DISCURSO EN DEFENSA DE VANGUARDIA POPULAR · 2013-04-02 · 1 DISCURSO EN DEFENSA DE VANGUARDIA...
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DISCURSO EN DEFENSA DE
VANGUARDIA POPULAR
Pronunciado desde Radio Monumental el jueves 30 de
enero de 1958, tres días antes de las elecciones pre-
sidenciales, para contestar ataques lanzados por el ex-
Presidente de la República don Otilio Ulate.
Señoras y señores:
Al cabo de diez años de silencio obligado se me permite ocupar un micrófono en
mi Patria.
Antes de hoy, tanto las estaciones de radio como las columnas de los grandes
periódicos, han estado cerradas para mí y para mis compañeros de ideas.
Se nos ha calumniado y no hemos podido defendernos. Han sido deformados y
adulterados nuestros actos y no se nos ha permitido explicarlos.
Han sido falsificados nuestros propios documentos y se nos ha impedido
desenmascarar a los falsificadores.
En nombre de la libertad hemos sido privados de libertad.
En nombre de la Democracia nos han mutilado la ciudadanía.
En nombre de la justicia nos han arrebatado derechos que son inherentes a la
naturaleza humana.
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Hoy, por primera vez en diez años, se nos permite defendernos desde una
estación radiodifusora. Le doy las gracias a la empresa "Gonzalo Pinto
Hernández" por ese gesto de decencia cívica y de nobleza. Sé de sobra que los
personeros de esta empresa están frente a nosotros en ideas y en intereses. Pero
en este caso se han comportado como corresponde a quienes llamándose
demócratas quieran hacerle honor a la democracia.
No tiene derecho a llamarse demócrata quien por cobardía pone candado en la
boca de su adversario; ni quien, bajo cualquier pretexto, obstaculiza la libre
expresión del pensamiento humano.
Esta salida mía de - hoy al campo del debate público ha sido provocada por don
Otilio Ulate, quien, sabiéndonos marginados - como Partido en la presente
contienda electoral —por virtud, en buena parte, de sus propias malas artes—
creyó que podía usarnos, una vez más, de trampolín, para sus maromas, en la
función de circo que continúa dándole al pueblo de Costa Rica.
Hábil periodista es el señor Ulate. Temible cuando logra vencer su clásica pereza
para hacer uso de sus capacidades. Temible porque no es hombre de muchos
escrúpulos y cuando están en juego sus pasiones o sus ambiciones no tiene
respeto para nadie ni para nada. De su pluma lo mismo pueden brotar mentiras
que verdades; y lo blanco puede convertirse en negro y lo negro en blanco; y el
pecado puede resultar virtud y la virtud pecado.
Nosotros estamos convencidos de que el señor Ulate, con su pluma y con sus
periódicos, le ha hecho mucho mal a este país en los últimos años. Ha sembrado
muchos odios. Ha llevado la confusión política a la mente de muchos miles de
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ciudadanos sencillos y no sencillos. Ha creado el clima donde se incuban los
rencores perdurables y las guerras fratricidas.
Cuando, durante la campaña para las elecciones del año 1948, don Otilio alzaba
su voz contra el fraude electoral y atizaba la hoguera que produciría una gran
tragedia, más de una vez nos hicimos esta reflexión: ¿Y qué pensará el señor
Ulate del fraude periodístico? (3)
El fraude electoral consiste en adulterar votos; y el fraude periodístico en engañar
a la opinión pública. Mediante el fraude electoral se sustituyen papeletas legítimas
por papeletas falsas. Mediante el fraude periodístico se lleva a la conciencia de las
gentes la mentira en vez de la verdad. ¿Cuál de los dos fraudes será más funesto
para la vida de un pueblo? Tales reflexiones nos hacíamos nosotros cuando
escuchábamos al fabricante de fraudes periodísticos tronando contra el fraude
electoral.
Han pasado los años y don Otilio Ulate sigue siendo el mismo periodista mañoso
que nos inspiraba las anteriores reflexiones; el mismo artífice de truculencias y
triquiñuelas; el mismo maestro en el arte de modelar la opinión pública a imagen y
semejanza de sus rencores y de sus pasiones.
Dos son las producciones que vengo a contestarle al señor Ulate en esta
oportunidad: el discurso que pronunció el jueves 16 de enero desde una estación
radiodifusora, y el artículo que publicó en "Diario de Costa Rica" ayer martes.
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UN DISCO NUEVO
Comienzo por llamar la atención hacia un hecho muy interesante: el señor Ulate
acuñó un disco nuevo para la presente campaña electoral. En vez de hablarnos
como antes, de "Calderón, Picado y Mora", ahora nos habla de "Figueres, Orlich y
Mora".
Antes, Calderón Guardia y Picado eran, junto conmigo, los abanderados del
comunismo en Costa Rica, fabricantes de fraudes, promotores de violencias y
hasta creadores de la poliomielitis. En cambio, los señores Figueres y Orlich, (5)
que actuaban como sus aliados, eran caballeros decentes, paladines del decoro,
heroicos defensores de la libertad de sufragio.
De un momento a otro, y como por arte de magia, los señores Calderón y Picado
quedan limpios de toda culpa, despojados de las vestiduras rojas que el señor
Ulate les había hecho a la medida, y sustituidos por los señores Figueres y Orlich.
Menos mal que no me dejó solo el señor Ulate en este horrible camino del infierno.
Pero ¿qué ha pasado? ¿Cómo ha sido posible ese fenómeno sólo comparable al
de la transmutación de los metales?
Nadie se extrañe. No es la primera ocasión en que don Otilio Ulate convierte
demonios en ángeles o ángeles en demonios. Todo conforme a sus
conveniencias.
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Por cierto que aquí viene como anillo al dedo una vieja estrofa que el propio señor
Ulate cita en su discurso: "En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira,
todo es según el color del cristal con que se mira".
¿CON ORLICH O CON ECHANDI?
Pasemos ahora a otra curiosidad.
Afirma don Otilio, que nosotros estamos ordenando a nuestros amigos que voten
por el señor Orlich para Presidente de la República. (6)
En otro lugar dice que nosotros estamos dirigiendo la campaña del calderonismo
por delegación del Jefe de ese Partido.
Ahora bien: el calderonismo, en páginas completas de La Nación, aconseja, un día
sí, y otro también, votar por don Mario Echandi.
De esto se desprende que nosotros estamos aconsejando, al mismo tiempo, votar
por el señor Orlich y por el señor Echandi. Es una contradicción evidente que pone
de manifiesto una vez más la falta de ética con que el señor Ulate arma sus
propagandas.
LA PAVA LE TIRA AL CAZADOR
Cuando don Otilio resuelve que los señores Figueres y Orlich me hagan compañía
se propone hacernos daño a los tres. En su concepto, los señores Figueres y
Orlich van a sufrir grave perjuicio político al quedar pintados de rojo. Y yo voy a
sufrirlo al quedar pintado de negro.
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Me interesa comentar la maniobra en cuanto se relaciona conmigo.
Según veo, lo que pretende don Otilio es presentarme como cómplice de hechos
que él mismo les ha atribuido a los señores Figueres y Orlich. Voy a enumerar
esos hechos basándome en las propias publicaciones del señor Ulate.
Les hace el cargo de haber ganado las últimas elecciones presidenciales mediante
un fraude escandaloso; les hace el cargo de haber aumentado sus capitales
pagándose indebidamente, con dineros del país, indemnizaciones a que no tenía
derecho; (7) les hace el cargo de haber abultado la deuda política para apoderarse
ilícitamente de más de un millón de colones; les hace el cargo de conservar en su
poder un armamento que pertenece al Estado y que ellos detentaron desde la
época de la Guerra Civil; y les hace el cargo de mantener milicias particulares que
ponen en peligro la paz de la República y la estabilidad de las instituciones.
Yo resulto corresponsable de todos esos delitos, porque, según el señor Ulate, he
guardado silencio con respecto a ellos.
Ni mis compañeros de lucha ni yo hemos guardado nunca silencio frente a ningún
error ni frente a ningún delito de ningún Gobierno; ni de ningún hombre de
gobierno. Lo que ocurre es que los vehículos de expresión de nuestro
pensamiento son débiles y limitados porque nos tienen amordazados.
Nos pusieron fuera de ley obedeciendo instrucciones de fuerzas ajenas a nuestra
Nación. (8) Necesitan silenciamos por dos razones:
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Porque nuestra voz nunca vaciló en levantarse beligerante cuando hubo
necesidad de defender los derechos del pueblo; y porque nunca les fue posible
acallarla, ni con amenazas ni con dinero.
Si nos hubiéramos vendido no estaríamos fuera de ley. Si nos hubiéramos dejado
domesticar no tendríamos cerradas las puertas de los comicios y hasta
contaríamos con asientos en la Asamblea Legislativa y en las Municipalidades.
Porque, como decía González Prada, "todo se perdona al individuo, excepto las
malas ideas, lo que significa no pensar cómo piensa la turbamulta ni resignarse
gregariamente a comer y rumiar la ración de pasto".
El propio señor Ulate fue factor decisivo de nuestra ¡legalización: amenazando con
listas negras, cada vez que lo consideró necesario, logró cortamos el acceso a la
gran prensa y a las estaciones de radio; como Presidente hizo sonar los sables de
sus militares en los pasillos de la Corte Suprema de Justicia cuando tuvo a bien
¡legalizar el movimiento de partidarios de la paz; y al mismo tiempo, hizo perseguir
nuestra raquítica prensa y todas nuestras formas de propaganda. Y viene ahora a
enrostrarnos, como un delito nuestro, el hecho de que nosotros no podamos
luchar y protestar, como lo hacíamos en tiempos mejores, como si él mismo no
hubiese contribuido a ponernos candado en la boca y amarras en las muñecas,
pasando por encima de lo que él denomina sus convicciones democráticas, la
esencia de su vida, la luz de su existencia, el amor de sus amores, y así por el
estilo.
CARGOS QUE REBOTAN
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Observemos ahora cómo los cargos que don Otilio se atreve a lanzarnos a
nosotros rebotan fácilmente sobre su propia actuación política.
Pregunto: si el señor Figueres llegó a la Presidencia mediante un fraude, ¿por qué
lo dejó llegar el señor Ulate? ¿No era don Otilio el Presidente de la República
cuando eso ocurrió? ¿No tenía a su cargo -por mandato de la propia
Constitución— la trascendental tarea de defender las instituciones democráticas?
¿No había sido convertido él —por mandato popular— en guardián supremo de
nuestras grandes tradiciones políticas? El Presidente Ulate tenía al alcance de su
mano suficientes recursos legales para impedir que se burlara, a vista y paciencia
suya, la voluntad popular. Por qué no los usó? El hombre que ahueca la voz, en el
discurso que estoy comentando, para decirnos que está dispuesto a sacrificar su
vida para hacer respetar el derecho de nuestro pueblo a elegir su mandatario,
estuvo obligado a jugarse el poder, que vale menos que la vida, para defender ese
derecho en aquella oportunidad en que según él fue atropellado. Una de dos: o no
hubo fraude en las elecciones en que don José Figueres fue electo Presidente de
la República, o, sí lo hubo, don Otilio fue su cómplice.
Los mismos argumentos pueden ser formulados en relación con los
enriquecimientos ilícitos que el señor Ulate le atribuye al figuerismo. ¿Por qué no
aplicó don Otilio las leyes de la República y acabó con ellos? ¿Por qué no rescató,
poniendo en juego todos los resortes de que disponía como Jefe de Estado, los
bienes que ilegítimamente habían sido obtenidos de las arcas nacionales? Y aquí
de nuevo surge la alternativa: o no hubo sustracciones, o, si las hubo, el
Presidente Ulate las toleró... por miedo o por cálculo político.
De qué distinta manera se condujo el señor Ulate frente a esos engendros
medioevales de la pasión política que son los fallos de los tribunales especiales
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creados por el figuerismo en 1949; tuvo energía suficiente para mantener en las
cárceles a muchos ciudadanos injustamente sentenciados por aquellos tribunales;
tuvo energía suficiente para mantener y sancionar verdaderos despojos ordenados
por los mismos tribunales mediante decretos de expropiación ilegítimos; tuvo
energía suficiente para hacerse sordo ante el clamor popular que reclamaba una
ley de amnistía al calor de la cual pudieran comenzar a cicatrizar muchas heridas
torpemente abiertas! Para todo eso, que era injusto y antidemocrático, tuvo
energía. Pero- no la tuvo para hacer sancionar a quienes en su concepto habían
cometido delitos en perjuicio de la República.
¿Por qué no recuperó las armas sustraídas por el figuerismo, armas que según él
constituye ahora una amenaza para la tranquilidad de nuestro pueblo? ¿Por qué
no disolvió las milicias que según su presentimiento pueden hacer mal uso de las
armas? ¡Todo eso pudo y debió hacerlo! ¡Pero no lo hizo! Y ahora nos viene con
discursos que no son otra cosa que un recurso para sacar partido de su propio
delito. Y encima de eso, nos hace a los comunistas el cargo de no atacar
verbalmente lo que él mantuvo pudiendo destruirlo.
¿PORQUE ROMPIÓ ULATE CON FIGUERES?
El señor Ulate todavía no ha logrado explicar satisfactoriamente cuál es el
verdadero origen de su ruptura de relaciones con el Gobierno del señor Figueres.
Los costarricenses recordamos que don Otilio es el autor de aquella extraña
receta política que se denominó "plebiscito". El plebiscito cuya celebración impuso
don Otilio, paralelamente con las elecciones de 1953, tenía una finalidad: reformar
la Constitución para poder él retornar al Poder cuatro años después de haberlo
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abandonado. Tiene que ser muy ingenuo quien interprete de otra manera el
famoso plebiscito de don Otilio.
Figueres candidato le aceptó a Ulate el plebiscito. Pero Figueres Presidente le
volvió las espaldas y lo dejó sin reforma constitucional.
Ulate vio cerrado el camino para volver a la Presidencia en forma constitucional
cuatro años después de haberla abandonado. Y todos podemos recordar que fue
en ese preciso momento cuando él desató todas sus furias contra Figueres.
Entonces fue que comenzó a denunciar todo lo que antes había tolerado y callado.
De esto se desprende, también, que tampoco ha sido sincero don Otilio cuando ha
despotricado contra los gobernantes que dejan andamios puestos para volver a la
Presidencia.
FALSO QUE EXISTAN PACTOS
Nos presenta el señor Ulate como perseguidor obcecado suyo. Dice que.nos
interesa atacarlo a él antes que al señor Orlich.
Por otra parte, nos atribuye la paternidad de la campaña que el calderonismo está
realizando contra él, especialmente en la provincia de Majuela.
Tiene la audacia de sostener que el Dr. Calderón Guardia puso a mi cargo la
dirección del Partido Republicano Nacional; e insiste en afirmar que existe un
entendimiento secreto entre el Partido Liberación Nacional y nosotros.
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Declaro que es absolutamente falso que exista ningún entendimiento entre el
Partido Liberación Nacional y nosotros; que es falso que nosotros hayamos dado
instrucciones secretas a nuestros amigos para que Voten por el señor Orlich; que
es falso que "yo esté dirigiendo la campaña política del calderonismo; y que es
falso que los ataques que el calderonismo está enderezando contra Ulate estén
inspirados por nosotros. Todo eso es falso y el señor Ulate no tiene absolutamente
ninguna, forma de probar lo contrario. Nosotros tenemos una línea que hemos
dado a conocer al país en documento claro y franco. Esa línea, según quien la
interprete, puede, en algunos casos, favorecer o perjudicar a determinado can-
didato. Pero no la trazamos con el fin preconcebido de favorecer ni de perjudicar a
nadie. La trazamos en la esperanza de poder conseguir, ahora, o después en caso
de que haya segundas elecciones, ciertas definiciones de los ciudadanos que
aspiran a la Presidencia de la República en relación con problemas que considera-
mos básicos para la vida de nuestra Nación. Pero este es asunto que trataré de
explicar después.
NUESTRAS RELACIONES CON ULATE
Por lo pronto me interesa demostrar que nuestra lucha contra don Otilio Ulate no
se inspira en pasiones subalternas. Permítaseme, entonces, hacer una breve
historia de nuestras relaciones con el señor Ulate.
En el año 1934, cuando siendo todavía muy joven fui electo diputado, tuve
oportunidad de conocer de cerca a don Otilio Ulate. En esa época le profesaba ya
enorme simpatía, porque tres años antes, lo había visto defendiendo en la Cámara
de Diputados, con elocuencia y con valor, los derechos del Partido Comunista a
intervenir en la vida política del país con las mismas garantías con que intervenían
los demás Partidos. Entonces el Partido Comunista acababa de nacer y el señor
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Ulate era ya hombre maduro. Así, no defendió en aquella ocasión al Partido
Comunista por ignorancia, ni por debilidad. Lo defendió porque entonces disponía
de un espíritu libre; porque entonces nada le impedía ser consecuente con su
credo político. (11)
En el Parlamento vi destacarse al señor Ulate como un consecuente defensor de
la soberanía de nuestro país y de las libertades públicas. En ambos terrenos me
correspondió dar más de una batalla en colaboración con él.
Lo vi pelear también contra la injusticia social y contra los vicios básicos de
nuestra organización económica.
Los comunistas llegamos a considerar al señor Ulate, en aquella época, nuestro
aliado, sin que eso quiera decir que no existiesen divergencias ideológicas entre él
y nosotros.
Cuando en la mitad del período presidencial de don León Cortés se celebraron
elecciones para elegir diputados, los comunistas fuimos víctimas de un
escandaloso fraude. Fue tan evidente el atropello que el Consejo Electoral,
integrado por don Ricardo Fernández Guardia, don Manuel Antonio González
Herrán y don Francisco Chavarría Mora, se negó a declarar electo al candidato del
Gobierno y declaró electo al candidato nuestro, el profesor don Carlos Luis Sáenz.
(12) El Presidente Cortés reaccionó destituyendo el Consejo Electoral y
sustituyéndolo por otro que hizo inmediatamente lo que el Gobierno necesitaba
que se hiciera. Con siete votos falsificados el Gobierno nos esterilizó tres mu votos
legítimos y nos arrebató un diputado. En la lucha contra ese fraude nos ayudó
decididamente don Otilio, quien puso sus periódicos a nuestra disposición para
que nosotros denunciáramos ante la opinión pública el crimen que se había
cometido. Don Otilio, por su parte, también anatematizó al Gobierno.
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DON LEÓN CORTES ELIMINA A DON RICARDO
Cuando el Dr. Calderón Guardia lanzó su primera candidatura, la que lo llevó a la
Presidencia de la República, los comunistas combatimos al doctor, no por él
mismo, sino por las fuerzas en que se apoyaba. En esta lucha estuvo con nosotros
el señor Ulate; y se constituyó entonces un Partido que se llamó "Alianza Demo-
crática". Este Partido era, en efecto, una alianza de fuerzas de izquierda, de centro
y hasta de derecha, forjada para enfrentarle al Dr. Calderón un Programa y otra
candidatura. Don Ricardo Jiménez Oreamuno (13) fue el candidato de Alianza
Democrática. El ilustre Jefe del liberalismo costarricense, no obstante sus ochenta
años ya cumplidos, aceptó la bandera de lucha que le ofrecía un sector importante
de nuestro pueblo. Para dirigir el Partido se formó un Comité integrado por las
siguientes personas: don Tomás Soley Güell, don Jesús Pinto, don Juan Bautista
Ortiz, don Fernando Valverde, don Antonio Peña Chavarría, don Víctor Julio Arias,
el Dr. Pinto y dos representantes del Partido Comunista. Don Ricardo me hizo el
honor de ofrecerme, por medio del hoy diputado, don Roberto Quirós, la Jefatura
de su Partido con autorización para que la ejerciera de manera pública o de
manera privada. Don Ricardo dijo que él no abrigaba temores por mi ideología y
que no le importaba que lo llamaran "Ricardo—comunista". Yo supedité la
aceptación a la alianza que habría de celebrarse entre don Ricardo y nosotros.
Pero, de hecho, y con la anuencia de don Ricardo, asumí la jefatura de acción y
entré en actividades.
Poco tiempo después el Gobierno de don León Cortés nos echó encima toda la
fuerza de su policía. Nos deshizo las asambleas populares a cintarazos y nos
clausuró una estación radiotrasmisora, la estación "Costa Rica", en forma brutal.
Estas arbitrariedades obligaron a don Ricardo Jiménez a renunciar su candidatura.
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Don Otilio Ulate denunció desde las columnas de sus periódicos todos los
atropellos del señor Cortés y sentó las más encendidas protestas.
ULATE DESCONFÍA DE DON LEÓN
Pero la renuncia de don Ricardo nos creó un problema muy serio: Necesitábamos
a todo trance un candidato resuelto a levantar la bandera del movimiento
oposicionista sin temor a las arbitrariedades del Gobierno. Nadie quería exponerse
a ser atropellado; y nadie tenía fe en la libertad electoral, y menos en que pudiera
respetar la pureza de los comicios quien un año antes había disuelto un Consejo
Electoral.
Autorizado por el Comité ricardista busqué a don Otilio Ulate y le ofrecí la
candidatura que acababa de dejar don Ricardo. Don Otilio me contestó
textualmente: "Siendo el señor Cortés Presidente sólo hay una forma de que yo
acepte la candidatura, y es que el Partido disponga de armas. El Gobierno no
respetará nunca la voluntad popular y habrá que hacerla respetar por la fuerza".
ULATE DEIFICA A DON LEÓN
Pues bien, este señor Ulate que vio a don León Cortés destituir un Consejo
Electoral que presidía don Ricardo Fernández Guardia, (14) con el único fin de
hacer prevalecer un fraude, y que vio al mismo señor Cortés deshacer a
cintarazos la candidatura de don Ricardo Jiménez, fue quien muy pocos años
después, con el pelo revuelto en señal de desesperación y con las pupilas
humedecidas por el llanto, pronunció sobre el féretro de don León un discurso en
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que declaraba que había muerto un paladín de la pureza y de la libertad de
sufragio en Costa Rica.
Fue aquel un discurso insincero hecho con el propósito de capturar el puesto
político que abandonaba don León, quien, en el momento de su muerte, era el
Jefe de la oposición al Gobierno de don Teodoro Picado. Y lo capturó. Y así se
abrió el camino que más tarde habría de conducirlo a la Presidencia de la
República.
No quiero que se interpreten estas palabras mías como un irrespeto a.la memoria
de don León Cortés. Pero la Historia es la Historia. Y son las circunstancias las
que me obligan a relatar hechos relativamente recientes, y, por tanto, por muy
pocas personas ignorados.
QUERÍAMOS HACERLO CANDIDATO
Los primeros contactos de mi Partido con el Presidente Calderón Guardia se
efectuaron con motivo de gestiones que se me encomendaron en favor de una
candidatura presidencial de don Otilio Ulate. Estas gestiones las llevé a cabo con
conocimiento y anuencia de don Otilio. Voy a explicar esta actitud nuestra.
Había estallado la segunda guerra mundial y mi Partido sostenía que debía
evitarse la división del país y que convenía que para la sucesión presidencial no
hubiese varios candidatos sino uno solo apoyado por todos los Partidos. Se nos
ocurrió que ese candidato único podía ser el señor Ulate.
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Nuestros esfuerzos en favor de don Otilio fracasaron porque don León Cortés no
quiso renunciar su candidatura. Me dijo, en presencia de don Fernando Lara (15),
que lo que nosotros le pedíamos era la renuncia de la Presidencia y no la renuncia
de una candidatura.
Por aquellas fechas ya estaban gestándose las garantías sociales y el Código de
Trabajo que iban a constituir el comienzo de una verdadera revolución social en
nuestro país.06)
Nosotros, al cabo de un proceso que no es del caso relatar aquí, nos
comprometimos a apoyar a Calderón Guardia, cuyo Gobierno parecía
tambalearse, a cambio de que aquellas leyes se dieran.
Enteramos a don Otilio, a quien seguíamos considerando aliado, de nuestros
planes. Don Otilio nos dijo que en su concepto Calderón Guardia nos estaba
dando atolillo con el dedo. Pero se comprometió a no obstaculizamos en la
obtención de aquellas conquistas tan importantes para el pueblo de Costa Rica.
Sin embargo, un día, en forma sorpresiva -pero ya con cálculo político— don Otilio
se echó sobre las conquistas que se había comprometido a no obstaculizar, en un
largo artículo que tituló "El Opio de las Garantías Sociales". La salida fue artera e
inesperada. Y así fue como el señor Ulate rompió con nosotros.
Desde aquel momento don Otilio puso en juego todos sus recursos y toda su
habilidad para hacer fracasar las Garantías Sociales y el Código de Trabajo.
Todas sus publicaciones de esa época revelan ya su propósito de capitalizar todas
las fuerzas reaccionarias del país con miras a su candidatura presidencial.
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Comprendió que era más fácil llegar a la Presidencia combatiendo al Gobierno
que apoyándolo. Comprendió también que el apoyo de nosotros los comunistas
era menos importante que el que pudieran darle los ricos afectados por la
legislación social. Vio con claridad que las fuerzas de la caverna que nosotros
estábamos desatando podían jugar un papel muy decisivo en los años que se
aproximaban.
La lógica de los hechos llevó a don Otilio a convertirse en un peligro cada vez
mayor para las conquistas sociales. Por consiguiente, cada vez se fue acentuando
más la enemistad entre don Otilio y nosotros.
Pero no se trataba de enemistad personal sino ya de un choque de fuerzas
sociales. El señor Ulate había terminado convirtiéndose en el símbolo de la
reacción nacional, en el vocero de las fuerzas conservadoras, y, más tarde, en
vocero de las compañías norteamericanas y del propio Departamento de Estado.
Cuando la Iglesia Costarricense, encabezada por Monseñor Sanabria uno de los
hombres más ilustres y más -nobles que ha producido este país, se puso del lado
de la reforma social, don Otilio Ulate embistió a Monseñor Sanabria. Lo atacó
venenosamente. Usó contra él todas las armas e intentó usar también la del ridícu-
lo. Con frecuencia aparecía en las páginas de Diario de Costa Rica la caricatura
de Monseñor Sanabria con la hoz y el martillo en el pecho.
Ruego a quienes me escuchan confrontar los anteriores hechos con el siguiente
párrafo que tomo textualmente del discurso del señor Ulate que estoy
comentando:
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"Los trabajadores costarricenses deben aspirar a que se perfeccionen y se
cumplan los derechos que les han sido otorgados con mucho regateo".
Los derechos a que se refiere el señor Ulate en el anterior párrafo son las
Garantías Sociales, los seguros sociales y el Código de Trabajo.
No fueron estos derechos otorgados en forma graciosa a los trabajadores. Los
trabajadores tuvieron que luchar por obtener —especialmente contra Ulate- y
tuvieron luego que sacrificarse para consolidarlos. Hoy están consolidados y
ningún político podrá echarlos impunemente por tierra. ¿Cree el señor Ulate que el
pueblo de Costa Rica, el verdadero pueblo, ha olvidado tan pronto la historia de
ayer?
Sin embargo, líneas más adelante, don Otilio enseña la ponzoña. Afirma que el
Partido Comunista ha inculcado a los trabajadores el "derecho a la pereza" y los
ha hecho vagabundos. Esto quiere decir que don Otilio tiene el concepto de que
los trabajadores costarricenses, al amparo de sus derechos sociales, están
negándole sus fuerzas a la producción y, por lo tanto, arruinando la economía
nacional. ¿Qué sinceridad puede haber entonces en sus palabras cuando les
ofrece a los trabajadores mejorar sus derechos? ¿Qué derechos pueden tener
quienes para el señor Ulate son vagabundos y perezosos?
El señor Ulate es un liberal cuya mentalidad se nutrió con las ideas de los
enciclopedistas franceses. Por tanto, esa mentalidad está muy lejos del espíritu
religioso. Así lo puso en evidencia cuando escarneció a Monseñor Sanabria sin
consideraciones de ninguna especie. Pero ahora, en el discurso que estoy
comentando, hace acto de contrición y se arma da camándula y agua bendita. Lo
imagino con los ojos entornados cuando echa mano de una Encíclica Papal y nos
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da la noticia de que la Iglesia tiene política social. A don Otilio le interesan las
encíclicas papales únicamente en el papel y cuando pueden servirle para hacer
política. No le interesan, y hasta le repugnan, cuando lo que tienen de positivo
para la clase trabajadora puede cristalizar en hechos. No otra cosa ocurrió cuando
Monseñor Sanabria, apoyándose en la Encíclica Rerum Novarum ayudó a
promulgar el Código de Trabajo.
NUESTRA ACTUACIÓN DURANTE LA GUERRA CIVIL
Presenta el señor Ulate a los comunistas, una vez más, como gentes fanáticas y
rencorosas, incapaces de conducirse con humanidad y por tanto divorciadas de la
índole nacional. Recordemos, entonces, algunas actuaciones nuestras.
Al iniciarse los acontecimientos armados de 1948 don Otilio fue detenido y
conducido a la Penitenciaría por autoridades al servicio del Gobierno. Minutos
después de haber ocurrido este suceso me llamó Monseñor Sanabria al Palacio
Arzobispal y me dijo que cierta persona de muy alta posición lo había visitado para
comunicarle que la libertad de don Otilio podía obtenerse mediante el pago de SO
mil dólares. Me pidió Monseñor que interviniera a fin de conseguir que don Otilio
fuera libertado.
Comuniqué a la Dirección de mi Partido lo que estaba pasando y se me autorizó
para exigir al Gobierno la libertad del señor Ulate sin ninguna condición, y para
protestar por el chantaje de que me había enterado el Arzobispo.
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Sin perder tiempo me trasladé a la Casa Presidencial.
El Presidente Picado me dijo que no estaba enterado de que el señor Ulate
hubiese sido detenido porque de él no había emanado ninguna orden en ese
sentido. Y se mostró muy contrariado cuando le informé acerca del chantaje.
Llamó luego don Teodoro al coronel don Diego López Roig y le preguntó si era
cierto que don Otilio Ulate había sido reducido a prisión. El coronel López le dijo
que así era la verdad.
Inmediatamente, y en nombre del Partido Vanguardia Popular, exigí al Presidente
de la República la libertad de don Otilio Ulate cuya vida nosotros sospechábamos
que podía correr peligro.
En mi presencia ordenó el Presidente libertar al señor Ulate. El coronel López Roig
salió del despacho inmediatamente a cumplir la orden; yo no me moví de mi
asiento en espera de que la orden se cumpliera.
Un rato después volvió el coronel López. Nos dijo, que don Otilio no quería salir de
la prisión por temor de que se le estuviera haciendo víctima de alguna celada.
Autorizado por el Presidente me trasladé sin perder tiempo al Palacio Arzobispal y
enteré a Monseñor Sanabria de lo ocurrido. Le aconsejé que tomara él
personalmente medidas para sacar a Ulate de la Penitenciaría y a que el
Presidente de la República estaba anuente a respaldado, lo mismo que mi Partido.
Horas más tarde Monseñor en persona sacó al señor Ulate de la prisión.
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No recuerdo si fue en esa misma oportunidad —es decir, a la salida de la prisión-
que el señor Ulate se refugió en el Palacio del Arzobispo. Monseñor le pagó con
buena moneda, como se está viendo, sus ataques y cuchufletas. Puede que esto
hubiese ocurrido unos días después. Lo cierto es que la dirección de mi Partido
nunca ignoró que Ulate se encontraba en el Palacio Arzobispal. Pero guardó
siempre el secreto.
Cuando Monseñor tuvo que abandonar su Palacio para trasladarse a la Sierra a
conversar con Figueres, en busca de una fórmula de arreglo, dudó mucho antes
de dar ese paso, por temor de que le ocurriera algo al señor Ulate. Por fin me dijo,
de manera franca, que él sólo tenía confianza en los soldados de Vanguardia
Popular; que desconfiaba de la policía que manejaba Tavío (18), y que si yo me
comprometía a hacerle cuidar el Palacio por los milicianos vanguardistas, él iría
con confianza a realizar su misión.
Y, en efecto, durante la ausencia de Monseñor Sanabria, el Palacio Arzobispal,
con don Otilio adentro, estuvo cuidado por los mejores hombres de Vanguardia
Popular.
EL REVERSO DE LA MEDALLA
Un año más tarde, en 1949, cuando Monseñor Sanabria le pidió al señor Ulate,
por medio del Dr. Pinto, que hiciera gestiones con la Junta de Gobierno que
presidía Figueres para que se le permitiera a Carmen Lyra (19) venir a morir a
Costa Rica, Ulate se negó a hacer esas gestiones.
Y en el año 1950, con motivo de unas bombas que estallaron en la capital, Ulate,
ya Presidente, ordenó que se me hiciera preso no obstante que él tenía que saber
22
que ninguna injerencia estaba teniendo yo en el asunto de las bombas. Pero hubo
más: ordenó que se me pusiera dentro de una celda en el pabellón donde se alo-
jaban los reos más peligrosos del país. Los demás presos políticos fueron alojados
aparte. Yo estuve a punto de ser golpeado y tal vez asesinado por dos de los
bandidos en cuya compañía me había puesto don Otilio. Pero me salvó la
intervención de uno de los presos a quien yo en alguna ocasión le había prestado
algún servicio profesional.(20)
No obstante todo esto que dejo relatado con el propósito de presentar mejor la
personalidad de don Otilio Ulate, debo declarar que nosotros no estamos
combatiendo a este político por odio personal. Lo estamos combatiendo porque
tenemos la convicción de que él representa en la vida nacional fuerzas muy
negativas. Sabemos que jefea lo que podríamos llamar el ala reaccionaria del
Partido Unión Nacional.(21) Consideramos contraproducente su influencia en ese
Partido porque esa influencia será la influencia de los grandes monopolios
norteamericanos, la de las corrientes que en los Estados Unidos son partidarias de
la guerra y enemigos de la paz.
El anterior cargo -que ya nosotros le hemos formulado a don Otilio en otras
oportunidades— es rebatido por este señor en el discurso de que me vengo
ocupando. Y pretende destruirlo apoyándose en su pasado. Mala defensa, porque
ahora no interesa lo que puede llegar a ser en lo futuro. Pero como decía Don
Quijote, "en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño".
NUESTRA LINEA ELECTORAL
Paso ahora a comentar la línea política que nosotros nos hemos trazado frente al
actual proceso electoral. (22) Al definir y comentar esa línea trataré de explicar
23
concretamente algunas de las razones que nos mueven a ver con recelo la
intervención del señor Ulate en la política nacional.
Nuestra línea se resume así: Vamos a votar por las papeletas de diputados del
Partido Calderonista. (23) No vamos a votar por ninguno de los candidatos a la
Presidencia de la República.
La primera consigna no significa que tengamos algún pacto con el Dr. Calderón
Guardia. Por el contrario, entre el doctor y nosotros existen grandes divergencias.
Estamos ayudando al triunfo de estas papeletas por dos razones: porque creemos
que la mayor parte de sus integrantes son ciudadanos con mentalidad demo-
crática que llevan a la Cámara el compromiso de defender los avances sociales
conseguidos por la clase trabajadora hasta el momento: y porque consideramos
que lo que más le conviene a nuestro país, en las actuales circunstancias, es que
el futuro Gobierno de Costa Rica, encabécelo quien lo encabece, no cuente con
una mayoría parlamentaria.
El fraccionamiento de la Asamblea Legislativa, en consonancia con las diferentes
corrientes de la opinión pública, será una garantía muy importante para la
conservación del régimen democrático y obligará al futuro Gobierno a poner todo
su empeño en la realización de una obra administrativa buena. U* Gobierno sin
mayoría parlamentaria tendrá que buscar el apoyo de las grandes masas
populares. Por estas razones es que votaremos -por las papeletas calderonistas.
Los diputados calderonistas constituirán una fuerza independiente en la Asamblea,
la cual, seguramente, tendrá que dar su apoyo a las buenas iniciativas del
Gobierno o de los Partidos y estará obligada a combatir las que sean malas, las
que se orienten a desnaturalizar el régimen democrático a comprometer la
soberanía nacional. Otra política sería suicidio para el calderonismo, que ha
24
sufrido suficiente, tanto como nosotros; que ha aprendido en la realidad que las
instituciones democráticas son en este momento el tesoro que debe defenderse ce
más resolución y con mayor espíritu de sacrificio.
Todas estas consideraciones son las que nos mueven no sólo apoyar con
nuestros votos las papeletas calderonistas sino a lucir por ellas, sin que ello
signifique que exista ningún pacto entre calderonismo y nosotros. Confiamos en
sus promesas pública confiamos en su honor, y confiamos en la masa popular
caldero rusta que sin lugar a dudas constituye una fuerza progresista ten piada en
la lucha social y en el dolor de las persecuciones.
Nuestra segunda consigna, la de no votar por ninguno de Ir candidatos a la
Presidencia de la República en tanto no véame con claridad cuál va a ser la
política de esos candidatos frente las fuerzas económicas y políticas de los
Estados Unidos no nació del capricho sino del conocimiento que tenemos de los
graves peligros que amenazan a nuestro país en este campo. Nosotros estamos
convencidos de que en los años que vienen se le plantearán al 'Gobierno de Costa
Rica problemas muy serios de cuya resolución acertada o desacertada va a
depender la suerte de nuestras instituciones y la conservación o no de nuestra
independencia.
EL PETRÓLEO EN NUESTRA POLÍTICA
Voy a explicar un poco más nuestro pensamiento relatando en forma muy sucinta
antecedentes que nos constan. Siendo Presidente de la República el Dr. Calderón
Guardia los intereses petroleros de los Estados Unidos gestionaron una concesión
ante nuestro Gobierno. Dicha concesión fue aprobada ad-referéndum por el Poder
Ejecutivo y firmada por el Ministro de Fomento. Por la Compañía gestionante -
25
Honolulú Oil Co. cuyo personero en Costa Rica era un señor Hoover- firmaron dos
personas: una de ellas era el Lic don Fabio Foumier. (24), hoy candidato a
diputado por del echandismo.
El Presidente Calderón Guardia se negó a firmar la concesión después de que
nosotros le demostramos, con informes y con documentos, que era mala para el
país.
Durante el Gobierno de don Teodoro Picado los petroleros reanudaron sus
gestiones y a mí, como miembro de una comisión parlamentaria, me correspondió
intervenir en las discusiones que se llevaron a cabo. En ellas intervino de nuevo el
Lic. Foumier. Esta vez la Compañía aceptó modificaciones sustanciales y muy
importantes al contrato primitivo.
Con el contrato así modificado yo me trasladé a México, siguiendo instrucciones
del Presidente Picado, para consultar el documento con técnicos, en la materia, de
aquel país. Pero no pude hacer la consulta porque toda la documentación me fue
sustraída del hotel el mismo día de mi llegada a México. Alguien que tenía acceso
a los hoteles de México en aquellos días de la segunda guerra mundial ¿llevó a
cabo la sustracción.
Regresé a Costa Rica y mi Partido, desde aquel momento, se opuso a que se
contratara la explotación de nuestro petróleo en tanto no hubiese cambio de
Gobierno.
Pocas semanas después de haberse terminado la Guerra Civil, la Junta de
Gobierno aprobó la misma contratación petrolera que nosotros habíamos logrado
que el Dr. Calderón rechazara. Pero la Constituyente (25) se negó a ratificarla.
26
Meses después don Otilio mate, ya convertido en Presidente de la República, lo
hizo Ley.
Advierto que para esta fecha la compañía gestionante ya no se denominaba
Honolulú Oil Co. sino de otra manera. Pero lo del nombre es lo de menos. Lo de
más es otra cosa: que en la contratación firmada por el Presidente Ulate ni
siquiera están incorporadas las modificaciones que la Compañía había aceptado
bajo el Gobierno de don Teodoro. ¿Ocurrirían todas estas cosas por casualidad?
RECHAZAMOS LA OCUPACIÓN
Pasamos a otro asunto.
En el curso de la segunda guerra mundial cierta potencia, entonces aliada nuestra,
gestionó un tratado que en la práctica conducía a la ocupación de nuestro país por
fuerzas extranjeras. Se alegó que se le demandaba a Costa Rica un sacrificio en
aras de la civilización y de la democracia. La posición geográfica de nuestra
República, en medio del Canal de Panamá y del futuro Canal de Nicaragua, "y,
además, ubicada en el corazón del Mar Caribe, nos obligaba, según el criterio de
esa potencia, a permitir que se nos ocupara. Nosotros hicimos resistencia a que
tal tratado se formalizara. Hicimos ver con toda claridad que nuestro pueblo se
opondría, sin diferencias de ideas ni de intereses políticos, a que el suelo nacional
fuera ocupado por fuerzas extranjeras. El Dr. Calderón Guardia no le dio curso al
Tratado.
WASHINGTON EXIGE NUESTRA ILEGALEACION
27
La reacción contra nosotros no se hizo esperar. La misma potencia a que acabo
de referirme pretendió, ya siendo Presidente el Lic. Picado, que los cinco
Gobiernos de Centro América se comprometieran, mediante convenio secreto, a
poner fuera de Ley al comunismo en todo el istmo centroamericano. Cuando el
documento llegó a manos del Presidente de Costa Rica ya venía firmado por
Somoza, Carias y Castañeda Castro. (26) No lo había firmado Arévalo. (27)
Tampoco lo firmó Picado.
Don Otilio fue invitado a visitar los Estados Unidos, también por aquellos mismos
días. En Washington fue alojado en Blair House. Cuando regresó a Costa Rica -
todavía con el polvo del camino pegado a la suela de sus zapatos— hizo que un
grupo de diputados cortesistas le firmara un documento 'que era una demanda al
Presidente de la República para que pusiera fuera de Ley al Partido Vanguardia
Popular. Hasta aquel día no se había atrevido a enderezar semejante ataque
contra sus antiguos aliados y amigos. Probablemente le ha de haber costado
mucho esfuerzo vencer sus últimos escrúpulos de viejo liberal. Pero los venció.
Como era lógico, el señor Picado se negó a ponernos fuera de ley. mate,
seguramente, ganó buenas indulgencias en Washington. En ese período nos
parece que tampoco fue casual esta notable colaboración que Washington le dio a
don Otilio
Cuando a mí se me expulsó del país, la F.B.I. -cuyo jefe es otro Hoover—(29) al
pasar yo por Panamá, donde el coronel Remón (30) me mantuvo preso, se
apoderó de todos los documentos privados que llevaba en una cartera y los
fotografió. Esas fotografías le fueron entregadas rápidamente al señor Ulate y no a
la Junta de Gobierno. Don Otilio, con orgullo y regocijo, usó muy pronto algunos
de ellos, aunque a su manera, es decir, adulterándolos.
28
Entre esos documentos había una carta que yo había dirigido al presbítero Núñez
en 1947, (31) dándole las gracias por un cuadro que me había obsequiado. Entre
otras cosas pedía yo al señor Núñez en dicha carta que me saludara a "nuestro
amigo común": me refería claramente a Monseñor Sanabria. Pues bien, Ulate la
publicó hace algún tiempo, pero le dijo al país que aquel saludo mío era para el
señor Figueres y no para Monseñor. ¡Esa es su probidad periodística!
LA ENTREVISTA DE OCHOMOGO
En su último discurso basándose el señor Ulate en los mismos documentos, pero
siempre tergiversándolos, repite su vieja novela de que Figueres y yo nos
repartimos el pastel al terminar la guerra civil. Don Otilio sabe de sobra que está
falseando la verdad. Pero le interesa falsearla.
Yo subí al Alto de Ochomogo a hablar con Figueres cuando ya don Teodoro había
capitulado y en momentos en que el país estaba invadido por la Guardia Nacional
de Somoza. Figueres se había negado a venir a la Embajada de México y yo
decidí buscado en su propio terreno. Le expliqué que el país se encontraba
invadido bajo el pretexto de que los comunistas nos negábamos a aceptar la
capitulación de Picado. Le agregué que nuestro Partido no se desarmaría hasta
tanto él no nos firmara un pliego de garantías políticas y sociales ya que las
garantías de vidas y haciendas obtenidas por el Cuerpo Diplomático no nos
bastaban. Figueres aceptó mis condiciones, las cuales, al día siguiente, fueron
incorporadas al Pacto de la Embajada de México.
PLAN SOBRE CENTRO AMERICA
29
Nosotros nos desarmamos, con lo que la Guardia Nacional regresó a Nicaragua.
El señor Figueres incumplió todo lo pactado. Esto lo sabe muy bien el señor Ulate,
pero finge ignorarlo.
Permítaseme ahora referirme a otro asunto.
Nosotros sabemos que existe un plan para unir a Centro América bajo la
presidencia de algún hombre dócil a determinadas fuerzas internacionales.
Conocemos bastante a fondo ese plan.
El primer candidato a la Presidencia de Centro América fue el coronel Arana de
Guatemala, quien pereció en una lucha intestina dentro de su propio país.
Muerto Arana se rumoró que el nuevo candidato sería Osorio, de El Salvador. Sin
embargo, ese rumor no pasó de ser rumor. En cambio, sí se supo que el nuevo
candidato a la presidencia de la República Centroamericana era el coronel Castillo
Armas. Para nadie es un secreto que Castillo Armas fue llevado a la Presidencia
de Guatemala por fuerzas extrañas a este país y no por el pueblo guatemalteco.
Todos los acontecimientos que se fueron produciendo en Guatemala antes de la
caída de Arbenz fueron adelantados por Diario de Costa Rica con asombrosa
exactitud. O don Otilio Ulate estaba muy bien informado, o era poseedor de una
clarividencia que sus conciudadanos le desconocíamos.
En cuanto llegó Castillo Armas al Gobierno de Guatemala Ulate comenzó a
hacerle propaganda presentándolo come un adalid de la democracia continental.
30
Un día de tantos Ulate se trasladó a New Orleans. Allí los dirigentes de la
diplomacia del dólar iban a darle un banquete de consagración al nuevo
gobernante chapín. En ese banquete habló don Otilio para proclamarla
candidatura de Castillo Armas para la presidencia de Centro América. ¿Habrá sido
casual este otro acontecimiento?
A propósito de nuestra banca nacionalizada, don Otilio confiesa en su discurso
que recibió en préstamo dinero de un Banco norteamericano. Parece que se trata
de un Banco conectado con la United Fruit Co. Yo creo sinceramente que, en
efecto, lo que el señor Ulate recibió fue un préstamo. Pero todos sabemos que los
préstamos también comprometen.
En el mismo párrafo a que acabo de referirme don Otilio anuncia que luchará para
acabar con la nacionalización bancaria a fin de abrirle las puertas de nuestro
mecanismo de crédito al capital norteamericano. Aquí tenemos la primera
repercusión del préstamo. Yo digo que cuando el capital norteamericano controle
nuestro mecanismo de crédito estará en condiciones de controlar toda nuestra
economía.
Posiblemente bajo la influencia del señor Ulate don Mario Echandi -dijo a un
corresponsal de International News Service que se propone financiar el Instituto
Costarricense de Electricidad y el Instituto de Vivienda y Urbanismo con capital
extranjero. Ojalá que don Mario piense mejor su proyecto y no se deje influenciar
por don Otilio, porque financiar el ICE con capital extranjero en la práctica no sería
otra cosa que entregar esa importantísima institución nacional, base para la
nacionalización de las fuerzas eléctricas de nuestro país, a la Electric Bond and
Share.
31
Tales son algunas de las razones que tenemos para pensar hoy de don Otilio
distinto de como pensábamos de él hace unos cuantos años. No lo odiamos
personalmente. Pero lo combatimos políticamente en defensa de intereses vitales
de nuestra Nación.
Volvamos ahora a la línea política de mi Partido.
LA DEFINICIÓN QUE PEDIMOS
Las razones que acabo de dar explican por qué nosotros preferimos abstenernos
de votar por los tres candidatos a la Presidencia de la República en tanto ellos
mantengan una actitud ambigua frente a las maniobras de la diplomacia del dólar.
¿Cuál va a ser su política frente al petróleo? No hay que olvidar que allí donde las
compañías petroleras han logrado sentar sus reales la satrapía ha sustituido a la
democracia.
¿Cuál va a ser su política frente a una posible ocupación de nuestro país para los
fines militares de cualquiera de las grandes potencias?
¿Cuál va a ser su política frente a las grandes compañías, cuando ellas exijan que
se reprima y desarticulice el movimiento obrero?
¿Cuál es su verdadera posición frente a una posible unión centroamericana
impuesta por fuerzas extrañas al istmo y no por la voluntad consciente de los
pueblos de Centro América?
32
¿Cuál es "su criterio con respecto a la legalización del Partido de la clase
trabajadora? ¿Piensan mantenerla?
Como se ve esta posición nuestra se fundamenta en inquietudes de interés
nacional y no en el interés de hacerle al caldo gordo a ningún candidato, como lo
afirma el señor Ulate.
ANTES Y HOY
Tengo ahora ante mis ojos el siguiente párrafo del discurso de don Otilio: "Los
dirigentes comunistas han sido todos diputados. Han disfrutado de viajes a lejanos
países. Han servido puestos públicos bien remunerados. Ninguno de ellos ha
tenido la virtud de un sacrificio o siquiera de una renunciación para bien de los tra-
bajadores".
Óigase ahora lo que el mismo señor Ulate dijo en su artículo "El opio de las
garantías sociales" que se publicó en Diario de Costa Rica del 27 de mayo de
1942. Obsérvese que en este párrafo se defiende al Partido Comunista y se ataca
a Monseñor Sanabria:
"Dos sectores importantes se han solidarizado desde diversos ángulos con la
iniciativa del Poder Ejecutivo: el Partido Comunista y los Jefes de la Iglesia.
Encontramos justificada la actividad del Partido Comunista. Por las conquistas
sociales han librado ellos una lucha incesante, han padecido la persecución, el
33
ostracismo y la cárcel, han sufrido el desdén y la injuria de los mismos diputados
del círculo oligárquico que ahora se ponen detrás de ellos y firman el proyecto de
las garantías sociales contra las cuales tronaban hasta hace poco; y ahora, si bien
no va a lograr las conquistas, se quedan al menos con la quimera constitucional!.
Del lobo un pelo se habrán dicho. Es justo aplaudirlos. No así encontramos
explicable la intervención del señor Arzobispo y de los señores Obispos".
De la comparación de estos dos párrafos resulta evidente la falta de escrúpulos
del señor Ulate para contradecirse para desautorizarse él mismo cuando así
conviene a sus fines políticos. En el discurso de hoy nos niega a los comunistas el
menor mérito en relación con las conquistas sociales de la clase trabajadora. En
cambio le da todos los méritos a la Iglesia Católica cuya doctrina social, según lo
explica, es la única justa. En el artículo de ayer dice todo lo contrario: que somos
los comunistas los únicos autorizados para enarbolar la bandera de la justicia
social en tanto que la Iglesia no tiene ningún derecho para hacer lo mismo. En un
discurso nosotros somos mártires y hasta héroes. En el otro, resultamos opor-
tunistas y lucradores del movimiento obrero.
Desde que don Otilio Ulate escribió su "Opio de las garantías sociales" hasta hoy
han corrido quince años. Bueno es que confrontemos otro de los conceptos de
aquel artículo con la realidad. Leamos: "Pero desde el punto de vista de la
aplicación a la realidad nacional de las llamadas garantías sociales, el proyecto
adolece del pecado de la improvisación, carece de oportunidad y no arrastrará el
interés del mayor número de los costarricenses".
Eso dijo don Otilio entonces. Hoy, en su discurso, les dice a los trabajadores que
las garantías sociales se quedaron cortas, que les fueron regateadas injustamente
y que ellos tienen derecho a mucho más.
34
NUESTRAS REALIZACIONES
Debo ahora decir lo siguiente: Las garantías sociales no se quedaron en el papel
gracias al poderoso movimiento de masas que nosotros logramos desarrollar. Bajo
los dos gobiernos de los cuales fuimos aliados (33) se dictaron leyes muy
importantes con el propósito de hacer realidad las Garantías Sociales. Entre otras
conviene recordar las siguientes: Código de Trabajo, Seguros Sociales, Ley de
Casas Baratas, Ley de Impuesto Sobre la Renta, Ley que creó el Consejo de la
Producción, Ley de Juntas Rurales de Crédito, etc. Todas estas leyes las
obtuvimos luchando contra la labor obstruccionista del señor Ulate. Algunas de
ellas, como la Ley de Impuesto Sobre la renta que el señor Ulate había dicho que
no correspondía al grado de evolución económica de nuestro país, fue más tarde
aprovechada por él como Presidente para redondear los 150 millones que se
recetó de presupuesto. Contra las otras no pudo ^tentar, porque, si hubiese
pretendido hacerlo, habría levantado la furia de las masas, sin distinción de
Partidos políticos, contra él. Nosotros dejamos esas leyes bien arraigadas en la
conciencia del pueblo.
¿Cómo se atreve a decir entonces el señor Ulate que nosotros < hemos disfrutado
de prebendas en la administración pública y que nada hemos conquistado para el
pueblo de Costa Rica?
Recuerdo que en la época de nuestra alianza con el Gobierno de Calderón
Guardia la prensa del señor Ulate sugirió que nosotros nos habíamos vendido al
Gobierno. Nosotros respondimos que el cargo era justo, pero que no se nos había
comprado con dinero sino con conquistas sociales para el pueblo.
35
Estalló la guerra civil. Los ricos retrógrados, los políticos perversos y las fuerzas
del imperialismo desencadenaron sus odios contra nosotros. Algunos fuimos al
exilio después de que les fallaron los tiros con que pensaban matarnos. Otros
fueron a las cárceles. Otros al cementerio.
No se nos cobraba, como se dijo, ningún fraude electoral; mal podían cobrarnos
fraudes los pontífices del fraude en Costa Rica. Nos cobraban un crimen mayor: el
hecho de haber tocado y herido la telaraña de los intereses creados; de haber
abierto el camino de la transformación social de nuestro país; de haber sido intran-
sigentes e irreductibles en nuestro propósito de defender las riquezas y la
soberanía de nuestra Patria. Eso se nos cobraba y por eso se nos golpeó y se nos
sigue golpeando.
RECTIFICAMOS NUESTRO ERROR
Pero no pudieron probamos un solo robo, un solo peculado, un solo negocio
oscuro. Todos los dirigentes y militantes comunistas fuimos al exilio o a la cárcel
con las manos limpias y con la frente levantada. Salimos pobres del Gobierno y
continuamos siendo pobres. Las monedas con que según los infames se nos
había comprado no aparecieron en nuestras bolsas ni en nuestros hogares. Nunca
le tuvimos miedo a nuestra permanencia en el país bajo el Gobierno de nuestros
enemigos, porque nos sentíamos y nos sabíamos limpios de pecado. No
ignorábamos que habíamos cometido errores. Cuando los descubrimos a tiempo
los corregimos. Cuando los constatamos fuera de tiempo nos auto criticamos para
que el error no pudiera repetirse en el futuro. Pero fueron siempre errores los que
cometimos y nunca crímenes ni latrocinios.
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Durante todo el curso de la Guerra Civil estuvieron al alcance de nuestras manos
todos los Bancos y todas las riquezas del país. Nadie puede hacemos el cargo de
habernos apropiado de un solo centavo ajeno.
Actuamos siempre como costarricenses. Respetamos siempre las mejores
tradiciones de nuestro pueblo. En medio de la tempestad, de los odios desatados,
de los intereses creados en efervescencia, dé la calumnia y de la infamia puestas
a la orden del día, luchamos por mantener operante el régimen democrático y
conseguimos que así se mantuviese hasta donde eso era compatible con la
necesidad de mantener el orden público.
Hoy estamos fuera de ley. No se nos permite entrar al Congreso ni a las
Municipalidades. Y el señor Ulate nos amenaza con más persecución.
LA NUEVA AMENAZA DE ULATE
Dice el señor Ulate, hablando en tono de futuro Presidente, que de manera
definitiva desarraigará el movimiento obrero de la política. Esto quiere decir que
para él la clase trabajadora no tiene derecho a intervenir en la dirección del país.
La clase trabajadora, conforme a ese criterio, debe limitarse a votar por los
candidatos que le presenten los privilegiados. Ni en diputaciones, ni en Minis terios
ni en Presidencias deben pensar los trabajadores. Su función es únicamente la de
trabajar por un salario. Sólo en el campo económico es que puede y debe
desplegar sus actividades. Esta es una vieja teoría que tuvo en Europa hasta el
respaldo de una escuela económica, pero que ha sido ya denotada por la Historia,
aunque, el señor Ulate lo ignore. Es la teoría del "tonto, come y calla" de que nos
habla el escritor peruano González Prada. Tal es la amenaza que ahora esgrime
don Otilio contra la clase trabajadora de Costa Rica.
37
Pero nuestras conciencias están tranquilas y nos dan fuerza para seguir luchando
sin vacilaciones. Se nos persigue porque somos leales al pueblo y no porque
seamos granujas. Las conquistas que nos acarrearon tantos odios están allí,
pictóricas de vida, sirviéndole a los trabajadores. El Código de Trabajo está dando
sus frutos. No pudo derrotarlo don Otilio ni siquiera cuando siendo Presidente su
policía disparó contra los trabajadores bananeros que se habían alzado en huelga
contra la United Fruit Co. y les hizo un muerto y varios heridos. A pesar de los
disparos, los trabajadores de los bananales conquistaron el seguro contra
accidentes de trabajo. (34)
Los Seguros Sociales están dando protección todos los días a miles de
trabajadores no obstante sus deficiencias.
Nuestra Ley de Casas Baratas creció y se transformó en el Instituto Nacional de
Vivienda y Urbanismo.
Nuestras leyes de producción están vigentes, aunque desnaturalizadas. Ya vendrá
la época de enderezarlas.
La Ley de Impuesto Sobre la Renta se mantiene y está produciéndole millones a
este Gobierno como también se los produjo a Ulate. Nosotros la dimos con el fin
de duplicarles los sueldos a los maestros. Ulate y Figueres han dado otro destino
a los fondos producidos por esa ley.
La Ley que conseguimos para proteger a los campesinos llamados parásitos sí es
cierto que no pudo subsistir. El señor, Ulate le dio el golpe de gracia en vez de
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corregirle sus defectos. Pero esa ley creó un estado de conciencia que muy pronto
será el mejor punto de apoyo para una reforma agraria.
Tales son las monedas con que nos compraron. Esa es nuestra obra. No es obra
negativa ni es obra de bandoleros como lo da a entender don Otilio. Nuestras
obras y nuestros hechos a lo largo de 27 años de lucha política y de intervención
directa en los negocios públicos dicen lo contrario. Don Ricardo Jiménez dijo una
vez, en el propio periódico de don Otilio, que los diputados comunistas
honrábamos el parlamento nacional.
NUESTRAS VERDADERAS ORIENTACIONES
Nuestra sangre puede ser humilde, pero en ella hierven todos los jugos positivos
de nuestra Nación. Nuestros antepasados fueron soldados en los campos de
batalla de 1856 y aparecen en todas las grandes luchas de nuestro pueblo por la
independencia y por la libertad.
Todos nosotros tenemos profesiones y oficios que nos permiten ganarnos la vida
con decoro y con comodidad. Si quisiéramos ser ricos o escalar altas posiciones
nos bastaría con comer y callar, o con vender nuestro silencio que más de uno ya
ha querido comprar.
Estamos en la lucha en que estamos porque somos honrados con nuestras
conciencias. De esta lucha nunca hemos derivado ganancias ni posiciones
políticas de otra clase. Cuando hemos alcanzado diputaciones y posiciones
políticas las hemos usado para pelear contra la injusticia y no para enriquecemos;
ni siquiera para mejorar nuestro nivel de vida comente.
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Retamos al señor Ulate a que nos demuestre lo contrario. Ponemos a su
disposición todas nuestras vidas para que las examine a su gusto y sabor. Todos
los informes que quiera exigimos se los daremos. Todas las puertas que quiera
que le abramos se las abriremos. Lo obligaremos a reconocer que somos gente
honrada.
No queremos para Costa Rica la tiranía. Queremos para Costa Rica la democracia
y por ella daríamos con gusto hasta la última gota de nuestra sangre.
No queremos trasladar a Costa Rica formas de vida y de organización social
establecidas en otros medios distintos al nuestro, por más que en esos medios
exista campo abonado para que florezca nuestra admiración. Los costarricenses
debemos hacer nuestra propia revolución social tomando en cuenta las
características de nuestro medio, sus tradiciones, sus costumbres, su grado de
evolución. La revolución ni se importa ni se exporta. Quien dijera lo contrario no
sería un revolucionario sino un charlatán.
Respetamos profundamente la soberanía de nuestra Nación y menguados
seríamos si estuviésemos luchando para hacer de nuestro país una colonia de
ninguna potencia. Somos socialistas y sabemos que el Socialismo enarbola, como
principio básico, el derecho a la convivencia de todos los pueblos en un plano de
igualdad y de respeto mutuo: es el derecho a la autodeterminación de todas las
naciones. Esto lo sabemos por más que la poderosa propaganda del imperialismo
diga lo contrario.
NO SOMOS ENEMIGOS DE LOS EE.UU.
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No somos enemigos de los Estados Unidos sino del imperialismo yanqui. No
somos enemigos del gran pueblo yanqui sino de sus grandes monopolios que nos
roban y esclavizan. Queremos que nuestros Gobiernos mantengan buenas
relaciones con el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica. A lo que nos
oponemos es a que se conviertan en vasallos del Departamento de Estado; y a
que entreguen las riquezas que la Naturaleza nos dio; y a que sacrifiquen los
derechos de nuestra clase trabajadora para facilitar las operaciones comerciales
de los monopolios.
Voy a terminar.
Dice don Otilio que nosotros hemos "dejado en los rincones del olvido el crimen
del Codo del Diablo y los fusilamientos de los presos políticos de La Cangreja". Se
equivoca don Otilio y yo protesto de tan venenosa afirmación. Fue don Otilio quien
permitió que se fugaran de la prisión los asesinos del Codo del Diablo.
Mientras exista movimiento obrero en Costa Rica la memoria de nuestros mártires
tendrá vida y proyecciones hacia el porvenir. Nunca los traicionaremos porque
nunca traicionaremos la causa por la cual ellos cayeron. Murieron con fe en el
triunfo de su pueblo y ese triunfo lo construiremos nosotros algún día. Pero adver-
timos que nosotros, cuando pensamos en la muerte de nuestros camaradas, no es
para concebir nuevos proyectos de muerte sino para fortalecer nuestros espíritus
en la lucha por la verdadera vida. Los mártires no nos inyectan odio sino espíritu
de lucha. Estamos identificados con el pensamiento de Martí cuando decía: "Del
semillero de las tumbas levantase impalpable, como los vahos del amanecer la
virtud inmortal, orea la tierra tímida, azota los rostros viles, empapa al aire, entra
triunfante en los corazones de los vivos: la muerte da jefes, la muerte da lecciones
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y ejemplos, la muerte nos lleva el dedo por sobre el libro de la vida! Así, de esos
enlaces continuos e invisibles, se va tejiendo el alma de la Patria".