Brown Peter El Mundo en La Antiguedad Tardia

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    P E T E R B R O W j N 1 /.-- n

    // V

    5 .^s t i t u t o o i ^S ttTlSJV

    ^ Y WOriY^tf c ' Ai. *

    \ & Mo i

    EN LA :| .A NTIG EDAD, TARI)!A

    (De Marco Aurelio a Mahom)

    V ersion casteilanade

    A NT NI'- P- NERQ 4

    taurus

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    Ttulo original: The World of Late Antiquity

    1971, T hames and Hudson L td., Londres

    , ISBN: 0 500 33022 0

    Ilustracin de la pgina 4:

    Un g rupo f am iliar del_ siglo rv.V id r io do r a do in cr us tado en un a cr uz.

    1989, A l t e a , T a u r u s , A l f a g u a r a , . S. A.TAURUS

    Juan Bravo, 38 - 28006 MA DRIDISBN: 84-306-1292-0

    Depsito legal: M. 9.329-1989' PRINT ED- 1N SP A IN

    Todos !os derechos reservados.EiU publicacin no puede jer reproducida, ni en lodo ni en pane,

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    N D I C E

    P r l o g o ........................................... ............. . ....................... ....................... 9

    V.............. ** Pa r t e I ......................... \ ............

    L A R E V O L U C I O N R O M A N A T A R D A

    I. S o c i e d a d ... ......................................................................................... 17-

    1. Los lmites del inu nd o clsico hacia el 200 d.C, ... ... 172. L os nuevo s g ober nante s: 240- 350............................... ... ... 29

    3. Un m und o res taurado: la sociedad roma na en el......sig lo i v 43

    II. R e l ig in............................................................... .............. 61

    4. La nuev a maner a: orie ntaciones de! pensamiento religioso, c. ! 70- 3000 ............................ .............................................. 61

    5. La crisis de as ciudades: la ascensin dei cris tianismo,

    c. 200- 300 ..................... ............................ ................

    .................... 74 -

    6. Los ltimo s helenos: filo so fa y pag anis mo, c. 260-360 ... 85

    7. L a conv er sin de! cris tianism o, 300- 363 ............................

    .8. El nuevo pueblo: ei mo naquis ino y la ex pansin de] cristianismo, 300-400 ........................... . ........................................ 114

    P a r t e I I

    L E G A D O S D I V E R G E N T E S

    U t . E l O c c i d e n t e ................................................................... .................... 139

    9. El re surg imiento occ identa l, 350- 450 ................ ................ 139

    10. El pr ecio del re sur g imiento: socie dad occidental, 450-600 ... ... .............. > ............. .. ............... ... .. . i . .151

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    IV . B i z a n c i o ........................................................................................................ 165

    11. L a ciudad g ober nante : e! Imperio Oriental desde T eodosio il hasta Anastasio, 40&18 ........................................ 165

    12. L a g lor ia: Jus tin ian o y sus sucesores, 527- 605 .............. 179

    15. Los imperios de Or iente: B izancio y Per sia, 540- 640 ... 190

    14. La muer te del m undo clsico : cultura y religin a co

    mienzos de la Eda d Me dia 204

    V . L o s nuevos a c t o r e s ..................................... . ................... ........ 225

    15. Mahoma y el surgimiento de! Islam, 610-652 .............. 225

    16. Un ja r dn pr ote g ido po r nue s tr as la nzas : el m undo dela A ntig e dad tarda bajo el Islam, 632'809 .................... 252

    C r o n o l o g a ....................... ........................... ........................... .......................... 245

    M a pa .................................................................. ................................................. 248

    B i b l io g r a f a .............................................................. .............. --- 251

    Ag r a d e c i m i e n t o s .................... ........................... ........................... .................. 259

    I n d i c e d e n o m b r e s y m a t e r i a s ..................... .......................... ............... 261

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    P R O L O G O

    Este libro es un estudio de cambios sociales y culturales.A br ig o la esperanza de que cuando el lector lo concluy a poseaalg unas ideas de cmo.- e. incluso por qu ^el mundo de la Anti-gedad tarda (aproximadamente entre er2Q0 y el 700 d.C.) llega erT Ln cUteren te del clsico, y cmo, a su vez, los rapidsimoscambios de este perodo decidieron la diversa evolucin de Europa, occidental- v oriental, y el Proxim Oriente.

    A l estudiar esta poca debemos tener siempre presente latensin entre cambio y continuidad, viva y perenne en ese mundo"en torno ai~Medterrneo excepcionalmente antiguo y de tan profundas races. Por un lado, este periodo.es el momento en el queciertas instituciones antiguas, cuya ausencia podra haber parecido totalmente inimaginable en un hombre que viviera hacia el250 .d.C., desaparecieron irremisiblemente. Haca el 476 el Impe-rio Romano se haba esfumado del escenario de la Europa occi-

    5enta;~ hacia el 635 ie ocurra lo mismo al Imperio Persa en elPrx imo'Or iente , Sera demasiado fcil escribir ob'r fa A ntigedad tarda como si se tratara meramente de una melanclicahistoria de decadencia y cada.del Imperio Roman, visto desdeOccidente, o del Imperio Persa sasnida , considerado desde Ir n. Por otro lado, vamos cayendo, en la cuenta cada vezms de las nuevas y sorprendentes creaciones lig adas a este perodo, y nos dirigimos hacia eiias para descubrir por qu Europa

    se hizo cristiana y el Prximo Oriente, musulmn. Nos hemosvuelto ex tremadamente sensibles Pialante con tem pora neo delnuevo arte abstracto de esta poca; los escritos de hombres comoPlot no y Agustn nos sorprenden, porque como en una ober*tura desconocida percibimos ios primeros acordes de tantas

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    y tantas melodas que un europeo sensible ha llegado a considerar como lo ms moderno y valioso de su propia cultura.

    A l dir ig ir nuestra mirada al mundo de la A ntigedad tarda

    nos sentimos aprisionados entre la triste contemplacin de vetustas minas y la calurosa aclamacin de un nuevo nacimiento.Pero lo que nos falta a menudo es percibir cmo era la vida enaquel mundo. Ai igual que muchos coniemporneos de los cambios, nos iremos enterando de ellos, y nos haremos extremadamente conservadores o histricamente radicales. Un senador romano poda escribir como si viviera an en los das de Augusto ydespertarse como les pas a muchos a fines del sig lo v d.C.

    cayendo en la cuenta de que ya no haba ningn emperador romano en Italia. A su vez, un obispo cristiano poda saludar congozo los desastres de las invasiones brbaras como si stos tornaran irrevocablemente a los humanos desde la civilizacin terre

    n a hacia- la Jerusaln celestial; sin embargo,- lo har en un latno en un griego inconscientemente modelado sobre las estructurasclsicas antiguasy, a la vez, revelar actitudes hacia el universo,prejuicios y esquemas de comportamiento que lo sealarn como

    un hombre firmemente enraizado an en ocho siglos de vidamediterrnea.

    Cmo basarse en un gran pasado sin ahogar el cambio. Cmoinnovar sin perder las propias races, y, sobre todo, qu hacercon el extrao que est en medio de nosotros... con esos sereshumanos excluidos de una sociedad tradicisnalmente aristocrtica, con pensamientos a los que una cultura ancestral niega laposibilidad de expresin, con necesidades no contempladas por

    una relig in convencional,' con el forastero de ms ail de lasfronteras... Tales son los problemas con ios que ha de enfrentarsecualquier sociedad civilizada, y que en la Antigedad tarda eranparticularmente espinosos. No me imagino a un lector tan insensible a la idea de Grecia o Roma del perodo clsico, o tan indiferente a la influencia del cristianismo a quien no le apetezcallegar a formarse un cierto juicio sobre el mundo de la Antigedad tarda, mundo que contempl la radical transformacin deaqullas y la victoria sobre el paganismo clsico de ste. Perodebo dejar bien claro que al presentar el devenir de este procesome he concentrado en el modo cmo ios hombres de la Antigedad tarda afrontaron el problema del cambio. '

    El Imperio Romano cubra un territorio vasto y diverso: lasinnovaciones que experiment en este perodo fueron complejas

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    y variadas. Se escalonan desde procesos obvios y bien documentados tales como las repercusiones de la guerra y ios elevados

    impuestos que recaan sobre la sociedad de ios siglos in y tvhasta mutaciones tai ntimas y misteriosas como las que afectana las relaciones del ser humano con su propio cuerpo y con susinmediatos vecinos. Confo en que el lector usar de pacienciaconmigo si comienzo la primera parte de este libro con tres captulos que delinean los cambios en la vida pblica del Imperio del 200 al 400 d.C. , y vuelvo luego sobre mis pasos paraanalizar las transformaciones de las actitudes religiosas, menos

    pblicas pero igualmente decisivas, que tuvieron lugar en el mismo prod.'He'procurado especialmente sealar los momentosn' los "que considero que los cambios en las condiciones socioeconmicas del Imperio se entreveraban con la evolucin religiosa de la poca.

    - A lo largo de todo este perodo, los principales- teatros- de las -innovaciones fueron el Mediterrneo y Mesopotamia. El mundode los brbaros septentrionales permaneci en la periferia de

    esas reas. Bretaa, ei norte de las Galias, las provincias danubianas tras la invasin de los eslavos a finales del siglo vi, quedan fuera de mi ngulo de visin. La narracin gravita por smisma hacia el Mediterrneo oriental; nuestro relato termina conmayor naturalidad en la Bagdad de Harun al- Rashid que en elremoto Aquisgrn de su contemporneo Carlomagno. Confo enque e lector (y especialmente el medievalLs.ta acostumbrado atratados generales interesados sobre todo en el urg imiuo de la

    sociedad occidental postromana) me perdone si me mantengoen los lmites de esta regin. Para Europa occidental tendr guasseguros, de los cuales ambos somos igualmente deudores.

    Nadie _puede negar los estrechos lazos entre las revolucionessocial y espiritual de la A ntig edad tarda, A hora bien, precisamente porque'tales vnculos sontan ntimos no pueden reducirsea la relacin superficial de causa y efecto. A menudo el historiador slo es capaz de afirmar que ciertos cambios coinciden

    entre s, de tal modo que uno no puede entenderse sin referirseal otro. Una historia del mundo de la Antigedad tarda en t ique desfilaran todos los emperadores, los brbaros, soldados,terratenientes y recaudadores de impuestos creara una imagentan descolorida e irreal de la condicin de esa poca como laque producira una narracin que se ocupara tan slo de lasalmas recoletas, de los monjes, msticos y pavorosos telogos de

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    aquel tiempo. Debo dejar al lector la decisin de si mi relatole ayuda a comprender por qu tantos cambios, y de tan diferen-

    tes ciases, convergieron para generar este perodo tan caracterizado de la civilizacin europea que llamamos la Antigedadtarda.

    La revisin de este libro debe mucho a la vigilancia de Ph.Rousseau, cuyo cuidado ha ido ms all, como ocurre a menudo, de la comprobacin de fechas y citas; y su conclusin debemuchsimo a mi mujer, cuya curiosidad y sensibilidad por iosperodos de cambio he compartido gozosamente durante muchos

    aos.

    A r te abs tr acto . ES de s f ile tr a di c io na l de l cns ul en R o m a pr es e nt ado en un id io m a nu e v o.

    De U basl ica de lunio Baso, en Roma; siglo iv.

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    e C' V ~ ;i v y c-f -

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    Una poca barroca. Arcos atrevidos y el tallado exuberante de la piedradenotan ya cierta distancia del estilo clsico. Este modo teatral propordionel trasfondo a las ciudades que otorgaban gran valor a los actores estrellas

    y a los gestos pbli cos de g r an ma g nif ic e ncia . U n tpi co mag na te lo ca l tr ans for madoen buena persona, el emperador Sepmio Severo (193*211). dot a su ciudad natal.Lepcis Mag na (T nez), con stos y otros e dificios s imilares.

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    I . S O C I E D A D

    ,/

    i . LOS - M IT E S D E L M UN DO C L S I C O H A C IA E L 200 D.C.

    . V iv imos , alrededor un mar como ranas en J omo a una_charca, haba dicho Scrates a sus amigos atenienses. Setecientos anos mas tarde, en el 200 d.C., el mundo clsico permanecaarracimado alrededor de su charca: todava se aferraba a lasriberas del mar Mediterrneo. Los centros de la Europa modernase hallan situados muy lejos, hacia el norte y el occidente dlmundo de los hombres antiguos. Para stos viajar a las riberasdel Rin era casi como adentrarse a mitad de camino en tierras debrbaros: un sureo tpico lleg a transportar a su mujer, yafallecida, desde Trveris hasta Pava, de donde era oriunda, paraenterrarla con toda seguridad ffrnto a sus antepasados. Ufftsenador griego de Asia Menor, nombrado gobernador en tierras delDanubio, senta lstima de- s mismo: L os habitantes de vestaregin... viven la existencia ms miserable del gnero humano,escriba, puesto que no cultivan olivos y- no beben v ino .

    El Imperio Romano se haba extendido tanto cuanto parecinecesario a las pocas de la Repblica y del Bajo Imperio para

    - proteger y enriquecer al mundo clsico, que viv a ya una existencia de siglos en torno a las riberas del Mare Nostrum. El extraordinario flujo de la vida mediterrnea es lo que nos llama pode-;rosamente la atencin en el apogeo de este Imperio en el siglo ixde nuestra era. Esta impetuosa marea haba penetrado tierraadentro como nunca antes previamente; en el norte de Africa

    y en el Cercano Oriente nunca alcanzara la altura de entonces.Durante un,.breve tiempo,los grampos de Escocia tomaron asien*to ante una comida para oficiales condimentada al estilo de las

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    L a c harc a de es renas. E! ma pa de! jr.iver-

    La alternativa. Viaje lento por t ierra. Nuestra ciudad, escribi un habitantede Asia Menor del s iglo iv, como se halla si tuada lejos del mar, no puede:

    desembarazarse de sus excedencias ni importar lo que necesita en pocasde caresta. Relieve de A damclissi (trof eo de T ra jano (108- 109 d- C.).

    casas de campo italianas. Una ciudad de trazado hipodmico, conanfiteatro, biblioteca y estatuas de filsofos clsicos, contemplbalos montes del Hodna, en Timgad, en lo que ahora son los yermos terr itorios del sur de Arg elia. En Dura- Europos* en las r iberas del Eufrates, una guarnicin militar tena el mismo calendario de festividades pblicas que Roma. El mundo de la Anti*gedad tarda haba heredado este sorprendente legado. Uno aelos problemas principales del perodo comprendido entre los aos200 al 700 era cmo_mantener a travs de un vasto imperio unestilo de vida y una cultura basados originalmente en los hbitosde una delg ada franja tachonada de ciudades- estado de la pocaclsica.

    En primer lugar, el Mediterrneo clsico haba sido siempreun mundo que rozaba los lmites de la inanicin. El Mediterrneoes un mar rodeado por cadenas de montaas: sus frtiles llanuras

    y los valles de sus ros son como encajes de blonda zurcidos a

    una estamea. Muchas de las grandes ciudades de la poca clsica se hallaban emplazadas en alturas imposibles. Cada ao sushabitantes pillaban ios territorios de alrededor para poder alunen-tarse. Al describir los sntomas de una mainutricin ampliamente

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    EJ mar signif ica comida. Este fresco de Ostia nos muestra cmo se cargaba granoen un navio. Seg n un observ ador del s iglo v, Cons taminopia era afortunada : Apesar de su enorme poblacin, hay siempre gran cantidad de alimentos, oorquea travs del ma r se puede traer toda clase de prrty W cncs J caae muchas reg iones.

    extendida en las zonas rurales a mediados del siglo it, Galenoobservaba: Los habitantes de la ciudad, segn su costumbre,(reunan y almacenaban suficiente grano para todo el ao siguienteinmediatamente despus de la cosecha. Se llevaban todo el trigo,la cebada, las vainas y lentejas, y dejaban slo un resto para lasgentes del campo. Contemplada a esta luz, la historia del Imperio Romano es el relato de cmo un diez por ciento de la poblacin, qu viva en las ciudades y haba dejado su marca en elcurso de la civilizacin europea, se alimentaba expresndolobrevemente al modo d Gale no gracias al trabajo del res lantenoventa por ciento que laboraba en el campo.

    La comida era el bien ms precioso en el antiguo Mediterrneo. Ei alimento significaba transprte. Pocas de las grandesciudades dei Imperio Romano albergaban la esperanza de satisfacer sus propias necesidades gracias a los terrenos de su entornoinmediato. Roma haba dependido durante largo tiempo de lanavegacin anual de la flota cerealista procedente de frica. Haciael siglo vi d.C. Constan tinopla importaba 175.200 toneladas de-trigc por ao de Egipto.

    Para todos los primitivos sistemas de transporte el agua es

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    lo que el ferrocarril ha sido en ia poca moderna: la nica arteriaindispensable para el cargamento pesado. Tan pronto como una

    mercadera dejaba las aguas del Mediterrneo o ias de un rocaudaloso, su marcha gil y barata se trocaba en un movimientolento y ruinoso. Costaba menos transportar un cargamento .detrigo de un extremo a otro del Mediterrneo que acarrearlo cientocincuenta kilmetros tierra adentro.

    De este modo e! Imperio Romano consisti siempre en dosmundos que se solapaban entre sr. Hasta el ao 700 de nuestraera las grandes ciudades costeras permanecieron cerca unas de

    otras: veinte das de tranquila navegacin es lo que hubiera necesitado un viajero desde un extremo del Mediterrneo, centromedular del mundo roniano, hasta el otro. Tierra adentro, sinembargo, la vida romana haba tendido siempre a condensarseen pequeos oasis, como gotas de agua sobre una superficierida. Los romanos gozan de renombre por las_ carreteras quecirculaban a lo largo de todo el Imperio, pero tales caminos pasaban a travs de ciudades cuyos habitantes conseguan la totalidad

    de sus alimentos y la mayora de lo que empleaban para viviren un radio de slo cincuenta kilmetros.Era, por lo tanto, en los territorios interiores, a lo largo de

    los mrgenes de las grandes vas, donde los pesados costos delImperio se hacan ms evidentes. La faz ms terrible y brutaldel Imperio Romano, aparece en los esfuerzos incesantes paramantenerse continuamente unido. Soldados, administradores, co-rreos y suministros deban estar perennemente en movimiento de

    provincia en provincia. Visto por los emperadores en el ao 200,el mundo romano se haba transformado en una enmaraadaretcula de caminos, marcada por los almacenes de postas en losque cada pequea comunidad deba reunir comida, prendas, animales y hombres en cantidades siempre en aumento para sustentar a la corte y el ejrcito.

    Para los que subvenan a las necesidades de esta severa maquinaria tales obligaciones no eran, al menos, nada nuevo. Enalgunos lugares eran tan antiguas como la civilizacin misma.En Palestina, por ejemplo, Cristo haba indicado a sus oyentes

    .cpmo comportarse cuando un funcionario les obligara 'a caminarcon l (es decir, a evarle su equipaje) durante un par de kilmetros. Incluso el vocablo que el evangelista utiliz para obligar no era una palabra originariamente griega: derivaba delpersa y proceda de un mundo quinientos aos anterior, de aqu-

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    Ilos das en los que los aquemnidas haban abastecido ios famo- sos caminos de su vasto imperio con los mismos mtodos brutales.

    El Imperio Romano, sin embargo, que se haba extendido pe-

    . ligrosamente lejos del Mediterrneo hacia el ao 200 de nuestraI era, se mantena unido por la ilusin de ser an un mundo muypequeo. Rara vez un estado ha sido tan dependiente de unjuego de manos tan delicado. Hacia el 200 el Imperio estaba^gober nado por una aristocracia de una' u luir , gusto ,y ln-suafe sorprendentemente uniformes. En Occidente la clase senatorial se haba mantenido como una lite tenaz y absorbente quedominaba Italia, frica, el medioda de Francia y los valles del

    Ebro y del Guadalquivir; en el Oriente, toda la cultura y el poderlocales haban permanecido concentrados en las manos de lasorgullosas oligar quas de las ciudades griegas. A lo ancho delmundo helnico ninguna difer encia de vocabulario o pronuncia-

    cin podra traicionar el lug ar - ^fiaG m ie aio - de cualquier ha- ...biante bien educado. En el Occidente los aristcratas bilingespasaban inconscientemente del latn -al -gr iego; un terratenienteafricano, por ejemplo^ poda encontrarse totalmente a gusto e n^

    un saln' literario de acomodados griegos en Esmirna,Sin embargo, esta sor prendente uniformidad era ma nte nida

    por hombres" que perciban oscuramente que su cultura clsicaex ista slo para excluir las posibles y alternativas .a su- propiomundo. Corno" muchas astocracias "Dsmplitas como ios dinastas de la Europa feudal tarda o los aristcratas del Imperio

    Austro- Hngaro- hombres de la misma clase y cultura en cualquier parte del mundo romano se sentan ms cercanos unos de

    otros que de la vasta mayora de sus vecinos, ese paisanaje sub-desarrollado que pululaba en los umbrales de sus puertas. Laexistencia dtf ios brbaros ejerca una presin silenciosa, pero

    - sin pausa, sobre la cultura dl Imper io Romano. Los brbar os no eran slo' los primitivos guerreros de allende las fronteras;hacia el 200 a los brbaros se haban agregado tambin losque no participaban de la vida dMmperio mismo. Un aristcratapoda trasladarse de un foro a otro que conservaban entre s

    una s imilitud tranquilizadora- hablando un lenguaje uniforme^y observando ritos y cdigos de compor tamiento compartidos portodos los hombres educados; pero su camino se abra paso a tra-ves de territorios poblados ele lugareos que eran para l tan

    ^ ajenos como un germano o un persa: E n 1as G ali as los campesR- nos hablaban an celta; en el norte de~ Xfrca. pnico v libio ; en

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    LOS PROVINCIALES

    (Izquierda): Cam pes inos de !a Re nn i a. L a tnica corta de lana y la capucha de ias clasesinferiores en Occidente continuaron sin cambios hasta ia poca medieval, y han sobrevividocomo la vestimenta y a cogulla monacal. Estela fnraria del siglo n. (Debajo, izquierdai : n rico habitante ds Sir ia. Su largo nombregr iego y romano (Marco jul io Mx imo A r is t-des) est acompaado de una extensa inscripcin n arameo; el escultor ha realizado sutalla en un estilo local que anticipa los retratos bizantinos. Siglos n a ni d.C. (Debajo, de

    rechai: Un ciudadano ce Egipto. Estela funeraria copia de Shech- A bade, E gipto, siglo iv d.C .

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    Asia Menor, antiguos dialectos como el licao.nio, frig io y capado-cio; y en Siria, el arameo y el siraco,

    Pero aunque vivan codo con codo con este mundo brbaro,

    inmenso y no asimilado, las clases gobernantes del Imperio Ro-mano se haban mantenido libres en gran medida de algunos de

    los exclusivismos ms virulentos de los modernos.regmenes colo-| niales: eran notoriamente tolerantes en materia de razas y reli-

    ji gones locales. Pero el precio que ex igan para la inclus in ensu propio mundo era 3a uniformidad, la adopcin de su estilode vida, sus tradiciones y su educacin', e igualmente el uso desus dos lenguas clsicas, el latn en Occidente y el griego en

    Oriente. Aqullos que no se encontraban dispuestos a participareran excluidos; se les despreciaba soberanamente como patanes

    y brbaros . Los que podran haber par ticipado y no lo hicieron especialmente los judos eran tratados con diversos g rados

    ..'sle.odio y desprecio, slo ocasionalmente temperado por ia curio*sidad respetuosa hacia representantes de una antigua civilizacindei Cercano Oriente. Aquellos que haban participado alguna vez,

    y se haban descolgado ostentosamente a saber, los cr is tia

    nos- eran reos de una ejecucin sumaria. Hacia el ao 200 denuestra era muchos gobernadores provinciales y masas populareshaban tenido la ocasin de delimitar las fronteras del mundoclsico con histrica certidumbre respecto a los disidentes cristianos de su interior; como dijo un magistrado sobre los adoradoresde Cristo: No puedo ni siquiera decidirme a escuchar a gente

    que habla mal de"*la religin romana.La sociedad clsica hacia el 200 d,C. posea unos lmites muy

    precisos. Estaba muy lejos, sin embargo, de ser una sociedadestancada. En el mundo griego la tradicin clsica haba existidtidurante setecientos aos. Su primera explosin de creatividad,en Atenas, no debera cegarnos has.a el punto de no percibir laasombrosa manera en la que, desde las conquistas de AlejandroMagno, la cultura griega se haba acomodado a un ritmo desupervivencia... como algo que va distendindose con lentitud,capaz de matices exquisitos, cual meloda pacientemente repe

    tida como un canto llano. Durante el siglo n- tuvo lugar un renacimiento estimulante. Coincidi con una revitalizacin de la vidaeconmica y de la iniciativa poltica de las clases superiores delas ciudades griegas. La edad de los Antoninos constituy elapogeo de- la segunda sofstica griega. Estos hombres conocidospor su devocin a la retrica eran al mismo tiempo monstr uos

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    Los protectores.' Portaestandartes romanos de un monumento Spcal(ei T rofe o de T raja no) en AdamcSissi. en la frontera de! Danubio.

    literarios y grandes ricachones urbanos. Gozaban de una vastainfluencia y popularidad. Uno de ellos, Polemn de Esmirna,trataba a todas las ciudades como inferiores, a ios emperadorescomo no superiores, y a los dioses... como iguales. Pero detrsde ellos estaban los prsperos asentamientos del Egeo. Los impre

    sionantes restos clsicos de Efeso y Esmirna (e igualmente lasciudades y templos contemporneos similares desde Lepcis Magna,en- T nez, hasta Baalbek en el Lbano) nos parecen hoy resumirun mundo antiguo e intemporal. Pero tales monumentos fueron,de hecho, la creacin de una magnificencia barroca que durpocas generaciones, entre Adriano (117*138) y Septimo Severo (193 - 2U).

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    Precisamente a final del siglo n y a comienzos del m la cultura griega fue recopilada cuidadosamente paraformar ese lastrede tradicin clsica que perdur a travs de la Edad Media. Las

    enciclopedias, los manuales de medicina, de ciencias naturales yde astronoma, a los que orientaron sus ojos todos los hombrescultivados latinos, bizantinos, rabes durante los siguientesmil quinientos aos, fueron compilados en aquellos momentos.Los gustos literarios y las actitudes polticas que continuaronen el mundo griego hasta el final de la Edad Media se fueronconformando por vez primera en la poca de los A ntoninos /L oscaballeros bizantinos del siglo xv utilizaban, todava un tico re

    cndito creado por los sofistas de la poca de Adriano.En aquella poca.el mundo griego haba- hecho suvo al Imper ioRomano. Podemos apreciar esta identificacin con el estado romano, y los sutiles cambios de acento que compor taba, contem-

    - pando- a un griego de Bitinia- 4- neorporade a4a~- elase gobernante, romana como senador: Din "Casioquien escribi una HistoriaRomana hasta el ao 229 de nuestra er.T;Aunque este personajehaba aceptado entusiasmado el punt, de- vlsta'del Se nado roma

    no, su obra nos recuerda constantemente que el. Imperio haba-llegado a unos griegos habituados ya- afsiglos de despotismo ilustrado, Din saba que el emperador ;errri- ?atcrata. La aceptacin de una honestidad comn y los^nteresesycompartidos conlas clases superiores educadas .eran lasiicas^barreras.a su comportamiento, y no precisamente la delicada obra de relojera dela constitucin de Augusto. Y Din saba cun frgiles podanser semejantes frenos: haba estado presente en una reunin del

    Senado en la que un astrlogo haba denunciado a ciertos hombres. de calva coronilla por conspirar contra el Emperador...e instintivamente su mano se dispar hasta el vrtice de su cabeza. Pero Din aceptaba la dura dominacin de un hombreen tanto en cuanto le proporcionara un mundo ordenado: sloel emperador poda impedir la guerra civil; slo l era capaz deejercer una vigilancia eficaz sobre las ciudades griegas, absortasen facciones rivales; slo l poda conseguir que la clase a la

    que Din perteneca fuera segura y respetada. Los eruditos bizantinos, que se dirigieron a la obra de Din varios siglos ms tardepara conocer la historia de Roma, se sentan irremediablementeconfusos ante los relatos de hroes de la Repblica Romana, peroeran capaces' de'comprender"'? ' la perfeccin''a los emperadoresfuertes y plenamente conscientes de la propia poca de Din:

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    la' historia romana de un griego de finales del siglo n y comienzos del ni era ya su historia.

    Un cambio de] centro de gravedad del Imperio Romano hacia

    las ciudades griegas de A sia Menor, un reflorecimiento del man-darinato griego que tuvo lugar en los prsperos das de los A ntoninos apunta ya en direccin a Bzancio. Pero los hombres de lapoca de Din Casio emprendieron con entera decisin otro camino: eran decididos conservadores; su gran xito se haba expresado en una reaccin cultural; para ellos los lmites del mundoclsico eran an claros y rgidos... Bizancio como tal una c iv ilizacin que poda engendrar, basndose en esta antigua tradicin

    siempre orientada hacia e pasado, tales novedades revolucionarias como el establecimiento del cristianismo y la fundacin deConstantinopla como la nueva Roma era inconcebible paraun hombre como Din. (Este personaje, por ejemplo, jams men-

    - ciona la ex istencia del cristianismo,- aunque los cristianos l ^a a npreocupado a ls autoridades de su pas de origen durante msde ciento cincuenta aos.) Tal civilizacin slo poda emerger enla revolucin romana tarda de los siglos m y iv de nuestra era.

    El tema que reaparecer una y otra vez a l largo de estelibro es la mutacin y la redefinicin de ios lmites del mundoclsico despus del ao 200. Pero esta cuestin tiene pre> quever con el problema convencional de la decadencia y cada delImperio Romano. Este declive y cada afect solamente a laestructura poltica de las provincias occidentales del Imperio, -mas dej inclume la central energtica cultural de la Antigedadtarda, el Mediterrneo oriental y el Prximo Oriente. Inclusoen los estados brbaros del occidente de Europa durante los siglos vi y vu, e Imperio Romano, tal y como sobrevivi enConstantinopla, era an considerado como e estado civilizadoms importante del mundo, y era denominado por su antiguo

    ; /nombre: la Respublica {cf. p. 161). El problema que preocupabacon urgencia a los hombres deja Antigedad tarda era ms bienla .dolorosa modificacin de las antiguas fronteras.

    Geogrficamente, el dominio sobre el Mediterrneo iba cediendo. Bretaa fue abandonada despus del 410.; tras el 480 lasGalias fueron gobernadas con firmeza desde el Norte. Paradjicamente, en el Oriente el continuo'retroceso del Mediterrneo

    - haba tenido lugar con anterioridad y ms imperceptiblemente;

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    pero resulto decisivo. Hasta el siglo i de nuestra era, una capasuperf icial .de civilizacin griega cubra an enormes reas de lameseta irania. Un arte greco- budista haba fiorecido en A fg anis

    tn, y se han encontrado en las afueras de Kabul los decretos deun monarca budista traducidos a un griego filosfico impecable.En el 224, sin embarg, una familia de Fars. del rancio surdel chovinismo tram, se hizo con el control del Imperio Persa.La dinasta rectora de este nuevo imperio redivivo, la sasnida,despoj rpidamente sus hombros de esta elegante vestiduragriega. Un imprio eficiente y agresivo, cuyas clases dominantes

    La sombra d Persia, Ei . emperador romano. Valeriano, aparece arrodi l ladocomo un va sallo ante Sa por 1, dibuja do com o el "sucesor de Da ro y de Jerjesaf irmando sus derechos sobre las provincias orientales del Imperio Romano.

    Bajorrelieve en Bishapur; segunda mitad del si^lo til d.C.

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    eran notablemente poco receptivas a la influencia occidental, seencontraba firmemente asentado en los lmites de las fronterasorientales del Imperio Romano. En los aos 252, 257 y de nuevo

    en el 260, el gran sha, el rey de reyes, Sapor I, dio muestras decun terribles daos podan infligir sus caballeros tocados de cotade malla: El cesar Valeriano vino contra nosotros con setentamil hombres... peleamos contra l en tina gran batalla, y prendimos al csar Valeriano con nuestras propias manos... abrasamos las provincias de Siria, Cilicia y papadocia, las devastamos

    y conquistamos, lle vndonos a sus pueblos como cautivos . Eltemor a repetir una. experiencia semejante inclin e pndulo de

    los intereses imperiales alejndolo del Rin y acercndolo cada vezms hacia el Eufrates. Y lo que es ms importante, la confrontacin con la Persia sasnida abri una brecha en las barreras delmundo clsico en el Cercano Oriente: dio la preeminencia a Me-

    ".s opotamiaT ^ex pusoas al - mundo- romano a- la constante- influen-eia de esa regin que albergaba una creatividad inmensa y exticaen el arte y la religin (cf. especialmente pp. 194-197).

    No siempre las fechas convencionales son las ms decisivas.

    Todo el mundo sabe que los godos saquearon Rma en el ao410: pero las provincias occidentales del Imperio, entonces perdidas, permanecieron durante siglos como un reducto fcilmentereconocible de una civilizacin subromana. Por e contrariocuando las provincias orientales del Imperio fueron ganadas porel Islam despus del 640, no permanecieron durante largo tiempo'tcomo sociedades subbizantinas, sino que se orientalizaronl:rpidamente. El Islam mismo fue empujado mucho ms all de

    los lmites orientales de sus conquistas originarias por las grandesmasas de poblacin del Imperio Persa cado bajo su dominio..En el siglo v in el litoral, mediterrneo cay bajo ei poder deBagdad; el antiguo Mare Nostrum se transform en un remansode paz para hombres acostumbrados a navegar, desde el golfoPrsico; la ebrte de Harun al- Rashd (788- 809), con sus pesadosaderezos de cultura subpersa, era un recordatorio perenne deque la irreversible victoria del rinte Prximo sobre los griegos^

    haba comenzado, lenta pero seguramente, con la revuelta deFars en el ao 224 de nuestra era.

    * Mientras el Mediterrneo perda terreno, un mundo ms anti-I guo an volv a a ver la luz. Los artesanos en Bretaa retornaban

    a las formas artsticas de la poca de La Tne. Los siervos de laGali a romana tar da recuperaban de nuevo su nombre celta:

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    Vcssi/s. Los rbitros de la piedad del mundo romano, los eremitas coptos de Egipto, revivan la lengua de los faraones (cf. pgina 114); y los poetas hmnicos de Siria acumulaban sobre Cristoapelativos de la realeza divina que hundan sus races en pocasumeria. Alrededor del Mediterrneo mismo las barreras interiores se derrumbaban. Otro aspecto del mundo romano, preparadohaca largo tiempo en la oscuridad (cf. pp. 52-54), apareca ahoraen la superficie como una marga diferentemente coloreada impe^lida por el arado. Tres generaciones despus de que Din Casiolo ignorase, el cristianismo se transform en la religin ele losemperadores (cf. pp. 103 y ss.). Las cosas pequeas dejan traslucira veces los cambios con mayor fidelidad porque son inconscientes.Cerca de Roma, el taller de un escultor del siglo iv tallaba todava estatuas impecablemente tocadas con la antigua toga romana( prov istas de una zapata para encastar en ella cabezas porttiles

    de retratos diver sos !); pero los aristcratas que encargaban talesobras se cubran de KeHo con vestiduras que traic iona ban "tina*exposicin prolongada a la atmsfera brbara del mundo no 'mediterrneo: un jubn de lana del Danubio, una capa del nortede ias G alias , bien- sujeta a los hombros por un broche afiligra-

    nado de Germania, y, para protegerse del fro, unos pantalonesde Sajorna.- A nivel ms profundo an, en el verdadero ncleodel Mediterrneo, la tradicin de la filosofa griega haba encontrado el camino para abrirse a muy distintas perspectivas religiosas (cf. pp.. 86 y ss.).

    Cambios como stos son los cauces principales de la evolucindel mundo de la Antigedad tarda. En los dos captulos siguientes debemos considerar el contexto poltico y social de la revolu

    cin con el que comenzaron esos cambios hacia finales del s iglo my comienzos del iv .

    2. Los N U E V O S G O B E R N A N T E S : 240-350

    Din Casio haba abandonado las labores de la pluma enel 229 sin la ms mnima sospecha de lo que iba a acontecer/

    Sus nietos y tataranietos pudieron ser testigos del advenimientoal' trono de Diocleciano en el 284, y de la conversin de Constantino al cristianismo en el 312. Para poner un ejemplo ms conocido: San Cipriano, obispo de Cartago, fue martirizado en el 258.Su secretario, _un; anciano venerable, pudo contar a un antiguo

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    amigo de San Jernimo (nacido hacia el 542) cules eran loslibros cuya lectura agradaba al gran obispo. No debemos pasarpor alio- estos lazos tan humildes entre las generaciones. El imperio pagano de un Cipriano de Cartago, hacia la mitad delsiglo m , nos puede parecer infinitamente alejado del tardo

    , imperio cristiano de los aos de San Jernimo, hacia finales deli siglo iv. Ahora bien, el Imperio era un enorme cuerpo social que

    slo se mova lentamente. Con mucho, I2 mayor parte de suriqueza radicaba en los campos, y la poblacin en su mayor nmero viva de una agricultura de mera subsistencia. Por esta raznei Imperio estaba bien arropado contra los efectos de dos generaciones de inestabilidad poltica e invasiones brbaras tras el 240.

    A partir de esta fecha, el vasto y dilatado imperio deba enfrentarse a incursiones de los brbaros y a una inestabilidad poli-tica en una escala para la que no estaba preparado. El modo

    _ cmo el Imperio Romano cape_la crisis de los aos que mediaron entre el 240 y el 300 no da el tono del desarrollo futurode la sociedad en la Antigedad tarda.

    4 La crisis dej al descubierto el contraste entre el antiguo n-;)cleo mediterrneo del Imperio y el mundo ms primitivo y frgil extendido a lo largo de las fronteras. A lrededor del Mare Nostrum

    la guerra se haba transformado en una eventualidad remota. Elabsoluto dominio de la aristocracia tradicional en la vida poltica

    y cultur al del Imperio dependa de una paz prolong ada. Sin embargo, hacia ei norte y a lo largo de la frontera oriental que bordeaba las tierras altas de Armenia y del Irn quedaba claro quela paz no era ms que un receso momentneo en las leyes tie l a .naturaleza. El Imperio Romano fue uno de los pocos grandes'estados del mundo antig uo junto con China que haba intentado crear un oasis de gobierno civil pacfico entre sociedadeshabituadas a- vivir perennemente en guerra. Con la ascensin dePersia en el 224, la formacin de ia confederacin gtica en lacuenca del Danubio tras el 248 y el pulular de bandas armadasa lo largo de las riberas del Rin despus del 260, el Imperiodeba enfrentarse a la guerra .en todos los frentes.

    Pero se hallaba clarsimamente mal equipado para ello. Entre

    Diocleciano {284-305) y sus colegas en uniforme militar. Estos oficiales,asociados en una Junta militar, tocan sus hombros en un gesto de solidaridad.Este grupo militar simple tiene un tono medieval tan acusado que sus figuras

    ,s ' fuer on co nfund idas dur ant e larg o tiempo con la de cr uzados cristianos, e i inclusoadoradas como estatuas de San Jorge! Escultura en prfido, de San Marcos de Venecia.

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    el 245 y el 270 todas las fronteras se desmoronaron. En ei 251 elemperador Decio qued aniquilado, junto con su ejrcito, enlucha contra los godos en los pantanos del Dobrudia. En el 260Sapor I tom prisioneros al emperador Valeriano y a sus tropas,

    y captur A ntioqua, Las espigadas embarcaciones brbaras delestuario del Rin y de Crimea anticiparon las proezas de los vikingos; depredaron las costas de Bretaa y las Galias, y llegaronen sus razzias hasta las indefensas ciudades del Egeo. En el 271,el emperador A ureliano tuvo que rodear a ia mismsima Romacon una desoiadora muralla defensiva. Incluso la unidad del_J^Imper io qued amenazada por la emergencia de los imperios jIoeslsrrT^ostum gobern las Gallas, Bretaa e Hispania desde

    el 260 hasta el 268; Zenobia de Palmira control parte de lasprovincias orientales dei 267 al 270.

    El mundo romano se quebraba en pedazos, aunque los diferentes grupos y provincias corrieron .una suerte muy distinta.

    A lo largo de las fronteras, las ciudades y las villas quedabanabandonadas rpidamente; los ejrcitos proclamaron veinticincoemperadores en slo cuarenta y siete ao?, y slo uno de ellosmuri en su cama. A lrededor del Mediterr neo, sin embarg o, un - -

    mundo ms flexible se aferraba persistentemente a sus costumbres y esperaba un futuro mejor. La ceca de Alejandra seguaacuando conscientemente los rostros de los emperadores que seiban sucediendo a dos mil kilmetros hacia el norte. En sus grandes villas los senadores romanos continuaban su mecenazgo de lafilosof a griega (cf. pp. 85- 86). y posaban para sus bustos mar mreos a la manera barroca de los Antoninos. En Roma, en frica

    y en el Mediterrneo or iental los obispos cristianos gozaban de

    una tranquilidad y libertad de movimientos que contrastabaominosamente con la existencia llena de tensiones de los gobernantespaganos (cf. pp. 80 y s.). En las dcadas de crisis muchos ciudadanos importantes de las urbes mediterrneas debieron proseguirtranquilamente los deberes rutinarios de. la administracin co-,mo, por ejemplo, los de Ox irrinco fcn el alto Egipto confiandoen que la buena y divina fortuna del emperador restaurararpidamente el orden.

    Los slidos cimientos de la vida civil se mantuvieron firmes.Pero la crisis haba producido un efecto inmediato: nunca seragobernado de nuevo el Imperio por un encantador crculo de conservadores sin problemas, como en los das de Marco. A ureliq, ..

    El Imperio Romano fue salvado gracias a una rev olucin mi- j

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    El mundo de las fronteras. Soldados romanos luchando en lasriberas del D an ubio. Reliev e de A damc liss i. IOS* 10S d.C.

    I litar . Rara: vez se ha aplicado una sociedad con tanta decis in

    a talar la madera seca d sus clases superiores. La aristocracia! senatorial qued ex cluida del mando milita r hacia el 2 60. Los aristcratas deban dejar la va ex pedita a los soldados profes io

    nales que surgan desde los rangos inferiores de la tropa. Talesprofesionales remodelaron el ejrcito romano, La lenta y pesadalegin fue dividida en pequeos destacamentos para ofrecer unadefensa ms flexible en profundidad contra las razzias de losbrbaros. Los destacamentos fronterizos quedaron protegidos a

    su espalda por una nueva e impresionante fuerza de choque compuesta de caballera pesada: los compaeros del empe rador,^]comitatus. Estos cambios doblaron el nmero de los soldados enarmas y duplicaron, y ms, sus costes. ..

    Una fuerza de seiscientos mil hombres constitua el cuerpo

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    Ei resurgimiento dei poder mperiisl. Constancio Cloro llegaa Londres en e 296: Nos vuelve a traer la eterna luz deRoma. En las provincias occidentales !a seguridad de lasciudades dependa de ules llegadas de! emperador al fremed& sus r uidoso s re gimientos de cab aer a pes ada.' Copia de

    un medalln dorado de Trverts.

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    de ejrcito ms grande que haba visto nunca el mundo. Parasubvenir a sus necesidades, los emperadores reforzaron la burocracia. Hacia el ao 500 los civiles se quejaban de que como

    resultado de las reformas del emperador Diocleciano (284- 305),haba ms publcanos que contribuyentes. Tal como veremosen nuestro prx imo captulo, la pres in de unos impuestos siempre en aumento molde inexorablemente la estructura de la sociedad romana en los siglos rv y v.

    La revolucin militar de finales del siglo ni fue acogida conuna hostilidad plena de incomprensin por los ciudadanos conservadores de aquel tiempo; y, consecuentemente, apenas si ha

    recibido un mejor tratamiento en algunos estudiosos modernos.Sin embargo, estos cambios constituyen uno de los logros msconseguidos del arte estatal romano. Con el nuevo modelo deejercito Galeno dio jaque mate a los brbaros en Yugoslavia y

    * en el norte de Italia en el 250 y- en- el~ 26S;- CUudio- U. pacificla frontera danubiana en el 269; Aureliano arras a sus enemigosen las provincias del Oriente en el 265, y Galerio aplast laamenaza persa eri el 296.

    Los soldados y oficiales de aquellas provincias danubianas,que haban parecido tan salvajes a los aristcratas mediterrneosde la poca anterior, se transformaron en los hroes del renacimiento imperial de finales del siglo in y comienzosdel iv. Comodijo uno de ellos: He servido durante v eintisiete aos, nuncahe comparecido ante un consejo de guerra por pillaje o camorrista. He pasado por siete guerras. Nunca me he quedado rezagado tras ninguno, y jams he estado en segunda fila en la lucha.

    El capitn jams me ha visto titubear. El ejrcito era un pozoartesiano de talento. Hacia finales del siglo in sus oficiales yadministradores haban arrebatado a la aristocracia tradicionalel control del Imperio. 1 gran emperador reformador de esapoca, Diocleciano, era hijo de un liberto de Palmada; el designado como su sucesor7"Oalero (305- 311), haba guardado ganadoen los Crpatos; otro de suFcolegas, ConstahccTCoro(505- 506),era un oscuro caballero de provincias-"d cerca^deNeso (Nis).

    T odos ellos eran homHriT cuya ascensin al poder f ue tan espec-^tacular y bien merecida como la de los mariscales de campo

    napolenicos. Ellos, y sus sucesores, se rodearon de servidoresde un mbito social similar. El hijo de un carnicero, el de unnotario de una pequea ciudad o el de un empleado en unaguardarropa en los baos pblicos llegaron, en la poca de Cons-

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    El dlar de la Edad Media; un soidus dorado de Constantino(306- 537). E n deliber ado contras te con la tosca aparie ncia de Dio-deeiano, Constantino aparece como un hroe civilizado, con los

    ojos levantados y un perfil clsico. Acuado en Nicomedia.

    tancio II, a ser prefectos pretorianos, de los que dependa la

    prosperidad y. .estabilidad de las regiones orientales del Imperio.El reinado de Constantino, especialmente en el perodo que

    medi entre 324 y 337, contempl l asentamiento final de estanueva aristocracia del servicio en la cumbre de la sociedadromana', Er nT uncioaroT asalar iados a quienes se les pagabacon una nueva y estable moneda de oro, el solidus. En el siglo ivesta acuacin en oro, el dlar de la Edad - Media, goz demismo amplio poder adquisitivo que el dlar moderno en una

    sociedad afectada an por el vrtigo de la inflacin. Su posicin" en el ejrcito y la burocracia otorg a los servidores imperialesamplias oportunidades para mercadear con los vveres. Comoescribi un contemporneo: Constantino fue el primero en abrirlas provincias a sus amigos; Constancio II los atiborr hasta eltutano.

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    Trasla_y la mayora de sus cortesanos fueron cristianos. La facilidad conla que el cristianismo consigui controlar las clases superiores

    oel imperio Romano n el sigio fv se debi a la revoiucin queTioTa~si tu ado a ia cofte~ lrnpenai en ei cen tro de un a~ sociedadde hombres nuevos, para quienes era relativamente fcil ban-donar creencias conservadoras en favor de la reciente fe de susseores. ' Cas nuevas clases superiores portar on consigo ciertos recuerdos de sus orgenes militares activos. Todos los oficiales Jucanunifor me; incluso, los emperadores haban .abandonado la togapara aparecer en atuendo de combate en sus estatuas. Esta vestimenta militar era el uniforme simple y basto de la frontera delDanubio: un yelmo pequeo y redondo, un manto con un brocheen la hombrera, brbaramente troquelado, y un pesado cinturn

    _ de atauia El latn vulgar de las prov incias se haba aposentadoineluctablemente en el vocabulario de los oficiales; un romanoclsico habra llamado a la nueva moneda de oro un aureus ; peronadie la denominaba as, sino soliduj: algo slido.

    De este modo, pues, un elemento nuevo, extrado de capasmuy alejadas de las tradicionales aristocracias del Imperio, haballegado a insertarse en la clase gobernante. Ahora bien, la.fluidezsocial que haba elevado a tales hombres hasta la cspide noera de ningn modo indiscriminada ni abarcaba a toda la sociedad romana. En el Oriente, por ejemplo, Constantinopla era untorbellino de cambios, pero aislado, cuyas corrientes slo afectaban parcialmente a la sociedad tradicional de las clases superiores en las provincias. A , un rtor griego, L ibanio (314- 393),deba representar su funcin en el 341/342 ante soldados quehaFToan latn y que asistan a sus discursos como ante un espec-

    . tciulolnudo, puesto que no podan seguir su griego clsico. PeroLibanio poda- retirarse para hallar una compaa ms apropiadaa una ciudad provinciana, como por ejemplo Ni comedia. A ll podra encontrar an hombres bien nacidos, amantes de las.musas.

    En efecto, adems del bullicioso mundo de la corte y delejrcito, los lentos elementos tradicionalstas haban sobrevivido- 'tambin en el Imperio Romano. Los grandes terrate nienteshaban .

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    El nuevo lenguaje.

    Los artes anos locales y "susmecenas se sintieron librespara abandonar los cnones

    clsicos. Los artistasprefirieron una aproximaci^vigorosa y abstractaa \ i figura humana(como en el mosaicofunerario dei siglo tven T abar k a. en el nortede Africa, izquierda),

    y aportaron un eleme ntolegendario a la temticausual de la mitologa clsici

    (como en e mosaicode Orfeo y los animalessalvajes de un pavimentode Palestina del siglo v,pgina siguiente}.

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    I I , R E L I G I O N |

    u n i v e r s i d a d d e b u e n o s a i r e s %

    F a c u l t a d o e ~ ; l c s f * y l e t r a sIN ST IT UT O d e H , A v f

    n ' A - o * V m E O ' E V A L 'll

    1

    t4 . L a n u e v a m a n e r a : o r i e n t a c i o n e s d e l p e n s a m i e n t o RELIGIOSO c. 370-300

    lA

    . hstovador corre el pelig ro de*blvidar que las personas delas que se ocupan sus obras emplean mucho tiempo^ en dormir ,

    y que cuando se hallan en ese estado suelen tener sueos. Unrtor griego, sin embargo,' Elio Arstides (118- 180), nos ha dejado

    una relacin completa de sus sueos. Los recopil dndoles elnombre de Relatos sagrados, pues sus sueos se referan principalmente. a las apariciones del dios Asclepio. Entr ellos hayensueos detrror religioso y de ex altacin. Arstides| estaba convencido de que era.el elegido de la divinidad, y de jue su vidaen la tierra era n drama div ino, moldeado en cada| paso por elamoroso cuidado de Asclepio.

    El caso de Arstides nos recuerda, si hubiramos menester de

    ello, que el Imperio Romano en la cspide de su prosperidadtena tiempo para muchas excentricidades de ese tenor:- estamostratando de una sociedad en la que ia abrumadora Imayora delos hombres educados se haban tornado, no a lafilosofa, omucho menos a la ciencia, sino ms bien a los medios que surelig in tradicional les proporcionaba para orientar] el negocio,de la vida. V|sil poder', haba escrito Marco A urelio, nos ayudan. de;| unmpdo maravilloso. Nos envan ensueas; revean misterios, .nosproporcionan remedios contra Ja falta de salud y orculos raaliviar nuestras inceriidumbres.

    | Los paganos educados se sentan an a gusto en su mundo.Segn los filsofos,.el universo estaba gobernado por el Alisiriio,Dios nico, totalmente inefable, y consecuentemente por encima de todas las cosas. Este Dios nico, sin embargo, se hallabaplenamente representado sobre la tierra en las actuaciones de josmchos dioses de la fe tradicional. stos, se pensaba, actuabancomo espritus servidores; eran como los gobernadores provinciales de su imperio universal. El hombre corriente se. hall aba

    totalmente satisfecho con esas figuras entraables, y la vestidurade- Jos olmpicos clsicos les sentaba bien an. No ha habidouna poca del mundo antiguo en la cual el hombre medio pudiera sentirse tan seguro de que. saba exactamente qu figuratenan los dioses clsicos; en- ~eLiglo n se hallaban por todaspartes con sus formas ms estereotipadas y~ tradicionales: enestatuas producidas en serie, en las monedas y en la cermida.

    I.Los hombres crean que esos dioses cuidaban del gnero humano ri general, y de las ciudades e individuos en particular.Encaso de Arstides nos muestra con qu seriedad esperaban lasgentes una atencin personal y directa. A travs de todo el mundoromano, las ciudades e individuos concedan a los viejos diosesmuchas, oportunidades de prestar atencin a sus adoradores: jelsiglo -n contempl un resurgimiento admirable de los orculostradicionales del mundo griego. :.v

    I Este cuidado divino se obtena ejecutando rituales que se consideraban tan antiguos como la raza humana. Abandonar talesritos engendraba una angustia y un odio genuinos. Los cristianossufrieron salvajes ataques por haber desatendido estas prcticassiempre que ocurrieron terremotos, hambres o invasiones brba-rasj que revelaban la ira de los dioses. f

    j A la vez, en tal sistema de creencias, el hombre poda sentir leencardinado en la densa estructura de un mundo impregnado delcuidado de dioses antiqusimos. Poda sentirse seguro de que lo |que sus ancestros y compaeros haban hecho desde siempre nsus! ciudades natales se acomodaba irreprochablemente a la vasta

    amplitud de un universo perfecto que a todos envuelve. La creencia] tradicional en la actividad de los dioses en el universo _pre-

    vsthtba una superficie singularmente unificada y sin fisuras. Pero

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    los pensamientos y angustias de la nueva manera despus dei170 provocaron grietas a lo largo y ancho de este mundo. Es elexamen de algunas de estas nuevas preocupaciones de los hombres sensibles de la poca lo que nos permite apreciar la naturaleza de la revolucin espiritual que caracteriza a la Antigedadtarda como un perodo tan distinto y tan frtil en la historia del

    viejo Mediterrneo,En primer lugar, el individuo posea un sentimiento acrecen

    tado de albergar algo en s mismo infinitamente valioso, aunquedolorosamente carente de relacin con el mundo exterior. Despus de generaciones de una actividad pblica en aparienciasatisfactoria, ocurra corno si se hubiera agostado una corrienteque flua con suavidad desde la experiencia interna de los hom

    bres hasta el mundo exterior. El calor hua del entorno familiar.Las preocupaciones tradicionales parecan triviales, si no positi-

    - - - -- -vamente.-opresoras~_..Ya .Marco. Aurelio contemplaba el mundocomo a travs del pequeo redondel de un telescopio: las campaas danubianas, gracias a las cuales haba salvado al Imperio enel 172-175 y 178-180, le agitaban como cachorrillos que luchanpor un hueso. Encontramos ai filsofo Plotino admirndose deque cuando torno a m mismo me pregunto cmo es posible quetenga un cuerpo... por qu suerte de degradacin, ha ocurridoesto?. El gnstico despierta para averiguar que la vida es unapesadilla, en la cual huimos no sabemos hacia dnde, o nosquedamos inertes persiguiendo algo, no sabemos qu. El cristiano bautizado aparece como hijo de Dios, pero arrojado aun mundo gobernado por el Prncipe del Mal.

    Encontrar una repentina reserva de perfeccin o inspiracin

    dentro de uno mismo va acompaado de la necesidad de hallarun Dios con el cual el hombre pueda estar solo; un Dios cuyaoblig acin, si puede denominarse as, respecto- al ser humanose exprese en un tono concentrado y personal, no difuminado enuna administracin benigna perq profundamente impersonal deluniverso en su conjunto^ Los hombres que perciban an susactividades convencionales como necesitadas de la bendicin o

    del estmulo divino eran por completo obtusos a esta nueva necesidad; Aristides se senta totalmente dependiente de Asclepio,pero era predeciblemente convencional al considerar a Zeus comola deidad soberana y distante de un panten totalmente griego.La nueva manera, en contraste con la anterior, apelaba directa-mente al centro y se alejaba de -los dioses subordinados de las

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    | creencias populares; se dirig a al Dios nico como ex pres in def un poder latente e inef able. Para los gnsticos, por je mplo, elI buen Dios haba estado completamente culto, nunca Ihaba sidoI conocido anter iormente; la div inidad se haba manif estado de| modo repentino, para, al final, ser percibida por el crey ente tras$ la impresionante maquinaria de un mundo diablico | De variasJ maneras quedaba desprovista de sentido la antigua y reconfor-f tante imag iner a de los dioses menores, que haba rodeado comoI una faja al Dios nico de las pers onas bien ensantes j E l cristia-I nismo se encontraba a s mismo frente a frente ante- 'ja drsticaI simplicidad del Dios nico del universo, e incluso para el| pagano reflex ivo Jos Olmpicos haban comenzado a aparecer un| poco menos transparentes. La mscar a clsica no se acomodaba

    | ya al ncleo refulgente e inescrutable del universo. ':[(Sera ingenuo describir esta evolucin merament como el

    ,I _ nacirjiiento de la ultra mundaneidad . Lejos desello: a creencia| de que el ser humano poda poner se 'en. contacto directo con.

    alguien may or que l mis mo constituy, una ayuda nb pequeaen una poca de cambio revolucionario, y de ningn modo excluael acumen poltico. El paganismo tradicionai .se haba ex presado

    | a travs de formas tan impersonales como el univer so mismo: .| haba mov ilizado sentimientos hacia las,cosas sagradas ). hacia los antiguos ritos, estatuas, orculos, hacia- templos pro fundamente ' amados. La nueva manera, por.- el contrario, engendraba seresI humanos individualistas , rudos, que crean ser io s ^g e nte s de -.| enormes fuerzas. T odos los hombres que dejaron re almente huellaf en el mundo romano de los siglos m y iv creyeron que actuaban] como servidores de Dios o de los dioses, y se or ientaron vi-

    { damene hacia lo sobrenatural para conseguir gua y ancin enj una .poca perpleja: org anizadores eclesisticos ta le sfcomo Ci-\ priano, obispo- de Cartago (248- 258); emperadores reformistas

    j como A ureliano (270- 275), pagano; Constantino, cris tiano; Juiia- no el A pstata (361- 365); g enios frtiles y tenaces icorr u San| Atanasio (c. 296- 373) y San A gustn. , ty La sensacin de una ir rupcin inminente de la energa

    divina en el mundo interior de cada individuo tuvo unos efectosrevolucionarios.'Para innumerables hombres y mujeres; humildes

    | este sentimiento debilit sutilmente el poder moldeador de la .I cultura clsica y el de las sanciones habituales del comporta-! miento. Los escritos pag anos y cristianos de la nuev a manera| comparten po r lg ua l el- 4nismo inters en ja conv er sin en .su ;.

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    . sentido ms radical, es decir, consideraban como posible que el' ser divino real apareciera rpidamente en la esfera- humana

    a costa de la identidad social normal del individuo. El discpulorenacido de Hermes tres veces grande, el hombre espiri-

    : tual de los gnsticos, el cristiano bautiz ado... cada uno de estospersonajes senta.que un muro de cristal se interpona entre sunueva vida'y su pasado; su nuevo comportamiento lo deba todoa Dios y nada a la sociedad.. La idea de conversin se hallaba estrechamente lig ada a lade revelacin. Para el ser humano corriente abran ambas una

    ' brecha en el alto muro de a cultura clsica. Por medio de Jaconvers in este, hombre consegua una ex celencia moral quehaba quedado anteriormente Reservada a los caballeros clsicos

    griegos y romanos gracias a su cuidadosa servidumbre y conformidad puntillosa para con los antiguos modelos. Por medio de

    ___ja_r evelacin_el indiv iduo sin estudios poda alcanzar el ncleomismo de las verdades vitales sin exponerse a grandes expensas,a los rencores profesionales y al pesado tr adicionalis mo de, laeducacin filosfica 'del siglo n. Los filsofos paganos, que podancompartir muchos aspectos de la nueva manera, se oponan

    agriamente a los cristianos y a los gnsticos paganos que depositaban su confianza en tales medios. La revelacin para un.filsofo como Plotino no era meramente irracional, sino que conduca adems a una falsificacin de segundo rango de la culturafilosfica acadmica tradicional. Era como si hoy los habitantesde una regin subdesarrollada buscaran ponerse al da en latecnologa occidental proclamando que haban aprendido fsicanuclear por medio de ensueos y orculos,

    . * Los hombres que haban descubier to alg n tipo de perf eccininterna en ellos mismos, que se sentan capaces de un contactontimo con el Dios nico, se dieron cuenta que el problema delmal, en consecuencia, era ms ntimo, ms drstico. Considerarel conjunto de todas las cosas humanas con despego como tantos penosos accidentes de trfico en el sistema de comunicacionesbien regulado del universo era totalmente insuficiente, pues no

    daba sentido al vigor de las emociones que luchaban dentro de cada uno. De aqu procede la evolucin ms crucial de estos

    siglos: la definitiva y violenta aparicin de los demonios comofuerzas activas del mal contra las que los hombres deban pelear.

    .. La penetrante hediondez de una inv is ible batalla penda sobre lavida intelectual y religiosa del hombre de la Antigedad tarda.

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    - ** .fcj/'***//*' *tf

    v!. .^ r- S i_ f eiCV- '- 'W'

    /'X- .

    Ei gran demonio acfalo: un diablo poderoso enun papiro mgico. El iniciado esperaba controlara tajes demonios gracias a los Hbros mgicos; peroposeer uno'jde esos volmenes estaba castigado conJa pena capital. Dibujo del papiro de Berln 5026,

    dei siglo iv.

    8 S S

    Ex pulsin de un demonio. C uand o un santo profiere unai orden taja nte, el dem onio aba ndon a v isibleme nte su po-

    T 's e s in. Re liev e de una puerta de bronce en la iglesia dei San Ze nn en V erona. Sig lo u.

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    J Milagr os de curacin. Par a el hombre medio Cristo era unl taumaturgo. Incluso los paganos lo re ve renciaban como un

    | mag o poderoso. De talle de un dptico en ma r fil italia no,| ' ' 450- 460 d.C.

    Pecar no era ya simplemente errar: consista en permit ir ser cierro-! tado por fuerzas invisibles. Equivocar se no era encontrarse en

    el error, sino ser inconscientemente manipulado por algn poder; malig no invisible. Cuanto mayor era la intensidad con la que laj| gente senta estas ideas, tanto ms potentes le parecan los demo*

    | nios: los cristianos crean que el paganismo tr adicional, lejos de| ser una obra de hombres, era un opio del pueblo bombeado| . sobre la raza humana por demonios no humanos; incluso un; er udito adscribi a la ins pir acin demonaca las psimas reseas!j que haba recibido un libro suyo.

    Los demonios eran las estrellas del drama religioso de la{ A ntig edad tarda, pero necesitaban un empresario. Y lo encon-

    | traron en la iglesia cr istiana. Fuera del cr ist ianismo los demonios ' haban permanecido como seres ambivalentes (ms bien como fantasmas). Se les invocaba para ex plicar desgracias repentinas e irracionales, o desviaciones del comportamiento normal, tales

    como revoluciones, epidemias o turbios asuntos amorosos;- ,, se* apelaba a ellos tan ampliamente y por lo tanto causaban tan

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    poca ansiedad como a los microbios de hoy da. El cristianismo, sin embarg o, hizo de los demonios un punto; central desu cosmovisin. La iglesia cristiana haba heredado a travs del

    judais mo tar do el legado ms funesto del zor ostr is mo persaal mundo occidental, a saber: una creencia en la^absoluta divis in''dr 'irnundo espiritual entre poderes buenos $ malos , entre

    ngeles_y_demonios, Para hombres cada vez ms preocupados conel problema del mal la actitud cristiana hacia los diablos proporcionaba una respuesta orientada a aliviar una angustia sin nombre: concentraba esta ansiedad sobre lo^ demonios y al mismotiempo ofreca un remedio para ella. A tales espritus se leshaban otorgado poderes vastos, pero estrictamente delimitados.Satn era un agente de todos los males que recaan; sobre la raza

    "humana, pero haba sido derrotado por Cristo y poda ser controlado por los agen tes _ humanos del Salvador. Los cristianos

    __estaban convencidos de que libraban s obre la tierira una batallaque haba sido ya ganada para ellos en los cielo; Los monjestrataban a los demonios con la misma divertida precaucin delos muchachitos que visitan a un len en el zoo; % los obisposcristianos se aplicaban a su trabajo con la misma estructura mental que muchos revolucionarios: se enfrentaban afpna sociedaddiablicamente or ganizada, imponente y .daina en;j verdad, peroa la vez vaca y condenada fatalmente a la destruccin. Por ello,

    pesar de las muchas razones aceptables, tanto cjultural comosocjalmente, que el historiador pueda encontrar para la expansinde la iglesia cristiana,' permanece el hecho de que en toda laliteratura de esta religin, desde el Nuevo Testamento hacia adelante, jos misioneros cristianos avanzaban principalmente desve

    lando la bancarr ota de los enemigos inv isibles de Jos hombres ,los_ demonios, a travs de exorcismos y miiagros./;de curacin.

    Nada revela ms claramente el clima arr iscado y pendenciero ,que se desarroll en el siglo ni que el papel atribuido a losdemonios. Llegaron a ser identificados como elementos del malque se introducan en cada situacin de desg racia $ enfe rmedad.Sin embargo, su presenciaTix? supona una carga tan pesada para

    el hombre de la Antigedad tarda como podramos pensarlo hoy,precisamente porque los demonios podan ser aislados y expelidos. En casos de enfermedad, por ejemplo, un jombre santopoda ver al demonio en el cuerpo humano, y poda expulsarlo,a veces en la forma s atisfactoriamente .concreta d ^.u n ob je tq .,^visible, como un ratn, un reptil o un pjaro. De este modo tuvo

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    lugar " uno de los cambios ms profundos y mister iosos en laactitud del hombre hacia s mismo. En la poca de los Antoninos,encontramos un nmero sorprendente de floridos valetudinarios:Elio Aristides obtena constante provecho de su mala salud, yGaleno, el mdico (c. 129-199), era el dirigente intelectual de lasociedad romana. La hipocondra del cuerpo social era un sin-

    toma que produca perplejidad y molestia; pero se expresaba entrminos tradicionales de la medicina griega: los seres humanosconcentraban sus angustias en el desequilibrio de los humoresde siis propios cuerpos. Los hombres de generaciones posteriores,

    por el contrario, tendieron a negar que la enfermedad brotar ade ellos mismos: la defensa contra los demonios les preocupabams que los desrdenes ntimos de su constitucin corporal.

    - . A la vez, la nueva maner a nimaba a los hombres a pensarque necesitaban defender su identidad estableciendo estrictas

    \ .... barrers .alrededor.de .ella. Disminuy .as la facilidad de sentirse....a gusto'dentro de su comunidad', y se vieron fuera de lugar enel mundo fsico. Se hallaban solos y aislados con su Dios nico.Por medio de la conversin y aceptando la revelacin podanapartarse de su propio pasado y de las creencias de las masas

    de sus congneres. Disponan as sus barricadas para una batallainvisible contra los demonios. Como resultado de ello el individuo lleg a sentir con mucha ms fuerza que antes la necesidadde sobrevivir en otra existencia mejor. El siglo ni contempl unincremento de la influencia de los grupos religiosos que asegura ban para sus miembros quienes deban defender con enormeferocidad el sentido, recientemente conseg uido, de su unic idad en este mundo el gozo de la v ictor ia y del descanso en el otro.El iniciado de Mitra, por ejemplo,.se armaba contra los demoniosque podan atacar su alma cuando ascenda a los cielos, tras lamuerte, a travs del pacfico brillo de la Va Lctea, Las pinturasde las, catacumbas cristianas expresan ideas similares. Por medio del bautismo el creyente era arrancado de los peligros deeste mundo; quedaba identificado con Daniel, de pie, pacficamente, con sus brazos extendidos en oracin en medio del pozo

    de los leones. Y despus de l muer te habra de gozar del r eposo, del refrigerium celeste, al igual que }ons haba descansado del cruekbochorno del da a la sombra fresca de un arbusto.

    La divisoria ms profunda en el mundo de la Antigedadtarda era la que se produca despus de la muerte. La invisiblesima entre los salvados y los condenados apareca como

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    | w un profundo foso alrededor de pequeos grupos, tanto paganos

    c o m o cristianos, que haba conseguida cincelarse una posicinparaj s mismos a expensas del consenso, durante tanto tiempohonrado, de la adoracin pblica tradicional..

    a poca de los Antoninos contempl la aparicin conjuntade t^les pensamientos. As se explica la extraa apariencia de

    este perodo. Cuando leemos la literatura de las clases superioresde laj poca clsica podernos estar de acuerdo con G ibbon: 5 i;s eexhortara a un hombre a fijar el perodo de la historia del mundodurante el cual la "condicin de la raza' humana Rubiera sidoms feliz y prspera, habra designado, sin duda, aquella quetranscurri desde la muerte de Domiciano hasta el acceso al tronod Cmodo, pues al hacerlo as aceptaba el juicio de un nutrido

    gruptf de contemporneos sobre s mismos. La vida cvica tradicional jams haba extendido tan lejos su mbito en Europa occi-

    . dental..E n el mundo grieg o.una nueva autoconsciencia se ex presaba a s misma en el resurgimiento romntico de la religin -ycultura clsicas, Los hombres se sentan todava a gusto en susciudades. Los hroes de la poca no eran los santos; eran lossofistas, oradores que haban desempeado un papel vital en

    la vida de sus ciudades (cf. p. 23). Un afamado profesor de retorica en Roma obtena como sueldo 100.000, sextercios al ao.Exactamente en el mismo momento un obispo cristiano ej'

    Romajperciba solamente 7.000 sextercios por ao. Segn todaslas apariencias, su grupo se senta empequeecido ante el robustjoedificio de la vida pblica clsica; era como un inmigrante, -aquien [ nadie comprende, en una gran ciudad, como K ar l Marx 'en la Londres victoriana. De todos modos podemos comprender

    por .qu en el siglo siguiente el obispo crist iano poda resurg ir.del olvido: por cada orador:estrella tradicional haban brotadoen Roma una docena de pequeos conventculos, los didaskalia grupos de estudio', de hombres interesados en cuestionrs elotodo. Exista la iglesia cristiana como tal; los grupsculos delgnstico Valentn: los hijos de la sabidura del corazn; la sosergada atmsfera de las salas de reunin de ios discpulos de Herr

    mes, el tres veces grande. En el captulo siguiente veremos, en .momentos en los que la brillante vida pblica de las antiguasciudades se vio afectada por el hielo del desorden pblico tras :el 2 40 ,'por qu un mundo- oscuramente preparado entre hombreshumildes, en conventculos mnimos fue capaz de situarse en pri-'mer plano bajo la forma de una iglesia cristiana organizada.

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    Un grupo de estudiosos. A qu aparece el maestro acompaado plo de su

    pequeo grupo de discpulos. Pintura murai del siglo !V de la catacumbade la V ia L atina , en Roma.

    Imgenes de la vida de ultr at umba . Descanso de J pns a la sombrea de unarbusto. V idr io dora do de} siglo iv.

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    {Derecha .) Esta pintura mural del siglo U de Dura- Europos muestra el atractivo del Oriente en la persona de unsacerdote persa. Zoroaslro fue conside

    rado como uno de Jos hombres sabiosdej mundo antiguo, y la filosofa persacontinu atrayendo incluso a pensadores

    absolutamente griegos como Pitino,

    El filsofo y su discpulo en actitudsuplicante. Como director espiritualel hombre de la cultura,el estudioso, puede incluso salvarias almas. De un sarcfago-de Santa .Mara Antigua, en Roma.

    La muerte no era solamente el descanso.Significaba tambin la Huida gozosa de

    )os peligros de este m undt f y del pr x imo.V b ia apa rece aqut c hduc ida po r un

    ngel bueno hacia el baftquete celestial.Pintura mural del siglo IV, en Roma.

    ............IjpC . .v **& *

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    5 . L a c r i s i s d e l a s c i u d a d e s :

    L A A S C E N S IN D E L . C R I S T IA N IS M O , C. 2 0 0 - 5 0 0

    En pocs pocas de la historia una parte dej mundo ha mantenido tan impertrrita indiferencia respecto a la vida de Ja otramitad como en el Imperio Romano del siglo n. Roma era dosnaciones, como haba afirmado Disraeli de la Inglaterra victo-riha. Las clases gobernantes tr adicionales se enorg ullecan depreservar Jas antiguas particularidades de sus ciudades natales. .Los atenienses, por ejemplo,- completaron el templo de ZeusOlmpico apremiados por el emperador Adriano tras un Japsode tiempo de 638 aos. Utilizaron entonces bridas en forma deT, costosas e innecesarias, para copiar exactamente e] sistemade los edificios del siglo v a.C. Las aristocracias griegas guardaban como tesoros sus ritos locales y sus sacerdocios como garantade- mvtaus local y por temor de que el vasto Impe rio en el quese encontraban se convirtiera en un polvoriento vertedero cultural. Estas gentes continuaban contemplando el mundo romano

    como un mosaico de distintas ciudades y tribus. La actitud general de la poca acentuaba el frgil panal de los patriotismos locales. Las ciudades griegas generaban una multitud enorme demonedas, cada una de las cuales estaba destinada a honrar supropia divinidad. Una ciudad africana resuma sus anhelos enuna inscripcin: Ms poder para nuestra ciudad natal.

    Exactamente en el mismo momento, sin embargo, poda un

    jov en estudiante, T aciano, viajar desde el Or iente, desde la frontera siria del Imperio Romano, hasta la capital hablando continuamente griego y participando de una cultura filosfica uniformemente helnica. Taciano volvi a casa mohno... y cristiano.El particularismo estridente de las ciudades del Imperio le habaencandalizado. Cada una tena sus propias leyes; cada una estabagobernada por una restringida oligarqua. Debera existir un mis

    mo cdigo legal para toda la humanidad, escribi, y una mismaorganizacin poltica.T aciano hablaba para miles de hombres cuya ex periencia del

    Imperio Romano era diametralmente opuesta a la de las clasesdominantes. Para los distinguidos gentilhombres griegos y romanos la paz del Imperio haba sobrevenido como una oportunidadpara fortificar y estimar an ms las costumbres de sus antiguas

    ciudades natales. Mas para los hombres humildes no representaba nada de esto; significaba horizontes ms amplios y unas-

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    El cristianismo visto por un pagano. Un asno crucificado con la inscripcin A lejandro adorando a su Dios. G ra fiio del siglo 1 1 .\ - 'I 4if 75 j

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    oportunidades sin precedentes para viajar; posibilitaba tambinla erosin de las diferencias locales a travs del comercio y lainmigracin, y el debilitamiento de las antiguas barreras antela nueva riqueza y ios nuevos criterios que determinaban elstatus. Imperceptiblemente, el Imperio Romano disolva en lasclases inferiores el sentido de la tradicin y las lealtades localesde las que dependan sus clases superiores.

    Mientras las ciudades griegas de la costa egea de Asia Menorestaban orgullosas de s mismas por haber mantenido sus caractersticas peculiares (incluso sus feudos locales) desde el siglo vantes de Cristo, los habitantes de las tierras del interior en

    Fr igia,' B itinia; Capadbcia haban penetrado en un mundonuevo. Sus mercaderes se hallaban continuamente en movimientobuscando oportunidades en los territorios subdesarrojlados deEuropa .occidental, asentndose a menudo muy lejos de sus ciudades natales. Un comerciante- fr igio, por ejemplo, vis it. Romasetenta y dos veces durante su vida.

    Precisamente eran estos hombres, desarraigados y apartados

    de su antigua vida, Jos que proporcionaron el trasfondo para losangustiados pensamientos de los dirigentes religiosos de finalesdel siglo ii. Los empresarios triunfantes, Jos libertos con cargo deadministradores, Jas mujeres, cuyo estado y educacin haba me

    jorado lentamente, se sentan no ya como habitantes de su ciudadhabitual, sino como ciudadanos del mundo; y muchos, segnparece, estaban cayendo en la cuenta que ese mundo era un

    j lug ar solitario e impersonal. Entre esta clase de gente es donde

    i encontramos a los cristianos. Hacia el ao 200 las comunidades. de este g rupo religioso no se reclutaban entre los humildes y

    oprimidos; eran, por el contrario, grupos, de personas de la clasemedia y .respetables artesanos de las ciudades. Lejos de haber

    sido expoliados, estas gentes haban hallado nuevas oportunidades y prosperidad en el Imperio Romano, pero deban tambinimaginar nuevas maneras de enfrentarse a las angustias e incer*

    tidumbres de su nueva posicin.Uno de los aspectos ms fascinantes de la arqueologa del

    Imperio es que podamos contemplar tan claramente algunos de- los modos cmo los hombres sencillos, pero respetuosos de' s

    mismos, intentaban regular su comportamiento, elegir sus propiosobjetos de adoracin, fomentar relaciones humanas en unas ciudades ms cosmopolitas, menos ntimas, en las.que las antiguas

    lindes se estaban difuminando.

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    El grupo. L os banquetes solemnes, aunque de pocos come hsales,, er an unacontecimiento normal de la vida antigua. Los familiares han celebrado siemprebanquetes al lado de las tumbas de sus parientes muertos; as, comiendo juntos,los creyentes, paganos o cristianos, se consideraban unos a otros'como miembrosde una nica : fa milia religiosa. Pintura mural de} siglo m de 'ja cata cumba de

    los santos Pietro y Marcelino, y de Priscila, en Roma.

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    La expansin de los cultos orientales en Europa occidental,por ejemplo,'.- es una caracter stica notable de ios siglos i y n .Estos ritos se extendieron porque daban- al. emigrante, y ms tardetambin al devoto local, un sentido de pertenencia, una sensacin de lealtad de las que careca cuando desempeaba las funciones cvicas de su propia ciudad^ Existen pruebas conmovedorasdel crecimiento espontneo de pequeos clubes de gente humildepero acomodada. Estos personajes se reunan a comer, mientrasvivan, con miembros del mismo grupo, y eran enterrados y recordados por ellos cuando moran. D un modo ms siniestro,la proliferacin de manuales de astrologa, de libros de sueos,de tratados de magia nos muestran cuntas angustias experimen

    taba un pblico nuevo de hombre semieducados para controlaruna vida cuyos pasos se haban hecho ms rpidos/

    En todo este conjunto los puntos de vista de las clases superiores del' Imperio "Romano eran totalmente opuestos a la ex pe- .riencia de los plebeyos ms prsperos que habitaban las ciudades.La cultura filosfica del mundo griego haba alcanzado su mx imadifusin; pero justamente en ese momento las clases superiores

    helnicas estaban abandonando un griego vital y flex ible laKoin, que haba sido la lengua franca de todo el Oriente enpro de un estilo tico arcaico que slo poda ser hablado por unalite meticulosamente educada. Cuando alguien le pregunt cmose deba castigar a un bandido, un rtor contemporneo respondi: Hacedle aprender los clsicos antiguos de memoria, comome'ocurri a m. Esta lite, por ende, estaba erigiendo un alto

    baluarte en torno a su propia cultura, con lo que implcitamenteprivaba de sus derechos a un proletariado turbulentamente intelectual. Las literaturas gnsica y hermtica nos muestran conqu avidez deseaba an la gente apropiarse la cultura filosficagriega por resolver sus problemas urgentes; y si ri posean losmedios para frecuentar a los profesores que se la proporcionaran,se encamin aban hacia J o s dirigentes religiosos, en cuyas bocaslas vulgaridades elementales de las aulas polvorientas conmocio*'

    naban al nuevo oyente con la espontaneidad y simplicidad de larevelacin. Ya algunos escritores haban dirigido la mirada

    desde" los altos baluartes de su cultura clsica hacia el oscuromundo que presionaba contra ellos; as, Galeno (quien, significativamente, vio que su propia profesin de mdico se estabainundando de entusiastas incultos ) cay en la cuenta; de que los,:r.,cristianos no eran probablemente capaces de vivir de acuerdo

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    , - ;

    I . V -{ l ' -

    cori las mximas ms elevadas de la antigua tica a causa desus? parbolas y mandamientos brutalmente simples. Los apolo-gets cristianos se gloriaban justamente de haber conseguido esto.Platn, afirmaban, haba servido buenos alimentos condimenta

    dos con caprichosos aderezos, pero los apstoles guisaban paralasjmasas en una saludable cocina. La historia social de la cul-tur de nivel medio en el mundo romano estaba de lado de losapologetas, no de Galeno. Un pblico nuevo y semieducado habadado Ja espalda a los grandes dilogos platnicos, dirigindosehacia unas viandas ms simples propor cionada s, por filsof oscaseros como Epiceto, y por manuales de mximas pitagricas.

    Los plebeyos acomodados ejercieron incluso el mecenazgosobre un arte nuevo, liberado de las cortapisas de Jos modelosclsicos, en el foro y en los templos. Era ste un estilo diseadopara transmitir un mensaje esquemtico, impresionista, con ges-tos formales pero llenos de sig nificado, con .los rostros- orientados -hacik el espectador para ser perfectamente reconocibles. Cmola mayora de las ideas religiosas y culturales'de la Antigedadtarda, eJ estilo artstico distintivo del siglo v no significaba J un

    inici totalmente nuevo; tena sus races en una cultura oscuramente preparada, durante los dos siglos precedentes, por hombres! humildes que an V ivan a la sombra de aristocracias ex-elusivas. - .

    : f -' Ea ascensin del cristianismo no puede aislarse de los cam

    bio s sociales que hemos ido describiendo. La ex pansin del cristianismo no fue un proceso gradual e ineluctable, que comenz

    con San Pablo y termin con la conversin de Cons tantino en el 31,2. Su difusin en el sig lo ni fue impresionante por Jo total- .mente inesperada. De repente, la iglesia cristiana se tr ans form en una f uerza con la que haba que contar en las ciudades medi- terrneas. La seriedad misma de las medidas tomadas contrariaIglesia como cuerpo, y no meramente contra los cristianos individuales, en las persecuciones del 25 7 y despus del 303, demues- 1

    tra que algo faltaba en la vida de una ciudad romana que ;'el

    3ristiansmo amenazaba con suplir . " J :

    La Iglesia difera de las otras religiones orientales, con las :-^ue comparta muchas otras semejanzas, por la intolerancia res- .pectoral mundo exterior. Sus cultos eran ex clusivos y, a me nudo, un coto vedado, celosamente prohibido para los forneos; perolos cristianos nunca se alinearon directamente en contra de las V.'tradicionales observ ancias religiosas de la sociedad que los ro- :

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  • 5/21/2018 Brown Peter El Mundo en La Antiguedad Tardia

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    deaba. Nunca se complacieron en la publicidad de una persecucin intermitente. Mientras los cultos orientales ofrecan mediosespecales de salvacin en el en futuro, los cristianos daban porsupuesta Ja posicin de sus fieles en este mundo. La iglesia cristiana ofreca un modo de vida dentro de l. La cuidadosa elaboracin de una jerarqua eclesistica, ]a sensacin de pertenecera un grupo distinto con costumbres cuidadosamente prescritas ycon unos recursos que crecan cada vez ms acentuaba la impresin positiva que la iglesia cristiana ejerca sobre las generacionesllenas de incertidumbre,del siglo iu. Raras veces una pequeaminora ha actuado con tanto xito sobre las angustias de unasociedad como lo hicieron los cristianos. Continuaban como un

    I pequeo grupo, pero alcanzaron el xito de transformarse en'iJun gra roBTema,

    Los misioneros cristianos caminaron principalmente por una- va ex pedita.justamente por aquellas zonas en las que la sociedad

    romana era ms fluida. Los viveros de la Iglesia se hallaban enlas nuevas y rudas provincias de las regiones interiores de AsiaMenor. En una zona como Lcaonia, la llegada de la civilizacin

    griega haba coincidido virtualmente con a de San Pablo. El diri- gente religioso Marci.n, que don a la comunidad cristiana de... .Roma aproximadamente doscientos mil sextercios, era un con

    temporneo y de la misma regin que aquel mercader frigio que. haba realizado setenta y dos veces el viaje a Roma.

    Forma parte de la atraccin de un grupo religioso el que vayaun poco por delante de ja evolucin social. Era posible en un

    ' pequeo gr upo, entre hermanos , plasmar cierto t ipo de relaciones que slo podan fundamentarse en una sociedad ms amplia a costa de grandes conflictos e incertidumbres. .Como miembro de la iglesia, el cristiano poda cortar algunos de los nudos

    . gordianos ms dolorosos de la vida social. As , por ejemplo, podatransformarse en un cosmopolita radical. Su literatura, sus