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YOROKOBU / TAKE A WALK ON THE SLOW SIDE / Nº 42 - 2013

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LA PORTADAConrad Roset vive en medio del Olimpo. Es imposi-ble que no sea así porque en los últimos cinco años se ha rodeado de 500 musas. La diferencia entre las que dibuja el ilustrador y de las que hablaba Home-ro es que estas no son diosas. Son terrícolas. Y no dedican sus días a la música y los poemas. Pueden hacer cualquier cosa, como, por ejemplo, erigirse en portada de esta revista.

La primera ninfa apareció en una clase de dibujo natural. Roset decidió explorar distintas técnicas en una misma figura femenina. Lápiz, acuarela, acrílico... “Lo planteé como un experimento para aprender y colgué el trabajo en mi blog. Tuvo una respuesta muy buena y decidí seguir haciéndolo”, cuenta el ilustrador.

Hay musas que aparecen en los papeles de Roset en diez minutos y ninfas que tardan horas en llegar. “Dibujo algunas en 10 minutos y a otras dedico horas. Por ejemplo, cuando hago la figura en maderas o es un original de gran tamaño para una exposición”, especifica.

La musa de la portada surgió de unos acrílicos. “La dibujé a mano y luego añadí unas manchas en el ordenador”, relata. “Dejo mucho espacio a la im-

provisación. A veces caen gotas de acuarelas sobre la ilustración y lo dejo así para que tenga el punto fresco. El color va surgiendo conforme trabajo y nunca sé cómo va a acabar”.

Roset da la vuelta al mito y, en vez de buscar a las musas para encontrar inspiración, busca inspi-ración para encontrar a las musas. La chica de la portada apareció en una foto que el ilustrador vio en la web de Donald J. Escribió al fotógrafo y le pi-dió permiso para dibujar a una de sus modelos. La respuesta fue afirmativa y Roset empezó a trabajar. “Quería mezclar muchos colores que se juntasen, se multiplicasen y que hubiese salpicaduras. Lo único que tenía claro desde el principio es que que-ría que salieran muchos colores desde los ojos”.

En la mitología griega las musas proporcionaban inspiración a los artistas y tenían también oficio de diosas de la música y la poesía. Más tarde su tarea se extendió a más artes e incluso a la ciencia. Pero las de Roset no pretenden trascender más allá de su figura. “Intento transmitir un mensaje mera-mente estético”, dice el catalán. “Mi intención es explorar la belleza y la sexualidad”.

www.conradroset.com

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DIRECTORJuanjo [email protected] REDACTORA JEFEMar [email protected] REDACTOR JEFEMarcus [email protected] DIRECCIÓN DE [email protected] REDACCIÓNDavid García [email protected] Gema [email protected] Ximena [email protected]. Ángeles García [email protected] DIRECTOR COMERCIALFermín [email protected]

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DEPARTAMENTO COMERCIALLaura [email protected] Marisa [email protected] Monzó[email protected] [email protected] DELEGACIÓN BARCELONAAlbert [email protected] Gené[email protected] [email protected] SUSCRIPCIONESCarmen [email protected] DIRECTOR DE PRODUCCIÓNJosé María [email protected]

Antonio DyazEscritor y director de cinewww.antoniodyaz.com

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Rocío CañeroIlustradoracaxxxero-ilustration.blogspot.com.es

C/Acebo, 13 - 28016 Madrid t. 914 157 283

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Periodo de Control: Abril 2011 / Diciembre 2011

Tirada media 30.741

Edita: Brands & Roses, S.L.Impresión: Rivadeneyra

www.rivadeneyra.com.Depósito legal: M42701-2009

N Ú M E R O

JUL IO /AGOSTO

YOROKOBU

HAN COLABORADO EN ESTE NÚMERO

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El shock del presente

30El nuevo anarquismo del siglo XXI

44Un futuro posible y deseable

16El desarrollo urbanístico

postolímpico: ¿Citius, altius, fortius?

38El amo invisible del mundo y el

oficinista japonés

68Münchner, U-Bahn al desnudo

6El otro oro negro

36Relatos ortográficos

74Agenda

78La desatención

22

Stanislav Grof, el hombre que introdujo el LSD en la URSS

54Teatro Efímero

56Las torres que comen sol

60Pacienciología

20

Peace, love & furgos

50

Apps que sí, apps que no

48LeRaúl

42Numerografía

80No leas, ¡dibuja!

76Tú, a través del balcón

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ÍNDICEmedidor de concentración

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POR Daniel Martorell

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Nick Frank trabaja como director de arte en una empresa de publicidad de Múnich. A diario, de vuelta a casa, aprovecha el trayecto en metro para tomarse un respiro recostado en el asiento del vagón. Saca su cuaderno de notas y libera su imaginación. Si existen las musas, Nick las encuentra aquí, rodeado de extraños que vienen y van, envuelto y a la vez aislado por el traqueteo del vagón y los mensajes de megafonía. En este escenario confuso y concurrido —el Münchner U-Bahn es el tercer sistema de metro más grande de Alemania tras el de Berlín y el de Hamburgo—, surgió el primer esbozo de un proyecto fotográfico que ha sorprendido tanto por su estética como por la contradicción que generan las imágenes. Una mirada diferente del metro de Múnich, evitando cualquier traza humana, dejando al desnudo únicamente el telón de fondo, que se convierte en motivo principal.

Los protagonistas son pasillos y andenes desiertos, sus líneas y curvas, el color de la decoración, las sombras proyectadas, el juego de la perspectiva. En definitiva, todo aquello que no se percibe a simple vista porque nues-tros ojos no lo abarcan —la lente sí— o porque la confusión del momento nos lo oculta. “Mi filosofía, incluida en el trabajo, es reducir todo al máximo has-ta que veas la esencia de lo que quieres enseñar y eliminar lo que distrae”, explica Nick. “De alguna forma, lo que busco con esta serie es la pureza de la estación y eso se entiende mejor si no aparece nadie. Todo el concepto en sí es raro —reconoce este artista de 38 años— porque lo que he intentado es que el espectador sintiera realmente

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que está allí pero que imaginara todo eso con gente alrededor”.

Contrariamente a lo que pueda parecer, eliminar a los viajeros no ha sido el aspecto técnico más complicado. Las fotografías —una quincena en total— fueron tomadas entre las seis y las siete de la mañana, en domingo, en una sola imagen por día. La ausencia de gente estaba garantizada. El método de traba-jo era siempre el mismo: búsqueda de imágenes en internet de los escenarios elegidos, pedir los permisos para tomar las fotos, madrugar, bajar a la estación y buscar la perspectiva más inspiradora. El verdadero reto llegaba después, a la hora de editar las imágenes.

Nick quería que las fotos fueran diferentes a las de otros, pero no por el punto de vista o la localización, sino más bien por el tipo de retoque. “Darles la estética final, el contraste y el color adecuados, y borrar los elementos que distraen, como puede ser suciedad en el suelo u objetos dañados por el uso, ha supuesto muchas horas de edición, en ocasiones hasta 10 horas de retoque”.

Siguiendo por instinto la línea estética de fotógrafos como Cándida Höfer y Andreas Gursky —el favorito de Nick—, la cámara de este joven director de arte ha reducido a su esencia las estaciones de Westfriedhof, Olympiazentrum, Hasenbergl y Georg-Bräuchle-Ring, entre otras. Pero el proyecto no acaba aquí. El artista iniciará en breve un viaje de un año y medio que le llevará a recorrer 40 estaciones de metro de todo el mundo, entre ellas Barcelona, y que culminará con la edición del libro Subways.

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El futuro es nuestro si sabemos construirlo. Tenemos todos los ingredientes: una población joven, educada y conectada; nuevos sistemas de organización que combinan la toma de decisiones participativa con un liderazgo meritocrático; plataformas tecno-lógicas accesibles para conspirar en público, pero también en privado (NSA free); recursos materiales suficientes y fuentes de energía sostenibles.

Es ahora, en medio de la crisis general, cuando tiene más sentido preguntarse en qué mundo nos gustaría vivir. A alguien, quizás, le gustaría volver al pasado, pero ya sabemos que nuestro pre-sente se gestó en ese pasado glorioso y que volvería a hacerlo de nuevo. Estas son algunas de las direcciones en las que —al menos a mí— me gustaría contribuir:

Más planetario que global. El planeta es uno, la especie humana también, los problemas que tenemos con aquel son los mismos que tenemos entre nosotros. Los países son una convención, cada año hay altas y bajas en la lista oficial.

Más ciudadano que político o comercial. Los ciudadanos tene-mos derecho a saber y la capacidad para interpretar, organizar-nos y actuar. A escala local y a escala planetaria. Por supuesto, nos harán falta instituciones políticas y empresas; por supuesto, al servicio y en diálogo con los ciudadanos, y bajo su control. Generador de abundancia y responsable con la escasez. Podemos acelerar de manera extraordinaria la capacidad de apro-

vechar los recursos naturales si compartimos el conocimiento sobre cómo hacerlo. El objetivo es generar abundancia colectiva, autosuficiencia comunitaria y autonomía personal.

Más basado en derechos que en privilegios. Un mundo más simple, más transparente, más equitativo. Un sistema público orientado al apoyo más que al control de prestaciones de excep-ción. Renta básica universal en el horizonte.

Que reconozca la contribución por encima de la acumulación. Necesitamos siempre líderes sociales que practiquen los valores que queremos vivir. Escojámoslos entre aquellos que destaquen por su contribución a lo abierto, aquello que está disponible para todos, sin perdón ni permiso.

Más amable y menos violento. Podemos erradicar muchas de las causas objetivas de la violencia. Podemos también universa-lizar la educación emocional, aprender a gestionar conflictos, a meditar.

Más fluído, sin promesas lineales ni golpes cíclicos. Más conversaciones, más diálogos, más ajustes continuos mutuos de acuerdo con una retroalimentación permanente. Huyamos de las ilusiones del desarrollo lineal que llevan inexorablemente a la cíclica decepción.

Más europeo que eurocentrista. A medio plazo es imposible mantener el poder sin pujanza demográfica y económica. ¿Pode-mos ganar en influencia?

UN FUTURO POSIBLE Y DESEABLE

POR JAVIER CREUS

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Si observamos con detenimiento la primera foto de Adolf Hitler, cuando tenía un año y medio, nada hacía presagiar las tinieblas en las que sumiría al mundo unas décadas después. O dicho de otro modo, cuando arengaba a la Wehrmacht para que impulsara la solución final, ni Göebbels se habría permitido unos segundos para fantasear cómo era su líder a tan tierna edad.

Hay niños feos, espantosos… pero simpáticos, que cuando mue-ren ochenta años después mantienen su fealdad intacta, con el agravante de un carácter agrio.

Y niñas desdentadas, con las orejas grandes y facciones incon-clusas que florecen en la pubertad y arrebatan los corazones de todos los muchachos del barrio, o se hacen aspirantes a Miss, según el país de origen.

¿Era Dalí ya un genio cuando nació? Su cuadro que más me fascina tiene uno de los títulos más ampulosos de la historia del arte. Lean despacio: Dalí, a la edad de seis años, cuando creía ser una niña, levantando la piel del agua para ver a un perro dormido a la sombra del mar. Lo que muestra el lienzo es exactamente eso, pueden buscarlo en la red, merece la pena. Todos tenemos en mente el rostro del genial pintor de Figueras con sus bigotes imposibles y su mirada penetrante y extraviada. Pero hubo un tiempo en que el pequeño Salvador correteaba por la playa cuando el mundo era un lugar muy diferente.

Los niños nacidos durante la última década podrán disfrutar (o lamentar) la avalancha de imágenes, vídeos y fotografías que documentan hasta el hartazgo cada pequeña conquista de sus

cortas y, en general, inanes biografías, gracias a que hoy todo se difunde en modo multicanal y rara es la persona que no goza de su parcela en You Tube. Pero hace no tanto, las cosas no eran así. Quien esto escribe nació en 1968, y solo conservo ¡10 fotografías! de mis primeros cinco años de vida. Tres son de es-tudio y en ellas exhibo el envaramiento propio de una situación artificial, con aquellos fondos que tanto gustaban desplegar los fotógrafos de la Gran Vía madrileña.

Existen aplicaciones sencillas que transforman al sujeto en un anciano a partir de una fotografía de infancia. Pero las personas en las que se han probado todavía no se han hecho viejas y no podemos saber aún si el software es o no fiable, porque ¿qué es más sencillo: imaginar el aspecto que tendrá un niño cuando alcance la vejez o el de la infancia de alguien que ya está a las puertas de marcharse?

Nos fascina experimentar el paso del tiempo, pero sin tener que sufrirlo. Situar una cámara filmando a alta velocidad cómo una flor abre sus pétalos o cómo se produce una puesta de sol en pocos segundos nos causa regocijo y una falsa sensación de omnisciencia. Ahí reside parte del éxito de las ocho películas de Harry Potter. El actor, Daniel Radcliffe, se transforma ante nuestros ojos, desde un niño a un hombre, sin necesidad de maquillaje ni efectos especiales.

Mirar atrás causa nostalgia cuando no, alivio. Pero mirar hacia delante es un ejercicio de ciencia ficción del que nadie debería sustraerse.

@AntonioDyaz

¡CÓMO HEMOS CAMBIADO…!

POR ANTONIO DYAZ

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POR FRANCESC BELTRI GEBRAT

Según una encuesta de la Fundación Bertelsmann, el 80 por ciento de los alemanes y el 90 de los austriacos esperan un nue-vo orden. No se desean políticos más transparentes, bancos más éticos, ni reformas de estos dispositivos, sino un sistema com-pletamente nuevo, tanto en economía como en política. Con todo, la ciudadanía sigue en actitud de espera mostrando una paciencia más allá de toda lógica y virtud. Esta constatación ha dado lugar al nacimiento de una secta: la Pacienciología.

La paciencia (del lat. patientia) es la actitud que lleva al ser humano a poder soportar contratiempos y dificultades. Cons-tancia que se opone al mal a pesar de lo que se sufra. Aristóte-les en sus Éticas nos habla de sobreponerse a las emociones generadas por las desgracias o aflicciones. Se hace necesario un entrenamiento ante el acoso de dolores y tristezas de la vida, una ‘poliorcética’. Demetrio I de Macedonia (337 a. C. - 283 a. C.) recibió el sobrenombre de Poliorcetes por ser considerado muy hábil en el arte del asedio o sitio a las ciudades.

Los ‘poliorcetas, o personas pacientes, saben esperar con calma a que las cosas sucedan, piensan que los acontecimientos no dependen estrictamente de uno mismo y hay que darles tiempo. Calificada como virtud, se le opone un vicio antitético con el pecado capital de la ira. Saber sufrir, tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza sin lamentarse y ante todo sin irritarse.

La Pacienciología desarrolla un completo sistema de creencias y enseñanzas, originalmente propuesto como una doctrina laica que se reorienta a partir de 2008 como una especie de filosofía social aplicada que se expresa en una afirmación: “La crisis pasará”. Nada compete a la ciudadanía, los poderes públicos

lo solucionarán. Aunque de apariencia loable y esperanzada, esconde una de las sectas más terribles. Asegura Michael Lago-ne (1988), psicólogo especializado en sectas: “Una secta es un grupo o movimiento que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de mani-pulación para persuadir y controlar a sus adeptos (…), diseñadas para lograr las metas del líder del grupo (…), trayendo como consecuencias el daño a sus miembros, a los familiares de ellos o a la sociedad en general”. Existe, pues, sin duda, una peligrosa secta tras la invitación a esperar la recuperación de este sistema que se ha manifestado, cuando menos, de una torpeza absoluta para dar la réplica al momento actual.

Según Brian Wilson (1970) en su Sociología de las sectas señala: “ En las sectas acostumbra a existir una élite de personas a quien se atribuye conocimiento y habilidades especiales”. En la actualidad, secretamente posicionadas en lugares de poder económico y político.

Encontramos también en la Pacienciología, como en toda conducta o pensamiento sectario, la convicción y creencia de que su propia salvación, o el éxito de sus objetivos particulares, requiere una búsqueda agresiva de la conversión de otros.Existe un gran oscurantismo sobre las ceremonias secretas de sus líderes, aunque conocemos algunas invocaciones, como la de Benjamín Franklin, inventor del pararrayos, cuya imagen aparece en el anverso del billete de 100 USD: “Quien tiene paciencia obtendrá lo que desea”.

Conocer a sus miembros y su mensaje es fundamental si quere-mos erradicarlo. Y ante todo, recuerda: no denunciarlo nos hace cómplices, además de ‘poliorcetas’.

PACIENCIOLOGÍA

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Esto no es un artículo. Es un reto. Elige un cuadro, una escultura o una obra de arte. Sitúate ante ella y permanece ahí durante tres horas. No rompas el momento. Olvida el resto del mundo y haz como si jamás se hubiese inventando un móvil o no conocie-ses la palabra internet.

En este momento puede que te halles en un punto crítico. La an-siedad de pensar en esas tres horas puede provocarte, incluso la necesidad de escapar de este texto. Pero no huyas. No temas. No serías el primero en hacer este ejercicio de concentración que, a día de hoy, puede parecer un suplicio o una escena de terror.

Una profesora de Historia del Arte y la Arquitectura de la Uni-versidad de Harvard lo practica a menudo. Y sus alumnos tam-bién. Jennifer Roberts, como muchos otros docentes, piensa que las generaciones más jóvenes y, en general, todas las personas que utilizan continuamente internet son incapaces de ocuparse mentalmente de un solo tema durante más de varios minutos.

La especialista en arte americano decidió hacer el experimento y probó a encerrarse a sí misma en la concentración que supone mirar un cuadro, durante tres horas, sin hacer absolutamente nada más. Eligió la obra El niño con la ardilla, pintado por Henry Pelham en 1765, y permaneció ante él el tiempo marcado.

La docente relató a Boston.com que, después de la primera hora frente al cuadro, descubrió patrones similares entre la forma de la oreja del niño y la ardilla. Y después de dos horas su percepción y las sensaciones que tenía de la pintura cambiaron totalmente. La puerta a la concentración profunda asusta. Pero, una vez sumido en ella, los pensamientos que pueden surgir

son, definitivamente, más elevados e incluso placenteros que los que brotan de pasar sobre las cosas en un plumazo.

Roberts ha introducido esta actividad en sus clases. La profesora dijo que los alumnos, al principio, se muestran sorprendidos ante la propuesta. Después son escépticos. Y, al final, descubren sus beneficios. La quietud permite a estos estudiantes acceder a estados de concentración absolutamente inéditos en su día a día. Hacen observaciones en las que no reparan jamás y acaban admitiendo que sin ese recogimiento mental nunca hubiesen llegado a esas conclusiones.

La experiencia destruye también el mito de que la concentración es aburrida. No lo es. Aunque le hayamos tomado miedo. Ha sido un clásico en la historia de la humanidad hasta que llegaron las tecnologías que abruman con tal cantidad de información que, en cierto modo, hace que nos acabemos despegando de ella.

Mientras tanto siguen publicándose estudios sobre la incapa-cidad de mantener la atención en un asunto más de 15, 20 o 30 minutos, investigaciones sobre la plasticidad del cerebro y su adicción a saltar de una actividad a otra sin profundizar jamás en nada.

La voz de alarma no deja de sonar. Después de la fascinación del multitasking, quizá haya llegado la hora de caer en la cuenta de una regla básica universal: la introducción de nuevos usos y costumbres no ha de arramplar con técnicas milenarias sobrada-mente útiles. El individuo de hoy, y del futuro, no tiene que optar por la concentración o la dispersión. No le queda otra que saber moverse en ambos escenarios.

LA DESATENCIÓN

POR BERKANA FRICKE

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El huevo de siempre había sido huevo, y la patata, patata. Un día alguien probó a mezclarlos y obtuvo un plato que mejoraba con creces ambas existencias solitarias: la tortilla de patatas. A menudo, el mundo empresarial vive ajeno a su entorno, en su huevo; y el artístico, tiene una cesta de ideas con mucho más que patatas. La organización Conexiones Improbables probó a poner la sartén para mezclar esos dos componentes y… ¡voilà! He ahí la receta del éxito.

Esta organización bilbaína cuenta con un recorrido de más de 100 expe-riencias de buenos resultados. Ponen en contacto a artistas y empresas. Los primeros se incorporan al trabajo de las segundas para provocar en su activi-dad una mirada diferente en sus procesos, funciones o departamentos.

“Es un trabajo colaborativo. El artista utiliza una metodología diferente y eso es una manera de cambiar la dinámica de un trabajo”, explica Roberto Gómez de la Iglesia, fundador de Conexiones Improbables. “Se trata de ayu-dar a las empresas a romper con los manuales clásicos de management. Una innovación tanto en su organización interna como en sus resultados”.

La idea funciona. Cinco empresas más acaban de experimentar el método. ¿Tenía sentido introducir a una artista estadounidense en una empresa de siliconas guipuzcoana? ¿Merecía la pena poner a trabajar a un creador en una fábrica de bicis?

Definitivamente, sí. Siliconas Silam ha aprendido a cambiar de tercio para probar con un producto para impresoras 3D, el nuevo mercado. La fabrican-te de bicicletas Orbea ha dado con la fórmula para saber cómo se hace una bici enfocada al público inexperto. La empresa alimentaria Artepan cuenta ahora con un juego de preguntas sobre alimentación que crea en Vitoria una comunidad interesada en el pan. El Grupo Uvesco ha dado con un proyecto que remodelará la relación entre clientes, trabajadores y dirección, y la plataforma de desarrollo rural Oiz Egin sabe ahora cómo integrar a productores y producción en el territorio. El plazo para la convocatoria 2013 está abierto hasta fin de año. “No hay bases”, dicen los organizadores, “es para aquellas empresas que quieran hacer un proyecto improbable”. Planes de nueve meses, de seis, de cuatro y ‘píldoras’ de dos meses para micropymes. En ellos las empresas definen su reto (productos, procesos...) y se procede a una convocatoria internacional de artistas que ofrecen anteproyectos para resolver esas necesidades. Tras dos fases de selección, comienza la colabora-ción. Los artistas se instalan con las empresas física y telemáticamente. Dos sesiones de metodología y un OpenLab ponen nodos de apoyo al trabajo conjunto. En cuanto a los resultados, Gómez de la Iglesia todavía no ha teni-do que lamentarse de ninguno. “A pesar de la crisis, estamos evolucionando hacia un nuevo mundo de los negocios”, afirma. Potenciamos la diversidad para hacer surgir la creatividad. Hay que dejar atrás la competencia corpo-rativa y cambiarlo por una cooperación competente. La gente quiere sentir, quiere dotar de significado sus productos. Tenemos que evolucionar hacia la economía de la experiencia”.

PON UN ARTISTA EN TU EMPRESAYOROKOBU + CONEXIONES IMPROBABLES

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POR Borja Ventura ILUSTRACIÓN Rocio Cañero

Confiésalo. Cuántas veces habrás espiado a tus veci-nos a través de cristales y cortinas mientras llevan su vida cotidiana: comer, hablar, cocinar y fumar. A veces hasta se cambian de ropa. Las ventanas y balcones son indiscretos aliados para espías urbanos. Sin embargo, la observación de los cercanos no tiene por qué ser tan invasiva de la intimidad ajena, ni de una naturaleza tan —digamos— física. Conocer a los que te rodean mirando hacia su casa va mucho más allá de ver a alguien cambiándose de ropa con la luz encendida.

Existe un viejo dogma en comunicación: todo informa. Su-cede con cada palabra, cada gesto y cada idea, pero también existe en las manifestaciones corporales y vitales de los seres humanos. La ropa que vistes dice mucho de tu estilo, tus gustos y tu economía. Pasa lo mismo con el periódico que llevas bajo el brazo, el tipo de transporte que usas, la música que escuchas o el móvil que llevas. O con la ausencia de todo lo anterior.

Hasta ahí lo obvio, pero volviendo a la idea inicial: ¿puede una ventana contar algo sobre ti más allá del mero cotilleo? ¿Puede un balcón ser un objeto de estudio y observación del entorno?

Ricardo Morant y Arantxa Martín sostienen que sí. Él es cate-drático de Lingüística General de la Universitat de València y ella doctora en Comunicación Audiovisual y Publicidad y asesora del Ayuntamiento de la misma ciudad. Juntos han desarrollado una investigación acerca de lo mucho que dicen de nosotros los balcones de nuestras casas, especialmente en estos tiempos de crisis en los que han pasado de ser un espa-cio doméstico más, a caballo entre la intimidad del hogar y el espacio público de la calle, para ser en ocasiones un espacio de reivindicación.

¿Qué enseña un balcón de nosotros? A priori cabe pensar que puede enseñar nuestra ideología si colgamos pancartas,

banderas o mensajes en favor de la educación o la sanidad, o apoyo a un equipo de fútbol, por citar dos ejemplos. Pero dicen muchas más cosas, como señala Martín. “Puede dar pistas sobre el sexo del inquilino a través de la ropa colgada, la edad, si hay o no niños en casa por la presencia o no de molinillos de viento, triciclos o patinetes; puede indicar en qué momento del año estamos, por ejemplo colgando ador-nos navideños…”.

El repertorio de información que ofrecemos inconsciente-mente no termina ahí: podemos saber del carácter de quien vive ahí, de su vida social según alterne con gente para to-mar algo o si nunca sale al balcón, si es confiado o desconfia-do en función de si pone rejas y alarma o si, por el contrario, deja las puertas abiertas… Incluso si quien vive ahí enseña mucho o poco, o si, directamente, se dedica solo a observar.

¿Un balcón, además de comunicar, es atalaya o escondite? “Es las dos cosas”, comenta Morant. “Te permite ver o ser visto. Cuando llegan las fiestas hay balcones que se alqui-lan como miradores, como en los sanfermines o la boda de algún famoso. Incluso en los últimos tiempos, los balcones de los hoteles con piscina se han convertido en un elemento asociado a la diversión con el surgimiento del balconing”, la arriesgada práctica de saltar al vacío desde la habitaciónal agua.

Esta antropología de los balcones tiene algunas peculiarida-des que los complementos no tienen. “El balcón, por ejemplo, a diferencia de la ropa, es un soporte fijo, no se puede mover”, dice Morant. “Además, es exterior, con lo que eso conlleva desde el punto de vista comunicativo, formando parte de un océano de mensajes, y es permanente, ya que está activo las 24 horas del día y los 365 días del año”. Pero hay más: “Es mudable, ya que se puede ‘vestir’, cambiando en función de la situación, y exige mirar hacia arriba, porque no está a la altura de los ojos”.

TÚ, A TRAVÉSDEL BALCÓN

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¿Y todo eso qué quiere decir? “Determina a la hora de comu-nicar: brevedad, impacto e importancia del lenguaje gráfico, cromático, tipográfico y otros códigos extralingüísticos, como las luces, que ayudan o no a atrapar la mirada de los transeún-tes”, comenta.

El mensaje que ofrecen los balcones tampoco es el mismo siempre ya que hay una evolución en el uso de este espacio semiprivado a lo largo del tiempo. Según comenta el cate-drático Morant, “el balcón antes se expresaba sobre todo en las fiestas religiosas mediante elementos no verbales como mantones, colchas, luces…”. Es decir, la comunicación tenía “una finalidad predominantemente estética, como decorar la ruta de una procesión”.

Ahora “se ha ampliado la tipología de mensajes: junto a los balcones estéticos y decorativos, están los reivindicativos, que protestan, por ejemplo, contra los recortes; los comercia-les, que publicitan un producto, servicio o idea; los señali-zadores, que muestran dónde se encuentra una empresa o institución; los de duelo, ante un atentado o muerte trágica, con crespones y lazos…”.

La importancia de estos elementos domésticos ha llegado recientemente a la publicidad. La campaña desarrollada por Ikea de cara a dar salida a su mobiliario para terrazas, coincidiendo con la llegada del verano, es una buena muestra de ello. En el anuncio, lanzado a través de televisión y redes sociales, se ve a un hombre en una terraza semiabandonada a la que llega un pato y que poco a poco, y a fin de hacer del lugar un entorno más acogedor, va acondicionando como una extensión más de su propia casa.

La imagen de ese tipo de balcones y terrazas, según la doc-tora Martín, es “la de una persona descuidada”. “Tenemos abandonados los balcones porque no tenemos tiempo para nada, o porque no queremos ser vistos y, por lo tanto, no salimos fuera”, comenta.

Otra posibilidad es que “no necesitamos salir al balcón por-que preferimos bajar a la calle, o no somos tal vez conscientes de las posibilidades de este espacio”, refiere. De hecho, el uso del balcón también dependerá de otras circunstancias, como el espacio en el interior de la vivienda o la climatología del lugar donde esté ubicada la casa. “Hay personas que los eliminan y los convierten en metros interiores cerrando el balcón y hay constructores que hacen edificios sin balcones porque los consideran poco útiles”, añade.

A veces no hace falta llegar a tanto porque en cierto modo muchos balcones, galerías y espacios domésticos similares se usan para fines logísticos: desahogos para guardar todos esos trastos que no caben en casa o que, sencillamente, no queremos ver en mitad del salón.

En ese sentido más material hay muchos usos para los balcones de casa. “Puede ser un tendedero, una estancia para descansar, para fumar; puede ser un observatorio astrológico, un huerto urbano, un cobijo de mascotas, un centro meteo-rológico, un garaje de pequeños vehículos, como bicicletas o patinetes…, incluso un secadero de alimentos”, agrega Martín.

“Pero también hay gente cuyo sueño es vivir en un ático o prefiere un inmueble con un amplio espacio exterior”, señala. Si es tu caso, cuidado con lo que enseñas, y no solo a la hora de ducharte cerrando o no las ventanas.

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En los bajos de bases militares repartidas por Estados Unidos, jóvenes soldados pilotan aviones que vuelan a miles de kilómetros de distancia de aquí. Lo hacen desde búnkeres sin luz natural, rodeados de pantallas de ordenador que simu-lan las condiciones de una cabina de avión real. Los vehículos aéreos no tripulados o drones se han convertido en las nuevas máquinas de matar del siglo XXI, el aliado perfecto de gober-nantes que ordenan desarrollar operaciones letales en Orien-te Medio sin poner en riesgo las vidas de sus soldados ante una opinión pública sensible a estas bajas. El futuro de los drones no solo está garantizado, el ejército estadounidense tiene previsto aumentar el número de misiones realizadas por este tipo de aviones en el futuro. El debate ético está servido pero lo dejaremos para otra ocasión.

Cuando el teórico de nuevos medios Douglas Rushkoff estu-dió a esta nueva especie de pilotos se llevó una sorpresa. La lejanía y protección que proporcionaba la realización de estas misiones desde la seguridad de una instalación militar no se traducían en un mejor bienestar psicológico, frente a los pilotos de guerra tradicionales.

“Encontré personas confusas, atrapadas por sentimientos de culpa y muy conscientes de las vidas que estaban eliminando.

El 34% sufría agotamiento mental y el 25%, trastornos psíqui-cos que requerían tratamiento. Todo esto a pesar de que las fuerzas aéreas siempre buscan los pilotos más equilibrados para realizar estas misiones”, explica Rushkoff.

En las vidas de estos soldados, descubrió un ejemplo más de lo que llama “el shock del presentismo” en su libro Present Shock. Una aflicción cada vez más presente en los humanos que visitan el mundo digital a diario.

“Si eres un piloto de guerra, despegas, realizas tu misión, ate-rrizas en una base en Irak y a la vuelta te vas a conversar con tus compañeros para comentar lo que ha pasado. Vives en un contexto de guerra. Un piloto de drones, en cambio, pasa el día matando y disparando cosas en una cabina de simulación en la periferia de Las Vegas. Cuando acaba su jornada laboral se sube a un coche y se va a casa. Una vez allí cena con su mujer y su hija, que le cuenta lo que le ha pasado en clase ese día, mientras le pide a su pareja que le acerque el plato de pa-tatas. Viven dos realidades paralelas que se convierten en un gran generador de estrés. Cuando le da las buenas noches a su hija tiene marcado en la retina el número de personas que ha matado esa mañana”, relata el pensador en una entrevista telefónica con Yorokobu.

EL SHOCKDELPRESENTE

POR Marcus Hurst ILUSTRACIÓN Forma & Co

¿Qué sucede cuando el futuro se convierte en el presente? La creciente dejación de funciones a la tecnología está llevando a la especie humana a un estado de ‘shock del presentismo’. La obsesión por estar al día nos lleva a querer estar en todo y en nada a la vez. Esta es la postura que

defiende el pensador Douglas Rushkoff en su último libro, Present Shock, en el que lamenta el curso que está tomando el uso de la tecnología.

Rushkoff pide un cambio de rumbo para hacer que la era digital trabaje a favor de los humanos en vez de al revés como ha ocurrido hasta ahora.

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El caso de los pilotos de drones, según él, es solo un ejemplo extremo de cómo la tecnología está dictando nuestras vidas en vez de ser al contrario. El intento de adaptar los ciclos na-turales del ser humano a la tecnología genera “una gigantes-ca disonancia cognitiva” que hace que mucha gente “pierda los papeles”. La tecnología, defiende Rushkoff, facilita poder llevar este tipo de vida, pero no sin consecuencias.

En su libro, el autor se refiere a esta aflicción como ‘digi-phrenia’, la frustración generada por nuestra incapacidad de manejar nuestras actividades e identidades múltiples que tenemos en internet.

“Cuando un ordenador tiene una serie de problemas, asigna una porción de su memoria a cada tarea. Cada sección trabaja y envía una respuesta de manera simultánea. Los humanos, en cambio, no funcionamos así. Un buen camarero es capaz de diseñar una estrategia para servir a cuatro mesas de la manera más eficiente posible, pero nunca a la vez”, explica en el capítulo sobre digiphrenia en Present Shock.

Sobre la baja productividad que genera el multitasking ya se ha escrito mucho, pero Rushkoff profundiza sobre sus efectos. “En un mundo digital cometemos el error de pensar que el tiempo en el que se mueven las máquinas lo podemos aplicar a nuestras vidas. Nuestro universo digital siempre está encendido, nosotros no. Los tuits siempre se están publican-do en Twitter pero aspirar a leerlos todos es una locura. Las interrupciones agotan nuestras habilidades cognitivas. Crean la sensación de que necesitamos estar al día para no perder el contacto con el presente. Es un objetivo falaz”.

Con todo esto Rushkoff no dice ser un ludita ni antiprogreso. Su intención “no es meter miedo”. El escritor lleva estudiando y participando en la evolución digital desde los comienzos de internet. Su decepción surge de la mala aplicación que se está haciendo de ella. “Cuando empezó internet era un medio que nos iba a salvar de la tiranía de la mentalidad ‘el tiempo es dinero’. Íbamos a poder programar nuestras vidas de otra for-ma. Trabajar en calzoncillos hasta que llegó Wired Magazine y el debate de repente se convirtió en cómo mejorar las pers-pectivas de los viejos actores en bolsa o crear otros nuevos que se llevan todo el pastel. Hemos conseguido trasladar el modelo industrial antiguo al mundo digital cuando debería-mos estar haciendo todo lo contrario. Nuestra sociedad se ha reorientado hacia el presente. Todo está en vivo, en tiempo real y siempre encendido”.

El presentismo no nos dirige a un estado zen. “Nos hace existir en un presente distraído en el que las fuerzas en la periferia son magnificadas (...). Nuestra habilidad para realizar un plan y seguirlo es interrumpido por un gran número de impactos externos. En vez de encontrar un camino estable aquí y ahora, acabamos reaccionando de manera improvisada a todos los asaltos que se presentan a lo largo del día”.

Según el pensador neoyorquino, el medio de comunicación que mejor representa este ‘shock del presentismo’ es Gawker

Media, que gestiona algunos de los blogs más leídos del mun-do. “Están absolutamente abnegados por ello. Funcionan con redacciones llenas de chavales tomando Speed y Ritalin, que intentan responder de forma casi instantánea a los trending topics en internet. Cada uno está obligado a escribir una media de 12 artículos al día”.

“De esta misma forma, Silicon Valley crea campus aislados en los que sus empleados tienen todo lo que necesitan para tra-bajar. En los baños, empresas como Google tienen pantallas en la que se puede practicar código mientras estás sentado en el váter. Estos espacios son muy bonitos, todo el mundo pare-ce que lo está pasando muy bien. Pero en realidad son naves espaciales organizadas meticulosamente para desconectar y aislarse del paso del tiempo y los ciclos naturales del ser humano para trabajar a cualquier hora”, añade en el capítulo sobre digiphrenia. “De repente, encontramos que el modo de vida, antes reservado a controladores aéreos y operadoras de 112, se vuelve algo casi normal”.

Esto no significa que la tecnología no pueda ser empleada para reducir esa sensación de digiphrenia. “Lo vemos con la industria logística, que utiliza programas complejos para se-guir y calcular las rutas más eficientes para que los conducto-res de camiones lleguen a su destino y logren, de este modo, reducir su estrés. Los móviles tienen, cada vez más, opciones para configurar qué llamadas aceptas en cada momento o los emails de personas en tu lista de importantes. Tenemos que acostumbrarnos a que cuando entra un email no hay que responder enseguida. No es el tiempo real. Configura tus dispositivos para no vivir a merced de ellos”.

La compresión inexorable del tiempoCuando ICE, la plataforma de trading de derivados, compró la Bolsa de Nueva York en diciembre de 2012, medios como The Wall Street Journal mostraron su sorpresa. “Una plataforma más joven que Justin Bieber estaba a punto de adquirir la NYSE con una historia que retrotrae a 1792”. Para algunos analistas financieros era una muestra del poder de la tecnolo-gía y la innovación frente a una bolsa antigua y anquilosada. A Rushkoff le llamó la atención otra cosa. “El mercado tradi-cional acabó en manos de su propia abstracción”.

En un sistema capitalista, los distintos actores en una inver-sión financiera se han acostumbrado a recibir un retorno en un periodo de tiempo cada vez más corto. “Cuando los financieros encontraron que los mercados eran incapaces de dar el rendimiento casi instantáneo que esperaban, crearon instrumentos capaces de comprimir todavía más el tiempo”, explica el neoyorquino. “En vez de comprar acciones, los deri-vados permiten a inversores apostar sobre el valor cambiante de este instrumento en el futuro”.

Pero detrás de estas operaciones hay una abstracción arti-ficial del tiempo. El inversor está empaquetando algo que pasará en el futuro y trasladándolo al presente. Este proceso se puede “repetir casi hasta el infinito. Los traders pueden apostar sobre el precio futuro de los derivados. En cada paso

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se vuelve más abstracto, más expuesto y más comprimido en el tiempo”.

En la carrera inexorable para evadir los límites del reloj, la rapidez de la tecnología juega un papel importantísimo para ganar al rival. “Cada vez más, las operaciones financieras están diseñadas para evitar los límites del tiempo”, añade.

Los grandes bancos contratan a científicos y matemáticos para desarrollar algoritmos que esconden sus operaciones de sus competidores. Estas fórmulas matemáticas permiten dividir gigantescas compras de acciones en miles de peque-ñas compras dispersas para que parezca que es algo que ha ocurrido al azar. Se pierde y se ganan miles de millones de euros en cuestión de segundos.

Los bancos también despliegan algoritmos defensivos cuyo objetivo es interceptar esos movimientos. “Este baile algorít-mico conocido como black box trading ocupa el 70% de los movimientos de Wall Street”.

La velocidad lo es todo hasta el punto de que cuanto más cercano esté tu ordenador de los centros de servidores, más ventaja competitiva ganas al poder realizar tus operaciones en un microsegundo más rápido que tu rival.

¿Pero cuál es el problema con dejar tanto poder a los algorit-mos para decidir el destino de estas operaciones? Los riesgos están en la volatilidad que genera esta rapidez y los errores que eso puede generar. “Una bolsa impulsada por algoritmos está muy bien hasta que el mercado de improviso pierde 1.000 puntos en un minuto gracias a lo que ahora se llama un flash crash. Los algoritmos se meten en un bucle infinito cau-sando caídas espectaculares. A los algoritmos no les importa el valor de una inversión. Solo les importa la operación en el presente. Cuando el único valor que queda es el tiempo, el mundo se convierte en un reloj”.

Algunos traders ya están optando por ignorar esta forma de hacer las cosas, eligiendo operar en los márgenes de este baile de tecnología instantánea. Pero la excesiva dejación de funciones a los algoritmos es algo que Rushkoff prevé que será cada vez más prevalente en todas nuestras áreas de cono-cimiento y la gobernanza. “Se trata de una mala programación para servir a los intereses de los de siempre”.

El humano que se enfrentó a la lógica de la máquinaUnos meses después de la publicación del libro Present Shock,

salió a la luz la existencia del programa Prism desarrollado por la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) en Estados Unidos. Un escándalo cuyas ramificaciones siguen siendo inciertas pero que, inevitablemente, ya se está comparando con Water-gate. Rushkoff, una vez más, no pudo resistirse a añadir su punto de vista a lo que acababa de acontecer en contexto del ‘shock del presentismo’.

“Las prisas por emplear la tecnología se han convertido en algo automático. La tentación era demasiado grande para que el gobierno se resistiera a usar esos datos que están en la red, especialmente cuando esa labor se delega a las máquinas”, escribió en su blog el pasado 10 de junio.

Preguntado directamente sobre el escándalo, el escritor lamen-tó lo “naive que podemos llegar a ser”, pero a la vez agradeció el estallido del escándalo como pretexto para “volver a hablar de un tema tan importante como este”.

“¿Qué pensábamos que iba a pasar? Compartimos todo lo que hacemos y esos paquetes de información pasan por muchos intermediarios. Nos encanta tener un gmail gratuito, pero eso tiene un coste. El pago a estos servicios son tus datos. El pro-grama Prism era ya un secreto a voces. He tenido un par de es-tudiantes que me han confesado que existía este proyecto pero no pude convencerles para que me dejaran escribir sobre ello. A pesar de lo grave que pueda ser, me gusta que haya salido esta información porque por fin empezamos a darnos cuenta de que esto es real. Cuando escuchamos a Obama diciendo que no nos preocupemos, que no están escuchando nuestras conversaciones, lo que dice en realidad es irrelevante. Las conversaciones es lo de menos. Los datos es lo que se pueden usar para saber lo que vamos a decir antes de manifestarlo. No les importa que hables cuando tomas drogas, les importa que estés tomando drogas. No son unos agentes sentados en una furgoneta interceptando tus llamadas en las inmediaciones de tu casa. Es algo mucho más sofisticado que eso”.

Para Rushkoff la mejor arma para luchar contra la parálisis inducida por el shock del presente es la intervención huma-na. “La decisión de Ed Snowden de denunciar lo que estaba ocurriendo en el seno de los servicios secretos estadouniden-ses representa la intervención sensata de un humano en una situación que se estaba yendo de las manos”.

“Él es un héroe porque se dio cuenta de que nuestra humani-dad estaba siendo comprometida por la implementación ciega de unas máquinas con el pretexto de protegernos”.

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Estamos ante un asunto de tamaños, de ritmos, de intención pro-yectual. La historia dice que cada sede olímpica ha hecho, urbanísticamente hablando, honor al lema olímpico. Se ha construido más rápido, más alto, más a lo bestia. Más, más y más. Como en una bacanal en la que todo lo que no se consume en ese momento no puede conservarse, los años previos a las citas olímpicas se llenaban de proyectos colosales, de inversiones milmillonarias y de milongas que trataban de justificar soluciones con una vida útil más breve de lo deseable.

La ciudad estadounidense de Salt Lake City se encuentra en pleno resacón dándole vueltas a qué hará con su pla-neamiento urbanístico tras sus juegos de invierno. Una de las iniciativas llevadas a cabo por las autoridades locales ha sido el SixtyNine Seventy Project, una convo-catoria que tiene la intención de conver-tir las manzanas 69 y 70 de la capital de Utah en un polo cultural y creativo capaz de enriquecer el tejido urbano.

El estudio madrileño PKMN se ha hecho con el People’s Choice Award de dicho concurso, dotado con 40.000 euros. Su proyecto, bautizado con el nombre de ‘From Olympic Games to Urban Games’

pretende trasladar la ilusión que produce en los ciudadanos una designación olímpica al proceso de transformación y planificación de la ciudad.

A la vez, la propuesta es una rotun-da crítica a un modelo de desarrollo urbano tremendamente cortoplacista, un “sobreesfuerzo infraestructural que deja bastante de lado al ciudadano”, explica Carmelo Rodríguez, uno de los compo-nentes del equipo creativo de PKMN.

El grupo de arquitectos, que enarbo-la una visión de la arquitectura muy centrada en el ciudadano como vehículo del cambio en la ciudad, apela a un replanteamiento total del proceso de construcción olímpica que, hasta hora y salvo excepciones, se entiende como un despliegue de poderío económico y político. “La crítica determina un cambio de escala radical: queremos ir desde la omnipotencia infraestructural, arqui-tectónica, programática y constructiva hasta un sistema de gestión de espacios, activación, participación y con pequeñas infraestructuras móviles, adaptables y reconfigurables”, describe el arquitecto.

Para los madrileños, lo positivo de toda la jarana olímpica, al menos a nivel so-cial, es su capacidad de implicar a los ha

EL DESARROLLO URBANÍSTICO POSTOLÍMPICO:

¿CITIUS, ALTIUS, FORTIUS?

POR David García (@SrGarcia)

Durante la fiesta, todo eran confetis, desparrame, aquiescencias y anuencias. No había nada que no se pudiese hacer, no había un euro mal invertido. Al día

siguiente llega, claro, la resaca. Duele la cabeza, el estómago se revuelve y el mantra se repite: “No volveré a pasarme más”. Hasta que llega la siguiente juerga.

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bitantes de las ciudades con un objetivo común. Para Rodríguez, “es un punto de partida interesante para ir a propuestas que alineen factores como la reversibi-lidad, la flexibilidad o la reactivación de espacios”.

‘From Olympic Games to Urban Games’ ataca a las mayores carencias de esas manzanas 69 y 70 del downtown de Salt Lake City. Ahora mismo, según Rodrí-guez, en ese espacio no se puede hacer casi nada ya que es un erial poblado por vacías avenidas o aparcamientos inmensos. “La ciudad necesita acción urbana. Desde el principio, pensamos en la reactivación de espacios a través de pequeños eventos e infraestructuras que se contrapusieran a las grandes es-tructuras arquitectónicas duraderas que no pueden ser colonizadas y disfrutadas por la ciudadanía de Salt Lake City”. En ese sentido, ‘From Olympic Games to Urban Games’ es la guía de viaje para esa habilitación de espacios.

La relación metafórica entre los juegos olímpicos y estos juegos urbanos plan-teados por el colectivo de arquitectos madrileños no terminan ahí. PKMN ha desarrollado un concepto que premia a “los mejores ciudadanos”, una idea que gira en torno a la gamificación y que se erige como una especie de “marca de prestigio urbano”, según explican.

El Urban Clout sería un sistema de pun-tuación que, de manera análoga a como lo hace Klout en las redes sociales, mide la actividad del ciudadano en el entorno urbano. “Sería una herramienta que ‘hibridaría’ acciones ciudadanas físicas y reales con una plataforma digital en la que pudieran cuantificarse, puntuarse y

valorarse. Nuestras contribuciones al es-pacio público como ciudadanos podrían darnos puntos canjeables por beneficios culturales o sociales, desde entradas para museos o eventos públicos hasta encuentros con políticos o gestores”, cuenta Rodríguez.

La propuesta es coherente con la visión que PKMN tiene de la ocupación del espacio público. Son muy críticos con las normativas locales que pecan, casi sin excepción, de restrictivas.

Denuncian que casi cualquier actividad llevada a cabo en esos espacios se em-puja, a golpe de norma, al terreno de la ilegalidad. “Para nosotros, el discurso no es acerca de si se puede o no hacer algo, sino de generar los contextos posibles para que todo ocurra sin perjuicio del ciudadano. Los ciudadanos tenemos que demostrar a las autoridades que estamos capacitados para ese cambio de paradigma en relación al espacio público”, declara el arquitecto.

PKMN trabaja con el convencimiento de que las macroestructuras olímpicas son incapaces de aportar flexibilidad o adaptabilidad a un entorno urbano cambiante. Ese caduco modelo, que no es sino una extensión del de ‘un Guggenheim por ciudad, sea al precio que sea’, necesita planeamientos con usos redibujables. Al igual que en los asuntos políticos, la respuesta está en la mano de los ciudadanos, que han de ser los que empuñen la voluntad de cambio. Esa es la arquitectura de PKMN y con ese tipo de ideas quieren cambiar Salt Lake City.

Más info: PKMN.es

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SUEÑO EN UNA NOCHE DEL VERANO

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EL NUEVO ANARQUISMO DEL SIGLO XXI

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POR Mar Abad (@marabad) ILUSTRACIÓN Blastto

“El anarquismo está por todas partes.Los únicos que no se dan cuenta son los anarquistas”

(Nato Thompson)

“Los hípsteres son los extraños hijos de los anarquistas” (Nato Thompson)

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Llamada a las palabras...El anarquismo es poderoso. En el terreno lingüístico pocas palabras tienen la potestad de provocar miedo, y ‘anarquía’, para muchos, produce pavor. El término se asoció al caos y el mal. Los gobernantes y los poderes fácticos, desde la Grecia clásica, han tenido siempre en su corte a filósofos y escritores que han divulgado la idea de que el orden solamente es posi-ble mediante la fuerza, la represión e incluso la mano dura.

Pero ese no fue su origen. ‘Anarquía‘ procede del término griego anarchía y significa ‘sin gobernante’, ‘sin dirigente’ o ‘sin señor’. El añadido de ‘caos’ vino después. Los poderes políticos y religiosos se encargaron del ultraje sistemático de esta palabra hasta que Pierre-Joseph Proudhon la rescató, en 1840, en su libro ¿Qué es la propiedad?, y la volvió a emplear para referirse a una forma de organización sin gobiernoni jerarquías.

La esencia del anarquismo reside en la sustitución de una autoridad, pública o privada, por la autogestión, colaboración, asociación voluntaria o cooperación entre personas libres y unidas por unos mismos intereses. Partiendo de esa base, la anarquía ha pasado por filtros de pensadores absolutamente distintos. Desde liberales que repudian cualquier injerencia del estado en el libre mercado a socialistas y comunistas.

En los siglos XIX y XX la anarquía ha estado en la base de muchas ideologías y en las formas de organización de algu-nas épocas y territorios. En España, por ejemplo. Este país es “el más importante en la historia del movimiento anarquista”, según escribió Salvador Giner en su Historia del pensamiento social. Pero no siguió la doctrina más pura. Al estallar la gue-rra civil, en 1936, los movimientos anarquistas protegieron al poder público y adoptaron un grado de organización más alto del que aman los libertarios.

En el siglo XXI el anarquismo se vuelve a manifestar en múltiples formas y está, incluso, en muchas más manos de lo que se pudiera imaginar. En colectivos y culturas urbanas que probablemente ni siquiera hayan oído hablar de Bakunin, el Príncipe Kropotkin o Proudhon (los llamados ‘padres’ de esta filosofía política y social).

Uno de los autores que defiende la teoría de que el anarquis-mo está en las entrañas del nuevo siglo es Nato Thompson. Lo afirma categóricamente en su ensayo La venganza del anarquista, o dicho de otro modo, la venganza del anarquis-mo contra los anarquistas.

El escritor estadounidense dice que “el anarquismo está por todas partes. Los únicos que no se dan cuenta son los anar-quistas (excepto algunos)”. Al igual que muchos pensadores, Thompson considera que Occupy es un “resultado directo del anarquismo, en especial, de las tendencia desarrolladas en España [15-M] y su interés por los métodos de organiza-ción que dejan de lado lo jerárquico y favorecen el consenso. Este ethos [carácter, personalidad] subyacente de rechazo a las jerarquías, la puesta en valor del consenso y la inherente paranoia ante el poder y todos sus frentes (tanto el guberna-mental como el corporativo) son pistas claras de la influencia anarquista”.

El comisario de la institución neoyorquina de arte Creative Time asegura que, en la actualidad, “nos rodean tantos méto-dos propios del anarquismo que resulta difícil reconocerlos como tales, ya que en el transcurso de los últimos quince años han comenzado a permear en las condiciones de vida urbanas”.

Indagación acerca del lifestyle anarquistaEl anarquismo se ha convertido en un estilo de vida y ha originado un tipo de personas que Thompson denomina “anarquistas lifestyle” (anarquistas en su estilo de vida). El concepto no es suyo, según dice en una entrevista realiza-da por correo electrónico. Lo escucha a menudo, “de forma coloquial”, de la gente que le rodea. “Lo que me gusta de la versión del anarquismo lifestyle es que es una política que se vive y se practica. Para estos individuos la anarquía no es solo una serie de valores. Es una forma de vivir en el mundo”.

El especialista en arte y humanismo piensa que el marxismo derivó hacia “los claustros de la academia”. El pensamien-to anarquista, en cambio, se enraizó en “nuevos modos de estar en el mundo”. Son “todas las formas de organización no jerárquicas” y hay miles de ejemplos en las ciudades. Allí donde se autoorganizan los individuos sin la presencia de una empresa o una administración. Thompson cita “los programas de compartir comida como Food not Bombs, las concentraciones de bicicletas como Bici crítica, los huertos urbanos y jardines comunitarios, las emisoras de radio pi-ratas, las actividades de los hackers, los espectáculos punk, los movimientos okupas, el trueque y las formas artesanales de comercio, las asambleas o el Do It Yourself (Hazlo tú mismo)”.

Estas formas de actuar están en el centro de la vida urbana contemporánea, según Thompson, y esto implica que el

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poder y la toma de decisiones, que un día se lanzó muy lejos, vuelve a la esfera local.

Catecismo tecnológicoEn este proceso ha contribuido decisivamente la tecnología. Hoy existen herramientas que facilitan la unión de personas con intereses similares y la organización de movimientos y acciones inmediatas. “Las nuevas tecnologías permiten que experimentemos y desarrollemos experiencias de inteligen-cia colectiva en tiempo real y geolocalizadas”, explica Dome-nico di Siena. “Tenemos la capacidad de acceder en tiempo real a una respuesta. Esto nos hace pasar de un modelo en el que delegamos o elegimos representantes a otros en los que una multitud trabaja junta por una idea”.

Un ejemplo de estas nuevas formas de autoorganización se puede ver, según el experto en gestión del conocimiento, en el Plano de calles tranquilas para ir en bici por Madrid. Un grupo de personas han creado un mapa, publicado en la web Enbicipormadrid.es, que indica las vías de tráfico moderado, pendientes suaves, recorridos que no atraviesan grandes avenidas y otros datos de interés para circular en bici de forma segura y placentera. “La comunidad se organiza para diseñar un mapa sin esperar a que la administración le ayude”, señala Di Siena. “Otras formas de autogestión son el urbanismo open source, el consumo colaborativo, la gestión distribuida...”.

El urbanista y especialista en gestión del conocimiento enfatiza que esta forma de anarquía “no es tanto que nos pongamos de acuerdo sobre un tema como que, mediante el diálogo y el intercambio de ideas, vamos modificando nuestros pensamientos y nuestras acciones”.

Di Siena insiste en que los modelos anárquicos no implican individualismo. Al contrario. Se trata de tener en cuenta la individualidad dentro de una comunidad. “Las personas, du-rante la conversación, van cambiando sus ideas y del diálogo con el grupo y la interacción con el entorno se toma una deci-sión”, especifica Di Siena. “Estos pequeños movimientos ge-neran inteligencia colectiva y agilizan la toma de decisiones en tiempo real. Eso es lo que ocurrió en la primera acampada del 15-M. Nadie dijo que había que ocupar la Puerta del Sol. Surgió de la emoción y se decidió en ese momento”.

Carta a los hípsteres del mundoTodo esto va ocurriendo sin que los protagonistas de estas nuevas propuestas se detengan a buscar etiquetas para sus

actos en la historia del pensamiento. En estos movimientos sociales que se han levantado contra el sistema hay mucha huella anarquista. Pero también está en otros individuos que visten vintage y obedecen a Pitchfork para ir a sus concier-tos: los hípsteres.

En los últimos 20 años el lifestyle anarquista ha pasado de los punks okupas a la cultura hípster, pero, según Thomp-son, quizá ni ellos mismos lo sepan. En su vuelta a lo local, lo artesano, las prendas de punto, las bicis y los jardines comunitarios reside una forma de anarquismo que, de acuerdo con el estadounidense, “se han escabullido de entre los dedos de los anarquistas hace más de una década, para convertirse ahora en el ethos que define a toda una genera-ción urbana”.

“No me sorprende que muchos participantes en el movi-miento Occupy no visualicen sus propias motivaciones como anarquistas”, escribe el comisario en su ensayo. “Sin duda, no leen los libros adecuados, ni citan a Proudhon y Emma Goldman, ni visten de negro, ni escuchan punk, ni ‘okupan’ nada. Y aun así, poseen una profunda creencia en salir de la red, cuestionar la autoridad, el consenso, el mutua-lismo y la paranoia política”.

“A muchos de los que afirman ser anarquistas les cuesta identificarse con las multitudes de un movimiento que, compartiendo sus valores, no se autodefine como anarquista ni posee el mismo tipo de afinidad ideológica e identitaria con el término”, continúa Thompson. “(...) También puede resultar frustrante para muchos anarquistas políticos ver a tantos activistas hípsteres emitiendo críticas tan débilmente articuladas respecto al poder, capitalismo, género, raza, pro-ceso, etc. Pero, vamos, que este movimiento podría ser una base sobre la que construir”.

Para el escritor resulta “cómico” que el movimiento hípster sea de “naturaleza eminentemente anarquista” y muy pocas personas lo sepan. “Lo es en su espíritu, en sus principios y en su organización”. Y, a la vez, constituyen una “pieza clave en el desarrollo urbano y comercial de las ciudades. Lo que hace importante su comportamiento, para el desarrollo de las ciudades, es la combinación de su estilo de vida con una forma de comercio urbano. Sus identidades y sus gustos se convierten en anuncios de las tendencias en la ciudad”.

“Los hípsteres”, asegura Thompson, “son los extraños hijos de los anarquistas”.

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APPS QUE SÍ (Y CUANDO DIGO SÍ, ES SÍ)

POR David García (@SrGarcia)

Esto de las apps es una afición en sí mismo. Se conocen casos de encantadores viejecitos que, de manera masiva, han dejado de mirar obras en la calle —evidentemente, porque ya no hay— y se dedican a descargarse y probar toda app que les pasa por el smartphone, así a lo loco. Para aportar un poco de criterio a todo esto llega Atrappo, una aplicación que reúne análisis, recomendaciones según el perfil del usuario y noticias relacionadas con el mundo app. El contenido viene avalado con el sello de The App Date y está disponible

tanto para iOS como para Android.

Lejos de asirme a comportamientos más propios de clichés estivales que de otra cosa, servidor en verano tira de móvil como Urdangarín de abogado: en todo momento.

Es ocasión, sin que nadie te dé la chapa con otra cosa, de descubrir apps, hacer fotos de pies en playas y procrastinar con física aplicada a ingenios dibujados.

Y en esas estamos. Atiendan.

Esto de los filtros se nos va de las manos. De tan sencillo que es, comienza a ser pelín aburrido. Además, la falta de control sobre muchos de los ajustes producen efectos demasiado rígidos que tienden a una uniformidad demasiado monótona. VSCOcam es otra app de fotografía con un millón de filtros. Sin embargo, la aplicación permite controlar muchas más variables como el brillo, la temperatura del color, la nitidez, la exposición, etc. A pesar del amplísimo abanico de opciones, VSCOcam se maneja sin complicaciones y tiene una interfaz

muy agradable, así como el verano.

Para los manitas de la casa. Esta viene a ser la metáfora app del maletín de Multihobby, es decir, una aplicación en que se pueden combinar formas, mecanismos, enlaces, uniones o articulaciones y aplicarles una física real para que se determinen de una manera precisa. Creatorverse es un espacio para experimentar el efecto de la gravedad y la interacción de un cuerpo con otro. Desde esas premisas, las posibilidades son ilimitadas y producto de la imaginación del

usuario.

Atrappo VSCOcam Creatorverse

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APPS QUE NO (AUNQUE TIENEN SU PUNTO, ¿EH?)

POR Ricardo Llavador (@RicardoLlavador)

Es verdad, dulces lectoras, que la diferencia horaria entre los diversos países que componen nuestro hermoso planeta azul nos ayuda a mantener una cierta coherencia

solar. Pero, por otro lado, es una auténtica puñeta. Tanto que llego a entregar este artículo por los pelos. Así que he decidido que el mismo verse precisamente sobre ese tema: todo lo capilar y, principalmente, su carencia, tema que, admitámoslo, ocupa el

78% de mi rendimiento intelectual.

A pesar de su prometedor nombre, irresistible reclamo para los hombres de mediana edad, la verdad es que la app poco puede hacer cuando la mano de la diosa alopecia acaricia con maldad tu cogote. Pero lo más curioso es que ni siquiera lo intenta. Te bajas la app (de pago, faltaría más) y lo que ves es una especie de agenda que te indica cuándo te cortaste el pelo, consejos sobre la salud y el cartón y, lo que es más cruel, una sección de vídeos con patrones claros de lo que yo llamo “el punto de no retorno”: ese punto en el que ya no vale decir para tus adentros “es por culpa del estrés” y acabas comprándote una gorra, sombrero o bisoñé. Todo se complementa con la sección ‘FunWithHaircut’ donde aparece una tijera y puedes abrirla y cerrarla como si, en vez de calvo, fueras

gilipollas.

Se trata de una app de terror en la que se predice, siguiendo unos escalofriantes pasos, que tarde o temprano vas a convertirte en un Yul Brynner de la vida. En el primero, después de firmar más disclaimers que antes de hacerte donante de órganos, has de elegir qué tamaño y forma tiene tu cartón. Es duro, pero lo es mucho más cuando pregunta por ciertos hábitos y, uno tras otro, vas chequeando como afirmativo prácticamente TODOS. Tercer y último paso, tras otro draconiano disclaimer, ver los resultados del análisis: le sale negativo hasta a Ted

Danson o Güemes

Y si hemos pasado del overpromise a la dura realidad, ahora toca un poquito de brujería porque esta app promete hacerte crecer el pelo a partir de unos ultrasonidos que emite tu smartphone. Se trata de una app que no se encuentra en la App Store en español, así que, si le parece, amigo lector, podemos compartir piso en nuestro viaje a Estados Unidos y así ahorrar gastos porque, aun sabiendo que se trata de una fina milonga, hay algo a lo que jamás renunciaré: la esperanza.

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La concentración FurgoVolkswagen ha congregado este año a más de 600 vehículos. Hay furgonetas modernas pero predomina el modelo atávico, vehículos que el imagina-rio colectivo enseguida relaciona con los hippies, los surfistas y la California de los sesenta. De estos lugares comunes echan mano la mayoría de los conductores que hoy pululan por el campin. “Es un estilo de vida”, repiten sonrientes, “mu-cho más que un vehículo”, aseguran a paso lento mientras echan un vistazo a las furgonetas que se disponen en hilera para una gran foto de familia.

“Puede parecer que aquí se viene a ver y a ser visto, pero no es solo eso”, dice Marc Caño, de 29 años. “Es el ambiente…; no es chulear de furgoneta, es intercambiar ideas, hacerte fotos, conocer a gente…”. Caño es pintor, así que cuando compró su T2 decidió cambiar la brocha gorda por los espráis y la custo-mizó utilizando un verde eléctrico que difícilmente se puede encontrar en los catálogos de concesionario. Es parte del jue-go, la mayoría de los usuarios que hoy exhiben orgullosos sus vehículos no están enseñando un producto de fábrica, sino una obra hecha a mano. Pintada, decorada y remodelada para

adaptarse a sus gustos. Las 600 furgonetas que hoy pueblan este campin reflejan 600 personalidades distintas, desde sus cortinas hasta sus palancas de cambios.

Juan Luis Guerrero ha instalado unos bafles bajo los asientos traseros de su furgoneta. “La música no puede faltar, vamos a darlo todo”, explica entre risas. Con esta presentación uno po-dría pensar que Guerrero es un adicto a la fiesta y los coches tuneados, pero la filosofía de los ‘furgoneteros’ dista mucho de la del tuning. Apenas cinco metros le separan de una fa-milia con críos, diez de una pareja que rebasa tranquilamente la cincuentena. El público es heterogéneo pero el ambiente es de armonía total. “Es una vía de escape”, explica Guerrero, “muchos tienen el fútbol o las motos, esta es la nuestra: coges un ‘finde’, tu ‘furgo’, te vas, vives lo que tengas que vivir, cantas lo que tengas que cantar y el lunes vuelves al trabajo de otra forma. Ahí es cuando aparcas la furgoneta, coges el coche y vuelves a la vida normal”. A su lado, Miriem Castillo y su perra, Conga, son las compañeras de viaje de Guerrero. Los tres son asiduos a eventos de este tipo —eventos donde los perros son, por algún extraño motivo, una constante—.

POR Enrique Alpañés FOTOS Amaya Villar

Hace un día soleado pero sopla viento; siempre sopla viento en la costa del Alt Empordà. De ahí que esta pequeña comarca catalana sea la sede del mundial de windsurf desde 1999. Hoy es día de competición

y los deportistas salen de un campin playero en fila, con tablas y velas cargadas a la cabeza. Vistos con detalle parecen formar una colonia de obedientes hormigas, pero poca gente los mira con detenimiento.

Desde hace varios años las tablas han cedido protagonismo a los vehículos que las transportan. A pesar de que se celebre el mundial, hoy

en el campin los protagonistas no son los deportistas de élite sino los conductores de sus furgonetas.

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“Está la Furgofesta en dos semanas, la Furgofell, que ya fue en mayo, luego el Campervan en julio…”. Castillo enumera con los dedos de una mano y hace memoria de las concentracio-nes pasadas y futuras. “Esta es la más grande”, dictamina al final convencida, “pero también la más cara, por eso no ha-bíamos venido hasta ahora, pero, la verdad, merece la pena”. Guerrero y Castillo también apelan a las consabidas consig-nas de libertad y amor que evoca este vehículo. Unos ideales bien distintos de los que inspiraron su concepción inicial.

Abril de 1947, Wolfsburg , Alemania. Ben Pon, importador de Volkswagen en Holanda entra en una fábrica de la marca, ve un transportador de material pesado que le fascina y se pone a hacer un boceto que se acaba convirtiendo en la génesis de la mítica furgoneta. “Si ves el dibujo te das cuenta de que es un calco de la primera generación del transporter”, comenta Hernán Vázquez, director de Volkswagen Vehículos Comer-ciales. La idea era crear un vehículo utilitario, una furgoneta práctica para los transportistas, pero “estas cosas no las puedes manejar. Aquel movimiento de los años 60 cogió este vehículo como un símbolo del peace and love, marcó algo mágico que nació solo”. El icono se creó fuera de la marca, igual que la concentración de furgonetas que inunda cada año la costa de Figueres. Por eso la presencia de una delega-ción de Volkswagen aquí es limitada. Quieren estar presentes pero “sin interferir en el evento; no hay que darle forma, si no romperíamos la magia”, concluye Vázquez.

“Nos casamos aquí”, dice Esther mirando a Raúl y a su vieja furgoneta, alternativamente. En realidad lo hicieron en un ayuntamiento, pero fue la furgoneta la que llevó a la novia a la ceremonia y trasladó a los recién casados rumbo a su nueva vida. Mucho ha cambiado desde entonces, pero la T2 permanece intacta. Soporta los pisotones de sus hijos, Mario y Óscar, que han trepado hasta el techo para otear desde las alturas la concentración, y resiste a la más tranquila Marina, la primogénita de esta familia que comparte con sus padres el amor por su furgoneta. A pesar de tenerla desde hace 19 años, es la primera vez que la sacan en un viaje largo. No creen que sea la última; el año que viene repetirán.

El sol se va escondiendo y el viento arrecia. Siempre sopla viento en la costa del Alt Empordà, así que los acampados no se achantan y se dirigen hacia la playa a hacer una gran barbacoa. Por el camino se cruzan con los windsurfistas que vuelven a descansar y ceden el testigo a los conductores de furgonetas. En la playa, junto a la hoguera, cantarán lo que tengan que cantar y vivirán lo que tengan que vivir. Lo harán hasta el lunes cuando aparquen su furgoneta y vuelvan a la vida ordinaria. Quizá parezca un poco más ordinaria de lo que parecía el viernes, pero seguramente parezca también mucho más vivida.

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Para imaginar el efecto que debió de tener el primer viaje de LSD de Stan Grof hay que hacerse una composición de lugar de la Praga de 1960, la capital de un país sumido en un régimen co-munista y vigilado de cerca por el yugo de la URSS. Quienes consideran que la sociedad occidental capitalista es el culmen del materialismo deberían darse una vuelta por el Pacto de Varsovia para conocer de primera mano qué fue No future.

Grof era un psiquiatra seguidor del psicoanálisis de su compatriota Freud hasta que una muestra de LSD-25, sintetizada por Albert Hoffman en los laboratorios Sandoz 23 años antes, cayó en sus manos. El ácido lisérgico aún no estaba demonizado por la histeria de la policía del pensamiento, y Sandoz quería venderlo como un remedio para la apertura de las arterias y evitar la con-tracción del útero durante el parto. Los efectos descritos por Grof y millones de psiconautas después de él son muy distintos: “Una visión como la que des-criben los místicos: un millón de soles brillando con la intensidad de la bomba de Hiroshima. Mi conciencia lanzada fuera de mi cuerpo. Mi yo desaparecido y, al mismo tiempo, fundido con el todo”.

El psiquiatra, que a sus 81 años aún recuerda con detalle las revelaciones recibidas aquel día, medio siglo atrás, re-negó casi inmediatamente del psicoaná-lisis: “Todo lo que me habían enseñado en la universidad era incorrecto —dice—. La conciencia no era únicamente una parte del cerebro. Existen recuerdos del

parto y de la primera infancia. Lo que la psiquiatría considera brotes psicóticos son muchas veces episodios de emer-gencia espiritual”.

El LSD —el ‘tripi’, el ‘ajo’ de toda la vida— se desvelaba además como una extraordinaria herramienta terapéutica: no solo era eficaz para tratar adicciones y superar depresiones (como comprobó en primera persona el actor Cary Grant), sino que “servía a los médicos para entender qué sucedía en la mente de sus pacientes psicóticos y esquizofrénicos”, relató Grof durante una reciente confe-rencia en Madrid. En un capítulo digno de una película de Kubrick, Grof viajó con 300 dosis de LSD hasta San Peters-burgo (Leningrado en aquel entonces) y convidó a sus colegas psiquiatras de la Unión Soviética: “Al poco tiempo en los congresos rusos dejó de hablarse de electroshocks y materialismo dialéctico y se oía hablar de Herman Hesse y del zen”.

Semejante manjar de los dioses solo po-día tener un destino: la prohibición y la persecución. Durante la segunda mitad de los 60, una ola de conservadurismo, sumada a un uso insensato del LSD por parte de la contracultura de EE UU, llevó a la marginación de la droga (hasta entonces ‘medicina’).

Entonces Grof entra en una nueva etapa aún más fértil que la anterior, pues in-venta un método para alcanzar estados modificados de conciencia sin necesi-dad de química externa: la respiración holotrópica (del griego ‘ir hacia el todo’).

O más bien, deberíamos decir ‘reinven-ta’ y ‘adapta’ métodos ancestrales del pranayama, la respiración yóguica: la respiración de fuego, una hiperventila-ción en la que el cerebro se inunda de DMT, un alcaloide de efectos alucinóge-nos que, para pasmo de los prohibicio-nistas, habita en nuestro propio cuerpo.

El hallazgo de la respiración holotró-pica por parte de Stanislav Grof y su mujer, Cristina, tuvo lugar en Esalen, legendario centro de investigación de la conciencia humana próximo a San Francisco y por el que durante los 60 y los 70 pasó el Who is Who del llamado ‘movimiento del potencial humano’ (hippies en pelotas haciendo cosas rarísimas): Alan Watts, Aldous Huxley, Abraham Maslow, Timothy Leary, Grof y señora, y Fritz Perls, inventor de la terapia Gestalt.

Con la inestimable ayuda del LSD y plantas maestras de similar jaez (peyote, ayahuasca, hongos psilocibes), Grof fue abriendo su mente hacia las inevitables influencias orientales: el budismo, el hinduismo y la meditación. En semejan-te caldo de cultivo surge la psicología transpersonal, una rama de la psicología que trasciende el psicoanálisis para estudiar las experiencias cumbres y metafísicas sacándolas de la cárcel de la psicosis a las que las había condenado Freud.

Fallecido Hoffman en 2008, a la pro-vecta edad de 102 años, el ‘joven’ Grof (81) ocupa hoy el trono de decano de la psicodelia mundial.

STANISLAV GROF,

POR Iñaki Berazaluce ILUSTRACIÓN Juan Díaz-Faes

“La conciencia no reside únicamente en el cerebro”

EL HOMBRE QUE INTRODUJOEL LSD EN LA URSS

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POR Juanjo Moreno FOTOS Rebeca Rodríguez

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“Un momento tan crudo y doloroso como el actual para el teatro y la cultura en general está haciendo que nos despertemos a la realidad. Al margen de políticos y economis-tas, están surgiendo millones de maneras de hacer teatro y una reivindicación clara de que esto no tiene que ver con que haya más o menos salas con butacas de terciopelo rojo. Se tra-ta de que tenemos que seguir comunicándonos con la gente y eso está haciendo que se abran locales distintos y muchos profesionales salgan a la calle para interpretar el tiempo que nos ha tocado vivir. Y a mí eso me parece saludable”. La actriz Blanca Portillo, último Premio Nacional de Teatro, hizo recientemente estas declaraciones en un programa televisivo. Y, desde luego, no es la única que piensa así.

Olga Iglesias es otra convencida de esta nueva vida para el teatro. Le bastó mirar a su alrededor y ver infinidad de carteles de ‘Se vende’ o ‘Se alquila’ y comprobar que cada vez es más difícil entrar en el circuito cultural, y que las salas al-ternativas están asfixiadas, y que en los grandes teatros están los de siempre. Así que un buen día le hizo un planteamiento a su “amiga del alma”, Susana Pérez. ¿Por qué no compartir el espacio, los recursos, los clientes, los vecinos... con otra gente? Así nació Teatro Efímero, una compañía cuyo objetivo es hacer teatro en cualquier parte. “Si el espacio es literal respecto al texto, genial. Si no tiene nada que ver, genial también. Un Hamlet en una lavandería también puede tener su rollo. Lo importante es encontrar un nuevo nivel narrativo, que en el caso de Hamlet podría ser lavar el sentimiento de culpa”, dice Olga Iglesias.

Olga lleva años compaginando su trabajo de copy en agen-cias de publicidad con el de guionista. Escribió una de las primeras web series, Chica busca Chica, que tuvo un éxito inesperado para lo que era internet hace unos años; participó en el musical Enamorados Anónimos, que no fue un pelotazo pero hizo que su nombre figurara en la Gran Vía madrileña, y en una película de cine, Una hora más en Canarias, de David Serrano (Días de fútbol), entre otras cosas.

En esa época estuvo trabajando en una obra con el director argentino Eduardo Milevich. “Y un argentino es a los directo-res lo que los suizos a los relojes”, recalca Iglesias al recono-cer que fue en ese momento cuando empezó con el runrún de todo lo que se podía hacer en teatro. “El teatro es guay porque la materia prima es la imaginación. Tú sacas una barra de labios y le dices al espectador que se haga a la idea de que es un cohete, y el espectador y tú hacéis ese pacto y ves la barra de labios echando humo”, explica la guionista.Susana es directiva en la agencia Orbital BBDO. Juntas habían trabajado en proyectos publicitarios, pero tenían pen-diente hacerlo fuera de ese sector. Querían hacer algo que las motivara bastante y que no costara mucho dinero.

Para desarrollar la primera obra de Teatro Efímero contaron con una tercera pata: el estudio de arquitectos Zuloark. La ac-ción de esta obra transcurre en una peluquería y sus respon-sables querían que se interpretara en una de verdad. Zuloark se encargaría de diseñar el sistema de asientos que permitie-ra convertir cualquier lugar en un teatro. Pero primero hacía falta encontrar la peluquería.

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“No fue tan fácil”, recuerda Olga Iglesias, “muchas peluque-rías prefieren dar un curso intensivo de keratina a que se interprete una obra en su local”. Además, no todos los locales pueden ser un Teatro Efímero, solo hay unos pocos que han nacido para ello. Tiene que haber una conjunción de estrellas determinada para que el local tenga espacio y mucho encan-to, y el dueño, tiempo y ganas de montar un sarao, evento o cita cultural como esta. “Buscamos mucho... pero como el triunfo es de los pacientes, o de los cabezotas o de los que le cuentan sus penas a los amigos una y otra vez, al final, fue uno de estos el que nos habló de un local llamado ‘Garret Sa-lón de Belleza’, un lugar maravilloso, cerrado en la actualidad y decorado hace 30 años”, explica Olga Iglesias.

Todo eso ocurrió en el último año, mientras la copy y guio-nista se preparaba para dar el salto a la dirección. “Afortuna-damente este año me sirvió para aprender muchísimo, para atreverme a dirigir y para no odiar a los actores como seres de emotividad incontrolable y ego desmedido. La tonta era yo que no me atrevía a meterme de lleno a trabajar con el material sensible que supone una persona”.

Ilusión no les falta. Dinero sí. Por eso Susana sale de trabajar y, mientras amamanta a su hijo, se pone a diseñar la web, los pósteres, las entradas... y se encarga de los papeleos, en tanto que Olga tan pronto está retocando el guión y dirigien-do como comprando pelucas o pasando la aspiradora en la peluquería. Lo importante es que al final el telón se levantó —metafóricamente hablando, ya que no hay telón en una pe-luquería— y las protagonistas de Tú no, princesa se subieron a

las tablas (también metáfora) para contar una historia, mitad drama y mitad comedia, de personas con muchos sueños y muy poca suerte.

Además, Teatro Efímero se ofrece a todos aquellos que ten-gan un establecimiento o negocio y quieran promocionarlo mediante el teatro, captar clientela por métodos que nada tienen que ver con el márquetin o darle una segunda vida al local. También a aquellos que tienen una obra y no consiguen representarla en un teatro convencional y compartan con los fundadores de esta compañía ideas como que el espacio es un actor más, que el espectador necesita formas de ocio y cultura diferentes o que lo que permanece en la memoria es la experiencia y el sentimiento.

Tú no, princesa se representa hasta el 7 de julio. Casi con toda seguridad habrá nuevas funciones después del verano. La obra habla del triunfo y el fracaso de tres mujeres en tres actos que se corresponden con tres épocas: los 80, los 90 y los 2000. Ellas son Carla (Jaime Zataraín), una peluquera tran-sexual enamorada y rechazada, a la que el espectador verá conquistar el amor y el respeto a lo largo de esas dos décadas; su amiga Alfonsi (Juliana Sesmero), ama de casa abnegada, sufridora, sacrificada y frustrada; y su hija Alba (Ana del Rey), hija de la España del pelotazo y los realities, que pasará de la niñez en los 80 a la pérdida de la inocencia 20 años después. “Tres décadas en las vidas de estas tres mujeres que consta-tan que el triunfo es una decisión personal y nada tiene que ver con lo que digan los demás. ¡Aplausos, desmayos, autó-grafos, ataques de risas... Fin”, concluye Olga Iglesias.

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La poesía de la independencia humana subyace en su ca-pacidad de vagar sin coacción, de hacer uso del libre albedrío sin necesidad de depender de entes tutelares. Así es como se produce la mayor expresión de la ciudadanía plena. Si tras-plantamos esta idea al hábitat que ocupan las personas, sería también deseable que esos escenarios en los que desarrollan sus interacciones sociales fueran autosuficientes, abasteci-bles sin más apoyo que el de las fuerzas de la naturaleza y sostenibles, por inocuos con el entorno, en el tiempo.

Las Torres Solares de AAIMM, un joven estudio de arquitec-tura barcelonés con sucursales en Róterdam y Dubai, juegan a eso, a establecer un lugar de contacto humano, en forma de edificio inteligente, casi vivo, y autoabastecido a través de la energía que proporciona la energía solar.

La idea nació de la inquietud ante la realidad que vivimos. Es, en esencia, “un ejercicio de crítica al modelo actual de ges-tión y consumo de energía”, como explica Ángel Cerezo, uno de los arquitectos responsables del proyecto. Hablamos de un modelo voraz, desequilibrado y altamente impactante en el medio ambiente al que se le debe poner fecha de caducidad.

A pesar de que en torno al concepto de Smart Cities hay mucho humo y algo de intención de comenzar a inflar la siguiente burbuja relacionada con la construcción, lo cierto es que la idea recoge connotaciones positivas que deben ser tenidas en cuenta a la hora de planificar las ciudades y proyectar edificaciones.

La propuesta de AAIMM se basa, como explican sus autores, “en una infraestructura de escala media o pequeña, inserta-ble en los tejidos preexistentes y que fomenta el consumo de energías renovables, la igualdad económica y social de pequeñas comunidades y el acceso a medios de producción urbana de alimentos, todo de forma sostenible y limpia”.

Toda la base teórica que aportan los barceloneses se plasma en una estructura que puede ser construida en casi cualquier lugar “de forma rápida, en seco y sin utilización de aglome-rantes o materiales compuestos por varias capas”. La esencia de las torres solares se apoya en gran parte en su identidad como un elemento adaptable a multitud de escenarios, levan-tado con materiales reciclables o reciclados además de otros, como acero, policarbonato o forjados fabricados a base

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de paneles de madera prefabricados, que pueden utilizarse tras el fin de la vida útil del edificio. La huella ecológica de la estructura trata así de tender a cero.

Las torres, de cuatro plantas con forma cilíndrica, están idea-das para ser colocadas en lugares como rotondas, grandes espacios desperdiciados, según AAIMM. Cuentan con una capa exterior compuesta por placas fotovoltaicas montadas sobre un rotor que las hace moverse hasta captar la radiación solar de la manera más óptima.

Bajo estas características técnicas, el uso para el que se han proyectado estas torres es eminentemente cívico. “La acumu-lación de calor no solo hace al interior apto para actividades como cursos, talleres, estudios, salas comunitarias o centros sociales; además, es posible el cultivo de huertos urbanos por parte de los vecinos jubilados o desempleados así como para jóvenes que no tienen tiempo de acudir a las zonas designa-das para ese uso”, señala Cerezo. Además, la energía sobrante que se produciría en estas estructuras serviría para suminis-trar a viviendas, comercios y estaciones de carga de coches y bicicletas eléctricas.

Para Ángel Cerezo, la coyuntura económica que padecemos es la que obliga a transitar por senderos diferentes. Desde su punto de vista, “este es un punto de inflexión claro. La cons-ciencia colectiva está girando hacia las soluciones eficientes justamente por el valor añadido de la reducción de precios de operación del edificio, de su mantenimiento y su consumo”.

El objetivo último del estudio de arquitectos es acabar con la esclavitud que sufren los habitantes de los edificios a causa del deterioro que estos sufren y de su inevitable manteni-miento. “El objetivo es construir mejor y más eficiente para hacer un edificio que sirva al usuario, no uno que cree servi-dumbre”, cuenta el arquitecto de AAIMM.

En la vida, todo tiene un precio. Las Torres Solares también. 450.000€ es la cifra presupuestada para la construcción y puesta en servicio de cada edificio, “pero siendo una pieza energética, la amortización está asegurada en su produc-ción; no es un edificio icónico inerte y aislado”, justifican sus creadores.

El proyecto es, a día de hoy, solamente eso, un proyecto. Fue originalmente concebido para ser ubicado en varias localiza-ciones de Sabadell (Barcelona). Según AAIMM, tras algunas reuniones con las autoridades locales, “la viabilidad del proyecto se esclarece por momentos y coge forma”.

Las Torres Solares han sido seleccionadas por el MOMA de Nueva York para formar parte de la exposición Cut ‘n’ Paste: From Architectural Assemblage to Collage City, que se inaugura el 10 de julio. Para los ideólogos del proyecto, es un aval más y “una prueba de la contemporaneidad del proyecto y su validez dentro del paradigma actual de la arquitectura”. Habrá que esperar para ver cuánto hay de arquitectura de museo y cuánto de materialización palpable.

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El pasado 27 de abril, en el saturado cruce de la calle 19 con la 7, en Bogotá (Colombia), las luces de los semáforos se iluminaron de rojo y los coches frenaron. De repente, una música de velatorio interpretada con una trompeta irrumpió entre el ruido de los motores al ralentí. 296 personas, todas vestidas de negro, abandonaron la acera y se tiraron al suelo, fingiendo estar muertas durante un minuto. En sus espaldas llevaban escrito el nombre de todos los peatones muertos a causa del caótico tráfico de la capital colombiana elpasado 2012.

En otro punto, varios superhéroes con máscaras mexicanas protegían a unos chavales que pintaban un paso de cebra. En mitad de otra carretera, activistas vestidos de conos naranjas impedían que los vehículos se saltarán la línea de división entre las dos direcciones; mientras, en el abandonado barrio de San Luis los vecinos construían un parque infantil con elementos reciclados. No es que los bogotanos se hubieran vuelto locos. Solamente eran ciudadanos concienciados den-tro del movimiento 100 en un Día que anima a los vecinos a hacer intervenciones sociales con el objetivo de mejorarsu ciudad.

Y que, como unas setas concienciadas, se ha multiplicado desde su primera edición en 2012 en Bogotá, en otras ciuda-des colombianas como Cali, Chinú o Pasto; en la sudafricana

Ciudad del Cabo, la danesa Copenhague o San José en Costa Rica; y con Moscú, París o Madrid planeando llevar a cabo su propio 100 en un Día.

“Ser ciudadano activo es una redundancia”, explica por teléfono desde el otro lado del Atlántico David Serna, uno de los diez colombianos implicados desde el origen de este movimiento. “Pero en la realidad es lo que pasa; la gente no se pregunta qué puede hacer por su ciudad. La idea es que se den cuenta que pueden ser ‘prosumidores’”. Este acrónimo proveniente de las palabras ‘productor’ y ‘consumidor’ signi-fica para Serna que, aunque el Estado suministre una serie de servicios, es el ciudadano el que debe configurar su hábitat, luchando por lo que quiere desde una posición positivista.

Este joven de 25 años, que se define como diseñador indus-trial y activista de la bicicleta, cuenta que el concepto original consistía en realizar una serie de seis intervenciones urbanas junto a los estudiantes de la escuela danesa Kaos Pilots, que realizaban sus tres meses de formación en el exterior en Colombia. Un proceso que plasmaron en un estudio sobre el tema, “todo muy científico”, asevera. Pero en una jornada de trabajo, con unas cervezas de más, alguien (“no recuerdo quién”) preguntó por qué no hacían 100 acciones. “Todos nos cagamos de la risa”, cuenta. Pero uno de los estudiantes se lo propuso a los coordinadores.

POR Carlos Carabaña

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Rowam Simonson, representante en Latinoamérica de Kaos Pilots, formaba parte del equipo de coordinación junto con su mujer, la colombiana y también antigua alumna Zulma Pata-rroyo y el director Peter Sims. “Lo que queríamos es que los alumnos trabajasen con la idea del legado y nos pareció que era un proyecto mucho más ambicioso”. Así que marcaron una fecha: el 26 de mayo.

Los estudiantes de Kaos Pilots junto con los diez colombia-nos se lanzaron al ruedo. De una idea “elitista y del diseñador como un dios de la ciudad”, como la define Serna, se pasó a “la figura de un catalizador para ayudar y asesorar”. Se comenzaron a mover en redes sociales, subieron una web informativa, organizaron talleres todos los miércoles durante diez semanas, dieron charlas allí donde podían... La última semana antes del Gran Sábado solo tenían registradas unas 60 personas. “No está mal”, se dijeron, “son muchas”. Pero de repente la cosa explotó.

El miércoles eran 126, subiendo hasta 190 el jueves y llegando a 250 el viernes. Y el sábado fue, en palabras de Serna, “impre-sionante”. Unas 3.000 personas se echaron la calle a cuestas.

En la edición 2013 solo fueron 1.500 y 104 intervenciones, pero de “mayor calidad”.

“La idea es muy sencilla en realidad”, arguye Simonson y adjudica a esta simplicidad parte del éxito y contagio a otros países y ciudades. Serna piensa que Bogotá era el lugar per-fecto para que surgiera gracias a Antanas Mockus, excéntrico alcalde la ciudad del 1995 al 1998 y del 2001 al 2003. Filósofo, matemático y político poco común, se casó en un circo con una asistente social e improvisó canciones de rap.

Durante su alcadía, sacó mimos a las calles para burlarse de los conductores infractores o concienciar a la gente que no tirara basura a la calle; creó a los Acuacívicos, que ponían en práctica medidas que tenían que ver con el ahorro del agua, como el envío de mensajes telefónicos o la sanción para los despilfarradores; repartió tarjetas con pulgares hacía arriba y uno hacía abajo para que los ciudadanos calificarán el com-portamiento de sus vecinos... “No hizo muchas obras pero se aplicó en educar a la ciudadanía”, dice Serna, que atribuye a Mockus y sus acciones parte del éxito de 100 en un Día, al preparar a la ciudadanía para el activismo “gracioso”.

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Hace más de 2000 años en la Antigua Grecia intentaron explicar el origen y funcionamiento del mundo mediante mitos y leyendas protagonizadas por un puñado de dioses. Hesíodo contó en su Teogonía (Origen de los dioses) que, al principio, era el caos y el vacío profundo. Pero un día surgió Gea (la Tierra) y Tártaro (el abismo). El mundo se llenó de una legión de dioses que representaban el amor (Eros), la guerra (Ares), el mar y las tormentas (Poseidón), la luz (Apolo) o la locura y el éxtasis (Dionisio).

Zeus era el padre de todos (dioses y humanos) y gobernaba desde el monte Olimpo. El todopoderoso bajó millones de veces a la Tierra en forma de escultura, pintura y relato literario. Por eso lo conocemos hoy. A él y a sus muchísimos hijos. Ellos fueron los jefes hasta que los romanos impusieron a sus nuevos dioses. Y así fueron llegando unos y otros hasta que hoy, en un lugar de Barcelona llamado Hey Studio, tres diseñadores gráficos sintieron añoranza de esos lejanos griegos.

Empezaron a dibujarlos hace casi un año pero no los sacaron del ordenador hasta que la galería Mitte Barcelona les propuso montar una exposición. Las deidades se vinieron arriba. Era el momento de sacarlas de la pantalla y convertirlas en criaturas admiradas, de nuevo, por los ojos humanos. Los dioses fueron enmarcados y expuestos bajo el título Oh my God.

Las más de 20 divinidades de Hey Studio nacieron de un pensamiento: “En la antigua Grecia tenían algo mejor que superhéroes. Tenían dioses. Cada uno con sus poderes, sus debilidades, su historia y sus seguidores. Nos bastó con sustituirles por otros para acabar con ellos. Llegaron Júpiter y Marte, Jesucristo y Mahoma, Buda y Elvis. 2500 años después, vuelven para reclamar su lugar y recordarnos

que no hay nada más peligroso que creerse inmortal”. Y la reflexión se convirtió también en el texto de presentación deOh my God.

“Nos gustan mucho los dioses griegos. Dan mucho de sí. Queríamos recuperar superhéroes de otras épocas. Héroes que hemos perdido”, explica Verónica Fuerte, fundadora de Hey Studio.

Los dioses griegos tenían mucho de humano. En su figura y en su forma de ser. Y así los retrataron en pinturas y cerámicas. Pero, además, los pasaron por una mirada geométrica de la vida. En los años 900 y 800 antes de Cristo muchas cerámicas pintadas presentaban la vida del cielo y la tierra en geometrías. Esto no es un asunto que a Hey Studio se le pasara por la cabeza pero las leyes del eterno retorno se metieron en el ordenador e hicieron que los nuevos Zeus, Atenea, Hermes, Apolo y el resto de divinidades adoptaran una imagen absolutamente geométrica.

“Trabajamos en vector. Todos los personajes están basados en una misma retícula. Todos tienen un mismo cuerpo rectangular y luego vamos jugando con las geometrías para añadirles los detalles”, explica la diseñadora gráfica. “Buscamos lo icónico y el simbolismo. Intentamos que sea una imagen reconocible para todo el mundo y que guste a todos los públicos. A adultos y a niños”.

Zeus y su tropa viajan ahora a Londres. Los espera la galería Kemistry, en la capital británica, para mostrarlos en sus salas desde este mes de agosto.

Lo que Hesíodo no contó en su Teogonía es que, más de 20 siglos después, estos dioses resucitarían desde las profundidades de un ordenador.

LA RESURRECCIÓN DE LOSDIOSES GRIEGOS

POR Mar Abad (@marabad)

Pensábamos que en lo más alto del cielo residía la autoridad total. Pero la bola del mundo no reparte el poder así. En realidad, los que deciden son los que pisan firme. Los que disponen si su dios es Batman, Buda o Marte son los terrícolas. Ellos son quienes construyen y derriban a las deidades, los que matan y resucitan dioses atendiendo, a menudo, a la estética, la

literatura y las modas.

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Lejos del cielo, en la esfera de internet, hay otros personajes construidos con la misma técnica y el mismo estilo pero con un cometido distinto. Estos seres no son dioses. Son avatares y fueron diseñados, por Hey Studio, para que los miembros de la comunidad Booquo, de Círculo de Lectores, los utilizaran como imagen de perfil.

PERSONAJES PARA UN MUNDO EN PÍXELES

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RELATOS ORTOGRÁFICOS

POR M. Ángeles García

Pues resulta que había una familia de pronombres que se creían distintos a los demás. Parecían simpáticos. Al fin y al cabo, compartían raíces con sus primos los adjetivos. Se les conocía como Pronombres Demostrativos o el ‘Clan de los éste, ésa, aquéllos’. Tan distintos se creían, tan privilegiados, que acostumbraban a ponerse un sombrero en forma de tilde saltándose todas las Leyes Ortográficas que regían el país de las Letras. Todo para no ser confundidos con el resto de la plebe. Porque ellos eran eso: PRONOMBRES. Pero un día, la Reina Academia, convencida de que todos eran iguales ante la ley, decidió acabar con todos sus privilegios y les despojó de su sombrero para siempre, obligándoles a acatar la regla de las palabras llanas y de las palabras agudas.

Fin del cuento.

Los pronombres de esta historia son “este, esta, estos, estas, ese, esa, esos, esas, aquel, aquella, aquellos y aquellas”, y ya no llevan nunca el acento gráfico. Y si la RAE dice “nunca”, es nunca. Argumenta que prevalecen otras dos reglas ortográfi-cas que nos dicen que las palabras llanas que acaban en vocal, ‘n’ o ‘s’ no llevan tilde, como tampoco la llevan las agudas que no acaban en vocal, ‘n’ o ‘s’. Es el caso que nos ocupa.Pero si hubiera ambigüedad sí la pondríamos, ¿no?, os pre-guntaréis. ¿Adivináis? Efectivamente, tampoco se pone tilde.

En su opinión, las posibles ambigüedades vendrían aclara-das por el contexto o pueden resolverse por otras vías como una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de las palabras que fuerce a una sola de las interpretaciones. O sea, muy cómodo, lo que se dice muy cómodo, no es. Un botón de muestra: en la frase de abajo, ¿’aquellos’ es el sujeto, o sea, quienes compraron libros usados? ¿O acompaña al sustanti-vo ‘libros’?

“¿Por qué compraron aquellos libros usados?”¡Ale, ale, a darle vueltas al coco! Ahí os lo dejo.

En resumen, que se acabó eso de distinguir palabras con un simple golpe de vista. Ahora toca pensar un poquito más en lo que se está leyendo. Y como me pasaba con el caso de “solo”, tampoco me gusta mucho. Pero como tengo a los señores y señoras (pocas, denuncio) de la RAE por gente muy sabia cuyos consejos conviene seguir, les voy a hacer caso y no pondré el acento ortográfico a ningún ‘este’, ‘esa’, ‘aquellos’ y otros miembros de su clan. Que me convierta, si no, en Belén Esteban y me condenen a desgañitarme en Sálvame durante el resto de mi mortal existencia. Aunque, bien pensado, como liberación de estrés eso de berrear no estaría nada mal…

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NO LEAS. ¡DIBUJA!

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NO LEAS. ¡DIBUJA!

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YOROKOBUAgendaRototom Sunsplash

Cultura reggae a orillas del Mediterráneo.

Benicàssim

17-24.08.2013Tame Impala

Psicodelia.La Riviera

Madrid

13.07.2013Campamento Urbano

Medialab-Prado propone un campamento urbano donde hacer tu propio robot, diseñar y construir tu

instrumento musical, fabricar una radio, entre otras muchas cosas.

Medialab-PradoMadrid

15-26.07.2013

Pasolini Una exposición sobre el legado de este

genio italiano.CCCB

Barcelona hasta el

15.09.2013Ribera Matadero

El papel del dibujo, la nueva verbena y friki-visión en las actividades de verano

del Matadero.Madrid

02.08-07.09.2013“This is Not a Love Song”

Una muestra que recorre la relación entre estas dos disciplinas, con artistas

como Andy Warhol o Damien Hirst.La Virreina Centre de la Imatge

Barcelona hasta el

28.09.2013

Artistas como elementos catalizadores

Una exposición sobre el papel del artista como catalizador de las ideas, a través

del arte y las nuevas tecnologías. Alhóndiga

Bilbao hasta el

08.09.2013

GetxophotoFestival de fotografía que se realiza en

todo el municipio colindante con Bilbao.Getxo

29.08-01.09.2013Typoweek

Jornadas internacionales de tipografía y diseño de Barcelona.

Centre Universitari de Disseny de BarcelonaBarcelona

01-05.07.2013

¡Hemos errado!Dicen que equivocarse es de sabios. Pero también son cosas del Excel. Un día, Borja Ventura estaba trabajando con unos datos del CIS para conocer mejor a los jóvenes españoles y, por estas cosas de la vida, las columnas no se ordenaron correctamente. La información elaborada a partir de esos datos, publicada en el número de junio de 2013, decía que más del 70% de los jóvenes va a misa en festivos. ¡¡ !! La cifra real no supera el 4,1%. Puedes ver la información de la fuente original en este archivo del CIS (Pregunta 36a): http://datos.cis.es/pdf/Es2981sd_A.pdf Que Dios nos perdone.

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NUMEROGRAFÍA#42Autor: Elías TorresNúmero favorito: 6 www.eliastorres.es

Jamás un botón había ocupado más de dos segundos en la cabeza de Elías Torres hasta que un día, por la calle, apareció un escaparate. Estaba lleno de botones. Es más, solo había botones. Torres paró a mirarlo. Nunca antes había pensado que pudiera existir una tienda donde únicamente vendían botones. “Todos los utilizamos continuamente pero no les prestamos mucha atención”, dice el estudiante de dirección de arte. Entonces se rompió el silencio y los botones se convirtieron en su inspiración. De ahí surgieron estos números. (¡Pst! ...¿Hay otro adicto al dulce por ahí que también ve galletas Oreo?).

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