Chile y la Independencia del Perú 1821-1921

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Documentos históricos oficiales entre Chile y Perú.

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CM i LE; Y L .A

PEN DEN CIA DEL PERÚ 1821 - 1921

Documentos históricos oficiales

B a n d e r a d e Chile q u e l levo Ja Expedición Libertadora

Escudo de Chile en 1821. rr Escudo del Perú Indépendante .

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CHILE Y LA

Independencia del Perú 1821 - 1921

Documentos históricos oficiales

SANTIAGO UE CHILK

I M P R E N T A C E R V A N T E S

MONEDA 1170

1921

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sigisigisiDMaiajEM

LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA DEL PERÚ

En el año de 1820, casi todas las naciones americanas habían proclamado y consolidado ya su independencia. Quedaba sólo ei Perú, virreinato que constituía la más rica posesión de la Corona de Castilla en la América del Sur, y fuerte reducto*de las fuerzas realistas.

LA PARTIDA DE LA EXPEDICIÓN LIBERTADORA

( C u a d r o d e S o m e r s c a l e s >

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Demoraba o entorpecía la manifestación de los sentimientos del Patriotismo del Perú y de sus anhelos de libertad "la abun­dancia de castas Indica y Etiópica, la dificultad que hay de reunir los sentimientos que pueden ser uniformes entre los ame­ricanos blancos y los indios, por lo menos para combinar un plan seguro y un sacudimiento general". {Paz Soldán.—Historia del Perú Independiente—-Lima 1865. pág. 27).

Asegurada la independencia de Chile, con la victoria de Maipú (5 de Abril de 1818); todos los esfuerzos del Director Supremo Don Bernardo O'Higgins se dirigieron a la organización de una fuerza de mar y tierra que fuese al Perú a levantar el espíritu de sus habitantes, les ayudase a la conquista de su libertad y destruyese el último baluarte del poder español en América.

Todas las dificultades que oponían la pobreza suma del país y del erario y la carencia de elementos bélicos y de transporte, fueron vencidas por el esfuerzo gigantesco de O'Higgins y de su Ministro de la Guerra, Don José I. Zenteno

"Con dos millones de renta anual realizaron este prodigio: sostuvieron 800 hombres, acogieron y mantuvieron al ejército de los Andes; emprendieron obras públicas de ejecución inaplazable y aun tuvieron un sobrante anual. Abnegación y pureza, que cons trasta con. la dilapidación administrativa de las demás república-sud-americanas; que salvó a un pueblo viril, y enseguida le lanzó entusiasta a redimir al esclavo". (N. Vargas.—Historia del Perú Independiente.—Lima 1903. pág. 53).

El 20 de Agosto partía de Valparaíso la Expedición Liberta­ra del Perú.

El mando de las fuerzas expedicionarias y la dirección exclu­siva de las operaciones de esta grande empresa, fueron confiados, por el Director Supremo de Chile don Bernardo O'Higgins, al General San Martín "a fin de que las fuerzas expedicionarias de mar y tierra—decían las instrucciones—para obrar combi­nadas y simultáneamente reciban un sólo impulso comunicado por el Consejo y determinación del General en Jefe".

Refiriéndose a esta designación dice el historiador peruano Paz Sbldan: "delicada pero no dudosa era la situación del Direc­tor; debía conservar a Cochrane, cuyo solo nombre bastaba para vencer en el mar, pero tampoco debía ni podía posponer a San Martín; por otra parte el Gobierno estaba fatigado con el aire altanero y de cierta superioridad con que Cochrane pedía todo¿

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y su conocida pretensión de influir decisivamente en todos los negocios; es cierto que Cochrane valía una Escuadra; más su persona podía ser reemplazada con el bravo Capitán Guise y así se lo hicieron comprender. La sagacidad de O'Higgins pudo con­ciliario todo y al fin Cochrane se conformó con ser el Almirante de la Escuadra y que San Martín fuera el General en Jefe del Ejército".

El Director Supremo dirigió la siguiente Proclama a los pe­ruanos en el momento de partir la Expedición:

PROCLAMA DEL DIRECTOR SUPREMO DE CHILE DON BERNARDO O'HIGGINS AL PUEBLO DEL PERÚ

El Supremo Director del Estado de Chile a los naturales del Perú:

Hermanos y compatriotas: Ha llegado el día de la li­bertad de América y desde el Mississippi hasta el Cabo de Hornos, en una zona que casi ocupa la mitad de la tierra, se proclama la independencia del Nuevo Mundo. México lucha; Caracas triunfa; Santa Fe organiza y recibe consi­derables ejércitos; Chile y Buenos Aires tocan el término de su carrera, gozan los frutos de su libertad, y conside­rados por las naciones del Universo, se presentan éstas a porfía conduciéndoles el producto de su industria, sus luces, sus armas y aún sus brazos; dan nuevo valor a nues­tros frutos y desarrollan nuestros talentos. Ya los empleos, el honor y las riquezas se distribuyen entre nosotros, y no son el patrimonio de nuestros opresores.

Entretanto, y cuando la dulce libertad marcha, o tran­quila o victoriosa por las regiones del Sur, se ve precisada a suspender sus benéficos y majestuosos pasos, desde las campañas de Quito a Potosí; y ha de trocar su doble in­flujo por la aflicción y el dolor que le ocasionan los des­trozos de los españoles en Cochabamba, Puno, La Paz, Cuzco, Guamanga, Quito y demás provincias de nuestro delicioso suelo. Allí divisa las tumbas y los ilustres manes de Pumacahua, Ángulo Camargo, Cabezas y otros tantos héroes, que hoy son los genios protectores que ante el trono del Altísimo reclaman vuestra felicidad e indepen­dencia; allí presentan vuestros votos y los nuestros contra

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la impía política con que el español después de degollaros arranca vuestros hijos para pelear con sus hermanos que luchan por la libertad de estos países, obligándonos a des­truirnos mutuamente para remachar nuestras cadenas.

Pero llegó la época destinada por el Dios de la Justicia y las Misericordias a la Felicidad del Perú, y vuestros her­manos de Chile ya han apurado sus últimos sacrificios para protegeros con una Escuadra respetable, que asegu­rando estas costas, os presente recursos en todos los pun­tos en donde escuche vuestras necesidades y el sagrado clamor de la Libertad. Inmediatamente ocupará también vuestro suelo un respetable ejército de los valientes de Maipo y Chacabuco, destinado a consolidar el goce de vues­tros derechos.

PERUANOS, he aquí los Pactos y condiciones con que Chile, delante del Ser Supremo, y poniendo a todas las las naciones por testigos y vengadores de su violación, arrostra la muerte y las fatigas para salvaros, Seréis li­bres e independientes, constituiréis vuestro Gobierno y vuestras leyes, por la única y expontánea voluntad de vues­tros representantes; ninguna influencia militar o civil, directa o indirecta, tendrán estos hermanos en vuestras disposiciones sociales; despediréis la fuerza armada que pasa a protegeros en el momento que dispongáis, sin que vuestro peligro y vuestra seguridad sirva de pretexto, si no lo halláis por conveniente; jamás alguna división m i ­litar ocupará un pueblo libre, si no es llamada por sus le­gítimos Magistrados; ni por nosotros, ni con nuestro auxilio, se castigarán las opiniones o partidos peninsu­lares que hayan precedido a vuestra libertad; y prontos a destrozar la fuerza armada que resista vuestros derechos, os rogamos que olvidéis todo agravio anterior al día de vuestra Gloria y reservéis la más severa Justicia para la obstinación y los futuros insultos.

Hijos de Manco Capac, Yupanqui y Pachacutec: Estas sombras respetables serán los garantes de las con­

diciones que por mi voz os propone el Pueblo de Chile; así como de la Alianza y fraternidad que os pedimos para consolidar nuestra mutua independencia y defender nues­tros derechos el día del Peligro.

BERNARDO O'HIGGINS.

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DON JOSÉ IGNACIO ZENTENO M i n i s t r o de Guerra y M a r i n i

(182C)

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El 8 de Septiembre desembarcaba San Martín en las inme­diaciones del puerto de Pisco, se apoderaba de éste y dirigía una proclama a los habitantes del Perú invitándoles a la defensa de su libertad.

El 10 de julio del año siguiente (1821) entraba a Lima, que había sido abandonada por los realistas, y el 28 se proclamaba la in­dependencia del Perú, con toda la solemnidad que exigía el acto, concurriendo los cuerpos de la guarnición "con las banderas de Chile y de Buenos Aires" {Paz Soldán).

La campaña fué larga y penosa, y la ayuda de Chile fué man­tenida hasta que la independencia del Perú quedaba definiti­vamente consolidada en las memorables jornadas de Junín y Ayacucho.

ADOLFO CALDERÓN COUSIÑO.

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JENERAL DON JOSÉ DE SAN MARTIN Jefe de la Expedición Libertadora

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ALMIRANTE LORD COCHRANE Jo fe cíe la E s c u a d r a C h i l e n a L i b e r t a d o r a d e ! P e r ú

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Orden del Director Supremo para con­tribuir a los gastos de la Expedición Libertadora del Perú.

tÜLabieiKb acordado con el- K.vcmt». .dado,, y ci (ícueral en GetV, anmc-nlar hasta

.,MÁ .'tercio mis ei ntunnr-j tte fw-vsrc. de c.w-i ,.Á\ehvi, constar "la expedición al lvrti . h* %t<h> ••

también IIÍLVS irla'¡var'.'/-.''iii N : Í JJ i - 1 . > p i r a l o cual .e l misino, Senado tiyvetu o i nuevo «mprésiilo. de 30UO00 pasos ep qa» ha eabi-

ííadic pu'yílu ser mas scnsiMo ú los gen*.• Tametics jn'iblicoa', qtio el que, puesto /1 \¡i '

: iVejuíe de los negocios, too» titas de cerca, e l oslado .deplorable do las íiirfuiias, que por

..íaníb tiempo han KutVng'idii «míhunuiainente 1

1 Vi las necetiitiadus1 del fisiad-j; peco yo t e n ­g o ¡.a satisfacción, do q-in BM como lu» C i u -«adaiios oonoceii que fu suerte do. la infr ia l está liñuda con la,oxped.iuii;n al.l Jen';,.su r.mor publico tio-*rohi¡si¡>M sacrificios , que tienen por preciso oligoto , •nsejjurap su vida, íionor y. libertad. L a celeridad cori q;¡c ven ¡>i\> pftrarso todo lo- necesario ¡inca c*tu emprc* •su • debo excitar sw puíríoii.-iiio; y el eru­dito do la nikuíou su hulla empellado e¡i ¿acer ¡ñutios. ptmisj. h educción jirt'si'i.vu ,

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asegurando «o. pago de un modo indefecti­

ble , (¡ue aparece en e¡ Decreto que lie ex» pedido coa est'i» lecha. Espero pites, que .V . dentro do oclio dias satisfaga 1­я entila, te-

«alacia, ó yn tío numerario poniéndola ti, la Tesorería do la .Moneda donde serú cus­

todiado en la forma /ще ia anterior , ó yh ев especie* de les que se expresan en !a adjunta lista, Haciendo ni efecto sus tratos, ó con el comisionado D. Nicolás Marausri, j;or !o que. toca u Maestranza, ó coi: ios Asentistas de, ¡a expedición, por lns que to­

ca ¡i ellos wjeibir. Entre, úuiío, ni recordar que V . es

uno tle 3o que concurren a proporcionar ¡i! Fslwí. ­IVliculad . ni la. Kncíon y Щ,. yo dejaremos de mirar con lo nms grata consideración ú tan generoso Ciudadano, que sacrificando su fortuna 'y el patrimonio de su familia por el bien público , lia (ties­

to á los Chilenos, y a los demás hijos de América CE, el нашего de sus deudores.

Dios guarde á V . muchos аТ.он. Pa­

lacio Directoría!. Marzo 2 2 de 1820 .

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DOCUMENTOS HISTÓRICOS

El lector encontrará en las páginas que siguen una serie de docu­mentos, emanados del Gobierno peruano o de sus representantes oficiales, en los cuales se dá testimonio elocuente, reiterado y por demás efusivo de la participación de Chile en la indepen­dencia del Perú, al propio tiempo que se deja constancia de su imperecedera gratitud por los servicios recibidos de nuestro país.

Hoy el Perú acaba de celebrar el primer Centenario de su independencia que tan enormes y generosos sacrificios costara a los chilenos en hombres, dinero y todo género de elementos, pero en medio de los festejos el nombre de Chile ha figurado sólo para hacérsele blanco de ingratos ataques.

No será, pues, inoportuno exhumar del fondo de los archivos los testimonios que los gobernantes peruanos nos dejaron del reconocimiento de su patria por la ayuda eficaz y decisiva de Chile para el logro de su independencia, ya que no pueden ha­blar boy los autores de esos documentos, para imponerles a los gobernantes del Perú la moderación y el respeto debidos a la nación que les dio la independencia cuyo centenario han festejado.

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ALMIRANTE BLANCO ENCALADA Jefe de la 1. a Escuadra Chilena

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CHILE Y LA INDEPENDENCIA DEL PERU

Lima, 15 de Febrero de 1823.

«Al Excmo. Supremo Gobierno de la República de Chile:

«Excmo. señor. La desgraciada jornada de Mcquegua, ha des­truido el ejército más fuerte con que contaba la República para conquistar su independencia. Pequeños restos de las fuerzas de Chile y de los Andes han logrado salvarse y se preparan a cooperar con el ejército de este Estado, que se halla actual­mente en instrucción. Los enemigos, orgullosos de las ventajas que han obtenido, han principiado a concentrar sus tropas para volver rápidamente sobre esta capital a recoger el fruto de su última victoria.»

«Ninguna medida de las que aconseja la premura de las cir­cunstancias ha dejado de tomarse por este Gobierno para repa­rar un contraste que amaga la libertad del Perú, y para oponer a los españoles por mar y tierra una masa capaz de resistirlos; pero teme el Gobierno que todos los esfuerzos y sacrificios del territorio libre del Perú, acaso no basten a impedir un funesto revés, si le falta el apoyo de ese heroico pueblo, a quien esta República debe tan marcados servicios.»

«La falta de numerario, agente de todas las empresas, es la mayor de todas las dificultades que el Gobierno toca para el progreso de sus miras. Ocupado de continuo el poderoso cerro de Pasco por los enemigos, y destruida absolutamente la labor de sus minas, se halla obstruido el más abundante manantial de

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la riqueza del Perú; paralizado el giro interior por la guerra y reducido el comercio a manos extranjeras es inevitable la cons­tante extracción de la moneda, y sin ella, los impulsos de la autoridad serán siempre débiles para mover los resortes de la máquina del Estado.»

«En esta situación el Gobierno del Perú ha sido informado de que el Empréstito levantado en Inglaterra por los agentes del'Gobierno de Chile ha proporcionado una cuantiosa suma de que puede disponer V. E.; y sin embargo de que los em­peños contraídos por esta República establecen una deuda vigente del Perú en favor del Estado chileno, y de igno­rar las graves atenciones que cercan a V. E., el Gobierno peruano se sobrepone a sus propios sentimientos y, confiado en que el interés sólo por el éxito de la causa de América inspi­raría en V. E. el que reclama la actual crisis del país, propone admitir en empréstito la cantidad de un millón de pesos, bajo las condiciones con que se halla facilitado por el comercio in­glés, o bajo aquellas que se tenga a bien proponer y sean esti-pulables, porque nunca espera que ellas sean animadas de otro espíritu que el de salvar al Perú del común enemigo y consolidar la fraternal unión existente entre ambos Es­tados.»

«Si se franquease el expresado socorro, importaría sobre ma­nera su pronta remesa, de cuenta y riesgo de este Estado, y el que se autorizase a una persona de esta capital, con quien pu­diera celebrarse y concluirse el convenio sobre el modo y tiempo de su reintegro, en el cual sería tanto más fiel el Gobierno peruano, cuanto que este oportuno auxilio debe esencialmente contribuir a la libertad del Perú.»

«Dios guarde a V. E. muchos años.—Lima, 15 de Febrero de 1823.—Excmo. señor José de la Mar.—Felipe Alvarado.—Ma­nuel Salazar.»

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Lima y Febrero 15 de 1823.

«Al Excmo. Supremo Gobierno de la República de Chile. «Excmo señor. «El Gobierno supremo del Perú se ha visto en la dolorosa ne­

cesidad de mandar ccncentrar en un sólo Batallón los cortos restos que se han salvado del desgraciado centraste de Mcquegua, según se explica en la Nota adjunta. Esta mecida ha sido espe­cialmente impulsada por la dificultad de poder reemplazar los valientes Batallones de Chile hasta que se completen los Cuerpos de nueva creación de este Estado. Pero deseando por ctra parte que los beneméritos Oficiales de les Cuerpos que se refunden puedan continuar sus servicios a la Causa del Perú, deja el Gobierno a la consideración de V. E., el que sean otros Cuadros habilitados de Reclutas de ese Estado si así lo tiene por conveniente, en el concepto de que su transporte sería de cuenta del Perú.

Con este motivo el Gobierno del Perú quisiera deber al liberal Estado de Chile el último esfuerzo de su frater­nal interés, remitiendo en socorro de esta República, toda la fuerza de línea de que pueda disponer, cubiertas que sean las principales atenciones de ese País, sobre la seguridad de que su transporte sería satisfecho por este Estado igualmente que su condución. a Chile en el momento que ese Gobierno lo exigiese. También faltan urgentemente Tres mi l fusiles que el Gobierno tomaría por su valer.

«La causa del Perú peligra; nuestros intereses son re­cíprocos, y la justicia y la naturaleza presentan tales re­laciones entre ambos Estados que ni V. E. podrá olvidarlas, ni el Gobierno del Perú prescindir de estrecharlas con los más ardientes votos de sinceridad.» - «Dios güe. a V. E. muchos años.»

Excmo. señor José de la Mar.—Felipe Antonio Alvarado.— Manuel Salazar.—Por orden de S. E.—Tomás Guido.

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«Excma. Suprema Junta Gubernativa de la República de Chile.»

Excmo. señor: M e es sumamente satisfactorio que las conmociones intesti­

nas de esa República hayan tenido el término pacífico y feliz que se sirve V. E. indicar en su apreciable comunicación fecha 1.° del mes anterior. Y o me glorio al contemplar el alto grado de prosperidad a que será conducido el Estado Chileno por esa respetable Junta que tan dignamente ejerce el Supremo poder y la prontitud con que el Perú espera los auxilios que ha pedido para su total emancipación. Este Gobierno se halla íntimamente persuadido de la sinceridad de los deseos de V. E., y no duda asegurarle una completa reciprocidad. Pueda algún día retribuir a Chile servicios que comprue­ben los sentimientos de gratitud y amistad que le animan.

El Presidente de la República Peruana tiene el honor de ofre­cer a V. E. la más distinguida consideración y aprecio.

«Excmo. señor José de la Riva Agüero.»

Ministerio de Estado y Relaciones Exteriores

Lima, Marzo 30 de 1823.

«Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile

«Nunca ha sido dudoso el alto interés que toma el Es­tado Chileno por la suerte del Perú, y esta República se ha prometido siempre reparar cualquiera desgracia con los auxilios que le suministre aquella. La apreciable comu­nicación que V. S. se ha servido dirigirme con fecha 8 del que rige, confirma completamente este concepto, y el Gobierno del Perú acepta desde luego los auxilios que en ella ss le prometen con tanta prontitud como cordialidad. El ministro pleni­potenciario que ya debe estar en Chile comunicará a V. S. las ideas y solicitudes de S. E. el Presidente de esta República so­bre la materia: concedidas las cuales, como con razón se

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espera, y ayudados los peruanos y chilenos, de los hijos de Colombia que muy pronto han de llegar a nuestros puertos, debe asegurarse que antes de concluido el presente año, habrá terminado ya la guerra en el Perú.

«Sírvase V. S. aceptar los sentimientos de consideración y aprecio con que tengo la honra de ser su obsecuente servidor.— FRANCISCO VALDIVIESO.

Ministerio de Estado y Relaciones Exteriores

Lima, Abril 10 de 1823.

"Señor Ministro de Estado y Relaciones Exteriores de Chile.

«Por la gaceta N.° 29 que tengo la honra de acompañar a V . S. •se impondrá de la llegada del Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile cerca de este Gobierno, y de su reci­bimiento público verificado el 7 del que rige.

«Han sido de suma satisfacción a S. E. el Presidente de esta República los sentimientos fraternales y desinteresados que ha manifestado Chile por el órgano de Plenipotenciario; y se pro­meten que cuando vengan al Perú tiempos más venturo­sos, la reciprocidad que se observe no permitirá que se arrepienta de sus oficios de amistad esa generosa Repú­blica.

«Sírvase V . S. admitir los sentimientos de consideración y aprecio con que soy su obsecuente servidor.—FRANCISCO V A L ­DIVIESO.»

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Legación Peruana

Santiago, Abril 10 de 1823.

«Señor Ministro de Estado y Relaciones Exteriores don M a ­riano Egaña.»

«En los pocos días que han mediado desde mi llegada a esta capital hasta el de la fecha, no he tocado por todas partes sino testimonio lisonjero de la disposición general de auxiliar a mi Gobierno en su actual conflicto. S. E. el Supremo Director en las audiencias que se ha dignado prestarme, como también V. S. no se han manifestado menos dispuestos y contraídos a llevar ad e-lante tan noble, tan urgente y universal empeño; más como el tiempo insta, y los momentos son preciosos por cuanto en el mes próximo de Mayo pudiera lanzarse el enemigo sobre la ca­pital de aquel estado, como ocasión propia para comenzar una campaña, y ejecutar cualquiera empresa de guerra, desearía obtener de V. S. una respuesta categórica sobre si efecti­vamente se concede a mi nación el auxilio de 3 o 4 mil hombres de tropa expedicionaria que solicita, como tam­bién en que tiempo podrán aprestarse y marchar a su destino.

Está además aquella República en la apurada necesidad, de fusiles, y alguna cantidad de dinero. Bien veo que éste acaso tocará los mismos inconvenientes, pero en desem­peño de los estrechos encargos que se me han hecho, y creyendo que este Supremo Gobierno puede practicar uno de los generosos esfuerzos que le son característicos, espero se digne V. S. instruirme sobre si debo esperar se me franqueará algún número de aquella arma, como igualmente una parte del empréstito obtenido por este Estado en la Corte de Londres, bajo la mismas u otras condiciones que se tengan por conveniente establecer en la estipulación, en el concepto, de que estoy autorizado para negociar en este punto y demás indicados, plena y suficientemente.

Ojalá que en orden al insinuado empréstito se me adjudicará alguna suma, aunque no considerable, de dinero para emplearlo sin pérdida de momentos en los útiles de guerra de que se carece absolutamente en el Perú; para abrir la próxima campaña; puesto que de esa operación depende esen-

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cialmente el suceso de las medidas que han de tomarse próxi­mamente por aquel Estado.

«Tengo el honor de asegurar a V. S. los sentimientos de mi­mas distinguida consideración.—JOSÉ DE LARREA Y LOREDO.>

Legación Peruana

Santiago de Chile, Abril 10 de 1823.

«Señor Ministro de Estado y Relaciones Exteriores don M a ­riano Egaña.

«La muy apreciable e interesante nota de V. S. de esta fecha en contestación a la mía del mismo día en que me anuncia pueda asegurar a mi Gobierno, estar decretado por S. E. el Supremo* Director de la República el envío de tropas auxiliares al Perú en el número de dos mil quinientos a tres mil hom­bres bien equipados y armados dentro del término de un mes, contados desde esta fecha: que además de los mil fusiles conducidos al mencionado Estado por el señor M i ­nistro don Joaquín Campino podrán proporcionarse pro­bablemente algunos más con que aumentar dentro de breves días ese auxilio; y que le dirija una explicación acer­ca de la suma de dinero que reclama mi Gobierno para He­nar sus urgencias, ha exitado en mi alma los más vivos transportes de gratitud y placer, y no puedo menos que prorrumpir a nombre del Estado que ropresento en expre­siones del más alto y profundo reconocimiento por una. prestación tan noble y generosa, qué, a la verdad, hará, en todo tiempo un distinguido honor a S. E. el Supremo Director, a V. S., y a todos los ilustres ciudadanos de esta. República una parte activa en la ejecución de tan impor­tante designio. Así es que la salvación y gloria de la tierra-de los Incas serán debidas en gran parte a esta magnánima, nación cuyos esfuerzos heroicos que en otro tiempo c o ­menzaron a dar a aquella la existencia política que hoy disfruta, van a repetirse en el día con el objeto de per­feccionar tan grande obra. Dígnese V. S., transmitir estos, sentimientos al inmortal Jefe del Estado, tomando al misma»

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tiempo la parte que le corresponde en ello, por la contracción y •celo con que ha manejado un negocio de tan grave y delicada •entidad. . * .

«Admito desde luego la oferta que V. S. me hace, de au­xiliar a mi Gobierno con algunos fusiles más de los adju­dicados por mano del Señor Enviado de esta República cerca de la Peruana. Esta arma nos escasea más que al­guna otra, y nada apreciaré yo tanto, como la proposición de remitir a Lima el número posible de ellas.»

«Por lo respectivo al empréstito de dinero que solicita mi Nación para cubrir las urgentes atenciones que reclama su actual estado, debo exponer a V. S., que la suma que se necesita y para cuyo logro tengo especiales encargos, es la de dos millones de pesos, de los cuales sería muy opor­tuno se me proporcionasen cien mil, para expedir los que se me tienen hechos, de procurar artículos esenciales de guerra para la apertura de la próxima Campaña. No puedo menos que admirar y reconocer al mismo tiempo el puro y de­sinteresado procedimiento con que V. S. a nombre del Supremo Gobierno asegura, que en el caso de concederse al mío el expresado auxilio debe entenderse en los mismos -términos y bajo las mismas condiciones con que fué ob­tenido por aquel en Londres. Esta conducta ejemplar y heroica estrechará más y más la unión y amistad de ambas Repúblicas, constituyendo a la mía en el más ardiente «mpeño de cumplir las obligaciones contraídas y qu& -contrajere en adelante; pues no es dudable que en la actitud ventajosa en que boy se halla con los probables auxilios de sus aliados y los efectivos de Chile, pueda triunfar de sus enemi­gos, y desembarazada de tan graves atenciones, dedicarse al fomento y extracción de sus riquezas^ c<?n las cuales satisfaga religiosamente cuantas deudas le haya ocasionado el bien pre­cioso e inestimable de su libertad e independencia.

«Tengo el honor de reiterar a V. S. los sentimientos de mi más alta consideración y aprecio.—JOSÉ DE LARREA Y LOREDO.»

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Lima, Julio 27 de 1823.

«Excmo. Señor Supremo Jefe de la República de Chile.

«Excmo. señor:

«Evacuada esta capital por el Ejército Español el día 15 del corriente y habiéndome encargado el alto mando del país decla­radas Provincias o Asambleas las del Norte, como verá V. E . por los Impresos que tengo la honra de acompañarle, me halla activando hasta el extremo la salida de cuatro mil hombres so­bre la Provincia de Jauja. Esta división respetable llamará la atención del enemigo por aquel punto, mientras se halla ya cons­tituido en Puertos Intermedios el Ejército del Perú y debe estar también a esta hora sobre ellos mucha parte de las Divisiones de Chile y Colombia que zarparon últimamente del Puerto del Callao como en número de 3,500 hombres. Reunidas estas fuer­zas, u operando en combinación se hallan en la posición más ventajosa para terminar la guerra con la mayor gloria si el Gobierno de la República de Chile haciendo los últimos esfuerzos generosos a favor del Perú acelera la salida de su expedición a Intermedios poniendo la última mano con un decidido empeño para asegurar la suerte de mi Pueblo que reconoce con los más tiernos transportes de goce y grati­tud haberse combinado en aquel suelo los elementos de su libertad, y que viendo asegurado su Gobierno en el voto general, puede ofrecer una garantía firme de su responsabilidad y estrechar dignamente sus relaciones con las grandes naciones-de América. Dígnese V. E. hacerse nuevamente acreedor a un constante tributo de admiración de estos habitantes concluyendo con influjo enérgico y decidido la grande obra de su libertad; envíe con la celeridad del rayo a los bravos chilenos a cegar laureles por la independencia de este vasto Continente, y V. E. gozará la dulce satisfacción, de haber cooperado con la mayor influencia a la felicidad del Perú después de haber logrado para siempre la de Chile.

Mientras tengo la satisfacción de recibir aviso de V. E. sobre la salida de las tropas, me complazco con ofrecer a V. E. los v o -

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tos del más distinguido aprecio y consideración con que tengo la honra de suscribirme de V. E. su muy obediente servidor.

«Excmo. señor.—JOSÉ BERNARDO DE T A G L E . »

Ministerio de la Guerra v Marina

Lima, Septiembre 14 de 1823.

«Señor Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores.

«Señor Ministro: «El interés que la República de Chile ha manifestado

en todas circunstancias por la salvación del Perú, ha im­pelido a este Gobierno a solicitar de ella con aprobación del So­berano Congreso, el empréstito de dos millones de pesos so­bre el que ha facilitado anteriormente. Paralizado el comer­cio, y obstruidos en gran número los canales de las producciones de nuestro territorio, se ve este en el día reducido a un extremo de miseria que sólo puede durar, por el tiempo que sea necesario para restablecer el trabajo de sus campos y la explotación de sus minas. El Perú, pues* ofrece en sí mismo una firme garantía •del pago del nuevo empréstito que va a contratar y perecería por consunción si algunas ocurrencias extraordinarias paraliza­sen su realización. En tales circunstancias S. E. el Presidente de la República no duda que el Supremo Gobierno de Chile que tiene dadas al Perú tantas y tan relevantes pruebas de su unión y fraternidad allanará todos los obstáculos que puedan presentarse para hacer efectivo el empréstito que se solicita y que por su medio logre de una vez el Perú afirmar su emancipación, como consiguió romper los ye­rros que la esclavizaban con los brazos fuertes que vinie­ron de Chile a exterminar el dominio español»

«Dígnese V. S., Señor Ministro, poner el contenido de esta nota en consideración de S. E. el Supremo Director de esta Re-

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pública mientras que me honro Señor en tener ocasión de mani­festar a V. S. los sentimientos de estimación y aprecio con que me suscribo su más atento Seguro Servidor.

«Señor Ministro.—EL C O N D E DE SAN DONAS.»

General en Jefe del Ejército del Perú. .

Cuartel General en Santa Rosa, Julio 30 de 1823.

Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile, Don Mariano Egaña.

Señor Ministro:

Con suma satisfacción he recibido la apreciable comunicación de V. S. de 17 de Junio en que después del silencio más grande que he sentido por todas partes desde mi salida del Callao, me sorprende V. S. con el anuncio de la pronta venida de una Expedición más fuerte aún que la que yo aguardaba y me ha­bía prometido desde el principio de mi campaña. Esta gene­rosa resolución de S. E. que consecuente con sus principios tan bien probados de amor a la libertad general del Continente y con los esfuerzos que de tiempo há está haciendo la Re­pública Chilena en favor de la del Perú fijará sin duda el término de la guerra que por falta de un estuerzo común se ha hecho tan duradera y perjudicial para los pueblos que gimen aún bajo el yugo Español, como a los que por su liberalismo, o por su mutuo interés tienen en que obrar por libertarlos. Y o desde luego encargado por el Gobierno del Perú de la dirección de este Ejército no puedo menos de expresar a V. S. la gratitud general con que el, y los pueblos en general reciben este nuevo comprobante a la filantropía, y decidido interés de S. E. en ahorrarnos males, que deben terminar en los mismos momentos de unirse las Columnas Chilenas a las de sus hermanos los Peruanos, entre quienes mif motivos de iden-

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tidad harán imperturbable su antigua amistad que se afianzará más y más sobre los campos de batalla.

La distancia del Ejército de Canterac que en Junio ocupó a Lima y el silencio que he notado, desde mi salida del Callao en todas partes me decidieron a no conservar por más tiempo en inacción al Ejército a quien el clima de la costa le era pernicioso. En este concepto deseoso también de dar un impulso a la opinión general con el apoyo de algunos sucesos, emprendí el 23 su in­ternación a las provincias altas del Perú. A las cuatro marchas recibí la comunicación de V. S. y aunque las indicaciones que V. S. me hace son muy justas; ya no me ha sido posible retrogradar sin tocar en mil inconvenientes que una retirada, cuyas causas no pueden siempre conocerse, hace peligrosos en la guerra de opi­nión más que en otras: más sin embargo como mi objeto de de­sembarazar el Sud donde con muchas probabilidades cuento destruir las fuerzas que lo guarnecen, siempre tendré lugar a aguardar la llegada de la Expedición Chilena con más ventajas y recursos sobre una buena base de operaciones que habré ex­tendido en provincias de decidido patriotismo y capaces de sos­tener al Ejército Chile-Peruano.

«Con consideración a la llegada de la expedición he re ­suelto que todos los víveres que se me han remitido por nuestro Ministro Plenipotenciario cerca de V. E., se con­serven a disposición de ella, y yo ruego a V. S. muy enca­recidamente que si fuese fácil me remita cuatro o seis mil fusiles con fornituras completas a cuyo valor seré responsable con la gratitud que exige la importancia de tan oportuno servicio.

Sírvase V. S. manifestar a S. E. mi mayor respeto y conside­ración hacia su persona, y admitir V. S. la sinceridad con que es-pone a sus órdenes su más atento servidor.

Señor Ministro.—ANDRÉS SANTA C R U Z . »

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General en Jefe del Ejército del Perú

Cuartel General en Caracollo, Septiembre 9 de 1823.

Señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile.

Señor Ministro:

Cuando llegó a Intermedios el Capitán de Fragata Don Car­los Portigo que ha puesto en mis manos la nota de V. S. de 7 de Agosto último, aún no había arribado la Corbeta Voltaire en que V. S. me anuncia tiene el Gobierno la bondad de remitir un cargamento de víveres destinados a este Ejército. El señor Presidente del Departamento de Arequipa tiene prevención de recibirlos y acusar el recibo, lo que servirá a V. S. de inteligencia y contestación.

Con este motivo tengo la honra de manifestar a ese Gobierno mi mayor reconocimiento por el interés que toma en las ventajas de este Ejército, el que fía su suerte a la protec­ción que S. E. le tiene ofrecida y desplega tan oportuna­mente.

Aseguro a V. S. los sentimientos de mi mayor consideración y distinguido aprecio.—ANDRÉS SANTA C R U Z . »

Cuartel General en Oruro, Septiembre 10 de 1823.

Señor Ministro de Estado en el Departamento de la Guerra de la República de Chile.

Señor Ministro:

Tengo el honor de contestar la nota de V. S. de 7 del pasado, que me ha entregado antes de ayer el Capitán de Fragata Don Carlos Portigo.

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El estado de la Campaña que he emprendido del resultado de las necesidades en que me vi en la Costa sin auxilios ni comuni­cación como dije a V. S. desde el punto de Santa Rosa. El es también obra de un arrojo que desde luego ha sido favorecido por sucesos importantes a los que debemos alguna opinión, ta­les son la toma de Oruro, el 20, por el General Gamarra y la vic­toria que alcancé en los campos de Zepita el 29 del pasado contra el General Valdez con bastantes ventajas. Sin embargo como ha logrado este reunirse con el General Laderna que trae tres batallones y dos escuadrones be creído deber abandonar el campo de la Victoria, y prevenir sus movimientos con el curso de otros planes que me he propuesto.

Bajo este concepto, convencido yo de la generosidad de ese Gobierno me permito reiterar mi súplica para que ponga en planta la expedición ofrecida, pues ella daría la última mano a la libertad de estos países, más si no pudiese ve­rificarse con toda prontitud, por lo menos intereso a V. S. para que se remita una gruesa columna de caballería que es la arma que más necesito, o 60 jinetes y algún dinero de que no han podido proveerme estos pueblos talados de antemano por los españoles; en el supuesto de que este mismo ejército será responsable con su suerte, del abono de otros auxilios.

Yo me Heno de confianza t n mis súplicas al considerar que me dirijo a un Gobierno interesado en la suerte del Perú, y particularmente a S. E. el Director, cuya adhesión se me ha manifestado por el citado Portigo de una manera que lisonjea mis esperanzas, y me obliga a la gratitud, y así es que no dudo conseguir el efecto de esta disposición tan favorables.

Con este motivo tengo la satisfacción de ofrecer a V. S. los sentimientos de mi mayor consideración y distinguido aprecio. — A N D R É S SANTA C R U Z . »

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^Ministerio de la Guerra y Marina

Lima. Septiembre 14 de 1823.

Señor Ministro de Estado en el Departamento de la Guerra de la República de Chile.

Señor Ministro:

Tengo la honra de avisar a V. E. haber hecho presente a S. E. el Presidente de esta República don José Bernardo de Tagle, su muy apreciable comunicación de 17 de Junio último, en que participa que el Gobierno Supremo de Chile había acor­dado destinar una Expedición de cinco mil hombres al Perú con el objeto de concluir la guerra, y que al efecto era necesario se retirase prontamente a aquella República la división de ella que se halla en nuestro territorio. S. E. el Presi­dente habría desde luego dado las órdenes con oportunidad, si no hubiese sido tan retardada la entrega de la referida comu­nicación, habiendo llegado en circunstancias de estar operando en Intermedios la División de Chile en termines que separada de los demás Cuerpos con que hace la Campaña, haría nulas o paralizaría en extremo las operaciones por la Costa, ocupando una fuerza considerable de Tropas enemigas distraídas de ope­rar sobre las del Ejército al mando del General Santa Cruz es­tablecido con ventajas en las Provincias interiores.

Al mismo tiempo que S. E. me manda satisfacer sobre esta materia al Gobierno de Chile, me ha prevenido ponga en la con­sideración de V. S. para que transmita a S. E. el Director Su­premo de esa República la necesidad que hay de que se acelere hasta el extremo la venida de la Expedición a los puntos que designará según sus instrucciones, el Ministro Plenipotenciario de esta República cerca de la de Chile, Coronel don Juan de Sa-lazar. La guerra con los Españoles es terminada enteramente luego que se realice la expresada Expedición; las operaciones mi­litares tienen ya un centro de unidad, y la base de opinión de que carecían, mientras no había llegado a este Territorio S.. E. -el Libertador Simón Bolívar, y sólo se necesitan elementos para

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poder terminar la campaña. En esta virtud quiere S. E. rei­tere a V. S. que impetre del Excmo. Señor Supremo Direc­tor de aquella República la pronta salida de la Expedición, como un medio para llenar el solemne compromiso de ella, en cooperar eficazmente a afianzar su Independencia y lograr su libertad, consumando asilos grandes servicios que tiene prestados al Perú y comprometiendo eternamen­te su gratitud.

Con esta ocasión me es satisfactorio ofrecer a V . S . los senti­mientos de consideración y respeto con que me suscribo su más atento seguro servidor.

Señor Ministro.—EL CONDE DE SAN DONAS. »

República del Perú

Prefectura del Departamento

Trujillo, 16 de Mayo de 1824.

Al señor Ministro de Estado y Relaciones Exteriores de la-República de Chile.

Señor Ministro:

Tengo la honra de dirigirme a V. S. de orden de S. E. el Li­bertador, sobre un negocio de alta importancia para el Perú en las circunstancias actuales. En Valparaíso existe una cantidad considerable de fusiles ingleses que estuvieron ya embarcados para venir a los puertos del Perú, y fueron puestos en tierra por orden de ese Gobierno, según han informado a éste. Este precioso artículo hace una falta notable en el Ejército Libertador que está, en campaña, y cuyos cuerpos de retaguardia se han puesto en marcha con S. E. hacia los de Vanguardias. Esto anuncia un próximo movimiento general sobre el enemigo. El Ejército L i ­bertador reforzado con nuestros cuerpos venidos de Colombia-

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haciendo marchas por lugares fríos y caminos abominables, desmejora infinito sus armamentos, y se carece absoluta y com­pletamente de reemplazos de fusiles. Los nuevos cuerpos que se organizan, y aun los viejos organizados tienen una parte de sus armamentos en mal estado, porque era usado y viejo, y esta falta esencial llama toda la atención de S. E. el Libertador que no debe perdonar un medio para negociarlo.

El Gobierno de Chile tan interesado en el buen éxito de la Campaña del Perú, tomará por su parte el interés que siempre ha manifestado por esta nación.

S. E. el Libertador al hacer esta exposición al Gobierno de •Chile, espera que no habrá un embarazo en que los fusiles que se negocian en Chile para el Perú, vengan a estos Puertos, y es­pera que por su parte el Gobierno de Chile, auxilie y proteja a los encargados de enviar pronta y brevemente este elemento, de primera necesidad y de suma importancia para la salvación del Perú.

Ofrezco a V. S. mi consideración con que soy su obediente atento servidor.—F. G. P É R E Z

Legación Peruana

Santiago de Chile, 23 de Junio de 1823.

Señor Ministro de Estado y Relaciones Exteriores de la Re­pública de Chile don Mariano Egaña.

Sin embargo de que en mis anteriores notas de 2 y 17 del que rige tengo solicitado del Supremo Gobierno de esta Repú­blica medio millón de pesos más del que anteriormente me fué otorgado por las razones y fundamentos producidos en ambas ocasiones, hoy me veo en la apurada».situación no ya de pretender el logro de esa suma que no basta a hacer frente a mis multiplicadas y urgentes atenciones, sino la de un millón y medio más efectivo para el cómputo xie dos que no dudo ha de concederme la magnánima y generosa nación de Chile en continuación y ejercicio de

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los heroicos esfuerzos con que ha acreditado constante­mente la fraternidad y benevolencia para con su íntima aliada la República Peruana. La primera suma se halla consumada a la fecha en aprestos para la expedición auxiliar de este Estado, pago de letras giradas contra mí por mi Gobierno^ remesas de dinero hechas al mismo y auxilios prestados a la.,em-presa del ciudadano Urdininea. El General Santa Cruz se halla hoy en uno de los puertos de Intermedios al frente de cuatro mil quinientos hombres: ha sido menester socorrerle con la mayor parte de los útiles y artículos de guerra reunidos para el c o n ­tingente de esta República; cuenta también aquella divisióa con otros pedidos considerables que han de proceder del indicado empréstito para pagos de diversos libramientos; y sobre todo la más grave y delicado que debe exitar la atención del Cuerpo Legislativo y de S. E. el Supremo Director de reponer sin pér­dida de momentos la falta de aprestos distraídos a Intermedios, por disposición del mismo Gobierno; la qm no reparada con oportunidad frustraría el auxilio de tropas estipulado causando al mismo tiempo una desastrosa ruina en otra división peruana que depende esencialmente del suceso de la presente solicitud. Por esto reproduciendo cuanto tengo expuesto a V. S. en mi-referidas notas, le suplico encarecidamente interponga sus bue­nos oficios con ambos poderes a fin de que accedan a la erogación expuesta.

Reitero a V. S. los sentimientos de mi mayor consideración y aprecio.—JOSÉ DE LARREA Y LOREDO.»

Arica, Agosto 6 de 1823.

Señor Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno' don Mariano Egaña.

Después de escrita la comunicación que por separado tengo-el honor de dirigir a V. S., se ha creído conveniente comisionar al Sargento Mayor Don José Domingo Cáceres, para que pase a esa República a informar verbalmente a V. S., y si fuese pre­ciso a S. E. el Supremo Director, del estado en que se halla en.

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la actualidad la guerra de la independencia del Perú. En otra comunicación hago un detalle, de la situación, operaciones y movimientos de nuestros ejércitos y de los del enemigo, y sin' embargo se le ha suministrado a este oficial el pormenor de cuan­tas noticias oficiales existen en mi Secretaría y de las demás: que he adquirido, para que transmitiéndolas a ese Supremo Go­bierno por el órgano de V. S. pueda S. E. con datos más seguros y exactos, arreglar el plan de operación, de la División que se espera en el tiempo prefijado por V. S. tenga un próspero resul­tado.

Está demás encarecer la pronta verificación de este auxilio, y de los otros que se piden, porque creo que el Mayor Cáceres, mediante su acreditado celo, sabrá describir a V. S. nuestras cir­cunstancias políticas, y la necesidad que tiene ¿1 Perú de los hijos de esa República, para poner término a las calami­dades que experimenta el país por la obstinación de los es­pañoles.

Lo que tengo el honor de prevenir a V. S. para que por su res­petable órgano se eleve a conocimiento de S. E. el Supremo Director, reiterando a V. S. los sentimientos de mi más alta con­sideración y distinguido aprecio .—MARIANO PORTOCARRERO.

Trujillo, 25 de Julio de 1823.

Excmo. Señor General don Ramón Freiré.

Mi distinguido amigo y señor:

Los impresos que tengo el honor de dirigirle, significarán a V. las ocurrencias que han mediado en circunstancias de acer­carse el enemigo. Pero un paso enérgico hacia la libertad ha po­dido a un mismo tiempo afirmar la suerte del Perú para siempre y evitarnos los horrores espantosos de la anarquía.

Así es, que restablecidas las combinaciones a su primer cuadro, han tomado en pocos días tal actividad en sus movimientos, que sin equivocarme puedo asegurar a V. que la campaña es

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concluida antes de seis meses. Bien es, que si la expedición de Chile ha marchado a fines del presente, como se asegura, ella tendrá la mayor parte en su conclusión, y V. el placer de yer libre a esta República por medio de su cooperación y esfuerzos.

La capital está evacuada, pero no es mi ánimo pasar a ella basta reunir por esta parte el efectivo de reserva que be formado compuesto de más de seis mil hombres, que han de penetrar, la sierra, ocupar las provincias que dejen los enemigos, apoyar la deserción de su ejército y hostilizarlos en todo lo posible. Este objeto tan importante tendrá su efecto en pocos días.

Ofrezco a V. mi mayor aprecio y sincera amistad como que soy su mejor amigo y obsecuente servidor. — J O S É DE LA R I V A AGÜERO.

«S. D.—Acompaño a V. copia de una nota oficial que ha di­rigido el Jefe de Estado Mayor en Quito. Por ella tendrá V. un conocimiento del estado del sur de Colombi i, y cuanto interesa a la independencia de la América Meridional la llegada a Puertos Intermedios de la expedición de Chile. Si esta se demora, los españoles van a adquirir ventajas por medio de la distracción que nos hacen por Quito. V. conoce pues cuanto importa esa expedición a la que será eternamente reco­nocido el Perú y su más apasionado amigo.—Riva Agüero.»

Legación Peruana Valparaíso, Octubre 18 de 1823.

Señor Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores don Mariano Egaña.

Al cerrar los actos de mi Legación y hablar a V. S. por la úl­tima vez en calidad de Ministro del Perú, no puede dejar de conmoverse mi gratitud con la memoria de todo lo que debe aquella República y su Enviado al Excmo. Señor don Ramón Freiré, Director Supremo del Estado, y a su digno Mi­nistro de Relaciones Exteriores. En efecto que si una prodigiosa combinación de acontecimientos tan honorífica como fructuosa

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para esta privilegiada nación, no hubiese colocado al frente de la Administración tan virtuosos como ilustres ciudadanos, ni mi Gobierno hubiese alcanzado las grandes ventajas que se pro­puso con mi misión, ni mi persona esa distinción y considera­ciones que la han hecho arribar al término de sus esperanzas; cuantos, y cuan enormes obstáculos y dificultades no ha tenido que vencer el Gobierno de Chile para conciliar los auxilios que me ha otorgado con su propia seguridad y existencia en su crítica y deficiente situación. Espectador de estos embarazos he admirado su feliz y atinado desenlace, y no dejaré de tributarle en todas ocasiones un justo elogio ya que de otra suerte no me es dado retribuir condignamente tan in­signes beneficios. Dígnese pues V. S. hacer presente estos sen­timientos al Supremo Jefe del Estado; admitiéndolo por su parte, y dispensando una generosa dispensa a las incesantes importu­nidades y molestias con que los he oprimido en el curso de mis negociaciones, las que sugerida por un celo y amor a la causa de América lo han sido igualmente para la extraordinaria bondad y franqueza con que me inspiraron ambos una justa confianza.

Tengo la honra de protestar a V. S. en todos tiempos y ocasio­nes el más sincero homenaje de mi gratitud y alto aprecio.— JOSÉ DE LARREA Y LOREDO.»

Legación Peruana

Santiago y Agosto 10 de 1824.

Al señor Ministro de Relaciones Exteriores don F. A. Pinto.

Señor Ministro:

S. E. el Libertador de Colombia y Director del Perú verá con un placer extraordinario la generosa resolución expedida por este Supremo Gobierno para continuar cooperando a la libertad de aquella República; y con esta fecha le transcribo la honorable nota de V. S. fechada ayer.

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Yo me congratulo de ser en esta circunstancia el órgano por donde el Gobierno del Perú expresa al de Chile su sin­cero reconocimiento, y de manifestar a V. S . el alto aprecio y consideración que me merece.—JUAN SALAZAR.»

Legación Peruana

Valparaíso, y Noviembre 2 de 1824.

Al señor Ministro de Relaciones Exteriores don Francisco Antonio Pinto.

Señor Ministro:

El abajo firmado Ministro Plenipotenciario del Perú tiene el honor de informar al señor Ministro de Relaciones Exteriores de Chile que desde su arribo a este puerto ha observado con la mayor satisfacción el empeño infatigable con que se tra­baja en aprestar la Escuadra; pero también ha advertido que a pesar de los vigorosos esfuerzos del Gobierno y del celo y constancia de los encargados, no pueden realizarse las esperanzas que se formaron de su salida con la prontitud que demandan las circunstancias actuales.

El Ministro está persuadido que cada momento que demora la Escuadra en hacerse a la vela es un nuevo peligro para la causa del Perú; porque si los españoles logran, por desgracia, ventajas sobre el Almirante Guise los trasportes con trepas que navegan de Panamá por el Norte del Perú, serán indefectiblemente apre­sados por los buques menores del enemigo que tiene noticias seguras de su venida.

A la penetración del Gobierno de Chile no puede ocultarse la posibilidad de esta catástrofe, y que el medio seguro de evi­tarla es ordenar que la Fragata Isabel y Bergantín Galvarino salgan inmediatamente a auxiliar al Perú y a librar en él a toda la América comprometida en su esclavitud e independencia.

El Ministro Plenipotenciario del Perú espera que el señor

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Ministro de Relaciones Exteriores de Chile se servirá poner esta comunicación en el supremo conocimiento de S . E. el Director y admitir los sentimientos de su estimación y aprecio.—JUAN SALAZAR.»

República del Perú

Ministerio de Relaciones Exteriores

Lima, Enero 5 1825.

Al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile.

El infrascrito Ministro de Estado y Relaciones Exteriores, tiene la honrosa satisfacción de comunicar al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile, el triunfo de­cisivo de las armas libertadoras al mando del señor General en Jefe, Antonio José de Sucre, en los campos de Ayacucbo, cuyos detalles y gloriosos resultados están consignados en los impresos que acompañan a esta nota.

El que suscribe llena el más grato deber en felicitar a nombre de su Gobierno a la Nación chilena, como tan interesada en la emancipación del Perú, por una jornada que ha puesto término a la guerra de América, y por la que todas las secciones independientes del nuevo mundo, comenzaran a disfrutar la paz, que siempre han procurado perturbar los españoles humi­llados y vencidos el 9 de Diciembre.

Con este motivo el infrascrito reitera al señor Ministro a quien se dirige, los sentimientos de su distinguida consideración y aprecio, con que es su muy atento, obsecuente servidor.—JOSÉ SÁNCHEZ CARRION.»

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Ministerio de Estado en el Departamento de

Gobierno y Relaciones Exteriores

Palacio del Gobierno en la Capital de Lima a 2 de Octubre de 1825.—6.°

Al señor Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile.

El Gobierno del Perú penetrado del más vivo reconoci­miento hacia el de Chile por los auxilios que le ha prestado en la guerra de su independencia, ha ordenado al infras­crito, haga presente al señor Ministro de Relaciones Ex­teriores, el alto aprecio y gratitud que le merecen sus im­portantes servicios, que ciertamente le han sido prestados en los tiempos más oportunos. La cooperación de la Escua­dra Chilena al mando del señor Blanco, en el bloqueo de la plaza del Callao; es el testimonio más sincero del interés que ese Es­tado toma en la felicidad del Perú. Esta nación eternamente agradecida por los extraordinarios servicios con que la ha favorecido la Chilena, une sus votos a los del Gobierno que lleva manifestados: y al separarse del bloqueo las fuerzas Marítimas que, con tanta utilidad han ayudado a la escuadra combinada, el Gobierno del Perú confía, en todo caso, que el de Chile no le denegará sus auxilios, siempre que lo exijan las circunstancias de ambas Repúblicas.

Igualmente S. E. el Consejo de Gobierno ha ordenado al in­frascrito, haga presente al señor Ministro, la buena disposición en que se halla a auxiliar al Estado de Chile, en los casos que lo demanden su Independencia y Libertad, prometiéndose el sus­crito, que se penetrará de estos sentimientos S. E. el Supremo Director, a cuyo conocimiento suplica se sirva el señor Ministro, someter esta comunicación.

Al manifestar el abajo firmado, los sentimientos del Gobierno del Perú, al de Chile por el digno conducto del señor Ministro de Relaciones Exteriores tiene el honor de protestarle las con­sideraciones más distinguidas de aprecio, con que se suscribe su muy atento obediente servidor.—HIPÓLITO UNANUE.»

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CENTENARIO

D E L A

INDEPENDENCIA DEL PERÙ

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EL CENTENARIO DEL PERÚ

Editorial de " E l Mercurio"

(Santiago, 28 de Julio de 1921).

La independencia del Perú, cuyo centenario se celebra hoy, 28 de julio, tiene un carácter peculiar, diverso del que ofrecen los gloriosos esfuerzos de cada una de las otras repúblicas para emanciparse y constituirse como naciones soberanas.

La independencia del Perú no fué la obra de los habitantes de ese país sino el resultado de gigantes campañas emprendidas, costeadas y terminadas por otros pueblos hermanos.

Fuerza era que así ocurriese y asi se sacrificasen otras nacio­nes para dar libertad a la peruana, porque el Perú era el último refugio del poder español en la América meridional, y mientras no se le expulsara de allí, donde tenía su centro de riquezas, de elementos bélicos y de influencias de todo género, la indepen­dencia de las demás repúblicas corría peligros y estaba amenazada perpetuamente de reivindicaciones.

A un tiempo, puede decirse, se generó en la mente de Bolívar, de San Martín y de O'Higgins, de un venezolano, un argentino y un chileno, 7a concepción amplia y nobilísima de este esfuerzo común, solidariq, generosamente realizado para libertar al Perú, libertando así a toda la América.

Mientras en el norte del continente Bolívar preparaba sus pla­nes que debían extenderse hasta Bolivia en una acción mara­villosamente eficaz, Bernardo O'Higgins organizaba en Chile la Expedición Libertadora que al mando de San Martín debía entrar vencedora en Lima en estos días de julio de 1821, y la escuadra chilena que con Lord Cochrane destruiría el poder na-

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val español y aseguraría con atrevidas empresas y golpes de audacia geniales el éxito de las operaciones.

Si el pueblo peruano tiene justos motivcg para entregarse en el día de ri'py a patrióticos regocijos, recordando el día en que su nacionalidad entró a la vida libre, el pueblo de Chile como el de la República Argentina tienen iguales y acaso mayores tí­tulos para incluir esta fecha entre las más gloriosas de su historia.

Para organizar la Expedición Libertadora hizo Chile un sa­crificio de dinero, de hombres, de esfuerzos materiales y morales como acaso no lo ha hecho mayor cuando ha tenido que defen­der su propio territorio, porque la nación apenas organizada se hallaba en extrema pobreza y el Director O'Higgins hubo de apelar a todos los recursos de su autoridad, de su actividad y de su ingenio a fin de reunir los elementos necesarios.

Chilsnos eran en su mayoría los soldados que precediendo y acompañando a San Martín libertaron a Lima. Chileno el pri­mer oficial que entró en la capital de los virreyes, y en sus pala­cios y sus torres reemplazó por la bandera tricolor de Chile el estandarte de Castilla. Era argentino el gran soldado que man­daba la expedición, el geneal San Martín, en esos momentos al servicio, según tantas veces lo proclamó él mismo, de la Re­pública de Chile; y eran argentinos gran número de Ice jefes y oficiales de aquel • ejército. Como era chilena la escuadra que mandaba Cochrane, almirante de la marina de Chile, cuyos barcos equipados con dificultades indescriptibles hasta el punto de que la expedición dejaba a nuestro país en bancarrota, no tenían más bandera ni obedecían a otra autoridad que a las de Chile.

Es, pues, este centenario la más americana de las conmemo­raciones de la historia continental, y es primariamente gloria chilena y argentina y símbolo espléndido de la solidaridad de las Repúblicas hermanas.

Acontecimientos que no tenemos para qué recordar en esta hora, han impedido que Chile se halle representado en las fiestas centenarias de Lima, donde teníamos un lugar que queda vacío porque nos correspondía de derecho y nadie puede llenarlo sino quien represente a los soldados y marinos de 1821. Vacíos están, asimismo, los sitios que debieron ocupar los Embajadores de dos países que libertó. Simón Bolívar.

Pero esa ausencia que lamentamos no puede impedir que en

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espíritu nos unamos sinceramente al pueblo del Perú animados por los mismos sentimientos con que nuestros padres pelearon a las puertas de Lima por la causa de la libertad, sin rencores de que no somos capaces, sin odios ni recriminaciones que nos parecerían mezquinos.

Desde Lima o desde Santiago o desde Buenos Aires el pano­rama de la historia común es el mismo, la lección de solidaridad americana es idéntica. Nosotros la recogemos, la .presentamos a nuestro propio pueblo y hacemos votos porque en el futuro logre el Perú constituirse sólidamente sobre bases de libertad y de orden, levantándose a la altura de la herencia que le dejaron sus libertadores, y pueda así mostrar un día sus fronteras libres de litigios insensatos que no han hecho sino retardar su progreso y perturbar a la América.

El Perú grande, próspero y ordenado, el Perú libre y. bien constituido, es una necesidad continental. Nadie puede desear más ardientemente la grandeza de la nación vecina que nosotros, porque nadie puede recibir mayor beneficio que nosotros del amor a la paz que engendra lá prosperidad y que es resultado de la buena organización polítiea.

Nuestros anhelos por la felicidad del Perú son sinceros y ar­dientes, son el homenaje que rendimos a las santas memorias de nuestros héroes, son la natural aspiración de un pueblo que necesita la paz y que, si ha sabido hacer la guerra cuando a ella se le ha provocado, no tiene que reprocharse haperla iniciado jamás.

CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA PERUANA.

Editorial de " L a Nación"

(Santiago 28 de. Julio d e 1921).

La República del Perú celebra hoy el primer Centenario de su Independencia. Por más que una situación anormal y transitoria, en que las contingencias y las odiosidades de la polítiea interna del Perú son factores predominantes, excluya el nombre de Chile

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de las festividades oficiales que se desarrollan hoy en Lima, el pueblo chileno no podría desprender esta efeméride del calen­dario de sus glorias, sin renegar del recuerdo de sus antepasados heroicos que rindieron a millares la vida por darle existencia propia y libertad a esa nación hermana.

Hace '<an siglo que una flota chilena, comandada por Lord Cochrane, dejó a las puertas de la orgullosa metrópoli de los Virreyes a un ^ejército; que, bajo la bandera chilena y al mando del General chilenoí-argentino don José de San Martín, iba a despertar a ese pueblo que aún dormía en el regazo paternal de la monarquía lejana. Cuando aún no estaba nuestro territorio libre de enemigos, cuando todavía flameaba el estandarte in­domable de los tercios iberos en las fortalezas de Valdivia y de Chiloé, los proceres patriotas de Santiago prefirieron dejar in­conclusa y en peligro la obra de nuestra independencia, para que no se prolongara por más tiempo la servidumbre de una raza entregada a gemelo destino sobre las márgenes del Pacífico.

Desangrado estaba Chile por haber dado la flor de sus juven­tudes heroicas al bautismo de la metralla en Rancagua, en Cha­carreo y en Maipo. Vacías las arcas del tesoro patrio y estag-nadas las actividades económicas de nuestro pueblo, por conse­cuencia del largo período de desgarramiento interno y de lucha a muerte que había engendrado el fruto portentoso de la inde­pendencia. Apenas si podíamos marchar por la nueva senda que nos habíamos comprado con la savia de nuestras supremas energías, cuando ya se presentaban al Cabildo de Santiago ese grande San Martín y ese gran O'Higgins, que la historia ha en­cadenado con un laurel eterno, a pedir a esta fábrica de energías cívicas y de libertades públicas, el último esfuerzo económico y la última contribución de hombres para borrar de la faz de América el estigma de la opresión europea. Y sólo así el Perú fué.

En el espacio de un siglo dos expediciones más han surcado el Pacífico para afianzar esa obra. Hemos entrado en 1865 a una tercera guerra con la Madre Patria española que nos ido­latraba, únicamente por garantizar la libertad del Perú, así como Gran Bretaña corriera a las armas en 1914 para cumplir su misión de resguardar la soberanía de Bélgica.

Así ha pasado el tiempo. Tenemos muchas tumbas de herma­nos en las sierras y en los valles del Perú para poder olvidar esta.

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fecha. Y seguimos considerando que si el Gobierno de ese país es enemigo necesario y ferviente de Chile, en cambio los dos pue­blos están llamados a comprenderse a la sombra de una tradi­ción augusta y a la luz de un.sol grandioso de prosperidades fu­turas sobre estos mares donde ningún poder ni odio alguno po­dría trazamos una frontera ni abrirnos un abismo insalvable.

Por eso* si algo debiésemos lamentar en esta ocasión* ello sería que la obra de la cordialidad y de la solidaridad de las na­ciones latino-americanas no se encuentre aún realizada. Y'sería también ese hado adverso que aún no permite que la cuestión de Tacna y Arica pueda llegar a la solución tranquila y amistosa que anhelan todos los hombres de paz y de justicia de ambos lados de la barrera temporal que este problema levanta.

Los pueblos no pueden substraerse a sus necesidades econó­micas ni a los destinos que la Naturaleza les ha trazado. Por más que el ataque a Chile sea un arma política que las mayorías y las minorías se disputan para trepar al poder, los intereses de estos dos países están en el comercio y en el desarrollo de sus ma­rinas mercantes, mediante los cuales podrían mantener en estos mares el negocio de los fletes y dejar de ser tributarios econó­micos del extranjero.

Los intereses comerciales son así análogos y para que la adap­tabilidad sea completa, no existe entre los dos países rivalidad ni incompatibilidad alguna de producciones. Es todo lo contrario. "¿Qué falta entonces y qué nos separa, retrasándonos ene i ca­

mino del progreso? Lo hemos dicho tantas veces! Falta en Lima un Gobierno suficientemente firme y prestigioso para poder soldar los intereses económicos por encima de las.conveniencias de la política interna. No existe en Chile odio alguno al Perú. No creemos que la gente de bien, aliente en ese país adversión de ninguna especie contra los chilenos. Es un caudillaje y es una politiquería arcaica la que aleja de nosotros al aliado de un siglo. Y no sólo hacen fuego contra nuestro país sino que mantienen a sus propíos connacionales bajo el régimen de la persecución y de la restricción de sus garantías fundamentales.

Fuerza és entonces aguardar en calma la hora de la cordura que tarde o temprano tendrá que venir. Debe, entretanto, man­tener Chile su actitud respetuosa del derecho, escrito en los tra­tados y en las grandes normas morales del derecho de los pueblos,

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Y no le cabe sentir pasión alguna, al verse excluido momentá­neamente de una conmemoración que le pertenece.

Los actores heroicos de la gran epopeya de la Indenpedencia están arriba, y ellos nos hacen justicia al través de los siglos. Y aquí en la tierra ni el más poderoso de los dictadores podría en­cumbrarse hasta tocar siquiera el pedestal en que la historia de la humanidad ha colocado a la nación chilena que en 1821 lo dio todo y se quedó sin nada, para hacer la luz, la igualdad y la justicia en esos campos donde la sombra de los Incas marti­rizados y perseguidos clamaba venganza al carro del sol, su dios y su esperanza y su eterno emblema.

CENTENARIO

"E l Diario Ilustrado"

Hoy se entera un centenario glorioso para Chile. Como resultado de los esfuerzos generosos de una expedición

de chilenos y argentinos, que partió de Chile con la bandera de nuestra patria, se proclamó la independencia del Perú.

Nuestro pueblo emancipó al pueblo del norte y su libertad fué un triunfo chileno.

Celebramos, pues, con inmenso orgullo esa victoria de nuestra patria y recordamos, venerándolos, los nombres ilustres de O'Hig-gins, de San Martín, de Cochrane, de Blanco Encalada, de Zen-teno y de Zañartu.

THE PERUVIAN CENTENARY

Editorial de " T h e South Pacific Mai l "

' (Valparaiso 28 de Julio de 1921).

To-day the neighbouring Republic of Peru celebrates the hundredth year of its Independence. An imposing assemblage of the representatives of foreign nations will be present on the

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occasion to witness the carrying out of a brilliand programme o f celebratiions. Great Britain being represented by Lord Dun-dqnald, the descendant of Thomas, Lord Cochrane, the heroic leader of the Chilian, squadron that did so much to secure Peru­vian freedom.

Among the dignitaries and diplomats gathered together on this auspicious date" to felicitate Peru on the completion of a century of eventful history a gap will be noticed. The Republic of Chile will not be represented, in consequence of the unfor­tunate differences that still sever two nations that should, as neighbours be a mutual support to one another. This is deeply to be regretted, and we, who hold sentiments of friendship to "both countries, and whose earnest desire is to see both moving hand in band along the common path of progress and prosperity, must note the fact with sorrow. None the less, as residents in Chile, and counting among our friends innumerable Chilians who hold strong opinions as to the justice of the Chilian point of view, it is natural that we should imbibe something of these same opinions, and attribute the long continuance of strained rela­tions in greater measure to the attitude of Peru. In any case, the celebration of the centenary of Peru without the active coope­ration of Chile too much resembles the famous presentation of *'Hamlet" in which Hamlet himself was left out.

Just as Chile owes a debt of gratitude to Argentina and to San Martin for timely aid in reestablishing Independence on this •side of the Andes, so Peru must needs recognise her indebtedness to the combined forces of Argentina and Chile in the events that made possible her existence as an independent state. It is not enough to affirm that the action of Chile was dictated by mo­tives of self-preservation, since the continued predominance of Spanish power in Lima was a continual menace to the young republic of the South. Peru had for half a century and more che­rished the desire for independence, but in Lima the Mother coun­try seemed to be impregnably fortified. Attack by land, over waterless deserts and impassable mountain chains seemed ho­peless, and with the main military power of Spain concentrated in the Capital and chief cities under. the rule of the Viceroy, the success of internal revolt was very problematical. Such "uprisings as had taken place in the past had been easily put down and their authors ruthlessly exterminated.

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One only line of attack afforded reasonable prospects of suc­cess—an invasion of the seaboard. But to effect this a navy and transports were necessary, and a vast accumulation of military stores. In the nature of things, help had to be looked for from without, for the liberating armies of Bolivar were still far distant and otherwise occupied; Help could only come from one quarter, the South, where San Martin, O'Higgins and their valiant arid victorious colleagues, native and foreign, hadthe flag of freedom upright and deeply planted.' ; ' j

Some months ago we dealt in these columns with the efforts made in this country to raise the funds, the men and the material necessary to fit out a liberating expedition to Peru.

Leaders of the most brilliant character were not lacking; under the great names of O'Higgins, San Martin, Cochrane could be written a long list of men, natives of South America, of Great Britain, France and America whose swords were pledged to the cause of the freedom of the Continent, and who in many cases gave their lives for its accomplishment. But mdney was very-scarce, and in the undeveloped state of the country, still only slowly recovering after years of internal warfare, material was hard to come by. Money was obtained by heavy taxation and by the gifts and loans of foreign merchants.

Arms were purchased wherever they could be come by, and many an old musket came to Chile from the battlefields of Na­poleon. Ships had already been obtained by purchase, or by cap­ture from the enemy. With efforts gigantic for so small and poor a country, the final preparations were completed, and the ex­pedition sailed from Valparaiso with San Martin in command of the land forces of the Chilian and Argentine allies, and with Lord Cochrane in command of the fleet.

On August 21st, 1820, the expedition put to sea. There were over four thousand men of all ranks, thirty-five pieces'of arti­llery and six hundred horses. Spare equipment was carried for several thousand men who might b e expected to join up in Peru. The fleet consisted of eight armed ships and fifteen transports, mounting in all 240 guns, the crews numbering sixteen hundred. The fact must be emphasised that the fleet, which rendered possible this expedition/was wholly Chilian!

A landing was made in Ancpn, in September 1820. Cochrane had wished that the landing should have been near Callao, and

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an immediate march made on the capital. He may have been right, but in any case the more elaborate plans of San Martin brought victory in due course.

In the meantime, the fleet, under Cochrane, blockaded Callao, and it was now that th e celebrated cutting out of the "Esmeralda" from under guns of the Spanish batteries took place. Meanwhile, th !e strategy of San Martin was bearing fruit, and Lima was invested. T h e Viceroy was forced to withdraw, and the libera­ting army, made up of Argentine's, Chilians and native Peru­vians, entered Lima amidst scenes of enthusiasm. In the ancient capital of the Viceroys, on July 28tb. 1821, the Independence of Peru was proclaimed, the event which is to-day being cele­brated in the neighbouring Republic.

Traducción

«El Perú celebra en este mes el centenario de su independen­cia. Es brillante el programa de las fiestas que con este motivo se celebrarán en la República vecina, a las que darán realce las numerosas representaciones de naciones extranjeras. Ahí estará Lord Dundonald, como representante de Gran Bretaña; es des­cendiente y heredero del título de Sir Thomas, Lord Cochrane, que fué el heroico jefe de la escuadra chilena que tanto hizo para afianzar la libertad del Perú.

Sé hizo notar en esta manifestación la falta de representación de Chile, motivada por las dificultades existentes entre estos dos países vecinos, que tan necesarios son el uno para el otro. Nosotros lo deploramos vivamente, por haber cultivado siempre sentimientos amistosos hacia ambos países y vivamente desea­ríamos verlos unidos en la senda del progreso y de la prosperidad. Intenso dolor nos produce este divorcio, pero vivimos en Chile, en donde tenemos muchos y buenos amigos, cuyas opiniones son. decisivas y seguras acerca de la justicia de su causa. Respirando este ambiente, nada raro es que nos inclinemos, un tanto a las mismas opiniones, atribuyendo esta prolongada enemistad a la actitud del Perú. " . •;< •

La celebración del Centenario del Perú es, pues, sin la activa cooperación de Chile, más o menos como si se representara a «Hamlet», sin que éste estuviera presente.

Así como Chile tiene una deuda de gratitud hacia la Argentina

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y a San Martín por su oportuna ayuda para restablecer su i n ­dependencia, así también el Perú debería reconocer su gratitud a las fuerzas combinadas argentinas y chilenas en los aconte­cimientos que la hicieron un Estado independiente y libre. N o basta asegurar que la acción de Chile fué dictada por motivos de propia conservación, ya que la continuada dominación de España en Lima era una amenaza constante para la joven Re­pública del sur. Hacía ya medio siglo y más que el Perú acari­ciaba la deseada independencia, pero Lima parecía ser inatacable con sus "fortificaciones. K

Atacar por tierra, por un desierto sin agua o montañas inac­cesibles, parecía imposible, y la idea de una revolución interna era muy problemática, defendida como estaba Lima por el su­perior poder militar de España concentrado en el Callao y las principales ciudades bajo el comando del virrey. Las tentativas •que se hicieron fueron dominadas y sus promotores exterminados.

, No parecía haber otro punto racional de ataque con alguna esperanza de éxito que el de una invasión por mar; para esto eran necesarios barcos y transportes y numerosos recursos mi­litares. Como era natural, habría también que proporcionarse ayuda de fuera, pues, el ejército libertador de Bolívar estaba aún muy distante y ocupado en otras cosas. Sólo se podía espe­rar de nuestros recursos del sur, de O'Higgins y San Martín y de sus victoriosos colegas naturales y extranjeros que habían alzado ya y plantado, altiva y profunda la bandera de la libertad.

Hace algunos meses ocupamos las columnas de este diario con la relación de los esfuerzos llevados a término en este país para procurarse los fondos, los hombres y los materiales necesarios, para preparar una expedición al Perú.

N o faltaban hombres de grandes caracteres que, como O'Hig­gins, San Martín, Cochrane y una larga lista de hijos del país, -sud-americanos, de Gran Bretaña, franceses, nqrteamericanos, que consagraran sus espadas a la causa de la libertad del conti­nente, muriendo muchos de ellos en el campo del honor. El di­nero era muy escaso, y en el atraso en que estaba el país, que principiaba apenas a recobrarse después de años de guerra in­terior, los materiales se demoraban en llegar y el dinero se con- 1

seguía sólo a muy alto interés y por dádivas de los negociantes •extranjeros.

La armas se compraban al azar y más de una era de las re -

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cogidas en los campos dé batalla de Napoleón. Las naves se ha­bían conseguido ya o con dinero o capturándolas al enemigo. Con los gigantescos esfuerzos de un país pequeño y pobre se realizaron los últimos preparativos y la expedición zarpó de Val ­paraíso, con San Martín como jefe de las fuerzas aliadas de Chile y Argentina, y Lord Cochrane como comandante de la escuadra.

El 22 de agosto de 1820, la expedición zarpó; llevaban cuatro mil hombres de las diferentes armas, treinta y una piezas de ar­tillería y seiscientos caballos y algún equipo para varios miles, de hombres que habían prometido unírseles en el Perú. La es­cuadra la componían ocho navios armados y quince transportes con 240 cañones entre todos, y una tripulación de seiscientos hombres. La escuadra era toda chilena y sin ella no habría sido posible llevar a feliz término la expedición.

Desembarcaron en Ancón en 1820. Cochrane deseaba que el desembarque fuera en Callao y de ahí marchar inmediatamente a Lima; pudo tener razón, pero el plan más cuidadoso de San Martín les dio la victoria.

Entretanto la flota operaba, mandada por Cochrane, y aquí tuvo lugar la escapada de la «Esmeralda» por entre las baterías del Callao. Mientras tanto la estrategia de San Martín tuvo el éxito deseado y Lima se rindió. Se obligó a retirarse al virrey y el ejército libertador, compuesto de chilenos, argentinos y p e ­ruanos, entró a Lima en medio del mayor entusiasmo.

En la antigua capital de los virreyes, el 21 de julio de 1821 fué proclamada la independencia del Perú, cuyo Centenario ha celebrado la vecina República.

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LOS CHILENOS DE ARICA Y EL 28 DE JULIO

Solicitan del Presidente de la República se celebre esa fecha como fiesta nacional de Chile

Excmo. señor Arturo Alessandri, Presidente Repú­blica. Santiago.—Los firmantes, ciudadanos chilenos residen­tes en Arica, en uso del derecho de petición popular, a VE. su­plican S 2 sirva decretar feriado el próximo 28 de Julio, fecha del Centenario del Perú.

Aquel acontecimiento, fruto de enormes sacrificios del.Gobierno y pueblo chilenos, es una de las glorias más pojas de que pue­de enorgullecerse nuestra República.

Suplicamos asimismo a VE. ordenar que en todos los colegios del Estado se explique el significado histórico y trascendencia americana de la Expedición Libertadora del Perú».

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PRESIDENTE DEI. PERÙ

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Párrafos del Mensaje del Presidente Leguía, leído en la sesión solemne de las Cámaras, el 2 8 de Julio de 1921.

«Con pesar exceptuamos de nuestra invitación al pueblo que cuarenta años rompió las tradiciones de fraternidad americana enarbolando el pendón de la conquista en el Continente, sin que hasta ahora haya dado muestras de reacción o arrepentimiento. La exclusión era merecida e inevitable. Nuestra dignidad ultrajada no permite otra cosa, y mientras el ofensor gratuito no reforme su con­ducta y renuncie a sus métodos inveterados de violación del derecho, el Perú no podrá extenderle su mano amiga en reposición de vínculos un día fraternales y sinceros.

«Sin embargo, con la clara visión de su fabuloso porve­nir y con espíritu exento de pasiones mezquinas, el Perú perdonará las ofensas del hermano extraviado, cuando éste, renegando de su ya viejo proceder, pruebe haberse hecho digno de volver sin tacha ni vergüenza al común regazo americano.

«Palabras de sincero afecto y merecido encomio, debo aquí a la madre España, altamente hidalga y noble, aún más gloriosa en su generoso olvido de nuestras pasadas querellas de familia y a la gran República Argentina, nuestra hermana primogénita, copartícipe primordial en esta fiesta que es estrictamente suya, como que con sus legiones y tesoros se consagró la gran empresa de la eman­cipación americana, americanizando con su altruismo y abnegación, el empuje redentor de sus denodados hijos, acudiendo en nuestro auxilio, hace ya un siglo, y viniendo hoy a confundirse con sus hermanos del Perú en la cele­bración de la magna fecha realzada con el culto que ren­dimos a la memoria del gran San Martín».

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EXMO. SENOR PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CHILE

DON ARTURO ALESSANDRI

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Párrafos del Mensaje del Excmo. Presi­dente de la República de Chile, Don Arturo Alessandri, en la sesión de apertura de las Cámaras, 1.° de Junio de 1921.

«El 28 de Julio del año en curso celebrará el Perú la con­memoración solemne del centenario de su independencia, fecha gloriosa que representa la emancipación de un pueblo, su nacimiento a la vida del progreso y de la libertad.

«Chile, que aportó a esa gran obra de redención y de vida el contingente precioso de la sangre de sus hijos y -de esfuerzos heroicos y gigantescos, no podrá asistir a aquella fiesta de confraternidad y de regocijo americano por no haberle sido posible remover los obstáculos que lo distancian de aquella República hermana, en cuyo auxilio acudió siempre en diversas épocas difíciles de su historia.

«No hemos podido hasta hoy obtener el cumplimiento del Tratado de Ancón, cuya ejecución jamás ha resistido nuestro país, y que hoy, como siempre, está dispuesto a honrar con la fe solemne compremetida bajo su firma.

«Es resolución inquebrantable de mi Gobierno eliminar la única dificultad exterior que aún tiene pendiente, e inspirado en hondo sentimiento de justicia internacional que reconoce a los habitantes de Tacna y Arica el derecho a exigir para sus hogares una nacionalidad definitiva, considera que ha llegado el momento de consultar su voluntad -y de aceptar su veredicto.

«Ajustaremos así nuestra conducta al espíritu de los tratados y a los sanos principios que, a raíz de la última

¿guerra, han producido en Europa la consolidación de las

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colectividades políticas que, durante muchos siglos vi­vieron en la incertidumbre de su verdadera fisonomía in­ternacional. Y, convencidos d'e que con ellos a la vez que ejercitamos un derecho soberano, prestamos un valioso servicio a la gran causa de la concordia continental, lle­varemos a efecto esta resolución con inquebrantable fir­meza, cualesquiera que sean las dificultades que su eje­cución' pueda suscitar, seguros de que así serviremos a nuestro país.y al continente Sud Americano, pues ambos necesitan, requieren y exigen dedicarse a la vida fecunda del trabajo, libres de dificultades, de zozobras y conflic­tos exteriores que producen la anemia;, él desorden, la anarquía y el debilitamiento de los pueblos que los so­portan.

El panamericanismo es un ideal político y una noble aspiración de interés continental que servirá mi Gobierno con sinceridad y energía. Desgraciadamente, en varios países de Sud-América perduran todavía desinteligencias qué es mi mas ardiente anhelo ver desaparecer, para que reine la paz absoluta, lá cordialidad y la armonía en todo el Continente,' a fin de que, unidos en un sentimiento de mutuo amor y concordia, nuestros pueblos luchen juntos por él progreso americano y por el bien de la humanidad.

Así como es mi resolución aportar por nuestra parte todo el contingente de que ya he hablado para disipar la única sombra que todavía oscurece nuestro horizonte in­ternacional, creo que el Continente, reconociendo y res­petando la soberanía de los pueblos, recibiría con júbilo lá solución de las dificultades de límites pendientes entre el Perú, Ecuador y Colombia, litigio casi secular que man­tiene en suspenso la soberanía definitiva sobre un vasto y riquísimo territorio de 683,611 kilómetros de superficie.

Igual cosa podría decirse por lo que respecta a las desi-deñcias existentes entre las repúblicas hermanas de Bo-livia y el Paraguay.

Ante la extensión inmensa de las porciones territoriales qué estas contiendas representan, disminuye en impor­tancia material nuestro litigio fronterizo, que se refiere apenas a 23,306 kilómetros de terrenos estériles y de ínfima valor. Los grandes y elevados intereses del continente re -

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-TO-quieren que todos los pueblos que lo forman se unan en una aspiración común para que terminen todas estas con­tiendas y para que la paz definitiva, que es fuerza creado­ra, poderosa y fecunda, ilumine definitivamente los nue­vos horizontes de la prosperidad y grandeza de las naciones.

PESO PERUANO DE PLATA DE 1823

(En el escudo se ostentan las banderas de Chile, Colombia, Argentina y Perú)