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    Dialctica, nueva poca, ao 30, nmero 38, otoo 2006

    1. Mito y realidad del antiamericanismo de izquierda

    La ltima guerra en contra de Irak estuvo acompaadapor un singular fenmeno ideolgico; se busc acallar elenorme movimiento de protesta sin precedentes, que en esaocasin se desarroll, lanzando en su contra la acusacin de

    antiamericanismo. Esto, ms que una postura poltica equivocada,se ha mostrado, y se sigue mostrando, en previsin de las nuevasguerras que se perlan en el horizonte, como un sntoma deinadaptacin con respecto a la modernidad y sordera frente alas razones de la democracia. Esta enfermedad se arma escomn a los antiamericanistas de izquierda y de derecha ycaracteriza las peores pginas de la historia europea; por tantose concluye criticar a Washington y la guerra preventiva nopromete nada bueno. Sera fcil responder llamando la atencinsobre el antieuropeismo que se est acrecentando en la otra

    parte del Atlntico y que tiene una larga tradicin a cuestas.Llama la atencin, sobre todo, que en este clima ideolgico ypoltico nadie recuerde ya el terror desencadenado por el KuKlux Klan, a nombre de la defensa del americanismo puroo bien del americanismo al 100%, en contra de los negros yblancos culpables de cuestionar la white supremacy(en MacLean1994, 4-5, 14). Est tambin ausente de la memoria la cacerade brujas macartista contra los sospechosos de alimentar ideas osentimientosun-american.

    ELORIGENNORTEAMERICANODELAIDEOLOGADELTERCERREICHGUERRAPREVENTIVA, AMERICANISMOYANTIAMERICANISMO

    domnico losurdo

    Domnico Losurdo, lsofo italiano, investi-

    gador de la Universidad de Urbino. Entre sus

    publicaciones se encuentran: Democrazia

    o Bonapartismo. Trionfo e decadenza del

    suffragio universale(1933);Il revisionismo

    storico (1996); Problemi e miti; Il pecato

    originale del novecento(1998).

    Pero cuestionmonos sobre el tema principal.

    Tiene algn fundamento histrico la tesis dela convergencia, en clave antidemocrtica, delantiamericanismo de izquierda y de derecha?En realidad el joven Marx dene a los EstadosUnidos como el pas de la emancipacin polticaconsumada, o tambin como el ejemplo msperfecto del Estado moderno, el cual asegura

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    el dominio de la burguesa sin excluir a prioria ninguna clasesocial del uso de los derechos polticos (cfr. Losurdo 1993, 21-2).Ya aqu se puede notar una cierta benevolencia: ms que estarausente, en los Estados Unidos la discriminacin observada asumeuna forma racial.

    Todava mas desequilibrada, en sentido lo-americano,es la postura de Engels. Luego de haber distinguido entreabolicin del Estado en el sentido comunista, en el sentidofeudal o en el sentido burgus, agrega: en los pases burguesesla abolicin del Estado signica la reduccin del poder estatalal modo de Norte Amrica. Aqu los enfrentamientos de clasese desarrollan de manera incompleta; las luchas de clase secamuan cada vez ms mediante la emigracin al oeste de lasobrepoblacin proletaria. La intervencin del poder estatal,reducido a un mnimo en el Este, no existe de hecho, en el

    Oeste (Marx, Engels, 1955, VII, 288). Ms que de abolicin delEstado an en sentido burgus, el oeste parece ser sinnimo deampliacin de la esfera de la libertad: no existe alusin algunasobre la suerte reservada a los pieles rojas, as como tampocomencin alguna sobre la esclavitud de los negros. Es semejanteel tratamiento en el Origen de la familia, de la propiedad privada y

    del Estado: los Estados Unidos son presentados como el pas enel cual, el aparato poltico y militar separado de la sociedad, almenos en ciertos periodos de su historia y ciertas partes de suterritorio, tiende a reducirse a cero (Marx, Engels, 1955, XXI,

    166). Estamos en 1884: en este momento, los negros no slo sonprivados de los derechos polticos conquistados inmediatamentedespus de la guerra de Secesin, sino forzados a un rgimen de

    Apartheidy sometidos a una violencia que alcanz las formas masinhumanas de linchamiento. En el sur de los Estados Unidos,donde posiblemente era ms dbil el Estado, era por lo tantoms fuerte el Ku Klux Klan, expresin sin duda de la sociedadcivil, en la que resida el ejercicio del poder, y de una formabrutal. Precisamente el ao anterior a la publicacin del libro deEngels, la Corte Suprema haba declarado inconstitucional una

    ley federal que pretenda prohibir la segregacin de los negros enlos lugares de trabajo o de servicios (los ferrocarriles) manejadospor compaas privadas, substradas por denicin a todaintervencin estatal.

    Es muy importante notar que, en el plano de la polticainternacional, Engels parece ensalzar la ideologa del

    Manifest Destiny, tal como se deduce de la celebracin de laguerra contra Mxico: gracias al valor de los voluntariosamericanos, la esplndida California les fue arrebatada a

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    los indolentes mexicanos, los cuales no saban qu hacer conella; aprovechando las nuevas y gigantescas conquistas, losvigorosos Yankees dan un nuevo impulso a la produccin y a lacirculacin de la riqueza, al comercio mundial, a la difusin dela civilizacin (Zivilisation) (Marx, Engels, 1955, VI, 273-5). Sin

    embargo, a Engels se le escapa un hecho denunciado con fuerza,en el mismo periodo de tiempo, por los crculos abolicionistasestadounidenses: la expansin de los Estados Unidos signicaba laextensin institucionalizada de la esclavitud.

    Por lo que se reere a la historia del movimiento comunistapropiamente dicho, es notoria la fascinacin que el taylorismoy el fordismo ejercen sobre Lenin y Gramsci. Bujarin va msall en 1923: es necesario sumar el americanismo al marxismo(en Figes, 2003, 24). Un ao despus, Stalin muestra taladmiracin, al pas que haba participado en la intervencin

    contra la Rusia sovitica, al grado de ponerlo como ejemplo a loscuadros bolcheviques: si quieren estar realmente a la altura delos principios del leninismo, deben saber asimilar el esprituprctico americano. Americanismo y espritu prcticosignican no slo concrecin sino tambin intolerancia por losprejuicios, conduciendo, a nal de cuentas, a la democracia.Como Stalin aclara en 1932: los Estados Unidos son un pasciertamente capitalista, sin embargo, las tradiciones en laindustria y en la praxis productiva tienen algo de democrtico,cosa que no se puede decir de los viejos pases capitalistas

    de Europa, donde est vivo todava el espritu seorial de laaristocracia feudal (cfr. Losurdo, 1997, 81-6)Desde su perspectiva, Heidegger tiene razn cuando reprocha a

    los USAy la Unin Sovitica el representar, desde un punto de vistametafsico, el mismo principio, consistente en el desencadenamientode la tcnica y en la masicacin del hombre (Losurdo, 1991 a,90). No hay duda de que los bolcheviques se sienten fuertementeatrados por la Amrica delmeltingpoty delself made man. Otrosaspectos, en cambio, les resultan ciertamente repugnantes. En1924, Correspondance Internationale(la versin francesa del rgano

    de la Internacional Comunista) publica el artculo de un jovenindochino establecido en los Estados Unidos, el cual, as comotiene admiracin por la revolucin americana, siente horror por laprctica del linchamiento que sufren los negros en el sur. Uno deestos espectculos de masa es descrito de manera despiadada:

    Al negro se le cuece, se le tuesta y se le quema. l merece morirno slo una sino dos veces. Por ello adems se le ahorca, o msexactamente se cuelga lo que resta de su cadver Cuando todos yaestn saciados, el cadver se descuelga. La soga se corta en pequeos

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    pedazos y se venden entre tres y cinco dlares cada uno.An as, el desprecio por el rgimen de la white supremacyno

    desemboca en realidad en una condena indiscriminada de losEstados Unidos: s, el Ku Klux Klan revela toda la brutalidad delfascismo, pero ste terminar por ser eliminado, ms que por

    los negros, hebreos y catlicos (las vctimas en diferentes nivelesde esta brutalidad), por todos los americanos decentes (enWade, 1997, 203-4). Sin duda no estamos ante la presencia de unantiamericanismo indiferenciado.

    2. Un esplndido Estado del futuroS, el joven indochino identica al Ku Klux Klan con el fascismo.Sin embargo, las semejanzas entre los dos movimientos tampocoescapan a los testimonios americanos de la poca. No pocas veces,con juicios de valor positivos o negativos, stos comparan a los

    hombres de uniforme blanco del sur de los Estados Unidos conlas camisas negras italianas o con las camisas pardas alemanas.Despus de haber llamado la atencin sobre los rasgos comunes alKu Klux Klan y al movimiento nazi, una estudiosa estadounidensede nuestros das considera haber llegado a esta conclusin: Si lagran depresin no hubiera abatido a Alemania con toda la fuerzacon la que lo hizo, el nacionalsocialismo podra ser tratado tal ycomo a veces se considera al Ku Klux Klan: como una curiosidadhistrica, cuyo destino estaba ya marcado (MacLean, 1994, 184).Esto signica que, para explicar el fracaso del Imperio Invisible

    en los Estados Unidos y la llegada del Tercer Reich en Alemania,ms que la distinta historia ideolgica y poltica, lo sera el contextoeconmico diverso. Puede ser que esta armacin sea exagerada.Sin embargo, cuando, para silenciar las crticas en contra de lapoltica de Washington, se recuerda la contribucin esencial que losEstados Unidos, junto con otros pases (comenzando por la UninSovitica) dieron a la lucha en contra de la Alemania Hitlerianay sus aliados, se dice solo una parte de la verdad; la otra partela constituye el notable papel que los movimientos reaccionariosy racistas americanos desarrollaron al inspirar y alimentar en

    Alemania la agitacin que al nal desemboc en el triunfo de Hitler.Ya en los aos 20, entre el Ku Klux Klan y los crculos alemanes

    de extrema derecha se establecieron relaciones de intercambio ycolaboracin con la consigna del racismo en contra de los negrosy en contra de los judos. Todava en 1937, Rosenberg ensalza aEstados Unidos como un esplndido pas del futuro: ellos hantenido el mrito de formular la feliz nueva idea de un Estadoracial, idea que en la actualidad se trata de poner en prctica confuerza joven, mediante la expulsin y la deportacin de negros

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    y amarillos (Rosenberg, 1937, 673). Basta dar una mirada a lalegislacin presentada inmediatamente despus del advenimientodel Tercer Reich, para darse cuenta de las analogas con lasituacin existente en el Sur de los Estados Unidos: obviamente, enAlemania, los alemanes de origen judo son los primeros en ocupar

    el lugar de los afroamericanos. Hitler se preocupa en distinguirclaramente, incluso en el plano jurdico, la posicin de los arioscon respecto a la de los judos y los pocos mulatos radicadosen Alemania (al concluir la primera guerra mundial, tropas decolor, pertenecientes al ejrcito francs, haban participado en laocupacin del pas). El problema de los negros escribe el mismoRosenberg en los USAest en el vrtice de los temas decisivos; yuna vez que el absurdo principio de igualdad sea abolido paralos negros, no se ve por qu no deban darse las consecuenciasnecesarias tambin para los amarillos y los judos (Rosenberg,

    1937, 668-9)Nada de esto debe sorprender. El elemento central delprograma nazi es la construccin de un Estado racista. Ybien, cules eran en aquel momento los modelos posibles?Ciertamente, Rosenberg se reere tambin a Sudfrica: estbien que permanezca rmemente en manos nrdicas yblancas (gracias a las oportunas leyes) a resguardo, no slode los indios, sino tambin de los negros, mulatos y judos,y que constituya un slido bastin en contra del peligro querepresenta el despertar negro (Rosenberg, 1937, 666). Pero el

    idelogo nazi sabe muy bien que la legislacin segregacionista deSudfrica estuvo fuertemente inspirada en el rgimen de la whitesupremacy, aplicada en el sur de los Estados Unidos al nal de laReconstruccin (Noer, 1978, 106-7, 115, 125). Y, por lo tanto,dirige su mirada en primer lugar a esta realidad.

    Por otra parte, existe otra razn por la cual la nacin delotro lado de Atlntico constituye un motivo de inspiracin parael Tercer Reich. Hitler no aspira solamente a un expansionismocolonial amplio, sino ms bien a la construccin de un Imperiocontinental, mediante la anexin y la germanizacin de los

    territorios orientales inmediatamente contiguos al Reich. Alemaniaest llamada a expandirse en Europa oriental como una especiedeFar West, tratando a los indgenas a semejanza de los pielesrojas (Losurdo, 1996, 212-6) y sin jams perder de vista el modeloamericano, del cual el Fhrer alaba la inaudita fuerzainterior(Hitler, 1939, 153-4). Inmediatamente despus de haber invadidoa Polonia, Hitler procede a su desmembramiento: una parte laincorpora directamente al Gran Reich (y de ella son expulsadoslos polacos); el resto conforma el Directorio general en cuyo

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    espacio declara el gobernador general Hans Frank los polacosviven como en una especie de reservacin: son sometidos a lajurisdiccin alemana sin ser ciudadanos alemanes (en Ruge-Schumann, 1977, 36). El modelo americano ha sido aplicado aqude manera muy metdica: es imposible no pensar en la situacin

    de los pieles rojas.3. El Estado racista entre Estados Unidos y AlemaniaEs un modelo que deja huellas profundas tanto a nivel categorialcomo lingstico. El trmino Untermensch, que juega un papeltan central como nefasto en la teora y en la prctica delTercer Reich, no es otro que la traduccin de Under Man. Loreconoce Rosenberg, quien expresa su admiracin por el autorestadounidense Lothrop Stoddard: a l corresponde el mritode haber acuado por primera vez el trmino en cuestin, que

    resalta como subttulo (TheMenace of the Under Man) de un libropublicado en New York en 1922 y de su versin alemana (DieDrohung des Untermenschen) aparecida tres aos despus. En cuantoa su signicado, Stoddard aclara que ste sirve para mostrar alconjunto de salvajes y brbaros, esencialmente negados a lacivilizacin, sus enemigos incorregibles,con quienes es necesarioproceder a un radical ajuste de cuentas, si se quiere evitar elpeligro que amenaza destruir la civilizacin. Elogiado, muchoantes que por Rosenberg, por dos presidentes estadounidenses(Harding y Hoover), el autor americano es posteriormente

    recibido con todos los honores en Berln, donde encuentra a losexponentes ms ilustres de la eugensica nazi, adems de losms altos jerarcas del rgimen, incluido Adolf Hitler1que estabaempeado ya en su campaa de aniquilacin y esclavitud de losUntermenschen, es decir de los indios de Europa oriental.

    En los Estados Unidos de la white supremacy,como en laAlemania en la que se aanza cada vez ms el movimiento quedesembocar en el nazismo, el programa de restablecimiento delas jerarquas raciales se consolida con el proyecto eugensico. Setrata en primer lugar de incentivar la procreacin de los mejores,

    a modo de evitar el peligro de suicido racial (Rasseselbstmord)que amenaza a los blancos: fue Oswald Spengler quien dio laalarma, en 1918, rerindose, a tal propsito, a las enseanzas deTeodoro Roosvelt (Spengler, 1980, 683). Se encuentra, en efecto,en el estadista americano, la evocacin al espectro del suicidioracial(race suicide) es decir, de la humillacin racista a la parcon la denuncia de la disminucin de los nacimientos entre lasrazas superiores esto es, en el circulo del tronco original delos nativos americanos: obviamente, la referencia no es a los

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    salvajes pieles roja sino a los Wasp (cfr. Roosevelt, 1951, I, 487nota 4, 647, 1113; Roosevelt, 1951, II, 1053). Se trata, igualmente,de cavar un abismo insuperable entre la raza de los siervos yla raza de los seores, depurando esta ltima de los elementosdesechables y colocndola en posicin de afrontar y truncar la

    revuelta de la servidumbre que, bajo la sombra de la revolucinbolchevique, se est incubando a nivel planetario. Tambin eneste caso, una investigacin histrica sin prejuicios conduce aresultados sorprendentes.Erbgesundheitslehreo bienRussenhygiene,otra palabra clave de la ideologa nazi, no es nalmente ms quela traduccin alemana deeugenics, la nueva ciencia inventadaen Inglaterra en la segunda mitad del siglo XIXpor FrancisGalton y que, no por casualidad, logra sus mayores xitos enlos Estados Unidos: aqu es ms que agudo el problema de larelacin entre las tres razas y entre los nativos por un lado

    y la masa creciente de inmigrantes pobres por el otro. Muchoantes de la llegada de Hitler al poder, en la vspera del estallidode la primera guerra mundial, aparece en Munich un libro que,desde el ttulo, seala a los Estados Unidos como modelo dehigiene racial. El autor, vicecnsul del Imperio Austro-hngaroen Chicago, alaba a los Estados Unidos por la lucidez y lapura razn prctica que demuestran afrontando, con la debidaenerga, un problema tan importante y a la vez frecuentementeolvidado: violar las leyes que prohben las relaciones sexualesy matrimoniales interraciales puede castigarse hasta con 10

    aos de crcel y ser condenados, no slo los protagonistas, sinotambin los cmplices (Hoffmann, 1913, IX, 67-8). Diez aosdespus, en 1923, un mdico alemn, Fritz Lenz, se lamentadel hecho de que, con relacin a la higiene racial, Alemaniaest bastante atrasada respecto a los USA(Lifton, 1986, 29). Andespus de haber conquistado el poder el nazismo, los idelogosy cientcosde la raza continan protestando: Alemaniatiene mucho que aprender de las medidas emprendidas por losnorteamericanos: ellos saben lo suyo(Gnther, 1934, 465).

    Las medidas eugensicas proclamadas inmediatamente

    despus de laMachtergreifungapuntan a eliminar el peligro dela Volkstod(Lifton, 1986, 30), de la muerte del pueblo o de laraza. Y de nuevo somos llevados al tema del suicidio racial.Para desaparecer el peligro del suicido de la raza blanca, lo querepresentara el suicidio de la civilizacin, no se debe dudar encuanto a las medidas ms enrgicas, a las soluciones ms radicales,en contra de las razas inferiores(inferior races): si una de ellastruena Teodoro Roosevelt debiese agredir la raza superiorsta reaccionara con una guerra de exterminio (a War of

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    exterminacin), avocada a eliminar a hombres, mujeres y nios,exactamente como si se tratara de una Cruzada(Roosevelt, 1951,II, 377). Signicativamente un libro publicado en Boston en 1913menciona, de paso, una ltima solucinal problema de losnegros (Fredrickson, 1987, 258 nota); ms tarde, en cambio, los

    nazis teorizarn y tratarn de poner en prctica la solucin nal(Endlsung) al problema judo.

    4. El nazismo como proyecto de la white supremacya nivel planetarioDurante el curso de toda su Historia, los Estados Unidos hantenido que afrontar directamente los problemas derivados delencuentro con razas diferentes y con el conjunto de inmigrantesprovenientes de todos los rincones del mundo. Por otra parte,el furibundo movimiento racista que se desarrolla al nal del

    siglo XIX, es la respuesta a la granrevolucin representada por laguerra de Secesin y por el periodo de Reconstruccin radical.Mientras los ex propietarios esclavistas son momentneamenteprivados de los derechos polticos por rebeldes, los negros pasande la condicin de esclavitud a la plena ciudadana poltica;pasan, en no pocas ocasiones, a ser parte de los organismosrepresentativos, convirtindose de algn modo en legisladores ydirigentes de sus ex patrones.

    Demos ahora una mirada a las experiencias y las emocionesque estn detrs de la agitacin que desemboc posteriormente en

    el nazismo. Si el Ku Klux Klan y los tericos de la white supremacy,entre el siglo diecinueve y el veinte, sealan a los Estados Unidos,surgidos de la abolicin de la esclavitud y de la gran oleadade inmigrantes provenientes ahora tambin del Oriente o depases colindantes con Europa, como una civilizacin bastarda(McLean, 1994, 133) o como una cloacagentium (Grant, 1917,81), la Austria, en la cual se forma el futuro lder nazi, le parece,en elMein Kampf, como un catico conglomerado de pueblos,como una Babilonia de pueblos o ms bien como un reinobabilnico, lacerado por un conicto racial (Hitler, 1939, 74, 79,

    39, 80), que parece debera terminar en una catstrofe: Avanza elproceso de eslavizacin y de eliminacin del elemento alemn(Entdeutschung), con el ocaso por lo tanto de la raza superior quehaba colonizado el Oriente y les haba llevado la civilizacin(Hitler, 1939, 82). La Alemania, a donde posteriormente llegaHitler, conoce, inmediatamente despus de la derrota de laprimera guerra mundial, trastornos sin precedente, comparablesen cierta manera a aquellos que se registraron en el sur de losEstados Unidos despus de la guerra de Secesin: ms all de la

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    prdida de sus colonias, los alemanes son obligados a soportar laocupacin militar de las tropas de color al servicio de las potenciasvencedoras. Ahora bien, segn el juicio del propioMein Kampf,la misma Alemania se transform en una mezcla racial (Hitler,1939, 439). Posteriormente la Revolucin de Octubre contribuy

    a avivar la sensacin de peligro de un denitivo colapso de lacivilizacin, cuando al hacer el llamado a los pueblos colonizadosa rebelarse, pareci condenar ideolgicamente el horror de laocupacin militar negra; ms an sta estalla y alcanza al poder enun rea habitada por pueblos tradicionalmente considerados comomarginados de la civilizacin. As como en el sur de los EstadosUnidos los abolicionistas son sealados como renegados de supropia raza, es decir comonegro-lovers, as tambin a los ojos deHitler son considerados traidores de la raza alemana y occidental,en primer lugar los socialdemcratas y luego con mayor razn los

    comunistas. En n de cuentas, el Tercer Reich se presenta como elintento, realizado en condiciones de guerra total y de guerra civilinternacional, de reaccin contra el peligro del ocaso y del suicidoracial de Occidente y de la raza superior, realizando un rgimen dewhite supremacya escala planetaria y bajo la hegemona alemana.

    5. Antisemitismo y antiamericanismo? Spengler y FordLa campaa actual en contra de quienes se atreven a criticarla poltica de guerra preventiva de Washington gusta asociar elantiamericanismo al antisemitismo. Y de nuevo nos sorprende

    la prdida de la memoria histrica. Quin recuerda ahorala celebracin del genuino americanismo de Henry Fordrealizada por el Ku Klux Klan (en McLean, 1994, 90)? El objetode admiracin lo fue el magnate de la industria automovilstica,empeado en denunciar la revolucin bolchevique como resultado,en primer lugar, del complot judo, fundando con esta nalidaduna revista de gran tiraje, elDear Born Independent: los artculosque aqu se publicaron fueron recogidos en noviembre de 1920en un volumen,El Judo Internacional,que inmediatamentese convierte en un punto de referencia del antisemitismo

    internacional, al grado de ser considerado el libro que ms queningn otro ha contribuido a la celebridad de los famososProtocolosde los Sabios de Sin.Ciertamente, despus de algn tiempo Fordse vio obligado a renunciar a su campaa, pero mientras tantofue traducido en Alemania donde encontr gran aceptacin. Mstarde jerarcas nazis de primer nivel como Von Schirack y el mismoHimmler dirn que se inspiraron en l o haber tomado de l susorientaciones. Este ltimo, en particular, cuenta que comprendila peligrosidad del judasmo slo a partir de la lectura del libro

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    de Ford: para los nacionalsocialistas fue una revelacin. Siguiluego con la lectura de losProtocolos de los Sabios de Sin: Estosdos libros nos indicaron el camino por recorrer para liberar a lahumanidad atormentada por el ms grande enemigo de todos lostiempos, el judo internacional. Queda claro, Himmler usa una

    frmula que recuerda el ttulo del libro de Henry Ford. Podratratarse de testimonios en parte interesados e instrumentales. Undato sobresaliente en las conversaciones de Hitler con DietrichEckart, la personalidad que ha tenido mayor inuencia sobre l, loes el Henry Ford antisemita quien se encuentra entre los autoresms frecuente y positivamente citados. Y, por otra parte, segnHimmler, el libro de Ford junto con losProtocolos, desarrollaronun papel decisivo (ausschlaggebend) no slo en su formacin, sinotambin en la del Fhrer2.

    Aun en este caso, parece obvia la supercialidad de la

    contraposicin esquemtica entre Europa y Estados Unidos, comosi la trgica empresa del antisemitismo no hubiese implicadoa ambos. En 1933 Spengler siente la necesidad de hacer estaprecisin: la judo-fobia profesada abiertamente por l no sedebe confundir con el racismo materialista preferido por losantisemitas en Europa y en Amrica (Spengler, 1933, 157). Elantisemitismo biolgico que sopla impetuoso tambin ms all delAtlntico es considerado excesivo hasta por un autor empeadoen una campaa en contra de la cultura y de la historia juda entodos sus aspectos. Es precisamente por esto por lo que Spengler

    aparece tmido e inconsecuente ante los ojos de los nazis. Susadmiraciones se dirigen mas all:El Judo Internacional secontinapublicando con gran aceptacin en el Tercer Reich, con prlogosque subrayan el decisivo mrito histrico del autor e industrialamericano (al haber esclarecido el tema judo) y resaltan ciertalnea de continuidad de Henry Ford a Adolf Hitler. (cfr. Losurdo,1991 b, 84-5).

    La polmica en curso sobre el antiamericanismo y elantieuropeismo peca de ingenuidad: parece ignorar losintercambios culturales y las inuencias recprocas entre Amrica

    y Europa. En el primer ao de la posguerra Croce no tuvodicultad en subrayar la inuencia que Teodoro Roosevelthaba ejercido sobre Enrico Corradini, el jefe nacionalista unidodespus al partido fascista (Croce, 1967, 251). Al inicio del sigloXX, el estadista americano realiz un viaje triunfal en Europadurante el cual recibi el doctoradoHonoris Causaen Berln, yconquist anota Pareto numerosos aduladores (Pareto, 1988,1241-2, & 1436). La imagen segn la cual los Estados Unidosconstituiran una especie de lugar sagrado, inmune a los contagios

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    y a los horrores de Europa, es un producto sobre todo de laguerra fra. Es necesario no perder de vista el intercambio depensamiento entre las dos orillas del Atlntico: s, el americanoStoddard inventa la categora clave del discurso nazi (Untermensch),pero al hacerlo tiene a sus espaldas un periodo de estudios en

    Alemania y la lectura de la teora preferida de Nietzsche, la delsuperhombre (Losurdo, 2002, 886-7). Por otra parte, mientrasve con admiracin al mundo de la white supremacy, la reaccinalemana maniesta desprecio y repugnancia con relacin almelting

    pot. Rosenberg maniesta indignado que en Chicago una grancatedral catlica pertenece a losnigger. Existe hasta un obisponegro que celebra la misa: es el cultivo de los fenmenosbastardos (Rosenberg, 1937, 471). A su vez, Hitler condena ydenuncia que sangre juda corre por las venas de FranklinDelano Roosevelt, cuya esposa tiene adems un aspecto negroide

    (Hitler 1952, 54, II, 182, conversacin del 1 de julio de 1942).

    6. Los Estados Unidos, el Occidente y laHerrenvolk democracyHasta aqu, la tesis de la convergencia entre el antiamericanismode derecha y de izquierda se revela claramente ideolgica omitolgica. En realidad, son precisamente aspectos condenadospor la tradicin, que del abolicionismo llega hasta el movimientocomunista, los que despiertan simpata y entusiasmo en lavertiente opuesta. Lo que es amado por unos, es odiado por otrosy viceversa. Pero los unos y los otros se encuentran frente a la

    paradoja que caracteriza la historia de los Estados Unidos desdesu fundacin y que fue formulada, en el siglo XVIII, por el escritoringls Samuel Johnson: Cmo explicar que quienes aclamanms calurosamente la libertad son quienes tambin se hanempeado en la caza de los negros? (en Forner, 1998, 32).

    Es un hecho: en los crculos de la comunidad blanca lademocracia se desarroll simultneamente al fenmeno dela esclavitud de los negros y de la deportacin de los indios.Durante los 32 de los primeros 36 aos de vida de los USA, fueronpropietarios de esclavos quienes detentaron la presidencia, y fueron

    tambin propietarios de esclavos los que redactaron la Declaracinde Independencia y la Constitucin. Sin la esclavitud (y laconsecuente segregacin racial) no se puede entender la libertadamericana: ambas crecen juntas, una sosteniendo a la otra(Morgan, 1975). Si la peculiar institucin (la esclavitud) asegurael frreo control de las clases peligrosas en sus mismos sitios deproduccin, la indenida frontera y la progresiva expansin haciael oeste desarticula el conicto social transformando un potencialproletariado en una clase de propietarios terratenientes, a costa de

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    poblaciones condenadas a ser despojadas o a ser arrasadas.Despus del bautismo de la guerra de independencia, la

    democracia americana conoce un desarrollo ulterior, en los aos30 del siglo XIX, durante la presidencia de Jackson: la cancelacin,en gran parte, de las discriminaciones censatarias al interior de

    la comunidad blanca va a la par con el vigoroso impulso dadoa la deportacin de los indios y con el aumento de un climade resentimiento y de violencia en contra de los negros. Unaconsideracin anloga se puede hacer igualmente a la llamadaedad progresista que, a partir del nal del siglo XIX, abarca losprimeros tres lustros del siglo XX: sta se caracteriza ciertamentepor numerosas reformas democrticas (que aseguran la eleccindirecta del senado, el voto secreto, la introduccin de laselecciones primarias y la institucionalizacin del referndum, etc.),pero constituye al mismo tiempo un periodo particularmente

    trgico para los negros (blancos del terror castrense del Ku KluxKlan) y para los indios (despojados de las tierras abandonadasy sometidos a un proceso de homologacin despiadada quepretende privarlos hasta de su identidad cultural).

    Sobre esta paradoja que caracteriza la historia del pas,notables estudiosos estadounidenses han hablado de la Herrenvolk

    democracy, es decir de la democracia que es til slo para elpueblo de los seores para usar el lenguaje hitleriano(Berghe, 1967; Fredrickson 1987). La lnea clara de demarcacin,entre blancos por una parte, y negros y pieles rojas por la otra,

    favorece el desarrollo de las relaciones de igualdad dentro de lacomunidad blanca. Los miembros de una clase aristocrtica o decolor tienden a considerarse como iguales; la clara desigualdadimpuesta a los excluidos es la otra cara de las relaciones deigualdad que se establece entre aquellos que gozan del poderpara excluir a los inferiores.

    Debemos por lo tanto oponer positivamente a Europa conlos Estados Unidos? Sera una conclusin precipitada y errada.En realidad, la categora deHerrenvolk democracypuede ser tiltambin para explicar la historia del Occidente en su conjunto.

    Durante el nal del siglo XIXe inicio del XX, la conquista delvoto en Europa avanza paralelamente al proceso de colonizaciny a la imposicin de relaciones de trabajo esclavizantes o casiesclavizantes para con las poblaciones sometidas; el control de laley en la metrpoli se entreteje estrechamente con la violenciay la justicia burocrtica y policaca y con el estado de sitio enlas colonias. Se da a nal de cuentas el mismo fenmeno quese observa en la historia de los Estados Unidos, solo que en elcaso de Europa resulta menos evidente por el hecho de que las

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    poblaciones coloniales, en vez de residir en la metrpoli estnseparadas de sta por el ocano.

    7. Misin imperial y fundamentalismo cristiano en la historia delos Estados Unidos

    Es en otro nivel donde podemos captar las diferencias reales deldesarrollo poltico e ideolgico entre las dos orillas del Atlntico.Despus de haber sido profundamente marcada por el intensoperiodo del iluminismo, al nal del siglo XIXEuropa experimentaun proceso aun ms radical de secularizacin: tanto los seguidoresde Marx como los seguidores de Nietzsche proclaman la muertede Dios como inevitable. Muy diferente es el cuadro quepresentan los Estados Unidos. En 1989, la revista Christian Oracleexplica as la decisin de cambiar su nombre por Christian Century:creemos que el prximo siglo ser testigo, para la cristiandad, de

    los ms grandes triunfos de todos los tiempos y que ser el msautnticamente cristiano de todos (en Olasky, 1992, 135).En este momento est en pie la guerra contra Espaa, acusada

    por los dirigentes de los USAde privar injustamente a Cubade su derecho a la libertad y a la independencia, recurriendopor lo dems, en una isla tan cercana a nuestras fronteras,a medidas que ofenden el sentimiento moral del pueblo delos Estados Unidos y que representan una desgracia parala civilizacin cristiana (en Commager, 1963, II, 5). Alusinindirecta a la doctrina Monroe y llamado, a su vez, a la cruzada

    en nombre de la democracia, de la moral y de la religin seenlazan estrechamente para excomulgar, por as decir, a un pascatoliqusimo y otorgar el carcter de guerra santa a un conictoque habra de consagrar el rol de gran potencia imperial de losUSA. Ms tarde, el presidente McKinley explica la decisin deanexar las Filipinas como una iluminacin de Dios omnipotenteque, despus de largas oraciones de rodillas, nalmente, en unanoche hasta ese momento particularmente angustiosa, lo liberade toda duda e indecisin. No era conveniente dejar la coloniaen manos de Espaa o cederla a Francia o a Alemania, nuestros

    rivales comerciales en el Oriente; y tampoco era oportunoconarla a los propios lipinos que, incapaces de autogobiernohabran hecho caer a su pas en una condicin de Anarqua ymal gobierno an peor a las existentes bajo el dominio espaol:

    No nos quedaba otra que mantener las Filipinas, que educara los lipinos, impulsndolos, civilizndolos y cristianizndolosy, con la ayuda de Dios, hacer lo mejor para ellos, comonuestros hermanos, por quienes Cristo tambin muri. Y

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    entonces fui a la cama, me relaj y dorm profundamente (enMillis, 1989, 384).

    Hoy conocemos los horrores que produjo la represindel movimiento independentista en las Filipinas: la guerrilla

    desencadenada por sta fue reprimida, con la destruccinsistemtica de las cosechas y del ganado, recluyendo a lapoblacin en campos de concentracin donde era mermada porel hambre y las enfermedades, y recurriendo en algunos casos alasesinato de todos los varones mayores de diez aos (McAllisterLinn, 1989, 27,23).

    Y sin embargo, a pesar de la magnitud de los daoscolaterales, la marcha de la ideologa de la guerra imperial-religiosa alcanza una nueva etapa con el primer conictomundial. Inmediatamente despus de la intervencin, en una

    carta al coronel House, as se expresa Wilson sobre sus aliados:Cuando acabe la guerra, los podremos someter a nuestromodo de pensar por el hecho de que ellos, entre otras cosas,estarn nancieramente en nuestras manos, (en Kissinger,1994, 224). Independientemente de lo anterior, no existendudas sobre el hecho de que actuaba un fuerte elemento de

    Realpolitik (Heckscher, 1991,298) en la postura adoptada porWilson tanto en las relaciones con Amrica Latina como con elresto del mundo. Esto no le impid conducir la guerra comouna Cruzada en el sentido estrictamente literal del trmino:

    los soldados americanos son cruzados protagonistas de unahazaa trascendente (Wilson, 1997, II, 45, 414), de unaGuerra Santa, la ms santa de todas las guerras (en Rochester1977, 58), destinada a hacer triunfar en el mundo la causa de lapaz, de la democracia y de los valores cristianos. Nuevamente,intereses materiales y geopolticos, ambiciones hegemnicas eimperiales, y una buena consciencia misionera y democrtica, sefunden en una unidad indisoluble e irresistible.

    Con esta idntica plataforma ideolgica los Estados Unidosenfrentan los posteriores conictos del Siglo XX. Particularmente

    signicativo es el caso de la guerra fra. Uno de sus protagonistas,Foster Dulles, es, segn la denicin de Churchill, un puritanoriguroso. l se siente orgulloso por el hecho de que en eldepartamento de Estado, nadie conoce la Biblia mejor que yo.El fervor religioso no es un asunto privado: Estoy convencidode que tenemos obligacin de hacer que nuestros pensamientosy prcticas polticas reejen de la manera ms el la fe religiosaconforme a la cual el hombre tiene su principio y su n en Dios(en Kissinger, 1994, 534-5). Junto con la fe, otras categoras

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    fundamentales de la teologa irrumpen en la lucha poltica anivel internacional: los pases neutrales que se niegan a tomarparte en la Cruzada en contra de la Unin Sovitica, cometenpecado, mientras que los Estados Unidos, que se colocan a lacabeza de dicha cruzada, son el pueblo moral por excelencia

    (en Freiberger, 1942, 42-3). Para conducir a este pueblo que sedistingue de todos los otros por su moralidad y su cercana a Diosest, en 1983, Ronald Reagan. ste impulsa la fase culminantede la Guerra Fra destinada a sancionar la derrota del enemigoateo, con un lenguaje explcita y ostentosamente teolgico: en elmundo existe el pecado y el mal, y segn las Escrituras y JessNuestro Seor estamos obligados a oponernos a ellos con todasnuestras fuerzas (en Draper, 1994, 33).

    Vengamos nalmente a nuestros das. En el discurso con elque inaugur su primer mandato presidencial, Clinton no estuvo

    religiosamente menos inspirado que sus antecesores y su sucesor:Hoy celebramos el misterio de la renovacin americana. Despusde haber recordado el pacto establecido entre nuestros padresfundadores y el Omnipotente, Clinton subraya: nuestra misines sin tiempo (Lott, 1994, 336). Adhirindose a esta tradiciny radicalizndola posteriormente, George W. Bush realiz sucampaa electoral proclamando un verdadero y propio dogma:Nuestra nacin ha sido elegida por Dios y tiene el mandato de lahistoria de ser un modelo para el mundo (Cohen, 2000).

    Como se observa, en la historia de los Estados Unidos la

    religin est llamada a desarrollar a nivel internacional unafuncin poltica de primer plano. Estamos en presencia de unatradicin poltica americana que se expresa con un lenguajeexplcitamente teolgico. Ms que a las declaraciones emitidaspor los jefes de Estado europeos, las doctrinas enunciadascada vez por los presidentes estadounidenses recuerdan a lasencclicas y a los dogmas difundidos o proclamados por lospontces de la Iglesia Catlica. Los discursos inaugurales delos presidentes son verdaderas ceremonias sagradas. Me limitoa dar dos ejemplos. En 1953, despus de haber invitado a sus

    oyentes a inclinar la cabeza delante de Dios Omnipotente,dirigindose directamente a l, Eisenhower expresa este deseo:que todo pueda desarrollarse por el bien de nuestro amadopas y por Tu gloria. Amen. (Lott, 1994, 302). En este caso saltaa la vista con particular evidencia la identidad que existe entreDios y Amrica. A casi medio siglo de distancia el panoramano cambia. Hemos visto como se inicia el discurso inaugural deClinton. Veamos ahora como concluye. Despus de haber citadola sagrada Escritura el neo-Presidente termina de esta manera:

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    Desde estas altura de la celebracin hemos odo un llamadoa servir al destino, hemos escuchado las trompetas, hicimos elcambio de guardia. Ahora cada uno de nosotros a su modo ycon la ayuda de Dios, debe responder al llamado. Gracias y queDios los bendiga a todos (Lott, 1994, 369). Y nuevamente, los

    Estados Unidos son enaltecidos como la ciudad excelsa, la ciudadbendecida por Dios. En el discurso pronunciado despus desu reeleccin, Clinton siente la necesidad de agradecer a Diospor haberlo hecho nacer americano. Frente a esta ideologa, oms bien teologa de la misin, Europa siempre se ha sentidoincmoda. Es conocida por todos la irona de Clemenceau apropsito de los catorce puntos de Wilson: el buen Dios habatenido la modestia de limitarse a diez mandamientos! En 1919 enuna carta privada, John Maynard Keynes dene a Wilson el msgrande impostor de la Tierra. (en Skidelsky, 1989 p. 444).

    En trminos quizs todava ms speros se expresaFreud, a propsito de la inclinacin del estadista americanoa considerarse investido de una misin divina: estamos enpresencia de una agudsima insinceridad, una ambigedad ypropensin a condenar la verdad; por otra parte, ya GuillermoIIpretenda ser un hombre predilecto de la Providencia(Freud, 1995, 35-6). Sin embargo aqu Freud se equivoca; seatreve a equiparar dos tradiciones ideolgicas muy diferentes. Esverdad, que el emperador alemn no menosprecia adornar conmotivos religiosos sus ambiciones expansionistas: dirigindose a

    las tropas que parten hacia China, invoca la bendicin de Diospara una empresa destinada a ahogar en sangre la revuelta delos Boxers y a difundir el cristianismo (Rhl, 2001, 1157); esproclive a considerar a los alemanes como el pueblo elegidopor Dios (Rhl, 1993, 412). El mismo Hitler declara sentirsellamado a realizar la obra del Seor y de querer obedecer lavoluntad del Omnipotente (Hitler, 1939, 70, 439), sobre todoporque los alemanes son el pueblo de Dios (en Rauschning,1940, 227). Por lo dems es conocido el clebre dicho Gott mit

    uns(Dios con nosotros).

    Sin embargo, no es necesario sobrevaluar el peso de estasdeclaraciones y de estas expresiones ideolgicas. En Alemania(la patria de Marx y Nietzsche) el proceso de secularizacinest muy avanzado. La invocacin a la Bendicin de Dios porparte de Guillermo IIno es tomada en serio ni siquiera en loscrculos chovinistas: por lo menos a los ojos de sus exponentesms avezados (Maximilian Harden) aparecen ridculos el regresoa los das de las Cruzadas y la pretensin de conquistar elmundo para el Evangelio; as deambulan en torno al Seor los

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    iluminados y los especuladores ociosos (en Rhl, 2001, 1157). S,mucho antes de ascender al trono, el futuro emperador llama alos alemanes el pueblo elegido de Dios, sin embargo la primeraen burlarse de l ha sido la madre, hija de la reina Victoria einteresada, sin duda, en reivindicar la supremaca de Inglaterra

    (Rhl, 1993, 412).Es conveniente que reexionemos, nalmente, sobre esteltimo punto. En Europa los mitos genealgicos imperialesse han, en cierta medida, neutralizado mutuamente; todas lasfamilias reales estaban emparentadas entre ellas, de maneratal que, en el crculo de cada una de stas, se confrontabanideas de misin y de mitos genealgicos imperiales diferentes ycontrastantes entre s. Posteriormente la experiencia catastrcade dos guerras mundiales, entre otras, ha contribuido aldescrdito de estas ideas y estas genealogas; por otra parte, no

    obstante su derrota nal, alguna huella dej en la concienciaeuropea la decenal agitacin comunista realizada en nombre dela lucha contra el imperialismo y en pro de la igualdad de lasnaciones. El resultado de todo esto queda claro: en Europa estdesacreditada cualquier idea de misin imperial y de eleccindivina enarbolada por la nacin que sea; no hay cabida ya para laideologa imperial-religiosa que ocupa un lugar tan importante enlos Estados Unidos.

    Por lo que se reere en particular a Alemania, la historia queva del Segundo al Tercer Reich presenta una oscilacin entre la

    nostalgia de un paganismo belicoso y concentrado en torno al cultoa Wotan y el deseo de transformar al cristianismo en una religinnacional, destinada a legitimar la misin imperial del puebloalemn. Este segundo propsito encuentra su expresin msacabada en el movimiento de losDeutsche Christen, los cristianosalemanes. Poco creble dado el proceso de secularizacin que,ms all de la sociedad en su conjunto, haba impregnado ala misma teologa protestante (pinsese en Kart Barth y enDietrich Bonhoeffer) y poco creble tambin por las simpataspaganisantes de los dirigentes del Tercer Reich, este intento no

    poda tener sino escasos resultados. La historia de los EstadosUnidos est, por el contrario, profundamente convertida por lastendenciosas transformaciones de la tradicin judeocristiana, encuanto a tal, en una especie de religin nacional que consagra elexceptionalismdel pueblo americano y la misin salvadora que sele ha encomendado. Pero esta interrelacin de religin y polticano es sinnimo de fundamentalismo? No es casualidad que eltrmino fundamentalismo aparezca por primera vez en la sociedadestadounidense y protestante, como auto designacin positiva yorgullosa de s misma.

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    Podemos ahora comprender los lmites de la aproximacinentre Freud y Keynes: obviamente, en las administracionesamericanas que se van sucediendo no faltan los hipcritas, loscalculadores, los cnicos, pero no existe motivo alguno para dudarde la sinceridad ayer de Wilson, hoy de Bush Jr. No hay que

    perder de vista el hecho de que estamos en presencia de unasociedad escasamente secularizada, dentro de la cual el 70 porciento de los habitantes cree en el diablo y ms de un tercio delos adultos piensa que Dios les habla directamente (Gray, 1998,126; Schlesinger Jr., 1997). Pero esto es un elemento de fuerza,ms que de debilidad. La certeza de representar una causasanta y divina facilita no slo la movilizacin voluntaria en losmomentos de crisis, sino tambin la remocin o la minizacinde las pginas ms negras de la historia de los Estados Unidos.S, durante la Guerra Fra Washington protagoniz en Amrica

    Latina sangrientos golpes de Estado e impuso feroces dictadurasmilitares, y en Indonesia, en 1965, promovi la masacre de varioscentenares de miles de comunistas o de lo-comunistas, pero pordesagradables que puedan ser, estos detalles no bastan para opacarla santidad de la causa encarnada por el Imperio del Bien.

    Est ms cercano a la verdad Weber cuando, durante eltranscurso de la Primera Guerra Mundial, denuncia el cantamericano (Weber, 1971, 144). El cantno es la mentira y nisiquiera, propiamente, la hipocresa conciente; es la hipocresade quien se miente a s mismo; es en cierta manera la falsa

    consciencia de la que habla Engels. Tanto en Keynes como enFreud se maniestan al mismo tiempo la fuerza y la debilidaddel iluminismo. Completamente inmunizada contra la ideologaimperial-religiosa que corrompe ms all del Atlntico, Europase maniesta an incapaz de comprender adecuadamente estainterrelacin entre el fervor moral y religioso por un lado y laconciente y descarada persecucin de la hegemona poltica,econmica y militar a nivel mundial. Pero es esta interrelacin, oms bien esta mezcla explosiva, y este peculiar fundamentalismolo que constituye hoy el peligro principal para la paz mundial. El

    fundamentalismo islmico, ms que a una nacin determinada,se reere a una comunidad de pueblos, los cuales, no sinrazn, se consideran el blanco de una poltica de agresin y deocupacin militar. El fundamentalismo estadounidense, en cambio,transgura y embriaga a un pas muy en especial que, seguro desu consagracin divina, considera irrelevante el ordenamientointernacional vigente, las leyes completamente humanas. Y esen este contexto donde se ubica la deslegitimacin de la ONU, lasustancial eliminacin de la Convencin de Ginebra, las amenazas

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    dirigidas no slo contra los enemigos sino tambin contra losaliados de la OTAN.

    8. De la campaa contra la drapetomana a la campaa contrael antiamericanismo

    Ms que para combatir el mal y para difundir los valorescristianos y americanos, la guerra contra Irak, y las otras quese perlan en el horizonte, tienen la tarea de expandir lademocracia en el mundo. Que credibilidad tiene esta ltimapretensin? Volvamos al joven Indochino que vimos denunciar,en 1924, el horror de los linchamientos en contra de los negros.Diez aos ms tarde ste regresa a su tierra de origen paratomar el nombre, que posteriormente se volvi clebre entodo el mundo: Ho Chi Minh. En el momento de los ferocesbombardeos desencadenados por Washington habr pensado

    el dirigente vietnamita en el horror de la violencia anti-negradesatada por los campeones de la white supremacy? En otraspalabras, la emancipacin de los afroamericanos y la conquistade sus derechos civiles y polticos signic realmente un cambioo simplemente los Estados Unidos continan siendo, en esencia,unaHerrenvolkdemocracy, aunque ahora a los excluidos no hayque buscarlos en el territorio metropolitano sino fuera de l,como, por otra parte, ampliamente se ha comprobado en elcontexto de la historia de la democracia europea?

    Podemos examinar el problema desde una perspectiva distinta,

    a partir de una reexin de Kant: Qu es un monarcaabsoluto?Es aquel que cuando manda la guerra debe hacerse continala guerra. Quien aqu est en la mira no son los Estados delAntiguo rgimen, sino la Inglaterra que tena ya a cuestas unsiglo de desarrollo liberal (Kant, 1900, 90 nota). Desde el puntode vista del gran lsofo, el presidente de los Estados Unidosdebera ser considerado doblemente dspota. En primer lugar,debido al surgimiento en las ltimas dcadas de unaimperial

    presidencyque, al emprender acciones militares, pone confrecuencia al Congreso frente a un hecho consumado. Sobre este

    poder, nos interesa principalmente el segundo aspecto: la CasaBlanca decide de manera soberana cundo las resoluciones dela ONUson obligatorias y cundo no; decide de manera soberanaquines son losrogue States, en contra de quines les es lcitoimponer un embargo, causando hambre a un pueblo entero,o bien, cundo les es lcito desencadenar el inerno de fuego,incluidos los proyectiles de uranio empobrecido y las clustersbombssobre la poblacin civil aun mucho despus de nalizar elconicto. Siempre de manera soberana, la Casa Blanca decide

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    la ocupacin militar de estos pases por todo el tiempo queconsidera necesario, condenando a prisin o encarcelando a susdirigentes y a sus cmplices. En contra de ellos y en contra delos terroristas le es lcito recurrir al targeted killing, oms bienaunkillingen vez de targeted, por ejemplo el bombardeo sobre un

    restaurante normal donde se supone puede encontrarse SaddamHussein Est claro que las garantas jurdicas no valen paralos brbaros. Ms an, es de tener en cuenta, como demuestraelPatriot Act, larule of Law no se aplica ni siquiera para aquellosque, sin ser brbaros en el sentido estricto de la palabra, sonsospechosos de seguirles el juego.

    Es interesante examinar la historia que tiene a cuestas laexpresinrogue States. Desde el siglo XVIIy XVIII, en Virginialos semiesclavos, los esclavos por tiempo de piel blanca,cuando eran capturados despus de los intentos de fuga a los

    que frecuentemente recurran, eran marcados a fuego con laletra R (que signicabaRogue): quedando as inmediatamentereconocibles, no podan ya escaparse. Ms tarde, el problemade identicacin fue resuelto denitivamente sustituyendo alos semiesclavos blancos por esclavos negros: el color de la pielhaca innecesario marcarlos con fuego. El negro era ya de por ssinnimo deRogue. Ahora son Estados completos los marcadoscomoRogue. LaHerrenvolk democracyes dura de matar

    Pero sta es una vieja historia, nueva en cambio es laintolerancia creciente que Washington muestra en las relaciones

    con los aliados. Ellos tambin son obligados a inclinarse, sindemasiadas confusiones, a la voluntad de la nacin elegidapor Dios. Se comprenden bien la perplejidad y las reaccionesnegativas que provocan la actitud del presidente de los EstadosUnidos al considerarse el soberano planetario no vinculadoy no limitado por ningn organismo internacional. Claroest que los idelogos de la guerra arman un escndalo antela expansin de este virus terrible que, como sabemos, es elantiamericanismo. Por singular que parezca dicha reaccin nocarece de analogas histricas. Hasta mediados del siglo XIX, en

    el sur de los Estados Unidos el rgimen esclavista estaba activo ydinmico. Se manifestaban, sin embargo, ya las primeras dudasy las primeras inquietudes: aumenta el nmero de esclavosfugitivos. Este fenmeno no slo alarma sino que sorprende alos idelogos de la esclavitud y de la white supremacy: cmo esposible que personas normales se evadan de una sociedadtan ordenada y de la jerarqua de la naturaleza? Debe sin dudatratarse de una enfermedad, de una alteracin psquica. Perode qu se trata verdaderamente? En 1851, Samuel Cartwright,

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    cirujano y psiclogo de Louisiana arma haber llegadonalmente a una explicacin que comunica a sus lectores dela columna de una prestigiada revista cientca, el New Orleans

    Medical and Surgical Journal. Basndose en el hecho de que enel griego clsico signica esclavo fugitivo, el cientco

    concluye triunfalmente que el trastorno psquico, la enfermedadque impulsa a los esclavos negros a la fuga es precisamente ladrapetomana (en Eakin, 2000). La campaa en curso ennuestros das en contra del antiamericanismo tiene muchospuntos en comn con la campaa desencadenada hace ms desiglo y medio en contra de la drapetomana!

    Notas

    1 Sobre la eugensica entre Estados Unidos y Alemania, cfr. Khl 1994, 61; el lisonjero juicio

    del Presidente Harding es mencionado en la presentacin de la versin francesa de Stoddard

    1925 (Le fot montant des peuples de couleur contre le suprematie mondiale des Blancs, tr.fr, de Abel Doysi, Paris, Payot)

    2 Vase el testimonio de Flix Kersten, el masajista Finlands de Himmler, en el Centre de

    Documentation Juive Contemporainede Pars (Das Buch von Henry Ford, 22 de diciembre,

    1940, n. CCX-31); sobre esto, cfr. Poliakov, 1977, 278, y Losurdo, 1991 b, 83-85.

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    Traduccin:Roberto Hernndez OramasLucero del Socorro Cceres Moncada (CELE, BUAP).