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    J. Genesii Supulvedae CordubensisDemocrates alter, sive de justis belli

    causis apud Indos = Demcrates segundoo De las justas causas de la guerra contra

    los indios

    Juan Gins de Seplveda

    Advertencia preliminar

    El tratado de Juan Gins de Seplveda que por primera vez se imprime continuacin no es obra enteramente peregrina para los eruditos de las cosas deAmrica, aunque hayan sido pocos hasta el presente los que han logrado la fortuna deleerla. Tenase bastante noticia de su contenido, as por los tratados de Fr. Bartolom delas Casas como por el opsculo que Juan Gins de Seplveda compuso con el ttulo deApologia pro libro de justis belli causis, impreso por primera vez en Roma en 1550, yreimpreso en la coleccin de las obras de su autor publicada por nuestra Academia de laHistoria en 1780, bajo la direccin de D. Francisco Cerd y Rico, escritor curioso ydiligente, que en la vida de Seplveda, con que encabeza la publicacin, da muestras dehaber tenido la vista una de las copias del dilogo indito que ahora publicamos, y aunextracta de l algunos prrafos.

    Es verdaderamente digno de admiracin, y prueba irrefragable del singular respetocon que todava en el siglo XVIII se miraban en Espaa las doctrinas y opiniones de Fr.Bartolom de las Casas y de los telogos de su orden acerca del derecho de conquista yacerca de la condicin de los indios, el que ni Cerd y Rico ni 258 los demsacadmicos que intervinieron en la edicin de las obras de Seplveda, se atreviesen incluir en ella este opsculo que, de cualquier modo que se le considere, no poda teneren el siglo pasado ni puede tener ahora ms que un valor histrico.

    Pero este valor es grande. Fr. Bartolom de las Casas, que tena ms de filntropoque de tolerante, procur acallar por todos los medios posibles la voz de Seplveda,impidiendo la impresin delDemocrates alteren Espaa y en Roma, concitando contrasu autor los telogos y las universidades, y haciendo que el nombre de taninofensivo y egregio humanista llegase a la posteridad con los colores ms odiosos,tildado de fautor de la esclavitud y de apologista mercenario interesado de los excesosde los conquistadores. En esta gran controversia, que tan capital importancia tiene en losorgenes del Derecho de Gentes, apenas ha sido oda hasta ahora ms voz que la de Fr.Bartolom de las Casas. Justo es que hable Seplveda, y que se defienda con su propia ygallarda elocuencia ciceroniana, que el duro intransigente escolasticismo de su

    adversario logr amordazar para ms de tres siglos. La Apologade Seplveda la hanledo pocos, y no era fcil de entender aislada como estaba de los antecedentes del

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    asunto. ElDemocrates alterno le ha ledo casi nadie, y es sin embargo la pieza capitaldel proceso. Quien atenta y desapasionadamente le considere, con nimo libre de losopuestos fanatismos que dominaban los que ventilaron este gran litigio en el sigloXVI, tendr que reconocer en la doctrina de Seplveda ms valor cientfico y menosodiosidad moral que la que hasta ahora se le ha atribuido. Fr. Bartolom de las Casas

    trat el asunto como telogo tomista, y su doctrina, sean cuales fueren las asperezas yviolencias antipticas de su lenguaje, es sin duda la ms conforme los eternos dictadosde la moral cristiana y al espritu de caridad. Seplveda, peripattico clsico, de losllamados en Italia helenistas alejandristas, trat el problema con toda la crudeza delaristotelismo puro tal como en la Poltica se expone, inclinndose con ms menoscircunloquios retricos la teora de la esclavitud natural. Su modo de pensar en esta

    parte no difiere mucho del de aquellos modernos socilogos empricos y positivistasque proclaman el exterminio de las razas inferiores 259 como necesariaconsecuencia de su vencimiento en la lucha por la existencia. Los esfuerzos queSeplveda hace para conciliar sus ideas con la Teologa y con el Derecho cannico no

    bastan para disimular el fondo pagano y naturalista de ellas. Pero no hay duda que si en

    la cuestin abstracta y terica, Las Casas tenia razn, tambin hay un fondo de filosofahistrica y de triste verdad humana en el nuevo aspecto bajo el cual Seplvedaconsidera el problema.

    De este dilogo existan fines del sido pasado dos copias, una en la biblioteca delfamoso ministro de Carlos III, D. Manuel de Roda y Arrieta, y otra en la de D.Francisco Prez Bayer, cuyos mritos eminentes como orientalista y anticuario no es delcaso recordar. La primera debe conservarse en el Seminario de Zaragoza, con los demslibros de Roda. La segunda pereci probablemente en el incendio que en la Bibliotecade Valencia ( la cual Bayer haba legado sus libros) causaron las bombas francesas entiempo de la guerra de la Independencia.

    La copia que ha servido para nuestra edicin fu facilitada la Academia por el Sr.D. Julin Pereda, cura prroco de Villadiego, que hubo de adquirirla tiempo atrs conotros papeles curiosos. En la traduccin que va al frente hemos procurado seguir yremedar el peculiar estilo del Dr. Seplveda, sin que por eso creamos que nuestrotrabajo (til tan slo para dar alguna idea del original a quien no pueda leerle) seacerque ni con cien leguas la exquisita correccin, pulcritud y generosa abundanciacon que escriba siempre el autor del Democrates alter, discpulo la vez que rival delos ms refinados latinistas de Italia. Hemos procurado, s, templar los defectos deexcesiva amplificacin, ociosa sinonimia y repeticiones inexcusables en que el autor se

    complace y regala demasiado, ejemplo de su gran maestro Marco Tulio, atento ms alplacer de los odos que al del entendimiento.

    M. MENNDEZ Y PELAYO.

    260Praefatio

    Ad Illustrissimunt virum Ludovicum Mendozam, Tendillae Comitem et

    Mondejaris Marchionem, Genesii Sepulvedae in Dialogum de justis bellicausis.

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    Iusto bello Reges Hispaniae nostrique homines, an injuria, barbabas illas gentes,quas occiduam australemque plagan incolentes, Indos hispana consuetudo vocat, inditionem redegerint, redigendasque curent; et quae sit justa ratio his mortalibusimperandi, magna quaestio est, ut nosti, clarissime Marchio, et in cujus discriminegrandia rerum momenta versantur. Pertinet enim ad magnorum religiosorumque

    principum famam et justitiam, plurimarumque gentium administrationem attingit, ut nonimmerito his de rebus magna contentione tum privatim inter viros doctos disputatumfuerit, tum publice disceptatum in gravissimo concilio regio ad illarum nationumregionumque gobernationem instituto; cui te Carolus Caesar rex noster et idemRomanorum Imperator pro alta tua mente et sapientia praeesse voluit, et moderari. Intanta igitur eruditissimorum et gravissimorum virorum de rebus maximis dissensione,cum quaedam mihi his de rebus commentanti in mentem venissent, quibus controversiadirimi posse videretur, non existimavi in publico negocio tan multis occupatis mihi essecessandum, aut loquentibus tacendum; praesertim cum essem a magnis magnaqueauctoritate viris admonitus, ut scripto quid mihi judicii esset exponerem, ut meamsententiam, quam a me paucis verbis antedicta, probare videbantur, declararen. Itaque

    libenter feci, ut more Socratico, quem noster Hieronymus et Augustinus mulos in locistenuerunt, quaestionem in dialogo persequerer, et justas suscipiendi causas inuniversum, rectamque belli gerendi rationem complecterer, et alias quaestiunculas nec

    proposito alienas, et ad cognoscendum per

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    Prefacio

    Al ilustrsimo varn D. Luis de Mendoza, Conde de Tendilla y Marqus deMondjar.

    Si es justa injusta la guerra con que los Reyes de Espaa y nuestros compatriotashan sometido y procuran someter su dominacin aquellas gentes brbaras que habitanlas tierras occidentales y australes, y quienes la lengua espaola comunmente llamaindios: y en qu razn de derecho puede fundarse el imperio sobre estas gentes, es grancuestin, como sabes (Marqus ilustre), y en cuya resolucin se aventuran cosas demucho momento, cuales son la fama y justicia de tan grandes y religiosos Prncipes y laadministracin de innumerables gentes. No es de admirar, pues, que sobre estasmaterias se haya suscitado tan gran contienda, ya privadamente entre varones doctos, ya

    en pblica disputa ante el gravsimo Consejo Real establecido para la gobernacin deaquellos pueblos y regiones; Consejo que t presides y gobiernas por designacin delCsar Carlos, nuestro Rey y al mismo tiempo Emperador de romanos, que quiso

    premiar as tu sabidura y raro entendimiento. En tanta discordia, pues, de pareceresentre los varones ms prudentes y eruditos, meditando yo sobre el caso, hubieron devenirme las mientes ciertos principios que pueden, mi juicio, dirimir la controversia,y estim que cuando tanto se ocupaban en este negocio pblico, no estaba bien que yome abstuviera de tratarle, ni que yo solo continuase callado mientras los demshablaban; especialmente cuando personas de grande autoridad me convidaban queexpusiese mi parecer por escrito, y acabase de declarar esta sentencia ma la cual elloshaban parecido inclinarse cuando me la oyeron indicar en pocas palabras. Gustoso lo

    hice, y siguiendo el mtodo socrtico que en muchos lugares imitaron San Jernimo ySan

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    utiles obiter explicarem. Quem libellum ad te mitto, pignus et testimonium meae in tepropensissimae voluntatis et observantiae; quem propter excellentes tuas in omni generevirtutes, et singularem humanitatem jam pridem studiose veneror et observo. Sumes

    igitur munusculum, exiguum illud quidem, a magno tamen studio et singularibenevolentia profectum; et quod magis ad rem pertinet, tuis rationibus officio etinstituto in primis accommodatum. Nam cum in publicis amplisque muneribus, jam diu,togae, militiaeque, voluntate ac jussu Caroli Caesaris cui tua fides et utrique temporiconvenientes virtutes perspectae sunt, cum tua magna laude fungaris; tibi in iisadministrandis nihil potius esse solet, ut constans est hominum opinio, justitia etreligione, quibus summa virtutum omnium continetur. Nam cum has colere nemo

    possit, qui injustum imperium in gentem aliquam gerat, aut principis gerentis sit quoquomodo praefectus, et administer, non dubito quin gratus tibi futurus sit libellus, quo

    justitia imperii et administrationis tibi commisae hactenus in ambiguo et obscuro sita,certissimis et apertissimis rationibus confirmatur et declaratur. Explicanturque multa

    quae a magnis Philosophis et Theologis, simul naturae et communibus legibus, simulchristianis institutis convenienter tradita, justam et commodam imperandi rationemattingunt. Sed quoniam mihi in altero Dialogo, qui inscribitur Democrates primus, adconvincendos haereticos bellum omne tamquam lege divina prohibitum damnantes jam

    pridem edito, quaedam ad hanc quaestionem pertinentia dicta sunt ab his quos Romaedisputantes induxeram; non alienum fore putavi, eosdem apud nos in hortis ad Pisoracaeripam his de rebus disserentes facere, qui non nullis sententiis necessario repetitis,finem imponerent institutae de honestate belli disputationi. Quorum LeopoldusGermanus nonnihil morbo patrio referens de lutheranis erroribus sermonem in huncmodum exorditur.

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    Agustn, puse la cuestin en dilogo, comprendiendo en l las justas causas de la guerraen general y el recto modo de hacerla, y otras cuestiones no ajenas de mi propsito ymuy dignas de ser conocidas. Este libro es el que te envo como prenda y testimonio demi rendida voluntad y de la reverencia que de tiempo atrs tengo tu persona, as portus excelentes virtudes en todo gnero, como por tu condicin humana y bondadosa.Recibirs, pues, este presente, exiguo en verdad, pero nacido de singular aficin y buenavoluntad hacia ti, y lo que importa ms, acomodado en su materia al oficio institutoque t desempeas. Porque habindote ejercitado t por tiempo ya largo, y con

    universal aplauso, en pblicos y honrosos cargos, ya de la toga, ya de la milicia, porvoluntad y orden del Csar Carlos que tan conocidas tiene tu fidelidad y las condicionesque lo adornan as para tiempo de paz como para trances de guerra, es opinin de todoel mundo que en tu administracin nada has atendido tanto como la justicia y lareligin, en las cuales se contiene la suma de todas las virtudes. Y como no puede

    preciarse de poseerlas quien ejerza imperio injusto sobre ninguna clase de gentes, niquien sea en algn modo prefecto y ministro del prncipe que la ejerza, no dudo que hade serte grato este libro, en que con slidas y evidentsimas razones se confirma ydeclara la justicia de nuestro imperio y de la administracin confiada ti: materia hastaahora ambigua y obscura; y se explican muchas cosas que los grandes filsofos ytelogos han enseado sobre el justo y recto ejercicio de la soberana, fundndose ya en

    el derecho natural y comn todos, ya en los dogmas cristianos. Y como yo en otrodilogo que se titulaDemcrates I, que escrib y publiqu para convencer los herejes

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    de nuestro tiempo que condenan toda guerra como prohibida por ley divina, dije algunascosas tocantes esta cuestin, ponindolas en boca de los interlocutores que presentdisputando en Roma, me ha parecido conveniente hacer disertar los mismos

    personajes en mi huerto, orillas del Pisuerga, para que repitiendo necesariamentealgunas sentencias, pongan trmino y corona la controversia que hemos emprendido

    sobre el derecho de guerra. Uno de estos interlocutores, el alemn Leopoldo, contagiadoun tanto de los errores luteranos, comienza hablar de esta manera.

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    Personae

    Democrates, Leopoldus

    L.-Bellum geri, Democrates, praesertim a christianis iterum dicam, et saepius nullamihi ratione placet. Qua de re memini jam pridem longam nobis Romae fuisse triumdierum disputationem in Vaticano.

    D.-Tibi ergo vitam bominum a magnis molestiis et incommodis magnis denique etvariis calamitatibus liberam esse placet. Atque utinam Deus optimus maximus cammentem regibus omnibus et cujusque reipubl. principibus tribueret, ut suis quisquerebus contentus esset, nec alienam per avaritiam armatus invaderet; neve gloriam aut

    famam ex aliorum jaetura per saevam et impiam ambitionem quaereret. Quorumutrumque malum multos principes transversos egit; et in mutuam populorum perniciem,et insignes humani generis jacturas armavit, spreto otio contemptaque pace, qua quicarent populi, hi mihi maximae felicitatis quae in civitates cadere potest, parte carerevidentur. Quas civitates tum demum felices ac beatas esse dicimus, cum otio fruentes,vitam cum virtute degunt. Nec enim arbitror tenue aut leve, sed maximum bonum

    petimus cum angelica voce in sacrificiis oramus: Gloria in excelsis Deo et in terra paxhominibus1.

    L.-Plena est talibus testimoniis Scriptura sacra. Quid enim aliud Christus Apostolosintrantes domos precari jussit quam felicitatem, praescriptis illis verbis: Pax huicdomui2; aut illa: Dabo pacem in finibus vestris, Inquire pacem et persequere eam3; quidaliud quam in pace summum bonum esse declarant? Haec cum ita sint, video tamenatque equidem miror reges quosdam christianos ab armis nunquam discedere, et bellumtam continenter gerere, ut bellis ipsis atque discordiis delectari videantur.

    D.-Magni refert, bella quisque justis, aut etiam necessariis

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    Personas

    Demcrates, Leopoldo

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    L.-Una y mil veces te dir, oh Demcrates, que no hay razn que baste convencerme de que sea lcita la guerra, y mucho menos entre cristianos. Ya teacordars que sobre esto tuvimos en Roma, en el Vaticano, una larga disputa de tres

    das.

    D.-Es decir, que t quisieras que la vida humana estuviese libre de tantas y tan variasy molestas calamidades como las que la afligen. Y ojal que Dios inspirase ese mismo

    pensamiento todos los reyes y los prncipes de cualquier repblica para que todo elmundo estuviese contento con lo suyo, y no le moviese la avaricia invadir manoarmada lo ajeno, ni con ambicin impa y cruel pretendiera cimentar su gloria y fama enla destruccin de los dems. Uno y otro vicio, arrastr por camino extraviado muchos

    prncipes, y los arm unos contra otros para ruina de muchos pueblos y gran menoscabodel linaje humano, despreciando la paz que es la felicidad ms grande que puede caersobre una ciudad, as como el carecer de ella es la mayor desdicha. Slo podemos

    llamar dichosas y prsperas aquellas ciudades que viven virtuosa vida en el seno de lapaz. Y no creo que pedimos cosa liviana de poco precio, sino el bien ms grande detodos, cuando exclamamos en el divino sacrificio con la voz de los ngeles: Gloria Dios en las alturas y paz en la tierra los hombres.

    L.-Llena est de tales testimonios la Sagrada Escritura. Qu otra felicidad mandpedir Cristo sus apstoles cuando entrasen en alguna casa, sino la que indican aquellaspalabras: la paz sea en esta casa; aquellas otras: dar paz en vuestros confines: buscala paz y persguela; qu declaran todos estos lugares sino que la paz es el biensupremo? Siendo esto as, no puedo metros de admirarme de que algunos reyescristianos no dejen nunca las armas, y hagan tan de continuo y tan empeadamente laguerra, que parece que la misma discordia los deleita.

    D.-Antes es muy necesario que quien emprende guerra por

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    ex causis suscepta non segni et demisso, sed praesenti animo et erecto gerat; et pericula,cum officium poscit, subeat non invitus. An bellis ipsis ex quavis causa quaesitisdelectetur, illud enim viri magni est, et virtute praestantis, cujus virtutis ingeneratae etadultae signum esse docent philosophi, usa ejus delectari4. Hoc autem turbulenti

    hominis, nec a pietate christiana solum, sed etiam ab humanitate multum abhorrentis,quique, ut Homerus5 ait, et refert Aristoteles6, jure, tribuque, domoque caret. Bellumenim numquam per se espetendum est, non magis quam fames, paupertas, aut dolor, autcaetera id genus mala. Sed ut hae calamitates quae incommodum afferunt, nonturpitudinem, magni cujuspiam boni gratia recte pieque interdum ab optimis et religiosissubeuntur; sic bellum optimi principes magnorum commodorum gratia, et quandoquenecessario, suscipere coguntur. Nam bellum bonis viris ita gerendum esse sapientesexistimant, ut bellum nihil aliad quam pax quaesita esse videatur7. Ad summam, bellumnunquam est nisi cunctanter et gravate, et justissimis ex causis suscipiendum. Bellum,inquit Augustinus, necessitatis esse debet, ut liberet Deus a necessitate et conservet in

    pace8; non enim pax quaeritur ut bellum exerceatur, sed bellum geritur ut pax

    adquiratur.

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    L.-Est, ut ais, Democrates; ego tamen aut nullas esse justas belli suscipiendi causas,aut quam rarissimas existimo.

    D.-Ego vero et multas et frequentes. Non enim vel probitas hominum vel religionispietas justas affert, aut facit causas belli suscipiendi, sed hominum scelera et nefaria!

    cupiditates quibus plena est hominum vita, et continenter, exagitatur. Est tamen optimiet humana principis nihil temere, nihil cupide agere, omnes pacis vias exquirere, nihilinexpertum relinquere si qua ratione possit citra bellum injustorum et importunorumhominum injurias repellere, ac populorum suae fidei commissorum saluti ac commodis

    prospicere officioque suo satisfacere; hoc enim

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    causas justas y necesarias, no la haga con nimo abatido y remiso, sino con presencia yfortaleza de nimo, y no dude en arrojarse los peligros cuando su deber lo pida. Y aunel deleitarse con la guerra misma, sea cual fuere su causa, es indicio de nimo varonil y

    esforzado, y prenda de valor ingnito y adulto, segn ensean grandes filsofos. Lo quees propio de hombres turbulentos y no solamente ajenos la piedad cristiana, sinotambin al sentimiento de humanidad, es, como dice Homero y repite Aristteles, elcarecer de derecho, de tribu y de casa. La guerra nunca se ha de apetecer por s misma,como no se apetece el hambre, la pobreza, el dolor, ni otro ningn gnero de males, porms que estas calamidades y molestias que nada tienen de deshonroso, hayan de sertoleradas muchas veces con nimo recto y po por los hombres ms excelentes yreligiosos, con la esperanza de algn bien muy grande. Por tal esperanza, y en otroscasos por necesidad, se ven obligados los mejores prncipes hacer la guerra, de la cualdicen los sabios que ha de hacerse de tal suerte que no parezca sino un medio para

    buscar la paz. En suma, la guerra nunca debe emprenderse, sino despus de maduradeliberacin, y por causas justsimas. La guerra, dice San Agustn, debe ser denecesidad, para que de tal necesidad nos libre Dios y nos conserve en paz, porque no se

    busca la paz para ejercitar la guerra, sino que se hace la guerra por adquirir la paz.

    L.-Verdad dices, oh Demcrates, pero yo creo que no hay ninguna causa justa para laguerra, por lo menos que son rarsimas.

    D.-Yo, por el contrario, creo que son muchas y frecuentes. Porque no nacen lascausas de la guerra de la probidad de los hombres, ni de su piedad y religin, sino de suscrmenes y de las nefandas concupiscencias de que est llena la vida humana, y que

    continuamente la agitan. Pero es cierto que un prncipe bueno y humano no debearrojarse nada temerariamente ni por codicia, sino buscar todas las vas de paz y nodejar de intentar cosa alguna para repeler sin necesidad de guerra los ataques injuriasde los hombres inicuos importunos, y mirar por la salud y la prosperidad del puebloque le est confiado, y cumplir lo que debe su oficio. Esto es lo que piden la virtud, lareligin,

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    virtus, hoc religio, hoc humanitas poscit. Sed si omnia expertus nihil profecerit, et suamaequitatem et moderationem injustorum hominum superbia et improbitate superari

    viderit, sumptis armis, nihil est quod metuat ne temere bellum aut injuste generevideatur.

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    L.-An non justius, et magis ex pietate christiana faceret si malorum improbitalicederet, et injurias aequo animo pateretur, et mores hominum ac leges omnes humanas

    posthaberet divinae et evangelicae? Qua cautum est a Christo, ut etiam inimicosdiligamus, contumelias et damna patienter toleremus?9.

    D.-Ad ineptias reddis, Leopolde, et ut video multam operam frustra consumpsimusVaticana illa, de qua paulo ante meministi, de honestate rei militaris disputatione.Neque enim tibi persuadere potui nonnumquam evangelica lege non repugnante.

    L.-Nos vero navavimus operam: multa enim sunt varie a te et copiose triduo illo dereligione, de omni virtutum genere, praesertim quae rem militarem attingunt disputata,et me quem quorumdam ex meis germanis novus error abstraxerat a adduxisti; ut nonomnia bella christianis interdicta esse putarem, saltem ea quae ad injurias repellendassuscipiuntur. Hoc enim jure naturae cunctis hominibus permissum esse mihi persuasisti;et multa de legibus naturae pulcra et scitu digna, quae ex mente magna ex parle jamexciderunt disseruisti. Itaque mihi pergratum esset, quando nos in hoc oppidum Regium

    Hispaniae celeberrimum, nescio quae fortuna ut conveniremus effecit, ut otium hodie inhis ad Pisoracae ripam amenis hortis nacti sumus, quaedam ex te audire quae sunt illidisputationi non aliena, nec molestum fuerit bis eadem audire si qua tibi videbuntursummatim esse repetenda quae in Romano illo colloquio pluribus verbis a te fuerintdisputata.

    D.-Quid tandem novi est, illam de honestate rei militaris quaestionem attingens,quod ex me audire cupias?

    L.-Panca scilicet, non tamen contemnenda; pertinent enim ad belli justitiam.Quoniam10nuper dum in aula Philippi prin-

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    la humanidad. Pero si despus de haberlo intentado todo, nada consigue, y ve que sesobrepone su equidad y moderacin la soberbia y la perversidad de los hombresinjustos, no debe tener reparo en tomar las armas, y nadie dir que hace guerra temeraria injusta.

    L.-Y no hara cosa ms justa y ms conforme la piedad cristiana si cediese lainjusticia de los malvados, y sufriese con nimo resignado las injurias, y pospusiera

    todas las costumbres y leyes humanas la ley divina y evanglica, que nos manda porboca de Cristo amar los enemigos y tolerar con paciencia todos los daos y afrentas?

    D.-Vuelves tus inepcias, oh Leopoldo, y, segn veo, perdimos el tiempo en aquelladisputa nuestra del Vaticano sobre la honestidad licitud del oficio militar, puesto queno pude persuadirte que algunas veces la ley evanglica no repugna la guerra.

    L.-Ms bien creo que aprovechamos el tiempo, puesto que en aquellos tres das setrat varia y copiosamente de la religin y de todo gnero de virtudes, especialmente deaquellas que tienen que ver con la milicia, y m que estaba seducido por el nuevo errorde algunos de mis compatriotas alemanes, me obligaste declarar que no todas las

    guerras estn prohibidas los cristianos, lo menos aquellas que se emprenden enpropia defensa. T me persuadiste que por derecho natural la defensa est permitida

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    todo hombre, y sobre el derecho de gentes dijiste muchas cosas interesantes y dignas desaberse, que ya en gran parte se me han ido de la memoria. Por lo cual me sera muygrato (ya que la fortuna nos ha reunido en esta ciudad celebrrima del reino de Espaa),que ocupsemos la ociosidad de que disfrutamos hoy en estos amenos huertos de lasriberas del Pisuerga, preguntndote yo algunas cosas que no son ajenas de aquella

    controversia; y no me ser molesto que comiences por hacer un resumen de lo que mslargamente disputamos en aquel coloquio de Roma.

    D.-Y cules son las cosas nuevas que quieres preguntarme enlazadas con este puntodel derecho de guerra?

    L.-Pocas, pero no ciertamente despreciables. Hace pocos das, pasendome yo conotros amigos en el palacio del prncipe Don

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    cipis cum amicis deambularem, praetereunte Ferdinando Cortesio Vallis Marchione,hujus aspectu admoniti, sermones ingressi sumus et in longum protraximus de rebus abeo caeterisque Caroli ducibus gestis in plaga illa occidua et australi veteribus nostriorbis hominibus prorsus ignorata. Quae res, fateor, magnae mihi admirationis fuerunt,

    propter multiplicem et insperatam earum novitatem. Sed eadem mihi postea mecumrecolenti, etiam atque etiam dubitare in mentem venit atque vereri ne non satis ex

    justitia et christiana pietate hispani bellum innocentibus illis mortalibus, et nihil de semale merentibus intulissent. De hoc igitur et similibus bellis, quae nulla necessitate, sedconsilio quodam (ne libidine dicam et cupiditate) fiunt; quid sentias audire cupio. Utqueeadem opera omnes mihi causas quibus bellum tibi juste suscipi posse videatur, quasoles facultate pro singulari tuo ingenio et alta mente summatim explices etquaestionem paucis verbis prosequaris.

    D.-Faciam vero quod jubes, non equidem ingenio, sed tali quapiam facultate fretus,quae in me sentio quam sit exigua, sed quia, ut dicis, otiosi sumus, et me ad istadisserendum non prorsus imparatum offendis. Neque enim tu vel solus es, vel eorum

    primus qui mecum hunc sermonem eisdem eos scruprilis sollicitantibus contulerunt. Sedut paulo ante dicebas, quadam nobis summatim ex veteri illa disputatione repetendasunt. Atque illud imprimis quod est hujus causae et multarum aliarum fundamentum:Quidquid jure fit seu lege naturae, id jure quoque divino fieri et lege evangelica. Nonenim si Christus nos, ut est in Evangeliis11jubet ne malo resistamus, utque percutienti

    maxillam unam, alteram feriendam exponamus, et tunicam tollere volenti dimittamus etpallium, statim legem naturae substulisse videri debet qua cuique vim vi repellere licetcum moderamine inculpatae tutelae12; illa enim non re semper praestare oportet sedcordis, ut ait Augustinus, praeparatione13ut si res ratioque pietatis poscat, id facere nerecusemus. Cujus interpretationis non modo

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    Felipe, acert pasar Hernn Corts, marqus del Valle, y al verle comenzamos hablar largamente de las hazaas que l y los dems capitanes del Csar haban llevado cabo en la playa occidental y austral enteramente ignorada de los antiguos habitadores

    de nuestro mundo. Estas cosas, fueron para m de grande admiracin por lo grandes,nuevas inesperadas; pero pensando luego en ellas me asalt una duda, es saber, si era

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    conforme la justicia y la piedad cristiana el que los espaoles hubiesen hecho laguerra aquellos mortales inocentes y que ningn mal les haban causado. Quiero saber,

    pues, lo que piensas sobre esta y otras guerras semejantes que se hacen sin ningunanecesidad ni propsito, sino por mero capricho y codicia. Y quiero tambin que meexpliques sumariamente con aquella claridad propia de tu singular ingenio y delicado

    entendimiento todas las causas que puede haber para una guerra justa, y luego resuelvasla cuestin en pocas palabras.

    D.-Har gustoso lo que me mandas, confiado, no ciertamente en mi ingenio, sino encierta facilidad de hablar que bien conozco cun exigua sea, pero como t dices,estamos ociosos y me encuentras no enteramente desprevenido para esta discusin. Nieres t el nico ni tampoco el primero que me ha puesto esos mismos escrpulos que ti te solicitan. Pero, como t hace poco decas, me parece conveniente repetir ante todo,aunque sea de un modo sumario, algunas cosas de aquella antigua disputa. Y en primerlugar hay que recordar un principio que es el fundamento de la presente cuestin y deotras muchas: todo lo que se hace por derecho ley natural, se puede hacer tambin por

    derecho divino y ley evanglica; porque cuando Cristo nos manda en el Evangelio noresistir al malo, y que si alguien nos hiere en una mejilla presentemos la otra, y que sialguien nos quiere quitar la tnica, entreguemos la tnica y el manto, no hemos de creerque con esto quiso abolir la ley natural por la que nos es lcito resistir la fuerza con lafuerza dentro de los lmites de la justa defensa, pues no siempre es necesario probar esaresignacin evanglica de un modo exterior, sino que muchas veces basta que elcorazn est preparado, como dice San Agustn, para hacer tal sacrificio cuando unarazn de piedad lo exija. Y de esta interpretacin

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    Paulum14 auctorem habemus, et ipsum Christum. Paulus enim colapho sibi jussuprincipis sacerdotum incusso, tantum abfuit ut alteram maxillam feriendam exponeret,ut injuriam aegre fereus ejus auctorem convitio reprimendum curavit. Percutiet te,inquit, Deus, paries dealbate, id est (ut ait Augustinus) hypocrita15, tu sedens judicas mesecundum legem, et contra legem jubes me percuti. Christus autem percussus eodemmodo nec ipse praebuit maxillam alteram, sed ut percussorem, ne augeret injuriam,ratione reprimeret, ut Augustinus16 idem declarat. Si male inquit, locutus sum,testimonium perhibe de malo, si autem bene, cur me caedis? Non igitur hae leges suntaliter quam diximus obligantes, sed monita et adhortationes, non tam ad vitamcommunem quam ad apostolicam perfectionem pertinentes. Ut Gregorius17 doces his

    verbis: specialiter jusu paucis perfectioribus, et non generaliter omnibus dicitur, hocquod adolescens dives audivit: Vade et vende omnia quae habes et da pauperibus, ethabebis thesaurum in caelo, et veni sequere me. Vita enim communis atque civilisDecalogi dumtaxat et caeteris legibus naturalibus uti Deus Christus voluit, in eisdemquesatis esse praesidii docuit ad parandam vitam aeternam. Qui, se roganti cuidam,Magister, quid boni faciam ut habeam vitam aeternam? Respondit: Si vis ad vitamingredi, serva mandata18. Quae? inquit ille. Et Christus: Non homicidium facies, nonadulterabis; et caeteras Decalogi leges persequitur. Sed si vis, inquit, perfectus esse:vade, et vende omnia quae habes, et da pauperibus, el sequere me. Quod simile estmonitis et adhortationibus de ferendis injuriis, quas paulo ante commemorabam. ItaqueChristus alio in eamdem sententiam: Omnia, inquit19, quae vultis ut faciant vobis

    homines, ita et vos facile illis. Haec est enim lex et Prophelae. Quae verba viriprudentissimi doctrina et pietate christiana

    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    tenemos por autor, no slo San Pablo, sino al mismo Cristo. San Pablo cuando legolpearon en el rostro por orden del Prncipe de los sacerdotes, lejos de presentar la otramejilla, llev muy mal aquella injuria y reprendi su autor con graves palabras.

    Dios te abofetear (le dijo), pared blanqueada, (esto es, como San Agustn expone,hipocrita) t ests sentado en el tribunal para juzgarme segn ley, y contra ley mandasabofetearme. Cristo, abofeteado del mismo modo, tampoco present la otra mejilla,sino que para que el agresor no extremase la injuria, le reprendi con graves razones,como el mismo San Agustn declara: Si he hablado mal (dijo) da testimonio de lomalo; si he hablado bien, por qu me hieres? Esas palabras evanglicas no son leyesen el sentido obligatorio, sino consejos y exhortaciones que pertenecen no tanto lavida comn, cuanto la perfeccin apostlica. San Gregorio lo ensea con estas

    palabras: son mandato especial para los pocos que aspiran la perfeccin ms alta, yno general para todos, aquellas palabras que oy el adolescente rico: vende lo que tienesy dalo los pobres, que en el cielo tienes tu tesoro, y ven y sgueme. La vida comn y

    civil se basa slo en los preceptos del Declogo y en las dems leyes naturales, y Cristonos ense que en ellas haba bastante auxilio para lograr la vida eterna. Preguntndolealguien:-Maestro, qu cosa buena har para lograr la vida eterna?-Si quieres llegar esa vida, le dijo, guarda los mandamientos.-Qu mandamientos son?-replic el: yCristo le dijo:-No hars homicidio, no adulterars, y fu prosiguiendo con los dems

    preceptos del Declogo. Pero, aadi:-Si quieres ser perfecto, vete y vende todo lo quetienes y dalo los pobres y sgueme.-Lo cual es muy semejante las exhortacionessobre la paciencia en las injurias de que antes hablbamos. Y al mismo propsito, dijoCristo en otro lugar: Todo lo que queris que los hombres hagan con vosotros, hacedlovosotros con ellos. Esta es la Ley y los Profetas. Palabras son estas que los varonesms prudentes y de mayor doctrina y piedad cristiana, interpretan como unaconfirmacin hecha por Cristo de todas las leyes naturales. As lo declaran tambinaquellas palabras que San Pablo escribi los romanos: El que ama su prjimocumple la ley, porque la ley dice: no adulterars, no

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    praestantes20sic interpretantur, ut eis confirmatas esse declarent a Christo leges omnesnaturales. Huc quoque pertinet quod Paulus scripsit ad Romanos21: Qui diligit, inquit,

    proximum, legem adimplevit. Nam non adulterabis, non occides; non furaberis; nonfalsum testimonium dices; non concupisces; et si quod aliud mandatum est, in hoc verbo

    continetur: Diliges pruximum tuum sicut te ipsum, scilicet, quia leges omnes naturaleset divinae de rebus agendis pertinent ad homines in officio continendo, et conservandamsocietatem humanam in hac vita (quae societas mutua charitate et benevolentia maximecontinetur) ut sic gradus fiat ad illam alteram aeternam. In mutua vero hominumcharitate pietas quoque in Deum atque amorem intelligimus. Dilectio enim Dei in hocmaxime cernitur, si quis Dei leges servet. Si quis diligit me, Christus ait, sermonemmetan servabit22. Nam cum inter Christianos non pauciores controversiae cadere

    possent, quam olim inter Romanos, nec paucioribus legibus opus esset ad eas recteminuendas el dijudicandas, quam quae duodecim tabulis, el quinquaginta Digestorumlibris continentur23: Christus tamen paucis legibus Decalogi repetitis, has et caeterasomnes quae mores et res agendas attingunt, una lege amplexus est, quae probat jus

    naturae quo societas humana continetur. Quoniam jure naturali (ut tradit auctorgravissimus Gratianus) nihil aliud praecipitur quam quod Deus prohibet fieri. De quo

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00002.htm#N_20_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00002.htm#N_20_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_22_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_21_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00002.htm#N_20_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00002.htm#N_20_
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    jure sic scribit Cyprianus24: Nec lex, inquit, divina scripta a lege naturali in aliquodissonat, sed reprobatio mali et electio boni sic animo rationali infixae sunt divinitus; utde hoc nemo recte causetur quia nulli ad harum rerum persecutionem deest scientia, sive

    potentia, quia et quid agendum est scimus, et quod scimus facere possumus.

    Iam profecto ita sese res habet, ut cum tria omnino sint reipublicae genera recta elhonesta, Regnum, Status optimatum, et quae communi vocabulo Respublica dicitur,nulla lex earum cuiquam convenienter ferri possit, quae non sit naturae consentanea,

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    matars; no hurtaras, no dirs falso testimonio, no codiciars, y si algn otromandamiento hay, contenidos estn en esta sola palabra: amars tu prjimo como timismo. Lo cual quiere decir que todas las leyes naturales y divinas se dirigen contener los hombres en el deber y conservar en esta vida la sociedad humana, quese funda principalmente en mutua caridad y benevolencia, para que esta vida sea como

    una escala y preparacin para la otra vida eterna; y cuando hablamos de mutua caridadhumana entendernos tambin la piedad y el amor de Dios, porque el amor de Dios seconoce principalmente en guardar las leyes de Dios. Cristo lo dice: Si alguien me amaobservar mis preceptos. Y aunque entre los cristianos pueda haber no menorescontroversias que en otro tiempo hubo entre los romanos y para resolverlas con rectitudsean necesarias no menos leyes que las contenidas en las 12 Tablas y en los 50 librosdel Digesto, Cristo, si n embargo, contentndose con repetir unas pocas leyes delDeclogo ha reducido estas y todas las dems que pertenecen las costumbres y lavida, una sola ley que confirma el derecho natural en el que la sociedad humana estfundada. Porque como dice Graciano, autor gravsimo, ninguna otra cosa prohibe elderecho natural, sino lo que el mismo Dios prohibe. De este derecho escribe SanCipriano: La ley divina escrita no difiere en cosa alguna de la ley natural, porque lareprobacin del mal y la eleccin del bien estn divinamente impresas en el almaracional, de tal modo, que nadie le falta ciencia para discernir lo bueno de lo malo, ni

    potencia para ejecutar el bien y huir del mal.

    Y tan verdad es esto, que siendo tres las formas de gobierno rectas y honestas: lamonarqua, la aristocracia y la que, con vocablo comn todas, llamamos repblica, enninguna de ellas puede hacerse ley que no sea conforme la naturaleza, por lo

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    aut certe nulla quae ab ordine naturae deflectat. Omnibus enim salus et commoditaspublica proposita est, hoc est felicitas, quae duplex esse intelligitur. Altera perfecta etultima, et finis bonorum omnium, quam efficit clarus aspectus et contemplatio Dei,quaeque ut est, sic aeterna vita nominatur. Altera imperfecta et inchoata, qualis potesthominibus in hac vita contingere25. Haec autem consistit in usu virtutis, ut philosophideclarant; estque via et quasi gradus ad perfectam felicitatem. Hac beati sunt pacifici.Beati mundo corde et caeteri de quibus eodem loco Christus memorat in Evangelio.Cum igitur in omni bona republica leges omnes ad virtutis usum referri debeant,auctoribus etiam ethnicis philosophis necdum religiosis et christianis, et virtus naturaesit maxime secundum Deum petenda, atque colenda, efficitur, ut optimae quaeque leges

    maxime sint naturae accomodatae, Deo et optimis et sapientissimis hominibus

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_25_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_24_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_23_
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    auctoribus; quanto igitur magis in ea republica, cujus ipse per se Deus conditor est etlegum lator.

    L.-Abunde mihi Ivideris et copiose, altisque jactis fundamentis legum naturaliumvim et auctoritatem statuisse et confirmasse. Sed lex naturalis quae sit, nondum nobis

    constitutum est, aut declaratum.

    D.-Legem naturalem philosophi eam esse definiunt; quae ubique habet eamdem vim,non quia sic placuit aut secus26. Theologi aliis verbis sed eodem pertinentibus in huncmodum: Lex naturalis est participatio legis aeternae in creatura rationis compote27.Porro les aeterna ut definit Augustinus28 est voluntas Dei quae ordinem naturalemconservari vult, perturbari vetat. Hujus autem legis aeternae particeps est homo perrectam rationem et probitatem ad officium et virtutem. Nam licet homo per appetitumsit pronus ad malum; tamen per rationem ad bonum est proclivis. Itaque recta ratio et

    proclivitas ad officia, atque virtutis munera probanda lex naturalis est et nominatur.Haec

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    menos, ninguna que se aparte del orden natural. Porque todas ellas se proponen la saludy comodidad pblica, esto es, la felicidad, la cual se entiende de dos modos. Hay unafelicidad perfecta y ltima, y fin de todos los bienes, la cual resulta de la clara visin ycontemplacin de Dios, y la cual llamamos vida eterna. Hay otra imperfecta ydeficiente, y es la nica que pueden disfrutar los hombres en esta vida. Esta consiste enel uso de la virtud, como los filsofos declaran; y es el camino y como la escala para lafelicidad perfecta. Por sta, son bienaventurados los pacficos, bienaventurados loslimpios de corazn, y todos los dems que Cristo enumera en aquel lugar de suEvangelio. Siendo constante, pues, que en toda buena repblica todas las leyes debenencaminarse la prctica de la virtud, conforme ensean los mismos filsofos gentiles,no ya los religiosos y cristianos; y siendo la virtud natural apetecible principalmenterespecto de Dios, resulta que las mejores leyes han de ser las ms acomodadas lanaturaleza; y, cunto ms no han de serlo en aquella repblica de que Dios es por smismo fundador y legislador?

    L.-Abundante y copiosamente has establecido y confirmado, sobre fundamentosslidos, la fuerza y autoridad de las leyes naturales. Pero todava no has declarado loque entiendes por ley natural.

    D.-Los filsofos llaman ley natural la que tiene en todas partes la misma fuerza y nodepende de que agrade no. Los telogos, con otras palabras, vienen decir lo mismo:La ley natural es una participacin de la ley eterna en la criatura racional. Y la leyeterna, como San Agustn la define, es la voluntad de Dios, que quiere que se conserveel orden natural y prohibe que se perturbe. De esta ley eterna es partcipe el hombre, porla recta razn y la probidad que le inclinan al deber y la virtud, pues aunque elhombre, por el apetito, sea inclinado al mal, por la razn es propenso al bien. Y as larecta razn y la inclinacin al deber y aprobar las obras virtuosas, es y se llama leynatural. Esta es aquella ley de que San Pablo hace mencin cuando habla de aquelloshombres buenos, entre los paganos, que, naturalmente, obraban cosas rectas. Ellos son

    la ley para s propios (dice), porque muestran la obra de la ley escrita en sus corazo-

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_26_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_26_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_27_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_27_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_28_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_27_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_27_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_26_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00003.htm#N_26_
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    est illa lex de qua Paulus29 meminit in mentione bonorum ex ethnicis hominum quinaturaliter, quae recta sunt, agebant. Ipsi, inquit, sibi lex sunt, qui ostendunt opus legisinscriptum in cordibus suis. Itaque rogantibus in Psalmo30: Quis ostendit nollis bona?

    Illud respondetur: Signatum est super nos lumen vultus tui, Domine. Nam hoc estrectae rationis lumen quae lex naturalis intelligitur. Haec enim quid bonum sit atquejustum: quid vicissim malum et injustum in bonis viris declarat, non christianis solum,sed in cunctis qui rectam naturam pravis moribus non corruperunt, atque eo magis quomelior quisque est et intelligentior.

    L.-Quorsum tam multa de legibus naturalibus atque ethnicis philosophis?

    D.-Nempe ut intelligatur legum naturalium judicium non a christianis solum etscriptis Evangelicis petendum esse, sed etiam ab his philosophis qui optime etsagacissime putantur de natura rerum ac de moribus deque omni reipublicae ratione

    diseruisse, praesertim ab Aristotele, cujus praecepta, perpaucis exceptis de rebus quaecaptum humanum excedunt, et homini, nisi per divina oracula explorata esse non

    possunt, tanto consensu et approbatione sunt a posteritate recepta ut jam non minusphilosophi voces, sed communes sapientium sententiae ac decreta esse videantur.

    L.-Ad rem igitur redeamus, et jam causas expone, si quae sunt, quibus tibi juste acpie bellum suscipi aut geri posse videatur.

    D.-Bellum justum non modo justas suscipiendi causas sed legitimam etiamauctoritatem et rectum gerentis animum desiderat, rectamque gerendi rationem. Nonenim cuivis bellum suscipere permissum est et praeter quam ad injuriam propulsandam,quam repellere cum moderamine inculpatae tutelae, cuique licet jure naturae, ac potiusut Innocentius Pontifex testatur in Concilio Lugdunensi31: Omnes leges omniaque juravim vi repellere cunctisque sese defensare permittunt. Bellum igitur inferre per

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    nes. Y por eso cuando se pregunta en un Salmo quin nos muestra el bien, se responde:Signada est sobre nosotros la lumbre de la rostro, seor. Esta luz de la recta razn, eslo que se entiende por ley natural; esta es la que declara, en la conciencia de loshombres de bien, lo que es bueno y justo, lo que es malo injusto, y esto no solo en los

    cristianos, sino en todos aquellos que no han corrompido la recta naturaleza con malascostumbres, y tanto ms cuanto cada uno es mejor y ms inteligente.

    L.-Y dnde vas parar con todo eso que dices de la ley natural y de los filsofospaganos?

    D.-Quiero dar entender que no debe buscarse slo en los cristianos y en los escritosevanglicos, sino tambin en aquellos filsofos de quienes se juzga que ms sabiamentetrataron de la naturaleza y de las costumbres y del gobierno de toda repblica y,especialmente, de Aristteles, cuyos preceptos, exceptuadas muy pocas opinionesreferentes cosas que exceden la capacidad del entendimiento humano y que el hombre

    slo puede conocer por divina revelacin, han sido recibidos por la posteridad con

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    aprobacin tan unnime, que no parecen ya palabras de un solo filsofo, sino sentenciasy opiniones comunes todos los sabios.

    L.-Vamos, pues, al asunto y exponme ya las causas (si algunas hay) por las cualescrees t que, justa y piadosamente, puede emprenderse hacerse la guerra.

    D.-La guerra justa no slo exige justas causas para emprenderse, sino legtimaautoridad y recto nimo en quien la haga, y recta manera de hacerla. Porque no es lcito cualquiera emprender la guerra, fuera del caso en que se trate de rechazar una injuriadentro de los lmites de la moderada defensa, lo cual es lcito todos por derechonatural, ms bien, como atestigua el papa Inocencio en el Concilio Lugdunense, todaslas leyes y todos los derechos permiten cualquiera defenderse y repeler la fuerza conla fuerza. Pero el declarar la guerra, propiamente dicha, ya la haga por s, ya por mediode sus capitanes, no es lcito sino al prncipe quien tenga la suprema autoridad en larepblica. Por eso -dice San Agustn en su disputa contra Fausto- el orden natural,acomodado la paz de los mortales, exige que la autori-

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    se, vel ducem, nulli nisi principi licet, aut iis qui summan auctoritatem habent inrepublica. Nam ut Augustinus in disputatione contra Faustum ait: Ordo naturalismortalium paci accommodatus hoc poscit, ut suscipiendi belli auctoritas atqueconsilium penes principes sit32. Et Isidorus33justum bellum esse negat quod ex edictonon geratur, bellum autem edicere, quod est publice cives ad arma vocare ad summanreipublicae potestatem pertinet, cum sit ex iis rebus in quibus maxime civitatis aut regnisumma versatur. Itaque principes intelligendi sunt, qui perfectae reipublicae praesunt,quique rem cum summa potestate, et sine provocatione ad principem superiorem,gerunt. Nam caeteri qui non toti, sed parti regni vel reipublicae praesunt, ad superioris

    praescriptum imperio funguntur, non principes sed praefecti magis vero nominenuncupantur. Dixi ad justitiam belli suscipientis et gerentis probum animum, hoc est,

    bonum finem rectumque propositum desideari; quoniam haec est virtutis officiiqueconditio auctore Dionysio34ut nisi habeat omnes suos numeros virtutis et officii nomenamittat. Nam peccare in re aliqua multis modis usu venit, recte agere uno dumtaxat,servatis scilicet rebus omnibus attributis quas vulgus philosophorum circumstantiasappellat, ut ab uno puncto ad alterum punctum unam tantum lineam rectam duci possemathematici declarant, obliquas aut curvas infinitas; et figendi scopum una dumtaxatratio est sagitariis, ab eo deflectendi quam plurimae35. Itaque peccare in eadem re, ut

    philosophi tradunt, multis modis accidit, recte agere uno dumtaxat, ex rebus autemattributis ratio finis principatum tenet36. Nam finis in rebus agendis, eisdemphilosophis37auctoribus, perinde est ac suppositiones in mathematicis, et a fine justumest cuncta nominari, usque adeo ut qui adulterium admittit, questus gratia, injustus

    potius et avarus appellari debeat quam

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    dad y el consejo para hacer la guerra, resida en los Prncipes. Y San Isidoro niega quesea justa guerra la que no se hace previa declaracin; y el declarar la guerra, que esllamar pblicamente los ciudadanos las armas, pertenece la suprema potestad de la

    repblica, por ser de aquellas cosas en que principalmente consiste la soberana en unaciudad reino. Y por prncipes han de entenderse los que presiden en una repblica

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_32_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_35_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_35_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_35_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_36_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_36_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_37_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_37_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_37_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_37_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_37_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_37_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_36_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_36_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_35_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_35_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_35_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_34_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_33_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00004.htm#N_32_
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    perfecta y ejercen la suprema potestad sin apelacin un prncipe superior. Porque losdems que no presiden todo un reino repblica, sino una parte de l, y estnsujetos lo prescripto por un superior, no deben ser llamados prncipes, sino ms

    propiamente Prefectos. Dice tambin que para la guerra justa se requiere nimo probo;esto es, buen fin y recto propsito, porque esta es la condicin de la virtud y del deber,

    segn San Dionisio; y si no es enteramente perfecta, debe perder el nombre de virtud. Elpecar en cualquier cosa puede ser de muchos modos, pero el obrar bien no puede serms que de uno solo, tenidas en cuenta, sin embargo, todas aquellas que el vulgo de losfilsofos llama circunstancias, as como los matemticos declaran que, de un punto otro, no se puede tirar ms que una lnea recta, pero oblicuas curvas se pueden tirarinfinitas; slo de un modo pueden herir los flecheros el blanco, pero de infinitos puedenapartarse de l. El pecar, pues, como los filsofos ensean, puede acaecer de muchosmodos; el obrar bien, de uno solo. Entre las circunstancias, la razn de fin es la

    principal. Porque el fin en las acciones, segn ensean los mismos filsofos, es comolas suposiciones en matemticas, y por el fin es justo que todas las cosas se denominen,de tal modo, que quien comete adulterio por dinero, ms bien debe ser llamado injusto y

    avaro que adltero. Mucho importa, pues, para la justicia de la guerra, saber con qunimo la emprende cada cual; es, saber: qu fin se propone al guerrear. Por esoadvierte San Agustn que el hacer la guerra no es delito, pero que el hacer la guerra porcausa del botn, es pecado; ni el gobernar la repblica es cosa criminal, pero el gobernarla repblica para aumentar sus propias riquezas, parece cosa digna de condenarse.

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    adulter38. Magni ergo refert ad belli justitiam quo quisque animo bellum suscipiat, idest, quem sibi finem belli gerendi proponat. Quod animadvertens Augustinus: Militare,inquit, non est delictum, sed propter praedam militare peccatum est, nec rempublicamgerere criminosum est, sed ideo genere rempublicam ut divitias augeas, videtur essedammabile39.

    Modum quoque dixi, ut caeteris scilicet in rebus sic et in bello gerendo tenendumesse ut si fieri possit, innocentibus non fiat injuria, neve ad legatos, advenas aut clericoset res sacras serpat maleficium, nec hostes plus justo ledantur, nam fides etiam hostibusdata servanda est, et in ipsos non plus quam ratione culpae saeviendum. UndeAugustinus idem alio in loco ait: nocendi cupiditas, ulciscendi crudelitas, impacatus etimplacabilis animus, ferocitas rebellandi, libido dominandi et similia, haec sunt quae in

    bellis culpantur40. Quibus verbis declarat Augustinus moderationem quoque ut bonam

    voluntatem, quae finis potissimum esse traditur in suscipiente et gerente bellumdesiderari. Finis autem justi belli est ut pace et tranquillitate, juste et cum virtutevivatur, subtracta pravis hominibus nocendi et peccandi facultare. Ad summam uthominum bono publico consulatur: hic est enim finis omnium legum reste et naturaliterconstitutae reipublicae convenienter latarum.

    L.-Auctoritatem igitur instituendi belli quod non praesentem injuriam repellendinecessitate, quae necessitas facultatem cuique praebet lege naturae, sed consilio ex aliiscausis suscipitur, penes principes esse statuis qui proprie intelliguntur, aut magistratuscujuslibet reipublicae quorum consilio et summa potestate res communis administratur,ab eisque negas juste bellum decerni, si alia ratione quam publico bono ducta, nec aliter

    ei consulere valentes ad arma descendant.

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    D.-Sic prorsus existimo.

    L.-Bellum igitur quodcumque fuerit, his quas exposuisti, rebus servatis illatum, justefactum fuisse non dubitabimus; etiam

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    En la guerra, como en las dems cosas, se ha de atender tambin al modo; de suerteque, ser posible, no se haga injuria los inocentes, ni se maltrate los embajadores, alos extranjeros ni los clrigos, y se respeten las cosas sagradas y no se ofenda losenemigos ms de lo justo, porque aun con los enemigos ha de guardarse la buena fe, yno ser duro con ellos sino en proporcin su culpa. Por eso dice San Agustn en otrolugar: El deseo de ofender, la crueldad en la venganza, el nimo implacable, laferocidad, el ansia de dominacin y otras cosas semejantes, son lo que ha de condenarseen la guerra. Con estas palabras declara San Agustn que, tanto en el emprender comoen el hacer la guerra, se requiere la moderacin no menos que la buena voluntad. Porque

    el fin de la guerra justa es el llegar vivir en paz y tranquilidad, en justicia y prctica dela virtud, quitando los hombres malos la facultad de daar y de ofender. En suma, laguerra no ha de hacerse ms que por el bien pblico, que es el fin de todas las leyesconstitudas, recta y naturalmente, en una repblica.

    L.-Es decir que t, exceptuando el caso de propia defensa contra una agresinpresente, en cuyo caso la ley natural permite todos repeler la injuria, sostienes que laautoridad de declarar la guerra pertenece solamente los prncipes los magistradosde cualquier repblica, en quienes reside la potestad suprema; y aun de estos mismosniegas que, con justicia, puedan hacer la guerra sino por el bien pblico, y cuando esteno puede lograrse por otro camino.

    D.-As lo estimo.

    L.-No dudaremos, pues, que una guerra, cualquiera que ella fuere, siempre que sehaga con esas condiciones que has sealado,

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    si quis princeps non avaritia nec imperandi cupiditate ductus, sed suae civitati agrorumet finium angustiis laboranti consulat, bellum inferat vicinis, quo ipsorum agris et

    praeda pene necessaria potiatur.

    D.-Minime vero, istud enim latrocinari esset, non belligerare. Sed justae causaesubesse debent ut juste bellum suscipiatur, quae multo magis principibus sunt quammilitatibus dispiciendae: nam vir justus (ut ait Augustinus)41si forte etiam sub rege ethomine sacrilego militet recte potest illo jubente bellare, si vice pacis ordinem servansquod sibi jubetur, vel non esse contra Dei praeceptum certum est: vel utrum sit, certumnon est, ita ut fortasse sensu faciat regem iniquitas imperandi, innocentem autemmilitem ostendat ordo serviendi, quod tamen ita est intelligendum, si miles subreipublicae sit vel principis imperio. Nam quos nulla parendi necessitas excusat, his sine

    peccato non licet militare, officium reipublicae vel principi praestare injustum bellum

    gerenti, quamvis de justitia ejus dubitetur, et ablata debent restituere, ut viri doctissimideclarant42. Acjuvat hanc sententiam Ambrosius, qui sic scripsit in Libro de Officiis43:

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_42_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_43_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_43_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_42_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005.htm#N_41_
  • 5/28/2018 Democrates Alter

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    Si non potest subvenire alteri nisi alter laedatur, commodius est neutrum juvari quamgravari alterum. Causarum autem justi belli quarum illa gravissima est, et maximenaturalis, ut vi, cum non licet aliter, vis illata repellatur. Nam ut paulo ante dicebam,auctore Innocentio Pontifice: omnes leges, omniaque jura vim vi repellere cunctisquesese defensare pemittunt44. Ad quod potissimum bellum natura caeteros etiam

    animantes unguibus, cornibus, dentibus, ungulis vel aliter armatis, hominem ad omniabella manu, quae pro unguibus, cornibus, ungulis, hasta et gladio est, et quocumquearmorum genere manus uti potest; praeterea ut idem philosophus45alio in loco declarat,solertia et animi viribus naturalibus. Prudentiam et virtutem ipse nominat, quibus cumhominem dicat uti posse in utramque partem, declarat se his

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    ser una guerra justa. Y qu suceder si un prncipe, movido no por avaricia ni por sedde imperio, sino por la estrechez de los lmites de sus Estados por la pobreza de ellos,mueve la guerra sus vecinos para apoderarse de sus campos como de una presa casi

    necesaria?

    D.-Eso no seria guerra sino latrocinio. Justas han de ser las causas para que la guerrasea justa; pero esas causas son ms para consideradas por los prncipes que por lossoldados, porque el varn justo, como dice San Agustn, aunque milite bajo un reysacrlego, puede lcitamente pelear sus rdenes y cumplir las que se le den, siempreque no sean contra el precepto divino, cuando puede dudarse que lo sean; y as en elrey estar la iniquidad de mandar y en el inocente soldado el mrito de obedecer, si bienesto ha de entenderse cuando el soldado est sometido la potestad de la repblica del

    prncipe. Porque aquellos quienes no excusa ninguna necesidad de obedecer, nopueden, sin pecado, militar al servicio de una repblica de un prncipe que hace guerrainjusta de dudosa justicia, y deben restituir todo aquello de que se apoderaren, segnvarones doctsimos declaran. Confirma esta sentencia San Ambrosio, en su libro Deofficiis: Si no se puede ayudar uno sin ofender otro, mejor es no auxiliar ningunode los dos que causar perjuicio uno de ellos. Entre las causas de justa guerra, la msgrave, la vez que la ms natural, es la de repeler la fuerza con la fuerza, cuando no se

    puede proceder de otro modo; porque como he dicho antes con autoridad del papaInocencio, permtese cada cual el rechazar la agresin injusta. Y para eso lanaturaleza, que arm todos los dems animales con uas, cuernos, dientes y otrasmuchas defensas, prepar al hombre para toda guerra, dndole las manos, que puedensuplir las uas, los cuernos, los colmillos, la lanza y la espada, porque pueden

    manejar todo gnero de armas. Dile adems talento industria sagaz y diligente,facultades naturales del nimo, que Aristteles nombra prudencia y virtud en sentidolato; porque el mismo filsofo de ellas dice que pueden usarse en bien y en mal, siendoas que de la virtud, estrictamente considerada, no hay quien pueda abusar, como elmismo filsofo lo declara.

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    nominibus abusum fuisse; cum idem alio in loco virtute neminem abuti profiteatur46.

    Secunda causa justi belli est ut res ablatae repetantur, quam causam seculum fuisse

    videmus47Abraham in bello quo persecutus est Chodorlahomor Elamitarum regem etsocios principes qui, Sodomis direptis, Loth fratris ejus filium captivum cum ingenti

    http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12593394228031524198624/not00005