BARROWS Dunham - Heroes y Herejes_ Antiguedad y Edad Media

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    HEROES Y HEREJESANTIGUEDAD Y EDAD MEDIA

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    Barrows Dunham Hroes y HerejesAntigedad y Edad Media

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    BARROWS DUNHAM

    HEROES Y HEREJESANTIGEDAD Y EDAD MEDIA

    El que se inclina hacia un Partido, es condenado alInfierno por los Dems; pero tampoco merecer un juicio msfavorable si no se pronuncia por ninguno.

    JOHNTOLAND, Christianity Not Mysterious (1969).

    (Tomo 1)

    BIBLIOTECA BREVE DE BOLSILLOEDITORIAL SEIX BARRAL, S. A.

    BARCELONA, 1969

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    Ttulo de la edicin original:

    HEROES and HERETICS

    Traduccin de:

    AURORA CAMPO

    JUAN ANTONIO MATESANZ

    de la edicin original

    ALFRED A. KNOPF, INC. 1964

    de los derechos en lengua castellana y de la traduccin espaola

    EDITORIAL SEIX BARRAL, S. A. -Barcelona, 1965

    Depsito legal: B. 39312 -1969 (tomo 1) Printedin Spain

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    A MIS NIETOS

    Richard Scott Dunham (1956).

    Robert Brett Dunham (1958).

    William Barrows Dunham (1963).

    Aspice venturo laetentur ut omnia saeclo.

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    PREFACIO ......................................................................................................................................................... 6

    PRLOGO. El criminal de amarna................................................................................................................. 8

    CAPTULO PRIMERO Hombre y comunidad................................................................................................ 13

    CAPTULO II El exilio y la cicuta................................................................................................................ 19

    CAPTULO III El reino de dios .................................................................................................................... 28

    CAPTULO IV La elaboracin de una ortodoxia ......................................................................................... 41

    CAPTULO V La elaboracin de las herejias............................................................................................... 55

    CAPITULO VI Libre albedro y destino de unaorganizacin..................................................................... 70

    INTERLUDIO De las redes y los peces ......................................................................................................... 87

    CAPTULO VII Los pequeos zorros que echarona perder las vides......................................................... 92CAPTULO VIII Piers y sus Plows ............................................................................................................ 108

    CAPITULO IX La herejia nacionalista....................................................................................................... 125

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    PREFACIO

    Una de las cosas que tiene que hacer un hombre en la vida es descubrir, con la mayor amplitudposible, los fundamentos para creer lo que le piden que crea. Por supuesto, la razn le invita a creer todas yslo aquellas afirmaciones que parecen ser verdaderas. Tan pronto como el hombre intenta seguir fielmentela razn, toma conciencia de otros principios, o al menos de los condicionamientos que emanan de lasociedad organizada que le rodea. Esto significa que se encuentra constreido y atrado por creencias que enotro caso nunca hubiera posedo.

    Las creencias as obtenidas desempean el papel del poder policaco en la vida intelectual. Estepapel, sutil de ordinario, es una hbil combinacin de premio y de castigo. En la sociedad de cada uno, esms fcil hacer carrera si creemos en lo que aqulla nos dice que creamos; pero, si dejamos de sostener tales

    creencias, esta carrera puede acabar de repente. Acontecimientos de tal gnero han sucedido a lo largo de lahistoria escrita, y podemos conjeturar con toda certeza que tambin acaecieron en la historia no escrita. Alcomienzo de la dcada de los 50, muchos americanos se familiarizaron con este hecho.

    Ahora, la ciencia y la filosofa que buscan afirmaciones verdaderas y slo verdaderas siguen unsendero que va en contra de las ideas socialmente establecidas. De ah que el esfuerzo de algunos hombrespara expresar lo que la realidad es, est en conflicto con la insistencia de los cuadros de la Administracinpara mantener la unidad en el seno de sus organizaciones. Cuando estas crisis se hacen patentes, el pensadordebe arrostrar su amor a la verdad frente a la autoridad del administrador. Para el pensador esto no es msque un simple acto de integridad personal. Pero el administrador puede considerarle un rebelde y merecedorde adjetivos tales como presuntuoso y arrogante .

    Estas valoraciones contradictorias de un mismo hecho acontecen igual entre miembros ydirigentes de una organizacin. Cuando un miembro se siente moralmente obligado a oponerse a la polticade un dirigente, puede parecer que aqul se afirma a s mismo con exceso y por ello ser culpable dearrogancia. Hablando en trminos generales, integridad es el punto de vista del miembro sobre el asunto,

    y arrogancia

    el juicio del dirigente. Esta nocin parece corroborada por la singular etimologa de lapalabra hereja , que posibilita la significacin de una opinin personalmente preferida por el que lasostiene.

    El lenguaje seala el hecho social (obvio por dems en cualquier acontecimiento) de que lasopiniones humanas se clasifican no slo como verdaderas o falsas, sino como aceptables o inaceptablespara las organizaciones. Por supuesto, las dos ltimas categoras son polticas, y precisamente en funcin deellas los pensadores han estado expuestos al castigo. La historia real del pensamiento ha sido una mezcla,un tumulto de estas cuatro cosas: verdad, falsedad, hereja, ortodoxia, que han ido desplomndose la unasobre la otra de una manera mitad trgica y mitad absurda. Pienso que quiz tenga algn valor el desplieguede este tumulto, siguiendo su curso a lo largo del desarrollo del pensamiento occidental, con la mismaconfiguracin y el mismo mpetu que le han dado los acontecimientos.

    Por esta razn, he emprendido una historia poltica de la filosofa y la he planteado bajo la formade una dilatada oposicin entre dirigidos y dirigentes por el dominio de la doctrina de la organizacin. Porfuerza, el tamao de la obra ha de ser grande. De qu otro modo podramos mostrar el hecho de que tales

    acontecimientos, que estn ocurriendo ahora, han acaecido desde la Antigedad? Cmo disipar, si no, elmodelo repetido o esbozar lecciones para el futuro?Sin duda, esta obra implica riesgos tan grandes como su tamao. No puedo suponer que entiendo

    con la misma suficiencia todas las pocas del pensamiento occidental. Habr pocos hombres expertos sobretodas las pocas y los especialistas sensatos se limitan a porciones de pocas o a porciones de porciones.Desgraciadamente, adems, se da la circunstancia de que los escritos histricos pudieran estar daadostanto por ignorantes (a veces, inocentes)omisiones, como por una falsa interpretacin del material. Algunasde mis omisiones son, sin embargo, deliberadas. Me he limitado fundamentalmente a aquellos herejescuyas ideas y comportamiento fueron importantes para el cambio histrico. As, por ejemplo, no me hedetenido en Savonarola porque su obra fue realizada ms decisivamente por los grandes reformadores quepor l mismo. Por esta razn, tambin he preferido a Lincoln frente a John Brown y a Debs antes que a

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    cualquier otro socialista americano. Mis deudas intelectuales son tan numerosas como los autores que heledo y los hombres a quienes he escuchado. En el Ensayo Bibliogrfico expreso mi reconocimiento aalgunos de ellos, al tiempo que les eximo de todo posible empleo errneo que pueda haber hecho yo de susabidura. Quiz pueda particularizar aqu hasta el punto de agradecer a mi amigo, Mr. Samuel AdamsDarcy, de quien aprend directamente la opinin (sostenida segn creo por todos los gobernantes, pero porpocos profesores) de que la historia es el movimiento de las multitudes humanas en lucha.

    Debo el ttulo de este libro al poeta lrico Mr. E. Y. Harburg, autor de Finian's Rainbew. Cansadode mis esfuerzos pedestres, l cre el ttulo que el libro requera. Por fin, deseo agradecer a los miembros dela direccin y administracin de la Biblioteca de la Universidad de Pensilvania su constante amabilidad y enespecial por haberme permitido acceder a esa admirable coleccin.

    BARROWSDUNHAM

    Cynwyd, Pensilvania. Septiembre, 1963.

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    P R L O G O

    EL CRIMINAL DE AMARNA

    I

    El hombre que se cas con la ms hermosa mujer que haya existido en cualquier tiempo y lugar,

    fue tambin el primero de los herejes conocidos. Adems, cosa inhabitual entre los herejes, era rey. De estasuerte, no hubo disturbios al producirse su hereja; sencillamente, fue decretada por l. Pero el mundo de losintereses creados, empobrecido por ello, le odi; y su pueblo, liberado demasiado de prisa de las ideastradicionales, se alarm. Ese rey se llam Amenhotep IV, un faran de la XVIII dinasta, entre los aos1.372 y 1.354 a. de C. Para celebrar la hereja, cambi su nombre por el de Akhnatn. Es decir, prefiri serllamado Atn es muy feliz a Amn est satisfecho . El motivo de ello era la aficin del Faran por lasexplicaciones fsicas; de ah que concibiera al dios omnipotente como un disco solar, ms que como unespritu del sol.

    La maravillosa reina fue Nefertiti, cuyo nombre significa La belleza mora entre nosotros . Nopodemos dudar de esta belleza; su busto, encontrado entre los restos de un antiguo taller, es por demsconvincente. Al parecer, estuvo destinada a servir de modelo, y el escultor (de nombre quiz Thutmosis)olvid hacer el iris del ojo izquierdo. Sin embargo, en la obra de arte nada falta realmente cuando se da laperfeccin.

    Es necesaria la sobriedad del historiador para no perderse en romanticismos ante esta constelacin

    de maravillas. Una mirada de esos ojos, una palabra de esos labios, debieron hacer sin duda de la obedienciaun privilegio. No fue Nefertiti quien inspir la hereja y mantuvo el celo de Akhnatn? Algunos datosparecen probarlo. Su nombre fue borrado de varios monumentos, en los que, en su lugar, aparece el de suhermana Meritaten. Por consiguiente, podemos suponer que los sacerdotes le infligieron una venganzasemejante a aquella que elimin el nombre de Akhnatn del calendario de los reyes, donde aparece, cuandolohace, como el criminal de Amarna .

    Con todo, debemos esperar de un rey que reine; y cuando un rey es tan absoluto como lo fueron losfaraones, tenemos que considerarle como el origen ms genuino del gobierno. No es, por tanto, probableque Akhnatn aboliera los antiguos ritos y las viejas teogonas con el nico designio de complacer a unareina, por hermosa que fuese. Sin duda, ella lo acept y tambin le infundi su fuerza. Incluso es posible quepermaneciera fiel al culto de Atn ms tiempo que el propio Faran. Pero, el culto en s mismo fue una ideade Akhnatn, el concepto de un soador y un filsofo, que posey la ms singular de las suertes: la de ser, almismo tiempo, rey.

    Los hechos fundamentales estn suficientemente claros. Akhnatn proscribi la vieja teologa,

    clausur los templos de los dioses tradicionales y aboli los sacerdocios, servicios y beneficios vinculadoscon ellos. En la llanura de Amarna se edific un nuevo santuario y una nueva capital, Akhetaten, la Ciudaddel Horizonte del Sol. El furor y la consternacin sacerdotales difcilmente pueden haber sido menores quelo seran si algn gobierno actual aboliera, de un solo golpe, catolicismo, protestantismo, judasmo y todaslas religiones existentes hasta ahora. No obstante, los sacerdotes, heridos de este modo, no tuvieron otraalternativa ni desagravio que aceptar de momento los hechos. La voluntad del Faran era soberana.

    Es evidente la posibilidad de destruir un grupo enajenndole sus funciones; pero esto slo puedehacerse cuando el resto de la poblacin lo desea o, al menos, apoya el cambio. Mas, por lo que cabe inferir,Akhnatn actu sin ese apoyo y sin demasiada intencin de concitarlo.

    Acaso algn conflicto con la clase sacerdotal heredado del reinado anterior fue lo que le hizoapresurarse en la accin. En cualquier caso, consigui la obediencia, mas no la aquiescencia.

    Qu hara y qu pensara la gente, cuando los dioses a los que haba adorado y porlos que habajurado y vivido fueron de consuno declarados intiles?

    El hijo enfermaba y siempre se haba recurrido a Amn en tales ocasiones. El marido haba muerto

    y siempre haba sido necesario ajustar estas cuentas con Osiris. Pero, ahora, por decreto del Faran, Amny Osiris no se encontraban en ningn lado. Sus sacerdotes estaban dispersos, sus templos eran cspeddevastado. Antao, Amn sanaba y Osiris salvaba. Poda alguien creer que Atn hara lo mismo?

    En esta situacin, es lgico que el pueblo se sintiera desvalido ante cualquier evento. Se habasuprimido una guardia de confianza y la nueva no pareca ofrecer proteccin, porque no haba sidoprobada... As, los hombres conservaron una fe secreta en la vieja religin y en los antiguos ritos; estaban departe de los sacerdotes, a pesar de los decretos del rey. Y al final, muerto Akhnatn, los sacerdotes y elpueblo hicieron con las obras de aqul lo mismo que el Faran haba hecho con no pocas de las suyas. LaCiudad del Horizonte del Sol fue arrasada hasta sus cimientos, que an se consumen en Amarna, y elsucesor, Tutankatn, cambi su nombre por el famoso de Tutankamn, que hoy conocemos.

    Fue as como el dios Atn, el divino disco solar, sucumbi ante el dios Amn, el espritu del sol.

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    Esto haba sucedido ya con muchos dioses anteriores a l y se ha repetido con otros muchos posteriores.Cuando las divinidades se mezclan con la poltica han de estar preparadas para soportar la penumbra y laoscuridad.

    II

    Si consideramos la estructura social en el curso de estos acontecimientos, comprenderemos porqu las opiniones y la poltica de Akhnatn fueron herticas. Lo fueron por nuevas y por implicar un cambioen la posesin del poder. Akhnatn haba declarado falsas ciertas doctrinas, remplazndolas por otras quedaba por verdaderas. Esta transformacin en el dominio del pensamiento requiri una alteracin en laestructura poltica. En efecto, Akhnatn haba privado de sus funciones y privilegios a toda una clase lossacerdotes de Amn , cuyariqueza, prestigio y poder dependan de la aceptacin popular de las viejas ideas,abolidas ahora. Al mismo tiempo, como la historia demuestra claramente, las ideas no pueden sersimplemente abolidas. Tienen una vida propia, ms larga por cierto de la que se concede a los gobiernos.

    Las herejas son, de este modo, ideas que desorganizanuna sociedad establecida, hasta el punto decambiar o de amenazar con cambiar el reparto del poder en ella.Ocurre, por otraparte, que la hereja deAkhnatn era adems de todo eso, tremenda, hasta el extremo de que en algunas partes del mundo siguesiendo una hereja. Se relacionaba y se relaciona con el esfuerzo de los hombres para convertirse encientficos; es decir, aceptar el mundo y explicarlo en trminos de concepto tales como materia y energa, oespacio y tiempo. Estos conceptos son netamente impersonales. Explican los acontecimientos sin recurrir aningn poder que concebido por analoga con los seres humanos

    posea propsitos o intenciones. Porejemplo, si una piedra cae de un edificio, golpea a un peatn y le mata, la ciencia se limita a explicarlo por

    la ley de la gravedad, la masa de la piedra y la fragilidad del crneo. 1La ciencia no invocar nunca la nocinde un personaje sobrenatural que habra producido la muerte con intencin.

    As, pues, la ciencia que ahora nos enorgullece no alcanz hasta hace muy poco tan admirableestado. La antigua interpretacin del mundo, que no fue radicalmente atacada hasta el siglo XVII, afirmabaque la mayor parte de los fenmenos eran intencionados. Cierta deidad, cierto personaje sobrehumano ysobrenatural los premeditaba y los produca. El mundo (vid. Frankforts ) no aparece inanimado para elhombre primitivo, ni tampoco vaco, sino rebosante de vida; y la vida tiene una individualidad, en elhombre, en el animal, en la planta, y en todos los sucesos con los que se enfrenta el hombre, como el trueno,las tinieblas, repentinas, el fantsticoclaro en el bosque, la piedra que cae inesperadamente, cuando elhombre tropieza durante una cacera... Cualquier fenmeno puede hacerle frente en un momento, no entantoque Ello , sino como un T .2 Los egipcios encontraron estos poderes sobrenaturales, pero nohumanos en los animales, en los pjaros y en los simples sistemas inorgnicos, tales como la piedra, el mary el cielo. Elcocodrilo poda morder con fuerza y el halcn elevarse a gran altura, el len era corpulento, elibis empollando muy quieto en el agua

    posea un halo de sabidura. El mundo pareca lleno de poderes

    que excedan a los hombres, pero unidos a intenciones no distintas de las nuestras.En algn momento de su desarrollo, estas ideas revelaban ciertas implicaciones polticas. Por

    ejemplo, una de las razones de la existencia de multitudes de dioses fue la gran cantidad de comunidadesestablecidas en el Valle del Nilo, cada una con sus dioses tutelares concebidos como especialmenteinteresados por la propia comunidad. La unificacin de los pequeos grupos en uno ms amplioculminando en la configuracin de un solo reino trajo consigo la unificacin de los dioses.

    As, Amn, dios solar del Alto Nilo y Ra, dios solar del Bajo Nilo, formaron conjuntamenteAmn-Ra, cuya supremaca era celebrada en Tebas. Pero, parece que los egipcios prefirieron una pluralidadde dioses y hasta cierta anarqua entre ellos. De vez en cuando dice Cottrell

    los sacerdotes trataron deorganizar a todos aquellos dioses en un sistema nico, pero la tarea era superior a sus fuerzas .3Cabesospechar que esta anarqua teolgica reflejase una administracin inteligente. La autoridad absoluta delFaran se asentaba en una hbil delegacin de poder; y las comunidades locales, que eran los sillares delgigantesco edificio, confirmaban su integridad a travs del conocimiento de sus dioses favoritos.

    Pero, lo ms impresionante era la devocin del Faran o divinidad. Segn parece, los faraones

    debieron empezar como sumos sacerdotes de un dios cualquiera, uniendo a esto su cualidad de jefaturapoltica. Insensiblemente, este estatuto se transform en el de un dios encarnado. Estn claras las ventajaspolticas. Un dios tiene poderes sobrehumanos y merced, en parte a estos poderes, mritos sobrehumanos.Tales mritos y poderes protegen a cada Faran en su gobierno y en su vida. Su condicin semidivina losconvirti en algo tan lejano como sus propios dioses, inasequibles excepto para unas pocas personas

    1Por supuesto, esta ilustracin procede de Spinoza, tica, parte I, Apndice.2Frankfort, Frankfort, Wilson and Jacobsen,Before Philosophy, London, Penguin Books, 1949, pg. 14.3Leonard Cottrell, The Anvil of Civilization, New York, Mentor Books, 1957, pg. 65. Cottrell aade:Pienso que es tambin superior a las nuestras.

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    consagradas, que pertenecan generalmente a su familia. Rodeado de una etiqueta rgida, el Faran conocidel modo ms terriblemente perfecto la soledad con la que el poder anatematiza al poderoso.

    Por lo tanto, el nico camino pareca ser el de gobernar y mantenerse a salvo. Un Faran yaanciano llamado Amenhotep

    adverta de este modo a su hijo: Mantente firme frente a estossubordinados tuyos y evitars que te suceda como a aquellos a quienes no se les ha prevenido de talesasechanzas. No te acerques a ellos en tu soledad; ni colmes tu corazn con un hermano; no conozcas amigosni te crees relaciones de intimidad, pues no ha de acarrearte consecuencias felices. Yo di limosna al pobre yeduqu al hurfano, (pero) el que comi mi pan alz contra m los ejrcitos, y el que visti mi fina ropa meconsider como una raz seca .4La divinidad es, con mucho, la astucia ms ingeniosa que la teora polticaha descubierto en el curso de los siglos. Protege al gobernante en su vida y en su poder; pero, msparticularmente, salvaguarda la institucin de las debilidades humanas del que ejerce el poder. Un simplehombre se parece demasiado a sus gobernados, con todas las posibilidades de error y de vicio.Tericamente, la va ms adecuada para colocarlo a la altura de su potestad es convertirle en un dios. Mas,para hacerlo, la teora debe afirmar que existen los dioses como personajes superiores a la naturalezahumana y a toda naturaleza, sobre la cual pueden conocer, elegir y actuar. Adems, debe afirmarse un ordendel ser, de la existencia y de la realidad, ms perfecto en su verificacin y ms digno de admiracin que todolo que se advierte en la constitucin fsica del mundo.

    La misin de los sacerdotes consista en hacer perdurable esta especie de filosofa trascendental y,a partir de ah, encontraban la justificacin para su puesto destacado dentro de la jerarqua poltica. Sinembargo, el prestigio estuvo a la altura de la mitologa.

    Mucho deben los sacerdotes la intelligentsia de aquella poca a sus conocimientos cientficos yal secreto de que se rode a dichos conocimientos. Haban aprendido cmo predecir el tiempo de la crecida

    del Nilo, calcular el volumen de la inundacin, y por consiguiente la cosecha posible .5 Avanzaron en lainvestigacin y proporcionaron informacin sobre diques y canales, pesas y medidas y toda la geometranecesaria para construir las pirmides. Su mayor proeza fue la invencin del lenguaje escritoextraordinaria astucia, que como dice Cottrell, permite la comunicacin sin contacto personal.

    Podemos empezar a deducir de todos estos hechos algunas de las caractersticas de la ideologa delantiguoEgipto. La ideologa de un pueblo es la reunin de sus doctrinas; algo intermedio entre un sistema yun flujo que trata de describir la propia sociedad y su medio fsico. De ordinario, es todo lo cientfico que lasociedad requiere o permita; a veces un poco ms, a veces un poco menos. Preserva y perpeta ciertonmero de ideas heredadas y con ello da fe de la continuidad de las generaciones. Expresa, en la medida delo posible, el control del pueblo sobre la naturaleza y el control del gobernante, sobre el pueblo.

    Desde el punto de vista ideolgico, el control del gobernante sobre el pueblo requiere mucho msque la mera asercin de la realidad de su existencia. Precisa una justificacin. Nada puede ser menosevidente por s mismo que el hecho de que un gobernante dado sea el mejor y el nico que deba gobernar.Siempre se necesita una prueba de que, en efecto, debe gobernar y hacerlo como lo hace. Hemos visto cun

    fcilmente puede hacerse esta prueba a partir de la idea de que el gobernante es un dios; pero la necesidadde justificacin es sentida en todos los rangos de la jerarqua, cuyo status

    y justificacin derivan delmismo origen.

    Podramos reconstruir, al margen de la cronologa, un pequeo drama de aquellos lejanos tiempos.Un hombre se lamenta de la manera de actuar de los tribunales: Secuestradores, ladrones, saqueadores,funcionarios! y as sealaba al demonio castigado . El cargo pblico es el refugio de los arrogantes!

    yas sealaba a la mortificada falsedad.6 Ahora, sin duda, la clase de los funcionarios debe contestar yexplicarse mostrando, al menos, la rectitud de sus intenciones. Cabra repetir lo que dijo un visir: Cuandojuzgu a un demandante, no mostr parcialidad, no inclin mi frente por una gratificacin..., sino que liberal hombre tmido del arrogante ; 7 o, si les acosan con ms dureza, buscaran refugio trascendental en lasjustas decisiones de un dios: Amn juzga la tierra con sus dedos... Repara lo injusto .8

    Vemos cmo la justificacin de la organizacin ha existido desde los primitivos imperios y seguirsiendo necesaria y practicada por tanto tiempo como dure la sociedad humana.

    III

    La autojustificacin, por el mero hecho de serlo, est muy prxima a un arte corrompido. Lasospecha surge inopinadamente y hace recelar hasta al observador menos avisado. Poco despus, sin

    4Cita de Frankfort et al.,op. cit., pg. 88.5Cottrell, op. cit., pgs. 42-43.6Tomado de Frankfort et al.,op. cit., pg. 97.7Ibd., pg. 100.8Ibd., pg. 99.

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    embargo, encuentra que no puede penetrar en la explicacin. El teln propagandstico que oculta el hechoperverso pende ah, denso e impenetrable. La autojustificacin supone una poderosa salvaguarda del poder.

    De ser esto cierto, an sorprende ms que un rey haya tratado de alterar tal proteccin y procedidode la manera ms apropiada para destruirlo. A lo largo de la historia humana la salvaguarda ideolgica hasido, en conjunto, ms fuerte cuando implicaba poderes y personajes sobrenaturales. Al inclinarse por unavisin puramente cientfica del mundo, Akhnatn probablemente sin darse cuenta despert todas lasconsecuencias democrticas que subyacen en la ciencia. Por lo que es dado decir de l que empez, demanera muy remota, un dilatado proceso histrico de enemistad para con los reyes.

    Existen fragmentos considerables de un Himno al Sol atribuido al propio Akhnatn. El Himno

    canta las necesidades humanas y adora al sol fsico como un gran agente por cuya mediacin se satisfacentodas las necesidades. El sol hace posible la vida para los hombres, las plantas y los animales. Hace posibleel trabajo, ahuyentando la oscuridad 9y el sueo al devolvernos las sombras de la noche. Ayuda al pjaroque echa pluma en su cascarn, y al nio que vive en el cuerpo de su madre . Pone un Nilo en el cielo,regando los campos y las ciudades; sus rayos alimentan los jardines . Ciertamente, la energa solar reportabeneficios a todos los hombres. De este modo, Atn poda considerarse como un dios extremadamentedemocrtico. Pero no era esto exactamente lo que Akhnatn pretenda. Por el contrario, el Himno

    nospresenta a Akhnatn como hijo del sol y nico verdadero iniciado.

    Nadie ms te conoce. / Slo tu hijo Akhnatn./ T le has hecho sabio/ en tus designiosy en tu poder. / El mundo se aloja en tus manos, / como t lo has concebido. / Cuando temuestras, ellos viven, / cuando te ocultas, ellos mueren, / porque eres la duracin de tupropia vida. / Los hombres viven gracias a ti. / Los ojos del hombre contemplan la belleza /hasta que te pones./ Todo trabajo se abandona / cuando te ocultas en el Oeste. / Cuando de

    nuevo apareces / haces florecer (loada mano) para el rey. / Y la prosperidad est en cada pie,/ ya que t modelaste el mundo, / y lo creaste para tu hijo,/ que procede de tu carne, / el reydel Alto y Bajo Nilo, / que mora en la verdad. Seor de Ambas Tierras, / Nefer- Khepru-ra(Akhnatn), / hijo de Aa, que vive en la verdad, Seor de las Diademas, / Akhnatn, de largavida; / Y para la real esposa, su amada, / Seora de Ambas Tierras, Nefer-Nefru-Atn,

    Nefertiti,/que vive y florece por siempre.

    Akhnatn no era un allanador. Pretenda conservar el orden jerrquico de la sociedad, en la que locupara el ms alto puesto. Sin duda, es uno de los dones ms agradables, hacer que cada pie y cada manofavorezcan al rey. No era corriente entre las ideologas humanas un reconocimiento tan ingenuo de laexplotacin.

    De hecho, se realiz la democratizacin del espritu, ya que no de la estructura social. El arteegipcio entr en un sbito realismo, llegando incluso al informalismo. Akhnatn y Nefertiti aparecanjugando con sus hijos, acaricindoles y besndoles, como lo hacen todos los padres. El yerno, Tutankhamn,

    y su mujer (tercera hija de Akhnatn) fueron tratados del mismo modo; el rey est cmodamente sentado ensu silla, con un brazo sobre el respaldo, mientras la reina toca afectuosamente su hombro, bien para ajustarsu collar o para ofrecerle el perfume que lleva en su jarro.10Ningn faran anterior haba permitido pintarescenas tan ntimas. La lejana ha abandonado al monarca; desea que sus sbditos sepan que sus afectos separecen mucho a los de ellos. Es un rey del gnero pre de famille, como trataron de ser en su tiempo LuisXV y Luis XVI.

    El disco de Atn, en las representaciones de aquel tiempo, extiende sus manos para ayudar a lahumanidad. Tal vez con esta imagen Akhnatn quiso decir tan slo quel era el seor de toda la humanidad.De este modo, como veremos, es difcil eludir las implicaciones posteriores de igualdad y de hermandad.Probablemente stas son el ncleo de toda la hereja, aunque el hereje no sea consciente de ello. Constituyeuna ddiva que confieren incluso ciertas herejas que no son otra cosa que locura y orgullo. Pudo haberocurrido que los sacerdotes del viejo espejismo, cuando establecieron la provechosa oscuridad, supieron deun modo veladamente profesional que no slo haban salvado sus propias carreras, sino la posibilidad de laintriga eclesistica en general? Si no lo saban, fueron entonces la nica clase parsita en la historia sin

    conciencia de que, para que se d el parasitismo, ha de ser mantenida la oportunidad social que lo posibilita.Evidentemente, el conocimiento no triunfa siempre, ni tampoco la belleza. Sin embargo,

    permanecen subyacentes y, a la larga, acaban aflorando de nuevo a la superficie de las cosas. Es habitualque los herejes surjan en las capas ms bajas de la sociedad, all donde los privilegios no alcanzan apervertir el desarrollo de las nuevas ideas. No obstante, Akhnatn y Nefertiti corrieron enormes r iesgospolticos por el culto de Atn, y la razn de que lo hicieran fue la de creerlo verdadero. En ltimo trmino,

    9Las citas estn en la traduccin de J. H. Breasted,The Dawn of Consciente. New York, Charles Scribner sSons, 1949, pgs. 281-286.10Esta escena, pintada en el respaldo de una silla, es reproducida por Breasted, op. cit., pg. 290.

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    esta devocin al principio los salv. A pesar de todo, aunque la Ciudad del Horizonte del Sol

    fuesearrasada y borrados los nombres de Akhnatn y Nefertiti, sabemos ms sobre el real cientfico y la realbelleza que sobre muchos otros que les precedieron o les siguieron. Y ms que muchos otros, lesagradecemos a ellos lo que sabemos.

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    CAPTULOPRIMERO

    HOMBRE Y COMUNIDAD

    1

    Desde la ms remota antigedad conocida, la vida humana fue siempre social y, por consiguiente,

    organizada. No hubo a no ser por casualidad

    Crusoes solitarios; y la idea que tan cara era para nuestrosantepasados, de que la sociedad tuvo su origen en un acuerdo entre personas previamente aisladas,representa una ficcin sobre la historia, es una Robinsonada.

    No nos es dado, tampoco, suponer que la vida humana evoluciona hacia la condicin de eremitasdesperdigados. La poblacin creciente hara ms difcil todava la soledad, aun en el caso hipottico de quela soledad fuera algo deseable. Adems, este breve perodo de la historia que incluye la historia escrita, esuna especie de escuela para la civilizacin, una disciplina trabajosamente aprendida por la que los hombresse convierten en cives , en ciudadanos capaces de vivir juntos con menos desazn o disgusto y, acaso enalgn milenio, con amor. Nuestro paradigma no es el topo sino la hormiga. Realizamos nuestras obras msnobles en sociedad y a la luz del da.

    Ciertamente, existen entidades que corresponden a grandes nombres colectivos: humanidad ,sociedad , nacin , iglesia , etctera. Son colectivos en la medida en que son sistemas y despliegan en s

    mismos una estructura de relaciones que es el modo de su organizacin. Losmiembros de estos sistemas loson a veces por nacimiento o por coaccin y otras veces por libre eleccin, pero en cualquiera de los dos

    casos su participacin en el grupo influye decisivamente en sus caracteres. Si de la explicacin total delcomportamiento humano hubiera que restar las partes condicionadas por la sociedad, lo que quedara seraquiz menor en tamao y en poder que la parte sustrada. No obstante, algo quedara. El comportamientohumano deja traslucir cierta cantidad de causalidad espontnea, que es el esfuerzo de cada persona parasatisfacer sus necesidades y complacer sus deseos. Este hecho primordial y junto a l la objetividad de lascircunstancias histricas, son las dos constantes bsicas de la investigacin social. Lo que equivale aafirmar que, presumiblemente, no ocurrir nada capaz de alterar la naturaleza del hombre en tanto queanimal menesteroso esforzado, y que nada suceder capaz de desviar la historia del curso que le ha sidomarcado por la evolucin de las estructuras sociales y del juego simultneo de muchos millones devoluntades.

    Por ejemplo, todo hombre necesita alimentarse y este hecho determina el subsiguiente de quetratar de proporcionarse comida. Sin embargo, no determinar el modoen quelo intente o los medios porlos quelo obtenga. Lanaturaleza de stos procede fundamentalmente del entorno social en que el hombrevive; no provienen de la psicologahumana, sino de la historia humana. Sin duda, enesta interaccin entreuno mismo y su entorno se producen ciertos cambios, o mejor mordeduras, en las dos constantes. Alconvertirse las necesidades en deseos especficos, el individuo se encuentra estos deseos demasiadoahormados por todo lo que es tradicional, y est legalizado en su sociedad. Al mismo tiempo, el ampliodespliegue de la historia, tan majestuoso e indomable, acusa, no obstante, lamella y la presinde estavoluntad individual.Segn esto, quiz lo que ocurre esque los hombres puedenmejorar la historia, y que lahistoria puede mejorar alos hombres.

    Si todo acontecer social discurre entre estas dos constantes en ellas se da tambin la tica, queconstituye asimismo una formadel hacer social. Nuestros valores ms fundamentales y arraigados parecenreposar sobre ciertos estados deseables de la sociedad y del ser humano. Descubrimos, adems, queracionalmente, no podemos sacrificar una especie de valor en beneficio de otra: no podemos pedir a unhombre que se degrade a s mismo en nombre de la sociedad, ni a la sociedad que se autodegrade en nombrede los individuos. La integridad, la rectitud de conciencia, es posiblemente el mayor bien personal; launidad,la armona son los bienes sociales ms preciados. De ah que el esfuerzo por conseguirlos lleve confrecuencia al conflicto. Los herejes afirman su propia conciencia en contra de la sociedad, y la sociedadafirma su unidad en contra de los herejes. Es una especie de conflicto en el que se desperdician valores muyimportantes; por eso, la conclusin ms obvia que cabe sacar es que haramos bien en desprendemos de eseconflicto.

    En nuestra tradicin, los herejes han obtenido el aplauso, ya que no la libertad. Tendemos a pensaren ellos en tanto que hroes, atormentados o destruidos por hombres ignorantes y viciosos. Pero es evidenteque algunos herejes no eran ms que soadores excntricos contra los cuales el orden social tena razn endefenderse. Aun as, supongo que este otro hecho debe ser ms pattico e impresionante: que un grannmero de herejes eran verdaderos liberadores frustrados y destruidos por hombres incapaces de concebirla libertad.

    As, pues, nos resultar muy provechoso volver a revivir estos conflictos tal como ocurrieron a lolargo del desarrollo principal del pensamiento de Occidente. Es una historia de fraude, de violencias, de

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    herosmo es decir, de poder poltico

    en la que el virtuoso no siempre padece, ni los que sufren sonsiempre virtuosos, ni los que gobiernan son siempre perversos, ni los perversos los que gobiernan siempre.A pesar de todo, el gobierno es la violencia legalizada y la ciencia es inteligencia pacfica. A menudo, esgrande la refriega entre ambos.

    Por todo lo cual, parece evidente que una historia verdica de la filosofa debe ser una historiapoltica de la filosofa. Esta dejara patente la lucha al mismo tiempo que las doctrinas y tendra lasinceridad de decir que todarevolucin en el pensamiento hace referencia, de algnmodo, a una revolucinen la sociedad. Divulgarapblicamentelo que han sabido todos los inquisidores: que la teora tiende amodificar la prctica y que en consecuencialos tericos, si no estn cuidadosamente disciplinados, son unazote de Dios para los que gobiernan. El esfuerzo humano por entender el mundo se ha dado y se siguedando en medio de la violencia de los poderes en lucha. No fue la doctrina de Scrates sino el gobiernoateniense quien hizo aparecer la cicuta; no fueron las voces interiores quienes llevaron a Juana de Arco a lahoguera, sino una conspiracin de eclesisticos franceses y de generales ingleses. Espero que, digamoshacia el siglo XXV, la tarea filosfica se realice de un modo pacfico, como uno llegara a creer que sedesarroll siempre si admitiese lo que las historias de la filosofa dicen. Entretanto, ya que cantamos a loshombres debemos cantar a las armas.

    2

    Puesto que es necesario describir hechos y determinar valores, los hombres se creen en el deber deexplicar y justificar su propia conducta. Es importante para nosotros saber cmo enjuician los otroshombres la situacin y de qu principios se sirven para tomar una decisin. Si no nos lo explican o si lo

    hacen de una manera engaosa, buscaremos las respuestas en su comportamiento, que quizs es mselocuente que cualquier palabra.

    En las organizaciones humanas, estas condiciones tienen todava mayor validez. En su mayorason pblicas y por ello invitan a la inspeccin, y si son secretas en alguna medida, en compensacin sonsusceptibles de ser descubiertas, merced a la intensificacin del inters que confiere la sospecha. Unindividuo podra escapar a la observacin siempre que ostente una modestia pacfica; pero una organizaciny sobre todo una gran organizacin realiza sus actividades corporativas a la luz del da. Si un hombre tienecriterios y planes particulares, una organizacin tiene un programa y una poltica, que proceden, o se diceque proceden, de ciertas atribuciones sobre hechos y valores. Estas atribuciones, expresadas verbalmente,constituyen lo que puede llamarse su ideologa .

    Las organizaciones tienen la necesidad especialsima de explicar y justificar sus acciones. Lesobligan a ello sus propios miembros, que, de no hacerlo as la organizacin, podran poner en duda el valorde su condicin de miembro. Tambin tienen que hacerlo por los que no forman parte de ellas, con vistas alproselitismo, o a ser toleradas. Y las naciones lo necesitan ms que nadie, ya que son grandes y poderosas,

    porque administran tantos asuntos importantes y porque, al hacerlo, no pueden evitar el introducirse en laconducta que el miembro ha elegido para su propia vida.

    El tamao de una organizacin no guarda relacin con el de su ideologa. Puede ocurrir que lasorganizaciones pequeas afirmen oficialmente un sinnmero de cosas. Por otra parte, las naciones comoFrancia, Gran Bretaa y los Estados Unidos de Amrica, que han progresado con el capitalismo,economizan notablemente el uso de la doctrina oficial. Se limitan a unos pocos principios, y dejan a suscientficos y filsofos la tarea de describir el mundo. En cambio, los pases socialistas han establecidooficialmente la concepcin del mundo de Carlos Marx. De este modo, la categora de su ideologa es tanvasta como la de cualquier Iglesia. Lo que, ciertamente, trae consigo una apariencia de escolstica que losintelectuales de Occidente se han apresuradoa escarnecer.

    La ideologa de una organizacin, cualquiera que sean sus dimensiones, contendr generalmentetres tipos de afirmaciones. Habr en primer lugar un grupo de enunciadosque describan las circunstanciasobjetivas en las que se desenvuelve la organizacin y que expresen los Valores morales considerados comoprimordiales por la organizacin. Si nos referimos a los Estados Unidos de Amrica, este grupo de

    afirmaciones se encuentra en el segundo prrafo de la declaracin de independencia. Fueron enunciados sinduda para explicar el simple acto de la separacin, pero se han venido usando tradicionalmente comojustificacin poltica. Son stos:

    Sostenemos como evidentes por s mismas estas verdades: que todos los hombres han sidocreados iguales, dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre los que seencuentran la Vida, la Libertad y la bsqueda de la Felicidad. Que los Gobiernos se instituyenpara asegurar estos Derechos entre los hombres. Los justos poderes de los Gobiernos derivandel consentimiento de los gobernados. Que, cuando cualquier forma de Gobierno se convierteen destructiva de estos fines, el Pueblo tiene el derecho de cambiarla o abolirla y de instituir unnuevo Gobierno fundado en tales principios y que organice sus poderes de la forma que

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    considere ms apropiada para su Salvaguardia y su Felicidad.Nosotros, el pueblo de Estados Unidos, con el fin de formar una unin perfecta, establecer la

    justicia, asegurarnos la tranquilidad interior, prevenir la defensa comn, promover el bienestargeneral, y asegurar, para nosotros y para nuestra posteridad, los beneficios de la libertad,ordenamos y establecemos estaConstitucin para los Estados Unidos de Amrica.

    El segundo grupo de afirmaciones contiene aquellasque establecenel propsito de la organizacin,su estructura. Afirmaciones de este tipo se encuentran, por ejemplo, en el Prembulo a la Constitucin deEstados Unidos.

    Despus de ste, los artculos proceden a describir lo que son los Estados Unidos de Amrica, almenos en relacin con sus leyes fundamentales.

    El tercer grupo de sentencias comprender aquellas que establecen cmo deben realizarse lospropsitos de la organizacin en circunstancias dadas. Estas afirmaciones vienen inferidas de los dosprimerosgrupos. Son, por esto, programticas: fijan la poltica, especifican planes,establecen el gobierno.Por ejemplo, si el objetivo ltimo es el bienestar general , y si las circunstancias objetivas son unasociedad industrial a mediados del siglo XX, puedesuponerse que de ello sigue la necesidad de institucionespblicas para la educacin, cuidados mdicos y alivio de los ciudadanos ancianos.

    Es evidente que una organizacin que careciera en su ideologa de cualquiera de los tres grupos deprincipios,serincapaz de explicar o de justificar suexistencia o sus acciones. Sin una descripcin de lascircunstancias objetivas nada puede explicarse; sin un sistema de valores demostrable, no puede justificarsenada. Si no se han declarado los fines no puede saberse qu intenta la organizacin; sin un programa, no sepuede saber cmo se alcanzarn estos fines.

    A causa de su uso en la explicacin y en la justificacin, las afirmaciones organizadas en unaideologa son una importante fuente de unidad dentro de la organizacin. Comprometer a los miembros conla organizacin, y a unos con otros en relacin con el hecho de que se supone lo que cada uno de losmiembros considera oportuno. En realidad, cabe opinar que esta suposicin es slo una suposicin.Probablemente, los miembros no entienden todas las afirmaciones en el mismo sentido preciso. Hastapuede ocurrir que determinados miembros no entiendan ninguna de las sentencias y que haya algunassentencias que ninguno de los miembros entiende.

    Por ejemplo, los miembros de una iglesia protestante tendran dificultades para explicar el Credode los Apstoles, que de vez en cuando recitan todos a una, y se sorprenderan quizs al conocer cuntodifieren entre s sobre la doctrina de la Trinidad, contenida en ese Credo. Sin embargo, el hecho de recitarlajuntos expresa la intencin

    de aceptarla. Mientras esta intencin exista, la unidad permanecer. Lo quetemen las organizaciones eslaprdida de la intencin.

    Ahora bien, sucede que los seres humanos poseen toda suerte de limitaciones y son por ellopropensos al error. Sus sentidos, que les ponen en relacin con el mundo que les rodea, no son lo bastante

    comprensivos ni penetrantes, aun con la ayuda de aparatos cientficos, para presentar al mundo, de unamanera acabada en cualquier momento o serie de momentos. Por ello los hombres estn abocados alrazonamientopara paliar losincurables defectos de los sentidos. La ciencia dijo Fontenella , tiene suorigen en la curiosidad y en los ojos dbiles .11Mas, por desgracia, el intelecto posee una intencin limitada,es propenso a lo ilgico y trastornable por los prejuicios. De este modo, afirmamos a veces cosas que nosabemos, y otras veces no sabemos lo que afirmamos.

    Las organizaciones humanas estn fundadas y construidas por seres humanos y sus ideologastienen precisamente el mismo origen humano. De ello se sigue queen las ideologas delas organizacionessedeslizanerrores queen ocasiones pueden ser bastante grandes. Una vez que estos erroreshan encajadodentro de la doctrina, se encuentran en una situacin que dificulta su correccin. Se han convertido en partedel origende la unidad. Su eliminacin no es una simple precisin cientfica, sino una dislocacin en laCorporacin.

    Mas,una afirmacin en cuanto tal, si no es ambigua, es verdadera o falsa. Lo que sigue siendocuando entra a formar parte de la doctrina de una organizacin, pero aparece dotada entonces de nuevos y

    resonantes atributos. Despus de haberse convertido en objeto de asentimiento para los miembros y en partedel fundamento porel que estn de acuerdo unos con otros, est comprometido en la psicologa total de lacreencia, con el flujo y reflujo de la lealtad institucional y con el hacer poltico del dirigente. Cuando ciertonmero de personas cree que una afirmacin es verdadera y cuando esta creencia les ayuda a estar contentosen la organizacin y a ser leales a ella y a desear pagar lo convenido, ni ellos ni sus dirigentes estnpreparados para que se les diga que la afirmacin es falsa. Porque, a menos que sean capaces de proclamarelcredo quia absurdum,deben aceptar la regla de la razn por la que una falsa sentencia no debe ser creda.

    11Toute la philosophie n est fonde que sur deux choses: sur ce qu on a l esprit curieux et les yeuxmauvais. Entretiens sur la pluralit des mondes, Premier Soir.

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    Desde el momento en que los lazos con la unidad empiezan a aflojarse porque se advierte que laorganizacin ha estado profesando una falsa doctrina, hay sin duda razones para pensar que puede estarprofesando otras, falsas tambin.

    En teora, pueden existir y quizs han existido realmente

    organizaciones tan flexibles en suunidad y condirigentes lo bastante inteligentes como para que las doctrinas errneas puedan ser arrojadasde su ideologa conun trauma muy pequeo. En gran parte depende de la importancia de la doctrina que seconsidera falsa. Sista es fundamental para el sistema ideolgico, como loes la doctrina de la Encarnacinpara la teologa cristiana, su falsedad abismara en la incredulidad al sistema total. En este caso, laorganizacin perdera los medios o,almenos, los medios tradicionales

    de explicarse y de justificarse.Este resultado no lo consiente de buena gananingn dirigente. Sin embargo, el considerar las doctrinasnosimplemente como verdaderaso falsas, sino comopromotoras de unidad o destructoras de ella, forma partede la estrategia de los dirigentes y tambin de la polticavital de laorganizacin.En estasegundapareja dealternativassubyace la distincin entre ortodoxia y hereja.Unadoctrina es ortodoxasi promueve la unidadde la organizacin; heterodoxa si la divide.

    La pregunta por la verdad o la falsedad de una afirmacin es una pregunta en la ciencia dela lgicay en la filosofa. Pero la pregunta sobre la ortodoxia o heterodo xiadeuna afirmacin es una pregunta tansencilla y cabalmente propia de la organizacin como lo son los problemas depagodecuotas, asistencia alas reuniones o modode seleccionar a los funcionarios. Un hombre es honesto, o lo es menos, y es necesarioque un funcionario de la organizacin sea un hombre honesto. Mas, por lo que concierne a la organizacin,un funcionario es el hombre de una oficina, que puede ser honesto o no serlo. Igualmente, una afirmacin esverdadera o falsa, y es deseable que las afirmaciones de la ideologa de una organizacin sean verdaderas.Sin embargo, las afirmaciones de una ideologa, no son ms que las que estn all, ya sean verdaderas o

    falsas.Verdad-falsedad y ortodoxia-hereja son por consiguiente dos conceptos diferentes. Es ms, entre

    ambos se desarrolla una activa contienda poltica. El problema de verdad o falsedad evoca entre losmiembros, y no pocas veces entre los dirigentes, el esfuerzo por corregir cuando la correccin parecenecesaria. La disyuntiva ortodoxia y hereja evoca para los dirigentes y tambin para una parte de losmiembros el esfuerzo por preservar la unidad conservando la ideologa como estaba. Dado que el motivoaparente de los innovadores es la verdad, incluso cuando se equivocan, el curso general de su conductaaparece como honorable y humano. En contrapartida, al ser la unidad de la organizacin el motivo aparentede los dirigentes, el curso de su conducta, sea verdadera o falsa, parece rgido y reaccionario.

    El hecho de que la palabra reaccionario sea ahora un epteto infamante da pacfico testimonio deluchas que no fueron en absoluto pacficas. En un largo perodo de tiempo que acab hace solamente unostres mil aos una ideologa era tanto ms digna de fe cuanto ms antigua poda reclamarse. En suCommonitorium del ao 434 a. de C., Vincent de Lerins defini la ortodoxia como lo que ha sido credo entodas partes, siempre y por todos .12Ubique, semper, et am omnibus creditum est: esto es lo bastante audaz,

    y expresa el ideal estratgico de que el dirigente se apoye en el fundamento ms categrico. Pero el tiempodel verbo no es menos resonante. La mirada atrs de Vincent subsisti hasta el siglo XVIIcomo justificacinde la actitud de los intelectuales. Incluso la Reforma miraba hacia atrs con el propsito de avanzar.

    Desde el siglo XVII (en filosofa, desde Descartes; en sociologa, desde la aparicin delcapitalismo) la miradajustificativa se ha dirigido hacia el futuro hasta el punto de desarrollarse en relacincon el pasado un desprecio absolutamente filisteo. Pero, con tales excesos, la mirada hacia delante ha hechoms difcil la vida para los dirigentes de las organizaciones, que ya no pueden seguir apelando a la simpleantigedad de la doctrina. Ahora ha surgido la sospecha de que una idea es tanto ms errnea cuanta msantigedad reviste. En lo que se refiere a las ciencias naturales y sociales esta sospecha est sin dudabienfundada. No lo es tanto en filosofa, y quizs es completamente falsa en tica y en bellas artes.

    Dejar para ms adelante la consideracin de las paradojas que se deducen de esto: por ejemplo, elhecho de que si bien los hombres comprendieron el comportamiento honesto antes que la fsica, hanprogresado mucho ms en el conocimiento de la fsica que en el predominio del comportamiento honesto.Sugiero aqu, como pequeo signo de progreso, que el problema de la verdad ha prevalecido notablemente

    sobre el de la ortodoxia, en relacin con la cuestin de lo que es importante que crea un hombre. Enconsecuencia, los dirigentes de las organizaciones poseen mucho menos control que en otro tiempo sobre lamente humana.

    3

    Tan inevitable es el hecho de que los hombres deben vivir en grupos organizados y son tan ntimoslos lazos que les unen a ellos, que no es fcil considerar lo que los hombres son con independencia de estos

    12Vase infra, Interludio: De las Redes y los Peces.

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    medios. Sin embargo, existe una experiencia muy personal que se llama decidir . No hay duda de que elproceso depende de multitud de influencias sociales, pero el acto culminante y decisivo lo realiza la personamisma.

    A este acto, o a la posibilidad de realizarlo, se le ha llamado tradicionalmente voluntad libre . Pormi parte, pienso que la posibilidad es un acto observable por introspeccin. Si fuera necesario algn tipo degeneralizacin filosfica en apoyo de esto, dira que la libre voluntad es la parte de espontaneidad encualquier sensacin. Cada acontecimiento es genuinamente nuevo y tiene poderes propios. Del mismomodo, en el comportamiento de cualquier entidad hay siempre algo que no es efecto de otras causas.

    Este algo

    que no es mero efecto y por consiguiente no es mera pasividad ha tenido siempresingular valor para los seres humanos. Ocupa el centro de uno mismo y est baado en el amor con que unose ama a s mismo. El fracaso de los planes, la derrota de las intenciones son dolorosos y difciles desoportar; uno puede sufrirlos, sin dejar de sentir que algunos valores siguen siendo estimados. Pero si nosarrebatan, si perdemos esta capacidadde decisin, la autodeterminacin del propio comportamiento, pareceentonces que no queda nada notable bajo la luna forastera .

    Ahora bien, el decidir por uno mismo qu opiniones son verdaderas, ordinariamente constituyeuna parte importante de la autodeterminacin. A ningn hombre de inteligencia madura le gusta aceptarcomo verdadera una idea solamente porque le hayan dicho que lo es; menos an, su aceptacin bajomandato. Confrecuencia, est tan impaciente de que sus ideas sean verdaderamente propias, que las hardiferentes a las de cualquier otro en cuanto le sea posible. Tiene, pordecirlo as, cierta inclinacin a ser unchiflado. Desdeluego,hayalgo delocura enesto, pero al menos escapa as a lapasividadintelectual. Se dael caso de que este deseo por la independencia del pensamiento subyace en la raz griega de nuestra palabrahereja . El nombre procede de un verbo ( ) que, en su origen, signific coger con la mano , y que

    despus, siguiendo la metfora, lleg a significar elegir personalmente . Una hereja, cualquiera que seaen otros aspectos, nunca deja de ser una opinin por la que opta una persona con respecto aun problema.Representa su personal toma de decisin. Los dirigentes de las organizaciones temen este acto y confrecuencia lo desaprueban, y aeste miedo se debe precisamente el sentido de obstinacine insubordinacinque todava arrastra consigo la palabra hereja . Superbia mater omnium haereticorum,gritaba Agustn,que sostena algunas herejas mientrassuprima otras: La altivez es la madre de todos los herejes .

    La autodeterminacin permanece y se desarrolla como un lmite subjetivo por encima del poder delasorganizaciones, a menos que sehaya perdidopor manipulaciones psicolgicas de las que el propiohombre no es consciente,opor sumisin a la coaccin, de lo cual sera mucho ms consciente. Es como unafortaleza que puede slo entregarse pero no ser tomada. Las organizaciones pueden apresarelcuerpo de unhombre o destruir su vida, perono pueden poseer su voluntad hasta que l se la entrega. De todos modos, siconsiguen apoderarsede suvoluntad,Qu es lo que poseen entonces? Un miembro sin voluntad no mstil que una mera cosa o instrumento. Nopuede ser tan valioso como lo sera con pleno consentimiento.

    Meditando sobre este tema, en medio de las luchas de la Inglaterra del siglo XVII, Jeremy Taylor,

    escribi un pasaje elocuente en uno de sus sermones:

    Cualquier celo es propio de la religin, salvo el celo de la espada, y el celo delmiedo... Porque si la espada se hace predicador y dicta afirmaciones por el imperio de laviolencia en vez de argumentos y los hunde en los corazones de los hombres con un pual,de tal modo que suponga la muerte creer aquello de lo que inocente e impensadamente seest convencido

    ha de ser inevitablemente peligroso examinar a los espritus y todas lascosas o aventurarse por el camino de la investigacin. Esto puede arruinar a las almas,hacindolas hipcritas o negligentes y acomodaticias frente a la conciencia o incluso sinella, pero no salva a las almas, aunque acaso las obligara a una buena opinin .13

    Quiere esto decir que la coaccin no consigue que unhombre tenga buenas opiniones,en el sentidoen elquedeben sostenerse las buenas opiniones,por simple toma de concienciade suverdad y de su valor.Sin embargo,Taylor, despusde haber sido nombrado obispo de Downy Connor en 1661, encontr entre

    su clero una coleccin de Calvinistas ( araas escocesas

    como l las llamaba), entre cuyas actividadessubversivas se hallaba un planpara declarar hereje al propio obispo. En consecuencia,dej vacantes treintay seis puestos pastorales y ademsexpuls de sus beneficios eclesisticos a los clrigos a losque no pudoconvencer. En cuanto a los catlicos irlandeses de su dicesis, que hablaban solamente galico, lesoblig aseguir los servicios religiosos en una lengua queno entendan, expresin de un rito y de una ideologaquehubieran repudiado de haberla comprendido.

    Tendremos que considerarle un hipcrita? Todo lo contrario. Jeremy Taylor era uno de los

    13Extractado, por ejemplo, en English Prose, editado por W. Peacock (Oxford. Oxford University Press,World s Classics Series, 1925), Vol II, pgs. 56-57. Subrayado por Taylor.

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    hombres ms honestos que han vivido en todos los tiempos. La majestad de estilo de su prosa tiene un clarofundamento en cierta majestad de su carcter. Lo que ocurri fue que un miembro de una organizacin quedijo algo en tanto que miembro, se convirti en alto oficial de esa organizacin y, por consiguiente, tuvoque decir y hacer algo muy diferente. Elhechode que ciertas virtudes (por ejemplo latolerancia) estn msal alcance de los miembros de la organizacin que de los dirigentes, es un fenmeno consustancial a aqulla.Un administrador puede desear ser tolerante, y de hecho puede serlo personalmente; pero si avanza en sutolerancia hasta el punto de dejar de gobernar, ello equivale, en realidad, a su dimisin. Podemos lamentarlo,pero debemos esperar que un administrador emprenda el gobierno de los asuntos que tiene ante s y que sigalos procedimientos considerados como fundamentales por la organizacin.

    As, pues, cuando uno elogia, como parece natural, al hombre individual que defiende su p ropiaintegridad, como mnimo debe respetar al administrador que defiende la vida y la unidadde su organizacin.Tiene preocupaciones que no son las del simple miembro, y problemas mucho ms grandes. Si se da lacircunstancia que es lacabeza de unanacin poderosa, sus cargas son tan enormes y sus riesgos tan graves,que es sorprendente quese encuentren hombres capaces de hacerse cargo de ello. Como Shakespeare pensen boca de Enrique V, la vspera de Agincourt:

    Todo descansa en el rey!, nuestras vidas, nuestras almas, nuestras deudas, nuestrasmujeres... Nuestros hijos y nuestros pecados reposan en el rey! Debemos soportarlo todo!Oh, cruel responsabilidad, inseparable de la grandeza! Depender del aliento de cualquierloco, incapaz de sentir algo ms que su propio sufrimiento! Cuntas infinitassatisfacciones, con las que otros hombres gozan, les estn vedadas a los reyes!

    Sin embargo, en lo que dir ms adelante, no he de sostener la opinin de que toda funcin degobierno es injusta porque implica coaccin. Admito que, contra ciertos herejes, la ortodoxia fue defendidacon derecho. Tampoco dudo de que la violencia empleada contra la hereja pudiera proceder a veces, no dela brutalidad del jefe, sino de su ignorancia de otro medio para hacerlo mejor. Antes de condenar, essiempre til colocarse uno mismo en el lugar del defensor y adivinar con la imaginacin lo que hubieransido las decisiones de uno mismo.

    Mas, de vez en cuando la ortodoxia ha sido defendida por hombres que no trataban de conseguir launidad de la organizacin o que no buscaban aspiraciones humanitarias proclamadas, sino ventajassociales para la organizacin. Esos dirigentes sabran lo que estaban haciendo y puede llamrseles ruinespor ello. Por haber destruido a los mejores hombres de una poca merecieron la condena de la historia. Susvicios hicieron aparecer fatalmente en otros hombres las virtudes exactamente opuestas, y por lo mismo,fueron condenados.

    Para terminar, dir que no trato de establecer un equilibrio entre las aspiraciones a la integridadpersonal y a la unidad de la organizacin. Este problema produjo ya, a lo largo de todas las pocas, gran

    cantidad de disertaciones casusticas a las que nada nuevo cabe aadir. Parece mejor y resultar mspracticable, disminuir la anarqua en el seno de las organizaciones como las organizaciones lo han hechoentre los individuos. En la medida en que esto se realice, los dirigentes sentirn menos necesidad deabandonar la tolerancia y los miembros estarn menos expuestos a la difcil eleccin entre ser honestos yconservar su seguridad.

    La poca presente no parece muy adecuada para tales logros. Pero, esta poca presente,precisamente por ser visiblemente inadecuada, nos permite conocer lo que tenemos que hacer. No podemosevitar el cambio social y su arrolladora dinmica constituye lo que, humildemente, hereda la tierra. Almismo tiempo, los conflictos son tan duros y las armas tan mortferas, que la vida humana sobre nuestroplaneta corre el riesgo de acabar definitivamente. Lo que nos lleva por instinto y por razn

    hacia unasolucin pacfica de las disputas, para lo cual el conocimiento de las contiendas ha pasado a ser valioso.Hemos de cifrar nuestra esperanza en el establecimiento en el mundo de un Orden social tal que, aunquesiga existiendo la discusin viva, desaparezcan ortodoxia y hereja. Entonces nos comportaremos enpoltica como ahora lo hacemos en la ciencia, y tendremos la paz.

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    CAPTULO II

    EL EXILIO Y LA CICUTA

    1

    Cuando los pensadores del siglo XVIIId. de C. otorgaron a su poca el orgulloso nombre de Siglo

    de las luces , estaban celebrando una emancipacin de la teologa.

    14

    Estaban quitndose de encima, porfalsa y peligrosa, la nocin de que los acontecimientos delmundo fsico proceden de las decisiones depersonajes sobrenaturales. Los hombres controlaran la naturaleza mediante el conocimiento, en lugar depropiciar poderes superiores. Si estaban enfermos confiaran en la ciencia mdica, no en la oracin. Siestaban en peligro, trataran de escapar al dominndolo.

    El sentimiento de liberacin inherente a esta concepcintiene su origen en el hecho de que la gente,cuandocomprende un determinado estado de cosas, en general,puede actuar sobre ellas. Pienso que todosnosotros conocemos, por nuestra experiencia sobre los gobiernos, la impotencia de depender, en materiasimportantes, de decisiones e intenciones que no son nuestras. As, cuando la naturaleza fsica comenz acaer bajo el dominio humano, los hombres pudieron sentirse (porque lo eran realmente) menosdependientes y, por lo tanto, ms libres.

    Es muy digno de sealarse que un acontecimiento intelectual de especie y dimensionescomparables se verific en el mundo griego en el siglo VIa. de C. El lugar fue Jonia, una extensin de tierrasa lo largo de la costa oriental del Mar Negro. Por ello conocemos el acontecimiento con el nombre de

    Ilustracin Jnica. Al volver la mirada atrs, el acontecimiento parece repentino; no conocemos casi nadade sus antecedentes. Pero, la ilustracin estuvoall, en las ciudades de Jonia, resplandeciente y dotada de lashabituales llamas de stira y anlisis. Estas ciudades Mileto que produjo a Tales, Naximandro yAnaxmenes; Clazomene, que produjo a Anaxgoras estaban en contacto, se relacionaban mediante rutascomerciales con las reas ms florecientes: por tierra, con Sardis; por mar, con el Ponto y con Egipto. Sulenguaje y su cultura eran griegos y haban heredado la ya arcaica concepcin del mundo que aparece enHomero y Hesodo.

    Pienso que el comercio fue un factor importante en la Ilustracin Jnica. Las ideas siguen siemprelas rutas comerciales existentes, y viajan, en verdad, ms aprisa que las mercancas. Adems, el comerciodespliega por s mismo cierto dominio del mundo fsico. Inclina a una ms fra estimacin de la realidadpara la cual la magia y las cosas sobrenaturales son casi irrelevantes. Un hombre que acumula riqueza, encualquier caso sabe que ha participado en el resultado y est menos dispuesto a considerarlo como obra deun dios.

    As, pues, en la cultura de las sociedades comerciales los dioses tienden a ser desplazados,convirtindose precisamente en dolos aquellos ricos que hacen prosperar a la comunidad y permiten queflorezca la cultura. Las descripciones del mundo se hacen cada vez ms naturalistas. Los actos de laimaginacin se reconocen cada vez con ms facilidad como tales actos de imaginacin y su confusin conla ciencia se considera, en todo caso, supersticin.

    En Jonia, este tipo de desarrollo lleg muy lejos. Los documentos que poseemos, convincentesaunque fragmentarios, no nos permiten dudar del hecho. En primer lugar, se produjo impugnacin delmundo sobrenatural y de los grandes poetas que lo haban descrito. La crtica empez de manera bastantesolemne, pero, a fines del siglo VI, alcanz un verdadero desdn volteriano. A Herclito de Efeso, unaciudad consagrada a Diana, se le oy rezongar que Homero debiera ser expulsado de los juegos y azotado, yque el trato con muchas cuestiones no proporciona conocimiento, o que Hesodo hubiera debido ser unhombre ms razonable. 15 Y Jenfanes, el mayor iconoclasta entre los antiguos, escribi en cincohexmetros devastadores su clsico relato del origen del antropomorfismo:

    Si los bueyes y los caballos y los leones tuvieran manos / y pudieran con ellas dibujary hacer cosas como los hombres / los caballos dibujaran figuras de dioses semejantes a loscaballos y los bueyes / como los bueyes: y cada uno formara sus cuerpos semejantes alpropio .16

    14 Vid. infra, Captulo 13.15Cf. Digenes Laercio,Lives and Opinions of Eminennt Philosophers, libro 9, 2. Digenes escribi en elsiglo IId. de C., y su informacin haba ya pasado por las manos de varios doxgrafos. Pero posea un finoolfato para la chismorrera y cierto gusto por el epigrama.16Citado por Clemente de Alejandra, Stromateis (Los Stromata), ttulo del siglo II d. de C., V, 109, 3.Traduccin del autor.

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    Y conoci la definicin antropolgica:

    Los etopes representan a sus dioses chatos y negros; los tracios dicen que tienen losojos azules y el cabello rojo .17

    La moralidad avanz de la mano del sentido comn. Los dioses griegos eran, y as se les reconocacon frecuencia, un lote deplorable: Zeus, el parricida, dominado por su mujer y marido adltero. Hera,dominadora y mujer vana; Ganmedes, el joven que porta la copa, y excita a los dioses a la pederastia;Afrodita, casada con Hefaistos y a quien pona los cuernos con Ares;18Hefaistos, de quien los dioses se renporque cojea; tediosas hazaas de asesinato, latrocinio y fornicacin, que proporcionaron a ciertas familiasselectas de Grecia antepasados extremadamente distinguidos.

    La teologa griega (que quiz no debiera llamarse as) era una fiesta permanente para los apetitoshumanos.19Si los dioses se libraron de la duda de su existencia, difcilmente pudieron escapar a la dudasobre su dignidad. Dadas las espeluznantes historias, el reproche de Jenfanes parece discreto, aunquesuficiente.

    Homero y Hesodo han atribuido a los dioses todas las cosas / que son objeto devergenza y censura entre los hombres .20

    A este escepticismo sobre los dioses, la Ilustracin Jnica aadi fundamentalmente unaexplicacin del mundo en trminos fsicos. La idea bsica era que las cosas se haban desarrollado, o habansido desarrolladas mediante el ejercicio de una fuerza sobre determinada materia, comn y primordial,

    como un alfarero da forma a la arcilla. Las averiguaciones, ms bien primitivas, de lo que pudiera ser estamateria estaban determinadas por una doctrina heredada, que consideraba a la tierra, el aire, el fuego y al

    agua como elementos bsicos. En elintento de encontrar esta materia comn, pareci necesario elegir unode estos elementos o bien abandonarlos todos. Por consiguiente, Tales conjetur el agua, Anaxmenes elaire y Herclito el fuego (que le proporcionaba materia y energa conjuntamente). Anaximandro,descartando los cuatro elementos como superficiales, supuso la existencia de una materia que solamentepudo describir como neutra e ilimitada.

    Estas nociones eran ms elaboradas de lo que parecen. La idea total de que las partes del universoestn unidas por un proceso de derivacin es decir, unidas genticamente ha sido muy fructfera y (comoaparecer) altamente acabada. Todas las ciencias se basan ahora en ella e, incluso en aquellos tiempos,posibilit a Anaximandro realizar la admirable anticipacin de que los hombres proceden de los peces:Anaximandro dijo que las primeras criaturas vivientes nacieron en la humedad, encerradas en cortezas

    llenas de espinas; al aumentar su edad, salieron hacia las partes ms secas y cuando se rompi la cortezavivieron una vida diferente por un corto perodo de tiempo .21Aunque el pensamiento era muy avanzado, si

    tenemos en cuenta la riqueza de sus implicaciones, el lenguaje resulta ingenuo desde nuestro punto de vista.En cuanto trminos generales, materia

    y energa

    son mucho ms cientficos que fuego , quenicamente significa una manifestacin limitada de ambos. Pero la ingenuidad del lenguaje nos permite verlo que hubiera literalmente empaado uno ms culto: la minuciosidad del materialismo jnico. Es evidenteque los hombres que hablaron del agua y del fuego no estaban hablando de entidades sobrenaturales. Dequerer hacerlo, hubieran nombrado a Poseidn, seor de los mares, o a Hefaistos, dominador del fuego, oquizs al semi-dios Prometeo, que rob parte de l como don subrepticio para la humanidad.

    Por ms aficionados a las explicaciones materiales que fueran los grandes hombres de Jonia, porms confiada que fuera su creencia en que el mundo es cuerpo, y slo cuerpo, las ciudades-Estado de laPennsula griega tenan ideas muy diferentes. Los dioses tutelares son algo extremadamente precioso:mantienen la fuerza y la seguridad del pueblo al que protegen. Por ello, dudar de su existencia, o negarla, essuprimir una proteccin esencial, o al menos lo parece. Hasta puede parecer una especie de traicin a lacomunidad. Tal opinin es, a buen seguro, un tanto fantstica. Si los dioses nacionales existan realmente, y

    17Ibd, VII, 22, 1.18Es decir, el Amor, casado con la Tecnologa, a quien engaaba con la Guerra, idea muy profunda quedebe ser meditada.19En la tradicin judeo-cristiana, a veces se deifica la conciencia humana y a veces la autoridad de unaorganizacin religiosa. No hay aqu vacaciones para la moral. Supongo que fue esto lo que produjo ellamento de Swinburne en el Himno a Proserpina: Has triunfado, oh plido galileo; el mundo se haensombrecido con tu aliento... 20Citado por Sexto Emprico.Adversus Matemticos(Contra los Astrlogos). IX, 193.21Tomado de Aecio, y traducido por G. S. Kira y J. E. Raven, The Pre-Socratic Philosophers(Cambridge,Cambridge University Press, 1957), pg. 141.

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    si, en efecto, dependan de la ciudad, ninguno de los dos hechos hubiera cambiado al negar su existencia.Habra sido tan slo una equivocacin del escptico. Mas la lgica tienela virtud de excluir condestrezalosobrenatural y no es ste, desde luego, el principio por el quelasorganizaciones defienden su ideologa. Elmiedo, endmico en los gobernantes, a la discusin trae consigo la desunin y se transforma en el temorreligioso de que los dioses estn descontentos cuando se niega su existencia.

    Adems, si se despoja a la poltica de cualquier trama y tejido de mito, es difcil soportar lo quequedara ante nuestros ojos: el hecho desnudo de que todo gobierno naci por la violencia, y mediante ellaha mantenido su vida. Ningn dios de gracia, de sabidura, de justicia, tendra nada que ver con talesactividades, aunque los dioses griegos, maestros en enredos, bien hubieran podido.

    Los mitos sobreviven en poltica, ya que con ellossobreviven los gobiernos y lasgentes son msmanejables. La materia deque estn compuestos estos mitos no tiene que ser mtica inevitablemente:pueden hacerse mitos con la ciencia, interpretando mal los datos o falsendolos.22Pero los mitos polticostienen mucho mayor poder si proceden de un material legendario, de ideas tan antiguas y tan extensamentedifundidas, que se presenten como nociones que uno ha tenido siempre, un modo natural (con certeza, elmodo natural) de entender las cosas.

    Convencer a la gente para que rechace las ideas tradicionales (aunque sean falsas) es casi comoconvencerla de que pase por un dispensario. Lo harn si alguien con autoridad suficiente les seala lospeligros de seguir por el viejo camino. Pero si imaginamos una autoridad suprema, dotada de un poderpolicaco, que indica lo contrario, no es difcil suponer que la gente rechazar la ilustracin o el dispensariocon idntica fuerza. As, aunque los dioses del Olimpo puedan parecernos bribones, fueron claramenteobjeto de adoracin y veneracin para sus devotos, que por ello estaban inclinados a ver el escepticismocomo una terrible amenaza personal.

    El panten griego estaba muy poblado. Haba dioses o semi-dioses para cada tipo de fenmenos,incluso paralos que llamaramos celestes . La luna era la diosa Selene, que en un momento de aberracinencantadorase acost con el pastor Eudymin. El sol era el dios Febo (o Helios), que conduca todos losdas su carro a travs del cielo y an lo hace ahora, en fragmentos, sobre un tmpano del Partenn. Estasdeliciosas imgenes mantuvieron a los griegos en buenos trminos con el cosmos. Por esto, cuandoAnaxgoras dej ver que, en su opinin, el sol no era Febo, sino una masa de metal incandescente (unmudrs ) aboli pblicamente un dios en favor de un objeto cientfico. Era posible adorar a Febo, pero

    resultaba mucho ms difcil adorar a una masa incandescente.Ahora bien, Anaxgoras de Clazomene fue un jonio tardo, nacido hacia el ao 500 a. de C., que

    emigr siendo joven a Atenas. Educado a plena luz de la Ilustracin, lleg a una ciudad ms grande, en laquela Ilustracin noestaba ms que apareciendo, y que nunca fue conquistadapor la filosofa materialista.All se hizo amigo de Pericles y fue maestro de Eurpides, logros ambos que, por s mismos, podanconsiderarse una carrera. Nada sabemosde cierto, pero podemos conjeturar que el poderde su crtica y suspreferencias cientficas le hicieron notable desde el primer momento como un hombre en alguna medida

    peligroso .A su tiempo se convirti en lo que en Atenas equivala a un hereje, y fue procesado. L os

    doxgrafos, tomados en conjunto, mencionan dos juicios por hereja: uno en el que el demandante eraClen y le acusaba de impiedad, y otro cuyo demandante fue Tucdides, y en que no slo se le acusaba deimpiedad, sino tambin de Medismo esto es, de simpata con un poder extranjero .23Es posible queestemos en presencia de un solo acontecimiento que aparece en dos contextos diferentes, pero la acusacinde Medismo hubiera tenido mayor capacidad y fuerza de haber sido hecha durante la generacin posterior a480 a. de C., poca en la que Clen era eminente. Con estos datos, podemos imaginar a Anaxgorasprocesado primeramente hacia 455 a. de C., amnistiado en 445, procesado de nuevo hacia 430 y exiliado enLampsaco, donde muri en 427. Yveremos entonces el retrato de un materialista decidido, cuyas creenciasno sufrieron mella por la presin poltica. Sera agradable aceptar la ancdota de que, despus de su segundacondena, Anaxgoras coment speramente: La Naturaleza me ha condenado mucho, y tambin misjueces .

    Las acusaciones que alimentaron a estos tribunales y los resultados de stos se han hecho clsicos,

    y no slo porque acontecieron en Grecia. El ataque poltico a los disidentes, desde el momento en queresultan cismticos, y, por ende, peligrosos, empieza en el punto en el que pueden ser separados de suscompaeros. Este punto es siempre algo moral. Puede hacerse ver que la vctima habla y acta en contra delos valores fundamentales y se comporta de un modo tal que puede causar los mayores disgustos a la

    22Por ejemplo, la doctrina, casi darwiniana de la aptitud para sobrevivir, que, en nuestro tiempo, se hautilizado para justificar a los ricos frente a los pobres.23Segn Digenes Laercio, op. cit., II, 7,Ostin afirma lo primero y Satyrus lo segundo. Medismosignificaba una actitud favorable a Persia, enemiga derrotada si bien memorable de Atenas. Este Tucdidesno es el famoso historiador.

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    comunidad. La acusacin de Medismo, por ejemplo, oculta la negra calumnia de que Anaxgoras deseabaen cierto modo servir a Persia en contra de los intereses de Atenas.

    As, pues, la estrategia de aislamiento empieza atribuyendo al disidente intenciones y valorescontrarios a los del cuerpo poltico. Por este procedimiento se colocande lleno a la defensiva, y en vez deargumentar en favor de la verdad de sus ideas, reales, se agotan explicando que no son las que el gobiernoles atribuye. Seencuentran, pues, en una crisis personal, basada en algo desatinado, mientras los ciudadanosestn obligados a repetir su devocin a los valores completamente fuera de peligro. Esto nos coloca frente alproblema del patriotismo griego en general y del patriotismo ateniense en particular.

    2

    Pequeez, exclusivismo y decidida independencia fueron los rasgos ms caractersticos de lasciudades de la Antigua Grecia. Atenas, cuando estuvo ms poblada, tuvo quiz trescientos mil habitantes,un tercio de los cuales eran esclavos. Esparta, el mejor ejemplo de Estado-ciudadela, tuvo una poblacinmucho menor; pero, al estar completamente organizada para la guerra, su actuacin en la historia es muynotable, aunque casi enteramente destructora. Los pensadores utpicos, como Platn, imaginaroncomunidades ideales de unas cinco mil personas. Es sorprendente en mentes que abarcaban con facilidad latotalidad del cosmos que hayan aceptado lmites tan estrechos en su teora social y que, a pesar de estoslmites, hayan producido algunas de las ms brillantes ideas sociales. Pero, desde el punto de vistaintelectual, los antiguos griegos podan hacer todo.

    La razn ms importante fue, sin duda, la geografa. La pennsula griega es una serie deelevaciones y depresiones, rodeadas por el mar. Despus de veinticinco siglos de poesa, Arcadia nos

    parece como una tierra clida, pacfica y agradable; pero la verdadera Arcadia es, y lo fue siempre, unterritorio escarpado y turbulento, adecuado para ovejas, cabras y pastores, que pocos poetas estaraninteresados en habitar. Esparta se encontraba, y sus ruinas se encuentran, en una concavidad formada pormontaas horrorosas y sombras. El Atica se inclinaba hacia el mar, con no pocas elevaciones. Cuando lagente tiene que vivir sobre una tierra cultivable, sus comunicaciones son limitadas. La topografa griega esabsolutamente diferente de la del Valle del Nilo, de la Llanura de Mesopotamia o de estas extensiones detierra cultivable, donde, por orden y sucesivamente, gobernaron el Imperio asirio, el babilonio, el lidio y elpersa.

    Las comunidades griegas estaban organizadas fundamentalmente para la defensa o, como diceAristteles con una elocuencia pocas veces dispensada, llegaron a la existencia con el fin de vivir .24En elmomento de una invasin o bajo su amenaza, los ciudadanos podan refugiarse en la colina fortificada, nolejos de los campos donde trabajaban. Tales acontecimientos fueron bastante frecuentes, ya que lascomunidades no slo se hacan la guerra mutuamente, sino que eran tambin vctimas del ataque de lospersas, de los cretenses y de las tribus salvajes del norte. Sobrevivir significaba que la comunidad haba

    probado su autosuficiencia y este hecho proporcionaba confianza y orgullo.Las glorias y tambin los defectos del individualismo aparecen a lo largo de toda la historia de

    las ciudades-Estado griegas. Firmeza contra los enemigos y prosperidad en el interior del grupo, son valoresinmensos que la ciudad-Estado parece proporcionar en abundancia, hasta que Alejandro, y tras l losromanos, ensearan la nueva leccin, la de que el tamao impone una enorme diferencia. Pero,precisamente, mientras Alejandro enseaba esta leccin, su viejo maestro Aristteles, encariado todavacon la pequeez familiar, completaba sus notas sobre la ciudad-Estado con estas palabras: ...y sigueexistiendo con el fin de vivir .25Lo que significaque la defensa no es lo nico que el hombre reclama de lavida social. Desea tambin crecer, florecer y llegar a la filosofa.

    Es importante darse cuenta de hasta qu punto semejante fenmeno fue considerado natural por losantiguos griegos. El propio Aristteles, dotado plenamente de la flaqueza humana de confundir lo familiarcon lo esencial, defini al hombre como politikn zon, animal apto para vivir en una ciudad-Estado. Altraducir esta frase por animal poltico

    o animal social , hemos sido capaces de hacer entrar en ellanuestraidea, mucho msamplia, de que en cualquier lugar los hombres necesitan vivir en comunidad. Pero,

    probablemente, Aristteles quiso decir nicamente que la vida en una ciudad-Estado es la vida socialnormal y las otras formas son desviaciones. A la luz de esto se comprende por qu Scrates prefiri lamuerte al exilio, y por qu dejar Atenas por Megara (ciudad situada a treinta millas al oeste) fue tanimposible para l como dejar Atenas por las Antpodas.26

    24Poltica, A, 2.25Ibd., loc. cit.26Platn en el Fedn, 99 a, hace decir a Scrates: ...estos msculos y huesos mos hace mucho tiempo quese hubieran ido a Megara o a Boecia... si no hubiera yo elegido la mejor y ms noble parte... Traduccin de

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    La vida poltica en las ciudades-Estado griegas fuebastante democrtica, excepto para los esclavos,si se lacompara con los antiguos imperios e, incluso, con las pautas del liberalismo moderno. La esclavitud,una institucin que los griegos cultivaron con una mezcla de codicia y culpabilidad, fue ciertamente sumayor defecto social. Aparte del perjuicio para los propios esclavos, fue una falta de aliciente para lainvencin al ser el trabajodel esclavo ms barato que la maquinaria. Supuso unadesconexin entre teora yprctica al ser la teora un recreo para los hombres ociosos y la manipulacin trabajo para los esclavos.Estohace pensar, incluso cuando procede deunamente tan esplndida como la de Aristteles, en una defensaterica de laodiosa doctrina de la inferioridad biolgica.27

    La democracia griega fue, por consiguiente, todo lo democrtica que permiti la esclavitud, yexisti como medio de resolver pacficamente los conflictos internos. Dichos conflictos no faltaron nunca,ya que, respecto de los esclavos, haba no menos de tres clases, cuya rivalidad sobrepasaba con frecuencialos lmites constitucionales. Exista la aristocracia , compuesta por ricos terratenientes hereditarios; laoligarqua , clase a la que pertenecan los magnates del comercio; la democracia , integrada por

    artesanos y tenderos, era la clase de las personas que, sin ser ricas, eran libres.28

    La lucha por el poder poltico fue continua y pertinaz entre ellas. Cada clase gobernaba a expensasde las dems, y todas gobernaban a expensas de los esclavos.

    Como ocurre en semejantes circunstancias, los intereses de clase sobrepasaban a veces losintereses nacionales. Se saba que las clases conspiraban con los gobiernos extranjeros en contra de losrivales domsticos, hasta el punto de entregar toda la comunidad al enemigo. Por ejemplo, cuando alcomenzar la guerra del Peloponeso, los atenienses cercaron Mitelene, en la isla de Lesbos, sucedieron lossiguientes acontecimientos, segn la descripcin de Tucdides:

    La gente comn (es decir, la democracia ),tan pronto como se encontraron en poder de las armas,

    se negaron a seguir obedeciendo a sus oficiales y constituidos en grupos exigieron a las autoridades quemostraran pblicamente las provisiones y las dividieran entre todos ellos, ya que, en caso contrario, seentenderan con los atenienses y entregaran la ciudad. El gobierno, conociendo su incapacidad paraevitarlo y el peligro que la capitulacin supondra, pact pblicamente con Paches (el jefe ateniense) y conel ejrcito para entregar Mitilene y admitir las tropas en la ciudad...29

    As, pues, la lealtad a la ciudad-Estado apareca menoscabada por la fidelidad a la clase, y secomprende que fuera grande la susceptibilidad de los gobiernos en las frecuentes maniobras sin escrpulosde la poltica. Qu poda pensar el gobierno ateniense de Anaxgoras, que vena de un pas tan cercano aPersia? Qu pensara un gobierno ateniense, en manos de la democracia, de Scrates, que abandon laclase artesana en que naci para relacionarse con aristcratas como Platn y con magnates como Cfalo?30

    En cuanto sistema poltico, la democracia ateniense posey ideales nobles, maravillosamenteexpresados por Pericles en su oracin a la muerte del soldado de la Polis:

    Nuestra constitucin se llama democrtica porque no est en manos de unos pocos

    sino de muchos. Peronuestras leyes garantizan la misma justicia para todosen sus disputasprivadas y nuestra opinin pblica dala bienvenida y honra al talento en todos los camposde la actividad... Y del mismo modo que concedemos libre participacin a todos en la