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Por Justo García Sánchez

Unidad 3

Contenidos

• La conducta PAS

• La evaluación del accidentado

• Cuándo estamos ante una enfermedad y cuándo ante un accidente

• Pasos previos a la RCP

• Técnica para verificar la respiración.

Actuación general ante un accidentado

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En el campo de la asistencia sanitaria a un accidentado, toda la

población debería tener unos conocimientos básicos para poder prestar los

primeros auxilios a las víctimas, bien sea debido a una enfermedad o un

accidente. Cuando nos encontramos ante una de estas situaciones no es buen

improvisar, y raramente contaremos con un manual de primeros auxilios para

consultar.

En la actualidad, en todos los manuales de primeros auxilios se puede

leer que ante una emergencia, hasta que llegue un equipo de asistencia

sanitaria especializada, se debe actuar según el protocolo de conducta P.A.S.

es decir: proteger, alertar, y socorrer

Proteger significa que, en la medida de lo posible, debemos proteger

tanto al accidentado como a nosotros mismos, de manera que ayudemos a

evitar nuevos accidentes o agravar los ya ocurridos.

Alertar nos indica que debemos de notificar a los equipos de socorro,

servicios de policía, u otros organismos asistenciales, de la forma y manera

más rápida posible sobre el lugar, tipo de

accidente, número de heridos, y estado del

accidentado. Al realizar este trámite, es

muy recomendable dar el número de

teléfono desde el cual se hace la llamada,

así como todos los datos relevantes que

consideremos oportunos.

Socorrer sería el tercer paso. Significa

prestar los primeros cuidados hasta la llegada del personal especializado

Ahora bien, estos primeros cuidados pueden ser realizados con mejor o

peor éxito según lo experta que sea la persona que lo lleve a cabo. Por eso,

La conducta PAS

P.A.S. = Proteger + Avisar+ Socorrer

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no basta con entender y comprender ciertas maniobras: debemos estar

seguros de saber hacerlas, de manera que las acciones realizadas no den lugar

a un agravamiento de la víctima por una mala praxis . Sólo mediante la

práctica repetida y constante, bajo la tutela de personal adecuado,

garantizará el resultado esperado.

El reconocimiento del accidentado, en el lugar de los hechos, tiene

como finalidad detectar lesiones o situaciones potencialmente peligrosas

para su vida.

Para lograrlo se debe seguir el procedimiento descrito a continuación,

Siguiendo los pasos en el orden que se indican..

1ª FASE: LA EVALUACIÓN PRIMARIA.

Se trata de identificar las situaciones que puedan suponer una

amenaza inmediata para la vida de la persona. Siempre por este orden:

- 1º Valorar la consciencia (si está consciente, podemos suponer que

respira y que el sistema circulatorio funciona): responde o no a

estímulos

- 2ª Valorar la respiración (si respira, podemos suponer que su corazón

late): si falta, intentar restablecerla, Reanimación Cardiopulmonar

(R.C.P.)

2ª FASE: EVALUACIÓN SECUNDARIA.

Tras asegurar las funciones vitales, debemos tratar de detectar otras

posibles lesiones. Para ello realizaremos una exploración detallada y

sistemática desde la cabeza hasta las extremidades, buscando heridas,

fracturas, hemorragias, quemaduras, movimientos torácicos anormales, etc.

para poder aplicar los cuidados necesarios.

La evaluación del accidentado

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Una situación de

emergencia puede deberse al

agravamiento de una enfermedad

previa, en cuyo caso la mayoría de

las veces el proceso suele ser

conocido con antelación. En estos casos, hasta la llegada del accidentado a un

centro hospitalario, deberemos considerar que las constantes vitales suelen

mantenerse en mayor o menor medida, no siendo preciso realizar maniobras

de RCP (ejemplos: cuadro de hipotensión, hipoglucemia, etc.). En estas

ocasiones nuestra actuación se limitará a atender al enfermo procurándole

Cuándo estamos ante una enfermedad y cuándo ante un accidente

Procedimiento ante una emergencia

Actuación ante una emergencia

PROTEGER

AVISAR

SOCORRER

EVALUACION PRIMARIA:

Consciencia, respiración, circulación

EVALUACIÓN SECUNDARIA

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bienestar y asegurándonos de que respira sin dificultad, al tiempo que

valoraremos su traslado a un centro sanitario mediante el trasporte en un

vehículo especializado si lo precisara. Podremos además informar con detalle

de todo lo que conocemos acerca del padecimiento del afectado.

Solamente en el caso de un enfermo del corazón que sospechemos que

ha sufrido una parada, iniciaremos una RCP.

Hay también ocasiones en las que nos enfrentamos a una urgencia que

surge de manera súbita y sin patología previa que nos oriente (asfixia por

atragantamientos, pérdida de consciencia, traumatismo severo, etc..) La

atención que se debe prestar en estas situaciones requiere de una valoración

previa. Y ahí surge la primera dificultad: ¿ante qué nos enfrentamos?, ¿qué le

está pasado al accidentado? ¿Es muy grave o se podrá recuperar por sí solo?.

Para poder dar respuestas a estas preguntas, conviene saber algunas cosas al

respecto.

Así, los posibles accidentes que nos vamos a encontrar se pueden

agrupar en dos bloques:

- Los de origen mecánico, como consecuencia de golpes, caídas,

accidentes de tráfico, etc..

- Los debidos a un fallo importante de alguna víscera u órgano interno,

como es el caso del infarto del miocardio, la trombosis, o un accidente

cerebro vascular

El cuerpo humano es una máquina compleja por lo que ante una

urgencia nos interesa saber en primer lugar cómo están sus constantes vitales

(la consciencia, la respiración y la circulación) y cómo la lesión causal del

accidente (por ejemplo un traumatismo o cualquier otra lesione) pueda

haberlas afectado.

Saber que esto es lo primero en que hay que pensar, nos evitará actuar

de forma improvisada y ayudará a partir de una actitud serena. De otro modo

podemos equivocarnos o agravar involuntariamente el estado de una persona

lesionada.

Se debe actuar con la convicción de que lo estamos haciendo bien,

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hasta que un equipo especializado nos reemplace y continúe con la labor

auxiliadora que nosotros hemos iniciado.

Podemos decir, que la evaluación del estado de la consciencia, de la

respiración, y de la circulación (a través de la toma del pulso) y siempre en

este orden, nos va a responder a la pregunta que nos estamos planteando: ¿a

qué nos enfrentamos?

No debemos de olvidar que la función vital más importante para el

mantenimiento de la vida es la cerebral y que ésta depende de la oxigenación

de sus células. Esto se consigue mediante la respiración y la circulación

sanguínea. Si estos dos sistemas (la respiración y la circulación) fallan, se

hace preciso una reanimación cardiopulmonar. Mientras el organismo, y más

concretamente nuestro cerebro, reciba un aporte de oxígeno en mayor o

menor medida, las funciones vitales se pueden mantener sin un riesgo vital

inmediato.

A modo de orientación, una persona accidentada puede requerir un tipo

de ayuda distinta según se encuentre en dos situaciones bien diferentes:

consciente o inconsciente.

Si está consciente las actuaciones posteriores se podrán hacer con

más tranquilidad y tendremos más tiempo de reflexioner sobre ellas. La

gravedad de la situación es relativamente moderada.

Mediante el conocimiento del estado de la consciencia, la respiración y la

circulación sanguínea, podemos valorar el estado vital de un accidentado.

Si el afectado está consciente, es un dato tranquilizador

Por lo tanto…

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¡Está inconsciente!

¿Vive?

NO SI

Signos vitales

Pero si está inconsciente, nuestra situación como auxiliadores se

complica. Necesitamos saber si está vivo o no, y

como no somos profesionales sanitarios y

seguramente es la primera vez que nos encontramos

ante una situación similar, surgen las prisas y las

dudas. Lo más importante es averiguar, de la forma

que mejor podamos, si responde a estímulos, si

respira y si le late el corazón. Es decir vamos a

comprobar sus “signos vitales”.

Existen unos signos que nos indicarán que un accidentado sigue con

vida, y que no tendremos que iniciar ninguna maniobra de reanimación. Puede

necesitar atención para liberar sus vías aéreas de alguna obstrucción o puede

que precise contener algún tipo de hemorragia, pero está vivo porque

mantiene sus constantes vitales y por lo tanto no hay que revivirlo. Tengamos

calma y analicemos la situación.

Las denominadas constantes vitales que deben de ser evaluadas

siempre son: el estado de consciencia, la respiración, y el pulso. Y siempre

que sea posible, en este orden.

Si responde a estímulos auditivos o táctiles (la voz, estimulaciones en la

piel, etc.), o si observamos que está en una posición voluntaria de defensa

(antiálgica), o si respira, podemos decir que el accidentado mantiene signos

vitales: está vivo.

Ante un paciente con algún síntoma de constante vital activa,

no se debe iniciar ninguna maniobra de reanimación.

¡Está vivo!...

Los signos vitales

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- En principio, ante toda persona inconsciente que no conozcamos la

causa de su situación, deberemos siempre tratarla como un traumatizado,

con una posible lesión en la columna vertebral

• Habrá que asegurarse que respira y que tiene pulso. Si los

tiene:

• Controlar las hemorragias si hubiera (como ya hemos se verá en

el capítulo correspondiente)

• Valorar otras posibles lesiones y mantener su temperatura

corporal abrigándole.

Si hemos sido testigos presenciales de la pérdida de consciencia de la

persona accidentada, de tal manera que podemos asegurar que no sufrió una

caída con fuerte impacto en la cabeza, y si además confirmamos que respira

(y por lo tanto el corazón latirá normalmente), la tumbaremos en posición

horizontal levantando las piernas 45 grados, aflojando de la ropa y otros

objetos que puedan dificultar su respiración, o incluso desde la posición de

sentado procuraremos que baje la cabeza por debajo de los hombros para

aumentar así el aporte de sangre al cerebro.

Pero… ¿qué hacemos si el accidentado porque perdió su estado de consciencia y no

responde ?

1. Gritar pidiendo ayuda, si usted está solo

2. Llamar al teléfono del servicio de urgencias 112 / 061

Por precaución no se debe movilizar a la víctima, a menos de que sea necesaria esta maniobra por estar en riesgo su vida.

Qué hacer ante una persona inconsciente: pasos previos a la RCP

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Mantendremos estas posiciones durante unos minutos para que

recupere totalmente la consciencia (esto se consigue casi siempre en pocos

segundos)

Si respira y además tiene pulso,

pero observamos riesgo de

atragantamiento o asfixia podemos

girarle ligeramente la cabeza hacia un

lado o bien colocarlo en posición

lateral de seguridad (PLS).

Las causas de la falta de la consciencia pueden ser múltiples. Si no

conocemos la causa, intentaremos buscar documentación que pueda llevar el

accidentado, para saber por ejemplo si la víctima es diabética, su domicilio,

algún teléfono, etc.

Habrá que procurar recoger información sobre lo sucedido, de las

personas que estén cerca.

Si no respira, no habiendo cuerpos extraños en las vías aéreas,

comenzaremos de inmediato una técnica de reanimación cardiopulmonar (RCP),

porque la oxigenación cerebral se considera uno de las necesidades prioritarias que

hay que atender.

Así pues, con independencia de la causa que la haya originado la ausencia de

consciencia, el aporte de oxígeno a las células cerebrales es lo que en primer lugar

debemos de valorar, procurando que dicho aporte esté mínimamente garantizado,

utilizando para ello las técnicas que consideremos oportunas y siempre antes de

realizar cualquier otra maniobra de primeros auxilios.

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Se entiende por conciencia a la capacidad de conocimiento de uno

mismo y del ambiente que lo rodea. Una persona consciente se encuentra

despierta y tiene la capacidad de pensar claramente y con rapidez.

La alteración en el estado de conciencia, por tanto, es la incapacidad de

respuesta a estímulos externos o a necesidades internas. El grado de

afectación del estado de conciencia también puede ser muy variable, con

estados progresivos de deterioro, no muy bien definidos ni precisos, que se los

ha denominado como: confusión, somnolencia, estupor, coma y muerte

cerebral.

• CONFUSIÓN

Se define como confusión al grado más leve del deterioro del estado de

conciencia, en que el enfermo no piensa con claridad y agilidad, es

incoherente a momentos, puede haber alternancia de cierta irritabilidad con

somnolencia leve.

• SOMNOLENCIA

El grado de somnolencia es más profundo, con un paciente semidormido

pero de rápido despertar y movimientos de defensa al dolor provocado, es

incapaz de obedecer órdenes sencillas, su habla es limitada, está

desorientado con respecto a su ambiente y puede presentar incontinencia de

esfínteres.

• ESTUPOR

El estupor denota un nivel más profundo de deterioro, pasa dormido,

con respuestas mentales y físicas mínimas, reacciona solo a estímulos intensos

y repetitivos, en forma lenta e incoherente.

• COMA

En el coma, es incapaz de reaccionar, en las fases iniciales quizás

reacciona con respuestas primarias a estímulos intensos dolorosos, pero

cuando es más profundo aún los reflejos más primarios pueden desaparecer.

Una explicación sobre la pérdida de la conciencia

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• MUERTE CEREBRAL

La muerte cerebral se entiende como la ausencia de actividad eléctrica

cortical cerebral y subcortical, que requiere ventilación mecánica asistida

FISIOPATOLOGÍA DE LA CONSCIENCIA

El cerebro es el responsable del estado de consciencia del ser humano.

La capacidad de responder a determinados actos reflejos (estímulos sensitivos

en piel y músculos), así como la capacidad de realizar actos motrices

(movimientos musculares) sólo es posible si se está plenamente consciente.

Si se da el caso de que el cerebro está parcialmente aturdido y no

tiene capacidad plena para reaccionar como lo haría en condiciones normales,

observaremos reacciones lentas torpes y confusos, típicas de una persona

desorientada. A esta situación se le denomina semiinconsciencia.

La pérdida de la consciencia va a implicar un grado mayor de

dificultad a la hora de responder a determinados estímulos. Es decir, el

accidentado no atenderá a nuestros requerimientos ni efectuará movimientos

reflejos al serle aplicados estímulos

sensitivos.

El normal funcionamiento de

estructuras del Sistema Nervioso, como son

el Sistema Reticular Ascendente y la corteza

cerebral, son requisitos para el

mantenimiento de la conciencia.

Se ha hecho estudios que muestran

que la interrupción del flujo sanguíneo cerebral después de 5-15 segundos

produce pérdida de conocimiento, palidez y relajación muscular.Una situación

de isquemia más prolongada ( > 15 segundos) se acompaña de espasmos

tónicos generalizados e incontinencia.

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El síncope resulta de una reducción transitoria del flujo sanguíneo

cerebral de aquellas partes del cerebro que controlan la conciencia. Tres

tipos diferentes de mecanismos producen una súbita disminución del flujo

sanguíneo cerebral

1.- Inestabilidad vasomotora asociada con una disminución en la

resistencia vascular sistémica, en el retorno venoso, o en ambos.

2.- Reducción crítica del gasto cardíaco por obstrucción del flujo dentro

del corazón o de la circulación pulmonar, o provocado por arritmias.

3.- Disminución generalizada o focal de la perfusión cerebral

produciendo isquemia transitoria debida a enfermedad cerebrovascular.

Pueden producirse alteraciones de conciencia cuando hay una falta de

nutrientes esenciales para el metabolismo cerebral (hipoglicemia, hipoxemia),

sin embargo en estas circunstancias el flujo cerebral es normal o está

aumentado.

Los ataques epilépticos a veces simulan un síncope y en ocasiones es

imposible distinguir entre ambos. En estos casos el flujo cerebral es normal, y

la pérdida de conocimiento se produce como resultado de descargas eléctricas

anormales.

A pesar de que un factor aislado es capaz de producir síncope , no es

rara la existencia de múltiples factores que predispongan la aparición del

mismo, especialmente en los adultos de mayor edad. Los baroreceptores del

seno carotídeo, que ayudan a

mantener la presión de

perfusión cerebral

aumentando el ritmo cardíaco

y el tono vascular como respuesta a la hipotensión , se vuelven menos

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sensibles con la edad. Se ha documentado que el aumento de ritmo cardíaco

que ocurre como respuesta a la hipoxia, hipercapnia, postura vertical y tos

decae con la edad, al igual que los mecanismos homeostáticos que ayudan a

mantener el volumen intravascular y la presión arterial. Estos cambios

fisiológicos relacionados con la edad contribuyen sin lugar a dudas a la mayor

incidencia de síncope en las personas ancianas.

La causas más frecuentes de un síncope son: el síncope vasovagal, el

sincope situacional, la hipotensión ortostática , el sincope inducido por

drogas, las enfermedades orgánicas cardiacas y las arritmias. El sincope

inexplicado se sitúa entre el 38% y el 42% según la bibliografía consultada más

reciente

Algunos estados de pérdida de consciencia, se pueden clasificar de la

siguiente manera:

La denominada lipotimia, que consiste en un desvanecimiento pasajero, debido a

una pérdida momentánea del aporte de sangre al cerebro por diversas causas (una

fuerte emoción, cansancio o fatiga excesiva, falta de ventilación en el ambiente en el

que se encuentra persona, excesivo calor, situaciones en las que la persona sufre mucha

hambre, etc.)

En estos casos la pérdida de consciencia es de corta duración, y observaremos

que la persona afectada se queda pálida y que en la mayoría de las ocasiones es

consciente de que se va desmayar.

El síncope es otro grado de pérdida repentina de consciencia. En este caso el

origen puede ser una enfermedad del corazón o de origen nervioso y la consecuencia es

una disminución del aporte de sangre que dura entre 5 y 20 segundos. Al cabo de este

tiempo, se vuelven a rellenar de sangre oxigenada los vasos sanguíneos y se observa

que la piel que previamente era pálida sufre un enrojecimiento repentino.

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Comprobar que una persona que ha sufrido un accidente pero está

respirando, nos dará la tranquilidad de saber que está viva y que además su

corazón sigue latiendo. Estos dos datos nos serán de suma importancia ya que

si no somos capaces de tomar el pulso correctamente o tenemos dudas acerca

de si el corazón está latiendo, no sabremos de qué manea proceder a

continuación.

La forma más fácil de comprobar la respiración de una persona es

acercando nuestro oído a su nariz, para oír y sentir el paso del aire. También

nos sirve si le acercamos el dorso de la mano a la nariz, en vez del oído.

Cuando un trastorno circulatorio ocasiona una disminución importante en aporte

de sangre al organismo (como puede ser una gran hemorragia, una quemadura muy

extensa, o ciertas intoxicaciones), se entra en un cuadro que se llama de shock o

colapso. En este caso la falta de oxigenación en el cerebro ocurre de forma paulatina y

la persona es consciente de ello. Sin embargo, el grado de afectación cerebral puede

ser severo y la pérdida de consciencia muy importante.

Cuando la pérdida de consciencia dura mucho tiempo y desaparecen o

disminuyen los reflejos a estímulos externos, podemos estar ante un cuadro que se

denomina estado de coma.

Si somos capaces de comprobar que el accidentado respira, podemos asegurar que también su corazón sigue latiendo.

Técnica para verificar la respiración de uno accidentado

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También podemos colocar nuestra mano de bajo de su tórax y así

intentaremos notar el movimiento que se realiza con la respiración.

Un truco útil también es colocar un espejo cerca de las fosas nasales y

comprobar si se empaña o no (pero, claro está, para eso hace falta tener el

espejo en ese momento).

Si comprobamos que respira, debemos de saber que el número de

respiración es normal es de una persona está entre 15 y 20 por minuto.

Si el afectado está consciente la causa suele ser un atragantamiento y

observaremos cómo se lleva las manos a la garganta

Si está inconsciente, podemos pensar que la

lengua le esté obstruyendo las vías aéreas, o bien

que no pueda respirar por haber tenido algún

vómito, regurgitación, u otro tipo de secreciones u

objeto que le taponen las vías aéreas.

En el caso del paciente consciente, habrá que

animarle a toser pero, nunca golpearle en la espalda, pues podemos alabar el

cuadro. Si esto no es suficiente pasaremos a realizar la maniobra de

desobstrucción conocida con el nombre de maniobra de Heimlich.

Esta maniobra también se utilizará en el

caso de los afectados que se encuentren

inconscientes, habiéndoles insuflado previamente

aire dos veces.

Ante un cuadro de atragantamiento, no es aconsejable golpear la espalda.

Qué hacer ante una obstrucción de las vías aéreas.

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Si la dificultad respiratoria es debida a una situación de asfixia o

dificultad respiratoria por haber inhalado humo otro tipo de gases, el mayor

problema reside en el rescate de la víctima (ya que el rescatador podría

convertirse él mismo en la víctima). Una vez que ha sido sacado del lugar que

había causado la asfixia, procuraremos llevarlo a un sitio donde pueda respirar

aire limpio. Después procederemos a comprobar que mantiene como siempre

sus constantes vitales (respiración y circulación). Y con la mayor brevedad

posible trasladarlo a un centro hospitalario.

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• Posición Lateral de Seguridad (PLS): Es la postura standard de espera y transporte para un accidentado inconsciente:

• Evita que en caso de producirse vómitos, estos sean aspirados a las vías respiratorias.

• Evita también que la lengua obstruya las vías aéreas.

• Permite valorar la respiración y el pulso.

• Esta postura es totalmente estable, es decir, el lesionado no "rodará" porque está "anclado con el

Para colocar a un paciente en PLS

• 1.- Arrodíllese a un costado de la víctima y estire hacia atrás el brazo mas cercano a usted.

• 2.- A continuación, flexione por la rodilla la pierna mas lejana.

• 3.- Coja al accidentado con una mano por la muñeca del brazo que no ha movido, y con la otra, por la rodilla flexionada, tirando hacia usted con suavidad.

• 4.- Apoye en el suelo el brazo y la pierna sobre los que ha traccionado.

• 5.- Reajuste la posición de la cabeza y permanezca junto a la víctima vigilando las constantes vitales.

POSICIONES DE ESPERA Y DE TRASLADO

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• : Obligatoria en paciente shocados o que hayan tenido gran pérdida de sangre; también en lipotimias.

• Consiste en colocar al paciente de tal manera que la cabeza quede más baja que las extremidades, consiguiendo riego sanguíneo a las parte vitales del organismo en detrimento de las extremidades:

• Elevando las piernas (antishock).

Elevando el plano de la camilla sobre la que descansa la víctima

(Trendelemburg).

Posición antishock

• Se utiliza para el traslado de pacientes con lesiones abdominales, sean traumáticas o patológicas.

• La víctima se traslada tumbada de espaldas y con las piernas flexionadas.

• Esta postura disminuye la presión dentro del abdomen de la víctima.

Posición de insuficiencia respiratoria

• Para trasladar a pacientes con dificultad respiratoria cualquiera que sea su causa.

• Se les traslada semisentados, ya que de este modo mejora la capacidad respiratoria.

Posición de abdomen agudo

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