De Ente Et Essentia

6
De ente et essentia De ente et essentia es un opúsculo previo a la composición de la Summa Theologie de Tomás de Aquino que, si bien, no tiene el rigor de un tratado en cuanto tal, lo es en cuanto que, según su forma de comentario a la Metafísica de Aristóteles, adquiere un orden adecuado y claro para la exposición de su objeto: sobre el ser y la esencia. Tanto para Aristóteles como para el Aquinate, el ser y la esencia, constituyen dos términos capitales de sus sistemas metafísicos, sólo que en Tomás han de tomar los respectivos tintes que le confiere el teólogo, y no ya sólo la forma racional del filósofo, en esto reside la novedad e importancia de este opúsculo. Ya en los primeros renglones se nos muestra el propósito y el modo de proceder de este opúsculo, así como su importancia, puesto que, “para evitar que un error sea grande al final cuando si comienzo a sido pequeño”, es necesario determinar el significado de “esencia” y de “ser”, además de su relación con las demás nociones lógicas de género, especie y diferencia, así como el “modo en que el ser y la esencia se manifiestan en las cosas”. Se parte de la distinción entre dos concepciones del “ser”: 1) El ser clasificado en las diez categorías y 2) el ser que equivale a la verdad en las proposiciones; de ésta se dice que el ser equivale a todo aquello que puede ser afirmado, aún cuando no se trate de cosa real, pero, según la primera, se llama ser a aquello que tiene alguna realidad. De aquí que la “esencia” no se deriva de la acepción de “ser” según la primera forma, porque serían seres cosas que no tiene esencia (como las privaciones: la ceguera en el ojo…) mientras que bajo la segunda forma, se afirma que

description

Síntesis de la obra fundamental de filosofía de Tomás de Aquino

Transcript of De Ente Et Essentia

Page 1: De Ente Et Essentia

De ente et essentia

De ente et essentia es un opúsculo previo a la composición de la Summa Theologie de Tomás de Aquino que, si bien, no tiene el rigor de un tratado en cuanto tal, lo es en cuanto que, según su forma de comentario a la Metafísica de Aristóteles, adquiere un orden adecuado y claro para la exposición de su objeto: sobre el ser y la esencia.

Tanto para Aristóteles como para el Aquinate, el ser y la esencia, constituyen dos términos capitales de sus sistemas metafísicos, sólo que en Tomás han de tomar los respectivos tintes que le confiere el teólogo, y no ya sólo la forma racional del filósofo, en esto reside la novedad e importancia de este opúsculo.

Ya en los primeros renglones se nos muestra el propósito y el modo de proceder de este opúsculo, así como su importancia, puesto que, “para evitar que un error sea grande al final cuando si comienzo a sido pequeño”, es necesario determinar el significado de “esencia” y de “ser”, además de su relación con las demás nociones lógicas de género, especie y diferencia, así como el “modo en que el ser y la esencia se manifiestan en las cosas”.

Se parte de la distinción entre dos concepciones del “ser”: 1) El ser clasificado en las diez categorías y 2) el ser que equivale a la verdad en las proposiciones; de ésta se dice que el ser equivale a todo aquello que puede ser afirmado, aún cuando no se trate de cosa real, pero, según la primera, se llama ser a aquello que tiene alguna realidad. De aquí que la “esencia” no se deriva de la acepción de “ser” según la primera forma, porque serían seres cosas que no tiene esencia (como las privaciones: la ceguera en el ojo…) mientras que bajo la segunda forma, se afirma que el ser es la sustancia de las cosas. En este sentido el “ser” se divide en diez categorías; la esencia, por tanto, es lo que es común a todas las naturalezas por las cuales corresponden a diversos géneros y especies.

Cuando definimos una cosa como “qué es esto o aquello”, la situamos dentro de un determinado género correspondiente a una especie; esto mismo es lo que se llama en latín “quididad”: la esencia es aquello que da a la cosa el ser lo que es. También recibe el nombre de forma, que denota perfección o certeza, o naturaleza, como aquello que puede ser captado por el entendimiento. Esto adquiere suma importancia al afirmar que nada es inteligible sino por su definición o esencia, razón por la que toda sustancia es naturaleza, en este sentido. Pero la palabra naturaleza indica la esencia en cuanto inclinación a la acción propia de la cosa, pues, ninguna cosa carece de su propia acción. La “quididad” denota más propiamente la esencia, en cuanto se deriva de la definición que expresa lo que en cuanto por ella y en ella la cosa es lo que es. El ser es predicado por la sustancia y luego, se predica por los accidentes, de manera secundaria. Tanto en las sustancias simples como en las compuestas hay esencia, pero son más verdaderas y nobles en las simples, por poseer un ser más noble; y en esta medida, son causa de las demás cosas compuestas. Una

Page 2: De Ente Et Essentia

vez que esto acurre así, es conveniente proceder por el análisis de las cosas compuestas y pasar a las más nobles, ya que se ocultan mejor a nuestro entendimiento (Dios es el ser más simple, perfecto y noble).

Tomás comienza, pues, con el análisis de las sustancias compuestas (Cap. II), que se constituyen por una materia y una forma, pero alguna de ellas, por sí misma, no es la esencia de la cosa. Como por la esencia se puede conocer una cosa y clasificarla en un género o especie, no podría ser la materia la esencia de tal cosa, puesto que no es determinante para situarla en tales espacios lógicos; esto se deduce de aquello que le confiere a la cosa el estar en acto. Por lo tanto, la definición de las cosas naturales se deduce no sólo de su forma, sino además de su materia, de lo contrario no habría distinción entre las definiciones de los seres matemáticos y los naturales, cuando es evidente que no son lo mismo: la esencia comprende la forma y la materia. Pero no podemos decir que la esencia de conozca por la relación existente entre la materia y la forma, como dos agregados que se unen por algún motivo. Por la forma, que es el acto de la materia, la materia se hace acto y es de tal especie, mientras que lo añadido no da a la cosa el ser actualmente, sino el ser de tal manera, propio de los accidentes; entonces, la palabra “esencia” en las cosa compuestas, significa aquello que está constituido de materia y forma.

Ousía significa tanto para los griegos como para los medievales, “esencia” y ésta es aquella de cuya estructura la cosa es. La esencia compuesta de materia y forma es particular, no universal, por esto mismo, los universales no tiene definición; de aquí que la materia no es el principio de individuación, sino la materia señalada, la comprendida entre ambas dimensiones. En razón de “lo señalado” y lo “no señalado” difieren entre sí la esencia del género y la de la especie: La determinación del individuo dentro de la especie se logra mediante la limitación de la materia en sus dimensiones; mientras que con respecto al género, está en una diferencia constitutiva derivada de la forma.

Tomás pasa a la consideración del término “cuerpo”, del que se pueden entender varias acepciones: Una como sustancia que tiene cierta naturaleza, por la cual es posible señalar tres dimensiones en él; y otra donde, de manera semejante se pueden señalar tres dimensiones pero con capacidad o no de adquirir una perfección posterior, de esto mismo se deduce el género, porque, dígase del animal, este no puede recibir algo que no esté contenido ya en su propio cuerpo. Por lo tanto, el cuerpo es el género de la forma del animal. Es género en cuanto que significa cierta cosa de cuya forma provienen el sentir y el moverse. El género es de un modo indeterminado todo lo contenido en la especie, no solo la materia; y la diferencia es todo lo contenido en la especie y no sólo la forma. La definición o la especie comprenden ambas cosas: la materia que designa el género y la forma expresada por la diferencia. De modo que el género, la especie y la diferencia, corresponden a materia, forma y compuesto.

Page 3: De Ente Et Essentia

La noción de género o especie convienen a la esencia entendida como un todo, de donde se dice que convienen, entonces, dos acepciones para naturaleza y esencia; la primera contiene su noción propia como un todo.

- La capacidad intelectual de las criaturas es una cierta luz inteligible.

- Lo común es, por naturaleza, lo primero

- El gozo y el deleite centran su objeto en el bien presente ya conseguido; el deseo y la esperanza en el bien aún no logrado. Por su parte, el amor, centra su objeto en el bien común, alcanzado o no. Nadie desea algo más que como bien amado.

Amar no es más que desear algún bien a otro. Dios no ama como nosotros lo hacemos, pues, como nuestra voluntad no causa la bondad de las cosas, sino que es movida por ella como por el objeto, nuestro amor, por el que queremos algún bien a alguien, no causa su bondad; sino que, su bondad, real o aparente, provoca el amor por el que queremos que conserve el bien que posee y alcance el que aún no tiene. A ello nos entregamos. Pero el amor de Dios infunde y crea bondad en las cosas.

El que ama sale de su interior y se traslada al del amado en cuento que quiere su bien y se entrega por conseguirlo, como si fuera para sí mismo. Por eso en el De Div. Mom. C. 4. Se dice: “Hay que arriesgarse a decir, en nombre de la verdad que Él, causa de todo, por lo inmenso de su bondad amorosa, sale de su propio interior para colmar todo lo existente”.

La amistad no se puede tener más que con las criaturas racionales, en las que puede hacer correspondencia y participación, y a las que la felicidad y el azar, puede reportarles bienes o desgracias. Sólo en ellas, propiamente, cabe benevolencia.

Nada impide que alguien por algo se le ame o se le odie. A los pecadores, por ser hombres, Dios los ama como seres que existen y que existen por Él. Pero, por ser pecadores, no existen, ya que les falta el ser, y esto no proviene de Dios. En este sentido se dice que son odiados por Dios.

*Prudencia es ordenar las cosas al fin.

Alguien ama más o menos, en dos sentidos: Uno según el acto de la voluntad, que puede ser más o menos intenso; otro, según el mismo bien que alguien quiere para el amado. En este sentido decimos que alguien quiere más o menos a otro, si el bien que se le desea es mayor, aun cuando no sea con una más intensa voluntad: algo no sería mejor que otro si Dios no quisiera con mayor bien para uno que para otro.

- La verdad consiste entre la adecuación del entendimiento y las cosas y el entendimiento que es causas de las cosas, se relaciona con ellas como su regla y medida; y sucede al revez con el entendimiento que toma su saber partiendo de las cosas. Así, pues, cuando las cosas

Page 4: De Ente Et Essentia

son la regla y medida del entendimiento, la verdad consiste en que el entendimiento se adecua a las cosas. Esto es lo que sucede en nosotros. Pues de lo que las cosas son o no son depende que nuestra palabra sea verdadera o falsa, pero cuando el entendimiento es la regla y medida de las cosas, la verdad consiste en que las cosas se adecuen al entendimiento. El artista hace un buen trabajo cuando es fiel a los principios del arte. Pues bien, la relación entre la obra artística y el arte es idéntica a la existente entre obra justa y ley. Así, pues, la justicia de Dios, que constituye el orden de las cosas adecuado a su sabiduría, que es su ley, es llamada verdad: entre nosotros decimos: verdad de la justicia.

Providencia: La razón de orden en cuanto a un fin y que preexiste en la mente divina, es lo que llamamos Divina Providencia. Ya que es la parte principal de la Providencia a la que están subordinadas las otras partes, que son la memoria de lo pasado y la comprensión de lo presente, en cuanto que del pasado recordado y del presente comprendido extraemos la previsión del futuro. Lo que viene de Dios está ordenado.

Y como el conocimiento de Dios se relaciona con la realidad como el conocimiento del arte con la obra artística, es necesario que todo esté sometido a su orden, como todo lo artístico está sometido a lo determinado por el arte.