Debate Kuhn - Popper

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1 I. Lakatos & A. Musgrave 103. N. R. Hanson, Observation and Explanation (ed. postuma y prefacio de S. Toulmin), M York-Londres, 1971» págs. 49 y sigs. 104. Hanson, op. cit,, págs. 58-59. - 105. Interpretado desde esta perspectiva, el perspicaz trabajo de Uiises Moulines, «Lo analítico y lo sintético: dualismo admisible», Teorema, III, 1, 1973, págs. 89-97, podría entenderse más bien como una puntualización a —y hasta, en cierto sentido, como una generalización de— la tesis de Quine que no como un intento de refutarla (véase una observación análoga a ésta en José Ferrater Mora, Cambio de marcha en filosofía, Madrid, Alianza, 1974, III par- te, § 3). 106. Lakatos, op. cit., Apéndice, págs. 291 y sigs. 107. Sobre la trascendencia de la «tesis de Condillac» para la epistemología positivista —y, generalizando, la filosofía analítica de la ciencia en su casi tota- lidad— puede verse el capítulo III de mi libro Adversas Positivistas, Madrid, en prensa. 108. Debo la mayor parte de mi información acerca de estos extremos, y en especial la relativa a la anunciada obra de J. M. Lévy-Leblond y A. Jaubert, Autocritique. de la Science, a una ponencia presentada por mis compañeros de la Facultad de Ciencias José Luis Montesinos y Antonio Martinón en el Seminario de Ciencias y Humanidades del. Departamento de Filosofía de la Universidad de La Laguna. ¿Lógica del descubrimiento o psicología de la investigación? {1) THOMAS S. KUHN Universidad de Princeton Me propongo oponer en estas páginas el punto de vista del desarrollo científico, cuyas líneas generales se encuentran en mi libro La Estruc- tura de las Revoluciones Científicas, a los puntos de vista de nuestro presidente, Sir Karl Popper, que son mejor conocidos. 2 De ordinario, yo declinaría tal empresa porque no soy tan optimista como Sir Karl acerca de la utilidad de las confrontaciones. Además, he admirado su obra durante demasiado tiempo para que pueda ahora convertirme fá- cilmente en crítico. No obstante, estoy convencido de que por esta vez debe Hacerse el intento. Aun antes de que mi libro se publicase hace dos años y medio, había yo empezado a descubrir características espe- ciales y frecuentemente enigmáticas de la relación entre mis puntos de vista y los suyos. Voy a decir por. qué pienso que ocurre así. E n ^ s i j^da^ la¿_o^sjones en jque Sir Karl , y yo nos dirigimQs.„.ex- pKdtamengg al mismo problema, ^jgjmjos_de_ykta_ acerca de la cien- cia y los míos son muy aproximadamente idénticos. 3 Ambos estamos ocupaosjiias con la dinámica delprocescTmediante el_cual se adguie;; re el conocimiento, científico que^con' I'a ésEuctura lógica de los produc- tos de la investigación científica. Dada esta ocupación', ambos ponemos g E m ^ S T M o s legítimos, en los hechos y también en el espíritu de j%jd¿^iejqtí¿ca^Le.aj.^ : -y amboTlTmenudo nos volvernos a la historiad erTbusca de~eííosrXpartÍr de este fondo 3e datos comunes* extraemos" mücKa?'Tonclusiones idénticas. Ambos rechazamos el punto de vista de que la ciencia progresa por acumulación;' en lugar d^etIF"amEor Ó - CRÍTICA Y CONOCIMIENTO

Transcript of Debate Kuhn - Popper

  • 1 I. Lakatos & A. Musgrave

    103. N. R. Hanson, Observation and Explanation (ed. postuma y prefacio de S. Toulmin), M York-Londres, 1971 pgs. 49 y sigs.

    104. Hanson, op. cit,, pgs. 58-59. -105. Interpretado desde esta perspectiva, el perspicaz trabajo de Uiises

    Moulines, Lo analtico y lo sinttico: dualismo admisible, Teorema, III, 1, 1973, pgs. 89-97, podra entenderse ms bien como una puntualizacin a y hasta, en cierto sentido, como una generalizacin de la tesis de Quine que no como un intento de refutarla (vase una observacin anloga a sta en Jos Ferrater Mora, Cambio de marcha en filosofa, Madrid, Alianza, 1974, III par-te, 3).

    106. Lakatos, op. cit., Apndice, pgs. 291 y sigs. 107. Sobre la trascendencia de la tesis de Condillac para la epistemologa

    positivista y, generalizando, la filosofa analtica de la ciencia en su casi tota-lidad puede verse el captulo III de mi libro Adversas Positivistas, Madrid, en prensa.

    108. Debo la mayor parte de mi informacin acerca de estos extremos, y en especial la relativa a la anunciada obra de J. M. Lvy-Leblond y A. Jaubert, Autocritique. de la Science, a una ponencia presentada por mis compaeros de la Facultad de Ciencias Jos Luis Montesinos y Antonio Martinn en el Seminario de Ciencias y Humanidades del. Departamento de Filosofa de la Universidad de La Laguna.

    Lgica del descubrimiento o psicologa de la investigacin?{1)

    T H O M A S S. K U H N

    Universidad de Princeton

    Me propongo oponer en estas pginas el punto de vista del desarrollo cientfico, cuyas lneas generales se encuentran en mi libro La Estruc-tura de las Revoluciones Cientficas, a los puntos de vista de nuestro presidente, Sir Karl Popper, que son mejor conocidos.2 De ordinario, yo declinara tal empresa porque no soy tan optimista como Sir Karl acerca de la utilidad de las confrontaciones. Adems, he admirado su obra durante demasiado tiempo para que pueda ahora convertirme f-cilmente en crtico. No obstante, estoy convencido de que por esta vez debe Hacerse el intento. Aun antes de que mi libro se publicase hace dos aos y medio, haba yo empezado a descubrir caractersticas espe-ciales y frecuentemente enigmticas de la relacin entre mis puntos de vista y los suyos. Voy a decir por. qu pienso que ocurre as.

    E n ^ s i j ^ d a ^ la_o^sjones en jque Sir Karl , y yo nos dirigimQs..ex-pKdtamengg al mismo problema, ^ jgjmjos_de_ykta_ acerca de la cien-cia y los mos son muy aproximadamente idnticos.3 Ambos estamos ocupaos j i i a s con la dinmica delprocescTmediante el_cual se adguie;; re el conocimiento, cientfico que^con' I'a sEuctura lgica de los produc-tos de la investigacin cientfica. Dada esta ocupacin', ambos ponemos g E m ^ S T M o s legtimos, en los hechos y tambin en el espritu de j%jd^iejqtca^Le.aj.^:-y amboTlTmenudo nos volvernos a la historiad erTbusca de~eosrXpartr de este fondo 3e datos comunes* extraemos" mcKa?'Tonclusiones idnticas. Ambos rechazamos el punto de vista de que la ciencia progresa por acumulacin;' en lugar d^e t IF"amEor

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    ponemos.el nfasis en. el proceso revolucionario .medante_el_^ue una., vieja teora es rechazada y sustituida por una nueva incompatible con 5jbJ Y flmbos subrayam(^~*con tuerza eT papel que en este proceso fuega el eventual tracaso de la vieja teora en hacer trente a los desa-fos que le dirigen la lgica, la experimentacin o la observacin.:: Por ltimo, Sir Karl y yo estamos unidos en oposicin a algunas de las tesis ms caractersticas del PojjtMsmQ^lsico. : ^Sos J ^brayamos ? por ejemplo, la_trabazn ntima e inevitable de la^b^erv^ij^entffica con la teora, cientfica^., por consiguiente, somos escpticos .ante . los "esfuerzos para p roduc i rn lenguaje^obse.ryacipnal j ieutro.^y ios dos imisHmBs^^ pueden con toda propiedad-' tratar de i n v e n m j g o r ^ lo hagan en trmmH^e^eto.?yng^:gualquiera que sea el sjgiificado que esta ultima frase pueda tener.

    sta lista, aunque de ningn mod agota los puntos en los que Sir Karl y yo coincidimos,5 es ya lo bastate amplia como para situar-nos .en la misma minora entre los filsofos de la ciencia contempor-neos. sta es, presumiblemente, la razn por la que los seguidores de Sir Karl han constituido con cierta regularidad el pblico filosfico que ha sido ms comprensivo conmigo, y al que sigo estando agrade-cido. Pero mi gratitud es de diversos tipos. El mismo acuerdo que pro-voca la solidaridad de este grupo, muy a menudo dirige su inters errneamente. Con frecuencia, los seguidores de Sir Karl leen muchas partes de mi libro como captulos de una revisin tarda (y, para al-gunos, drstica) de su ya clsico The Logic of Scientific Discovery. Unos de ellos pregunta si el punto de vista de la ciencia que est deli-neado en mi Estructura de las Revoluciones Cientficas no ha sido durante largo tiempo conocimiento comn. Otro, ms caritativamente, limita mi originalidad a la demostracin de que los descubrimientos-de-hechos tienen un ciclo vital muy similar al que muestran las inno-vaciones-de-teora. Otros hay que se encuentran satisfechos en general con el libro, pero discuten los dos puntos, de importancia secun-daria en los que mi desacuerdo con Sir KarLesms_explcto: el n-fasis que pongo en la importancia del compromiso profundo con la t r a -

    "dcin y mOescontento con las implicaciones que conlleva el trmino ^lalsacin ". Dicho brevemente, todas estas personas IeiTmi"'libro a travs'de'iinas gafas muy especiales, pero hay otro modo de leerlo. La mirada a travs de esas gafas no est equivocada (m acuerdo con Sir Karl es real y sustancial). Sin embargo, casi invariablemente los lecto-

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    res ajenos ai crculo popperiano dejan incluso de observar que el acuer-do existe, y son estos lectores los que con ms frecuencia reconocen (no necesariamente con simpata) los que me parecen ser los puntos centrales. Mi conclusin es que un cambio de gestalt divide a los lec-tores de mi libro en dos o ms grupos. El deseo de entender cmo puede ocurrir esto es lo que motiva la presente comparacin de mi punto de vista con el de Sir Karl.

    La comparacin no debe ser, sin embargo, una nueva yuxtaposicin punto por punto. Lo que requiere atencin no es tanto el rea peri-frica en la que han de aislarse nuestros eventuales desacuerdos de segunda importancia, sino la regin central en la que parecemos estar de acuerdo. Sir Karl y yo recurrimos a los mismos datos; hasta un extremo poco comn, estamos viendo las mismas lneas sobre el mis-mo papel; preguntados acerca de esas lneas y esos datos, con frecuen-cia damos respuestas virtualmente idnticas, o al menos respuestas que inevitablemente parecen idnticas vistas en el obligado aislamiento del modo pregunta-y-respuesta. No obstante, experiencias como las arriba mencionadas me convencen de que cuando decimos las mismas cosas nuestras intuiciones son a menudo muy diferentes. Aunque las lneas sean las mismas, las figuras que de ellas emergen no lo son. Por eso es por lo que, ms que un desacuerdo, yo llamo a lo que nos separa un caSB^jo^jSjjjestalt, y por eso estoy tambin, perplejo e intrigado sobre, ramo e x j ^ ^ Cmo voy a persuadir a Sir Karl7~que sabe todo lo que yo s acerca del desarrollo cientfico y que de un modo u otro ya lo ha dicho l, de que lo que l llama pato puede ser visto como un conejo? Cmo voy a mostrarle lo que su-pondra llevar mis gafas cuando l ya ha aprendido a mirar a travs de las suyas todo cuanto yo pueda sealar?

    En esta situacin se requiere un cambio de estrategia, que viene a la mente por s solo. Releyendo una vez ms varios de los principales libros y ensayos de Popper, vuelvo a encontrar una serie de frases que se repiten y que, aunque las entiendo y no estoy en total desacuer-do con ellas, son expresiones que yo nunca empleara en los mismos lugares. Indudablemente estas frases sirven muy a menudo como met-foras que se aplican retricamente a situaciones para las que Sir Karl ha dado en algn otro lugar descripciones admirables. Sin embargo, para el presente propsito estas metforas, que me chocan por ser pa-tentemente inapropiadas, puede que sean ms tiles que descripciones ms francas y directas. Es decir, pueden ser sntoma de diferencias

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    contextales que una cuidadosa expresin literal oculta sin embargo. Si esto es as, entonces" esas locuciones puede que funcionen no como lneas-sobre-un-papel sino como la oreja-de-conejo, la toquilla, o la cinta-a-la-garganta que uno aisla cuando ensea a un amigo a transfor-mar su manera de ver un diagrama como un todo. Eso es al menos lo que yo espero de ellas. Tengo en la mente cuatro de esas diferencias de., expresin y las tratar una tras otra.

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    Uno : de los puntos ms importantes de coincidencia entre Sir Karl y yo es el de nuestra insistencia en que el anlisis deludes arro-llo del. conoc rnje.nto jcient^Q3_debe_jtener en cuentael, , modo,, como. la ciencia., trabaja en readad. Siendo "esto as, me sorprenden algu-nas de sus repHidas^ene"falizaciones. Una de stas aparece al prin-cipio del primer captulo de su The Logic of Scientific Discovery: El cientfico escribe Popper, sea terico o experimental, propone enunciados, y los contrasta paso a paso. En particular, en el campo de las ciencias empricas, construye hiptesis, o sistemas de teoras, y las contrasta con la experiencia mediante observaciones y experimen-tos. 8 Esta afirmacin es virtualmente un clis, pero al aplicarla presenta tres problemas. Es ambigua porque nojacierta_a especificar_si son los " enunciados. "_o.. lasj^teoras" quienes son contrastados. Es ver-dad que esta ambigedad pued*eHmiafs'~rFmitindonos a otros pa-sajes de la obra de Sir Karl, pero la generalizacin que resulta es histricamente errnea. Adems, el error es importante, porque la for-ma inambigua de la descripcin omite justamente la caracterstica de la prctica cientfica que mejor distingue la ciencia del resto de los

    v trabajos de creacin. * Hay un tiBCLjdeJlenmiciadaoJlMp.tesiaL-qu.eJos-.cientficos repe-

    tidamente^ometen^a_contrastac^ Me refiero a los enun-ciados que expresan las conjeturas de un individuo acerca del modo ms apropiado de relacionar el propio problema de investigacin con el corpuT^el^njociim^ considera vlido. El cen-tfico puedeTpor ejemplo, conjeturar que cierto elemento qumico des-conocido contiene la sal de una tierra rara, que la obesidad de sus ratas

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    experimentales se debe a un componente especfico en su dieta, o que el modelo espectral recientemente descubierto debe entenderse como un efecto del espn nuclear. En cada caso, los pasos siguientes en la in-vestigacin tendrn como objeto contrastar la conjetura o hiptesis. Si j a conjetura o hiptesis lograpasarsuficientescontrastaciones o con-trastaciones^suficientemente severas, el cientfico habr hecho un des-cubrimientoj^aLmenosJ^ en-frentaba. S.r^o, obtiene ..que abandonar el rompecabezasgor completo o tiene^uejtate^ Mu-chos problemas de investigacin, aunque desde luego no todos, tienen esta forma. Las contestaciones de esta especie son un componente tpico de lo que en otra parte he llamado "ciencia normal" o "investigacin normal", una actividad que da cuenta de la inmensa mayora del tra-bajo que se hace en la ciencia bsica. Sin embargo, tales contrastacio-nes m j j e n e n ix&jabieto la teora establecida. Por el contrario, cuando est ocupado en un problema de investigacin normal," el cientfico debe contar con una teora establecida que tiene como misin sentar las reglas del juego. El objeto del cientfico es resolver un . rompecabezas, preferiblemente uno en el que otros hayan fracasado, y para podeiidefinir ese rompecabezasjgvgarantizar que, si se tiene suficiente inteligencia, pue-da resolverse, se requiere una teora establecida.7 Desde luego que quien lleve a la prctica tal empresa debe contrastar con frecuencia la conjetu-ra que su ingenio le sugiere como solucin al rompecabezas. Pero es slo su conjetura personal la que. se contrasta. Si fracasa en la contrastacin, slo su propia capacidad es impugnada, no el corpus de la ciencia establecida. Dicho brevemente, aunque las contrastaciones son frecuen-tes en la ciencia normal, estas conrastaciqries soji_de_una especie, par-ticular, puesto queen eTanlisis final, ms que la teora vigente, quien es sometido a ~co"trastac"on es el"~cientfico""considerado individual-mente^ ~ N o es sta, sin embargo, la clase de contrastarin en lasque Sir_Karl

    piensa. l est sobre todo interesado en los procedimientos mediante los cuales la ciencia crece, y est convencido de que ese "crecimiento" no tiene lugar fundamentalmente por acumulacin sino por el "derro-camiento revolucionario" de una teora aceptada y su reemplazamiento por otra mejor.8 (Que el "crecimiento" incluye el "repetido derroca-miento" es por s mismo una rareza- lingstica cuya raison d'tre se har ms. visible cuando estemos un poco ms adelante.) Desde este punto de vista, las contrastaciones a las que Sir Karl da nfasis son

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    aquellas que se realizaron para explorar las limitaciones de la teora aceptada o para amenazar lo ms posible a una teora vigente. Entre sus ejemplos favoritos, todos ellos sorprendentes y destructivos en su resultado, estn los experimentos de Lavoisier sobre la oxidacin, la expedicin al eclipse de 1919, y los recientes experimentos sobre la conservacin de la paridad.9 Todas, desde luego, son contrastaciones clsicas, pero al emplearlas para caracterizar la actividad cientfica Sir Karl omite algo extremadamente importante acerca de ellas: el hecho de que episodQa__CQmo stos son muy raros en el desarroHcLdeJ,acien-cia. Cuando ocurren, son generalmente causados o bien por una crisis previa en el campo correspondiente (los experimentos de Lavoisier o los de Lee y Yang10) o bien por la existencia de una teoria_qae_est_en conflicto con los cnones de investigacin existentes (la relatividad general de Einstein). Son, sin embargo, aspectos de, u ocasiones para, lo que en otro lugar he llamado "investigacin extraordinaria , una empresa en la que los cientficos s que hacen aar3e~dfe muchas de las caractersticas que seala Sir Karl, pero tambin una empresa que, al menos en el pasado, slo se ha hecho presente de manera intermitente y bajo circunstancias muy especiales en toda especialidad cientfica.11

    Sugiero, pues, que Sir Karl ha cara&srizadoJi idaJa^^ tfica en trminos que slo se aplican a sus partes revolucionarias, que se preseiitan_jde--cuandcL-n cuando. Su nfasis es natural y comn:

    ' los brillantes resultados- de Coprnico o Einstein se dejan leer mejor que los de Brahe o Lorentz; no sera Sir Karl el primero que tomase equivocadamente lo que yo llamo ciencia normal por una actividad in-trnsecamente carente de inters. Sin embargo, es probable que ni la ciencia ni el desarrollo del conocimiento puedan entenderse si la investigacin se ve exclusivamente a travs de las revoluciones que produce de cuando en cuando. Por ejemplo, aunque la contrastacin de los presupuestos bsicos slo tiene lugar en la ciencia extraordina-ria, es la ciencia normal quien pone al descubierto tanto los puntos especficos que hay que contrastar como el modo de realizar la Contras-tacin. Digmoslo otra vez, es para la prctica normal y no para la prctica extraordinaria de la ciencia para lo que los cientficos estn entrenados; si, no obstante, consiguen desplazar y reemplazar las teo-ras de las que depende la prctica normal, esto es algo raro que es preciso explicar. Por ltimo, y ste es por el momento mi punto prin-cipal, una atenta mirada a la empresa cientfica sugiere que, mejor que la ciencia extraordinaria, e^ladencia normal, en la que no se presen-

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    ta el tipo de contrastacin de Sir Karl, la que..con ms justeza distin-gue la ciencia de las otras actividades. Si existe un criterio de demarca-; cin (no pienso que debamos buscar uno muy tajante o decisivo), *, puede que est precisamente en esa parte de la ciencia que Sir Karl . ignora.

    En uno de sus ensayos ms sugerentes, Sir Karl remonta el origen de la tradicin de la discusin crtica [la cual] representa l nico modo practicable de ampliar nuestro conocimiento a los filsofos griegos de Tales a Platn, que fueron quienes, a su juicio, estimularon la discusin crtica tanto entre escuelas como entre los componentes de cada escuela.12 La descripcin que Sir Karl hace del pensamiento de los presocrtcos es muy atinada, pero lo descrito no se parece en nada a la ciencia. Se trata ms bien de la tradicin de propuestas, contrapropuestas y debates sobre los fundamentos que, quizs ex-cepto durante la Edad Media, han caracterizado a la filosofa y a gran parte de la ciencia social desde entonces. Ya en el perodo helenstico las matemticas, la astronoma, la esttica y las partes geomtricas de la ptica haban abandonado este tipo de discurso para pasar a la re-solucin de rompecabezas. Otras ciencias, en nmero creciente, han expe-rimentado desde entonces la misma transicin. En cierto sentido, por poner cabeza abajo la opinin de Sir Karl, es precisamente el abandono !

    dgLdiscnr.so rrtco_lo_que_marca_Ja transicin a la ciencia. Una vez que determinado. campo ha hecho esa transicin, jslo se vuelve ...al,, discurso crtco_erLos~momentas^ campo estn_denuey_o^enjejigro.13 Los cientficos solamente se com-portan como filsofos cuando deben decidir entre teoras en conflicto. A mi juicio, es por esto por lo que la brillante descripcin que hace Sir Karl de las razones para elegir entre sistemas metafsicos se parecen tanto a la descripcin que hago yo de las razones para elegir entre teoras cientficas.14 Intentar mostrar brevemente que la contrastacin

    jng a r 1 in papel muy decisivo en ninguna eleccin. Hay, sin embargo, una buena razn que explica por qu la con-

    trastacin ha parecido jugar ese papel, y cuyo examen atento puede al fin hacer que el pato de Sir Karl se convierta en mi conejo. No puede exis-tir ninguna actividad de resolucin de rompecabezas salvo que quienes la practiquen compartan criterios que, para ese grupo y ese momento, determinen cundo puede darse por resuelto un determinado rompeca-bezas. Los mismos criterios determinan necesariamente cundo se ha fracasado en hallar una solucin, y todo aquel que haga una eleccin pue-

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    de considerar ese fracaso como el fracaso de una teora en pasar una con-trastacin. Como ya he dicho repetidamente, por lo general no se con-sidera de este modo. Se echa la culpa a quien ha trabajado, y no a sus herramientas. Ahora bien, en circunstancias especiales que induzcan a una crisis en la profesin (por ejemplo, un fracaso de mucho bulto, o el repetido fracaso de los profesionales ms brillantes) la opinin del grupo puede cambiar. Lo que previamente haba sido un fracaso perso-nal, puede llegar entonces a ser considerado como el fracaso de la teora que est bajo contrastacin. Despus de esto, como la contrasta-cin surgi a partir de un rompecabezas y conllevaba por tanto unos cri-terios establecidos para su solucin, se muestra ms estricta y ms di-fcil de evadir que las contestaciones utilizables en una tradicin cuyo estilo normal es el discurso crtico ms que la resolucin de rompe-cabezas.

    Por o tanto, en cierto sentido, e l j jgor de los,_criterios de contras-tacin^ no es ms que una cara de la moneda de la que la otra cara.es la tradicin de resolucin de rompecabezas. Es por esto por lo que la lnea de demarcacin de Sir Karl y_la__ma_. coinciden, con tanta frecuencia. sta coincidencia, sin embargo, no lo es ms que su resultado; _el proceso por el que se aplican ambas lneas de demarcacin es muy difHteTy est^proces^ddmita-los.-.distntos.aspectos^de la actividad acerca de la aial debe_decidirse^ si es _o no esciencta. Considerando los casos difciles, por ejemplo, el psicoanlisis o la historiografa marxis-ta, para los cuales nos dice Sir Karl que elabor inicialmente su cri-terio, 15 tambin soy de la opinin de que no puede llamrseles "cien-cia". Pero yo llego a esta conclusin por un camino mucho ms direc-to que el suyo. Un breve ejemplo puede que sirva para sugerir que de los dos criterios, contrastacin y resolucin de rompecabezas^ el ltimo es el menos equvoco, y. el ms_fundamental.

    Para evitar controversias contemporneas que no son del caso, voy a considerar la astrologa, en lugar de, por ejemplo, el psicoanlisis. La astrologa es el ejemplo que ms frecuentemente cita Sir Kart como "pseudociencia".16 Dice: Al hacer suficientemente vagas sus interpre-taciones y profecas, los astrlogos eran capaces de explicar todo aque-llo que, si la teora y las profecas hubiesen sido ms precisas, pudiera haber constituido una refutacin de la teora. Tratando de escapar a la falsacin destruan la contrastabilidad de la teora.17 Esas generali-zaciones captan algo del espritu de la actividad astrolgica. Pero, to-madas al pie de la letra, como ha de hacerse si es que han de propor-

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    cionar un criterio de demarcacin, son imposibles de sustentar. La his-toria de la astrologa durante los siglos en que tuvo buena reputacin intelectual contiene muchas predicciones que fracasaron categricamen-te. 18 Ni siquiera los exponentes ms vehementes y convencidos de la astrologa ponan en duda que esos fracasos se repetiran. La astrolo-ga no puede dejarse fuera de las ciencias por la forma en que haca sus predicciones.

    Ni tampoco se la puede dejar fuera por el modo que tenan de ex-plicar el fracaso quienes la practicaban. Los astrlogos indicaban, por ejemplo, que, al contrario de las predicciones generales acerca de, pongamos por caso, las tendencias naturales de un individuo o una ca-tstrofe natural, el pronstico del futuro de un individuo era una tarea inmensamente compleja, que exiga la mayor habilidad, y una tarea extremadamente sensible a los ms pequeos errores en los datos per-tinentes. La configuracin de las estrellas y los ocho planetas estaba cambiando constantemente; las tablas astronmicas" utilizadas para el clculo de la configuracin en el momento del nacimiento de un indi-viduo eran notablemente imperfectas; pocos hombres saben el instante de' su nacimiento con la debida precisin.19 No hay que extraarse, por tanto, de que los pronsticos fallasen con frecuencia. Slo cuando la astrologa misma lleg a carecer de plausibilidad, empezaron estos argumentos a dar la impresin de que daban por cierto precisamente lo que estaba en cuestin.20 Argumentos como stos se emplean hoy da regularmente cuando, por ejemplo, se trata de explicar los fracasos en medicina o en meteorologa. Y en las pocas difciles tambin se los encuentra en las ciencias exactas, en campos como la fsica, la qumica y la astronoma.21 No haba nada anticientfico en las explicaciones que los astrlogos daban de sus fracasos.

    No obstante, la astrologa no fue una ciencia. Ms bien fue un oficio, una de las artes prcticas, con estrechas semejanzas con la in-geniera, la meteorologa y la medicina tal como estos campos se prac-ticaron hasta hace poco ms de un siglo. A mi juicio hay un estrecho paralelismo con la vieja medicina y el psicoanlisis contemporneo. En cada uno de estos campos, la teora aceptada slo serva para establecer la plausibilidad de la disciplina y para dotar de cierto sello de raciona-lidad a las varias reglas del oficio que guiaban la prctica. Estas reglas haban demostrado su utilidad en el pasado, pero nadie supona que fuesen suficientes para impedir los fracasos repetidos. Se deseaban unas reglas ms potentes y una teora ms articulada, pero habra sido ab-

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    surdo abandonar una disciplina plausible y muy necesaria con una tra-dicin de xitos parciales por la simple razn de que estos desiderata no estuviesen todava prximos a alcanzarse. En ausencia de ellos, sin embargo, ni el astrlogo ni el mdico podan investigar. Aunque tuvie-ran reglas que aplicar, no tenan ningn rompecabezas que resolver y por tanto ninguna ciencia que practicar.22

    Comprense las situaciones del astrnomo y el astrlogo. S la pre-diccin de un astrnomo fallaba y sus. clculos se revisaban, poda esperar corregir los errores. Quiz los datos fuesen errneos: podan volverse a examinar las antiguas observaciones y podan hacerse nuevas medidas, tareas ambas que presentaban una gran cantidad de rompecabe-zas instrumentales y de clculo. O quiz la teora necesite ajustes, sea mediante la manipulacin de epiciclos, excntricas, ecuantes, etc., sea mediante reformas ms fundamentales de la tcnica astronmica. Duran-te ms de un milenio hubo rompecabezas tericos y.matemticos en tor-no a los cuales, y a sus contrapartidas instrumentales, se constituy la tradicin investigadora de la astronoma. El astrlogo, por el contrario, no tuvo tales rompecabezas. Poda explicarse el hecho de que hubiera fra-casos, pero los fracasos especficos no daban lugar a la investigacin de enigmas, porque ningn hombre, por hbil que fuera, poda hacer uso de esos fracasos en un intento constructivo de reconsiderar la tradicin astrolgica. Haba demasiadas fuentes posibles de dificultades, muchas de las cuales estaban ms all del conocimiento, del control o de la responsabilidad del astrlogo. Del mismo modo, los fracasos individua-les no eran informativos, y no reflejaban la competencia del pronosti-cador a los ojos de sus colegas.23 Si bien eran las mismas personas quienes practicaban regularmente la astronoma y la astrologa, in-cluidos Ptolomeo, Kepler y Tycho Brahe, nunca hubo un equivalente astrolgico de la tradicin astronmica de resolucin de rompecabezas. Y sin. rompecabezas, que primeramente desafen y luego den prueba del ingenio del trabajador individual, la astrologa no poda convertirse en ciencia, incluso aunque las estrellas hubiesen, en efecto, controlado el destino humano.

    Resumiendo, aunque los astrlogos hicieron predicciones contrasta-bles y reconocieron que estas predicciones fallaban algunas veces, ni se comprometieron ni podan hacerlo en el tipo de actividades que normalmente caracterizan a todas las ciencias reconocidas. Sir Karl est en lo cierto al excluir la astrologa de las ciencias,-pero su excesiva polarizacin sobre las revoluciones que de cuando en cuando ocurren

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    en la ciencia le impide ver cul es la razn ms poderosa para ha-cerlo as.

    Este hecho, a su vez, puede explicar otro rasgo extrao de la his-toriografa de Sir Karl. Si bien subraya repetidamente el papel de las contrastaciones en el reemplazamiento de teoras cientficas, se ve tambin obligado a reconocer que muchas teoras, por ejemplo la de Ptolomeo, fueron reemplazadas antes de haber sido efectivamente con-trastadas. 24 En algunas ocasiones, al menos, las contrastaciones no son un requisito para las revoluciones a travs de las cuales avanza la cien-cia. Pero esto no es cierto de los rompecabezas. Aunque las teoras que cita Sir Karl no hubieran sido sometidas a contrastacin antes de su eliminacin, ninguna de ellas fue reemplazada antes de que hubiese cesa-do de sostener adecuadamente una tradicin de resolucin de rompeca-bezas. El estado en que se encontraba la astronoma era un escndalo a principios del siglo xvi. Sin embargo, la mayora de los astrnomos pensaban que reajustes normales en un modelo esencialmente ptolo-meico restableceran adecuadamente la situacin. En este sentido la teora no haba fallado una contrastacin. Pero unos pocos astrnomos, Coprnico entre ellos, sentan que las dificultades deban estar en el propio tratamiento de Ptolomeo ms que en las versiones particulares d la teora ptolomeica desarrolladas hasta entonces, y los resultados de esta conviccin ya se conocen. La situacin es tpica.25 Con o sin' contrastaciones, una tradicin de resolucin de rompecabezas es capaz de preparar el caminopara su propia eliminacin. Confiar en la contras- :

    tacin como si se tratase del sello que distingue a la ciencia es omitir ;

    lo que los cientficos hacen generalmente y, con ello, omitir el rasgo ms caracterstico de su actividad.

    I I

    Con la base que nos dan las consideraciones precedentes podemos descubrir rpidamente la razn y las consecuencias de otra de las ex-presiones favoritas de Sir Karl. El prefacio a Conjeturas y refutaciones comienza con la siguiente frase: Los ensayos y las conferencias que componen este libro son variaciones sobre un solo tema muy simple: la tesis de que podemos aprender de nuestros_errores. Es el propio Sir

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    Kari quien subraya; la tesis se repite en sus escritos desde una poca muy temprana;28 considerada aisladamente, es inevitable asentir. Todo el mundo puede aprender y de hecho aprende de sus errores; aislarlos y corregirlos es una tcnica esencial para ensear a los nios. La ret-rica de Sir Karl tiene sus races en la experiencia cotidiana. Sin embar-go, en los contextos en que l invoca este imperativo familiar, sus apli-caciones se muestran decididamente poco claras. No estoy seguro de que se haya cometido un error; al menos un error del que pueda aprenderse.

    No es preciso enfrentarse a los profundos problemas filosficos que presentan los errores para ver el asunto que est en discusin en- ste momento. Decir que la suma de tres y tres es cinco, o deducir de "todos los hombres son mortales" que "todos los mortales son hombres" son errores. Por otras razones, es un error decir "l es mi hermana", o informar de la presencia de un campo elctrico fuerte- cuando la comprobacin de las cargas indica lo contrario. Es presumible que haya otros tipos de errores, pero todos los errores normales probable-mente comparten las siguientes caractersticas. Un error es algo que sg^ hace, o se comete,-en un t i e m p o J ^ 5 _ l u g a r determinados por un individuo particular. Ese individuo ha dejado de ob_edecer jtlguna re-gla establecida._ de la lgica, o del lenguaje_o de las relaciones entre uno de stos y la experiencia. O en lugar de ello puede que no haya reparado en las consecuencias de una determinada eleccin entre las alternativas que le permiten las reglas. El individuo puede aprender de su error- slo porque el grupo cuya prctica incluye estas reglas puede aislar el fallo del individuo al aplicarlas. En pocas palabras, los,, tipos dg errores ajbs_que se aplica mJs_obyjamenteel _ imperativo de Sir Karl son los fallos de comprensin o de reconocimiento _ que. tiene un individuo en el interior de una actividad gobernada por reglas prees-tablecidas/En J a s d e n d a s , tales errores ocurren con mayor frecuencia, y qims^cliisivamente, en j^Hnterior de la prctica de la investiga-dn normal de resolucin de rompecabezas. v

    No es ah, sin embargo, donde Sir Karl los busca, porque su con-cepto de ciencia oscurece incluso la existencia de investigacin normal. En lugar de ello, se preocupa de los episodios extraordinarios o revo-ludonarios de la evolucin cientfica. Los errores que l seala no son por lo comn acciones jsinojns bien teoras cientficas del pasado: la astronoma "He Ptolomeo, la teora del fiogisto, o la dinmica newtonia-na, y, por tanto, el aprendizaje a partir de nuestros errores es lo

    Critica y conocimiento 105

    que ocurre cuando una comunidad dentfica rechaza una de estas teo-ras y la sustituye por otra.27 Si esta utilizacin no nos parece inme-diatamente extraa ello se debe" princpaEient^ que apela al residuo inductivisja que hay en todos nosotros. Al creer que las teoras vlidas son el producto de inducciones correctas a partir de los hechos, el in-ductivista est obligado a sostener tambin que una teora falsa es el resultado de un error en la induccin. En principio, al menos, est dis-puesto a responder a las siguientes preguntas: qu error se ha come-tido; cul es la regla que se ha infringido; cundo y quin, para llegar a, pongamos por caso, el sistema ptolomeico? Al hombre a quien estas preguntas le parezcan sensatas, y slo a ese hombre, es a quien no pre-sema problemas la afirmacin de Sir Karl.

    JBgo_m Sir Karljii yojsomos inductivistas. Ninguno de los dos cree-mos que haya reglas para inducir teorSTcorrectas a partir de los hechos, ni siquiera que las teoras, correctas o incorrectas, se induzcan en ab-soluto. En lugar de ello las consideramos comcT creadon^ imagi^ti-vas, mventadas de^una solajgieza para aplicarlas a la naturaleza. Y si bien sealamos que tales creaciones puede que encuentren y por lo comn en "efecto encuentran rompecabezas que no pueden resolver, tambin reconocemos que esas perturbadoras confrontaciones raramente ocurren durante algn tiempo despus de que una teora haya sido inventada y aceptada. A nuestro juido, entonces, no se cometi ningn error para llegar al sistema de Ptolomeo, y por esa razn me resulta difcil entender lo que Sir Karl tiene en la mente cuando dice que ese siste-ma, o cualquier otra teora antigua, es un error. Lo ms que podra decirse es que una teora que al principio no era un error ha llegado a serlo, o que un dentfico ha cometido el error de aferrarse a una teora durante demasiado tiempo. E incluso estas expresiones, la pri-mera de las cuales es extremadamente tosca, no nos conducen al senti-do habitual al que nos referimos con el concepto de error. Esos erro-res son los que normalmente comete un astrnomo ptolomeico (o coper-nicano) dentro de su sistema, tal vez en la observacin, en los clculos, o en el anlisis de los datos. Se trata de una clase de error que puede ais-larse y luego inmediatamente corregirse, dejando intacto el sistema ori-ginal. Por otra parte, en el sentido en queJfo emplea Sir Karl. un error contamina por completo a un . sistema y slo puede-.corregirse reemplazando todo el sistema. Ninguna forma de expresarse ni .ninguna semejanza"pueden encubrir estas diferendas fundamentales, ni pueden ocultar el hecho de que antes de que comenzase la contaminacin el

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    sistema tena la total integridad.de lo que llamamos conocimiento le-gtimo.

    Muy posiblemente el sentido que Sir Karl da a "error" pueda salvarse, pero para que la operacin de salvamento tenga xito debe despojarlo de ciertas implicaciones que suelen hacerse. Al igual que el trmjnr> 'Vnntrast f l r i r in^ t p r m i r i n J ^ t m r ^ ^ f ha t o m a d o d e k j g e n -cia normal, donde_s_uusj3__gs_j2zcfflablgfflgrrt a los episodios revolucionarios, donde sus aplicaciones son,, en el me-jor de los casos, problemticas. Esa transferencia crea, o al menos refuerza, la extendida impresin de que una teora puede juzgarse globalmente mediante el mismo tipo de criterios que se emplea para juzgar las aplicaciones de una investigacin idividal~ntro 'd una teora. El descubrimiento de criterios aplicables se hace as un desi-dertum primordial para mucha gente. Lo extrao es que Sir Karl se encuentre entre ellos, porque esa bsqueda va contra los intentos ms originales y fructferos en la filosofa de la ciencia. Pero no puedo entender de otro modo sus escritos metodolgicos a partir de la Logik der Forscbung. Lo que voy a sugerir ahora es que, a pesar de afirmaciones explcitas en contrario, Sir Karl ha buscado regu-larmente procedimientos de evaluacin de teoras que puedan ser apli-cados^onTla^apodlctlc^certeza que "es" caracterisc de las tcnicas mediante lasjgj^s.&Jdeiififiran 1o^eriX)res_enJaZiES^ gica, o en la medida. Me temo que est persiguiendo algo inalcan-zaWe_jQacdo_jieJ^_^isma combinacin de ciencia normal, y ciencia extraordinaria que hizo^giTl^ -. pareciesen un rasgo tan fundamental de las ciencias.

    I I I

    En su Logik der Forscbung, Sir Karl destac la asimetra existen-te entre una generalizacin y su negacin en cuanto se refiere a la evidencia emprica. No puede demostrarse que una teora cientfica se aplique con xito a todos sus ejemplos posibles, pero puede de-mostrarse su fracaso en aplicaciones particulares. El nfasis puesto sobre esta evidencia lgica y sus implicaciones me parece que es un paso adelante del que no debemos volvernos atrs. La misma asi-

    Critica y conocimiento 105

    metra juega un papel fundamental en mi Estructura de las Revolucio-nes Cientficas, donde el fracaso de una teora en proveer de reglas que identifiquen los rompecabezas que pueden resolverse se considera como la fuente de crisis profesionales que a menudo tienen como conse-cuencia el reemplazamiento de una teora. Mi posicin es muy prxima a la de Sir Karl, y puede muy bien ocurrir que yo la haya tomado de lo que haba odo de sus trabajos.

    Pero Sir Karl describe como "falsacinl o 'jrefutacin." lo que ocurre cuando una teora fracasa en un intento de ser aplicada, y stas son las primeras de una serie de expresiones que otra vez me chocan como extremadamente raras. Tanto "falsacin" como "refu-tacin" son antnimos de "demostracin". Estn tomados principal-mente de la lgica y la matemtica formal; las cadenas de argumen-tos a las que se aplican terminan con un "C.Q.D."; invocar estos trminos implica la capacidad de obligar al asentimiento de todo .miem-bro de la comunidad profesional correspondiente. Pero todos los aqu presentes saben que, cuando toda una teora o a menudo incluso una ley cientfica est en juego, los argumentos raramente son tan apo-dcticos. A_todo experimento se le pueden poner pegas o en cuanto a su Importancia o _erLXuanto-a-sruexa,cttud. TodasJiasJ^x^_pueden_ modificarse medane^flTos-j^aius4:es^^Qi^iii_que^..deien__de ser, en sus lneas principales, las_m3jms teoras. Adems es importante que esto sea as, porque con frecuencia es desafiando a las observaciones y reajustando las teoras como se desarrolla el conocimiento cient- fico. Estos desafos y estos reajustes son una componente clsica de la investigacin normal en la ciencia emprica, y los reajustes, por lo menos, juegan un papel dominante tambin en las matemticas no formalizadas. El brillante anlisis del Dr. Lakatos acerca de las con-trarrplicas que pueden formularse a las refutaciones matemticas, constituye el argumento ms eficaz que conozco contra la posicin fal-sacionista ingenua.38

    Sir Karl no es, desde luego, un falsacionista ingenuo,. Conoce todo lo que" acaBade decirse y lo ha subrayado desde el principio de su carrera. En su The Logic of Scientific Discovery, por ejemplo, escribe: En realidad, nunca puede ser producida una contrademostracin concluyente de una teora, una demostracin concluyente de la fal-sedad de una teora; porque siempre es posible decir que los resul-tados experimentales no son fiables o que las discrepancias que se dice que existen entre los resultados experimentales y la teora son

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    slo aparentes y desaparecern con el avance de nuestro conocimien-to.29 Afirmaciones, como stas muestran un paralelo ms entre la manera que tiene Sir Karl de ver la ciencia y la manera que tengo yo de verla, pero el significado que cada uno da a esas afirmaciones difcilmente podra ser ms distinto. Por lo que a m se refiere son fundamentales, como evidencia y como fuente. Para Sir Karl, por el contrario, constituyen una limitacin esencial, que amenaza la in-tegridad de su posicin bsica. Desechada la contrademostracin con-cluyente, Sir Karl no ha proporcionado nada que la sustituya, y la relacin que l utiliza sigue siendo la falsacin lgica. S bien Sir Karl no es un falsacionista ingenuo, sugiero que puede considerr-s.elgjegtimamente como tal.

    Si su nico inters fuese la demarcacign, jos_problemas que presen-tara .nao disponer de contrademostraciones concluyentes seran me-nos graves y quizs eliminables. Esto es, podra conseguirse la de-marcacin mediante un criterio exclusivamente $intctic~5q~"La~~opi" nin de Sir Karl sera entonces, y quiz lo es, que una teora es cientfica si y slo si pueden deducirse lgicamente de ^H^eucia^ os de observacin ..en particular las negaciones "de enunciados exis-tenciales singulares, quizs en conjuncin con conocimientos bsi-cos que se hayan hecho explcitos. Las dificultades (sobre las que volver en seguida) que habra en decidir si el resultado de una ope-racin particular en un laboratorio justifica la afirmacin de un enun-ciado de observacin seran de escasa importancia. Quizs, aunque la base para hacerlo as se comprende menos, las dificultades igualmen-te graves que habra en decidir si un enunciado de observacin de-ducido de una versin aproximada (por ejemplo, matemticamente manejable) de la teora debera considerarse una consecuencia de la teora misma podran eliminarse de la misma forma. Problemas como stos perteneceran no a la sintaxis sino a la pragmtica o a la semn-tica del lenguaje en el que fue expresada la teora, y no tendrn por tanto ningn papel a la hora de determinar su status como ciencia. Para que una teora sea- cientfica slo necesita ser falsable por un enunciado de observacin, no por una observacin real. La ^relacin entre, enunciados, al contrario ce la relacin entre un enunciado y una observacin, podra 'constituir la . .contrademostracin, concluyente con Ja ique estamos familiarizados en lgica y en matemticas.

    Por las razones sugeridas arriba (vase nota 21) y elaboradas inmediatamente despus, dudo que las teoras cientficas puedan,_ sin

    Critica y conocimiento 105

    cambios decisivos, expresarse en una forma que permitalos-juicios puramente sintcticos que requiere esta versin del critero_de_Sir Karl. Pero incluso si pudiesenj"~estas teorla^Tcstfids proporciona-ran una base para su criterio de demarcacin solamente, no para la lgica del conocimiento tan estrechamente asociada con l. Lalgica del conocimiento ha sido,. _sin embargo, la. ocupacin ms persistente de Sir Karl, y la nocin que tiene de ella es muy precisa. La lgica del conocimiento escribe, consiste nicamente en la investigacin de los mtodos empleados en aquellas contrastaciones sistemticas a las que debe someterse cada nueva idea si ha de ser sostenida seria-mente. 31 De esta investigacin, contina diciendo, resultan reglas metodolgicas o convenciones como sta: Una vez propuesta y con-trastada una hiptesis, y una vez demostrado su temple, no se la abandonar sin que haya una "buena razn" para ello. Una buena razn puede ser, por ejemplo... la falsacin de una de las consecuen-cias de la hiptesis.33

    Estas reglas, y con ellas toda la actividad lgica descrita anterior-mente, tienen ya una importancia que no es simplemente sintctica. Exigen que tanto el epistemlogo como el cientfico que estn investi-gando sean capaces de relacionar los enunciados derivados de una teora no con otros enunciados, sino con observaciones y experimentos efectivamente realizados. ste es el contexto en el que el trmino "falsacin" de Sir Karl tendra que funcionar, pero Sir Karl guarda completo silencio sobre cmo puede hacerlo. Qu es la falsacin s no es una contrademostracin concluyente? Bajo qu circunstancias la lgica del conocimiento exige que un cientfico abandone una teo-ra aceptada cuando se enfrenta no con enunciados acerca de experi-mentos, sino con los propios experimentos?

    Al dejar sin aclarar estas cuestiones, no estoy segurq_dLJiuelo. que Sir Karl nos ha dado sea en .absoluto. _ii.na lgica del conoci-miento. En mi conclusin voy a indicar que, aunque igualmente va-lioso, lo que Sir Karl nos ha dejado es algo completamente distinto. Ms que una lgica, Sir Karl ha dado una ideologa; ms que_reglas metodolgicas, ha dad^ mximas 'A ^mpl^ ,4a procedimientos.

    Esa conclusin debe, no obstante, ser pospuesta hasta despus de haber dirigido una ltima mirada atenta a la fuente de las dificulta-des que se presentan en la._ nocin de falsacin de Sir _Karh Esta nocin presupone, como ya he indicado, que una teora se expre-se, o pueda volverse a expresar sin tergiversacione^._d^forma _que

    7 - CRTICA Y CONOCIMIENTO

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    permita al cientfico clasificar caria snrpsrt rpnrpbifile r> mmn pjpjnpln que confirme la teora, o como ejemplo que la falseeT o como irre-levante para h. teora. Es obvio que esto es algo que debe exigirse si es que tina ley general ha de ser falsable: para contrastar la gene-ralizacin (x) p U) aplicndola a la constante a, tenemos que poder decir si a est o no dentro del campo de variabilidad de la varia-ble x y si se cumple o no se cumple p (a). Este mismo presupuesto aparece todava con mayor claridad en la medida de verosimilitud recientemente elaborada por Sir Karl. Se requiere que produzcamos primeramente la clase de todas las consecuencias lgicas de la teora y queeEjamos luego de entre ellas, con la ayuda de conocimientos bsicos, la clase de las consecuencias^verdaHeras y la _clase de" las consecuencias falsas.33 Al menos hay que hacerlo as si es que el cri-terio de verosimilitud va a dar como resultado un mtodo para ele-gir entre teoras. Sin em5ar^7Hmngh~~d'e 'estas'" tareas puede cum-plirse salvo que la teora est completamente rSclada~lgicmete y trminos^ cuales^ se_ ponga en ^contacto coiTTa naturaleza estn suficientemente definidos como para deter-minar su^j^ahiHdad~eh~cada"" o~de""los"""casos"posibles. Pero en k j ^ r p t i ^ T l ^ satisface estas rigurosas exigen-cias, y mucha gente ha objetado que jxna_ teora dejara de ser til en la investigacin" si lo hiciese.34 Yo mismo he introducido el trmino paradigma" para subrayar_que J a investigacin cientfica de-pende de^ l^^ejemplos concretos que tiendan puentes "sobre 7o~ que en caso contrario seran brechas en la especfficaciorT~de contenido y de la aplicacin "de. las. peoras _ cientficas. Los argumentos al efecto no pueden repetirse aqu. Pero un ejemplo breve, aunque altere mo-mentneamente el hilo de mi exposicin, puede que resulte incluso ms til.

    El ejemplo que voy a exponer tiene la forma de un breve resu-men de conocimientos cientficos elementales. Estos conocimientos se refieren a los cisnes, y para aislar las caractersticas que son d e inters en nuestro caso voy a plantear tres preguntas: (a) Cunto po-demos saber acerca de los cisnes sin introducir generalizaciones ex-plcitas como "todos los cisnes son blancos"? (b) Bajo qu circuns-tancias y con qu consecuencias merece la pena aadir tales genera-lizaciones a lo que era sabido sin ellas? (c) Una vez hechas estas generalizaciones, en qu circunstancias se rechazan? Al plantear estas preguntas mi objeto es sugerir que, aunque la lgica es una herra-

    Critica y conocimiento 105

    iment^podeix^a^y^seneal-de4ainvestigacin cientfica, podemos oh-tene^cooacj i ie^ aplicarse la_jgica. Simultneamente, indicar que la articulacin l-gica no es un,valor por s misma, sino que debe emprenderse slo cuando y en la medida en que^a.s^ckcuns.tanciasJlcL-xequieran.

    Imagnense que se les han mostrado y pueden recordar diez p-jaros a los que con toda autoridad se les ha identificado como cisnes; imagnense que estn igualmente familiarizados con patos, gansos, pi-chones, palomas, gaviotas, etc.; y que estn informados de que cada uno de estos tipos constituye una familia natural, esto es, lo que ustedes conocen como una coleccin de objetos que se ha observado que se parecen, y que son suficientemente importantes y distintos como para exigir un nombre genrico. Dicho con ms precisin, si bien introduzco ms simplificaciones de las que el concepto requiere, una familia natural es una clase cuyos miembros se parecen entre s ms de lo que cada uno de ellos se parece a los miembros de otras familias naturales.55 La experiencia de generaciones ha confirmado hasta ahora que todos los objetos observados caen en una familia natural o en otra. Esto es, se ha probado que toda la poblacin del mundo puede dividirse en cualquier momento (aunque no de una vez para todas) en categoras perceptivamente discontinuas. En los espa-cios percpticos existentes entre estas categoras se cree que no hay ningn objeto en absoluto.

    Lo que ustedes por estar abiertos a los paradigmas han aprendido acerca de los cisnes es muy parecido a lo que primero aprenden los nios acerca de los perros y los gatos, las mesas y las sillas, los padres y las madres. Su alcance y contenido son, desde luego, imposibles de especificar con precisin, pero no por ello dejan de constituir un co-nocimiento vlido. Por haberse derivado de la observacin, observa-ciones posteriores pueden mostrar su debilidad, pero mientras tanto proporcionan una base para la accin racional. Al ver un pjaro muy parecido a como ustedes saben que son los cisnes, pueden ustedes racionalmente suponer que necesitar la misma alimentacin que los otros y que se reproducir con ellos. Dado que los cisnes constituyen una familia natural, ningn pjaro que tenga un gran parecido con ellos nada ms verlo debera exhibir caractersticas radicalmente dis-tintas cuando se lo examina con ms atencin. Desde luego que uste-des pueden estar mal informados acerca de la integridad natural de la familia de los cisnes. Pero eso puede averiguarse por experiencia,

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    por ejemplo mediante el descubrimiento de cierto numero de ani-males (advirtese que se necesita ms de uno) cuyas caractersticas cubran mediante intervalos escasamente perceptibles la cortadura exis-tente entre cisnes y, pongamos, gansos.38 Hasta que tal cosa ocurra, sin embargo, ustedes sabrn mucho acerca de los cisnes aunque no estn completamente seguros de lo que saben o de lo que es un cisne.

    Supongan ahora que todos los cisnes que ustedes realmente han observado son blancos. Adoptaran la generalizacin "Todos los cis-nes son blancos"? Si lo hacen, lo que ustedes saben de ellos cam-biar muy poco; ese cambio slo ser de utilidad en el caso impro-bable en que encuentren un pjaro no-blanco que por lo dems pa-rezca un cisne. Al hacer el cambio ustedes aumentarn el riesgo de que se pruebe que la familia de los cisnes no es despus de todo una familia. natural. En esas circunstancias es probable que ustedes se abs-tengan de generalizar salvo que haya especiales razones para hacerlo. Quiz, por ejemplo, tengan ustedes que hacer una descripcin de los cisnes a los hombres" que .no pueden estar directamente abiertos a los paradigmas. Sin precauciones sobrehumanas tanto por parte de ustedes como por parte de sus lectores, su descripcin tendr la fuer-za de una generalizacin; ste es frecuentemente el problema del taxo-nomista. O quizs hayan ustedes descubierto algunos pjaros grises que por lo dems parecen cisnes, pero, que comen diferente comida y tienen una infortunada conformacin. Puede que entonces genera-licen para evitar un error de conducta. O puede que tengan una razn ms terica para pensar que la generalizacin es digna de hacerse. Por ejemplo, puede que hayan observado que los miembros de otras familias naturales son del mismo color. Puede que especificar este hecho de forma que permita la aplicacin de poderosas tcnicas lgicas a lo que ustedes conozcan les permita aprender ms acerca * del color de los animales en general o acerca de la reproduccin animal.

    Ahora bien, una vez hecha esta generalizacin qu harn "ustedes si encuentran un pjaro negro que en todo lo dems parece un cis-ne? A ro me parece que harn las mismas cosas que si no se hubie-sen comprometido previamente en la generalizacin. Examinarn el pjaro con cuidado, exteriormente y quiz tambin interiormente, para encontrar otras caractersticas que distingan este espcimen de los paradigmas que ustedes tengan. Este examen ser particularmente lar-go y completo si tienen razones tericas para creer que el color carac-

    Critica y conocimiento 105

    teriza a las familias naturales o si estn profundamente inclinados a la generalizacin. El examen es probable que descubra otras diferen-cias, y entonces harn pblico el descubrimiento de una nueva fami-lia natural. O puede que no encuentren tales diferencias y que en ese caso anuncien que se ha encontrado un cisne negro. La observacin no puede, sin embargo, forzarles esa conclusin falsadora, y ustedes seran quienes perdiesen caso de que lo hiciese. Las consideraciones tericas puede que sugieran que el color por si solo es suficiente para delimitar una familia natural: el pjaro no es un cisne porque es negro. O puede que ustedes pospongan la publicacin simplemente hasta que se descubran y examinen otros especmenes. Slo en el caso en qu se hayan comprometido a una completa definicin de "cisne", una definicin que especifique su aplicabilidad a todo objeto concebible, pueden ustedes verse forzados lgicamente a anular su generalizacin.37 Y por qu habran de ofrecer tal definicin? No tendra ninguna funcin cognoscitiva y les expondra: a tremendos ries-gos.38 Por supuesto que frecuentemente merece la pena correr ries-gos, pero decir ms de lo que uno sabe nicamente por el sabor del riesgo es una temeridad.

    Mi opinin es que el conocimiento cientfico, aunque ms articula-do lgicamente y mucho ms complejo, es de este tipo. Los libros y los profesores de los cuales se adquiere presentan ejemplos concre-tos junto con una multitud de generalizaciones tericas. Ambos son, vehculos esenciales del conocimiento^ y por tanto sera pickwickiano buscar un criterio metodolgico que suponga que ef cientfico puede especificar de antemano si cada ejemplo imagmable^ se ajustar a su teora o lalalsar. Los critenos, explcitos e implcitos, que tiene a su disposicin slo son suficientes para responder a esa preguntaren los casos que se ajusten claramente o_que j s^ i^ la r^en te . j r re levan-tes. Son stos los casos que l cree que ocurrirn, los nicos para los que estaba planeado su conocimiento. Al enfrentarse con lo inespe-rado, siempre debe hacer-ms., investigacin con objeto de _ articular posteriormente su teora en.,la. zona que se ha hecho problemtica. Entonces puede rechazarla__en_fayor_de_otra__y_ por una buena. ra2n. Pero ningn_criterio.._exclusivamente- .lgicopuede.. dictar._completa-mente la conclusin .que., debe, extraerse.

  • 103 I. Lakatos & A. Musgrave-

    IV

    Casi todo lo dicho hasta aqu son variaciones sobre un tema ni-co. Los criterios con los cuales los cientficos determinan la validez de unaTarticulacin o una aplicacin Hela teora existente no bastan por s mismos para determinar la eleccin entre teoras en compe-tencia. Sir Karl se ha equivocado al transferir caractersticas elegidas He la investigacin cotidiana a los ocasionales episodios revoluciona-rios en los que el avance cientfico es ms obvio, ignorando a con-tinuacin por completo la actividad cotidiana. En particular, ha trata-do de resolver el problema de la eleccin de teoras durante las revoluciones por criterios lgicos que slo son completamente aplica-bles cuando ya puede presuponerse una teora. sta es la mayor parte de mi tesis en este artculo, y constituira toda la tesis si yo quedase satisfecho dejando completamente abiertas las preguntas que se han planteado. Cmo eligen los cientficos entre teoras en competencia? Cmo hemos de entender de qu modo progresa la ciencia?

    Dir en seguida con toda claridad que habiendo abierto esa caja de Pandora, voy a cerrarla rpidamente. Hay demasiadas cosas que no comprendo sobre estas preguntas y no debo fingir que s que las comprendo. Pero creo ver las direcciones en las que deben buscarse las respuestas a ellas, y voy a concluir con un intento de indicar brevemente las lneas. Hacia el final nos encontraremos una vez ms con un conjunto de expresiones caractersticas de Sir Karl.

    En primer lugar debo preguntar qu es lo que todava requiere una explicacin. No lo es el que los cientficos descubran la ver-dad sobre la naturaleza, ni siquiera que se acerquen ms a la verdad. Salvo que, como sugiere uno de mis crticos,39 definamos la aproxi-macin a la verdad como el resultado de lo que los cientficos hacen, no podemos reconocer el progreso haca ese objetivo. Antes bien, lo que debemos explicar es por qu la ciencia nuestrq_eiemplo jns seguro de conocimiento^ vlido progresa comoTo hace, y primera-mente debemos averiguar, cmo la ciencia, progresa deshecho.

    Es sorprendente lo poco que se sabe acerca de la respuesta a esta pregunta descriptiva. Todava se necesita una gran cantidad de

    Critica y conocimiento 105

    cuidadosa investigacin emprica. Con el paso del tiempo, las teoras cientficas tomadas en su conjuntoes obvio que se hacen ms y ms articuladas. En este proceso concuerdan con la naturaleza en un n-mero creciente de puntos y con una precisin creciente. Dicho de otro modo, eljamero de materias a las que puede^aplicarse_el_ tratamiento de resducin^dejrompecabezas^rece claramente con el tiempo. Hay una continua proliferacin de especialidades cientficas, "debida en parte a una extensin de las fronteras de la ciencia y en parte a la subdivisin de los dominios existentes.

    Sin embargo esas generalizaciones no son nada ms que el co-mienzo. No sabemos casi nada, por ejemplo, acerca de lo que un grupo de cientficos estara dispuesto a sacrificar con objeto de lograr las ventajas que una nueva teora invariablemente ofrece. Mi impre-sin, aunque no es nada ms que una impresin, es que una comu-nidad^cientfica raramente o nunca adoptar una teora nueva salvo queresuelva todos o casi todos los enigmas _cuant_itativos, numri-cos, que han sido tratados por su predecesora.40 Por otra parte, a-orificarn en ocasiones, por poco inclinados que estn a hacerlo, el_go-_ der ^explicativo, ^ j a i i d o _abiertas_ jilgunas jveces cuestiones_ que pre-viamente estaban resueltas y declarndolas otras veces no cientficas.41

    DmgHidcTla mirada a otra zona, sabemos poco acerca de los cam-bios histricos en la unidad de las ciencias. A pesar de ocasionales xitos espectaculares la comunicacin que traspase las fronteras exis-tentes entre las especialidades cientficas se hace ms y ms difcil. Aumenta con el tiempo el nmero de puntos de vista incompati-bles empleados por el creciente nmero de comunidades de espe-cialistas? La unidad de las ciencias constituye claramente un valor para los cientficos, pero a qu precio estaran dispuestos a abandonar-la? O, de otro modo, aunque. el_. volumen,, de. conocimiento cient-ficoaumenta claramente con el tiempo, qu. diremos acerca de la ignorancia? Los problemas resueltos durante los ltimos treinta aos no ^ existan como_ cuestiones ^ abiertas hace un siglo. En cualquier poca el conocimiento cientfico "disponible agota virtualmente lo que hay que 'saber,~defando enigmas__que slo son visibles en el hori-zonte del conocimiento existente. No es posible, ~ o~ quizs incluso probableTcjiie los ckii t f icas^oii tempo^eqs sepan menos de lo que hay que saber acerca de su mundo que los cientficos del siglo xvin saban acerca del suyo? Debe recordarse que las teoras cientficas estn en contacto con la naturaleza slo aqu y all. Los intersticios

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    existentes entre esos puntos de contacto, no son ahora quiz ms amplios y ms numerosos de lo que nunca lo han sido?

    Hasta que podamos responder a estas preguntas y otras como stas,, no sabremos por completo lo que es el progreso cientfico y no po-dremos, por tanto, explicarlo enteramente. Por otra parte, las res-puestas a estas preguntas proporcionarn muy aproximadamente la explicacin que se busca. Las dos cosas vienen casi juntas. Debe-ra ya estar claro que, en ltimo anlisis, la explicacin debe ser psicolgica o., sociolgica. Esto es, debe ser una descripcin de un sistema de valores, una ideologa, junto con un anlisis de las insti-tuciones a travs de las cuales es transmitido y fortalecido. Si sabemos qu es lo que los cientficos valoran, podemos esperar comprender qu problemas emprendern y qu elecciones harn en circunstancias espe-cficas de conflicto. Dudo que haya que buscar otro tipo de respuestas.

    Otra cosa es, por supuesto, qu forma tendr esa respuesta. Lle-gados aqu, pierdo la sensacin de que controlo el tema. Pero de nue-vo algunas generalizaciones servirn de muestra para el tipo de res-puestas que hay que buscar. El . principal objetivo de un cientfico es la solucin de un rompecabezas, o, lo que es igual, de un problema (en el sentido de un puzzle) conceptual o instrumental difcil. Si tiene xito en el intento la recompensa consiste en el reconocimiento por parte de los otros miembros de su grupo profesional y slo por ellos. El mrito prctico de su solucin es en el mejor de los casos un valor secundario, y la aprobacin de los hombres que no pertenecen al grupo de especialistas es un valor negativo o nulo. Estos valores, que contribuyen en gran manera a dictar la forma de la ciencia nor-mal, son tambin significativos en los momentos en que hay que hacer una eleccin entre teoras. Un cientfico entrenado para resolver rompeca-bezas tendr inters en conservar cuanto sea posible las soluciones de rompecabezas que hayan sido conseguidas por su grupo, y desear tam-bin que el nmero de stos que puedan resolverse sea el mximo po-sible. Pero incluso estos valores entran frecuentemente en conflic-to, y hay otros que hacen todava ms difcil el problema de la elec-cin.

    Es justamente as como sera ms significativo el estudio de lo que los cientficos estarn dispuestos a abandonar. Simplicidad, precisin,. Y congruencia con las teoras empleadas en otras especialidades, cons-tituyen valores significativos para los cientficos, pero no determinan en absoluto la misma eleccin ni se aplican todos del mismo modo..

    Critica y conocimiento 105

    Siendo esto as, tambin es importante que L^unammidad del__grupo sea un valor muy a_ tener en cuenta que hace,que_el grupo haga mnimas las ocasiones de conflicto y se una rpidamente en torno a un conjunto nico de reglas para resolver enigmas incluso al precio Je subdividir la especiaIi3ad"o excluir de ella a un miembro que en otros tiempos fue productivo.42

    No trato de decir que stas sean las respuestas correctas al proble-ma del progreso cientfico, sino slo que son los tipos de respuestas que deben buscarse. Puedo esperar que Sir Karl se una a m en esta apreciacin de la tarea que todava est por hacer? Duran-te algn tiempo he supuesto que no se unira, ya que una coleccin de frases que se repiten a lo largo de su obra parece que le excluyen de esta postura. Una y otra vez h rechazado "la psicologa del co-nocimiento" o lo "subjetivo" e insistido en que l estaba interesado en lo "objetivo" o "la lgica del conocimiento".43 El ttulo de su ms importante contribucin a nuestro campo es The Logic of Scien-tific Discovery, y es all donde ms claramente afirma que su inters est ms en explorar lgicamente el conocimiento que en las con-ductas psicolgicas de los individuos. Hasta muy recientemente yo he supuesto que esta visin del problema debe dejar fuera el tipo de solucin por el que yo abogaba.

    Pero ahora no estoy tan seguro, porque hay otro aspecto de la obra de Sir Karl no del todo compatible con lo que precede. Cuando Sir Karl rechaza la "psicologa del conocimiento", su inters est slo en negar la relevancia metodolgica de la fuente de inspiracin de un individuo o de la sensacin de certeza de un individuo. No puedo estar en desacuerdo. con eso. Hay, sin embargo, u n j ^ g o ^ t r e -cho_desde el rechazo de las idiosincrasias, psicolgicas_de_un_...indlvlduo hasta el rechazo^^Jos^eiementos comunes inducidos por la educacin y el entrenamiento enja^estructoaT^scolg^"~qe es propia de los miembros "de un grupo cientfico. o es preciso despachar a sta por despachar a la otra. Y tambin esto parece que Sir Karl lo reconoce en ocasiones. Si bien l insiste en que escribe acerca de la lgica del conocimiento, hay pasajes que desempean un papel central en su me-todologa y que yo no puedo dejar, de leer como intentos de inculcar imperativos morales en los miembros de un grupo cientfico.

    Supongamos escribe Sir Karl que hemos tomado deliberada-mente como tarea vivir en este desconocido mundo nuestro; ajus-tamos a l tanto como podamos; ...y explicarlo, si es posible (no ne-

  • 107 I. Lakatos & A. Musgrave-

    cesitamos suponer que lo es) y tanto como sea posible, con ayuda de leyes y teoras explicativas. Si hemos hecho de esto nuestra tarea, en-tonces no hay procedimiento ms racional que el mtodo de... conje-tura y refutacin: proponer teoras valientemente; Hacer lo ms que podamos por demostrar que son errneas, y aceptarlas provisional-mente si nuestros esfuerzos crticos no tienen xito.44 En mi opi-nin, no comprenderemos el xito de la ciencia sin comprender toda la fuerza de los imperativos causados retricamente, y compartidos profesionalmente. Tales mximas y valores, institucionalizados y pos-teriormente (y, en cierto grado, diferentemente) articulados, pueden -explicar el resultado de elecciones que no podran haber sido dic-tadas nicamente por la lgica y el experimento. El hecho de que pasajes como estos ocupen un lugar prominente en los escritos de Sir Karl constituye por tanto una evidencia en favor de la semejanza de nuestros puntos de vista. Que l no los haya visto nunca como los imperativos socio-psicolgicos que en efecto"son, contribuye a paten-tizar el cambio de gestalt que todava nos . separa profundamente.

    NOTAS

    1. Este trabajo fue preparado nidalmente por invitacin de P. A. Schilpp para su volumen The Philosophy of Karl R. Popper, que ha de publicarse por The Open Court Publishing Company, La Salle, III, en The Library of Lvng Philosophers. Agradezco al profesor Schilpp y a los editores el permiso para imprimirlo como parte de las actas de este simposio antes de su aparicin en el volumen para el que primeramente fue solicitado.

    2. Para la discusin que sigue he tenido en cuenta los libros de Popper [1957], [1959] y [1963]. En ocasiones me he referido tambin al original [1935] y a su [1945]. Mi propio [1962] da una descripcin ms amplia de muchos de los puntos discutidos ms abajo.

    3. Presumiblemente, algo ms que una mera coincidencia es responsable de esta semejanza. Aunque yo no haba ledo ninguna de las obras de Sir Karl antes de que en 1959 apareciese la traduccin inglesa, de su [1935] (por aquel tiempo mi obra estaba en borrador), haba odo repetidamente algunas de las principales ideas que l somete a discusin. En particular, le haba odo a l discutir algunas de ellas como Conferenciante Wlliam James en la primavera de 1950 en Har-vard. Estas circunstancias no me permiten especificar la deuda intelectual con Sir Karl, pero ha de haberla.

    Critica y conocimiento 105

    4. En otro lugar empleo el trmino "paradigma" ms que el de "teora" para denotar aquello que es rechazado y reemplazado durante las revoluciones cientficas. Ms abajo saldrn a la luz algunas de las razones para este cambio.

    5. El subrayar una zona adicional de acuerdo acerca de la cual han existido muchos malentendidos puede que haga ms visible lo que yo creo que es una de las diferencias reales que hay entre el punto de vista de Sir Karl y el mo. Ambos insistimos en que adherirse a una tradicin tiene un papel esencial en la evolucin del conocimiento. Sir Karl ha escrito, por ejemplo: Tanto cualita-tiva como cuantitativamente la fuente ms importante de nuestro conocimiento aparte del conocimiento innato es con mucho la tradicin (Popper [1963], pg.f 27. Ed. cast., pg. 37). An ms directamente, ya en 1948 escriba Popper: Yo no creo que podamos liberarnos por completo de los lazos de la tradicin. La llamada liberacin no es en realidad ms que un cambio de una tradicin a otra [1963], pg, 122 (ed. cast., pg. 144).

    6. Popper [1959], pg 27 (ed. cast., pg. 27). < 7. Puede verse; una amplia discusin de la ciencia normal, una actividad que

    se entrenan para:continuarla aquellos que la practican, en mi [1962], pgs. 23-42, y 135-142 (ed. cast. caps. III, IV y XI). Es importante advertir que cuando des-cribo al cientfico como alguien que resuelve rompecabezas y Sir Karl lo describe como alguien que resuelve problemas (por ejemplo, en su [1963], pgs. 67, 222; ed. cast., pgs. 81, 258), la semejanza de nuestros trminos oculta una divergencia fundamental. Sir Karl escribe (el subrayado es suyo): Sin duda, nuestras espec-ia ti vas, y por ello nuestras teoras," pueden incluso preceder, histricamente, a nuestros problemas. Pero la ciencia slo comienza con problemas. Los problemas surgen especialmente cuando nuestras espectativas se ven defraudadas, o cuando nuestras teoras nos rodean de dificultades, de contradicciones. Empleo el trmi-no "rompecabezas" (puzzle) para dar nfasis al hecho de que las dificultades que de ordinario afrontan incluso los mejores cientficos son, como los crucigramas o las partidas de ajedrez, desafos a su Ingenio nicamente. l es quien est en difi-cultades, no la teora vigente. Mi punto de vista es casi inverso al de Sir Karl.

    8. Cfr. Popper [1963], pgs. 119, 215 y 221 (ed. cast., pgs. 141, 250, 257), donde hay afirmaciones que sealan de modo expreso esta posicin.

    9. P. ej., Popper [1963], pg, 220 (ed. cast, pg. 256). 10. Para los trabajos sobre la oxidacin vase Guerlac [1961]. Para una base

    de los experimentos acerca de la paridad, vase Hafner and Presswood [1965]. 11. Este tema se trata extensamente en mi [1962], pgs. 52-97 (ed. cast,,

    caps. VI, VII y VIII). 12. Popper [1963], cap. 5, especialmente pgs. 148-152 (ed. cast., pgs.

    174-178). 13. Aunque yo no estaba entonces buscando un criterio de demarcacin, es-

    tos puntos se tratan extensamente en mi [1962], pgs, 10-22 y 87-90 (ed. cast., cap. II, y pgs. 142-147).

    14. Cfr. Popper [1963], pgs. 192-200 (ed. cast., 225-233) con m i[1962], pgs. 143-158 (ed. cast., cap. XII).

    15. Popper [1963], pg 34 (ed cast., pg. 44).

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    16. En el ndice de la obra de Popper [1963] est citada ocho veces la "as-trologa como una pseudocienca tpica".

    17. Popper [1963], pg. 37 (ed., cast., pg. 47). 18. Pueden verse ejemplos en Thorndike [1923-1958], 5, pgs. 225 y sigs.;

    6, pgs. 71, 101, 114. 19. Sobre las reiteradas explicaciones del fracaso vase ibtd. 1, pgs. 11 y 514

    y sigs.; 4, 368; 5, 279. 20. En Stahlman [1956] se incluye una descripcin de algunas de las razo-

    nes de la prdida de plausibilidad de la astrologa. En Thorndike [1955] puede verse una explicacin del anterior atractivo de la astrologa.

    21. Cfr. m [1962], pgs. 66-76 {ed. cast., cap. VII). 22. Esta formulacin sugiere que el criterio de demarcacin de Sir Karl pu-

    diera salvarse enuncindolo de una forma ligeramente diferente que est confor-me con su propsito. Para que un dominio sea una ciencia sus conclusiones de-ben ser lgicamente derivables a partir de unas premisas que son aceptadas. Bajo este ngulo, la astrologa debe dejarse fuera, pero no porque sus pronsticos no fueran contrastables, sino porque nicamente los ms generales y menos contrasta-bles podan derivarse de la teora comnmente aceptada. Puesto que cualquier dominio poda dar base para una tradicin de resolucin de enigmas, la suge-rencia es claramente til. Llega casi a ofrecer una condicin suficiente para; que un dominio sea una ciencia. Pero, al menos en esta forma, no es una condicin suficiente, y con seguridad rio es tampoco una condicin necesaria. Admitira, por ejemplo, la agrimensura y la navegacin como ciencias, y eliminara la taxo-noma, la geologa histrica y la teora de la evolucin. Las conclusiones que obtiene una ciencia pueden ser precisas y compulsivas sin que sean completamente derivables por procedimientos lgicos a partir de premisas aceptadas. Cfr. mi [1962], pgs. 35-51 (ed. cast., caps. IV y V) y tambin la seccin III del presen-te trabajo.

    23. Esto no significa que los astrlogos no se criticasen entre s. Por el con-trario, ai igual que quienes practican la filosofa y algunas ciencias sociales, perte-necan a una variedad de escuelas diferentes, y las disputas entre escuelas eran a veces amargas. Pero estos debates por lo comn determinaban la implsusibilidad de la teora particular empleada por tina o la otra escuela. Los fracasos de las predicciones individuales jugaban un papel muy pequeo. Cfr. Thorndike [1923-1958], 5, pg. 233.

    24. Cfr. Popper [1963], pg. 246 (ed. cast., pg. 285). 25. Cfr. mi [1962], pgs. 77-87 (ed- cast., cap. VIII). 26. La cita es de Popper [1963], pg. vii, en un prefacio fechado en 1962

    (ed. cast., pg. 1). Anteriormente Sir Karl haba identificado "aprender de nues-tros errores" con "aprender por ensayo y error" ([1963], pg. 216; ed. cast. p-gina 251), y la formulacin ensayo-y-error data al menos de 1937 ([1963], pgi-na 312; ed. cast., pg. 359), y es de concepcin an ms antigua. Mucho de- lo que ms abajo se dice acerca de la nocin de "error" que aparece en "aprender de nuestros errores" se aplica igualmente al concepto de "error" que aparece en "aprender por ensayo y error".

    Critica y conocimiento 105

    27.^ Popper [1963], pgs. 215 y 220 (ed. cast., 250 y 256). En estas pginas bosqueja e ilustra su tesis de que la ciencia crece a travs de revoluciones. En el proceso nunca pone el trmino "error" junto al nombre de una teora ya su-perada, presumiblemente porque su buen instinto histrico le impide tamao ana-cronismo. Pero el anacronismo es fundamental en la retrica de Sir Karl, que repetidamente da pistas para diferencias ms sustanciales entre nosotros. Salvo que las teoras ya superadas sean errores, no hay modo de reconciliar, pongamos por caso, el primer prrafo del prefacio de Sir Karl ([1963], pg. vii; ed. cast., pg. 1: "aprender de nuestros errores"; "nuestros intentos a menudo errneos de resol-ver nuestros problemas"; " contestaciones que puedan ayudarnos en el descu-brimiento de nuestros errores") con la opinin ([1963], pg. 215; ed. cast., pgi-na 250) de que el desarrollo del conocimiento cientfico... [consiste en] el repetido derrocamiento de teoras cientficas y su reemplazo por otras mejores o ms satisfactorias.

    28. Lakatos [1963-1964]. 29. Popper [1959], pg. 50 (ed. cast., pg. 49). 30. Aunque mi idea es algo diferente, estoy en deuda sobre la apreciacin

    de la necesidad de confrontar este punto con las severas crticas que C. G. Hem-pel ha dirigido a aquellos que interpretan mal a Sir Karl atribuyndole la creencia en la falsacin absoluta, en lugar de la relativa. Ver su [1963], pg. 45 (ed. cas-tellana, pg. 57). Tambin estoy en deuda con el profesor Hempel por su de-tallada crtica del borrador del presente trabajo.

    31. Popper [1959], pg. 31 (ed. cast., pg. 31). 32. Popper [1959], pgs. 53 y sigs. (ed. cast., pgs. 52 y sigs.). 33. Popper [1963], pgs. 233-235 (ed. cast., 270-273). Advirtase tambin,

    al pie de la ltima de estas pginas, que la comparacin que hace Sir Karl de la verosimilitud relativa de dos teoras depende de que no hay cambios revolucio-narios en nuestro conocimiento bsico, suposicin sta que no razona en ningn sitio y que es difcil de reconciliar con su concepcin del cambio cientfico me-diante revoluciones.

    34. Braithwate [1953], pgs. 50-87, especialmente la pgina 76, y mi [1962], pgs. 97-101 (ed. cast., pgs. 1}6463).

    35. Advirtase que el parecido entre los miembros de una familia natural es aqu una relacin aprendida y de la que podemos desprendernos. Recurdese el viejo dicho "para un occidental todos los chinos se parecen". Este ejemplo muestra tambin la simplificacin ms drstica introducida en este punto. Una discusin ms detallada tendra que tomar en consideracin las jerarquas de familias naturales con relaciones de parecido entre familias en los niveles su-periores.

    36. Esta experiencia no hace necesario ni el abandono de la categora cis-nes" ni el de la categora "gansos", pero hara necesaria la introduccin de una frontera arbitraria entre ambas. Las familias "cisnes" y "gansos" ya no segui-ran siendo familias naturales y no se podra extraer ninguna conclusin acerca del carcter de un nuevo pjaro como los cisnes que no sea tambin verdadera para los gansos. Los espacios perceptibles vacos son esenciales para que la pertenen-cia a una familia tenga contenido cognoscitivo.

  • 111 I. Lakatos & A. Musgrave-

    37. Para hacer ms patente la falta de naturalidad de las definiciones como stas podemos considerar la siguiente pregunta: debera incluirse la "blancura" como una caracterstica que defina a los cisnes? En caso afirmativo, la generali-zacin "todos los cisnes son blancos" es inmune a la experiencia. Pero si la "blancura" se excluye de la definicin, entonces habr que. incluir alguna otra caracterstica a la que la "blancura" pueda haber sustituido. Las decisiones que se refieren a las caractersticas que han de ser consideradas como partes de una definicin y que han de utilizarse en el enunciado de leyes generales son frecuen-temente arbitrarias y, en la prctica, raramente se toman. El conocimiento gene-ralmente no est articulado de este modo.

    38. Esa incompletitud de las definiciones se designa a menudo como "con-textura abierta" o "vaguedad de significado", pero estas frases no parecen muy adecuadas. Puede que las definiciones seas incompletas, pero que no haya nada que est mal en los significados. Es as como los significados se comportan!

    39. Hawkins [1963], 40. Cfr. Kuhn [1958]. 41. Cfr. Kuhn [1962], pgs. 102-108 (ed. cast., pgs. 164-172). 42. Cfr. mi [1962], pgs. 161-169 (ed. cast., cap.OQII). 43. Popper [1959], pgs. 22 y 31 y sigs.; 46 (ed. cast. pgs. 22, 31 y sigs.;

    45). Vase tambin [1963], pg. 52 (ed. cast., pg. 65). 44. Popper [1963], pg. 51 (ed. cast., p. 64). Subrayado en el original.

    L I B R O S C I T A D O S

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  • D I S C U S I O N

    S - CRTICA Y CONOCIMIENTO

  • w

    Contra "la Ciencia Normal" J O H N WATKINS

    London School of Economics

    X

    Hace unas semanas se me pidi que respondiese esta tarde al pro-fesor Kuhn. Feyerabend y Lakatos tenan que haber entregado sus trabajos; pero el primero no pudo venir y el segundo se encontr con que, al organizar este coloquio, haba creado un monstruo de mu-chas cabezas y que atender a sus mltiples exigencias le iba a man-tener ocupado aproximadamente veinticuatro horas al da.

    Esta inesperada invitacin me llen de alegra. Kuhn goza en el mundo de habla inglesa de una posicin nica como historiador con mentalidad filosfica y como filsofo de la ciencia con mentalidad his-trica. Me pareci que sera un privilegio y un placer responder a su escrito.

    Sin embargo, para Kuhn el cambio de programa no fue tan agra-dable. l esperaba que Feyerabend y Lakatos escribiran trabajos independientes de modo que el suyo no sera necesario que estuviese listo hasta este misma tarde. As que se encontr con que yo tena que responder a su escrito, lo cual significaba que yo tendra que verlo antes. Kuhn reaccion heroicamente, enviando pginas de su artculo a travs del Atlntico a medida que salan de su mquina de escribir.

  • 117 I. Lakatos & A. Musgrave-

    Durante gran parte de la semana pasada me sent como un lector de un emocionante serial que espera ansiosamente la siguiente entrega. De modo que mi pr.opo trabajo ha sido escrito apresuradamente; y temo que esto haya agravado mi tendencia a no tener en cuenta los detalles y las sutilezas cuando intento combatir las ideas de alguien.

    En la agitacin de los ltimos das he tenido un gran auxiliar. El libro de Kuhn, La Estructura de las Revoluciones Cientficas es un libro famoso con el que estoy bastante familiarizado. Tuve el pri-vilegio de leer el manuscrito en 1961 y discutirlo con su autor. En 1963 se discuti extensamente en el seminario de Sir Karl Pop-per, donde Mr. Hattiangadi present un breve trabajo sobre el li-bro (trabajo que posteriormente ampli a una disertacin muy inte-resante). Despus citar', algo que Popper dijo en aquella ocasin, y espero que el presente trabajo ser inconsciente deudor de las discu-siones de aquel seminario.

    As, pues, lo que voy a decir tratar tanto del libro de Kuhn como del trabajo que acaba de leer. Afortunadamente esto es lo ms indi-cado, ya que Kuhn ha adoptado en su trabajo una poltica de con-frontacin estilo Sukarno entre el modo de ver la ciencia que pro-pone en su libro y el modo que tiene Popper de ver la ciencia. Me gusta que haya hecho esto. Recuerdo haberle sugerido en 1961 que debera exponer y discutir en su libro la oposicin entre su visin de la comunidad cientfica-como una sociedad esencialmente cerrada, sacudida intermitentemente por convulsiones nerviosas colectivas se-guidas de una vuelta al equilibrio mental, y la visin de Popper de que la comunidad cientfica debe ser, y en grado considerable en rea-lidad lo es, una sociedad abierta en la que ninguna teora, por do-minante y llena de xitos que sea, es sagrada, o, empleando el trmi-no de Kuhn, ningn "paradigma" es sagrado. Kuhn no sigui esta sugerencia en aquel entonces, pero esta tarde seguramente ha cantado la palinodia.

    Pero en su modo de organizar la confrontacin hay dos cosas que me han dejado un poco descontento. En primer lugar, porque tal como l la presenta, esta confrontacin de ninguna manera es tan se-ria como pudiera serlo. Casi al principio dice: En casi todas las ocasiones en que nos dirigimos explcitamente a los mismos proble-mas, sus puntos de vista acerca de la ciencia y los mos son casi idnticos.1 Lo que me propongo es mostrar las divergencias de ma-yor amplitud existentes entre estos dos puntos de vista. En este pun-

    Critica y conocimiento 105

    to voy a citar una observacin que aparece en el trabajo de Kuhn y que, como si dijramos, encierra en una frase el conflicto principal: es precisamente el abandono del discurso crtico lo que marca la transicin a la ciencia,2

    La segunda fuente de mi descontento es diferente. Una confron-tacin estilo Sukarno implica no solo un serio conflicto ideolgico, sino tambin una buena cantidad de escaramuzas locales. Espero que Kuhn me perdonar si limito la mayor parte de mi contraescaramu-za a una nota a pie de pgina.3 El texto voy a concentrarlo sobre su idea que es una original o desafiante -idea de Ciencia Normal. En mi discusin de esta idea habr cierta injusticia consciente, o al me-nos unilateralidad. Creo que eso es de una importancia sociolgica con-siderable. Un socilogo que investigue sobre la profesin cientfica como pudiera investigar, digamos, sobre la profesin mdica, puede que haga bien en utilizarla como ejemplo idneo. Pero yo voy a con-siderarla desde un punto de vista metodolgico, y la metodologa, tal como yo la entiendo, est relacionada con la ciencia tomada en con-diciones ptimas, o con la ciencia tal como debera organizarse, ms que'con la ciencia a ras de suelo.

    Mi programa ser el siguiente: empezar en la seccin I I confron-tando la descripcin que hace Kuhn de la Ciencia Normal con el tipo de valoracin que hara Popper de una situacin cientfica que estuviese en conformidad con o. refutase la idea que tiene Kuhn de la Ciencia Normal. Luego, en la seccin III , preguntar por qu pretende Kuhn que la Ciencia Normal, como opuesta a lo que l llama Ciencia Extraordinaria, constituye la esencia de la ciencia. Por ltimo, en la seccin IV, preguntar si la Ciencia Normal puede ser como Kuhn la describe y, no obstante, dar lugar a que surja la Gen-cia Extraordinaria. Mi respuesta ser; "No"; y mostrar que esta res-puesta rebate felizmente la visin que tiene Kuhn de la normalidad cientfica como una sociedad cerrada de mentes cerradas.

    I I

    Al considerar la idea de Kuhn de Ciencia Normal desde un punto de vista popperiano, es natural que me concentre en lo que Kuhn dice

  • 119 I. Lakatos & A. Musgrave-

    acerca de la "contrastacin" dentro de la Ciencia Normal. Las contras-taciones, dice, se estn haciendo constantemente, pero estas contras-taciones son de un tipo particular, porque en ltimo anlisis, ms que la teora vigente, quien es sometido a contrastacin es el cien-tfico considerado individualmente.4 Su idea es sta: la llamada "contrastacin" en la Ciencia Normal no es contrastacin de teoras, sino que ms bien forma parte de la actividad de resolucin de rompe-cabezas. La Ciencia Normal est gobernada por algn paradigma (o teora dominante). Se confa implcitamente en el paradigma, pero ste no se ajustar de manera perfecta a los hallazgos experimentales. Siem-pre habr discrepancias o anomalas. La Investigacin Normal consiste en gran medida en resolver estas anomalas haciendo los oportunos ajus-tes que dejen intacto el paradigma. El paradigma se considera como, la garanta de la existencia de una solucin a todo rompecabezas o dile-ma engendrado por las discrepancias entre eLparadigma y las obser-vaciones. De aqu que, aunque las "contrastaciones" realizadas den-tro de la Ciencia Normal puedan parecer contrastaciones de la teora vigente si se ven a travs de gafas popperianas, son en realidad con-trastaciones de otra cosa, esto es, de la habilidad que el experimenta-dor tiene en la resolucin de rompecabezas. Si el resultado de esa "con-trastacin" es negativo no afecta a la teora sino que repercute en el experimentador. Su prestigio puede verse disminuido por fracasar en el intento de resolver un enigma; pero el prestigio del paradigma den-tro de cuyo marco el experimentador hace el intento es tan alto que escasamente se ver afectado por ninguna de esas pequeas dificulta-des locales.

    Segn . Kuhn es slo en las pocas de lo que l llama Ciencia Ex-traordinaria cuando la teora vigente se ve propiamente atacada, es entonces cuando puede ocurrir algo parecido a una genuina contras-tacin de teoras. Entonces el resultado negativo de una. contrasta-cin puede considerarse no como el fracaso personal del experi-mentador, sino como el fracaso de la teora. En palabras de Kuhn: lo que previamente haba sido un fracaso personal, puede llegar en-tonces a ser considerado como el fracaso de la teora que est bajo contrastacin.5

    Para Kuhn, la Ciencia Normal es, como su nombre indica, la con-dicin normal de la ciencia; la Ciencia Extraordinaria es una condi-cin anormal; y, repitmoslo, dentro de la Ciencia Normal la con-trastacin genuina de las teoras vigentes se hace, de alguna miste-

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    riosa manera psico-sociolgica, imposible. (Puede verse ahora cun sorprendido quedara Kuhn por la observacin que al mismo tiempo considera como "vrtualmente un clis",6 la observacin de Popper de que los cientficos hacen afirmaciones y las contrastan paso por paso. Para Kuhn es virtualmente un clis decir que los cientficos es-tn normalmente envueltos en un montn de contrastaciones: contras-tan sus soluciones a rompecabezas engendrados por anomalas; y, para l, es sorprendentemente incorrecto decir que para los cientficos es normal contrastar teoras.)

    Popper nunca ha negado que es deseable que una teora sea de-fendida con cierto dogmatismo, de modo que no se la deje fuera de combate antes de que se hayan explorado sus recursos; pero ese dog-matismo slo es saludable en tanto que haya otras personas que no estn inhibidas para criticar y contrastar la teora tenazmente defen-dida. S todo el mundo bajo alguna misteriosa obligacin tuviese que defender las teoras cientficas vigentes contra resultados inconvenien-tes, entonces esas teoras perderan,, segn Popper, su status cien-tfico y degeneraran en algo parecido a doctrinas metafsicas.

    As pues tenemos el siguiente conflicto: lo que Kuhn considera que es la condicin normal y propia de la ciencia es una que, si. se cumpliese realmente/Popper considerara como

    condicin no cien-

    tfica, un estado de cosasenjs l que a^encja^rtica se repliega_gara formar. una metafsica defensza, Popper ha sugerido que el rtulo de la ciencia debera ser: ^eMilucin^-pe-rmanenlel Para el profesor Thomas S. Kuhn una mxima ms apropiada sera: Nada de panaceas, sino normdidadj

    En su artculo de hoy se ha referido Kuhn al. nfasis que pone Popper en la asimetra entre la falsabilidad y la no-verificabilidad de las generalizaciones cientficas como un paso adelante del que no debemos volvernos atrs.7 Y aade que la misma asimetra jueg