CLOSE TO THE EDGE

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Mi reseña de una de las obras clave del rock progresivo. "Close to the Edge", del grupo Yes.

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CLOSE TO THE EDGE (1972)

Jon Anderson - Vocales Chris Squire- Bajo, vocales Steve Howe- Guitarra, vocales Rick Wakeman- Teclados Bill Bruford- Batería, percusión

¿Cómo se reseña el que es considerado uno de los mejores álbumes del progresivo mundial, icono y ejemplo, base obligada para todo amante de nuestra música? Realmente es complejo. Pero como me gustan los retos, voy a intentar plasmar los sentimientos y las emociones que me produce la escucha de este precioso disco, perfecto en su factura y producción.

Por supuesto, es mi álbum favorito de Yes. Y no en vano, ya que incluye detalles que se identifican mucho con mi modo de ser. Para empezar, está íntimamente ligado al que siempre ha sido mi autor preferido, Hermann Hesse, con el que comparto líneas de pensamiento y filosofías profundas. Cuando yo aún no sabía la relación que había entre ambos, ya reconocía que había algo en este trabajo que era familiar a mis sentidos y muy personal, de ahí la profunda predilección que este álbum me generaba. También es complejo musicalmente hablando, con temas larguísimos y cambiantes, tremendamente expresivo. Posee elementos espirituales y referencias abundantes a la Naturaleza, muy en la línea de Jon Anderson. En resumen, matices que hacen de este disco algo muy especial a la hora de ser escuchado y disfrutado.

La letra y la música del disco son autoría de Howe y Anderson, y los arreglos fueron llevados a cabo por el equipo entero. Cuando acabó su grabación, Bill Bruford dejó el grupo para ser sustituido por Alan White, que venía de la Plastic Ono Band. Él, a su vez, pasó a engrosar las filas de King Crimson. Con White comenzaron la gira por Estados Unidos.

Tres temas en 38 minutos de álbum. En los dos primeros, con duraciones superiores a los 10 minutos, encontramos subdivisiones. Este recurso sería de nuevo utilizado por el grupo en trabajos posteriores y serviría de ejemplo para las estructuras musicales de otros grupos.

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Existen docenas de trabajos escritos sobre “Close to the Edge”. Es un disco analizado hasta la saciedad desde todas las perspectivas posibles. En la página oficial de Yes se puede encontrar en estudio completo sobre la técnica musical desarrollada a lo largo del álbum, con partituras desglosadas, ideal para tecnicistas melómanos.

Para ellos dejo el link, ya que una servidora todavía no se ve capaz, con sus escasos conocimientos sobre teoría musical, de estar a la altura de dichos estudios.

http://yesworld.com/ctte_covach/Close_to_the_Edge.html

Lo que personalmente me atrae del Close es su perspectiva filosófico-espiritual. Creo, y es una hipótesis muy mía, que es la base para que resulte tan redondo como es. Me diréis que no es algo importante, que la letra no se entiende, que aún para los que saben inglés es compleja en su estructura poética. Pero pienso que la expresión musical de una idea eleva en su perfección a la misma melodía.

El arte refleja ideas por medio de colores, de formas, de ritmos; no es de extrañar, por tanto, que altas ideas den frutos de gran inspiración a cualquier nivel artístico.

¿Cómo definir musicalmente el río que fluye, la vida que corre, el tiempo que pasa continuamente y, a la vez, es inmutable? No sólo condensándolo en una letra, sino expresándolo mediante un virtuosismo musical sin precedentes.

Aquí es donde entran los músicos, que en el caso de Yes en su formación para el Close, reúnen a verdaderos maestros en la cumbre de su habilidad interpretativa.

Steve Howe, no sólo poseedor de una técnica limpia e impecable, sino un maestro en el arte de transmitir emociones con la guitarra.

Rick Wakeman, el virtuosismo llevado a la exageración, el hombre de los dedos milagrosos, capaz de llenarte el espíritu en sus solos de órgano.

Chris Squire, la demostración viviente de que un instrumento como el bajo es imprescindible para lograr una profundidad y unos matices de importancia.

Jon Anderson y su voz controvertida. Esos agudos que no son del gusto de todos, pero que dan a los temas de este disco la dimensión más pura y angelical. Una voz plena y limpísima, completamente ideal para el grado de perfección de la obra.

La batería de Bill Brufford, que completa el conjunto y le da el toque más enérgico.

El concepto del tema que da nombre al álbum corresponde fundamentalmente a uno de los capítulos del libro “Siddharta”, titulado precisamente “A la orilla del río”. En él, el protagonista sufre una transformación espiritual, una metamorfosis interior, cuando el río le habla justo en el momento en que, hastiado de la vida, pretende quitársela entre sus aguas. El fluir del río, el devenir de la existencia, el sonido profundo del silencio y el despertar a una nueva conciencia, la conciencia del tiempo reflejado en el agua.

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Es posible que, con este disco, el grupo encontrase también su punto de inflexión, su momento de perfección en el tiempo. Es posible que sus miembros confluyan, a lo largo de su devenir artístico, en el punto en que la música los transforma, o ellos hayan sido capaces de transformar la música.

Empecemos con la reseña propiamente dicha... la primera canción del disco, la suite principal que da nombre al álbum:

- Close to the Edge (18:38) 1. The solid time of change 2. Total mass retain 3. I get up, I get down 4. Seasons of man

Para comprender mejor esta canción, os adjunto la estructura de la misma sobre la que basaré la descripción personal (la imagen procede de la página oficial de Yes).

A partir del diagrama vemos cómo la estructura musical divide el tema en una introducción y las cuatro partes mencionadas, tres de las cuales poseen el mismo esquema, mientras que la cuarta representa una ruptura con el mismo.

El tema empieza situando al que escucha en la escena del relato, cerca de la orilla del río (close to de edge)... sonidos de pájaros y evocación de agua con base en los teclados, ascendiendo el sonido hasta hacerse envolvente. La introducción de

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bajo y guitarra es disonante, pero perfectamente conjuntada y llena de virtuosismo. Toda la complejidad de Howe y Squire en marcha para llevarnos dentro de las aguas que se parecen al alma removida por los muchos avatares de la vida. Recuerda a los remolinos, vertiginosos y agobiantes, en que en ocasiones nos encontramos y de los que cuesta salir. De ahí, a la melodía propia que caracteriza el tema, en estos momentos tranquila y bien acompasada.

Entramos en Solid time of change... Anderson y Squire acompañados por el teclado de Wakeman, dando la voz a la primera estrofa y luego a coro introduciendo el estribillo “down to the edge, round by the corner...”. La letra es compleja, pero nos indica el momento en que el hombre toma conciencia de todas las cosas inútiles que introducimos en la vida, del modo en que desperdiciamos el tiempo en cosas vanas. Las voces y la melodía dan idea de esta conciencia por su contundencia, por su fuerza. Ahí encontramos lo que en el esquema tenemos indicado como “puente”, ya que representa el primer cambio brusco de la canción. Mucho más ligero, con alegría, la sensación que tenemos cuando nos encontramos cara a cara con nuestros errores y los reconocemos e intentamos subsanarlos. “I get dow, I get down”.... me levanto, caigo (en el sentido de caer en la desesperación, de caída de ánimo al comprender).

La segunda parte, Total mass retain, sigue en la misma tónica que la anterior, viva y arrolladora, con la voz de Anderson que sube y baja. La guitarra de Howe le da una réplica fascinante. Es justo al final de ésta cuando llegamos a una de las partes más barrocas, con una mezcla complicada de guitarra y teclado, con el bajo poniendo mucha más intensidad en el pequeño fragmento; se unen, se cruzan, dura unos pocos segundos, pero son segundos que lo llenan todo. Y es entonces cuando llegamos a la parte más emocional, más luminosa, la que personalmente me encoge el corazón.

I get out, I get down: los teclados atmosféricos y majestuosos de Wakeman, en una lentísima introducción que nos lleva a percibir el agua que gotea. Es un momento ceremonioso, sobre todo cuando entran las voces en un coro perfecto y Anderson canta de fondo de modo etéreo. Imposible articular palabra, ni moverse siquiera, sólo la emoción contenida durante este fragmento ideal. En estos instantes no soporto que me interrumpan, es justo cuando todo toma sentido y se dimensiona, cuando la música me transmite las respuestas a las preguntas. Me levanto y, cuando veo alrededor todas las miserias, desciendo a los abismos de mi propia alma ciega. Me levanto y caigo. Y mientras me pregunto sobre la verdad que aún no veo, Anderson comienza a subir, a subir... me levanto... al final, como instante culminante y espiritual al máximo, el órgano exultante y magnífico, a cargo de un Wakeman inspiradísimo, que nos lleva a lo más alto de las sensaciones musicales. Imposible no escucharlo con los ojos cerrados y en el más profundo de los recogimientos. Vuelve la voz, en un efecto impresionante de suavidad a poder, uniéndose de nuevo con el órgano. Al final, los teclados enloquecen, la música se vuelve vertiginosa de nuevo y retoma el tema central, esta vez más frenético y duro.

La última parte, Seasons of man, entra con teclados ligeros y fluidos, de nuevo las voces pero esta vez indicando que el camino ha sido hallado. El final de la estrofa es más alegre, más festivo, más grandilocuente. Es un final apoteósico para dar el toque de grandeza a esta obra tan especial:

“Now that it's all over and done, Called to the seed, right to the sun.

Now that you find, now that you're whole.”

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(Ahora que todo acabó, que todo esta hecho volvemos a ser la semilla, a la luz del sol.

Ahora que entiendes, que ya estás completo)

Los pájaros, el agua, todo está ya en su lugar, aunque las estaciones pasen.

- And You and I (10’) 1. Cord of life 2. Eclipse 3. The Preacher, the Teacher 4. Apocalypse

Si el tema anterior representaba un cúmulo de sensaciones complicadas y llevadas a la expresión más ornamentada, éste es sencillo y dulce, aunque no menos elaborado. Diez minutos de canción que se hacen cortos, también dispuestos en cuatro partes. El comienzo es delicioso: guitarra acústica suave, con acordes que recuerdan la lluvia de primavera, una introducción ideal. De ahí, pasamos a la melodía principal, simple en cuanto a forma, repetitiva, pero muy armónica. Jon Anderson eleva un canto a la Naturaleza con energía, con gusto. Hay un cambio musical brusco muy atractivo, donde los coros se mezclan y se confunden, dinámico dentro de la paz que transmite la canción. Y el estribillo, delicioso donde los haya... a dos voces, acabando en un apoteósico teclado emotivo.

“And you and I climb over the sea to the valley, And you and I reached out for reasons to call.”

En Eclipse, se repite un fragmento de la estrofa anterior pero con más majestuosidad; la voz de Anderson le da un tono solemne que apoya el teclado, para terminar elevándose por encima de todo. El ritmo desciende volviendo al solo de la guitarra acústica, a la paz y la calma, para retomar la melodía original, sólo a guitarra y voz, pero con un grado de alegría y optimismo que se transmiten. Luego entra un teclado muy bonito, muy psicodélico, mientras la canción toma un ritmo más ligero. Aquí hemos llegado a The Preacher, the Teacher, el fragmento más elaborado y que presenta más complejidad musical, sobre todo protagonizada por las manos de Wakeman y por las voces a coro, que llenan la estrofa. La última parte es tan especial en su sencillez, en su candidez si queremos llamarle así... Apocalypse es un solo de Anderson muy evocador, muy a su aire, en la línea naturalista que le caracteriza.

“And you and I climb, crossing the shapes of the morning. And you and I reach over the sun for the river.

And you and I climb, clearer, towards the movement. And you and I called over valleys of endless seas.”

Es precioso el paso de los grandiosos teclados a la sencillez de la guitarra y la voz expresando tantas cosas, tantos sentimientos. “Y tú y yo alcanzamos el río a través del sol, y tú y yo ascendemos más puros, hacia el movimiento, y tú y yo pasamos por valles de mares infinitos”, es todo un canto de amor compartido con la Naturaleza.

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-Siberian Kathru (8:48) El único tema que no presenta particiones. Me gusta el modo de

comenzar con la guitarra y el cambio de ritmo brusco al riff repetitivo y algo monótono, para pasar al grueso de la canción, muy diferente a las otras dos pero original y llena de vitalidad. Las voces, tan bien conjuntadas como en los otros temas, Howe muy acertado y, como siempre, a tono con el bajo de Squire. Tiene pasajes vocales muy dulces. De hecho, la totalidad de la canción me suena a viaje, a tren, a lugares desconocidos. Hay un pequeño fragmento como de clavicordio, muy barroco y elegante...imaginar los dedos de Wakeman en este pasaje es llevarte al virtuosismo extremo. El modo en que cambia continuamente, ahora corte más clásico, ahora más rockero, de suave a fuerte, es lo más destacable del tema y lo que le da el mayor interés a la escucha. Después de una nueva entrada de la melodía principal, pasa a las voces recitando palabras sin sentido aparente (cola azul, vuela, Lutero, puntual, torre solar, pedir, cubrir, amar, molde, Junio, ayuno lunar, como uno, cambia, oro, puro, pasante, huella, alma, guía, creyente, cambiante, llamado, salvador, puerto lunar, trepador, gira, planeador), con la batería de Brufford espléndida al fondo dándoles una fuerza que hace que sea irrelevante su significado. La guitarra se electriza y con ella las voces, dándole una réplica perfecta en una última parte llena de energía, en la que aumenta la velocidad de la música y se pone broche final de un modo muy espectacular a un álbum lleno de expresividad y significados.

Algunas curiosidades: existe un ensayo de un pastor religioso americano llamado Ahyh (“A commentary on Yes 1972 Masterpiece”) donde propone teorías tan arriesgadas como la de que “And you and I” se referiría a Jesucristo y a nuestro amor por él. También relaciona el tema “Close to the Edge” con las cuatro estaciones del año e interpreta libremente el significado del título como “Coming closer to terms with God”. Por otro lado, un experto en Yes llamado Steven Sullivan postula que la letra de “And you and I” estaría relacionada con la saga de Assimov “Fundación” en base a algunos fragmentos de la letra. La parte titulada “The preacher, the master” puede querer referirse a Martin Luter King y sobre el Khatru siberiano, es todo un misterio... se dice que Anderson pretendió darle un significado, pero que en realidad no es más que un nombre hecho para la ocasión.

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Sea como fuere, y especulaciones aparte, es un disco magnífico y perfecto, y en estos momentos, después de analizarlo en profundidad, comprendo un poco más por qué es obra obligada de referencia en la música progresiva y por qué cuanto más lo escucho, más me impresiona. Quizá es el misticismo y las verdades que encierra, quizá la armonía que reina en todo el disco entre música y filosofía, quizá esa parte espiritual que todos llevamos dentro y que este mundo asfixiante nos impide desarrollar... nuestras almas debieran vivir siempre cerca de la orilla del río, el río de la conciencia humana, el tiempo que fluye.