A. Woods - Lenin y Trotsky

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    LENIN Y TROTSKY,QU DEFENDIERON REALMENTE

    Ted Grant y Alan Woods

    Fundacin Federico EngelsMadrid

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    Ttulo original: Lenin and Trotsky. What they really stood for de Ted Grant y Alan Woods

    Primera edicin: junio de 2000

    Copyright Fundacin Federico Engels

    ISBN:Depsito Legal:

    Publicado y distribuido por la Fundacin Federico EngelsApartado de correos 15.01628080 MadridTelfono: 91 428 38 70 Fax: 91 428 38 71E-mail: [email protected] Web: www.engels.org

    Si desea ponerse en contacto con los autores para cualquier comentario o sugerencia, hgalo por medio de la direccin de la Fundacin Federico Engels. Este libro tambin se encuentraeditado en ingls. Puede consultar otras obras de los autores (en ingls) en www.marxist.com.

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    NDICE

    Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6

    Saludo de Esteban Volkov. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

    Prlogo de Rob Sewell. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    Prefacio de los autores a la edicin inglesa de 1969. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

    Qu defendieron realmente Lenin y Trotsky

    1. De la historia del bolchevismo (I) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 392. De la historia del bolchevismo (II) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

    3. La teora de la revolucin permanente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

    4. Trotsky y Brest-Litovsk . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93

    5. El surgimiento del estalinismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

    6. La lucha de Lenin contra la burocracia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

    7. El socialismo en un solo pas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1338. Conclusin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

    Lecciones de Octubre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

    Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221

    Apndice: Las ltimas cartas de Lenin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229

    Bibliografa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 249

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    AGRADECIMIENTO DE LOS AUTORES

    Nos gustara dar las gracias a todos aquellos que han contribuido a la reedicin deesta obra. Adems, queremos expresar nuestra gratitud en particular a las siguientes personas por su inestimable ayuda: Emil Vaughan y Ana Muoz, por su dedicacin aeste libro, en especial por su trabajo tcnico y comentarios; a Tracy Howton, SteveJones, Sue Norris y Vicki Pulydorou, por corregir los textos; y a Espe Espigares, por el diseo de la portada de la edicin inglesa. Asmismo, nuestro reconocimiento a loscolaboradores de la Fundacin Federico Engels, por su trabajo de traduccin ycorreccin que ha hecho posible esta edicin en lengua castellana.

    Por ltimo, queremos agradecer a Esteban Volkov nieto de Len Trotsky sucontinuo apoyo y, en especial, su saludo a esta nueva edicin.

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    SALUDO DE ESTEBAN VOLKOV

    El presente libro, Lenin y Trotsky, qu defendieron realmente, de Ted Grant y AlanWoods, escrito hace 31 aos, es muy esclarecedor y de gran actualidad. Nos ubicaen el centro del escenario de la batalla ideolgica y poltica ms trascendental denuestros tiempos.

    De un lado encontramos a los defensores incondicionales de la clase obrera yde la revolucin socialista: Len Trotsky y un reducido grupo de valerosos y genui-nos revolucionarios marxistas leninistas, teniendo como nica arma el cortante filode la verdad, luchando para parar y erradicar el cncer del estalinismo y de la con-trarrevolucin burocrtica en la Unin Sovitica, enfrentndose a un inmenso ejr-cito de delincuentes intelectuales, as como de asesinos profesionales, que trabaja- ban en estrecha comunin. Los primeros por millares, mercenarios de la pluma,entre los cuales se encuentra Monty Johnstone, ejemplar tpico de esta vasta faunade falsificadores de la historia y calumniadores profesionales, generosamente pagados en todos los confines del planeta por el Kremlin con el dinero sustrado alsufrido pueblo ruso, y que de hecho slo repetan, como discos rayados, las ins-trucciones emanadas de Mosc.

    Estos criminales de toda laya son los directamente responsables de la traicin,usurpacin y destruccin de la revolucin socialista en Rusia y hoy en da puedenadmirar orgullosamente su obra. Y tambin son los que han retrasado histrica-mente el advenimiento de la ms urgente y cara esperanza del gnero humano: laimplantacin del socialismo en la Tierra.

    La deuda de gratitud del rgimen capitalista con esta jaura de enemigos y ente-rradores del socialismo no tiene precio.

    Crear confusin en las filas de los explotados, denostando y desacreditandosus armas ideolgicas, as como encarcelando y asesinando a sus dirigentes, hasido y seguir siendo el arma ms comn de los explotadores para mantener sus privilegios.

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    Muchos de estos falsificadores y calumniadores estalinistas estn ahora en loscoros de los que proclaman la obsolescencia y muerte del marxismo; es como que-

    rer descalificar la pintura de Rubens y Rembrandt tomando como base burdas fal-sificaciones de la misma. Ni Marx, ni Engels, ni Lenin, ni Trotsky, son responsa- bles de que la casta burocrtica tergiversara y falsificara la teora marxista revolu-cionaria, para explotar y oprimir al proletariado, y aniquilar la primera revolucinsocialista triunfante del planeta.

    El minucioso y preciso anlisis de Len Trotsky, basndose en la teora mar-xista, del rgimen burocrtico bonapartista de Stalin, en su obra La RevolucinTraicionada,escrita hace ms de 60 aos, es irrebatible: se ha cumplido con exac-titud matemtica su pronstico de la marcha y retorno al capitalismo de la parasi-

    taria burocracia estalinista. Slo la reconquista del poder por la clase obreramediante una revolucin poltica, que pregon y por la que luch el revoluciona-rio ruso, hubiera evitado este desenlace.

    sta es precisamente la labor y meta de este libro, sacar a plena luz la labor defalsificacin de esta jaura de arquitectos de la mentira y de la calumnia y dejar per-fectamente claro que el marxismo, tal y como lo interpretaron y aplicaron Lenin yTrotsky, tiene plena vigencia y est ms vivo que nunca.

    Esteban VolkovMxico, 5 de mayo de 2000

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    PRLOGO

    Hace ahora ms de treinta aos que este libro se public por primera vez. Aunque ree-ditado en 1972 y 1976, lleva aos agotado. Fue una respuesta a Monty Johnstone, enaquel entonces un importante terico del Partido Comunista de Gran Bretaa (CPGB),que en octubre de 1968 public una revisin de la figura de Len Trotsky enCogito, el peridico de la Liga Juvenil Comunista (YCL), las juventudes del CPGB. Alan Woodsy Ted Grant aprovecharon aquella oportunidad para, en una detallada respuesta, expli-car la verdadera relacin entre las ideas de Lenin y las de Trotsky, falsificada sistem-ticamente por los estalinistas desde que inventaron el trotskismo en 1924. Pero estelibro no fue un ejercicio acadmico, sino un llamamiento poltico a las bases del CPGBy la YCL a descubrir la verdad sobre Trotsky y regresar al programa revolucionario deLenin: Es el deber de todos los compaeros de estas organizaciones, afirman losautores, prepararse tericamente para las grandes tareas a las que nos enfrentaremos.

    El artculo de Cogito

    El artculo deCogito tituladoTrotsky: Sus ideasfue el primero de una triloga.

    El segundo Trotsky y la revolucin mundial apareci en mayo de 1976. El ter-cero que iba a titularse La poltica trotskista hoyno lleg a publicarse. El ataquede Monty Johnstone contra Trotsky era una valiosa oportunidad para abrir un deba-te sobre las cuestiones fundamentales entre la base de la YCL y del CPGB, sobre todo porque hasta ese momento era impensable tener una discusin abierta sobre el trots-kismo. Pocos aos antes, Betty Reid escriba un artculo vitrilico en Marxism Today(la revista del CPGB) titulado El trotskismo en Gran Bretaa hoy, en el que advertaa la militancia contra cualquier vinculacin a grupos trotskistas:

    Debemos dejar claro que todos estos grupos, sin excepcin,estn para des-truir el partido, debilitar y confundir al movimiento obrero britnico.Tenemosque explicarlo, tenemos que avisar contra esta vinculacin. Por ltimo, debemos

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    tener claro que el partido se encuentra unido en su determinacin de luchar por elsocialismo y no tolerar ningn tipo de vinculacin con esta gente, o cuando apa-

    rezcan fracasaremos en la lucha por nuestra poltica ( Marxism Today,septiembre1964. Subrayado en el original).Incluso Monty Johnstone crea que el debate llegaba con gran retraso, a lo que

    Woods y Grant aadan: Para ser exactos, con un retraso superior a cuatro dcadas.Los argumentos de Johnstone contra Trotsky no son nada originales. Como

    veremos, son un refrito de las calumnias del pasado, aunque con una presentacinms refinada. Una parte considerable de esta obra se ocupa inevitablemente de lahistoria del bolchevismo. Por lo tanto, hay que considerar su publicacin como uncomplemento a los libros Bolshevism: The road to revolution, de Alan Woods, en

    el que se tratan en gran profundidad los temas polticos previos a la Revolucin deOctubre, y Rusia: De la revolucin a la contrarrevolucin, de Ted Grant, que ana-liza los aspectos fundamentales de la historia sovitica desde la Revolucin hastanuestros das*. La presente obra es una brillante introduccin al tema y merece lams amplia audiencia en las filas del movimiento obrero y comunista. Al fin y alcabo, el libro va dirigido en primer lugar a todos los activistas obreros y juveniles.Tras los tormentosos acontecimientos de los ltimos treinta aos, especialmente elcolapso del estalinismo en Rusia y Europa del Este, las ideas que contiene sonahora todava ms relevantes que antes.

    Por qu se escribi el artculo?

    El debate sobre Trotsky en la YCL no surgi en ese momento por casualidad. 1968 fueun ao clave. En mayo haba estallado en Francia una huelga general revolucionariaque dur seis semanas la mayor de la historia. Diez millones de trabajadores ocu- paron las fbricas. El Estado fuerte de De Gaulle qued paralizado. Aquel magnficomovimiento poda fcilmente haber terminado con el capitalismo en Francia de no

    haber sido por la poltica y la conducta de los dirigentes del Partido ComunistaFrancs. El a la sazn primer ministro, Pompidou, escribi en sus memorias: Lacrisis era mucho ms seria y profunda: el rgimen estaba al borde del colapso, no se poda salvar con una simple remodelacin del gabinete. No era mi opinin lo que esta- ba en cuestin. Era el general De Gaulle, la V Repblica y, en gran medida, el propiogobierno de la Repblica (Colin Baker, Revolutionary Rehearsals, p. 24).

    El 24 de mayo, De Gaulle recurri de nuevo al plebiscito como voto de confian-za en su persona. Pero fue imposible, ninguna imprenta francesa quiso imprimir las

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    * Editado en castellano en 1997 por la Fundacin Federico Engels, en conmemoracin del 70 aniver-sario de la Revolucin de Octubre.

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    papeletas. Despus lo intent en Blgica, pero los trabajadores belgas se negaron ensolidaridad con sus colegas franceses. A los cinco das, De Gaulle desapareci. Haba

    huido a Baden-Baden, en la antigua Repblica Federal Alemana. Segn Pompidou,quera retirarse de la vida poltica presa de un ataque de desmoralizacin. Losesfuerzos del general Massu consiguieron que De Gaulle regresara a Pars. El des-moralizado De Gaulle le dira al embajador estadounidense: El juego ha terminado.En pocos das los comunistas tomarn el poder. El poder estaba en manos de la claseobrera. Por desgracia, el Partido Comunista Francs, cuya influencia entre la claseobrera era decisiva, fue incapaz de aprovechar la oportunidad para llevar adelante larevolucin socialista, y en su lugar canaliz el movimiento hacia la derrota.

    Despus del largo perodo de relativa armona social que sigui a la Segunda

    Guerra Mundial, el Mayo francs volva a poner la revolucin en el orden del da.Sacudi al movimiento obrero europeo y provoc un debate que afect a la base delos partidos comunistas y en especial a la juventud. Esto explica en parte el renova-do inters por las ideas de Trotsky. Pero los acontecimientos franceses no fueron elnico motivo de malestar en las filas comunistas. En agosto, la burocracia rusa envia- ba sus tanques a Checoslovaquia para aplastar el intento del gobierno Dubcek deintroducir reformas democrticas. Una vez ms, al igual que cuando en 1956 laURSS invadi Hungra, el movimiento comunista se vea sacudido hasta los cimien-tos. En sus bases exista una enorme polarizacin. En todos los partidos aparecierondivisiones, en especial entre las alas estalinista y eurocomunista, y una capa impor-tante de los militantes se cuestionaban lo que ocurra en la URSS y la estrategia desu direccin tanto nacional como internacionalmente. En medio de este fermento salea la superficie la cuestin de Trotsky y su papel en el movimiento obrero.

    En la otra parte del planeta, el imperialismo norteamericano libraba una brutalguerra en el Sudeste Asitico, encontrndose con la heroica resistencia vietnamita. Elao comenz con la llamada ofensiva del Tet, que puso a los norteamericanos a ladefensiva. La lucha revolucionaria del pueblo vietnamita hizo estallar una radicali-

    zacin estudiantil sin precedentes en Inglaterra, Europa y EEUU, donde sectores de jvenes buscaban una salida en las ideas revolucionarias. La crisis en los partidoscomunistas tuvo como consecuencia inevitable que las ideas de Trotsky demoni-zadas durante mucho tiempo por los estalinistas comenzaran a encontrar cierto ecoentre las nuevas capas llegadas a la poltica y tambin entre los jvenes comunistas.

    Para cortar ese proceso y controlar a las bases de la YCL, se le encomend aMonty Johnstone escribir una exposicin moderna de Trotsky y sus ideas. Era unrecurso peligroso, porque hablarle incluso con distorsiones a las bases de laYCL sobre Trotsky y sus ideas generara un inters mayor por l y su obra. Pero ala direccin del CPGB no le cupo otra alternativa. Monty Johnstone acept eldesafo y comenz su serie de tres artculos enCogito. El debate se abri, y Alan

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    Woods y Ted Grant le dieron la bienvenida. Este libro sigue siendo la respuesta msclara a las calumnias y falsificaciones de los estalinistas. Por esta razn, no hemos

    dudado en reeditarlo, como contribucin a la conmemoracin del 60 aniversariodel asesinato de Len Trotsky.

    La reflexin posterior de Monty Johnstone

    ltimamente, Monty Johnstone ha modificado su postura sobre Trotsky. El ao pasa-do afirm: Hoy escribira de forma diferente varios aspectos de lo escrito en 1968,en particular sobre el socialismo en un solo pas.

    En julio de 1992, el compaero Johnstone escribi un nuevo artculo, publicado

    por la Sociedad de Historia Socialista, con el ttulo Nuestra historia: Una nuevavaloracin de Trotsky. Aunque ste no es el lugar para una crtica detallada de esteartculo, es evidente que su opinin cambi. A la luz de los acontecimientos, consi-deraba que es necesario revisar nuestros juicios.

    Seramos los primeros en dar la bienvenida al cambio de postura de MontyJohnstone, pero por desgracia el cambio es ms aparente que real. Por ejemplo,todava recurre a citas fuera de contexto, que slo sirven para caricaturizar la posicinde Trotsky en varias cuestiones fundamentales. Bastaran unos pocos ejemplos.Monty Johnstone todava persiste en mantener el mito de que en el II Congreso delPartido Obrero Socialdemcrata de Rusia (1903) el tema central fue el carcter del partido revolucionario. Esta falsa idea qued contundentemente respondida hace msde treinta aos en esta obra, y recientemente en Bolshevism: The road to revolution.

    Lo mismo ocurre con la teora de la revolucin permanente, Brest-Litovsk, eldebate sobre el socialismo en un solo pas, la poltica industrial sovitica y otrasimportantes cuestiones. Johnstone acusa constantemente a Trotsky de sobrestimar las perspectivas revolucionarias en Occidente (Trotsky Reassessed , p. 11. Londres,1992) o de que su manera de abordar las cuestiones econmicas discrepaba de su

    defensa de la democracia obrera ( Ibd ., p. 14). Igualmente, afirma que las pro- puestas econmicas de la Oposicin de Izquierdas trotskista, concebidas para finan-ciar la industrializacin basndose en el intercambio desigual con el campesinado que el propio Stalin tuvo que aplicar a finales de los aos 20 con el impulso de lacolectivizacin, pero de una forma ms brutal ( Ibd ., p. 15). Como se puede leer en la respuesta de Woods y Grant, equiparar la propuesta de la Oposicin deIzquierdas establecer un impuesto que gravase a loskulaks* con la locura pol-tica de Stalin de liquidar a loskulakscomo clase y obligarles a la colectivizacina punta de pistola es totalmente errneo.

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    * Campesinos ricos (Nota de la Editorial).

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    En 1923, la Oposicin defendi que la economa sovitica necesitaba acelerar elritmo de industrializacin, financindola con el impuesto sobre loskulaks. Por el

    contrario, latroika (Stalin, Kmenev y Zinviev) era partidaria de hacerles conce-siones a expensas de los campesinos pobres y los trabajadores. Esta poltica aumentdramticamente las diferencias de clase en el campo y permiti a loskulaksconcen-trar en sus manos cada vez ms riqueza. Ms tarde, Bujarin recomendara a loskulaks: Enriqueceos!. Las cosechas mejoraban, pero loskulaks se llevaban la parte del len. La industria se quedaba rezagada respecto a la agricultura, y con ellolo cual socava la unin entre la ciudad y el campo y conduce a una rpida diferen-ciacin de clase entre los campesinos (Plataforma de la Oposicin de Izquierdas, en La oposicin de izquierdas en la URSS , p. 51. Ed. Fontamara. Madrid, 1977).

    Otro ejemplo es el libro de TrotskyTerrorismo y comunismo(1920), que justifi-ca la poltica del comunismo de guerra, dada la situacin de guerra civil y aisla-miento. Sin explicar su contexto histrico, Johnstone seala: No es posible ignorar las posiciones autoritarias que defenda Trotsky, en particular a principio de los aos20 (...). Recuerda demasiado a Stalin (Johnstone,Op. cit ., p. 19). Estas lneas sonms que suficientes para revelar los lmites del cambio de actitud de MontyJohnstone. Al igual que antes, intenta parecer objetivo y razonable con afirmacionescomo esta: Trotsky no siempre estuvo equivocado: algunas veces ambas partes esta- ban equivocadas( Ibd., p. 20). Pero citar los escritos de Trotsky del perodo de laguerra civil cuando la repblica de los sviets luchaba por su supervivencia con-tra veintin ejrcitos extranjeros agresores para compararlo con el rgimen deterror bonapartista de Stalin es una autntica monstruosidad. La violencia que utili-zaron Lenin y Trotsky en la guerra civil iba dirigida directamente contra los enemi-gos de la revolucin: terratenientes, capitalistas e imperialistas. Incluso en los peoresmomentos de la guerra civil, los bolcheviques mantuvieron la democracia ms abso-luta. Qu tiene esto que ver con el infame rgimen totalitario de Stalin, que dirigisu terror no contra los terratenientes y capitalistas, sino contra los revolucionarios,

    los trabajadores, los campesinos y los propios bolcheviques?Trotsky en los aos 30

    Segn Monty Johnstone, Trotsky en la mayora de los casos sobrestim las posibi-lidades revolucionarias, especialmente en Occidente, en situaciones como, por ejem- plo, la huelga general de 1926 en Inglaterra y en Francia y Espaa en 1936-37. Tenatendencia a ver este potencial revolucionario a travs del prisma de la Revolucin deOctubre. En mi opinin, se equivoc particularmente en el Frente Popular, contra laInternacional Comunista, y en el carcter de la Segunda Guerra Mundial en 1939-40, junto con la Internacional Comunista ( Ibd., p. 20).

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    Que los aos 20 y 30 estuvieron plagados de oportunidades revolucionarias esun hecho evidente con slo conocer la historia de Espaa, Francia, Alemania o

    incluso Inglaterra. No se trata de sobrestimar los acontecimientos de ese perodo,sino de preguntarnos por qu se desperdici todo aquel potencial revolucionario.Una y otra vez la clase obrera intent cambiar la sociedad; una y otra vez los traba- jadores fueron traicionados por su propia direccin. Esto es indiscutible. Como tam- bin es innegable que la Internacional Comunista bajo Stalin jug un papel nefastoen China (1923-27), Gran Bretaa (1926), Alemania (1930-33), Francia (1934-36)y, sobre todo, Espaa (1931-37).

    En el anlisis de Trotsky sobre estos acontecimientos no hay ni un tomo de exa-geracin o sobrestimacin del potencial revolucionario de la clase obrera. se es el

    argumento de los que siempre culpan a las masas de las derrotas, para desviar la aten-cin de la responsabilidad de los dirigentes. Los escritos de Trotsky de los aos 30son una explicacin grfica y profunda de la relacin entre la clase, el partido y ladireccin. Demuestran cmo las direcciones estalinista, socialdemcrata y, en el casode Espaa, anarquista pudieron, en un pas tras otro, frustrar los esfuerzos del prole-tariado, a pesar de que la situacin objetiva en ese perodo fue bastante ms favora- ble que la que tuvo el Partido Bolchevique en 1917. Stalin refren deliberadamentela revolucin alemana de 1923, justificndolo con que los fascistas no estn dormi-dos, pero nos interesa que ataquen primero: eso reunir a toda la clase obrera alrede-dor de los comunistas (Alemania no es Bulgaria). Adems, segn nuestra informa-cin, los fascistas en Alemania son dbiles. En mi opinin, hay que contener a losalemanes y no animarlos( Arbeiterpolitik , 9/2/29).

    La poltica oportunista de Stalin le llev a apoyarse en los izquierdistas delConsejo General del TUC* y en el Comit Anglo-Ruso, que fue utilizado para respal-dar al CPGB en 1925-26. El Comit Anglo-Ruso fue un acuerdo formal entre los sindi-catos britnicos y soviticos. El ala de derechas del TUC utiliz el Comit como unacobertura de izquierdas para sus propios intereses. La lnea oportunista del Partido

    Comunista de Gran Bretaa se expresaba en su consigna Todo el poder para el TUC,que cre ilusiones en que el TUC (dominado por el ala de derechas) sera capaz de lle-var adelante una lucha revolucionaria. Despus de traicionar la huelga general, Stalin seopuso al llamamiento de Trotsky a romper relaciones con los rompehuelgas del TUC:Debemos afirmar que esta poltica es una estupidez, aventurerismo (Works, vol. 8, p.191. Mosc). Despus seran los burcratas britnicos quienes romperan relaciones conlos sindicatos soviticos. La poltica estalinista estaba acabada. Sin embargo, el CPGBsegua defendiendo su antigua posicin: Hay que intensificar la campaa de ms poder para el TUC (Klugman, History of the CPGB, vol. 2, p. 227. Londres, 1980).

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    * Trades Union Congress, la confederacin sindical britnica (N. de la E.).

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    En China, la revolucin de 1925-27 fue la oportunidad de extender la revolucinsocialista al Este. El PC chino era el nico partido obrero del pas con un apoyo de

    masas. En lugar de adoptar una poltica bolchevique, como en Rusia en 1917, Stalinle impuso al joven partido la teora menchevique de las dos etapas. Esto oblig alPCCh a abandonar la poltica de independencia de clase y unirse al bloque naciona-lista burgus del Kuomintang para formar un bloque revolucionario de cuatro cla-ses. Y ocurri lo que tena que ocurrir: Chiang Kai-chek el autntico poder en lasombra de la burguesa nacionalista organiz un golpe en Cantn. Para continuar lalucha contra la Oposicin de Izquierdas, que se opona a la lnea estalinista en China,Stalin prohibi todas las noticias de la contrarrevolucin. Chiang fue ms all y orga-niz un nuevo golpe en Shanghai, masacrando a decenas de miles de comunistas.

    Posteriormente, Stalin apoy a la izquierda personificada en Wang Ching-wei, que pronto adopt los mtodos de Chiang y se volvi contra sus aliados comu-nistas en Wuhan. Pero a pesar de la destruccin del partido y el naufragio de larevolucin, Stalin segua hablando de derrota parcial y temporal. Los aconteci-mientos demostraron que las crticas de la Oposicin de Izquierdas estaban total-mente justificadas, pero la derrota en China provoc una nueva desmoralizacin enla URSS y contribuy a la victoria del aparato.

    Los frentes populares

    La locura poltica del tercer perodo, adoptada por la Internacional Comunista a partir de 1928, jug un papel pernicioso. Dividi a la clase obrera alemana (a los tra- bajadores socialdemcratas se les etiquetaba de socialfascistas) y llev a la victo-ria de Hitler en 1933, que alcanz al poder sin romper un plato. A mediados de losaos 30, el ultraizquierdismo del tercer perodo fue sustituido por la poltica opor-tunista del frentepopulismo. Los frentes populares no suponan el regreso de laInternacional Comunista al leninismo; al contrario, eran un retorno a las ideas men-

    cheviques. Ante la amenaza del fascismo, los partidos comunistas de todo el mundorecibieron instrucciones de buscar alianzas con los partidos liberales burgueses. Esta poltica de colaboracin de clases la base del menchevismo sirvi para paralizar al proletariado. En 1917, a su regreso a Rusia, Lenin se opuso precisamente a estasideas, planteando la total independencia del partido revolucionario y negndole cual-quier apoyo al Gobierno Provisional.

    El frentepopulismo de los aos 30 actu en palabras de Trotsky de rom- pehuelgas. En Francia, en 1936, la clase obrera haba tomado las fbricas. Sinembargo, el Partido Comunista Francs, para apaciguar al Gobierno del FrentePopular de Len Blum, rompi el movimiento de la clase obrera. El dirigente delPCF Maurice Thorez lo reconoca en sus memorias:

    PRLOGO 15

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    En ese momento un demagogo habra sido capaz de llevar a los trabajadores alos excesos ms trgicos. Pero el Frente Popular garantiz el orden, impuso a las

    masas el avance organizado y sostenido hacia la paz social y el regreso a la prospe-ridad. Francamente y sopesando todas mis palabras declar en nombre del ComitCentral: Aunque es importante llevar nuestras demandas hasta el final, es igual-mente importante saber cundo parar. Ahora no se trata de tomar el poder. Nuestratarea ahora es satisfacer nuestras demandas econmicas. Debemos por tanto saber cmo parar tan pronto como las hayamos satisfecho. (...). Una y otra vez nos hemosopuesto a la fraseologa izquierdista utilizada por individuos exaltados que expresansu impaciencia, y que slo consigue estrechar el frente de lucha de la clase obrera.Hemos repetido cientos de veces que el frente popular no es la revolucin (Thorez,

    Son of the People, pp. 131-32. Londres, 1938).En Espaa en 1936, la insurreccin de las masas podra haber llevado la revolu-cin a todo el pas, de no haber sido por la actuacin de los dirigentes estalinistas,reformistas y anarquistas. Lo ltimo que Stalin quera era una revolucin en Europa.De haber ocurrido, el espritu revolucionario habra despertado otra vez entre la claseobrera rusa y llevado al derrocamiento del rgimen burocrtico. Habiendo abando-nado la poltica internacionalista revolucionaria de Lenin, Stalin buscaba llegar a unacuerdo con las democracias occidentales para aislar a Alemania, y para impresio-nar a sus nuevos amigos no dud en sacrificar la revolucin espaola.

    Si los dirigentes obreros hubieran defendido una poltica en consonancia con lade Lenin y Trotsky en 1917-21, podan haber derrotado a Franco. Pero la condicin previa para la victoria era arrebatarle la direccin de la guerra a los polticos capi-talistas traidores y ponerla en manos de la clase obrera, la nica interesada seria-mente en luchar hasta el final contra la contrarrevolucin fascista. Para derrotar aFranco, los recursos de Espaa la tierra, la banca y las industrias tenan queestar en poder de los trabajadores y campesinos. Era necesario armar a las masas para defender sus conquistas sociales.

    No se consigui debido a la actuacin de la direccin en particular de la esta-linista. Siguiendo ciegamente la teora de colaboracin de clases frentepopulistadictada por Mosc, los dirigentes del PCE se convirtieron en los ms fervientesdefensores de la ley y el orden capitalistas. Con la consigna de primero ganar laguerra, despus hacer la revolucin, sabotearon sistemticamente cualquier movi-miento independiente de los trabajadores y campesinos y siguieron una poltica decolaboracin de clases, como tambin hicieron los dirigentes de la CNT y del POUM todos se unieron al Frente Popular. Justificaron su poltica con la lucha contrael fascismo y por la democracia. La pregunta era cmo se poda conseguir la vic-toria. Trotsky respondi: Tenis razn al combatir contra Franco. Debemos exter-minar a los fascistas, no para tener la misma Espaa que antes de la guerra civil, por-

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    que Franco ha surgido de esa Espaa. Debemos extirpar las bases de Franco, las bases sociales de Franco, es decir, el sistema social del capitalismo ( Espaa 1936-

    39, p. 46. Ed. Akal. Madrid, 1978).Los trabajadores de Catalua intentaron parar la contrarrevolucin y tomar denuevo el poder en Barcelona en 1937. La derrota del heroico proletariado barcelons en la que los estalinistas jugaron un papel protagonista desat una orga de reac-cin que desmoraliz a los trabajadores y prepar el camino para la victoria deFranco. De la noche a la maana, los comits obreros fueron disueltos y el POUMfue prohibido y sus dirigentes, encarcelados y asesinados. Con la ayuda entusiasta delos estalinistas, el gobierno del ala de derechas de Negrn reconstruy el viejo apara-to estatal capitalista, lo que sell el destino de la Repblica. Sus dirigentes buscaban

    ahora llegar a un compromiso con Franco, ofrecindole una coalicin. La derrota dela revolucin espaola a su vez prepar el camino para la Segunda Guerra Mundial.A principios de 1931, Trotsky advirti que la victoria de Hitler preparara el

    camino para una nueva guerra mundial. Las terribles derrotas de Alemania, Austriay Espaa condujeron inexorablemente a la Segunda Guerra Mundial, que fue lacontinuacin de la guerra imperialista de 1914-18. Trotsky se opuso a ella y man-tuvo una posicin de clase firme, como Lenin en 1914. A pesar de las calumniasestalinistas de que Trotsky era un agente de la Gestapo, fue Stalin quien, despusde su fracaso con las democracias capitalistas, lleg a un pacto con Hitler enagosto de 1939, lo que favoreci a ste y prepar el camino para la invasin de laURSS en el verano de 1941. El resultado fue un nuevo salto mortal de los estali-nistas: de oponerse a la guerra, ahora la caracterizaban como una guerra justa con-tra el fascismo, lo que justificaba la alianza con las potencias occidentales. En1943, Stalin le quiso hacer un favor a sus aliados imperialistas, y sin congreso, nidebate ni votacin disolvi la Internacional Comunista. Era evidente que Stalinhaba utilizado cnicamente como instrumentos de la poltica exterior sovitica alos partidos comunistas, que en Inglaterra y otros pases se oponan a las huelgas y

    se convirtieron en los peores chovinistas su propaganda equivala a la idea: Elnico alemn bueno es el alemn muerto. Por su parte, Trotsky reclamaba ladefensa incondicional de la URSS en la guerra, pero continuaba manteniendo lamisma posicin internacionalista que Lenin en 1914-17.

    Inevitablemente la revisin de Monty Johnstone finaliza con conclusiones pesimistas, incluso llega a poner un signo de interrogacin sobre la mismsimaRevolucin Rusa: Con retrospectiva histrica, afirmar que Lenin y los bolchevi-ques tenan razn en 1917 al aspirar a establecer una dictadura del proletariado enun pas predominantemente campesino como Rusia a lo que se oponan hastaque Trotsky lo plante es un debate en s mismo correcto, pero el tiempo ya nome permitir investigarlo (Johnstone,Op. cit ., p. 10).

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    Adnde hemos llegado! Despus de criticar a Trotsky por discrepar de lateora antimarxista del socialismo en un solo pas, Monty Johnstone cuestiona

    ahora la toma del poder en 1917 precisamente utilizando el argumento central delos mencheviques, que subordinaban la revolucin a la burguesa. Ms de ochen-ta aos despus de la Revolucin de Octubre, Monty Johnstone no est seguro desi todo fue un gran error! Tal vez habra sido mejor dejarle hacer a la burguesaliberal. Y el socialismo? Un sueo utpico, o quedara para cuando viniesenmejores tiempos.

    Esto no es nuevo. Johnstone simplemente repite los argumentos utilizados por los profesores burgueses durante dcadas contra la revolucin bolchevique: si Lenin yTrotsky hubieran dejado a la burguesa llevar las riendas, Rusia se habra ahorrado

    todos los problemas y se hubiera convertido en una floreciente democracia. Pero esteargumento choca con la realidad. La nica alternativa al poder sovitico no era unrgimen estable de democracia burguesa, sino la victoria de la reaccin burguesa ensu forma ms feroz. El asunto Kornlov fue slo un pequeo aviso. Si los bolchevi-ques, bajo la direccin de Lenin y Trotsky, no hubieran tomado el poder, la burguesahabra apartado a Kerensky e impuesto una dictadura militar. Lo que esto habra sig-nificado se pudo ver en los horrores de la guerra civil, cuando los ejrcitos blancos perpetraron todo tipo de atrocidades contra los obreros y campesinos. El fascismohubiera llegado al poder en Rusia antes que en Italia o Alemania, e incomparable-mente ms brutal que los regmenes de Hitler y Mussolini.

    Es increble que personas que se autodenominan comunistas o socialistas cues-tionen la validez de la Revolucin Rusa. Para nosotros, la Revolucin de Octubre fueel acontecimiento ms grande de la Historia. Por primera vez, aparte del breve epi-sodio de la Comuna de Pars, la clase obrera conquist el poder estatal y tom el futu-ro en sus manos. A pesar de la aberracin del estalinismo, la URSS, durante todo un perodo histrico, demostr en la prctica la superioridad de la economa nacionali-zada y planificada, dej entrever el futuro de posibilidades que el socialismo depa-

    rar a la humanidad y fue la inspiracin para los oprimidos de todo el mundo.En su monumental obra sobre la Revolucin Rusa, Trotsky explica: Inclusosuponiendo por un momento que, debido a las circunstancias desfavorables y gol- pes hostiles, derrocaran temporalmente al rgimen sovitico, el empuje inque- brantable de la Revolucin de Octubre permanecera para el futuro desarrollo dela humanidad. Rosa Luxemburgo tampoco tena dudas de Octubre: Lenin yTrotsky, con sus compaeros, fueron los primeros en dar ejemplo al proletariadomundial. Y todava siguen siendo los nicos que pueden exclamar con Hutten: Yome atrev a esto!. Nosotros defendemos las tradiciones de la Revolucin deOctubre, que siguen siendo una inspiracin para todos aquellos que luchan por lavictoria de la clase obrera sobre el capital.

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    El colapso del estalinismo

    La puesta en prctica de una teora equivocada conduce tarde o temprano al desas-tre. Cuando Monty Johnstone escribi su respuesta a Lenin y Trotsky, qu defendie-ron realmente, para la mayora de las personas la URSS era una entidad indestructi- ble. Es verdad que existan algunos problemas, pero se consideraban secundarios.Tres dcadas despus, qu vacas e imprudentes parecen esas ideas estalinistas y qu profundas y acertadas las advertencias de Trotsky en La revolucin traicionada!

    En los aos 60, a pesar de la crisis por la invasin de Checoslovaquia, la URSS pareca estar en la cima de su poder. Despus de la Segunda Guerra Mundial, laeconoma sovitica haba dado pasos de gigante, convirtiendo a la URSS en una

    superpotencia. Los comentaristas, tanto del Este como del Oeste, crean que elestalinismo sera eterno. El propio Jruschev, ocho aos antes del XXII Congresodel PCUS, tena la perspectiva de que la URSS sobrepasara a EEUU en 1980. Nadie excepto los marxistas esperaba ni prevea la crisis del estalinismo.Monty Johnstone cantaba las virtudes del socialismo en la Unin Sovitica. Paral, era una sociedad socialista culta, armoniosa, prspera ycompletamente desa-rrollada (Cogito, p. 30. Enfasis en el original).

    Sin embargo, los autores de la presente obra sealaban: Los Jruschev, Breznev,Kosiguin, todos pertenecen a la generacin de gngsters y lacayos que llegaron al poder en los aos 30 sobre el cadver sangriento del bolchevismo (...) hoy las con-tradicciones internas del rgimen bonapartista sovitico cada vez son ms evidentes.Y preguntaban: Ayer el estalinismo se vio sacudido en Hungra, en Checoslovaquia,en Francia y por la disputa chino-sovitica. Qu ocurrir maana?. Y predecan:Nuevas y terribles batallas de clase a escala internacional (...) una revolucin pol-tica en el Este. Las contradicciones en la URSS corroan sus entraas y preparabanel terreno para una crisis revolucionaria.

    La oleada revolucionaria de los aos 70 en Occidente confirm la primera parte

    de aquella perspectiva. La crisis prerrevolucionaria en Chile y Argentina, los cho-ques de clase en Gran Bretaa, la Revolucin de los Claveles portuguesa, el derro-camiento de la Junta de los Coroneles griega, el colapso del rgimen de Franco, lamarea revolucionaria en el subcontinente indio y el Sudeste Asitico y el derroca-miento del capitalismo y los terratenientes en Angola, Mozambique, Guinea-Bissau y Etiopa marcaron el nuevo perodo. Esta oleada revolucionaria coincidicon la primera recesin mundial de la posguerra (1974), que abri una nueva y tor-mentosa poca para el capitalismo.

    Por desgracia, la poltica criminal de los dirigentes estalinistas y reformistas con-sigui descarrilar la mayora de estos movimientos especialmente en EuropaOccidental, preparando el camino para el giro a la derecha de los aos 80, que se

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    concret en las victorias de Thatcher, Reagan y Kohl, que consiguieron mantenerseen el poder gracias alboomeconmico de esa dcada. Ese mismoboomreforz a los

    dirigentes reformistas occidentales y gener ilusiones en el capitalismo entre secto-res de la burocracia estalinista. Aunque hubo importantes luchas de clases, por ejem- plo la huelga minera en Gran Bretaa, la situacin general se caracteriz por el for-talecimiento de los partidos burgueses y el vaciamiento de las organizaciones tradi-cionales de la clase obrera. El aumento de la presin del capitalismo sobre los secto-res ms elevados de los dirigentes reformistas sent las bases para el giro a la dere-cha de las direcciones de los partidos obreros, que abrazaron de forma entusiasta elmercado. Tony Blair es un ejemplo extremo de este fenmeno.

    Al mismo tiempo, la economa sovitica experimentaba cada vez ms dificultades

    y las tasas de crecimiento econmico caan dramticamente. A finales de los aos 70,la economa se par en seco. Como explic Marx, la clave para el desarrollo de unasociedad est en el desarrollo de las fuerzas productivas. Las tasas de crecimiento enel bloque del Este ya eran inferiores a las de Occidente. Las economas planificadasse agarrotaron. Esteimpasse provoc la crisis de los regmenes estalinistas.

    La burocracia que en el pasado haba jugado un papel relativamente progre-sista al defender la economa planificada, a pesar de la mala gestin fue comple-tamente incapaz de dirigir o planificar una economa compleja y sofisticada comola de la URSS. Su corrupcin y su despilfarro atascaban permanentemente las arte-rias de la economa sovitica. De ser un freno relativo, la burocracia se convirti enun freno absoluto. Mientras que una economa capitalista de mercado se rige por lasleyes de la oferta y la demanda, una economa nacionalizada y planificada slo puede funcionar con la participacin democrtica de las masas, con el control y ladireccin obreros a todos los niveles de la industria y el Estado, bajo un rgimen dedemocracia obrera con autnticos sviets. Sin estos requisitos, inevitablemente lle-gara el momento en que la economa planificada alcanzara sus lmites. Es decir, lacrisis de Rusia y Europa del Este surge de la ausencia de democracia obrera y del

    dominio de la economa por una lite burocrtica.Pero, a pesar de la crisis, la burocracia se negaba a renunciar a su poder y privi-legios, y no dud en sabotear y socavar la economa planificada. Gorbachov intentreformar el sistema burocrtico, en un intento desesperado de encontrar una salidaal impassey que a la vez la casta dominante preservara su poder y sus privilegios.Era el intento de cuadrar el crculo. Los estalinistas y los reformistas de izquierdasvean en Gorbachov a un hroe. Morning Star, Tribuney otros peridicos similareslo elevaron a los altares. Pero, como explicamos en su momento, la perestroikalle-vara a nuevas y mayores contradicciones. A finales de los 80, el estalinismo seencontraba en unimpassetotal. La mayora de los burcratas, influidos por elboomen Occidente, se inclin por la restauracin capitalista.

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    En noviembre de 1989, cuando cay el Muro de Berln, en Alemania Orientalestallaron movimientos de masas en direccin a la revolucin poltica. Estaban

    instintivamente a favor de la democracia obrera. En las manifestaciones se can-taba La Internacional . Por desgracia, la confusa direccin liberal, incapaz deresistir la ofensiva propagandstica de la burguesa occidental a favor de la reu-nificacin alemana, abort ese movimiento. El vaco fue rpidamente ocupado por los partidarios del capitalismo. El colapso del rgimen estalinista de laRepblica Democrtica Alemana se extendi rpidamente al resto de Europa delEste. Despus de la reunificacin alemana (1990), la conservadora CDU de Kohl barri en loslander de la ex RDA. Y en agosto de 1991, Boris Yeltsin lleg al poder en Rusia al frente de un gobierno pro burgus. El estalinismo se haba

    derrumbado como un castillo de naipes.Es irnico que hace treinta aos Monty Johnstone se mofara especialmente de laamenaza de restauracin capitalista que Len Trotsky plante como posibilidad en La revolucin traicionada. Fuera de la realidad sovitica, [Trotsky] escribi que la burocracia sovitica se ha encaminado hacia una restauracin burguesa e inevita- blemente en el futuro buscar apoyarse en las relaciones de propiedad buscando conello su conversin en una nueva clase poseedora (Cogito, p. 33).

    Los acontecimientos ponen a prueba todas las teoras. Hace ms de tres dcadasque Monty Johnstone escribi su crtica a Trotsky y ms de seis desde la publicacinde La revolucin traicionada. Los acontecimientos han confirmado la brillante pers- pectiva de Trotsky. Las burocracias estalinistas de Rusia y Europa del Este se pasa-ron en su totalidad a la contrarrevolucin capitalista. Aquellos que una vez poseye-ron carns del PCUS, hablaban en nombre de Lenin y eran miembros prominentesdel gobierno sovitico, de la noche a la maana se convirtieron en agentes de la bur-guesa. Traicionaron por segunda vez la revolucin. Ya Trotsky lo haba previsto:

    Si por adoptar una segunda hiptesis un partido burgus derrocara a lacasta dominante, encontrara un pequeo nmero de sirvientes preparados entre

    los actuales burcratas, administradores, tcnicos, directores, secretarios del par-tido y crculos superiores privilegiados en general ( La revolucin traicionada, p.253. Fundacin Federico Engels. Madrid, 1991).

    Y esto es precisamente lo que ocurri. Los Putin, Yeltsin, Chernomirdin y dems burcratas estalinistas se han convertido en los representantes de las mafias capita-listas que hoy dominan Rusia. Por supuesto, incluso la perspectiva ms brillante no puede cubrir cada eventualidad. La vida es demasiado rica y variada. Trotsky haba previsto que la restauracin capitalista ira acompaada de una guerra civil. La claseobrera y un sector de la burocracia (movida por sus propios intereses) lucharan paradefender las conquistas de la economa nacionalizada. Eso no ocurri. Por consi-guiente, el proceso de restauracin capitalista ha ido demasiado lejos. Las conquis-

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    tas de Octubre se han reducido a escombros, con consecuencias catastrficas para lasmasas, algo que tambin pronostic Trotsky. La traicin de la burocracia alcanza su

    punto ms lgido con el saqueo del Estado y la privatizacin de la riqueza generada por los trabajadores de Rusia y las dems repblicas de la Unin Sovitica. Aqu estla justificacin ltima del anlisis y programa de Trotsky, la condena final y el desen-mascaramiento de la burocracia estalinista, sepulturera de Octubre.

    El reconocimiento tardo de Monty Johnstone

    Despus de considerar que la posibilidad de una restauracin capitalista en Rusia erauna fantasa, en 1992 Johnstone tuvo que admitir: No hace mucho tiempo rechaza-

    ba categricamente las opiniones de Trotsky, como hicimos la mayora durantemuchos aos. Negamos su perspectiva de una restauracin burguesa en la UninSovitica. Ahora estamos viendo, particularmente en Polonia y Hungra, cmo los burcratas, tanto directores de empresas como funcionarios del partido, estn con-virtindose en los nuevos empresarios capitalistas (Johnstone,Op. cit ., p. 10).

    Pero este reconocimiento llega un poco tarde. Durante dcadas, los dirigentes delos partidos comunistas occidentales defendieron cada crimen de la burocracia, cadagiro poltico de Mosc. Todo en nombre de la defensa de la URSS. Pero ahora vemosa la misma burocracia que ellos defendan convertida en agente de la contrarrevolu-cin! Monty Johnstone admite ahora lo que ya nadie puede negar: que los llamadosdirigentes comunistas de la URSS y Europa del Este se han puesto a la cabeza dela restauracin capitalista.

    Johnstone hace este asombroso reconocimiento sin inmutarse. Pero qu se estdiciendo? Que los hombres y mujeres que estaban al frente de todos los pasessocialistas, a los que Monty Johnstone y otros dirigentes comunistas occiden-tales apoyaban, a los que calificaban de grandes lderes de la clase obrera mun-dial, esos individuos son los mismos que han dirigido la contrarrevolucin bur-

    guesa que destruy todo lo que quedaba de Octubre? Que de la noche a la maa-na los dirigentes comunistas se han convertido en capitalistas? Comparado conesto, la traicin de los dirigentes socialdemcratas en agosto de 1914 fue un juegode nios. Cmo se puede explicar? La nica explicacin seria la dio Len Trotsky, pero no en 1992 despus de los acontecimientos, sino a principios de 1936, en La revolucin traicionada, un anlisis que Monty Johnstone rechazaba y del que parece haber aprendido muy poco:

    No puede caber duda, escribe Johnstone, de que existe mucha oposicin popu-lar a la restauracin burguesa en la Unin Sovitica; deseamos que consiga ganar.Pero mientras, los presagios de Trotsky, en mi opinin, desgraciadamente puede queno sean tan inconcebibles ( Ibd ., p. 18).

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    Quiz todo lo que est ocurriendo en Rusia y Europa del Este hoy ya no seainconcebible para Monty Johnstone. Pero s lo es para muchos comunistas que lle-

    garon a creer durante dcadas que la URSS y Europa del Este eran el paraso socia-lista y ahora presencian el espectculo no slo de la restauracin capitalista, sino deque la contrarrevolucin est encabezada por los antiguos dirigentes de los partidoscomunistas. Cmo explicar desde un punto de vista marxista esta aberracin? Envano buscaremos la respuesta en los escritos y discursos de los lderes comunistasoccidentales. Pero existe una explicacin desde hace ms de medio siglo. Se encuen-tra en los escritos de Len Trotsky. Estos trabajos fueron relevantes en el pasado, pero son de vital importancia para el presente y el futuro.

    El futuro de RusiaLos apologistas modernos del estalinismo culpan del colapso de la URSS no a las con-tradicciones internas del sistema, sino a la poltica individual de Gorbachov oBreznev, o incluso de Jruschev. Estn desesperados por encontrar un chivo expiatorio.Es el mismo mtodo utilizado por Jruschev en el XX Congreso: culpar de todos loscrmenes del estalinismo a un individuo Stalin y su monstruoso culto a la perso-nalidad. Esta forma de abordar la cuestin no tiene nada en comn con el mtodo mar-xista, que considera las acciones de los individuos como un reflejo de los interesesmateriales de una clase o casta social. Stalin, Jruschev, Breznev y Gorbachov fuerontodos representantes de la burocracia dominante en la Unin Sovitica. Resulta irni-co que los que culpan del colapso a los grandes dirigentes del pasado fueran sus msfieles y leales defensores cuando estaban en el poder. No podan equivocarse, y losreverenciaban como depositarios de las esencias del marxismo-leninismo.

    La cada del estalinismo no fue la cada del comunismo ni del socialismo, comolos burgueses, reformistas y ex estalinistas quieren hacernos creer. Todo lo contra-rio. Fue la muerte de una caricatura totalitaria del socialismo, en la que los trabaja-

    dores de los pases del Este tenan menos derechos que los occidentales. El estali-nismo colaps ignominiosamente por las contradicciones internas inherentes al rgi-men burocrtico. Careca de apoyo social. Los burcratas abandonaron el barcocomo ratas. Sin embargo, el intento de restauracin del capitalismo no ha obtenido buenos resultados. La llamada reforma de mercado ha supuesto una brutal cada dela produccin, jams vista en tiempos de paz. A eso se refera Trotsky cuando pro-nostic en La revolucin traicionadaque una contrarrevolucin capitalista en laURSS conllevara el colapso de las fuerzas productivas y de la cultura. Es lo queestamos presenciando en Rusia.

    Cierto que la contrarrevolucin capitalista ha adoptado una forma diferente a la prevista por Trotsky, por dos razones principales: 1) la completa corrupcin de la

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    burocracia estalinista, que consigui generar ilusiones en el capitalismo, y 2) el retro-ceso del nivel de conciencia del proletariado ruso despus de dcadas de dominio

    totalitario. Pero estamos muy lejos del fin de la historia en Rusia. El capitalismo rusoha demostrado ser totalmente incapaz de desarrollar los medios de produccin yhacer avanzar la sociedad. El actual rgimen burgus es muy inestable, y si la claseobrera se pusiese en movimiento podra barrerlo sin demasiado esfuerzo. Pero aqullegamos a la cuestin decisiva: el partido y su direccin.

    La clase obrera, que est experimentado las maravillas del capitalismo eldesempleo, la pobreza, el chovinismo, la guerra, la enfermedad, el hambre no hadicho todava la ltima palabra. El proceso de restauracin capitalista es una calami-dad absoluta para las masas rusas. En nuestra opinin, la actual transicin fra al

    capitalismo todava no se ha completado como vimos con el colapso de las refor-mas despus de la devaluacin del rublo en agosto de 1998 y la alarma de los impe-rialistas. No faltan estrategas burgueses que temen una nueva revolucin. El dere-chistaThe Economist espera que el extraordinario estoicismo ruso persista sin ori-ginar una explosin social. Pero el deterioro de la situacin no puede durar indefi-nidamente. El FMI y la burguesa parecen haber perdido toda esperanza:

    Lamentablemente han acumulado un montn de desgracias. La mayora de laclase media ha sido pulverizada. La economa monetaria apenas representa la mitadde la holandesa. La tasa de mortalidad puede llegar a ser la mayor del mundo. Laesperanza de vida masculina ha cado a niveles africanos: 58 aos. La poblacin sereduce a un ritmo de 800.000 personas al ao (The Economist , 6/2/99).

    Evidentemente las cosas no les salieron como ellos queran. Los gobiernos bur-gueses rusos son un desastre. En realidad, los resultados fueron sombros, continaThe Economist , los polticos pro occidentales rusos resultaron ser los ms ineptos polticamente, los ms corruptos. Su fracaso queda demostrado en el colapso delascendiente moral que Occidente haba llegado a conseguir entre los rusos cuandocay el comunismo. Y concluye: En menos de dos dcadas, los rusos se han con-

    vertido en desconfiados y cnicos.Como siempre, la clave es el factor subjetivo el Partido y su direccin. Lareaccin general de las masas rusas contra el capitalismo debera suponer un rpidogiro hacia el comunismo. Rusia estara ahora en vsperas de un nuevo Octubre si elPartido Comunista de la Federacin Rusa (PCFR) fuera autnticamente comunista.Pero ste es precisamente el problema. En el frente poltico, la desilusin con elmercado en especial tras el colapso econmico de agosto de 1998 se expresinicialmente en un creciente apoyo a los partidos comunistas, especialmente alPCFR. Sin embargo, los dirigentes del PCFR no tienen nada en comn con el mar-xismo y el leninismo. Una y otra vez han claudicado ante la contrarrevolucin bur-guesa, prefiriendo agarrarse a sus privilegios y cmodos escaos en la Duma, en

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    lugar de basarse en las masas. Por eso han perdido apoyo. En el momento de escri- bir este prlogo, Ziugnov y los dirigentes del PCFR han llegado a un acuerdo con

    el Partido de la Unidad, de Putin, para repartirse las comisiones de la Duma. Estaconducta es mil veces peor que la de los dirigentes mencheviques en febrero de 1917.A pesar de todo, la actual situacin no puede durar indefinidamente. Los aconte-

    cimientos estn preparando una nueva revolucin. Si contina profundizndose lacrisis y es inevitable, en cierta etapa todo el panorama se ver transformado por un movimiento de masas de la clase obrera rusa. En ausencia de una alternativa,Ziugnov y los dirigentes del PCFR, a pesar de sus intenciones, podran llegar al poder. Pero despus de la experiencia del estalinismo la clase obrera no aceptar unregreso a un rgimen totalitario. Estallarn crisis y escisiones en los partidos comu-

    nistas. Y tambin se desarrollarn las fuerzas que estn luchando para restablecer lasgenuinas tradiciones del bolchevismo, las tradiciones de Lenin y Trotsky. Una nuevarevolucin rusa transformara el planeta incluso ms que la Revolucin de Octubre.

    El proceso de restauracin capitalista tambin ha llegado lejos en China. Peroaqu, a diferencia de Rusia, la burocracia controla el movimiento desde arriba, paragarantizar que ser ella la nueva clase dominante. Estn luchando para evitar una cri-sis similar a la rusa, pero su objetivo es el mismo. La incorporacin al mercado mun-dial y el giro hacia la economa de mercado han tenido como consecuencia unamasiva migracin del campo a las ciudades, en busca de trabajo. Millones estn para-dos, mientras que decenas de millones trabajan en condiciones terribles que recuer-dan las de la clase obrera rusa bajo el zarismo. Tales condiciones, unidas al hundi-miento de los mercados del Sudeste Asitico, preparan una explosin social. El sis-tema capitalista ha entrado en un perodo tormentoso similar al de los aos 20 y 30,que proporcionar muchas oportunidades a la clase obrera para conquistar el poder.Un factor esencial es el desarrollo de autnticos cuadros marxistas integrados en lasorganizaciones de masas tradicionales de la clase obrera. Las ideas de Lenin yTrotsky jugarn un papel vital en este proceso.

    La apostasa final

    Despus del colapso de la URSS, los dirigentes de los partidos comunistas handemostrado ser totalmente incapaces de dar una explicacin marxista a lo ocurrido.Desde 1989, muchos han roto formalmente con el estalinismo, y una parte cruz elRubicn y ahora repudia el marxismo. Sencillamente han terminado en el campo delreformismo incluso en su ala de derechas. Este ha sido el destino de IzquierdaDemocrtica, el ala de izquierdas del CPGB, a la que se adhera Monty Johnstone.Dicen que tienen 800 militantes, casi 500 menos que en 1991. El Partido Comunistade Gran Bretaa tena 4.600 militantes cuando desapareci, aunque slo pagaban la

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    cuota menos de una quinta parte. En diciembre de 1999, Izquierda Democrticaacord disolverse y convertirse en New Times Network. Esto fue demasiado incluso

    para Monty Johnstone, que con tristeza la abandon.Los dirigentes de New Times Network se consideran polticos prcticos que nonecesitan la teora marxista. Es decir, son reformistas polticamente en bancarrotaque desvergonzadamente actan como abogados de izquierda del ala de derechasde los dirigentes laboristas. Este est siendo el papel de personas como EricHobsbawm hace poco nombrado Companion of Honour* o Martin Jacques, dela desaparecida Marxism Today. Segn Nina Temple, coordinadora de New Times Network: Queremos incorporar a personas de muy diferentes partidos o de ningu-no, incluso personas que no se consideran socialistas demcratas liberales, dem-

    cratas radicales, libertarios, feministas, verdes, etc., y tambin personas dispuestasa trabajar ( New Times,diciembre 1999).Los estatutos de Network no recogen el socialismo como uno de sus objetivos.

    Qu proponen en su lugar? La regulacin del capitalismo global, lo que no esnada original: es lo mismo que defiende el especulador George Soros. Es una solu-cin tan prctica como persuadir a un tigre hambriento de que coma lechuga en vezde carne. No hace falta decir que ninguno de estas damas y caballeros tan prcticosson capaces de decirnos cmo se consigue el milagro.

    Pero aunque no tienen ni la ms mnima idea de qu quieren ni de cmo con-seguirlo, lo que s tienen bastante claro es lo que no quieren: no quieren regresar auna economa nacionalizada y planificada. Como recoga un editorial de NewTimes,su revista: Deben aceptar que el pndulo no oscila de nuevo del mercadoa la propiedad social. Ni debera hacerlo. La conclusin es evidente: debemos atoda costa adherirnos al mercado el capitalismo. Para ello citan al blairistaCharlie Leadbeater: Nuestro objetivo debera ser aprovechar el poder del merca-do y la comunidad para una meta ms fundamental: la creacin y extensin delconocimiento ( Ibd. El subrayado es nuestro). Leadbeater es otro ex estalinista

    converso que ahora es un prominente consejero de Tony Blair. Todos estos indivi-duos han abandonado el socialismo y se han pasado al campo de la reaccin capi-talista y del libre mercado.

    Los ex estalinistas se han ganado la sonora aprobacin de los reformistas dederechas. Izquierda Democrtica ha propuesto una nueva estructura, objetivos yvalores que le permitiran basarse en sus considerables xitos, como los Sindicatos21. Espero con ilusin trabajar con aquellos que buscan un enfoque amplio y abier-to de la poltica con el espritu de construir asociaciones con una agenda msmoderna y progresista, dice John Monks, secretario general del TUC. Esta opi-

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    * Ttulo menor de la aristocracia britnica (N. de la E.).

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    nin es respaldada por Lord Sawyer, de la derecha laborista y ex secretario gene-ral del Partido: New Times Network es una idea excelente(Ibd.).

    Una tras otro, los antiguos idelogos del estalinismo han terminado repudiando aLenin y la Revolucin de Octubre. Con frecuencia reniegan de la forma ms repulsi-va. Segn Chris Myant, ex secretario general del CPGB, la Revolucin de Octubrefue un error de proporciones histricas (...). Sus consecuencias fueron graves. Unaresea del New Timessobre la reaccionaria obra El libro negro del comunismoibaincluso ms all, aceptando todos los argumentos burgueses contra el comunismo. El libro negro...es un libro informativo y servir como una dosis saludable de medi-cacin para aquellos todava afligidos por el deseo de considerar la revolucin bol-chevique como un error, aunque monumental, o algo que tuvo que ocurrir(Ibd.).

    La conclusin de la revista se resume en el pesimismo de los intelectuales de la pequea burguesa que apoyaban al estalinismo pero que ahora pisan la hierba msverde de la democracia liberal: Para los muchos que pusieron sus esperanzas en el pro-yecto comunista, hay cosas peores que un error o incluso un crimen. Y si todo aque-llo no tuvo sentido?(Ibd.). Este comentario demuestra el callejn sin salida en el quese han metido los mismos que, como Monty Johnstone, desdeosamente rechazaban lasopiniones de Trotsky y el trotskismo! Esta es la voz de la apostasa y la filosofa de ladesesperacin. La historia, al final, se ha vengado cruelmente del estalinismo.

    A los estalinistas del ala dura que crearon el Partido Comunista Britnico (CPB)no les ha ido mejor. Siguen con su amarga hostilidad hacia Trotsky y todava califi-can a los antiguos regmenes estalinistas como pases socialistas. Su rgano de difu-sin (Morning Star) justific servilmente cada giro y crimen de la burocracia soviti-ca. En enero, con motivo de la conmemoracin del 70 aniversario de la creacin desu precursor, el Daily Worker,John Haylett, el editor, public un artculo. En lugar deuna aproximacin honesta y un balance equilibrado de la historia del peridico, inclu-yendo sus errores, sencillamente fue un burdo encubrimiento. No apareca ni una sola palabra sobre el socialfascismo, los juicios de Mosc, la revolucin hngara de

    1956 o la sumisin ante cada giro de Mosc. Mientras habla de polticas socialistasy progresistas, el CPB practica el seguidismo respecto a los reformistas de izquier-da del Partido Laborista y el TUC y su programa es en realidad profundamente refor-mista. Su visin nacionalista le lleva a defender la soberana britnica, mientras promueven la colaboracin de clases disfrazada de alianza democrtica antimono- polios o frente popular en defensa de la democracia nacional ( Morning Star,1/1/2000). Mientras se oponen, correctamente, al imperialismo de la OTAN, se escon-den detrs de la cocina de ladrones que representa las Naciones Unidas que tam- bin es una herramienta del imperialismo, como una especie de rbitro en los con-flictos internacionales y la solucin a los problemas del mundo. Esta manera de abor-dar la cuestin est a aos luz de las opiniones y el programa de Lenin.

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    El trotskismo y el futuro

    Durante dcadas, Trotsky fue considerado persona non grata en el movimiento comu-nista. Fue acusado de contrarrevolucionario y fascista, sus escritos fueron prohibidos ytodas las referencias a su papel en la Revolucin Rusa fueron suprimidas de los librosde historia. HastaOctubre, la pelcula del genial director de cine sovitico Eisenstein,fue censurada en un tercio de su metraje para eliminar toda referencia a Trotsky. El 7 demarzo de 1935, como preludio a los infames juicios de Mosc, el Comit Central delPCUS orden retirar las obras de Trotsky de las bibliotecas de toda la URSS. Ms tardela prohibicin incluso se extendi al material antitrotskista! Publicaciones como Lostrotskistas: enemigos del puebloy Bandidos trotskistas bujarinistasfueron tambin

    proscritas. El libro de StalinSobre la Oposicinfue prohibido porque contena muchascitas de Trotsky. Esta prohibicin continu hasta finales de los aos 80. Slo en la lti-ma dcada los escritos de Trotsky empezaron a ser ms accesibles para los rusos.

    En el pasado, un foso abismal separaba al trotskismo de las organizacionescomunistas. Pero la verdad siempre se abre paso. En contraste con los que hanrenegado completamente del marxismo, cada vez son ms los ex estalinistas hones-tos que miran hacia el trotskismo, como ya hubo algn precedente en el pasado.Ignace Reiss, oficial de la GPU, dirigi en 1937 una carta, que le cost la vida unmes despus, al Comit Central del PCUS:

    La carta que os escribo hoy deb haberla escrito hace ya mucho tiempo, elmismo da en que los diecisis fueron masacrados en los stanos de la Lubianka*de acuerdo con las rdenes del Padre de los Pueblos.

    Entonces guard silencio. Tampoco elev mi voz para protestar en ocasin de losasesinatos que siguieron (...).

    Hasta entonces march a vuestro lado, pero ya no dar un paso ms en vues-tra compaa. Nuestros caminos se separan! El que hoy se calla se convierte encmplice de Stalin y traiciona la causa de la clase obrera y del socialismo! (...).

    Pues se trata de salvar el socialismo. Hace ya tiempo que la lucha est entablada.Deseo ocupar mi sitio en ella.(...) el movimiento obrero debe desembarazarse de Stalin y del estalinismo.

    Esa mezcla del peor de los oportunismos un oportunismo sin principios, desangre y de mentiras, amenaza con emponzoar el mundo entero y aniquilar losrestos de movimiento obrero.

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    * Se refiere al primero de los juicios de Mosc, llamado de los diecisis por el nmero de inculpados(entre ellos, Zinviev y Kmenev). La Lubianka era la sede central de la GPU, la polica poltica, donde

    fueron ejecutados. Pravda reflej as la noticia: Desde que ocurri, se respira mejor, el aire es ms puro,nuestros msculos adquieren nueva vida, nuestras mquinas funcionan con ms alegra, nuestras manosson ms diestras (N. de la E.).

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    Lucha sin tregua contra el estalinismo!No al frente popular, s a la lucha de clases!

    Abajo la mentira del socialismo en un solo pas! Volvamos al internacionalis-mo de Lenin! (...).No puedo ms. Recobro mi libertad. Vuelvo a Lenin, a su enseanza y a su

    accin. Adelante hacia nuevos combates por el socialismo y la revolucin proleta-ria! (E. Poretski, Nuestra propia gente, pp. 9-11. Ed. Zyx. Madrid, 1972).

    Y otros, como Leopold Trepper, organizador de la famosa Orquesta Roja, la redde espionaje sovitico en Europa Occidental durante la Segunda Guerra Mundial, no pudieron menos que honrar la memoria de los torturados y asesinados:

    Todos los que no se alzaron contra la mquina estalinista son responsables, colec-

    tivamente responsables de sus crmenes. Tampoco yo me libro de este veredicto.Pero, quin protest en aquella poca? Quin se levant para gritar su hasto?Los trotskistas pueden reivindicar este honor. A semejanza de su lder que pag

    su obstinacin con un pioletazo, los trotskistas combatieron totalmente el estalinis-mo y fueron los nicos que lo hicieron. En la poca de las grandes purgas, ya slo podan gritar su rebelda en las inmensidades heladas a las que los haban conducido para mejor exterminarlos. En los campos de concentracin, su conducta fue siempredigna e incluso ejemplar. Pero sus voces se perdieron en la tundra siberiana.

    Hoy da los trotskistas tienen el derecho de acusar a quienes antao corearonlos aullidos de muerte de los lobos. Que no olviden, sin embargo, que poseansobre nosotros la inmensa ventaja de disponer de un sistema poltico coherente,susceptible de sustituir al estalinismo, y al que podan agarrarse en medio de la profunda miseria de la revolucin traicionada. Los trotskistas no confesaban porque saban que sus confesiones no serviran ni al partido ni al socialismo ( El gran juego, pp. 67-68).

    Muchos militantes comunistas de base que defendan las virtudes del socialis-mo en la URSS estn ahora buscando una explicacin marxista clara al estalinismo

    y las perspectivas para el socialismo mundial en la actualidad. Las ideas de Trotskyencontrarn un eco entre ellos.Las cosas han cambiado radicalmente. En el ltimo perodo, en la prensa del

    Partido Comunista de Espaa han aparecido artculos favorables a la literatura trots-kista. Alan Woods, coautor de este libro, ha tenido la oportunidad en diversas oca-siones de hablar en la fiesta anual del PCE. En Italia, los trotskistas estn ganandoinfluencia en Refundacin Comunista. El comunista PRD, en Indonesia, incluye enla lista de formacin para sus bases algunos escritos de Trotsky. En Rusia existe uncreciente inters por las ideas de Trotsky en las filas de los partidos estalinistas, un proceso inevitable debido al creciente fermento en el seno de la sociedad, que seexpresa en el descontento con la poltica de sus dirigentes.

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    El Partido Comunista de Sudfrica (SACP) est estimulando la lectura de auto-res marxistas antes prohibidos. Los documentos del X Congreso del SACP reco-

    mendaban que en la lucha por la renovacin del proyecto socialista, el SACP debeestimular a su militancia y al movimiento obrero para que amplen la lectura deteora y escritos progresistas, incluidos aquellos que a menudo fueron prohibidos porque se les consideraba disidentes: Bujarin, Trotsky, Rosa Luxemburgo. Estoest directamente vinculado a la cada del estalinismo y la afluencia de nuevosmilitantes. En 1990, la mitad del Comit Central del SACP dimiti. Sin embargo,al mismo tiempo, decenas de miles de nuevos miembros, sobre todo jvenes, entra-ron en l con la legalizacin del partido.

    Los temas que aparecen en esta obra son muy relevantes en la situacin actual.

    En Sudfrica, como en otras partes, hay un encendido debate entre la teora trots-kista de la revolucin permanente y la teora estalinista de las dos etapas. SegnDavid Masondo, vicepresidente saliente del SASCO*, la primera etapa resolverala cuestin nacional sin alterar en lo fundamental las relaciones econmicas,mientras que la segunda etapa sera cuando la clase obrera se emancipara de laexplotacin capitalista. Masondo dice correctamente que esto no es un debatenuevo, es el mismo que sostenan bolcheviques y mencheviques antes de laRevolucin Rusa.

    Entre los jvenes comunistas cada vez es mayor el rechazo a la teora de las dosetapas y el inters por la de la revolucin permanente. Masondo contina: El trmi-no etapa est equivocado. Puede llevar a hacer creer que esto significa posponer lalucha de clases. Existe una relacin dialctica entre las cuestiones nacionales y las declase (...) la lucha nacional y la socialista se entienden unidas.

    Ms sorprendente todava, el propio SACP est debatiendo abiertamente lavalidez de la teora de las dos etapas, y parece que, al menos en palabras, la harechazado. Los documentos del X Congreso del SACP dicen: Una lucha de clasesanticapitalista no puede ser pospuesta a una etapa posterior de la lucha por la trans-

    formacin. Por eso el SACP, desde nuestro IX Congreso en abril de 1995, plantela consigna: El socialismo es el futuro, hay que construirlo ahora!. Cmo hancambiado los tiempos! Estos son slo unos pocos ejemplos. Se podran dar muchosotros de cmo la base comunista se abre a las ideas de Trotsky. El viejo monolitoestalinista est hecho aicos. Cuando cay el Muro de Berln, Nina Temple, enton-ces secretaria general del CPGB, fue ms all y lleg a declarar en el ComitEjecutivo: Los trotskistas tenan razn, en Europa del Este no haba socialismo.Creo que deberamos haberlo dicho hace tiempo. Esta declaracin de una diri-gente comunista sera totalmente impensable en el pasado.

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    * Sindicato de estudiantes sudafricano (N. de la E.).

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    Entre los comunistas honestos de todo el mundo hay sed de ideas marxistas yexplicaciones claras. Existe un cuestionamiento profundo de todo lo que ocurri,

    lo que es absolutamente imprescindible para aprender todas las lecciones. Este pro-ceso servir para armar y fortalecer el movimiento marxista. Por nuestra parte, que-remos comprometernos totalmente en este dilogo. En este 60 aniversario del ase-sinato de Len Trotsky, creemos que la reedicin de este libro ayudar a clarificar la cuestin del estalinismo desde una perspectiva marxista y a dejar claras lasautnticas ideas de Lenin y Trotsky, que durante mucho tiempo han sido un librosellado para los militantes comunistas.

    Lejos de ser pesimistas, los marxistas entraremos en el nuevo milenio con abso-luta confianza en el futuro. El capitalismo mundial est en unimpasse. El siglo XX

    se despide con una insurreccin en Ecuador. Habr mas, en un pas tras otro. Elcolapso de la URSS fue un revs para la clase obrera, pero no una derrota definitiva.Al mirar retrospectivamente, se ve que estamos en medio de un prolongado procesoque ser todava ms decisivo: la crisis mundial del capitalismo. Ante nosotros seabre una nueva poca revolucionaria que se extender ms all de la prxima dca-da. Ser el perodo ms convulsivo de la Historia. Habr muchas oportunidades paraque la clase obrera derroque el capitalismo. Los militantes de los partidos comunis-tas podrn jugar un papel clave en los futuros acontecimientos, pero con una condi-cin: que se armen y fortalezcan terica y polticamente. La nueva generacin tienesobre sus hombros la enorme responsabilidad de restablecer internacionalmente elmarxismo como una tendencia de masas.

    Lenin y Trotsky, qu defendieron realmenteno es una aportacin a un debateacadmico, irrelevante, sobre ideas anticuadas. Representa la defensa del mtodo, lasideas y el programa marxistas, armas indispensables para intervenir en las luchas quenos esperan. Este libro intenta animar a los militantes obreros y comunistas, y enespecial a los jvenes, a profundizar en las ideas de Marx, Engels, Lenin y Trotsky,un autntico tesoro que la nueva generacin tiene que aprender para estar preparada

    para los poderosos acontecimientos futuros. El objetivo, en palabras del filsofomaterialista Spinoza, no es ni rer ni llorar, sino comprender.

    Rob Sewell20 de marzo de 2000

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    PREFACIO DE LOS AUTORESA LA EDICIN INGLESA DE 1969

    Desde hace mucho tiempo, los marxistas esperaban un debate a fondo sobre las pos-turas polticas y el papel poltico tanto de Stalin como de Trotsky. Y con l la valo-racin de las principales polticas y acontecimientos del movimiento obrero ruso einternacional durante cuatro dcadas. Este debate ser trascendental, complejo, pero profundamente instructivo (Cogito, p. 2).

    sta es la promesa que Monty Johnstone hace a los lectores deCogito, el peri-dico de la Liga Juvenil Comunista (YCL). Es una promesa que ser bienvenida por todos los militantes sinceros de la YCL y del Partido Comunista de Gran Bretaa(CPGB), la mayora de los cuales tambin se preguntan por qu un debate tan impor-tante llega con tanto retraso. Para ser exactos, con un retraso superior a cuatrodcadas.

    Hasta hace poco era impensable un debate sobre el trotskismo en la YCL o elCPGB. Durante cuarenta aos, a los militantes comunistas se les prohibi leer las obras de Len Trotsky, y sus dudas y preguntas tropezaban con una constantesucesin de denuncias antitrotskistas basadas en falsas consideraciones de la

    historia del bolchevismo y de la Revolucin Rusa. La ltima tentativa de tratar en pblico la cuestin del trotskismo fue el artculo de Betty Reid* publicado hacecuatro aos en Marxism Today, que entre otras perlas afirmaba que los juicios deMosc son un tema destinado estrictamente a la investigacin histrica soviti-ca! Este tipo de material no puede satisfacer las exigencias de los comunistas quequieren informesveraces y un anlisis riguroso de los acontecimientos. A estoscompaeros les podemos decir, como hace Johnstone, que esperamos (...) que nose contentarn slo con aprender y sacar a relucir la resumida y muy selectiva his-

    * En el momento de escribir este trabajo observamos que la seora Reid est ocupada una vez ms conel enriquecimiento creativo del pensamiento marxista. Su ltimo ataque al trotskismo es menos perver-so que el del razonable Monty Johnstone, pero lo supera en ignorancia.

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    toria del movimiento obrero internacional y la parcial informacin del comunis-mo utilizada en sus peridicos y charlas de formacin poltica (Cogito, p. 3).

    Junto con el compaero Johnstone, podemos citar las palabras de Lenin a laUnin de Juventudes Comunistas de Rusia, insistiendo en la necesidad de consi-derar toda la suma de conocimientos humanos (...) de tal modo que vuestrocomunismo no sea algo aprendido de memoria, sino algo pensado por vosotrosmismos, como una conclusin que se impone necesariamente desde el punto devista de la instruccin moderna (Lenin,Tareas de las organizaciones juveniles, p. 12. Ed. Progreso, 1979).

    Un debate siempre presupone dos puntos de vista. Veremos hasta qu puntoJohnstone y los dirigentes del CPGB y la YCL estn dispuestos a permitir un debate

    a fondo y que las cuestiones tericas bsicas implcitas en l lleguen a la base deestas organizaciones.A primera vista, la forma en que Monty Johnstone aborda el tema parece muy

    razonable y objetiva. Se esfuerza mucho en subrayar que l no tiene intereses per-sonales, y para ello se sita entre los dos polos:

    Semejante tarea sera totalmente estril si se lleva a cabo desde las antiguase inamovibles posturas de adhesin a Stalin o Trotsky. Ni apologa ni demonios; para conseguir hacer una valoracin equilibrada es necesario aplicar el mtodomarxista de la crtica objetiva y el anlisis autocrtico a la luz de la experienciahistrica (Cogito, p. 2).

    As de objetivo se nos presenta Monty Johnstone. Promete no sostener lasantiguas e inamovibles posturas de adhesin a Stalin, de modo que, por qu susadversarios se empean en defender las ideas de Trotsky? Si seguimos la lgicadel argumento de Johnstone llegaremos a la siguiente conclusin: si hoy nadie es partidario de las antiguas ideas de Dhring, para qu apoyar las de Engels? Sinadie piensa que Dios cre el mundo en siete das, para qu perpetuar el cultoa Einstein o Darwin?

    Lo cierto es que Johnstone aborda el tema de una forma totalmente antimarxista.La cuestin no es si nos adherimos a Trotsky, a Stalin o a cualquier otroindividuo,sino si todava defendemos lasideas fundamentales del marxismo, ideas elaboradascientficamente y enriquecidas con la experiencia histrica, pero que en sus princi- pios permanecen hoy igual que en tiempos de Marx, Engels, Lenin o Trotsky.Aunque implcita en todos los argumentos que utiliza, el compaero Johnstone evitatocar la cuestin central, que no es otra que la de si siguen vigentes las antiguasideas del marxismo: el internacionalismo, el papel de la clase obrera en la lucha por el socialismo, la naturaleza del capitalismo, etc. Todos los grandes marxistas defen-dieron estas ideas frente al intento de los oportunistas, disfrazados de socialistas ycomunistas, de diluirlas, revisarlas y dejarlas reducidas a un reformismo estril.

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    Bajo el disfraz de moderno, cientfico y objetivo, Monty Johnstone intenta presentar todas estas ideas como trotskismo, algo ajeno a las tradiciones y con-

    cepciones clsicas del marxismo. Pero al hacerlo slo consigue regresar a las anti-guas posiciones defendidas por Bernstein, Kautsky y los mencheviques.La apelacin que hace Monty Johnstone al mtodo marxista carece de valor. El

    marxismo se basa ante todo en una sinceridad y veracidad escrupulosas, sobre todo enlas polmicas con los adversarios. Marx, Engels, Lenin y Trotsky eran muy cuidadososy precisos en sus polmicas, no utilizaban citas sacadas de contexto ni deformaciones.Para ellos la polmica siempre era una forma de sacar a la luz las cuestiones ideolgi-cas bsicas para, as, elevar el nivel poltico de la militancia. Por eso nunca se centra-ron en los aspectos insignificantes, ni sustituyeron los argumentos por las descalifica-

    ciones personales, aunque tampoco rehuyeron llamar a las cosas por su nombre porqueno intentaban dar a sus escritos un halo de imparcialidad profesional.En su artculo, Monty Johnstone escribe lo siguiente: La motivacin slo es pol-

    tica. No hay lugar para la injuria personal directa o indirecta(Cogito, p. 3. El subra-yado es nuestro). La verdad es que no encontramos ningn rastro de la antigua inmun-dicia que durante dcadas los colegas de Johnstone fabricaron en serie trotsko-fas-cistas, degenerados polticos, agentes de Hitler y otras lindezas por el estilo, peroveamos slo algunos ejemplos de su olmpica objetividad:

    Los polmicos trabajos de Trotsky, magnficamente escritos pero sumamente parciales, los vuelos de la imaginacin y la retrica bravucona [en vez de] unexamen tranquilo de la postura de sus adversarios, aadiendo paternalmente,injuriando desde la barrera, razonamiento superficialmente verosmil, ilusio-nes y encaprichamiento con la fraseologa revolucionaria, generalizaciones exa-geradas y ampulosas [en vez de un] balance equilibrado, el santo y sea dogm-tico de Trotsky, etc.

    El compaero Johnstone ha progresado desde los das del anlisis marxista equi-librado sobre el trotsko-fascismo de Palme Dutt, Pollitt, Gollan y Campbell*. El

    avance consiste en sustituir el lenguaje del arroyo por la injuria empalagosa e indi-recta del seminario.

    El culto a la personalidad

    El XX Congreso acaba con el culto a Stalin, abre el camino para acercarse al movi-miento comunista mundial (...) las antiguas costumbres sectarias, la actitud y la resis-tencia burocrtica lo estimulaban, pero las cosas estn cambiando ya en muchos par-tidos comunistas (Cogito, p. 2).

    PREFACIO DE LOS AUTORES A LA EDICIN INGLESA DE1969 35

    * Dirigentes del Partido Comunista de Gran Bretaa (N. de la E.).

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    Con estas pocas palabras, el compaero Johnstone explica el salto mortal que losdirigentes del movimiento comunista mundial dieron por encima de Stalin, al que

    durante treinta aos defendieron fervientemente, exaltndolo y haciendo de l un obje-to de culto y la piedra de toque para distinguir a un comunista de un trotsko-fascis-ta. Una vez que Johnstone ha admitido que durante dcadas se ahog el debate en elmovimiento, sin ningn tipo de rubor presenta el XX Congreso como una especie dellave mgica que abre todas las puertas que cerraban el camino al conocimiento.

    Un momento, compaero Johnstone, qu ocurre con el mtodo marxista, la cr-tica objetiva y el anlisis autocrtico a la luz de la experiencia histrica? Y con las palabras de Lenin sobre la suma de conocimientos humanos y el aprendizajememorstico? El XX Congreso sirvi para revelar al movimiento comunista mun-

    dial que durante treinta aos todo un perodo histrico sus dirigentes, sus teri-cos ms destacados, sus periodistas ms talentosos defendieron una posicin que noslo era incorrecta, sino criminal desde el punto de vista de la clase obrera rusa einternacional. Y ahora pide a los comunistas que lo acepten todo sin protestar y sinhacer preguntas? Es ste el mtodo marxista? Es el error del que precava Leninhace cincuenta aos a la Unin de Juventudes Comunistas de Rusia.

    Las primeras preguntas que vendrn a la mente de cualquier comunista son:Por qu ocurri? Cmo pudo ser? Sabemos que nadie es perfecto, incluso losms grandes marxistas en algn momento cometieron errores, pero cometer esetipo de errores durantetanto tiempo es una monstruosidad. No slo requiere,sino queexigeuna explicacin.

    Monty Johnstone no nos da ninguna. En su lugar nos remite al texto del discursosobre Stalin que pronunci Jruschev en el XX Congreso. Pero no se puede encontrar en ruso. El discurso se pronunci a puerta cerrada y nunca se public en Rusia.Johnstone se ve obligado a tomar las citas de... The Manchester Guardian*!

    Qu tipo de anlisis del estalinismo es posible encontrar en el material publicado por Mosc? La famosa teora del culto a la personalidad. Da la impre-

    sin de que, durante toda una poca histrica, el Estado socialista estuvo domi-nado por un dictador bonapartista que conden a millones de personas a trabajosforzados en Siberia, liquid pueblos enteros y extermin a toda la vieja direccin bolchevique despus de poner en prctica la maquinacin judicial ms mons-truosa de la historia simplemente gracias a su personalidad. Qu parodia delmarxismo y del mtodo de anlisis marxista! Los militantes de la YCL y del CPGBno son nios. El compaero Johnstone piensa que todava creen en cuentos dehadas aunque se inventen en el Kremlin o en King Street*.

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    * Peridico liberal britnico (N. de la E.).* Por aquel entonces, sede central del Partido Comunista de Gran Bretaa (N. de la E.).

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    Un marxista nunca abordara el tema as. El marxismo no explica la historia enfuncin del genio, la maldad o bondad, los caprichos o la personalidad de los

    individuos, sino por los intereses y relaciones entre los grupos y clases sociales.Es totalmente inconcebible que un hombre pueda imponer sus ideas a toda lasociedad. Marx ya explic hace mucho tiempo que si una idea, aunque sea inco-rrecta, consigue apoyo, avanza y llega a convertirse en una fuerza social es por-que representa el inters de una parte de la sociedad. Si las referencias deJohnstone al mtodo marxista son algo ms que un simple truco estilstico o unaexpresin amable, entonces debe responder a una pregunta concreta:Qu intere- ses representaba Stalin? Los suyos?

    Ya hemos dicho que todo comunista sincero va a dar la bienvenida a un debate a

    fondo sobre el estalinismo y el trotskismo. Por esa razn tambin damos la bienve-nida a la contribucin que hace el compaero Johnstone. Pero, qu clase de anlisismarxista es aqul que, mientras hace pomposas referencias al mtodo marxista, evitacualquier intento de analizar los procesos sociales fundamentales, que son los que podran arrojar luz sobre las ideas de Lenin y Trotsky? Si no se explican estos pro-cesos histricos, todo quedar reducido a algo completamente arbitrario, a una seriede citas aisladas y sacadas de contexto de las obras de Trotsky y Lenin yuxta- puestas artificialmente con la intencin de demostrar tal aspecto o tal otro.Compaero Johnstone, esa esencia es la del mtodo marxista, pero del que duran-te dcadas usaron los estalinistas para justificar sus giros con la frase apropiada deLenin. Este mtodo guarda poca relacin con el marxismo, aunque s tiene una grandeuda con los mtodos de... los jesuitas.

    Ted Grant y Alan WoodsOctubre 1969

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    I. DE LA HISTORIA DEL BOLCHEVISMO (I)

    Cuando los trotskistas presentan a Trotsky como el compaero de armas de Lenin yel autntico representante del leninismo tras su muerte, es importante saber queTrotsky slo trabaj con Lenin en el Partido Bolchevique seis aos (Cogito, p. 4).

    La aritmtica que utiliza Johnstone en su exposicin parece intachable. Perovamos a ver qu seis aos. Ese lapso de tiempo incluye la Revolucin de Octubre,en la que Trotsky fue el lugarteniente de Lenin; la guerra civil, en la que fueComisario de Guerra (equivalente a ministro, cargo que ocup hasta 1925), creando prcticamente de la nada el Ejrcito Rojo; la formacin de la Tercera Internacional,de la que redact los manifiestos de sus cuatro primeros congresos y muchas de lasdeclaraciones polticas ms importantes; y el perodo de reconstruccin econmica,durante el que volvi a poner en pie el destrozado sistema ferroviario. Estos ejem- plos son slo una pequea muestra de las tareas que Trotsky llev a cabo durante su breve permanencia en el Partido Bolchevique.

    Monty Johnstone no se sonroja lo ms mnimo ante estas trivialidades. Prefierecentrarse en el perodo, para l ms interesante, de 1903 a 1917 (nada menos quetrece o catorce aos), en el que Trotsky estuvo (no por casualidad) fuera del

    Partido Bolchevique. Pero Monty Johnstone no dice que el Partido Bolchevique nose form en 1903, sino en 1912. Hasta este momento, tanto bolcheviques como men-cheviques eran considerados dos alas del mismo partido, el Partido ObreroSocialdemcrata de Rusia (POSDR). Utilizando una redaccin ambigua y omitiendolas fechas de varias citas, Johnstone intenta dar la impresin de que el PartidoBolchevique surgi en