28. Hunter S. Thompson - El Derby de Kentucky Es Decadente y Depravado

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    Olvdalo, le dije. Acabas de desperdiciar tu oportunidad. Arrastr mi bolso por el mostrador yme fui a buscar un taxi. El bolso es una propiedad valiosa en esta clase de trabajo; el mo tienemuchas etiquetas: San Francisco, New York, Lima, Roma, Bangkok, ese tipo de cosasy laetiqueta ms importante de todas, recubierta de plstico, casi oficial, que dice: Fotgrafo, Rev.Playboy. Se lo compr a un chulo en Vail, Colorado, y l me recomend como usarlo. Nunca

    menciones Playboy hasta que ests seguro que ellos hayan visto la etiqueta primero, me dijo.Luego, cuando veas que se han dado cuenta, es el momento de atacar. Siempre se lo tragan.Esta cosa es mgica, te lo digo. Pura magia.

    Buenoquizs. Haba resultado con el pobre cretino del bar, y ahora mientras el taxi amarillozumbaba camino hacia la ciudad, me sent un poco culpable de llenar los sesos del aquel incautocon esas malignas ideas. Pero qu diablos? Cualquiera que vaya por el mundo diciendo, Claroque s, soy de Texas, merece que le suceda lo peor. Y l haba venido una vez ms paratransformarse en un asno del siglo XIX en medio de una asfixiante locura heredada sin nada querecomendar salvo una tradicin que vender. Muy temprano en nuestra conversacin, Jimbo mehaba dicho que no se haba perdido un Derby desde 1954. Mi pequea dama no vendr detodas formas, dijo. Ella apret los dientes y me dej libre esta vez. Y cuando yo digo libre

    quiero decir libre! Me gast diez dlares como si nada! Caballos, whisky, mujeresmierda, haymujeres en esta ciudad que haran de todo por dinero.

    Por qu no? El dinero es una buena cosa en estos tiempos perversos. An Richard Nixon lonecesita. Unos pocos das antes del Derby haba declarado, si yo tuviera dinero, lo invertira enla Bolsa de Valores, mientras la Bolsa continuaba su terrible cada.

    El da siguiente fue agotador. Con slo treinta horas antes de la carrera, no tena credenciales deprensa yde acuerdo al editor de deportes del Courier-Journal de Louisvilleninguna esperanzade conseguirme una. Peor an, yo necesitaba dos de ellas: una para m y otra para RalphSteadman, el dibujante ingls que haban mandado desde Londres para realizar algunos dibujosdel Derby. Todo lo que saba sobre l era que sta sera su primera visita a los Estados Unidos. Ymientras ms pensaba sobre este hecho, ms miedo me daba. Cmo podra l soportar el atrozshock cultural que significaba ser arrancado de Londres y arrojado dentro de la turbaembrutecida por el alcohol del Derby de Kentucky? No haba forma de saberlo.Afortunadamente, llegara al menos un da o ms antes, y tendra tiempo de aclimatarse. Tal vezunas pocas horas de pacfico descanso en Bluegrass, cerca de Lexington. Mi plan era recogerloen el aeropuerto en el enorme Pontiac Ballbuster que haba arrendado a un vendedor de autosusados de nombre Coronel Quick, para luego llevarlo a algn tranquilo entorno que le recordaraInglaterra.

    El Coronel Quick haba resuelto el problema del auto, y el dinero (cuatro veces el precio normal)haba comprado dos cuartos de una ratonera en los suburbios de la ciudad. l nico problemapor resolver era el de convencer a los poderosos de Churchill Downs que Scanlans era unarevista deportiva tan prestigiosa que el sentido comn los obligara a darnos dos credenciales de

    las mejores que tenan para prensa. Esto no fue fcil de lograr. Mi primera llamada a la oficinade publicidad haba resultado un fracaso total. El encargado de prensa estaba choqueado con laidea de que hubiera alguien tan estpido para solicitar pases de prensa dos das antes delDerby. Mierda, no puedes estar hablando en serio, dijo. El plazo final se cerr hace dosmeses. El saln de prensa est lleno; no hay ms espacioy de todas formas de dnde diabloses Scanlans Monthly?

    Lanc una sonora queja. No te llam la oficina de Londres? Ellos enviaron un artista para hacerlos dibujos. Steadman. Es irlands, creo. Muy famoso all. S. Yo lo conoc en la costa. La oficina

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    de San Francisco nos dijo que todos tendramos credenciales.

    l pareca interesado, incluso simptico, pero no haba nada que pudiera hacer. Lo estuveadulando con ms palabrera, y finalmente me ofreci un compromiso: nos entregara dos pasespara entrar a los jardines del Club, pero el Club mismo y especialmente el Saln de Prensaestaban prohibidos.

    Eso suena un poco extrao, le dije. Es inaceptable. Nosotros tenemos que tener acceso atodo. Todo. El espectculo, la gente, la pompa y ciertamente la carrera. No crees que hemosviajado hasta aqu para ver la maldita carrera por televisin, o s? De una manera u otra,entraremos. Quizs sobornaremos a un guardiao tal vez lanzaremos gas lacrimgeno sobrealguien (me haba comprado un envase de Mace en una farmacia del centro por $5.98 y derepente, en medio de la conversacin telefnica, se me haba cruzado la espantosa idea deusarlo en la pista. Rociar a los porteros que cuidaban las angostas puertas del sitio sagrado,luego entrar rpidamente al interior, encendiendo una gran cantidad de Mace en el saln delgobernador, justo antes que la carrera comenzara. O lanzarle gas lacrimgeno a borrachosindefensos en el vestbulo del Club, por su propia seguridad)

    Para el medioda del viernes todava estaba sin credenciales de prensa y an no haba localizadoa Steadman. Quizs l hubiera cambiado de idea y se hubiese vuelto a Londres. Finalmente,despus de darme por vencido con Steadman y haber intentado infructuosamente de convenceral hombre de la oficina de prensa, decid que mi nica esperanza de obtener las credenciales erair a la pista y enfrentarlo en persona, sin advertenciapidindole slo un pase esta vez, en vezde dos, y hablando rpido y con un extrao tono en mi voz, como un hombre a punto de estallartratando de controlarse. En el camino, me detuve en el despacho del motel para cobrar uncheque. En ese momento, tuve una loca idea, y le pregunt si por casualidad se haba registradoall un seor Steadman.

    La mujer en el despacho tena alrededor de 50 aos y luca de manera peculiar; cuando yomencion el nombre de Steadman ella asinti, sin dejar de mirar lo que estuviera escribiendo, y

    dijo en voz baja, podras apostar a que s. Luego me sonri. S, en efecto, el seor Steadmanacaba de irse a la pista. Es su amigo?

    Mov la cabeza. Se supone que estoy trabajando con l, pero ni siquiera s como est vestido. Yahora, maldita sea, tendr que encontrarlo entre la multitud.

    Ella se ri entre dientes. Usted no tendr ningn problema para hallarlo. Podra encontrar a esehombre en medio de cualquier gento

    Por qu? le pregunt. Qu hay de malo en l? Cmo luce?

    Bien dijo, todava sonriendo, Es la persona ms divertida que yo haya visto en muchotiempo. l tiene eseese bulto por toda la cara. De hecho por toda su cabeza. Ella asinti.

    Usted lo reconocer cuando lo vea; no se preocupe por eso.

    Dios Santo, pens. Eso joda lo de las credenciales. Tuve la visin de algn cretino muynervioso, todo cubierto de pelo y verrugas presentndose en la oficina de prensa y pidiendo lospases de prensa del Scanlans. Bueno, qu diablos? Podramos llenarnos de cido y pasar todo elda vagando por los jardines del Club con algunos bosquejos garrapateados, rindonoshistricamente de los nativos y bebiendo vasos de menta para que los policas no pensaran queramos anormales. Incluso podramos cobrar; instalaramos un caballete con un gran cartel que

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    dijera: Artista extranjero hace retratos, $10 dlares cada uno. Venga AHORA!

    Tom la va rpida hacia la pista, conduciendo a toda velocidad y haciendo saltar el gigantescoauto de un lado a otro de los carriles, con una cerveza en una mano y la mente tan confusa queestuve a punto de chocar con un Volkswagen lleno de monjas, cuando gir para tomar la salidade la derecha. Todava exista una remota posibilidad, pensaba, de atrapar al monstruoso

    britnico antes que se registrara.

    Pero Steadman ya estaba en el saln de prensa cuando llegu, era un joven ingls de barba queusaba un abrigo de lana y anteojos de la RAF. No haba nada de extrao en l. Ninguna venafacial, o huellas de verrugas con pelos. Le mencion la descripcin que me hizo la mujer y sequed confuso. No te preocupes por eso, le dije. Slo ten en mente por los prximos das deque estamos en Louisville, Kentucky, no en Londres. Ni siquiera en New York. Este es un lugarextrao. Tienes suerte de que esa enferma del motel no sacara una pistola de la cajaregistradora y te volara los sesos. Me re, pero l pareca preocupado.

    Slo finge que has venido de visita a este hospital psiquitrico, le dije. Si los tipos se vuelvenlocos vamos a llenarlos de Mace. Le mostr el envase de Chemical Billy, resistiendo la

    tentacin de diseminarlo a travs del cuarto, donde un hombre con cara de rata tipeaba condiligencia en la seccin de Asociados de Prensa. Estbamos parados en el bar, sorbiendo elScotch de la direccin y felicitndonos de nuestra repentina e inexplicable suerte de recibir doscredenciales de prensa de las mejores. La mujer en el despacho haba sido muy amistosa con l,dijo Ralph. Slo le dije mi nombre y ella lo hizo todo.

    Para media tarde estaba todo bajo control. Tenamos asientos para mirar la lnea de llegada,televisin a color y barra libre en el saln de prensa, y una seleccin de pases que nos dabaentrada a cualquier lugar desde la azotea del Club hasta el cuarto de jockeys. La nica cosa quenos faltaba era acceso ilimitado al lugar sagrado del Club, las secciones F&Gy yo senta quelo necesitaramos, para ver a la nobleza del whisky en accin. El gobernador, un cerdo, unmercenario neonazi llamado Louis Nunn, estara en la seccin G, junto con Barry Goldwater y

    el Coronel Sanders. Presenta que estaramos bien en un cuarto dentro de la seccin G dondepodramos descansar y beber mentas, empaparnos un poco de la atmsfera y de las especialesvibraciones del Derby.

    Los bares y los salones de comida tambin estaban en las secciones F&G y los bares del Clubconstituyen una escena muy especial. Junto con los polticos, todas las bellezas de sociedad y los

    jefes locales de comercio, cada loco vanidoso que tuviera alguna pretensin en 500 kilmetros ala redonda de Louisville se mostrara all, pavonendose borracho y sobando muchos lomos deforma descarada. El bar de Paddock es probablemente el mejor lugar en la pista para sentarse yobservar caras. A nadie le importa ser observado all; para eso estn en ese lugar. Algunospasan casi todo su tiempo en el Paddock; se sientan en una de las muchas mesas de madera, seechan hacia atrs en las cmodas sillas y observan los siempre-cambiantes y extraos flashsque aparecen y desaparecen de la gran pantalla que est fuera de la ventana. Meseros negrosvestidos con chaquetas de servicio blancas atraviesan la multitud con bandejas llenas de vasos,mientras los expertos observan sus cartillas y los apostadores asaltados por corazonadasescogen nmeros al azar o revisan las listas en busca de nombres que les suenen bien. Hay unconstante flujo de trfico desde y hacia las ventanillas de apuestas afuera de los pasillos demadera. Luego, a medida que se acerca el comienzo de la carrera, la multitud se diluye y lagente regresa a sus salones.

    Con seguridad, nosotros tendramos que imaginar alguna forma de pasar ms tiempo en el Club

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    maana. Pero los pases de prensa para dar una vuelta en las secciones F&G eran vlidas por30 minutos cada vez, presumiblemente para permitir a los tipos de la prensa correr dentro yfuera para tomar fotos o hacer rpidas entrevistas, pero evitando que vagabundos comoSteadman y yo pasramos todo el da en el Club, acosando a la nobleza y revolviendo lasextraas carteras de mano mientras cruzbamos los salones. O que lanzramos Mace algobernador. No haba lmite de tiempo el viernes, pero el da del Derby los pases para dar una

    vuelta seran muy demandados. Y considerando que tomaba cerca de 10 minutos ir desde elsaln de prensa hasta el Paddock, y 10 minutos regresar, eso no dejaba mucho tiempo paraobservar seriamente a la gente. Y a diferencia de muchos otros en el saln de prensa, nosimportaba un comino lo que sucediera en la pista. Nosotros habamos venido para ver a lasverdaderas bestias actuar.

    El viernes en la tarde, salimos a la terraza del saln de prensa y yo trat de describir ladiferencia entre lo que veamos ahora y lo que ocurrira maana. Esta era la primera vez quevena a un Derby en 10 aos, pero antes de eso, cuando viva en Louisville, yo sola venir cadaao. Ahora, mirando desde el saln de prensa, apunt al gran prado verde encerrado por lapista. Todo ese lugar, le dije, estar repleto de gente; 50 mil o ms, y muchos de ellos secaern de borrachos. Es una escena fantstica: miles de personas desmayndose, llorando,

    copulando, pisotendose unos a otros y peleando con botellas de whisky rotas. Tendremos quepasar algo de tiempo all, pero es difcil moverse, hay demasiados cuerpos.

    Es seguro all? Podremos regresar?Seguro, le dije. Slo debemos tener cuidado de no pisar el estmago de nadie e iniciar unapelea. Me encog de hombros. Demonios, lo que suceder al interior del Club, justo detrs denosotros, ser casi tan malo como en el campo. Miles de borrachos tambaleantes y locos,ponindose cada vez ms furiosos a medida que pierden ms y ms dinero. Para media tardeellos estarn tragando vasos de menta con ambas manos y vomitndose unos a otros entrecarreras. El lugar completo estar rebosante de cuerpos, pegados hombro a hombro. Es difcilmoverse ah. Los pasillos estarn manchados con vmito; la gente se caer y se agarrar de tuspiernas para evitar ser pisoteados. Borrachos mendose en las ventanillas de apuestas. Dejandocaer puados de dinero y peleando para agacharse y recogerlos.

    l estaba tan nervioso que me re. Slo estoy bromeando, le dije. No te preocupes. Al primerindicio de peligro empezar a rociar este Chemical Billy a la gente.

    l haba hecho algunos buenos bosquejos, pero hasta el momento no habamos visto ese tipo derostro tan especial que senta que necesitaramos para un dibujo perfecto. Era un rostro que yohaba visto miles de veces cada vez que haba venido al Derby. Lo recordaba, en mi mente,como la imagen de la nobleza del whiskyuna mezcla pretenciosa de trago, sueos rotos y unacrisis total de identidad; el resultado inevitable de matrimonios entre familiares en una culturacerrada e ignorante. Una de las claves genticas de la reproduccin de perros, caballos ycualquier otro tipo de pura sangre es que la endogamia tiende a magnificar los puntos dbiles deun linaje tanto como los factores fuertes. En la reproduccin de caballos, por ejemplo, hay un

    riesgo grande en cruzar dos caballos rpidos que son al mismo tiempo un poco locos. La proleser muy rpida, pero tambin muy loca. As que el secreto de la reproduccin de pura sangreses retener los rasgos positivos y eliminar los negativos. Pero la reproduccin de humanos no hasido supervisada con sabidura, particularmente en la cerrada sociedad surea donde el tipo msradical de endogamia no slo est aceptado, sino que es mucho ms convenientepara lospadresque permitir a sus hijos elegir libremente a sus parejas, por las razones y en las formasque ellos consideraran convenientes. (Maldita sea, supiste los de la hija de Smitty? Se volviloca y se cas en Boston con un negro la semana pasada!)

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    As que el rostro que intentaba encontrar en Churchill Downs ese fin de semana era un smbolo,para m, de toda esa maldita cultura heredada que hace del Derby de Kentucky lo que es.

    En nuestro camino de vuelta al motel despus de las carreras del viernes le advert a Steadmande algunos problemas con los que tendramos que lidiar. Ninguno de nosotros haba tradodroga, fuese extraa o no, as que tendramos que conformarnos con el alcohol. Tienes que

    tener en mente, le dije, que casi todo las personas con las que t hables desde ahora enadelante estar borracha. Gente que parece muy amable a primera vista puede comenzar adiscutir contigo, repentinamente, sin ninguna razn l asinti, mirando desconcertado. Parecaestar un poco perdido y trat de animarlo invitndolo a cenar esa noche, con mi hermano.

    De regreso en el motel, hablamos un rato sobre Estados Unidos, el Sur, Inglaterrapararelajarnos un poco antes de la cena. No haba forma de saber, en ese momento, que sera laltima conversacin relativamente normal que tendramos. Desde ese punto, el fin de semana setransform en una borrachera viciosa, en una pesadilla. Quedamos completamente destrozados.El principal problema fue mi anterior apego a Louisville, que me llevaba naturalmente aorganizar reuniones con viejos amigos, parientes, etc., muchos de los cuales estaban en plenoproceso de desmoronamiento, volvindose locos, preparando divorcios, derrumbndose bajo la

    presin de terribles deudas o recuperndose de horribles accidentes. Justo en la mitad deaquella locura del Derby, un miembro de mi propia familia tuvo que ser internado en una clnicapsiquitrica. Eso agreg una cantidad cierta de tensin a la situacin, y dado que el pobreSteadman no tuvo ninguna posibilidad de elegir sino aceptar lo que le viniera encima, l tuvoque enfrentar shock tras shock.

    Otro problema fue su hbito de retratar a la gente que conoca en las muchas situacionessociales a las que yo lo arrastraba--y luego regalarles los dibujos. Los resultados fueron siempredesafortunados. Le advert muchas veces sobre permitir a los sujetos ver sus horrible dibujos,pero por alguna perversa razn continuaba haciendo lo mismo. En consecuencia, comenz a servisto con miedo y asco por casi cada persona que vea o incluso escuchaba sobre su trabajo. lno poda entenderlo. Es una broma, insista. Por qu se enojan? En Inglaterra es

    absolutamente normal. La gente no se molesta. Ellos entienden que slo estoy haciendo unacaricatura.

    A la mierda Inglaterra, le dije. Esto es el centro de Estados Unidos. Esta gente considera quet los ests insultando brutalmente. Mira lo que pas anoche, pens que mi hermano tearrancara la cabeza.

    Steadman movi su cabeza tristemente. Pero l me agrada, me pareci un tipo muy honrado ydecente.

    Mira, Ralph, le dije. Dejmonos de bromas. T le regalaste un retrato horrible. Era la cara deun monstruo. Se lo tom muy mal. Me encog de hombros. Por qu diablos crees que nosfuimos del restaurante tan rpido?

    Pens que haba sido por lo del Mace, le dije.

    Qu Mace?

    l sonri. No te acuerdas que t le lanzaste Mace al mesero?

    Maldicin, eso no fue nada, le dije. Fally de todas formas tenamos que irnos.

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    Pero nos cay a nosotros, me dijo. El cuarto estaba lleno de ese puto gas, tu hermano nopoda parar de estornudar y su esposa estaba llorando. Me dolieron los ojos por dos horas. Yo nopoda ver lo que dibujaba mientras regresbamos al hotel.

    Es cierto, le dije. Esa cosa cay en su pierna, no es verdad?

    Ella estaba enojada, me dijo.

    S, bueno, de acuerdoslo imaginemos que la cagamos por partes iguales esta vez, le dije.Pero desde ahora en adelante tendremos cuidado cuando haya gente que conozca. T no vas adibujarlos y yo no les lanzar gas lacrimgeno. Vamos a relajarnos y a beber.

    Claro, dijo. Seremos nativos.

    Era sbado en la maana, el da de la gran carrera, y nosotros desayunamos en un palacio dehamburguesa plstica llamado el Pueblo del Pescado y la Carne. Nuestros cuartos estaban

    justo al frente, cruzando la calle, en el Hotel Brown Suburban. Haba un comedor, pero lacomida era tan mala que no pudimos soportarla. Las meseras parecan tener inflamadas las

    canillas; se movan muy lentamente, quejndose y maldiciendo a los morenos de la cocina.

    A Steadman le gust el Pueblo del Pescado y la Carne porque tenan pescado y papas fritas. Yoprefera las tostadas, que en realidad eran pasta de panqueque, freda hasta alcanzar undeterminado grosor y despus cortada y trozada en una especie de molde para galletas queimitaba la forma de las tostadas.

    Ms all del alcohol y la falta de sueo, nuestro nico problema real en este punto era el asuntodel acceso al Club. Finalmente, decidimos seguir adelante y robar dos pases, si era necesario,ms que perdernos esa parte de la accin. Esta fue la ltima decisin coherente que fuimoscapaces de tomar por las prximas 48 horas. Desde aqu en adelantecasi desde el instante enque partimos hacia la pistaperdimos todo control de los acontecimientos y pasamos el resto

    del fin de semana agitndonos en un ocano de horrores. Mis notas y pensamientos sobre elDerby estn un tanto mezclados.

    Pero ahora, mirando el gran cuaderno rojo que llev durante todo ese fin de semana, entiendoms o menos lo que sucedi. El cuaderno en s est roto y arrugado; algunas de las pginasfueron arrancadas, otras estn arrugadas y manchadas con lo que parece ser whisky, perotomado como un todo, con espordicos flashs de mi memoria, las notas parecen contar lahistoria. Por ejemplo:

    Llovi toda la noche hasta el amanecer. No dormimos. Jess, aqu vamos, una pesadilla de barroy demenciapero no. Para el medioda el sol iluminaba todoun da perfecto, sin humedad.

    Steadman est ahora preocupado por el fuego. Alguien le cont que el Club se haba incendiado

    dos aos atrs. Podra volver a suceder? Sera Horrible. Quedaramos atrapados en el saln deprensa. Un Holocausto. Cien mil personas peleando por escapar. Borrachos gritando entre lasllamas y el barro, caballos enloquecidos corriendo por todas partes. Estaramos ciegos por elhumo. Las tribunas desmoronndose en un mar de llamas con nosotros en el techo. El pobreRalph est por sufrir una crisis nerviosa. Bebe de forma brutal en el Haig & Haig.

    Fuera de la pista en nuestro taxi, evitando ese terrible estacionamiento abarrotado de gente, a $25 dlares el sitio, viejos desdentados indican espacios para los autos con grandes carteles quedicen: ESTACIONAR AQU. Qu bien, muchacho, olvida los tulipanes. El cabello desordenado

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    en su cabeza, parado como si fuera una mata de juncos.

    Las veredas llenas de personas, todas movindose en la misma direccin, hacia Churchill Downs.Chicos llevando coolers y mantas, quinceaeros vestidos con apretados baadores de color rosa,muchos negrostipos negros con sombreros de fieltro blanco y cintas de piel de leopardo,policas dirigiendo el trnsito.

    La multitud se agrupaba muchas cuadras alrededor de la pista; avanzamos lentamente entre lagente, el calor era excesivo. Mientras caminbamos hacia el ascensor que conduca al saln deprensa, dentro del Club, nos encontramos con una hilera de soldados que llevaban largas lumasblancas. Cerca de dos pelotones, con cascos. Un hombre que caminaba al lado nuestro dijo queesperaban al gobernador. Steadman los observ nerviosamente: Por qu llevan esos garrotes?

    Panteras Negras, le dije. Entonces record al buen Jimbo del aeropuerto y me pregunt quepensara l en este momento. Probablemente estara muy nervioso; el lugar estaba abarrotadode policas y soldados. Nos escurrimos a travs de la multitud, pasamos muchas puertas,cruzamos el corral en que los jinetes traen a los caballos y desfilan por unos momentos antes decada carrera para que los apostadores puedan echarles un vistazo. Cinco millones de dlares

    sern apostados hoy. Habr muchos ganadores, an ms perdedores. Qu importa. La puerta deacceso al saln de prensa estaba repleta con gente tratando de entrar, gritndole a los guardias,mostrando extraas credenciales: Chicago Sporting Times, Pittsburg Police AtheticLeaguetodos ellos fueron rechazados. Muvete, amigo, dale paso a los trabajadores de laprensa. Empujamos a la gente, entramos al ascensor y rpidamente subimos hasta el bar. Porqu no? Hagmoslo. Hoy es un da muy caluroso, no me siento bien, debe ser este climahorrible. El saln de prensa estaba fresco y aireado, haba muchos cuartos que recorrer yasientos en la terraza para observar la carrera o mirar a la multitud. Nos conseguimos una hojade apuestas y fuimos afuera.

    Caras rosadas con un copete elegante del sur, viejo estilo de aristcrata, abrigos de algodn ycuellos abotonados. Senilidad Floreciente (frase de Steadman) agotada desde el principio oquizs, sin fuerzas que agotar en primer lugar. Nada de energa en las caras, nada decuriosidad. Sufriendo en silencio, despus de los treinta ya no se puede hacer nada en esta vida,slo queda aguantar y entretener a los nios. Deja que los jvenes disfruten mientras puedan.Por qu no?

    La muerte implacable lleg primero aquduendes malignos en el csped por las noches,aullando al lado de ese negrito de acero con ropas de jinete. Tal vez l es el nico que alla.Espantosos Delirius Tremens y demasiados gruidos en el club de bridge. Hundindose junto conla bolsa de valores. Oh, Dios, el chico ha destrozado el auto nuevo, se ha incrustado en el granpilar que est en el centro de la carretera. Se ha roto la pierna? Se ha torcido el ojo? Envenlo aYale, ellos son capaces de curarlo todo.

    Yale? No has ledo el diario de hoy? New Haven est bajo sitio. Yale est infestado de Panteras

    Negraste lo digo Coronel, el mundo se ha vuelto loco, muy loco. Por qu?; Cmo es posibleque una maldita mujer pueda correr en el Derby hoy?

    Dej a Steadman trabajando en el bar Paddock y sal para realizar nuestras apuestas en lacuarta carrera. Cuando regres, l observaba intensamente a un grupo de jvenes alrededor deuna mesa, no muy lejos de ah. Dios, mira la corrupcin de esa cara! susurr. Mira la locura,el miedo, la avaricia! Yo mir, y luego me di vuelta rpidamente. La cara que l haba elegidopara retratar, era la cara de un viejo amigo mo, una estrella del ftbol escolar, en aquellosbuenos das, que tena un elegante Chevy convertible de color rojo y una mano muy rpida, se

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    deca, para desatar los broches de sostenes tamao 32B. Lo llamaban El Hombre Gato.

    Pero ahora, una docena de aos despus, yo no podra haberlo reconocido en ninguna partesalvo aqu, donde tendra que haber esperado encontrarlo, en el bar Paddock, el da delDerbyojos gordos y sesgados, una sonrisa de chulo, un traje de seda azul y sus amigosmirando como si fueran cajeros de banco corruptos en mitad de una borrachera

    Steadman quera ver algunos coroneles de Kentucky, pero l no estaba seguro de cmo eran. Ledije que regresara a los baos de hombres en el Club y buscara a tipos vestidos con trajes delino blanco vomitando en los urinarios. Ellos tienen normalmente grandes manchas marrones enla solapa de sus trajes, le dije. Pero mira sus zapatos, ah tienes la seal. Muchos de ellosevitan vomitar sobre sus ropas, pero nunca olvidan sus zapatos.

    En un cuarto no lejos del nuestro estaba el coronel Anna Friedman Goldman, Presidente yGuardin del Gran Sello de la Honorable Orden de los Coroneles de Kentucky. No muchos de los76 millones o ms de Coroneles de Kentucky estaran en el Derby ese ao, pero muchosmantenan la fe, y varios das antes del Derby se reunieron para su cena anual en el HotelSeelbach.

    El Derby, de hecho la carrera, estaba programada para la tarde, y mientras la hora mgica seaproximaba le suger a Steadman que deberamos pasar ms tiempo en el campo, ese ocanohirviente de gente que se extenda desde la pista hasta el Club. l estuvo un poco nerviosorespecto a esto, pero ya que ninguna de las horribles cosas sobre las que le haba advertido secumplieronno hubo protestas, incendios, ni ataques salvajes de borrachosse encogi dehombros y dijo, Bueno, hagmoslo.

    Para lograrlo tuvimos que pasar muchas puertas, y cada una nos llevaba un paso ms abajo enla escala social, despus cruzamos un tnel bajo la pista. Saliendo del tnel sufrimos un choquecultural tan grande que nos tom un tiempo acostumbrarnos. Dios todopoderoso! susurrSteadman. Esto esCristo! Sin pensarlo, se zambull entre la multitud con su pequea

    cmara, caminando sobre los cuerpos, y yo lo segu, tratando de tomar notas.Caos total, no hay forma de ver la carrera, ni siquiera la pistaa nadie le importa. Grandes colasen las ventanillas de apuestas, luego parados atrs para ver los nmeros ganadores titilar en lagran pantalla, como en un bingo gigante.

    Viejos negros discuten sobre apuestas; Mantnlo ah, te sostendr esto (mostrando una pintade whisky, un puado de dlares); una nia jugando al caballito, poleras que dicen, robada dela crcel de Fort Lauderdale. Miles de adolescentes, grupos cantando Let the sun Shine In,diez soldados protegiendo la bandera de EE.UU y un tremendo gordo usando una camiseta deftbol americano azul (N80) tambalendose de un lado a otro con un cuarto de cerveza en lamano.

    Aqu no se vende alcohol, es demasiado peligrosoni siquiera hay baos. PlayaMuscleWoodstockmuchos policas con bastones anti disturbios, pero no hay seal deprotestas. Muy lejos, no precisamente aqu, sino cruzando la pista, el Club parece una postal delDerby de Kentucky.

    Regresamos al Club para ver la gran carrera. Cuando la multitud se par para cantar My OldKentucky Home con la bandera en alto, Stedman se puso enfrente de ellos y comenz adibujarlos histricamente. Desde algn lugar de los salones una voz chill, agchate, hippieidiota. El carrera slo dur dos minutos, y an desde nuestros asientos de clase privilegiada y

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    usando los binoculares ms poderosos, no haba forma de ver lo que estaba sucediendorealmente con nuestros caballos. Dios Santo, el caballo de Ralph, tropez y perdi a su jinete enla ltima vuelta. El mo, Pantalla Silenciosa, lider la carrera hasta la ltima vuelta, pero cay alquinto puesto en la recta final. El ganador, llamado Comandante del Polvo, pagaba 16-1.

    Momentos despus de que la carrera terminara, la multitud se precipit violentamente hacia las

    salidas, corriendo para tomar taxis y buses. Al da siguiente el Courier hablara de violencia enlos estacionamientos; mucha gente fue golpeada y pisoteada, robaron muchas carteras, hubonios perdidos, peleas con botellas. Pero nosotros nos perdimos todo esto, habindonos retiradoal saln de prensa para beber despus del espectculo. A estas alturas, nosotros estbamosmedio trastornados debido al whisky, la fatiga causada por la exposicin al sol, el choquecultural, la falta de sueo y la disolucin general. Estuvimos dando vueltas por el saln el tiemposuficiente para ver una entrevista al propietario del caballo ganador, un pequeo y elegantehombre llamado Lehmann que deca que acababa de llegar a Louisville esa maana desde Nepal,donde l haba capturado un tigre gigante. Los reporteros de deportes murmuraron suadmiracin y un mesero llen el vaso de Lehmann con Chivas Regal. l acababa de ganar$127.000 dlares con un caballo que le haba costado $6.500, dos aos atrs. Su trabajo, dijo,era el de contratista retirado. Y luego agreg con una gran sonrisa dibujada en su rostro, Me

    acabo de retirar.

    El resto del da fue pura locura. El resto de la noche tambin. Lo mismo al da siguiente.Ocurrieron cosas tan horribles que ni siquiera puedo pensar sobre ellas ahora, y menos anpublicarlas. Tuve suerte de haber escapado con vida. Uno de los recuerdo ms claros que tengode esos das, es de Ralph siendo atacado por uno de mis viejos amigos en el saln de billar delClub Pendennis, en el centro de Louisville, la noche del sbado. El hombre haba rajado su propiapolera hasta la cintura antes de imaginar que Ralph estaba detrs de su mujer. No hubo golpes,pero los efectos emocionales fueron enormes. Luego, como si fuera el eplogo final al horror,Steadman puso a trabajar su diablico lpiz y trat de arreglar las cosas haciendo un pequeoretrato de la mujer a la que le haban acusado de acosar. Tuvimos que huir del Pendennis.

    Me despert alrededor de las 10.30 del lunes en la maana por un chirrido que provena de lapuerta. Me apoy en la cama y abr la cortina lo suficiente para distinguir a Steadman afuera.

    Qu mierda quieres?, le grit.

    Qu hay del desayuno?, dijo.

    Me levant y trat de abrir la puerta, pero se qued atascada por la cadena de noche y se volvia cerrar. No fui capaz de sacar la cadena! No haba caso con ellaas que la romp con unafuriosa sacudida de la puerta. Ralph no se inmut. Mala suerte, dijo.

    Apenas poda ver algo. Tena los ojos tan hinchados que casi no poda abrirlos y la bruscairrupcin de la luz a travs de la puerta me dej aturdido e indefenso como un topo enfermo.Steadman estaba farfullando acerca de nuseas y el terrible calor; me sent en la cama y trat

    de enfocarme en l mientras se mova alrededor del cuarto de forma extraa, hasta que,repentinamente, sac una Colt.45 y apunt con ella a un cubo de cerveza. Cristo, dije. Estsperdiendo el control.

    l asinti mientras rompa la tapa de la botella, tomando un largo trago. Sabes, este lugar esrealmente espantoso, dijo finalmente. Tengo que salir de aqu l movi su cabeza connerviosismo. El avin sale a las tres treinta, pero no s si pueda soportarlo.

    Casi no poda or lo que deca. Finalmente mis ojos se haban abierto lo bastante para enfocarme

  • 7/30/2019 28. Hunter S. Thompson - El Derby de Kentucky Es Decadente y Depravado

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    en el espejo que estaba al otro lado del cuarto y qued sorprendido al reconocer lo que vi en l.Por un momento pens que Ralph haba trado a alguienun modelo perfecto de esa cara quehabamos estado buscando. Ah estaba, por Diosuna caricatura hinchada, devastada por elalcohol, enfermizala horrible versin animada de una vieja foto, arrancada al lbum familiar deuna orgullosa madre. Era la cara que habamos estado buscandoy era, por supuesto, la ma.Horrible, horrible

    Quizs deba dormir un rato ms, le dije. Por qu nos vas al Pueblo del Pescado y la Carne ycomes algo de ese pescado podrido y esas papas fritas? Luego regresas ac y me despiertascerca del medioda. Me siento demasiado cerca de la muerte para salir a la calle ahora.

    l movi su cabeza. Nonocreo que ir a mi cuarto y trabajar con losbocetos un rato. lfue a sacar dos latas ms del cubo. Intent trabajar antes, dijo, pero mis manos estabantemblandoEs terrible, terrible.

    Tienes que dejar de beber, le dije.

    l asinti. Lo s. No es bueno, no es para nada bueno. Pero por alguna razn me hace sentir

    mejor

    No por mucho, le dije. T vas a caer en una especie de histrico Delirium Tremens estanocheprobablemente justo cuando te toque tomar el avin en Kennedy. Ellos te pondrn unacamisa de fuerza para reducirte y te arrastrarn hacia Las Tumbas antes de golpearte en losriones con grandes palos una y otra vezhasta que te calmes.

    l se encogi de hombros y se fue, cerrando la puerta detrs suyo. Regres a la cama por otrahora, y ms tardedespus del jugo diario de pomelo tomado a la carrera en el Nite Owl FoodMarttuvimos nuestro ltima comida en el Pueblo del Pescado y la Carne: un fino almuerzo depasta con interiores de res, fredos en abundante grasa.

    Para ese momento Ralph ya no ordenaba caf; se mantena pidiendo slo agua. Es la nicacosa que tienen aqu apta para consumo humano, explic. Luego, con una hora o ms pormatar antes que l tomara el avin, pusimos los dibujos sobre la mesa y los examinamos unbuen rato, preguntndonos si l haba captado el espritu del Derbypero no pudimosdecidirnos. Sus manos temblaban tanto que l tena problemas para sostener los papeles, y mivista estaba tan borrosa que apenas poda ver lo que haba dibujado Ralph. Mierda, dije.

    Ambos estamos peor que cualquier cosaque hayas dibujado t aqu.

    l sonri. Sabeshe estado pensando sobre eso, dijo. Vinimos aqu para contemplar unespectculo terrible: gente vuelta loca y vomitando sobre s misma y todo esoy ahora, sabesqu? Somos nosotros

    Un gran Pontiac Ballbuster vuela a travs del trfico en plena carretera.

    Un boletn nacional de noticias informa que la Guardia Nacional est masacrando estudiantes en

    Ken State y que Nixon contina bombardeando Camboya. El periodista conduce, ignorando a su

    pasajero, que ahora est casi desnudo tras sacarse la mayor parte de su ropa, que sostiene

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    contra la ventana, con el fin de quitar el olor del Mace. Sus ojos estn enrojecidos y su cara y su

    pecho estn empapados con cerveza, que l ha usado para limpiarse del horroroso qumico que

    tiene pegado en la piel. La parte delantera de sus pantalones de lana est hmeda con vmito;

    su cuerpo es remecido por violentos accesos de tos y ahogados sollozos. El periodista conduce elinmenso auto a travs del trfico y se estaciona enfrente del Terminal, abre la puerta del lado

    del pasajero y empuja al ingls, gritando: Lrgate, marica! Hijo de puta pervertido! [re

    enloquecido] Si te vuelvo a encontrar te patear todo el camino hasta Bowling Greenbasura

    extranjera. El Mace es demasiado bueno para tipodemos arreglrnoslas sin tipos como t en

    Kentucky.