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ESTADO NUTRICIONAL Y FACTORES CONDICIONANTES EN NIÑOS CON PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL. HOSPITAL CENTRAL
“ANTONIO MARIA PINEDA”.
ADRIANA NARDI
UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO
BARQUISIMETO, FEBRERO, 2001.
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ESTADO NUTRICIONAL Y FACTORES CONDICIONANTES EN NIÑOS CON PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL. HOSPITAL CENTRAL
“ANTONIO MARIA PINEDA”.
ADRIANA NARDI
UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO
DECANATO DE MEDICINA
BARQUISIMETO, FEBRERO, 2001.
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ESTADO NUTRICIONAL Y FACTORES CONDICIONANTES EN NIÑOS CON PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL. HOSPITAL CENTRAL
“ANTONIO MARIA PINEDA”.
Por
Adriana Nardi
Trabajo presentado para optar al título de Especialista
en Puericultura y Pediatría
Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado
Decanato de Medina
Barquisimeto, Febrero, 2001.
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ESTADO NUTRICIONAL Y FACTORES CONDICIONANTES EN NIÑOS CON PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL. HOSPITAL CENTRAL
“ANTONIO MARIA PINEDA”.
Por
Adriana Nardi
Trabajo Aprobado por
__________________________ ___________________________
Tutor Jurado
______________________
Jurado
Barquisimeto, Febrero, 2001.
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ESTADO NUTRICIONAL Y FACTORES CONDICIONANTES EN NIÑOS CON PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL. HOSPITAL CENTRAL
“ANTONIO MARIA PINEDA”.
Autor: Adriana Nardi
RESUMEN
Se realizó un estudio descriptivo transversal con el objeto de determinar el estado nutricional de los niños con Parálisis Cerebral Infantil (PCI) y algunos factores determinantes. Se estudiaron 125 niños a cuyas madres se les aplicó una encuesta estructurada en conjunto con la del Graffar modificado por Méndez Castellano. El estado nutricional se investigó a través de los indicadores antropométricos peso/talla, talla/edad y peso/edad. Se observó que de los tipos de PCI, de acuerdo a las características clínicas, la variedad espástica fue la más frecuente; así como según la severidad las formas moderada y grave predominaron. Se detectó que el 25,6% presentaba desnutrición actual, el 45,6% talla baja y 18,4% Sobrepeso u obesidad. En un porcentaje importante de niños con PCI se apreció la presencia de resistencia a alimentarse (36,8%), apertura inadecuada de la boca (23,2%), regurgitaciones (20,2%) y vómitos (12%), además de la asociación de patologías como infecciones respiratorias altas y bajas (64%), convulsiones (43,2%) y enfermedades diarreicas (37,6%), las cuales pueden afectar el estado nutricional. En conclusión, un alto porcentaje de niños con PCI presentaron desnutrición lo que contribuye aún más al deterioro de su calidad y expectativa de vida.
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INDICE
Página
INTRODUCCIÓN ...................................................................................... 1
I. EL PROBLEMA ..................................................................................... 3
II. MARCO TEORICO ............................................................................... 6
III. MARCO METODOLOGICO ................................................................ 13
IV. RESULTADOS .................................................................................... 15
V. DISCUSIÓN ......................................................................................... 27
VI. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES ...................................... 32
VII. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS ................................................... 34
ANEXOS.-
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CURRÍCULUM VITAE
Adriana Josefina Nardi Uzcátegui Título Médico Cirujano obtenido en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado en el año 1994. Candidata para obtener el título de Pediatra Puericultor Tesis: Estado Nutricional y Factores Condicionantes en Niños con Parálisis Cerebral Infantil. Hospital central “Antonio María Pineda”.
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Dedicatoria A mi hija, Paola Andrea, quien con su sonrisa y ternura ha iluminado mi vida, haciendo que en los días más difíciles y oscuros, brille siempre una luz de esperanza hacia un futuro cada día mejor.
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AGRADECIMIENTO
A Dios todopoderoso por el hecho de ser, estar aquí y permitirme alcanzar una meta
más.
A mi esposo Yull, mi madre Milagros, mi padre Bruno y mi hermano César por su
paciencia y apoyo incondicional.
A la Licenciada Edith Martínez por su invalorable colaboración.
A la Dra. Mariela Montilva por su extraordinaria labor como tutor y su innegable
valor como persona.
Al Dr. Francisco Navarro por sembrar en mí la inquietud de realizar este estudio.
A todos los pacientes y sus familiares sin los cuales no hubiese sido posible la
realización de este estudio.
A todas aquellas personas que de una u otra forma colaboraron con la realización de
este estudio.
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INTRODUCCIÓN
La parálisis cerebral infantil (PCI) es un trastorno polimorfo dado por la diversidad
de los factores causantes, presentación clínica y los problemas que se le asocian, con una
incidencia importante no sólo a nivel mundial, sino también nacional y regional.
En Estados Unidos se estima, a pesar de que existen subregistros, 17 casos por cada
100.000 habitantes. Así mismo, para 1992 se estimó una tasa de 1,5 – 2,5 por cada 1000
nacidos vivos (1).
En Venezuela, se presenta una incidencia de 500 - 650 pacientes por cada 100.000
habitantes (1).
En cuanto a Lara y específicamente en un estudio realizado en el centro de
referencia regional de Medicina Física y Rehabilitación Hospital Central “Antonio María
Pineda” en el período de 1973 – 1977, se encontró que de 7.530 pacientes atendidos en
dicho centro, 248 (3,29%) correspondieron a PCI (2). Igualmente para el lapso 1979-1984
se encontró una incidencia del 16% de la población atendida en el mismo centro (3).
Un porcentaje importante de los niños con PCI poseen entre sus problemas
asociados, alteraciones para una alimentación adecuada, lo que conlleva a que presenten
trastornos en su estado nutricional, lo que agrava aún más su condición y minoriza más su
calidad de vida.
Sin embargo, a pesar de que es bien conocida la relación de PCI con déficit
nutricional, no existen estudios a nivel nacional y regional que evalúen dicho déficit y los
factores que influyen. Por lo tanto el presente estudio persigue determinar cuáles son los
factores que inciden sobre la alimentación de los pacientes con parálisis infantil.
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Los resultados de esta investigación permitirán establecer programas para prevenir o
aminorar la malnutrición como condición asociada y de esta forma lograr mayor éxito en la
rehabilitación y expectativa de vida del niño con PCI.
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I. EL PROBLEMA
Planteamiento del Problema
La PCI , se trata de un daño irreversible en el cerebro, que puede producirse antes,
durante o después del parto, el cual interfiere con el desarrollo normal del niño (4),
convirtiéndose en la actualidad en una de las patologías con déficit neurológico más
frecuente, que por su deficiencia neuromotora lleva implícito una repercusión importante en
el estado nutricional de estos pacientes ya sea manifestado por desnutrición, sobrepeso u
obesidad (5).
Estos niños generalmente presentan un retardo importante en el crecimiento pondo-
estatural, no acorde con su edad cronológica, con la ubicación del peso y talla por debajo del
percentil 10, lo cual puede deberse al difícil manejo de estos pacientes por parte de sus
padres o personas que los cuidan y alimentan, debido a una series de factores como: las
posturas que adoptan, presencia de espasticidad y/o movimientos incoordinados e
involuntarios, interrecurrencias de problemas que se le asocian, así como el
desconocimiento sobre las características ideales de la alimentación, siendo por lo general
inadecuado.
Pocos estudios se han realizado al respecto, ninguno publicado en el Estado Lara,
por lo que se desconoce la población de pacientes con PCI en la entidad, su situación en
cuanto a la severidad del problema, sus patologías asociadas, estratos socioeconómico, las
posibilidades de rehabilitación, su ambiente familiar, así como también el estado nutricional
que en gran parte se observa afectado, condicionando a un deterioro mayor de su condición
bio-psico-social. Por ello se hace necesario determinar todos estos factores en torno a niño
paralítico infantil, para así tomar medidas y crear programas que ayuden al niño y a su
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familia para sobrellevar sus déficits de la manera más adecuada, y así asegurar una mejor
calidad de vida, con mayor integración a la sociedad.
Justificación y Utilidad del Estudio
La PCI presenta una incidencia importante a pesar de los subregistros, conllevando
consigo una serie de problemas que repercute directamente sobre la calidad de vida de
quien la padece, sin lugar a dudas uno de los más graves inconvenientes lo constituyen los
trastornos del estado nutricional. Sin embargo a pesar de relacionar de forma implícita PCI-
desnutrición u Obesidad, pocos estudios han determinado cuáles son los factores que
inciden y afectan aún más el bienestar biológico y social de estos pacientes.
Conociendo esta problemática en la población de niños con PCI es posible
recomendar medidas de prevención y atención a los padres y al equipo de salud tratante
para así ofrecer un aporte para mejorar la calidad y expectativa de vida del niño paralítico
cerebral.
Objetivos
General
Determinar el estado nutricional en los niños con parálisis cerebral infantil y los
factores que lo afectan
Específicos
- Identificar el estado nutricional de los niños con parálisis cerebral infantil de
acuerdo al grado de severidad de la enfermedad.
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- Identificar el estado nutricional de los niños con parálisis cerebral infantil de
acuerdo al estrato socioeconómico.
- Determinar algunos factores biológicos que influyen sobre el estado nutricional de
los niños con parálisis cerebral infantil de acuerdo al tipo de parálisis.
- Determinar algunos factores sociales que influyen sobre el estado nutricional de los
niños con parálisis cerebral infantil de acuerdo al tipo de parálisis.
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II. MARCO TEORICO
La PCI es un trastorno neuromotor identificado por primera vez por el Dr. William
Little en el siglo XIX quien informó acerca de la parálisis espástica y trastornos psíquicos
relacionados causalmente con partos anormales (6).
El concepto de PCI, aunque aceptado hoy día, sigue generando una controversia, ya
que para unos constituye un síndrome perfectamente delimitado, para otros no es más que
un síndrome genérico que abarca diversos trastornos motores, por lo que es conocido por
varios sinónimos que designan la misma afección en todas sus variedades, sin embargo
existen diferencias o matices entre ellos; así pues la enfermedad o Síndrome de Little, se
refiere sólo a paraplejia del prematuro, pero la frecuencia de estados que tienen a la
paraplejia como elemento esencial con alguna otra lesión menor, justifica esta
denominación.
La parálisis cerebral, handicap motor cerebral, corresponden ambas a la definición
dada en Berlín en 1966 y confirmada en Edimburgo en 1969 durante los seminarios sobre
la terminología de la PCI, designa al desorden permanente y no inmutable de la postura y
del movimiento, debido a una disfunción del cerebro antes de completarse su crecimiento y
su desarrollo; la incapacidad motora cerebral (IMOC) por su parte, engloba todas las
lesiones cerebrales que ocurren antes de los 6 años de edad, casi únicamente en el período
perinatal, en los cuales el elemento esencial es el motor, independientemente de las
invalideces asociadas a dichas lesiones intelectuales, sensoriales, etc. Por último, cuando en
el cuadro clínico predomina el elemento intelectual, y el elemento motor es nulo o
secundario, se utiliza, el término de encefalopatía (7).
En líneas generales, la PCI engloba a toda alteración del movimiento y la postura
que resulta de un daño (o lesión) no progresivo y permanente del sistema nervioso central
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en desarrollo, consecutivo a la acción de diversas noxas prenatales, perinatales y
postnatales, asociadas o no a trastornos en las áreas mental, sensorial, de conducta, lenguaje
y/o aprendizaje (8).
Por sus manifestaciones clínicas variadas, se clasifican en:
1. Espástica: Este tipo se caracteriza por la exageración del reflejo de estiramiento y
por aumento de los reflejos tendinosos profundos de las partes afectadas.
2. Atetósica: La principal característica de este tipo son los movimientos lentos,
reptantes, involuntarios, incontrolables, difíciles o imposibles de predecir, y sin
objetivo, cuando la persona se encuentra en reposo. Han sido descritos 12 tipos de
atetosis.
3. Atáxico: El signo principal encontrado en el paciente atáxico es la perturbación del
equilibrio. El tipo de deambulación ha sido descrito como oscilante o del tipo de
embriaguez.
4. Mixta: No todos los niños con parálisis cerebral pueden ser considerados como
verdaderos espásticos, atetósicos o atáxicos. Alrededor del 1 por 100 del total
pueden ser casos mixtos en que existen más de una característica ya mencionada.
(9)
De acuerdo a la severidad de cuadro clínico se clasifican en:
1. Parálisis Cerebral Leve: presenta alteraciones motoras sin limitación de sus
actividades ordinarias.
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2. Parálisis Cerebral Moderada: se caracteriza por la presencia de alteraciones motoras
con dificultad definida en las actividades ordinarias, frecuentemente con
necesidades de asistencia o apoyo
3. Parálisis Cerebral Severa: se asocia a alteraciones motoras con moderada a gran
limitación de las actividades ordinarias (10).
La PCI suele ser consecuencia de diversas noxas que pueden ocurrir durante los
períodos prenatal, perinatal o postnatal, teniendo el límite de manifestación transcurridos
los primeros 5 años de vida (11).
Entre las causas ocurridas durante el embarazo, las hipoxias cerebrales en el feto
como consecuencia de trastornos endógenos o exógenos maternos son las causas más
frecuentes de PCI, que puede ser ocasionada por múltiples factores cuya consecuencia final
es la falta de elementos metabólicos necesarios para el desarrollo del parénquima cerebral,
de los cuales el más importante es el oxígeno. Entre las causas más frecuentes se
encuentran las enfermedades maternas como cardiopatía congénita, hipotensión, síncopes,
anemia severa, convulsiones tónico-clónicas generalizadas, eclampsia, preeclampsia,
angustias, disgustos, llanto, vómitos, compresión del abdomen; procesos tóxicos e ingestión
de fármacos, mala implantación de la placenta, desprendimientos parciales, infartos o
hipoplasia placentaria, anudamientos o anormalidades del cordón umbilical. Las
radiaciones son causales de diversos trastornos malformativos especialmente durante la
primera mitad del embarazo. Infecciones como la Toxoplasmosis, el virus del Herpes
simple, Rubéola y las inclusiones citomegálicas, ocasionan lesiones muy serias en el
parénquima cerebral. Algunas avitaminosis, hipovitaminosis, hipervitaminosis y algunos
trastornos endocrinológicos provocan un mecanismo lesivo no muy conocido que perjudica
considerablemente el desarrollo normal del cerebro fetal (11).
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Las causas perinatales más frecuentes son las causas hipoxémicas, que pueden
actuar tanto en el interior como en el exterior del útero, entre las que se destacan la placenta
previa, el desprendimiento prematuro de placenta, prolapso de cordón umbilical, circular
del cordón alrededor del cuello del niño, atonías o hipertonías uterinas, uso de oxitócicos;
aspiración del líquido meconial; hemorragias o roturas uterinas; ruptura prematura de
membranas, parto prolongado, traumatismo en el parto, prematuridad, bajo peso al nacer,
síndrome de dificultad para respirar por membrana hialina, acidosis metabólica y/o
respiratoria; cardiopatías cianógenas, neumonía infecciosa o aspirativa, anemia severa, etc
(11).
Las causas de parálisis cerebral en los primeros años de vida son abundantes,
resaltan los trastornos cardiovasculares que pueden presentarse de manera continua o
pasajera como cuadros trombóticos, tromboflebíticos, embólicos, hemorrágicos, paros
cardíacos, cardiopatías congénitas cianóticas, etc, así mismo procesos inflamatorios
intracraneales como la encefalitis, meningitis; intoxicaciones del sistema nervioso central,
siendo las más frecuentes por plomo, arsénico, hidróxido de carbono, plantas, insecticidas,
etc., las hidrocefalia no compensadas de cualquier etiología; las epilepsias de tratamiento
inadecuado; errores innatos del metabolismo; alteraciones vitamínicas y minerales y
secuelas de cuadros de hipoglicemia; trastornos hidroelectrolíticos importantes, sobre todo
en los primeros meses de vida; edema cerebral (11).
La PCI lleva consigo una serie de problemas asociados. En primer lugar, pueden
presentar alteraciones en la inteligencia, como dificultad para procesar la información, falta
de velocidad, seguridad y consistencia en la respuesta, falta de atención, problemas para
tomar decisiones, deficiencia de la memoria, trastornos del sueño, irritabilidad, labilidad
emocional, dependencia, negación, apatía, agresividad y poca tolerancia al stress (11). Sin
embargo, la gravedad de los trastornos motores no guarda relación a menudo con el grado
de inteligencia. Aproximadamente la cuarta parte de los niños posee una inteligencia
promedio incluso algunos manifiestan una capacidad intelectual superior (6).
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Los trastornos perceptuales son muy frecuentes, la tercera parte de los niños
paralíticos cerebrales sufren de trastornos auditivos, sobre todo los atetósicos, conllevando
a su vez, a trastornos del lenguaje y en la conducta general del niño. Más del 50% de estos
pacientes presentan estrabismo y gran parte nistagmo. El 80 – 90% manifiestan trastornos
del lenguaje de diversa índole (11).
Así mismo, existen patologías frecuentes asociadas a la PCI, entre las que se
destacan primeramente las infecciones, sobretodo las respiratorias, debido a que su sistema
respiratorio está muy comprometido por la dificultad que presentan de movilizar y drenar
las secreciones, además de una alta incidencia de otitis aguda media y crónica. También son
frecuentes las infecciones del tracto urinario (3).
El reflujo gastroesofágico puede presentarse en diferentes grados de severidad, lo
que puede conllevar a tos productiva crónica, laringo y broncoespasmo, sialorrea de olor
desagradable, esofagitis, neumonía por aspiración (3). De igual forma puede asociarse a
convulsiones, aproximadamente en una tercera parte de estos niños, de los cuales un 15%
desarrolla una epilepsia, sobre todo cuando son mal tratadas o controladas (6).
En la parálisis cerebral existe generalmente talla y peso no acorde a su edad
cronológica, sobre todo en los niños paralíticos cerebrales severos, presentando talla y peso
por debajo del percentil 10, lo cual puede deberse a varios factores como son: dificultades
para alimentarlo por sus posturas y/o movimientos incoordinados; mayor gasto de energía
por espasticidad; patologías asociadas intercurrentes frecuentes; falta de movimiento con
largos períodos en la cama y por falta de conocimiento o descuido de los padres en cuanto a
una alimentación adecuada, entre otros (8).
Las afecciones neurológicas enmarcadas en el hecho de que se trata de niños
incapacitados motores de origen cerebral, favorece a una serie de trastornos
neuromusculares a los que no escapa el mecanismo de la alimentación de acuerdo al tipo de
PCI. Esta situación eleva consecuentemente a problemas nutricionales en estos niños.
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De este modo, en los pacientes espásticos los elementos de la neuromotricidad de la
alimentación (labio, lengua, piso de boca, pilar anterior y posterior del velo palatino,
músculos del velo del paladar, intrínsecos y extrínsecos de la laringe, los nervios
trigéminos, facial, glosofaringeo, neumogástrico, hipogloso mayor y el sistema simpático)
se observan con movimientos lentos y espásticos. Los movimientos son posibles solo por
medio de un gran esfuerzo. Los atetósicos, presentan movimientos involuntarios,
incoordinados e impulsivos en los órganos de la neuromotricidad de la alimentación,
planteándose problemas muy severos. Los atáxicos presentan trastornos en el movimiento
espontáneo de la neuromotricidad de la alimentación, ya que al inmiscuirse la orden
voluntaria en el circuito, pueden aparecer trastornos latentes y volverse incontrolables. Por
último en los hipotónicos existe un retardo considerable en la adquisición de la
neuromotricidad de la alimentación del adulto (7).
De esta manera, la deficiencia de la integridad neuromuscular del mecanismo de la
alimentación, aunado a la incoordinación de los movimientos de la deglución y de sus
reflejos voluntarios e involuntarios provocan un caos para lograr una alimentación idónea,
la cual por lo general se convierte en insuficiente e inadecuada, provocando
consecuentemente problemas nutricionales en su mayoría graves, que al asociarse a los
problemas planteados anteriormente como las infecciones respiratorias bajas, el reflujo
gastroesofágico y el cuidado inapropiado por parte de los componentes de su núcleo
familiar principalmente, establece inevitablemente un círculo vicioso que agrava de forma
importante todo lo concerniente al niño paralítico cerebral con todos sus problemas
originales más un estado nutricional precario.
Sin embargo, son pocos los estudios realizados con respecto a la relación exacta de
la PCI con el estado nutricional de estos pacientes de acuerdo a su clínica y gravedad. En
Brasil, 1993, Martins Regina y colaboradores realizaron un estudio de abordaje
multidisciplinario en 18 años en niños con PCI, observando que los mecanismos de
succión, masticación y deglución estaban comprometidos en la gran mayoría de los casos
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(12). Por otro lado, en Chile 1996, Weisstaub, Brando y colaboradores llevaron a cabo una
investigación sobre la nutrición en el niño con daño neurológico, tomando a la parálisis
cerebral como modelo, se determinó que algunos aspectos nutricionales inciden en la
evolución del niño como la educación nutricional adecuada, la conducta alimentaria,
complicaciones y tratamiento nutricional, así como ciertas interacciones de medicamentos
con la nutrición (13).
Por otra parte, el ambiente familiar donde el niño con PCI se desenvuelve, es
determinante en la calidad de vida de estos niños, ya que su armonía, condiciones de
vivienda, experiencias socioculturales, entre otros, facilitan o limitan el desenvolvimiento e
integración a la vida cotidiana de estos pacientes.
En tal sentido, se ha demostrado en diversos trabajos que hay una relación muy
estrecha entre los niños con PCI y ambiente familiar inadecuado dado por padres con
relación conflictiva, familias no nucleares, ausencia del padre biológico y bajo nivel
socioeconómico principalmente (3).
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III. MARCO METODOLOGICO
A. Tipo de Estudio
Se realizó un estudio de tipo descriptivo transversal.
B. Población y Muestra
La población estuvo constituída por los niños con PCI que acudieron a la consulta
del centro de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Central “Antonio María
Pineda”, el cual es un centro de referencia regional.
La muestra estuvo conformada por todos los niños portadores de PCI que acudieron
a las consultas matutina y vespertina del centro de Medicina Física y Rehabilitación,
durante el período Mayo-Septiembre del año 2000.
C. Procedimiento
Se revisaron las fichas de cada paciente, para determinar el tipo de PCI y severidad;
igualmente se llevó a cabo una entrevista a la madre o representante del paciente
obteniéndose los datos de identificación, consistencia de los alimentos, frecuencia de la
alimentación durante el día, persona que lo alimenta, limitaciones al alimentarlo, así como
las patologías asociadas y ambiente familiar a través de una encuesta estructurada
incluyendo la de Graffar modificado por Mendez Castellano (14). Se realizó la evaluación
nutricional del niño a través del método antropométrico; el peso en menores de 2 años de
edad, se determinó a través de infantómetro marca Detecto, mientras que en los mayores de
2 años se pesaron en una balaza tallímetro marca Health o meter, por otro lado los niños
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mayores de 2 años que no se mantenían de pie fueron pesados junto con sus madres en la
balanza-tallímetro, restándole posteriormente el peso de la madre.
La talla en los menores de 2 años de edad, se tomó en el infantómetro marca
Detecto, los mayores de 2 años fueron tallados en una balanza tallímetro Health o meter,
excepto aquellos con espasticidad o incapacidad para mantenerse de pie, quienes se les
tomó la medida de la brazada, aplicándose la fórmula: Talla = brazada (cm) / 1,03). (5).
Se utilizaron las normas antropométricas de Proyecto Venezuela (15).
Estos datos antropométricos se llevaron a las tablas de la Organización Mundial de
la Salud para el cuidado de la salud materno infantil a fin de determinar el estado
nutricional (16).
La información obtenida fue tabulada en cuadros y gráficos estadísticos.
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IV. RESULTADOS
Cuadro N° 1
Distribución de la muestra según grupo etario y sexo. Hospital Central Antonio María
Pineda. Barquisimeto. 2000
Grupo Etario Femenino Nº %
Masculino Nº %
TOTAL Nº %
Menor 2 años 12 12.6 18 25.0 30 24.0
2 – 6 años 31 58.5 48 66.7 79 63.2
7 y más años 10 18.9 6 8.3 16 12.8
TOTAL 53 100.0 72 100.0 123 100.0
La muestra estuvo constituída por 125 niños con edades comprendidas entre 4
meses y 13 años de edad.
Al distribuir la muestra según la edad y el sexo, se apreció que el grupo etario
predominante en los pacientes estudiados fue el de 2 a 6 años de edad representado por un
62,3%, seguido por los menores de 2 años (24%) y por último los de 7 más años (12,8%).
Así mismo, se observa que en líneas generales, el sexo masculino se presenta en mayor
porcentaje con un 57,6% sobre el sexo femenino (42,4%), sin embargo en el grupo etario de
los 7 años y más el sexo femenino se encontró en mayor porcentaje.
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Gráfico N° 1
Distribución de la muestra según grupo etario y sexo. Hospital Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000
0
10
20
30
40
50
60
70
%
Menor 2 años 2-6 años 7 y más
Grupo etario
Masculino Femenino
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Cuadro N° 2
Distribución de los niños según tipo de enfermedad y severidad. Hospital Central Antonio
María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Dx Clínico
Espástica Nº %
Atetósica Nº %
Mixta Nº %
TOTAL Nº %
Leve 24 26.1 - - 5 17.2 29 23.2 Moderado 32 34.8 1 25.0 15 51.7 48 38.4
Grave 36 39.1 3 75.0 9 31.0 48 38.4 TOTAL 92 100.0 4 100.0 29 100.0 125 100.0
En el presente cuadro se evidencia que el tipo de PCI que predominó fue la
espástica con 92 casos (73,6%), seguida por la forma mixta con 29 casos (23,2%) y la
atetósica con solo 4 casos (3,2%). En cuanto a la severidad de la enfermedad, las formas
moderada y grave prevalecieron en el grupo total y según tipo de enfermedad.
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Cuadro N° 3
Nivel Socioeconómico de los niños estudiados. Hospital Central Antonio María Pineda.
Nivel Socioeconómico Nº %
I 3 2.4
II 21 16.8
III 49 39.2
IV 39 31.2
V 13 10.4
TOTAL 125 100.0
Al analizar el nivel socioeconómico de los niños estudiados, se apreció
predominancia de los estratos III y IV con 39,2% y 31,2% respectivamente, los estratos I y
II representaron el 19,2% y el estrato V apenas el 10,4%.
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Cuadro N° 4
Estado Nutricional de los niños con Parálisis Cerebral estudiados. Hospital Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Estado Nutricional Nº %
Normal 25 20.0
Desnutrición actual 32 25.6
Desnutrición Actual-Talla baja 24 19.2
Talla baja 21 16.8
Sobrepeso u Obesidad 11 8.8
Sobrepeso u Obesidad-Talla baja 12 9.6
TOTAL 125 100.0
Del total de los niños estudiados sólo el 20% tenían un estado nutricional normal,
observándose problemas de desnutrición en 61,6% representados en primer lugar por la
desnutrición actual (25,6%), seguida por la desnutrición actual-talla baja (19,2%) y talla
baja (16,8%).
El 18,4% presentaron sobrepeso u obesidad incluyendo con talla baja. En el 45,6%
se asoció talla baja en relación o no a desnutrición o sobrepeso u obesidad.
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Cuadro N° 5
Estado Nutricional de los niños con Parálisis Cerebral estudiados por Grupo Etario. Hospital Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Estado Nutricional
< 2 años Nª %
2 – 6 años
Nº %
7 y más años
Nº %
TOTAL Nº %
Normal 3 10.0 21 26.6 1 6.3 25 20.0
Desnutrición actual 11 36.7 21 26.6 - - 32 25.6
Desnutrición Act-Talla baja 1 3.3 19 24.1 4 25.0 24 19.2
Talla baja 5 16.7 12 15.2 4 25.0 21 16.8
Sobrepeso u Obesidad 5 16.7 4 5.1 2 12.5 11 8.8
Sobrepeso u Obesidad-Talla baja
5 16.7 2 2.5 5 31.3 12 9.6
TOTAL 30 100.0 79 100.0 16 100.0 125 100.0
Al comparar el estado nutricional con el grupo etario se observó que en las edades
de 2 a 6 años se ubica el mayor porcentaje de niños con un estado nutricional normal
(26,6%). Por otra parte la desnutrición actual se encontró mayormente en los menores de 2
años (36,7%). Así mismo en la edad de 7 años y más se apreció mayor proporción en
cuanto a la desnutrición actual con talla baja y talla baja con un 25% cada una. Por su parte,
el sobrepeso u obesidad afectó principalmente a los niños con 7 y más años de edad con
43,8% incluyendo niños con talla baja y sobrepeso u obesidad.
30
30
Cuadro N° 6
Estado Nutricional de los niños con Parálisis Cerebral estudiados por Género. Hospital
Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Estado Nutricional
Femenino Nº %
Masculino
Nº %
TOTAL Nº %
Normal 7 13.2 18 25.0 25 20.0
Desnutrición actual 16 30.2 16 22.2 32 25.6
Desnutrición Act-Talla baja 12 22.6 12 16.7 24 19.2
Talla baja 10 18.9 11 15.3 21 16.8
Sobrepeso u Obesidad 4 7.5 7 9.7 11 8.8
Sobrepeso u Obesidad-Talla baja
4 7.5 8 11.1 12 9.6
TOTAL 53 100.0 72 100.0 125 100.0
En el grupo estudiado se observó que el sexo femenino presenta mayor afectación
del estado nutricional con respecto al masculino, puesto que solo el 13,2% es normal, en
contraste con el 25% del sexo masculino, además, en las categorías desnutrición actual,
desnutrición actual con talla baja y talla baja se apreció igualmente su predominio en el
sexo femenino con 30,2%, 22,6% y 18,9% respectivamente. Sin embargo, el sexo
masculino manifestó un leve predominio en relación al sobrepeso u obesidad con un 20,8%
mientras que el sexo femenino presentó el 15%.
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Cuadro N° 7
Porcentaje de déficit en los valores Talla/Edad, Peso/Talla y Peso/Edad según Tipo de enfermedad. Hospital Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Valores
Antropométricos
Espástica (n=92)
N° %
Atetósica (n=4)
N° %
Mixta (n=29)
N° %
TOTAL (n=125)
N° % Talla/Edad
<= 10 46 50.0 3 75.0 18 62.1 67 53.6
Peso/Talla <= 10
35 38.0 2 50.0 11 37.9 48 38.4
Peso/Edad <= 10
50 54.3 3 75.0 20 69.0 73 58.4
Del total de la muestra el 58,4% presentó déficit con respecto a Peso/edad, seguido
por talla/edad (53,6%) y por último peso/talla (38,4%). De la misma forma se apreció al
comparar los indicadores antropométricos con los tipo de PCI, que la variedad atetósica se
presentó mayormente afectada con respecto a estos tres parámetros (talla/edad 75%,
peso/talla 50% y peso/edad 75%), seguidamente en la variedad mixta fue mayor el déficit
en la talla/edad (63,1%) en comparación a la forma espástica; así como para peso/edad
(69%), encontrándose iguales para peso/talla con 38%.
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Cuadro N° 8
Patologías asociadas más frecuentes en los niños estudiados. Hospital Central Antonio
María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Antecedentes patológicos Nº %
Infecciones respiratorias bajas 38 30.4
Infecciones respiratorias altas 42 33.6
Convulsiones 54 43.2
Infecciones Urinarias 17 13.6
Reflujo Gastroesofágico 31 24.8
Enfermedades Diarreicas 47 37.6
n = 125
El presente cuadro revela que las patologías asociada más frecuente en los niños
estudiados fueron las convulsiones 43,2%, seguidas por las enfermedades diarreicas 37,6%,
las infecciones respiratorias altas 33,6%, las infecciones respiratorias bajas 30,4%, el
reflujo gastroesofágico 24,8% y por último las infecciones urinarias con un 13,6%. Cabe
destacar que los episodios diarreicos se presentaron en 1 o 2 oportunidades en todos los
niños.
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Cuadro N° 9
Limitaciones de la alimentación de los niños con parálisis cerebral. Hospital Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Limitaciones de la alimentación N° %
Regurgitaciones Vómitos
Apertura inadecuada de la boca Resistencia del niño a la alimentación
No succionan < 1 años No mastican > 1 año
25 15 29 46 1
24
20.2 12.0 23.2 36.8 0.8 19.2
n = 125 En este cuadro se evidenció que la resistencia del niño a la alimentación constituyó
la principal limitación durante la misma (36,8%), así como la apertura inadecuada de la
boca (23,2%). La regurgitación se presentó en un 20,2% de los niños, siendo los vómitos
menos frecuente (12%). El 19,2% de los niños mayores de 1 año no mastican, mientras que
sólo el 0,8% de los niños menores de 1 años no succionan.
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Cuadro N° 10
Características de la alimentación de los niños estudiados. Hospital Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Características dela alimentación N° %
Consistencia de los alimentos Normal Líquida
Triturada Sólida
58 39 26 2
46.4 31.2 20.8 1.6
Frecuencia durante el día 2-3 4-5 6-7
8 y más
65 49 5 4
52.9 39.9 4.0 3.2
Persona que alimenta al niño Madre Padres Solo
Abuela Tia
Hermana Comadre
Cuidadora
103 2
10 4 2 1 1 1
82.4 1.6 8.0 3.2 1.6 0.8 0.8 0.8
Postura Semisentado
Sentado Supino
31 93 1
24.8 74.4 0.8
n = 125 Al analizar las características de la alimentación en el grupo estudiado se aprecia
que la consistencia de los alimentos no acorde a la edad se encontró en un 48% de los
casos. En cuanto a la frecuencia de la alimentación durante el día prevaleció de forma
importante la de 2-3 veces al día (52,9%), seguida por las de 4-5 veces con 39,5%. Así
mismo, la madre es la persona que alimenta al niño en la mayoría de los casos con un
82,4%. Por último la postura más adoptada al alimentarse es la sentada con un 74,4%,
seguida de la posición semisentada en un 24,8%.
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Cuadro N° 11
Características familiares de los niños estudiados Hospital Central Antonio María Pineda. Barquisimeto. 2000.
Características Familiares Nº % Presencia del Padre
Si No
95 30
76.0 24.0
Trabaja la Madre Si No
40 85
32.0 68.0
Relaciones interpersonales de la familia Buena
Regular Malo
121 4 -
96.8 3.2 -
Familia Nuclear Si No
88 37
70.4 29.6
n = 125
En las familias de los niños estudiados se aprecia la presencia del padre en un 76% y
la madre no trabaja en 68% de los casos. Las familias son nucleares en un 70,4% y las
relaciones interpersonales entre sus miembros son buenas en un 96,8%.
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V. DISCUSIÓN
Las alteraciones en el estado nutricional de los niños con PCI constituyen uno de sus
más graves problemas, convirtiéndose en un factor importante. En la presente investigación
se determinó que el 61,6% de los niños estudiados presentaron desnutrición, dada por
desnutrición actual, desnutrición actual con talla baja y talla baja. El 18,4% manifestaron
sobrepeso u obesidad incluyendo talla baja, como probable consecuencia de la limitación
de la actividad física de estos pacientes (5).
Al comparar estos resultados con el informe antropométrico del Instituto Nacional
de Nutrición para el año 1999, se aprecia una diferencia relevante, ya que para todos los
grupos etarios los porcentajes del estado nutricional normal, se ubican entre el 61% y 78%
tanto a nivel nacional como regional donde dichas cifras se mantienen entre el 64% y 78%
(17).
El grupo etario que prevaleció fue el de 2 a 6 años de edad, con mayor afectación
del sexo masculino 57,6% en relación al sexo femenino 42,4%, aspecto semejante a otros
estudios, entre ellos uno realizado en Australia Occidental y California en los años 1983-
1985 donde también hubo mayor incidencia de PCI en niños de 3 años de edad, además de
predominar igualmente el sexo masculino (18).
Al efectuarse la comparación del estado nutricional con el grupo etario, el mayor
índice de alteración, se ubicó en las edades de 2 a 6 años y en niños de 7 y más años,
ocurriendo lo contrario en los menores de 2 años, donde se observó un mayor porcentaje de
sobrepeso u obesidad, siendo similar a lo encontrado en el informe del Instituto Nacional de
Nutrición para el año 1999 (17). En relación al género, el sexo femenino se encontró más
afectado con respecto al sexo masculino, quién por su parte manifestó un leve predominio
en cuanto a sobrepeso u obesidad.
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37
Así mismo, se determinó que el tipo de PCI que prevaleció fue la variedad espástica
(73,6%), seguida por las mixtas y atetósica con 23,2% y 3,2% respectivamente, no
encontrándose casos de la variedad atáxica, hecho que coincide con otros estudios donde de
igual forma predomina la variedad espástica, no ocurriendo así con la atáxica, a la que se le
ha responsabilizado hasta un 15% de las PCI en otras investigaciones (18). En cuanto a la
severidad de la enfermedad, las formas moderadas y grave, se encontraron en mayor
porcentaje en relación a la forma leve, con 38,4% cada una. La variedad atetósica, por su
parte, fue la más afectada en relación al peso/talla, talla/edad y peso /edad, continuándose
con las variedades mixta y espástica sucesivamente.
Las patologías más frecuentemente asociadas en los niños estudiados, fueron las
convulsiones con un porcentaje importante (43,2%) en contraste con otros estudios que
revelan convulsiones en solo una tercera parte de los pacientes con PCI, de los cuales el
15% desarrolla una epilepsia (3), seguido por las enfermedades diarreicas, las cuales se
presentaron en todos los niños en una o dos ocasiones solamente, y que en conjunto con las
infecciones respiratorias altas y bajas representaron un porcentaje también sobresaliente.
Por su parte, el reflujo gastroesofágico no marcó una diferencia relevante (24,8%) con
respecto a la incidencia del mismo en niños sin PCI (20%) (19); las infecciones del tracto
urinario se presentaron en menor frecuencia en el 13,6% de los casos.
Al revisar las prácticas de alimentación, se pudo comprobar que en lo referente a la
consistencia de los alimentos, un gran porcentaje no la recibía acorde a la edad, siendo
líquida o triturada, lo que conlleva a una dieta hipocalórica que incide alterando el estado
nutricional.
En cuanto a la frecuencia de la alimentación durante el día, se encontró que la de
mayor proporción fue la de 2 – 3 veces al día, lo cual se considera inadecuada para los
niños paralíticos cerebrales, en los que se recomienda mayor números de tomas al día (6 – 8
veces) pero en menor volumen (5).
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De igual forma se detectó que la postura más adoptada al alimentarse fue la sentada,
considerada la más adecuada, pues facilita la deglución, previene la aspiración de alimentos
y favorece la socialización más fácilmente (5).
Así mismo, la persona que más se encargó de alimentar al niño fue la madre, en un
porcentaje relevante (82,4%), destacando, que una proporción muy baja de los niños
estudiados se alimentan solos; sobre todo si se toma en cuenta que la mayoría de los niños
se encuentran en el grupo etario de 2 a 6 años, etapa donde ya deberían ser capaces de
iniciar y continuar la alimentación por sí solos.
Las limitaciones durante la alimentación estuvieron dadas principalmente por la
resistencia del niño al alimentarse, seguida por la apertura inadecuada de la boca, las
regurgitaciones y los vómitos, encontrándose además que el 19,2% de los pacientes
mayores de 1 año no mastican, comparable con un estudio realizado en Brasil en 1993
donde observaron igualmente trastornos en la succión, masticación y deglución en la
mayoría de los casos con PCI, limitando así su alimentación (12).
Al estudiar las características de las familias de estos niños se encontraron hallazgos
muy alentadores, puesto que la presencia del padre en el hogar se apreció en un porcentaje
importante, así como la madre en su mayoría no trabaja, lo que sugiere un mejor cuidado
para el niño paralítico cerebral; de igual forma se observó que existen buenas relaciones
interpersonales entre los integrantes del grupo familiar, siendo la mayor parte familias
nucleares, hechos que contrastan con una investigación realizada en la Universidad del
Valle, Cali Colombia, donde las familias de los niños con PCI estudiados, 50% de sus
padres tenían relaciones conflictivas, el 66% fueron familias no nucleares y en un 62% el
padre biológico estaba ausente (4).
Por último al analizar el nivel socioeconómico de estas familias, se apreció que la
mayoría de ellas se ubicaron en los estratos III (39,2%) y IV (31,2%), lo que corresponde a
la clase media baja y clase obrera, respectivamente, hecho que se compara con otros
39
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estudios, donde el 42% pertenece igualmente a la clase obrera (4). Sin embargo, llama la
atención que el estrato socioeconómico V, presentó en este estudio un porcentaje bajo
(10,4%), lo que pudiera deberse a que esta clase es la que posee menos recursos
económicos, por lo que es una limitante para que los niños paralíticos cerebrales sean
llevados a instituciones especializadas a sus controles y rehabilitación respectivas, pues por
lo general son de domicilio lejano, con dificultad para cubrir los gastos de transporte,
estadías, comidas, pago o colaboraciones a cancelar en algunas instituciones, así como el
difícil traslado de estos niños, por lo que no reciben este tipo de atención y de esta forma
reflejarse en este estudio.
Es bien conocido que existen factores nutricionales y no nutricionales que afectan el
estado nutricional de los niños con PCI, entre los no nutricionales se encuentran los
cambios que ocurren en las diferentes áreas del cerebro como consecuencia de la noxa que
ocasiona la PCI,; provocando alteraciones en el eje hipofisiario (pituitario)-hipotalámico
que intervienen en la formación del hueso y desarrollo muscular, lo que conlleva a
deficiencia del crecimiento óseo y pobre masa muscular (20); de igual forma ocurre daño
neuronal sobre todo en los hemisferios cerebrales, bulbo y tallo cerebral, que provoca no
sólo convulsiones, apnea y otros problemas respiratorios sino que además ocasionan
hipoptonía, déficit oculomotor; paresia facial y dismotilidad bucofaríngea (21), igualmente
la lesión de los pares craneales VII, IX, X, XI y XII, producen debilidad e incoordinación
de los movimientos de la lengua, que dificulta compactar los alimentos y formar el bolo,
impidiendo la fase oral de la deglución, la incoordinación durante la fase faríngea produce
náuseas y asfixia mecánica (5).
Todos estos factores posiblemente determinan la aparente resistencia del niño al
alimentarse, lo que condiciona alteraciones en el estado nutricional, haciéndolos más
propensos a adquirir otras patologías y crear un círculo vicioso en pro de su deterioro
nutricional, biológico y social.
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Se hacen necesarios otros estudios donde se aprecien el estado nutricional y los
factores que la condicionen en la población de niños con PCI que no acuden a instituciones
no especializadas y establecer las comparaciones respectivas con la presente investigación,
para tomar las medidas necesarias para así ofrecer una mejor expectativa de vida para estos
niños.
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VI. CONCLUSION Y RECOMENDACIONES
La presente investigación ha permitido concluir que un alto porcentaje de los niños
con PCI, presentan alteraciones en el estado nutricional, observándose sobre todo
desnutrición actual, talla baja asociado o no a desnutrición o sobrepeso u obesidad, así
como sobrepeso u obesidad.
Así mismo, se detectó la presencia en un porcentaje elevado de condiciones que
afectan al estado nutricional de estos niños como: la resistencia al ser alimentados, apertura
inadecuada de la boca, regurgitaciones y vómitos; así como también patologías asociadas
entre las que se destacaron las infecciones respiratorias altas y bajas, las convulsiones y las
enfermedades diarreicas.
Por todo lo anteriormente expuesto, se recomienda:
- Integrar un equipo multidisciplinario constituído por pediatras, neurólogos,
nutricionistas, psicólogos, terapeutas ocasionales, terapistas del lenguaje, fisiatras,
odontólogos, psicopedagogos, que evalúen, al paciente y orienten a la familia sobre
cómo manejar al niño y sus complicaciones.
- Educar, orientar, aconsejar, apoyar a los padres y a los niños a medida que van
apareciendo sus necesidades en las distintas etapas del desarrollo del niño (físico,
social-emocional)
- Orientar a los padres y representantes sobre la alimentación, técnicas, dieta
balanceada, formas de presentación de los alimentos, horario, volumen y número de
comidas de acuerdo a las limitaciones de estos pacientes.
- Promover la actividad física de estos pacientes y adaptarlas de acuerdo a las
capacidades de cada uno de estos niños.
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- Crear tablas y gráficas específicas para niños con PCI, dado a que las utilizadas
para niños sanos no siempre son apropiadas para los paralíticos cerebrales.
- Realizar otros estudios similares a éste en otras instituciones donde igualmente
atiendan niños con PCI, así como también en aquella población que no acude a
ningún centro especializado para así unificar criterios y conocimientos sobre este
tópico, para que de esta forma se genere la tendencia de integrar a los niños con esta
patología dentro de la dinámica normal de la sociedad, tratando de detener a lo
máximo sus limitaciones físicas, psíquicas y sociales.
43
43
VII. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1. Gutiérrez, H. Encefalopatías Infantiles: La Parálisis Cerebral Infantil. Editorial Impresora Nacional. Maracaibo. 1984.
2. Navarro, F. La Parálisis Cerebral Infantil en el Centro Regional de Medicina Física
y Rehabilitación. Hospital Central “Antonio María Pineda”. 1977. Tesis de Postgrado. Barquisimeto. Decanato de Medicina. UCLA.
3. Cuicas, D. Causas de Parálisis Cerebral Infantil en pacientes atendidos en el Centro
Regional de Medicina Física y Rehabilitación. Hospital Central “Antonio María Pineda” 1984. Tesis de Postgrado. Barquisimeto. Decanato de Medicina. UCLA.
4. Agencia AUPEC. 1998. Parálisis Cerebral o Parálisis de la Vida. Escuela de
Rehabilitación Humana. Universidad del Valle. Colombia. 5. Barboza, Y y Dini, E. 1999. Manejo Nutricional de pacientes con déficit neurológico.
Boletín de nutrición infantil de Cania. 2(2): 477-492. 6. Ulbricht, W. Neurología Pediátrica. Editorial Panamericana. 1987. 7. Cahuzac, M. El niño con Trastornos Motores de Origen Cerebral. 2° edición.
Editorial Médica Panamericana. 1985. 8. Rebollo, M. Neurología Pediátrica. 2° edición. Editorial Delta. Montevideo. 1972 9. Rusk, H. Medicina de Rehabilitación. Editorial Interamericana. México. 1996. 10. Swaiman, K. Pediatric Neurology Principles and Practice Secund. Editorial Mosby.
1994. 11. Castroviejo, I. Neurología Infantil. Editorial Científica Médica. Barcelona. 1983. 12. Martins, R y col. 1996. Encefalopatía crónica infantil no progresiva: Abordaje
multidisciplinario. Folha med. 107(3):125-130. 13. Weisstaub, N y col. 1996. Nutricióm en el niño con daño neurológico. Revista
chilena pediátrica. 63(39):130-135. 14. Mendez castellano H, Mendez M. Sociedad y Estratificación. Método Graffar-
Mendez-Castellano. FUNDACREDESA. Caracas (mimeo). 1994.
44
44
15. FUNDACREDESA. Manual de Procediemientos del Proyecto Venezuela. Area antropométrica. Caracas 1978.
16. Hernández Y, Arenas O y cols. Evaluación antropométrica peso/talla, talla/edad,
peso/edad. Guía para la interpretación combinada. En manual de crecimiento y desarrollo. Sociedad Venezolana Puericultuta-Pediatría. FUNDACREDESA. Laboratorio Serono. Caracas, pág 111. 1991
17. Instituto Nacional de Nutrición. Unidad Lara. Informe Antropométrico de los niños
menores de quince años por entidad federal (preliminar) . Año 1999. Barquisimeto. 2000.
18. Aparicio Y., y col. Neurología Pediátrica. Ediciones Ergon. Madrid. 2000. 19. Berkowitz, C. Pediatría en Atención Primaria. Editorial McGraw-Hill
Interamericana. México. 1998. 20. Ceysens E., Green B. Nutrition and feeding in Cerebral Palsy. http://cth-
support.unm.edu/Rehab Review/Summer99. 21. Clínicas de Perinatología. Trastornos neurológico del recién nacido parte I
Enfermedad Vascular Cerebral. Editorial McGraw-Hill Interamericana Editores Volumen 3. México. 1997.
45
45
ANEXOS
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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO
DECANATO DE MEDICINA
POSTGRADO DE PUERICULTURA Y PEDIATRIA
ENCUESTA: NUTRICION Y PARÁLISIS CEREBRAL INFANTIL
I. Datos de Identificación
- Nombre: ____________________________________________________________ - Edad: ______________ Sexo: F: ____ M: ____
- Procedencia : ________________________________________________________
- Diagnóstico Clínico: Severidad: Leve: _____ Moderado: _____ Grave: ______
Tipo: Espástica: _____ Atetósica: ____ Atáxica: ____ Mixto: ____
II. Antecedentes Patológicos Asociados
- Infecciones respiratorias bajas: Si: ____ No: ____ N° Hospitalizaciones: _______ - Infecciones respiratorias altas: Si: ____ No: ____ N° Hospitalizaciones: _______
- Convulsiones: Si: ____ No: ____ N° Hospitalizaciones: _______ - Infecciones Urinarias: Si: ____ No: ____ N° Hospitalizaciones: _______
- Reflujo gastroesofágico: Si: ____ No: ____ N° Hospitalizaciones: _______
- Enfermedades diarreicas: Si: ____ No: ____ N° Hospitalizaciones: _______
- Otras: Si: ____ No: ____ N° Hospitalizaciones: _______
III. Datos sobre la alimentación del niño
- Persona que alimenta al niño: ___________________________________________
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47
- Limitaciones para la alimentación:
- Postura: Sentado: _____ Semisentado: ____ Supino: ____
- Regurgitaciones: _____
- Vómitos: ____
- Apertura inadecuada de la boca: ____
- Conflictos durante la alimentación: ____
- Otros: ___
- Alimentación:
o Succión: Si: ____ No: ____
o Masticación: Si: ____ No: ____
o Deglución: Si: ____ No: _____
IV. Ambiente familiar
- Presencia del padre: Si: ____ No: ____
- Trabaja la madre: Si: ____ No: ____
- Persona a cargo de su cuidado: __________________________________________
- Relaciones interpersonales del grupo familiar. Buena: ___ Regular: ___ Malo: ___
- Familia Nuclear: ____ ó familia no nuclear: ____
- Participación del niño en actividades socioculturales Si: ____ No: ____
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