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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    1/25

    Tulio Halpern Donghi y la sociologa

    Author(s): Emilio de IpolaSource: Desarrollo Econmico, Vol. 39, No. 154 (Jul. - Sep., 1999), pp. 261-284Published by: Instituto de Desarrollo Econmico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3455930.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    2/25

    DESARROLLO

    cONOMIco,

    ol.

    39,

    NQ154

    (julio-setiembre

    e

    1999)

    261

    TULIO

    HALPERIN

    DONGHI

    Y LA SOCIOLOGIA

    EMILIO E IPOLA*

    Lasciencias ociales

    las

    ciencias

    humanas,

    specialmente

    a

    sociologia

    la

    historia,

    no hanmantenidolo

    argo

    de su desarrolloelaciones

    muy

    mistosas.

    La

    ponderable ero

    tambi6n

    retenciosa

    mbici6n e

    la

    sociologia

    e encuadrar

    e6ricamente

    l

    trabajo

    e los

    historiadores

    si

    como

    la

    emperiosa

    ostumbre

    e

    estos

    I0timos

    e resistirse esos

    encuadres incluso demoler ada

    nuevo

    marco

    e6rico

    propuesto or

    os

    soci6logos

    nutrieronnamutua ostilidaduetodavia ersiste.Elhechono debeser,en miopini6n,

    excesivamenteamentado.

    inalmente,

    a

    controversia

    la

    polemica

    on

    formas,

    aun

    extremas,

    de

    dialogo.

    Pero en ocasiones no es

    injusto

    xtraiar

    modalidadesmenos

    belicosasde relaci6n

    ntre

    mbas

    disciplinas.

    l

    presente rabajo,

    scrito,

    igamos,

    desde

    la

    sociologia,

    sta

    inspiradoor

    el deseo de abordar

    t6picos

    que

    pongan

    positivamente

    n

    contacto

    a

    teoria

    ociol6gica

    la historia,

    ero

    ambien

    spira

    a

    que

    sea leidocomo un

    homenaje

    l historiadore

    quien

    era

    cuesti6n n

    lo

    que

    sigue.Cumplir

    on este

    homenaje

    fue

    para

    mi

    grato;

    n

    cambio,

    lantear

    desarrollaros

    6picos

    mencionados

    e

    oblig6

    una

    faena

    que,

    sin

    ser

    ingrata,

    esult6

    mi

    pesar,

    omo

    se

    vera

    en

    los

    engorrosos

    meandros n

    que

    crei

    necesario

    nternarme,

    xtremadamente

    aboriosa.

    Laobrade TulioHalperin onghi, mpliamenteeconocida or os cultoresde las

    ciencias ociales

    y

    humanas,

    o

    ha

    suscitado,

    alvo

    excepciones,

    a

    esperable

    isposici6n

    a

    analizarla

    que

    alreconocimiento

    areceria

    bligar.

    eria in

    embargo

    rr6neo

    ondenar

    esta omisi6n in antes intentar

    ntenderla. curre n efecto

    que

    hay tambien

    azones

    atendibles

    ara

    noabocarse esa tarea

    -mas

    aun i

    se

    la

    emprende

    esde

    el

    problemdtico

    terrenode las ciencias

    sociales-.

    Hacerlo

    omporta

    ceptar

    un reto

    que

    algunos

    no

    vacilariann

    Ilamar

    emerario.

    rolifica,

    laborada on

    amplia impecable

    rudici6n,

    on

    una

    prosa

    abundante

    n

    construcciones

    omplejas,

    en

    la

    que

    a

    veces,

    comose ha

    dicho

    de

    otros

    utores,

    lgunas

    e sus ideas

    mas

    ugerentes

    est.n

    en lasclausulas

    ubordinadas,

    la

    obrade

    Halperin

    esafia,

    no

    dire

    a

    critica,

    ino

    la

    simple

    recensi6n

    descriptiva.

    o

    obstante,

    quienes

    intentamos edicarnos

    las ciencias sociales

    y,

    en

    particular,

    la

    sociologia,ganariamosn encarar se desaffocomo un estimulo hasta como una

    exigencia.

    Quisiera esarrollarrevemente

    ste

    Iltimo

    unto

    que

    asi formuladoe

    presta

    a una

    nterpretaci6n

    anal-

    y,

    por

    a

    misma

    casi6n,

    xplicitar

    l horizonte

    e

    problemas

    n

    el cual

    procura

    ituarse

    a

    lectura

    e

    Halperin

    ue

    aqui

    efectuaremos.

    *

    CONICET,

    acultadde

    Ciencias

    Sociales,

    Universidad e

    Buenos Aires.

    29 Part.:

    Costa

    Rica 4652

    /

    1425

    Buenos

    Aires

    I

    4833-0430

    Correo

    lectr6nico:

    [email protected]>.]

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    3/25

    262

    EMILIO E IPOLA

    EnLe cruetle

    cuit,

    Claude

    Levi-Strauss

    firma

    ue

    cuando el

    andlisis

    structural

    ogra

    demostrar

    que

    mitos de

    muy

    diversa

    procedencia

    (esto

    es,

    provenientes

    de

    sociedades

    entre las cuales a menudo

    no se conocen

    vinculos

    hist6ricos)

    orman

    objetivamente

    un

    grupo',

    dicha demostraci6n

    plantea

    un

    problema

    a

    la

    historia

    y

    no a

    la inversa,

    como

    algunos pretenderian-

    nvitandola

    a

    abocarse a

    la

    boisqueda

    de una

    soluci6n 2. nvite ste

    iltimo

    no

    exento de

    malicia,

    puesto

    que

    unade

    la

    convicciones

    mas

    s6lidas

    del

    pensamiento

    levi-straussiano

    s

    que,

    por

    razones de

    principio,

    a

    historia o

    puede

    tener una

    respuesta

    validaparaese problema3.

    Hemos citado

    estas afirmaciones e

    Levi-Strauss,

    oetaneas

    del

    momento

    riunfante

    del

    pensamiento

    estructuralista,

    ara

    ilustrar l

    tipo

    de

    enfoque que

    no nos

    proponemos

    adoptar

    en este

    trabajo.

    Estoes: no se

    tratara,

    n este recorrido e

    la

    obra

    de

    Halperin,

    e

    interrogar

    l historiador

    obre

    la

    validez

    de los

    conceptos

    y

    enunciadoste6ricos

    que

    dicha

    obra

    utiliza

    o

    simplementepresupone

    -conceptos

    y

    enunciados

    que

    por

    lo

    demas

    no

    abundan en

    la

    obra

    de

    Halperin-.

    Se

    tratara,

    al

    contrario,

    de sacar a

    luz

    preguntas,

    problemas,

    cuestionamientos

    que

    (tal

    es

    al

    menos nuestra

    hip6tesis)

    a

    obra de

    Halperin

    plantea

    a

    quienes

    intentamosreflexionar obre determinados

    aspectos

    te6ricos de

    las

    ciencias

    sociales.

    Al

    adoptar

    ste

    enfoque

    no

    pretendemos

    er

    originales;

    llo sin

    embargo

    no nos exime

    de

    hacernos

    cargo

    de

    que

    el

    enfoque

    en cuesti6n conduce

    a un

    tratamiento

    tipico

    de

    la

    obra

    de

    Halperin.Atipico,

    en

    efecto,

    porque,

    internindose

    en ella

    bajo

    el acicate de una

    interrogaci6n

    e6rica,

    nuestra

    ndagaci6n

    abra

    de

    seguir

    un tinerario

    aprichosoy

    cambiante

    por

    dicha

    obra,

    deteniendose

    con

    excesivo detalleen

    algunos

    extos

    y apenas

    sobrevolando

    otros,

    saltando veces de unos a otros

    y,

    sobre

    todo,

    recortandociertos analisis e

    interpretaciones ara

    que

    sirvande

    apoyo

    a una

    argumentaci6n,

    o

    que

    en ocasiones

    les

    hara

    perder parte

    de su sabor

    propiamente

    hist6rico.

    Creemos sin

    embargo

    que

    esa

    atipicidad

    no

    da

    razones

    para

    invalidarsta tentativa.

    Debemos

    con

    todo tomar

    precauciones

    contra

    a

    posible

    objeci6n

    de

    que

    estariamos

    buscando dirimir

    uerellas

    de teoria

    ociol6gica

    utilizando

    ara

    elloa mansalvael

    campo

    de

    la

    historiografia.

    rever

    esa

    objeci6n

    iene

    la

    ventaja

    de

    obligarnos

    a

    limitar,

    a

    hacer

    asi

    explicita,

    a

    problemdtica

    e6rica

    a ser

    explorada

    en

    el

    curso

    de

    este

    trabajo,

    n

    la

    medida

    en

    que

    nos

    exige

    escoger

    un

    problema

    e6rico

    no

    banal

    que,

    mAs

    alli

    de

    particularidades

    terminol6gicas ropias

    de

    cada

    disciplina,

    ea efectivamente

    ompartido

    por

    la

    sociologia

    y

    la

    historia.

    Existen

    por

    cierto

    mOltiples

    nterrogantes

    e6ricos

    comunes a la reflexi6n

    sociol6gica

    y

    ala

    hist6rica; orejemplo,

    l de

    las

    relaciones ntre

    estructuray

    contecimiento

    (o,

    segOn

    otras

    formulaciones,

    entre estructura

    y

    proceso),

    el

    de

    los criterios de

    conceptualizaci6n

    de

    la

    complejidad

    ocial

    (de

    las

    sociedades ),

    l

    de

    los

    constituyentes

    (ltimos

    del

    mundo

    social 4,

    tcetera.

    1

    Es

    decir,

    un

    istema

    de afinidades

    16gicas

    Levi-Strauss,

    964,

    16).

    2

    Hemos onstruido n

    grupo

    prosigue

    L6vi-Strauss-,

    esperamos

    haber

    proporcionado

    a

    prueba

    de

    que

    era un

    grupo.

    Incumbe los

    etn6grafos,

    los

    historiadores

    a

    los

    arque6logos

    decirc6mo

    y por

    qu6 L6vi-Strauss,

    1964,

    16).

    3

    En

    Les

    structures

    16mentaires

    e

    la

    parent6

    L6vi-Strauss

    dmite

    que

    existen fen6menos

    e

    convergencia ,

    en

    virtudde los cuales secuencias hist6ricas iferentes an

    lugar,

    n

    sociedades

    tambi6n

    iferentes,

    instituciones

    andlogas.

    Pero,

    por

    una

    parte,

    uandose

    trata,

    o

    por

    uerza

    de unamisma

    nstituci6n,

    ino de

    propiedades

    ormales

    comunes

    a

    una

    o

    varias

    nstituciones,

    , por

    otra,

    uandoesas

    propiedades

    ormales

    e

    reencuentran n un

    gran

    nO-

    merode

    sociedades

    antiguasy

    modernas

    si

    no en

    todas

    ellas)

    a

    explicaci6n

    hist6rica

    e revela nsuficiente

    Cf.

    L6vi-

    Strauss,

    1967,26-27,

    y,

    mis

    generalmente,

    obre os limitesdel

    conocimiento

    ist6rico,L6vi-Strauss,

    962,

    332-348).

    4

    Se tratadel

    problema

    que,

    sobre

    todo

    en

    sociologia,

    ha sido

    popularizado

    or

    os criticos

    y

    defensores del

    Ilamado individualismoetodol6gico ,eroque,bajodiversas ormulaciones,ieneprecedentesde largadataentre

    cientistassociales e historiadores.

    Max

    Weber,

    entre

    otros,

    o

    trata

    xplicitamente).

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    4/25

    TULIO

    HALPERINONGHI

    LASOCIOLOGIA

    263

    Creemos in

    embargo

    que,

    entreesos

    problemas, ay

    uno

    que

    goza

    de un

    poco

    discutible

    privilegio:

    os referimos

    l

    de

    las

    relaciones ntreacci6n

    y

    representaci6n.

    Elegimos

    sta

    formulaci6n

    lasica 6locomo

    punto

    e

    partida,

    ara

    no

    comprometernos

    e

    entrada

    on

    una

    interpretacion

    is

    sofisticada

    ue

    correrial

    riesgo

    de

    revelarse

    uego

    demasiado strecha.En

    erminosenerales,

    l

    problema

    e

    las

    relaciones ntre

    acci6n

    y

    representaci6n

    emite la

    dea,

    ompartida

    n ese

    nivel

    or

    muchos

    oci6logos

    historiadores,

    de

    que

    la

    acci6nhumana o es unamera ucesi6n

    objetiva

    e actos discretos los

    que,

    comouncomponenteegundo especto elaaccion omo al, abria gregar na ucesi6n

    de

    contenidos

    deacionales

    intenciones,

    reencias,

    rgumentos,nterpretaciones,

    oliciones,

    etcetera).

    Muchos ientistas

    ocialese historiadoresienden

    l contrario coincidir

    n

    la

    convicci6n

    e

    que aquello

    ue

    osactores

    aben,creen,

    desean,

    esperan

    de su

    acci6n,

    asi

    como los criterioson

    arreglo

    los cuales

    recortan,

    xplican,

    ustifican

    eval an

    to

    que

    hacen,

    orman

    arte

    ntegrante

    e

    la

    acci6n

    como

    al

    y

    deben

    por

    anto

    er

    incorporados

    en

    la

    caracterizaci6nel

    concepto

    mismo e acci6n.

    Pero

    i

    hablamos

    e

    problema

    e

    las

    relaciones

    ntre

    acci6n

    y

    representaci6n

    s

    porque,

    mas

    alla

    de esa coincidencian

    lo

    general, porpoco

    que

    se

    busque

    acceder

    a

    nociones

    mas

    precisas

    cerca

    de

    la

    naturaleza

    e

    las

    relaciones

    n

    cuesti6n,

    omienzan

    os

    equivocos lasdivergencias. teniendonoslas ciencias ociales,es notorioueunmar-

    xista,

    un

    weberiano,

    n

    uncionalista

    ,

    mas

    cerca

    de

    nosotros,

    n

    partidario

    e

    la

    teoria

    el

    rationalhoice

    o

    un

    giddensiano

    ienen deas

    muy

    diferentescerca e esas

    relaciones,

    su-

    poner-lo

    que

    noes

    seguro

    n todos oscasos-

    que

    tengan

    deas

    bien

    definidasobreellas.

    En

    cuanto

    la

    historia,

    a

    obligada

    recuentaci6n

    e historiadores

    ue

    en

    las Oltimas

    decadas

    se han

    mpeiado

    enconfrontar

    us

    puntos

    e vista

    on osde lasciencias ociales

    (entre

    otros,

    F.Braudel,

    . P.

    Thompson,

    .

    Anderson,

    .

    Veyney

    F.

    Furet)

    os

    permiten

    asegurar

    que

    el mencionado

    roblema osee

    la

    misma

    igencia

    y

    provoca

    debates tan

    f6rtiles

    omo

    os

    que

    posee y

    provoca

    n las

    ciencias ociales.

    Pero l

    problema

    e

    las

    relacionesntre

    cci6n

    representaci6n

    o iene

    6lo a

    virtud

    dejugar npapel entralnlareflexi6ne6rica eesasdisciplinas.ieneambienaventaja

    de hallar n

    la

    obra

    de

    Halperin onghi

    naabundantemateria

    ara

    u discusi6n.

    Ventaja

    ambigua,

    in

    embargo.

    En

    efecto,

    i,

    por

    una

    parte,

    ichaobra

    pone

    a nuestra

    isposici6n

    un

    comulode andlisis

    xtremadamente

    icos

    en los

    que,

    a

    prop6sito

    e

    multiples

    emas,

    Halperin

    nfrenta

    responde

    nconcreto

    l

    problema

    n

    cuesti6n,

    or

    otra,

    s

    preciso

    ener

    anticipadamente

    n cuenta

    que,

    como

    ya

    sehalamos,

    sos

    andlisis on harto

    rugales

    n

    cuanto

    explicitaci6n

    e

    supuestos

    e6ricos e

    refiere5.

    era

    a veces necesario ntonces

    intentar

    econstruir,

    l

    menosen sus

    rasgosprincipales,

    sos

    supuestos,

    a

    traves

    de los

    indices

    no demasiado

    xplicitos,

    las en cambio

    multiples

    ugerenciasmplicitas,

    ue

    la

    obrade

    Halperin

    ontiene.

    1.

    Acci6n, conciencia,

    discurso

    Enuna

    ntrevista

    eciente,

    reguntado

    obre

    arelaci6n

    ntreos

    proyectos

    deologico-

    politicos

    e

    algunos

    ntelectuales

    rgentinos

    e

    mediados el

    siglopasado

    y

    lasmodalidades

    concretas

    en

    que

    se

    desenvolvieron culminaronos

    procesos

    hist6ricos

    ue

    dichos

    proyectospretendian

    rientar,

    Halperin

    aba una

    respuesta

    n

    la

    que

    se advertia u

    resistencia

    aceptar

    iertas

    presuposiciones

    ue

    suele

    acarrear

    a

    pregunta

    misma.Era

    claro,

    ante

    todo,

    que

    no

    lo

    tentabademasiado nsistir n

    las

    tesis

    que,

    al

    amparo

    de

    diferentesobservancias

    te6ricas

    y

    filos6ficas,

    postulan

    como irrevocablenecesidad una

    5

    Ese (parcial) ilenciote6ricode Halperin, o susceptiblea mientenderde reprochealguno,ha dado con

    todo

    ocasi6n al

    presente

    trabajo.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    5/25

    264

    EMILIO E

    IPOLA

    total

    nadecuaci6n

    ntre

    objetivos

    uscados

    y logros

    obtenidos,

    ntre

    proyectos

    individuales

    o

    colectivos)

    y

    resultadoshist6ricos oncretos.

    Tampoco

    o

    satisfaciael dictamen

    ngenioso,

    pero

    a su

    juicio

    rivial,

    e un

    Hobsbawm,

    para

    quien

    todas

    as revoluciones

    racasan

    porque

    ninguna ogra

    odo

    lo

    que

    se

    propone,

    y

    al mismo

    iempo

    odas tienen

    exito

    porqueninguna

    deja

    las cosas

    como

    las

    encontr6

    Entrevista

    Tulio

    HalperinDonghi

    *],

    1994,

    42).

    Halperin

    parecia

    preferir

    na

    respuesta

    mas

    compleja,pero

    tambien

    mas abierta

    a esa

    pregunta.

    En

    la

    misma

    entrevista,

    precisaba

    su

    pensamiento

    n

    estos

    terminos:

    Lo

    ue

    hace nteresantesa

    trayectoria

    elos ntelectuales

    rgentinos

    emediadosde

    siglo

    noes tanto

    o

    que

    al inal

    lgunos

    e

    ellosconsideran

    u fracaso ino

    a

    desaforada

    ambici6n

    que

    Ilevan

    ese

    proyecto

    l

    comienzo

    la

    medida n

    la cual

    han enido

    6xito

    Ibidem).

    Asi

    pues,

    lo

    significativo

    n

    este

    caso no

    es

    la

    incongruencia

    ntre

    objetivos

    propuestos

    y

    resultadosobtenidos,

    ino

    a

    congruencia

    es

    cierto

    que

    solo

    parcial)

    ntre

    ambos,

    mas alla

    de

    la evaluaci6n

    pesimista

    que,

    aios

    mas

    tarde,

    harande

    la

    empresa

    quienes

    fueronsus

    responsables.

    Siguiendo

    una linea de

    pensamiento

    analoga,

    en

    uno de sus

    trabajos

    recientes,

    Halperin,uego

    de evocar una

    celebre

    frase de Marx

    los

    hombres

    hacen

    la historia,

    pero

    no sabenquehistoriaestanhaciendo ),lreferirse losdirigentesde losgruposclandestinos

    surgidos

    en

    la

    Argentina

    acia fines de

    los '60

    y

    hacer

    notar u

    capacidad

    de orientarse...

    certeramente

    n

    el

    marco

    politico

    que

    se

    niegan

    a

    reflejar

    n

    sus

    perspectivas

    te6ricas ,

    anota

    que

    es dificilno

    concluir

    mas

    bien

    que

    se esfuerzan

    por

    no saber

    lo

    que

    sin

    embargo

    sospechan

    bastante

    bien

    (THD,

    995a,

    57). Aqui

    nuevamente,

    pero

    en

    terminos

    mais

    complejos,

    l

    analisisde

    Halperin

    ace

    jugar

    unacierta

    relaci6n

    ntre

    acci6n

    y

    representaci6n.

    No se trata

    ya

    de

    la evaluaci6ntardia

    de un

    proceso politico

    consumado

    por parte

    de

    intelectuales

    que

    intervinieron

    ctivamente

    n

    eI

    y

    que,

    ahos

    o

    incluso

    decadas

    mas

    tarde,

    unen

    indisociablemente sa

    evaluacion

    a

    la

    de

    su

    propio

    proyecto personal;

    tampoco

    simplemente

    del modo en

    que

    los

    dirigentes

    de un

    grupopolitico

    eflexionan

    cerca

    de los

    resultadosde su acci6n,sinomasbien de lamanera n que dichos dirigentescaracterizan

    a

    esa

    acci6n

    misma.

    SegOn

    Halperin,

    l discurso

    politico

    e

    los

    jefes

    montoneros

    efinia

    a

    este

    grupo

    como

    precursor

    e

    la

    guerra

    popular

    ue

    deberia

    Ilevar,

    traves

    de

    un

    peronismo

    unPer6nahora

    s61idamente

    valados

    por

    a

    hegemonia

    ndisputada

    e

    esos mismos

    grupos,

    a

    la

    construcci6n

    de

    la

    Patria

    ocialista .

    Pero

    los atractivos

    deol6gicos

    de ese discurso

    no

    podian

    ser tan

    enceguecedores

    como

    para

    que quienes

    lo enunciaran

    no advirtieran

    ue

    la

    positiva

    resonancia

    que

    sus

    primeras

    cciones

    (los

    asesinatos

    de Vandor

    Aramburu)

    abian

    enido

    en

    sectores

    de la

    ciudadania,

    a

    benevolencia

    con

    que

    el

    propio

    Per6n

    as

    habia

    acogido,

    e

    incluso

    su

    repercusi6n

    n

    el

    gobierno

    militar

    mismo,

    daban

    al

    comportamiento

    e ese

    grupo

    significadosmuydiferentesde los que su predicaexplicita e atribula.Como afirma in

    rodeos

    Halperin:

    ...el

    6xitode los

    movimientos

    nsurreccionales

    e

    mide,

    mAs

    que

    en

    su

    capacidad

    de

    movilizar

    las masas

    para

    a lucha

    inal,

    n

    el

    acostumbramiento

    rogresivo

    ue

    induce

    a

    la

    opini6n

    iblica

    a admitir

    a

    inclusi6n

    el asesinato

    ntre

    as

    pr.cticas

    politicas

    enidas

    por

    aceptables

    THD,

    995a,

    57-58).

    Las

    posteriores

    autocriticas

    de

    los

    dirigentes

    montoneros,

    insistiendo

    sobre

    su

    vanguardismo

    su

    aislamiento

    e

    las

    masas,

    no

    parecieron

    dispuestas

    a recordar

    se

    exito

    inicial,

    ni mucho menos a dar

    cuenta de

    eI.

    Pero-insiste

    Halperin-

    sos

    grupos

    no

    podian

    ignorar

    ue,

    gracias

    a

    sus

    primeras

    ntervenciones,

    abian

    eliminado

    dos

    molestos

    escollos

    [*]

    En

    as

    citas

    bibliogr6ficas,

    HD e

    aqui

    en

    adelante.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    6/25

    TULIO

    HALPERINONGHI

    LASOCIOLOGIA

    265

    para

    el retorno

    del

    Lider

    desterrado.Al declararno ver

    en sus acciones

    inicialesotra

    cosa

    que

    aventurerismo

    marginado

    del

    movimiento

    e

    masas,

    el discurso

    montonero

    decidi6

    desconocer,

    con

    la

    dudosa

    16gica

    de un forzado

    a

    posteriori,

    quelloque,

    incluso

    para

    los

    jefes

    montoneros

    mismos,

    habiacontribuido

    ecisivamenteal

    6xito

    de su

    accionar.

    Decidi6

    olvidaro desmentiren su discurso

    o

    que

    en

    sL

    practica

    abia;

    lo

    que,

    por

    lo

    demas,

    daba

    una

    significaci6nprecisa

    a su

    empresa:

    un

    proyecto

    de

    poder,

    antes

    que

    de transformaci6n

    social

    radical,

    que,

    utilizando

    sadamente

    los

    instrumentos e

    la

    violencia,

    buscaba

    la

    restauraci6n e Per6ny latransferencia el poder politicoa sus formacionesspeciales ,

    es

    decir,

    a los

    propios

    Montoneros. in

    duda,

    la

    aplastante

    eficacia con

    que

    contribuyeron

    a

    que

    se

    cumpliera

    cabadamenteel

    primer bjetivo

    ue

    una de

    las

    causas

    principales

    que

    hicieron

    imposible

    el

    logro

    del

    segundo.

    Pero,

    segOn Halperin,

    l

    sentido inicialde su

    accionar

    politico

    no

    podia escaparseles.

    Estas

    indicaciones

    permiten

    a

    una

    primera

    ncursi6n n

    lo te6rico.

    En

    a

    referencia

    a

    los

    fundadores

    de

    la

    Argentina

    moderna

    -punto

    que

    retomaremosmas

    abajo- y

    a

    los

    Montoneros

    parece

    ser

    cuesti6n

    de una

    significativa

    distancia

    entre,

    para emplear

    una

    f6rmula

    abreviada,

    lo dicho

    y

    lo

    hecho. Desde

    muy opuestos

    enfoques,

    la

    sociologia

    tradicional a

    comentado

    argamente

    se

    desajuste.

    Falsa

    conciencia, residuos,

    deologiay

    sus derivados,han sido los recursosconceptualesmas frecuentementeutilizados

    para

    dar

    cuenta de

    1l.

    En

    todo

    caso,

    el drama

    e

    jugaba

    siempre

    entredos

    personajes:por

    un

    lado,

    los

    hechos,

    los

    actores, a

    conducta,

    en

    suma,

    los

    procesos

    sociales

    objetivos ;

    or

    otro,

    as

    ideas ,

    as

    representaciones

    olectivas ,

    explicitas

    o

    implicitas,

    manifiestas

    o

    latentes,

    pero

    siempre

    detectables a

    traves

    del andlisis

    de

    la

    palabra

    de los

    actores.

    Estructural-

    funcionalistas,

    structuralistas

    marxistas

    odian

    disentir n

    Io

    que

    hace a

    la

    descripci6ny

    explicaci6n

    de tal

    desfasaje, pero

    sus

    dispositivos

    e6ricos tenian

    en

    comun

    la

    clasica

    separaci6n

    entre el

    registro

    de

    lo

    real

    el

    registro

    de

    la

    representacion

    generalmente

    inadecuada

    o deformada.

    Corrientes

    ociol6gicas

    mas recienteshan

    cuestionado

    ese

    clivaje.

    Lo

    han

    hecho,

    por

    lo

    general,

    subordinandouno de los

    registros

    en

    provecho

    del

    otro.

    Asi,

    por

    una

    parte,

    enfoques

    objetivistas,

    omo

    los

    que

    ilustra,

    desde el

    marxismo

    analitico,

    Gerald

    Cohen6,

    concuerdan en

    considerar

    que

    determinados

    parametros

    structurales,

    definibles

    a nivel

    macrosocial

    y

    con

    prescindencia

    de

    categorias subjetivas

    ales

    como

    normas, valores,

    creencias,

    etcetera,

    constituyen

    os

    principios

    e

    inteligibilidad

    el

    sentido

    de

    las

    conductas

    y,

    en

    general,

    de los

    procesos

    sociales

    (incluidas

    as

    normas,valores,creencias,

    etcetera).

    La

    popularidad

    cademica

    de las diversas

    variantes

    del

    objetivismo

    ociol6gico

    se ha

    apoyado

    desde

    siempre

    en

    dos

    pilares:

    uno

    reside en su

    continuidad

    con la

    actitud

    objetivante

    de sentido

    comu'n,

    cuyas ventajas

    (economia,

    no

    necesidad

    de referirsea

    estados

    mentales

    naccesibles,

    adaptaci6n

    a las

    exigencias

    de un

    juiciocomon)

    conserva.

    El otro

    pilar

    radica en el

    hecho

    de

    que

    la

    posici6n objetivista

    en

    sociologia

    ha sido

    proverbialmente

    sociada a

    la

    tesis

    seg'n

    la

    cual el

    objetivismo

    s

    la

    Unica

    opci6n

    te6rica

    conciliablecon el

    ideal,

    que

    se

    supone

    plausible,

    de

    que

    las

    ciencias

    sociales

    gocen

    de un

    estatuto

    epistemol6gico

    similar l

    de las ciencias

    naturales.

    En los

    antipodas,

    y

    como

    alternativa

    esa

    posicion,

    se

    situ0an

    nfoques

    de

    corte

    subjetivista,

    n

    particular

    a

    etnometodologia,

    erederade los

    planteos

    enomen6logicos

    de

    Alfred

    Schutz,

    donde el

    acento

    esta

    puesto

    en

    las

    opiniones

    y

    creencias de los

    actores

    sociales,

    en tornoal

    tema

    de

    la

    construcci6n

    ocial de

    la

    realidad .Al

    contrario

    de los

    anteriores,

    stos

    enfoques

    deben su atractivo

    l hecho de

    que

    se esfuerzan

    por

    exhibir os

    supuestos

    no

    tematizados

    obre

    los

    que

    descansa

    la

    actitud

    objetivante

    e sentido

    comin.

    6Cohen,

    1986.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    7/25

    266

    EMILIOE

    POLA

    Centrando

    l

    anilisis

    sobre las condiciones

    subjetivas

    de

    posibilidad

    de

    las

    conductas,

    las

    normas

    institucionalizadas

    las

    identidades

    colectivas,

    los

    etnometod6logos

    han

    dado

    forma

    a

    lo

    que

    Ducrot lamauna

    sociologia

    e lo

    implicito ,

    o exenta

    por

    ciertode

    interes7.

    Aqui

    empero

    no interesa

    omar

    posici6n

    en

    torno

    de

    la

    ontologia

    de

    lo

    social

    que

    cada

    una

    de

    estas

    opciones

    te6ricas

    expresa.

    Importa

    n

    cambio

    investigar

    hasta

    qu6

    punto

    dichas

    opciones

    dan acceso

    a recursos

    conceptuales

    que

    permitan

    ensar

    a nivel e6rico

    aquelloque

    Halperin

    xpone

    a

    nivel

    hist6rico.

    Retomandoel

    ejemplo

    de los

    grupos politicos

    clandestinos en la

    Argentinay,

    en

    particular,

    l

    de los

    Montoneros,

    arece

    claro

    por

    un

    ado

    que

    nos encontramos

    on un caso

    de

    desajuste

    entre

    un cursode

    acci6n

    y

    el modoen

    que

    este

    es reflexionado

    or

    sus

    propios

    actores

    y,

    por

    otro,

    que

    tal

    desajuste,

    para

    decir

    lo menos,

    se muestra refractario

    la

    conceptualizaci6n

    radicional n torno

    de

    la

    falsa onciencia

    y

    sus variantes.

    En

    efecto,

    dichaconceptualizaci6n

    educe

    istemAticamente

    un

    solo nivel

    alque

    denomina

    conciencia

    social ,

    subsistema

    ultural

    superestructura

    deol6gica )

    odo

    aquello

    relacionado

    on

    lo

    que

    Ilamaremos

    a

    dimensi6n

    imb6lica

    de

    la

    acci6n,

    ocluyendo

    oda

    posibilidad

    de dar

    cuentade fen6menos

    de

    resignificaci6n

    de

    recuperaci6n

    iscursiva

    xpostde

    significados

    producidos,

    ntencionalmente

    no,

    al

    as ,

    por

    asi

    decir,

    de

    la

    acci6n misma.

    Laconciencia

    social, los residuos,las ideologias,las creencias y, en general, las formasde expresi6n

    simb61lica

    e

    sitian ex

    hypothesis

    en

    un nivelsin duda

    derivado,

    segundo ,

    pero

    tambien

    unico

    y

    lineal.Por

    cierto,

    sus

    formasde

    aprehensi6n

    uelen

    ser

    muy

    variadas

    y

    otro

    tanto

    cabe decir

    de

    las

    interpretaciones

    que

    pueden

    dar

    ugar8.

    ero ales

    modalidadesdiversas

    de

    registro

    y

    de

    interpretaci6n

    an

    por

    supuesta

    una

    previa

    concepci6n

    unidimensional

    el

    dominiode la

    significaci6n

    e

    la

    accion

    y

    ese

    supuesto

    limita

    irremediablemente

    l

    ana'lisis.

    En

    cuanto

    a

    las

    opciones

    mas recientes

    a

    que

    hemos hecho

    referencia,

    se nos

    permitira

    er

    breves

    con

    respecto

    a las teorizaciones

    de corte

    objetivista,

    omo

    la

    antes

    mencionadade Gerald

    Cohen,

    porque,

    al

    margen

    de

    los

    meritos

    o

    las

    insuficiencias

    que

    puedan

    atribuirseles,

    s notorio

    ue

    cuando abordan

    a

    problemitica

    que

    ahoranos

    ocupa

    no intentanaiadir nada nuevo a los

    planteos

    clAsicos,

    sociol6gicos

    o marxistas,antes

    expuestos.

    Cabe

    decir,

    en

    descargo

    de

    Cohen,

    que

    este

    autor,

    on

    encomiable

    desenvoltura,

    se hace un

    deber

    aclarar,

    n

    la

    principal

    e sus

    obras,

    que

    su

    prop6sito

    es defender

    un

    marxismo nticuado

    y

    tradicional9.

    Una

    apreciaci6n

    hartomAs

    ponderada

    merecen

    los

    aportes

    de

    la

    etnometodologia

    ,

    en

    general,

    as corrientes

    e

    raiz

    enomenol6gica grupadas

    habitualmente

    ajo

    el r6tulo

    e

    sociologias

    de

    lavidacotidiana

    E.

    Goffman,

    H.

    Garfinkel,

    .

    Cicourel

    otros).

    Paradar

    s61o

    algunos

    ejemplos,

    los

    analisis

    de

    Goffmanacerca

    de

    las estructuras

    de interacci6n

    en

    situaciones,

    ocasiones

    y,

    mas

    especificamente,

    en

    encuentros

    ara

    a

    cara,

    o

    los

    de

    Garfinkel obre las estructuras

    ormales

    de

    las

    actividades

    comunes,

    cuentan

    entre

    las

    contribuciones

    mas

    originales

    al conocimientode las configuracionesde sentido que

    subtienden,

    de manera

    generalmente

    implicita,

    a

    actitudes,

    conductas

    e identidades

    personales

    en diferentescontextos.

    7

    Cf.,

    sobre

    este

    punto,

    Ver6n,

    1973,

    especialmente

    pAgs.

    268-272.

    8

    Este

    Oltimo

    specto

    presta

    el flanco

    a otra erie

    de

    criticas

    que

    no

    podemos

    desarrollar

    qui.

    Indiqu6molas

    sucintamente: s

    comOn n este

    tipo

    de

    enfoque

    referirse las formas

    simb61licas

    n t6rminos

    de

    traducci6n ,

    expresi6n ,

    reflejo

    la palabra mporta oco,

    pero

    dentro

    de su

    vaguedad,

    sugiere

    una

    relaci6n

    de

    tipo

    causal)

    de

    determinados

    echos

    o

    comportamientos

    ociales. Sin

    embargo,

    a esta

    conceptualizaci6n

    e

    inspiraci6n

    ausalista

    suele

    superponerse

    trade

    carccter

    uncional

    incluso,

    n sus versiones

    m's

    bastas,

    de

    corte

    conspirativo:

    a

    ideo-

    logia

    disimula ,

    falsea ,

    oculta

    tambi6n

    intenta

    ustificar ,

    on fines

    nconfesables,

    un cierto

    estado

    de

    cosas.

    9 Porqueo queyo defiendo s unmaterialismoist6rico nticuado,unaconcepci6ntradicionaln laquela

    historia

    s, fundamentalmente,

    l

    desarrollo e la

    capacidad

    productiva

    el

    hombre...

    Cohen,

    XVI).

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    8/25

    TULIO ALPERIN

    ONGHILA OCIOLOGIA

    267

    Encuanto las

    criticas,

    on

    conocidas ntrenosotros

    as

    que

    les

    dirigen

    A.

    Gouldner

    y

    E.Ver6n10.eservas on

    muchos

    puntos

    n comon

    on

    las

    de estos

    dos autores

    ormula

    a su

    vez

    Anthony

    iddens,

    in

    que

    ello e

    impida

    tilizar

    mpliamente

    as contribuciones

    e

    los

    etnometodologos.

    recisamenteGiddens

    emos

    de

    referirnos

    n lo

    que

    sigue.

    Se

    impone

    destacarde

    entrada

    ue

    la

    de

    Giddens

    s

    una de

    las

    mas

    fecundas

    propuestas

    ormuladasn los

    l0timos

    hros

    esde

    la

    teoria ocial

    para uperar

    os

    impasses

    a

    que

    conducen os

    enfoquesdependientes

    e la

    dicotomiabjetivismo/subjetivismo.

    n

    efecto,

    apartndose

    resueltamenteel binarismo

    implista

    ue

    opone

    la

    objetividad

    e

    hechos

    y

    conductas

    la

    subjetividad

    e

    la

    conciencia,

    a

    deologia

    lo

    maginario,

    iddens

    plantea

    n

    modelo

    mas

    complejo,

    el

    cual

    nos

    nteresa estacar

    os

    aspectos

    que

    hacen

    a

    lo

    que

    llama l

    modelo e

    estratificaci6n ,

    sto

    es,

    una

    nterpretaci6n

    el

    agente

    humano,

    que

    se centra n

    tres

    capas'

    de

    cognicidn/motivacion:

    onciencia

    iscursiva,

    onciencia

    practica

    lo

    inconsciente

    Giddens, 97).

    Giddensdefine conciencia

    iscursiva omo

    aquello

    que

    os

    actores on

    capaces

    de

    decir,

    aquello

    lo

    que

    pueden

    ar

    xpresi6n

    erbal,

    cercade las

    condiciones

    ociales,

    incluidas,

    n

    especial,

    as

    condicionesociales

    de su

    propia

    cci6n .

    a

    conciencia

    iscur-

    sivaestarelacionadaon losprocesosde racionalizaci6ne laaccibn y, poresa via,con

    los

    temas

    que

    la

    sociologia

    radicionalubsume

    ajo

    as nociones

    e

    creencia

    ideologia).

    Por

    conciencia

    prActica

    iddens

    ntiende

    aquello

    ue

    os

    actores

    aben

    (creen)

    cerca

    de

    condiciones

    ociales,

    ncluidas

    n

    especial

    as

    condiciones

    e

    su

    propia

    cci6n,

    pero

    que

    no

    pueden

    xpresar

    iscursivamente;

    in

    embargo,

    inguna

    arrera

    e

    represi6n rotege

    la

    conciencia

    practica,

    diferencia

    e

    lo

    que

    ocurre on

    lo

    inconsciente

    Giddens, 94).

    Los

    conceptos

    de

    conciencia

    ractica

    conciencia

    iscursiva

    arecen

    querer

    rescatar se

    carActer

    omplejo,

    o

    unidimensional,

    el

    registro

    eflexivoe

    la

    acci6n,

    al

    cual

    nos hemos

    referido

    masarriba. n al

    entido,

    modo

    de

    hip6tesis, odriamos

    eformular

    o

    que

    Halperin

    nunciaacerca de

    los

    Montoneros

    iciendo

    que

    los

    dirigentes

    de

    ese

    movimientooliticomostraban travesde sus actos -es decir,en el registrode su

    conciencia

    practica-

    onocerbien

    Io

    que,

    por

    el

    contrario,

    ra

    disimulado

    deformado

    or

    su

    conciencia

    iscursiva. ero

    ste

    punto

    equiere

    special

    cuidado,

    o

    pena

    de abrir

    l

    camino

    malentendidos

    ,

    peor,

    de

    pretender

    ar

    cuentade

    lo

    claro

    pelando

    lo

    oscuro.

    Un

    primer roblema

    eside

    n

    la

    dificultade

    determinaron

    precision

    l

    alcance

    del

    concepto

    de

    conciencia

    ractica.

    sa

    dificultadoes

    en

    nuestra

    opinion

    asual:deriva

    e

    la

    relaci6n

    indefinida

    ue

    existe

    entre,

    por

    una

    parte,

    l

    tipo

    de

    interrogantes

    los

    cuales

    intenta

    esponder

    icho

    concepto

    y, por

    otra,

    u

    campo

    virtual e

    aplicaci6n.

    El

    tipo

    de

    interrogantes

    emite

    los

    explicitos

    rigenes

    enomenol6gicos

    el

    concepto

    n

    cuesti6n:

    e

    trata n

    principio

    e

    dar uenta

    e los

    saberes

    mplicitos,

    o

    ematizados,

    uyo

    dominio

    xhi-

    ben osactoresndividualesnlassituacionesotidianas,especialmente,nlosencuentros

    caraa

    cara:

    desatenci6n

    cort6s ,

    entido e las

    distancias

    propiadas,

    acto

    para

    nfrentar

    circunstancias

    nesperadas,

    tcetera.

    En ales

    situacionesos

    actores

    dan

    muestras

    e

    un

    sabio

    manejo

    e

    las

    normas,

    e

    las

    actitudes

    las

    conductas n

    cada caso

    requeridas,

    aunque

    por

    o

    general

    ean

    incapaces

    e

    formular

    erbalmentese

    conocimiento

    prActico.

    LSe

    debe concluir

    de

    lo anterior

    ue

    el

    campo

    de

    aplicaci6n

    del

    concepto

    de

    conciencia

    practica

    e

    limita

    olamente

    los

    contextos e

    copresencia?

    Nadaes

    menos

    10

    Aunque

    atendibles

    en

    ciertos

    aspectos,

    las

    criticas

    de

    Alvin

    Gouldnerno

    menoscaban sin

    embargo

    la

    validez de

    esas

    contribuciones

    Gouldner,

    47

    y ss.).

    Otro

    anto abe

    decir

    de las

    objeciones

    de Eliseo

    Ver6n

    a los

    etnometod6logos,

    n

    cuanto

    a los

    limites

    que

    impondria

    los

    aportes

    de

    estos

    6ltimos

    u

    dependencia

    respecto

    de

    sus origenesfenomenol6gicos Ver6n,1973,271 y ss). Ver6ndestaca sin embargo a pertinencia

    descriptiva

    de

    dichos

    aportes.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    9/25

    268

    EMILIOE

    IPOLA

    seguro.

    Si el

    locus e6rico n el

    marco

    el

    cual

    a

    noci6n s

    presentada

    precisamente

    a

    conceptualizaci6n

    e los

    encuentrosociales-

    parece mponer

    na

    respuesta

    firmativa

    esa

    pregunta,

    iertas

    ndicaciones lteriores

    e

    Giddens

    arrojan

    erias

    dudas

    sobre

    la

    pertinencia

    e esa

    respuesta.

    Surge

    de

    esas indicaciones

    ue

    la

    idea

    de un saber

    mplicito

    n

    la

    practica

    o

    por

    fuerza

    xige

    que

    ese saber e limite

    olamente

    encuentros

    araa

    cara.La

    referencia

    e

    Giddens

    la

    obediencia

    e

    reglas

    no

    expresadas

    iscursivamente

    porejemplo,

    eglas

    de

    parentesco,omo

    ia

    queenciertas ulturasrescribel matrimoniontreprimosruzados-

    pone

    sobre

    a

    mesa

    un

    modode

    ejercicio

    e

    la

    conciencia

    pra.ctica

    sincomonmedida

    on

    aquel

    que opera

    en

    las

    situaciones e

    copresencia.

    Algo

    semejante

    abe

    decirde

    las

    reflexiones

    e

    Giddens cerca

    delsaber

    mplicito

    e losactores

    ociales

    obre

    condiciones

    de vida

    ocial

    que

    no

    (son)aquellas

    n

    las

    que

    ocurren

    us

    propias

    ctividades

    Giddens,

    123).

    Esos

    ejemplos

    arecen

    ranquear

    l

    camino una

    versi6n

    ampliada

    el

    concepto

    de

    conciencia

    practica.

    iguiendo

    sa

    via, a

    idea

    de

    una

    conciencia

    ractica

    uyo

    dominio

    e

    ejercicio

    barcara

    ambien

    a

    acci6n

    politica

    o

    seria

    nconcebible.

    e

    todos

    modos, a

    discusi6n

    ificil

    incierta

    ue

    Giddens

    leva caboen

    el

    capitulo

    I

    de La

    constituci6n

    e

    la

    sociedad

    muestra on creces

    la cautela

    pero

    ambien

    as

    vacilaciones

    e su autor

    obre

    este punto.

    Eso

    no

    es todo.El

    concepto

    de conciencia

    practica

    pese

    a formar

    arte

    y

    parte

    central,

    egOn

    Giddens)-

    de la

    teoria

    ocial,

    es

    tambien

    lanteado

    or

    su autor

    omo

    elemento e

    una

    conceptualizaci6n

    lternativa

    la

    teorizaci6n

    reudiana

    obre

    el

    aparato

    psiquico.

    Asi,

    a

    la

    triada

    ello ,

    yo ,

    supery6

    e

    la

    Ilamada

    egunda

    t6pica,

    Giddens

    sustituye

    a

    riple

    ivisi6n sistema

    e

    seguridad

    asica ,

    conciencia

    rActica

    conciencia

    discursiva

    Giddens, 7)11.

    Nocabe

    aqui

    desarrollar

    os

    argumentos

    ue

    ofrece

    Giddens

    para

    justificar

    se

    reemplazo.

    enialemos

    implemente

    ue

    su

    preocupaci6n

    rincipal

    aparece

    centrada n

    la

    promoci6n

    e

    lo

    que

    llama

    los

    componentes

    mas

    cognitivos,

    racionales,

    el

    agente

    Giddens, 7),

    subestimados,

    n su

    opini6n,

    or

    Freud12.

    Volviendoltemadelcual

    partimos,

    al

    margen

    elas reservas

    ue

    puedan

    uscitar

    estas

    nadabanales

    macro-operacionese6ricas13,o

    parece

    rrelevante

    ntentarescatar

    l

    concepto

    de

    conciencia

    practicay

    subsidiariamente

    l

    menos

    complejo

    e

    conciencia

    discursiva-

    ara

    darcuentade

    los modosde

    aprehensi6n

    ubjetiva

    e

    su

    accionar

    olitico

    por

    parte

    de los

    dirigentes

    montoneros. ueda

    n

    pie

    sin

    embargo

    n

    problema.

    n

    efecto,

    segOn

    Giddens en estricta

    oherencia on

    la

    raiz

    enomenol6gica

    el

    concepto-

    la

    conciencia

    practica

    efiere unsaber

    nsito

    n

    la

    acci6n

    misma,

    ue

    los actores

    no

    pueden

    expresar

    discursivamente,

    unque

    en

    esta

    restricci6n

    o

    operan

    censura

    ni

    represibn

    algunas.

    Esta

    1ltima

    cotaci6n

    s

    pertinente

    i

    se

    tienen

    n

    cuenta

    l

    tipo

    de

    situaciones

    los

    que

    generalmente

    emiteGiddens

    ara

    lustrar

    l uso

    de dicho

    oncepto

    situaciones

    e

    copresencia,

    ncuentrosaraa cara)

    y

    altipode saber rActiconvestidon ellos.Pero,

    nuevamente,

    o

    es en modo

    alguno

    mpensable

    a

    idea

    de una

    conciencia

    practica

    uya

    imposibilidad

    e

    verbalizaci6n

    e

    explique,

    iquiera

    ea

    parcialmente,

    or

    a

    incidencia

    e

    operaciones

    ales

    como

    a

    negaci6n

    la

    censura.

    En

    el

    primer apitulo

    a

    triada

    propuesta

    por

    Giddens

    era

    motivos/cognici6n

    nconscientes ,

    conciencia

    prcctica ,

    concienciadiscursiva

    Giddens,

    44).

    12

    Por

    ese

    camino,propone

    unareivindicaci6n

    e

    los

    psic6logos

    del

    yo

    E.

    Erikson,

    K.

    Homey,

    H.

    S.

    Sullivan)

    parte

    de

    cuyas

    tesis retoma

    o reformula.

    13

    Este

    es

    uno

    de

    los

    aspectos

    que

    nos

    parecen

    mas

    cuestionables

    del

    aporte

    giddensiano.

    Por

    nuestra

    parte,

    creemos

    que

    el

    problema

    o

    consiste en

    exorcizar

    l

    demonio

    bjetivistaorjindose

    un inconsciente

    menos

    molesto

    yunpreconsciente incensura.Enunplanteo omo6se se incurre n unamuy nc6modapetici6nde principio,egOn

    la

    cual

    es

    tarea

    y

    tarea

    prioritaria-

    e

    la

    teoria

    ocial

    presentar

    naalternativala

    concepci6npsicoanalitica

    e

    la

    psiquis.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    10/25

    269

    Asi,

    por

    ejemplo,

    retomando uevamente

    l

    caso

    de los

    grupos

    clandestinos n

    Argentina,

    esulta vidente

    que,

    para Halperin

    en

    nada

    preocupadopor

    ofrecer

    una

    alternativa

    las

    t6picas

    reudianas),

    ay

    en

    los

    dirigentes

    montoneros,

    puntaladoor

    ese

    parad6jico

    ecurso iscursivo

    ue

    es el

    silencio

    THD,

    987a,

    2),

    un ndudable

    roceso

    de

    negaci6n,

    acionalizado

    posteriori,

    ras

    a

    figura

    e

    una

    autocritica,

    n el discurso

    politico

    de ese

    grupo.

    El

    hechode

    que

    Halperin

    eWale

    ue

    los

    dirigentes

    montoneros

    e

    negaban

    a

    reflejar

    u atinada

    ercepci6n

    e

    lasituaci6n

    n dicho

    discurso,

    ue

    ncluso

    e

    esforzaban

    pornoreconoceroquesabian,muestranequivocamenteueese aspectoestapresente

    en su

    analisis.

    Por tra

    parte,

    a

    deade

    que,

    a

    traves

    e

    algunas

    ictimas ien

    scogidas,

    e abria

    n

    expeditivotajo ara

    l

    retorno

    l

    poder

    del

    efe

    del

    peronismo,

    con

    61

    de las

    que

    se habria

    de Ilamar

    or

    entonces

    us

    formaciones

    speciales ,

    ogr6

    un

    arraigo

    anto

    mas

    profundo

    en estas

    I01timas

    uanto

    ue

    estuvo valada

    or

    a

    anuencia e

    ese

    mismo

    efe,

    asicomo

    por

    la oleranciaenevolentee buena

    arte

    e la

    sociedad

    rgentina-sin

    ontaras

    vacilaciones

    de la

    dirigencia

    militar

    nte

    a

    emergencia

    e una

    violencia

    ue

    no

    podia

    dejar

    de asociar

    su

    propia

    irresoluci6n

    rente al dilema

    que

    la exclusi6n

    del

    peronismo

    e

    planteaba-.

    Es

    sabido

    que

    una

    vez

    producido

    l

    regreso

    del

    lider,

    este

    no

    demor6

    en

    tomar

    distanciascada

    vez

    mas

    ajantes especto equieneshabianidosuscompaneroseruta.Conelcorrere

    los meses esas distanciase

    ahondaron

    asta onvertirsen

    la

    mas

    despiadada

    ostilidad;

    por

    otra

    parte,

    a

    voluble

    ociedad

    argentinaej6

    de miraron

    ojos ndulgentes

    os hechos

    violentos

    ue,

    producida

    a

    vuelta

    de

    Per6n

    al

    gobierno,

    arecian

    para

    ella de

    sentido,

    ademas de

    que

    comenzaban

    a

    incomodarla

    eriamente.Enese

    nuevo contexto

    histbrico,

    a

    mera idea de saberse

    pioneros

    exitosos

    de

    la

    legitimaci6n

    e

    una

    violencia

    que

    ahora se

    encarnizaba

    con

    ellos se

    torn6

    nsoportable

    ara

    os movimientos

    landestinos

    y

    cedi6

    facil-

    mente u

    lugar

    los

    temas

    deol6gicos

    el

    vanguardismo

    litista del

    divorcio

    e lasmasas.

    Concluyendorovisoriamente:

    omo ehalamos

    ntes,

    en una

    reflexi6ne6ricaobre

    este

    juego ragico

    e

    acciones

    nicialmente

    ficaces,

    de

    percepciones

    erteras de

    expli-

    caciones

    ex

    post-juego

    cuya

    rama

    Halperin

    esata

    pero

    no

    teoriza-

    areceria

    aber

    ugar

    para

    os

    conceptos

    e conciencia

    ractica

    de

    conciencia

    iscursiva .

    ero s indudable

    que,

    para

    ello,

    dichos

    conceptos

    (y

    en

    particular,

    l

    primero)

    equeririan

    n

    mayor

    desarrollo

    y

    una

    mayor

    recisi6n

    4.

    Preciso

    s

    reconocer

    ue,

    sobre

    ste

    punto,

    a

    eoria

    e

    la

    estructu-

    raci6n

    pese

    a su

    refinada

    legancia-

    sta

    auin

    ejos

    de haber

    legado

    l

    inde sus

    esfuerzos.

    Los

    problemas

    ue

    plantea

    l ntentoe

    encuadre

    onceptual

    elmodode

    aprehensi6n

    de su

    propio

    ccionar

    or

    parte

    e los

    grupos

    landestinos

    n

    la

    Argentina

    urante

    osaios

    '70

    lustran

    s61o

    parcialmente

    a

    gama

    de

    interrogantes

    e6ricos

    ue

    abre,

    en

    los

    escritosde

    Halperin,atematicade las relacionesentreacci6ny representaci6n.Enotros ugaresde su

    obra,

    dicha

    emAticae

    desarrolla,

    tambien

    e

    complejiza,

    on

    a introducci6n

    e

    registros

    reflexivos

    mas

    elaborados

    y

    de

    mayor

    alcance

    que

    los

    que

    hubo

    que

    tomar

    en

    cuenta en el

    ejemplo

    anterior.

    El

    de

    losMontoneros

    rauncaso

    de

    interpretaci6n

    posteriori,

    on inesde autocritica

    pero

    ambien

    e

    reapropiaci6n

    deol6gica,

    e un

    recorrido

    olitico

    uyo

    sentido fectivo e

    habia

    ornadoisa

    y

    Ilanamente

    nasumible

    or

    quienes

    habian

    ido sus

    protagonistas.

    a

    obra

    de

    Halperin

    s

    particularmente

    ensiblea

    la

    eficacia

    del

    apr6s

    coup

    como

    modalidad

    de

    resignificaci6nubjetiva

    e hechos

    y

    conductas

    pasadas.

    Ilusiones

    etrospectivas,

    fables

    convenues,

    mitos

    individuales

    colectivos, reconstrucciones

    ex

    post.

    no

    siempre

    14

    No

    tanta,

    in

    embargo,

    como

    para

    bloquear

    a

    indiscutible

    ecundidad

    heuristica

    el

    concepto

    en

    cuesti6n.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    11/25

    270

    EMILIO E

    IPOLA

    paraHalperin

    sos modos

    artificiosos

    e

    recrear

    a

    imagen

    de

    actos

    cumplidos

    hechos

    sucedidos

    on

    obra

    de

    la

    deologia,

    a

    malafe

    la

    necesidad e

    exculpar

    n

    pasado

    dudoso.

    Son

    tambien

    fectosdel

    impacto,

    menudo

    ontradictorio,

    e ciertas

    mutacionesociales

    y

    culturales

    obre

    las creencias

    y

    los

    sentimientos

    e

    quienes

    vivieron

    sos

    cambios

    y

    tuvieron,

    anbien

    que

    mal,

    que

    acomodarse ellos.

    Efectos los

    cuales

    mporta

    star

    specialmente

    tento uando

    e trata

    e

    analizar

    l

    modo

    n

    que

    osactores

    hist6ricos

    an

    abordado

    transmitido

    us

    propias

    ivencias.

    ludo

    obviamente

    qui

    a los

    trabajos

    ue

    Halperin

    edic6a esa encarnaci6n

    articular

    e la

    concienciadiscursiva

    ue

    es el

    genero

    utobiografico

    ,

    especificamente,

    las

    autobiografias

    de

    algunos

    prohombres

    intelectuales

    politicos)

    ispanoamericanos'5.

    ichos

    rabajos

    permitenercibir,

    on

    mayor

    itidez

    quizas

    ue

    otros,

    asta

    que

    punto

    a abor

    istoriogrdfica

    de

    Halperin

    cuerda

    privilegiada

    tenci6n

    la

    relaci6n

    ntre

    a

    acci6n

    de

    los

    agentes

    hist6ricos

    las

    formas

    bajo

    as cuales

    esos mismos

    actores,

    a

    menudo

    al

    calor

    de las

    inquietudes

    demandas

    el

    presente,

    ntentan

    ecuperar

    l

    sentido

    de

    dicha

    acci6n,

    esto

    es:

    recortan

    us

    secuencias,

    ancuenta e sus

    motivos

    sus

    fines,

    ustifican

    us

    decisiones,

    en

    fin,

    val0an

    u curso

    y

    sus

    resultados.

    n

    a

    autobiografia

    l

    autor

    efine

    ygeneralmente

    justifica)

    u actitud nte

    a

    vida

    no

    s6lo

    en

    lo

    que

    explicitamente

    eclara

    al

    respecto

    ino

    tambien

    n elactode

    enunciaci6n

    ismo. a

    autobiografia

    s asi un rabajoso erformativo.

    El

    dean

    Gregorio

    unes,

    al redactar

    a

    suya

    en tercera

    persona

    del

    singular,

    s6

    de

    un

    subterfugio

    oco

    sutil

    para

    hacer

    como

    que

    buscaba

    soslayar

    se

    aspecto,

    cuando

    en

    realidad

    o

    queria

    tra osa

    que

    subrayarlo16

    Estareferencia

    l dean Funes

    pretende

    no

    ser arbitraria.n

    mais

    de una

    ocasi6n

    Halperin

    a

    opuesto

    a

    actitud e este

    letrado olonial,

    ue

    negoci6

    autelosamente

    u

    carrera n

    el

    Rio

    de

    la

    Plata,

    la

    de

    otro

    etrado,

    lerigo

    omo

    e6,

    que

    malogr6

    a

    suya

    en

    Mexico.

    2. FrayServandoen las ciudades

    El 12

    de diciembre e

    1794,

    Fray

    ervando

    eresa

    de

    Mier17,

    e

    la orden

    de

    Santo

    Domingo,

    etrado

    egiomontano

    e

    auspiciosa

    arrera

    reputado

    rador,

    ronuncid

    n

    serm6n

    n

    Guadalupe,

    ondesostuvoa

    tesis

    de

    que

    el

    lienzo

    de

    Tepeyac,

    asociado

    al

    milagro

    e

    la

    aparici6n

    e

    la

    virgen

    l

    indio

    uan

    Diego,

    endria

    n

    caracter

    fectivamente

    milagroso,

    ero

    mucho

    mas

    remoto

    venerable

    ue

    el

    inicialmente

    upuesto,ya

    que

    se

    remontaria los

    origenes

    mismos

    del

    cristianismo.

    l

    lienzo

    seria

    una

    reliquia

    e

    la

    predicaci6n

    el

    ap6stol

    Santo

    Tombs

    n

    tierra

    mexicana

    encarnaria

    n

    simulacro

    e

    la

    Virgen

    Maria,

    riginado ilagrosamente

    n

    vida

    de

    esta.

    El

    milagro

    post6lico,

    resentado

    comounhechos6loprobable,oexcluiria,egon Fray ervando,quelotrodelquefuera

    agraciado

    estimonio

    l

    indio

    uan

    Diego:

    a

    Virgen

    ien

    pudo

    haber

    evelado

    este

    Oltimo

    d6nde

    estaba

    oculto

    l

    lienzo,

    scondido

    or ndigenas

    ieles,

    herederos

    e

    aquel

    originario

    cristianismo

    mexicano,

    durante

    a

    persecuci6n

    desencadenada

    ya

    en

    tiempos

    de

    la

    predicaci6n

    e

    SantoTomrs

    n

    Mexico.

    15

    Entre

    tros,

    Fray

    Servando

    Teresade

    Mier,

    l dean

    Gregorio

    unes,

    Manuel

    Belgrano,

    Domingo

    Faustino

    Sarmiento,

    os6 Victoriano

    astarria,

    ose

    Maria

    amper,

    Guillermo

    rieto

    THO,

    987a,41-63;

    1982,113:143).

    16

    De este escritode Funes dice

    Halperin:

    ...su

    autobiografia

    o

    podria

    er ms

    piblica;

    es,

    en

    verdad,

    casi

    el

    prospecto

    de un

    candidato

    a

    posiciones

    politicas

    THD,

    987b,

    56).

    17

    TulioHALPERINONGHI:Eletrado olonial omo inventor e mitos

    revolucionarios:

    ray

    ServandoTeresa

    de Miera trav6s de sus escritos autobiogrificos ,n VVAA:De historiae historiadoreshomenajea Jos6 Luis

    Romero), iglo

    XXI,

    M6xico,

    1982.

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    12/25

    TULIO

    HALPERINONGHI LA

    SOCIOLOGIA

    271

    El serm6n de

    Guadalupe

    caus6

    escandalo

    y

    arruin6

    a

    carrerade

    Mier,

    quien,

    previamente

    la

    indagaciOn

    ispuesta

    por

    el

    arzobispado,

    recibi6

    de su

    superior

    orden

    de

    no abandonarel convento.Ensus memorias

    Fray

    Servando

    narra l

    episodio

    y

    admite

    que

    pronto

    tuvo

    que

    convencerse

    de

    que

    su

    conjetura

    estaba basada en

    argumentos muy

    debiles, producto

    de

    una credula lecturadel doctor

    Borunda,

    un

    jurista

    enfermizamente

    adicto a

    fraguar

    as

    historias

    mas

    desatinadas. Sin

    embargo,

    s6lo se

    declar6

    dispuesto

    a

    ofrecer

    una retractaci6n

    lena

    si se

    cumplia

    a

    promesa

    de cortar l asunto

    en su

    virtud

    ,

    en consecuencia, si su honor,

    ya

    lastimado

    por

    a

    sanciOn,

    quedaba

    a salvo.

    Ello

    no

    ocurri6.

    Examinado

    n

    proceso

    eclesiastico,

    el serm6n

    guadalupano

    recibi6

    un

    primer

    dictamencondenatorio.

    La

    sentenciadefinitiva el

    arzobispo

    conden6 a Mier

    a

    diez

    aios

    de

    reclusi6n

    en un convento

    y

    lo

    inhabilit6

    perpetuidad

    para

    el

    ejercicio

    de

    toda

    enseianza

    p~blica.

    A

    partir

    e

    entonces,

    la

    vida de

    Fray

    Servando

    hubo de recorrer

    hasta

    su

    vejez,

    en

    que

    obtendriauna reivindicaci6n asi

    p6stuma,

    un

    largo

    y

    tortuoso tinerario

    hecho

    de

    prisiones, fugas, persecuciones, disputas,

    escarnios,

    e incluso

    sorpresivas

    recompensas.

    Alcabo de esa

    trajinada

    ravesia,

    quien

    fueraen su

    juventud

    un

    monarquico

    convencido

    y

    casi militante

    hasta

    el

    punto

    de sostener

    que

    la

    obediencia a

    los

    reyes

    era

    un

    deber

    esencial de

    los

    cristianos-se

    convertir,

    en uno de los

    prohombres

    undadoresdel

    Mexico

    republicano.

    El

    proyecto

    de vida de Mier

    ra eminentemente

    tilitario:btener

    figuracion

    mundana

    en

    la

    alta sociedad de su

    tiempo,

    como

    espiritu

    brillante

    original.

    En ese

    plan general

    se

    inscribia

    u

    sermon

    de

    Guadalupe.

    Y,

    aunque

    no

    dej6

    de cuidarse

    as

    espaldas planteando

    su versi6n 6lo

    como

    probable ,ampoco

    ue

    capaz

    de

    evitaruna actitudante las

    cosas

    que

    le

    acarrearia

    no

    pocos

    sinsabores:

    a

    tendencia

    a

    ser

    excesivo,

    a colmar

    y

    sobrepasar

    la

    medida. De

    todos

    modos,

    una

    vez condenado

    -y

    aunque

    no

    quisiera

    o

    no

    pudiera

    confesarselo-

    su carrera

    ya

    estaba

    irremisiblemente

    omprometida.

    Sin

    embargo,

    alli

    Mier

    puso

    en

    juego

    su sentido

    del

    honor

    y

    en su

    defensa

    inici6

    una

    batallaque imprimiriangiro nesperadoa su conducta utura. induda,el significadode la

    empresa

    autorreivindicatorian

    que

    se

    embarc6

    Fray

    Servando

    estaba afectado de una

    insoluble

    ambig0edad.

    Como

    nos

    recuerda

    Halperin,

    Montesquieu

    a

    mostrado n

    celebres

    paginas

    que

    el honor

    que

    esta

    en

    los cimientos del orden

    monarquico

    es,

    aunque

    pOblicamente

    Otil,

    n

    falso honor

    que requiere

    omo

    contrapartida

    l

    desprecio

    de

    la

    virtud

    del

    ciudadano

    y

    tiene

    por

    contenido una

    jerarquia

    e

    rangos y preferencias

    a

    la

    que

    no

    sustenta

    ningOn

    basamento

    moral.Por

    lo

    demis,

    Fray

    Servando no

    podia ignorar

    que

    honores,

    virtud

    superioridad

    e

    origeny

    de talentono

    iban

    necesariamente

    untos

    THD,

    1982,

    129).

    ...Pero

    i

    sabe

    que

    honor

    honores

    o son

    la

    misma

    osa,

    el

    hecho,

    ejos

    de

    darle a

    clave

    del conflictoque destroza u vida,que le permitirlaeconciliarseon su destino,se le

    presenta

    omo

    un

    perpetuo

    scAndalo,

    rente l cual

    es deberdel

    hombre e honor

    egarse

    a

    la

    resignaci6n THD,

    982,

    124).

    Honor

    y

    honoresson

    cosas distintas

    entiende

    Fray

    Servando- no

    tanto

    porque

    haya

    que

    separar

    a

    verdaderavirtud

    e

    la

    mera

    nombradia,

    ino

    porque

    as

    reglas

    que

    deberian

    presidir

    l

    legitimo

    cceso a

    esta

    01tima

    stan

    insanablemente

    ubvertidas.

    Mier, ntonces,

    ademcs

    de

    desmentir su

    retractacion,

    e

    considera

    directamente

    agraviado. Alega

    en

    terminosdramaticos

    que

    su honor

    ha sido

    atacado.

    Dramatismo,

    or

    lo

    demas,

    no

    fingido,

    desde el

    momentoen

    que

    ese honor dentificado

    on su

    persona pOblica

    s

    a

    la

    vez el

    n0cleo

    centralde su

    entera

    personalidad THD,

    982,

    122).

    Eso no es

    todo. Al

    dentificar

    u

    vida con su honor,Miera identificaambien, raslaticiamente,on su cursushonorumTHD,

    1982,

    125),

    es

    decir,

    con

    su

    carrera.

    Iniciaasi lo

    que

    sera

    una

    desesperada

    odisea en

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    13/25

    7

    EMILIOE

    POLA

    procura

    e su

    reparaci6n,

    n

    la

    que

    -sobre

    el fondode

    la

    crisis erminalel orden

    politico

    tradicional del sistemade

    creencias

    que

    lo

    sustenta-

    Fray

    Servando

    a

    poco

    a

    poco

    reconociendo

    uevos aliados

    y,

    sobre

    todo,

    nuevos

    enemigos.

    Primero,

    or

    cierto,

    el

    arzobispo

    NuOiez e Haro

    y

    Peralta,

    rincipal

    esponsable

    nmediato

    e su

    caida

    en

    desgracia.

    in

    embargo,

    o tardardemasiado

    n descubrir

    ue

    el

    arzobispo

    6lo es a lo

    sumo

    una

    expresi6n

    menor e

    aquello ue

    encarna n esta

    tierra l

    mal

    absoluto,

    saber,

    el

    poder.

    Esta oncepci6n elpoder omomalabsolutoeproporcionaranaclavegeneralde

    interpretaci6n

    e las desventuras

    ue

    lo

    aquejan

    asi

    como del

    entero

    mundo

    que

    to

    circunda.

    e

    ofrecera demas

    l escenario

    onvenientemente

    astoen el

    que

    desplegard

    su lucha. lo

    que,

    gracias

    esa

    clave,

    a

    empresa

    e

    poblara

    e

    nuevos entidos.Ya

    nose

    limitara

    declararse

    nocente

    ontra

    quienes

    o calumnian

    persiguen;

    hora

    afirmara

    tambien

    u

    innata

    uperioridad,

    egaday

    vituperadaor

    el

    poder.

    Pero

    sa

    superioridad

    o

    sera

    la

    del

    talento

    poco

    creible

    n

    una

    vidamarcada

    or

    sucesivos

    racasos)

    ino

    a

    de

    linaje.

    firmard

    ues

    su

    nobleza

    e

    origen18,

    aciendo

    e ella

    a

    m6dula

    e

    su

    personalidad

    moral.Con

    ese

    bagaje

    de convicciones

    nfrentar'

    l

    mundo,

    ominado

    or

    os

    poderosos.

    No

    corresponde

    qui

    narrar

    as

    mOltiples

    eripecias

    que

    jalonaron

    a

    posterior

    trayectoria

    e

    FrayServando.

    n uarticulo,

    alperin

    esmenuzaonmaestriaasobresaltada

    trayectoria

    e

    este letrado

    tipico

    a

    la

    vez

    ejemplar.

    Mier

    s

    puesto

    n

    prisi6n,

    e

    fugay

    es

    reaprehendido

    arias

    eces;

    en esa

    seriede

    persecuciones

    ecorre

    spaia,

    Francia,talia,

    Portugal.

    n

    el interin

    a adherido

    la

    idea

    ndependentista,

    unque

    e

    mantendra

    or

    un

    tiempo

    monarquico.

    ecala

    inalmente

    n

    Londres

    en

    1816

    e embarcan una

    expedici6n

    al

    mando

    de Francisco

    Mina

    on

    rumbo

    America.

    a

    expedici6n

    lega

    a Norfolk

    Virginia)

    y

    de

    ahi

    pasa

    a

    Baltimore,

    onde

    e

    organiza

    a

    incursi6n

    n

    Mexico.

    Esta

    es

    rapidamente

    derrotada

    en

    seguida

    recomienza

    ara

    Fray

    ervando

    na

    nueva

    retahila

    e

    prisiones,

    fugas,

    reaprehensiones

    traslados. s

    por

    ntonces

    1820-1821)

    ue

    proclama

    u ad

    hesi6n

    a

    la

    RepOblica.

    in

    embargo,

    sta

    adhesi6n

    e da en

    Mier obre

    el

    fondode

    valores

    tradicionales.MAs

    precisamente,

    obre o que Halperinenomina na utopiarcaica ,

    seg'n

    la

    cual

    a

    repOblica

    establecera

    n su alto

    ugar

    laverdadera

    obleza.

    Harajusticia:

    resarcird

    los aut6nticamente

    iennacidos.

    Finalmente,

    a

    pospuesta

    eivindicaci6n

    lega:

    s electo

    diputado

    constituyente

    un

    decreto

    e

    concede

    una

    pensi6n

    e 3.000

    pesos

    anuales.El

    17de

    noviembre

    e 1827

    recibe

    la

    extremaunci6n

    n

    unacto

    pOblico,

    on

    la

    presencia

    el

    presidente

    e

    la

    RepOblica

    de

    unanutrida

    oncurrencia.l

    3

    de diciembre

    e

    ese mismo

    io muere.

    Importa

    specialmente

    ubrayar

    ue

    Mier s

    un etrado

    l

    que

    le

    toca

    vivir na

    epoca

    carente

    elsuelo

    que

    proporciona

    n istema

    e creencias

    irmesobre

    a

    sociedad

    y

    sobre

    lahistoria:

    omo

    suele

    decirse,

    o

    viejo a

    ha

    dejado

    de

    vivir,

    o nuevo

    no

    puede

    nacer.

    Sin

    embargo,

    sta

    circunstancia

    o

    lo convierte

    n cultor

    e

    ning0n

    scepticismo,

    ino

    que

    libera

    n

    61

    a

    posibilidad

    e tener

    especto

    de

    las

    ideas

    a

    misma

    ctitud

    ragm6tica

    ue

    quiso

    mprimir

    su vida:

    s ese

    pragmatismo

    l

    que

    le

    permite

    er

    en

    ciertos

    istemas

    de

    ideas un

    arma

    para

    a

    movilizaci6n

    olitica.

    ada

    nteresado

    n

    la

    b('squeda

    e

    la

    verdad,

    Fray

    ervando

    e muestra

    n cambio

    omo

    uneficaz

    nventor

    e

    mitos

    evolucionarios.

    n

    inventor

    n modo

    lguno

    nocente

    involuntario

    que,

    en todo

    onocimiento

    e

    causa,

    pudo

    hasta

    el finde sus

    dias

    rescatar omo

    vilida,

    en

    ese

    registro,

    u

    versi6n

    del

    milagro

    e

    Tepeyac19

    18

    Pretensi6n

    roblematica

    n

    los

    hechos,

    anota

    Halperin.

    19EnsuApologia, rgumentaonlavistapuestamenosenlapertinencia ueen laeficacia deol6gicade sus

    tesis:

    se trataba

    nada

    menos

    que

    de ofrecer

    n

    ap6stol

    a M6xico .

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  • 7/25/2019 De Ipola 1999

    14/25

    TULIO

    273

    Esesta actitudescribe

    Halperln-

    a

    que

    confiere Mier

    na

    perversa

    y

    parad6jica

    modernidad,

    cercAndolocuantos

    n

    nuestro

    iglo

    ieronambi6n

    a

    nseguridad

    reciente

    de loscriterios

    e verdad

    omo

    una

    portunidad

    ara

    esinteresarse

    e

    esa dimensi6n

    e

    la

    tarea ntelectual

    consagrarse

    n

    cambio

    lafabricaci6n

    eliberadae mitos onvistas

    muy

    precisos

    bjetivos

    r~cticos

    THD,

    982,

    36).

    4Es capaz

    la

    teorizaci6n

    ociol6gica

    obre a

    acci6nde contribuirdarcuentadel

    comportamientolasactitudes e Fray ervando,

    egOn

    as interpreta alperin? esta

    pregunta

    muchos

    reponderian

    ue

    seriaexcesivo

    pedir

    hoy

    tamaia

    capacidad

    a dicha

    teorizaci6n. sa

    es

    por

    o

    demAs

    a

    respuesta

    ue

    preguntas

    e ese

    tipo

    uelesuscitar

    ntre

    los

    mismose6ricos

    e

    la

    acci6n2?.

    in

    embargo,

    uncon

    las

    reservas

    ue

    ya

    hemos enido

    oportunidad

    e

    explicitar,

    o es

    evidente

    ue

    los

    conceptosgiddensianos

    e

    conciencia

    practica

    conciencia

    iscursiva

    erian

    n

    este caso

    ineptospara

    charuna uz

    siquiera

    sea

    parcial

    obre

    l caso.

    Halperin

    eialael caracter

    menudo

    aprichosamente

    ambiante

    e

    incluso

    as contradicciones

    THD,

    982,

    141)

    de la conducta e Mier.

    ero

    no

    dejapor

    ello

    de

    seialar

    odo

    aquello

    ue

    dicha onducta

    eja

    verde

    la

    percepci6n uy

    iva

    hasta

    de

    la

    exasperada

    ucidez

    THD,

    987b,

    54)

    de

    que,

    por

    momentos,

    aba

    muestras

    Fray

    Servandoespectode lascaracteristicase la

    epoca

    quelehabiaocadoensuertevivir21.

    Aquello

    ue

    sin

    duda

    planteariaroblemas

    mucho

    mas

    arduos,

    no

    s6lo

    a

    la

    teoria

    giddensiana,

    inoa todos

    aquellosnfoques

    e6ricos

    ue

    ponen

    lacento n los

    omponentes

    mis

    cognitivos,

    acionales,

    el

    agente ,

    s

    la

    inevitablearea

    de articular e

    un modo

    inteligible

    as luces

    y

    las sombras

    de

    Fray

    Servando,

    us aciertos

    y

    sus

    errores,

    us

    vislumbres sus

    extravagancias.

    LPodra,

    i no resolverlos,

    oadyuvar

    esclarecerlos,

    na eorizaci6n

    ue,

    como ade

    la elecci6n

    acional ,

    torgaprimacia

    esos

    componentes,

    in

    por

    ello

    dejar

    e

    reconocer

    que

    existen conductasmenos

    racionales

    que

    otras

    e

    inclusoconductascrasamente

    irracionales?abedudarlo.

    La

    teoria

    de

    la

    acci6n racional

    n

    efecto,

    al

    menos

    en sus

    versionesclaramente

    identificables

    omo

    tales22,

    s

    un

    ejemplo

    imero

    de

    lo

    que

    cabe

    llamar

    hermen6utica

    simple

    por

    oposici6n

    a

    la

    hermeneutica

    oble

    de

    Giddens)

    en el sentidode

    que,

    acomparhada

    n esto

    por

    buena

    parte

    del

    pensamiento

    ociol6gico,

    e mantiene

    at

    rasdel

    sentido

    pensadoy

    construido

    or

    os

    actores

    mismos,

    e

    cuyapercepci6n

    el mundo ocial

    ofrece

    unaversi6nn

    todo

    imilar lade

    estos

    0ltimos,

    i

    se

    exceptea

    l

    lenguaje

    cad6mico

    con

    que

    a ormula.ara

    l

    rational-choice,23

    ada

    acci6n

    s inmediata

    aproblemiticamente

    identificable,

    esde

    que

    dicha eoria

    o

    s6lo

    oma

    omo

    punto

    e

    partida,

    ino

    que

    tambien

    20

    Por

    ejemplo,

    Elster

    no

    vacila

    en acordara

    interrogacionese

    este

    tipo

    un

    cardcter

    programatico,

    mas

    bien

    de

    largo

    plazo

    (Elster, 7).

    21

    Percepci6ny

    lucidez

    que

    traducen

    a

    (parcial)

    onciencia

    prdctica

    de Mier.

    Aunque

    Halperin

    descubre

    esos atisbos a

    trav6s

    de

    los

    escritos

    de Fray

    Servando,

    no

    deja

    de

    sugerimos

    que

    Io

    que

    importa

    on los actos

    de

    enunciaci6n

    y

    no

    los

    enunciados

    de

    qu