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INSTITUTO DE FORMACION
TEOLOGICA MINISTERIAL
MATERIA DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO
PROFESOR GUILLERMO SEBASTIAN OLIVERA
ROTONDA JOSE MARIA
GUTIERREZ 415 Y 416
BERAZATEGUI
BUENOS AIRES
ARGENTINA
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PROGRAMA DEL CURSO
―DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO‖
OBJETIVOS GENERALES:
Es un estudio de las ―DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO‖; el estudiante
deberá familiarizarse al concepto de las cartas y definir con claridad su
marco histórico, conceptual y deberá reconocer los contenidos y los
mensajes de estas cartas del Juan, considerando la Biblia como base de
información y lectura, solo se aceptara lecturas y material de consulta que
conduzcan a una mejor comprensión de esta materia y deberán ser
autorizadas por este profesor.
OBJETIVOS
Cognoscitivos
1. Familiarizarse con la DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO.
2. Conocer con claridad LA DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO.
1. Reconocer la dependencia del Espíritu Santo para entender la Palabra y
vivir según sus enseñanzas.
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2. Valorar profundamente la Biblia al ver la constancia de sus afirmaciones a
toda cultura y a todo hombre.
Psicomotores
Conocer las cartas desde la perspectiva de la Biblia como base infalible de
toda verdad sobre la vida de nuestro salvador Jesucristo sin prejuicios, en
forma práctica y haciendo buen uso de las normas y visiones de las cartas
Juaninas.
2 Aplicar y conocer LA DOCTRINA DEL ESPIRITU SANTO.
REQUISITOS DEL CURSO:
1. Obtener mínimo un 70% de la nota.
3. Asistir puntualmente a clases. Después de 10 minutos es tardía y tres
llegadas tardías equivalen a una ausencia.
4. Se calificara el concepto del alumno en:
a. Responsabilidad en tareas y funciones asignadas
b. Asistencia puntual al devocional
c. Entusiasmo en su quehacer estudiantil
d. Participación en actividades en clase y extra-clase
e. Respeto profesor-alumno y personal
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5. Deberes del alumno:
a. Leer anticipadamente el material asignado para cada clase
b. Investigar y profundizar sobre cada tema para su propio conocimiento
c. Participación activa en clase individual y grupalmente
d. Cumplir con exámenes, tareas y trabajos en las fechas establecidas
e. Las tareas entregadas tarde pierden 30 puntos y tiene máximo 8 días para
entregarla
f. El estudiante que no realice el examen al día indicado debería justificar su
ausencia solo con enfermedad confirmada o muerte de un familiar, asunto
de trabajo urgente u otro aspecto que aceptan máximo 8 días después del
día indicado.
g. Apagar el celular en clases.
CRITERIOS GENERALES DE EVALUACIÓN
Resolver todos los cuestionarios del libro de texto en un cuaderno 30%
Exposición Trabajos por Equipo 20%
Primer Relámpago 20%
Examen final 30%
Total: 100 %
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INDICE DEL TEMARIO El tema sobre el Espíritu Santo
¿Qué Significa Ser llenos del Espíritu?
¿Cuáles son las señales de una vida llena del espíritu?
El Espíritu Santo produce control en el creyente
El Espíritu Santo produce alegría en el creyente
¿Cómo vivir llenos del espíritu?
Debemos anhelar ser llenos.
Debemos limpiar el instrumento
Debemos recibirlo por fe
Nuestra marca
Nuestra marca de propiedad
El sello del espíritu santo nos abre la puerta
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Que nos indica el sello del espíritu santo
El espíritu santo nos da redención
Viéndolo de otra manera: nuestra redención
El espíritu santo es un anticipo para lo que nos aguarda en los cielos
¿El Espíritu Santo se encarna en nosotros?
Espíritu Santo
Su divinidad se establece
Espíritu Santo en AT
Pentecostés
Importancia de Pentecostés en la historia del pueblo de Dios.
Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés
Llenos del Espíritu Santo
La venida del Espíritu Santo en Pentecostés
Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés
Hablar en lenguas
Espíritu santo, consolador
Patrística y teología medieval
La Reforma
Observaciones finales
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El tema sobre el Espíritu Santo
Debiera ser el más importante después que hablamos de la obra redentora de nuestro
Señor Jesucristo. Pero si somos francos, es un uno de los que no recibe toda la atención
como es debida en nuestro diario andar. No era así cuando se inició la iglesia del Señor.
El denuedo que vemos en los discípulos al hablar la palabra de Dios se debía a que eran
hombres llenos del Espíritu. Es posible que los excesos que se han cometido, usando este
nombre de una manera indiscriminada, han generado una especie de ―temor‖ para no
profundizar en la búsqueda de una experiencia legítima, cuyo resultado sería: vivir la
vida cristiana de una forma victoriosa. Una de las palabras más significativas de nuestro
Señor antes de ir a la cruz fueron aquellas cuando dijo: ―No os dejaré huérfanos; vendré
a vosotros‖ (Juan 14:18). El Señor sabe cuáles son las vicisitudes por las que pasa un
huérfano, de modo que no quiso que sus discípulos vivieran esa experiencia. Para ello
envió al Consolador. Él haría lo mismo que Jesús, pero de una manera más amplia.
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Cuando Jesús vino tuvo la limitación de su cuerpo. Cuando el Espíritu Santo vino
comenzó a obrar en todas partes y al mismo tiempo. ¿Qué ha hecho el Espíritu santo
desde que llegó y por qué es tan importante su presencia? Nos incorporó a la familia
espiritual. Nos bautizó en un mismo cuerpo, al que llamamos iglesia. Nos ha sellado para
el día de la redención. Nos ha hecho parte del gozo anticipado de lo que será nuestra
herencia celestial. Nos ha convertido en morada de su Santa Presencia. Nos ha ungido
como sacerdotes con la realidad de su poder. Y por si faltara algo, nos ha capacitado
para servir al Señor en su iglesia a través de los dones espirituales. De modo que estamos
completos en él. Sin embargo, para que el Espíritu Santo llegue a ser una realidad viva,
transformadora y poderosa en nosotros, necesitamos ser llenos de él. Con esto
afirmamos que una cosa es tenerlo en nuestras vidas y otra muy distinta es que él nos
llene. Este pudiera ser el imperativo de más exigencia para andar con el Señor. Se ha
dicho que al hombre de hoy hay que llenarlo con algo; por lo general llena su alma con
todo, menos con el Espíritu Santo. De allí la urgencia de este tema. Abordémoslo hoy.
¿QUÉ SIGNIFICA SED LLENOS DEL ESPÍRITU?
Esta es la pregunta que debemos responder en primer lugar, pues la confusión que el
presente tema ha generado no ha sido poca. Una de las razones se debe a la forma de
interpretar la experiencia de la salvación. Algunos sostienen que primero hay que recibir
a Cristo y luego recibir al Espíritu Santo como dos cosas separadas, cuyas manifestaciones
más comunes son hablar en otras lenguas. La primera cosa que debe decirse es que la
conversión a Cristo, el bautismo del Espíritu y el sello del Espíritu tiene que ver con una
sola cosa. Sucedió una sola vez, no tengo por qué buscar otra experiencia a lo que ya fue
hecho. Pero ser llenos del Espíritu es una acción que debe suceder siempre. Es un
imperativo al que hay que seguir todos los días de nuestra vida. Ahora bien, cuando
hablamos de la llenura del Espíritu estamos tratando con un lenguaje figurado. Es bueno
recordar que el Espíritu no es un líquido o un gas con el que llena al individuo. Tenemos
que recordar que el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad y que nosotros
somos simples criaturas humanas. De modo, pues, que la enseñanza de este lenguaje
figurado es mostrarnos que quien está lleno del Espíritu es alguien que vive gobernado
por él. Pero, aún más, que quien está lleno del Espíritu es alguien que está lleno de
Cristo. Con esto concuerda lo que ya hemos dicho sobre la frase de Jesús ―no os dejaré
huérfanos‖. Es un asunto maravilloso pensar que aun cuando Cristo está en los cielos,
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haciendo su ministerio de intercesión, y esperando por su eminente regreso, también
vive en el creyente y a través de él se manifiesta a este mundo necesitado. Recordamos
en este mismo sentido que la misión por excelencia del Espíritu Santo al tocar tierra fue
la de glorificar a Cristo. De modo que cuando hablamos de ser llenos del Espíritu estamos
hablando de una vida que en todo lo que hace está trayendo gloria a Cristo. Así tenemos
que cuando Cristo nos gobierna estamos viviendo una vida llena del Espíritu. Con esto
concuerdan las palabras de Pablo, quien al hablar de su relación con Cristo decía: ―Con
Cristo estoy juntamente crucificado; y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí‖. Ser llenos
del Espíritu no es solo tener una experiencia sino sentir un gobierno sobre nosotros.
Podemos hablar en lenguas, gritar, reír, llorar, danzar, pero si no somos gobernados por
Cristo y vivimos para su obediencia, todo lo demás es ―metal que resuena que hace ruido
y nada más‖. Hay dos manifestaciones claras sobre una vida que está llena del Espíritu.
Una es vivir en santidad, y aquí observamos este otro imperativo que nos dice: ―Sed
santos porque yo soy santo‖. La otra es la manifestación de los frutos del Espíritu, que
son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y dominio
propio. Usted está lleno del Espíritu cuando todos los días encarna este fruto. Y usted
está lleno del Espíritu cada vez que se aleja del pecado.
¿CUÁLES SON LAS SEÑALES DE UNA VIDA LLENA DEL ESPÍRITU?
El Espíritu Santo produce poder en el creyente.
Cuando uno lee el libro de los Hechos no puede dejar de ver con cierto asombro la
manera cómo el Espíritu Santo se hizo presente en la vida del naciente movimiento
cristiano. Él es el Actor principal, los discípulos fueron sus instrumentos. Y una de las
características de todos los relatos fue que cada vez que los discípulos fueron llenos del
Espíritu Santo algo pasaba. Comenzando en el mismo día del Pentecostés se puede notar
como Pedro, un hombre del ―vulgo‖, como lo calificaron los intelectuales religiosos, fue
usado para traer un poderoso mensaje cuyo resultado fue la conversión, en un solo día,
de tres mil personas. La misma experiencia la vivieron los diáconos Esteban y Felipe.
Ambos llenos del Espíritu enfrentaron el martirio y fueron usados para evangelizar a los
gentiles. Y qué decir después de Pablo, Bernabé, Silas por mencionar algunos. El mundo
de su entonces fue cambiado por el poder que en ellos se operaba. Podemos, pues,
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resumir las señales de una vida llena del Espíritu de la siguiente manera. El Espíritu Santo
dota de poder al creyente.
El Espíritu Santo produce control en el creyente
El texto que estamos usando nos dice: ―No os embriaguéis con vino en el cual hay
disolución‖. ¿Por qué esta mención cuando se está hablando de la llenura del Espíritu?
Bueno, un borracho lo controla el alcohol, no él mismo. Sabido es de las barbaridades
que comete una persona ebria. Muchos accidentes, crímenes y divorcios son la
consecuencia de hombres y mujeres desenfrenados por la influencia del alcohol. Las
personas son más osadas cuando están ―con unos tragos demás‖. Pero la otra parte del
texto nos dice: ―Antes bien, sed llenos del Espíritu‖. Si ponemos las dos ideas juntas,
estamos hablando de dos embriagueces muy distintas. Lo que nos está diciendo Pablo es
que mientras el alcohol hace perder la razón, el Espíritu Santo te hace actuar con la
razón. Una embriaguez le da al cuerpo una nota alucinante, perniciosa, olvido de Dios.
Mientras la otra le da al alma un gozo santo, coraje humilde, hace olvidar al mundo y
sus placeres y se somete a Dios.
El Espíritu Santo produce alabanza en el creyente
Una forma de expresar esa alabanza es a través del canto. La otra parte del texto que
estamos usando nos dice: ―Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones‖ v.19. La iglesia del
primer siglo tenía razones que la hacía feliz, por eso cantaba. No se concibe a un
creyente que esté lleno del Espíritu y que no cante. Cuando andamos llenos del Espíritu
Santo cantamos en la tristeza, en el dolor, en el culto y hasta en los funerales. Hay
creyentes que son una mala propaganda para el evangelio, no se evidencia ningún gozo
en sus vidas. No cantan al Señor ni cuando se bañan. El texto además nos dice: ―Dando
siempre gracias por todo a Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo‖. La
gratitud, de la que hablaremos la próxima semana, es otra señal de nuestra alabanza al
Señor y de una vida llena del Espíritu. ¡Cómo no ser agradecido a Dios que nos ha dado
todo y por quien vivimos y nos movemos! ¡Cómo no expresarle a nuestro Dios nuestras
gracias por lo que él es y hace!
¿CÓMO VIVIR LLENOS DEL ESPÍRITU?
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El imperativo que estamos mencionando hoy nos plantea la idea de la continuidad. La
traducción exacta del texto sería: ―Sed constantemente llenos del Espíritu‖. La falta de
victorias continuas y el vivir la vida cristiana de una manera liviana, se debe a la ausencia
de la llenura del Espíritu. Por esto entendemos la importancia de la sujeción al señorío de
nuestro Señor Jesucristo. Veamos, pues, la manera de ser llenos del Espíritu.
Debemos anhelar ser llenos.
Ninguna sensación es tan desesperante que la de tener sed después de un prolongado
tiempo sin ingerir este preciado líquido. La misma experiencia que sucede en el aspecto
físico debiera suceder en el contexto espiritual. Solo que muchas veces nuestros deseos no
son espirituales sino carnales y materiales. De modo que nuestro oración debiera ser
como la de Pablo: ―Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad‖ (Filipenses 2:13). Es una gran noticia saber que Dios
―produce así el querer como el hacer‖, cuando yo tengo el deseo que su Espíritu me
llene. Debemos desear ser llenos así como deseamos una comida caliente y rica que llene
nuestro estómago.
Debemos enjuagar el instrumento
Dios quiere usar todos los vasos, no importa el color que tenga o la contextura con la
que ha sido hecho. Pero él no va a usar un instrumento sucio. Hay que lavarlo,
enjuagarlo, limpiarlo y secarlo. Solo de esta manera el instrumento, que en este caso es
nuestra propia vida misma, quedará apto para ser usada. Uno de los textos que más
debiera estar presente en nuestra vida como creyentes es el pasaje de Isaías 59:1, 2, que
dice: ―He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado
su oído para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro
Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír‖. Son los
pecados los que hacen separación entre Dios y nosotros. Y esto es aplicable para un
inconverso y para un creyente. El primero comete el pecado de resistir y hasta blasfemar
del Espíritu por su incredulidad y su rechazo a la obra de gracia (H echos 7:51; Mt.
12:22-32). En el caso del creyente él puede cometer dos pecados contra el Espíritu Santo,
y los mismos son estorbos para la llenura del Espíritu. Uno tiene que ver cuando
apagamos el Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19). La falta de compromiso con el Señor y su
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obra pone en evidencia este pecado en muchos creyentes. El otro es el contristar al
Espíritu (Ef. 4:30). Cuando pecamos con nuestro cuerpo, allí estamos entristeciendo al
Espíritu y menoscabando su obra de gracia. Una de las manifestaciones más comunes son:
mentira, enojo, ira, calumnia y malicia. Somos llenos del Espíritu cuando vigilamos si no
andamos contristando al Espíritu a través de tales pecados. Uno de los textos que el
creyente debiera tomar en cuenta todos los días de su vida es: 2 Timoteo 2:19, 21.
Debemos recibirlo por fe
Jesús nos ofreció una de sus más inagotables promesas. En una ocasión les dijo a sus
discípulos: ―Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva‖ (Juan 7:37, 38). De acuerdo a este
texto, la plenitud del Espíritu será posible en la medida que aceptemos el reto de
―beber‖ y ―creer‖ lo que nos dice el Señor. Esto es un acto de fe. Así como un día
levantamos nuestra mano y abrimos nuestro corazón para recibir a Cristo, así también
por fe tenemos que ser llenos del Espíritu. Esto pudiera ser muy simple para algunos que
buscan una experiencia extrasensorial. Pero no hay tal cosa como una fórmula que debe
repetirse sino el mismo principio por el que nos acercamos a Cristo por primera vez. Es
sencillamente decir: ―Señor, te necesito tanto como el día que te recibí. Puesto que mi
deseo es seguir agradándote, y sabiendo que esto no lo haré en mis propias fuerzas, por
fe me apropio de la plenitud de tu Espíritu. Dejo que él gobierne mis pensamientos, actos
y voluntad. Quito de mi corazón todo vestigio de pecado, todo vicio que ofende el
templo de tu Espíritu (mi cuerpo) y quito de mi mente todo pensamiento impuro, y dejo
que sea lo honesto, lo amable, lo puro lo que me gobierne. Por fe dejo que él ocupe el
lugar que ocupa mi yo y con humildad me someto a su guía y dirección. Amén.‖, ¡Beba
hoy por fe de esa fuente inagotable del Espíritu! Todos los días pueden ser una aventura
espiritual.
Una vez que he cumplido con este imperativo de ―sed llenos del Espíritu‖, debo seguir
aplicándolo. Esto es lo mismo que hago todas las mañanas, tarde y noche con mi cuerpo.
Él demanda, por lo menos, de tres raciones de alimento para su sustento. Mi alma
requiere con mayor razón de ese alimento, pues la Biblia sentencia que ―no solo de pan
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vivirá el hombre‖. Es por eso que necesito todos los días ser lleno del Espíritu. Una vez
que por fe me apropio de ello, entonces hago realidad la el otro imperativo que está
muy relacionado con este mismo: ―Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne‖; y luego, con este mismo énfasis, y pensando en nuestra condición
diaria, se nos aconseja: ―Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu‖
(Gálatas 5:16, 25)
NUESTRA MARCA
Hay un gran prestigio cuando la Mercadotecnia lanza un producto que lleva consigo el
sello de calidad oficialmente reconocido. Mucha gente compraría algo solo al reconocer
la marca. El sello acompaña no solo la calidad sino también la propiedad. Llega a ser
como el ―copyright‖ que no puede ser tomado sin el derecho del autor. No pocos
documentos de valor y cartas carecen del sello que los autentica; su ausencia sentencia la
ilegitimidad. En la vida cristiana tenemos el ―sello del Espíritu‖.
NUESTRA MARCA DE PROPIEDAD
Cuando Jesús dijo: ―Yo conozco mis ovejas..‖ seguramente estaba profetizando la venida
del Espíritu, quien morando en cada creyente seria el ―distintivo de propiedad‖ con el
que se les reconocería en este mundo mientras caminan a su habitación eterna. El sello
con el Espíritu es una garantía de propiedad divina. Si alguien tuviera duda en cuanto a
su salvación, esta declaración bíblica debe producir un cese a su inseguridad eterna. El
Espíritu Santo es nuestra seguridad hasta el día de la redención. Damos por un hecho
que el ―sello del Espíritu‖, es el Espíritu mismo viviendo en nosotros. No hay tal cosa
como una ―señal visible‖ por la que tengamos que ser recocidos. La presencia del Espíritu
es la señal que nos distingue especialmente con la manifestación de su fruto: amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio.
¿Por que fuimos sellados por el Espíritu?
EL SELLO DEL ESPÍRITU SANTO NOS ABRE LA PUERTA
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Quien no tenga el sello del Espíritu no puede tener acceso a las bendiciones espirituales.
Note por un lado que esas bendiciones han sido dadas ―en Cristo‖. En este texto por lo
menos unas 10 veces se menciona la oración ―en Cristo‖. Cristo es el instrumento a través
de quien Dios derrama sus bendiciones. Quien le conoce como su salvador entrara en el
universo de sus bendiciones. Se nos dice que fuimos ―bendecidos con toda bendición
espiritual‖. Dios no da sus bendiciones con goteros ni por medidas. El Espíritu Santo nos
introdujo a todas las bendiciones espirituales reservadas al momento de conocerle. En
nuestra propia búsqueda queremos que Dios nos bendiga con bendiciones que podemos
tocar, comer, disfrutar. Pero la verdad es que todas las bendiciones de Dios son
espirituales y quien disfruta de ellas en su vida, también tendrá las materiales. Vea que
esas bendiciones fueron dadas ―en lugares celestiales‖. No es esto una referencia a un
lugar geográfico. Quedaríamos muy frustrados sin poder alcanzar tales bendiciones si
esto fuera así. La idea de este pensamiento tiene que ver con una relación. Doquiera que
Dios este es un lugar celestial. Cuando estamos en relación con Dios estamos en un lugar
celestial. Nos perdemos de las bendiciones espirituales porque no estamos en una
relación con el Dios celestial.
QUE NOS INDICA EL SELLO DEL ESPIRITU SANTO
El tema de la elección y la predestinación en la Biblia se ha constituido en uno de los más
controversiales y hasta de división en la historia de la iglesia. Calvino dio origen a una
postura teológica fatalista con la llamada predestinación incondicional. De acuerdo a
esto, la elección humana no tiene papel alguno ni en la salvación ni en la condenación.
Es algo así como si Dios elige al salvado que no puede resistir su gracia, y todos los
demás están perdidos para siempre. Los bautistas estuvieron al principio divididos con
este concepto calviniano; de allí las dos tendencias: bautistas generales y bautistas
particulares. Lo primero que nos dice el texto es que nos ―escogió antes de la fundación
del mundo‖. La predestinación que tiene que ver con la salvación eterna es
independiente de los hechos que marca la historia determinada por el tiempo y el
espacio. La salvación de nuestras almas no fue una decisión apresurada. Es interesante
pensar que no fue el pecado y su rebelión la que creó una ―emergencia‖ divina para
salvar al que había caído. Nuestra mente finita jamás entenderá esta decisión de un Dios
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infinito, pero si podemos entender que el amor de Dios es eterno. Dios nos amo antes
de enviar a su Hijo porque ya su Hijo era el ―cordero de Dios inmolado antes que el
mundo fuese‖. Su elección y predestinación eterna fue hecha en Cristo. Todo esto lo hizo
Dios por el ―puro afecto de su voluntad‖. Nadie se lo insinuó, nadie se lo pidió, nadie le
trajo un plan, nadie le suplico. Ilustración: Recientemente un hombre en mi oficina me
dijo: ―Pastor yo no entiendo porque Dios me sigue amando después de las cosas que he
hecho‖. La única razón que yo encuentro es porque El nos escogió y decidió amarnos
por el puro afecto de su voluntad.
EL ESPIRITU SANTO NOS DA REDENCIÓN
La palabra ―redención‖ es tomada del mercado donde se vendían los esclavos. Jesús fue
al ―mercado donde se vendían los pecadores‖, para pagar un altísimo precio por nuestra
esclavitud a través de la cruz. En él somos libres de esta condenación eterna. No había
idea de lo negro y feo que eran los pecados hasta que se dio el grito desgarrador de la
cruz: ―Dios mío, Dios mío, ¿por que me has desamparado?‖. Cuando somos salvos
somos sellados con el Espíritu como un reconocimiento a lo que Dios hizo en la
eternidad por nosotros, lo que hizo en la historia con la muerte de su Hijo pero también
lo que hará en la consumación de los tiempos cuando nuestro cuerpo sea glorificado.
Viéndolo de otra manera: nuestra redención
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Se decidió en la eternidad, se ejecuto en la historia y terminara en la antesala de la vida
en el cielo. Cuando un creyente muere entra al preámbulo de su redención total. La
venida de Cristo traerá consigo la resurrección de cuerpos glorificados. La labor del
Espíritu ha sido sellarnos para el día de la redención total. Hasta ahora ―nosotros mismos
que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros
mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo‖ Rom. 8:23. ¿Quién no
anhela esa redención total? ¿Quién no desea tener ese cuerpo que no estará sujeto a la
tentación, a las enfermedades, a los infortunios, al dolor, al cansancio y a la frustración?
El Espíritu Santo es nuestra garantía de llegar hasta ese día glorioso. Bien pudiéramos
decir que su labor en la redención será hasta ese día, pues a partir de allí estaremos por
siempre con Jesús. Ya nuestro cuerpo no será más su templo y morada porque ahora la
presencia real y gloriosa de nuestro Señor Jesucristo será contemplada con nuestros ―ojos
eternos‖. El Espíritu nos está preparando hasta que lleguemos a la glorificación eterna.
Ningún tema es más sublime que el que atañe a este de la redención.
EL ESPIRITU SANTO ES UN ANTICIPO PARA LO QUE NOS AGUARDA EN LOS CIELOS
No le falto ni le sobro al programa de salvación que se gesto en la mente divina desde el
principio. Dios aseguro todo su plan con una participación activa de la trinidad. El Padre
que elige, el Hijo que muere como propiciación y el Espíritu que nos da las ―arras de
nuestra herencia‖. Las arras del Espíritu no es sino aquel anticipo que ya ha sido
―entregado‖ para asegurar el resto del ―negocio‖. Nos aguarda una herencia
incorruptible, inmarcesible e incontaminada en los cielos. A Dios le plació por ese puro
afecto de su voluntad no solo salvarnos, sino que ―en él (Cristo) tuvimos herencia‖. No
tengo mucho interés en saber cómo será esa herencia. Doy por sentado que el solo hecho
de estar con Cristo toda una eternidad es suficiente para disfrutar de esas ―bendiciones
espirituales con hemos sido bendecidos en los lugares celestiales‖. Los hombres en la
tierra pelean por sus herencias, llegan a odiarse hasta el punto de matarse entre ellos
mismos al momento de repartir los bienes. Los cristianos no tenemos este tipo de
problema pues la herencia que el Padre eterno nos ha dado esta en Cristo. Contamos
con una herencia garantizada.
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Hace algunos años se me notifico que era heredero juntamente con otros familiares de
casi la mitad de un pueblo en mi país de origen (esto es solo una historia). A juzgar por
las bondades de aquella tierra, resultaba muy esperanzadora la idea de poseer aquello
que perteneció a nuestros antepasados. Hice un viaje de inspección y en efecto
comprobé que mi ―herencia estaba allí‖. El problema se presento cuando comenzaron a
aparecer tantos herederos y el alto costo que cobraban los abogados para registrar la
herencia. Para ese entonces tendría que estar viajando mucho de modo de ―poner al
día‖ todo lo relacionado a la documentación de mis bienes. La posibilidad de adquirir
aquella herencia se planteaba muy cuesta arriba de modo que llegue a la conclusión que
mejor me quedara sin tal herencia terrenal por todas las implicaciones para obtenerla.
No había seguridad de tal herencia. Sin embargo la herencia que nos aguarda en los
cielos no requiere de mucha ―documentación‖, no requiere de abogados que entren en
litigios ni hay problemas en la repartición de los bienes porque hay suficiente para todos.
El Espíritu Santo nos ha sellado para ser ―herederos y coherederos con Cristo‖.
El sello garantiza no solo la legitimidad y propiedad de algo, sino que también sirve para
proteger que no se adultere la originalidad de un documento. El sello del Espíritu Santo
nos asegura que somos propiedad divina. Que nada ni nadie puede ―falsificar ni
adulterar‖ nuestro estado original. Bien pudiéramos decir que el sello del Espíritu Santo
era lo que faltaba en el plan completo de redención del hombre. Tal sello nos
acompañará hasta el día de la redención total. No le quepa, amado hermano, la más
mínima duda de que su salvación es eterna al saber que el Espíritu Santo ha hecho de
usted UNA MARCA DE PROPIEDAD que lo identifica aquí en la tierra hasta que llegue
nuestro Señor Jesucristo.
¿El Espíritu Santo se encarna en nosotros?
En la teología cristiana el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, distinta pero
consubstancial con Dios Padre y Dios Hijo. A veces se describe al Espíritu Santo como la
presencia creativa, sanadora, renovadora de Dios. Los teólogos señalan un desarrollo
gradual de la doctrina en las Escrituras: en el Antiguo Testamento, el Espíritu estaba
activo en la creación del mundo (Gen. 1) y en la profecía (Isa. 61:1); en el Nuevo
Testamento, el Espíritu estaba presente en la vida y obra de Jesucristo (Marc. 1:12) y
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continúa presente como el Paráclito (abogado) en la comunidad cristiana (Juan 14:26).
La iglesia primitiva vio la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés
como derramamiento de dones divinos de santidad, amor, profecía, sanación y dominio
de lenguas. La doctrina del Espíritu Santo fue formulada en el Concilio de Constantinopla
en el año 381.
"Mas el Consolador, El Espíritu Santo, a quien el Padre enviara en mi nombre,, el os
enseñara todas las cosas, y os recordara todo lo que os yo le he dicho " Juan 14:26
"A Él se le presenta como uno que viene al mundo, como promesa tanto del Padre como
del Hijo, y en esa calidad vino e el día de Pentecostés. En vista de la revelación del
Antiguo Testamento, la cual afirma que El ya estaba en el mundo, surge un problema con
respecto al significado de estas promesas según las cuales El vendría al mundo. La
respuesta escondida en la distinción que hay entre una omnipresencia, que fue le modo
de la presencia del Espíritu Santo antes del Pentecostés, y una residencia, que es el modo
de su presencia en el mundo después de Pentecostés. "l
Según Chafer, es imperativa una distinción entre las expresiones y las conductas según las
situaciones históricas del Espíritu Santo en relación con el hombre. La primera distinción
debe ser realizada a partir de entender el carácter omnipresente del Espíritu Santo en
todas las situaciones históricas de los individuos y también en la dimensión atemporal. La
otra distinción recae en la realidad del Espíritu Santo después de Pentecostés, o sea, su
relación con los individuos redimidos. A la primera podemos denominarla como la
omnipresencia y a la otra como la residencia del Espíritu Santo.
"Muy profundas y características son las relaciones del Espíritu Santo con los creyentes en
Cristo. El Espíritu los regenera, mora en el, lo unge, lo bautiza, lo sella y lo llena, con lo
cual no solo crea los factores esenciales que en su conjunto hacen al cristiano lo que él es,
sino que le dan poder para andar como es digno del llamado.
Para Chafer, la existencia de una encarnación, en el sentido más estricto de este término
que podemos definirlo como "acción o efecto de encarnarse, unión de la naturaleza
divina con la humana en (apersona del verbo, personificación, representación de una
idea o doctrina"3, no es sostenible. La compresión de la acción de "unión", es
radicalmente diferente del término "residencia". A su criterio, la encarnación está
directamente relacionada con la realidad de una fusión de caracteres y naturalezas,
engendrando una naturaleza nueva, en antagonismo con la idea de "residencia", que
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habla de una estadía de un elemento con existencia independiente en un determinado
espacio.
Concluyo que el Espíritu Santo reside en los redimidos, o sea que mantiene su
independencia existencial pero que potencia nuestros caracteres para alcanzar los
objetivos divinos predeterminados.
Espíritu Santo
La tercera persona de la Trinidad adorable.
Se prueba su personalidad
1. de que se le adscriben (Juan 14:17, 26; 15:26; 1 Cor.2:10, 11; 12:11) atributos de la
personalidad, tales como inteligencia y volición. Él reprende, ayuda, glorifica, intercede
(Juan 16:7-13; Romanos. 8:26).
2. Él desempeña cargos propios de una persona. La naturaleza misma de estos cargos
implica distinción personal (Lucas 12:12; Hechos 5:32; 15:28; 16:6; 28:25; 1 Corintios.
2:13; Hebreos. 2:4; 3:7; 2 Pedro 1:21).
Su divinidad se establece
1. del hecho de que se le adscriben los nombres de Dios (Éxodo 17:7; Salmos 95:7;
Hebreos. 3:7-11); y
2. También se le adscriben los atributos divinos: omnipresencia (Salmos 139:7;
Efes.2:17,18; 1 Corintios. 12:13); omnisciencia (1 Cor.2:10,11); omnipotencia (Lucas 1:35;
Romanos. 8:11); eternidad (Hebreos. 9:4).
3. La creación se atribuye a él (Génesis. 1:2; Job 26:13; Salmos 104:30), y los milagros
(Mateo. 2:28; 1 Corintios. 12:9-11).
4. requiere y se le atribuye adoración (Isa. 6:3; Actos 28:25; Romanos. 9:1; Apocalipsis.
1:4; Mateo. 28:19).
20
20
El Antiguo Testamento
En el AT el Espíritu del Señor (hebreo, ruah yhwh; LXX, to pneuma kyriou) es
generalmente una expresión del poder de Dios, la extensión de sí mismo por la que El
lleva a cabo muchos de sus poderosos actos (1 Reyes 8:12; Jueces14:6; 1 Sam.11:6). En
cuanto tal, a veces "espíritu" se expresa en formas semejantes a otros modos de actividad
de Dios, tales como "la mano de Dios" (Salmos 19:1; 102:25); "la palabra de Dios" (Salmos
33:6; 147:15, 18); y la "sabiduría de Dios" (Éxodo. 28:3; 1 Reyes 3:28; Job 32:8). Los
orígenes de la palabra "espíritu", tanto en hebreo (ruah) como en griego (pneuma) son
similares: provienen de la asociación con "respiración" y "viento", que las culturas antiguas
conectaban con fuerza espiritual invisible, por lo tanto "espíritu" (cf. Juan 3:8; nótese la
asociación con "aire" en castellano, "neumático", "respiración", etc.).
Así se entiende que la palabra creadora de Dios (Génesis. 1:3) está íntimamente
relacionada con el soplo creativo de Dios (Génesis. 2:7). En todos las demás partes
ambos conceptos se identifican con el Espíritu de Dios. Como agente en la creación, el
Espíritu de Dios es el principio vital de hombres y animales (Job 33:4; Génesis. 6:17;
7:15). La función primaria del Espíritu de Dios en el AT es la de espíritu de la profecía. El
Espíritu de Dios es la fuerza inspiradora de los profetas, ese poder que a veces movió a
éxtasis, pero siempre a la revelación del mensaje de Dios, expresada por los profetas con
"así habló el Señor". A los profetas se les suele llamar "hombres de Dios" (1 Samuel. 2:27;
1 Reyes 12:22; etc.); en Oseas. 9:7 son "hombres del espíritu". La implicancia general en el
AT es que los profetas estaban inspirados por el Espíritu de Dios (Núm. 11:17; 1 Samuel.
16:15; Miqueas. 3:8; Ezequiel. 2:2; etc.).
La frase "Espíritu Santo" aparece en dos contextos en el AT, pero en ambas se le califica
como Espíritu Santo de Dios (Salmos 51:11; Isa. 63:10-11, 14), de modo que está claro que
Dios mismo es el referente, no el Espíritu Santo que se encuentra en el NT; el AT no
contiene una visión de una entidad divina semiindependiente, el Espíritu Santo. Más bien
encontramos expresiones especiales de la actividad de Dios con y a través del hombre. El
Espíritu de Dios es santo al igual que lo son su palabra y su nombre; todos ellos son
formas de su revelación, y en cuanto tales se les presenta como antítesis de todas las
cosas humanas o materiales. El AT, especialmente los profetas, anticipan un tiempo en
que Dios, que es santo (u "otro/separado" del hombre; Oseas. 11:9) volcará su Espíritu
21
21
sobre los hombres (Joel 2:28 y; Isa. 11:1; Ezequiel. 36:14), que se volverán santos. El
Mesías / Siervo de Dios será aquel sobre quien descanse el Espíritu (Isa. 11:1; 42:1; 63:.), y
que inaugurará el tiempo de la salvación (Ezequiel. 36:14; Jeremías. 31:31). El Nuevo
Testamento.
La enseñanza del NT sobre del Espíritu Santo se remonta al enfoque del Espíritu de Dios
como manifestación del poder de Dios, y en la del espíritu del profecía. Jesús, y la iglesia
después de él, juntó estas concepciones al predicarlas del Espíritu Santo, don escatológico
de Dios al hombre. La frase "el poder del Altísimo cubrió con su sombra" a María, frase
de construcción paralela a la de "el Espíritu Santo " (Lucas 1:35; cf. 9:35), se hace eco de
la expresión del AT de que espíritu de Dios es la nube divina que "cubrió con su sombra"
el tabernáculo de modo que la tienda quedó llena de la gloria del Señor (Éxodo. 40:35;
Isa. 63:11. Identifica la presencia de Dios en esta instancia como "Espíritu Santo de Dios").
Lucas registra el poder de Jesús para expulsar a los demonios "por el dedo de Dios",
expresión del AT para el poder de Dios (Lucas 11:20; Éxodo. 8:19; Salmos 8:3). A este
poder se le identifica como "espíritu de Dios" (Mateo. 12:28), es decir, el Espíritu Santo
(Mateo. 12:32). En el bautismo de Jesús el Espíritu vino sobre El, (Marc.1:10; "el Espíritu
de Dios", Mateo. 3:16; "el Espíritu Santo" Lucas 3:21), que recibió la confirmación de su
divina filiación y misión mesiánica (Mateo. 3:13, par). Jesús salió del Jordán lleno del
Espíritu Santo (Lucas 4:1), y después de la tentación comenzó su ministerio "con el poder
del Espíritu" (Lucas 4:14). Tomando el mensaje de Juan Bautista, Jesús proclamó la
venida del reino de Dios (Mateo. 4:17; cf. 3:1), la que estaría marcada por la presencia
del Espíritu Santo (Mateo. 12:28) como muestra de la era mesiánica de la salvación (Lucas
4:18; Hechos 10:38; etc.).
Desde el principio de su ministerio Jesús se identificó tanto con el rey mesiánico
victorioso como con las sufrientes figuras del servidor de las profecías del AT (Isa. 42:1;
cf. Marcos. 10:45), conceptos que el judaísmo había mantenido separados. Jesús definió
además el papel de Mesías de Dios como proclamación del favor de Dios, salvación de
Dios, en los nuevos tiempos, concepto llevado mucho más allá que el de "juicio a las
naciones" que los judíos habían llegado a esperar. En la sinagoga en Nazaret (Lucas 4:16)
cuando Jesús se identificó como el Mesías prometido en Isa. 61:1-2a, se detuvo justo
antes de leer las "palabras del juicio" de Isa. 61:2b (aunque Isa. 61:2c, "consuelo de los
afligidos" es parte de la enseñanza de Jesús en Mateo. 5:4). Este énfasis se vuelve a hacer
22
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cuando Juan el Bautista pregunta si Jesús es efectivamente el que debía venir (Lucas 7:18-
23). En realidad, aunque Juan Bautista proclamó que Jesús era el que "bautizaría en el
Espíritu Santo y en fuego" como aspectos de los nuevos tiempos (salvación y juicio,
respectivamente, Lucas 3:15; obsérvense las claras connotaciones de juicio del "bautismo
con fuego " en 3:17), el énfasis de Jesús estaba en el aspecto positivo, salvífico, de los
nuevos tiempos representados en el bautismo con el Espíritu Santo (Hechos 1:5; 11:16).
Pentecostés
Hechos 2:1–13. Puede ser útil precisar el significado de Pentecostés en el primer siglo. De
Jerusalén estaba obligado legalmente a asistir: la Pascua, Pentecostés y la fiesta de los
Tabernáculos. En el siglo III a. de J.C., parece ser que a esta fiesta de Pentecostés
correspondía la celebración de una renovación del pacto (2 Crón. 15:10–15). 14–15;
comp. 1 Cor. 10:1–4) para entrar en pacto con Dios en el Sinaí (Exo. 19). La salvación y el
establecimiento son elementos básicos en la creación del pueblo de Dios en el AT. En este
sentido, concluyen algunos que así como la ley mosaica fue dada el día de Pentecostés,
así la ley nueva, que consiste primariamente en la gracia del Espíritu Santo y que ha de
substituir la ley antigua, debía ser proclamada en ese mismo día. Algunos comentaristas
opinan que el milagro de las lenguas (2:4) era como un dar la vuelta al influjo
destructivo de Babel, que separó a los pueblos por la diversidad de lenguas. Pero ya
Lucas está interpretando la revelación del AT a la luz de la revelación superior, la de la
encarnación de Dios en Jesucristo (Mat. 5:21–37; Hech. Vamos a ver cuáles son las
afirmaciones fundamentales de Lucas.
Importancia de Pentecostés en la historia del pueblo de Dios
Pentecostés como es narrado aquí por Lucas forma un escenario de enorme trascendencia
en la historia de la iglesia. Pues es ahora cuando el Espíritu Santo desciende visiblemente
sobre él para darle la vida y ponerlo en movimiento. Los discípulos, antes tímidos (Mat.
26:56; Juan 20:19), se transforman en valientes difusores de la doctrina de Cristo (2:14;
4:13, 19; 5:29). Para Lucas esta presencia de Dios en poder (Luc. La venida del Espíritu
Santo en Pentecostés. La afirmación fundamental del pasaje está en las palabras del v. 4:
Todos fueron llenos del Espíritu Santo. Era como un primer toque de atención. Esta
venida del Espíritu Santo sobre la comunidad cristiana en el día de Pentecostés es
comparable con la venida del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo (Luc. 3:22). La
guía divina en términos del Espíritu Santo es un énfasis que ocurre una y otra vez en Los
Hechos (2:4, 17, 33, 38; 4:8, 31; 5:3; 6:3, 5; 7:55 s.; 8:17, 29; 10:19; 11:12, 15 s.; 13:2, 4;
15:8, 28; 16:6; 19:2, 6; 20:23; 21:11; 28:25).
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Esta presencia divina no se presenta siempre como la intervención del Espíritu Santo.
Aparentemente fue el mismo Espíritu (el Espíritu del Señor) que arrebató a Felipe después
del bautismo del eunuco (8:39). En la conversión de Pablo fue Jesús quien habló
directamente a Pablo (9:4, 5), y el Señor Jesús quien habló a Ananías (9:10, 15, 17); se
menciona sólo indirectamente al Espíritu Santo (9:17).
La importancia mayor del Espíritu Santo (especialmente en la primera mitad de Los
Hechos) es comparable con el mismo énfasis en el Evangelio de Lucas. En el Evangelio se
muestra que Juan el Bautista había de ser lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de
su madre (Luc. 1:15). El Espíritu Santo había de venir sobre María y el poder del Altísimo
la cubriría con su sombra (Luc. 1:35). Elisabet y Zacarías fueron llenos del Espíritu Santo
(Luc. El Espíritu estaba sobre Simeón, quien vio en Jesús la salvación de Dios para todos
los pueblos (Luc. El Espíritu Santo vino con gran poder sobre los discípulos quienes lo
estaban esperando el día de Pentecostés, pero esto no se debe entender como la primera
venida del Espíritu Santo. Ni tampoco fue la primera vez que los discípulos (como
personas individuales) fueron llenos del Espíritu Santo. El AT da testimonio a la actividad
del Espíritu en toda la historia del hombre; y en el NT la actividad del Espíritu se presenta
como estando relacionada con los eventos del AT en la vida y el ministerio de Jesucristo
(como se ve en los Evangelios). Dios nunca ha dejado al mundo que él creó sin su
presencia santa (el Espíritu Santo).
Era el día de la resurrección y no el de Pentecostés el que sobresalía. Sin la resurrección
de Jesús no hubiera habido un Pentecostés cristiano. Y además se encuentran en Los
Hechos otros acontecimientos comparables a aquello del Pentecostés. Estas etapas
mayores del progreso en la expansión del evangelio entre grupos nuevos fueron
autentificadas por el Espíritu Santo con manifestaciones vigorosas.
Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés
Básicamente el AT es la historia del llamamiento y la creación de Israel. Hablando
precisamente, Dios no llamó a Israel; llamó a personas para que conformaran Israel. Una
nación no tiene oídos y no puede ser llamada. Dios habla a individuos; sus llamados son
de persona a persona y no de central a central. Llama a individuos para que lleguen a ser
personas relacionadas con otras personas en la comunidad.
Cuando el Israel nacional se mostró como carnal, al buscar como Adán el ser suficiente
en sí mismo, Dios se volvió a la creación de un remanente. En él fue creado un nuevo
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hombre (Ef. 2:15); el verdadero Israel de Dios (Gál. 3:29); una raza elegida, real
sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios (1 Ped. 2:9).
El propósito de Dios al crear en Israel a su pueblo, expuesto a lo largo del AT, es una
historia continuada en el NT. En Cristo, Dios ha venido a llamar y crear a su pueblo. La
comunidad de personas en Cristo es Israel limpiado y constituido. Este verdadero Israel es
la iglesia, la ekklesía 1577
de Dios.
Llenos del Espíritu Santo
Ya que el significado de lo que quiere decir ser ―lleno del Espíritu Santo‖ o ―la plenitud
del Espíritu Santo‖ es un problema candente entre los cristianos interesados en la vida
espiritual, vamos a examinarlo un poco más a fondo. Vale la pena mencionar que no hay
que confundir la presencia del Espíritu Santo con las señales exteriores. La venida del
Espíritu fue acompañada por un sonido semejante al de un movimiento violento de
viento. Ni tampoco dice Lucas que lenguas de fuego aparecieron a los discípulos sino que
les aparecieron lenguas como o similares al fuego. La creencia en la presencia del Espíritu
se basaba sobre una experiencia. No era una mera doctrina que los discípulos buscaban
perpetuar; más bien era una experiencia personal que no podían dejar de proclamar.
Describimos el mismo fenómeno cuando hablamos de ser bautizados en o con el Espíritu
Santo, la venida del Espíritu Santo en o sobre alguien, la vida cristiana victoriosa, el
señorío de Cristo y el ser crucificado con Cristo y resucitado con él. Vista en su relación
con el Espíritu Santo, es la plenitud del Espíritu. Un autor opina que el ser lleno del
Espíritu es o debe ser ―la vida cristiana normal‖.
En el día de Pentecostés todos los discípulos que estaban presentes fueron llenos del
Espíritu Santo (v. 4). Antes y después de Pentecostés, el pueblo de Dios fue lleno del
Espíritu Santo. Esta plenitud sí era pentecostal, pero también pre pentecostal y post
pentecostal. Juan el Bautista fue lleno con el Espíritu Santo y predicó. Zacarías fue lleno
del Espíritu Santo y profetizó... (Luc. 1:67). Lucas nos presenta el contenido de su
profecía. Era proclamación inspirada, predicación inteligible. Zacarías no estuvo presente
el día de Pentecostés. Era un sacerdote judío que oficiaba en el templo judío. Fue lleno
con el Espíritu Santo antes de Pentecostés, antes del nacimiento de Jesús y antes del
nacimiento de Juan el Bautista. Fue lleno del Espíritu Santo y así fue habilitado para
adorar a Dios, vivir en santidad y rectitud y predicar las buenas nuevas de redención. del
Espíritu Santo (Hech. 6:5). Más tarde notamos que él predicó, no en expresiones
ininteligibles de lenguas extrañas, sino en palabras simples y comprensibles. Bernabé es
otro hombre de quien leemos que era lleno del Espíritu Santo (Hech. 11:24). Esto es un
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fruto de un hombre lleno del Espíritu. Ser lleno del Espíritu Santo no significa que
Bernabé era sin pecado o que era un hombre perfecto. Ser lleno del Espíritu Santo no
hizo a Bernabé un hombre perfecto y sin pecado. Ni, que sepamos, habló en lenguas;
pero sí el Espíritu Santo lo hizo un hombre bueno en hecho y en palabra.
Ser lleno del Espíritu Santo no es un privilegio restringido o exclusivo de unos cuantos
favorecidos. El ser llenos del Espíritu Santo no produjo una vida sin pecado. El ser llenos
del Espíritu Santo no produjo necesariamente lenguas ininteligibles y un orgullo personal
sobre una excelencia o superioridad espiritual asumida.
¿Cuáles, pues, son las señales verdaderas de la plenitud del Espíritu Santo? Un estudio del
libro de Los Hechos sugiere, por lo menos, algunas de las siguientes indicaciones de que
uno está lleno del Espíritu: manifestar el carácter de Cristo, llevar una vida de testimonio,
estar bajo la dirección del Señor, ejercer eficientemente los dones del Espíritu,
espontaneidad en la vida y una conciencia de la presencia de lo divino.
Hablar en lenguas
El hablar en lenguas es un asunto mencionado en el NT solamente en el libro de Los
Hechos y 1 Corintios. Leemos distintas lenguas y lenguas en Hechos 2:4; 10:46 y 19:6. Los
caps. 12–14 de 1 Corintios tratan principalmente con una forma de lenguas en Corinto
que no es semejante al fenómeno en Pentecostés (Hech. 2). No hay un término griego en
el NT para lenguas desconocidas.
Lucas nos informa de un acontecimiento asombroso en Jerusalén durante la fiesta de
Pentecostés después de la muerte y resurrección de Jesús. Lo cierto es que los discípulos
tuvieron la experiencia de que el poder del Espíritu Santo inundaba sus vidas como nunca
antes. En Jerusalén estaban reunidos peregrinos judíos, habiendo llegado de muchos
países con sus diferentes fondos lingüísticos. Lucas indica que era el don del Espíritu Santo
y no la competencia lingüística de la gente la que hizo posible la comprensión en esta
ocasión.
Lucas intenta presentar un milagro. Era el Espíritu Santo quien, al comenzar ellos a hablar
en distintas lenguas... El énfasis real de Lucas en Hechos 2 es sobre el don del Espíritu
Santo, y sólo secundariamente sobre las lenguas. Los fenómenos del ruido como de
viento violento, las lenguas como de fuego y el hablar en lenguas, pretenden lo mismo:
llamar la atención de los reunidos a que algo extraordinario está sucediendo. Las lenguas,
en el patrón y sentido de Pentecostés, cesaron; el Espíritu permanece.
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Solamente dos veces fuera del cap. 2 se mencionan las lenguas en el libro de Los Hechos:
en Cesárea (10:46) y en Efeso (19:6). En cada caso el enfoque principal es sobre el
Espíritu Santo: el don de lenguas representa sólo una manifestación de la presencia del
Espíritu. Puede ser importante que cada una de las tres citas del don de lenguas cae en
una ligazón importante en el progreso del evangelio: (1) De los judíos de Jerusalén en
Pentecostés (cap. 2) a (2) la casa de Cornelio en Cesarea (cap. 10) y (3) a los seguidores
de Juan el Bautista (cap. 19) quienes debieran haber seguido a Jesucristo. No hay
certidumbre tocante a la naturaleza precisa de las lenguas en Cesarea y Efeso, si fueron
semejantes a las lenguas comprensibles en Pentecostés o fueron como las lenguas
ininteligibles en Corinto. Lucas dice que los de Cesarea les oían hablar en lenguas y
glorificar a Dios (10:46), y los de Efeso hablaban en lenguas y profetizaban (19:6). Por lo
menos glorificar a Dios parece implicar hablar en forma inteligible; y en 1 Corintios
profecía se distingue de lenguas; esto siendo ininteligible y aquello inteligible. Lo que sí es
claro es la distinción aguda entre las lenguas en Pentecostés y en Corinto.
Aparte de Hechos, el fenómeno de las lenguas se conoce en el NT sólo en 1 Corintios 12–
14. Si las lenguas representan el don supremo del Espíritu, como opinan algunos
carismáticos, parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizaba este
don. El se conmovió en espíritu y se turbó (Juan 11:33), pero esto no es lenguas. Pablo
hablaba mucho del Espíritu Santo y poco de las lenguas. En Romanos, por ejemplo, se
encuentra mucha atención en cuanto al Espíritu Santo (Rom. 5:5; 7:6; 8:2, 6–14, 26, 27;
14:17), pero Pablo nunca menciona las lenguas. Gálatas nos presenta instrucciones para
aquellos que son espirituales (Gál. 6:1) y describe el fruto del Espíritu (Gál. 5:22), pero no
dice nada de las lenguas.
En 1 Corintios 12–14 el hablar en lenguas se trata como un problema y no como una
señal de excelencia. Pablo no escribió para animar a la iglesia a que pusiera más énfasis
en las lenguas, sino para alcanzar el control del problema (1 Cor. 14:27). Pablo no anima
el hablar en lenguas, sino que avisa contra varios peligros relacionados con las lenguas y
establece varios controles para que la práctica no pudiera exagerarse demasiado. Se
abstuvo de abolir la experiencia de hablar en lenguas, pero la clasificó como el menor de
los dones del Espíritu y predijo: ... cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8).
Pablo contempló las lenguas como una amenaza triple para el movimiento cristiano: (1)
A la fraternidad de la iglesia; (2) a las personas que hablaban en lenguas; (3) a la
influencia de la iglesia en el mundo. Había orgullo espiritual, celos y rivalidad sobre los
dones espirituales. El cap. 14 indica que mucho del problema se debió al hablar en
lenguas.
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El cap. 13 de 1 Corintios, el gran capítulo del amor, fue compuesto precisamente para
confrontar el problema de las lenguas. 12:31); y sin amor, hablar en lenguas de hombres
y de ángeles es nada más que un sonido vacío (1 Cor. 13:1). El amor es el camino
excelente y supremo de Dios. Al contrario, cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8). El amor de
Dios es la carretera sin fin; las lenguas son un callejón sin salida. A lo mejor, uno que
hable en lenguas habla a Dios pero no a los hombres, porque nadie le entiende (1 Cor.
14:2). Se compara las lenguas con la profecía, que es el hablar inspirado que edifica,
exhorta y consuela (14:3). Las lenguas son concentradas en sí mismas, el que habla está
interesado en su propio bien; al contrario, la profecía se usa para la edificación de la
iglesia (14:4). Para ellos el hablar en lenguas es locura (1 Cor. 14:23). Entonces podemos
concluir que Pablo nos da tres razones para la superioridad de la profecía (quiere decir
predicación inspirada) sobre el hablar en lenguas: (1) La predicación es superior porque
edifica a la iglesia; (2) la predicación es superior porque puede ser entendida por todo el
mundo; (3) la predicación es superior porque puede ser usada por el Espíritu Santo para
ganar a la gente perdida para Jesucristo.
PENTECOSTÉS: EL DESCENDIMIENTO DEL ESPÍRITU SANTO
En el Antiguo Testamento, Pentecostés era la fiesta que acontecía a los cincuenta días
después de la Pascua de los judíos. Mientras que la pascua celebraba el éxodo de los
israelitas de la esclavitud de Egipto, Pentecostés celebraba el don de Dios de los Diez
Mandamientos a Moisés en el Monte de Sinaí.
En la Nueva Alianza, el acontecimiento de la Pascua cobra su nuevo significado como la
celebración de la victoria de Cristo cumplida con su muerte y resurrección, victoria que
cumple el ―éxodo‖ de los seres humanos desde este mundo de pecado, al Reino de Dios.
Así también en el Nuevo Testamento, la fiesta de Pentecostés es cumplida y renovada
por un nuevo don, el descendimiento del Espíritu Santo sobre los discípulos y sobre la
Iglesia.
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
Y de repente vino del cielo un estruendo como un viento recio que
soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre
cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo. (Hechos
2,1-4)
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El Espíritu Santo que Cristo había prometido a sus discípulos llegó en el día de
Pentecostés. (Juan 14,26; 15,26; Lucas 24,49; Hechos 1,5) Los apóstoles recibieron el
―poder de lo alto‖, y comenzaron a predicar y atestiguar a Jesús como el Cristo
Resucitado, el Rey y el Señor. Tradicionalmente se refiere a este momento como el
―cumpleaños‖ de la Iglesia.
En los oficios litúrgicos de la fiesta de Pentecostés, se celebra la venida del Espíritu Santo
junto a la revelación plena de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Se
manifiesta la plenitud de la divinidad con la venida del Espíritu Santo a la humanidad, y
los himnos de la Iglesia celebran esta manifestación como al acto final de la auto-
revelación de Dios al mundo, y el don último que Dios hace al mundo. Por esto, el
Domingo de Pentecostés, de acuerdo a la tradición Cristiana Ortodoxa, también se
conoce como el Domingo de la Trinidad. En este día el icono de la Santísima Trinidad –
particularmente el de las tres figuras angélicas que aparecieron a Abraham,[1]
el ancestro
de la fe cristiana, -- es colocado en medio del templo. Se utiliza este icono junto al
tradicional icono de Pentecostés que demuestra las lenguas de fuego sobre las cabezas de
María y los Doce Apóstoles, el prototipo original de la Iglesia, ellos mismos sentados en
unidad alrededor de la imagen simbólica del ―cosmos‖, el mundo.
En el día de Pentecostés tenemos el cumplimiento final de la misión de Jesucristo,
y la inauguración de la era mesiánica del Reino de Dios, místicamente presente en este
mundo en la Iglesia. Por lo tanto, el día cincuenta es el inicio de la época que está más
allá de las limitaciones de este mundo, siendo cincuenta el número que representa el
cumplimiento eterno y celestial en la espiritualidad mística, tanta judía como cristiana:
siete veces siete, más uno.
Así, se le llama a Pentecostés el día apocalíptica, que significa el día de la revelación final.
También se le llama el día escatológico, que significa el día del final último y perfecto (en
griego, la palabra eschaton quiere decir ―el final‖.) Pues cuando llega el Mesías y el día
del Señor está pronto, se inauguran los ―últimos días‖ en que ―Dios declara … Derramaré
mi espíritu sobre toda carne.‖ Esta es la antigua profecía a la cual se refiere el Apóstol
Pedro en el más antiguo Sermón de la Iglesia Cristiana que fue predicado en el primer
Domingo de Pentecostés. (Hechos 2,17; Joel 2,28-32)
Nuevamente debemos insistir que la celebración de Pentecostés nos es un mero
recordatorio de un acontecimiento que sucedió hace muchísimo tiempo. Es la celebración
de lo que debe suceder y lo que, de hecho, sucede a cada uno de nosotros hoy en la
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Iglesia. Todos nos hemos muerto y resucitado junto al Mesías-Rey, y todos hemos
recibido el Santísimo Espíritu. Devenimos ―templos del Espíritu Santo.‖ El Espíritu de Dios
habita en nosotros. (Romanos 8; I Corintios 2 al 3, 12; II Corintios Gálatas 5; Efesios 2 al
3) Nosotros, ya que pertenecemos a la Iglesia, hemos recibido ―el sello del don del
Espíritu Santo‖ en el sacramento de la Crismación. Pentecostés ya ha acontecido en cada
uno de nosotros.
La Divina Liturgia de Pentecostés recuerda nuestro bautismo en Cristo con el versículo de
la carta a los Gálatas nuevamente reemplazando el Trisagion.[2]
Las lecturas de la Epístola
y del Evangelio hablan de la venida del Espíritu Santo al ser humano. El kontakion canta
de cómo la confusión de Babel fue revertida al reunir Dios a todas las naciones en la
unidad de Su Espíritu. El tropario proclama la reunión del universo entero en la red de
Dios, mediante la inspirada obra de los pescadores convertidos en apóstoles. Por primera
vez desde la Pascua de Resurrección, se vuelve a cantar los himnos ―Oh Rey Celestial‖[3]
y
―Hemos Visto la Luz Verdadera‖[4]
, llamando al Espíritu Santo a que venga a habitar en
nosotros, y proclamando que ―hemos recibido al Espíritu Celestial.‖ El templo está
adornado con flores y ramas y hojas verdes, para demostrar que el Aliento o Soplo
divino viene como el ―Espíritu Vivificador‖ para renovar toda la creación. En Hebreo, la
palabra que quiere decir Espíritu, aliento y viento es una sola, rúaj.
Bendito eres Tú, oh Cristo Nuestro Dios, que mostraste
llenos de sabiduría a los pescadores, derramando sobre
ellos el Espíritu Santo. Y por medio de ellos conquistaste
el universo. Oh Amante de la Humanidad, Gloria a Ti.
(Tropario)
Cuando el Altísimo descendió y confundió las lenguas, Él
dividió las naciones. Mas cuando distribuyó las lenguas
de fuego, llamó a todos a la unidad. Por lo tanto,
unánimes, glorificamos el Santísimo Espíritu. (Kontakion)
El oficio de Vísperas Mayores de Pentecostés es caracterizado por tres largas oraciones
durante las cuales los fieles se arrodillan por primera vez desde la Resurrección.[5]
En la
Iglesia Ortodoxa, el día Lunes después de Pentecostés se conoce como la fiesta del
Espíritu Santo, y el domingo después de Pentecostés es la fiesta de Todos los Santos. Esta
es la secuencia lógica ya que la venida del Espíritu Santo logra su acabamiento en la
santificación de la humanidad, fin último de la creación y salvación del mundo. ―Así dice
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el Señor: Vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque Yo, Tu Dios, soy
santo.‖ (Levítico 11,45-46; I Pedro 1,15-16)
[1] Este icono se conoce por el nombre ―La Hospitalidad de Abraham‖
[2] ―Vosotros que en Cristo os bautizasteis de Cristo os revestisteis. Aleluya.‖ Este himno
también se canta en lugar del Trisagion en el Sábado de Lázaro y en la Pascua de
Resurrección, como se ha notado anteriormente. Ver arriba.
[3] El texto de esta oración es, ―Oh Rey Celestial, Paráclito, Espíritu de Verdad, que estás
en todas partes y todo lo llenas, ven y mora en nosotros, purifícanos de toda mancha, y
salva nuestras almas, oh Bondadoso.‖
[4] Este himno es el que se canta después de la comunión, y dice: ―Hemos visto la luz
verdadera, hemos recibido el Espíritu Celestial. Hemos hallado la verdadera fe.
Adoremos la Trinidad Indivisible, pues ésta nos ha salvado.‖
[5] De acuerdo a la tradición local en algunas iglesias, los fieles no se arrodillan en ningún
oficio u otro momento de oración a partir de la Pascua de Resurrección hasta
Pentecostés, simbolizando su alegría, además del hecho de que todos hemos sido
levantados de la muerte a la vida.
La venida del Espíritu Santo en Pentecostés
La afirmación fundamental del pasaje está en las palabras del v. 4: Todos fueron llenos
del Espíritu Santo. Todo lo demás, de que se habla antes o después, no son sino
manifestaciones exteriores para hacer visible esa gran verdad. A eso tiende el ruido como
de un viento violento que se oye en toda la casa (v. 2). Era como un primer toque de
atención. A ese fenómeno acústico sigue otro fenómeno de naturaleza física: unas
llamitas en forma de lenguas como de fuego que se reparten y van posándose sobre los
reunidos (v. 3). Los dos fenómenos pretenden lo mismo: llamar la atención de los
reunidos de que algo extraordinario está sucediendo. Y notamos que tanto el viento
como el fuego eran los elementos que solían acompañar las manifestaciones de Dios en
el AT (Exo. 3:2; 24:17; 2 Sam. 5:24; Eze. 1:13) y por eso es que los discípulos pensaron
que se hallaban ante una epifanía, la prometida por Jesús pocos días antes, al anunciarles
que serían bautizados en el Espíritu Santo.
Esta venida del Espíritu Santo sobre la comunidad cristiana en el día de Pentecostés es
comparable con la venida del Espíritu Santo sobre Jesús en su bautismo (Luc. 3:22). La
guía divina en términos del Espíritu Santo es un énfasis que ocurre una y otra vez en Los
Hechos (2:4, 17, 33, 38; 4:8, 31; 5:3; 6:3, 5; 7:55 s.; 8:17, 29; 10:19; 11:12, 15 s.; 13:2, 4;
15:8, 28; 16:6; 19:2, 6; 20:23; 21:11; 28:25).
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Esta presencia divina no se presenta siempre como la intervención del Espíritu Santo.
Por ejemplo, en la historia de Felipe y el eunuco hay un intercambio entre Un ángel del
Señor (8:26) que envió a Felipe por el camino de Jerusalén a Gaza y el Espíritu que dijo
a Felipe: ―Acércate y júntate a ese carro‖ (8:29). Aparentemente fue el mismo Espíritu (el
Espíritu del Señor) que arrebató a Felipe después del bautismo del eunuco (8:39). En la
conversión de Pablo fue Jesús quien habló directamente a Pablo (9:4, 5), y el Señor Jesús
quien habló a Ananías (9:10, 15, 17); se menciona sólo indirectamente al Espíritu Santo
(9:17).
La importancia mayor del Espíritu Santo (especialmente en la primera mitad de Los
Hechos) es comparable con el mismo énfasis en el Evangelio de Lucas. En el Evangelio se
muestra que Juan el Bautista había de ser lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de
su madre (Luc. 1:15). El Espíritu Santo había de venir sobre María y el poder del Altísimo
la cubriría con su sombra (Luc. 1:35). Elisabet y Zacarías fueron llenos del Espíritu Santo
(Luc. 1:41, 67). El Espíritu estaba sobre Simeón, quien vio en Jesús la salvación de Dios
para todos los pueblos (Luc. 2:51 s.). El Espíritu Santo vino con gran poder sobre los
discípulos quienes lo estaban esperando el día de Pentecostés, pero esto no se debe
entender como la primera venida del Espíritu Santo. Ni tampoco fue la primera vez que
los discípulos (como personas individuales) fueron llenos del Espíritu Santo. El AT da
testimonio a la actividad del Espíritu en toda la historia del hombre; y en el NT la
actividad del Espíritu se presenta como estando relacionada con los eventos del AT en la
vida y el ministerio de Jesucristo (como se ve en los Evangelios). Dios nunca ha dejado al
mundo que él creó sin su presencia santa (el Espíritu Santo).
La gran liberación del poder en el día de Pentecostés en ninguna manera debe ser
minimizada, pero es evidente que ello no sobresalió tan distintivamente durante el
primer siglo como para algunos grupos cristianos de hoy día. Este día no se menciona en
ningún escrito de los existentes del primer siglo fuera del cap. 2 de Los Hechos. Era el día
de la resurrección y no el de Pentecostés el que sobresalía. Sin la resurrección de Jesús no
hubiera habido un Pentecostés cristiano. Y además se encuentran en Los Hechos otros
acontecimientos comparables a aquello del Pentecostés. Cuando el evangelio alcanzó a
Cornelio (cap. 10) y algunos seguidores de Juan el Bautista (cap. 19), también había
efusiones semejantes a aquella en Jerusalén. Estas etapas mayores del progreso en la
expansión del evangelio entre grupos nuevos fueron autentificadas por el Espíritu Santo
con manifestaciones vigorosas.
Resumen de los pensamientos sobre la importancia de Pentecostés
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Básicamente el AT es la historia del llamamiento y la creación de Israel. Hablando
precisamente, Dios no llamó a Israel; llamó a personas para que conformaran Israel. Una
nación no tiene oídos y no puede ser llamada. Dios habla a individuos; sus llamados son
de persona a persona y no de central a central. Llama a individuos para que lleguen a ser
personas relacionadas con otras personas en la comunidad.
Cuando Adán perdió el rumbo de su verdadero destino, dándose a la falacia de la
autosuficiencia, Dios se dio a la creación de un pueblo verdadero para sí. El llamado de
Abraham, Isaac y Jacob tenía en vista la creación de un pueblo que fuera su posesión.
Cuando el Israel nacional se mostró como carnal, al buscar como Adán el ser suficiente
en sí mismo, Dios se volvió a la creación de un remanente. El mismo remanente se
mostró como carente de fijeza y finalmente llegó a la concreción de una persona, el
verdadero Hijo del Hombre, el verdadero siervo de Dios, Cristo Jesús. Pero,
paradójicamente, él vino como una persona individual y como un cuerpo. En él fue
creado un nuevo hombre (Ef. 2:15); el verdadero Israel de Dios (Gál. 6:16; Rom. 9:6), la
simiente de Abraham (Gál. 3:29); una raza elegida, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios (1 Ped. 2:9).
El propósito de Dios al crear en Israel a su pueblo, expuesto a lo largo del AT, es una
historia continuada en el NT. En Cristo, Dios ha venido a llamar y crear a su pueblo. La
comunidad de personas en Cristo es Israel limpiado y constituido. La iglesia en el NT es
una nueva creación, pero en cierto sentido es el Israel reconstituido. Abraham, Isaac y
Jacob se sentarán junto con Pedro, Santiago y Juan, así como las gentes del oriente y del
occidente (Mat. 8:11). Este verdadero Israel es la iglesia, la ekklesía 1577
de Dios.
Hablar en lenguas
El hablar en lenguas es un asunto mencionado en el NT solamente en el libro de Los
Hechos y 1 Corintios. En cuanto a Marcos 16:17, no se encuentra en los manuscritos más
viejos y dignos de confianza y se cree que fue añadido más tarde durante la transmisión
del texto. Leemos distintas lenguas y lenguas en Hechos 2:4; 10:46 y 19:6. Los caps. 12–
14 de 1 Corintios tratan principalmente con una forma de lenguas en Corinto que no es
semejante al fenómeno en Pentecostés (Hech. 2). No hay un término griego en el NT
para lenguas desconocidas.
Lucas nos informa de un acontecimiento asombroso en Jerusalén durante la fiesta de
Pentecostés después de la muerte y resurrección de Jesús. No sabemos realmente qué
sucedió en Pentecostés. Lo cierto es que los discípulos tuvieron la experiencia de que el
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poder del Espíritu Santo inundaba sus vidas como nunca antes. Debemos recordar que
Lucas no fue testigo ocular de esta parte de Hechos y que probablemente estaba
transmitiendo una historia que había escuchado en su investigación (Luc. 1:1–4). Si fuera
que Lucas empleara fuentes extrabíblicas o no, el cap. 2 pertenece a Los Hechos como
nos ha llegado y es apropiado procurar comprenderlo como está en el texto. En Hechos
2 el don de lenguas se ve como un milagro de cierta clase, fuera del hablar, o del oír o
de ambos. En Jerusalén estaban reunidos peregrinos judíos, habiendo llegado de muchos
países con sus diferentes fondos lingüísticos. Lo que los asombró era que cada uno podía
entender en el lenguaje o dialecto de su nacimiento (v. 8). Lucas da énfasis al hecho del
entendimiento sin explicar cómo fue posible. Explicarlo sobre bases de acuerdo con la
historia natural, por ejemplo, que se hablaban varios lenguajes conocidos (como si no
fuera un milagro), no parece ser el propósito de Lucas. La sorpresa de la gente no ocurrió
porque encontró en uso varios lenguajes, en vista que era una experiencia común en
aquel entonces como hoy en día en el Medio Oriente. Lucas indica que era el don del
Espíritu Santo y no la competencia lingüística de la gente la que hizo posible la
comprensión en esta ocasión.
Lucas intenta presentar un milagro. Era el Espíritu Santo quien, al comenzar ellos a
hablar en distintas lenguas... les daba que hablasen (v. 4). Pedro rechazó la acusación
infundada de embriaguez e identificó la experiencia como el cumplimiento de la promesa
que se encuentra en el profeta Joel, quien predijo la efusión del Espíritu en los últimos
días, llevada a cabo por profecía, que quiere decir predicación inspirada (2:15 ss.). Pedro
interpretó esto en términos de la predicación inspirada y evangelística que fue diseñada
para que todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo (vv. 17–21). Esto no
implica lo que algunos carismáticos han concluido: un éxtasis en masa de parte de los
discípulos que incluye erupciones de hablar en lenguas.
El énfasis real de Lucas en Hechos 2 es sobre el don del Espíritu Santo, y sólo
secundariamente sobre las lenguas. Los fenómenos del ruido como de viento violento, las
lenguas como de fuego y el hablar en lenguas, pretenden lo mismo: llamar la atención de
los reunidos a que algo extraordinario está sucediendo. Su finalidad era servir de
consuelo a los fieles al verse así favorecidos con la presencia del Espíritu Santo, y al
mismo tiempo llamar la atención y provocar el asombro de los infieles, disponiéndoles a
la conversión (8:18, 19; 1 Cor. 14:22). Lo que sí emerge con fuerza es que el énfasis de
Lucas es sobre el Espíritu Santo, y no primariamente en el medio que fue dado en ese
momento. Las lenguas, en el patrón y sentido de Pentecostés, cesaron; el Espíritu
permanece.
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Solamente dos veces fuera del cap. 2 se mencionan las lenguas en el libro de Los
Hechos: en Cesarea (10:46) y en Efeso (19:6). En cada caso el enfoque principal es sobre
el Espíritu Santo: el don de lenguas representa sólo una manifestación de la presencia del
Espíritu. Puede ser importante que cada una de las tres citas del don de lenguas cae en
una ligazón importante en el progreso del evangelio: (1) De los judíos de Jerusalén en
Pentecostés (cap. 2) a (2) la casa de Cornelio en Cesarea (cap. 10) y (3) a los seguidores
de Juan el Bautista (cap. 19) quienes debieran haber seguido a Jesucristo. No hay
certidumbre tocante a la naturaleza precisa de las lenguas en Cesarea y Efeso, si fueron
semejantes a las lenguas comprensibles en Pentecostés o fueron como las lenguas
ininteligibles en Corinto. Aparentemente no hubo una barrera lingüística en Cesarea y
Efeso como fue el caso en Jerusalén, y por eso no había necesidad de un milagro de
comunicación como en Jerusalén. Esto favorece un paralelo con Corinto más bien que
con Jerusalén, pero no es demostrable. Lucas dice que los de Cesarea les oían hablar en
lenguas y glorificar a Dios (10:46), y los de Efeso hablaban en lenguas y profetizaban
(19:6). Por lo menos glorificar a Dios parece implicar hablar en forma inteligible; y en 1
Corintios profecía se distingue de lenguas; esto siendo ininteligible y aquello inteligible. El
fenómeno en Cesarea y Efeso podía corresponder al de Corinto y representar un punto
medio entre las lenguas de Jerusalén y las de Corinto. Lo que sí es claro es la distinción
aguda entre las lenguas en Pentecostés y en Corinto.
Aparte de Hechos, el fenómeno de las lenguas se conoce en el NT sólo en 1 Corintios
12–14. Si las lenguas representan el don supremo del Espíritu, como opinan algunos
carismáticos, parece extraño que Jesús mismo, el portador del Espíritu, no utilizaba este
don. Al contrario, Jesús despreciaba las vanas repeticiones y la palabrería como algo
pagano y no apropiado para la oración del pueblo de Dios (Mat. 6:7). Algunas veces se
guardaba silencio (Mat. 27:14; Mar. 15:4 s.; Luc. 23:9; Juan 19:9 s.), pero nunca se
declaraba en sonidos extáticos e ininteligibles. El se conmovió en espíritu y se turbó (Juan
11:33), pero esto no es lenguas. Fue una expresión inarticulada de profunda emoción,
una experiencia humana universal bajo presión. Cuando Jesús hablaba era en el lenguaje
de la gente que estaba frente a él, directo, sencillo y profundo en significado como se
nota en las bienaventuranzas y las parábolas.
Es notable que de todas las cartas de Pablo, solamente en 1 Corintios se encuentra
algún rastro de las lenguas. Pablo hablaba mucho del Espíritu Santo y poco de las
lenguas. En Romanos, por ejemplo, se encuentra mucha atención en cuanto al Espíritu
Santo (Rom. 5:5; 7:6; 8:2, 6–14, 26, 27; 14:17), pero Pablo nunca menciona las lenguas.
Gálatas nos presenta instrucciones para aquellos que son espirituales (Gál. 6:1) y describe
el fruto del Espíritu (Gál. 5:22), pero no dice nada de las lenguas.
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En 1 Corintios 12–14 el hablar en lenguas se trata como un problema y no como una
señal de excelencia. Pablo no escribió para animar a la iglesia a que pusiera más énfasis
en las lenguas, sino para alcanzar el control del problema (1 Cor. 14:27). Pablo no anima
el hablar en lenguas, sino que avisa contra varios peligros relacionados con las lenguas y
establece varios controles para que la práctica no pudiera exagerarse demasiado. Se
abstuvo de abolir la experiencia de hablar en lenguas, pero la clasificó como el menor de
los dones del Espíritu y predijo: ... cesarán las lenguas (1 Cor. 13:8).
Pablo contempló las lenguas como una amenaza triple para el movimiento cristiano:
(1) A la fraternidad de la iglesia; (2) a las personas que hablaban en lenguas; (3) a la
influencia de la iglesia en el mundo. En 1 Corintios 12 se describe a la iglesia como el
cuerpo de Cristo, haciendo hincapié en la diversidad de dones espirituales y en la
provisión del Espíritu para ambos, la unidad y la variedad en la iglesia. Sin embargo, una
lectura rápida de 1 Corintios expone la amplitud del problema en Corinto. Había orgullo
espiritual, celos y rivalidad sobre los dones espirituales. El cap. 14 indica que mucho del
problema se debió al hablar en lenguas.
El cap. 13 de 1 Corintios, el gran capítulo del amor, fue compuesto precisamente para
confrontar el problema de las lenguas. El amor es el camino más excelente (1 Cor. 12:31);
y sin amor, hablar en lenguas de hombres y de ángeles es nada más que un sonido vacío
(1 Cor. 13:1). El amor es el camino excelente y supremo de Dios. Al contrario, cesarán las
lenguas (1 Cor. 13:8). El amor de Dios es la carretera sin fin; las lenguas son un callejón
sin salida. Algunos dones, como el de conocimiento, cederán a algo más maduro, como
el habla de un niño cede al habla de un hombre, o como la reflexión en un espejo cede a
un encuentro cara a cara; pero no hay tal promesa en cuanto a las lenguas. Simplemente
cesan.
El cap. 14 aclara las limitaciones para lo bueno del hablar en lenguas y también su
potencial hacia el abuso y el daño. A lo mejor, uno que hable en lenguas habla a Dios
pero no a los hombres, porque nadie le entiende (1 Cor. 14:2). Se compara las lenguas
con la profecía, que es el hablar inspirado que edifica, exhorta y consuela (14:3). Las
lenguas son concentradas en sí mismas, el que habla está interesado en su propio bien; al
contrario, la profecía se usa para la edificación de la iglesia (14:4). El énfasis principal de
Pablo en 14:1–19 y en cualquiera otra parte es que el cristiano debe buscar el don de
profecía antes que el don de lenguas. El sonido extático e ininteligible con su egoísmo es
un pobre substituto para la preocupación de amor en hablar en palabras que fortalezcan
y unifiquen a la iglesia.
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Otro peligro que encontramos en el uso de las lenguas es el testimonio de la iglesia
para los que están fuera de ella. Para ellos el hablar en lenguas es locura (1 Cor. 14:23).
Son sin sentido para los visitantes no acostumbrados a tal actividad (14:16), y alejan a los
forasteros. A lo mejor, las lenguas representan un misterio para ellos (14:22); o lo peor,
se persuaden a sí mismos que la iglesia crea locura (14:23).
Entonces podemos concluir que Pablo nos da tres razones para la superioridad de la
profecía (quiere decir predicación inspirada) sobre el hablar en lenguas: (1) La predicación
es superior porque edifica a la iglesia; (2) la predicación es superior porque puede ser
entendida por todo el mundo; (3) la predicación es superior porque puede ser usada por
el Espíritu Santo para ganar a la gente perdida para Jesucristo.
ESPÍRITU SANTO, CONSOLADOR
Información de carácter general
En la teología cristiana el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad, distinta pero
consubstancial con Dios Padre y Dios Hijo. A veces se describe al Espíritu Santo como la
presencia creativa, sanadora, renovadora de Dios. Los teólogos señalan un desarrollo
gradual de la doctrina en las Escrituras: en el Antiguo Testamento, el Espíritu estaba
activo en la creación del mundo (Gen. 1) y en la profecía (Isa. 61:1); en el Nuevo
Testamento, el Espíritu estaba presente en la vida y obra de Jesucristo (Marc. 1:12) y
continúa presente como el Paráclito (abogado) en la comunidad cristiana (Juan 14:26).
La iglesia primitiva vio la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés
como derramamiento de dones divinos de santidad, amor, profecía, sanación y dominio
de lenguas. La doctrina del Espíritu Santo fue formulada en el Concilio de Constantinopla
en el año 381.
Judaísmo Inter testamentario
Dentro de judaísmo inter testamentario, varios progresos significativos formaron el
concepto de "Espíritu Santo" tal como se le entiende en el NT. Después de que los
profetas del AT hubieran proclamado la venida del Espíritu en la era mesiánica de la
salvación, el judaísmo había desarrollado la idea de que el espíritu de profecía se había
acabado dentro de Israel con el último de los profetas bíblicos (Siríac. 85:3; 1 Mac. 4:46;
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14:41; etc.; cf. Salmos 74:9). En consecuencia, de vez en cuando surgió una esperanza de
amanecer de la nueva era, especialmente en el movimiento apocalíptico, que
generalmente se enfocó a un supuesto Mesías y/o algún despertar profético (cf. Hechos
5:34 y sgts.). Ilustra esto la comunidad de Qumran, que se auto consideraba involucrada
en el cumplimiento de la esperanza mesiánica de Israel, como los "preparadores de los
caminos del Señor" (Isa. 40:3; cf. 1QS 8. 14-16). La literatura de Qumran también muestra
la creciente identificación del espíritu de profecía con el "Espíritu Santo de Dios" (1QS 8.
16; Dctos.Zadokitas II. 12). La expresión "el Espíritu Santo" aparece de vez en cuando en
el judaísmo (IV Ezra 14:22; Ascensión de Isa. 5:14; etc.), pero, como en los textos
rabínicos, generalmente significa "el espíritu de profecía de Dios". Así, la expectativa
mesiánica del judaísmo, que incluía el derramamiento escatológico del espíritu de Dios
(e.g., 1 Enoch 49:3, citando a Isa. 11:2; cf. Oráculo Sibilino III, 582, basado en Joel 2:28 y
sgts.), resultó restringida por la convicción de que el espíritu se había terminado en Israel
con el último de los profetas; al Espíritu Santo se le entendía como espíritu de profecía de
Dios, que sería dado otra vez en los nuevos tiempos a un Israel purificado,
conjuntamente con el advenimiento de un Mesías.
El concepto del Espíritu Santo fue ampliado a través de la literatura sapiencial,
especialmente en la personificación de la sabiduría a medida que esa idea entró en
contacto con la de Espíritu. Ya desde Prov. 8:22 y sgts. y Job 28:25 y sgts., a la sabiduría
se la presenta como un aspecto, más o menos independiente, del poder de Dios (aquí
como agente en la creación), y a la sabiduría se le adscriben funciones y características
atribuidas al Espíritu Santo en el NT. La sabiduría procedía de la boca de Dios y cubría la
Tierra como niebla en la creación (Sir. 24:3); es el soplo del poder de Dios (Sabid. 7:25);
y por medio de su sabiduría Dios formó al hombre (Sabid. 9:2). El Señor volcó la
sabiduría sobre todas sus obras, y ella mora con toda carne (Sir 1:9-10). Es más, la
sabiduría está llena del espíritu, y de hecho se la identifica con el Espíritu (Sabid. 7:22;
9:1; cf. 1:5). Por consiguiente, los judíos de los tiempos del NT conocían el trasfondo de
estos conceptos tal como se les expresa en éste, y que se basan en ese trasfondo pero van
más allá de él hasta algunas conclusiones inesperadas. En efecto, Jesús enseñó que su
mesianismo y el correspondiente derramamiento del Espíritu estaban firmemente
arraigados en la concepción del AT (Lucas 4:18 y sgts., citando a Isa. 61:1-2), y, en forma
similar al judaísmo intertestamental, entendió que el Espíritu mesiánico del Señor era el
Espíritu Santo (Mat. 12:32), el espíritu que, a través de los profetas, previó que el Mesías
por venir inauguraría los tiempos de la salvación con la infusión del Espíritu en toda
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38
carne. Jesús desarrolló la visión del Espíritu Santo como personalidad (e.g., Juan 15:26;
16:7 y sgts.), específicamente como Dios que obra en la iglesia.
El Nuevo Testamento
La enseñanza del NT sobre del Espíritu Santo se remonta al enfoque del Espíritu de Dios
como manifestación del poder de Dios, y en la del espíritu del profecía. Jesús, y la iglesia
después de él, juntó estas concepciones al predicarlas del Espíritu Santo, don escatológico
de Dios al hombre. La frase "el poder del Altísimo cubrió con su sombra" a Maria, frase
de construcción paralela a la de "el Espíritu Santo " (Lucas 1:35; cf. 9:35), se hace eco de
la expresión del AT de que espíritu de Dios es la nube divina que "cubrió con su sombra"
el tabernáculo de modo que la tienda quedó llena de la gloria del Señor (Exod. 40:35;
Isa. 63:11 y sgts. identifica la presencia de Dios en esta instancia como "Espíritu Santo de
Dios"). Lucas registra el poder de Jesús para expulsar a los demonios "por el dedo de
Dios", expresión del AT para el poder de Dios (Lucas 11:20; Exod. 8:19; Salmos 8:3). A
este poder se le identifica como "espíritu de Dios" (Mat. 12:28), es decir, el Espíritu Santo
(Mat. 12:32). En el bautismo de Jesús el Espíritu vino sobre El, (Marc.1:10; "el Espíritu de
Dios", Mat. 3:16; "el Espíritu Santo" Lucas 3:21), que recibió la confirmación de su divina
filiación y misión mesiánica (Mat. 3:13 y sgts, par). Jesús salió del Jordán lleno del
Espíritu Santo (Lucas 4:1), y después de la tentación comenzó su ministerio "con el poder
del Espíritu" (Lucas 4:14). Tomando el mensaje de Juan Bautista, Jesús proclamó la
venida del reino de Dios (Mat. 4:17; cf. 3:1), la que estaría marcada por la presencia del
Espíritu Santo (Mat. 12:28 y sgts., par) como muestra de la era mesiánica de la salvación
(Lucas 4:18 y sgts.; Hechos 10:38; etc.).
Desde el principio de su ministerio Jesús se identificó tanto con el rey mesiánico
victorioso como con las sufrientes figuras del servidor de las profecías del AT (Isa. 42:1 y
sgts; cf. Marc. 10:45), conceptos que el judaísmo había mantenido separados. Jesús
definió además el papel de Mesías de Dios como proclamación del favor de Dios,
salvación de Dios, en los nuevos tiempos, concepto llevado mucho más allá que el de
"juicio a las naciones" que los judíos habían llegado a esperar. En la sinagoga en Nazaret
(Lucas 4:16 y sgts.) cuando Jesús se identificó como el Mesías prometido en Isa. 61:1-2a,
se detuvo justo antes de leer las "palabras del juicio" de Isa. 61:2b (aunque Isa. 61:2c,
"consuelo de los afligidos" es parte de la enseñanza de Jesús en Mat. 5:4). Este énfasis se
vuelve a hacer cuando Juan el Bautista pregunta si Jesús es efectivamente el que debía
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venir (Lucas 7:18-23). En realidad, aunque Juan Bautista proclamó que Jesús era el que
"bautizaría en el Espíritu Santo y en fuego" como aspectos de los nuevos tiempos
(salvación y juicio, respectivamente, Lucas 3:15 y sgts.; obsérvense las claras
connotaciones de juicio del "bautismo con fuego " en 3:17), el énfasis de Jesús estaba en
el aspecto positivo, salvífico, de los nuevos tiempos representados en el bautismo con el
Espíritu Santo (Hechos 1:5; 11:16).
Jesús entendía al Espíritu Santo como una personalidad. Esto se evidencia especialmente
en el evangelio de Juan, donde al Espíritu se le llama "Paráclito", es decir, Consolador
(consejero, abogado). Jesús mismo fue el primer consejero (Paráclito, Juan 14:16), y él les
enviará a los discípulos otro Consejero después de que El se haya ido, es decir, el Espíritu
de la verdad, el Espíritu Santo (Juan 14:26; 15:26; 16:5). El Espíritu Santo morará en los
creyentes (Juan 7:38; cf. 14:17), y dirigirá a los discípulos hacia toda verdad (16:13),
enseñándoles "todas las cosas" y haciéndoles "rememorar todo lo que [Jesús les] dijo"
(14:26). El Espíritu Santo dará testimonio de Jesús, así como también deberán darlo los
discípulos (Juan 15:26-27).
En Hechos 2:14 y sgts., Pedro interpretó los fenómenos de Pentecostés como
cumplimiento de la profecía de Joel acerca del derramamiento del espíritu sobre todos
carne en los tiempos mesiánicos (Joel 2:28 y sgts.). Este derramamiento del Espíritu sobre
toda la carne se logró para beneficio tanto de judíos como de gentiles (Hechos 10:45;
11:15 y sgts.), y cada convertido tenía acceso a este don de la edad de la salvación a
través del arrepentimiento y el bautismo en el nombre de Jesucristo (Hechos 2:38). Esto,
según Pedro, puso a los convertidos en contacto con la promesa de la profecía de Joel, el
don del Espíritu Santo "porque para ustedes es la promesa..., para todos los llamados por
el Señor nuestro Dios" (Hechos 2:39; Joel 2:32). Los apóstoles y otros llevaron a cabo sus
ministerios "llenos del Espíritu Santo" (4:31; 6:5; 7:54; etc.), y el Espíritu Santo,
identificado en Hechos 16:7 como el Espíritu de Jesús, dirigió la misión de la iglesia
naciente (Hechos 9:31; 13:2; 15:28; 16:6-7). Los aspectos salvíficos de la nueva edad
practicados por Jesús, especialmente la sanación y el exorcismo, fueron realizado por la
iglesia primitiva con el poder del Espíritu Santo. En la joven iglesia hubo visiones y
profecías (Hechos 9:10; 10:3; 10:y sgts.; 11:27-28; 13:1; 15:32) de acuerdo a la cita de Joel
2:28 y sgts.en Hechos 2. La experiencia de la iglesia primitiva confirmó que
efectivamente la era mesiánica había llegado.
Pablo enseñó que el Espíritu Santo, otorgado en los nuevos tiempos, es el creador de
nueva vida en el creyente, y es la fuerza por la cual Dios en Cristo "inserta" a los
cristianos en el cuerpo de Cristo (Rom 5:5; II Cor. 5:17; Efes. 2:22; cf. I Cor. 6:19).
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Romanos 8 muestra que Pablo identificó el espíritu, el espíritu de Dios y el espíritu de
Cristo, con el Espíritu Santo (cf. el Espíritu de Cristo como el espíritu del profecía en I
Pedro 1:10 y sgts.), y que estos términos son generalmente sinónimos. Si alguien no tiene
el espíritu de Cristo, no pertenece a El (Rom 8:9); pero los guiados por el Espíritu de
Dios son hijos de Dios (Rom 8:14). Todos nosotros tenemos acceso al Padre mediante un
espíritu (Efes. 2:18), y hay un cuerpo y un espíritu (Efes. 4:4). Todos fuimos bautizados
en un espíritu en un solo cuerpo, y a todos se nos dio de beber un mismo espíritu (I
Cor.12:13). El creyente recibe el espíritu de adopción o filiación (Rom 8:15), de hecho, el
espíritu del propio Hijo de Dios (Gál. 4:6), por el que clamamos "Abba, Padre", aquel
íntimo llamado de relación filial con Dios iniciada por Jesús, el Hijo único de Dios (Marc.
14:36).
Los creyentes son incorporados a la morada de Dios en el Espíritu (Efes. 4:22). A cada
uno se le proporciona la gracia según la medida del don de Cristo (Efes. 4:7; cf. Rom
12:3), y Cristo la ha dado para que sean profetas, apóstoles, evangelistas, pastores y
profesores (Efes. 4:11) para edificación del cuerpo. Del mismo modo, el Espíritu otorga
diversas clases de dones espirituales para diversos tipos de servicio (Cor. 12:4-5;7 de I),
todas para el bien común. El camino del amor ha de seguirse en todas las cosas; en
efecto, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, etc. (Gál. 5:22 y sgts.). Todo esto es
porque Dios ha iniciado la nueva alianza (Jer. 31:31 y sgts.; Ezek. 36:14 y sgts.;26) en el
corazón del hombres por medio de su Espíritu escatológico (II Cor. 3:6 y sgts.). En esta
nueva era el Espíritu constituye la garantía de nuestra herencia (II el Cor. 1:22; 5:5; Efes.
1:14), un "primor", el sello de Dios (II Cor. 1:22; Efes. 1:13; 4:30). Estas frases indican la
tensión entre el "ya" versus el "no todavía" de los nuevos tiempos: éstos ya han
amanecido, el Espíritu escatológico ha sido derramado, y sin embargo toda la creación
aguarda la consumación final. Aunque el espíritu testimonia con nuestro espíritu que
somos hijos de Dios (Rom 8:16) y nosotros realmente tenemos estos primores o primicias
del Espíritu (Rom 8:23), aguardamos la adopción como hijos (8:23) en la consumación
final. Hasta entonces los cristianos tienen el Consolador, el Espíritu que intercede a favor
de los santos según la voluntad del Padre (Rom 8:27).
Patrística y teología medieval
En el período patrístico encontramos poco que vaya más allá de la concepción bíblica del
Espíritu Santo. Los padres apostólicos reflejan la idea del NT de que el Espíritu es
operativo en la iglesia, inspirando la profecía y de otro modo obrando en los individuos
(Bernabé 12:2; Ignacio, Fil. 7:1). A los profetas cristianos itinerantes se los trata como una
realidad presente en la Didajé, pero con el tiempo tales carismas se consideraron
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teóricos. La visión de que el espíritu de profecía del AT es uno y mismo Espíritu Santo
que inspiró los apóstoles se encuentra periódicamente (Justino, Diálogos 1-7; 51; 82; 87;
etc.; Ireneo, Contra las Herejías II, 6,4; III, 21,3-4), y los apóstoles surgen como
"portadores del Espíritu" (pneumatophoroi), designación dada a los profetas del AT (Hos.
9:7, LXX). Todavía en el siglo IV se atribuía al Espíritu Santo la autoridad de la iglesia, e
incluso la inspiración de ciertas escrituras no canónicas.
Aunque el fórmula "trinitaria" de Mat. 28:19 se encuentra en los padres apostólicos, la
palabra "Trinidad" fue aplicada por primera vez a Dios por Teófilo de Antioquía (A
Autólico, 2:15). Tertuliano enseñó claramente la divinidad del Espíritu Santo, afirmación
que durante mil años involucraría a la iglesia en discusiones. Tertuliano lidió con el
problema de la tensión entre la autoridad del Espíritu en la iglesia versus la tradición
apostólica y la Escritura como revelación recibida. Durante un tiempo este autor adhirió
al montanismo, sistema que otorgaba la mayor importancia a la inspiración actual del
Espíritu en el cuerpo; la iglesia, sin embargo, rechazó el montanismo en el favor de la
autoridad objetiva de la tradición apostólica según lo reflejado en la Escritura, y el
montanismo finalmente se extinguió. La postura de la iglesia contra la herejía montanista
fue en gran parte responsable del fin de la profecía cristiana y otros carismas: el Canon
Muratorio (líneas 75 y sgts.) sostiene que el número de profetas está fijado, e incluso la
tradición apostólica de Hipólito, que sitúa el liderazgo carismático por sobre la estructura
eclesiástica, restringe el término "profeta" enteramente a los profetas canónicos. A fines
del siglo IV Juan Crisóstomo podía hablar de los dones espirituales como pertenecientes
a una época pasada.
En el período inmediatamente anterior a Nicea la iglesia estaba preocupada de las
famosas "controversias Cristológicas" y prestó escasa atención a una doctrina del Espíritu
Santo. El Credo de Nicea confiesa fe en el Espíritu Santo, pero sin desarrollo alguno de la
idea de su divinidad, o lazo esencial entre el Padre y el Hijo. Esto pasó a ser cuestión
importante en la iglesia a fines del siglo IV y posteriormente, y el Concilio de
Constantinopla hizo un agregado a las palabra del Credo Nicénico describiendo al
Espíritu Santo como "Señor y dador de vida, procedente del Padre, para ser adorado y
glorificado junto con el Padre y el Hijo". Surgió entonces una controversia acerca de la
fuente del Espíritu, específicamente respecto de si no debiera confesársele también como
"procedente del Hijo". Siguiendo las enseñanzas de Augustín, la expresión filioque ("y del
Hijo") fué agregada a dicho Credo por la iglesia occidental en el Concilio de Toledo en
589; la iglesia de Oriente rechazó la doctrina del filioque, y el Credo constituyó un
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argumento confesional para el cisma entre Oriente y Occidente, que ya había ocurrido
en la práctica.
Aunque de vez en cuando se discutieron otros aspectos del Espíritu, la procedencia de
éste continuó ocupando a teólogos en Occidente. Anselmo de Canterbury trajo el debate
a la era escolástica y, aunque la razón como prueba de la doctrina no fue recibida en
forma pareja, el filioque seguía siendo la postura de la iglesia. Pedro Lombardo recurrió a
la Escritura para argumentar en pro del filioque, y el Concilio de Letrán IV abrazó otra
vez el Trinitarianismo y el filioque. Aunque Tomás de Aquino rechazó la razón como
medio para conocer las distinciones de las personas divinas, afirmó que el Espíritu
procede de la especial relación entre el Padre y el Hijo. Disquisiciones como éstas
continuaron en el siglo XV, cuando el Concilio de Florencia trató nuevamente de unir las
iglesias de Oriente y Occidente. La idea del filioque fue reafirmada y, aunque se hizo un
cambio cosmético de la frase en un intento de satisfacer a la iglesia de Oriente, la Iglesia
Ortodoxa Griega rechazó la sustancia del credo. La postura de la Iglesia Católica ha
permanecido esencialmente inmutable, y la grieta entre Oriente y Occidente por esa
materia persiste hasta el día de hoy.
La Reforma
Aunque para la teología medieval hubo otros aspectos de importancia en las obras del
Espíritu, incluyendo la santificación y la iluminación, no fue hasta la Reforma que la labor
del Espíritu en la iglesia fue verdaderamente redescubierta. Esto se debió al menos en
parte al rechazo al dogma de Roma relativo a la tradición de la iglesia como garante de
la interpretación correcta de la Escritura y de la formación de la verdadera doctrina. Esta
reacción condujo al énfasis de la Reforma en la idea de sola Scriptura y la actividad del
Espíritu en la salvación, con independencia de la "ininterrumpida sucesión desde Cristo"
de la Iglesia Católica. Si bien Lutero repudió el "entusiasmo" (la subjetiva pretensión de
guía directa del Espíritu, independientemente de la Escritura o de la estructura de la
iglesia), acentuó el Espíritu sobre la estructura, y entendió que el Espíritu actúa mediante
la palabra (el evangelio)), sobre todo en la predicación y en los sacramentos, y por lo
tanto en la salvación.
El Espíritu trabaja en la salvación induciendo al alma a la confianza, por la fe, en Cristo.
La fe misma es un don místico de Dios por la cual los creyentes mit Gott ein Kuche
werden (se amasan en una sola torta con Dios). Sin la gracia y trabajo del Espiritu el
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hombre es incapaz de hacerse aceptable a Dios o de tener fe salvífica (cf. La servidumbre
de la voluntad, 1525). Esto lo logra el Espíritu Santo con la palabra de Dios. La salvación
es así un don concedido por la gracia de Dios, y Lutero implica que la palabra (el
evangelio) predicada es sobre todo la palabra eficaz de Dios después de que el Espíritu
actúa sobre el corazón del oyente. Para Lutero la palabra es el sacramento principal,
porque la fe y el Espíritu Santo se transfieren con la predicación y la enseñanza del
evangelio (Rom 10:17); el bautismo y la Cena del Señor son muestras del "sacramento de
la palabra", en cuanto proclaman la palabra de Dios. Lutero favoreció la palabra
predicada por sobre la escrita, pero no creyó que fueran mutuamente excluyentes. Para
ser cristiana, la predicación de la iglesia tenía que ser fiel a la Escritura; pero para ser fiel a
Escritura, la iglesia tenía que predicar.
La palabra, sobre todo el Logos encarnado, es el conducto de Dios para el Espíritu. El
hombre lleva la palabra de la Escritura al oído, pero Dios infunde su Espíritu en el
corazón; la palabra de la Escritura se convierte así en la Palabra de Dios (Lecturas de los
salmos; Epístola a los Romanos). Nadie pueden entender cabalmente la palabra de la
Escritura sin la labor del Espíritu: allí donde está la palabra, el Espíritu inevitablemente le
sigue; el Espíritu no opera independientemente de la palabra. Lutero se opuso a la
drástica distinción de los entusiastas entre palabra interna y externa; por otra parte,
rechazó la idea católica romana de identificar al Espíritu con la operatoria de la iglesia, y
de que los sacramentos son eficaces en y por sí mismos (ex opere operato). Así el Espíritu
hace a Cristo presente en los sacramentos y en la Escritura; sólo cuando el Espíritu hace a
Cristo presente en la palabra ésta es la Palabra viva de Dios. Si no, la Escritura es una
carta, una ley, es meramente descriptiva, es sólo historia; predicada, la palabra es
evangelio (como distinto de ley); el Espíritu la hace tal. El Espíritu no está limitado a la
palabra; existe en gloria eterna de Dios, lejos de la Palabra y de nuestro mundo. Pero
como Espíritu que revela, no viene sin la palabra.
Con pocas excepciones, Melanchthon siguió a Lutero; aunque permitió más amplitud que
éste a la respuesta del hombre al evangelio, enfatizó el actuar primario del Espíritu en la
salvación. Melanchthon mostró más flexibilidad que Lutero respecto a la presencia real
en la Cena del Señor (cf. Concordato de Wittenberg), pero estaba básicamente de
acuerdo con Lutero, según se vió en la Confesión de Augsburg y en su Apología. Zwingli
se alejó de Lutero y de Melanchthon en lo relativo a la operación del Espíritu en los
sacramentos, negando la necesidad del bautismo y afirmando la significación en gran
parte conmemorativa de la Cena del Señor. Los Reformadores radicales también
discrepaban de Lutero y Melanchthon, afirmando la prioridad de la revelación inmediata
por sobre la Escritura. Tanto luteranos como católicos fueron condenados por los
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Schwarmer (fanáticos) por su dependencia de la letra de la Escritura en vez de someter la
Biblia a pruebas de experiencia religiosa.
Calvino sostenía que el Espíritu trabaja en la regeneración para iluminar la mente para
recibir los beneficios de Cristo, y los sella en el corazón. Por el Espíritu el corazón de un
hombre se abre al poder penetrador de la palabra y de los sacramentos. Calvino fue más
allá de Lutero al afirmar no sólo que la palabra predicada es el agente del Espíritu, sino
que la Biblia es en su esencia la palabra de Dios (Catecismo Ginebrino). El Espíritu obra
en la lectura de la Escritura así como en la predicación de la palabra, y la palabra,
predicada o leída, es eficaz a través del trabajo del Espíritu Santo. El origen divino de la
Escritura es certificado por el testimonio del Espíritu; la Escritura es la palabra de Dios
dada mediante la guía del Espíritu a través del limitado decir humano. Así pues, el
exégeta debe indagar sobre la intención de Dios al darnos la Escritura (e.g., en la
aplicación moderna del AT; Institutos 2,8,8).
La prueba más elevada de la Escritura proviene de que Dios en persona habla en ella, es
decir, en el testimonio secreto del Espíritu (Ins. 1.7.4). Sentimos el testimonio del Espíritu
grabado como un sello en nuestros corazones, con el resultado de que sella el perdón y
el sacrificio de Cristo. El Espíritu Santo es el lazo por el cual Cristo nos une a El (Inst. 3,
1,1). Aunque Calvino rechazó las pruebas racionales como base para autentificar la
Escritura, las batallas interconfesionales causaron posteriormente la rigidización del
pensamiento reformado, y se desarrolló una tradición de pruebas escolásticas para
superar el subjetivismo de la teoría de la autentificación de Calvino (cf. Cánones de
Dort).
En el siglo XVII surgió en Holanda una reacción al calvinismo estricto entre los seguidores
de James Arminius. Este rechazó la predestinación terminante, permitiendo la libertad del
hombre para resistir la oferta que Dios le hace de la gracia. La posición Arminiana fue
denunciada por el Sínodo de Dort, pero tuvo gran influencia en Inglaterra. John Wesley
creció en la Inglaterra de principios del siglo XVIII con este clima de Arminianismo, y a
través de él se le dio al Metodismo su carácter típicamente arminiano. Según Wesley,
Dios actúa en colaboración con, pero no atropellando, la libre respuesta humana en
materia de fe salvadora. Dios no dispensa simplemente sobre el hombre la gracia
justificadora, ni el hombre la adquiere simplemente creyendo. Más bien hay un proceso
unificado de Dios que da y el hombre que recibe. El Espíritu Santo condena por pecado,
pero también da testimonio de la justificación, y continúa después de eso trabajando en
la santificación del hombre, de modo que el creyente siente en su corazón las poderosas
acciones del Espíritu de Dios. Dios lo insufla continuamente en el alma del hombre, y el
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alma "respira a Dios", una asociación de respiración espiritual por la que se sostiene la
vida de Dios en el alma. La santificación, la renovación del hombre a imagen de Dios, en
justificación y santidad verdaderas, la efectúa el Espíritu mediante la fe; incluye ser
salvado del pecado y perfeccionado en el amor. Las obras son necesarias para una
continuación de la fe, y la "plena santificación", la perfección, es la meta de cada
creyente.
El Período Moderno
Mientras que en el siglo XVII el puritanismo radical dio origen a los Cuáqueros con su
énfasis en la experiencia subjetiva del Espíritu Santo (la Luz Interna de George Fox), tal
que la Escritura es sólo una fuente secundaria de conocimiento para la fe y la práctica
(Apología de Robert Barclay), el Metodismo del siglo XVIII fué un acercamiento más
equilibrado a la acción del Espíritu. El foco del Metodismo posterior en el trabajo del
Espíritu luego de la conversión, como experiencia de la gracia divina, ha sido
desarrollado por el Movimiento de Santidad moderno, representado por las iglesias de la
Asociación Cristiana de Santidad.
Otro desarrollo que se puede remontar al énfasis metodista en la santificación es el
renacimiento del Pentecostalismo en el siglo XX. Surgiendo de énfasis anteriores en la
"segunda experiencia", el Pentecostalismo ha otorgado gran importancia al "bautismo del
Espíritu Santo", que se considera la culminación de un proceso en dos etapas de la
salvación. Desde el inicio de este movimiento moderno a principios de siglo, el hablar en
lenguas ha sido proclamado la principal señal del bautismo del Espíritu, si bien también
da importancia a otros "dones del Espíritu", en especial el de sanación. Desde sus
comienzos fundamentalistas / biblicistas, el movimiento pentecostalista se ha desarrollado
hacia lo que libremente se llama movimiento carismático, que ahora toca todo el
Protestantismo y ha incursionado en el catolicismo. Este movimiento generalmente
proclama una clara experiencia del "bautismo del Espíritu" y, como norma, considera al
hablar en lenguas como la manifestación de esa experiencia.
Uno de los progresos más significativos del siglo XX en la comprensión del Espíritu Santo
fue el del pensamiento de Karl Barth. Barth fue un teólogo protestante responsable en
gran parte de la introducción de la neo-ortodoxia, la llamada teología dialéctica o de la
crisis. El y otros rompieron con el liberalismo clásico en las primeras décadas del siglo XX,
negando la teología liberal de la piadosa autoconciencia religiosa, su antropocentrismo
(Schleiermacher; Ritschl; Feuerbach). Barth acentuó la "infinita diferencia cualitativa"
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entre el hombre y Dios, y proféticamente proclamó el "nein" de Dios a toda tentativa
humana de auto justificación. La carta de Barth a los Romanos tomaba esta nota de la
"crisis" del hombre, el acuse de recibo de que lo que el hombre sabe de Dios, Dios mismo
lo ha revelado. Barth desarrolló su idea de la auto revelación de Dios en los términos de
la doctrina de la palabra de Dios (Dogmática de la Iglesia I/1 y I/2). Lo primero y más
importante, Jesús es el Logos encarnado, la Palabra de Dios. La palabra de Dios se
encuentra posteriormente en la predicación del evangelio, y "entre las palabras de la
Escritura" (cf. doctrina del Espíritu y la Palabra, de Lutero). La palabra de Dios es Dios
mismo en la Sagrada Escritura. La Escritura es santa y es la palabra de Dios porque por el
Espíritu Santo se convirtió y se convertirá para la iglesia en testigo de la divina
revelación. Este testimonio no es idéntico a la revelación; no es en sí mismo revelación,
sino testimonio de ella. La fe en Jesús como el Cristo, específicamente en la resurrección
de Jesús, se efectúa a través de la acción del Espíritu Santo. El subjetivo "en Espíritu" es la
contraparte del objetivo "en Cristo". La gracia de Dios se manifiesta a la vez en Su
revelación objetiva en Cristo, y en la subjetiva apropiación por el hombre, de esta
revelación, a través del Espíritu. Según la Escritura, la revelación de Dios ocurre en
nuestro esclarecimiento por el Espíritu Santo a un conocimiento de la palabra de Dios. El
derramamiento del Espíritu es revelación de Dios. En esta realidad somos libres de hijos
de Dios y conocerlo, amarlo y alabarlo en su revelación. En cuanto realidad subjetiva de
la revelación de Dios, el Espíritu hace posible y real la existencia del cristianismo en el
mundo. Porque, observa Barth, "allí donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad" (II
Cor. 3:17); Dios en su libertad se descubre al hombre y así lo hace libre para él (Teología
Evangélica, pp. 53 y sgts.).
Observaciones finales
Este bosquejo muestra algo de la diversidad del desarrollo del pensamiento cristiano
acerca del Espíritu Santo. Es irónico que el don escatológico de Dios al hombre haya sido
tan a menudo un punto de conflicto y división entre los cristianos. Dado que el camino
que sigue parece no menos difícil que el que ya hemos recorrido, haríamos bien en tener
humildemente presentes la soberanía de Dios y nuestra debilidad.
Puesto que Dios en Cristo ha iniciado la era mesiánica con su derramamiento del Espíritu,
la relación del hombre con Dios ha sido cambiada para siempre. La ley ya no se puede
usar como medio de exclusión o de opresión de los desheredados: Jesús ha predicado el
evangelio mesiánico de libertad al cautivo, vista a los ciegos y buenas noticias a los
pobres; la nueva ley de la vida ha sido escrito en los corazones de los hombres. Así,
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debemos detestar cualquier nuevo legalismo que utilice la Escritura para excluir y oprimir,
es decir, para trasformar las buenas noticias de Cristo en "letra que mata." Debemos, en
cambio, reconocer el carácter "insuflado por Dios" de la Escritura, y el "Espíritu que
vivifica". Sólo de ese modo será provechosa la Escritura. Al revés, no se puede proclamar
el Espíritu como marca de una élite, como lo que distingue y divide. El evangelio de
Jesucristo incluye el mensaje de que el Espíritu Santo ha sido vertido sobre toda carne.
Todos los abusos a la Escritura y el Espíritu deben oír el mensaje de Dios: "la promesa es
para los que estén cerca y para los que estén lejos, tantos como llame el Señor nuestro
Dios".
T S Caulley
Abogado
Abogado (del griego parakletos), el que litiga en la causa de otro, que ayuda a otro
defendiéndolo o consolándolo. Es el nombre dado tres veces por Cristo al Espíritu Santo
(Juan 14:16; 15:26; 16:7, donde la palabra griega se traduce por "Consolador"). Se aplica
a Cristo en 1 Juan 2:1, en que el mismo término griego se traduce por "Abogado", que es
lo que debería decir en todos los pasajes en que figura. Tértulo "el orador" (Hechos 24:1)
era un abogado romano que los judíos emplearon para acusar a Pablo ante Fëlix.
Consolador
Consolador, designación del Espíritu Santo (Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7; R.v. marg., "o
abogado, o ayudante; del griego Paracletos"). La misma palabra griega así traducida es
expresada como "abogado" en 1 Juan 2:1 al aplicarla a Cristo. Significa correctamente "el
que es convocado al lado de otro" para ayudarle en un Tribunal de Justicia
defendiéndolo, "el que se convoca para litigar en una causa". "Abogado" es la traducción
correcta de la palabra allí donde ésta aparece. Conviene notar que aunque Pablo en
ninguna parte usa el término paracletos, presenta la idea que ésta implica cuando habla
de la "intercesión" tanto de Cristo como del Espíritu (Rom 8:27, 34).
Espíritu, Soplo
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Ruah: "respiración; aire; fuerza; viento; brisa; espíritu; valor; genio; Espíritu". Este
sustantivo tiene parónimos en el ugarítico, arameo y el árabe. La palabra aparece unas
378 veces y en todos los períodos del hebreo bíblico.
Primero, esta palabra significa "respiración", aire para respirar, aire que se está inspirando
/expirando. Este significado es especialmente evidente en Jer. 14:6: "y los asnos salvajes
estaban en los lugares altos, resoplando al viento como dragones...". Cuando la
"respiración" se restablece, uno revive: "...cuando [Sansón] hubo bebido [el agua], su
espíritu [literalmente, "respiración"] revino, y él se restableció..." (Jueces 15:19). El
asombro puede cortar la "respiración": "y cuando la reina de Saba hubo visto toda la
sabiduría de Salomon, y la casa que él había construido, y la carne en su mesa, ...no hubo
más espíritu en ella [quedó abrumada y sin aliento]" (1 Reyes 10:4-5). Ruah puede
representar también el hablar, o el aliento: "por la palabra del Señor fueron hechos los
cielos; y todo lo que había en ellos, por el aliento de su boca " (Salmos 33:6; cf. Exod.
15:8; Job 4:9; 19:17).
En segundo lugar, esta palabra se puede emplear acentuando la condición invisible,
intangible, efímera, del "aire": "Recuerda, oh Dios, que mi vida es viento: mis ojos ya no
verán lo bueno" (Job 7:7). Puede haber una sugerencia de falta de propósito, de
inutilidad, o incluso vanidad (vacío) cuando el ruah se utiliza con esta acepción: "y los
profetas se volverán viento, y la palabra no estará en ellos..." (Jer. 5:13). "Palabras
ventosas" son realmente "palabras huecas" (Job 16:3), así como el "conocimiento
ventoso" es "conocimiento vacío" (Job 15:2; cf. Eccl. 1:14, 17, "esforzarse sin sentido"). En
Prov. 11:29 el ruah significa "nada": "el que descuida su propia casa heredará el viento...".
Este matiz es especialmente notable en Eccl. 5:15-16: "y tal como salió del vientre de su
madre, tan desnudo como vino, así se irá, y sin llevarse nada del fruto de su trabajo, que
puede llevarse en su mano. Es muy doloroso que tal como vino al mundo, así se vaya; ¿y
qué beneficio tendrá de haber trabajado para el viento?"
Tercero, ruah puede significar "viento". En Gén. 3:8 parece aludir a la apacible y
refrescante brisa tan bien conocida en el Cercano Oriente: "y oyeron la voz del Señor
Dios recorriendo el jardín al fresco [literalmente, "la brisa"] del día...". Puede significar un
viento fuerte y constante: "... Y el Señor hizo venir sobre la región un viento del este
todo ese día y toda esa noche..." (Exod. 10:13). Puede también significar un viento
extremadamente fuerte: "y el Señor reorientó un fuerte y poderoso viento del oeste... "
(Exod. 10:19). En Jer. 4:11 la palabra parece representar un vendaval o tornado (cf. Hos.
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8:7). Dios es el Creador (Amos 4:13) y soberano controlador de los vientos (Gén. 8:1;
Num. 11:31; Jer. 10:13).
Cuarto, el viento representa la dirección. En Jer. 49:36 los cuatro vientos simbolizan los
cuatro extremos de la Tierra, que alternadamente representan cada cuarto: "y sobre Elam
traeré los cuatro vientos [gente de cada cuarto de la Tierra] de los cuatro cuartos del
cielo, y los dispersaré a todos esos vientos; y no habrá nación alguna de la que no
vengan los refugiados de Elam". El acadio atestigua la misma frase con el mismo
significado, y esta frase comienza a aparecer en hebreo cuando era frecuente el contacto
con los acadioparlantes.
Quinto, ruah representa con frecuencia el elemento de la vida en un hombre, su
"espíritu" natural: " y toda la carne que se movía sobre la Tierra pereció... todos aquellos
en cuyas fosas nasales estaba la respiración de la vida..." (Gén. 7:21-22). En estos
versículos los animales tienen un "espíritu" (cf. Salmos 104:29). Por otra parte, en Prov.
16:2, más que sólo el elemento de la vida, la palabra parece significar "alma": "todo lo
que hace un hombre es limpio a propios ojos; pero el Señor pondera los Espíritus [NASB,
"motivos"]". Así, Isaías pone nepes, "alma", y ruah en paralelismo sinónimo: "con mi alma
te he deseado en la noche; sí, con mi Espíritu interno te buscaré temprano... " (26:9). Es
el "Espíritu " de un hombre que vuelve a Dios (Eccl. 12:7).
En sexto lugar, ruah se usa a menudo como ánimo, disposición o "temperamento" de un
hombre: "Bendito es el hombre a quien el Señor no imputa iniquidad, y en cuyo espíritu
no hay mala intención" (Salmos 32:2). En Ez. 13:3 el término se usa para mente o
pensamiento: la "¡Ay de los profetas necios, que siguen sus propios espíritus, y no han
visto nada!" (cf. Prov. 29:11). Ruah puede representar disposiciones determinadas, como
hace en Josué. 2:11: "y tan pronto oímos estas cosas, nuestros corazones se derritieron, ni
quedó más valor en ningún hombre, debido a tí..." (cf. Jos. 5:1; Job 15:13). Otra
disposición representada por esta palabra es "ánimo": "si el ánimo [genio] del gobernante
se alza contra ti, no abandones tu puesto..." (Ecl. 10:4). David rogaba a Dios que
"restablezcas en mí el gozo de tu salvación; y sosténme con tu Espíritu que das sin precio"
(Salmos 51:12). En este versículo, las expresiones "gozo de la salvación" y "Espíritu
gracioso" son paralelas, y por lo tanto sinónimas. En consecuencia, el "espíritu" se refiere
a la disposición personal, tal como "gozo" se refiere a una emoción interna.
Séptimo, la Biblia habla a menudo "Espíritu" de Dios, la tercera persona de la Trinidad.
Éste es el uso de la palabra en su primera figuración bíblica: "y la Tierra estaban sin
forma, y vacía; la oscuridad flotaba sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se
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movía sobre las aguas" (Gén. 1:2). Isa. 63:10-11 y Salmos 51:12 hablan específicamente
"del Espíritu Santo o de gratuidad".
Octavo, a veces a los seres no materiales (ángeles) del cielo se les denomina "Espíritus":
"vino un Espíritu, y compareció ante el Señor, y dijo, lo convenceré" (1 Reyes 22:21; cf. 1
Sam16:14).
Noveno, el "espíritu" se puede aplicar asimismo a aquello que permite a un hombre hacer
un trabajo determinado, o que representa la esencia de una cualidad de hombre: "y
Josué, el hijo de Num, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés había puesto
sus manos sobre él..." (Deut. 34:9). Eliseo pidió a Elías una porción doble de su "espíritu"
(2 Reyes 2:9), y lo recibió.
NEUMATOLOGIA
La Personalidad del Espíritu Santo. A. Propiedad Personal. B. Pronombres Personales. C.
Hechos Personales. D. Reacciones Personales. E. Relaciones Personales. F. Designaciones
Personales. II. La Deidad del Espíritu Santo. A. El es identificado como Dios en el Antiguo
Testamento. B. El es llamado Dios. C. El posee atributos Divinos. D. El hace las obras de
Dios. E. El ejercita la Soberanía de Dios. F. El debe ser reconocido como Dios. G.
Debemos depender de El como Dios. H. Podemos llegar a pecar contra El, Dios. III. La
obra del Espíritu Santo. A. En el Antiguo Testamento. B. En el Nuevo Testamento.
Capítulo III Neumatología deriva de la palabra griega pneuma, que significa espíritu,
viento, o aliento. Por lo tanto, Neumatología es la doctrina del Espíritu, o aliento de
Dios: la doctrina del Espíritu Santo. La doctrina del Espíritu Santo es en realidad una
doctrina bíblica. La Biblia es la única fuente de la que podemos tomar información segura
concerniente a El. Solo la fe cristiana tiene al Espíritu Santo. Mientras estudiamos la
doctrina del Espíritu Santo, mantengamos en mente que Cristo es el centro de este libro,
el gran tema de toda la revelación. Si no ponemos a cada uno en su lugar, tendremos
confusión. El Espíritu Santo no puede desplazar al Hijo de Dios. El Espíritu Santo no viene
a hablar de si mismo, sino de Cristo. Alguien que hable continuamente del Espíritu y
omita al Hijo muestra evidencias de que realmente no tiene al Espíritu. I. La Personalidad
del Espíritu Santo. Primero una palabra de precaución: No llames al Espíritu Santo
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―algo.‖ A veces confundimos personalidad con visibilidad. Personalidad no es atributo de
un cuerpo; es atributo de un espíritu. En un sentido, usted mismo nunca ha sido visto;
porque usted no es un cuerpo, sino un espíritu en un cuerpo.
Propiedad Personal. 1. El posee Inteligencia. ―Porque a éste es dada por el Espíritu
palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;‖ (I Cor. 12:8).
Ver también Isaías 11:2, 3; Nehemías 9:20; I Pedro 1:11; II Pedro 1:21; I Corintios 2:10, 11.
2. El posee una Voluntad. ―Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere.‖ (I Cor. 12:11). 3. El posee Poder.
―Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en
esperanza por el poder del Espíritu Santo. . . con potencia de señales y prodigios, en el
poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta
Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo.‖ (Rom. 15:13, 19). Ver también
Zacarías 4:6; Isaías 11:2; Efesios 3:16. 4. El posee Conocimiento. ―las que Dios ha
preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu;
porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los
hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así
tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos
lo que Dios nos ha concedido, ‖ (I Cor. 2:10-12). 5. El posee Amor. ―Pero os ruego,
hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis
orando por mí a Dios,‖ (Rom. 15:30). B. Pronombres Personales. El Nombre Personal
del Espíritu Santo es desconocido. El titulo ―Espíritu Santo‖ es una designación, lo que El
es; no es Su Nombre. El silencio de las Escrituras respecto a Su Nombre Personal es muy
significativo. El oculta su propio nombre, para que el nombre del Señor Jesucristo sea
exaltado. El título ―Espíritu Santo‖ es un sustantivo neutro en griego, pero cuando un
pronombre se usa en su lugar, siempre se usa pronombre masculino. ―Y yo rogaré al
Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros
le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. . . Mas el Consolador, el
Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho.‖ (Juan 14:16, 17, 26). Ver también Juan 16:7, 8,
13-15; Romanos 8:16, 26. C. Hechos Personales. ¿Por qué nosotros actuamos como seres
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humanos? Porque lo somos. ¿Por qué el Espíritu Santo actúa como una persona? Porque
es una Persona. 1. El habla. ―Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.‖ (Hechos
13:2). 2. El Intercede. ―Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues
qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles.‖ (Rom. 8:26). 3. El testifica. ―Pero cuando venga el
Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del
Padre, él dará testimonio acerca de mí.‖ (Juan 15:26). 4. El da mandatos. ―Y atravesando
Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra
en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo
permitió.‖ (Hechos 16:6, 7). 5. El supervisa. ―Por tanto, mirad por vosotros, y por todo
el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del
Señor, la cual él ganó por su propia sangre.‖ (Hechos 20:28). 6. El guía. ―Pero cuando
venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su
propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán
de venir.‖ (Juan 16:13). 7. El enseña. ―Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el
Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que
yo os he dicho.‖ (Juan 14:26). D. Reacciones Personales. Es notable que ciertos hechos
que pueden ser cometidos contra el Espíritu solo puedan ser cometidos contra una
persona. El Espíritu tiene sentimientos. 1. El puede ser contristado. ―Y no contristéis al
Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.‖ (Ef. 4:30).
2. Puede ser enojado. ―Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por
lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.‖ (Is. 63:10). 3. Puede ser
tentado. ―Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a
la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido, y te sacarán a ti.‖ (Hechos 5:9).
4. Puede ser resistido. ―¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros
resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.‖ (Hechos
7:51). 5. Puede ser blasfemado. ―pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo,
no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene
espíritu inmundo.‖ (Marcos 3:29, 30). E. Relaciones Personales. 1. Con el Padre. ―Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo;‖ (Mat. 28:19). 2. Con Cristo. ―El me glorificará; porque
tomará de lo mío, y os lo hará saber.‖ (Juan 16:14). 3. Con los cristianos. ―Porque ha
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parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas
cosas necesarias:‖ (Hechos 15:28). F. Designaciones Personales.
El nombre Paracleto. Esta es una palabra griega que significa ―uno llamado al lado para
ayudar‖. ―Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu
de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.‖ (Juan 15:26). 2.
Otras especificaciones. a. Espíritu de la promesa. ―En él también vosotros, habiendo oído
la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa,‖ (Ef. 1:13). b. Espíritu de Poder. ―Y reposará
sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y
de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.‖ (Is. 11:2). c. Espíritu de
verdad. ―Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve,
ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros.‖ (Juan 14:16, 17). II. La Deidad del Espíritu Santo. El es una Persona Divina. El
es Dios! El es coigual, coeterno, coexistente con el Padre y con el Hijo. De todos modos,
El es designado como la tercera persona de la Trinidad. En nuestras propias vidas, puede
haber personas que son iguales en estado, pero son subordinados en posición. Lo mismo
sucede con el Espíritu Santo. Como un ser, El es igual al Padre y al Hijo, pero en posición
El es subordinado al Padre y le da precedencia al Hijo. Tomen nota: No hay celos en la
Deidad. A. El es identificado como Deidad en el Antiguo Testamento. Jesús del Nuevo
Testamento es Jehová del Antiguo Testamento; el Espíritu Santo del Nuevo Testamento
es Jehová del Antiguo Testamento. ―Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel
después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su
corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.‖ (Jer. 31:33). ―porque
con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo
mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con
ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus
mentes las escribiré,‖ (Heb. 10:14, 15, 16). B. A Él se lo llama Dios. 1. En Hechos 5:3, 4. "Y
dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu
Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y
vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a
los hombres, sino a Dios." Ananías y Safira murieron instantáneamente por haber
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mentido al Espíritu Santo. Ellos mintieron en el tiempo de la consagración. Ellos no
cayeron bajo juicio por no dar de su dinero, sino porque aseguraron que lo habían dado
todo. Ellos mintieron a la iglesia pero aun más, mintieron al Espíritu Santo. 2. En I
Corintios 3:16. ―¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?‖ Nosotros somos el templo de Dios porque el Espíritu mora en nosotros.
En II Corintios 3:17. ―Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí
hay libertad.‖ C. El posee atributos divinos. 1. Omnipotencia. ―Respondiendo el ángel, le
dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;
por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.‖ (Lucas 1:35). 2.
Omnisciencia. ―Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu
todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.‖ (I Cor. 2:10). Ver también Lucas 2:25-32.
3. Omnipresencia. ―¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si
subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si
tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, Aun allí me guiará tu mano, Y
me asirá tu diestra.‖ (Sal. 139:7-10). 4. Eternidad. ―¿cuánto más la sangre de Cristo, el
cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará
vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?‖ (Heb. 9:14). 5.
Amor. ―Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu,
que me ayudéis orando por mí a Dios,‖ (Rom. 15:30). 6. Santidad. ―Y no contristéis al
Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.‖ (Ef. 4:30).
D. El lleva a cabo las obras de Dios. 1. Creación. ―En el principio creó Dios los cielos y la
tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.‖ (Gen. 1:1,2). ―Envías tu
Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.‖ (Sal. 104:30). ―El espíritu de Dios me
hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida.‖ (Job 33:4). 2. Regeneración. ―Respondió
Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede
ver el reino de Dios. . . Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te
dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;
mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del
Espíritu.‖ (Juan 3:3,5-8). 3. Resurrección. ―Y si el Espíritu de aquel que levantó de los
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muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará
también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.‖ (Rom. 8:11). 4.
Transformación. ―Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a
causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.‖ (Rom. 8:10). 5. Salvación.
―Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis
sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.‖ (I Cor.
6:11). E. El ejerce la Soberanía de Dios. ―Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo
Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.‖ (I Cor. 12:11). Ver
también Zacarías 4:6. F. El es reconocido como Dios. 1. En la Gran Comisión. ―Y Jesús se
acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Amén.‖ (Mat.28:18-20). 2. En Bendición Apostólica. ―La gracia del Señor Jesucristo, el
amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.‖ (II Cor.
13:14). 3. Por designación escritural. ―El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias.‖ (Ap. 3:22). 4. En la administración de la iglesia. ―Ahora bien, hay diversidad de
dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el
mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es
el mismo.‖ (I Cor. 12:4-6). G. De El debemos depender como de Dios. ―Pero cuando os
trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino
lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que
habláis, sino el Espíritu Santo.‖ (Marcos 13:11). Ver también Romanos 8:26. H. Podemos
pecar contra El cómo contra Dios. ―Y dijo Pedro: Ananás, ¿por qué llenó Satanás tu
corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué
pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.‖ (Hechos 5:3-4).
III. La obra del Espíritu Santo. A. En el Antiguo Testamento. Alguien ha dicho que el
Espíritu Santo es mencionado 88 veces en el Antiguo Testamento. Sin embargo, la
enseñanza de Espíritu Santo no es tan clara en el Antiguo Testamento como lo es en el
Nuevo Testamento. 1. Sus manifestaciones. a. Viniendo sobre los hombres. ―y alzando sus
ojos, vio a Israel alojado por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él.‖ (Num. 24:2).
―Y el Espíritu de Jehová vino sobre Jefté; y pasó por Galaad y Manasés, y de allí pasó a
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Mizpa de Galaad, y de Mizpa de Galaad pasó a los hijos de Amón.‖ (Jueces. 11:29). Ver
también Jueces 3:10; 14:6. b. Como vestiduras de hombres. ―Entonces el Espíritu de
Jehová vino sobre Gedeón (lo revistió), y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se
reunieron con él.‖ (Jue. 6:34). Ver también II Crónicas 24:20. c. Como derramado sobre
los hombres. ―Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y cardos, y aun sobre todas las
casas en que hay alegría en la ciudad de alegría. . . hasta que sobre nosotros sea
derramado el Espíritu de lo alto, y el desierto se convierta en campo fértil, y el campo
fértil sea estimado por bosque.‖ (Is. 32: 13, 15). d. Como llenando hombres. ―y lo he
llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, ‖
(Ex. 31:3). Ver también Miqueas 3:8. e. Como reposando sobre hombres. ―Entonces
Jehová descendió en la nube, y le habló; y tomó del espíritu que estaba en él, y lo puso
en los setenta varones ancianos; y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron, y no
cesaron.‖ (Num. 11:25). Ver también Números 11:26; Isaías 11:2. El Espíritu Santo nunca
es representado como morando entonces en el creyente. El Espíritu Santo los llenaba,
pero nunca hacia su morada en ellos. Ningún santo del Antiguo Testamento fue jamás
bautizado con el Espíritu Santo. Ese bautismo inicial vino en Pentecostés de Hechos 2,
cincuenta días después que Cristo se había levantado de entre los muertos. 2. Su
ministración. a. En relación a la creación. (1) Generación. (a) De los cielos y de la tierra.
―Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, Y todo el ejército de ellos por el
aliento de su boca. El junta como montón las aguas del mar; El pone en depósitos los
abismos. Tema a Jehová toda la tierra; Teman delante de él todos los habitantes del
mundo. Porque él dijo, y fue hecho; El mandó, y existió.‖ (Sal. 33:6-9). Ver también Job
26:13. (b) De los animales. ―¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas
ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios . . . Envías tu Espíritu, son
creados, Y renuevas la faz de la tierra.‖ (Sal. 104: 24, 30). (c) Del hombre. ―El espíritu de
Dios me hizo, Y el soplo del Omnipotente me dio vida.‖ (Job 33:4). Ver también Génesis
1:26, 27; 2:7. (2) Regeneración. (a) De la tierra. ―y el Espíritu de Dios se movía sobre la
faz de las aguas.‖ (Gen. 1:2b). (b) Del hombre caído. ―Y me dijo: Profetiza al espíritu,
profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de
los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. Y profeticé como me había
mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército
grande en extremo.‖ (Ezeq. 37:9, 10). Ver también Isaías 55:3. (3) Preservación. ―Envías
tu Espíritu, son creados, Y renuevas la faz de la tierra.‖ (Sal.104:30). b. En relación a
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Satanás. Desde el principio el Espíritu Santo ha sido el antagonista de Satanás. ―Y dijo
Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es
carne; mas serán sus días ciento veinte años.‖ (Gen. 6:3). c. En relación a Israel. (1) Sus
padres (Abraham, Isaac, y Jacob etc.). ―y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a
otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?‖ (Gen. 41:38). (2) Sus
fundadores (Moisés y sus ayudantes). ―Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta
varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus
principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo
descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos;
y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.‖ (Num.11:16, 17). Ver
también Números 27:18, 19; Deuteronomio 34:9; Nehemías 9:20. (3) Sus Jueces. ―Y el
Espíritu de Jehová vino sobre él, y juzgó a Israel, y salió a batalla‖ (Jue. 3: l0a). (4) Sus
reyes. Saul: ―Al oír Saúl estas palabras, el Espíritu de Dios vino sobre él con poder; y él se
encendió en ira en gran manera.‖ (I Sam.11:6). Ver también I Samuel 6:14. David: ―Y
Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel
día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se
volvió a Ramá.‖ (I Sam.16:1:3). Ver también Salmos 51:11, 12; 143:10. (5) Sus sacerdotes.
―Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joiada; y puesto en
pie, donde estaba más alto que el pueblo, les dijo: ‖ (II Cron. 24:20a). (6) Sus profetas.
―pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los
ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto,
gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.‖ (Zac. 7:12). Ver también Nehemías 9:30;
Ezequiel 2:2; Daniel 5:1-14; Miqueas 3:8. (7) Su santuario. (a) El Tabernáculo. Nada fue
dejado a la sabiduría humana; no fue hecho por la habilidad humana. ―y lo ha llenado
del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, ‖ (Ex. 35:31).
Ver también Éxodo 28:3; 31:1-5. (b) El Templo, ―Y David dio a Salomón su hijo el plano
del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del
propiciatorio. Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de
la casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios,
y para las tesorerías de las cosas santificadas.‖ (I Cron.28:11, 12). d. En relación al Mesías.
―El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a
predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a
publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de
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la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos
los enlutados;‖ (Is. 61:1, 2). Ver también Isaías 11:2. e. En relación al milenio. ―Y después
de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras
hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también
sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.‖ (Joel 2:28,
29). ―y después‖ significa después de la restauración de Israel. Ver también Ezequiel
36:25-28 37:14. f. En relación a la inspiración. ―Estas son las palabras postreras de David.
Dijo David hijo de Isaí, Dijo aquel varón que fue levantado en alto, El ungido del Dios
de Jacob, El dulce cantor de Israel: El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, Y su palabra
ha estado en mi lengua.‖ (II Sam. 23:1, 2). Ver también Números 24:2; Hechos 1:16;
4:25; I Pedro 1:10-12; II Pedro 1:21; II Timoteo 3:16, 17. B. En el Nuevo Testamento. 1. El
Espíritu Santo y Cristo. a. En referencia a su obra en la antigua dispensación. (1) En la
predicación. ―Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por
los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado
en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro
tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de
Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron
salvadas por agua.‖ (I Pedro 3:18-20), Este pasaje de las Escrituras ha sido usado por
distintas sectas, para enseñar que Dios da al hombre una segunda oportunidad después
de la muerte. Ellos interpretan esta porción de las Escrituras como entendiendo que
Cristo, entre su crucifixión y su resurrección, fue al Hades y ofreció salvación a los
muertos impíos. Si ellos entonces creían en El, ellos serian salvos. Sabemos que ese
enfoque no es verdadero, porque, ―está establecido para los hombres que mueran una
sola vez, y después de esto el juicio, ‖ (Heb. 9:27). No hay una segunda oportunidad. La
correcta interpretación es que Cristo, por el Espíritu Santo en Noé, predico el evangelio a
las personas, avisándoles acerca del juicio sobre el mundo. Ellos rechazaron el mensaje;
ellos murieron en el diluvio; por eso, sus espíritus están ahora esperando por la
resurrección y el juicio. (2) En Profecía. ―Los profetas que profetizaron de la gracia
destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,
escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos,
el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras
ellos.‖ (I Pedro1:10, 11). (3) En Tipos. El Tabernáculo es un tipo de Cristo. Todo en él
revela al Salvador, y fue el Espíritu Santo quien capacitó a los hombres para edificar el
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Tabernáculo. ―Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la
tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en
ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce,
y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda
clase de labor. Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu
de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan
todo lo que te he mandado;‖ (Ex. 31:2-6).
b. Referencias a Su Obra en Su manifestación terrenal.
(1) El nacimiento de Cristo. ―Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá
sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo
Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.‖ (Lucas 1:35). Nunca en las Escrituras
encontramos que Jesús es declarado ser Hijo del Espíritu. El Santo Ser era Hijo de Dios.
(2) El Bautismo de Cristo. ―Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también
Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en
forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo
amado; en ti tengo complacencia.‖ (Lucas 3:21, 22). Ver también Marcos 1:10, 11; Juan
1:32, 34. (3) La tentación de Cristo. ―Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y
fue llevado por el Espíritu al desierto‖ (Lucas 4:1, 2a). Ver también Mateo 4:1; Marcos
1:12. (4) El ungimiento de Cristo. ―cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a
Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos
por el diablo, porque Dios estaba con él.‖ (Hechos 10:38). Ver también Lucas 4:16-21. (5)
La enseñanza de Cristo. ―Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios
no da el Espíritu por medida.‖ (Juan 3:34). (6) Los milagros de Cristo. ―Pero si yo por el
Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de
Dios.‖ (Mat. 12:28). (7) La Vida de Cristo. ―Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del
Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto‖ (Lucas 4:1). Ver también Lucas 10:21;
Hebreos 9:14. (8) La muerte de Cristo. ―¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante
el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias
de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? ‖ (Heb. 9:14). (9) La resurrección de
Cristo. ―Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el
que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales
por su Espíritu que mora en vosotros.‖ (Rom. 8:11). (10) Los mandamientos de Cristo
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previos a su ascensión. Lucas nos dice lo que escribió en su primer libro: ―En el primer
tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a
enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos
por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; ‖ (Hechos 1:1,2). Ver también
Hechos 1:8. c. En referencia a su obra durante este tiempo. (1) El glorifica a Cristo. ―El me
glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.‖ (Juan 16:14). (2) El testifica de
Cristo. ―El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole
en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a
Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas
cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.‖ (Hechos
5:30-32). (3) El entrona a Cristo. ―Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el
Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el
Espíritu Santo.‖ (I Cor. 12:3). 2. El Espíritu Santo y la Palabra. a. Convicción. ―Y cuando
él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto
no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por
cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.‖ (Juan 16:8-11). (1) De pecado. No
es el trabajo del Espíritu Santo convencer al mundo de asesinato, adulterio, etc; la ley del
país hace eso. El Espíritu Santo convence al mundo de incredulidad: ―De pecado, por
cuanto no creen en mí; ‖ (Juan 16:9). Muchas veces tomamos la palabra ―convencer‖ en
el sentido de sentirse culpable; pero ese no es su significado aquí. El pecador ya ha sido
hallado culpable de pecado— incredulidad — ya sea que lo sienta o no. Si, el pecador ya
ha sido convicto, condenado, y espera ser sentenciado. ―El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el
nombre del unigénito Hijo de Dios...la ira de Dios está sobre él.‖ (Juan 3:18, 36c). El
Gran Trono Blanco no será el lugar para determinar la culpabilidad del pecador, sino el
lugar para sentenciarlo al grado de castigo que merece. (2) De Justicia. ¿De qué manera
el Espíritu Convence al mundo de justicia? El Espíritu Santo no convence al mundo de
justicia por la que este tiene, sino que convence al mundo apuntando a donde la justicia
está: en Cristo: ―Por cuanto voy al Padre‖ (Juan 16:10). (3) De juicio. Si el mundo
rechaza a Cristo, nada le queda sino el juicio. ―Y en ningún otro hay salvación; porque
no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.‖
(Hechos 4:12). La concepción del mundo respecto al juicio futuro es confusa. El hombre
tiene una falsa idea tras otra. Pero más allá, estas creencias universales, aunque
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equivocadas, son prueba suficiente de cuando el hombre deba dar cuenta de sí mismo
ante Dios. La Biblia es la única fuente segura del Juicio del Gran Trono Blanco. b.
Regeneración. ―De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.‖ (II Cor. 5:17). Ver también Juan 3:5. El
hombre puede bajar la medida, pensando que puede llegar a ser hijo de Dios de otra
manera, pero Dios no lo avala. El todavía requiere que debes nacer de nuevo. c.
Refrenando la maldad en el mundo ―Porque ya está en acción el misterio de la
iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de
en medio.‖ (II Tes. 2:7). La iniquidad total uno de estos días será encabezada por un solo
hombre, el anticristo. Pero todavía hay una persona en el mundo que impide la
manifestación completa del pecado; y esa persona es el Espíritu Santo. Durante la gran
tribulación, cuando el anticristo sea revelado, el Espíritu Santo dará un paso al costado,
quitando su mano que detenía la manifestación del hombre de pecado, permitiendo que
él lleve al mundo a la más completa degradación. 3. El Espíritu Santo y la iglesia. Ver
Efesios 1:22, 23; 2:12-16; 3:4-16.
El Espíritu Santo constituye la iglesia. El bautismo del Espíritu Santo es la operación por la
cual la iglesia es constituida. ―Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un
mismo Espíritu.‖ (I Cor. 12:13). Hay 7 referencias al Bautismo del Espíritu Santo. Cinco
son proféticas (Mat. 3:11; Mar.1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5); una histórica
(Hechos 11:16); y una didáctica (I Cor. 12:13). En las 5 referencias proféticas, encontramos
que 2 se refieren al bautismo con Espíritu Santo y fuego. El bautismo del Espíritu Santo y
el de fuego, no son lo mismo. El bautismo del Espíritu Santo habla de la formación de la
iglesia, mientras que el bautismo de fuego habla de juicio. Mateo 3:11 y Lucas 3:16 son
esos pasajes que hablan de bautismo de fuego. Las 5 referencias proféticas apuntan al
futuro; el pasaje histórico mira hacia atrás; por tanto, el bautismo del Espíritu vino entre
ambos. Eso es Pentecostés. El bautismo del Espíritu Santo no fue esa envestidura de poder
que capacitó a los apóstoles para hacer milagros, porque ellos hicieron milagros antes de
ser bautizados por el Espíritu. La iglesia es un organismo, no una organización, y el
bautismo del Espíritu Santo es ese acto de Dios por el cual une a los creyentes en ese
organismo. Dondequiera que las palabras ―bautismo del Espíritu‖ son usadas, son siempre
aplicadas colectivamente, a un grupo, nunca a un individuo. ¿Cuándo fuimos nosotros y
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los corintios (I Cor. 12:13) bautizados con el Espíritu? En Pentecostés, una vez para
siempre. Cuando uno recibe a Cristo, es sellado en Cristo con el Espíritu. ―En él también
vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, ‖ (Ef. 1:13). Y
recibe el bautismo del Espíritu Santo en ese mismo momento. En cuanto a Dios le
concierne, hubo un solo Calvario, y hubo un solo Pentecostés. El pecador, de todos
modos, se debe apropiar del calvario por fe, y debe reconocer Pentecostés por fe, para
hacer de ambos una realidad para su propia alma. Esto toma lugar inmediatamente al
aceptar al Señor Jesucristo como Salvador. Nos gustaría dar una explicación del siguiente
versículo: ―un Señor, una fe, un bautismo, ‖ (Ef. 4:5). No habla aquí del bautismo del
Espirita, sino de bautismo por agua. El versícula anterior explica el bautismo del Espirita:
―un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de
vuestra vocación; ‖ (E. 4:4). Ese "un cuerpo" es constituido por el bautismo del Espíritu
Santo. Pentecostés siempre llega 50 días después de la fiesta de las primicias. La fiesta de
las primicias es un tipo de la resurrección de Cristo. El segundo capítulo de Hechos
registra lo que aconteció a aquellos 120 discípulos en el aposento alto. El Espíritu Santo
no vino a ellos en respuesta a sus oraciones, porque todas sus oraciones y ayunos no
habrían apresurado su venida. El vino en tiempo señalado. Es inconcebible pensar que el
Espíritu viniese 49 o 51 días después de su resurrección. El vino a tiempo, 50 días después
de la resurrección. El Espíritu Santo hubiera venido aun si ellos no hubieran orado. Ellos
habrían sido bautizados y habitados por el Espíritu aunque no hubiesen orado, pero no
hubieran recibido poder; no hubieran sido llenos del Espíritu si ellos no hubiesen orado.
La fiesta de pascuas fue cumplida en el sacrificio de la cruz. Cristo nunca volverá a morir
otra vez. La fiesta de Pentecostés se cumplió en el bautismo del Espíritu, y no habrá otro
Pentecostés. Nunca más habrá un recumplimiento de la pascua y el sacrifi La fiesta
original de Pentecostés fue también conocida como la fiesta de las semanas, cuando la
cosecha era recogida. En Levítico 23:22 leemos: "Cuando segareis la mies de vuestra
tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y
para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.‖ De modo que, vemos que la
cosecha era para 3 clases de personas: 1. Israel en general. 2. Los pobres. 3. Los
extranjeros. Estos 3 recibían bendiciones de la cosecha. El bautismo del Espíritu, el cual
fue el cumplimiento de la fiesta de la cosecha (semanas), fue para 3 clases de personas: 1.
Israel. En Jerusalén (Hechos 2:37, 39). 2. Samaritanos (los pobres). En Samaria (Hechos
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8:9-17). 3. Gentiles (extranjeros). En Cesarea (Hechos 10:34-44). El siguiente es el
proceso por el cual las 3 clases de personas recibieron el Espíritu Santo: 1. Los judíos en
Jerusalén. (a) Por la fe en Cristo. (b) Se bautizaron en agua. (c) Y entonces recibieron el
Espíritu Santo. 2. Los Samaritanos en Samaria. (a) Por la fe en Cristo. (b) Se bautizaron en
agua. (c) Les impusieron las manos. (d) Y entonces recibieron el Espíritu Santo. 3. Los
Gentiles en Cesárea. (a) Por la fe en Cristo. (b) Y entonces recibieron el Espíritu Santo. (c)
Entonces se bautizaron en agua. Hay 2 operaciones del Espíritu en el día de Pentecostés.
No deben confundirse. Las 2 operaciones fueron ―bautismo‖ y ―llenura.‖ Los creyentes
fueron bautizados con el Espíritu en Pentecostés, pese a que la palabra ―bautismo‖ no
aparece en Hechos 2. Sabemos que el bautismo ocurrió entonces, por las palabras
habladas por el Señor Jesucristo justo antes de su ascenso. ―Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no
muchos días.‖ (Hechos 1:5). Hay algunos que creen que hablar en lenguas fue una señal
del bautismo del Espíritu, pero si miramos detenidamente, observamos que ellos
hablaban en lenguas a causa de que fueron llenos del Espíritu. Pedro declaró, ―Mas esto
es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi
Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes
verán visiones, Y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre
mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.‖ (Hechos 2:16-18).
¿Qué es ―Mas esto es? ¿El evento? ¿El hecho de hablar en lenguas? No. ―Esto‖ es una cita
de Joel, y yo lo estoy citando. Pedro estaba dando a Joel como un ejemplo, porque El,
Dios, que hará suceder aquellas cosas que ha anunciado Joel, ha hecho que sucedieran
estas cosas de las cuales ustedes son testigos. b. El Espíritu mora en la iglesia. ―¿No sabéis
que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?‖ (I Cor. 3:16). c. El
Espíritu edifica la iglesia. ―en quien vosotros también sois juntamente edificados para
morada de Dios en el Espíritu.‖ (Ef. 2:22). d. El Espíritu administra la iglesia. (1) El
nombra los ministros. ―Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el
Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él
ganó por su propia sangre.‖ (Hechos 20:28). Ver también Hechos 6:3, 5, 10. (2) El dirige
la obra. ―Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.‖ (Hechos 13:2). Ver también
Hechos 29; 10:19; 16:7. 4. El Espíritu Santo y el cristiano. a. Comenzando por el Espíritu.
―¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante
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cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto
solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír
con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por
la carne?" (Gal. 3:1-3). Llegamos a ser cristianos por la operación de Dios. Una nueva
vida es impartida por el Espíritu Santo. Es un nuevo nacimiento: ―Lo que es nacido de la
carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te
dije: Os es necesario nacer de nuevo.‖ (Juan 3:6, 7). Dios no tiene comunión con
personas no regeneradas hasta que el hombre recibe una nueva naturaleza de parte de Él.
b. Morada del Espíritu. ―¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?‖ (I Cor. 6:19). ¿Qué
certeza tiene el cristiano de tener la morada del Espíritu? Por sentimientos? Por algún
gran éxtasis? No, ¡por la Palabra de Dios! El Espíritu mora en el creyente cuando la
persona entra en concordancia con lo que Cristo ha hecho, cuando acepta a Cristo Jesús
por fe. La prueba de la morada del Espíritu no se basa en sentimientos, porque los
sentimientos de una persona pueden cambiar de un día para el otro. La obra de Cristo en
el calvario nunca cambia. ―En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó
la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús
no había sido aún glorificado.‖ (Juan 7:37-39). Esta porción de la Palabra de Dios
plenamente establece que los discípulos todavía no habían recibido el Espíritu Santo,
pero que lo recibirían en el futuro, y eso sucedió en Pentecostés. Otro pasaje revela que
los discípulos todavía no habían recibido la morada del Espíritu Santo: ―mora con
vosotros, y estará en vosotros.‖ (Juan 14: 17c). Antes de Pentecostés, el Espíritu estaba
con ellos; después de Pentecostés, el Espíritu estaría en ellos. Ningún creyente de este
tiempo debe orar como David: ―No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu
Santo Espíritu.‖ (Sal. 51:11), porque David no tenía la morada del Espíritu Santo. Y cada
cristiano sí lo tiene. ―Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que
el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de
él.‖ (Rom. 8:9). Otra Escritura que también ha confundido a los hijos de Dios es Lucas 11
13: ―Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto
más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?‖ Algunos
proponen que nosotros debemos pedir el Espíritu Santo a fin de tenerlo; pero recuerda,
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esto fue dicho antes de Pentecostés. No hallamos ningún texto en la Escritura, después de
Pentecostés, que diga que nosotros debemos pedir el Espíritu. ¿Hubiera dado el Padre el
Espíritu a los discípulos antes de Pentecostés si ellos se lo hubiesen pedido? El Señor Jesús
dijo que lo hubiera hecho, pero la realidad histórica es que ellos no se lo pidieron. La
ultima Escritura que vamos a considerar tocante al tema de la morada del Espíritu es Juan
20:22: ―Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.‖ Muchos dicen
que en ese momento los discípulos recibieron la morada del Espíritu Santo, en vez de en
Pentecostés. Sabemos, de todas maneras, que ellos no recibieron el Espíritu Santo en
aquel momento, porque a ellos se les dio el mandamiento de: ―que no se fueran de
Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque
Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días.‖ (Hechos 1:4, 5). Ahora, si ellos ya hubiesen recibido el
Espíritu Santo, ¿por qué ellos habrían de esperar para recibirlo? c. El sello del Espíritu
Santo. „En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa, ‖ (Ef. 1:13). ―El sello‖ es usado muchas veces en la Escritura. (1) El que sella. El
que sella es Dios el Padre. ―Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos
ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en
nuestros corazones.‖ (II Cor. 1:21, 22). (2) Los sellados. Hay 2 que son sellados por el
Padre: el Hijo y los creyentes. ―Trabajad, no por la comida que perece, sino por la
comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste
señaló Dios el Padre.‖ (Juan 6:27). ―Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual
fuisteis sellados para el día de la redención.‖ (Ef. 4:30). El Hijo fue sellado por causa de
lo que El es. Nosotros somos sellados por causa de Cristo y nuestra posición en El. El
momento en que el creyente es sellado es cuando acepta a Cristo como su Salvador: ―En
él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, ‖
(Ef. 1:13). (3) El sello. El Espíritu Santo mismo es el sello. El sello no se asegura a través de
alguna experiencia emocional, sino a través de creer en Cristo: ―En él también vosotros,
habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo
creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,‖ (Ef. 1:13). (4)
Significado. (a) El sello significa propiedad. Si fuimos sellados tenemos el sello de
propiedad de Dios sobre nosotros. ―Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo
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este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que
invoca el nombre de Cristo." (II Tim. 2:19). (b) El sello significa identificación. Es nuestra
identificación para el futuro. ―En él también vosotros, habiendo oído la palabra de
verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la
posesión adquirida, para alabanza de su gloria.‖ (Ef. 1:13, 14). (c) El sello significa
seguridad. En Apocalipsis 7:4-8 habrá 144,000 sellados. Además Satanás será sellado y
encarcelado en el abismo durante el milenio (Ap.20:3). El libro de Apocalipsis capitulo 5
tiene 7 sellos que ningún ser humano común podrá abrir (Ap. 6-8). Nosotros, los
creyentes, somos sellados hasta el tiempo de nuestra redención (Ef. 1:13, 14). (d) El sello
significa transacción finalizada. ―Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos,
y pesé el dinero en balanza.‖ (Jer. 32: 10). El sello del Espíritu Santo es aquella evidencia
legal que testifica el hecho de que hemos entrado dentro de la obra terminada de Cristo.
(e) El sello significa que es algo genuino. ―Y recibió la circuncisión como señal, como sello
de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos
los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por
justicia; ‖ (Rom. 4:11). Ver también Ester 3:12. (f) El sello significa que algo es
inintercambiable. ―Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os pareciere, en
nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un edicto que se escribe en
nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no puede ser revocado.‖ (Est. 8:8). (g) El
sello significa valor. ―¿No tengo yo esto guardado conmigo, Sellado en mis tesoros?‖
(Deut. 32:34). (h) El sello significa impresión. El sello siempre deja su impresión en la
cera. Si estamos sellados con el Espíritu, Su impresión estará sobre nosotros. ―Ella muda
luego de aspecto como barro bajo el sello, Y viene a estar como con vestidura;‖ (Job
38:14). ―siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con
tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne
del corazón.‖ (II Cor. 3:3). d. Las arras del Espíritu. ―[el cual también nos ha sellado, y
nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.‖ (II Cor. 1:22). Ver también II
Corintios 5:5; Efesios 1:13, 14. ―Arras‖ es un emblema que habla del futuro. Es una parte
del pago por algo que se terminará de pagar en una fecha futura. Cuando el dinero de
arras es pagado por una propiedad, ambas partes se comprometen. Cuando Dios puso su
arras en nosotros, El se comprometió por todo tiempo y eternidad. El Espíritu Santo es
las Arras de Dios, el anticipo del pago de Dios por nuestra salvación. El creyente al
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presente no tiene todas las cosas que sabe habrá de recibir. Hay algo pendiente. De
hecho, esto agita nuestra imaginación. Si el Espíritu Santo es solo parte de lo que hemos
de recibir, y El es Dios, y Dios es todo, ¿qué ha de ser el resto? Si el dinero de anticipo ha
sido colocado por una propiedad, y el comprador fallase en completar la transacción, El
perdería su dinero de anticipo. Dios nos ha dado el anticipo, el Espíritu Santo. Si fallara El
en completar nuestra salvación, El perdería su anticipo; pero sabemos que eso es
imposible. Por tanto, es una garantía de nuestra eterna salvación. (1) Ilustraciones de
Arras. (a) Los presentes para Rebeca (Gen. 24). Estos presentes fueron el anticipo de lo
que después vendría. (b) Los frutos de Canaán (Num. 13). Los frutos fueron el anticipo de
lo que había sido prometido, una prueba de la herencia que habría de llegar. (c) Los
dones de Booz (Rut 2). Los granos de cereal dejados para Rut, y solo para Rut, fueron un
anticipo de lo que Booz tenía para ofrecer en matrimonio. (d) Los primeros frutos (Lev.
23). Esta ofrenda para Dios era el anticipo del hombre que iba a dar su diezmo para
Dios. (2) El dador de las arras. ¡Dios es el dador! ―Y el que nos confirma con vosotros en
Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras
del Espíritu en nuestros corazones.‖ (Il Cor.1:21,22). (3) Descripción de las arras. El
Espíritu Santo es las arras: ―y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.‖ (II
Cor. 1:22b). (4) El lugar de las arras. Ese lugar es nuestro corazón: ― las arras del Espíritu
en nuestros corazones‖ (II Cor.1:22b). (5) La garantía de las arras. (a) Garantiza nuestra
resurrección ―y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las
primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando
la adopción, la redención de nuestro cuerpo.‖ (Rom. 8:2.3). (b) Garantiza nuestra
herencia. ―Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si
es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.‖
(Rom. 8:17). (c) Garantiza nuestra gloria. ―Pero nosotros debemos dar siempre gracias a
Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido
desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la
verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro
Señor Jesucristo.‖ (lI Tes. 2:13. 14). e. Llenura del Espíritu. ―fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que
hablasen.‖ (Hechos 2:4). Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados
tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de
Dios.‖ (Hechos 4:31). ―No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien
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sed llenos del Espíritu,‖ (Ef. 5:18). La llenura del Espíritu tiene que ver con la vida y obra
del cristiano, que es llenado de poder para hacer lo que le manda el Señor. (1) ¿Qué?
Hay muchas opiniones en cuanto al significado de la ―llenura‖ del Espíritu. Algunos creen
que esto sucede cuando la persona nace de nuevo. El creyente recibe el Espíritu Santo en
su conversión pero no la llenura del Espíritu; es la regeneración del Espíritu (Tito 3:5).
Otros proponen que la ―llenura" del Espíritu es la experiencia por la cual [el creyente]
recibe al Espíritu Santo algún tiempo después de haber sido salvo. ‖Mas vosotros no vivís
según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si
alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.‖ (Rom. 8:9). La ―llenura‖ del Espíritu
puede confundir a muchos a causa de la palabra ―llenura.‖ Ellos piensan en una llenura
material, como un vaso lleno con agua. El Espíritu, de todas maneras, no es algo
material, sino una persona. Es verdad que un vaso a medio llenar puede ser completado
con más agua, pero es imposible para el creyente, quien ya tiene el Espíritu, tener más de
Él. Uno no puede tener más de Dios, sino que Dios puede tener más de uno. Ahora, el
creyente ya tiene el Espíritu, no obstante es llamado a ser ―lleno‖ de Él. El Espíritu Santo
ya mora en el creyente; ha sido sellado con el Espíritu; ha sido bautizado con el Espíritu,
y ha sido regenerado por el Espíritu; y aun así es llamado a ser ―llenado‖ con el Espíritu.
¿Qué es entonces la ―llenura" del Espíritu? Una mejor palabra para pensar en la ―llenura‖
es ser ―controlado por‖ el Espíritu. Así que, el cristiano es amonestado a ser controlado
por, ser poseído por, ser dominado por el Espíritu. Ahora sabemos el significado pleno
de la expresión, ―No es cuanto tiene uno del Espíritu Santo, sino cuanto tiene el Espíritu
Santo de uno.‖ (2) ¿Cómo? ¿Es segura esta experiencia a través de la búsqueda y a través
de la oración? No hay ningún pasaje en la Palabra donde una persona haya orado por la
llenura del Espíritu y la haya recibido. Todo es por sometimiento al Señor. Cuando nos
sometemos El, nuestra voluntad muere, y su voluntad es la voluntad de nuestras vidas;
nuestras ambiciones caen como cenizas a sus pies. Alguien puede preguntar, ¿―qué es
sometimiento‖? Es el acto por el cual el creyente se coloca a si mismo sobre el altar de
Dios: ―Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.‖ (Ef. 5:2). Esa ofrenda de olor
fragante era un sacrificio continuo la cual nunca llegaba a faltar, porque cuando uno se
consumía, otro cordero era puesto en su lugar, uno en la mañana y otro en la tarde. Esa
era la única manera en que podía ser una ofrenda continua un sacrificio continuo. Esta
ofrenda encendida nunca fue instituida como ofrenda por el pecado, sino más bien como
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una ofrenda de alabanza. El cristiano es exhortado a entregarse a si mismo como sacrifico
vivo, una ofrenda encendida continua, mostrando nuestras alabanzas a El que nos llamó
de las tinieblas a su luz admirable (I Pedro 2:9). (3) ¿Cuándo? ¿Cuándo el Espíritu lo lleva
a cabo? ¿Cuándo El controla al creyente? Al instante en que el creyente se somete,
¡cuando se rinde completamente! ¿Hay cierto número de pasos que uno debería tomar
en función de rendirse al Señor? No. ¿Cuáles son los requerimientos entonces para ese
sometimiento? Una completa sujeción a la voluntad de Dios! Para alguno puede ser
morir a su propio ego; para otro, obediencia al llamado de Dios; aun para otros, el
renunciar a pecados conocidos, etc. Sea lo que sea necesario para someterse a la
voluntad de Dios, ¡ése es el requerimiento! (4) ¿Por qué? ¿Debería el creyente alguna vez
hacer esta pregunta? ¿Hay una necesidad de llenura del Espíritu? Respondemos: ―sí‖ a
ambas preguntas. Algunos creyentes no entienden que existe realmente algo como la
―llenura‖ del Espíritu, y por lo tanto ellos viven sin poder. Además del mandato de Dios
a ser ―llenos‖ del Espíritu, entendemos que esta ―llenura‖ es un mandato para tener
poder en el servicio y en la vida, no por ganancia egoísta, sino para la gloria de nuestro
Señor Jesucristo y para ganar los perdidos para El. (5) ¿Qué entonces? Un resumen de
aquellos que han sido verdaderamente ―llenos‖ del Espíritu revela estos resultados: (a)
Ellos reproducirán a Cristo en sus vidas. (b) Ellos convencerán al mundo. (c) Ellos amarán
la Palabra.
(d) Ellos serán llenos de poder. (e) Ellos serán llenos de vida. Contraste entre Bautismo y
llenura. Bautismo del Espíritu Llenura del Espíritu
Tiene que ver con el cuerpo, la iglesia. 1. Tiene que ver con el individuo. 2. Bautismo es
externo. 2. Llenura es interno. 3. Cada creyente es bautizado con el Espíritu. 3. Un
creyente puede o no ser llenado con el Espíritu. 4. Ningún creyente es exhortado jamás a
ser bautizado con el Espíritu. 4. Todo creyente es exhortado a ser lleno del Espíritu. 5. Es
una obra inicial al momento de la salvación. 5. Un creyente puede ser llenado aun años
después del momento de su salvación. 6. El creyente es bautizado una sola vez. 6. El
creyente puede ser lleno muchas veces. 7. Ningún creyente fue jamás bautizado antes de
Pentecostés. El bautismo coloca al creyente en el cuerpo. 7. Algunos creyentes fueron
llenos antes de Pentecostés. La llenura es esencial para el servicio. f. El fruto del Espíritu
Santo. ―Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.‖ (Gal. 5:22, 23). El fruto del
Espíritu Santo es el verdadero carácter cristiano. Observe que la palabra ―fruto‖ es
singular. La vida de nuestro Señor es el más grande ejemplo del fruto del Espíritu. El fruto
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siempre procede de la vida misma. Cuando llega el tiempo de Navidad vemos adornos
colgando de los arbolitos, sabemos que son artificiales. Pero en los árboles naturales, los
frutos son naturales. De la misma manera hay muchas religiones sociales que solo dan
frutos figurativos y artificiales. Ellos pretenden dar frutos, pero no tienen vida en sí
mismos, no tienen Espíritu; por lo tanto, ellos tienen forma externa de piedad pero no
tienen poder interior. Un manzano no hace obras para producir manzanas; simplemente
las produce naturalmente. Lo mismo pasa con el cristiano. No procura el fruto del
Espíritu como de su propia labor, sino que simplemente lo genera. (1) Fruto en relación a
si mismo como individuo: amor; gozo; paz. (2) Fruto en relación a los demás hombres:
paciencia, benignidad, bondad. (3) Fruto en relación a Dios. fe; mansedumbre;
templanza. g. Caminando en el Espíritu. ―Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne.‖ (Gal. 5:16). El Espíritu hará que andemos. Un viejo
ejemplo son las ropas: la persona que va dentro hace que las vestiduras caminen. La
responsabilidad de las vestiduras es colgar sobre la persona y vestirla. No deberíamos
tener una voluntad propia, sino como esa ropa, solo la deberíamos cubrir, vestir. Donde
el Espíritu vaya, vamos. La voluntad del Espíritu debe ser nuestra voluntad. h. La
renovación en el Espíritu. ―nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos
hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la
renovación en el Espíritu Santo,‖ (Tito 3:5). i. Fortalecimiento en el Espíritu. Pablo oraba
que Dios pudiese fortalecer a los efesios, "conforme a las riquezas de su gloria, el ser
fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; ‖ (Ef. 3:16). j. Sembrando
para el Espíritu. ―No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el
hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne
segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.‖
(Gal. 6:7, 8). Este pasaje no fue escrito para los no salvos, sino para cristianos. El cristiano
puede sembrar para la carne, eso es, vivir en pecado; de todos modos, el tiempo de la
cosecha vendrá. k. Guiados por el Espíritu. ―Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.‖ (Rom. 8:14). Algunos interpretan esto como
―aquellos que consultan al Espíritu en las decisiones de la vida están seguros de que son
hijos de Dios.‖ Ahora, pese a que es una bendición buscar y encontrar del Espíritu Santo
Su voluntad en nuestras decisiones, parece que este pasaje no se refiere a eso. La guía del
Espíritu parece que hace referencia a la conducción de los cristianos en su camino hacia la
gloria.
Santificación en el Espíritu. ―elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación
del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os
sean multiplicadas.‖ (I Pedro 1:2). m. La suministración del Espíritu. ―Porque sé que por
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vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi
liberación, ‖ (Fil. 1:19). n. Los dones del Espíritu Santo.
La enumeración de los dones. ―No quiero, hermanos, que ignoréis
Acerca de los dones espirituales,...Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de
sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo
Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a
otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y
a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu,
repartiendo a cada uno en particular como él quiere.‖ (I Cor. 12:1, 8-11). (2) El
otorgamiento de los dones. La primera cosa que debemos establecer es que los dones no
son dados al hombre por sus deseos ni por sus oraciones, sino de acuerdo a la voluntad
del Espíritu, dotando a cada persona como El quiere. La segunda cosa a la que debemos
prestar atención es que los dones fueron dados en función de sustentar las demandas de
Cristo y sus discípulos, que Jesucristo fue verdaderamente el Hijo de Dios, que la
dispensación de la Ley había llegado a su fin, y que la dispensación de la gracia había
comenzado. ―¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La
cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los
que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos
milagros y repartimientos del Espíritu San según su voluntad. (Heb.2:3, 4).
Ciertamente había una necesidad de parte de Dios de verificar esta nueva enseñanza que
había comenzado con el Señor mismo para aquellas personas que habían estado bajo las
tradiciones de la Ley por alrededor de 14 siglos, e iba a ser difícil para ellos comprender
que Dios había terminado con el Antiguo Testamento y había dado lugar al Nuevo.
Además, ningún libro del Nuevo Testamento había sido escrito todavía. Finalmente,
enfatizamos el hecho de que ningún creyente recibe todos los dones. ―Y a unos puso
Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los
que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que
tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿Todos maestros?
¿hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todas lenguas?
¿Interpretan todos? (I Cor. 12:28-30) La respuesta es no.
La utilización de los dones. ¿Cómo deben ser usados estos dones? El capítulo 13 de
Primera Corintios declara plenamente que todos debemos ser motivados por amor.
Pablo, por inspiración del Espíritu Santo, declara que si tuviese todos los dones, y no
tuviera amor, no sería nada; su vida seria infructífera, y sus recompensas nulas. Alguien
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puede preguntar, ―¿Es el don de lenguas para hoy en día?‖ ―¿Acaso no dice la Biblia, no
impidáis hablar en lenguas?‖ Trataremos este tema más a pleno en la próxima sección; de
todos modos, algo debemos decir acerca de eso aquí. 1 Corintios 14:39 dice claramente:
―Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas.‖ Pero si usamos
capitulo 14 como permiso para hablar en lenguas, entonces los que hablan en lenguas
deben ser gobernados por el mismo capítulo sobre el uso de ese don. Entonces, ¿debería
una persona hablar en lenguas en una reunión de iglesia? Ciertamente, pero si lo hace
conforme a 1 Corintios 14. ―Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo
más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable
para sí mismo y para Dios.‖ (I Cor. 14:27, 28). Toda vez que el don de lenguas sea
ejercido, solo 2 o a lo sumo 3, pueden hablar en la reunión. Hablarán por turnos y uno
sólo a la vez. Y luego las Escrituras dicen que si no hay intérprete, debe callar.
(4) La restricción de los dones. ¿Puede ser posible que Dios restrinja muchos de sus dones
a los creyentes de hoy en día, los cuales dio al principio? No solo es posible, sino
también una certeza. En capítulo 13 de I Corintios, el Espíritu Santo dice, ―El amor nunca
deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto,
entonces lo que es en parte se acabará.‖ (Versículos 8-10). Recuerda, I Corintios 13 está
hablando sobre ―dones‖ del Espíritu, y cuando dice las profecías se acabarán, no significa
que algunas de las profecías antes anunciadas por hombres de Dios, registradas en la
Biblia, dejarían de cumplirse. Significa que el don de profecía un día dejarla de operar.
Cuando dice que las ―lenguas cesarán,‖ no significa que en algún momento futuro toda
lengua iba a silenciarse, sino que el don de lengua dejaría de operar. Y cuando dice que
―la ciencia acabará,‖ no significa que llegaría un momento cuando el conocimiento o la
ciencia no existirían más, sino que el don de ciencia dejaría de operar. ¿Pero cuándo los
dones de profecía, lenguas y ciencia cesarían? Cuando ―viniese lo perfecto.‖
Volviendo a Efesios 4:11 leemos, ―Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.‖ Observe en esta posterior
revelación que no aparecen en la lista los dones milagrosos, como sí aparecen en I
Corintios 12, 13 y 14. Ya no hay más necesidad de los dones milagrosos, porque ahora
tenemos la plena y completa revelación de Dios. El hijo de Dios es más bendecido por
tener la completa revelación de Dios que si tuviera todos los dones milagrosos. La
demanda es hecha por algunos que dicen que nosotros necesitamos esos dones como
señales de la llenura del Espíritu. Es cierto que Dios dio estos dones de milagros por
señales; pero no de la llenura del Espíritu, sino para la confirmación del apostolado de
Pablo (II Cor. 12:12); para la confirmación del envió de Pablo a los gentiles (Rom. 15:18,
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19); para la confirmación de la salvación a través de la persona de Jesucristo (Heb. 2:3,
4); y para la confirmación de la palabra (Marcos16:20).
(5) La permanencia de los dones. ―Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor,
estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.‖ (I Cor. 13:13). Cada cristiano posee estos 3
dones. El, controlado por el Espíritu Santo, puede utilizarlos. Testimonio del Espíritu ―El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.‖ (Rom.
8:16). La Ley establece que por la boca de dos o tres testigos será declarada la verdad.
Eso es, tenemos 2 testigos que declaran que somos hijos de Dios. Ellos son el Espíritu
Santo, y nuestro Espíritu. ¿Cómo el Espíritu Santo da testimonio de nuestra salvación? A
través de la Palabra escrita. ¿Cómo da nuestro espíritu testimonio? Por sentimientos, o
por nuestra conciencia? No. Los sentimientos son engañosos. Nuestro espíritu da
testimonio por fe en la Palabra de Dios. La Palabra de Dios declara nuestra salvación
cuando confiamos en Cristo; la creemos. Por lo tanto, el Espíritu da testimonio
―juntamente con‖ nuestro espíritu. p. La unción del Espíritu. ―Pero vosotros tenéis la
unción del Santo, y conocéis todas las cosas...Pero la unción que vosotros recibisteis de él
permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la
unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha
enseñado, permaneced en él.‖ (I Juan 2:20, 27). La unción en las Escrituras, ya sea en el
Antiguo Testamento o en el Nuevo, era para algún servicio. Reyes y sacerdotes fueron
ungidos para sus servicios u oficios especiales. Cristo fue ungido (Hechos 10:38). El mismo
nombre ―Cristo‖ significa ―el ungido.‖ El fue ungido como Profeta (en el pasado);
Sacerdote (para el presente); y Rey (para el futuro). El creyente en Cristo recibe su unción
para el servicio cuando nace de nuevo. La unción del Espíritu no es para unos pocos
favorecidos. Todos los creyentes son ungidos: ―ya la habéis recibido.‖ La unción del
Espíritu es una vez para siempre: ―permanece en vosotros.‖ No hay lugar en las Escrituras
donde uno recibe una fresca unción. Falsas religiones tratan de alejarnos de Cristo,
inducirnos a salir de la fe; pero tú, al escuchar sus apelaciones, no debes deslizarte,
porque si eres creyente ya tienes la unción. ―Y no necesitas que nadie os enseñe.‖ q.
Adorar por el Espíritu. ―Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu
servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.‖ (Fil.
3:3). La única adoración y servicio aceptados por Dios deben ser generados por el
Espíritu. Uno no sirve al Señor con manos, pies y labios, sino por el Espíritu Santo a
través de las manos, pies y labios. r. Comunión en el Espíritu. ―La gracia del Señor
Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.
Amén.‖ (II Cor. 13:14). La Palabra ―comunión‖ es también traducida ―compañerismo;
compartir.‖ De modo que, ―comunión‖ significa ―participación y compartir.‖ El Espíritu
Santo y el cristiano tienen una cosa en común, Jesucristo! s. Orar en el Espíritu. ―Y de
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igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,
porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.‖ (Rom. 8:26, 27). ¿Es
un error orar al Espíritu Santo? En ningún lugar de las Escrituras se nos ordena orar al
Espíritu Santo, pese a que es un miembro de la Deidad; cuando oramos a Dios, oramos a
Él. t. Luchar en el Espíritu. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que
quisiereis.‖ (Gal. 5:17). u. La enseñanza del Espíritu. ―Pero Dios nos las reveló a nosotros
por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.‖ (I Cor.
2:10). El Espíritu Santo revela su Palabra solamente a cristianos nacidos de nuevo, y no a
aquellos que aun están fuera del cuerpo de Cristo. Los hombres sin el Espíritu de Dios no
pueden entender las verdades de Dios. 5. El Espíritu Santo y las Escrituras. a. Inspiración.
―Toda la Escritura es inspirada por Dios‖ (II Tim. 3:16a). El significado literal de
―inspiración‖ es ―soplado por Dios.‖ Ninguna profecía vino por el propio ingenio
humano. Nosotros creemos en la inspiración verbal de la Palabra de Dios. Las palabras
son inspiradas, dadas por Dios en el idioma original. Alguien podría preguntar, ―¿Acaso
no usó Dios instrumentos humanos?‖ Sí, pero el uso de instrumentos humanos no afectó
a la Palabra de Dios. Cuando usted lee el Pentateuco, no lee las palabras de Moisés, sino
que lee las palabras de Dios. Ver I Corintios 2:12, 13; 10:11; Romanos 4:20-25; 15:4. b.
Iluminación. La mejor manera de estudiar el libro es conocer al autor. El mejor intérprete
del libro es su escritor, el Espíritu Santo. Así como el Señor Jesús hizo saber las Escrituras a
sus discípulos, así el Espíritu Santo lo hará para nosotros hoy (I Cor. 2:9-14). 6. El Espíritu
Santo y los pecados. a. Contristando al Espíritu. ―Y no contristéis al Espíritu Santo de
Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. (Ef. 4:30). b. Mintiendo al
Espíritu. ―Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al
Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?‖ (Hechos 5:3). Ananías le mintió a
la iglesia, el templo del Espíritu Santo. Nosotros también podemos mentirle al Espíritu
Santo. Podemos cantar una mentira. A veces en una reunión muy emotiva personas
dedican sus vidas a un servicio cristiano, pero luego son negligentes en cuanto a lo
prometido. Eso es mentirle al Espíritu Santo. c. Apagar el Espíritu. ―No apaguéis al
Espíritu.‖ (I Tes. 5:19). Apagar puede también significar extinguir. Uno puede apagar los
dones del Espíritu, y puede apagar el Espíritu en otros impidiéndoles usar los dones del
Espíritu (Num. 11:28, 29). d. Resistir al Espíritu. ―¡Duros de cerviz, e incircuncisos de
corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así
también vosotros.‖ (Hechos 7:51). e. Afrentar al Espíritu. ―¿Cuánto mayor castigo pensáis
que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto
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en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?‖ (Heb. 10:29). f.
Blasfemar contra el Espíritu. Este es el pecado imperdonable que se encuentra en Mateo
12:31, 32 y Marcos 3:29, 30. Si la gracia de Dios, la cual perdona todos los pecados de la
humanidad, no perdona este, entonces este debe ser un pecado inusual. No es asesinato,
no es incredulidad. Rechazar la persona de Cristo no es pecado imperdonable; de todos
modos, el hombre que rechaza a Cristo y muere, ciertamente está perdido. El Espíritu no
contenderá con hombres después de la muerte. Su rechazo final de Cristo no es algo
imperdonable, sino algo no perdonado.
Deberíamos distinguir entre: No perdonado e imperdonable. No olvidado e inolvidable.
No salvo e insalvable. Creo que la blasfemia contra el Espíritu Santo, que algunos
denominan imperdonable, fue un pecado limitado al tiempo cuando Cristo estuvo sobre
la tierra. No hay pecadores en la lista negra hoy. Aquellos ofendieron al Espíritu,
blasfemaron del Espíritu que hacia las obras en Cristo ¿Puede alguien que ha cometido
blasfemia ser salvo hoy? Si, el ejemplo es el apóstol Pablo, ―habiendo yo sido antes
blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por
ignorancia, en incredulidad. . . Pero por esto fui recibido a misericordia, para que
Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían
de creer en él para vida eterna.‖ (I Tim. 1: 13, 16). 7. Emblemas del Espíritu Santo. a. La
paloma. ―También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo
como paloma, y permaneció sobre él.‖ (Juan 1:32). El Espíritu no descendió sobre ningún
otro de esta manera. En Génesis 1:2 el Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas,
como una paloma entibiando sus huevitos. La paloma es una mansa y limpia ave. Por
tanto así son los que son del Espíritu: ―mansos como palomas‖ (Mat. 10:16). Ciertamente
un hermoso emblema del Espíritu Santo. La Palabra nos presenta la ira del Hijo pero
nunca la ira del Espíritu Santo. b. Agua. ―Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y
ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre
tus renuevos;‖ (Is. 44:3). Ver también Juan 7:38, 39. Lo que el agua significa para los
labios sedientos, y la lluvia significa para la tierra seca, es lo que el Espíritu significa para
cada ser humano. No hay nada que calme esa sed mejor que el agua; no hay nada que
satisfaga esa sequía del corazón mejor que el Espíritu Santo. c. Aceite. ―Y Samuel tomó el
cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el
Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.‖ (I
Sam. 16:13). Ver también Isaías 61:1; Hechos 10:38. Cuando el sacerdote era ungido con
aceite, se seguía el siguiente procedimiento: primero, su oreja, para oír la Palabra de
Dios; luego su pulgar, para que sus acciones fuesen para la gloria de Dios; y después el
dedo de su pie, para que anduviese con Dios. d. Viento. ―Y me dijo: Profetiza al espíritu,
profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de
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los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. . . Y pondré mi Espíritu en
vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé,
y lo hice, dice Jehová.‖ (Ez. 37:9, 14).Ver también Juan 3:3-8. El viento sugiere
actividad. No se lo puede ver, pero es poderoso. La visibilidad no es el límite de su
acción. El viento también habla de limpieza (Job 37:21). e. Fuego. ―y se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.‖ (Hechos 2:3).
El fuego tipifica al Espíritu de Dios. Es fuego que purifica, consume, calienta, prueba,
ilumina y energiza. Es lo mismo con el Espíritu Santo. f. Vestiduras. ―Entonces el Espíritu
de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron
con él.‖ (Jue. 6:34)."Vino sobre" implica como vestiduras. Y eso habla de protección. El
Espíritu es nuestra protección.
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Espíritu Santo: Su Personalidad
A. La importancia de su personalidad
En la enseñanza de las verdades fundamentales relativas al Espíritu Santo debería
hacerse un énfasis especial sobre el hecho de su personalidad. Esto es porque el Espíritu
no habla ahora de sí mismo; más bien, El habla lo que El oye (Jn. 16:13; Hch. 13:2), y El
dice que ha venido al mundo para glorificar a Cristo (Jn. 16:14). En contraste a esto, la
Escritura representa a ambos, el Padre y el Hijo, como hablando de sí mismos; y esto,
no sólo con autoridad final y por medio del uso del pronombre personal Yo, sino que
también presentándoles como en una inmediata comunión, cooperación, conversión, el
uno con el otro. Todo esto tiende a hacer menos real la personalidad del Espíritu Santo,
quien no habla desde sí o de sí. Como consecuencia, en la historia de la iglesia, la
personalidad del Espíritu fue descuidada por algunos siglos; sólo cuando la doctrina del
Padre y del Hijo fue definida, como sucedió en el Credo de Nicea (325 d.C.), el Espíritu
fue reconocido como una personalidad en los credos de la iglesia.
La forma como fue definida más tarde la doctrina ortodoxa, la verdad escritural de
que Dios el Padre subsiste o existe en tres Personas -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo-,
fue generalmente reconocida. La Escritura es completamente clara cuando dice que el
Espíritu Santo es una Persona tanto como Dios el Padre y Dios el Hijo, y aun así, como
se ve en el estudio de la doctrina de la Trinidad, las tres Personas forman un Dios y no
tres.
B. La personalidad del espíritu santo en las escrituras
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1. El Espíritu hace aquello que sólo una persona puede hacer.
a) El convence al mundo: «Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio» (Jn. 16:8).
b. El enseña: «El os enseñará todas las cosas» (Jn. 14:26; ver también Neh. 9:20; Jn.
16:13-15; 1 Jn. 2:27).
c) El Espíritu habla: «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu
de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!» (Gá. 4:6).
d) El Espíritu intercede: «Pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles» (Ro. 8:26).
e) El Espíritu guía: «Guiados por el Espíritu» (Gá. 5:18; cf. Hch. 8:29; 10:19; 13:2; 16:6-
7; 20:23; Ro. 8:14).
f) El Espíritu señala a los hombres para el servicio específico: «dijo el Espíritu Santo:
Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado» (Hch. 13:2; cf. Hch.
20:28).
g) El Espíritu está El mismo sujeto a un plan (Jn. 15:26).
h) El Espíritu ministra: El regenera (Jn. 3:6), El sella (Ef. 4:30), El bautiza (1 Co. 12:13),
El llena (Ef. 5:18).
2. Él, como una persona, es afectado por otros seres.
a) El Padre le envía al mundo (Jn. 14:16, 26), y el Hijo le envía al mundo (Jn. 16:7).
b) Los hombres pueden hacer enojar al Espíritu (Is. 63:10), pueden contristarle (Ef.
4:30), pueden resistirle (1Ts. 5:19), pueden blasfemarle. (Mt. 12:31), pueden mentirle
(Hch. 5:3), pueden hacerle afrenta (He. 10:29), pueden hablar en contra de El (Mt.
12:32).
3. Todos los términos bíblicos relativos al Espíritu implican su personalidad.
a) El es llamado «otro Consolador» (Abogado), lo cual indica que El es una persona
tanto como lo es Cristo (Jn. 14:16-17; 26; 16:7; 1 Jn. 2:1-2).
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b) A El se le llama Espíritu en el mismo sentido personal que Dios es llamado Espíritu
(Jn. 4:24).
c) Los pronombres usados para el Espíritu implican su personalidad. En el idioma
griego la palabra «espíritu» es un nombre neutro, el cual, naturalmente, requiere un
pronombre neutro, y en unas pocas oportunidades es usado (Ro. 8:16, 26); pero a
menudo se usa la forma masculina del pronombre, enfatizando el hecho de la
personalidad del Espíritu (Jn. 14:16-17; 16:7-15).
C.- Como una persona de la trinidad, el Espíritu Santo es co-igual con el Padre y el
Hijo.
1. Él es llamado Dios.
Este hecho se verá comparando Isaías 6:8-9 con Hechos 28:25-26; Jeremías 31:31-34
con Hebreos 10:15-17. (Notar también 2 Co. 3:18 y Hch. 5:3, 4. «¿Por qué llenó Satanás
tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo?... No has mentido a los hombres sino a
Dios».) A pesar de que los juicios de Dios han caído tan drásticamente sobre algunos que
han mentido contra el Espíritu (Hch. 5:3), y aunque a los hombres evidentemente no se
les permite jurar en el nombre del Espíritu Santo, y aunque El es llamado el Espíritu
Santo, es cierto que El no es más santo que el Padre o el Hijo; la absoluta santidad es el
primer atributo del Trino Dios.
2. Él tiene los atributos de Dios
(Gn. 1:2; Job 26:13; 1 Co. 2:9-11; He. 9:14).
3. Él Espíritu Santo ejecuta las obras de Dios
(Job 33:4; Sal. 104:30; Lc. 12:11-12; Hch. 1:5; 20:28; 1 Co. 6:11; 2:8-11; 2 P. 1:21).
4. Como se indica arriba, el uso de los pronombres personales afirma su personalidad.
5. Se presenta al Espíritu Santo en la Escritura como un objeto personal de fe
(Sal. 51:11; Mt. 28:19; Hch. 10:19-21).
Como objeto de fe, Él también es Alguien a quien se le debe obedecer. El creyente en
Cristo, caminando en compañerismo con el Espíritu, experimenta su poder, su guía, su
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instrucción y su suficiencia, y confirma experimentalmente las grandes doctrinas
concernientes a la personalidad del Espíritu, la cual es revelada en la Escritura.
PREGUNTAS
1. ¿Por qué es necesario enfatizar la personalidad del Espíritu Santo?
2. ¿Cuáles son algunas de las obras importantes del Espíritu las cuales demuestran su
personalidad?
3. ¿La Escritura indica que el Espíritu Santo es afectado como una persona por otros
seres?
4. ¿Qué términos bíblicos implican la personalidad del Espíritu Santo?
5. ¿Que el Espíritu Santo sea llamado Dios demuestra su igualdad con el Padre y el
Hijo?
6. ¿Cita algunos pasajes que indiquen que el Espíritu Santo tiene los atributos de Dios?
7. ¿Cita algunos pasajes que demuestran su deidad?
8. ¿Cómo la experiencia cristiana, en la cual el Espíritu Santo es el objeto de la fe y
obediencia, sostiene su igualdad con el Padre y el Hijo?
14. Dios el Espíritu Santo: Su Personalidad con verículos incluidos
A. La importancia de su personalidad.
En la enseñanza de las verdades fundamentales relativas al Espíritu Santo debería
hacerse un énfasis especial sobre el hecho de su personalidad. Esto es porque el Espíritu
no habla ahora de sí mismo; más bien, El habla lo que El oye, y El dice que ha venido al
mundo para glorificar a Cristo.
Jn. 16:13 13
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir.
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Hch. 13:2 2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Jn. 16:14 14
El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
En contraste a esto, la Escritura representa a ambos, el Padre y el Hijo, como hablando
de sí mismos; y esto, no sólo con autoridad final y por medio del uso del pronombre
personal Yo, sino que también presentándoles como en una inmediata comunión,
cooperación, conversión, el uno con el otro. Todo esto tiende a hacer menos real la
personalidad del Espíritu Santo, quien no habla desde sí o de sí. Como consecuencia, en
la historia de la iglesia, la personalidad del Espíritu fue descuidada por algunos siglos;
sólo cuando la doctrina del Padre y del Hijo fue definida, como sucedió en el Credo de
Nicea (325 d.C.), el Espíritu fue reconocido como una personalidad en los credos de la
iglesia.
La forma como fue definida más tarde la doctrina ortodoxa, la verdad escritural de que
Dios el Padre subsiste o existe en tres Personas -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo-, fue
generalmente reconocida. La Escritura es completamente clara cuando dice que el
Espíritu Santo es una Persona tanto como Dios el Padre y Dios el Hijo, y aun así, como
se ve en el estudio de la doctrina de la Trinidad , las tres Personas forman un Dios y no
tres.
B. La personalidad del espíritu santo en las escrituras
1. El Espíritu hace aquello que sólo una persona puede hacer.
a) El convence al mundo: «Y cuando El venga, convencerá al mundo de pecado, de
justicia y de juicio» (Jn. 16:8).
b) El enseña: «El os enseñará todas las cosas»
Jn. 14:26 26
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
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Neh. 9:20 20
Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su
boca, y agua les diste para su sed.
Jn. 16:13-15 13
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;
porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir. 14
El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os
lo hará saber. 15
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y
os lo hará saber.
1Jn. 2:27 27
Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no
tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las
cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
c) El Espíritu habla: «Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones al Espíritu
de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!» (Ga. 4:6).
d) El Espíritu intercede: «Pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles» (Ro. 8:26).
e) El Espíritu guía: «Guiados por el Espíritu»
Ga. 5:18 8 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Hch. 8:29 29
Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.
Hch. 10:19 19
Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres
hombres te buscan.
Hch. 13:2 2 Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a
Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.
Hch. 16:6-7 6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el
Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7
y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a
Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.
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Hch. 20:23 23
salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me da testimonio,
diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.
Ro. 8:14 14
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios.
f) El Espíritu señala a los hombres para el servicio específico: «dijo el Espíritu Santo:
Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado» (Hch. 13:2)
Hch. 20:28 28
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por
su propia sangre.
g) El Espíritu está El mismo sujeto a un plan.
Jn. 15:26 26
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
h) El Espíritu ministra:
El regenera.
Jn. 3:6 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es.
El sella.
Ef. 4:30 30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención.
El bautiza.
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84
1Co. 12:13 13
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu.
El llena.
Ef. 5:18 18
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos
del Espíritu,
2. Él, como una persona, es afectado por otros seres.
a) El Padre le envía al mundo.
Jn. 14:16, 26 16
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: 26
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará
en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho.
Y el Hijo le envía al mundo.
Jn. 16:7 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
b) Los hombres pueden hacer enojar al Espíritu.
Is. 63:10 10
Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su Santo Espíritu; por lo cual se
les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos.
Pueden contristarle.
Ef. 4:30 30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención.
Pueden resistirle.
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85
1Ts. 5:19 19
No apaguéis al Espíritu.
Pueden blasfemarle.
Mt. 12:31 31
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres;
mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
Pueden mentirle.
Hch. 5:3 3
Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses
al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?
Pueden hacerle afrenta.
He. 10:29 29
¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de
Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere
afrenta al Espíritu de gracia?
Pueden hablar en contra de El.
Mt. 12:32 32
A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será
perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este
siglo ni en el venidero.
3. Todos los términos bíblicos relativos al Espíritu implican su personalidad.
a) El es llamado «otro Consolador» (Abogado), lo cual indica que El es una persona
tanto como lo es Cristo.
Jn. 14:16-17; 26 16
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: 17
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará en vosotros. 26
Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en
mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
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Jn. 16:7 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
1Jn. 2:1-2 1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2
Y él es la
propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por
los de todo el mundo.
b) A El se le llama Espíritu en el mismo sentido personal que Dios es llamado Espíritu.
Jn. 4:24 24
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que
adoren.
c) Los pronombres usados para el Espíritu implican su personalidad. En el idioma griego
la palabra «espíritu» es un nombre neutro, el cual, naturalmente, requiere un pronombre
neutro, y en unas pocas oportunidades es usado.
Ro. 8:16, 26 16
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios. 26
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles.
Pero a menudo se usa la forma masculina del pronombre, enfatizando el hecho de la
personalidad del Espíritu.
Jn. 14:16-17 16
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: 17
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará en vosotros.
Jn. 16:7-15 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8
Y cuando él
venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9
De pecado, por cuanto
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no creen en mí; 10
de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11
y de juicio,
por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.12
Aún tengo muchas cosas que
deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13
Pero cuando venga el Espíritu de
verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14
El me
glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15
Todo lo que tiene el Padre es
mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.
C. Como una persona de la trinidad, el Espíritu Santo es co-igual con el Padre y el Hijo.
1. Él es llamado Dios.
Este hecho se verá comparando:
Is. 6:8-9 8 Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por
nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. 9
Y dijo: Anda, y di a este
pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.
Con:
Hch. 28:25-26 25
Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo
esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres,
diciendo:
26 Ve a este pueblo, y diles:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis;
Jer. 31:31-34 31
He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto
con la casa de Israel y con la casa de Judá. 32
No como el pacto que hice con sus padres
el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron
mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. 33
Pero este es el pacto que
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haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su
mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por
pueblo. 34
Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:
Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el
más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más
de su pecado.
Con:
He. 10:15-17 15
Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber
dicho:
16 Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,
17 añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
(Notar también 2 Co. 3:18 y Hch. 5:3, 4. « ¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que
mintieses al Espíritu Santo?... No has mentido a los hombres sino a Dios».)
A pesar de que los juicios de Dios han caído tan drásticamente sobre algunos que han
mentido contra el Espíritu (Hch. 5:3), y aunque a los hombres evidentemente no se les
permite jurar en el nombre del Espíritu Santo, y aunque El es llamado el Espíritu Santo,
es cierto que El no es más santo que el Padre o el Hijo; la absoluta santidad es el primer
atributo del Trino Dios.
2. Él tiene los atributos de Dios.
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Gn. 1:2 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del
abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
Job 26:13 13 Su espíritu adornó los cielos;
Su mano creó la serpiente tortuosa.
1Co. 2:9-11 9 Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios. 11
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas
de Dios, sino el Espíritu de Dios.
He. 9:14 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció
a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo?
3. Él Espíritu Santo ejecuta las obras de Dios
Job 33:4 4 El espíritu de Dios me hizo,
Y el soplo del Omnipotente me dio vida.
Sal. 104:30 30
Envías tu Espíritu, son creados,
Y renuevas la faz de la tierra.
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Lc. 12:11-12 11
Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las
autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de
decir; 12
porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir.
Hch. 1:5 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados
con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Hch. 20:28 28
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu
Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por
su propia sangre.
1Co. 6:11 11
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados,
ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios.
1Co. 2:8-11 8 la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran
conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 9
Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo
escudriña, aun lo profundo de Dios. 11
Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas
de Dios, sino el Espíritu de Dios.
2P. 1:21 21
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos
hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
4. Como se indica arriba, el uso de los pronombres personales afirma su personalidad.
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5. Se presenta al Espíritu Santo en la Escritura como un objeto personal de fe.
Sal. 51:11 11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Mt. 28:19 19
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
Hch. 10:19-21 19
Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres
hombres te buscan. 20
Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo
los he enviado. 21
Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que
fueron enviados por Cornelio, les dijo: He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa
por la que habéis venido?
Como objeto de fe, Él también es Alguien a quien se le debe obedecer. El creyente en
Cristo, caminando en compañerismo con el Espíritu, experimenta su poder, su guía, su
instrucción y su suficiencia, y confirma experimentalmente las grandes doctrinas
concernientes a la personalidad del Espíritu, la cual es revelada en la Escritura.
PREGUNTAS.
1. ¿Por qué es necesario enfatizar la personalidad del Espíritu Santo?
2. ¿Cuáles son algunas de las obras importantes del Espíritu las cuales demuestran su
personalidad?
3. ¿ La Escritura indica que el Espíritu Santo es afectado como una persona por otros
seres?
4. ¿Qué términos bíblicos implican la personalidad del Espíritu Santo?
5. ¿Que el Espíritu Santo sea llamado Dios demuestra su igualdad con el Padre y el Hijo?
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6. ¿Cita algunos pasajes que indiquen que el Espíritu Santo tiene los atributos de Dios?
7. ¿Cita algunos pasajes que demuestran su deidad?
8. ¿Cómo la experiencia cristiana, en la cual el Espíritu Santo es el objeto de la fe y
obediencia, sostiene su igualdad con el Padre y el Hijo
Espíritu Santo: Su Advenimiento por Lewis Sperry Chafer
La venida del Espíritu al mundo en el día de Pentecostés debe verse en relación a su
obra en dispensaciones previas. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo estaba en el
mundo como el Dios omnipresente; sin embargo, se dice que El vino al mundo en el día
de Pentecostés. Durante la edad presente se dice que El permanece en el mundo, pero
que partirá fuera del mundo en el mismo sentido como vino en el día de Pentecostés
cuando ocurra el arrebatamiento de la iglesia. Con el propósito de entender esta verdad
del Espíritu Santo, deben ser considerados varios aspectos de la relación del Espíritu con
el mundo.
A. El espíritu santo en el antiguo testamento
A través del extenso período antes de la primera venida de Cristo, el Espíritu estaba
presente en el mundo en el mismo sentido en el cual está presente en cualquier parte, y
El obraba en y a través del pueblo de Dios de acuerdo a su divina voluntad (Gn. 41:38;
Ex. 31:3; 35:31; Nm. 27:18; Job 33:4; Sal. 139:7; Hag. 2:4-5; Zac. 4:6). En el Antiguo
Testamento el Espíritu de Dios se ve teniendo una relación con respecto a la creación
del mundo. El tuvo parte en la revelación de la verdad divina a los santos profetas. El
inspiró las Escrituras que están escritas, y tiene un ministerio en general hacia el mundo
restringiendo el pecado, capacitando a los creyentes para el servicio y ejecutando
milagros. Todas estas actividades indican que el Espíritu era muy activo en el Antiguo
Testamento; sin embargo, no hay evidencia en el Antiguo Testamento de que el Espíritu
morara en cada creyente.
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Como indica Juan 14:17, El estaba «con» ellos pero no «en» ellos. De la misma manera,
no hay mención de la obra de sellar del Espíritu o acerca del bautismo del Espíritu Santo
antes del día de Pentecostés. De acuerdo a ello, podía anticiparse que después de
Pentecostés habría una obra mucho mayor del Espíritu que en las edades precedentes.
B. El Espíritu Santo durante la vida de cristo en la tierra
Es razonable suponer que la presencia encarnada y activa de la Segunda Persona de la
Trinidad en el mundo afectaría los ministerios del Espíritu, y encontramos que esto es
cierto.
1. En relación a Cristo, el Espíritu era el poder generador por medio del cual el Dios-
hombre fue formado en la matriz virginal. (Quedaría mejor así: ―Por medio del Espíritu
Santo, Cristo es engendrado en María y llamado Hijo de Dios‖. Dado que de la otra
manera pareciera que al Espíritu Santo se le despersonaliza en un mero ―poder‖) El
Espíritu también es visto descendiendo, en la forma de una paloma, sobre Cristo en el
momento de su bautismo. Y otra vez se revela que era solamente a través del Espíritu
eterno que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios (He. 9:14).
2. La relación del Espíritu para con los hombres durante el ministerio terrenal de Cristo
era progresiva. Cristo les dio primeramente a sus discípulos la seguridad de que ellos
podrían recibir el Espíritu pidiéndolo (Lc. 11:13). Aunque el Espíritu había venido
previamente sobre los hombres de acuerdo a la soberana voluntad de Dios, su presencia
en el corazón humano nunca había estado antes condicionada a la petición, y este
nuevo privilegio nunca fue reclamado por ninguno en aquel tiempo, con respecto a lo
que las Escrituras muestran. Al término de su ministerio y justamente antes de su muerte,
Cristo dijo: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: El Espíritu de verdad (Jn. 14:16-17). De igual manera, después de
su resurrección el Señor sopló sobre ellos y dijo:
«Recibid el Espíritu Santo» (Jn. 20:22); pero, a pesar de este don temporal del Espíritu,
ellos deberían de permanecer en Jerusalén hasta que fueran investidos
permanentemente con poder de lo alto (Lc. 24:49; Hch. 1:4).
C. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés
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Como fue prometido por el Padre (Jn. 14:16-17, 26) y por el Hijo (Jn. 16:7), el
Espíritu, quien como el único Omnipresente había estado siempre en el mundo, vino al
mundo en el día de Pentecostés. La fuerza de esta repetición aparente de ideas se ve
cuando queda comprendido que su venida en el día de Pentecostés era para que Él
pudiera hacer su morada en el mundo. Dios el Padre, aunque Omnipresente (Ef. 4:6),
es, en cuanto a su morada, «Padre nuestro que estás en los cielos» (Mt. 6:9). De la
misma manera, Dios el Hijo, aunque omnipresente (Mt. 18:20; Col. 1:27), en cuanto a
su morada ahora está sentado a la diestra de Dios (He. 1:3; 10:12). Del mismo modo, el
Espíritu, aunque Omnipresente, está ahora aquí en la tierra en lo que respecta a su
morada. El ocupar su morada en la tierra era el sentido en el cual el Espíritu vino en el
día de Pentecostés. Su lugar de habitación fue cambiado del cielo a la tierra. Fue por
esta venida del Espíritu al mundo que se dijo a los discípulos que esperaran. El nuevo
ministerio de esta edad de gracia no podría comenzar aparte de la venida del Espíritu.
En los capítulos que siguen será presentada la obra del Espíritu en la edad presente. El
Espíritu de Dios primeramente tiene un ministerio hacia el mundo, como se indica en
Juan 16:7-11. Aquí El está revelado convenciendo al mundo de pecado, de justicia y de
juicio. Esta obra que prepara a un individuo para recibir a Cristo inteligentemente es
una obra especial del Espíritu, una obra de gracia, la cual ilumina a las mentes de los
hombres incrédulos, cegados por Satanás, respecto a tres grandes doctrinas.
1 Al incrédulo se le hace entender que el pecado de la incredulidad en Jesucristo como
su Salvador personal es el único pecado que permanece entre él y su salvación. No es
cuestión de su justicia, sus sentimientos o cualquier otro factor. El pecado de la
incredulidad es el pecado que impide su salvación (Jn. 3:18).
2. El incrédulo es informado en lo que concierne a la justicia de Dios. Mientras que en
la tierra Cristo fue la viva ilustración de la justicia de Dios, luego de su partida el Espíritu
es enviado para revelar la justicia de Dios hacia el mundo. Esto incluye el hecho de que
Dios es un Dios justo, quien demanda mucho más de lo que cualquier hombre puede
hacer por sí mismo, y esto elimina cualquier posibilidad de obras humanas como base
para la salvación. Más importante, el Espíritu de Dios revela que hay una justicia
obtenible por la fe en Cristo, y que cuando uno cree en Jesucristo puede ser declarado
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justo, justificado por la fe y aceptado por su fe en Cristo, quien es justo en ambas cosas,
su persona y su obra en la cruz (Ro. 1:16-17; 3:22; 4:5).
3. Se revela el hecho de que el príncipe de este mundo, esto es, el mismo Satanás, ha
sido juzgado en la cruz y está sentenciado al castigo eterno. Esto revela el hecho de que
la obra en la cruz está terminada, que ese juicio ha tenido lugar, que Satanás ha sido
vencido y que la salvación es obtenible para aquellos quienes ponen su confianza en
Cristo. Mientras que no es necesario para un incrédulo comprender completamente
todos estos hechos para ser salvado, el Espíritu Santo debe revelar lo suficiente de
manera que, a medida que él cree, inteligentemente recibe a Cristo en su persona y su
obra.
Hay un sentido en el cual esto fue parcialmente cierto en las edades pasadas, ya que
incluso en el Antiguo Testamento era imposible para una persona creer y ser salvada sin
una obra del Espíritu. Sin embargo, en la edad presente, siguiendo a la muerte y la
resurrección de Cristo, estos hechos se vuelven ahora mucho más claros, y la obra del
Espíritu, al revelarlos a los incrédulos, es parte de la razón importante para su venida a
la esfera del mundo y hacer de ella su residencia.
En su venida al mundo en el día de Pentecostés, la obra del Espíritu en la iglesia tomó
lugar en muchos aspectos nuevos. Esto será considerado en los últimos capítulos. Se dice
que el Espíritu Santo regenera a cada creyente (Jn. 3:3-7; 36).
El Espíritu Santo mora en cada creyente (Jn. 7:37-39; Hch. 11:15-17; Ro. 5:5; 8:9-11; 1
Co. 6:19-20). Habitando en el creyente, el Espíritu Santo es nuestro sello hasta el día de
la redención (Ef. 4:30). Luego, cada hijo de Dios es bautizado dentro del cuerpo de
Cristo por el Espíritu (1 Co. 12:13). Todos estos ministerios se aplican igualmente a cada
creyente verdadero en esta edad presente. En adición a estas obras que están
relacionadas a la salvación del creyente, está la posibilidad del ser lleno del Espíritu y el
andar por el Espíritu, lo cual abre la puerta a todo el ministerio del Espíritu en cuanto al
creyente en esta edad presente. Estas grandes obras del Espíritu son la llave no
solamente de la salvación sino que también para una vida cristiana efectiva en la edad
presente.
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Cuando el propósito de Dios en esta edad sea completado por el arrebatamiento de la
iglesia, el Espíritu Santo habrá cumplido el propósito de su especial advenimiento al
mundo y partirá del mundo en el mismo sentido de que Él vino en el día de
Pentecostés. Puede verse un paralelo entre la venida de Cristo a la tierra para cumplir su
obra y su partida hacia el cielo. Como Cristo, sin embargo, el Espíritu Santo continuará
siendo omnipresente y seguirá una obra después del arrebatamiento similar a aquella
que fue verdadera antes del día de Pentecostés.
La época presente es, de acuerdo a esto, en muchos aspectos, la edad del Espíritu, una
edad en la cual el Espíritu de Dios está obrando en una manera especial para llamar a
una compañía de creyentes de los judíos y los gentiles a formar el cuerpo de Cristo. El
Espíritu Santo continuará trabajando después del arrebatamiento, como lo hará también
en la edad del reino, la cual tendrá sus propias características y probablemente incluirá
todos los ministerios del Espíritu Santo en la edad presente excepto aquel del bautismo
del Espíritu.
La venida del Espíritu debería ser vista como un acontecimiento importante, esencial
para la obra de Dios en la edad presente, así como la venida de Cristo es esencial para
la salvación y el propósito elemental de Dios para proveer salvación para todo el
mundo y especialmente para aquellos que creerían.
PREGUNTAS
1. ¿En qué sentido el Espíritu Santo estaba en el mundo antes de Pentecostés?
2. ¿Qué obras importantes del Espíritu Santo se encuentran en el Antiguo Testamento?
3. Distinguir el significado de que el Espíritu Santo estuvo «con» los santos del Antiguo
Testamento, en contraste a la edad presente, en la que el Espíritu Santo está «en» ellos.
4. ¿Cómo se relaciona el Espíritu Santo con la concepción y el nacimiento de Cristo?
5. ¿Qué ministerio tuvo el Espíritu Santo en el período de los Evangelios?
6. ¿Por qué tuvieron que esperar los discípulos hasta Pentecostés para la venida del
Espíritu Santo aun cuando el Señor había soplado sobre ellos? (Jn. 20:22).
7. ¿En qué sentido Pentecostés significaba un nuevo ministerio del Espíritu?
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8. ¿En qué sentido el Espíritu Santo vino en el día de Pentecostés, y cómo se relaciona
esto con su omnipresencia?
9. ¿Qué tres doctrinas son enseñadas por el Espíritu en lo que se refiere a convencer al
mundo?
10. En su venida en el día de Pentecostés, ¿qué obras importantes del Espíritu pueden
contemplarse?
11. ¿Dónde está el hogar del Padre y el Hijo durante la era presente?
12. ¿Dónde está el sitio de morada del Espíritu Santo durante esta edad presente?
13. ¿Qué cambio en el ministerio del Espíritu Santo tendrá lugar en el tiempo del
arrebatamiento?
14. ¿Continuará obrando el Espíritu Santo en la tierra después del arrebatamiento?
15. ¿Qué puede esperarse del ministerio del Espíritu en el milenio?
16. ¿Cuán importante es el ministerio del Espíritu para el propósito presente de Dios?
15. Dios el Espíritu Santo: Su Advenimiento con versículos incluidos
La venida del Espíritu al mundo en el día de Pentecostés debe verse en relación a su
obra en dispensaciones previas. En el Antiguo Testamento el Espíritu Santo estaba en el
mundo como el Dios omnipresente; sin embargo, se dice que El vino al mundo en el día
de Pentecostés. Durante la edad presente se dice que El permanece en el mundo, pero
que partirá fuera del mundo en el mismo sentido como vino en el día de Pentecostés
cuando ocurra el arrebatamiento de la iglesia. Con el propósito de entender esta verdad
del Espíritu Santo, deben ser considerados varios aspectos de la relación del Espíritu con
el mundo.
A. El espíritu santo en el antiguo testamento.
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A través del extenso período antes de la primera venida de Cristo, el Espíritu estaba
presente en el mundo en el mismo sentido en el cual está presente en cualquier parte, y
El obraba en y a través del pueblo de Dios de acuerdo a su divina voluntad.
Gn. 41:38 38
y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en
quien esté el espíritu de Dios?
Ex. 31:3 3 y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y
en todo arte,
Ex. 35:31 31
y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia
y en todo arte,
Nm. 27:18 18
Y Jehová dijo a Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual hay
espíritu, y pondrás tu mano sobre él;
Job 33:4 4 El espíritu de Dios me hizo,
Y el soplo del Omnipotente me dio vida.
Sal. 139:7 7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Hag. 2:4-5 4 Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué
hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová,
y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. 5
Según el pacto
que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de
vosotros, no temáis.
Zac. 4:6 6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a
Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho
Jehová de los ejércitos.
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En el Antiguo Testamento el Espíritu de Dios se ve teniendo una relación con respecto a
la creación del mundo. El tuvo parte en la revelación de la verdad divina a los santos
profetas. El inspiró las Escrituras que están escritas, y tiene un ministerio en general hacia
el mundo restringiendo el pecado, capacitando a los creyentes para el servicio y
ejecutando milagros. Todas estas actividades indican que el Espíritu era muy activo en el
Antiguo Testamento; sin embargo, no hay evidencia en el Antiguo Testamento de que
el Espíritu morara en cada creyente.
Como indica Juan 14:17, El estaba «con» ellos pero no «en» ellos. De la misma manera,
no hay mención de la obra de sellar del Espíritu o acerca del bautismo del Espíritu Santo
antes del día de Pentecostés. De acuerdo a ello, podía anticiparse que después de
Pentecostés habría una obra mucho mayor del Espíritu que en las edades precedentes.
Jn. 14:17 17
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni
le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
B. El Espíritu Santo durante la vida de cristo en la tierra
Es razonable suponer que la presencia encarnada y activa de la Segunda Persona de la
Trinidad en el mundo afectaría los ministerios del Espíritu, y encontramos que esto es
cierto.
1. En relación a Cristo, el Espíritu era el poder generador por medio del cual el Dios-
hombre fue formado en la matriz virginal. (Quedaría mejor así: ―Por medio del Espíritu
Santo, Cristo es engendrado en María y llamado Hijo de Dios‖. Dado que de la otra
manera pareciera que al Espíritu Santo se le despersonaliza en un mero ―poder‖) El
Espíritu también es visto descendiendo, en la forma de una paloma, sobre Cristo en el
momento de su bautismo. Y otra vez se revela que era solamente a través del Espíritu
eterno que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios.
He. 9:14 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció
a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo?
100
100
2. La relación del Espíritu para con los hombres durante el ministerio terrenal de Cristo
era progresiva. Cristo les dio primeramente a sus discípulos la seguridad de que ellos
podrían recibir el Espíritu pidiéndolo.
Lc. 11:13 13
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Aunque el Espíritu había venido previamente sobre los hombres de acuerdo a la
soberana voluntad de Dios, su presencia en el corazón humano nunca había estado
antes condicionada a la petición, y este nuevo privilegio nunca fue reclamado por
ninguno en aquel tiempo, con respecto a lo que las Escrituras muestran. Al término de
su ministerio y justamente antes de su muerte, Cristo dijo: «Y yo rogaré al Padre, y os
dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad»
(Jn. 14:16-17). De igual manera, después de su resurrección el Señor sopló sobre ellos y
dijo:
«Recibid el Espíritu Santo» (Jn. 20:22); pero, a pesar de este don temporal del Espíritu,
ellos deberían de permanecer en Jerusalén hasta que fueran investidos
permanentemente con poder de lo alto.
Lc. 24:49 49
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos
vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.
Hch. 1:4 4 Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que
esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.
C. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
Como fue prometido por el Padre y por el Hijo, el Espíritu, quien como el único
Omnipresente había estado siempre en el mundo, vino al mundo en el día de
Pentecostés.
Jn. 14:16-17, 26 16
Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre: 17
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir,
101
101
porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y
estará en vosotros. 26
Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en
mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Jn. 16:7 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.
La fuerza de esta repetición aparente de ideas se ve cuando queda comprendido que su
venida en el día de Pentecostés era para que Él pudiera hacer su morada en el mundo.
Dios el Padre, aunque Omnipresente (Ef. 4:6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre
todos, y por todos, y en todos.), es, en cuanto a su morada, «Padre nuestro que estás en
los cielos» (Mt. 6:9).
De la misma manera, Dios el Hijo, aunque omnipresente.
Mt. 18:20 20
Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos.
Col. 1:27 27
a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio
entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,
En cuanto a su morada ahora está sentado a la diestra de Dios.
He. 1:3 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la
Majestad en las alturas,
He. 10:12 12
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por
los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
Del mismo modo, el Espíritu, aunque Omnipresente, está ahora aquí en la tierra en lo
que respecta a su morada. El ocupar su morada en la tierra era el sentido en el cual el
Espíritu vino en el día de Pentecostés. Su lugar de habitación fue cambiado del cielo a la
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102
tierra. Fue por esta venida del Espíritu al mundo que se dijo a los discípulos que
esperaran. El nuevo ministerio de esta edad de gracia no podría comenzar aparte de la
venida del Espíritu.
En los capítulos que siguen será presentada la obra del Espíritu en la edad presente. El
Espíritu de Dios primeramente tiene un ministerio hacia el mundo, como se indica en
Juan.
Jn. 16:7-11 7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8
Y cuando él
venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9
De pecado, por cuanto
no creen en mí; 10
de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11
y de juicio,
por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Aquí El está revelado convenciendo al mundo de pecado, de justicia y de juicio. Esta
obra que prepara a un individuo para recibir a Cristo inteligentemente es una obra
especial del Espíritu, una obra de gracia, la cual ilumina a las mentes de los hombres
incrédulos, cegados por Satanás, respecto a tres grandes doctrinas.
1 Al incrédulo se le hace entender que el pecado de la incredulidad en Jesucristo como
su Salvador personal es el único pecado que permanece entre él y su salvación.
No es cuestión de su justicia, sus sentimientos o cualquier otro factor. El pecado de la
incredulidad es el pecado que impide su salvación.
Jn. 3:18 18
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
2. El incrédulo es informado en lo que concierne a la justicia de Dios.
Mientras que en la tierra Cristo fue la viva ilustración de la justicia de Dios, luego de su
partida el Espíritu es enviado para revelar la justicia de Dios hacia el mundo. Esto
incluye el hecho de que Dios es un Dios justo, quien demanda mucho más de lo que
103
103
cualquier hombre puede hacer por sí mismo, y esto elimina cualquier posibilidad de
obras humanas como base para la salvación. Más importante, el Espíritu de Dios revela
que hay una justicia obtenible por la fe en Cristo, y que cuando uno cree en Jesucristo
puede ser declarado justo, justificado por la fe y aceptado por su fe en Cristo, quien es
justo en ambas cosas, su persona y su obra en la cruz
Ro. 1:16-17 16
Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17
Porque
en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el
justo por la fe vivirá.
Ro. 3:22 22
l a justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen
en él. Porque no hay diferencia,
Ro. 4:5 5 más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es
contada por justicia.
3. Se revela el hecho de que el príncipe de este mundo, esto es, el mismo Satanás, ha
sido juzgado en la cruz y está sentenciado al castigo eterno.
Esto revela el hecho de que la obra en la cruz está terminada, que ese juicio ha tenido
lugar, que Satanás ha sido vencido y que la salvación es obtenible para aquellos quienes
ponen su confianza en Cristo. Mientras que no es necesario para un incrédulo
comprender completamente todos estos hechos para ser salvado, el Espíritu Santo debe
revelar lo suficiente de manera que, a medida que él cree, inteligentemente recibe a
Cristo en su persona y su obra.
Hay un sentido en el cual esto fue parcialmente cierto en las edades pasadas, ya que
incluso en el Antiguo Testamento era imposible para una persona creer y ser salvada sin
una obra del Espíritu. Sin embargo, en la edad presente, siguiendo a la muerte y la
resurrección de Cristo, estos hechos se vuelven ahora mucho más claros, y la obra del
Espíritu, al revelarlos a los incrédulos, es parte de la razón importante para su venida a
la esfera del mundo y hacer de ella su residencia.
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104
En su venida al mundo en el día de Pentecostés, la obra del Espíritu en la iglesia tomó
lugar en muchos aspectos nuevos. Esto será considerado en los últimos capítulos. Se dice
que el Espíritu Santo regenera a cada creyente.
Jn. 3:3-7; 36 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un
hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su
madre, y nacer? 5
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6
Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7
No te maravilles de que te dije: Os
es necesario nacer de nuevo. 36
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que
rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.
El Espíritu Santo mora en cada creyente.
Jn. 7:37-39 37
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38
El que cree en mí, como dice la
Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva. 39
Esto dijo del Espíritu que habían
de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque
Jesús no había sido aún glorificado.
Hch. 11:15-17 15
Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también,
como sobre nosotros al principio. 16
Entonces me acordé de lo dicho por el Señor,
cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el
Espíritu Santo. 17
Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que
hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?
Ro. 5:5 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Ro. 8:9-11 9 Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
105
105
10 Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado,
mas el espíritu vive a causa de la justicia.
1Co. 6:19-20 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20
Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,
los cuales son de Dios.
Habitando en el creyente, el Espíritu Santo es nuestro sello hasta el día de la redención.
Ef. 4:30 30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención.
Luego, cada hijo de Dios es bautizado dentro del cuerpo de Cristo por el Espíritu.
1Co. 12:13 13
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu.
Todos estos ministerios se aplican igualmente a cada creyente verdadero en esta edad
presente. En adición a estas obras que están relacionadas a la salvación del creyente,
está la posibilidad del ser lleno del Espíritu y el andar por el Espíritu, lo cual abre la
puerta a todo el ministerio del Espíritu en cuanto al creyente en esta edad presente.
Estas grandes obras del Espíritu son la llave no solamente de la salvación sino que
también para una vida cristiana efectiva en la edad presente.
Cuando el propósito de Dios en esta edad sea completado por el arrebatamiento de la
iglesia, el Espíritu Santo habrá cumplido el propósito de su especial advenimiento al
mundo y partirá del mundo en el mismo sentido de que Él vino en el día de
Pentecostés. Puede verse un paralelo entre la venida de Cristo a la tierra para cumplir su
obra y su partida hacia el cielo. Como Cristo, sin embargo, el Espíritu Santo continuará
siendo omnipresente y seguirá una obra después del arrebatamiento similar a aquella
que fue verdadera antes del día de Pentecostés.
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La época presente es, de acuerdo a esto, en muchos aspectos, la edad del Espíritu, una
edad en la cual el Espíritu de Dios está obrando en una manera especial para llamar a
una compañía de creyentes de los judíos y los gentiles a formar el cuerpo de Cristo. El
Espíritu Santo continuará trabajando después del arrebatamiento, como lo hará también
en la edad del reino, la cual tendrá sus propias características y probablemente incluirá
todos los ministerios del Espíritu Santo en la edad presente excepto aquel del bautismo
del Espíritu.
La venida del Espíritu debería ser vista como un acontecimiento importante, esencial
para la obra de Dios en la edad presente, así como la venida de Cristo es esencial para
la salvación y el propósito elemental de Dios para proveer salvación para todo el
mundo y especialmente para aquellos que creerían.
PREGUNTAS.
1. ¿En qué sentido el Espíritu Santo estaba en el mundo antes de Pentecostés?
2. ¿Qué obras importantes del Espíritu Santo se encuentran en el Antiguo Testamento?
3. Distinguir el significado de que el Espíritu Santo estuvo «con» los santos del Antiguo
Testamento, en contraste a la edad presente, en la que el Espíritu Santo está «en» ellos.
4. ¿Cómo se relaciona el Espíritu Santo con la concepción y el nacimiento de Cristo?
5. ¿Qué ministerio tuvo el Espíritu Santo en el período de los Evangelios?
6. ¿Por qué tuvieron que esperar los discípulos hasta Pentecostés para la venida del
Espíritu Santo aun cuando el Señor había soplado sobre ellos? Jn. 20:22 Y habiendo
dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
7. ¿En qué sentido Pentecostés significaba un nuevo ministerio del Espíritu?
8. ¿En qué sentido el Espíritu Santo vino en el día de Pentecostés, y cómo se relaciona
esto con su omnipresencia?
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107
9. ¿Qué tres doctrinas son enseñadas por el Espíritu en lo que se refiere a convencer al
mundo?
10. En su venida en el día de Pentecostés, ¿qué obras importantes del Espíritu pueden
contemplarse?
11. ¿Dónde está el hogar del Padre y el Hijo durante la era presente?
12. ¿Dónde está el sitio de morada del Espíritu Santo durante esta edad presente?
13. ¿Qué cambio en el ministerio del Espíritu Santo tendrá lugar en el tiempo del
arrebatamiento?
14. ¿Continuará obrando el Espíritu Santo en la tierra después del arrebatamiento?
15. ¿Qué puede esperarse del ministerio del Espíritu en el milenio?
16. ¿Cuán importante es el ministerio del Espíritu para el propósito presente de Dios?
Espíritu Santo: Su Regeneración por Lewis Sperry Chafer
Dado que la vida cristiana de fe comienza con el nuevo nacimiento, la regeneración es
una de las doctrinas fundamentales en relación a la salvación. Una definición exacta de
esta obra del Espíritu y un entendimiento de su relación con toda la vida cristiana son
importantes para un evangelismo efectivo tanto como para la madurez espiritual.
A. Definición de regeneración
En la Biblia la palabra «regeneración» se encuentra solamente dos veces. En Mateo
19:28 se usa en la renovación de la tierra en el reino milenial y no se aplica a la
salvación cristiana. En Tito 3:5, sin embargo, se hace la declaración:
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«No por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia,
por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo». Sobre la
base de este texto, la palabra «regeneración» ha sido elegida por los teólogos para
expresar el concepto de nueva vida, nuevo nacimiento, resurrección espiritual, la nueva
creación y, en general, una referencia de la nueva vida sobrenatural que los creyentes
reciben como hijos de Dios. En la historia de la iglesia, el término no ha tenido siempre
un uso exacto, pero entendido correctamente significa el origen de la vida eterna, el
cual se introduce en el creyente en Cristo en el momento de su fe, el cambio
instantáneo de un estado de muerte espiritual a la vida espiritual.
B. Regeneración por el Espíritu Santo
Por su naturaleza, la regeneración es una obra de Dios y los aspectos de su veracidad
se declaran en muchos pasajes (Jn. 1:13; 3:3-7; 5:21; Ro. 6:13; 2 Co. 5:17; Ef. 2:5, 10;
4:24; Tit. 3:5; Stg. 1:18; 1 P. 2:9). De acuerdo a Juan 1:13, «no son engendrados de
sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios». En muchos
pasajes se le compara a la resurrección espiritual (Jn. 5:21; Ro. 6:13; Ef. 2:5). También se
le compara a la creación, por cuanto es un acto creativo de Dios (2 Co. 5:17; Ef. 2:10;
4:24).
Las tres Personas de la Trinidad están involucradas en la regeneración del creyente. El
Padre está relacionado con la regeneración en Santiago 1:17-18. Al Señor Jesucristo se le
revela frecuentemente involucrado en la regeneración (Jn. 5:21; 2 Co. 5:18; 1 Jn. 5:12).
Parece, sin embargo, que, como en otras obras de Dios donde las tres personas están
involucradas, el Espíritu Santo es específicamente el Regenerador, como se declara en
Juan 3:3-7 y Tito 3:5. Puede observarse un paralelo en el nacimiento de Cristo, en el
cual Dios fue su Padre, la vida del Hijo estaba en Cristo y aun así fue concebido del
Espíritu Santo.
C. Vida eterna impartida por la regeneración
El concepto central de la regeneración es que un creyente el cual en un principio
estaba muerto espiritualmente ahora ha recibido vida eterna. Para describir esto se usan
tres figuras. Una es la idea de nacer de nuevo, o la figura de renacer. En la conversación
de Cristo con Nicodemo Él dijo: «Os es necesario nacer de nuevo.» Aparece en contraste
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con el nacimiento humano en Juan 1:13. En una segunda figura, la de la resurrección
espiritual, se declara a un creyente en Cristo como «vivo de entre los muertos» (Ro.
6:13). En Efesios 2:5 se declara que Dios, «aun estando nosotros muertos en pecados,
nos dio vida juntamente con Cristo», literalmente «nos hizo vivos junto con Cristo». En
la tercera figura, la de la nueva creación, el creyente es exhortado a «y vestíos del nuevo
hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:24). En 2
Corintios 5:17 el pensamiento se hace claro: «De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» Las tres
figuras hablan de la nueva vida, la cual se recibe por fe en Cristo.
Dada la naturaleza del acto del nuevo nacimiento, la resurrección espiritual y la
creación, está claro que la regeneración no es llevada a cabo por ninguna buena obra
del hombre. No es un acto de la voluntad humana en sí misma, y no es producida por
ninguna ordenanza de la iglesia tal como el bautismo por agua. Es enteramente un acto
sobrenatural de Dios en respuesta a la fe del hombre.
De igual manera, la regeneración debe distinguirse de la experiencia que le sigue. La
regeneración es instantánea y es inseparable de la salvación. Una persona salvada en
forma genuina tendrá una experiencia espiritual subsiguiente, pero la experiencia es la
evidencia de la regeneración, no la regeneración misma. En un sentido es posible decir
que experimentamos el nuevo nacimiento, pero lo que queremos significar con esto es
que experimentamos los resultados del nuevo nacimiento.
D. Los resultados de la regeneración
En muchos aspectos, la regeneración es el fundamento sobre el cual está edificada
nuestra total salvación. Sin nueva vida en Cristo no hay posibilidad de recibir los otros
aspectos de la salvación tales como la morada del Espíritu, la justificación, o todos los
otros resultados ulteriores. Sin embargo, hay algunas características que son
inmediatamente evidentes en el mismo hecho de la regeneración.
Cuando un creyente recibe a Cristo por la fe, es nacido de nuevo y en el acto del
nuevo nacimiento recibe una nueva naturaleza. Esto es a lo que la Biblia hace referencia
como al «nuevo hombre» (Ef. 4:24), del cual se nos exhorta a que «nos vistamos», en el
sentido de que deberíamos aprovecharnos de su contribución a nuestra nueva
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110
personalidad. A causa de la nueva naturaleza, un creyente en Cristo puede experimentar
a menudo un cambio drástico en su vida, en su actitud hacia Dios y en su capacidad de
tener victoria sobre el pecado. La nueva naturaleza está modelada en conformidad con
la naturaleza de Dios mismo y es algo diferente de la naturaleza humana de Adán antes
de pecar, la cual era completamente humana, aunque sin pecado. La nueva naturaleza
tiene cualidades divinas y anhela las cosas de Dios. Aunque en sí misma no tiene el
poder de cumplir sus deseos aparte del Espíritu Santo, da una nueva dirección a la vida
y una nueva aspiración para alcanzar la voluntad de Dios.
Mientras que la regeneración en sí misma no es una experiencia, la nueva vida recibida
en la regeneración da al creyente nueva capacidad para la experiencia. Antes fue ciego,
y ahora puede ver. Antes estaba muerto, ahora está vivo a las cosas espirituales. Antes
era extraño de Dios y fuera de la comunión; ahora tiene una base para la comunión con
Dios y puede recibir el ministerio del Espíritu Santo. En la proporción que el cristiano se
entrega a sí mismo a Dios y obtiene la provisión de Dios, su experiencia será
maravillosa, una demostración sobrenatural de lo que Dios puede hacer con una vida
que está rendida a Él.
Otro aspecto importante de tener la vida eterna es que es el terreno para la seguridad
eterna. Aunque algunos han enseñado que la vida eterna puede perderse y que una
persona que ha sido una vez salva puede perderse si se aparta de la fe, la misma
naturaleza de la vida eterna y del nuevo nacimiento impiden una vuelta atrás en esta
obra de Dios. Es primeramente una obra de Dios, no de hombre, que no depende de
ninguna dignidad humana. Si bien la fe es necesaria, no es considerada una buena obra
la cual merece la salvación, sino más bien abre el canal a través del cual Dios puede
obrar en la vida individual. Así como el nacimiento natural no puede ser invertido, de
la misma manera el nacimiento espiritual tampoco puede serlo; una vez efectuado,
asegura al creyente que Dios siempre será su Padre Celestial.
De igual manera, la resurrección no puede ser revocada, puesto que somos elevados a
una nueva orden de seres por un acto de Dios.
El nuevo nacimiento como un acto de la creación es otra evidencia que una vez que se
realiza continúa para siempre. El hombre no puede en sí mismo anular esta creación. La
111
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doctrina de la seguridad eterna, de acuerdo a esto, descansa sobre la pregunta de si la
salvación es una obra de Dios o del hombre, si es enteramente por gracia o basada en
los méritos humanos. Aunque el nuevo creyente en Cristo puede fallar en lo que él
debería ser como un hijo de Dios, así como se da en el caso del parentesco humano,
esto no altera el hecho de que él ha recibido una vida que es eterna. También es cierto
que la vida eterna que tenemos ahora se expresa sólo parcialmente en la experiencia
espiritual. Tendrá su gozo final en la presencia de Dios en los cielos.
PREGUNTAS
1. ¿Qué significa regeneración?
2. ¿Qué pasajes importantes sobre la regeneración se encuentran en el Nuevo
Testamento, y qué enseñan en general?
3. ¿Cómo están involucradas las tres personas de la Trinidad en la regeneración del
creyente?
4. Describir la regeneración como está revelada en la figura del renacimiento.
5. ¿Por qué se le llama al nuevo nacimiento la resurrección espiritual?
6. ¿Cómo el hecho de que un creyente en Cristo es una nueva criatura es un resultado
de la regeneración?
7. ¿Por qué es imposible para la voluntad humana en sí misma producir el nuevo
nacimiento?
8. ¿En qué sentido la regeneración no es una experiencia?
9. ¿Cómo se relaciona la experiencia con la regeneración?
10. ¿De qué manera es la nueva naturaleza un resultado de la regeneración?
11. ¿Qué nuevas experiencias vendrán a un creyente regenerado?
12. ¿Cómo se relaciona la regeneración con la seguridad eterna?
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16. Dios el Espíritu Santo: Su Regeneración con versículos incluidos
Dado que la vida cristiana de fe comienza con el nuevo nacimiento, la regeneración es
una de las doctrinas fundamentales en relación a la salvación. Una definición exacta de
esta obra del Espíritu y un entendimiento de su relación con toda la vida cristiana son
importantes para un evangelismo efectivo tanto como para la madurez espiritual.
A. Definición de regeneración.
En la Biblia la palabra «regeneración» se encuentra solamente dos veces. En Mateo 19:28
se usa en la renovación de la tierra en el reino milenial y no se aplica a la salvación
cristiana.
Mt. 19:28 28
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo
del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también
os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
En Tito 3:5, sin embargo, se hace la declaración: «No por obras de justicia que nosotros
hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por
la renovación en el Espíritu Santo».
Sobre la base de este texto, la palabra «regeneración» ha sido elegida por los teólogos
para expresar el concepto de nueva vida, nuevo nacimiento, resurrección espiritual, la
nueva creación y, en general, una referencia de la nueva vida sobrenatural que los
creyentes reciben como hijos de Dios. En la historia de la iglesia, el término no ha
tenido siempre un uso exacto, pero entendido correctamente significa el origen de la
vida eterna, el cual se introduce en el creyente en Cristo en el momento de su fe, el
cambio instantáneo de un estado de muerte espiritual a la vida espiritual.
B. Regeneración por el Espíritu Santo.
Por su naturaleza, la regeneración es una obra de Dios y los aspectos de su veracidad se
declaran en muchos pasajes.
113
113
Jn. 1:13 13
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios.
Jn. 3:3-7 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere
de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre
nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer? 5
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y
del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6
Lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7
No te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de nuevo.
Jn. 5:21 21
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo
a los que quiere da vida.
Ro. 6:13 13
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y
vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
2Co. 5:17 17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Ef. 2:5, 10 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos), 10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en
ellas.
Ef. 4:24 24
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad.
Tito. 3:5 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo,
114
114
Stg. 1:18 18
El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos
primicias de sus criaturas.
1P. 2:9 9 Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las
tinieblas a su luz admirable;
De acuerdo a Juan 1:13, «no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios». En muchos pasajes se le compara a la resurrección
espiritual.
Jn. 5:21 21
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo
a los que quiere da vida.
Ro. 6:13 13
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y
vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Ef. 2:5 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo
(por gracia sois salvos),
También se le compara a la creación, por cuanto es un acto creativo de Dios.
2Co. 5:17 17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Ef. 2:10 10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Ef. 4:24 24
y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad.
Las tres Personas de la Trinidad están involucradas en la regeneración del creyente. El
Padre está relacionado con la regeneración.
115
115
Stg. 1:17-18 17
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre
de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 18
El, de su voluntad,
nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.
Al Señor Jesucristo se le revela frecuentemente involucrado en la regeneración.
Jn. 5:21 21
Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo
a los que quiere da vida.
2Co. 5:18 18
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por
Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
1Jn. 5:12 12
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la
vida.
Parece, sin embargo, que, como en otras obras de Dios donde las tres personas están
involucradas, el Espíritu Santo es específicamente el Regenerador.
Jn. 3:3-7 3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere
de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 4
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre
nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer? 5
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y
del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6
Lo que es nacido de la carne, carne
es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7
No te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de nuevo.
Tito 3:5 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por
su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu
Santo,
Puede observarse un paralelo en el nacimiento de Cristo, en el cual Dios fue su Padre, la
vida del Hijo estaba en Cristo y aun así fue concebido del Espíritu Santo.
C. Vida eterna impartida por la regeneración
116
116
El concepto central de la regeneración es que un creyente el cual en un principio estaba
muerto espiritualmente ahora ha recibido vida eterna. Para describir esto se usan tres
figuras. Una es la idea de nacer de nuevo, o la figura de renacer. En la conversación de
Cristo con Nicodemo Él dijo: «Os es necesario nacer de nuevo.» Aparece en contraste
con el nacimiento humano en Juan 1:13.
Jn. 1:13 13
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios.
En una segunda figura, la de la resurrección espiritual, se declara a un creyente en Cristo
como «vivo de entre los muertos»
Ro. 6:13 13
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y
vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
En Efesios 2:5 se declara que Dios, «aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio
vida juntamente con Cristo», literalmente «nos hizo vivos junto con Cristo». En la tercera
figura, la de la nueva creación, el creyente es exhortado a «y vestíos del nuevo hombre,
creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:24). En 2 Corintios 5:17
el pensamiento se hace claro: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es;
las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» Las tres figuras hablan de la
nueva vida, la cual se recibe por fe en Cristo.
Dada la naturaleza del acto del nuevo nacimiento, la resurrección espiritual y la
creación, está claro que la regeneración no es llevada a cabo por ninguna buena obra
del hombre. No es un acto de la voluntad humana en sí misma, y no es producida por
ninguna ordenanza de la iglesia tal como el bautismo por agua. Es enteramente un acto
sobrenatural de Dios en respuesta a la fe del hombre.
De igual manera, la regeneración debe distinguirse de la experiencia que le sigue. La
regeneración es instantánea y es inseparable de la salvación. Una persona salvada en
forma genuina tendrá una experiencia espiritual subsiguiente, pero la experiencia es la
117
117
evidencia de la regeneración, no la regeneración misma. En un sentido es posible decir
que experimentamos el nuevo nacimiento, pero lo que queremos significar con esto es
que experimentamos los resultados del nuevo nacimiento.
D. Los resultados de la regeneración.
En muchos aspectos, la regeneración es el fundamento sobre el cual está edificada
nuestra total salvación. Sin nueva vida en Cristo no hay posibilidad de recibir los otros
aspectos de la salvación tales como la morada del Espíritu, la justificación, o todos los
otros resultados ulteriores. Sin embargo, hay algunas características que son
inmediatamente evidentes en el mismo hecho de la regeneración.
Cuando un creyente recibe a Cristo por la fe, es nacido de nuevo y en el acto del nuevo
nacimiento recibe una nueva naturaleza. Esto es a lo que la Biblia hace referencia como
al «nuevo hombre» (Ef. 4:24), del cual se nos exhorta a que «nos vistamos», en el
sentido de que deberíamos aprovecharnos de su contribución a nuestra nueva
personalidad. A causa de la nueva naturaleza, un creyente en Cristo puede experimentar
a menudo un cambio drástico en su vida, en su actitud hacia Dios y en su capacidad de
tener victoria sobre el pecado. La nueva naturaleza está modelada en conformidad con
la naturaleza de Dios mismo y es algo diferente de la naturaleza humana de Adán antes
de pecar, la cual era completamente humana, aunque sin pecado. La nueva naturaleza
tiene cualidades divinas y anhela las cosas de Dios. Aunque en sí misma no tiene el
poder de cumplir sus deseos aparte del Espíritu Santo, da una nueva dirección a la vida
y una nueva aspiración para alcanzar la voluntad de Dios. Mientras que la regeneración
en sí misma no es una experiencia, la nueva vida recibida en la regeneración da al
creyente nueva capacidad para la experiencia. Antes fue ciego, y ahora puede ver. Antes
estaba muerto, ahora está vivo a las cosas espirituales. Antes era extraño de Dios y fuera
de la comunión; ahora tiene una base para la comunión con Dios y puede recibir el
ministerio del Espíritu Santo. En la proporción que el cristiano se entrega a sí mismo a
Dios y obtiene la provisión de Dios, su experiencia será maravillosa, una demostración
sobrenatural de lo que Dios puede hacer con una vida que está rendida a Él. Otro
aspecto importante de tener la vida eterna es que es el terreno para la seguridad eterna.
Aunque algunos han enseñado que la vida eterna puede perderse y que una persona
118
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que ha sido una vez salva puede perderse si se aparta de la fe, la misma naturaleza de la
vida eterna y del nuevo nacimiento impiden una vuelta atrás en esta obra de Dios. Es
primeramente una obra de Dios, no de hombre, que no depende de ninguna dignidad
humana. Si bien la fe es necesaria, no es considerada una buena obra la cual merece la
salvación, sino más bien abre el canal a través del cual Dios puede obrar en la vida
individual. Así como el nacimiento natural no puede ser invertido, de la misma manera
el nacimiento espiritual tampoco puede serlo; una vez efectuado, asegura al creyente
que Dios siempre será su Padre Celestial. De igual manera, la resurrección no puede ser
revocada, puesto que somos elevados a una nueva orden de seres por un acto de Dios.
El nuevo nacimiento como un acto de la creación es otra evidencia que una vez que se
realiza continúa para siempre. El hombre no puede en sí mismo anular esta creación. La
doctrina de la seguridad eterna, de acuerdo a esto, descansa sobre la pregunta de si la
salvación es una obra de Dios o del hombre, si es enteramente por gracia o basada en
los méritos humanos. Aunque el nuevo creyente en Cristo puede fallar en lo que él
debería ser como un hijo de Dios, así como se da en el caso del parentesco humano,
esto no altera el hecho de que él ha recibido una vida que es eterna. También es cierto
que la vida eterna que tenemos ahora se expresa sólo parcialmente en la experiencia
espiritual. Tendrá su gozo final en la presencia de Dios en los cielos.
PREGUNTAS.
1. ¿Qué significa regeneración?
2. ¿Qué pasajes importantes sobre la regeneración se encuentran en el Nuevo
Testamento, y qué enseñan en general?
3. ¿Cómo están involucradas las tres personas de la Trinidad en la regeneración del
creyente?
4. Describir la regeneración como está revelada en la figura del renacimiento.
5. ¿Por qué se le llama al nuevo nacimiento la resurrección espiritual?
119
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6. ¿Cómo el hecho de que un creyente en Cristo es una nueva criatura es un resultado
de la regeneración?
7. ¿Por qué es imposible para la voluntad humana en sí misma producir el nuevo
nacimiento?
8. ¿En qué sentido la regeneración no es una experiencia?
9. ¿Cómo se relaciona la experiencia con la regeneración?
10. ¿De qué manera es la nueva naturaleza un resultado de la regeneración?
11. ¿Qué nuevas experiencias vendrán a un creyente regenerado?
12. ¿Cómo se relaciona la regeneración con la seguridad eterna
Espíritu Santo: Su Morada y Sellamiento por Lewis Sperry Chafer
A. Una nueva característica de la edad presente
Aunque el Espíritu de Dios estaba con los hombres en el Antiguo Testamento y era la
fuente de sus nuevas vidas y los significados de la victoria espiritual, no hay evidencia de
que todos los creyentes en el Antiguo Testamento tenían al Espíritu morando en ellos.
Esto se explica por el silencio en el Antiguo Testamento sobre esta doctrina y por la
enseñanza expresa de Jesucristo, cuando contrasta la situación del Antiguo Testamento
con la edad presente en las palabras «porque mora con vosotros, y estará en vosotros»
(Jn. 14:17). El creyente como morada del Espíritu es una característica de la edad
presente que se repetirá en el reino milenial, pero que no se encuentra en otro período.
B. La morada universal del Espíritu Santo en los creyentes
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Aunque los cristianos pueden variar grandemente en poder espiritual y en la
manifestación de frutos del Espíritu, la Escritura enseña plenamente que cada cristiano
tiene al Espíritu de Dios morando en él desde el día de Pentecostés. Algunas demoras
temporales de esta experiencia que se ven en algunas ocasiones en Hechos (8:14-17;
19:1-6) fueron circunstancias excepcionales, no normales, y debidas al carácter
transitorio del libro de los Hechos. El hecho de su morada está mencionado en tantos
pasajes en la Biblia que no debería ser cuestionado por nadie que reconozca la
autoridad de la Escritura (Jn. 7:37-39; Hch. 11:17; Ro. 5:5; 8:9, 11; 1 Co. 2:12; 6:19-20;
12:13; (El último pasaje, 1ª Cor. 12.13 no habla sobre la morada del Espíritu en nuestra
vida, sino la morada de nuestra vida en la Iglesia) 2 Co. 5:5; Gá. 3:2; 4:6; 1 Jn. 3:24;
4:13). Estos pasajes dejan en claro que antes del día de Pentecostés la dispensación del
Antiguo Testamento, en la cual solamente algunos tenían ese privilegio, estaba en
vigencia. Pero, después de Pentecostés la obra normal del Espíritu ha sido el morar en
cada cristiano.
Romanos 8:9 sostiene la morada universal del Espíritu declarando que, en la era
presente, «si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El». De igual manera, en
Judas 19 a los no creyentes se les describe como «no teniendo el Espíritu». Aun los
cristianos que están viviendo fuera de la voluntad de Dios y están sujetos al castigo de
Dios, sin embargo tienen cuerpos, los cuales son los templos del Espíritu Santo. Pablo
usa este argumento en 1 Corintios 6:19 para exhortar a los corintios carnales a que
eviten los pecados contra Dios, porque sus cuerpos son hechos santos por la presencia
del Espíritu Santo.
Se declara repetidamente que el Espíritu Santo es un don de Dios, y un don, por su
naturaleza, es algo sin mérito de parte del que lo recibe (Jn. 7:37-39 Hch. 11:17; Ro.
5:5; 1 Co. 2:12; 2 Co. 5:5). De igual manera, el alto nivel de vida que se requiere de los
cristianos que quieren caminar con el Señor presupone la presencia interna del Espíritu
Santo para proveer la capacitación divina necesaria. Así como los reyes y sacerdotes
eran ungidos y puestos aparte para sus tareas sagradas, de igual forma el cristiano es
ungido por el Espíritu Santo en el momento de la salvación, y por la presencia interna
del Espíritu Santo es puesto aparte para su nueva vida en Cristo (2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20,
121
121
27). El ungimiento es universal, ocurre en el momento de la salvación, y doctrinalmente
es lo mismo que el morar del Espíritu.
La enseñanza de que uno es ungido en forma subsiguiente a la salvación y que es una
segunda obra de gracia, o que sólo es posible cuando se está lleno del Espíritu Santo, no
es la enseñanza de la Escritura.
C. Problemas en la doctrina del morar del Espíritu
El hecho de que cada creyente es morada del Espíritu ha sido a veces desafiado sobre la
base de pasajes problemáticos. De acuerdo a tres pasajes en el Antiguo Testamento y los
evangelios (1 5. 16:14; Sal. 51:11; Lc. 11:13), algunos han creído que uno que posea el
Espíritu puede perderlo. La oración de David (Sal. 51:11) para que no le fuera quitado el
Espíritu de Dios, como fue la experiencia de Saúl (1 5. 16:14), está basada en la vigencia
del Antiguo Testamento. Entonces no era normal que todos le tuvieran consigo
morando, y, de acuerdo a ello, lo que les había sido dado en forma soberana, de la
misma manera podría serle quitado.
Tres pasajes en los Hechos parecen también implicar un problema en la morada
universal del Espíritu. En Hechos 5:32 se describe al Espíritu Santo como Uno «el cual ha
dado Dios a los que le obedecen». Sin embargo, la obediencia, aquí, es la obediencia al
Evangelio, puesto que la Escritura indica claramente que algunos quienes son
parcialmente desobedientes aún poseen el Espíritu. La demora en administrar el Espíritu
a aquellos quienes oyeron el evangelio a través de Felipe en Samaria fue ocasionada por
la necesidad de conectar esta nueva obra del Espíritu con la de los apóstoles en
Jerusalén. De acuerdo a esto, el dar el Espíritu fue demorado hasta que les impusieron
las manos (Hch. 8:17), pero ésta no era la situación normal, como se ilustra en la
conversión de Cornelio, quien recibió el Espíritu sin la imposición de manos. La
situación en Hechos 19:1-6 parece referirse a aquellos quienes habían creído en Juan el
Bautista, pero que nunca habían creído en Cristo. Ellos recibieron el Espíritu cuando
Pablo impuso sus manos sobre ellos, pero otra vez ésta es más bien una situación
anormal que normal y no se ha vuelto a repetir. El ungimiento en 1 Juan 2:20 (referido
como «unción») y en 1 Juan 2:27, si se interpreta correctamente, se relaciona al acto
122
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inicial de morar, más que a una obra subsiguiente del Espíritu. En cada ocasión de
ungimiento en el Nuevo Testamento, ya sea que se refiera al período antes o después
de Pentecostés, el ungimiento del Espíritu es un acto inicial (Lc. 4:18; Hch. 4:27; 10:38;
2 Co. 1:21; 1 Jn. 2:20, 27). Así las dificultades en esta doctrina desaparecen con un
estudio cuidadoso de los pasajes en los cuales se plantean los problemas.
D. El morar del Espíritu en contraste con otros ministerios
Dado que algunas obras del Espíritu acontecen simultáneamente en el creyente en el
momento de su nuevo nacimiento, debe hacerse una cuidadosa distinción entre estas
obras del Espíritu. Por consiguiente, el morar del Espíritu no es lo mismo que la
regeneración del Espíritu, aunque acontecen al mismo tiempo. De igual manera, la
regeneración y el morar del Espíritu Santo no son lo mismo que el bautismo del Espíritu,
el cual será tratado próximamente. El morar del Espíritu no es lo mismo que la plenitud
del Espíritu, puesto que todos los cristianos son morada del Espíritu pero no todos están
llenos del Espíritu. Además, el morar del Espíritu sucede una vez y para siempre,
mientras que la plenitud del Espíritu puede ocurrir muchas veces en la experiencia
cristiana. El morar del Espíritu es, sin embargo, lo mismo que la unción del Espíritu y el
sellamiento del Espíritu.
El hecho del morar del Espíritu o de su unción es un rasgo característico de esta era (Jn.
14:17; Ro. 7:6; 8:9; 1 Co. 6: 19-20; 2 Co. 1:21; 3:6; 1 Jn. 2:20, 27). Por medio del
morar del Espíritu el individuo es santificado o apartado para Dios. En el Antiguo
Testamento el aceite de la unción tipifica a la unción presente por medio del Espíritu,
siendo el aceite uno de los siete símbolos del Espíritu.
1. Cualquier cosa tocada con el aceite de la unción era, por lo tanto, santificada (Ex.
40:9-15). De igual manera, el Espíritu ahora santifica (Ro. 15:16; 1 Co. 6:11; 2 Ts. 2:13; 1
P. 1:2).
2. El profeta era santificado con aceite (1 R. 9:16), de igual forma Cristo era un profeta
por el Espíritu (Is. 61:1; Lc. 4:18), y el creyente es un testigo por el Espíritu (Hch. 1:8).
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3. El sacerdote era santificado con aceite (Ex. 40:15), igualmente lo fue Cristo en su
sacrificio por medio del Espíritu (He. 9:14), y el creyente por medio del Espíritu (Ro.
8:26:12:1; Ef. 5:18-20).
4. El rey era santificado con aceite (1 S.16:12-13), de la misma manera lo fue Cristo por
medio del Espíritu (Sal. 45:7), y el creyente está llamado a reinar por medio del Espíritu.
5. El aceite de la unción era para sanidades (Lc. 10:34), sugiriendo la sanidad del alma
en la salvación por el Espíritu.
6. El aceite hace que la cara brille, lo cual era el aceite del gozo (Sal. 45:7), y se requería
el aceite fresco (Sal. 92:10). El fruto del Espíritu es gozo (Gá. 5:22).
7. En el mobiliario para el tabernáculo se especifica el aceite para las lámparas (Ex.
25:6). El aceite sugiere el Espíritu, el pabilo al creyente como un canal, y la luz el brillo
visible de Cristo. El pabilo debe descansar en el aceite; así el creyente debe caminar en
el Espíritu (Gá. 5:16). El pabilo debe estar libre de obstrucción: así el creyente no debe
resistir el Espíritu (1 Ts. 5:19). El pabilo debe estar arreglado; así el creyente debe ser
limpiado por la confesión del pecado (1 Jn. 1:9).
El aceite de la santa unción (Ex. 30:22-25) estaba compuesto por cuatro especias
añadidas al aceite como base. Estas especias representan virtudes peculiares que se
encuentran en Cristo. Así, este compuesto simboliza al Espíritu tomando la misma vida y
carácter de Cristo y aplicándola al creyente. Este aceite en ninguna manera podía ser
aplicado a la carne humana (Jn. 3:6; Gá. 5:17). No podía ser imitado, lo cual indica que
Dios no puede aceptar nada sino la manifestación de la vida, la cual es Cristo (Fil. 1:21).
Cada artículo del mobiliario en el tabernáculo debía de ser ungido y, por consiguiente,
apartado para Dios, lo que sugiere que la dedicación del creyente debe ser completa
(Ro. 12:1-2).
E. El sellamiento del Espíritu
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El morar del Espíritu Santo se representa como el sello de Dios en tres pasajes en el
Nuevo Testamento (2 Co. 1:22; Ef. 1:13; 4:30). En cada consideración importante el
sellamiento del Espíritu es enteramente una obra de Dios. A los cristianos nunca se les
exhorta a buscar el sellamiento del Espíritu, puesto que cada cristiano ya ha sido sellado.
El sellamiento del Espíritu Santo, por lo tanto, es tan universal como la morada del
Espíritu Santo y ocurre en el momento de la salvación.
Efesios 1:13 dice: «Habiendo creído en El, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa.» En otras palabras, el creer y el recibir ocurren al mismo tiempo. No es, por lo
tanto, ni un trabajo subsiguiente de la gracia ni una recompensa por la espiritualidad.
Los cristianos efesios fueron exhortados: «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con
el cual estáis sellados para el día de la redención» (Ef. 4:30). Aun cuando ellos pecaran y
contristaran al Espíritu, sin embargo estaban sellados para el día de la redención, esto es,
hasta el día de la resurrección o transformación, cuando recibieran nuevos cuerpos y ya
no pecaran más.
Como el morar del Espíritu, el sellamiento del Espíritu no es una experiencia, sino un
hecho para ser aceptado por la fe. El sellamiento del Espíritu es una parte
tremendamente significativa de la salvación del cristiano e indica su seguridad, y que es
propiedad de Dios. En adición a lo anterior, es el símbolo de una transacción
terminada. El cristiano está sellado hasta el día de la redención de su cuerpo y su
presentación en gloria. Tomado como un todo, la doctrina de la presencia moradora
del Espíritu Santo como nuestro sello trae gran seguridad y confortamiento al corazón
de cada creyente que entienda esta gran verdad.
PREGUNTAS
1. ¿Qué evidencias sostienen la conclusión de que el morar del Espíritu en cada
creyente es una característica distintiva de la edad presente?
2. ¿Qué pasajes importantes en el Nuevo Testamento enseñan en forma incuestionable
la morada universal del Espíritu Santo en los creyentes?
125
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3. ¿Por qué la morada del Espíritu Santo es necesaria para el alto nivel de vida
espiritual del creyente?
4. ¿Cómo puede definirse la unción del Espíritu?
5. ¿Qué problemas en la doctrina del morar del Espíritu se levantan por medio de tales
pasajes como 1 Samuel 16:14; Salmo 51:11; Lucas 11:13?
6. ¿Cuál es la explicación de Hechos 5:32 en relación a la morada universal del
Espíritu?
7. ¿Por qué el dar del Espíritu Santo fue demorado de acuerdo a Hechos 8:17?
8. ¿Cómo puede ser explicado el problema de Hechos 19:1-6 en relación a la morada
universal del Espíritu?
9. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con la regeneración?
10. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con el bautismo del Espíritu?
11. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu con la plenitud del Espíritu Santo?
12. ¿Cómo el aceite de la unción usado en el Antiguo Testamento tipifica la obra del
Espíritu Santo?
13. ¿Cuál es el significado de las cuatro especias añadidas al aceite santo de la unción
en el Antiguo Testamento?
14. ¿Cuál es la relación entre el morar y el sellar del Espíritu?
15. Explicar el verdadero significado de Efesios 1:13.
16. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la experiencia espiritual?
17. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la seguridad eterna?
17. Dios el Espíritu Santo: Su Morada y Sellamiento con versículos incluidos
126
126
A. Una nueva característica de la edad presente.
Aunque el Espíritu de Dios estaba con los hombres en el Antiguo Testamento y era la
fuente de sus nuevas vidas y los significados de la victoria espiritual, no hay evidencia de
que todos los creyentes en el Antiguo Testamento tenían al Espíritu morando en ellos.
Esto se explica por el silencio en el Antiguo Testamento sobre esta doctrina y por la
enseñanza expresa de Jesucristo, cuando contrasta la situación del Antiguo Testamento
con la edad presente en las palabras «porque mora con vosotros, y estará en vosotros»
(Jn. 14:17). El creyente como morada del Espíritu es una característica de la edad
presente que se repetirá en el reino milenial, pero que no se encuentra en otro período.
B. La morada universal del Espíritu Santo en los creyentes.
Aunque los cristianos pueden variar grandemente en poder espiritual y en la
manifestación de frutos del Espíritu, la Escritura enseña plenamente que cada cristiano
tiene al Espíritu de Dios morando en él desde el día de Pentecostés. Algunas demoras
temporales de esta experiencia que se ven en algunas ocasiones en Hechos fueron
circunstancias excepcionales, no normales, y debidas al carácter transitorio del libro de
los Hechos.
Hch. 8:14-17 14
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria
había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; 15
los cuales, habiendo
venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; 16
porque aún no había
descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el
nombre de Jesús. 17
Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
Hch. 19:1-6 1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después
de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, 2
les
dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos
oído si hay Espíritu Santo. 3
Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos
dijeron: En el bautismo de Juan. 4
Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de
arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él,
127
127
esto es, en Jesús el Cristo. 5
Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del
Señor Jesús. 6
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo;
y hablaban en lenguas, y profetizaban.
El hecho de su morada está mencionado en tantos pasajes en la Biblia que no debería
ser cuestionado por nadie que reconozca la autoridad de la Escritura.
Jn. 7:37-39 37
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38
El que cree en mí, como dice la
Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva. 39
Esto dijo del Espíritu que habían
de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque
Jesús no había sido aún glorificado.
Hch. 11:17 17
Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que
hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?
Ro. 5:5 5 y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Ro. 8:9, 11 9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que
levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por
su Espíritu que mora en vosotros.
1Co. 2:12 12
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
1Co. 6:19-20 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20
Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,
los cuales son de Dios.
128
128
1Co. 12:13 13
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu.
(El último pasaje, 1Co. 12.13 no habla sobre la morada del Espíritu en nuestra vida, sino
la morada de nuestra vida en la Iglesia. )
2Co. 5:5 5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del
Espíritu.
Ga. 3:2 2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la
ley, o por el oír con fe?
Ga. 4:6 6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
el cual clama: ¡Abba, Padre!
1Jn. 3:24 24
Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en
esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
1Jn. 4:13 13
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha
dado de su Espíritu.
Estos pasajes dejan en claro que antes del día de Pentecostés la dispensación del Antiguo
Testamento, en la cual solamente algunos tenían ese privilegio, estaba en vigencia. Pero,
después de Pentecostés la obra normal del Espíritu ha sido el morar en cada cristiano.
Romanos 8:9 sostiene la morada universal del Espíritu declarando que, en la era
presente, «si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El». De igual manera, en
Judas 19 a los no creyentes se les describe como «no teniendo el Espíritu».
Jud. 19 19
Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.
Aun los cristianos que están viviendo fuera de la voluntad de Dios y están sujetos al
castigo de Dios, sin embargo tienen cuerpos, los cuales son los templos del Espíritu
129
129
Santo. Pablo usa este argumento en 1 Corintios para exhortar a los corintios carnales a
que eviten los pecados contra Dios, porque sus cuerpos son hechos santos por la
presencia del Espíritu Santo.
1Co. 6:19 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Se declara repetidamente que el Espíritu Santo es un don de Dios, y un don, por su
naturaleza, es algo sin mérito de parte del que lo recibe.
Jn. 7:37-39 37
En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38
El que cree en mí, como dice la
Escritura , de su interior correrán ríos de agua viva. 39
Esto dijo del Espíritu que habían
de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque
Jesús no había sido aún glorificado.
Hch. 11:17 17
Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que
hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?
Ro. 5:5 5
y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
1Co. 2:12 12
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,
2Co. 5:5 5 Más el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del
Espíritu.
De igual manera, el alto nivel de vida que se requiere de los cristianos que quieren
caminar con el Señor presupone la presencia interna del Espíritu Santo para proveer la
capacitación divina necesaria. Así como los reyes y sacerdotes eran ungidos y puestos
aparte para sus tareas sagradas, de igual forma el cristiano es ungido por el Espíritu
130
130
Santo en el momento de la salvación, y por la presencia interna del Espíritu Santo es
puesto aparte para su nueva vida en Cristo.
2Co. 1:21 21
Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,
1Jn. 2:20, 27 20
Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 27
Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis
necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,
y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
El ungimiento es universal, ocurre en el momento de la salvación, y doctrinalmente es
lo mismo que el morar del Espíritu.
La enseñanza de que uno es ungido en forma subsiguiente a la salvación y que es una
segunda obra de gracia, o que sólo es posible cuando se está lleno del Espíritu Santo, no
es la enseñanza de la Escritura.
C. Problemas en la doctrina del morar del Espíritu.
El hecho de que cada creyente es morada del Espíritu ha sido a veces desafiado sobre la
base de pasajes problemáticos. De acuerdo a tres pasajes en el Antiguo Testamento y los
evangelios, algunos han creído que uno que posea el Espíritu puede perderlo.
1S. 16:14 14
El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de
parte de Jehová.
Sal. 51:11 11 No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Lc. 11:13 13
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
131
131
La oración de David (Sal. 51:11) para que no le fuera quitado el Espíritu de Dios, como
fue la experiencia de Saúl (1S. 16:14), está basada en la vigencia del Antiguo Testamento.
Entonces no era normal que todos le tuvieran consigo morando, y, de acuerdo a ello,
lo que les había sido dado en forma soberana, de la misma manera podría serle
quitado.
Tres pasajes en los Hechos parecen también implicar un problema en la morada
universal del Espíritu. En Hechos 5:32 se describe al Espíritu Santo como Uno «el cual ha
dado Dios a los que le obedecen».
Hch. 5:32 32
Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo,
el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
Sin embargo, la obediencia, aquí, es la obediencia al Evangelio, puesto que la Escritura
indica claramente que algunos quienes son parcialmente desobedientes aún poseen el
Espíritu. La demora en administrar el Espíritu a aquellos quienes oyeron el evangelio a
través de Felipe en Samaria fue ocasionada por la necesidad de conectar esta nueva
obra del Espíritu con la de los apóstoles en Jerusalén. De acuerdo a esto, el dar el
Espíritu fue demorado hasta que les impusieron las manos pero ésta no era la situación
normal, como se ilustra en la conversión de Cornelio, quien recibió el Espíritu sin la
imposición de manos.
Hch. 8:17 17
Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo.
La situación en Hechos 19:1-6 parece referirse a aquellos quienes habían creído en Juan
el Bautista, pero que nunca habían creído en Cristo.
Hch. 19:1-6 1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después
de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, 2
les
dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos
oído si hay Espíritu Santo. 3
Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos
dijeron: En el bautismo de Juan. 4
Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de
arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él,
132
132
esto es, en Jesús el Cristo. 5
Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del
Señor Jesús. 6
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo;
y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7
Eran por todos unos doce hombres.
Ellos recibieron el Espíritu cuando Pablo impuso sus manos sobre ellos, pero otra vez
ésta es más bien una situación anormal que normal y no se ha vuelto a repetir. El
ungimiento en 1Jn. 2:20 (referido como «unción») y en 1Jn. 2:27, si se interpreta
correctamente, se relaciona al acto inicial de morar, más que a una obra subsiguiente
del Espíritu.
1Jn. 2:20 20
Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.
1Jn. 2:27 27
Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no
tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las
cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
En cada ocasión de ungimiento en el Nuevo Testamento, ya sea que se refiera al
período antes o después de Pentecostés, el ungimiento del Espíritu es un acto inicial.
Lc. 4:18-19 18
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
19 A predicar el año agradable del Señor.
133
133
Hch. 4:27 27
Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo
Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
Hch. 10:38 38
cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y
cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él.
2Co. 1:21 21
Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,
1Jn. 2:20, 27 20
Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 27
Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis
necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,
y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
Así las dificultades en esta doctrina desaparecen con un estudio cuidadoso de los pasajes
en los cuales se plantean los problemas.
D. El morar del Espíritu en contraste con otros ministerios.
Dado que algunas obras del Espíritu acontecen simultáneamente en el creyente en el
momento de su nuevo nacimiento, debe hacerse una cuidadosa distinción entre estas
obras del Espíritu. Por consiguiente, el morar del Espíritu no es lo mismo que la
regeneración del Espíritu, aunque acontecen al mismo tiempo. De igual manera, la
regeneración y el morar del Espíritu Santo no son lo mismo que el bautismo del Espíritu,
el cual será tratado próximamente. El morar del Espíritu no es lo mismo que la plenitud
del Espíritu, puesto que todos los cristianos son morada del Espíritu pero no todos están
llenos del Espíritu. Además, el morar del Espíritu sucede una vez y para siempre,
mientras que la plenitud del Espíritu puede ocurrir muchas veces en la experiencia
cristiana. El morar del Espíritu es, sin embargo, lo mismo que la unción del Espíritu y el
sellamiento del Espíritu.
El hecho del morar del Espíritu o de su unción es un rasgo característico de esta era.
134
134
Jn. 14:17 17
el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni
le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Ro. 7:6 6 Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que
estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo
el régimen viejo de la letra.
Ro. 8:9 9 Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu
de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.
1Co. 6: 19-20 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está
en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20
Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu,
los cuales son de Dios.
2Co. 1:21 21
Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios,
2Co. 3:6 6 el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la
letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
1Jn. 2:20, 27 20
Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. 27
Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis
necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,
y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
Por medio del morar del Espíritu el individuo es santificado o apartado para Dios. En el
Antiguo Testamento el aceite de la unción tipifica a la unción presente por medio del
Espíritu, siendo el aceite uno de los siete símbolos del Espíritu.
1. Cualquier cosa tocada con el aceite de la unción era, por lo tanto, santificada.
Ex. 40:9-15 9 Y tomarás el aceite de la unción y ungirás el tabernáculo, y todo lo que
está en él; y lo santificarás con todos sus utensilios, y será santo. 10
Ungirás también el
altar del holocausto y todos sus utensilios; y santificarás el altar, y será un altar
135
135
santísimo. 11
Asimismo ungirás la fuente y su base, y la santificarás. 12
Y llevarás a Aarón y
a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua. 13
Y harás vestir
a Aarón las vestiduras sagradas, y lo ungirás, y lo consagrarás, para que sea mi
sacerdote. 14
Después harás que se acerquen sus hijos, y les vestirás las túnicas; 15
y los
ungirás, como ungiste a su padre, y serán mis sacerdotes, y su unción les servirá por
sacerdocio perpetuo, por sus generaciones.
De igual manera, el Espíritu ahora santifica.
Ro. 15:16 16
para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de
Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.
1Co. 6:11 11
Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados,
ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro
Dios.
2Ts. 2:13 13
Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,
hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para
salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
1P. 1:2 2
elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para
obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.
2. El profeta era santificado con aceite, de igual forma Cristo era un profeta por el
Espíritu, y el creyente es un testigo por el Espíritu.
1R. 9:16 16
Faraón el rey de Egipto había subido y tomado a Gezer, y la quemó, y dio
muerte a los cananeos que habitaban la ciudad, y la dio en dote a su hija la mujer de
Salomón.
Is. 61:1 1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha
enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de
corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
136
136
Lc. 4:18 18 El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
Hch. 1:8 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
3. El sacerdote era santificado con aceite.
Ex. 40:15 15
y los ungirás, como ungiste a su padre, y serán mis sacerdotes, y su unción
les servirá por sacerdocio perpetuo, por sus generaciones.
Igualmente lo fue Cristo en su sacrificio por medio del Espíritu.
He. 9:14 14¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció
a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que
sirváis al Dios vivo?
Y el creyente por medio del Espíritu.
Ro. 8:26 26
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué
hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles.
137
137
Ro. 12:1 1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional.
Ef. 5:18-20 18
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed
llenos del Espíritu, 19
hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos
espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20
dando siempre
gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
4. El rey era santificado con aceite.
1S. 16:12-13 12
Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de
buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es. 13
Y Samuel
tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en
adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a
Ramá.
De la misma manera lo fue Cristo por medio del Espíritu, y el creyente está llamado a
reinar por medio del Espíritu.
Sal. 45:7 7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;
Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
5. El aceite de la unción era para sanidades, sugiriendo la sanidad del alma en la
salvación por el Espíritu.
Lc. 10:34 34
y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en
su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
6. El aceite hace que la cara brille, lo cual era el aceite del gozo.
138
138
Sal. 45:7 7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad;
Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Y se requería el aceite fresco.
Sal. 92:10 10
Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;
Seré ungido con aceite fresco.
El fruto del Espíritu es gozo.
Ga. 5:22-23 22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, 23
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
7. En el mobiliario para el tabernáculo se especifica el aceite para las lámparas.
Ex. 25:6 6 aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el
incienso aromático,
El aceite sugiere el Espíritu, el pabilo al creyente como un canal, y la luz el brillo visible
de Cristo. El pabilo debe descansar en el aceite; así el creyente debe caminar en el
Espíritu.
Ga. 5:16 16
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
El pabilo debe estar libre de obstrucción: así el creyente no debe resistir el Espíritu.
1Ts. 5:19 19
No apaguéis al Espíritu.
El pabilo debe estar arreglado; así el creyente debe ser limpiado por la confesión del
pecado.
139
139
1Jn. 1:9 9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad.
El aceite de la santa unción estaba compuesto por cuatro especias añadidas al aceite
como base.
Ex. 30:22-25 22
Habló más Jehová a Moisés, diciendo: 23
Tomarás especias finas: de
mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos
cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, 24
de casia quinientos, según el
siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin. 25
Y harás de ello el aceite de la santa
unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción
santa.
Estas especias representan virtudes peculiares que se encuentran en Cristo. Así, este
compuesto simboliza al Espíritu tomando la misma vida y carácter de Cristo y
aplicándola al creyente. Este aceite en ninguna manera podía ser aplicado a la carne
humana.
Jn. 3:6 6
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu
es.
Ga. 5:17 17
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
No podía ser imitado, lo cual indica que Dios no puede aceptar nada sino la
manifestación de la vida, la cual es Cristo.
Fil. 1:21 21
Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.
Cada artículo del mobiliario en el tabernáculo debía de ser ungido y, por consiguiente,
apartado para Dios, lo que sugiere que la dedicación del creyente debe ser completa.
Ro. 12:1-2 1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
140
140
racional. 2
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
E. El sellamiento del Espíritu.
El morar del Espíritu Santo se representa como el sello de Dios en tres pasajes en el
Nuevo Testamento.
2Co. 1:22 22
el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en
nuestros corazones.
Ef. 1:13 13
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa,
Ef. 4:30 30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención.
En cada consideración importante el sellamiento del Espíritu es enteramente una obra
de Dios. A los cristianos nunca se les exhorta a buscar el sellamiento del Espíritu, puesto
que cada cristiano ya ha sido sellado. El sellamiento del Espíritu Santo, por lo tanto, es
tan universal como la morada del Espíritu Santo y ocurre en el momento de la
salvación.
Efesios 1:13 dice: «Habiendo creído en El, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la
promesa.» En otras palabras, el creer y el recibir ocurren al mismo tiempo. No es, por lo
tanto, ni un trabajo subsiguiente de la gracia ni una recompensa por la espiritualidad.
Los cristianos efesios fueron exhortados: «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con
el cual estáis sellados para el día de la redención» (Ef. 4:30). Aun cuando ellos pecaran y
contristaran al Espíritu, sin embargo estaban sellados para el día de la redención, esto es,
hasta el día de la resurrección o transformación, cuando recibieran nuevos cuerpos y ya
no pecaran más.
141
141
Como el morar del Espíritu, el sellamiento del Espíritu no es una experiencia, sino un
hecho para ser aceptado por la fe. El sellamiento del Espíritu es una parte
tremendamente significativa de la salvación del cristiano e indica su seguridad, y que es
propiedad de Dios. En adición a lo anterior, es el símbolo de una transacción
terminada. El cristiano está sellado hasta el día de la redención de su cuerpo y su
presentación en gloria. Tomado como un todo, la doctrina de la presencia moradora
del Espíritu Santo como nuestro sello trae gran seguridad y confortamiento al corazón
de cada creyente que entienda esta gran verdad.
PREGUNTAS.
1. ¿Qué evidencias sostienen la conclusión de que el morar del Espíritu en cada creyente
es una característica distintiva de la edad presente?
2. ¿Qué pasajes importantes en el Nuevo Testamento enseñan en forma incuestionable
la morada universal del Espíritu Santo en los creyentes?
3. ¿Por qué la morada del Espíritu Santo es necesaria para el alto nivel de vida espiritual
del creyente?
4. ¿Cómo puede definirse la unción del Espíritu?
5. ¿Qué problemas en la doctrina del morar del Espíritu se levantan por medio de tales
pasajes como 1 Samuel 16:14; Salmo 51:11; Lucas 11:13?
6. ¿Cuál es la explicación de Hechos 5:32 en relación a la morada universal del Espíritu?
7. ¿Por qué el dar del Espíritu Santo fue demorado de acuerdo a Hechos 8:17?
8. ¿Cómo puede ser explicado el problema de Hechos 19:1-6 en relación a la morada
universal del Espíritu?
9. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con la regeneración?
142
142
10. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu Santo con el bautismo del Espíritu?
11. ¿Cómo puede contrastarse el morar del Espíritu con la plenitud del Espíritu Santo?
12. ¿Cómo el aceite de la unción usado en el Antiguo Testamento tipifica la obra del
Espíritu Santo?
13. ¿Cuál es el significado de las cuatro especias añadidas al aceite santo de la unción en
el Antiguo Testamento?
14. ¿Cuál es la relación entre el morar y el sellar del Espíritu?
15. Explicar el verdadero significado de Efesios 1:13.
16. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la experiencia espiritual?
17. ¿Cómo se relaciona el sellamiento del Espíritu con la seguridad eterna
Espíritu Santo: Su Bautismo por Lewis Sperry Chafer
A. EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO
Probablemente ninguna otra doctrina del Espíritu Santo ha creado más confusión que el
bautismo del Espíritu. Mucho de esto se deriva del hecho de que el bautismo del
Espíritu comenzó al mismo tiempo en que ocurrían otras grandes obras del Espíritu,
tales como la regeneración, la morada y el sellado. También en algunas ocasiones el
bautismo del Espíritu y la plenitud del Espíritu ocurren al mismo tiempo. Esto ha guiado
a algunos expositores a hacer sinónimos de estos dos acontecimientos. El conflicto en la
interpretación, sin embargo, se resuelve si uno examina cuidadosamente lo que la
Escritura dice con relación al bautismo del Espíritu. En total hay once referencias
específicas al bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento (Mt. 3:11; Mr. 1:8; Lc. 3:16;
Jn. 1:33; Hch. 1:5; 11:16; Ro. 6:1-4; 1 Co. 12:13; Gá. 3:27; Ef. 4:5; Col. 2:12).
143
143
B. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO ANTES DE PENTECOSTES
Al examinar las referencias en los cuatro evangelios y en Hechos 1:5, se aclara que el
bautismo del Espíritu es considerado en cada caso como un acontecimiento futuro, el
cual nunca había ocurrido previamente. No hay mención del bautismo del Espíritu en el
Antiguo Testamento, y los cuatro evangelios se unen con Hechos 1:5 en anticipar el
bautismo del Espíritu como un evento futuro. En los evangelios, el bautismo del Espíritu
se presenta como una obra la cual Cristo hará por medio del Espíritu Santo como su
agente, como, por ejemplo, en Mateo 3:11, donde Juan el Bautista predice que Cristo
«os bautizará en Espíritu Santo y fuego». La referencia al bautismo por fuego parece
hacer alusión a la segunda venida de Cristo y los juicios que ocurrirán en ese tiempo, y
también se menciona en Lucas 3:16, pero no en Marcos 1:8 o en Juan 1:33. A veces la
intervención del Espíritu Santo se expresa por el uso de la preposición griega en, como
en Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:33. Ya sea que la preposición se use o no, el
pensamiento es claro en cuanto a que Cristo bautizó por el Espíritu Santo. Algunos han
tomado esto como algo diferente del bautismo del Espíritu del que se habla en Hechos
y en las Epístolas, pero el punto de vista preferible es que el bautismo del Espíritu es el
mismo en todo el Nuevo Testamento.
El bautismo en cualquier caso es por medio del Espíritu Santo.
La norma de la doctrina es expresada por Cristo mismo cuando El contrastó su
bautismo, administrado por Juan, con el futuro bautismo de los creyentes por medio
del Espíritu Santo, lo cual ocurriría después de su ascensión. Cristo dijo: «Porque Juan
ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días» (Hch. 1:5).
C. TODOS LOS CRISTIANOS SON BAUTIZADOS POR EL ESPIRITU EN LA EDAD
PRESENTE
A causa de la confusión en cuanto a la naturaleza y tiempo del bautismo del Espíritu, no
siempre ha sido reconocido que cada cristiano es bautizado por el Espíritu dentro del
144
144
cuerpo de Cristo en el momento de su salvación. Este hecho es destacado en el pasaje
central sobre el bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento en 1 Corintios 12:13. Allí
se declara: ―Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu‖
En este pasaje la preposición griega «en» es traducida correctamente «por», en lo que se
llama el uso instrumental de esta preposición. Este uso instrumental es ilustrado por
medio de la misma preposición en Lucas 4:1, donde se dice que fue «llevado por el
Espíritu al desierto», y por la expresión «por vosotros» en 1 Corintios 6:2, por la
expresión «por medio de El» en Colosenses 1: 16 y por la frase «todos nosotros» se
refiere claramente a todos los cristianos, no a todos los hombres, y no de estar limitada
a algún grupo de cristianos en particular. La verdad es más bien que cada cristiano desde
el momento que es salvo es bautizado por el Espíritu dentro del cuerpo de Cristo. Así,
Efesios 4:5 se refiere a «un Señor, una fe, un bautismo». Mientras que los rituales del
bautismo por agua varían, hay un solo bautismo del Espíritu. La universalidad de este
ministerio se destaca por el hecho de que en la Escritura el cristiano nunca es exhortado
a que sea bautizado por el Espíritu, mientras sí se le exhorta a ser lleno del Espíritu (Ef.
5:18).
D. EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU DENTRO DEL CUERPO DE CRISTO
Por medio del bautismo del Espíritu se cumplen dos resultados importantes. El primero,
que el creyente es bautizado o ubicado dentro del cuerpo de Cristo; relacionado con
esto es la segunda figura del bautismo en Cristo mismo. Estos dos resultados simultáneos
del bautismo del Espíritu son tremendamente significativos. Por medio del bautismo del
Espíritu el creyente es colocado dentro del cuerpo de Cristo en la unión viviente de
todos los creyentes verdaderos en la edad presente. Aquí el bautismo tiene su
significado primario en el hecho de ser ubicado, iniciado, y en que nos ha sido dada una
relación nueva y permanente. Por consiguiente, el bautismo del Espíritu relaciona a los
creyentes con todo el cuerpo de la verdad que se revela en la Escritura concerniente al
cuerpo de Cristo. El cuerpo de los creyentes, formado así por el bautismo del Espíritu y
145
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aumentado a medida que los miembros adicionales son añadidos, se menciona
frecuentemente en las Escrituras (Hch. 2:47; 1 Co. 6:15; 12:12-14; Ef. 2:16; 4:4-5, 16;
5:30-32; Col. 1:24; 2:19). Cristo es la Cabeza de su cuerpo y el Único que dirige sus
actividades (1 Co. 11:3; Ef. 1:22-23; 5:23-24; Col. 1:18). El cuerpo así formado y dirigido
por Cristo también es nutrido y cuidado por Cristo (Ef. 5:29; Fil. 4:13; Col. 2:19). Una
de las obras de Cristo es la de santificar el cuerpo de Cristo en preparación para su
presentación en gloria (Ef. 5: 25-27).
Como miembro del cuerpo de Cristo, al creyente se le dan también dones o funciones
especiales en el cuerpo de Cristo (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:27-28; Ef. 4:7-16). Siendo
colocado dentro del cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo, no sólo es segura la
unidad del Cuerpo, sin distinción de raza, cultura o fondo social, sino que también es
seguro que cada creyente tiene su lugar y función particulares y su oportunidad para
servir a Dios sin el armazón de su propia personalidad y dones. El cuerpo como un todo
es «unido entre sí» (Ef. 4: 16); esto es, aunque los miembros difieran, el cuerpo como un
todo está bien planeado y organizado.
E. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN CRISTO
En adición a su relación con respecto a los otros creyentes en el cuerpo de Cristo, el que
es bautizado por el Espíritu tiene una nueva posición en cuanto a estar en Cristo. Esto
fue anticipado en la predicción de Juan 14:20, donde Cristo dijo la noche antes de su
crucifixión: «En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en
mí, y yo en vosotros» La expresión «vosotros en mí» anticipaba el futuro bautismo del
Espíritu.
Como consecuencia de que el creyente está en Cristo, es identificado en lo que Cristo
hizo en su muerte, resurrección y glorificación. Esto se presenta en Romanos 6:1-4,
donde se declara que el creyente es bautizado en Jesucristo y en su muerte, y si lo es en
su muerte, está sepultado y resucitado con Cristo. Esto ha sido tomado a menudo para
representar el rito del bautismo por agua, pero en cualquier caso también representa la
obra del Espíritu Santo, sin la cual el rito sería carente de significado. Un pasaje similar
146
146
se encuentra en Colosenses 2:12. Nuestra identificación con Cristo a través del Espíritu es
una base importante para todo lo que Dios hace por el creyente en el tiempo y la
eternidad.
Dado que un creyente está en Cristo, él también tiene la vida de Cristo, la cual es
compartida por la cabeza con el cuerpo. La relación de Cristo con el cuerpo como su
Cabeza también se relaciona con la dirección soberana de Cristo de su cuerpo, del
mismo modo como la mente dirige al cuerpo en el cuerpo humano de los creyentes.
F. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN RELACION CON LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL
En vista del hecho de que cada cristiano es bautizado por el Espíritu en el momento de
su salvación, está claro que el bautismo es una obra de Dios para ser comprendida y
recibida por la fe. Aunque la experiencia espiritual subsiguiente puede confirmar el
bautismo del Espíritu, el bautismo no es una experiencia en sí mismo. Por ser universal y
relacionado con nuestra posición en Cristo, el bautismo es un acto instantáneo de Dios
y no es una obra para ser buscada después de haber nacido de nuevo.
Se ha originado mucha confusión por la afirmación de que los cristianos deberían buscar
el bautismo del Espíritu especialmente como se manifestaba en el hablar en lenguas en
la Iglesia primitiva. Mientras que en los tres ejemplos en Hechos (caps. 2, 10 y 19) los
creyentes hablaron en lenguas en el tiempo de su bautismo por el Espíritu, queda claro
que esto fue excepcional y relacionado al carácter transitorio del libro.
En todos los otros ejemplos donde figura la salvación no hay mención del hablar en
lenguas como algo que acompañe al bautismo del Espíritu.
Más adelante, es bastante claro que mientras que todos los cristianos son bautizados por
el Espíritu, no todos los cristianos hablaron en lenguas en la Iglesia primitiva Por lo
tanto, el concepto de buscar el bautismo del Espíritu como un medio de una obra
excepcional de Dios en la vida del cristiano es sin fundamento escritural. Aun la plenitud
del Espíritu no se manifiesta en hablar en lenguas, sino más bien en el fruto del Espíritu,
147
147
como se menciona en Gálatas 5:22-23. El hecho es que los cristianos corintios hablaron
en lenguas sin estar llenos del Espíritu.
A veces se alega un error similar, el cual sostiene que hay dos bautismos del Espíritu,
uno en Hechos 2 y el otro en 1 Corintios 12:13.
Una comparación de la conversión de Cornelio en Hechos l0-11 con Hechos 2 aclara
que lo que le ocurrió a Cornelio, un gentil, fue exactamente lo mismo que lo que les
había ocurrido a los discípulos en el día de Pentecostés. Pedro dice en Hechos 11:15-17:
«y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre
nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: «Juan
ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si
Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el
Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?» Considerando que el
bautismo del Espíritu coloca al creyente dentro del cuerpo de Cristo, es, pues, la misma
obra de Hechos 2 a través de la presente dispensación.
El bautismo del Espíritu Santo es, por lo tanto, importante, puesto que es la obra del
Espíritu que nos coloca en una nueva unión con Cristo y nuestros hermanos creyentes,
una nueva posición en Cristo. Es la base para la justificación y para toda la obra de
Dios, la cual presenta al final al creyente perfecto en gloria.
PREGUNTAS
1. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu, de la obra del Espíritu en la regeneración,
morada y sellado?
2. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu de la plenitud del Espíritu?
3. ¿Por qué ha habido confusión entre el bautismo del Espíritu y otras obras del Espíritu?
4. ¿Cuál es el significado del hecho de que el bautismo en Espíritu en los cuatro
evangelios y en Hechos 1 se mencione como una obra futura?
5. ¿Qué evidencia puede alegarse respecto a que todos los cristianos son bautizados por
el Espíritu en la edad presente?
6. ¿Por qué nunca se exhorta a los cristianos que sean bautizados por el Espíritu?
148
148
7. ¿Cuál es el significado de ser bautizado dentro del cuerpo de Cristo?
8. ¿Cómo indica la figura del cuerpo de Cristo que Cristo dirige la Iglesia ?
9. ¿Cómo presenta la figura del cuerpo de Cristo dones especiales dados a los creyentes?
10. ¿Qué verdades especiales son presentadas por el bautismo del Espíritu en Cristo?
11. ¿Cómo se relaciona el bautismo en Cristo a nuestra identificación con El en su
muerte, resurrección y glorificación?
12. ¿Cómo el bautismo en Cristo sostiene la idea de que compartimos la vida eterna?
13. ¿Por qué el bautismo del Espíritu no es en sí mismo una experiencia espiritual?
14. ¿Es necesario el hablar en lenguas para ser bautizado por el Espíritu?
15. ¿Es necesario hablar en lenguas para ser lleno por el Espíritu?
16. ¿Por qué es incorrecto que el bautismo del Espíritu de Hechos 2 difiere del bautismo
del Espíritu en 1 Corintios 12: 13?
17. Resumir la importancia del bautismo del Espíritu como una obra relacionada con
nuestra salvación.
18. Dios el Espíritu Santo: Su Bautismo con versículos incluidos
A. EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO.
Probablemente ninguna otra doctrina del Espíritu Santo ha creado más confusión que el
bautismo del Espíritu. Mucho de esto se deriva del hecho de que el bautismo del
Espíritu comenzó al mismo tiempo en que ocurrían otras grandes obras del Espíritu,
tales como la regeneración, la morada y el sellado. También en algunas ocasiones el
bautismo del Espíritu y la plenitud del Espíritu ocurren al mismo tiempo. Esto ha guiado
a algunos expositores a hacer sinónimos de estos dos acontecimientos. El conflicto en la
interpretación, sin embargo, se resuelve si uno examina cuidadosamente lo que la
Escritura dice con relación al bautismo del Espíritu. En total hay once referencias
específicas al bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento.
149
149
Mt. 3:11 11
Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene
tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Mr. 1:8 8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu
Santo.
Lc. 3:16 16
respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero
viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su
calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Jn. 1:33 33
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo:
Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza
con el Espíritu Santo.
Hch. 1:5 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados
con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Hch. 11:16 16
Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan
ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.
Ro. 6:1-4 1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde? 2
En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo
Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4
Porque somos sepultados juntamente con
él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
1Co. 12:13 13
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu.
150
150
Ga. 3:27 27
porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos.
Ef. 4:5 5 un Señor, una fe, un bautismo,
Col. 2:12 12
sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con
él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
B. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU SANTO ANTES DE PENTECOSTES.
Al examinar las referencias en los cuatro evangelios y en Hechos 1:5, se aclara que el
bautismo del Espíritu es considerado en cada caso como un acontecimiento futuro, el
cual nunca había ocurrido previamente.
Hch. 1:5 5 Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados
con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
No hay mención del bautismo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y los cuatro
evangelios se unen con Hechos 1:5 en anticipar el bautismo del Espíritu como un evento
futuro. En los evangelios, el bautismo del Espíritu se presenta como una obra la cual
Cristo hará por medio del Espíritu Santo como su agente, como, por ejemplo, en Mateo
3:11, donde Juan el Bautista predice que Cristo «os bautizará en Espíritu Santo y fuego».
La referencia al bautismo por fuego parece hacer alusión a la segunda venida de Cristo y
los juicios que ocurrirán en ese tiempo, y también se menciona en Lucas, pero no en
Marcos o en Juan.
Mt. 3:11 11
Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene
tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os
bautizará en Espíritu Santo y fuego.
Lc. 3:16 16
respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero
viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su
calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
151
151
Mr. 1:8 8 Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu
Santo.
Jn. 1:33 33
Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo:
Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza
con el Espíritu Santo.
A veces la intervención del Espíritu Santo se expresa por el uso de la preposición griega
en, como en Mateo 3:11, Lucas 3:16 y Juan 1:33. Ya sea que la preposición se use o no,
el pensamiento es claro en cuanto a que Cristo bautizó por el Espíritu Santo. Algunos
han tomado esto como algo diferente del bautismo del Espíritu del que se habla en
Hechos y en las Epístolas, pero el punto de vista preferible es que el bautismo del
Espíritu es el mismo en todo el Nuevo Testamento. El bautismo en cualquier caso es por
medio del Espíritu Santo.
La norma de la doctrina es expresada por Cristo mismo cuando El contrastó su
bautismo, administrado por Juan, con el futuro bautismo de los creyentes por medio
del Espíritu Santo, lo cual ocurriría después de su ascensión. Cristo dijo: «Porque Juan
ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días» (Hch. 1:5).
C. TODOS LOS CRISTIANOS SON BAUTIZADOS POR EL ESPIRITU EN LA EDAD
PRESENTE.
A causa de la confusión en cuanto a la naturaleza y tiempo del bautismo del Espíritu, no
siempre ha sido reconocido que cada cristiano es bautizado por el Espíritu dentro del
cuerpo de Cristo en el momento de su salvación. Este hecho es destacado en el pasaje
central sobre el bautismo del Espíritu en el Nuevo Testamento en 1 Corintios 12:13. Allí
se declara: ―Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu‖
152
152
En este pasaje la preposición griega «en» es traducida correctamente «por», en lo que se
llama el uso instrumental de esta preposición. Este uso instrumental es ilustrado por
medio de la misma preposición en Lucas 4:1, donde se dice que fue «llevado por el
Espíritu al desierto», y por la expresión «por vosotros» en 1 Corintios 6:2, por la
expresión «por medio de El» en Colosenses 1: 16 y por la frase «todos nosotros» se
refiere claramente a todos los cristianos, no a todos los hombres, y no de estar limitada
a algún grupo de cristianos en particular. La verdad es más bien que cada cristiano desde
el momento que es salvo es bautizado por el Espíritu dentro del cuerpo de Cristo. Así,
Efesios 4:5 se refiere a «un Señor, una fe, un bautismo». Mientras que los rituales del
bautismo por agua varían, hay un solo bautismo del Espíritu. La universalidad de este
ministerio se destaca por el hecho de que en la Escritura el cristiano nunca es exhortado
a que sea bautizado por el Espíritu, mientras sí se le exhorta a ser lleno del Espíritu.
Ef. 5:18 18
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos
del Espíritu,
D. EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU DENTRO DEL CUERPO DE CRISTO
Por medio del bautismo del Espíritu se cumplen dos resultados importantes. El primero,
que el creyente es bautizado o ubicado dentro del cuerpo de Cristo; relacionado con
esto es la segunda figura del bautismo en Cristo mismo. Estos dos resultados simultáneos
del bautismo del Espíritu son tremendamente significativos. Por medio del bautismo del
Espíritu el creyente es colocado dentro del cuerpo de Cristo en la unión viviente de
todos los creyentes verdaderos en la edad presente. Aquí el bautismo tiene su
significado primario en el hecho de ser ubicado, iniciado, y en que nos ha sido dada una
relación nueva y permanente. Por consiguiente, el bautismo del Espíritu relaciona a los
creyentes con todo el cuerpo de la verdad que se revela en la Escritura concerniente al
cuerpo de Cristo. El cuerpo de los creyentes, formado así por el bautismo del Espíritu y
aumentado a medida que los miembros adicionales son añadidos, se menciona
frecuentemente en las Escrituras.
Hch. 2:47 47
alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía
cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
153
153
1Co. 6:15 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los
miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo.
1Co. 12:12-14 12
Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13
lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el
Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14
Pero el hombre natural no percibe
las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente.
Ef. 2:16 16
y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando
en ella las enemistades.
Ef. 4:4-5, 16 4 un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma
esperanza de vuestra vocación; 5
un Señor, una fe, un bautismo, 16
de quien todo el
cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan
mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor.
Ef. 5:30-32 30
porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31
Por
esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán
una sola carne. 32
Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la
iglesia. 33
Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo;
y la mujer respete a su marido.
Col. 1:24 24
Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo
que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;
Col. 2:19 19
y no asiéndose de la Cabeza , en virtud de quien todo el cuerpo,
nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que
da Dios.
Cristo es la Cabeza de su cuerpo y el Único que dirige sus actividades.
154
154
1Co. 11:3 3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la
cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
Ef. 1:22-23 22
y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las
cosas a la iglesia, 23
la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Ef. 5:23-24 23
porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24
Así que, como la iglesia está sujeta a
Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
Col. 1:18 18
y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el
primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
El cuerpo así formado y dirigido por Cristo también es nutrido y cuidado por Cristo.
Ef. 5:29 29
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la
cuida, como también Cristo a la iglesia,
Fil. 4:13 13
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Col. 2:19 19
y no asiéndose de la Cabeza , en virtud de quien todo el cuerpo,
nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que
da Dios.
Una de las obras de Cristo es la de santificar el cuerpo de Cristo en preparación para su
presentación en gloria.
Ef. 5: 25-27 25
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella, 26
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento
del agua por la palabra, 27
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no
tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
Como miembro del cuerpo de Cristo, al creyente se le dan también dones o funciones
especiales en el cuerpo de Cristo.
155
155
Ro. 12:3-8 3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre
vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense
de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 4
Porque
de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función, 5
así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en
Cristo, y todos miembros los unos de los otros. 6
De manera que, teniendo diferentes
dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de
la fe; 7
o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8
el que exhorta, en la
exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace
misericordia, con alegría.
1Co. 12:27-28 27
Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en
particular. 28
Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo
tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan,
los que administran, los que tienen don de lenguas.
Ef. 4:7-16 7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del
don de Cristo. 8
Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
9 Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes
más bajas de la tierra? 10
El que descendió, es el mismo que también subió por encima de
todos los cielos para llenarlo todo. 11
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros,
profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12
a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13
hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14
para que ya no seamos
niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema
de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15
sino que
siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,
156
156
Cristo, 16
de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,
recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Siendo colocado dentro del cuerpo de Cristo por medio del Espíritu Santo, no sólo es
segura la unidad del Cuerpo, sin distinción de raza, cultura o fondo social, sino que
también es seguro que cada creyente tiene su lugar y función particulares y su
oportunidad para servir a Dios sin el armazón de su propia personalidad y dones. El
cuerpo como un todo es «unido entre sí» (Ef. 4: 16); esto es, aunque los miembros
difieran, el cuerpo como un todo está bien planeado y organizado.
E. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN CRISTO.
En adición a su relación con respecto a los otros creyentes en el cuerpo de Cristo, el que
es bautizado por el Espíritu tiene una nueva posición en cuanto a estar en Cristo. Esto
fue anticipado en la predicción de Juan 14:20, donde Cristo dijo la noche antes de su
crucifixión: «En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en
mí, y yo en vosotros» La expresión «vosotros en mí» anticipaba el futuro bautismo del
Espíritu.
Como consecuencia de que el creyente está en Cristo, es identificado en lo que Cristo
hizo en su muerte, resurrección y glorificación. Esto se presenta en Romanos 6:1-4,
donde se declara que el creyente es bautizado en Jesucristo y en su muerte, y si lo es en
su muerte, está sepultado y resucitado con Cristo.
Ro. 6:1-4 1¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia
abunde? 2
En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo
viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo
Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4
Porque somos sepultados juntamente con
él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la
gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
157
157
Esto ha sido tomado a menudo para representar el rito del bautismo por agua, pero en
cualquier caso también representa la obra del Espíritu Santo, sin la cual el rito sería
carente de significado. Un pasaje similar se encuentra en Colosenses 2:12. Nuestra
identificación con Cristo a través del Espíritu es una base importante para todo lo que
Dios hace por el creyente en el tiempo y la eternidad.
Col. 2:12 12
sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con
él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Dado que un creyente está en Cristo, él también tiene la vida de Cristo, la cual es
compartida por la cabeza con el cuerpo. La relación de Cristo con el cuerpo como su
Cabeza también se relaciona con la dirección soberana de Cristo de su cuerpo, del
mismo modo como la mente dirige al cuerpo en el cuerpo humano de los creyentes.
F. EL BAUTISMO DEL ESPIRITU EN RELACION CON LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL.
En vista del hecho de que cada cristiano es bautizado por el Espíritu en el momento de
su salvación, está claro que el bautismo es una obra de Dios para ser comprendida y
recibida por la fe. Aunque la experiencia espiritual subsiguiente puede confirmar el
bautismo del Espíritu, el bautismo no es una experiencia en sí mismo. Por ser universal y
relacionado con nuestra posición en Cristo, el bautismo es un acto instantáneo de Dios
y no es una obra para ser buscada después de haber nacido de nuevo.
Se ha originado mucha confusión por la afirmación de que los cristianos deberían buscar
el bautismo del Espíritu especialmente como se manifestaba en el hablar en lenguas en
la Iglesia primitiva. Mientras que en los tres ejemplos en Hechos (caps. 2, 10 y 19) los
creyentes hablaron en lenguas en el tiempo de su bautismo por el Espíritu, queda claro
que esto fue excepcional y relacionado al carácter transitorio del libro. En todos los
otros ejemplos donde figura la salvación no hay mención del hablar en lenguas como
algo que acompañe al bautismo del Espíritu.
Más adelante, es bastante claro que mientras que todos los cristianos son bautizados por
el Espíritu, no todos los cristianos hablaron en lenguas en la Iglesia primitiva Por lo
158
158
tanto, el concepto de buscar el bautismo del Espíritu como un medio de una obra
excepcional de Dios en la vida del cristiano es sin fundamento escritural. Aun la plenitud
del Espíritu no se manifiesta en hablar en lenguas, sino más bien en el fruto del Espíritu,
como se menciona en Gálatas 5:22-23.
Ga. 5:22-23 22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, 23
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
El hecho es que los cristianos corintios hablaron en lenguas sin estar llenos del Espíritu.
A veces se alega un error similar, el cual sostiene que hay dos bautismos del Espíritu,
uno en Hechos 2 y el otro en 1Co. 12:13.
Hch. 2:1-4 1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
2 Y de
repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó
toda la casa donde estaban sentados; 3
y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y
comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
1Co. 12:13 13
Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean
judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo
Espíritu.
Una comparación de la conversión de Cornelio en Hechos 10-11 con Hechos 2 aclara
que lo que le ocurrió a Cornelio, un gentil, fue exactamente lo mismo que lo que les
había ocurrido a los discípulos en el día de Pentecostés. Pedro dice en Hechos 11:15-17:
«y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre
nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: «Juan
ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si
Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el
Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?» Considerando que el
bautismo del Espíritu coloca al creyente dentro del cuerpo de Cristo, es, pues, la misma
obra de Hechos 2 a través de la presente dispensación.
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159
El bautismo del Espíritu Santo es, por lo tanto, importante, puesto que es la obra del
Espíritu que nos coloca en una nueva unión con Cristo y nuestros hermanos creyentes,
una nueva posición en Cristo. Es la base para la justificación y para toda la obra de
Dios, la cual presenta al final al creyente perfecto en gloria.
PREGUNTAS.
1. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu, de la obra del Espíritu en la regeneración,
morada y sellado?
2. ¿Cómo distinguiría el bautismo del Espíritu de la plenitud del Espíritu?
3. ¿Por qué ha habido confusión entre el bautismo del Espíritu y otras obras del Espíritu?
4. ¿Cuál es el significado del hecho de que el bautismo en Espíritu en los cuatro
evangelios y en Hechos 1 se mencione como una obra futura?
5. ¿Qué evidencia puede alegarse respecto a que todos los cristianos son bautizados por
el Espíritu en la edad presente?
6. ¿Por qué nunca se exhorta a los cristianos que sean bautizados por el Espíritu?
7. ¿Cuál es el significado de ser bautizado dentro del cuerpo de Cristo?
8. ¿Cómo indica la figura del cuerpo de Cristo que Cristo dirige la Iglesia ?
9. ¿Cómo presenta la figura del cuerpo de Cristo dones especiales dados a los creyentes?
10. ¿Qué verdades especiales son presentadas por el bautismo del Espíritu en Cristo?
11. ¿Cómo se relaciona el bautismo en Cristo a nuestra identificación con El en su
muerte, resurrección y glorificación?
12. ¿Cómo el bautismo en Cristo sostiene la idea de que compartimos la vida eterna?
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13. ¿Por qué el bautismo del Espíritu no es en sí mismo una experiencia espiritual?
14. ¿Es necesario el hablar en lenguas para ser bautizado por el Espíritu?
15. ¿Es necesario hablar en lenguas para ser lleno por el Espíritu?
16. ¿Por qué es incorrecto que el bautismo del Espíritu de Hechos 2 difiere del bautismo
del Espíritu en 1 Corintios 12: 13?
17. Resumir la importancia del bautismo del Espíritu como una obra relacionada con
nuestra salvación.
Espíritu: Su Plenitud por Lewis Sperry Chafer
A. Definición De La Plenitud Del Espíritu Santo
En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el
morar, el sellado y el bautismo, la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia
cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación son de
una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se
menciona frecuentemente en la Biblia.
En una escala limitada, se puede observar la plenitud del Espíritu en ciertos individuos
antes de Pentecostés (Ex. 28:3; 31:3; 35:31; Lc. 1:15, 41, 67; 4:1). Sin lugar a dudas, hay
muchos otros ejemplos donde el Espíritu de Dios vino sobre individuos y los capacitó en
poder para el servicio. En el total, sin embargo, unos pocos fueron llenos del Espíritu
antes del día de Pentecostés, y la obra del Espíritu parece estar relacionada al soberano
propósito de Dios de cumplir alguna obra especial en los individuos. No hay indicación
de que la plenitud del Espíritu hubiera estado abierta a cada uno que rindiera su vida al
Señor antes de Pentecostés.
Comenzando con el día de Pentecostés, amaneció una nueva edad en la cual el Espíritu
Santo obraría en cada creyente. Entonces todos fueron hechos morada del Espíritu y
podrían ser llenos si El encontraba las condiciones propicias. Esta conclusión está
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confirmada por numerosas ilustraciones en el Nuevo Testamento (Hech. 2:4; 4:8,31;
6:3,5; 7:55; 9:17; 11:24; 13:9, 52; Ef. 5:18).
La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu
Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y vida del creyente
individual. No es un asunto de adquirir más del Espíritu, sino más bien que el Espíritu de
Dios vaya tomando control del individuo. En lugar de ser una situación anormal y poco
frecuente, como lo era antes de Pentecostés, el ser lleno por el Espíritu en la edad
presente es normal, si bien no es lo usual, en la experiencia del cristiano. A cada
cristiano se le ordena ser lleno del Espíritu (Ef. 5:18), y el no estar llenos del Espíritu es
estar en un estado de desobediencia.
Hay una diferencia apreciable en el carácter y calidad en la vida diaria de los cristianos.
Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Esta falta, sin embargo, no se
debe a una falla de parte de Dios en su provisión, sino más bien es falla del individuo
en apropiarse de esta provisión y permitir al Espíritu Santo llenar su vida. El estar lleno
del Espíritu debería contrastarse con la madurez espiritual. Un cristiano nuevo quien
haya sido salvo recientemente puede ser lleno con el Espíritu y manifestar el poder del
Espíritu Santo en su vida. Sin embargo, la madurez viene sólo a través de experiencias
espirituales, las cuales pueden extenderse toda una vida y abarcan un crecimiento en el
conocimiento, la continua experiencia de ser lleno con el Espíritu, y una madurez en
juicio sobre cosas espirituales. Así como un niño recién nacido puede ser vehemente, de
la misma manera un cristiano puede ser lleno con el Espíritu; pero, al igual que un
recién nacido, sólo la vida y la experiencia pueden sacar a relucir las cualidades
espirituales que pertenecen a la madurez. Este es el porqué de que numerosos pasajes de
la Biblia hablen del crecimiento. El trigo crece hasta la cosecha (Mt. 13:30). Dios obra en
su iglesia a través de hombres dotados con dones personales para perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo de manera que los
cristianos puedan crecer en la fe y en estatura espiritual (Ef. 4:11-16). Pedro habla de los
bebés espirituales, que necesitan la leche espiritual para crecer (1 P. 2:2), y exhorta
«crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 P.
3:18).
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Hay una relación obvia entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual, y un
cristiano lleno del Espíritu madurará más rápidamente que uno que no lo está. La
plenitud del Espíritu y, la madurez espiritual como resultado, son los dos factores más
importantes en la ejecución de la voluntad de Dios en la vida de un cristiano y también
en el propósito de Dios de crearle para buenas obras (Ef. 2:10).
Por consiguiente, la plenitud del Espíritu se cumple en cada creyente cuando él está
completamente rendido al Espíritu Santo, el cual mora en él, resultando en una
condición espiritual en la cual el Espíritu Santo controla y dota de poder al individuo.
Mientras que puede haber varios grados en la manifestación de la plenitud del Espíritu y
grados en el poder divino, el pensamiento central en la plenitud es que el Espíritu de
Dios es capaz de operar en y a través del individuo sin obstáculo, cumpliendo la
voluntad perfecta de Dios para aquella persona.
El concepto de la plenitud del Espíritu es sacado a luz en un número de referencias en el
Nuevo Testamento. Es ilustrado preeminentemente en Jesucristo, quien, de acuerdo a
Lucas 4:1, era continuamente «lleno del Espíritu Santo». Juan el Bautista tuvo la
experiencia excepcional de ser lleno con el Espíritu desde que estaba en la matriz de su
madre (Lc. 1:15), y ambos, su madre Elizabet y su padre Zacarías, fueron temporalmente
llenos del Espíritu (Lc. 1:41, 67). Estos ejemplos están aún dentro del molde del Antiguo
Testamento, en el cual la plenitud del Espíritu era una obra soberana de Dios que no
estaba al alcance de cada individuo.
Comenzando con el día de Pentecostés, sin embargo toda la multitud fue llena con el
Espíritu. En la Iglesia primitiva el Espíritu de Dios llenaba repetidamente a aquellos que
buscaban la voluntad de Dios, como en el caso de Pedro (Hch. 4:8), el grupo de
cristianos quienes oraban por valor y el poder de Dios (Hch. 4:31), y Pablo después de
su conversión (Hch. 9:17). Algunos se caracterizan por estar en un continuo estado de
plenitud del Espíritu, como se ilustra en los primeros diáconos (Hch. 6:3) y Esteban el
mártir (Hch. 7:55) y Bernabé (Hch. 11:24). Pablo fue lleno con el Espíritu repetidas
veces (Hch. 13:9), y así lo fueron otros discípulos (Hch. 13:52). En cada caso solamente
los cristianos rendidos a Dios fueron llenos con el Espíritu.
A los creyentes del Antiguo Testamento nunca se les ordenaba ser llenos con el Espíritu,
aunque en algunas ocasiones fueron amonestados, como Zorobabel, que la obra del
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Señor se cumple, «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová
de los ejércitos» (Zac. 4:6). En la era presente a cada cristiano se le ordena ser lleno con
el Espíritu, como en Efesios 5:18: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay
disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.» El ser llenos con el Espíritu, así como el
recibir la salvación por fe, no se cumple, sin embargo, por esfuerzo humano, más bien
es por permitir a Dios que cumpla su obra en la vida del individuo. En la Escritura está
claro que un cristiano puede ser genuinamente salvo sin ser lleno con el Espíritu, y, por
lo tanto, la plenitud del Espíritu no es una parte de la salvación misma. La plenitud del
Espíritu también puede ser contrastada con la obra hecha de una vez y para siempre
que es cumplida en el creyente cuando éste es salvo. La plenitud del Espíritu, si bien
puede ocurrir en el momento de la salvación, ocurre una y otra vez en la vida de un
cristiano consagrado, y debería ser una experiencia normal de que los cristianos tuviesen
esta constante plenitud del Espíritu.
El hecho de que la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida, se hace notorio en
el tiempo presente del mandamiento en Efesios 5:18: «sed llenos del Espíritu». Traducido
literalmente es «manteneos siendo llenados por el Espíritu». En el texto se compara con
un estado de intoxicación en el cual el vino afecta al cuerpo entero, incluyendo a la
actividad mental y a la actividad física del cuerpo. La plenitud del Espíritu no es, por lo
tanto, una experiencia que sucede una vez y para siempre. No es correcto llamarla una
segunda obra de gracia, puesto que ocurre una y otra vez. Indudablemente, la
experiencia de ser lleno con el Espíritu por primera vez es muy fuerte en la vida del
cristiano y puede ser un hito que eleve la experiencia cristiana a un nuevo nivel. Sin
embargo, el cristiano depende de Dios para la continua plenitud del Espíritu, y ningún
cristiano puede vivir en el poder espiritual de ayer.
De la naturaleza de la plenitud del Espíritu puede concluirse que la amplia diferencia en
la experiencia espiritual observada en cristianos y los varios grados de conformidad a la
mente y voluntad de Dios pueden ser atribuidos a la presencia o ausencia de la plenitud
del Espíritu. El que desea hacer la voluntad de Dios debe, por consiguiente, entrar por
completo en el privilegio que Dios le ha dado al ser morada del Espíritu y tener la
capacidad de rendir completamente su vida al Espíritu de Dios.
B. Condiciones Para La Plenitud Del Espíritu
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Frecuentemente se han señalado tres sencillos mandamientos como la condición para
ser llenos con el Espíritu. En 1 Tesalonicenses 5:19 se da el mandamiento: «No apaguéis
al Espíritu.» En Efesios 4:30 se instruye a los cristianos: «y no contristéis al Espíritu Santo
de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» Un tercero, como
instrucción más positiva, se da en Gálatas 5:16: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne.» Aunque otros pasajes arrojan luz sobre estas básicas
condiciones para ser llenos con el Espíritu, estos tres pasajes resumen la idea principal.
1. El mandamiento de «no apaguéis el Espíritu», en 1 Tesalonicenses 5: 19, aunque no se
explique en su contexto, está usando en forma obvia la figura del fuego como un
símbolo del Espíritu Santo. En la forma en que se hace mención de apagar el fuego en
Mateo 12:20 y Hebreos 11:34 se ilustra lo que se quiere decir.
De acuerdo a Efesios 6:16, «el escudo de la fe» es capaz de «apagar los dardos de fuego
del maligno». Por consiguiente, apagar el Espíritu es ahogar o reprimir al Espíritu y no
permitirle que cumpla su obra en el creyente. Puede definirse simplemente como el
decir «No», o de no tener la voluntad de dejar al Espíritu conducirse a su manera.
El pecado original de Satanás fue la rebelión contra Dios (Is. 14:14), y cuando un
creyente dice «yo quiero» en lugar de decir como Cristo dijo en Getsemaní: «No se haga
mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42), entonces está apagando al Espíritu.
Para que pueda experimentarse la plenitud del Espíritu es necesario para un cristiano
que rinda su vida al Señor. Cristo observó que un hombre no puede servir a dos señores
(Mt. 6:24), y a los cristianos se les exhorta constantemente a que se rindan a sí mismos a
Dios. Al hablar de la rendición a la voluntad de Dios en la vida de un cristiano, Pablo
escribió en Romanos 6:13: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como
instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre
los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.» Aquí se declara
claramente la opción ante cada cristiano: él puede rendirse a sí mismo tanto a Dios
como al pecado.
Un pasaje similar se encuentra en Romanos 12:1-2. Al presentar la obra de salvación y
santificación en la vida del creyente, Pablo encarece a los romanos: «Así que, hermanos,
os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este
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siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» En ambos
pasajes -Romanos 6:13 y 12:1- se usa la misma palabra griega. El tiempo del verbo está
en aoristo, lo cual significa «rendirse a Dios de una vez y para siempre». De acuerdo a
esto, la experiencia de ser lleno con el Espíritu sólo puede ser llevada a cabo cuando un
cristiano toma el paso inicial de presentar su cuerpo en sacrificio vivo. El cristiano ha
sido preparado para esto por medio de la salvación, lo cual hace al sacrificio santo y
aceptable delante de Dios. Es razonable de parte de Dios esperar esto habiendo muerto
Cristo por este individuo.
Al presentar su cuerpo, el cristiano debe enfrentar el hecho de que no debe de
conformarse exteriormente al mundo, sino que interiormente debe de ser transformado
por el Espíritu Santo con el resultado de que su mente sea renovada para reconocer los
valores espirituales
El es capaz de distinguir lo que no es la voluntad de Dios, de lo que es la «buena,
agradable y perfecta voluntad de Dios» (Ro. 12: 2).
La rendición no se hace en referencia a algún punto en particular, sino que más bien
discierne la voluntad de Dios para la vida en cada asunto particular. Es, por lo tanto,
una actitud de estar deseoso de hacer cualquier cosa que Dios quiera que el creyente
haga. Es el hacer la voluntad final de Dios en su vida y estar dispuesto a hacer cualquier
cosa cuando sea, donde sea y como Dios pueda dirigirla. El hecho de que la exhortación
«no apaguéis el Espíritu» está en tiempo presente indica que ésta debería ser una
experiencia continua iniciada por el acto de la rendición.
Un cristiano que desea estar continuamente rendido a Dios encuentra que esta rendición
se relaciona con varios aspectos. Es, en primer lugar, una rendición a la Palabra de Dios
en sus exhortaciones y su verdad. El Espíritu Santo es el Maestro, y a medida que va
conociendo la verdad, un creyente debe rendirse a ésta a medida que la va
comprendiendo. El rehusar someterse a la Palabra de Dios hace que la plenitud del
Espíritu sea imposible.
La rendición también se relaciona con la guía. En muchos casos la Palabra de Dios no es
explícita en cuanto a decisiones que un cristiano tiene que enfrentar. Aquí el creyente
debe de ser guiado por los principios de la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios puede
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darle la guía sobre las bases de lo que la Escritura revela. De acuerdo a ello, la
obediencia a la guía del Espíritu es necesaria para la plenitud del Espíritu (Ro. 8:14). En
algunos casos el Espíritu puede ordenar a un cristiano que haga algo y en otras
ocasiones puede prohibirle que siga el curso de una acción. Una ilustración es la
experiencia de Pablo, quien fue impedido de predicar el evangelio en Asia y Bitinia en
las primeras etapas de su ministerio y más tarde se le instruyó que fuera a estas mismas
áreas a predicar (Hch. 16:6-7; 19:10). La plenitud del Espíritu incluye el seguir la guía del
Señor.
Un cristiano también debe de estar rendido a los hechos providenciales de Dios, los
cuales a menudo acarrean situaciones o experiencias que no son deseadas por el
individuo. De acuerdo a ello, un creyente debe de entender lo que es ser sumiso a la
voluntad de Dios aun cuando ello implique el sufrimiento y sendas que en sí mismas no
son placenteras.
La suprema ilustración de lo que significa ser lleno con el Espíritu y rendido a Dios es el
Señor Jesucristo mismo. En Filipenses 2:5-11 se revela que Jesús, al venir a la tierra y
morir por los pecados del mundo, estaba deseando ser lo que Dios había escogido,
deseando ir donde Dios había elegido y deseando hacer lo que Dios había decidido.
Un creyente que desea ser lleno con el Espíritu debe tener una actitud similar en cuanto
a rendición y obediencia.
2. En conexión con la plenitud del Espíritu, se le exhorta también a «no contristar al
Espíritu» (Ef. 4:30). Aquí se presume que el pecado ha entrado en la vida de un cristiano
y como un hecho de su experiencia ha sobrevenido la falta de rendición. Para poder
entrar en un estado en el que pueda ser lleno con el Espíritu, o para volver a tal estado,
se le exhorta a que no continúe en su pecado, el cual contrista al Espíritu Santo. Cuando
en el creyente, el Espíritu de Dios es contristado, la comunión, guía, instrucción y poder
del Espíritu son estorbados; el Espíritu Santo, aunque está morando, no está libre para
cumplir su obra en la vida del creyente.
La experiencia de la plenitud del Espíritu puede ser afectada por las condiciones físicas.
Un cristiano que físicamente está cansado, hambriento o enfermo puede no
experimentar el gozo normal y la paz, los cuales son frutos del Espíritu. El mismo
apóstol que exhorta a ser llenos con el Espíritu confiesa en 2 Corintios 1: 8-9 que ellos
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estuvieron «abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun
perdimos la esperanza de conservar la vida». De acuerdo a ello, aun un cristiano lleno
con el Espíritu puede experimentar algún trastorno interior. Sin embargo, cuanto más
grande sea la necesidad en las circunstancias del creyente, mayor es la necesidad de la
plenitud del Espíritu y la rendición a la voluntad de Dios para que el poder del Espíritu
pueda ser manifestado en la vida individual. Cuando un cristiano toma conciencia del
hecho de que ha contristado al Espíritu Santo, el remedio está en cesar de contristar al
Espíritu, como se expresa en Efesios 4:30 traducido literalmente. Esto puede cumplirse
obedeciendo 1 Juan 1:9, donde se instruye al hijo de Dios: «Si confesamos nuestros
pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad.» Este pasaje se refiere a un hijo de Dios que ha pecado contra su Padre
Celestial. La vía de restauración está abierta porque la muerte de Cristo es suficiente,
para todos sus pecados (1 Juan 2:1-2).
Así, la manera de volver a la comunión con Dios para un, creyente es confesar sus
pecados a Dios, reconociendo nuevamente las bases para el perdón en la muerte de
Cristo y deseando la restauración a una comunión íntima con Dios el Padre, así como
también con el Espíritu Santo. No es un es un asunto de justicia en una corte legal, sino
más bien una relación." restaurada entre padre e hijo que se había descarriado. El pasaje
asegura que Dios es fiel y justo para perdonar el pecado y quitarlo como una barrera
que se interpone en la comunión cuando un cristiano confiesa sinceramente su iniquidad
a Dios. Mientras que en algunas situaciones la confesión del pecado puede requerir que
se vaya a los individuos que han sido ofendidos y corregir las dificultades, la idea
principal es establecer una nueva relación íntima con Dios mismo. Confesando sus
pecados, el cristiano debe de estar seguro de que del lado divino el perdón es
inmediato. Cristo, como el intercesor del creyente y como el que murió en la cruz, ha
hecho ya todos los ajustes necesarios del lado celestial. La restauración a la comunión
está sujeta, por lo tanto, sólo a la actitud humana de confesión y rendición. La Biblia
también advierte al creyente contra los serios resultados de estar contristando
continuamente al Espíritu. Esto, a veces, resulta en el castigo de Dios para con el
creyente con el propósito de restaurarle, como se menciona en Hebreos 12:5-6. Al
cristiano se le advierte que, si él no se juzga a sí mismo, Dios necesitará intervenir con la
disciplina divina (1 Co. 11:31-32). En cualquier caso, hay una pérdida inmediata cuando
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un cristiano está caminando fuera de la comunión con Dios, y existe el constante peligro
del juicio severo de Dios como un padre fiel que trata con su, hijo errado.
3. El andar en el Espíritu es un mandamiento positivo, en contraste a los mandamientos
previos, los cuales son negativos. Caminar en el Espíritu (Gá. 5:16) es un mandamiento
para apropiarse del poder y la bendición que es provista por el Espíritu que mora en el
creyente. El andar en el Espíritu es un mandamiento en el tiempo presente, esto es, un
cristiano debe de mantenerse andando por medio del Espíritu.
El nivel cristiano de la vida espiritual es alto, y él no es capaz de cumplir la voluntad de
Dios aparte del poder de Dios. De acuerdo a ello, la provisión del Espíritu, que mora,
hace posible para el cristiano el estar andando por medio del poder y la guía del
Espíritu que vive en él.
El andar en el Espíritu es un acto de fe. Depende del Espíritu el hacer lo que sólo el
Espíritu puede hacer. Las altas normas de la era presente, donde se nos ordena amar
como Cristo ama (Jn. 13:34; 15:12) y donde se ordena que cada pensamiento sea traído
a la obediencia en Cristo (2 Co. 10:5), son imposibles aparte del poder del Espíritu. De
igual manera, las otras manifestaciones de vida espiritual, tales como el fruto del Espíritu
(Gá. 5:22-23) y mandamientos como «estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad
gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1
Ts. 5:16-18), son imposibles a menos que uno esté andando en el Espíritu.
Obtener una norma alta de vida espiritual es de lo más difícil porque el cristiano está
viviendo en un mundo pecador y está bajo constante influencia maligna (Jn. 17:15; Ro.
12:2; 2 Co. 6:14; Gá. 6:14; 1 Jn. 2:15). De igual manera, el cristiano tiene oposición por
el poder de Satanás y está comprometido en una lucha incesante con este enemigo de
Dios (2 Co. 4:4; 11:14; Ef. 6:12).
Además del conflicto con el sistema mundial y con Satanás, el cristiano tiene un
enemigo de dentro, su antigua naturaleza, la cual desea conducirle de vuelta a la vida
de obediencia a la carne pecaminosa (Ro. 5:21; 6:6; 1 Co. 5:5; 2 Co. 7:1; 10:2-3; Gá.
5:16-24; 6:8; Ef. 2:3). Por estar la antigua naturaleza constantemente en guerra con la
nueva naturaleza en el cristiano, sólo la continua dependencia en el Espíritu de Dios
puede traer victoria. Así es que, aunque algunos han llegado a la conclusión errónea de
que un cristiano puede alcanzar una perfección sin pecado, existe la necesidad de
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caminar constantemente en el Espíritu para que este poder pueda llevar a cabo la
voluntad de Dios en la vida de un creyente. Al creyente le espera la perfección final del
cuerpo y el espíritu en el cielo, pero la lucha espiritual continúa sin disminuir hasta la
muerte o el traslado espiritual.
Todas estas verdades enfatizan la importancia de apropiarse del Espíritu andando en su
poder y guía y dejando que el Espíritu tenga control y dirección de una vida cristiana.
C. Los Resultados De La Plenitud Del Espíritu
Cuando uno está rendido a Dios y lleno con el Espíritu vienen imprevisibles resultados.
1. Un cristiano que camina en el poder del Espíritu experimenta una santificación
progresiva, una santidad de vida en la cual el fruto del Espíritu (Gá. 5:22-23) está
cumplido. Esta es la suprema manifestación del poder del Espíritu y es la preparación
terrenal para el tiempo cuando el creyente, en los cielos, será completamente
transformado a la imagen de Cristo.
2. Uno de los importantes ministerios del Espíritu es el de enseñar al creyente las
verdades espirituales. Sólo mediante la guía e iluminación del Espíritu un creyente puede
comprender la infinita verdad de la Palabra de Dios. Así como el Espíritu de Dios es
necesario para revelar la verdad concerniente a la salvación (Jn. 16:7-11), antes de que
una persona pueda ser salva, así el Espíritu de Dios guía también al cristiano a toda
verdad (Jn. 16:12-14).
Las cosas profundas de Dios, verdades que sólo pueden ser comprendidas por un
hombre enseñado por el Espíritu, son reveladas a uno que está andando por el Espíritu
(1 Co. 2:9 - 3:2).
3. El Espíritu Santo es capaz de guiar a un cristiano y aplicar las verdades generales de la
Palabra de Dios a la situación particular del cristiano. Esto es lo que se expresa en
Romanos 12:2, demostrando «cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».
Como el siervo de Abraham, un cristiano puede experimentar la declaración
«guiándome Jehová en el camino» (Gn. 24:27). Una guía tal es la experiencia normal de
los cristianos que están en una relación correcta con el Espíritu de Dios (Ro. 8:14; Gá.
5:18).
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4. La seguridad de la salvación es otro resultado importante de la comunión con el
Espíritu. De acuerdo a Romanos 8:16, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro
espíritu, de que somos hijos de Dios» (cf. Gá. 4:6; 1 Jn. 3:24; 4:13). Es normal para un
cristiano el tener la seguridad de su salvación, como lo es para un individuo el saber que
está físicamente vivo.
5. Toda la adoración y el amor de Dios son posibles solamente cuando uno está
andando por el Espíritu. En el contexto de la exhortación de Efesios 5: 18 los versículos
siguientes describen la vida normal de adoración y comunión con Dios. Una persona
fuera de la comunión no puede adorar verdaderamente a Dios aun cuando asista a los
servicios de la iglesia en bellas catedrales y cumpla con el ritual de la adoración. La
adoración es un asunto del corazón, y como Cristo le dijo a la mujer samaritana: «Dios
es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn.
4:24).
6. Uno de los aspectos más importantes de la vida de un creyente es su oración de
comunión con el Señor. Aquí nuevamente el Espíritu de Dios debe guiar y dirigir si la
oración ha de ser inteligente. Aquí también debe de comprenderse la Palabra de Dios si
la oración ha de ser de acuerdo a la Palabra de Dios: La verdadera alabanza y acción de
gracias son imposibles aparte de la capacitación del Espíritu. Además de la oración del
creyente mismo, Romanos 8:26 revela que el Espíritu intercede por el creyente. De
acuerdo a ello, una vida de oración efectiva depende del andar en el Espíritu.
7. Además de todas las cualidades ya mencionadas, toda la vida de servicio y el ejercicio
de sus dones naturales y espirituales dependen del poder del Espíritu. Cristo se refirió a
esto en Juan 7:38-39, donde describió la obra del Espíritu como un río de agua viva
fluyendo del corazón del hombre. De acuerdo a esto, un cristiano puede tener grandes
dones espirituales y no usarlos por no estar andando en el poder del Espíritu. En
contraste, otros con relativamente pocos dones espirituales pueden ser usados
grandemente por Dios porque están andando en el poder del Espíritu. La enseñanza de
la Escritura sobre la plenitud del Espíritu es, por lo tanto, una de las líneas de verdad
más importantes que un cristiano debe comprender, aplicar y apropiarse de ella.
PREGUNTAS
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1. ¿Qué diferencia hay entre la plenitud del Espíritu y la obra del Espíritu en la
salvación?
2. ¿Qué ejemplos de plenitud del Espíritu pueden observarse antes del día de
Pentecostés?
3. ¿Estaba la plenitud del Espíritu al alcance de todo aquel que se rindiera a Dios antes
de Pentecostés?
4. ¿Cómo la venida del Espíritu en el día de Pentecostés cambió la posibilidad de ser
llenos con el Espíritu?
5. Definir la plenitud del Espíritu.
6. Contrastar el ser llenado con el Espíritu con la madurez espiritual.
7. ¿Cualquier cristiano puede ser lleno del Espíritu?
8. ¿Cuál es la relación entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual?
9. ¿En qué sentido hay tres grados de manifestación de la plenitud del Espíritu?
10. ¿Qué ilustraciones destacables de ser llenos con el Espíritu se encuentran en el libro
de los Hechos?
11. ¿A qué, y porqué, compara Pablo el ser lleno con el Espíritu en Efesios 5.18?
12. ¿Por qué es inexacto referirse a la plenitud del Espíritu como una segunda obra de
gracia?
13. ¿Qué significa el mandamiento de «no apaguéis el Espíritu»?
14. ¿Por qué es necesario rendirse a Dios para ser lleno con el Espíritu?
15. Contrastar el paso inicial de presentar el cuerpo como un sacrificio vivo con la vida
de continua rendición.
16. Nombrar los varios aspectos de la rendición de un cristiano a Dios.
17. ¿Por qué Cristo es el ejemplo supremo de la rendición a Dios?
18. ¿Cuál es el significado del mandamiento «no contristéis al Espíritu»?
19. ¿Cómo las circunstancias de un cristiano afectan su experiencia de ser lleno con el
Espíritu?
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20. ¿Cuál es el remedio al haber contristado al Espíritu?
21. ¿Por qué un cristiano confiesa su pecado confiando que será perdonado?
22. ¿Cuáles son algunos de los serios resultados de continuar contristando al Espíritu?
23. Definir lo que significa andar en el Espíritu.
24. ¿Por qué la elevada norma de vida espiritual en el cristiano hace que el andar en el
Espíritu sea necesario?
25. ¿Por qué es necesario andar en el Espíritu a la luz del hecho de que los cristianos
viven en un mundo pecador?
26. ¿Por qué el andar en el Espíritu es necesario en vista de la naturaleza pecaminosa del
cristiano?
27. ¿Por qué la necesidad de andar en el Espíritu demuestra que es imposible para un
cristiano alcanzar la perfección sin pecado en esta vida?
28. Nombrar y definir brevemente siete resultados de la plenitud del Espíritu.
29. Nombrar las razones importantes para que un cristiano sea lleno del Espíritu.
19. Dios el Espíritu: Su Plenitud con versículos incluidos
A. Definición de la Plenitud del Espíritu Santo.
En contraste con la obra del Espíritu Santo en la salvación tales como la regeneración, el
morar, el sellado y el bautismo, la plenitud del Espíritu se relaciona a la experiencia
cristiana, al poder y al servicio. Las obras del Espíritu en relación a la salvación son de
una vez y para siempre, pero la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida y se
menciona frecuentemente en la Biblia.
En una escala limitada, se puede observar la plenitud del Espíritu en ciertos individuos
antes de Pentecostés.
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Ex. 28:3 3 Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de
espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que
sea mi sacerdote.
Ex. 31:3 3 y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y
en todo arte
Ex. 35:31 31
y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia
y en todo arte,
Lc. 1:15, 41, 67 15
porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será
lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. 41
Y aconteció que cuando
oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena
del Espíritu Santo, 67
Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó,
diciendo:
Lc. 4:1 1 Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al
desierto
Sin lugar a dudas, hay muchos otros ejemplos donde el Espíritu de Dios vino sobre
individuos y los capacitó en poder para el servicio. En el total, sin embargo, unos pocos
fueron llenos del Espíritu antes del día de Pentecostés, y la obra del Espíritu parece estar
relacionada al soberano propósito de Dios de cumplir alguna obra especial en los
individuos. No hay indicación de que la plenitud del Espíritu hubiera estado abierta a
cada uno que rindiera su vida al Señor antes de Pentecostés.
Comenzando con el día de Pentecostés, amaneció una nueva edad en la cual el Espíritu
Santo obraría en cada creyente. Entonces todos fueron hechos morada del Espíritu y
podrían ser llenos si El encontraba las condiciones propicias. Esta conclusión está
confirmada por numerosas ilustraciones en el Nuevo Testamento.
Hch. 2:4 4
Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras
lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.
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174
Hch. 4:8,31 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo,
y ancianos de Israel: 31
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados
tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de
Dios.
Hch. 6:3,5 3
Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen
testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este
trabajo. 5
Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de
fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás
prosélito de Antioquía;
Hch. 7:55 55
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la
gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,
Hch. 9:17 17
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos,
dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías,
me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Hch. 11:24 24
Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran
multitud fue agregada al Señor.
Hch. 13:9, 52 9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando
en él los ojos, 52
Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
La plenitud del Espíritu puede definirse como un estado espiritual donde el Espíritu
Santo está cumpliendo todo lo que El vino a hacer en el corazón y vida del creyente
individual. No es un asunto de adquirir más del Espíritu, sino más bien que el Espíritu de
Dios vaya tomando control del individuo. En lugar de ser una situación anormal y poco
frecuente, como lo era antes de Pentecostés, el ser lleno por el Espíritu en la edad
presente es normal, si bien no es lo usual, en la experiencia del cristiano. A cada
cristiano se le ordena ser lleno del Espíritu y el no estar llenos del Espíritu es estar en un
estado de desobediencia.
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175
Ef. 5:18 8 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos
del Espíritu,
Hay una diferencia apreciable en el carácter y calidad en la vida diaria de los cristianos.
Pocos pueden caracterizarse por estar llenos del Espíritu. Esta falta, sin embargo, no se
debe a una falla de parte de Dios en su provisión, sino más bien es falla del individuo
en apropiarse de esta provisión y permitir al Espíritu Santo llenar su vida. El estar lleno
del Espíritu debería contrastarse con la madurez espiritual. Un cristiano nuevo quien
haya sido salvo recientemente puede ser lleno con el Espíritu y manifestar el poder del
Espíritu Santo en su vida. Sin embargo, la madurez viene sólo a través de experiencias
espirituales, las cuales pueden extenderse toda una vida y abarcan un crecimiento en el
conocimiento, la continua experiencia de ser lleno con el Espíritu, y una madurez en
juicio sobre cosas espirituales. Así como un niño recién nacido puede ser vehemente, de
la misma manera un cristiano puede ser lleno con el Espíritu; pero, al igual que un
recién nacido, sólo la vida y la experiencia pueden sacar a relucir las cualidades
espirituales que pertenecen a la madurez. Este es el porqué de que numerosos pasajes de
la Biblia hablen del crecimiento. El trigo crece hasta la cosecha.
Mt. 13:30 30
Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la
siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para
quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.
Dios obra en su iglesia a través de hombres dotados con dones personales para
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio y para edificar el cuerpo de Cristo
de manera que los cristianos puedan crecer en la fe y en estatura espiritual.
Ef. 4:11-16 11
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12
a fin de perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13
hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14
para que ya no seamos
niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema
de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15
sino que
176
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siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es,
Cristo, 16
de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,
recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.
Pedro habla de los bebés espirituales, que necesitan la leche espiritual para crecer, y
exhorta «crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2
P. 3:18).
1P. 2:2 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que
por ella crezcáis para salvación,
Hay una relación obvia entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual, y un
cristiano lleno del Espíritu madurará más rápidamente que uno que no lo está. La
plenitud del Espíritu y, la madurez espiritual como resultado, son los dos factores más
importantes en la ejecución de la voluntad de Dios en la vida de un cristiano y también
en el propósito de Dios de crearle para buenas obras.
Ef. 2:10 10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Por consiguiente, la plenitud del Espíritu se cumple en cada creyente cuando él está
completamente rendido al Espíritu Santo, el cual mora en él, resultando en una
condición espiritual en la cual el Espíritu Santo controla y dota de poder al individuo.
Mientras que puede haber varios grados en la manifestación de la plenitud del Espíritu y
grados en el poder divino, el pensamiento central en la plenitud es que el Espíritu de
Dios es capaz de operar en y a través del individuo sin obstáculo, cumpliendo la
voluntad perfecta de Dios para aquella persona.
El concepto de la plenitud del Espíritu es sacado a luz en un número de referencias en el
Nuevo Testamento. Es ilustrado preeminentemente en Jesucristo, quien, de acuerdo a
Lucas, era continuamente «lleno del Espíritu Santo».
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177
Lc. 4:1 1
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al
desierto
Juan el Bautista tuvo la experiencia excepcional de ser lleno con el Espíritu desde que
estaba en la matriz de su madre y ambos, su madre Elizabet y su padre Zacarías, fueron
temporalmente llenos del Espíritu.
Lc. 1:15 15
porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del
Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
Lc. 1:41, 67 41
Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura
saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo 67
Y Zacarías su padre fue lleno
del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:
Estos ejemplos están aún dentro del molde del Antiguo Testamento, en el cual la
plenitud del Espíritu era una obra soberana de Dios que no estaba al alcance de cada
individuo.
Comenzando con el día de Pentecostés, sin embargo toda la multitud fue llena con el
Espíritu. En la Iglesia primitiva el Espíritu de Dios llenaba repetidamente a aquellos que
buscaban la voluntad de Dios, como en el caso de Pedro.
Hch. 4:8 8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y
ancianos de Israel:
El grupo de cristianos quienes oraban por valor y el poder de Dios.
Hch. 4:31 31
Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y
todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Y Pablo después de su conversión.
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178
Hch. 9:17 17
Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos,
dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías,
me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.
Algunos se caracterizan por estar en un continuo estado de plenitud del Espíritu, como
se ilustra en los primeros diáconos.
Hch. 6:3 3 Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen
testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este
trabajo.
Y Esteban el mártir.
Hch. 7:55 55
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la
gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,
Y Bernabé.
Hch. 11:24 24
Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran
multitud fue agregada al Señor.
Pablo fue lleno con el Espíritu repetidas veces.
Hch. 13:9 9
Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él
los ojos,
Y así lo fueron otros discípulos.
Hch. 13:52 52
Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
En cada caso solamente los cristianos rendidos a Dios fueron llenos con el Espíritu. A los
creyentes del Antiguo Testamento nunca se les ordenaba ser llenos con el Espíritu,
aunque en algunas ocasiones fueron amonestados, como Zorobabel, que la obra del
Señor se cumple, «no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová
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179
de los ejércitos» (Zac. 4:6). En la era presente a cada cristiano se le ordena ser lleno con
el Espíritu, como en Efesios 5:18: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay
disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.» El ser llenos con el Espíritu, así como el
recibir la salvación por fe, no se cumple, sin embargo, por esfuerzo humano, más bien
es por permitir a Dios que cumpla su obra en la vida del individuo. En la Escritura está
claro que un cristiano puede ser genuinamente salvo sin ser lleno con el Espíritu, y, por
lo tanto, la plenitud del Espíritu no es una parte de la salvación misma. La plenitud del
Espíritu también puede ser contrastada con la obra hecha de una vez y para siempre
que es cumplida en el creyente cuando éste es salvo. La plenitud del Espíritu, si bien
puede ocurrir en el momento de la salvación, ocurre una y otra vez en la vida de un
cristiano consagrado, y debería ser una experiencia normal de que los cristianos tuviesen
esta constante plenitud del Espíritu.
El hecho de que la plenitud del Espíritu es una experiencia repetida, se hace notorio en
el tiempo presente del mandamiento en Efesios 5:18: «sed llenos del Espíritu». Traducido
literalmente es «manteneos siendo llenados por el Espíritu». En el texto se compara con
un estado de intoxicación en el cual el vino afecta al cuerpo entero, incluyendo a la
actividad mental y a la actividad física del cuerpo. La plenitud del Espíritu no es, por lo
tanto, una experiencia que sucede una vez y para siempre. No es correcto llamarla una
segunda obra de gracia, puesto que ocurre una y otra vez. Indudablemente, la
experiencia de ser lleno con el Espíritu por primera vez es muy fuerte en la vida del
cristiano y puede ser un hito que eleve la experiencia cristiana a un nuevo nivel. Sin
embargo, el cristiano depende de Dios para la continua plenitud del Espíritu, y ningún
cristiano puede vivir en el poder espiritual de ayer.
De la naturaleza de la plenitud del Espíritu puede concluirse que la amplia diferencia en
la experiencia espiritual observada en cristianos y los varios grados de conformidad a la
mente y voluntad de Dios pueden ser atribuidos a la presencia o ausencia de la plenitud
del Espíritu. El que desea hacer la voluntad de Dios debe, por consiguiente, entrar por
completo en el privilegio que Dios le ha dado al ser morada del Espíritu y tener la
capacidad de rendir completamente su vida al Espíritu de Dios.
B. Condiciones Para La Plenitud Del Espíritu.
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180
Frecuentemente se han señalado tres sencillos mandamientos como la condición para
ser llenos con el Espíritu. En 1Ts. 5:19 se da el mandamiento: «No apaguéis al Espíritu.»
En Efesios 4:30 se instruye a los cristianos: «y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con
el cual fuisteis sellados para el día de la redención.» Un tercero, como instrucción más
positiva, se da en Gálatas 5:16: «Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne.» Aunque otros pasajes arrojan luz sobre estas básicas condiciones
para ser llenos con el Espíritu, estos tres pasajes resumen la idea principal.
1. El mandamiento de «no apaguéis el Espíritu», en 1Ts. 5: 19, aunque no se explique en
su contexto, está usando en forma obvia la figura del fuego como un símbolo del
Espíritu Santo. En la forma en que se hace mención de apagar el fuego en Mt. 12:20 y
He. 11:34 se ilustra lo que se quiere decir.
De acuerdo a Ef. 6:16, «el escudo de la fe» es capaz de «apagar los dardos de fuego del
maligno». Por consiguiente, apagar el Espíritu es ahogar o reprimir al Espíritu y no
permitirle que cumpla su obra en el creyente. Puede definirse simplemente como el
decir «No», o de no tener la voluntad de dejar al Espíritu conducirse a su manera. El
pecado original de Satanás fue la rebelión contra Dios.
Is. 14:14 14
sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
Y cuando un creyente dice «yo quiero» en lugar de decir como Cristo dijo en Getsemaní:
«No se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc. 22:42), entonces está apagando al Espíritu.
Para que pueda experimentarse la plenitud del Espíritu es necesario para un cristiano
que rinda su vida al Señor. Cristo observó que un hombre no puede servir a dos
señores.
Mt. 6:24 24
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al
otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas.
181
181
Y a los cristianos se les exhorta constantemente a que se rindan a sí mismos a Dios. Al
hablar de la rendición a la voluntad de Dios en la vida de un cristiano, Pablo escribió en
Ro. 6:13: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y
vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.» Aquí se declara claramente la
opción ante cada cristiano: él puede rendirse a sí mismo tanto a Dios como al pecado.
Un pasaje similar se encuentra en Ro. 12:1-2. Al presentar la obra de salvación y
santificación en la vida del creyente, Pablo encarece a los romanos: «Así que, hermanos,
os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este
siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.» En ambos
pasajes -Romanos 6:13 y 12:1- se usa la misma palabra griega. El tiempo del verbo está
en aoristo, lo cual significa «rendirse a Dios de una vez y para siempre». De acuerdo a
esto, la experiencia de ser lleno con el Espíritu sólo puede ser llevada a cabo cuando un
cristiano toma el paso inicial de presentar su cuerpo en sacrificio vivo. El cristiano ha
sido preparado para esto por medio de la salvación, lo cual hace al sacrificio santo y
aceptable delante de Dios. Es razonable de parte de Dios esperar esto habiendo muerto
Cristo por este individuo. Al presentar su cuerpo, el cristiano debe enfrentar el hecho de
que no debe de conformarse exteriormente al mundo, sino que interiormente debe de
ser transformado por el Espíritu Santo con el resultado de que su mente sea renovada
para reconocer los valores espirituales
El es capaz de distinguir lo que no es la voluntad de Dios, de lo que es la «buena,
agradable y perfecta voluntad de Dios» (Ro. 12: 2).
La rendición no se hace en referencia a algún punto en particular, sino que más bien
discierne la voluntad de Dios para la vida en cada asunto particular. Es, por lo tanto,
una actitud de estar deseoso de hacer cualquier cosa que Dios quiera que el creyente
haga. Es el hacer la voluntad final de Dios en su vida y estar dispuesto a hacer cualquier
cosa cuando sea, donde sea y como Dios pueda dirigirla. El hecho de que la exhortación
182
182
«no apaguéis el Espíritu» está en tiempo presente indica que ésta debería ser una
experiencia continua iniciada por el acto de la rendición.
Un cristiano que desea estar continuamente rendido a Dios encuentra que esta rendición
se relaciona con varios aspectos. Es, en primer lugar, una rendición a la Palabra de Dios
en sus exhortaciones y su verdad. El Espíritu Santo es el Maestro, y a medida que va
conociendo la verdad, un creyente debe rendirse a ésta a medida que la va
comprendiendo. El rehusar someterse a la Palabra de Dios hace que la plenitud del
Espíritu sea imposible.
La rendición también se relaciona con la guía. En muchos casos la Palabra de Dios no es
explícita en cuanto a decisiones que un cristiano tiene que enfrentar. Aquí el creyente
debe de ser guiado por los principios de la Palabra de Dios, y el Espíritu de Dios puede
darle la guía sobre las bases de lo que la Escritura revela. De acuerdo a ello, la
obediencia a la guía del Espíritu es necesaria para la plenitud del Espíritu.
Ro. 8:14 14
Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios.
En algunos casos el Espíritu puede ordenar a un cristiano que haga algo y en otras
ocasiones puede prohibirle que siga el curso de una acción. Una ilustración es la
experiencia de Pablo, quien fue impedido de predicar el evangelio en Asia y Bitinia en
las primeras etapas de su ministerio y más tarde se le instruyó que fuera a estas mismas
áreas a predicar. La plenitud del Espíritu incluye el seguir la guía del Señor.
Hch. 16:6-7 6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el
Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7
y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a
Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió.
Hch. 19:10 10
Así continuó por espacio de dos años, de manera que todos los que
habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús.
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183
Un cristiano también debe de estar rendido a los hechos providenciales de Dios, los
cuales a menudo acarrean situaciones o experiencias que no son deseadas por el
individuo. De acuerdo a ello, un creyente debe de entender lo que es ser sumiso a la
voluntad de Dios aun cuando ello implique el sufrimiento y sendas que en sí mismas no
son placenteras.
La suprema ilustración de lo que significa ser lleno con el Espíritu y rendido a Dios es el
Señor Jesucristo mismo. En Filipenses se revela que Jesús, al venir a la tierra y morir por
los pecados del mundo, estaba deseando ser lo que Dios había escogido, deseando ir
donde Dios había elegido y deseando hacer lo que Dios había decidido. Un creyente
que desea ser lleno con el Espíritu debe tener una actitud similar en cuanto a rendición y
obediencia.
Fil. 2:5-11 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; 8
y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9
Por lo cual Dios también le exaltó hasta
lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10
para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la
tierra; 11
y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
2. En conexión con la plenitud del Espíritu, se le exhorta también a «no contristar al
Espíritu» (Ef. 4:30). Aquí se presume que el pecado ha entrado en la vida de un cristiano
y como un hecho de su experiencia ha sobrevenido la falta de rendición. Para poder
entrar en un estado en el que pueda ser lleno con el Espíritu, o para volver a tal estado,
se le exhorta a que no continúe en su pecado, el cual contrista al Espíritu Santo. Cuando
en el creyente, el Espíritu de Dios es contristado, la comunión, guía, instrucción y poder
del Espíritu es estorbado; el Espíritu Santo, aunque está morando, no está libre para
cumplir su obra en la vida del creyente. La experiencia de la plenitud del Espíritu puede
ser afectada por las condiciones físicas. Un cristiano que físicamente está cansado,
hambriento o enfermo puede no experimentar el gozo normal y la paz, los cuales son
frutos del Espíritu. El mismo apóstol que exhorta a ser llenos con el Espíritu confiesa en
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184
2 Corintios 1: 8-9 que ellos estuvieron «abrumados sobremanera más allá de nuestras
fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida». De acuerdo
a ello, aun un cristiano lleno con el Espíritu puede experimentar algún trastorno
interior. Sin embargo, cuanto más grande sea la necesidad en las circunstancias del
creyente, mayor es la necesidad de la plenitud del Espíritu y la rendición a la voluntad
de Dios para que el poder del Espíritu pueda ser manifestado en la vida individual.
Cuando un cristiano toma conciencia del hecho de que ha contristado al Espíritu Santo,
el remedio está en cesar de contristar al Espíritu, como se expresa en Efesios traducido
literalmente.
Ef. 4:30 30
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención.
Esto puede cumplirse obedeciendo 1Jn. 1:9, donde se instruye al hijo de Dios: «Si
confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.» Este pasaje se refiere a un hijo de Dios que ha pecado
contra su Padre Celestial. La vía de restauración está abierta porque la muerte de Cristo
es suficiente, para todos sus pecados.
1Jn. 2:1-2 1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere
pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 2
Y él es la
propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por
los de todo el mundo.
Así, la manera de volver a la comunión con Dios para un, creyente es confesar sus
pecados a Dios, reconociendo nuevamente las bases para el perdón en la muerte de
Cristo y deseando la restauración a una comunión íntima con Dios el Padre, así como
también con el Espíritu Santo. No es un es un asunto de justicia en una corte legal, sino
más bien una relación restaurada entre padre e hijo que se había descarriado. El pasaje
asegura que Dios es fiel y justo para perdonar el pecado y quitarlo como una barrera
que se interpone en la comunión cuando un cristiano confiesa sinceramente su iniquidad
a Dios. Mientras que en algunas situaciones la confesión del pecado puede requerir que
se vaya a los individuos que han sido ofendidos y corregir las dificultades, la idea
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185
principal es establecer una nueva relación íntima con Dios mismo. Confesando sus
pecados, el cristiano debe de estar seguro de que del lado divino el perdón es
inmediato. Cristo, como el intercesor del creyente y como el que murió en la cruz, ha
hecho ya todos los ajustes necesarios del lado celestial. La restauración a la comunión
está sujeta, por lo tanto, sólo a la actitud humana de confesión y rendición. La Biblia
también advierte al creyente contra los serios resultados de estar contristando
continuamente al Espíritu. Esto, a veces, resulta en el castigo de Dios para con el
creyente con el propósito de restaurarle, como se menciona en:
He. 12:5-6 5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
6 Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo.
Al cristiano se le advierte que, si él no se juzga a sí mismo, Dios necesitará intervenir con
la disciplina divina.
1Co. 11:31-32 31
Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; 32
más siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados
con el mundo.
En cualquier caso, hay una pérdida inmediata cuando un cristiano está caminando fuera
de la comunión con Dios, y existe el constante peligro del juicio severo de Dios como
un padre fiel que trata con su, hijo errado.
3. El andar en el Espíritu es un mandamiento positivo, en contraste a los mandamientos
previos, los cuales son negativos. Caminar en el Espíritu es un mandamiento para
apropiarse del poder y la bendición que es provista por el Espíritu que mora en el
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186
creyente. El andar en el Espíritu es un mandamiento en el tiempo presente, esto es, un
cristiano debe de mantenerse andando por medio del Espíritu.
Ga. 5:16 16
Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
El nivel cristiano de la vida espiritual es alto, y él no es capaz de cumplir la voluntad de
Dios aparte del poder de Dios. De acuerdo a ello, la provisión del Espíritu, que mora,
hace posible para el cristiano el estar andando por medio del poder y la guía del
Espíritu que vive en él.
El andar en el Espíritu es un acto de fe. Depende del Espíritu el hacer lo que sólo el
Espíritu puede hacer. Las altas normas de la era presente, donde se nos ordena amar
como Cristo ama.
Jn. 13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he
amado, que también os améis unos a otros.
Jn. 15:12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Y donde se ordena que cada pensamiento sea traído a la obediencia en Cristo, son
imposibles aparte del poder del Espíritu.
2Co. 10:5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento
de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
De igual manera, las otras manifestaciones de vida espiritual, tales como el fruto del
Espíritu Ga. 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Y mandamientos como «estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo,
porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1Ts. 5:16-18), son
imposibles a menos que uno esté andando en el Espíritu.
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187
Obtener una norma alta de vida espiritual es de lo más difícil porque el cristiano está
viviendo en un mundo pecador y está bajo constante influencia maligna.
Jn. 17:15 No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
Ro. 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación
de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
2Co. 6:14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las
tinieblas?
Ga. 6:14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
1Jn. 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no está en él.
De igual manera, el cristiano tiene oposición por el poder de Satanás y está
comprometido en una lucha incesante con este enemigo de Dios.
2Co. 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos,
para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la
imagen de Dios.
2Co. 11:14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.
Ef. 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes.
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188
Además del conflicto con el sistema mundial y con Satanás, el cristiano tiene un
enemigo de dentro, su antigua naturaleza, la cual desea conducirle de vuelta a la vida
de obediencia a la carne pecaminosa.
Ro. 5:21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine
por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.
Ro. 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él,
para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
1Co. 5:5 el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el
espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
2Co. 7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2Co. 10:2-3 ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquella
osadía con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen
como si anduviésemos según la carne. Pues aunque andamos en la carne, no militamos
según la carne;
Ga. 5:16-24 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.
Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y
éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el
Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son:
adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios,
borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto,
como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino
de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son
de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
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Ga. 6:8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que
siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
Ef. 2:3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de
nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Por estar la antigua naturaleza constantemente en guerra con la nueva naturaleza en el
cristiano, sólo la continua dependencia en el Espíritu de Dios puede traer victoria. Así es
que, aunque algunos han llegado a la conclusión errónea de que un cristiano puede
alcanzar una perfección sin pecado, existe la necesidad de caminar constantemente en el
Espíritu para que este poder pueda llevar a cabo la voluntad de Dios en la vida de un
creyente. Al creyente le espera la perfección final del cuerpo y el espíritu en el cielo,
pero la lucha espiritual continúa sin disminuir hasta la muerte o el traslado espiritual.
Todas estas verdades enfatizan la importancia de apropiarse del Espíritu andando en su
poder y guía y dejando que el Espíritu tenga control y dirección de una vida cristiana.
C. Los Resultados De La Plenitud Del Espíritu.
Cuando uno está rendido a Dios y lleno con el Espíritu vienen imprevisibles resultados.
1. Un cristiano que camina en el poder del Espíritu experimenta una santificación
progresiva, una santidad de vida en la cual el fruto del Espíritu está cumplido. Esta es la
suprema manifestación del poder del Espíritu y es la preparación terrenal para el tiempo
cuando el creyente, en los cielos, será completamente transformado a la imagen de
Cristo.
Ga. 5:22-23 22
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, 23
mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
2. Uno de los importantes ministerios del Espíritu es el de enseñar al creyente las
verdades espirituales. Sólo mediante la guía e iluminación del Espíritu un creyente puede
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comprender la infinita verdad de la Palabra de Dios. Así como el Espíritu de Dios es
necesario para revelar la verdad concerniente a la salvación, antes de que una persona
pueda ser salva, así el Espíritu de Dios guía también al cristiano a toda verdad.
Jn. 16:7-11 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me
fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando
él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por
cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de
juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.
Jn. 16:12-14 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las
cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará
saber.
Las cosas profundas de Dios, verdades que sólo pueden ser comprendidas por un
hombre enseñado por el Espíritu, son reveladas a uno que está andando por el Espíritu.
1Co. 2:9 Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
1Co. 3:2 Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces
todavía,
3. El Espíritu Santo es capaz de guiar a un cristiano y aplicar las verdades generales de la
Palabra de Dios a la situación particular del cristiano. Esto es lo que se expresa en
Romanos 12:2, demostrando «cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta».
Como el siervo de Abraham, un cristiano puede experimentar la declaración
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«guiándome Jehová en el camino» (Gn. 24:27). Una guía tal es la experiencia normal de
los cristianos que están en una relación correcta con el Espíritu de Dios.
Ro. 8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de
Dios.
Ga. 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
4. La seguridad de la salvación es otro resultado importante de la comunión con el
Espíritu. De acuerdo a Ro. 8:16, «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios». Es normal para un cristiano el tener la seguridad de su
salvación, como lo es para un individuo el saber que está físicamente vivo.
Ga. 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el
cual clama: ¡Abba, Padre!
1Jn. 3:24 Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en
esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
1Jn. 4:13 En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha
dado de su Espíritu.
5. Toda la adoración y el amor de Dios son posibles solamente cuando uno está
andando por el Espíritu. En el contexto de la exhortación de Efesios 5: 18 los versículos
siguientes describen la vida normal de adoración y comunión con Dios. Una persona
fuera de la comunión no puede adorar verdaderamente a Dios aun cuando asista a los
servicios de la iglesia en bellas catedrales y cumpla con el ritual de la adoración. La
adoración es un asunto del corazón, y como Cristo le dijo a la mujer samaritana: «Dios
es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren» (Jn.
4:24).
Efe 5:18-21 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos
del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales,
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cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al
Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Someteos unos a otros en el
temor de Dios.
6. Uno de los aspectos más importantes de la vida de un creyente es su oración de
comunión con el Señor. Aquí nuevamente el Espíritu de Dios debe guiar y dirigir si la
oración ha de ser inteligente. Aquí también debe de comprenderse la Palabra de Dios si
la oración ha de ser de acuerdo a la Palabra de Dios: La verdadera alabanza y acción de
gracias son imposibles aparte de la capacitación del Espíritu. Además de la oración del
creyente mismo, el Espíritu intercede por el creyente. De acuerdo a ello, una vida de
oración efectiva depende del andar en el Espíritu.
Ro. 8:26 Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos
de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles.
7. Además de todas las cualidades ya mencionadas, toda la vida de servicio y el ejercicio
de sus dones naturales y espirituales dependen del poder del Espíritu. Cristo se refirió a
esto en Jn. 7:38-39, donde describió la obra del Espíritu como un río de agua viva
fluyendo del corazón del hombre. De acuerdo a esto, un cristiano puede tener grandes
dones espirituales y no usarlos por no estar andando en el poder del Espíritu. En
contraste, otros con relativamente pocos dones espirituales pueden ser usados
grandemente por Dios porque están andando en el poder del Espíritu. La enseñanza de
la Escritura sobre la plenitud del Espíritu es, por lo tanto, una de las líneas de verdad
más importantes que un cristiano deben comprender, aplicar y apropiarse de ella.
Jn. 7:38-39 El que cree en mí, como dice la Escritura , de su interior correrán ríos de agua
viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había
venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
PREGUNTAS.
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1. ¿Qué diferencia hay entre la plenitud del Espíritu y la obra del Espíritu en la
salvación?
2. ¿Qué ejemplos de plenitud del Espíritu pueden observarse antes del día de
Pentecostés?
3. ¿Estaba la plenitud del Espíritu al alcance de todo aquel que se rindiera a Dios antes
de Pentecostés?
4. ¿Cómo la venida del Espíritu en el día de Pentecostés cambió la posibilidad de ser
llenos con el Espíritu?
5. Definir la plenitud del Espíritu.
6. Contrastar el ser llenado con el Espíritu con la madurez espiritual.
7. ¿Cualquier cristiano puede ser lleno del Espíritu?
8. ¿Cuál es la relación entre la plenitud del Espíritu y la madurez espiritual?
9. ¿En qué sentido hay tres grados de manifestación de la plenitud del Espíritu?
10. ¿Qué ilustraciones destacables de ser llenos con el Espíritu se encuentran en el libro
de los Hechos?
11. ¿A qué, y porqué, compara Pablo el ser lleno con el Espíritu en Efesios 5.18?
12. ¿Por qué es inexacto referirse a la plenitud del Espíritu como una segunda obra de
gracia?
13. ¿Qué significa el mandamiento de «no apaguéis el Espíritu»?
14. ¿Por qué es necesario rendirse a Dios para ser lleno con el Espíritu?
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15. Contrastar el paso inicial de presentar el cuerpo como un sacrificio vivo con la vida
de continua rendición.
16. Nombrar los varios aspectos de la rendición de un cristiano a Dios.
17. ¿Por qué Cristo es el ejemplo supremo de la rendición a Dios?
18. ¿Cuál es el significado del mandamiento «no contristéis al Espíritu»?
19. ¿Cómo las circunstancias de un cristiano afectan su experiencia de ser lleno con el
Espíritu?
20. ¿Cuál es el remedio al haber contristado al Espíritu?
21. ¿Por qué un cristiano confiesa su pecado confiando que será perdonado?
22. ¿Cuáles son algunos de los serios resultados de continuar contristando al Espíritu?
23. Definir lo que significa andar en el Espíritu.
24. ¿Por qué la elevada norma de vida espiritual en el cristiano hace que el andar en el
Espíritu sea necesario?
25. ¿Por qué es necesario andar en el Espíritu a la luz del hecho de que los cristianos
viven en un mundo pecador?
26. ¿Por qué el andar en el Espíritu es necesario en vista de la naturaleza pecaminosa del
cristiano?
27. ¿Por qué la necesidad de andar en el Espíritu demuestra que es imposible para un
cristiano alcanzar la perfección sin pecado en esta vida?
28. Nombrar y definir brevemente siete resultados de la plenitud del Espíritu.
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Bibliografía
C. K. Barrett, El Espíritu Santo y la tradición del Evangelio; F. D. Bruner
Teología del Espíritu Santo; J.D.G. Dunn
Bautismo en el Espíritu Santo, y Jesús y el Espíritu
M. Green, Creo en el Espíritu Santo
H. Gunkel, La influencia del Espíritu Santo
G. S. Hendry, El Espíritu Santo: Crecimiento de una tradición bíblica
C. F. D. Moule, El Espíritu Santo; P.D. M. Ramsey, El Espíritu Santo
E. Schweizer, El Espíritu Santo; H. B. Swete, el Espíritu Santo en la iglesia antigua, y El
Espíritu Santo en el Nuevo Testamento
H. Watkins-Jones, el Espíritu Santo desde Arminius a Wesley.
También, vea
Dones espirituales
This translation is generously provided by: María Victoria Castillo
Esta traducción ha sido hecha por: María Victoria Castillo
La presentación original (en inglés) de este documento está en English language
La página web principal de CREER (y el índice a los temas) está en: http://mb-
soft.com/believe/beliespa.html
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1 Chafer, "Teología Sistemática", Publicaciones Españolas, 1986, Milwaqui.
2 Qp. Cit. Chafer, Pagina. 419.
3 Diccionario, "Pequeño Larousse
Doctrinas Bíblicas por Dr. Mark G. Cambron
1Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo
Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.
Wenham G.J.; Nuevo comentario bíblico siglo veintiuno; Editorial Mundo Hispano;
2003.
Richard L. Pratt, Jr.
EDUARDO B. CORIA
Materiales originales del Dr. David Plaster
LA NEUMATOLOGÍA Por Lic. Luís Rodríguez
DOCTRINAS BÍBLICAS Pastor Christopher J. Dotson