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Arqueología y creencias del mar en la antigua Grecia

Article  in  Zephyrus · January 2008

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María Isabel Rodríguez López

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© Universidad de Salamanca Zephyrus, LXI, enero-junio 2008, 177-195

ISSN: 0514-7336

ARQUEOLOGÍA Y CREENCIAS DEL MAR EN LAANTIGUA GRECIA

Archaeology and marine creeds in ancient Greece

María Isabel RODRÍGUEZ LÓPEZUniversidad Complutense. Correo-e: [email protected]

Recepción: 2007-05-29; Revisión: 2008-01-30; Aceptación: 2008-05-26

BIBLID [0514-7336 (2008), XLI, enero-junio; 177-195]

RESUMEN: En este trabajo se ofrece una aproximación a la religiosidad marinera de la antigua Grecia,desde la Edad del Bronce hasta el período clásico. El discurso que proponemos se apoya en las principalesfuentes arqueológicas conocidas hoy, entre las que se cuentan obras artísticas, epigráficas, santuarios dedica-dos a Poseidón y exvotos marineros, además de variados relatos literarios y narraciones mitológicas. Talesfuentes ponen de relieve la importancia otorgada por los griegos a la Naturaleza, y muy en particular al pode-roso elemento marino, encarnado en las figuras de diversos dioses, y cuya proyección antropológica y cultu-ral perfiló, en gran medida, el devenir de la civilización griega.

El elemento marino fue considerado por los griegos como esencia de la vida del hombre y como lugarde descanso para la eternidad. No es extraño que las supersticiones, las creencias, los mitos y toda suerte deprácticas religiosas destinadas a servir de nexo de unión entre el hombre y los dioses rectores del medio mari-no hayan constituido uno de los aspectos más relevantes de la antigua religiosidad de la Hélade y hayan con-vertido este ámbito natural, tan próximo a la vivencia humana cotidiana, en un elemento religioso, cardinalen la configuración de la identidad cultural y social del mundo griego.

Palabras clave: Arqueología. Arqueología Clásica. Iconografía griega. Religión griega. Mitología griega.

ABSTRACT: This paper offers an approach to the seafaring religiosity of ancient Greece, from the BronzeAge until the Classical period. The speech that we propose leans on those main well-known today archaeolo-gical sources, among which we should include different artistic and epigraphic sources, as well as those sanc-tuaries dedicated to Poseidon and votive seafaring, besides varied literary stories and mythological narrations.Such sources remark the importance granted by the Greeks to Nature, and in particular to the powerful mari-ne element, embodied in the figures of different gods, and whose anthropological and cultural projection sha-ped, in great measure, the fate of the Greek civilization.

The marine element was considered by the Greeks as essence of the man’s life and as place of rest for theeternity. It is not strange that the superstitions, the beliefs, the myths and all luck of religious practices dedi-cated to serve as nexus of union between the man and the gods rectors of the marine means, have constitutedone of the most excellent aspects in the old religiosity of Greece, and have converted this natural environment,so next to the daily human life, in a religious element, cardinal in the configuration of the cultural and socialidentity of the Greek world.

Key words: Archaeology. Classical archaeology. Greek iconography. Greek religion. Greek mithology.

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La personalidad cultural del hombre griego dela Antigüedad, sus formas de vida y su pensamien-to fueron aspectos definidos, en una dimensiónmuy significativa, por su intensa vivencia del entor-no natural que habitaba. Para forjar su propia iden-tidad cultural, los griegos de la época clásica nece-sitaron encadenar estrechamente muchas de susespeculaciones con la Naturaleza y sus particularesfenómenos y unirse, de ese modo, con ese entornoen el que se desarrolló su actividad vital. La rela-ción entre el hombre y el medio estuvo anudadacon lazos tan estrechos que no es posible realizaruna aproximación a esta sorprendente civilizaciónsin percibir en ella la manifestación perenne de esaNaturaleza en la que surgió, ni desligar los fenóme-nos naturales de las exteriorizaciones de índolereligiosa.

Grecia es una tierra marinera por antonomasiay el mar un elemento que habría de convertirseen el origen de múltiples y profundas creencias. Enun marco ideológico de tintes naturalistas, el domi-nio marítimo desempeñó un papel cardinal en lacivilización griega, ya que muchas de sus facetas,tanto históricas como legendarias, tienen al marcomo telón de fondo. La complejidad natural delpiélago, cuyos fenómenos tienen la capacidad desobrecoger el espíritu humano, su insondable gran-deza, su versatilidad, su misterio y su hermosurajustifican que el mar fuera concebido por los grie-gos como morada de los dioses, espacio de mitos ycreencias.

El mar fue imaginado como un dominio com-partido por los dioses y los hombres y la fuentemisma del origen de la vida. Las aguas simbolizan lasuma universal de las virtualidades; son fons etorigo, el depósito de todas las posibilidades de exis-tencia; preceden a toda forma y soportan toda crea-ción… El simbolismo de las aguas implica tanto lamuerte como el renacer. El contacto con el aguaimplica siempre una regeneración… la inmersión fer-tiliza y multiplica el potencial de vida. En palabrasdel profesor Roche Cárcel, “los griegos necesita-ron de la naturaleza para autodefinirse y especial-mente del mar, al que convirtieron igualmente enuna contrafigura de la vida humana” (Roche Cár-cel, 1998). Al mismo tiempo, en el plano terrenal,el agua del mar fue una de las bases del sustentohumano, ya que tanto la pesca como las relacionescomerciales marítimas permitieron, en una impor-tante medida, la subsistencia de muchos de loshombres de la Antigüedad y también el medio deacercamiento entre civilizaciones vecinas. Los peli-gros de un abismo desconocido y su infinitud

insondable explican que el mar fuera un espaciotemido y adorado, un reino de dioses habitado porlos hombres, temerosos de su grandeza.

Los primeros indicios que nos hacen suponerla existencia de una religiosidad específicamentemarinera en el ámbito mediterráneo surgieron, pro-bablemente, en la llamada Civilización del BronceAntiguo (3000-2000 a.C.), en torno a las islas Cícla-das, y no parece una casualidad que coincidiesencronológicamente con las primeras expediciones y“aventuras” marítimas de sus habitantes. Como essabido, gracias al comercio de cabotaje algunos delos productos de elaboración cicládica se extendie-ron hasta Creta, el Mediterráneo oriental, el conti-nente griego, el Adriático, la costa provenzal o,incluso, hasta las islas Baleares (Demargne, 1964:39). Aunque el mar fuera un medio fundamental enel progreso de las Cícladas, los isleños no dependie-ron completamente de la navegación, ya que buenaparte de sus territorios poseen suelos muy fértilesy sus depósitos metálicos de cobre, plata, plomo yoro habrían de convertirse en un elemento básicopara la nueva era griega del metal. Los suelos vol-cánicos resultaban especialmente aptos para elcultivo de la vid, al tiempo que el clima cálido yel siempre presente sol contribuyeron decisiva-mente a la calidad de los vinos, cuya fabricaciónse remonta a esta época; asimismo, en algunosvalles de altura se dio la cría de ganado y la produc-ción de trigo.

Este singular marco geográfico estuvo habita-do desde el Neolítico y en él se desarrolló, desde elaño 3000 a.C., una civilización marítima y comer-cial, encargada de poner en contacto a los habitan-tes de las riberas del Egeo, como demuestran,por ejemplo, la utilización de la obsidiana de Miloo el mármol de Paros en puntos bien distantes delámbito egeo.

Parece probable que los primeros habitantesde las Cícladas introdujeran el culto a la DiosaMadre, garante de la fecundidad, un culto de ori-gen Neolítico. Los hallazgos arqueológicos nosinforman sólo parcialmente de las prácticas religio-sas de estas gentes, por lo que nuestro conocimien-to es todavía muy escaso: no podemos establecercon seguridad si hubo espacios destinados al culto,aunque, como ha señalado Zervos (Zervos, 1957)algunos vestigios arqueológicos, como los exhuma-dos en el puerto de Minoa (Amorgós), permitenvislumbrar la presencia de lugares sagrados al airelibre, en una gruta sita en el interior de una granpeña. En este lugar han aparecido depósitos conpresencia de abundante cerámica, exvotos y huesos

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de animales. Estos hallazgos sugieren la celebra-ción de ceremonias de ofrenda e inmolación deanimales, cuyas cenizas descansarían en la roca,símbolo de la Gran Madre. Asimismo, las célebresesculturas conocidas como “ídolos cicládicos”, ylas llamadas “sartenes”, son, probablemente, mani-festaciones artísticas de naturaleza religiosa, en rela-ción con el culto a la citada divinidad femenina.

Sin duda alguna, la más conocida y singularexpresión de la civilización cicládica la constituyenlas numerosas estatuillas de mármol procedentesde las necrópolis y difundidas hasta regiones tanalejadas como Cerdeña (Arias, 1967: 14), que habi-tualmente son designadas como “ídolos”. Repre-sentan, mayoritariamente, a figuras femeninas,aunque a finales del Cicládico Antiguo (CA III:2050/2000-1900/1850 a.C.), hicieron su apariciónotras tipologías (Renfrew, 1972). Estas esculturasestán fabricadas con mármol de Paros y todasposeen como denominador común su originalesquematización, sus perfiles redondeados y laausencia de detalles. Pueden distinguirse, no obs-tante, varios arquetipos: las que tienen forma deviolín, las que presentan los brazos cruzados bajoel pecho, las representaciones de mujeres preña-das, las mujeres que exhiben a sus hijos en brazoso sobre la cabeza y los no menos célebres músi-cos. También es muy variable su tamaño, que osci-la de los 5 centímetros de las más pequeñas hastalas grandes figuras que pueden llegar a medir 1,5metros de altura. El modelado se conseguía, entodos los casos, mediante el desgaste de la piezade mármol con la piedra de esmeril o corindón(carbón cristalizado), un extraordinario abrasivocuyo principal centro de explotación era la isla deNaxos.

Como decíamos, la mayoría de estas figurashan sido exhumadas en los cementerios, lo que hadado lugar a variadas interpretaciones que lasponen en relación con el mundo funerario, espe-cialmente como amuletos para los difuntos (proba-blemente las más pequeñas), o como indicadorasdel lugar del enterramiento, a modo de estela, sibien es cierto que, en casos aislados, algunas deestas figuras no proceden de contextos fúnebres,habiendo aparecido en distintas aldeas. Las varie-dades de Kapsala y Khaliandri, pertenecientes altipo “de brazos cruzados”, muestran los pies obli-cuos y la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás,lo que sugiere una posición tumbada, acaso enrelación con el momento preciso del parto. A pesardel esquematismo característico de las representa-ciones, no se ha omitido en ellas la figuración de los

senos, bien pronunciados y de los órganos sexua-les, que suelen reproducirse mediante la conven-cional imagen del triángulo dividido (Fig. 1).

Las primeras representaciones de barcos conoci-das hoy corresponden a la decoración grabada de lasdenominadas sartenes de terracota, piezas de cerá-mica oscura y de forma lenticular, que han sidointerpretadas genéricamente como recipientes detipo ritual. En ellas el mar se representa como unaininterrumpida red de espirales, de acuerdo con uncriterio abstracto, pero muy intenso y expresivo.Algunos autores han señalado la hipótesis de quepudieron haber servido, convenientemente relle-nas de agua, como espejos. La relación entre elespejo, el agua y la muerte podría explicar, en cier-to modo, la función de estos extraños objetos que

FIG. 1. Ídolo cicládico de brazos cruzados que representaa una mujer preñada. Cicládico Antiguo II. TipoSpedos. Badisches Landesmuseum, Karlsruhe(Alemania).

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eran frecuentemente decorados con espirales(representación gráfica que simboliza el flujo delas ondas), y con primitivas embarcaciones. Ennuestra opinión, dicha relación simbólica que aso-cia agua y muerte a través del espejo resulta espe-cialmente sugestiva, ya que es conocida en otrosámbitos culturales bien alejados temporal y geo-gráficamente (Rivera Dorado, 1999). El espejo yel agua pudieron ser concebidos, también en lasCícladas, como una puerta al inframundo, un lugaren el que pudiera producirse el tránsito al más allá,a una dimensión mágica y desconocida.

Es bien sabido que pueden distinguirse, grossomodo, dos tipologías diferentes en las “sartenes”.El llamado tipo Kampos se caracteriza por teneruna sola asa y un reverso plano, decorado con unao más incisiones en forma de espirales (la imagendel mar) dispuestas alrededor de una estrella cen-tral. Esta iconografía, aunque de difícil interpreta-ción, podría sugerir, en nuestra opinión, la relaciónentre la navegación y los astros. El segundo grupode sartenes son conocidas como tipo Syros, y se dis-tinguen morfológicamente por poseer el reversoligeramente cóncavo y dos asas puntiagudas. Ladecoración del espacio central presenta, por locomún, círculos concéntricos o espirales estampa-das, muchas veces representadas junto a barcosincisos y/o genitales femeninos, símbolo de ferti-lidad (Vermeule, 1971: 75). La iconografía quecomentamos pone de manifiesto una clara asocia-ción entre el mar y la fertilidad de las hembras,hecho que resulta especialmente significativo enotros ámbitos del Mediterráneo, y que puede ras-trearse, también, en el mundo minoico, acaso porherencia de la cultura cicládica. Las antiguas cos-mogonías del Mediterráneo subrayan, asimismo, elvínculo simbólico que une el mar y la fertilidad delas hembras dado que, como decíamos en líneasprecedentes, la concepción primigenia del marcomo fuente de toda vida, origen de un Universovencedor del caos, debió de ser parte de las másarraigadas creencias en las culturas primitivas.

Dentro de la citada tipología de Syros destacauna sartén de terracota encontrada en la tumba 174de Khalandrianí (Syros) y conservada en el MuseoArqueológico Nacional de Atenas, en cuyo círculoprincipal se representa un esquemático barco deremos, con un extremo levantado y un remate enforma de pez como insignia. El barco está rodeadopor una serie de motivos geométricos a modo deespirales. Debajo de la embarcación y separado pordos líneas de triángulos estampados opuestos enforma dentada, que repite el esquema decorativo

utilizado en el borde de la sartén, se encuentra unarepresentación, también muy esquemática, del trián-gulo púbico femenino, flanqueado por lo que algu-nos autores han interpretado como dos espigas.Otras piezas análogas corroboran la misma inten-cionalidad simbólica a la que se hacía referencia enlas líneas precedentes (Fig. 2).

Hemos advertido acerca de la dificultad queentraña la interpretación del significado de loshallazgos arqueológicos señalados. Resulta atrayen-te, sin embargo, suponer que tanto los “ídolos”como las “sartenes”, dados los motivos predomi-nantes en su decoración, pudieran estar en relacióncon una divinidad femenina, Diosa Madre, relacio-nada con el mar, la muerte y la fecundidad; unadivinidad primordial cuyo favor debió de consti-tuir una de las metas de los marineros de las Cícla-das. Creemos, en este sentido, que la clave de inter-pretación debe buscarse en la iconografía quesirve, de modo recurrente, para decorar las sarte-nes: redes de espirales continuas que representan elmar, la imagen de los barcos que lo surcan y larepresentación de los genitales femeninos como

FIG. 2. Sartén cicládica. Tipo Syros. Tumba 174 de Khalan-driani (M.N. Atenas).

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referencia explícita a la capacidad procreativa, delmedio geográfico y del ser humano que en él habi-ta y acaso a la protección de una gran Diosa, unaDiosa Madre, relacionada con el mar. Todo ello nosinvita a reflexionar acerca del universo espiritual yreligioso de esta civilización, profundamente enrai-zado en el medio marino en el que se desenvolviósu andadura histórica. Parece lógico, pues, que enla civilización cicládica el mar fuera objeto de reve-rencial respeto y el origen de la mayor parte de lostemores y de los más profundos credos.

En virtud de las riquezas proporcionadaspor los territorios de ultramar, también en la islade Creta se desarrolló, durante el segundo milenioantes de nuestra era, una civilización eminente-mente marinera. Muchos de los artesanos de la ciu-dad trabajaban para el mar: curtidores, cordeleros,tejedores, fabricantes de aparejos y otros enserespara embarcaciones, tintoreros y veleros, alfare-ros, perfumistas, y todo tipo de comerciantes. Otrostantos habitantes de la Creta minoica fueron cons-tructores de barcos, pescadores o navegantes. Gra-cias a la variedad de modelos de barcos halladoscomo parte de los ajuares funerarios y diversasrepresentaciones de navíos aparecidos en sellosminoicos, anillos y otros hallazgos arqueológicos,hoy podemos hacernos una idea bastante precisade los tipos de embarcaciones correspondientes alperíodo de esplendor minoico, entre 1500 y 1400a.C., tan variopintas como los mismos habitantesde Creta (Faure, 1984).

La espiritualidad del mundo cretense se expre-só a través de cultos de carácter naturalista, en losque el elemento marino era, al mismo tiempo, refe-rencia constante de lo humano y de lo sagrado. Ala luz de los datos conocidos hoy, parece bastanteprobable que los marineros cretenses realizaranprácticas religiosas y cultuales (con cierto senti-do mágico-simbólico), para solicitar la protecciónsobrenatural en el mar y para garantizarse la pesca.Los hallazgos arqueológicos permiten entreverprácticas religiosas relacionadas con una divinidadprotectora del mar, a quien se ofrecerían los exvo-tos localizados en territorios cercanos a la orilla delmar, cuevas y acantilados rocosos. Debió de ser fre-cuente el depósito de ofrendas (copas y ánforas lle-nas de líquidos sagrados, estatuillas de arcilla yotros exvotos, realizados con gran sencillez) paraobtener el favor de una o varias divinidades mari-nas, asociadas también a los astros y las constela-ciones (Faure, 1984).

Por su parte, las representaciones artísticasconocidas subrayan la trascendencia del mar en el

marco de las creencias religiosas, siendo barcos,delfines, tritones, pulpos y otros motivos mari-nos, los asuntos preferidos en la decoración de ani-llos, joyas variadas, trípodes, mesas de ofrendas,vasos cerámicos, pinturas al fresco y otros. Si con-sideramos que el arte minoico fue un fenómeno denaturaleza religiosa y que, como tal, está dotadode una profunda simbología, no podemos dejar deseñalar que los motivos representados en muchosobjetos artísticos están conectados con el mundode las creencias (Fig. 3). La idea es aún más incues-tionable cuando algunos recipientes están elabora-dos con la forma de criaturas del mar tales comotritones, nautilos o peces.

La iconografía minoica parece sugerir que laGran Diosa Madre, adorada en Creta bajo dife-rentes advocaciones, pudiera haber sido tambiénadorada bajo una forma particular de Diosa delmar (Rodríguez López, 1988) o como una PotniaIchtynon, “Señora de los Peces”, como lo fuera ladiosa Ártemis en época tardía. También resultainteresante la posible relación de dicha divinidadmarina con Afrodita,deidad unida a losastros y a la navega-ción. Como pruebade ello baste recordaralgunas escenas talla-das en el repertorioglíptico que muestrana una figura femeninaocupando lugar pree-minente en asuntosrelacionados con elmar y los barcos.Altares, árboles sagra-dos, el remo-timón yotros objetos enfati-zan la sacralidad deestas escenas. En unsello procedente deCnossos, por ejem-plo, una figura feme-nina aparece recos-tada sobre las olas(representadas de for-ma esquemática, deacuerdo con los con-vencionalismos cono-cidos del mundo creto-micénico); sería muyapropiado para des-cribirla señalar que

FIG. 3. Ritón de estilo marinoprocedente de Cnossos.1500-1450 a.C. Museode Heraclion (Creta).

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parece nacida de la espuma, como la misma Afro-dita (Fig. 4).

Con la paulatina llegada de los aqueos a Greciay su fusión con los habitantes de la Hélade, la civi-lización griega clásica iniciaba su desarrollo históri-co en el espacio geográfico que sería denominado,más tarde, el mar de los griegos. Junto con el cieloy la tierra, el mar pasó a ser elemento primordialde un universo ya ordenado en las tradicionesmitológicas y los griegos forjaron fábulas extraor-dinarias en relación con el mar; la mayoría de estosmitos serían, probablemente, expresiones de anti-guas creencias del Mediterráneo, moldeadas yabsorbidas por la mentalidad septentrional de losindoeuropeos.

Tras el destronamiento de Crono y la consi-guiente victoria de la generación de dioses Olímpi-cos capitaneados por Zeus, se procedió a la orde-nación del Universo entre los tres hermanos derango más distinguido: Zeus reservó para sí elcielo, Poseidón obtuvo el dominio del mar, mien-tras que Hades pasaba a reinar en el mundo subte-rráneo. Posidón era un antiguo dios supremo quellegó a Grecia con las primeras invasiones de lospueblos indoeuropeos; la etimología de su nombrehace alusión a su carácter de dios ctónico e infer-nal, como “esposo de la Tierra”. Originariamente,Poseidón era, pues, un dios de los caballos, un Des-potes hippon, rasgo que iba muy bien con su carác-ter de esposo de la Tierra y, por ello, en algunoslugares, fue venerado bajo apariencia equina; deesta guisa fue como el dios pudo poseer a Deméter,una diosa de la Tierra, que para escapar a su acosointentó, en vano, adoptar la apariencia de unayegua. En la violación de Deméter por Poseidón se

puede advertir, en opinión de Grimal (Grimal,1974) una invasión aquea en Arcadia, lugar en elque la diosa era especialmente venerada con cabe-za de yegua. Otra de las facetas relacionadas coneste carácter primigenio del dios es la de ser turba-dor del suelo, epíteto con el que lo describe elhimno homérico, dios de los terremotos originadoscon las pezuñas de sus corceles. De todos los dio-ses nombrados en las tablillas de Cnossos y Pilo(Chadwick, 1987) Poseidón es el único vocablo cuyaetimología parece, indudablemente, de origen indo-europeo. Puede analizarse como un compuesto dePotis (Señor) y da (Tierra), tesis que afirma su ori-gen como Señor de la Tierra y que ha sido soste-nida por varios autores, entre ellos, Chadwick, Wila-movitz y Schahermeyer.

En las tablillas de Pilo, el dios ocupa un papelreligioso más relevante que el de Zeus, ya que aél iban dirigidos cuantiosos inventarios de ofren-das, además de ser el único dios principal citadocomo receptor de contribuciones anuales de grano.También era el destinatario de ricas ofrendas queincluyen bueyes, ovejas, cabras, cerdos, trigo, vino,miel, ungüentos, lana y paños. Por otra parte, en laOdisea se hace referencia a un festival celebrado enhonor del dios en Pilo: “Suplica, ¡oh, mi huésped!,a Poseidón, ya que este festín al que llegáis, en suhonor se celebra” (Odisea, III, 43). Todos los datosconocidos hoy hacen suponer que Poseidón fuerael más importante entre los dioses de los aqueos,una divinidad llegada a Grecia desde el norte deEuropa. Las tablillas micénicas citan también auna diosa, Posidaeja o Posidaeia, ignorada en épocaclásica, que pudo haber sido su pareja en los tiem-pos micénicos.

El caballo era un animal imprescindible paralos indoeuropeos y las relaciones que este animalmantenía con Poseidón nos sugieren tal significa-ción. El dios se presenta como el creador, padre ydispensador de los caballos, animales que le estu-vieron consagrados como fundador de las carrerasequinas. Por otra parte, el caballo es un animalrelacionado estrechamente con el mundo infernal,hecho que subraya y pone en evidencia el carácterde “dueño de la Tierra” de Poseidón. Las formasgigantescas de sus hijos, en muchas ocasiones mons-truosos como Orión, Polifemo, Tritón o Anteo,aluden, asimismo, a esta potencia original del dios,concebido como espíritu masculino de la fertilidadque habita la Tierra.

Con la devastación del imperio micénico, lasfunciones ctónicas de Poseidón pasarían a manosdel infernal Hades, aunque nunca se olvidaría en

FIG. 4. Sello minoico procedente de Cnossos. Museo deHeraclion (Creta).

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Grecia ese doble privilegio que leatribuye el himno homérico “…serdomador de Caballos y salvador denavíos”. No puede olvidarse que des-pués de mediado el siglo XV a.C., lasoberanía de los mares comenzó apasar a manos de los aqueos; lastablillas de lineal B nos informantambién sobre el hecho de quemuchos de los términos náuticos uti-lizados en los tiempos históricosestuvieron ya en uso durante el pode-río marítimo de Micenas, que alcan-zó su cenit en el siglo XIII a.C., y cuyaenvergadura quedó en evidenciatanto en los poemas homéricos comoen la expedición de los Argonautas.No se puede reconstruir hoy, a faltade datos, cuáles fueron las cualidadesmarítimas de Poseidón durante lostiempos micénicos, cuestionada poralgunos historiadores. Otros estudio-sos proponen, en cambio, un origenetimológico para su nombre que loconvierte en un Señor de las aguas(Posis, Señor y dâ, de raíz indoeuro-pea, agua corriente), o un Señor delos caminos marinos o del mar.

La información suministrada por los descubri-mientos arqueológicos parece indicar que existiócierta continuidad entre los usos religiosos de losmarinos y marineros de época micénica con respec-to a las prácticas rituales surgidas tiempo atrás enel seno del mundo cicládico y minoico. En diversospuntos costeros y en islas han sido hallados mode-los de barcos realizados en terracota y grafitos inci-sos sobre cerámica, posiblemente con función cul-tual de exvoto, testimonio del contacto perdurablee idéntico entre el hombre y el mar (Fig. 5). Esteinterés por los asuntos marinos es bien patente, asi-mismo, en la iconografía que exhiben los recipien-tes metálicos y los de cerámica pintada: ondulacio-nes que expresan la idea del mar, peces, octópodos,corales, escamas, hipocampos, caracolas, delfines yotros motivos (Fig. 6). Un repertorio decorativomarino tan nutrido que va, en el caso de la cerámi-ca micénica, desde el llamado “estilo marino” –declara influencia minoica– hasta el llamado “estilodel pulpo” –caracterizado por una intensa rigidez ygeometría de los modelos– evoca, sin duda, la tras-cendencia del mar. Como ejemplo significativodestacamos una jarra de estribo procedente deLangada (Cos, Museo Arqueológico) en la que un

pulpo estilizado ocupa completamente la superfi-cie del vaso con sus rígidos y enormes tentácu-los, entre los que se disponen peces de diferentes

FIG. 5. Exvoto con representación de barco inciso en cerámica. Museo de Que-ronea (Beocia).

FIG. 6. Copa áurea con decoración marina procedente deMicenas. S. XV a.C. M. Nacional de Atenas.

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especies, conchas, anémonas marinas, aves y otrosmotivos complementarios que confieren al reci-piente, a pesar de su estilización, un aspecto espe-cialmente vivaz y multicolor (Fig. 7). Parece que elmedio marino fuera identificado simbólicamente,o, si se prefiere, personificado en el pulpo (un octó-podo gigante en comparación con el resto de lasespecies marinas). La misma idea es patente enotros tantos ejemplares cerámicos conocidos como,por ejemplo, la conocida “Jarra de Esciros”, fecha-da en el siglo XII a.C. (Esciros, Museo Arqueológi-co), en cuya panza se han representado, uno encada lado, un pulpo gigante y un barco (VV.AA.,1992: 171). A pesar de su esquematismo, amboselementos decorativos sugieren una escena real: elbarco –de proa aviforme– se desplaza en la mar,simbolizada, como decimos, por el pulpo.

Otra prueba arqueológica de la indiscutibleimportancia del mar en la cultura heládica la pro-porcionan algunos fragmentos de decoración pavi-mental estucada, como el procedente del Palacio deTirinto que muestra a dos delfines afrontados, consentido heráldico (Museo Arqueológico de Nau-plio). Dado que los suelos estucados constituían un

tipo de ornamentación muy apreciada que servíapara caracterizar los ambientes de rango más eleva-do, principalmente el salón del trono (VV.AA.,1992: 48), este motivo “heráldico” sería, sin duda,elegido muy conscientemente y su significación for-maría parte de todo un lenguaje icónico destinado atransmitir determinados mensajes de poder, acasola soberanía marítima, aunque su significado certe-ro se escape hoy a nuestros conocimientos.

La mitología griega hizo de Poseidón uno delos grandes dioses del panteón helénico y le confióel papel de dios supremo del mar, aunque nunca seolvidara su concepción primigenia de dios de loscaballos y de los terremotos. El himno homérico enhonor de Poseidón hace referencia a esa doble natu-raleza: “Oh, gran Posidón que dominas la tierra yel mar incansable / Oh, dios marino que posees elHelicón y el vasto dominio del Egeo / los dioseste han atribuido, trastornador de la tierra, / el dobleprivilegio de ser domador de caballos y salvadorde navíos” (Homero, [1967]). Su soberanía seextendía a las olas, islas, litorales, y a todas lasaguas, con excepción de los ríos que tenían suspropias deidades1. Con su majestad, el dios podíadesencadenar la tempestad de los vientos y la tor-menta en el mar, y con un golpe de su tridente, eldios hacía brotar manantiales, o agotaba sus cauda-les. Al transmutarse en dios del mar, los caballos dePoseidón mudaron también las crines por blancascoronas de espuma, y sus extremidades se adapta-ron al medio acuático, a modo de enroscadas colas,pero continuaron siendo su cabalgadura predilectaen el mar.

El atributo iconográfico que identifica y carac-teriza a Poseidón es el tridente, el arma utilizadahabitualmente por los pescadores de atún y el ani-mal que le estaba consagrado, el delfín, fiel compa-ñero y amigo de los navegantes. En los sacrificiosque se celebraban para conseguir sus favores seinmolaban preferentemente toros y su árbol sagra-do era el pino, acaso por ser el material más utili-zado en la construcción naval. Los jonios, exper-tos mareantes, le consideraban su dios nacional ytanto ellos como los atenienses habían dedicado al

1 Los dioses-ríos son, según la Teogonía de Hesíodo (V.335 y ss.) hijos de Tetis y el Océano. Las artes plásticas forja-ron una iconografía característica para estas divinidades: seles representaba como figuras masculinas y barbadas, recosta-das sobre un cántaro manante del que brotaba el agua de sucaudal. A menudo ostentaban una cornucopia alusiva a lafecundidad, y sus guedejas simulaban los juncos y plantasacuáticas propias del medio fluvial.

FIG. 7. Jarra de estribo procedente de Langada. S. XII a.C.Cos, Museo Arqueológico.

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dios marino el tormentoso diciembre. Veneradopor navegantes y mercaderes; las fiestas más famo-sas celebradas en su honor tenían lugar en Corinto,cuyo istmo era el epicentro de su culto.

Una de las facetas más significativas de su per-sonalidad divina es su reiterada codicia por laposesión de reinos terrestres, aspecto que alude,sin duda, a su antigua condición de dios ctónico;en los litigios que dicha ambición engendrabasiempre salió mal parado el dios marino: disputóa Helio la ciudad de Corinto, también quiso rei-nar en Egina que, a la postre, quedaría para Zeus;en Naxos lo vencería Dioniso y en Delfos, Apolo.Las dos disputas más famosas fueron las que librópor la posesión de Atenas, con la diosa Atenea, yla que mantuvo con Hera, al pretender la tierrade la Argólida. No consiguió para sí ninguno deestos territorios, pero según nos transmite Platónen el Timeo y en algunos de los fragmentos con-servados del Critias (Grimal, 1984), Poseidón erael dueño y señor de una isla maravillosa, la Atlán-tida, que se extendía frente a las columnas deHércules cuando se salía del Mediterráneo paraentrar en el Océano.

Los mitógrafos atribuyen a Poseidón un cuan-tioso número de aventuras amorosas, casi todasfecundas, lo que alude, posiblemente, a su origeny condición de “Señor de la Tierra”, a su poten-cia germinadora y a su carácter de dios fecunda-dor. Ya se ha señalado que muchos de sus hijosfueron malvados y violentos gigantes. Deméter,Medusa, Amimone, Ifimedía, Afrodita, Quione,Alope, Tiro Cénide, Escila o Alcione son algunasde sus conquistas, aunque el papel de esposa lecorrespondió a Anfítrite, una de las cincuentanereidas, con quien engendraría tres hijos, Tri-tón, Rode y Benticísime.

El culto de Poseidón habría de sufrir una seriede transformaciones en la Grecia Arcaica, pues fueentonces cuando la religión de los helenos adquiriósu forma definitiva, fusionando, por un lado, losantiguos vestigios de la cultura mediterránea y, porotro, las ideas religiosas de los pueblos que llega-ron a Grecia en las distintas oleadas migratoriasque tuvieron lugar hasta el año 1100 a.C. Los dosámbitos culturales que configuraron las ideas reli-giosas de los griegos fueron, por tanto, el septen-trional y el oriental. Esta transformación ideológicahizo que el culto de Poseidón alcanzara una granpopularidad, especialmente en las zonas cuyoshabitantes mostraban mejores aptitudes para lanavegación: los jonios. Como dios de ese mar tansentido y tan vivido en Grecia, Poseidón pasó a ser

el dios tutelar de todas las profesiones y sectoresrelacionados con el medio marino: pescadores,navegantes, barqueros, comerciantes, etc.; y comodios que penetra tan profundamente en la vida eintereses de una sociedad, su personalidad se per-fila protagonista en multitud de mitos, hecho queviene a ratificar su actualidad religiosa.

Antes de emprender una travesía, los hombresque veneraban a Poseidón le elevaban sus plegariasen términos sencillos y sinceros, como demuestranlas inscripciones que han llegado hasta nosotros, losllamados euploiai, o deseos de “buena navegación”que rezan frases como Danos un feliz viaje. La ins-cripción era petición de buen augurio antes de lapartida, seguridad durante la travesía y obsequiopara los poderes sobrenaturales, una vez concluidala navegación (Sandberg, 1954). También era habi-tual que se realizasen sacrificios en su honor des-pués de un viaje arriesgado, como muestra de agra-decimiento. Con la inmolación de animales negros,caballos, carneros, jabalíes, y, en ocasiones especia-les, toros, los devotos del dios ganaban su favor yevitaban la ira de sus grandes olas. Cuando se bota-ba un barco, era habitual la hecatombe de algúnanimal cornudo, cuya sangre se esparcía en la proade la embarcación. Se hizo costumbre también quela cabeza de la víctima inmolada fuera reproducidaen madera tallada, de tal suerte que los barcos sefueron adornando, poco a poco, con una gran can-tidad de cabezas de animales y otros símbolos, ojosprincipalmente, concebidos con sentido apotropai-co, como si de amuletos se tratara.

Como es bien sabido, una de las consecuen-cias más significativas de la institucionalizacióndel culto y su oficialización en la Grecia arcaicafue la instauración de juegos o competicionesdeportivas de carácter religioso y ámbito panhelé-nico. El istmo de Corinto, un lugar rodeado por elmar y muy propenso a los temblores de tierra, fueel lugar en el que se celebraban los juegos enhonor de Poseidón, un territorio en el que el sol yel mar fueron las dos entidades distintivas del pai-saje2. Desde el siglo VI a.C. Poseidón acogería allí

2 El hecho que señalamos queda reflejado en la mito-logía a través de la disputa habida entre Helios, el Sol, yPoseidón, el Mar, por la posesión de este territorio. El árbi-tro de la disputa fue el gigante Briareo, uno de los cíclopes,cuyo voto resolvió a favor de Poseidón el istmo y dio la pose-sión de Akrocorinto al Sol, quien más tarde cedió este terri-torio a Afrodita. La contienda entre las dos fuerzas elemen-tales de la naturaleza otorga el carácter físico y mitológico eneste lugar, y es el origen de los juegos del istmo de Corinto.

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al héroe Palemón3, quien según el mito fue salvadopor un delfín del delirio de su madre4. Los atenien-ses, que gozaban de especiales privilegios en elestadio del istmo –sillas de honor o phoedria–,creían que los juegos habían sido fundados porTeseo, quien, en su viaje de Trecén a Atenas, tuvoque salvar diversas pruebas: en el istmo tuvo lugarsu encuentro con Sinis, a quien el héroe impuso supropio tormento dándole muerte después de atar-le a un pino. Según la tradición ateniense, comorecuerdo de la victoria de Teseo sobre el malvado,el héroe había fundado los juegos ístmicos. Comoha señalado el profesor Broneer (Broneer, on line:http://www.ioa.leeds.ac.uk/1970s/70094.htm),todos los mitos relacionados con la fundación delos juegos ístmicos reflejan la realidad del conflictode la Naturaleza, como prefiguración de las com-peticiones de los atletas por la posesión de la coro-na de la victoria, que desde los tiempos más anti-guos fue realizada con ramas de pino.

Los hallazgos arqueológicos5 han reveladoque el culto de Poseidón en el istmo de Corinto se

remonta al siglo VIII a.C., aunque los juegos fue-ron reorganizados como festival panhelénico en la49 olimpiada, es decir, entre el 480 y 476 a.C. Elprimer templo de Poseidón fue un notable ejem-plar de arquitectura dórica construido en torno alaño 700 a.C. y luego reemplazado por un edificiomás grande, en el 465 a.C. Este último templo,aunque dañado y restaurado en diversas ocasio-nes, permaneció en pie durante toda la Antigüe-dad, y fue luego demolido junto con los otros edi-ficios del santuario para proporcionar materialesde construcción a la fortaleza y el muro del istmo,el Hexamilion, erigido en los primeros tiemposcristianos como protección del Peloponeso frentea las invasiones del norte (Broneer, on line: http://www.ioa.leeds.ac.uk/1970s/70094.htm: 2).

También el culto de Palemón tuvo gran impor-tancia en el santuario del istmo, como atestigua elsegundo edificio del conjunto, el Palaimonion, enrealidad un conjunto de edificios en el que seincluía un pequeño templo monóptero dedicado alhéroe en torno al cual se celebraban ritos mistéri-cos en la oscuridad de la noche y cuya ceremoniaprincipal debió de ser la inmolación de un toro y elsagrado juramento de los atletas dedicado al héroe.Algunos autores han señalado que este sacrificiopudo haber formado parte de la ceremonia deapertura del festival atlético y que a ella acudíanrepresentantes de todos los lugares del mundogriego. Junto al Palaimonion estuvo situado el pri-mitivo estadio, uno de los más antiguos conocidosde la Hélade. Algún tiempo después, quizás enépoca de Alejandro Magno, cuando Corinto fueelegida como capital del mundo griego, se constru-yó un nuevo Stadium, sobre una pendiente natural,250 m al sudeste del primitivo conjunto6 (Fig. 8).

Los juegos de Corinto incluían, como otrosjuegos panhelénicos, carreras de caballos. El hipó-dromo del conjunto se ha localizado a cierta distan-cia del santuario, en el lado occidental, en el lugarque ha sido reconocido como un santuario dedica-do a Glauco, hijo de Sísifo, quien fue venerado enel istmo bajo el nombre de Taraxippos. Las exca-vaciones acometidas por la American School ofArchaeology, bajo la dirección del profesor OscarBroneer, han sacado a la luz numerosos objetosrelacionados con las competiciones deportivas: hal-teras (para lanzamiento de peso), escudos y cascos(para carreras con armamento), así como gran

3 Otros mitos hacen referencia a la fundación del festi-val atlético del Istmo. Así, por ejemplo, los habitantes deCorinto creían que su origen estaba relacionado con el reySísifo, más popularmente conocido por sus pecados y su crueltormento en el Hades. El héroe fundador de los juegos seríael niño Melicertes, nieto de Cadmo de Tebas.

4 La leyenda nos transmite que Ino, hija de Cadmo yHarmonía y esposa de Atamante, fue enloquecida por ladiosa Hera, que llevada por los celos consiguió que la desdi-chada se arrojara al mar, en el golfo Sarónico, con el cadáverde su hijo Melicerte en los brazos. Tan lamentable sucesoprovocó la piedad de las divinidades marinas, que acogierona la madre y al niño y los transformaron en divinidades mari-nas, con los nuevos nombres de Leucotea y Palemón (“elLuchador”), para que desde entonces protegieran a losmarinos y les guiaran en la tempestad; cf. Homero, Odisea,V, 333 y ss.; Ovidio, Metamorfosis, IV, 539 y ss.

5 Las primeras excavaciones, pobres en resultados,fueron realizadas en 1883 por Paul Monceaux y, en 1930, porB. S. Jenkins y H. Megaw. Las excavaciones extensas en elsitio fueron emprendidas por la escuela americana de estu-dios clásicos. Durante los años 1959-1967, Oscar Broonerexcavó el templo de Poseidón, así como los pórticos del san-tuario de Palemón, los dos estadios y un establecimientohelenístico en “Rachi”. Más tarde, E. Gebhard sacó a la luz losrestos del teatro. Durante 1967-1976, el P. Clemente excavólos baños romanos y otros edificios. Finalmente, en los años1980 y 1989, E. Gebhard investigó la capilla central y el esta-blecimiento prehistórico en “Rachi”. http://translate.google.com/translate?hl=es&sl=en&u=http://www.culture.gr/2/21/211/21104a/e211da07.html&sa=X&oi=translate&res-num=3&ct=result&prev=/search%3Fq%3Dposeidon%2Bcult%26start%3D70%26hl%3Des%26sa%3DN.

6 Otra lectura interesante sobre el santuario la encon-tramos en Elizabeth R. Gebhard (1993: 154-177).

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cantidad de exvotos enforma de pequeños barcosde terracota, además dealguno de bronce. Estosúltimos hallazgos puedenser interpretados comoofrendas dirigidas a Posei-dón por los marinerosparticipantes en una rega-ta, competición que pa-rece haberse celebradocomo parte del programade los juegos ístmicos, enlos que se incluían, asimis-mo, carreras de antor-chas y competiciones mu-sicales. Entre los exvotoshallados en el istmo desta-can los abundantes pína-ces de cerámica pintadacuya variada iconografíaen relación con el dios delmar constituye uno de los

puntos de partida de las representa-ciones artísticas del mundo griegoarcaico (Fig. 9). La mejor colecciónde estas piezas se conserva hoy en elAntiquarium de Berlín y pone antenuestros ojos las primeras imágenesdel Poseidón griego, a través de unnutrido repertorio de atributos yactitudes icónicas. Como hemosseñalado, la victoria en el istmo erauna corona hecha con ramas depino que, desde el siglo V a.C. fuesustituida por una corona seca deapio salvaje. En opinión del profe-sor Broneer, los juegos ístmicos fue-ron, probablemente, la más popularde todas las celebraciones panhelé-nicas, ya que el lugar era más fácil-mente accesible que Olimpia o Del-fos, y la visita a Corinto, con todassus famosas atracciones, era conside-rada en la Antigüedad como una delas experiencias más interesantesde la vida de un hombre7.

7 O. Broneer, op. cit.: 4.

FIG. 8. Reconstrucción del templo de Poseidón en el istmo de Corinto según O. Broneer.

FIG. 9. Placa votiva de Penteskouopia, Corinto. 550-525 a.C. Museo del Lou-vre (CA 452).

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De menor trascen-dencia que los juegosístmicos, aunque, sinduda de gran importan-cia para los jonios, eranlos festivales que se cele-braban en Micala (ciudadsita en la costa occidentalde Asia Menor, frente aSamos) porque allí sereunían, periódicamente,en honor de Poseidón yalrededor del bosquesagrado de esta divini-dad, todos los habitantesdel mundo jonio8. Elculto de Poseidón fuetambién de trascenden-tal significación en diver-sos lugares de la costa deAsia Menor como Tro-pión, Halicarnaso o Pata-ra, así como en las islasdel mar Egeo: Delos,Corfú, Melos o Kalaureia.

De todos estos luga-res resulta particularmente sugestivo el santuariode Kalaureia, ubicado en la más grande de lasislas que constituyen Poros, en el Golfo Sarónico,por los recientes hallazgos localizados en él. Laprimera fase de intervenciones arqueológicas endicho santuario fue llevada a cabo por la Escuelasueca de Arqueología, entre 1894 y 1930. Desde1997 hasta 2004 se ha puesto en marcha un pro-grama de investigación extensivo en el que laconservación de los restos ocupa un lugar pree-minente9. Uno de los objetivos más importantesdel citado proyecto consiste en realizar un estu-dio sistemático de las estructuras del santuario,un templo y siete edificios subsidiarios, que leconvierten en el más importante lugar de culto delGolfo Sarónico, a pesar del estado fragmentariode los restos arquitectónicos. El templo de Posei-dón, completamente arrasado hoy, era un edificio

dórico, períptero, con una columnata exterior de6 x 11 columnas, construido en mármol en tornoal 520 a.C., con unas dimensiones de 14,4 x 27,5metros. En torno a él se construyeron los restan-tes edificios citados que completan el conjuntodel santuario (Fig. 10).

Este santuario fue particularmente conocidocomo asylum, lugar que ofrecía protección a per-seguidos políticos o de otra índole, además de serla sede de una notable confederación religiosa. Através de las fuentes escritas, el santuario de Kalau-reia se perfila como un lugar profundamente res-petado por su integridad en varios asuntos y comola sede de una anfictionía, lo que le otorgó, sinduda, importancia religiosa, y quizás política. Elculto de Poseidón justifica, en cierto modo, el cita-do carácter de asylum10 que ostentó el yacimientoen la Antigüedad, ya que este dios está relaciona-do con la protección en otros santuarios tales comoSunion (Ática) y Tainaron (Mesenia). En los casoscitados, también lugares bastante aislados, comoKalaureia, debió de surgir primero el culto deldios marino y, más tarde, en relación con dichoculto, el carácter protector. Otros dioses asociados

8 Las ciudades jonias de Asia Menor prosperaban, en elsiglo VIII, después de unos comienzos difíciles. Agrupadas enuna liga de doce ciudades, estuvieron unidas por afinidades delengua y de religión, muy especialmente por el culto comúnque tributaban a Poseidón en el santuario panónico del caboMicala. Cf. http://www.xtec.es/~jortiz15/homer.htm.

9 The Kalaureia Excavation Project, http://www.sia.gr/kalaureia/default.asp?nc=2553&id=1.

FIG. 10. Planta del Santuario de Poseidón en Kalaureia, en 2007 según E. Savini.Kalaureia Project.

10 A. Morrow (s/a).

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con este santuario, ZeusSoter y Asclepio fuerontambién deidades relacio-nadas con el concepto dehiketeía señalado11.

Plutarco, Estrabón yPausanias nos relatan queDemóstenes, perseguido porlos macedonios, tuvo quedejar Atenas y tras una breveestancia en Egina, se dirigióal santuario de Kalaureiapara solicitar refugio; fueperseguido por el generalmacedonio Archias y tras sunegativa de volver a Atenas,se privó de la vida con unaingesta de veneno12. La evi-dencia literaria que nosinforma sobre el carácterprotector y de refugio quecaracterizó al santuario nodeja lugar a dudas. Las evi-dencias arqueológicas, sinembargo, están siendo revi-sadas, ya que desconoce-mos, por el momento, qué prácticas y qué ritosparticulares tenían lugar en el recinto sacro, y cuálera la infraestructura necesaria para la celebraciónde los mismos. El estudio de los diferentes edifi-cios (especialmente los edificios C y D) en las últi-mas intervenciones arqueológicas pretende demos-trar cuál fue la infraestructura de dicho asylum ycuáles los antiguos usos para cada una de las cons-trucciones localizadas.

En el continente destaca el santuario del pro-montorio de Sunion, en la punta meridional delÁtica, lugar donde la mar es habitualmente agitadapor tempestades (Fig. 11). La perfecta armonía dela arquitectura del templo con el paisaje que le cir-cunda convierte a ese lugar en un paraje muy espe-cial, en el que la potencia de la Naturaleza puedepercibirse como algo sobrenatural. Sunion es elsantuario más importante del Ática, un yacimientohabitado desde la Prehistoria y en el que la eviden-cia religiosa se menciona por primera vez en la Odi-sea, poema en el que aparece como el lugar dondeMenelao hizo un alto en su retorno de Troya. Losnumerosos hallazgos materiales correspondientes

al siglo VII a.C. apuntan a un culto organizado endos puntos del promontorio: uno en la punta suro-riental, donde se localiza el témenos de Poseidón, yotro a unos 500 m al noreste del mismo, dondeestuvo el santuario de Atenea. Parece que ambasdivinidades, Poseidón y Atenea Sunias (o Suníada),pudieran haber tenido funciones ctónicas en estelugar propenso a las sacudidas sísmicas, tal y comoponen de relieve los exvotos procedentes de ambossantuarios. Los hallazgos han sacado a la luz nume-rosas ofrendas votivas dedicadas durante el siglo VIa.C., entre las que se cuentan Kouroi de mármol asícomo abundantes figuritas de animales de bronce,modelos de escudos, pínaces de cerámica pintadacon la representación de barcos y otros (Salliora-Oikonomakou, 2004).

La arquitectura de ambos santuarios no tuvoen origen grandes pretensiones y su monumentali-zación no se verificó hasta el inicio del siglo V a.C.,momento en el que se construyó un imponentetemplo en mármol y piedra de poros en el témenosde Poseidón, edificio que nunca llegó a completarsey que fue destruido por los persas en el 480 a.C. Enlas siguientes décadas, la región del Ática floreció yse proyectaron entonces importantes edificios paraambos santuarios. Durante la Guerra del Pelopo-neso, los atenienses fortificaron el cabo Sunion. La

11 http://www.sia.gr/kalaureia/default.asp?nc=1&id=44.12 http://www.sia.gr/kalaureia/default.asp?nc=1&id=44.

FIG. 11. Templo de Poseidón en Cabo Sunion (Ática).

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decadencia del lugar se produjo a partir del siglo Ia.C., aunque sus ruinas siempre han sido objetode admiración para los viajeros de todos los tiem-pos. Las excavaciones parciales del santuario dePoseidón fueron dirigidas, en 1825, por los Dilet-tanti. Entre 1897 y 1915 se llevaron a cabo inter-venciones sistemáticas de la mano de la SociedadArqueológica de Atenas bajo la dirección de ValStais, en colaboración con A. Orlandos. Desde 1994,la Sociedad Arqueológica se ha hecho cargo de lasexcavaciones practicadas en la fortaleza.

El recinto sacro de Poseidón, el témenos, estabaenteramente rodeado por una construcción monu-mental de poros y mármol, al norte del templo, lospropileos. Se trataba de un edificio orientado deNorte a Sur, con dos pórticos de orden dórico,dístilos in antis, intercomunicados en su interiorpor tres vías y tres puertas, de las cuales la central,más ancha que las laterales (2,20 m), estaba provis-ta de una rampa para soportar la entrada de carroso animales destinados al sacrificio. Parece que losingresos laterales, más estrechos, fueron los accesosutilizados por los peregrinos. En el lado occidentalde los propileos se adosaba una estancia rectangu-lar, acaso un pequeño templo construido a modode prostoon. En el lado norte del témenos discu-rre una stoa o pórtico de 40 m de longitud por 9 mde anchura, dividida en dos partes mediante unacolumnata interna de seis columnas. La fachadade esta stoa estaba constituida por una columnata de6 x 9 columnas. Una segunda stoa, más pequeña(21,50 m x 5,85 m) formaba ángulo con la prime-ra y ocupaba el lado oriental del recinto; ambospórticos estuvieron destinados a la acogida de los fie-les y visitantes del santuario.

El primitivo templo de Poseidón, construidoen época arcaica y más pequeño que el actual, eraun edificio de orden dórico, realizado en poros,con una columnata externa de 6 x 13 columnas yuna interna para soportar la techumbre del conjun-to. Quedó inacabado y fue arrasado durante lasGuerras Médicas. En su emplazamiento se levantóotro templo, el preservado hoy, también de ordendórico, con las mismas proporciones (6 x 13), reali-zado en mármol de Agrileza13, pero sin columnatainterna. Fue construido entre el 450-440 a.C., y de

acuerdo con algunas teorías y en virtud de algunaspeculiaridades constructivas, como la ausencia dedecoración escultórica en las metopas, parece quesu autor pudo haber sido el arquitecto que tambiénhabía trabajado en el Hefaisteion en el ágora deAtenas, en el templo de Themis en Ramnute y en elTemplo de Ares en Acharnes. La decoración escul-tórica del conjunto, realizada en mármol de Parospor artesanos de las Cícladas, se conserva en unestado muy fragmentario. Sus motivos fueron toma-dos de los ciclos mitológicos de la Gigantomaquia,la Centauromaquia y los Trabajos de Teseo. En elfrontón oriental (del que únicamente se conservauna figura femenina sentada) probablemente pudofigurarse la contienda entre Poseidón y Atenea porel dominio del Ática (Fig. 12). Los restos mejorconservados se exhiben hoy en el Museo de Lavrione incluyen exiguos fragmentos de estos tres ciclos.

13 Las minas de oro de Agrileza y sus canteras, situadasal norte del Cabo, debieron ser una importante fuente deriqueza para Sunion en la Antigüedad. Una de las cualidadesdel mármol de esta cantera es que no contiene hierro, por loque permanece siempre blanco.

FIG. 12. Figura femenina procedente de la decoración escul-tórica del frontón occidental del templo de Posei-dón en Sunion. S. V a.C. Museo de Lavrion (Ática)(M. Salliora-Oikonomakou 2004, fig. 43, p. 40).

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Sunion fue fortificado en el 412 a.C., durantela Guerra del Peloponeso, para controlar la segu-ridad de los barcos y el suministro de cereales deAtenas. La utilización de diferentes materiales y ladiversidad de técnicas constructivas de la fortifi-cación es el resultado, probablemente, de lasreparaciones y adiciones llevadas a cabo entre el266 y 229 a.C.

En Ege (Eubea), en Onchestos (Beocia) y enAtenas (Ática) estuvieron emplazados, asimismo,santuarios importantes dedicados al poderoso ycada vez más adorado dios del mar. El santuario deOnchestos, en la Grecia central, debió de ser unode los lugares más significativos del culto al diosmarino, donde era adorado bajo la advocación dePoseidón Onkhestios; parece que este recinto sacropudo haber tenido un carácter oracular en el quePoseidón debió de ser considerado y reverenciadocomo deidad ctónica, en su calidad de “turbadordel suelo”. Las fuentes literarias se refieren a estelugar como la sagrada Onchestos, el resplandecien-te bosque de Poseidón14.

En Atenas su devoción debió de ser notable, yaque, según atestiguan los relieves del frontón orien-tal del Partenón, el dios indoeuropeo compartió latutela de la ciudad con la diosa de origen asiánico,aunque con la superioridad de Palas15. Fue ado-rado en el recinto del Erecteo, lugar de la disputa,donde el dios había hecho brotar un manantial deagua salada con un golpe de su tridente.

En otras ocasiones, el culto del dios quedapatente en la erección de altares al aire libre desti-nados a la celebración de sacrificios. De ellos des-taca el del cabo Monodendri (al sur de Mileto, enAsia Menor), a la orilla del mar, cuyos vestigios hanpermitido hacer una reconstrucción de su forma

originaria. El culto de Poseidón estaría llamado aextenderse, también, hacia el Oeste. Cuando en elsiglo VIII a.C., los aqueos fundaron una de sus prin-cipales colonias en Italia meridional, la dedicaron asu antiguo dios, y le dieron el nombre de Posidonia(la ciudad de Poseidón), luego rebautizada comoPaestum por los romanos; fue en esta ciudad dondese establecieron grandes contingentes de pobla-ción, tras derrotar a etruscos y cartagineses en labatalla de Alalía (530 a.C.), acuñando, desde enton-ces, series de monedas cuyo emblema es la efigie dePoseidón blandiendo su tridente (Fig. 13), de acuer-do con un prototipo iconográfico llamado a tenerlarga pervivencia en el arte griego. Parece bastanteprobable que el culto al dios fuera el preeminen-te en la ciudad, y que allí tuviera un gran templo,aunque, hoy por hoy, no se ha podido encontrar suemplazamiento.

Algunos hallazgos epigráficos nos dan idea dela grandeza que revestía el culto de Poseidón en laAntigüedad; nos referimos a unas inscripcionesque aparecieron en el siglo XIX en la isla de Rodas,al sureste de Mallona, que contenían una lista conlos nombres de los sacerdotes encargados del man-tenimiento de un templo dedicado a Poseidón hip-pios (Poseidón caballo). A juzgar por los restos delas dimensiones de las columnas, sería de propor-ciones más bien reducidas. Como prolongación deeste culto que nos ocupa, en el siglo II a.C., hemosseguido la pista de un caso interesante a señalar: setrata de una congregación de comerciantes y nave-gantes de Berytus (ciudad fenicia situada en lacosta oriental del Mediterráneo, entre Biblos ySidón) acogidos al patronazgo de Poseidón de suvilla originaria, un Poseidón fenicio, y que habíancreado un recinto en Delos para servir de sede asu cofradía. Este colectivo se había intitulado como“los poseidoniastas de Berytus” y en el espacio que

14 Ilíada, II, 506, Himno homérico n. 4: A Hermes,Himno homérico a Apolo pítico. Estrabón (Geografía 9, 2,33)se refiere a este sacro recinto señalando que está desnudo deárboles, aunque los poetas designan a todos los recintossagrados “bosques sagrados”. Pausanias, en su Descripción deGrecia (9.26,5) nos informa sobre la existencia de un temploy una imagen de Poseidón Onkhestios, y cita el bosque, tanalabado por Homero. En esta última obra (9.37.1) también sehace alusión a las fiestas celebradas en honor de PoseidónOnkhestios.

15 La disputa de Poseidón y Atenea tuvo lugar, segúnlas narraciones de los mitógrafos, en el recinto del Erecteo.Poseidón hizo brotar un manantial de agua salada y la diosaobró su prodigio haciendo surgir un olivo de la tierra. La con-tienda, juzgada por Cécrope y Cránao, a instancias de Zeus.Cf. P. Grimal, op. cit.: 448.

FIG. 13. Statera de Posidonia (Lucania). 530-500 a.C.Colección particular (Numismatica Ars ClassicaAG).

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les sirvió de sede social, erigieron un santuariocon cuatro cellae, la principal dedicada a Poseidón(Picard, 1922)16.

Ni siquiera un dios tan poderoso como Posei-dón fue capaz de expresar la grandeza del mediomarino. Los griegos tuvieron que “inventar” otrosmitos y otros dioses, servidores y comparsas dePoseidón, para materializar en ellos lo versátil y lograndioso del elemento marino y para significar,tanto con palabras como con imágenes, la multipli-cidad de fenómenos que se esconden en el abismodel Mediterráneo. Algunos de estos dioses menorescomo Nereo, Proteo, Tritón o Glauco, todos ellosexpertos en el arte de la metamorfosis y dotados depoderes oraculares, fueron, probablemente, daimo-nes prehelénicos sometidos a la potestad del diosaqueo. Otros seres relacionados con la mitologíamarina, especialmente las diosas, como Afrodita,o las nereidas, asumieron en los relatos fabulososel papel simbólico que muestra el lado femeninodel mar (o la mar, si se prefiere): la belleza, la ama-bilidad, la delicadeza, la gracia o la misma fecun-didad en la que la vida puede ser engendrada.Afrodita Urania, esa hija del cielo que había nacidoen el seno de la espuma del mar, fue una divinidaddispensadora de abundancia y fertilidad, una diosamarinera (Afrodita Pontia, del mar), que favore-cía la navegación feliz (Afrodita Euploia)17.

Sin embargo, esta orilla benévola y hermosadel mar tuvo su antítesis en otras criaturas femeni-nas, de naturaleza híbrida o monstruosa, que fue-ron símbolos parlantes de los peligros que se escon-den en las profundidades. Las Sirenas, Escila oCaribdis figuran entre tales peligros. Así mismo,otras bestias habitaron el universo mítico de lasprofundidades marinas, criaturas surgidas en laoscuridad de las frías y desconocidas aguas, que,como Ceto, hija de Ponto y de la Tierra, que pasa-ría a convertirse en el monstruo marino por anto-nomasia, aquel que Poseidón enviaba para tomarvenganza. Desposada con su hermano Forcis, Cetoengendró a las Grayas, “las viejas”, habitantes deloccidente extremo, el reino de la oscuridad que noconoce el sol y a las Gorgonas, cuya terroríficamirada era capaz de petrificar. Estos horripilantes

engendros, temidos por dioses y mortales, fueron enla Grecia clásica imágenes para afirmar el senti-miento pavoroso del hombre ante lo desconocido,es decir, el límite observado de la Tierra. Sin embar-go, las manifestaciones artísticas del período clási-co, mesurado y modélico en la perfección de susformas, convirtieron a estos monstruos en imáge-nes bellas y procuraron suavizar el terror de sus ras-gos transmitido tiempo atrás por los relatos litera-rios. Las imágenes de los “bellos monstruos”, comola Medusa Rondanini de la Gliptoteca de Múnich,se convirtieron entonces en elocuentes testimoniosde esa aversión por lo feo o lo monstruoso.

El prestigio del dios griego del mar y de susacompañantes, más o menos feroces, se manifestótambién en la gran cantidad de representaciones desus efigies, aparecidas en multiplicidad de contex-tos arqueológicos, desde la época arcaica hasta elfinal del período helenístico. Además del conoci-miento de los lugares donde el dios del mar eravenerado y de las prácticas religioso-simbólicasdestinadas a aplacar su furor, el medio que nos per-mite hoy tener una idea más aproximada de lo queel mar significó en la realidad religiosa de los tiem-pos antiguos es, indiscutiblemente, el estudio delas obras de arte. Los artistas griegos dieron formahumana a la personalidad divina, poniéndola alalcance del hombre y uniendo así el universohumano con el divino, a través de la humanizacióny antropomorfización del deus. Imágenes de culto,acuñaciones monetales, pinturas sobre cerámica,joyas, obras de metalistería y otras obras de carác-ter ornamental fueron soportes artísticos apropia-dos para las muy profusas imágenes de estos diosesmarinos griegos, muy adorados y temidos, comodemuestra su omnipresencia. Entre las mencio-nadas obras artísticas sobresalen, en el marco deeste trabajo, las numerosas estatuas de culto de Posei-dón, cuya iconografía evolucionó muy lentamenteen el transcurso del arte griego, siendo el prototipoclásico y helenístico más habitual el que presentaal dios estante, empuñando un tridente en su manoy con un delfín a los pies, como sugieren el Posei-dón de Pella (Museo Arqueológico de Pella) o elPoseidón de Eleusis (Museo Arqueológico Nacio-nal de Atenas)18.

Al mismo tiempo, consideramos muy signifi-cativas algunas representaciones de divinidades

16 Para aspectos generales de la arquitectura religiosadedicada a Poseidón véase también el trabajo de Polyakov(2002).

17 Esta acepción de Afrodita como divinidad marinaestá cercana a la que tuvieron otras grandes diosas del Medi-terráneo antiguo, como Isis Pelagia, Astarté o Tanit.

18 La evolución iconográfica y una aproximación a lalectura simbólica de cada uno de estos dioses puede seguirseen Rodríguez López (1993), tomo I, capítulo IV.

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marinas asociadas a contextos funerarios, en rela-ción con el tránsito del alma del difunto al más allá.Estas imágenes escatológicas, cuyos antecedenteshay que buscarlos en las creencias de la Edad delBronce, pudieron aflorar en el mundo griego clási-co por influencia de la cultura etrusca, ámbito en elque la concepción escatológica de los seres marinosestuvo bien extendida (Rodríguez López, 2006).De ellas, baste la sola cita del célebre monumentode las nereidas de Xantos, acaso el sepulcro de unjefe licio del siglo V a.C. cuya reconstrucción sehalla en el Museo Británico. Sobre un pedestalmacizo está la cámara sepulcral, rodeada de unacolumnata jónica en cuyos intercolumnios estánsituadas las estatuas, también en mármol, de nerei-das, figuras dinámicas que vuelan con mantosflotantes y cuya utilización simbólica en este monu-mento parece ser una prefiguración de la resu-rrección. Como divinidades del elemento líquido,relacionadas con Afrodita y Poseidón, las nereidascontenían una segura promesa del renacer, actuan-do como diosas de carácter psicopompo, conduc-toras del alma a los Campos Elíseos.

A todo lo expuesto, y en el ámbito de la religio-sidad popular de la marinería, habría que añadir quela práctica del exvoto marinero estuvo ampliamenteextendida en la Antigüedad, como demuestrantanto las fuentes escritas como las fuentes de natura-leza arqueológica. Los lazos que unían el mundo dela navegación y el universo de las fuerzas divinas fue-ron especialmente complejos; las prácticas votivasnos orientan acerca de algunos de los fenómenos deíndole religiosa en los medios marítimos y ponende relieve un hecho bien significativo: que el mar ola mar, para todos los navegantes antiguos, era unmedio para el progreso y también un inclementeenemigo que debía transitarse sin provocar su cóle-ra. El objetivo prioritario era obtener, en todos loscasos, una bonancible travesía. Las culturas medite-rráneas nos han legado modelos de pequeños barcosque respondían, probablemente, a la creencia de la“navegación mística”, esto es, la idea de que el almadel finado se dirigía hacia los dioses en un barco.Aunque estas representaciones de barcos no sonexvotos propiamente dichos, pues estaban dedica-dos a un difunto (marino o pirata, muchas veces) yno a una divinidad, están cercanos a la idea propicia-toria que encierra en sí el exvoto.

Son muy nutridos los actos rituales que losmarinos mediterráneos emplearon para procurarsela indulgencia de los dioses; entre los más popula-res destaca la costumbre de colocar una moneda enel mástil de la embarcación, hecho que pudiera

interpretarse como un testimonio de la creenciade que la moneda actuaría como elemento garan-te de la buena suerte; también se depositaronmonedas votivas en la quilla del barco. En amboscasos, la intención podría obedecer a razones decarácter conmemorativo o propiciatorio. Condichas prácticas se recordaría, asimismo, la fechade la construcción o bote del navío y se procuraríasu protección ante tempestades o naufragios, paralograr una navegación benéfica. En otras circuns-tancias, la actitud ritual citada estaría destinada apropiciar una generosa pesca. Algunos autores hanseñalado que el ejercicio de esta costumbre pudotener su origen en la necesidad, ya que se pensabaque los marinos muertos en los naufragios paga-rían así el arancel de Caronte, uso comparable aldepósito de la moneda en la boca de los muertos;parece más lógico pensar, sin embargo, que fueraun acto conmemorativo o propiciatorio, semejanteal que se efectuaba, habitualmente, en las edificacio-nes terrestres de monumentos públicos y privados.

De todos los tipos de exvotos conocidos en laAntigüedad, la simple incisión o grafito constituyeel modo más directo y acaso, por ello, el más difun-dido desde el III milenio a.C. (Woolner, 1957). Losmuros y las mansiones de Delos poseen incisiones,graffiti, que representan navíos de los más diversostipos (de guerra, comercio o pesca, e incluso, bar-cos del Nilo), documentos de gran ambigüedadcronológica, dirigidos probablemente a Apolo,protector de la navegación en su “isla-navío”(Basch, 1976). Otras divinidades marinas comoBrizo, Poseidón, Anfítrite, Glauco y las nereidasfueron adoradas en Delos. De los grafitos citados,el más interesante para la Historia de las Religio-nes es un diseño hallado por Christian Le Roy enla llamada “Casa de los Estucos”. Representa a unaembarcación fabulosa cuya proa es una cabeza decaballo; en su centro, sobre una cabina, se alza unpersonaje femenino ataviado con túnica talar y conlos brazos extendidos. Por su tamaño y actitud,resulta casi imposible no adivinar en esta imagenla representación de una divinidad femenina, cuyaidentidad se nos escapa (Frost, 1970) (Fig. 14).

Por otra parte, las excavaciones arqueológicashan exhumado gran número y diversidad de mode-los de barcos que fueron depositados, con muchafrecuencia, en los santuarios a guisa de exvotos, asícomo grandes áncoras de piedra (VV.AA., 1987). Elprofesor Mollat (1973) ha definido una categoríaespecífica de exvoto, para referirse a las piezas queconmemoran un gran acontecimiento, y los ha agru-pado dentro de los “exvotos de acción de gracias”.

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A este tipo corresponde la colosal “Victoria deSamotracia” del Museo del Louvre, como ofrendarealizada por una colectividad al santuario de losCabiros19, en Samotracia. La obra fue encargada ydedicada para conmemorar un acontecimiento his-tórico de gran relevancia, acaso por los habitantesde Rodas para dar gracias por su victoria frentea Antíoco III de Siria. Con su magistral chitónhumedecido por la brisa marina y a punto de posarsus plantas en la embarcación, esta admirable crea-ción del barroco helenístico rodio, constituyeformalmente el modelo para los mascarones deproa utilizados por los barcos de todos los tiempos.

La Antigüedad conoció también el uso de ver-daderas embarcaciones como exvotos. Herodoto(III, 59), por ejemplo, señala que en el siglo VI a.C.,los eginetas aliados a los cretenses, combatieron a laflota samia y que tomaron las proas de los navíosprisioneros para consagrarlas en el templo de Ate-nea en Egina. El mismo texto relata que después desu victoria sobre los persas en Salamina “los griegosextrajeron para los dioses las primicias de sus boti-nes, entre otros tres trirremees fenicios que consa-graron uno en el Itsmo, otro en Cabo Sunion y eltercero, por Ajax, en la misma Salamina” (Herodo-to, VIII, 121). El ya citado santuario dedicado aPoseidón en el istmo de Corinto fue el lugar dondese custodiaba un exvoto muy venerado, el míticonavío Argo, obra de Dédalo, que había servido parala conquista del toison de oro; una leyenda localcuenta que el Argo obtuvo una victoria en una rega-ta, después de que su dueño, Jasón, le hubiera reti-rado del mar para consagrarlo a Poseidón.

Ya hemos aludido en estas líneas a los Euploiai,o deseos de buena navegación, frecuentes en ins-cripciones. Grabar un euploia era un acto similar alofrecimiento de un exvoto de acción de gracias. Susmodalidades son variadas, desde sencillas frasescomo, por ejemplo, ¡Haz una travesía feliz!, hastalos más elaborados que pueden encontrarse en algu-nos conocidos pasajes de la literatura griega clásica:

Ifigenia, hija de mi simiente,Debe ser sacrificada a Artemis que habita estos lugares.La travesía se nos garantiza y la derrota de los Troyanos

Si la inmolamos y en caso contrario se nos niegan.Ifigenia en Aúlide, 90-94.

Como hemos podido vislumbrar a través de losrestos arqueológicos, el hombre griego de la Anti-güedad se sirvió de la mitología y de las imágenesartísticas surgidas de ella para expresar, de formapoética, la grandiosidad y poder del mar. Un maradorado tanto en el plano de la religiosidad oficialcomo en los más variados ámbitos privados, yafuera en las altas esferas sociales o desde las mássinceras formas de piedad popular. El estudio delos hallazgos arqueológicos, las referencias mitoló-gicas y literarias han puesto de relieve la dimen-sión y el extraordinario alcance que tuvo el maren la cultura griega, así como sus estrechos víncu-los con las más intensas creencias del hombre.Tales credos nacieron en el seno de la complejidady las contradicciones que se esconden en el piéla-go como fuente de vida y lugar en el que el hom-bre hallaba la muerte. Como paraje, también, que

19 Los Cabiros fueron unas divinidades misteriosas dela isla de Samotracia que, desde el final de la época clásica,aparecen como protectores de la navegación, con atribucio-nes semejantes a las de los Dioscuros, pareja con la que tienenbastantes afinidades.

FIG. 14. Grafito procedente de la Casa de los Estucos enDelos. S. II a.C.

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pudo servir en el tránsito al más allá, una dimen-sión ignota a la que se dirigían las almas de losdifuntos tras su deceso. El elemento marino fueconsiderado, pues, como esencia misma de la vidadel hombre y como lugar de descanso para la eter-nidad. No es por ello extraño que las supersticio-nes, las creencias, los mitos y toda suerte de prác-ticas religiosas destinadas a servir de nexo deunión entre el hombre y los dioses rectores delmedio marino hayan constituido uno de los aspec-tos más relevantes de la antigua religiosidad de laHélade y hayan convertido este ámbito natural,tan próximo a la vivencia humana cotidiana, en unelemento religioso, cardinal en la configuración dela identidad cultural y social del mundo griego.

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