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    Captulo VI El Arte Real El Nombre Csmico

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    EN LA BSQUEDA DEL GRIAL

    Primera bsqueda:EL NOMBRE DEL LIBRO DEL ALMA

    Material compaginado y armado en base a una

    recopilacin de escritos, cursos y congresos sobreel Arte Real (Alquimia, Cbala y Magia),

    dictados por el Prof. Julio Csar Stelardo

    Montevideo, enero 2010

    * * *

    TRES MEDITACIONES HACIA EL RECINTO INTERIORMuchas son las razones para meditar y realizar visualizaciones creativas.

    Este es un ciclo de tres meditaciones consecutivas, procurando que el Alma (tomadacomo Ser Superior), descienda hasta el quinto elemento, el ter y desde all procureavivar el fuego del hombre con los otros tres elementos: primero tierra, luego agua yluego aire.

    En la primera, nuestro fuego se ancla y afirma en el mundo. En la segunda, elfuego flota sobre las aguas del mundo y en la tercera el fuego es reavivado por elaire del mundo.

    As, entonces, procuraremos visualizar un viaje y un retorno al recndito

    cuarto interior del lejano castillo o de la gruta perdida donde mora la Seidad de cadauno de nosotros; all iremos en un viaje imaginario.

    Procuraremos el contacto de lo mortal con lo inmortal, la unin de lasexperiencias efmeras con la realidad imperecedera. Cada vida del hombre es comoun da en la vida del Alma y as, los siglos del Alma son 144 veces ms extensosmedidos en el tiempo de la tierra, vale decir, cada siglo consta de 14.400 aosterrestres.

    En el cuarto interior del castillo reposa el libro de los siglos y hacia l nosdirigimos.

    * * *

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    EL NOMBRE CSMICOEn ese libro est nuestro nombre permanente, nuestro nombre csmico, el

    que siempre tuve y siempre tendr. Est escrito en la tapa del Libro de la Vida (de mi

    Vida Inmortal) es el Libro de mis Edades sin cuento, es el Libro de los Siglos y essingular, es propio, cada cual posee el suyo en particular.

    La bsqueda de ese nombre permanente es nuestra primer bsqueda delGrial. Encontrarlo significa poseer una parte del Verbo que funciona como Llave queme permitir abrir Umbrales Ocultos e inaccesibles antes para cada uno denosotros.

    Luego de saberlo, dndole una entonacin musical y repitindolo como unmantram cantado, uno se adentra con ms facilidad en los misterios y en losSecretos Csmicos.

    * * *

    EL LIBRO DE LOS SIGLOSEste libro, que es Mi Libro, contiene el registro de todas mis vidas anteriores,

    desde aquellas primeras en las cuales era muy poco parecido con los sereshumanos actuales, hasta la ltima y ms reciente visita que realic a esta tierra.

    Cada pgina del Libro se refiere a una de las vidas pasadas con susexperiencias fundamentales. Al observar una de esas pginas, prontamente ser

    atrado dentro de ella y estar en ella y all vivir hasta desear salir de esa pgina, locual logro de inmediato con solo desearlo.

    Simplemente as, puedo entrar y salir alternativamente en varias pginas, unadespus de otra y ello es como ingresar en mis vidas anteriores pasandorpidamente de una a otra.

    Si recorro todas las pginas, ver que hay an muchas, que son las del finaldel libro, que an estn en blanco, pues an no las he vivido. Y la razn real paraentrar en una de esas pginas es para extraer la enseanza y sabidura alcanzadaen cada vida. ES LA HERENCIA DE MI MISMO: Tengo pues todo el derecho a ellapues soy el heredero soberano de todo mi Karma y todo mi Drama.

    * * *

    EL LIBRO Y EL NOMBRESi entro al Libro entonando repetidamente ni nombre csmico con la

    intencionalidad de rescatar un conocimiento desconocido y oculto, seguramentellegar a la hoja y al tiempo de mi vida pasada en que enfrent y resolv u obtuvedicho saber o experiencia.

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    MEDITACION PRIMERAMsica de fondo durante la preparacin y relax. Luego todo el proceso de

    meditacin es en silencio. Finalizada la meditacin, nuevamente msica para salir

    de ella.Previo: Se comienza por relajarse, tres lentas y profundas respiraciones.

    Concentrarse en cada parte del cuerpo, empezando a aflojar los pies, luegopiernas, brazos, manos, cuello, distender el pecho, aflojar mandbula, entrecejo,aclarar la garganta y buscar una posicin cmoda y estable.

    Conseguido esto en cuanto al fsico, soltar ideas, pensamientos ysentimientos, lograr una mente serena y silenciosa, un corazn en paz y verificaruna vez ms que el cuerpo est cmodo y distendido.

    Comienzo entonces de la visualizacin y su mentalizacin...

    **************************

    Nos encontramos de noche y en la costa, en la playa. Cielo despejado yestrellado, al este la luna se levanta de un color rojizo. Es luna llena, se la ve grande,hermosa y serena.

    A un lado se ve la rambla, sus edificios y sus luces y nos llegan los sonidos dela ciudad. Al otro lado, las mansas y pequeas olas rompen con suave sonido en laarena.

    Pocos metros delante nuestro hay una niebla gris azulada. Pausadamenteavanzamos y nos internamos en ella, es clida, suave y nuestros cuerpos y nuestras

    ropas brillan con una fosforescencia color plata azulada.Mientras salimos de la niebla, al otro lado de ella, nuestras ropas se han

    transformado. Ahora, todos portamos un negro y ancho sobrero de pluma, vestimospantaln y amplia blusa, ambos en seda de color plata. Espada envainada y negrasbotas de caa alta. Sobre los hombros, blanca capa en la cual campea un DragnEscarlata, volando.

    Al salir por completo de la niebla, vemos cambios en el paisaje. La naturalezaest incambiada pero la obra del hombre an no ha sido realizada. No hay rambla,no hay luces ni edificios. No se sienten los sonidos de la civilizacin.

    La luna an est en el horizonte, recin ha ocurrido el amanecer lunar, tan

    bello y sereno como el amanecer solar. Delante nuestro unos jvenes pajes cuidande los caballos que nos aguardan. Tambin nos espera un caballero de brillantearmadura y blanca capa con un dragn verde esperanza en vuelo. La capa delcaballero ondea suavemente en la brisa nocturna.

    El caballero hace un ademn e inclinacin de saludo y lo terminaindicndonos que montemos a los caballos. As lo hacemos y avanzamos sin decirpalabra, junto a la orilla del mar.

    El silencio slo es roto por el apagado sonido de los cascos, el canto de algnave nocturna o el rugido de algn puma merodeando en la floresta cercana. Del otrolado, el salto leve de algn pez y el suave sonido de las olas.

    Avanzamos hasta un promontorio de rocas y al doblar para seguir la costa,surge delante nuestro, a unos cien metros, un antiguo y majestuoso castillo que se

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    recuesta sobre el mar. El foso, en forma de semicrculo, permite que las aguas delocano lo protejan de visitantes no deseados.

    Avanzamos los ltimos metros por un antiqusimo empedrado que finalizaante el foso. Nos detenemos y lenta y casi silenciosamente desciende el puentelevadizo y as cruzamos el foso y atravesamos los muros del castillo, avanzamos

    hasta una explanada de verde csped plateado por la luna, frente a la entrada mayordel edificio principal.

    Desmontamos y avanzo hacia los desgastados escalones de piedra y ladrillo.Subo y entro a una espaciosa habitacin donde en el hogar arde un fuego demaderos y gruesos troncos. Tomo una antorcha de la pared, la enciendo en el fuegoy a su luz veo un amplio mobiliario de comedor, cortinajes y cuadros, armaduras yescudos que brillan y dan largas sombras a la luz de mi antorcha.

    Casi al final de la estancia hay una escalera y hacia ella me dirijo. Desde quehe iniciado este viaje, cada cosa que observo me parece conocida y as es queahora me dirijo hasta el fondo de la estancia y desciendo los trece escalones que me

    dejan frente a una puerta de roble macizo que presenta manchas y marcas conhierros calientes. Su pestillo en forma de Flor de Lys se abre sonoramente bajo mimano y con el crujido de los goznes de las bisagras abro la puerta y entro en unahabitacin que hace mucho tiempo nadie pisaba.

    Hay una mesa, sobre ella un libro grueso y grande, una silla de recto y altorespaldo y una base de hierro que rezuma herrumbre, empotrada en el muro, dondeapoyo firmemente mi antorcha.

    Me aproximo a la mesa, dejo mi sombrero en un extremo y con un paueloquito el polvo de los siglos del asiento y de la tapa del Libro.

    Doy media vuelta, cierro la puerta, vuelvo y me siento frente a frente a ese

    Libro que me parece tan caro y familiar. A pesar del tiempo, su gruesaencuadernacin en cuero marrn ha triunfado sobre el paso de las dcadas.

    En letras antiguas hay escrita una palabra, un nombre en letras doradas,vuelvo a pasar el pauelo sobre la tapa para quitar todo vestigio de polvo y leoatentamente ese nombre que por momentos se me hace esquivo y confuso. S quedebo recordarlo bien a mi regreso, as pues que lo miro otra vez.

    Y lo vuelvo a mirar

    Luego abro el libro, mi Libro, luego de su primer pgina que est en blanco,en la siguiente hay un smbolo, el me indica y explica que en cada una de laspginas siguientes est la parte esencial de cada vida vivida, que dar vuelta una

    pgina es pasar de una vida a la siguiente. Y me dice adems que el libro an noest completo, que sus ltimas hojas an estn en blanco, pues esas vidas anestn por ser vividas.

    Entonces doy vuelta la pgina y me pongo a observar el Libro de mi propiavida, de mis vidas anteriores.

    (Ac se establece una pausa de doce minutos)

    Lentamente vuelvo a situarme frente al libro, tomo conciencia del cuarto, lamesa y la antorcha. Cierro suavemente y vuelvo a observar el nombre, las antiguas

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    letras doradas que son el ttulo del libro y que son mi nombre permanente, minombre eterno. Me levanto, tomo mi sombrero y me lo pongo.

    Luego, tomo la antorcha, salgo, cierro la puerta con su pestillo en forma deflor, subo los desgastados escalones, cruzo la amplia estancia donde anchisporrotea alegre el fuego y salgo a la noche despejada.

    La luna est en el cenit e ilumina el patio del castillo donde me esperanalgunos y otros estn montando a caballo. Cuando todos hemos montado, elcaballero de la armadura inicia la marcha y todos lo seguimos, salimos del castillo,cruzamos el puente y mientras regresamos por el empedrado, sentimos los sonidosde que el puente se est levantando.

    Avanzo con los dems hasta doblar el promontorio y vemos la niebla y lospajes que nos aguardan, mientras pienso en la experiencia del castillo, percibo elsilencio y la calma que nos rodea. Finalmente, entrego las riendas del caballo al pajey desmonto. Respondemos la reverencia que nos hace el caballero con otra denuestra parte y avanzamos hacia la niebla en la cual nos internamos. Vemos otra

    vez nuestro brillo fosforescente durante el cruce y salimos al otro lado.Se siente el bullicio de la ciudad, ha reaparecido la rambla, las luces y los

    edificios, tambin se han transformado nuestras ropas.

    Avanzamos unos pasos, comenzamos a sentir nuevamente la msica defondo con la cual comenzamos nuestra meditacin y finalmente nos reencontramosotra vez en el aqu y ahora de esta habitacin.

    Lentamente y cada cual a su ritmo, vamos volviendo al emerger de nuestrasvisualizaciones, nos reacomodamos en nuestros asientos y realizamos algunasrespiraciones profundas.

    Con esto, completamos esta primera accin en la bsqueda del NombreCsmico y nuestra visita al Libro de los siglos.

    * * *

    MEDITACION SEGUNDAComenzamos la fase previa a la meditacin y visualizacin creativa con

    msica de fondo y realizamos las siguientes etapas de relax: Realizamos tres lentas,

    pausadas y profundas respiraciones.Luego, nos vamos concentrando en cada parte del cuerpo, comenzando por

    aflojar y distender los msculos de los pies. Distendemos el pecho, aflojamos lamandbula, el entrecejo y finalmente aclaramos nuestra garganta y buscamos ennuestros asientos una posicin cmoda y estable.

    Logrado esto con nuestra parte fsica, soltamos todo lo mental y emocional;soltamos as nuestros pensamientos, ideas y sentimientos, procurando lograr unamente serena y silenciosa, junto con un corazn en paz y luego verificamos una vezms que nuestro cuerpo est cmodo y distendido.

    Damos pues entonces, comienzo a esta segunda visualizacin y

    mentalizacin.**************************

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    Nos encontramos nuevamente de noche, en la costa, con cielo despejado yestrellado. Hacia el este se levanta la luna, grande, rojiza, hermosa y serena.

    A un lado percibimos la rambla, sus luces, sus edificios y el sonido bulliciosode la ciudad.

    Al otro lado, mansas y pequeas olas rompen con suaves rumor sobre laorilla.

    A pocos metros delante nuestro, vemos nuevamente una bruma gris azuladay hacia ella nos dirigimos pausadamente. Nos internamos en ella, es clida, suave ynuestros cuerpos y nuestras ropas toman un brillo fantasmal y fosforescente, decolor plata azulada.

    Nuevamente, al surgir al otro lado de la niebla, nuestra vestiduras se hantransformado. Todos tenemos por ropaje un hbito a la cintura y sandaliasfranciscanas tambin de color marrn.

    Tengo en la mano un rosario de 49 caracolas rojas, separadas en siete

    grupos de siete por otras tantas estrellas marinas. Enhebradas con hilo de Yuca, elrosario culmina en una caparazn de almeja roja. No teniendo dnde guardarlo,pues el hbito no tiene bolsillos, hecho atrs la caperuza, me lo cuelgo al cuello yvuelvo a cubrir mi cabeza.

    Esta vez, nadie nos espera del otro lado de la niebla, salvo la misma luna, lanaturaleza incambiada y los sonidos del bosque. La obra del hombre a desaparecidoo mejor dicho, an no ha comenzado.

    Mientras observamos junto a la orilla el amanecer lunar, vemos en la mar unabarca en forma de medialuna con una figura humana en su remo de timn, que serecorta contra el disco naranja de la luna.

    La barca viene directamente hacia nosotros, ahora que la vemos ms clara yprxima, tiene forma de luna creciente y el marinero que la manda viste hbito comoel nuestro y la concha de Santiago brilla sobre su pecho.

    La barca se detiene a pocos pasos de la orilla y el monje nos haceindicaciones de que vayamos hacia ella. Nos recogemos el hbito y sin quitarnos lassandalias de pescador, avanzamos por el agua y subimos sin dificultad a bordo.

    En silencio, nos hace una seal de bienvenida y nos indica los dos largosbancos que hay a cada costado del arca. Tomamos asiento y el Monje de Santiagotuerce su remo y la nave gira lentamente y en total silencio se adentra unoscincuenta metros en la mar y luego navega paralelamente a la costa, rumbo alpromontorio de piedras.

    Al doblar el cabo, emerge a la distancia el castillo sobre el mar, separado detierra firme por un canal que hace las veces de foso. El puente esta levantado y nohay paso desde tierra.

    Lentamente nos acercamos a las pareces que se levantan majestuosas conun brillo ptreo y plateado en la noche lunar. El arca enfila con segura firmeza haciauna arcada gtica de unos cinco metros de altura y otros tantos de acho y se internapor ella. A los costados, empotradas en la pared, brillan antorchas encendidas quealumbran esa bveda milenaria.

    El arca se detiene finalmente en un pequeo muelle al cual nos invita a

    descender el Monje de Santiago. Subimos siete desgastados escalones. Delante unpasillo amplio e iluminado, es la nica va de avance posible.

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    Sigo por l hasta dar con otra escalera por la cual subo otros siete escalonesque terminan ante una puerta con pestillo en forma de Corazn. Abro el oxidado ycrujiente picaporte, empujo la puerta y tomo una antorcha del suelo que enciendo enla que tengo ms prxima.

    Me encuentro otra vez, frente a la puerta cuyo pestillo es una flor de Lis. La

    puerta de roble macizo con manchas y marcas de hierros calientes. Observndolamejor, veo que lo que me haban parecido manchas son letras antiguas que dicen:

    SIC TRANSIT GLORIA MUNDI ET HOMINI. As pasa la gloria de este mundoy de los hombres.

    Abro la puerta, entro, afirmo la antorcha en la pared, me quito la capucha dela cabeza echndola hacia atrs, hacia los hombros, tomo asiento y observo la tapadel libro que en la mesa me espera. Torno a observar su tapa en cuero tanconservada con el transcurso de los siglos y vuelvo a leer el nombre en letrasantiguas y doradas, ese nombre que es mi nombre desde el comienzo de mi tiempoy hasta el fin de los tiempos de todos. Lo leo con detencin y cuidado, pues s que

    debe retenerlo luego que me vaya. Por momento las letras se hacen borrosas yesquivas, por momentos son cambiantes, pero las logro estabilizar y leer el nombrecompletamente.

    Luego, abro el libro y me adentro nuevamente en sus pginas.

    (En este espacio se establece una pausa de doce minutos)

    Lenta y pausadamente, me voy des-identificando del libro de los siglos yretorno a tomar conciencia del cuarto, la antorcha, la mesa y el libro.

    Cierro lentamente el libro y me detengo nuevamente en el nombre, que es elmo, mi nombre perenne.

    Me levanto, me cubro nuevamente la cabeza con la carperuza, tomo laantorcha, saldo, cierro la puerta, avanzo, cruzo la otra puerta, dejo la antorcha en lapared y vuelvo a avanzar a la luz de las antorchas del pasillo.

    As llego al muelle donde me esperan y algunos ya han subido al arca. Mesaludo con una breve inclinacin con el monje de Santiago y tambin subo y mesiento.

    Cuando estamos todos a bordo, la barca retrocede bajo la bveda y avanzahasta salir a cielo abierto. La luna est en el zenit e ilumina el mar y la costa que nos

    devuelven reflejos color plata, a popa, el monje de Santiago sostiene el remo detimn y la concha de Santiago de Compostela luce como una estrella encendida ensu pecho.

    Nuestra arca en forma de medialuna avanza hasta doblar el promontorio yluego enfila hacia la costa. Ya prximos a la orilla la barca se detiene completamentey el monje nos despide con una leve inclinacin a la cual correspondemos del mismomodo. Recogindonos el hbito, descendemos en el agua poco profunda y ya en laorilla nos dirigimos pausadamente hacia la niebla y en ella nos internamos.

    Nuevamente vemos nuestro brillo fosforescente durante el cruce y al salir alotro lado lucimos nuevamente nuestra vestimenta convencional. Se siente

    nuevamente el bullicio de la ciudad, ha reaparecido la rambla, las luces y losedificios.

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    Comenzamos a sentir nuevamente la msica de fondo, avanzamos unospasos y finalmente nos reencontramos en el aqu y el ahora de esta habitacin.

    Lentamente y cada cual a su ritmo, vamos volviendo al emerger de nuestrasmeditaciones y visualizaciones; nos reacomodamos en nuestros asientos yrealizamos varias respiraciones pausadas y profundas.

    Con esto, completamos la segunda saga de esta accin en nuestra bsquedadel nombre csmico y de la experiencia vivencial dentro del Libro de los Siglos.

    * * *

    MEDITACION TERCERARealicemos la fase previa: hagamos tres lentas, pausadas y profundas

    respiraciones. Luego concentrmonos en cada parte del cuerpo, comenzando poraflojar y distender los msculos de los pies, luego piernas, brazos, manos y cuello.Luego distendemos el pecho, aflojamos la mandbula, el entrecejo y finalmenteaclaramos nuestra garganta y buscamos una posicin cmoda en nuestros asientos.

    Conseguido esto con nuestra parte fsica, soltamos todo lo mental yemocional. Soltamos as nuestros pensamientos, ideas y sentimientos, procurandolograr una mente serena y silenciosa, junto con un corazn en paz. Finalmenteverificamos una vez ms que nuestro cuerpo est cmodo y distendido.

    Damos pues entonces, comienzo a la tercera y ltima visualizacin ymentalizacin de este ciclo.

    **************************

    Una vez ms es de noche, estamos en la orilla del mar con un cielodespejado y sereno. Por el este, la luna grande y de color rojizo, est surgiendo.

    Por un lado percibimos el sonido y las luces de la ciudad, por el otro, laspequeas olas que rompen mansas en la orilla.

    A pocos metros delante nuestro est presente nuestra consabida niebla grisazulada y hacia ella dirigimos nuestros pasos. Al internarnos en la bruma clida y

    suave, nuestros cuerpos y nuestras ropas toman el brillo fantasmal y fosforescentede color plateado.

    Una vez ms, al salir al otro lado de la niebla, nuestras ropas y el paisaje sehan transmutado.

    Nos encontramos en un amplio jardn, sobre un espacioso csped biencuidado, de algn palacio imperial que nos rodea.

    La noche sigue serena, la luna en el horizonte y la llama de las grandesantorchas y las farolas arde serenamente. Dentro del palacio, totalmente iluminado,suenan los aires de un antiguo y conocido vals de Strauss.

    Recin ahora percibo mi atuendo y el de los dems integrantes que meacompaan. Veo a los hombres vestidos de negro frac, galera, blanca camisa deencaje y guantes blancos. Las damas, por su parte, todas de largo vestido blanco

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    recamado de encajes con amplio ruedo, joyas de oro y esmeraldas y largos guantesblancos.

    Por las amplias puertas del palacio salen nuestra compaas, son damas ycaballeros vestidos igual a nosotros y en el nmero exacto para que cada unoformemos nuestra pareja.

    Los msicos atacan un nuevo vals viens y nuestros acompaantes con unareverencia nos invitan a danzar. Todos comenzamos a girar al comps y al hacerlo,nos vamos elevando por el aire.

    Quedan debajo nuestro los acordes, el palacio engalanado e iluminado y elbosque que lo rodea. En nuestras espirales ascendentes, observo que todos loshombres dejan una estela de estrellas pequeas de oro y todas las damas dejan otraestela de pequeas estrellas de plata.

    Mientras esto observo, mi acompaante comienza a recitar estos catorceversos:

    De signo a constelacin,la danza puede crearensueos de Vida y Amaral ser msica y cancin.

    Y su cortejo estelaren su espiral ascendente,deja estela iridiscente,de estrellas ms de un millar.

    Es la msica un canal,para el Poder del Amor;Es la danza el gran fanal

    que genera el movimientodel gran proceso creador,que tiene al hombre por centro.

    Y finaliza dicindome: sta, es la Magia Mayor, la Estelar.

    Ahora, miro hacia abajo y percibo que estoy descendiendo en un claro delbosque, es circular y tiene unos cincuenta metros de dimetro. Lentamente tocamostierra y mi acompaante, con una reverencia retrocede unos pasos.

    Delante mo, a unos quince metros hay un gran promontorio de piedra en elcual se ve la boca de una gruta semicircular de unos tres metros de altura.

    Al costado derecho, sentado en un silln de piedra de alto respaldo, hay unanciano de larga barba blanca que se une a sus largos cabellos blancos que caenpor su espalda.

    Me aproximo a l y se levanta apoyndose en su alto cayado de madera. Susfacciones son algo duras y distantes que recuerdan vagamente a las estatuas de laIsla de Pascua. Es alto, realmente alto, su mirada firme, fuerte y amistosa.

    Al llegar junto a l, esboza una leve sonrisa y dice:

    - Eres TU, que siempre vuelves -

    - Nos conocemos? pregunto.

    - SI; AUNQUE NO RECUERDES y aadi- por eso, siempre regresasa los registros de la memoria.

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    - Pregunto- Hace mucho que nos vemos?

    - Me responde- Centurias, o lo que es lo mismo, ayer. Pero como cadavez que mudas de cuerpo te olvidas y buscas recordar.

    Me quedo en silencio, pensando lo que me ha dicho y l agrega:

    - As que pasa, la mesa y el libro Arcano de los tiempos te espera, lasantorchas ya estn encendidas.

    Hago un signo de asentimiento con la cabeza y el ermitao me responde conun ademn semicircular de su mano, invitndome a entrar en la gruta.

    As lo hago y camino sobre una base de piedra desgastada por los siglos, a laluz de las antorchas que me sealan el camino. Finalmente desciendo sieteescalones y me encuentro con una puerta de roble macizo. Entre las marcas dehierros al rojo, escrito en latn antiguo dice:

    - AUDACES FORTUNA NOVAT, La Fortuna es de los Audaces.

    Abro el pestillo en forma de cruz templaria y con un chirriar de goznes

    oxidados por el tiempo, entro a una pequea estancia donde est la mesa y el libroque ya son conocidos para m.

    Leo nuevamente el nombre del Libro, que es mi nombre por todos los tiemposy por los siglos de los siglos. Me siento, abro el libro y me ensimismo en sucontenido que vuelve a absorberme profundamente.

    (En este espacio se establece una pausa de doce minutos)

    Algo me dice que ya es tiempo suficiente y retiro mi conciencia y mi

    visualizacin de las pginas del Libro. Lo cierro lentamente y por una ltima vezvuelvo a leer el nombre que me identifica con l.

    Lentamente me levanto, salgo de la habitacin y cierro la puerta tras de mi.Avanzo hacia la salida y me detengo en el umbral. El csped de la explanada relucecon reflejos de plata azulada mientras la luna brilla silente en el cenit, no hay la msleve brisa y el silencio slo es roto por el canto de alguna ave nocturna.

    El silente guardin desde su silla de piedra me observa, con ambas manosapoyadas en su cayado. Ahora, una suave brisa trae aroma de flores nocturnas y unaullido lejano, correspondido por otro aullido an ms lontano.

    Paz, silencio y soledad, todo lo que poda y deba saber en esta etapa del

    sendero, lo haba conocido, ahora slo me quedaba trabajar sobre ello. Y regresarcuando lo entienda preciso.

    El guardin se levanta pausadamente y nos observamos; l con atuendo deermitao y yo, con mi traje de Gala.

    - Le interrogo: Quin eres realmente?

    - Me contesta: Soy simplemente una parte permanente de ti, soy elguardin externo de nuestro Templo Interno.

    - Le pregunto: Y... ests siempre solo?

    - Me responde: En realidad, somos siete, aunque bien mirado debemos

    ser considerados como diez. Pero realmente soy parte del nico serque somos y al cual t, perteneces.

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    - Le digo: Pues lo cierto es que solo me veo a ti y a m.

    - El finaliza: Ya vers ms, y ahora debes partir, es tu tiempo demarcharte.

    - Concluyo: Siento que es cierto, pero cmo hago para irme?

    El Ermitao eleva entonces su cayado al cielo y del cristal de la empuadurasale un haz de luz blanqusima que se pierde en el infinito. Luego me hace una seade que aguarde.

    Instantes despus me seala hacia la luna llena. En ella veo un punto que vacreciendo rpidamente y toma la forma de un ave. La imagen crece y crece sincesar, ahora percibo su vuelo majestuoso. El movimiento de alas es lento, pausadoy elegante.

    La figura alada se aproxima con rapidez y con un firme aleteo se detienedelante nuestro. Es un blanqusimo cisne blanco de esbelto cuello y agradablefigura.

    Apyate entre sus alas y abrzate de su cuello, que tengas un viajeplacentero. Ya nos volveremos a ver.

    Haciendo estribo con sus manos me ayuda a montar y dirigindose al cisneexclama: Mis respetos a Kala Hamsah.

    El cisne da unos pasos y se lanza a volar, rpidamente tomamos altura en unvuelo circular y suavemente inclinado que me permite ver el claro del bosque, lagruta y el guarda hermano y ermitao que levanta su cayado en saludo final y noslanza un rayo de pura luz blanca en seal de despedida.

    Me dirijo al Cisne, preguntando, dime, T quien eres?

    El tuerce su cabeza, me mira con sus profundsimos ojos negros y siento esta

    meloda dentro de mi mente:Actuar en sueos,en los sueos de los dems,es propuesta de cada noche,y un deber al despertar.

    Acta por todas partesen todo tiempo y lugarcuando ensees con amor,a quien amor esperando est.

    Viaja de montaas a ros,anda de ilusiones a Paz.slo en sueos y pensamientos,

    esta vez tu labor hars.Pues no es tiempo de actuarde otra forma en otro lugar.

    Nuestro vuelo es raudo y comenzamos a descender hacia la costa. Es uncontorno conocido y con un firme aletear, apoya su cuerpo en el piso y se hechapara permitirme descender ms fcilmente. Quedo un instante a su lado, acaricio suplumaje del costado, el dobla la cabeza para observarme con sus ojos profundos ynegros. Yo todava siento el contacto de su suave plumaje y el sonido profundo del

    batir de sus alas que formaban como una palabra de dos slabas: HAM SAH, HAMSAH, HAM SAH.

  • 7/29/2019 Arte Real Vi

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    Captulo VI El Arte Real El Nombre Csmico

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    As que me despido con un adis Ham Sah y veo como luego de dar unospocos pasos, remonta raudamente vuelo enfilando hacia la luna sobre la cual serecorta su figura con nitidez. Rpidamente se va empequeecindose hasta ser unpunto y perderse finalmente de vista.

    La playa ha quedado repentinamente sola y silenciosa, me dirijo entonces

    hacia la bruma gris azulada, brillo en ella al cruzarla y al salir encuentro a los demsacompaantes saliendo tambin de ella, mis ropas, nuestras ropas de gala se hanvuelto a transmutar en nuestra ropa habitual y luego de dar unos pasos mereencuentro otra vez en el aqu y ahora de esta habitacin en la que cada uno a suritmo, se va retirando de la meditacin realizada.

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