...EL INGENIOSO HIDALGO D O N QU IJO T E D E LA MAN C HA. S E G U NDA PARTE. CAPITULO XLI. De la...

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  • CC C CCCC C C

    D E CE R V ANT E S .

    TOMO V I

  • O B RAS

    COMPLETAS

    D ED ICADAS ÁS A . R . EL SE RMO SR INFANT E

    DON SEBAST IAN GABR IEL DE BORBON Y BRAGANZA.

    TOMO V I

    EL INGEN IOSO HIDALGO

    DON QU IJOTE D E LA MANCHATEXTO CORREGIDO CON ESPECIAL ESTUD IO DE I A PR IME RA EDIC ION ,

    POR D . E . HARTZENBUSCH .

    TOMO IV

    ARGAMASILLA D E ALBA,

    I M P R E N T A D E D O N M A N U E L R I VA D E N E Y R A,

    (casa que fué pns¡ on d e Cervá ntcs)

  • EL INGEN IO SO H IDALGO

    D O N QU IJOT E D E LA MAN CHA .

    S EGU NDA PARTE .

    CAP ITULO XLI.

    De la ven ida de Clavileño , con el fin des ta di latada aven tura .

    Llegó en esto la noche , y con ella el punto determinado

    en que el famoso caballo Clavileño vin iese , cuya tardanza

    fatigaba ya ¿1 D on Quij ote , pareciéndole que , pues Malam

    bruno se detenía en enviarle , ó que él no era el caballero

    para quien estaba guardada aquella aventura,6 que Malam

    bruno no osaba venir con él á s ingular batalla . Pero veis

    aquí , cuando á deshora entraron por el j ardin cuatro salva

    j es , vestidos todos de verde hiedra , que sobre sus hombros

    traían un gran caballo de madera .

    Pu siéronle de p iés en el suelo , y uno de los salvaj es du o“Suba sobre es ta máquina el cabal lero que tuviere án imo

    para ell¡o…

    Aqu í d1) 0 Sancho Yo no subo , porque ni tengo ánimo

    ni soy caballero .

  • 2 D ON (&J IJOT E D E LA M ANCHA .

    Y el salvaj e prosiguió diciendo Y ocupe las ancas el es

    cudero , si es que lo tiene ; y fiese del valeroso Malambruno ;que

    , si no fuere de su espada , de n inguna otra , ni de otra

    malicia será ofendido y no hay m ás que torcer es ta clavij a

    que sobre el cuello trae puesta el caballo ; que él los llevará

    por los aires , adonde los atiende Malambruno ; pero , porque

    la alteza y s ublimidad de] camino no les cause vaguidos , se

    han de cubrir los ojos hasta que el caballo rel inche , que será

    senal de haber dado ñu á su viaj e .

    Es to dicho,dej ando á C lavileño , con gentil continente

    se volvieron por donde hab ían venido .

    La Dolorida , as í como vió al caballo , casi con lágrimas

    dgo á Don n ote Valeroso caballero , las promesas de

    Malambruno han sido ciertas ; el caballo está en casa , nues

    tras barbas crecen , y cada una de nosotras , y con cada pelo

    dellas,te supl icamos nos rapes y tundas , pues no está en más

    sino en que subas en él con tu escudero , y dés felice prin

    cip io á vuestro nuevo viaj e .

    Eso haré yo , senora Condesa Trifaldi , de muy buen

    grado y de mejor talante , s in ponerme á tomar coj ín ni ca]

    zarme espuelas por no detenerme tanta es la gana que tengo

    de veros á vos senora , y á todas estas duenas rasas y mondas .— Eso no haré yo , dij o Sancho , ni de mal o ni de buen

    talante , en ninguna manera ; y s i es que este rapam iento no

    se puede hacer sin que yo suba á las ancas , bien puede bus

    car m l senor otro escudero que le aeompane , y estas senoras o tro modo de al isarse los rostros ; que yo no soy bruj o ,para gustar de andar por los aires . Y ¿ qué dirán mis insula

    nos cuando sepan que su gobernador se anda paseando por

    los vientos ! Y otra cosa más que habiendo tres m il v tantas

  • S EGU N DA PART E . CAP ÍTULO XL I . 3

    leguas de aquí á Candaya , s i el caballo se cansa ó el gigante

    se enoj a,tardaremos en dar la vuel ta media docena de años

    ,

    y ya ni habrá ínsula , ni ínsu los en el mundo que me conoz

    can ; y pues se dice comummente que en la tardanza va el

    pel igro,y que cuando te dieren la vaquilla acudas con la so

    guilla,perdónenme las barbas destas senoras ; que bien se está

    San Pedro en Roma : quiero decir , que bien me estoy en

    esta casa,donde tanta merced se me hace , y de cuyo dueño

    tan gran bien espero como es verme gobernador .

    A 10 que el D uque dij o : Sancho amigo , la ínsula que

    yo os he prometido no es movible'

    ni fugitiva ; raíces tiene

    tan hondas,echadas en los abismos de la tierra , que no la

    arrancarán ni mudarán de donde está á tres tirones ; y pues

    vos sabeis y sé yo , que no hay ningun género de ofi cio des

    tos de mayor eantía que no se granj ee con alguna suerte de

    cohecho,cual más , cu al ménos ; el que yo quiero llevar por

    este gobierno es , que vais con vuestro señor Don Quij ote á

    dar cima y cabo á esta memorable aventura ; que ahora vol

    vais sobre Clavileño con la brevedad que su ligereza pro

    mete , ora la contraria fortuna os traiga y vuelva á p ié hecho

    romero , de meson en meson y de venta en venta , s iempre

    que volviéredes ballare' is vuestra ínsula donde la dejais , y á

    vuestros insulamos con el mesmo deseo de recebiros por su

    gobernador que siempre han tenido , y mi voluntad será la

    mesma : y no pongais duda en esta verdad , señor Sancho ;que sería hacer notorio agravio al deseo que de serviros tengo .

    No más , senor , dij o Sancho : yo soy un pobre escu

    dero , y no puedo llevar 51 cuestas tantas cortesías . Suba m iamo , tápenme estos ojos y encom iéndenme á Dios , y avisemme si , cuando vamos por esas al tanerías , podré eneo

  • 4DON (LU IJOT E DE LA M ANCHA .

    mendarme ¿1 Nuestro Señor 6 invocar los ángeles , que me

    favorezcan .A lo que respondió la Trifaldi Sancho , bien podeis en

    comendaros á Dios , 6 á quien qu isiéredes ; que Malambruno

    aunque es encantador , es cris tiano , y hace sus encantamen

    tos con mucha sagacidad y con mucho tien to , s in meterse

    con nadie .

    Ea , pues , d l_]o Sancho , Dios me ayude y la Santis ima

    Trinidad de Gaeta .

    Desde la memorable aventura de los batanes, d1J0 Don

    n ote,nunca he visto á Sancho con tanto temor como

    ahora ; y si yo fuera tan agorero como otros , s u pu silanim i

    dad me hiciera algunas cosquillas en el ánimo . Pero llegaos

    aquí,Sancho ; que , con licencia destos senores , os quiero

    hablar aparte dos palabras y apartando á Sancho entre

    unos árboles del j ardin y asiéndole ambas las manos , le dij o

    Ya ves , Sancho hermano , el largo viaj e que nos espera , y

    que sabe Dios cuándo volveremos dé] , ni la comodidad y

    espacio que nos darán los negocios ; y as í , querría que ahora

    te retirases en tu aposento,como que vas á buscar alguna

    cosa necesaria para el cam ino,y en un daca las paj as te die

    ses á buena cuenta de los tres m il y trecientos azotes á que

    estás obligado , siquiera quin ientos ; que dados te los tendrás ;que el comenzar las cosas es tenerlas medio acabadas .

    Par Dios , dij o Sancho , que vuesa merced debe de ser

    menguado ! Esto es como aquello que dicen : u emp renadame ves , y ¡doncellez me demandas ! Ahora , que tengo deir sentado en una tabla rasa

    , ¿ quiere vu esa merced que me

    lastime las posas ! En verdad , en verdad , que no tiene vuesa

    merced razon . Vamos ahora á rapar estas dueñas ; que á la

  • S EGU N DA PA RT E . CA P Í T ULO XLI . 5vuelta , yo le prometo vu esa merced , como quien soy , de

    darme tanta priesa á salir de m i obl igacion , que vu esa mer

    ced se y no le digo má s .

    Y Don Qu ij ote respondió Pues con esa promesa , buen

    Sancho , voy consolado , y creo que la cumplirás ; porque , en

    efecto , aunque tonto , eres hombre verídico .—No soy verde , s ino moreno , dij o Sancho ; pero aunque

    fuera de mezcla , cumpliera m i palabra .

    Y con esto , se volvieron á subir en Clavileño , y al sub ir ,d1J0 Don Quijote : Tapaos , y subid , Sancho ; que quien de

    tan lu eñes tierras envia por nosotros no será para enganar

    nos,por la poca gloria que le puede redundar de engañar á

    quien dé] se ña ; y puesto que todo sucediese al reves de 10

    que imagino , la gloria de haber emprendido esta bazana no

    la podrá escurecer mal icia alguna .

    V amos , senor , dij o Sancho ; que las barbas y lágrimas

    destas senoras las tengo clavadas en el corazon y no comeré

    bocado que bien me sepa hasta verlas en su primera l isura .

    Suba vu esa merced y tápese primero ; que s i yo tengo de ir

    á las ancas , claro está que primero sube el de la silla .

    Así es la verdad replicó Don Quijote y sacando un

    panuelo de la faldriqu era , pidió á la Dolorida que le cubriese

    muy bien los oj os ; y habiéndoseloá cubierto se volvió á des

    cubrir , y dij o Si mal no me acuerdo , yo he leido en V ir

    gilio aquello del Paladion de Troya , que fue un caballo de

    madera que los griegos presen taron á la diosa Pá las , el cual

    iba p renado de caballeros armados , que despu es fueron la

    total ruina de Troya ; y as í , será bien ver primero 10 que

    C lavileño trae en su estómago .

    No hay para qu é , dij o la Dolorida ; que yo le fio , y sé

  • 6 DON %J IJO'

    J“

    E DE LA M ANCHA .

    que Malambru no no tiene nada de malicioso ni de traidor

    vuesa merced , senor Don Quij ote , suba sin pavor alguno ,y ¡ á m i daño , s i alguno le sucediere !

    Parecióle á Don Quijote que cualqu iera cosa que replicase

    acerca de su seguridad seria poner en detrimento su valen tía ;y así s in más altercar , subió sobre Clavileño y le ten tó la

    clavij a,que fácilmente se rodeaba : y como no ten ia estribos

    y le colgaban las piernas,no parecía sino fi gura de tapiz Ha

    menco,pintada ó tej ida , en algun romano triunfo . De mal

    talante y poco á poco llegó subir Sancho ; y acomodándose

    lo mejor que pudo en las aneas , las hal ló algo duras y no

    nada blandas,y pidió al Duque que , s i fuese posible , le aco

    modasen de algu n coj ín ó de alguna almohada , aunque fuese

    del estrado de su senora la Duquesa ó del lecho de algum

    paj e , porque las ancas de aquel caballo más p arecian de má r

    mol que de leño .

    A esto dij o la Trifaldi que ningun j aez ni ningun género

    de adorno sufría sobre sí C lavileño ; que lo que podia hacer

    era,ponerse á muj eriegas , y que así no sentiría tanto la

    dureza .

    H ízolo así Sancho , y diciendo ¿ l'

    D í0.f , se dejó vendar los

    ojos ; y ya desp ues de vendados , se volvió á descubrir , y mi

    rando á todos los del j ardin tiernamente y con lágrimas , dij o

    que le ayudasen en aquel trance con sendos paternostres y

    sendas avemarías , porque Dios deparase quien por ellos los

    dij ese cuando en semej antes trances se viesen .A lo que dij o Don Quijote : a Ladron , ¿ estás puesto en

    la horca por ventura , ó en el último término de la vida , para

    usar de semej antes plegarias ! ¿No estás desalmada y cobarde

    criatura , en el mismo lugar que ocupó la linda Magal ona ,

  • S EGUN DA PART E . CA P Í TULO XL I . 7del cual decendió , no á la sepul tura , s ino a ser reina de

    Nápoles,si no mienten las historias ! Y yo , que voy á tu lado ,

    ¿no puedo ponerme al del valeroso P ierres , que oprimió este

    mismo lugar que yo ahora oprimo ? Cúbrete , cúbrete , ani

    mal descorazonado , y no te salga á la boca el temor que tie

    nes , á lo menos en presencia mia .—Tápenme , respondió Sancho ; y pues no quieren que

    me encomiende ¿1 Dios , ni que sea encomendado ¿qu é mu

    cho que tema no ande por aquí alguna region de diablos ,que den con nosotros en Peralvillo !

    Cubriéronle , y sin tiendo Don Qu ij ote que estaba como

    había de estar,ten tó la clavga ; y apenas hubo puesto los de

    dos en ella , cuando todas las duenas y cuantos estaban pre

    sentes levantaron las voces , diciendo ¡Dios te guíe , vale

    roso caballero ! ¡Dios sea contigo , escudero intrépido ! Ya ,ya vais por esos aires , rompiéndolos con más velocidad que

    una saeta ; ya comenzais á suspender y admirar á cuantos

    desde la tierra os están mirando . Ten te valeroso Sancho ;que te bamboleas mira no cayas ; que sera peor tu caida que

    la del atrevido mozo , que quiso regir el carro del 801 , su

    padre .

    Oyó Sancho las voces , y ap retándose con su amo y ciñéndole con los brazos , le dij o Señor , ¿ cómo dicen éstos ,que vamos tan altos , si alcanzan acá sus voces , y no parece

    s ino que están aquí hablando j unto si nosotros ?No repares en eso , Sancho ; que como estas cosas V

    estas volaterías van fuera de los cursos ordinarios,de mil le

    guas verás y oirás lo que y no me aprietes tanto ;que

    me derribas . Y en verdad que no sé de qu é te turbasni te espantas ; que osaré iu rar que en todos los días de mí

  • 8 DON (LU IJOT E DE LA M ANCHA .

    vida he subido en cabalgadura de paso más llano no parece

    sino que no nos movemos de un lugar . Destierra , amigo , elmiedo ; que , en efecto , la cosa va como ha de ir , y el vien to

    llevamos en popa .— Así es la verdad

    ,respondió Sancho ; que por este lado

    me da un viento tan recio , que parece que con m il fuelles

    me están soplando y as í era ello ; que con unos grandes

    fuelles le es taban haciendo aire : tan bien trazada estaba la

    tal aven tura por el Duque y la Duquesa y su mayordomo ,que no le fal tó requisito que la dej ase de hacer perfecta .

    Sintiéndose,pues , soplar Don dij o Sin duda

    alguna,Sancho

    ,que ya debemos de llegar á la segunda re

    gion del aire,adonde se engendra el granizo y las n ieves ;

    los truenos,los relámpagos y los rayos se engendran en la

    tercera region ; y si es que desta manera vamos subiendo ,presto daremos en la region del fuego ; y no sé yo cómo

    templar esta clavij a,para que no subamos donde nos abra

    semos .

    En esto , con unas estopas , l igeras de encenderse y apa

    garse , desde lejos , pendien tes de una cana , les calen taban los

    rostros .

    Sancho , que sintió el calor , dij o Qu e me maten , s i no

    estamos ya en el l ugar del fuego , 6 bien cerca , porque una

    gran parte de mi barba se me ha chamuscado ; y estoy , se

    nor , por descubrirme y ver en qué parte estamos .

    No hagas tal , respondió Don Quij ote ; y acuérdate de]

    verdadero cuento del l icenciado Torralba , á quien llevaron

    los diablos en volandas por el aire , cabal lero en una cana

    cerrados los ojos ; y en doce horas llegó á Roma , y se apeoen Torre de Nona , que es una cal le de la ciudad , y vió

  • SEGU N DA PART E . CA P ÍTULO XL I . 9todo el fracaso del asalto y muerte de Borbon ; y por la ma

    nana ya estaba de vuel ta en Madrid , donde dió cuenta de

    todo 10 que habia visto ; el cual asimismo d1_10 que cuando

    iba por el aire , le mandó el diablo que abriese los ojos , y

    los abrió , y se vió tan cerca , á su parecer , del cuerpo de la

    luna , que la pudiera asir con la mano , y que no 086 mirar á

    la tierra , por no desvanecerse . Así que , Sancho , no hay para

    qu é descubrim os ; que el que nos lleva á cargo , él dará

    cuen ta de nosotros : y quizá vamos tomando puntas y su

    hiendo en al to para dej arnos caer de una sobre el reino de

    Candaya , como hace el sacre ó mehli sobre la garza , para

    cogerla , por más que se remonte ; y aunque nos parece que

    no há media hora que nos partimos de] j ardin , créeme , que

    debemos de haber hecho gran camino .— No sé la hora que es , respondió Sancho P anza ; sólo se

    decir que s i la senora Magal lánes ó Magalona se contentó

    destas ancas , que no debía de ser muy tierna de carnes . »

    Todas estas plá ticas de los dos val ien tes oían el Duque y

    la Duquesa y los del j ardin , de que recebiam extraordinario

    conten to ; y queriendo dar remate á la extraña y bien fabri

    cada aventura , por la cola de Clavil eno le pegaron fuego

    con unas estopas ; y al punto , por estar el caballo ll eno de

    cohetes tronadores , voló por los aires eon extraño ruido , ydió ántes con Don Quij ote y con Sancho Panza en el suelo ,medio chamuscados .

    En este tiempo ya se habia desparecido del j ardin todo el

    barbado escuadron de las duenas y la Trifaldi y todo , y los

    del j ardin quedaron como desmayados tendidos por el suelo .

    D on Quij ote y Sancho se levantaron maltrechos ; y mirando

    á todas partes , quedaron atónitos de verse en el mismo j ar

  • 1 0 D ON O¿ J IJOT E D E LA M ANCHA .

    din de donde habían partido , y de ver tendido por tierra

    tanto número de gente ; y creció más su admiracion cuando

    á un lado del j ardin vieron hincada una gran lanza en elsuelo

    ,y pendiente della y de dos cordones de seda verde un

    pergamino liso y blanco , en el cual con grandes letras de oro

    estaba escrito 10 s iguien te :

    El ínelito caballero Don Quij ote de la Mancha feneció

    » y acabó la aven tura de la Condesa Tr ifaldi por otro nom

    » bre llamada la Dueña Dolorida) y compañ ía , con sólo in

    » tentarla .

    »Malambruno se da por contento y satisfecho toda su

    » voluntad,y las barbas de las dueñas ya quedan lisas y mon

    das,y los reyes don C lavij o y Antonomasia en su pristino

    estado ; y cuando se eump1iere el escuderil vápu lo , l a blanca

    paloma se verá libre de los pestíferos j irifaltes que la persi

    guen , y en brazos de su querido arrullador ; que así está

    » ordenado por el sabio Merl in , protoencantador de los en

    cantadores .

    H abiendo , pues , Don n ote leido las letras del perga

    mino , claro entendió que del desencanto de Dulcinea hablaban ; y dando muchas gracias al cielo de que con tan poco

    pel igro hubiese acabado tan gran fecho , reduciendo á su pa

    sada tez los rostros de las venerables dueñas , que ya no parecian , se fueadonde el Duque y la Duquesa áun no habian

    vuelto en sí , y trabando de la mano al Duque , le dij o Ea ,gran señor , buen ánimo , buen ánimo ; que todo es nada : la

    aventura es ya acabada s in daño de barras,como lo muestra

    claro el escrito que en aquel padron está puesto .

    El Duque , poco á poco , y como quien de un pesado

    sueno recuerda , fue volviendo en s í , y por el mismo tenor

  • S EGU N DA PARTE . CA P ÍTULO XL I . 1 1

    la Duquesa y todos lo s que por el j ardin estaban caidos , contales muestras de maravilla y espanto , que á cualquiera podian dar á entender haberles acontecido de veras lo que tan

    bien sabian fi ngir de burlas . Leyó el Duque el cartel conlos ojos medio cerrados , y luego con los brazos abiertos fue

    á abrazar D on Quij ote , diciéndole ser el más buen caba

    llero que en ningun s iglo se hubiese visto . Sancho andaba

    mirando por la Dolorida , por ver qu é rostro tenia sin las

    barbas , y si era tan hermosa s in ellas como su gallarda dis

    posicion prometía ; pero dij éronle que as í como Clavileno

    bajó ardiendo po r los aires y dió en el suelo , todo el escua

    dron de las duenas , con la Trifaldi , había desaparecido y

    que ya iban rapadas y sm canones .

    P reguntó la Duquesa á Sancho que cómo le habia ido en

    aquel largo viaj e .

    A 10 cual Sancho respondió

  • 1 2 DON Q I IJOT E D E LA MA N C HA .

    os pareció como un grano de mostaza , y cada hombre como

    una avellana,un hombre sólo había de cubrir toda la tierra .

    As í es verdad,respondió Sancho ; pero con todo eso ,

    la descubrí por un ladito , y la vi toda .

    Mirad,Sancho , dij o la Duquesa , que por un ladito no

    se ve el todo de 10 que se mira .

    Yo no sé esas miradas , replicó Sancho ; sólo sé que

    será bien que vuestra señoría en tienda que pues volábamos

    por encantamen to , por encantamento podia yo ver toda la

    tierra y todos los hombres por do quiera que los mirara ; y

    si esto no se me cree , tampoco creerá vuesa merced cómo ,descubriéndome por j unto á las cej as , me vi tan j unto a]

    cielo , que no habia de m í si él palmo y medio ; y por lo que

    puedo j urar , senora mia , que es muy grande adem as . Y su

    cedió que íbamos por la parte donde están las siete cabrill as ;y en Dios y en mi ánima que , como yo en m 1 n1nez fu i en

    mi tierra cabrerizo , que así como las v i , me dió una gana

    de entretenerme con ellas un rato , que s i no la cumpl iera ,me parece que reven tara . Vengo , pues , y tomo , y ¿qué

    hago ? Sin decir nada si nadie , ni á m i señor tampoco , bonita

    y pasitamente me apeé de Clavileño , y me entretuve con

    las cabrillas , que son como unos alhelíes y como unas He res ,casi tres cuartos de hora ; y C]avileño no se movió de unlugar ni pasó adelan te .

    Y en tan to que el buen Sancho se entreten ía con las

    cabras , preguntó el Duque , ¿ en qué se entretenía el señorDon Quijote ? »

    A lo que Don Qu ij ote respondió u Como todas es tas cosas y estos tales sucesos van fuera del órden natural , no es

    mucho que Sancho diga lo que dice ; de m í sé decir que ni

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  • 1 4 DON O¿ J IJOT E D E LA MAN C HA .

    cho al oido,le d l

    _]0 2 Sancho , pues vos quereis que se os

    crea lo que babeis visto en el cielo , yo quiero que vos me

    crea is á mí lo que vi en la cueva de Mon tes inos… y no os

    digo más .

    CAPITULO XLI I .

    De los consejos que d ió Don Q uijote Sancho Panza á ntes que fuese á gobernar laí nsula

    ,con otras cosas bien cons ideradas.

    Con el felice y gracioso suceso de la aventura de la Do

    lorida quedaron tan contentos los D uques , que determinaron

    pasar con las burlas adelante , viendo el acomodado suj eto

    que tenían para que se tuviesen por veras ; y as í habiendo

    dado la traza y órdenes que sus criados y sus vasallos habían

    de guardar con Sancho en el gobierno de la ínsula prome

    tida , otro día , que fueel que sucedió al vuelo de Clavileño ,dijo el Duque á Sancho que se adeliñase y compusiese para

    ir á ser gobernador ; que ya sus insulamos le estaban espe

    rando como el agua de Mayo .

    Sancho se le humilló y le dgo “D esp u es que baj é del

    cielo , y despu es que desde su al ta cumbre miré la tierra , y

    la vi tan pequena , se temp ló en parte en m í la gana que tenia tan grande de ser gobernador ; porque , ¿ qué grandeza

    es mandar en un grano de mostaza,6 qu é dignidad ó im

    perio el gobernar á media docena de hombres , tamanos como

    avellanas que , á mi parecer , no había más en toda la tierra ?

    S i vuestra señoría fuese servido de darme una tantica parte

    del cielo , aunque no fuese más de media legua , la tomaria

    de mejor gana que la mayor ínsula del mundo .—Mirad , amigo Sancho , respondió e1 Duque , vo no

  • S EGU N DA PARTE . CA P ÍT ULO XL I I . 1 5puedo dar parte del cielo si nadie , aunque no sea mayor que

    una una ; que á sólo D ios están reservadas esas mercedes y

    gracias ; lo que puedo dar os doy , que es una ínsula hecha y

    derecha,redonda y bien proporcionada , y sobre manera fer

    til y abundosa , donde , s i vos os sabeis dar mana , podeis con

    las riquezas de la tierra granj ear las del cielo .—Ahora bien , respondió Sancho , venga esa insula ; que

    yo pugnaré por ser tal gobernador , que á pesar de bellacos ,me vaya al cielo : y esto no es por codicia que yo tenga de

    salir de mis casillas ni de levantarme á mayores , sino por

    el deseo que tengo de probar qu é sabe el ser gobernador .— Si una vez 10 probais , Sancho , dij o el D uque , come

    ros heis las manos tras el gobierno , por ser du lcisima cosa el

    mandar y ser obedecido . A buen seguro que cuando vues

    tro dueño llegue á ser emperador (que 10 será sin duda , se

    gun van encaminadas sus cosas ) , que no se 10 arranquen

    como quiera , y que le duela y le pese en la mitad del alma

    del tiempo que hubiere dej ado de serlo .— Señor , replicó Sancho , yo imagino que es bueno mañ

    dar , aunque sea á un hato de ganado .— Con vos me entierren , Sancho , que sabeis de todo ,

    respondió el Duque ; y yo espero que seréis tal gobernador

    como vuestro j u icio promete . Y quédese esto aqu í , y adver

    tid que manana , en ese mesmo dia , babeis de ir al gobierno

    de la ínsula,y esta tarde os acomodarán del traj e convenien te

    que babeis de llevar , y de todas las cosas necesarias á vues

    tra partida .

    V ístanme , dl_]0 Sancho , como qu isieren ; que de cual

    quiet manera que vaya vestido , seré Sancho Panza .

    Así es verdad,dij o el Duque ; pero los traj es se han de

  • 1 6 DO N O¿ J IJOT E DE LA MA N C H A .

    acomodar con el oficio ó dignidad que se profesa ; que no

    seria bien que un j urisperito se vis tiese como soldado , ni un

    soldado como un sacerdote . Vos , Sancho iré is vestido , parte

    de letrado y parte de capitan , porque en la ínsula que os

    doy,tanto son menester las armas como las letras , y l as le

    tras como las armas .

    Letras,respondió Sancho , pocas tengo , porque áu n no

    sé el A, B , C ; pero bástame tener á C/zr ixtu s en la memo

    ria para ser bu en gobernador . De las armas manej ará las que

    me dieren,hasta caer , y D ios delante .

    — Con tan buena memoria , replicó el Duque , no podrá

    Sancho errar en nada. »

    En esto llegó Don y sabiendo lo que pasaba , y

    la celeridad con que Sancho se había de partir ¿1 su gobierno,

    con licencia del Duque le tomó por la mano , y se fue con

    él 51 su estancia , con intencion de aconsej arle cómo se ha

    bía de haber en su oñcio . Entrados , pues , en su aposen to ,cerró tras sí la puerta , y hizo casi por fuerza que Sancho se

    sentase j unto á él , y con reposada voz le dij o

  • S EGUN DA PARTE . CA P Í T ULO XL I I . 1 7tuna en las pretensiones . Tú , que para m í s in duda alguna

    eres un porro, sin madrugar ni trasnochar , y sin hacer dili

    gencia alguna , con sólo el aliento que te ha tocado de la an

    dante caballería , s in más ni más , te ves gobernador de una

    ínsula , como quien no dice nada . Todo esto digo ¡ oh San

    cho ! para que no atribuyas á tus merecimientos la merced

    recebida , sino que dés gracias al cielo , que dispone suave

    mente las cosas ; y despues las darás á la grandeza que en s í

    encierra la profesion de la caballería andante . Dispuesto , pues ,el corazon 51 creer lo que te he dicho , está ¡ oh hij o ! aten to

    este tu Caton , que quiere aconsej arte y ser norte y gu ía

    que te encamine y saque á seguro puerto deste mar proce

    loso,donde vas á engolfarte ; que los oficios y grandes cargos

    no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones .

    » P rimeramente ¡oh hij o ! has de temer á D ios , porque en

    el temerle está la sabiduría ; y siendo sabio , no podrás errar

    en nada .

    »Lo segundo , has de poner los ojos en quién eres , proeu

    rando conocerte á ti mismo, que es el más difícil conocí

    miento que puede imaginarse . Del conocerte saldrá el nohincharte , como la rana que quiso igualarse con el buey ;que s i esto haces , vendrá á ser feos pies de la rueda de tu lo

    cura la consideracion de haber guardado puercos en tu tierra .— As í es la verdad , respondió Sancho ; pero fue cuando

    muchacho ; porque despu es , algo hombrecillo , gansos fueron

    los que guardé , que no puercos . Pero esto , paréeeme á mí

    que no hace al caso ; que no todos los que gobiernan vienen

    de casta de reyes .— Asi es verdad , replicó Don QUIJOÍ€ , por 10 cual los no

    de principios nobles deben acompanar l a gravedad del cargo

  • 1 8 DON (QJ IJOT E DE LA MA N C HA .

    que ejercitan con una blanda suavidad , que , guiada por la

    prudencia,los l ibre de la mu rmuracion maliciosa , de quien

    no hay estado que se escape .

    H az gala , Sancho , de la humildad de tu l inaj e , y no te

    desprecies de decir que vienes de labradores ; porque viendo

    que no te corres , n inguno se pondrá á corret te y p réciatemás de ser humilde virtuoso que pecador soberbio . Inume

    rables son aquellos que , de baj a estirpe nacidos , han subido

    á la suma dign idad pontificia é imperatoria ; y desta verdad

    te pudiera traer tan tos ej emplos , que te cansaran .

    »M ira , Sancho s i tomas por mira 51 l a virtud , y te pre

    cias de hacer hechos virtuosos , no hay para qué tener envi

    dia á los que nacieron príncipes y senores , porque la sangre

    se hereda y la virtud se aqu ista , y la virtud vale por sí sola

    lo que la sangre no vale .

    » Siendo esto asi , como 10 es , s i acaso viníere á verte ,cuando estés en tu ínsula , alguno de tus parientes , no le des

    eches u i le afrentes ; ántes le has de acoger , agasaj ar y rega

    lar ; que con esto satisfarás al cielo , que gusta que nadie se

    desprecie de lo que él hizo , y corresponderás 10 que debes

    á la naturaleza bien concertada.

    » Si trujeres á tu muj er contigo porque no es bien que

    los que asisten á gobiernos de mucho tiempo estén sin las

    propias ) , enséñala , dotrínala y desbástala de su natural ru

    deza ; porque todo 10 que suele adquirir un gobernador dis

    creto , suele perder y derramar una muj er rústica y tonta .» Si acaso enviudares (cosa que puede suceder) , y con el

    cargo mejorares de consorte , no la tomes tal que te sirva de

    anzuelo y de caña de pescar,y al no qu ier o tuyo , de capilla ;

    porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer

  • S EGU N DA PARTE . CA P ÍTU LO XL I I . 1 9del j uez recibiere , ha de dar cuenta el marido en la residen

    cia universal,donde pagará con el cuatro tanto en la muerte

    las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida .

    »Nunca te gu íes por la ley del encaj e , que suele tener

    mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos .

    H allen en ti más compasion las lágrimas de] pobre , pero

    no más j usticia , que las informaciones del rico .

    » P rocura descubrir la verdad por entre las promesas y dé

    divas del rico , como por en tre los sollozos é importun idades

    del pobre .

    Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad , no car

    gues todo el rigor de la ley al delincuente ; que no es mejor

    la fama del j uez riguroso que la del compasivo .

    S i acaso doblares la vara de la j usticia , no sea con el peso

    de la dádiva , s ino con el de la misericordia.

    Cuando te sucediere j uzgar algun pleito de algun tu ene

    migo , aparta las mientes de tu oj eriza , y ponlas en la verdad

    del caso .

    No te ciegue la pasion propia en la causa aj ena ; que losyerros que en ell a hicieres , las más veces serán sin remedio , y

    s i le tuvieren , será á costa de tu crédito , y áun de tu hacienda .S i alguna muj er hermosa viniere á pedirte j usticia , quita

    los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos , y con

    sidera despacio la sustancia de 10 que pide,s i no quieres que

    se anegue tu razon en su llanto , y tu bondad en sus suspiros .»Al que has de castigar con obras , no trates mal con pa

    labras , pues le hasta al desdichado la pena del supl icio , s in

    la añadidura de las malas razones .

    »Al culpado que cayere debaj o de tu j uridicion , considérale hombre miserable , suj eto á las condiciones de la de

  • 2 0 DON QU I J OTE DE LA MAN C HA .

    pravada naturaleza nuestra ; y en todo cuanto fuere de tu

    parte, s in hacer agravio á la contraria mu éstratele piadoso y

    clemente ; porque aunque los atributos de Dios todos son

    iguales,más resplandece y campea , á nuestro ver , el de la

    misericordia que el de la j usticia .

    » Si estos preceptos y estas reglas s igues , Sancho , serán

    luengos tus días tu fama será eterna , tus premios colmados

    tu felicidad indecible : casarás tus hijos como qu isieres ; titulos tendrán ellos y tus n ietos ; vivirás en paz y beneplácito

    de las gentes , y en los últimos pasos de la vida te alcanzará

    el de la muerte en vej ez suave y madura , y cerrarán tus oj os

    las tiernas y del icadas manos de tus terceros netezu elos .

    »Esto , que hasta aquí te he dicho , son documentos que

    han de adornar tu alma ; escucha ahora los que han de servir

    para adorno del cuerpo .

    CAPITULO XLI I I .

    De los segundos que d ió Don Quijo te Sancho Panza .

    ¿Quién oyera el pasado razonamiento de Don Quno te ,que no le tuviera por persona muy cuerda y mejor intencio

    nada ? Pero , como muchas veces en el progreso desta grande

    historia queda dicho , solamente disparataba en tocándole en

    la caballería , y en los demás discursos mostraba tener claro y

    desenfadado entendimiento , de manera que si cada paso des

    acreditaban sus obras su j uicio y su j uicio sus obras ; pero en

    esto de los sesudos documentos que dió á Sancho , mostró

    tener gran donaire,y puso su discrecion y cordura en un le

    vantado punto .Atentís imamente le escuchaba Sancho

    , y procu raba con

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  • 2 2 D ON (LU IJOT E D E LA MAN C HA .

    » Sé templado en el beber , considerando que el vino de

    masiado , ni guarda secreto ni cumple palabra .

    Ten cuenta,Sancho , de no mascar ¿1 dos carril]os , ni de

    eru tar delante de nadie .— Eso de er uta r no entiendo dl

    _]0 Sancho .

    Y Don Quijote le dijo : E r uta r , Sancho , quiere decir

    r egolda r , y éste es uno de los más torpes vocablos que tiene

    la lengua castellana , aunque es muy sign ificativo ; y as í , la

    gente curiosa se ha acogido al latín , y al r eg old'ar dice er u

    ta r , y á los r eg i¿ela'

    os , er utacionex y cuando algunos no en

    tiendan estos términos , importa poco ; que el u so los irá

    in troduciendo con el tiempo , que con facil idad se entiendan ;y esto es enriquecer la lengua , sobre quien tiene poder el

    vulgo y el uso .

    En verdad , senor , dl_]0 Sancho , que uno de los conse

    jos y avisos que pienso llevar en la memoria ha de ser el de

    no regoldar , porque lo suelo hacer muy si menudo .

    E r uta r , Sancho , que no r egolda r , dij o Don n ote .

    E r uta r diré de aquí adelan te , respondió Sancho , y áfe que no se me olvide .

    Tambien , no has de mezclar en tus p lá ticas

    la muchedumbre de refranes que sueles ; que puesto que los

    refranes son sentencias breves , muchas veces los traes tan por

    los cabellos , que más parecen disparates que sen tencias .

    Eso , Dios 10 puede remediar , respondió Sancho ; por

    que sé más refranes que un libro,y viénenseme tantos j un

    tos á la boca cuando hablo,que u nen , por salir , unos con

    otros ; por eso la lengua va arroj ando los primeros que encu entra , aunque no vengan á pelo . Mas yo tendré cuenta de

    aquí adelan te de decir los que convengan á la gravedad de

  • SEGUN DA PARTE . CA P ÍT ULO XL I I I . 2 3m i cargo ; que en casa llena presto se guisa la cena , y quien

    destaj a no baraj a , y á buen salvo está el que repica , y el dar

    y el tener , seso ha menester .

    ¡E so sí , Sancho ! dij o Don c _]ote encaj a , ensarta , enhila refranes ; que nadie te va á la mano : castigame mi ma

    dre , y yo trómpogelas . E stoyte diciendo que excuses t effa

    nes , y en un instante has echado aqu í una letan ía dellos , que

    as í cuadran con 10 que vamos tratando,como por los cerros

    de Ubeda . M ira , Sancho , no te digo yo que parece mal un

    refran traido á propósito ; pero cargar y ensartar refranes á

    troche moche , hace la plá tica desmayada y baj a.

    » Cuando sub ieres á caballo , no vayas echando el cuerpo

    sobre el arzon postrero , u i lleves las piernas tiesas y tiradas ,y desviadas de la barriga del caballo , ni tampoco vayas tan

    Hojo , que parezca que vas sobre el Rucio ; que el andar á

    caballo , unos hace caballeros , á otros caballerías .

    » Sea moderado tu sueno ; qu e el que no madruga con el

    sol , no goza del dia y advierte ¡oh Sancho ! que la diligen

    cia es madre de la buena ventura ; y la pereza , su contraria ,j amas llegó al término que pide un buen deseo .

    Este último consej o que ahora darte quiero , puesto que

    no sirva para adorno del cuerpo,quiero que le lleves muy

    en la memoria ; que creo no te será de menos provecho que

    los que hasta aqu í te he dado y es , que jamas te pongas á

    disputar de l inaj es , á lo menos comparándolos en tre sí ; pues

    por fuerza en los que se comparan , uno ha de ser el mejor ;y del que abatieres , serás aborrecido , y del que levantares ,en ninguna manera premiado .

    » Por ahora esto 'se me ha ofrecido , Sancho , que aconse

    j arte ; andará el tiempo , y segun las ocasiones , así serán m is

  • 24. D ON 0¿ _J IJOT E D ELA MAN C HA .

    documentos,como tú tengas cuidado de avisarme el es tado

    en que te hallares .— Senor

    ,respondió Sancho , bien veo que todo cuanto

    vuesa merced me ha dicho son cosas buenas , santas y pro

    veehosas ; pero ¿ de qué han de servir , s i de n inguna meacuerdo ? Verdad sea que aquello de no dej arme crecer las

    unas y de casarme otra vez si se ofreciere , no se me pasará

    del magin ; pero eso tros badu laqu es y enredos y revoltillos

    no se me acuerda ni acordará má s dellos que de las nubes

    de antaño y así será menester que se me dén por escrito ;que puesto que no sé leer ni escribir , yo se los dare

    '

    á mi

    confesor , para que me los encaj e y recapacite cuando fuere

    menester .

    ¡Ah pecador de mí ! respondió Don QU. 1JOÍC , y ¡qué

    mal parece en los gobernadores el no saber leer ni escribir '

    porque has de saber ¡ oh Sancho ! que no saber un hombre

    leer , 6 ser zurdo , arguye una de dos cosas ó que fue hij o

    de padres demasiado de humildes y bajos , ó el tan travieso

    y malo , que no pudo entrar en él el buen uso ni la buena

    dotrina . Gran falta es la que llevas contigo ; y as í , querría

    que aprendieses á firmar siquiera .—Bien sé fi rmar mi nombre , respondió Sancho ; que

    cuando fu i prioste en mi lugar , aprendí á hacer unas letras

    como de marca de fardo,que decian que decian mi nombre .

    Cuanto más que ñngiré que tengo tullida la mano derecha ,y haré que firme otro por mí ; que para todo hay remedio , si

    no es para la muerte ; y teniendo yo el mando y el palo , haré

    lo que qu isiere . Cuanto más , que el que tiene el padre alcalde… V siendo yo gobernador , que es más que serllegaos , que la dejan ver . No , sino popen y calóñenme ; que

  • SEGU N DA PARTE . CA P Í TULO XL I I I . 2 5vendrán por lana y volverán trasquilados ; y á quien Dios

    quiere bien á la cara le sale ; y las necedades del rico por

    sentencias pasan en el mundo ; y siéndolo yo , y siendo go

    bernador y j untamente l iberal , como lo pienso ser , no habrá

    falta que se me parezca . No s ino haceos miel,y paparos han

    moscas . Tanto vales cuanto tienes , decía una mi agííela , y

    del hombre arraigado no te verás vengado .—¡Oh maldito seas de D ios , Sancho ! duo á esta sazon

    Don Quijote . Sesen ta m il Satanases te lleven ti y á tus re

    franes : una hora há que los estás ensartando , y dándome

    con cada uno tragos de tormento . Yo te aseguro que estos

    refranes te han de llevar un dia á la horca ; por ellos te han

    de quitar el gobierno tus vasallos , 6 ha de haber en tre ellos

    comunidades . Dime ¿ dónde los hallas , ignorante ! 6 ¿cómo

    los aplicas,mentecato ! que para decir yo uno y apl icarle

    bien , sudo y trabaj o como si cavase .

    Por D ios , senor nuestro amo , replicó Sancho , que

    vuesa merced se quej a de bien pocas cosas . ¿A qu é diablos

    se pudre de que yo me sirva de mi hacienda ? que ninguna

    otra tengo , ni otro caudal alguno , s ino refranes y más re

    franes . Y ahora se me ofrecen tres , que venían aquí pin ti

    parados , ó como peras en tabaqu e ; pero no los diré , porque

    al buen callar llaman Sancho .— Ese Sancho no eres tú , dij o Don porque , no

    sólo no eres buen callar,sino mal hablar y mal porñar ; y con

    todo eso,querría saber qu é tres refranes te ocurrían ahora á la

    memoria , que venían aqu í ¿1 propósito ; que yo ando recor

    riendo la mia (que la tengo buena) , y ninguno se me ofrece .—¿Qué mejores , dij o Sancho , que entre dos muelas

    cordales nunca pongas tus pulgares » ; y (( él idos de mi casa ,

  • 26 DON 0¿ J 1J0T E DE LA MA N C HA .

    y ¿qué quereis con mi muj er ? no hay responder y si da

    el cán taro en la piedra , 6 la piedra en el cántaro , mal para

    el cántaro todos los cuales vienen á pelo ! Qu e nadie se

    tome con su gobernador ni con el que le manda , porque

    saldrá las timado como el que pone el dedo entre dos muelas

    cordales,y aunque no sean cordales , como sean muelas , no

    importa ; y á lo que dijere el gobernador no hay que repli

    car,como al

  • S EGU N DA PARTE . CA P Í TULO XL I V . 27cebolla , como , gobernador , con perdices y capones ; y más ,que mien tras se duerme todos son iguales , los grandes y los

    menores , los pobres y los ricos ; y si vuesa merced mira en

    ello,verá que solo vu esa merced me ha puesto en esto de

    gobernar ; que yo no sé más de gobiernos de ínsulas que un

    buitre ; y si se imagina que por ser gobernador me ha de

    llevar el diablo , más me quiero ir Sancho al cielo , que go

    bernador al infierno .

    Por Dios , Sancho , d l_]0 D on Qu IJOtC , que por solas

    estas últimas razones que has dicho , j uzgo que mereces ser

    gobernador de mil ínsulas . Buen natural tienes , sin el cual no

    hay ciencia que valga ; encom iéndate á Dios , y procura no

    errar en la primera intencion ; quiero decir , que s iempre

    tengas in tento y fi rme propósito de acertar en cuantos ne

    gocios te ocu rrieren , porque siempre favorece el cielo los

    buenos y vámonos á comer ; que creo que ya estos

    senores nos aguardan .

    CAP ITULO XLIV .

    Cómo Sancho Panza fue l levado al gob ierno, y de la extraña aventura que en el casti l losucedió á Don Quij ote .

    Dicen que 10 que en el propio original desta his toria se

    lee , llegando C ide H amete á escribir este cap ítulo , no 10

    traduj o su intérprete como él lo habia escrito , que fue un

    modo de quej a que tuvo el moro de s í mismo , por haber

    tomado entre manos una historia tan seca y tan limitada

    como ésta de D on Quij ote , por parecerle que s iempre había de hablar de'] y de Sancho , sin osar extenderse á otras

    digresiones y episodios más graves y más entreten idos y

  • 2 8 DON QUI J OTE DE LA MAN C H A .

    decia que el ir s iempre aten ido el entendimiento , la mano

    y la pluma,á escribir de un solo suj eto , y hablar por las bo

    cas de pocas personas , era un trabaj o incomportable , cuyo

    fruto no redundaba en el de su autor ; y que , por huir deste

    inconveniente,habia usado en la P rimera Parte del artifi cio

    de algunas novelas , como fueron la del Cur ioso imper t inente

    y la del Cap itan ca utiva , que están como separadas de lahistoria ; puesto que lo demas que allí se cuenta son casos

    sucedidos al mismo Don Quij ote , que no podian dej ar de

    escribirse . Tambien pensó , como él dice , que muchos lle

    vados de la atencion que piden las hazanas de Don n ote,

    no la darian á las novelas , y pasarían por ellas ó con priesa

    ó con enfado , sin advertir la gala y artiñcio que en s í con

    tienen , el cual se mostrara bien al descubierto , cuando por s í

    solas , s in arrimarse á las locuras de Don Quijote ni ¿1 las san

    deces de Sancho , salieran á luz y as í , en esta Segunda Parte

    no quiso ingerir novelas suel tas ni pegadizas , s ino algunos

    episodios que 10 pareciesen , nacidos de los mismos sucesos

    que la verdad ofrece , y á un éstos lim itadamente y con solas las

    palabras que bastan á declararlos y pues se contiene y cierra

    en los estrechos límites de la narracion ten iendo hab il idad ,suficiencia y entendimiento para tratar del un iverso todo ,pide no se desprecie su trabaj o , y se le den alabanzas , no por

    lo que escribe , sino por 10 que ha dej ado de escribir y luego

    prosigue la historia diciendo que en acabando de comer DonQuijote , el dia que did los consej os ¿1 Sancho , aquella tarde

    se los dió escritos , para que él buscase quien se los leyese ;pero apenas se los hubo dado , cuando se le cayeron v vin ie

    ron a manos del Duque,que los comunicó con la Duquesa

    ,

    v los dos se admiraron de nuevo de la locura V del ingenio

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  • 3 0 DON (LUIJOT E D E LA MA N C H A .

    de andar advertido de aquí adelante , á ver si descubro otra

    senal,que confi rme ó desfaga mi sospecha .

    — As í lo has de hacer , Sancho , dij o Don QUIJOÍC , y da

    rásme aviso de todo 10 que en este caso descubrieres , y de

    todo aquello que en el gobierno te sucediere .

    Al despedirse Sancho de los Duques , les besó las manos ,y tomó la bendicion de su senor , que se la dió con lágrimas ,y Sancho la recibió con pucheritos . Sal ió , en fin , acompanado de mucha gente , vestido á lo le trado , y encima un ga

    ban muy ancho de camelote de agu as , leonado , con una

    montera de lo mesmo , sobre un macho á la j ineta ; y detras

    dé], por órden del Duque , iba el Rucio , con j aeces y orna

    mentos jumentiles de seda y Hamantes . Volvia Sancho la ca

    beza de cuando en cuando él mirar si su asno , eon cuya com

    pañ ía iba tan conten to , que no se trocara con el emperador

    de Alemana .

    Dej a , lector amable , ir en paz y en hora buena al buen

    Sancho , y espera dos fanegas de risa que te ha de causar el

    saber cómo se portó en su cargo ; y en tan to atiende á saber

    lo que le pasó á su amo aquella noche ; que s i con ello no

    rieres , por 10 ménos desplegarás los labios con risa de j imia ,porque los sucesos de D on Quij ote (5 se han de celebrar con

    admiracion ó con risa . Cu éntase , pues , que apenas se hubo

    partido Sancho , cuando Don Quij ote sin tió su soledad , y si

    le fuera posible revocarle la comision y quitarle el gobierno ,lo hiciera .

    Conoció la Duquesa su melancolía , y p reguntóle que de

    qué estaba triste ; que s i era por la ausencia de Sancho , que

    escuderos , dueñas y doncellas habia en su casa , que le servirian muy á satisfacion de su deseo .

  • SEGU N DA PARTE . CA P ÍT ULO X L I V . 3 1

    “Verdad es , senora mia , respondió D on Qu IJOt€ , que

    sien to la ausencia de Sancho ; pero no es ésa la causa prin

    cipal que me hace parecer que estoy triste ; y de los muchos

    ofrecimientos que vuestra excelencia me hace , solamente

    acepto y escoj o el de la voluntad con que se me hacen ; y en

    lo demas supl ico á vuestra excelencia que den tro de mi apo

    sen to consienta y permita que yo solo sea el que me sirva .En verdad , dij o la Duquesa , señor D on Quij ote , que

    no ha de ser así ; que le han de servir cuatro doncellas de las

    mias , hermosas como unas flores .

    Para mí , respondió D on QU IJOÍC , no serán ellas como

    Hores,sino como espinas , que me puncen el alma . Así en

    trarán ellas en mi aposen to , ni cosa que lo parezca , como

    volar . S i es que vuestra grandeza quiere llevar adelan te el ha

    eerme merced sin yo merecerla , déj eme que yo me las haya

    conmigo , y que yo me sirva de mis puertas adentro ; que yo

    pongo una muralla en medio de m is deseos y de mi hones

    tidad , y no quiero perder esta costumbre por la l iberal idad

    que vuestra al teza quiere mostrar conmigo ; y en resolucion ,ántes dormire' vestido , que consentir que nadie me desnude .

    No más , no más , señor D on Quij ote , replicó la D u

    quesa : por mí digo que daré órden que ni áun una mosca

    entre en su estancia , no que una doncella . No soy yo per

    sona , que por mí se ha de descabalar la decencia del senor

    Don Quij ote ; que , segun se me ha traslucido , la que más

    campea entre sus muchas virtudes , es la de la honestidad .

    D esnúdese vu esa merced y v ístase á sus solas y á su modo ,cómo y cuándo qu isiere ; que no habrá quien lo impida , pues

    dentro de su aposento hallará los vasos necesarios al menes

    ter del que duerme á puerta cerrada , porque ninguna natu

  • 3 2 DON (LUIJOT E D E LA MAN C HA .

    ral necesidad le obligue á que la abra . ¡Viva mil siglos la gran

    Dulcinea del Toboso , y sea su nombre extendido por toda

    la redondez de la tierra , pues mereció ser amada de tan va

    liente y tan honesto caballero ! y los 'benignos cielos infu n

    dan en el corazon de Sancho Panza , nuestro gobernador ,un vivo deseo de acabar presto sus diciplinas , para que vuelva

    á gozar el mundo de la belleza de tan gran senora .

    A 10 cual dij o Don Quij ote Vuestra al titud ha hablado

    como quien es ; que en la boca de las buenas senoras no ha

    de haber n inguna que sea mala : y más venturosa y más co

    nocida será en el mundo Dulcinea por haberla alabado vues

    tra grandeza , que por todas las alabanzas que puedan darle

    los más elocuen tes de la tierra .—Agora bien , senor Don Qu I

    _]OtC , replicó la Duquesa ,la hora de cenar se llega , y el Duque debe de esperar venga

    vuesa merced y cenemos , y aeostará se temprano ; que el viaj e

    que ayer hizo de Candaya no fue tan corto , que no haya

    causado algun molimiento .— No s iento n inguno , senora , respondió Don n ote ,

    porque osaré j urar á vuestra excelencia que en m i vida he

    subido sobre bestia más reposada ni de mejor paso que C lavileño ; y no sé yo qu é le pudo mover á Malambruno para

    deshacerse de tan ligera y tan gentil cabalgadura , y abra

    sarla así s in más ni más .— A eso se puede imaginar , respondió la Duquesa , que

    arrepentido del mal que habia hecho á la Trifal di y com

    pañ ía y 51 otras personas , y de las maldades que como heehi

    cero y encantador debía de haber cometido,quiso concluir

    con todos los instrumentos de su ofi cio ; y como principal

    _

    v que más le traía desasosegado,vagando de tierra en tierra ,

  • S EGUN DA PARTE . CA P Í TULO XL I V . 3 3abrasó á C lavileno ; que con sus apagadas cenizas y con el

    trofeo del cartel , queda eterno el valor del gran D on Qu ij ote de la Mancha .

    De nuevo nuevas gracias dió D on QIU_]OÍ€ á l a Duquesa ;

    y en cenando , D on Quijote se retiró en su aposento solo , s in

    consent i r que nadie entrase con e'] á servirle tan to se temía

    de encontrar ocasiones que le moviesen ó forzasen á perder

    el honesto decoro que á su senora Dulcinea guardaba , siem

    pre puesta en la imaginacion la bondad de Amadis , flor y es

    pejo de los andantes caballeros . Cerró tras sí la puerta , y á la

    luz de dos velas de cera se desnudó ; y al descalzarse ¡oh des

    gracia indigna de tal persona ! se le no suspiros , ni

    otra cosa que desacreditase la l impieza de su pol icia , sino hasta

    dos docenas de pun tos de una media , que quedó hecha celosía .

    Añigióse en extremo el buen senor , y diera él por tener

    allí un adarme de seda verde una onza de plata : digo seda

    verde , porque las medias eran verdes . Aquí exclamó Benen

    geli , y escrib iendo , dij o Oh pobreza , pobreza ! no sé yo

    con qu é razon se movió aquel gran poeta cordobés á llamartedá diva scmta desag r adecída . Yo , aunque moro , bien sé , por

    la comunicacion que he ten ido con cristianos , que la san ti

    dad consiste en la caridad , humildad , fe , obediencia y po

    breza ; pero , con todo eso , digo que ha de tener mucho de

    Dios el que se viniere á contentar con ser pobre , s i no es de

    aquel modo de pobreza de quien dice uno de sus mayores

    santos : Tened todas las cosas como si no las tuviésedes y

    á esto llaman pobreza de espíritu ; pero tú , segunda pobreza

    (que eres de la que yo hablo ) , ¿por qu é quieres estrellarte con

    los hidalgos y bien nacidos más que con la otra gente ? ¿ Por

    qu é los obligas á dar pintura á los zapatos , y á que los boto

  • 24, D ON (LU IJOT E D E LA MAN C HA .

    nes de sus rop illas , u nos sean de seda , otros de cerdas y otros

    de vidro ? ¿ Por qué sus cuellos , por la mayor parte , han de

    ser siempre escarolados , y no abiertos con molde ? » (Y en esto

    se echará de ver que es antiguo el uso del almidon y de los

    cuellos abiertos . ) Y prosiguió ¡M iserable del bien nacido ,que va dando pistos á su honra , comiendo mal y á puerta

    cerrada,haciendo hipócrita al pal illo de dien tes con que sale

    á la calle, despu es de no haber comido cosa que le obligue

    á limp iá rselos ! ¡M iserable de aquel digo , que tiene la honra

    espantadiza , y piensa que desde una legua se le descubre el

    remiendo del zapato , el trasudor del sombrero , la hilaza del

    herreru elo y la hambre de su estómago !

    Todo esto se le renovó á Don Quij ote en la sol tura de sus

    puntos ; pero consolóse con ver que Sancho le habia dej ado

    unas botas de camino , que pensó ponerse otro dia . Final

    mente , el se recostó pensativo y pesaroso , así de la fal ta que

    Sancho le hacia , como de la inreparable desgracia de sus

    medias , á quien tomara los puntos , aunque fuera con seda

    de otra color , que es una de las mayores señales de miseria

    que un hidalgo puede dar en el discurso de su prolij a estre

    cheza . Mató las velas… hacia calor , y no podía dormir . Levantóse del lecho

    ,y abrió un poco la ventana de una rej a

    que daba sobre un hermoso j ardín , y al abrirla , s in tió y oyó

    que andaba y hablaba gente en el j ardin . Púsose á escuchar

    atentamente… levantaron la voz los de abaj o tan to , que pudoo ir estas razones

    No me porñes ¡oh Emerencia ! que cante ; pues sabes que

    desde el punto que este forastero entró en este cas tillo , y m is

    ojos le miraron , yo no sé cantar , s ino llorar : cuanto más ,que el sueño de m i senora tiene más de l igero que de pesa

  • SEGU N DA PARTE . CA P Í T ULO XL I V . 5do

    ,y no querría que nos hallase aqu í , por todo el tesoro del

    mundo . Y puesto caso que durmiese y no despertase , en vano

    seria mi canto,s i duerme y no despierta para oírle es te nuevo

    Eneas , que ha llegado sí mis regiones para dej arme escarn ida .— No dés en eso , Altisidora amiga , respondieron ; que sin

    duda la Duquesa y cuantos hay en esta casa duermen , si no

    es el señor de tu corazon y el despertador de tu alma ; porque

    ahora sentí que abría la ventana de la rej a de su estancia,y

    sin duda debe de estar despierto : canta , lastimada mia , en

    tono bajo y suave , al són de tu arpa ; y cuando la Duquesa

    nos sienta , le echaremos la culpa al calor que hace .— No está en eso el punto ¡oh Emerencia ! respondió la

    Altisido ra , sino en que no querría que mi canto descubriese

    m i corazon , y fuese j uzgada , de los que no tienen noticia

    de las fuerzas poderosas de amor , por doncella antoj adiza y

    liviana . Pero venga 10 que viniere ; que más vale verg ii enza

    en cara que mancilla en corazon » y en esto se sintió tocar

    una arpa su avísimamente .

    Oyendo 10 cual , quedó D on n ote pasmado , porque en

    aquel instante se le v in ieron á la memoria las infinitas aven

    turas , semej antes á aquella , de ventanas , rej as y j ardines ,músicas , requiebros y desvanecim ientos , que en los sus des

    vaneeidos l ibros de caballerías habia leido . Luego imaginó

    que alguna doncella de la Duquesa estaba del enamorada , y

    que la honestidad la forzaba ¿1 tener secreta su voluntad . Te

    mió no le rindiese , y propuso en su pensamiento el no de

    j arse vencer ; y encomendándose de todo buen ánimo y buen

    talante á su señora Dulcinea del Toboso , determinó de es

    cuchar la música ; y para dar á entender que all í estaba , dió

    un fi ngido estornudo , de que no poco se alegraron las don

  • 3 6 DON QJIJ0T E DE LA MAN C HA .

    cellas , que otra cosa no deseaban sino que D on Quij ote las

    oyese . Recorrida , pues , y afinada la arpa , Altisidora dió prin

    cip io á este romance

    “ Oh tú , q ue es tás en tu lechoEntre sábanas de ho landa

    ,

    D u rm i endo á p ie rna tend idaD e la noche 51 l a mañana

    ,

    Caba l lero e l má s va l i enteQu e ha p rod uc ido la Ni ancha ,Má s hones to y má s bend i to

    Que e l o ro fi no de Arab ia 'Oye á una tr i s te donce l la ,

    B i en c rec i da y ma l lograda ,Qu e en la luz de tu s dos so lesS e s i ente abrasar e l a lma .T ú buscas tu s aventu ras

    ,

    Y aj enas desd ichas ha l las ;D as las fer i das , y n iegasEl remed io de sanar las .D ime

    ,va leroso jóven ,

    Que D ios prospere tu s á ns ias ,S i te c r iaste en la L ib ia ,0 en las montañas de JacaS i s i e rpes te d ie ron leche ;

    Sí á d i cha fueron tu s amasLa aspereza d e las se l vasY e l ho rro r de las montañas .Muy b ien puede D u lc inea ,

    Donce l la ro l l iza y sana ,P rec iarse d e q ue ha rend idoA una t igre fi era y brava .Por es to se rá famosa

    Desde Hená res á Jarama ,Desde e l Taj o á Manzana res ,Desde P i sue rga has ta A rlanza .T rocá rame yo por e l la ,Y d ie ra enc ima una sayaDe las má s gayadas m ias ,Qu e d e o ro la ado rnan franjas .

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  • 3 8 DON (LU IJOT E D E LA MAN C HA .

    Aquí dió fin el can to de la mal ferida A1tisido ra , y co

    menzó á crecer el asombro del requerido Don QU IJOtC ; el

    cual,dando un gran suspiro , dij o entre sí ¡Que tengo de

    ser tan desdichado andante , que no ha de haber doncella

    que me mire , que de mí no se enamore ! ¡Qu e tenga de ser

    tan corta de ven tura la s in par Dulcinea del Toboso,que no

    la han de dej ar á solas gozar de la incomparable fi rmeza mia !

    ¿Qu é la quereis , reinas ? ¿A qu é la persegu ís , emperatriees ?

    ¿Para qu é la acosais , doncellas de catorce quince años ?

    Dejad , dej ad á la miserable que triunfe , se goce y ufane con

    la suerte que amor quiso darle en rendirle mi corazon y en

    tregarle mi alma . M irad , caterva enamorada , que para sola

    Dulcinea soy de masa y de alfen1que , y para todas las demas

    soy de pedernal ; para ella soy miel , y para vosotras acíbar .

    Para mí , sola Dulcinea es la hermosa , la discreta , la ho

    nesta,la gallarda y la bien nacida ; y las demas las feas , las

    necias , las l ivianas y las de peor l inaj e . Para ser yo suyo , y

    no de otra alguna , me arrojó la naturaleza al mundo llore

    ó cante Altisidora , desesp érese Madama , por quien me apor

    fearon en el castillo del moro encantado ; que yo tengo de

    ser de D u1cinea , cocido 6 asado , y limpio , bien criado y ho

    nesto á pesar de todas las potestades hechiceras de la tierra » ;y con esto cerró de golpe la ventana , y despechado y pesa

    roso , como si le hubiera acontecido alguna gran desgracia ,se acostó en su lecho , donde le dej aremos por ahora , por

    que nos está llamando el gran Sancho Panza , que quiere dar

    principio ¿1 su famoso gobierno .

  • S EGUN DA PART E . CA P Í TULO X LV . 3 9

    CAPITULO XLV .

    De cómo el gran Sancho Panza tomó la poses ion de su insula , y del modo quecomenzó gobernar .

    ¡Oh perpétuo descubridor de los antípodas , hacha del

    mundo , ojo del cielo , meneo dulce de las can timploras !

    ¡Timbrio aquí , Febo allí , tirador acá , médico acullá padre

    de la poesía , inventor de la mús ica : tú , que siempre sales ,y aunque lo parece

    ,nunca te pones ! A ti digo ¡ oh Sol ! con

    cuya ayuda el hombre engendra al hombre ; á ti digo que

    me favorezcas , y alambres la escu ridad de mi ingenio , para

    que pueda discurrir por sus puntos en la narracion del go

    bierno del gran Sancho Panza ; que s in ti , yo me siento ti

    bio , desmazalado y confuso .

    Digo , pues , que con todo su aeompanam 1ento llegó San

    cho á un lugar de hasta m il vecinos , que era de los mejores

    que el Duque tenia . D iéronle á en tender que se llamaba la

    [mula B a r a ta r ia , 6 ya porque el lugar se llamaba B a ratar ío , 6 ya por el óam to con que se le habia dado el gobierno .Al llegar á las puertas de la villa , que era cercada , salió el

    regimiento del pueblo reeebirle , tocaron las campanas , y

    todos los vecinos dieron muestras de general alegría , y con

    mucha pompa le llevaron á la igles ia mayor á dar gracias ¿1

    Dios ; y luego , con algunas ridículas ceremonias , le entre

    garon las llaves del pueblo y le admitieron por perpétu o go

    bernador de la ínsula Barataria . El traj e , las barbas , la gor

    dura y pequeñez del nuevo gobernador tenían admirada á

    toda la gente que el busilis del cuento no sabia , y á un ¿1 to

    dos los que lo sabían , que eran muchos .

  • 4_o D ON (&J 1JOT E D E LA MAN C HA .

    Finalmente,en sacándo le de la iglesia , le llevaron á la s illa

    del j uzgado y le sen taron en ella , y el mayordomo del D u

    que le dijo Es costumbre antigua , señor Gobernador , que

    el que viene á tomar posesion desta famosa ínsula está 0i

    gado á responder á una pregunta que se le hiciere , que sea

    algo intricada y difi cultosa , de cuya respuesta el pueblo toma

    y toca el pulso del ingen io de su n uevo gobernador ; y as í , ó

    se alegra ó se en tristece con su venida .

    En tan to que el mayordomo decia esto á Sancho estaba él

    mirando unas grandes ymuchas letras que en la pared frontera

    de su sil la estaban escritas ; y como él no sab ia leer , preguntó

    que qu é eran aquellas pinturas que en aquella pared estaban .

    Fu éle respondido :

  • SEGU N DA PARTE . CA P ÍTULO XLV . 4 1

    yordomo ; que yo responderé lo mejor que sup iere , ora se

    en tristezca ó no se entristezca el pueblo . »

    A este instante en traron en el j uzgado dos hombres an

    cianos el uno traía una cañahej a por báculo , y el s in báculo

    dij o :

  • DON (QJ IJOT E D E LA MAN C H A .

    Viendo lo cual el gran Gobernador , pregun tó al acreedor

    qué respondía á lo que decía su contrario ; y dij o que sin

    duda alguna su deudor debía de decir verdad porque le te

    nia por hombre de bien y buen cristiano , y que á él se le

    debía de haber olvidado el cómo y cuándo se los había

    vuelto , y que desde allí en adelante j amas le pediría nada .Tom ó á tomar su báculo el deudor , y baj ando la cabeza ,

    se salió de1 j uzgado . Visto lo cual por Sancho , y que sin más

    ni más se iba , y viendo tambien la paciencia del deman

    dante , inclinó la cabeza sobre el pecho , y poniéndose el in

    dice de la mano derecha sobre las cej as y las narices,estuvo

    como pensativo un pequeno espacio , y luego alzó la cabeza

    y mandó que le llamasen al viej o del báculo , que ya se ha

    bía ido . Trujéronsele , y en viéndole Sancho , l e dijo :

  • S EGUN DA PARTE . CAP ÍT ULO XLV . 4 3haberle visto dar , al viej o que j uraba , á su contrario aquel

    báculo en tanto que hacia el j uramento , y j urar que se los

    habia dado real y verdaderamente , y que en acabando de j u

    rar le tornó á pedir el báculo , le vino la imaginacion que

    dentro dél estaba la paga de lo que el otro pedia ; de donde

    se podia colegir que á los que gobiernan , aunque sean unos

    tontos , tal vez los encamina Dios en sus j uicios : y más , que

    él habia oido contar otro caso como aquel al Cura de su lu

    gar,y que él tenía tan gran memoria , que 51 no olvidársele

    todo aquello de que queria acordarse , no hubiera tal memo

    ria en toda la ínsula . Finalmente , el un viej o corrido y el

    otro pagado se fueron , y los presentes quedaron admirados ,y el que escribía las pal abras , hechos y movimientos de San

    cho , no acababa de determinarse s i le tendría y pondría por

    ton to 6 por discreto .

    Luego , acabado este pleito , en tró en el j uzgado una mu

    j er , asida fuertemente de un hombre , vestido de ganadero

    rústico , la cual ven ia dando grandes voces , diciendo ¡Just i e i a , senor Gobernador , j usticia ! y si no la hallo en la tierra,la iré á buscar al cielo . Senor Gobernador de mi ánima , estemal hombre me ha cogido en la mitad dese campo , y se ha

    aprovechado de mi cuerpo , como si fuera trapo mal lavado ,y ¡desdichada de m í ! me ha llevado 10 que ten ia guardado

    más de veinte y tres años há , defendiéndolo de moros y cristianos , de naturales y extranj eros ; y yo s iempre dura como

    un alcornoque , conservándome entera como la salaman

    quesa en el fuego , 6 como la lana entre las zarzas , para que

    este buen hombre llegase ahora con s us manos l impias á

    manosearme .— Aun eso está por averiguar , s i tiene limpias 6 no las

  • 44. DON O¿ J IJOT E D E LA MAN C HA .

    manos este galan dij o Sancho ; y volviéndose al hombre , le

    dij o ¿ qué decía y respondía á la querella de aquella muj er ?

    El cual , todo turbado , respondió : “Señores , yo soy un

    pobre ganadero de ganado de cerda , y esta manana salia

    deste lugar , de vender (con perdon sea dicho ) cuatro puer

    que me llevaron de alcabalas y soca] iñas poco menos

    de 10 que ellos valían . Volvíame á mi aldea , topé en el camino á esta buena duena ; y el diablo , que todo lo anasca y

    todo lo cuece , hizo que yogá semos j untos pagu éle lo soñ

    ciente , y ella , mal conten ta , asió de m í , y no me ha dej ado

    hasta traerme á este puesto . Dice que la foreé , y miente , para

    el j uramento que hago 6 pienso hacer ; y ésta es toda la ver

    dad , sin fal tar meaja .

    Entónces el Gobernador le pregun tó si traia consigo al

    gun dinero en plata : él dij o que hasta veinte ducados ten ia

    en el seno , en una bolsa de cu ero . Mandó que la sacase , y

    se la entregase , así como estaba , á la querellante e'

    ] 10 hizo

    temblando . Tomóla la muj er , y haciendo m il zal emas á to

    dos , y rogando á Dios por la vida y salud del señor Go

    bernador , que así miraba por las huérfanas menesterosas y

    doncellas hones tas , se sal ió del j uzgado , llevando la bolsa

    asida eon entrambas manos… aunque primero miró s i era de

    plata la moneda que llevaba dentro .

    Apenas salió , cuando Sancho dij o al ganadero (que ya se

    le saltaban las lágrimas , y los oj os y el corazon se iban tras

    su bolsa) :

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  • 46 DON (LU IJOT E D E LA MAN C HA .

    el Gobernador duo al hombre : Buen hombre , andad con

    Dios á vuestro lugar con vuestro dinero ; y de aquí adelante ,si no le quereis perder , procurad que no os venga en volun

    tad de yogar con nadie .

    El hombre le dió las gracias lo peor que supo , y fuese , y

    los circunstantes quedaron admirados de nuevo de los j uicios

    y sen tencias de su nuevo gobernador , ante el cual se pre

    sentaron dos hombres , el uno vestido de labrador , y el otro

    de sastre,porque traia unas tij eras en la mano ; y el sas tre

    dij o : Senor Gobernador , yo y este labrador ven imos ante

    vu esa merced , en razon que este buen hombre llegó á m i

    tienda ayer (que yo , con perdon de los presentes , soy sas tre

    examinado,que Dios sea bendito ) , y pon iéndome un pe

    dazo de paño en las manos , me preguntó Señor , ¿habría

    en este paño,harto para hacerme una caperuza ? » Yo , tan

    teando el paño , le respondí que sí . El debióse de imaginar

    (á lo que yo imaginé , é imaginé bien ) que sin duda yo le

    queria hurtar algu na parte del paño , fundándose en su ma

    licia y en la mala opin ion de los sas tres , y rep licóme que

    mirase si habria para dos . Adivine'le el pensamien to y dij ele

    que sí ; y él , caballero en su dañada y primera intencion ,fue anadiendo caperuzas , y yo añadiendo sies has ta que lle

    gamos á cinco caperuzas ; y ahora en este punto acaba de

    venir por ellas . Yo se las doy , y no me quiere pagar la he

    chura ; ántes me pide que le pague , ó vuelva su pano .

    ¿Es todo esto as í , hermano ? preguntó Sancho .

    S í , señor , respondió el hombre ; pero hágale vu esa

    merced que muestre las cinco caperuzas que me ha hecho .— De buena gana » , respondió el sastre y sacando encon

    tinente la mano de bajo del herreruelo , mostró en ella cinco

  • SEGU N DA PARTE . CA P Í TULO XLV I . 47caperuzas taman1tas , puestas en las cinco cabezas de los dedos de la mano , y d l

    _! o

  • 48 DO N (LU IJOT E DE LA MAN C HA .

    caballero en las horas , y con mucha presteza llegó la de la

    manana,lo cual vis to por Don Quij ote , dej ó las blandas

    plumas,y no nada perezoso , se vistió su acamuzado vestido ,

    y se calzó sus botas de camino por encubrir la desgracia de

    sus medias . Colgó el tahalí de sus hombros con su buena y

    taj adora espada ; arrojóse encima su manton de escarlata V

    púsose en la cabeza una montera de terciopelo verde , guar

    necida de pasamanos de plata ; asió un gran rosario que con

    sigo contino traia , y con gran prosopopeya y contoneo salió

    la an tesala , donde el Duque y la Duquesa estaban , ya ves

    tidos y como esperándole . Y al pasar por una galería , estaban

    aposta esperándole Al tísidora y la otra doncella , su amiga ; V

    así como Altísidora vió Don Quij ote , ñngió desmayarse , y

    su amiga la recogió en sus faldas , y con gran pres teza la iba

    á desabrochar el pecho .

    Don Quij ote , que lo vió , llegándose á ellas , dij o ((Ya sé

    yo de qué proceden es tos acciden tes .

    No sé yo de qu é , respondió la amiga ; porque Altísi

    dora es la doncella más sana de toda es ta casa , y yo nunca

    la he sentido un ay en cuanto há que la conozco ¡que mal

    hayan cuan tos caballeros andantes hay en el mundo,s i es

    que todos son desagradecidos ! V áyase vuesa merced , senor

    Don Quijote ; que no volverá en s í es ta pobre mm en tan to

    que vu esa merced aquí estu viere . »

    A 10 que respondió Don Quij ote ((Haga vuesa merced ,senora , que se me ponga un laud esta noche en m i aposen to ;que yo consolaré lo mejor que pudiere él esta lastimada don

    cella ; que en los principios amorosos , los desenganos pres

    tos suelen ser remedios cal ifi cados y con esto , se fue, por

    que no fuese notado de los que all í le v iesen .

  • S EGU N DA PARTE . CAP ÍT ULO XLV I . 49No se hubo bien apartado , cuando volviendo en sí la

    desmayada Altisidora , dij o él su companera :

  • 5 0 D ON %) IJO'

    TE D E LA MAN C HA .

    Las donce l las recog i das,

    Qu e asp i ran á serLa honest idad es su doteY voz d e s u s a labanzas .Lo s andantes caba l l e ros

    ,

    Y lo s que en la Corte andan,

    R equ iébranse con las l i b res ,Con las hones tas se casan .Hay amores de l e vante ,

    Qu e entre h u éspedes se t ratan ,Que l legan pres to a l pon iente ,Porque en e l part ir se acaban .E l amo r recien ven id o

    ,

    Que hoy l l egó , y se va mañana ,Las imá gínes no dej aB i en impresas en e l a lma .P i ntu ra sobre p in tura

    N i se mues tra ni seña la ,Y do hay pr imera be l leza

    ,

    La segunda no hace baza .D u lc inea de l Toboso

    De l a lma en la tab la rasaTengo p intada de modo

    ,

    Qu e es impos ib le borrar la .La fi rmeza en los amantes

    E s la parte má s prec iada,

    Po r qu ien hace amo r m i lagros ,Y has ta e l c i e lo los levanta .

    Aquí llegaba Don n ote de su canto , á quien estaban

    escuchando el Duque y la Duquesa , Altisidora y casi toda

    la gente del castillo , cuando de improviso , desde encima de

    un corredor que sobre la rej a de Don Quij ote ¿1 plomo caia ,descolgaron un cordel , donde venían más de cien cencerros

    asidos , y luego tras ellos derramaron un gran saco de gatos ,que asimismo traían cencerros menores

    ,atados las colas .

    Fué tan grande el ruido de los cencerros y el mayar de los

    gatos , que aunque los Duques habian sido inventores de la

  • S EGU N DA PARTE . CA P ÍTULO XLV I . 5 1

    burla,todavía les sobresaltó ; y temeroso Don Quij ote , quedó

    pasmado ; y quiso la suerte que dos 6 tres gatos se entraron

    por la rej a de su estancia , y dando de una parte á otra , parecia que una legion de diablos andaba en ella . Apagaron las

    velas que en el aposento ardian , y andaban buscando por

    dó escaparse . El descolgar y subi r del cordel de los grandes

    cencerros no cesaba ; la mayor parte de la gente del castillo ,que no sabia la verdad del caso , estaba suspensa y admirada .

    Levantóse D on Quij ote en p ié , y poniendo mano á la es

    pada,comenzó á t irar estocadas por la rej a y á decir ¿1 gran

    des voces ¡Afuera , malignos encantadores ! ¡afuera , canalla

    hechiceresca ; que yo soy Don Quij ote de la Mancha , con

    tra quien no valen ni tienen fuerza vuestras malas intenciones ! y volviéndose á los gatos , que andaban por el apo

    sento , les tiró muchas cuchilladas . Ellos acudieron á la rej a ,y por al lí se salieron , aunque uno , viéndose tan acosado de

    las cuch illadas de D on Quij ote , le sal tó al rostro , y le asió

    de las narices con las uñas y los dientes , por cuyo dolor D on

    Quijote comenzó á dar los mayores gritos que pudo . Oyendo10 cual el Duque y la Duquesa , y considerando lo que podia

    ser , con mucha presteza acudieron á su estancia , y abriendocon llave maestra , en traron con luces y v ieron al pobre ca

    ballero pugnando con todas sus fuerzas por arrancar el gato

    de su rostro . Viendo la desigual pelea , acudió el Duque a

    despartirla , y D on Quij ote dij o á voces : No me le quite

    nadie ; déj enme mano 5. mano con este demonio , con este

    hechicero , con este encantador ; que yo le”

    daré á entender,

    de m í á él , quién es Don Quij ote de la Mancha . Pero

    el gato, no curándose destas amenazas , gruma y apretaba .

    Mas,en fin , el Duque se le desarraigó , y le echó por la

  • 5 2 DON O¿ _J IJOT E D E LA MAN C HA .

    reja : quedó Don QUIJOÍC acribado el rostro y no muy sanas

    las narices , aunque muy despechado porque no le habían de

    j ado fenecer la batalla que tan trabada tenía con aquel ma

    landrin encantador .

    H icieron traer aceite de Aparicio , y la misma Altisido ra ,con sus blanqu ísimas manos , le puso unas vendas por todo

    10 herido ; y al ponérselas , con voz baj a le dij o ((Todas estas malandanzas te suceden , empedern ido caballero , por el

    pecado de tu dureza y pertinacia , y plega á Dios que se le

    olvide á Sancho , tu escudero , el azotarse , porque nunca

    salga de su encanto esa tan amada tuya Dulcinea , ni tú la

    goces ni llegues á tálamo con ella , si lo menos viviendo yo ,que te adoro !

    A todo esto no respondió D on Quij ote otra palabra , sino

    fue dar un profundo suspiro , y luego se tendió en su lecho ,agradeciendo á los Duques la merced , no porque él tenía

    temor de aquella canalla gatesca , encantadora y cencerruna ,sino porque había conocido la buena intencion con que ha

    bian venido á soeorrerle . Los Duques le dej aron sosegar y se

    fueron , pesarosos del mal suceso de la burla ; que no creye

    ron que tan pesada y costosa le sal iera á Don Quij ote aquella

    aventura , que le costó seis días de encerram iento y de cama ,donde le sucedió otra aventura , más gustosa que la pasada ,la cual no quiere su h istoriador contar ahora , por acudir á

    Sancho Panza , que andaba muy sol icito y muy gracioso ensu gobierno .

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  • 5 4 DO N (LU IJOT E D E LA MAN C HA .

    estoy asalariado en esta ínsula para serlo de los gobernado

    res della,y miro por su salud mucho más que por la mia ,

    estudiando de noche y de dia , y tan teando la complexion del

    gobernador , para acertar á cu rarle cuando cayere enfermo

    y lo principal que hago es asistir á su s comidas y cenas , a

    dej arle comer de 10 que me parece que le conviene , y á qui

    tarle 10 que imagino que le ha de hacer daño y ser nocivo

    al estómago y así , mandé quitar el plato de la fruta por ser

    demasiadamente húmeda , y el plato del otro manj ar tambien

    le mandé quitar por ser demasiadamente cal iente y tener

    muchas especias , que acrecientan la sed ; y el que mucho

    bebe,mata y consume el húmedo radical , donde consiste

    la vida .

    Desa manera , aquel plato de perdices , que están all í

    asadas , y , á mi parecer , bien sazonadas , no me harán algun

    daño . »

    A lo que el médico respond10 Esas no comeré el señor

    Gobernador en tan to que yo tuviere vida .— Pues ¿por qu é ? dij o Sancho .

    Y el médico respondió Porque nuestro maestro H ipó

    crates , norte y luz de la medicina , en un aforismo suyo diceOmmk 5 ¿ztum tíoma la , perdícís a utem pes ¡ ima . Quiere decir

  • S EGUN DA PARTE . CA P Í TU LO XLV I I . 5 5V u esa merced tiene razon , senor Gobernador , respon

    dió el médico ; y así , es mi parecer que vu esa merced no

    coma de aquellos conej os guisados que allí están , porque es

    manj ar pel iagudo : de aquella ternera , si no fuera asada y en

    adobo,áun se pudiera probar ; pero no hay para qu é .

    Y Sancho dij o : Aquel p latonazo que está más adelan te

    vahando , me parece que es olla podrida ; y por la diversidad

    de cosas que en las tales ollas podridas hay , no podré dej ar

    de topar con alguna que me sea de gusto y de provecho .—Áóxít , dij o el médico ; vaya lej os de nosotros tan mal

    pensamiento . No hay cosa en el mundo de peor manteni

    miento que una olla podrida . Allá , las ollas podridas para

    los canónigos ó para los retores de colegios , ó para las bodas

    labradorescas ; y déj ennos l ibres las mesas de los gobernado

    res,donde ha de asistir todo primor y toda atildadu ra ; y la

    razon es,porque siempre y á do quiera y de quien quiera ,

    son más estimadas las medicinas simples que las compuestas ,porque en las s imples no s e puede errar , y en las comp ues

    tas sí , al terando la cantidad de las cosas de que son com

    puestas . Mas 10 que yo sé que ha de comer el senor Gober

    nador ahora , para conservar su salud y corroborarla , es un

    ciento de canutil los de suphcamones y unas tajadicas subti

    les de carne de membrillo , que le asien ten el estómago y le

    ayuden á la digestion .

    Oyendo esto Sancho , se arrimó sobre el espaldar de la

    s illa , y miró de hito en hito al tal médico , y con voz grave

    le preguntó cómo se llamaba y dónde habia estudiado .

    A lo que él respondió Yo señor Gobernador , me llamo

    el doctor Pedro Recio de Aguero , y soy natural de un lngar llamado Tirteafuera , que está en tre Caracuel y Almodó

  • 5 6 DO N (LU IJOT E D E LA MAN C HA .

    bar del Campo , ¿1 la mano derecha , y tengo el grado de doc

    tor por la universidad de O suna .

    A lo que respondió Sancho , todo encendido en cólera :

    Pues,senor doctor Pedro Recio de Mal Agiiero , natural de

    Tirteafuera , lugar que está ¿1 l a derecha mano como vamos

    de Caracuel á Almodóbar del Campo , graduado en O suna ,

    qu íteseme luego de delan te ; s i no ¡voto al sol , que tome un

    garrote,y que á garrotazos , comenzando por él , no me ha

    de quedar médico en toda la ínsula á lo menos de aqu ellos

    que vo entiendo que son ignorantes ; que á los médicos sa

    bios , prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los

    honraré como él personas div inas . Y vuelvo á decir que se

    me vaya Pedro Recio de aqu í ; s i no , tomaré esta sil la donde

    estoy sentado , y se la estrellaré en la cabeza : y p ídanmeloen residencia ; que yo me descargará con decir que hice ser

    vicio ¿1 Dios en matar á un mal médico , verdugo de la t e

    pública : y denme de comer , 6 s i no , tómense su gobierno :

    que ofi cio que no da de comer á su dueno no vale dos habas .

    Alboro tóse el Doctor , viendo tan colérico a] Gobernador ,y quiso hacer tír teafuem de la sala , s ino que en aquel ins

    tante sonó una corneta de posta en la calle ; y asomándose el

    maestresala á la ventana , volvió diciendo Correo v iene del

    Duque , ml senor ; algun despacho debe de traer de importancia .

    Entró el correo,sudando y asustado , y sacando un pliego

    del seno , le puso en las manos del Gobernador , y Sancho le

    puso en las del mayordomo,á quien mandó leyese el sobres

    erito , que decia así : A don Sanc/zo P anz a , Gobernador de la[mula B a r a ta r ia , 6 72 su pr op ia mano o

    '

    en /¿z¡ de su secr eta r io.

    O y endo 10 cual Sancho,dij o : ¿Quién es aquí m i secretario ?

  • S EGU N DA PARTE . CA P Í TULO XLV I I . 5 7Y uno de los que presentes estaban respondió Yo , se

    nor , porque sé leer y escribir , y soy vizcaíno .—Con esa añadidura , dij o Sancho , bien podeis ser secre

    tario del mismo Emperador : abrid ese pl iego , y mirad lo

    que dice .

    H ízolo as í el recien nacido secretario , y habiendo leido lo

    que decia , dij o que era negocio para tratarle si solas . Mandó

    Sancho despej ar la sala , y que no quedasen en ella s ino el

    mayordomo y el maestresala ; y los demas y el médico se

    fu eron , y luego el secretario leyó la carta , que así decia :

    A mi noticia ha llegado , senor don Sancho P anza , que

    » unos enemigos mios y desa ínsula la han de dar un asalto

    furioso , no sé qu é noche conviene velar y estar alerta , por

    que no le tomen desapercibido . Sé tambien , por esp ías ver

    daderas , que han entrado en ese lugar cuatro personas , dis

    » frazadas para quitaros la vida , porque se temen de vuestro

    ingen io abrid el ojo , y mirad quién llega á hablaros , y no

    » comais de cosa que os presentaren . Yo tendré cuidado de

    » socorreros , s i os viéredes en trabaj o , y en todo haréis como

    se espera de vuestro entendimiento . Deste lugar , á vein te

    » y tres de Julio , á las cuatro de la manana .

    V uestro amigo

    E l D uque.

    Quedó atónito Sancho , y mostraron qu edarlo asimismo

    los circunstan tes y volviéndose al mayordomo , le dij o Lo

    que agora se ha de hacer, y ha de ser luego , es meter en un

    calabozo al doctor Recio ; porque s i alguno me ha de matar,ha de ser él , y de muerte adminicula y pésima , como es la

    de la hambre .

  • 5 8 DON (LUIJOT E D E LA MAN C HA .

    Tambien , duo el maestresala , me parece a mí que

    vuesa merced no coma de todo lo que está en esta mesa ,porque lo han presen tado unas monj as ; y como suele decirse ,detras de la cruz está el diablo .

    — No lo niego , respondió Sancho : y por ahora denme

    un pedazo de pan y obra de cuatro l ibras de uvas ; que en

    ellas no podrá venir veneno , porque , en efecto , no puedo

    pasar sin comer y s i es que hemos de estar prontos para estas batallas que nos amenazan , menester será estar b ien man

    tenidos ; porque tripas llevan corazon , que no corazon tripas .

    Y vos , secretario , responded al Duque , m l senor , y decidle

    que se cumplirá 10 que manda como lo manda , s in faltar

    punto ; y daréis de mi parte un besamanos á mi señora la

    Duquesa , y que le suplico no se le olvide de enviar con un

    propio mi carta y m i lío á mi muj er Teresa P anza ; que en

    ello recibiré mucha merced ; y tendré cuidado de servirla

    con todo lo que mis fuerzas alcanzaren ; y de camino podeis

    encaj ar un besamanos á m i señor Don Quij ote de la Man

    cha , porque vea que soy pan agradecido ; y vos , como buen

    secretario y como buen vizcaíno , podeis añadir todo 10 que

    qu isiéredes y más viniere á cuento : y denme á m í de co

    mer , y á lcense estos manteles ; que yo me avendré con cuan

    tas espías y matadores y encantadores vinieren sobre m í y so

    bre mi ínsula .

    En esto entró un paj e y (i l ((Aquí está un labrador

    negociante[, que quiere habl ar á vuestra señoría en un me

    gocio , segun el dice , de mucha importancia .—Ex trano caso es éste

    ,dijo Sancho , destos negociantes

    º

    ¿ es posible que sean tan necios , que no echen de ver quesemeiantes horas como éstas no son en las que han de venir

  • S EGU N DA PARTE . CAP Í TULO XLV I I . 5 9á negociar ? Por ventura , los que gobernamos , los que somos

    j ueces, ¿no somos hombres de carne y de hueso , y que es

    menester que nos dej en descansar el tiempo que la necesidad

    pide , s ino que quieren que seamos hechos de piedra mármol ?

    Por Dios y en mi conciencia , que si me dura el gobierno

    (que no durará , segun se me trasluce) , que yo ponga en

    pretina ¿1 más de un negociante . Agora decid á ese buen

    hombre que éntre ; pero adviértase primero no sea alguno de

    los esp ías ó matador mío .

    No , senor , respondió el paj e , porque parece una al

    ma de cántaro , y yo sé poco , 6 él es tan bueno como el

    buen pan .

    No hay que temer, dl_]0 el mayordomo ; que aquí es

    tamos todos .—¿ Seria posible , duo Sancho , maestresala , que agora ,

    que no está aquí el doctor Pedro Recio , que comiese yo al

    guna cosa de peso y de sustancia , aunque fuese un pedazo

    de pan