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    Juicio a Kissinger

    Christopher Hitchens

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    En la opinin conservadora de Gold, Kissinger no ser recordado por la Historiacomo un Bismarck, un Metternich o un Castlereagh, sino como un odioso schlumpque hizo la guerra de buena gana.

    JOSEPH HELLER, Tan bueno como el oro, 1976 .

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    PREFACIO

    Se ver claramente, y tambin puede declararse desde el principio, que este libro hasido escrito por un adversario poltico de Henry Kissinger. Sin embargo, hedescubierto con constante asombro la cantidad de material hostil y deshonroso queme he sentido obligado a omitir. He abordado nicamente las infracciones de

    Kissinger que podran o deberan constituir la base de una acusacin penal: porcrmenes de guerra, por crmenes contra la humanidad y por delitos contra elderecho consuetudinario o internacional, entre ellos el de conspiracin paracometer asesinato, secuestro y tortura.

    As pues, en mi calidad de adversario poltico habra podido mencionar elreclutamiento por parte de Kissinger de los kurdos iraques, a los que luegotraicion, y que fueron falsamente alentados por l a levantarse en armas contraSaddam Hussein en 1974-1975, y posteriormente abandonados para su exterminioen las colinas donde vivan cuando Saddam Hussein cerr un trato diplomtico conel sha de Irn, y a quienes mintieron deliberadamente y asimismo abandonaron. Lasconclusiones del informe del congresista Oris Pike todava impresi.onan y revelanen Kissinger una cruel indiferencia por la vida humana y los derechos humanos.Pero caen dentro de la categora de la realpolitik depravada, y no parecen haberviolado ninguna ley conocida.

    Del mismo modo, la tapadera poltica y militar que organiz Kissinger para elapartheid en Sudfrica y la desestabilizacin sudafricana de Angola, con susatroces consecuencias, nos ofrecen un perfil moralmente repulsivo. Empero, setrata de otro srdido episodio de la guerra fra y la historia imperial, y de ejerciciode poder irresponsable ms que de un episodio de delito organizado. Adems, hay

    que tener en cuenta el carcter institucional de esta poltica, que en sus lneasgenerales podra haber sido la adoptada por cualquier administracin, consejero deseguridad nacional o secretario de Estado de los Estados Unidos.

    Similares reservas merece la presidencia de Kissinger de la Comisin Presidencialsobre Centroamrica en los primeros aos ochenta, entre cuyo personal figurabaOliver North y que encubri las actividades de un escuadrn de la muerte en elistmo. O la proteccin poltica que brind Kissinger en Irn a la dinasta Pahlavi y asu maquinaria de tortura y represin, mientras ostent el cargo. Da que pensar queesta lista podra ser mucho ms larga. Pero de nada sirve culpar a un solo hombrede dcadas de crueldad y cinismo exorbitantes. (De vez en cuando uno tiene un

    atisbo intrigante, como cuando Kissinger insta al presidente Ford a no recibir alinoportuno Alexander Solzhenitsyn, mientras que continuamente se presenta comoel ms audaz y recto enemigo del comunismo.)

    No, me he limitado a los delitos determinables que pueden y deben inscribirse enun acta de acusacin correcta, estuviesen o no las acciones en consonancia conlas consignas}) generales. Entre ellos se cuentan:

    l. La deliberada matanza de poblaciones civiles en Indochina.

    2. La deliberada connivencia en matanzas, y ms tarde en asesinato, enBangladesh.

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    3. El soborno personal y el plan de asesinar a un alto funcionario constitucional deun pas democrtico -Chilecon el que Estados Unidos no estaba en guerra.

    4. La participacin personal en un plan para asesinar al jefe del Estado en la nacindemocrtica de Chipre.

    5. El hecho de instigar y facilitar el genocidio en Timol' Oriental.

    6. La participacin personal en un plan de secuestro y asesinato de un periodistaresidente en Washington, D.C.

    Las acusaciones mencionadas no son exhaustivas. Y algunas de ellas slo puedenformularse prima focie, ya que el seor Kissinger -en lo que asimismo podrarepresentar una voluntaria y premeditada obstruccin a la justicia- ha hecho que sedestruyan o se retiren grandes cantidades de pruebas.

    Sin embargo, ahora entramos en una era en que se ha sostenido que la defensa dela inmunidad soberana}) para crmenes de Estado es un concepto vaco. Comodemuestro ms adelante, Kissinger ha comprendido este cambio crucial, aun

    . cuando muchos de sus crticos no lo hayan hecho. El veredicto sobre el casoPinochet en Londres, el esplndido activismo de la magistratura espaola y losveredictos del Tribunal Internacional de La Haya han destruido el escudo queinmunizaba de delitos cometidos bajo la justificacin de la razn de Estado. Ahorano hay nada que impida una orden judicial para procesar a Kissinger en unajurisdiccin cualquiera, ni hay motivo para que no est obligado a acatarla. Dehecho, en el momento en que escribo, hay una serie de jurisdicciones donde la ley,

    finalmente, comienza a ponerse a la altura de las pruebas. y en todo caso tenemosdelante el precedente de Nuremberg, por el cual Estados Unidos se comprometisolemnemente a vincularse.

    No actuar constituira una doble o triple afrenta a la justicia. En primer lugar, violarael principio esencial y actualmente indiscutible de que ni siquiera el ms poderosoest por encima de la ley. En segundo trmino, sugerira que la persecucin porcrmenes de guerra y crmenes de lesa humanidad est reservada a los perdedores,o a pequeos dspotas en pases relativamente desdeables. Esto, a su vez,inducira a la mezquina politizacin de lo que podra haber sido un proceso noble, ya la justificable sospecha de un doble rasero.

    Muchos, si no todos los cmplices de Kissinger, estn hoy encarcelados, opendientes de juicio, o han sido castigados y desacreditados de alguna otramanera. La nica impunidad de que l disfruta es rango; huele que apesta. Si seconsiente que persista reivindicaremos vergonzosamente al antiguo filsofoAnacarsis, que afirmaba que las leyes eran como las telas de araa: lo bastantefuertes para sostener slo a los dbiles, y demasiado dbiles para sujetar a losfuertes. En nombre de las innumerables vctimas, conocidas y desconocidas, eshora de que la justicia intervenga.

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    INTRODUCCIN

    El 2 de diciembre de 1998, Michael Korda estaba siendo entrevistado ante unacmara en su despacho de Simon and Schuster. Korda, uno de los magnates

    editoriales de Nueva York en esa poca, haba editado y producido la obra deautores tan diversos como Tennessee Williams, Richard Nixon, Joan Crawford y JoBonanno. Aquel da concreto estaba hablando sobre la vida y pensamientos deCher, cuyo retrato adornaba la pared que tena a su espalda. y entonces son eltelfono y le dieron el mensaje de que llamase al doctor Henry Kissinger lo antesposible. Un erudito como Korda sabe -con las exigencias de la edicin en aquellostiempos vertiginososcmo desconectar en un instante de Chef para abordar el altoarte de gobernar. La cmara sigui filmando y grab la siguiente escena en unacinta que yo conservo.

    Al pedir a su secretaria que le diga el nmero (7597919, los dgitos de los socios deKissinger), Korda bromea secamente, ante la risa general en su despacho, de quedebera ser 1-800-CAMBOYA ... BOMBA-1-800-CAMBOYA. Tras una pausa muybien calculada (a ningn editor jefe le gusta que le hagan esperar al telfonomientras recibe una visita, sobre todo si es de los medios de comunicacin), sepone: Henry ... Hola, cmo ests? ... Te estn dando toda la publicidad del mundoen el New York Times, pero no del tipo que t quisieras ... Creo tambin que es muy,pero que muy dudoso que la administracin se limite a decir que s, que entregaranesos documentos ... , no, no, en absoluto ... , no ... , no ... , bueno, nummm, s. Lohemos hecho hasta hace poco, la verdad, y l se sali con la suya ... Bueno, no creoque haya ninguna pregunta a ese respecto, por incmoda que pueda ser... Henry,

    eso es totalmente indignante ... , s... Tambin la jurisdiccin. Se trata de un juezespaol que recurre a un tribunal britnico respecto a un jefe de Estado chileno. Ases ... Espaa tampoco tiene jurisdiccin, de todos modos, sobre sucesos ocurridosen Chile, as que es un completo disparate ... Bueno, seguramente eso es cierto ...Si quieres. Creo que sera lo mejor, rotundamente ... Exacto, s, no, creo que esexactamente lo que deberas hacer, y creo que debera ser largo y terminar con lacarta de tu padre. Creo que es un documento muy importante ... S, pero pienso quela carta es magnfica, e importantsima para el libro entero. Puedes dejarme leer elcaptulo de Lbano este fin de semana? En este punto concluye la conversacin,con algunos comentarios jocosos de Korda sobre la colonoscopia que van ahacerle dentro de unos das: un mtodo absolutamente repulsivo.

    De este intercambio micro csmico, gracias a la misma y diminuta cmara interna, oa su equivalente forense, no poco podra deducirse del mundo de Henry Kissinger.Lo primero y ms importante es lo siguiente: sentado en su despacho de KissingerAssociates, con sus tentculos de negocios y asesora que se extienden desdeBelgrado a Pekn, y arropado por otros incontables directores y juntas, se sigueestremeciendo cuando oye hablar de la detencin de un dictador. Por muysincopada que sea la conversacin con Korda, es evidente que la palabra clave esjurisdiccin. De qu haba informado el New York Times aquella hermosamaana? El 2 de diciembre de 1998, su portada contena el informe siguiente de TimWeiner, el corresponsal del peridico en Washington sobre seguridad nacional.Bajo el titular Estados Unidos entregar los archivos sobre delitos cometidos bajoPinochet, escriba:

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    secretario, el seor Kissinger ha declinado hoy aceptar la peticin de unaentrevista.

    Hay que conceder a Kissinger su comprensin de algo que tantos otros nocomprendieron: que si se estableca el precedente de Pinochet, l tambin corrapeligro. Los Estados Unidos creen que slo ellos persiguen y juzgan a criminales

    de guerra o terroristas internacionales; sin embargo, nada en su cultura poltica operiodstica permite pensar que pudiese estar albergando y protegiendo a uno tandestacado. Pero la idea haba aflorado muy sesgadamente en la crnica de Weiner,y Kissinger era un hombre preocupado cuando llam a su editor aquel da parahablar de unas memorias (que finalmente se publicaran bajo el ttuloinsoportablemente soso y eglatra de Years of Renewal [Aos de renovacin]) quetodava estaba escribiendo.

    Albergando y protegiendo, no obstante, son eufemismos para las boyantescircunstancias de que goza Henry Kissinger. Su consejo es solicitado, a 25.000dlares la conferencia, por auditorios de empresarios, acadmicos y polticos. Suampulosa columna de prensa es distribuida a otros peridicos por Los AngelesTimes. Su primer volumen de memorias fue parcialmente escrito y asimismoeditado por Harold Evans, que junto con Tina Brown figura entre los muchosanfitriones y anfitrionas que solicitan la compaa de Kissinger, o quiz uno debieradecir sociedad, para esas elocuentes soires neoyorquinas. En pocas distintas, hasido asesor de ABC News y de CBS; su diplomacia ms exitosa, en realidad, es laque ha ejercido con los medios de comunicacin (y su mayor logro ha sidoconseguir que casi todo el mundo le llame doctor). Adulado por Ted Koppel,requerido por empresas y dspotas con problemas de imagen o fracasos decomunicacin, y escuchado con respetuosa atencin por candidatos a la

    presidencia y por todos aquellos cuya tarea consiste en moldear su visin global,a este hombre no le falta casi nada en el pattico universo al que sirve la industriade la autoestima. De qu otra persona habra escrito Norman Podhoretz, en unelogio genuflexo a Years of Renewal?:

    Estamos ante una escritura de la ms alta calidad. Es una escritura que se halla tana guto en el retrato como en el anlisis abstracto; que sabe componer un relato tanhbilmente como pintar una escena; que alcanza maravillas de concisin a medidaque avanza a un ritmo expansivo y pausado. Es una escritura que pasa, sin forzar ofalsificar el tono, de la gravitas que conviene a un libro sobre grandes sucesoshistricos al humor y la irona dictados por un infalible sentido de la proporcin

    humana.

    Un crtico que puede arrastrarse de este modo, como en una ocasin dijosecamente uno de mis profesores consejeros, no necesita cenar nunca solo. Sloque, de vez en cuando, el destinatario (o el donante) de tanta lisonja experimenta unescalofro de inquietud. Abandona la prdiga mesa y se escabulle al cuarto debao. Se trata acaso de otra revelacin de una cinta de Nixon recin divulgada?De una vaga noticia sobre Indonesia, que presagia la cada o el encarcelamientode algn otro cliente (y quiz la filtracin de un par de documentos embarazosos)?La detencin o el proceso de un torturador o un asesino, la expiracin del estatutode secreto de algunos oscuros documentos de Estado en un pas remoto: cualquiercosa de este tenor puede estropear el da al instante. Como vemos en la cinta deKorda, Kissinger no puede abrir el peridico de la maana con la certeza de la

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    tranquilidad, porque sabe lo que otros slo pueden sospechar o conjeturar. Sabe. yes prisionero de ese saber como, en cierra medida, lo somos tambin nosotros.

    Advirtase la simptica manera con que Korda demuestra la amplitud de sus mirascon el chiste de Camboya. Todo el mundo sabe, en definitiva, que Kissingercaus terror y desdicha y matanzas en ese pas, y al mismo tiempo un gran dao a

    la Constitucin de los Estados Unidos. (Todo el mundo sabe tambin que otrasnaciones vulnerables pueden reclamar la misma distincin melanclica y odiosa,para mayor o colateral perjuicio a la democracia norteamericana.) Pero el hombrerechoncho que luce corbata negra en la fiesta de Vague, no es, ciertamente, elque orden y aprob la destruccin de poblaciones civiles, asesinato de polticosinoportunos, el secuestro y la desaparicin de soldados, periodistas y clrigos quese interpusieron en su camino? Oh, claro que lo es. Es exactamente el mismohombre. y quiz una de las reflexiones ms nauseabundas de todas sea que aKissinger no le invitan ni festejan debido a sus modales exquisitos o a su custicoingenio (sus modales son, en cualquier caso, ms bien zafios, y su ingenio consisteen un carcaj de flechas prestadas y de segunda mano). No, le solicitan porque supresencia produce un frisson(1): el autntico toque del poder impenitente y encrudo. Hay un ligero nerviosismo culpable en el filo de la broma de Korda sobre losindescriptibles sufrimientos de Indochina. y he advenido, cuando una y otra vez hepermanecido al fondo del auditorio durante los discursos de Kissinger, que esa risanerviosa e incmoda es la clase de risa que a l le gusta provocar. Al exigir sutributo, exhibe no lo afrodisaco del poder (otro de sus bons mot(2) plagiados),sino su pornografa.

    l. Escalofro, en francs. (N del T) 2. Agudeza, en francs. (N del T)

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    l. SE LEVANTA EL TELN: EL SECRETO DEL 68

    Entre la clase poltica de Washington, D.C., existe un secreto a voces que esdemasiado trascendental y horrible para violarlo. Aunque es bien conocido por loshistoriadores acadmicos, reporteros veteranos, antiguos miembros del gobierno yex diplomticos, nunca ha sido resumido de una vez en un solo sitio. El motivo de

    ello es, a primera vista, paradjico. El secreto a voces est en posesin de los dospartidos polticos principales, e involucra directamente a la actuacin de por lomenos tres antiguas presidencias. Su divulgacin, por tanto, no interesara aninguna faccin concreta. Su veracidad es, por consiguiente, la garanta de suoscuridad; yace, como la carta robada de Poe, al otro lado del pasillo mismo quesignifica el bi partidismo.

    He aqu el secreto en palabras llanas. En el otoo de 19G8, Richard Nixon y algunosde sus emisarios y subalternos se propusieron sabotear las negociaciones de pazen Vietnam que se celebraban en Pars. Eligieron un mtodo sencillo: aseguraronen privado a los dirigentes militares sudvietnamitas que un inminente rgimenrepublicano les ofrecera un mejor pacto que un gobierno demcrata. De este mododebilitaron las propias conversaciones y la estrategia electoral del vicepresidenteHubert Humphrey. La tctica funcion en un sentido, pues la junta sudvietnamitase retir de las negociaciones la vspera de las elecciones, destruyendo as laplataforma de paz que los demcratas haban utilizado para su campaa. Nofuncion en otro aspecto, ya que cuatro afias despus la administracin Nixonpuso fin a la guerra en los mismos trminos que haban sido ofrecidos en Pars. Larazn del mortal' silencio que todava envuelve esta cuestin es que, en esos cuatroafias intermedios, unos veinte mil norteamericanos y un incalculado nmero devietnamitas, camboyanos y laosianos perdieron la vida. Es decir, la perdieron ms

    intilmente an que todos los muertos hasta aquel momento. El impacto de esoscuatro aos en la sociedad indochina y en la democracia norteamericana escapa alrecuenw. El principal beneficiario de la accin encubierta, y de la matanzasubsiguiente, fue Henry Kissinger.

    Oigo ya a los custodios del consenso raspando con sus plumas romas paradescribir esto como una teora conspiratoria. Acept de buen grado el desafo.Tomemos, en primer lugar, el diario de la Casa Blanca de aquel conspirador derenombre (y terico de la conspiracin), H. R. Haldeman, publicado en 1994. Dosmotivos me inducen a empezar por este documento. Primero porque, en la lgicainferencia de pr~ebas contra inters, es improbable que Haldeman facilitara

    testimonio de su conocimiento de un delito a menos que estuviese diciendo laverdad (pstumamente). Segundo, porque es posible rastrear cada resea hasta suorigen en otras fuentes documentadas.

    En enero de 1973, la administracin Nixon-Kissinger -de la que Haldeman llevabalas actas- lidiaba intensamente en dos frentes. En Pars, Kissinger se esforzaba ennegociar la paz con honor en Vietnam. En Washington, D.C., la urdimbre depruebas contra los ladrones y pinchado res de telfonos empezaba a estrecharse.El 8 de enero de 1973, Haldeman consigna:

    John Dean llama para informar sobre los juicios de Watergate, dice que si podemosprobar de un modo contundente que nuestro avin [de campaa] estaba pinchadoen el 68, cree que podramos utilizarlo como base para decir que vamos a obligar alCongreso a que investigue el 68 igual que el 72, Y as taparles la boca.

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    Tres das despus, el 11 de enero de 1973, Haldeman habla con Nixon.

    Sobre el asunto Watergate, quera que yo hablase con [el fiscal general John]Mitchell para que averiguase a travs de [Deke] De Loach [del FBI] si el ti.po que

    nos puso los micrfonos en 1968 sigue todava en el FBI, en cuyo caso [el directoren funciones Patrick] Cray tendra que trincarle con un detector de mentiras yzanjar la cuestin, lo que nos dara la prueba que necesicamos. Cree tambin queyo debera contactar con Ceorge Christian [ex secretario de prensa del presidenteJohnson, y que luego trabaj con los demcratas para Nixon] para que use suinfluencia con el fin de enterrar la investigacin Hill sobre Califano, Hubert y dems.Ms tarde, el mismo da, decidi que la idea no era tan buena y me dijo que nohiciera lo que por suerte yo no haba hecho.

    El mismo da, Haldeman informa de que Henry Kissinger llam agitado desde Parsdiciendo que firmar mejor en Pars que en Hanoi, que es el punto clave. Hablatambin de conseguir que Thieu, el presidente sudvietnamita, transija. Al dasiguiente:

    El P ha vuelto a la carga sobre Watergate hoy, sealando que yo debera hablar conConnally sobre la intervencin de telfonos ordenada por Johnson para saber quopina y cmo deberamos llevarlo. Se pregunta si no deberamos decirle a Andreasque asuste a Hubert. El problema de ir contra LJB es cmo reaccionara, ynecesitamos averiguar por De Loach quin lo hizo y luego sentarle ante un detectorde mentiras. He hablado por telfono con Mitchell sobre este tema y me ha dichoque De Loach le haba dicho que estaba al da en el asunto porque le haban

    llamado de Texas. Un reportero del Star ha estado investigando la semana pasada yLB J se puso muy furioso y llam a Deke [De Loach] y le dijo que si la gente deNixon va a jugar a eso l revelara [material destruido por seguridad nacional],diciendo que nuestro bando estaba pidiendo que se hicieran ciertas cosas. Pornuestra parte, supongo que se refiere a la organizacin de la campaa de Nixon. DeLoach se lo tom como una amenaza directa de ]ohn'011 ... Que l recuerde,pidieron que se pusieran micrfonos en los aviones, pero no se hizo, y lo nico quehicieron fue aprobar las llamadas de telfono y pinchar el de la Dragonal [AnnaChennault].

    Puede que esta prosa burocrtica sea indigesta, pero no precisa claves para

    descifrarla. Fuertemente presionado a causa de las escuchas en el edificioWatergate, Nixon orden a su jefe de gabinete, Haldeman, y a su contacto del FBI,Deke De Loach, que revelasen las escuchas a que su propia campaa haba sidosometida en 1968. Sonde asimismo al ex presidente ]ohnson, a travs dedemcratas destacados, como el gobernador John Connally, para calibrar cul serala reaccin del presidente al respecto. El objetivo era demostrar que todo elmundo lo hace. (En virtud de otra paradoja del bipartidismo, en Washington ellema todos lo hacen lo utiliza ms la defensa que, como cabra esperar, laacusacin.)

    Sin embargo, surgi un problema en el acto. Cmo revelar las escuchas de 1968sin revelar al mismo tiempo sobre qu se haban realizado? De ah las reservas(

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    acercamiento a Lyndon Johnson en 1973 de eventual chantaje, destinado aejercer una presin subrepticia para cancelar una investigacin del Congreso. Perotambin sugiere que Johnson, que no era un incauto, tena por su parte municinde chantaje. Como lo expresa el profesor Ambrose, los Diarios de Haldeman habansido examinados por el Consejo Nacional de Seguridad (CNS), y la supresin entrecorchetes que se transcribe ms arriba es el nico lugar del libro que ofrece un

    ejemplo de una supresin por parte del CNS durante la administracin Carter. Ochodas ms tarde, Nixon fue investido para su segundo mandato. Diez das despusJohnson muri de un ataque cardaco. Nunca sabremos lo que Johnson poseacontra Nixon.

    La conclusin del profesor aqu es seguramente muy provisional. Hay un principiomuy sobrentendido que se denomina destruccin mutua garantizada, por la cualambos bandos poseen material ms que de sobra para aniquilar al otro. Larespuesta a la pregunta de qu tena la administracin Johnson sobre Nixon esrelativamente fcil. Figuraba en un libro titulado Counsel to the President, publicadoen 1991. Su autor era Clark Clifford, por antonomasia el hombre que poseeinformacin de primer orden en Washington, asistido en la redaccin de su obrapor Richard Holbrooke, el antiguo vicesecretario de Estado y embajador ante lasNaciones Unidas. En 1968, Clark Clifford era secretario de Defensa y RichardHolbrooke era miembro del equipo negociador de los Estados Unidos en lasconversaciones de paz con Vietnam en Pars.

    Desde su asiento en el Pentgono, Clifford haba podido leer las transcripciones delservicio de inteligencia que recogan y revelaban lo que l denomina un conductopersonal secreto entre el presidente Thieu en Saign y la campaa de Nixon. Elinterlocutor principal en el lado norteamericano era John Mitchell, a la sazn

    director de campaa de Nixon y posteriormente fiscal general (y posteriormente elrecluso nmero 24171-157 en el sistema penitenciario de Alabama). Le asistaactivamente la seora Anna Chennault, conocida por todos como la Dragona.Furibunda veterana del lobby de Taiwan, y una intrigante de derechas a todos losefectos, era una fuerza poltica en el Washington de su poca y merecera unabiografa por s sola.

    Clifford refiere una entrevista privada a la que asistieron l, el presidente Johnson,el secretario de Estado Dean Rusk y el asesor de seguridad nacional Walt Rostow.Halcones todos ellos, mantuvieron al margen al vicepresidente Humphrey.

    Pero, halcones como eran, les horroriz la evidencia de la perfidia de Nixon. Noobstante, decidieron no revelar al pblico lo que saban. Clifford dice que fueporque la revelacin hubiera echado al traste por completo las conversaciones dePars. Podra haber aadido que habra creado una crisis de confianza pblica enlas instituciones de los Estados Unidos. Hay cosas que no se les puede confiar alos votantes. Y aun cuando las escuchas hubieran sido legales, podran haberparecido juego sucio. (La Ley Logan prohbe a cualquier ciudadano norteamericanollevar a cabo una diplomacia privada con un pas extranjero, pero no se aplica conrigor ni mucha consistencia.)

    A todo esto, Thieu se retir de todos modos de las negociaciones, que naufragarontan slo dos das antes de las elecciones. Clifford no tiene dudas respecto a quinle aconsej que as lo hiciera:

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    Las actividades del equipo de Nixon rebasaron con mucho los lmites deljustificable combate poltico. Constituyeron una interferencia directa en las tareasde la rama ejecutiva y las responsabilidades del primer mandatario, las nicaspersonas con autoridad para negociar en nombre del pas. Las actividades de lacampaa de Nixon representaron una burda y hasta potencialmente ilegalinterferencia en los asuntos de seguridad de la nacin por parte de unos individuos

    particulares.

    Tal vez consciente de la ligera debilidad de esta prosa leguleya, y quiz un pocoavergonzado de mantener el secreto para sus memorias en vez de comunicrselo alelectorado, Clifford aade en una nota a pie de pgina:

    Hay que recordar que el pblico era notablemente ms inocente respecto a estascuestiones en los das anteriores a las sesiones del caso Watergate y a lainvestigacin en 1975 del Senado sobre la CIA.

    Tal vez el pblico fuese en efecto ms inocente, aunque slo fuera a causa de lareticencia de abogados de alto vuelo c.omo Clifford, que pensaba que haba cosasdemasiado escandalosas para darlas a conocer. Ahora afirma que era partidario oqien de enfrentar a Nixon en privado con la informacin y obligarle a desistir, o biende hacerla pblica. Quiz fuera efectivamente su criterio.

    Una era ms avisada de investigacin periodstica ha desvelado varias puestas alda de este infame episodio. Lo mismo han hecho las muy reservadas memorias delpropio Nixon. Haca falta ms que un conducto trasero para la desestabilizacinpor los republicanos de las conversaciones de paz de Pars. Tena que haber, comohemos visto, comunicaciones secretas en.tre Nixon y los sudvietnamitas. Pero

    tambin tuvo que haber un informador dentro del campo de la administracin queestaba en el poder, una fuente de pistas, confidencias y tempranos avisos de lasintenciones oficiales. Ese informador era Henry Kissinger. En el relato de Nixon,RN: The Memoirs of Richard Nixon, el deshonrado estadista veterano nos dice que,a mediados de septiembre de 1968, recibi en privado la noticia de que seproyectaba un cese de los bombardeos. En arras palabras, que la administracinde Johnson, en bien de las negociaciones, sopesaba la posibilidad de suspenderlos bombardeos areos de Vietnam del Norte. Nixon nos dice que esta utlisimaprimicia de informacin secreta proceda de un canal muy infrecuente. Lo erams incluso de lo que l admita. Kissinger haba sido hasta entonces un partidarioferviente de Nelson Rockefeller, el inigualable y acaudalado prncipe del

    republicanismo liberal. Nelson no ocultaba su desprecio por la persona y laspolticas de Richard Nixon. De hecho, los negociadores del presidente Johnson enPars, encabezados por AvereU Harriman, casi consideraban a Kissinger uno de lossuyos. Se haba hecho til, como asesor principal de Rockefeller sobre polticaexterior, proporcionando intermediarios franceses con sus propios contactos enHanoi. Henry era la nica persona ajena al gobierno con quien estbamosautorizados a hablar de las negociaciones}), dice Richard Holbrooke. Confibamosen l. No es exagerado decir que la campaa de Nixon tena una fuente secretadentro del equipo negociador de los Estados Unidos.

    De modo que la posibilidad de un cese de los bombardeos, escribi Nixon,

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    conociera la funcin paralela que su director de campaa estaba desempeando enconnivencia con un pas extranjero. As empez 10 que en la prctica fue unaoperacin interna encubierta, encaminada simultneamente a frustrar lasconversaciones y a ensuciar la campaa de Hubert Humphrey.

    Ese mismo mes, ms adelante, el 26 de septiembre, para ser exactos, y como refiere

    Nixon en sus memorias, Kissinger volvi a llamar. Dijo que acababa de volver dePars, donde habia captado el rumor de que se preparaba algo gordo con respecto aVietnam. Me aconsej que si yo tena algo que decir sobre Vietnam la semanasiguiente, deba eludir cualquier idea o propuesta nuevas. Ese mismo da, Nixondeclin un desafo de Humphrey a un debate directo. El 12 de octubre, Kissingerestableci contacto de nuevo para sugerir que en fecha tan prxima como el 23 deoctubre quiz se anunciara un cese de los bombardeos. y as podra haber sido. Deno ser porque, por algn motivo, cada vez que el lado norviemamita se acercaba alacuerdo, Vietnam del Sur aumentaba sus exigencias. Ahora sabemos el porqu y elcmo de esto, y la manera en que se tejieron las dos mitades de la estrategia. Ya enel mes de julio, Nixon se haba reunido calladamente en Nueva York con elembajador sudvietnamita, Bui Diem. La entrevista haba sido concertada por AnnaChennault. Las escuchas en las oficinas de los sudvietnamitas en Washington y lavigilancia ejercida sobre la Dragona mostraron cmo funcion la cadena. Untelegrama interceptado de Diem al presidente Thieu, el fatdico 23 de octubre, deca:Muchos amigos republicanos se han puesto en contacto conmigo y me hanalentado a que nos mantengamos firmes. Les alarmaron los informes de prensarelativos a que usted ya haba suavizado su postura. Las instrucciones para lasescuchas telefnicas fueron impartidas a un tal Cartha De Loach, conocido por suscolegas como Deke, que era el oficial de enlace del FBI de Hoover con la CasaBlanca. Le hemos encontrado, como recordar el lector, en los Diarios de

    Haldeman.En 1999, el escritor Anthony Summers pudo finalmente obtener acceso alexpediente cerrado del FBI sobre las interceptaciones de la campaa de Nixon, quepublic en su libro de 2000 The Arrogance 01 Power: The Secret WorLd 01 RichardNixon. Pudo asimismo entrevistar a Anna Chennaulr. Estos dos progresosproporcionaron a este autor la prueba irrefutable sobre la conspiracin de 1968. Afinales de octubre de 1968, ]ohn MitcheU estaba tan nervioso por la vigilancia oficialque dej de atender a las llamadas de Anna Chennault. Y el presidente ]ohnson, enuna conferencia telefnica con los tres candidatos, Nixon, Humphrey y Wallace(supuestamente para informarles acerca del cese de los bombardeos), dio a

    entender claramente que estaba enterado de los esfuerzos subrepticios porobstaculizar su diplomacia relativa a Vietnam. Esta llamada casi sembr el pnicoen el crculo interno de Nixon, e indujo a Mitchell a telefonear a Chennault alSheraton Park Hotel. Le pidi que le devolviera la llamada por una lnea ms segura.Anna, le dijo, le hablo en nombre del seor Nixon. Es muy importante quenuestros amigos vietnamitas comprendan nuestra posicin republicana, y esperoque usted se la aclare ... Cree de verdad que han decidido no ir a Pars?

    El documento original reproducido por el FBI muestra lo que ocurri acontinuacin. El 2 de noviembre de 1968, el agente informa de lo siguiente:

    LA SEORA ANNA CHENNAULT CONTACTO CON EL EMBAJADOR VIETNAMITABUI DIEM, y LE COMUNICO QUE HABtA RECIBIDO UN MENSAJE DE SU JEFE (SINMS IDENTIFICACIN), Y QUE SU JEFE QUERfA QUE SE LO NOTIFICASE

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    PERSONALMENTE AL EMBAJADOR. DIJO QUE EL MENSAJE ERA QUE DEBAAGUANTAR, VAMOS A GANAR, y QUE SU JEFE TAMBIN HABA DICHOAGUANTAR, L LO ENTIENDE PERFECTAMENTE. ELLA REPITI QUE SE ERAEL NICO MENSAJE. HA DICHO, POR FAVOR, DGALE A SU JEFE QUEAGUANTE. ELLA LE COMUNIC QUE SU JEFE ACABABA DE LLAMARLA DESDENUEVO MXICO.

    El compaero de candidatura de Nixon, Spiro Agnew, haba estado aquel dahaciendo campaa en Albuquerque, Nuevo Mxico, y un anlisis posterior de losservicios de inteligencia revel que l y otro miembro de su gabinete (el que seocupaba principalmente de Vietnam) haban efectivamente estado en contacto conel bando de Chennaulr.

    Lo bueno de tener a Kissinger filtrando informacin por un lado y, por el otro, aAnna Chennault y]ohn Mitchell llevando una poltica exterior privada para Nixon,resida en lo siguiente: le permita evitar que le arrastrasen a una controversia sobreun cese de los bombardeos. y adems le permita sugerir que eran los demcrataslos que estaban politizando la cuestin. El 25 de octubre, en Nueva York, Nixonutiliz esa archisabida tctica de divulgar una insinuacin al tiempo que sepretenda repudiarla. De la diplomacia de LB] en Pars dijo: Me han dicho que estarfaga de actividad es un intento cnico del presidente Johnson para salvar en elltimo instante la candidatura del seor Humphrey. Yo no lo creo.

    El propio Kissinger mostr una habilidad similar de enfrentar a los dos extremoscon el centro. A finales del verano de 1968, en Martha's Vineyard, haba ofrecido losarchivos de Nelson Rockefeller sobre Nixon al profesor Samuel Huntington, unasesor muy prximo de Hubert Humphrey. Pero cuando el colega y amigo de

    Huntington Zbigniew Brzezinski trat de que materializase su oferta, Kissinger seretrajo. Odio a Nixon desde hace aos, le dijo a Brzezinski. Pero no era elmomento Oportuno para la entrega. En realidad, fueron unas elecciones muyreidas, que al final arrojaron una diferencia de unos pocos cientos de miles devotos, y muchos observadores curtidos creen que la diferencia final la marcJohnson ordenando el alto de los bombardeos el 31 de octubre, y lossudvietnamitas le ridiculizaron boicoteando las conversaciones de paz al dasiguiente mismo. Pero si el resultado hubiese sido distinto, casi con toda seguridadKissinger habra ocupado un alto cargo en una administracin Humphrey.

    Con ligeras diferencias de nfasis, los elementos principales de esta historia

    figuran en los textos citados de Haldeman y en las memorias de Clifford. Se repitenparcialmente en la autobiografa del presidente ]ohnson, titulada The Vtmtage Point,y en una larga reflexin sobre Indochina de William Bundy (uno de los arquitectosde la guerra), con el ttulo bastante trillado de The Tangled Web [La redenmaraada]. Miembros destacados del cuerpo de prensa, entre ellos JulesWitcover, en su historia de 1968, Seymour Hersh, en su estudio de Kissinger, yWalter lsaacson, redactor jefe de la revista Time, en su biografa admirativa perocrtica, han publicado crnicas casi coincidentes de este deplorable episodio. Yomismo analic los Diarios de Hafdeman en The Nation en 1994. La nica mencin alrespecto que es completa y absolutamente falsa, y que lo es desde cualquier puntode vista, tanto literario como histrico, aparece en las memorias del propioKissinger. Escribe lo siguiente:

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    Varios emisarios de Nixon -algunos autonombrados- me telefonearon para pedirmeconsejo. Mi actitud fue la de que respondera a preguntas concretas sobre polticaexterior, pero que no ofrecera asesoramiento general ni aventurarasugerencias . .Fue la misma respuesta que di a las preguntas del gabinete deHumphrey.

    Esto contradice incluso las memorias tergiversadas del hombre que, tras haberganado las eleccciones de 1968 por esros mtodos turbios, eligi, en el primernombramiento que hizo, a Henry Kissinger como consejero de seguridad nacional.No es mi intencin arbitrar una competicin de falsedades entre los dos hombres,pero cuando hizo este nombramiento Richard Nixon haba visto en persona unasola vez a Henry Kissinger, de un modo breve e incmodo. Es evidente que seform una opinin sobre las aptitudes de Kissinger gracias a una experiencia msconvincente que aquel nico encuentro. Uno de los factores que ms me habanpersuadido de la credibilidad de Kissinger, escribi Nixon ms tarde, con sudeliciosa prosa, es el empeo que puso en proteger su secreto.

    Pero este horrendo secreto ya ha sido desvelado. En el nmero de diciembre deForeign Affairs, rgano interno de la administracin, escrito meses antes peropublicado unos das despus del anuncio de su nombramiento como mano derechade Nixon, apareca una evaluacin de Kissinger sobre las negociaciones deVietnam. En todos los puntos sustanciosos, concordaba con la lnea adoptada enPars por los negociadores de ]ohnson y Humphrey. Hay que hacer un instante depausa para asimilar la enormidad de esto. Kissinger haba contribuido a queeligieran a un hombre que subrepticiamente haba prometido a la juntasudvietnamita un mejor pacto que el que les ofrecan los demcratas. Lasautoridades de Saign actuaron entonces, tal como confirma atribuladamente

    Bllndy, como si en realidad tuvieran ya un pacto. Esto significaba, en palabras deun lema posterior de Nixon, cuatro aos ms. Pero cuatro aos ms de unaguerra inganable, indeclarada y mortfera, que iba a propagarse antes deextinguirse, y que acabara en los mismos trminos y condiciones que se habanpuesto encima de la mesa en el otoo de 1968.

    Fue lo que cost promover a Kissinger; promover a quien era un acadmicomediocre y oportunista al rango de potentado internacional. Las cualidades de supersona estaban all desde el momento inaugural: la adulacin y la duplicidad; elculto al poder y la falta de escrpulos; el trueque vaco de antiguos no amigos pornuevos no amigos. Y los efectos caractersticos tambin estaban presentes: los

    cadveres sin contar y prescindibles; las mentiras oficiales y oficiosas sobre elcoste; la intensa y pomposa pseudo indignacin cuando se formulaban preguntasindeseadas. La carrera global de Kissinger comenz tal como se propona seguir.Corrompi la repblica y la democracia norteamericanas y se cobr una cuotaespantosa de vctimas en sociedades ms dbiles y vulnerables.

    A MODO DE ADVERTENCIA: UNA BREVE NOTA SOBRE EL COMIT 40

    En muchas de las pginas y episodios siguientes, me ha parecido esencial aludir alComit 40 o Comit Cuarenta, el organismo semi clandestino del que HenryKissinger fue presidente entre 1969 y 1976. No es necesario describir a unaorganizacin gigantesca y tentacular en el centro de una red de conspiracin: sinembargo, es importante saber que hubo un comit que supervisaba en ltima

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    instancia las acciones encubiertas de los Estados Unidos en el extranjero (yposiblemente en el territorio nacional) durante este perodo.

    La CIA fue creada en principio por el presidente Harry Truman a comienzos de laguerra fra. En la primera administracin Eisenhower, se juzg necesario establecerun organismo de supervisin o control sobre las operaciones encubiertas. Esta

    comisin fue conocida como el Grupo Especial, y en ocasiones se le denominabatambin Grupo 54/12, debido al nmero de la directiva del Consejo Nacional deSeguridad por la que se estableci. En la poca del presidente Johnson se lellamaba el Comit 303, y durante la administracin Nixon y Ford se le llam Comit40. Algunos creen que estos cambios de nombre reflejan los nmeros deposteriores directivas del CNS; de hecho, el Comit recibi su nombre por losnmeros de las salas sucesivas donde se reuna, en el hermoso Old ExecutiveOffice Building (ahora anexionado a la vecina Casa Blanca), que albergaba los tresdepartamentos de Estado, Guerra y Armada.

    Si rumores fantsticos envuelven el trabajo de este Comit, pueden ser fruto delabsurdo culto al secreto que en un momento determinado lo cubra. En 1973, en lasvistas del Senado, el senador Stuart Symington estaba interrogando a WilliamColby, a la sazn director de la CIA, sobre los orgenes y la evolucin del gruposupervisor:

    Senador Symington: Muy bien. Cmo se llama el ltimo comit de esta ndole?

    Colby: Comit Cuarenta.

    Senador Symington: Quin es el presidente?

    Colby: Bueno, una vez ms preferira describir al Comit Cuarenta en una sesinejecutiva, seor presidente,

    Senador Symington: Preferira una sesin ejecutiva respecto a quin lo preside?

    Colby: El presidente ... , de acuerdo, seor presidente ... El presidente es el doctorKissinger, como asistente del presidente en asuntos de seguridad nacional.

    En arras palabras, Kissinger ostentaba este cargo ex officio.

    Sus colegas entonces eran el general de la Fuerza Area George Brown, presidentede la Junta de Jefes de Estado Mayor; William P. Clements, Jr., vicesecretario deDefensa; Joseph Sisco, el subsecretario de Estado para Asuntos Polticos, y eldirector de la ClA, William Colby.

    Con ligeras variaciones, los que ocupaban estos puestos haban sido los miembrospermanentes del Comit Cuarenta que; como dijo el presidente Ford en la primerareferencia pblica hecha por un presidente a la existencia del grupo, supervisatodas las operaciones encubiertas emprendidas por nuestro gobierno. Unaimportante novedad fue introducida por el presidente Nixon, que decidi que suantiguo director de campaa y fiscal general, John Mitchell, formara parte delComit, el nico fiscal general que lo ha hecho. La carta fundacional de la CIA leprohbe participar en cualquier operacin dentro del territorio nacional: en enero de1975, el fiscal Mitchell fue condenado por numerosos cargos de perjurio,

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    obstruccin y conspiracin para encubrir el robo con allanamiento de Watergate,que fue perpetrado en parte por antiguos agentes de la CIA. Se convirti en elprimer fiscal general condenado a una pena de prisin.

    Hemos topado antes con el seor Mitchell, en compaa del seor Kissinger. Creo yespero que la utilidad de esta nota sea la de un hilo conductor a lo largo de todo

    este relato. Cada vez que en los Estados Unidos se produjo una importanteoperacin encubierta entre los aos 1969 y 1976, cabe presumir que HenryKissinger tuvo responsabilidad y conocimiento directo de ella. Si afirma que no,entonces est afirmando que no asumi una funcin a la que se aferraba con grantenacidad burocrtica. Y, tanto si acepta la responsabilidad como si no, a l leincumbe responder en cualquier caso.

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    2. INDOCHINA

    Aun obligados a concentrarnos en crudas realidades, nunca debemos perder devista ese elemento surrealista que circunda a Henry Kissinger. En el curso de una

    visita a Vietnam, a mediados de los aos sesenta, cuando muchos oportunistastecnocrticos seguan estando convencidos de que vala la pena librar aquellaguerra y de que podan ganarla, el joven Henry se reserv la opinin sobre el primerpunto pero incub considerables dudas personales respecto al segundo. Habiendorecibido de Nelson Rockefeller una libertad casi absoluta para establecer contactospor su cuenta, haba llegado al extremo de participar en una iniciativa que implicabaun contacto personal directo con Hanoi. Se hizo amigo de dos franceses que tenanuna relacin directa con el mando comunista en la capital de Vietnam del Norte.Raymond Aubrac, un funcionario francs que era amigo de H Chi Minh, hizo causacomn con Herbert Marcovich, un bioqumico francs, y emprendieron una serie deviajes a Vietnam del Norte. A su regreso informaron a Kissinger en Pars. ste, a suvez, trafic con la informacin obtenida en conversaciones de alto nivel enWashington, transmitiendo a Roben McNamara las posiciones negociadoras realeso potenciales de Pham Van Dong y otros polticos comunistas. (Al final, el incesantebombardeo del Norte hizo inviable cualquier tendido de puentes. En especial, lahoy olvidada destruccin norteamericana del puente Paul Doumer indign al bandovietnamita.)

    Esta ingrvida posicin intermedia, que en ltima instancia le ayud a poner enprctica su doble juego en 1968, permiti a Kissinger erigirse en portavoz delgobernador Rockefeller y proponer, por conductos indirectos, una futura distensin

    con los principales rivales norteamericanos. En 1968, en su primer discursoimportante como candidato a la nominacin republicana, RockefeUer hablresonantemente de que en un sutil tringulo con la China comunista y la UninSovitica, podemos a la larga mejorar nuestras relaciones con ambas, al tiempo quesondeamos la voluntad de paz de cada una. Este anticipo de la posterior estrategiade Kissinger podra, a primera vista, parecer presciencia. Pero el gobernadorRockefeller no tena ms motivos que el vicepresidente Humphrey para suponerque aquel ambicioso correligionario se pasara al bando de Nixon, poniendo enpeligro y posponiendo esa estrategia con el fin de atribuirse ms adelante el mritode un simulacro envilecido de la misma.

    En el plano moral, Kissinger trat el concepto de acercamiento de superpotenciasdel mismo modo que trat el concepto de solLlcin negociada en Vietnam: comoalgo supeditado a sus propias necesidades. Haba un momento para fingir que loapoyaba, y Otro para denunciarlo como pusilnime y prfido. Y haba un momentopara atribuirse el mrito. Algunos de los que cumplieron rdenes en Indochinapueden esgrimir este descargo notoriamente dbil. Algunos de los que inclusodieron las rdenes pueden decirnos ahora que actuaban sinceramente en aquellapoca. Pero Kissinger no puede acogerse a esta coartada. Siempre supo lo queestaba haciendo, y se embarc en una segunda ronda de guerra prolongada asabiendas de que ayudaba a destruir una alternativa que siempre crey posible.Esto aumenta la gravedad de la acusacin contra l. Tambin nos prepara para suimprovisada y retrospectiva defensa contra esta acusacin: que las inmensasdepredaciones que llev a cabo finalmente condujeron a la "paz}). Cuando, enoctubre de 1972, anunci falaz y prematuramente que la paz est ahora al alcance

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    de la mano, se jact de que podra haberse alcanzado realmente (y con muchamenos sangre) en 1967. y cuando se apunt en su haber los posteriores contactosentre superpotencias, estaba anunciando el resultado de una diplomacia corrupta ysecreta que en principio haba sido propuesta como democrtica y abierta. En elnterin, haba ordenado escuchas ilegales y vigilancias a ciudadanos y funcionariosnorteamericanos cuyos recelos sobre la guerra, y sobre la autoridad

    inconstitucional, eran leves comparados con los de messieurs Aubrac y Marcovich.Al establecer lo que los abogados llaman mens rea, podemos decir que en el casode Kissinger era plenamente consciente de sus acciones y totalmente responsablede ellas.

    Al asumir el cargo en el bando de Nixon, en el invierno de 1968, Kissinger tena portarea ser plus royaliste que le roiI en dos aspectos. Tena que construir una fachadade credibilidad para acciones punitivas en un escenario vietnamita ya devastado,y deba secundar el deseo de su jefe de que l formara parte de un muro entre laCasa Blanca de Nixon yel Departamento de Estado. El trmino doble va habra deconvertirse ms tarde en una expresin comn. La posicin de Kissinger en ambas,la de violencia indiscrimada en el extranjero e ilegalidad flagrante en casa, sedecidi desde el principio. No parece que a Kissingel' le faltara entusiasmo paraambos compromisos; albergamos la tenue esperanza de que no fuese la primerapunzada del afrodisaco.

    Bien mirado, el cese de los bombardeos del presidente ]ohnson no dur muchotiempo, aunque se recuerde que su objetivo inicial conciliatorio haba sidosrdidamente socavado. Averell Harriman, que haba sido el principal negociadorde LB] en Pars, ms adelante testific ante el Congreso que, en octubre-noviembrede 1968, los norvietnamitas haban retirado el 90% de sus fuerzas de las dos

    provincias septentrionales de Vietnam del Sur, de conformidad con el acuerdo delque el cese pudiera haber sido parte integrante. En el nuevo contexto, sin embargo,esta retirada podra interpretarse como un signo de debilidad, y hasta como unaluz al fondo del tnel.

    Los anales de la guerra de Indochina son voluminosos, y no lo es menos lacontroversia resultante. No obstante, ello no impide seguir un hilo coherente. Unavez que la guerra fue prolongada de una forma artificial y antidemocrtica, msmtodos exorbitantes hicieron falta para librarla y ms fantsticas excusas huboque inventar para justificarla. Tomemos cuatro casos separados pero conexos enlos que la poblacin civil fue deliberadamente expuesta a una fuerza letal

    indiscriminada, en que las leyes de guerra habituales y de neutralidad fueronvioladas y en que hubo que mentir adrede para ocultar estos y otros hechos.

    1. Ms monrquico que el rey", en francs. (N del T)

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    El primero de los casos muestra lo que Vietnam podra haberse ahorrado de nohaber sido saboteadas las conversaciones de paz en Pars, en 1968. En diciembrede este ao, durante el perodo de transicin entre las administracionesde ]ohnson y de Nixon, el mando militar de los Estados Unidos desencaden lo queel general Greighton Abrams denomin una guerra total contra lainfraestructura de la insurgencia del Vietcong y el FLN. La primera accin de esta

    campaa fue la limpieza durante seis meses de la provincia de Kien Hoa, en el deltadel Mekong. El nombre codificado para este barrido fue Operation Speedy Express[Operacin Urgente Acelerada].

    En algn mbito terico, podra ser remotamente concebible que semejante tcticahallara justificacin en virtud de las leyes y fueros internacionales que regulan losderechos soberanos de aura defensa .. Pero es improbable que una nacin CaplZde desplegar la fuerza aplastante y aniquiladora que se describ~ a continuacinestuviese a la defensiva. y an sera menos probable que se viese en esa situacinen su propio territorio. De modo que la administracin Nixon-Kissinger no estaba,salvo en un sentido inhabitual, luchando por la supervivencia. El sentido inhabitualen que su supervivencia s estaba en juego lo expone, una vez ms, el crudotestimonio pstumo de H. R. Haldeman. Desde su atalaya en el campo de Nixondescribe una aparicin de Kissinger el 15 de diciembre de 1970:

    Kissinger entr y la conversacin vers sobre la corriente de opinin sobre Vietnamy el gran plan de paz del P para el ao siguiente, que K me dijo ms tarde que noaprobaba. Piensa que una retirada el ao prximo sera un grave error, porque lareaccin adversa al respecto podra producirse mucho antes de las elecciones del72. Es partidario, en cambio, de una reduccin continua y luego una retiradaexactamente en el otoo del 72, para que si surgen secuelas desfavorables sea

    demasiado tarde para afectar a las elecciones.Difcilmente se puede pedir una forma ms llana de decirlo. (Y que lo dijera,adems, uno de los principales partidarios de Nixon, sin el menor deseo dedesacreditar su reeleccin.) Pero en realidad el propio Kissinger llega a decir casi lomismo en su primer volumen de memorias, The White House Years. El contexto esuna entrevista con el general De GauUe en la que el viejo combatiente exigiconocer en nombre de qu derecho la administracin Nixon someta a Indochina adevastadores bombardeos. En su relato, Kissinger contesta que una retiradasbita podra plantearnos un problema de credibilidad. (Preguntado Dnde?,Kissinger mencion vagamente el Oriente Medio.) Es importante tener presente que

    el futuro adulador de Brzhnev y Mao, y el defensor del tringulo manipuladorentre ellos, no estaba realmente en condiciones de afirmar que haba hecho laguerra en Indochina para frenarles a ambos. Desde luego, no se atrevi a intentaruna excusa tan pueril con Charles de Gaulle. y, a decir verdad, el partidario deconcertar pactos secretos con China no estaba en una situacin muy firme parapretender que estaba combatiendo al estalinismo en general. No, todo se reduca auna cuestin de (,credibilidad y de salvar la cara. Se sabe que 20.492 soldadosnorteamericanos perdieron la vida en Indochina entre el da en que Nixon yKissinger asumieron sus respectivos cargos y el da de 1972 en que reinaron lasfuerzas estadounidenses y aceptaron la lgica de V 1968. Y si las familias 1'; lossupgviyientes._de_esas~cti~~ tuvieran que afrontar el hecho de que la cara queestaba en peligro era la del propio Kissinger?

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    As pues, los coloquialmente llamados bombardeos de Navidad sobre Vietnamdel Norte, iniciados durante la misma campaa presidencial que Haldeman yKissinger haban previsto tan tiernamente dos aos antes, y continuados despusde ganadas las elecciones, deben considerarse un crimen de guerra desde todoslos puntos de vista. Los bombardeos no se realizaron por nada parecido a motivosmilitares, sino por dos razones polticas. La primera era interior: para hacer una

    demostracin de fuerza a los extremistas del Congreso y poner a la defensiva alPartido Demcrata. La segunda era convencer a los dirigentes sudvietnamitascomo el presidente Thiu -todava intransigente al cabo de todos aquellos aos- deque sus objeciones a una retirada de los Estados Unidos eran excesivamentetmidas. Esto, de nuevo, fue la hipoteca que pes sobre el inicial pago secreto de1968.

    Cuando sobrevino el colapso inevitable, en Vietnam y en Camboya, en abril y mayode 1975, el coste fue infinitamente ms alto de lo que habra sido varios aos antes.Esos aos de langosta terminaron como haban empezado: con un despliegue debravatas y engaos. El 12 de mayo de 1975, caoneras camboyanas detuvieron a unbarco mercante norteamericano, el Mayaguez. En los momentos inmediatamentesiguientes a la toma del poder por los jemeres rojos, la situacin fue angustiosa. Elbarco haba sido detenido en aguas internacionales reclamadas por Camboya yluego conducido a la isla camboyana de Koh Tang. A pesar de los informes de quela tripulacin haba sido liberada, Kissinger abog por una represalia inmediata quesalvara la cara y reforzase la credibilidad. Convenci al presidente Gerald Ford, elbisoo y mediocre sucesor de su antiguo jefe, ahora depuesto, de que enviara a losmarines ya la fuerza area. De una tropa compuesta de 100 marines, 18 murieron y50 resultaron heridos. Unos 23 pilotos murieron en sus aviones derribados. LosEstados Unidos lanzaron sobre la isla una bomba de 15.000 libras, el arma no

    nuclear ms potente que posea. Nadie conoce las cifras de camboyanos muertos.Fueron vctimas sin sentido, ya que los tripulantes del Mayaguez no estaban enninguna parte de Koh Tang, por haber sido liberados unas horas antes. Una ulteriorinvestigacin del Congreso descubri que Kissinger podra haberse enterado deeste hecho escuchando la radio camboyana o prestando atencin a un tercergobierno que haba estado negociando un trato para la devolucin del barco y sustripulantes. No caba pensar que los camboyanos dudasen, a esas alturas de 1975,de la disposicin del gobierno norteamericano a usar una fuerza mortal.

    En Washington, D.C., hay un famoso y reverenciado monumento en recuerdo de losnorteamericanos muertos en la guerra de Vietnam. Conocido como el Vietnam

    Veteran's Memorial, lleva un nombre ligeramente engaoso. Yo estuve presente enel momento sumamente emotivo de su inauguracin, en 1982, y advert que la listade casi 60.000 nombres est inscrita en el muro no por orden alfabtico, sino porfechas. Los primeros nmeros, escasos, son de 1954, y los pocos nmeros finalesde 1975. A los visitantes con ms conciencia histrica se les oye en ocasiones decirque no saban que su pas hubiese combatido en Vietnam hasta tan tarde o desdetan pronto como esas fechas. Tampoco se supona que lo supiese el pblico. Losprimeros nombres pertenecen a agentes encubiertos enviados por el coronelLansdale, sin permiso del Congreso, en apoyo del colonialismo francs antes deDien Bien Phu. Los ltimos corresponden a los soldados muertos en el fiasco delMayaguez. Henry Kissinger tuvo que ocuparse de garantizar que una contiendaatroz, que l haba contribuido a prolongar, terminase de un modo tan furtivo eignominioso como haba empezado.

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    3. BOTONES DE MUESTRA: LOS CRMENES DE GUERRA DE KISSINGER ENINDOCHINA

    Algunas declaraciones son demasiado rotundas para el discurso cotidiano y

    consensual. En el debate nacional, son los guijarros ms lisos los quenormalmente se recogen del arroyo para usarlos como proyectiles. Dejan unacicatriz menor, incluso cuando hieren. De vez en cuando, sin embargo, un solocomentario categrico inflige una herida profunda y dentada, un tajo tan feo quehay que cauterizarlo de inmediato. En enero de 1971, el general Telford Taylor, quehaba sido el fiscal principal en los procesos de Nuremberg, hizo una declaracinmeditada. Al revisar la base jurdica y moral de aquellos juicios, y asimismo losjuicios en Tokio de criminales de guerra y el juicio en Manila del jefe militar delemperador Hirohito, el general Tomoyuki Yamashita, Taylor afirm que si losbaremos de Nuremberg y Manila se aplicasen con ecuanimidad, y si fueranaplicados a los estadistas y burcratas norteamericamos que organizaron la guerrade Vietnam, habra una posibilidad muy grande de que conocieran el mismo finalque l [Yamashita]. No todos los das un destacado soldado y juristanorteamericano expresa la opinin de que a una gran parte de la clase polticaprobablemente habra que ponerle una capucha, vendarle los ojos y dejarla caercon una soga al cuello por una trampilla.

    En su libro Nuremberg and Vietnam, el general Taylor se anticip igualmente a unade las posibles objeciones a su conclusin jurdica y moral. La defensa podraargumentar, dijo, que los acusados no saban realmente lo que estaban haciendo:en otras palabras, que haban cometido los actos ms indignos pero por los ms

    elevados e inocentes motivos. La idea de Indochina como un cenagal de El coraznde las tinieblas para ejrcitos ignorantes ha sido propagada diligentemente,entonces y ahora, pero Taylor rechazaba semejante visin. Escribi que misiones yequipos militares, econmicos, polticos y de inteligencia norteamericanos habanestado en Vietnam demasiado tiempo para imputar cualquiera de las cosas quehicieron a falta de informacin. Hasta mediados de los aos sesenta habra sidoposible que soldados y diplomticos se declarasen inocentes, pero despus de esapoca, y en especial despus de la matanza de My Lai, el 16 de marzo de 1968, enque veteranos en activo informaron a sus superiores de atrocidades tremendas,nadie poda alegar razonablemente no haber estado informado, y, entre los quepodan hacerlo, los menos dignos de crdito habran sido quienes -lejos de la

    confusin de la batalla- lean y debatan y aprobaban los informes panpticos de laguerra que se entregaban en Washington.

    El libro del general Taylor fue escrito mientras muchos de los sucesos msreprensibles de la guerra de Indochina seguan aconteciendo o todava no habanocurrido. l desconoca la intensidad y la magnitud de, por ejemplo, losbombardeos de Laos y Camboya. Sin embargo, se saba lo suficiente sobre ladireccin de la contienda y sobre los moldes existentes de responsabilidad penal ycriminal para que el general llegara a algunas conclusiones incontrovertibles. Laprimera de ellas atae a la particular obligacin de los Estados Unidos de tener encuenta y de respetar los principios de Nuremberg:

    Tribunales y comiSIOnes militares han emitido normalmente sus veredictos de unaforma escueta y sin el respaldo de dictmenes que expliquen su decisin. Los

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    procesos de Nurember y Tokio, por el contrario, se basaron en extensosdictmenes que detallaban las pruebas y analizaban las cuestiones factuales yjurdicas, a la manera, por lo general, en que lo hacen los tribunales de apelacin.Huelga decir que no todos eran de calidad uniforme, y que a menudo reflejaban laslgicas deficiencias de la transaccin, cuyas huellas suelen empaar el dictamen detribunales formados por numerosos miembros. Pero el procedimiento fue

    profesional de un modo que pocas veces se alcanza en cortes militares, y las actasy fallos de dichos tribunales brindaron un fundamento muy necesario paraestablecer un corpus de derecho penal internacional constituido por jueces. Losresultados de los juicios hablaron por s mismos a las recin constituidas NacionesUnidas, y el 11 de diciembre de 1946, la Asamblea General aprob una resolucinafirmando los principios de derecho internacional reconocidos por la Carta delTribunal de Nuremberg y las sentencias de este tribunal.

    Valore como valore la historia, en ltima instancia, el acierto o desacierto de losjuicios por crmenes de guerra, hay una cosa indiscutible. Cuando concluyeron, elgobierno de los Estados Unidos estaba jurdica, poltica y moralmen tecomprometido con los principios enunciados en las cartas y las sentencias de lostribunales. El presidente de los Estados Unidos, por recomendacin de losDepartamentos de Estado, de Guerra y de Justicia, aprob los programas sobrecrmenes de guerra. Treinta o ms jueces norteamericanos, elegidos en las sedesde apeiacin de los estados, desde Massachusetts hasta Oregon, y desdeMinnesota hasta Georgia, dirigieron los procesos de Nuremberg y escribieron susdictmenes. El general Douglas MacArthur, autorizado por la Comisin del LejanoOriente, constituy el tribunal de Tokio y confirm las sentencias que impuso, ybajo su autoridad como el oficial de ms alto rango en el Lejano Oriente secelebraron el juicio de Yamashita y otros semejantes. La delegacin de los Estados

    Unidos ante las Naciones Unidas present la resolucin por la que la AsambleaGeneral adopt los principios de Nuremberg. De este modo, la integridad de lanacin est empeada en dichos principios, y hoy la cuestin que se plantea es laforma en que son aplicables a nuestra actuacin en la guerra de Vietnam, y si elgobierno de los Estados Unidos est dispuesto a encarar las consecuencias de suaplicacin.

    Al afrontar y meditar sobre estas consecuencias, el propio general Telford TayJordiscrep de otro oficial norteamericano, el coronel WiUian Corson, que habaescrito: Con independencia del resultado de [oo.] las cortes marciales de My Lai yotras acciones jurdicas, sigue en pie el hecho de que el criterio norteamericano

    respecto a la prosecucin de la guerra fue incorrecto de principio a fin, y que lasatrocidades, veraces o no, son resultado de un criterio errneo, no de una conductacrimina!' A lo cual respondi Telford:

    Me temo que el coronel Corson pasa por alto que el homicidio por negligencia es,por lo general, un deliro de criterio errneo ms que una tentativa malvada. Quiztenga razn en que, en el sentido estrictamente causal, de no haber habido un errorde criterio no habra surgido la ocasin de una conducta criminal. Los alemanes enla Europa ocupada cometieron burdos errores de criterio que sin duda crearon lascondiciones en las que se produjo la matanza de los habitantes de Klissura [unpueblo griego aniquilado durante la ocupacin], pero eso no hizo menos criminaleslas muertes ocasionadas.

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    Aludiendo a la cuestin de la cadena de mando en el campo de batalla, el generalTaylor seal adems que el cuerpo de oficiales haba estado:

    ms o menos constantemente en Vietnam, y magnficamente dotado dehelicpteros y otros aviones que les daban un grado de movilidad sin precedentesen guerras anteriores, y que por consiguiente les proporcionaban toda clase de

    oportunidades de mantener el curso de la contienda y sus secuelas sometido a unaestrecha y continua observacin. Las comunicaciones, por lo general, eran rpidasy eficaces, el flujo de informacin y de rdenes no se vea entorpecido.

    Estas circunstancias son agudamente distintas de las que rodeaban al generalYamashita en 1944 y 1945, cuando sus tropas retrocedan en desbandada ante elpodero militar norteamericano que las persegua. Por no haber conseguido evitarlas atrocidades que esas tropas cometieron, los generales de brigada Egbett F.Bullene y Morris Handwerk y los generales de divisin James A. Lester, LeoDonovan y Russel B. Reynolds le hallaron culpable de violar las leyes de guerra y lecondenaron morir en la horca.

    Tampoco omiti el general Taylor el vnculo crucial entre el mando militar y susupervisin poltica; aqu tambin haba una relacin mucho ms inmediata yestrecha en el caso norteamericano-vietnamita que en el japons-filipino, comopone de manifiesto el contacto regular entre, pongamos, el general CreightonAbrams y Henry Kissinger:

    Se presta a especulaciones hasta qu punto el presidente y sus ms prximosconsejeros de la Casa Blanca, el Pentgono y Foggy Bottom conocan la amplitud yla causa de las vctimas civiles en Vietnam, y la devastacin fsica del campo. Algo

    se saba, pues el difunto John Naughton (entonces subsecretario de Defensa)volvi un da de la Casa Blanca con el mensaje de que Parece ser que actuamosconforme a la presuncin de que la manera de erradicar al Vietcong es destruirtodas las estructuras de los pueblos, deforestar todas las selvas y recubrir luego deasfalto toda la superficie de Vietnam.

    Este comentario fue divulgado (por Townsend Hoopes, un adversario poltico delgeneral Taylor) antes de que la metfora se hubiese extendido a dos nuevos pases,Laos y Camboya, sin que mediase una declaracin de guerra, una notificacin alCongreso o un aviso a los civiles para que evacuaran. Pero Taylar se adelant demuchas formas al caso de Kissinger cuando rememor el juicio del estadista

    japons Koki Hirota: que fue por breve tiempo primer ministro y durante variosaos ministro de Exteriores entre 1933 y mayo de 1938, despus de lo cual novolvi a tener cargo pblico alguno. Las llamadas Violaciones de Nanking,perpetradas por fuerzas japonesas en el invierno de 1937-1938, ocurrieron cuandoHirota era ministro. Al recibir informes de las atrocidades, exigi y obtuvo garantasdel Ministerio de Guerra de que cesaran. Pero continuaron, y el tribunal de Tokiodeclar a Hirota culpable porque incumpli su deber de insistir ante el gobierno enque se actuara inmediatamente para poner fin a las atrocidades y se content confiarse de garantas que l saba que no se estaban aplicando. Sobre esta base,junto con su condena por el cargo de guerra agresiva, Hirota fue sentenciado amorir en la horca.

    Melvin Laird, secretario de Defensa durante la primera administracin Nixon, estabalo bastante intranquilo por los primeros bombardeos de Camboya, y lo bastante

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    inseguro respecto a la legalidad o la prudencia de la intervencin, como para enviarun oficio a la Junta de Jefes de Estado Mayor preguntando: Se estn tomandomedidas, de forma continuada, para minimizar el riesgo de daar a poblaciones yestructuras camboyanas? De ser as, estamos razonablemente seguros de queson medidas eficaces? No hay indicios de que Henry Kissinger, como asesor deseguridad nacional o secretario de Estado, se preocupara siquiera de estas

    modestas precauciones. De hecho, hay muchas pruebas de que enga alCongreso respecto al grado en que eran deliberadamente falsas las garantas queestaba ofreciendo. Otros implicados, como Roben McNamara, McGeorge Bundy yWilliam Colby, han alegado posteriormente diversas excusas, arrepentimiento o almenos alguna explicacin: Henry Kissinger, nunca. El general Taylor calific laprctica de las incursiones areas contra aldeas sospechosas de esconder aguerrillas vietnamitas de violaciones flagrantes de la Convencin de Ginebra sobreProteccin Civil, que prohbe los "castigos colectivos" y las "represalias contrapersonas protegidas", y asimismo una violacin de las reglas de guerra en tierra.Escriba esto antes de que este precedente atroz se hubiese extendido a ataquesde represalia que trataban a los dos pases enteros -Laos y Camboya- como sifueran villorrios desechables.

    A Henry Kissinger, que en principio no crea mucho las afirmaciones jactanciosasde los militares, le corresponde un grado especial de reponsabilidad. No slo tenabuenos motivos para saber que los mandos en plaza estaban exagerando los xitoSy pretendiendo que todos los cadveres eran de soldados enemigos -cosa que fuede dominio pblico despus de la primavera de 1968-, sino que tambin conocaque la cuestin de la guerra haba sido zanjada poltica y diplomticamente, a todoslos efectos, antes de que l fuera nombrado asesor de seguridad nacional. Tenaque saber, por tanto, que cada vctima adicional no slo era una muerte, sino una

    muerte evitable. y a sabiendas de esto, y con su fuerte intuicin del provechopoltico personal y nacional, incit a la expansin de la guerra a dos pasesneutrales -violando el derecho internacional-, al tiempo que persista en mostrarsignos de una atricin pasmosa con respecto a Vietnam.

    De una gama enorme de ejemplos posibles, he elegido casos que comprometendirectamente a Kissinger y en los que he podido entrevistar a testigossupervivientes. El primero de esos casos, como se anuncia ms arriba, esOperation Speedy Express.

    Mi amigo y colega Kevin Buckley, por entonces corresponsal muy admirado y jefe

    de redaccin de Newsweek en Saign, se interes por la campaa de pacificacinque ostentaba un nombre cifrado tan expeditivo. Pensada en los ltimos das de laadministracin Johnson-Humphrey, se llev a pleno efecto en' los primeros seismeses de 1969, cuando Henry Kissinger haba ya asumido mucha autoridad sobreel curso de la guerra. El objetivo era disciplinar, en nombre del gobierno de Thieu, ala turbulenta provincia de Kien Hoa, en el delta del Mekong.

    El 22 de enero de 1968, el secretario de Defensa Ro bert McNamara haba dicho alSenado que no haba unidades regulares norviernamitas desplegadas en el deltadel Mekong, y no ha aparecido ningn documento de inteligencia militar quedesmienta esta afirmacin, por 10 que la limpieza de esa zona no puede entendersecomo una parte del argumento general de oponerse a la voluntad inexorable deconquista de Hanoi. El propsito anunciado del barrido que hara la novenadivisin, en realidad, era liberar a muchos miles de campesinos del control poltico

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    ejercido por el Frente de Liberacin Nacional (FLN) o Vietcong (VC). Comodescubri Bucldey, y como su revista Newsweek revel parcialm-:nte en la fechabastante tarda de 19 de junio de 1972:

    Todas las pruebas que pude reunir apuntaban hacia una conclusin clara: unnmero asombroso de civiles no combatientes quiz unos 50,000, segn un oficial

    murieron bajo el fuego norteamericano que pacific Kien Hoa. La cuota demuertes hizo insignificante, en comparacin, la matanza de My Lai ...

    La novena divisin emple' todos sus efectivos en esta operacin. Ocho milsoldados de infantera peinaron el campo densamente habitado, pero el contactocon el esquivo enemigo fue escaso. As, en su tarea de pacificacin la divisinCOnt con el grueso apoyo de 50 piezas de artillera, 50 helicpteros (muchosarmados de cohetes y mini-caones) y la mortfera aportacin de la fuerza area.Durante "Speedy Express", los bombarderos realizaron 3.381 ataques tcticos ...

    V Nuestro negocio es la muerte y el negocio va bien, era el lema pintado en unhelicptero durante la operacin. Y as era. Estadsticas acumulativas de SpeedyExpress muestran que han muerto 10.899 enemigos}). Slo en el mes de marzo,ms de 3.000 combatientes enemigos han muerto ... , que es el total ms alto decualquier division norteamericana en la guerra de Vietnam, deca la revista oficialde la divisin. Cuando le pidieron que explicara el elevadsimo recuento devctimas, un alto oficial de divisin explic que las tripulaciones de los helicpterosa menudo sorprendan a enemigos desarmados en campo abierto ...

    Hay pruebas abrumadoras de que prcticamente todos los vietcong estaban bienarmados. Los civiles, por supuesto, no estaban armados. y la enorme discrepancia

    entre el recuento de cadveres (11.000) yel nmero de armas capturadas (748) esdifcil de explicar, salvo si se concluye que muchas vctimas eran civiles inocentese indefensos ...

    La gente que vive todava en Kien Hoa pacificado tiene recuerdos ntidos de ladevastacin que el fuego norteamericano produjo en sus vidas a principios de 1969.Prcticamente todas las personas con las que habl haban sufrido alguna clase dedao. Haba 5.000 personas en nuestro pueblo antes de 1969, pero no quedabaninguna en 1970, me dijo un anciano del lugar. Los americanos destruyeron cadacasa con artillera, ataques areos o quemndolas con mecheros. Unas 100personas murieron a causa de los bombardeos, otras resultaron heridas y otras se

    convirtieron en refugiados. Muchos nios murieron a causa de la detonacin de lasbombas, que sus cuerpecitos no reistan, aunque estuvieran escondidos bajotierra.

    Otros funcionarios, entre ellos el jefe de polica del pueblo, corroboraron eltestimonio de este anciano. No pude, por supuesto, visitar cada pueblo. Pero de losmuchos lugares donde estuve, en todos el testimonio era el mismo; 100 muertosaqu, 200 all.

    Otras notas de Buckley y de su amigo y colaborador Alex Shimkin (que trabajabapara International Voluntary Service y ms tarde muri en la guerra) descubrieron lamisma elocuente evidencia en estadsticas de hospitales. En marzo de 1969, elhospital de Ben Tre inform de que haba 343 pacientes heridos por fuego amigoy 25 por fuego enemigo, una estadstica asombrosa para que la recogiese un

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    servicio del gobierno en una guerra de guerrillas donde ser sospechoso depertenecer al vietcong poda significar la muerte. y la cifra que da Buckley para surevista -de quiz 5.000 muertos civiles en el curso de esta operacin- es casi unarebaja deliberada de lo que dijo un oficial de los Estados Unidos, que en realidaddijo que por lo menos 5.000 de los muertos eran lo que llamamos nocombatientes: una distincin no excesivamente rigurosa, como ya hemos visto, y

    tal como por entonces se sobreentenda (la cursiva es ma).

    Sobreentendido, es decir? no slo por quienes se oponan a la guerra, sino porquienes la estaban llevando a cabo. Como le dijo a Buckley un oficialestadounidense:

    Las acciones de la novena divisin que causaron vctimas civiles fueron peores[que My Lai]. La suma total de lo que hizo la novena es abrumadora. En total, elhorror fue peor que en My Lai. Pero en el caso de la novena las vctimas llegaban agotas y se recontaban durante un largo tiempo. Y muchas de ellas se infligierondesde el aire y de noche. Adems, las refrendaba la insistencia del mando respectoa un elevado nmero de bajas ... El resultado fue consecuencia inevitable de lapoltica del mando de esta unidad.

    La limpieza anterior que haba arrasado My Lai -durante la Operation WheelerWallawa- haba asimismo contado todos los cadveres como pertenecientes asoldados enemigos, incluida la poblacin civil del pueblo, que fue tranquilamenteenglobada en la alucinante cifra total de 10.000 ...

    A la vista de estos hechos, Buckley y Shimkin abandonaron una costumbreindolente y habitual y la sustituyeron, en un cable a la sede de Newsweek en Nueva

    York, por una ms veraz y escrupulosa. El problema no era el empleoindiscriminado de la potencia de fuego, sino las acusaciones de un empleototalmente discriminante, como poltica que seguir en reas pobladas. Incluso laprimera es una grave violacin de la Convencin de Ginebra; la segunda acusacinconduce directamente al banquillo en Nuremberg o La Haya.

    Puesto que el general Creighton Abrams alab pblicamente a la novena divisinpor su trabajo, y llam la atencin siempre que pudo sobre el enorme xito de laOperation Speedy Express, podemos estar seguros de que la direccin poltica deWashington estaba al corriente de los hechos. En efecto, el grado demicrodireccin que revelan las memorias de Kissinger proscriben la idea de que

    aconteciera algo de importancia sin su conocimiento o su permiso.

    En ninguna ocasin es esto ms cierto que en su propia participacin individual enel bombardeo e invasin de las neutrales Camboya y Laos. Obsesionado por la ideade que la intransigencia vietnamita pudiese transmitirse a aliados o recursosexternos al propio Vietnam, o de que podra ser derrotada por tcticas dedestruccin masiva, Kissinger consider en un momento dado la posibilidad deutilizar armas termonucleares para destruir el paso por el que circulaba el enlaceferroviario entre Vietnam del Norte y China, y en otro momento pens enbombardear los diques que impedan que el sistema de irrigacin de Vietnam delNorte inundase el pas.

    No se tom ninguna de estas medidas (de las que informan, respectivamente, lacrnica que hace Tad Szulc de la diplomacia en la era Nixon y el antiguo ayudante

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    de Kissinger, Roger Monis), lo que excluye algunos crmenes de guerra de nuestraacta de acusacin, pero que da asimismo indicios de la mentalidad imperante.Quedaban Camboya y Laos, que supuestamente ocultaban o protegan lneas desuministro norvietnami tas.

    Como en los casos expuestos por el general Telford Taylor, hay el de)ito de guerra

    agresiva y hay la cuestin de los crmenes de guerra. (El citado caso de Kaki Hirotaes pertinente aqu.) En el perodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, o en elperodo regulado por la Carta de las Naciones Unidas y sus Convencionesrelacionadas e incorporadas, los Estados Unidos, bajo administraciones demcratay republicana, han negado hasta a sus aliados ms prximos el derecho a invadirpases que presuntamente cobijaban a sus oponentes. Un ejemplo famoso es lapresin econmica y diplomtica que ejerci a alto nivel el presidente Eisenhowerpara poner fin a la invasin de Egipto por el Reino Unido, Francia e Israel enoctubre de 1956. (Los britnicos pensaban que Nasser no deba controlar su -delos britnicos- canal de Suez, los franceses crean que Nasser era la inspiracin y lafuente de sus problemas en Argelia, y los israelitas afirmaban que desempeaba elmismo papel fomentando sus dificultades con los palestinos. Los Estados Unidossostuvieron que, aun si aquellas fantasas propagandsticas eran ciertas, nolegitimaban retrospectivamente una invasin de Egipto.) Durante la guerra deindependencia argelina, asimismo, los Estados Unidos haban rechazado el derechoalegado por Francia a atacar una ciudad de la vecina Tnez que prestaba auxilio alas guerrillas argelinas, y en 1964 Adlai Stevenson, embajador ante las NacionesUnidas, haba condenado al Reino Unido por atacar a una ciudad del Yemen quesupuestamente facilitaba una retaguardia a los rebeldes que actuaban en la coloniabritnica de Adn.

    Toda esta legislacin y precedentes se veran lanzados por la borda cuando Nixon yKissinger decidieron agrandar el concepto de persecucin en caliente allende lasfronteras de Laos y Camboya. Incluso antes de la invasin territorial real deCamboya, por ejemplo, y muy poco despus del ascenso de Nixon y Kissinger alpoder, se prepar y ejecut en secreto un programa de intensos bombardeos sobreel pas. No sin cierta repugnancia podramos denominarlos un {(men debombardeos, pues los nombres cifrados de las incursiones eran Desayuno}),Almuerzo, Refrigerio, Cena y Postre. Los ataques los realizaronbombarderos B-52 que -es importante sealarlo de entrada- vuelan a una altituddemasiado alta para ser observados desde el suelo y transportan inmensoscargamentos de explosivos: no avisan de que se acercan y no pueden actuar con

    exactitud o discriminacin debido tanto a su altitud como a la masa de susproyectiles. Entre el 18 de marzo de 1969 y mayo de 1970, se realizaron 3.630ataques as al otro lado de la frontera de Camboya. La campaa de bombardeocomenz como habra de continuar: con pleno conocimiento de su efecto sobreciviles, y con flagrante engao por parte del seor Kissinger en este particularasunto.

    Por ejemplo, un memorndum elaborado por la Junta de Jefes de Estado Mayor yenviado al Departamento de Defensa ya la Casa Blanca declaraba claramente quese producirn algunas vctimas camboyanas durante la operacin, y el efectodel ataque sorpresa podra ocasionar que haya ms vctimas. El objetivo escogidopara Desayuno}) (Base Area 35) era una zona habitada, dice el memorndum, porunos 1.640 civiles camboyanos. Almuerzo (Base Area 609) estaba habitado por198, Refrigerio (Base Area 351) por 383, Cena (Base Area 352) por 770 y

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    Postre (Base Area 350) por unos 120 campesinos camboyanos. Estas cifras tancuriosamente exactas bastan para demostrar que Kissinger menta cuando msadelante dijo al Comit de Relaciones Exteriores del Senado que las reas deCamboya elegidas para el bombardeo estaban deshabi tadas.

    A consecuencia de los bombardeos ampliados e intensificados, se ha calculado

    que perdieron la vida hasta 350.000 civiles en Laos y 600.000 en Camboya. (No sonlos clculos ms elevados.) Las cifras de refugiados son varios mltiplos de eso.Adems, el uso extensivo de defoliantes qumicos txicos provocaron una masivacrisis sanitaria que naturalmente afect sobre todo a los nios, madres recientes,ancianos y enfermos, y que perdura hasta la actualidad.

    Si bien esta guerra horrorosa y sus horrible secuelas pueden deben considerarseuna crisis moral y poltica de las instituciones, de al menos cinco presidentes y dela sociedad norteamericana, no es muy difcil determinar la responsabilidadindividual durante esta etapa blica, la ms arroz e indiscriminada. Richard Nixon,como jefe supremo, es el responsable en ltima instancia, y slo por los pelosescap a una iniciativa del Congreso encaminada a incluir sus crmenes y engaosen los artculos de la acusacin cuya promulgacin le oblig finalmente a dimitir.Pero su ayudante y ms prximo consejero, Henry Kissinger, a veces se vioforzado, y en ocasiones se forz a s mismo, a actuar en la prctica como uncopresidente en lo referente a Indochina.

    Por ejemplo, en los preparativos para la invasin de Camboya en 1970, Kissinger sevio atrapado entre los criterios de sus colaboradores -varios de ellos dimitieron enprotesta cuando empez la invasin- y la necesidad de complacer al presidente. Elpresidente prestaba ms odo a sus dos cmplices delictivos -John Mitchell y Bebe

    Rebozo- que a su secretario de Estado y a su secretario de Defensa, William Rogersy Melvin Laird, que se mostraron muy escpticos respecto a la ampliacin de laguerra. En una ocasin especialmente encantadora, un Nixon borracho telefone aKissinger para hablar de los planes de invasin. Luego le pas el telfono a BebeRebozo. El presidente quiere que sepas que si no funciona, Henry, te juegas elpellejo. No es as, Bebe?}), farfull el jefe supremo. (La conversacin fueescuchada y transcrita por un miembro del gabinete de Kissinger, William Watts,que no tardara en presentar su dimisin.) 1 Se podra decir que en este caso elconsejero de seguridad nacional fue presionado; sin embargo, tom el partido delos que preconizaban la invasin y, segn las memorias del general WilliamWestmoreland, presion realmente para que se llevara a cabo.

    Una descripcin ms cruda ofrece, en sus Diarios, el antiguo jefe del Estado Mayor,H. R. Haldeman. El 22 de diciembre de 1970 anota:

    Henry dijo que necesitaba ver al P[residente] hoy con Al Haig y maana con Laird yMoorer, porque tiene que utilizar al P[residente] para obligar a Laird y a los militaresa que sigan adelante con los planes del P[residente], que no cumpli-

    l. Segn Woodward y Berstein, Watts cambi luego unas palabras con el generalAlexander Haig, quien le dijo: Acabas de recibir una orden del jefe supremo. Nopuedes dimitir. Que te jodan, Al, dijo Watts, Acabo de hacerlo.

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    rn sin rdenes directas. Los planes en cuestin consistan ... en atacar a lasfuerzas enemigas en Laos.

    En sus propias memorias, The White House Years, Kissinger afirma que l usurp lacadena de mando habitual por la que los militares al mando en el campo de batallareciben, o creen recibir, rdenes del presidente y luego del secretario de Defensa.

    Alardea de que l, junto con Haldeman, Alexander Haig y el coronel Ray Sitton,organiz un calendario tanto militar como diplomtico para el bombardeo secretode Camboya. Escribe que, a bordo del Air Force One, que estaba en la pista delaeropuerto de Bruselas el 24 de febrero de 1969, elaboramos las directrices para elbombardeo de los santuarios del enemigo. El coronel de aviacin Sitton, el expertoen tcticas del B-52 en la Junta de Jefes de Estado Mayor, seal que el presidenteno asisti a la reunin, pero que haba dicho que hablara del asunto con Kissinger.Unas semanas despus el 17 de marzo, los Diarios de Haldeman resean:

    Da histrico. La Operacin Desayuno}) de K[issinger] por fin se ha llevado a caboa las dos de la tarde de nuestro horario. K[issinger] estaba muy excitado, y tambinel P[residente].

    La resea del da siguiente dice:

    La Operacin Desayuno de K[issinger], un gran xito.

    Lleg radiante con el informe, muy provechoso,

    y las cosas no hicieron ms que mejorar. El 22 de abril de 1970, Haldeman informade que Nixon, que en pos de Kissinger se diriga a una reunin del Consejo

    Nacional de Seguridad sobre Camboya, se volvi hacia m con una gran sonrisa ydijo "K[issingerl se est divirtiendo hoy, est jugando a Bismarck."

    Lo anterior es un insulto al Canciller de Hierro. Cuando Kissinger finalmente fuepuesto en evidencia ante el Congreso y la prensa por organizar bombardeos noautorizados, aleg dbilmente que los ataques no eran tan secretos, en realidad,porque el prncipe Sihanuk de Camboya estaba al corriente de ellos. Tuvieron querecordarle que un principito extranjero no poda dar permiso a un burcratanorteamericano para violar la Constitucin de los Estados Unidos. Ni tampoco, quedigamos, puede autorizar a ese burcrata a masacrar a gran nmero de suspropios sbditos. Es difcil imaginar a Bismarck escudndose en una excusa tan

    despreciable. (Vale la pena recordar que el prncipe Sihanuk se convirti ms tardeen una abyecta marioneta de los jemeres rojos.)

    El coronel Sitton empez a percatarse de que, a finales de 1969, su propia oficinaestaba siendo frecuentemente sorteada en la cuestin de seleccionar objetivos.Henry no slo ocultaba cuidadosamente los ataques, dijo Sitton, sino queestaba leyendo los borradores de los servicios de inteligencia y amaando laspautas de las misiones y las incursiones areas. En otros departamentosconfidenciales de Washington, se advirti tambih que Kissinger se estabaconvirtiendo en un miembro de comits estajanovista. Aparte del vital ComitCuarenta, que planeaba y supervisaba todas las acciones encubiertas en elextranjero, presida el Washington Special Action Group (WSAG) [Grupo de AccinEspecial de Washington], el Verification Panel [Junta de Verificacin], que seencargaba del control de armas, el Vietnam Special Studies Group [Grupo Especial

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    de Estudios de Vietnam], que supervisaba la direccin cotidiana de la guerra, y elDefense Program Review Committee [Comit de Revisin del Programa deDefensa], que supervisaba el presupuesto del Departamento de Defensa.

    Es, por lo tanto, imposible su afirmacin de que ignoraba las consecuencias de losbombardeos de Camboya y Laos; saba ms sobre ellos, y con mayor detalle, que

    cualquier otra persona. Tampoco estaba sujeto a una cultura de obediencia que nole dejaba alternativa ni argumentos en contra. Varios importantes colaboradoressuyos, sobre todo Anthony Lake y Roger Morris, dimitieron a causa de la invasinde Camboya, y ms de doscientos empleados del Departamento de Estado firmaronuna protesta dirigida al secretario de Estado William Rogers. De hecho, como yahemos sealado, tanto Rogers como el secretario de Defensa Melvin Laird seoponan a la poltica de bomba