Blanchi - Los Senderos de La Globalizacion

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Patrizio Bianchi es Presidente del Comité Científico del Centro de:IFlvestigaciones Nomisma (Bolonia), Director de la revista de política industrial "L 'Industria" y Director del Departamento de Doctorado de la Universita degl! Studi de Ferrara (Italia) 1 . Los senderos de la globalizaciótl. ¿ Qt1é apre11de1nos de la crisis Patrizio Bianchi El presente trabajo desarrolla ur1 análisis histórico ele la economía argentina su fun- dación hasta nuestros días con el fin de extraer lecciones que permitan entender !a actual cr·.isis económica. Como rasgo particular, el autor enfoca la problemática desde \r ! wn punto de vista europeo, y propone medidas paliativas apelando a la responsabi,lid3.d eu- ropea, ante el fracaso ele las propuestas tradicionales de los organismos internacionales fundamentalmente vinculados a Estados Unidos En la descripción histórica, et autor divide el análisis en tres períodos, cada uñi'b de los c4ales está marcado en su desarrollo por dramáticos eventos políticos y por hotabtes económicas En primer lugar se encuentran los años del modetd\agroex- ,. p'órtador (elesele la mitad de 1800 hasta 1930), luego tos años del modelo de sustitución :i de importaciones (desde 1930 liasta ta mitad de los años'70) y finalmente los anos de la apertura unilateral (descle los '70 hasta la actual crisis). El autor encuentra tres rasgos estilizados que se pueden extraer del análisis histórico y que constituyen lecciones para entender la actual crisis. La Argentina se ha caracterizado por un crecimiento sin industrialización, una apertura sin integración y un proceso de privatiza- ción sin reglas Et trabajo aborda estas tres cuestiones haciendo hincapié en el pecado original que surge del primer periodo, consistente en la convicción de que un país podía crecer unicamente en base a la producción agraria de exportación. La consecuencia fue el surgimiento ele una oligarquía económica hegemónica, donde las actividades tc:lrminaron teniendo un papel secundario en el desarrollo del país. \ Pclr su parte, el autor cuestiona la apertura rápida y unilateral llevada a cabo por ¡a Argen- tina a lines de los '70 ·-es decir no impulsada gradualmente ni coordinada en el de un proyecto regional- que dio como resultado el surgimiento de una estructura productiva dividida entre un reelucicJo numero ele grupos familiares capaces ele hacer frente a la aper· tura (que posteriormente en el '90 también fueron los principales adjudicatariqs de las ; 1} privatizaciones, exacerbando de esta forma la concentración de la oferta de la y un amplio sector de empresas manufactureras menores que para sostener la ap,ertura tu- vieron que desarticularse en sucesivas opo1 tuniclades Finalmente, el autor cuestiona el papel de Europa ante la falta de compromiso político frente a los problemas argentinos y sostiene que gran parte de la posibilidad de salir, no ele la crisis argentina, sino también cJe las continuas crisis que han marc8:do estos Llllimos años, clepenclerá del rol estabilizador y propulsor de una Europa consciente de 1 s,l1s propias climensiones y, por ende, cJe sus propias responsabilidades Boletín Informativo Techint 310 33

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HISTORIA

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  • Patrizio Bianchi es Presidente

    del Comit Cientfico del Centro

    de:IFlvestigaciones Nomisma

    (Bolonia), Director de la revista

    de poltica industrial "L 'Industria"

    y Director del Departamento

    de Doctorado de la Universita

    degl! Studi de Ferrara (Italia)

    1 .

    Los senderos de la globalizacitl. Qt1 apre11de1nos de la crisis argent~.na? Patrizio Bianchi

    El presente trabajo desarrolla ur1 anlisis histrico ele la economa argentina desd~ su fun-

    dacin hasta nuestros das con el fin de extraer lecciones que permitan entender !a actual

    cr.isis econmica. Como rasgo particular, el autor enfoca la problemtica Argentiri~ desde \r !

    wn punto de vista europeo, y propone medidas paliativas apelando a la responsabi,lid3.d eu-ropea, ante el fracaso ele las propuestas tradicionales de los organismos internacionales

    fundamentalmente vinculados a Estados Unidos

    En la descripcin histrica, et autor divide el anlisis en tres perodos, cada ui'b de los

    c4ales est marcado en su desarrollo por dramticos eventos polticos y por hotabtes

    in'.~stabilidades econmicas En primer lugar se encuentran los aos del modetd\agroex-,. p'rtador (elesele la mitad de 1800 hasta 1930), luego tos aos del modelo de sustitucin

    :i de importaciones (desde 1930 liasta ta mitad de los aos'70) y finalmente los anos de la

    apertura unilateral (descle los '70 hasta la actual crisis).

    El autor encuentra tres rasgos estilizados que se pueden extraer del anlisis histrico y que

    constituyen lecciones para entender la actual crisis. La Argentina se ha caracterizado por

    un crecimiento sin industrializacin, una apertura sin integracin y un proceso de privatiza-

    cin sin reglas Et trabajo aborda estas tres cuestiones haciendo hincapi en el pecado

    original que surge del primer periodo, consistente en la conviccin de que un pas poda

    crecer unicamente en base a la produccin agraria de exportacin. La consecuencia fue el

    surgimiento ele una oligarqua econmica hegemnica, donde las actividades in~ustriales

    tc:lrminaron teniendo un papel secundario en el desarrollo del pas.

    \

    Pclr su parte, el autor cuestiona la apertura rpida y unilateral llevada a cabo por a Argen-

    tina a lines de los '70 -es decir no impulsada gradualmente ni coordinada en el ~\nbito de

    un proyecto regional- que dio como resultado el surgimiento de una estructura productiva

    dividida entre un reelucicJo numero ele grupos familiares capaces ele hacer frente a la aper

    tura (que posteriormente en el '90 tambin fueron los principales adjudicatariqs de las ; 1}

    privatizaciones, exacerbando de esta forma la concentracin de la oferta de la e~onoma),

    y un amplio sector de empresas manufactureras menores que para sostener la ap,ertura tu-

    vieron que desarticularse en sucesivas opo1 tuniclades

    Finalmente, el autor cuestiona el papel de Europa ante la falta de compromiso poltico

    frente a los problemas argentinos y sostiene que gran parte de la posibilidad de salir, no

    s,~>lo ele la crisis argentina, sino tambin cJe las continuas crisis que han marc8:do estos

    Llllimos aos, clepencler del rol estabilizador y propulsor de una Europa consciente de 1

    s,l1s propias climensiones y, por ende, cJe sus propias responsabilidades

    Boletn Informativo Techint 310 33

  • Premisa

    a crisis institucional, que tuvo su culminacin el 2.0 de diciembre con la r~mm-cia del presidente Fernando De la Ra, tiene bases econmicas que no pueden

    ser 1'nirac\as solamente desde el punto de visla de la enorme deuda externa del pas. Ciertamente esa desiesurada deuda es la manifestacin ms palpable del mal ar-gentino, por lo que es necesario analizC1r con esmero l1s C1US1S estructurales y en pmticular la progresi':a reduccin ele lii blse inc\ustriiJI, que pC1ra nosotros constitu-ye l: verdadera causa ele la crisis endmiciJ del pas.

    Co0 el fin de analizar estas causas estructurnles es necesario reconstruir, aunque sld lo harem.os brevemente, la historia del desarrollo de Argentina Esto puede ser arti~ulado en tres graneles etapas, cada una ele las cuales est marcada por dr;1m-tico~ eventos polticos y por una notable inestabilidad econrnica: los ao.s del modelo agrcola exportador (desde mitad del siglo XIX hasta 1930), los ao~s del modelo de sustitucin de importaciones (desde 1930 hasta la mitC1d de los as '70) y los aos de la apertura unilateral (desde los aos '70 hasta liJ crisis actual) (I

  • En aquellos ai'tos, mientras desde un punto de vista poltico se alternan golpes popu-listas y gobiernos rnilitmes, se genera una primera transformacin de la eJtructura

    productiva: la lradiciunal economa agrcola, hasta ese momento apoyada1sobre la gestin extensiva del latifundio, se orienta en forma progresiva hacia prodcciones

    para exportacin a Eu10pa, en especial granos y carnes, uniendo en una nu~va alian-za la parte ms moderna de la aristocracia agraria y la nueva clase cornercial y profesional presente en la gran ciudad

    El modelo econmico, que se afirma definitivamente desde 1880, tiene su eje en la cra ele mtimales, la ganadera, a la que se agregan las industrias auxiliares para el tr.atanLien-

    li_~ de las carnes y de los cueros. En los ltimos cu1os del ochocientos se va afirmando as lfu nC:\eo industrial, constituido principalmente por plantas de salado de cdnes, sus-tlh.1iclas despus, en el novecientos, por los frigorficos. La modernizacin del pas se

    produce a travs de la gesl'in de los campos, y en particular, de la reparticin de las tie-n'as fiscales y libres y, por otro lado, a travs del comercio transatlntico.

    '! De hecho, entre 1865 y 18951 el rea cultivada pasa di:; 95 mil hectreas a

    1.S millo-1~es de hectc1reas. Las exportaciones de multiplican casi diez veces, pero evalor de la tierra aumenta mil veces cada diez aos (ibdem; p. 314). ,,

    1

    Para la distribucin de las tierras libres y en particular, de las tierras fiscal~s, pare-ce en un principio que se quiere copiar el sistema estadounidense, que fija por ley

    ' l~mites muy estrechos pura la subdivisin de las tierras con el fin de evitaiJatifun-clios y favorecer la poblacin, pero finalmente prevalece el camino de la formacin de grandes propiedades.

    I 1.

    Despus de las tentativas de Sarmiento y Avellaneda para evitar la crehcin de nuevos latifundios a travs de normativas de clara inspiracin norteamericana, en

    1880 se llega a la distribucin de tierras con una nueva ley que premia a )os mili-tares que participaron en la guerra contra los indios.

    '!

    Se inicia el reparto primero con lotes de 8 mil hectreas a los oficiales, para luego

    proponer lotes mnimos de 10 mil y al final vender la mayora de lotes en'parcelas superiores a 100 mil hectreas (Incisa di Camerana 1998; p-316). ,,

    ' El crecimiento est sos.tenido por un flujo de inmigracin europea, an calificada, q~1e permite consolidar una economa que se inserta en el comercio internacional es-

    p~cializndose siempre ms en un mbito n:my especfico de productos agrcolas y de su primer tratamiento transformador, mientras se importan insumos manufach1-rados y bienes bsicos necesarios a la infraestructura del pas.

    ' : qran Bretaa se convierte en el nuevo punto de referencia para la Argentina, y llena el vaco dejado por Espaa hasta transformarse en garante y protector, el principal inversionista extranjero, la referencia poltica y cultural del joven Estado. ,

    1

    Aqu se coloca lo que Ciorgio Alberti llama "el pecado original" de la Argentina mo-derna, es decir una modentizacin sin industrializacin (Alberti et al., 1985;~p.8). De hecho existe una sociedad oligrquica que ~letenta el poder econmico y social a travs

    i de la propiedad de la tierra y refuerza ese poder con un control directo de los vrtices del estado. El modelo de crecimiento ~conmico est basado sobre la renta de la tierra,

    eh manos ele la vieja aristocracia criolla (es decir espaola y colonial) que se moderniza c0n la cra intensiva de animales y la venta al exterior de carnes y sus derivad9s.

    Boleln lnformalivo Tecllinl 310 35

  • Las a tividacles industriales no ligadas a la ganadera se consideran no esenciales,

    no dap prestigio social, ni algn reconocimiento poltico; son desarrolladas por in-migr~ntes recientes, a los cuales no se les reconocen derechos polticos. Se abre aqu ~tn estridente contraste entre la necesidad de atraer mano de obra para poblar el inrn'enso pas y al misn10 tiempo el riesgo de perder el control ele un sistema po-lticarnen le cerrado.

    Juan Bautista Alberdi, idelogo de la generacin del '80 afirma a este propsito que "Gobernar es poblar", convencido de la necesidad de acrecentar la dimensin del pas, poblando su inmensidad; por otra parle teoriza li diferencia enlre liber-tades polticas y libertades civiles; las primeras deben reservarse a los ciudadanos, es der a esa minora que por capacidad, censo y tradicin puede bien gobernar el pafk, mientras las segundas (que comprenden las libertades econmicas deUra-bajo y el ejercicio de cada tipo de actividad) pueden ser extendidas a todos)os poblc1dores, incluidos los extranjeros. '':

    Con esta teora de la doble "repblica federativa" -la primera abierta a los derechos civile~ para todos los habitantes, la otrn' restringida en los derechos polticos slo a los ciDdadanos- la democracia no. se expresa en tnn inos de soberana popul1r, sino en trminos de razn colectiva, interpretadc:i y dirigida por una oligarqua que de" tenta)~l mando como un derecho hereditario y nalural (Alberti et al., 1985; p. 8).

    Por oJrn lado hacia esla postura converge tambin un primer movimiento radical, que ti1ene su jefatura en los componentes ms iluminados de las mismas familias tra-dicioryales y su base en la variada clase media ciudadana, que est cornpuestil por profe.5ionales, comerciantes y funcionarios, atados a la misma economa de exporta-cin e bienes agrcolas controlada por las familias terratenientes; esta p~quefia' y medi1 burguesa comercial es al mismo tiempo ella misma que se opone al surgi-miento de una clase obrera u.rbana, formada especialmente por inmigrantes' de ltima generacin (Di Tella 1985).

    1

    El modelo que se basa en la exportacin de los bienes primarios, permite entonces el

    creciruento de la ciudad puerto y por lo tan lo la burguesa ligada a la exportacin y al l

    corncfrcio internacional, generando un modernismo que, sin embargo, queda separa-do de' la industrializacin alternativa a la propiedad de las tierras, como inversamente sucedi en Europa y los Estados Unidos, pero quedando subordinada a sta.

    El ra

  • ta industrializacin basada en 1a sustitucin de las importaciones

    Esta economa, centrada en la exportacin de bienes agrcolas estrechamente ligada

    a los ciclos de la economa inglesa, entra en crisis en los aos '30, cuando la ,t:otalidad

    de las relaciones internacionales se contrae en forma abrupta y todos los paises reac-cionan a la coyuntura adoptando barreras proteccionistas. Frente al progrestvo cierre

    de las exportaciones agrcolas tambin Argentina reacciona adoptando bar~eras a la in1porlacin de esos bienes nianufacturados hasta ese momento importad,os desde

    Europa. ''

    ton el cit: : e internacional se afirma una reaccin de autoritarismo que ~ustituye

  • ;, Pern ~difica un rgimen personal -el justicialismo- que fuertemente se enquista en el contexto social urbano, sindical, obrero, abierto a los inmigrantes, en el cual

    son claras las referencias al fascis1no social, donde el mismo Estado adquiere el rol de planificador de las activid.ades econmicas. El Estado se hace productor y gs-tor de ~ctiviclades econmicas reemplazando una fragilidad emprendedora bien arraigada en la historia del pas.

    Escribi: Alberti sobre este tema: poltica111ente el pero11ismo representa la i11le11ci11 de constrnir 1111 siste111n poltico de tipo corporativo y democrtico plebiscitario que se npoyn sobre In 111oviliznci11 co11trolndn de sectores' populares co1110 medio pnrn poder quebrar In co11ti11nidnd del status-quo, represen-tado poi el poder oligrquico. El Estndo se convierte en In expresin polticn del 111ovi111ie11to, en cuyd seno encuentran expresll los intereses populares, los i11d11striales ligados al mer-cado interno y los sectores 11ter111edios (Alberti et al.,1985; p.10). '

    De este indito bloque social estn excluidos los agropecuarios, que contestan con th1a violenl~ oposicin al proyecto peronista; se llega as a Lm compromiso, que desplaza po-lticam~nte la oligarqua de los terrntenientes, pero que no les quita el poder econmico.

    \

    La cada de Pern se produce el 16 de septiembre de 1955, por una insurreccin mi-litar e

  • En Jos a'los '60 la industria llega al vrtice de 28,18% del, PBI,,J11i~ntrasJas\export-aciones ele los productos manufacturados -casi inexistentes.enlos aos 'S~llegan a un cuarto de las exportaciones en los primeros aos '70 (Kosacff, 2000 p)42).

    : ,, /

    El clesarrollismo de Frondizi todava es hijo de tma tecnocracia poltica que no tiene l consenso poltico correspondiente, que a su vez es aplastada entre los empujes au-toritarios del bloque agrario-exportador y el populismo del movimiento "Peronismo sin Pern". ' '

    Ona vez ms el modelo se agota con el surgimiento de la nueva crisis ~l~rnacio-" ' ;

    i~al. La cada de la estabilidad de los tipos de cambio, que sucede a la.de~laracin de no-con. :rtibilidad del dlar (Mayo 1971), da inicio a una inestabilidJd mone-taria que se hace insostenible dos aos despus con la explosin de los p.recios de

    las materias primas no agrcolas. As la situacin poltica e institcional in'terna cae siempre ms abajo entre dbiles gobiernos radicales y golpes' e estado fnilitares. Sobre la ola de huelgas y violencia de movimientos partidistas, el radicl Illia es derrocado por el General Pistarini, al cual sigue el General Ongana (1966).

    La dictadura de Ongana termina en un entorno signado por la guerrilla urb~a y ru-ral, con un nuevo prommciamiento militar qtie lleva finalmen.te a la Presiflencia al General Lanusse, exponente de la vieja burguesa estanciera. Ser justamen'te Lanus-se, quin paradjicamente llamar de vuelta al viejo Presidente Pern, qe, tras la ~orta transicin de Campara, retorna a la presidencia llevando a su esposa 'tomo vi-ce-presidente. En julio de 1974 Pern fallece, y su mujer asume la presidencia, rnientras el pas cae en la guerra de guerrillas, organizada hasta por la propia corte de la presidente. La economa escapa a todo control, los precios crecen un 28,6/ti en fe-brero, tm 54% en marzo de 1976. La noche del 23 de marzo de 1976 las fuerzas armadas clan un golpe de Estado, preanunciado pblicamente tres meses antes. El General Videla, conjuntamente con una represin sin antecedentes, lanza tm ambicio-so programa de gobierno, denominado "Proceso de Reorganizacin Nacional".

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  • La ap~rtura unilateral y la megainflacin

    El Proceso se sostiene gracias a la recu'nente alianza enlre oligarqua agraria y mili-tares, que se presentan corno poder natural, 1ctuando en nombre de aquella razn colectiva que la soberana popular no put~de expreslr. El origen de la crisis se iden-tifica pfopi1rnente en el desarrollo de un1 industria n1cional protegida; con kis sucesivbs efectos de una urbanizacin acelerada, presin pop u l1 r y, por lo tanto, de-sorden social como expresin endmica de un desarrollo industrial contrapuesto I que se haba idealizado, que se centrnba en la especializacin agrcola y en el prolibe-ralis1110 dirigido por un o~clen natural.

    En el plano ideolgico la respuesta militar se fundamenta en una apertura unilate-ral de la economa, en w1 retorno a un eslereotipado liberalismo, en la eliminacin de la organizacin poltica, por considerrsela contrari'1 a esa razn colectiva que el rgimen interpretaba, y finalmente en 1'1 identificacin del ejrcito mismo como t'.u~ica insti ~ucin nacional por e11ci111n de /ns pnrtes con la capacidad tcnica para conciHnr el viejo esquema tradicional y el fuerte ernpuje tecnocrtico necesario para reoriep-tar la economa del pas (Alberti et al., 1985; p.12)

    Mart1~z de Hoz, ltimo representante de las grandes fmnilias agrarias fue el Mi1s-tro de ~conoma que diseo y ejecut este proyecto econmico, que llev a una neta desin~ustrializacin del pas y a la explosin de la especulacin financiera, hasta alcanZ

  • J

    El objetivo declarado del nuevo plan a seguir era el de reducir la tasa infl~cionaria inlerna a nivel inlernacional a travs de una devaluacin programada det1)eso con respecto al dlaL Esta convergencia no se puso en prctica porque la devaluacin estaba atada a los valores previstos de inflacin, que resultaron inferiores a os reales, lo que result en una revaluacin continua del peso, mientras la inflacin s~gua cre-ciendo. La apertura del me1cado interno expuso a las empresas naciortales a la competitividad internacional, mientras el crecimiento ele las tasas de inters domsticas, promovido a su vez para controlar la inflacin, generaba nivet~s de en-.leuclamiento, que muy rpidamente superaron los mismos activos de las rnpresas. '$e verific as la peor crisis para el sector industrial de toda la historia argentina (Ko- 1 1 sacoff, 2000; p.46\ -- :'.

    ' t. 1'

    En esta situacin se activ un proceso de reorganizacin que se prolong p()r todo el perodo de hiperinflacin: el sistema se polariz decididamente enlTe tma'.:pequea ni.nora que pudo, a travs de sus propios medios o por crditos externo~ renovar ~us plantas, y por otro lado la mayora de las empresas que redujeron a niv~les mni-

    . (

    mos sus actividades o directamente se transformaron en import~.doras o intermediarias. Las multinacionales dejaron el pas, las mismas FIAT y Olivetti trans-firieron sus actividades a sus proveedores. En general se produjo tma susp~nsin en la entrada de capitales extranjeros, una fuga de capitales al exterior y el co~enzo de tma intenssima especulacin financiera 'que dio vida a la que O'Donnell llam "La '~conoma del saqueo" (O'Donnell, 1982). , 1

    No obstante, en aquellos aos, as corno en el perodo siguiente, se formarqn grupos hacionales que empezaron a delinear un nuevo perfil industrial; se trataba ~e grupos familiares, inclusive de recienle inmigracin, que haban crecido ya sea opeiando ert actividades financieras, con10 adquiriendo empresas productivas abando1~adas por las multinacionales que se iban o a las empresas ms chicas que cerraban. ~

    En marzo de 1981, en el seno del rgimen militar, se produjo un cambio de gobier-no (de Videla a Viola) que enfrent la crisis asumiendo el Estado la deda de las empresas privadas garantizndola al mismo tiempo con un endeudamiento inter-nacional; estas medidas se acompaaron con nuevos compromisos de importacin rde bienes y con nuevas medidas ele proteccin y nacionalizacin de la ::onoma, \'nientras la inflacin segua creciendo. Viola fue reemplazado por Galtied bajo cu-iyo gobierno se produjo la guerra de las Malvinas. La derrota de las Malvinas (15 ' 1

    de junio de 1982) llev a un nuevo cambio de presidente, de Galtieri a Bignone quien finalmente llam a eleccicines. )'

    ~I nuevo Presidente, el radical Alfonsn, tuvo que enfrentar la crisis deila deuda bterna y una crisis fiscal, en presencia ele una hiperinflacin sin precedentes. La crisis se agudiz todava ms por la cada internacional de los precios dk los pro-ductos primarios.

    En el perodo del gobierno militar la deuda externa haba crecido de 8 a 44 mil mi-llones de dlares. Contrariamente al caso de Brasil, donde los crditos e~ternos se lrndujeron en inversiones, en la Argentina esta deuda sirvi para alimentar las im-portaciones de bienes de consumo y la fuga de capitales (Incisa di Camerana 1998; p. 696). Al mismo tiempo aument la pobreza: en 1975 el PBI por habitante era de ?.500 dlares, diez aos despus lle?g::lba a 2.950 dlares.

    Boletn Informativo Tecl1int 310 41

  • En 1975 los inte1eses de la deuda externa absorb.iln el 15% de las exportaciones, cliE~z m1os despus se necesitaba el 60%; por otra parle -en ilUSencia de un adecuado fi(J-yo fisGil- el principal ingreso del Estado estaba cubierto poi las retenciones, es decir las tasas aduaneras sobre las exportaciones.

    Para afrontar la crisis, el gobierno democrtico tuvo que devaluar en forma conti-nua pa\;a poder sustentar las exportaciones y generar as[ suficientes ingresos para compensar los costos crecientes del servicio de la deuda externa. Adems se debie-ron implementar planes para el control de la demanda agregada y la inflacin, con una rn~1neda que se devaluaba continuamente para sostener las exportaciones en presencia de una elevada inflacin interna.

    i

    El programa antiinflacionario denominado Plan Austral se asentaba en el corte.pe la financiacin al gobierno por parte del Banco Central, una compleja reforma fis-cal y qel Estado y la modificacin de las expectativas inflacionarias a travs ~le ndices: para los contratos del futuro (Sylos Labini, 1986). ''

    "

    Sin embargo, justamente por el fracaso de estas reformas y por la falta de un plan de reactiv~cin econmica, el Plan Aushal se convirti en Lm programa recesivo, puesto que col'.taba el gasto pblico, y al mismo tiempo en un plan monetario expansivo, por-que d~aba una nueva moneda sin haber resuelto los problemas estructura.les subyac~ntes. La inflacin se reaviv con tanta fuerza que peniti definir el contexto corno 1'i1egainflacin, y con ulteriores efectos de estructuracin interna de la org

  • Efectos de la megainflacin sobre la estn1ctura productiya

    Los efectos de la rnegainflacin y de la inestabilidad institucional fueron lm evidente proceso de cada de la i.ndustrializacin, que puede medirse en trminos d~ la inci-dencia del valor agregado de la produccin manufacturera en el total del PBI. Como muestra en varias ocasiones Kosacoff (1993, 2000) este valor creci en forma lenta has-., ta 1930, por efecto ele la progresiva expansin ele las actividades auxilia~'es de la agricultura y de la ganadera, aument despus considerablemente en los a:i{os de la sGstitucin de importaciones, pero cay en forma abrupta en los aos'80, c\\ando la phrticipacin de la produccin manufacturera volvi a los valores ele 1940. ,:

    " " ., En su conjunto, los cu1os de la dictadura y los aos inmediatamente po;teridl:es mar-caron la cada del ingreso pro ca pita (-2.5%), el aumento de la desocupaci~~ (que se d,uplic) y la reduccin del gasto pblico y en particular del gasto social, Besde la ~ . (

    educacin hasta la salud, con un significativo aumento de la pobreza y ele las:diferen-cias sociales.

    En este contexto ele continuo decaimiento, se produce una profunda degr_adacin del aparato iridustriat que encuentra su explicacin justamente en la incertidumbre macroeconmica e institucional que marca a toda la dcada. Frente a la reciente ihcertidumbre macroeconmica, que se traduce no solamente en lm aumento ge-rteralizado de los precios, sino tambin en la volatilidad de los precios relativos se generan efectos de desorientacin, que inciden directamente en la organizacin de l~ produccin.

    As, sectores corno el mecnico, en el cual la produccin deriva de muchos componen-tes y servicios agregados, tienden a disgregarse, dado que la inestabilidad insdh1cional y las expectativas de nuevos aumentos, hacen explotar los costos de transaccin y de-saniman los contratos que son necesarios para programar la misma produccin (Dona lo, 1993). Asimismo, en tma situacin de incertidumbre ya diaria, es sie~1pre ms difcil aceptar conlrntos de larga duracin para emplear mano de obra de alh1 califica-cin (Kosacoft 2000 p . .52).

    l~inalmente se debe considerar que, en la mayora de los casos, las plantas, cons-ltuidas en la fase ele la sustitucin de importaciones, tenan dimensiones inferiores a lo ptimo -no ms del 10% de la escala ptima observable a nivel intemKional-)' haban sido actualizadas en forma discontinua, simplemente introduciendo m-quinas nuevas en procesos de produccin ya obsoletos (Kosacoff 1998; p.:28).

    Cuadro 2. Incidencia de la manufactura sobre el PBI en porcentajes

    (al costo de los !actores)

    1900-09

    1910-19

    1920-29

    1930-39

    1940-49

    1'950-59 I

    1960-69

    11970-79

    1980-90

    l'uu11111 l\u~cn:ull. 2000, p .J8. suliru llllOs tJul BCl'iA

    Boletn lnlormalivo Tecl1inl 310

    15,35

    16,54 : 18,65

    21,06

    24,22

    24,80

    28,18

    27,23

    ' 23,60

    43

  • Los efectos de la incertidumbre en Jos sectores rncc';:iicos, ele mquinas-herra-mientas, t,ero tambin en los lextiles e indumentaria, muebles y en la industria de los min~rales no metalferos, se lradujo en un decilirniento ya sea en la producci,~1 corno et:t su participacin en el producto industrial total, con una regresin gene-ralizada hacia las actividades informales y comerciales. Estos sectores, que haban llegado en 1977 a representar hasta el 31,6% ele la produccin induslrial, se redu-jeron a menos del 20% en 1990.

    En cambio, empresas gue operaban en sectores que producan bienes de base e inter-medios, como la qumica y la siderurgia, reaccionaron integrndose en forma todava ms vertical, para reducir al mnimo las transacciones intermedias: adems se trata-ba de plantas construicfas haca poco liempo, en los c:it1os del desarrollismo de Frondiii, y todavfo ms en los aos de la dictc:idura, cuando por razones nacionales, los militares pedan la autonoma en los sectores de base. Estos sectores crecieron, X sea en trminos de volumen como ele participacin, aurnentando del 20% al 30% ~!e

    '

    la produccin total (Bisang et al., 1995 p. 187). ,

    En estos sectores productores de co111111odities industriales, se consolidaron los po-1

    cos eje1nplos de grupos industriales nacionales que lograron adquirir un perfil transna~ional, capaces no solamente de exportar sino tambin de entrelazar alian-zas int~macionales (Chudnovsky et al., 1999; p. 78)

    Los hadicionales productores de bienes derivados de actividades agrcolas y zooh~cnicas le\1dieron a seguir este mismo modelo de organizacin productiva, apareciendo como )roductores de co1111110dilics agrcolas. Debido al estancamiento de la prodt1c-cin, aimque no crecieron los volmenes, la incidencia relativa de estos sectmi:s

    (

    aument del 21,7 al 26,5%.

    1

    En conftmto, las actividades manufactureras se redujeron del 83,5 al 76,6% del to(al de la PfOduccin industrial, esencialmente por vaciamiento de las actividades pi;~pias de transformacin de bienes finales, incrementadas en los afios del capifnlis1co asistido, evidenciando an ms la necesidad de un nuevo marco de ordenamiento de la economa nacional (Chudnovsky, Lpez 1997).

    Este proceso de desindustrializacin fue acompai1ado por el dramtico deterioro de la macweconoma. Entre 1980 y 1990 el PI3I disminuy un 9,4%, la produccin in-dustria.! un 24%, el consumo un 15,8%; las importaciones y la inversin bljmon respecffvamente un 58,9

  • El plan de convertibilidad y las privatizaciones

    Desde fines ele los aos 70, hasta principios de los aos '90, se aplic un i10delo

  • ~

    En parli~:ular, se bosquejan y realizan algurnis intervenciones para sustentar a indus-t1ias me,nores, entre las cuales se encuentra la reorganizacin del INTI, la Agencia nacional'de transferencia tecnolgica (ivfogarii1os 2000).

    Sin emb;;ngo el corazn del programa econmico est, por un lado, en la privatiza-cin. Y por consiguiente Pl des1ncmtelamienlo de la intervencin directa del estado en la ecc;noma, y por el otro, en la converlibiliclacl entre peso y dlar (1 a J).

    Las privatizaciones ponen en venta las diferentes empresas pblicas del sector pe-trolfero (YPF, 15 empresas que representan el 21,2% del valor total), gas (Gas del Estado, 9 empresas que representan el 24,6%), energa elctrica (SEGl3A, 10 empr~sas que representan el 20,9%), agua (Obras Sanitarias), telecomunicaciones (Enlel, 2 empresas que representan el 23,7%), Aerolneas (Aerolneas Argentinas), ferrocarr,i-les (Fer~9carriles), hoteles (Hotel Llao Llao), astilleros navales (Tanclanor), siderurgj:a (Altos l;Jornos Zapla, Somisa) plantas qumicas (Kosacoff, Bezchinsky en Kosacoff, 1993; p.,,263).

    Las priyatizaciones implican a fines de 1992, cesiones por ms de 16 mil millones de dlayes de valor patrimonial, en parte con pagos en efectivo y en gran parte en tnnin:s de transferencias de endeudamiento ele las empresas pblicas a los pt;i-vados. '~ste valor total se reparte entre valores desembolsados por empresas y bancos .exhanjeros correspondientes al 60% y por grupos econnlicos nacionales por el restante 40% (Kosacoff, 1993; p. 269, y 2000, p 72). A las empresas extrani~ras pr~sentes en stwlo argentino s.e les concede adems la posibilidad de transfo'.mar la deuda externa en capitalizacin de la empresa local por rns ele 6,00 millorufa de dlares (l

  • ' otra parte en dlares dado que -a cambio fijo- la inflacin,1ntema, aunque reduci-da respecto al pasado, exige siempre altas tasas de inter~s, y por otro lado estas privatizaciones han concentrado an ms un sistema indt~Strial, muy restringido.

    En 1997 los 18 mayores grupos econmicos nacionales conlaban con el 96% del to~ tal de las ventas correspondientes a las primeras 100 enfpresas, con el 83% del volumen de venta de las primeras 500 empresas del pas y ton el 81 % sobre las pri-meras 1.000 empresas; en trminos de ocupacin, los priqeros 18 grups cuentan con alrededor del 89% del total correspondientes a las p~imeras 500 empresas y con el 86% de las primeras tOOO; esto da testimonio de ctno las restantes empre-sas argentinas han quedado efectivamente al margen.

    Sin embargo es representativo considerar el peso de los pritneros 4 grupos sobre el total de las primeras 1.000 empresas: el "concentration index CI4" era igual al 55% en trminos de facturado y al 43% en trminos de ocupacin. La mitad de las acti-vidades industriales se encontraban reunidas en la esfera de solo cuatro grupos (YPF, Techint, Prez Companc y SOCMA).

    Cuadro 3. Indicadores de concentracin de los mayores grupos econmicos

    nacionales en trminos de ventas en millones de pesos y de ocupados ( 1997) ----

    Ventas Ocupados

    18 grupos principales 26 275 111 924

    Total primeras 100 empresas 27 188 93.535

    Total primeras 500 empresas 31.629 125476

    Total primeras 1000 empresas 32.110 129 353

    l'uu1 dt.: CI 111l111uvsl'Y t.:l

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    Estos grandes grupos nacionlles representaban solamente el 19,2% de lls exporta~i"ones de' las primeras tOOO empresas, pero reunln el total de lls inversiones argentinas en el exterior. Dado que estos grupos deban gran parte de su dimensin al control de los servicios pblicos privatizldos, Slcaban de aqu los capitlles plrn poder extender sus actividades en el exterior (Chudnovsky et aL, 1999, p. 96).

    Ciertamente un importante acontecimiento para la economa Mgentina ha sido el co-mierlZO, en los aos '90, del MERCOSUR, es decir del rea de libre comercio entre Argentina, Brasil, Uruguay y Pmaguay, que poda representar Lm posible camino, no solo para incrementar las exportaciones de los Cllltro pases, sino tlmbin para empe-zar estrategias de integracin de distintas reas, que pudieran conjugar ese enfoque de regionalismo abierto y de tm11sfor111acin productiva con equidad que fueron las grandes expectativas de los primeros aos '90 (CEPAL, 1992; 1994).

    De todos modos el MERCOSUR luvo una vida difcil por las diferencias existentes entre1\as cuatro economas y adems por los obstculos en el proceder hacia ulterio-res pasos en la integracin interna, debido a la declmada desconfilnZl de lls instilt1ciones internacionales (Chudnovsky, 1996; p.157).

    La economa argentina en la crisis

    En los primeros aos '90 el sisteml dio resultldos positivos, tanto que el producto industrial considerado como base 100 en 1986, y que lllbl bljldo l 89 en 1989, ha ba subido hasta 124 en 1994; las exportaciones haban subido en el mismo perodo de 6.360 millones a 15 mil millones de dlares, pero en el mismo lapso las importa-ciones solamente de bienes de capital haban crecido de 4.724 millones de dlares a 20.3! 7 millones de dlares (Magarios, 2000; p 85).

    El pl rn de convertibilidad cont con el respaldo del Fondo Monetario lnlernacio-nal, justamente por que la lnea de Cavallo se presentaba como una aplicdcin rigurosa de aquel Consenso de Washington que defina el enfoque de las inslitu-cion~s internacionales a principios de los aos '90.

    El rr:iencionado Consenso de W'1shington definct el enfoque '1poyado por el Fondo Monetario Internacional y por el Bmtco Mundial y, arraslrcido por stos, tarnbin por el Banco Interamericano de Desarrollo El fuerte cambio de orientacin en fav~1r de pol~icas de apertura unilateral, con enganche al dlar de las economas locales. y al mismo tiempo de desregulacin y privatizaciones internC1s, delineaba un esquema de i[ltervenciones inspiradas en un liberalismo experimentldn no solamente en Gram. Bretaa y en los Estados Unidos, sino tambin en Chile, as corno en los pases del ~udeste asitico. Justc:imente estos pases fueron objeto de un estudio del Bc:inco Mupdial-que explcitamente hlblaba del "millgro del sudeste asitico"; un milagro que. sin duda deba atribuirse mnpliamente a la liberalizacin del mercado de capi-tales, que haba permitido en un tiempo brevsimo, el crecimiento, con ritmo muy sost_enido de los mercados financiem; locales, permitiendo la atraccin de capitales desde el exterior, haciendo ms y ms fuertes las monedas locales y bajando, por lo tanto, a cero la inflacin (World 13ank, 1993).

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    48 MRy_o - Agoslo 2002

  • En ese entonces este enfoque tuvo muy pocos crticos que pudiera alertar contra los riesgos de largo plazo de una l1ea de poltica econmica que, apoyndose sobre la apertura unilateral y sobre una fuerte desregulacin, estabilizaba el tipo de cambio y los precios. Esta l1ea sin embargo, expona al pas al riesgo de un shock competi tivo que poda golpear a un sistema industrial qutr contaba con una base productiva

    muy limitada, con un sector competitivo pequeo, y con una amplia gama de peque-~as y medianas empresas que no podan enfrentar la competencia intemafional.

    Entre los pocos que ponan en evidencia los lmites del proceso de aper~ra, recor damos a Kosacoff (1993), I

  • En el 2001, adems, las se1i.ales de la recesin mundial se haban generalizado, con evidentes dificultades hasta para el mismo Estados Unidos, cuya moneda segua

    1

    manterndose con ms fuerza con respecto a las otras, arrastrando en alza al mis-mo pe5o argentino.

    Simultneamente con estas conlinuas crisis internacionales, la situacin interna ar-gentina empeor progresivamente a partir de la mitad de los aos '90, cuando, frente a la crisis mejicana, se tuvieron que aplicar polticas de restriccin que llevaron a un agravamiento de la pobreza interna y a un conflicto en el mismo gobierno de Menem, que tuvo como final la salida en 1996 de (avallo.

    La eleccin de De la Ra en 1999 coincidi con la nueva crisis y el comienzo de una reces ion ms severa. Este fue elegido ,como jefe de una amplia coalicin, en la que confluyeron la Unin Cvica Radical y el nuevo frente antimenemista, el Frepaso, que no llev a cabo un cambio de enfoque en la poltica econmica.

    Mientras tanto el Fondo Monetario y Banco Mundial siguieron aumentC1ndo el crdito a la Argentina. En diciembre 2000 el FMI ucord un progrnmC1 de crdito por 40 mil millones de dlares para el pas y el 14 de enero 2001 autoriz un lll-menr~ de la lnea de crdito por otros 14 mil millones.

    En marzo el ministro de Economa, Machinea, renunci luego de 33 meses de rece-sin, ,y fue sustituido por pocos das por Lpez Murphy, economista radical, perte;neciente al grupo ultra liberal FIEL, que anunci un plan de enrgicos corles al gasto pblico del gobierno central y a las hansferencias a las provincias; este f te a su ve,z reemplazado el 21 marzo por el mismo (avallo, quien inmediatamente de-clar, la voluntad de la Argentina de no pedir nuevos prstamos

    i

    El 2~ marzo se aprueba lo Ley de Competitividad, que pHo Cov

  • El riesgo pas alcanzaba 899 bp en enero, cuando el FMl autoriz la extensin de la lnea de crdito, lleg a 1.035 a la llegada de Cavallo en marzo, se encuentra a 1.300 el 1 de julio; despus de las elecciones de octubre supera los 2.000 bp, el 5 de noviembre era de 2.537, el 20 de noviembre sube a 3.055.

    El 5 de diciembre el Fondo Monetario Internacional rechaza refinanciar la cuota 1 .

    del prstamo sosteniendo que el gobierno no ha cumplido con el prograi;na de re-formas y con la reduccin del gasto pblico; el riesgo pas vuela a 4.116 b~ el 19 de diciembre; Cavallo renuncia y luego hace lo propio De la Ra, en un clima de de-srdenes que dejan un saldo de 27 muertos. La Asamblea Legislativa el;ije como presidente a Rodrguez Sa que declara el default de la deuda argentina y:.la sema-

    P siguiente, despus de su renuncia, la eleccin con los votos de los legisladores !=!el Partido Justicialista, del Partido Radical y del Frepaso recae sobre el peronista buhalde, dando comienzo a un ga.binete de unidad nacional, gestiona la salida del plan de convertibilidad y contina con la devaluacin del peso. Se propone alcan-zar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario mediante un plan de emergencia y dar una nueva orientacin a la poltica econmica tendiente a revitalizar el merca-do interno (Clarn, 2 enero 2002).

    Cuadro 5. Evolucin de la deuda externa y de la balanza de pagos

    1999 2000 2001s 2002p

    Deuda externa total (Mili U$S) 146 430 147 252 148.000 152000

    Reservas (Mili U$S) 24 252 25 147 20.000 19 000

    Inversiones directas (Mili U$S) 22 600 10 500 46 000 5 300

    Saldo partidas corrientes /PIL (%} -4,2 -3,1 -2,6 -2,6

    Fuente INDEC. Instituto l'llcionc1I ele EstC1clist1ca y Censos. 2llU2

    Cuadro 6. Datos coyunturales sobre la ocupacin (Octubre 2001)

    rasa de actividad - PEA (porcentaje de la poblacin total} 42,0

    Tasa de ocupacin (porcentaje de la poblacin total} 34,3

    Tasa de desocupacin (porcentaje de la poblacin econmicamente activa - PEA} 18,3

    Tasa de subocupacin demandante (porcentaje de la poblacin econm activa - PEA} . 10,8

    Tasa de subocupacin no demandante (porcentaje de la poblacin econm activa - PEt) 5,6

    Fuente INDEC. Instituto /\laci011al ele Estaclistica y Censos. 2002

    Cuadro 7. Datos coyunturales sobre la produccin

    Variacin porcentual anual (Noviembre 2001)

    Produccin industrial 1

    Construcciones

    ):onsumo de servicios publicas

    Ventas minoristas

    Importaciones

    Exportaciones

    Fuu111e INDEC lm;titutu f\lar.1or1at lle Es1acft1ca y Censos. 2002

    Cuadro 8. Datos coyunturales sobre variacin de precios

    Variacin porcentual anual (Noviembre 2001}

    Precios al consumidor

    Precios mayoristas

    Costo de la construccin

    Fuente: INDEC. Instituto i'lacional de Estadistica y Censos. 2002

    2oletin Informativo Techint 310

    ,

    r \

    -11,1

    -20,1

    -5.4

    -21,2

    -39,0

    -2,0

    -~16 -6 9

    0,6

    51

  • Qu aprendemos de la crisis argentina

    Las vicisitudes argentinas nos permiten algunas reflexiones, que van ms all de la presente crisis.

    Podramos sintetizar estas consideraciones en tres rdenes de factores: )o- crecimiento sin industrializacin; )o- apertura sin integracin; )o- privatizacin sin reglas.

    La historia argentina tena su propio pecado original basado en la conviccin de que un pas poda crecer basndose nicamente en la produccin agraria, haciendo surgir alrededor de esta, una oligarqua econmica, que adems tena la pretensin de ser el nico punto de referencia poltico del pas. A ella se agreg una burgue-sa urba:i-a exclusivamente del sector servicios, ligada al comercio y a las finanzas que, no 9bstante, no era opositora a aquella oligarqua agraria sino complementa-ria. En aquel contexto el desarrollo inicial del pas empez orientndose hacia Ja exportacin de las capacidades productivas preexistentes, en una modernizacin social que empero basaba su fuerza en com111odities primarias y en actividades ter-ciarias, 'dejando a las actividades industriales un rol marginal, ya sea desde el punto d~ vista econmico como poltico. El resultado fue un pas fuertemente abie;._ to y dbil frente a las crisis internacionales; dbil porque no se bas sobre la creaci6!1 de una riqueza que proceda de conocimientos, tecnologas, competencias de trans-formacin que hubieran podido crear y agregar valor a los recursos naturnles y agrcola;> (Katz, 2001).

    Es esta ~hna reflexin que debera ser recordada toda vez que se repite, que hoy el de-sarrollo no necesita ms de la industria, sino que puede concentrarse sobre actividades terciaria's o sobre el comercio de co1111110dities. An hoy el verdadero problema estruc-tural de' la Argentina, as como para gran pmte de los pases subdesarrollados, c:onsi~;te en tener una base industrial demasiado reshingida corno para poder crear una riqlH~za sufidente para pagar la deuda y para poner nuevamente en marcha un proceso de crecimh~nto endgeno.

    El perodo de la sustitucin de importaciones sostuvo el desmTollo de una industria protegic;la que lena como modelo de organizacin a 1quella misma produccin fordis-ta que sin embargo para ser eficiente, requera de dimensiones de escala que ningn mercadu interno sudamericano poda tener a su disposicin por sus propios medios

    Se evid~ncia as un panorama industrial de empresas nacionales con dimensiones por debajo de los trminos ptimos y de pequeflas y minsculas empresas siem-pre lirr~tadas a mercados locales protegidos

    Desde~ perodo de la exportacin de co111111odities industriales, luego de los aos de la dict'l?ura y al final en la poca de la mega inflacin, ha surgido un pequeo nlicl~o de grandes grupos familiares que ha formado el corazn del sistema productivo. Con las privatizaciones de los '90 mientras lo que quedaba del sistema se iba disgregando esos mtsmos gnipos se apoderaron tambin de la red que controla los servicios p-blicos, \legando as a una ulterior cn~entracin del mercado interno.

    ' 52 Mayo - Agosto 2f)J2

  • La apertura rpida y unilateral -es decir no coordinada en el mbito de un proyec-to de integracin regional- dio como resultado la explosin de la frgil estructura interna del pas, con una economa dividida entre el reducido nmero d~ grandes grupos capaces de hacer frente a la apertura, porque se haban focalizado ~obre po-cos bienes de base y ahora tambin con la capacidad de controlar el sector de los servicios pblicos no expuesto a la competencia internacional y un amplio sector de empresas manufactureras menores que para sostener la apertura tuvi'.i que de-sarticularse en sucesivas oportunidades (Kosacoff, 2000). '1

    En este cuadro, la apertura sin integracin -es decir la apertura unilateral y con paridad fija- ha jugado un rol negativ~. Es verdad, en efecto, que la-cortvertibili-pad l a 1 con el dlar ha llevado la inflacin a nivel cero y ha permitido \a puesta ~n marcha de reformas estructurales despus de aos de decaimiento; s~ embar-go es tambin verdad que este cambio ha expuesto a la industria argentina a una ~ompetencia internacional que, para ser enfrentada, peda continuos aumentos de 'eficiencia individuales y colectivas. Aumentos productivos de este tam~o difcil-mente podan ser soportados pon una estructura tan frgil y divergente; por lo dems, lo que se poda recuperar de la produccin interna era anulado por la con-trna revaluacin del dlar y por las crisis internacionales, que haban mpujado a los pases con los cuales la Argentina competa, a devaluar su moneda.

    Al modelo de apertura unilateral, sostenido por las instituciones internacionales, se opone el camino gradual seguido por la Unin Europea, cuya apertura externa es coordinada entre pases que juntamente acuerdan medidas para aselerar la transformacin estructural de las reas ms dbiles. Esta solucin gradvalista ha sido fuertemente obstaculizada para Amrica Latina por parte de las instituciones internacionales que consideraban a la unin aduanera una solucin tericamente menos eficaz que aquel multilateralismo basado en aperturas unilaterales que eran el corazn del Consenso de Washington (De Melo, Panagarijia 1993).

    La va del gradualismo y de la integracin regional habra requerido una adhesin y un apoyo del MERCOSUR, que en realidad no existi tampoco por parte d~ Europa, que tuvo, respecto de Amrica Latina, y en particular de la Argentina, una actitud que dej mrgenes muy estrechos para tma efectiva integracin entre las dos r~as.

    En este contexto se gener la paradoja que se refiere a las privatizacion~s de los servicios pblicos: estas se han realizado con el objetivo de apertura de mercados, pero se han transformado en un aumento del grado de monopolio en el 'inercado i1nterno, puesto que los grandes grupos nacionales han adquirido servicios que ya eran monopolio pblico, sin cambiar la naturaleza de control del mercado local. A pesar de que en el proceso de privatizacin las empresas eran explcitamente ofre-cidas como ineficientes el hecho de que fueran portadoras de derechos mo~oplicos caus la atraccin no solamente de los capitales externos, sino tambin de los inter-nos, desplazando a las inversiones; productivas, y en particular a las orientadas hacia las empresas menores, que ya se encontraban en dificultad para competir en el mercadl) abierto.

    Boletn Informativo Techint 310 53

  • Se dempestra una vez ms que una operacin de 1pertura y liberalizlcin de mer-cado necesita de una recomposicin de regl1s e instituciones de la economa, en un1 lgica de construccin del 111ercndo que no puede reducirse a la apertura unilaternl y a la ve~ta de bienes pliblicos con desregulC1cin de la economa. En este campo l1 integracin europea ha incorporado mudrns experiencias que hlbran podido s~r aprovechadas para sostener las iniciativas latinoarnericanls de integracin regio-nal, y e~ particular del MERCOSUR (I3ianchi, 199'7; 1998).

    En conclusin podemos considerar que la crisis argentina no era imprevista ni im-previsi~le. En realidad las instituciones econmicas internacionales no han atendido adecuadamente una crisis que pona en discusin al mismo modelo de 1perturn eco-nmica' hasta ese momento apoyado por los mismos orgm1ismos internC1cionC1les.

    La crisis argentina pone por lo tanto un signo de interrogacin sobre la posibilidad de proceder en un sistema internacional, an gobernado por las instituciones crea-das trs la segunda guerra mundicll, o sea salidas de aquella reunin Bretton Woc1ds que pona al dlar en el centro del sistema econmico mundial, remitiendo a orga-nizaciones internacionales el apoyo al desarrollo de las economas ms dbiles

    De hecho, a estas economas dbiles se les pidi que se abrieran individw1[, y r-pidammte a una economa global que encontraba en los Estados Unidos y en un dlar en continua revaluacin, su nico punto de referencia Ahora, en ese contex-to abierto y global, hay que preguntarse si Europ1 misma no debera asumir esns resporsabilidades polticas cue hast1 ahorn han estado a la cabeza ele c