Antonio Maturana - Haber historiográfico (1808)

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    Cuadernos de Historia Moderna. Anejos ISBN: 978-84-669-3067-32008, VII, 321-377

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    Monarqua, Nacin y Guerra de la Independencia:

    debe y haber historiogrfico en torno a 1808

    Monarchy, Nation and The Independence War: must

    and have historiographical about 1808

    ANTONIO CALVO MATURANA YMANUEL AMADORGONZLEZ FUERTES

    Universidad Complutense

    Todos los historiadores, sean cuales sean sus objetivos, estn comprometidos en elproceso en tanto que contribuyen, conscientemente o no, a la creacin, desmante-lamiento y reestructuracin de las imgenes del pasado que no slo pertenecen almundo de la investigacin especializada, sino a la esfera pblica del hombre comoser poltico. Deberan ser conscientes de esta dimensin de sus actividades

    (Eric Hobsbawm y Terence Ranger:La invencin de la tradicin1).

    RESUMEN

    En torno a cinco apartados (El desmoronamiento de la Monarqua Hispnica, Afrancesa-dos ayer, josefinos hoy, La reconstruccin nacional: juntas, regencias, Cortes y Constitu-

    cin, La llamada Guerra de la Independencia y Apuntes sobre los orgenes de la NacinEspaola), este artculo pretende esbozar un estado de la cuestin de los debates y los hitoshistoriogrficos que todos estos temas han suscitado, prestando especial atencin a la pro-duccin bibliogrfica de la ltima dcada y a lo que an queda por hacer o revisar.

    Palabras clave: Historiografa. Carlos IV. Manuel Godoy. Jos I Bonaparte. Guerra de laIndependencia. Absolutismo. Afrancesados. Cortes de Cdiz. Nacin. 1808. 1812.

    ABSTRACT

    Topics like the fall of Charles IV, the rise of Joseph I, the Peninsular War or the CadizCortes have strongly arisen among historians because of the second centenary they arecommemorating. Through five different chapters related to the year 1808 in Spain, thisarticle studies the most significant historiographical contributions suggested since the lastdecade. In this essay, we also focus on the main debates and some aspects that we considerin need of future research.

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    1 Barcelona, Crtica, 2002, p.20.

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    Keywords: Historiography. Charles IV of Spain. Manuel Godoy. Joseph of Spain. Peninsu-lar War. Absolutism. Afrancesados. The Cadiz Cortes. Nation. 1808. 1812

    Terminado el ao 2008, y amainada la marea de congresos y publicaciones a losque ha dado lugar el bicentenario, puede que an sea pronto para hacer balance; hayque esperar a las actas de muchos de los encuentros. Hasta entonces, hay que reco-nocer que las autoridades se han volcado con todo tipo de actos tanto cientficoscomo orientados al gran pblico. Desgraciadamente, este tipo de conmemoracionestambin fomentan un intrusismo y un oportunismo ante los que los historiadoresan no sabemos reaccionar. Las libreras estn plagadas de obras pretendidamenterigurosas que reinciden en tpicos ya ms que superados por la historiografa, y que

    muchas veces beben de una clara intencionalidad poltica, pero que llegan con granfacilidad a los lectores. Afortunadamente, exposiciones como la de la BibliotecaNacional2 cumplen con el doble criterio del rigor y la difusin.

    Pero dejemos aqu esta amarga queja sin acusadoras referencias bibliogrficas, ypasemos a la Historia seria, a las aportaciones ms relevantes al periodo transcurridoentre 1788 y 1814. Pedimos de antemano perdn a todos los investigadores cuyostrabajos no se vean recogidos en este, que sin pretensin de exhaustividad aspira ahacer una cata historiogrfica y reflejar el estado de la cuestin, prestando especialatencin a lo que ha salido a la luz en la ltima dcada. La intencin de este trabajono es hacer una revisin de todo lo hecho, sino localizar los debates historiogrficos.

    En la era de internet, buscadores como DialnetyPeriodicals Archive Online, hacenmenos necesarios los compendios bibliogrficos. Existen ya adems, solventes ensa-yos sobre la historiografa acerca de los aos previos y posteriores a 1808, lo que nosquita bastante responsabilidad con slo citarlos ahora3. An as, cualquier omisin hade achacarse directamente a nuestras limitaciones y no a las de la obra no citada.

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    2Miradas sobre la Guerra de la Independencia (28 de febrero - 25 de mayo de 2008).3 AYMES, J.R.: Espaa en movimiento (1766-1814). Ensayo bibliogrfico, en MANIQUIS,

    Robert et alii: La Revolucin Francesa y el Mundo Ibrico, Madrid, Turner, 1989, pp.21-159;MARTNEZ RUIZ, Enrique: La vertiente poltica de la crisis del Reinado de Carlos IV (1788-1808). Intento de valoracin bibliogrfica, en MOLAS RIBALTA, Pere (coord.): La Espaa deCarlos IV. Actas de la IReunin Cientfica de la Asociacin Espaola de Historia Moderna,Madrid, Tabapress, 1991, pp.141-167; FLAQUER, Miguel (ed.): Las Cortes de Cdiz diez aosdespus: historiografa y balance, en ARTOLA, Miguel (ed.): Las Cortes de Cdiz, Madrid,Marcial Pons, 2003, pp.249-272; PUYOL MONTERO, J.M.: Un balance de 25 aos de historiogra-fa histrico-jurdica en Espaa (1973-1998), Cuadernos de Historia del Derecho, 5 (1998),pp.283-409; y MAESTROJUN CATALN, J.: Bibliografa de la Guerra de la Independenciaespaola,Hispania Nova. Revista de Historia Contempornea, 2 (2001-2002).

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    Todo lector queda cordialmente invitado a hacernos ver cualquier ausencia y compen-sar as con su haber nuestro inmenso debe4.

    El desmoronamiento de la Monarqua Hispnica (1789-1808)

    Quiz la Espaa de los pequeos pasos, la del Antiguo Rgimen y las reformasborbnicas se rompi en 1789. La Revolucin Francesa condicion todo el reinadode Carlos IV, marcado por el desastre y tradicionalmente muy poco respetado por lahistoriografa. Casi todo el mundo se reserva un chascarrillo para referirse a lashipotticas andanzas de Godoy y la reina, inseparables de la proverbial complacen-cia del monarca. Se ha llamado a Mara Luisa rey de Espaa5, se ha escrito queCarlos IV fue el primer monarca liberal, puesto que rein, pero no gobern6. Unensayista fue ms all, descolgndose con bromas de dudoso gusto al hablar de

    Mara Luisa de Parma7

    . Otros, herederos del marqus de Villaurrutia8

    , han llegado adecir con tan pocos tapujos como pruebas que Espaa fue gobernada por un trosexual9. A veces, la creencia ciega en una Corte corrupta e incompetente eclipsa alsentido del humor, que cede ante la indignacin de los que sienten como suyaaquella Espaa de 1808 y culpan a Godoy y a sus protectores de desastres como elde Trafalgar o la invasin francesa (algunos ttulos lo dicen todo al respecto10).

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    4 [email protected] y [email protected] CAMES, Jean:Marie-Louise Roi dEspagne, Paris, LHarmattan, 2004.6 Carlos IV, sin ser Rey Constitucional, se port como si lo fuera: rein, pero no gobern.

    Todos deseaban que concluyera su funesto reinado; pero an lo deseaba ms su hijo [] y elprncipe fue absuelto, merced al empeo de su madre, que al fin era madre (FUENTE, Vicente dela: Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en Espaa, y especialmente de lafrancmasonera, Lugo, 1882, vol. I, p. 110).

    7 Graves errores cometi [Godoy] [] pero todos le hubieran sido perdonados [] salvouno [] el no respetar las preeminencias de cuna queriendo hacerse noble por cuo real (elchiste se me va tras el juego de vocablos) (SERRANO PONCELA, Segundo: Godoy y los Ilustra-dos, enFormas de vida hispnica: Garcilaso, Quevedo, Godoy y los Ilustrados, Madrid, Gredos,1963, p. 184).

    8 VILLAURRUTIA, Marqus de:Mujeres de antao-La reina Maria Luisa-esposa de Carlos IV,

    Madrid, Francisco Beltrn, 1927.9 MADOL, Hans Roger: Godoy, el primer dictador de nuestro tiempo, Madrid, Alianza, 1987

    y SNCHEZ PACHECO, Felicidad: Carlos IV, Mara Luisa de Parma: la privanza de Godoy,Madrid, Alderabn, 1998.

    10 MUOZ RAMREZ, Jos: Sntesis de los hechos protagonizados por el Rey Carlos IV, elPrncipe de Asturias, Fernando y el Emperador Napolen, durante el periodo de 1789-1813,dando lugar con sus impresentables actitudes a una nueva organizacin del Escudo de Espaa,durante el efmero reinado de Jos Bonaparte I, en CASTAEDA DELGADO, Paulino (coord.):LasGuerras en el primer tercio del siglo XIX en Espaa y Amrica, Madrid, Deimos, 2004, vol. I, pp.275-301.

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    No obstante, los historiadores a menudo tachados de hagigrafos o revisionis-tas que reivindican una historia objetiva de aquel reinado, tienen motivos paraestar de enhorabuena. En los ltimos aos, la pionera obra de Carlos Seco Serrano11ha dado sus frutos, especialmente gracias a la produccin de Emilio La Parra12, deenorme influencia; este decenio ha visto nacer otras obras que revisan los tpicostradicionales sobre este tema con mayor o menor beligerancia13. La obra citada deLa Parra utiliza a Manuel Godoy como pretexto para hacer un recorrido por lapoca que vivi. Un acierto de este autor es el manejo de las Memorias del valido,una fuente que no se debe seguir al pie de la letra, pero que tampoco se debe dejarde lado14. La Parra zanja las intrigas de alcoba en el primer captulo de su libro paraestudiar sin complejos la poltica y la personalidad de Godoy. El extremeo vivimarcado por su ascenso fulgurante, arrinconado por las crticas de sus contempor-neos, y obligado por su inexperiencia, pero sobre todo por sus circunstancias a

    llevar una poltica errtica tanto exterior como interior en unos tiempos en los quela decisin ms acertada era el mal menor.A la espera de los resultados del congreso organizado por el Instituto Feijoo de

    Estudios del siglo XVIII y la Sociedad para el Estudio del siglo XVIII15, recomen-damos las actas de laI Reunin Cientfica de la AEHM16 (actual Fundacin Espao-la de Historia Moderna), las del Congreso Internacional Manuel Godoy17(2001) ylas del encuentro 1802. Espaa entre dos siglos18. El primero y el segundo aborda-

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    11 SECO SERRANO, Carlos: Estudio preeliminar, en GODOY, Manuel de:Memorias (B.A.E.,

    vol. 88), Madrid, Atlas, 1965, pp. I-CXXXVII; y Godoy, el hombre y el poltico, Madrid, Espasa-Calpe, 1978.

    12 LA PARRA LPEZ, Emilio:Manuel Godoy, la aventura del poder, Barcelona, Tusquets, 2002.13 EGIDO, Tefanes: Carlos IV, Madrid, Arlanza, 2001; RSPOLI, Enrique: Godoy, la lealtad

    de un gobernante ilustrado, Madrid, Temas de Hoy, 2004; y ROSE-DE VIEJO, Isadora, LA PARRALPEZ y GIMNEZ LPEZ, Enrique:La imagen de Manuel Godoy, Badajoz, Junta de Extremadura,2001. Trabajos historiogrficos sobre Godoy y sus protectores: CALVO MATURANA, Antonio:Mara Luisa de Parma: reina de Espaa, esclava del mito, Granada, Universidad de Granada,2007; y GILNOVALES, Alberto: La historiografa sobre Godoy, en MELN, M.A., LA PARRA, E.y PREZ, Toms (eds.):Manuel Godoy y su tiempo, Mrida, Junta de Extremadura, 2003, vol. II,pp. 359-410.

    14 Como continuador de Carlos Seco Serrano, editor de las Memorias de Manuel Godoy en laBAE; (Memorias, 2 vols. B.A.E. vols. 88-89, Madrid, Atlas, 1956), Emilio La Parra acaba dereeditar la obra junto a Elisabel Larriba (Memorias, Alicante, Universidad de Alicante, 2008).Enrique Rspoli ha publicado una edicin abreviada de estas memorias (RSPOLI, Enrique(ed.):Memorias de Godoy: primera edicin abreviada de Memorias crticas y apologticas parala historia del seor D. Carlos IV de Borbn, Madrid, La Esfera de los Libros, 2008).

    15La poca de Carlos IV (1788-1808), Oviedo y Gijn, das 15, 16 y 17 de de octubre de 2008.16 MOLAS RIBALTA, Pere (coord.), op.cit. (nota 3).17 MELN, LA PARRA y PREZ (eds.):op.cit. (nota 13).18 MORALES MOYA, Antonio (coord.): 1802. Espaa entre dos siglos, Madrid, SECC, 2003, 3 vols.

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    ron aspectos concretos del reinado de Carlos IV, y el tercero busc aportar unavisin global del mismo; las tres actas ofrecen un porcentaje considerable de buenostrabajos, firmados por especialistas. Valgan estas obras, junto al tomo correspon-diente de la Historia de Espaa de Menndez Pidal19 para una visin ms quegeneral del reinado.

    Este apartado intentar identificar las cuestiones abiertas (afortunadamente, no to-do se resume a la virtud de la reina) y definir la crisis de la Monarqua. Respecto aeste ltimo asunto, al menos en nuestra opinin, queda mucho por hacer. Si bien

    podemos afirmar que los acontecimientos polticos que se produjeron entre la disolu-cin de la corona de Fernando VII en las famosas Juntas (1808) y la proclamacin dela Constitucin de 1812 han sido concienzudamente analizados por diferentes espe-cialistas, como posteriormente veremos; los fundamentos ideolgicos tanto de lamonarqua de Carlos IV, como de su crisis, no han sido sistematizados.

    El xito historiogrfico del reinado de Carlos III (representante monopolista dela Ilustracin hispana) y de la Guerra de la Independencia como perodo fundamen-tal y fundacional de nuestra historia, junto con los prejuicios arriba apuntados haneclipsado al reinado de Carlos IV, considerado un mero periodo de transicin. Estalimitacin ha provocado que para su anlisis tengamos que coger de aqu y de all consecuencias de la Revolucin Francesa, antecedentes de las Cortes de Cdiz,epgono de las Luces... para reconstruir un periodo fascinante que en pocas oca-siones ha sido ledo ms all de la personalidad concedida a sus personajes princi-

    pales (Floridablanca20, Aranda21, Jovellanos o el antedicho Godoy). Un periodo

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    19 JOVER ZAMORA, Jos Mara: Historia de Espaa fundada por Ramn Menndez Pidal.XXX. Las bases polticas, econmicas y sociales de un rgimen en transformacin (1759-1834),Madrid, Espasa-Calpe, 1998.

    20 La figura de Floridablanca ha sido estudiada por el profesor Hernndez Franco: HERNN-DEZ FRANCO, Juan: La gestin poltica y el pensamiento del Conde de Floridablanca, Murcia,Universidad de Murcia, 1984; y Aspectos de la poltica exterior de Espaa en la poca deFloridablanca, Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1992. El bicentenario de su muerte,incrustado dentro del maremagnum de conmemoraciones, no ha tenido un gran protagonismo.

    21 Rafael Olaechea y Jos Antonio Ferrer Benimeli fueron, hace dcadas, los primeros en

    plantear en su conjunto la labor poltica del conde de Aranda. Al contrario de lo sucedido con elconde de Floridablanca, el conde de Aranda fue objeto en 1998 (bicentenario de su muerte) deuna serie de conmemoraciones y publicaciones que profundizaron en muchos aspectos de su vida,aunque no ha sido demasiado lo que se ha aportado desde el punto de vista poltico e ideolgico.Entre lo publicado destacan los siguientes trabajos: ALBIAC BLANCO, Mara Dolores: El Condede Aranda: los laberintos del poder, Zaragoza, CAI, 1998; El Conde de Aranda: Palacio deSstago, Zaragoza, 1 de octubre-13 de diciembre de 1998, Zaragoza, Diputacin, 1998; yFERRERBENIMELI, Jos Antonio (dir.):El conde de Aranda y su tiempo. Congreso Internacionalsobre El Conde de Aranda y su tiempo (1998, Zaragoza), Zaragoza, Institucin Fernando ElCatlico, 2000, 2 vols.

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    bisagra no es lo mismo que un anodino tiempo de transicin, y algunas iniciativashan sabido valorar este puente entre la Ilustracin y el Romanticismo, entre elabsolutismo y el liberalismo22.

    Cuatro son los grandes argumentos historiogrficos que justifican la crisis de laMonarqua Hispnica en 1808. Una vez resumidos, intentaremos plantear las lneas

    pendientes puesto que slo el ltimo hace referencia a elementos no coyunturales.Hace falta algo ms para explicar que el sistema se viniese abajo con relativa facili-dad, ante la desidia inicial del pueblo y de las autoridades locales, y que gran partede la elite se repartiese entre el servicio al invasor y los partidarios de la abolicindel Antiguo Rgimen.

    El primero de estos argumentos (que bien puede resumir los dos siguientes) es la con-mocin general que la Revolucin Francesa, el regicidio de 1793 y el ascenso de Napo-len provocaron en la Monarqua Hispnica23 y en el resto de Europa, que vio cmo se

    removan los principios ideolgicos, polticos y geoestratgicos de todo un siglo.El segundo factor mencionado hace referencia a una poltica exterior ruinosa que,enfrentada a Inglaterra, cortaba la comunicacin con Amrica y que, unida a Napolen,comparta todas sus derrotas navales sin salir beneficiada de sus victorias continentales.En 1808 la Monarqua Hispnica estaba agotada militarmente, y eso es mucho si tene-mos en cuenta que la guerra consuma gran parte de los recursos de la poca (Carlos IVdestinaba entre el 70 y el 90% de sus gastos al ejrcito y la marina24).

    En tercer lugar, las exigencias militares y el bloqueo martimo ingls provocaronuna coyuntura econmica terrible. Para acercarse a aquel periodo de vales reales porlos suelos y desamortizacin como salida desesperada, siguen siendo necesarias lasobras de Fontana25 y Herr26; ambos coinciden en hablar de derrumbe y colap-

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    22 Nos referimos, por ejemplo, a los congresos que se llevan celebrando en Cdiz desde 1985con el ttulo general De la Ilustracin al Liberalismo caracterizados por su amplitud de mirashistoriogrficas y su talante multidisciplinar. Otra muestra de interesante iniciativa monogrficamiscelnea en: MORANGE, C.: Siete calas en la crisis del Antiguo Rgimen espaol, Alicante,Instituto Juan Gil-Albert, 1990.

    23 Informacin sobre el llamado pnico de Floridablanca en HERR, Richard: Espaa y laRevolucin del Siglo XVIII, Madrid, Aguilar, 1964; CORONA, Carlos:Revolucin y reaccin en el

    reinado de Carlos IV, Madrid, Rialp, 1957; y HERNNDEZ, op.cit. (nota 20). Sobre los acerca-mientos de Espaa y la Repblica Francesa, ver: LA PARRA LPEZ, Emilio:La alianza de Godoycon los revolucionarios, Madrid, CSIC, 1992; y AYMES, Jean-Ren: Espaa y la RevolucinFrancesa, Barcelona, Crtica, 1989. Sobre el asilamiento internacional de la Monarqua Hispni-ca en el periodo 1789-1793, ver: CALVO MATURANA, Antonio: Gnesis del II Imperio Britnicoy ocaso del universalismo espaol: la doble vertiente del conflicto de Nootka (1790),Hispania,228 (2008), pp. 151-192.

    24 CEPEDA GMEZ, Jos:El ejrcito en la poltica espaola (1787-1843), Madrid, FUE, 1990, p. 39.25 FONTANA, J.: La crisis del Antiguo Rgimen, 1808-1833, Barcelona, Crtica, 1992 (1 ed.

    1979); Colapso y transformacin del comercio exterior espaol entre 1792 y 1827, Moneda y

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    En relacin a la nobleza, seguimos a la espera de estudios sistemticos sobre lasustitucin de territorios de seoro jurisdiccional por realengos30, el efecto de larestriccin de los mayorazgos, la masiva creacin de ttulos a finales del XVIII ymuchos otros elementos que puedan dar una mayor coherencia a las pretensionesnobiliarias. Mientras tanto, son dignos de destacar los trabajos de Antonio MoralesMoya sobre el papel de la nobleza en el siglo XVIII31 y de los ya mencionados Olae-chea y Ferrer Benimeli, que analizan el creciente malestar del partido arandista frentea los golillas. Oportuna fue la edicin que P. de Demerson hizo del famoso discursodel Conde de Teba32. Para una visin del partido fernandino, nos quedamos con dosautores nada recientes: Manuel Izquierdo33 y Francisco Mart Gilabert34, este ltimo,acorde con la escuela de Surez Verdaguer, bastante amable con los conspiradores.

    Es cierto que Carlos IV, sobre todo a partir del ministerio de Urquijo, fue ganan-do enemigos en la Iglesia35, pero tambin cont con numerosos aliados en sus filas.

    Diramos ms, la alianza trono-altar fue ms all de la predicacin del manteni-miento del orden social del Antiguo Rgimen. Los obispos nombrados por laCorona gracias al patronato real colaboraron activamente con la poltica de CarlosIV, como se puede ver en las innumerables pastorales que respaldaban sus realesrdenes y publicitaban las donaciones voluntarias. Obispos y arzobispos muycercanos al poder central, tales como Antonio Tavira36, Pedro Daz de Valds37 o

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    30 Sobre la disolucin del rgimen seorial los planteamientos clsicos son los de Salvador deMox (La incorporacin de seoros en la Espaa del Antiguo Rgimen. Valladolid, Universidad

    de Valladolid, 1959 yLa disolucin del rgimen seorial en Espaa, Madrid, CSIC, 1965). Lasposturas de Mox sobre este punto han sido atacadas posteriormente, fundamentalmente porinvestigadores de la Universidad de Valencia. De este grupo, las conclusiones se resumen en:HERNNDEZ MONTALBN, Francisco J.:La abolicin de los seoros en Espaa, Madrid, Biblio-teca Nueva-Universidad de Valencia, 1999.

    31 Citamos dos de las ms recientes: La nobleza en MORALES (coord.), op.cit. (nota 18), vol.II, pp. 57-86; y La nobleza espaola en el siglo XVIII, en VV. AA.: El mundo hispnico en elSiglo de las Luces, Madrid, 1996, vol. I, pp. 207-232.

    32 DEMERSON, Paula de: El escrito del conde de Teba: el Discurso sobre la autoridad de losRicos Hombres,Hispania, XXXI (1971), pp. 137-156.

    33 IZQUIERDO HERNNDEZ, Manuel.Antecedentes y comienzos del reinado de Fernando VII,

    Madrid, Cultura Hispnica, 1963.34 MART GILABERT, Francisco:El proceso del Escorial, Pamplona, EUNSA, 1963.35 El progresivo malestar de un obispo que haba dado sobradas muestras de su fidelidad a la

    Corona en: MARURI VILLANUEVA, Ramn:Ideologa y comportamiento del obispo Menndez deLuarca (1784-1819), Santander, 1984

    36 SAUGNIEUX, Jol (ed.): La Ilustracin cristiana espaola. Escritos de Antonio Tavira(1737-1807), Salamanca, Universidad de Salamanca, 1986 (ed. francesa: Toulouse, 1970).

    37 ROURA IAULINAS, Lluis: Pedro Daz de Valds: propuestas de un eclesistico relativas ala guerra y revolucin en Catalua (1793), Trienio. Ilustracin y Liberalismo, 26 (1995),pp.211-224.

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    Luis de Borbn38, firmaron numerosos textos obviamente inspirados por o en elgobierno. La Corona intent movilizar tambin al bajo clero (mucho menos entu-siasta) con proyectos de mayor o menor xito como el Semanario de Agricultura,apadrinado por Godoy con el fin de extender ciertos conocimientos agrcolas atravs de los prrocos39. Grard Dufour ha firmado interesantes estudios sobre lasrelaciones del Prncipe de la Paz con la Iglesia, sobre algunos religiosos destacadosde la poca y sobre otros aspectos concernientes al mbito eclesistico, adems dehaber editado valiosas fuentes40.

    Principalmente, hay que situar a la oposicin eclesistica a Carlos IV en el cleroregular y en el bajo clero secular, conservadores como el pueblo, y mucho ms

    permeables a las crisis de subsistencia, a los rumores contra Godoy y la reina, y almensaje reaccionario que vena rondando los plpitos desde haca tiempo; a susvoces debieron ir unindose los altos jerarcas en los ltimos aos del reinado. El

    clero secular estaba menos adoctrinado de lo necesario a pesar de los intentos de laCorona tras los sucesos de 176641. Del clero regular desconfiaron todos los gobier-nos, Godoy obtuvo una bula papal en 180442, pero apenas hubo tiempo para elcontrol estatal de aquellas rdenes que Jos I acab suprimiendo.

    Todo apunta a que los polticos de Carlos IV, necesitados de fondos y ampara-dos por un regalismo cada vez ms fuerte, instrumentalizaron en exceso a la Iglesia,iniciando una desamortizacin detenida en 1808 pero de consecuencias imprevisi-

    bles; llegando incluso a desvincularla de Roma43 por unos meses. Pero no sabemossi es completamente acertado decantarse por la teora de una conspiracin de las

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    38 RODRGUEZ LPEZ-BREA, Carlos Mara: Don Luis de Borbn: el cardenal de los liberales(1777-1823), Toledo, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 2002.

    39 DEZ RODRGUEZ, Fernando:Prensa agraria en la Espaa de la Ilustracin: El Semanariode Agricultura y Artes dirigido a los prrocos (1797-1808). G. Dufour y E. Larriba editaron losartculos ms significativos en: El Semanario de Agricultura y Artes Dirigido a los Prrocos(1797-1808), Valladolid, mbito, 1997.

    40 Por slo citar algunos: DUFOUR, G.: Godoy y la Iglesia,Pasado y Memoria. Revista de His-toria Contempornea, 3 (2004); El Evangelio en triunfo en el dispositivo poltico del Prncipe dela Paz, en CARNERO, Guillermo, LPEZ, Ignacio Javier y RUBIO, Enrique (eds.): Ideas en sus

    paisajes. Homenaje al Profesor Russell P. Sebold, Alicante, Universidad de Alicante, 1999, pp.159-166; Clero y Sexto Mandamiento: la confesin en la Espaa del siglo XVIII, Valladolid,mbito, 1996; y La confesin, instrumento de uniformizacin cultural, en VV.AA.: El mundohispnico en el siglo de las luces, Madrid, Editorial Complutense, 1996, vol. I, pp. 587-592.

    41 MARTN HERNNDEZ, F. y J.: Los seminarios espaoles en la poca de la Ilustracin.Ensayo de una pedagoga eclesistica en el siglo XVIII, Madrid, CSIC, 1977.

    42 RODRGUEZ LPEZ-BREA, Jos Carlos: Frailes y revolucin liberal. El clero regular enEspaa a comienzos del siglo XIX (1800-1814), Toledo, Azacanes, 1996.

    43 OLAECHEA, Rafael: Las relaciones hispano-romanas en la segunda mitad del siglo XVIII.Zaragoza, Institucin Fernando el Catlico, 1999.

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    fuerzas reaccionarias contra Godoy. La lnea que con tanto xito traz Javier Herre-ro44 entre ilustrados y reaccionarios es muy difusa. Muchos de aquellos hombresresultan inclasificables polticamente.

    Sin duda alguna lo que tuvo lugar en Aranjuez aquel marzo de 1808 fue un mo-tn cortesano45, un golpe de Estado en toda regla con muchas menos connotaciones

    populares que el Motn de Esquilache, pero agravado por el apoyo del prncipe deAsturias a los amotinados y por la presencia de las tropas francesas en la Pennsula.Puede que los pequeos detalles (como la enemistad de los Guardias de Corps conla ltima reforma de Godoy46), cuando no las casualidades, marcasen aquel mes ylos posteriores. Ni Fernando VII ni Escoiquiz podan imaginar que Napolen coge-ra la corona que le estaban poniendo en bandeja, igual que el emperador se viosobrepasado por el cariz que tomaron los acontecimientos a partir de mayo.

    Cuestionar la relevancia y significado del Motn de Aranjuez no supone negar la

    crisis de la Monarqua, sino buscar explicaciones alternativas. Puede que la respuestaa la desintegracin del Estado Borbnico est en su fracasado proyecto de formar unaelite administrativa fiel, labor emprendida a lo largo del siglo XVIII47. Nos referimosa esos relojeros de la Monarqua48, a los llamados intelectuales orgnicos49 ,mantenidos por una administracin50 desde la que dirigieron la Monarqua de Carlos

    _____________

    44 HERRERO, Javier:Los orgenes del pensamiento reaccionario espaol, Madrid, Alianza, 1988.45 ARTOLA GALLEGO, Miguel: La crisis institucional, enActas del congreso Internacional: El 2

    de Mayo y sus precedentes, Madrid, Madrid Capital Europea de la Cultura, 1992, pp. 269-272.46 GLESENER, Thomas: Godoy y la guardia real: reforma y oposicin nobiliaria (1784-1808),

    en JIMNEZ ESTRELLA, Antonio y ANDJARCASTILLO, Francisco (eds.):Los nervios de la guerra.Estudios sociales sobre el ejrcito de la Monarqua Hispnica (s. XVI-XVIII): nuevas perspecti-vas, Granada, Comares, 2007, pp. 317-346.

    47 CASTELLANO, Juan Luis: Gobierno y poder en la Espaa del siglo XVIII,Granada, Univer-sidad de Granada, 2006.

    48 LPEZ-CORDN CORTEZO, M Victoria: Secretarios y secretaras en la Edad Moderna: demanos del prncipe a relojeros de la Monarqua, Studia Historica. Historia Moderna, 15 (1996),

    pp. 107-131; y Burocracia y erudicin en la Espaa del siglo XVIII, en DEDIEU, Jean Pierre yVINCENT, Bernard: L'Espagne, l'tat, les Lumires: mlanges en l'honneur de Didier Ozanam,Madrid-Burdeos, Casa de Velzquez-Maison des Pays Ibriques, 2004, pp. 155-171.

    49 Ver dos trabajos de J. lvarez Barrientos; uno como autor (Los hombres de letras en la Es-paa del siglo XVIII. Apstoles y arribistas, Madrid, Castalia, 2006) y otro como ed. (Se hicieronliteratos para ser polticos. Cultura y poltica en la Espaa de Carlos IV y Fernando VII, Cdiz,Biblioteca Nueva, 2004).

    50 Los numerosos trabajos de Pere Molas sobre este tema han sido compendiados por el pro-pio autor en: MOLAS RIBALTA, Pere: Del absolutismo a la Constitucin. La adaptacin de laclase poltica espaola al cambio de rgimen, Madrid, Silex, 2008.

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    III y de Carlos IV, captados por el mensaje del bien del Estado y la felicidad pblica yremunerados con el prestigio social basado en el mrito y la fidelidad al rey51.

    Esos mismos hombres formados en la administracin borbnica (Saavedra, Ur-quijo, Melndez Valds, Jovellanos, Quintana, Foronda, etc.) fueron los que movie-ron los hilos de los dos sistemas polticos que dividieron la Espaa de 1808-1814:Bayona y Cdiz. Ninguno de ellos era revolucionario, pero todos haban asimiladola nocin de Estado, y buscaban el amparo de una autoridad (llmese nacin, JosBonaparte o Fernando VII) que les permitiese hacer los cambios que vean impres-cindibles. Para conocerles, hay que volver la vista a los intelectuales del periodoanterior, siempre vinculados a la administracin. Reprimidos en 1814, a estoshombres y a sus sucesores (formados como Martnez de la Rosa en la Universi-dad de Carlos IV), correspondi la direccin de los primeros pasos de la nacinliberal, de la Espaa decimonnica. A los historiadores del grupo PAPE(Personal

    Administrativo y Poltico Espaol)52

    les debemos una gran cantidad de trabajossobre los vnculos sociales e ideolgicos de estos hombres, facilitada por la impre-sionante base de datos informtica Fichoz. El contrapeso a la imagen ideal de lameritocracia borbnica lo ha puesto Francisco Andjar53 demostrando la arraigadavenalidad en el ejrcito y la administracin judicial a ambos lados del Atlntico.

    El Estado de principios del siglo XIX segua siendo dbil en relacin al actual.Las leyes nuevas deban recordarse una y otra vez por la falta de cumplimiento.Pero en el ltimo cuarto de siglo se aprecia un progresivo crecimiento de los siste-mas de control del pueblo. Poco se ha escrito sobre la explotacin y el dominio

    progresivos del territorio y sus recursos54 por parte de la Corona, y del fortaleci-miento del Estado. Conocemos muy bien la creacin de una polica urbana para

    _____________

    51 Un seguimiento perfecto a la carrera de uno de aquellos funcionarios-escritores al serviciode la Corona en: LOPEZ, Franois:Juan Pablo Forner y la crisis de la conciencia espaola en elsiglo XVIII, Valladolid, Consejera de Educacin y Cultura, 1999 (1 ed. francesa 1976). Otraobra recomendable son las Memorias del embajador Azara, editadas por Gabriel Snchez Espi-nosa (Zaragoza, Institucin "Fernando el Catlico", 2000).

    52 A la mencionada M Victoria Lpez-Cordn hay que unir a Francisco Andujar, InmaculadaArias, Juan Luis Castellano, Jean Pierre Dedieu, Gloria Franco, Jos Mara Imizcoz, Miguelngel Martnez Rodrguez y Teresa Nava entre otros. Una rpida ojeada a sus trabajos recogidosenDialnetes ms que suficiente para entender a qu nos referimos.

    53 ANDJARCASTILLO, Francisco: El sonido del dinero: Monarqua, ejrcito y venalidad enla Espaa del siglo XVIII, Madrid, Marcial Pons Historia, 2004.

    54 RODRGUEZ CANCHO, Miguel: La Informacin y el Estado. La necesidad de interrogar alos gobernados a finales del Antiguo Rgimen, Cceres, Universidad de Extremadura, 1992; yREGUERA RODRGUEZ, Antonio T.: Territorio ordenado, territorio dominado. Espacios, polticasy conflictos en la Espaa de la Ilustracin, Len, Universidad de Len, 1993.

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    controlar Madrid55, as como la creacin de una Comisin Reservada para el espio-naje poltico de los madrileos en tiempos del pnico de Floridablanca56. En estesentido, el control efectivo sobre sus vasallos, Carlos IV fue ms poderoso dentrode la precariedad que ninguno de sus antecesores, intentando organizar las leyesdel reino y mejorar sus ingresos desesperadamente, pero una hacienda y un sistemade reclutamiento tradicionales nada podan hacer contra las contemporneasInglaterra y Francia. Los polticos de aquel reinado quisieron forzar al mximo elsistema sin cambiarlo.

    En definitiva, Carlos IV hered de sus antecesores el pensamiento absolutista, yel anhelo reformista en pos de la centralizacin y la concentracin de atribucionesen un Estado que reuniese todo el poder para luego redistribuirlo supuestamente en

    bien de todos. Ese crecimiento del Estado, limando las bases que lo sustentaban, esimposible en el Antiguo Rgimen. El rey hipotticamente dbil rompi, quiz

    torpemente, con el equilibrio que Carlos III haba retomado en 176657

    . La criaturaGodoy (el hombre que pas de los cuarteles a la familia real) y la cesin de Bayo-na (el traspaso del reino a otra dinasta) pueden ser los dos episodios ms despticosde la Historia de la Espaa Moderna.

    El proyecto poltico de la Monarqua va de la mano de un frreo control del co-nocimiento. El rey, como acertadamente ha escrito Esteban Conde, pretende ser unArgos58 que todo lo vigila, y no se conforma con censurar59 lo que no le agrada sinoque pretende modelar el mensaje que llega sus sbditos. La creacin del Juzgado deImprentas60 (1805) es un paso ms hacia el control de la censura civil apartndoladel Consejo y encomendndola a intelectuales afines al gobierno. Parte importante

    _____________

    55 MARTNEZ RUIZ, Enrique:La seguridad pblica en el Madrid de la Ilustracin, Madrid,Ministerio del Interior, 1988.

    56 El descubrimiento de esta interesante documentacin lo debemos a un hispanista japons(TATEISHI, Hirotaka: Documentos inditos sobre la Comisin Reservada (1791-1792) en elArchivo Histrico Nacional de Madrid, Doshiba Studies in foreign languages, 54 (1989), pp.220-201). Existe un artculo posterior, ms completo: FERNNDEZ HIDALGO, Ana Mara: Laseguridad ciudadana en Madrid durante el siglo XVIII: la superintendencia general de polica y lacomisin reservada,Anales del Instituto de Estudios Madrileos, 33 (1993), pp. 321-356.

    57 ANDRS-GALLEGO, Jos: El Motn de Esquilache, Amrica y Europa. Madrid, FundacinMapfre Tavera-CSIC, 2003. Desde otra perspectiva tambin trata sobre el motn y sus conse-cuencias posteriores para la seguridad en la capital: LOPEZ GARCA, Jos Miguel:El motn contraEsquilache. Crisis y protesta popular en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, Alianza, 2006.

    58 CONDENARANJO, Esteban: El Argos de la Monarqua. La poltica del libro en la Espaailustrada (1750-1834), Madrid, CEPC, 2006.

    59 Repasar la obra de Lucienne Domergue. Para empezar:La censure des livres en Espagne la fin de l'Ancien Rgime, Madrid, Casa de Velzquez, 1996.

    60 GARCA MARTN, Javier: El juzgado de imprentas y la utilidad pblica: cuerpo y alma deuna monarqua vicarial, Bilbao, Universidad del Pas Vasco, 2002.

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    del control del conocimiento est en un asunto tan tpicamente ilustrado como laeducacin; se ha prestado una considerable atencin a la poltica universitaria61 y ala educacin primaria62. Respecto a la cultura escrita de aquellos aos, la prensa

    peridica ha despertado un considerable inters63.La paulatina asuncin del control de conciencias por parte del Estado tendr

    otras manifestaciones, como la Junta de Reforma de los Teatros, destinada a adaptarlos contenidos de las obras representadas en Madrid a la mentalidad oficial, deste-rrando el peligroso ejemplo de la individualista comedia barroca64. Esperamos del

    profesor Andioc, capaz de reconstruir la cartelera y las recaudaciones de los tresteatros madrileos del XVIII65, un trabajo especfico sobre la mencionada reforma,incluyendo una labor que l mismo consideraba pendiente en 2005: el anlisis de lasobras propuestas por la Junta (recopiladas en el Teatro Nuevo Espaol).

    Con la imprenta y el teatro entre otros recursos, el poder central pretenda llegar

    al ya denominado por entonces pblico, un elemento reconocido y temido enlas ltimas dcadas del XVIII. Las propias instituciones impulsadas por la Coronasupusieron centros de sociabilidad66 cuyos miembros tomaron conciencia de grupo,

    pero existieron otros ncleos de conversacin como los cafs y las tertulias de los

    _____________

    61 Mariano y Jos Luis Peset Reig, siguen siendo el referente sobre la Universidad espaoladel XVIII.

    62 Antonio Viao Frago es quien ms ha escrito sobre la educacin a finales de la Ilustracin

    espaola y su conexin con la poltica educativa decimonnica. Ver tambin la produccin deOlegario Negrn Fajardo, Julio Ruiz Berrio, Teresa Nava Rodrguez y Francisco Aguilar Pial.

    63 Adems de la conocida obra de Enciso Recio sobre la Gazeta y elMercurio, ver la recienteproduccin de Elisabel Larriba: Le public de la presse en Espagne la fin du XVIIIe sicle(1781-1808), Paris, Honor Champion, 1998 ; Inquisicin y prensa peridica en la segundamitad del siglo XVIII, Cuadernos de Ilustracin y Romanticismo: Revista del Grupo de Estu-dios del siglo XVIII, 13 (2005) (Ejemplar dedicado a: La inquisicin y sus ecos), pp. 77-92; yLos periodistas y el derecho a la educacin para todos, en NAVA RODRGUEZ, Teresa (coord.):Cambio Social y ficcin literaria en la Espaa de Moratn. Anejo VI de Cuadernos de HistoriaModerna, Madrid, Universidad Complutense, 2007, pp. 119-145. Ver tambin la edicin deLarriba de El Argonauta Espaol de Pedro Gatell (Cdiz, Universidad de Cdiz, Servicio de

    Publicaciones, 2003) y su artculo en este monogrfico.64 Es ya clsica la obra de Ren Andioc: Teatro y Sociedad en el Madrid del siglo XVIII(Ma-

    drid, Castalia, 1987), muy bien complementada con su recopilacin de artculos: Del siglo XVIIIal XIX: estudios histrico-literarios, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2005.

    65 La primera edicin de 1996 acaba de ser revisada: ANDIOC, R. y COULON, M. (eds.): Carte-lera madrilea del siglo XVIII (1708-1808), Madrid, FUE, 2008. 2 vols.

    66 FRANCO RUBIO, Gloria: Espacios de sociabilidad, espacios de poder. Algunas reflexionessobre la articulacin de redes sociales en la Espaa del siglo XVIII, en MARTNEZ RUIZ, Enrique(coord.): Vnculos y sociabilidades en Espaa e Iberoamrica. Siglos XVI-XX. III SeminarioHispano-venezolano, Ciudad Real, Puertollano, 2005, pp. 59-109.

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    que la autoridad desconfiaba por la cierta libertad de opinin que reinaba en ellas67.Hoy da, est asumido o debera estarlo que no es correcto asociar estrictamenteel nacimiento de la Opinin Pblica al desmoronamiento del Antiguo Rgimen;existen unos antecedentes68 que en nuestro pas estn por estudiar en gran medida.Habr que esperar a 180869 para que este pblico se pueda expresar con libertad,saliendo del reducto oral y la clandestinidad; hasta ese momento tuvo un papel

    pasivo, la Corona saba de su existencia, y por eso intent controlarlo y convencerlo.Estas carencias historiogrficas son ampliables al concepto de deslegitimacin

    de los dos ltimos monarcas del Antiguo Rgimen espaol. Se echan de menosobras s presentes en Francia o Inglaterra que analicen los reinados de Carlos IVy Fernando VII desde el punto de vista de su desacralizacin70 o de la prdida desentido o la desvirtuacin71 de la imagen que exportaban a sus vasallos (incluyendolos intentos de renovacin de la misma72).

    Sobre un trmino ms que aceptado hoy da, Despotismo Ilustrado, poco hayque decir salvo que ya no merece la pena abolirlo sino matizarlo. Una vez desterra-da la imagen quimrica del todo para el pueblo pero sin el pueblo, hay que enten-der que los reyes del XVIII eran dspotas, si limpiamos a esa palabra de su carc-ter peyorativo y la igualamos a absolutistas. En cuanto al talante ilustrado de la

    poltica de Carlos IV, hay que decir que su interpretacin est en movimiento y los_____________

    67 Ver: LPEZ-CORDN CORTEZO,M Victoria: Diversin, orden pblico y accin poltica:los cafs madrileos en 1791, en GARCA FERNNDEZ, Mximo y SOBALERSECO, M de los

    ngeles: Estudios en homenaje al profesor Tefanes Egido, Valladolid, Consejera de Cultura yTurismo, 2004, vol. I, pp. 345-362; FERNNDEZ SEBASTIN, Javier: Los primeros cafs enEspaa (1758-1809): nueva sociabilidad urbana y lugares de afrancesamiento, en AYMES, J.R.(ed.):La imagen de Francia en Espaa durante la segunda mitad del siglo XVIII, Alicante-Pars,Instituto Juan Gilbert-Presses de la Sorbone Nouvelle, 1996, pp. 65-82; y LVAREZ BARRIENTOS,op.cit.(nota 49, 2006).

    68 CHARTIER, Roger:Espacio pblico, crtica y desacralizacin en el siglo XVIII. Los orge-nes culturales de la Revolucin Francesa, Barcelona, Gedisa, 2003.

    69 HOCQUELLET, Richard: La aparicin de la opinin pblica en Espaa: una prctica fun-damental para la construccin del primer liberalismo (1808-1810), Historia Contempornea, 27(2003), ejemplar dedicado a Conceptos Polticos. Opinin Pblica Intelectual, pp. 615-629.

    70 El caso francs es bien conocido gracias a obras como: MERRICK, Jeffrey W.: The Desa-cralization of the French Monarchy in the Eighteenth Century, Baton Rouge & London, Louisia-na State U. P., 1990.

    71 HERR, Richard: El principio de la virtud y la crtica poltica: los orgenes de la MonarquaConstitucional en Francia y Espaa, en V.V.A.A.:El mundo hispnico en el siglo de las luces,Madrid, Editorial Complutense, 1996, vol. I, pp. 119-140.

    72 CHECA CREMADES, Fernando: Los frescos del Palacio Real Nuevo de Madrid y el fin dellenguaje alegrico, Archivo espaol de arte, 65, 258 (1992, abril-junio), pp. 157-177. Joaqunlvarez Barrientos ha editado el Sistema de adornos del Palacio Real del Padre Sarmiento(Madrid, SECC, 2002).

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    grandes tpicos se tambalean. Ya Juan Prez de Guzmn y Carlos Seco Serrano seesforzaron en demostrar que las luces no se apagaron en Espaa con el cierre de los

    peridicos y la reaccin antirrevolucionaria de 1790. Hoy da, el debate sigue vivo;sirvan de ejemplo las dos obras de Snchez-Blanco sobre la Ilustracin espaola entiempos de Carlos III73 y Carlos IV74. Contra la visin tradicional del cnit ilustradoen tiempos del primero y de la reaccin con el segundo, encontramos en ellas a unCarlos III conservador y slo reformista respecto a sus regalas, y a un Carlos IV

    padrino de la Ilustracin ms avanzada de la Historia de Espaa. Es positivo quesigamos tratando de identificar a la Ilustracin espaola75.

    Otro campo que no podemos olvidar es la Gender History. La historia de la mu-jer espaola a finales del XVIII y principios del XIX goza de muy buena salud. Enla ltima dcada se han publicado interesantes monografas colectivas76 e individua-les77 que prestan su atencin al diferencial femenino durante la Ilustracin espaola.

    Los ltimos aos del reinado de Carlos III y todo el de su hijo acogieron un fuertedebate sobre el papel de la mujer y su moralidad. La vida relajada que llevaban lasfminas de la alta nobleza78 (siempre un referente para el pueblo), fue objeto de

    preocupacin para el gobierno, que quiso reformar sus costumbres fomentando sueducacin79 y creando instituciones benficas e ilustradas como la Junta de Damas80,

    _____________

    73 SNCHEZ-BLANCO, Francisco: El absolutismo y las luces en el reinado de Carlos III, Ma-drid, Marcial-Pons, 2002.

    74 SNCHEZ-BLANCO, Francisco: La Ilustracin Goyesca. La cultura en Espaa durante el

    reinado de Carlos IV (1788-1808), Madrid, CSIC-CEPC, 2007.75 JTTNER, Siegfried: Espaa, un pas sin Ilustracin? Hacia una recuperacin de una

    herencia reprimida, en MATE, R. y NIEWHNER, F. (coords.): LaIlustracin en Espaa yAlemania, Barcelona, Anthropos, 1989, pp. 121-137; y LOPEZ, F.: Aspectos especficos de laIlustracin espaola, enII Simposio sobre el Padre Feijoo y su siglo (ponencias y comunicacio-nes), Oviedo, 1981. Vol.1, pp. 23-39.

    76 CANTERLA GONZLEZ, Cinta (coord.): VII encuentro de la Ilustracin al Romanticismo.Cdiz, Amrica y Europa ante la modernidad. Las mujeres en los siglos XVIII y XIX, Cdiz,Universidad de Cdiz, 1994; y FRANCO RUBIO,Gloria (coord.): Cuadernos de historia moderna,19 (1997) (Ejemplar: Sobre la mujer en el Antiguo Rgimen: de la cocina a los tribunales).

    77 BOLUFERPERUGA, Mnica: Representaciones y prcticas de vida: las mujeres en Espaa a

    finales del siglo XVIII, Cuadernos de Ilustracin y Romanticismo: Revista del Grupo deEstudios del siglo XVIII, 11 (2003), pp. 3-34; Mujeres e Ilustracin: la construccin de lafeminidad en la Ilustracin espaola, Valencia, Instituci Alfons el Magnnim, 1998; y Laconstruccin de la identidad femenina: reformismo e ilustracin, Valencia, Universitat deValncia, 1996.

    78 MARTN GAITE, Carmen: Usos amorosos del dieciocho en Espaa, Barcelona, Lumen, 1981.79 MORANT DEUSA,Isabel: Mujeres ilustradas en el debate de la educacin. Francia y Espa-

    a, en NAVA RODRGUEZ,Teresa (coord.): Cuadernos de Historia Moderna. Anejos, 3 (2004)(Ejemplar dedicado a:Ingenios para el mundo: sociedad, saber y educacin en la Edad Moder-na), pp. 59-84.

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    para agregarlas a la causa reformista. Esta Junta se puede considerar un arma dedoble filo respecto al progreso de las mujeres, pues si bien las invitaba a colaboraren una institucin oficial, por otro lado las segregaba del conjunto masculino de laMatritense y las invitaba a someterse a las directrices patriarcales y oficiales.

    Sera interesante valorar hasta qu punto el siglo XIX supuso un avance o un retro-ceso para las mujeres acomodadas, habida cuenta de la acusada moralidad decimonni-ca y de la libertad que haban conseguido las mujeres preburguesas; estuvo ms some-tida la sbdita o la ciudadana? El siglo XVIII es fundamental para entender elsurgimiento de la dicotoma entre la esfera pblica y la privada81, y tambin de larenovacin del mensaje destinado a limitar a las mujeres al ncleo familiar y del hogar,fortaleciendo lazos a todas luces debilitados en el ltimo cuarto de siglo, tales como elmatrimonio y la maternidad. Las propias reinas borbnicas fueron el referente para estediscurso; la Corona las elogiaba por su ejemplaridad y la oposicin clandestina las

    atacabaa por todo lo contrario, pero el arquetipo era percibido por ambas partes82

    .Tambin para la mujer el cambio de siglo fue un periodo complejo entre dos pocas83.La historiografa de gnero no se ha conformado con hacer perspectivas generales

    (tampoco la tradicional), tambin se ha fijado en casos particulares de mujeres quedestacaron en un mundo de hombres. Sobre la condesa de Montijo, lder de la Juntade Damas, existe una pionera monografa que va necesitando una revisin84. Ms

    _____________

    80 CAPEL MARTNEZ, Rosa Mara: Las mujeres de la Matritense: un ejemplo de asociacio-nismo ilustrado,Asparkia: Investigaci feminista, 17 (2006), pp. 19-38.

    81 CAPEL MARTNEZ, Rosa Mara: Mujer y espacio pblico a fines del siglo XVIII, en M O-RALES MOYA, op.cit. (nota 63), vol. 3, pp. 139-162; BOLUFERPERUGA, Mnica: Lo ntimo, lodomstico y lo pblico: representaciones sociales y estilos de vida en la Espaa ilustrada, Studiahistorica. Historia moderna, 19 (1998), pp. 85-116; MORANT DEUSA, Isabel y BOLUFERPERUGA,Mnica: Amor, matrimonio y familia: la construccin histrica de la familia moderna, Madrid,Sntesis, 1998; MORANT DEUSA, Isabel: Las mujeres en los espacios del saber ilustrado: algunastrayectorias y tensiones, en ESPIGADO TOCINO, M. Gloria y PASCUA SNCHEZ, Mara Jos de la(coords.):Frasquita Larrea y Ahern: europeas y espaolas en la Ilustracin y el Romanticismo,2003, pp. 55-81; y BOLUFERPERUGA, Mnica: Del saln a la asamblea: sociabilidad, espaciopblico y mbito privado (siglos XVII-XVIII), Saitabi: revista de la Facultat de Geografia iHistria, 56 (2006), pp. 121-148.

    82 LPEZ-CORDN CORTEZO, Mara Victoria: La construccin de una reina en la Edad Moder-na: Entre el paradigma y los modelos, en LPEZ-CORDN CORTEZO, Mara Victoria y FRANCORUBIO, Gloria ngeles:Actas de la VIII Reunin Cientfica de la Fundacin Espaola de HistoriaModerna: (Madrid, 2-4 de junio de 2004), Madrid, FEHM, 2005, vol. I, pp. 309-338; y PREZSAMPER, Mara ngeles: La figura de la reina en la monarqua espaola de la Edad Moderna:Poder, smbolo y ceremonia, en LPEZ-CORDN Y FRANCO,Ibidem,vol. I, pp. 275-308.

    83 CAPEL MARTNEZ, Rosa Mara: Preludio de una emancipacin: la emergencia de la mujerciudadana, en NAVA (coord.), op.cit. (nota 63), pp. 155-179.

    84 DEMERSON, Paula de: Mara Francisca Sales de Portocarrero (condesa de Montijo): unafigura de la Ilustracin, Madrid, Editora Nacional, 1975.

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    atencin han despertado intelectuales y escritoras como Josefa Amar y Borbn85, MRosa de Glvez86, la marquesa de Fuerte-Hjar87, Ins Joyes88 o (ya de tiempos de lasCortes) Frasquita Larrea89, algunas por mrito propio y otras por su excepcionalidad.

    Como colofn a este apartado, cambiamos de tercio. Queremos hacer una refe-rencia miscelnea a tres investigadores imprescindibles e injustamente obviadosaqu hasta ahora. Por su pionera aproximacin hace dcadas a temas hoy candentes,nos quedamos con los trabajos de Jos Antonio Maravall90, que se siguen leyendocon gran placer, y que por el instinto de su autor al elegir los temas nunca dejarnde ser actuales. El segundo gran clsico que no podemos dejar de citar es AntonioDomnguez Ortiz, que sigue siendo de obligada lectura por la novedad de sus apre-ciaciones, la variedad de su obra y la clarividente redaccin de la misma. Por ltimo,es de obligada referencia la erudita Bibliografa de autores espaoles del siglo

    XVIII91de Francisco Aguilar Pial, obra imprescindible para cualquier investigador

    dieciochista, cuya informatizacin creemos ms que necesaria para que acabe decumplir con el principio de utilidad para la que fue concebida.

    _____________

    85 LPEZ-CORDN CORTEZO, Mara Victoria: Condicin femenina y razn ilustrada: JosefaAmar y Borbn, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2005; y la reedicin de su obra fundamental:

    AMAR Y BORBN, Josefa:Discurso sobre la educacin fsica y moral de las mujeres (ed. de MVictoria Lpez-Cordn), Madrid, Ctedra, Instituto de la Mujer, 1994.

    86 BORDIGA GRINSTEIN, Julia: Dramaturgas espaolas de fines del siglo XVIII y principiosdel siglo XIX: el caso de Mara Rosa de Glvez , Ann Arbor (Michigan), UMI DissertationServices, 1996;LUQUE, Aurora y CABRERA, Jos Luis:El valor de una ilustrada: Mara Rosa deGlvez, Mlaga, Instituto del Libro de Mlaga, 2005; y ESTABLIERPREZ, Helena: Una drama-turgia feminista para el siglo XVIII: las obras de Mara Rosa Glvez de Cabrera en la comedia decostumbres ilustrada, en Dieciocho: Hispanic enlightenment, 29, 2 (2006), pp. 179-204. En elao 2000, laBiblioteca Virtual Miguel de Cervantes digitaliz sus Obras completas.

    87 ACEREDA, Alberto: La Marquesa de Fuerte Hjar: una dramaturga de la Ilustracin: (es-tudio y edicin de "La sabia indiscreta"), Cdiz, Universidad de Cdiz, 2000.

    88 BOLUFERPERUGA, Mnica: Escribir la experiencia?: familia, identidad y reflexin inte-lectual en Ins Joyes (s. XVIII), Arenal: Revista de historia de mujeres, 13, 1 (2006), pp. 83-105; y BOLUFERPERUGA, Mnica:La vida y la escritura en el siglo XVIII: Ins Joyes, Apologade las mujeres, Valencia, Universitat de Valncia, 2008.

    89 ESPIGADO y PASCUA (coords.): op.cit. (nota 81).90Estudios de la historia del pensamiento espaol (siglo XVIII), Madrid, Mondadori, 1991.91 AGUILAR PIAL, Francisco: Bibliografa de autores espaoles del siglo XVIII, Madrid,

    CSIC, 1981-2001, 10 vols. Francisco Aguilar es autor adems de una amplia lista de artculos ymonografas sobre la historia y la literatura del XVIII espaol, as como editor de varias obras dela poca.

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    polticos afrancesados que gobernaron el pas durante el reinado de Jos I. No dejade ser sorprendente que figuras tan complejas, influyentes y fascinantes comoUrquijo97, Caballero y Montarco sigan sin contar con una monografa especializa-da98. Existen tres excepciones a la regla, la de un literato poco trabajado biogrfi-camente como Moratn99, la de un poltico al que s se ha prestado la merecidaatencin (como es el caso del afrancesado por antonomasia, el conde de Caba-rrs100), y la del pintor Goya (personaje influyente sin ser estrictamente un intelec-tual), sobre el que se acaba de editar dos obras101 desde un punto de vista que tras-ciende la historia del arte. Bien es cierto que mejor suerte historiogrfica han tenidolos afrancesados que se reincorporaron posteriormente a las labores de gobiernodespus de 1823 aunque queden fuera de nuestro inters.

    _____________

    monogrfico: CAAS MURILLO, Jess, LAMA, Miguel ngel y ROSO DAZ, Jos (eds.): JuanMelndez Valds y su tiempo (1754-1817), Mrida, Junta de Extremadura, 2005.

    95 Sobre Miano, ver los trabajos de Ana Mara Berazaluce (Sebastin de Miano y Bedoya (1779-1845), Pamplona, EUNSA, 1983) y Claude Morange (Paleobiografa (1779-1819) del Pobrecitoholgazn Sebastin de Miano y Bedoya, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2002).

    96 Vase: ROS SANTOS, Antonio Rafael: Vida y poesa de Flix Jos Reinoso, Sevilla, Dipu-tacin, 1989.

    97 Ms reciente que los artculos de Luis Sierra es el trabajo: LPEZ-CORDN CORTEZO, MVictoria y FRANCO RUBIO, Gloria: Un Volatarien espagnol la fin du XVIII sicle: Mariano

    Luisa de Urquijo, en KLVING, Ulla y MERVAUD, Christiane: Actes du Congress InternationalOxford-Paris, 1994, Oxford, Voltaire Foundation, 1997, pp.1251-1261.

    98 Para una visin panormica de aquellos espaoles: MORENO ALONSO, Manuel:La genera-cin espaola de 1808, Madrid, Alianza, 1989.

    99 El caso de Moratn es an ms flagrante si tenemos en cuenta las valiosas ediciones queRen Andioc hizo de su Epistolario (FERNNDEZ DE MORATN, Leandro: Epistolario. Madrid,Castalia, 1973) y de su Diario (FERNNDEZ DE MORATN, Leandro: Diario (mayo 1780-marzo1808), Madrid, Castalia, 1968), que tanto facilitaran el trabajo.

    Sobre Moratn hijo slo contbamos con un coloquio dedicado a su figura (Coloquio Interna-cional sobre Leandro Fernndez de Moratn: Bolonia, 27-29 de octubre de 1978, Abano Terme,Piovan, 1980) y la monografa bsicamente literaria de John Dowling (Leandro Fernndez de

    Moratn, Nueva York, Twayney Publ., 1971). En 2006, con el patrocinio de la SECC y bajo lacoordinacin de Teresa Nava, el Departamento de Historia Moderna de la Complutense celebrel segundo centenario de la publicacin de El s de las nias con un Seminario Internacional ycon la monografa ya citada: NAVA RODRGUEZ, Teresa (coord.): Cambio Social y ficcin litera-ria en la Espaa de Moratn. Anejo VI de Cuadernos de Historia Moderna , Madrid, UniversidadComplutense, 2007.

    100 Una recopilacin de artculos de Ovidio Garca, acompaada de otros nuevos: GARCAREGUEIRO, Ovidio:Francisco de Cabarrs. Un personaje y su poca, Madrid, CEPC, 2003.

    101 DUFOUR, Grard: Goya durante la Guerra de la Independencia, Madrid, Ctedra, 2008; yANDIOC, Ren: Goya: letras y figuras, Madrid, Casa de Velzquez, 2008.

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    En los ltimos aos slo Juan Lpez Tabar se ha dedicado al estudio monogrfi-co del conjunto de los llamados afrancesados102. La gran aportacin de susfamosostraidores es determinar, con cierta precisin, el nmero de afectados que tuvieronque emigrar por su militancia josefina lo que, ante la imposibilidad de conocer atodos los que apoyaron a Jos I, nos permite al menos aproximarnos al conjunto delos que se significaron hasta el punto de verse obligados a marcharse del pas juntoa su rey. De esta manera las ideas generales de Artola se concretan en un grupodeterminado de personas a seguir desde su exilio por tierras francesas e inglesasfundamentalmente. En este sentido, se ha llamado la atencin ltimamente sobretres aspectos de una importancia indudable: la represin y el proceso de los afrance-sados, sobre lo que se conserva una documentacin relativamente abundante; suexilio, estudiado tanto en su vertiente ideolgica y poltica como econmica103; y,

    por ltimo, su retorno a Espaa a partir de 1820, incorporndose a la maquinaria

    administrativa de la Monarqua104

    .Recientemente, el estudio sobre los afrancesados se ha ido especializando. Cabemencionar las precisiones terminolgicas debidas a Claude Morange 105 , mltiplesaportaciones puntuales sobre alguno de ellos y diferentes estudios regionales conespecial incidencia en el caso cataln por la incorporacin que sufri al Imperio106 ylocales. Junto al estudio individualizado, se ha observado a los afrancesados en suscolectivos sociales. Es el caso de las aportaciones de Grard Dufour sobre el cleroafrancesado. Tanto su fundamental obra sobre Juan Antonio Llorente107, como los

    _____________

    102 LPEZ TABAR, Juan:Los famosos traidores. Los afrancesados durante la Crisis del Anti-guo Rgimen (1808-1833), Madrid, Biblioteca Nueva, 2001.

    103 Jean-Ren Aymes acaba de publicar una monografa general sobre el exilio en Francia quesirve como referencia general (Espaoles en Pars en la poca romntica, 1808-1848, Madrid.Alianza, 2008). Sobre el periplo de algunos exiliados, especialmente Moratn, Melndez Valdsy Godoy: CALVO MATURANA, Antonio Juan: Moratn y Godoy en la gestin liberal de lamemoria histrica espaola (1820-1900), en NAVA (nota 63), pp. 279-307.

    104 En esta lnea de investigacin destacan las aportaciones de Lpez Tabar (LPEZ TABAR,

    Juan: El regreso de los afrancesados y la voluntad de reconciliacin entre los espaoles (1820),Trienio. Ilustracin y Liberalismo, 29 (1997), pp. 65-86) y Luis (LUIS, Jean-Philippe: Ledifficile et discret retour des afrancesados (1816-1834), en Lemigration, le retour, Clermont-Ferrant, Universite Blaise-Pascal, 1999, pp. 331-344).

    105 MORANGE, C.: Afrancesados o josefinos?, Spagna contemporanea, 27 (2005), pp. 27-54.106 Para el caso cataln: MERCADERRIBA, Juan: La anexin de Catalua al imperio francs

    (1812-1814),Hispania. Revista espaola de Historia 26 (1947), pp. 125-141 y RIERA IFORTIA-NA, Enric:Los afrancesados de Catalua, Barcelona, Universidad de Barcelona, 1975.

    107 DUFOUR, Grard: Juan Antonio Llorente (1813-1822). Contribution ltude du Libra-lisme chrtien en France et en Espagne au dbut XIXmesicle. Genve, Droz, 1972.

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    coloquios que ha organizado en Aix-en-Provence108, han abierto una va de estudiocontinuada por otros investigadores. Otro foco afrancesado sobre el que ha dado cuentala historiografa es el centro mismo de la Monarqua, el Palacio Real109. A Elisa Martn-Valdepeas debemos varios artculos sobre la Matritense entre 1808 y 1814110.

    La figura de Jos I como rey de Espaa ha sido foco de atencin historiogrfica alo largo de estos dos siglos; tal es as que recientemente Carmen Lszl ha realizadoun estudio sobre la visin historiogrfica liberal del personaje a lo largo del sigloXIX111. Apelativos como Pepe Botella, Pepe Plazuelas o el rey intruso, queacompaaron a Jos Bonaparte hasta bien entrado el siglo XX, han pasado a mejorvida gracias a un cambio de perspectiva historiogrfica que ha permitido poder adop-tar unos parmetros de anlisis desapasionados y estrictamente cientficos. Para estalabor, el papel de Francisco Luis Daz Torrejn ha sido, desde los parmetros de lahistoria poltica, fundamental desde la edicin del epistolario del rey con Cabarrs

    hasta su reciente monografa sobre el viaje de Jos I a Andaluca112

    . Su trabajo, carac-terizado por una amplia utilizacin de fuentes, ha reconstruido momentos clave en elreinado. Por otra parte, las conmemoraciones de este ao han servido para que Ma-nuel Moreno Alonso haya firmado una necesaria biografa sobre Jos Bonaparte,smbolo perfecto de la desdibujada Espaa bonapartista, a quien este autor llama enun epgrafe el rey que quera reinar113. Tambin Grard Dufour se ha ocupado delrey filsofo en un reciente artculo114. As pues, poco a poco se va conociendomejor la figura del otrora vilipendiado monarca francs.

    _____________

    108 DUFOUR, G. et alii:El Clero afrancesado: actas de la mesa redonda, Aix-en-Provence, 25 deenero de 1985, Aix-en-Provence, Universit de Provence, 1986; y Tres figuras del clero afrancesa-do (D. Flix Amat, D. Vicente Romn Gmez, D. Ramn Jos de Arce): actas de la Mesa Redonda,Aix-en-Provence, 26 de abril de 1986, Aix-en-Provence, Universit de Provence, 1987.

    109 Sobre el afrancesamiento palaciego puede verse: SNCHEZ BELN, Juan Antonio: La Ca-pilla Real de Palacio en la Crisis del Antiguo Rgimen, Cuadernos de Investigacin histrica,27 (2002), pp. 99-130 y MORAL RONCAL, Antonio Manuel: El enemigo en palacio! Afrancesa-dos, liberales y carlistas en la Real Casa y Patrimonio (1814-1843), Alcal de Henares, Univer-sidad de Alcal de Henares, 2005.

    110 Por ejemplo: MARTN-VALDEPEAS YAGE, Elisa: La Real Sociedad Econmica Matri-tense de Amigos del Pas durante la dominacin francesa, Espacio, Tiempo y Forma. Serie V,

    Historia Contempornea, 19 (2007), pp.295-330.111 LSZL PANIAGUA, Carmen Isabel: Jos I en la historiografa espaola del siglo XIX,

    Madrid, Vulcano ediciones, 2000.112Cartas josefinas. Epistolario de Jos Bonaparte al conde de Cabarrs (1808-1812) , Sevi-

    lla, Fundacin Genesian, 2003 yJos Napolen I en el sur de Espaa. Un viaje regio por Anda-luca (enero-mayo 1810), Crdoba, Cajasur, 2008.

    113 MORENO ALONSO, Manuel: Jos Bonaparte: un rey republicano en el trono de Espaa,Madrid, La Esfera de los Libros, 2008.

    114 DUFOUR, Grard: Le roi philosophe, en LA PARRA, Emilio (coord.):Actores de la Gue-rra de la Independencia, Dossier desMlanges de la Casa de Velzquez, 38, 1 (2008), pp. 53-70.

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    Este nuevo inters por Jos I ha trado consigo una serie de reflexiones del mayorinters sobre la naturaleza jurdica de su gobierno y del cambio de dinasta115. Lasconcepciones polticas e ideolgicas bonapartistas se plasmaron en el texto que dio elmarco legal a la dinasta francesa, el llamado Estatuto de Bayona, una carta otorga-da llena de contradicciones, que, como no poda ser de otra manera, tampoco hasuscitado gran inters a la historiografa. Una vez publicadas las actas de sus reunio-nes en 1874, pasaron ms de veinticinco aos hasta que vieron la luz las obras clsi-cas de Conard y Sanz Cid116. Desde entonces, salvo alguna referencia en los manualesespaoles de historia constitucional, el Estatuto haba cado en el olvido. Sin embar-go, en los ltimos tiempos los trabajos de Eduardo Martir117 y, con motivo de lasconmemoraciones de su bicentenario, de Ignacio Fernndez Sarasola118 han desem-

    polvado la primera constitucin espaola; aquella obra legislativa que supeditabalos intereses espaoles a la tutela del Emperador de los Franceses y que tanto critica-

    ron los gaditanos. Aunque haya cado en el olvido de los perdedores y su in-fluencia en el constitucionalismo espaol haya sido escasa, el Estatuto de Bayonainvita a una serie de reflexiones y futuribles sobre hasta qu punto, por su carcterautoritario y reformista era ms adecuada para la elite espaola de 1808, y en qumedida invit a elaborar otra carta magna a los patriotas.

    Por lo que respecta a la labor poltica del gobierno intruso, la atencin de loshistoriadores ha sido muy desigual. Salta a la vista la escasa atencin prestada a losacompaantes franceses del rey; figuras como Soult, Suchet o Melito no cuentancon estudios adecuados al papel que desempearon en la Pennsula119. Entre los

    pocos acompaantes espaoles que trajeron consigo los franceses, Jos de Marche-

    _____________

    115 BUSAALL, Jean-Baptiste: Le Rgne de Joseph Bonaparte: une exprience dcisive dans latransition de la Ilustracin au libralisme modr, Historia constitucional. Revista electrnicade Historia Constitucional, 7 (2006); y Nature juridique de la monarchie espagnole sous JosephBonaparte. Rflexions partir d'une mise au point sur l'abolition de l'Inquisition en 1808,Melanges de la Casa de Velzquez, 35-1 (2005), pp. 235-254.

    116 CONARD, Pierre: La Constitution de Bayonne (1808), Pars, douard Cornly, 1910 ySANZ CID, Carlos:La Constitucin de Bayona. Labor de redaccin y elementos que a ella fueronaportados, segn los documentos que se guardan en los Archives Nacionales de Paris y lospapeles reservados de la Biblioteca del Palacio Real, Madrid, Reus, 1922.

    117 MARTIR, Eduardo: La Constitucin de Bayona entre Espaa y Amrica, Madrid, BOE-CEPC, 2000.

    118 FERNNDEZ SARASOLA, Ignacio:La Constitucin de Bayona (1808), Madrid, Iustel, 2007.119 Entre la bibliografa dedicada a estos personajes podemos destacar: GOTTERI, Nicole: La

    mission de Lagarde, policier de lempereur, pendant la guerre dEspagne (1809-1811), Pars,Publisud, 1991; o GOTTERI, Nicole:Le marchal Soult, Pars, Bernard Giovanangeli, 2000.

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    na ha sido el nico al que se ha dedicado un estudio monogrfico, firmado porFuentes Aragons120.

    Para cerrar este apartado, se pueden resumir en cuatro los frentes abiertos por elgobierno josefino ante la realidad espaola. En primer lugar, ante la idea general del

    psimo funcionamiento de la administracin borbnica y a consecuencia de lasnuevas ideas plasmadas en el Estatuto de Bayona, sabemos que existi en las auto-ridades del nuevo gobierno el deseo de remodelar en profundidad la estructuraadministrativa de la Monarqua. Mercader Riba, en un estudio imprescindible,marc las pautas generales de estas modificaciones121. A partir de esta slida basese han llevado a cabo anlisis puntuales sobre organismos de la administracincentral122 y regional123. An as, mucho es lo que todava queda por saber sobre loscambios administrativos efectivos en una realidad marcada, no lo olvidemos, por laactividad blica.

    Como consecuencia directa del Estatuto de Bayona y condicionada por las nece-sidades blicas, la desamortizacin eclesistica fue una de las medidas que el go-bierno de Jos I llev a cabo con mayor rapidez. Desde un punto de vista historio-grfico vuelve a ser Mercader Riba124, el que ha marcado la pauta de los posterioresestudios a nivel regional.

    La poltica interior desarrollada por el gobierno de Jos I bascul entre la guerray los intentos fracasados de conciliacin con la poblacin, como demuestran los

    _____________

    120 FUENTES ARAGONS, Juan Francisco: Jos Marchena. Biografa poltica e intelectual,Barcelona, Crtica, 1989.

    121 MERCADERRIBA, Juan:Jos Bonaparte, Rey de Espaa (1808-1813). Estructura del Esta-do Espaol Bonapartista. Madrid, CSIC, 1983 y MERCADERRIBA, Juan:Jos Bonaparte, rey deEspaa: 1808-1813. Madrid, CSIC, 1983.

    122 As se observa tanto para las Juntas de Negocios Contenciosos (PUYOL MONTERO, JosMara: Las Juntas de Negocios Contenciosos de Jos I, Cuadernos de Historia del Derecho, 1(1994), pp. 201-242) como para la Secretara de Estado (MARTNEZNAVAS, Isabel: El Ministe-rio Secretaria de Estado de Jos Bonaparte (Notas para el estudio de la administracin josefistaen Espaa), en PREZ MARCOS, Regina Mara (coord.): Teora y prctica de gobierno en elAntiguo Rgimen, Madrid, 2001, pp. 53-120).

    123 RODRGUEZ ZURRO, Ana Isabel: Las Juntas Criminales de Castilla-Len y su postura antelos gobierno militares franceses durante la Guerra de la Independencia, Spagna contemporanea,19 (2001), pp. 9-28; o HERNNDEZ EMBID, Leonor: Medios de control social en la Espaa de laindependencia: el Tribunal de Seguridad Pblica del rgimen patriota y las Juntas Criminalesbonapartistas, en Conflicto y sociedad civil en la Espaa napolenica. Actas de las QuintasJornadas sobre la Batalla de Bailn y la Espaa Contempornea, Jan, Universidad de Jan,2004, pp. 77-117.

    124 Es el caso de dos artculos de este autor: La desamortizacin en la Espaa de Jos Bona-parte, Hispania, 122 (1972), pp. 587-616; y Jos I: aspectos econmicos, Hispania, 129(1975), pp. 121-152.

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    francs130, mientras que otras iniciativas investigadoras han adoptado un punto devista pedaggico131, biblifilo132 o artstico133. En aquel breve reinado, institucionescomo la Real Academia de San Fernando sufrieron profundas modificaciones134;adems se cre la Junta de Instruccin Pblica135 y se hicieron los primeros intentosde mostrar al pblico la coleccin real, en lo que fueron los antecedentes del Museodel Prado136.

    La llamada Guerra de la Independencia

    En 2007, Enrique Martnez Ruiz afirmaba que la Guerra de la Independenciaespaola es uno de los episodios de la historia europea que ha generado mayorcantidad de bibliografa, que toda esta literatura es inabarcable, y que a las

    puertas de 2008, si la produccin historiogrfica ya era ingente, con lo que se

    avecina va a ser desbordante137

    . Los vaticinios del profesor Martnez Ruiz seconfirman a estas alturas; la avalancha de congresos138, nmeros extraordinarios de_____________

    130 BERTOMEU SNCHEZ, Jos Ramn: Los cultivadores de la ciencia espaoles y el gobiernode Jos I (1808-1813). Un estudio prosopogrfico,Asclepio. Revista de Historia de la Medicinay de la Ciencia, 46,1 (1994), pp. 125-155.

    131 MARTNEZNAVARRO, Anastasio: El reformismo pedaggico en la Espaa de Jos Napo-len I. Las ideas del consejero D. Jos de Vargas y Ponce,Bordn, 42-2 (1990), pp. 145-152.

    132 GARCA EJARQUE, Luis: Los planes bibliotecarios de Jos Napolen, Boletn de la Aso-ciacin Andaluza de Bibliotecarios, 27 (1992), pp. 27-29.

    133 ANTIGEDAD DEL CASTILLO OLIVARES, Mara Dolores: La expedicin artstica de JosBonaparte en Jan,Boletn del Instituto de Estudios Jiennenses, 132 (1987), pp. 63-74.

    134 GARCA SNCHEZ, Jorge: La Real Academia de San Fernando en una poca de crisis,1808-1814,Hispania Nova. Revista de historia contempornea, 7 (2007).

    135 MERCADERRIBA, Juan: Un aspecto de la cultura bajo el reinado de Jos Bonaparte: LaJunta de Instruccin Pblica y la idea de las Escuelas Normales y de los Ateneos, en Homenajeal dr. D. Juan Regl Campistol, Valencia, Universidad de Valencia, 1975, vol. 2, pp. 261-264.

    136 GEAL, Pierre:La naissance des muses dart en Espagne (XVIII-XIX sicles). Madrid, Ca-sa de Velzquez, 2005.

    137 MARTNEZ RUIZ, Enrique:La Guerra de la Independencia (1808-1814): claves espaolasen una crisis europea, Madrid, Slex, 2007, pp. 283-285.

    138 Sin ningn nimo de exhaustividad, a todas luces imposible, nos quedamos con las actasde los siguientes congresos: MIRANDA RUBIO, Francisco (coord.):Fuentes documentales para elestudio de la Guerra de la Independencia. Congreso internacional: Pamplona, 1-3 de febrero de2001, Pamplona, Eunate, 2002;II Seminario Internacional sobre la Guerra de la Independencia:Madrid, 24-26 de octubre de 1994, Madrid, Ministerio de Defensa, 1996; ARMILLAS (coord.),op.cit. (nota 125); CASTAEDA (coord.), op.cit. (nota 10); Ocupaci i Resistencia a la Guerra delFrancs, 1808-1814. Actes del Congrs celebrat a Barcelona del 5 al 8 doctubre de 2005 alMuseu dHistoria de Catalunya, Barcelona, 2005 o el nmero 38 (2006) de la revistaEl Basiliscoque recoge las Actas delI Encuentro Internacional sobre la Guerra de la Independencia (Ovie-do, 19-21 abril 2006).

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    revistas 139 y exposiciones 140 ha hecho casi imposible seguir ordenadamente lasdiferentes aportaciones y, a corto plazo, parece necesario, amainado el temporal,llevar a cabo otro recopilatorio donde se puedan compendiar las principales lneasde investigacin planteadas. El considerable nmero de pginas que se han editadoy se siguen imprimiendo justifican de sobra que aqu intentemos slo mencionarciertos temas candentes, empezando por el propio nombre que los historiadores lehemos dado a este conflicto blico.

    Existen trminos historiogrficos tan aceptados por historiadores y legos, quepueden antojarse inamovibles. Estas voces, aun discutidas, no dejan lugar a laaparicin de otras nuevas y siguen siendo utilizadas al cumplir con su funcindescriptiva, si bien la necesidad de la disculpa posterior empieza a dejar de hacerlaseconmicas. Cabe preguntarse pues, si esta es la situacin del nombre Guerra de laIndependencia, ya relativo desde el momento en que los ingleses llaman al mismo

    conflicto Guerra Peninsular, los franceses Guerra de Espaa (cierto es quetambin usan el de Guerre dindpendance) y los catalanes Guerra del Francs,trminos todos ms descriptivos que aqul. El motivo de la polmica actual tienecomo trasfondo el nacimiento de Espaa como realidad histrica, sobre el que

    posteriormente desarrollaremos algunas ideas. Negar, o al menos matizar, el espa-olismo de la Guerra de la Independencia convierte al nacionalismo espaol en todolo contrario a un plebiscito popular o una catarsis sentimental, dejndolo en unaconstruccin intelectual y poltica por parte de la elite liberal del siglo XIX, y hacede la bandera un mero sustituto del aglutinante del Antiguo Rgimen: el crucifijo.Aunque haya aparecido en 2008 alguna obra centrada en la denominacin delconflicto141, bien es verdad que este tema no ha causado gran debate en el bicente-

    _____________

    Mencin aparte merece la labor llevada a cabo por el Ayuntamiento de Bailn que, desde ini-cios de siglo, organiza una serie de congresos internacionales bajo el ttulo general de Jornadassobre la Batalla de Bailn y la Espaa Contempornea que ya van por su sptima edicin.

    139 Entre los que destacan los cinco nmeros especiales que le ha dedicado la Revista de his-toria militar:Extra 1 de 2004, Extra 2 de 2005, Extra 1 de 2006, Extra 2 de 2007 y Extra 1 de2008. Tambin: Monte Buciero, 13, (2008); Hidalgua 328-329 (2008) o Ejrcito de tierra

    espaol805 (2008).140 Entre las exposiciones podemos resear: Miradas sobre la Guerra de la Independencia:

    [28 de febrero a 25 de mayo de 2008], Madrid, Biblioteca Nacional, 2008; AYMES, Jean-Ren etalii: La nacin en armas: Espaa, 1808-1814: Teatro Fernn-Gmez (Centro Cultural de laVilla de Madrid), del 12 de febrero al 11 de mayo de 2008 , Madrid, SECC, 2008 oMadrid 2 deMayo 1808-2008. Un pueblo, una nacin Catlogo de la exposicin. Madrid, Canal de Isabel II,2008; y VEGA, Jesusa (dira.): Vivencia y memoria de la Guerra de la Independencia en laFundacin Lzaro Galdiano, Madrid, SECC, 2008.

    141 Por ejemplo: DURNTEZ PRADOS, Frigdiano lvaro: No fue guerra de la Independencia.Propuesta de modificacin de la denominacin oficial de la guerra hispano-francesa desarrollada

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    nario y, en general, la denominacin Guerra de la Independencia ha sido, por losmenos en el mbito hispano, la ms reiteradamente utilizada.

    Terminologa aparte, para una interpretacin general de la Guerra de la Indepen-dencia siempre ser necesario partir de la monumental obra de Jos Gmez de Arte-che, que est siendo reeditada con motivo del bicentenario. Aunque su metodologa

    positivista est absolutamente demod, nos encontramos ante una inagotable fuente denoticias imposible de soslayar al acercarnos al conflicto y a la poca. Con posteriori-dad, volvemos a deber a Miguel Artola el siguiente hito historiogrfico. As su tomoen laHistoria de Espaa de Menndez Pidalsigue siendo interesante, cuatro dcadasdespus142. Tras l, pero antes del boom de los ltimos aos, mucho fue lo escritoaunque bien poco lo que abri nuevos caminos interpretativos143.

    Ya en este milenio, la cercana de las conmemoraciones y el inters editorial deltema han provocado un goteo continuo de publicaciones y nuevas visiones144 que

    han ampliado nuestra visin sobre el conflicto. Las aportaciones ms interesanteshan sido las llevadas a cabo por Charles Esdaile145 y Ronald Fraser146. Ambas obras_____________

    entre 1808 y 1814, Iberoamericana. Amrica Latina, Espaa, Portugal. Ensayos sobre letras,historia y sociedad. Notas. Reseas iberoamericanas, 29 (2008), pp. 178-182.

    142 ARTOLA GALLEGO, Miguel: La Espaa de Fernando VII, enHistoria de Espaa dirigidapor Menndez Pidal, tomo XXVI, Madrid, Espasa-Calpe, 1968. Adems de las reediciones deeste volumen, fragmentos del tomo han salido a la luz bajo diversos ttulos: La Espaa deFernando VII(Madrid, Espasa-Calpe, 1999) yLa Guerra de la Independencia (Madrid, Espasa-Calpe, 2007).

    143 Por riguroso orden de aparicin, los principales trabajos sobre la Guerra de la Independen-cia hasta los ltimos aos son, desde nuestro punto de vista: los recopilados en Guerra de laIndependencia: Estudios, Zaragoza, Institucin Fernando el Catlico, 1964, 3 vols.; la recopi-lacin de las campaas militares recopiladas bajo la coordinacin de Juan Priego Lpez enGuerra de la Independencia, 1808-1814, Madrid, San Martn, 1972-2006, 8 vols.; el esquemtico,prctico y desapasionado repaso de Aymes enLa Guerra de la Independencia en Espaa (1808-1814), Mxico, Siglo XXI, 1974 y las visiones del mundo anglosajn de Gabriel H. Lovett (LaGuerra de la Independencia y el nacimiento de la Espaa Contempornea, Barcelona, Pennsula,1975) y David Gates (La lcera espaola. Historia de la Guerra de la Independencia, Madrid,Ctedra, 1987).

    144 Como, por ejemplo, las de: CUENCA TORIBIO, Jos Manuel:La Guerra de la Independen-

    cia: un conflicto decisivo (1808-1814), Madrid, Encuentro, 2006; y VACA DE OSMA, Jos Anto-nio: La Guerra de la Independencia, Madrid, Espasa-Calpe, 2002. Estos ttulos se puedencompletar con el ya citado de Martnez Ruiz, con un volumen de estudios coordinado por Moli-ner (MOLINERPRADA, Antonio (coord.):La Guerra de la Independencia en Espaa (1808-1814),Aleya, Nabla, 2007) y con la labor de Emilio de Diego (DE DIEGO GARCA, Emilio: Espaa, elinfierno de Napolen (1808-1814): una historia de la Guerra de la Independencia, Madrid, LaEsfera de los Libros, 2008).

    145 El hispanista ingls es uno de los mayores especialistas de la participacin inglesa en elconflicto de la pennsula. Con vistas al bicentenario, adems de innumerables artculos y partici-paciones en congresos, Esdaile ha publicado dos libros fundamentales: ESDAILE, Charles: La

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    son, hasta cierto punto, complementarias. La obra de Esdaile, documentalmenteimpecable, carga las tintas sobre el punto de vista ingls. Fraser, por su parte, pre-tende hacer hablar a los protagonistas del conflicto con una metodologa y unestilo similares a los ya usados en su obra sobre la Guerra Civil 147. As, desde

    planteamientos distintos, tenemos dos interpretaciones que pueden servir de puntode partida, junto a las aportaciones derivadas del bicentenario, para futuras lneas deinvestigacin.

    Pero estas visiones generales no representan, lgicamente, el mayor volumen delos estudios dedicados a la guerra. Los estudios de tipo local son los ms numero-sos. Basados en fuentes relativamente abundantes, este tipo de trabajos aportan enel peor de los casos cantidad de informacin entresacada de los archivos regionales,siempre de provecho para investigaciones de mayor calado imposibles de recogeren estas lneas.

    Tambin se ha producido un incremento de estudios especficos sobre temascomo la clsica historia militar148, el papel de la marina en la guerra149 o los anlisisde las grandes batallas150 especialmente la de Bailn151 y de los sitios152. Porcontra, todava no son suficientes los estudios biogrficos sobre los diferentes

    _____________

    Guerra de la Independencia. Una nueva historia, Barcelona, Crtica, 2002; y ESDAILE, Charles:Espaa contra Napolen. Guerrillas, bandoleros y el mito del pueblo en armas (1808-1814),

    Barcelona, Edhasa, 2006.146 FRASER, Ronald: La maldita guerra de Espaa. Historia social de la Guerra de la Inde-

    pendencia, 1808-1814, Madrid, Crtica, 2006. Tambin conviene destacar su artculo Identida-des sociales desconocidas. Las guerrillas espaolas en la Guerra de la Independencia. 1808-1814,Historia social, 46 (2003), pp. 3-24.

    147 FRASER, Ronald:Recurdalo t y recurdalo a otros. Historia oral de la Guerra Civil es-paola, Barcelona, Crtica, 1979.

    148 Entre las que destaca: SAUDO BAYN, Juan Jos:Base de datos sobre las Unidades Militaresen la Guerra de la Independencia Espaola, Madrid, Instituto de Historia y Cultura Militar, 2007.

    149 DIEGO, Emilio de: El mar en la Guerra de la Independencia, Cuadernos de historia con-tempornea (2007), pp. 59-70.

    150 Como en los ltimos aos: ALCAIDE YEBRA, Jos A.: Castella: dos batallas, dos finales,1812-1813, Legans, La Espada y la Pluma, 2005; y CAYUELA FERNNDEZ, Jos G.:La Guerrade la Independencia. Bicentenario de la Batalla de Talavera, Cuenca, Universidad de Castilla-LaMancha, 2007.

    151 Sobre la batalla de Bailn el ltimo acercamiento se debe a Moreno Alonso (La Batalla deBailn. El surgimiento de una nacin, Madrid, Silex, 2008).

    152 Recientemente reestudiado, el de Zaragoza: LAFOZ RABAZA, Herminio: Los sitios. Zara-goza en la Guerra de la Independencia (1808-1809), Zaragoza, CAI, 2000; y ALEGRA DE RIOJA,Jess: Los sitios de Zarazoga y la Capitana General de Aragn durante la Guerra de la Inde-pendencia. Transicin hacia el liberalismo, Zaragoza, Comuniter, 2001.

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    protagonistas del conflicto153 si bien es verdad que se ha producido un importanteesfuerzo en la publicacin de memorias, tanto de soldados hispanos154 como extran-

    jeros155. Dentro de este inters por los testimonios ms variados, la reciente histo-riografa ha centrado su atencin en la visin del conflicto en el exterior156. Ya fuera

    por la participacin directa de soldados o por la influencia de aquella guerra enFrancia157, Gran Bretaa158 , Portugal159 , los Estados italianos160 o en la extinta

    _____________

    153 Aunque todava faltan estudios biogrficos de importantes personajes de la contienda entrelos que, sin duda, es perentorio una biografa del duque de Bailn, personaje central de la polticaespaola desde 1808 hasta mediados de siglo, es verdad que ha aumentado lo que sabemos depersonajes de primera fila como Palafox (LAFOZ RABAZA, Herminio: El general Palafox, hroede la Guerra de la Independencia, Cuarte de Huerva, Delsan, 2006), Porlier (BARTHLEMY,Rodolfo G. de: El Marquesito Juan Dez Porlier: general que fue de los ejrcitos naciona-

    les (1788-1815), Santiago de Compostela, Universidad de Santiago, 1995) o El Empecinado(GARCA TOMS, Fernando: El Empecinado: asesino o asesinado?, Madrid, F. G. T., 2005)junto con repertorios biogrficos de indudable inters (LAFOZ RABAZA, Herminio: Diccionariobiogrfico de la Guerra de la Independencia en Aragn, Zaragoza, Comuniter, 2005; y FERNN-DEZ CAAMAO, Jos M.: Diccionario biogrfico de los personajes y hechos de la Guerra de laIndependencia en Galicia, La Corua, Arenas, 2007).

    154 En el caso hispano se pueden destacar los siguientes testimonios de primera mano: P REZDELGADO, Toms: Guerra de la Independencia y deportacin. Memorias de un soldado deCiudad Rodrigo (1808-1814), Ciudad Rodrigo, Centro de Estudios Mirobrigenses, 2004; ROMN,Jos Mara:Diario del ingeniero militar don Jos Mara Romn. Desde que con sus compaerosde estudios sali de Alcal de Henares la noche del 9 de junio de 1808, tom parte de la defensa

    de Zaragoza durante los dos sitios, prisionero en el ltimo, fue conducido al depsito de Nancyhasta su regreso a Espaa en agosto de 1814, Madrid, SECC, 2008; PALOMAR, Juan Domingo:Diario de un patriota complutense en la Guerra de la Independencia, Valladolid, Maxtor, 2006.

    155 Entre los protagonistas extranjeros podemos recoger: PRESA GONZLEZ, Fernando (ed.):Soldados polacos en Espaa durante la Guerra de la Independencia Espaola (1808-1814) ,Madrid, Huerga y Fierro, 2004; o FE, Antoine Laurent Apollinaire: Recuerdos de la guerra deEspaa, llamada de la Independencia, 1809-1813, Madrid, Ministerio de Defensa, 2007.

    156 VV.AA.:La guerra de la Independencia (1808-1814): perspectivas desde Europa,Bailn,Ayuntamiento de Bailn, 2002.

    157 AYMES, Jean-Ren: Francia y la Guerra de la Independencia en 1808 (de Bailn a Cha-martn): la informacin y la accin, Revista de historia militar, 2 (2005), pp. 285-312; AYMES,

    Jean-Ren: Las visiones francesas de la Guerra de la Independencia, El Basilisco. Revista defilosofa, ciencias humanas, teora de la ciencia y de la cultura, 38 (2006) pp. 7-24.

    158 LASPRA RODRGUEZ, Alicia: Intervencionismo y revolucin. Asturias y Gran Bretaa du-rante la Guerra de la Independencia (1808-1813), Oviedo, Principado de Asturias, 1992; CASSI-

    NELLO PREZ, Andrs: Los ingleses en nuestra Guerra de Independencia, Revista