. Alguna vez había intentado leer, para comprender, algo. Siempre se me hacía difícil el lenguaje y las figuras literarias que emplea Don Juan para hablar de la vida del santo y describir los límites y costumbres de su patria chica. Lo cogía con la intención de hacer algo y lo volvía a dejar otra vez en su sitio porque me resultaba más interesante tener en las manos otros documentos aún por investigar. Es decir, que sabía que alguna vez tendría que leerlo, pero no encontraba el momento oportuno para saber qué hacer tras la lectura. Creo que lo mejor que se ha podido hacer es presentar la obra de Don Juan tal cual es en lo esencial del contenido. En todo caso cambiando algunos sinónimos de difícil comprensión para el lector de nuestro tiempo. Es tan rica la imaginación literaria de Don Juan que algunas veces resulta complicado acercarse a lo que quiere transmitir, sobre todo sino se tiene en cuenta la época y el momento histórico en el que escribe. Tengamos en cuenta que Don Juan es cura de Escalonilla y, sin ningún lugar a dudas, se puede decir hoy, quien más completamente abarca los periodos históricos de su pasado y el presente en el que vive. En esa época resultaba muchísimo más difícil escribir que hoy, entre otras cosas porque no se tenían los medios necesarios para el rigor histórico y científico. Nadie como él quiso más su terruño y podemos afirmar que escribe más con el corazón que con la cabeza. Cosa lógica por otra parte cuando se tenían tan pocos datos y se hacía necesario, ayer y hoy, conocer el pasado para poder analizar y resolver los problemas del presente. Los que llegamos a Escalonilla después de 1730 si podemos escribir y reflexionar sobre algo de este pueblo es porque antes que nosotros Don Juan Alonso Maldonado ya lo hizo. Es decir, él puso las bases para proseguir con rigor histórico las épocas y periodos posteriores al suyo. Esa es tarea de todos los escalonilleros. Tarea el escribirlo y realizarlo, pero también recuperar del pasado para el presente y el futuro venidero la figura más insigne, como sacerdote y como escritor, de Don Juan Alonso Maldonado hijo natural y predilecto de esta tierra que pisamos. Nadie como él escribirá jamás con tanto amor sobre su pueblo y sus cosas. Fue, llevado de ese amor, lo que le hace escribir sobre un santo de su devoción hasta implantarlo, de alguna manera, como la devoción más singular e importante de la

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Villa de Escalonilla, exagerando, en algunas ocasiones, la influencia de dicho santo con la única pretensión de darlo a conocer a los feligreses de su Parroquia. San Germán Antisiodorense, hombre por el que el hombre siente especial atracción llegando a construir y costear de su pecunio una Capilla especial dentro de la Parroquia dedicada a su nombre y sepultura de él mismo. Hay que amar mucho para poder hacer esas cosas que, tal vez hoy nos resulten poco importantes, pero que dieron a Escalonilla en esa época la categoría e influencias necesarias como para ser el pueblo más conocido y diría yo más importante de la comarca. Influencia que fue perdiendo poco a poco cuando sus hombres y mujeres fueron necesitando menos de la protección del santo en sus vidas. De todos los pueblos de alrededor, de todos sin excepción, por lo que se puede saber y leer, venían a Escalonilla, a finales del mes de Julio, a sus Vísperas y Fiesta Solemne en honor de San Germán donde, además, se celebraban las mejores corridas de toros de la zona. En esta tarea no he estado solo. Es verdad que han sido muchas horas de lectura y reflexión que tenía que hacer yo personalmente, pero José Antonio aguantaba pacientemente la espera de mis palabras para transcribir lo que muchas veces ni yo mismo entendía y poder teclear en el ordenador lo que para él era ininteligible. Yo se lo agradezco de todo corazón y le doy las gracias en nombre de todos los que tendrán la paciencia, pero el honor de tener en sus manos la obra más completa sobre estos dos personajes, San Germán Antisiodorense y Don Juan Alonso Maldonado. En fin, que hoy podemos gritar junto con San Germán al ejército que luchaba contra los bárbaros, ¡Aleluya! Haciendo que a este grito ganaran la batalla. Esto, según la tradición, sucedía en Mold, en Flintshire, en un valle llamado Maes Garmon. Esto sucede hoy en Escalonilla para mayor gloria de Dios y reconocimiento de su hijo más preciado, Don Juan Alonso Maldonado.

JESÚS LÓPEZ MUÑOZ CURA PÁRROCO DE ESCALONILLA

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DATOS BIOGRÁFICOS D. Juan Alonso Maldonado nació el 20 de Junio de 1670 en la localidad de Escalonilla (Toledo). Fue bautizado por el sacerdote Licenciado D. José Pérez un 28 de Junio del mismo año del nacimiento (ocho días después del parto) con el nombre de Juan Silverio y confirmado por el Excelentísimo Sr. Obispo Auxiliar de Toledo D. Luis Morales. Estudió en el Colegio de Santa Catalina, de la antigua Universidad de Toledo. Sus padres fueron Agustín Alonso Maldonado, apodado “el capitán” y Catalina González, los dos vecinos de Escalonilla. Fue ordenado sacerdote y ejerció su ministerio pastoral en la Parroquia de Torrijos y era titular también de la Parroquia de Escalonilla. Comisario del Santo Oficio de la Inquisición de la Imperial Ciudad de Toledo. Su Obra principal, que conozcamos, ha sido la de “San Germán Antisiodorense, publicada en Madrid en el año 1731 y dedicada al Excelentísimo Señor Don Manuel Gaspar Alonso Téllez Girón Pacheco Gómez de Sandoval Aragón Mendoza Toledo y Velasco, Duque de Uceda, Conde de Montalbán, Marqués de Menasalvas, Señor del Estado de Gálvez y Jumela. Muere a los 75 años el 10 de Agosto de 1745, siendo enterrado en la Capilla de San Germán de la Parroquia de Escalonilla, su pueblo natal, y habiendo depositado Testamento ante Notario el 30 de Octubre de 1741. PRESENTACIÓN Entre los hijos más ilustres de nuestro pueblo sobresale, sin duda ,la insigne figura D. Juan Alonso Maldonado que vivió a caballo entre el último tercio del siglo XVII y primera mitad del XVIII (1670-1745 ).

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Este sacerdote benemérito, hijo de Escalonilla, cuya memoria nos ha llegado sobre todo a través de su libro “ San Germán, Obispo Antisiodorense. Patrón del lugar de Escalonilla”, tuvo en su vida, en mi opinión, y sin menoscabo de su condición sacerdotal, dos grandes pasiones, como dos grandes fuerzas motoras, que alentaron su vivir y moldearon inexorablemente su fuerte personalidad humana y su recia espiritualidad sacerdotal : el amor a su pueblo y a sus gentes, y una apasionada devoción a S. Germán de Auxerre a quien todavía seguimos venerando y celebrando hoy , aunque sea con menos fervor y solemnidad , como Co-patrón de nuestra Parroquia, gracias, en gran medida, a la fuerza de una bien arraigada devoción que D. Juan supo acrecentar y cultivar incansablemente en el corazón de nuestros antepasados. Aunque la personalidad de Don Juan Alonso Maldonado nos es desconocida, en buena medida, por no haber sido estudiada aún como se merece, no obstante, releyendo despacio su obra, podemos llegar a la conclusión de que además de ser un grandísimo y apasionado devoto de nuestro Santo, era también un sacerdote culto , amante de la lectura y con una buena formación clásica, humanística, patrística y bíblica; así como de otras disciplinas humanas. A él le debemos un buen cúmulo de datos históricos e informaciones sobre la Escalonilla de su tiempo , la de hace trescientos años, que son de un impagable valor histórico y que, sin su Obra, se hubieran ido borrando, con el transcurrir del tiempo, del cuerpo de la tradición popular, y no hubieran llegado a nuestro conocimiento. Pero sobre todo estoy convencido de que a este sacerdote benemérito , paisano nuestro, le debemos algo mucho más importante . No creo equivocarme, cuando pienso, que la proverbial religiosidad de nuestro pueblo tiene su origen y su explicación en esa devoción incomparable que profesaba a San Germán , recibida como parte del patrimonio religioso heredado de sus padres y de su entorno , y que él supo potenciar y encarnar en su propia vida, para vivirla de un modo apasionado, hasta el punto de hacer de ella como un programa de vida y de actuación pastoral y como un hilo conductor para la formación cristiana y la acción catequística de su pueblo. De este modo pudo formar ,.seguramente , hombres y mujeres de fuerte y profunda religiosidad que a lo largo del tiempo fue marcando sus vidas y sus familias con actitudes, comportamientos y compromisos de verdaderos cristianos que después se fueron transmitiendo de generación en generación. ¿ Cómo puede explicarse que todavía, y a pesar de los inconvenientes de una sociedad fuertemente secularizada, seamos ocho

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los sacerdotes vivos, hijos de nuestro pueblo, y otras tantas las mujeres consagradas a Dios.?.¿ Qué pueblo de nuestro entorno y de más allá, con mil quinientos habitantes, puede presentar una nómina semejante?. Las vocaciones religiosas surgen, de ordinario, en familias y en ambientes profundamente religiosos.¿ No tendrá en esto ninguna parte D. Juan Alonso Maldonado? Sólo Dios lo sabe. Ahora nuestro Párroco, D. Jesús López Muñoz, con muy buen acuerdo , ha emprendido la tarea de poner al alcance de todos el conocimiento de la obra de nuestro paisano: “San Germán, Obispo Antisiodorense, Patrón del lugar de Escalonilla” actualizando en alguna medida su lenguaje, la misma grafía del texto y algunos giros verbales, así como alterando el ordenamiento de algunos capítulos, para su más fácil lectura y mejor comprensión, aunque no haya podido corregir el estilo recargado y barroco de narrar , propio de su tiempo, con las múltiples comparaciones ,alusiones, circunloquios y frecuentes digresiones a pasajes bíblicos que cargan un poco su lectura. Puede haber también quien se sorprenda de la facilidad con que D. Juan Alonso Maldonado atribuye en su Obra a San Germán una serie interminable de milagros. No podemos poner en duda que Dios nuestro Señor obró, en muchas ocasiones , por intercesión de los santos, signos y hechos portentosos difíciles de interpretar adecuadamente por la mentalidad hipercrítica, racionalista y cientificista del hombre de hoy. Pero en los días de Don Juan Alonso Maldonado la religiosidad popular estaba envasada en otros módulos mentales y sus relatos de hechos portentosos, más allá de la literalidad de los mismos y el modo de interpretarlos, fueron para él la forma más eficaz de expresar sus vivencias religiosas, la cariñosa providencia de Dios sobre su pueblo, por medio de la santidad taumatúrgica de San Germán Obispo de Auxerre y el modo de atraer a los fieles a la devoción del santo. Finalmente quiero rendir desde aquí un tributo de admiración y agradecimiento a D. Juan Alonso Maldonado y sugerir si no habrá llegado la hora de reivindicar su nombre y su memoria para que no caiga en el olvido total de la noche de los tiempos , programando , si fuera posible , algún acto colectivo de homenaje , como algún ciclo de conferencias sobre su vida, su obra y su fuerte personalidad para un mejor conocimiento, por parte de todos, de todos de este hijo preclaro de nuestro pueblo, especialmente por parte de las nuevas generaciones, porque los hombres ilustres y preclaros del pasado de los pueblos son como los viejos troncos de los que han de brotar y alimentarse los nuevos retoños de la juventud . Son también como raíces profundas que nos dan sabia vital a todos y que no

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podemos cortar ni relegar al olvido porque un pueblo sin raíces no es nada. Leonardo Duro Guío.- Sacerdote

DESCRIPCIÓN Y SITUACIÓN DEL LUGAR DE ESCALONILLA

POR D. JUAN ALONSO MALDONADO (1.731)

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Mapa de la situación actual de Escalonilla

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Vista aérea del Casco donde puede verse la Iglesia Parroquial y la Plaza

Dice el discreto Lope de Vega Carpio en la introducción de su florida Arcadia, que es obligación del escritor de cualquier historia, la descripción del lugar donde sucede, lo que me constituye en la de tener que describir el mío. Tiene su situación el lugar de Escalonilla en el centro de la Provincia Carpetana, nombre que recibió, cuando nuestra España, después que se despobló por aquella universal seca, que padeció desde el año de la Creación del mundo, de dos mil novecientos cincuenta y nueve, reinando en ella el prodigioso Abides, nieto

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de Gargoris, el que inventó el arte de educar las abejas. Volvió a poblarse de naturales y extranjeros por las copiosas lluvias de tres años continuados que fertilizaron sus campos, los que la dividieron en diferentes Regiones, tomando esta el nombre de Carpetana del de Carpento, por los muchos carros que por la llanura de su situación dieron en usar sus nuevos pobladores, como están de acuerdo comúnmente todos los autores. Hoy la conocemos con el nombre de Castilla, el que la dieron sus Reyes cuando la sacaron del tirano yugo de las mahometanas lunas por las muchas fortalezas y castillos de que estaba poblada. Define en breves cláusulas su dimensión y medida el Padre Francisco Vivar. La Carpetana antigua, escribe, es la que ahora se dice Castilla la Nueva o Reino de Toledo, la cual se termina por el septentrión con la ribera del río Duero y por el occidente y medio día con los Montes que llamamos Puertos de Somosierra de Guadarrama, Fuenfría y Palomera. Y al oriente es terminada con la Celtiberia. Esto es, bajando de aquellos puertos occidentales suyos por la Extremadura al medio día, tocando con la baja Andalucía y buscando al Oriente por la Mancha Baja, costeando las Sierras de Cuenca con La Alcarria y el confín del Reino de Aragón al oriente de nuestra Castilla. Dista cinco leguas de la Augusta e Imperial Ciudad de Toledo, corte antiquísima de los Césares, recámara suya. Lugar disputado por sus cortes, Colonia del Romano Imperio, venerada por Imperial en tiempos de los romanos. Por Ciudad Real en tiempos de los Godos y en todas las edades, por grande. La que debió a Túbal sus primeras zanjas, el año de la Creación del mundo de mil ochocientos y tres. Y si fue a este en lo material a quien debió sus primeros fundamentos, fueron no menos que tres Apóstoles de Jesucristo, los maestros que en ella enseñaron y plantaron la fe de su Soberano Maestro, que fueron el Príncipe de su Colegio Apostólico, nuestro Padre San Pedro, San Pablo y Santiago el Mayor nuestro Patrón. No obstante, el dilatado cautiverio que padeció de trescientos setenta y seis años, que hubo desde el de setecientos diecinueve de Cristo, que la tomaron los Mahometanos, hasta el de mil ochenta y cinco, que el Rey Don Alfonso sexto la sacó el día veinticinco de mayo de su bárbaro poder (según Julián Pérez, que en opinión de Pedro Alcocer, fue el de mil ochenta y tres, y según Garibai, en el de mil ochenta y cuatro) siendo origen, patria y habitación de tantos Santos, algunos discípulos de los Apóstoles, y muchos hijos y Prelados de su Santa Primada Iglesia. Ciudad madre de muchos Concilios Provinciales y Nacionales, y a la que de la Corte Celestial han visitado las más Supremas Jerarquías. La Reina de los Ángeles la ha honrado con su presencia después de coronada en aquellos Celestiales Alcázares por Reina de los Cielos, bajando de ellos acompañada de Ángeles y muchas Sagradas Vírgenes con la vestidura que trajo a su devoto Ildefonso, manteniéndose hoy en su Primada Iglesia la piedra donde posó sus soberanas plantas. Si Atlante se jactó de haber sustentado sobre sus hombros el Cielo, con cuanta más razón puede Toledo gloriarse de que sustentó a la que en su virginal Tálamo incluyó al que no cabía en todas las esferas. Del Coro de los Arcángeles bajó el Príncipe de las Celestiales Milicias, San Miguel, a defenderla del cerco que los Mahometanos la pusieron recién sacada de su bárbaro poder, apareciéndose visiblemente sobre el Castillo de San Servando,

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que está sobre el Río Tajo a la parte oriental junto al Puente de Alcántara. Que si hubo para Jerusalén Ángeles valientes que defendiesen sus murallas, hubo para Toledo uno de superior jerarquía que defendiese las suyas. Y a su imitación bajaron otros a la Parroquia del Evangelista San Lucas, una de las seis Mozárabes que se conservan en aquella Ciudad para alabar en sonoros acentos a su Reina y Señora que con el Título de Esperanza se venera en ella (la que es muy parecida a la Emperatriz del Sagrario de la muy Santa Primada Iglesia, siendo esta, según el común sentir, el más verdadero retrato delineado al vivo Sagrado Original, el que perfeccionó, abrazándola, cuando descendió a traer la preciosa vestidura a su Capellán Ildefonso) cantándola un sábado una Salve a la hora del Ave María, en el año de mil cuatrocientos noventa, siendo en ella cura Gaspar Manso, lo que fue patente a muchos, que, atraídos de la novedad de aquellas angélicas voces, entraron en la Parroquia y vieron cuatro hermosísimos niños cantando a María Santísima aquella Antífona, los que acabada, desaparecieron, cuyo prodigio motivo a un hombre devoto, de los que concurrieron, llamado Diego Hernández, a continuar esta devoción todos los sábados del año llevando sacerdotes a que la cantasen, habiéndosele quedado desde entonces el apellido de Salve, en lugar de Hernández que tenia antes, en el que sus descendientes sucedieron. Devoción que le remuneró la Majestad de Nuestro Dios obrando en su entierro un extraordinario prodigio, pues habiéndose llevado para él alguna porción de velas se halló que pesaron lo mismo después de haber ardido en el entierro y honras, que cuando se sacaron de casa del cerero. El mismo prodigio obró Dios con un hijo que fue Beneficiado de aquella Parroquia y aun con más exceso, pues fueron más las funciones en las que ardieron aumentándosele las que el Venerable Cabildo de señores Curas y Beneficiados acostumbra hacer a sus hermanos. Continúan hoy en esta devoción los músicos de la Muy Santa Primada Iglesia siendo tan puntuales en ello que no se lo impiden los más ásperos temporales. Del coro de los mártires la a favorecido el Proto-Mártir Esteban. De los Doctores el Maestro de los Maestros de la Sagrada Teología, el Águila de la iglesia Agustino, bajando ambos a ayudar a sepultar en la parroquia de Santo Tomas Apóstol al Conde Gonzalo Ruiz de Toledo, su especial devoto, no siendo esta vez sola la que este soberano Doctor la ha favorecido con su presencia, pues le dio otra en su Vega echando de ella la langosta que la maltrataba, beneficio que remunera en la parte que puede, bajando en procesión todos los años a su casa el domingo de Quasimodo, su Santa iglesia, y nobilísima Ciudad. Del coro de las Vírgenes bajó a ella su hija y patrona Santa Leocadia con una embajada de la Emperatriz de los Cielos a su compatriota Ildefonso. No hay que admirar que haya experimentado estos favores del cielo, pues resistió cuanto pudo la sacrílega muerte a que condenó al Hijo del Eterno Padre el Concilio de Jerusalén enviando a este fin cartas con su Archisinagogo San Lázaro Mártir, no siendo sólo los cortesanos del cielo de quien los ha recibido, pues las majestades humanas se han esmerado en honrarla con cuantos elogios han podido. Es ciudad de ciudades, pues en ella han salido no sólo fundadores de muchas, sino es para la de Roma, metrópoli del imperio romano, corte y asiento de la cabeza de la Católica Iglesia. Fue fundada esta por una sobrina de Atlante, hija del rey Italo, que lo fue de España e Italia (de donde tomó el nombre) y de una española llamada Leucadia a quien pusieron por nombre Roma, y esta, y los españoles que llevó consigo, cuando pasó al reino Labino, en la Italia, fundaron en las riberas del caudaloso Tiber una ciudad que en gracia de su reina llamaron

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Roma y tan a imitación de Toledo, de donde salieron, que así como esta fundada en siete montes, aquella se fundó sobre otros siete. Omito de esta ciudad otros elogios pues hay tomos enteros escritos de sus grandezas y algunos muy crecidos de las excelencias y primacías de su Santa Iglesia y todo le viene corto. Pues querer ponderar la gravedad de aquella Iglesia honrada con la soberana presencia de Maria Santísima con la que se celebran en ella los Divinos Oficios, la opulencia y dignidad de sus Arzobispos, Dignidades, Canónicos, Racioneros, Capellanes y abundancia de Ministros, esta se reserva sólo para la universal admiración de las gentes pues ni se permite a la voz ni a la mayor elocuencia ni más bien cortada pluma, el referir sus elogios, ni aun la más perspicaz vista es capaz de registrar tanto Cielo. Entre las calidades que dice San Alberto Magno que ha de tener una población para ser estimable a todas luces es la bondad del sitio, que este desahogado para recibir del sol los rayos y las saludables influencias de los vientos.

Aunque carezca Escalonilla de las otras circunstancias que en todo le hacen plausible, tiene estas sin que le falte para su perfección alguna. Está entre los dos ríos de Alberche y el caudaloso Tajo, río a quien dio nombre el rey Tago, quinto en orden después de Tubal, primero de nuestra España. Y si el río Filón, uno de los cuatro del paraíso, es celebrado de la Sagrada Escritura por engendrarse en el oro más fino, de este gastan los autores muchos párrafos en sus elogios por sus doradas arenas. Prelado de todos los ríos de España, le llamó el señor San Isidoro. Habiendo caminado este desde su nacimiento (que le tiene en las sierras de Cuenca, cerca de la raya del reino de Aragón, en un valle que llaman las Veguillas) cuarenta y cinco leguas hasta confrontar con este pueblo por la parte meridional a la corta distancia de poco más de una legua, dejando enriquecidos con sus corrientes los bosques y jardines de Aranjuez, maravilla entre las mayores del orbe, y besado con sus cristalinas aguas. Los montes y murallas de Toledo le recibieron con un puente de piedra llamado de Alcántara que fabricó Mahomat, hijo de Adarahin, tercero de este nombre, rey moro de Toledo por los años de nacimiento de Cristo de ochocientos setenta y cuatro, tan alta suerte y tan sobremanera admirable, que si se contó por una de las primeras maravillas del oriente aquella que levantó Semiramis mujer de Nino, para unir el caudaloso Eufrates con su inmensa Babilonia, puede contarse esta por una de las mayores de occidentes pues por uno de los tres ojos que la forman da muy sobrada playa a sus caudalosas aguas, despidiéndole por otra no menos suntuosa llamada San Martín.

Nace el río Alberche junto a Nava-Espada dejándola a medio día con Hoyo Quesero y Naval Gordo trocando a mano derecha el occidente, por el oriente bate de la antigua Villa de Escalona los confines, confrontando con este lugar por la parte septentrional a la distancia de cuatro leguas y una de la Villa de Talavera, pierde en el dorado Tajo su memoria, siendo con este doce ríos de nombre sin otros muchos arroyos a los que se le ha hecho hasta aquí perder aumentando sus corrientes con el robo de sus aguas y no saciando su sed bebe hidrópico otras muchas, hasta que con la espaciosa boca de tres leguas intenta junto a Lisboa tragarse el mar Lusitano. Tiene la situación de entre estos dos ríos la más común aceptación de esta Provincia, y por esto he hecho memoria de ellos, como también por la gran conveniencia que se sigue de su cercanía de igual manera por la que

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tiene en sus moliendas como por la abundancia de pesca con la que provee esta Comarca. Es la fundación de este lugar muy antigua. El Doctor Cipriano de la Cruz, natural de la ciudad de Córdoba, cura que fue de este lugar, fidelísimo investigador de las cosas antiguas, de él dejó escrito de su mano un libro con las noticias que pudo adquirir y en el capitulo primero pondera su antigüedad y la de la iglesia que tenia. Fundada esta en el modo de su fábrica, que cotejada con otras de su hechura de quien se sabe el tiempo de su fundación, asegura que era antiquísima. El conde de Mora en su Historia de Toledo le da por muy antiguo y en su comprobación hace mención de tres lápidas que se hallaron en él con unas inscripciones que manifiestan su mucha antigüedad, las que referiré seguidamente.

INSCRIPCIÓNES DEL LUGAR DE ESCALONILLA

D. M. S.

ANNA. DIODORA. C.S. ANN. LX.M G.FMIMAMIE. C.S. ANN. XX

AQUÍ YACEN ANNIA DIODORA, AMADA DE LOS

SUYOS, DE SESENTA AÑOS, QUE SE LO MERECÍA. GEMINA SU ABUELA, SIENDO BIEN VISTA DE LOS

SUYOS DE VEINTE AÑOS.

M.ELPIDIUS PANPHILUS. PLATONI TATE SUAE. BENEMERENTI FECIT.

MARCO ELPIDIO PANPHILIO PUSO ESTA MEMORIA A PLATÓN SU HERMANO MAYOR, QUE SE LO TENÍA

BIEN MERECIDO.

OPTATA ETENDICAE, L. BIGANC, SERVI

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H.S.S.S.V. T. L.

OPTATA, Y ENDICCA ESCLAVA, Y BIGANICO ESCALOVO, ESTÁN AQUÍ SEPULTADOS,

SEALOS LA TIERRA LIGERA.

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Lápida funeraria siglo II – Escalonilla

Los Metos llamaban Mammas a sus abuelos y Tatas los hermanos menores a los mayores, como dice Marcial. De este género de vocablos que se usan en estas lápidas parece, deduce el Conde de Mora, la antigüedad de este lugar. La cosa más fiable que hay en los

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Cronicones antiguos es que los Reinos, Provincias y Poblaciones dimanaban sus nombres de sus primeros pobladores. Así lo atestigua Rodrigo Caro. El Asia tomó su nombre de Asia, hija de Océano y Titea, o de Asio, hijo de Maneo rey de Libia. El África lo tomó de Afro, uno de los descendientes de Abraham, y Cetura, o de Afro hijo de Hércules Libio. La Europa le tomó de Europa, hija de Agenor rey de Libia a quien la antigüedad fingió haber robado Júpiter, que fueron las tres partes en que el Patriarca Noé repartió el mundo entre sus tres hijos. España le tomó de Hispan, hijo de Híspalo, nieto de Hércules. Alejandría la dio nombre el grande Alejandro. Madrid tomó el nombre de Mántua, de los mantuanos de Italia. En Frigia fundó Dardano la ciudad de Dardania, que después se llamó Troya. Los Caldeos, Persas y Hebreos, a quienes se atribuyen muchas fundaciones de nuestra provincia, ponían los nombres de los lugares de su fundación, los propios de sus propias patrias y naturaleza, como a Escalona, fundación suya, a quien pusieron por nombre Abscalón por un pueblo así llamado en los confines de Judea, el que fundaron quinientos años antes del nacimiento de Cristo. Así, no parece muy ajeno, que fuesen los mismos fundadores de Escalonilla los que fundaron Escalona, respecto de su nombre y mucha antigüedad. Fue este lugar, Escalonilla, en lo antiguo, de corta población. El año de mil quinientos tenia sólo sesenta vecinos, que fueron aumentando su vecindad con tres lugares que se despoblaron y que eran contiguos a Escalonilla, debido a un contagio pestilente que padecieron. Así, este, como los que fueron despoblados allá por el año de mil cuatrocientos noventa, y en mil quinientos siete, los que se le fueron agregando, por ser este más sano y morir en él menos gente que en los otros. De la ciudad de Toledo, con ocasión de padecer también una grave peste, se retiró a este lugar de Escalonilla, por la bondad de su terreno, Gonzalo de León, vecino de ella, con su mujer e hijos y toda su familia, donde se mantuvieron con perfecta sanidad. Agradecido del beneficio que recibió de la poderosa mano del Altísimo, para perpetua memoria de él, dio a la iglesia de dicho lugar una imagen de Nuestra Señora, de talla, con niño y un retablo donde la colocó, la que en ella se venera con el Título de Concepción, no siendo ajeno de misterio. Y mandó se venere con este Título manifestando esta Divina Princesa en sus brazos al que en su vientre concibió. Se aumentó su vecindad a más de trescientos vecinos. Con el aumento de ella se necesitó de iglesia más capaz, pues la antigua era muy corta para tanto número de vecinos. Y así, el año de mil quinientos cincuenta y ocho, en la Sede Vacante del señor Don Juan Martínez Silicio, Cardenal de la Santa Iglesia de Roma, y Arzobispo de Toledo, mi señor (que sería desde primero de enero hasta cinco de marzo en que tomó la posesión del Arzobispado el Ilustrísimo Señor D. Fray Bartolomé Carranza) siendo cura de este lugar Gabriel de Medina, Racionero de la Santa Iglesia Catedral de Toledo, se derribó la Capilla Mayor antigua y se fabricó una nueva tan capaz como hoy la tenemos (pues sobre sus cimientos se erigió la que hoy permanece) la que se unió con el cuerpo de la iglesia antigua para que sirviese mientras por la parte de afuera de su fábrica se labraba

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iglesia correspondiente a la capilla, estando bastante adelantada, pues sólo faltaba una pared de alto, los arcos fenecidos, aunque no cubiertos. El día dos de noviembre del año de mil quinientos setenta y siete, en que se celebraba la conmemoración de los difuntos, habiendo terminado los Oficios, estando el cura (que era el Bachiller Juan de Badajoz) cantando un responso en medio de la iglesia ( de donde ya salían muchas personas para sus casas) por falta del pilar de la mano derecha de la capilla nueva mayor, hizo toda la obra sentimiento y vinieron a tierra todos los arcos nuevos que estaban fabricados por la parte de afuera de la nave de la iglesia que se estaba haciendo, y el toral de la capilla mayor, con la mitad de su enmaderado, cuyas lastimosas ruinas fueron tosco mausoleo de trece personas que quedaron entre ellas sepultadas, sirviéndoles el Oficio General de los Difuntos de adelantadas exequias a sus lamentables muertes, dejando otras veinte y ocho peligrosamente heridas. En este año se derribó enteramente toda la fábrica, tanto la antigua como la que se estaba haciendo, y se labró de repostería la que hoy tenemos, bastante capaz para el crecido número de gente de esta población, la que tuvo de costa (sin lo interior de sus adornos, que cada día se adelantan, habiendo sido este tiempo en el que ha logrado los mayores) diez y seis mil ducados, siendo los vecinos los principales contribuyentes, así por común como particulares, pues sólo concurrieron los señores participes con la cuarta parte de los pertenecientes a las Rentas que en esta (dezmería) les tocaron trece años. Habiendo el día veinte y cinco de Diciembre del año de mil quinientos y ochenta y tres (no obstante no estar concluida) trasladado a su Altar Mayor el Cuerpo de Cristo Sacramentado con la solemnidad posible y celebrándose en ella la primera misa con alegría universal de todos su vecinos, la que está dedicada a la que lavó sus culpas en la fuente de sus lágrimas regando con ellas los pies de su Soberano Maestro, sirviendo para enjugarlos de toalla sus cabellos. Se veneran en esta iglesia algunas imágenes de devoción de maravillosa arquitectura, y entre ellas una de María Santísima del Rosario, preciosa en todo, así por su rara hermosura como por ser imagen, que dio a esta iglesia una venerable persona natural de este lugar, que siendo ya sacerdote se alistó bajo la bandera del (pasmo) de la penitencia de San Pedro de Alcántara, en la sagrada descalces de nuestro padre San Francisco, conocido en este lugar por Fray Diego Menor, y en su sagrada religión por Fray Diego de San José, y por sus maravillosas virtudes, granjeándose por ellas el eternizar su memoria. Fue confesor de la Reina Doña Isabel, mujer de Don Felipe Cuarto el Grande, que dio adornada de tres preciosos vestidos y se colocó en su altar el día de la Dedicación del Arcángel San Miguel, veinte y nueve de Septiembre del año de mis seiscientos treinta y cinco, de a donde se ha trasladado al colateral del lado de la Epístola, el que está adornado de Camarín y Retablo muy costosos, todo nada a los grandes y excesivos méritos de esta Soberana Reina. No es inferior a esta imagen la de su dignísimo esposo San José, y habiendo este lugar ejecutoriado en la Real Cancillería, que estaba en Medina del Campo, en doce del mes de Diciembre del año de mil seiscientos tres, en contradictoria juicio con los veedores y examinadores de tejedores del trato de la lana de la ciudad de Toledo, el poder examinar y registrar los telares y tejedores del trato de la lana de

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este lugar, como lo hacían los antiguos, determinaron los de este arte el instituir una Cofradía que se compusiese sólo de tejedores, y eligieron por su tutelar y patrón a este glorioso Patriarca. Hechas sus Ordenanzas otorgaron su poder para que se les confirmasen, lo que se hizo en diez y siete de Abril del año de mil seiscientos diecinueve, por los señores del Consejo de la Gobernación de este Arzobispado, en la Sede Vacante del señor Cardenal Don Bernardo de Sandoval y Rojas, Arzobispo de Toledo, y en su Cabildo o Junta, que por una de sus ordenanzas tenia el día de su Titular nombraban los Mayordomos, los que por razón de tales, quedaban electos para veedores y examinadores en compañía del Alcalde Ordinario, los que daban sus títulos y aprobaciones a los que examinaban, como lo hacen hoy, en virtud de su real ejecutoria el Alcalde y Mayordomos del Santo. No obstante, el haberse extinguido la Cofradía, que sus ordenanzas todas eran piadosas y provechosas para el beneficio de sus almas, dignísima por ello de que no la hubiesen encomendado al olvido y de que nuevamente la suscitasen los profesores de este arte, pues no es muy ajeno de discurso, que el notable menoscabo que este hoy tiene, proceda del decaimiento de tan importante devoción, y porque no se atribuya esto sólo a la muy especial que yo tengo al que el Padre Eterno eligió para padre de su Hijo, referiré una autoridad de uno de Serafín llagado, y por ella verán lo poderoso de su intercesión. Dice este padre que la de este soberano Patriarca es la más eficaz para conseguir el remedio de nuestras necesidades y lograr nuestras pretensiones, por lo que encomienda esta devoción muy encarecidamente. Próximo a este lugar, a la parte poniente, hay una Ermita, que estaba dedicada a San Sebastián, la que ha cedido gustoso a su Soberana Reina y nuestra, María Santísima de la Soledad. Es copia y de la misma mano de la que se venera en Santa Justa de la Ciudad de Toledo, y de tan precioso original, siendo la mano una misma. Fue preciso sacar un muy perfecto traslado. En su término, bastante crecido, con lo que se aumentó de los dos lugares que se le agregaron de los dos despoblados, que del otro es término redondo, y le posee hoy la Santa Iglesia de Toledo por compra que hizo el año de mil setecientos veinticuatro. Daré razón de estos lugares despoblados cuando trate de los que corresponden con este. Es su situación llana y sus tierras todas muy a propósito para la labor, que es su principal trato.

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(Ermita de la Soledad – Escalonilla)

Parte oriental del lugar De escalonilla

Tiene este lugar por la parte oriental el término que se le agregó de uno de los despoblados llamado Casas Albas donde sólo se conserva en él su Iglesia Parroquial, y en ella dos milagrosísimas imágenes de Cristo Bien Nuestro, pendiente de la Cruz, y de su Madre Santísima con el Título de La Estrella.

(Ermita de La Estrella – Escalonilla)

Y si los astrólogos dicen que los astros no tienen su exaltación en su propia casa, estas dos resplandecientes Estrellas, excepción de todos ellos, la tienen en la suya y en la ajena, siendo aún más la devoción de los de los lugares circunvecinos

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que los de este, siendo frecuentada de todos por la mucha fe que tienen a estas Soberanas Imágenes, que si la injuria de los tiempos despobló este lugar, le hace poblado la frecuencia de sus visitas. Tiene esta Señora en el Archivo de este lugar autentificados dos milagros que obró el año de mil quinientos sesenta y ocho con dos personas tullidas, llamado el uno Juan García y el otro Julián de Ocampo, de nacionalidad portuguesa, que teniendo noticias de que esta Imagen es muy milagrosa, se encomendaron a Su Majestad muy de veras, ofreciendo hacer un Novenario en su ermita, y durante la novena quedaron sanos y libres del impedimento de sus pies, sirviéndose de ellos sin la ayuda de muletas que para poderse mover necesitaban antes y con las que entraron en la ermita. Especial posesión de Dios llama la Escritura Sagrada a aquella Estrella que guió a los Sabios del Oriente hasta el portal de Belén, y dice San Alberto Magno, que se consiguió estos favores porque lucía contra su común orden a vista del sol. Esta Soberana Estrella resplandece y tiene sus lucimientos a vista del Soberano Sol de Justicia, Cristo, siendo la que en su presencia ejecuta los milagros. El Señor Don Fray Francisco Jiménez de Cisneros, Cardenal de la Santa Iglesia de Roma, Inquisidor General, Gobernador de España y Arzobispo de Toledo, agregó el Beneficio Curado de este despoblado a la Capilla que en su Santa Primada Iglesia, con el Título de Corpus Cristi fundó, y en ella, el año de mil quinientos doce, trece Capellanías, con la mayor, donde todos los días se celebraba el Oficio Gótico, que por su especial comisión de los Padres del Concilio Cuarto Toledano, compuso el señor San Isidoro, Arzobispo de Sevilla, el que se iba ya perdiendo en esta Ciudad, habiendo hecho imprimir gran número de Breviarios y Misales de este Santo Instituto, para que se perpetuase en la ciudad en donde quiso Dios obrar en su comprobación tantos milagros. Baste por todos el que refiere Julián Pérez, como testigo de vista en su Cronicon, número seiscientos uno. Que habiendo el Rey mandado echar en una grande hoguera el Misal Romano y Gótico, saltó el Romano del fuego y se esparció en cuadernos por el aire permaneciendo el Mozárabe ileso en medio de las llamas, manifestando Dios con tal prodigio era de su agrado se extendiese el Romano por el Orbe todo y que permaneciese el Mozárabe en Toledo. A la distancia de una legua está por esta parte la Villa de Torrijos, una de las que entre otras, dio el Rey Don Alfonso el Bueno, según Salazar de Mendoza el día ocho de Diciembre del año de mil doscientos cuatro, al Arzobispo de Toledo Don Rodrigo Jiménez de Rada, en lo que parece padeció equivocación Salazar, pues Don Rodrigo fue sucesor inmediato en el Arzobispado de Toledo de Don Martín de Pisuerga, el que falleció en el año de mil doscientos ocho, y a Don Rodrigo se le confirmó por el Papa Inocencio Tercero el Arzobispado, el de mil doscientos nueve. Y siendo, como fue, esta donación hecha al Arzobispo en remuneración de los muchos y crecidos gastos que tuvo en la asistencia de este Príncipe en las guerras de Calatrava la Vieja y victoria insigne de las Navas, que hoy celebra la iglesia de nuestra España con el título de Triunfo de la Cruz, el día dieciséis de Julio, habiendo sido esta el año de mil doscientos doce, sería posterior a este suceso y consiguientemente posterior al año de cuatro, la que dio el Arzobispo con el lugar de Esquivias al Cabildo de su Santa Iglesia para la dotación de la Misa de Alba, que dejó instituida el señor San Ildefonso, su Arzobispo, la que hoy se

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conserva con el título de Misa del Santo y para la de unos aniversarios por sus padres, la que vendió el Cabildo, con la de Aldabón, que también poseía por donación que de ella hizo el Conde Don Nuño y Doña Teresa su mujer, para dote a la Capilla de Santo Tomás Cantúrriense, la que estaba donde hoy la de Santiago, que fundó el Conde Estable de Castilla Don Álvaro de Luna el año de mil cuatrocientos ochenta y dos a Don Gutierre de Cárdenas, Comendador Mayor de León, padre de Don Diego de Cárdenas, primer Duque de Maqueda, en precio de ciento cincuenta mil maravedíes de Juro, que tenía sobre las Alcabalas de Toledo, y Ajofrín, las que poseen hoy sus señores, agregadas a este estado. La señora Doña Teresa Enríquez, mujer de dicho señor Don Gutierre, hija de Don Alonso Enríquez, Almirante de Castilla, tercero de los de esta Casa, y de doña María Alvarado y Villagrán, prima hermana del Rey Católico Don Fernando el Quinto, y cuarta nieta del Rey Don Alonso el Decimoprimero, a quien Julio Segundo, Pontífice Sumo, llamó la embriagada del Celestial vino del Sacramento, por los excesos que esta señora, en obsequio del Soberano Misterio de la Eucaristía continuamente ejecutaba. Erigió esta señora en la Ciudad de Roma, en la Iglesia de San Lorenzo in Dámaso, una capilla principal el año de mil quinientos ocho, como consta en una inscripción que en mármol está en dicha capilla esculpida, refiriendo esta fundación por esta señora, la que dotó con crecidas rentas para que el Santísimo saliese con el debido culto a los enfermos, y en ella instituyó una Cofradía con su advocación para que acompañasen a Su Majestad, que confirmó Julio Segundo y mandó le asentasen en ella por su cofrade, concediéndola innumerables indulgencias, pudiendo asentarse en ella desde España cualquier persona enviando a Roma una corta limosna. Deseosa esta señora de que esta se extendiese en España, y la devoción a este soberano misterio, suplicó a este Sumo Pontífice la permitiese que en su Villa de Torrijos se erigiese otra cofradía con los mismos estatutos, gracias, privilegios e indulgencias que la fundada en San Lorenzo en Roma, siendo uno de ellos el que pudiesen los cofrades cumplir con la Iglesia confesando y comulgando cualquier día de la Cuaresma, aunque no fuese en Semana Santa, lo que concedió por especial Bula, que empieza: “Pastoris Aeterni…” Dada en Roma el veintiuno de agosto del año de mil quinientos ocho, los que confirmó León Décimo. Además, la concedió en dicha Bula el privilegio de que cada dos años saliesen dos capellanes de la Iglesia, que con el Título del Sacramento pensaba erigir, a visitar las Iglesias de España y recorrer los Sagrarios para ver si estaban con la decencia debida, y con facultad de que pudiesen, donde no la hubiere, fundar cofradía del Santísimo, sin que pudiesen los señores Obispos ni sus Ordinarios impedirles estas visitas.

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(Portada de la Colegiata de Torrijos)

Fundó esta señora en esta Villa una Iglesia, como Colegiata, que honró con

el Título de Santísimo Sacramento, de una admirable arquitectura, digna de la grandeza de su insigne fundadora, que le tuvo de costa su fábrica treinta y dos mil ducados, la que se acabó el año de mil quinientos veintisiete. Los ornamentos con que la adornó costaron doce mil ducados, los que cada día aumentan con suma liberalidad sus descendientes. Dicha Iglesia la fundó con el ánimo de entregarla a los Religiosos de Nuestro Padre Santo Domingo, fabricándoles casa correspondiente. No habiendo esta Sagrada Religión admitido esta oferta, dotó en ella doce Capellanías y otra mayor con obligación de asistir a todas las Horas Canónicas y Misa Mayor, que se celebra todos los días con gran decencia y veneración, cumpliendo al mismo tiempo muchos aniversarios y memorias con la mayor puntualidad. El señor Don Jorge de Cárdenas, Duque de Maqueda y Señor de esta Villa, aumentó otras cuatro capellanías con la obligación de asistencia a Misa Mayor y algunas Horas, todas provisión de los señores Duques de Maqueda, Patronos de esta insigne Fundación y de todas las demás hechas en esta Villa por esta señora quien les dejó el Patronato en el Testamento que ante Diego Pérez de Sequero, Escribano Público de Torrijos, otorgó en treinta de marzo del año de mil quinientos veintiocho, bajo cuya disposición falleció el siguiente de veintinueve, el día cuatro de marzo, jueves, que quiso Dios premiarla la devoción al Santísimo, llevándola para sí en día que está dedicado al Soberano Misterio de la Sagrada Eucaristía.

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Entre otras grandes fundaciones de esta señora fue el Convento de mi gran Padre San Francisco, que con Bula de Alejandro Sexto, fundó extramuros, el Comendador Don Gutierre de Cárdenas su marido por consejo suyo, el que perfeccionó y acabó muerto él, en el tiempo de su viudez, en la que permaneció veintisiete años que fueron desde la muerte del Comendador hasta la suya, que tuvo de costa su fábrica más de ciento veinte mil escudos de oro con la advocación de Santa Maria de Jesús, imitación del que para esta familia fundaron en la ciudad de Toledo los Católicos Reyes Don Fernando y Doña Isabel, y tan majestuoso que la crónica general de esta Seráfica Religión que escribió su Padre General Fray Francisco Gonzaga, no le pone inferior a él en cosa alguna. Dicho monasterio fue elegido para depositar sus cenizas sirviendo de señal a sus sepulcros dos bustos de finísimo mármol que ocupan el principal sitio de la Capilla Mayor de este convento, sirviendo el de esta señora sólo de manifestar esta enterrada en aquel convento, pues aunque se ha hecho varias diligencias no se ha podido encontrar su cadáver, siendo yo testigo cuando fui Cura de dicha Villa, de las que hizo el Excelentísimo Señor Don Joaquín Ponce de León señor de ella, dignísimo descendiente de esta señora, las que tuvieron el mismo efecto que las antecedentes, pues aunque descubrió en él entierro de los religiosos en un nicho en la pared fue por declaración de persona experta ser de hombre, el que con decencia volvió a colocar en su lugar. Muere Moisés y eligen su sepulcro en el Valle de la tierra de Moab y no obstante de decir la Escritura el sitio donde le sepultaron, dice que hasta hoy no han conocido los hombres su sepulcro, el que escondió Dios dice San Agustín, para que la vista no registrase con los horrores de la muerte rostro que se vio bañado con tan lucidos resplandores como adquirió con los coloquios de Dios. Campo le queda a la piedad abierto entre tanto cúmulo de virtudes de esta señora, a correr su discurso, hasta donde, sin oponerse a lo católico, pueda extenderse su juicio en la misteriosa ocultación de este cadáver. Fundó también esta señora en esta Villa dos Hospitales con Bulas Apostólicas. Uno fuera de ella, entre sus murallas, y el convento con la advocación de Nuestra Señora extramuros, y le dotó de bastantes rentas, para que en él se diesen sudores para la curación del mar galico. El otro dentro de su Villa con la advocación de la Santísima Trinidad, y en él una cofradía con la misma, para la curación de todas las enfermedades con su división de salas para hombres y mujeres donde se les asiste con todo lo necesario para su curación, siendo cada cama de las que mantiene una cátedra que publica lo elevado de la caridad de su santa fundadora.

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(Cristo de la Sangre – Torrijos)

Está dotado de todos los Ministro necesarios para la mayor asistencia y administración de los Santos Sacramentos, y en su iglesia se venera una Soberana Representación del original de Cristo, Bien Nuestro, Crucificado con el glorioso título de la Sangre, de admirable majestad y arquitectura. De aquel insigne escultor Fidias, dijo Valerio Máximo, que hizo una representación de Júpiter tan perfecto que humanas manos no fabricaron otra semejante. Encarecimiento tan grande le viene muy corto a este soberano Júpiter pues si a aquel fueron manos humanas las que se emplearon en su fábrica, no pudieron en este, sino es que fuesen divinas, copiar semejantes perfecciones. Reconoció el doctor Máximo en el rostro de Cristo, Bien Nuestro, un resplandor celestial con el que atraía y enamoraba a cuantos llegaban a mirarle. En el rostro de esta divina imagen reverberan los reflejos de su original tan vivos que atraen, enternecen, y enamoran a cuantos reverentes le tributan adoraciones, moviendo a un tiempo a una cordial ternura y a reverenciar respeto su presencia. Es muy conocida y venerada en lo más remotos climas por sus continuadas maravillas. En su mismo palacios fundó esta señora un recogimiento a modo de seminario para niños de todas las edades, los que vivían en comunidad sujetos a un superior eclesiástico, que el primero fue el venerable padre Fernando de Contreras, del habito de nuestro padre San Pedro, persona de tan relevantes prendas que se necesitaba de crecido tomo para poder expresar sólo sus virtudes por las que en la Curia Romana se trata de su beatificación. El empleo principal de estos niños es asistir por las mañanas a una misa que cantaban todos los días a la Reina de los Ángeles, y acudiendo después a visitar su insigne fundadora recibiendo de almorzar de su misma mano. Iban unos a la escuela a aprender las primeras letras y otros más adelantados a estudiar gramática, de cuyos principios se podían esperar felices fines.

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(Interior del Convento-Palacio, Torrijos)

Tiene un convento de religiosas de la Inmaculada Concepción del Serafín Francisco, que fue el segundo que de la Concepción se fundó en España, siendo el primero el de la Imperial Toledo, el que fundó la señora doña Teresa Enríquez el año de mil quinientos siete, con Bula de Julio Segundo que gobernaba la Iglesia Universal, las que primero estuvieron en una ermita de Santa Catalina, donde se conservaron dos años, y por lo poco aparente del sitio y faltas de aguas, se trasladaron donde hoy están.

A sido un convento de grandes créditos de virtud y de él han salido fundadoras para muchos conventos, como son la Concepción de Madrid, el de Almería, el de Eusagre, el de la Puebla de Montalbán, el de Guadalajara, el de Peñaranda, y la reforma del de Corral de Almaguer. La parroquia que tiene esta dedicada a San Egidio Abad y en ella se hacen todas las funciones con gran decencia pues tiene para su asistencia un Cabildo que se compone de su Cura, Beneficiado, y de ocho eclesiásticos, los que gozan ocho capellanías que provee el Ayuntamiento de esta Villa. Esta en ella fundada la cofradía del Santísimo, de que dejo echo mención que es la segunda que se fundo de este Soberano Misterio. Además de todas las suntuosas fábricas que dejo dichas, le acompaña el majestuoso palacio que en ella tienen los señores Duques de Maqueda ocupando la parte occidental de su dilatada plaza. Se celebra en esta Villa todos los miércoles del año un mercado, el mayor y de más créditos de toda esta provincia, el que abastece toda su comarca de todo lo necesario. Esta muy cerca de esta Villa la de Barciense, o Berciense, como algunos quieren llamarla, cuyo Castillo tuvo en su circunferencia una nobilísima y fuerte población que se llamó Municipio Bercicaliense, y los campos a quien desde su cumbre dominaba la Dehesa Berciana. Son noticias que el Conde de Mora en su Historia de Toledo, las que dice adquirió de unas piedras que se sacaron en este sitio, entre varias molduras que tenían pudo observar sus inscripciones, que son las que siguen.

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D. M. S

A. TETI. BERCICALLI. Q. ALONIS. F. AN. XL. H. S. E.

S. T. T. L.

Que traducido a nuestro idioma castellano dice:

A dios, máximo sagrado,

Aulo tecio bercicaliense, hijo De quinto alon, de cuarenta años, Esta aquí sepultado. Seale la tierra

ligera Había en otra piedra que estaba labrada con unas molturas a modo de rayos de carro, otro epitafio que es el siguiente:

d. m. s.

a. mumio. Antet. Bercall. Q. Cinii. F. An. Lx. H. S. E.

s. t. T. L.

A dios maximo sagrado. Aulo mumion anteroz,

Natural de bercicalia, hijo de quinto cinio, De sesenta años, esta aqui sepultado,

Seale la tierra ligera

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En otra piedra se expresaba la suma importancia de esta fundación como lo manifestará su inscripción:

a. mumioni. Q. cinij. F. II. Vir. Q. q. splendissinus ordo. Berci

callen. Civi.

b. m.

A aulo mumion hijo de quinto cinio, que fue uno de los gobernadores, y questores, le levanta estatua, como a su

ciudadano, el esplendidisimo orden o ilustrísimo republica bercialiense.

Los oficios de Questores y Pretores, fueron muy usados entre los romanos, lo que claramente manifiesta haber sido constituida esta Republica por ellos.

(Castillo de Barcience)

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Parte septentrional de escalonilla Tiene por esta parte este lugar el término del despoblado de Berague, que es bastante dilatado, el que se le agrego, y su Beneficio Curado, con el de Casas Albas, goza la Capilla Mozarabe de la Santa Iglesia de Toledo.

(Término de Escalonilla)

Tiene por esta parte a la distancia de dos leguas la Villa de Maqueda, Cabeza del Estado de sus Duques, antiguamente ciudad de Maceda, llamada así por su fundación en la ladera de un monte. La fundaron los hebreos quinientos noventa años antes del nacimiento de Cristo. En comprobación de su antigüedad refiere el Conde de Mora en su Historia de Toledo una inscripción que declaraba como Cayo Valerio Levino se la dedicaba a Cayo Pompeyano su padre, vecinos o Gobernadores de ella.

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Inscripción

c. m. s.

cayo Valerio, pompeyano patri, cayus valerius,

Levinus filius

(Castillo de Maqueda)

En una ermita de Santa Maria Magdalena de la que apenas a quedado

noticia de su situación que distaba como cincuenta pasos de lo que hoy permanece de la Villa a la parte del medio día, se conservó hasta estos tiempos una lápida donde se decía que allí estaba sepultado Hueyo, hijo de Pompeyo que murió el año de la creación del mundo del tres mil novecientos cincuenta y nueve en la célebre batalla que él y sus hermanos tuvieron con el Cesar junto a Guisando, donde fueron vencidos tras haber perdido en ella treinta mil soldados infantes y tres mil de a caballo, manteniéndose hoy en señal de esta célebre victoria unos toros de piedra en aquel sitio, con unos letreros, que común mente llaman Toros de Guisando. Hay tradición de que tenia su población una legua de distancia llegando por la parte del medio día hasta la Villa de Alcabón, que dista una legua. Otros la hacen de catorce mil vecinos, noticia que está confirmada por encontrarse hoy en su término un pago suficientemente distante, que llaman la Puerta del Cambrón, queriendo que tuviese allí una puerta con este nombre dicha población, al igual que tiene una la Imperial Toledo. Hoy no han quedado vestigios de lo que fue, pero en los restos que han quedado queda de manifiesto lo que fue en sus tiempos, pues conservándose hoy en ella menos de cien vecinos se mantienen cuatro parroquias

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dedicadas una a Santa Maria que es la principal, otra a San Juan Bautista, otra a Santo Domingo, y otra a San Pedro que es la que hoy sirve de iglesia a la religiosas de la Concepción de Nuestro Padre San Francisco, que en dicha villa fundó el año de mil quinientos siete la señora Doña Teresa Enríquez, señora de ella, y el tercer convento que de la Concepción que se fundó en España, habiendo obtenido para ella Bula de Julio II la que presentó al Eminentísimo Señor Cardenal Don Fray Francisco Jimenez de Cisneros, Arzobispo de Toledo, concurriendo con su consentimiento Luis Alonso, Cura que era de dicha parroquia, manteniéndose hoy el de Santa Maria, a donde está anexada con el derecho parroquial de ella. Se conservan, entre otras, una ermita a la parte del medio día, y en ella una milagrosa imagen la que dicen que es una de las que los Discípulos de Nuestro Padre San Pedro enviaron desde Antioquia a su Maestro, en las dos veces que honró este reino con su soberana presencia, una en el año cincuenta y otra en el sesenta. A sido venerada esta imagen con pública adoración desde el tiempo de su colocación hasta hoy, manteniéndose con culto a expensas de las crecidas limosnas de los fieles, todo el tiempo de la cautividad de este reino, como se conservaron en el reino de Toledo otras muchas, y hoy se conservan los Lugares Santos de Jerusalén. Aunque Julián Pérez no hace mención de esta y si la hace de otras. Es conocida esta milagrosa imagen con el Título de Los Dados, el que adquirió, según la tradición, al tiempo que los moros se apoderaron de su ermita, y apeteciendo lo menos principal de este tesoro, aunque de valor muy crecido, pues lo eran las alhajas de que estaba adornada, queriendo cada uno de los que de ella se apoderaron llevarse la mejor parte de sus joyas, se convinieron entre si que fuese la suerte la que la repartiese, siendo el mejor punto de los dados, que fue a lo que se las jugaron, el que declarase el dueño de sus riquezas, permitiendo Jesucristo que las vestiduras de su madre se sorteasen como se sorteó su túnica, habiendo quedado por divisa en todos lo ornamento y alhajas que sirven para el culto de esta imagen, los dados, en representación de los que fueron instrumentos de la suerte. Otros dicen que el sobrenombre de los Dados le viene por las muchas piedrecitas que se han sacado y se siguen sacando del circuito de su casa a manera de dados. Esta enriquecida hoy con esta Joya Soberana la Religión de Descalzos del Gran Padre y Doctor de la Iglesia, San Agustín, que habiéndose por la injuria de los tiempos arruinado casi en el toda esta ermita, cuya fábrica manifestaba su mucha antigüedad, pues era toda de piedrecitas de diversos colores, que la mayor no excedía su tamaño de un dado. Colocaron esta imagen en la parroquia de Santa Maria, donde permaneció como cuatro años, hasta que don Alonso Pérez de Silva, Canónico de la Santa Iglesia de Palencia, aplicó la mayor parte de su hacienda para la fundación del convento que hoy tienen en este sitio los religiosos descalzos de San Agustín, los que tomaron posesión de la ermita el día dos de abril del año mil seiscientos veintinueve habiendo precedido la solemnidad, requisitos, y diligencias necesarias. Se fabricó por entonces lo mas necesario para casa de esta Señora y el día veinte de octubre del mismo año celebró la comunidad en ella la primera misa, pero sus hijos, impacientes de no ver a su madre en un suntuoso y magnifico templo, la han construido una Capilla Mayor con su Camarín para colocarla, siendo una de las excelentes obras de este tiempo. Todas estas noticias me las ha administrado la historia manuscrita que este convento guarda de su patrona y titular.

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A media legua a la parte del medio día hay una encina llamada por antomasia, la encina de Maqueda, que aseguran que estaba en medio de su plaza. Árbol de tal magnitud que no hay otro semejante de su especie ni en hermosura ni en grandeza, el que es visitado por muchas gentes de muchos lugares. Su grandeza ha motivado a muchos a querer atribuirle varios sucesos antiguos, ninguno con fundamento. Lo que si es cierto es que ella manifiesta algún prodigio en su hermosura y magnitud, pues mirándola todos con tal respeto que al coger sólo una rama, a cualquiera le parece un sacrilegio, conservándose tan intacta, que sólo la falta lo que los temporales la quitan.

Parte OCCIDENTAL de escalonilla Aunque son bastante los lugares que a corta distancia limitan por esta parte con Escalonilla, solicitare, aunque alargue la distancia los que sólo sean de alguna antigüedad y de quien se haga mención en la historia. Está a la distancia como de tres leguas la Villa de Malpica, Cabeza del Estado de los Marqueses de este nombre, a quien por la parte septentrional baña el dorado Tajo. Sitio en el que estuvo la ciudad de Ilurbida, celebrada entre los romanos, donde hasta estos tiempos se han conservado restos de edificios romanos muy antiguos, que confirman la situación de esta ciudad. Por esta parte, a la distancia de poco mas de media legua, tiene este lugar a la antigua Carmonia, hoy Villa de Carmena, de quien hace mención Flavio Lucio Dextro en el año doscientos ochenta y cinco, de donde dice que fue natural Santa Justina, que padeció martirio en día treinta de noviembre.

(Iglesia Parroquial de Carmena)

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Está entre esta villa y la de Malpica y muy próxima a la de Cebolla, la ermita de Nuestra Señora de la Antigua, a quien a hecho perder el nombre San Illán, que fue un labrador de conocidísima virtud, que en tiempos del rey Don Alonso el Sexto labraba en aquel paraje los campos, alimentándose a expensas de su trabajo. Parece que en los campos que labraba había una gran ausencia de agua y el santo, rogando a Jesucristo hizo que saliera milagrosamente un manantial de hermosas, claras y finas aguas cuyo mineral se mantiene hasta el día de hoy con el nombre de la fuente del Santo. Se conservan en esta ermita las reliquias de San Illán e incluso hay quien quiere ver en este santo a un hijo de San Isidro labrador, natural y patrón de la coronada villa de Madrid. Parece que no tiene esto fundamento histórico. Aunque más dilatado está por esta parte a la distancia de siete leguas, y doce de la Imperial Toledo, estando Escalonilla en su camino real la antigua Villa de Talavera, no hallándose en esta provincia otra más, fuera de Toledo, la que fundó Brigo, cuarto rey de España, padre del rey Tago, que dio nombre al río Tajo, quien la baña por la parte meridional y que fue fundada por el año de mil ochocientos noventa y cinco antes de Cristo. Fueron naturales de esta villa los santos mártires San Vicente, Sabina y Cristeta. El rey Don Alonso el Bueno dio esta villa a Don Rodrigo Jimenez de Raga, arzobispo de Toledo, en remuneración de los muchos gastos que este Primado había echo en beneficio de sus vasallos. Erigió en ella el Arzobispo una Iglesia Colegial con Dignidades Canónigos, Racioneros, Capellanes y todos los Ministros necesarios para el Culto Divino, porque aunque en ella hubo en lo antiguo Iglesia, Catedral con Obispo, este y el que había en Alcalá, se reformaron y agregaron a la Patriarcal de Toledo.

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(Iglesia Colegial de Talavera de la Reina)

Parte meridional de escalonilla Es la parte meridional la que más al mundo alegra, pues en ella el sol reparte al mundo sus luces gozando de sus beneficios desde la planta más humilde hasta el más elevado cedro. El más profundo valle y la más elevada sierra disfrutan ambos de sus primeros resplandores. Tiene por esta parte este lugar contiguo a su término el despoblado de Nohalos, uno de los lugares que se agregaron a este, siendo su término redondo, posesión de la Santa Iglesia de Toledo. Se compone de tierras muy apropósito para la labor. A la distancia de cómo tres leguas de la otra parte del Tajo, entre las Villas de Gálvez y de Puebla de Montalbán, está la ermita de Nuestra Señora del Melque, sitio en que estuvo la ciudad de Paternina, celebrada entre los romanas por una de las más insignes de la Provincia Carpetana, y aunque los autores han variado en las situación de esta ciudad, el padre Jerónimo de la Higuera dice que este sitio fue en el que estuvo. La fábrica de la ermita es a modo de las romanas y la bóveda de ella de piedra sin cal manifiesta su mucha antigüedad. Está entre dos estanques que servían para recoger las aguas de un arroyo. Este autor dice que vio en este sitio rastros de población antigua de edificios romanos. Hay tradición de que la ermita fue un convento templario cuyo Instituto Militar tuvo principio el año de mil ciento dieciocho y se extinguió el de mil trescientos once en el Concilio que en Viena, de Francia, celebró Clemente Quinto.

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(Ermita de Santa María de Melque)

Está en este paraje, como a tres cuartos de legua, el Castillo de Montalbán que fue propiedad de la Reina Doña Leonor de Aragón el que por suerte eligió para su custodia Don Juan II en donde tuvo una celebre victoria a la que asistió Don Sancho de Rojas, Arzobispo de Toledo. Hay quien dice que sus cuevas llegan cerca de la ermita y hoy es posesión de los Excelentísimos Señores Duques de Uceda, por Condes de Montalbán de donde tomó la denominación la Villa de la Puebla, propia de dichos señores, la que dista como una legua de este lugar de Escalonilla.

Fue en lo antiguo la Puebla población muy corta pues se componía de sesenta vecinos aumentando con los que se le agregaron de unos despoblados a ella contiguos como Santa Inés del Valle, Campanario, que dio origen a Nuestra Señora de la Paz porque en una procesión que los de Campanario hicieron saliendo a recibir al rey Don Alonso el Sexto, y viendo desde lejos el rey la mucha gente que componía la procesión le pareció gente enemiga y viendo los estandartes blancos dijo que estos venían en son de paz y desde aquel día la Soberana imagen de la Virgen goza del nombre de Nuestra Señora de la Paz.

En el mismo paraje a la corta distancia de un tiro de mosquete había otro despoblado que se llamaba Villa Viciosa en la parte de poniente, donde lo llaman Soto Redondo. Todos estos se le agregaron a la villa de la Puebla junto con la de Alcubillete, de donde vinieron algunas familias nobles, manteniéndose en ella muchas de las más conocidas de esta tierra.

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(Iglesia de Alcubillete)

Hoy es la población más grande de toda esta comarca. En ella hay dos iglesias parroquiales, pero sólo una dedicada a Nuestra Señora de la Paz. La otra está dedicada a San Miguel. Tiene un convento de la Orden de Nuestro Padre San Francisco que se fundó en tiempos del señor Don Alonso Téllez Jirón hijo de Don Juan Pacheco y de Doña Leonor Chacón, su mujer, hermana de Don Pedro Fajardo, Marques de los Vélez, en unas casas propias que dio para ello la señora Doña Catalina Pacheco, tía de dicho señor Don Alonso y hermana del Ilustrísimo Señor Don Pedro Pacheco, Cardenal de Roma y Obispo de la ciudad de Sigüenza, señores de dicha villa. Es uno de los más aseados y apetecidos de todos los religiosos de esta provincia. Se venera en él una espina de la Corona de Cristo. El año de mil quinientos veintidós fundó en dicha Villa el señor Don Juan Pacheco, señor de ella, un convento de religiosas de la Concepción, con licencia, con autoridad y Bulas Apostólicas, que le concedió León Décimo, que ocupaba la

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Silla de San Pedro. Vinieron a fundarle religiosas del convento que en Torrijos fundó la señora Doña Teresa Enríquez. No es menor gracia, el especial Jubileo, que para la parroquia se Nuestra Señora de la Paz concedió Pío Cuarto el año quinto de su pontificado, dado en Roma, en San Pedro, año de la Encarnación de Nuestro salvador de mil quinientos sesenta y tres. Tiene en su contorno Escalonilla a la corta distancia de dos leguas, veintidós lugares, algunos de bastante población como Burujón, Albarreal, Rielves o Gerindote, lo que califica la bondad y fertilidad de su terreno y situación, pues se conservan en él tanto número de vecinos con lo que da de sí sus términos.

(Iglesia Parroquial de La Puebla de Montalbán)

SAN GERMAN

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Capilla de San Germán en la Parroquia de Escalonilla

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La falta de culto en este Reino de nuestro santo, y el omitirle el Calendario en su día propio, no haciendo en todo el año mención de otro San Germán que de uno que fue obispo de Paris el día veintiocho de mayo, motiva a los no versados en historia a dudar del nuestro, y deseando darle a conocer he solicitado información sobre todos los santos que ha habido con este nombre. Los que ha podido encontrar mi diligencia han sido de los que hago mención más adelante, en este mismo libro, y entre todos he de solicitar dar a conocer al nuestro por sus propias señas. Entra Germán en Inglaterra, y a sus primeros pasos, da vista a una niña ciega. Le ofrece Elasio, en la segunda vez que fue a este reino, un hijo cojo y le restituye los pies. Queda el santo de una lucha que tuvo con el demonio, cojo, sin poder moverse, y durante su accidente sanó diferentes leprosos. Da oídos a diferentes sordos. En el camino de Inglaterra, sin otros que resucitó en otras partes, restituyó la vida a tres difuntos. Reduce a la verdadera religión todo aquel reino, recibiendo los ingleses gustosos la predicación del Evangelio. Parece que los signos de Germán son los mismos que Cristo da a los embajadores del Bautista. Y si para darse a conocer y manifestarle su divinidad no dio más señas que los maravillosos de su obrar, ¿qué otras podré dar yo más claras para el conocimiento de Germán?.

Diferentes milagros obrados Por la intercesión de la milagrosa imagen

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De SAN GERMÁN q1ue se venera en escalonilla. Harían falta muchos tomos para dejar constancia de las múltiples maravillas obradas por intercesión de este santo en nuestro pueblo. Me limito a hacer constar las más sobresalientes. Entre los muchos años que la justicia divina nos castigó con la plaga de la langosta, tan universal en toda esta comarca, fue uno el de mil setecientos diez, que experimentando ya los pueblos circunvecinos el estrago de este nocivo animal, y viendo Escalonilla tan de cerca la amenaza, acudió, como en todas sus necesidades a su patrón para que sus ruegos consiguiesen de la Majestad de nuestro Dios la libertad de sus campos cercados ya por todas partes de este enemigo. Dispusieron sacar en procesión su milagrosa imagen, que se llevó fuera del término a donde llegaba ya esta plaga, para que su presencia la detuviese. Oyó Dios nuestras suplicas por la poderosa intercesión de nuestro santo quedando Escalonilla libre de semejante animal y dando las cosechas colmados frutos a sus dueños, dejando destruidos los de los vecinos, permitiendo Dios que el mismo día de la festividad del santo, al tiempo que en el Ara del altar se ofrecía el sacrificio del misa, en acción de gracias a esta soberana imagen, se levantase este formidable escuadrón volátil en tanto número que impedía al sol sus luces, saliendo todas las langostas de su término sin que quedase ni una sola en él. Testigo de esto, y dejándolo escrito de su mano, fue Don Álvaro Suárez de Zayas Cura propio que fue de este lugar, que para los que le conocimos y tratamos su nombre sólo es bastante para acreditar cuanto diga. Con el motivo de tan larga procesión, con los movimientos de las andas, se despegó el santo de la peana donde estaba fijo y en el hueco de su hechura se encontró un papel refiriendo el año en que se renovó esta imagen donde se decía que fue en la ciudad de Toledo, en casa de Juan Gómez Zotán, el veintidós de abril del año mil seiscientos veintidós. Se volvió a poner dicho papel en su lugar y le acompañó otro de nuestro venerabilísimo párroco , que con el motivo de haberle vuelto a renovar esta hechura, y con el de darle al público, reservo en mi poder, habiéndolo vuelto a poner en su lugar, y su contenido es el que sigue: “habiendo hoy, veintinueve de junio de mil setecientos diez, hallado el papel adjunto, en el sitio que queda con este, no excuso de anotar el prodigio que el presente año ha obrado Dios Nuestro Señor mediante San Germán en este pueblo de Escalonilla que es haberle librado todo su término del contagio de la langosta tan universal en este Reino. Y habiéndose criado en los confines de su término a los cuales se llevó en procesión a San Germán y no vimos en el más langosta que la que los fieles y eclesiásticos que hicieron la procesión trajeron pegada a la ropa. En el año antecedente vi patentemente haber sanado Dios mediante este santo un niño que estaba quebrado, quien quedó y está del todo sano repentinamente. Don Álvaro Suárez, cura propio de Escalonilla”. Un buen hombre, vecino de la villa de Torrijos, de ejercicio tamborilero, de esos de tamboril y flauta, que hacía el son a los gigantones, acudía con gran puntualidad todos los años con sus instrumentos a la festividad del santo, quien refería, que desde sus primeras Vísperas hasta pasado el día de la fiesta, le cesaba

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enteramente el penoso accidente de una gravísima rotura que padecía, sin molestarle el más leve accidente de ella. Deseoso de tener una pintura retrato del santo, pedí licencia para traerle a mi casa, para que un pintor me le copiase, la que se me concedió. En el tiempo que le tuve en ella, que fue el preciso para perfeccionar la pintura, un vecino mío tenía un hijo que padecía una rotura muy grave, siendo de edad como de tres años. El padre deseoso de la sanidad de su hijo le enviaba con continuación a que pidiese al santo su remedio, y el chico lo hacia con la misma frecuencia que el padre se lo mandaba, diciéndole al santo lo que en tan corta edad puede discurrirse. A sus repetidas suplicas le dejo sano, antes que lo llevasen a la iglesia, conservándose hoy con la perfección que el santo le dejo de su accidente. El año de mil setecientos veinticuatro se llevó desde su capilla a la casa del que esto escribe para renovar su hechura, con el motivo de haberle de colocar en un retablo nuevo, para que lo principal no desdijese de lo accesorio. Luego que se perfeccionó el renuevo, se puso el santo en un altar frente a una ventana que sale a la calle, para que los vecinos no careciesen de su presencia el tiempo que tardasen en restituirle a su altar y así acudían a visitarle con bastante frecuencia todo género de personas, manifestando en sus visitas su mucha devoción. En una casa próxima a la mía vivían dos buenos casados a quienes premió Dios su buena unión dándoles un hijo que por único era de sus cuidados el empleo. Pero como en esta vida no hay gozo que no tenga sus azahares, tuvo este el de estar el chico desvencijado. Un día sus padres por apartarse de él un poco y no escuchar sus quejidos, le dijeron: “anda ve al santo, y pidele que te sane” y como en Escalonilla por antonomasia se entiende por el santo a nuestro patrón, hasta los niños por este nombre le conocen, como le sucedió a este. Salió el chico de su casa y se puso a la ventana frente a donde estaba el santo y agarrando con sus manecitas los hierros de su verja, le dijo, mezcladas con lágrimas, estas sencillas y mal articuladas palabras: “chanto, chaname, chanto, chaname, que en enteniendolos yo te daré chavos”. Volvió el chico a su casa sereno y apacible el rostro, enjutos de lágrimas sus ojos, sustituyendo en risas sus gemidos, causando a sus padres extrañeza tan repentina mudanza. Se divulgó el milagro por todo el pueblo y a los que le preguntaban, respondía las palabras mismas con que pidió su salud al santo. No olvidó tan presto el beneficio, pues visitó a su bienhechor con gran frecuencia todo el tiempo que le tuvo por vecino aunque fueron muy pocos los días que disfrutó el chico el beneficio pues quiso Dios para sí al que favorecían los santos y a sus padres les consoló de la muerte de su hijo dándoles dos en un mismo parto. Fue un año alcalde en este lugar Gregorio González, persona de alguna entereza. Acudieron a él los mayordomos del santo a pedirle licencia para tenerle en su día una fiesta de toros. El alcalde se lo negó y ellos suspendieron las diligencias concernientes y sólo trataron en lo tocante al culto divino. A corto tiempo de haberles negado su pretensión, se vio públicamente, todos los ganados de su casa salir de ella para su trabajo, con uno bien notable, pues se desvencijaron todos, tanto bueyes como mulas. El dueño no se sabe cómo estaba, aunque aseguran padecía el accidente mismo. Era notable la deformación de los bultos de aquellos animales y por nunca visto en los de aquella especie. Esto motivó que los vecinos de este lugar pensaran que el santo admite más gustoso el obsequio de estas fiestas que otras teniendo contra si la común opinión

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de todo virtuoso y muchas prohibiciones eclesiásticas. Lo cierto es que el suceso fue notorio y público y arrepentido de su respuesta, solicitó lo mismo que había negado, valiéndose de la intercesión del santo para que consiguiese el remedio a la enfermedad de sus ganados y por medio de ella les cesó la deformación que padecían.

Don Gonzalo de Cepeda y Castro, presbítero, vecino de la Puebla de Montalbán, que si es por su familia de todos conocido, soy yo de quien de ella tiene más conocimiento que otro alguno, pues aunque no soy algebrista, la he meneado muy bien todos sus huesos. Se hallaba en la Villa de Santa Olalla, que dista tres leguas de su patria, en una heredad propia de olivas, al tiempo que se cogia el fruto de ellas y yendo a montar en su caballo para restituirse a su casa, se dio un golpe en sus testículos contra el arzón de la silla, recibiendo tal dolor que le impidió su ejecución por entonces, aumentándose tanto, que le parecía era capaz de privarle de la vida. Acompañaba a su dolor una grande inflamación. Accidentes, que le molestaban de manera que discurría imposible el poder de allí moverse, afligíale a demás de sus dolores lo poco aparente de aquel sitio para las medicinas. La inflamación le aumentaba y los dolores con ella. No discurría para tanto mal otro remedio que el que Dios le consiguiese de los santos. Vacilaba entre si de quien valerse en aflicción tan grande y como nuestro santo está en posesión de curas semejantes, granjeada a costa de muchas maravillas, se le ofreció este sacerdote muy de veras, prometiendo visitarle, y el celebrar una misa. Clamaba de su necesidad instado, y fueron sus súplicas oídas, recibiendo tan pronto su remedio, que no sabe cual llegase antes, o el alivio de sus males o los ruegos que interponía por ellos, sin quedarle señal de su accidente ni molestado con dolores, siendo él mismo el que publica este milagro, aun con mayores expresiones. El año de mil setecientos nueve, un vecino de este lugar, llevado más de su temeridad que de su destreza, salió a la plaza estando un toro en ella en donde fue objeto de sus rigores, haciendo en él tal destrozo, que como si fuese con un trapo, le degolló dejándole el tronco incapaz. Ni aun para recibir el Sacramento de la Extrema Unción el que con brevedad gozó de una salud muy perfecta. Lo que no pudiera ser, por declaración de peritos, otra cosa que un milagro. El veintiséis de junio del año mil setecientos quince, siendo las diez de la noche, se levantó en este lugar una horrible tempestad, siendo cada trueno un despertador que nos avisaba del justo temor que debemos tener a la Divina Justicia, que aunque siempre debemos tenerla muy presente, especialmente cuando nos lo avisa con las amenazas de sus tempestades. Un vecino de este lugar, que trabajaba en el campo, correteando con un par de bueyes temeroso de ella, ató cada uno de una ruda del carro y él se echó debajo de él en medio de ellos, sirviéndole de cabecera una de las ruedas en donde estaban atados los bueyes. Cayó un rayo o centella que entrando por una estaca del carro le desmenuzó convirtiéndola en pequeñas astillas y mató los bueyes que tenían a sus lados atados, sin recibir herida alguna y dejándole a él vivo, aunque con una muy grande

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clavada en las espaldas, habiéndole quemado la ropa, atribuyéndole el milagro a San Germán. Se hallaba el señor Conde de Orgaz en su Villa de Santa Olalla, dos leguas de aquí distante, molestado de unas importunas cuartanas, que aunque disfrutó de medicinas no pudieron curarle, y solicitando por mejor medio su mejoría se valió de la intercesión eficaz de nuestro santo, lo que le consiguió la pronta salud, restituyéndola repentinamente muy cumplida, la que empleó en venir a Escalonilla a dar a su bienhechor las gracias de semejante beneficio, que reconoció ser conseguido por su intercesión, visitándole en su capilla en compañía de su esposa y su familia.

Bastan los escritos para alentar a la devoción a solicitar su patrocinio en todas sus necesidades, pues en ellas le ha visto tan universal abogado, consiguiendo por su poderosa intercesión remedio a todas las que se le han encomendado, que si ha resplandecido más en algunas, es porque han sido más los que le han pedido en ellas, pues aquí el que pide reciba, el que busca aya, y al que ha esta puerta llama se le abre.

Protesta del autor En todo cuanto contiene este breve resumen de la vida de este asombro de la virtud, que mi cortedad ha escrito, y llevo dicho en ella, no es mi ánimo el apartarme del seguro y verdadero sentido Católico, que venero y pongo en mi corazón y sobre mi cabeza como verdadero hijo de Nuestra Madre la Santa Iglesia

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Católica Romana, sujetando a su corrección este mi escrito, en cuyo obsequio y por cualquiera de sus verdades y Sagrados Dogmas, sacrificaré una y mil veces la vida. Don Juan Alonso Maldonado

En alabanza de Don Juan Alonso Maldonado, historiando la vida de San Germán, obispo Antisiodorense, de Don Pedro Camino Velasco, su amigo.

Soneto

Refiere, oh docto Maldonado, escribe para nuestra Nación, y las extrañas las heroicas virtudes, las hazañas

del Divino Germán, que eterno vive. Dale a la fama voces, que recibe para llevarlas desde las Españas,

hasta las Etiópicas campañas,

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donde su luz primera el sol exhibe. Escribe, pues, que al paso que el gran nombre

de germano publicas con tu pluma a la propia nación, y al extranjera la fama misma te dará renombre

tan durable, que nunca se consuma del tiempo ni de envidia rabia fuera.

A Don Juan Alonso Maldonado, en celebración del libro que ha escrito de la vida de San Germán. Le escribe su amigo y pariente Don José Manuel Dávila y Hoyos.

Soneto

Gira tu pluma en vuelo remontado, con gala mucha, y erudición tanta,

que al juicio más agudo más le espanta el concepto tan vivo y delicado.

al héroe más sublime y esforzado

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a Germán sus elogios hoy levanta con elegante brío, y le adelanta,

si puede, a nuevo ser, oh noble Maldonado en todo mira tu discurso con acierto,

pues eliges la más plecara rama de un gran mecenas por seguro puerto.

En voces sonoras hoy te aclaman por ingenio sutil y muy experto

la fama que de asombro servirá a la fama.

SUMA DEL PRIVILEGIO

Tiene Privilegio del Rey, nuestro Señor, Don Juan Alonso Maldonado, para poder imprimir y vender este Libro titulado: Vida de San Germán, Obispo Antisiodorense, por tiempo de diez años, sin que persona alguna le pueda imprimir ni vender sin su licencia, bajo las penas en él contenidas, como más largamente consta de su original, su fecha, en Sevilla en 27 de Octubre de 1730.

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FE

Suma de la tasa

Tasaron los Señores del Real y Supremo Consejo de Castilla este libro titulado: Vida de San Germán, Obispo Antisiodorense, que ha escrito Don Juan Alonso Maldonado, a seis maravedíes cada pliego, como más largamente consta de su original, despachado ante Don Miguel Fernández Munilla, Secretario de Cámara más antiguo y de Gobierno de dicho Consejo, su fecha en 15 de Marzo de 1730. TA

VIDA DE SAN GERMAN OBISPO

ANTISIODORENSE

CAPITULO PRIMERO DOY CUENTA DE DIFERENTES Santos, con el nombre de Germán, y de la Cabeza que de un santo de este nombre tiene la Santa Primada Iglesia de Toledo.

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Después de haber leído unas palabras de San Gregorio Niceno, tratando de las heroicas virtudes del Diácono de la Iglesia de Edesa San Efrén, me decidí a poner mis manos en esta obra, sin el temor de que lo tosco de mi estilo, pudiese deslucir con sus mal formadas frases y oraciones gramaticales la maravillosa vida de este Santo. Dice este Padre refiriéndose a San Efrén, lo que yo mismo digo de San Germán con sus mismas palabras “que eran tales y tan grandes sus virtudes y de tan alta condición que no necesitan de adornos literarios, ni rebuscadas palabras, ni tiempos establecidos, para cautivar el entendimiento y aficionar la voluntad a que siga sus pasos e imite sus virtudes, pues son tan heroicas y eminentes, que ellas mismas, sin mas ayuda que la de su simple narración, tienen una excelente eficacia para atraer todos nuestros corazones. Bien provisto con la autoridad de este Padre, el miedo que detenía mi pluma, ahora la dejaré correr en la exacta narración de la vida y milagros de este Santo que de diferentes formas hacen memoria la historia y los martirologios. Padeció el martirio en Roma el día dos de mayo. La ciudad de Constantinopla tuvo un Santo Obispo con este nombre, que murió y se celebra su fallecimiento feliz el día doce de mayo. También tenemos que el día siete de julio aparece otro martirio con el mismo nombre y características, mandado realizarse por el Emperador Trajano en la ciudad de Macedonia, en compañía de otros Sagrados Mártires. En África el día seis de septiembre martirizaron a otro San Germán Obispo. De igual manera el once de octubre se recuerda a otro Santo Obispo con el mismo nombre. El día veintitrés del mismo mes de octubre padeció de igual modo el martirio otro Germán, hermano de San Servando, hijos los dos de San Marcelo Centurión, que fueron degollados en la Isla de Cádiz en una tierra que llaman “Besiano”. El cuerpo de este San Germán se encuentra en la Ciudad de Mérida. El treinta de octubre se hace referencia y mención de otro Santo Obispo con el mismo nombre que fue de la ciudad Capua. El tres de noviembre, por mandato de Decio, en la ciudad de Capadocia, junto a otros mártires, aparece el martirio de otro Germán. Un tres de noviembre, por mandato de Maximiano, en compañía de Teófilo Cesáreo y Vidal, nos encontramos el martirio de otro Germán del que hace referencia el Señor Cardenal Baronio en su Martirologio.

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El 19 de enero padeció el martirio en África una Santa de este nombre. Una de las nueve hijas que dio a luz en un parto Calsía, esposa de Lucio Catello Severo, en compañía de Paulo Geroncio, Januario, Saturnino, Sucesio, Julio, Caro y Pío. En el muy cristiano Reino de Francia florecieron dos santos Obispos y columnas de la fe católica. Los dos se llamaban Germán. Uno fue Obispo de la ciudad de París, Corte y Capital de aquel Reino. Este gran varón murió el veintiocho de mayo del año del nacimiento de Jesucristo del quinientos setenta y ocho. El otro, que es de quien tenemos que escribir su vida, era de la ciudad de Antisiodoro, cuyo nombre fue sustituido por el de Auxerre. Dicha ciudad se encuentra en el Ducado de Borgoña. Título este que hoy poseen los descendientes de la Real Sangre de aquel Reino. La Santa Iglesia de Toledo, Catedral Primada de las Españas, segunda de todo el mundo , pues no se reconoce otra primera que la del Sucesor de Jesucristo en Roma, recuerda y reza el día primero de octubre de un San Germán, Confesor y Obispo, cuya cabeza guarda en su Ochavo, entre las demás insignes reliquias que la devoción allí venera. He solicitado por todos los medios que me han sido posibles, valiéndome de personas de inteligencia a quien la Primada Iglesia había confiado el registro de papeles de su archivo, el saber qué Germán sea este de quien hace memoria y cuya cabeza tienen entre sus reliquias. Y habiendo hecho las mayores pesquisas no he encontrado más razón que la que da el Cuaderno Toledano que es el de rezarle por la antigua costumbre aprobada por Gregorio Decimotercero. Lo que me motiva a discurrir y creer que la cabeza del San Germán que tiene en su Ochavo es la de San Germán Obispo Antisiodorense mi Patrón. Y para que no se diga que es algo personal esta disertación y razón sólo de mi devoción, daré los motivos en los cuales me fundo para hacer tal afirmación. He buscado con cuidado los Santos que ha habido con este nombre y los que ha podido encontrar mi cuidadoso esmero. Son a los cuales ya he hecho referencia en esta introducción. De todos no he hallado alguno en el día que este se celebra. Y aunque es cierto que la muerte de este de quien escribo fue en Italia en la ciudad de Rábena el día treinta y uno de julio, habiendo ido a tratar sobre dependencia con el Emperador

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Constantino y su madre Plácida que a la sazón se hallaba en aquella ciudad (como se dirá en el progreso de su vida). Pero dejó ordenado que después que falleciese fuese llevado su cuerpo a depositarle en su iglesia de donde era Obispo, lo que de orden del Emperador se ejecutó con la mayor decencia, y el día que llegó su sagrado cuerpo a su iglesia, y el propio de su muerte fue el día primero de octubre, el mismo que la Santa Primada Iglesia de Toledo reza de su San Germán. Y siendo la práctica común rezar el día de la muerte de los Santos como el de su festividad, siendo el día del fallecimiento del nuestro el mismo en que la Santa Iglesia reza del suyo, y estando de acuerdo en la clase de Confesor y Obispo, y no habiendo este día otro santo de este nombre a quien poder atribuir este culto, parece verosímil que la cabeza que está en la Santa Primada Iglesia de Toledo,(Catedral Primada) sea la de San Germán, Obispo Antisiodorense, mi Patrón y de quien se reza este día por motivos del traslado de su cuerpo.

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Capilla de San Germán en la Parroquia de Santa María Magdalena de Escalonilla

CAPITULO II

NACIMIENTO, ORIGEN y

patria del Santo. Sus Estudios mayores y menores.

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Tuvo su feliz nacimiento nuestro Santo en la misma ciudad de Auxerre. ¡Dichosa patria que mereció tal hijo! Gocen de alegría, por esta hora feliz, Roma y todas las ciudades de la Tierra, de todos los tiempos, que por sello de sus heroicas acciones coronan sus armas. Que con haber tenido Auxerre un San Germán solo puede gloriarse de más grandes insignias. Que fue de esclarecida estirpe dicen todos los autores de su vida. Y si Aristóteles dice que del bueno es engendrado el bueno, y Cristo por boca de San Mateo que por los frutos se conoce al árbol que los produce, siendo tan grandes y tantos los de San Germán, nos manifiestan claramente lo elevado de su linaje. Cuando el cronista sagrado quiso referir la noble estirpe de Jacob sólo notó, como dice San Paulino, las gloriosas hazañas y soberanas virtudes de José, y habiendo de relacionar yo las del Santo, sería ocioso detenerme en referir cualidades de sus ascendientes, y más cuando su mayor gloria es ser de Germán sus padres. Los historiadores pasan en silencio el nombre de sus padres. No pensaron otra cosa que confesarles ser padres de tal hijo. Tal vez fue voluntad de Dios que como nacía para Obispo no se hiciese memoria de su familia. Dice San Pablo refiriéndose a Melquisedec, que ni tuvo padre ni madre ni genealogía, y San Anselmo refiere que había de ser Melquisedec norma de perfectos obispos, y estos han de vivir tan desunidos de carne y sangre que no pueda imaginar en ellos parentesco alguno la malicia. Criaronle, con el pudor correspondiente a su estado y calidad, dice de San Germán que fue desde niño muy inclinado a las letras. Las estudió con sumo cuidado, que unido con su aplicación y claro ingenio adelantó en poco tiempo lo que pudiera otro hacer en largos años. Aprendió en Francia las artes liberales e insuperable en ellas pasó a Roma a estudiar ambos derechos y salio en ellos tan perfecto que ejerció la abogacía con ponderación común de todo el Pueblo Romano siendo su ciencia la que acarreó las primeras consideraciones entre todos los de su ejercicio y las que sirvieron para su mayor progreso, siendo sus méritos y no el trato, los que le granjearon sus mayores inconvenientes.

CAPITULO III

TOMA EL SANTO ESTADO de matrimonio y le hace el Senado

Romano Gobernador de su Patria

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Habiendo decidido Germán tomar estado, eligió el del matrimonio y se casó con una señora noble, rica y virtuosa, que si los pertenecientes a la misma condición, según el derecho civil, gozan de un mismo privilegio, siéndolo la esposa del esposo, era preciso estuviese adornada de estas garantías para serle igual en méritos y merecerle por esposo. Las virtudes de Germán fueron tan notorias que le sirvieron de recomendaciones a sus ascensos, y conocidas dichas virtudes por los del Senado Romano le empezaron a confiar Gobiernos de aquella provincia (la que dominaban como otras muchas, como se dirá en el capítulo treinta y cinco) hasta encargarle el de su propia Patria. Se ocupaba Germán en la administración de justicia de aquella República y no menos en el ejercicio de la caza, en que casi diariamente se empleaba, y lo que pudiera servir de una diversión decente. Había en medio de la plaza de su pueblo un árbol muy hermoso. Podía ser un pino, como dice Pedro de Natálibus y Jacobo de Vorágine; o un peral, como escribe su historiador Constancio. De dicho árbol hacía colgar las astas y cabezas de las fieras que al envite y destreza de su brazo pagaban a la muerte su tributo. Era Obispo de aquella ciudad Amador, varón muy virtuoso, quien llamaba la atención a Germán y le reprochaba su sobrada ocupación y la vana ostentación que hacía de que la gente viera sus trofeos colgados de aquel árbol, expuestas a la publicidad aquellas astas como trofeos de sus mayores victorias, motivando con su vanidad algunas idolatrías. Y viendo que no servían de nada las piadosas observaciones que se le hacían con cariño de padre, le hizo las mismas pero con el rigor de Obispo y Prelado. Un día que estaba ausente Germán, el Obispo Amador mandó cortar el árbol y expulsar fuera de la ciudad aquellos bastardos frutos que de él colgaban. El árbol lo mandó quemar para que convertido en cenizas no quedase ni señal de lo que pudo ser instrumento contra Dios de alguna ofensa. Cuando Germán regresó a la ciudad y vio derribado el duro y afilado corte de aquella estatua fabricada a expensas de su loca vanagloria, se enfadó mucho contra el Obispo. Valeroso y disparado, alistaba gente para vengarse y quitar la vida temporal a quien a él le solicitaba la eterna. Pero cuando estaba Germán más confiado en sus enfados y rencores, discurriendo a su venganza medios, reveló Dios a San Amador como estaba cerca el día en que Dios le quería liberar de los trabajos y miserias de esta caduca y perecedera vida y llevarle a gozar de la eterna,

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y que era voluntad suya le sucediese en el cargo y dignidad Germán, su Gobernador. Que si la voz de un niño motivó a aclamar, de acuerdo con el pueblo, a San Ambrosio por Obispo de Milán, fueran las voces del cielo las que a Germán le aclamaran para Obispo de Auxerre.

Fresco de la Capilla donde aparece San Germán

en la Parroquia de Escalonilla

CAPITULO IV

SUCEDE A SAN AMADOR

en el Obispado, su milagrosa elección y admirable abstinencia.

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Quien vio a Pablo perseguir la Iglesia de Dios con tan ardiente arrogancia, que de no haberla defendido Dios Nuestro Señor parecía era capaz de arruinarla, y cuando más empeñado en sus estragos se le ve por tierra postrado a los pies de Ananías. No extrañará de Germán tan repentino cambio de vida. Amador reunió en la Iglesia al clero, la nobleza y el pueblo y les manifestó la revelación que el cielo le había hecho, y confesándoles su cercana muerte les dijo que para que en todo se cumpliera la voluntad de Dios que eligiesen en su lugar y por sucesor a Germán. Asombrado el pueblo con la manifestación del santo cerraron las puertas de la iglesia donde estaban reunidos y echando mano de Germán le presentaron a San Amador. No pudo Germán resistirse a la revelación divina ni a sus eficaces inspiraciones de cómo Dios trabaja secretamente los corazones como quien los tiene en su mano y los inclina donde su Grandeza le parece. Así, mudo el empedernido de Germán, parecía otro de más blanda carne y Dios dispuso su voluntad misteriosamente a una pronta obediencia y una resignación total. A un conocimiento verdadero para que caminase por el puerto seguro de sus divinos mandatos. Por que por más levemente que Dios da en esta vida las inspiraciones y llamamientos, da también todo lo suficiente para que el pecador salga de su culpa. Y Cayetano dice que no sólo da lo suficiente, aunque sea muy levemente, sino que en ella van implícitos cuatro especiales favores. El primero excita y alumbra al pecador que está en tinieblas por la culpa para que vea y busque su mal estado. El segundo, llamándole, le da la mano para que de ella se levante. El tercero le reprende como piadoso y amoroso padre. El cuarto le reprende y le representa la fea y aterradora cara del pecado. Y todo esto en un instante, en una pequeña inspiración. Bien se vio en el apremio y obediencia de Germán la comunicación de estos favores, a quien me parece oigo hacer suyas las palabras de Agustín al tiempo que se convierte. Luego que conocí, decía, que había sido redimido con el precioso tesoro de la sangre de mi Señor Jesucristo, condenó mi voluntad cuanto no fuese arreglado. Conoció Germán, como David, su pecado, y este conocimiento funda su esperanza, pues parece que el modo de proceder de Dios con el pecador es hacerle conocer su culpa. Así parece se lo dio a entender en aquellas palabras mezcladas con lágrimas y suspiros con que en Jerusalén pronosticó su forma de morir.

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Habiendo dicho de Acab, la suprema Grandeza, que no había habido un hombre mas malo en todo Israel, por una imperfecta penitencia que hizo (pues según el abulense procedía más de temor de la pena con que Elías le amenazaba que del perfecto amor o temor que a Dios le tuviere) la ensalza Dios tanto y encarece, que pide al Profeta que atienda y mire con cuidado su humildad. Pues cuánto sería el arrepentimiento de Germán, siendo perfecto, que por parte de Dios mereció mayores atenciones. Y si hizo Cabeza de la Iglesia y su Vicario (Pedro) a uno que niega le conoce, y a otro que fue un perseguidor de la Iglesia (Pablo) le hizo su apóstol. De un blasfemo un predicador, de un ladrón un poseedor del Paraíso, de una mujer pecadora (María Magdalena) su más fiel enamorada. ¿Por qué no iba ha hacer Dios de Germán un gran santo? Humillado a los pies de San Amador le cortó el pelo y quitándole sus ricas vestiduras seculares le vistió de clérigo obligándole a bajar el cuello y tomar sobre sí la pesada carga de la mitra que Dios le daba, procurando servirle en tan alto empleo con solícito cuidado. Entró Germán en la dignidad por la puerta por la cual debieran entrar todos. No siendo su menor gloria verse estimado y venerado en el suelo propio de su nacimiento, pues es condición muy vieja de los ojos no reconocer grandeza a quien registraron en pajas en la cuna. (Jesucristo). Después de fallecer San Amador fue bendecido y con dicha consagración cambió tanto su vida, que se vio claramente que la mano de Dios, que le escogió para tan gran dignidad, estaba siempre con él. En ese tiempo aún vivía su mujer, y desde aquel día la trató como hermana a la que mereció ser digna esposa de él. Las delicadas orlas de su ropa se cambiaron en ásperos cilicios, las ricas y preciosas galas en un hábito penitente. Las riquezas que antes servían para fiestas y diversiones se convirtieron en remedios para paliar las necesidades de los más pobres. Desde el día primero de su sacerdocio hasta el último de su vida nunca comió pan de trigo ni bebió vino nada más que por la Pascua de Navidad y Resurrección, y lo hacía por la solemnidad de estas fiestas echando unas gotas de vino en el agua. No se alimentó de otra cosa que de pan de

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cebada que él mismo elaboraba con sus propias manos. Sólo comía este pan una vez al día y por la tarde. Algunas veces se pasaba la semana entera sin probar nada o en todo caso un poco de ceniza que comía antes que el pan de cebada para que no se apartase de su memoria la frágil materia de la que habíamos sido formados y de lo pronto que se terminan las grandezas de este mundo. ¿A quién no deja sobrecogido tanta abstinencia y penitencia? No se puede mantener uno sin alimento tanto tiempo. ¿Qué diremos de este no comer nada de Germán? Sobre el ayuno de Moisés, hace San Pedro Crisólogo una llamada de atención muy singular. Dice que de tal suerte se desnudó Moisés del ser humano con el ayuno que llegó a transformarse en casi divino y a brillar con suprema luz aún viviendo en la materialidad del cuerpo humano. Singular forma de vida de Moisés y raro decir de Crisólogo, pero esto deja satisfecha nuestra admiración por el santo. Poseído Moisés de aquellas cualidades divinas que incluso participaba de la contemplación del mismo Dios, olvidándose por completo de lo confortable de una buena comida. Y así, la participación dulce de Dios en la voluntad de Moisés, que era alimentado del Espíritu, le transformó de corpóreo en glorioso y de las limitaciones de humano en manifestaciones de Dios. Pues, ¿por qué se abstenía Germán de las comidas de este mundo? Pues porque sencillamente Dios le regalaba las delicias celestiales. Y sustentado Germán de aquel divino alimento no sentía la necesidad de su cuerpo, quedando libre de lo terreno y caduco y transformado en celestial y divino.

CAPITULO V

SUS RIGUROSAS PENITENCIAS y profunda humildad, y fundación de

un Monasterio para su retiro.

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Nuestro santo San Germán fue muy entusiasta de la pobreza. De tal forma que la túnica y el hábito que una vez vestía no se los quitaba de su cuerpo hasta que de viejas se consumían o alguien le daba otra ropa por caridad. Siempre tenía puesto en su cuerpo un riguroso cilicio para estar continuamente haciendo penitencia. El mismo vestido que en el invierno servía para defenderse de los rigores del frío, de la nieve y las escarchas, le servía en el verano para mitigar los desmedidos calores de aquel tiempo. Su cama para descansar era siempre el suelo, que cubría de ceniza y de un penetrante y acerado cilicio sin nada más que un pobre cobertor que más que para otra cosa servía para ocultar su penitente cama y su castigado y mortificado cuerpo. No permitía tampoco ni una piedra de almohada donde reclinar la cabeza. Para resaltar lo penitente de Oc, Rey de Basan, la Sagrada Escritura hace mención de su cama. De la misma manera se puede medir la grandeza de San Germán por medio de su cama. Dormía siempre vestido y muy rara vez se quitaba el cíngulo y los zapatos. Era muy devoto de las reliquias de los santos, de tal forma que siempre tenía colgado al cuello un relicario. Su casa era un hospital general donde recibía con grandes demostraciones de cariño a los huéspedes sin excepción de clase social o condición a los cuales y con sus propias manos lavaba los pies y les daba espléndidamente de comer mientras él no probaba bocado. El mismísimo Rey Salomón tenía por costumbre retirarse cada día del bullicio de la Corte y de los que le acompañaban para tratar con Dios en la oración, y lo hacía yéndose a una quinta o casa de campo llamada Hetta, muy cercana a la ciudad donde vivía. Para Salomón era esta su más preferida habitación o retiro (según Josefo) mucho más que sus suntuosos palacios, pues allí el contemplar a su Dios era su mayor felicidad, debiendo todo el universo y penitencias morales de las cuales esta lleno el Libro de los Proverbios a estos momentos de soledad. Para imitar a Salomón edificó San Germán, cerca de su ciudad, a la otra parte del río Icauna, un suntuoso monasterio para que en los pocos ratos que le dejaban libres sus muchas ocupaciones poder descansar con Dios y buscar entre tanto afán y turbulento mar de sumisiones como le acarreaba el ser obispo, tranquilidad y seguro puerto a sus fatigas. El santo sabía que el retiro y la soledad ayudan mucho a mejorar en el camino de la virtud y en el ejercicio santo de la contemplación. El gran Basilio llamó al retiro “paraíso de deleites y lonja de contratación de negociantes del cielo”.

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Para que no nos admirásemos de las bellas revelaciones y escondidos misterios que manifestó Dios al evangelista San Juan en el Libro del Apocalipsis, nos dice el lugar donde le enseñó Dios su entendimiento. Fue en la Isla de Patmos, lugar remoto y quieto, dándonos a entender que el retiro es el mejor lugar para que se den las revelaciones y misterios divinos antes que en el bullicio de nuestro tiempo y la compañía de los humanos.

CAPITULO VI

HACE PARECER EL SANTO un dinero perdido, y expele un Demonio del cuerpo del que le

había hurtado.

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En tiempos de nuestro Santo San Germán había un hombre que se llamaba Januario y que trabajaba en la administración de un pueblo, estando a su cargo la recaudación de sus impuestos. Llevaba a su capital una parte de maravedíes de la recaudación de subsidios, los que por su poco cuidado, perdió por el camino, y aunque hizo para encontrarlos todo lo que pudo no le fue de beneficio nada. No había nada que humanamente pudiera hacer. Acudió con mucha fe a Germán de tal manera que estaba convencido de que él podría hallarlo como si a él mismo se lo hubiera entregado. Germán se lo dio con la misma fe con la que él se lo había pedido. Esto ocurrió un sábado, y no encontrando nada en toda la ciudad, pasados tres días, acudió Januario a Germán. Arrodillado a sus pies, lloró amargamente y le manifestó a Germán el problema que le ocasionaba la pérdida de los maravedíes, pues de encontrarlos dependía su vida. Germán le persuadió a la paciencia y a tener esperanza en su hallazgo. Al poco tiempo, antes de encontrar lo perdido, mandó el santo que llamasen a uno de aquellos en cuyo poder estaba el dinero y que había sido el autor del robo. Este vino a su presencia y Germán le incitó a su confesión examinándolo estrechamente, amenazándolo y diciéndole que no podía permanecer oculto tal delito. Y mandó al enemigo común (“que estaba apoderado del cuerpo de aquel mezquino autor de acciones semejantes, y muy práctico en ellas, como quien se ha ocupado en su ejercicio desde el principio del mundo, pues el primer hurto que en el mundo hubo le cometió una mujer, robando en el Paraíso su fruto a un árbol por consejo del Demonio. El más vil ladrón y más famoso que han admirado y admiran los siglos, fue el alevoso alumno, al que le incitó el Demonio, metiéndosele en su cuerpo”) que confesase la fe en el verdadero Dios que le creó, no negando su maldad y el pecado cometido. Conmovido el santo y llevado de su piadoso ardor, mandó procediesen contra el pernicioso, y saliendo a celebrar el sacrificio de la Santa Misa, antes de empezar, hizo un solemne saludo al Pueblo, y estando haciendo el saludo se quedó en un soberano arrobamiento. Y el infeliz del enemigo, a un tiempo reo y ejecutor de la justicia apareció suspenso en lo alto como rodeado de llamas sirviéndole de lazos lo peligroso de su delito. La gente que estaba en la iglesia quedó desconcertada a vista de tan horrendo espectáculo y se llenó toda de un excesivo susurro. En voz alta de forma ininteligible, invocó aquel infeliz el nombre del santo y confesó claramente su delito.

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Y volviendo el santo de su éxtasis se acercó al suplicio donde colgaba el delincuente y llamándole por su nombre averiguó lo sucedido, revelando y manifestando a todos lo ocurrido. De esta manera, en acción semejante, quedaron de manifiesto a un tiempo los méritos del santo y el soberano poder de Dios, recibiendo con este milagro el damnificado su dinero y el poseído del Demonio su deseada sanidad y quietud del cuerpo y del alma quedando libre del Demonio que tanto le atormentaba, y por la confesión y restitución de la culpa cometida. Aunque el santo había curado muchos antes de este lo hizo siempre en secreto y ocultando su nombre y el milagro, pero este fue tanto más famoso porque fue más público.

CAPITULO VII

LIBRA EL SANTO DE UN mal contagioso a sus súbditos untándoles

con aceite que bendijo.

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Cada día crecían y se extendían más por todas partes los méritos y virtudes de nuestro santo. Esto hacía que el enemigo común de todos, el demonio, se pusiera cada vez más nervioso. Dios Nuestro Señor dio licencias al Diablo para que como a Job tentase a su querido siervo Germán. Con este permiso se juntó todo el infierno y los demonios se valieron de cuantos medios y modos diabólicos se les ocurrieron para intentar derribar aquella fuerte columna de la Iglesia, aquel inexpugnable castillo de gracia. Todas las acechanzas del diablo fueron inútiles pues todo cuanto hacían le servía a Germán de fuerte muro en la constante defensa de su fe. Germán estaba adornado y poseído de las almenas de su ardiente caridad y le servía de baluarte su firmísima esperanza. De víveres y municiones su continuada abstinencia y rigurosos ayunos. De artillería sus ásperas penitencias. En fin, Germán, estaba coronado de preciosísimas virtudes. Viendo rechazados sus asaltos, resistidos con valor sus continuados avances, los demonios desistieron de su empresa y humillados y avergonzados volvieron las espaldas viendo que eran inútiles sus afanes y trabajos. Viendo los demonios que no podían utilizar su ira contra el Pastor solicitaron tomar venganza de él en sus ovejas. De esta forma ocasionaron en toda la ciudad una pestilente enfermedad que les afectaba a todos en la garganta. En tres días murieron innumerables personas de todas las edades y sexo. Germán acudió a Dios, que es la verdadera vida, para solicitar remedio a tantos males. Bendiciendo un poco de aceite, lo repartió y mandó que los afectados se untasen con él. Con este bendito óleo cesaron repentinamente las enfermedades y muertes que se daban por obra del Diablo como parece que se lo dijo al santo uno que sacó de el cuerpo de un miserable a un demonio. Esto lo permitió Dios así para mayor gloria suya, confusión y castigo de su Pueblo. Aunque Germán pudo valerse de otros medios para atajar aquella pestilente enfermedad, se valió de este para manifestar el seguro norte por donde Dios dirige sus acciones, que se representaban en el óleo. Con tales asistencias y soberana medicina es imposible que no se den los más felices sucesos. Entre voces de lástima y muchas lágrimas se quejaba el profeta rey de las muchas desgracias y muerte de su contrario Saúl y de los montes de Gelvoé que le sirvieron de sepulcro, pero sobre todas sus admiraciones la mayor fue la desgraciada caída de su escudo. ¿No es natural que si le

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faltan al soldado las fuerzas se caigan las armas de su brazo? Los instrumentos para la guerra son las manos vivas los que los mueven. Así, es verdad, responde el mismo David, pero advertid que aquel escudo estaba ungido con óleo. Esa fue la gran admiración del Profeta. A Germán le pasó lo mismo con la preciosa medicina de aquel óleo que hizo que cesaran las repentinas muertes de sus súbditos. Este valeroso campeón y celestial capitán de los soldados de la Iglesia militante tenía como único ejercicio visitar continuamente su iglesia y su amado monasterio siendo un auténtico ejemplo para cuantos deseaban iniciarse en el camino de la santidad y la perfección. Un día sus monjes le solicitaron su presencia más tiempo en el monasterio. Sus muchas ocupaciones hicieron que Germán excusase su presencia. Al poco tiempo de que el Abad recibiera el aviso de la disculpa de Germán para ir al monasterio, el santo se desembarazó de las muchas cosas que se lo impedían y vino a regocijar a sus hermanos con su deseada presencia. Estando a la rivera del caudaloso río que partía la ciudad y el monasterio, sin que le viera nadie, un hombre poseído del Demonio, que con frecuencia acudía al monasterio, empezó de repente a exclamar a voces que Germán estaba a las orillas del río y que no podía llegar al monasterio porque no había una barca para cruzarlo. El Abad del monasterio pensó que esto era un engaño del Demonio que se le dan muy bien las mentiras y no hizo caso de la noticia. El Demonio seguía repitiendo sus clamores a voz en grito insistiendo en que Germán allí se hallaba. Esto motivó, por medio de un hermano de la comunidad, que se cerciorasen de si era verdad o no. El hermano constató a Germán esperando que el monasterio le mandase una barca a las orillas de aquel río caudaloso. Dicho hermano le notificó al prelado diciéndole que el Demonio les decía la verdad. Azotando el agua con los remos solicitaba la barca en acelerados pasos su llegada. La presencia de Germán en el monasterio regocijó a todos los frailes como ocurría siempre que los visitaba. Apenas ocupó el monasterio la persona de Germán, le acompañaban sus monjes en oración todos de rodillas. Durante el momento de oración vieron al Demonio suspendido en el aire atado con nudos que parecían imposibles. El Demonio se mantuvo en esta situación todo el tiempo que duró la oración del santo y de los monjes. Terminada la oración mandó Germán al Demonio se ausentase de aquel cuerpo sin hacer daño alguno a su persona. El Demonio obedeció puntualmente su mandato dejando libre y sin causarle daño a quien había atormentado durante tanto

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tiempo, no dejando en él más vestigios de su ausencia que la de un pestilente olor característico del diablo. Aquel será el primero, dice Cristo por boca de San Mateo, el que hiciese y enseñase, y pone por circunstancia precisa para la enseñanza, el obrar primero. Sal de ese oscuro calabozo le dice a Lázaro Jesucristo, y ven a gozar de lo soberano de mi presencia, que tu amistad me cuesta muchas lágrimas. Tantas más que la muerte pueda causarte a ti dolores. Los sentimientos de Cristo fueron manifestados con muchas lágrimas. ¡Señor, si ha de resucitar tu amigo,¿por qué lloras? ¡Que discreto, como siempre, el gran Arzobispo de Rábena¡ ¿Llora Cristo, porque resucita a uno cuando los muertos son muchos mas, y le cuesta al Señor sentimientos personales el hacerlo por un amigo? Pues no hay más que abrir los sepulcros y que salgan todos a acompañar a Lázaro, pues tenéis todo el poder en vuestras manos Señor. Al tiempo que un ángel levantó la losa del sepulcro donde estuvo Jesucristo, aunque esta acción la refieren los Evangelistas, al tiempo en que Jesús expira, más es sentir de agustino, que aunque se abrieron el viernes los sepulcros, los muertos no resucitaron hasta el domingo, y que este domingo fueron muchos los que lo hicieron. ¿Cómo entonces resucitan tantos y cuesta tanto la resurrección de uno solo? Porque el día que estos resucitan, dio a los muertos ejemplo la Resurrección de Jesucristo, y cuando Lázaro lo hace le resucita Cristo con la fuerza de su sola palabra, y es tanto más la fuerza del ejemplo que el de las palabras. Que si por esta resucita Cristo a uno, son muchos los que con el ejemplo resucitan. El ejemplo que dio el santo a sus monjes fue el que les elevó a la perfección más alta y el que les hizo a ellos santos.

CAPITULO VIII

REDUCE EL SANTO UN idólatra a nuestra verdadera religión,

el que fue santo.

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Habiendo sido la conversión de Mamertito, que daba culto público a los falsos ídolos, a verdadero hijo de la Iglesia por medio de la revelación divina y la poderosa intercesión de nuestro santo, parece necesario, para la perfección de aquella obra, incluir aquí este milagro, siendo las palabras del mismo Mamertito las que a todos se nos pongan de manifiesto. Un monstruo espantoso en todo, por nombre Mamertito, a quien le faltaba uno de los dos ojos, precisamente el izquierdo, por no manejar mas que una mano y faltarle completamente la derecha, inclinado del todo pues no podía caminar derecho, y si tenía estas imperfecciones en el cuerpo eran incomparablemente mayores las de su alma, pues si de en su cuerpo le faltaba un ojo estaba ciego de los dos para darse cuenta de las resplandecientes luces de la religión católica. Tampoco tenía manos para acompañar la fe con sus obras. Era muy dado a la idolatría y adoración de falsos dioses soñando multiplicidad de ellos para adorarlos. En la imperfección era el primero, desaprovechado en todas sus costumbres y se dejaba llevar de su apetito, sin más leyes ni ataduras que los de su propio antojo. Mamertito atribuía a un castigo de sus falsos dioses el que le faltara un ojo y una mano. Yendo un día al templo adonde se adoraban los falsos dioses para ofrecerles en sus Aras incienso y sacrificios le salio al encuentro un sacerdote llamado Sabino y habiéndole comunicado la causa de su enfermedad le empezó hablar de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre y a persuadirle de que dejase la veneración a los demonios que eran los que el adoraba por dioses y que si quería lograr la verdadera salud acudiera a Germán, obispo de Antisiodoro de quien el era sacerdote. Desde un monte, llamado Marogene, el sacerdote Sabino le enseño el camino, y Mamertito emprendió al instante su viaje. Llego a donde estaban sepultados, San Amador obispo y otros santos. Era un día de tempestades y muy lluvioso, por eso se vio forzado a pasar allí la noche, sirviéndole de lecho la losa del sepulcro en el que yacía el cuerpo de San Concordio. Habiéndose dormido profundamente vio en sus sueños venir hacia él una maravillosa visión donde un venerable varón, que llamo a Concordio invitándole a que asistiese a una fiesta solemne que hacían los Santos peregrinos, y donde Amador, con otros obispos, a quien desde su sepulcro respondió Concordio disculpándose con el motivo de guardar a su huésped para que no le despedazasen las serpientes que allí había. Repitió por segunda vez su llamada y levantándose del sepulcro, Concordio tomo de la mano a Mamertito y lo llevo hacia él. Amador le pregunto quien era el que llevaba de la mano y Concordio le respondió que era su huésped. Este le mando desprenderse de tan soberana

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compañía diciéndole que sus imperfecciones le hacían indigna de ella. Postrado Mamertito a los pies de Amador, exclamaba: “Dios de los cristianos, a quien Germán sirve y venera, cuya santidad y obras tan grandes voy buscando, líbrame de este horroroso trabajo del que estoy amenazado”. Amador le mando que acudiese rápidamente a Germán y que ejecutase su mandato que en esto consistía el remedio a sus males. Despertó Mamertito de su sueño y se fue corriendo a donde estaba Germán. A sus pies arrodillados, el santo le dije que le contase la visión que había tenido. Se lo contó todo menos la visión del suceso de las serpientes. Germán le dijo: “¿no te pedí, refiriéndose a toda la visión, que me contases todo sin que guardases silencio de cosa alguna?, ¿Por qué no me has contado todo lo sucedido?, especialmente lo de las serpientes”. Viendo Mamertito que el santo lo sabia todo, solamente le dijo: “¿Qué te puedo contar a ti señor? Pues tú poses la manifestación divina de estas narraciones y sabes más de lo que puede expresar mi lengua”. Escuchada toda la narración caminaron juntos al sepulcro de San Concordio, y levantado la losa que la cubría, encontraron unas serpientes tan grande, que su longitud era de unos diez pies, a las que mando el santo se fuesen donde no pudiesen hacer daño. Frente a la pila del bautismo, pidió Mamertito a Germán el remedio se sus males, y habiéndole bautizado le dijo Mamertito a Germán:”señor, así como por medio de las aguas del bautismo lavaste mis culpas y sanaste las enfermedades de mi alma, de la misma manera te suplico restituyas mi ojo y mi brazo y les des la salud que necesitan”. El santo le dijo:” ¿crees que yo puedo hacer en ti lo que me pides?, a quien Mamertito respondió: “sí, creo señor, y por ello he venido a pedir de tu piedad mi remedio”. Oído esto, Germán le untó con aceite su ojo y su mano. Pues si este fue infeliz por tanto achaque, ahora será dichoso por haber encontrado en tan soberano medico, universal remedio para sus dolencias, pues habiendo tomado la cura por su cuenta, le restituyó, untándole de aceite el ojo que a su cuerpo le faltaba, quedando su ojo perfectamente, pero Germán fue mas lo que logro en el alma de Mamertito. Desvanecidas las tinieblas de sus culpas por medio del agua del bautismo se dieron en el los mas altos resplandores y para que su vista pudiera inducir a sus manos a que hicieran obras buenas, Germán también le restituyó la mano que le faltaba. Germán le dejó a Mamertito perfecto en las facciones de su cuerpo a la vez que adornó su alma de muchas virtudes, adelantándole tanto en la perfección, que si sus vicios le tuvieron en el mundo por comparación de lo mas malo, fue en el monasterio de Germán donde se hizo monje, siendo venerado como santo, e incluso dejaron a su cuidado la Abadía, siendo sucesor de Adólio, en el cargo de Abad, debiendo a nuestro santo

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el haber logrado grandes virtudes, las mismas que le colocaron en el cielo y en el catalogo de los santos cuya fiesta se celebra el día treinta de Marzo. San Juan Crisóstomo, dice que la grandeza de Cristo es un bien para nosotros. Colgado en el sagrado madero de la cruz no hizo ningún milagro de los que hacia ordinariamente, como resucitar muertos, dar la vista a los ciegos, pies a los cojos, sanar enfermos y tullidos. Y dice San Juan Crisóstomo, que para manifestar su divinidad y dar a entender su soberano poder no le hizo falta hacer milagros, porque hizo en la cruz un gran prodigio, cambiando el corazón de un incrédulo y enemigo de Dios en un verdadero amante suyo. El que era poseído del demonio, es ahora perfecto amigo de Dios. El asaltador de caminos, es ahora merecedor de Gloria. De tal manera que esta conversión divina dio realce a su poder. Pues, ¿qué diré de Germán viéndole hacer que Mamertito cambiase su obstinado corazón en un fiel amor a Jesús, que de idolatra, pasase a ser verdadero hijo de la Iglesia, resplandeciendo en ella por sus soberanas virtudes, coronándole por ellas con la diadema de santo? Pues aunque Germán no hubiera hecho en toda su vida otro milagro, solo por este, habría que declararle divino, pues esta acción es tan grande, que ni hay retórica que sea suficiente para pintarla ni elocuencia a quien no falten adjetivos para referirla.

CAPITULO IX

HACE EL SANTO UNA habitación habitable donde se oían ruidos

de cadenas y restituye la voz a unos gallos que no cantaban.

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Estaba el santo en lo riguroso del invierno en una población, muy cansado por lo penoso de sus viajes y los rigurosos ayunos a los que se sometía. Había allí una habitación que estaba casi derruida. Sus vestigios casi hacían irreconocible lo que había sido. El paso del tiempo la tenían tan maltratada y arruinada que parecía mejor quedarse en la calle expuesto al rigor de los temporales que meterse en aquella habitación, más cuando parece que dos ancianos venerables le habían dicho que aquel sitio donde quería refugiarse era inhabitable por estar infestado y oírse dentro de él ruidos de cadenas. El santo no se echó atrás por esta noticia y pidiendo las llaves entró dentro en compañía de se familia para pasar en aquel lugar la noche. Se metió en un precario aposento que, aún en medio de tanta ruina, se mantenía intacto y se hospedó en él como si fuese de un suntuoso palacio. Uno de los sacerdotes que le acompañaban se puso a rezar el oficio divino y desfallecido por el sueño se venció a él. Apenas se quedó dormido y se le apareció una espantosa sombra, que empezando por ser pequeña, creció tanto que se hizo más grande que el edificio entero. El sacerdote se despertó asustado y gritaba sin cesar a Germán que al instante mandó aquella horrible visión, en el nombre de Jesús, verdadero Dios y Hombre, que le dijese quien era , qué quería y qué hacía en aquel sitio. Dejando de ser tan grande y con humilde voz le dijo: “que él y un compañero suyo habían sido autores de muchos y enormes delitos y que yacían en aquel lugar sin ser sepultados, y que esta era la razón por la que inquietaban a los hombres sin poder estarse quietos. Le pidieron al santo que rezara por ellos para que por medio de su intercesión consiguieran el descanso eterno. El santo, movido por su súplica, mandó le enseñasen el lugar donde se encontraban. Tomó una vela y guiando por la sombra, la siguió hasta que le mostró en medio de aquellas ruinas el sitio donde era. Amaneció y llamó a los habitantes de aquel pueblo y les mandó cavar y hallaron dos cuerpos que estaban enterrados sin orden y atados de pies y manos por cuerdas las cuales les mandó quitar y amortajarlos. Les dio una sepultura decente consiguiendo con esto el descanso de los dos muertos. Aquel sitio quedó tranquilo desde aquel día sin que jamás se oyesen más ruidos de cadenas. También es digno de recordar lo que después de algunos días le pasó al santo en este mismo viajé.

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Se hospedó por necesidad en una humilde casa donde con mucho gusto le recibieron. Toda la noche, como era su costumbre, la pasó en oración, hasta que el sol salió nuevamente. El santo se dio cuenta de que aquella noche los gallos no habían cantado y sabiendo, porque los había visto, que en la casa había algunos de ellos. Averiguó la causa y supo que ya hacía mucho tiempo que los gallos no cantaban sin saber a que atribuir tanta tristeza. Todos le rogaron que pagara la posada de esa noche remediando el canto de los gallos. Tomó un poco de trigo en sus manos y lo bendijo. Los gallos lo comieron y se quitó el impedimento que tenían, volviendo a cantar como antes lo hacían y aún más, de tal forma que ahora los gallos molestaban a todo el pueblo, lo que causó a sus dueños una gran admiración. Para el juicio de los hombres parecía poca cosa la ejecución y repetición de este milagro de tan poca monta como el que lo gallos cantasen y cantasen más fuerte. Dios puede hacer de una cosa pequeña un instrumento para hacer una obra muy grande como pudo ser esta de hacer cantar a los gallos. Viendo Dios la obstinación del faraón y los astrólogos que llamó para que se opusiesen a los prodigios y milagros que Moisés y Arón hacían, no habiendo sido suficiente el haber visto una vara convertida en serpiente, las cristalinas aguas de los ríos convertirse en sangre, la tierra convertida en ranas, manda Dios a Arón que sacuda el polvo de la tierra en la vara, y a la ejecución de este mandato quedó la tierra convertida en ciempiés y mosquitos. Inmediatamente los astrólogos se dieron por vencidos y confesaron que esta maravilla era obra de la mano del Altísimo. Y no habiendo sido suficiente la ejecución de aquellos milagros, a los astrólogos les causa admiración y asombro la elaboración de una cosa tan pequeña como eran los mosquitos.

CAPITULO X

ES ENVIADO EL SANTO del Sumo Pontífice al Reino de

Inglaterra.

Se infectaron diferentes provincias con la herejía de Pelagio, y entre todas ellas especialmente la provincia de bretaña, hoy conocida con el

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nombre de Inglaterra. Cada día iba creciendo más y más aquel voraz incendio y se extendía por todo el reino costándole muchos disgustos a la Iglesia Católica. Dentro de la herejía se conservaban fieles, como fragantes rosas, muchos católicos que temerosos de que no se acabase de extender aquella infernal semilla acudieron al papa Celestino I que en ese momento ocupaba la silla de San Pedro, manifestándole el estado infeliz en el que se hallaba la autentica religión en aquel reino con la peligrosa doctrina de los pelagianos enemigos de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo. Le suplicaron al Papa que les enviase obreros para que con su trabajo arrancase la cizaña de tanto hereje y la separasen del verdadero trigo de la religión católica para que esta mala familia no ahogase el fértil fruto sembrado en el campo de la iglesia y regado con la sangre del Redentor por las preciosas fuentes de sus llagas. El papa escogió para esta importantísima empresa a nuestro a Germán que le acreditaban sabiduría y santidad suficiente. Germán obedeció el decreto del papa con mucho gusto y pidió al Concilio de los obispos de Francia le diesen otras personas que le acompañasen. Esto lo hizo por dos razones la primera porque no recayera sobre él todo el peso de tan gran empresa y la segunda por parecerse a lo que mando Cristo, según San Lucas, a sus discípulos mandándoles que fuesen a predicar de dos en dos para que el uno ayudase al otro como dice Orígenes o también para que fuesen símbolo del precepto del amor que esta cifrado en el amor de Dios y del prójimo como San Agustín y San Jerónimo. Le dieron por compañero a San Lupo, hombre muy santo, y obispo que era de Troya. Algunos autores no están de acuerdo sobre este nombre. San Próspero dice que fue el santo enviado del pontífice y también concuerdan con esto Constancio y el Venerable Beda que fue enviado del Concilio de los obispos de Francia. El señor cardenal Varonio dice que esta decisión fue confirmada por el pontífice y que les dio su autoridad para ejecutarla. Todos están de acuerdo en que fue Germán, que es lo que a mi realmente me importa, no faltando a lo sustancial he seguido lo que mas me conviene porque esta misión esta muy de acuerdo con el ardiente celo y obediencia mostrados por Germán. Circunstancias que le obligaron a no dilatar ni un día su partida, la que pusieron en ejecución. Todos los pueblos por los que pasaban salían a verles y reverenciar a aquellos dos santos obispos y venerables prelados. Llegaron a una aldea cerca de la ciudad de Paris, Porte del reino de Francia y todos sus habitantes salieron para agradecer el merecer que en su patria estuvieran aquellos varones apostólicos. Entre los que salieron se encontraban Severo y Gerencia, padres de una niña que se llamaba

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Genovesa (el Rvdo. Padre Fray Antonio de Yepes, cronista general de la orden del gran padre y patriarca San Benito dice que esta niña fue sobrina de nuestro santo Germán). La niña acompañaba a sus padres y Germán la vio desde lejos poniendo en ella sus ojos, sabiendo que aquella niña era singularmente escogida de Dios y que la quería para mujer consagrada. El santo pregunto quienes eran sus padres y acercándose a ellos les dijo cuanta debía ser su alegría en tener por hija a la que había de ser resplandor y amparo de su patria. Llevaron a la niña por especial encargo de Germán a la posada donde él se encontraba y con palabras mas de ángel que de hombre rogó a aquella jovencita a que configurase su vida con su dulce esposo Jesucristo, despreciando las cosas temporales y terrenas dejando cuanto este engañoso mundo fantásticamente nos ofrece, teniéndose siempre fija la vista en el cielo sin apartarla nunca la vista de el. Y entendiendo el santo que era voluntad de la niña consagrarse la dio en señal de su pertenencia a Dios una cruz que como si fuese una joya preciosa la llevase siempre colgando de su cuello. Dejo el santo muy encomendada a sus padres esta niña, la que con los años creció tanto en virtud que Dios la premio colocándola en la gloria y en el catalogo de los santos haciéndola protectora y patrona de la ciudad de Paris donde se venera y se celebra el día 3 de enero. Dice Dios Nuestro Señor por boca del profeta Isaías que cuando se quieran tener conocimientos del futuro se a de consultar al mismo Dios y no ha otro, porque solo la sabiduría infinita de Dios nos podrá sacar de la duda. El angélico doctor Tomas de Aquino, les disputa a los ángeles este privilegio, y preguntado en la cuestión del 57 de la primera parte en el articulo III si los ángeles conocen los futuros designios resuelve el santo diciendo que no. Fundado en esta razón que es clara señal de la naturaleza divina podemos afirmar que la ciencia de Germán no es superior al de los Serafines pero fue el instrumento por el que Dios manifestó en esta ocasión su voluntad. A lo largo de este viaje Germán continúo sus maravillas despertando con sus milagros una mayor veneración por parte de todos pues en el camino, antes de entrar en Inglaterra, en diferentes partes devolvió la vida a tres muertos.

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Pintura mural de la Capilla de San Germán

CAPITULO XI

EMBARCACIÓN DE LOS santos, y su feliz arribo a

Inglaterra.

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Se embarcaron los dos santos obispos para ir a dar cumplimento a sus encargo por parte del Papa, pero el demonio que tenia presentes los graves daños que de este viaje se iban a seguir, intento impedírselo y levanto en el mar una gran tempestad que embravecía cada vez mas las olas que eran tan grandes que sobrepasaban la altura de los barcos intentando hundirlos en el fondo del mar. Germán, no con menos fe que la de Pedro, no se altero porque bendiciendo un poco de aceite, medicina universal para todos los achaques lo hecho al mar y repentinamente se calmo el viento y se sosegaron sus espumas. Nuestro Señor Jesucristo había hecho aquí en la tierra tantos y tan extraordinarios milagros que aunque la naturaleza no terminaba de admiradle viendo sus leyes continuamente superadas haciendo Jesus tales maravillas los hombres no acaban de persuadirse de que eran Jesús, Cristo y Dios. Y para quitar toda duda se retiro al mar en una embarcación y estando en dicha barca se nublo el cielo y azoto furioso el viento en el mar. La nave daba tumbos con la fuerza de una gran borrasca, y en medio de tan gran tempestad el Señor dormía placidamente. Nerviosos los discípulos, recuren a su maestro y le despiertan del sueño y este manda a los vientos que cesen y a las olas que se calmen y obedeciendo quedo todo en una quieta tranquilidad. En esta ocasión ya le reconocen omnipotente y le aclaman como grande y poderoso. Muchos fueron los prodigios de santo en este viaje, mas viendo al mar obedecerle todos se admiraban preguntándose unos a otros quien era este a quien el mar y el viento obedecían. Desembarcaron los dos santo obispos en aquel reino y en sus riveras les esperaban multitud de gente de diferentes partes que habían venido atraídos por lo que se decía de ellos. Que diferentes hombres poseídos del demonio habían manifestado muy a su pesar que les habían vencido en el mar en aquella horrible tempestad. Apenas pusieron sus pies en aquel reino empezaron a esgrimir las armas de su predicación contra los que ciegos habían abrazado los errores de su compatriota Pelagio, y empezaron a resonar los ecos de aquellas sonoras trompetas evangélicas en todos sus habitantes que penetraban en los mas empedernidos corazones de quien les escuchaban, casi de la misma manera con que las trompetas de Jericó hicieron que Josué venciera. Los dos santos obispos con su forma maravillosa de obrar derivaron los fuertes muros de los herejes y consiguieron en aquel reino un excelente fruto para la Iglesia Católica.

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Estandarte de San Germán

CAPITULO XII

PREDICACION DEL SANTO en Inglaterra

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Continuaba el santo su predicación en el reino de Inglaterra cuando en una población grande en medio de su mejor exposición una persona constituida en dignidad acompañado de su mujer y una hija de 10 años de edad ciega de nacimiento fue presentada al santo por medio de los sacerdotes y recomendación de los contrarios de nuestra religión solicitando remedio para su ceguera. Llego a los pies del santo y todos esperaban impacientes el suceso, aunque por distinto fines. Los católicos para que el milagro sirviese de medicación a sus deseos, y los herejes para que no pudiéndolo realizar no se apreciase tanto su doctrina. Elevo el santo su corazón a Dios y lleno del Espíritu Santo invocando a la Santísima Trinidad hecho mano a un bolsa en la que guardaba las reliquias que colgaban de su cuello y en presencia de todos las puso en los ojos de la niña desvaneciendo instantáneamente las tinieblas de su vista quedando libre para poder decir lo que a ella le estaba sucediendo a la vez que con este milagro dio luz a muchos que ciegos con sus errores recibieron la luz de la verdadera religión. El santo acompañado de numerosas personas fue a dar gracias a Dios por tantos beneficios al sepulcro de San Albano mártir y tomando un poco de tierra del sitio donde fue martirizado apretándolo entre sus manos hizo que de la tierra brotase la sangre que en ella vertió este invicto mártir a manos de la crueldad más inhumana. San Juan Crisóstomo dice que al Señor le seguían dos grupos de personas unos sabios y otros necios. Los necios dice el evangelista San Juan, le seguían porque veían los milagros que hacia. Los sabios, dice San Mateo, le seguían porque se admiraban de su doctrina. Esto mismo le sucedía a Germán en su predicación en este reino pues con estos y otros muchos milagros que hizo su apostólica predicación y continuadas disputas con los herejes, convirtió e hizo callar a todo genero de personas sin que nadie encontrara replicas a tal eficaces argumentos y tan estupendos milagros. Confundidos con tan soberana doctrina se acreditaron de gente docta quedando con el temor y conocimiento de Dios instruidos en la verdadera sabiduría. Los católicos respiraron con la extensión de la fe y la conversión de su reino. Nuestro santo fue verdadera luz del mundo que no se limito a las fronteras de su obispado sino que su doctrina fue expandida por multitud de provincias sacando con sus reflejos de la oscura noche de la infidelidad reinos enteros. Germán es como el río del paraíso muy celebrado en la escritura sagrada porque no solo emplea sus cristalinas aguas en su propia tierra sino que como dice Oleatro, las repartía también por las ajenas. Todos celebran el caudaloso río de la elocuencia de Germán pues sus soberanas aguas no se convertían solo en beneficio de sus propias tierras sino que regando con su soberana doctrina las tierras extrañas daban copiosos y abundantes frutos a la Iglesia.

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Ya es muy antiguo en la Divina Providencia dar remedio a los peligros que se ofrecen a su iglesia dando en tiempo de necesidad valerosos y esforzados héroes que la defiendan de sus mayores enemigos. Creían los Caldeos que era un planeta el que impedía y violentaba las voluntades humanas con sus influencias. Dios envía a este mundo a Abraham quien con una sagrada filosofía manifiesta a los hombres que libre el que los gobierna. De igual manera envió Dios al mundo a Moisés el cual con su sabiduría destruye las falacias del escaso saber de los egipcios. Un Samuel que se opone a los errores de Israel. Elías, a los de Acab. Y en tiempos de Arrio como nos recuerda San Gregorio Niseno, envió un Basilio a destruir a Arrio y a Juliano el apostata. Para refutar las herejías de Pelagio envía Dios a Germán, que con su soberana doctrina destruye en Inglaterra los aparentes silogismos de su diabólica enseñanza.

CAPITULO XIII

EMPRENDIOSE FUEGO EN una casa contigua en donde estaba el

santo y consumió algunas sin tocar donde estaba el santo

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enfermo.

El enemigo común de las almas viendo que perdía muchas, a solicitud y presteza del santo, estaba como un león rabioso, discurriendo cómo despedazar y detener este enemigo suyo y de quien tanto daño recibía. Viendo que no lo había podido conseguir con levantar tormentas en los mares, grandes enfermedades en su obispado, sugestiones y asaltos tan continuos, inventó el demonio una lucha a brazo partido con el santo y ayudado de sus infernales furias le hirió en un pie muy gravemente, y rompiendo el capitel de una columna, cayó toda ella al suelo y no pudiendo moverse le fue obligatorio que permaneciese en el suelo echado. Se prendió fuego en una casa limítrofe donde estaba el santo y ayudado con el aire que hacia aumentaron sus voraces llamas que inmediatamente hicieron arder sus techumbres reduciendo a cenizas todo el edificio. Era mucha la gente que acudía a liberar de este peligro al santo pero con la seguridad que en el Señor tenía no hacía ningún esfuerzo por levantarse del suelo. Era tal su confianza en Dios que fue el mismo Dios quien ordenó que no llegase el fuego a donde estaba el santo siendo todo cuanto alrededor había destrozado por las llamas. Salomón decía, tratando del elemento de las llamas: “esta criatura, Señor del fuego, ocupada en tu servicio, se embravece encendiéndose para abrasar a los malos pero se ablanda y trata con cariño a los justos que en ti confían”. Así le sucedió a nuestro santo, pues con la confianza que en Dios tenía no sólo no le tocó el fuego, sino que ni le molestaron los humos. Parece que el fuego sabe como ha de tratar a cada uno conociendo a todos, pues abrasó a los ministros de Nabuco, que atizaban el horno y echaban a los niños dentro, pero a los niños los deshizo de los lazos con los que los aprisionaron. Este fue un extraño milagro y suficiente para que el tirano por siervos de Dios los reconociera. ¿Que diremos de Germán viéndole metido entre tanto fuego, manteniéndose entre ello sin que sus llamas le asustasen? Pareciera que Germán con su constancia ejerció un gran dominio sobre las llamas que parece que incluso excede los limites de lo humano tocando el limite de lo divino. Dios se apareció a Moisés en la zarza tantas veces repetida, llamando desde ella al pastor para encargarle la libertad de su pueblo porque obligado de sus promesas venia a dar fin a tantos trabajos. Moisés dudó

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de lo que veían sus ojos y Dios le aseguró que no era ilusión lo que veía sino una gran verdad, y para que no le asustasen la realización de este milagro le libró Dios de los peligros y comenzó él mismo a obrar estupendos milagros. La vara de Moisés se convierte en serpiente pero Moisés aun no llegaba a estar convencido. Su mano derecha se vio poseída por la lepra y repentinamente se ve libre de ella misma. Aun así Moisés no acaba de sacudir sus miedos ni de aquietar sus escrúpulos, pero para desterrar toda duda le da Dios por señal la zarza (según opinión de Lyra) para que con la zarza pudiera manifestar que quien la veía gozaba de omnipotencia. Si Moisés ve algo tan grande como convertirse la vara en serpiente, reducirse la serpiente en vara y aún así no llega a comprender, Dios hace que la zarza arda y no se queme. Dice Basilio el de Seleucia que “¿no se enfurece la llama ardiendo para deshacer aquella débil planta?” “¿y cuántas más grandes son sus iras, más las frena el que esta en la zarza?”. Este es un argumento tan evidente y divino que cuando Moisés no cree otros prodigios, con este no podrá dudar de su omnipotencia.

CAPITULO XIV

BAXA UN ANGEL A LIBRARLE del accidente que padece

en un pie.

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Permanecía en el santo su accidente y se mantenía en el mismo sitio y acudían, como si fuera otra piscina de Siloé, en donde estaba tumbado el santo, innumerables enfermos de alma y cuerpo. Si en la piscina de Jerusalén lograban curarse sólo los que primero se metían en sus movidas aguas, en esta de Germán salía el último tan beneficiado como el primero, logrando el ciego la deseada luz para su vista, el sordo la restitución de sus oídos, el manco la agilidad de sus manos, el cojo el beneficio de sus pies, el enfermo recobraba su salud, el leproso quedaba limpio, y en gracia el que la había perdido por culpa del pecado, dando del cielo una medicina a todos, según la necesidad que tenia cada uno sin que Germán quisiera tomar ninguna para su pie, hasta que fue enviado de Dios un ángel vestido con una ropa tan blanca que excedía el blancor de la nieve. Tomándole de la mano le dijo el ángel que se levantase y se sujetase firmemente en sus pies quedando Germán sano desde ese instante. Ignoro que le traerían los ángeles en sus manos para que no se lastimase su pie. Eusebio de Cesárea dice que debe entenderse esto a semejanza de Cristo a quien los ángeles servían como a su Señor. Pero en Cristo no hubo riesgo de caer ni siquiera atisbo de tropezar. Germán se hallaba en el duro suelo sin poder mover los pies aunque sin lastimárselos mucho. Al igual que el vaticinio de David debe entenderse de Germán, a quien el ángel toma en sus manos para que sus pies no se lastimen y recobre su perfecta salud. Esta fue la ambición de aquel amotinado serafín que quiso, parecerse a Dios no en la deidad que era el Demonio, pero si en que le sirviesen de trono los mismo serafines. Así se debe entender, según Jerónimo, el querer elevar sobre el cielo su trono, pues es Luzbel un desvanecido loco en apetecer que los espíritus sirvan a sus pies de trono. Porque servirse para trono de los pies de los ángeles es una grandeza que sólo en justicia le corresponde a Cristo y a Germán por pura gracia, pasando sus privilegios todas las líneas de lo humano. Y si Germán no es divino, por ser criatura humana tiene la similitud con Dios al que los serafines sirven.

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Columna de piedra de granito

en el interior del templo de Escalonilla

CAPITULO XV

LIBRA EL SANTO A LOS ingleses del exercito de los

saxones.

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El santo ya había quedado bien del accidente de su pie y se había librado de la gente que le acompañaba. Se disponía a regresar a su Obispado en los tiempos en que los Sajones y Pictones, gente bárbara y feroz, entraban en aquel reino con un ejercito formidable para destruir el reino entero. Acudieron los ingleses a Germán para pedirle consejo y consuelo. Mandó el santo que se alistasen en todo el país toda la gente que pudiera, y formando un pequeño escuadrón hizo que se pusiesen en formación de batalla y haciendo cara al enemigo comandó el santo aquel ejército sirviéndole a los inglese de caudillo. Al son del tambor y la corneta se acercaba un ejército al otro. Era el día en el que la Iglesia celebraba la Resurrección de la Pascua. Al mismo tiempo en que empezó la batalla, el santo, en voz alta entonó el Aleluya repitiendo lo mismo sus secuaces e invocando tres veces el Nombre del Señor de los ejércitos. Sin luchar ni necesitar de las armas desbarataron completamente al ejército contrario debiéndose al santo esta milagrosa victoria, la que veo propiamente dibujada en la Sagrada Escritura. Valiente el rey Jofaphá, cercado por todas partes de valientes combatientes y poderosos enemigos, con muy pocas fuerzas para combatirles, parecía imposible no poder rendirse a su poder y así lo confesaba en la oración que a Dios le hacia. Entre tanta tribulación le dio un levita, inspirado de Dios, este remedio. Que pusiese su confianza sólo en las alabanzas de Dios. Aceptó el rey este consejo y mandó al pueblo llevasen ante él todos los cantores del Señor y que en afines voces solamente entonasen este canto: “confesad, confesad al Señor”. Apenas ejecutaron los cantores lo mandado por el rey, sus contrarios trabaron entre si una sangrienta batalla de tal modo que quedaron destruidos entre ellos mismo. Como los Sajones lo quedaron a la repetición y suave melodía con que entono Germán el Aleluya infundiéndoles tanto temor como aquellos judíos a los que se refiere el capitulo 26 del libro del Levítico en donde sólo una hoja seca fue suficiente para acobardar a un ejercito entero, que huyendo y sin orden fueron instrumento de sus propia desolación, atropellándose unos a otros, enemigos de si mismos, siendo su propia confusión el arma más ofensiva de la que se valió el Señor de los ejércitos.

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Ejercito representado en las pinturas murales de la Capilla de San Germán en la Parroquia de Escalonilla

CAPITULO XVI

HURTAN AL SANTO EL

jumento en que andaba y no pudo moverse con el

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agresor. Los muchos años, el continuado ayuno, las noches sin dormir y ásperas penitencias con que habitualmente maltrataba su cuerpo, le tenían ya a nuestro santo en un estado en el que necesitaba de ayuda para tantos y tan penosos viajes como hacia ocasionados por el ardiente y fervoroso celo de su fe. No pensó en carrozas, sillas o coches ni otras inventivas que sueña la vanidad humana. Aun cuando era consiente de lo bueno del progreso y reconociendo el invento del Arcadia Carmenta, inventora de carrozas, él no la quiso usar. No pretendía otra cosas que encontrar algo que le ayudase en su necesidad y para ello eligió un humilde borrico, la vestía mas abatida de cuantas creó Dios para el servicio de los hombres. Aunque caminaba sin ostentación y grandeza, la gente se atropellaba para verle saliendo a los caminos y a los pueblos por donde pasaba, queriendo cada uno ser el primero en ser mirado por Germán. Celestino IV, Papa, no dejó de ponerse la Tiara, aunque escogió para el triunfo de su coronación ir a caballo porque era un animal humilde de carga. Tampoco Germán se preocupaba por entrar en los pueblos subido a lomos de un borrico, imitando de esta forma la entrada del Señor en Jerusalén, recibiéndole en todas partes con las mismas demostraciones y aclamaciones que a Jesús y repitiendo una y mil veces: ”sea bendito el que viene en el nombre del Señor”. Entre la multitud que le seguía una noche se agregó uno que vestía muy mal y que era verdaderamente pobre aunque no tan pobre porque a su desnudez le acompañaba su mala conciencia de ser dueño de los ajeno. Cuando se encontraba cansada la comitiva y dormían un rato robó al santo su borrico, que era imprescindible para las piernas cansadas de Germán. Queriéndose llevar el borrico no pudo dar ni un paso su malicia y cuanto más intentaba apartarse, tenía más dificultad para que el burro caminase. Reconoció su error el desdichado y poniéndose de rodillas delante del santo confesó humildemente su culpa. Cuando esperaba una severa bronca por su delito sólo oyó las siguientes palabras del santo: “si yo, cuando te vi ayer desnudo, te hubiera vestido no tendrías ahora ninguna necesidad de tomar lo ajeno para remediarte”. Palabras dignas de tan perfecto obispo.

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Acompañó estas palabras con las obras, remediando la necesidad de aquel pobre. Esto es necesario y muy eficaz para entender la doctrina, pues la caridad convence más que todos los argumentos y elocuencia. No se sabe que quisieran hacer rey a Jesucristo hasta que en el desierto le vieron repartir tantas limosnas. Aquel día se granjeó los aprecios mayores, porque el dar con abundancia consigue entre los hombres la veneración suprema. Colgado de tres clavos en el Madero Santo de la Cruz, estaba Cristo Nuestro Señor consumando la redención del universo. Pretendieron los judíos que quitase Pilatos el letrero de la Cruz que en su cabeza tenia y en donde le nombraban rey de los judíos. Pues si en el desierto rey le aclaman ¿como es que ahora quieren que ni ese nombre sea escrito? Sencillamente porque en el desierto le vieron rico y en el Calvario desnudo entre dos ladrones no teniendo, a su parecer, ninguna cosa que darles, y esto era suficiente para que ni el nombre de Rey le permitiesen.

CAPITULO XVII

CON EL CONTACTO DE

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una sabana que había tocado al santo se liberto uno

del demonio que estaba de el apoderado.

Había en un pueblo llamado Asiliense cierto sacerdote que se llamaba Senador, de ilustre familia y de conocida santidad. Tenía por mujer a Nestoriana que era exactamente igual en todo a su esposo. (“No cause extrañeza que estuviese siendo sacerdote casado, que en España también se casarón los presbíteros desde el tiempo de Utiliza hasta el de Fruela, hijo de Don Alonso”). Tenían estos por costumbre muy antigua recoger todos los pasajeros de cualquier jerarquía y cuanto mayor era la dignidad de la persona mas sencillo y humilde era el hospedaje. Hospedaron en su casa una noche al santo, y aquella insigne mujer, viendo honrada su casa con tal huésped le preparó, sin que su marido lo supiera, una formidable cama para su descanso al santo, y aunque no lo tenia por costumbre quiso Germán con su contacto honrar la cama acostándose en ella aquella noche y pasándola como acostumbraba en oración hasta que llegara el día. Se despidió el santo para proseguir su camino dejando a toda la familia muy contenta por haber merecido hospedarse en su casa. Estaba el demonio apoderado de un hombre que se llamaba Agrestio, con mujer, hijos y mucha familia. Su patrón sentía mucho su desgracia y mucho más la ausencia de Germán, tanto que se pasaban el día llorando porque del santo esperaban el remedio. Convencidos de no volver a verle Nestoriana les ofreció un muy eficaz remedio para su cura y envolviendo a aquel hombre en una sábana de la cama donde Germán se acostó, le tuvieron así toda la noche sin dejar de invocar su santo nombre. Aunque estaba ausente su persona, quedó en la sábana la virtud de Germán como si estuviera presente y expulsó de su cuerpo al enemigo que era el Diablo. Leyendo la Sagrada Escritura encuentro en ella a tres jóvenes resucitados. A uno le da la vida Elías a otro se la da Eliseo y el tercero es resucitado por Jesucristo, pero con grandes diferencias. Elías resucita al suyo encontrándose con el muchacho tres veces. Elisio encontrándose dos. Cristo da vida al suyo tocando el ataúd una sola vez. ¿En que consiste esta diferencia? En que estas acciones son índices de los espíritus. Como Elías no tiene más que un espíritu es necesario que se encuentre con el muchacho tres veces. Como Eliseo tiene el espíritu doblado con que se encuentre dos basta. Como Cristo tiene mas espíritu

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que los dos, le sobra al primer contacto. Pues si así se tiene que medir el espíritu ¿Qué diremos del de Germán? Pues expulsa el demonio de aquel miserable no tocándole, sino con que aquel hombre tocase lo que al santo había tocado. Es decir, la sábana donde Germán había dormido.

Pintura mural de la Capilla de San Germán

Parroquia de Escalonilla

CAPITULO XVIII

REFIERENSE DIFERENTES milagros obrados en la ciudad de

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León de Francia.

El santo deseaba ir a la ciudad de Arelato, y en compañía de Arario pasó por la ciudad de León en Francia en donde fue tanta la gente que salió a recibirle de todas las edades y sexos, que se atropellaban unos a otros pidiendo su bendición y desando llegar a tocar las sagradas vestiduras de Germán. Siendo tanta gente la que se agolpaba muchos se contentaban solamente con verle, esperando que con la sola mirada de Germán tuvieran remedios sus males. El santo repartía su bendición muy gustoso, y con sólo bendecidlos sanaron muchos de varias enfermedades, aunque recibían la bendición a muy larga distancia. Diez hombres poseídos del contagioso mal de la lepra salieron al encuentro de Cristo deseosos de sanar, aunque no manifestaban el deseo de ser sanados porque se mantenían muy retirados y lejos de Jesucristo, tanto que necesitaban dar gritos para que su suplica se oyese. ¡Acelerar los pasos si deseáis vuestra salud, corred ligeros a lograr el contacto de las sagradas manos de Jesús que están hechas para conseguir siempre la victoria sobre la enfermedad. Y si al principio caminabais en las alas de vuestros deseos, sedientos de la salud que pretendíais ¿Por qué suspendéis ahora esos importantes vuelos?. Los detiene lo elevado de su fe, adulando a su mayor confianza pues si otros consiguieron la salud por el contacto de sus manos estos la esperaban sólo con ver a Jesús. Lejos nos retira de la presencia de Cristo nuestro sentimiento pero es la virtud del maestro la que vencerá aunque sea en las más largas distancias porque, obrar en las cercanías puede hacerlo cualquiera, pero vencer en la distancia y dar salud con la sola presencia está reservado únicamente a Jesucristo y a las especiales virtudes de Germán! Toda la ciudad gozaba de sus sermones y aunque fue por poco tiempo regó aquel pueblo sediento con las aguas cristalinas de su soberana doctrina. Dice su historiador Constancio que excedía las fuerzas de hombre cuanto hizo Germán. De igual modo nos recuerda que parece imposible hacer tantos milagros, incluso pudieran parecer falsos, si no fuera porque en Germán se daba una gran fe y muchos meritos.

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Llegó el santo a Arelato donde fue recibido con mucha fiesta religiosa, como un barón apostólico. Habló en aquel tiempo Hilario, adornado de todas las virtudes y siendo en la predicación un obrero incansable, un Elías en la fe, quien veneraba a Germán como padre y pontífice y le reverenciaba como a un apóstol.

CAPITULO XIX

REFIERENSE DIFERENTES milagros del santo y la resurrección

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de un discípulo que se le murió en el camino de Inglaterra.

El Gobernador de una ciudad en el reino de Francia deseaba con muchas ganas conocer al santo por las muchas noticias que tenia de sus insignes virtudes. Se hallaba su mujer con la penosa enfermedad de unas perniciosas cuartanas desde hacia mucho tiempo. Dio la casualidad de que escuchara a Germán y le viera. Le ofreció a Germán muchos dones y pedía con mucha fe se dignase a aceptarlos. Estando allí lejos de su esposa le llego la noticia de que esta estaba enferma y el Gobernador y el santo fueron a visitarla. Desde aquel momento se la quitó la fiebre y la pena de sus cuartanas rehabilitándola enteramente a su antiguo estado de salud del que gozaba antes, pactando a un tiempo con Germán que si mejoraba de su enfermedad cambiaria con creces su alma. Continuando el santo en su predicación llego a la Villa de Bribatense en donde estaba sepultado el cuerpo de San Julián Mártir. La gente estaba apenada y desconsolada porque no sabían el día en que debían festejar el sangrado martirio de San Julián. Rogaron al santo se lo dijese y contestando que lo ignoraba les pidió que rogasen a Dios como él mismo lo haría y que de esta manera pudiera ser que Dios se lo rebelase. Llegó la noche, la que pasó el santo como lo tenía por costumbre en oración, y por la mañana convocó a los más importantes del pueblo y les preguntó si Dios les había manifestado algo sobre la fiesta de San Julián. Le respondieron que no habían sido merecedores de tanta dicha y Germán les dijo cómo a él sí se le había revelado milagrosamente el día en que fue martirizado, siendo el día quinto de las Calendas del mes séptimo que corresponde hoy al mes de septiembre. Porque los antiguos sólo tenían el año de diez meses con 304 días y por inspiración de Rómulo llamaban marzo al primero para honrar de esta forma a Marte por cuyo hijo se tenía. Después Numa Pompilio, rey de Roma, añadió al año dos meses y puso al primero enero como hoy lo tenemos, en honor de Jano. De esta forma el día de su sagrado martirio fue el 28 de agosto, y en este nos le pone el Martirologio Romano. Desde aquel día dieron principio a la celebridad del santo en su día propio por la manifestación de San Germán. Cuando el santo iba de camino al reino de Inglaterra se puso enfermo un discípulo suyo que le acompañaba y como Germán tenia tanta necesidad de este viaje y tanta prisa, no pudo detenerse para asistirle porque eran más urgentes y peligrosas que la suya las enfermedades que él iba a curar. Puso a su cuidado a uno del pueblo en el que estaba, pero el

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hombre se agravó mucho más, terminando por morirse. Volvió por allí el santo y en presencia de quien le acompañaba entró a donde estaba sepultado y mandando abrir el sepulcro en el que estaba, llamándole por su propio nombre se levantó obediente al mandato del santo. Germán le preguntó que si quería volver a acompañarle y continuar viviendo en este mundo, pero él que estaba ya en el reino de los cielos agradeció al santo su oferta. Todos estaban admirados y confundidos, y esperaban el final de este suceso. El santo dándole su bendición, volvió a quedar su cuerpo por segunda vez cadáver y sujeto al imperio de la muerte, regresándole gustosamente otra vez a su sepulcro. Me motiva esto a hacer una reflexión, un reparo de la bien templada lira de la Iglesia sobre el capitulo 11 del evangelio de San Juan. Las hermanas de Lázaro avisan a Jesucristo de la enfermedad que este padece y la respuesta del Señor fue que aquella enfermedad no era de muerte sino para gloria del Padre, y para que su Hijo fuera glorificado. El evangelista San Juan nos hace caer en la cuenta de que no solo con este milagro será glorificado el padre sino que añade lo será también su hijo. En la resurrección de Lázaro, después de cuatro días muerto se nos da a entender la perfecta imagen del Padre y esto se ve en que en el milagro no solo se nos daría a conocer la virtud omnipotente del Padre sino también la que Cristo tenia como hijo verdadero suyo para poder realizarlo. Pues si Cristo ostenta la verdadera imagen de su Padre, cuando resucita a Lázaro, ¿cómo podemos negarle esta similitud a Germán, cuando resucita a uno que llevaba más de cuatro días muerto? Parece que se puede replicar el que Lázaro quedó vivo y el discípulo de Germán vuelve a quedar prisionero de la muerte en la oscuridad del sepulcro. Precisamente este milagro de Germán es de mayor prodigio y en el que más se manifiesta la grandeza de su poder. Al tiempo de morir Cristo, se estremeció toda la tierra, las piedras más duras se rompieron unas contra otras, y las losas de los sepulcros se abrieron de par en par resucitando muchos de los difuntos que había en ellas. Esto ha sido muy discutido por los mejores teólogos, no llegando a saberse si estos muertos resucitaron para morir otra vez, y aunque es opinión de los escritores modernos que nunca más murieron los que resucitaron, Jansenio apuesta por el sentir de los antiguos doctores que afirman que aquellos difuntos salieron de sus sepulcros para manifestar la inocencia de Cristo pero que luego volvieron todos a ellos. Si Dios los resucito una vez, ¿Por qué vuelven a morir? Sencillamente para manifestar en esto su mayor poder, pues resucitar para no morir, ya lo vimos en Lázaro y en otros que resucitó Jesucristo, pero en esto parece que daba a entender que Dios es el solo dueño de la vida. Pero hacer que

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los muertos salgan de su sepulcro devolviéndoles a la vida, respondiendo a lo que se pregunta como si hubiesen muerto y que después vuelvan a morir como sino hubiesen resucitado, significa que es el mayor de los milagros manifestado en el poder absoluto del Dueño de la vida y de la muerte. Así le sucedió a Germán resucitando a su discípulo y preguntándole si quería continuar en esta vida, manifestando en esto que estaba en la mano del santo el que quedase vivo o regresase al sepulcro otra vez muerto.

Milagro de San Germán

Capilla de su dedicación en el interior de la Parroquia de Escalonilla

CAPITULO XX

REPITE EL SANTO SEGUNDO viaje a Inglaterra.

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Habiendo vuelto del reino de Inglaterra los dos santos obispos a su patria, dejando en él sembrada la Palabra del Evangelio y muy enraizada su doctrina, se encontraba el santo en su obispado ocupado en apacentar aquel rebaño como pastor que era de él. Tubo noticias de cómo la herejía de Pelagio volvía a retoñecer en aquel reino estando ya muchos infectados de aquel achaque que como un cáncer se extendía en todos sus pobladores. Germán temía que de aquellas cenizas calientes se volviese a producir un grave incendio. Como el santo era tan celoso de las almas y de emplearse en su mayor beneficio, no teniendo estos por trabajo el padecer muchos por Cristo y por la extensión de su fe, determinó Germán peregrinar por segunda vez a aquel reino para emplear todos sus talentos y con ellos redimir a los que por su desgracia permanecían en el pesado cautiverio de su error. Llevó en su compañía a Severo, barón de singulares virtudes que estaba recién ordenado obispo de Treveris. El santo iba predicando la Palabra de Dios a todas las gentes, y pasando por segunda vez por la patria de Genovesa fue recibido en ella con la misma estimación que la primera vez que puso sus pies allí. Deseaban todos conseguir la bendición del santo, la que este repartía por todas partes, conociendo sus deseos. Averiguó con especial cuidado dónde se encontraba Genovesa, preguntando con mucha atención por su estado de salud. Aunque con gran admiración de todos los que allí estaban, Germán manifestó los sucesos y los problemas que ocasionaron a Genovesa la envidia de muchos que la murmuraban. Ha sido muy antiguo en la virtud el haber sido rivalizada. Este vicio tuvo su origen en el primer parto del universo. La muerte del justo Abel por su hermano Caín fue el motivo de la envidia. No pudieron ocultar las virtudes de la santa, ni con la ponzoña de su envenenada malicia, ni con lo pertinaz de sus malos juicios, pues dejados llevar de su desordenada voluntad manifestaron en presencia del santo los que antes tenían concebidos en su ausencia y lo hacían con valentía y sin disimulo. Mas el santo, que conocía mejor que sus padres la virtud y la inocencia de Genovesa, despreciando las murmuraciones se fue al aposento de la virgen no sin admiración de cuantos le miraban, donde fue saludado por esta, recreándose los dos en dulces coloquios y venerando el santo la divinidad de quien era templo. Y para que no se atribuyese a la venida del santo la virtud de esta sagrada virgen hizo Germán una solemne oración al pueblo manifestándole las primorosas luces de su conversación y de lo grande que era el mérito para Dios en el trato y comunicación con esta sierva suya. En prueba de su gran virtud humedeció la tierra seca (en la que acostumbraba a rezar) con una

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copiosa venida de lágrimas que salían de sus soberanos ojos y con este gesto dio Germán ánimos a todos y confirmó en ellos la verdadera virtud de aquella inocente virgen, quitando de su cabeza los malos juicios que de ella se habían formado y haciendo cambiar de opinión a los que la tenían mal formada sobre ella. Que esta sea la mejor de las mayores riquezas nos lo dijo ya Salomón en el libro de los Proverbios. Dice Salomón, que en el trato espiritual es bueno que se mire por la buena fama y opinión del mundo, porque aunque la conciencia no esté lastimada de culpa, sí puede quedar la fama oscurecida siendo ocasión para grandes críticas. Aquellas grandes angustias que tuvo la casta Susana cuando aquellos dos viejos verdes del jardín la dijeron que la habían de calumniar sino condescendía a sus pretensiones. Dice Jerónimo que a dicha mujer la motivó la conservación de su buena fama y no los temores y las amenazas de muerte. El apóstol Pablo aconseja a los romanos que miren por su fama, no sólo para con Dios, sino también para con los hombres pues no parece que goza de la perfección el que siendo perfecto para Dios no lo es también para los hombres, y menosprecia la opinión de todos y la buena fama. ¿A cuantos a echado para atrás el que dirán? Anteponiendo esta a sus mayores conveniencias despreciándolas todas por conservar la fama pues esta dura más allá de la vida. El autor de las empresas políticas dice que no se juzgue por inútil la fama que resulta después de la vida. Dijo un satírico que aunque todo se perdiese se a de guardar la fama, porque cuando esta se pierde, el hombre se convierte en nada y se hace incapaz de poder manejar cualquier empleo. Aquel señor del evangelio del que hace mención San Lucas que llamó a su mayordomo para ajustar las cuentas de su administración, le quitó el empleo antes de que las ajustasen, pues parece que correspondía primero la justificación de la culpa y la verificación del delito, antes de que se pronunciase contra él la sentencia de privarle del puesto de administrador. El mismo Jesucristo hace con sus apóstoles investigación de su fama, pues la fama es la más importante joya a quien el mundo respeta, la que hace del todo perfecto al justo, la que es más apreciable que la vida. Pero para desgracia de nuestros tiempos no parece que esta sea muy importante. Salió de aquel pueblo y caminaba el santo ligero, pues quería llegar pronto para lograr la conversión de los herejes. Le servía de guía para el camino el mismo Jesucristo a cuya honra dedicó este viaje. Entró el santo en Inglaterra el año del nacimiento de Cristo del 447 según nos dice el Eminentísimo Señor Don Fray Enrique Noris, aunque el Señor Cardenal Baronio dice que este segundo viaje del santo se realizó en el año 435.

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Aunque el demonio manifestaba y publicaba que Germán no llegaría a aquel reino, un hombre de mucha estimación llamado Elaphio inspirado por el Altísimo caminaba muy deprisa a esperarle. Dicho hombre llevaba consigo a un hijo muy pequeño que era cojo y no podía moverse ni siquiera ayudado por dos muletas que traía. Le seguía una gran multitud, y entre ellos muchos sacerdotes. Encontraron al santo y le recibieron todos con grandes demostraciones de cariño. Elaphio ofreció al santo en presencia de todos los que le acompañaban al hijo cojo que traía. El santo le miro y echándole su bendición quedó repentinamente sano. Con este milagro realizado a la vista de todos, la multitud se sometió a la obediencia de Germán y se declararon verdaderos hijos de la Iglesia entregando al santo los autores de aquellos errores, para que como supremo inquisidor, los desterrase de aquel reino y no volviesen a infectar con su mala compañía y depravada doctrina. Dice San Juan que fue el demonio homicida el que aun sabiendo que los ángeles eran perfectos los hizo caer en su desdicha. San Basilio afirma de los ángeles dos cosas: voluntad y naturaleza. La naturaleza era buena pero la voluntad salió mala. Como vivían juntas, voluntad y naturaleza, tuvo tanta fuerza la mala compañía que no sólo hizo caer a los ángeles en la culpa, sino que les mandó para toda la eternidad al infierno. Y si la naturaleza de los ángeles no tuvo valor para librarse de una mala compañía, en lo humano ¿quién podrá resistirse a tener una mala compañía? Séneca dice, hablando con Lucilo, que del peligro de una mala compañía nadie puede estar seguro y para no multiplicar los desaciertos, el medio más eficaz es, que el bueno trate con el bueno, y que trate el malo con el malo.

CAPITULO XXI

RESUCITA EL SANTO UNA ternera después de muerta y comida

juntando en la piel

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los huesos. Continuaba el santo predicando por los pueblos de Bretaña y exhortaba a los fieles al temor de Dios. Llegó una noche, en el invierno, a la Corte de aquel reino acompañado de sus discípulos. Era tan rigurosa y fría la noche que todas las calles y casas estaban cubiertas de nieve, pero todos estos fenómenos los superaba Germán por el beneficio de las almas. Pues si a Cristo se le vio en el pórtico de Salomón pisar nieves, a Germán se le vería recibir la propia nieve sobre su persona en medio de las calles. Entre tanto frió estaba el santo tan pobre y desaliñado que no tenia en donde meterse ni donde reclinar la cabeza. De esto mismo se queja Cristo en el evangelio de San Mateo. Germán sintiendo el desamparo de los suyos envió a suplicar al rey que aunque fuese por esa noche les permitiese recogerse en alguno de los muchos rincones que sobraban en su palacio para no morir de frió. El inhumano rey despreció sus ruegos y nos les hizo caso. Cerró las puertas de su palacio a todos dejándoles en la calle, casi sepultados de la nieve que caía. Germán mirando al cielo daba gracias a Dios por los beneficios que de El recibían, especialmente la ocasión de padecer por su amor e imitarle en los fríos que el mismo Dios padeció en Belén cuando no encontró posada en donde cobijarse. Germán vuelto hacia los suyos con el rostro sereno y una leve sonrisa les alentaba a sufrir todo aquello y a confiar en el Señor asegurándoles que Dios no les desampararía. A nuestro santo le sucedió lo mismo que a aquel Levita al que hace referencia la Escritura en el Libro de los Jueces. Caminaba desde Belén con su familia hasta su casa que estaba en el monte de Frain y se les hizo de noche en un lugar llamado Gabaá. Buscó posada en él y todos sus habitantes les cerraron sus puertas sin encontrar dónde hospedarse. No encontrando remedio procuró encontrar un sitio en la calle lo más digno que podía para pasar aquella noche. Salió un viejo a su encuentro quien voluntariamente le ofreció posada y cualquier cosa que necesitase. Estaba el santo en la calle cuando pasó por ella el hombre que cuidaba los cerdos del rey, que habiendo dejado encerrado su ganado iba a su posada a recogerse. Viendo aquella santa familia en tanto desamparo y llenos de paciencia, este hombre, movido de su piedad, se llevó al santo y le dijo: “mucho siento, señor, veros en tanto desamparo y no menos no

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tener un esplendido palacio en el que poder hospedaros decentemente. Mi casa es la más pobre y humilde de toda esta ciudad, pero mi voluntad, si os dignáis de honrarla es la mayor en serviros, y aunque conozco mi indignidad le recibiré con vuestros compañeros por lo menos para poder defenderos de los rigores de esta tempestuosa noche y tanta nieve como cae. Lo que tengo os ofrezco, y os suplico con la mayor generosidad, que lo recibáis”. Germán se enterneció oyendo las devotas y humildes promesas del porquerizo y aceptó gustosamente la invitación con muestras de agradecimiento, no tanto por lo que a él le convenía sino por cómo pagarle después lo que este hombre hacia. De la misma manera Cristo manda a sus discípulos que averigüen las aptitudes de los que en su casa les hospedasen, no para quedarse en la casa que fuera mejor, sino por las cosas que esos discípulos tienen que comunicar a sus huéspedes. Así lo dijo San Bernardo. Le siguieron a su casa en la que entró el santo, encendió lumbre para calentar a sus convidados, que era de lo que tenían más necesidad, mandó a su mujer les buscara camas, según su posibilidad y mató una ternera de leche que tenia, la aderezó y la ofreció de cenar a sus huéspedes imitando de esta manera al Santo Patriarca Abraham porque él los lavo los pies y los sirvió a la mesa. No quiso Germán que quedase solamente en palabras el agradecimiento de tan gran caridad, por eso mandó juntar los huesos de la ternera envolviéndolos en la piel de la misma, y le dijo que la pusiese en el pesebre donde comía la madre. Obedeció el pastor y luego resucito la ternera empezando a mamar de su madre. Admirado del milagro se echó de rodillas a los pies del santo, y si antes se los había lavado, en esta ocasión lo hizo para su mayor veneración regándolos con las muchas lágrimas que vertía de sus ojos. Germán le levanto del suelo y le dijo: “ten confianza en la Bondad Divina, por que no será esto solamente lo que recibirás de su poderosa mano, pues por haber atendido con caridad a sus pobres experimentarás muchas cosas más antes de que el sol se ponga mañana”.

CAPITULO XXII

DEPONE EL SANTO A UN REY del reino y pone en su lugar

a un porquerizo.

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El santo cumplió su palabra dada al pastor como si hubiera sido una palabra dada en nombre de Dios. Nada más amanecer fue a la iglesia y celebró en ella el Santo Sacrificio de la Misa. Una vez terminada la Misa se fue a las puertas del palacio porque de él salía el rey acompañado de su comitiva y su familia. Acercándose el santo al rey le habló con seriedad, y enérgicamente le dijo: “¿Por qué no quisiste recoger a noche en tu palacio a los siervos de Dios? ¿No sabes que El te puso la corona y que con la facilidad con la que te la dio te la puede quitar?”. El rey quedó mudo ante las palabras del santo y no acertaba a responderle a quien como al profeta Natan le dijo: “has de saber que el Señor del cielo y de la tierra a pronunciado sentencia contra ti para quitarte tu reino por ser un inhumano. Se le dará el cetro, la corona y la silla a otro. Sal fuera de tu palacio déjale vació, que no es tuyo, y hazlo pronto sino quieres sentir la ira del Altísimo y experimentar su justa indignación y severidades en tus hijos y en tu familia”. Si antiguamente lo primero era la dignidad real por encima de la sacerdotal y el sacerdote estaba sujeto al rey, como lo estaba Aron a Moisés y Abiatar a Salomón, ahora vemos a nuestro santo no sólo superior a los monarcas, sino con más autoridad, incluso para deponerles de su trono. El rey no se atrevió a replicar ni a interponer la más leve súplica. Temblando todos por las amenazas y la justicia divina, tomó el rey a sus hijos y a su familia y salió pobre y miserable del palacio en cuyo lugar puso al santo al porquerizo. Que si el profeta Elías pagó el hospedaje y por un puñado de harina que recibió de la viuda la enriqueció con otras cosas, el santo no pagó menos el suyo que con una corona real. No debe causarnos esto admiración, pues no es sólo el que un pastor llegue a ser rey. Justino le ciño a este mismo porquerizo la corona de rey de Francia aunque por distintos medios y muy diferentes fines. Galerio Máximo, natural de Dacia, de padres no conocidos, Pastor de Reyes Mayores, fue también emperador de Roma. Todo el pueblo le recibió por rey ya que el santo lo había mandado (de este porquerizo descienden los reyes de Inglaterra) y también era la voluntad de Dios.

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Junto con el reino, le dotó Dios al porquerizo de prudencia y sabiduría para poder gobernar y administrar justicia. Fue amado de todos, esmerándose siempre en la virtud de la hospitalidad y de la limosna porque de esto había dependido su corona. Depuso Dios al poderoso de su asiento y colocó en él al humilde, para enseñarnos que la caridad es la virtud más universal a la hora del juicio que ha de pronunciar el Soberano Juez de Cielo y Tierra, de eterna gloria y condenación eterna.

“Detiene San Germán el Ejército de Valentiniano que iba a destruir a Bretaña y la

libra de su total ruina” Leyenda que figura en la Capilla de San Germán de Escalonilla.

CAPITULO XXIII

DETIENE EL SANTO EL Ejercito de Hercharico que iba a destruir

a Bretaña.

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Por segunda vez vemos a nuestro santo, invicto campeón, ocupado en la milicia deteniendo un ejército más numeroso que el de los sajones. Si para destruir aquel reclutó alguna gente, para este no tubo más compañía que la de su propia persona. Estaba todavía el santo por las ciudades del reino de Bretaña, al tiempo que Ecio, capitán general de Valentiniano, emperador de Roma, tercero de este nombre, enfadado con los pueblos de Bretaña la Menor la entregó a Hercharico, rey de los alemanes, que era gentil y un hombre muy feroz para que sometiese y castigase a esos pueblos. Venia a ellos con un gran ejército para destruirlos y arruinarlos. Una vez que el ejército entró en aquel reino, arrasando los campos por donde pasaba, quería hacer lo mismo con pueblos y personas. Dichos pueblos se vieron en un total desamparo y a su vez imposibilitados por no encontrar solución. Pensando, se les ocurrió la protección del santo. Acudieron a él a suplicarle se encargase de liberarles de tanto mal como esperaban de aquel enojado y poderoso rey que estando ya cerca sus tropas pretendía dar satisfacción a sus enfados. El reino se encontraba en una total confusión y no se escuchaban en él nada más que clamores y gemidos. El santo se vio conmovido y tomando a su cargo aquella empresa cambió el báculo de pastor por el bastón de general valiente y partió a esperar y buscar a su contrincante. Venia el rey sobre una carroza, que sostenido sobre firmes basas le daba más aire de grandeza. En este animado promontorio iba aquella majestad haciendo frente a sus soldados que sujetos a las órdenes que les daba marchaban en sus filas obedientes. Ondeaban al aire sus banderas, el estandarte erguido anunciaba la próxima batalla. Daban aliento a los soldados los clarines y trompetas y este conjunto de cosas hacia estremecer la tierra entera. Nuestro piadoso santo se puso como un héroe delante del rey y quedó el monarca en su presencia inmóvil. Le habló por medio de un intérprete, al principio con palabras suaves salidas del panal sabroso de su boca pero no haciendo caso el rey de sus amonestaciones insistió Germán con palabras más graves y serias que tenían visos de mandatos. Despreciando el rey sus suplicas echó mano Germán del freno del caballo que manejaba como un diestro caudillo y con impulso soberano hizo que se detuviera delante de él todo el ejercito que avanzaba. Después que Atila, rey de lo Unos (más conocido por azote de Dios que por su nombre propio) había destruido Aquilella, Milán y Tarracina se acercaba con sus tropas a la ciudad metrópolis del mundo conocida como

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Roma. Le salió al encuentro San León, Sumo Pontífice, sin más armas y compañía que el respeto debido a su semblante y venerada presencia pues este representaba a millones de hombres y haciendo gala de su elocuencia rompió la fortaleza de aquel cruel hombre y amedrentado hizo que volviese la espalda y dejara Italia para siempre. La presencia de Yado obispo de Jerusalén detuvo al gran Alejandro y libertó a toda la ciudad de su pérdida, la que hubiera quedado totalmente destruida como pasó con la ciudad de Gaza. Más si la presencia de San León y de Yado hicieron detener las furias del gran Atila y las fuerzas de Alejandro, la de Germán hizo no sólo que le respetasen los hombres sino que hasta le obedeciesen los reyes y cuando todos esperaban que Germán utilizase su furia, Dios movió el corazón del rey para que no sólo admirase y obedeciese a Germán, sino que hasta le reverenciase. Dio orden el santo para suspender la marcha del ejército y el rey accedió cuando el santo se lo pidió, perdonando a los pueblos de Bretaña. Respiró tranquilo aquel reino con la publicación de aquella noticia y se ensancharon sus corazones que estaban oprimidos y angustiados esperando la desolación y la ruina. La Sagrada Escritura celebra como algo muy grande la victoria que se refiere a Josué en el capitulo 10 de su libro. ¿Qué circunstancias fueron las que ocurrieron en ella que la pudieron hacer tan feliz y tan grande? Ya lo dice el mismo texto, que se restituyeron todos los soldados a su campo sin que faltase ninguno, y por ello dice el Avulense que fue la más excelente obra del Altísimo porque en dicha batalla no se experimentó daño alguno, no haciéndose daño ningún ejercito, ni vencedor ni vencido, y así no puede dejar de ser Dios el autor de tan gran maravilla. Pues aun más maravillosa que esta fue la proeza de Germán, pues si todo lo que ocurre en su vida manifiesta a todas luces su grandeza, esta victoria sobre el ejército le elevan a tener signos de divino. Al igual que Cristo llegó a las puertas del Hades y con autoridad mandó a los ángeles que las abriesen a su presencia y los ángeles las abrieron al oír que su Príncipe quería entrar por ellas. Desconocieron la voz del Dueño porque estaba disfrazado de humano y para mejor informarse le preguntaron ¿Quién es el que con titulo de rey quiere apoderase de estas murallas? Cristo, para manifestar la naturaleza divina, omite todos sus atributos y sólo les manifiesta su victoria: “soy, les dice, el poderoso en las batallas, el omnipotente en las conquistas, y soy el glorioso en las victorias”.

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Germán, conseguida la victoria sin causar ningún estrago, se puso en un nuevo empeño y en otro penoso trabajo, partiendo hacia Italia para que el emperador Hercharico confirmase el indulto que ofreció a los pueblos británicos. Los romanos pintaban a Julio Cesar con un libro en la mano y con una espada en la otra y una inscripción que decía por una y otra parte “Cesar” dando a entender con esto que le hicieron más ilustre sus victorias que sus comentarios. Con cuanta más razón podían acomodar los ingleses este mote, “Cesar”, a nuestro santo, pues no ilustró menos aquel reino con su soberana doctrina que con sus milagrosas victorias.

CAPITULO XXIV

DIFERENTES COLOQUIOS Que tuvo el santo con el cuerpo de

San Casiano, pasando por su sepulcro y

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otros milagros. Se encontraba el santo en la ciudad de Autum, en el reino de Francia. Pasando por el sitio donde estaba sepultado San Casiano Obispo, se apareció en la pared de su sepulcro una cruz de piedra de distintos colores. El santo le preguntó a San Casiano cómo se hallaba, a quien instantáneamente le respondió, y esto lo oyeron todos: “gozo de una dulce quietud y espero de Nuestro Redentor la venida” A quien Germán dijo: “descansa por largo tiempo en Cristo e intercede por nosotros para que merezcamos gozar de la dicha de la Resurrección”. Es digno de la mayor admiración del santo este milagro, porque excede lo humano esta conversación de los dos célebres Varones, los que sin haberse visto nunca ni tratado, estando el uno ya muerto y el otro aun vivo en este desdichado valle de lagrimas, se recreasen en divinos coloquios, respondiendo Casiano desde su sepulcro a las dulces y misteriosas preguntas de Germán para asombro y admiración de todos. Motivó esta maravilla, a que postrados en tierra los padres de una niña que del vientre de su madre salió con una mano defectuosa, solicitasen el auxilio de los santos, pues la mano de la niña no tenia ningún movimiento sirviendo los dedos de cinco puntas como agudos puñales que según iba creciendo se le iban abriendo cinco profundas heridas en su mano. Sus padres, con vivas ansias, pedían al santo la salud para esta querida y amada hija suya, sirviéndoles de mediación a sus suplicas la corta edad de aquella niña. Tomó este celestial médico en sus soberanas manos la mano de aquella enferma y, empezando por su bendición, esta cura recibió esta primera medicina. Extendiéndola toda la mano y cada uno de sus dedos, al soberano tacto de los suyos, iban recobrando vida y extendiéndose sus nervios haciéndolos con su extensión flexible, quedando su mano libre para su ejercicio y exenta de aquellas puntas que con dolor la atormentaban tanto. Sus padres, con el imponderable gozo de ver a su hija libre del defecto, fueron los primeros que proclamaron como milagro esta intervención del santo. Pasando Germán a Italia a pedirle al emperador Valentiniano la confirmación del indulto que Hercharico, rey de los alemanes, concedió a los pueblos de Bretaña la Menor, le visitó un senador muy amigo suyo quien le presentó una hija que tenia muda, de unos 20 años de edad, a la que el santo bendijo con un poco de óleo su boca, frente y cuerpo, y partiendo con sus propias manos tres trozos de pan la metió un trozo en la boca, a quien mandó que antes de tomarla pidiese la bendición. La niña, al instante, con voz clara y entendiéndosela todo, antes de tomar el

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pan, se la pidió al santo y desde aquel momento cesó repentinamente el impedimento de la lengua, restituyéndola Germán milagrosamente el habla.

CAPITULO XXV

PROFUNDA HUMILDAD del santo.

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Pasando el santo por los Alpes para ir de Francia a Italia, se encontró con unos oficiales que vivían a expensas de su trabajo y volvían a sus casas llevando sobre sus hombros su ropa y las herramientas de su oficio, quienes se incorporaron al séquito del santo y le hacían compañía por el camino. Entre lo áspero de aquellas montañas se despeñaba un caudaloso arroyo y no encontraban en aquella soledad ni vestigios de ningún animal ni persona que les ayudase. Entre aquella pobre gente iba uno cojo y viejo, y por tanto imposibilitado de poder llevar la carga que traía. Tomó el santo dicha carga sobre sus hombres y caminaba cargado entre los demás oficiales por lo penoso de aquel sitio sin que le sirviese de estorbo tanto risco, ni de impedimento las crecidas aguas del arroyo. Permítaseme a la admiración, detenerse en acción tan nunca vista. Dios es verdaderamente maravilloso en sus santos, incapaz de explicar esto con palabras. En los Hechos de los Apóstoles hace mención el evangelista San Lucas del viaje que el Apóstol de las gentes, San Pablo, hizo a Jerusalén y dice que caminaba el Apóstol con carga, pero esta era para llevar lo que para el camino era preciso, pero Germán llevaba sobre sus hombros la pesada carga del compañero para aliviarle en su trabajo. ¿A quien no admiraría ver tanta fortaleza de ánimo en tanta debilidad de cuerpo? Pálido el rostro a fuerza de ayunos, sin más alimento que el de un poco de pan de cebada que tomaba cada día, sin más cama que el duro suelo para su descanso, fatigado por lo continuo y riguroso de sus viajes. Lo ardiente de su caridad y elevado de su virtud, le hacían a Germán fácil lo más difícil, y no le impedían sus muchos años y suma debilidad, adelantar a todos aún, con lo pesado de su carga, sin que encontrara impedimento en lo farragoso y áspero de aquel sitio. Esto no lo haría otro de su misma dignidad y linaje. Lo que hace que Germán sea tan resplandeciente en la humildad que no encontraremos jamás con quien poder compárale. Podemos decir que en la Sagrada Escritura el apóstol Pablo fue arrebatado al cielo. Dicen que fue elevado hasta el tercer cielo, aunque los Teólogos, Filósofos y Padres no están de acuerdo, porque los egipcios y caldeos opinaron con Aristóteles y Platón que los cielos eran ocho. El rey Don Alfonso, afirma que son once los cielos, siendo el primero el de la Luna, la que tiene, según Alsagrano, de perímetro 180 leguas. El segundo, donde está Mercurio, que es una estrella, que tiene de

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perímetro como 50 leguas. El tercero en donde se encuentra la estrella Venus, cuya grandeza es algo mayor que la Luna, pues tiene 190 leguas, astro lucidísimo precursor del Sol, pues es el que anuncia su venida conocido por todos por Lucero de la Mañana. El cuarto es donde esta la Lumbrera Mayor que preside el día, criatura tan grandiosa que con tener la Tierra de perímetro 7500 leguas, es el Sol 176 veces mayor que ella pues tiene de perímetro este soberano astro un ciento y doscientas y cuarenta y cinco mil leguas. El quinto es donde esta otra estrella llamada Marte, que según el común de los astrólogos, es un globo de luz, dos veces mayor que la Tierra, que tiene 15000 leguas de perímetro. El sexto es donde esta otra maravillosa estrella llamada Júpiter, cuya grandeza es 95 veces mayor que la Tierra, pues tiene un perímetro de setecientas doce mil quinientas leguas. El séptimo es donde esta otra estrella llamada Saturno, que es noventa y una veces mayor que la tierra, pues tiene un perímetro de seiscientas ochenta idos mil quinientas leguas. El octavo, es el Estrellado, que es en donde están las estrellas. El noveno, llamado por los astrólogos nona esfera, cielo cristalino, y la Sagrada Escritura lo llama Firmamento, en donde tiene Dios muchas cristalinas aguas de las que habla el Rey Profeta y en el capitulo tercero, y también lo cita el profeta Daniel. El décimo lo llaman los astrólogos la Décima Esfera, y es el que (según el rey Don Alfonso X el sabio) es el primer movimiento puesto que a su movimiento se mueven los demás cielos. Encargó el Supremo Artífice en la formación de los cielos una esfera a cada ángel para que estos la moviesen y los filósofos dicen que cada ángel está atado y unido a cada Orbe para que le mueva y le perfeccione invariablemente del curso de esos Orbes Celestes. El once y último es el Impíreo, patria y asiento de los Bienaventurados, y Corte de la Majestad de Dios, en donde tiene su Trono. El numero tres, (Tercer Cielo) dice el Melifluo Bernardo, corresponde a tres grados de humildad. El primero, que corresponde al primer cielo y que seria humillarse grandemente. El segundo, que corresponde al segundo cielo y correspondería a humillarse al igual. El tercero, que corresponde al supremo y último cielo, más alto que el primero y el segundo y que correspondería a una humillación menor. Pues ved la distancia de nuestro santo a la de un pobre oficial a quien se humilló y sirvió. Pues si de la distancia de sujetos se ha de deducir de ella los grados, ¿Quién en lo humano habrá que pueda numéralas?

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Frescos de la Capilla de San Germán

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CAPITULO XXVI

ESTANDO EL SANTO oculto en una ciudad de Italia

manifestó un espirituado se hallaba en ella

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y le liberto del poder de los demonios. El día en que nuestra Madre la Iglesia celebra la fiesta de Todos los Santos, estaba el nuestro en una ciudad de Italia celebrando la santa misa. No le conocía ninguna persona. Había en aquel pueblo un hombre desdichado por haberse apoderado de él el demonio. Empezó el hombre a dar voces y a decir, ¿por qué razón, Germán, en Italia nos persigues?, tendría que bastarte el habernos desterrado de Francia y habernos vencido con tus oraciones en los mares. ¿Qué razón tienes para ilustrar toda la tierra? Descansa un poco, para que así tengamos más paz nosotros. Estas palabras causaron admiración y quedó todo el pueblo horrorizado, y se decían unos a otros, quién seria este Germán que hasta el demonio de él se asustaba. Aunque sus humildes vestiduras pudieron ocultar su persona, su venerable rostro manifestó a todos su dignidad, pues por más que Germán procuró esconderse no pudo dejar de darse a conocer, porque nunca se manifiesta más divino, que cuanto más se empeña en ocultarse. Se apareció Dios a Moisés en aquella zarza ardiendo, tan misteriosa, que el mismo fuego le servia de riego para fertilizarla. Así lo cuenta la Escritura, incluso muchos Padres dicen que fue un ángel el que se aparecía en la zarza. Llego Moisés a examinar aquel prodigio y Dios mismo se lo impidió con las siguientes palabras: “detente, Moisés, no pretendas acercarte a este prodigio, que no puede pisar con sus pies nadie en este lugar de tan divina presencia”. ¿Qué novedad es esta?, pregunta San Hilario. Si lo que se le aparece es un ángel, ¿cómo es Dios el que le habla? Es el mismo Dios el que se aparece, es Él el que habla dice San Hilario, pero hay una diferencia, que al aparecerse se descubre y al hablar se esconde y se retira, y hay tanta distancia de su presencia que al manifestarse es sólo ángel, pero llega a parecer Dios al ocultarse. Y venerándole agradecidos y rendidos, le ruegan a Germán que visite a quien su nombre invoca y confiesa, y obedeciendo a sus humildes súplicas mandó traer a su presencia al que ausente de él se acuerda y recibiendo en el templo la bendición del santo, le envió a su casa, libre ya del poder de los demonios. Este fue el primer milagro que obró Dios en Italia por intercesión de nuestro santo. Fue presenciado por la mayor parte del pueblo a la vez

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que Germán con su bendición, predicación, y milagros, curó a muchos de las enfermedades del cuerpo y del alma. Hospedado el santo en cierto lugar, viendo que después de haber cenado toda la familia volvían a preparar la mesa, preguntó con admiración por qué repetían otra vez la misma acción, a quien respondieron que la ponían aquellas buenas mujeres que entraban de noche en casa. El santo determino velar en ella y vio gran multitud de demonios venir a la mesa en forma de hombres y mujeres, a quienes mandó que no se fuesen. Llamó a los de la familia y preguntó si conocían a aquellas personas. Y asegurándole que eran todos vecinos los envió a sus casas mandando a los demonios se estuviesen quietos para que los reconociesen. A todos lo hallaron en sus camas y conjurándolos el santo, manifestaron ser espíritus del infierno que se ocupaban en engañar de esta forma a los hombres. Los discípulos de Cristo le decían al señor: “hasta los demonios le obedecen”. No es menos el prodigio de nuestro santo. Los demonios le obedecían, siendo tantos que todos, al imperio de sus voces y a la obediencia de sus mandatos, se sujetaban como lo vemos a lo largo de toda su vida.

CAPITULO XXVII

RECIBE EL SANTO DOSCIENTOS Ducados, en lugar de dos

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que mandó dar de limosna, y da salud a toda una familia enferma.

Caminaba el santo desde una espléndida ciudad con mucha prisa y le salieron unos pobres al camino pidiéndole una limosna. Preguntó al diácono cuánto era el caudal que poseían y respondió el joven que sólo tenían tres ducados, los mismos que mandó dar de limosna a los pobres. ¿De donde van a sacar para comer hoy toda esta familia? dijo el santo al mayordomo, quien le dijo: “corre por cuenta de Dios el sustentar a sus pobres, tu da a estos lo que tienes”. El mayordomo comprendiendo que la caridad bien entendida empieza por uno mismo, se reservó para ellos dos ducado, dando el uno restantes a los pobres pero ocultándoselo al santo temiendo la represión de su desobediencia. Tras el santo venían corriendo unas personas a caballo que acercándose a Germán le dijeron que les enviaba un caballero llamado Leporio quien tenia su casa no lejos de donde se encontraba y que él no podía venir por estar imposibilitado de una grave enfermedad que padecía él y toda su familia. Aquellos hombres le rogaron encarecidamente al santo que se dignase visitarle porque si sus ruegos no merecían ser atendidos si lo eran de quien con tanta fe se lo pedía. Hicieron tanta fuerza en el santo estas palabras que lleno de su misericordia y admirado de su fe, como Cristo de la fe del Centurión, dejó el camino que llevaba y tomó el de la casa de Leporio. Su comitiva le rogaba que no dejase el camino que llevaban a lo que el santo contestó que para él nada era primero que el cumplir los preceptos del Señor. De esta forma aquellos caballeros embajadores lograron su pretensión dando en remuneración doscientos ducados, permitiendo Dios que no pasase el día sin que viese el mayordomo los muchos frutos que coge el que con mano liberal siembra en el pobre los suyos. Entregándoselos al capellán, le dijo, reprendiéndole su poca fe y falta de caridad: “si tú hoy, cuando te mandé dar los tres ducados a los pobres no les hubieras dado uno sólo, recibirías ahora trescientos en lugar de los doscientos que nos entregan, y quedarás advertido de que el que a Dios da uno en el pobre recibe de su mano más de ciento, pues lo que se da al pobre se da a cambio sobre la hacienda y crédito de Dios”. Así lo dijo el sabio en el Libro de los Proverbios. Poco aprovechó al capellán ocultar la entrega de la limosna, pues el santo con la larga vista de su profético espíritu, no se le escondían las operaciones más secretas, lo que hizo estremecer al diacono viéndolo manifestarle sus secretos.

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Llegó el santo en casa de Leporio y como si entrase en ella la salud, conmovió con su presencia los ánimos de todos. Declaró el santo las señales de las enfermedades y les dijo las medicinas que se correspondían. Postrado en tierra hizo oración al señor. Oración que acompaño de muchas lagrimas para que por medio de ellas mereciese el consuelo que aquella pobre familia deseaba pues las lágrimas son más eficaces para conseguir cosas de Dios que los ruegos de la lengua, porque esta puede engañarse en lo que pide, pero las lágrimas siempre muestran lo que sienten. Visitó a todos, sin distinción alguna de personas, y su presencia iluminó todas las habitaciones de aquella casa. Fue tal la medicina que al tercer día encontró el santo a toda la familia sana, desde el dueño al más inferior de los criados. Dio en manos de unos salteadores un pobre que caminaba para Jericó, y no contentos con despojarle de sus vienes le dejaron herido en el camino manifestando de esta forma la crueldad de los ladrones. En lo descubierto del camino estaba, moviendo a compasión hasta los troncos, y aunque pasaron algunos nadie le hizo caso. Cuando un samaritano, más compasivo que todos, le limpió la sangre que vertía y aplicándole aceite en las heridas, le condujo a un poblado, le entregó en una posada para que le asistieran. Este samaritano dice San Agustín, que es Cristo, que otro no puede ser el que se emplea en la curación de un enfermo y si su prisa le hace ausentarse deja en su lugar, nos lo recuerda Orígenes, un ángel que le sustituya pues dicha acción no la delegaría en otro. Germán hace la misión de Cristo, dejando lo más preciso por atender a la curación de Leporio y de su familia enferma.

CAPITULO XXVIII

ENTRADA DEL SANTO en la ciudad de Rábena y

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recibimiento que le hizo la Emperatriz Placida.

De ninguna otra vida se puede afirmar lo que de la vida de nuestro santo podemos decir. La vida de Germán es continua milicia sobre la tierra. Apenas, tras lo que llevamos escrito, hemos visto un momento en el que no haya estado con las armas. Unas veces esgrimiendo las armas de la predicación, como contundentemente lo observamos en Inglaterra. Otras veces, Germán, usa las armas para detener y resistir ejércitos enteros pareciéndole esto una obligación, puesto que muchos se lo pedían y se acogían a su protección y amparo. Otras veces empuñaba dichas armas para deponer reyes o para reducir a los herejes al seno de la iglesia católica. Ahora lo vemos empeñado en otro viaje no menos penoso, que es el de solicitar la perfección de una victoria conseguida a sus ruegos para beneficio del prójimo. Dice su historiador que entre tantos trabajos y tormentos se le pasaba mucho tiempo sin poder conciliar el sueño, siendo su vida entre tantas tribulaciones un continuo martirio. Estaba Germán en el reino de Italia en la ciudad de Rábena, Placida, madre de Valentiniano, tercer emperador de este nombre, que por su corta edad no gobernaba su imperio, estando al cargo del cuidado de esta piadosa señora mientras que su hijo no lograra la edad adecuada para ejecutarlo. Ecio, capitán general de este gran príncipe, había fiado al cuidado de Hercharico, rey de los alemanes, que pasase con sus tropas a destruir Bretaña la Menor. Aquel reino estaba en paz a instancias de nuestro santo Germán. Emprendió el santo este viaje para perfeccionar esta obra que tenia comenzada, con muy poca comitiva y casi solo, aunque por los pueblos por los que pasaba quedaban despoblados para acompañarle y conducirle de una ciudad a otra. En todos los pueblos, Germán, construía ermitas y capillas y en ellas ponía muchas cruces en memoria de haber honrado aquellos sitios con sus soberanas plantas. Llegó, con las incomodidades de tan penoso viaje, a la ciudad de Rábena, donde le esperaban impacientes. Aunque quiso ocultar su entrada, haciéndola de noche, no pudo conseguirlo. Era obispo de aquella ciudad San Pedro Crisólogo, quien con la noticia de su venida salió a recibirle, y lo hizo como a un huésped que viene del cielo, deseado por las muchas noticias que llegaban de sus maravillosas virtudes.

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Tuvo noticia placida de su llegada, que aun siendo tan señora, excedía en su piedad y no deseaba menos que Crisólogo la comunicación y conocimiento de este insigne varón. Envió la Emperatriz a cumplimentar a Germán anteponiendo sus deseos a las razones de estado, olvidando enteramente sus leyes y teniendo presente sólo la ley divina. Acompañó con un regalo a los que en nombre de la Emperatriz salieron a recibir al santo. El regalo consistió en una rica fuente de plata donde había esplendidos manjares pero ninguno de carne. Pues si la reina de Saba no lo hizo con el gran Salomón, queriendo conseguir de su boca soluciones a sus dudas, Placida lo hace con Germán sólo para aprender de él sus virtudes. El santo recibió tal regalo con reverencia y respeto puesto que se trataba de la Emperatriz, pero como para él aquello manjares no eran de su gusto, se los dio a la familia que le acompañaba para que se los comiesen, y la fuente de plata, tras venderla, se la dio en limosna a los pobres. Para corresponder a la Emperatriz Germán la envió un poco del pan de cebada que comía y un plato de madera. La Emperatriz admitió este humilde regalo que para todo el mundo aparentemente era despreciable, y lo hizo con tanta veneración y respeto que no hallaba sitio aparente donde colocarle y mandó a sus empleados forrar de oro aquel plato y ponerle adornos como a las mejores joyas, no siendo menos lo que hizo con el trozo de pan, que tomado con devoción servia a los enfermos de remedio teniendo la Emperatriz como una gran fortuna el haberlo conseguido. La Emperatriz custodiaba este trozo de pan ella misma manifestando de esta manera la gran estima que sentía por él. En aquel milagro que obró Jesucristo en el desierto alimentando con cinco panes y dos peces a una multitud de personas, sobró mucho. Doce canastas de pan, las mismas que mandó el Señor a sus discípulos que las recogieran y guardasen, mostrando de esta manera, según nos dice San Juan Crisóstomo, la gran estimación que Jesús hizo del pan, no encargando esta acción, a aquellos con los que obró el milagro.

CAPITULO XXIX

CONVIDA LA EMPERATRIZ Placida a comer al santo y durante

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la comida se le murió el jumento en que fue y le resucitó.

La Emperatriz Placida deseaba disfrutar más de cerca de los favores de Germán y enriquecer su alma con los diálogos espirituales y elocuencia del santo. Le invitó a comer pidiéndole que honrase con su asistencia su mesa, pues como esta señora medía por los grados de virtud los de la grandeza, excedía en su conocimiento mucho la de Germán, más que la que ella había recibido de sus progenitores. Aquellos señores que vio San Juan en el Apocalipsis tenían coronas en sus cabezas para dar a entender, según San Anselmo, que los justos gozan de los mismos privilegios de los reyes. Príncipes los llamó el Profeta Rey. Y el jurisconsulto Tiraquello, dice, que no hay más nobles que los que a Dios sirven y de este modo no se dignó sentar a su mesa a quien, según su punto de vista, era indigno de acompañarle. Es sentir de Séneca el que la grandeza consiste en la propia excelencia del ánimo, y ¿Quién es más grande que nuestro santo? Obedeció Germán el mandato de esta señora y mandó disculpas por tener vestimentas y carruaje poco apropiado para ir a palacio, pues su corte sólo era él mismo subido en su borrico, pues por sus muchos años y enfermedades de su cuerpo, era el único que le había ayudado en sus muchos viajes. Con este corto equipaje entró el santo en palacio donde se le recibió como a quien se deseaba mucho. Asistió con la Emperatriz a la mesa, aunque él continuaba en su ayuno. De esta manera se parecía en las penitencias y sus rigurosos ayunos a Juan el Bautista, pero, ¿dónde ayunaba el Precursor de Jesús? En el desierto, en donde el Profeta Rey dice, es lugar más apropiado para ello. En el desierto, ¿quién podría preparar la mesa? Pero Germán continúa sus ayunos sentado a la mesa de una Emperatriz, donde sobraban la comida y los regalos. Durante la comida a la Emperatriz le dieron la noticia de que se había muerto el borrico donde Germán había ido. Inmediatamente la Emperatriz mandó que le pusiesen otra caballería aparente para poder restituirle. Viendo el santo lo que pasaba mandó que le trajesen su jumento, y pasando al establo donde estaba muerto le dijo: “levántate, compañero, que ya es hora de que nos vallamos a casa”. Instantáneamente se levantó obediente el borrico, obedeciendo la imperiosa voz de su amo, restituyéndole a la vida para continuar en su trabajo y servicio como lo hacia antes.

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La intersección de Germán es poderosa no sólo con lo hombres, sino que se extiende también hasta los burros, si es que puede considerarse beneficio la restitución de una vida que no tiene más premio que el trabajo y nunca puede esperar otro, aunque se mereciera mucho más, pues había servido de carroza a la profunda humildad, al abatimiento mismo, siendo esto lo que más engrandece al santo, pues el que por Dios lo desprecia todo, superior se hace a todo lo que no sea Dios mismo.

CAPITULO XXX

PASANDO POR LA CARCEL de Rábena se abrieron sus puertas

y quedaron libres los presos que en ella había.

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Eran insaciables los deseos que tenían los ciudadanos de Rábena de ver a Germán, y siempre que salía por las calles, le acompañaban y seguían tanta multitud, que las calles se hacían estrechas para poder moverse. Esto era provocado por el conocimiento y experiencias que tenían de tan repetidos milagros que hizo el santo durante el tiempo que estuvo en esta ciudad. Con este tan crecido número de personas que le acompañaban, pasó por la cárcel de aquella ciudad, que estaba ocupada por muchos hombres que se hacían merecedores de ella por haber faltado a la justicia. En cuanto los presos vieron al santo, gritaban pidiendo socorro, y Germán, reconociendo en el ruido que hacían los grillos y las cadenas que eran presos los que clamaban por la libertad, movido por la lástima que sentía ante aquellos clamores paró su comitiva, y puesto en oración, pidió a Dios el remedio. El Altísimo permitió, por su intercesión, que los grilletes que servían de fuertes ataduras a sus cuerpos, repentinamente se les cayesen dejándolos en libertad y abriéndose al mismo tiempo todas las puertas para que todos lograran una libertad plena, quedando todos los calabozos vacíos. Los presos acompañaron al santo como a su redentor y le siguieron hasta la iglesia para dar gracias a Dios que fue el autor de tantos prodigios. No habiendo Herodes saciado su sed con la sangre que vertió de aquel pariente de Cristo, “hijo del trueno”, uno de los testigos de las glorias del Tabor quien, sino le lo impidiera el sueño, lo hubiera sido también de las angustias del huerto, honor, amparo, y Patrón de nuestra España, Santiago el Mayor, teniendo como único fin, las inicuas acciones que sentía por agradar a los judíos, determinó encarcelar al que era Cabeza de la Iglesia y Príncipe de los Apóstoles, Pedro. No contento con las dobles guardias que para su custodia le ponía, le cargó también de rigurosas cadenas. Dormía Pedro entre dos centinelas que le hacían guardia, cuando el cielo, a petición de la Iglesia, dispuso su libertad y despertándole un ángel que con sus luces iluminó toda la prisión, se le cayeron las dos cadenas con que estaba atado y se abrieron de par en par las puertas de la cárcel. En el instante en que el apóstol reconoció tal beneficio, trata como a un ángel al que le ayuda para su libertad y exclamando en admiraciones dijo: “conozco verdaderamente, que es este ministro del Altísimo, enviado de su celestial esfera porque no puede ser otro que un ángel a quien lo hierros se sujeten y obedezcan los más fuertes cerrojos de tan estrechos calabozos, logrando con su obediente libertad aquellos,

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que como esclavos yacían en el penoso cautiverio de tan duras y rigurosas prisiones”.

Detalle de los frescos de la Capilla de San Germán

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CAPITULO XXXI

RESUTITA EL SANTO UN HIJO de Volusiano y libra a uno

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del demonio que estaba apoderado de él. Un hijo de Volusiano, paisano de Sejisbuto, uno de los principales de la Casa Real, estaba postrado a consecuencia de una fiebre muy alta que era tan grande que le consumía hasta la médula de su cuerpo. Esto motivó a los médicos a desechar su posible cura, incluso ya no iban ni a verle ni le recetaban remedios, no quedando más esperanzas que la de desahogar el corazón con el llanto, manifestando su sentimiento en sus lagrimas. Fueron sus padres, acompañados de muchos amigos y parientes, incluso de algunos sacerdotes, a pedirle al santo que rogase por la salud de aquel enfermo, y antes de llegar a donde estaba Germán les dieron la noticia de que ya el enfermo estaba muerto y de que no molestaran al santo. No obstante a pesar de esta noticia, insisten en su viaje y en suplicarle al santo para que Dios tuviera misericordia de él. Germán les acompañó a su casa, la que encontraron llena de gente, y pudo ver cómo aquel cuerpo había perdido su color y cómo toda la familia lloraba aquella muerte. Llevado el santo de las muchas súplicas de todos, y del celo de su caridad ardiente, para el consuelo de sus padres, mandó echar de allí toda la gente que había y postrándose en oración junto al cadáver, regó con copiosas lágrimas la tierra donde estaba y con suspiros, llantos, y gemidos, llamó en su ayuda a Nuestro Redentor Jesucristo. No debe extrañarnos este comportamiento de Germán, pues no fueron menos las demostraciones que hizo Cristo en la resurrección de su amigo Lázaro. Aquella resurrección le costó a Cristo gritos, alaridos, lágrimas y bramidos. Iban descubriendo los miembros del difunto los ojos, buscando la luz y sus resplandores, sus manos, la lengua y comprobaron la restitución de su vida. Los dos se levantaron juntos, el santo de la oración y el difunto de la muerte. Entregó Germán a sus padres un hijo totalmente restablecido y estos saltaron de júbilo dando gracias al Altísimo por semejante maravilla. Un joven, instruido en las artes liberales que era criado de Achosio, eunuco que era, prepósito del Real Aposento, era atormentado del espíritu maligno y se ponía en ocasiones muy furioso. Viendo la reina esto, mandó le pusiesen en la presencia de Germán y siendo así, que a la primera mirada del santo y por la imposición de sus manos, todos los

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espíritus malignos salieron, aunque el demonio procuró hacer antes los mayores estragos penetrándole hasta las entrañas de su cuerpo. Determinó Germán que aquella noche el joven permaneciese encerrado y así se hizo, pero el diablo, como si saliese de las más profundas y tenebrosas tinieblas, se manifestó habiendo estado hasta entonces oculto y en desentonadas voces dijo el tiempo que llevaba poseyendo aquel inocente hombre. Al soberano imperio de las voces del santo dejó libre aquel de quien era dueño restituyéndole a sus oscuros calabozos y avergonzado del poco poder que tenia, contra las soberanas virtudes del santo, que en tantas ocasiones le había echado de diferentes cuerpo de los que estaba apoderado, no sirviéndole cosa alguna y quedando siempre vencido cuantas veces intentó vanamente resistirse. Porque aunque el demonio es una sangrienta fiera, que no hay crueldad que no intente, vida que no desee quitar, honra que no procure manchar, y sangre que no anhele derramar, no tiene ninguna fuerza contra quien se le opone y se defiende. Según el Profeta Rey, el demonio es un dragón hecho a propósito para que de él se burlen.

CAPITULO XXXII

TRANSITO DEL SANTO

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y revelación que Dios le hizo de él. Fueron muchas las maravillas que hizo el santo durante el tiempo que estuvo en la ciudad de Rábena. Fue aquí donde le rebeló Dios cómo se acercaba el día de coger el fruto de sus continuados trabajos y de premiarlos con el colmo de las felicidades, sacando su preciosa alma de la estrecha cárcel del frágil y quebradizo barro de su cuerpo, llevándola a colocar en la gloria, entre los más elevados Serafines. Terminada la solemnidad y asistencia de Maitines, estando hablando con los obispos (que en aquella ciudad a la sazón se encontraban) sobre asuntos importantes de la religión, Germán los dijo: “hermanos míos muy queridos, os encomiendo muy de veras mi transito, que os hago saber porque en sueños he recibido de manos del señor el Viático para hacer una larga peregrinación, y habiéndole preguntado al Señor cual era la patria a donde me llevaba El me dijo que era a un lugar donde definitivamente tendría paz y descanso eterno”. Quisieron los obispos interpretar de otra manera el sueño y Germán volvió por segunda vez a encomendarles su tránsito, diciendo, que bien sabia qué Patria es la que Dios promete a sus siervos. Al poco tiempo le sobrevino una aguda enfermedad en la que le asistió y visitó con gran devoción y caridad la Emperatriz Placida. Germán cada día empeoraba más y al séptimo día de estar enfermo, el treinta y uno de julio voló su purísimo espíritu, acompañado de ángeles, a ser morador de la Patria Celestial. Que si fue el día siete el que descansó Dios en la creación del mundo, en el siete de su enfermedad quiso Dios que descansase Germán de los continuos trabajos de su vida. Con justa razón al día siete le llamó Galeno en su comentario, día del juicio. Con la noticia de esta muerte, quedó sumida en la confusión toda la ciudad. ¡ Dime, día cruel y tirano, cómo arrebataste en uno de tus instantes fugitivos al varón más ejemplar que han conocido los siglos? Sea de esta desgracia el llanto, destilen su corazón por los ojos en lágrimas de sentimiento, que por muchas lágrimas que viertan no serán bastantes para expresar dicho sentimiento.

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Llora Cristo la muerte de su amigo Lázaro y haciéndose cargo el Águila de la Iglesia de estas lagrimas dice, que lloraba Cristo por la falta que hacia este justo en el mundo, aunque bien sabia él que no estaría más de cuatro días muerto. Pues si para la muerte de cuatro días de un justo son lagrimas de todo un Cristo expresiones para manifestar el sentimiento de su amigo muerto, ¿cuáles bastaran para manifestar la pérdida de este que ha de estar no sólo cuatro días sino hasta que venga Cristo a redimir las culpas del mundo? Háganse fuentes de lágrimas sus ojos, que ya dio en el suelo aquella fuerte columna de la militante Iglesia. Ya se eclipsó aquel soberano sol que tanto alumbró con los resplandores de su sagrada doctrina. Si la ciudad de Rábena, por el corto tiempo que logró sus influencias, sintió enormemente la muerte de Germán, ¿cuáles serian los sentimientos de los que gozaron de Germán desde su nacimiento? Aquella ciudad quedó sin tal hijo, aquel rebaño sin su propio pastor, la iglesia sin su querido esposo, sus discípulos sin su amado maestro, las huérfanas sin amparo, lo pobres sin refugio y todos universalmente sin consuelo. Se hallaban presentes en la muerte del santo la Emperatriz Placida, San Pedro Crisólogo, obispo de aquella ciudad, y otros seis obispos que estaban allí en ese momento. Dejó en su muerte Testamento a los venideros siglos, aunque no se pudo fundar Memoria con lo que dejó, pues se redujo todo a lo que traía sobre su cuerpo para la precisa decencia de su estado, reduciéndose su testamento, por no tener nada más de lo que testar, mandar que llevasen su sagrado cuerpo a enterrarlo en su iglesia como se lo había revelado Dios porque ya que si en vida no estuvo mucho tiempo entre ellos, no quería que en su muerte careciesen de aquella preciosa joya. Repartieron las alhajas que dejó el santo entre la Emperatriz y los obispos. La Emperatriz Placida se quedó con el relicario que colgaba de su cuello y con las consiguientes reliquias. San Pedro Crisólogo heredó el pectoral y la casulla. Uno de los obispos tomó el manto, otro el cíngulo, dos se dividieron la túnica, y dos la capa que traía. Despojado de todas sus vestiduras, Acholio embalsamó su cuerpo con aromas y la Emperatriz le adornó de otras ricas vestiduras poniéndoselas con sus propias manos, con suma veneración y gran respeto.

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Las glorias de San Germán

Bóveda de su Capilla en el interior de la Parroquia Escalonilla

CAPITULO XXXIII

TRANSALACION DEL CUERPO

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del santo a su iglesia y milagros que obró en el camino.

Dispuesto todo lo necesario por el Emperador Valentiniano, incluso con gran generosidad para el gasto económico de tan largo camino, sacaron aquel sagrado cuerpo de la Ciudad, acompañándole la Emperatriz, los Obispos y todo el Pueblo, con gran pompa y aparato para dar comienzo a la conducción del cadáver a su iglesia de donde era Obispo, como había dejado ordenado el santo Germán. Por todos los pueblos por donde pasaba este precioso tesoro del cuerpo de Germán salían con suma devoción a llevarle en hombros de unos y otros teniendo como un privilegio el poder llevar el cuerpo del santo. La comitiva fúnebre paraba en las iglesias de los pueblos por donde pasaba y se hacía la noche y su sola presencia se convertía en día claro que todos sus habitantes aprovechaban para adorar y reverenciar al que sus actos acreditaban como santo. Si en vida fueron muchas las maravillas que Dios hizo por medio de su intercesión, en muerte fueron más poderosas para los que se encomendaron a él, como lo atestiguan los muchos milagros que desde que salió su cuerpo de Rábena hasta que fue depositado en su iglesia titular hizo. Llegó el cuerpo del santo una noche a una ciudad de Italia llamada Plasencia, y una señora, paralítica desde hacía muchos años se enteró de que allí paraba el cuerpo del santo. Mandó que la llevasen hasta la iglesia donde estaba aquel sagrado cuerpo y que la pusiesen debajo del féretro donde pasó la noche entera en oración y humildes súplicas pidiendo al santo que la curase de su enfermedad. Fue escuchada y aceptada su petición al Altísimo saltando la mujer como lo hiciera el paralítico de la piscina de Jerusalén. Al tiempo de levantar el cuerpo del santo quedó totalmente sana, dando gracias al Señor de Cielo y Tierra por haberla librado de tan grave enfermedad. El Evangelista San Lucas hace referencia a las maravillas que a la sombra del Apóstol Pedro se realizan librando de muchas enfermedades a mucha gente. De la misma manera, al igual que a la sombra del Apóstol vivo, tiene la sombra de San Germán después de muerto. Pasando el santo, la segunda vez que fue a Inglaterra, por la ciudad de Verceli, donde era Obispo San Eusebio, le ofreció el celebrar la dedicación de la iglesia que había fundado cuando regresara a su Obispado. Tuvo noticias Eusebio de que nuestro santo había fallecido en la Ciudad de Rábena, y con ella dispuso la celebración de la dedicación

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de su iglesia, y queriendo encender los cirios y velas que en ella había preparados para dicha celebración, no pudieron hacerlo, de forma que cuanto más se empeñaban más dificultades encontraban para ello. Esto motivó a San Eusebio a pensar por qué no se había podido ejecutar dicha acción, llegando a concluir que era porque otro Obispo quería hacerlo. Llegó el cuerpo del santo aquella ciudad y llevándolo a su iglesia, después de haber entrado el cadáver del santo, se encendieron milagrosamente todos los cirios y velas que allí había, los mismos que antes no pudieron ser encendidos. En ese momento San Eusebio se acordó de la promesa que Germán le hizo y entendió que lo que vivo le había prometido quiso hacerlo después de muerto. Por varón de Dios reconoció la Viuda de Sarepta al Profeta Elías porque vio cumplidas en su casa las promesas que el profeta la hizo cuando entró en su casa. Pues, ¿qué diremos de Germán viéndole que cumple después de muerto las suyas? Este milagro lo refiere un Arzobispo de Viena y dice haber sucedido en su iglesia. Así lo encontró escrito, haciendo referencia a cómo le trasladó en Jacobo de Vorágine en la vida del santo, lo que me parece más conforme, pues en el tiempo que le refiere el Arzobispo, según la muerte del santo, corresponde a muchos años después de ella.

Interior Iglesia de San Germán en Auxerre (Francia)

Mapa de la actual Auxerre (Francia) perteneciente a la antigua región de Armónica, lo que hoy es Borgoña.

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CAPITULO XXXIV

LLEGADA DEL CUERPO DEL SANTO

a su obispado, y día de su traslación

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Llegó hasta su Obispado la noticia de la muerte de Germán y de lo que este dejó ordenado para el día de su muerte. Todos mezclaron con lágrimas de sentimiento su muerte, a la vez que sentían regocijo al esperar ver su sagrado cuerpo. Este llegó conducido por la devoción, el día primero de octubre, y por todos los pueblos por los que pasaba quedaban despoblados para ver, reverenciar y adorar a su Santo Padre y Pastor, inundándose en lágrimas que manifestaban el gran sentimiento por la muerte de tal Padre. Germán vive ahora en una estancia más segura y cierta. Los justos hacen más durable la vida con la muerte, sin miedos de que se acabasen su duración, y tal dicha es la felicidad suma, hasta tal punto, que es impropio el llorar felicidades. No dudan de la gloria de su Padre, pero tampoco de su ausencia. Iba Cristo en compañía de sus Discípulos a resucitar a Lázaro. La Magdalena, con la noticia de su venida, le salio al encuentro considerándole alivio de sus penas. Cuatro días hacia que Lázaro estaba muerto y no cesaba en su llanto Magdalena, pues en presencia de Cristo lloraba esta. Reprensibles parecen estas lágrimas vertidas por la muerte de un hermano santo, incluso cuando sabe que Lázaro va a resucitar. Luego, el llanto de Maria, parece escusado en tal venturosa muerte. Esto es, dice el Crisólogo, si mirara sólo en esta muerte la muerte en general, pero se mira a un tiempo la ausencia de un hermano, esmero de sus cariños. Es verdad que había de resucitar Lázaro, pero estaba muerto, y la muerte priva a la Magdalena de su comunicación, y este es el dolor que tanto la atormenta. El Espíritu Santo permitió llorar en la muerte del amigo. Pues, ¿cómo han de ser culpables las lágrimas que se viertan por la muerte de su padre? Lloren, pues, con tanta razón lloran, pues les han quitado la muerte en su amado Pastor todo su consuelo. Les ha faltado en él, todo su amparo, les ha faltado la luz, y su remedio. Pero temple las lágrimas la esperanza de tenerle en el cielo por protector y abogado, que ya lo manifiesta la experiencia en tal repetidos milagros como hace. Le dieron en su iglesia decente sepultura, la que se visitaba con frecuencia por enfermos de todas las dolencias y allí encontraban universal remedio para todas.

CAPITULO XXXV

REFIERENSE VARIAS opiniones sobre el año en que murió el

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Santo y algunos autores hacen mención de él.

Todos los autores de la vida del santo concuerdan en el día cierto de su feliz tránsito, que fue el treinta y uno de julio, pero difieren en lo referente al año. El padre Fray Lorenzo Surio, pone la muerte del santo el año del nacimiento de Cristo del cuatrocientos veintidós. Pero tiene en contra que siendo cierto, como es, que pasó a Inglaterra, gobernando la Iglesia Universal Celestino I, y habiendo sido la exaltación de este a la suprema Dignidad en el mes de febrero del año cuatrocientos veinticinco, no se puede acomodar la muerte del santo antes de esta fecha. Jacobo de Vorágine, pone la muerte del santo cerca del año cuatrocientos treinta, en su tomo segundo Sanctorum, leyenda ciento veinticuatro, folio trescientos cincuenta y dos. Pero se desvanece dicho argumento con el segundo viaje del santo a Inglaterra, en compañía de San Lupo que fue algunos años después. Si se atiende a lo que Adonis escribe en su Cronicom, edad sexta, correspondería la muerte del santo después del año cuatrocientos setenta, porque este autor dice que pasó el cuerpo del santo desde Rábena, donde murió, por la ciudad de Viena, y paró el cadáver en una iglesia nueva en los tiempos en que era Arzobispo de aquella ciudad Hisichio, que fue el inmediato sucesor de Mamerto, el que gobernaba aquella Iglesia por el año cuatrocientos sesenta y dos, como consta en una carta de Hilarión Papa, y por otra de Sidonio consta que era todavía el año cuatrocientos setenta y dos. Lo que es cierto es que su muerte no fue después del año cuatrocientos cincuenta, porque habiéndole asistido en su enfermedad y muerte la Emperatriz Placida se sabe que esta murió el año cuatrocientos cincuenta, el día veintisiete de noviembre. Se comprende que la muerte del santo no pudo ser después. También es cierto que San Pedro Crisólogo estaba presente en la muerte del santo, siendo obispo de la ciudad de Rábena donde murió. Según Jerónimo Rúbeo y otros autores San Pedro Crisólogo murió el día dos de diciembre del cuatrocientos cuarenta, y según esta opinión, corresponde la muerte de nuestro santo antes de dicho año.

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El Eminentísimo Señor Don Fray Enrique Noris, Cardenal de la Santa Iglesia de Roma corrige la opinión de Rúbeo en el tomo que escribió de la Historia Pelagiana, en el libro segundo, folio ciento catorce, diciendo que Pedro Crisólogo murió el año cincuenta o cincuenta y uno, y que vivía el año de cuatrocientos cuarenta y ocho, lo que comprueba con una carta que el santo escribió en este año a Eustiches. Corrobora hoy esta opinión de el Señor Noris y desvanece las contrarias el Oficio del señor San Pedro Crisólogo que nuestro muy Santo Padre Benedicto XIII aprobó y mandó rezar el día cuatro de diciembre a todos los que estamos obligados por las horas canónicas, por decreto del diez de febrero del año mil setecientos veintinueve, el que refiere en la tercera lección del segundo nocturno, que murió San Pedro Crisólogo cerca del año cuatrocientos cincuenta. Segisberto en su Cronicom, pone la muerte de San Germán el año cuatrocientos cincuenta con lo que concuerdan los Anales de las cosas memorables de la ciudad de Antisiodoro. Sigonio en el libro trece del Imperio Occidentali, pone la muerte del santo el año cuatrocientos cuarenta y ocho. En este mismo año la pone también Luis Moreli, autor francés en su diccionario histórico. Lo que saca de toda duda es la muerte de San Amador, antecesor del santo, que fue el año cuatrocientos dieciocho el mismo en el que el santo entró en el Obispado, habiéndolo gobernado durante treinta años y algunos días, corresponde su muerte al cuatrocientos cuarenta y ocho, como dice Sigonio y Luis Moreli. De la misma manera lo confirma el Eminentísimo Señor Noris es su historia ya citada. Gobernaba la Iglesia Universal, al tiempo de su muerte, Inocencio I, siendo Emperador de Roma Valentiniano III de Constantinopla. Escribieron la vida del santo el padre Pedro de Rivadeneira, de la Compañía de Jesús, natural de la ciudad de Toledo, en sus Flos Sanctorum, en el tomo de santos Extravagantes. Pedro de Natalibus, en su Catálogo en el folio ciento veintinueve vuelto. El padre Fray Lorenzo Surio, en su cuarto tomo el día treinta y uno de julio, que lo tomó de la vida que escribió a San Centurio, obispo Antisiodorense. Constancio, presbítero, varón comprometido, y vecino en los tiempos del santo. Jacobo de Vorágine en su tomo Leyenda Sanctorum, ciento veinticuatro, folio trescientos cuarenta y ocho. Lipomano, en el segundo tomo de su Diccionario Sanctorum en la letra G. Enrique Antisiodorense. Segisberto Sigonio en el libro trece de Imperio Occidentali hace de él mención. El Martirologio Romano lo cita el treinta y uno de julio. El Venerable Beda

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en la Historia de Inglaterra libro primero capitulo doce. San Próspero en su Cronicom. Gregorio Turonense en su Gloria Confesorum. El reverendísimo padre Fray Antonio de Yepes, cronista general de la Orden del Gran Padre San Benito, en el tomo primero de la Crónica de su Sagrada Orden, folio doscientos cinco. Adonis en su Cronicom edad sexta. El Eminentísimo Señor Cardenal Baronio en sus Anotaciones y en el quinto tomo de sus Anales, en el año cuatrocientos veintinueve y cuatrocientos treinta y cinco, y en su Martirologio en el día treinta y uno de julio. Gonzalo de Illescas, en su Historia Pontifical, parte primera folio noventa y seis. Vicencio Velbacense. El padre Alonso de Andrada, de la Compañía de Jesús, natural de Toledo en su Itinerario Historial, folio trescientos cincuenta y siete grado veinticuatro. Luis Moreli, en su Diccionario Histórico, en la letra G. el Eminentísimo Señor Cardenal Noris, en la Historia Pelagiana, libro segundo de los folios treinta y nueve al ciento trece. La Venerable Religión de Maria Santísima del Carmen, hace conmemoración del santo su día propio. También lo hace el Calendario Gótico el día treinta de julio. También en el oficio de San Pedro Crisólogo.

Imagen de la talla de San Germán - Escalonilla CAPITULO XXXVI

MILAGROSA ELECCIÓN

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del santo, en Patrón de el lugar de Escalonilla.

Se encontraba este pueblo afligido con la amenaza de estar muchos de la Comarca padeciendo el trabajo de un contagio pestilente que quitaba la vida a muchos de sus pobladores. Y no encontrando para tal mal un remedio en lo humano acudieron al Médico Celestial a pedir, entre tanto mal, algún consuelo. Y para que sus súplicas tuviesen mejor despacho determinaron elegir Patrón para encaminarlas por sus manos. Se valieron de las oraciones públicas para el acierto, que en Cristo precedió para la elección de los Apóstoles, según San Lucas. Que aunque tenía Dios el acierto en su mano, precedió esta diligencia para nuestra enseñanza y determinaron fiar el acierto de su elección a la suerte. Así lo ejecutó Cristo Nuestro Señor en la división de las provincias entre sus Apóstoles, como dijo el gran Patrón de nuestra España Santiago el Mayor al Rey Don Ramiro, a quien se le apareció después de que derrotado y vencido de un ejercito de doscientos mil moros se retiró al Monte de Clavijo. Y animándole a dar la batalla, le aseguró la victoria, prometiéndole su ayuda para ella, y entre otras cosas testifica el Rey, que le dijo, que cuando distribuyó Cristo las demás provincias del mundo a los otros Apóstoles, sus compañeros, disputó por suerte toda España a su protección y amparo. Por suerte hicieron los apóstoles la elección de San Matías en lugar del malévolo Judas. Ha sido muy practicado en el Nuevo y Antiguo Testamento este género de elección. De Zacarías lo refiere el Evangelista San Lucas. La suerte quita pleitos y ataja negociaciones de poderosos, como dijo el sabio en el Libro de los Proverbios. Paulo Jovio dice que los moscovitas y archimandritas hacían las elecciones de sus obispos por suerte. Así metieron diferentes nombres de santos escritos en cedulas en un cántaro, y sin haber metido en él la de Germán salió una con su nombre escrito. Repitieron hasta tres veces la diligencia registrando todas las cedulas que en la suerte entraban, y cerciorados de no haber metido ninguna con el nombre del santo vieron que salió tres veces en suerte.

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Dice San Agustín que en la suerte no hay elección, sino es la voluntad de Dios porque en ella mete su Majestad la mano y saca la más conveniente. En ninguna con más propiedad que en esta se puede decir que es elección de Dios pues entre tanta variedad de germanes solicitaron los vecinos saber cuál fuese el que milagrosamente merecieron por su especial abogado, y habiendo sido la elección el día treinta y uno de julio, no les quedó duda de haber merecido por su patrón al que la Iglesia Nuestra Madre celebra en este día. No tenemos de este portento más justificación que la tradición de padres a hijos. San Juan Crisóstomo decía que está de más la averiguación de los libros donde están las tradiciones. Fue consejo de la sabiduría el venerarlas. Es encomendada la tradición del apóstol de las gentes, San Pablo. Por la tradición tenemos muchas cosas de fe, como es el Credo. Está muy acreditada la tradición por el Santo Concilio de Trento. Tertuliano dice, citado por el Doctor Salazar de Mendoza, en la vida de San Ildefonso, que los herejes antiguos negaban las escrituras, pero no se atrevían a negar las tradiciones. Aunque no sabemos el tiempo cierto de esta maravilla, no puede dejar de ser esta bastante antigua. No se puede justificar esta por papeles de la Iglesia de este Lugar, por la falta que hay de ellos antiguos. El más antiguo es el Libro de Memorias que empieza el año quinientos noventa y en él está tomada razón de las Cofradías fundadas en su Iglesia Parroquial donde se dice que se fundó una de San Germán el año cuatrocientos noventa. Estaba esta cofradía enteramente extinguida no quedando ni memoria de ella porque la que hoy existe se fundó a solicitud del que esto escribe y se aprobó por los señores del Consejo de la Gobernación de este Arzobispado el año de mil setecientos quince, un siete de febrero, en la Sede Vacante del Señor Cardenal Don Luis Manuel Fernández Portocarrero, Arzobispo de Toledo. Y así como la que se fundó el año cuatrocientos noventa se perdió con el transcurso del tiempo, pudo no haber sido la primera y haber habido otra antes de esta. Se compone dicha cofradía de treinta y tres hermanos en memoria de los treinta y tres años de Cristo Nuestro Señor cuyo número no se puede aumentar por Constitución expresa. Se gobierna por Ordenanzas que todas miran al Culto Divino y a la mayor veneración del santo. Está hoy enriquecida dicha cofradía con el precioso tesoro de cinco Jubileos Plenísimos Perpetuos que a su solicitud ha concedido a todos sus hermanos la Santidad de nuestro Santo Padre Benedicto XIII para los

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días primero de enero, día de la Circuncisión del Señor. Diecinueve de marzo día de San José. Tres de mayo, día de la Invención de la Santa Cruz. Treinta y uno de julio, día de nuestro Patrón y titular de la hermandad, San Germán. Primero de octubre, día de la Translación del santo. Otras particulares indulgencias y gracias que constan de la Bula original despachada el cinco de noviembre del año mil setecientos veinte siete que está en el Archivo de su Iglesia Parroquial, cuyas gracias serán el mayor incentivo a su perpetuidad.

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