18.La crítica posoccidental y la modernidad

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    La crtica

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    UNIVERSIDAD ANDINA SIMN BOLVAR, SEDE ECUADOR

    Toledo N22-80 Telfonos: (593-2) 255 6405, 322 8031 Fax: (593-2) 322 8036Apartado postal: 17-12-569 Quito, EcuadorE-mail: [email protected] http: //www.uasb.edu.ec

    EDICIONES ABYA-YALAAv. 12 de Octubre 1430 y Wilson Telfonos: (593-2) 256 2633, 250 6247

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    CORPORACIN EDITORA NACIONALRoca E9-59 y Tamayo Telfonos: (593-2) 255 4358, 255 4558Fax: (593-2) 256 6340 Apartado postal: 17-12-886 Quito, Ecuador

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    Jed Schlosberg

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    Quito, 2004

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    La crtica posoccidental y la modernidadJed Schlosberg

    Primera edicin:Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador

    Ediciones Abya-YalaCorporacin Editora Nacional

    Quito, junio 2004Coordinacin editorial:

    Quinche Ortiz CrespoTraduccin:

    Jorge Gmez RendnDiseo grfico y armado:

    Jorge Ortega JimnezCubierta:

    Ral YpezImpresin:

    Impresiones Digitales Abya-Yala,Isabel La Catlica 381, Quito

    ISBN: Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador9978-19-001-5 (serie)

    9978-19-084-8 (nmero 53)

    ISBN: Ediciones Abya-Yala9978-04-700-X (serie)

    9978-22-435-1 (nmero 53)

    ISBN: Corporacin Editora Nacional

    9978-84-250-0 (serie)9978-84-358-2 (nmero 53)

    Derechos de autor:Inscripcin: 019841

    Depsito legal: 002688

    Ttulo original: The postoccidental deconstruction and resignification of modernity:a critical analysis

    Tesis para la obtencin del ttulo de Magster en Estudios Latinoamericanos

    Programa de Maestra en Estudios Latinoamericanos, mencin en Estudios de la Cultura, 2002Autor: Jed Schlosberg. (Correo e.:[email protected])

    Tutor: Guillermo BustosCdigo bibliogrfico del Centro de Informacin: T-0193

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    Captulo tres

    La resignificacin posoccidental de la modernidad como coloniali-

    dad y eurocentrismo: una crtica / 101

    1. Interrogantes preliminares / 1022. Una deconstruccin de la modernidad-como-colonialidad eurocntri-

    ca / 1103. Conclusin / 138

    Conclusin

    La modernidad como discurso frente a la modernidad como fenmeno

    histrico / 141

    Bibliografa / 147

    Universidad Andina Simn Bolvar / 153

    Ttulos de la Serie Magster / 154

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    Dedico este libro a mi compadreJos Antonio Acosta Patiaj, de Salasaca, Ecuador,

    artesano y artista, viajero y soador,quien me ha enseado ms que cualquier libro

    lo que significa cruzar la lnea que divide las culturas.

    Agradezco a Guillermo Bustospor la cuidadosa direccin de esta investigacin

    a lo largo de su tortuoso recorrido.

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    [E]s indispensable que este cuerpo de saberes [de los pueblosindios] tenga un segundo nivel de aprehensin que le otorga la

    traduccin al sistema occidental de conocimiento y que nuestrosistema occidental de conocimiento pueda traducirse a los tr-minos usuales en las comunidades. Esta traduccin mutua, queimplica una recreacin, es tambin una manera de expandir esesentido en comn ahora de un universo ms vasto.

    RAMN VERA HERRERA, LA NOCHE ESTRELLADA.(LA FORMACIN DE CONSTELACIONES DE SABER),

    CHIAPAS 5, p. 85.

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    Prlogo

    La presente investigacin surgi de una serie de monografas que pre-par en dos cursos de mi fase presencial en la Universidad Andina SimnBolvar en el ao lectivo 2000-20011 y de las reacciones que suscitaron entrelos profesores. En dichas monografas trataba de resolver mi perplejidad fren-te al hecho de que la extensa discusin sobre los legados coloniales en unaAmrica Latina supuestamente poscolonial, continuaba plantendose, des-de los distintos puntos de vista de los estudios latinoamericanos, el problemade cmo entender la modernidad2 en el contexto de la evolucin social deAmrica Latina; y que la modernidad haba llegado a asociarse en la obrade varios autores que se identificaban con el concepto de posoccidentalis-mo con los discursos tanto colonialistas como neocolonialistas, relacio-

    nados con la insercin de Amrica Latina en el sistema mundo capitalistadesde sus primeras pocas.Luego de haberme familiarizado con el debate sobre el significado de

    la modernizacin en el contexto de la teora social y poltica latinoamerica-na, durante el curso Sociedad y Poltica en Amrica Latina,3 estuve inclina-do a creer de forma ms bien simplista (antes de estudiar el problema de lamodernidad como tal), que la modernidad era solo el resultado de un pro-

    1. Estos cursos fueron Memorias histricas, nacionalismo y nacin en los pases andinos,

    dictado por Guillermo Bustos; y Seminario de historia poltica y cultural, dictado por Al-berto Flores.

    2. Notar el lector que a lo largo de esta investigacin, el trmino modernidad aparece, unas ve-ces, entre comillas y, otras, sin ellas. En general, mi criterio para elegir entre una y otra for-ma ha sido utilizar comillas cuando me refiero a modernidad como un concepto, un signi-ficante, un imaginario, un discurso, etctera, y no utilizarlas cuando me refiero a un fenme-no histrico objetivo cuya existencia puede asumirse ms o menos independientemente deun contexto semiticoparticular, sino de todos los contextos semiticos. En cierto sentido,considero que la crtica posoccidental de la modernidad se basa en la idea de que solo pode-mos hablar sobre modernidad, en otras palabras, que no se puede entenderla sino comouna construccin discursiva, ms an, una construccin discursiva colonialista. En cierta for-

    ma mi investigacin cuestiona este punto de vista al tiempo que procura no asumir un enfo-que explcitamente realista o dualista al respecto de lo que es la modernidad comoconcepto y la modernidad como algo en la naturaleza de las cosas.

    3. Dictado por Csar Montfar.

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    ceso exitoso de modernizacin, como quiera que se defina ste trmino.Por las lecturas realizadas durante el curso antes mencionado, estaba al tantodel importante debate que se produjo despus de los aos cincuenta en tornoa lo que significaba realmente modernizarse para una sociedad nacionalfuera de los centros del capitalismo industrial los enfoques sobre el procesode modernizacin variaban de una orientacin econmica y poltica a unaorientacin social. De igual manera, el curso me hizo tomar conciencia de quela teora de la dependencia haba desafiado el paradigma evolucionista y eta-pista de la modernizacin desarrollado en los centros del capitalismo glo-bal, y que dicho desafo se haba convertido en un cuestionamiento de la ideade un modelo cuasi-teleolgico del progreso de formas tradicionales a

    formas modernas de economa, poltica y sociedad. Aun no me haba en-frentado al problema de la modernidad en cuanto distinta de la moderniza-cin.

    Empec entonces a abrigar serias dudas sobre mi propia forma de en-tender el trmino la modernidad. Si no se poda concebir la modernidad co-mo el resultado de un proceso evolutivo cuasi-natural por el que atraviesan deuna u otra forma todas las sociedades, cul podra ser realmente el significa-do del trmino? Aumentaba mi inquietud el hecho de que, tras haber partici-pado en varios cursos de historia y estudios culturales,4 comenc a entender

    que uno de los puntos de deconstruccin del anlisis posmodernista y poses-tructuralista era la metanarrativa del progreso occidental, y que la teoraposmodernista consideraba que la nocin de modernidad como conjunto devalores, discursos y prcticas asociadas con un proyecto ilustrado haba si-do superada por una condicin posmoderna donde tales discursos y prcti-cas ya no son vistos como la base incuestionable de las relaciones sociales enlos mismos centros de la cultura modernista occidental.5

    Por otra parte, los cursos sobre estudios culturales latinoamericanos ynuevos movimientos sociales me hicieron caer en cuenta de que este cuestio-

    namiento de la metanarrativa del progreso, occidentalmente definido, prove-na tambin de grupos subalternos de extraccin tnica no-europea en Amri-ca Latina (y de quienes que teorizaban desde ese punto de vista), junto a laidea de reivindicar historias locales, imaginarios y cosmovisiones, y desafiarel concepto dominante de una evolucin inevitable desde las formas de orga-nizacin social tradicionales a las modernas, donde lo moderno se

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    4. Dentro de la mencin de estudios culturales, tom varios cursos con Catherine Walsh que meimpactaron profundamente.

    5. A pesar de que la modernidad como proyecto incompleto tiene an defensores. Vase,por ejemplo, Jrgen Habermas, La modernidad, un proyecto incompleto, en Hal Foster,edit.,La posmodernidad, Barcelona, Editorial Kairos, 1986.

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    converta en la norma, basada en el modelo de las sociedades industrializadasde Europa y Amrica del Norte.

    El hecho de que la modernidad haba sido por mucho tiempo uno delos principales problemas de la teora social tanto del primer mundo comodel tercer mundo6 se convirti en el centro de atencin de mis estudios. Es-ta preocupacin pareca confirmar el inters inicial que tuve en los estudioslatinoamericanos cuando escrib el ensayo justificativo que deba adjuntar ala aplicacin al programa de maestra sobre lo que era para m la heteroge-neidad cultural de Amrica Latina y el hecho de que, en pases como Ecuador,al parecer no existe consenso en todos los niveles de la sociedad sobre el rum-bo del desarrollo social y econmico, lo cual refleja divisiones tanto tni-

    cas como de clase.Siendo un norteamericano que haba dado por hecho, en buena parte,que la modernidad era el marco para entender mejor mi propia existenciasocial,7 entend que el problema de la modernidad era un medio para refle-xionar sobre la experiencia que estaba viviendo en mi propia reubicacin deNorte Amrica a Sudamrica y sobre el intenso conflicto que observaba enEcuador sobre la cuestin del desarrollo y la modernizacin, consideran-do especialmente el tinte neoliberal que haba tomado el debate.

    Los comentarios de Guillermo Bustos a la primera de una serie de mo-

    nografas mencionadas al inicio de este prefacio hicieron que me preguntarasi acaso no estaba viendo la modernidad desde un punto de vista norteame-ricano (anglosajn). Siguiendo sus recomendaciones, empec a leer ms so-bre posoccidentalismo pero tambin sobre otras perspectivas alrededor de lamodernidad en Amrica Latina.8 Como resultado de esta pesquisa, termin

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    6. Conforme aumentaban las interrogantes sobre la modernidad, se iban problematizando lostrminos primer mundo y tercer mundo.

    7. Estaba al tanto de las corrientes posmodernistas y haba tenido un contacto bastante extensodesde la niez con culturas y prcticas tradicionales nativas de varias etnias de Amrica delNorte (afroamericanos, apalaches blancos, nativos americanos), las cuales entenda implci-tamente como un conjunto de contra-discursos y prcticas contra-hegemnicas con respectoa la sociedad mayoritaria norteamericana (anglosajona, blanca, de clase media), aunque noposea aun el vocabulario para expresar mi comprensin en dichos trminos. Sin embargo,todas estas experiencias solo haban demostrado, en mi opinin, que tales prcticas e imagi-narios, pese a su poder y autenticidad, estaban siendo asimilados por el modernismo o lamodernidad, o an por la posmodernidad, y finalmente no eran utopas viables.

    8. Los distintos puntos de vista me revelaron la marcada polisemia que encerraba el uso del tr-mino modernidad en el contexto latinoamericano y me hicieron problematizar la forma deentender la modernidad en general. Los autores cuyas obras contribuyeron a ello son: Bol-var Echeverra,La modernidad de lo barroco, Mxico, Ediciones Era, 1998; del mismo au-tor,Las ilusiones de la modernidad, 2a. edicin, Quito, Editorial Tramasocial, 2001; Fran-ois-Xavier Guerra,Modernidad e independencias: ensayos sobre las revoluciones hispni-cas, Mxico, Editorial Mapfre, 1992; Julio Ramos,Desencuentros de la modernidad en Am-

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    con la sensacin de que tena una comprensin norteamericana etnocntri-ca de la modernidad, que el trmino modernidad poda ser til para des-cribir una rica variedad de enfoques histricos sobre la organizacin social yla vida cultural, y que, por un buen tiempo, los tericos sociales latinoameri-canos haban venido cuestionando no solo las ideas norteamericanas de lamodernidad en Amrica Latina sino tambin las suyas propias al respecto.

    Primero tuve la idea de poner en dilogo los distintos puntos de vistasobre la modernidad que tenan los escritores latinoamericanos con los quehaba entrado en contacto. Sin embargo, cuando quise plasmar la idea en unplan de tesis, se hizo evidente que careca de una problemtica clara. Me dicuenta entonces de que la me jor manera de abordar mi orientacin cultural

    con respecto al problema de la modernidad y explorar la complejidad del te-ma en el contexto latinoamericano, era investigar de forma crtica la perspec-tiva que asuma el posoccidentalismo sobre la modernidad. Dentro de estemarco de anlisis encontr: 1. el desafo ms directo a mi ingenua compren-sin de la modernidad desde una perspectiva norteamericana, y al mismotiempo, 2. el tratamiento ms complejo de la modernidad en relacin conotras perspectivas modernistas latinoamericanas.

    Por una parte, he tratado de aclarar los que considero elementos clavesdentro de la concepcin posoccidental de la modernidad, y por otra, cues-

    tionar de forma crtica los distintos aspectos de dicha concepcin. Al ser stauna investigacin crtica de lo que considero el ncleo de la deconstruccin yla resignificacin posoccidental de la modernidad, no he podido hacer jus-ticia a la riqueza intelectual ni a la profundidad moral de sus anlisis sobre laherencia colonial. De hecho, puede que en ocasiones mis crticas adolezcanprecisamente del etnocentrismo que la teora posoccidental bien sabe develar.Todo lo que puedo decir en defensa propia es que he tratado de permanecerfiel a mi lugar de enunciacin, como alguien formado dentro de la tradicinintelectual occidental, que, sin embargo, est dispuesto a enfrentar una forma

    diferente de entender el impacto de dicha tradicin en los pueblos no-occiden-tales, desde el punto de vista de un grupo de intelectuales latinoamericanosque han reflexionado profundamente desde ambos lados de la lnea que divi-de el Oeste del Resto,9 una divisin que es quiz ella misma, como sugiereFernando Coronil, una creacin del discurso eurocntrico. Espero que el resul-tado de mi trabajo sirva ms para estrechar la brecha que para ensancharla.

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    rica Latina: literatura y poltica en el siglo XIX, Mxico, Fondo de Cultura Econmica,1989.

    9. Desde la frase The West and the Rest en Samuel P. Huntington, The Clash of Civilizationsand the Remaking of World Order, New York, Touchstone, 1997, p. 183.

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    INTRODUCCIN

    El posoccidentalismo y la problemticade la modernidad en el pensamiento social

    latinoamericano

    1. PERSPECTIVA Y METODOLOGA

    A lo largo de mi investigacin tuve que confrontar no solo mi ingenuaconcepcin de lo que era la modernidad sino el locus de enunciacin unconcepto posestructuralista clave que utiliza la teora posoccidental desde elque llevaba a cabo mi trabajo. Aunque no estaba convencido de que se puedeinferir la perspectiva terica y metodolgica de un individuo a partir de sulugar de enunciacin (o viceversa), acept el hecho de que lo primero nopuede estar completamente separado de lo segundo.

    Al declarar mis supuestos tericos y metodolgicos (y con ellos, su-pongo, mis supuestos ideolgicos), debo dejar en claro que he conservado en

    buena parte mi inclinacin a lo que se podra llamar un modernismo occi-dental en la forma en que he enfocado mi crtica a la teora posoccidental. Enla prctica esto signific que por un lado me abr a la perspectiva deconstruc-cionista que estoy criticando, tomando en cuenta la posibilidad de que lasciencias sociales, tal como se han desarrollado en los ltimos 150 aos, es de-cir, como una exploracin sistemtica de las implicaciones de la moderni-dad, tienen un sesgo eurocntrico que se presta a discursos etnocntrico-co-lonialistas, o por lo menos, sostienen un imaginario del triunfalismo europeoetnocntrico presente desde el inicio de las ciencias sociales como proyecto

    intelectual. Sin embargo, no llegu a convencerme de que toda la trayectoriaintelectual del pensamiento occidental desde el siglo diecisis se pudieraentender mejor como una racionalizacin del colonialismo, o que las cienciassociales, en virtud de sus orgenes histricos o su lugar de enunciacin, eranirrenunciablemente occidentales y eurocntricas.

    De esta manera, mi enfoque metodolgico y terico es de suyo un ti-po de deconstruccionismo, un intento por deconstruir la resignificacin de lamodernidad que veo en la crtica posoccidental. Este enfoque se materia-liz a travs de un anlisis de textos especficos con miras a: 1. aislar lo que

    considero los elementos claves en la crtica posoccidental de la moderni-dad para presentar dichos elementos en forma ms esquemtica e intertex-tual; 2. determinar en general la coherencia de esta crtica; 3. evaluar de for-

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    ma crtica la validez de dicha deconstruccin y resignificacin desde el pun-to de vista de: a) su uso y resignificacin de los trminos claves; b) la medi-da en que dicha resignificacin pueda ofrecer una comprensin de la mo-dernidad ms clara que las significaciones que intenta modificar o reempla-zar; c) la medida en que esta resignificacin sea compatible con ciertos he-chos histricos comnmente aceptados en explicaciones ms convenciona-les de lo que se considera la evolucin del mundo moderno, es decir, lamedida en que el posoccidentalismo es un revisionismo histrico convincen-te capaz de obligar un repensamiento de lo que para muchos es la base fcti-ca de las explicaciones histricas de la modernidad. Por lo tanto, mi perspec-tiva terico-metodolgica es en el fondo analtica, crtica e histrica, aunque

    no sostengo que haya llevado a cabo una contra-crtica histrica exhaustivade las tesis posoccidentalistas. Mi propsito ha sido ms modesto: articularlas razones que tengo para pensar que hay tensiones y aspectos problemti-cos en ese intento de cambiar el significado de la modernidad.

    2. LAS OBRAS ANALIZADAS

    El grupo de autores de los que trata esta investigacin son todos pro-minentes escritores latinoamericanos de universidades de Amrica Latina ylos Estados Unidos. Los autores que constituyen el corpus bsico del presen-te estudio son los siguientes: Santiago Castro-Gmez, Fernando Coronil, En-rique Dussel, Edgardo Lander, Arturo Escobar, Walter Mignolo y Anbal Qui-

    jano. De este grupo, aquellos que se identifican de forma ms clara con el con-cepto de posoccidentalismo son Castro-Gmez, Coronil, Mignolo y Lan-der. Los dems autores plantean diferentes crticas a las formas occidentalesdel pensamiento y la representacin, que ocupan un papel preponderante en

    las teoras del primer grupo y, en algunos casos, han contribuido a la crticaposoccidental con elementos importantes.

    Las obras de las que se ocupa ms directamente esta investigacin sonlas siguientes: 1. una seleccin de un grupo de ensayos publicados en tres re-visiones crticas a finales de los aos noventa: Santiago Castro-Gmez yEduardo Mendieta, coords., Teoras sin disciplina. Latinoamericanismo, pos-colonialidad y globalizacin en debate, Mxico, Editorial Miguel ngel Po-rra, 1998; S. Castro-Gmez, O. Guardiola-Rivera y C. Milln, edits., Pensar(en) los intersticios. Teora y prctica de la crtica poscolonial, Bogot, Co-leccin Pensar / Pontificia Universidad Javeriana, 1999; Edgardo Lander,comp.,La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, BuenosAires, CLACSO, 2000; 2. una coleccin de ensayos titulados The Postmodern

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    Debate in Latin America, editado por John Beverly y Jos Oviedo, Durham,Duke University Press, 1993; 3. dos ensayos mimeografiados que no han si-do publicados pero estn disponibles en Internet, por Mignolo y Quijano, res -pectivamente; 4. selecciones de obras ms extensas de Walter Mignolo y Fer-nando Coronil: Walter Mignolo, The Darker Side of the Renaissance. Lite-racy, Territoriality and Colonization, Ann Arbor, University of MichiganPress, 1995; Walter Mignolo,Historias locales / diseos globales: coloniali-dad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo, Madrid, EdicionesAkal S.A., 2003; Fernando Coronil,El Estado mgico: naturaleza, dinero ymodernidad en Venezuela, Caracas, Editorial Nueva Sociedad, 2002. Lasobras ms extensas no han sido consideradas en toda su complejidad temti-

    ca sino en la medida que presentan argumentos similares a los que ofrecen lasobras ms cortas. La mayor parte de las monografas y libros analizados fue-ron escritos entre 1997 y 2000, con excepcin de dos ensayos importantes deDussel y Quijano que se remontan a la coleccin The Postmodern Debate in

    Latin America.La bibliografa secundaria incluye obras que han servido de base pa-

    ra la presente investigacin en el campo de las teoras de la modernidad (al-gunas de las cuales se citan en el texto) al igual que los trabajos de otros au-tores que figuran en los primeros dos captulos (en particular, Immanuel Wa-

    llerstein, F.H. Cardoso y Arturo Escobar).

    3. EL POSOCCIDENTALISMO DENTRODE LOS ESTUDIOS POSCOLONIALES

    Los autores ms identificados con la crtica posoccidentalista enmar-can su anlisis dentro de la teora poscolonial o la crtica poscolonial, recla-

    mando para la crtica posoccidentalista un tipo de estatus especial con respec-to a la teora poscolonial, como si la crtica posoccidentalista fuera un prole-gmeno, si cabe la palabra, de los estudios poscoloniales. En este sentido,Coronil, Mignolo y Castro-Gmez, en sendos ensayos publicados en un volu-men titulado Teoras sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad yglobalizacin en debate, editado por Castro-Gmez y Eduardo Mendieta,1 co-mentan sobre la idea posoccidental y su relacin con el concepto de Orien-

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    1. Mxico, Editorial Miguel ngel Porra, 1998.

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    talismo de Edward Said, por un lado, y con los estudios subalternos asiti-cos (un componente importante de la crtica poscolonial), por otro.2

    En un ensayo que forma parte de esta coleccin, Castro-Gmez resu-me dicha relacin y, al mismo tiempo, ubica la crtica posoccidental con rela-cin al pensamiento posmodernista. Despus de comentar sobre la caracteri-zacin que hace Mignolo de las ciencias (sociales) modernas como estrate-gias colonialistas de subalternizacin, cmplices de que sea la modernidadun proyecto intrnsecamente colonialista y genocida (y por ende, cmplicesde lo que Mignolo llama, siguiendo a Dussel, los tres grandes genocidios dela modernidad: la destruccin de las culturas amerindias, la esclavizacin delos negros en frica y la matanza de los judos en Europa), Castro-Gmez

    clasifica de la siguiente manera las perspectivas crticas3

    que surgieron paraconfrontar esta complicidad entre modernidad y ciencias sociales, por un la-do, y genocidio y explotacin colonial, por otro:

    Pero, qu ocurre una vez que se quebranta definitivamente el antiguo r-gimen del orden mundial establecido durante la Guerra Fra? Es el momento,nos dice Mignolo, en el que surgen tres tipos de teoras, provenientes de dife-rentes loci de enunciacin, que rebasan epistemolgicamente los legados colo-niales de la modernidad: laposmodernidad, elposcolonialismo y elposocci-dentalismo. Mientras las teoras posmodernas expresan la crisis del proyectomoderno en el corazn mismo de Europa (Foucault, Lyotard, Derrida) y de losEstados Unidos (Jameson), las teoras poscoloniales hacen lo mismo, pero des-de la perspectiva de las colonias que recin lograron su independencia despusde la Segunda Guerra Mundial, como es el caso de la India (Guha, Baba, Spi-vak) y el Medio Oriente (Said).4 Por su parte, las teoras posoccidentales tie-

    18 Jed Schlosberg

    2. Rebasa los lmites de esta introduccin un estudio de la relacin entre posoccidentalismo yestudios subalternos latinoamericanos, aunque dicha relacin puede inferirse, en alguna me-dida, de aquella entre posoccidentalismo y estudios subalternos asiticos que discutimosaqu.

    3. Utilizo la palabra perspectivas en lugar de teoras como respuesta a la lectura que hi-zo Catherine Walsh del primer borrador de este libro, quien pone reparos al uso del trmi-no teora segn se aplica al anlisis posoccidental, aun cuando Castro-Gmez se refierea estos puntos de vista (incluyendo el posoccidentalismo) como teoras en el pasaje cita-do. He decidido utilizar, segn el contexto, los trminos crtica(s), anlisis, perspec-tiva(s), punto(s) de vista, entre otros, en lugar de teora, con el fin de no atribuir alanlisis posoccidental una exhaustividad o un rigor que ni tiene ni pretende tener, conside-rando su orientacin posestructuralista.

    4. En su ensayo de esta coleccin, titulado Posoccidentalismo: el argumento desde AmricaLatina, op. cit., p. 32, Mignolo describe claramente la genealoga de los colonialismos y susteoras con las siguientes palabras: En lo que sigue, intento contribuir a aclarar ciertos tr-minos del debate trayendo a la memoria la nocin de occidentalismo y posoccidentalismo,que es el lugar de enunciacin construido a lo largo de la historia de Amrica Latina para ar-ticular los cambiantes rdenes mundiales y el movimiento de las relaciones coloniales. Des-

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    nen su lugar natural en Amrica Latina, con su ya larga tradicin de fraca-sados proyectos modernizadores. Comn a estos tres tipos de construccin te-rica es su malestar frente al nuevo despliegue tecnolgico de la globalizacin

    a partir de 1945, y su profundo escepticismo frente a lo que Habermas llama-se el proyecto inconcluso de la modernidad.5

    Coronil, en su ensayo en la misma coleccin, aclara la relacin entrela crtica del Orientalismo de Edward Said, como una forma de conoci-miento occidental, y la crtica posoccidental del Occidentalismo. Tras dis-cutir el proyecto de Said la crtica de los estudios orientales como una formaoccidental de representar el Oriente que permite la continuacin de la he-gemona occidental sobre el mundo perifrico no europeo Coronil traza la

    siguiente conexin entre Occidentalismo y Orientalismo:

    Acepto pues la convocatoria de Said de incluir a los orientalistas ennuestro anlisis, pero me referir a stos como occidentalistas para enfatizarque estoy principalmente interesado en las preocupaciones e imgenes del Oc-cidente que informan las representaciones de las sociedades no-occidentales,ya sea que se localicen en el Oriente o en cualquier parte.

    El occidentalismo como lo defino aqu no es la inversin del orientalismosino su condicin de posibilidad, su lado oculto (como en un espejo). Contra-

    rrestar al occidentalismo a travs de una simple inversin sera posible slo enel contexto de relaciones simtricas entre el Yo y el Otro pero entonces,quin sera el Otro? En el contexto de relaciones igualitarias la diferenciano podra ser concebida como Otredad. El estudio de cmo el Otro repre-senta al Occidente es una empresa de por s interesante que pudiera ayudara contrarrestar el poder que tiene el Occidente para hacer circular imgenes delas diferencias entre culturas.6

    En un comentario sobre esta parte del ensayo de Coronil, Mignoloaclara la relacin entre el proceso de alterizacin del Oriente, a partir de las

    La crtica posoccidental y la modernidad 19

    de el bautizo de la Indias Occidentales hasta Amrica Latina (es decir, desde el momentode predominio del colonialismo hispnico hasta el momento de predominio del colonialismofrancs), occidentalizacin y occidentalismo fueron los trminos clave (como lo fue co-lonialismo para referirse al momento de predominio del imperio britnico). De modo que siposcolonialismo calza bien en el discurso de descolonizacin del Commonwealth, posoc-cidentalismo sera la palabra clave para articular el discurso de descolonizacin intelectualdesde los legados del pensamiento en Latinoamrica.

    5. Santiago Castro-Gmez, op. cit., pp. 181-182.6. Ibd., pp. 129-130. Coronil da una explicacin similar en la introduccin (El Estado mgi-

    co y el Occidentalismo) en su libroEl Estado mgico: naturaleza, dinero y modernidad enVenezuela, Caracas, Editorial Nueva Sociedad, 2002. La idea que tiene Coronil de cmo elOccidentalismo crea la otredad se explora con ms detalle en el siguiente apartado.

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    formas occidentales del conocimiento, criticadas por Said, y la crtica del Oc-cidentalismo, en los trminos que sigue:

    El articulo de Coronil destaca, en primer lugar, la persistencia de las estra-tegias del discurso colonial y de la modernidad para construir una mismidad(Occidente) que aparece como construccin de la otredad (Oriente, TercerMundo, barbarie, subdesarrollo, etctera). Partiendo de la construccin delorientalismo analizada por Said (1986), Coronil se plantea examinar no laconstruccin del Oriente, sino la nocin misma de Occidente en la creacin oc-cidental del orientalismo.7

    En otras palabras, el Orientalismo est asimilado al Occidentalismo,

    entendido ste como una tendencia globalmente etnocntrica de alterizar to-das las formas de cultura no-europeas en otras, por medio de la hegemonaoccidental en cuanto a las epistemologas y los sistemas de valores.

    Una aclaracin final sobre estas interrelaciones tericas se encuentraen otro ensayo de Mignolo8 donde afirma que

    La reflexin crtica sobre el colonialismo (occidentalismo, orientalismo)no afecta solo a los pases del Tercer Mundo, sino a todo el planeta Si la re-flexin crtica sobre el colonialismo y los legados coloniales hoy se debe lla-

    mar poscolonialismo me importa, en realidad, poco. En cuanto a cuestin denombres, tiendo cada vez ms a hablar de posoccidentalismo, puesto que la oc-cidentalizacin es la preocupacin que se registra en las Amricas[L]o queen general se entiende por posoccidentalismo, posorientalismo, poscolonialis-mo es una formacin especfica del proyecto, ms amplio, de reflexin sobrelos legados coloniales.9

    Ampliando este punto, Mignolo seala el hecho de que los principalestericos de los estudios subalternos asiticos, como Dipash Chakrabarty, re-

    conocen que stos implican un estudio general de la subalternidad, una his-toriografa subalterna, como disciplina, dependiente de la historiografa hege-mnica institucionalizada en la modernidad occidental (del atlntico nor-te);10 lo que significa que los estudios subalternos asiticos se pueden consi-derar una crtica especfica de ese Occidentalismo impuesto primero a Am-rica y, solo ms tarde, impuesto por los britnicos a las colonias asiticas. Porotra parte,

    20 Jed Schlosberg

    7. Ibd., p. 48.8. Espacios geogrficos y localizaciones epistemolgicas: la ratio entre la localizacin geogr-

    fica y la subalternizacin de conocimientos, ensayo mimeografiado no publicado, 1998.9. Ibd., p. 1.10. Ibd., p. 7.

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    En Amrica Latina es posible plantear un problemacon respecto al occi-dentalismo y de la razn posoccidental [parecido a la razn posoriental], te-niendo en cuenta claro que el occidentalismo, por un lado, no es el reverso del

    orientalismo sino su condicin de posibilidad y, por otro, que Amrica Latinase construye histricamente no como Oriente sino como el margen de Occi-dente.11

    Utilizando algunas de las palabras de Coronil, Mignolo afirma el esta-tus del posoccidentalismo como un tipo de prolegmeno a otros estudios pos -coloniales, debido a que su atencin gira en torno a formas de colonialismohistricamente anteriores (en las Amricas), al tiempo que aade otra idea aesta genealoga de los poscolonialismos: a saber, que la dicotoma Occiden-

    te-Oriente, criticada por Said, no se aplica a la colonizacin de las Amricas,pues stas nunca fueron vistas desde la perspectiva del imaginario geocultu-ral europeo como un Oriente en polaridad con Europa que gozaba encierto sentido de la misma importancia y estatus. Cuando se supo que, al des-cubrir Amrica, Coln no haba encontrado una nueva ruta hacia Oriente, lasAmricas fueron consideradas una extensin de Occidente las Indias Occi-dentales. De esta manera,

    Las Amricas, contrario a Asia y a India fueron, desde 1500, el lugar de la

    extensin del Oeste Europeo: las Amricas no se configuraron como Amrica,sino como los Indias Occidentales y cundo Amrica comenz a reemplazar elnombre originario cuando Espaa caa, los imperios al norte de los Pirineossuban, y Amrica del Norte emerga bien pronto se nombr todo un hemis-ferio, el hemisferio occidental. Asia y parte de frica, en cambio, pasaron aconstituir el hemisferio oriental como fundacin de lo que Edward Said (Said,1978), describi y explic como Orientalismo.12

    De estas citas podemos inferir que el posoccidentalismo reclama un

    complejo parentesco con otras formas de poscolonialismo (estudios subalter-nos, crtica del orientalismo, etc.) pero tambin cierta prioridad histrica con

    La crtica posoccidental y la modernidad 21

    11. Ibd., p. 7.12. Ibd., p. 9. Esta idea se encuentra igualmente enHistorias locales / diseos globales: colo-

    nialidad, conocimientos subalternos y pensamiento fronterizo, Madrid, Ediciones Akal S.A.,2003. El occidentalismo fue la figura geopoltica que tram el imaginario del sistema-mundo moderno/colonial. Como tal, tambin era la condicin de la emergencia del orienta-lismo: no puede existir un Oriente, como alteridad, sin Occidente como mismidad. Precisa-mente por este motivo, las Amricas, a diferencia de Asia y frica, no representan la dife-rencia con respecto a Europa sino su extensin. Op. cit., p. 113. Y ms adelante, en una cr-tica a Said: sin occidentalismo no hay orientalismo, y las colonias mayores, ms ricas y an-tiguas [de Europa] no estn en Oriente, sino en Occidente: las Indias Occidentales y des-pus las Amricas.Ibd., p. 120.

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    respecto a dichas crticas, en la medida en que el posoccidentalismo toma co-mo punto de partida el imaginario del eurocentrismo frente a su primer otrocolonial, Amrica, y una historia de quinientos aos de dominacin colonialy neocolonial de amerindios y afroamericanos subalternizados.

    Por ltimo, otro autor de la coleccin de ensayos antes citada,13 que nofigura entre el grupo de pensadores que constituye el centro de atencin de es-te trabajo, ofrece una definicin de latinoamericanismo poscolonial que, sibien no lo identifica explcitamente como posoccidentalismo, puede ayudar-nos a ubicarlo con respecto a otras formas de la teora social latinoamericana.Este autor hace el siguiente comentario:

    [E]l latinoamericanismo poscolonial se autoconcibe como prctica epis-tmica antiglobal orientada hacia la articulacin y/o produposibilidad [sic?] decontraimgenes latinoamericanistas respecto del latinoamericanismo histrica-mente constituido. En ellas el latinoamericanismo intenta constituirse comoinstancia terica antiglobal, en oposicin a las formaciones imperiales de co-nocimiento que han acompaado el movimiento del capital hacia la saturacinuniversal en la globalizacin.14

    En la medida en que el posoccidentalismo es una forma de latinoame-ricanismo, es tambin un latinoamericanismo crtico que trata de concebir la

    experiencia latinoamericana de modo tal que las posibilidades de una trans-formacin radical de la relacin entre Amrica Latina y la economa/geocul-tura globalizada al menos puedan ser imaginadas desde la perspectiva de lashistorias culturales de sus grupos subalternos.

    4. EL NCLEO DE LA CRTICA POSOCCIDENTALDEL OCCIDENTALISMO Y EL PROBLEMA CENTRALDE LA INVESTIGACIN

    El problema general de la investigacin tiene que ver con la importan-cia y alcance de la crtica de la modernidad en un grupo de obras que ha-cen del concepto de posoccidentalismo la directriz de su crtica, en la me-dida en que dicha crtica aparece relacionada con el debate, en torno a la re-lacin histrica entre Amrica Latina, como regin multicultural y estructu-

    22 Jed Schlosberg

    13. Teoras sin disciplina, op. cit.14. Alberto Moreiras, Fragmentos globales: latinoamericanismo de segundo orden, ibd., p. 62.

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    ralmente heterognea, y las sociedades industriales (cada vez ms posindus-triales) de Europa y Amrica del Norte.

    Quien lea esta introduccin y no est familiarizado con obras del posoc-cidentalismo, bien podra preguntarse la forma en que este grupo de escritoresentiende la idea de Occidentalismo como aquello que debe trascender haciaun pos.15 El siguiente pasaje de un ensayo de Fernando Coronil titulado Masall del occidentalismo: hacia categoras geohistricas no-imperialistas resu-

    La crtica posoccidental y la modernidad 23

    15. Al justificar la introduccin de un nuevo pos, Walter Mignolo reconoce que su uso y elde otros autores del posoccidentalismo proviene de un ensayo de Roberto Fernndez Re-

    tamar publicado en 1976. Agregar un pos ms a la plyade ya existente quizs suene co-mo una invitacin al cansancio. Sin embargo, este aparente nuevo pos no es tan nuevo. Ro-berto Fernndez Retamar acudi a l en 1976, cuando public uno de sus artculos clsicos,Nuestra Amrica y Occidente [en Casa de las Amricas, 98, 1976]. La deuda con Fernn-dez Retamar tiene importancia en cuanto la idea de Fernndez Retamar de que el estableci-miento de una hegemona neocolonial por parte de los Estados Unidos en 1898 revela queAmrica Latina como regin (en especial sus grupos tnicos no europeos, a quienes Fernn-dez Retamar considera los latinoamericanos verdaderos [Mignolo]) ha estado sujeta a laoccidentalizacin y no simplemente a la colonizacin. En opinin de Mignolo: Paralos pensadores en Amrica Latina, el cruce y superposicin de poderes imperiales se conci-bi no tanto en trminos de colonizacin sino de occidentalizacin. Es por esta razn que

    posoccidentalismo (en vez de posmodernismo y poscolonialismo) es una palabra que en-cuentra su lugar natural en la trayectoria del pensamiento en Amrica Latina, as comoposmodernismo y poscolonialismo lo encuentran en Europa, los Estados Unidos y en lasex colonias britnicas, respectivamente. W. Mignolo, Posoccidentalismo: el argumentodesde Amrica Latina, en Teoras sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad yglobalizacin en debate, op. cit., pp. 32, 33. Las diferencias entre Mignolo y Fernndez Re-tamar con respecto al uso del trmino, en el contexto del ensayo antes citado, son interesan-tes pero no pertinentes para nuestra investigacin, excepto en la medida que demuestran queFernndez Retamar es una figura clave en la transicin de las crticas histrico-estructuralesdel eurocentrismo de la teora de la dependencia (vase captulo 1) a las crticas culturales-posestructurales del posoccidentalismo y de otras corrientes en la teora social de Amrica

    Latina. Mignolo critica la ecuacin que traza Fernndez Retamar entre lo posoccidental yel Marxismo, pues Mignolo ve a este ltimo como una crtica occidental del Occidentalis-mo, de forma muy parecida al posmodernismo. La combinacin en Fernndez Retamar deuna aguda mirada a la subalternidad cultural no europea en Amrica Latina con la idea deque el marxismo podra articular adecuadamente las reivindicaciones de los amerindios yafroamericanos, nos deja con la impresin de que su concepcin del posoccidentalismo re-presenta una transicin clave entre las problematizaciones estructuralistas y posestructuralis-tas-culturalistas de las asimetras de poder entre Europa / Amrica del Norte y los pueblos deAmrica Latina. Si bien el posoccidentalismo de Mignolo comparte en buena medida la cr-tica cultural del eurocentrismo de Fernndez Retamar, quiere al mismo tiempo demarcar unacomprensin posmarxista de la subalternidad. Tambin es preciso sealar que Mignolo, sibien comparte el nfasis de Fernndez Retamar en la importancia geopoltica del surgimien-to de los Estados Unidos como un poder neocolonial en 1898 (y como el poder hegemnicodespus de la Segunda Guerra Mundial), cree que dicha importancia se debe por completo ala amplia trayectoria del sistema-mundo moderno/colonial que se remonta al siglo XVI y uti-

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    me perspicazmente lo que estos autores consideran los modos occidentales,esencialmente problemticos, de representar la realidad:

    Lo que caracteriza al occidentalismo, tal como lo defino aqu, no es quemoviliza a las representaciones estereotipadas de sociedades no-occidentales,ya que la jerarquizacin etnocntrica de diferencias no es privilegio exclusivodel mundo occidental, sino que dicho privilegio est ntimamente conectadocon el despliegue del poder global del occidente

    Desde mi punto de vista, el occidentalismo es inseparable de la hegemo-na del Occidente, no slo porque como forma de conocimiento es una expre-sin de su poder, sino porque establece lazos especficos entre el saber y el po-der en el occidente. El occidentalismo es pues la expresin de una relacin

    constitutiva entre las representaciones occidentales de las diferencias cultura-les y la dominacin mundial del Occidente[P]or occidentalismo aludo al conjunto de prcticas representacionales que

    participan en la produccin de concepciones del mundo las cuales:1. Separan los componentes del mundo en unidades aisladas;2. desligan historias relacionadas entre s;3. transforman la diferencia en jerarqua;4. naturalizan dichas representaciones; y por lo tanto5. intervienen, aunque inadvertidamente, en la reproduccin de las rela-

    ciones asimtricas de poder existentes.16

    La problematizacin de la modernidad en el anlisis posoccidental alparecer se basa en esta idea de que las formas occidentales de representacincrean alteridad a partir de la diferencia y jerarquizan la alteridad representada(ocupando la europeidad el escaln ms alto de la jerarqua), convirtindo-se estas diferencias jerrquicas en la justificacin epistemolgica de relacio-nes asimtricas de poder entre europeos y no europeos en la construccin so-cial, econmica y cultural del mundo moderno.

    24 Jed Schlosberg

    liza la idea de la crtica posoccidental para establecer la modernidad en su fase hispanoa-mericana. Desde esta perspectiva, le hegemona colonial de los Estados Unidos es parte deuna genealoga de mucho mayor duracin (longue dure) de la colonialidad occidental. Es-ta idea se discute en detalle en el captulo 1.

    16. Fernando Coronil, Ms all del occidentalismo: hacia categoras geohistricas no-imperia-listas, en Teoras sin disciplina, op. cit., pp. 130-132. EnHistorias locales / diseos globa-les, Mignolo sigue este anlisis de Coronil cuando afirma que: Si el racismo es la matrizque permea todos los dominios del imaginario del sistema-mundo moderno/colonial [vase

    la discusin de colonialidad ms adelante: JS], el occidentalismo es la metfora omnicom-prensiva en torno a la que se constituyen y reconstituyen las diferencias coloniales a travsde las numerosas manos por las que ha pasado la historia del capitalismo y las ideologascambiantes causadas por los conflictos imperiales, op. cit., p. 73.

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    De esta manera, la oposicin binaria entre lo tradicional y lo mo-derno, tan valiosa para la sociologa occidental,17 es considerada un caso es-pecial de diferencia jerrquica, desde el punto de vista posoccidental, y desa-creditada de antemano como categora emprica capaz de producir hiptesiscomprobables sobre la experiencia concreta.18 Si el occidente crea losotros (orientaliza en palabras de Said) como inferiores, menoresque, etc., entonces cualquier categora que utilice para expresar esta bifurca-cin lleva la mcula de un dualismo a priori entre el yo (europeo) y el otro noeuropeo.19 Por lo tanto, la modernidad como una de esas categoras aso-ciada con la mismidad (europea), lo que denomina Coronil el Yo tiene lafuncin esencial de establecer una jerarqua de diferencia entre esa mismidad

    europea y el Otro. En esta modalidad de representacin, las culturas occiden-tales y no-occidentales aparecen como entidades radicalmente opuestas y suoposicin se resuelve por la absorcin de los pueblos no occidentales en Oc-cidente triunfante y expansivo.20

    En la medida en que la crtica poscolonial logra identificar la moder-nidad como una categora de las ciencias sociales, una de cuyas funciones(su funcin ms importante, desde el punto de vista del posoccidentalismo,

    La crtica posoccidental y la modernidad 25

    17. Utilizo el adjetivo occidental con la sociologa como lo hago en otro lugar con las cien-cias sociales, no para sugerir que existe otra sociologa u otras ciencias sociales que no sonoccidentales, sino para subrayar el hecho de que, dentro del posoccidentalismo, las cienciassociales a menudo se caracterizan de tal forma que recalcan la insistencia posoccidental enel etnocentrismo de la epistemologa metropolitana.

    18. De igual manera, el estructuralismo latinoamericano y la teora de la dependencia critican eldualismo de la distincin tradicional-moderno en la teora de la modernizacin, conside-rndola una imposicin a priori (con un sesgo etnocntrico) sobre la realidad histrica con-creta de la sociedad latinoamericana ms que una teora vlida a la que se llega inductiva-mente a partir de datos empricos o una hiptesis capaz de verificacin emprica.

    19. Ntese, sin embargo, que la distincin tradicional-moderno se utiliza en la sociologa de

    la modernidad para diferenciar entre las etapas de evolucin dentro del mismo desarrolloeuropeo y, por lo tanto, no es ipso facto una distincin eurocntrica. Adems, las obras delposoccidentalismo en ocasiones recurren a esta distincin, como en el siguiente pasaje deCastro-Gmez: Mientras que en sociedades tradicionales las relaciones intersubjetivas seencontraban ancladas en un espacio (aqu) y un tiempo (ahora) coincidentes, en las socie-dades afectadas por la modernidad se produce un reordenamiento de la vida social en nue-vas combinaciones espacio-temporales. Latinoamericanismo, modernidad, globaliza-cin: prolegmenos a una crtica poscolonial de la razn, en Teoras sin disciplina, op.cit., p. 192. En este sentido, puede resultar errneo considerar la sociologa occidentalcomo una sociologa eurocntrica con respecto a algunas de sus conceptualizacionesms importantes. Por lo dems, no est claro de ningn modo que podamos prescindir de

    distinciones tales como moderno y tradicional, aunque debemos ser muy cautelososen la manera cmo las entendemos y aplicamos.

    20. Coronil, Ms all del occidentalismo: hacia categoras geohistricas no-imperialistas, enTeoras sin disciplina, op. cit., pp. 132-133.

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    aunque la crtica posoccidentalista s reconoce que esta funcin a menudo es-t escondida precisamente de aquellos que practican las formas occidenta-les de representar la realidad y al otro) es ocultar un modelo dualista y je-rrquico de conocimiento/poder detrs de la mscara de la objetividad cien-tfica, tambin logra cuestionar seriamente todo intento de ver la moderni-dad como una categora sociohistrica constitutiva o incluso descriptiva dela experiencia humana en un sentido universal y/u objetivo. La modernidadcomo concepto se revela ideolgica, es decir, inseparable de una lgica de po-der y dominacin.

    Por lo tanto, he formulado las preguntas centrales de la investigacinde la siguiente manera: cules son los supuestos y estrategias que estn de-

    trs de la crtica posoccidental del concepto de modernidad?21

    En qu me-dida esta crtica logra deconstruir la modernidad como un trmino que, adiferencia de su significado convencional, se refiere a un conjunto histrica-mente articulado de discursos cuyo propsito subyacente ha sido justificar lahegemona europea y norteamericana y las asimetras estructurales frente a lasperiferias del sistema-mundo capitalista, en base a un patrn de depreciaciny explotacin, en trminos raciales, de los pueblos no europeos?

    Mientras exploraba las posibles respuestas a estas preguntas, me pare-ci que la teora posoccidental haca afirmaciones totalizantes y reduccionis-

    tas en la forma de interpretar la modernidad como un concepto sociohist-rico, lo cual parece ir ms all de anlisis posoccidentales concretos de cone-xiones especficas entre discursos modernistas y coloniales, pero tambin msall de un intento por establecer unparalelismo entre la modernidad capita-lista como sistema-mundo y el colonialismo como conjunto de prcticas his-tricas.

    La idea de que existen mltiples conexiones entre los discursos mo-dernistas y los discursos colonialistas, que los anlisis posoccidentales ex-plican en buena medida aquellas conexiones, y que la existencia de stas ha-

    ce plausible, al menos a primera vista, la afirmacin de que la modernidadcomo discurso y como fenmeno sociohistrico no puede estar divorciada desu articulacin en contextos coloniales, me parece del todo posible. Sin em-bargo, lo que me interes fue el hecho de que la teora posoccidental al pare-cer consideraba la trayectoria completa de la modernidad fundamentalmentecomo un proyecto colonialista (la tendencia totalizante que observ en eldiscurso possocidental) y tena la intencin de eliminar, o al menos suprimir,otros significados relacionados con el significado de la modernidad (la

    26 Jed Schlosberg

    21. Donde modernidad significa no solo un imaginario mediante el cual el Sujeto europeoconstruye al Otro no europeo sino tambin una nocin fundamental en las ciencias socialesoccidentales que busca referirse a un conjunto de hechos histricos objetivos.

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    tendencia reduccionista que observ en la teora posoccidental). All habrade encontrar el centro de inters de mi investigacin.

    En otras palabras, lo que investigaba no eran los nexos entre la mo-dernidad, como concepto sociohistrico utilizado en anlisis cientficos so-ciales e histricos con una orientacin occidental, y el colonialismo, como undiscurso y una prctica. De estos nexos se ocupan, en mi opinin, los estudiosde caso del poscolonialismo y la subalternidad. Tampoco me propona evaluarla tesis de que la modernidad y el colonialismo son dos conceptos socio-histricos con races y articulaciones histricas comunes. Lo que quera inda-gar era ms bien la insistencia, en los niveles ms tericos del discurso posoc-cidental, a deconstruir y resignificar completamente el termino modernidad

    para convertirlo en herramienta de la crtica poscolonial y, al mismo tiempo,restarle crdito como concepto emprico descriptivo de las ciencias sociales.22

    Desde este punto de vista las ciencias sociales, basadas en buena medida enla idea de la modernidad como un momento decisivo en la trayectoria del de-sarrollo europeo,23 se reduciran al estatus de ideologa del Occidentalismo,teniendo en la modernidad su concepto ideolgico bsico (sin considerar laintencin consciente de los mismos cientistas sociales, en cuanto no han lo-grado descolonizar su forma de pensar).

    La crtica posoccidental y la modernidad 27

    22. Supongo que la teora de la dependencia ya desenmascar las pretensiones normativas quese escondan tras de las proposiciones empricas de la teora de la modernizacin, y quedemostr que lo que pretenda ser una teora emprica de la evolucin de todas las socieda-des histricas, sin considerar su insercin contempornea en el sistema internacional, era enrealidad la imposicin ahistrica de cierta norma la sociedad industrial occidental segnse manifiesta en Europa Occidental y los Estados Unidos a determinadas sociedades nacio-nales que en la actualidad, por razones histricas evidentes, no pudieron seguir el modelo dela industrializacin occidental. Sin embargo, al haber desenmascarado las pretensiones nor-mativas de la teora de la modernizacin, en mi opinin, los tericos de la dependencia nocreyeron haber agotado el contenido emprico del concepto modernidad, habindolo vuel-to irrelevante para cualquier descripcin social, histrica y cultural de las sociedades latinoa-mericanas, por poner un ejemplo. Este paso adicional, tal como lo veo, es, en buena medida,parte del intento de la crtica posoccidental.

    23. Immanuel Wallerstein ha asegurado que la gran lnea divisoria que es la creacin delmundo moderno ocupa el centro de las teoras contemporneas de las ciencias sociales eincluso del siglo diecinueve.El moderno sistema mundial: la agricultura capitalista y losorgenes de la economa-mundo europea en el siglo XVI, Madrid, Siglo Veintiuno de Espa-a Editores, 1979, p. 3.

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    5. LOS PILARES TERICOS DE LA RESIGNIFICACINOCCIDENTAL DE LA MODERNIDAD

    El sistema-mundo moderno y el posoccidentalismo

    Tal como entiendo la modernidad, desde el punto de vista posocci-dental, es un trmino complejo que, al menos para los fines de este anlisis,puede dividirse provisionalmente en los siguientes elementos: 1. un perodode larga duracin (long dure, Braudel), desde finales del siglo XV hasta elpresente; 2. un proyecto geopoltico, geocultural y geoeconmico de expan-

    sin europea que desemboca en la creacin de un sistema-mundo (Wallers-tein), que incorpora o busca incorporar a todas las regiones y a todos los pue-blos del planeta en relaciones asimtricas con Europa (especialmente Europaoccidental) como centro metropolitano de dicho sistema; 3. un rgimen deverdad(Foucault), donde se ha producido el conocimiento con el fin de justi-ficar, al menos en parte, las relaciones asimtricas de poder entre colonizado-res (europeos) y colonizados (no europeos), construyendo dicho conocimien-to sus objetos, estrategias e ideologas de dominacin de acuerdo con un ima-ginario eurocntrico de la superioridad cultural e intelectual sobre los otros

    no europeos, sobre la base de criterios racistas y culturalistas.La crtica posoccidental puede ser vista, entre otras cosas, como unanlisis de la forma en que estos tres elementos dos estructurales y un dis-cursivo se entrelazan histricamente (hasta el da de hoy) en una realidad es-tructural-discursiva que el mundo ha llegado a entender como modernidad.Sin embargo, este esquema de la problemtica posoccidental de la moderni-dad debe estar matizado con la idea de que al reinterpretar el sistema-mun-do en trminos de una lgica discursiva posestructuralista hace difcil man-tener una clara distincin entre los aspectos estructurales y los aspectos pro-

    piamente simblicos o semiticos de la modernidad. Este punto se ir acla-rando a lo largo de ste y los siguientes apartados.

    Los primeros dos aspectos se basan en la teora de los sistemas mundoenunciada por Immanuel Wallerstein y otros, y en la historiografa estructuralpropuesta por Fernand Braudel, tal como les aplica el posoccidentalismo a lasprimeras etapas (ibricas/atlnticas) de la expansin mercantilista-capitalista,al encuentro entre los aborgenes americanos y los europeos, y a la posteriorconquista ibrica generada por la expansin europea.

    La teora neomarxista estructuralista del capitalismo de Wallersteinparte de la nocin braudeliana de largo perodo (longue dure), dentro delcual distingue varias fases hegemnicas en la articulacin de la economamundial capitalista, sin alterar con ello el perodo en s mismo. Esto se debe

    28 Jed Schlosberg

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    a que Wallerstein tiene una visin sistmica del capitalismo y significa quemientras permanezcan intactas las interacciones y los objetivos fundamenta-les del sistema, la articulacin histrica de una fase hegemnica ibrica, auna holandesa, a una inglesa y a una norteamericana a travs de las cualesel centro del sistema cambia de foco geopo ltico pero no de relacin fun-cional-estructural con las periferias del sistema (que asimismo siguen evolu-cionando y desplazndose) puede considerarse como el largo perodo (lon-gue dure) del sistema. La etapa finaliza solo cuando el sistema deja de fun-cionar. En otras palabras, los cambios en la geopoltica y los ciclos econmi-cos seculares del sistema son sus fases coyunturales, pero la base funda-mental de sus expresiones geopolticas la interminable acumulacin de ca-

    pital constituye la lgica y la di nmica del sistema, cuyos componentesfuncionales evolucionan a travs de varias fases (mercantilista, comercial, fi-nanciera) y de las fluctuaciones de los ciclos econmicos, sin alterar su basefundamental.

    De esta manera, parece que Wallerstein interpreta el perodo de largaduracin de Braudel en trminos economicistas, en cuanto su articulacinpo-ltica se relaciona como superestructura con su dinmica bsicamente econ-mica; y en cuanto la sociologa de la sociedad moderna de Wallerstein tomacomo unidad de anlisis el sistema-mundo capitalista de relaciones de produc-

    cin y distribucin, es decir, la economa capitalista mundial:

    Asumo que existe un sistema histrico singular concreto que llamar laeconoma-mundo capitalista, cuyos lmites temporales van desde el largo si-glo diecisis hasta el presente. Sus fronteras espaciales originalmente incluanEuropa (o la mayora parte de ella) ms Iberoamrica pero ms tarde se expan-dieron hasta cubrir todo el planeta. Asumo que esta totalidad es un sistema, loque significa que ha sido relativamente autnomo con respecto a fuerzas ex-ternas, o dicho de otro modo, que sus patrones se pueden explicar en buenamedida a partir de su dinmica interna. Asumo que se trata de un sistema his-trico, es decir, un sistema que surgi en una poca, que se ha desarrollado yque algn da dejar de existir (por desintegracin o transformacin funda-mental). Asumo, por ltimo, que es la dinmica del sistema en si mismo la queexplica sus caractersticas histricas cambiantes. De aqu que, en cuanto siste-ma, tenga estructuras y stas se manifiesten en ritmos cclicos, es decir, meca-nismos que reflejan y aseguran patrones repetitivos. Pero en la medida en queeste sistema es histrico, ningn movimiento rtmico retorna devuelve jamsal sistema a un punto de equilibrio sino que lo mueve a lo largo de varios con-tinuos que pueden denominarse las tendencias seculares del sistema. Estas ten-

    dencias culminaran en la imposibilidad de contener ms reparaciones de lasdislocaciones estructuradas por los mecanismos restauradoresA estas premisas metodolgicas o metafsicas, debo aadir otras relativas

    a las operaciones de la economa-mundo capitalista. Su modo de produccin

    La crtica posoccidental y la modernidad 29

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    es capitalista, lo que significa que se basa en una acumulacin ilimitada de ca-pital. Su estructura es una divisin social del trabajo de tipo axial, con una ten-sin entre el centro y la periferia producida por la desigualdad de los intercam-

    bios entre ambas. La superestructura poltica de este sistema es un conjunto deestados soberanos definidos y limitados por su pertenencia a una red o sistemainterestatal. Las directrices operativas de este sistema interestatal incluyen elllamado equilibrio de poder, mecanismo destinado a asegurar que ningn esta-do por s solo tenga la capacidad de transformar este sistema interestatal en unimperio-mundo cuyas fronteras coincidiran con las de la divisin axial del tra-bajo.24

    A partir de este concepto estructural-funcional-histrico del sistema-

    mundo capitalista (que Wallerstein identifica con el sistema-mundo moder-no, como veremos ms adelante), el posoccidentalismo procede a desarrollarun anlisis discursivo de la modernidad.25

    Basado en la reformulacin de la teora de los sistemas mundo de Wa-llerstein y Anbal Quijano (vase nota 26), el posoccidentalismo asume a ni-vel emprico que un sistema-mundo capitalista surgi precisamente con laconquista ibrica de las Amricas, es decir, cuando se estableci el negociotrasatlntico y la insercin de las Amricas, como su principal zona perifri-ca, en este sistema-mundo (mercantilista/capitalista), donde Europa Ibrica

    era el ncleo del sistema en la primera etapa de la expansin europea hacia el

    30 Jed Schlosberg

    24. Immanuel Wallerstein, The Three Instances of Hegemony in the History of the CapitalistWorld Economy, en The Politics of the World Economy: The States, the Movements and theCivilizations, Cambridge, Cambridge University Press, 1985, pp. 37-38.

    25. Quiz sea necesario sealar que mi anlisis no pretende equiparar la visin posoccidentalis-ta del mundo moderno (es decir su versin del sistema-mundo moderno) con el siste-ma-mundo moderno tal como lo entiende Wallerstein. Como explico ms adelante, el an-

    lisis posoccidental que hace Mignolo de la modernidad y que comparten otros escritoresque constituyen el corpus central de esta investigacin introduce una modificacin clave delconcepto de sistema-mundo moderno que, segn Mignolo, tambin Wallerstein terminaadoptando, al menos en parte. (Ver nota siguiente). Sin embargo, vale la pena citar la obrareciente de Mignolo,Historias locales / diseos globales: colonialidad, conocimientos su -balternos y pensamiento fronterizo, op. cit., en el afn de recalcar la importancia central delconcepto fundamental de Wallerstein para el anlisis posoccidental: [P]arto del modeloo metfora del sistema-mundo moderno. Comopunto de partida simplifica mi anlisis: la co-nexin del Mediterrneo con el Atlntico a travs de un nuevo circuito comercial en el sigloXVI asienta las bases tanto de la modernidad como de la colonialidad. Op. cit., p. 113. Heaadido las cursivas para dejar en claro que la crtica posoccidental de la modernidad se ba-

    sa o tiene como punto de partida, el anlisis estructural que hace Wallerstein del perodo delarga duracin del sistema-mundo moderno. La tendencia de Mignolo a considerarlo met-fora, aqu y en otros lugares, me parece consistente con su reformulacin del anlisis estruc-turalista de Wallerstein en trminos posestructuralistas. (Vase ms adelante).

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    nuevo mundo.26 Todos los desarrollos posteriores dentro de este sistema-mundo se consideran dependientes de esta primera etapa colonial, que cons-tituye su base en la medida que cada una de las etapas subsiguientes evolucio-na de acuerdo con la lgica de dominacin y explotacin establecida al inicio.

    La reformulacin del sistema-mundo moderno de modo que impli-que una relacin colonial con las Amricas y un nuevo imaginario del hemis-ferio occidental con la apertura de las rutas comerciales trasatlnticas y latransmutacin del sistema-mundo moderno en el sistema-mundo moder-no/colonial es un desplazamiento terico clave en la crtica posoccidental.Sin embargo, no es solamente un cambio en trminos geohistricos, aunqueas lo pudo haber visto Wallerstein cuando escribi su artculo con Quijano.

    Es tambin el cambio de una perspectiva estructuralista a otra posestructura-lista/poscolonial/cultural, donde no se puede entender la lgica del sistemaexclusiva o principalmente en trminos de la estructura de la relacin econ-mica centro-periferia. En palabras de Mignolo:

    Existenvarias diferencias que me gustara subrayar entre la terminologay los supuestos del modelo o metfora del sistema mundo moderno y mi pro-pia concepcin del sistema mundo moderno/colonialEn primer lugar, conci-bo el sistema en trminos de fronteras internas y externas en lugar de centros,semiperiferias, periferias. Las fronteras internas y externas no son [entidades]

    La crtica posoccidental y la modernidad 31

    26. Si bien fue emprendido por los pensadores posoccidentales, este cambio tambin fue el re-sultado de la colaboracin entre el mismo Immanuel Wallerstein y Anbal Quijano, coauto-res de un artculo aparecido en 1992 bajo el ttulo Americaneity as a Concept, or the Ame-ricas in the Modern World System,International Social Sciences Journal, No. 134. En es-te artculo, Wallerstein, cuyas primeras teoras conservaban cierto eurocentrismo desde laperspectiva posoccidentalista, reconoci plenamente la interdependencia estructural entre elcapitalismo europeo y las Amricas como construccin geohistrica. Walter Mignolo citaeste artculo en La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el hori-zonte colonial de la modernidad, en Edgardo Lander, comp.,La colonialidad del saber: eu-rocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, CLACSO,2000, pp. 57-58: Quijano y Wallerstein (1992) ofrecen un marco en el cual compren-der la importancia de la idea de hemisferio occidental en el imaginario del mundo moder-no/colonial a partir de principios del siglo XIX: El sistema-mundo moderno naci a lo lar-go del siglo XVI. Las Amricas como construccin geosocial nacieron a lo largo del sigloXVI. La creacin de esta entidad geosocial, las Amricas, fue el acto constitutivo del siste-ma-mundo moderno. Las Amricas no fueron incorporadas a una economa mundo capitalis-ta ya existente, pues no poda haber una economa mundo capitalista sin las Amricas (1992:449). Para Mignolo, lo esencial no es, desde un punto de vista estructuralista, si el capita-lismo mundial pudo haber existido o no sin las riquezas de las minas y de las plantacionesde las Amricas, sino el hecho de que la economa capitalista cambi de rumbo y aceler el

    proceso con la emergencia del circuito comercial del Atlntico, y lo que es ms crucial anpara la resignificacin posoccidental de la modernidad, a partir de ese momento, del mo-mento de emergencia y consolidacin del circuito comercial del Atlntico, ya no es posibleconcebir la modernidad sin la colonialidad. Op. cit., p. 58.

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    discretas sino que se trata de momentos de un continuum en la expansin co-lonial y en los cambios de las hegemonas imperiales nacionales. La emergen-cia de un nuevo circuito comercial centrado en el Atlntico, que incluye tanto

    a Espaa como sus dominios en Amrica y las Filipinas, es uno de los cambiosbsicos que origin un nuevo imaginarioLas fronteras asientan en el imagi-nario del sistema-mundo moderno/colonial otra lgica, una lgica que no es

    de carcter territorial, basada en centros, semiperiferias y periferias.27

    He aadido las cursivas a fin de llamar la atencin al hecho de que eldesplazamiento de un sistema-mundo moderno a un sistema-mundo mo-derno/colonial, tambin es un desplazamiento desde un anlisis geoecon-mico estructuralista donde las causalidades materiales son la base de la ex-

    plicacin y estn relacionadas con una cierta articulacin geogrfica del sis-tema segn el centro, la semiperiferia y la periferia a un anlisis posestruc-turalista, en el que ahora se entiende el sistema no en trminos economicis-tas/neomarxistas, como base material de las relaciones sociales de produccinque dan origen a una superestructura de formaciones polticas y culturales, si-no ms bien segn los imaginarios, las formaciones discursivas, las epistemo-logas, etctera, que tienen el poder de modelar las relaciones materiales y so-ciales de acuerdo con su lgica cultural. Estamos lejos del economicismo quecaracteriza el anlisis de los sistemas mundo, y es por eso que Mignolo se re-

    fiere al primero como un modelo o metfora. Sus estructuras geoeconmi-cas son reinterpretadas como formaciones geoculturales.

    Desde este punto de vista, cuando utilizamos el trmino modernidadpara referirnos al sistema-mundo capitalista/colonial, estamos hablando delsistema-mundo moderno/colonial, cuyos imaginarios y formaciones dis-cursivas s estn relacionados a los aspectos estructurales y materiales de di-cho sistema pero no como su superestructura. Para los fines de este anli-sis, lo que he llamado la tercera dimensin de la modernidad el rgimen deverdady sus variados discursos durante los ltimos 500 aos, que han sido elsostn epistemolgico e ideolgico del sistema no puede finalmente desarti-cularse de la estructura del sistema.

    Todas las formas de conocimiento producidas por el centro hegemni-co de este sistema (los distintos poderes europeos dominantes y sus puestoscoloniales de avanzada) reflejan este primer proyecto eurocntrico expansio-nista en mayor o menor medida. Por lo tanto, todas las formas occidentales deconocimiento que se han producido desde el Renacimiento, en particular lasciencias sociales y la filosofa (sobre todo la filosofa de la historia y la teora

    del conocimiento), pueden analizarse de forma crtica segn su complicidad

    32 Jed Schlosberg

    27. Mignolo, Historias locales / diseos globales, op. cit., pp. 94-97. Las cursivas son mas.

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    en la construccin de un imaginario eurocntrico y sus distintos objetos de co-nocimiento, lo cual implica que pueden ser deconstruidos de forma tal quequeda al descubierto su eurocentrismo y son invalidadas sus pretensiones deuniversalidad28 y objetividad cientfica por su sesgo etnocntrico.

    Para el posoccidentalismo, esta deconstruccin es parte de un proce-so continuo de descolonizacin intelectual,29 porque el imaginario occi-dental/eurocntrico es visto como algo inseparablemente ligado a su proyec-to colonial y a su construccin del Otro colonizado, de la cultura coloni-zada, del territorio colonizado, de la nacin colonizada, etc. Por otra parte,este proyecto colonial no puede separarse de la colonizacin interna30 que

    La crtica posoccidental y la modernidad 33

    28. Santiago Castro-Gmez considera que dos ideologas son los elementos discursivos fun-dacionales del sistema-mundo moderno (colonial): el racismo (que deriva del concepto decolonialidad de poder de Anbal Quijano, introducido ms adelante), y el universalismo.Si el racismo sirve para legitimar la inferioridad de los colonizados o de los grupos subal-ternos en los Estados, el universalismo sirve para legitimar la superioridad de los coloniza-dores o de los grupos hegemnicos a nivel nacional. Nacido de la mano de la nueva ciencia,el universalismo es, ante todo, una postura epistemolgica. Proclama la posibilidad de acce-der a conocimientos objetivamente validos sobre el mundo fsico y social, disponiendo tansolo del mtodo adecuado para ello. Adems, en el siglo XIX, la razn se transforma enrazn instrumentalizada o racionalizacin: Mirado desde la perspectiva del sistema-mun-do, el universalismo se integra plenamente en la lgica que Max Weber bautiz con el nom-

    bre racionalizacin, que subraya la tecnificacin de la razn como una manera supuesta-mente neutral para la organizacin de la realidad. La neutralidad valorativa de la ciencia yla tcnica se convierte as en garante ideolgico de la modernizacin impulsada por los Es-tados hegemnicos del sistema-mundo y, concretamente, por la burguesas dentro de estosEstados. Santiago Castro-Gmez, Teora tradicional y teora crtica de la cultura, en San-tiago Castro-Gmez, edit.,La reestructuracin de las ciencias sociales en Amrica Latina,Coleccin Pensar, 2000, pp. 102-103. Esta nocin de modernizacin (vase el siguientecaptulo) es aquel aspecto del proyecto de la modernidad asociado con la tercera etapa, tec-nificada, de la razn, la metamorfosis que sufri en el siglo XIX la racionalidad del sigloXVIII, su segunda etapa. El universalismo como ideologa se asocia entonces con la segun-da etapa de la modernidad (definida en trminos de Dussel, vase captulo 2), as como el

    racismo (colonialidad de poder) se asocia con la primera etapa ibrica.29. En efecto, desde el punto de vista de Walter Mignolo, la deconstruccin de la modernidad

    en la crtica posoccidental se entiende mejor como descolonizacin, lo cual la distinguedel deconstruccionismo posmodernista: la posmodernidad y la poscolonialidad designan(en mi argumento) los lugares de dos diferentes modos de contrarrestar la modernidad. Si ladeconstruccin es un modo u operacin asociada con la posmodernidad, la descoloniza-cin est asociada con la poscolonialidad. The Darker Side of Modernity. Literacy, Terri-toriality and Colonialization, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1995, p. xii. A estaposicin del posoccidentalismo frente al posmodernismo ya hemos hecho referencia en estaIntroduccin.

    30. Mignolo reconoce abiertamente la deuda que tiene la teora posoccidental con la teora de la

    colonizacin interna (as como su deuda con la teora de la dependencia, vase los pasajescitados en notas 41, 42 y 43 en el captulo 1, pp. 66-67), cuando al pasar revista a los ante-cedentes del posoccidentalismo, dice: En cuanto a la teora del colonialismo interno, caberecordar su importancia fundamental en la trayectoria del pensamiento crtico en Amrica

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    han llevado a cabo europeos y norteamericanos despus de la disolucin po-ltica de las colonias, es decir, una vez terminada la relacin colonial formalcon la metrpolis ibrica. Queda implcita en esta ltima idea la nocin deque las formas coloniales de pensamiento o epistemologas colonialescontinuaron ejerciendo influencia decisiva despus de la descolonizacin po-ltica de las periferias latinoamericanas y desarrollaron nuevas formas de ar-ticulacin de carcter colonial interno (respetando a las lites criollas ame-ricanas) y neocolonial (respetando los nuevos centros de influencia hegem-nica como Inglaterra en el siglo XIX y los Estados Unidos en el siglo XX).

    Las reflexiones anteriores nos dan razn para considerar el posocci-dentalismo como una forma de discurso poscolonial, quizs aun como el dis-

    curso poscolonial fundacional, gracias a que su locus de enunciacin se en-cuentra en esa parte del mundo que se convirti en la primera periferia colo-nial histrica del sistema-mundo moderno y que ha sido construida discursi-vamente, por mucho ms tiempo que cualquier otra periferia colonial, comoun espacio cultural inferior a la geocultura de sus colonizadores europeos(y sus neocolonizadores norteamericanos) a travs de una larga serie de eta-pas histricas-estructurales-discursivas. La afirmacin de la continuidad de lacolonizacin de Amrica Latina (y el Caribe) ms all de la separacin dela metrpoli ibrica se ve reforzada incluso por la interpretacin del proyecto

    modernizante de las lites criollas tras la ruptura con Espaa y Portugal comoun intento por europeizar, o lo que es lo mismo, civilizar a sus respectivassociedades nacionales, especialmente durante el siglo XIX, de acuerdo conlos cnones occidentales del conocimiento y la conducta social entonces enboga, que sirvieron para perpetuar las formas coloniales de poder (coloniali-dad de poder) en lo que supuestamente fue el perodo poscolonial. Esto sig-nifica, segn la crtica posoccidental, que estas lites buscaron justificar la im-posicin de los cdigos morales e intelectuales basados en ciertas concepcio-nes de la modernidad propias de la Amrica Latina del siglo XIX, aunque

    provenan en buena parte de las concepciones europeas del conocimiento y elvalor, incluyendo la doctrina racista de la superioridad de los europeos blan-cos sobre los no europeos de color que continu mucho despus de la confor-macin de los estados nacionales supuestamente igualitarios y liberales. Enefecto, desde la perspectiva posoccidental, Amrica Latina contina estandohasta el da de hoy colonizada intelectualmente a nivel interno debido a ladoble conciencia de las lites criollas, mediante la cual se identificaron cul-turalmente con Europa mientras reclamaban al mismo tiempo una identidadgeopoltica americana.

    34 Jed Schlosberg

    Latina, cualesquiera sean las posiciones o crticas en cuanto a su formulacin. Posocciden-talismo: el argumento desde Amrica Latina, op. cit., p. 40.

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    El concepto de colonialidad de poder, que surge con Anbal Quija-no, es una de las ideas fundacionales de la crtica posoccidental. Quijano haformulado varias veces esta idea en una serie de ensayos escritos en los aosnoventa. Una de sus formulaciones ms recientes la resume en los siguientestrminos:

    Colonialidad del poder es un concepto que da cuenta de uno de los elemen-tos fundantes del actual patrn de poder, la clasificacin social bsica y uni-versal de la poblacin del planeta en torno de la idea de raza. Esta idea y laclasificacin social en ella fundada (o racista), fueron originadas hace 500aos junto con Amrica, Europa y capitalismo. Son la ms profunda y perdu-rable expresin de la dominacin colonial y fueron impuestas sobre toda la po-

    blacin del planeta en el curso de la expansin del colonialismo europeo. Des-de entonces, en el actual patrn mundial de poder impregnan todas y cada unade las reas de la existencia social y constituyen la ms profunda y eficaz for-ma de dominacin social, material e intersubjetiva, y son, por eso mismo, labase intersubjetiva ms universal de dominacin poltica dentro el actual pa-trn de poder.31

    Por lo tanto, una clave para entender cmo los dos primeros aspectosde la modernidad antes citados aquellos que provienen de la teora estructu-

    ral del sistema-mundo moderno o del capitalismo histrico tal como apare-ce en los escritos de Wallerstein se relacionan con el tercero la moderni-dad como un rgimen de verdad basado en discursos colonialistas y neoco-lonialistas es el desplazamiento terminolgico de la teora de los sistemas-mundo a la crtica posoccidental, en otras palabras, del concepto de sistema-mundo moderno al concepto de sistema-mundo moderno/colonial.32 Esta

    La crtica posoccidental y la modernidad 35

    31. An bal Quijano, Colonialidad del poder, globalizacin y democracia,ALAI, Amrica La-tina en Movimiento, 2000, p. 4 (http://alainet.org/active/show).

    32. Vase, por ejemplo, Walter Mignolo, Diferencia colonial y razn posoccidental, en San-tiago Castro-Gmez, edit.,La reestructuracin de las ciencias sociales en Amrica Latina,Bogot, 2000, p. 3, donde describe la diferencia colonial geo-histrica como el lugar delas Amricas en el orden del sistema-mundo moderno/colonial (las cursivas son mas). Va-se igualmente, La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el hori-zonte colonial de la modernidad, op. cit., p. 55, donde se refiere al sistema-mundo moder-no/colonial como un imaginario, sealando as el cambio de un anlisis puramente es-tructural a un anlisis semitico (las cursivas son mas). EnHistorias locales / diseos glo-bales, nuevamente Mignolo hace el siguiente comentario: se puede decir que Espaa repre-sent el comienzo de la modernidad en Europa y el comienzo de la colonialidad fuera de Eu-ropa. sta contina siendo la visin cannica hoy en da: existen libros acerca de la colonia-

    lidad y la modernidad; sin embargo, no interactan, sus genealogas son diferentes. La raznde dicha divisin radica bien en la creencia (discutida por Quijano y Dussel) de que la mo-dernidad es nicamente un asunto europeo y la colonialidad algo que sucede fuera de Euro-pa bien en la idea de que la colonialidad se refiere a la perspectiva del pas colonizador

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    reformulacin terminolgica es muy importante para entender cmo el anli-sis posoccidental se apropia de la teora de los sistemas-mundo y la introduceen su crtica posestructuralista/poscolonial. Se considera ahora que la moder-nidad es contempornea no solo del capitalismo temprano como sistema-mundo, y que surgi con l, sino tambin contempornea del colonialismo co-mo conjunto de relaciones de poder basadas en (justificadas por) un discur-

    so eurocntrico de la superioridad europea sobre los otros no europeos. Enlos siguientes captulos se ir aclarando la importancia y las consecuencias desimplificar en un solo complejo conceptual lo que parecen distintos fenme-nos en otras formas discursivas. A fin de entender mejor la transformacin queha ocurrido, es preciso indagar con mayor profundidad en la crtica y la resig-

    nificacin posoccidentales del modelo de los sistemas-mundo.

    El giro posoccidental: del sistema-mundo moderno

    al sistema-mundo colonial/moderno

    En el primer volumen de su obra El moderno sistema mundial, Wa-llerstein introduce la idea de mundo moderno sin caracterizarlo como ca-pitalista o como sistema-mundo, cuando afirma que

    [U]na de las principales afirmaciones de la ciencia social mundial es queexisten ciertas grandes divisorias en la historia del hombre. Una de tales divi-sorias, reconocida en general, aunque estudiada slo por una minora de cien-tficos sociales, es la llamada revolucin neoltica agrcola. La otra gran divi-soria es la creacin del mundo moderno.33

    No obstante, procede casi enseguida a explicar lo que quiere decir conla creacin del mundo moderno dejando implcito que, en su opinin, el ini-cio coyuntural de un longue dure equivale a los cambios estructurales pro-

    ducidos por el fenmeno del capitalismo mercantil del siglo XVI:Sin duda, existen inmensas discusiones sobre cules son las caractersticas

    que definen los tiempos modernos (y en consecuencia sobre sus lmites tem-porales). Es ms, existe un gran desacuerdo acerca de los principales motores

    36 Jed Schlosberg

    [L]a modernidad y la colonialidad son las dos caras del sistema-mundo moderno, aunque enla versin de Wallerstein, esta doble cara no estuviera claramente articuladas. Tan slo re-cientemente, cuando Quijano y Wallerstein firmaron conjuntamente un artculo (America-neity as a Concept, or the Americas in the Modern World System, vase nota 26), hizo su

    aparicin la colonialidad poniendo de manifiesto la articulacin de la modernidad/coloniali-dad y la importancia de las Amricas y, en ellas, del siglo XVI. Op. cit., pp. 113-115.

    33. Immanuel Wallerstein,El moderno sistema mundial: la agricultura capitalista y los orge-nes de la economa-mundo europea en el siglo XVI, op. cit., p. 3.

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    de este proceso de cambio, pero parece existir un consenso muy extendido deque en los ltimos cientos de aos se dieron de hecho grandes cambios estruc-turales en el mundo, cambios que hacen que el mundo de hoy sea cualitativa-

    mente diferente del mundo de ayer. Incluso aquellos que rechazan los supues-tos evolucionistas de un progreso predeterminado, aceptan no obstante las di-ferencias de estructuras.34

    Esta interpretacin del propsito de Wallerstein se vuelve ms proba-ble cuando nos referimos al pasaje del ensayo titulado The Three Instancesof Hegemony in the History of the Capitalist World Economy, ya citado,donde Wallerstein asume que

    Existe un sistema histrico singular concreto que llamar la economamundo capitalista, cuyas fronteras temporales van desde el siglo XVI hasta elpresente. Sus fronteras espaciales incluan originalmente Europa (o la mayorparte de ella) ms Hispanoamrica, pero luego se expandieron hasta cubrir to-do el planeta.35

    De esta manera, por asociacin lgica, se puede concluir que losgrandes cambios estructurales del siglo XVI a los que Wallerstein se refie-re y que asocia con la creacin del mundo moderno, son tambin aquellos

    relacionados con el cambio del feudalismo al capitalismo, cambio que comonos dir ms tarde el autor no puede separarse del descubrimiento y de la co-lonizacin de las Amricas. Esto significa que el gran cambio estructural delfeudalismo al capitalismo en Europa est inextricablemente ligado al fenme-no del colonialismo.36

    La crtica posoccidental y la modernidad 37

    34. Ibd., p. 3.35. Immanuel Wallerstein, The Three Instances of Hegemony in the History of the Capitalist

    World Economy, op. cit., pp. 37-38.

    36. A su vez, el colonialismo es inseparable de las relaciones de poder basadas en la coloniali-dad, esto es, en las jerarquas raciales y esto, como veremos en su momento, es clave pa-ra la reformulacin del sistema-mundo moderno como sistema-mundo moderno/colonial.La colonialidad de poder es un discurso cultural (la clasificacin social bsica y universalde la poblacin del planeta en torno a la idea de raza vase el pasaje de Quijano citadoen la pgina 35 de esta Introduccin) que tiene, sin embargo, efectos estructurales (socioe-conmicos). De esta forma, el colonialismo, como dimensin estructural del nuevo sistema-mundo capitalista, implica el imaginario sociocultural de la colonialidad y viceversa. Desdeque Wallerstein reconoci la importancia de la colonizacin de las Amricas en el surgimien-to del sistema-mundo capitalista, el anlisis posoccidental ha injertado en ese modelo ometfora (como lo llama Mignolo) la nocin posestructuralista de colonialidad, que

    ahora es inseparable del surgimiento y la evolucin del sistema-mundo en el perodo de lar-ga duracin de 500 aos de la economa mundo capitalista. Esta idea no se halla en la con-cepcin wallersteiniana del capitalismo, el colonialismo o la modernidad, y es por eso que lahe puesto como nota al pie, para sealar tambin cun decisiva es la colaboracin de Wallers-

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    La concepcin posoccidental de la modernidad estara dentro de la ca-tegora descrita por Wallerstein como la concepcin de quienes, rechazandolos supuestos evolucionistas del progreso determinado, admiten empero ladiferencia en las estructuras. Sin embargo, con este antecedente, parece cla-ro que la resignificacin del sistema-mundo moderno como sistema-mun-do moderno/colonial implica mucho ms que una estructura ms abarcado-ra (siendo dicha estructura el mundo moderno entendido como nexo entre Eu-ropa y las Amricas y no Europa en s misma, en la reformulacin de Wallers-tein y Quijano). Cuando Mignolo afirma que antes de que surja en el pensa-miento posoccidental una perspectiva complementaria desde el lado oculto[del sistema-mundo moderno, que es] la colonialidadla modernidad y la

    colonialidad son consideradas de forma separada, como dos fenmenos dife-rentes, no est diciendo que la formulacin de Wallerstein del sistema-mun-do moderno no asumiera esta disyuncin. Y en efecto, Mignolo afirma ense-guida que ste es justo el motivo que explica que Wallerstein concibiera unsistema-mundo como moderno y no como [moderno]/colonial, y que [to-dos] sus anlisis ms recientes se desarrollen en el seno de la historia de lomoderno que l sita en la Revolucin Francesa.37

    En su ensayo La colonialidad a lo largo y a lo ancho, Mignolo ex-plica con mayor detalle la predileccin de Wallerstein por la poca de la Re-

    volucin Francesa como la fundacin de la modernidad cultural. Por un lado,esto parecera inconsistente con la periodizacin que hace el mismo Wallers-tein del mundo moderno, segn la cual, ste nace con el establecimiento delmercantilismo ibrico en el siglo XVI. Si este evento est en el corazn de losgrandes cambios estructurales que produjeron el sistema-mundo moder-no, por qu fue postergada la modernidad como fenmeno cultural has-ta el siglo XVIII y por qu lo fue la Revolucin Francesa como su acto fun-dante? Por qu este desfase entre la estructura (base) y la cultura (supe-restructura)? Y por qu el desplazamiento en la orientacin geogrfica, de un

    sistema-mundo articulado en trminos de Europa y las Amricas (mercantilis-mo colonial iberoamericano del siglo XVI) hacia