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    Tema Central

    Globalizacin

    liberal

    imperi lismo

    global

    inco

    piezas p r

    armar

    el

    rompecabezas

    del

    presente

    Fernando

    Coronil

    E

    n este ensayo intento explorar algunos elementos de la

    configuracin actual del poder a escala mundial y dis-

    cutir conceptos que permitan caracterizar y cuestionar

    sus formas de dominio.

    Si no es

    fcil examinar y

    nom-

    brar al

    elusivo presente pues este nos sorprende con caras nuevas

    justo cuando creamos que ya nos era familiar los sucesos del

    de septiembre de 2001 sin duda rompieron

    el ya

    inestable piso

    desde el cual lo identificabamos e imaginabamos sus posibles fu-

    turos. Aun cuando algunos adviertan que

    una

    desproporcionada

    sensacin de cambio es frecuente entre quienes han vivido desga-

    rradoras tragedias polticas es

    ya

    un lugar comn sobre todo en

    Estados Unidos representar al de septiembre como un hito

    histrico que

    ha

    transformado

    el

    orden mundial.

    Si

    todo cambio

    real o imaginado invita a repensar la historia esta crisis obliga a

    hacerlo.

    En

    qu forma los eventos desencadenados

    por el

    ataque

    del de septiembre en Nueva York y Washington iluminan la

    configuracin mundial del poder? Cmo se constituyen las dife-

    rencias geohistricas y culturales en la actualidad? Cmo repre-

    sentar al presente?

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    l. de septiembre:

    Globalizacin e Imperialismo

    Traigo a la memoria otro caso de violencia poltica, ocu-

    rrido tambin

    un

    de septiembre, para enmarcar el tema que ex-

    ploro en este ensayo. Hace casi tres dcadas, en otro de septiem-

    bre y en otra nacin, muchos otros tambin murieron como resul-

    tado de

    un

    ataque areo apoyado por agentes extranjeros contra

    edificaciones cargadas de significado poltico y simblico. En este

    caso se bombarde el palacio presidencial, lo que desencaden la

    muerte del presidente electo,

    el

    derrocamiento de

    un

    gobierno

    constitucional y la posterior muerte de miles de personas, como

    consecuencia de la represin estatal del nuevo rgimen. Este otro

    de septiembre ocurri en el sur, en Santiago de Chile, y es olvidado

    hoy en el

    norte

    por

    quienes hacen de este de septiembre

    un

    hito

    histrico.

    Si

    observamos el de septiembre de 2001 desde una

    perspectiva que incluye

    el

    de septiembre de 1973 entenderemos

    mejor

    el

    significado de cada fecha y la historia comn que las une.

    Si lo usual es interpretar al de septiembre de 1973 co-

    mo

    una

    manifestacin del imperialismo norteamericano

    en

    un

    mundo dividido entre dos potencias, lo es tambin ver los eventos

    del de septiembre de 2001 como una expresin de la globaliza-

    cin de la violencia en un mundo crecientemente integrado por el

    mercado. En 1973 la violencia poltica de la llamada Guerra Fra

    era la expresin de la competencia entre poderes imperiales y los

    pueblos del tercer mundo. En 2001, despus de la disolucin de la

    lucha entre el socialismo y el capitalismo, la violencia poltica apa-

    rece como producto de la accin de mltiples agentes en el interior

    de

    un mundo

    unificado, sin mayor orden o agente central.

    Es

    esta

    violencia difusa, sin origen definido y sin reglas, la que parece haber

    explotado

    el

    de septiembre de 200

    l.

    La sensacin de una violencia globalizada, desatada por

    los sucesos del de septiembre reciente, se apoya en ciertos funda-

    mentos, entre los cuales quiero destacar tres. El primero tiene que

    ver con el lugar donde ocurri.

    Es

    evidente que aunque debera ser

    igual, no es lo mismo que miles de personas mueran como resulta-

    do de una accin poltica en Panam, Bosnia o Uganda a que esto

    ocurra en Estados Unidos, sobre todo en su corazn financiero y

    poltico. El segundo tiene que ver con las vctimas de la violencia.

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    No es igual que mueran personas involucradas en luchas polticas a

    que la muerte sorprenda a ciudadanos en sus quehaceres cotidia

    nos, a pesar del parentesco tan cercano que estos puedan tener con

    las vctimas inocentes que toda guerra convencional inevitablemen

    te acarrea, lo que

    se

    ha

    llamado antispticamente en el lenguaje mi

    litar de Estados Unidos collateral damage': El tercero concierne a

    los agentes polticos.

    Es muy

    distinto que miles mueran como resul

    tado de

    la

    violencia estatal, inclusive del terrorismo estatal, a que

    sean vctimas de manos invisibles o difcilmente identificables.

    La

    violencia poltica, que antes estaba estrechamente aso

    ciada a la gestin estatal, ahora aparece vinculada a la accin de va

    riadsimos agentes privados, sin regulacin nacional o internacio

    nal. Con la globalizacin neoliberal, pareciera que

    no

    solo todo tipo

    de mercancas, sino aun la violencia, se hubiesen liberado de la tu

    tela y regulacin estatal. A

    un

    mercado que

    se

    presenta como el rei

    no

    de la circulacin libre de todo bien, corresponde ahora lo que

    podramos llamar un mercado libre de la violencia poltica.

    Si complementamos esta caracterizacin del ataque con

    una tambin breve observacin sobre el contraataque, los eventos

    del 11 de septiembre adquieren un sentido ms complejo. El gobier

    no

    de Estados Unidos ha reaccionado declarando

    una

    guerra sin fin

    contra

    un

    enemigo sin fronteras, identificado como

    un

    mal difuso

    y generalizado, que aunque opera en naciones con el posible apoyo

    de sus estados, las trasciende; el terror aparece ahora como

    un

    ene

    migo mundial y sin fronteras.

    La

    primera

    fase

    de esta guerra inter

    minable es una batalla contra Bin Laden y sus aliados. Ignacio Ra

    monet

    dice que esta

    es

    la primera vez que

    un

    Estado declara una

    guerra a una persona.

    La

    yuxtaposicin de estos dos

    11

    de septiembre permite

    notar

    ciertas diferencias entre ellos, pero tambin una historia co

    mn. El

    ataque contra Salvador Allende fue una de las manifestacio

    nes ms reconocidas del poder imperial estadounidense en las Am

    ricas. Una alianza de agentes internos e internacionales pudo reali

    zar

    el

    golpe porque cont con la ayuda logstica de la CIA y del apo

    yo poltico del gobierno de Estados Unidos. Como es sabido,

    el

    de

    sarrollo de Estados Unidos como poder imperial mundial ha teni

    do como condicin su control del hemisferio americano. Podemos

    marcar este proceso de control hemisfrico con la conquista

    por

    parte de Estados Unidos de la mitad de Mxico a mediados del si-

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    glo diecinueve y

    por

    su control en 1898 de Puerto Rico y Cuba (y

    fuera del hemisferio, de Guam y las Filipinas).

    El

    protagonismo mi

    litar y poltico de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mun

    dial dio pie a la expansin

    ya

    global de su poder despus de la gue

    rra y a su consolidacin como lder del

    mundo

    libre.

    Si

    1898

    mar

    ca el paso del mando imperial sobre las Amricas de Europa (espe

    cialmente Gran Bretaa) hacia Estados Unidos, 1945 seala

    el

    inicio

    de la hegemona mundial de este pas. En el marco de la Guerra

    Fra, cuya expresin ms dramtica fue la guerra en Vietnam (que

    demostr tanto el poder imperial de Estados Unidos como sus lmi

    tes), lo que ocurri en Chile abri las puertas al modelo de econo

    ma neoliberal, que de receta econmica para el tercer

    mundo

    se

    h

    onvertido en

    un

    cosmovisin mundial.

    El

    ataque del de sep

    tiembre de 2001 debe entenderse como

    un

    respuesta lamentable a

    la imposicin de esta cosmovisin.

    Es significativo que el ataque haya ocurrido contra dos

    smbolos complementarios del podero estadounidense contempo

    rneo: el Estado, representado

    por

    el Pentgono, centro de su poder

    militar nacional, y el mercado, representado por el World Trade

    Center, centro de su poder econmico mundial.

    Los

    eventos desen

    cadenados a partir del de septiembre de 2001 revelan

    el

    protago

    nismo no solo de agentes polticos relativamente independientes, si

    no tambin de los estados metropolitanos; la violencia surge a la vez

    de manos privadas y pblicas, en forma generalizada y concentrada.

    Los

    gobiernos europeos

    h n

    reconocido el liderazgo de Estados

    Unidos y brindado apoyo a su visin del orden mundial.

    La

    guerra

    en Afganistn contra Bin Laden

    es

    solo

    un

    primer teatro de opera

    ciones de una confrontacin en mltiples formas que amenaza con

    extenderse a otros frentes, incluyendo a Estados Unidos, cuya pobla

    cin ya

    h

    perdido importantes derechos civiles.

    El

    desarrollo de es

    tos eventos hace evidente que la privatizacin y estatizacin de la

    violencia

    no

    son elementos definitorios de distintas

    fases

    o pocas,

    sino facetas simultneas o complementarias de un mismo proceso.

    Dado

    el

    papel del Estado y del nacionalismo en la violen

    cia actual,

    es

    curioso

    por

    tanto, que en el occidente las discusiones

    sobre los sucesos desencadenados por el ataque del de septiem

    bre de 2001

    se

    hayan enfocado en la violencia privada y que sea su

    aparente anarqua la que tienda a definir el sentir pblico, mientras

    que la guerra convencional desatada

    por

    el gobierno estadouniden-

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    se

    aparece baada por

    un

    aura de normalidad y legitimidad. Si re

    conocemos tambin la violencia estatal, sera difcil desconocer

    el

    papel imperial de Estados Unidos como guardin del orden mun

    dial actual. Es revelador que ese papel imperial est siendo celebra

    do cada

    vez

    ms abiertamente

    por

    muchos de los defensores de la

    politica internacional estadonunidense. Irnicamente, la palabra

    imperio

    ha

    reaparecido ahora en

    el

    lenguaje poltico con signo

    positivo, mientras que el trmino imperialismo es notorio solo

    por

    su ausencia. Quien lo menciona siente la necesidad de justificar

    el uso del trmino, como lo hace Rossana Rossanda cuando en res

    puesta a los sucesos del de septiembre de

    2001,

    dice soy antim

    perialista, otra palabra que me parece signada al ostracismo (2001,

    11

    Manifesto).

    11 l oc so del imperi lismo

    Este ostracismo del imperialismo del discurso pblico, sin

    embargo, lejos de ser sorprendente,

    no

    hace ms que confirmar

    una

    paradoja de nuestros tiempos. Es justanlente ahora cuando el pla

    neta est ms sometido a la hegemona del capitalismo a nivel

    mun

    dial, cuando el imperialismo, una categora que surgi para explicar

    procesos de dominacin mundial ligados a la expansin capitalista,

    ha dejado de estar de moda. Especialmente en los centros metropo

    litanos, pero no solo en ellos, el sentido comn actual es que el im

    perialisnlo es algo del pasado. El uso de este trmino nos remonta a

    la poca que termina en las dcadas exaltadas de los aos sesenta y

    setenta,

    un

    perodo de confianza en las ciencias y los saberes cuyas

    certidumbres alimentaban a la pasin poltica y a la fe en las utopas.

    En

    el

    campo de las ciencias sociales era la poca en que los grandes

    relatos -los relatos liberales de la modernizacin o los marxistas de

    la transformacin socialista- gozaban de un auge en su credibilidad

    y popularidad. En contraste,

    es

    en este perodo de dudas postmo

    dernas y de desconfianza en las utopas, cuando el capitalismo apa

    rece como el nico horizonte posible y Estados Unidos consolida su

    posicin de poder hegemnico mundial, segn ha notado un ana

    lista, uno necesita un microscopio electrnico para encontrar la

    palabra 'imperialismo' usada para describir el papel de Estados Uni

    dos en

    el mundo:'

    (Cumings,

    1993: 47;

    Joseph,

    1998:

    6).

    En el

    mundo

    acadmico, el vuelco hacia los varios posts y

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    giros ocurrido a partir de los aos ochenta

    el

    post -estructuralismo,

    el

    giro lingstico': etc.) abri un espacio para los estudios culturales,

    los cuales, como ha notado acuciosamente Gil Joseph, se han dedica

    do principalmente a la investigacin de aspectos culturales del trino

    mio clase, gnero y raza, en reas bastante delimitadas (1998). Por

    otra parte, en el campo de los estudios postcoloniales es comn indi

    car que

    el

    post

    no

    indica

    un caITlbio

    de etapa,

    un

    despus:' sino

    ms bien un nuevo enfoque. Sin embargo, los autores y trabajos que

    han definido este campo

    se h n

    centrado en

    el

    perodo colonial.

    Quiero destacar tres aspectos de esta paradjica exclusin

    del imperialismo. Primero, el campo de los estudios postcoloniales

    h tenido su auge en los centros metropolitanos precisamente du

    rante

    el

    crepsculo del colonialismo como realidad histrica. Se

    gundo, las formas de subjeccin que

    h n

    afectado a las ex-colonias

    como naciones formalmente indepedientes han recidibo solo aten

    cin tangencial

    por

    parte de los estudios postcoloniales metropoli

    tanos, los cuales

    se

    h n

    enfocado en la experiencia colonial de Eu

    ropa nor-occidental en Asia y frica. Tercero, la amplia literatura

    producida en las Amricas sobre su experiencia postcolonial, carac

    terizada precisamente

    por

    el

    intento de relacionar las cambiantes

    formas del imperialismo colonial y postcolonial, brilla por su au

    sencia en los estudios postcoloniales metropolitanos, lo cual ha con

    tribuido a mantener en la oscuridad de los mrgenes a la investiga

    cin sobre formas de dominio postcolonial.

    Este ltimo punto

    merece destacarse. Basta

    un

    somera

    revisin de las compilaciones de los textos postcoloniales cannicos,

    como ha notado agudamente Peter Hulme, para observar que en

    ellas las Amricas aparecen tan solo marginalmente, si es que apare

    cen. Esto no deja de ser sorprendente, dado el papel de las Amricas

    en la formacin del colonialismo moderno as como su compleja

    historia postcolonial. Despus de un larga experiencia colonial ba

    jo

    el dominio de los primeros poderes imperiales de la poca mo-

    derna, Espaa y Portugal, pero tambin en menor escala de Francia,

    Inglaterra y Holanda, Amrica Latina y

    el

    Caribe

    h n

    confrontado

    desde la independencia de la mayora de sus pases en

    1825,

    a dis

    tintas modalidades del imperialismo britnico, estadounidense e in

    clusive sovitico, si incluyesemos bajo esta categora, como

    h n

    he

    cho algunos observadores a pesar de su evidente diferencia, a la re

    lacin de la Unin Sovitica con Cuba. Desde finales del siglo

    XIX,

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    Amrica Latina y

    el

    Caribe han sido

    el

    territorio donde Estados

    Unidos

    ha

    ejercido con mayor intensidad su dominio imperial, aun

    despus de haber surgido luego de la Segunda Guerra Mundial co

    mo

    el poder

    hegemnico mundial.

    En la medida

    en

    que los estudios culturales y postcolonia

    les

    han

    abordado al imperialismo, lo han hecho enfatizando la cul

    tura imperial del pasado. A pesar de que el post de los estudios

    postcoloniales indica un cambio de enfoque y

    no un

    despus, esa

    mirada al pasado

    por

    parte de quienes han iluminado

    tanto

    a los

    mecanismos del poder en la poca colonial, sobre

    todo

    en sus as

    pectos culturales, hace que los modos de dominio en la era literal

    mente post-colonial permanezcan sumidos en una cmoda oscuri

    dad. Como resultado de esta tendencia, no solo la relacin entre

    el

    colonialismo y

    el

    necolonialismo o entre

    el

    imperialismo colonial y

    el

    nacional han dejado de ser tpicos centrales, sino tambien la eco

    noma poltica del imperio y la poltica misma.

    Aparte de que

    es

    obvio que las agendas intelectuales no se

    definen solamente

    por

    criterios de relevancia,

    el

    desvanecimiento del

    imperialismo como categora en esta poca de globalizacin galo

    pante hace

    an

    ms extrao

    el

    misterioso movimiento de las modas

    intelectuales. Qu determina que ciertos tpicos y modos de anli

    sis sean canonizados mientras que otros sean marginados o caigan

    en la oscuridad? travs de qu canales la teora viaja entre disci

    plinas acadmicas y zonas geopolticas de desigual poder? Qu po-

    der hace que los intelectuales, de la misma forma como adaptamos

    nuestros vestuarios a las cambiantes modas, aunque

    no

    siempre se

    ajusten a nuestros gustos o deseos iniciales, terminemos empleando

    ms o menos

    el mismo

    discurso y hablando de las mismas cosas? Si

    el

    conocimiento se viste de inocencia, es solo porque oculta bajo sus

    ropajes las relaciones de poder que lo hacen posible. Por ello es im

    perativo entender las mltiples operaciones a travs de las cuales for

    mas regionales de conocimiento se universalizan, transformando el

    sentido de unos pocos con

    mucho

    poder en sentido comn.

    En vez de aceptar el supuesto sentido

    comn

    dentro del

    cual nadamos impulsados por poderosas corrientes que se hacen in

    visibles por familiares, es necesario interrogar sus supuestos con

    el

    fin de construir un sentido histrico realmente comn

    es

    decir, un

    sentido no excluyente, genuinamente democrtico. Dado el juego

    de intereses en los centros culturales y acadmicos metropolitanos,

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    no

    es

    extrao que corrientes normalizado ras segreguen en can1pos

    aislados al estudio del colonialismo y del imperialismo. En contras

    te, en Amrica Latina yel Caribe,

    una

    larga experiencia postcolonial

    caracterizada por renovadas formas de subjeccin poltica interna

    cional y permanentes exclusiones internas hace que las corrientes

    del pensamiento crtico fluyan con mayor naturalidad hacia el estu

    dio de la relacin entre la subordinacin en el pasado y el presente.

    111 Desde las Amricas

    En las Amricas hay una larga tradicin, tanto intelectual

    como poltica, que

    ha

    explorado la estrecha relacin entre el colo

    nialismo y el neo colonialismo, entre el dominio poltico directo ejer

    cido por Espaa y Portugal y el control econmico ejercido por In

    glaterra, Estados Unidos y otros centros metropolitanos. Esta preo

    cupacin, presente ya en los planteamientos de los primeros liberta

    dores, como Toussaint Louverture y Simn Bolvar, encuentra clar

    sima expresin en

    Jos

    Mart, por cuanto en Cuba la lucha contra el

    decadente colonialismo espaol a finales del siglo XIX coincidi con

    la confrontacin con el emergente imperialismo estadounidense.

    Tambin aparece en los trabajos de pensadores sociales latinoameri

    canos de la primera mitad del siglo veinte que confrontaron las difi

    cultades de realizar el proyecto nacional por ejemplo, Jos Marite

    gui y Raul Prebish- as como en los de la segunda mitad cuando un

    grupo de cientficos sociales empez a ver la dependencia como

    una

    condicin estructural difcil de romper, como en los pioneros traba

    jos de Anbal Quijano y Fernando Henrique Cardoso de la dcada

    del sesenta. Esta tradicin encuentra una rica expresin en la nove

    lstica, como por ejemplo en la obra de Roa Bastos, Garca Mrquez

    y Carpentier. Para todos estos pensadores el fin del colonialismo

    marca el inicio de nuevas relaciones de dependencia postcolonial.

    Naturalmente, hay distintas maneras de interpretar la ex

    periencia colonial y postcolonial de las Amricas. Inclusive hay quien

    ha

    argumentado con refinado esmero que

    el

    colonialismo en las

    Amricas no es una realidad histrica, sino un espejismo creado

    por acadmicos en busca de agendas polticas dada la crisis del socia

    lismo y del marxismo. No deja de ser revelador que este plantea

    miento presupone como patrn al colonialismo noreuropeo. In

    fluenciado precisamente por los estudios postcoloniales metropoli-

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    tanos, Jorge Klor de Alva argumenta que el colonialismo tiene rasgos

    muy precisos que lo restringen al modo de dominacin directo e in

    directo

    de

    un pueblo

    por

    otro ejemplificado por la experiencia co

    lonial

    de

    Inglaterra y Francia en frica y Asia despus del siglo XVIII.

    Segn este criterio,

    entre

    el siglo 16 y el 18, salvo con respecto a cier

    tas poblaciones aisladas, no hubo colonialismo en las Amricas. Si

    bien es muy cierto,

    como

    dice Klor

    de

    Alva, que Mxico no es

    otra

    versin

    de

    la India,

    ni

    Brazil es otro

    tipo

    de Indonesia, ni los latinos

    en Estados Unidos ..son

    como

    los argelinos en Francia': (1995: 247)

    esto

    no

    quiere decir que los habitantes de Mxico, Brazil y los Lati

    nos

    no

    hayan sido sujetos coloniales, solo si aceptamos, en primer,

    lugar los criterios

    que

    Klor de Alva usa

    para

    definir al colonialismo.

    Aparte

    de

    que estos criterios no reconocen las variadas formas del

    colonialismo noreuropeo en frica y Asia, lo establecen como el pa

    trn

    universal para definir al colonialismo en s. En vez de cuestio

    nar los criterios a travs

    de

    los cuales una historia local se convierte

    en

    modelo de la historia universal, obligando a que otras historias lo

    cales se midan en relacin a ese patrn general, Klor

    de

    Alva acepta

    los trminos de la discusin del colonialismo en los centros metro-

    politanos, convirtiendo la marginacin de facto

    de

    las Amricas

    de

    estas discusiones

    en

    una exclusin tericamente justificada.

    En otros textos he

    argumentado

    que este relegamiento

    de

    las Amricas

    ha

    significado la omisin

    no

    solo de las complejas ex

    periencias histricas de

    una

    amplia rea geopoltica,

    que

    estableci

    modelos para

    la

    expansin colonial

    europea en

    otras zonas, sino

    tambin

    de

    una

    riqusima tradicin de reflexiones sobre las persis

    tentes relaciones

    de

    subjeccin post-colonial (Coronil, 1997). Estas

    reflexiones han incluido estudios sobre el neocolonialismo, el colo

    nialismo interno, la dependencia, y la cultura occidental, y ms re

    cientemente, sobre las relaciones

    de

    etnicidad, gnero y clase no solo

    en Amrica Latina y el Caribe, sino entre la poblacin latina en Es

    tados Unidos. Sostengo, que sobre la base de estos estudios, la

    mu-

    cho

    ms larga experiencia postcolonial de las Amricas hace

    que

    su

    inclusin en los debates postcoloniales permit repensar el colonia

    lismo y el imperialismo. l propsito de extender el horizonte his

    trico

    no

    es solo ampliar el campo de discusin sobre estos temas,

    sino refinar los trminos en que se ha llevado a cabo.

    Tomemos por ejemplo las fechas 1850-1950, el perodo

    discutido en el congreso sobre el imperialismo organizado

    por

    la

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    1

    l I 1 11(

    rl

    I

    Universidad di Tella donde present

    un

    primera versin de este en

    sayo. Desde la perspectiva de los estudios postcoloniales metropoli

    tanos, influenciados por la experiencia imperial noreuropea en Asia

    y frica, mientras que 1850 marca el alba del colonialismo y del im

    perialismo que lo impulsaba, 1950 seala el crepsculo de ambos. En

    contraste, desde la experiencia de la

    Hay quien ha argumenta-

    :

    Amrica Latina y el Caribe, el siglo

    do

    con

    refinado

    esmero comprendido entre estas dos fechas

    marca el surgimiento de Estados

    que el colonialismo

    en

    las : Unidos como poder imperial he

    Amricas

    no

    es una reali-

    misfrico. Durante

    ese

    siglo, Esta-

    dad histrica, sino un es- : dos Unidos desplaza tanto a Espaa

    pejismo creado por aca- : y Portugal, cuyos vnculos colonia

    dmicos

    en busca

    de

    les directos vieron su fin con los

    agendas

    poi

    ticas

    dada l :

    movimientos independentistas, co-

    crisis del socialismo y del mo a Inglaterra, cuyo imperialis-

    marxismo.

    mo

    informal': ejercido fundamen-

    talmente a travs del dominio sobre

    el mercado americano, vivi su auge durante la segunda mitad del si

    glo

    XIX

    Desde una perspectiva basada en la historia de las Amricas,

    familiarizada con los mecanismos imperiales informales, 1950 anun

    cia no

    el

    crepsculo del imperialismo colonial, sino el amanecer de

    Estados Unidos como poder imperial ya

    no

    hemisfrico, sino

    mun-

    dial.

    Es

    pus buena parte desde la experiencia de la Amrica Latina y

    el

    Caribe que quisiera explorar la configuracin del poder mundial

    en el perodo que va de la Segunda Guerra Mundial al presente, el

    lapso que ha visto el desplazamiento del trmino imperialismo

    por

    el de la globalizacin':

    IY La globalizacin neoliberal y

    el Imperialismo Global

    Entre los muchos trabajos que

    h n

    analizado la configura

    cin del poder mundial en

    el

    presente, quiero destacar

    uno

    escrito

    por uno de los intelectuales ms lcidos de la Amrica Latina de los

    ltimos tiempos. Se trata de un articulo del sub comandante Marcos

    titulado: La cuarta guerra mundial ha empezado': publicado en e

    onde

    iplomatique

    en 1997, escrito con su reconocida agilidad y

    humor. El articulo tiene tres virtudes que quisiera destacar.

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    11/30

    Primero, Marcos evala la globalizacion neo liberal por sus

    efectos y la considera como

    un

    guerra de conquista de territorios':

    dejando a un lado criterios formales que definen a las guerras con

    vencionales y privilegiando ms bin a las consecuencias de las cam

    biantes modalidades del poder y la violencia.

    Segundo, este trabajo reperiodiza la historiografa del siglo

    XX desde la perspectiva del sur. Marcos acepta la interpretacin de

    la historiagrafa convencional sobre las dos primeras guerras mun-

    diales como guerras imperiales que involucraron una redistribucion

    de territorios y reas de influencia por parte de los poderes metro

    politanos. Pero rebautiza a la llamada Guerra Fra como la terce

    r

    guerra mundial': argumentando no solo que en realidad esta fue

    un

    guerra caliente que tom la vida de 23 millones de personas

    en

    129

    conflictos armados, sino tambin que

    se

    combati funda

    mentalmente en

    el

    llamado tercer mundo.

    Tercero, haciendo gala de un fina sensibilidad metodol

    gica, por medio de una seleccin de fragmentos, Marcos nos ofrece

    un

    comprensin de la globalizacin neo liberal como un todo. Pre

    sentando sus fragmentos como parte de un rompecabezas que hay

    que armar, Marcos evoca

    un

    epistemologa performativa que con

    trasta con

    el

    objetivismo refleccionista que con frecuencia caracte

    riza la discusin con base en modelos o mapas': Aunque su an

    lisis opera a travs de fragmentos, lejos de celebrar lo fragmentario,

    como es comn en los estudios postmodernos y postcoloniales, usa

    sus piezas para armar un todo. Su intento de armar

    el

    rompecabe

    zas de la globalizacin es al mismo tiempo una invitacin para re

    conocer su carcter inconcluso y seguir armndolo. En su rompeca

    beza

    no hay oposicin, sino articulacin entre las partes y

    el

    todo.

    Sus

    siete piezas, fundamentadas en una breve pero adecua

    da documentacin, contribuyen a dar

    un

    imgen del conjunto. Las

    primeras seis destacan la creciente polarizacin de la humanidad en

    tre ricos y pobres': trminos que usa como categoras muy gene

    rales. Los ricos, los sectores dominantes, ya no estn organizados

    principalmente en relacin con las unidades asociadas a la poca

    moderna, como la Nacin-Estado, el mercado nacional y las clases

    sociales domsticas.

    Los

    ricos, sin prescindir de sus vnculos nacio

    nales, ahora forman redes transnacionales apoyadas por los estados

    metropolitanos y perifricos. Si bin todos los estados

    h n

    sido so

    metidos a lo que Marcos llama un strip-tease que ha llevado a que

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    1

    I l l idlJ CIIIIllld

    se

    despojen de sus funciones de beneficio social y proteccin al mer

    cado domstico, siguen ejerciendo ms desnudamente sus funciones

    de control y represin social, sobre todo en los pases nls escindidos

    internamente.

    Mientras que sus primeras seis piezas

    dan una

    imgen de

    la concentracin del poder poltico y econmico en bolsillos glo

    bales integrados entre s la sptima nos lleva a imaginar a la gran

    mayora de los excluidos, que tampoco cuadran dentro de las cate

    goras tradicionales, formando bolsillos de resistencia locales con

    tra

    la dominacin mundial. En respuesta a los bolsillos del poder

    global, Marcos celebra la proliferacin de estos variadsimos bolsi

    llos de resistencia dispersos a lo largo y ancho del globo.

    Pensando la globalizacion neoliberal en buena parte des

    de las Amricas e inspirado por el rompecabezas de Marcos, me

    propongo agregarle unas piezas. Mis piezas son solo unas notas

    fragmentarias que intentan esbozar la cara que asume el dominio

    en

    la poca actual y pensar en la utilidad de identificarlo como

    una

    nueva forma de imperialismo: el imperialismo global.

    V

    Cinco piezas

    para

    arnlar

    el rompecabezas

    del imperialismo global

    l

    imperialismo utilidad

    del

    concepto

    Como

    es

    sabido,

    no

    hay unanimidad sobre el tema del im

    perialismo. Convencionalmente el criterio que distingue al imperia

    lismo moderno de formas anteriores de dominacin entre pueblos

    es

    su relacin con los estados nacionales y con el capitalismo. En su

    ya clsica proposicin, Lenin vio al imperialismo como la etapa ms

    alta del capitalismo definida

    por

    la competencia entre potencias ca

    pitalistas a travs de monopolios y la exportacin de capitales. Por

    su parte, Kaustky enfatiz ms bien la alianza entre poderes impe

    riales y la explotacin de los pases ms pobres. Su concepto de ul

    tra-imperialismo ha sido aplicado a la poca caracterizada por la

    emergencia de

    una

    alianza o

    un

    consenso entre poderes imperiales

    y la intensificacin de conflictos entre el

    centro y la periferia.

    Analistas contemporneos

    han

    cuestionado la relevancia

    del concepto imperialismo para designar procesos de dominacin en

    un

    mundo unificado por el mercado mundial. Para el historiador

    Eric Hobsbawm el imperialismo ha dejado de ser una categora ana-

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    13/30

    ltica vlida dado el desarrollo de una economa transnacional que

    ya

    no es controlada siquiera por una asociacin de gobiernos (1993). En

    su aclamado Empire Negri y Hardt argumentan que

    el

    nuevo orden

    mundial marca el fin del imperialismo y el surgimiento del imperio,

    un

    nuevo sistema de dominacin caracterizado

    por

    el

    predominio del

    mercado global, el ocaso de los estados naciones, y la polarizacin del

    mundo entre redes transnacionales y multitudes excluidas

    2000).

    Para Negri y Hardt el fin del imperialismo

    es

    la condicin

    para la emergencia del imperio como la forma de poder de una

    nueva poca. Bajo el imperio no existen estados imperiales en lucha

    por

    controlar el mercado o

    por

    conquistar poblaciones, sino

    un

    mer-

    cado global cruzado por redes transnacionales que ejercen poder so-

    bre estados y pueblos. s como la soberana ha sido desplazada de

    los estados nacionales hacia nuevos agentes y lugares transnaciona-

    les, la lucha por la liberacin est ahora en manos de

    una

    multitud

    sin restricciones territoriales. Para estos analistas,

    el

    imperialismo co-

    mo

    categora debe ser restringido a una relacin entre estados nacio-

    nes en una poca limitada del desarrollo del capitalismo.

    Desde distintas posiciones otros han defendido la relevan-

    cia del imperialismo para

    el

    presente. Para

    arry

    Magdoff

    el

    impe-

    rialismo funciona ms que nunca en

    un

    mercado global, solo que a

    travs de una articulacin distinta entre los estados y el capitalismo,

    caracterizada por el predominio de las fuerzas centrfugas del capi-

    talismo (1993; 1978). Reconociendo tambin el impacto que ha te-

    nido el mercado mundial sobre los estados, para Geyer el imperia-

    lismo es especialmente relevante para examinar las profundas frac-

    turas internas de

    un

    mundo

    a la vez integrado y fracturado

    por

    pro-

    cesos de colonizacin interna; para Geyer, la guerra es ahora civil,

    ms que entre los estados

    (1993).

    Hace aos Hans Kohn observ que si todo colonialismo

    implica al imperialismo,

    no

    todo imperialismo implica al colonia-

    lismo (1958). La nocin del imperialismo informal desarrollada en

    relacin al estudio del imperialismo britnico as como los nume-

    rosos trabajos que han enfatizado el carcter imperialista de la rela-

    cin de Estados Unidos con la Amrica Latina y el Caribe permiten

    pensar al imperialismo global como una forma de dominio ejerci-

    da predominantemente a travs del mercado con apoyo estatal. Es-

    ta

    forma de imperialismo supone una alianza transnacional de los

    sectores dominantes de varios estados sobre poblaciones definidas

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    f i l l lc l l l l l lL l l I l l I ld

    cada vez menos por su ubicacin en territorios nacionales que por

    su posicin en

    un

    espacio global crecientemente polarizado a nivel

    cultural y econmico. Dentro de este orden mundial, los estados

    juegan

    un

    papel central, apoyando el despliegue del mercado y es

    tableciendo relaciones, tanto competitivas como de alianza, de

    acuerdo a su desigual poder y distintos intereses e ideales.

    En este contexto, el Estado de Estados Unidos juega

    un pa

    pel fundamental. En

    un

    artculo reciente, Leo Panitch se apoya en

    ideas de Poulantzas para sugerir que en la poca actual el imperia

    lismo se organiza bajo el poder hegemnico del Estado de Estados

    Unidos como el nuevo Estado imperial ,

    es

    decir, como eslabn

    central de lo que Poulantzas denomin

    una

    cadena imperialista

    (2000:

    9).

    De acuerdo a esta concepcin, la hegemona de Estados

    Unidos sobre otros estados metropolitanos

    se

    distingue de la ejerci

    da

    por

    estados en otras pocas porque se desarrolla

    por

    medio de la

    generalizacin de su economa a nivel mundial. Como dice Panitch,

    esta hegemona involucra, un nuevo tipo de imperialismo no-terri

    torial implantado y mantenido no

    por

    medio del dominio directo

    por

    la metrpolis, ni

    por

    medio de la subordinacin poltica de ti

    po

    neo-colonial sino ms bin, citando a Poulantzas, induciendo

    el

    establecimiento de relaciones de produccin que caracterizan

    al

    capitalismo monopolista estadounidense y su dominio en el seno de

    otros centros metropolitanos (2000: 9).

    Estas ideas permiten decentrar y repensar tanto al capita

    lismo como al imperialismo a partir de una perspectiva desde las

    Amricas. Una concepcin global del desarrollo del capitalismo

    permite concebir

    al

    imperialismo tambin como

    un

    proceso global,

    no

    como

    una

    etapa superior del capitalismo, sino como una condi

    cin de su desarrollo. Ya el germen de esta idea la haba planteado

    Haya de la Torre cuando indicaba que para la Amrica Latina el im

    perialismo no era la etapa superior del imperialismo, sino

    la

    prime

    ra

    fase

    de su desarrollo capitalista. Pero

    no

    solo de su desarrollo ca

    pitalista, sino del desarrollo del capitalismo a nivel mundial. Esta

    concepcin permite repensar

    las

    caractersticas que han definido

    al

    imperialismo (por ejemplo, la exportacin de capitales o la compe

    tencia entre poderes metropolitanos) como procesos que ya estaban

    presentes en la colonizacin de las Amricas, aunque naturalmente

    en forma distinta a como la teorizaron Lenn y Kautsky con base en

    otros referentes. Aun cuando

    no

    se trataba de la exportacin de ca-

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    15/30

    pitales de estados nacionales ni de la competenecia entre ellos, ya la

    colonizacin de las Amricas involucr la exportacin de capitales

    tanto en forma de dinero, mercancas, y bienes de capital, as como

    la competencia entre poderes imperiales.

    Con

    base en esta concepcin amplia del imperialismo su-

    giero la utilidad de distinguir tres de sus modalidades: colonial, na-

    cional, y global. Trazando distinciones con brocha gorda, dira que

    el

    imperialismo colonial consiste en el dominio de

    un

    imperio sobre

    sus colonias por medios fundamentalmente polticos; el imperialis-

    mo nacional caracteriza al control de una nacin sobre naciones in-

    dependientes

    por

    medios predominantemente econmicos a travs

    de la mediacin de su Estado; y

    el

    imperialismo global identifica al

    poder de redes transnacionales sobre las poblaciones del planeta

    por

    medio de un mercado mundial sustentado

    por

    los estados metropo-

    litanos dentro de los cuales Estados Unidos juega actualmente un

    papel hegemnico. Aun cuando estos conceptos denotan tanto aeta-

    pas como a tendencias dominantes de procesos histricos comple-

    jos, es necesario reconocer que

    es el

    carcter temporal del devenir

    histrico lo que permite pensar en continuidades y legados as como

    en innovaciones y rupturas.

    Es

    evidente que mientras que

    el

    impe-

    rialismo global puede estar presente en

    el

    colonialismo colonial solo

    en forma incipiente, el imperialismo colonial se hace presente en el

    imperialismo global a travs de un rico legado institucional y de un

    sedimentado cauce de memorias.

    El

    imperialismo colonial fue posi-

    ble antes del imperialismo global, y a la vez

    lo

    hizo posible.

    Desde esta perspectiva, el imperialismo es una categora que

    abarca

    un

    amplio horizonte histrico que incluye al colonialismo. Es-

    ta concepcin contrasta con la de colegas que privilegian

    el

    colonia-

    lismo como categora de alcance general. Tanto Anbal Quijano, a tra-

    vs de su concepto de la colonialidad del poder (2000), como Wal-

    ter Mignolo, quien

    se ha

    apoyado en ese concepto para desarrollar su

    concepcin de la diferencia colonial (2000), consideran al colonia-

    lismo como el trmino clave para pensar la modernidad desde una

    perspectiva crtica. Por cuanto tanto

    el

    colonialismo como el im-

    perialismo identifican a etapas histricas as como a sus legados, la

    eleccin de uno u otro concepto obedece menos a

    fijas

    lneas de pe-

    riodizacin historiogrfica que a flexibles lneas de investigacin. Pre-

    fiero usar el trmino imperialismo

    por

    razones estratgicas a la vez

    que analticas. En respuesta a la moda de los estudios coloniales en los

    omentario

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    1 , j ,(,111)1,11

    centros metropolitanos, cuya cara oscura ha sido cierto desdn por el

    estudio de la dominacin imperial contempornea,

    mi

    propsito es

    limitar el colonialismo

    al

    sometimiento de colonias formales y usar el

    imperialismo como categora ms inclusiva que permite enfocar el

    presente, reconociendo continuidades a la

    vez

    que diferencias.

    Mi preferencia por precisar el campo histrico del colonia-

    lismo permite repensar la colonialidad del poder': el valioso con-

    cepto de Quijano. Segn

    mi

    parecer, este, concepto podra dar an

    ms provechosos frutos si lo distinguimos de otros modos de domi-

    nio imperial y evitamos relacionarlo con el poder como una catego-

    ra general. En este sentido, creo necesario invertir sus trminos.

    Si

    reemplazamos el concepto de la colonialidad del poder

    por

    el poder

    de la colonialidad': creo que resistimos la inclinacin de reificar al

    colonialismo o concebirlo como una forma inherente del poder y

    designamos ms precisamente a las formas de dominio histrica-

    mente relacionadas con el colonialismo, incluyendo sus legados y

    epistemologas. Siguiendo el camino que ha trazado Anbal Quijano

    con tanto brillo, como trmino ms inclusivo sugerira usar el con-

    cepto del poder de la imperialidad': cuyas manifestaciones histri-

    cas encontraran expresin en sus modalidades coloniales, naciona-

    les y globales.

    Los sucesos del 11 de septiembre demuestran el ntimo

    entrecruzamiento entre prcticas y discursos coloniales e imperia-

    les, la fusin entre el imperialismo colonial, nacional y global. En

    respuesta al ataque, el Estado estadounidense ha asumido la defen-

    sa de la nacin usando recursos ideolgicos que revitalizan a la ma-

    niquea oposicin colonial entre la civilizacin y la barbarie, y al mis-

    mo tiempo ha desplegado una poltica militar y econmica que

    promueve los intereses transnacionales de sus sectores dominantes.

    A la vez que sectores transnacionalizados han encontrado en su s-

    tado el mejor apoyo, el Estado se ha apoyado en estos para consoli-

    dar

    un

    proyecto que es a la vez patritico e internacional. En el jue-

    go poltico interno en Estados Unidos, la guerra ha fundido y con-

    fundido los intereses nacionales y globales.

    edefinicin de l s unidades

    geohistricas la relacin

    entre Estado

    y mercado

    l imperialismo global implica un reordenamiento y rede-

    finicin de las unidades geohistricas bsicas del imperialismo mo-

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    derno en trminos que expresan un creciente predominio del mer-

    cado global sobre los estados nacionales. Desde el siglo XVI, estas

    unidades se h n constituido a travs de cambiantes relaciones entre

    estados y mercados.

    Lo

    que distingue al imperialismo global es que

    por

    primera vez

    el

    mercado mundial ejerce

    un

    papel dominante so-

    bre los estados en su conjunto, condicionando sus funciones y de-

    terminando la formacin de identidades colectivas dentro y fuera

    de sus fronteras. Como los sucesos de los dos de septiembre ha-

    cen evidente, esta relacin, sin embargo, est mediada

    por

    los esta-

    dos y en especial por los estados metropolitanos dominantes.

    La generalizacin de relaciones capitalistas a nivel

    mun-

    dial Y la concentracin del capital en fluidas redes transnacionales

    integradas por sectores dominantes domsticos

    h

    desplazado cada

    vez ms

    al

    poder de estados nacionales anclados

    en

    territorios fijos.

    Los estados nacionales se relacionan con el mercado mundial con-

    dicionados en gran parte por el poder de sus mercados internos. To-

    dos los estados tienen que adaptarse al mercado mundial, pero

    mientras que los estados del sur tienen que someterse a sus movi-

    mientos y a los dictados de las instituciones que lo representan (co-

    mo

    el Fondo Monetario Internacional), los estados de las naciones

    metropolitanas tienen mayor capacidad de desarrollar polticas in-

    ternas e internacionales que articulan los intereses domsticos do-

    minantes con los del mercado globalizado.

    Este ampliado poder del mercado refleja el grado crecien-

    te de abstraccin de las unidades geopolticas del imperialismo. En

    el imperialismo colonial estas unidades son imperios polticos, fre-

    cuentemente personificados a travs de monarcas o corporaciones

    con identidades legales claras y mbitos de accin bastante precisos,

    que ejercen dominio directo o indirecto sobre sus territorios y po-

    blaciones de ultramar. En

    el imperialismo nacional, estas unidades

    son naciones independientes, surgidas del imperialismo colonial,

    vinculadas

    por

    relaciones econmicas y polticas asimtricas a tra-

    vs de las cuales se mantienen relaciones de subordinacin y depen-

    dencia. Tanto en el imperialismo colonial como

    en

    el nacional, el

    poder poltico se ejerce a travs del control sobre territorios, cuyas

    fronteras son lneas trazadas por la m no jurdica del Estado sobre

    la geografa fsica, aprovechando en lo posible sus linderos natura-

    les (como costas, ros y montaas) y defendidas con celo por la ma-

    no armada estatal. Dentro de estas fronteras, que definen el mbito

    Comentario

    Internacional

    Nmero

    5

    I semestre 2 4

    9

    ll t 1 1

    1

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    d i ] l I

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    18/30

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    I

    semestre

    2004

    12

    r ) I , I ( ,11I1

    1 1 1 Pld(1 ( II(Jll i1

    de las identidades imperiales los estados los cuales continan ejer

    ciendo considerable control sobre sujetos y bienes.

    En

    el

    imperialismo global las unidades geopolticas

    se

    defi

    nen por procesos que integran lo poltico-territorial con lo econmi

    co-global

    es

    decir

    el

    poder social

    es

    ejercido a travs de estados y uni

    dades econmicas en

    un

    mercado globalizado que

    es

    cada vez ms fle-

    xible en cuanto a sus formas de territorialidad. Todo pareciera indicar

    que en esta forma de imperialismo lo fundamental

    no es

    tanto la re

    lacin del Estado con su territorio jurdico-natural sino con nuevas

    formas de territorialidad social definida

    por

    los efectos del mercado

    mundial sobre poblaciones cuya localizacin espacial refleja la cam

    biante estructura asimtrica del mercado mundial.

    Si

    en los imperia

    lismos coloniales y nacionales el predominio de los estados hace que la

    territorialidad sea

    un

    fundamento definitorio de unidades geopolticas

    bsicas en el imperialisnlo global el predominio del mercado mundial

    mediado por

    institutiones estatales y transnacionales incluyendo

    empresas econmicas organizaciones no gubernamentales y comuni

    dades de expertos- hace que la territorialidad exprese ms bien la

    canlbiante estructura del mercado a nivel mundial.

    Lejos

    de descartar

    a los estados

    el

    imperialismo global

    se

    apoya en ellos especialmente

    los metropolitanos. La globalizacin del mercado va unida no a la de

    saparicin sino a la redefinicin del Estado y de sus relaciones con la

    economa.

    l

    papel dominante de Estados Unidos despes del

    11

    de

    septiembre revela

    no

    solo

    el

    poder del Estado estadounidense sino

    el

    peso mundial de su mercado nacional y de sus redes internacionales.

    La

    estructura cada vez ms polarizada del mercado crea

    zonas de desigual poder

    no

    solo entre naciones y regiones sino

    en

    el seno de las mismas desarticulando y fragmentando identidades

    colectivas formadas

    por

    medio de categoras identitarias cuyo sen

    tido ha dependido principalmente de su articulacin local

    en

    mbi

    tos geopolticos limitados como son la nacionalidad y las clases y

    culturas locales. En estas zonas

    se

    desarrollan tambin movimientos

    sociales organizados por luchas concretas como los nuevos movi

    mientas indigenistas en Ecuador y Per los Zapatistas

    en

    Chiapas

    los Sem Terra en Brazil y los Piqueteros

    en

    Argentina.

    a creciente reorg niz cin y bstr ccion

    de

    l

    divisin intern cion l

    del c pit t

    el

    tr b jo

    y l

    n tur lez

    l imperialismo global implica una reorganizacion de la

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    19/30

    division international del capital el trabajo y de la naturaleza en tr

    minos que reflejan la creciente hegemona y abstraccin del capital

    transnacional.

    El

    imperialismo colonial sent las bases para una di

    visin internacional del trabajo

    el

    capital y la naturaleza que defini

    a las colonias como productoras de mano de obra barata y de bienes

    primarios destinados a servir las necesidades de los centros metro

    plitanos. A la

    vez

    los poderes metropolitanos se constituyeron en

    centros del saber y productores de bienes manufacturados.

    Durante el periodo del imperialismo nacional los estados

    nacionales buscaron romper este legado colonial o

    al

    menos superar

    sus lmites a travs de diversos mecanismos de proteccin estatal a la

    economa domstica y al mercado interno.

    A

    pesar de esfuerzos

    por

    diversificar la produccin local y

    por

    defender los precios de sus pro

    ductos primarios bsicos estas polticas encontraron lmites que

    obligaron a abandonar

    el

    proteccionismo y abrirse hacia el mercado

    libre mundial.

    El

    aumento de los precios petroleros de 1973 marca

    tanto

    el

    triunfo momentneo de pases petroleros

    al

    lograr valorar

    sus bienes primarios como la capacidad de los centros metropolita

    nos de reorganizar patrones de produccin a nivel mundial.

    El

    giro

    hacia

    el

    mercado libre y

    el

    endeudamiento de buena parte del tercer

    mundo

    encuentran su origen en

    el

    shock momentneo causado

    por

    la : l imperialismo colonial

    crisis energtica de los setenta. : sent las

    bases

    para una

    En el contexto del impe-

    :

    divisin

    internacional

    del

    rialismo global

    se

    ha llegado

    al

    esta-

    blecimiento de

    un

    patrn mundial : trabajo, el capital

    y

    la na-

    de produccin financiamiento y :

    turaleza que

    defini

    a

    las

    consumo controlado por un nme- :

    colonias

    como

    producto

    ra cada

    vez

    ms reducido de con- :

    ras de

    mano

    de

    obra

    bara

    glomerados internacionales.

    Im-

    : ta y de bienes primarios

    pulsado

    por

    el juego del libre mer- : destinados

    a

    servir las

    ne

    cado y de las ventajas comparativas cesidades de

    los

    centros

    ;

    esta organizacin hace que los pa- ; JI metroplitanos.

    ses del antes llamado tercer

    mundo

    sean ahora

    el

    mbito territorial donde capitales cada

    vez

    ms mbi

    les

    se especializan en la produccin de mercancas intensivas de tra

    bajo y de naturaleza lo cual

    ha

    llevado a una reprimarizacin de sus

    economas sin descontar enclaves de produccin de bienes comple

    jos principalmente en pases con mercados amplios como Brazil

    Comentario

    Internacional

    Nmero 5

    I

    semestre

    2004

    121

    1ll1

    , \ll I

    r , ,1,,(

    .,

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    20/30

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    122

    l( I 1 t I I

    \ I

    ,JI I \ I

    I

    pero tambin en pases ms pequeos con polticas que favorecen la

    exportacin.

    El imperialismo global lleva a la generalizacin y abstrac

    cin del capital como la modalidad dominante de la riqueza. El

    mercado

    mundial

    se

    ha

    transformado

    de

    un

    mbito

    de intercambio

    de bienes producidos en zonas geopolticas territoriales a

    una

    red

    mundial de relaciones productivas, comerciales y financieras. Este

    proceso va marcado por

    una

    creciente homogeneizacin y abstrac

    cin de la riqueza

    medida

    en trminos del capital, que ha conduci

    do a la transformacin creciente de todo bien en mercancas cada

    vez ms fragmentadas en unidades comerciables no solo en el pre

    sente, sino

    en

    el futuro,

    como

    los derivativos. Las finanzas, organi

    zadas en flujos que integran distintas regiones geogrficas as como

    a distintas temporalidades, someten a las estructuras productivas te

    rritorialmente ancladas

    en

    el presente a la presin de flujos financie

    ros que articulan el presente y el futuro.

    Como

    ha sealado un ban-

    quero de Hong Kong, Ya no es la economa real la

    que

    maneja los

    mercados financieros, sino los mercados financieros los

    que

    mane-

    jan

    la economa real': El capital, liberado de regulaciones estatales,

    se canaliza a travs de derivativos que han crecido exponencialmen

    te: en 1997 fueron intercambiados

    por un

    valor de $360 trillones de

    dlares, una cifra

    12

    veces mayor que el valor de toda la economa

    mundial (Coronil, 2000).

    Apoyado por cambios en la informtica y la tecnologa, el

    trabajo, en su forma dominante, se organiza cada vez ms de acuer

    do

    a patrones colectivos que combinan

    no

    solo mltiples formas de

    trabajo variable

    manual

    e intelectual, sino crecientes modalidades de

    capital constante cada vez ms capaces de contener y procesar infor

    macin.

    La

    nocin del trabajador social': tal como la plante Marx

    y la elabora Negri, sirve para pensar este cambio

    que

    hace menos re

    levantes a las distinciones entre trabajo productivo y

    no

    productivo,

    trabajo manual y trabajo intelectual, capital variable y capital cons

    tante. El trabajo es cada vez ms abstracto, ms general. En la medi

    da

    en

    que

    la sociedad

    en su

    conjunto est organizada

    por

    la lgica del

    capital y que el trabajo adquiere un carcter colectivo, la explotacin

    no puede ser medida exclusivamente a nivel de la extraccin de plus

    vala dentro de la fbrica. Dado el efecto polarizante del mercado, es

    ta reorganizacin del trabajo globalizado en trminos cada vez ms

    colectivos y abstractos, sin embargo, va acompaada

    por

    la multipli-

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    21/30

    cacin de distintos regmenes de trabajo tanto en los mrgenes de la

    economa formal como en el seno de la economa informal donde

    participan las mayoras excluidas de la economa global izada. La glo

    balizacin de la explotacin ocurre a travs de formas heterogneas

    del trabajo, que incluyen la explotacin de

    mano

    de obra barata tan

    to

    en

    el

    sur como

    en

    los centros.

    La

    abstraccin del trabajo en las zo

    nas transnacionalizadas de la economa va unida a la proliferacin de

    modalidades informales e individuales del trabajo asociadas con lo

    tradicional e inclusive con lo colonial.

    Al iguf}l que

    el

    trabajo y el capital, bajo

    el

    imperialismo

    global la naturaleza

    se

    transforma en

    una

    modalidad cada vez ms

    abstracta de la riqueza medida en trminos del capital. Tratada co

    mo capital

    en el

    contexto de

    una

    economa mundial cada vez ms

    desreguladada, la naturaleza, en sus mltiples formas (la explota

    cin de productos mineros y agrcolas,

    el

    turismo ecolgico y ex

    tico , etc.) se convierte en la ventaja comparativa ms importante

    de la mayora de los pases del sur. En el contexto de

    un mercado

    global cada vez ms abstracto, desterritorializado y liberado de an

    clajes nacionales, el debilitamiento de controles polticos en estos

    pases, unido a la crecientemente desregulada competencia en sus

    mercados de capitales internacionalizados al

    mando

    de tecnologas

    cada vez ms sofisticadas, lleva a

    una

    intensificacin y reterritoria

    lizacin de la explotacin de la naturaleza (al igual que

    el

    trabajo)

    en las viejas zonas coloniales.

    Los sujetos

    del

    imperio

    lterid d y sub lternid d

    El

    imperialismo global implica

    una

    redefinicin de los suje

    tos imperiales en trminos que expresan

    el

    predominio del mercado

    sobre

    el

    Estado, de la movilidad sobre la territorialidad fija y de la su

    balternidad sobre la alteridad. Los imperialismos coloniales y postco

    loniales estn fundamentados en

    una

    tensin entre

    el

    establecimien

    to

    por va de la poltica de una diferencia bsica entre los sujetos su

    periores del imperio occidental y los sujetos inferiores de sus domi

    nios, y en la reduccin de esta diferencia a travs de procesos civiliza

    dores. Esta tensin entre alteridad y equivalencia asimtrica ha

    dado

    pie a variados procesos de jerarquizacin y de asimilacin a travs de

    los cuales distintos imperialismos han definido a sus sujetos.

    En el imperialismo colonial, los sujetos coloniales del Oc

    cidente son definidos en

    trminos de

    una

    alteridad fundamental co-

    Comentario

    Internacional

    Nmeru

    I

    semestre

    2 4

    123

    t 111 1

    l

    1111.11

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    22/30

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    semestre

    2 4

    24

    f l l l ( ' c '

    t l l l

    ji

    l

    1 ) l

    I

    f

    \

    mo

    salvajes localizados en lejanos territorios, como ocurri duran

    te el colonialismo ibrico, o como primitivos ubicados temporal

    mente en

    un

    etapa anterior de la evolucin de la humanidad, co

    mo ocurri durante el colonialismo nor-europeo. En el imperialis

    mo nacional, esta alteridad se reproduce en forma atenuada a travs

    de la estructuracin de un orden mundial de naciones formalmen

    te soberanas pero articuladas entre y dentro de ellas

    por

    relaciones

    profundamente asimtricas, las cuales a su vez se reproducen en

    el

    seno de las naciones, generando distintas formas de colonialismos

    internos (Gonzlez Casanova, 1965; Stavenhagen, 1965).

    A partir de la descolonizacion de Asia y Africa despus de

    la Segunda Guerra Mundial, el Tercer Mundo emerge como

    un

    categora general que agrupa a las heterogneas ex-colonias en bs

    queda de la civilizacin definida como desarrollo o moderniza

    cin': sea

    por

    el camino capitalista del Primer Mundo': o

    por

    la va

    socialista del Segundo Mundo . Con el fin de la Guerra Fra y con

    la hegemona de la globalizacion neoliberal, este esquema de los tres

    mundos, surgido en los aos cincuenta,

    se h disuelto, dando lugar

    a

    otr

    manera de construir las diferencias entre el Primer Mundo o

    el Occidente y sus otros.

    Bajo el imperialismo global, la representacin dominante

    es la de

    un

    solo mundo, sin espacios externos

    por

    conquistar y sin

    imperios compitiendo

    por

    dominar los espacios geopolticos exis

    tentes. En vez de

    un

    oposicin radical entre un Oeste superior y sus

    otros inferiores, los discursos de la globalizacin neoliberal evocan

    la imagen de

    un

    proceso difuso disperso

    por

    todo

    el

    mundo, sin

    agentes imperiales y poblaciones sometidas. En este esquema, la

    construccin de identidades colectivas a nivel mundial viene deter

    minada fundamentalmente

    por

    patrones de inclusin diferencial en

    el mercado globalizado.

    Las

    diferencias son concebidas

    no

    ya como

    el resultado de un proyecto poltico de unos estados, sino como un

    efecto econmico de la actividad de los individuos, lo cual hace que

    la subalternidad predomine sobre la alteridad como el

    modo

    domi

    nante

    de

    representar a las diferencias entre los sujetos sociales.

    Bajo el predominio de la subalternidad, la alteridad queda

    sumergida pero

    no

    inactiva, como en un palimpsesto, matizando los

    discursos de la subalternidad y aflorando como tal en grietas del or

    den global, como ocurre durante saqueos y motines (Coronil y

    Skurski, 1991), o a travs de movimientos tnicos y nuevos racismos

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    23/30

    y fundamentalismos. La explosin del

    11

    de septiembre de

    2 1

    hi-

    zo aflorar

    un

    discurso colonial que yada sumergido bajo la retrica

    liberal moderna; los sedimentos del palimpsesto no estn fijos, sino

    que

    se

    rearticulan constantemente segn las corrientes de la historia.

    En este nuevo orden, el Primer

    Mundo

    ( Europa o

    el

    Oc-

    cidente )

    se

    disuelve como unidad geohistrica con una base territo-

    rial y social limitada, pero a la vez

    se

    cristaliza en

    un

    espacio mundial

    bajo una forma menos visible pero ms poderosa. Como si una vie-

    ja y perversa alqumia protegiera una vez ms a los dominantes,

    el

    Occidente aparece ahora reencarnado con ms fuerza que nunca

    en opacos conglomerados transnacionales que concentran en pocas

    manos gigantesco poder econmico en estrecho apretn de manos

    con los estados metropolitanos. En este orden imperial, la ciudada-

    na nacional

    no es

    ya

    el

    campo determinante de formacin de suje-

    tos.

    As

    como sus sectores dominantes incorporan en forma diferen-

    ciada a sujetos de todo el globo, sus mayoras estn formadas por los

    tambin diferenciados subalternos de todas las naciones.

    Dentro de los espacios hegemonizados por

    el

    imperialis-

    mo

    global,

    el

    dominio sobre los sujetos a travs de operaciones dis-

    ciplinarias relacionadas con instituciones reguladas

    por

    los estados

    en sus territorios nacionales, como la escuela,

    el

    hospital y la crcel,

    se

    profundiza como resultado de la generalizacin de relaciones dis-

    ciplinarias en todo

    el

    mbito social y cultural.

    Si

    esto implica, como

    argumentan Deleuze, Negri y Hardt, el paso de la sociedad

    e

    a la

    sociedad de control de la disciplina de instituciones al control de

    la

    cultura

    habra que diferenciar dos modalidades de control:

    el

    control internalizado

    por

    medios sutiles en los mbitos hegemoni-

    zados

    por

    el capital,

    yel

    control externamente impuesto

    por

    medios

    coercitivos sobre los excluidos

    por el

    mercado.

    La

    primera modali-

    dad de control forma a los sujetos para

    el mundo

    unido

    por un

    mercado globalizado; la segunda se ejerce coercitivamente sobre su-

    jetos formados en las fracturas y exclusiones de ese orden con el fin

    de mantenerlos aislados e inofensivos.

    aberes disciplin s en el imperi lismo glob l

    El

    imperialismo global

    ha

    implicado

    un

    trastocamiento de

    los saberes organizados en disciplinas formadas en relacin con las

    unidades geopolticas del

    mundo

    moderno, haciendo ms evidente

    las limitaciones de sus premisas, divisiones y categoras.

    El

    nuevo

    Comentario

    Internacional

    Nmero

    5

    I

    seme:stre

    2 4

    25

    TU I I

    \, Ir

    IUII 11 ( ' \1 '

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    semest re

    2004

    126

    1 , II (1 tl 1I

    I( 11111111111'1

    orden global crea condiciones que llevan a la reorganizacin de los

    saberes

    en

    concordancia con los nuevos patrones de integracin

    tanto a nivel de la geopoltica como de los misnlos conocimientos.

    Si estas condiciones conducen a la organizacin de saberes cada vez

    ms globales, con limitaciones relacionadas con la corporativiza

    cin creciente de las universidades, tambin abren espacios para de

    sarrollar formas ms universales del conocimiento.

    A partir del siglo XIX, los saberes sociales se han organiza

    do

    por

    medio de disciplinas acadmicas desarrolladas fundamental

    mente

    en los centros imperiales europeos

    y

    en Estados Unidos. Co

    mo

    ha sealado

    el

    reporte de la comisin Gulbenkian, en el siglo

    XIX cinco pases producan casi el total de los saberes acadmicos,

    divididos entre humanidades y las ciencias sociales y naturales; los

    conocimientos sociales

    se

    enfocaban fundamentalmente en sus pro

    pias realidades (Wal1erstein,

    t al.

    1996). Este esquema fue modifi

    cado a partir de la Segunda Guerra Mundial, dando pie a una divi

    sin disciplinaria que reparta entre los tres mundos a las distin

    tas disciplinas; si en sus inicios la antropologa haba sido la ciencia

    de la alteridad, especializada en los primitivos

    y

    los salvajes, a partir

    de 1945 se convirti en la ciencia del tercer mundo, enfocada en

    el

    estudio de sociedades tradicionales .

    A pesar de su carcter hegemnico, la divisin de las disci

    plinas a partir de 1945 ha estado acompaada

    por

    esfuerzos impor

    tantes por evaluar sus logros y criticar sus limitaciones. Crticas re

    cientes han cuestionado a la divisin trangular del conocimiento as

    como al carcter eurocentrico del mismo. Trabajos producidos tan

    to

    dentro de las disciplinas como contra ellas han criticado su papel

    en reproducir el orden cultural dominante. Estas crticas han hecho

    evidente que sus premisas

    y

    fundamentos

    -por

    ejemplo el contraste

    entre lo natural y lo cultural,

    el

    pasado y

    el

    presente, lo temporal y lo

    espacial, lo objetivo

    y

    lo subjetivo- deben ser interrogadas en vez de

    asumidas. A travs de la atencin que se le

    ha

    prestado a la relacin

    poder/conocimiento, estas crticas tambin han interrogado a los

    postulados universales de teoras

    y

    conocimientos regionales.

    Junto con los estudios postmodernos, los estudios cultu

    rales, feministas,

    y

    postcoloniales

    han

    aportado una importante

    contribucin a este desarrollo.

    La

    inclusin de los excluidos no solo

    aade al conocimiento las experiencias de la multiplicidad de pue

    blos del mundo, sino tambin hace ms evidente las exclusiones de

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    25/30

    esquemas regionales y posibilita el desarrollo de modos de conoci-

    miento cada vez ms incluyentes. Los saberes crticos desarrollados

    en

    los centros metropolitanos

    en

    los ltimos veinte aos expresan

    una tensin entre la crtica al pensamiento occidental y la reproduc-

    cin de una visin occidentalista del mundo. Estos saberes parti-

    cipan cada vez ms de la construccin del sentido comn acad-

    mico actual, creando tanto posibilidades como lmites para el desa-

    rrollo del conocimiento crtico.

    Si

    fueramos a caracterizar estos distintos saberes a travs de

    contrastes simplificadores, diramos que en respuesta a

    la

    crtica de

    los metarelatos modernistas y sus variados fundamentos tericos, los

    nuevos saberes privilegian interpretaciones ms acotadas que enfati-

    zan el juego entre mltiples dimensiones de la realidad y destacan el

    carcter contingente, parcial e indeterminado del acontecer histri-

    co. Si

    furamos a personificar esta contraposicion de saberes, podra-

    mos

    sealar que implica

    un

    desplazamiento de

    Marx

    a Nietzche, de

    Gramsci a Foucault, de Althusser a Derrida. Si fueramos a destacar el

    reordenamiento de influencias entre las disciplinas, diramos que los

    estudios lingsticos y literarios ahora ocupan el espacio que antes

    haba asumido la economa poltica.

    Si constrastamos sus categoras

    analticas dominantes, notaramos

    un

    paso del lenguaje al habla, de

    clases

    sociales al

    discurso': de lo colectivo a lo individual, de es-

    tructuras objetivas a formaciones subjectivas, del sujeto como actor

    al sujeto como efecto, de unidades discretas a hibrideces entre ellas.

    En cuanto a sus estrategias narrativas, distinguiramos entre las ex-

    plicaciones totalizadoras asociadas a

    la modernidad y los recuentos

    fragmentarios del postmodernismo. En cuanto a su enfoque, habra

    que sealar un movimiento de lo profundo a

    la

    superficie, de lo sub-

    yacente a lo visible. En cuanto a modos de explicacin, diramos que

    involucran un nfasis ya no en relaciones de causalidad y determina-

    cin sino en

    el

    entrecruzamiento contingente e indeterminado de

    mltiples factores.

    El tono

    de los nuevos saberes

    se

    caracteriza ya

    no

    por

    la pasin y

    la

    certidumbre, sino

    por la

    irona y

    la

    duda. Esta enu-

    meracin algo caricaturesca de contrastes podra ampliarse, pero lo

    esencial

    es

    que los nuevos saberes se han elaborado en oposicin a lo

    moderno': aun cuando en algunos casos estas distintas corrientes

    sean entrelazadas y sus contrastes sean ms atenuados.

    El universo histrico de este campo de saberes

    ha sido de-

    finido

    por

    la experiencia de los pases metropolitanos, sobre todo los

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    It

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    1t 11' 1'1\1 t '1 11111

    anglosajones. Este predominio de un regin del mundo es especial

    mente evidente en los estudios postcoloniales y subalternos, que ha

    sido definido fundamentalmente por la experiencia de Europea

    noroccidental en frica y Asia en los siglos XIX y xx El trabajo de

    Edward Said,

    uno

    de los figuras ms importantes de este campo,

    es

    emblemtico en este sentido, pues se enfoca en la experiencia colo

    nial britnica y francesa del siglo pasado al presente, abarcando

    un

    rea geogrfica que va de Algeria a India. Como Peter Hulme ha no

    tado, cuando Said habla de Estados Unidos como

    un

    poder impe

    rial, examina su papel como poder imperial despus de la Segunda

    Guerra Mundial, sin tom r en cuenta su origen como un colonia

    de poblacin de britnicos, espaoles y franceses,

    el

    proceso de co

    lonialismo interno a travs del cual la poblacin nativo-americana

    fue sometida, y sus designios imperiales en las Amricas

    yel

    resto del

    mundo desde finales del siglo XIX hasta el presente.

    Tal vez el caso ms relevante para la Amrica Latina sea el

    Grupo de Estudios Subalternos de Surasia, fundado en los ochenta,

    que h dado nuevo impulso a los estudios coloniales y h servido de

    modelo o al menos de inspiracin para

    el

    desarrollo del Grupo de

    Estudios Subalternos Latinoamericano. El grupo liderado al princi

    pio por Ranajit Guha ha visto un evolucin desde la inspiracin

    gramsciana de sus orgenes, cuando buscaba integrar de algn mo-

    do a la cultura y la economa poltica, hacia trabajos cada vez ms in

    fluenciados por Foucault y Derrida, que enfatizan ms bien la sepa

    racin de estos campos o a lo sumo la necesidad de manejarlos alter

    nativamente, como ha dicho Prakash, como si

    se

    jineteara a la vez a

    dos caballos independientes. Aun cuando este grupo ha expandido

    considerablemente su campo de investigacin, del estudio de cam

    pesinos hacia otros sectores, su marco terico se h polarizado hacia

    lo discursivo, y sus referencias geogrficas y temporales siguen signa

    das por un

    predominio de estudios histricos sobre

    el

    impacto en la

    India del colonialismo britnico. Aun cuando estaban inspirados

    originalmente

    por

    las limitaciones del proyecto nacional despus de

    la independencia en

    1947

    (como

    se

    evidencia en la ya clsica formu

    lacin de Rajanit Guha the failure of the nation to come into its

    own': es decir, el fracaso de la nacin de realizarse como tal ), estos

    trabajos, concentrados en la poca colonial, no han tratado con igual

    atencin a los efectos del poder ejercido

    por

    Inglaterra y Estados

    Unidos en el perodo propiamente postcolonial.

  • 7/24/2019 CI 05 TC Coronil

    27/30

    El Grupo de Estudios Subalternos Latinoamericano naci

    de la bsqueda de

    un

    modelo alternativo despus de las derrotas po-

    lticas de los setenta (Beverley, 1999: 5). Si bien el

    Grupo

    de Estu

    dios Subaternos del Sur de Asia le ha servido de inspiracin y ha

    ayudado a desarrollar trabajos importantes, ha sido menos til pa

    ra cumplir con aquel propsito del grupo que concuerda con

    una

    constante preocupacin del pensamiento latinoamericano: estudiar

    la dominacin y la subordinacin no solo en el pasado sino tam-

    bin en el presente (Beverly, 1999: 7). La cuestin es desarrollar ca

    tegoras para perseguir este fin.

    VI modo de conclusin

    Se trata no solo de ver lo que

    no se

    ha visto, sino de ver co

    mo no

    se

    ha visto. Creo que la inclusin de reflexiones sobre y desde

    las Amricas servir para integrar el estudio de distintas modalidades

    de dominacin en el pasado y en el presente, pero solo en la medida

    en que ayude a superar los lmites y las polarizaciones conceptuales

    que caracterizan en la actualidad a los estudios culturales y postcolo

    niales en los centros metropolitanos y en sus reas de influencia su

    sentido

    comn

    hegemnico-. Para ello es necesario no solo observar

    la experiencia de las Amricas de acuerdo a las pticas postmodernas

    y postcoloniales, sino transformar esas perspectivas por medio de

    una

    confrontacin con la experiencia de las Amricas y sus riqusimas

    reflexiones. Si hasta ahora la crtica del Eurocentrismo ha servido pa

    ra desmistificar al conocimiento producido en unmundo colonizado

    por

    Europa, en la coyuntura actual la crtica de lo que he llamado

    globocentrismo debe desmontar a los discursos y conocimientos a

    travs de los cuales

    se

    ejerce el poder y

    se

    establecen diferencias en un

    mundo globalizado y dominado

    por

    nuevos centros de poder (Coro

    nil,

    2001).

    Al mismo tiempo, esta crtica, nutrindose de

    las

    mltiples

    respuestas que desde variadsimos bolsillos de resistencia est en

    contrando el imperialismo global, servira para entrelazarlas.

    Estos fragmentos sobre el imperialismo global intentan

    contribuir a este objetivo. Aspiro que una concepcin amplia del im

    perialismo ayude

    no

    solamente a expandir la discusin sobre

    la

    glo

    balizacin y el imperialismo, sino a redefinir sus trminos. Toda dis

    cusin terminolgica corre el riesgo de desplazar la discusin de rea

    lidades concretas hacia estratsferas semnticas donde el mundo de

    Comentario

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    mero

    I

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    1\ 111 1

    \ 11\1 11

    I l l t dldl l r

    11111111

    pronto aparece distante

    y

    claro a la

    vez.

    Tal vez

    se

    pueda reducir

    ese

    riesgo aterrizando en los campos de lucha

    de la

    historia, donde

    las

    palabras participan en la realizacin de distintas visiones de lo posi

    ble y cargan con

    el

    sentido de sus consecuencias. Con respecto a

    es-

    ta responsabilidad

    de la

    palabra frente a la historia,

    el

    artculo

    de

    Marcos sobre

    la

    cuarta guerra mundial es tambin ejemplar. Marcos

    no menciona al imperialismo por nombre, a pesar de que no hace si-

    no hablar

    de

    l y reaccionar contra

    sus efectos.

    Valga recordar la co

    nocida observacin de

    Jorge

    Luis

    Borges

    sobre

    la

    ausencia

    de

    came

    llos en el

    Korn: un hecho tan familiar que no requiere ser nombra

    do prueba la autenticidad del texto. Mientras el imperialismo siga

    vi-

    gente, ojal en

    el

    campo acadmico

    la

    ausencia del imperialismo

    co-

    mo categora llegue a expresar

    el

    sentido comn con el que

    lo

    con

    frontamos

    y

    no

    los

    silencios del sentido comn imperial.

    NOTAS

    1. Este ensayo es una versin revisada de un

    trabajo

    que present en

    la conferen-

    cia Repensando el imperialismo , organizada por la Universidad Torcuato Di Te-

    Ila. Mi

    agradecimiento

    a los organizadores de la conferencia, y muy especialmen-

    te a Ricardo Salvatore, cuyas

    agudas

    observaciones me ayudaron a

    mejorar

    el

    presente ensayo.

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