Clanes 06 - La Sombra - Richard E Dansky

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    World of Darkness -Mundo de Tinieblas:

    LASOMBRA(Lote: "Novelas de Clanes" vol.s/n)

    Richard E. Dansky

    PRIMERA PARTE:MINU

    _____ 1 _____

    Viernes, 16 de julio de 1999,10:04 PMTwo Logan Square, Filadelfia, Pensilvania

    Morty no entendi realmente el significado do la expresin "golpecarnoso" hasta el ltimo segundo de su existencia, y tampoco le sirvide mucho. Despus de todo, el golpe en cuestin fue el de su propiocuerpo al chocar con el hormign salpicado de hierbajos de la acera, yla carne... bueno, cuanto menos se dijera de aquella parte, tantomejor.

    Desde treinta y siete pisos ms arriba, Lucita mirabadesapasionadamente sobre el borde del edificio, su largo pelo negroagitndose en la brisa. El viento mova tambin sus sueltas mangas yperneras, pero con menos eficacia, y el fro del aire no conseguaalterar su piel bronceada. Hubo un tiempo en el que un viento comoaqul hubiese hecho aflorar lgrimas a sus ojos, pero ya habapasado. Contempl el dibujo que las inmortales tripas de Morty haban

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    dejado sobre el suelo y chasque la lengua. Sucio, demasiado sucio.Se volva chapucera con la edad.

    Morty slo haba sido un calentamiento, ni siquiera un encargo.Sencillamente se haba cruzado en su camino un ao o dos antes, laltima vez que ella haba estado en Filadelfia, y se haba mostradoprofundamente molesto. Lucila se enorgulleca de mantener la calmaen aquellos tiempos (su sire, que Satn tostase su alma fofa y tiosa,siempre haba hablado de su temperamento como algo que algn dapodra matarla), pero segua habiendo unas cuantas formas deprovocar a la nica chiquilla del temido Monada.

    Una de ellas era llamarla "muequita", "morrito dulce" o algunaotra "galantera".

    Otra era intentar un magreo rpido, aunque slo Dios saba porqu un vampiro iba a sentir la necesidad.

    Y una tercera era recurrir a groseros insultos alusivos al origentnico de Lucita.Morty se haba anotado tres sobre tres en treinta segundos, lo que

    tena que ser alguna especie de rcord. Como resultado, haba sidoreclasifcado, pasando de la lista de "imbciles que pueden serignorados" a la de "prctica".

    Dos noches atrs, Lucita haba aceptado un nuevo encargo. Elvstago con el que haba hecho el trato era del tipo callado, y parecaencontrar todo el asunto amargamente desagradable. Pero se habamostrado corts y profesional, y Lucita no haba visto razn pararechazar la oferta: el precio era correcto, el margen de tiempoasequible... y estaba empezando a aburrirse.

    Pero haba pasado algo de tiempo desde el ltimo encargo deaquel calibre, y no se hubiese encontrado a gusto zambullndose deinmediato. Se haba sentido oxidada y mal preparada. Se habasentido como si... necesitase prctica.

    Y all estaba Morty Tres Dedos, uno de los hijos de puta msduros que jams hubiesen dirigido una manada por las calles deFiladelfia, convertido en una mancha de sangre sobre la acera ante

    una cervecera.Lucita suspir y se cruz de brazos, ms por la preocupacin quecomo forma de protegerse del fro. Tal y como iban los calentamientos,ocuparse de Morty apenas haba valido la pena, Estaba tras una presamayor, ms poderosa, ms inteligente y seguramente con msprobabilidades de conocer su modus operandique un matn callejero.

    --ste --dijo sin dirigirse a nadie en particular-- podra ser un

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    verdadero trabajo.Sin echar una mirada hacia atrs, abri la puerta de la escalera y

    se intern en las sombras, en su camino para dejar atrs la ciudad.El tiempo de jugar, como Morty, haba llegado a su fin. Tena

    trabajo que hacer.

    _____ 2 _____

    Sbado, 17 de julio de 1999,10:12 PMHotel Presidential Washington, D.C.

    Sascha Vykos estaba sentada al borde de la impecable cama desu suite, contemplando con irritacin una carta escrita a mano. Lamisiva haba estado esperndola aquella noche al salir ella de surefugio. Antiguamente, el Hotel Presidential haba albergado a MarcusVitel, depuesto Prncipe de Washington D.C., pero tras su huida y laconfirmacin de Vykos como arzobispo, haba parecido natural queella usurpase el hogar de Vitel tal y como haba usurpado su dominio.Vykos mantena tambin una suite en el Hyatt Regency Capitol Hill,que, incongruentemente, haba tomado el Sabbat como cuartelgeneral de campaa en la capital de la nacin, lo mejor para ocuparsede asuntos escabrosos sobre la marcha; pero siempre que era posible,Vykos pasaba el da durmiendo en las habitaciones de Vitel. Comomnimo, era ms seguro. Despus de todo, aparte de sus ghouls yguardaespaldas personales, nadie saba concretamente dnde tenasu refugio. En teora.

    Aquello haca que la presencia de un sobre color crema con unlacre de cera burdeos fuese una sorpresa poco grata. Ninguno de susatentos ghouls haba visto entrar a nadie durante el da o a primerahora de la noche, pero la carta estaba en su puerta, delicadamente

    colocada, sin una mota de polvo. Vykos saba quin haba enviado elmensaje. Pero se supona que aquel tipo de mensajes deba llegar aalgn buzn previamente acordado. Desde luego, su refugio no erauno de aquellos buzones, lo que slo poda significar malas noticias.

    La nota proceda de su fuente en la Camarilla, e iba firmada"Lucius" como de costumbre, por razones que quiz hubiesen muertocon Csar en el Foro. De hecho, el breve mensaje no daba buenas

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    noticias: comunicaba que la conferencia en Baltimore de antiguos dela Camarilla haba sido reforzada por los poderes fcticos del ViejoContinente. Concretamente, Ash, Vitel et alia haban recibido a JanPieterzoon, un Ventrue de cierta reputacin como estratega ymanipulador. Vykos estaba bastante familiarizada con la obra dePieterzoon, si no con el hombre mismo: aunque no representaba laamenaza que poda suponer un miembro del Crculo Interior o algunode sus perros falderos, era bastante poderoso.

    El resto de la carta era menos electrizante, detallando lasreacciones de los diversos miembros de la conferencia ante lainminente llegada de Pieterzoon. Haba la dosis habitual en laCamarilla de pualadas por la espalda y nobles declaraciones deautosacrificio, pero la versin resumida era que la mayor parte de losdelegados estaban divididos entre el resentimiento por tener que

    compartir el mrito en caso de que triunfasen y el secreto alivio poraquella ayuda tan necesaria.Con un suspiro, Vykos volvi a meter la carta en el sobre. Fue

    entonces cuando observ que el anillo de sello utilizado sobre el lacrehaba dejado una marca con la reveladora forma del ankh de laCamarilla. Era un detalle bastante bufo, y no lo que ella hubieseesperado de "Lucius". O el espa haba desarrollado un cierto sentidodel humor, o aquello era un recordatorio de que sus andanzas eranconocidas, y de que aquel conocimiento poda ser transmitido a otrosen cualquier momento. Era terrible e innecesariamente complicado,pero tras pensarlo un poco, Vykos comprendi que casi todos losCainitas que igualaban o superaban su edad eran sencillamenteincapaces de actuar de otra forma. Los simples y directos sufranmuertes simples y directas: slo los traicioneros y escurridizossobrevivan.

    Tirando la carta al suelo distradamente, Vykos suspir de nuevo.La llegada de Pieterzoon era, por decirlo suavemente, unacomplicacin inesperada. Frunci el ceo, cruz las piernas y lasdescruz al momento, y finalmente tuvo que reconocer su inquietud.

    Aquello no le hara ningn bien, no con el consejo de guerra a puntode empezar para seguir con sus as llamadas deliberaciones.Repentinamente impaciente, dio dos palmadas. La puerta de la

    suite se abri para dejar paso a uno de sus ghouls, un hombredelgado y de buena presencia, con un rostro anguloso adornado poruna rala barba rojiza.

    --S, ama?

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    --Kevin, necesito que hagas una llamada telefnica.--Una llamada, ama? --El rostro y la voz del ghoul mostraron su

    sorpresa--. Por supuesto. A quin debo llamar, y con qu objeto?--Me llamars a m, y lo hars cuando las circunstancias lo

    requieran.Kevin segua pareciendo confuso, y Vykos se pregunt si haca

    bien al confiarle incluso una tarea tan sencilla. Aunque el ghoul nomostraba indicios de desobediencia activa, los de eficiencia erantambin muy escasos.

    La Tzimisce suspir. Aunque Kevin no comprendiera lo que debahacer, o por qu deba hacerlo, su expresin hubiese debido ser defascinada atencin, reflejando una cierta fe en que todo lo que leordenase ella tendra su adecuada explicacin. La confusin, vistadesde aquella perspectiva, era una manifestacin de desconfianza, y

    la desconfianza era una forma de deslealtad.Decidi que deba hacer algo para asegurarse de que laexpresin de Kevin no volviese a importunarla, en caso de que elghoul siguiese sus instrucciones correctamente. Dlo contrario,expresara su disgusto de forma ms enftica y permanente.

    Y entonces le dijo a Kevin lo que necesitaba que hiciese, ycundo, y por qu, y contempl cmo la luz de la comprensiniluminaba su rostro. Pens que quiz fuera una de las cosas msirritantes que haba visto jams.

    --Por supuesto, ama --dijo el ghoul, inclinndose y retrocediendohasta salir de la estancia.

    Quiz le costase a Vykos unos tres segundos decidir que,independientemente de lo bien que cumpliese Kevin con su tarea, novera la maana siguiente.

    La vida, incluso la vida eterna, era demasiado corta para aguantaraquel tipo de cosas.

    Y en el conducto de ventilacin, algo que pareca casi igual queun gato arque el lomo, se dio la vuelta y desapareci.

    _____ 3 _____

    Viernes, 16 de julio de 1999, 10:48 PM (hora local)Iglesia de San Nicols de los Servitas, Madrid, Espaa

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    El corazn de la iglesia era una estancia enorme y casi vaca conel suelo de piedra. Un hombro gordo sentado en un sencillo taburetede madera contemplaba un tablero de ajedrez. Varias piezas blancas,unos cuantos peones y un alfil, haban sido eliminadas del juego. Lomismo haba ocurrido con unos pocos peones negros, pero aquelloera todo. El bando blanco haba enrocado y estaba concentrndose enestablecer una defensa slida, mientras que el negro estaba a laofensiva pero pareca extraamente desorganizado, y uno de suscaballos se encontraba en peligro.

    --Parece una posicin difcil.El Cardenal Ambrosio Luis de Monada alz la mirada del tablero,

    con una beatfica sonrisa en el rostro.--Ah, Sir Talley. Me alegra verte, hijo mo. Te encuentras bien?

    Has tenido un buen viaje? Te has alimentado?

    Talley, como se haca llamar el templario, asinti a cada una delas preguntas de su anfitrin.--Vuestra hospitalidad, Eminencia, es como siempre impecable.El recin llegado dej reposar su largo cuerpo sobre el taburete

    opuesto al de Monada. Talley era huesudo y anguloso, con el rostrode un sabueso que acabase de ver al zorro desvanecerse parasiempre. Aunque tena el pelo blanco, sus facciones no le hacanaparentar ms de treinta aos. Las manos eran su rasgo msdestacables: largas y esbeltas, con el dedo anular de cada una mslargo que el corazn. En sus das de vida, haba sido acusado en unaocasin de ser un hombre lobo a causa de aquella particularidad; trashaber tratado con diversos lupinos a lo largo de los aos, encontrabaaquello divertido. Llevaba un traje gris oscuro, obviamenteconfeccionado a mano por alguien que saba cmo acentuar laslimpias lneas de aquel depredador humano.

    En contraste, Monada vesta una sencilla sotana de sacerdote, ysandalias que resonaban sobre el suelo cuando daba golpecitos con elpie, meditando su siguiente jugada.

    --Por desgracia, don Ibrahim, mi oponente en esta partida, es del

    tipo tozudo que luchar hasta el ltimo furioso peoncito --dijolevantando la mirada con cara de burlona preocupacin--. Y t tesientas en su sitio! En verdad, hijo mo, cre que estaras a mi lado eneste asunto.

    Talley se puso en pie e inclin la cabeza.--Perdonadme. Por supuesto, volver a vuestro lado de inmediato,

    y pedir humildes disculpas por mi traicin.

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    Monada solt una risita: fue un ruido hmedo y pesado.--No, no. Sintate. Veo que demasiados de los jvenes de hoy en

    da tienen una terrible tendencia a quedar atrapados en metforasajedrecsticas. Se trata de pereza mental.

    Talley no volvi a sentarse, sino que se inclin para coger la reinanegra.

    --Mmm... Considerando el tablero, no me sorprende que los pocosprivilegiados que lo ven queden un poco agitados. Lucita? --pregunt,indicando la pieza que sostena.

    Monada alarg una carnosa mano hacia ella.--Claro est. El juego fue un regalo de Vykos. Creo que l hace un

    magnfico trabajo. No ests de acuerdo?--l?El cardenal se encogi de hombros aparatosamente.

    --l, ella, ello... cambia a capricho. Conoc a Vykos cuando anconservaba su forma original, y as es como pienso en l. Tiene lacortesa de reasumirla cuando viene de visita.

    --Ah. Si es lo mismo, evitar la cuestin y mantendr esta formaen lo venidero.

    Monada ri, encantado.--Aprecio mucho tu cortesa, y confo en que mantengas el rostro

    que mejor encaja con aquel a quien llaman "el Sabueso". --Contemplla pieza y volvi a ponerla en el tablero--. Es una pena que no quisieraposar para la pieza... Ejem --dijo, mirando a Talley--. Te gustara saberpor qu ests aqu, verdad? Aunque disfrute mucho del placer de tucompaa, no es causa suficiente para hacerte venir.

    Talley mantuvo su cara de pquer.--Entonces no se trata de una confesin? Me temo que he

    acumulado una buena lista de pecados en los siglos que han pasadodesde que jeffrey me trajo aqu por primera vez; debo admitir que mehe mostrado un poco relajado por lo que se refiere a la iglesia.

    --Tendremos que encontrar tiempo para esa cuestin, mi pequeoSabueso. Tengo fe en que llevars a cabo la tarea que tengo para ti

    sin perjuicio alguno, pero no tanta como tengo en otras cosas. Dios esmisericordioso, pero slo si nos ganamos esa misericordia. Y nosotroslos que estamos irreparablemente condenados debemos prestarcuidadosa atencin al cuidado de nuestra alma. Estamos condenadospor una razn en el plan de Dios, pero eso no nos exime de obedecerlas leyes que l nos ha dado.

    Talley se removi, incmodo. A diferencia de la mayora de los

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    arzobispos y cardenales del Sabbat, Monada haba sido un arzobispoen vida, y un pilar de la iglesia en una poca en la que la fe era algopalpable. Sorprendentemente, sus creencias no le haban abandonadotras el Abrazo, sino que haban tejido una indescriptible consciencia desu propia condenacin. Se trataba de una combinacin curiosa ypotente, y la capacidad de Monada de usar la fuerza de su fe era unade las razones por las que era tan temido incluso por quienes leservan. Por otra parte, la devocin del cardenal a la secta no ayudabaa tranquilizar a los Cainitas de poca o ninguna fe que tuviese cerca.Era una suerte que Monada pasase todo su tiempo en el corazn deaquel enorme y laberntico refugio-catedral. El cardenal no sala almundo; el mundo, cuando l lo consideraba oportuno, se le acercabahumildemente y con la rodilla en tierra.

    Las campanas doblaban en la distancia.

    --Bueno, bueno... --dijo de pronto el cardenal--. Confo en quemantengas tu cuerpo lo bastante seguro como para albergar tu almahasta que vuelvas; entonces te oiremos en confesin. Mientras tanto,hay trabajo que hacer.

    Talley asinti. Era casi tan viejo como Monada, con todasegundad ms rpido y posiblemente ms fuerte. Pero el cardenaltena una presencia, un aura de sabidura paterna y puro poder quehaca que se sintiese como un nio, un nio mortal, de nuevo. Sentala necesidad de ganarse la aprobacin de Monada, de buscar refugioy seguridad bajo la benvola mirada del cardenal. Probablemente setrataba de un truco, un efecto secundario de algn poder que elcardenal ni siquiera notaba estar usando, pero el impacto eradevastadoramente real.

    Pero de acuerdo con Boukephos, el sire del sire del sire de Talley,Monada haba tenido aquel don incluso cuando estaba vivo. Elanciano griego deca que haba sido el factor determinante de su

    Abrazo, efectuado a pesar de las protestas de los miembrosmusulmanes del clan, afiliados al otro bando de la Reconquista. Ahora,aquellos mismos Cainitas buscaban su consejo en asuntos

    temporales, si no espirituales.--Y cul es el trabajo que tiene para m Vuestra Eminencia?--Talley tuvo que hacer un esfuerzo consciente para salir de suspensamientos sobre el cardenal, y supo que Monada haba reparadoen su distraccin--. Soy ms eficiente cuando s lo que se supone quedebo hacer.

    --Creo que disfrutars con ello. Es un pequeo cambio de ritmo.

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    Esta vez no tienes que perseguir y matar a nadie, ni ir de ac para allpor todo el mundo.

    --No tengo que matara nadie? --Talley adopt un tono de burlonaindignacin--. Y para qu llamarme a m, entonces?

    --Porque he decidido que es el momento de ampliar tu repertorio,entre otras razones. Qu te parece proteger del asesinato a uno demis servidores?

    --Aburrido, la verdad. Por qu queris que lo haga?--Tengo mis motivos --fue la terminante respuesta de Monada.Talley frunci el ceo.--No me gusta. A quin se supone que debo proteger?--A un arzobispo en nuestra pequea aventura all en Amrica.

    Tengo que explicarte toda la historia?Las cejas de Talley se alzaron.

    --Por favor.Monada mene la cabeza lentamente.--Por desgracia, no hay mucho que contar, El plan americano se

    desarrolla bien, aunque el liderazgo de la operacin est dividido.Podra decirse que es algo cismtico. Hay tres arzobispos, ahora queVykos ha sido ensalzado, y estoy seguro de que Boukephos te habrenseado lo que ocurre con ese tipo de acuerdos para compartir elpoder: uno o dos acaban cados en la cuneta con una daga en lascostillas.

    --O en la espalda --aadi Talley con abatimiento.--O en la espalda --asinti Monada--. Y en este caso, parece que

    los engranajes ya estn en movimiento. Alguien ha decidido eliminar auno de mis arzobispos. Alguien ha decidido asegurarse bien de ello.

    Alguien se ha tomado muchas molestias para alquilar los servicios deun asesino que acabe con uno de quienes sirven a mi voluntad.Naturalmente, no apruebo ese tipo de cosas.

    --Y qu pasa con Vallejo? La ltima vez que me reun con LesAmies Noirme dijeron que haba sido enviado para observar a Vykos.Por qu no limitarse a ampliar su misin?

    --Mi querido Talley --dijo Monada cansinamente--, tu falta de feen mi capacidad de juicio es desalentadora, extremadamentedesalentadora. Estoy muy al tanto de las dificultades inherentes a esteasunto: por eso envo a mi Sabueso, que podr superarlas gracias asu nimo y habilidad. Ahora calla, y escucha. Un arzobispo es elblanco de un asesino, s. S cul de ellos? No; basta con que s queha empezado la caza. Me importa cul de ellos? No; aunque

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    lamentara mucho perder a cualquiera de mis tres capaces y dotadosservidores. Impedir el asesinato sera el resultado ms preferible, porsupuesto, pero ni siquiera eso es el objetivo principal.

    Talley tamborile con los dedos sobre la mesa, cuidando de nomover el tablero.

    --Ah, ya veo. As que debo meterme en ese pequeo juego,proteger al arzobispo cuya eliminacin parezca ms probable, yentregaros la cabeza del asesino en una bandeja de plata? Por lasheridas de Cristo, Eminencia, es una broma! Defender a tres blancospotenciales, todos tan arrogantes como Hades y sin duda decididos ademostrar que no me necesitan? Y yo no soy un... un guardaespaldasni nada de eso. Conseguid a alguien cuyo trabajo sea cuidar de otros.

    El cardenal cerr los ojos por un momento y tom aireprofundamente. Empezaron a sonar crujidos entre las sombras de los

    rincones de la vasta estancia, y las mismas piedras del suelo sevolvieron de pronto tan fras como el miedo. Durante un segundo,Talley temi haber ido demasiado lejos, pero en tal caso ya erademasiado tarde para contener sus palabras. Tambin serademasiado tarde para escapar con vida: la catedral era una trampamortfera para quien no gozase del favor del cardenal.

    --Lo que quiero de ti es muy sencillo. Quiero que t me digasquin est tramando esta necedad; Vallejo lleva demasiado tiempo ally puede estar comprometido. Dime quin cree que est por encima demis rdenes y de la necesidad de llevar adelante la guerra contra laCamarilla, por encima de las demandas de la secta y de Dios.Encuentro tal arrogancia intolerable, y averiguar de quin se trata,aunque cueste las vidas de cien arzobispos. Abrazar a ejrcitosenteros si es necesario para descubrir al traidor, Y t --dijoacercndose-- sers mi instrumento, mi Sabueso tras el rastro dequienes me traicionan. Ve a Amrica, Talley. Observa a losarzobispos, y observa cmo se observan entre s. Ve quin comete elprimer tropiezo. Ve quin cae. --Los ojos de Monada estaban abiertosahora, tan negros como las sombras que controlaba, y Talley se

    encontr incapaz de apartar la mirada--. Emplea las artimaas quesean necesarias: no me importa si les dices que ests all para cuidardel ltimo sacerdote de manada o para vigilar la operacin enconjunto. Ya he comunicado tu inminente llegada al Arzobispo Polonia.Se preguntarn porqu se lo he dicho a Polonia y no a Vykos, a quienconsideran mi representante en todo esto. Veremos qu conclusionessacan: sin duda, algunas almas emprendedoras lo vern como una

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    retirada de mi favor a Vykos. Pero en realidad es una cua puestaentre los dos, para ver si reaccionan a las pequeeces.

    Y no espero que "cojas" al asesino, Talley. Si lo intentas, uno delos dos, o ambos, acabar muy malherido, y prefiero que no corrasese riesgo hasta que me haya ocupado del estado de tu alma, y del demi chiquilla. Si ocurre lo peor, limtate a decirle a m querida Lucita queno puede derribar las piezas de mi pequeo tablero de ajedrez.

    Talley parpade. Dos veces.--Lucita?Monada asinti.--Lucita. Ahora ya sabes por qu no quiero que la "cojas". Siento

    --suspir resignadamente-- demasiado afecto por los dos. --El cardenalvolvi su atencin al tablero de ajedrez, con el ceo fruncido--. Todo loque necesitas te esta esperando con Hidalgo, en la cmara azul.

    Recuerdas el camino?Talley asinti sombramente.--Bien. Puedes retirarte.El templario se levant en silencio, se dio la vuelta en silencio y

    empez a andar en silencio hacia la puerta.--Talley? --La voz del cardenal era tranquila y mesurada--.

    Talley, si ves a don Ibrahim al salir, quiz quieras repetirle tu consejosobre su posicin en el juego. Pero no creo que lo siga. No lo creo enabsoluto.

    _____ 4 _____

    Sbado, 17 de julio de 1999, 11:15 PMHyatt Regency Capitol Hill, Washington D.C.

    Los telfonos mviles eran el tipo de maravilla de la tecnologa dela que desconfiaban los antiguos del Sabbat. Los antiguos de la

    Camarilla tampoco se fiaban de aquellas malditas cosas, peromencionrselas a un Tzimisce de cuatro siglos de edad con unnmero variable de brazos era una forma segura de acabar convertidoen el equivalente vamprico de la melcocha. Por consiguiente, losmiembros ms jvenes de la secta se abstenan educadamente deusarlos cerca de aquellos superiores propensos a ofenderse, yprocuraban no burlarse de aquellos viejos fsiles pedorros hasta

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    encontrarse a una distancia segura.Por todo ello fue bastante sorprendente que saliera un sonoro

    gorjeo de debajo de la chaqueta de Vykos. El consejo de guerraavanzaba de la manera habitual (dos "dignatarios" menores ya habansido asesinados, y un tercero atravesado con una estaca yalmacenado porque haba un cierto desacuerdo entre Polonia y Vykosrespecto a su utilidad definitiva), con muchos golpes de pecho y pocaestrategia verdadera, cuando son el telfono mvil.

    Se hizo un silencio mortal en la habitacin. Vykos mir a laizquierda, mir a la derecha, y meti una plida mano bajo la chaquetade su conservador traje azul para sacar el escandaloso aparato.

    Todos los ojos de la estancia se haban clavado en ella. Se hizocargo de ello con un airoso gesto, abri el telfono y se lo llev a laoreja.

    --S? --Su melodiosa voz recorri la sala mientras todos losvampiros presentes se esforzaban por mirar en otra direccin, fingirdesinters y escuchar todo lo posible--. Dices que ha llegado?Fascinante, pero no del todo inesperado. --Hubo una pausa, y Vykosrespondi asintiendo dos veces--. Excelente. Quiero informesregulares de sus movimientos, contactos y dems.

    Otra pausa, y un agitado parloteo al otro lado de la lnea del quealgunos de los que estaban ms cerca de Vykos (y "cerca" era untrmino bastante relativo en aquel caso) casi pudieron distinguir unaspocas y tentadoras palabras. Vykos escuch, frunci el ceo ytamborile con su esbelto dedo de ua afilada sobre la mesa. Por fin,interrumpi a su interlocutor:

    --No. sa no es tu misin. He sido lo bastante clara? Estupendo.Espero tus noticias maana.

    Vykos pleg pulcramente su telfono y lo guard de nuevo. Mir asu alrededor, consciente de las intensas miradas que le dirigan losdems Cainitas presentes, y dej escapar una pequea sonrisa.

    --Lamento terriblemente esta interrupcin, Arzobispo --dijoinclinando la cabeza en direccin a Polonia como en una muestra de

    contricin.El arzobispo hizo un leve gesto, como si desdease lainterrupcin, y estuvo a punto de sucumbir a la tentacin de poner losojos en blanco. Los vampiros a su alrededor se agitaron y removieronen sus asientos, o grueron audiblemente. No obstante, nadie seatrevi a sostener la mirada de Vykos o expresar una queja. Laantigua Tzimisce estuvo a punto de rer entre dientes, pero se contuvo.

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    Ver cmo todos estaban tan sobre ascuas por aquella llamada notena precio. Estaban tan ansiosos de conseguir cualquier migaja deinformacin, la menor ventaja sobre sus rivales, que haran lo quefuese por saber lo que haba odo. De hecho, sospechaba que muchosestaran encantados de matar a cambio de saber lo que le haba dichosu interlocutor telefnico. Al fin y al cabo, saberlo seguramenterevelara el enigma que era Vykos, permitiendo descubrir los secretosdel tiempo, la verdad tras todos los planes de Vykos y probablementede qu color era la casulla favorita del Cardenal Monada. Eraasombrosa la importancia que los jvenes y ambiciosos daban a cadadato trivial que se pona ante ellos. Tambin resultaba divertido podermanipularlos tan fcilmente para que entrasen en frenes. All habrafcilmente dos docenas de los mejores lderes de guerra que podaofrecer el Sabbat americano, endurecidos asesinos y estrategas que

    se haban abierto camino por la costa este con la admirable eficacia delos tiburones. Y all estaban, ansiosos como colegiales intentando leeruna nota por encima del hombro de un compaero de clase.

    ste, pens Vykos, es el tipo de momento que pone todas lascosas en perspectiva. Y lo mejor de todo es que voy a montar elquiosco y decirles cuanto quieran saber de todas formas. Se van allevar una decepcin.

    --Oh, debera explicar de qu se trata, verdad? --Favoreci alceudo Borges con una sonrisa triunfal y fue recompensada con unbufido de disgusto pobremente disimulado. En torno a la mesa, otrosvampiros se inclinaban ansiosos hacia delante, o se retrepaban en susasientos fingiendo desinters con una profunda carencia de aptitudinterpretativa. Slo Polonia pareca capaz de mantener una verdaderaactitud estoica; era muy posible que no le importase.

    Por otra parte, tambin era muy posible que ya supiese lo que ibaa revelar Vykos.

    --Parece que tengo algunas noticias, informacin de importancia.Jan Pieterzoon se encuentra en Baltimore.

    Las reacciones a su anuncio dieron a Vykos una excelente

    oportunidad de calibrar el nivel de la sala. Borges y algunos otrosmostraron diversos grados de alarma, inters y preocupacin, aunquela capucha de sombras de Borges haca tan difcil como siempre leersu expresin. Casi ninguno de los Tzimisce presentes parecareconocer el nombre. Y la gran mayora de los asistentes de menos deun siglo de edad parecan confusos, aburridos o simplemente irritados.

    --Qu cojones es un Yan Pikerzum?

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    La voz lleg desde el extremo ms alejado de la mesa deconferencias, una seccin a la que Vykos haba odo una vez quePolonia llamaba "la mesa de los nios", y perteneca a un vampirorobusto y de aspecto perpetuamente enfadado llamado MacEllen.

    Cuando Vykos mir en su direccin, el hombre ya se habalevantado a medias de su asiento y apoyado los nudillos sobre lamesa, lo que le daba un aspecto particularmente simiesco que subarba negra y sus ojos hundidos no hacan nada por atenuar. Era ellder de alguna manada errante que haba hecho trabajos devigilancia, limpiando la resistencia de la Camarilla en ciudadescapturadas, y que crea que haberlo hecho le capacitaba para hablarde estrategia global. Aunque era molesto, escandaloso ydeliberadamente rudo, tambin era visto como un lder por otros"comandantes" itinerantes del centro de la costa atlntica. Adems era

    un rival de Bolon, comandante de los ghouls de guerra Tzimisce quese encontraba en aquel momento barriendo las ltimas bolsas deresistencia en las nuevas ciudades sureas del Sabbat, por lasucesin del difunto Averros a la cabeza de la Coalicin Nmada. Portanto, vala la pena mantenerle vivo como forma de controlar a susseguidores... y como factor en la competicin.

    De lo contrario, hubiese sido una carrera por ver quin de lospresentes era el primero en destriparlo como a un pescado.

    A pesar de todo, el hombre los tena bien puestos. Apenas vacilcuando Vykos volvi hacia l su mirada expectante.

    --Lo digo en serio. Llevamos toda la noche aqu sentados con losdedos en el culo, convierten la cabeza de Seamus en un jodido adornode sobremesa cuando se le ocurre interrumpir a alguien, y qu pasaluego? La Seorita Buenos Modales recibe una llamada telefnica,paraliza toda la reunin, y anuncia que algn boche follarratas del quenadie ha odo hablar est en Baltimore. Hay que joderse con la noticia.Nos dejaremos caer por su casa para tomar pastelitos de cangrejo yluego iremos todos a ver el acuario. Jodidamente maravilloso.--MacEllen proyect agresivamente su mandbula hacia delante y mir

    a Vykos. Su rostro estaba enrojecido, y una ligera capa de sudorsangriento brillaba en su frente.De nuevo, Vykos tuvo que contener el impulso de soltar una

    carcajada. Oh, MacEllen no supona una amenaza para ella ni paraninguno de los presentes que importase realmente, pero si no letrataba con la mayor seriedad, era probable que cometiese algunaestupidez y el consejo se convirtiese en un tumulto: aquello significara

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    perder varias noches reponiendo las bajas, encontrando sustitutos ydems. Sera terriblemente molesto, y seguramente no lo compensarael placer de licuar el cuello de aquel idiota.

    Por suerte, Polonia escogi aquel momento para intervenir.--SeorMacEllen --dijo en voz baja, aunque el efecto de sus

    palabras en la habitacin fue como el chasquido de un ltigo. Losseguidores de MacEllen, que haban estado dndole palmaditas en laespalda y entregndose a diversos comportamientos antisociales,guardaron silencio. Unos pocos apartaron discretamente sus sillas.

    MacEllen emiti un ruidito desde el fondo de su garganta mientrasla sangre desapareca de su rostro. Haba querido marcarse unoscuantos puntos, no forzar una confrontacin. Ahora tena ms de loque haba deseado, y la cabeza cortada que haba pertenecido alllorado Seamus y serva ahora como centro de mesa era un mudo

    recordatorio de las probables consecuencias.Vykos, complacida por no haber tenido que ensuciarse las manostratando con el joven Lasombra, se ech hacia atrs en su asiento yobserv.

    Polonia se haba levantado, andando lentamente en torno a lamesa en sentido contrario a las agujas del reloj, hasta llegar a dondeestaba MacEllen.

    --Veamos si le he entendido correctamente. Opina usted que, alatender una llamada telefnica que nos informa de la llegada de unpoderoso y extremadamente eficaz enemigo a nuestra esfera deinfluencia, la estimada Arzobispo Vykos ha interrumpido esta reunin,la misma a la que su propia aportacin hasta ahora ha sido gritarrepetidamente "Matad a los mierdosos". Me equivoco?

    MacEllen alz la mirada; para cuando Polonia hubo terminado dehablar, ya estaba de pie a su lado. El Lasombra ms viejo era demenor estatura que su adversario, pero Vykos comprendi que elduelo de voluntades era de lo ms desigual. MacEllen no tenaninguna posibilidad. Polonia tena quinientos aos de experienciadirigiendo a hombres y vampiros, mientras que el Lasombra ms joven

    poda imponerse a alguna chusma. Aquella noche, el arzobispo habadesechado el atavo formal de su cargo en favor de un sencillo trajenegro y una camisa de cuello blanco, pero llevaba aquellas prendascon pulcritud militar. MacEllen, por su parte, llevaba una mugrientacazadora de cuero negro con una cremallera que pareca haber sidomedio arrancada a mordiscos, unos pantalones vaquerosrelativamente limpios y una camiseta de Skynyrd que obviamente

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    haba visto dcadas mejores.Adems, Polonia tena la ventaja de saber exactamente lo que

    estaba haciendo, mientras que MacEllen slo haba pretendido armaralgo de jaleo. Tras pensarlo por un segundo, Vykos decidi quedescribir aquello como "gato y ratn" slo sera adecuado si el gato encuestin fuese un jaguar y el ratn muy, pero que muy pequeo. Unsbito ruido hizo que volviese a atender a la escena: al parecer,MacEllen estaba hablando.

    --...no digo que ella no sea importante, pero maldita sea, untelfono mvil en medio de un consejo de guerra? Esos cacharros sonms fciles de pinchar que un globo. Y...

    Polonia le cort.--Tengo la conviccin de que la Arzobispo Vykos habr tomado

    las medidas adecuadas para garantizar tanto la seguridad de sus

    comunicaciones como la de este consejo, MacEllen. Aunque apreciosu preocupacin por el bienestar de todos los presentes --aquelloprovoc algunas risas burlonas-- puede que desee usted haberescogido una forma distinta de expresar esa intranquilidad.

    Polonia sonri, con la sonrisa franca y amistosa que un profesorpodra dirigirle a un alumno que no fuese irremediablemente estpido.MacEllen se ba en el calor de aquella sonrisa.

    --Bueno, vale, eso puedo entenderlo, pero ver, yo slo intentaba,o sea...

    --Porque --continu Polonia, poniendo su mano izquierda sobre elcrispado puo derecho de MacEllen-- si usted volviese ainterrumpirnos de esta forma, o se le ocurriese sugerir que larepresentante escogida por nuestro amado cardenal pudiera ser tanestpida, me vera obligado a demostrar mi desagrado.

    Sin el menor cambio en su expresin, Polonia empez a apretar.Los ojos de MacEllen estuvieron a punto de salirse de sus rbitas bajola repentina presin, y el joven Lasombra empez a debatirse paraescapar de la mano del arzobispo. La voz de Polonia mantuvo elmismo tono mesurado.

    --Ahora estoy bastante seguro de que, si se me ocurrieseromperle todos los huesos de la mano como leccin ejemplar decortesa hacia sus mayores, finalmente sera capaz de curar el dao,siempre que no hubiese pulverizado por completo alguno de loshuesos. Lo he hecho en el pasado, para mi desazn. Es una cuestinde control, y cuando me... irrito, mi control flaquea a veces.

    El rostro de Polonia adopt una burlona expresin de pena,

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    haciendo surgir risitas por toda la estancia. El de MacEllen se pusorojo de nuevo, luego prpura y despus azul. Una vena se marc ensu frente mientras intentaba canalizar su sangre en la fuerza quenecesitaba para librarse de la presa del arzobispo. No le sirvi denada, pues ni la mano ni el tono de Polonia se alteraron.

    --De hecho, una vez se curase su mano, creo que sera ustedms valioso para este consejo de guerra, MacEllen. --Era posible orlos chasquidos bajo la mano de Polonia, y MacEllen gimote--. Peroen este momento es usted un cro maleducado, escandaloso yimpresentable que no merece un asiento en esta mesa ms de lo quese merece un paseo en pony. --Los chasquidos se convirtieron encrujidos, y los gemidos de MacEllen descendieron a un suave sollozo.Una espuma sangrienta cubri sus labios--. Asuma el hecho,MacEllen. Si es su mano lo que estoy aplastando en lugar de su

    cabeza es porque su estupidez no ha superado todava su utilidad. Enel momento en que ocurra eso, estar encantado de convertir sucrneo en una copa de cctel y dejar que Vykos le saque los ojos parahacerse unos adornos; me han dicho que es muy buena en eso. Sialguno de sus seguidores intentase interponerse --continu, barriendola sala con su mirada--, me ocuparapersonalmente de l, y enviara loque quede a Madrid en una cajita con cintas blancas como regalo paraSu Eminencia el Cardenal. Me he explicado con claridad?

    Ninguno de los seguidores de MacEllen quiso hacer frente a lamirada de Polonia. El arzobispo asinti y un tenue indicio de irritacincruz su rostro. Un chasquido reson como un disparo en la sala, yMacEllen call al suelo entre gemidos. Lo que poda verse de su manoera un amasijo ensangrentado y deforme, con astillas de huesosaliendo en todas direcciones. Polonia sonri, inclinndose para darunas palmaditas en la cabeza de MacEllen.

    --Hemos acabado ya con la interrupcin? Estupendo. --Elarzobispo se irgui para captar la mirada de Vykos--. Bien, nuestraestimada amiga, creo que estaba a punto de explicarnos a todos porqu nos preocupa especialmente Herr Pieterzoon, verdad?-Se sent

    con elegancia en la silla abandonada por MacEllen y apoy los piessobre el cado lder de manada--. Adelante, tiene la palabra.La tensin sali de la sala como si fuese agua. De pronto hubo

    charlas de fondo otra vez, y el sonido de cuerpos y sillas volviendo asu lugar. Vykos hubiese aplaudido, de haber sido de aquel tipo depersona. Se puso en pie y habl directamente a Polonia:

    --Jan Pieterzoon es un Ventrue de edad considerable e

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    impresionante linaje. Pertenece, si mis fuentes no me engaan, a laprogenie de Hardestadt, y est entre los ms viejos y peligrososmiembros de la misma. No es alemn, como ha sugerido el DuctusMacEllen, sino holands. Y creo que tampoco folla con ratas.Pieterzoon es engaoso, eficiente y ms que capaz de convertir amuchos de los presentes en montoncitos de ceniza. Su llegada slopuede significar que el Crculo Interior est a punto de intervenirdirectamente en los acontecimientos, eventualidad que llevbamosalgn tiempo considerando con preocupacin. No hace falta decir quesus informes a su sire y sus pares tendrn mucho que ver con el tipode respuesta que podemos esperar. Por tanto, debemos eliminarle encuanto sea posible, antes de que informe demasiado, o de queaproveche alguna oportunidad para interferir en nuestros planes demanera ms directa.

    Borges frunci el ceo al otro lado de la mesa.--Se encuentra en Baltimore, lo que significa que est atrapadocomo una rata. Al norte est Filadelfia, al sur nosotros, y el oeste no lelleva a ninguna parte. Propongo que le dejemos quedarse enBaltimore y enviar todos los informes que quiera. El cepo est a puntode cerrarse, y personalmente me gustara llevarme a ese holands acasa conmigo. Medina Sidonia apreciara profundamente el regalo:lleva mucho tiempo esperando ver la cabeza de Pieterzoon en unabandeja.

    Un rumor de asentimiento recorri la estancia. Vykos extendi lasmanos en un gesto conciliador.

    --Si hubiese otro medio, estara encantada de autorizar sucaptura, pero sencillamente no podemos permitirnos ese lujo. Sidejamos que Pieterzoon se establezca y se ponga cmodo, seconvertir en un enemigo formidable, y derrotarle puede ser ms difcilde lo que piensan. Consideren cmo se agruparan en torno a l losvampiros de la Camarilla supervivientes. Consideren los recursospersonales que puede emplear. Consideren esto, y se darn cuenta dela necesidad de destruirle mientras todava est desorientado, todava

    inseguro, todava...--Todava conjet lag! --grit uno de los secuaces de MacEllen.Polonia silenci al hombre con una mirada, pero el ritmo del discursode Vykos se haba roto. La sala se deshizo en un caos vociferante. Seinici una lucha a puetazos entre un miembro de una de las manadaserrantes y otro del squito de Borges; el Arzobispo de Miami se volvipara resolver el conflicto a su propia manera salvaje. Toda esperanza

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    que pudiese quedar de mantener el orden se desvaneci.Vykos capt la mirada de Polonia y alz una ceja con expresin

    interrogativa. El Lasombra asinti mnimamente y se puso en pie,resignado.

    --Creo que ha llegado el momento de un pequeo descanso. Paraquienes sientan la necesidad de matarse unos a otros, el stanodispone de un suelo de cemento en el que el personal podr fregarsus restos fcilmente. En cuanto a los dems, volveremos a reunimosdentro de dos horas.

    Varios vampiros y algn que otro ghoul se dirigieron a la doblepuerta que daba al corredor, su salida marcada por los sonoroschasquidos que provocaba Borges al ocuparse de sus asuntos.. Encuestin de segundos, la sala qued vaca salvo por dos de los tresarzobispos y el todava gimoteante MacEllen. Polonia suspir.

    --Era realmente necesaria esa ltima mutilacin?Borges se encogi de hombros, quitndose aparatosamente elpolvo de las manos.

    --La verdad es que no, pero ha sido agradable. En todos caso, sucompaero de juegos MacEllen estaba en lo cierto.

    --Mmmh? --Distradamente, Polonia dio una patada al vampiroque segua en el suelo, slo para asegurarse de que no se hubiese idoa ninguna parte.

    --Recibir esa llamada durante la reunin ha sido un pocoostentoso. Los Nmadas no son gran cosa uno por uno, pero resultanciertamente formidables cuando apuntan todos en la misma direccin,y ponerse constantemente en su contra cuando no hay verdaderanecesidad de ello puede hacer que acaben apuntando contra lamascota del cardenal. Por supuesto, supongo que ella podraocuparse de todos sin excesivo esfuerzo, pero creo que es muchoms til tenerlos cumpliendo rdenes. No tengo razn?

    Polonia hizo gestos de pensaren ello mientras se pona en pie.--Quiz. Por otra parte, necesitan algo de disciplina si queremos

    que sean una verdadera fuerza de combate en vez de chusma.

    Aplastar a un Toreador aislado que se ha retirado a Asheville paradedicarse a tejer cestos de mimbre es una cosa, pero atacar unaciudad con autnticas defensas y que ha tenido tiempo paraprepararse... MacEllen y sus amigos sern derrotados ydescuartizados, y no puedo permitirme perderlos para nada.

    --Ustedno puede --repiti Borges, a medias para s mismo--. Porsupuesto. Me inclino ante su superior conocimiento de las defensas de

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    la Camarilla, ya que ha pasado tanto tiempo analizndolas en NuevaYork, no? Estoy seguro de que a estas alturas ya tiene un grandominio de la materia.

    Si Borges estaba esperando un estallido por parte de Polonia,qued defraudado: el otro Lasombra se limit a entrelazar los dedos yasentir.

    --Es cierto. Conozco bastante bien a la Camarilla, y por eso larespeto, independientemente de lo que hayamos conseguido hastaahora. Si usted se hubiese molestado en enfrentarse a ella en elcampo de batalla, en vez de dejarse arrebatar Miami manzana amanzana por las serpientes Setitas, tambin la respetara un poco.

    El rostro de Borges se puso prpura al or aquello, y por uninstante Polonia pens que el arzobispo ms joven saltara sobre lamesa para atacarle. Pero el momento de furia pas, y Borges se las

    arregl para componer una plida sonrisa.--Touch,Arzobispo. Esporo llegar a compartir su sabidura. --ElArzobispo de Miami ejecut una perfecta reverencia y gir sobre sustalones para salir de la habitacin. El nico indicio del enfrentamientoera el aplastado y astillado respaldo de la silla tras la que haba estadoBorges.

    El algn momento a lo largo del dilogo, MacEllen haba dejadode hacer ruido. El nico sonido en la sala era el murmullo del aireacondicionado, que Polonia encontr repentinamente molesto. Fruncilos labios: Borges era un necio y un bravucn, pero estaba en lo cierto.La maniobra de Vykos haba tenido como objeto irritar a los Nmadasy otros vampiros poco organizados, y, por una vez en su no vida,Polonia no saba por qu motivo.

    --Mi Cardenal --susurr casi como en una oracin--, esperosinceramente que sepis lo que estis haciendo al enviarme estedemonio. Dadme gua, dadme fuerzas y, si esta locura contina,dadme la oportunidad de explicarme despus de que haya arrancadolas cabezas de todos y cada uno de los idiotas con los que estoyobligado a trabajar aqu.

    Satisfecha su piedad, Polonia sali por la doble puerta. A suespalda, un tentculo de sombras se alarg para cerrarlassuavemente. Y debajo de la mesa, todava sujetando su arruinadamano, MacEllen no se dio cuenta de nada.

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    Sbado, 17 de julio de 1999, 12:09 AM (hora local)Iglesia de San Nicols de los Servitas, Madrid, Espaa

    Don Ibrahim nunca se senta muy cmodo al entrar en elsantuario de Monada. En parte se deba a la explosin de imgenesde santos que recorran las paredes de cada pasillo; aquellaiconografa era profundamente perturbadora para la conservadoraalma de Ibrahim. Tambin estaba el hecho de que cada centmetro depared libre de grabados estuviese decorado con espejos, ante los queno le gustaba nada pasar. Monada haba explicado aquello diciendoque le permitan ver perfectamente a los visitantes sin que ellos

    pudiesen verle; pero aun as aquella cantidad de espejos era opresiva.Adems, estaba el hecho de que los dos Cainitas hubiesenintentado matarse mutuamente en numerosas ocasiones desdecomienzos del siglo XII, cuando Monada era todava un sacerdotecuyas palabras movan a miles de fieles e Ibrahim una espada enmanos de los prncipes de las taifas. Por supuesto, ambos haban

    jurado muchas veces desde entonces que el pasado haba pasado,que lo hecho estaba hecho y aquel tipo de cosas. Pero la verdad delasunto era que la poltica del Sabbat los haba convertido en aliados, yque si alguno de ellos senta an sed de venganza, no tena aliadossuficientes para permitirse el lujo de saciarla.

    Los siglos, pens Ibrahim con una sonrisa apesadumbrada,hacen extraos compaeros de cama. Entr en el sanctum sanctorumdel cardenal.

    Monada estaba de pie, siempre el corts anfitrin.--Don Ibrahim, agradezco que haya venido. --Ibrahim observ que

    el suelo de piedra estaba cubierto de ricas alfombras, y que elcardenal estaba descalzo; ambas cosas eran muestras de respeto--.Le ofrecera caf, pero nos conocemos demasiado bien.

    Ibrahim se inclin de manera exquisita.--Es un placer verle de nuevo, Cardenal.--Lo mismo digo, amigo mo. Debo admitir que llevaba algn

    tiempo esperando su regreso.Ibrahim se acerc resueltamente a la mesa donde estaba el

    tablero de ajedrez y se sent en el taburete del lado de las piezasnegras.

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    --Vaya. No me diga que ha estado tan necesitado deconversacin.

    El cardenal ri educadamente y maniobr hasta sentarse frente asu invitado.

    --No se trata de eso. Simplemente tengo una nueva estratagemaque quiz pueda ser eficaz contra sus defensas. Estaba ansioso deprobarla.

    --De veras? --ronrone el rabe mientras observaba el tablero--.Tan seguro est de su victoria que puede permitirse hacerexperimentos?

    Monada se encogi de hombros, casi ruborosamente.--Para ser sincero, mi ltimo invitado ha expuesto algunas

    reservas sobre lo sostenible de su posicin.Ibrahim frunci los labios, su barba rizada casi rozando los

    extremos superiores de su rey y su reina.--Oh, no lo dudo. Pero cmo sabe que su invitado no lo decasimplemente como un cumplido?

    --No creo --replic Monada suavemente--. Se trataba de Talley.--Talley!El cardenal asinti.--Talley. De hecho, se supona que iba a comentrselo al salir.

    Mmmh... creo que le toca mover.--Talley... --Ibrahim estudi la situacin y, tras pensarlo

    debidamente, adelant uno de sus peones--. Y por qu, si puedopreguntar, le ha honrado el Sabueso con su presencia?

    --Porque yo se lo ped, por supuesto. A Talley no se le ocurriravenir sin invitacin previa. Creo que su primera visita le asustdemasiado para volver a sentirse cmodo cerca de m. --El robustocardenal se chup meditabundo la yema de un dedo, y despus moviun alfil--. Tena trabajo para l.

    --Por supuesto que lo tena. --Otro pen avanz para bloquear ladiagonal del alfil al pen que protega una torre--. Qu servicio podraofrecer el apreciado ingls Talley que no estuviera al alcance de sus

    otros servidores menos notables?--Est seguro de que quiere hacer ese movimiento? Le permitiranularlo, si lo desea. --Ibrahim se limit a mirarle, y tras un momento elcardenal llev una torre a una fila ms o menos despejada--. Ejem.Quiero que Talley vaya a Amrica. Hay algo all que no me gusta.

    --S? --Ibrahim cogi una torre blanca para mirarla de cerca--.Sera obtuso por mi parte no haber reparado en lo fielmente que

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    representa esta pieza a su querido templario?--Oh, en absoluto, en absoluto. Muchos de mis asociados no se

    dan cuenta de nada, ni se fijan en las dems caras.Ibrahim emiti un gruido de respuesta, y sigui observando el

    tablero con nuevos ojos.--Ese bastardo de Medina Sidonia, Chardin, Muntz... se es

    Skanderberg? Mmmh... Y por qu Lucita es ahora mi reina? Cuandoempezamos la partida, estaba en su mitad del tablero. A qu se debeel cambio?

    El cardenal carraspe casi avergonzado.--Cuando Vykos hizo el juego, le ped que hiciese dos reinas. Un...

    un momento de debilidad por mi parte, debo admitirlo. El bando en elque juega Lucita depende de mi humor, y de los ltimos informes quetenga sobre sus andanzas. A veces --dijo, con una sacudida de risa--,

    est en ambos bandos.Don Ibrahim cogi su reina para examinarla. La Lucita que tenaentre los dedos era alta y esbelta, con pmulos altos y un aire dearrogancia en sus facciones. Su vestido era largo y suelto, algo queIbrahim dudaba que hubiese llevado jams, y tena las manosrecatadamente dobladas en la cintura.

    --El parecido es muy notable. Por qu se ha unido ahora a lasfilas de sus enemigos?

    --La verdad es que la razn es la misma por la que necesitaba aTalley.

    --No me diga que est azuzando al Sabueso contra su chiquilla.Ella no puede haber hecho nada tan terrible. --Ibrahim devolvi la reinaal tablero, adelantndola dos casillas--. Y su alfil est amenazado.

    --S, as es --replic el cardenal, hacindole retroceder unacasilla--, y Lucita parece haberse implicado en algo que podra afectaral progreso de la campaa en la que intervienen Vykos y Vallejo.Tengo noticias de que alguien considera que el asesinato es unaforma adecuada de ocuparse de un arzobispo incmodo, ydesapruebo firmemente ese tipo de cosas. Lucita es, en este

    momento, una herramienta de quienes actan en contra de misintereses. He enviado a Talley para que defienda a sus posiblesobjetivos. Oh, no espero que tenga xito, necesariamente. Ni l niLucita tienen una clara ventaja en ese aspecto. Pero el hecho de supresencia debera bastar para que quien haya contratado los serviciosde Lucita se lo piense dos veces. Yo tambin puedo enviar asesinoscuando es necesario. --Tras un momento de silencio, el cardenal

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    aadi:-- Y voy a comerme a su reina en tres movimientos, amigo mo.Ibrahim mir el tablero.--No lo creo --dijo suavemente--. Podra cobrrsela en tres

    movimientos con la torre, pero usted no quiere que Talley lo haga.Monada se irgui en su asiento, perplejo.--Quiz no.Ibrahim devolvi su reina a una posicin segura, tras una fila de

    peones.--Tiene alguna idea de quin puede encontrarse tras esta

    complicacin?--Ninguna. Pero, por supuesto, sospecho de todo el mundo. --Un

    caballo avanz cautelosamente--. Hay muchos jugadores interesadosen esa partida, don Ibrahim, y algunos podran estar ocultando susverdaderas lealtades. Lo mejor que puedo hacer es moverme para

    proteger mis intereses y los del Sabbat. A partir de ah, ser lavoluntad de Dios.--Bismallah. Pero Al ayuda a los que se ayudan. Ha invertido

    mucho en este asunto: va a arriesgarse sobre un terreno tan pocofirme?

    --Con la gracia de Dios, todo saldr bien.--Sabe usted ms de lo que est diciendo, por supuesto.--Por supuesto. Venga. He mandado preparar un refrigerio.

    Compartir una comida conmigo, ahora que somos amigos?--Cuente con ello. Volveremos al juego cuando hayamos

    terminado?--Ciertamente. El juego siempre estar ah.Ibrahim se puso en pie.--Por desgracia, amigo mo, me temo que tiene usted toda la

    razn.

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    Sbado, 18 de julio de 1999,12:29 AMHyatt Regency Capitol Hill, Washington D.C.

    La habitacin era pequea, con paneles de madera y una gruesaalfombra en el suelo. Los muebles eran de caoba, y de una calidadsorprendente para un hotel. Siempre que fuera posible, Vykos prefera

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    hospedarse en lugares as cuando el Destino la obligaba a visitarNorteamrica, al menos si no haba otro sitio ms slido. A cierto nivel,lo nuevo del lugar segua incomodndola, pero al menos verserodeada del trabajo de expertos artesanos le permita dejar de pensaren la transitoriedad de la construccin.

    La reunin haba sido un fracaso, por supuesto. No habaesperado otra cosa. Tras las primeras y fciles victorias, la CoalicinNmada (apenas poda recordar el nombre sin rerse) se haba vueltocasi ingobernable. Por desgracia, segua siendo necesario invitar asus representantes a todas y cada una de las sesiones del consejo. Almenos, aquello serva para tenerlos alejados de la calle varias horascada noche, y coincida con la opinin de Vallejo de que, si se lespermita correr libremente y sin supervisin durante una semana poruna sola ciudad, probablemente haran ms dao a la operacin a

    causa de la pura estupidez que la Camarilla mediante la ms tenazresistencia. El toque de queda establecido en la ciudad era pruebasuficiente de que la falta de discrecin tena sus consecuencias; nohaba necesidad de echar ms gasolina a aquel fuego.

    Con todo, segua encontrando terriblemente aburrido tratar conlos Nmadas y otros de su ralea.

    Alguien llam suavemente a la puerta. Aquello era extrao. Habadado al ghoul que montaba guardia rdenes estrictas de que nadie lamolestase. Por otra parte, los asesinos raramente eran tan educadoscomo para llamar... exceptuando a su querido Parmnides, pero entodo caso l estaba fuera, colaborando en el asedio de la capillaTremere.

    --S?Polonia habl desde el otro lado.--Mil perdones por la intrusin, pero me preguntaba si podramos

    conspirar un poco antes de que se reanude el consejo.El hombre siempre era corts, y ms o menos tan inofensivo

    como un cuchillo clavado en el rin. Por supuesto, era mejor teneruna idea de sus pensamientos antes de reiniciar la reunin.

    --Por supuesto. Esperaba que viniese. Adelante.--Es muy amable --replic el arzobispo, y la puerta pareci abrirsepor su propia voluntad. Polonia pas al interior, percatndose de laposicin de Vykos en la gran silla tras el escritorio, y tom la decisinde quedarse de pie. Tras l, algunos tentculos de sombra cerraron denuevo la puerta, y una masa de negrura a sus pies que se parecasospechosamente a un gato camin silenciosamente.

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    --Tena la impresin de que el hotel no admita mascotas,Arzobispo.

    --Es slo un juguetito de sombras que llevo conmigo de vez encuando. Lo encuentro relajante. Adems, resulta notablemente eficazpara atrapar ratones.

    --Ratones?--Me he expresado mal: alimaas. Ratones, ratas... de todo tipo.

    Por cierto, si respetsemos la prohibicin de las mascotas, dndedejara eso a sus ghouls?

    Vykos dej que el fantasma de una sonrisa recorriese sus labios.--Es verdad. Pero no puedo evitar recoger animalitos

    abandonados.Polonia solt una risita.--Con fines que no va a explicar, no me cabe duda. Pero

    dejmoslo, dejmoslo. Cmo va el asedio? Han decidido ya losTremere que es hora de izar la bandera blanca?--Ningn cambio. Slo es cuestin de tiempo. --Vykos hizo un

    gesto de desdn y se estir lnguidamente. Polonia no repar en elefecto, pues se haba inclinado para rascar a su gato de sombrasentre las orejas.

    --Supongo que tiene un cierto sentido. Por favor, mantngameinformado de los progresos.

    --Por supuesto.Polonia volvi a erguirse.--Agradezco su amabilidad. En cuanto a los dems asuntos, me

    pregunto por qu motivo se tomara usted tantas molestias para irritara MacEllen: no estoy de humor para cuidar de nios traviesos, Vykos,y odiara pensar que me est poniendo a propsito en tal situacin.

    --Tch, tch, mi querido Arzobispo. Me ofende usted. Ya sabe queesa llamada era importante.

    --Estoy muy al tanto de su importancia, y de quin es Pieterzoon,y de cuntos de mis conocidos en los consejos de mi clan...

    --Les Amies Noir? --Vykos pronunci el nombre distradamente,

    consciente de que nadie que no perteneciese a la sangre de losLasombra debera saber nada de la existencia de Les Amies.Pero si estaba esperando una reaccin de Polonia, el plan fall: el

    arzobispo ignor su acotacin por completo.--Muchos estaran encantados de despedazar a ese hombre

    miembro a miembro. Tambin s que recibi usted una carta deremitente desconocido antes de que empezase el consejo de guerra, y

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    que ya estaba al tanto de la llegada de Pieterzoon a Baltimore. --Suvoz era suave--. Acaso pretende complicar esto?

    --No, ni mucho menos. Sencillamente, MacEllen necesitabaprovocar un poco ms antes de que usted se sintiese obligado a...cmo lo dira?... reafirmar su lugar en el orden jerrquico.

    --Realmente, preferira no tener que matarlos a todos, Vykos. Sque el Sastrecillo est trabajando muy duro para reponer nuestrasprdidas en Atlanta, pero ambos sabemos que, traiga lo que traiga, noser tan efectivo como lo que hemos perdido. Si perdernos tambin atodos nuestros irregulares veteranos, eso retrasar el proyecto entero,y no creo que nuestro apreciado cardenal se sienta muy satisfecho.

    --Quiz. Pero los dos sabemos que no tendr que matar aMacEllen. La razn por la que l sigue vivo y Averros no es queMacEllen retroceder cuando se vea superado. Y usted, seor de

    Polonia, supera a MacEllen como el sol a... mmmh... la menor de laslunas de Marte.Polonia ri a su pesar.--Me decepciona, querida. Haba odo que saba usted adular

    mejor--dijo, tosiendo una vez--. La verdad, creo que simplemente lehe enfurecido lo bastante como para odiarme en silencio en vez deseguir alterando la reunin. Se dedicar a buscar una oportunidadpara desahogar su ira sobre alguno de sus seguidores, con el fin desalvar su ego. De todas formas es una molestia o dos menos en elconsejo.

    Vykos asinti.--Cierto. Una molestia o dos menos. Me alegra haber podido ser

    til al respecto.Polonia sonri sin humor.--Su ayuda es apreciada, como siempre. Ahora, si me disculpa...Vykos no protest, y Polonia fue hacia la puerta. Su gato le sigui

    tranquilamente, unos pasos por detrs. Cuando ya tena la manosobre el picaporte, el arzobispo se dio la vuelta.

    --Oh, casi lo olvido. Pens que deba avisarla; no slo la Camarilla

    va a recibir alguna compaa adicional desde el Viejo Mundo.--No? --La voz de Vykos mostr ms sorpresa de lo que a ella lehubiese gustado.

    Polonia asinti con la cabeza.--As es. Al parecer, alguien se siente preocupado por la

    seguridad de nuestros mejores generales, o algo as. Ha habidorumores de intentos de asesinato y estupideces similares. Como

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    resultado, vamos a recibir un guardaespaldas. Tiene unascredenciales considerables, y su linaje es fascinante.

    --Estoy segura de ello --contest Vykos, recuperando suautodominio--. Y cundo llega esa maravilla?

    El arzobispo consult su reloj con gestos ampulosos.--Ms o menos en media hora, si el trfico es bueno. Lo que me

    dar mucho tiempo para presentrselo antes de que se reanude elconsejo de guerra.

    Polonia se dio la vuelta de nuevo y sali de la habitacin seguidopor su gato, tan arrogante como su amo.

    _____ 7 _____

    Sbado, 18 de julio de 1999,1:07 AMHyatt Regency Capitol Hill, Washington D.C.

    El tono del consejo de guerra haba cambiado por completo alreiniciarlo Polonia. Para empezar, MacEllen tena menos partidarios,pero los que seguan leales estaban unidos en un amargo odio quedirigan a travs de la mesa hacia donde se sentaba el causante de suhumillacin. Borges pareca agitado, pero no hablaba, limitndose atamborilear con los dedos sobre la oscura madera. Ms all, Vallejo,que se haba mostrado ausente antes, se sentaba erguido como unpalo e irradiando un obvio desprecio hacia la chusma que tena a suderecha. Vykos pareca tan fra e inescrutable como siempre, aunquePolonia crey detectar algn placer por la incomodidad de Borges. Y asu mismo lado derecho estaba el delgado Talley, con su aspecto desupremo aburrimiento. Era evidente que haba tenido un viajeincmodo, y esperaba la reunin con toda la alegra de una monjaante una pelcula de Tarantino. Bueno, pens Polonia. Cuanto antes

    empiece, antes acabar todo esto y antes podr desearle buenasnoches a este fantasma ambulante.--Amigos mos --dijo, ponindose en pie--. Tengo el gran honor de

    presentar a un ilustre recin incorporado a nuestra empresa. ElCardenal Monada --pudo ver que el frreo control de Vykos aflojabapor un momento-- ha estimado oportuno enviarnos otro invitado, elapreciado seorTalley, que desempea el alto cargo de templario

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    entre los servidores del cardenal. Est aqu para asegurar el xito denuestros esfuerzos protegiendo a aquellos de nosotros que correnriesgo de ser cobardemente asesinados.

    Vykos frunci el ceo. Polonia no lo pas por alto, pero decidilanzarse hacia delante.

    --Ya hemos tenido noticias de uno de tales intentos contra nuestraquerida Arzobispo Vykos. Nadie quiere arriesgarse de nuevo a unaprdida de tal magnitud, ni tampoco que otro se convierta en un blancosecundario. No est de acuerdo, Arzobispo Borges?

    El Arzobispo de Miami asinti prestamente, con el aspecto de unhombre a quien le acabasen de decir que su hijo no era suyo.

    --Por supuesto. Debemos tomar todas las medidas para protegera Vykos de un nuevo ataque.

    Polonia sonri suavemente: la trampa estaba a punto de cerrarse.

    --Oh, he comunicado al cardenal que Vykos no necesita msproteccin --dijo Vallejo--. Talley est aqu para protegernos a todos,querido Arzobispo.

    Borges, como observ Polonia con satisfaccin, pareca ya unhombre que acabase de descubrir que ninguno de sus hijos era suyo,y que su esposa tena problemas para recordar su nombre. No slo lehaban dicho que iba a ser observado muy de cerca por un vampiroextremadamente poderoso que pareca un cadver recalentado y noaguantaba tonteras de nadie, sino que haba sido arrastrado a unaposicin en la que su negativa aaceptar aquella vigilancia hubieseparecido una deslealtad.

    Y si la rechazaba y ocurra algn accidente que privase a laoperacin de sus servicios... bueno, lo que sea, ser, o como dijese lamaldita cancin.

    Borges balbuce algo completamente incomprensible, mientras alotro extremo de la mesa los seguidores de MacEllen mostraban sudiversin al ver a uno de los ensalzados y poderosos recibiendo ungolpe en plena cresta para variar.

    --Es suficiente. --Talley tena una voz grave y susurrante que

    acallaba todas las dems al entrar en contacto con ellas--. ArzobispoBorges, he sido asignado por mi cardenal, como muestra de su estimapor todos los comandantes reunidos, para servir como proteccin aalgunos entre ustedes. Ha llegado a odos del cardenal que puedetener lugar un atentado contra al menos uno de los arzobispos aqureunidos con el objetivo de alterar nuestras operaciones mientras laCamarilla consigue tiempo para consolidar sus defensas. Estoy aqu

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    para hacer que ese plan fracase.El hecho de que atraigan mi atencin no significa que usted o

    usted en particular sean el blanco de algo ms que mi presenciadurante una noche. Si mi conversacin les desagrada, tienen mipalabra de que pronto pasar a otro. Por lo dems, no vean en ellonada ms de lo absolutamente necesario, y recuerden que noconsegu mi actual cargo siendo negligente en mis funciones. Bien,todo lo que he odo hasta ahora me dice que esta operacin haprogresado con excepcional facilidad, y confo en que las reuniones deplanificacin hayan sido igualmente tranquilas. Mi seor Polonia, mededicar a observar, pero deben perdonarme si abandono este lugarde honor y me ocupo de mis deberes. El cardenal insisti en queempezase de inmediato.

    Talley se puso en pie y avanz hasta quedarse detrs del asiento

    de Borges. El Arzobispo de Miami permaneci sentado, furioso y conla cara roja.--Por favor, Excelencia. Pretenda que ni siquiera estoy aqu.La reunin, pens Polonia, avanzaba satisfactoriamente. La

    presencia de Talley era suficiente para incomodar a Borges, lo que leimpeda hacer demasiado ruido. Vykos segua sin parecer muy alegrepor la presencia del templario, pero Polonia achac su descontento alhecho de que l se hubiese enterado primero. En cuanto al propioTalley, bien hubiese podido tratarse de un mueble o una estatua.

    Los asuntos haban avanzado con notable ligereza, y sloquedaban dos puntos en la agenda: la llegada del maldito Pieterzoon,que Polonia haba preferido dejar para el final, y otra cuestin querequerira una cierta delicadeza. El asunto de Pieterzoon iba a serprofundamente desagradable, as que decidi empezar por l yquitrselo de encima.

    Los ghouls sirvieron aperitivos y se llevaron los desechos. Eldisgusto de Polonia ante aquellas criaturas era mucho menospronunciado que el de la mayora de sus compaeros de clan:simplemente las odiaba a ellas y a todo lo que hacan. La cabeza del

    desdichado Seamus haba sido retirada haca ya un rato, dejando slouna mancha de sangre sobre la mesa, pero Polonia prefera un reade trabajo relativamente limpia para el consejo: al fin y al cabo, cuantomenos pedazos de cuerpo hubiese esparcidos, menos se distraeranlos hambrientos.

    --Me complace decir que casi hemos acabado con los planes poresta noche. S que muchos se sienten cansados, y yo me alegrar

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    tanto como ustedes al terminar. Creo que el siguiente asunto es el deHerr Pieterzoon. Vykos?

    Sascha Vykos se puso en pie, tan elegante como siempre.Algunos Tzimisce presentes empezaron a entonar su nombre en uncntico, pero fue un esfuerzo poco sincero; la verdad era que todosestaban condenadamente cansados. En uno de los raros momentosanimados de Vallejo, el hombre haba afirmado que los consejos deguerra le cansaban tres veces ms que la verdadera lucha, y queestaba seguro de que se aburrira hasta la muerte antes de que laCamarilla encontrase una forma de derribarle.

    --Como dije antes, sugiero al consejo que nos ocupemos de HerrPieterzoon de inmediato. Como podemos ver--seal a Talley con unelegante gesto--, las apuestas se han elevado. Sencillamente nopodemos permitirnos ninguna demora, o la Camarilla reunir sus

    fuerzas contra nosotros.Borges gru con desdn.--S, Vykos, ya ha dicho eso antes. No creo que las cosas hayan

    cambiado tanto --dijo mirando al impasible Talley-- en las ltimashoras. Explquenos cmo y porqu tenemos que acabar con esebastardo. Haga un buen trabajo, y estar con usted.

    --Bien, Arzobispo, gracias por sus palabras de apoyo. --La voz deVykos se convirti en un peligroso ronroneo--. Consideremos porquha sido enviado Talley aqu. Est aqu porque Europa ha entrado en lalucha, y porque el asesinato se ha convertido en un arma admisible.Es obvio que una de nuestras grandes ventajas hasta ahora, apartedel empeo y la ferocidad que han mostrado ustedes los soldados delSabbat, es la pequea contribucin hecha por m, el comandanteVallejo, el Sastrecillo y otros. Estamos aqu. Nos hemos afianzado.Somos parte de todo lo que se har. Al dejar que Pieterzoon siga vivo,le permitimos recortar nuestra ventaja. Y si se establece aqu, cuntotiempo pasar antes de que lleguen sus aliados? Antes de que sefrene nuestro avance? No, debemos mantener nuestra ventaja...cualquier general de cualquier poca dira lo mismo. Si Narses

    estuviese aqu, se reira de nuestra indecisin. --Vykos se volvi haciaTalley, captando su mirada--. En cuanto a la otra razn... creen quepueden recurrir a la daga porque les ha fallado la espada. S volvemosla daga contra ellos, la abandonarn. Si el artfice de su campaa deasesinatos (y no se confundan: tiene el hedor de Pieterzoon)desaparece, sus esfuerzos se vendrn abajo. Y estoy segura deopinar lo mismo que todos los presentes que puedan convertirse en el

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    blanco de los asesinos del los Ventrue.Qu debemos hacer entonces? Eliminar a Pieterzoon antes

    de que sea una amenaza mayor, pues ya es una amenaza y crece acada hora que pasa, o dejar que nuestro enemigo cobre fuerzasmientras nos sentamos tranquilamente a esperar el cuchillo en laoscuridad? Qu haremos?

    Un rugido de aprobacin sali de docenas de gargantas. Vykos seba en l, bebiendo la adulacin, glorificndose en ella. InclusoBorges pareca convencido. Slo Polonia, Vallejo y Talley parecan nohaberse inmutado. Polonia mene la cabeza: la suerte estaba echada.

    Los vtores tardaron diez minutos en extinguirse, y Vykos nopareca tener ninguna prisa por calmar las cosas. Por fin, Poloniainterrumpi los rugidos:

    --Bien, la mocin parece haber sido aceptada, Vykos. Ahora:

    cmo haremos para ejecutar la voluntad del --abarc la sala con ungesto-- pueblo?Vykos sonri ponzoosamente.--Por favor, m querido Arzobispo. Eso es responsabilidad suya.

    Es usted quien est al mando: yo me limito a actuar como anfitriona dela reunin en virtud de mi condicin de arzobispo de la ciudad. Jamsse me ocurrira usurpar su autoridad. Dejo todo el asunto en suscapaces manos.

    Polonia mir ceudo a Vykos durante un largo instante, hasta queel incmodo silencio fue roto por un asistente al consejo que hasta elmomento haba permanecido en silencio.

    --Yo lo har. Mis chicos y yo... nosotros lo haremos.

    _____ 8 _____

    Domingo, 18 de julio de 1999, 2:01 AM

    Una gruta subterrnea, Ciudad de Nueva York

    Algo pareca distinto. Calebros contempl intensamente la copiaimpresa de SchreckNET que le haba entregado Umberto unosminutos antes. Las palabras sobre el papel --la manifestacin fsica ens del pensamiento-- eran secas y cortantes. A Calebros no le gustaba.Record que Umberto haba dicho algo acerca de sustituir la rueda de

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    margarita por una impresora lser... o alguna tontera por el estilo;nada de aquello le interesaba mucho. Prefera el slido peso de sumquina de escribir, y que Umberto se quedase con sus aparatitos dela era espacial. Quiz, pens Calebros, el mundo sera un lugar mejorsi lo gente siguiese usando plumas de ave y tinteros. Se encogi dehombros. Quiz no.

    La forma del mensaje, por supuesto, era menos importante que elcontenido. El informe de Courier inclua unos pocos bocados deconocimiento. Si al menos pudiese acceder a la cmara del consejode guerra Sabbat!suspir Calebros. Pero no poda ser. Adems,mediante la extrapolacin era posible descubrir gran parte de lo queestaba oculto. El tiempo revelara el resto.

    COPIA DE ARCHIVO

    Calebros pas varios minutos integrando aquel nuevoconocimiento en lo que ya saba, y despus alarg la mano hacia sufiable Smith Corona.

    S de un posible candidato que sugerir.Atualizar archivo: Talley

    _____ 9 _____

    Domingo, 18 de julio de 1999, 2:11 AMHotel Sheraton Inner Harbor, Baltimore, Maryland

    Lucita se sent con las piernas cruzadas en la habitacin del

    hotel, extendiendo ante ella todos los papeles que le haba entregadosu cliente. El expediente de su objetivo era deprimentementecompleto: lo cubra todo, desde manifestaciones observadas defacultades sobrenaturales hasta armas favoritas, compaeros,vestuario y ghouls, pasando por gustos musicales, expresionescomunes y preferencias en su alimentacin. El expediente incluatambin una serie de fotos, que iban desde irritantemente borrosas

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    imgenes de cmaras de seguridad hasta primeros planos que contoda seguridad habran costado la vida del fotgrafo.

    Mene la cabeza, el largo pelo negro oscilando mientras lo haca.Vestida con un sencillo pijama negro, mir pensativa el reloj de lamesilla de noche. Quedaban unas pocas horas hasta el amanecer, asque haba tiempo de sobra para familiarizarse con los detalles delobjetivo. Memorizara todo el material y destruira las pruebas.

    La habitacin ya haba sido asegurada contra la luz, por supuesto:las cortinas fijadas, la puerta protegida de intrusos y personal delimpieza y todo lo dems. Tambin haba cubierto el alargado espejode la pared frente a ella colgando una sbana por encima: a medidaque iba envejeciendo tena menos ganas de ver espejos vacos alldonde debera estar su cara. Consider brevemente la idea de dormiren la baera, una tctica de viaje popular entre los vampiros ms

    jvenes, pero desech la idea. Al fin y al cabo, si llegaba un problemano iba a detenerse por la endeble puerta del bao. De hecho, aquellasfinas paredes tampoco supondran ningn obstculo para el tipo deenemigos que ella sola encontrar. Llegaba un momento en el quesencillamente debas dejar de preocuparte y seguir adelante con tusasuntos nocturnos. Era una leccin que el viejo y querido papi nuncahaba aprendido, cada vez mas confinado en su venenosa tumba deMadrid.

    l haba intentado convertirla tambin en su tumba. Le habadicho que era su hogar, explicndole su deber como chiquilla leal. Lehaba dicho cmo esperaba de ella que se quedase a su lado a lolargo de los siglos, y cmo podra ayudarle, por la gloria de Dios y delclan.

    Y despus le haba revelado cunto, cunto la amaba, a ella, sunica chiquilla.

    Lucita se haba lanzado contra l en aquel momento, con sombray con acero. Pero l la haba sometido entre carcajadas, atrapandofcilmente la daga que ella haba credo que sera la llave de sulibertad. Despus haba cogido su mano, dndole unas palmaditas

    burlonas como para dejar claro qu nia tan lista era.Casi se haba dislocado el brazo para escapar. l no la habaperseguido ni enviado a sus servidores o bestias de sombra tras supista. Todo lo que sigui a Lucita en la noche fue la risa de Monada, yuna alegre despedida.

    Esperaba volver verla, haba dicho.Ella haba jurado no volver nunca, pero ms o menos una vez

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    cada siglo algo la arrastraba de vuelta a Madrid, al edificio de piedradonde se congregaban los fieles y los condenados. En cierta pocahaba temido que fuese una trampa, que en una de sus visitas a"casa", encontrase aguardndola a la secta que haba repudiado. Peropareca que Monada segua amando a su chiquilla y la protega de laira de su grey.

    Haban pasado setenta aos desde su ltima visita,Sorprendentemente, su sire no haba estado solo: le acompaaba unviejo conocido, el Tzimisce Sascha Vykos. Vykos llevaba su pieloriginal, la que ella recordaba de su primer y desagradable encuentro.Lucita haba empezado a convocar a las sombras, pero Monadahaba intervenido: Vykos estaba all invitado por l, cumpliendo unencargo especial. Monada quera un juego de ajedrez, un juego muyespecial.

    Y necesitaba que Lucita posase como la reina negra.--Por supuesto, yo saldr de la habitacin, mi querida chiquilla. Lamodestia me impide quedarme.

    Monada se haba dado la vuelta y se haba marchado, dejndolaa solas con el Tzimisce.

    --Por favor, Lucita. --Aquello fue todo lo que dijo Vykos, y despusno hubo nada salvo silencio y el rumor del trabajo durante toda lanoche.

    Lucita se haba arriesgado a salir poco antes del amanecer unavez terminado el trabajo, pues no quera pasar el da bajo el techo desu sire. En sus tiempos haba matado a cientos, si no a miles depersonas. Se haba baado en sangre y festejado la muerte, habaaniquilado a sus enemigos con las sombras y entregado sus chiquillosa las llamas... pero algo en la casa de su sire --y la sensacin de susojos sobre ella mientras posaba-- haca que se sintiese mancillada.

    Lucita se sacudi para salir de sus meditaciones.Concntrate, Lucila. Concntrate. Eres una profesional,

    recuerdas? se dijo mientras volva a estudiar el expediente. Queraestar preparada para emprender el trabajo desde el principio de la

    noche siguiente.Su telfono mvil son alegremente en la mesilla de noche.--Maldita sea! --Cogi el aparato--. S? Qu?Reconoci al instante la voz al otro lado de la lnea. Se trataba del

    vampiro que le haba propuesto el contrato poco tiempo atrs. Lucitano estaba segura de para quin trabajaba, aunque tena la retorcidasospecha de que se trataba de alguno de los supuestos aliados de su

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    objetivo.--De qu se trata? --dijo, poniendo menos intensidad en la

    pregunta de la que senta.--Mi patrn ha pedido que mantenga contacto con usted en lo

    referente a nuestros acuerdos. Supuse que una llamada sera menosmolesta que una visita. Me he equivocado?

    Lucita contuvo sus tres primeras respuestas, que eran "S", "Novuelva a hablarme nunca" y "Si hubiese llamado a mi puerta, yaestara muerto". En lugar de ello, se limit a decir:

    --No me gustan las interferencias en mi trabajo. Los plazos seestn cumpliendo y el encargo ser resuelto tal y como acordamos.

    Ahora dgame: slo intenta impresionarme con el hecho de haberconseguido mi nmero, o es que tiene algo til que aportar?

    Hubo una pausa.

    --Mil perdones. Por supuesto, yo no s nada de esta clase detrabajo. --Otra pausa--. Si est interesada, tengo cierta informacinque puede facilitar su tarea.

    --S?--Estamos en proceso de disponer una... situacin para su

    beneficio, de forma que tenga una buena ocasin para actuar. Lafecha y hora le sern comunicadas cuando estemos ms cerca deconseguirlo.

    El disgusto del vampiro por aquel encargo era obvio. Lucitasospech que pensaba que estaba siendo obligado a vigilar a unaaficionada.

    --Comprendido. Hay algo ms que deba saber?--No en este momento. Que tenga felices sueos, mademoiselle.

    Buena caza.Lucita colg sin contestar, sbitamente harta de aquellos juegos

    idiotas y tanta esgrima sin sentido. Tantos bailes y amenazas veladasy double entendres, y al final todo se reducira a su habilidad, surapidez y las sombras despojando de su no vida a otro desgraciadobastardo. Aquello era todo, aparte de las formalidades y los rituales y

    las pequeas agudezas ideadas para que todo el mundo supiesequin era el ms listo: eran simplemente formas de proteger a suespecie de su propio salvajismo.

    Ella prefera el combate a la charla aquellas noches. Era mshonesto, y la honestidad era una de las pocas virtudes que lequedaban despus de tantos aos.

    Unas horas ms tarde, con la informacin memorizada y el

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    expediente destruido, se sent en la cama y cerr los ojos. Empez acabecear y not algo raro: tena el telfono mvil debajo. Cogi elaparato y lo mir con curiosidad por un segundo. El secuaz, de sucliente lo haba usado para dar con ella, ergo estaba comprometido.Con un mnimo esfuerzo, cerr el puo en torno al plstico y fuerecompensada con un crujido. Los fragmentos del mvil cayeron alsuelo sin hacer ruido sobre la alfombra.

    Mientras cerraba los ojos para pasar el da durmiendo, Lucitasonri.

    _____ 10 _____

    Domingo, 18 de julio de 1999, 2:19 AMHyatt Regency Capitol Hill, Washington, D.C.

    Peter Blaine tena muchos apodos, ninguno de ellos amable. Elms suave era "Lurch", por su asombroso parecido con el mayordomode las historietas de la familia Addams, y era el nico al que respondacon algo que no fuese una obscenidad. Por desgracia, l mismo noayudaba a su causa con su predileccin por los trajes baratos de colornegro y corte conservador y los zapatos capaces de abrir su propionegocio de fumigacin. El hecho de que su cara, sus hombros y suestructura en general pareciesen obra de un escultor perezosoaficionado a las lneas rectas tampoco arreglaba las cosas.

    Blaine era uno de los primos pobres del Sabbat, un antitribuVentrue cuya misma herencia provocaba risitas despectivas entre los"verdaderos" clanes de la secta. Adems, careca de la instintivagracia de los Lasombra o del poder o la delicadeza de los Tzimisce,por lo que cuando estaba en compaa de alguna de aquellas lneas

    se senta lerdo. Estpido, Torpe. Patoso. Fuera, en el campo deoperaciones, cuando se trataba slo de l y su manada (que inclua unmiembro de cada uno de los Dos Grandes Clanes, pero all sabamantener a raya a Sonny y Terrence), se senta como si estuviera almando; pero cuando se acercaba a los chicos mayores perda laconfianza.

    Para ser sinceros, los antitribu constituan la clase media baja del

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    Sabbat. Refugiados de la tirana de la Camarilla o descendientes deotros refugiados, su nmero era relativamente bajo y estabandesorganizados a causa de su temperamento. Si todos los antitribu seuniesen para exigir igualdad en el trato seran lo bastante fuertes paraconseguirla. Pero los antitribu Gangrel estaban demasiado ocupadosgruendo a los antitribu Brujah, mientras los antitribu Toreadorintentaban ignorarlos a todos y avergonzar a sus primos de laCamarilla y los antitribu Ventrue se esforzaban el doble por demostraral resto del Sabbat lo capaces y leales que eran. Mientras tanto, losLasombra y los Tzimisce se limitaban a rer por lo bajo y enviar a losantitribu a la muerte cuando les apeteca.

    Francamente, todo aquello le daba dolor de cabeza a Blaine si lopensaba demasiado. Se haba unido voluntariamente al Sabbat paraescapar del idiotizante sistema de clases de la Camarilla. Pero poco a

    poco empezaba a sospechar que haba saltado de la sartn a lasbrasas, si no directamente a la llama.Quiz fuera por eso por lo que haba hablado, interrumpiendo el

    fro silencio que rodeaba el duelo de miradas entre Vykos y Polonia. Oquiz slo quisiera salir del consejo de guerra: haba visto a muchoslderes menores sufriendo abusos, siendo atacados y decapitados, ypens que no le apeteca nada ser el siguiente.

    En cualquier caso, en medio del silencio que sigui al desafo deVykos, la voz de Blaine fue la primera en orse.

    --Yo lo har. Mis chicos y yo... nosotros lo haremos.El Arzobispo Borges solt una carcajada.--Muchas gracias, capitn...--Blaine. Y los mos y yo lo haremos.--Bien, capitn Blaine: esto no es la escuela de enfermeras. No

    pedimos voluntarios para los asuntos importantes. --Borges ri condureza, y algunos de sus seguidores le imitaron.

    Pero Blaine observ que ni Polonia ni Vykos estaban riendo... yellos eran, supuso, los que importaban. Quiz no estuviese cerca de loalto de la escalera, pero Blaine tena un buen olfato para las corrientes

    de poder, y en aquel momento era obvio que Borges y el poder notenan mucho que ver entre s en el consejo. Saber aquello le dio elcoraje para intentarlo.

    --He dicho, Excelencia, que yo tomar a mis hombres y meocupar de ello. Usted no me conoce, no conoce a mi manada, y nosabe una mierda de Jan Pieterzoon. Yo s. Usted no sabe qu aspectotiene; yo he trabajado con sus chiquillos y me he reunido con l. S

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    como habla, s cmo se mueve, y s cules son los estpidoscaprichitos que necesita para sentirse cmodo. --Por el rabillo del ojo,Blaine vio que Polonia asenta lentamente, con el rostro convertido enuna mscara impasible.

    --Bah. Dice que conoce a sus chiquillos? Maravilloso, as ellospodrn identificar su cadver--contest Borges. Su voz cobr unburln tono plaidero--. Oh, mira, Percy. Es ese Comosellame Blaine.Est muerto. No es de lo ms risible? --Borges se sent de nuevo,encrespado--. Para enviarle a usted, tambin podramos no enviar anadie.

    --Encuentro un tanto intrigante su evaluacin de las aptitudes delcapitn Blaine --intervino Vykos suavemente--. Y estoy segura de quetiene excelentes razones para decir eso, verdad, Arzobispo? Habrvisto en accin a la manada del capitn Blaine, supongo. --Mir a

    Borges, que se haba ruborizado--. Qu? No? Entonces habrtenido noticias de su ineficacia... Tampoco? Dios mo, en qu basaentonces esa evaluacin?

    Diversos ataques de tos enmascararon las risitas de varios de lospresentes. Borges mir furioso a sus torturadores, y despus a Talley,como si esperase que l hiciese algo.

    --No tengo por qu aguantar esto! --rugi finalmente--. No piensodejar estropear las cosas a este advenedizo, este traidor, este...

    --Antitribu? --pregunt Blaine en tono tranquilo.--S, un presumido antitribu ignorante que cree que porque una

    vez lami las botas de un antiguo sabe cmo arrancarle el corazn!Polonia, observ Blaine, haba dejado de asentir. Pisaba terreno

    peligroso.--Quiz. O quiz yo sepa algo que usted no sabe, pueda hacer

    algo que usted no puede y no necesite un guardaespaldas venido delotro lado del mundo para mantenerme sano y salvo en mi propiahabitacin del hotel. Le asusta el servicio de habitaciones,Excelencia?

    --Desgraciado hijo de puta! --Borges intent saltar de su silla,

    pero slo haba conseguido levantarse a medias cuando la mano deTalley cay como un martillo piln sobre su hombro, hacindole volverbruscamente a su asiento.

    --Por favor. Excelencia, sintese --dijo Talley con amabilidad--. ElCardenal Monada me ha pedido que le mantenga a salvo decualquier amenaza, y eso incluye las que provoque usted mismo. --Sevolvi hacia Blaine--. Pero no quiere decir que usted est libre de

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    culpa: agradezca que el Arzobispo Borges no est verdaderamenteenfadado. --Su voz adquiri el sonsonete de un sargento instructor--.Bien. Supongamos que Su Excelencia hubiese saltado por encima dela mesa: qu hubiese hecho usted?

    Blaine mostr los dientes en una sonrisa desprovista de humor yse irgui.

    --Si hubiese saltado por encima de la mesa hubiese sido uncompleto idiota, ya que hubiese debido usar las sombras en lugar deponerse al alcance de esto. --Se inclin y arranc la pata delanteraderecha de su silla: a nadie le sorprendi que el pedazo de maderatuviese un extremo afilado y cortante--. He pasado toda la nochetrabajando en ello. Supuse que podra serme til.

    Talley chasque la lengua.--Interesante. Qu ms?

    El antitribu exhibi la improvisada estaca, haciendo que circulasede mano en mano.--No mucho, aparte del hecho de que mi gente se lanzara como

    una jaura contra el arzobispo si yo no lograse pararle con el primergolpe. Y aqu tenemos un montn de patas de silla.

    Talley enarc una ceja, asintiendo.--Tosco, pero potencialmente efectivo. No obstante, ser mejor

    que en lo sucesivo muestre ms respeto ante alguien del poder y laposicin del arzobispo.

    Polonia frunci los labios y se aclar la garganta ante laexhibicin.

    --Pasable --dijo el Arzobispo de Nueva York--. Apruebo suprevisin. Mmmh... as, capitn Blaine, que de veras piensa que ustedy su manada tienen lo necesario para ocuparse de ese Pieterzoon.

    Blaine vacil por un instante. Saba que an poda salir deaquello. Pieterzoon era un hijo de puta lleno de trucos. Por otra parte,la oportunidad de ver retorcerse a aquel gordo