Documentos Economía 65

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ISSN 2011- 6322 · Junio 2015 Francesco Bogliacino, Gianluca Grimalda, Laura Jiménez, Daniel Reyes Galvis y Cristiano Codagnone Sobre algunos efectos sociales y cognitivos de la restitución de tierras Some Cognitive and Social Effects of Land Restitution Documento Escuela de Economía N˚ 65 Documentos FCE - CID

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Una introducción a la dinámica económica social en latinoamérica.

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  • ISSN 2011-6322 Junio 2015

    Francesco Bogliacino, Gianluca Grimalda, Laura Jimnez, Daniel Reyes Galvis yCristiano Codagnone

    Sobre algunos efectos sociales y cognitivos de la restitucin de tierras

    Some Cognitive and Social Effects of Land Restitution

    Documento Escuela de Economa

    N 65

    DocumentosFCE - CID

  • Documentos FCE-CID Escuela de Economa N 65

    Junio de 2015

    Universidad Nacional de Colombia Sede Bogot - Facultad de Ciencias Econmicas

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    Francesco Bogliacino1, Gianluca Grimalda

    2, Laura Jimnez

    3, Daniel Reyes Galvis

    4, Cristiano

    Codagnone5

    Sobre algunos efectos sociales y cognitivos de la restitucin de tierras6

    Resumen

    En este estudio se presentan los resultados preliminares de una serie de experimentos de

    campo con una muestra de desplazados y una muestra de beneficiarios de programas de

    restitucin de tierras. No tuvimos acceso a datos oficiales y por lo tanto la restitucin es

    declarada por los participantes. El trabajo se realiz con varias comunidades de la

    regin de Montes de Mara en la segunda mitad del 2014. En trmino de caractersticas

    socio-demogrficas, los beneficiarios no son significativamente diferentes de los

    desplazados.

    Los beneficiarios muestran un incremento significativo de la tasa de devolucin

    en el juego de confianza. No existen comportamientos diferentes de sancin en el juego

    del dictador con castigo, pero un patrn parece emerger en los ms pobres.

    Finalmente, no se observan diferencias sistemticas en el desempeo cognitivo en las

    pruebas Raven y Stroop. Eso implica que no se estn logrando reducciones

    significativas del efecto ancho-de-banda de la pobreza, coherentemente con las crticas

    segn las cuales la restitucin tiene que ir acompaada de medidas que la vuelvan

    sostenible a mediano plazo.

    Palabras Claves: Confianza, Raven, Stroop, Normas Sociales, Titulacin de tierra

    Clasificacin JEL: C93, I38, Q15

    1 Universidad Nacional de Colombia [email protected] correspondencia: F. Bogliacino,

    Universidad Nacional de Colombia, Carrera 30, No 45-03, Bloque 311, oficina 12b, 3165000

    ext. 12431 2 Universidad Jaume I; Kiel Institute for the World Economy, Centre for Global Cooperation Research [email protected] 3 Becaria Fondazione Franceschi. [email protected] 4 Becario Open Evidence. [email protected] 5 Universit degli Studi di Milano. [email protected] 6 Agradecemos la financiacin de Open Evidence para cubrir parte de los gastos. Laura Jimnez agradece

    a la Fondazione Franceschi por la beca. Daniel Reyes agradece a Open Evidence por la beca. Francesco

    Bogliacino agradece a la Fundacin Universitaria Konrad Lorenz por la disponibilidad de tiempo ofrecida

    en el mes final de su contrato para llevar a trmino el primer trabajo de campo. Igualmente agradece el

    Igualmente agradece el apoyo de la Universidad Nacional por el apoyo en el segundo trabajo de campo.

    Todo el equipo agradece al personal de Cedecampo y a Gabriel Urbano por la disponibilidad y por los

    contactos. Agradecemos a los lderes campesinos por la disponibilidad y la ayuda en involucrar la

    poblacin de sus comunidades.

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    Some cognitive and social effects of land restitution

    Abstract

    In this study we show the preliminary results of a series of field experiments with a

    sample of displaced population and a sample of beneficiaries of land titling programs.

    We didnt get access to official data, thus land restitution is self-declared by

    participants. The fieldwork was carried out in Montes de Mara region in the second

    half of 2014. Regarding socio-demographic characteristics, beneficiaries are not

    statistically different from displaced.

    Beneficiaries show a significant increase in return rate in the trust game. There is

    no difference in the sanctioning behavior in dictator game with punishment, although a

    difference in the pattern seems to emerge in the poorest.

    Finally, there isnt systematic difference in cognitive performance in Raven and Stroop

    tests. This latter result implies that no significant reduction is achieved in the poverty

    induced bandwidth effect, coherently with the existing critiques that this program

    should be coupled with other measures to make it sustainable in the medium run.

    Keywords: Trust, Raven, Stroop, Social Norm, Land titling

    JEL classification:: C93, I38, Q15

  • FACULTAD DE CIENCIAS ECONMICAS

    CENTRO DE INVESTIGACIONES PARA EL DESARROLLO - CID

    RectorIgnacio Mantilla Prada

    Vicerrector GeneralJorge Ivn Bula Escobar

    Facultad de Ciencias Econmicas

    VicedecanoRafael Surez

    DecanoJos Guillermo Garca Isaza

    Escuela de Economa

    Directorlvaro Martn Moreno Rivas

    Coordinador Programa Curricular de EconomaRal Chamorro Narvez

    Centro de Investigaciones parael Desarrollo CID

    DirectorManuel Jos Antonio Muoz Conde

    SubdirectoraVilma Narvez

    DocumentosFCE - CID

    La serie Documentos FCE considera para publicacin manuscritos originales

    de estudiantes de maestra o doctorado, de docentes y de investigadores de

    la Facultad de Ciencias Econmicas de la Universidad Nacional de Colombia;

    resultado del trabajo colectivo o individual y que hayan sido propuestos,

    programados, producidos y evaluados en una asignatura, en un grupo de

    investigacin o en otra instancia acadmica

    Documentos FCE-CID Escuela de EconomaISSN 2011-6322

    La serie Documentos FCE-CID puede ser consultada en el portal virtual:http://www.fce.unal.edu.co/publicaciones/

    Director Centro Editorial-FCElvaro Zerda Sarmiento

    Equipo Centro Editorial-FCENadeyda Surez Morales

    Pilar Ducuara Lpez

    Yuly Roco Orjuela Rozo

    Contacto: Centro Editorial FCE-CIDCorreo electrnico: [email protected]

    Este documento puede ser reproducido citando la fuente. El contenido y la forma del presente

    material es responsabilidad exclusiva de sus autores y no compromete de ninguna manera a la

    Escuela de Economa, ni a la Facultad de Ciencias Econmicas,

    ni a la Universidad Nacional de Colombia.

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    Sobre algunos efectos sociales y cognitivos de la restitucin de tierras

    Por Francesco Bogliacino, Gianluca Grimalda, Laura Jimnez, Daniel Reyes Galvis,

    Cristiano Codagnone

    1. Introduccin

    La Ley de Vctimas o Ley de Restitucin de Tierras (1448 de 2011) cumple en el 2015

    cuatro aos. Representa un compromiso enorme del Gobierno colombiano con las

    numerosas vctimas del conflicto y crea escenarios novedosos a nivel mundial en

    trmino de reconocimiento y reparacin. Ha sido tambin ampliamente criticada

    (Seccin 2 abajo), por falta de financiacin, por la lentitud de la ejecucin, por las

    condiciones de inseguridad y el estrecho margen econmico en el cual se est

    desarrollando el proceso, evidentemente afectando las posibilidades de lograr

    sostenibilidad a largo plazo del retorno.

    Hay un seguimiento en curso de las personas beneficiadas a travs de una

    encuesta, pero estos datos todava no estn disponible para la comunidad acadmica.

    Cuando se tendr acceso, se volver fundamental un esfuerzo de evaluacin para poder

    identificar el alcance y proponer eventualmente reajustes.

    En general, desde una perspectiva acadmica la actual falta de informacin ha

    tenido un peso enorme en poder formular un juicio, sin embargo la opinin pblica

    tambin ha carecido del insumo necesario para poderse formar una opinin razonada.

    Este estudio nace precisamente con esta motivacin: identificar posibles alcances del

    proceso de restitucin a travs de un ejercicio de recoleccin y anlisis de datos. La

    fuerza de este estudio est en que se rige sobre una metodologa de experimento de

    campo: los datos no se refieren a respuestas a preguntas, sino a comportamientos y

    decisiones por parte de los participantes en tareas incentivadas. Se trata de un estudio en

    escala pequea, por los lmites presupuestales de la investigacin y por falta de acceso a

    la informacin oficial de las autoridades (y a pesar de nuestro esfuerzo de contacto).

    La lgica de este estudio es comparativa: se intenta comparar una serie de

    variables entre la poblacin que ha recibido la tierra y la poblacin que todava se

    encuentra desplazada. Obviamente la asignacin de tierra no es una variable que pueda

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    ser objeto de manipulacin experimental dentro de nuestro diseo, y en cuanto tal no

    podemos sostener que lo que estimemos tenga interpretacin causal. Sin embargo

    tuvimos mucho cuidado a la hora de disear la medicin, contactamos varios grupos a

    travs de lderes comunitarios y esto nos permiti tener heterogeneidad en la muestra y

    variabilidad de la asignacin de tierra dentro de cada comunidad. Adicionalmente,

    controles estadsticos muestran que las caractersticas socio-demogrficas estn

    efectivamente balanceadas dentro de los dos grupos de desplazados y beneficiados

    (Seccin 6.1 abajo).

    El trabajo de campo se llev a cabo entre Julio y Septiembre 2014 en la regin

    de Montes de Mara, logrando la participacin de personas de varias comunidades en

    Mara La Baja, Carmen de Bolvar, San Jacinto, Mampujn, entre otras.

    El tema de asignacin de tierra es muy estudiado en la literatura econmica

    porque la transicin desde ttulos informales hacia formales se ve como un cambio

    institucional capaz de alinear los incentivos de los agentes econmicos con el objetivo

    del desarrollo, bsicamente dando garanta jurdica de goce de los frutos de la inversin

    y posibilidad de utilizar el bien como colateral en el caso de acceso a crdito (Seccin

    4.1).

    En este estudio nos enfocamos en el desempeo cognitivo de los que recibieron

    la tierra, comparado con el desempeo de los desplazados y analizamos en qu medida

    el proceso ayuda a reconstruir tejido social.

    En la literatura cientfica ms reciente se subraya como la pobreza acte como

    un impuesto cognitivo: la presin ejecutada por las consecuencias de los errores

    cometidos en condicin de escasez induce a equivocarse porque absorbe ancho de

    banda, o sea capacidad cognitiva (Seccin 4.2). Objetivo de este trabajo es investigar si

    el proceso de restitucin es capaz de suavizar el impacto de la pobreza en los

    desplazados. Con el fin de medir el impacto cognitivo, se implementaron dos pruebas

    (Raven y Stroop test) que han sido utilizados en otros experimentos con campesinos en

    la India.

    En segundo lugar, a travs de dos series de experimentos se pretende medir

    como el proceso de restitucin afecta la reconstruccin del tejido social. La falta de un

    sistema de relaciones y conexiones es parte de los obstculos de los desplazados en salir

    de la pobreza. Adicionalmente, la condicin de vctima crea desconfianza que afecta la

    vida social y comunitaria. En nuestra medicin nos enfocamos en la medicin del grado

    de confianza y en la actitud hacia las normas sociales (Seccin 4.3).

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    Entre los resultados principales encontramos que el proceso de restitucin afecta de

    manera positiva y robustamente significativa una de las medidas de confianza. Al

    opuesto, no hay diferencias significativas en el desempeo cognitivo de desplazados y

    beneficiarios de la restitucin, coherentemente con las crticas segn las cuales la tierra,

    sola, no basta para lograr salir de la pobreza. La actitud hacia las normas sociales no es

    significativamente diferente entre los dos grupos, aun si parece serlo entre los ms

    pobres (Seccin 6).

    Como siempre ocurre, tambin es importante sealar los lmites de la

    investigacin. Primero, no ha sido posible cruzar los datos con fuentes oficiales y por lo

    tanto la asignacin de tierra es medida a travs de una respuesta de los participantes.

    Segundo, la muestra de participantes no es aleatoria, por lo tanto no es representativa.

    Tercero, la dimensin de la muestra es limitada, lo cual afecta la robustez del anlisis

    economtrico. Cuarto, estos resultados son preliminares, en el sentido que el marco del

    estudio es ms amplio.

    Este informe contina con la siguiente estructura. La Seccin 2 introduce

    brevemente las caractersticas de la Ley y la discusin que ha generado. La Seccin 3

    presenta una panormica no exhaustiva de la regin de Montes de Mara donde se

    realiz el trabajo. La Seccin 4 aclara el contexto terico detrs del anlisis. La Seccin

    5 explica los procedimientos experimentales para un pblico que no tenga conocimiento

    tcnico del tema. La Seccin 6 presenta los resultados. Finalmente la Seccin 7 formula

    algunas observaciones finales. En los varios Anexos es posible encontrar todos los

    materiales utilizados para el trabajo de campo.

    2. La Ley de Restitucin de Tierras

    La Ley de Victima o Ley de Restitucin de Tierra (1448 de 2011) es el combinado de

    dos estrategias polticas: por un lado la decisin de garantizar continuidad institucional

    al tema de la garanta de las vctimas, recogiendo y consolidando lo que ya estaba

    dentro de la Ley de Justicia y Paz del 2005; por otro lado, la apuesta de este ciclo

    poltico de normalizar la situacin de la tierra como contribucin hacia el anhelado

    acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, puesto que el tema de la tenencia de la

    tierra ha sido siempre sealado como una de las determinantes claves del medio siglo de

    conflicto que vive el pas (Grupo Memoria Histrica, 2013).

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    A la vez, la apuesta por los dilogos de paz se puede considerar como el primer

    resultado del debilitamiento de los grupos ilegales, consecuencia del fortalecimiento del

    ejercito bajo el ciclo poltico Pastrana-Uribe, y que derivaron en la muerte de Tirofijo,

    Ral Reyes, Mono Jojoy y Alfonso Cano, lderes de dicha organizacin. Al estar la

    guerrilla confinada en pocas reas estratgicas, se requiere una puesta en discusin de la

    estrategia militar. Secundariamente, la senda de crecimiento de Colombia, fuertemente

    sesgada hacia la inversin extranjera directa y el modelo extractivista se ve

    negativamente afectada por la presencia de factores como el conflicto, que aumentan el

    riesgo del pas y la tasa a la cual el pas logra endeudarse.

    Sobre estas bases, el gobierno de Juan Manuel Santos (desde 2010) ha lanzado una

    iniciativa ambiciosa en pro de la resolucin del conflicto armado (manteniendo la

    iniciativa militar).

    Dentro de esta estrategia poltica el programa de reforma de tenencia de la tierra,

    enmarcado dentro de la llamada ley de vctimas, entr en efecto en junio 10 de 2011

    (Robinson, 2013).

    La Ley de Vctimas, est agrupada en torno a tres componentes principales, a

    saber: a) asistencia y atencin, b) prevencin y proteccin y, c) reparacin integral.

    Dichos componentes principales estn, adicionalmente, apoyados por cinco

    componentes transversales, enfoques: a) diferencial, b) territorial y, c) psicosocial;

    adems de d) participacin efectiva de las vctimas y e) sistemas de informacin

    (Comisin de Seguimiento de los Organismos de Control, 2013). De esta forma, la Ley

    pretende delimitar las medidas judiciales, administrativas, sociales y econmicas,

    individuales y colectivas; para beneficiar a las vctimas de las violaciones del conflicto

    armado interno. Todo esto, dentro de un marco de justicia transicional, que les facilite a

    las vctimas el ejercicio de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparacin de forma

    tal que estas personas puedan ser dignificadas a partir de la cumplimentacin de sus

    derechos constitucionales. La implementacin de esta Ley implica grandes progresos en

    cuanto a los derechos de las vctimas, puesto que supone la implementacin de una

    poltica integral de atencin, asistencia y reparacin y superar un enfoque netamente

    asistencialista y humanitario (Comisin de Seguimiento de los Organismos de Control,

    2013).

    Para algunos, este es el programa ms ambicioso nunca realizado (Rettberg,

    2015). Consecuentemente, se subrayan problemas financiacin, puesto que dentro del

    CONPES (2011), se identificaban 56 billones de pesos y en el actual Plan Nacional de

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    Desarrollo (PND, 2015) el rubro para el goce efectivo de derechos de las vctimas es de

    7 billones, mientras que Vargas y Villaveces (2015) estiman que el compromiso sera

    alrededor de 13.5% del PIB (a pesos del 2011).

    Pero esta no ha sido la nica crtica, puesto que en general varios organismos han

    sealado tanto la lentitud del proceso como en general los problemas de garantizar un

    regreso seguro y a condiciones sostenibles en el mediano plazo. Han sido publicados

    varios informes que intentan documentar la dinmica de implementacin de la ley

    (Forjando Futuro, 2015, 2014a, 2014b).

    Como ejemplo de las crticas se puede ver ms en detalle el informe de Amnista

    Internacional (2014). Este documento fue construido a partir de investigaciones que

    lider la organizacin en 2013 y 2014. La delegacin de Amnista recorri diferentes

    zonas del pas: Cauca, Valle del Cauca, Sucre, Cesar, Magdalena, Atlntico, Meta y

    Bogot. En diferentes oportunidades, se reuni con varios sectores de la poblacin

    colombiana: reclamantes de tierras y sus representantes, miembros de organizaciones no

    gubernamentales, representantes de comunidades indgenas y afrodescendientes,

    abogados, campesinos, acadmicos, defensores de Derechos Humanos, entre otros.

    Adems, sostuvo tambin encuentros con entidades nacionales y regionales: Unidad de

    Restitucin de Tierras, Unidad para la Atencin y Reparacin Integral a las Vctimas,

    Unidad Nacional de Proteccin, Centro Nacional de Memoria Histrica, Defensora del

    Pueblo, Fiscala General de la Nacin, Procuradura General de la Nacin, Contralora

    General de la Repblica, Instituto Geogrfico Agustn Codazzi, Superintendencia de

    Notariado y Registro, entre otras.

    Este informe tena como objetivo analizar el actual proceso de restitucin de

    tierras, teniendo en cuenta los intentos anteriores de otros gobiernos por solucionar el

    tema de la tierra en Colombia (reforma agraria). Adems, se hace una revisin de los

    avances que han tenido las diferentes autoridades involucradas en garantizar el avance

    de la Ley 1448. Dentro de estos anlisis, Amnista Internacional identifica ciertos

    aspectos problemticos mencionados en 2013 por la Comisin de seguimiento de los

    organismos de control. Esta Comisin haba mencionado, entre otros, que el problema

    de la ley de restitucin consiste en que la reparacin integral que se pregona, no se ha

    dado. Se sigue estando bajo una poltica de asistencia, atencin y reparacin a las

    vctimas del conflicto () enftica en el componente de ayuda humanitaria, frente a un

    componente de ms largo aliento como la reparacin integral (pg. 11). Dicha ayuda

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    humanitaria ha sido simplemente una indemnizacin que se le ha dado a los

    desplazados. Entonces, la reparacin integral a las vctimas es una aspiracin, pero no

    una realidad. Adems, la comisin tambin afirm que todo est en etapa de diseo, es

    decir, que no se estn implementando las polticas. No slo hay incumplimiento de las

    metas trazadas inicialmente, sino incumplimiento sobre las correcciones a dichos

    plazos; hay dificultades para las vctimas en cuanto al acceso a los programas de

    beneficios y servicios estipulados en la ley; has escaso o nulo control para dar cuenta de

    las obligaciones adquiridas; e inconsistencia en los datos publicados. Como si fuese

    poco, ha habido lentitud en la atencin a las vctimas. Al ao 2013 haba 43.509

    solicitudes sobre 286.409 predios. La Unidad de Gestin de Restitucin de Tierras

    Despojadas ha atendido nicamente el 19,5%, y fallado slo el 1,0%. El tiempo valioso

    que se ha perdido en el avance de la Ley, puede tener que ver con las tardanzas en los

    trmites de la expedicin del protocolo (Comisin de Seguimiento de los Organismos

    de Control, 2013).

    Los diferentes anlisis que realiz Amnista Internacional (2014), no slo

    subrayan los aspectos ya mencionados, sino que dejan como resultado el planteamiento

    de una serie de otros obstculos que, desde su perspectiva, se estn presentando en la

    implementacin de la Ley. Las dificultades que se plantean en el informe resaltan: 1) la

    exclusin de ciertas categoras de vctimas; 2) la falta de garantas de seguridad y

    necesidad de una proteccin completa; 3) la falta de garantas de una restitucin

    sostenible de tierras; 4) la falta de capacidad y coordinacin institucional; 5) una

    discriminacin persistente de gnero; 6) la no restitucin de los territorios indgenas y

    afrocolombianos; y 7) la falta de garantas al derecho a la no repeticin, incluida la

    impunidad.

    A partir de lo anterior, la organizacin hace referencia a una serie de

    recomendaciones. Entre estas ltimas se destacan: 1) la proteccin de los participantes

    en el proceso de restitucin de tierras; 2) la necesidad de garantizar la sostenibilidad de

    la restitucin de tierras; 3) hacer valer los derechos de las mujeres y las nias; 4) hacer

    valer los derechos de los pueblos indgenas y las comunidades afrodescendientes; 5)

    ofrecer garantas de no repeticin y poner fin a la impunidad por los desplazamientos

    forzados; 6) dar instrucciones a la Unidad de Restitucin de Tierras (consultar el

    informe para conocerlas en detalle); 7) aspectos a ser considerados por los jueces y

    magistrados (consultar el informe para conocerlos en detalle); y 8) aspectos puntuales

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    dirigidos al Gobierno, la guerrilla y la comunidad internacional (consultar el informe

    para conocerlos en detalle).

    Efectivamente el proceso ha encontrado desde el comienzo dificultades,

    vicisitudes y un clima de inseguridad que refleja tambin la existente situacin de

    conflicto.

    En 2012 hubo momentos de mucha tensin, cuando el 28 de agosto hubo un

    atentado contra la lder del proceso Narrar para Vivir (brinda colaboracin a mujeres

    de los Montes de Mara sobre el proceso de tierras), en el municipio de San Juan

    Nepomuceno. Posteriormente, en octubre y noviembre de 2012, hubo dos amenazas en

    cada mes contra los integrantes de la Mesa de Vctimas del Carmen de Bolvar.

    Adicionalmente, hubo amenazas contra varios jueces y magistrados encargados de los

    procesos de restitucin de tierras y hostigamientos a campesinos vctimas del

    desplazamiento para que retiren sus solicitudes de reparacin o para que vendan los

    predios otorgados; y cuando los carteles de la Unidad de Restitucin de Tierras de

    Bolvar son colocados para informar pblicamente el inicio de los procesos

    administrativos de restitucin sobre algn predio, estos son removidos rpidamente

    (Becerra, 2012).

    A pesar de todos los problemas que puede presentar la Ley de Tierras y

    Reparacin de Vctimas, entre los primeros beneficiados con la implementacin de la

    Ley son los habitantes del municipio de Mara la Baja, ya que la Unidad Administrativa

    Especial de Gestin de Restitucin de Tierras (organismo encargado de atender los

    reclamos de las vctimas y de presentarlas ante los jueces), ha declarado que tienen

    prioridad en el proceso (Verdad Abierta, s.f.c.) Lamentablemente, han sido identificadas

    ms de 1600 infracciones sobre 4000 hectreas, en los procesos abiertos en los Montes

    de Mara. Las faltas incluyen, siguiendo al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural

    y al Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (2011), violaciones a las normas de

    proteccin de tierras por desplazamiento forzado inobservancia de prohibiciones para la

    venta de predios objeto de reforma agraria y fraudes en los procesos de transferencia de

    bienes pertenecientes al Fondo Nacional Agrario (pg. 1). Segn le explic el ministro

    de Agricultura al diario el Colombiano, () se infringieron las normas en las ventas de

    tierras, [se encontraron] documentos de ventas adulterados y falsificados, otros que

    violan la proteccin de bienes por ser una zona especial de desplazamiento, ventas a

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    muy bajos precios, y otros en que se utiliz informacin de campesinos deudores para

    presionarlos a vender sus tierras (Monroy, 2011).

    Esta es una de las razones que ha llevado a que esta zona de los Montes de Mara

    sea el lugar elegido para llevar a cabo este seguimiento de la Ley de Tierra.

    Cabe sealar que dentro de la muestra objeto del estudio est la poblacin de

    Mampujn. Las 1465 vctimas de Mampujn fueron un caso smbolo de reparacin que

    ocurri dentro del anterior marco legal definido por la Ley de Justicia y Paz. Alcanzaron

    la etapa final del proceso, con la reparacin integral y la condena de los victimarios.

    Juancho Dique y Diego vecino se vieron obligados a hablar acerca de los actos

    criminales cometidos y acerca de los bienes y garantas con las cuales van a reparar a las

    vctimas. La comunidad de Mampujn ha sido reconocida como una vctima colectiva,

    dado que sus redes histricas, econmicas y socio culturales se han visto trastocadas.

    As, los paramilitares causantes del desplazamiento deben responder por la ruptura del

    tejido social; el ataque a una identidad cultural y a tradiciones ancestrales; la

    desarticulacin de los movimientos sociales y econmicos; la imposicin de un modelo

    violento y autoritario en las relaciones de la comunidad; y la estigmatizacin de los

    campesinos de Mampujn, que siguen siendo sealados como supuestos guerrilleros en

    las ciudades en donde buscaron refugio hace ya ms de diez aos (Verdad Abierta,

    2010).

    3. La regin de los Montes de Mara

    3.1 Caractersticas geogrficas

    Los Montes de Mara (MM) son una subregin perteneciente a la costa caribe

    colombiana, una de las seis grandes regiones en las que est dividido el territorio

    colombiano. Est ubicada en la zona norte del pas, entre los departamentos de Bolvar y

    Sucre (De los Ros, 2011). Los Montes de Mara tienen una extensin total de 6297

    Km2, de los cuales 3719 Km

    2 corresponden al departamento de Bolvar y 2578 Km

    2 al

    de Sucre; esta es una zona que posee gran biodiversidad de flora y fauna, en donde la

    quinta parte del rea total departamental est compuesta por quince municipios de

    ambos departamentos (Aguilera, 2013). A saber, los municipios de Carmen de Bolvar,

    Mara la Baja, San Juan Nepomuceno, San Jacinto, Crdoba, El Guamo y Zambrano se

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    encuentran Bolvar; y los de Ovejas, Chaln, Colos, Morroa, Los Palmitos, San

    Onofre, San Antonio de Palmito y Toluviejo, en Sucre (De los Ros, 2011).

    Segn Promontes (citado por Aguilera, 2013), los suelos, la cobertura vegetal y,

    desde luego, el paisaje de los Montes de Mara, son altamente dependientes del clima

    caracterstico de la regin. Este es influido por la presencia de mltiples fuentes

    hdricas, aparte de la cercana al mar y el rgimen de precipitaciones; los vientos alisios

    del norte y del noroeste y la ubicacin de las montaas. De esta forma, hay una gran

    variedad de paisajes, con pisos trmicos clidos y medios, y regmenes climticos secos

    y hmedos. Entonces, la temperatura oscila entre 20C y 24C en las reas de clima

    medio y entre 26C y 30C en las reas de clima clido; por su parte, las humedad

    oscila entre 75% y 85%, y las precipitaciones anuales promedio de lluvias estn

    alrededor de 1500mm. El rgimen pluviomtrico es bimodal, en donde los niveles ms

    altos se registran de mayo a junio y entre septiembre y noviembre.

    3.2 Caractersticas econmicas

    Promontes (citado por Aguilera, 2013), afirma que MM tiene tres zonas principales: 1)

    La zona plana, localizada entre la carretera Troncal de Occidente (Sector El Vizo -

    Sincelejo) y el ro Magdalena. Hacen parte de esta zona los municipios de El Guamo,

    Zambrano, Crdoba y parte de los municipios de San Juan Nepomuceno, San Jacinto y

    Carmen de Bolvar. La actividad econmica predominante en el rea es la ganadera

    extensiva y la explotacin maderera. No obstante, hay suelos ideales para la agricultura

    en la zona comprendida entre la carretera Transversal del Caribe y el canal del Dique

    (parte del municipio de Mara la Baja), debido a que hay disponibilidad de un

    importante distrito de riego; as, tambin son habituales los cultivos campesinos de

    maz, arroz, yuca, ame, pltano, tabaco, caf y aguacate, aunque recientemente se han

    introducido cultivos empresariales de aj picante, cacao y palma de aceite (Aguilera,

    2013). Adicionalmente, como lo indica De los Ros (2011), estas zonas tambin son

    importantes para empresas agroindustriales que necesitan grandes terrenos para

    monocultivos de maderables (Teca), y de agro combustibles (Palma africana), adems

    de la minera.

    2) La zona montaosa, localizada entre la Transversal del Caribe y la Troncal de

    Occidente y de la que hacen parte los municipios de Chaln, Colos, Morroa, Ovejas y

    parte de los municipios de Toluviejo, San Antonio de Palmito, Los palmitos, San

    Onofre, Carmen de Bolvar, San Jacinto y San Juan Nepomuceno. En esta zona se

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    encuentra la serrana de San Jernimo, ubicada en direccin suroeste-noroeste y que

    tiene una longitud de 110km de largo y una altura aproximada de 700 metros sobre el

    nivel del mar. La actividad econmica en esta zona est regida principalmente por

    cultivos de economa campesina (como los descritos anteriormente). El problema radica

    en que, como lo afirma Aguilera (2013), ha habido enormes daos ambientales a los

    recursos naturales debido a que los campesinos desarrollan sus actividades

    agropecuarias de subsistencia en las faldas de las montaas y en los nacimientos de las

    cuencas hidrolgicas y as, los bosques caractersticos de esta zona, con inmensa

    diversidad de fauna y flora y, adems, grandes productores de agua; han sido afectados

    por la deforestacin, lo que ocasiona problemas ambientales de deslizamientos,

    erosiones de suelos y deterioro del hbitat.

    3) La zona de litoral, situada al occidente de los Montes de Mara, y la cual

    corresponde en toda su extensin al Municipio de San Onofre. Es un territorio con

    abundancia de manglares, grandes paisajes martimos con posibilidades de ecoturismo y

    recursos costeros; segn Aguilera (2013), estos incluyen ecosistemas asociados como

    cinagas, lagunas y aguas subterrneas, formaciones coralinas, playas marinas y una

    variedad de flora y fauna.

    Los MM han sido histricamente una regin humilde pero con abundancia de alimentos,

    hasta el punto de ser considerada la despensa del Caribe. Dicha denominacin

    responde a la enorme cantidad de alimentos all producidos, as como a su calidad

    (UNDP, 2010). Adems, como bien lo indica De los Ros (2011), los Montes de Mara

    son un corredor geogrfico fundamental, no slo por la gran biodiversidad de

    caractersticas geogrficas, sino por las importantes vas terrestres a las que est

    conectado, adems de la salida al mar con la que cuenta. De esta forma, la zona de

    Montes de Mara es estratgica para la produccin, trfico y venta de drogas ilcitas en

    toda la zona caribe. Esto ha hecho que la zona est en permanente disputa de diversos

    grupos armados ilegales. Por lo tanto sus habitantes nunca han podido aprovechar las

    grandes ventajas de vivir en dicha regin. Cerca de un 40% de la poblacin de Montes

    de Mara vive en el campo (casi el doble de porcentaje de ruralidad del pas) y tiene

    acceso a las tierras cultivables, bosques y recursos hdricos anteriormente descritos; sin

    embargo tienen ndices de pobreza elevados, derivados de deficiencias en empleo y

    educacin, adems de deficiencias en el sistema de salud y en servicios pblicos como

    electricidad, agua y alcantarillado (Aguilera, 2013).

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    3.3 Caractersticas poblacionales

    Segn el censo de 2005, en los Montes de Mara viven cerca de 438.119 personas. De

    este casi medio milln de personas, nicamente el 12.8% de las viviendas cuenta con

    los servicios bsicos de electricidad, agua y alcantarillado. Otros datos del censo

    nacional de 2005, muestran que en la regin no hay cobertura de salud para un 23,7 %

    de las personas, que uno de cada cuatro nios menores de cinco aos presenta

    desnutricin aguda mientras que otro est en riesgo de desnutricin; adems, 75.891

    personas, no saben leer ni escribir, lo que representa un ndice de 22,8% de

    analfabetismo. Ahora, en trminos econmicos, el promedio de ingreso diario es de

    $15.000 diarios por hogar (para el ao 2005), es decir, slo el 40% del ingreso

    requerido para comprar lo mnimo necesario. As. El 59,7% de la poblacin tiene

    necesidades bsicas insatisfechas (UNDP, 2010). Dicho ndice, conocido tambin como

    NBI por sus siglas, es uno de los ms altos del caribe colombiano: casi todos sus

    municipios tienen entre 50 y 100 personas con NBI por cada cien, siendo Colos, El

    Carmen de Bolvar y San Jacinto lo ms pobres.

    El problema de pobreza est relacionado con el tema de la tierra y las polticas

    seguidas por el INCORA hoy INCODER. En la poca del presidente Carlos Lleras

    Restrepo, las decisiones gubernamentales iban enfocadas a promover la

    descentralizacin, comprando tierras a grandes propietarios para vendrsela a los

    campesinos a bajo costo y con financiacin a travs del crdito agrario. El problema

    surgi cerca de una dcada ms tarde, con el auge de los productos qumicos para abono

    y anti-parasitarios. Los campesinos se empezaron a endeudar para poder comprar estas

    nuevas tecnologas, quedando sin recursos para producir y sin las semillas naturales.

    Para poder sanar sus balances se vieron obligados a vender sus terrenos especialmente a

    cultivadores de palma de aceite para la produccin de biocombustibles. A los

    campesinos se les ofrecieron las opciones de la compra de la tierra, o de sembrar palma

    en sus tierras. Siendo la palma un cultivo de rendimiento tardo, esto de alguna manera

    expuso los campesinos a riesgos excesivos que no podan cubrir (UNDP, 2010).

    3.4 El conflicto

    El estudio del conflicto en Montes de Mara es un argumento demasiado amplio para ser

    abordado dentro de este estudio. El verdadero objetivo de este prrafo, a travs de

    evidencia anecdtica, es recordar brevemente que el conflicto en la regin tiene una

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    historia larga, con mltiples actores armados involucrados y que los niveles de violencia

    alcanzaron topes muy altos, con hechos documentados muy graves.

    El surgimiento de la lucha armada en la regin data ya cerca de 50 aos. Si bien

    las partes involucradas en el desplazamiento suelen ser las mismas (Guerrillas,

    Paramilitares e incluso la Fuerza Pblica), las formas en que estas se articulan con

    estructuras econmicas o, inclusive polticas, vara. En general, en esta zona ha habido

    muchos intentos de reforma agraria (que datan desde los aos 60) como forma de

    combatir la concentracin de tierras (Galln, 2011). Precisamente, los primeros en tratar

    de combatir dicha concentracin de tierras, fueron los miembros de la ANUC

    (Asociacin Nacional de Usuarios Campesinos) lnea Sincelejo. Esta lleg a ser una de

    las organizaciones campesinas ms fuertes del pas durante los aos 70, promoviendo la

    redistribucin de la tierra, a fin de que cada campesino tuviera un terreno propio,

    incluso a travs de la toma o recuperacin de tierras de ganaderos y grandes propietarios

    (UNDP, 2010). Llegaron incluso a obtener apoyo gubernamental, debido a que el ya

    desaparecido Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA hoy denominado

    INCODER), adquiri grandes terrenos en los aos ochenta para dividirlos y

    posteriormente otorgarlos a campesinos que lo necesitaban (Verdad Abierta, 2013). As,

    este movimiento campesino logr que algunos de los municipios que componen los

    Montes de Mara tuvieran una participacin activa en las luchas agrarias de esa dcada a

    partir de mtodos pacficos. No obstante, este pacifismo lleg a su fin cuando se

    involucraron grupos armados en la lucha.

    El primer grupo insurgente que ingres en esta lucha fue la guerrilla. Ellos

    sentan cierta simpata por los campesinos, dado que los de la ANUC buscaban

    oportunidades para aquellos campesinos sin tierra, para que pudieran producir sus

    propios cultivos y terminar con la concentracin de la tierra. Entonces, las guerrillas

    empezaron a amenazar a los terratenientes, que eran en su gran mayora, ganaderos.

    Dichos terratenientes, al no estar de acuerdo con la prdida de sus tierras, apoyaron el

    surgimiento del paramilitarismo, como forma de evitar la toma de sus tierras y de

    recuperar aquellas que ya haban perdido. As, la violencia de los paramilitares se desat

    tambin contra los miembros de la ANUC (UNDP, 2010). Entonces, fue cuando la

    guerrilla aument sus actividades delictivas, incluyendo las vacunas, el boleteo y el

    secuestro, adems del terrorismo. A mediados de los aos ochenta, todas las

    organizaciones al margen de la ley llevaron a cabo trabajos polticos en la poblacin, a

    partir de la prdida de poder de los movimientos campesinos (como la ANUC). Esto

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    llev a que en la dcada de los noventa, tanto las Fuerzas Armadas Revolucionarias de

    Colombia FARC-, como el Ejrcito Revolucionario del Pueblo ERP- y el Ejrcito de

    Liberacin Nacional ELN-, se disputaran con las Autodefensas Unidas de Colombia

    AUC-, el control de los Montes de Mara, para transformarlo en punto estratgico para

    el trfico de armas y estupefacientes (Aguilera, 2013). All, el despojo de las tierras se

    dio primordialmente por las compras ilegales, las tomas violentas de predios, incluso

    aquellos otorgados por el INCORA, pero que haban acabado a manos de forneos,

    testaferros y ayudantes de las facciones paramilitares de las AUC (Verdad Abierta,

    2013). Las disputas territoriales agravaron la crisis humanitaria en los Montes de Mara,

    incluso hasta el siglo XXI, causando masacres y desplazamientos masivos (Museo

    Itinerante de la Memoria, s.f.). Los paras se impusieron por la fuerza, a travs de los

    bloques Hroes de los Montes de Mara y Canal del Dique, quienes entre 1995 y

    2005 perpetraron 42 masacres, destruyeron bienes y ocasionaron el desplazamiento

    forzado (Aguilera, 2013). Como autores de algunas de estas masacres, se responsabiliza

    a varios grupos, llamados El guamo, Mara la Baja, Zambrano y Calamar, quienes

    operaban en el departamento de Bolvar (Verdad Abierta, 2013).

    Uno de estos crmenes fue cometido el 10 de marzo de 2000. Tal como lo

    confesaron dwar Cobos Tllez, alias Diego Vecino y ber Enrique Bnquez, alias

    Juancho Dique, exjefes del Bloque Hroes de los Montes de Mara; ese da fueron

    desplazadas 300 familias. Cuentan ellos que ese da se reunieron en la finca llamada El

    Palmar, de San Onofre, Sucre. All, el entonces jefe del Bloque Hroes de los Montes

    de Mara de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Rodrigo Mercado Pelufo

    alias Cadena, reuni 60 de sus hombres. Se transportaron en tres camiones,

    atravesando Palo Alto y Retiro Nuevo hasta llegar a Mara la Baja. Una vez all, se

    encontraron con otros 90 hombres, bajo las rdenes de Luis Francisco Robles Mendoza,

    alias Amaury y de otro hombre conocido como alias Gallo. Una vez arribaron,

    cortaron armas de rboles y exhibieron sus armas de fuego; raspaban el suelo con sus

    machetes, y lograron que las familias de Mara la Baja huyeran, recordando que cerca

    de un mes antes, el mismo grupo de autodefensas haba masacrado a 60 campesinos de

    Carmen de Bolvar (Verdad Abierta, s.f.). Entre esa misma noche y el da siguiente,

    alias Diego Vecino y alias Juancho Dique, planearon y ejecutaron la masacre de 11

    campesinos de Las Brisas, una vereda de Mampujn. Este hecho produjo que se

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    desplazaran a Cartagena, Sincelejo y otros municipios de la regin, ms de 1200

    personas (Verdad Abierta, 2010).

    Actos delictivos de esta ndole se han presentado por doquier. En la tabla 1 se

    resumen las masacres que tuvieron lugar en los Montes de Mara. Cabe destacar que

    segn la fuente que se consulte, pueden encontrarse diferencias en cuanto a, por

    ejemplo, el nmero de vctimas o el lugar exacto donde ocurri. Se encuentra tambin

    que algunas masacres estn reportadas como una sola junto con otras, ya que tuvieron

    lugar una tras otra espacio-temporalmente.

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    Tabla 1. Masacres que tuvieron lugar en los Montes de Mara

    Dnde Cundo Autor(es) Nmero de vctimas

    El Carmen de Bolvar: corregimiento El Salado, sitio

    Loma de las Vacas y vereda El Balguero. Ovejas:

    corregimientos de Canutal y Canutalito, y veredas

    Pativaca, El Cielito y Bajo Grande. Crdoba: vereda La

    Sierra1

    Entre el 16 y 21 de

    febrero de 2000

    Bloque Norte de los Paramilitares Salvatore Mancuso, Jorge 40 y H2 (delegado de

    Carlos Castao)

    60 vctimas: 52 hombres

    y 8 mujeres

    Macayepo, Carmen de Bolvar2 Octubre 16 de 2000

    Alias Juancho Dique Ex jefe paramilitar del Frente Hroes de los Montes de Mara

    35 vctimas 11

    Chengue, Ovejas (Sucre)3 Enero 17 de 2001

    Alias Cadena Ex jefe paramilitar del Frente Hroes de los Montes de Mara

    35 vctimas 11

    Las Brisas, Bolvar4 Marzo 11 de 2000

    Alias Juancho Dique y alias Diego Vecino Ex jefes paramilitares Frente

    Hroes de los Montes de Mara

    12 vctimas

    Pichiln, Sucre5

    Diciembre 4 de 1996 AUC (en complicidad con Polica y Armada) 14 vctimas (aprox.)

    Colos, Sucre6 Octubre 8 de 2004

    Frente 35 del bloque Martn Caballero FARC

    5 vctimas

    Pijiguay, Ovejas (Sucre)7

    Septiembre 6 de

    1997 Salvatore Mancuso Ex jefe paramilitar 6 vctimas

    Casero El Parejo Chinulito, Colos (Sucre)8 Septiembre 13 de

    2000

    Bloque Montes de Mara de las AUC

    11 vctimas

    Chaln, Sucre9 Marzo de 1996 Frente 35 de las FARC 11 vctimas

    Retiro Nuevo, Bolvar (habitantes de El Limn, San Pablo

    y Mara La Baja)10 1998-1999

    AUC Juancho Dique siguiendo rdenes de alias Cadena

    5 vctimas

    Fuente: 1(Centro nacional de memoria histrica, 2009);

    2(Verdad Abierta, s.f.a.);

    3(Meja, 2008);

    4(Montao, 2013);

    5(El Espectador,

    2014); 6

    (Rutas del conflictoa, s.f.);

    7(Fiscala General de la Nacin, 2011);

    8(Rutas del Conflicto

    b, s.f.);

    9(El Espectador, 2010; Grupo de memoria

    histrica, 2013); 10

    (Verdad Abierta b, s.f.b.).

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    Las cifras de desplazamiento, otorgadas por lo que antes se conoca como Registro

    nico de Poblacin Desplazada RUPD-, afirman que slo en Mara la Baja en 1999

    hubo 326 desplazados; en 2000, el nmero aument hasta 1691; y en 2001, la cifra lleg

    a 6221 (Verdad Abiertac, s.f.). Las cifras de Accin Social indican que en total entre

    1998 y 2009 fueron desplazados forzadamente de la regin de los Montes de Mara

    215.505 personas. De este total, el 33% pertenece al municipio de Carmen de Bolvar,

    seguido por el 11,7% del municipio de San Onofre, el 9,6% de Ovejas, y el 8,3% de

    Mara la Baja (De los Ros et al., 2012)

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    4. Marco terico y metodolgico del estudio

    4.1 El mtodo experimental

    En economa, el mtodo experimental se refiere a la posibilidad de controlar el ambiente

    dentro del cual se miden las variables dependientes y el proceso a travs del cual se

    asignan las variables independientes.

    Un ejemplo puede ser esclarecedor. Imaginemos que queramos estudiar el

    impacto de una variable, por ejemplo el estado emocional, sobre las actitudes hacia el

    riesgo. Desde luego, es posible obtener datos observacionales de ambas variables y

    buscar alguna forma de asociacin estadstica. Sin embargo, para poder probar una

    asociacin causal, en la forma dbil del ceteris paribus7, es importante poder excluir

    explicaciones alternativas plausibles. Cuando se trabaja con datos observacionales,

    existe el riesgo asociado con variable omitida, con causalidad invertida o con error de

    medicin (por ejemplo por seleccin, en el caso que los datos se observen solo bajo

    condiciones particulares): si bien refutar una hiptesis alternativa es

    epistemolgicamente ms fcil que confirmarla, las posibles explicaciones

    alternativas son a priori ilimitadas (Shadish et al. 2002).

    El mtodo experimental se basa en la asignacin aleatoria a los participantes, de

    la variable independiente que se quiere estudiar, por ejemplo el estado emocional, y en

    la recoleccin de los datos de las variables dependientes sobre las cuales se mide el

    impacto. Se asigna dicha variable independiente a un grupo seleccionado al azar

    mientras que la variable dependiente (en este caso por ejemplo la decisin en condicin

    de riesgo) se mide tanto en el grupo experimental (el que recibe la dosis de la variable

    independiente) como en un grupo al cual no se asigna (grupo control). La aleatorizacin

    sirve para dos funciones: (1) elimina el impacto de variables omitidas; (2) en promedio,

    balancea las caractersticas iniciales (pre-test) que impactan sobre la variable

    dependiente (Shadish et al. 2002).

    En economa, las mediciones de las variables dependientes se hacen a travs de

    incentivos monetarios. Este procedimiento se basa en la llamada utilidad inducida. La

    idea es crear una relacin directa y prominente entre comportamiento en el ambiente

    experimental y la remuneracin que se recibe para la participacin al experimento

    7 En economa el concepto de causalidad suele expresarse de forma dbil: la causa precede el efecto, la

    causa covara con el efecto y explicaciones alternativas plausibles se pueden excluir.

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    (Smith, 1994; 2010). Empricamente, el uso de incentivos monetarios es muy debatido:

    no parecen generar efectos sistemticos pero reducen el ruido estadstico en las

    respuestas (Camerer & Hogarth, 1999). En muchos casos, la presencia de incentivos

    monetarios sirve para reducir el sesgo de deseabilidad social en las respuestas, porque

    induce a que las personas se enfoquen en las tareas. Es estndar en economa no mentir

    nunca a los participantes (no deception): la transparencia sirve para que el participante

    confe en el mecanismo de enlace entre comportamiento y pago, y por lo tanto, que el

    comportamiento que se mide no termine siendo afectado por algn sesgo.

    El tema del control ambiental y de la asignacin aleatoria sirve para garantizar

    validez interna, que es la posibilidad de interpretar causalmente una correlacin

    estadstica. Sin embargo, la evidencia de cualquier experimento es altamente local, es

    decir no puede inmediatamente interpretarse de manera general. Los problemas de

    generalizacin se refieren a la posibilidad de extender los resultados a otros contextos,

    tratamientos usados y participantes (Cronbach et al. 1980), y obviamente la posibilidad

    de interpretar las mediciones de laboratorio en trminos del constructo terico que se

    pretende medir (por ejemplo la confianza o la actitud hacia el riesgo). En trminos

    tcnicos, estos suelen llamarse respectivamente problemas de validez externa y de

    validez de constructo (Shadish et al. 2002).

    Para obviar algunos problemas relacionados con los experimentos y en particular

    la posibilidad de tener acceso a algunas poblaciones8, o de hacer medicin afuera del

    contexto asptico de un laboratorio, en economa se usan experimentos de campo,

    donde es importante tener presente que el control experimental es menor (Levitt & List,

    2009).

    Es obvio que muchas variables de inters no se pueden asignar de manera

    aleatoria, y este es precisamente el caso de la asignacin de la tierra. Por esta razn en

    este estudio se combinan datos observacionales (a travs de cuestionarios pos

    experimento, que se reportan integralmente en los anexos 5 y 6) y mediciones

    experimentales.

    8 En otras palabras, es obvio que si nos limitamos a experimentos de laboratorio en Bogot, muy

    difcilmente lograremos tener acceso a mediciones sobre poblaciones campesinas o indgenas, por

    ejemplo.

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    4.2 El problema de la propiedad de la tierra

    Desde una perspectiva econmica, la titulacin de la tierra tiene que ver primero que

    todo con un proceso de asignacin del derecho de propiedad, o sea la identificacin de

    una persona como titular residual (residual claimant) de los productos de un bien o

    activo. La teora econmica suele subrayar el papel de los derechos de propiedad en

    garantizar que los que invierten a largo plazo puedan gozar el fruto de dichas

    inversiones. Esto hace que el sistema de incentivos que se cree sea favorable al

    crecimiento econmico (Demsetz, 1967; North, 1981). Asimismo, estudios realizados a

    niveles de paises muestran una fuerte correlacin entre crecimiento econmico lento (y

    menor inversin) y derechos de propiedad menos seguros (Knack & Keefer, 1995;

    Mauro, 1995; Svensson, 1998; Acemoglu, et.al., 2001; Johnson, McMillan & Woodruff,

    2002). La falta de seguridad en los derechos de propiedad tambin implica, como

    mencionan De Soto (2000) y Do & Iyer (2008), que uno de los mayores impedimentos

    para la prosperidad en los pases en va de desarrollo es la incapacidad de transformar

    las propiedades en bienes que se puedan utilizar, debido a la falta de reconocimiento

    legal de los derechos.

    Un propietario espera que su comunidad prevenga actos de otros que puedan

    interferir con sus mismas acciones, siempre y cuando estas ltimas no estn prohibidas

    en las especificaciones de sus derechos (Demsetz, 1967). Aqu, a diferencia de los

    derechos contractuales, los derechos de propiedad se hacen cumplir por la ley (in rem),

    siendo afectados unicamente con el consentimiento del propietario. Esto asegura el

    cumplimiento de la ley, pero es sumamente costoso (no slo econmicamente) cuando

    hay multiples derechos colaterales relacionados con el mismo bien. Es decir, las

    obligaciones de ley sobre un derecho de propiedad son independientes de quien sea el

    dueo de los derechos de propiedad, as sean diferentes derechos de propiedad

    pertenecientes al mismo bien. Ergo, se considera que los derechos de propiedad tienen

    ventaja dado que sobreviven inmutables a travs de todo tipo de transacciones y

    transformaciones con otros derechos de propiedad sobre la misma tierra o sobre una

    tierra aledaa (Arruada, 2003).

    Adicionalmente, se subraya que la tierra tiene un papel importante en la

    reduccin de los costos de transaccin (Arruada, 2003). Entonces, cuando un granjero,

    o un empresario es propietario de los derechos sobre una tierra, es ms propenso a

    invertir en ella, por dos razones principalmente: el efecto garanta (assurance), y el

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    efecto realizabilidad. Este ltimo se da cuando los granjeros se sienten ms seguros en

    su derecho o capacidad de mantener un uso sobre la tierra a largo plazo, y entonces, es

    mayor la tasa de retorno por las mejoras y la conservacin que se haga de la tierra; de

    esta forma, est mayormente incentivado a hacer inversiones. En cambio, el primer

    efecto se da cuando una tierra puede ser fcilmente transable, y utilizada como colateral

    dentro de transacciones (Brasselle, Gaspart, & Platteau, 2002). Por todo esto, es

    razonable que los empresarios no estn dispuestos a invertir si se espera que no puedan

    retener los beneficios propios de su inversin (Johnson, McMillan, & Woodruff, 2002).

    Este es el problema al que se enfrentan recurrentemente las poblaciones que cuentan

    con menos recursos. Las personas pobres tienen limitaciones debido a la ausencia de

    derechos de propiedad formales. Estas limitaciones se extienden a la imposibilidad de

    tener herramientas de ahorro o bienes, para ser usados como seguro que les pueda

    proveer proteccin durante pocas de escasez, y los obliga a refugiarse en familiares

    (Galiani & Schargrodsky, 2010).

    As, en los crculos polticos, los programas de titulacin de tierras han sido

    promovidos como parte de una intervencin eficiente en la lucha para reducir la pobreza

    (Galiani & Schargrodsky, 2010). Mas an, desde las organizaciones internacionales

    tambin se han estado promoviendo proyectos de administracion de tierras en la

    mayoria de paises en via de desarrollo y en paises que anteriormente estaban bajo un

    regimen socialista (Arruada, 2003).

    Un paso intermedio adoptado por algunos gobiernos, es el uso de titulaciones

    colectivas, en vez de titulaciones privadas. Los puntos de vista convencionales asumen

    que una propiedad comn implica acceso abierto, que genera riesgos de sobre-

    explotacin. Dichas oportunidades se generan a partir de sistemas de titulacin colectiva

    que se supone no hacen cumplir reglas respecto a las acciones individuales de los

    miembros de la comunidad. Ahora bien, as como la intervencin gubernamental se

    justifica en casos de falla de los mercados debido a bienes pblicos o a monopolios

    naturales, la titulacion colectiva es una respuesta estndar a fallas en la eficiencia

    asociadas con instituciones de propiedad privada (Powell, 1998). De hecho la evidencia

    sobre la posibilidad de crear reglas de juegos alternativas a estado y mercado, es decir

    creando institucionalidades locales que permitan manejo eficiente de recursos comunes

    es bastante amplia (Ostrom 2009).

    Evidencia emprica de la relacin titulacin-pobreza es obviamente dificil de

    demostrar de manera causal. En general, personas de mayores ingresos tienen mayores

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    activos en propiedad, lo cual postula existencia de causalidad invertida. Adems,

    programas de reparticin de ttulos pueden ser afectados por individuos que ya han

    planeado las inversiones, y que a travs de formas de presin pueden influir en los

    mecanismos de asignacin - o sencillamente las inversiones hechas pueden llevar a

    lograr la obtencin del ttulo (Brasselle, Gaspart, & Platteau, 2002; Alston, Libecap, &

    Schneider 1995). Finalmente, es obvio que muchas variables externas pueden co-

    determinar tanto las inversiones como la titulacin.

    El ms importante estudio que se conozca sobre el tema es sin duda el de Galiani

    & Schargrodsky (2010), que revela la efectividad de la titulacin de tierra como

    herramienta para disminuir la pobreza, a travs de un experimento natural.

    Aprovechando un episodio de titulacin de tierras que se dio por etapas, en la Argentina

    pos dictadura, ellos estudiaron las diferencias en una serie de variables de inversin por

    parte de las familias tanto propietarias como ocupantes. Dicho episodio ocurri en

    Argentina, en las zonas aledaas a Buenos Aires. All, en 1981 algunos terrenos baldos

    fueron ocupados ilegalmente por algunas personas. Dichos habitantes vivan sin pagar

    arriendo, pero no tenan los ttulos de las tierras, as que legalmente no tenan derecho

    sobre ellas. El gobierno local negoci las tierras con los propietarios originales, para

    poder dar a dichos habitantes ilegales la titulacin respectiva, pero as como algunos

    terratenientes aceptaron negociar con el giobierno local, algunos otros an se encuentran

    disputando las tierras en las cortes, porque no les satisfaca la compensacin econmica

    ofrecida por el gobierno. Esta asignacin diferencial adems no relacionada con las

    caracteristicas de los ocupantes gener naturalmente un grupo experiemntal y un

    grupo de control. Se encontr que las personas invertan ms en sus terrenos y que

    construan cerca de un 12% ms. Son familias con menos miembros, dado que hay una

    reduccin de la fertilidad de las cabezas de familia y a que no viven con miembros de la

    familia extensa; y, adems, un incremento en el nmero de aos estudiados y de

    porcentaje de cumplimentacion de la educacion secundaria (53% contra 26%).

    En nuestro trabajo de campo, no podemos contar con la dimensin temporal

    necesaria para hacer un seguimiento de las inversiones. Este estudio se enfoca en

    averiguar si el programa, de la manera en la cual se est implementado, reduce los

    efectos negativos a nivel cognitivo de la pobreza, y si contribuye a reconstruir tejido

    social a travs de algunas mediciones de capital social. Estos dos argumentos se tratan

    en los dos siguientes apartados.

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    4.3 Los efectos cognitivos de la pobreza y la restitucin de tierra

    Estudios recientes (Mullanaithan & Shafir, 2013; Mani et al., 2014) sobre el tema de la

    pobreza han replanteado la mirada acadmica sobre este problema. Existe amplia

    evidencia emprica que afirma que las personas en condiciones de pobreza suelan

    cometer ms errores, es decir, en temas claves como la planeacin familiar, el ahorro

    o la oferta de trabajo, estas personas terminan tomando decisiones equivocadas que

    impactan negativamente sobre su condicin socio-econmica (Katz & Hofer, 1994;

    Edin & Lein, 1997; McLoyd, 1998; DiMatteo, Giordani, Lepper & Croghan, 2002;

    Kim, Sorhaindo & Garman, 2006; Blank & Barr, 2009; Barr, 2012). El resultado final

    es que las personas pueden terminar en la llamada trampa de la pobreza.

    Sin embargo, Mullanaithan y coautores no buscan ni mecanismos estructurales

    de carcter sociolgico para explicar este fenmeno, ni tesis de comportamientos

    racionales que expliquen estos hechos estilizados. Su tesis es conductual: ellos parten de

    un supuesto, a la vez obvio pero ignorado por el enfoque convencional en economa,

    que afirma que la capacidad cognitiva, como el ancho de banda de un computador, es

    limitada. En muchas situaciones cotidianas, el hambre, el sueo u otro tipo de

    preocupaciones afectan el ancho de banda disponible, induciendo decisiones

    equivocadas. La pobreza se puede ver como una condicin de escasez: es decir una

    preocupacin de que cualquier error pueda tener consecuencias muy graves que la

    persona pobre no necesariamente es capaz de enfrentar (monetariamente o de otra

    manera).

    Ellos afirman que las preocupaciones en situaciones de escasez (scarcity),

    disminuyen las habilidades cognitivas (IQ) y el autocontrol. En su trabajo, Mani et al.

    (2014) aprovechan una condicin natural similar a un experimento: ejecutan las pruebas

    cognitivas antes y despus de que los campesinos hayan logrado llevar la cosecha al

    molino. Es obvio que de esta manera una persona puede ser contrafactual (grupo

    control) de s mismo y se puede realizar un control de otras caractersticas que afecten el

    desempeo cognitivo. Adems es obvio que por los ritmos del campo, ese momento (la

    consigna de la cosecha), cambia de manera abrupta la situacin econmica. Sus

    resultados muestran de manera clara el empeoramiento del desempeo en condicin de

    escasez. Curiosamente, este resultado con grande validez externa (o sea

    representatividad de la condicin real), tiene hallazgos confirmados por otro que ellos

    llevan a cabo en laboratorio, donde crean artificialmente una condicin de escasez a

    travs del suministro de un problema a resolver.

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    Es obvio que la poblacin en anlisis en este informe se caracteriza por muy

    escasa capacidad de pago; por lo tanto resulta interesante ver si el tema de restitucin

    logra afectar de manera positiva las capacidades cognitivas, suavizando el impacto de la

    pobreza.

    Para poner a prueba esta hiptesis se utilizarn dos tareas cognitivas similares a

    las usadas por Mani et al. (2014). La primera prueba es un test lgico, basado en la

    capacidad de identificar la figura que completa una secuencia (test de Raven, ver Tabla

    3) que mide la capacidad cognitiva general. La segunda prueba es un test de control

    cognitivo, que bsicamente mide la capacidad de una persona de manejar la atencin

    sobre las informaciones relevantes. Se trata de una versin numrica del test de Stroop

    (ver Tabla 2). Los participantes tienen una secuencia de nmeros repetidos (2 2 2) y

    tiene que decir la cantidad de dgitos sin confundirse con el nmero que aparece. En el

    caso 2 2 2 por ejemplo la respuesta correcta es 3.

    4.4 La ley de restitucin y el tejido social

    Otro elemento de inters en el anlisis y seguimiento de la Ley de Restitucin es la

    posible presencia de efectos positivos en la reconstruccin de capital social. Este ltimo

    se refiere al agregado de recursos o activos que estn relacionado con la red de

    contactos o relaciones de una persona (Bordieu, 1986). El capital social es de difcil

    medicin, y en la literatura emprica, se suele recurrir a un abanico de indicadores

    indirectos (Grootaert & Van Bastelaer, 2002). La literatura de corte sociolgico subraya

    la relacin positiva que existe entre la conectividad y la propensin a cooperar, esta

    ltima una evidente fuente de generacin de excedente social, por reduccin de costos

    de transaccin (Arrow, 1973), porque es necesaria para manejar recursos comunes o

    bienes pblicos (Hardin, 1968) o por la posibilidad de mejorar la eficiencia institucional

    (e.g. Putnam et al. 1993).

    Es obvio que la poblacin victimizada sufre de condiciones de desconfianza

    generalizada, y en el caso de la poblacin desplazada en particular, la falta de

    conexiones es evidentemente una de las determinantes de las pobres condiciones socio-

    econmicas (Ibez, 2008).

    En este trabajo nos enfocamos en dos rubros en particulares. Por un lado en el tema de

    la confianza. Hay evidencia emprica de que la confianza acta como lubricante social y

    donde es generalizada, est asociada a un mejor desempeo econmico e institucional

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    (Arrow, 1973; Putnam et al., 1993; Zak and Knack, 2001; Knack and Keefer, 1997; La

    Porta et al., 1999; Rothstein and Uslaner, 2005; Sampson et al., 1997).

    En mbito experimental, la confianza se suele medir a travs del juego de

    confianza o juego de inversin (Berg et al. 1995), una situacin de interaccin

    estratgica donde dar confianza permite generar recursos adicionales, pero expone al

    riesgo de aprovechamiento gratuito. Una explicacin se encuentra abajo en la Tabla 4.

    A travs de la aplicacin de una versin simplificada de este juego, basado en Charness

    et al. (2011), se intenta medir si el grado de confianza (tasa de inversin) y la tasa de

    devolucin de confianza (tasa de retorno) son ms altas entre la poblacin que ha

    recibido tierra (restitucin) respeto a la poblacin desplazada.

    Adicionalmente, implementamos unos tratamientos que ya se aplicaron entre la

    poblacin campesina en un trabajo anterior (Bogliacino et al. 2015). En particular, en

    ese trabajo se pone a prueba la hiptesis de que poder evaluar el comportamiento

    ptimo a travs de un mecanismo de voto consultivo favorece la confianza

    interpersonal. Los mecanismos a travs de los cuales eso ocurre pueden ser varios:

    Bogliacino et al. (2015) sugieren que mecanismos participativos de este tipo favorezcan

    el establecimiento de normas sociales (Duffy et al. 2013) o la formacin de expectativas

    normativas (Bicchieri & Xiao, 2007).

    En este caso, adems del voto consultivo, se propone un tratamiento adicional:

    se leen los resultados de las votaciones realizadas en Cundinamarca por Bogliacino et

    al. (2015), para ver si existe un efecto diferente al de las votaciones participadas.

    Adicionalmente se estudia la propensin de los participantes a sancionar

    violaciones de normas igualitarias cuando dichas violaciones no los afectan

    directamente.

    Sabemos desde un amplio espectro de evidencia emprica que la cooperacin

    sistemtica es un trato distintivo de las sociedades humanas dentro del mundo animal

    (Boyd & Richerson, 2003). Existen otras excepciones dentro del mundo de los insectos

    donde hay extensa divisin del trabajo, pero en ese caso son ms fuertes los vnculos de

    cercanas genticas (Fehr & Fischbacher, 2003). En el debate sobre las determinantes de

    la cooperacin y del respeto de las normas sociales, se puede simplificar diciendo que

    existen dos principales hiptesis tericas. La primera ha sido dominante en enfoques

    biolgicos y en general entre los estudiosos de la evolucin. De acuerdo a esta hiptesis,

    la reciprocidad gua el comportamiento altruista: el comportamiento cooperativo

    inducira respuestas cooperativas por parte de otros agentes. Se trata de una explicacin

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    que funciona bien en sociedades pequeas; sin embargo encuentra muchos problemas

    donde los grupos son grandes y las transacciones repetidas, limitadas. Una versin ms

    estructurada sugiere que el comportamiento altruista contribuye a construir reputacin y

    viene remunerado como medio para construir a la vez reputacin (Leimar &

    Hammerstein, 2001; Nowak & Sigmund, 1998; Nowak et al. 2000). Sin embargo, la

    migracin de individuos entre grupos, reduce drsticamente la tasa de cooperacin y al

    parecer, se requiere una sobre-estimacin constante de los beneficios de la cooperacin

    (Fehr & Fischbacher, 2003).

    La tesis anterior se basa principalmente sobre argumentos de seleccin gentica

    de tratos que garanticen un mayor fitness en contextos de interaccin. En este marco

    terico siempre se rechaz la idea de que el puro trato altruista pueda difundirse porque

    el nico sustento estara en la seleccin entre grupos (opuesta a la infra-grupo), cuya

    evidencia es sin embargo bastante limitada (Williams, 1966).

    Por el contrario, modelos de seleccin gentico-cultural sugieren que la

    transmisin por aprendizaje social de tratos culturales puede ser favorable al

    comportamiento altruista (Kelly, 1985). Esta literatura en particular subraya el papel del

    castigo desinteresado a los que no respetan normas sociales: se trata de individuos que a

    pesar de no ser directamente afectados por la violacin de dichas normas, enfrentan

    costos para sancionar los que no las respeten (Marlowe et al. 2008; Fehr & Fischbacher

    2004; Boyd et al. 2003). Estas personas se pueden llamar altruistas de segundo nivel.

    Existe amplia evidencia emprica sobre el altruismo de segundo nivel (Marlowe

    et al. 2008; Boyd et al. 2003). La literatura experimental la ha puesto a prueba emprica

    introduciendo en un amplio abanico de juegos estndares la posibilidad por terceros de

    sancionar comportamientos de dos partes que realizan una transaccin o interaccin.

    Tpicamente se trata de situaciones donde entre dos o ms personas existe un conflicto

    entre inters social e inters individual o donde existe claramente una opcin igualitaria

    que pueda llamar en causa una norma social, y se le agrega una tercera persona, no

    directamente involucrada, que puede sancionar el comportamiento de las partes

    (sosteniendo un costo) a pesar de no ser beneficiada directamente o monetariamente por

    el respeto de la norma. Dicha literatura muestra que efectivamente la presencia de

    sancin es significativa.

    En este caso, se utiliz la situacin de interaccin estratgica ms sencilla

    posible: el juego del dictador (ver Tabla 5). El funcionamiento es el siguiente: a una

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    persona (remitente) se le asigna una suma de dinero que puede libremente dividir con

    otra persona (destinatario). Esta segunda persona no tiene papel estratgico alguno, es

    decir, slo recibe la suma que el remitente le enve.

    En este caso los participantes de MM representan los terceros (o supervisores):

    pueden sancionar los remitentes por no dar lo que consideren suficiente a los

    destinatarios, pero eso implica un costo, es decir tienen que renunciar a una parte de la

    dotacin de dinero que reciban. En cambio, los remitentes y destinatarios son

    participantes de Bogot que tomaron su decisin en sesiones organizadas antes del

    trabajo de campo y recibieron el pago correspondiente una vez cruzadas las decisiones

    con los participantes en MM.

    En este caso se quiere ver si el ser objeto de asignacin del ttulo aumenta la

    probabilidad de ser altruista de segundo nivel.

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    Tabla 2. Una explicacin bsica de la Prueba de Stroop.

    Prueba de Stroop

    La Informacin irrelevante puede interferir en el desempeo de una persona en una

    tarea (Tang, Critchley, Glaser, Dolan, & Butterworth, 2006). Desde 1935 los

    experimentos llevados a cabo por J.R. Stroop le han podido dar cierta formalidad a los

    mtodos de estudio de dichas interferencias sobre diversas tareas (Stroop, 1935).

    En los experimentos originales, se compar el tiempo que toma leer los nombres de los

    colores y el tiempo que toma nombrar los colores per s. Es decir, se comparaba el

    efecto de interferencia del estmulo color sobre la lectura de los nombres de los

    colores (ambos estmulos eran presentados simultneamente) con la interferencia

    producida por el estmulo palabra (algn color escrito) sobre el nombramiento de los

    colores per s (Stroop, 1935).

    En la revisin que hace McLeod (1991), se encuentra que esta familia de tareas puede

    ser dividida en tres categoras principalmente. La primera de ellas es la Interferencia

    Color-Palabra, la segunda es la Inteferencia Imagen-Palabra, la tercera categora, es la

    de Interferencia Auditiva. Esta prueba se suele llamar de control cognitivo.

    El problema con las anteriores categoras radica principalmente en que se hace

    necesario saber leer y dominar un lxico. Entonces, tal y como lo sealan Kulaif &

    Valle (2008), no es posible evaluar los efectos de la interferencia, por ejemplo en

    poblacin de muy bajos recursos, sin educacin, o directamente analfabeta, con los test

    tradicionales. Es as como los test con componentes numricos sirven de base a los

    Illiteracy Stroop Test, o test de Stroop para poblacin analfabeta.

    Dadas las condiciones de la poblacin de los Montes de Mara, en su gran mayora

    campesinos colombianos desplazados por la violencia, con poco o nulo acceso a

    escuelas y sistemas de educacin, se opt por trabajar con una tarea numrica del

    Stroop. Sin embargo, para facilitar y asegurar el seguimiento instruccional en la

    muestra, se prefiri usar un test que slo midiera una caracterstica, a saber, la cantidad

    de dgitos en cada hilera de nmeros (ver Anexo 8).

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    Tabla 3. Una explicacin bsica de la Prueba de Raven.

    Prueba de Raven

    El Test de Matrices Progresivas de Raven (RPM por sus siglas en ingls), consiste en

    escenarios con casillas ubicadas en forma de matriz que pueden ser de 2x2 o de 3x3. En

    cada una de las casillas hay una imagen, excepcin hecha de la casilla inferior derecha,

    que est en blanco. Es dicha casilla la que debe ser reemplazada por los participantes,

    identificando el segmento faltante que mejor se ajusta al patrn que siguen las dems

    imgenes (Brouwers, Van de Vijver, & Van Hemert, 2009). El RPM, mide la habilidad

    cognitiva general (Raven, Raven & Court, 1998/2000; Raven & Raven, 2003). Debido

    a que es un test que no requiere conocimientos especficos o sociales para su ejecucin,

    es una medida de inteligencia en la que no se encuentra influencia de factores culturales,

    respecto a otros test (Brouwers, Van de Vijver, & Van Hemert, 2009). Adems, es un

    test que se presenta en formato no verbal, lo que lo hace una herramienta de fcil

    aplicacin a nios, ancianos y a poblaciones en las cuales el uso del lenguaje puede

    estar disminuido. Respecto a los procesos, algunos indican que las respuestas que se den

    en las matrices de Raven estn estrechamente relacionadas con la capacidad de la

    memoria de trabajo o la inteligencia de la persona. Al respecto, Loesche, Wiley y

    Hasselhorn (2015) afirman que en el proceso de resolucin del test de Raven subyacen

    dos sub-procesos: induccin de reglas (rule induction) y manejo de metas (goal

    management).

    La versin implementada en MM presenta un grado de facilidad mayor y se constituye

    de solo diez preguntas en cinco minutos. Un ejemplo se encuentra en el Anexo 7.

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    Tabla 4. Una explicacin bsica del juego de la confianza

    Juego de confianza

    El juego de confianza (llamado tambin juego de la inversin) fue aplicado por primera

    vez por Berg et al. (1995). Esta situacin de interaccin estratgica captura las dos

    caractersticas bsicas de la confianza: a) el dar confianza genera excedente social; b) el

    dar confianza expone al riesgo de aprovechamiento gratuito.

    En su forma bsica, el juego se desarrolla de la siguiente manera. Hay un jugador uno

    que se llama remitente. El remitente recibe una suma de dinero y decide cunto de esa

    suma de dinero mandar al destinatario. Puede ser una decisin continua, dicotmica o

    discreta, es decir las opciones de cunto se pueda enviar dependen del objetivo del

    diseo, pero puede que el nmero de alternativas sea finito, sea restringido a dos o sea

    continuo.

    El destinatario recibe tres veces (u otro mltiplo) la suma enviada por el remitente. En

    esta segunda etapa, a la hora de tomar la decisin, el destinatario puede: (a) quedarse

    con todo lo que recibe; (b) devolver una parte al remitente. En este ltimo caso,

    dependiendo del diseo, es posible limitar las opciones disponibles (por ejemplo reparte

    de manera equitativa o dejar total libertad).

    Es un juego secuencial a informacin completa: el destinatario conoce la decisin del

    remitente antes de tomar la suya y la estructura del juego es conocimiento comn (es

    decir todos saben que todos conocen la estructura del juego). En este tipo de juegos, la

    teora estndar prev que si los participantes son racionales y auto-interesados el

    destinatario debera siempre aprovecharse y no devolver nada, y el remitente,

    anticipando dicho comportamiento, debera transferir cero.

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    Tabla 5. Una explicacin bsica del juego del dictador

    Juego del dictador

    El primer experimento con el juego del dictador se encuentra en Kahneman, Knetsch &

    Thaler (1986), con un formato que limitaba las decisiones a dos opciones.

    El juego del dictador es el mecanismo ms sencillo para medir altruismo. Hay dos

    jugadores como en el juego de la confianza o en el juego del ultimtum (Gth,

    Schmittberger, & Schwarze, 1982), sin embargo, se elimina completamente el elemento

    estratgico, porque el segundo jugador es dummy, es decir no toma ninguna decisin.

    La situacin es la siguiente. El jugador uno (remitente) recibe una suma de dinero. En

    calidad de dictador decide cmo repartir el dinero con su contraparte (destinatario).

    Dependiendo del diseo, puede decidir libremente el monto entre las opciones

    presentadas. La decisin del remitente se implementa.

    La nica solucin racional auto-interesada es claramente no enviar ninguna suma de

    dinero.

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    5. Procedimientos experimentales

    5.1 Primer trabajo de campo

    Reclutamiento

    Las sesiones realizadas en el mes de julio de 2014, tuvieron lugar en La Pava, Bolvar

    (Montes de Mara). Das antes, el investigador principal se reuni con algunos lderes

    comunitarios de la zona para hablar sobre la investigacin (sin ilustrar en detalle cada

    uno de los tratamientos) y conocer la viabilidad de la misma. Una vez dado el visto

    bueno, eran ellos los encargados de invitar a las personas de sus comunidades a

    participar en una actividad que estaba enmarcada dentro de un proyecto sobre

    restitucin de tierras, en la cual tendran que tomar algunas decisiones. Se deba

    mencionar, adems, que sera reembolsada la suma que gastaran en transporte. Para

    garantizar grupos heterogneos (personas de diferentes comunidades) en cada sesin,

    los lderes se organizaron para enviar cierto nmero de participantes en das especficos.

    Se trabaj del 21 al 25 de julio. Fueron realizadas 9 sesiones, en las cuales participaron

    111 personas. En el Anexo 1 se encuentra el diagrama de flujo de este primer

    experimento.

    Fase de registro

    El desarrollo de las sesiones estaba a cargo de 3 personas: el investigador responsable

    de la investigacin, quien diriga toda la actividad, y dos asistentes que se encargaban de

    colaborar con la fase de registro, la distribucin del material, la digitacin de la

    informacin en el computador, la preparacin de los pagos, y cualquier otra situacin de

    la sesin en la que los participantes necesitaran alguna orientacin. Con anterioridad, el

    investigador y los asistentes preparaban todo el material para cada sesin. Ms adelante

    se explica en detalle este punto.

    Todas las sesiones se realizaron en Cedecampo. A medida que las personas iban

    llegando, eran recibidos en el quiosco, espacio de la sede donde todo estaba

    previamente organizado para el desarrollo de la sesin. Tanto las mesas en las cuales se

    ubicaba de manera individual a los participantes como el espacio donde se realizaba el

  • Documentos FCE-CID Escuela de Economa N 65

    Junio de 2015

    Universidad Nacional de Colombia Sede Bogot - Facultad de Ciencias Econmicas

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    registro, fueron dispuestos de manera tal que, en todo el desarrollo de la sesin, pudiese

    ser garantizada la confidencialidad de todas las personas.

    Cuando ya estaban presentes todos los participantes, el investigador daba la bienvenida,

    lea el consentimiento informado, explicaba cmo sera la fase de registro, mostraba los

    sobres que sortearan ms adelante, hablaba de manera general sobre las etapas de la

    sesin, peda que se organizara una fila suficientemente retirada de la mesa de registro y

    as, una a una, las personas se acercaban a los asistentes para entregar el consentimiento

    (o firmarlo en ese momento si necesitaban ayuda), tomar uno de los sobres, indicar el

    cdigo que les corresponda, el lugar desde el cual viajaban, y el costo del transporte

    para llegar a Cedecampo y regresar a su casa. El investigador, mientras tanto, se

    aseguraba de que las personas se sentaran en el lado correcto del quiosco de acuerdo al

    cdigo obtenido (pares o impares), y peda a los participantes no abrir el sobre y no

    hablar entre ellos a lo largo de la sesin.

    Los sobres a los cuales se est haciendo alusin, contenan las hojas que los

    participantes iban a utilizar en toda la actividad. Estaban organizados en dos pilas:

    sobres con nmeros pares y sobres con nmeros impares. Previamente, el investigador

    sorteaba, para cada una de las sesiones, si la primera persona deba elegir un sobre par o

    uno impar. Si, por ejemplo, en la sesin uno el primer participante deba tomar un sobre

    par, entonces el participante dos deba tomar uno impar, el participante tres tomara uno

    par y as su